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La mucosa de las vías respiratorias está cubierta por millones de pelillos diminutos, o
cilios cuya función es atrapar y eliminar los restos de polvo y gérmenes en suspensión
procedentes de la respiración, evitando, en lo posible, cualquier entrada de elementos
sólidos que provoquen una broncoaspiración.
Los pulmones forman parte del aparato respiratorio, están situados dentro del tórax,
protegidos por las costillas, y a ambos lados del corazón. Son huecos y están cubiertos
por una doble membrana lubricada llamada pleura (que evita que los pulmones rocen
directamente con la pared interna de la caja torácica). Están separados el uno del otro
por el mediastino. Debajo de ellos, se encuentra el diafragma que separa la cavidad
torácica de la cavidad abdominal.
El aire, que contiene un 21% de oxígeno, entra por la nariz y la boca, que están
conectados a través de la faringe y la laringe con la tráquea. La tráquea se bifurca para
dar lugar a los dos bronquios principales: el del pulmón derecho y el del pulmón
izquierdo. Dentro de los pulmones, cada bronquio principal se divide, como las ramas
de un árbol, disminuyendo progresivamente su diámetro, en bronquios, bronquiolos y
alveolos.
El intercambio gaseoso tiene lugar en los alvéolos (los pulmones tienen alrededor de
500 millones de alvéolos), que son estructuras huecas, de aproximadamente 0,1 a 0,2
mm de diámetro, que contienen aire que se está renovando continuamente y por sus
paredes circula la sangre.