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Silvia-Salman ES
Silvia-Salman ES
de amar
Silvia Salman
Este
último
análisis
lo
había
iniciado
10
años
antes
en
ocasión
de
lo
que
en
aquel
momento
nos
reunía
como
Encuentro
Internacional
del
Campo
Freudiano.
Era
en
Buenos
Aires
y
me
encontraba
desolada
por
la
muerte
de
mi
analista
que
había
coincidido
con
el
sorpresivo
desencadenamiento
de
una
grave
enfermedad
en
mi
madre.
Un
lapsus
en
el
inicio
de
esas
entrevistas:
al
referirme
a
los
“restos
fantasmáticos”
digo
“restos
transferenciales”,
puso
en
evidencia
lo
que
restaba
del
análisis
que
acababa
de
dejar.
Este
lapsus
marcaría
de
entrada
la
orientación
de
esta
última
experiencia.
Esta
nueva
experiencia,
que
sería
la
última,
fue
la
ocasión
para
desentrañar
lo
que
había
condicionado
la
elección
del
analista
anterior,
como
así
también
para
volver
sobre
las
construcciones
realizadas
hasta
allí.
1
El
cuerpo
inanimado
Orientado
por
el
analista,
este
último
análisis
comienza
por
el
lado
del
padre.
Como
contrapartida,
una
interpretación
absolutamente
silenciosa
sobre
la
madre
a
lo
largo
de
toda
la
experiencia,
ninguna
palabra
sobre
la
madre,
permite
hacer
caer
finalmente
el
complejo
materno
que
anudaba
el
objeto
oral,
la
anorexia
y
el
problema
con
la
demanda,
alrededor
del
cual
habían
girado
hasta
ahí,
los
análisis
anteriores.
El
nacimiento
de
mi
hija
mujer
activó
todo
un
fragmento
de
mi
vida
infantil
que
permitió
explorar
las
coordenadas
de
la
construcción
de
la
neurosis
infantil.
Una
serie
abundante
de
sueños
en
los
que
de
una
manera
o
de
otra
pierdo
a
mi
hija,
pudieron
interpretarse
como
sueños
de
separación
del
lugar
de
la
niña.
En
todos
ellos
se
acentuaba
el
desamparo:
la
pierdo,
la
olvido,
la
dejo
sola.
Por
otro
lado,
el
control
de
un
par
de
casos
de
niñas
en
análisis
acentuaba
como
contrapartida
la
locura
de
las
madres.
Esta dialéctica puso de relieve el problema con la demanda.
La
demanda
del
Otro
se
volvía
insoportable.
“Ser
demandada
por
el
Otro”
era
equivalente”
a
“ser
devorada
por
el
Otro”.
Pude
así
entrever
esa
temprana
decisión
de
cerrar
la
boca
ante
la
voracidad
que
se
encarnaba
por
entonces
en
el
Otro
materno:
“Comé,
comé!!”
era
el
grito
que
desbordaba
todas
las
escenas
alrededor
del
alimento.
2
La
consistencia
del
Otro
materno
hacía
difícil
la
entrada
de
la
tan
esperada
e
inestimable
mediación
paterna.
Versiones
crueles
acerca
de
mi
llegada
al
mundo,
que
excluían
todas
ellas
la
implicación
del
deseo
de
un
padre,
no
dejaban
vislumbrar
el
lugar
por
donde
podría
hacer
su
aparición
la
causa
paterna
Podía
captar
mi
propio
rechazo
pero
la
pregunta
sobre
el
porqué
del
rechazo
materno
insistía
en
el
análisis:
“¿Porqué
ella
me
había
dejado
caer?”
Los
abuelos
maternos
vivían
en
Buenos
Aires
pero
transcurrían
varios
meses
afuera
del
país.
En
el
momento
de
mi
nacimiento
ellos
no
se
encontraban
presentes.
La
ausencia
imperdonable
de
su
padre,
instala
en
mi
madre
una
depresión
que
se
agudizará
un
tiempo
después
con
la
muerte
de
su
padre.
Por
otra
parte,
el
cambio
de
ciudad
implicó
un
cambio
sustancial
en
la
economía
de
mi
padre.
En
Buenos
Aires
trabajaba
desde
su
casamiento
en
el
emporio
comercial
de
la
familia
materna
como
“empleado”
en
uno
de
los
negocios.
En
Mar
del
Plata
instala
su
propio
negocio
que
a
su
regreso
a
Buenos
Aires
podrá
mantener
procurándose
de
este
modo
su
independencia
comercial.
La
ciudad
de
Mar
del
Plata,
que
contiene
en
sí
misma
el
valor
fálico
del
dinero
y
la
independencia
comercial,
restituyeron
al
padre
su
potencia
simbólica
y
la
capacidad
de
dar
un
nombre
al
cuerpo
inanimado
de
la
niña.
Una
escena
en
las
ramblas
de
Mar
del
Plata,
esa
gran
explanada
enmarcada
por
los
dos
lobos
marinos
y
una
serie
de
pequeñas
esculturas,
quedará
fijada
en
una
fotografía
en
la
que
la
niña
se
encuentra
sostenida
y
apoyada
en
una
de
esas
figuras
posando
para
la
foto.
Cada
vez
que
la
mirada
del
padre
se
encuentre
con
esa
instantánea,
brotará
de
él
“Mi
dibujo
animado”.
3
Un
S1
que
a
partir
de
allí
animará
al
sujeto
y
alrededor
del
cual
se
dará
vida
tanto
al
síntoma
como
al
fantasma.
Esa
manera
del
decir
paterno
retomaba
ahora
bajo
la
égida
del
falo,
el
rasgo
del
desamparo
real
en
el
que
había
quedado
atrapada
en
los
primeros
años
de
su
vida.
“Abrir
la
boca
para
decir”
es
la
forma
que
toma
la
relación
con
el
Otro
materno
en
esa
época.
Se
instala
entonces
una
modalidad
querellante
que
se
repetía
frente
a
todo
aquello
que
representaba
la
autoridad.
“Dibujo animado”
Del
“dibujo
animado”
pude
extraer
la
prevalencia
del
objeto
mirada
que
se
recorta
en
el
horizonte
del
padre.
4
Puedo
destacar
entre
otros,
tres
elementos
que
se
encuentran
concentrados
en
esta
fórmula.
En
primer
lugar,
lo
vivo
en
lo
animado,
que
hace
de
contrapunto
al
goce
mortífero
de
la
anorexia
vinculado
al
Otro
materno.
En
segundo
lugar,
un
cuerpo
que
se
escabulle,
que
no
puede
ser
agarrado
ya
que
no
se
trata
de
un
cuerpo
de
carne
y
hueso
sino
de
un
dibujo.
Y
en
tercer
lugar,
un
modo
de
nombrar
en
masculino,
que
dejará
en
suspenso
la
construcción
de
un
cuerpo
de
mujer.
Dos
escenas
sexuales,
una
de
la
niña
y
otra
de
la
adolescente
anudan
el
circuito
pulsional
por
donde
pasan
ciertos
significantes
que
permiten
al
sujeto
reencontrar
su
goce.
5
Por
otra
parte,
el
recuerdo
de
un
comentario
que
el
analista
hizo
del
analista
anterior
nombrándolo
como
“huidizo”,
haciendo
referencia
a
que
no
sabía
nada
de
su
vida
privada,
me
puso
en
la
pista
de
lo
que
me
convenía
de
aquella
transferencia
tan
poderosa.
La
primera
vez
que
me
había
dirigido
a
un
psicoanalista
siendo
muy
joven,
fue
a
causa
del
malestar
en
el
que
me
encontraba
con
mi
pareja
que
desde
el
comienzo
de
esa
relación
había
tomado
la
forma
de
“estar
y
no
estar
al
mismo
tiempo”.
Ese
malestar
delimitaba
un
adentro
y
un
afuera
en
cuyo
borde
habitaría
gran
parte
de
mi
vida.
Ese
rasgo
era
lo
que
él
más
amaba
en
mí
y
también,
por
supuesto,
lo
que
más
detestaba.
El
encuentro
con
este
partenaire,
con
quien
compartiría
gran
parte
de
mi
vida,
estuvo
desde
el
inicio
marcado
por
esta
consonancia
sintomática.
Se
actualizaba
así
en
la
transferencia
esa
forma
de
lazo
fundamental
que
el
sujeto
mantiene
con
el
partenaire-‐
síntoma.
El esclarecimiento
Este
esclarecimiento
de
la
gramática
pulsional
puso
en
evidencia
lo
que
se
repetía
una
y
otra
vez
en
los
distintos
aspectos
de
la
vida.
6
Un
lapsus,
la
contingencia
de
ciertos
encuentros
y
una
interpretación:
“Lo
antiguo
con
lo
nuevo
o
lo
nuevo
con
lo
antiguo”
permitieron
localizar
la
repetición
y
hacer
caer
en
efecto
dominó
la
razón
de
todas
las
elecciones
amorosas
realizadas
hasta
el
momento.
La
salida
del
grupo
y
otra
relación
con
la
Escuela
se
insinuaba
en
ese
horizonte,
a
la
vez
que
un
reacomodamiento
en
el
lazo
con
el
partenaire
instalaba
una
nueva
manera
de
estar.
En
ambos
casos
se
trataba
de
estar
más
adentro
que
afuera
llevándolo
mejor,
trazando
otro
borde
entre
el
padecimiento
y
el
funcionamiento.
Se
produce
entonces
un
punto
de
inflexión
en
el
análisis
que
es
puntuado
por
el
analista
del
siguiente
modo:
“Esclarecimiento
absoluto
del
fantasma,
disponibilidad
de
la
libido,
gusto
por
el
trabajo
y
salida
del
impasse
sexual,
¿Qué
más?”
Este
fue
un
momento
de
impacto
subjetivo
¿Acaso
había
terminado
el
análisis
y
no
lo
sabía?
Entonces
otra
interpretación:
“Usted
aún
no
encontró
el
significante
desanimado”
fue
la
interpretación
que
orientó
el
análisis
hacia
la
salida
y
el
final.
El desinvestimiento
Comenzaba así el inicio del final que concluiría varios años después.
Una
serie
de
sueños,
a
los
que
llamaré
“sueños
de
desinvestimiento”,
indicaron
y
provocaron
la
erosión
del
goce
que
estaba
concentrado
en
el
objeto
mirada.
7
grande,
con
recorridos
y
escaleras
(como
el
cuadro
de
Escher)
se
transforma
en
un
espacio
vacío.
La
imagen
es
difusa,
esfumada
y,
borrosa.
Una
palabra
escrita
en
una
lengua
extranjera
“des-investissement”.
En
otro
sueño
“el
analista
viene
al
Encuentro
Americano
que
se
hace
en
“Quito”,
Ecuador.
Por
esa
época
se
realizaba
el
Encuentro
en
Buenos
Aires.
al
que
el
analista
finalmente
no
viene.
Esa
ausencia
acentuó
el
“Quito”
como
vacío.
Y
finalmente
el
último
sueño
de
esta
serie:
“la
espalda
de
un
hombre,
es
el
analista
y
se
destaca
el
color
camel
del
saco”.
Surge
entonces
un
decir
que
al
modo
del
lapsus
interpreta
y
enuncia
una
última
verdad
que
permanecía
escondida
tras
el
amor
de
transferencia.
Digo:“Nunca
me
acosté
con
él”
poniendo
de
relieve
que
aquella
experiencia
de
análisis
había
transcurrido
cara
a
cara
poniendo
en
evidencia
el
goce
de
la
mirada
que
se
sostenía
en
ella.
Cabe
aclarar
que
lo
que
me
había
llevado
a
comenzar
ese
análisis
en
aquel
momento
era
la
indecisión
respecto
de
tener
otro
hijo.
Una
frase
de
mi
partenaire:
“Si
no
es
con
vos
es
con
otra”,
fue
lo
que
me
empujó
a
retomar
el
análisis.
Así,
con
la
serie:
desinvestimiento,
desanimado,
desdibujado,
a
la
que
se
agregaba
ahora
el
desembarazarme
de
los
embrollos
de
la
transferencia,
entraba
en
el
embudo
del
final
del
que
reconocía
su
cercanía
pero
del
que
aún
no
encontraba
la
manera
de
salir
8
Una
lógica
encarnada
Una
grave
enfermedad
de
mi
padre
me
confrontaría
con
el
aspecto
más
real
de
la
lógica
que
venía
transitando
en
el
análisis.
Repasando la escena en el hospital, me detengo en la “mirada perdida” del padre.
La
“mirada
perdida”
resuena
en
el
cuerpo
y
me
atraviesa
de
tal
modo
que
acentúa
una
sonoridad
diferente
al
de
la
“pérdida
de
la
mirada”
que
venía
construyendo
en
el
trabajo
analítico.
Un
alivio
inesperado
indica
el
punto
mismo
en
el
que
la
extracción
del
objeto
se
produce,
concluyendo
en
un
“No
hacer
existir
más
la
mirada
del
Otro
que
me
agarra”.
Un
sueño
se
agrega
a
la
serie
anterior:
“Viajo
en
el
metro
con
un
ticket
semanal
(en
general
estaba
una
semana
en
el
análisis),
un
hombre
me
lo
recibe,
es
el
analista
esfumado
y
borroso,
y
me
dice
que
es
el
último.
La
imagen
es
la
de
un
túnel
en
perspectiva,
el
final
oscuro.”
Al
final,
un
desinvestimiento
absoluto
de
la
mirada
como
objeto
y
un
sueño
en
el
que
el
padre
no
responde,
revelan
que
la
no
respuesta,
la
espalda,
el
NO
y
el
último
billete
de
metro
anuncian
la
despedida.
Finalmente,
la
interpretación
del
analista:
“La
dejo
ir”
es
la
interpretación
con
la
que
concluye
este
tramo
del
análisis
y
es
también
la
interpretación
que
me
dará
la
clave
de
la
salida.
Pasaron
varios
meses
a
lo
largo
de
los
cuales
“la
dejo
ir”
resonaba
de
diferentes
maneras,
en
diferentes
situaciones
y
con
diferentes
articulaciones.
Un
comentario
escuchado
en
unas
Jornadas
en
relación
a
la
transferencia
en
un
testimonio
de
AE,
reveló
la
estructura
de
esa
interpretación.
El
analista
en
posición
de
ventosa
encarnando
el
agujero
en
su
decir,
permite
que
el
circuito
pulsional
se
recorra
y
que
el
bucle
se
cierre.
Así,
corre
el
velo
y
se
corre
él
mismo,
permitiendo
al
analizante
interpretar
su
goce.
“Si
él
me
deja
ir,
y
yo
sigo
acá,
entonces
no
hay
nadie
que
me
tenga
agarrada,
el
analista
tampoco”.
9
Es
el
momento
de
verificar
que
fue
necesario
agarrar
el
cuerpo
en
el
espacio
analítico
para
después
dejarlo
ir.
La
operación
analítica
redobla
de
este
modo
la
operación
paterna
pero
agregando
la
dimensión
libidinal,
lo
que
permite
que
se
produzca
la
transformación
de
un
cuerpo
mortificado
en
el
dibujo
a
un
cuerpo
que
puede
alojar
una
satisfacción.
Por
otra
parte,
una
sensación
incómoda
de
encontrarme
hablando
de
mi
propia
experiencia
en
diferentes
presentaciones
y
un
sueño
en
el
que
como
un
duelo
a
dos
voces
se
repetía
“Pase
-‐
Fin
de
análisis”,
“Fin
de
análisis
–
Pase”,
me
llevan
a
tomar
la
decisión
de
terminar
el
análisis.
Con
la
convicción
de
haber
alcanzado
el
final,
decido
viajar
entonces
en
ocasión
de
las
Jornadas
de
la
ECF
cuyo
tema
era
“Cómo
se
terminan
los
análisis”.
A
ver
si
al
fin
lo
lograba…
El significante desanimado
El
comienzo
de
este
último
tramo
del
análisis
se
iniciará,
aunque
con
cierta
vacilación,
en
el
diván.
Un
sueño
suelta
un
último
significante:
“encarnada”
alrededor
del
cual
giran
las
primeras
sesiones
de
este
momento
conclusivo.
Aquella
interpretación
“Ud.
Aún
no
encontró
el
significante
desanimado”
que
había
desencadenado
el
tiempo
de
desinvestimiento,
había
mantenido
en
mí
en
esos
años,
la
10
idea
de
que
tendría
que
encontrar
un
significante
de
tales
características,
es
decir
un
significante
desanimado.
No
se
trataba
de
encontrar
“un”
significante
sino
de
encontrarme
con
la
evidencia
de
que
el
significante
estaba
por
fin
desanimado.
Es
la
escritura
que
surge
en
el
lugar
del
vacío,
cuando
la
cadena
significante
se
ha
separado
y
la
repetición
encuentra
un
límite.
Es
también
el
significante
que
es
el
índice
de
una
satisfacción
correlativa
a
tener
un
cuerpo
que
se
puede
agarrar.
Para concluir
Ya
en
el
dispositivo
del
Pase,
un
sueño
se
produjo
después
de
la
última
entrevista
con
los
pasadores:
“Hay
un
accidente,
tengo
que
ir
a
buscar
los
restos
de
una
mujer
(que
es
una
amiga
entrañable)
y
ponerlos
en
algún
lugar.
Recojo
esos
restos.
Se
trata
de
una
figura,
una
especie
de
escultura
hecha
de
trozos
de
mujer”.
11
Es
un
sueño
sin
angustia
que
muestra
un
cuerpo
de
mujer
construido
a
partir
de
los
trozos
que
el
análisis
permitió
animar
y
encarnar
por
el
momento,
de
otra
manera.
Testimonio
presentado
en
la
EOL
y
en
el
VIIe
Congreso
de
l’AMP,
Paris
el
26
avril
2010
Publicado
en
Lacaniana
de
psicoanálisis,
n°
10,
octubre
2010,
p.
91-101.
12