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PLATÓN1

Vida.
Aristocles –llamado más tarde Platón por lo ancho de sus hombros o de su frente- nació
probablemente en Atenas, en 427 a.C. Su familia pertenecía a la aristocracia ateniense. Su
madre, descendía de Solón (el gran legislador griego), el cual a su vez, “descendía de Neleo
y Neptuno”; y su padre era descendiente del rey Codro (así mismo descendiente de
Neptuno –los aristócratas pretendían descender de las divinidades-).

Es posible que Platón recibiera en Atenas las lecciones de Cratilo, discípulo de Heráclito.
En 407, cuando tiene 20 años, sucede el acontecimiento fundamental de su vida: conoce a
Sócrates, a quien permanecería ligado intensamente hasta la muerte del maestro. Los
acontecimientos políticos van a orientar definitivamente la actividad de Platón. Algunos de
los Treinta Tiranos –dice Platón- “eran o parientes míos o mis conocidos, y me invitaron a
colaborar inmediatamente... Yo me hice grandes ilusiones”. Pero el régimen de terror que
se implanta le aleja de ellos

Desde joven se sentía inclinado hacia la acción política, pero fue desilusionado2 por el
régimen de terror de la democracia recién restaurada y sobre todo por la condena de
Sócrates. Aquí está todo el proyecto filosófico de Platón. Su filosofía tiene, pues, una
finalidad claramente política.

En 387 a.C. funda la Academia, que podría considerarse el primer centro universitario de
Europa. La intención de Platón al fomentar estos estudios (matemáticos y filosóficos) era la
formación de hombres de Estado, es decir, de políticos y gobernantes.

Las lecciones de Platón en la Academia nunca se publicaron. Sus escritos están redactados
casi todos en forma de diálogos, en un lenguaje sencillo y muy didáctico, en el que intercala
con frecuencia ejemplos y mitos para explicar sus teorías principales. El personaje central
de la mayoría de los diálogos es Sócrates. Muchas de las ideas que defiende éste, sobre
todo en los últimos diálogos, son ya exclusivamente platónicos. En torno a él aparecen
personajes de su tiempo, sofistas, filósofos, amigos y discípulos de Platón e incluso
parientes.

En casi todos sus diálogos aparecen los problemas centrales de su pensamiento:


concepción del hombre y de la sociedad, teoría del conocimiento y de la ciencia, problema
de la relación del mundo de la verdadera realidad con el mundo sensible, etc.

Platón muere en el año 347 a.C., cumplidos los 80 años.

1
Menocal, J. (2009). Platón. En J. Menocal. Folleto de filosofía antigua (pp. 29-37). Managua.
2 “La legislación y la moralidad estaban corrompidas hasta tal punto que yo, lleno de ardor al principio
para trabajar por el bien público, considerando esta situación y de qué manera iba todo a la deriva,
acabé por quedar aturdido… Finalmente llegué a comprender que todos los Estados actuales están
mal gobernados, pues su legislación es prácticamente incurable… Entonces me sentí
irresistiblemente movido a alabar la verdadera filosofía, y a proclamar que sólo con su luz se puede
reconocer dónde está la justicia en la vida pública y en la vida privada. Así pues no acabarán los
males para el hombre hasta que llegue la raza de los puros y auténticos filósofos al poder, o hasta
que los jefes de las ciudades, por una especial gracia de la divinidad no se pongan verdaderamente
a filosofar”.

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1. TEORÍA DE LAS IDEAS.
Exponer la filosofía de Platón no es tarea fácil, porque quizás no hay una filosofía platónica,
ni un sistema filosófico de Platón. Nos han llegado sus diálogos, pero no hay resumen
alguno de sus enseñanzas, y sus diálogos no son tratados sistemáticos en torno al ser, al
bien, la justicia, las ideas, etc., sino temas dispersos a lo largo de sus escritos.

Al menos son tres las intenciones de esta teoría:


1. Intención ética: Platón, siguiendo a Sócrates, quiere fundar la virtud en el saber. Para
ser justo es preciso conocer qué es la justicia. Frente al relativismo moral de los sofistas,
Platón reclama la existencia de una Idea eterna e inmutable de Justicia (o de cualquier
otra virtud)
2. Intención política: Los gobernantes han de ser filósofos que se guíen no por su ambición
política, sino por ideales (las Ideas) trascendentes y absolutos.
3. Intención científica: La ciencia (episteme) sólo puede versar sobre objetos estables y
permanentes. Si queremos hacer ciencia esos objetos deben de existir. Y como todos
los objetos sensibles están sujetos a cambios permanentes, habrá que buscar otro tipo
de objetos para la ciencia: las Ideas.

La pregunta que plantea Platón podría expresarse: ¿qué es lo real para que pueda fundar
un conocimiento verdadero? Esta realidad la situará en un mundo de esencias eternas,
invisibles y dotadas de un modo de existencia diferente al de las cosas concretas. Se trata
de un mundo de valores y de “modelos ideales” a los que llama Ideas.

Para Platón hay dos mundos, el de la verdadera realidad –las Ideas- y este mundo de
sombras en que vivimos, que es reflejo y participación del mundo de las ideas. Las ideas
son realidades independientes de la opinión de los hombres, que se imponen a todo espíritu
razonable y constituyen el objeto del conocimiento verdadero.

Platón, consideraba que las impresiones sensibles, al ser cambiantes, no nos pueden
proporcionar un objeto cierto de conocimiento. Además, contra el subjetivismo de los
sofistas y en particular de Protágoras, quiere demostrar que la ciencia no se reduce a
sensación, que frente a las apariencias sensibles que son cambiantes y subjetivas, se
encuentran las relaciones mediante las que intentamos determinar esas apariencias –como
por ejemplo la relación de igualdad-, que tienen una significación invariable. Pero estas
relaciones no se obtienen a partir de la sensación, sino del pensamiento. Eso es lo que
significa cuando dice que son inteligibles.

La teoría de las ideas permite a Platón construir, por una parte, una teoría de lo que hoy
consideraríamos valores, y, por otra, una interpretación del Universo (Cosmos) como la
realización de un orden ideal, que plasma el Demiurgo (genio ordenador).

La primera formulación de la teoría de las Ideas aparece en Fedón, Fedro, y República


(diálogo de madurez). Aparece como algo ya conocido y admitido. En el lenguaje “común”
decimos y nos parece que algunas cosas son “buenas”, “justas” o “bellas”. Pero también,
dice Platón existen el Bien, la Justicia, y la Belleza en sí. Además de las cosas existen las
Ideas. Las ideas no son simplemente conceptos o representaciones mentales (como nos
sugiere el significado actual de Idea): son realidades que existen con independencia de las
cosas. Más aún, son la realidad misma (las cosas, son, según Platón, menos reales). Cada
Idea es única, eterna, inmutable e inalterable, solo captable por la inteligencia (es una
realidad no sensible, sino inteligible): posee evidentemente, los atributos del Ser de
Parménides. Además las ideas son causas de las cosas y fundamento de todos los juicios

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que formulamos sobre ellas: una cosa es bella gracias a la Idea de Belleza, y por eso
podemos también decir que lo es. En cambio las cosas son múltiples, sometidas a un flujo
de cambios permanente; poseen menos realidad, no podemos decir que “son”, sino
únicamente que “han sido” o que “serán”; son captables por los sentidos, pero no son
propiamente inteligibles.

Pero la teoría de las Ideas plantea serios problemas al mismo Platón. Aún en sus obras de
madurez encontramos exposiciones críticas de la misma. En el Parménides se plantea los
siguientes interrogantes:

¿Qué es la Idea? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Cómo se relacionan las Ideas con las cosas
particulares? ¿Qué relación hay entre las Ideas y nuestro conocimiento?
Platón entiende siempre la Idea como forma única de algo múltiple. Admite Ideas que son
formas matemáticas –igualdad, unidad, pluralidad, etc.-, otras que son valores –justicia,
bondad, belleza, etc. -, otras son formas de cosas naturales –agua, fuego, hombre, etc.-.
En algún momento de sus diálogos plantea la posibilidad de existencia de cosas vulgares
–barro, suciedad, pelo, etc.- pero le parece absurdo que puedan existir Ideas que
correspondan a estas cosas.

En cuanto a la relación de las ideas con las cosas particulares, son dos los modos de
relación que analiza –la participación y la imitación- y en ambos casos encuentra
dificultades.
 Si las cosas participan de las Ideas, la Idea estaría, en cierto modo, en las cosas que
participan de ella y, por tanto separada de sí misma.

 Si, por el contrario, las cosas imitan a las ideas, éstas son los modelos que copian las
cosas; pero ¿cómo se da esta imitación? Platón encuentra dificultades también en este
segundo caso.

Al tratar la cuestión de la relación entre las Ideas y el conocimiento, el problema es el de si


es posible conocer las Ideas. ¿Deben entenderse las Ideas como supuestas por nuestro
conocimiento en las cosas sensibles o como entidades separadas de las cosas? En la obra
“el Parménides” llega a sugerir que las Ideas pudieran ser “pensamientos de la mente”.

Por último, el problema de la jerarquía de las Ideas: Platón establece distintas jerarquías de
las Ideas en función de los distintos puntos de vista desde los que enfoca la teoría. Así en
la República, en la que adopta un punto de vista ético, político y social, la Idea de Bien
aparece como la suprema.

En cambio en el Sofista, las Ideas de existencia, igualdad y diferencia aparecen como


supremas. En otros diálogos habla de la Idea números, el mundo matemático de los
números y las figuras que obedecen a un orden racional y permiten interpretar el conjunto
del universo, en el que la Idea suprema es la unidad.

2. COSMOLOGÍA.
Platón siempre pensó que la ciencia verdadera sólo puede tener por objeto el Mundo de las
Ideas. Por eso la cosmología contenida en el Timeo es calificada como “narración verosímil”
llena de conjeturas y suposiciones, en las que se utilizan con frecuencia expresiones
míticas.

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El Timeo comienza su parte cosmológica afirmando, una vez más la distinción de los dos
mundos: “el ser eterno que no nace jamás” y que sólo es aprehensible por la inteligencia
(Mundo e las Ideas) y el “ser que nace y que no existe nunca (Mundo sensible de las
cosas). El primero sirve de Modelo para el segundo (la relación entre ambos mundos es
aquí únicamente de IMITACIÓN: el Mundo de las Ideas es el paradigma de este mundo).

El Cosmos (Mundo de las cosas) ha tenido que nacer, puesto que es visible y tangible, y
porque tiene cuerpo. ¿Cómo se ha engendrado este mundo? Timeo incluye la siguiente
explicación:

✓ Un artífice divino, llamado DEMIURGO causa activa e inteligente (inspirado en el Nous


de Anaxágoras).
✓ El MODELO eterno (mundo de las ideas, al que se le llama también “viviente inteligible).
✓ Una masa material preexistente, móvil, y caótica.
✓ El espacio vacío, también preexistente.

El trabajo del Demiurgo consistió en ordenar la materia en el espacio de acuerdo con el


Modelo eterno. Platón insiste en que el Demiurgo “ha querido que todas loas cosas fueran
buenas”, y que por tanto ha hecho el mundo mejor y más bello posible (el Demiurgo actúa
con un fin y es el fin el que explica que este mundo sea así y no de otra manera: frente a
las explicaciones mecanicistas de los presocráticos. En consecuencia el Demiurgo crea el
Cosmos como un gigantesco ser vivo y “divino”.

El cosmos tiene la figura más perfecta, es esférico. En el centro está la Tierra; siguen las
esferas de las estrellas fijas. El movimiento del conjunto, basado en armonías musicales y
proporciones numéricas se hace de acuerdo con el Tiempo (imagen móvil de la eternidad
inmóvil).

Las principales características a destacar en esta cosmología son las siguientes:

-se trata de una concepción teológica del Cosmos (la primera en la historia de la filosofía:
Platón considera que el fin es la causa principal que debe utilizarse para explicarlo todo;
los presocráticos, habían utilizado en cambio, elementos materiales y un principio del
movimiento;
-el optimismo platónico es innegable: éste es el mejor y más bello mundo posible.
-los dioses olímpicos son substituidos aquí por los astros-dioses: divinización del Cosmos.
-por último el elemento matemático.

3. TEORÍA DEL HOMBRE.


La concepción platónica del mundo es dualista: Mundo de las Ideas y Mundo de las cosas.
Lógicamente, también su concepción del hombre es dualista: alma y cuerpo. Pero igual que
el Mundo de las Ideas tiene prioridad absoluta sobre el Mundo sensible, también el alma la
tiene sobre el cuerpo. En alguna ocasión dijo que “el hombre es su alma”. Y el alma es
considerada como una realidad intermediaria entre los dos mundos. Por otro lado, el
hombre crea en la Tierra su propio “mundo”: el Estado; pero el Estado es algo que posee
una constitución en todo semejante al alma humana.

Platón es el creador de la psicología racional, a pesar de inspirarse en las doctrinas


pitagóricas y en el orfismo. Sin embargo, sus concepciones psicológicas son bastante
fluctuantes –como todo el pensamiento platónico en general- y recurren con frecuencia a
los mitos o a las explicaciones probables. Platón desarrolla su psicología con intenciones

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evidentemente éticas (probar la necesidad de controlar las tendencias instintivas del cuerpo
y asegurar una retribución futura al que practica la justicia, contra el inmoralismo de algunos
sofistas) y gnoseológicas (establecer la posibilidad de un conocimiento de las Ideas).

Platón establece una división tripartita del alma. Esta división aparece ya en la República y
luego en el Timeo (donde ya aparece se trata de tres almas distintas):

 El alma racional (logos), inmortal, inteligente, de naturaleza divina y situada en el


cerebro.
 El alma irascible (thymós), fuente de pasiones nobles, situada en el tórax e inseparable
del cuerpo (por tanto mortal);
 El alma concupiscible (epithymía), fuente de pasiones innobles, situada en el abdomen
y también mortal.

De alguna manera, también la teoría del alma es dualista: hay una parte inmortal del alma
y el resto es mortal y ligado al cuerpo. Según el Timeo el alma racional ha sido creada
directamente por el Demiurgo con los mismos elementos que el Alma del Mundo. Se afirma
así su inmortalidad y su carácter “divino”, es decir, su similitud con el Mundo de las Ideas.

La inmortalidad del alma es una de las doctrinas fundamentales de Platón, y constituyó una
novedad filosófica. Parece ser que tampoco el Sócrates histórico estaba muy seguro sobre
esta cuestión. En el Timeo reconoce que el alma no es inmortal por naturaleza, sino
únicamente por la voluntad del Demiurgo que la formó.

En cuanto al cuerpo, Platón mantiene una concepción bastante peyorativa (que será
heredada por la filosofía posterior): el cuerpo es un estorbo para el alma la arrastra con sus
pasiones y le impide la contemplación de las Ideas. Por eso lo mejor que le puede pasar al
filósofo es morir, y la filosofía no es sino una “preparación para la muerte”. En el Fedro la
unión del alma con el cuerpo se presenta como un castigo por algún pecado, y es concebida
como una unión puramente accidental (como el piloto en la nave o el músico con su
instrumento). En el Timeo, el cuerpo en cambio es concebido menos peyorativamente, y
Platón afirma que puede estar en perfecta armonía con el alma.

Por fin, Platón se ocupó del problema del destino del alma en algunos de sus más bellos
mitos: mito de la caída y ascensión del alma en el Fedro (donde el alma es comparada a
un carro tirado por dos caballos), mitos del juicio final en el Gorgias, Fedón y la República.
En el simbolismo que emplea Platón el auriga representa el alma racional; el caballo bueno,
el alma irascible; y el caballo malo, el alma concupiscible. Platón acepta aquí la doctrina
pitagórica de las sucesivas reencarnaciones del alma; la salvación se adquirirá con la
adquisición del conocimiento, de la ciencia de la verdadera realidad. Explica que el destino
futuro de las almas depende de su libre elección (determinada, sin duda, por las
experiencias de su anterior existencia).

4. EL CONOCIMIENTO HUMANO.
Platón afirma que el alma antes de encarnarse ha contemplado el mundo de las Ideas. Por
una causa que Platón no acaba de concretar, el alma ha caído de ese mundo de las Ideas
y ha llegado a una situación actual. Este cambio violento de situación y quedar encerrada
en un cuerpo ha hecho que olvide todo lo referente a esa primera y decisiva experiencia.
Sin embargo, el olvido no es total ni definitivo (reminiscencia). Contacto y mediante el
conocimiento de las cosas –reflejo y participación de las Ideas- se irá despertando en ella

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aquel conocimiento al que de nuevo podrá acercarse en sucesivas reencarnaciones que
deben suponer, nuevos y mejores estados de conocimiento.

La idea no está “contenida” en las cosas sensibles que participan de ella o la imitan, la Idea
es una realidad “separada”. Por tanto la percepción de las cosas sensibles no puede
dárnosla a conocer. El conocimiento sensible es sólo opinión (doxa) acerca de algo que
está en “devenir” (algo por tanto que no es ser, sino lo que está entre el ser y el no-ser).
Las Ideas sólo pueden ser conocidas por contemplación directa en el Mundo Inteligible.

El conocimiento de las Ideas es sólo recuerdo (reminiscencia) de lo que ya hay en el alma.


El conocimiento sensible no carece, por lo tanto de valor: sirve de ocasión para el recuerdo,
la teoría de la reminiscencia aparece en el Menón, Fedón (demuestra la inmortalidad del
alma y Fedro).

Las diferentes sensaciones le recuerdan aspectos de lo que contempló antes de la


reencarnación. Cierto que a través de las sensaciones no se conoce la verdad, sólo se
obtiene opinión; sin embargo, son ocasiones para despertar la razón.

En “La República”, Platón realiza una clasificación de los diversos tipos de conocimiento:
a) La opinión aparece divida en:

- Creencia, que es la opinión que no se justifica por un razonamiento riguroso y


que se refiere a los objetos del mundo sensible.
- Imaginación (o conjetura) referida a “sombras y reflejos de cosas”.

b) En el nivel de la inteligencia Platón distingue entre:

- Pensamiento (conocimiento discursivo) proprio de las matemáticas y de otras


ciencias exactas (música, astronomía) que emplean un método hipotético.

- Conocimiento (conocimiento dialéctico), saber riguroso que sólo se refiere a las


Ideas y que se remonta a un término primero que se impone por sí mismo a todo
pensamiento y del que puede deducirse todo. Este término Platón lo identifica
con la Idea de Bien.

La dialéctica es un conocimiento puramente inteligible, en el que para nada cuentan los


sentidos, fruto de la intuición o contemplación directa de las Ideas y, en último grado, del
Bien en sí. A la manera como en el mito de la caverna la visión se enfrenta con el propio
Sol. Únicamente este grado de conocimiento merece para Platón la calificación de
conocimiento en sentido estricto.

Pero Platón no emplea el término dialéctica en un sentido único. Así a veces designa el
método para alcanzar las Ideas y otras veces se refiere con él al conocimiento de las
mismas e, incluso, al poseedor de tal conocimiento. En otras ocasiones la dialéctica es no
sólo una ciencia sino la coronación de todas ellas, de tal manera que no se le puede colocar
otra por encima. Esta será la ciencia necesaria para el buen gobierno de la ciudad.

El amor platónico es un proceso ascendente, una especie de dialéctica racional, tal como
lo muestra en el Banquete y Fedro. El alma que ha caído a la tierra ha olvidado todo y ha
perdido sus alas; pero “viendo la hermosura de este mundo, y acordándose de la verdad,
toma alas y, una vez alada, desea emprender el vuelo”. Nada tiene de extraño, entonces,

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que Platón diga que el “amor es filósofo”, o bien que “es justo que sólo eche alas la mente
del filósofo”.

En conclusión, la dialéctica y el amor son los medios para acceder al Mundo de las Ideas.
Y si hay que prepararse para esta ascensión, las matemáticas sirven de propedéutica,
puesto que son el “preludio del aire que hay que aprender”. En efecto, las matemáticas “dan
un fuerte impulso hacia la región superior”, ya que arrancan del mundo del devenir e
introducen en la contemplación de objetos inteligibles. Por eso se dice que en la puerta de
la Academia estaba escrito: “Nadie entre aquí si no es geómetra”.

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