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La biografía de San Tarcisio cuenta que el santo hizo incontables visitas a diferentes cárceles, para
socorrer a los prisioneros. En diversas oportunidades lo trataron de seducir con la cultura pagana,
pero Tarciso siempre mostró firmeza ante sus convicciones cristianas. En su afan, logró convertir al
cristianismo a muchos presos que no creían en la palabra de Dios. Las visitas al reclusiorio
aumentaron proporcionalmente junto a su popularidad.
Un episodio mmuy difícil para San Tarcisio fue el intento de robo que trataron de hacerle un grupo
de ateos. Los jóvenes trataron de destruir la eucaristia que llevaba bajo su regazo. Este hecho
condujo a que el santo padeciera del martirio, para preservar su eucaristia y los ideales cristianos.
(ver: cómo murieron los primeros cristianos). La biografía de San Tarcisio expone que el muchacho
opuso resistencia ante el robo. Posteriormente, el grupo de hombres comenzó a atacarlo con
piedras y palos para que entregara el objeto valioso.
Para su suerte, un soldado que transitaba el lugar observó con pena la escena. Se acerca para
salvar a San Tarciso de aquella turba enardecida anti-cristiana. El santo se alegró por haber salido
parcialmente ileso de la turba, con el preciado objeto en sus brazos. Tarciso imploró muchas
oraciones pidiendo la salvación de todas aquellas almas perdidas.
San Tarcisio fue adscrito en el martirologio romano por su gran hazaña ante los muchachos ateos.
Su perseverancia, valentía y orgullo por lo cristiano, hicieron que su nombre se escribiera con
júbilo en el selecto libro. En este rasgo, Tarcisio se asemeja con Santa Irene, la bella mujer que
escondió una Biblia en su habitación ante la prohibición de la religión cristiana.
La iglesia católica le confirió a San Tarcisio su propio santoral, siendo 15 de agosto la fecha en que
los devotos del santo se afianzan para rendirle tributo. El libro de los martirios indica que Tarcisio
murió transitando la vía de Apia gracias a un grupo de indolentes. Pese a los golpes sufridos, no
logró sobrevivir, pero tampoco fue arrebatado el copón eucarístico. A Tarcisio le dieron cristiana
sepultura en el mismo camposanto donde estaba su maestro, San Calixto.
La biografía de San Tarcisio refiere que Dámaso I vivió días afligido ante lo sucedido con Tarcisio.
Como muestra de solidaridad, el Papa se dirigó hasta su tumba para grabar una inscripción muy
contundente.
«Para quien llegue a leer esto, siempre es conveniente recordar la labor de el gran Tarcisio. Sólo su
osadía es comparable con la de San Esteban. Por eso, de mi nombre quiero dedicar este escrito
para todos los circulantes. El majestuoso San Esteban padeció de las pedradas para defender los
intereses de Jesús. Este acto es totalmente hermoso por parte de ambos santos».
«Por su parte, Tarcisio fue sorprendido por unos insesatos para robar el cuerpo de Cristo. Antes de
ser vilmente robado, optó por la muerte. Mantuvo por siempre en sus manos el objeto sagrado de
la eucaristía. Merece el respeto de todos».