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El Cambio

Climático

Pablo St.Mary
Índice

- Historia y comienzo del cambio climático 2-4


- En la actualidad 5-6
- Acciones en contra 7-10
- Causas y consecuencias 11-13
- Acuerdos internacionales 14
- Algunos proyectos a gran escala 15-19
- Bibliografía 20

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Historia y comienzo del cambio climático
A finales de los años 1890, el científico estadounidense Samuel Pierpont
Langley había intentado determinar la temperatura de la superficie de la Luna
midiendo la radiación de infrarrojo que sale de la luna y llega a la tierra. El ángulo de la
luna en el cielo cuando un científico tomó una medida determinó cuanto CO2 y vapor
de agua la radiación lunar tenía que atravesar para llegar a la superficie de la Tierra,
dando como resultado medidas más débiles cuando la Luna estaba baja en el cielo.
Este resultado fue poco sorprendente, dado que los científicos conocían el espectro de
absorción desde hacía décadas.

Un científico sueco, Svante Arrhenius utilizó la observación de Langley sobre la


absorción aumentada de infrarrojo donde los rayos lunares pasan a través de la
atmósfera a un ángulo bajo, encontrando más dióxido de carbono (CO2), para
estimular un efecto de enfriamiento atmosférico a partir de una disminución futura de
CO2. Él se dio cuenta de que la atmósfera más fría retendría menos vapor de agua
(otro gas de efecto invernadero) y calculó el efecto de enfriamiento adicional. También
se dio cuenta de que el enfriamiento aumentaría la nieve y la cubierta de hielo en altas
latitudes, haciendo que el planeta reflejase más luz solar y así promover el
enfriamiento. En general, Arrhenius calculó que cortando el CO2 a la mitad sería
suficiente para producir una glaciación. El además calculó que una duplicación del CO2
atmosférico daría un total de calentamiento de 5-6 grados Fahrenheit.

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Mientras tanto, otro científico sueco, Arvid Högbom, había estado intentando
cuantificar fuentes naturales de emisión de CO2 con el propósito de entender el ciclo
del carbono global. Högbom encontró que la estimación de la producción de carbón de
fuentes industriales en los años 1890 (principalmente de combustión de carbón) eran
comparables con la de las fuentes naturales. Arrhenius vio que esta emisión humana
de carbono llevaría finalmente al calentamiento. Sin embargo, debido a la tasa
relativamente baja de producción de CO2 en 1896, Arrhenius pensó que el
calentamiento tomaría miles de años, y suponía que sería beneficioso para la
humanidad.
En los decenios de 1950-60, 1960-70 y 1970-80 se recogieron datos que
demostraron que las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera estaban
aumentando muy rápidamente. Al mismo tiempo, las investigaciones sobre los núcleos
de hielo y los sedimentos lacustres revelaron que el sistema climático había sufrido
otras fluctuaciones abruptas en el pasado lejano: parece que el clima ha tenido
"puntos de inflexión" capaces de generar fuertes sacudidas y recuperaciones.

Aunque los científicos todavía están analizando lo que ocurrió durante esos
acontecimientos del pasado, está claro que un mundo con miles de millones de
personas es un lugar arriesgado para realizar experimentos con el clima. Sin embargo,
tuvieron que pasar años para que la comunidad internacional reaccionara.
En 1988 se creó el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC
por sus siglas en inglés) por iniciativa de la
Organización Meteorológica Mundial y el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA). En 1990 este grupo
presentó un primer informe de evaluación en el
que se reflejaban las investigaciones de 400
científicos. En él se afirmaba que el
calentamiento atmosférico de la Tierra era real
y se pedía a la comunidad internacional que
tomara cartas en el asunto para evitarlo.

Las conclusiones del IPCC alentaron a los gobiernos a aprobar la Convención


Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En comparación con lo que
suele ocurrir con los acuerdos internacionales, la negociación en este caso fue rápida.
La Convención estaba lista para firmar en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo que se celebró en 1992 en Río de Janeiro, conocida
como Cumbre para la Tierra.
Hoy en día el IPCC tiene una función claramente establecida. En vez de realizar
sus propias investigaciones científicas, examina las investigaciones realizadas en todo

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el mundo, publica informes periódicos de evaluación (hasta ahora han sido cuatro) y
elabora informes especiales y documentos técnicos.
Las observaciones del IPCC, por el hecho de reflejar un consenso científico
mundial y ser de carácter apolítico, representan un contrapeso útil en el debate, con
frecuencia muy politizado, sobre qué se debe hacer con respecto al cambio climático.
Los informes del IPCC se utilizan con frecuencia como base para las decisiones
adoptadas en el contexto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el
Cambio Climático (CMNUCC), y desempeñaron un papel importante en las
negociaciones que dieron lugar al Protocolo de Kyoto.

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En la Actualidad
El año 2020 comenzó con lo que parecía una ola imparable de cambio de
hábitos en pro de la lucha contra el cambio climático. Por fin, las voces científicas y los
movimientos ecologistas como Fridays for future habían calado tanto en la sociedad
como los gobiernos, que ya dirigían sus estrategias hacia la transición verde. Sin
embargo, lo que parecía ser el año para cambiar de rumbo hacia un planeta más verde,
se convirtió en un año marcado por una crisis económica y de salud sin precedentes.
De este modo, los esfuerzos climáticos fueron relegados a un segundo plano,
eclipsados por la irrupción de la pandemia.

Y aunque en este año hemos sido testigos de una breve y nunca antes vista
disminución de las emisiones, lo cierto es que este solo fue un efímero respiro para el
planeta ya que las emisiones de CO2 han vuelto a registrar niveles récord y siguen
aumentando. Todo ello nos muestra que el cambio climático no se detendrá ante crisis
mundiales como la de la COVID-19 y necesitamos reducir las emisiones y lograr la
neutralidad en materia de carbono para 2050.
La urgencia de esta misión es cada vez mayor: se prevé que el período
comprendido entre 2016 y 2020 será el quinquenio más cálido de la historia, y en base
de las tendencias actuales, el mundo no está en condiciones de mantenerse por
debajo de los objetivos del Acuerdo de París. Así lo muestra el informe “United in
Science 2020” editado por varias agencias de las principales organizaciones científicas.
En él se destacan los efectos cada vez más acusados e irreversibles del cambio
climático, que afectan a los glaciares, los océanos, la naturaleza, las economías y las
condiciones de vida de los seres humanos y que a menudo se dejan sentir a través de
peligros relacionados con el agua como la sequía o las inundaciones. Asimismo, el
informe también documenta cómo COVID-19 ha obstaculizado nuestra capacidad para
realizar una vigilancia exhaustiva de estos cambios a través del sistema de observación
mundial.

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A continuación, exponemos algunas de sus conclusiones principales:
En primer lugar, las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) fósil, que
son aquellas procedentes del uso de combustibles fósiles y la industria, alcanzaron un
récord en 2019 de 36,7 Gigatoneladas. Durante el 2020 se observan anomalías
relacionadas con el periodo de confinamiento y parón de la economía global que hizo
disminuir en abril un 17% las
emisiones en comparación con los
promedios globales diarios en 2019.
Unos niveles que volvieron a
recuperarse en junio de 2020.
A pesar de esta ligera
reducción de emisiones durante la
pandemia, las concentraciones de
Gases de Efecto Invernadero en la
atmósfera han seguido aumentando
hasta alcanzar nuevos registros. Esto
se debe a que el balance de las
concentraciones atmosféricas es el
resultado de las emisiones actuales y
pasadas y del período de vida
sumamente prolongado de ese gas, por lo que el efecto del descenso de emisiones
durante el confinamiento en el cómputo total es muy limitado. Este es uno de los
puntos más críticos en la lucha contra el cambio climático ya que las reducciones
sostenidas de las emisiones son necesarias para estabilizar el aumento de la
temperatura global.
En este sentido, el informe revela que la temperatura media mundial de la
superficie para el período 2016-2020 estará entre las más cálidas de cualquier período
equivalente registrado. En concreto, se estima que actualmente es 1,1 °C superior a la
media de la etapa preindustrial (1850–1900). Y lo más preocupante, existe alrededor
de un 20% de probabilidad de que la temperatura media global supere temporalmente
los 1,5 °C por encima del nivel preindustrial en el período comprendido entre 2020 y
2024.

En resumen:
Las actividades humanas (principalmente la quema de combustibles fósiles) han
aumentado de manera fundamental la concentración de gases de efecto invernadero
en la atmósfera de la Tierra, calentando el planeta. Sin la intervención humana, los
factores naturales conducirían a nuestro planeta a un período de enfriamiento.

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Acciones en contra
Los científicos atribuyen la tendencia al calentamiento global observada desde
mediados del siglo XX a la extensión humana del “efecto invernadero”, el
calentamiento que se produce cuando la atmósfera atrapa el calor que se irradia desde
la Tierra hacia el espacio.
Ciertos gases en la atmósfera bloquean el calor y no permiten que escape. Los
gases de larga vida que se quedan de manera semi-permanentemente en la atmósfera
y no responden física o químicamente a los cambios en la temperatura se describen
como “forzantes” del cambio climático. Gases como el vapor de agua, que responden
física o químicamente a los cambios en la temperatura, son considerados
“retroalimentadores”.

Los gases que contribuyen al efecto invernadero incluyen:

• Vapor de agua. Es el gas de efecto invernadero más abundante, pero,


principalmente, actúa como retroalimentador del clima. El vapor de agua
aumenta a medida que se calienta la atmósfera de la Tierra, y también
incrementa la probabilidad de nubes y precipitaciones, lo que hace que estos
sean algunos de los mecanismos de retroalimentación más importantes del
efecto invernadero.

• Dióxido de carbono (CO2). Es un componente menor pero muy importante de


la atmósfera. El dióxido de carbono se libera a través de procesos naturales
como la respiración y las erupciones volcánicas, así como mediante actividades
humanas como la deforestación, el cambio en el uso de los suelos y la quema
de combustibles fósiles. Desde el inicio de la Revolución Industrial, la actividad
humana ha provocado un aumento en la concentración de CO2 de más de una
tercera parte. Es el gas de larga duración “forzante” del cambio climático más
importante.

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• Metano. Se trata de un gas hidrocarburo producido por fuentes naturales y por
la actividad humana, como la descomposición de desechos en vertederos, la
agricultura (en especial el cultivo de arroz), la digestión de rumiantes y el
manejo del estiércol de ganado. A escala molecular, el metano es un gas de
efecto invernadero mucho más activo que el dióxido de carbono, aunque
mucho menos abundante en la atmósfera.

• Óxido nitroso. Es un poderoso gas de efecto invernadero que se produce


debido a las prácticas vinculadas con el cultivo del suelo, en especial el uso de
fertilizantes comerciales y orgánicos, la incineración de combustibles fósiles, la
producción de ácido nítrico y la quema de biomasa.

• Clorofluorocarbonos (CFC). Son compuestos sintéticos de origen enteramente


industrial que fueron utilizados en diversas aplicaciones, pero su producción y
emisión a la atmósfera están ahora muy reguladas mediante tratados
internacionales, ya que contribuyen a la destrucción de la capa de ozono.
También son gases de efecto invernadero.

En la Tierra, las actividades humanas están cambiando el invernadero natural.


Durante el último siglo, la quema de combustibles fósiles, como el carbón y el
petróleo, ha aumentado la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la
atmósfera. Esto sucede porque el proceso de quema del carbón y del petróleo
combina el carbono con el oxígeno del aire y forma el CO2. En menor medida, la
deforestación para propósitos agrícolas, para la industria y para otras actividades
humanas ha incrementado la concentración de gases de efecto invernadero.
Las consecuencias del cambio en el invernadero natural de la atmósfera son
difíciles de predecir, pero algunos probables efectos pueden ser:

• En promedio, la Tierra se calentará. Algunas regiones podrían aceptar


gustosamente temperaturas más cálidas, pero otras no.

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• Las condiciones climáticas más cálidas probablemente llevarán a una mayor
evaporación y a más precipitación en general, pero el impacto variará según las
regiones: algunas se volverán más húmedas y otras, más secas.

• Un efecto invernadero más fuerte calentará los océanos y derretirá


parcialmente el hielo y los glaciares, lo que aumentará el nivel del mar. El agua
del océano también se expandirá si se calienta, lo que provocará un mayor
aumento del nivel del mar.

• Mientras tanto, ciertos cultivos y ciertas plantas podrían responder


favorablemente al aumento del CO2 atmosférico, creciendo más
vigorosamente y usando el agua de manera más eficiente. Asimismo, las
elevadas temperaturas y los cambiantes patrones climáticos podrían cambiar
las áreas donde crecen mejor los cultivos y afectar la composición de las
comunidades naturales de las plantas.

El papel de la actividad humana:


En su Quinto Informe de Evaluación, el Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático, un grupo de 1.300 expertos científicos independientes de
todo el mundo, bajo el auspicio de las Naciones Unidas, concluyó que existe una
probabilidad mayor que el 95% de que en los últimos 50 años las actividades humanas
hayan calentado nuestro planeta.

En los últimos 150 años, las actividades industriales de las que depende nuestra
civilización moderna han causado el aumento de los niveles de dióxido de carbono en
la atmósfera de 280 a 400 partes por millón. El grupo también concluyó que existe una
probabilidad superior al 95% de que los gases de efecto invernadero emitidos por los

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seres humanos, como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso, hayan
causado la mayoría del aumento observado en las temperaturas de la Tierra durante
los últimos 50 años.

Radiación solar

En la gráfica de arriba se comparan los cambios en la temperatura de la


superficie global (línea roja) y la energía del Sol que recibe la Tierra (línea amarilla) en
vatios (unidades de energía) por metro cuadrado desde 1880. Las líneas más
claras/delgadas muestran los niveles anuales y las líneas más oscuras/gruesas
muestran las tendencias promedio de 11 años. Los promedios de once años se utilizan
para reducir el ruido natural año a año en los datos, lo que hace más obvias las
tendencias subyacentes.
Es razonable suponer que los cambios en la producción de energía del Sol
causarían el cambio climático, ya que el Sol es la fuente de energía fundamental que
rige nuestro sistema climático.
De hecho, los estudios muestran que la variabilidad solar ha desempeñado un
papel importante en cambios climáticos pasados. Por ejemplo, se cree que una
disminución en la actividad solar, junto con un aumento en la actividad volcánica,
ayudó a desencadenar la Pequeña Edad de Hielo, que tuvo lugar aproximadamente
entre 1650 y 1850, cuando Groenlandia se enfrió desde 1410 hasta la década de 1720
y los glaciares avanzaron en los Alpes.

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Pero varias líneas de evidencia muestran que el calentamiento global actual no
se puede explicar mediante los cambios en la energía del Sol:
Desde 1750, la cantidad promedio de energía procedente del Sol se mantuvo
constante o se incrementó levemente.

Si el calentamiento fuera causado por una mayor actividad del Sol, entonces los
científicos esperarían ver temperaturas más calientes en todas las capas de la
atmósfera. Sin embargo, han observado un enfriamiento en la parte superior de la
atmósfera y un calentamiento en la superficie y en partes más bajas de esta capa. Esto
se debe a que los gases de efecto invernadero están atrapando calor en la parte más
baja de la atmósfera.
Los modelos del clima que incluyen cambios en la radiación solar no pueden
reproducir la tendencia de temperatura observada durante el último siglo o más sin
incluir un aumento de los gases de efecto invernadero.

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Causas y consecuencias

La atmósfera terrestre está compuesta por diferentes gases que tienen como
función mantener una temperatura apropiada para la vida. A este fenómeno natural se
le llama efecto invernadero.
Es necesario que exista equilibrio en la emisión de gases de efecto invernadero
para conservar su justa proporción. Sin embargo, las actividades humanas han
aumentado la producción de estos gases provocando el llamado calentamiento global,
la principal de las causas del cambio climático.
El ser humano es el responsable del cambio climático y sus emisiones de gases
de efecto invernadero que calientan el planeta, como veremos más adelante. El gas
más conocido es el CO2, causante del 63% del calentamiento global, pero existen otras
causas:

• Deforestación: la industria maderera, la agricultura, la minería y la ganadería


son las principales actividades económicas dedicadas a la tala de árboles.

• Aumento desproporcionado de gases de efecto invernadero: provocado por el


uso de fertilizantes, la actividad química para el tratamiento de aguas
residuales, la quema de combustibles fósiles, el transporte, la calefacción y el
urbanismo.

• Crecimiento acelerado de la población: el aumento de la cantidad de


habitantes influye en la producción de gases que exacerban el efecto
invernadero.

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Consecuencias del cambio climático
Las consecuencias están afectando a procesos naturales de vital importancia. En el
caso de los ecosistemas, los humedales, por ejemplo, están en riesgo de desaparecer.
Otro punto importante es el aumento de la temperatura media y la disminución de las
precipitaciones, que está creando un caldo de cultivo ideal para los incendios. A
continuación, te mostramos más consecuencias del cambio climático:

• Acidificación y contaminación del agua


gracias a la concentración de dióxido
de carbono en el aire.

• Devastadores fenómenos
meteorológicos como los huracanes,
ciclones, lluvias, sequías extremas o
inundaciones.

• Muerte, migración y extinción de diferentes especies de animales. En el caso


del mar, son muchas las especies que son testigos de la destrucción de su
hábitat. La presencia de plásticos y otros contaminantes en el mar, la pesca
excesiva y otras prácticas de pesca destructivas contribuyen a su desaparición.

• Alteración del ciclo del agua.


• Aumento del nivel del mar y de la
temperatura global a causa del
deshielo.
• Aparición de enfermedades como el
dengue y la malaria.
• Agotamiento de recursos naturales
necesarios para la vida humana.

Existen muchas evidencias científicas que demuestran las graves causas y


consecuencias del cambio climático en nuestro planeta. Por eso es hora de abrir los
ojos ante esta inminente realidad y comenzar a luchar para construir un mundo mejor.

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Los acuerdos internacionales

¿Qué es lo que hay que hacer para remediar la situación? En diciembre de


2015, a raíz de la Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención marco de
Naciones Unidas sobre el cambio climático (UNFCC por su sigla anglosajona) se firmó el
esperado Acuerdo de París sobre el cambio climático, que presenta un cuadro fiable
para alcanzar la descarbonización, con objetivos a largo plazo para luchar contra el
cambio climático y una estructura flexible basada en los aportes de los gobiernos. Los
gobiernos firmantes se comprometieron en limitar el aumento de la temperatura por
debajo de 2° centígrados respecto a los niveles preindustriales, esforzándose por no
sobrepasar el límite de 1,5°, para alcanzar cuanto antes el pico de las emisiones y llegar
a la neutralidad de carbono en la segunda mitad del siglo. A pesar del éxito de la
COP21, son las cuestiones que el acuerdo dejó abiertas muchas. En 2018, la COP24 de
Katowice aprobó las normas de aplicación del Acuerdo de París (el llamado "Paris
Rulebook", Libro de las Reglas de París), mientras que COP25, que se celebró en
España en 2019, fue definida por el Secretario general de Naciones Unidas, António
Guterres, “una oportunidad perdida”.
El camino hacia la descarbonización está claro y se llama transición energética:
el cambio de un mix energético basado en los combustibles fósiles a uno de bajas o
cero emisiones de carbono, centrado en las fuentes renovables. Las tecnologías para la
descarbonización existen, son eficientes y hace falta utilizarlas en todas las actividades.
Además, la ciencia ofrece datos ciertos, proyecciones de escenarios futuros estudiados
atentamente. El cambio del clima no espera y no se detiene. Hace falta un cambio
cultural fuerte, una auténtica modificación del paradigma para traducir en realidad una
idea en que ya coinciden todos.

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Algunos proyectos a gran escala

1. Eliminar carbono de nuestra atmósfera con grandes aspiradores:


Buena parte de la comunidad científica coincide en que la apuesta por las
energías renovables no va a ser suficiente para alcanzar los objetivos de des-
carbonización previstos.
Es ahora el momento adecuado para implementar la tecnología de ¨secuestro
de carbono¨. Uno de los proyectos consiste en instalar aspiradores gigantes que
eliminen el exceso de carbono o el carbono no deseado.

El gobierno de California trabaja en el desarrollo de una nueva tecnología para


extraer carbono de la atmósfera y almacenarlo bajo tierra. Aunque suena a ciencia
ficción, se ha considerado durante años como un ¨plan B¨ para luchar contra el cambio
climático.
Si el sistema de aspiración propuesto comienza a funcionar pronto, capturaría
miles de toneladas de dióxido de carbono al año. Este se comprimiría en estado líquido
y se enterraría o utilizaría para otras necesidades industriales.
La cuestión que se plantea es si utilizar aspiradores gigantes es realmente la
mejor manera de hacer bajar las concentraciones de carbono en la atmósfera y limitar
así el calentamiento global, ya que se necesita alcanzar ese grado y medio inferior
recomendado.

2. Construir la planta de energía solar más grande del mundo:


Hasta ahora China albergaba la planta solar más grande del mundo, pero ahora
la India se prepara para tomar el relevo. Se espera que esta inmensa planta de energía
solar tenga casi la misma extensión que Barcelona.
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Se construirá en Kutch, en el estado de Gujarat, y contará con una planicie
interminable de células solares, pero también de molinos eólicos capaz de generar
30.000 megavatios.

Además de generar energía limpia procedente del sol y del viento, la instalación
va a contar con una planta desalinizadora capaz de procesar 100 millones de litros al
día. Gracias a esto se les suministrará agua potable a los 800.000 habitantes de esta
región árida que limita con Pakistán.
La India es uno de los países que más gases de efecto invernadero aporta y esta
iniciativa ayudará a generar 175 megavatios de energía renovable en 2022 y 450 en
2030. También pretende reducir las emisiones de dióxido de carbono hasta en 50
millones de toneladas al año.
Durante los últimos años Estados Unidos se ha posicionado como líder en la
producción de energía solar, junto con China, India, Japón y Vietnam. Algunos son los
países más contaminantes del mundo, pero a la vez están demostrando que esta
fuente de energía renovable es una respuesta global como alternativa a los
combustibles fósiles y una arma contra el cambio climático.

3. Modificar la energía que llega del sol para luchar contra el Cambio
Climático:
Cada vez hay más científicos que creen que deberíamos modificar el clima terrestre
utilizando la llamada Geoingeniería.
La Universidad de Harvard trabaja ya en el desarrollo de nueva tecnología de
atenuación solar. Su intención es reflejar la luz solar fuera de la atmósfera de la Tierra
y conseguir un efecto de enfriamiento global.
El experimento, denominado SCoPEx (Perturbación Controlada Estratosférica), tiene
como objetivo probar esta solución mediante la pulverización de polvo de carbonato
de calcio (CaCO3). Las partículas en cuestión no son tóxicas y se inyectarían en la
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atmósfera a modo de aerosol que refleja el sol. Esto contrarrestaría los efectos del
calentamiento global.

La investigación relacionada con la geoingeniería solar lleva años estancada debido a la


gran controversia que ha generado. Los que se oponen a ella creen que esta ciencia,
ficción para algunos, conlleva riesgos impredecibles. Esos riesgos podrían incluir
cambios extremos en los patrones climáticos no muy diferentes de las tendencias de
calentamiento que ya vivimos.

4. Aprovechar la energía eólica en uno de los mares más ventosos del


mundo:
La energía eólica también crece imparable. Si antes lo hacía sobre tierra ahora lo hace
con más fuerza en instalaciones marinas.
En el mar del Norte se encuentra el parque eólico marino de Kincardine. Es una
instalación de seis turbinas y 50 megavatios situada en las aguas de la costa de
Aberdeen (Escocia)

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Está considerado el mayor parque eólico flotante del mundo: un proyecto energético
entre la empresa Statkraft y el promotor Kincardine Offshore Windfarm.
Las turbinas eólicas marinas flotantes son diferentes a las turbinas fijas en el fondo del
mar. Una de las ventajas de las que flotan es que pueden instalarse en aguas más
profundas que las fijas.
Este tipo de instalaciones pueden ayudar a un buen número de países de todo el
mundo a alcanzar sus objetivos de energía renovable.

4. Ralentizar el Cambio Climático viajando en aviones y barcos eléctricos


El teletrabajo cada vez es más habitual y es una buena manera de reducir la huella de
carbono global. Los viajes por trabajo se han reducido y los de ocio van aumentando
después la pandemia de la Covid-19. En un futuro tendremos a nuestro alcance otros
medios más sostenibles para viajar.
En Noruega, por ejemplo, donde buena parte de la población se mueve por el agua de
los fiordos, algunas empresas han empezado a hacer la transición del diésel a baterías
eléctricas. Ya se ha hecho ese cambio a nivel terrestre en muchas zonas urbanas del
país y ahora toca extender la red del transporte colectivo eléctrico al mar.
Por su parte, la aviación (que contribuye un 2% a las emisiones de efecto invernadero a
nivel global) es otro de los sectores que intenta evolucionar en lucha contra el cambio
climático. El avión eléctrico es otra realidad y no tardará en ser un medio de transporte
habitual.
En este aspecto destaca el trabajo que está llevando a cabo la compañía
estadounidense Wright Electric. Esta trabaja en el desarrollo de un modelo de avión
con la escala de megavatios necesaria para realizar un vuelo comercial de 186
pasajeros. El proyecto podría convertirse en un precursor de la aviación del futuro,
orientada a ser de emisiones cero.

La empresa espera tener su modelo de avión comercial operativo en 2030. Esto


dependerá del ritmo de evolución en la tecnología de baterías. Hoy en día hay

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numerosas agencias gubernamentales estadounidenses financiando la investigación en
aviación eléctrica.

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Bibliografía
http://www.ccpy.gob.mx/internacional/antecedentes-historicos.php
https://climate.nasa.gov/causas
https://www.fundacionaquae.org/diez-consejos-luchar-cambio-climatico/
https://www.pactomundial.org/noticia/cual-es-el-estado-actual-del-cambio-climatico-
en-el-mundo/
https://www.enelgreenpower.com/es/learning-hub/transicion-energetica/cambio-
climatico-causas-consecuencias
https://www.fundacionaquae.org/causas-y-consecuencias-cambio-climatico/

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