Está en la página 1de 3

SERMÓN DEL DESCENDIMIENTO 2022

«Informado por el centurión, Pilato, concedió el cuerpo a José de


Arimatea, quien, comprando una sábana lo descolgó de la cruz y lo
envolvió en la misma». (Mc 15,45-46)

El sermón del descendimiento iluminado por el bello himno cristológico


de Filipenses en el Capítulo 2, cuando dice que «Jesús siendo Dios se
despojó de su investidura para hacerse hombre», se constituye para
nosotros en un canto a la vida, en una oda a la esperanza porque el
Dios del misterio lo tenemos ante nosotros muerto en una cruz, pero
resucitando a la vez a una vida nueva, a la vida del espíritu, a la vida
de quien nunca más muere.

Cuando Jesús desciende de la cruz, se besa el cielo con la tierra, la


divinidad con la humanidad, la muerte con la vida, la alegría con la
tristeza, la fe con la duda y la desilusión con la esperanza.

Santos Varones, despojen de la cabeza de Jesús la Corona


de espinas
Y que las espinas que punzan hoy la cabeza de nuestra Patria se
transformen en laureles de vida y de progreso; no sigamos coronando
a Jesús con las coronas confeccionadas por nosotros a fuerza de
angustia y de tristeza, no coronemos a Jesús con espinas de muerte y
de miseria y si dejémonos coronar por él con la corona de su amor y
su alegría; no coronemos a Jesús con coronas ensangrentadas
producto de la violencia que vive nuestro pueblo, coronemos al Señor
de la vida con la corona de nuestros buenos sentimientos y propósitos;
hoy te quitamos Señor la corona de espinas de tu cabeza, vuélvela
gloriosa y redentora.

Santos Varones, bajen el brazo derecho de Jesús


El brazo del progreso, el brazo de la bendición, el brazo de la ternura,
brazo de Jesús que levanta, brazo de Jesús que redime, brazo que
corrige, brazo de poder, brazo de esperanza, brazo que orienta, brazo
que sana; que nuestro brazo derecho sea hermanos y hermanas signo
de victoria en medio del conflicto, signo de altivez en medio de
nuestros sollozos, signo de valentía en medio de la guerra cobarde
llevada a acabo por los agoreros del desastre; que su brazo papá y
mamá sea para bendecir a sus hijos, sea para estrecharlos en su
pecho, sea para corregirlos cuando se equivoquen y sea para
levantarlos cuando caigan.

Santos Varones bajen el brazo izquierdo de nuestro


salvador
Es el brazo de la resurrección, es el brazo que empuña la bandera de
la vida sobre las huestes de la muerte, es el brazo que sostuvo al
ciego, al paralítico y también a la hemorroísa, ese brazo encaminó y
alentó a sus discípulos cuando en cierta población fueron
despreciados, es el brazo que animó a los discípulos a la profesión de
fe señalando el monte de la transfiguración; que este brazo izquierdo
de Jesús sea nuestro propio brazo hábil y capaz en la construcción y
edificación de nuestra vida, construyámonos y erijámonos como
verdaderos hijos de Dios en la humildad y en el servicio.

Santos Varones bajen los pies de Jesús


Pies sagrados que con sus dulces huellas bendicen nuestra tierra, son
los pies que caminaron por las calles polvorientas de la Galilea, son
los pies que dejan a su paso alegría y bendición, son los pies
descalzos de los pobres que anhelan calzarse las sandalias de la
oportunidad de trabajo para su sustento, son los pies de los militares
mutilados por el fantasma de la guerra y la barbarie, son los pies del
campesino que camina ahora acongojado por su tierra y por sus
campos esperando encontrase con una mina anti persona, donde en
otra hora corría cual ciervo libre por las praderas de su propiedad.

Son los pies del desplazado que después de acariciar el roció de la


mañana depositado en los pastos frescos de la vida, ahora acaricia
con sus pies el frio asfalto de las grandes urbes, son los pies del
deportista que si bien corre detrás de un premio, debería correr
también en pos de la conquista de la corona de la gloria: Jesucristo.

Los pies de Jesús son los pies de nuestra Patria que a veces
tropiezan con las piedras que nosotros mismos hemos puesto en el
camino, cual obstáculos insalvables en el camino hacia la
reconciliación.

Santos varones bajen el cuerpo de Jesús


Pónganlo en el sepulcro, pero no en el sepulcro de la muerte y del
luto, sino en el sepulcro hecho puente para contemplar la vida,
pónganlo en el sepulcro no de la condena, sino de la salvación,
pónganlo en el sepulcro de la gloria, en el sepulcro de nuestra
humanidad que con viva ilusión desea contemplar la luz del
resucitado, junto a los días de gozo representados en la paz para
nuestro pueblo.

Hermanos y hermanas que esta escena que tenemos ante nuestros


ojos, el cuerpo de Jesús en el sepulcro, nos lleve a pensar que en
muchas oportunidades nuestras palabras como nuestros actos pueden
enviar a Jesús al sepulcro o por el contrario a la resurrección gloriosa.

María Santísima, concédenos acompañar a Jesús en su muerte y


caminar con él hacia la resurrección.

También podría gustarte