Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Como hijo mayor del Primer Ministro de República de Corea, Kim Junmyeon es un joven
centrado; tiene una vida absolutamente organizada y ordenada; es el orgullo de su padre y
de su madre y ama a su hermano Jongdae, que lleva un estilo de vida que los mantiene
alejados.
Su proyecto es simple; seguir con la carrera política, casarse con alguien de renombre,
tener una familia.
Atrapado en la vida que su padre ha designado que debe vivir, Junmyeon jamás tendrá
derecho a elegir de verdad; pero se convence a si mismo que sí.
Sin embargo toda esta fachada perfecta, sólo oculta un dolor del pasado que lo atormenta,
una herida del corazón que jamás ha sanado y una vida secreta.
Hasta que una sentencia lleva a su hermano a hacer tareas comunitarias como enfermero
voluntario en un hospital, encontrándose frente a frente con el doctor que será el tutor
responsable de Jongdae, Zhang Yixing.
"¿Sabías que la risa cura y el amor salva?...Lo dice el doctor Yixing", revela Jongdae a su
hermano.
A veces las personas con un auto control y de carácter reservado, suelen ser quienes
ocultan los peores infiernos de viejas heridas que jamás han curado. Sanar el corazón de
los demonios del pasado ¿puede lograrse sólo con la fuerza del amor?
Advertencia: lenguaje vulgar, contenido sexual explícito, violencia, abuso sexual y mención
a pedofilia y pederastia.
Era una tarde tranquila y preciosa. El sol entraba a la sala por los inmensos
ventanales. Las cortinas flameaban por el viento. La brisa era suave y
refrescante.
- Ezta ben...
El timbre de la sala de clases suena. Junmyeon sale corriendo por los pasillos.
Está entusiasmado porque hoy le toca ir a su clase de piano.
Llega a casa. Está que lo lleva el viento. Quiere ya cambiarse rápido, tomar su
leche y tener su clase de piano.
Pero algo raro pasa. Mamá no ha salido a recibirlo. Una de las criadas le dice.
- Buenas tardes joven Kim ¿Quiere darme su bolso? Su merienda está lista.
Junmyeon corre hacia arriba. Se lava la cara y las manos. Mamá siempre le ha
dicho que tiene que estar limpio cuando come algo.
Suspira. Está cansado, pero no le dirá a nadie. No quiere que le quiten sus
clases de piano.
Baja al comedor. Allí está su hermano Jongdae, esperando por él. En la mesa
juega con unos autitos.
El pequeño traga rápido su galleta y toma leche para pasarla. Cuando toma
aire le pregunta.
- ¿Es linda?
- Entonces – dice el mayor – haremos así. Cuando yo haga mis tareas, tú vienes
conmigo y dibujas.
- Me aburre dibujar.
- Si. Hoy ha dormido casi todo el día – dice con su carita llena de preocupación.
- ¿Gritan mucho?
- Es cosa de grandes. Pero debe estar cansada por eso– dice el mayor.
- Si. Porque gritaba con una señora como si le estuviera lastimando – explica
horrorizado.
- ¿Algo malo?
El tono del mayor es rotundo. Jongdae sabe que su hermano es muy correcto y
muy sabio. Le sigue en todo y le hace caso también. Así que no habla más del
asunto.
Le han dicho que está cansada. Pero sólo quiere darle el beso de las buenas
tardes y no molestarla más.
Sube las escaleras. Camina por los pasillos de la inmensa mansión. Llega a su
destino y toca la puerta.
- ¿Mamá? – insiste.
Escucha el grifo del lavado del baño. Cree entonces que mamá está lavándose
las manos. Sonríe. Mamá se ha levantado. Quizá ya descansó mucho y está
mejor.
- ¿Mamá? – la llama.
Junmyeon se acerca. Un paso, otro paso y otro más y puede ver a mamá.
Mamá tiene los ojos abiertos. Parece despierta. Pero... tiene su cuerpo hundido
en el agua. Pero el agua no es espumosa. El agua no está transparente. El agua
está toda roja. Está fría, muy fría. Y aunque le toque la pierna y le llame a los
gritos, mamá sigue dura, sin responder nada...
Capitulo 2
"El Ángel Guardián: Kim Junmyeon"
Corro por la plaza. Mi celular suena. Miro. Número desconocido. Pero es algo
normal.
- Mi muchachote – me dice una voz solemne pero agradable que conozco bien.
- ¡Sang Woo! – digo y me río – ¿Qué pasó con tu número? ¿Ya perdiste el noveno
móvil en el año?
Lo escucho reírse.
- ¡¿Ya?!
Mi viejo solemne y buda. El Juez Sang Woo a quien quiero como a un padre.
Bueno. Ha sido lo más cercano a un padre que he tenido en la vida. Fue mi
tutor, después de que me encontró a los 7 años. Parecía un animalito. Me
adoptó y aunque me puso en un internado, siempre le estaré más que
agradecido por haberme rescatado.
Por él soy quien soy. Doctor Zhang Yixing. Neurólogo e investigador. Dicen que
tengo un IQ superior a la media. Lo que hace hervir de orgullo a mi querido
Juez aquí parado y trajeado, que ahora precisa algo de mí.
- No me gustan esas calzas – me reta – Con ese pantalón se te ven las pompis.
- ¿No puedes cubrirte más el torso? Se te ve todo ahí arriba y además hace frío.
- A ti más. Siempre estás igualito. No envejeces. Menudo trabajo les das a todos
ahí en el juzgado.
Nos reímos juntos a las carcajadas. Este hombre es un payaso divino. Lo amo.
- ¡Oiga! Ni que fuera una caso de esos, tipo "Misión Imposible" ¿Te vas a
autodestruir en 5 segundos?
- Ya quisieras.
- Condenado.
- Porque se trata del hijo menor del Primer Ministro de la República de Corea.
- ¡¿Ya?!
- Si.
- Si.
- Si.
- ¡¿Y tu auto?!
- En bicicleta – le aclaro muy serio – Y es muy buena para hacer ejercicios. Está
allá – digo y señalo – ¿no es divina?
- Para qué.
Claro que nadie sabe, que además de contar con los mejores médicos,
enfermeros y profesionales de Seúl, también meto por ahí a algún condenado. Y
cuando digo "condenado", no es figurativo. Es así tal cual.
- No vas a encontrar nada ahí. Está limpio. Porque es tan desgraciado, que sabe
hacer de las suyas sin dejar ningún rastro.
Le sigue dando. Yo estoy con los ojazos bien abiertos. No puedo creer que
alguien de 23 años, tenga tanto historial extraoficial. Y como frutilla del postre,
sea el hijo del Primer Ministro de la República ¡¿Con qué necesidad?! Me puso
triste todo esto.
- ¿Por qué ayudar a alguien así? ¿Por qué si lo tiene todo servido?
Yo nunca tuve nada en la vida, hasta que apareció Sang Woo. Desde que tuve
memoria recuerdo pasar frío, hambre, desprecios y abusos de los grandes. Este
chico lo tuvo siempre todo. Lo tiene todo. Y usa todo, para hacer maldades. No
se vale. Qué vida injusta.
Mi juez sabe lo que me pasa. Gente rica y con toda la vida por delante,
desaprovechando lo que tiene.
Algo tenemos en común. Puedo entenderlo un poquito. Pero igual... ¿Por qué
elegir ser así? Yo no tuve padres y no por eso salgo a matar el universo.
- Pero...
- Yixing... Tú eres muy rico. Deberás enseñarle a él lo pobre que es, para que
también sea rico de aquí... – dice y me señala mi corazón –...como tú.
- Ese muchacho está metido hasta el fondo en caca – yo lo miro sorprendido por
la seguridad de sus palabras – Pero todos, por más hundidos que estén en la
caca hedionda, merecen ser sacados de ahí. Necesita una buena ducha.
- Su abuelo ha sido como un hermano para mí. No puedo decirte todo Yixing.
Solo te diré que ese joven no ha tenido una vida fácil. Conozco a su familia.
Conozco a su padre. Sé de su historia, aunque él no sepa nada de mí. Créeme.
La vida de esos dos chicos, es digna de lástima.
Kim Junmyeon. Recibo su cheque como donativo todos los benditos meses,
desde hace más de un año. Para nosotros, en el centro de investigación, él es el
Ángel Guardián. No tiene idea ese hombre de lo que hacemos con su dinero. Ha
salvado muchas vidas.
- ¡No se diga más! – digo y sonrío – Por ser el hermano de Kim Junmyeon, debe
haber algo bueno, en ese corazón de piedra de Kim Jongdae. Lo vamos a sacar
divino.
- Señor Primer Ministro – le digo y le hago una reverencia de más de 90º creo -
Es un honor – y me pongo de nuevo derechito.
- Si.
- Es Hospital Público. Así que es nuestro deber. No debe dar las gracias.
Ya creo darme cuenta por qué está Kim Jongdae hecho de piedra. Si tuviera un
padre así, también querría darle dolores de cabeza.
- Disculpe – le digo a una secretaria que está ahí haciendo lo suyo – ¿Podría
decirme dónde está el baño? – me dieron ganas de hacer pipí.
Entro en el lugar. No hay nadie. Está vacío. Miro por todos lados. No hay moros
en la costa. Me tiro los pelos hacia atrás. Me río de mi cara de susto. Necesitaba
descargar tensión.
Antes que pueda dar vuelta la esquina, alguien habla como en secreto.
Reconozco la voz. Es el Primer Ministro con alguien.
- Va a aguantar.
Pobrecito Jongdae. Si su propio papá no confía en él, qué será. Menos mal que
no tengo un padre así. Me gustaría tener un hermano como Junmyeon.
Es mi turno de aparecer. Tengo que ir también. Por fin voy a ver al nuestro
Ángel Guardián, Kim Junmyeon. Me arreglo mi traje. Está bien limpito. Salgo.
Y... nada. Está el Primer Ministro, está la secretaria, estoy yo, pero... nadie
más.
Bueno. Ahí aparezco yo. Estoy por entrar a ese lugar. Espero que el corazón de
ese chico se pueda sanar.
- Señor Juez. El Primer Ministro quisiera hablar unas palabras con usted.
- Muchas gracias – digo contento cuando veo unas masitas, tengo hambre.
Detrás de mí, cierran la puerta. Hay café. Hay té. Hay jugo. Hay masitas. Hay
galletas. Qué lujo. Me encanta.
Me siento en el inmenso sillón. Qué cómodo está este sillón. Mi trasero está a
gusto, porque es bien acolchado.
Tomo jugo y como una masa que es una delicia. Pero comiendo veo que el sillón
está súper acolchado.
Oiga. Tiene buenos resortes. Mi trasero se hunde bien y vuelve arriba súper
fácil. Me dan cosquillas en la barriga. Pruebo un poquito más hundido, me subo
arriba más fácil. Si. Si. Es un lindo trampolín. Me encanta.
A ver Yixing. Compórtate bien. Eres un doctor. Una eminencia. Eres adulto.
Eres grande.
Me quedo ahí quieto otro rato. Pero recuerdo que estamos preparando la obra
de teatro "Peter Pan", con mis muchachos.
No encontramos algo que nos haga volar. Quizá un sillón así, vendría genial.
Porque si saltamos nos haría salir disparados ¿A qué altura nos llevaría un
sillón así?
Me paro en el sillón. Salto bajito. Reboto bien. No hay peligro. Salto otro poco,
reboto más, se siente genial. Salto más alto, me elevo mejor y me mato de la
risa. Otro poco y otro poco y le doy con todo.
Y sigo saltando. Sigo más alto. Mientras me río bien fuerte. Es que pienso que
en la vida hay muchos motivos para estar alegre. Poder saltar es un privilegio.
Así que sigo saltando más alto. Y poder cantar es otro, así que canto más
fuerte.
- "Por las nubes te sentirás
libre de tribulación
y en el mundo de Nunca Jamás
todos tus sueños lograrás.
Sentirás renacer la ilusión"
Es que lo veo, así todo serio. Con ese traje azul impecable. Con ese cabello tan
bien peinado. Con esos ojos tan grandes. Con esa mirada tan penetrante. Con
esos labios tan duros. Y ese rostro tan... precioso.
Y yo, soy todo un desastre, porque siento que goteo sudor. Mi corbata la he
mandado volar. Mi camisa está mojada. Mi saco abierto desordenado. Y mis
pelos...todos parados.
Estoy por responderla ya, bajando del sillón. Trastabillo y me voy casi de nariz,
pero he logrado, no sé cómo, mantenerme en pie. Abro la boca para hablar,
repasando con la palma de mi mano el desorden de mi ropa, pero entonces
escucho la voz de una mujer que en voz alta le dice.
Y él se va.
Junmyeon.
Junmyeon.
Junmyeon.
Me vio saltando como niño chiquito, cantando como si fuera Peter Pan
¡Quisiera que la tierra me trague ya! Pero lo que más quisiera, es que mi
barriga deje de hacerme cosquillas. Y mi corazón de tronar como tambor, por
recordar al Ángel Guardián, Kim Junmyeon.
Capitulo 3
"Él aleja mis pesadillas"
Camino por casa. He vuelto del colegio. Soy de nuevo pequeño. Mamá no está
parada en el umbral. Ya sé dónde está. Ya sé qué voy a hacer. Ya sé hacia
dónde voy a caminar y sé con lo que me voy a encontrar.
La toco. Llamo a mamá. Ahora entro en el baño. Ahora veo su pierna desnuda
colgando. Ahora veo agua roja. Agua roja. Agua roja.
Me acerco. No quiero estar cerca. No quiero ver lo que voy a ver. Pero me
acerco, porque estoy obligado a hacerlo.
Ahí está. Mamá. Está dura. Me mira. Sus ojos me miran. Está debajo del agua
roja. El agua roja. Que cae de la bañera. El agua roja. Que se ha rebalsado de la
bañera. Chapoteo. En agua roja. Mamá se está ahogando. En agua roja.
Pero de repente...
Puedo escuchar una voz. Una voz que nunca antes había escuchado. Canta.
Alguien canta. Alguien está feliz y canta.
Miro a mi alrededor. Estoy fuera del baño. No sé cómo llegué al parque de casa.
Me gusta jugar en el parque de casa. Me gusta cuando hay sol y hace calor,
porque así me dejan jugar hasta tarde ¿Cómo he llegado aquí? ¿Cómo es que ha
cambiado el sueño?
Camino y sonrío, porque hay sol. Porque es cálido. Porque piso el verde del
pasto. Y yo sigo escuchando su voz. Y él sigue cantando.
- "Si goza tu corazón
por los cielos viajarás..."
Sigo caminando, avanzo porque quiero seguir escuchando su voz. Ahí lo veo a lo
lejos. Él salta. Salta alto. Muy alto. Está parado en un sillón y salta feliz. No
salta. Vuela.
Tengo que hablar y saber quién es. Tengo que saber qué hace aquí y saber cómo
ha hecho para borrar mis pesadillas. Tengo que hacer que esté conmigo, para
no volver a ese lugar. Porque me gusta cómo canta. Me gusta verlo saltar. Me
gusta verlo volar. Me gusta verlo...
De nuevo he soñado con lo mismo. Otro día sin pesadilla. Otro día con ese
sueño. Otro día he descansado al fin.
- Si mamá... - digo perezoso.
Veo la hora en mi reloj. Son apenas las 6 de la mañana. Debo acompañar a mis
padres al aeropuerto. Tienen una breve gira por Europa. Visitas protocolares.
En la tarde, me voy a ver mi hermano. Dicen que lo está haciendo bien. Desde
que ha comenzado, me ha sorprendido en estas semanas. Por eso quiero verlo
con mis propios ojos. Aunque también sea que mi padre me ha ordenado darle
una vuelta.
- ¿Estás bien?
Otra vez lo miro ¿De felicidad ha dicho? Está cumpliendo condena y ¡¿está
feliz?!
Caminamos a la cafetería. Veo que la gente nos mira. Sé que Jongdae atrae las
miradas. Siempre le ha gustado ser el centro de atención. Su porte varonil y
desenfadado, quita más de un suspiro a su paso.
- Sólo café.
Se levanta. Se aparta de mí unos minutos y yo me quedo mirando el lugar. La
cantina está llena de gente. Hay quienes se notan que han venido por
consultas. También hay doctores y enfermeros. Miro a mi hermano. Saluda y
habla con medio mundo que se cruza con tanta naturalidad, que me sorprende
que se haya adaptado tan bien.
Vuelve con dos tazas de café y me da la mía. Está contento. Está feliz. De
pronto me pregunto cuándo fue la última vez que lo había visto así. Y ¿cuándo
fue la última vez que yo estuve así?
- Estás raro...
Me mira y me analiza. Lo sé. Es que se ha dado cuenta que no sé qué hago ahí.
De repente algo me ha llamado la atención.
- ¿Es broma? – cómo serán los demás, si este tipo es una eminencia.
- No - responde y se ríe.
- Dios - digo con un suspiro - Esto parece un loquero – es que he visto cosas
raras desde que entré, como por ejemplo, que todo el mundo esté feliz.
- Hace feliz a mucha gente ¿Sabías que la risa cura? Lo dice el doctor Yixing.
- ¿A sí? – digo para reafirmar la locura de este lugar – Y qué más dice la
"eminencia".
Si. Definitivamente están todos locos. Pero lo que más desquiciado me resulta
de este asunto, es que mi hermano me lo diga convencido y contento. Me ha
dejado mudo. No sé de qué demonios pueda hablar con este sujeto, al que
desconozco.
Él de nuevo toma la iniciativa. Y me pregunta.
- Papá está de viaje diplomático. Mamá está ocupada con cosas de la Fundación
organizando un té de beneficencia. Todo bien. Inquietos por tu situación, por
supuesto. Pero como hasta ahora no hubo quejas, tranquilos.
¿Se está burlando de mí? Entonces me aclara algo que me deja descolocado.
Tengo ganas de confiar en él. Tengo algo importante que contarle. Porque
afecta mi vida de manera radical.
- Que te sorprende. Creo que es hora de sentar cabeza – siempre quise una
familia.
- ¡¿Tú sentar cabeza?! ¡Dime cuándo la perdiste! Junmyeon – me dice en tono de
súplica y a mí me está molestando su actitud, más cuando agrega - No dejes
que te manipule...
Ahí está él. Mi hermano. Creyendo que mis padres controlan mi vida. Jamás
me ha preguntado lo que quiero. Nunca supo que mi anhelo es formar mi propio
hogar. Y me reclama que me quiera casar. Por eso me molesta su actitud tan de
superioridad. Como si supiera algo de mí.
- Si puedo...
- Es algo complejo.
Dios me hace acordar de pequeño, cuando me pedía así que juegue con él, o que
le haga compañía. Mi pequeño hermano. Me puede. Por eso cedo.
- A ver... dime...
- Se trata de...
No sé qué más me dijo. Esa voz ¿De dónde viene esa voz? Esa risa ¿De dónde
viene esa preciosa risa que escucho? ¿Dónde está? ¡Está aquí! ¡No estoy loco! Lo
estoy escuchando. Esa voz...
Debo encontrar esa voz. Porque esa voz, aleja mis pesadillas. Porque esa voz,
me devuelve la paz. Y ya no tengo miedo, porque escucho su risa. Y puedo
dormir y descansar en la noche.
Y aún cuando mi corazón esté descontrolado, me siento feliz, por escuchar esa
voz y esa risa.
Capitulo 4
Cuando él me mira...
- Doctor – me dice Baekhyun – Es hora de su función.
Mis niñas deben estar ansiosas esperando por mí. Debo hacerles una
evaluación minuciosa, para ver cómo andan con los movimientos de sus
cuerpitos.
Peluca y nariz. Me miro en el espejo. Como siempre estoy divino. Hoy estoy de
estreno. Esta nariz está más grande y bonita. Mis niñas la van adorar.
Ya sé que debería frenar eso. Si me descubren que estoy dándoles vía libre, me
van a bajar el pulgar ¡Pero es que se ven tan bonitos juntos! Yo sé que Jongdae
y Minseok, se están curando mutuamente. Así que confío en que mi decisión,
sea la mejor.
Sigo caminando otro poquito y ¡Dios! ¡No puede ser! ¡El Ángel Guardián está en
el hospital!
Saco pecho. Camino de lo más natural. Miro de reojo. Hago como si no miro.
Pero ¿por qué chorreo sudor? Hay no. Recordé que llevo mi narizota y mi peluca
multicolor.
Jongdae levanta la mano ¿Debería ir? No. Mejor no. Mejor levanto mi manito.
Porque...porque estoy apurado.
Sigo caminando más rápido. Quiero salir de ahí. Llego a la puerta. Abro la
puerta. Ahora estoy en otro sector. Ahora sí respira Yixing. Respira. Corazón
hazme caso. Baja las revoluciones o ¡Te mato!
¿Pero qué se ha creído que es? Ni que fuera un dios, con ese traje impecable. Ni
que fuera lindo, con ese peinado de peluquería. Ni que fuera precioso con esos
ojazos negros penetrantes. Ni que fuera bello con esos labios brillantes. Ni que
fuera... taaaaan lindo.
Ya está. Es por esto que lo hago. Verles la carita llena de felicidad me basta y
me sobra para ser feliz.
Cuando veo a mi niña agitada, la dejo en su silla sentada, para que descanse.
- ¡Canta doctor! - pide Sun Hee - Cántame la canción de ayer - dice con tonito
dulce y se me caen las babas de ternura - por favor.
Soy un maestro en el piano. Así que me preparo bien para mi concierto. Pongo
mi instrumento en la mesita. Me siento en la silla. Me quito peluca y nariz para
ver mejor y doy inicio a la gala.
Mis niñas me siguen el ritmo. Les gusta cuando le hago el sonido de los
animalitos también.
Y si ves un cocodrilo
no olvides gritar..."
De pronto siento que mi corazón comienza a latir como tambor. Ya siento hasta
cosquillas en la panza. Pero sigo con mi función.
Es que lo veo, así todo serio. Con ese traje impecable. Con ese cabello tan bien
peinado. Con esos ojos tan grandes. Con esa mirada tan penetrante. Con esos
labios tan duros. Y ese rostro tan...tan...tan... precioso.
Y yo, soy todo un desastre, porque siento que goteo sudor. Mi remera de Mickey
está gastada. Mi pantalón, está todo roto. Mi guardapolvo desordenado. Y mis
pelos...todos parados.
Se nota que no sabía, porque tiene los ojos abiertos como platos. Pero me siento
acalorado. Y hasta creo que mis cachetes están rojos. Porque Kim Junmyeon
me está clavando la mirada y a mí me da vergüencita.
- Jongdae ¿Me vas a cantar una canción? –dice Young Mi, gracias a Dios.
- Lo siento princesa, pero tengo que hacer otras tareas. Pero el príncipe
Junmyeon se puede quedar un ratito. Él canta genial. Es mejor que yo.
- ¡Canta príncipe Junmyeon! – exclama desde su cama Sun Hee feliz - ¡Por
favor!
- Yo no sé...
- ¡Vamos Junmyeon! – lo animo feliz – Mira el público precioso que tienes ¡Yo
toco el piano y tú cantas!
- Yo quiero la canción de la película "Cinderella" – dice Sun Hee con sus ojitos
bien abiertos – La de la banda azul.
- ¿La sabes?
- La canción – me indica.
- ¿La canción?
Yixing estúpido. Estúpido Yixing ¿Tienes que ser tan evidente babeándote por
él? ¡Disimula!
- ¿Vamos de nuevo?
- Si.
La banda azul.
Me amas tú.
Rey soy para ti dilly dilly,
Tú reinarás.
Quién te lo dijo...
Mi corazón..."
Qué bonito cantamos. Tan así compenetrado estoy, que he empezado a bailar
con mi pequeña en brazos. Seguimos cantando y cantando por un largo rato.
Mientras Junmyeon sigue tocando. Sun Hee nos sigue el ritmo y también
comienza a cantar contenta.
Miro los estudios. Analizo casos. Y me río cuando recuerdo a mis pequeñas con
el príncipe Junmyeon. Así lo han llamado. Príncipe Junmyeon.
Me salgo del hospital. Saludo a todos con una reverencia. Voy a casa. Estoy
súper molido. Camino al estacionamiento. Mi bicicleta me espera.
La voz me resulta familia. Pero no creo que Junmyeon pueda pegar esos
insultos. No.
Bajo hacia el metro. El calor del aire del subterráneo me golpea, pero no me
ahoga. Me paro en el final de las escaleras. Saludo al guardia que ya me conoce
bien. Dejo la bici en un costado.
- Muy saludable. Gracias por los consejos para las jaquecas ¿Y usted cómo está?
- Así es.
Hoy le toca el turno de "Kiss me" de Ed Sheeran. Es que para mí, a pesar de las
cosas duras, todos los días son el mejor día que jamás he vivido.
Cierro mis ojos y doy lo mejor de mí. Ojalá hoy también tenga suerte y me
pueda comprar algo rico de comer.
y cúbreme,
y abrázame,
túmbate conmigo,
y sujétame en tus brazos.
enamorarse,
estamos enamorándonos...
Termino mi canción. Sin abrir los ojos, sonrío. Sé que mis hoyuelos encantan.
Siento los aplausos de la gente a mi alrededor. Estoy acostumbrado. Debo
admitirlo. Pero siempre me siento feliz de hacer feliz.
Pero hoy. Hoy es diferente. Porque mis mejillas sientes un calor poco común.
No es el calor del metro. Es un calor diferente. Siento cosquillas en mi barriga.
Y mi corazón... mi corazón está descontrolado.
El tren se está yendo. Abro mis ojos. Alguien ésta agachado dejando su dinero.
Yo sonrío y digo amablemente.
- Gracias...
Allí parado en frente mío está él. Y yo sé que solo me pongo en ese estado
cuando Kim Junmyeon me mira.
Capitulo 5
"Cuando estoy cerca de Zhang Yixing"
Las pequeñas sonríen y yo por primera vez siento que puedo relajarme. No
tengo que ser correcto, porque esto es perfecto por sí solo. Aquí, con el doctor y
las pequeñas, cantando y bailando, se siente todo tan bien.
De repente suena mi celular. No quiero atender, pero me fijo quién es. Es Eun
Ji. No puedo no atender.
Yixing sigue jugando con las pequeñas. Y yo me siento mal por lo que he dicho.
Me siento furioso conmigo mismo. "Algo sin importancia" ¡¿Cómo he podido
decir eso?!
- Solo quería recordarte de la cena de esta noche. Mis padres estarán contentos
de verte y...
- ¿Cómo?
- ¿Dónde están? – le pregunto a una enfermera que pasa por allí - ¿Las
pequeñas de la habitación y el doctor Zhang?
El doctor Zhang Yixing está todos los días aquí. Camino por estos pasillos. Pasa
por estas habitaciones ¿A cuántas personas ha curado? ¿A cuántas personas ha
sanado? ¿A cuántos les habrá regalado su sonrisa?
Doctor Zhan Yixing. Quien afirma que la risa cura y el amor salva.
Sonrío cuando mi cabeza traza cada línea de su rostro. Sonrío cuando mis
pensamientos se detienen en esos hoyuelos preciosos. Sonrío cuando recuerdo
su mirada tan inocente. Sonrío cuando recuerdo el brillo de sus labios.
¡Dios! ¡En qué estoy pensando! ¡Ese hombre está desquiciado! Vaga por el
mundo con esos jeans rotos y su remera de Mickey. Cualquiera diría que está
loco. Sobre todo si tengo en cuenta su peluca y su nariz de payaso.
Y ahí está de nuevo él. En medio del pasillo hablando con alguien. Pero...
¿Quién será ese otro doctor? Bueno. Es un colega. Deben estar intercambiando
información. Pero... pero ¿es normal que tome a Yixing de los hombros cuando
camina? ¿Acaso Yixing deja que todo el mundo lo agarre así para caminar?
¿Acaso siempre tiene que reírse con todo el mundo de esa forma?
- Eso. Sí – digo porque recuerdo que quiso hacerlo, hasta que yo me encontré
con Yixing – ¿Cuál era el favor?
- ¡¿Qué?! ¡No!
- No es ético que use gente para eso Jongdae – digo un poco preocupado
¿andará en algo raro?
- Está bien – le respondo sin estar muy convencido – Pero que no sea nada
malo, porque te juro que yo mismo...
Después de repetirme varias veces lo mucho que me quiere y que soy el mejor
hermano del mundo, le corto. Me sonrío. En qué andará mi hermano. Ha estado
raro. Pero lo he visto bien.
Me vuelvo para abrir la puerta del auto. Me subo. Lo pongo en marcha y...
¡¿Podría pasar algo peor hoy día?! ¡El maldito coche no arranca! Pruebo una
vez. Pruebo otra. Y a la tercera ya golpeo el manubrio con furia.
Grito varias veces y golpeo con mi pie el maldito auto que me ha abandonado.
Me agarro los pelos y con fuerza me los peino para atrás. No sé si esperar o
tomarme un taxi. Tomo mi móvil y llamo a un empleado.
- De acuerdo.
- ¿A cuánto estás?
Charlamos un rato. Le estoy dando las cosas del auto. Veré si puedo tomar
rápido un taxi. Cuando de repente lo veo caminar rápido. Se está yendo en
¡¿una bicicleta?!
Bajo hacia el metro. El calor del aire del subterráneo me golpea, pero no me
ahoga.
Entonces escucho esa voz. La voz que me ha sacado de mis pesadillas. Que me
ha salvado en mis sueños. Está...cantando.
y seré tu seguridad,
y tú serás mi señor.
La gente lo rodea. Y él está ahí, sonriendo. Cantando con sus ojos cerrados.
Pero está feliz. Sabe que lo observan, pero eso no le importa. Él sigue cantando
y tocando con sus preciosas manos su guitarra con precisión.
- ...Tu corazón está contra mi pecho,
enamorarse,
estamos enamorándonos.
Lo miro. Sólo me quedo parado entre la multitud. Como si fuera otro que quiere
seguir disfrutando de lo que está regalando. Dios. Cómo puede alguien de una
manera tan sencilla transformar completamente tu existencia. Cómo puede
alguien hacerte dudar de la vida que has estado llevando hasta este momento.
- Sí, he estado sintiendo todo,
de la lujuria a la verdad.
enamorarse,
estamos enamorándonos,
estamos enamorándonos.
¿Quién podría tener el privilegio de tener esos labios? ¿Quién podría llegar a
ganar su amor? ¿Quién podría ser quien lo enamore? De pronto querría ser yo.
Yo. Kim Junmyeon.
estamos enamorándonos.
Escucho el chirrido del tren que está llegando. La gente se sube rápido. Yixing
es como si hubiera calculado los tiempos. Me sonrío al darme cuenta de eso.
Aprovecho ese instante en el que puedo verlo bien. Yixing. Zhang Yixing. No
creo que se dé cuenta de lo bonito y precioso que es. Yo he visto lo que genera
en las personas que lo han estado viendo.
Se han detenido para escucharlo. Pero también se han detenido para verlo.
Igual tengo la idea que él no se da cuenta. Es demasiado ingenuo. Será muy
inteligente en su área, pero lo bello que tiene, es ese corazón inocente. Y yo no
puedo hacer otra cosa más que mirarlo y adorarlo, más cuando me doy cuenta
que sus mejillas están coloradas.
Cuando suena la alarma de que el tren está por partir, me acerco y dejo un
billete también en su gorra. Lo escucho que me dice.
- Gracias.
Corazón por favor, contrólate de una vez. De pronto me he dado cuenta que mi
pecho sube y baja descontrolado, pero debo mantenerme cuerdo.
- Porque imagino que alguien como tú, debe tener uno de esos autazos terribles
de ricos.
Me río. Me mira con esos ojazos terriblemente lindos y yo no puedo dejar de ver
su expresión tan aniñada.
De repente escucho el chirrido del tren que viene. Él mira en esa dirección y me
sorprende con lo que dice sonriendo.
Yixing se larga una terrible carcajada. Me mira fijo. Toma entre sus manos mi
rostro. Luego me pellizca los cachetes y me dice en tono seguro.
Es que sólo quiero seguir viendo esos ojos. Quiero seguir viendo esos cabellos
despeinados. Quiero disfrutar más tiempo de esa sonrisa tan perfecta y esos
hoyuelos preciosos.
Esto es lo más loco y desquiciado que he hecho en mi vida. Siempre yo, Kim
Junmyeon tan estructurado en todo, nunca jamás había desviado mi camino
por nada extraño.
Es que cuando estoy cerca de Zhang Yixing, mi corazón palpita con fuerza.
Cuando estoy cerca de Zhang Yixing, vuelvo a sonreír. Cuando estoy cerca de
Zhang Yixing, mis pesadillas se alejan.
Capitulo 6
Con un Beso, le entregué mi Corazón
- Zhoumi...
- Yixing...
- No quiero...
- ¡Ya vístanse de una vez los dos! – pega el grito Minho, que también tiene que
ir a esa gala - ¡Yixing! Vergüenza debería darte de andar haciéndote rogar ¡Es
el Presidente de la República!
Los dos se me quedan viendo con los ojos reprobatorios que me dan miedo.
- Es que no sé...
Me pongo el traje de gala que me han dado. Me miro en el espejo del baño. Me
peino. Ya ni recordaba lo que era peinarse. Salgo. Ahí están mis dos
compañeros ya listos. Se dan la vuelta cuando escuchan que entro. Me miran y
abren bien los ojos como platos. Es que nunca ando así de formal.
- Yixing ... - balbucea Minho – Deberías usar traje. Siempre andas con esos
trapos y...
- Claro... - me responde.
Nos bajamos. Hay por todas partes gente de seguridad. Nos piden identificación
para ingresar. Me siento terriblemente raro en ese lugar. A medida que avanzo
esa sensación se incrementa. Es que de verdad esta gente debe ser muy, muy
rica.
Beneficencia. Dicen que es una fiesta de beneficencia ¿No era más simple
donarlo todo? Bueno. Cada uno con su lógica.
Todos aplauden y lo victorean. Y yo no puedo hacer otra cosa más que mirar al
hijo del Primer Ministro, mientras desciende con sus padres.
Es tan sublime. Está ahí tan en lo alto. En su pedestal. Arriba. Donde tiene que
estar. Con ese porte de líder impecable. Y yo, estoy aquí. Abajo.
- ¿Yixing? – me habla Zhoumi y veo que me estira una bebida – ¿Estás bien?
- Claro... - digo y me sorprende que me haya preguntado algo así - ¿por qué
preguntas?
Pienso unos segundos. Agacho la cabeza. Estoy serio. Muy serio. Hasta siento
que he fruncido el entrecejo. Y le digo.
- Creo que no debería haber venido. Eso es todo...
- Come... Es caviar.
- Para mí es moco negro – le digo con total sinceridad.
- Porque tengo hambre. Ahora entiendo por qué todos están tan flacos. No sólo
es horrible esta comida, sino que apenas es un punto en medio de un plato
terriblemente grande.
Una chica está a su lado. Es linda. Parece divertida. Habla. Le susurra al oído.
Él sonríe. De pronto nuestros ojos de encuentran. No es idea mía. Él me está
mirando.
No quiero seguir escuchando. Creo que se me están cerrando los ojos. Quisiera
bostezar pero no puedo. Hasta que vuelvo a ver esa mirada. Se está clavando en
mí. Sé que me está mirando a mí. Incluso mientras esa chica sigue
susurrándole cosas al oído, él parece observarme.
Todos aplauden. Miro a Zhoumi. Asiente con la cabeza. Se supone que nos
están aplaudiendo a nosotros.
- Muy bien gracias – me dice mientras sirve bebida en las copas – Trabajando
como verá.
- De verdad que está duro conseguir trabajos de medio tiempo. Así que estoy
contento.
- Si necesitas algo, hazme recordar. Veremos de conseguir algo por ahí – le
comento y ya estoy pensando en Sang Woo.
- Pero son los mejores de Seúl – asegura nuestro director – Gracias a ellos el
área de investigación es una de las más reconocidas en el mundo.
- ¿Quién la dirige?
Eso sí que me ha sorprendido. Y yo pensé que Kim Bum era malo. Debe ser que
no quiere que hable mal de Jongdae. Igual jamás lo haría. Mi muchacho es
bueno en todo.
- Kim Jongdae – recuerda el hombre – Claro. Qué gran muchacho Kim Bum.
Hacer un voluntariado para ayudar desinteresadamente. Tienes unos hijos
maravillosos ¿Qué piensa de eso doctor Zhang?
- Lo mismo señor Presidente. El Primer Ministro debe saber bien que Jongdae
es un muchacho maravilloso. Es muy generoso y diligente en lo que hace.
¡Toma! Me recuerdo cuando dijo que Jongdae era "un bueno para nada". Espero
que le haya quedado claro que no tiene idea del tesoro que tiene. Se ve que no,
porque me mira con los ojos desorientados.
Se retiran después de felicitarnos a cada uno por nuestra labor. Nos sentamos.
Algunos de mis compañeros se han ido a bailar o hacer sociales. Zhoumi hace lo
mismo.
Todos están en su mundo. En medio de esa multitud veo a Junmyeon que sigue
bailando con su novia. No tengo nada que hacer ahí. Y tengo que pasar el rato.
Yo sigo comiendo mi cena. Sonrío. Sé bien quién es. Conozco esa voz.
- No – le digo tranquilo.
Sé que se me han escapado unas migas fuera. Pero no me importa. Mira que
venir a tratarme de esa manera. Yo ni quiero su compañía.
- Gracias.
- Me gusta el jugo.
- ¡Claro! – le digo con mi tonito sarcástico – La noche estaba tan linda que
viniste a tomar aire a kilómetros de la mansión, justo donde estaba yo.
- ¿Por qué no te vas a seguir bailando con tu novia? Debe estar extrañándote.
Quiero irme, pero él me retiene del brazo y aunque me quiero zafar, me aprieta
y me acerca a él.
Sus labios. Sus labios se estampan en los míos. Sus labios rudamente se
estampan en los míos. No me ha dado tregua para expresar lo que siento. No
me ha dejado decir una sola palabra. Sólo se ha apoderado de mí. Sin permiso.
Y yo... yo lo he dejado.
Estoy perdido. Y por primera vez no me importa. Estoy perdido en esos labios
cálidos y carnosos. Cierro mis ojos. Abro mis labios. Siento su lengua. Parece
más desesperado que yo. Toma mi cintura. Me pega a su cuerpo.
Cómo besa. Cómo besa Kim Junmyeon. Besa de forma desenfrenada. Me cuesta
seguirle el ritmo. Es como si con su lengua, quisiera penetrarme hasta el fondo.
Como si con ese beso pudiera saber qué le pasa a él conmigo. Yo puedo sentir su
corazón furioso que palpita fuerte contra mi pecho. Y sé que él puede sentir el
mío.
Sus manos fuertes, sólo tratan de sostener mi cuerpo, por el poder que descarga
en mí. La rudeza con la que se ha amarrado a mí. Me ha exigido abrir mi boca
por completo y sentir su aliento que hierve de furia. Yo sé qué le pasa. Está
furioso porque no quiere sentir lo que está sintiendo por mí.
De pronto se aparta.
- Yixing... no puedo...
Sé lo que piensa. Tiene novia. Una novia que ha dejado allá dentro. Mientras
está aquí conmigo, besándome.
Me acusa y yo también querría hacerlo. Está tan furioso consigo mismo, como
yo conmigo. Esto es terriblemente doloroso.
- ¡Cómo demonios te saco de aquí! - me dice con la mano en su pecho - ¡Si te
metiste hasta en mis sueños Yixing!
Entonces siento que se aferra de mí por detrás. Sus brazos fuertes me rodean.
Yo de nuevo intento zafarme. Porque sólo puedo pensar que me va a hacer
sufrir. Ya me está haciendo sufrir.
Cuando siento que se ha apartado de mí, le digo con la fuerza que no tengo:
Acomodo mi traje. Borro las lágrimas de mi rostro. Camino rápido y con paso
seguro hacia el salón. No escucho nada. El gentío hace que me sienta perdido.
Me doy la vuelta para irme. Tenemos un inmenso pasillo por delante. Y allí
está de pie, en medio de nuestro camino. Tiene las manos en los bolsillos. Me
mira fijo. Está molesto y yo sé por qué. Zhoumi me ha tomado desde el hombro
y me dirige el camino.
- ¿Ocurrió algo?
- No – le respondo.
- No parece – me insiste.
- No sé a qué te refieres.
- A eso – me dice y mueve su cabeza hacia atrás, observando algo por el espejo
retrovisor.
- Claro...
Zhoumi pone en marcha el auto. Junmyeon sigue inmóvil. Y de repente veo que
hace un gesto. Se toca los labios con sus dedos.
Se ha tocado los labios. Porque sabía que yo no podría dejar de pensar en ese
beso. Ese beso en el que estúpidamente le entregué mi corazón, muy a mi
pesar. Porque le he dado mi corazón y él no sabe qué hacer con él...
Capitulo 7
"Él cuidará mi corazón"
Mi hermano me ha pedido investigar todo de Kim Minseok. Tengo sobre mi
escritorio las hojas desparramadas del expediente del muchacho. Las tomo y
las guardo en un sobre marrón. Y ahora estoy seguro que Minseok es más que
un "amigo".
Abro el otro sobre que está al lado. Saco los papeles y veo su foto. No me
cansaría jamás de ver el rostro de Zhang Yixing.
Leo. Hay datos de Yixing desde pequeño. Pero su historia de los primeros 7
años es un misterio. No hay nada de él. Eso me pone inquieto. Es como si su
vida hubiera comenzado cuando el juez Sang Woo lo adoptó, pero sin quitarle
su apellido de nacimiento.
Y del "ahora" entiendo muchas cosas. El por qué de sus pantalones rotos. El por
qué de sus remeras desgastadas. El por qué de su bicicleta.
Veo las fotos de Yixing y en su expediente figura que su sueldo va para la paga
de hoteles y albergues de familiares de sus pacientes, para que no los saquen
del hospital. Sobre todo de los pequeños. Por eso hoy ya no tiene auto. Y por eso
junta dinero cantando en el metro. Come de eso.
- Disculpa que sea entrometido, pero... ¿Tiene que ver con el doctor que
mandaste investigar?
- ¿Si?
Tengo una empresa dedicada a bienes raíces. Pocos lo saben. Es lo que hice con
el dinero de la herencia de mi madre. Mientras estudio mi segunda carrera,
atiendo la empresa. Mi nombre poco aparece. La dejo que funcione por sí
misma y en manos de Yesung.
Yixing. En estos últimos días mis sueños aterradores han sido calmados por
Yixing.
No debería haberlo hecho. Él fue más centrado y prudente que yo. Sabía que
ese beso no debería haber ocurrido. Porque ahora quiero más. Y recién ahora
me doy cuenta que elegir, no es un lujo que me pueda llegar a dar.
Entro por la recepción del hospital. Miro hacia todos lados. Tengo la esperanza
de encontrarlo, pero no lo veo. Mi hermano me sorprende desde atrás. Llegó el
momento de hablar con él de Minseok.
- Gracias. De verdad.
Mira unos tubos de ensayo. Toma notas. Mete tubos de ensayos en unos
aparatos. Se fija en la computadora. Toma de nuevo notas. Repite los mismos
procedimientos una y otra vez. Se le nota lo obsesivo con su trabajo.
Puedo ver sus ojos cansados. Su postura inclinada. Sus hombros caídos.
Escucho una puerta abrirse y él sale hacia el pasillo. Solo lleva guardapolvo. Se
había ido a cambiar. Yo sigo apoyado en la pared.
- Mi trabajo es así.
- Me han dicho que estás trabajando de más ¿Por qué? – reclamo como si
tuviera derecho.
Me muevo hacia él. Quiero tenerlo cerca. Ahora que lo veo, me doy cuenta que
lo he extrañado. Lo necesito conmigo. Pero él retrocede. Entonces le digo
molesto.
- No hagas eso.
- Hacer qué...
- Te espero.
- No me importa.
- No te pregunté si querías.
Lo he descolocado con mi afirmación. Jamás me había pasado en la vida ser tan
posesivo con alguien. Me espanta el hecho de que quiera dominarlo aún si él no
me lo permitiera.
- No tengo sueño.
Está más delgado que la última vez que lo vi. Tiembla. De pronto me asusto
porque pierde el equilibrio. Y en lo que intenta alejarse de mí se desploma.
Desesperado alcanzo a agarrarlo antes que llegue al suelo ¡Dios! ¡Está sudando!
Él parece aturdido. Le noto las ojeras terribles que tiene y los labios resecos. Se
me zafa de mis brazos y se apoya como puede en la pared.
- No me toques... No te acerques... – me dice y hace el intento de irse.
- Sostente de mí – le ordeno.
- No...
- No es asunto tuyo.
Si él quiere hacerse el rudo, voy a tener que jugar el mismo juego. Ahora me
doy cuenta de lo peleador que puede llegar a ser mi doctor. Y yo de lo obsesivo
y controlador.
Él es doctor. Deduzco que sabe bien lo que le van a hacer. Y yo no soy tonto. Le
pondrán suero.
- Yixing... debo...
- ¿Así cómo?
- Así se mandón.
- Sólo contigo – y es verdad, pero no me ha dejado opción.
- No tienes derecho.
- ¿Te pregunté?
- Hacer qué.
- ¿Y cómo te miro?
- Sí lo tengo.
- No hagas eso.
- Hacer qué.
- A la derecha.
Yo obedezca. Se sujeta de mí con fuerza. Apenas si pasa una que otra persona.
Nos miran extrañados, pero yo hago como si nada.
Veo el armario. Leo en un pequeño rótulo "Zhang Yixing". Lo dirijo ahí. Él abre
su compartimento y yo tomo sus cosas. Entiendo que apenas puede mantenerse
en pie.
Salimos. Nos dirigimos a la recepción. La buena mujer se encuentra allí.
Pasamos e Yixing ni se ha dado cuenta que la señora me ha guiñado el ojo y yo
le sonrío agradecido. De verdad que estoy muy agradecido.
Subo. Le toco de nuevo la frente. Ahora está dormido. Acaricio su rostro. Es tan
suave y tan vulnerable así como está, que no puedo hacer otra cosa más que
cuidarlo y protegerlo.
Llegamos a destino. Me bajo del auto. Abro la puerta del lado de Yixing. No sé
si está dormido o se ha desvanecido. Lo alzo entre mis brazos. Entonces él pega
un respingo. Sé qué le pasa. Ha desconocido el lugar.
- Así cómo...
Quisiera que estuviera sano. Pero no lo está. Así que yo lo curaré. Yo lo cuidaré
y lo protegeré.
- Déjame caminar.
- No – digo aferrándolo a mí con fuerza.
- No puedes sostenerte.
- Déjame probar.
- No Yixing.
Escucho que gime. De repente me siento mal, porque gime. Está llorando. Y yo
entonces lo dejo rápido en un sillón. Me angustia pensar que algo le duele.
Toco sus brazos, su cabeza, sus manos. Pero él me dice llevándose la mano
derecha a su pecho.
Lo abrazo con fuerza. Cierro mis ojos porque a mí también me duele ahí.
- Tú eres así... Tú eres lo que yo no puedo tener... - murmura y sigue
gimiendo – Tú estás allá arriba y yo estoy ahí abajo... Lejos... muy lejos...
Así como está, le quito su guardapolvo. Es todo de lo que lo voy a despojar esta
noche.
Lo alzo entre mis brazos. Lo recuesto en mi cama. Aplasto unas aspirinas y las
mezclo en el agua energizante que hago que tome. Toco su frente. Busco rápido
una toalla que he humedecido en agua y se la pongo en la frente.
Murmura de nuevo, abriendo apenas sus ojos preciosos, pero apagados del
cansancio.
- No te vayas – suplica.
- No me iré – le prometo.
Yixing es perfecto y hace perfecto todo lo que me rodea en este instante. Jamás
me había sentido acompañado. Él es la mejor compañía. Aquí a mi lado, hasta
creo que puedo descansar más tranquilo. Y estoy convencido de que ya no habrá
pesadillas.
Pasan las horas. Yo sólo puedo verlo dormir. Algo me mantiene inquieto. Trato
de entender por qué no quiere soñar, por qué tiene miedo a dormir.
Duerme. Duerme pero no está tranquilo. Puedo notar que algo lo tiene en un
sueño extraño. Frunce el entrecejo. Puedo ver sus ojos que van y vienen
nerviosos a pesar de que sus párpados estén cerrados.
De pronto murmura:
- ¿Yixing? - murmuro.
Dudo en tocarlo. No quiero ser parte de esa tortura en que está metido. Yo sé
que le duele la espalda. Le duele y está sufriendo por eso gime y yo estoy que
me siento un inútil. Ahora entiendo por qué me pidió que no lo dejara soñar. No
quería dormir.
- ¡Yixing!
- ¡Yixing!
- ¿Me vas a cuidar? - escucho que dice con tono esperanzado pero sin dejar
de llorar.
Me deja que lo toque y por fin puedo tomarlo entre mis brazos. Se hunde en mi
pecho y gime ya calmándose.
- Ya Yixing... shhh...
Lo recuesto de nuevo como estábamos. Me toca con un dedo una lágrima que
todavía sigue corriendo por mi cara y me dice.
- Si.
- ¿Está lastimado?
- Si.
Se arrima más a mí. Yo dejo que lo haga. Así de costado, se acurruca, apoyando
su cabeza en mi pecho. Yo entiendo. Está analizando los latidos de mi corazón.
- Junmyeon...
- Dime Yixing...
Le toco su rostro, como si pudiera verlo, percibo en mi mano que pasa por su
mejilla, su hoyuelo precioso. Y me doy cuenta que la fiebre ha cesado.
- Junmyeon...
- Dime Yixing...
- ¿Vamos a dormir?
DmQ
Capitulo 8
"Él tiene derecho..."
Anoche tuve el mejor sueño de mi vida. Porque él dijo que me iba a cuidar.
Porque él dijo que me iba a proteger. Y me aseguró que todo iba a pasar. Y que
ya nadie me iba a lastimar.
"Yo cuido tus sueños y tú cuidas mi corazón", me dijo en mis sueños. Mi Ángel
Guardián. Junmyeon.
Abro mis ojos ¿Dónde estoy? Quedo rígido en ese sitio, donde me sigo sintiendo
a gusto. Debo reconocerlo. Pero, no es mi cama. Hay sábanas de raso...
Me revuelvo y me agarra con más fuerza. Igual no se siente para nada mal.
Pero mi razón me dice que tengo que seguir luchando por zafarme de ese divino
amarre.
- Ya deja de luchar – me dice él con ese tono tan seguro que me mata.
- No.
- Si no me dejas opción...
- ¡¿Estás loco?!
- ¿Así cómo?
- ¡Como si tuvieras derecho! - le reclamo molesto.
- ¡No!
- Sí.
- ¡No!
- Sí.
- Junmyeon... – balbuceo.
Mis puños están apretados. Mis brazos se mueven duros. Mi mandíbula está
tensa, y sudo de la ira que tengo.
- ¡JUNMYEON!
- No deberías...
Pero yo lo agarro de la solapa del pijama que lleva puesto y lo estampo contra
una pared. No sé dónde diablos estoy, pero ni me importa. Lo quiero matar. Ha
hecho algo que no debía.
- ¡Yixing cálmate!
- ¡NO! – estoy ciego de la furia - ¡TÚ NO TIENES DERECHO! ¡TÚ NO
TIENES!
- ¡Eres un maldito Junmyeon! – digo peleando con todas mis fuerzas por
liberarme – ¡Tú no tenías... derecho!
Grito con todas mis fuerzas para terminar estampándole mi puño en su rostro.
El primer golpe le ha impactado, pero el segundo ya no. Me agarra de nuevo
con fuerza como antes y me amarra entre sus brazos.
- ¡SUELTAME! ¡DÉJAME!
- ¡No!
Me desarmo por completo. Mi sueño. No fue un sueño. Fue él. De verdad. Fue
él.
Como un niño me largo todo ese dolor. Los recuerdos son vagos, pero el dolor
está clavado en mis sueños. Revivo noche tras noche esa pesadilla. Y desde que
lo conocí, él me ha sacado de allí. Y anoche, otra vez me sacó de allí, pero fue él
realmente.
- Si.
- No me mientas...
- No te miento.
Cierro mis ojos para sentir los latidos de su corazón. Es fuerte. Y late acelerado.
Yo sé por qué me explica. Porque tiene temor de que me quiera escapar si hace
algún movimiento repentino. No quiere espantarme. Y yo me abandono a él.
Me saca del lugar y me dirige a otro espacio. Yo ni veo dónde estaba ni dónde
me lleva. Es que no puedo dejar de verlo. Las luces se reflejan de su sombra. Es
más de lo que yo pensé que podría existir.
Él está ahí, sirviéndome el café, como si todo esto fuera natural. Como si todo
esto fuera normal.
Yo miro a la mesa perplejo. Tomo dos terrones y los pongo en mi taza. Eso
puedo hacerlo solo. Lo miro.
Me coloca la tostada. Era para mí. No digo nada. Se me perdieron las palabras.
Es que... con palabras no habladas, esto es una devoción silenciosa. Yo lo estoy
venerando con mis ojos.
Dios... Recién me doy cuenta que pienso la letra de la maldita canción que me
hace sentir esas cosas que no debería estar sintiendo. Elevo mi cabeza. Atento a
la melodía. Entrecierro mis ojos. Trato de hacer memoria.
Descubro cosas de tí
- Hay muchas cosas sobre las que quisiera preguntarte Yixing. Dime a cuál
te estás refiriendo.
Se queda pensativo unos segundos. Yo siento tanta sed que me tomo todo el
jugo. Dejo el vaso y él vuelve tranquilo a servirme más. Entonces me dice.
- Entiendo que te hayas enojado. Entiendo que jamás nadie las haya visto y
que no querías mostrarlas.
Mientras que con una mano sostiene mi mejilla, con la otra seca mis lágrimas.
Y yo cierro mis ojos. Él parece ser tan angelical en su tranquilidad. Y su mano
es tan cálida... por eso me entrego a cada palabra que se clava en mi corazón.
- Pero tengo que pedirte perdón por algo – dice preocupado y yo abro mis
ojos para ver qué fue lo que pasó.
- ¿Por qué?
Esos labios cálidos y carnosos me reciben. De nuevo ahí está él. Desenfrenado
queriendo tomar el ritmo. Y yo lo dejo. Estaba desesperado.
Siento que me agarra y me eleva hasta ponerme sobre sus piernas. Nunca
aparta sus labios de los míos.
Meto mi lengua hasta el fondo, como si quisiera tomar todo el aire de sus
pulmones y muerdo su labio de nuevo. Suavemente muerdo ese labio que me
mata de placer besar.
Ya no hay más palabras. La música sigue sonando. Me gusta esa canción. Así
puedo venerarlo mejor. Haciendo lo que a él le gusta que le haga.
Hoy no le pediré que me haga lo que más me gusta. Hoy no será el día. Pero,
como ya lo ha hecho y tiene derecho, le pediré que haga lo que hizo cuando
estaba dormido. Porque él ya tiene derecho a hacer conmigo lo que quiera.
Como yo me siento con derecho a hacerle ahora lo que le hago perfecto.
Adueñarme de los labios de Junmyeon.
Capítulo 9
"Te Amo"
Dios. Adoro esos labios hinchados. Son la huella de mi paso por allí. No me
aguanto por eso. Me pongo de pie y vuelvo a besarlo. Lo amarro de la cintura y
lo pego a mí. Lo presiono contra mi cuerpo y él lanza un gemido de placer.
Pero igual salta de un respingo como asustado. Yo entiendo y debo respetar sus
tiempos. Con él debo ser delicado y mi brutalidad debe contenerse.
- Disculpa... – le digo.
- Porque sé que soy poco delicado – digo con un suspiro – Y lo peor es que es
sólo contigo. Tú me pones así...
- ¿Me pides disculpas y me hechas la culpa? – dice sonriendo y esos hoyuelos
que tanto he extrañado se hacen presentes.
- ¿Necesitas ayuda?
- Era broma –le digo para relajarlo – Usa lo que quieras. Saca lo que necesites
de mi armario. En el baño hay toallas disponibles.
- Gracias – me dice nervioso – Solo quiero saber dónde pusiste mi mochila.
Tengo ropa ahí.
Levanto mi cabeza. Me siento en una silla del living. Miro en dirección al baño
de mi dormitorio.
Cierro los ojos. Me doy unos golpecitos en la cabeza con mis dedos. Trato de
mandarme a mi cuerpo a volver a su estado, pero no hay forma. Lo tengo
parado y hasta me duele. Así que me dirijo al baño del dormitorio de huéspedes
y rápido abro la ducha, pero fría.
Entonces lo escucho cantar. Canta una canción de esas que le debe cantar a sus
pequeños en el hospital. Esta feliz de nuevo. Me río.
No sé cuánto tiempo pasa. Ya he entrado en calor. Es normal que esté una hora
en mis ejercicios.
Cuando siento que ya me he controlado lo suficiente, me detengo agitado. Miro
la hora en mi móvil. Lo he dejado en silencio. Tengo llamadas perdidas y
mensajes en whatsapp pero ni me importa. ya es la media mañana.
Me quito los guantes. Estoy chorreando sudor. Pienso en darme una ducha.
Pero primero veré si Yixing ya ha acabado. Ya no siento el ruido del agua.
Me acerco y lo cubro con una manta para que no tenga frío. Debe estar agotado.
Me agacho y toco esos preciosos labios, sus mejillas adorables y sus cabellos
mojados.
- Mi Corazón – le susurro.
Si. Él es Mi Corazón.
Quisiera ya que fuera mío por completo. Pero no puedo hacer eso. Sólo le doy
un beso en la frente y ya me levanto para salir rápido de ahí.
¿Quién se las habrá hecho? ¡¿Quién fue el maldito que se las hizo?! ¡¿Quién
demonios se atrevió a hacerle daño?! ¡¿Quién está en sus pesadillas?! ¡¿Quién lo
arrastra cada noche a ese infierno?!
De pronto veo la luz de mi celular que se enciende. Alcanzo a leer que se trata
de mi hermano. Entonces me freno. Y atiendo.
- ¿Pasó algo?
- ¡¿Miedo tú?!
- Si.
- Kim Jongdae tiene miedo – digo en tono sarcástico – Debe ser grave. Jamás
has tenido miedo a nada.
- Estás agitado.
- ¡¿Sigues en el ring?!
- No. Ya lo dejé.
Y es verdad. Una de las tantas veces que papá me mandó a ver si "todo estaba
en orden" con Jongdae, descubrí que estaba metido en peleas clandestinas.
No era él quien peleaba. Era quien las organizaba. Me metí al ring. Me sentí
atraído por aquello. No por apostar, sino por pelear. Cuando se dio cuenta que
lo había seguido, el trato fue concreto: "Yo no le digo a papá si me metes
dentro". Éramos pendejos.
Él salió al tiempo de eso porque se aburrió. Yo seguí. Hasta hace poco. Jamás
dejó de perseguirme para que lo deje. Ese es el único secreto que mantengo con
mi hermano. Y el ambiente es reservado. Jamás nadie supo quién soy, ni mi
verdadero nombre. Sólo me conocen como Suho.
- No me jodas – le digo molesto – No me llamaste para esto.
Eso sí que me sorprende. De pronto me siento una mierda de hermano. Así que
quiero saber.
- Si.
- Mierda.
- Qué...
- ¿Qué ocurre?
- Ni me importa.
- ¡Vete a la mierda! – le digo de nuevo celoso, porque es "mi ángel" y nada más
que mío.
- Para algo tenías que servir – digo y nos reímos, es que tiene razón. Al final, él
es mi paño de lágrimas.
- Solo dime la verdad ¿Lo amas?
- ¡¿Qué?!
Jamás le dije a mi hermano cuál es mi pesadilla. Solo sabe que las tengo, pero
ni loco se las cuento. No quiero que se convierta en su pesadilla también. A él lo
tenía que proteger de ese horror. Pero igual le confieso.
- Nunca se fueron Jongdae. Sólo hasta ahora – digo y sonrío – Él aleja todo lo
malo de mí. Es mi mejor sueño. Lo amo. Lo amo con todo mi corazón. Porque...
mi corazón, late por él. Desde la primera vez que lo vi, no dejo de pensar en él.
Lo amo Jongdae. Lo amo...
- Jongdae...
- Dime...
- Él está aquí.
- ¿Quién?
- Primero ¡No me gusta una mierda ese sentimiento paternal que tienes con él!
¡Me está dando por las bolas de verdad! – y es en serio, si lo tuviera en frente lo
trompeo – Y segundo – le digo más tranquilo – Tuve que cuidarlo. Está
enfermo.
- ¡¿Cómo?!
- Es muy largo de explicarte. Pero tuve que sacarlo del hospital y traerlo aquí.
Volaba en fiebre. Así que lo cuidé. Lo estoy cuidando.
No escucho nada del otro lado. De pronto creo que se cortó la llamada.
- ¿Jongdae?
- Sigo aquí...
- Te quedaste mudo...
- Las acciones dicen más que las palabras – dice y siento que se ha sonreído.
- Jongdae...
- Dime...
- Junmyeon...
- Dime...
- Yo también Jongdae...
Salgo del gimnasio. Me dirijo a la habitación para buscar ropa. Yixing sigue
durmiendo. Mi Corazón sigue durmiendo tranquilo. Se mueve. Me acerco.
Tengo miedo de que esté por meterse en ese infierno.
Lo miro de nuevo y para mi felicidad él sonríe dormido. Por eso sonrío también.
Pasa un rato hasta que termino por relajarme. Recién me doy cuenta de lo
torpe que fui al no ponerme vendas en las manos. Se me han inflamado un poco
y tengo los puños rojos.
Salgo y me visto. Un jean y una remera blanca bastan para verme bien. Soy
conciente de mi atractivo. No me avergüenzo de ello. Y ahora menos. Sé que
Yixing está loco por mí. Aunque no creo que tanto como yo lo estoy por él. Me
miro en el espejo. Me acomodo el cabello, me pongo colonia y salgo.
La cama está vacía. Entonces se me ocurre que puede estar en el baño. Pero la
puerta está abierta.
- Yixing...
- Yixing...
Estoy agitado sin quitar mi mano del pecho que se me desgarra porque no me
cabe el aire.
- Yixing...
Digo en tono duro por cada puerta que abro y veo que no está.
- ¡YIXING!
- Qué...
No sé qué más quiso decir pero no pudo. Su rostro tiene esa expresión de
preocupación que me asusta. Yo lo preocupo. Lo sé. No puedo controlar esta
maldita respiración. Mi mano sigue en mi pecho. Duele mi corazón. Creí que se
había ido. Creí que me había dejado. Creí que me había abandonado. Creí que
se había marchado y yo no le había importado.
- Yixing...
- Junmyeon...
- No me abandonaste... No me dejaste...
- Mi Corazón no se ha ido...
Yo lo amarro con fuerza entre mis brazos. Lo quisiera encerrar aquí conmigo
para siempre. No quisiera dejar de verlo nunca. Amo el olor de sus cabellos y
me entierro allí bebiéndolo. Soy feliz sintiendo su cálido abrazo. Estoy
enamorado de su sonrisa y sus hoyuelos. Lo necesito demasiado...
- ¿Porque pensaste que me había ido sin despedirme? No soy mal educado.
Cuando me vaya te aviso – dice sonriendo tranquilo y yo ya me he vuelto loco
de nuevo.
- No te vas.
Me mira preocupado.
- ¿Lo olvidaste? ¡¿Estás loco?! – exclama molesto.
- No me duele. Es costumbre...
- Mi Corazón... – lo llamo.
- ¿Mmmh? – murmura.
Yo estoy más feliz que antes porque ya sabe que él es Mi Corazón. Así que sin
pensarlo le confieso.
- Te amo.
Me arrepiento. No debería haberlo dicho. Hace poco que lo conozco pero es como
si lo conociera de toda la vida.
- Lo siento – digo – Pero quería que lo sepas. Te amo.
- No tienes que decir nada - bueno, no está diciendo nada - No tienes que decir
lo mismo porque yo lo diga...
- Te amo Yixing.
- Te amo muchísimo.
- Ya lo creo.
Es que en verdad estoy seguro. Pero jamás diré el por qué de mi seguridad.
Creo que tener al hijo del Primer Ministro de voluntario tienes todas estas
ventajas. Más cuando solo yo y mis muchachos sabemos el real motivo del por
qué se encuentra aquí.
Me han dicho que surgió una Fundación que paga los hoteles y albergues de los
familiares de mis pequeños. Ahora tengo para derrochar.
- Buenas doctor Zhang – dice ella y me guiña el ojo – Se encuentra radiante hoy
¿Verdad Doctor? – le dice a mi compañero.
- Me alegro verlo tan bien – me dice Sun Hee – Recuerdo todavía hace como dos
semanas, cuando el joven Kim vino tan preocupado buscándolo...
- No – aclara ella – Junmyeon. Vino a buscarlo aquel día. Así que me tomé el
atrevimiento de decirle dónde estaba – dice y vuelve a guiñarme el ojo.
- ¡¿Y usted le dijo dónde estaba él?! – exclama ahora a Sun Hee molesto.
- Sun Hee – dice en tono duro - ¡Es usted una imprudente! ¡Usted sabe que las
reglas del hospital, prohíben dar información del personal o pacientes a un
desconocido!
- Sun Hee – replica él de nuevo yendo al ataque – Usted ha actuado fuera de las
normas. Y las autoridades deben...
Me voy de ahí. No quiero sumarle más cosas a la cuestión que haga que Zhoumi
se vuelva desquiciado. Lo he desautorizado aún sabiendo que tenía razón en lo
que decía.
Sigo mudo. Sé bien a las cosas a las que se refiere cuando lo remarca. Lo pienso
día tras días cuando estoy con él. Y es un golpe bajo.
- Yixing... ¿Sabes que esa chica es su novia cierto? ¿Qué está comprometido?
- Han terminado.
- ¿Cómo sabes?
- Él me lo dijo.
Levanto mis ojos y lo miro. Zhoumi gira sobre sí mismo y larga unos insultos al
cielo. Me sorprende que se preocupe tanto por mí. Es un buen amigo. Siempre
me ha cuidado. Pero esta vez me siento incómodo por sus atenciones.
- Zhoumi... yo...
- ¡Es malo Yixing! – me dice entre dientes - ¡Él no es un hombre para ti! ¡Está
jugando contigo!
- ¡No! – grita él molesto - ¡Tú no mereces una cosa así Yixing! ¡Él no te merece!
¡Tú mereces lo mejor!
- ¡¿Y qué según tú sería lo mejor para Yixing?! – dice una voz detrás.
Me doy la vuelta. Junmyeon está furioso. Aunque lleva su traje impecable, con
ese porte de caballero, lo que menos tiene, es cara de caballero. Tengo de pronto
temor, por el impulso de sus pasos, que se le vaya encima a Zhoumi.
- ¡Dime! – grita y tiembla iracundo – ¡Según tú, qué es lo mejor para él!
Yo trato de frenar los pasos de Junmyeon. Pero él es más fuerte. Encima sé que
Zhoumi no se quedará atrás. También es fuerte.
- ¡Entonces demuéstralo!
Me sorprende ver a los dos en ese estado. Más de Junmyeon que siempre se ha
mostrado tan tranquilo. Hasta tiene fama de ser diplomático y reservado en su
conducta. Este lado de él no me gusta para nada. Porque lejos de mostrarse con
ánimo de dialogar, parece más dispuesto a pelear. Y Zhoumi no se queda atrás.
- ¡No hablaba de mí! – sigue a los gritos mi amigo - ¡Es a él! ¡No lo mereces!
- ¡VOY A MATARTE!
- ¡El hijo de puta eres tú! ¡Eres una mierda! ¡Ni siquiera blanqueas la relación!
Zhoumi lejos de amedrentarse, le tira una trompada, sin percatarse de que yo
estoy detrás de Junmyeon agarrándolo. Por la fuerza del golpe, los dos caemos
al suelo.
Yo me le tiro encima, porque no veo más que sangre que sale a borbotones de la
nariz de Zhoumi. Estoy más que asustado, horrorizado.
- ¡BASTA MIERDA! – grita Jongdae furioso sin soltar a su hermano que patea
a todos lados – ¡NO ESTÁS EN EL RING JUNMYEON!
Yo mismo lo atiendo y le doy tres días libres por prescripción médica. Le hago
estudios para asegurarme que no tenga nada grave y lo cuido el resto de la
tarde. Zhoumi no ha dicho una palabra más del asunto. Pero no porque no
quiera, sino porque ve mi cara de angustia. Lo último que alcanzo a decirle
antes de irme, y dejarlo en observación es "gracias". Él solo sonríe.
Todo está oscuro. Sólo hay música a todo volumen. El lugar no solo es un
apartamento, sino un piso completo. Recién recuerdo la inmensidad de este
lugar. Veo un destello de luz que viene de alguna habitación. Escucho golpes y
estampidas.
Camino hacia allí, pero tropiezo con algo y casi me caigo. Miro. En medio de la
oscuridad veo cosas tiradas en el piso. La luz es automática y justo se enciende
cuando traspaso el umbral. Todo es un desastre. Ni que hubiera pasado un
tornado. Junmyeon desató su furia rompiendo todo a su paso. Trago saliva y
me impongo seguir adelante.
Recorro con mis ojos cada centímetro de su cuerpo robusto y fibroso. Solo unos
shorts negros ceñidos adornan su figura. No lleva nada arriba y sus
abdominales hacen que cierre los ojos ante el deseo de tocarlo.
No lleva guantes, sino vendas. Está descalzo. Brilla por el sudor. Está
despeinado y agitado, pero no agotado. La energía lo hace resplandecer en eso
que hace. Yo solo puedo adorar esa imagen.
Chorrea virilidad. Es tan hombre, que me recuerdo por qué lo amo. Pero no
puedo dejar pasar por alto esa mirada y ese rostro lastimado que no se ha
curado siquiera. Tiene el labio cortado y con sangre seca, además de
amoratado. También su ceja tiene un corte. Así y todo, sigue siendo lo más bello
de observar.
Se tensa ante mi voz. Puedo notarlo en sus músculos que se remarcan. Brilla
aún más en medio de esa oscuridad en la que está metido. Su cuerpo es
perfecto.
Para cuando ha terminado con su primera ronda furiosa, veo que sus ojos
brillan demasiado. Son lágrimas, en medio del odio que descarga. Y sigue.
Me duele a morir el corazón esa revelación. Más cuando recuerdo que Jongdae
me ha dicho que fue él quien la encontró muerta. Mis ojos se empañan. Lloro.
Lloro porque Junmyeon me duele. Mi Ángel me duele.
¿Me arriesgo? ¿Estoy dispuesto? Por cada paso que doy me entierro más en esos
bellos ojos que adoré desde la primera vez que lo vi. Por cada paso que doy me
doy cuenta del riesgo que estoy corriendo, pero no me importa.
Estoy en frente de él. Tomo una de sus manos. Lentamente, voy desenroscando
de su mano derecha primero la venda. Luego tranquilo, le quito la de la
izquierda. Él me observa. Su rostro está lleno de preguntas. Porque sé que no
puede creer lo que estoy haciendo.
- Te amo Kim Junmyeon. Yo seré tu esperanza, cuando sientas que no das más.
Y yo te levantaré. Cuándo todo tu mundo se rompa. Cuando estés por fin en
mis brazos... yo te voy a curar las heridas del corazón...
Me mira confundido. Sus ojos brillan por el deseo de las palabras que le han
dado permiso para hacer lo que él quiere. Pero me dice para asegurarse.
- Yixing... Lo que quiero es hacerte mío por completo y para siempre... Quiero
hacerte el amor.
Me abrazo a él con fuerza. Huelo ese sudor adictivo que me impregna por
completo. Ese perfume que es sólo Junmyeon.
- Tienes derecho.
Seré suyo y él será mío. Por eso beso su cuello, para decirle de que tiene mi
permiso.
Cierro mis ojos y me quito el calzado. Los abro. No quito los ojos de la cama.
- Las amo.
Y me besa la nuca.
Ha tocado partes sensibles que ni yo sabía que tenía. Ser médico hace que me
sienta un completo tonto. Estudiar supuestamente me ha hecho experto. He
razonado tanto esto, y ahora Junmyeon hace que pierda por completo la razón.
En realidad quiero decirle que tengo miedo. Pero si le digo parará. Lo sé. Por
eso me contengo. Igual, mi hombre experimentado se ha dado cuenta de lo
nervioso que estoy, porque me dice:
Me besa de una manera tan dulce, que hace que me sienta seguro. Cómo besa
Junmyeon. Besa tierno y calmado. Su calor me inunda de una paz
indescriptible. La humedad de esos labios carnosos traspasa mi corazón
hambriento de él. Su lengua juega en mí y me llena de su ser con cada
arremetida fogosa. Cómo besa Junmyeon...
- Te amo Junmyeon... amo la luz y la oscuridad de cada parte de ti. Pero lo que
más amo – e imitándole en el mismo gesto afirmo – es tu corazón.
- Entonces debo seguir cuidando ese corazón – digo con una sonrisa en mi
rostro.
Me quita sin que yo sienta siquiera el pantalón que llevo puesto. Me abandono
a que él obre en mí lo que desee. Y siento que ágilmente sus dedos bajan desde
mis caderas hasta el final, sacándome el bóxer.
Hasta que percibo que su boca va bajando por mi cuello, trazando un camino de
besos. Se detiene en uno de mis pezones y yo no sé lo que siento. Sólo sé que
estoy fuera de control. Él controla todo de mí. Mi espalda de arquea, porque
exploto de emoción. Mi corazón palpita desenfrenado. No sé lo que pasa, menos
cuando siento que succiona con poder sobre mi botón sensible y lo muerde
delicadamente.
No entiendo. Eso que hace, lo hace tan bien... Luego juega de la misma manera
con mi otro pezón. Y con los dedos de una de sus manos, rodea mi otra tetilla.
- ¡Por favor Junmyeon! – no sé qué suplico. Creo que le suplico que quiero más,
aunque ya no doy más.
Pero me quedo sin palabras cuando percibo que una de sus manos se ha
adueñado de mi pene, recorriendo mi extensión. Frota con su dedo en mi glande
y yo arqueo por completo mi espalda.
Abro los ojos tratando de entender lo que está haciendo. Pero solo me encuentro
con sus ojos penetrantes que están atentos a mis gestos. Yo sé que quiere saber
y entender lo que me pasa. Quiere darme placer y lo está haciendo.
Este hombre, al que veo, con esa mirada que me fulmina de amor, es bello en
verdad. Su seguridad me avasalla de placer, mientras gimo descontrolado.
Sonríe. Sonríe porque sabe que lo está haciendo bien.
- Demonios Yixing. Eres tan perfecto y necesito penetrarte ya. Pero antes...
Sin darme cuenta, se hunde en mí. Su boca se apropia de mi miembro. Lo
succiona con poder. Se lo mete por completo.
Desde la visión que tengo, sólo veo sus cabellos despeinados que se mueven
hermosamente de arriba abajo. De vez en cuando sus ojos se clavan en los míos.
Sé que quiere seguir sabiendo qué tan bien lo hace y lo que me provoca.
Ante eso que nunca antes sentí, aunque supongo qué es, me asusto. Tomo sus
cabellos y los tiro con fuerza. Él se detiene y yo me odio porque lo he obligado a
hacerlo. Siento que su boca libera mi pene erecto e hinchado.
- Perfecto – me dice y se muerde los labios – Perfecto para mí. Solo para mí.
Y diciendo eso, sin que me haya dado cuenta, siento que algo interviene en mi
entrada. Entiendo entonces que me está preparando. Con uno de sus dedos
comienza a trabajar en mi ano para dilatarlo. Y escucho que me dice
lamiéndose esos bellos y carnosos labios:
Cierro los ojos. Me muerdo los labios. Y mis manos, que no hacían nada, toman
las sábanas y las aprietan. Él sigue masajeando por dentro hasta que mi
espalda se curva. Es que creo que ha llegado a tocar mi próstata, porque estoy
confundido. Me duele y me hace sentir placer.
Pero entonces rápido abro los ojos al sentir su cuerpo sobre el mío. Lo miro.
Está ubicando su pene en mi entrada. Él ya estaba bien preparado.
- Con sólo mirarte – me explica como si me hubiera leído los ojos – Ya me pongo
así...
Me asusto cuando siento eso. No. No puede ser. Esa presión, esa punzada, hace
que cierre los ojos.
No puedo. No puedo y miro desesperado a Junmyeon que abre bien los ojos. Mi
rostro debe mostrar el horror que siento.
¿Es Junmyeon?
Las lágrimas por el miedo comienzan a caer por mi rostro. Entonces escucho
una voz que me dice tranquilo:
- Yixing. No me dejes.
- ¿Quién soy?
- Kim Junmyeon.
- ¿Junmyeon?
Creo que alguna vez se me escapó de mis labios lo que él es para mí. No es solo
Kim Junmyeon. Él es...
- Mi Ángel Guardián. Kim Junmyeon. El que cuida mis sueños...
- ¿Quién soy? – me insiste y yo veo que tiembla de deseo, sin quitar sus ojos de
los míos.
Siento que me parto de dolor ante su longitud. Pero a pesar de eso me siento
contento. Porque él está dentro, me está poseyendo.
Lo siento hinchado y latiendo. Esa sensación, por más molesta que sea, me
hace sentir feliz, porque siento que es mío. Junmyeon es mío y yo soy suyo.
Estoy tenso. Presiono las paredes de mi cavidad, por eso soy conciente que él
está haciendo un gran esfuerzo por no lastimarme.
- Yixing. No me dejes...
- Yo no te dejaré Junmyeon...
Pero lo que me relaja es el calor de sus labios y su aliento a hombre. Y esos ojos
que me aman me llenan de tranquilidad, porque está vigilando que esté bien.
Siento su cuerpo que va y viene. Sus movimientos son perfectos. Tanto que me
he olvidado del dolor inicial. El dolor ha dado paso a una molestia, hasta ahora
que siento un cosquilleo terrible que va desde mi vientre hasta la punta de mis
pies.
Me embiste con su miembro de forma tan experta, va y viene tan seguro, que
hace que solo pueda gemir del placer a pesar del malestar.
Las gotas de sudor caen por su frente. Sus cabellos están mojados y tiemblan
en el movimiento que hace. Allí en esos ojos brillantes, en esos labios que se
muerden, en esos brazos que me contienen, está mi hombre, Junmyeon.
Ya he perdido por completo la razón. Su duro pecho resbala contra el mío. Subo
y bajo torpemente, pero a él parece gustarle todo eso. Adoro sentir sus
abdominales.
- ¡Haz lo que quieras! – digo y ya no puedo seguir más por lo que vendrá.
- ¿Estás bien?
Separo delicadamente sus cabellos de su sien para verlo mejor. Todavía estoy
dentro de él. Su estreches me está consumiendo de nuevo. Pero tengo que
contenerme. No puedo ser una bestia. Él se merece lo mejor de mí.
Cuando ya lo acomodé, me retiro de él. Entonces siento que gime. Pero esta vez
no es placer. Es dolor.
Lo acomodo y lo cubro con una manta, porque está frío. No he tenido cuidado.
He depositado en él mi brutalidad y mi egoísmo. Me detesto.
Me enjuago rápido y quito la sangre de mí. Tomo una toalla húmeda y otra seca
y vuelvo hacia él.
No lo entiendo. Él es médico.
Entonces una punzada de dolor atraviesa mi corazón. No quiero pensar en su
pasado. Así que cierro los ojos. Suspiro profundo para volver a Mi Corazón que
sigue ahí dejándose cuidar por mí.
- Por cuidarme.
Yo lo sigo recorriendo con mis manos. Trato de darle calor. Entonces él me pide:
- Que te quedas.
- No hagas eso – ahora habla duro, ya veo que tiene ganas de pelear.
- Hacer qué...
- Pensé que había sido claro – le recuerdo – Ya eres mío por completo.
Se mueve. Aunque apenas puede, porque sé que está adolorido. Igual tiene el
ceño fruncido.
- Me dijiste que me ibas a cuidar... - no me siento bien con lo que hago, pero
él me ha dicho que iba a hacer eso.
- Junmyeon... - me dice desconcertado y triste - ¿De verdad quieres que me
quede?
Mis ojos se abren de a poco. El calor del sol golpea mi rostro. Antes de que
pueda ver algo sonrío, pensando en Yixing a mi lado. Lo toco y... no está a mi
lado ¡Demonios! ¿Se me habrá escapado?
- Júrame que siempre que te vayas me avisas. Por favor... - es que no tiene
idea de lo que me pasa.
- Nos vemos cuando salgas ¡Te amo! – le digo contento y le corto de una vez.
Sé bien cuáles son sus horarios. Pero nunca le diré cómo lo sé. Creo que se
enojaría demasiado si supiera que lo investigué. Igual, llamaré a mi hermano,
para que piense que fue él quien me lo dijo.
Camino por los pasillos de la facultad, cuando escucho mi nombre por atrás.
- ¡Junmyeon! – es mi hermano.
- Ah... eso...
- Si – le digo como tonto sonriendo – Por Yixing... ¡Ese tipo se metió entre
nosotros! – le digo ahora enojado – ¡Y que sepa que a la próxima lo mato si
quiere quitarme a Yixing!
- ¡Mejor que hables de una vez con él! – le suplico y lo agarro del hombro –
Mientras más pase el tiempo, se pondrá más complicado el tema.
- Si.
- Creo que las pastas son su especialidad – dice tomando la carta que una
mesera nos ofrece – ¿Te parece pedir eso?
- Eun Ji ¿Para qué me citaste? – iré al grano, aunque resulte poco cortés.
- Junmyeon ¿Cómo puedes ser tan poco cortés? –me reclama molesta.
- Lo siento Eun Ji - digo afligido mientras veo que empieza a llorar - Pero
debo ser honesto contigo.
Se seca las lágrimas rápidamente. Le pedí hablar en privado, pero ella insistió
en encontrarnos a almorzar en este maldito restaurante lleno de gente. Varios
nos reconocen.
- ¿Dices que lo sientes? – dice furiosa – ¿Por qué me haces esto Junmyeon?
- Eun Ji...
- ¡¿Qué le diré a mis amistades?! Todos saben que nos casaremos Junmyeon
– me dice angustiada – ¿Cómo puedes hacerme esto?
- No estoy confundido.
Sin quitar su sonrisa del rostro, seca unas lágrimas que le quedaban.
- Eun Ji... basta. No hagas esto. Di que me terminaste si quieres ¡Pero esto
no es cuestión de tiempo! – digo entre dientes y apretando mis puños.
Recién me doy cuenta por qué a mi hermano jamás le agradó Eun Ji. No sé qué
hacer con esta mujer que me asfixia.
- Creo que mejor me retiro – dice al final poniéndose de pie y mirándome
soberbia – Me tomaré un tiempo para pensar en nuestra relación. Adiós
Junmyeon.
Estoy agotado de verla así. Pero me siento liberado al fin. Termino mi jugo y
me voy de ese lugar.
- Joven Kim – me dice – Su padre quiere hablar con usted ¿Lo llevamos o lo
seguimos en su auto?
- Me siguen. Gracias.
Entro en la oficina del Primer Ministro. Estaba almorzando, pero deja todo y se
levanta de su lugar. Ni me saluda cuando me inclino. Sólo hace que me siente
en uno de los sillones que hay en su living. Es la primera vez que mi padre se
comporta de esta forma conmigo. Me recuerdo a Jongdae. Me lamento haber
ayudado siempre a que mi hermano haya tenido que soportar estas cosas.
- Papa... no quiero...
- Papá... no quiero...
- Junmyeon – dice ahora en tono duro y seco – Sabes muy bien lo que
significaría terminar tu relación con Eun Ji.
- Papá, no la quiero...
- Aprenderás a quererla. Sólo es cuestión de tiempo.
- ¿Has decidido? ¡¿Has decidido dices?! - dice y veo que tiembla. Este
hombre para mí es un completo desconocido – Escúchame bien Junmyeon ¡TÚ
NO DECIDES! ¡¿ME OYES?! ¡PORQUE TÚ HACES LO QUE ES MEJOR
PARA LA FAMILIA!
Jamás he decidido. Es verdad. Recién ahora me doy cuenta que él siempre tuvo
en claro que manejaba mi vida. Jamás he decidido y cuando quiero hacerlo, él
no me deja. Pero esta vez, no lo dejaré decidir, porque estoy más que seguro de
lo que quiero en mi vida.
- Eso no es de tu incumbencia.
- ¿Qué te ocurre hijo? ¿Por qué nos haces esto? Te desconozco por completo –
me dice afligido – ¿Dónde quedó tu cordura?
- Pues fíjate papá, que creo que esta es la primera vez que estoy cuerdo de
verdad.
Me doy la vuelta. No hay nada más que hablar. Pero antes que abra la puerta,
él me dice seguro.
Me vuelvo hacia él. Está ahí parado con ese porte arrogante.
No espero que me vea. Solo quiero admirarlo mientras hace su trabajo feliz.
Cuando veo que ya está terminando, me retiro. Tan solo observarlo ese rato, ha
fortalecido de nuevo a mi corazón debilitado. Saludo a la amable recepcionista
que me guiña el ojo y me despido.
Me paro con las manos en el bolsillo. Sé que mi porte tan varonil lo vuelve loco
por mí. Soy un seductor. Sus cabellos preciosos se mueven por el viento. Es
bello de verdad. Me mira y una sonrisa inmensa se dibuja en su rostro. Corre
hacia mí. Dios. Él, solamente él, me hace realmente feliz.
Lo recibo con los brazos abiertos y él salta sobre mí. Cuando ya lo tengo, lo
aprieto fuerte. Me hundo en sus cabellos. Beso su cuello. Lo miro contento.
- Mi Corazón...
- ¿Mhhh?
- Cuéntame... - me dice.
Yixing es inteligente. Así que tengo que decirle la verdad a mi novio. Después
de todo, sé que en algún momento deberá enfrentar la situación.
- ¿Le dijiste?
- Si. Eres mi novio. Tenía que decirle.
- Eres mío por completo. Así que eres mi novio. Creí que había sido claro.
- Tengo derecho.
- Yixing... a mí no me importa.
- No lo sé... pero... Yixing – digo y le tomo fuerte las manos –... tienes que
jurarme que nunca me vas a dejar.
Lo miro fijo. Pongo la palma de sus manos sobre mi pecho. Quiero que sienta
mi corazón latiendo por él. Me mira y no dice nada. Entonces yo ya comienzo a
tener miedo.
- Junmyeon, no hace falta que me lo pidas. Yo nunca podría dejarte...
Él me mira fijo. Toma mi rostro entre sus manos. Apoya su frente a la mía y me
dice:
- Mi Corazón...
- ¿Mhhh?
- ¿Me juras que nunca me vas a dejar?
- Junmyeon... - me reclama.
Sin más, he decidido, porque sé que le gusta que decida lo que él realmente
quiere hacer.
Abro el baúl de mi auto, trepo ahí su bicicleta que la hago entrar como sea y le
digo.
- Junmyeon...
Es que después de romper parte del living, me doy las gracias, porque así él va
a re decorar todo a su gusto.
- Hacer qué...
Camino. Bajo las escaleras del subte. El guardia me saluda como siempre. Me
dirijo hacia el andén. El tren se va. Cierro los ojos y comienzo a cantar "Today"
de Willamette Stone. Es que "Hoy es el mejor día que he conocido...". No sólo
este, sino cada día, desde que conocí a Junmyeon, es el mejor día.
Escucho cuando termino de cantar que las personas aplauden. Como siempre,
hago mi reverencia de agradecimiento. Mi corazón palpita fuerte. Eso es raro.
- Gracias...
- Junmyeon... – murmuro.
- Hola Mi Corazón – me dice serio.
- No.
- No.
- ¿Estás en bancarrota?
- No.
- ¿Siguen las familias de tus niños necesitando dinero para costear sus
albergues?
- No.
- Canto porque me gusta hacer feliz cantando ¡Me siento contento haciéndolo!
¡¿Cuál es el problema?!
Se queda callado y desconcertado. Entonces me viene a la mente algo que ha
dicho. Por eso exclamo.
- ¡Un momento!
Mi novio no sabía nada de mis pacientes y sus familias. Así que pregunto.
- Yixing... yo....
- ¿Te dije que eres hermoso? – me pregunta mordiendo uno de mis cachetes.
La gente se acerca. Siempre estuve yo ahí parado, con mis ojos cerrados. Pero
Junmyeon, cómo canta Junmyeon... Es bello por donde se lo mire. Es tan tierno
y exacto en sus tonos. Y yo muero de amor sabiendo que me mira y me canta
solo a mí, mientras sonríe.
- Y todavía preguntas...
- No entiendo...
- No entiendo...
- Claro...
- Ya Yixing – me dice ahora él molesto – Ni los estaba viendo ¡Sólo te miraba a
ti!
- Acompáñame...
Me hace un puchero. Dios. Adoro esos pucheros. Así que para qué seguir
peleando.
Él ya creo que sabía que me iba a ganar. Me abre la puerta de su auto y yo me
subo. No lo miro, ni le dirijo la palabra mientras conduce. Tampoco es que es
muy larga la ruta. Pasan apenas unos 5 minutos y ya frenamos.
- Junmyeon... qué es todo esto – digo en medio del inmenso salón donde hay
expuestos pianos.
- Claro... - me dice.
Miro la partitura que hay en el atril. No me gusta. Así que le pido al buen
hombre.
- Chopin. Adoro a Chopin. Pero Nocturne op.9 No.2, es mi favorita ¿La tendrá a
mano?
- Claro joven – dice el hombre y rápido hurga entre otras partituras apartadas
– Aquí tiene. Es sublime – opina y me la da.
Para cuando termino, la punta de mis dedos quedan en el aire, tocando ese "sin
tiempo" con el que finaliza la melodía.
- ¿Mhhh?
- ¿Es casualidad?
- Perdóname tú a mí.
- Lo necesario.
- ¿Qué es lo necesario?
- Que eres la persona más hermosa del mundo. Y no porque lo digan los
papeles.
- Sólo dan datos de los lugares donde estudiaste. De las notas que sacaste. De
que eras bueno en arte. Que eres muy inteligente. Y que eres un gran médico.
Lo demás lo fui conociendo de ti.
- ¡Ni se te ocurra!
- Yixing espera...
- ¡Pero me vigilas!
- ¡Y no me avergüenzo de eso!
- ¡Escúchame bien Zhang Yixing, cada aliento que tomes, cada movimiento que
hagas, cada paso que des, te estaré vigilando!
- ¡Ya vete al diablo! – le grito con todo, pero él la siga en medio de la vereda.
- ¡Cada uno de los días, cada palabra que digas, cada juego que juegues, cada
noche...cada día... te estaré vigilando!
- ¡Vigila tu carácter del diablo! – grito al final y me tomo el primer taxi que
alcanzo a frenar.
Llego al hospital. Me preocupa poder concentrarme, más ahora que tengo que
hacer mis controles diarios y tengo que jugar con mis niños.
Me siento. Estoy tenso. Pero sé que debo ser fuerte por Junmyeon. Sé que es
esto lo que le daba terror.
- Verá doctor Zhang, no tengo nada en contra de usted. Que le quede claro que
hasta siento cierta admiración por sus ansias de superarse en la vida. Un
chino, huérfano, sólo en el mundo... recogido por un buen hombre como Sang
Woo... y buen estudiante... es cosa de no creer. Pero aun así no deja de ser
alguien de quien nada se sabe. No tiene un pasado siquiera. Usted entenderá
que en nuestra familia hay una historia que resguardar. Un nombre que
cuidar. Y Junmyeon, es el futuro de la familia.
No puedo decir nada. Estoy mudo. Este hombre no ha hecho otra cosa más que
faltarme el respeto desde que entré. Y yo no sé cómo defenderme de eso. Jamás
alguien me había hecho sentir que valiera tan poco. Y me lo confirma.
Golpea con un puño la mesa. Esa reacción no me la esperaba. Pego un salto del
susto.
- Usted ¡Es un don nadie! ¡Un niño de la calle que vaya a saber de dónde viene!
El hombre se para. Yo me pongo de pie también sin quitarle los ojos de encima.
No lo dejaré que se sienta superior en ningún momento.
- Sé todo de usted Zhang Yixing. Incluso esa parte que han querido borrar.
- Era un niño – digo indignado – Yo no tengo culpa.
Eso que dice se me clava como miles de puñales juntos al corazón. Nadie lo
sabía. Mi padre adoptivo trató de resguardar mi pasado, para que nadie me
hiciera daño. Para evitarme lo que este tipo, el Primer Ministro, está haciendo
conmigo.
Tengo un nudo en la garganta. Quisiera llorar pero no voy a hacerlo. Voy a ser
fuerte. Por mí y por Junmyeon.
Siento su mirada llena de odio. Y yo por primera vez siento que detesto a
alguien en mi vida. Pero debo recordarme que es el padre del hombre al que
amo.
- No lo entiendo.
Eso me deja pasmado. Jamás se me habrían cruzado por la cabeza esas cosas.
- No puedo creer – digo de nuevo mirándolo fijo – que conozca tan poco a su
hijo.
De nuevo se pone furioso. Trata por todos los medios de amedrentarme pero no
lo logra. Entonces usa su última alternativa.
- Cuánto quiere.
- Dígame cuánto quiere por dejar a mi hijo. Ponga un precio. Será bien
recompensado.
- Una buena suma... – sigue hablando este tipo que pareciera no escucharme –
... un puesto en una prestigiosa Universidad en algún país a su elección. Tengo
contactos...
Su móvil suena. Ve un mensaje que le han dejado. Rápido abre la puerta del
consultorio. Nos topamos con Jongdae.
Jongdae parece furioso. Me mira. Creo que espera que diga algo. Pero no quiero
darle motivos para que se agarre con su padre. Así que me retiro.
Siento el chirrido de los frenos de un auto que venía a toda velocidad. Se para
unos metros más adelante de mí. Es Junmyeon.
- Si es necesario...
Retomo rápido mi ruta. Sé que el bus está por pasar. Si no agarro este me
quedo varado porque ya es muy tarde.
- ¡Zhang Yixing! ¡Detente ahí!
- ¡Tú no me mandas!
Desvío la mirada. No quiero decirle lo que pasó con su padre. Pero, tengo que
ser realista.
Hay muchas verdades que me dijo ese tipo. Entre ellas, el de sacar a Junmyeon
de un ambiente al que está acostumbrado. Por mi egoísmo, puedo arrastrarlo a
la infelicidad. Este hombre, tiene un futuro prometedor. Y yo, podría
estropearlo.
- No qué...
Debo ser rotundo. Debo parecer convincente. Debo parecer fuerte, para que
entienda bien.
- Quiero terminar.
- Retráctate.
- No.
Él se vuelve. Ya se me fueron las lágrimas. Así que rápido toma mis mejillas
entre sus manos.
De pronto escucho que otro coche frena. Aparecen de la nada hombres con los
rostros cubiertos. Dos tipos toman desde atrás a Junmyeon. Nos separan.
Siento un terrible dolor en mi nuca. Me toco. Veo sangre. No reacciono. Sólo veo
la cara de Junmyeon que está gritando algo. Quiere correr hacia mí. Pero yo ya
no veo nada. Porque todo está oscuro.
Capitulo 13
"Por Lay"
Yixing. Yixing...
- ¡Qué mierda hiciste con él! – grito y trato de atacarlo, pero es imposible – Si lo
tocas Seung Hyun ¡TE MATO!
- No le hice nada Suho – me dice – Me sirve más vivo que muerto. Sino ¿Cómo
voy a hacer que pelees?
Lanza una carcajada y todos a su alrededor lo imitan. Está oscuro. Así que
apenas sé que hay más personas.
Choi Seung Hyun. Organiza las peleas clandestinas. Antes con mi hermano.
Ahora sólo. Siempre le había ganado a sus muchachos. Hasta que Jongdae me
dejó y me puse en manos de este tipo.
Estaba feliz conmigo, hasta hace poco, que me retiré. No hace mucho. Cuando
conocí a Yixing.
Pero igual, hay un detalle. Seung Hyun no sabe quién soy. El pelo, el peinado,
los estilos, es para despistar.
- ¡No quiero pelear! – digo furioso – ¡Creí que había sido claro la última vez!
Juega con su bastón de mando que lleva a todos lados. Las piedras preciosas
incrustadas en él, brillan con el movimiento. Hace una mueca y me aclara.
- Esto no se acaba porque tú lo decides Suho. Esto se termina cuando yo doy
con el pulgar abajo ¿Entiendes?
Hace una seña. Se corre un gran cortinado negro que recién me doy cuenta que
había en la pared. No es una pared, es un vidrio. No cualquier vidrio. Es
evidente que es un espejo de dos lados.
Veo de nuevo a Yixing. Estoy hecho un manojo de nervios mientras sigo cada
uno de sus movimientos.
Me lanzo a él. Corro. Pero es inútil. Estoy atado. Estoy encadenado. Estoy
atrapado.
- Dime de una vez qué quieres – digo a Seung Hyun desesperado y agitado –
Dime y lo haré. Sólo déjalo ya ir. Yo me quedo, pero a él, déjalo ir.
- Verás Suho, la cosa no es tan simple. Hay muchos cabos sueltos que quiero
atar. Pero no me sale. Igual voy a tratar de ser razonable contigo.
- Oye – dice apuntándome con ese bastón que ama – No me hables así. Me estás
faltando el respeto. Y yo dentro de todo te quiero ayudar.
- Esta noche me vas a hacer ganar mucho dinero. Peleas y listo. Eres libre. Te
vas. Y no te molesto más. Ahora, tu novio, es otra historia.
- ¡¿Cómo?! – exclamo y miro a Yixing que sigue furioso a pesar que lo apuntan
con el arma.
- Lo que digo. Parece que tu chico es muy valioso también. Pero en otro nivel.
- Seung Hyun, intento ser razonable contigo – digo apretando mis ojos para
contenerme – ¡Explícate de una vez!
Mi rostro está en shock. Pero trato de mantener la cordura por Yixing. Seung
Hyun se da cuenta de la expresión de mi cara y vuelve a hablar.
- Me caes bien Suho. Por los viejos tiempos y porque me diste mucho dinero te
voy a dar "tiempo" – suspira, se levanta y camina a ver a Yixing, jugando con
su bastón.
- Y una oportunidad.
Pienso. Quién podría estar interesado en Yixing. Pienso. Quién podría querer
obtener a Yixing. Pienso. Alguien quiere alejarlo de mí. Pienso ¿Mi padre? No
¡Él no sería capaz!
Seung Hyun no quita los ojos de encima de Yixing. Se muerde los labios. Yo ya
le quiero sacar los ojos.
- ¿Quién? – pregunto estirándome hacia él, para oírlo mejor – Dime de una vez
¡Quién!
- Suho – me dice volviendo su mirada a mí, frío y serio – Yo que tú gano. Así te
puedo liberar. Pero el costo de su libertad, es matar a Jung Woong In. Él es
quien está interesado en Yixing. O debería decir, Lay.
- ¡¿Lay?! Seung Hyun ¡Qué mierda pasa! ¡Dime qué mierda pasa!
Por la puerta aparece otro tipo. Pero este es distinto. Es un hombre ya entrado
en años. Está vestido con un traje blanco e impecable que le queda horrible.
Tiene anillos de oro en todos los dedos y fuma un habano. Seung Hyun me dice.
Woong In camina unos pasos hacia adelante. Sus ojos se abren. Sonríe. Se
muerde los labios y sonríe. Parece contento. Y yo, ya lo quiero matar por ver
esos ojos asquerosos con los que está mirando a mi propiedad.
Miro a Yixing. Tiembla. Está asustado. Está aterrado. Mira a todos lados. No
puede escapar. Se pone en una esquina de la habitación y se acurruca. Llora.
Se quiere perder. Y no tiene dónde perderse.
Respiro agitado. Tiro del amarre y ya siento que me arde la piel. Estoy
desesperado y angustiado, por ver a Mi Corazón en ese estado. Y yo no puedo
defenderlo. No puedo protegerlo. Me odio por eso.
- Woong In – dice desganado y veo que del otro lado, el tipo se incorpora porque
ha escuchado – Fui claro cuando dije que la mercancía ¡no se toca! Sal de ahí.
Ya lo viste - cuelga el tubo y agrega entre dientes - Pedófilo de mierda.
- ¿Ves por qué quiero que lo desaparezcas? Esa lacra debe ser exterminada – y
mirando a Yixing que sigue llorando agrega – Está obsesionado con él.
- Te juro que quiero. Pero no puedo. Y tengo la orden de no decir más que eso.
Pero ¡Mierda Suho! ¡Intento atar cabos sueltos y no me sale!
- No lo sé.
- ¡¿A Yixing?!
- A Lay, Suho. A Lay. El tipo estaba obsesionado con ese niño. Sólo que
desapareció, como si la tierra se lo hubiera tragado. Y de repente lo encuentra
con otro nombre ¡Y bajo la protección de un juez! - exclama confundido -
¡Mierda Suho! Yo tampoco entiendo nada...
- ¿Entonces.... mi secuestro...?
- No era a ti Suho ¿Qué no entiendes? – dice largando una sonrisa – ¡Era a él! –
hace pausa, suspira como agotado, creo que yo lo he cansado – Lo tuyo, aquí,
fue casualidad.
- No sabía que Lay, era tuyo Suho. Pero negocios, son negocios. Así que te tengo
que aprovechar – dice parándose derecho y haciendo sonar su bastón en el
suelo – Ahora, en 15 minutos, vas a pelear contra el armatoste alemán del tipo
que se quiere llevar a tu novio. Es un trato justo.
Me vienen a buscar tres tipos. No puedo hacer nada. Aunque sé que podría
derribarlos, estoy atrapado. No voy a poner en riesgo a Yixing.
Me liberan del amarre. Me dan solo un short negro, y unas vendas para mis
manos. Me embarran en aceite.
En estas peleas, la única regla es que dure más de 5 minutos, si no, no hay
espectáculo. Después, todo está permitido. Lo sé bien. Cualquier clase de golpe
o técnica entra aquí. No hay intermedios. No hay descanso. No hay conteos.
Nada. Solo se termina cuando uno de los dos que luchan, no se levanta.
Jamás perdí. De las veces que entré, ninguna vez fui derribado. Era tratado
como un exclusivo. Tampoco sé si maté a alguien. Puede que sí. Pero nunca me
quedé a comprobarlo.
El lugar está lleno. Lo sé por el sonido de las voces. Pero no puede verles las
caras. Porque esta gente es importante y millonaria. Apuestan mucho dinero.
Suma más, cuando el que cae está muerto.
Me paran en una esquina. Muevo mi cabeza. Busco a alguien. A Woong In. Pero
la penumbra lo protege. Pienso. Si llego a derribar a mi oponente ¡¿Cómo
demonios lo encuentro?! Quizá todo esto, no sea más que una trampa.
El tipo mide más de 2 metros. Yo apenas 1,73. El tipo pesa más de 100 kilos. Yo
apenas si paso los 65. Analizo mis opciones mientras lo miro de arriba abajo. Sé
que él tiene que dar el primer golpe y va a doler.
Él también me mira. Se ríe. Grita con fuerza.
Hago una mueca. Dejaré que entre en confianza. Sé bien lo que ha dicho. Sé
alemán. Y no me gustó que me llame "enano". Menos que piense que "esto será
fácil".
Se abalanza ciego sobre mí. Primer error. Se deja llevar por el impulso y la
cólera. Nunca pelees con alguien cuando estás furioso. No tienes control sobre
ti.
Siento el furor de todos que aplauden y gritan. Algunos me lastiman los oídos
ordenándome levantarme. Están rabiosos. Debo concentrarme.
Pero el alemán no me dio tiempo. Me eleva fácil por el aire. Yo siento el frío de
la altura y el impulso de su fuerza. Él ruje feliz y yo grito porque su agarre de
verdad duele como si me clavara cuchillos.
Igual, tengo suerte. Eso me basta para observar algo brillante desde la altura
¡El bastón de Seung Hyun! Al lado de él ¡Sí! ¡Una manga de saco blanca!
Desde el suelo, giro mi cabeza y veo arriba. El pie del tipo me va a pisar la
cabeza. Me muevo como remolino rápidamente. Su planta impacta fuerte en el
suelo. No me ha alcanzado.
Boxea. Es fuerte. Es duro. Es ágil. Pero igual es pesado y tiene una única
técnica, la del boxeo. Por tanto, serán fijos sus movimientos. Se mueve sobre el
suelo. Igual, no quiero que me lastime la cara.
Me pongo en guardia. Con los puños cerrados me tapo el mentón. Él se me ríe.
Se ha dado cuenta que protejo mi rostro. Igual, me imita en la postura.
El tipo cae de costado. Ruje de dolor. Pero igual, como es fuerte, se quiere
levantar y seguir.
La multitud grita ya sacada entre la furia por él y los festejos por mí.
La cara del tipo está hinchada de repente. Su nariz sangra. Al ver ese rojo,
percibo el gusto de mi boca a metal. Yo debo seguir sangrando también.
De pronto veo que algo blanco aparece en una esquina del ring ¡Woong In!
Grita furioso. Se aferra a las cuerdas. Grita a mi contrincante. Lo obliga a
seguir. Lo obliga a matarme. Detrás de él está parado Seung Hyun.
Woong in. Yo solo veo su rostro asqueroso. Ese tipo, quiere a Yixing. Ese
hombre lo quiere apartar de mí. Esa lacra, le ha hecho cosas a Yixing. Mi
Yixing. Mi Corazón. Lo ha hecho sufrir.
Jamás había sentido placer de matar a alguien. Más cuando veo el rojo que
salta a borbotones por todos lados. Yo sonrío.
Mi Corazón, mi Yixing, Lay, ya es libre. Ahí en medio del hermoso charco rojo,
está su infierno, muerto.
- ¡SUHO!
No quiero voltear. Tomo a Seung Hyun del cuello y lo pongo delante de mí. Me
fijo quién es ¡Chanyeol! Estoy tan agradecido.
- ¡¿Al doctor?!
Nos movemos en medio de la balacera. Chanyeol nos protege con sus hombres.
Les ordena a algunos a esperar fuera.
Seung Hyun nos va indicando el camino. Los pasillos son interminables y los
odio. Corro a toda velocidad.
Llegamos a un fondo. Hay una puerta. Seung Hyun se quita una llave del
cuello. Abre. Y yo solo puedo gritar con fuerza.
- ¡YIXING!
Capitulo 14
"Suho... Te amo"
Todo está oscuro. Me duele el cuerpo. Abro mis ojos. Me acribilla esa terrible
luz blanca.
Creo que estoy en una cama. No me equivoqué. Estoy en una. En medio de una
habitación toda blanca.
Me toco la nuca porque percibo un dolor horrible. Ahí tengo una gasa. Me la
arranco.
- ¡Junmyeon!
Pero nada.
No sé qué hacer. Estoy desesperado. Estoy angustiado ¿Le habrán hecho algo?
¿Lo habrán lastimado? ¿Estará herido? ¿Necesitará que lo cure?
Camino alterado de un lado al otro. Voy y vengo dentro de este cubículo del
demonio que me tiene prisionero. No sé qué hacer.
Alguien me toma por detrás. Con mi codo de nuevo tomo impulso y le doy en el
estómago. Me suelta y yo me doy vuelta. De frente le estampo la palma de mi
mano. Otro que sangra. Nada me amedrenta. Junmyeon me necesita.
No estoy asustado. Siento bronca, furia, rabia. Por primera vez en mi vida
querría matar a alguien. A estos tres tipos que no me dejan llegar a Junmyeon.
Pasa no sé cuánto tiempo. Observo agitado a los tres hombres. Dos se sostienen
la nariz por la sangre que les salta. El otro, que me apunta, se les ríe.
Y mi espalda quema.
Choco en la esquina de la habitación. Lloro. No puedo hacer otra cosa más que
llorar. No puedo hacer otra cosa más que gemir.
- Me enteré – agrega molesto– que andas con alguien. Pero le haré entender
que eres mío. Solo mío. Vamos a ir a casa. Y nadie te apartará de mi lado.
Me quiere tocar. Estira su mano. Yo me hago más pequeñito. No quiero sentir
su roce. Me ahogo en llanto.
Estoy colgado del techo. Estoy desnudo. Soy tan menudito que me duelen los
brazos. Mis muñecas arden. Mi cuerpo está todo estirado. Estoy aterrado. Mis
ojos abiertos miran buscando ayuda.
De pronto se detiene. Siento que me tocan por todo el cuerpo. Yo lloro sin parar.
Escucho que me dice al oído: "Mi chiquillo travieso". Siguen las risas. Siguen
gemidos de la gente que está ahí. Siguen tocándose la entrepierna mientras me
miran. Yo solo puedo llorar. Yo solo puedo gritar. Cierro mis ojos. No quiero ver
más.
Escucho un chasquido. Otro más. No sé que será, pero todos ríen más.
Cuando me dice eso, me incorporo rápido. Abro los ojos. Miro a la puerta y
exclamo:
- ¡Woong In!
Él sigue cambiándose.
Me toma de la mano. Corremos. Hay hombres que nos protegen con armas. No
me suelta nunca.
Vamos por pasillos terriblemente largos. Nos dirigimos a una puerta. Nos
acercamos. Hay una balacera. Tengo miedo de pasar por ahí. Junmyeon tira de
mi mano y yo lo sigo.
Pasamos por un tinglado en medio de las balas. Él me cubre con su cuerpo. Nos
agachamos. De repente veo dos rostros conocidos. Shindong y Siwon. Nos
agarran a Junmyeon y a mí, y nos ponen detrás de ellos.
Ahí me quedo. Duro. Inmóvil como piedra. Lo miro bien. Tiene los ojos abiertos.
Se le nota el espanto en ellos. Tiene la garganta cortada. La sangre sigue
saliendo.
- Junmyeon... - balbuceo.
Salimos de una vez de ese lugar. Ni escucho los gritos de la gente que corre, ni
el sonido de los cañones de las pistolas de esos matones. Solo quiero salir de
ahí.
Pasa un tiempo. Nos estamos alejando del lugar. Ya estamos a una distancia
considerable de todo ese horror. Paseamos por el centro nocturno de Seúl.
Es que se ha dado cuenta que quiero llevarlo al hospital. Por eso insisto.
- Vamos Junmyeon.
- No.
- Tengo que...
- No hagas eso.
- Hacer qué.
No le veo la cara. Pero la imagino por su tono duro y rotundo. Igual yo sigo
empacado en un rincón.
- No te pregunté si querías.
Me quedo quieto. Lo miro fijo. Así como está, sigue siendo lo más bello de
contemplar. Esos ojos negros que amo, se entierran en mí y yo me pierdo de
nuevo en él. Ya no me puedo escapar.
Nos reímos. Pelear así y reírnos, después de todo el infierno que vivimos, me
hace sentir que esto es perfecto. Sé que nada entre nosotros es normal, porque
es perfecto. Él, tenía razón.
Siento en mi mano los latidos de su corazón. Su pecho sube y baja. Percibo sus
dedos que se meten en mis cabellos. Mientras, con su otro brazo, rodea mi
cintura.
- Dime Yixing...
- Te dijo "Suho".
- Pero él te conocía.
- Me gusta.
- ¿De verdad?
- Lay...
- Junmyeon...
- Dime Yixing.
- Solo contigo.
- Y un mandón.
Nos bajamos del coche. Estamos en el edificio donde él vive. Se gira hacia los
guardias y les dice.
- ¿Por qué?
- Porque me vas a tener que cuidar.
- Hacer qué.
Pasa un rato. Lamento tener que detener su voz hermosa. Pero necesito hacerlo
para decirle.
- Suho...
- ¿Mhhh?
- Te amo.
Sé que ahora ya no habrá más pesadillas ni más infiernos entre los dos. Porque
él cuida mis sueños y yo cuido su corazón.
Capitulo 15
"Tuyo...por completo"
Busco algo perfecto para Yixing. Algo que pueda regalarle y que sea valioso y
significativo para él. Algo que vaya más allá de lo material.
Creo que encontré lo que buscaba. Después de muchas horas de entrar y salir
de varios lugares, al final terminé en una joyería.
Hoy no iré a buscar a Yixing cuando salga. Dejaré que llegue solo. Sé que
llegará pasada las 23.30 hs. Casi a la medianoche. Lo tengo bien calculado.
He pedido de comer cerdo frito y bien picante como sé que le gusta. Y para
darle un complemento, hamburguesas.
- Qué boca más sucia – le reclamo serio – ¿Se puede saber qué te ocurre?
- ¿Qué me ocurre? ¡¿Que qué me ocurre dices?! – grita sacudiendo sus manos
enfurecido – ¡¿Te estás burlando de mí Kim Junmyeon?!
- ¿No? ¡¿No?!
Corro a la cocina. Pongo la mesa con su comida preferida. Escucho que sale.
Voy a la habitación a buscarlo.
- Yixing...
Bajo el picaporte y... nada. Yixing ha cerrado con llave. Debe ser broma.
- ¡Vete a la mierda!
- ¡No!
- ¡NI UN MENSAJE! ¡NI UNA LLAMADA! ¡UNA SEÑAL QUE ME DIGA QUE
ESTAS BIEN!
- ¡... ME LARGO!
Ando así un buen rato, dándole con mis puños y patadas al morral de arena.
Creo que hoy dormiré en la habitación de huéspedes.
Me acerco y toco.
- Yixing – le digo en tono más tranquilo – Mi Corazón... sólo dime si estás bien.
- Estoy bien.
Yo suspiro.
Me dirijo al equipo de música y coloco una canción que elegí especialmente para
este momento.
te estaré vigilando*
Presiento que esos versos han bastado para que recuerde que son palabras que
siempre le digo a él. Me imagino su rostro precioso impactado. Lo sé. Mi
corazón lo sabe. Por eso sigo bailando mirando la puerta de la habitación.
que tú me perteneces?
te estaré vigilando.
Abro los ojos. Allí está. Apoyado en el marco de la puerta. Mi cabello se ha
despeinado y para cuando me detengo, en medio de esa pista improvisada, mis
ojos se le clavan, mordiéndome el labio inferior, sin dejar de bailarle. Él sonríe.
Mis hoyuelos preciosos, están ahí sólo para mí.
Me llevo mi mano al pecho. Quiero que sienta, cuando escuche esta parte, lo
que me pasa cada vez que no lo veo y no sé nada de él.
Mi precioso Yixing, baila como los dioses. Y yo sólo puedo detenerme en esa
pelvis que ha comenzado a balancearse deliciosamente.
que tú me perteneces?
te estaré vigilando.
te estaré vigilando.
Te estaré vigilando.
Te estaré vigilando...
Yixing me ha rodeado el cuello con sus brazos y me respira en la boca. Ese olor
a frutas me intoxica de amor. Nuestros ojos se encontraron para no separarse
más.
Me abraza fuerte. Algo lo tiene inquieto. Tiene miedo. Por eso le pregunto.
- Nada. Sólo que te amo más que a mi vida –me dice la verdad, pero también
me está mintiendo. Igual esta noche se lo perdonaré.
Tomo sus caderas con mis manos y las sujeto con fuerza. Lo pego a mí y lo
presiono, frotándolo para que me sienta.
- Junmyeon... ¡ah!
Él gime de placer y lo sé porque ha echado su cabeza hacia atrás con los ojos
cerrados. Le lamo ese cuello blanco e impecable. Está perfumado y limpio.
- Hueles como los dioses – me dice para mi sorpresa mientras emite otro
gemido.
- Qué demonios...
Su lengua va y viene a lo largo de mi pene. Se siente tan pero tan caliente que
me estoy ahogando en serio. Ya hasta rasguño la pared.
Yo agarro sus cabellos y su nuca. Él interpreta que quiero estar más adentro.
Bueno. Sí quiero. Pero no si eso le hace daño
Igual él es una fiera. Su habilidad me ha impactado.
Y vuelve al final con una arremetida propia de los dioses del sexo perfecto será.
Porque no hay palabras para explicar cómo hace para hacerme gemir como un
animal.
Ni que le hubiera dado la orden de darme duro y con todo. Me mete y me saca
con una velocidad y de repente se queda quieto. Me ha dejado en su boca y así
juega con su lengua sacudiéndola sin sacarme un segundo.
- Yixing... Yixing... ¡¡¡aaaahhhhh!!!
Grito con todo. Abro mi boca para tomar algo de aire. Me ha dejado en jaque.
Respiro con dificultas. Entonces veo que se chupa los dedos. Ya lo agarro de la
nuca y lo acerco a mí de una.
Mis labios recorren su largo y perfecto cuello. Mientras voy girando su cuerpo.
Quedo detrás de él y le succiono la nuca. Le estampo mi miembro parado, él
emite un gemido, elevando sus brazos y rodeándome el cuello para apretarse a
mí más fuerte. Yo puedo sentir esos glúteos parados, duros y perfectos. Ya me
quiero enterrar.
- ¡Ah!... Si... ¡Así! y más – suplica echándose hacia atrás y rasguñando mi nuca.
- ¡Junmyeon ahhh!
- Siempre – le confieso con mi voz ahogada de placer por sentirlo así – Sólo tú
no quieres verlo.
Se sube a mis caderas rodeándome con sus piernas. Ama que lo lleve así a
nuestra cama, para hacerle lo que más le gusta que le haga: el amor.
Llegamos. Lo tiro y rebota. Él se ríe divertido con los brazos arriba. Yo me quito
rápido la camisa y él su remera. Le arrastro los jeans y el bóxer. Él se había
quitado sus zapatillas no sé en qué momento.
Ahora lo contemplo un rato. Allí abajo, en esa cama, se retuerce entre las
sábanas. Y yo como siempre le digo.
- ¡Más Junmyeon!
- Suplica...
- ¡SOY TU PROPIEDAD!
Salgo y entro a mi antojo. Curvo mis caderas para generar más presión. Sé que
le gusta escuchar el sonido de nuestros cuerpos mojados chocando sin control.
Sé que le gusta romper el silencio con nuestros gemidos cuando estamos
haciendo el amor.
Él se sujeta de mi cuello. Y yo lo miro para hundirme en esos preciosos ojos
calientes.
- Yixing ¡Cómo-me-gustas-Yixing!
Él mueve sus caderas para exigirme a seguir. Y yo hago más fuerza para
penetrarlo.
Le doy la espalda. Sé que ama mi trasero bien torneado y duro. Lo quiero hacer
sufrir por andar de peleador. Pero en eso siento un mordisco terrible en mi
cachete. Y demonios que ha dolido.
- ¡Mierda Yixing!
Con mis dedos aprieto sus pezones. El gime. Recorro con mis manos su cuello,
su pecho, sus pectorales y me apodero de su miembro.
- Como siempre.
Yo le agarro las caderas para ayudarlo a presionarse con fuerza. Verlo así es la
felicidad absoluta. Yixing es perfecto. Esa silueta esbelta se está moviendo sólo
para mí.
Jamás dejo de contemplar a mi dios. Allí está en su pedestal y yo bajo sus pies.
Él está arriba y yo, aquí abajo. Como debe ser.
Entierra sus uñas en mi piel. Eso provoca chispas en mi vientre hasta la punta
de mis pies. Mierda. Yixing me vuelve un desquiciado por él.
- ¡MÍO! – y lo embisto rabioso por cada grito que pego – ¡MÍO! ¡MÍO! ¡MÍO!
- ¡JUNMYEON! – ruje apretando sus ojos y grita.
Apenas abre sus ojos casi negros y brillantes por las lágrimas y me murmura
en los labios.
Estando bajo la ducha, me estampa de cara contra el frío mármol del cuarto de
baño. Pero juro que es una sensación refrescante. Es que estoy tan caliente que
voy a explotar.
Llevo mis manos hacia atrás para agarrarle los hombros y tirarlo fuerte hacia
mí.
Amo cuando siento sus dedos clavarse en mis caderas. Así me sostiene mejor.
Así me controla perfecto. Así jugamos a ver quién tiene el control. Es que no
puedo quedarme quieto.
- Te amo y gracias.
Me ha puesto un traje entallado, impecable y casual azul oscuro, con una polera
blanca. Me miro en el espejo. Me doy la vuelta. Observo estos calzados negros
de charol. Definitivamente podría acostumbrarme a llevar esto. Me queda
genial.
Él termina de vestirse con esos trajes de tres piezas para matar, como siempre.
Hoy de un gris claro tornasolado. Su corbata azul resalta su sonrisa. Eso creo.
No sé nada de moda, pero él es meticuloso en esas cosas.
Nos paramos en el inmenso espejo, uno al lado del otro. Nos miramos y
sonreímos.
Por hacer una broma, me quiere arrancar la ropa. Yo me mato de la risa. Había
sido terriblemente celoso. Así que corro y me escapo de él en dirección al living.
Es que dicho sea de paso, estoy llegando tarde al trabajo.
- ¡Ven aquí Zhang Yixing! ¡No quiero que todo el mundo ande babeándose por
mi propiedad!
Corro rodeando la mesa del living y me freno. Recién veo lo que hay dispuesto.
Todo estaba listo para una cena que nunca fue.
- Junmyeon... qué...
- ¡¿Y eso?! – digo mirando una caja de terciopelo azul en el medio de la mesa.
- Tu regalo.
- Me gusta mi ropa.
- Me la compraste tú.
- Y ahora me arrepiento.
Me doy la vuelta para irme. Entonces escucho que me dice riéndose de mí.
- Vete al diablo.
Ya está. Me enojé. Así que ahí tiene a su peleador. Que se quede con su regalo.
Le envío un mensajito con el código a Junmyeon, claro una vez que estoy en el
hospital.
- ¡Feliz Cumpleaños doctor Zhang! – escucho que gritan y sé que será así el
resto de mi feliz día.
Hasta mis pequeños me han preparado un coro con el cumpleaños feliz. Me han
llenado de sus bonitos obsequios. Me resulta precioso ver cómo han hecho sus
tarjetas llenas de corazones conmigo por todos lados. Hasta flores me habían
comprado.
Eso no quita que haga mis revisiones diarias. Igual que mis niños internados,
mis pequeños que vienen al consultorio me dejan sus tarjetas y me han traído
obsequios. Desde pañuelos, hasta portalápices, agendas y portarretratos. No sé
cómo me voy a llevar todo esto.
Camino rumbo al laboratorio. Aunque hoy no es el día en que estoy ahí, quiero
revisar cómo van las investigaciones.
- No sabía –me aclara serio – Pero con el terrible alboroto es difícil no saber.
Así es el director del Hospital Central, Jang Dong Gun. Puede ser
amablemente escalofriante.
Nos dirigimos allí. Apenas entramos, me invita a tomar asiento. Es raro que me
llame así. Normalmente soy yo quien vengo a darle siempre semanalmente los
informes de las dos áreas que dirijo. Pero esta vez él ha pedido hablar. Sólo me
quedo mirándolo sin decir palabra.
Eso me ha caído como balde agua fría. No me lo esperaba para nada. Me pongo
tenso y respiro agitado. No entiendo. Por eso le reclamo:
- Pero ¡Somos el área que más avances ha tenido en los últimos meses! ¡La
investigación en Farmacología neurorrestaurativa, es fundamental para
nuevos ingresos económicos en el hospital! ¡Ayudará tanta gente! ¡Estamos
muy cerca de...!
- Así es doctor – me dice serio pero afligido – Créame que estoy tan
desconcertado como usted ¡Estaba tan confiado de que ocurriera todo lo
contrario!
He estado una hora metido dentro de la oficina del director hablando sobre
esto. Pienso. Es un hospital público. Por qué nos quitarían parte del
presupuesto, si damos grandes ganancias con la venta de fórmulas a las
farmacéuticas. Supuestamente hasta el presidente de la república está
satisfecho con nosotros y nos presume ante el mundo. Pero al parecer no ha
sido suficiente.
- ¡Gracias! – digo recordando que en verdad hoy es mi día, pero siento que todo
se ha ido al diablo con la noticia.
- Si.
- ¡Ya basta Minho! ¡Él no tiene la culpa! – dice Taemin y yo me doy cuenta que
han estado hablando de mí.
- Por lo visto ya lo sabes – le digo suspirando, al darme cuenta que la noticia del
recorte de presupuesto ha llegado antes a él.
- Está estresado. Las cosas no salieron como hubiera querido. Hemos trabajado
tan duro desde hace meses... Tú sabes...
Mira al suelo. No quiere decirme lo que pasa por la cabeza de Minho. Pero al
final me confiesa.
- ¡¿Cómo?!
- Minho cree que el recorte es por culpa del Primer Ministro. Y tú sales con el
hijo del Primer Ministro – me dice y se ríe – Está loco... Eso es absurdo. Ya
Yixing. Ni le hagas caso.
- No lo sé... pero... Yixing... tienes que jurarme que nunca me vas a dejar.
Trato de convencerme que un hombre comprometido con el gobierno, no sería
capaz de algo tan perverso. No podría jugar así con la necesidad de la gente.
Todo el mundo sabe que Kim Bum, es justo e intachable. Es un hombre
honrado que asesora bien al Presidente de la República.
A quién engaño. Yo sé bien quién es Kim Bum. No tiene nada que ver con esa
imagen que les vende a todos. Jamás se irán de mi mente las palabras que me
dijo cuando me ofreció dinero para que deje a Junmyeon.
- Usted ¡Es un don nadie! ¡Un niño de la calle que vaya a saber de dónde
viene!... entienda que no puedo dejar a mi hijo cerca del hijo de una prostituta.
Porque, a eso se dedicaba su madre ¿verdad? Y usted... también...
Tengo miedo. Estoy aterrado. Cierro mis ojos y me los refriego con fuerza. No
quiero pensar en lo que estoy pensando.
- Sabes que Luhan tiene razón – interviene Baekhyun – desde hace semanas
que ni un trago con nosotros desde que andas con ese tipo.
- ¡Oigan! – grita Jongdae – Ya dejen de ser como viejas celosas. Además ¡Ese
tipo, es mi hermano!
Igual eso no impide que sea Jongdae quien más me tire del agarre y me
secuestren. Me trepan al auto de Baekhyun y me ponen en medio de Kyungsoo
y Jongdae que son los más fuertes, porque sigo pataleando.
Me bajan del auto bien agarrado y me meten al local de Jongin que ya conozco,
por el cumpleaños de Jongdae. Yo insisto.
Pero todo eso se me va cuando entro. Allí están. Las personas que más amo en
este mundo. Mi querido juez y mi novio, parados uno al lado del otro.
Y ahora que estoy con todas estas personas que sé bien que me quieren con
todo el corazón y me cantan el cumpleaños feliz.
- Gracias ¡Gracias Sang Woo! – le digo entre risas y lágrimas – Lo tenías bien
escondido a todo esto.
- ¡Junmyeon!
- Feliz cumpleaños doctor. Y cómo no venir, con todo lo que has hecho por
nosotros.
- Todo lo que nos está pasando... – me dice seguro –... a mis amigos y a mí, es
por usted. Yo no me habría encontrado con Zitao, de no haber sido porque usted
se llevó a Jongdae al hospital. Nuestro mundo ha cambiado mucho doctor
¡Gracias!
Miro. Me recuerdo el día en que acepté ser el tutor de Jongdae. Casi le declino
el pedido a mi querido juez. A duras penas acepté cuando el nombre de Kim
Junmyeon apareció.
Los dos nos quedamos quietos como si nos hubieran agarrado en alguna
picardía. Menos mal que Kyungsoo y Jongin interrumpen el tema con su abrazo
terrible.
- ¡Te hice el pastel que tanto te gusta! – me adelanta Kyungsoo que sabe bien
que amo sus dulces.
- Mejor nos sentemos a cenar y a abrir los regalos – dice Sehun y le hacemos
caso.
De pronto, tengo miedo. Y en mi mente viene su pedido, "... tienes que jurarme
que nunca me vas a dejar". Me he puesto serio. Y Junmyeon se ha dado cuenta
que algo pasa. Me mira perplejo y preocupado. Y entonces le sonrío, tratando de
ocultarle mi temor.
Cada uno de mis muchachos me da su regalo. Todos parece que se han puesto
de acuerdo con obsequiarme ropa. Me pregunto por qué. Una prenda más
delicada que otra. Ahora tengo camisas y pantalones de vestir para tirar para
arriba. No sé qué tiene de malo andar de remera, jeans y zapatillas.
Minseok y Jongdae han sido los únicos que me han dado algo distinto. "Today"
de Willamette Stone, es lo que han elegido para cantar. Pero nadie los deja
bajar de ese escenario improvisado y se quedan cantando un par de canciones
más. A dúo suenan perfectos.
- Dame mi regalo.
- ¿Esta mañana? – pregunta Sang Woo que no sabe que vivo más en la casa de
Junmyeon que en la mía.
- Junmyeon – murmuro sin quitarle los ojos de encima – ¡Es perfecto! ¡Es
precioso! Pero ¿Qué es?
- Un "llamador de ángel" – me explica.
- Nunca había visto algo así ¡Es muy bonito! – dice Minseok a quien también
evidentemente le ha gustado el adorno.
Abrazo fuerte a Junmyeon, sin decir una palabra. Me vuelvo hacia mi obsequio
y él me dice.
- ¿Eso dicen?
- Eso dicen – habla de repente Sang Woo, que sabe de todo – Cuenta la leyenda
que los humanos vivían en contacto directo con sus Ángeles de la Guarda. Pero
cuando el hombre pecó, tuvieron que dejar de vivir con ellos. Los ángeles,
tristes por tener que dejar a los seres que más amaban, les obsequiaron antes
de irse, colgantes esféricos de plata pura que, al agitarlos, sonaban como
campanillas. Los ángeles se despidieron de los humanos y les explicaron que,
aunque ya no los volvieran a ver, si se sentían en peligro, desprotegidos o
simplemente tristes, sólo necesitaban agitar la esfera, porque con su sonido, su
Ángel Guardián acudiría en su ayuda o compañía.
Sonrío. Sé por qué lo ha elegido. Muevo la esfera para escuchar su sonido. Y leo
en el ala, que hay tallada una leyenda diminuta que dice: "Por siempre y para
siempre".
Mis ojos se llenan de lágrimas. Ese fue mi deseo. "Junmyeon, por siempre y
para siempre". Y ahora sé que también es el suyo. Estoy emocionado. Miro el
rostro precioso de mi Ángel Guardián y le murmuro:
- Tú haces que esté fuerte y esté sano. Eres un buen doctor. Sabes cuidar bien
mi corazón.
Lo miro. Lo adoro. Por cada día que pasa, mi amor por él es más fuerte. Lo beso
y le recuerdo:
- ... Cuidar tus sueños – concluyo y agrego – Yo cuido tus sueños y tú cuidas mi
corazón.
Ahora nos reímos los dos. Recién cae en la cuenta que la canción que siempre le
tarareo es Every breath you take, de The Police. Así que comienzo a entonarla
de nuevo.
Así se me duerme. Él primero. Yo después. Porque siempre vigilo que esté bien.
Porque si él está tranquilo, yo estoy tranquilo.
- Te amo.
Solo Yixing no es consciente de Lo hermoso que es. Y soy tan egoísta que en el
fondo me contento, porque en su ingenuidad, no se da cuenta de los tipos y
mujeres que pululan a su alrededor babeándose por sus atenciones de buen
doctor. Él solo tiene ojos para mí.
- ¿Cómo dormiste?
Nos levantamos juntos. Nos duchamos juntos. Nos cepillamos los dientes
juntos. Nos vestimos juntos. Desayunamos juntos. Y juntos nos vamos al
trabajo porque yo lo llevo.
- ¿Está aquí?
- Si señor.
- Hazla pasar.
La recibo con los brazos abiertos. Ella me abraza. Me besa cada mejilla y me
mira de los pies a la cabeza.
- No querido. Gracias. Solo pasaba para saber cómo estabas. Te veo muy poco –
me dice en tono reprobatorio y yo intuyo el por qué de su visita.
- Hablamos todos los días mamá – le recuerdo – Y si nos vemos poco, es porque
así lo has decidido.
- Desde que te fuiste de casa, ni siquiera asistes a los eventos. Todo el mundo
pregunta por ti...
- ¡¿Por qué mamá?! ¡Dame una razón para entender! – le suplico desesperado y
enojado.
- Lo vi en una fiesta.
- ¿Y qué conclusiones has sacado de esa fiesta? Si ni siquiera hablaste con él. Y
de todos modos en esa fiesta, hasta el Presidente lo felicitó por su trabajo ¿Y tú
y papá siguen insistiendo que es un oportunista? – le recalco.
- Desde que estoy con Yixing... duermo mamá – le confieso sonriendo tranquilo
– Yo duermo a su lado sin miedos. Nunca más tuve que tomar ninguna
medicación para dormir. Porque él es mi descanso mamá. Él es mi mejor sueño.
- Junmyeon...
- Y bien – me dice ya calmada – Cuéntame algo de ese doctor del que te has
enamorado.
- ¿Quieres venir?
- Yixing me espera.
- ¿Por qué?
Nos despedimos. Tengo que hablar con mi hermano. En eso mi móvil suena. Es
Yixing.
- Junmyeon – me dice con tono preocupado – No podremos almorzar.
- Tengo reunión de directores de las áreas del hospital ¿Me vienes a buscar en
la noche?
Mi precioso Yixing en medio de ese caos me hace una broma. Pero yo sé que en
el fondo su preocupación es mucha.
- Vine a dejarte estos papeles – digo tranquilo pero agrego – Yesung ¿Hay algo
que debas decirme?
- ¿Eso es todo?
Ya casi olvidé los pormenores de esa corta charla que escuché. Así que lo veo
tan sincero que no dudo en él. Es una de mis personas de confianza. Por eso le
sonrío y le digo para tranquilizar la tensa situación.
- Entiendo que mi padre esté preocupado por mí. Pero dile sin remordimientos
que me llame él. No que te use a ti ¿De acuerdo?
- También a almorzar.
- ¿Quieres venir? – lo invito sonriendo – Yixing tiene muchas cosas que hacer
en el hospital.
- ¿Y Minseok? – le pregunto.
- Qué te preocupa.
- ¡¿Qué te ha dicho?!
- No me jodas.
- No seas irrespetuoso.
- ¿Me vas a decir que estaba preocupada por mí? – se ríe y yo detesto ese tonito
sarcástico tan propio de él – Para mí que te quería sacar información.
- ¡Me vale una mierda! Y no sé por qué demonios lo defiendes. Él ni quiere ver
en pintura a mi doctor.
- ¡No es tuyo! ¡Ya te lo he dicho! – le grito en la cara para que le quede claro y él
se me burla.
- Junmyeon, cualquier cosa que ocurra, por mínima que sea ¿Me dirás verdad?
- ¿Todo?
- ¿Chanyeol te contó?
- ¡¿Chanyeol sabía?!
Yo solo me río. Mi hermano está loco. Hasta que se pone serio de nuevo y me
dice.
- ¡¿Qué?!
- Así es – me dice furioso sacando sus conclusiones – Viejo de mierda.
- Vamos Junmyeon – me recrimina – Creí que el único ingenuo del grupo era
Yixing...
No voy a discutir con él con Minseok aquí, que parece molesto con mi hermano
por cómo se expresa. Pero me despido de ellos y me dirijo a ver a mi padre a su
despacho.
- Lo siento joven Kim – me dice confundida la mujer – Pero su padre dice que
está ocupado.
- Esa no es una decisión que yo pueda tomar. Solo soy el asesor del Presidente.
De repente escucho que la secretaria le habla. Él sin querer la pone por alta voz
y escucho.
- Vete de aquí ahora mismo – me dice entre dientes – No quiero volver a verte.
No quiero ver en lo que te conviertes por ese oportunista que solo busca tu
dinero.
- No puedo creerlo...
- Yixing...
De repente las lágrimas comienzan a caer por su rostro. Me le acerco rápido. Es
que me duele verlo en ese estado. Lo tomo entre mis brazos y él se aferra a mí
con fuerza.
Me sonríe. Allí están esos hoyuelos que tanto amo. Corre y me abraza fuerte.
Me mira y me peina con sus delicados dedos.
- ¡Junmyeon! – exclama emocionado – Dime ¡¿Qué haría yo sin ti?!
- Vivir – le sugiero.
- Pero no sería feliz. Porque ¡tú me haces tan feliz! – me dice emocionado.
- Te amo Yixing.
No quiero que entren. No quiero que irrumpan en este momento. No quiero que
llenen de preocupaciones la mente más brillante y preciosa que he conocido en
mi vida.
- ¿Pediste tu deseo?
- Si – le confirmo – ¿Y tú?
- También.
No lo decimos. Porque sabemos cuál fue nuestro deseo. "Ser felices juntos, por
siempre y para siempre".
Nada malo existe ya. Nada malo puede pasar. Hoy de nuevo será la noche de
nuestro ritual, cuando vayamos a descansar.
Me río y le respondo.
- Admirándote.
- ¡Estás loco!
No ha sido una buena semana. Para nada. Y sólo estar así con él calma mis
preocupaciones. Él lo sabe. Por eso me consiente en todo.
- ¿De verdad?
- Si.
- Eres muy bueno conmigo. Haces de todo por mí y yo no hago nada por ti.
Sé que hoy será un día complicado. Para colmo se ha roto una de las máquinas
de electroencefalograma y nos han ordenado recortar la cantidad de pacientes
que precisen hacerse estudios.
Me he peleado con el director del hospital, porque siento que no hace nada para
resolver la situación. Se supone que Neurología es nuestra especialidad. De
pronto siento que somos un hospital del tercer mundo. Estoy angustiado.
La obra de Peter Pan que estábamos preparando con Baekhyun, Luhan,
Kyungsoo, Jongdae y el resto de los muchachos quedó prácticamente en el
olvido por todo lo que está pasando.
- ¿Yixing? - me dice de repente Luhan con quien tomo un café - ¿Estás bien?
Camino por los pasillos del hospital. Vengo de tres intervenciones quirúrgicas
perfectas. Pero estoy molido.
- Doctor Zhang - me dice el director a quien me cruzo.
- Doctor. A pesar de eso, yo estoy muy a gusto aquí. Este lugar me ha dado
mucho. Así que continuaré haciendo mis investigaciones como pueda desde
aquí.
- Gracias. Te amo.
- También te amo.
Corto. Lo he notado nervioso. Pero puede que sea una reunión muy importante
de negocios. No todo lo tenso pasa por mí.
Salgo a almorzar al parque que está cerca del hospital. Me pongo bajo un árbol
con un sándwich y una soda. De pronto alguien me habla por detrás.
- Doctor Zhang.
- ¿Sí?
- El Primer Ministro desea verlo.
Dudo. No sé si será el Primer Ministro porque nunca vi a este hombre entre sus
custodios. Hasta que me estira su móvil.
- Hable - digo.
- Buenas tardes doctor Zhang - me dice Kim Bum, pues yo conozco bien esa
horrible voz.
- Qué se le ofrece.
Estoy todo tenso. Nada de lo que hable con él puede ser bueno. Me subo al auto
que conduce el hombre que me esperaba fuera y me lleva a mi destino. Las
oficinas donde trabaja el Primer Ministro.
Entro a donde me dirigen. Es un lugar privado.
Pero no puedo evitar ver el momento justo en que Junmyeon dice algo a Woong
In y con la catana le corta la garganta. Después de aquello el video se corta.
Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. No quisiera. Pero no puedo
controlarme.
- ¡¿Prefiere verlo tras las rejas por su culpa?! - grita desesperado golpeando
la mesa.
- No bastará con eso. Sabe bien que aunque usted desista de esa relación
que tienen, él lo perseguirá.
- Él tiene que estar convencido de dejarlo ir. Y para eso... tiene que odiarlo.
- Nada.
Lloro. No tengo consuelo. Nadie podría entender que esto me está matando por
dentro. Mi corazón pareciera querer detenerse.
- Sólo deme hasta mañana para preparar mis cosas. Y le juro que cumpliré
con mi palabra.
- ¿Eso era todo? - pregunta para terminar por admitir con su respuesta que
siempre fue él el responsable - Hecho. Le doy mi palabra.
Salgo a tomar aire a la terraza del hospital. Hace frío. En eso escucho a
alguien que ha subido. Me doy la vuelta y me encuentro con Sang Woo. Me
sonríe y yo me acerco a abrazarlo.
Me río. Y respondo.
- Si.
- Por qué.
- Me acuerdo cuando eras niño y venías a casa. Lo primero que hacías era
agarrar un terrible libro de anatomía y ver las imágenes de los cerebros - dice y
se ríe - ¿Recuerdas?
- ¿Por qué dejaste de investigar eso? Hasta tu tesis la hiciste sobre ese tema
- me pregunta confundido.
Yo me le largo encima. No sé qué pasa. Pero estar así con él me hace sentir un
niño de nuevo.
- ¿Cómo... cómo fue? - pregunto aterrado para indagar si hay algo que
pueda incriminar a Junmyeon.
- ¿Por qué quieres saber? Está muerto. Eso es lo que importa. Tu temor ya
no existe.
Sólo cuando fui mayor de edad Sang Woo me confesó que Woong In me buscaba
y que por eso me había cambiado el nombre. Quería que nunca estuviera sólo y
me cuidara.
Quiero ir a casa para abrazar a Junmyeon. Pero no quiero llegar porque sé que
esta noche será la última vez.
Y comienzo a correr. Porque entonces me doy cuenta que aunque sea la última
vez, quiero estar hasta el último segundo con él.
Corro por eso a toda velocidad. Porque solo quiero estar con Junmyeon. Sólo
quiero llegar a los brazos de Kim Junmyeon, mi Ángel Guardián.
Pero sé que debo hacerlo por el amor que le tengo a Junmyeon. Porque es
verdad, él no merece pagar por algo que hizo por mí. Yo soy el único culpable
de este horror. Yo lo convertí en un asesino. Y haré lo que sea para salvarlo.
Pero al menos esta noche, esta noche será mío por última vez.
Capitulo 19
"...él era Mi Corazón"
Tengo que hacer algo con esto. Me siento inquieto. Estoy con el presentimiento
de que algo va a ocurrir y no sé qué. Por eso me voy al gimnasio.
Pero me quedo igual entrenando. Porque sé que ama verme haciendo lo que
estoy haciendo. Sé que mi cuerpo lo vuelve loco, cuando estoy en este estado. Y
no me equivoco.
- Mucho.
- Yo también – suspiro.
- ¡Dios! ¡Junmyeon! ¡Eres tan hermoso! Eres bello por donde te mire...
- La canción que pusiste – digo mirándolo fijo – Lo que dice: "Yo estoy contigo.
Te llevaré a través de todo esto. Yo no te dejaré, te alcanzaré cuando sientas
ganas de irte... Porque tu no... tú no estás solo."
Me acabo de dar cuenta que esa canción. "Not Alone" de Red, dice las palabras
que él mismo pronunció esa noche, en la que yo estaba metido en mi oscuridad,
y en la que él me salvó con su amor. Esa noche que hicimos por primera vez el
amor.
- Yixing... – suplico y él sabe qué le estoy pidiendo.
Es lo que dice la canción. Es lo que me dice él. Y yo siento que sus labios se
apropian de los míos con locura.
Lo doy vuelta y lo beso en los labios. Bajo rápidamente por su pecho, quiero
apropiarme de sus bellos pezones. Él entierra sus manos en mis cabellos y los
tira con fuerza. Está ansioso y desesperado. Mi Yixing no se puede quedar
quieto, pero hoy dejaré que se revuelva de pasión por mi cuerpo.
Succiono cada uno de sus botones con esmero. Amo ese aroma que siempre
lleva. A flores en su cuerpo, a frutas en su boca. No sé por dónde recorrerlo,
quiero poseerlo todo.
- Con todo – me sugiere y me rodea con sus piernas para ejercer más presión.
- ¡Te hago el amor Yixing! – exclamo como puedo, porque me he vuelto loco.
Así me pone él. Loco de placer. Escucho el sonido de nuestros cuerpos mojados
que se estampan con furia. Él parece disfrutarlo. Penetrarlo es la gloria. Y sigo
en mi trabajo maravilloso de hacerlo llegar al éxtasis cuando toco su próstata y
grita amarrado a mi cuerpo.
- Hacer qué.
- ¿Desnudo?
Aunque sabemos que tendremos que levantarnos en poco más de una hora,
dormitamos algo.
Nos levantamos juntos. Nos bañamos juntos. Nos cepillamos los dientes juntos.
Nos vestimos juntos. Desayunamos juntos y juntos nos vamos al trabajo,
porque yo lo llevo.
- Entonces llámame cuando quieras que te busque. Saldré de donde esté para
venir por ti ¿De acuerdo?
- Ok.
Me mira un rato. Me peina con sus dedos. Me besa y me dice antes de irse.
La mañana ha sido dura. Ha habido muchas cosas por ver en el negocio. Tengo
abandonada la facultad y eso me tiene inquieto.
- Estoy trabajando.
- Entra.
Entro en la cafetería. Allí está sentada, con una taza en frente. Cuando me
acerco, no se levanta. Solo me mira. Yo la saludo con un gesto desganado
inclinando mi cabeza. Me siento y espero a que hable.
- Cómo has estado – le digo tratando de ser cortés.
- Bien. Gracias.
Hago ademán de irme ya del lugar, pero ella me impacta con algo que dice:
- Dime Junmyeon ¿De verdad estás seguro del amor de ese doctor? – me dice en
tono sarcástico.
Está loca definitivamente. Me refriego los ojos. Esto no me gusta. Sobre todo
porque estoy perdiendo la paciencia.
- Por favor Eun Ji. Intento ser respetuoso contigo. Pero estoy perdiendo la
paciencia.
- Yo sé que hoy se reúne tu padre con él. Sé también que tu padre le hará una
oferta que no podrá rechazar para que se aparte de ti.
- Estás loca Eun Ji – digo furioso.
No me quedo a escuchar. Me voy arriba por el elevador. Cuando llego, salgo del
elevador. Tengo que subir unas escaleras. Veo la puerta abierta de la terraza.
Puedo escuchar que hablan. Es la voz de mi padre.
- Espero que acepte mi oferta ¿Qué me dice doctor Zhang?
No puedo creerlo. Esto no puede estar pasando. Quiero pensar que esa persona
no es Yixing. Mi Yixing no puede ser así. No. Por eso me obligo a subir. Mis
piernas tiemblan. Apenas puedo mantenerme. Mientras, sigo escuchando.
Me paro allí. No me han visto todavía. Pero como puedo saco fuerzas del dolor
que siento en mi pecho y aplaudo lleno de odio esa escena. Aplaudo. Todo lo que
puedo hacer es sonreír y aplaudir.
Ellos se quedan petrificados en su sitio. Yo me acerco riéndome de mí mismo.
- Qué pasa Yixing – digo entre dientes – No me digas que te he ofendido... ¿No
vas a decir nada? ¡Dime algo mierda! - grito.
Calla unos segundos y yo observo que sus cabellos se despeinan por el viento,
porque así y todo, yo sigo viendo a mi hermoso Yixing. Me odio a mí mismo,
más a mí que a él. Porque yo me dejé atrapar por este demonio que no sé quién
es. Y él de nuevo habla, matándome lentamente con cada palabra que dice:
- Papá – hablo como puedo del dolor que desgarra mi garganta – Ya no digas
nada. No vale la pena. Al fin y al cabo, sólo es dinero ¿Verdad Yixing?
Quiero que me diga que esto es falso. Quiero que me diga que es una broma.
Que nada de esto que me está pasando es real. Que lo obligaron a hacer esto.
Pero él me mata el corazón cuando sonríe y con tono sarcástico me dice seguro:
- Por eso es mejor cortarla ahora Junmyeon – me dice sin darse vuelta.
- Por favor, quiero estar solo. Bajaré cuando sepa que él salió de este lugar.
De repente veo un auto abajo que se mueve. El auto que le obsequié y él se negó
a aceptar. Hasta ahora.
Cierro los ojos y recuerdo su rostro, su sonrisa tierna, sus hoyuelos preciosos.
Mi mente vaga entre su ropa desgastada, sus cabellos alborotados y sus
espectáculos con los niños. No puedo entender, cómo pudo actuar tanto tiempo.
Quise creer que el amor salva. Quise creer que la risa cura. Me dejé llevar por
esa fachada de inocencia que me mostró. Y ahora pienso, cómo voy a arrancarlo
de mi corazón, si él era Mi Corazón.
Capitulo 20
"Mi amor se queda con Junmyeon"
- Doctor Zhang – escucho que me llaman por detrás mientras me dirijo a mi
consultorio.
- ¿Tiene que ver con el presupuesto? Yixing – dice tratándome como un amigo –
¡Nos lo han devuelto y lo han aumentado! – exclama entusiasmado.
- ¿Tan pronto? ¡Creí que podría retenerlo! – me dice confundido – Cuando todos
se enteren, se armará terrible alboroto.
- No lo diga – le suplico – Por favor doctor Jang... No le diga a nadie. Deje que
me vaya tranquilo.
- Será peor si les avisa con tiempo. Que sigan animados y entusiasmados por lo
del presupuesto. Verá que lo mío no tendrá efecto – digo tratando de
convencerme de eso.
Él me observa un rato. Está enojado conmigo. Lo sé porque su rostro me lo dice.
Suspira y al final me complace:
- No sé qué vaya a pasar. Tengo que asignar nuevo directores de las dos áreas.
Pero creo que lo que dice, es lo mejor – asiente – No quiero ver gente deprimida
haciendo fiestas de despedidas.
Se levanta y yo le sigo. Supongo que no hay nada más que decir. Entonces
camina hacia mí y me dice:
- Dime Yixing – me dice Luhan – ¡¿Qué demonios ha ocurrido?! ¡Si se los veía
tan bien!
Nos vamos juntos al hospital. Llegamos y nos sorprende con lo que nos
encontramos.
Salgo del vestidor y veo que es doctor Jang viene agitado hacia mí.
Yo obedezco y lo sigo.
- Qué cosa.
- Lo bueno que está ocurriendo aquí se debe a usted doctor Zhang – y dándome
una palmada de aliento agrega – Yixing, hoy es tu último día – me recuerda –
Es el último favor que te pido. Eres director de las dos mejores áreas de este
hospital. No me llevaré el crédito de esto sólo. Fuiste tú quien lo hizo todo.
- No es así y lo sabe.
De nada sirve lo que digo. Se nos viene una avalancha de doctores que nos
arrastran como parte del equipo médico. Yo me pierdo entre ellos. No quiero
ver a nadie conocido, ni que me vean.
No aguanto estar allí. Me doy la vuelta para marcharme, no soporto ver todo
eso. Tengo un nudo en la garganta. Me estoy partiendo por dentro.
Pero cuando estoy intentando escaparme de ese lugar, escucho mi nombre por
el micrófono.
- Si eso crees...
Yo quiero desmoronarme. Pero debo ser racional. Me agacho y ruego que algo
me saque ya de allí.
- ¡Doctor Zhang! ¡Yixing! – escucho el grito de Taemin que corre hacia mí.
El día ha sido duro. Apenas si he tenido el tiempo para arreglar mis cosas. Me
escapo ante las posibles preguntas sobre mi partida del personal.
Entramos con esos pases y dejamos la cola terrible de gente que nos mira con
envidia. Es la primera vez que soy exclusivo y Vip así que lo disfruto.
Me pregunta en tono duro. Sus ojos. Esos ojos que tanto amo, hoy no me
muestra sino desprecio. Pero debo mantener mi papel a la perfección.
- Te daré el doble.
- ¡¿Disculpa?!
Lo que me ha dicho, me ha descolocado por completo. Me siento ofendido,
molesto, furioso. De pronto tengo ganas de trompearlo. Más cuando me dice:
Y allí en esa frase están esos ojos negros, profundos y gentiles que se entierra n
en mí con amor. Tiene la esperanza de que le diga una verdad que jamás
revelaré. Porque en mi silencio debo salvarlo. Por eso como puedo sonrío y digo.
- Bájate el pantalón.
Y eso hago. Tengo un nudo en la garganta. Estoy temblando. Pero debo seguir.
No hay vuelta atrás.
Pone mis manos contra la pared. Yo estoy inmóvil sin saber qué hacer.
- ¿No era que te gustaba cuando te lo hacía? – me dice con rudeza y se entierra
hasta el fondo.
Yo me quedo sin aire. Esto no es placentero. Esto es sufrimiento.
Escucho sus jadeos secos y vacíos en mi oído. Por mis mejillas puedo sentir las
lágrimas que corren sin parar. Agradezco la oscuridad para que así él no pueda
verlas. En mi gemido desesperado, también doy gracias de que la música no
permita escuchar nada.
Quiero decirle que se detenga. Quiero decirle que más despacio. Que me duele.
Pero eso ha hecho que sus embestidas se hagan más dolorosas y más rápidas.
- ¡¿Por... favor?! – dice y me penetra con una terrible fuerza que siento que me
parte en dos – ¡¿Quieres... más?!
Así le decía antes. Mi deseo era tan fuerte que siempre le pedía más y más
fuerte. Ha usado esas palabras en contra mía. Y yo soy el culpable.
Lloro. Pero él ni lo nota.
Siento su ropa mojada detrás de mí. Siento su rugido lleno de ira y de odio en
mi cabeza.
Y entonces termina por gritar como una fiera y me aturde. Yo sólo puedo cerrar
mis ojos y grito del dolor que me ha causado.
Ha acabado.
Allí me quedo.
Quieto y asustado.
No quiero moverme. No quiero verlo. Mis piernas apenas si las siento. Están
entumecidas, como mis manos.
- ¿Yixing?
- Yixing...
Vuelve a decir y siento que me quiere tocar. Yo apenas percibo su mano sobre
mí, me encojo.
Entonces tomo el impulso de irme a ciegas por donde sea. Por eso sigo pegado a
la pared y camino.
- ¡Yixing!
Siento que me grita Junmyeon y yo comienzo correr en medio del gentío que se
divierte. Solo quiero alejarme de él. Sólo quiero escaparme de ese abismo.
- ¡Yixing! ¡Yixing!
- ¡Yifan!
Yifan lo ve, me mira y se da cuenta que no quiero estar ahí y que fue Junmyeon
el que hizo algo.
Pasa un rato viajando por no sé dónde. Yo miro por la ventanilla del auto a la
nada. Lloro sin parar.
- Yixing, si no quieres, no me cuentes nada. Sólo dime lo que quieres que haga y
lo haré.
Esa noche Yifan me lleva primero a lo de Luhan que no está y retiro mis cosas.
Me aloja en su apartamento donde duermo como puedo. Y a la mañana
temprano, visito a Sang Woo para despedirme de él. Yifan se iba de viaje a
Tokyo y me lleva.
- ¿Estás seguro?
- Si. Es lo mejor.
Le he mentido. Le he dicho que me iré a Nueva York. No quiero que sepa que
de Tokio, iré a Boston. No quiero que le diga a Jongdae.
Sólo puedo rezar porque mi Junmyeon pueda sanar la herida del corazón, que
ahora le provoqué yo.
Capitulo 21
"Cabos sueltos"
- Junmyeon... - me saludan todos al pasar.
Sonrío. Saludo conquistándolos a todos con mi sonrisa. Sé que con sólo mirarlos
ya los tengo a mis pies. Levanto mi trago. Les guiño el ojo. Enarco una ceja y
listo.
- Doña Blanca vino de visita - digo y todos ríen - Discúlpame cariño - le digo a
la chica que está sentada encima mío - Tengo algo importante que hacer.
- ¿Desde cuándo tan amargado Sehun? - digo riéndome y todos me imitan - ¿No
te divertías así con mi hermano?
En eso veo que alguien más se le arrima. Se pega tímido a su cuerpo y le toma
la mano asustado.
Había querido olvidar lo que no se puede. Ese olor a flores y frutas golpean mis
fosas nasales. Verlo es volver al hospital. Verlo es volver a esas canciones que
él sabía cantar. Verlo es volver a los pequeños a los que hacía saltar. Verlo es...
Mi Corazón.
Me relamo los labios y me río con todo. Sehun me tira del cuello de la camisa.
Me arrima a su cara. Transpira furioso y con motivos. Yo no puedo parar de
reír.
Se toman de la mano. Se dan la vuelta para retirarse. Pero antes me dice con
lástima.
- Qué mierda te sucede Junmyeon... tú no eres esto... tú eres... mejor que esto.
Pero la peor puñalada me viene cuando escucho que alguien comenta riéndose.
Me paro y bailo solo. Doy dos giros y abro mis ojos de nuevo.
Veo a un chico cualquiera que se mueve en medio de todos. Tiene los cabellos
alborotados, y es delgado. Sonríe y veo unos hoyuelos que se han dibujado en
sus mejillas.
Él se mueve con los ojos desorbitados. Sólo. Baila sólo dando vueltas y yo lo
amarro de la cintura.
- Yixing... - murmuro.
- "Desde que te has marchado estoy perdido sin un rastro, sueño por la noche y
solo veo tu rostro, busco alrededor, pero eres tú lo que no puedo reemplazar, me
siento tan frío y anhelo tu abrazo. Sigo llorando bebé, bebé, por favor..."
Los rayos de sol golpean mis ojos. Me duelen cuando los abro. Me incorporo a
duras penas en esta cama de mierda que no sé de quién es. Veo cuerpos
tumbados y desnudos a mi alrededor.
Ya me aburre esto. Otra noche más de lo mismo.
- ¿Ahora resulta que me ordenas? Ubícate - porque quiero recordarle bien cuál
es su lugar.
Corto cuando han terminado de regañarme del otro lado. Estoy atontado. Mi
guardaespaldas sigue clavándome los ojos acusatorios de vez en cuando.
- Disculpa, pero... ¿Ya analizaste el contrato con los Lee? Te lo di hace más de
tres semanas. Nos están apurando.
- Junmyeon - me reclama nervioso - ¿Lo olvidaste? Dime que al menos los has
leído.
- Mañana temprano vienen. Analiza los documentos por favor. Tienes hoy.
- Qué ocurre...
Me dirijo al almuerzo con mis futuros suegros para ultimar detalles del
compromiso y de la boda. Sólo escucho los planes que hacen sobre mi vida. Eun
Ji parece feliz. Yo solo sigo la corriente.
Estoy paseando por uno de los jardines, cuando escucho que gritan mi nombre.
El taladro de Eun Ji. Había olvidado que estaba conmigo paseando. Me mira
molesta. Ha frenado el paso. Yo me vuelvo hacia ella y digo secamente.
- ¡Te estoy hablando desde hace una hora! - exclama furiosa - ¡Te pregunté algo
importante! ¡¿Y ni siquiera me escuchaste?!
- Lo siento - le miento.
Sin embargo suspiro cansado. Parece que tendré que ser claro con ella, cuando
le explique las cosas. La miro a los ojos y le digo rápido.
- No me interesa dónde decides hacer la fiesta, ni los invitados que asistan, ni
los vestidos que te pongas, ni la decoración que elijas, ni lo que tu estúpida
madre quiere que diga y el idiota de tu padre prefiere para nuestras vidas. No
me preguntes. No me informes. No me cuentes porque no-me-interesa-tu-puta-
fiesta - le remarco.
- ¡Idiota!
Y ¡paf! Me ha dolido la bofetada. Tenía fuerza la niña. Pero sé que lo tenía bien
merecido. Así que no me quejo.
- Con este de aquí, has decidido casarte - le digo y me le río - No te quejes que
no te advertí después - le sugiero levantando mi índice que termina haciendo
un toque a la punta de su nariz.
- Junmyeon... - dice algo asustada - Por qué... por qué eres así conmigo...
- ¿No? - digo abriendo bien mis ojos y lanzando una carcajada terrible que la
asusta del todo.
Ella parece aterrada de mí. Retrocede unos pasos pues no le gustó que la
despeine. Como puede y a punto de llorar, me recrimina mientras se arregla el
peinado.
- Junmyeon...
- ¡¿Qué mierda te pasa?! - digo sin moverme de donde estoy, echado en la cama.
- ¡A ti qué mierda te pasa! -me grita y tengo otro taladro en el día - ¡Te llamo y
te llamo y te llamo y nada!
- Estoy preocupado por ti. Lo siento - me dice y yo siento que mi corazón vuelve
a palpitar... algo - Junmyeon... es que... nunca hablamos de Yixing y yo...
Lo nombró.
Mis ojos se llenan de lágrimas. Doy gracias que no me ve y que no hay nadie
aquí para verme. Jamás podría decirle a Jongdae lo que pasó, por orgullo, por
estúpido, no sé...
- Oye idiota... todo está bien. Yo estoy bien. Fue algo pasajero. Nada más.
- Está bien...
- Adiós. Te quiero.
Estoy arto de que me sigan. Están pegados a mí como chicle. Ahora entiendo a
Jongdae que los odiaba y se les vivía escapando. Mientras conduzco, me
pregunto cómo mierda los despistaba, porque no dejan de seguirme pisada.
Llego a la oficina. Recién algunos empleados regresan del almuerzo. Todo aquí
es igual que siempre. Cada uno en su mundo, me reverencia cuando paso y yo
ni los miro. Me vuelvo a una de mis secretarias y le pregunto.
- No señor.
- Si señor.
Pero algo llama mi atención. Leo bien y en eso veo que la puerta de su oficina
se abre.
- ¿Viste los papeles? - me pregunta algo tan obvio, que sé que aquí pasa algo.
- Si.
- Qué ocurrió - digo lentamente para que recordarle que tengo una memoria
privilegiada - con la transferencia bancaria que debías hacer al doctor Zhang.
No la veo asentada.
Eso me deja helado. Siento que un frio me recorre por el cuerpo. Mis sentidos
están dispersos. Mi corazón duele de nuevo. Mi garganta seca se quiere partir.
Debo admitir sin embargo, que sé actuar muy bien, porque continúo diciendo
tranquilo.
Lo miro fijo. Analizo cada uno de sus movimientos. Se refriega las manos y me
esquiva la mirada. Pero tiene razón. Sin embargo, algo lo incomoda y yo voy
con otra cosa.
- Lo siento Junmyeon...
- ¡Lo mío con él, es irrelevante! ¡Estamos hablando de gente que necesita de
esto!
Me quedo en silencio sin quitarle los ojos de encima. Emito un chasquido con
desgano y le digo señalándole el sillón de en frente.
- No. Después de tantos años, aún confío en ti - digo porque no tengo ganas de
buscarme personal - Pero anda con cuidado Yesung. No me ha gustado nada
esto.
- ¿Revisaste lo de mañana?
- ¡¿Cómo?!
- Junmyeon... ¡Te los di hace tres semanas! ¡Te lo dije! Era la única copia del
contrato hasta que lo revisaras - dice nervioso agarrándose la cabeza - ¿Los
perdiste?
- ¿Para mí?
- Si señor Kim.
Tomo coraje y me voy como rayo a mi despacho. Retiro los papeles que vine
buscar y me quiero ir ya. Paso de nuevo por la sala y mis piernas se quedan
inmóviles.
Todo está igual. Intacto. Tal y como lo dejamos esa mañana que nos fuimos.
- Yixing...
Por cada paso que doy, veo las cosas que dejamos juntos. Las tazas en el
fregadero. La ropa de cama desordenada. Y... la ropa.
Corro al vestidor y de pronto quiero ver qué se llevó. Abro el placar y... nada.
No se llevó nada.
- Yixing... - murmuro de nuevo - Yixing - lo llamo más fuerte - ¡Yixing!
Las llaves de un auto y... el llamador de ángel. Dos cosas que le había regalado.
- ¡No entiendo! - grito, como si alguien pudiera darme una respuesta a todo
esto.
Miro las partituras del piano, las tomo entre mis manos y observo. Él siempre
me decía que yo le había enseñado a amar a Beethoven. Y él, me hizo adorar a
Chopin. Leo: "Tristesse", op. 10, nº 3.
Pongo las partituras en su lugar. Y me pierdo en las teclas que él solía tocar.
"Tristesse" ¿Tristeza es lo que pasaba por la cabeza de Yixing? ¿Tanto que
hasta dejó esa clave de ingreso antes de irse? ¿Tristeza?
Finaliza todo y no paro de hablar con mis pares. Se me acercan para pedirme
datos, comentarme casos, solicitarme consejos ......No puedo creer en el lugar en
el que encuentro.
Sin embargo, aún en medio de todo ese barullo hay tres personas con quienes
me interesa muchísimo hablar en particular.
Han venido por cinco días a hacer seminarios, entre ellos, el que dicto.
Caminamos por el parque y Zhoumi me reprocha:
Miro al horizonte. La brisa otoñal es refrescante y me gustan los colores con los
que se han pintado los árboles.
Miro a Minho y Taemin que desde la terraza del restaurante toman fotos sin
parar. Me contento con verlos así, tan amigos y enamorados. Minho siempre
tan reservado en la muestra de sentimientos, me impacta con la delicadeza y
ternura con que trata a Taemin.
- Todavía recuerdo cuando Taemin lloraba por los rincones por cada
conquista de Minho. Al final, valió la pena tantos años de espera – digo
sonriendo nostálgico.
- Creo que Minho se asustó cuando un tal Onew se apareció y casi se lleva a
Taemin.
Me cuenta los pormenores de aquello. Mientras, los miro cómo andan juntos.
Si Taemin da un paso adelante, Minho da otro. Si Taemin camina hacia el
costado, ya tiene a Minho a su lado. Si Taemin dice: "quiero...", ya Minho se lo
ha puesto en la mano, antes que le diga qué, y le adivina todo.
Minho no le quita los ojos de encima a su novio. Se le nota que está enamorado.
De pronto me siento triste y avergonzado. Es que estoy celoso por extrañar esa
sensación tan única y especial. Y me pregunto si así nos habremos visto él y yo
cuando estábamos juntos...
- Estás distinto – me dice de pronto Zhoumi.
No digo nada. Sé que así es. Pero no quiero hablar de mí. Sólo lo miro y sonrío.
Vuelvo mis ojos al follaje multicolor de los árboles en el otoño de Boston.
- ¡¿Qué?!
Cierro mis ojos. Doy vueltas en la cama. Parpadeo. Miro la hora. No puedo
conciliar el sueño.
Me levanto. Tomaré algo caliente para entrar en calor, porque de pronto tengo
frío. Por más frazadas que ponga en la cama, sigo helado. No sé por qué, si el
calefactor está encendido, pero siento que mi cuerpo está congelado y tiemblo.
- Claro...
Nos quedamos callados. Nunca nos pareció extraño el silencio entre nosotros.
Jamás me sentí incómodo. Incluso ahora, es de lo más natural y común estar
así con él.
- ¿Mmmhhh?
- Qué ocurrió.
Trago dura la leche tibia, ni que fuera piedra por mi garganta. Me quedo
congelado en mi lugar, con el vaso en el aire. Quiero hacer como si no pasara
nada raro y sonrío mirándolo.
Sí que lo sé. Sólo que hubiera preferido no saberlo. Solo espero que él no se dé
cuenta de que ha dado en el clavo.
- ¿Nada más?
- No te creo.
Silencio.
Tengo la sensación de que diga lo que diga, no me creerá. A menos que sea la
verdad. Pero jamás diré nada.
- No te voy a negar que las cosas terminaron mal entre Junmyeon y yo. No
encajé en su mundo. Yo no podría haber sido parte de su mundo. Eso fue todo.
- ¿Te hizo sentir mal? ¡¿Te hizo sentir menos?! – me dice ya furioso y con el
ceño fruncido.
Miro la hora. Ya es muy tarde. Son las 00.45 de la noche. Eso quiere decir que
en Seúl son las 14.45 de la tarde. Él debe estar terminando de almorzar o quizá
ya esté en la oficina trabajando. Cierro mis párpados y me lo imagino ahí, con
ese traje gris tornasolado, precioso, altivo, bello como siempre.
- Yixing...
Hay mucho por recorrer en Boston. Así que aprovechamos el fin de semana
para descansar. Han aceptado quedarse dos días más, después de insistirles
tanto. Es que verlos me ha hecho tan bien, que es como si volviera a sentirme
en casa.
Ya han concluido con sus seminarios y yo hago lo que puedo, como guía
turístico. El primer lugar al que los llevo, es la Biblioteca Pública. Después de
eso, fue inevitable pasar al Museo de Bellas Artes, donde se quedaron
encantados con la mayor colección de cerámica japonesa fuera de Japón. Pero
igual, creo que lo que más les gustó fue el "Common Park", el parque más
antiguo de la ciudad. Nos compramos el almuerzo y allí nos sentamos a hacer
nuestro propio picnic, cerca del río, para ver los navíos pasar.
- ¿Tienes contrato?
- De seis meses. Aunque es formalidad. Apenas llegué, me pidieron que me
quede el año entero.
- De verdad que no lo sé. Pero creo que a Seúl no regreso por un tiempo.
Puede que me quede el año entero aquí... ahora que lo pienso...
- Pero tienes que ser como Yixing – dice dándole una palmada en el hombro
Minho – Con un IQ superior a la media y dirigir dos áreas de hospital en Seúl...
La pareja se nos separa. Han ido a andar en bicicleta alrededor del parque.
Nosotros nos hemos quedado a tomar el sol del otoño, viendo la gente pasar. Yo
estoy tirado en el pastizal ocre. Zhoumi está sentado apoyado en un árbol.
- Eso creo – digo sin estar del todo convencido – Por qué...
- Yixing...
- Qué...
No habla. Por eso me incorporo y lo miro. Arranca lo poco de pasto que hay en
el suelo. Está nervioso o ansioso. Me resulta difícil hacer lectura de lo que pasa
por su cabeza, sobre todo porque no me mira a los ojos.
- Yixing... yo...
Se para nervioso. Se sacude la ropa y avanza unos pasos mirando a los barcos
pasar. Se pone las manos en la cintura. Yo me quedo perplejo ante su conducta.
Jamás lo había visto en ese estado.
Yo solo puedo quedarme pasmado, quieto, con los ojos bien abiertos, sin creer lo
que está haciendo.
Abre los ojos y mira la expresión de mi rostro. Es como si hubiera sentido labios
sin sentirlos. Estoy desconcertado y avergonzado. No sé cómo manejar esto.
Naturalmente me aparto de él, dando unos pasos atrás.
- Zhoumi... qué... es...
Se hace un silencio entre nosotros. Por primera vez no veo a Zhoumi, mi amigo.
Veo a Zhoumi, un hombre. Y sigo escuchando lo que dice.
Aún en este momento en el que me quiebro ante él, sufriendo por su dolor, él es
más fuerte que yo. Lloro y me toma entre sus brazos. Y yo me hundo en su
pecho, dejando que me consuele.
- El amor no se impone Yixing. No tienes que sentirte mal por mí. Pero
Yixing... tú mereces amar y ser feliz. Sólo deseo que seas feliz.
Me cubro con un montón de frazadas, creyendo que van a darme calor, pero sé
que no es así. Doy vueltas en mi lecho, tratando de que algo calme el frío
terrible que siento en este momento. No dormiré, sé que no puedo. Y yo sé por
qué.
Tengo frío. Mucho frío. Porque él no está aquí para abrazarme, ni abrazarlo.
Porque no tengo un pecho donde apoyarme, ni latidos de un corazón para
tranquilizarme. Nadie cuida mis sueños, nadie custodia que descanse.
Ya no puedo más. Mis lágrimas corren sin parar por mi rostro. Me estoy
ahogando en gemidos descontrolados y cierro mis ojos furiosamente.
En la oscuridad, hago la misma estupidez noche tras noche, desde que estoy
aquí. Me fijo en el horario de Seúl. En Boston son las 01:41 de la madrugada.
Entonces allá son las 15:41 de la tarde.
Me lo imagino con ese porte impecable y uno de sus trajes de tres piezas que le
queda perfecto, porque él es perfecto. Lo imagino con sus manos en los bolsillos
de sus pantalones. Dios. Nunca había visto a un hombre tan bello.
Veo ese cabello delicado y bien peinado. Quisiera que mis dedos se hundieran
de nuevo en ellos tiernamente.
Mis dedos acarician la prenda, como si lo acariciara a él. Entre las lágrimas que
siguen cayendo por mi rostro, acerco a mí la tela. De repente me hundo en el
aroma del ámbar, musgo de roble, cedro y almizcle blanco. Adoro ese perfume,
porque es de él.
Si cada día es una agonía silenciosa, por la noche es peor. Porque mis
pesadillas han vuelto y yo sé que es porque no está Junmyeon.
Me pregunto...
Ya ni sé en qué horario vivo. Solo sé que mis párpados se han caído para
despertar en esa maldita casa.
- ¿Mamá?
Abro la puerta de par en par. Pero... esto... esto no es lo que esperaba ver.
En medio de la oscuridad, hay una silueta esbelta mirando por una ventana
¿Qué mira? El cielo estrellado de una noche brillante. No sé quién es. Por eso
me acerco. Lentamente mis pies se dirigen allí. Apenas se oye un murmullo
ahogado que en la penumbra dice.
- Junmyeon ¿Estás bien?
- No.
- Nada.
- En el infierno...
- ¿De qué quieres hablar mamá? - la miro desganado y ella pareciera no saber
qué decirme - Ya recordé que tengo que ir a ese té de beneficencia. En 20
minutos estaré listo y te llevo - le digo y me doy la vuelta.
Juro que el odio que siento es incontrolable. Escuchar su nombre en sus labios
me exaspera y endurece mi cuerpo por completo. Sin mirarla le digo
lentamente.
Cuando creo que al fin podré volver a mi lugar choco sin querer con alguien.
- Disculpe - me dice.
- Disculpe usted no... - me quedo mudo, porque yo conozco ese rostro - ¿Doctor?
- Jang - me recuerda serio - Soy el doctor Jang Dong Gun. Director del Hospital
Central.
Miro a todos lados nervioso. De pronto me doy cuenta que todo aquí está
repleto de gente de ese lugar y me pone mal todo eso. Él me mira inmutable
como si nada.
Es como si ese tipo no tuviera intenciones de irse. Está duro en su sitio ¿Acaso
no se dio cuenta que no quiero hablar con él? Parece que no, porque sigue aquí.
- Ahora todo volvió a la normalidad - comenta como esperando que yo diga algo.
- Qué bueno.
- No tanto. Habría sido muy bueno si él se hubiera quedado.
Ya está. Me hartó. Así que le escupo con la misma rudeza con la que él se dirige
a mí.
Lo miro sin saber por qué. Se ha encontrado con parte del personal del hospital.
Los reconozco. Él les dice algo y se van. Y yo, hago lo mismo.
Acabo de concertar una cita. Debo hacer algo para quitarme toda esta angustia
que se me hace insoportable día a día. Muy a mi pesar, debo seguir atando
cabos sueltos. Si antes no entendía nada, ahora con lo que acaba de decir ese
hombre, menos.
Pero no quiero que los monos de negro de mi padre, como suele llamarlos
Jongdae, me sigan. Así que aprovecho que hay una ventanilla en el cuarto de
baño y me salgo por ahí. Me subo tranquilo al auto y arranco a toda velocidad.
He dejado plantada a mi madre, pero no me importa.
- Qué le sirvo.
- Café.
- Oiga - dice riéndose de mí - si quiere café vaya a visitar a su abuela. Aquí sólo
tragos.
- Si no consume no se queda.
- Whisky.
El tipo se va. No pasa nada hasta que me sirve en un vaso el alcohol caliente.
Ni lo toco. Pero le pago para que ya no regrese.
Tampoco pasa más tiempo hasta que alguien se sienta en mi mesa y me habla.
- Como le digo señor Kim, yo nunca fallo. Tengo una reputación que cuidar. No
por nada cobro lo que cobro. Soy muy serio en lo que hago. Por otro lado... - dice
sonriendo -... piense señor Kim... no fue usted quien retiró los materiales de la
investigación...
Conduzco a paso lento mi coche meditando cada cosa que me dijo ese hombre.
Voy a la oficina. Ya es tarde. Pero supongo que podré en la soledad del lugar,
pensar tranquilo.
- ¿Algo más Yesung? - digo mirando las últimas hojas que me ha dispuesto en
la mesa.
- Dime - ordeno de nuevo, con voz firme - desde hace cuánto trabajas para mi
padre.
Se da la vuelta. Sus labios se mueven tratando de decir algo. Sé que intenta
mentir. Pero no sabe qué decirme.
Me levanto y él se estremece pensando que me dirijo hacia él. Pero soy yo quien
abre la puerta para irse. Ante eso me pregunta.
- ¿Vas a despedirme?
- Por qué.
- Porque si yo no pude soportarlo, tú que lo amas, menos. Por eso quise evitarte
ese dolor.
Esa revelación me conmociona. Pero no dejo de mirarlo con dureza. Él sólo hace
una mueca. Sonríe y agrega algo más.
- Lo que nada se sabía de los 7 primeros años de vida del doctor, lo tomó tu
padre. Yo rescaté eso que hay ahí - dice señalando el diminuto objeto - Sobre la
transferencia truncada a la cuenta del doctor... No mentí. Su cuenta había
dejado de existir. Adiós Junmyeon. Quizá algún día... No. No volveré a verte.
Todo lo hago rápido. Pienso, mientras me baño y luego me visto, cómo enfrentar
a mi padre con las revelaciones que he tenido. Me lo negará todo. Lo conozco
demasiado bien.
Bajo a cenar. Aunque sé que no lo haré. Saludo a mis padres. Están callados.
Sé que mamá debe estar molesta por lo que hice en la tarde. Pero no dirá nada,
para que no discuta con mi padre. Los miro detenidamente.
- Junmyeon - me dice mi padre - recuerda que mañana es la cena con los del
partido. Tengo que acompañar al Presidente y quiero que estés ahí con Eun Ji.
- Me gusta divertirme.
- Eso es bueno... sólo que no todas las noches - dice ya duro y amenazante.
- Papá - digo ya porque se acerca la hora de irme - Quería hacerte una consulta.
- Quiero saber.
- ¿Por qué?
Duda en lo que dirá. Pero al final me dice tratando de parecer seguro, aunque
su mandíbula está tensa.
- ¿Wones?
Subo las escaleras hacia mi habitación. Apago las luces, como si fuera a dormir.
Me asomo por la ventana tranquilo y me salgo por ahí. No quiero
guardaespaldas detrás de mí.
Cuando piso el otro lado, veo las luces de un auto que se encienden. Ese es el
auto que me llevará a destino.
Llego al lugar y observo detenidamente todo. Hace tiempo que no pasaba por
aquí. Es temprano todavía para que comience la función. Estoy en lo que
aparentemente es un gimnasio. En una esquina de ese lugar, está sentada la
persona con quien concerté mi cita a última hora.
- ¿No me meta en tus asuntos? - dice y se ríe - Vaya Suho. Tú me metes en tus
asuntos y me quieres ordenar que no me meta. Eres gracioso...
- Quién.
He muerto por dentro. A cada paso que doy voy muriendo. Cuando escucho su
nombre es como si un cuchillo me atravesara el corazón. Mi padre me ha
destruido por completo.
- Cabos sueltos - escucho que dice Seung Hyun - Hasta que Lay te llamó
Junmyeon.
Tiemblo. Ese día pensé en mi padre. Y me sentí avergonzado por pensar que
sería capaz de algo así.
Seung Hyung me analiza mientras habla. Creo que al final se compadece de mí.
Por eso me cuenta todo.
- Qué te pidió.
- Secuestrar a Lay. Sólo me dio la foto. Cuando le pedí más datos, me dijo que
era mejor no saber. Y que si metía mis narices más allá de lo que él me estaba
proporcionando, contaríamos el cuento al fondo del río - dice nervioso, tomando
aire - Yo tengo familia que proteger, asíque accedí. Me ordenó que estuviera
atento a los movimientos de Lay. El tipo tenía una lista con horarios y lugares
fijos por donde pasaba siempre sólo. Un chico en bicicleta. Esa fue la orden.
Pero nos costó dar con él por un buen tiempo.
Lo sé. Porque fue en eso días que Yixing comenzó a quedarse en mi
apartamento. Salvo ese día que peleamos.
- Continúa.
- Cuando por fin dimos con él, también dimos contigo, sin querer. Imagínate mi
sorpresa. Lo demás ya lo sabes.
- Explícate.
- Yo tenía a Lay. Me preguntaba qué iba a hacer con él. Hasta que recibí la
llamada de Kim Bum. Y me dio la orden de entregar "el paquete", a quien él
enviara.
- Por qué... por qué no le diste directamente "el paquete" a Woong In.
- Porque soy un sentimental - me confiesa - Vi lo angustiado que estabas.
Cuando lo fuimos a agarrar, yo vi tu desesperación. Y aquí, cuando Woong In lo
quiso tocar... Yo sé lo que es querer a alguien y que te lo arrebaten - me dice
melancólico - Por eso quise darte una oportunidad.
Tres veces he subido al ring. Las tres veces he ganado. No sin antes dejarme
golpear duro y con todo. Cada pelea dura más de cuarenta minutos. En la
segunda pelea que voy, Seung Hyun me dice espantado.
- Te estás dejando pegar duro. Se nota que quieres sufrir. Que quieres sentir
dolor que no puedes sentir. Nada te es suficiente.
Veo la tarjeta, que dice "Night Withe" y tiene una dirección. Seung Hyun se me
acerca y me dice:
- Ni se te ocurra ir ahí.
- Qué es...
- El infierno - me dice seguro, rompiendo la tarjeta en mis narices - Y créeme
que no quieres conocerlo.
Miro la hora. Pienso que mi madre debe estar desesperada por no saber de mí,
pero de pronto ni me importa. Es la tarde y está oscureciendo. Me he pasado de
revoluciones. Hace como dos días que no duermo. He andado de caravana para
mitigar lo que siento, pero no ha valido de nada.
Entro al maldito lugar. Pienso que me daré una ducha, me pondré otra ropa y
me largaré a seguir con el mismo ritmo que vengo llevando.
Camino por el umbral, las luces se encienden y me dejo caer en el sillón. Noto
que algo me molesta en el bolsillo de mi pantalón. Ya recuerdo. El pen drive
que me dio Yesung.
Me da asco. Eso pienso. Pues sólo veo gente desnuda que se masturba feliz y
sin parar al rededor de un bulto. No. No es un bulto. Es un pequeño niño
colgado de una cuerda ¡Dios! ¡No!
Veo un hombre que se acerca por detrás del niño. Yo lo reconozco. Es Woong In.
El pequeño grita. Grita desesperado. Yo lo sé aunque no haya un sonido claro.
Porque su rostro lo demuestra. Y mi rostro debe ser igual al de ese niño. Porque
grito. Pero no puedo moverme.
Entonces veo que se eleva un látigo. Yo sé lo que viene. No quiero verlo. Pero no
puedo moverme. Y entonces el látigo termina clavándose en la espalda del niño
que grita con fuerza.
Pero nada podrá calmar mi dolor. Nada podrá calmar mi sufrimiento. Nada
podrá calmar mis pesadillas. Pero sobre todas las cosas, nada podrá devolverme
a Mi Corazón.
Con ese pensamiento en mente, conduzco a toda velocidad a una última parada.
El lugar en el que quiero desaparecer.
Aunque Seung Hyun haya roto esa tarjeta, yo retuve la dirección. Y es allí a
donde voy. Porque quiero entrar en ese infierno. Porque ya estoy en el infierno.
Llego al lugar y veo una puerta negra sencilla y perdida al final de un pasillo,
en medio de edificios. Toco y alguien muestra su cara por una abertura.
- Sabía que vendrías - me dice el tipo sonriendo - Qué casualidad que justo sea
yo quien atienda...
Esto parece un club exclusivo como todos. Pero de pronto a medida que avanzo
me doy cuenta que no es un lugar común, aunque sí, muy exclusivo. Aquí no
hay reservas en la diversión.
El lugar alfombrado, está plagado de sillones carísimos de cuero con una mesa
a cada lado. En ellas hay dispuestas pequeñas montañas de cocaína. El hombre
me invita a sentarme y yo accedo.
Me han dado algo que ni sé qué es.He follado con no sé quién, ni sé cuantas
veces. Mi cuerpo tumbado en la cama siente manos por todos lados. Estoy
perdido en un infierno de nunca acabar. Naturalmente mi organismo responde
a todo lo que hacen conmigo. Porque este, no soy yo. No sé quién soy. Sólo sé
que quiero vivir en un infierno de dolor. Siento gemidos, risas sádicas, jadeos y
murmullos. Todos sienten placer. Todos, menos yo.
- Dolor... - murmuro con los ojos entrecerrados y perdidos -... dijiste que habría
dolor.
- Dime cómo - escucho de nuevo a la voz.
Siento mis muñecas amarradas con una soga. La presión me está quemando y
yo sonrío, porque al fin estoy sintiendo algo de dolor.
Mis pies no tocan el suelo. No sé qué pasa. Quisiera saber, pero no puedo. Estoy
perdido. Ya estoy en mi infierno. Entonces murmuro, como puedo.
Solo veo sus cabellos despeinados por el viento. Su remera y sus jeans
desgastados por el tiempo. Me mira y me sonríe. En sus mejillas aparecen esos
hoyuelos preciosos. Está feliz porque me ha visto.
Yo estoy apoyado en el auto y le abro mis brazos para recibirlo. Él salta feliz
sobre mi cuerpo y me abraza, perdiéndose en mi cuello, para darle un beso.
*******************
Palabras del autor
Camino por el campus en dirección a una de las cátedras que dicto. El horario
del almuerzo ha trascurrido y desde hace días que no puedo probar bocado.
Siento mis labios resecos y no tengo necesidad de consumir líquido. Sé que algo
no anda bien y que debo obligarme a comer, tomar agua y dormir, pero el
agotamiento de luchar contra mí mismo me ha vencido.
Mi clase transcurre normal para los que me están viendo. El entusiasmo de mis
alumnos no me deja lugar a meditar un segundo si estoy bien o mal,
simplemente sigo con mi actividad. El tema del día, es "cuál es la misteriosa
relación entre el cerebro y el corazón".
De repente veo una luz. Mi mano quiere cubrirse de ese destello que me
lastima los ojos. Y escucho que alguien me dice.
Pero es como si no hubiera escuchado, porque mis manos, que tienen vida
propia, corren todo lo que hay enfrente como si pudiera espantarlos, a la vez
que nervioso me incorporo, pues acabo de darme cuenta que estaba tumbado en
una camilla.
Miro a todos lados. Estoy rodeado de colegas y enfermeros, que me miran entre
espantados y preocupados.
- Creo que tuvo una conmoción por el estrés doctor Zhang - me dice nada más,
ni nada menos que el Decano de la Universidad.
- ¡Pero apenas si llego! - me quejo y todos se ríen, más cuando afirmo seguro -
¡No! ¡No acepto!
- Doctor Zhang... Había sido peleador - afirma sonriendo y levantando su dedo
índice -Tiene el fin de semana para reponerse y el resto de la semana. Aunque
sea un luchador, lo queremos bien, nos ha asustado mucho.
Vuelvo al apartamento. Miro a todos lados. Todavía es temprano, así que saco
mi bicicleta y aprovechando la tarde refrescante, salgo a pasear por algún
parque.
Podría decirse que estoy loco y aunque así lo fuera, no me importa, porque yo lo
deseo conmigo y soy libre de pensar en lo que quiera.
Cierro mis ojos y percibo que rodea mi cintura, sé que él me está abrazando por
detrás, apoyando su mentón sobre mi hombro. Observo de nuevo el río, los
barcos que vagan y el agua tranquila que se mueve sin cesar.
Hace dos días que lo tengo muy presente, todo el tiempo, las 24 horas. He ido a
hacer las compras y creo haberlo visto caminando entre la gente. He salido a
comer con amigos y me lo encuentro sentado en una de las mesas del
restaurante. No sé si sentirme contento o preocupado. Porque más allá que sea
perfecto, esto no es normal. Lo estoy viendo demasiado en mi mundo, que se
supone es real.
- ¿¡Buen día o buenas noches debería decir!? Andas sin sueño se ve... ¿Te fijaste
en la hora que es allá? - digo divertido.
- No ¿Qué ocurre?
- Yixing... yo... tengo que decirte algo... - balbucea de pronto y eso me pone
nervioso, porque él jamás habla por lo bajo y menos dudando en sus palabras -
siento... siento llamarte para esto, pero yo creo que tienes que saber algo
importante. Hace días que no puedo dormir, sin saber si decirte o no...
"Está internado y es grave, solo eso sé", fue lo que me dijo Sang Woo y bastó
para que prepare todo para partir. Tengo un viaje de más de 16 hs por delante.
Así que debo estar estable y fuerte para lo que viene.
- No - le digo rotundo.
Mientras tomo un café, indago curioso por internet buscando alguna referencia
de lo ocurrido con Junmyeon.
- No entiendo... - murmuro perplejo ante las noticias que leo - Junmyeon está
de ¡¿vacaciones?!
En la tarde, un auto viene por mí. No lo hago esperar. Hacía tiempo que ya
estaba sentado en el umbral de la casa de mi padre para treparme al coche ni
bien lo viera. Pero él se me adelanta, se baja del vehículo, se me para en frente
y me abraza.
- ¿Estás seguro?
Allí está.
Camino lentamente hasta el borde de la cama donde está Junmyeon. Mis ojos
se nublan y es porque me estoy desmoronando, manifestando lo que realmente
pasa en mi mente y en mi corazón. Las lágrimas sin control comienzan a correr
por mis mejillas. Respiro agitado, tomando algo de aire, porque me estoy
ahogando. En esa habitación, desgarrado de dolor, mi espíritu se está
hundiendo y toco mi pecho porque me duele.
- Esto es injusto - me dice con su mandíbula dura - Esto es injusto... por qué
yo...
Me mira al fin. Está enojado y molesto, no sé si conmigo, si con él mismo o
hasta con Junmyeon, porque de vez en cuando lo mira, como acusándolo de
tenernos así.
Por una vez quiero ser alguien común y corriente. Alguien desesperado que
quiere entender qué le pasó a la persona que ama.
- Entró... Cómo...
- Dios... - es todo lo que puedo comentar cerrando mis ojos. No quisiera que siga
diciendo más pero debo saber.
Me enerva que se frene y que tenga que obligarlo a decirme las cosas.
Mis lágrimas siguen corriendo por mi rostro sin parar, pero ya no gimo. Sólo
escucho.
Lo miro desesperado, esperando que acabe de una vez con lo que describe,
porque sufro. Sufro por saber que Junmyeon pasó por todo eso y yo no estaba
aquí para él.
- Dios... no... Junmyeon ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué? - le pregunto mirando
su rostro dormido, acusándolo de no sé qué, como si él se hubiera hecho eso a sí
mismo.
Se frena. Veo que se tensa. Sus hombros rígidos lo demuestran. Sin darse la
vuelta me dice.
- Yixing...Ya le sacamos las drogas...
- Qué diagnóstico.
- Quiero quedarme sólo con él - le digo porque sé que nunca nos pondremos de
acuerdo.
Él asiente y me recuerda.
Me seco las lágrimas con mis manos. Respiro hondo para componerme. No
quiero que Junmyeon me sienta en ese estado, porque sé que ya está perdido en
un sueño que lo mantiene aferrado en ese mundo y su corazón está colaborando
para eso.
¿Dónde estará metido ahora? Debe ser un lugar agradable para él. Así que
tengo la dura tarea de sacarlo de ahí. Pero para eso, tengo que mostrarle que
vale la pena volver. Que vale la pena estar aquí.
Todo es tan irónico, porque recuerdo que él siempre había tenido pesadillas y
ahora estar dormido, lo mantiene alejado de la pesadilla de la realidad.
- Mi Ángel Guardián ¿Sabes desde hace cuánto tiempo eres mi Ángel Guardián,
Kim Junmyeon? - le cuento y sonrío nostálgico - Desde antes de conocerte...
- La primera vez que te tomé la mano ¿recuerdas? En ese momento supe, que
no quería soltarla nunca más... - digo y le doy otro beso suave en su mejilla.
Percibo que está frío, pero no me detengo demasiado. Mis dedos pasan de nuevo
por su blanca y reluciente tez.
Beso su mejilla y su frente, beso cada uno de sus párpados tranquilos y sonrío,
pasando la punta de mi nariz por sus espesas y hermosas pestañas. Hay calidez
en su piel y eso me llena de esperanza.
Camino con Zhoumi por los pasillos del hospital. Llegamos al vestidor y
entonces me pregunta.
- ¿Vas a regresar?
- No.
No digo nada. Pero para no seguir charlando de esto con él, le sonrío amable y
le digo.
- Jamás podré pagarte esto. Estoy en deuda contigo Zhoumi. Gracias.
Paso dos días más haciendo la misma rutina. Sé que tengo poco tiempo, porque
me recuerdo que Kim Bum sabrá de mis visitas al hospital, él se enterará en
algún momento de que ingresé al país. Por eso mismo, tengo el cronómetro en
cuenta regresiva.
Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos. Cierro mis párpados y soy
conciente de que su pecho percibe el destello de cada gota de mi dolor. Por eso
le insisto.
Tengo poco tiempo ya, porque sé que en menos de un minuto esto estará lleno
de médicos y enfermeros.
Entonces lo amarro con fuerza, como aquella primera vez, cuando le pedí que se
quedara a cantar. Sonrío sintiendo que mi corazón vuelve palpitar con fuerza y
lo miro, hundiendo los dedos de mi mano libre, en sus cabellos para peinarlo.
Acerco mi rostro hacia él y veo sus párpados debilitados que quieren abrirse,
pues sus ojos vagan furiosos de un lado a otro.
Y lo último que puedo decirle, antes de escuchar las corridas por el pasillo de la
habitación, es:
Me mira y me peina delicadamente con sus dedos. Une sus labios con los míos.
Para cuando me encuentro con sus preciosos ojos, me doy cuenta que algo lo
mantiene inquieto. Toma una de mis manos y la besa. Percibo su aliento cálido.
Y entonces me dice suspirando.
- Junmyeon...
- Dime Yixing...
- Dios... - dice en un suspiro candente - eres tan hermoso, eres tan bello y eres
sólo mío.
Tengo tanto amor contenido, que ya no cabe en mi pecho que sube y baja
alterado. Y sólo puedo decirle.
- Yixing... Mi precioso Yixing... Mi ingenuo y hermoso Yixing...
Trato de hacer memoria de ese momento. Si. Es verdad. Discutí con mi padre el
día en que fue Sang Woo a la oficina, para presentarle a Jongdae.
- Si. Cómo olvidarlo... Cuando estabas tocando el piano con las niñas. Yo estaba
observándote desde hacía un buen rato. Me miraste y me sonreíste. Tomaste
tan fuerte mi mano...
- En ese momento supe, que no quería soltarte nunca más... - dice y me da un
beso en la mejilla.
Percibo que está frío, y sé que a Yixing no le gusta mucho el frío. Lo sufre si no
lo cubro, por eso trato como puedo de rodearlo con mis brazos.
Pero él pareciera que no ha escuchado lo que le dije. Y triste toca mi pecho con
su mano temblorosa y me cuenta otra cosa.
Me mira de nuevo y sonríe. Se hunde en mis ojos y veo el rubor de sus mejillas,
cuando me lanza una nueva confesión.
- Me robé algo de tu apartamento - susurra - Tu corbata azul... No creas que
soy un pervertido. Es solo que quería extrañarte menos... pero no ha funcionado
para nada...
- Por qué hiciste eso Yixing... - le digo confundido - ¡Si estás aquí conmigo!
Estamos juntos. Por siempre y para siempre Mi Corazón.
Besa mi mejilla y mi frente. Sus labios se posan en cada uno de mis párpados y
me río, porque la punta de su nariz que pasa por mis pestañas, me ha dado
cosquillas. Y entonces se va.
Es como si no hubiera pasado nada de tiempo, hasta que aparece de nuevo ante
mí.
Mi Yixing es lo más hermoso que existe sobre la tierra. Quisiera hacer el amor
ya mismo, por eso ya me lo quiero llevar a casa.
De nuevo se ha puesto feliz al verme. Al final creo que le gusta realmente que
esté solo viviendo para él. Corre a mis brazos y se me echa encima. Peina mis
cabellos con sus delicados dedos. Amo cuando siento eso, más cuando me dice
con un suspiro cálido en mi rostro.
- Junmyeon... Mi amor...
- Dime Yixing...
- Regresa por favor - suplica en un gemido ahogado y yo puedo sentir que sus
lágrimas mojan imperceptiblemente mi camisa - No me dejes solo aquí. Aunque
estemos lejos Junmyeon, sólo saber que tu corazón late, me hace fuerte. Lo que
me sostiene, es saber que tu corazón, sigue latiendo...
Cierro mis ojos con fuerza. Mi pecho duele. Mi corazón duele. Respiro agitado.
Impotente quiero abrir mis ojos, pero no puedo, me resulta casi imposible
hacerlo. Quisiera gritar, quiero llamarlo pero algo me lo impide, sólo veo un
destello que me lastima la vista y entonces... ahí veo algo... alguien... Yixing. Lo
veo borroso, pero estoy seguro que es él porque escucho su voz dulce que
reconozco demasiado bien.
Yo las miro. Su aroma impregna por completo la sala. Sé bien que son fresias.
Porque él olía a fresias. No son flores de esta estación y me resulta extraño que
las haya conseguido. Sólo las miro en el florero. Llenan de vida el invierno que
se avecina.
- ¡No jodas! - me grita serio - ¿Qué sería de mí? Alguien tiene que ser el buen
hijo, a mí no me sale.
- Ya terminó el "voluntariado".
Todos los días vienen a mi dormitorio Yifan, Sehun, Chanyeol y Jongin. Jamás
me han dicho nada de ese día. No tengo recuerdos, apenas si entiendo que me
han salvado la vida.
Hoy me he levantado por primera vez con la ayuda de Chanyeol y Yifan. Los
dos se dedican a mí más tiempo de lo normal.
- Sobre qué...
- Sobre esa noche Yifan. Creo que sabes qué pasó - digo sin dejar de ver el
exterior - Te vi cuando te llevabas a Yixing. Me odiaste.
- ¿Pero...? - pregunto.
- Con razón... Allí están los mejores. Lástima lo del doctor Zhang. Fue un
desperdicio regalarlo como si nada a Boston.
Eso ha hecho latir mi corazón a mil por hora. Quisiera decir algo, pero no me
salen palabras. Es Jongdae quien se da cuenta de cómo estoy y pregunta
apenas en un balbuceo...
- ¡¿Cómo?!
- Fue toda una pérdida para Seúl - sigue explicando el hombre, mientras anota
cosas en su libreta de mí - Es una eminencia en su área. Lo conociste
seguramente.
- ¡Claro que sí! - dice mi hermano ansioso por saber, porque sabe que soy yo
quien quiere saber - Pero... pero... ¿Dónde dijo que está?
Mi madre pasa sus dedos por mis cabellos y los peina. Me sonríe con ternura y
despreocupada me dice.
- No existen las casualidades ¿Ves Junmyeon? Tienes que ponerte fuerte. Vas a
ponerte fuerte - insiste convencida - Y vamos a hacer un lindo viaje de
vacaciones. Se me ocurre que Boston es lindo...
- Ya voy a preparar todo. Así apenas te den el alta, estamos listos. Boston no
será tan pintoresco como Nueva York. Pero es Norteamérica...
Miro por la ventana de la habitación. Ha comenzado a nevar y pienso que si
Yixing ve la nieve, de seguro le debe gustar, aunque también sé que sufre
mucho del frío, por eso tengo ganas de llegar a él y abrazarlo para darle calor.
Pero no puedo hacerlo. Porque Yixing de seguro no quiere saber nada de mí. Me
avergüenza demasiado ver sus ojos de nuevo, después de lo que le hice esa
noche. Debo recordármelo a cada segundo para no salir corriendo a buscarlo,
porque sé que él merece un buen hombre; no a alguien como yo, que sólo se dejó
llevar por el odio y lo ultrajó. Por eso mismo le pedí a Yifan, que ya no
investigue nada. Porque tengo que dejarlo libre.
Han pasado más días. Nunca pregunto la hora, ni la fecha. Sé que estoy cerca
de la Navidad. Supongo, creo...
Hay una persona que nunca ha venido a verme, ni tampoco he preguntado por
ella. Solo me ha enviado saludos, pues he dicho expresamente que prefiero que
no esté frente mío. Sólo recordar su rostro me altera. Por temor a mi salud, los
médicos han reconocido que era lo mejor. Igual le pregunto a Jongdae por él.
Jongdae no dice nada, porque piensa igual que yo. En realidad supongo que mi
padre estuvo aterrado de que mi "desborde", mi "desliz" y mi "descontrol"
hubiera salido a la luz en los medios de comunicación.
- Dime Junmyeon...
- Con gusto - me dice y aunque no lo veo, escucho que emite una sonrisa.
Me hacen entrar en una oficina para firmar papeles. Jongdae se hace cargo de
todo. Veo que mi nombre no es el mío, pero no digo nada.
- Si - respondo despreocupado.
- Bien gracias.
Me encuentro con sus ojos. Si tuviera idea de lo que desató mi ira, de seguro
creería que fui suave en mi reacción. Por eso me dice al final arrepentido.
- Lo siento hermano.
Camino sintiendo el chirrido de vidrios y cosas rotas bajo mis pies. Entonces
algo me detiene. El sonido de unas campanillas.
Jongdae abre los labios, como queriendo decir algo y atónito señala hacia el
suelo. Yo miro ahí y me quedo por unos segundos petrificado en mi sitio. Me
agacho y con delicadeza tomo el Llamador de Ángel entre mis manos, como la
reliquia más valiosa que existiera en esta tierra.
Miro nostálgico la cama, que era nuestro refugio y me freno unos segundos.
Podría enojarme con él, pero tiene razón. Más cuando veo que tiene los ojos
llorosos y pasa su puño por la nariz para secársela.
Ya no puedo estar aquí más, por eso me anima ver a mi hermano que toma la
iniciativa sacando las maletas y las pone en la cama, para comenzar a empacar
mi ropa.
- Si - se me ríe - Tienes para tirar para arriba. No vas a volverte obsesivo por
una corbata... Junmyeon...
Mis ojos se empañan y las lágrimas comienzan a brotar sin parar. Mi hermano
angustiado me toma del rostro, me abraza y mirándome al instante me dice
preocupado.
- Quería hacerle mención a esto, porque su contrato se vence a los seis meses y
a pesar del poco tiempo que lleva, estamos muy satisfechos con su labor – me
dice asintiendo complacido, pues ya me había dicho que quien insistió en mí,
fue él.
- ¡Gracias doctor! – exclamo orgulloso y sereno porque pensé que vendría algún
bajón con esta llamada – De verdad eso me tranquiliza...
- Por eso mismo queremos que piense en el honor que nos haría, el quedarse
con nosotros de forma permanente. Recuerde que cumplidos los seis meses,
debe firmar un nuevo contrato...
De pronto siento pasos detrás de mí. Asustado me doy la vuelta para ver de
quién se trata, pero nada. No hay nadie. Cosa extraña, porque creo haber
escuchado claramente.
Frunzo el entrecejo y saco las llaves del candado de mi bicicleta.
- Mejor así – dice de pronto, hablando con otro hombre que se le ha parado al
lado – No queremos la mercancía dañada.
Me pregunto por qué estas situaciones horribles las tengo que vivir yo. Sacudo
apenas mi cabeza. Cosa que dejo de hacer al instante porque es como si todo me
diera vueltas. Estoy en posición horizontal.
- Bienvenido doctor Zhang – escucho que me dice una voz grave, muy grave y
hasta rasposa. Lo que me hace suponer que es una persona madura y
terriblemente fumadora.
Levanto mi rostro como puedo. Estoy metido en una habitación oscura. Pero
soy el único que goza de estar sufriendo la luz insoportable de un pequeño
reflector. Y eso es a propósito. No hay dudas.
Dice de nuevo esa voz y siento que la cama se eleva para dejarme sentado. Si.
Es una de esas camas de hospital con control.
Eso, hace que afile mis oídos inclinando mi cabeza levemente hacia delante,
queriendo ansioso que me aclare lo que ha dicho.
Apretando mis puños en esa cama maldita, me remuevo con rabia y riendo a
carcajadas y copiando a quienes escucho, grito pareciendo un loco.
- ¡Mátame! ¡Mátame de una vez imbécil! ¡Quieres que hable con él! ¡Adivina
qué diré! ¡Que te metan a donde perteneces! ¡A la cárcel!
- ¡¿Me lo dice en serio doctor Zhang?! - escucho esa voz de nuevo pero ahora
confundido con la reacción que he tenido.
- Si quería negociar con Sang Woo por mí, se ha equivocado ¿Quién dijo que
tengo miedo de morir? – digo volviendo a mirar a la nada, matándome de la
risa.
- Te dije que cualquier droga le iba a torcer el cerebro – escucho que dice algún
otro.
- ¡Qué! – grito – ¿Me matarán? – pregunto riendo por la obviedad de lo que iba
a decirme.
- Yo creo que esa no se la esperaba – dice de nuevo otro y todos ríen eufóricos.
Siento una puerta que se abre y pisadas de gente que se va. La voz del jefe me
dice entonces.
Luego de un rato largo, alguien abre la puerta. Un hombre entra con una
bandeja.
Es alto, gigante diría yo y tiene sobre peso. Me mira y se ríe. A medida que se
acerca yo puedo ver el morbo con el que sus ojos me analizan, deteniendo la
vista en mi entre pierna. Me da asco y repulsión cuando se lame la boca y emite
un chasquido asqueroso, con un aliento nauseabundo.
Trago rasposamente la poca saliva que tengo. Sé que debo beber agua y lo único
que quiero es que ponga ese vaso en mis labios, porque de verdad me estoy
deshidratando. Por eso no digo nada.
- ¿Agua precioso?
- Qué amable – le digo sonriendo irónico – ¿Seguro no le pusiste algo para
follarme duro después?
Tomo el agua que me acerca en el vaso. Y veo que se sigue relamiendo los labios
mientras observa cómo trago. De repente siento que jadea en mis narices y me
doy cuenta que se está masturbando al verme. Eso ha hecho que quiera largar
lo poco que tengo en mi estómago y escupo el agua en su cara.
Este tipo es distinto. Alto, delgado y desgarbado. Le molesta estar aquí y tener
que servirme. Me da torpe el agua que queda y ni me mira furioso. Cada bocado
que me mete del arroz lo hace torpe y brusco.
Para cuando termina le digo.
- Gracias.
Apenas me paro, mis pies adormecidos hacen que me caiga al suelo y retumbe
con todo.
- ¡Idiota! – dice el otro pegándole en la cabeza – ¡¿No ves que te quiere sacar
información?!
- Sólo fue curiosidad. Lo siento – digo amable incorporándose rápido antes que
el pervertido quiera "ayudarme".
La cama por suerte es alta y me sirve para apoyarme en ella hasta que pueda
acostumbrar a mis piernas a mantenerse estables. Me las golpeo un poco para
que circule la sangre y giro mis tobillos. Piso fuerte por el hormigueo que siento
que me recorre por todas partes y voy despacio al baño.
- Qué asco – dice el flaco mirando al gordo y le grita – ¡Contrólate que voy a
vomitar!
Los dos están distraídos así que es mi turno de actuar.
Ocupados en su dolor, tomo las armas de los dos, descargo una y la tiro bajo la
cama, adueñándome de la otra y con su culata, les doy a los tipos en la nuca.
Los he hecho dormir por un par de horas. Los miro y no puedo creer lo que
estoy haciendo.
Me salgo rápido del baño y abro apenas la puerta de la habitación para tantear
terreno. No hay nadie, pero imagino que estoy en una casa, así que salgo con
cuidado del dormitorio.
Casi en puntas de pie, camino pegado a la pared. Escucho gente que habla y ríe
en un espacio contiguo. Veo una puerta entreabierta. Hay tipos jugando a las
cartas entretenidos, asíque me escabullo. Me encuentro con unas escaleras.
Aún pensando que hay más de ellos abajo, debo tomar el riesgo, pues no hay
otra salida.
Pasan dos caminando por la sala donde termina el escalón y para cuando se
han perdido, comienzo a descender con cuidado.
Uno me apunta. Quien habla es la voz que me dio la bienvenida antes. Miro de
reojo nervioso y apenas lo tengo en vista, veo que no me he equivocado en mis
suposiciones. Es un hombre entrado en años, pero se le nota fuerte, serio y frío
en su expresión. La perversión, se le nota en la mueca que emite, cuando algo
lo divierte.
- Ahora muchacho – dice el que me apunta – levanta tus manos con cuidado. Y
ni se te ocurra hacer nada con ese juguete...
Me pone de frente a quien sin dudas es el jefe, que fuma un puro tranquilo,
tirándome el humo a la cara a propósito.
Pero ya no tiene tiempo de hablar. El jefe toma el arma que yo tenía antes y sin
dudarlo le deposita una bala en la cabeza.
Mi boca abierta no puede creer lo que ve. En cámara lenta veo al flaco caer al
suelo con la cabeza chorreando sangre y los sesos esparcidos entre los
compañeros cercanos. Está muerto.
- Doctor Zhang – me dice ahora mirándome a los ojos – Esta es una muestra de
que soy un persona a la que no le gusta jugar ¿Me ha entendido?
- Así me gusta. Sería una pena volar ese cerebro privilegiado ¡Llévenselo! –
ordena en un grito.
No dejo de pegar patadas a cualquiera en frente, para evitar que amarren mis
tobillos.
- Ahora si... hora de la diversión – dice uno de los tipos – mira esa boca
preciosa. Mi polla le quedará justa.
- ¡Ya apúrate que no tenemos mucho tiempo! – grita el que tiene el arma.
Me levanto del suelo haciendo arcadas por los golpes que recibí. De pronto
siento que estoy desvaneciendo. El estrés y el pánico me están traicionando y
aunque intento controlarme, mi cuerpo no está respondiendo porque tiemblo
aterrado.
Veo que los tipos se masturban preparándose. Se ríen y jadean por solo estar
parados mirándome.
Percibo que los tiros y las estampidas se hacen cada vez más fuertes y se
acercan. Eso ha hecho a estos dos desconcentrarse y el gordo se da la vuelta,
mientras el otro me sigue apuntando.
Pero eso fue lo último que ha dicho en su vida. Desde atrás, el filo de una
espada le ha cortado la garganta.
Los dos que me querían follar están con cara de espanto. Más cuando el jefe cae
boca abajo, como sacón de papa. Del suelo se eleva un polvo y todo se inunda de
sangre en un segundo. Un hombre con un traje negro e impecable, deposita
todo el plomo de su metralleta. Yo me encojo en una esquina, escudándome con
mis brazos, pensando que también he caído en la treta.
Me asomo levantando un poco mi cabeza, que estaba metida entre mis brazos.
Miro.
Miro y no lo puedo creer. Allí parado con un arma y una catana, me saluda con
un leve movimiento de su cabeza Choi Seung Hyun.
Eso me anima a incorporarme y verlo de frente, más cuando dice amable.
Ha dicho Suho.
Mi vista se nubla pero no tanto como para no poder hacer lo que deseo desde
hace mucho tiempo.
Toma mis muñecas que aún tengo atadas y me las libera con un cuchillo que le
ofrece alguien. Cuando observo me doy cuenta que hay rostros que conozco.
Yifan y Chanyeol. Confundido, balbuceo.
Miro a Junmyeon que besa mis muñecas y me dice secando mis lágrimas.
Lo abrazo de nuevo con fuerza. Lo extrañé tanto, que jamás podría explicarlo.
Sólo puedo impregnarme del aroma a Junmyeon de nuevo.
Yo miro el cadáver de ese hombre y recuerdo que él fue quien llevó el video que
incriminaba a Junmyeon, a Kim Bum. Ni que hubiera adivinado lo que
pensaba, Yifan me dice.
Yifan sólo asiente con la cabeza. Mis ojos se empañan de nuevo, mirando a
Junmyeon.
- Ya lo sé todo Yixing...
Es la segunda vez que Junmyeon me salva la vida. Y ya no tengo otra cosa más
que vivirla por él y para él.
Corremos como la vez anterior. Saliendo me doy cuenta que es de noche y hace
mucho frío. Siento que se me clava el viento helado en el cuerpo, porque solo
llevo una camisa. Junmyeon se quita su abrigo y me lo coloca.
Cada uno se mete en su auto y desaparece del lugar que ha quedado plagado de
cadáveres y huellas de una lucha campal entre bandos de mafias.
Shindong nos abre la puerta de la parte trasera del coche y subimos. Como
antes, también ahora Junmyeon mira de vez en cuando para atrás,
percatándose de que nadie nos siga. Para cuando estamos a una distancia
considerable, vemos patrulleros pasar del lado contrario a la carretera a toda
velocidad. Sólo cuando los perdemos de vista, mis ojos de repente se encuentran
con los de Junmyeon.
Por unos segundos ninguno de los dos dice nada. Pero sólo unos segundos,
porque mi cuerpo entero pide volver a los brazos de mi dueño, y con todo el
amor encerrado desde hace ya mucho tiempo, me tiro encima de su pecho. Con
él me siento seguro. Con él me siento a salvo. Con él todo es...
- Perfecto – dice él rodeándome con fuerza – Tú en mis brazos. Así es como debe
ser. Por siempre y para siempre. Mío por completo. Mi propiedad.
Mi rostro sube para encontrarse con el suyo. Sabe lo que quiero urgente y me lo
da sin que se lo pida.
Hundo mis dedo a en sus cabellos ahora negros. Él lo disfruta como siempre
entrecerrando sus ojos y regalándome una preciosa sonrisa. Lo deseo tanto, que
le pediría que ya me hiciera el amor.
- Yixing...
- Dime Junmyeon...
- Como digas...
- Hacer qué.
Me lo ha dicho tan serio, que mirando esos hermosos y profundos ojos negros,
termino perdiéndome en ellos.
- Perdóname tú a mí.
Parece afligido. Nos abrazamos. Si nos pusiéramos a explicar los motivos por
los cuales estamos pidiéndonos disculpas, perderíamos el tiempo. Así que sólo
nos abrazamos.
Me acomodo en su pecho, porque quiero escuchar el sonido más hermoso que
existe en el mundo, los latidos de su corazón.
- Yixing...
- Dime Junmyeon.
- Sana mi corazón.
- No – me dice seguro – Está enfermo por tu ausencia. Así que te tienes que
hacer cargo.
te estaré vigilando.
te estaré vigilando.
que tú me perteneces?
- Junmyeon... – digo lamentando que tenga que detener su preciosa voz, pero
necesito urgente decirle algo.
- Dime Yixing...
- Me duele...
- ¿Está lastimado?
- Si.
- Si.
Suspira en mi rostro. Ahora sí, ya está seguro de que nunca más voy a
apartarme de su lado. Así que mientras yo sigo esparciendo besos por su
hermoso rostro, él me sigue cantando de camino a casa.
te estaré vigilando.
Sang Woo se queda quieto unos segundos y me analiza. Se acerca a paso firme
y apretando mis hombros, me dice emocionado.
Mi Corazón abraza a su padre adoptivo con cariño. Sang Woo me acerca y nos
quedamos ahí los tres un rato, hasta que entramos a casa. Es muy tarde. Y sólo
quiero que Yixing descanse. Sin embargo él me pide que lo espere un rato. Se
da un baño rápido y baja de nuevo para encontrarse conmigo.
Sang Woo insiste en que coma algo antes de retirarme y los acompaño. Nos
quedamos los tres en un comedor diario. Apenas puedo tomar una taza de café.
Yixing en cambio es voraz con cada bocado que lleva a la boca. Como si no se
hubiera alimentado por una eternidad. Y yo solo puedo contemplarlo y
disfrutarlo así tan natural, en una mesa de familia, a salvo, conmigo.
Toco su cabello precioso. No está tan alborotado como antes. Lo tiene más corto,
con un estilo distinto. Él me mira y me sonríe, se ha dado cuenta qué
observaba, porque me pregunta.
- ¿No te gusta?
Igual, él no tiene idea de que lo sé todo, de verdad. Pero Sang Woo me observa y
en un segundo se da cuenta. Es que no he preguntado nada y no me sorprende
lo que ellos dicen.
- Es perfecto – le digo.
- Buenas noches joven Kim – me dice así nada más Sang Woo, dejándome
con esa bomba y se va.
- Junmyeon yo...
- ¡Y conmigo un juramento!
Se queda mudo ante eso. Abre sus labios pero no emite palabra. No sabe qué
retrucarme frente a lo que he dicho.
Lo miro así como está, tan adorable como siempre y me llena de orgullo darme
cuenta, que él no ha cambiado nada. Él sigue siendo mi ingenuo y precioso
Yixing, queriendo salvar al mundo con su trabajo. Por eso con todo el dolor en
el corazón le digo, tratando de sacarme de adentro una mueca, una sonrisa...
Llego y lo primero que hago es tirarme en el sillón. Pero estoy tan enojado, que
prefiero darle a la bolsa de arena, así que, dejo la música a todo volumen y me
voy al gimnasio. Me quito la ropa quedándome sólo en bóxer, me pongo las
vendas en las manos y apagando las luces, comienzo a darle duro al cuero
pesado que cuelga como siempre, en medio de la habitación.
Por cada golpe y patada que doy, voy luchando contra mis recuerdos oscuros,
esos que jamás me han dejado.
Él me ha hecho darme cuenta que soy una basura de tipo, con el corazón hecho
añicos y destruido que no tiene nada para ofrecerle.
Día tras día, sigo peleando con los demonios de los que tuve que hacerme cargo.
No desaparecen. Están ahí y para colmo, se han fortalecido, porque aunque
supuestamente me hayan salvado ese día, yo sé que sigo metido en el infierno.
Nadie podría entenderlo.
Yixing.
No lo veo. Está detrás de mí. Pero sé que es él, porque es como una bocanada de
aire fresco y delicioso en este maldito lugar. Nadie más que él huele a
primavera, solo Yixing.
- Dime Yixing...
Y ahí me tenso. Ahora me doy cuenta. Yixing está recorriendo las marcas de mi
infierno. Son profundas y marcadas. Ha llevado un tiempo cicatrizarlas. Trago
duro, como puedo, porque estoy agitado, restableciéndome de mi riña.
Pero saco fuerzas, para mirarlo a los ojos y despacio me doy la vuelta para
verlo.
Sus ojos brillan de dolor y están casi negros. Es tan hermoso y precioso bajo la
luz de la luna, que parece que brillara solo para él.
- Perdóname.
Las lágrimas comienzan a caer por sus mejillas. Creo que él supone cosas.
Mueve sus labios brillantes y me pregunta serio.
Aquí, en este lugar, es donde se esconden mis demonios. Aquí en este lugar, es
donde salen mis pecados. No quiero decepcionarlo, pero estoy atado al infierno.
Este es mi reino. En esta oscuridad.
- ¡Si quise! – digo con voz gruesa y ahogándome con esa realidad – Quise
hacerte sufrir Yixing. Pero a la vez te deseaba – agrego entre dientes mientras
mis lágrimas brotan sin parar – Te deseaba y quería... Quería destruirte entre
mis manos. Pero para que fueras solo mío ¿Entiendes? ¡Para que nadie más
pudiera tenerte!
Él cierra los ojos lleno de dolor por lo que acabo de revelarle. Aunque las
lágrimas caen sin cesar por su rostro, él se mantiene firme, pero quita su mano
de mi pecho.
- Mi vida fue un infierno. Y no fui una víctima Yixing. Fui un demonio más.
Me recuerdo el día que vine por primera vez al apartamento, habiendo salido
del hospital. Me recuerdo pisando los añicos de la ira que desaté en este lugar.
Y llego a la conclusión de que lo que pisaba eran las partes de mi corazón hecho
pedazos. No está sano. No está fuerte. Está enfermo. Y es un puñado de
mierda asquerosa y débil, que casi muere en su propio infierno.
Aunque trato de leer sus ojos y la expresión de su rostro, no puedo por los
nervios que me traicionan. Estoy frenado en mi sitio y él sigue retrocediendo
sin dejar de mirarme.
Eleva su rostro hacia arriba ¡Demonios! Es tan perfecto. Es tan precioso. Es tan
hermoso e ingenuo. Y no es mío.
Quisiera amarrarlo a mí. Quisiera obligarlo a quedarse para siempre. Quisiera
encerrarlo en mi infierno sin importarme nada. Quisiera. Pero no debo.
Un suspiro profundo sale de él. Es todo lo que puedo percibir. Sólo se queda allí
parado, apretando los puños de sus manos.
Lloro. Por qué lloro... porque me recuerdo lejos de él. Miro su cuerpo en
penumbra y la aureola que delinea su figura, que refleja la luz de la luna.
Y a mí me muestra todo eso y además, lo que nadie más ve. El niño que tiene
miedo a ser abandonado de nuevo. El hombre que mató para salvarme del
horror y que lo volvería a hacer todas las veces que creyera que mi vida corre
peligro. El hombre que me muestra sus miedos y sus pánicos. Sé todo de él
aunque me haya querido proteger ocultándome su oscuridad. Y todo eso, sus
luces y sus sombras es lo que tanto extrañé... Si volviera a nacer, yo me
enamoraría nuevamente de él.
Respiro entonces armándome de valor y digo seguro, sin siquiera creérmelo yo.
Pero aún con eso que dice, no entiendo por qué no viene a mí. Entonces soy yo
quien me abalanzo sobre él. Pero me freno unos segundos antes. Sus ojos bellos
están empañados en lágrimas. Y cuando lo toco, me doy cuenta que está
temblando. Todo el tiempo, había estado aterrado de que me hubiera decidido
por abandonarlo.
Me toma fuerte entre sus brazos y me besa como sólo él sabe hacerlo. Nuestros
labios chocan llenos de furia y de amor, compensando todo el dolor de habernos
perdido de tantos besos, tanto tiempo.
Solo puedo abrir mi boca para recibirlo entero. Solo puedo estar dispuesto a
entregarme por completo.
Toma mi trasero entre sus manos y hunde sus dedos. Eso ha hecho saltar
chispas en mi vientre y querer sentirlo mas cerca, empujando mi pelvis
furiosamente en él. Nuestros miembros chocan rabiosos. Abro por eso mis ojos y
me encuentro con su rostro perfecto y sus párpados cerrados, está
disfrutándome más que nunca. Sentirme así, moviéndome en él, ha despertado
la ansiedad en su cuerpo.
Me mira sorprendido. Sus mejillas arden y las mías también. Sus labios ya
están hinchados y yo no debo estar diferente. Sus cabellos despeinados y
alborotados, desparraman rebeldía. Él es un Ángel. Aún en el infierno, él es un
Ángel. Debe ser el más hermoso de todos. Por eso extasiado de verlo le digo.
- Este es tu reino Junmyeon, pero mando yo.
No sé por qué me siento con todo el poder sobre él. Si le ordenara cualquier
cosa, de seguro haría lo que fuera por mí.
Sigue mirándome sin entender lo que he dicho, mientras quito las vendas de
sus manos, como la primera vez. Después beso cada una de sus palmas y doy
unos pasos atrás para que me vea bien.
Seguro de mí mismo, como nunca antes, me quito cada prenda, para quedar a
su merced.
Entonces le ordeno.
Lo percibo cerca, por el calor de su cuerpo. Recorre con sus dedos las líneas que
han quedado de esas viejas heridas. Besa mi nuca ociosamente y gimo de placer
ante sus labios que succionan mi cuello. Rodea mi cintura y se refriega en mí.
Su cuerpo está mojado por completo y adoro ese olor a hombre, tan exquisito,
que sólo él puede tener. Ya se había quitado el bóxer y yo estoy agradecido de
poder sentir la piel de su pene en mí. Está erecto e hinchado, como yo, está
desesperado. Por eso inevitablemente arqueo mi espalda y masajeo mis glúteos
contra él, provocando un movimiento circular de sus caderas que se presionan
en mí. Es la gloria. Esta sensación que me consume, es perfecta para mi cuerpo.
Estira sus brazos siguiendo la línea de los míos, que siguen aferrados a la
pared.
- ¡Junmyeon!
Busca mis ojos y allí nos quedamos unos segundos mirándonos. Solo hay amor
y fuego en sus pupilas que se mueren de deseo por estar dentro de mí.
¡Junmyeon es tan hermoso! ¡Es tan bello! Y me alegro de ser suyo y poder
sentir que se apropia completamente de todo mi ser.
- ¿Por siempre?
Ni que supiera qué necesito, sin yo saber siquiera, toma con su mano mi
miembro y comienza a masajearlo rápido. Mientras, él sigue con sus
embestidas sin cesar.
- ¡Junmyeon!
Entonces siento que me rebalso. Él al sentirme explosiona una vez, otra vez y a
la tercera vez, grita chorreándose dentro y fuera de mí.
- ¡YIXING!
- ¡JUNMYEON!
Sólo quedan gemidos en este paraíso. Mi corazón siente que estalla de felicidad.
- Dime...Yixing...
- Engreído...
Me recuesta en la cama y me tapa bien, porque sabe que sufro del frío. Pero ya
con él, sé que no pasará. Se acomoda a mi lado, me rodea con sus brazos y yo
beso su pecho.
Después de tanto tiempo, por fin podré dormir, porque sé que Junmyeon,
cuidará mis sueños. Y él también podrá reposar tranquilo, porque sabe que yo
cuidaré su corazón.
Aquí en este lugar que tanto amo, nos estamos reparando los dos.
Capitulo 29
FINAL: "El amor salva"
Camino como un loco trazando el mismo camino de un lado al otro. Mis pasos
son cortos y rápidos. Me detengo. Miro la hora en mi móvil. Suspiro y vuelvo a
retomar el mismo ritmo.
Desde hace una semana que no doy más con mis ataques de nervios. Las
náuseas y los vómitos no me dejan en paz.
No tuvo tiempo de decir más porque se quedó sin aire del puño que le deposité
en su estómago.
Mamá lo pone derecho mientras le peina los cabellos. Lleva su típico hanbok
azul pálido y un pañuelo en la mano con el que no para de secarse los ojos.
Cuando lo ve ya compuesto, se vuelve a mí y me habla emocionada.
- Ya es hora.
A pesar de todo, no puedo evitar preguntar por mi "padre", a quien nunca volví
a llamar por ese título.
Sólo una vez hablé con mi padre, tiempo después de salir del hospital, con la
compañía de mi hermano. Ahí rompí mi compromiso con Eun Ji y le exigí
dejara en paz a Seung Huyng. Hubo amenazas de por medio y una fuerte
discusión, por decirlo delicadamente.
Jamás aceptó mi relación con Yixing. Hasta hace cuatro días, en que Sang Woo
pidió reunirnos y el cobarde que es, hizo como si nada. Sé que nunca asumirá
su error, porque pedir disculpas o perdón, no está en su naturaleza llena de
soberbia. Pero Yixing, es tan bondadoso y de un corazón tan grande, que no dijo
palabra cuando lo vio.
Han pasado dos semanas desde nuestro regreso a Seúl. Han pasado dos
semanas desde el regreso de Minseok. Y ver a mi hermano completo, me dio pie
para exigirle a Mi Corazón que hiciera lo que tanto anhelaba desde que
volvimos a estar juntos. No se negó, para mi sorpresa. Parece que estaba tan
ansioso como yo. Hoy por fin seremos esposos, por siempre y para siempre.
Mi madre lo hizo todo, como si ya lo tuviera más que previsto. Adora a Yixing y
se habría quedado a vivir con nosotros en Boston, de no ser que su corazón de
madre le decía que debía estar en Seúl con Jongdae.
- En serio... Junmyeon... entre los dos...nunca pensé, de que hicieras por fin lo
que realmente te hiciera feliz. Y eso me llena de orgullo...
- Bueno mis niños – dice mamá que nos observaba sin parar de llorar – Ya hay
que salir.
Mientras camino por esta terrible pasarela, no puedo evitar ver cómo está todo.
Aunque el decorador y mi madre insistieron con flores de cerezos, por la época,
yo quería fresias, porque así todo estaría impregnado de él. Y es todo en lo que
aporté.
Altas y delgadas ramas se elevan con fresias por todo el salón. Es primavera,
no sólo en esta época, sino también en mi corazón.
Me paro al lado del Ministro. Me doy la vuelta y observo los rostros de todos
que me miran llenos de emoción.
Aquí están los que necesitaba que estén, apoyándonos a los dos. Mis amigos, mi
familia. Hasta Seung Hyung me ha hecho el favor de venir. Casi todo el
personal del hospital está aquí.
Miro las puertas que se abren y ahí me quedo extasiado. Sólo él puede ser tan
perfecto. Yixing. Tiene un traje color marfil. Un ramo de fresias adorna su
rostro precioso e iluminado. Y noto además que lleva su llamador de ángel
colgando.
Está del brazo de Sang Woo, que se va secando lágrimas. Por unos segundos lo
mira y le susurra algo al oído. Hasta que vuelve su rostro hacia donde me
encuentro.
Por cada paso que da, me recuerda todo lo que pasamos juntos.
Lo veo saltando en ese sillón, cantando como un niño. Lo recuerdo jugando con
los pequeños, haciendo sus revisiones.
Recuerdo cuando estuvo enfermo y lo tuve que sacar del hospital. Sigo
convencido que nadie más que yo, estaba hecho para cuidar a Mi Corazón.
Mi mente vaga por el metro y él cantando con su guitarra. Mis pies esa vez, no
pudieron evitar seguir sus pasos y hoy elijo seguir haciéndolo para siempre. Me
dejé atrapar por esos cabellos despeinados y sus jeans desgastados. Mi paya-
médico sigue siendo el más adorable en lo que hace. Jamás había conocido una
mente tan brillante.
Pero no me lo cede.
Sang Woo me agarra del brazo y me pone en el otro costado. Muy tranquilo va
caminando en medio de los dos. Yo no tengo más que hacerle caso. Sólo cuando
llegamos al altar, el señor juez me mira y me dice tiernamente con una
palmadita en la mejilla.
- Yo Kim Junmyeon, te tomo a ti Zhang Yixing, para hacerte reír todos los días
y secar tus lágrimas si hay tristeza. Te elijo para cuidarte cuando estés
enfermo y protegerte de cualquier peligro. Te elijo para abrazarte en todo
momento y darte calor en las noches de frío. Te elijo para respetar tus silencios
y para cantarte melodías. Te elijo para ser felices en la rutina y serenos en la
dicha. Te elijo porque eres mi mejor amigo y eres mi más fiel amante. Te elijo
para cuidar tus sueños, hasta el final de los días. Si me aceptas Mi Corazón,
prometo que cuando llegue el momento en que tenga que partir, seguiré
amándote eternamente por siempre y para siempre mi doctor, Zhang Yixing.
Toma aire y entonces me hace sus votos, con esa voz tan suave y profunda.
- Yo Zhang Yixing... – se queda callado un segundo y veo que sus ojos tienen un
resplandor especial, aprieta más mis manos que tiemblan y sigue – te acepto y
te tomo a ti Kim Junmyeon como mi esposo,
No escucho lo que el ministro dice. Sólo hasta que llega la parte en que nos
ponemos los anillos y al fin nos declara esposos ante todos.
Ni lo dejo llegar a la parte que dice que lo puedo besar, si al final Yixing es mío
por completo. No me hace falta que me den permiso, para apropiarme de esa
boca que hace rato me está llamando.
Claro que después de eso viene la parte privada. El Pyebaek. Así que nos
cambiamos los trajes y todo ese circo en el que debemos escuchar a nuestros
mayores y comer las semillas y bla bla bla...
A Yixing parece encantarle todo eso, porque está atento en todo momento a las
palabras de Sang Woo, de mi madre y de mi padre. Si. Mi padre habló. Ni lo
escuché demasiado. Bueno. En realidad no escuché a nadie. Sólo quería ir a
festejar mi casamiento con Yixing, mi esposo.
Le sonrío. No podría enojarme con él, más si lo tengo entre mis brazos. Así que
mirando a todos contento, entramos al apartamento como debe ser y comienza
el festejo.
De pronto empieza a sonar música más tranquila y lenta. Cada uno está metido
en sus cosas. Charlan, bailan, siguen comiendo...
De pronto Mi Corazón mira al cielo. Está absorto en las estrellas. Sé que por su
mente vagan también los recuerdos de nuestra historia.
- Junmyeon...
- Dime Mi Corazón.
- Yixing – le confirmo rodeándolo con mis brazos – Es que por eso me enamoré
de ti – y agrego con ternura – Me dije a mí mismo, que serías mi loco, solo mío y
de nadie más. Mi loco de cabellos revueltos. Mi loco con la sonrisa perfecta. Mi
loco con esos hoyuelos preciosos... Cuando entré y te vi saltando, riendo y
cantando... fue perfecto. Perfecto y sólo para mí... ni hablar de cuando te
frenaste y me miraste con esos cachetes colorados y todo agitado... me calenté
en un segundo...
- Por eso te enamoraste de mí. Porque soy seguro y arrebatador – le digo sin
titubear, arqueando mi ceja.
- Estás loco...
Nos reímos al vernos a los ojos. Ahí está ese brillo tan especial en su mirada.
Nos quedamos unos segundos en silencio y entonces lo llamo.
- Yixing...
- Dime Junmyeon...
- Nos salvamos los dos... Siempre nos salvamos. Con nuestro amor.
Ese beso que me dio, me ha hecho entrar en calor. Más cuando siento que él me
mira con esos ojos que echan fuego y se refriega imperceptiblemente en mí.
- Hace dos días que no te tengo Yixing... No doy más – digo ya suplicando – Con
esa mierda de tus amigos, de que no debía verte antes de la boda...
Lo beso como sé que le gusta. A ver si entiende que ando bien necesitado de sus
atenciones y que tiene que compensar los días que me ha tenido hecho un
despojo sin él.
- Mierda... cómo me gustas Yixing – digo entre dientes amarrándolo a mí, sin
dejar de besarlo – tengo ganas de follarte con todo...
- Dime Yixing...
Lo miro confundido ante eso que me dice. Normalmente me pide que sea duro,
que vaya rápido y que lo folle con todo. Sus ojos están vidriosos. No sé hacer
lectura de ellos. Está caliente y emocionado.
- Yixing...
Mis ojos se empañan y veo borroso. Porque ¿puede ser alguien tan feliz en un
instante?
- Si es como tú, será perfecto – le digo tembloroso, mirando esos ojos preciosos.
- Y si es como tú, será perfecto – me calma con ternura, pasando sus manos por
mi rostro – Eres tan hermoso Kim Junmyeon... Pero mejor dejemos que sea
perfecto como quiera ser – agrega con su preciosa sonrisa, llenándome de su
seguridad.
Lo abrazo fuerte, aunque recuerdo que lleva a mi bebé en su vientre, así que
tengo que ser más delicado que nunca con él. Tengo dos que cuidar y proteger.
- ¡¿Qué?!
Me he quedado pasmado ¿Qué acaso no se supone que esa mierda es para los
que llevan los bebés? ¡Yo soy el padre!
- ¡¿Qué?! ¡¿Qué mierda es eso?! – exclamo recontra furioso porque siento que es
injusto.
Lo miro. Ahora entiendo por qué aceptó casarse conmigo cuando yo lo decidí. Ya
estaba seguro de la familia que quería construir. Le doy un beso y le digo
sonriendo, sin dejar de sostenerlo entre mis brazos.
- Zhang Yixing, me haces el hombre más feliz del mundo. Sólo tú.
Allí nos quedamos bailando. Disfrutando los tres, este momento perfecto. Si mi
bebé ya empezó a crecer, desde ahora construiré con Yixing, solo recuerdos
felices para él. Y este será el primero.
Mientras bailamos eufóricos y ya pegados besándonos , le digo.
- Tenías razón.
- ¿En qué?
- ¿Qué le dije?
- Porque late por...los dos. Ahora tengo que vigilar a alguien más.
Soy Kim Junmyeon, el esposo de Zhang Yixing. No nos ha sido fácil llegar
hasta aquí, pero ahora juntos no tenemos miedo a lo que llegue e venir.
Mis proyectos eran simples, hacer la vida que mi padre quería para mí.
Pero se apareció Zhang Yixing y seguir sus pasos, perseguirlo y vigilarlo, fue la
mejor decisión que pude tomar en mi vida. Me volví loco por este hombre y
ahora seré cuerdo por él. Ha robado por completo mi corazón destruido y me lo
ha reconstruido con su amor. Me ha aceptado tal cual soy y me ha enseñado el
verdadero significado del amor.
Miro a Mi Corazón tan precioso y bello que es, y todavía no puedo creer en la
suerte que tuve de haberlo encontrado.
Una vez le pedí que sanara mi corazón hecho añicos. Y lo hizo aún arriesgando
su propia vida, uniendo cada uno de los pedazos perdidos, de mi corazón de
niño, que creí que habían destruido. Yixing con su amor, lo curó y lo sanó. Y
aunque las cicatrices queden por siempre, esa es la huella de que se ha hecho
más fuerte.
Yixing con su sonrisa, sanó cada una de mis heridas y con su amor, sigue
salvándome cada uno de mis días. Por eso sólo viviré para cuidar y proteger al
amor de mi vida.
FIN
Palabras del autor
Gracias a quienes se animaron a pasar de la tranquilidad del inicio de esta
historia, al enamoramiento, del enamoramiento a la euforia y de la euforia al
dolor de ver los riesgos por los que tuvieron que atravesar Yixing y Junmyeon.