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“Como se hace un proceso” de Francesco Carnelutti.

Nos encontramos frente a la obra del maestro Francesco Carnelutti, quien, a


grandes rasgos, por medio de XV lecciones nos ilustra acerca del desarrollo cabal
de un proceso, que desencadena en el debate de pretensiones ya sean de tipo
civil o penal. En palabras del autor, no fue tarea fácil abarcar todo el contenido en
tan pocas lecciones, y se hace necesario un profundo conocimiento para entender
de manera íntegra los contenidos y lograr expresarlos en un lenguaje preciso que
permita el acercamiento con el receptor. Estas lecciones fueron expuestas en la
radio italiana (RAI) en una duración de aproximadamente 20 minutos por sesión.
Desde luego, Carnelutti abarca de manera acertada y sorprendentemente sencilla
todas las instituciones propias del proceso.
Carnelutti empieza con su primera lección titulada “el drama”, donde resalta que la
existencia de un interés público por los procesos ha estado siempre. Para luego
relacionar el proceso con la representación escénica donde establece diferencias
y similitudes. Si bien en el teatro se puede lograr la ilusión de un drama verdadero,
en los momentos de descanso esta desaparece, caso contrario a un proceso,
donde el drama se encuentra vívidamente, puesto que lo que está en riesgo es la
libertad como la vida. Sin embargo, se encuentra un rasgo común entre ellos, y es
la existencia de leyes; en la medida que el público, en ambos casos, las conozca
dependerá la comprensión de estos. Dichas leyes deber ser justas, puesto que la
apuesta es la libertad o la propiedad, esto representa una amenaza para la
existencia en coexistencia, que tiene la necesidad de justicia. De esta manera, el
litigio se asemeja a una guerra, donde este se considera un subrogado, ya decían
los romanos: para que los ciudadanos no lleguen a las armas, se acude al juez
para no tener que acudir a las armas. En este sentido, afirma Carnelutti en sus
palabras “las leyes no son más que instrumentos, pobres e inadecuados, casi
siempre, para tratar de dominar a los hombres cuando, arrastrados por sus
intereses y sus pasiones, en vez de abrazarse como hermanos tratan de
despedazarse como lobos”
En la siguiente lección, se habla acerca del proceso penal, que surge con la
necesidad de castigar los delitos, puesto que estos alteran el orden que necesita
la sociedad. De la misma manera, el proceso penal sugiere la idea de la pena, y
esta la del delito, por tanto, al delito debe seguir la pena, buscando que la gente se
abstenga de cometer otros delitos. Para el restablecimiento del orden se
corresponde a la equivalencia de dos hechos: el delito y el castigo; castigar quiere
decir juzgar, así, un castigo sin juicio sería un nuevo delito. Por consiguiente, el
proceso penal es en sí, un juicio. En estos casos la policía es un medio necesario
en cuanto a la prevención de delitos, pero que resulta insuficiente para estos fines.
El proceso penal termina verdaderamente cuando se resuelve la absolución,
mientras que cuando se pronuncia una condena, le sigue un proceso de ejecución
donde se busca “expiar” la pena y aunque se cumpla la condena, se “cure” el
delito, la realidad es que no termina ahí, los imputados cargan con el prejuicio de
delincuentes aún después de cumplida la condena e incluso si no lo eran,
aprenden a serlo en los centros reclusorios, de esta manera el proceso ha fallado,
en tanto, estas personas posiblemente nunca logran reintegrarse con éxito a la
sociedad.
Po otro lado, Carnelutti sigue con la siguiente lección acerca del proceso civil, que
se diferencia a simple vista del penal, por la falta de un delito. El proceso civil se
realiza inter cives, es decir, entre hombres dotados de civilidad, cuando estos
necesitan del proceso, significa que no pueden llegar a un acuerdo. Estamos
entonces, ante un conflicto de intereses, el cual tiene como elemento esencial un
desacuerdo, al que llamamos litis, en este un sujeto exige la satisfacción de un
interés al que se le llama pretensión, a lo que la otra parte responde con una
oposición. La litis representa un peligro para el orden social, en cuanto esta está
acompañada de la injusticia, por esto el proceso civil opera para combatir la litis ya
sea a modo de represión o la prevención de estos; proceso contencioso y proceso
voluntario respectivamente.
La necesidad del proceso se debe también a la incapacidad para juzgar por sí
mismo, acerca de lo que se debe o no hacerse, el proceso sirve entonces, para
hacer entrar en juicio a quien no lo tienen, para esto se hace necesario alguien
que suministre dicho juicio a quien lo necesite, este es el juez. Sin embargo, el
autor plantea dos incógnitas frente a esto: ¿para ser juez no debería ser más que
un hombre y aproximarse a Dios? Si es así, ¿Dónde encontrar un hombre que sea
más que un hombre?
Por otro lado, el juez conforma una de las partes en una discordia, en el proceso,
las partes son siempre dos. En el proceso penal, una parte toma el nombre de
imputado, que es quien actúa, y la otra, quién sufre la acción; en el proceso civil,
se les llama actor y demandado. De la misma manera, en el proceso penal el
imputado puede ser un hombre, siempre que sea persona, en el proceso civil, el
actor o demandado puede ser un hombre, aunque no sea una persona, y una
persona, aunque no sea hombre. Las partes no pueden contradecir al juez, en
cuanto este se vuelve un todo, donde adquiere una fuerza ejecutiva, es decir, que,
aunque las partes no lo ejecuten, serán obligados por un tercero.
A su vez, el juez hace las veces de historiador, primero se encuentra frente a una
hipótesis que debe convertir en tesis, pero para esto necesita de una actividad
perceptiva, para certificar la ocurrencia de dicho hecho. Los hechos que el juez
mira o escucha se llaman pruebas, que son los hechos presentes sobre los cuales
se construye la probabilidad de existencia de un hecho pasado. No se puede
pronunciar un juicio sin pruebas, por lo tanto, no habrá proceso sin pruebas. El
autor sugiere una distinción entre los tipos de prueba: pruebas personales y
pruebas reales. A estas se le adicionan otras dos; pruebas representativas y
pruebas indicativas.
Ahora bien, el juez además de ser historiador y pronunciar un juicio histórico, debe
hacer un juicio crítico, donde se debe ponderar el valor del hecho certificado, que
se resuelve en un último análisis, esto consiste en saber si una parte ha tenido o
no razón en su obrar. Es así como las normas jurídicas se convierten en la razón
del juicio crítico, y de esta manera el juez, cuando es de derecho, debe tender un
puente entre la ley y el hecho.
Cada parte tiene interés en que el litigio se resuelva de la manera más
conveniente para ellos, por lo que, a menudo chocan entre ellas, pero cada una
debe sustentar los hechos con pruebas de las que depende si el juez le da la
razón o no. Dicho contradictorio se da como un dialogo, para el cual se necesita
una preparación técnica, por esto las partes actúan a través de ciertos técnicos, a
los que se les da el nombre de defensores, estos pueden ser abogados y
procuradores.
A la apertura del proceso la podemos asemejar a una introducción, en cuanto las
partes se presentan ante el juez y le exponen sus demandas. El proceso penal
empieza verdaderamente cuando el ministerio público o el juez, considerando
fundada la noticia del delito, deciden proceder. La fase preliminar del proceso se le
da el nombre de fase intermedia, y se encarga de la provisión de pruebas y
razones. Posterior a esto, se presenta la discusión, donde las partes proponen la
decisión que consideran justa, Una vez realizada esta, se llevará a cabo “la
declaración de voluntad del juez”, que da lugar a la sentencia. Se dirá entonces
que con dicha decisión se da por terminado el proceso, pero si después, esta se
incumple, todavía queda algo por hacer, a esto se le llama ejecución forzada.
Por último, el proceso admite el principio de impugnación, que quiere decir volver
a juzgar, este surge a raíz de la inconformidad de una de las partes con la decisión
del juicio, y, por tanto, están limitados en el tiempo y son de dos tipos, de
apelación y de revisión.
A lo largo del texto, el autor logra de manera acertada una secuencia de las
instituciones propias del proceso, conectándolas entre sí y ofreciendo una
explicación que detalla lo necesario para su comprensión sin dejar nada fuera de
la escena, esto por medio de analogías y metáforas, así mismo ilustra con
múltiples ejemplos y comparaciones que permiten un acercamiento cotidiano de
los tecnicismos del proceso con el receptor del texto. La construcción del texto le
permite al autor la reflexión a propósito de lo planteado en este, de manera que,
aunque el autor da sus respectivos argumentos, no lo hace con total absolutismo,
y por el contrario plantea cuestionamientos a lo largo del texto, que le hace un
espacio al autor para la construcción de su propio concepto.
A modo de finalizar, se puede decir que el proceso se convierte en instrumento
indispensable para garantizar la existencia en coexistencia y en consecuencia el
orden social. Así mismo este va a ser necesario de manera perpetua puesto que el
hombre en busca de satisfacer sus necesidades siempre va a chocar contra los
otros, en este sentido, los conflictos de intereses son infinitos, por tanto, la
necesidad del proceso nunca acaba, este es lo más cercano a la justicia que se
puede proporcionar en un pueblo que está en constante búsqueda de la paz.

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