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Seminario Diocesano de Toluca

Etapa de Filosofía
Juan Jaime Lara Cerón

EL AMOR, MEDIO Y FIN PARA UN FIN

El presente escrito, que como dice el encabezado, versará sobre el amor, partiendo desde
una perspectiva tomista, y más que un ensayo, quiero verlo yo como un escrito donde
trataré mis inquietudes sobre el tema (por ello la redacción en primera persona), en base a
un sistema filosófico que podemos considerar un pilar importante en la fundamentación
de nuestra fe y tradición católica.

El amor, desde el principio, es una cualidad exigida por Dios desde muy antiguo a
los seres humanos, es posible imaginarse aquello cuando se escucha el primero de los
mandamientos “amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas” y una versión de hace décadas, dejan plasmada la cita bíblica “Yo soy el Señor tu
Dios, no tendrás otro dios más que a mí”.

Hace unos días leía en la Suma Teológica, que nunca importa el medio, sino que
interesa el final, a lo que el medio está ordenado, cumpliendo así con una regla de la
causa contingente, algo que ponía claras muchas cosas tanto concernientes a mi fe como
a otras de mi entorno, pude entender “la idolatría” y “una veneración”, a la vez pude
entender la plenitud del sacramento del matrimonio, sin embargo, esto no incumbe al
tema del escrito.

El amor, tal como lo menciona Rodríguez Luño, un amor que sea perfecto, es uno
que tiende hacia un Bien, y uno que está ordenado a este fin, porque aún no lo posee, es
un amor concupiscente, distinto a la concupiscencia que ve en su alrededor objetos para
su bien propio, nuca para uno común, algo que difiere de un amor concupiscente, que este
se encuentra ordenado a un fin trascendente y que en por razón de éste, se pueden obtener
bienes comunes y propios, se gana colaborando, nunca en beneficio propio como la hace
el concupiscente, que además de tratarse de un egoísmo, sus premio o fines, no
trascienden.

Siguiendo las categorías de la filosofía del Doctor Angelicus, ¿en la época actual,
es posible hablar de amor? Es difícil nombrar con un término las situaciones actuales,
resumirlas en una palabra, es una tarea que requiere muchas horas de reflexión, hablar de
sentimentalismo, relativismo, inmediatez, hedonismo, crisis antropológicas, entre otras.

Se vive en la que chuscamente, se puede decir la era la un “click”, en la que


hablar de algo “al final de camino”, para el que se necesita paciencia, es visto como algo
fuera de lugar, si se habla del Bien, en nuestro caso, Dios, se trata de un extraño en su
propia casa, del cual se sabe que está pero es un desconocido, el cual ama, pero no es
amado.

Tener las cosas a la mano, en un instante y nuca esforzarse por ellas, engendra una
idea en la es posible pensar que incluso estos parámetros actuales pueden llegar a
aplicarse a los seres humanos. Efectivamente, es el punto sobre el que se indagó en el
presente trabajo, versando un poco sobre las ideas expuestas por Rodríguez Luño en base
al sistema del “Aquinate”

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