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2 Coríntios 3.12-4.

2
Auxílio Homilético
26/02/2006

Prédica: 2 Coríntios 3.12-4.2


Leituras: Êxodo 34.29-35 e Marcos 9.2-9
Autor: René Krüger
Data Litúrgica: Último Domingo após Epifania
Data da Pregação: 26/02/2006
Proclamar Libertação - Volume: XXXI
1. Introducción
Esta unidad de texto pasa de una tipología antitética construida sobre el término clave velo
con afirmaciones negativas sobre el ocultamiento por Moisés a la afirmación del
desvelamiento pleno de la gloria del Señor por la proclamación abierta del evangelio.
El razonamiento es claro: la proclamación de Moisés produjo entorpecimiento; en cambio,
la proclamación apostólica produce conversión
– precisamente de los embotados. En los vs. 17-18 Pablo insiste en la excelencia del
encuentro con el Señor – más precisamente, con el Espíritu del Señor; y en la
transformación por ese Espíritu, que es un poder liberador que abarca toda la vida.
Hacia el final de la unidad, en los dos primeros vs. del cap. 4, Pablo muestra las
consecuencias de sus afirmaciones precedentes.
2. Repaso exegético
3.12-13: Interpretando alegóricamente el velo con el que se cubría Moisés en ocasión de la
entrega de la Ley del Sinaí (Ex 34,33) en el sentido de que el Legislador quiso ocultar a los
israelitas el carácter transitorio del pacto del Sinaí, Pablo insiste por oposición en el
carácter abierto, franco y seguro de la proclamación del evangelio. Emplea el término
griego parrêsía, franqueza, seguridad, también valentía (en dativo tiene sentido
adverbial: abiertamente, claramente, públicamente, libremente, con confianza). El apóstol
parece responder aquí el reproche de que no predicaba con franqueza y abiertamente. Más
adelante (2 Cor 4,3) devolverá sutilmente la crítica a sus oponentes, señalando que lo que le
reprochan – el evangelio “cubierto”– se aplica a los que se pierden, es decir, a ellos
mismos.
El texto echa luz sobre ciertos conflictos internos del cristianismo primitivo. El tono que
subyace es polémico, ya que Pablo se enfrenta con personas que quieren minar su
ministerio. Incluso le reprochan su poco “éxito” (véase la referencia velada a los muchos en
2.17). Estos oponentes también se presentaban como siervos de Cristo; pero se movían en
un esquema triunfalista, poderoso e impactante; acaso con un Moisés comprendido
como theîos anêr, hombre divino. En cambio, Pablo no tenia “presencia gloriosa”. Se
presentaba en la fragilidad derivada del Crucificado mismo; pero en esta debilidad Pablo
hablaba y actuaba con franqueza, seguridad, valentía.
Cabe destacar que la interpretación del velo desarrollada aquí por Pablo no tiene paralelo en
la explicación judía de Ex 34. Se trata seguramente de una construcción paulina.
3.14: La ley de Moisés se leía regularmente en las sinagogas. Pablo atribuye ahora otro
carácter alegórico más al velo de Moisés, indicando que éste continúa cegando la
comprensión del antiguo pacto, cosa que se resuelve positivamente en Cristo.
La formulación el antiguo pacto para designar la Torá es totalmente excepcional. El
contexto le otorga un claro cuño peyorativo. Ni siquiera contiene la idea de preparación,
pues en este contexto y por oposición a nuevo, antiguo simplemente hace referencia a
superado. Esta formulación, acuñada por Pablo quizá sobre la base de Jer 31,31, volvió a
aparecer recién poco antes del año 190 en un escrito de Melito de Sardes; pero a partir de
allí hizo escuela y se instaló (casi) definitivamente en el imaginario cristiano.
Aquí aflora, pues, un reflejo de la relación conflictiva entre las comunidades judías de aquel
entonces y la joven iglesia cristiana, relacionada con la discusión acerca de la correcta
interpretación de la revelación y llevado a cabo entre quienes sostenían que ésta se vincula
con la figura de Jesús de Nazaret, el Mesías crucificado y resucitado, y quienes rechazaban
esta adhesión. La lectura cristiana del conjunto de textos revelados que fueron
llamados Antiguo Testamento es la interpretación cristológica de los escritos del pueblo se
Israel. Su núcleo radica en la afirmación que lo que anuncian esos textos – sobre todo
algunos profetas – se cumplió en Jesús. A partir de esta afirmación del cumplimiento de las
Escrituras, la interpretación cristológica se extendió a numerosos textos del AT. Quienes no
aceptaban a Jesús como Mesías negaban esta aplicación. A nivel hermenéutico, estamos
ante un conflicto de interpretaciones, imposible de resolver mediante la mera razón, ya que
entran en juego adhesiones personales, convicciones íntimas, la socialización religiosa, la
adhesión a la Torá como revelación final en contra de su incorporación en un plan
preparatorio de la revelación final en Jesucristo, etc. Con el correr del tiempo, también
entraron a pesar fuertemente razones de poder, política, economía y otras para nada
“bíblicas”; y todo ello es una pesada hipoteca para el diálogo actual entre las dos religiones.
Trabajando sobre estas diferencias, Pablo también explica a su manera la inquietante
pregunta acerca del porqué de la falta de respuesta a Jesucristo por parte de la mayoría de
sus correligionarios judíos.
3.15–16: La plena gloria, presente en la ley, no puede ser “captada” por la naturaleza
humana, que se mantuvo inalterada desde los días de Moisés. La transformación que hace
posible “acceder” a esa gloria es representada simbólicamente por el corrimiento del velo y
obrada por Dios con la conversión a Cristo. La formulación será quitado, en pasivo divino,
contiene la referencia implícita a la actuación de Dios. En esta concepción influye también
de alguna manera lo anunciado por Jer 31.31-34 con su representación de la ley escrita en
el corazón.
Es importante registrar que Pablo de ninguna manera cierra la puerta a su propio pueblo.
El endurecimiento es figura tradicional – el pueblo fue así en el desierto, pero ésta no será
su actitud definitiva.
3.17: En este versículo de tipo “paréntesis” Pablo emplea un método judío de interpretación
común en su época, estableciendo la correspondencia entre las figuras de ambos
testamentos. El Señor del momento de Moisés corresponde al Espíritu que actúa hoy.
3.18: Entre los griegos circulaban muchas historias de personas de las
que se afirmaban que habían pasado por una “metamorfosis” o transformación. Algunos
filósofos, por su parte, hablaban de la transformación hacia la esfera divina mediante la
contemplación de cosas divinas. Los textos de Qumrán dicen que los justos reflejan el
resplandor o la gloria divina. Pero aunque Pablo podía estar presuponiendo estas
concepciones en ambientes cristianos (a excepción de la divinización), la base de su imagen
es simplemente el reflejo de la gloria de Dios por Moisés, tal como es transmi- tida por Ex
34. Quienes viven bajo el nuevo pacto, participan en la gloria de Dios de manera más plena
que Moisés (Ex 33.20). Por ello, serán transformados por el Espíritu a los efectos de reflejar
la gloria de Dios.
El verbo transformar (metamorfóomai) sugiere una firme relación con Jesucristo como la
imagen de Dios, el prototipo para todas las personas que le pertenecen y en las cuales él
toma forma. El proceso en sí es gradual y progresivo (véase también Rom 12.2). La acción
y el sujeto agente son indicados de manera críptica como por la acción del Espíritu del
Señor. En la exégesis se discute bastante sobre la relación entre los dos genitivos del
Espíritu y del Señor.
4.1: Ahora Pablo inicia una nueva sección, dedicada a extraer las consecuencias para su
conducta en el ministerio. Como en todo momento, el apóstol basa también aquí su misión
en la certeza de la misericordia de Dios y no en sus propias capacidades. En su caso
concreto, esa misericordia se vincula directamente con el llamado al apostolado. Este
ministerio no es otro que el apostolado del nuevo pacto, explicado en el cap. 3,
especialmen- te en los vs. 6 y 8.
La consecuencia de la confianza de Pablo en su propio ministerio, tal como le fuera
encomendado por Dios, es que no desmayamos. El verbo empleado aquí también puede
interpretarse como no nos cansamos  (traducción de Lutero), no descuidamos nuestras
tareas, no desesperamos, no actuamos cobardemente (teniendo vergüenza del evangelio,
véase Ro 1.16). En el NT el verbo se emplea como exhortación a la perseverancia, no en el
sentido de un mero resistir el agotamiento físico o psíquico, sino de oponerse a la aversión.
Ello se halla en interesante sintonía con los demás llamados a la resistencia y la
perseverancia, que es como debe traducirse adecuadamente la familia de palabras
de hypomonê, que lamentablemente se traslada con frecuencia a la palidez pasiva de
la paciencia…
4.2: Pablo echa mano de la clásica figura de la renuncia, aplicándola a lo que no condice
con su vocación. Con ello nos presenta una síntesis de lo que ocurrió en su conversión y al
mismo tiempo brinda una descripción de su conducta ministerial – siempre en discusión
con sus oponentes que le acusan de conductas inadecuadas para un apóstol. A la vez es
posible que Pablo esté convirtiendo estas calificaciones en referencia polémica a la
conducta de los oponentes mismos.
El empleo del verbo andar (peripatéô) es típicamente semita y designa la totalidad de la
conducta y las actitudes. Ante el ataque a su estilo de vida y a su predicación, Pablo insiste
en su integridad como mensajero verdadero, fidedigno, transparente de la gloria de Dios.
De cierta curiosidad es la formulación (no) adulterar la palabra de Dios (véase también Ro
9.6). Pablo cierra sus explicaciones encomendándose ante Dios a toda conciencia humana.
3. Reflexionando con el texto
Si bien el texto evidencia una línea maestra, tiene varios focos peculiares sobre los que es
importante reflexionar teológicamente.
Un foco del debate radica en el esclarecimiento de qué constituye realmente el criterio y la
norma para comprender y aceptar la proclamación apostólica sostenida por la iglesia. Este
texto y otros muestran que Pablo tuvo que defenderse de una serie de ataques, que reflejan
dos flancos superpuestos en aquel contexto: por una parte, la discusión con quienes
rechazaban directamente a Jesús; y por otra, la discusión con los llamados judaizantes.
Luego de casi veinte siglos de historia conflictiva, con muchas culpas por el lado cristiano e
increíbles sufrimientos del pueblo judío, se hace difícil seguir ciertos argumentos que se
manejaban en la época neotestamentaria y que ensancharon las diferencias entre ambas
configuraciones religiosas, la judía y la cristiana. Lo que hoy importa es encontrar vías de
comprensión, de diálogo y de fortalecimiento mutuo frente a las tareas comunes de justicia
y paz que tienen todas las religiones.
La discusión de Pablo con sus oponentes debe ubicarse, pues, en su dimensión histórica
como momento clave en la búsqueda de clarificación de su propia identidad por parte del
joven cristianismo. No tiene sentido, pues, seguir predicando hoy sobre la supuesta
inferioridad de aquel velo.
Mucho más fructífero puede ser una reflexión sobre la vinculación decisiva entre la
dinámica de la intervención de Dios en nuestras vidas, la palabra de Dios, la conversión y el
compromiso personal y comunitario de quienes creen, viven y proclaman el evangelio. En
este caso, la predicación puede concentrarse ya sea en 2 Co 3.18 ó 4.1-2.
Pablo elaboró esta relación a partir de su propia experiencia de conversión, subrayando en
todo momento la primacía de la intervención divina cifrada en términos muy caros al
protestantismo tales como misericordia, gracia, perdón, justificación. Asimismo, desarrolló
la respuesta humana a esta intervención a partir de los conceptos de fe y amor – muy caros
a todas las corrientes cristianas.
En esta línea, bien cabe decir algo sobre la desmitificación de los héroes humanos. En este
texto, le toca a Moisés ser desmitificado o relativizado. A partir de este proceso que ocurre
en el texto paulino, la reflexión puede pasar a cualquier otra figura humana a la que se le
atribuyen superpoderes o cualidades espectaculares, pero que a la luz de la acción de Dios
se evidencian como simplemente humanos.
En el centro de esta reflexión siempre ha de ubicarse la imagen y la presencia del
Crucificado y Resucitado. Pablo no se cansó de subrayar la dependencia directa de su
conversión, su persona y su ministerio de este Señor.
Toda postura, toda actitud, toda acción tiene un punto de partida. Para nosotros, como
cristianos, cristianas e Iglesia, el punto de partida sólo puede ser el que ya señaló Pablo: el
Señor Crucificado y Resucitado, en este orden y con esta formulación. La cruz sola
significa depresión; y alcanza con mirar al Cristo lleno de sangre y lágrimas de los templos
de la colonia española y portuguesa en nuestro continente para darse una idea de cómo fue
usada la religión para acompañar la explotación de indígenas y esclavos africanos. Por otra
parte, la resurrección sola puede derivar en gloria, iglesia majestuosa, éxito, teología de la
prosperidad. Pero ambas juntas, la cruz y la resurrección, forman el camino del Mesías.
Esto lo vio con total claridad Pablo, y ése es también el centro de la teología de la Reforma
de la que somos herederos y herederas.
Junto a la cruz de Cristo y en medio de la comunidad formada por el Resucitado hay lugar
para los miembros débiles, marginados, pobres, despreciados, abatidos, pecadores y
desesperados de la sociedad. El ministerio encargado por el Señor a Pablo y trasladado
también a nosotros está al servicio de estos miembros. Bien vale la pena recordarlo,
agradecerlo, asumirlo; y pedirle a Dios que nos fortalezca en esta existencia contracultural,
pues esta perspectiva y esta práctica van rotundamente en contra de la corriente de la
sociedad.
El énfasis en la transformación (“metamorfosis”) por Cristo es una clara indicación de esta
dinámica contracultural, pues si todo estuviera bien, en orden, en equilibrio, en paz, en
estabilidad, etc., no existiría tal necesidad de transformación cualitativa. Pero ese conjunto
enorme de personas, indi- vidualidades, estructuras, relaciones, conflictos y pecados que la
Biblia llama mundo, no está bien ni en paz. Necesita transformación; y Dios obra nuestra
participación en este proceso a través de Cristo.
Finalmente Pablo también advierte ante las “trampas” y tentaciones del ministerio: astucia,
adulteración de la palabra de Dios, adaptación lisa y llana al “espíritu del momento”,
manipulación del evangelio por intereses personalistas.
4.Rumbo a la predicación
4.1 – Vivimos en un mundo, una sociedad, una convivencia con exceso de conflictos; y
somos parte de todo ello. Hoy el conflicto radical pasa por la exclusión de cada vez más
personas – hijos e hijas de Dios – de una vida digna y realizada.
4.2 – Epifanía nos recuerda y nos hace presente la aparición, la revelación y la presencia de
Dios en Jesucristo, el Señor crucificado y resucitado. En Cristo se superan las estructuras y
relaciones viejas y se inicia la transformación.
4.3 – La intervención de Dios en nuestras vidas pone en marcha nuestra propia
transformación y con ello, nuestra participación en la obra de Dios en este mundo. Nuestro
compromiso es la respuesta a esta obra de Dios. Nuestro lugar de fe, celebración y servicio
es la comunidad abierta a débiles, pobres, marginados, desesperados; en el seguimiento del
Señor crucificado y en la esperanza por su resurrección.
Lucas 9:28-43
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Emmanuel Vargas Alavez

LUCAS 9. ¿QUIÉN ES ESTE?

Al principio de este capítulo, Herodes “estaba en duda, porque decían algunos:


Juan ha resucitado de los muertos; Y otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún
profeta de los antiguos ha resucitado. Y dijo Herodes: A Juan yo degollé: ¿quién
pues será éste, de quien yo oigo tales cosas? Y procuraba verle” (vv. 7-9).

La pregunta “¿Quién es éste?” es central a este evangelio en general y al capítulo


9 en particular. Jesús les pregunta a sus discípulos, “¿Quién dicen las gentes que
soy?” Y ellos contestaron “Y ellos respondieron, y dijeron: Juan el Bautista; y otros,
Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado.” Entonces, nos dice
el evangelista, Jesús les preguntó “¿Y vosotros, quién decís que soy?” Y así fue
que Pedro contestó “El Cristo de Dios” (vv. 18-20).

Jesús ahora les dice a sus discípulos lo que implica la respuesta de Pedro: “Es
necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea desechado de los
ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y que sea
muerto, y resucite al tercer día” (vv. 21-22). Esto responde a la pregunta de
“¿Quién es éste?”, sin darle un título, sino describiendo el proceso por el que el
Mesías llevará a cabo su obra.

Y, por lo tanto, el pasaje del evangelio para hoy, tenemos la respuesta más
dramática a la pregunta de “¿Quién es este?” Dios dice, “¡Este es mi Hijo amado;
a él oíd!” (v. 35).

LUCAS 9:28. JESÚS SUBIÓ AL MONTE A ORAR

Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y
a Jacobo, y subió al monte a orar. El evangelio de Marcos dice que fueron seis
días después, y no estamos seguros por qué Lucas lo cambia a ocho días. Tal vez
Lucas estaba uniendo la Transfiguración a la resurrección, qué ocurrió en el
octavo día, el después del Sabbath (Craddock, Interpretation, 133).

El versículo 28 une la Transfiguración al pasaje precedente en que Pedro declara


que Jesús es el Mesías y Jesús declara que debe sufrir y morir. Los tres sinópticos
colocan la Transfiguración inmediatamente después de que Jesús hace el primer
anuncio de su pasión, enfatizando que quien “padezca muchas cosas, y sea
desechado por los ancianos, por los principales y sacerdotes y los escribas y que
sea muerto y resucite al tercer día” (v. 22) no es una víctima al azar de la
violencia, sino que en verdad es el Hijo de Dios (v. 35).

“Tomó á Pedro y á Juan y á Jacobo…” (v. 28). En la sección precedente, Jesús


había estado con el grupo de discípulos más grande. Llevar a Pedro, Juan y
Jacobo con él nos da una señal de que este es un evento importante. Este círculo
íntimo estuvo presente en la sanidad de la hija de Jairo (8:51). Marcos 14:33 y
Mateo 26:37 nos dice que estos tres fueron los discípulos que estuvieron
presentes en el Getsemaní, pero Lucas solamente dice que los discípulos
estuvieron ahí (22:39, 45).

Note que el orden de los nombres es diferente en Lucas que en Marcos y Mateo,
que ponen a “Pedro, y á Jacobo, y á Juan” (Mt. 17:1; Mc. 9:2 y 14:33). Lucas
coloca el nombre de Juan antes del de Jacobo aquí y en la historia de la hija de
Jairo, tal vez porque Pedro y Juan estarán tan ligados más tarde en los escritos de
Lucas (22:8; Hechos 3:1-10; 4:1-22; 8:14-25) (Culpepper, 205).

Ellos “subieron al monte á orar” (v. 28). Esta es una declaración más teológica


que geográfica. Los montes eran lugares de oración, y fue en las montañas que
ocurrieron importantes encuentros con Dios. No se dice qué montaña es esta,
pero su nombre no es importante. El modelo para este tipo de encuentros es
Moisés en el Sinaí (Ex. Capítulos 19-32).

Subieron a la montaña a orar, y grandes cosas ocurrieron. John Knox dice “Para
tener ‘experiencias de montaña’ no basta con ir a la montaña; uno debe ir a la
‘montaña a orar’” (Knox, 174). Aquí tienen material para un sermón.

LUCAS 9:29-33. VIERON LA GLORIA DE JESÚS

29Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido
blanco y resplandeciente. 30Y he aquí dos varones que hablaban con él, los
cuales eran Moisés y Elías; 31Que aparecieron en majestad, y hablaban de su
salida, la cual había de cumplir en Jerusalén. 32Y Pedro y los que estaban con él,
estaban cargados de sueño: y como despertaron, vieron su majestad, y á aquellos
dos varones que estaban con él. 33Y aconteció, que apartándose ellos de él,
Pedro dice á Jesús: Maestro, bien es que nos quedemos aquí: y hagamos tres
pabellones, uno para ti, y uno para Moisés, y uno para Elías; no sabiendo lo que
se decía.

“Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido


blanco y resplandeciente” (v. 29). Esto recuerda la historia de Moisés, que en el
monte Sinaí se encontró con Dios y su apariencia era como la de un “fuego
abrasador en la cumbre del monte…” (Ex. 24:17), y cuyo rostro brillaba
intensamente “después que hubo con El hablado” en el monte Sinaí. Moisés tuvo
que usar un velo para cubrir la brillantez de su rostro cuando estaba en la
presencia de los israelitas (Ex. 34:29-35)

De hecho, hay muchos paralelos entre Éxodo 24 y el relato de la Transfiguración


de Jesús. Ambos incidentes: 1) ocurren en una montaña, 2) incluyen a Moisés, 3)
Dios habla desde una nube, 4) y hablan sobre la gloria del Señor. Lucas “entiende
a Jesús como un nuevo Moisés” (Achtemeier, 50).

Y aun así, la gloria de Jesús “es diferente a la gloria de Moisés, que resplandecía
porque había visto el rostro del Señor y reflejaba la gloria de Dios como lo haría un
espejo… Lucas dice que Jesús resplandecía por sí mismo, y de esta manera lo
identifica con Yahvé” (Rohr, 128).

“Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y
Elías” (v. 30). El pueblo judío era el pueblo de la Ley y los Profetas. Moisés era el
gran dador de la ley, y Elías el gran profeta.

Moisés y Elías “aparecieron en majestad…” (v. 31). La gloria de Moisés y Elías


no es para competir con la gloria de Jesús, que se describe con términos más
grandiosos, sino solamente para confirmar el estatus de Moisés y Elías como
seres celestiales. La voz de las nubes solamente se dirigirá a Jesús – no a Moisés
y Elías – y solamente después de que Moisés y Elías han partido (Cousar, et. al.,
178).

Moisés y Elías “hablaban de su salida, la cual había de cumplir en


Jerusalén” (v. 31). Este es el único evangelio que nos dice que Moisés y Elías
dialogan con Jesús. La palabra que se traduce comopartida en español,
es éxodos, que provee un paralelo con Moisés, que dirigió el Éxodo de Egipto. La
partida sobre la que estaban hablando era la muerte de Jesús. Tanto el Éxodo de
Moisés como la muerte de Jesús son eventos de salvación, diseñados para sacar
al pueblo de la esclavitud (esclavitud en Egipto por un lado, y esclavitud al pecado
por el otro), y llevarla a la Tierra Prometida (la tierra de Israel por un lado, y el
reino de Dios por el otro).

“Y Pedro y los que estaban con él, estaban cargados de sueño: y como
despertaron, vieron su majestad, y á aquellos dos varones que estaban con
él” (v. 32). Los discípulos también tuvieron un problema con el sueño en el monte
de los Olivos (22:45). En ese caso, de hecho se durmieron. En este caso, parece
ser que estaban medios dormidos, pero lo suficientemente despiertos para ver lo
que estaba pasando. Tal vez lo somnoliento de Pedro explica el por qué de su
inapropiada propuesta de hacer tres enramadas (v. 33).

“Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro dice á Jesús: Maestro, bien
es que nos quedemos aquí: y hagamos tres pabellones, uno para ti, y uno
para Moisés, y uno para Elías; no sabiendo lo que se decía” (v. 33). ¡Pedro
era un hombre de acción! ¡Sin restricciones! Esa era su fortaleza y su debilidad.
En un tiempo cuando cualquier otra persona se hubiera sentado asombrada y en
silencio, Pedro diría: ¿Por qué no hacemos….? Ninguno de los evangelios nos
dice por qué quería construir tres enramadas. Tal vez quería prolongar el
momento. Tal vez quería honrar a Moisés, Elías y Jesús. Tal vez quería ofrecer a
Moisés y Elías un poco de hospitalidad. Probablemente solo quería hacer
algo. ¡Un hombre de acción necesita actuar!

Sin embargo, tal vez haya otra conexión con Moisés a estas alturas. Como Moisés
había dirigido a los israelitas a través del desierto, Dios también le dijo que
construyera cabañas en las que el pueblo viviría por siete días para que el festival
que después se conocería como la fiesta de los Tabernáculos (Lv. 23:33-43).
Deberían hacer esto “para que sepan vuestros descendientes que en cabañas
hice yo habitar á los hijos de Israel, cuando los saqué de la tierra de Egipto: Yo
Jehová vuestro Dios” (Lv. 23:43). Esto comenzó como la fiesta por las cosechas,
pero una vez que los israelitas estuvieron firmemente establecidos en la Tierra
Prometida, continuaron observando esta fiesta como un continuo recordatorio de
su peregrinaje por el desierto, su liberación de la esclavitud en Egipto, y la
continua fidelidad de Dios para ellos.

La idea de Pedro no llegó a ningún lado. Lucas dice que Pedro “no sabía lo que
decía” (v. 33), y con esto nos deja claro que Lucas consideró mala la propuesta
de Pedro. Tal vez el problema fue que Pedro estaba tratando de “hacer una rutina
de la presencia de la gloria de Dios”. Tal vez fue que trataría a “Jesús como igual a
Moisés y Elías” (Johnson, 155-156). La voz de los cielos interrumpe de tal manera
que Jesús nunca responde directamente a la sugerencia de Pedro.

LUCAS 9:34-36. ESTE ES MI HIJO AMADO; A ÉL

OÍD

34Y estando él hablando esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor
entrando ellos en la nube. 35Y vino una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo
amado; á él oíd. 36Y pasada aquella voz, Jesús fue hallado solo: y ellos callaron; y
por aquellos días no dijeron nada á nadie de lo que habían visto.

Las nubes son el símbolo de la presencia de Dios en el Sinaí (Ex. 24:15-16; 34:5),
y simboliza la presencia de Dios para estos tres discípulos. Tiempo después, en la
ascensión de Jesús, “y una nube le recibió y le quitó de sus ojos” (Hechos 1:9).

Los discípulos estaban aterrorizados cuando la nube los envolvió, porque


entendían a la nube como la presencia de Dios. Solamente al Sumo Sacerdote le
era permitido venir a la presencia de Dios, y solamente en el día de la expiación
(He. 9:7). Ver el rostro de Dios era morir (Ex. 33:20). ¡Nadie sabía lo que pasaría
cuando estuvieran en la presencia de Dios! ¡Tal vez morirían! ¡Tal vez Dios los
transportaría directamente al cielo en un torbellino tal como lo había hecho con
Elías (2 R. 2:1-11)! Cualquiera que pudiera ser el resultado, estos hombres
sintieron una terrible indignidad al estar en la presencia de Dios, insuficientemente
preparados para encontrarse con su Creador, y terriblemente vulnerables para
cualquier cosa que se les tuviera preparada. Era como si hubieran entrado al salón
de clase solamente para ser presentados – de repente y sin ninguna advertencia –
con el examen final, su verdadero Examen Final. Estaban temerosos.

“Y vino una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado…” (v. 35).
Como ya se dijo arriba, a través de este capítulo, la pregunta ha sido ¿quién es
este? Ahora Dios provee una respuesta definitiva: “Este es mi Hijo amado”. Esta
es otra conexión con Moisés, que le había dicho al pueblo, “Profeta de en medio
de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios: á él oiréis” (Dt.
18:15; ver también Hechos 3:22; 7:37-53).

“…á él oíd” (v. 35). “…este mandamiento es… el prefacio para toda la enseñanza
de Jesús a sus discípulos sobre la jornada a Jerusalén, una enseñanza diseñada
para prepararlos para sus tareas cuando él ya no esté con ellos” (Tannehill, 16).
Los discípulos no solamente no lo escucharían bien, sino que tampoco cumplirían
sus tareas fielmente… sino hasta después de la resurrección.

• Fallarían para sanar a un muchacho con un demonio (9:37-43).


• Fallarían para entender las advertencias de Jesús sobre su traición (9:43-45).
• Discutirían sobre quién era el mayor (9:46-48).
• No entenderían la predicción de Jesús sobre su muerte y resurrección (18:31-
34).
• Pedro negaría a Jesús (22:54-62).
• Verían a Jesús de lejos mientras era crucificado (23:49).

¡Pero Dios obtendría la victoria de cualquier manera! ¡Por sobre todo! Si Dios
puede triunfar con este tipo de discípulos, entonces ¡tal vez también hay
esperanza para nosotros!

“Y pasada aquella voz, Jesús fue hallado solo: y ellos callaron; y por
aquellos días no dijeron nada á nadie de lo que habían visto” (v. 36). Moisés y
Elías “apartándose ellos de él” (v. 33) antes de que se escuchara la voz de las
nubes ya habían desaparecido. ¡El momento ya había pasado! ¡Los discípulos
habían sobrevivido al encuentro con Dios! Los fuegos artificiales habían cesado.
Solamente se quedaron con Jesús y el silencio. Incluso Pedro se quedó con la
boca cerrada. No le dijeron a nadie lo que habían visto, y no había problema por
ello. Ya habría ocasión para hablar, pero todavía no estaban completamente listos
para testificar de la manera en que lo harían unas semanas después en Jerusalén
(Hechos, capítulos 1-2).
LUCAS 9:37-43. APARTÁNDOSE ELLOS DEL

MONTE

37Y aconteció al día siguiente, que apartándose ellos del monte, gran compañía
les salió al encuentro.38Y he aquí, un hombre de la compañía clamó, diciendo:
Maestro, ruégote que veas á mi hijo; que es el único que tengo: 39Y he aquí un
espíritu le toma, y de repente da voces; y le despedaza y hace echar espuma, y
apenas se aparta de él quebrantándole. 40Y rogué á tus discípulos que le echasen
fuera, y no pudieron. 41Y respondiendo Jesús, dice: ¡Oh generación infiel y
perversa! ¿Hasta cuándo tengo de estar con vosotros, y os sufriré? Trae tu hijo
acá. 42Y como aun se acercaba, el demonio le derribó y despedazó: mas Jesús
increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo volvió á su padre. 43Y
todos estaban atónitos de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas
las cosas que hacía, dijo á sus discípulos.

Vea los paralelos en Marcos 9:14-29 y Mateo 17:14-20. Marcos, el evangelio más
corto, da la versión más completa de este exorcismo.

“Y aconteció al día siguiente, que apartándose ellos del monte” (v. 37). El


contraste entre la cima de la montaña y la base de la montaña no puede ser más
agudo. En la cima de la montaña, se encontraron en la presencia de Dios, que
testificó sobre el status divino de su hijo, Jesús. En la base del monte, se
encuentran confrontados por una gran multitud y un angustiado padre que ruega
por su hijo, que está poseído por un demonio.

“Maestro, ruégote que veas á mi hijo; que es el único que tengo” (v. 38). No
solamente es la angustia del padre debido al sufrimiento de su hijo, sino la
situación es más difícil todavía por el hecho de que este es su único hijo. El linaje
familiar depende de este hijo. Los padres, en su senectud, necesitarían el apoyo
de su hijo. El padre ha buscado la ayuda de los discípulos de Jesús (v. 40), y de
seguro también se había puesto a disposición de otros remedios potenciales.
Nada había funcionado. El padre estaba desesperado, pero no se había rendido.
Y pone una gran esperanza en Jesús.

“Le despedaza y hace echar espuma” (v. 39). Lucas, el médico cristiano del
primer siglo, describe el problema como posesión demoníaca. Para los oídos del
siglo veintiuno, los síntomas suenan como epilepsia.

“Y rogué á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron” (v. 40). Jesús


le dio a los discípulos “virtud y potestad sobre todos los demonios, y que sanasen
enfermedades” (9:1). ¿Por qué tenían problemas con este demonio? Jesús
contesta en el próximo versículo.
“¡Oh generación infiel y perversa!” (v. 41). Las palabras de Jesús hacen eco al
reproche de Moisés a Israel, y provee un eslabón más entre Moisés y Jesús (Dt.
32:5; ver también Nm. 14:27; Is. 65:2). El reproche de Jesús dice que el fracaso de
los discípulos se debe a su propia falta de fe y perversidad. De cierto, su fe ha
disminuido más frecuentemente de lo que ha crecido. Cuando la tormenta
amenazó su bote, Jesús preguntó “¿Qué es de vuestra fe?” (8:25). Después, sin
embargo, tuvieron éxito “sanando por todas partes” (9:6). Cuando Jesús les
mandó alimentar a la multitud, ellos respondieron “No tenemos más que cinco
panes y dos pescados, si no vamos nosotros á comprar viandas para toda esta
compañía” (9:13). Ahora también nos enteramos que han fallado para sanar a este
muchacho (v. 40).

“Y como aun se acercaba, el demonio le derribó y despedazó” (v. 42). El


demonio hace un desesperado intento para seguir controlando al muchacho. Estas
convulsiones demuestran gráficamente el problema que el padre solamente ha
descrito.

“…mas Jesús increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo


volvió á su padre” (v. 42). Donde otros fracasaron, Jesús triunfó. Hoy día todavía
podemos ver esto. Cristo ha transformado más vidas de las que podemos contar.

“Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios” (v. 43). La multitud, viendo


las convulsiones del muchacho, no puede sino asombrarse con el milagro de su
sanidad.

HISTORIA VERDADERA:

Algunos años atrás, cuando los Bautistas del Sur estaban discutiendo sobre la
inerrancia de las Escrituras, Tony Campolo hizo una presentación en su
convención. Dijo: “No sé por qué se preocupan tanto por la inerrancia de la
Escritura; después de que prueben de que es inerrante, de cualquier manera no
van a hacer lo que dice”.

Después, comentando sobre el discurso, dijo: “¡Es cierto! Si se supone que eres
pacifista, si se supone que vas a dar tu dinero al pobre; no vas a hacer todo esto.
No sería mejor si estuvieran de acuerdo que la Biblia no todo el tiempo dice la
verdad, y entonces tal vez cumplan algunas de estas obligaciones”.

Algunos de nosotros que no somos Bautistas, estamos tentados a complacernos


demasiado en lo que dijo Campolo, imaginando que esto solamente les queda a
los bautistas. La verdad es que, cuando se trata de escuchar a Jesús, en realidad
no importa si somos bautistas, episcopales, presbiterianos, católicos, o lo que sea.
Todos hallamos que es fácil profesar la fe, y muy difícil vivirla.
CONTEMPLANDO LA TRANSFORMACIÓN 2a Corintios 3:18

INTRODUCCIÓN 

1. ¿Cuál es la meta de la vida cristiana? ¿Qué es lo que debemos llegar a ser?


   a. En Rom 8:29, aprendemos cuál es la meta final del cristiano como es predestinado por Dios
   b. Es simplemente esto: “…que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo

   — ¡Llegar a ser como Cristo es nuestra meta final! 

2. Pero, ¿cómo llega a ser esto? ¿Cómo alguien llega a ser como Cristo? Ponga una mirada a estas
palabras de Pablo: 

   “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta, como en un espejo la gloria del Señor,
somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. (2
Cor 3:18) 

3. En este versículo, con la ayuda de su contexto, aprendemos como es posible…


   a. Alcanzar la meta final como es predestinado por Dios
   b. Ser “…conformes a la imagen de Su Hijo” 

   [El pasaje que sirve como nuestro texto (2 Cor 3:18) no es un pasaje sencillo, pero puesto que
revela un entendimiento importante a la meta de la vida cristiana, es digno hacer el esfuerzo para
considerar con cuidado lo que dice. Por ejemplo, observemos primero que…]
 

I. LA VIDA CRISTIANA ES UNA VIDA DE TRANSFORMACIÓN 

   A. “TODOS…SOMOS TRANSFORMADOS…”

      1. La palabra “transformado”…


         a. Viene de la palabra griega metamorfo (met-am-or-fo)
         b. Que significa “cambiar de una forma a otra, transformar, transfigurar”
         c. La palabra “metamorfosis” se deriva de esta palabra, que usamos para describir el proceso
del cambio de una oruga a una mariposa
         d. Es usada para describir la transformación de Jesús en el Monte – ver Mt 17:1-2
            1) Él se “transfiguró delante de ellos.”
            2) Su rostro “resplandeció como el sol” y sus vestidos “se hicieron blancos como la luz”

      2. Los cristianos de manera semejante deben experimentar una transformación…
         a. No solo en base a nuestro texto (2 Cor 3:18)
         b. Sino también en Rom 12:1-2, donde nuestra transformación es tal que podríamos
“comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”
      3. Note en el texto que Pablo dijo “todos”
         a. La transformación es para TODOS los cristianos
         b. ¡No solo para unos pocos selectos! 

   B. “…TRANFORMADOS EN LA MISMA IMAGEN…”

      1. Aquí aprendemos la meta de nuestra transformación, que es llegar a ser como Cristo

      2. Como notamos en Rom 8:29, esto es parte del plan predestinado por los que están en Cristo

      3. Jesús estrechó tal relación en Luc 6:40 (“…todo el que fuere perfeccionado, será como su
maestro.”) 

   C. “…DE GLORIA EN GLORIA…”

      1. Esta frase sugiere que nuestra transformación es progresiva


         a. No acontece toda a la vez, sino gradualmente
         b. Como dijo Pablo que “somos transformados” (tiempo presente), no “hemos sido
transformados” (tiempo pasado)

      2. La transformación entonces involucra un proceso en desarrollo


         a. Esperamos que los que hemos llegado a ser cristianos por un corto tiempo hayamos tenido
algún progreso
         b. ¡Pero esperaríamos también que los que han sido cristianos por un buen tiempo hayan
progresado mucho!

      3. La vida cristiana no debe ser estática, sino un proceso dinámico…


         a. En la que los cambios deben tomar su lugar
         b. ¡En la que una persona está llegando a ser más y más como su Salvador, Jesucristo!

         — Compare esto con lo que escribió Salomón sobre el justo – Prov 4:18 

   [Cuando la transformación no se lleva a cabo, algo está mal, y podría ser una falla en apreciar y
utilizar nuestro segundo punto recopilado de este pasaje…]
 

II. LA TRANSFORMACIÓN VIENE POR LA CONTEMPLACIÓN 

    A. “MIRANDO CARA A CARA DESCUBIERTA COMO EN UN ESPEJO…”

       1. Debemos recordar el contexto de las palabras de Pablo para apreciar su punto de vista
          a. Él había aludido a como Moisés por necesidad puso un velo en su rostro cuando hablo al
pueblo – ver 2 Cor 3:13
          b. Porque cuando Moisés fue al Monte Sinaí a recibir los mandamientos del Señor, estando
en la presencia de Dios su rostro resplandecía – ver Ex 34:29-35
       2. En forma semejante nuestra transformación se lleva a cabo mientras “miramos…”
          a. Note lo que hacemos con la “cara descubierta”
             1) Los israelitas fueron incapaces de mirar algo de la gloria que resplandecía del rostro de
Moisés debido a que tenía puesto un velo
             2) Pero los cristianos somos capaces de considerar la gloria del Señor sin impedimento
          b. “Mirando como en un espejo” es realmente una palabra en el griego que tiene tres formas
posibles de ser traducida:
             1) “Mirar como en un espejo (o cristal)
             2) “Reflejar como en espejo”
             3) “Mirar” (con ninguna referencia necesaria a un espejo)

             — En vista del contexto y la comparación con Moisés, la idea principal parece ser que el
“mirar”, sin ninguna referencia en particular a un espejo
          c. “Mirar” sugiere contemplación y meditación, no una mirada momentánea

       3. Entonces la vida cristiana debe ser una vida de contemplación, si la transformación debe
tomar su lugar
          a. Que los cristianos deben ocuparse en la contemplación es evidente por varios pasajes
          b. Tales como Fil 4:8; Col 3:1-2
          c. Tristemente, nuestro estilo de vida agitada con frecuencia desanima a este tipo de
contemplación necesaria para “mirar” adecuadamente

          — Sin la contemplación (mirar), sin embargo, ¡no puede haber transformación! 

    B. “MIRANDO…LA GLORIA DEL SEÑOR”

       1. He aquí el objetivo de nuestra contemplación: ¡la gloria del Señor!
          a. No es solo el acto de la contemplación, sino el objetivo de nuestra contemplación, ¡que es
transformarnos!
          b. Así como fue la “gloria del Señor” que causó que resplandeciera el rostro de Moisés, ¡así
es “la gloria del Señor” que nos transforma!

       2. ¿Cuál es la gloria del Señor que debemos mirar?


          a. Involucraría la gloria que Él manifestó mientras estuvo en la tierra – ver Jn 1:14
          b. ¡Porque la gloria del Señor es reflejada en cada aspecto de Su nacimiento, vida,
enseñanza, milagros, buenas obras, muerte, resurrección, ascensión, y reinado actual como
nuestro rey y sumo sacerdote!

          — Entonces las Escrituras (especialmente los evangelios) son las herramientas que usamos
para “mirar Su gloria”, mientras leemos sobre ella 

    C. “…COMO POR EL ESPÍRITU DEL SEÑOR”

       1. Esta frase nos recuerda del papel que tiene el Espíritu en nuestra “contemplación”
          a. Lo que sabemos de Jesús vino por medio del ministerio del Espíritu
             1) El ministerio del Espíritu fue glorificar a Jesús – Jn 16:12-14
             2) Él recordó a los apóstoles, e inspiró sus escritos – ver Jn 14:26; 1 Cor 2:12-13
          b. De esta forma mientras miramos en la Palabra, ¡somos capaces de mirar la gloria del Señor
en virtud de lo que el Espíritu ha hecho!

       2. Ciertamente, esto podría explicar el significado cuando Pablo dijo “Porque el Señor es el
Espíritu…” – 2 Cor 3:17
          a. En el versículo 16, él había dicho “…cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará”
          b. ¿Pero como puede alguien ahora “convertirse al Señor”?
             1) Solo por medio del Espíritu que el Señor Jesús envió para que continuara Su obra
             2) Pablo ya había hablado de “un nuevo pacto…del espíritu” que “vivifica” – 2 Cor 3:6
                a) Alguien encuentra “libertad” (del pecado, la antigua ley, la muerte) donde es
encontrado “el Espíritu del Señor” – 2 Cor 3:17
                b) Porque este es el nuevo pacto del Espíritu que ofrece tales cosas
          c. En este contexto, el Espíritu es entonces “el Señor” (versículo 17) delante de quien
debemos estar de pie con “cara descubierta” con el propósito de ser transformados
          d. De hecho, los “ministros” de este “nuevo pacto…del Espíritu” fueron los apóstoles y los
escritores inspirados del Nuevo Testamento – 2 Cor 3:5-6
             1) Entonces cuando recurrimos a sus escritos, ¡estamos recurriendo al Espíritu!
             2) Y cuando recurrimos al Espíritu, ¡estamos recurriendo al Señor!
             3) Y cuando recurrimos al Señor, ¡estamos contemplándolo en toda Su gloria!
             4) Y cuando contemplamos Su gloria, ¡estamos cambiando gradualmente
transformándonos “de gloria en gloria en la misma imagen”!
 

CONCLUSIÓN 

1. En Col 3:9-11 se nos dice… 

   “No mintáis los unos a los otros, habiéndonos despojado del viejo hombre con sus hechos, y
revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el
conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni
escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.” 

2. Este versículo por parte de Pablo es todavía otro recordatorio de que la vida cristiana es una
vida que involucra una transformación…
   a. En la que estamos siendo “renovados”
   b. ¡Y que el objetivo de nuestra “renovación” es llegar a ser como Jesús!

3. De nuestro estudio, tengo la esperanza que hayamos sido impresionados con la importancia de
“contemplar” la gloria del Señor si deseamos ser transformados
   a. La vida cristiana debe incluir la contemplación y la meditación sobre la gloria del Señor como
es revelada por el Espíritu por medio de los apóstoles y de los escritores del Nuevo Testamento
   b. ¡No podemos ser transformados por vistazos poco frecuentes y casuales de la gloria del
Señor! 

   ¿Estamos “mirando…la gloria del Señor”? ¿Desea tomar el tiempo para contemplar sobre la
gloria de nuestro Señor como es revelado por el Espíritu de Dios en las Sagradas Escrituras? 

   Considere el tiempo que Usted dedica al estudio de la Biblia mientras Usted busca la respuesta a
estas preguntas…
2 Corintios 3:16-18  Transformado de Gloria en Gloria

Cada creyente en Jesucristo es una carta abierta, un anuncio viviente caminando, para Cristo. Es
una gran responsabilidad, porque el mundo está observando y juzgando el cristianismo por
nuestras actitudes y acciones.

Usted quizás se pregunte quien es adecuado para tal responsabilidad? El apóstol Pablo declaró: "Él
lo es todo el que me ha hecho capacitado para esta tarea." Él siempre creyó en Dios como
haciéndole adecuado para vivir y ministrar la vida cristiana. Sólo el Espíritu Santo puede
transformar nuestra naturaleza humana, por lo tanto, Dios nos llama a una relación íntima con Él
mismo. El nuevo pacto que tenemos con Cristo produce en nosotros un mayor esplendor que
nunca se desvanecerá. Él incluso nos llama a crecer en una relación de amor cada vez mayor en
intimidad con Él que nunca se desvanece.

El cristiano mira al descubierto, las glorias no ocultas del Señor, y se transforman en la misma
imagen de gloria en gloria. Es por la fe que nos fijamos en él, y somos transformados por el
Espíritu Santo.

¿De dónde sacamos nuestra visión de Él? En cómo estamos ocupados con Él en Su Palabra. Al
estudiar la Biblia, entender y comprender lo que Él es.

¿Quiénes son las personas en la Biblia que han visto la gloria del Señor y ha transformado?

GLORIA DE DIOS EN EL ANTIGUO PACTO

Ver a Dios en el Antiguo Testamento era un asunto serio. El ángel del Señor a menudo interviene
en él. Los que vieron el ángel del Señor entendieron la señal como prácticamente la misma que
para ver a Dios. El mensaje es claro: "Nadie puede verme y vivir". Un santo anciano dijo con un
corazón puro "Entonces déjame verlo y morir".

Gloria de Dios como un fuego consumidor

Moisés es único en el Antiguo Testamento. En Éxodo 24:15-17 se nos dice que Moisés subió a la
montaña y la nube de gloria cubrió el monte. “Entonces Moisés subió al monte. Una nube cubrió
el monte, y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí. La nube lo cubrió por seis días, y al
séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. La apariencia de la gloria de Jehová era, a los
ojos de los hijos de Israel, como un fuego abrasador en la cumbre del monte."

Dios encontró a Israel sobre el propiciatorio en el Lugar Santísimo (Exo. 25:21-22). Fue allí donde
un santo y justo Dios bajaron a donde estaba el hombre para la comunión.

Moisés deseaba estar en la presencia de Dios


Moisés disfrutaba profundamente la comunión personal con Yahweh. "Por lo tanto el Señor
hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo" (Éxodo 33:11). Existe un
acuerdo universal entre los eruditos de que Moisés está expresando intimidad con Dios y no
literalmente en la cara. Él está preparando a sus lectores para la conversación profundamente
personal que le sigue. En Éxodo 33:18-23 Moisés deja muy claro que el hombre pecador no puede
ver la gloria de Dios y vivir. "Pero no podrás ver mi rostro  añadió, porque ningún hombre podrá
verme y seguir viviendo" (Éxo. 33: 20, cf. V. 23). No es una contradicción, sino una aclaración.
¿Qué sucede cuando Moisés entró en la presencia de Dios es increíble.

Moisés reflejó la presencia de la gloria de Dios en el rostro

En Éxodo 34:29-35 se nos dice que después de que Moisés ayunó en el monte cuarenta días y
noches que "Moisés no sabía que la piel de su rostro resplandecía por haber hablado con él" Éxo.
34:29). "La piel de su rostro resplandecía" y la gente tenía miedo de acercarse a él (Éxo. 34:30). Su
rostro tenía una irradiación general y la iluminación al respecto. Toda su cara se irradió de un
modo extraño y maravilloso, de manera inusual en la que aquellos que están familiarizados con él,
nunca lo había visto antes irradiado. La cara de Moisés se transfiguró. La palabra es usada en
hebreo para un amanecer. Esto era nueva iluminación espiritual para Moisés, tan poderosa, tan
poderosa que irradia su rostro. Su espíritu estaba en una nueva comunión con Dios. Toda su
persona se fue dominada, capturada, e iluminada por la comunión con Dios. Moisés tenía un
conocimiento supremo de Dios. El cual sería necesario para el trabajo antes que él.

Él llamó a la gente y les comunicó lo que Dios le dijo en la cima de la montaña. "Cuando Moisés
terminó de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro, pero cuando Moisés iba delante de
Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía;. Y cada vez que él salió y habló a los
de hijos de Israel lo que le habían mandado a los hijos de Israel verían el rostro de Moisés, que la
piel del rostro de Moisés resplandecía. Moisés reemplazaría el velo sobre su rostro, hasta que
entraba a hablar con él" (Éxo. 34:33-35).

¿Te diste cuenta lo que sucedió cuando la gloria se desvaneció? Mientras Moisés habló al pueblo
que vio la gloria brillante de su rostro al descubierto. Sin embargo, tan pronto como terminó de
hablar, se cubrió el rostro con un velo. Cuando él entró en el lugar santísimo para hablar con el
Señor volvió a quitar el velo (Éxo. 34:34). Al parecer, desde el lenguaje de Pablo de que este era un
procedimiento habitual Moisés. "Moisés utilizo velo sobre su rostro" (2 Corintios 3:13). La gloria
era interrumpida, no era permanente.

Se sugiere que "el velo del rostro de Moisés era una condenación de las personas" a causa de sus
corazones rebeldes. Para Moisés y el pueblo la gloria del Señor se renovaba cada vez que entraba
en el lugar santísimo. Moisés uso el velo para que la gente no pudiera ver el lento
desvanecimiento de la gloria que una vez estuvo allí. Era una gloria intermitente. ¡Qué contraste
con la revelación que vino en la persona de Jesucristo, que es total y definitiva. No hay cambio, no
hay decoloración de la gloria de Cristo. Él es eterno, porque Dios no cambia. El primero es una
huella a la gloria, y el otro es el pináculo de la gloria. Moisés disfrutó de una “gloria pasajera" (2
Cor. 3:7). Eso no quiere decir que no fue una experiencia verdadera, pero era temporal. Tenía que
ser renovada todos los días.

Se habló en el tipo de lo que un día se convertiría en una presencia permanente de Dios en la vida
de su pueblo.

LA GLORIA DE DIOS EN LA VIDA DE JESUS

Una gloria permanente de Dios en su vida                                                         

El apóstol Pablo nos dice que Jesús "es la imagen del Dios invisible" (Colosenses 1:15). En 2
Corintios 4:4 él dijo que el Dios de este siglo cegó el entendimiento de los hombres incrédulos
para que no puedan ver "la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." De
hecho, existía en la misma "forma de Dios" (Fil. 2:6). Él es la esencia misma de Dios, que no puede
ser cambiado. Jesús es esencial e inalterable  Dios.

Un vistazo a su gloria

Fue en el Monte de la Transfiguración que vemos una rápida visión de la gloria de Dios mora
permanentemente en Cristo. De acuerdo con Mateo 17:2-8 aquí es donde Jesús manifestó su
gloria ante Pedro, Santiago y Juan. Años más tarde el apóstol Pedro habló de esa experiencia
cuando "vieron su gloria" (Luc. 9:32; Ver 2 Pedro 1:16-17). El apóstol Juan se refiere a la
experiencia del mismo en Juan 1:14, 18.

"Moisés y Elías aparecieron con Cristo, pero fue sólo Cristo quien se transfiguró con resplandor
celestial ante los ojos de Pedro, Santiago y Juan. Era su rostro que brillaba como el sol y sus
vestiduras se volvieron blancas y deslumbrantes. Era solo su voz que desde la nube decía: Este es
mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; oíd ' Y a partir de entonces los discípulos no vieron a
nadie, exceptuando sólo a Jesús Es El que permanece en la gloria que Moisés y Elías aparecieron
no era la suya sino la gloria de Cristo - la gloria que Él tenía con el Padre antes que el mundo fuese
(Juan 17:5). Así como en el desierto, la gloria que brillaba en el rostro de Moisés, era el reflejo de
la gloria de Yahvé, también en el monte de la transfiguración de la gloria con que se rodeaba era la
gloria del Señor mismo. Cristo es el único, la permanencia, la gloria evangélica. Para venir a Él
debemos renunciar a la Luz del mundo. Seguir a Dios es no caminar en tinieblas, sino que
tendremos la luz de la vida (Juan 8:12) "(Hughes, NIC  Comentario en Corintios, pp. 114-15).

Jesús es la luz que brilla en las tinieblas, "porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciera la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo." (2 Corintios 4:6).

Nuestro futuro está lleno de su gloria

Primera de Juan 3:1-2 nos dice que "cuando él se manifieste, seremos semejantes a Él", y "le
veremos tal como él es." Filipenses 3:20-21 nos recuerda de ese día glorioso en que Jesús aparece
y Él " transformará nuestro cuerpo mortal en un cuerpo glorioso semejante al suyo, por el poder
con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas." 

En 2 Tesalonicenses 1:10, 12 tenemos el gusto de probar de ese día glorioso.

LA GLORIA DE DIOS EN EL CREYENTE CRISTIANO

Stephen reflejó la gloria de Dios en el rostro

Hechos 6:3, 5, 8, 15 nos dice que uno de los primeros diáconos de la iglesia primitiva era un
creyente lleno del Espíritu. Stephen se puso delante del Sanedrín judío y se enfrentó a los falsos
testigos en su contra y Lucas nos dice que él tenía el "rostro como el rostro de un ángel" (Hec.
6:15). No era que él tenía la apariencia de un niño o femenino, pero él era un creyente bajo el
control del Espíritu Santo, que irradiaba  la presencia de Cristo en el rostro. Estos hombres
demoníacos irradiaban lo contrario del espíritu santo pero  "no pudieron hacer frente a la
sabiduría y al Espíritu con que hablaba" (Hec. 6:10). Cuando no pudieron su con integridad
ganaron su argumento  satánico que significa condenar a él (Hec. 6:11-15). Este hombre lleno del
Espíritu Santo predicó a estos "duros", orgullosos, rebeldes, líderes religiosos no espirituales.

"lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la
diestra de Dios, y dijo: «Veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está a la diestra de
Dios"(Hechos 7:55-56). Entonces ellos, gritando, se taparon los oídos y arremetieron a una contra
él. 58 Lo echaron fuera de la ciudad y lo apedrearon. "Hasta que murió. (Vv. 57-60). En su muerte
Stephen refleja la misma actitud que Jesús (Hechos 7:51-60).

Este hombre lleno del Espíritu vio a la misma persona que vio Moisés. Stephen apartó la vista de
todo lo demás con el fin de centrar la mirada en lo único que importaba. Se olvidó de todo lo
demás a centrar su atención en una sola cosa.

¿Qué hemos visto en el rostro de Stephen si hubiéramos estado allí? Barclay dice que es, "Una
mirada de sorpresa y asombro, una mirada de escrutinio que termina en el reconocimiento, una
mirada de asombro, una mirada de expectativa y de la esperanza, una mirada de ánimo, la
profunda autoridad".

Stephen no era una bola impar. No era un cristiano superior. Era un habitual creyente lleno del
Espíritu en Jesucristo. Era lo que cada uno de nosotros debería ser todos los días de nuestras vidas.

La vida cristiana normal

En 2 Corintios 3:18 se traduce en Weymouth, "Nosotros reflejamos la gloria del Señor." Con Velo
enfrente buscamos como en un espejo, que refleja la luz y refleja la gloria del Señor. Reflejamos
como lo hace un espejo y lo hacemos con el rostro descubierto. Como creyentes tenemos una
visión clara de nuestro Salvador con una cara abierta. Pablo dice: "Tengo una visión clara de Dios
como Él se ha deleitado a mi corazón en Jesucristo, y lo que he visto a mí mismo? Vi en él la gloria
de una vida en el abandono total a la voluntad soberana de su Padre en el cielo."
Me encanta la forma en la que Allan palabras Redpath da una explicación clara de esta gloria que
el apóstol Pablo está tratando de comunicar a los creyentes:

"Tengo una visión clara de Jesús lo he visto, lo he sentido, y yo le he conocido de un modo mucho
más profundo que simplemente por la apariencia física externa,. He sentido la realidad de su vida
que comienza a arder en mi corazón. He visto a Cristo en la gloria de una vida que está totalmente
sometida a la soberanía de Dios. Esa gloria ha comenzado a apoderarse de mí, y yo he empezado a
ver que esta es la vida que Dios espera de cualquier hombre que el hizo a su propia imagen. He
visto las marcas de la cruz sobre él, y por su gracia, las marcas de la cruz se han puesto en mí y yo
ya no vivo yo, he sido comprado por un precio, redimido por su preciosa sangre. Sí, lo he visto - no
en el sentido físico hacia el exterior solamente, sino en el sentido hacia el interior de una realidad
espiritual profunda que he tenido una visión clara de Jesús y mi vida nunca volverá a ser la misma
"(Bendiciones De Bofetones, pág. 44).

Pablo nos recuerda el mensaje del Antiguo Testamento que estaba oculto en las sombras y
escribe. Su verdad fue velada siempre. "Sus mentes fueron endurecidas" (2 Cor. 3:14-15). Era un
velo de rebelión. Charles Hodge nos recuerda: "El velo que mantuvo escondido el significado del
Antiguo Testamento permanece, debido a que se hizo fuera de Cristo, a quien los Judíos
rechazaron. Las Escrituras del Antiguo Testamento son comprensibles sólo cuando se entiende
como la predicción y la prefiguración de Cristo ... El conocimiento de Cristo ... quita el velo del
Antiguo Testamento."

Moisés llevaba un velo para ocultar lo que "se estaba desvaneciendo" (2 Cor. 3:13; Éxodo 34:34).
Eso no significa, sin embargo, que la gloria en el rostro de Moisés no era real. Fue temporal,
aunque real, y falleció. Se trata de "un tipo de la regulación de la gloria de la antigua dispensación
por el brillo de lo nuevo", escribe AT Robertson. Es la excelsa gloria en Cristo. Él es el "Sol de
Justicia", que lanza una sombra sobre Moisés. Es la diferencia entre el Hijo y el sirviente.

¿Por qué Moisés mantener el velo sobre su cara después de la gloria se había desvanecido?
Moisés tenía miedo de los israelitas, verás la gloria se había desvanecido. Sabía que el brillo se
debe a su vez con Jehová, y desaparecería cuando él estaba ausente de su presencia. No quería
que la gente supiera del hecho. Escondió su gloria se desvaneció con un velo. Llevaba una fachada,
una máscara. No quería que la gente viera lo que realmente estaba pasando. Era un velo de
orgullo.

Para que no sea demasiado rápida para condenar a Moisés, ¿qué tipo de velos qué usamos para
cubrir nuestra incredulidad? ¿No hemos utilizado el orgullo, la hipocresía, la doble contabilidad
espiritual (la doble moral), el fariseísmo, la sensibilidad o susceptibilidad, el egoísmo, la
impaciencia, la hostilidad, la intolerancia confesional y la política?

Cristo quita el velo

¿Cómo quitar el velo? "Se quita en Cristo" (2 Cor. 3:14, 16-18).


El versículo 16 es muy significativo porque la implicación inequívoca de que el Señor
(Jehová, LXX Kurios) antes de que Moisés pasó en Éxodo 34:34 es uno y el mismo Señor (Cristo) a
quien el pueblo se invita a la confianza. Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, tanto
en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Philip Hughes señala que "Israel debe volver al
Señor, el Señor es el mismo a quien volvió Moisés en el tabernáculo y en cuya presencia el velo fue
retirado de su cara para que él viera la gloria divina sin obstáculos”.

El versículo dieciséis Charles Hodge dice, "Al Señor aquí, ya que el contexto muestra, hemos de
entender a Cristo. Él es el Señor que Moisés vio cara a cara en el Monte Sinaí, y al que los Judíos y
todos los demás deben adorar  si lo hacen disfrutaran de la luz de la salvación. "Y continúa: "Es
evidente que el Señor aquí significa Cristo "en el versículo diecisiete. "Esto es evidente no sólo
porque la palabra Señor, por regla general, en el Nuevo Testamento, se refiere a Cristo, sino
también por el contexto en este caso las demandas a las que hacen referencia. A v. 14 se dice que
el velo es quitado en Cristo, y en el versículo 16 que se elimina cuando el corazón se vuelve al
Señor, y he aquí que el Señor es el espíritu. La idea principal de todo el contexto es que el
reconocimiento de Jesucristo como Señor o Jehová, es la clave para el Antiguo Testamento. Abre
todos sus misterios, o ... quita el velo que escondía de los Judíos el verdadero significado de sus
propias Escrituras. Tan pronto como se conviertan al Señor, es decir, tan pronto como se reconoce
a Jesucristo como Jehová, entonces cada cosa se vuelve brillante y clara. Está claro, pues, que el
Señor que habla es Cristo".

El Espíritu Santo es llamado indistintamente en el Nuevo Testamento el "Espíritu de Dios" y el


"Espíritu de Cristo" (Romanos 8:9 f). Cristo habita en nosotros por el Espíritu Santo. No tiene que
usar un velo, tenemos libre acceso a Dios a través del Espíritu que mora en nosotros de Cristo.

Si Cristo está presente en la Ley de Moisés, que es viva y vivificante, sin embargo, si Él está ausente
de él, está muerto y la muerte de dispensación. "Cristo es por lo tanto el espíritu que anima a la
ley o las instituciones de Moisés, y cuando se reconoce esto, el velo que oculta su significado se
quita" (Hodge).

Una transformación gradual de todos los creyentes

Cuando permitimos que Cristo quite el velo es algo hermoso toma su lugar. "Per todos nosotros,
mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados
en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu" (2 Cor. 3:18). 

"Al venir a Cristo nos convertimos en partícipes del Espíritu Santo, la vida y de la vida, porque Él y
el Espíritu son uno, y Cristo mora en su pueblo, redimiéndolos de la ley y haciéndoles  hijos de
Dios, por su Espíritu" (Hodge).

"Todos nosotros", dice Paul. "Todos", en el cual el Espíritu que mora en nosotros que el Señor ha
puesto en libertad. Moisés sólo refleja la gloria en el Antiguo. Por el contrario cada creyente refleja
la gloria de Dios en el Nuevo. Él usa el pretérito perfecto: "Todos los que permanecen con el rostro
descubierto." Apartaos de Cristo, Moisés era un ministro de la condenación. La Ley de oso declaró
culpable a todos los hombres y los condeno. "La paga del pecado es muerte." Sin embargo,
"Donde está el Espíritu Santo es soberano, allí hay libertad." Es la obra del Espíritu Santo para
aplicar a Cristo en el corazón creyente.

La perspectiva que tenemos ante nosotros es para "todos" los creyentes. "Todos" significa todos
los creyentes, sin excepción. Esta experiencia es común a todos los creyentes nacidos de nuevo. Se
refiere a todos los pecadores salvados por la gracia - los más débiles, más pobres y más
pecaminosos, más contaminados. No se puede discutir con un cambio de vida. Como nos
humillamos ante Él, antes de que veamos la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Moisés era el
único hombre en la antigua dispensación para contemplar a cara descubierta la gloria de Dios. Sin
embargo, este es ahora el privilegio de todos los que pertenecen a Cristo. El no creyente, incluida
la persona no creyente judío, permanece en la oscuridad. Para todo aquel que se ha convertido a
la fe en Cristo, el velo, el cual apartaba la gloria de ellos, se ha eliminado para siempre.

"Ya ves", escribe Redpath, " todos nosotros, a cara descubierta - sin velo, alquilados por el en la
cruz - acerquémonos, con plena seguridad de fe, y lo vemos".

¡Qué privilegio tenemos en esta gloria permanente, sin interrupción. Entramos en su presencia, y
he aquí que la gloria es ininterrumpida. "El rostro descubierto" es un participio perfecto que indica
el velo, una vez levantado, sigue siendo elevada. Por otra parte, "mirando como en un espejo" es
participio presente, mostrando que la contemplación es continua y libre de interrupciones.

"El punto que Pablo está haciendo", dice AT Robertson, "es que no vamos a perder la gloria como
lo hizo Moisés. Pero es cierto que si seguimos mirando o seguimos reflexionando (tiempo
presente)." Estamos siendo transformados "a la imagen de Dios en Cristo (1 Cor. 15:48-53; Rom.
8:17, 29; Col. 3:4; 1 Juan 3:2)." Este es el efecto del giro hacia el Señor. Somos transformados a la
imagen del Señor al contemplarlo.

¿Has mirado en su hermoso rostro y  ves una clara visión de Jesús? Pablo no se está refiriendo a
una mirada pasajera. Él está hablando de mirar sobre él.

La palabra "contemplación" está en el tiempo presente, es decir, una contemplación continúa,


libre de interrupciones. El cristiano ve fijamente el rostro de Jesús, y refleja la gloria de su rostro
como un espejo que refleja la luz, y al mismo tiempo está continuamente siendo transformados en
la misma imagen de Cristo. Estamos siendo conformados a la imagen de Cristo al contemplar la
gloria de Dios en el rostro de Jesús. Es el proceso de la santificación. Un espejo refleja sólo lo que
ve.

"El objetivo es que contemplamos la gloria del Señor, es decir, que el contexto exige
evidentemente, de Cristo. La gloria de Cristo es Su excelencia divina. Al creyente se le permitió ver
que Jesús es el Hijo de Dios, o Dios manifestado en la carne. Esto es la conversión. Quien confiese
que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios (1 Juan 4:15). El giro hacia el Señor
menciona en el versículo anterior que es el reconocimiento de Cristo como Jehová. .. Es el estado
más elevado del alma humana. Es la vida eterna. 17:3. Así reza nuestro Señor que sus discípulos
vean su gloria, como la consumación de su bienaventuranza. Juan 17:24. Y como el apóstol Juan
dice que todos los que reciben a Cristo, ven  "Su gloria como del unigénito del Padre. Juan 1:14"
(Hodge, 2 Corintios, p. 77).

El proceso de transformarnos a la imagen de Cristo es nada menos que la restauración de la


imagen de Dios, que se vio empañada por la caída del hombre en Génesis tres.

Cuando nos fijamos en el rostro de Jesucristo se nos permite ver la verdadera imagen del hombre
sin los efectos de la depravación, y el resplandor de la gloria de Dios en la misma persona. Qué
gracia maravillosa que ver el verdadero hombre y verdadero Dios en uno.

Aún más asombroso es la realidad que ahora estamos siendo transformados en una nueva
persona como criaturas a la imagen de Dios. El sello del Espíritu es la "imagen de Cristo".

El diseño del evangelio dice Calvino, es "la imagen de Dios, que había sido desfigurado por el
pecado, puede ser reparado dentro de nosotros." "El progreso de esta restauración es continua a
través de toda la vida, porque es poco a poco lo que Dios hace que Su gloria brille en nosotros."

Philip Hughes escribe: "En la justificación por la fe en Cristo, el pecador es aceptado en Cristo (cf.
5:17) quien es la imagen pura y perfecta de Dios, y esa imagen divina es libremente imputada al
creyente en la santificación. A través de la operación del Espíritu Santo, que capacita al creyente
constantemente a contemplar la gloria del Señor, esa imagen es cada vez impartida al cristiano. En
la glorificación, la justificación y la santificación llega a ser completa en uno, porque la imagen es
entonces finalmente grabada en los redimidos en plenitud despejada, para la gloria de Dios por
toda la eternidad "(2 Corintios, p. 120).

Podemos parafrasear v. 18: "Todos estamos mirando a cara descubierta como en un espejo la
gloria del Señor, somos transfigurados a la misma imagen, de gloria en gloria, como por el Señor
por la operación del Espíritu Santo. " Este es el camino para llegar a ser como él. La medida en la
que estamos llenos del Espíritu Santo es la medida en la que estamos ocupados con Cristo.

"Nosotros, todos nosotros, mirando a cara descubierta, espejo de la gloria del Señor, puedes ver
en la vida de un hombre que ha visto a Cristo -. La gloria de Dios en la vida, muerte y resurrección
de nuestro Señor, la gloria de Dios en una vida sometida a la soberanía de su padre -.
Inevitablemente la verdad comienza a dominar el carácter y la vida de Jesucristo comienza a ser
reproducida en y por medio de él." Redpath continúa, "lo que se ve se convierte en parte de tu
vida y carácter - '. ... Reflejando como lo hace un espejo"

Si la luz no se está reflejando a través de ti, tu enfoque no está en él. A  Como le ves, asi te va a
transformar a su semejanza. "Usted hace la contemplación - Él es la transformación No hay atajo a
la santidad.". Este es un viaje de toda la vida que no se completará hasta que estemos un día en el
cielo. Mientras tanto, Él imparte a su vida la dulzura y la belleza de su carácter.
Weymouth traduce: "Pero todos nosotros, mirando a cara descubierta somos el reflejo de la gloria
del Señor transformados en la misma semejanza, de gloria en gloria, como se deriva del Señor, el
Espíritu."

 "De gloria en gloria". No se decolora. No es superficial. Penetra a la naturaleza espiritual del


hombre interior. Pasa de este mundo al otro. Es la gloria de agregar a más gloria, gloria a gloria.

Es el Señor mismo quien es el poder transformador ", dice Alfred Plummer." Hay tres condiciones
de funcionamiento. "Venir Señor, todos los velos que podrían ocultarle deben ser eliminado. Y es
Su gloria y no hay otra cosa reflejar Cuando estas tres cosas están garantizados, por la reflexión
continua de los cristianos la gloria del Señor se transfiguró en imagen de Aquel cuya gloria se ha
capturado y retenido, y paso a paso la imagen cada vez más completa -. 'a la medida total de la
madurez de la plenitud de Cristo" (Efesios 4:13)"

Contemplando su gloria somos transformados en la misma imagen. Vamos a ser como Cristo,
porque le veremos tal como él es (1 Juan 3:2). La conformidad a la imagen de Cristo empieza aquí
y continúa desde la contemplación de su gloria. Es la visión de la gloria que tiene este poder
transformador. Desde la visión actual es imperfecta, por lo que la transformación es imperfecta,
pero cuando la visión es perfecta, la conformidad será perfecta (Romanos 8:29; 1 Juan 3:2).

Hodge dice con convicción: "Sólo ellos son cristianos, que son semejantes a Cristo." La
transformación del creyente es llevada adelante sin interrupción, desde la primera escasa
semejanza discernible, a plena conformidad a la imagen de Cristo, cuando nos encontremos con Él
en Su Segunda Venida.

La gloria es "la gloria del Señor" y la verá "como en un espejo". "Mirar por la fe en el Evangelio ha
de contemplar a Cristo" que es "imagen de Dios" (4:4). En Colosenses 1:15 Él es "la imagen del
Dios invisible". En Heb. 1:3 Él es "el resplandor de la gloria del Padre y la impronta de su
sustancia". Cuando vemos a Jesús vemos al Padre. Para contemplar la gloria del Padre por
contemplar la gloria como el unigénito del Padre (Juan 14:9; 1:14).

Hughes explica: "Al contemplar que es imagen del Padre es progresivamente hasta transformarse
en esa imagen el efecto de la contemplación continua es que continuamente estamos siendo
transformados" en la misma imagen ", es decir, a la semejanza de Cristo. - y cada vez más."

La transformación es "de gloria en gloria". No hay perspectivas de esta gloria desapareciendo o


disminuyendo. Así que mientras contemplamos a Cristo que aumenta más y más, hasta la venida
en persona del Señor de la gloria de Él mismo. Cuando Cristo venga la gloria  nos será revelada en
toda su plenitud (Rom. 8:18). Sin embargo, hasta que Cristo venga, no lo verá por la fe "como en
un espejo" (cf. 1 Cor. 13:12). El apóstol Juan nos recuerda que cuando Cristo se manifieste,
podremos contemplar cara a cara y nuestra transformación en su imagen será completa.
"Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos Sabemos que
cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3: 2).
Se me sigue pidiendo cuál es el secreto para vivir la vida cristiana. No hay ningún secreto. Grita
desde el tejado. Cuando nosotros, los que reflejamos la gloria de Dios, como nosotros
reflexionamos sobre Cristo, que es imagen del Padre, nos volvemos más y más a esa imagen.
Llegamos a ser como Cristo.

Moisés  refleja de manera temporal la gloria de Jehová, que él había visto, por lo que
constantemente refleja en nuestro rostro el resplandor de Cristo. Esa gloria apenas ha comenzado,
y continuará por toda la eternidad!

Clemente de Roma pensó: "Por medio de él (Cristo) que contemplamos como en un espejo su
rostro intachable y excelente; por medio de él los ojos de nuestros corazones fueron abiertos. A
Través de Él nuestras debilidades y oscuridad desaparecerán ante  su luz admirable"

El principal énfasis de Pablo está haciendo es la transformación en el cristiano al contemplar la


gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Es al contemplar la imagen de Cristo, en vez de reflexionar
sobre ello, que el cristiano se transforma en ella. La gloria se ve en Cristo y crea una gloria similar
en el cristiano. Por lo tanto, los avances cristianos van de una etapa de gloria a otra. Lo que hace
esta transformación gloriosa posible es "el Espíritu del Señor." Esta transformación se lleva a cabo
a diario en la vida de aquellos que no tienen ningún velo entre ellos y el Señor. La vida cristiana es
una vida de contemplación y reflexión en Cristo.

Alexander Maclaren nos recuerda que "el único velo que oscurece realmente a Dios de  nosotros –
es el velo del pecado, el que separo al principio - y es quitado en Cristo, para todos los que le
aman, a fin de que quien no ha visto y han creído, no tienen sino el perfeccionamiento de su visión
actual , cuando la carne se desvanece y el apocalipsis de los cielos se hace realidad, en una visión:
"Vemos a través de un cristal oscuro", pero también es cierto, "todos nosotros, con  el rostro
descubierto, contemplamos y reflejamos la gloria del Señor ... Es que su corazón y el nuestro
deben vencer en un total de acuerdo, al igual que un impulso que posee vida. Siempre que hay
principio de esa unidad y semejanza de espíritu, todo lo demás vendrá a su debido tiempo."

Esta vida de contemplación es por lo tanto una vida de transformación gradual. ¿Debo escribir a
alguien que está impaciente? Lo quiero ahora! Nuestra transformación en Cristo viene poco a
poco. "Estamos cambiado" es una operación continua. "De gloria en gloria" es un curso bien
marcado de las transiciones y títulos. No sea impaciente, pero debemos someternos a Cristo.

A todos nos reflejan como en un espejo. . . ¿Qué estamos reflejando? ¿Hay velos de por medio?

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