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Sana Mi Corazón - Saga "Mi Destino II" (SuLay)

Como hijo mayor del Primer Ministro de República de Corea, Kim Junmyeon es un joven
centrado; tiene una vida absolutamente organizada y ordenada; es el orgullo de su padre y
de su madre y ama a su hermano Jongdae, que lleva un estilo de vida que los mantiene
alejados.

Su proyecto es simple; seguir con la carrera política, casarse con alguien de renombre,
tener una familia.

Atrapado en la vida que su padre ha designado que debe vivir, Junmyeon jamás tendrá
derecho a elegir de verdad; pero se convence a si mismo que sí.

Sin embargo toda esta fachada perfecta, sólo oculta un dolor del pasado que lo atormenta,
una herida del corazón que jamás ha sanado y una vida secreta.

Hasta que una sentencia lleva a su hermano a hacer tareas comunitarias como enfermero
voluntario en un hospital, encontrándose frente a frente con el doctor que será el tutor
responsable de Jongdae, Zhang Yixing.

"¿Sabías que la risa cura y el amor salva?...Lo dice el doctor Yixing", revela Jongdae a su
hermano.
A veces las personas con un auto control y de carácter reservado, suelen ser quienes
ocultan los peores infiernos de viejas heridas que jamás han curado. Sanar el corazón de
los demonios del pasado ¿puede lograrse sólo con la fuerza del amor?

Pareja Principal: SuLay

Leer como encuadre de la historia

"MI VIDA" (ChenMin).

Género: Fanfic Homoerótico / Romance / Drama

Advertencia: lenguaje vulgar, contenido sexual explícito, violencia, abuso sexual y mención
a pedofilia y pederastia.

Esta historia es de mi completa imaginación.

Queda prohibida la copia total o parcial de esta obra.

Portada realizada por @KimDoLilo


Capitulo 1
El pasado

Era una tarde tranquila y preciosa. El sol entraba a la sala por los inmensos
ventanales. Las cortinas flameaban por el viento. La brisa era suave y
refrescante.

La madre se encontraba con sus dos pequeños. Ella tocaba el piano.

- Otra vez mamá – decía el mayor de los dos – Otra vez.

- Junmyeon – le reclama su hermanito menor – ota canzion... ota canzion... po


que sempe eliges tu... no te vale...

- Porque yo soy el mayor Jongdae.

- Ya mis niños. No se peleen – dice tiernamente la mujer mientras le da un beso


a cada uno con adoración – Cantaré una vez más la canción de Junmyeon. Pero
después Jongdae elegirá la suya.

- Ufa... - dice el menor haciendo puchero.

- Jongdae – le consuela su hermano – Una sola vez y ya no le pido más. Lo


prometo – agrega y levanta la manito solemnemente.

- Ezta ben...

- Entonces mamá ¡Canta! ¡Canta otra vez la que me gusta!

Y su madre con precisión comienza a mover sus delicados dedos, acariciando


las teclas de su piano. Y sus dos pequeños disfrutan del momento.
- Rema, rema, rema en tu bote

Suave río abajo.

Alegre, alegre, alegre, alegre

La vida un sueño es...

El timbre de la sala de clases suena. Junmyeon sale corriendo por los pasillos.
Está entusiasmado porque hoy le toca ir a su clase de piano.

Su chofer lo espera en la puerta del Instituto y le hace una reverencia para


darle paso. El niño le devuelve respetuosamente el gesto y sube al coche.

- ¿Cómo le ha ido hoy joven Kim?

- Perfecto Hyun Bin. La maestra me ha felicitado porque he terminado primero


todas las tareas y bien hechas. Me ha dicho que soy muy prolijo en todo – dice
orgulloso de sí mismo.

- Lo felicito joven Kim – dice el chofer con una sonrisa inmensa.

Llega a casa. Está que lo lleva el viento. Quiere ya cambiarse rápido, tomar su
leche y tener su clase de piano.

- ¡Mamá! – grita apenas pisa el umbral.

Su madre tiene por costumbre recibirlo siempre. Y él adora echársele encima.


Papá le ha dicho que ya está grande para esas cosas. Pero él ama correr a los
brazos de mamá. Ama el olor del cabello de mamá. Es feliz sintiendo el cálido
abrazo de mamá. Está enamorado de la sonrisa de mamá y los hoyuelos que se
le hacen en sus cachetes.

Pero algo raro pasa. Mamá no ha salido a recibirlo. Una de las criadas le dice.

- Buenas tardes joven Kim ¿Quiere darme su bolso? Su merienda está lista.

- Gracias – le dice a la mujer, porque es muy educado - ¿Y mamá?

- Su madre no se ha sentido bien joven Junmyeon, por eso está descansando.

- ¿Está enferma? – pregunta preocupado.

- No se preocupe joven Kim. Sólo estaba cansada.

El pequeño se quita su mochila y se la da a la sirvienta, mientras le dice.

- Voy a cambiarme primero. Luego bajo. Muchas gracias.

Junmyeon corre hacia arriba. Se lava la cara y las manos. Mamá siempre le ha
dicho que tiene que estar limpio cuando come algo.

Se quita el uniforme del colegio y se pone ropa cómoda. Quiere merendar


rápido. En media hora llega su profesora de piano. Quiere aprender a tocar
como mamá.

Aunque no le diga a nadie, quiere aprende runa canción en particular. La que


mamá le tocaba cuando era más pequeño. Pero ya es grande. Tiene 7 años y no
puede pedir canciones de niños chiquitos. Jongdae tiene 5 años, a él se le
perdona.

Suspira. Está cansado, pero no le dirá a nadie. No quiere que le quiten sus
clases de piano.

Baja al comedor. Allí está su hermano Jongdae, esperando por él. En la mesa
juega con unos autitos.

- Jongdae – le dice – Deja de jugar. No es de buena educación jugar en la mesa.

Su hermanito le hace un puchero, como si estuviera a punto de llorar. Entonces


él para suavizar la cosa, le propone.

- Después de mi clase de piano, juguemos a las carreras.

- ¡Si! – grita el menor entusiasmado.

La merienda se sirve. Jongdae toma una galleta y la moja en su leche tibia. La


devora llenándose la boca.

- Junmyeon... - quiere hablar, pero su hermano le reclama.

- Jongdae, es de mala educación hablar con la boca llena.

El pequeño traga rápido su galleta y toma leche para pasarla. Cuando toma
aire le pregunta.

- Junmyeon ¿Por qué yo no puedo ir a la escuela?


- Porque eres pequeño todavía. Pero el año que viene quizá ya comiences.

- ¿Es linda?

- Muy linda. A mí me gusta.

- Ya estoy aburrido aquí sólo. Me gustaba más cuando estabas tú.

- No te preocupes. Después jugamos.

- Pero te la pasas leyendo tus cosas de la escuela.

- Entonces – dice el mayor – haremos así. Cuando yo haga mis tareas, tú vienes
conmigo y dibujas.

- Me aburre dibujar.

- Entonces te explico la tarea que hago – dice y le sonríe.

Pasa un ratito. Jongdae vuelve a preguntar.

- Junmyeon ¿Por qué mamá duerme mucho?

- ¿Mamá duerme mucho?

- Si. Hoy ha dormido casi todo el día – dice con su carita llena de preocupación.

- Debe estar muy cansada – dice recordando lo que le ha dicho la criada.


- Debe ser que gritar mucho con papá cansa.

- ¿Gritan mucho?

- Si – le afirma el pequeño con sus ojos bien abiertos – Mucho. Muchísimo.

- Es cosa de grandes. Pero debe estar cansada por eso– dice el mayor.

Pasa otro ratito y el menor vuelve a preguntar.

- Junmyeon ¿Papá es un hombre malo?

- ¿Si papá es un hombre malo? – dice frunciendo el entrecejo.

- Si. Porque gritaba con una señora como si le estuviera lastimando – explica
horrorizado.

Junmyeon no entiende lo que su hermano le acaba de decir. Son demasiado


pequeños para saber qué ocurre en realidad. Como puede el menor le sigue
comentando.

- Yo vi que papá le hacía algo malo a la amiga de mamá.

- ¿Algo malo?

- Si. Y la señora gritaba ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!


- ¡Jongdae! – le reta – No debes decir malas palabras.

- Pero si la amiga de mamá lo hacía... - dice haciendo puchero.

- Papá no es un hombre malo. Seguro todo tiene su explicación. Además


recuerda que los niños no deben meterse en los asuntos de los grandes.

El tono del mayor es rotundo. Jongdae sabe que su hermano es muy correcto y
muy sabio. Le sigue en todo y le hace caso también. Así que no habla más del
asunto.

Pero desde la vez que ha visto a papá empujar su cadera en la entrepierna de la


amiga de mamá, no quiere verlo. Es más. Hasta se siente enojado. No tolera ni
siquiera que lo toque.

Terminan de merendar. Jongdae se va a jugar con la niñera. Junmyeon tiene


su clase de piano. Pero antes quiere hacer otra cosa. Ver a mamá.

Le han dicho que está cansada. Pero sólo quiere darle el beso de las buenas
tardes y no molestarla más.

Sube las escaleras. Camina por los pasillos de la inmensa mansión. Llega a su
destino y toca la puerta.

- ¿Mamá? – dice bajito para que no se asuste – Soy yo. Junmyeon.

Mamá no atiende. Él vuelve a insistir.

- Mamá, soy Junmyeon.


Le resulta raro que mamá no escuche. Abre un poquito la puerta y mete su
cabeza. Mamá no está allí, pero la cama está en desorden.

- ¿Mamá? – insiste.

Escucha el grifo del lavado del baño. Cree entonces que mamá está lavándose
las manos. Sonríe. Mamá se ha levantado. Quizá ya descansó mucho y está
mejor.

- ¿Mamá? – la llama y no tiene respuestas.

El pequeño se va al baño. Se asoma por la puerta y ve algo raro. El grifo de la


pileta del lavabo está abierto, y mamá está ¿en la bañera? Porque sólo ve su
pierna que sobresale de ella. Pero el agua sale a borbotones por todos lados. El
toilette está inundado.

- ¿Mamá? – la llama.

Junmyeon se acerca. Un paso, otro paso y otro más y puede ver a mamá.

- ¿Mamá? – dice y sus ojitos gritan espanto.

Mamá tiene los ojos abiertos. Parece despierta. Pero... tiene su cuerpo hundido
en el agua. Pero el agua no es espumosa. El agua no está transparente. El agua
está toda roja. Está fría, muy fría. Y aunque le toque la pierna y le llame a los
gritos, mamá sigue dura, sin responder nada...
Capitulo 2
"El Ángel Guardián: Kim Junmyeon"

Me despierto a la mañana bien temprano. Me visto con ropa deportiva. Tengo


una hora para hacer ejercicios.

Corro por la plaza. Mi celular suena. Miro. Número desconocido. Pero es algo
normal.

- Doctor Zhang Yixing – digo – ¿Quién habla?

- Mi muchachote – me dice una voz solemne pero agradable que conozco bien.

- ¡Sang Woo! – digo y me río – ¿Qué pasó con tu número? ¿Ya perdiste el noveno
móvil en el año?

- Yixing... - me quiere amenazar pero no le sale, el viejo es un abuelazo divino –


Tenme respeto.

- Claro que te respeto y mucho Señor Juez. Aún olvidándote la cabeza en tu


casa.

Lo escucho reírse.

- Dime – le digo – en qué te soy útil.

- Bueno mi muchacho. Tengo un caso complicado entre mis manos. Requiero de


tu ayuda.

- A quién se supone que tengo que meter de "voluntario" ahora.


- Es confidencial. Necesito verte ya.

- ¡¿Ya?!

- Sí – escucho detrás de mí - ¡Ya!

No entiendo nada. Me quedo con mi celular en el aire y lo miro.

- ¿Te estabas burlando de mí? – le pregunto y le hago mi puchero.

- ¡Jamás! Esto es serio – me dice mientras se acerca.

Mi viejo solemne y buda. El Juez Sang Woo a quien quiero como a un padre.
Bueno. Ha sido lo más cercano a un padre que he tenido en la vida. Fue mi
tutor, después de que me encontró a los 7 años. Parecía un animalito. Me
adoptó y aunque me puso en un internado, siempre le estaré más que
agradecido por haberme rescatado.

Por él soy quien soy. Doctor Zhang Yixing. Neurólogo e investigador. Dicen que
tengo un IQ superior a la media. Lo que hace hervir de orgullo a mi querido
Juez aquí parado y trajeado, que ahora precisa algo de mí.

- No me gustan esas calzas – me reta – Con ese pantalón se te ven las pompis.

- Es lo que está de moda – me defiendo – Yo compro lo que hay. No lo que me


gusta.

- ¿No puedes cubrirte más el torso? Se te ve todo ahí arriba y además hace frío.

- Después de correr 30 vueltas alrededor de la plaza, estoy muerto de calor.


- Te vas a enfermar – me dice y me quita el buzo de la cintura para ponérmelo
arriba – me da escalofríos de verte así tan despechugado.

- Está bieeeennn...- le digo y le hago caso.

- Se te ve saludable – agrega y sonríe.

- A ti más. Siempre estás igualito. No envejeces. Menudo trabajo les das a todos
ahí en el juzgado.

- Me revitalizo poniéndolos histéricos a todos. Les chupo la energía.

Nos reímos juntos a las carcajadas. Este hombre es un payaso divino. Lo amo.

- ¿Vamos a tomar algo? ¿Una cafetería? – digo para invitarlo.

- No. Alguien podría escuchar – me dice muy serio, volviendo a su porte


profesional – Lo que te voy a decir, es de suma confidencialidad.

- ¡Oiga! Ni que fuera una caso de esos, tipo "Misión Imposible" ¿Te vas a
autodestruir en 5 segundos?

- Ya quisieras.

Nos largamos una carcajada de nuevo. En un segundo nos ponemos serios.

- Vamos al grano Yixing.


- Soy todo oídos Señor Juez.

- Necesito que entre un nuevo voluntario.

- Condenado.

- Si. Si. Ya sabes... de esos.

- Pero ¿Por qué es taaaan... confidencial?

- Porque se trata del hijo menor del Primer Ministro de la República de Corea.

- Vaya... – digo realmente impactado – Y yo pensé que esos lo tenían todo


resuelto en la vida.

- ¿Esos? – me dice mi juez y se larga una sonrisa sarcástica - ¡Ja! Esos mi


querido muchacho, son los que tienen más miserable la vida.

- Vaya... Entonces es grave la cosa con este.

- Yo creo que va a costar un poco.

- ¿Por cuánto tiempo me lo cede?

- Por cuatro meses ¿Qué te parece?


- Lo vamos a sacar súper bueno. Verás que será un payaso terriblemente
espectacular. En cuatro meses puedo hacer maravillas. Mis niños lo van a
sanar y mis muchachos...

- Ya Yixing – me detiene, porque sabe que cuando me entusiasmo no le paro –


Ya sé cómo eres tú y tus muchachos. Sé que vas a curarlo.

- Mándelo nada más ¡Ya estoy entusiasmado! – digo y no puedo dejar de


aplaudir. Estoy súper exaltado.

- Lo vas a conocer en una hora.

- ¡¿Ya?!

- Si.

- ¿Y va a estar el Primer Ministro?

- Si.

- ¿Y tengo que llevar traje?

- Si.

- ¿Me llevas a mi casa?

- ¡¿Y tu auto?!

Me agacho. No le digo nada. Sé que me va a retar.


- Zhang Yixing ¡Eres médico de renombre! – me dice elevando su mano – ¡Y
andas a pata!

- En bicicleta – le aclaro muy serio – Y es muy buena para hacer ejercicios. Está
allá – digo y señalo – ¿no es divina?

- ¡Yixing! – me pega un grito y me hace asustar – ¡Por qué vendiste el auto!

- No me hacía falta – digo encogiéndome de hombros.

- No me mientas – me descubre él molesto.

- Necesitaba el dinero para algo importante – le explico sin muchas vueltas.

- Para qué.

- Ya Sang Woo – le digo ahora yo enojado y golpeando con mi piecito el piso


como niño – Es mi dinero ¿Ok?

- Yixing. Yixing – dice y me da una sonrisa, mientras me despeina – De dónde


me has salido tan bueno.

Es que se ha dado cuenta. Me es imposible no hacer algo, cuando lo requiere la


situación. Myung Hee, una de mis niñas, vive en un pueblo alejado de la
capital. Sus papás se la estaban por llevar del hospital, porque no iban a poder
seguir cubriendo sus gastos de vivienda en Seúl. Así que no se los iba a
permitir.

Igual me gusta más mi bici. Es linda, cómoda y no me genera gastos. Amo mi


bicicleta.
Estamos en el auto de mi querido juez. Me he puesto un traje porque esto es
algo que lo amerita. Me va poniendo papeles del prontuario del chico que tengo
que hacer entrar de voluntario.

Ser Director del Área de "Neurología" y "Rehabilitación Neurológica" del


"Hospital Central" (ya me quedé sin aire con sólo decirlo), me da el privilegio de
elegir a mi personal. Así que nadie duda de que soy diligente en la elección de
quienes trabajan para mí.

Claro que nadie sabe, que además de contar con los mejores médicos,
enfermeros y profesionales de Seúl, también meto por ahí a algún condenado. Y
cuando digo "condenado", no es figurativo. Es así tal cual.

- ¿Cuál es el drama de este muchacho? – pregunto.

- Conducía ebrio. Casi se mata.

- No parece tan grave la cosa – digo sorprendido porque lo creo realmente.

- Hay más – dice frunciendo el ceño – Ese chico es el diablo.

- Pero aquí no dice nada – agrego hurgando en los papeles.

- No vas a encontrar nada ahí. Está limpio. Porque es tan desgraciado, que sabe
hacer de las suyas sin dejar ningún rastro.

- Vaya... Cuéntame. Tampoco es que voy a meter a un pervertido entre mis


niños.
- No. No – me dice espantado – quédate tranquilo. Jamás perdería el tiempo
con esa lacra.

- Y bueno. Qué me dices...

- Extraoficialmente...– me dice como enojado con el chico cuando ve su foto –


...este tipo era de la mafia. Lideraba su propia banda. Se dedicaba a los juegos
clandestinos, apuestas y esas cosas. Lavado de dinero y...

Le sigue dando. Yo estoy con los ojazos bien abiertos. No puedo creer que
alguien de 23 años, tenga tanto historial extraoficial. Y como frutilla del postre,
sea el hijo del Primer Ministro de la República ¡¿Con qué necesidad?! Me puso
triste todo esto.

- Yixing – me dice Sang Woo porque me ha visto mal.

- ¿Por qué ayudar a alguien así? ¿Por qué si lo tiene todo servido?

Yo nunca tuve nada en la vida, hasta que apareció Sang Woo. Desde que tuve
memoria recuerdo pasar frío, hambre, desprecios y abusos de los grandes. Este
chico lo tuvo siempre todo. Lo tiene todo. Y usa todo, para hacer maldades. No
se vale. Qué vida injusta.

Mi juez sabe lo que me pasa. Gente rica y con toda la vida por delante,
desaprovechando lo que tiene.

- Ese chico perdió su mamá de niño.

Algo tenemos en común. Puedo entenderlo un poquito. Pero igual... ¿Por qué
elegir ser así? Yo no tuve padres y no por eso salgo a matar el universo.
- Pero...

- Yixing... Tú eres muy rico. Deberás enseñarle a él lo pobre que es, para que
también sea rico de aquí... – dice y me señala mi corazón –...como tú.

- No me creas tan generoso – le digo, sintiéndome avergonzado.

El coche frena. Hemos llegado a destino. Estoy a punto de conocer al Primer


Ministro de la República. Alguien nos abre la puerta del coche y nos bajamos.
Todos nos hacen reverencia. Yo como soy bien educado, le devuelvo a cada uno
el lindo gesto.

- Ya Yixing ¡Deja de reverenciar a la multitud! – me dice Sang Woo que está a


un kilómetro de distancia, así que corro para alcanzarlo.

Me siento un poco desalentado. Nos frenamos en un pasillo. Bajo mi cabeza. Mi


amigo me da una palmada en los hombros y me dice.

- ¿Dónde quedaron esos hoyuelos? – es que cuando río se me hacen dos


huequitos en los cachetes.

- Se me perdieron en el camino – le confieso.

- Ya Yixing. No andes enojado.

- Es que... - me detengo. No sé si decirle lo que me pasa de verdad.

- Es que qué... - me insiste para continuar.


- Es que no sé si ese chico merece tal privilegio. El de tratar a mis pacientes y a
mis niños.

Mi abuelazo me mira con ternura. Me pellizca los cachetes y sonriendo me


asegura.

- Ese muchacho está metido hasta el fondo en caca – yo lo miro sorprendido por
la seguridad de sus palabras – Pero todos, por más hundidos que estén en la
caca hedionda, merecen ser sacados de ahí. Necesita una buena ducha.

- ¿Por qué lo quieres ayudar? – duda ahora en decirme y yo se lo exijo – Si no


me dices, no te ayudo.

Demora unos segundos. Pero al final me confiesa.

- Su abuelo ha sido como un hermano para mí. No puedo decirte todo Yixing.
Solo te diré que ese joven no ha tenido una vida fácil. Conozco a su familia.
Conozco a su padre. Sé de su historia, aunque él no sepa nada de mí. Créeme.
La vida de esos dos chicos, es digna de lástima.

- ¿Dos? – pregunto, porque él lo ha dicho.

- Él es el menor de dos hermanos. Kim Junmyeon es el mayor.

- ¿Y su hermano es igual? Dime así tengo otro voluntariado preparado.

Larga una carcajada ante mi ocurrencia. Y me da una negativa con su cabeza.

- Loco Yixing – dice mientras termina de reírse – ¿No te resulta conocido el


nombre de Junmyeon?
- Junmyeon... Junmyeon... - digo mirando a todos lados y volviendo mis ojos
chinitos, más de lo que ya soy exclamo - ¡Junmyeon! ¡Kim Junmyeon! ¡El Ángel
Guardián!

Kim Junmyeon. Recibo su cheque como donativo todos los benditos meses,
desde hace más de un año. Para nosotros, en el centro de investigación, él es el
Ángel Guardián. No tiene idea ese hombre de lo que hacemos con su dinero. Ha
salvado muchas vidas.

- Kim Jummyeon – me aclara Sang Woo – Es todo lo contrario de su hermano.


Es un hombre noble y de buen carácter. Ha estudiado Administración de
Empresas. No ejerce porque actualmente está terminando sus estudios en
Derecho. Es de los mejores promedios en la Universidad de Seúl.

- ¡¿En la pública?! – exclamo sorprendido de que no haga como el resto de ños


niños ricos.

- Así es. Es un hombre idealista. Al parecer sigue los pasos de su padre en la


política. Pero está viendo.

- ¿Cómo sabes tanto?

- Nos frecuentamos algo. Además él fue quien me llamó.

- ¡No se diga más! – digo y sonrío – Por ser el hermano de Kim Junmyeon, debe
haber algo bueno, en ese corazón de piedra de Kim Jongdae. Lo vamos a sacar
divino.

- ¡Así me gusta mi muchacho!

Y chocando nuestras manos, nos juramos silencio en el trato.


Una puerta se abre. Sang Woo entra y yo me siento a esperar. Al ratito se abre
de nuevo. De un respingo me levanto. Es que ahí parado enfrente de mí, se me
pone el mismísimo Primer Ministro.

- Joven – me dice e inclina levemente su cabeza.

- Señor Primer Ministro – le digo y le hago una reverencia de más de 90º creo -
Es un honor – y me pongo de nuevo derechito.

- Querría decir lo mismo – me dice mirándome de arriba abajo – Por la


situación.

- Claro... - digo nervioso.

- Así que usted estará a cargo del voluntariado de mi hijo.

- Si.

- Doctor Zhang Yixing – dice y me saca radiografía, yo me siento transpirando –


Director de una de las Áreas del Hospital Central.

- Dos señor Kim. Y déjeme darle las gracias por...

- Es Hospital Público. Así que es nuestro deber. No debe dar las gracias.

Yo quise ser sincero. Qué mal educado. A la gente no se le interrumpe. Menos


cuando es agradecida. Hombre malo a la vista.

- Me dicen que es chino.


- Sí señor.

- ¿Cómo un chino llegó tan alto?

Qué feo lo que acabo de escuchar. No me ha gustado un carajo.

- Corea exporta lo mejor señor Kim – le digo, él se ríe.

- Gracioso – me dice el hombre y vuelve a su estado de témpano.

Ya creo darme cuenta por qué está Kim Jongdae hecho de piedra. Si tuviera un
padre así, también querría darle dolores de cabeza.

- Con permiso – se me aparta y atiende su celular.

- Disculpe – le digo a una secretaria que está ahí haciendo lo suyo – ¿Podría
decirme dónde está el baño? – me dieron ganas de hacer pipí.

Entro en el lugar. No hay nadie. Está vacío. Miro por todos lados. No hay moros
en la costa. Me tiro los pelos hacia atrás. Me río de mi cara de susto. Necesitaba
descargar tensión.

Me lavo las manos. Me lavo la cara. Me seco bien. Salgo de ahí.

Antes que pueda dar vuelta la esquina, alguien habla como en secreto.
Reconozco la voz. Es el Primer Ministro con alguien.

- No sé si sea buena idea – dice el Primer Ministro.


- ¡¿Quieres a mi hermano en la cárcel?!

Ha dicho ¿hermano? O sea que ese es ¡Junmyeon! Digo, Kim Junmyeon.

- ¡No! Sólo que dudo que vaya a durar en ese lugar.

- No se me ocurrió otra cosa - ¿o sea que fue idea suya?

- ¿Y si no aguanta? ¡¿Sabes el escándalo?! ¡¿Lo que van a decir?! ¡Ya me estoy


arrepintiendo de tu idea!

- Va a aguantar.

- Le das mucho crédito a ese bueno para nada.

- ¡No hables así de él! ¡Es tu hijo!

- Y por eso te lo digo. Es un inservible. Nada bueno puede salir de él.

- ¡Basta papá! ¡Jongdae lo va a lograr!

Pobrecito Jongdae. Si su propio papá no confía en él, qué será. Menos mal que
no tengo un padre así. Me gustaría tener un hermano como Junmyeon.

- Solo espero que esto no salga a la luz.


- ¿Es lo único que te importa? ¡¿Tu hijo casi se mata y es en lo único que
piensas?!

- No le pasó nada. Nunca le pasa.

- ¿Acaso te preguntaste por qué estaba en ese estado?

- Deja de ser sentimental. Tú hermano es un descontrolado y nada más.

- Papá- escucho la voz tensa de nuestro guardián - ¿Acaso te importa Jongdae?

- Señor – escucho la voz de la secretaria – El señor juez lo llama.

Es mi turno de aparecer. Tengo que ir también. Por fin voy a ver al nuestro
Ángel Guardián, Kim Junmyeon. Me arreglo mi traje. Está bien limpito. Salgo.
Y... nada. Está el Primer Ministro, está la secretaria, estoy yo, pero... nadie
más.

- Doctor Zhang – dice el duro del señor Kim – Nos llaman.

Bueno. Ahí aparezco yo. Estoy por entrar a ese lugar. Espero que el corazón de
ese chico se pueda sanar.

Ya terminó la entrevista. Estoy contento. No sé por qué. Pero tengo el corazón


feliz.

- ¿Y bien? ¿Qué te pareció? – me dice mi abuelazo cuando caminamos.

- Está bien complicado. Pero lo vamos a rescatar.


- Qué bueno. Me tranquiliza saber que andas esperanzado.

Una secretaria detiene a Sang Woo.

- Señor Juez. El Primer Ministro quisiera hablar unas palabras con usted.

- Espérame Yixing. Por favor – me dice Sang Woo.

- Doctor Zhang – me dice a mí la mujer – Si quiere puede esperarlo en esta


oficina – me señala – Le hemos servido café.

- Muchas gracias – digo contento cuando veo unas masitas, tengo hambre.

Detrás de mí, cierran la puerta. Hay café. Hay té. Hay jugo. Hay masitas. Hay
galletas. Qué lujo. Me encanta.

Me siento en el inmenso sillón. Qué cómodo está este sillón. Mi trasero está a
gusto, porque es bien acolchado.

Tomo jugo y como una masa que es una delicia. Pero comiendo veo que el sillón
está súper acolchado.

Oiga. Tiene buenos resortes. Mi trasero se hunde bien y vuelve arriba súper
fácil. Me dan cosquillas en la barriga. Pruebo un poquito más hundido, me subo
arriba más fácil. Si. Si. Es un lindo trampolín. Me encanta.

A ver Yixing. Compórtate bien. Eres un doctor. Una eminencia. Eres adulto.
Eres grande.
Me quedo ahí quieto otro rato. Pero recuerdo que estamos preparando la obra
de teatro "Peter Pan", con mis muchachos.

No encontramos algo que nos haga volar. Quizá un sillón así, vendría genial.
Porque si saltamos nos haría salir disparados ¿A qué altura nos llevaría un
sillón así?

Miro a la puerta. No viene nadie. Sang Woo seguro demora. Entonces me


decido probar.

Me paro en el sillón. Salto bajito. Reboto bien. No hay peligro. Salto otro poco,
reboto más, se siente genial. Salto más alto, me elevo mejor y me mato de la
risa. Otro poco y otro poco y le doy con todo.

Me dan cosquillas en la panza. Mis cabellos están alborotados seguro. Qué


felicidad ¡Qué felicidad! Esto de ser "Peter Pan" ¿Por qué no ser un niño
eternamente? ¡Todos deberían divertirse como los niños! ¡Se siente perfecto ser
niño! Vuelo alto. Muy algo y este sillón es una maravilla. Vuelo y canto. Me
dieron ganas de cantar la canción de "Peter Pan".

- "Si goza tu corazón


por los cielos viajarás,
y en tu vuelo de ilusión
a la luna llegarás.
Y al verte tan feliz
volarás, volarás, volarás."

Y sigo saltando. Sigo más alto. Mientras me río bien fuerte. Es que pienso que
en la vida hay muchos motivos para estar alegre. Poder saltar es un privilegio.
Así que sigo saltando más alto. Y poder cantar es otro, así que canto más
fuerte.
- "Por las nubes te sentirás
libre de tribulación
y en el mundo de Nunca Jamás
todos tus sueños lograrás.
Sentirás renacer la ilusión"

Y ahí me freno. Aunque mi cuerpo rebota, me freno.

Porque... Hay un témpano trajeado parado en la puerta de la oficina.

Está ahí... ¿desde cuándo?

Estoy agitado. No sé si del entusiasmo o del susto.

Es que ese joven me mira, como si quisiera darme una paliza.

Yo sigo respirando fuerte, muy fuerte. Me dan cosquillas en la panza.

Es que lo veo, así todo serio. Con ese traje azul impecable. Con ese cabello tan
bien peinado. Con esos ojos tan grandes. Con esa mirada tan penetrante. Con
esos labios tan duros. Y ese rostro tan... precioso.

Y yo, soy todo un desastre, porque siento que goteo sudor. Mi corbata la he
mandado volar. Mi camisa está mojada. Mi saco abierto desordenado. Y mis
pelos...todos parados.

No puedo hablar. Y él me sigue mirando. Está ahí parado y me sigue


observando. Me está analizando. Me mira de arriba abajo.
Ya he dejado de rebotar. Mi respiración se debería haber frenado ya. Pero...no.

- ¿Quién es usted? – me pregunta, como si realmente estuviera molesto, porque


respira un tanto agitado.

Estoy por responderla ya, bajando del sillón. Trastabillo y me voy casi de nariz,
pero he logrado, no sé cómo, mantenerme en pie. Abro la boca para hablar,
repasando con la palma de mi mano el desorden de mi ropa, pero entonces
escucho la voz de una mujer que en voz alta le dice.

- Junmyeon por favor ven aquí ahora.

Y él se va.

Junmyeon.

Sang Woo aparece en el momento. Salgo y ya no hay nadie.

Junmyeon.

Entro al auto. Estamos viajando y el shock no me ha dejado darme en cuenta


sino hasta ahora, que ese joven ahí parado era...

Junmyeon.

Me vio saltando como niño chiquito, cantando como si fuera Peter Pan
¡Quisiera que la tierra me trague ya! Pero lo que más quisiera, es que mi
barriga deje de hacerme cosquillas. Y mi corazón de tronar como tambor, por
recordar al Ángel Guardián, Kim Junmyeon.
Capitulo 3
"Él aleja mis pesadillas"

Camino por casa. He vuelto del colegio. Soy de nuevo pequeño. Mamá no está
parada en el umbral. Ya sé dónde está. Ya sé qué voy a hacer. Ya sé hacia
dónde voy a caminar y sé con lo que me voy a encontrar.

Intento frenarme. Pero no puedo. Desesperado quiero cambiar de rumbo mis


pasos. Pero no tengo control sobre ellos.

Lloro. Lloro porque sé que viene. Viene la puerta de la habitación y comienzan


las voces en el aire.

"¿Pero cómo no pensó en sus hijos?"

La toco. Llamo a mamá. Ahora entro en el baño. Ahora veo su pierna desnuda
colgando. Ahora veo agua roja. Agua roja. Agua roja.

"Pobres criaturas ¿Acaso ni siquiera le importaban sus pequeños?"

Me acerco. No quiero estar cerca. No quiero ver lo que voy a ver. Pero me
acerco, porque estoy obligado a hacerlo.

"Se mató porque no la quería. Pero se olvidó de sus hijos..."

Ahí está. Mamá. Está dura. Me mira. Sus ojos me miran. Está debajo del agua
roja. El agua roja. Que cae de la bañera. El agua roja. Que se ha rebalsado de la
bañera. Chapoteo. En agua roja. Mamá se está ahogando. En agua roja.

"Se olvidó de sus pequeños ¿Qué será de esos pequeños?"


La llamo. Pero no escucha. Le grito. Pero no escucha. La sigo llamando. Lloro,
porque no me escucha. No me hace caso y grito "mamá". Grito. Grito "mamá".
Grito fuerte.

"¿Cómo pudo abandonarlos así? Ni siquiera pensó en ellos..."

Grito y me he quedado sin voz de tanto gritar "mamá". Me he quedado mudo.


Porque me asusta el agua roja. Porque piso el agua roja. Porque veo los ojos
abiertos de mamá y que se está ahogando en esa agua roja.

"...No pensó en sus hijos...Ni siquiera le importaban sus pequeños... Se olvidó


de sus hijos..."

Me tapo los oídos. Grito. Ya sé ese sueño. Ya sé cómo termina. Yo lo sé bien. Lo


revivo noche tras noche. Sé lo que viene y sé cómo termina. Por eso cierro los
ojos. Cierro los ojos y grito.

Pero de repente...

Puedo escuchar una voz. Una voz que nunca antes había escuchado. Canta.
Alguien canta. Alguien está feliz y canta.

Miro a mi alrededor. Estoy fuera del baño. No sé cómo llegué al parque de casa.
Me gusta jugar en el parque de casa. Me gusta cuando hay sol y hace calor,
porque así me dejan jugar hasta tarde ¿Cómo he llegado aquí? ¿Cómo es que ha
cambiado el sueño?

Y me acerco hacia esa voz. Me gusta cómo canta. Me gusta porque me ha


sacado del agua roja.

Camino y sonrío, porque hay sol. Porque es cálido. Porque piso el verde del
pasto. Y yo sigo escuchando su voz. Y él sigue cantando.
- "Si goza tu corazón
por los cielos viajarás..."

Sigo caminando, avanzo porque quiero seguir escuchando su voz. Ahí lo veo a lo
lejos. Él salta. Salta alto. Muy alto. Está parado en un sillón y salta feliz. No
salta. Vuela.

Y yo me quedo. Ahí. Parado. Hipnotizado. Viendo cómo salta. Cómo vuela.


Cómo canta.

- "... y en tu vuelo de ilusión


a la luna llegarás.
Y al verte tan feliz
volarás, volarás, volarás..."

Me gusta su cabello despeinado por el viento. Me gusta su sonrisa. Me gusta...


me gustan... sus hoyuelos en las mejillas. Y también me gustan sus labios que
brillan.

- "Por las nubes te sentirás


libre de tribulación..."

Me gusta su carita de niño feliz. Me gusta porque está feliz. Y porque me ha


sacado del baño. Me ha sacado del agua toda roja. Nadie nunca me había
sacado de ese lugar horrible. Pero ya no importa. Porque me sigue cantando.
Sigue saltando. Sigue volando.

- "...y en el mundo de Nunca Jamás


todos tus sueños lograrás.
Sentirás renacer la ilusión..."

Y ahí se frena su canción. Me ha visto y se detiene ¿Por qué no sigue? ¡Yo


quiero seguir viéndolo saltar! ¿Por qué se ha quedado quieto?

Aunque su cuerpo rebota, él se está deteniendo agitado. Estoy molesto porque


se ha detenido. Parece asustado ¿Yo lo he asustado? ¿se habrá dado cuenta que
me enojó que no siga?

Inhalo y exhalo con fuerza. Mi pecho se presiona en la camisa. Mi corazón


parece un tambor descontrolado. Es que lo veo, así todo tan niño... Y tan...
precioso, que no puedo hacer otra cosa más que mirarlo.

No puedo hablar. Y él me sigue mirando. Y yo lo sigo mirando. Está ahí parado


y me sigue observando. Me está analizando. Me mira de arriba abajo. Si... lo he
asustado...

Tengo que hablar y saber quién es. Tengo que saber qué hace aquí y saber cómo
ha hecho para borrar mis pesadillas. Tengo que hacer que esté conmigo, para
no volver a ese lugar. Porque me gusta cómo canta. Me gusta verlo saltar. Me
gusta verlo volar. Me gusta verlo...

- ¿Quién es usted? – pregunto.

Está por responder. Pero entonces escucho la voz de mi madre.

- ¡Junmyeon! ¡Vamos querido! ¡Es tarde! – exclama desde la puerta.

De nuevo he soñado con lo mismo. Otro día sin pesadilla. Otro día con ese
sueño. Otro día he descansado al fin.
- Si mamá... - digo perezoso.

Veo la hora en mi reloj. Son apenas las 6 de la mañana. Debo acompañar a mis
padres al aeropuerto. Tienen una breve gira por Europa. Visitas protocolares.

En la tarde, me voy a ver mi hermano. Dicen que lo está haciendo bien. Desde
que ha comenzado, me ha sorprendido en estas semanas. Por eso quiero verlo
con mis propios ojos. Aunque también sea que mi padre me ha ordenado darle
una vuelta.

Entro al hospital. En la recepción me han indicado dónde puedo encontrar a


Jongdae. Ahí lo veo caminar por el pasillo. Espero que me mire. Por fin se ha
dado cuenta que soy yo.

- Junmyeon - dice trotando hacia mí - ¡Qué alegría!

Llega y me abraza. Mi hermano jamás me abraza. O por lo menos, no, desde


niños. Por eso me quedo mudo. Lo miro. Parece un niño, en sus gestos, en sus
modos, pero sobre todo, en su sonrisa.

- ¿Pasó algo? - me pregunta, sacándome del impacto de su abrazo.

Lo miro de arriba abajo. Parece saludable. Igual le pregunto.

- ¿Estás bien?

- Perfecto muchachote – dice y me agarra los cachetes.

- No hagas eso – le reclamo porque me molesta su inmadurez de repente -


¿Estás loco?
- De felicidad – me responde.

Otra vez lo miro ¿De felicidad ha dicho? Está cumpliendo condena y ¡¿está
feliz?!

Honestamente no sé cómo reaccionar ante mi hermano. De pronto es un


desconocido para mí. Miro hacia todos lados ¿Qué tiene de especial este lugar
que lo está cambiando? ¿O me estará jugando una broma para hacerse el
rehabilitado? ¿Acaso se tomó en serio su papel de "voluntario"? Jongdae es una
caja de sorpresas. Mi hermano...

- ¿A qué se debe el honor? – me pregunta.

- Sólo vine a ver cómo estabas. Y si todo está en orden.

- Vamos a tomar algo. Todavía me queda un rato libre.

Caminamos a la cafetería. Veo que la gente nos mira. Sé que Jongdae atrae las
miradas. Siempre le ha gustado ser el centro de atención. Su porte varonil y
desenfadado, quita más de un suspiro a su paso.

Entramos y nos sentamos.

- ¿Qué tomas? – me pregunta.

- Sólo café.
Se levanta. Se aparta de mí unos minutos y yo me quedo mirando el lugar. La
cantina está llena de gente. Hay quienes se notan que han venido por
consultas. También hay doctores y enfermeros. Miro a mi hermano. Saluda y
habla con medio mundo que se cruza con tanta naturalidad, que me sorprende
que se haya adaptado tan bien.

Vuelve con dos tazas de café y me da la mía. Está contento. Está feliz. De
pronto me pregunto cuándo fue la última vez que lo había visto así. Y ¿cuándo
fue la última vez que yo estuve así?

- Dime algo – me exige – No te quedes sólo mirando.

- Estás raro...

- Siempre dijiste que era raro.

Es verdad. Siempre le dije "eres raro", porque jamás entendí su brutalidad y


odio desmedido a papá.

Me mira y me analiza. Lo sé. Es que se ha dado cuenta que no sé qué hago ahí.
De repente algo me ha llamado la atención.

¡¿Qué demonios es eso?!

Ahí pasa por el pasillo de la cafetería un loco chiflado, vestido de ¿payaso? Es


que lleva una peluca de colores y una nariz roja, inmensa, que le cubre la cara.

De pronto me extraña su gesto ¿Ha levantado su mano para saludar? Miro a mi


hermano. Sí. Lo estaba saludando a él. Jongdae le sonríe. Miro de nuevo al tipo
que sigue su camino.
No sólo eso ha llamado mi atención. Sino el hecho de que estaba con
guardapolvo de ¡¿Doctor?! Dios. En manos de quiénes están las vidas de la
gente.

- Doctor Zang Yixing – me dice Jongdae de repente – Director del área de


Neurología y Rehabilitación.

- ¡¿Eso?! – es que me resulta un espanto ¿Dónde deposito mi dinero?

- Ten cuidado cómo te expresas de él por aquí - me advierto divertido - Es una


eminencia en su área. Muchos médicos lo frecuentan para pedirle opinión.

- ¿Es broma? – cómo serán los demás, si este tipo es una eminencia.

- No - responde y se ríe.

- Dios - digo con un suspiro - Esto parece un loquero – es que he visto cosas
raras desde que entré, como por ejemplo, que todo el mundo esté feliz.

- Hace feliz a mucha gente ¿Sabías que la risa cura? Lo dice el doctor Yixing.

- ¿A sí? – digo para reafirmar la locura de este lugar – Y qué más dice la
"eminencia".

- Que el amor salva.

Si. Definitivamente están todos locos. Pero lo que más desquiciado me resulta
de este asunto, es que mi hermano me lo diga convencido y contento. Me ha
dejado mudo. No sé de qué demonios pueda hablar con este sujeto, al que
desconozco.
Él de nuevo toma la iniciativa. Y me pregunta.

- ¿Cómo estás tú?

- Papá está de viaje diplomático. Mamá está ocupada con cosas de la Fundación
organizando un té de beneficencia. Todo bien. Inquietos por tu situación, por
supuesto. Pero como hasta ahora no hubo quejas, tranquilos.

Me escucha atento. No me frena. Parece interesado en lo que le cuento. A lo


mejor se le ha ablandado el corazón por papá y mamá.

Pero para mi sorpresa, me vuelve a preguntar.

- ¿Cómo estás tú?

¿Se está burlando de mí? Entonces me aclara algo que me deja descolocado.

- Junmyeon, hermano, papá no está aquí para escuchar.

Tengo ganas de confiar en él. Tengo algo importante que contarle. Porque
afecta mi vida de manera radical.

- Jongdae, creo que me caso en poco tiempo.

- ¡¿Qué?! – exclama como molesto.

- Que te sorprende. Creo que es hora de sentar cabeza – siempre quise una
familia.
- ¡¿Tú sentar cabeza?! ¡Dime cuándo la perdiste! Junmyeon – me dice en tono de
súplica y a mí me está molestando su actitud, más cuando agrega - No dejes
que te manipule...

Ahí está él. Mi hermano. Creyendo que mis padres controlan mi vida. Jamás
me ha preguntado lo que quiero. Nunca supo que mi anhelo es formar mi propio
hogar. Y me reclama que me quiera casar. Por eso me molesta su actitud tan de
superioridad. Como si supiera algo de mí.

- No hables así de nuestro padre.

Cierra sus ojos. Suspira. Como si se contuviera en explotar. Se está


controlando. Como yo. Pues mi cuerpo se ha puesto tenso también. por eso le
regaño.

- No entiendo por qué eres así Jongdae.

Diga lo que me diga, no es digno de confianza. No comprendo sus palabras, sus


razones y motivos. De su boca solo salen palabras de odio y furia hacia
cualquiera que no concuerde con sus ideas.

Pero cuando me juego que no ha cambiado nada, él me sorprende con otro


gesto.

- Ya déjalo. No quiero que te enojes conmigo. Sólo que... – se calla, como


buscando palabras adecuadas – ...Es solo que eres mi hermano y te quiero con
el alma. Te quiero ver feliz Junmyeon. Con alguien a quien Ames de verdad.
Alguien a quien tú elijas ¿Entiendes?

Es un impacto a mi corazón. De los dos siempre he sido el más controlado. Pero


él siempre ha sido el más fuerte. Hasta en este momento, de sensibilidad, es el
más fuerte. Quiere cuidarme y protegerme, aunque sea el menor. Por eso
quiero dejarlo tranquilo.
- Yo ya elegí hermano – y sonrío.

- ¿La conozco? – me dice sonriendo.

- Es Eun Ji. Salimos desde hace un tiempo.

Me mira serio. Sé que no le gusta. Pero ya creo que es tiempo de formalizar. A


mamá le cae bien. Mi padre tiene negocios con su padre. Será una unión
próspera. Así me lo hicieron notar ellos, cuando me lo sugirieron. Yo pienso
igual.

Nos quedamos charlando un rato más. Jongdae entusiasmado me muestra el


lugar en el que trabaja. Me habla de las funciones que tiene y de sus horarios.

Se ha detenido en el gimnasio. Observa a uno de los pacientes hacer sus


ejercicios. No sé por qué me ha traído aquí. Mientras me habla de la
importancia de la rehabilitación. Jongdae me sigue sorprendiendo.

Me acompaña rumbo al elevador. De repente me dice eufórico.

- Necesito que me hagas un favor.

- Si puedo...

- Es algo complejo.

- Oye Jongdae... que no sea una de tus...


- No es otra de mis cagadas. Lo haría yo si pudiera. Pero tengo poco tiempo
entre el trabajo y el estudio – me suplica con sus manitos juntas.

Dios me hace acordar de pequeño, cuando me pedía así que juegue con él, o que
le haga compañía. Mi pequeño hermano. Me puede. Por eso cedo.

- A ver... dime...

- Se trata de...

No sé qué más me dijo. Esa voz ¿De dónde viene esa voz? Esa risa ¿De dónde
viene esa preciosa risa que escucho? ¿Dónde está? ¡Está aquí! ¡No estoy loco! Lo
estoy escuchando. Esa voz...

Debo encontrar esa voz. Porque esa voz, aleja mis pesadillas. Porque esa voz,
me devuelve la paz. Y ya no tengo miedo, porque escucho su risa. Y puedo
dormir y descansar en la noche.

Y aún cuando mi corazón esté descontrolado, me siento feliz, por escuchar esa
voz y esa risa.
Capitulo 4
Cuando él me mira...
- Doctor – me dice Baekhyun – Es hora de su función.

- ¡Ya voy corriendo! – digo feliz.

Mis niñas deben estar ansiosas esperando por mí. Debo hacerles una
evaluación minuciosa, para ver cómo andan con los movimientos de sus
cuerpitos.

Me preocupa mucho mi pequeña Sun Hee. No se está moviendo como esperaba.


Tengo que pensar en un nuevo electroencefalograma. Pero mi pequeña entra en
pánico en la máquina. Ya veré qué hago.

Peluca y nariz. Me miro en el espejo. Como siempre estoy divino. Hoy estoy de
estreno. Esta nariz está más grande y bonita. Mis niñas la van adorar.

Salgo. Vuelvo. Casi me olvido mi pequeño piano. Es mi mejor compañero. Ojalá


me acompañara Jongdae a cantar. Pero últimamente en su hora libre, anda por
detrás de Mini.

Ya sé que debería frenar eso. Si me descubren que estoy dándoles vía libre, me
van a bajar el pulgar ¡Pero es que se ven tan bonitos juntos! Yo sé que Jongdae
y Minseok, se están curando mutuamente. Así que confío en que mi decisión,
sea la mejor.

Tanto pensar en esas cosas del corazón, me dieron ganas de un cafecito.

Paso por la cafetería. Ya sé que muchos me miran. Es que la peluca y la nariz


me hacen ver bien bonito. De repente mi pantalón se engancha en una silla. Es
que tendría que comprarme nuevos. Pero tengo otras prioridades. Tengo que
parcharlos.
Sigo caminando por el pasillo un poquito más y... bum-bum, bum-bum, bum-
bum. Mi corazón comienza a sonar como tambor. Me toco el pecho. Esto es raro.
Si no estoy saltando, ni cantando. De pronto mi corazón ya no es tambor, es un
redoblante descontrolado. Estoy como agitado y me cuesta respirar tranquilo.

Sigo caminando otro poquito y ¡Dios! ¡No puede ser! ¡El Ángel Guardián está en
el hospital!

Respira Yixing. Eres un doctor de renombre. Eres un médico. Un profesional.


Un adulto normal. Común y corriente. En su lugar de trabajo, yendo a hacer su
tarea.

Saco pecho. Camino de lo más natural. Miro de reojo. Hago como si no miro.
Pero ¿por qué chorreo sudor? Hay no. Recordé que llevo mi narizota y mi peluca
multicolor.

Camino rápido. A ver si a lo mejor no me vieron. Voy a mitad de pasillo. Ya


está. Qué bueno. Andan metido en lo suyo. Pero. Pero. Por qué ¡Por qué
Junmyeon justo mira para acá!

Jongdae levanta la mano ¿Debería ir? No. Mejor no. Mejor levanto mi manito.
Porque...porque estoy apurado.

Sigo caminando más rápido. Quiero salir de ahí. Llego a la puerta. Abro la
puerta. Ahora estoy en otro sector. Ahora sí respira Yixing. Respira. Corazón
hazme caso. Baja las revoluciones o ¡Te mato!

Sigo caminando a donde están mis pequeñas. Pero no me siento contento. De


pronto no soy un payaso feliz ¿Por qué? Porque es la segunda vez que veo a ese
hombre y me ve como si fuera un espanto.
Jamás me sentí avergonzado de ser un paya médico. Sino hasta ahora ¿por
qué? Debería darme vergüenza. Y a él debería darle vergüenza por mirarme de
esa manera.

¿Pero qué se ha creído que es? Ni que fuera un dios, con ese traje impecable. Ni
que fuera lindo, con ese peinado de peluquería. Ni que fuera precioso con esos
ojazos negros penetrantes. Ni que fuera bello con esos labios brillantes. Ni que
fuera... taaaaan lindo.

- ¡Doctor! – me despierta una de mis pequeñas, Young Mi - ¡Viniste!

Ya está. Es por esto que lo hago. Verles la carita llena de felicidad me basta y
me sobra para ser feliz.

- Así es mi princesa. Vine porque las extrañé un montón – afirmo y le doy un


abrazote.

Young Mi es la picarona. Se mueve como liebre en su silla de ruedas. Sun Hee


es la más soñadora. No puede moverse y eso me preocupa. Estaba muy tímida
solita, así que hice que la pusieran de compañera con Young Mi, que la tiene
revolucionada de lo charlatana que es. Se quieren mucho.

- ¡Hora de la función! ¿Qué quieren que les cante hoy?

- ¡La del payaso! – grita Young Mi y comienzo.

Pasamos un rato "moviéndonos" y "jugando". No sé cuánto rato estamos


cantando.

Young Mi me sorprende y me da un pellizco para que me ría. Yo me mato de la


risa. Qué pícara mi pequeña. Así que le devuelvo la diversión y le hago
cosquillas en su pancita. Sun Hee se ríe a carcajadas. Se divierte cuando nos ve
a los dos así.

- ¡Más doctor! ¡Más! – dice Young Mi.

Así que la tomo en mis brazos y le grito con felicidad.

- ¡Mi princesa pide más y yo le daré el cielo!

La risa se convierte en una carcajada adorable. Y yo quisiera volar alto, bien


alto.

Cuando veo a mi niña agitada, la dejo en su silla sentada, para que descanse.

- ¡Canta doctor! - pide Sun Hee - Cántame la canción de ayer - dice con tonito
dulce y se me caen las babas de ternura - por favor.

- Bueno – le digo y saco de la funda mi pequeño piano - Lo que pida mi


princesa.

Soy un maestro en el piano. Así que me preparo bien para mi concierto. Pongo
mi instrumento en la mesita. Me siento en la silla. Me quito peluca y nariz para
ver mejor y doy inicio a la gala.

- "Rema, rema, rema en tu bote

suave río abajo...

Alegre, alegre, alegre, alegre,


la vida un sueño es..."

Mis niñas me siguen el ritmo. Les gusta cuando le hago el sonido de los
animalitos también.

- "Rema, rema, rema en tu barca

suave río abajo

Y si ves un cocodrilo

no olvides gritar..."

De pronto siento que mi corazón comienza a latir como tambor. Ya siento hasta
cosquillas en la panza. Pero sigo con mi función.

- "Rema, rema, rema en tu bote

suave río abajo...

Alegre, alegre, alegre, alegre,

la vida un sueño es..."

Y ahí me freno. Aunque quisiera seguir tocando, me freno. Porque... Hay un


témpano trajeado parado en la puerta del dormitorio. Está ahí... ¿desde
cuándo?

Estoy agitado. No sé si del entusiasmo o del susto.


Es que ese joven me mira, como si quisiera... que siga cantando.

Yo sigo respirando fuerte, muy fuerte. Me dan cosquillas en la panza.

Es que lo veo, así todo serio. Con ese traje impecable. Con ese cabello tan bien
peinado. Con esos ojos tan grandes. Con esa mirada tan penetrante. Con esos
labios tan duros. Y ese rostro tan...tan...tan... precioso.

Y yo, soy todo un desastre, porque siento que goteo sudor. Mi remera de Mickey
está gastada. Mi pantalón, está todo roto. Mi guardapolvo desordenado. Y mis
pelos...todos parados.

No puedo hablar. Y él me sigue mirando. Está ahí parado y me sigue


observando. Me está analizando. Él está como impactado.

Me encojo de hombros. Y no puedo hacer otra cosa más que sonreír.

Escucho que Young Mi habla.

- ¡Jongdae viniste! – yo sé que es su debilidad, porque la alza y la abraza bien


fuerte.

- Un ratito princesa- le dice él - ya me tengo que ir – y volviéndose a mí agrega-


Lo siento. Te interrumpimos.

- No hay problema – le digo, pero mis ojos no pueden dejar de verlo.

- ¿Quién es ese señor Jongdae? – pregunta Young Mi.


- Es mi hermano Junmyeon. Junmyeon te presento a mis dos princesas. Young
Mi y Sun Hee.

- Hola princesas - dice su hermano lanzando una reverencia que a mí me hace


estallar el pecho de emoción.

- ¿Eres un príncipe? Porque pareces un príncipe – lo halaga Sun Hee y a mí me


sorprende ver a mi pequeña presumida y atrevida – Eres muy lindo – y
dirigiéndose mí me pregunta - ¿Verdad que parece un príncipe doctor?

Y yo me he quedado boquiabierto sin saber si responder. Sonrío, porque le diría


que sí, pero no puedo. Así que me hago el adulto que no soy y voy a darle mis
respetos. Después de todos es el Ángel Guardián.

- Un gusto. Soy Zang Yixing. Y gracias por todo – le digo a Junmyeon.

- ¿Qué le agradeces? – me pregunta Jongdae.

- Kim Junmyeon - explico - es uno de nuestros benefactores Jongdae.

Se nota que no sabía, porque tiene los ojos abiertos como platos. Pero me siento
acalorado. Y hasta creo que mis cachetes están rojos. Porque Kim Junmyeon
me está clavando la mirada y a mí me da vergüencita.

- Realmente estamos muy agradecidos – le digo para disimular, aunque es


verdad – por la colaboración que nos envía cada mes. Para nosotros es de una
ayuda enorme – ni se imagina.

- De nada. Doctor Zhang Yixing – dice mi nombre y yo ya estoy perdido en esos


ojos negros – La eminencia en Neurología y director de esta área. Quien
proclama que la risa cura y el amor salva.
¡¿Qué le dijo Jongdae?! Tengo ganas de meterme en una cubetera llena de hielo.
Seguro estoy rojo como tomate. Me rasco mi cabeza. Es que estoy súper
nervioso.

- Jongdae ¿Me vas a cantar una canción? –dice Young Mi, gracias a Dios.

- Lo siento princesa, pero tengo que hacer otras tareas. Pero el príncipe
Junmyeon se puede quedar un ratito. Él canta genial. Es mejor que yo.

- Jongdae –dice molesto su hermano – Qué dices...

- ¿Cantas Junmyeon? - pregunto, porque si es así, este se queda.

- ¡Canta príncipe Junmyeon! – exclama desde su cama Sun Hee feliz - ¡Por
favor!

- Yo no sé...

Se está por excusar. Y yo no sé en qué momento he terminado con mi mano


agarrada a la de él. Su mano. Es cálida y fuerte. Me ha tomado la mano. Se ha
aferrado a mí con fuerza y yo, lejos de querer quitarle mi mano, lo quiero
retener.

- ¡Vamos Junmyeon! – lo animo feliz – Mira el público precioso que tienes ¡Yo
toco el piano y tú cantas!

Jongdae se despide y se va a sus tareas. Y yo me he quedado ahí con Junmyeon


y mis pequeñas felices con su príncipe azul.
- Bueno. Veamos – digo pensando con mis dedos en el piano – ¿Qué quieren
cantar?

- Yo quiero la canción de la película "Cinderella" – dice Sun Hee con sus ojitos
bien abiertos – La de la banda azul.

- Veamos – digo tanteando el piano – Si me sale...

- Yo la sé – me sorprende Junmyeon – Si quieres yo la toco y tú la cantas.

- ¿La sabes?

- Si – dice y se acomoda, quitándose el saco – Mi madre siempre me la cantaba.


Y yo tocaba el piano, mientras ella cantaba. Fue de las primeras canciones que
aprendí en piano.

Cuando me lo dice, noto en su mirada melancolía. Me siento un poquito triste.


Es que sus ojos están vidriosos. Pero igual le sonríe a mis niñas.

Yo me hago a un lado y le doy espacio. Tomo a Young Mi en los brazos y la


siento en mi falda, en una silla. Él se quita el saco y se arremanga la camisa.

Dios. Me da chuchos y mariposas en el estómago de sólo ver sus dedos


acariciando el piano. Inicia la melodía a sonar en ese piano. Yo miro sus dedos
y sus ojos concentrados. Es tan apacible verlo así.

De repente me mira con esos ojos terriblemente lindos y brillantes. Me mira y


se encoje de hombros. Parece que espera algo.

- Doctor Zhang... – me llama.


- ¿Si?

- La canción – me indica.

- ¿La canción?

- Es su turno. La tiene que cantar.

Yixing estúpido. Estúpido Yixing ¿Tienes que ser tan evidente babeándote por
él? ¡Disimula!

- Claro... - digo y me río – Es que olvidé dónde comenzaba...

- ¿Vamos de nuevo?

- Si.

Esta vez me haré el atento. Comienza él con su introducción y yo hago mi


entrada con mi pequeña cantando.

- "En el jardín dilly dilly...

La banda azul.

Te amo a ti dilly dilly...

Me amas tú.
Rey soy para ti dilly dilly,

Tú reinarás.

Quién te lo dijo...

Mi corazón..."

Qué bonito cantamos. Tan así compenetrado estoy, que he empezado a bailar
con mi pequeña en brazos. Seguimos cantando y cantando por un largo rato.
Mientras Junmyeon sigue tocando. Sun Hee nos sigue el ritmo y también
comienza a cantar contenta.

De repente un celular suena. Nos frenamos. Junmyeon atiende su móvil y me


hace seña con su dedo en alto que espere un rato. Levanta su saco y sale de la
habitación.

Yo me quedo un rato con mis niñas contándoles un cuento. Miro el reloj de mi


móvil. Ya es la hora en que mis pequeñas deben ir a fisioterapia. Amber con
Baekhyun vienen a buscarlas. Ellas están felices porque se van a jugar al
gimnasio.

Salgo al pasillo. Miro a todos lados. Junmyeon se ha ido. Y ni siquiera ha dicho


"hasta luego", "adiós", "bye", algo... Me siento un poco desilusionado.

Pasan las horas. Me he quedado pensando en lo que ha pasado esta tarde. Me


río como bobo cuando recuerdo la carita de mis pequeñas felices por el
espectáculo.

Miro los estudios. Analizo casos. Y me río cuando recuerdo a mis pequeñas con
el príncipe Junmyeon. Así lo han llamado. Príncipe Junmyeon.
Me salgo del hospital. Saludo a todos con una reverencia. Voy a casa. Estoy
súper molido. Camino al estacionamiento. Mi bicicleta me espera.

Llevo a cuestas mi guitarra. No he podido traer mi pequeño piano. Lo tengo que


dejar en el hospital desde que ando sin coche. Veré si alguno de mis muchachos
me lo puede llevar a casa en estos días.

De repente escucho un gritito feo.

- ¡Mierda! ¡Demonios! ¡Mierda!

La voz me resulta familia. Pero no creo que Junmyeon pueda pegar esos
insultos. No.

Me asusta la gente que dice malas palabras. Me pregunto cuánta violencia


tendrá contenida en el corazón. Mejor me voy rápido.

Agarro mi bibi. Camino tranquilo. Camino y camino. La tarde está linda.


Camino y me suena la panza.

Como siempre, tengo hambre. Hurgo en mis bolsillos. No tengo un billete


encima. Suspiro. Suspiro y sonrío. Voy a tener que solucionar esto urgente.
Porque en casa no tengo nada para comer y no tengo más dinero para comprar.

Bajo hacia el metro. El calor del aire del subterráneo me golpea, pero no me
ahoga. Me paro en el final de las escaleras. Saludo al guardia que ya me conoce
bien. Dejo la bici en un costado.

- Buenas tardes doctor Zhang – me dice contento.


- Buenas tardes señor Choi – le saludo con mi reverencia – ¿Cómo anda su
familia?

- Muy saludable. Gracias por los consejos para las jaquecas ¿Y usted cómo está?

- Muy saludable gracias. Pero muy hambriento – le digo tocando mi panza.

- ¿Nos va a regalar algo entonces?

- Así es.

De mi mochila saco una visera y la dejo en el suelo. Saco mi guitarra. La


acaricio. Toco las cuerdas suavemente. Cierro mis ojos. Y comienzo mi rasguido
melódico.

Hoy le toca el turno de "Kiss me" de Ed Sheeran. Es que para mí, a pesar de las
cosas duras, todos los días son el mejor día que jamás he vivido.

Cierro mis ojos y doy lo mejor de mí. Ojalá hoy también tenga suerte y me
pueda comprar algo rico de comer.

- Sienta la cabeza conmigo,

y cúbreme,

y abrázame,

túmbate conmigo,
y sujétame en tus brazos.

Y tu corazón está contra mi pecho,

tus labios presionados en mi cuello,

y me estoy cayendo por tus ojos,

pero todavía no me conocen,

y con esta sensación olvidaré

que ahora estoy enamorado.

Bésame como si quisieras ser amado,

quisieras ser amado,

quisieras ser amado.

Esto se parece (sienta como) a enamorarse,

enamorarse,

estamos enamorándonos...
Termino mi canción. Sin abrir los ojos, sonrío. Sé que mis hoyuelos encantan.
Siento los aplausos de la gente a mi alrededor. Estoy acostumbrado. Debo
admitirlo. Pero siempre me siento feliz de hacer feliz.

Pero hoy. Hoy es diferente. Porque mis mejillas sientes un calor poco común.
No es el calor del metro. Es un calor diferente. Siento cosquillas en mi barriga.
Y mi corazón... mi corazón está descontrolado.

El tren se está yendo. Abro mis ojos. Alguien ésta agachado dejando su dinero.
Yo sonrío y digo amablemente.

- Gracias...

No me ha dado tiempo. Y ahora entiendo por qué mi corazón palpitaba


descontrolado y sentía una explosión en mi vientre.

Allí parado en frente mío está él. Y yo sé que solo me pongo en ese estado
cuando Kim Junmyeon me mira.
Capitulo 5
"Cuando estoy cerca de Zhang Yixing"

Las pequeñas sonríen y yo por primera vez siento que puedo relajarme. No
tengo que ser correcto, porque esto es perfecto por sí solo. Aquí, con el doctor y
las pequeñas, cantando y bailando, se siente todo tan bien.

De repente suena mi celular. No quiero atender, pero me fijo quién es. Es Eun
Ji. No puedo no atender.

Yixing me mira extrañado. Me levanto de la silla. Tomo el saco del traje. Me lo


voy poniendo mientras atiendo. Salgo al pasillo. Me acomodo la ropa. Ni que me
pudiera ver. Y yo ni que hubiera hecho algo fuera de lugar, me arreglo.

- Hola Junmyeon – me saluda.

- Hola Eun Ji. Qué se te ofrece.

- ¿Llamé en mal momento? Estás raro.

- No te preocupes. Es... algo sin importancia – digo y me volteo a ver a la


habitación.

Yixing sigue jugando con las pequeñas. Y yo me siento mal por lo que he dicho.
Me siento furioso conmigo mismo. "Algo sin importancia" ¡¿Cómo he podido
decir eso?!

- Solo quería recordarte de la cena de esta noche. Mis padres estarán contentos
de verte y...

Y comienza a hablar. Eun Ji es así. Siempre habla demasiado. Es divertida y


exagerada en todo. Jongdae siempre se le reía en el colegio. Le decía "loro
parlanchín". Yo me río de pronto recordando eso. Hasta que Eun Ji me
despierta de los recuerdos.

- ¿Te parece gracioso? – me pregunta molesta.

- ¿Cómo?

- Si te parece gracioso lo que acabo de decirte...

- ¡No! ¡Lo siento! ¿Qué decías? – es que no estaba escuchándola.

- ¡¿No me pretabas atención?! – me grita y yo me agarro la cabeza por dejarme


en evidencia – Acabo de preguntarte Junmyeon, que cuándo vamos a anunciar
lo de nuestro compromiso al público...

Se ha molestado. Ella hablando del tema del compromiso y yo me le he reído.


Pero es que "loro parlanchín" le queda bien. Y me río de nuevo. Aunque trato de
contenerme.

- Lo siento... - digo y me agarro el estómago por tratar de dominarme.

- Junmyeon – me dice en tono duro y áspero – No sé qué te ocurre. Mejor lo


dejamos para otro día ¡No quiero que sea así de imprudente con mis padres! –
exclama y yo ni le objeto.

Me corta la llamada. Y yo me quedo ahí procesando recién lo que me ha dicho.

Cuando Eun Ji le cuente a mamá lo que ha pasado me va a matar. Y cuando los


padres de Eun Ji le cuenten a mi padre, me va a matar también ¡¿Qué he
hecho?!
De pronto sonrío ¿Por qué? Porque voy corriendo de nuevo a la habitación. No
sé cómo me he alejado tanto. Yo sé por qué. Porque no quería que Yixing me
escuchara hablar con el "loro".

Llego agitado. Y... ya no están.

- ¿Dónde están? – le pregunto a una enfermera que pasa por allí - ¿Las
pequeñas de la habitación y el doctor Zhang?

- Las pequeñas se han ido a su sesión de rehabilitación y el doctor ha regresado


a su trabajo.

- Le agradezco – digo y le doy una reverencia.

Me siento vacío. Se han ido. Y yo ni siquiera me he podido despedir. Quisiera


buscarlo. Pero, no quiero molestarlo.

Igual yo estoy enojado conmigo. No debería haberme ido. Podría no haber


atendido esa llamada.

Miro todo a medida que camino hacia la salida.

El doctor Zhang Yixing está todos los días aquí. Camino por estos pasillos. Pasa
por estas habitaciones ¿A cuántas personas ha curado? ¿A cuántas personas ha
sanado? ¿A cuántos les habrá regalado su sonrisa?

Doctor Zhan Yixing. Quien afirma que la risa cura y el amor salva.
Sonrío cuando mi cabeza traza cada línea de su rostro. Sonrío cuando mis
pensamientos se detienen en esos hoyuelos preciosos. Sonrío cuando recuerdo
su mirada tan inocente. Sonrío cuando recuerdo el brillo de sus labios.

¡Dios! ¡En qué estoy pensando! ¡Ese hombre está desquiciado! Vaga por el
mundo con esos jeans rotos y su remera de Mickey. Cualquiera diría que está
loco. Sobre todo si tengo en cuenta su peluca y su nariz de payaso.

Y ahí está de nuevo él. En medio del pasillo hablando con alguien. Pero...
¿Quién será ese otro doctor? Bueno. Es un colega. Deben estar intercambiando
información. Pero... pero ¿es normal que tome a Yixing de los hombros cuando
camina? ¿Acaso Yixing deja que todo el mundo lo agarre así para caminar?
¿Acaso siempre tiene que reírse con todo el mundo de esa forma?

El estómago se me ha puesto duro. Y mis músculos se están tensando. Porque


¡No me gusta cómo lo está agarrando! ¡No me gustan esas manos sobre el
hombro de Yixing! ¡No me gusta cómo le está despeinando el cabello! Y no me
gusta... no me gusta cómo está mirando a Yixing...

¡Dios! ¡Deja de pensar en esas cosas Junmyeon!

Me agarro la cabeza y decido irme ya de ahí. Camino hacia el estacionamiento


ni que me llevara el viento. Llego a mi auto y escucho mi móvil. No pienso
atender. Me agarro la cabeza. Estoy todo tenso. Respiro con dificultad. No sé
por qué mierda me ha puesto así verlo con ese doctor.

Me apoyo en el auto. Golpeo con mi puño la puerta. No entiendo qué me pasa. Y


encima de repente me preocupa lo que habrá pensando Yixing de que me haya
desaparecido así ¿Se habrá enojado? ¿Se habrá desilusionado?

De nuevo suena mi móvil.

- ¡Qué! – digo porque he visto que es Jongdae.


- ¡Qué mierda te pasa! – me grita furioso.

- ¡Qué mierda te pasa a ti! – le grito.

- ¡A ti! ¡Me gritaste primero!

Es verdad. Yo le grité. Respiro hondo. Tomo aire. Debo calmarme. No entiendo


qué me ocurre.

- Disculpa – digo – Qué quieres...

- ¿Seguro estás bien? – me pregunta ya preocupado.

- Si Jongdae – y extrañado por su llamada quiero ir al grano – Oye. Nos


acabamos de ver. Qué te olvidaste.

- Si. Lo siento. Tengo que pedirte un favorazo.

- Eso. Sí – digo porque recuerdo que quiso hacerlo, hasta que yo me encontré
con Yixing – ¿Cuál era el favor?

- Necesito que averigües todo de una persona.

- ¡¿Qué?! ¡No!

- ¡Vamos! – exclama suplicándome – ¡Nunca te he pedido nada!


- ¡No seas mentiroso en mi cara!

- Bueno... - se escuda – Nunca te he pedido nada. Siempre hiciste todo porque


tú quisiste. Por eso eres el mejor hermano del mundo – me dice dulzón y ya me
está convenciendo.

- No es ético que use gente para eso Jongdae – digo un poco preocupado
¿andará en algo raro?

- No es nada malo Junmyeon. Es sólo alguien a quien quiero cuidar.

- ¡¿Cuidar?! – me sorprende porque él jamás se ha preocupado por cuidar a


nadie.

- Si. De verdad. Un amigo a quien quiero ayudar. Te lo juro.

Me callo unos segundos. Es que lo estoy pensando por lo que ha dicho.

- Vamos Junmyeon. Si fuera algo malo ¿Crees que te lo pediría a ti? Si te lo


pido es porque confío en ti – dice y yo sólo puedo pensar que mi hermano es un
pendejo manipulador.

- Está bien – le respondo sin estar muy convencido – Pero que no sea nada
malo, porque te juro que yo mismo...

- Te lo juro es por un bien – me dice y puedo escuchar su risa de fondo. Está


festejando el desgraciado - ¡Te quiero! ¿Ya te lo había dicho?

- Creo que la última Navidad – le respondo, porque lo recuerdo bien, por la


borrachera que llevaba – Dime de quién se trata.
- Kim Minseok – me dice.

Después de repetirme varias veces lo mucho que me quiere y que soy el mejor
hermano del mundo, le corto. Me sonrío. En qué andará mi hermano. Ha estado
raro. Pero lo he visto bien.

Me vuelvo para abrir la puerta del auto. Me subo. Lo pongo en marcha y...

- ¡Mierda! – grito con fuerza.

¡¿Podría pasar algo peor hoy día?! ¡El maldito coche no arranca! Pruebo una
vez. Pruebo otra. Y a la tercera ya golpeo el manubrio con furia.

Llamo al servicio de urgencia. Llegarán en media hora. Media hora para mí es


una eternidad de mierda.

Salgo del auto. Lo miro y todo lo que puedo decir es...

- ¡Mierda! ¡Demonios! ¡Mierda!

Grito varias veces y golpeo con mi pie el maldito auto que me ha abandonado.

Me agarro los pelos y con fuerza me los peino para atrás. No sé si esperar o
tomarme un taxi. Tomo mi móvil y llamo a un empleado.

- Shindong ¿Estás cerca de mi hermano?

- Si joven Kim ¿Qué se le ofrece?


- Se me ha descompuesto el auto. Estoy en el estacionamiento. Necesito que
vengas a cuidarlo y hagas que lo lleven a taller.

- De acuerdo.

- ¿A cuánto estás?

- Detrás suyo joven Kim.

Ya me ha dejado con el móvil en el aire. Así son ellos de eficientes.

Charlamos un rato. Le estoy dando las cosas del auto. Veré si puedo tomar
rápido un taxi. Cuando de repente lo veo caminar rápido. Se está yendo en
¡¿una bicicleta?!

- ¿Conoce al doctor Zhang? – me pregunta Shindong.

- Si – respondo – ¿Alguna duda de lo que tienes que hacer?

- No joven Kim. Vaya tranquilo – dice y me hace una reverencia.

Y yo comienzo a caminar. Camino mirando hacia adelante. Ni me preocupa


hacia dónde me están llevando mis pies. Porque mis ojos sólo se dirigen a una
dirección y es allí a donde voy.

Por momentos me siento un loco persiguiendo a alguien sin sentido. Pero no


puedo contenerme de hacerlo. Es como si necesitara pisar por la huella
invisible que van dejando sus pasos. Sólo puedo hacer eso ahora. Seguirlo.
Como si él marcara mi camino. Yo lo sigo.
Me detengo. Estoy en una escalera. La multitud desciende. Es el metro. Yo
jamás he subido a un tren de estos en mi vida. Jongdae siempre se me burla
con eso. Jamás he bajado al subterráneo. Dudo un minuto en seguir.

Me decido. Mis pies avanzan escaleras abajo. Me siento inseguro.

Bajo hacia el metro. El calor del aire del subterráneo me golpea, pero no me
ahoga.

Entonces escucho esa voz. La voz que me ha sacado de mis pesadillas. Que me
ha salvado en mis sueños. Está...cantando.

- ...Sienta la cabeza conmigo,

y seré tu seguridad,

y tú serás mi señor.

Fui hecho para mantener tu cuerpo caliente,

pero yo estoy frío mientras sopla el viento,

así que abrázame en tus brazos, oh no...

La gente lo rodea. Y él está ahí, sonriendo. Cantando con sus ojos cerrados.
Pero está feliz. Sabe que lo observan, pero eso no le importa. Él sigue cantando
y tocando con sus preciosas manos su guitarra con precisión.
- ...Tu corazón está contra mi pecho,

tus labios presionando mi cuello,

y yo estoy cayéndome por tus ojos,

pero todavía no me conocen,

y con esta sensación olvidaré

que ahora estoy enamorado.

Bésame como si quisieras ser amado,

quisieras ser amado,

quisieras ser amado.

Esto se parece a enamorarse,

enamorarse,

estamos enamorándonos.

Lo miro. Sólo me quedo parado entre la multitud. Como si fuera otro que quiere
seguir disfrutando de lo que está regalando. Dios. Cómo puede alguien de una
manera tan sencilla transformar completamente tu existencia. Cómo puede
alguien hacerte dudar de la vida que has estado llevando hasta este momento.
- Sí, he estado sintiendo todo,

desde el odio al amor,

del amor a la lujuria,

de la lujuria a la verdad.

Supongo que es así como (llegué a) conocerte,

así que te abrazo fuerte para ayudarte a rendirte.

Lo escucho. Yo no puedo ver nada malo en ese hombre ahí, cantando y


moviéndose de la forma en que lo hace. En él sólo puede haber sonrisa.
Felicidad. Ingenuidad. Todo eso que yo jamás he visto en mi mundo. No hay
dolor. No hay hipocresía, ni falsedad. Todo él, es puro.

- Así que bésame como si quisieras ser amado,

quisieras ser amado,

quisieras ser amado.

Esto se parece a enamorarse,

enamorarse,
estamos enamorándonos,

estamos enamorándonos.

¿Quién podría tener el privilegio de tener esos labios? ¿Quién podría llegar a
ganar su amor? ¿Quién podría ser quien lo enamore? De pronto querría ser yo.
Yo. Kim Junmyeon.

- Así que bésame como si quisieras ser amado,

quisieras ser amado,

quisieras ser amado.

Esto se parece a enamorarse,

estamos enamorándonos.

La canción ha terminado. Él sonríe. Escucho los aplausos fervorosos del


público. Él hace una reverencia. No abre sus ojos. La gente se arrima y le deja
dinero en la gorra que está en el suelo. Recién me doy cuenta que había dejado
la gorra allí.

Escucho el chirrido del tren que está llegando. La gente se sube rápido. Yixing
es como si hubiera calculado los tiempos. Me sonrío al darme cuenta de eso.

Aprovecho ese instante en el que puedo verlo bien. Yixing. Zhang Yixing. No
creo que se dé cuenta de lo bonito y precioso que es. Yo he visto lo que genera
en las personas que lo han estado viendo.
Se han detenido para escucharlo. Pero también se han detenido para verlo.
Igual tengo la idea que él no se da cuenta. Es demasiado ingenuo. Será muy
inteligente en su área, pero lo bello que tiene, es ese corazón inocente. Y yo no
puedo hacer otra cosa más que mirarlo y adorarlo, más cuando me doy cuenta
que sus mejillas están coloradas.

Cuando suena la alarma de que el tren está por partir, me acerco y dejo un
billete también en su gorra. Lo escucho que me dice.

- Gracias.

- De nada – digo y me pongo de pie.

Me he quedado duro. Estoy frente a frente. Su rostro sonríe y estamos lo


suficientemente cerca como para sentir su aliento.

Yo también le sonrío. Sólo con verlo yo sonrío.

- El Ángel Guardián... – murmura.

Yo me quedo pasmado con lo que ha dicho. Dudo. Me hago el desentendido.


Quiero volver a escucharlo.

- ¿Perdón? – pregunto y sonrío con más ganas.

- Digo... Junmyeon... señor Kim – dice entrecortado.

Está nervioso. Puedo notarlo. Y yo también. Sin embargo no puedo darme el


lujo de mostrarme jamás inseguro en algo.
Pero como me gusta tanto escuchar mi nombre salir de sus labios, le sugiero:

- Solo Junmyeon. Dime solo Junmyeon ¿Puedo decirte Yixing? – es que me


gusta decir su nombre también.

Corazón por favor, contrólate de una vez. De pronto me he dado cuenta que mi
pecho sube y baja descontrolado, pero debo mantenerme cuerdo.

- ¡Claro! – exclama entusiasmado.

Me sonríe. Yixing me sonríe. Eso es lo que hace a mi corazón estallar. Su


sonrisa, sus hoyuelos traviesos y ese perfume a flores que no deja de
inundarme. Pero de pronto recuerdo algo y le reclamo:

- Yixing. Hoy te perdí de vista. Cuando te busqué no estabas – no puedo creer


que haya dicho eso.

- Yo te busqué y ya no estabas – ahora es él quien parece enojado.

Me descoloca la situación ¿Estamos peleando? Me siento un niño. Es que Yixing


hace que me sienta un niño.

- No. Yo te busqué y no estabas. Las niñas tampoco estaban.

- No. Yo te busqué y...

Nos reímos. Es tonto seguir discutiendo por eso.

- Creo que nos cruzamos – concluyo.


- Parece que si – y poniéndose serio, dice – Oye ¿tú qué haces aquí?

- ¿Por qué preguntas? – pregunto para entretenerlo, no quiero decirle que lo he


seguido.

- Porque imagino que alguien como tú, debe tener uno de esos autazos terribles
de ricos.

Me río. Me mira con esos ojazos terriblemente lindos y yo no puedo dejar de ver
su expresión tan aniñada.

- Oye... - me dice molesto– qué es tan gracioso...

- Yo también podría preguntarte – le digo volviendo a mi pose de caballero –


cómo una eminencia en medicina como tú está aquí, en bicicleta y cantando en
el subte, por dinero.

Lo he dejado con la boca abierta de nuevo. Se rasca uno de mis hoyuelos.


Parece que tiene un secreto.

De repente escucho el chirrido del tren que viene. Él mira en esa dirección y me
sorprende con lo que dice sonriendo.

- Bueno. Este es mi tren.

¡No se vale! ¡Se está escapando! Me ha dejado descolocado. Y con la boca


abierta ¿Se me está burlando? Porque se está divirtiendo a costa mía. Este
hombre pone mi mundo patas para arriba.

Se agacha a recoger rápido su dinero. Toma sus cosas de un tiro y me dice.


- Hoy ha sido lindo verte de nuevo Kim Junmyeon.

- ¿Lindo verme? ¿De nuevo? – le pregunto impactado.

Yixing se larga una terrible carcajada. Me mira fijo. Toma entre sus manos mi
rostro. Luego me pellizca los cachetes y me dice en tono seguro.

- Yo sé que me recuerdas bien Kim Junmyeon. No te hagas el pícaro conmigo.

Me siento el tipo más estúpido del mundo. Él todo el tiempo lo supo. Y yo


haciéndome el desentendido y duro.

El tren frena. En un segundo se me escapa y se sube.

Yo trato de seguirlo, pero la multitud me lo impide. No sé cómo funcionan estas


cosas. He traspasado la barrera sin siquiera saber qué demonios tenía que
hacer, pero nadie me ha detenido.

Agitado llego a la puerta. Trato de no perderlo de vista. Pero se cierra en mis


narices. Y ahí está Yixing dentro. Sosteniendo su bicicleta y con su guitarra a
cuestas.

Zhang Yixing me sonríe. Me sonríe y me guiña el ojo. Y allí se va el tren y yo lo


sigo con la mirada, hasta que se me pierde de vista.

Es que sólo quiero seguir viendo esos ojos. Quiero seguir viendo esos cabellos
despeinados. Quiero disfrutar más tiempo de esa sonrisa tan perfecta y esos
hoyuelos preciosos.
Esto es lo más loco y desquiciado que he hecho en mi vida. Siempre yo, Kim
Junmyeon tan estructurado en todo, nunca jamás había desviado mi camino
por nada extraño.

Y hoy, por primera vez, me he atrevido a cambiar el rumbo.

Es que cuando estoy cerca de Zhang Yixing, mi corazón palpita con fuerza.
Cuando estoy cerca de Zhang Yixing, vuelvo a sonreír. Cuando estoy cerca de
Zhang Yixing, mis pesadillas se alejan.
Capitulo 6
Con un Beso, le entregué mi Corazón

Estoy en la sala de descanso mirando un esmoquin que debo ponerme. Me rasco


mi hoyuelo porque no me lo quiero colocar.

Detrás de mí aparece Zhoumi. Me mira y me da una palmada en la espalda. Ya


sabe lo que me pasa.

- Ponte eso de una vez. Deja de darle vueltas.

- No me gustan los trajes. Y no me gusta esa fiesta.

Tengo que ir a un evento de beneficencia. Me han arrastrado por ser director de


una de las áreas del hospital.

- Ya te escapaste de la anterior. No me vas a hacer ir a mí solo – me dice mi


compañero que también tiene que ir esta vez.

- Zhoumi – le digo suplicando – No quiero ir. Me siento usado para cosas


políticas – es que seré ingenuo, pero no tonto.

- Yixing – me dice imitándome – Ya deja de comportarte como niño y vístete de


una vez.

- Zhoumi...

- Yixing...

- No quiero...
- ¡Ya vístanse de una vez los dos! – pega el grito Minho, que también tiene que
ir a esa gala - ¡Yixing! Vergüenza debería darte de andar haciéndote rogar ¡Es
el Presidente de la República!

- Es su obligación – digo porque me acuerdo lo que me dijo el Primer Ministro


cuando lo vi – No tengo que agradecer.

Los dos se me quedan viendo con los ojos reprobatorios que me dan miedo.

- Vamos Yixing – me dice de nuevo Zhoumi.

- Es que no sé...

- Yo te acompaño toda la noche – me promete mi amigo para dejarme tranquilo.

- Bueno... - digo haciendo puchero – Ya voy.

Me pongo el traje de gala que me han dado. Me miro en el espejo del baño. Me
peino. Ya ni recordaba lo que era peinarse. Salgo. Ahí están mis dos
compañeros ya listos. Se dan la vuelta cuando escuchan que entro. Me miran y
abren bien los ojos como platos. Es que nunca ando así de formal.

- Yixing ... - balbucea Minho – Deberías usar traje. Siempre andas con esos
trapos y...

- Ya – le digo con tono solemne – No digas nada. Es inútil.

Zhoumi no dice palabra. Solo me mira. Y yo divertido me le acerco acomodando


mi moño y le digo.
- Ya sé que soy lindo... Y que te gusto... ¿Verdad?

Mi compañero no se ríe. Pensé que se reiría. Me mira fijo. Yo le hago un


chasquido en frente de sus ojos con mis dedos.

- Oye – vuelvo a hablar – despierta. Ni que hubieras visto alguna revelación –


digo y me le río – ¿Tú me llevas? Yo no tengo auto.

- Claro... - me responde.

Vamos de camino y yo de repente me pongo nervioso. Porque no había tenido en


cuenta un pequeño detalle. Que si el Primer Ministro va a la gala del
Presidente, puede que su hijo también vaya...

De pronto veo una mansión espectacular. El lugar alquilado para el evento. Mi


boca debe llegar al suelo. Miro a mi compañero y él se me ríe.

- ¡¿Viste?! – digo pegando mi nariz al vidrio del auto.

- Ya Yixing – se me burla – Ni que jamás hubieras visto algo así.

- Yo nunca vi algo así. No tan inmenso...

- Es la mansión del Primer Ministro.

Esa revelación me ha dejado hecho puré. Ya me quiero ir sin haber llegado.

Nos bajamos. Hay por todas partes gente de seguridad. Nos piden identificación
para ingresar. Me siento terriblemente raro en ese lugar. A medida que avanzo
esa sensación se incrementa. Es que de verdad esta gente debe ser muy, muy
rica.

Beneficencia. Dicen que es una fiesta de beneficencia ¿No era más simple
donarlo todo? Bueno. Cada uno con su lógica.

- Traeré algo de tomar – me dice Zhoumi y se va.

Yo me quedo ahí solito y ya me quiero perder.

De repente todos miran para un mismo lugar. Observan a lo alto de una


escalera. Hay tres personas. El Primer Ministro, la esposa del Primer Ministro
y el hijo del Primer Ministro.

Todos aplauden y lo victorean. Y yo no puedo hacer otra cosa más que mirar al
hijo del Primer Ministro, mientras desciende con sus padres.

Es tan sublime. Está ahí tan en lo alto. En su pedestal. Arriba. Donde tiene que
estar. Con ese porte de líder impecable. Y yo, estoy aquí. Abajo.

- ¿Yixing? – me habla Zhoumi y veo que me estira una bebida – ¿Estás bien?

- Claro... - digo y me sorprende que me haya preguntado algo así - ¿por qué
preguntas?

- Porque te hablé varias veces y no me decías nada.

Pienso unos segundos. Agacho la cabeza. Estoy serio. Muy serio. Hasta siento
que he fruncido el entrecejo. Y le digo.
- Creo que no debería haber venido. Eso es todo...

Mis ojos se vuelven hacia lo alto. Él saluda. Tiene su mano elevada y


moviéndola, saludando a la multitud y sonriéndoles. Debe estar acostumbrado
a enamorar así a la gente.

- ¿Por qué lo dices? – me pregunta mi amigo sorprendido – ¿Acaso te sientes


avergonzado de cómo te miran?

- ¡¿De cómo me miran?! – exclamo.

- Todos te miran Yixing – me dice perplejo y riéndose de mí – ¿Es que sólo tú no


te ves cómo eres?

De pronto aparece también el Presidente de la República. El señor se para al


lado del Primer Ministro y se dan un abrazo. Todos siguen aplaudiendo.

El aplauso cesa. Mi compañero y yo escuchamos que inicia el himno de la


República. Cantamos. Aunque no sea coreano, soy respetuoso del himno de mi
país de adopción. Pasa. Veo que los cuatro que estaban arriba, bajan. Se
pierden en medio de la muchedumbre que los acaparan.

Definitivamente me quiero ir.

Nos hacen sentar en mesas redondas. Cenamos. Ni sé qué es lo que cenamos.


Hurgo esa cosa con cara de asco. Zhoumi me mira y se ríe.

- ¡¿Qué?! – le digo molesto.

- Come... Es caviar.
- Para mí es moco negro – le digo con total sinceridad.

- ¿Por qué estás enojado? – me pregunta y ya lo sabe.

- Porque tengo hambre. Ahora entiendo por qué todos están tan flacos. No sólo
es horrible esta comida, sino que apenas es un punto en medio de un plato
terriblemente grande.

Mi compañero ríe a carcajadas. Se me arrima y me pellizca los cachetes. Yo me


alejo. Estoy enojado. Mi panza está comenzando a pedir a gritos comida.

Igual yo sé que no es la comida que me tiene de mal humor. Es el hecho de ver


a lo lejos a Junmyeon. Está sentado en una tarima baja. La mesa de ellos está
ubicada unos centímetros arriba de nosotros. Estamos lejos. Muy lejos. Ese es
el lugar que yo ocupo en su vida. Él, allá arriba. Yo, aquí abajo. Lejos. Muy
lejos.

Una chica está a su lado. Es linda. Parece divertida. Habla. Le susurra al oído.
Él sonríe. De pronto nuestros ojos de encuentran. No es idea mía. Él me está
mirando.

Entonces escucho que alguien me habla cerca. Yo me doy vuelta y me


encuentro con el rostro de Zhoumi. Casi me estampo con su cara. Él se ríe. Todo
lo que hago, por más estúpido que parezca, a él parece divertirlo.

Comienzan la parte de los discursos. Yo me estoy durmiendo. Lo juro. Estoy


realmente cansado. Es que después de atender pacientes, hacer la revisión
diaria y hacer 4 operaciones en un día, más el avance en las investigaciones...
ya me cansé. Y encima tengo hambre.

¿Es impresión mía o todos se giran a vernos? El Presidente de la República


parece hablar y mirar hacia donde nos encontramos nosotros.
- ...Y debemos estar agradecidos por este grupo de médicos que han hecho
grandes avances en la investigación...

No quiero seguir escuchando. Creo que se me están cerrando los ojos. Quisiera
bostezar pero no puedo. Hasta que vuelvo a ver esa mirada. Se está clavando en
mí. Sé que me está mirando a mí. Incluso mientras esa chica sigue
susurrándole cosas al oído, él parece observarme.

Todos aplauden. Miro a Zhoumi. Asiente con la cabeza. Se supone que nos
están aplaudiendo a nosotros.

Pasa todo eso. Comienza la música en vivo. Escucho el sonido de tenedores y


copas que chocan. Un camarero se acerca.

- ¡¿Doctor Zhang?! – me dice sorprendido y contento.

- Si. Disculpa ¿Tú eres?

- ¡Soy Taeyong! El hermano de Sun Hee.

- ¡Hola mi muchacho! No te había reconocido de uniforme – le digo dándole una


palmada en el hombro – Se te ve saludable ¿Cómo estás?

- Muy bien gracias – me dice mientras sirve bebida en las copas – Trabajando
como verá.

- Qué bueno que andes ocupado.

- De verdad que está duro conseguir trabajos de medio tiempo. Así que estoy
contento.
- Si necesitas algo, hazme recordar. Veremos de conseguir algo por ahí – le
comento y ya estoy pensando en Sang Woo.

- ¡¿De verdad?! ¡Gracias! – dice y antes de marcharse nota mi plato que no he


tocado– Doctor ¿Está bien con esa comida?

- La verdad que no mi muchacho. Pero no hay otra cosa.

- Veré qué puedo hacer – dice guiñándome el ojo y se marcha.

- ¿Y ese quién es? – me dice Zhoumi que lo ha visto.

- Un gran muchacho – le digo contento y feliz porque seguro que me va a traer


algo.

De pronto la gente se comienza a levantar para bailar. No entiendo la música


elegante que escucho, ni qué será. Y ahí sale Junmyeon también con la que es
seguramente su novia. Porque lo hacen como lo más natural en frente de todos.
Es como un vals...

Junmyeon tiene novia. Ahora sí ya me quiero ir ¿En qué demonios estabas


pensando Yixing?

Alguien viene a la mesa. El Presidente de la República, acompañado del Primer


Ministro. Nos levantamos de nuestros asientos y nos inclinamos.

- ¿Así que son ellos? – dice el presidente, un hombre ya entrado en años, a


nuestro Director.

- Así es señor. Parte del personal que ha podido acompañarme.


- Me sorprende lo jóvenes que son – replica el presidente.

- Pero son los mejores de Seúl – asegura nuestro director – Gracias a ellos el
área de investigación es una de las más reconocidas en el mundo.

- ¿Quién la dirige?

- El Doctor Zhang Yixing – dice mi superior y yo ya estoy sudando – Está con


nosotros esta noche – termina por hablar y me señala.

- ¿Doctor Zhang Yixing? – dice el presidente – El Primer Ministro ha hablado


muy bien de usted.

Eso sí que me ha sorprendido. Y yo pensé que Kim Bum era malo. Debe ser que
no quiere que hable mal de Jongdae. Igual jamás lo haría. Mi muchacho es
bueno en todo.

- Así es Señor presidente – interviene el Primer Ministro – Dirige también el


voluntariado del Hospital Central, donde se encuentra mi hijo.

- Kim Jongdae – recuerda el hombre – Claro. Qué gran muchacho Kim Bum.
Hacer un voluntariado para ayudar desinteresadamente. Tienes unos hijos
maravillosos ¿Qué piensa de eso doctor Zhang?

- Lo mismo señor Presidente. El Primer Ministro debe saber bien que Jongdae
es un muchacho maravilloso. Es muy generoso y diligente en lo que hace.
¡Toma! Me recuerdo cuando dijo que Jongdae era "un bueno para nada". Espero
que le haya quedado claro que no tiene idea del tesoro que tiene. Se ve que no,
porque me mira con los ojos desorientados.

Se retiran después de felicitarnos a cada uno por nuestra labor. Nos sentamos.
Algunos de mis compañeros se han ido a bailar o hacer sociales. Zhoumi hace lo
mismo.

De repente depositan una hamburguesa en un plato. Mis ojos brillan de


felicidad. En medio de la pena que me estruja el pecho, puede que una
hamburguesa me haga pasar ese trago amargo. Miro a Taeyong y le guiño un
ojo. Él se pone colorado y hace su reverencia para irse.

Todos están en su mundo. En medio de esa multitud veo a Junmyeon que sigue
bailando con su novia. No tengo nada que hacer ahí. Y tengo que pasar el rato.

Tomo mi hamburguesa, con un vaso de jugo y me salgo al patio. Terrible bosque


tienen de patio. Camino sin rumbo. Está preciosa la noche y estrellada. No hace
frío. Hay luces de colores por todos lados. Más en el sector donde se levanta una
fuente grande que está funcionando.

Me acerco. No veo a nadie. Hay un banco. Me siento y comienzo a comer mi


hamburguesa. De verdad que está deliciosa.

- ¿La comida gourmet no fue de tu agrado? – me dice una voz detrás.

Yo sigo comiendo mi cena. Sonrío. Sé bien quién es. Conozco esa voz.

- No – le digo tranquilo.

- Es de mala educación hablar con la boca llena.


- Es de mala educación no responder a una pregunta – agrego y pegando un
mordisco a mi hamburguesa y llenándome bien la boca, hablo como puedo – Y
es peor interrumpir a alguien cuando está cenando. Peor cuando tiene un
humor del diablo por el hambre.

Sé que se me han escapado unas migas fuera. Pero no me importa. Mira que
venir a tratarme de esa manera. Yo ni quiero su compañía.

- Buen provecho – me dice.

- Gracias.

- ¿Es de tu agrado la comida chatarra?

- Chatarra es el moco negro que me querían dar dentro.

- ¿Lo probaste al menos? – me dice riéndose de mí.

- Claro. No me ha gustado nada.

Ni lo miro mientras escucho que se va acercando. Se para en frente mío. Yo


finjo estar ahora entretenido con mi bebida.

- ¡¿Jugo?! – exclama sorprendido.

- Me gusta el jugo.

- Hay champagne de la mejor calidad, vino añejo, tragos... Y tú tomas ¡¿jugo?!


- Oye – le digo y me le paro en frente, ya me rebalsa su aire ridículo de
superioridad – ¡¿Qué demonios te pasa?! Si no te gusta cómo soy ¡¿Por qué me
seguiste?!

- ¡Estás loco! ¡Yo no te seguí!

- ¡Claro! – le digo con mi tonito sarcástico – La noche estaba tan linda que
viniste a tomar aire a kilómetros de la mansión, justo donde estaba yo.

Y para aparentar la seguridad que no tengo pongo mis puños en la cintura. Y


agrego.

- ¿Por qué no te vas a seguir bailando con tu novia? Debe estar extrañándote.

Se calla. Ha quedado boquiabierta. Y yo me arrepiento de haber dicho eso.


Porque no me negó que fuera su novia. Demonios. Ahora si tengo el corazón
hecho pedacitos.

- Bueno – concluyo – Si no te vas tú, mejor me voy yo.

Quiero irme, pero él me retiene del brazo y aunque me quiero zafar, me aprieta
y me acerca a él.

- ¡Suéltame! – le digo seguro y aprieto mi puño sin dudar.

Estamos demasiado cerca. Yo trato de alejarme. Jamás haría algo que me


resultara incorrecto. Tiene novia. Me recuerdo. Y quiero alejarme de él. Pero su
amarre es demasiado fuerte para mí.
- No puedo – es todo lo que me dice – No puedo Yixing. Yo sólo... No puedo
dejarte ir...

Y yo debo obligarme a moverme de ahí. Porque tengo la sensación de que este


hombre me va a hacer sufrir. Porque sus ojos, esos ojos oscuros y profundos, se
desgarran de dolor por dentro. Puedo verlo. Se quiere salvar de algo, pero no
quiero que sea a costa de mi sufrimiento.

- Por favor... - balbuceo – No hagas esto... No...

Sus labios. Sus labios se estampan en los míos. Sus labios rudamente se
estampan en los míos. No me ha dado tregua para expresar lo que siento. No
me ha dejado decir una sola palabra. Sólo se ha apoderado de mí. Sin permiso.
Y yo... yo lo he dejado.

Estoy perdido. Y por primera vez no me importa. Estoy perdido en esos labios
cálidos y carnosos. Cierro mis ojos. Abro mis labios. Siento su lengua. Parece
más desesperado que yo. Toma mi cintura. Me pega a su cuerpo.

Cómo besa. Cómo besa Kim Junmyeon. Besa de forma desenfrenada. Me cuesta
seguirle el ritmo. Es como si con su lengua, quisiera penetrarme hasta el fondo.
Como si con ese beso pudiera saber qué le pasa a él conmigo. Yo puedo sentir su
corazón furioso que palpita fuerte contra mi pecho. Y sé que él puede sentir el
mío.

Siento su mano en mi nuca. Se aferra con más fuerza de mi cintura. Jamás un


hombre me había besado de esta forma.

Sus manos fuertes, sólo tratan de sostener mi cuerpo, por el poder que descarga
en mí. La rudeza con la que se ha amarrado a mí. Me ha exigido abrir mi boca
por completo y sentir su aliento que hierve de furia. Yo sé qué le pasa. Está
furioso porque no quiere sentir lo que está sintiendo por mí.
De pronto se aparta.

Me ha dejado sin aliento. Se lo ha llevado todo. Siento tanto calor en mi cuerpo,


que estoy sediento. Abro confundido lentamente mis ojos. Y ahí está. Él ha
quedado igual que yo. Como puede dice:

- Qué me has hecho Yixing... Dime qué me has hecho...

Lo mismo me pregunto yo de él. Qué me ha hecho para dejarme tan postrado


ante él. Si en este momento me ordenara algo, con gusto haría lo que me dijera,
sólo por complacerlo.

- Yixing... no puedo...

Sé lo que piensa. Tiene novia. Una novia que ha dejado allá dentro. Mientras
está aquí conmigo, besándome.

De pronto veo borroso. Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos. Me ha


quitado lo único que era mío y sólo mío. Mi corazón. Lo tiene él. Y no sabe qué
hacer. Me ha despojado de mí. Y yo estoy enojado conmigo porque dejé que lo
hiciera.

Me deshago de su amarre. Él no sabe qué hacer. Y lo dice el hecho de que me


haya soltado también. Se peina con furia los cabellos.

- ¡¿Quién eres Yixing?! ¡¿Por qué me haces esto?!

Me acusa y yo también querría hacerlo. Está tan furioso consigo mismo, como
yo conmigo. Esto es terriblemente doloroso.
- ¡Cómo demonios te saco de aquí! - me dice con la mano en su pecho - ¡Si te
metiste hasta en mis sueños Yixing!

Sus sueños. Y él se ha metido en los míos. Este hombre va a destruir mi


corazón. Tengo que salir ya de ahí. No puedo con él.

Me doy la vuelta para irme. Debo escaparme de ese hombre.

Me he quedado sin palabras. Me ha dejado consternado. En pocos días este


hombre se ha metido dentro. Y con sólo un beso que podría no significar nada,
le he entregado mi corazón. Soy un estúpido. El más ingenuo y estúpido.

Entonces siento que se aferra de mí por detrás. Sus brazos fuertes me rodean.
Yo de nuevo intento zafarme. Porque sólo puedo pensar que me va a hacer
sufrir. Ya me está haciendo sufrir.

- ¡Suéltame Junmyeon! ¡Déjame ir!

- ¡No puedo! – me grita – No puedo Yixing ¡No puedo y no quiero!

- ¡Qué demonios quieres de mí Junmyeon! – digo haciendo fuerza por escapar,


pero sus brazos me aprietan hasta dolerme el cuerpo – ¡¡Tienes una novia que
está dentro esperándote!!

Su amarre se suelta de nuevo. Esa duda de él, se ha convertido en este preciso


instante en mi tortura.

Cuando siento que se ha apartado de mí, le digo con la fuerza que no tengo:

- No vuelvas a tocarme Junmyeon. No si me vas a hacer sufrir, como lo estás


haciendo ahora – le digo sin voltear mi rostro – Yo no sé qué te pasa conmigo
Junmyeon. Apenas si puedo entender lo que me pasa a mí – hablo pero estoy
temblando y él debe notarlo – Pero yo no merezco sufrir. No merezco que me
hagan daño...

- Lo sé – escucho que me dice con voz ahogada – Sé que es imposible...pero te


necesito... cerca Yixing...

No me daré vuelta. No debo verlo. Porque si vuelvo a ver sus ojos, me va a


atrapar. Y yo me quiero quedar. Por eso me exigí no volver la mirada.

Acomodo mi traje. Borro las lágrimas de mi rostro. Camino rápido y con paso
seguro hacia el salón. No escucho nada. El gentío hace que me sienta perdido.

Siento que alguien agarra mi brazo. Es Zhoumi.

- Yixing – me dice – Te busqué por todos lados ¿Estás bien?

- Yo... Estoy cansado. Llamaré un taxi. Me quiero ir.

- Te llevo – me dice – Viniste conmigo y te vas conmigo.

- No Zhoumi. Quédate si quieres.

- No Yixing. Te llevo. Además estoy también muy cansado. Ya hemos cumplido.

Zhoumi es siempre amable y atento. Sé que lo hace porque ha visto mi rostro


descolocado.

Me doy la vuelta para irme. Tenemos un inmenso pasillo por delante. Y allí
está de pie, en medio de nuestro camino. Tiene las manos en los bolsillos. Me
mira fijo. Está molesto y yo sé por qué. Zhoumi me ha tomado desde el hombro
y me dirige el camino.

Me freno. Mis pies no pueden continuar.

Mi compañero lo mira a él y me mira a mí. A la distancia percibe que algo


ocurre. Entonces hace algo que me deja perplejo. Toma mi mano con fuerza y la
tira.

- Vamos – es todo lo que me dice y yo obedezco.

Subimos al coche. Suspiro. Zhoumi me pregunta.

- ¿Ocurrió algo?

- No – le respondo.

- No parece – me insiste.

- No sé a qué te refieres.

- A eso – me dice y mueve su cabeza hacia atrás, observando algo por el espejo
retrovisor.

Yo tengo miedo de mirar. Pero inevitablemente fijo mis ojos en el espejo.


Junmyeon salió hasta afuera. Quería que supiera que me estaba siguiendo. Yo
lo sé. Quiere mostrarme que está enojado porque me estoy yendo con Zhoumi.
Lo puedo ver en su mandíbula tensa. En sus labios que se aprietan con rudeza.
Y en sus puños cerrados.
- No pasó nada – le digo a mi compañero y le sonrío – ¿Me llevas por favor?

- Claro...

Zhoumi pone en marcha el auto. Junmyeon sigue inmóvil. Y de repente veo que
hace un gesto. Se toca los labios con sus dedos.

El auto se va alejando. Y yo no puedo verlo ya. Pero lo que ha hecho al final, me


oprime. Pareciera que supiera a la perfección cómo quedarse estampado en mi
mente.

Se ha tocado los labios. Porque sabía que yo no podría dejar de pensar en ese
beso. Ese beso en el que estúpidamente le entregué mi corazón, muy a mi
pesar. Porque le he dado mi corazón y él no sabe qué hacer con él...
Capitulo 7
"Él cuidará mi corazón"
Mi hermano me ha pedido investigar todo de Kim Minseok. Tengo sobre mi
escritorio las hojas desparramadas del expediente del muchacho. Las tomo y
las guardo en un sobre marrón. Y ahora estoy seguro que Minseok es más que
un "amigo".

Abro el otro sobre que está al lado. Saco los papeles y veo su foto. No me
cansaría jamás de ver el rostro de Zhang Yixing.

Leo. Hay datos de Yixing desde pequeño. Pero su historia de los primeros 7
años es un misterio. No hay nada de él. Eso me pone inquieto. Es como si su
vida hubiera comenzado cuando el juez Sang Woo lo adoptó, pero sin quitarle
su apellido de nacimiento.

Sólo se sabe que es huérfano. Se me oprime el corazón de pensar qué cosas


habrán ocurrido a Yixing antes de los 7 ¿Habrá sufrido? ¿Habrá pasado por
algo malo? 7 años en que nada de su vida sale a la luz.

Ha sido bueno estudiando. Tiene un IQ superior a la media. Tiene facilidad


para memorizar y aprender. Es autodidacta en sus tareas. Tiene los tiempos
cronometrados de cada cosa que va a hacer.

No parece tener una personalidad convencional. Es antagónico. De las ciencias


duras pasa con facilidad al arte y la música.

Y del "ahora" entiendo muchas cosas. El por qué de sus pantalones rotos. El por
qué de sus remeras desgastadas. El por qué de su bicicleta.

Gana un buen sueldo. Es una eminencia. Y sin embargo es generoso. Jamás


piensa en él.
Mi mejor sueño, mi descanso, mi tranquilidad, gana un buen salario y no le
alcanza para nada. Porque todo lo dona. Nada se queda en sus manos.

Veo las fotos de Yixing y en su expediente figura que su sueldo va para la paga
de hoteles y albergues de familiares de sus pacientes, para que no los saquen
del hospital. Sobre todo de los pequeños. Por eso hoy ya no tiene auto. Y por eso
junta dinero cantando en el metro. Come de eso.

Sonrío de nuevo. A la vez que se me hace un nudo en la garganta ¿Cómo puede


alguien tener un corazón tan inmenso? Yixing es un ángel. Y ahora entiendo
por qué... por qué siento lo que siento por él.

Tocan la puerta de mi despacho y alguien entra. Es mi asesor, Yesung.

- Permiso Junmyeon – me dice y pasa – Me llamaste ¿Qué precisas?

Lo miro. Abro el cajón de mi escritorio.

- Quiero que deposites este monto de dinero a la cuenta de las siguientes


personas todos los meses.

Mira los papeles un momento. Observa la suma de dinero que destino y ya sé


qué dirá.

- ¡Junmyeon! ¡¿Qué es todo esto?!

- Son familias que tienen sus hijos en tratamiento permanente en el


Hospital Central.

- Si. Estoy leyendo. Pero ¡¿Por qué?!


- Yesung, no te estoy pidiendo opinión. Solo haz este trámite todos los
meses.

- Disculpa Junmyeon – dice y se está yendo, pero se vuelve.

- ¿Qué ocurre Yesung? – pregunto.

- Disculpa que sea entrometido, pero... ¿Tiene que ver con el doctor que
mandaste investigar?

Quizá debería ponerlo en su lugar. Pero yo le he dado la confianza a Yesung


para que se maneje de esa forma con mis cosas. Porque jamás tuve nada que
ocultar. Así que trataré de ser breve, sin levantar sospechas.

- El doctor Zhang es tutor de mi hermano Jongdae en el voluntariado. Me


he enterado que los pacientes que atiende son personas de bajos recursos. Él
dona su sueldo para sustentar los gastos de esa gente. No me parece justo y lo
quiero ayudar. A mí no me cuesta nada. Eso es todo Yesung ¿Algo más?

- Disculpa Junmyeon – dice impactado por lo que ha escuchado – No


debería meterme en tus cosas. Sólo me extrañó que destines más dinero del que
ya donas. Es mucho...

- Gracias Yesung. Puedes retirarte – digo y se está por ir, entonces


advierto algo - ¡Espera!

- ¿Si?

- Ponlo a nombre de una de las fundaciones de la empresa. Que no aparezca


mi nombre.
- ¡¿No le dirás?!

- Gracias Yesung – repito – Puedes retirarte.

Tengo una empresa dedicada a bienes raíces. Pocos lo saben. Es lo que hice con
el dinero de la herencia de mi madre. Mientras estudio mi segunda carrera,
atiendo la empresa. Mi nombre poco aparece. La dejo que funcione por sí
misma y en manos de Yesung.

Yixing. En estos últimos días mis sueños aterradores han sido calmados por
Yixing.

Me relajo unos minutos en el sillón de mi despacho. Y me es inevitable pasar


los dedos por mis labios ¡Dios! Cómo quisiera no sentir lo que estoy sintiendo.

No debería haberlo hecho. Él fue más centrado y prudente que yo. Sabía que
ese beso no debería haber ocurrido. Porque ahora quiero más. Y recién ahora
me doy cuenta que elegir, no es un lujo que me pueda llegar a dar.

Entro por la recepción del hospital. Miro hacia todos lados. Tengo la esperanza
de encontrarlo, pero no lo veo. Mi hermano me sorprende desde atrás. Llegó el
momento de hablar con él de Minseok.

- Vamos por un café – le digo y nos vamos.

Pienso todo el tiempo en lo que siento por Yixing. Y puedo entender a mi


hermano. Cuando le digo de Dongwoo y su padre, veo su rostro lleno de furia y
terror porque Minseok sea apartado de su lado. Yo estaría igual o peor. Aunque
Yixing no sea mío, yo lo entiendo.

- Debes estar preparado Jongdae - le aconsejo para calmarlo.


- ¡Él no se va a ir de mi lado! – dice hirviendo de furia – ¡Nadie me lo va a
quitar! ¡Voy a matar a cualquiera que quiera apartarlo de mi lado!

Camino hacia la entrada del hospital. Ya es tarde. Dudo en preguntar pero me


arriesgo igual.

- Disculpe señorita... – digo a la recepcionista, una mujer ya entrada en


años.

- No es molestia joven Kim.

Me conoce. No sé cómo. Pero aprovecho ya que la mujer me sonríe amable.

- ¿Sabe si se encuentra aún en el hospital el doctor Zhang?

- Si joven Kim. Todavía se encuentra. Y me preocupa.

- ¡¿Perdón?! – pregunto confundido y me le acerco.

- Puede que parezca imprudente lo que le digo joven... – me dice realmente


inquieta – ...pero los he visto con las niñas jugando la semana pasada –
recuerda y sonríe – Así que supongo que usted es amigo del doctor. Como es
hermano de Jongdae...

Vaya conclusión. Sólo me preocupa Yixing. Así que insisto en saber.

- Claro... ¿Qué le preocupa de Yixing?


- Hoy ha estado todo el día metido en el laboratorio. Así toda la semana.
Estuvo obsesivo con las investigaciones. – explica con cara de espanto – Apenas
comió y eso es muy raro en él. Llega y solo lo veo cuando sale muy tarde de
aquí. Y cuando digo tarde, llega a ser hasta de madrugada...

Yixing se pone de muy mal humor cuando no come. Me lo ha dicho.

Sé que es una persona autodidacta. Pero estar metido toda la semana...


investigando... Y apenas saliendo del laboratorio... Tengo un mal
presentimiento.

- ¿Por qué me comenta esto? – pregunto curioso.

- Porque yo he visto cómo se ríen juntos – me dice naturalmente – le agrada


a él – susurra y me guiña el ojo.

Yo sonrío. Tomó la mano de la mujer. Le doy un beso de cortesía en ella y digo.

- Gracias. De verdad.

Se ha puesto como niña presumida y entonces aprovecho más.

- ¿Dónde se encuentra Yixing? – pregunto mientras le susurro en


complicidad – Para sacarlo a tomar aire...

Ella se ríe. De nuevo me guiña el ojo. Y me murmura.

- En el laboratorio. No se puede ingresar ahí. Pero le haré el croquis para


que no se pierda...
Subo hasta el último piso por el ascensor. Llego. El pasillo está vacío. No hay
nadie. Camino y observo que todo está vidriado. Me freno.

Está ahí dentro, en un compartimento vidriado. Mi corazón comienza a palpitar


furioso. No puedo controlarme. Ya no quiero controlarme. Sólo puedo adorarlo
mientras lo veo hacer su trabajo.

No sé cuánto tiempo me quedo mirándolo.

Está todo vestido de blanco. Lleva barbijo y su cabello cubierto. Está


concentrado en su tarea.

Mira unos tubos de ensayo. Toma notas. Mete tubos de ensayos en unos
aparatos. Se fija en la computadora. Toma de nuevo notas. Repite los mismos
procedimientos una y otra vez. Se le nota lo obsesivo con su trabajo.

Puedo ver sus ojos cansados. Su postura inclinada. Sus hombros caídos.

Así y todo, sigue siendo lo más adorable de ver.

No me ha visto. Hasta que yo le toco el vidrio.

Se queda con unos tubos de ensayo en las manos. No le ha gustado verme.


Puedo notarlo. Mira hacia todos lados. Como buscando a alguien. Pero no hay
nadie más que yo.

Me apoyo sobre la pared. Lo miro. Duda en qué va a hacer conmigo. Y yo no


pienso moverme de ahí.
Desaparece. Se ha metido en una habitación. Espero un rato. Comienzo a creer
que se me ha escapado. Doy golpecitos a la pared con mi cabeza y mi puño.
Estoy perdiendo la paciencia.

Escucho una puerta abrirse y él sale hacia el pasillo. Solo lleva guardapolvo. Se
había ido a cambiar. Yo sigo apoyado en la pared.

- ¡¿Qué haces aquí?! – exclama molesto – ¡¿Cómo es que has entrado?!


Esta área está restringida.

No voy a decirle nada de la pobre mujer.

- Quería verte – digo sin pensarlo.

- Junmyeon... – balbucea nervioso – Yo... Estoy trabajando...

- Ya es muy tarde. No deberías estar aquí – le digo con seguridad.

- Mi trabajo es así.

- Me han dicho que estás trabajando de más ¿Por qué? – reclamo como si
tuviera derecho.

- A ti no te importa – me dice tratando de verse seguro.

- Sabes que sí. Me importa y mucho.

Me muevo hacia él. Quiero tenerlo cerca. Ahora que lo veo, me doy cuenta que
lo he extrañado. Lo necesito conmigo. Pero él retrocede. Entonces le digo
molesto.
- No hagas eso.

- Hacer qué...

- Alejarte de mí como si fuera una peste.

Agacha la mirada. No quiere verme. Pero no porque no quiera. Sino porque


trata de contenerse.

- Debo... debo seguir con mi trabajo – dice.

Se mueve hacia la puerta. Pero yo le digo con seguridad.

- Te espero.

Él me mira molesto y me dice.

- Saldré muy tarde.

- No me importa.

- No quiero que te quedes. No quiero que me esperes.

- No te pregunté si querías.
Lo he descolocado con mi afirmación. Jamás me había pasado en la vida ser tan
posesivo con alguien. Me espanta el hecho de que quiera dominarlo aún si él no
me lo permitiera.

- Basta Junmyeon... – dice entre dientes.

- Debes comer. Se te ve cansado – le indico tranquilo.

- He dicho basta y no tengo hambre – insiste de la misma forma.

- Debes descansar. Debes dormir.

- No tengo sueño.

- No pareciera que tu cuerpo diga lo mismo.

- ¡HE DICHO QUE BASTA! – me grita con fuerza.

Está más delgado que la última vez que lo vi. Tiembla. De pronto me asusto
porque pierde el equilibrio. Y en lo que intenta alejarse de mí se desploma.
Desesperado alcanzo a agarrarlo antes que llegue al suelo ¡Dios! ¡Está sudando!

- ¡Yixing! – grito ahogado de angustia – Mierda ¡Qué demonios te estás


haciendo!

Lo levanto y no me cuesta nada. Lo sostengo y tengo hasta miedo de dañarlo.


Es tan pequeño y delgado...

Él parece aturdido. Le noto las ojeras terribles que tiene y los labios resecos. Se
me zafa de mis brazos y se apoya como puede en la pared.
- No me toques... No te acerques... – me dice y hace el intento de irse.

Pero vuelve a tambalear y yo sin dudar lo agarro de la cintura.

- Sostente de mí – le ordeno.

- No...

- No tienes alternativa Yixing. Si no te sostienes entonces te levanto y te


llevo. Apenas puedes caminar...

Y es así. No tiene opción. Se agarra de mí y caminamos hacia el ascensor.

- Cuándo fue la última vez que comiste Yixing – le pregunto indignado.

- No es asunto tuyo.

- Sabes que sí lo es – le digo en tono áspero.

Si él quiere hacerse el rudo, voy a tener que jugar el mismo juego. Ahora me
doy cuenta de lo peleador que puede llegar a ser mi doctor. Y yo de lo obsesivo
y controlador.

- Necesito... – me dice inseguro – Necesito que me ayudes a irme...

- Mejor te llevo a la guardia del hospital...


- ¡No! – exclama.

Él es doctor. Deduzco que sabe bien lo que le van a hacer. Y yo no soy tonto. Le
pondrán suero.

- Yixing... debo...

- No... – me suplica mirándome – Yo sólo necesito descansar. Te lo juro.

Sé que necesita dormir y comer. Se le nota físicamente.

- Vamos. Te llevo a casa.

- No hace falta. Me tomo un taxi.

Me río. Y le digo para que le quede claro.

- No te pregunté si querías que te lleve.

Suspira. Sabe que no tiene alternativa.

- ¿Siempre eres así?

- ¿Así cómo?

- Así se mandón.
- Sólo contigo – y es verdad, pero no me ha dejado opción.

- No tienes derecho.

- ¿Te pregunté?

Dios ¿Qué demonios estoy haciendo? Lo estoy encerrando en mis decisiones.


Como si fuera de mi propiedad.

Sus piernas se aflojan de nuevo. El ascensor se abre justo y lo meto.

Lo sostengo de frente, mientras él está apoyado en la pared. No lo suelto ni un


segundo. Así como tampoco dejo de mirarlo. Aún en ese estado, es demasiado
bello. Recorro cada línea de su rostro. Aún sin sus hoyuelos, sigue siendo mi
ingenuo y precioso Yixing.

- No hagas eso – balbucea.

- Hacer qué.

- Mirarme como me miras.

- ¿Y cómo te miro?

- Como si tuvieras derecho.

No dudo un segundo cuando le digo.

- Sí lo tengo.
- No hagas eso.

- Hacer qué.

- Decidir por mí.

Apenas si puede hablar pero sigue discutiendo como si pudiera ganar.


Murmura como si se lamentara de lo que está sucediendo.

Yo le amarro la cintura y lo presiono a mi cuerpo para que no se caiga. Y para


sentirlo mío. Sé que es de eso que se lamenta.

Las puertas del ascensor se abren. Él me indica.

- A la derecha.

Yo obedezca. Se sujeta de mí con fuerza. Apenas si pasa una que otra persona.
Nos miran extrañados, pero yo hago como si nada.

- La puerta que viene, es mi vestidor – me indica – debo ir por mis cosas.

Entramos. Escucho el ronquido de alguien. Debe ser un doctor en su descanso.

Veo el armario. Leo en un pequeño rótulo "Zhang Yixing". Lo dirijo ahí. Él abre
su compartimento y yo tomo sus cosas. Entiendo que apenas puede mantenerse
en pie.
Salimos. Nos dirigimos a la recepción. La buena mujer se encuentra allí.
Pasamos e Yixing ni se ha dado cuenta que la señora me ha guiñado el ojo y yo
le sonrío agradecido. De verdad que estoy muy agradecido.

Llegamos al coche y me dice...

- Mi bicicleta – se está lamentando de dejarla ahí.

- No te preocupes. Luego mando a que la busquen.

- ¿Siempre haces lo que quieres?

- Ojalá pudiera hacer lo que quisiera – le digo honestamente.

- Pareciera que estuvieras acostumbrado a dar órdenes y que todos hagan lo


que ordenas – afirma mientras lo acomodo en el asiento de acompañante.

Me subo al auto. Me pongo el cinturón de seguridad. Me volteo para ponerle el


suyo y le aclaro bien pegado a su rostro.

- Los demás hacen su trabajo. Sólo te ordeno a ti y tú obedeces.

Sus ojos brillan. Se ha avergonzado de tenerme así de cerca. Siento su aliento a


frutas. Sé que toma jugo todo el tiempo. Es adictivo tenerlo así. Él da vuelta la
cara y se pega al vidrio de la ventanilla.

Toco su frente. Está con fiebre. Pongo en marcha el auto.

- Dime qué compro para la fiebre – le ordeno.


- Nada. Sólo quiero que compres algún agua energizante.

- Así que resulta que estás deshidratado – digo molesto, ya conduciendo.

Me bajo en la farmacia. He comprado el agua que me ha pedido y algún


medicamento que me sugirió la farmacéutica. Además le he hecho algunas
preguntas para cuidarlo.

Subo. Le toco de nuevo la frente. Ahora está dormido. Acaricio su rostro. Es tan
suave y tan vulnerable así como está, que no puedo hacer otra cosa más que
cuidarlo y protegerlo.

Llegamos a destino. Me bajo del auto. Abro la puerta del lado de Yixing. No sé
si está dormido o se ha desvanecido. Lo alzo entre mis brazos. Entonces él pega
un respingo. Sé qué le pasa. Ha desconocido el lugar.

- No es mi departamento – dice asustado.

- Es mi departamento – digo mientras el portero me abre la puerta


amablemente y llama el ascensor.

- Qué sorpresa verlo aquí – me dice el hombre, porque vengo poco –


¡¿Necesita algo joven Kim?!

- No. Muchas gracias.

Yixing ha enterrado su rostro en mi pecho. Se siente avergonzado de que lo


hayan visto así. Y yo disfruto de saber que está sintiendo los latidos de mi
corazón, porque está latiendo por él. Sonrío al subir al ascensor.
- Qué vergüenza – me dice.

- Es de confianza. No le contará a nadie – trato de convencerlo.

- ¡¿Por qué me trajiste aquí?!

- Porque tu casa es lejos. Ya es muy tarde para conducir hasta allá.

- Junmyeon... Deja de comportarte así conmigo...

- Así cómo...

- Como si esto fuera normal... No es normal...

- Claro que no es normal. Porque esto es perfecto.

¿Normal? ¿Qué es lo "normal"? Esto no es normal, porque es perfecto. No me


imagino nadie más cuidando de Yixing.

Quisiera que estuviera sano. Pero no lo está. Así que yo lo curaré. Yo lo cuidaré
y lo protegeré.

Entro al apartamento. Tengo código de seguridad, así que no me cuesta entrar.


Cierro la puerta. Las luces automáticas se encienden.

Se revuelve en mí. Entonces me dice tratando de bajarse.

- Déjame caminar.
- No – digo aferrándolo a mí con fuerza.

- Junmyeon. No seas así – balbucea.

- No puedes sostenerte.

- Déjame probar.

- No Yixing.

Escucho que gime. De repente me siento mal, porque gime. Está llorando. Y yo
entonces lo dejo rápido en un sillón. Me angustia pensar que algo le duele.

Tomo su rostro entre mis manos. Y comienzo desesperado a quitarle las


lágrimas. Mientras él parece que se ahogara más en llanto.

- Dime – le digo desesperado – dime dónde te duele.

Toco sus brazos, su cabeza, sus manos. Pero él me dice llevándose la mano
derecha a su pecho.

- Aquí. Me duele aquí.

- Yixing... - no sé qué decir.

Lo abrazo con fuerza. Cierro mis ojos porque a mí también me duele ahí.
- Tú eres así... Tú eres lo que yo no puedo tener... - murmura y sigue
gimiendo – Tú estás allá arriba y yo estoy ahí abajo... Lejos... muy lejos...

Apenas puedo entender lo que quiere decir.

Miento. Entiendo perfectamente lo que está diciendo. Sólo que no quisiera


entender porque duele demasiado.

Si supiera que soy yo quien está abajo y él está arriba.

Así como está, le quito su guardapolvo. Es todo de lo que lo voy a despojar esta
noche.

Lo alzo entre mis brazos. Lo recuesto en mi cama. Aplasto unas aspirinas y las
mezclo en el agua energizante que hago que tome. Toco su frente. Busco rápido
una toalla que he humedecido en agua y se la pongo en la frente.

Murmura de nuevo, abriendo apenas sus ojos preciosos, pero apagados del
cansancio.

- No te vayas – suplica.

- No me iré – le prometo.

- No dejes que sueñe...

No sé qué decirle ante eso. Me ha descolocado. Él me ha salvado de mis sueños


y ahora me pide que yo no lo deje soñar. Intento entenderlo. Parece nervioso.
Le acaricio su cabeza mientras me recuesto a su lado. Los dos estamos de
costado. Mirándonos. Y entonces le digo.
- Yo te cuido. No te preocupes. Duerme tranquilo... - susurro.

Sonríe. Sonríe y se duerme en unos segundos.

Yixing es perfecto y hace perfecto todo lo que me rodea en este instante. Jamás
me había sentido acompañado. Él es la mejor compañía. Aquí a mi lado, hasta
creo que puedo descansar más tranquilo. Y estoy convencido de que ya no habrá
pesadillas.

Pasan las horas. Yo sólo puedo verlo dormir. Algo me mantiene inquieto. Trato
de entender por qué no quiere soñar, por qué tiene miedo a dormir.

Duerme. Duerme pero no está tranquilo. Puedo notar que algo lo tiene en un
sueño extraño. Frunce el entrecejo. Puedo ver sus ojos que van y vienen
nerviosos a pesar de que sus párpados estén cerrados.

De pronto murmura:

- No... No por favor...

Su tono es ahogado en dolor. Algo le duele. Las venas de su cuello se inflan. Se


pone tenso y estira su cuerpo.

- ¿Yixing? - murmuro.

Está todo rígido. Se extiende furioso. Me siento en la cama.

- Yixing - digo de nuevo en tono duro.


Algo pasa. Algo más allá de una simple fiebre. Es como si quisiera gritar algo.

- Por favor... – murmura cosas que no entiendo, sólo escucho algunas –


duele... por favor – y llora – me duele... no más...

Su espalda se curva de forma extraña. Llora de forma ahogada. Sus manos


rozan como puede su espalda. Como si quisiera arrancarse la remera.

- ¡Yixing! – exclamo desesperado y me agarro la cabeza.

Dudo en tocarlo. No quiero ser parte de esa tortura en que está metido. Yo sé
que le duele la espalda. Le duele y está sufriendo por eso gime y yo estoy que
me siento un inútil. Ahora entiendo por qué me pidió que no lo dejara soñar. No
quería dormir.

- No... - gime y hierve de fiebre.

- ¡Yixing!

Ya no puedo más verlo así. Lo toco. Apenas lo toco él se despierta espantado.

- ¡No! -grita con fuerza y se aleja.

- ¡Yixing!

Me angustia la expresión de su rostro. Se incorpora como puede y se va a la


punta de la cama. Se acurruca y se mece hecho un puñado. Se pone las manos
en la cabeza y se golpea.
- ¡Por favor! ¡duele! – llora angustiado - ¡Me duele!

Está despierto pero sigue metido en esa pesadilla de mierda que lo ha


amarrado. Yo quiero explotar de los nervios ¡Dios! ¡No sé cómo sacarlo de allí!

Es como un animalito acurrucado en un rincón. Y yo lo quiero cuidar ¡¿Qué


demonios recordó?! ¡¿Qué mierda le hicieron?!

- Yixing... Ya pasó... Ya no te harán daño – le digo suplicando para que


vuelva a mí y le estiro la mano– Nadie te va a hacer daño. Yo te cuido Yixing.

- ¿Me vas a cuidar? - escucho que dice con tono esperanzado pero sin dejar
de llorar.

- Si Yixing. Yo te voy a cuidar.

Me le arrimo lentamente. Apenas siente mi roce su cuerpo salta asustado.

- Shhhh... Yixing – digo en tono dulce – Ya pasó. Ya pasó...

Me deja que lo toque y por fin puedo tomarlo entre mis brazos. Se hunde en mi
pecho y gime ya calmándose.

- Ya Yixing... shhh...

- Me vas a cuidar – murmura.

- Si – le confirmo – Yo te voy a cuidar.


Las lágrimas en silencio comienzan a brotar de mis ojos. Es que Yixing me hace
recordar a mí. Es tan igual a mí, que he visto mi reflejo. Me angustia pensar
qué le habrá pasado en el pasado. Qué atrocidad habrá vivido para que soñara
así. Y vuelve a decirme lo mismo.

- Me vas a cuidar – y agrega – Junmyeon. Mi Ángel Guardián.

- Si Yixing. Mi Corazón. Yo te voy a cuidar.

Lo recuesto de nuevo como estábamos. Me toca con un dedo una lágrima que
todavía sigue corriendo por mi cara y me dice.

- ¿Por qué lloras?

Mi corazón palpita triste cuando lo veo. Es un niño. Ahí con su cabeza


reposando en la almohada, en mi cama, es mi niño Yixing.

- Porque me duele el corazón.

Lleva su mano a mi pecho. Y vuelve a susurrar.

- ¿Te duele mucho?

- Si.

- ¿Está lastimado?

- Si.
Se arrima más a mí. Yo dejo que lo haga. Así de costado, se acurruca, apoyando
su cabeza en mi pecho. Yo entiendo. Está analizando los latidos de mi corazón.

- Junmyeon...

- Dime Yixing...

- Me gusta escuchar tu corazón. Suena lindo. Su latido es fuerte.

Puedo sentir que ha sonreído. Yo también sonrío y le confieso.

- Late por ti Yixing. Mi corazón late por ti.

De nuevo mi niño ha sonreído. Se amarra con fuerza a mi cuerpo


envolviéndome entre sus brazos y yo me siento completamente feliz.

Le toco su rostro, como si pudiera verlo, percibo en mi mano que pasa por su
mejilla, su hoyuelo precioso. Y me doy cuenta que la fiebre ha cesado.

- Junmyeon...

- Dime Yixing...

- ¿Vamos a dormir?

- Si Yixing. Vamos a dormir.

- Ya no tengo miedo Junmyeon – me dice y pierde su rostro en mi pecho –


porque me vas a cuidar.
- Yo tampoco tengo miedo Yixing. Porque me vas a cuidar – digo y lo abrazo
también.

Levanta su rostro a la altura del mío. Me mira lleno de inocencia. Me sonríe. Mi


corazón vuelve a palpitar con fuerza.

- Tú cuidas mi sueño y yo cuido tu corazón – me dice.

- Yo cuido tus sueños y tú cuidas mi corazón – confirmo y le sonrío.

Se arrima a mí y se queda ahí, apoyado en mi cuerpo. Yo lo rodeo con mis


brazos para darle seguridad. Lo tapo bien antes, para que no tenga frío.

No sé cuánto tiempo he quedado despierto. No estoy agotado. Simplemente no


puedo cansarme de sentir a Yixing así, cerca de mí. Se ha quedado dormido y
tranquilo, escuchando los latidos de mi corazón. Y yo me he dormido tranquilo,
porque él está a mi lado y va a cuidar a mi corazón.

DmQ
Capitulo 8
"Él tiene derecho..."

Anoche he tenido el mejor sueño de mi vida. Anoche no he tenido miedo de


soñar. Anoche no he tenido miedo de dormir. Porque anoche soñé con mi Ángel
Guardián.

Anoche tuve el mejor sueño de mi vida. Porque él dijo que me iba a cuidar.
Porque él dijo que me iba a proteger. Y me aseguró que todo iba a pasar. Y que
ya nadie me iba a lastimar.

"Yo cuido tus sueños y tú cuidas mi corazón", me dijo en mis sueños. Mi Ángel
Guardián. Junmyeon.

Lástima que fue solo un sueño.

Ya es hora de despertar. Porque siento el calor de un rayo de sol que me da en


el rostro.

Se siente perfecto desperezarme despreocupado en medio de las sábanas de


raso.

Sábanas. Sábanas de raso azul. Un edredón me cubre y siento mucho calor.


Estoy aturdido y respiro agitado.

Abro mis ojos ¿Dónde estoy? Quedo rígido en ese sitio, donde me sigo sintiendo
a gusto. Debo reconocerlo. Pero, no es mi cama. Hay sábanas de raso...

De repente me hundo en el aroma del ámbar, musgo de roble, cedro y almizcle


blanco. Adoro ese perfume. Lo reconozco bien.

Lo reconozco demasiado bien.


Junmyeon. Kim Junmyeon.

Sé bien dónde estoy. Voy recordando vagamente algunas cosas.

Junmyeon fue a buscarme al hospital. Su cuerpo pegado al mío, sosteniéndome.


Las cosas que me dijo. Lo recuerdo bien. Cómo me cargó entre sus brazos. Cómo
me cuidó para bajar la fiebre. Recuerdo todo, hasta pedirle que se quede
conmigo. Diosito... ¡Le pedí que no se vaya y no me deje soñar!

Tengo ganas de desaparecer. Nunca habría querido que me viera en este


estado. No habría querido depender de él jamás.

Trato de moverme pero no puedo. Es como si tuviera algo que me amarrara


desde atrás.

Me revuelvo y me agarra con más fuerza. Igual no se siente para nada mal.

Pero mi razón me dice que tengo que seguir luchando por zafarme de ese divino
amarre.

- Ya deja de luchar – me dice él con ese tono tan seguro que me mata.

Igual yo sigo intentando. Siento su respiración en mi nuca. Las mariposas en


mi estómago revolotean locas. Tengo que salir de aquí ya.

- No seas peleador. Es al vicio.

Mira que venir a decirme qué hacer. Ni que tuviera derecho.


- Ya no seas testarudo.

- Testarudo. Peleador ¿Algo más señor? - digo con tono sarcástico


quedándome quieto porque estoy cansado.

- Por ahora es suficiente.

- Junmyeon – digo en tono duro y exclamo – ¡Me quiero ir!

- No.

- ¡Tengo que ir a trabajar!

- No seas mentiroso. Es sábado. No vas.

- Ni que me fueras a secuestrar – es ridículo lo que me acaba de decir.

- Si no me dejas opción...

- ¡¿Estás loco?!

- Sólo desde que te conozco.

- Ya deja de comportarte así...

- ¿Así cómo?
- ¡Como si tuvieras derecho! - le reclamo molesto.

- Creí que ya había sido claro. Sí lo tengo.

- ¡No!

- Sí.

- ¡No!

- Sí.

- ¡No y córtala de una vez!

- De acuerdo. Tengo derecho y punto.

Hundo mi rostro en la almohada. Diosito. Esto se siente tan bien que me


asusto de mí.

Percibo algo duro en mi trasero. Se me está clavando y ya se me sube el calor.


Mis mejillas, yo sé que están hirviendo. Y yo... yo lejos de luchar contra eso...
largo un gemido.

- Yixing... – dice nervioso.

- Junmyeon... – balbuceo.

- Eso es porque te pones en luchador...


- No entiendo qué quieres decir – ni yo me la creo, pero tengo que
aparentar.

- Creo que mejor... Voy a preparar el desayuno.

Maldito. Me quiero matar.

Se levanta. Lo sé. No miro. Pero siento un vacío terrible en mi cuerpo que ya se


había acostumbrado a su calor.

- Quédate en la cama – me dice, o mejor dicho, me ordena.

- ¿Ahora me vas a decir también cuándo ir al baño?

- No hacen falta los sarcasmos. Pero está bien. Puedes ir.

Demonios. Siempre me gana jugando.

Yo sigo sin moverme. Es que honestamente creo que si lo veo, va a estar


precioso. Y no quiero extrañar esa visión después. Porque ya sé que esto es algo
que no puedo tener.

Pero él en cambio me larga su panorama terrible.

- Dios... Yixing. Aquí en mi cama. Se te ve perfecto – siento un suspiro


adorable y hasta melancólico cuando agrega – Tú haces que todo aquí sea
perfecto, porque eres precioso...
No sé qué decir. Estoy tan entregado, que no puedo hacer otra cosa más que
hacerme bolita, porque quiero desaparecer. Mi cara se hunde en la almohada.

- Demonios... - siento que se lamenta y se va.

Si antes no sabía qué decir, ahora no sé qué hacer.

Me aseguro que pase un rato, hasta que ya no está y me doy la vuelta. Me


siento lentamente y observo el lugar en el que pasé la noche.

Esta habitación debe ser del tamaño de mi apartamento completo. Es perfecta


con esos tonos jaspeados en gris oscuro en la pared de la cabecera de la cama.
Todo lo demás es blanco. Hasta los muebles, son impecables. Un ventanal
amplio da libre paso a la luz. Estoy en la altura de Seúl. No veo más que el
celeste del cielo y algún rascacielos. Es decir que estoy en un edificio único.

Quiero ir al baño. Si la habitación es así, no quiero imaginarme cómo será ese


baño. Piso el suelo y me encuentro con una alfombra gris oscura. Hay unas
pantuflas así que me las pongo.

Me levanto despacio, porque estoy aturdido. Me miro en un espejo inmenso en


la pared y recién me doy cuenta de un terrible detalle.

Tengo un pijama ¡Y yo no llevaba pijama! Tampoco en mi mochila llevaba


pijama. Menos uno de raso azul. Y me queda inmenso. No puede ser. No puede
ser ¡No puede ser!

Me siento furioso. Me siento realmente furioso. Lleno de rabia. Tomo el impulso


y con paso firme y rápido, me arrimo hasta lo que creo es el living de ese
inmenso lugar.
De lo único que soy conciente es que la música inunda todo el espacio.

- ¡Junmyeon! – grito, porque lo quiero trompear.

Mis puños están apretados. Mis brazos se mueven duros. Mi mandíbula está
tensa, y sudo de la ira que tengo.

- ¡JUNMYEON!

De pronto él se asoma desde una habitación. Y me dice despreocupado.

- No deberías...

Pero yo lo agarro de la solapa del pijama que lleva puesto y lo estampo contra
una pared. No sé dónde diablos estoy, pero ni me importa. Lo quiero matar. Ha
hecho algo que no debía.

Él no reacciona. Está impactado. Lo miro y lo odio por lo que ha hecho.

- ¡NO TENIAS DERECHO! – le grito iracundo – ¡QUIEN TE HAS CREIDO!


¡TÚ NO TIENES DERECHO!

Junmyeon entonces reacciona y me toma de las muñecas. Yo sé que es más


fuerte que yo. No sólo por el estado en que me encuentro, sino porque es más
alto y más fornido. Yo en cambio soy bien delgado. Igual él no hace nada por
aprovechar eso. Pero me grita enojado.

- ¡Yixing cálmate!
- ¡NO! – estoy ciego de la furia - ¡TÚ NO TIENES DERECHO! ¡TÚ NO
TIENES!

- ¡Cálmate Yixing! – dice sin soltar mis muñecas.

Yo lo quiero matar. Como puedo me zafo y le quiero largar una trompada en su


rostro. Pero él es ágil. No sé cómo me ha agarrado del puño y me da la vuelta
sobre sí mismo. He terminado de espaldas a él. En un segundo él me ha
rodeado con sus brazos y me ha amarrado con fuerza.

- ¡Tú no tenías...derecho! – mi grito ya es angustia.

No quería que me tocara. No quería que me viera. Porque nunca nadie me ha


visto. No desde antes de... aquello.

- ¡Eres un maldito Junmyeon! – digo peleando con todas mis fuerzas por
liberarme – ¡Tú no tenías... derecho!

Me escapo de sus brazos y me vuelvo hacia él. Levanto mi dedo acusador y le


grito.

- ¡Tú no tienes derecho a tocarme Kim Junmyeon! ¡Nadie lo tiene! ¡NADIE!

- ¡Tenía que hacerlo! - intenta explicarme - ¡Estabas empapado en fiebre!

Yo no tengo argumento ante eso. Igual no bajo las revoluciones.

- ¡No! ¡Nadie me toca! ¡Nadie!


- ¡Bajaste la fiebre! – exclama intentando acercarse pero yo retroceso - Pero
volviste a tener algo de fiebre – dice más tranquilo pero agitado – Entonces
tuve que bañarte... Yixing... Yo tenía que...

Transpiro de la rabia que tengo. Mis pulmones duelen porque ya no me entra el


aire. Mi tórax sube y baja lleno de bronca. Y yo lo estoy odiando con todas mis
fuerzas. Mi garganta está seca. Duele del enojo.

- ¡TÚ NO TIENES DERECHO KIM JUNMYEON!

Grito con todas mis fuerzas para terminar estampándole mi puño en su rostro.
El primer golpe le ha impactado, pero el segundo ya no. Me agarra de nuevo
con fuerza como antes y me amarra entre sus brazos.

- ¡SUELTAME! ¡DÉJAME!

- ¡No!

- ¡Déjame Junmyeon! ¡Te odio!

- No me odias y lo sabes – me dice respirándome en la nuca – Solo estás


enojado. Y lo entiendo.

Me enerva su seguridad y su tranquilidad. Me enfurece más todavía esa


actitud arrogante. Como si supiera. Por eso forcejeo con él para escaparme.
Pero ahora él si aprovecha su fuerza. Me aprisiona. Y yo ya me estoy agotando.

Entonces escucho que me dice al oído.


- Yixing...Ya pasó... Ya no te harán daño. Nadie te va a hacer daño. Yo te
cuido Yixing.

Me desarmo por completo. Mi sueño. No fue un sueño. Fue él. De verdad. Fue
él.

- No... - digo y sacudo mi cabeza.

- Shhhh... Yixing. Ya pasó. Ya pasó Mi Corazón. Yo te voy a cuidar.

Entonces no aguanto. Me desplomo de rodillas en el suelo y suelto todo mi


llanto contenido. Junmyeon me sostiene desde atrás y se arrodilla conmigo,
meciéndome como un niño.

- Yo cuido tus sueños y tú cuidas mi corazón – me dice tranquilo al oído.

Como un niño me largo todo ese dolor. Los recuerdos son vagos, pero el dolor
está clavado en mis sueños. Revivo noche tras noche esa pesadilla. Y desde que
lo conocí, él me ha sacado de allí. Y anoche, otra vez me sacó de allí, pero fue él
realmente.

- No deberías haberlo hecho – gimo sin control – No tenías derecho...

- Eres hermoso Yixing – me dice confirmándome la razón de mi furia – Eres


hermoso por donde te mire. Eres perfecto.

- No –le digo mientras sigo en mi dolor.

- Si.
- No me mientas...

- No te miento.

Se queda ahí, mientras yo sigo llorando sin parar. Entonces él me suelta y


dirige mi cabeza hacia su pecho. Es que yo ya no tengo ganas de pelear. Estoy
demasiado entregado a lo que él quiera hacer conmigo.

Allí me quedo gimiendo un rato. No sé cuánto tiempo ha pasado. Entonces


empiezo a calmarme.

Hay un sonido que me tranquiliza lentamente. Los latidos de su corazón. Y él


parece que ya lo sabe.

No fue un sueño. Fue real. Apoyo mi mano en su pecho. Y él me dice.

- Dijiste que ibas a cuidar a mi corazón.

Cierro mis ojos para sentir los latidos de su corazón. Es fuerte. Y late acelerado.

- Por qué habría dicho eso... - digo.

Mis lágrimas siguen cayendo por mi rostro. Y Junmyeon acaricia mi cabeza,


enterrando sus delgados dedos en mis cabellos.

- Porque mi corazón está demasiado enfermo Yixing. Enfermo de dolor. Y


sólo tú alejas el dolor.
Mis lágrimas van cesando. Estoy demasiado concentrado de repente,
escuchando los latidos del corazón de Junmyeon. Pero luego de un minuto se
mueve. Toma entre sus manos mi rostro. Clava sus ojos en los míos.

- Ahora te voy a levantar – me explica – Y te voy a sentar en una silla.


Vamos a desayunar. Estás muy débil Yixing. Tienes que comer bien.

Yo sé por qué me explica. Porque tiene temor de que me quiera escapar si hace
algún movimiento repentino. No quiere espantarme. Y yo me abandono a él.

Me eleva con tanta facilidad que me sorprendo. Lo miro. Él me mira y me


sonríe tranquilo. Yo no puedo hacer otra cosa más que impregnarme de esos
ojos profundos y entregarme. Es tan bello y yo me pierdo en su belleza. Es un
ángel.

Me saca del lugar y me dirige a otro espacio. Yo ni veo dónde estaba ni dónde
me lleva. Es que no puedo dejar de verlo. Las luces se reflejan de su sombra. Es
más de lo que yo pensé que podría existir.

Toco suavemente el lugar donde le deposité mi furia. Él sonríe de nuevo y como


si leyera mi mente me dice.

- Tranquilo Yixing. Aunque dolió, no fue fuerte. Se me va a pasar.

Me deja en una silla. Veo la mesa dispuesta para desayunar. Lo había


preparado todo a la perfección. Yo lo miro de nuevo. Él lleva sus manos a mis
mejillas y seca como si nada mis lágrimas. Después toma una servilleta y la
deja en mi regazo. Pone una taza en frente y se retira.

Ya lo extraño en un segundo. Pero no pasa nada de tiempo hasta que regresa


con una cafetera en sus manos. Había ido a la cocina. De nuevo me mira y de
nuevo me sonríe tranquilo.
Se mueve por la habitación, como si respirar fuera fácil. Si alguien lo viera
así... Si alguien me creyera... Estarían tan enamorados de él como lo estoy yo.
Porque ya no puedo negarlo.

Él está ahí, sirviéndome el café, como si todo esto fuera natural. Como si todo
esto fuera normal.

Se sienta a mi lado. Se acomoda la servilleta en su regazo. Toma una tostada


entre sus manos y le unta mermelada. Yo no le quito la mirada de encima. Él
cada vez que levanta la vista sólo me sonríe tranquilo. y yo me estoy
enamorando más de él con cada detalle de sus movimientos.

Pone la tostada en un pequeño plato. Y me dice.

- ¿Cuántos terrones de azúcar?

Yo miro a la mesa perplejo. Tomo dos terrones y los pongo en mi taza. Eso
puedo hacerlo solo. Lo miro.

- Sólo quería servirte – me dice divertido revolviendo mi café con una


cuchara – Sé bien que puedes solo. Toma.

Me coloca la tostada. Era para mí. No digo nada. Se me perdieron las palabras.
Es que... con palabras no habladas, esto es una devoción silenciosa. Yo lo estoy
venerando con mis ojos.

Dios... Recién me doy cuenta que pienso la letra de la maldita canción que me
hace sentir esas cosas que no debería estar sintiendo. Elevo mi cabeza. Atento a
la melodía. Entrecierro mis ojos. Trato de hacer memoria.

- "Angels" – me dice él que no sé cómo se dio cuenta – "The xx".


No digo nada. Tomo un sorbo de mi café. Muerdo la tostada que me ha servido.
La música sigue en el ambiente. Se repite de nuevo y yo me siento inquieto. Se
ve que le gusta esa canción.

"...Y cada día

Descubro cosas de tí

Las cosas que nadie más ve.

Y el final viene demasiado rápido

Como soñar con los ángeles,

Y salir sin ellos...

Y salir sin ellos...

Estando tan enamorado de tí como estoy.

Estando tan enamorado de tí como estoy..."

Él tenía razón. Esto es perfecto. Todo esto no es normal. Porque es perfecto. Y


yo sigo en silencio. Estoy inquieto. Sí. Pero no podría escaparme, porque todo
esto es perfecto. Él es perfecto. Él es un ángel.

Sigo mirándolo. Él parece tranquilo. Yo inquieto. Él en su seguridad, carga con


toda mi inseguridad a cuestas.
Desayunamos como si esta situación la hubiéramos hecho desde siempre. Él me
sirve y yo acepto cada cosa que él me da.

Pero algo me da vueltas por la cabeza en medio de esto y hablo.

- ¿No vas a preguntarme?

- Hay muchas cosas sobre las que quisiera preguntarte Yixing. Dime a cuál
te estás refiriendo.

Dudo. Pero al final le digo.

- Por las cicatrices en mi espalda.

- No – me dice sirviéndome jugo – Muero por saber. No te lo voy a negar.


Pero me lo contarás cuando tú quieras. Si algún día quieres... si confías algún
día en mí.

Confío. Y mucho. Pero no quiero que jamás lo sepa. Y me quedo tranquilo.


Porque sé que él jamás tocará el tema de nuevo. Pero me atrevo a decir.

- Debiste impresionarte. Son horribles.

Se queda pensativo unos segundos. Yo siento tanta sed que me tomo todo el
jugo. Dejo el vaso y él vuelve tranquilo a servirme más. Entonces me dice.

- Si quieres saber. Si. Me impresionó muchísimo ver las heridas de tu


pasado.
Lo sabía. Debió darle repulsión. Porque aunque es de hace muchísimo tiempo,
aún hoy, son gruesas y profundas. Nada las borrará.

- Quisiera matar a quien te las hizo – me confiesa y yo me tenso todo.

Ahora vuelvo a ver borroso. Es que mi maldita sensibilidad no me deja en paz.

Junmyeon se vuelve a mí. Yo estoy demasiado avergonzado como para mirarlo.


Toca mi mejilla con una de sus manos. Yo naturalmente me acomodo en ella. Y
me impacta con su revelación.

- Entiendo que te hayas enojado. Entiendo que jamás nadie las haya visto y
que no querías mostrarlas.

Mientras que con una mano sostiene mi mejilla, con la otra seca mis lágrimas.
Y yo cierro mis ojos. Él parece ser tan angelical en su tranquilidad. Y su mano
es tan cálida... por eso me entrego a cada palabra que se clava en mi corazón.

- Pero tengo que pedirte perdón por algo – dice preocupado y yo abro mis
ojos para ver qué fue lo que pasó.

- ¿Por qué?

Me ha impactado. Aparto sus manos de mi rostro. Y lo miro molesto sin saber


qué dirá.

- Perdóname, pero... no pude contenerme – me dice ahora incómodo – Yo no


pude contener el impulso de besar... de besar las cicatrices de tu espalda. Yo
no... no pude ¡Demonios Yixing! ¡Soy de lo peor! – exclama afligido peinándose
enojado con él los cabellos hacia atrás – Por favor, perdóname. Perdóname.
Pero ¡Mierda Yixing! ¡Eres tan hermoso! ¡Y yo no pude contenerme!
Ya está de tantos "perdóname". Al fin y al cabo ya tiene derecho. Así que le
cierro esa adorable boca de ángel que tiene de una vez y le pongo el sello de mis
labios.

Esos labios cálidos y carnosos me reciben. De nuevo ahí está él. Desenfrenado
queriendo tomar el ritmo. Y yo lo dejo. Estaba desesperado.

Cómo besa Junmyeon.

Junmyeon es la pura pasión y su lengua me lo dice cuando me reclama urgente


hundiéndose en mi ser y quitándome la respiración. Ya voy aprendiendo a
entregarme a su ritmo y a sus tiempos.

Siento que me agarra y me eleva hasta ponerme sobre sus piernas. Nunca
aparta sus labios de los míos.

Me exige abrir bien mi boca para seguir succionándome. Yo también necesito


de él, por eso me le aferré con fuerza. No sé cómo me atreví a morder su labio
inferior. Siento un gemido de su parte. Creo que le ha dolido. Abro asustado los
ojos. Me aparto y lo miro. Junmyeon sigue con los ojos cerrados. Está agitado.

- ¡¿Por qué te apartaste de mí?! – me reclama frunciendo el entrecejo.

- Creí... - balbuceo nervioso – Creí que no te gustó y...

No me deja terminar. Me besa suave en los labios y me dice molesto


mirándome.

- Me encantó Yixing. Eso que haces... lo haces perfecto.


- ¿Esto? – digo besándolo.

Meto mi lengua hasta el fondo, como si quisiera tomar todo el aire de sus
pulmones y muerdo su labio de nuevo. Suavemente muerdo ese labio que me
mata de placer besar.

- Si... - susurra mientras va abriendo esos ojos penetrantes – Eso... Me


gustan tus labios Yixing. Me gusta todo de ti.

Ya no hay más palabras. La música sigue sonando. Me gusta esa canción. Así
puedo venerarlo mejor. Haciendo lo que a él le gusta que le haga.

Hoy no le pediré que me haga lo que más me gusta. Hoy no será el día. Pero,
como ya lo ha hecho y tiene derecho, le pediré que haga lo que hizo cuando
estaba dormido. Porque él ya tiene derecho a hacer conmigo lo que quiera.
Como yo me siento con derecho a hacerle ahora lo que le hago perfecto.
Adueñarme de los labios de Junmyeon.
Capítulo 9
"Te Amo"

- Necesito darme un baño Junmyeon – me dice mi mejor sueño.

Mientras, yo con un suspiro tengo que aguantar que ya no me bese.

Me siento vacío apenas se pone de pie y se va de mi falda. Está nervioso, puedo


notarlo.

Dios. Adoro esos labios hinchados. Son la huella de mi paso por allí. No me
aguanto por eso. Me pongo de pie y vuelvo a besarlo. Lo amarro de la cintura y
lo pego a mí. Lo presiono contra mi cuerpo y él lanza un gemido de placer.

Pero igual salta de un respingo como asustado. Yo entiendo y debo respetar sus
tiempos. Con él debo ser delicado y mi brutalidad debe contenerse.

Lo aparto de mí y veo que no esperaba eso. Me sonrío porque se ha quedando


con el beso en el aire. Es bello de verdad.

- Disculpa... – le digo.

Abre lentamente sus ojos y me pregunta.

- ¿Por qué me pides disculpas?

- Porque sé que soy poco delicado – digo con un suspiro – Y lo peor es que es
sólo contigo. Tú me pones así...
- ¿Me pides disculpas y me hechas la culpa? – dice sonriendo y esos hoyuelos
que tanto he extrañado se hacen presentes.

No aguanto y le muerdo delicadamente la mejilla.

Él lanza una carcajada adorable y me grita.

- ¡Si que eres poco delicado!

- Disculpa – digo porque ni yo puedo creer lo que acabo de hacer – No pude


contenerme...

Vuelvo a su hoyuelo y esta vez le doy un beso delicado. Y otro. Y otro.

- Junmyeon... – me dice en un susurro.

- Yixing... – digo sin dejar de darle besos.

- De verdad quisiera bañarme...

- ¿Necesitas ayuda?

Lo miro. Se puso serio. Me lamento de haber rematado el tierno momento con


mi falta de delicadeza.

- Era broma –le digo para relajarlo – Usa lo que quieras. Saca lo que necesites
de mi armario. En el baño hay toallas disponibles.
- Gracias – me dice nervioso – Solo quiero saber dónde pusiste mi mochila.
Tengo ropa ahí.

Saco de un armario su bolso y se lo doy. Lo toma y se va.

Lo veo caminar. Mi pijama le anda grande pero le queda perfecto. Quisiera


agarrarlo y llevarlo de una vez a la cama. Pero él tiene sus tiempos. Debo ser
delicado. Él es delicado en todo. Se merece lo mejor.

Pasa un rato. Mientras, yo me he entretenido levantado las cosas de la mesa.


Cuando termino escucho el agua de la ducha.

Levanto mi cabeza. Me siento en una silla del living. Miro en dirección al baño
de mi dormitorio.

Estoy hecho un manojo de calentura contenida. Jamás me había pasado de


desear tanto a alguien. Estoy sudando. Hiervo por dentro. Y en lo que menos lo
imagino mi pene se ha puesto erecto. Me siento un pendejo. Me da vergüenza la
falta de autocontrol que tengo. Pero es que Yixing tiene ese poder sobre mí.

Cierro los ojos. Me doy unos golpecitos en la cabeza con mis dedos. Trato de
mandarme a mi cuerpo a volver a su estado, pero no hay forma. Lo tengo
parado y hasta me duele. Así que me dirijo al baño del dormitorio de huéspedes
y rápido abro la ducha, pero fría.

Me la tengo que aguantar. Abro la boca y tiemblo por el agua helada. Me ha


servido al menos para que se me baje.

Pero de pronto algo me viene a la cabeza. Yixing bañándose. El agua


recorriendo cada centímetro de su cuerpo. Yixing enjabonando su piel. La
espuma cayendo por él. Yixing tocándose. Demonios. Ya está firme en pie de
guerra de nuevo. Ni el agua fría lo detiene.
Ya ni recuerdo lo que era masturbarme. Y no miento. Siempre había alguien
disponible para mí. Pero ahora... Ni pensarlo. Yixing es único. Nadie podría
reemplazarlo. No tiene idea de lo que ha hecho en mí. Más en este momento en
que me encuentro ya haciendo de Buda meditabundo para ver si se me baja. No
quiero hacerme la paja. Pero joder ¡Cómo duele!

No puedo dejar de pensar en su cuerpo desnudo. Es que no me lo imagino. Si yo


terrible pervertido le he besado la espalda y ya no aguanto no besarlo por
completo. Mierda. No me aguanto.

Cierro el grifo de la ducha que no me ha servido más que para recordarme su


cuerpo desnudo y me miro mi miembro erecto ¡No aguanto más!

Me salgo. Me seco rápido. Y con la decisión tomada me dirijo hacia mi


habitación. Llego. Yixing sigue en la ducha. Mejor así. Espero que cuando lo
sorprenda no se asuste de mí. Yo sé que él me desea, tanto como yo a él.

Entonces lo escucho cantar. Canta una canción de esas que le debe cantar a sus
pequeños en el hospital. Esta feliz de nuevo. Me río.

Lejos de que se me baje, se me pone peor la cosa. Pero no puedo hacerlo. Él no


se merece ese comportamiento. Tengo la sensación de que es él quien debe
venir a mí dispuesto. No voy a ser un bruto. Así que agarro de mi armario mi
equipo de gimnasia y me voy al cuarto de ejercicios a descargar esa calentura
de pendejo que tengo en este momento.

La bolsa de arena basta. Me quedo en short negro y una musculosa blanca. Ni


siquiera me calzo. Preparo mis manos con vendas y guantes de boxeo e inicio la
lucha. Es mi deporte diario. Pero hoy lo hago no como deporte, sino como
descarga de tensión sexual. Así me ha puesto Yixing.

No sé cuánto tiempo pasa. Ya he entrado en calor. Es normal que esté una hora
en mis ejercicios.
Cuando siento que ya me he controlado lo suficiente, me detengo agitado. Miro
la hora en mi móvil. Lo he dejado en silencio. Tengo llamadas perdidas y
mensajes en whatsapp pero ni me importa. ya es la media mañana.

Me quito los guantes. Estoy chorreando sudor. Pienso en darme una ducha.
Pero primero veré si Yixing ya ha acabado. Ya no siento el ruido del agua.

- ¿Yixing? – lo llamo y nada.

No contesta. Me resulta extraño. Así que voy al dormitorio. De pronto tengo


temor de que se me haya desplomado. Camino tan rápido que en dos pasos ya
he llegado. Y sí. Se ha desplomado. Pero de sueño en mi cama.

Y yo me quedo allí. Adorando cada parte de su cuerpo. Se ha dormido con una


remara blanca y unos pantalones de gimnasia. Todo le queda perfecto. Es que
él encaja a la perfección aquí.

Me acerco y lo cubro con una manta para que no tenga frío. Debe estar agotado.
Me agacho y toco esos preciosos labios, sus mejillas adorables y sus cabellos
mojados.

- Mi Corazón – le susurro.

Si. Él es Mi Corazón.

Quisiera ya que fuera mío por completo. Pero no puedo hacer eso. Sólo le doy
un beso en la frente y ya me levanto para salir rápido de ahí.

Tengo que ir a descargar tensión Yixing de nuevo. Porque se me ha puesto


firme. Y si no lo hago, esto me va a ganar y no puedo ser así con él.
Esta vez no me he puesto los guantes. Porque ni bien llego agarro la bolsa de
arena como si no fuera más que muñeco de plástico y le doy con toda mi fuerza.
Además no siento ningún tipo de molestia, ni dolor. No sólo deposito mi puño,
sino también la fuerza de mis patadas.

De pronto me viene a la mente el cuerpo de Yixing. Las heridas de su espalda.


Las cicatrices de su espalda. Me duelen. Me duele pensar en aquello que no me
quiere contar.

¿Quién se las habrá hecho? ¡¿Quién fue el maldito que se las hizo?! ¡¿Quién
demonios se atrevió a hacerle daño?! ¡¿Quién está en sus pesadillas?! ¡¿Quién lo
arrastra cada noche a ese infierno?!

De pronto tengo la absurda idea de matar a quien se atrevió a hacerle eso a mi


Yixing. Por cada golpe furioso e iracundo que deposito en la bolsa, tengo
hambre de matar a quien se haya atrevido a hacerle daño a Mi Corazón.

De pronto veo la luz de mi celular que se enciende. Alcanzo a leer que se trata
de mi hermano. Entonces me freno. Y atiendo.

- ¿Pasó algo?

- Tengo miedo – me dice y me sorprende.

- ¡¿Miedo tú?!

- Si.
- Kim Jongdae tiene miedo – digo en tono sarcástico – Debe ser grave. Jamás
has tenido miedo a nada.

- Estás agitado.

- Estaba haciendo ejercicios.

- ¡¿Sigues en el ring?!

- No. Ya lo dejé.

- Mejor. Nunca me creí eso de que era hobby.

- Tú me metiste con esa gente. Ahora te haces el arrepentido.

- Yo no te metí. Me seguiste y te interesó. Te pasó por metido. Yo nunca quería


que hicieras esa mierda.

Y es verdad. Una de las tantas veces que papá me mandó a ver si "todo estaba
en orden" con Jongdae, descubrí que estaba metido en peleas clandestinas.

No era él quien peleaba. Era quien las organizaba. Me metí al ring. Me sentí
atraído por aquello. No por apostar, sino por pelear. Cuando se dio cuenta que
lo había seguido, el trato fue concreto: "Yo no le digo a papá si me metes
dentro". Éramos pendejos.

Él salió al tiempo de eso porque se aburrió. Yo seguí. Hasta hace poco. Jamás
dejó de perseguirme para que lo deje. Ese es el único secreto que mantengo con
mi hermano. Y el ambiente es reservado. Jamás nadie supo quién soy, ni mi
verdadero nombre. Sólo me conocen como Suho.
- No me jodas – le digo molesto – No me llamaste para esto.

- No te enojes – replica ahora él enojado – Solo quería descargarme con alguien.


Buscaba a mi hermano.

Eso sí que me sorprende. De pronto me siento una mierda de hermano. Así que
quiero saber.

- Jongdae ¿De qué tienes miedo? ¿Es por Minseok?

- Si.

- Dile la verdad de una vez. Habla con él.

- No quiero. No quiero que sepa quién soy.

- No esperes que esté de acuerdo contigo en lo que estás haciendo.

- Sé honesto y dime. Si no se tratara de mí, sino de ti. Si no se tratara de


Minseok, sino de Yixing ¿Qué harías?

- ¡¿De qué demonios hablas?!

- Vamos. No soy estúpido ¿Crees que no te vi husmeando para ver si lo veías en


toda la semana? Lo andas acosando a mi doc.

- ¡No es tu doc! – grito furioso.


De pronto me he sentido celoso. Pero es que ¡Yixing no es de nadie más que
mío!

- Eso es lo mismo que yo siento por Minseok.

- Mierda.

- Qué...

- No pensé que se notara tanto...

- Soy tu hermano Junmyeon. Te conozco.

- Jongdae – digo angustiado – No sé qué hacer.

- ¿Qué ocurre?

- Me voy a casar... me tengo que casar...

- Pero es fácil de solucionar. La mandas a la mierda y listo.

- ¡Jongdae! – exclamo suplicante.

- ¡Junmyeon! – me dice imitándome y yo sé que está siendo sarcástico.

- Las cosas no son así de fáciles...


- Claro que no. Quién dijo que serían fáciles. Pero lo vale. Yixing lo vale.

- ¡Cuida esos modos!

- A mí no me vengas con esos celos de mierda. Yo lo quiero como a un padre. Ha


sido de lo mejor conmigo.

- Ni que fuera viejo.

- Te lo digo en serio – me dice y en verdad es serio su tono – Yixing es una


buena persona. No supera a mi pequeño. Pero es un gran tipo. Te odiaría si le
hicieras algo malo.

- Oye – le reclamo – soy tu hermano...

- Ni me importa.

- Él podría hacerme daño a mí – le digo pero ni yo me la creo, pero que me dé


algo de crédito.

- Él es incapaz de hacer daño a alguien. Es como un ángel.

- ¡Vete a la mierda! – le digo de nuevo celoso, porque es "mi ángel" y nada más
que mío.

- ¡Vete a la mierda tú! Al final te llamé para pedir consejo y te terminas


largando todo conmigo.

- Para algo tenías que servir – digo y nos reímos, es que tiene razón. Al final, él
es mi paño de lágrimas.
- Solo dime la verdad ¿Lo amas?

- ¡¿Qué?!

- He sido claro. Es un sí o un no.

Mis sentimientos son seguros. Pero es que no quiero admitirlos abiertamente.


Igual tomo coraje. Es mi hermano. Él me entiendo. Tengo la sensación de que
me entiende.

- Si Jongdae. Lo amo. Con toda el alma. Ya no podría imaginarme sin él. Es mi


paz Jongdae. Él me saca de mis pesadillas ¿Entiendes?

- Junmyeon ¿Sigues con esa mierda?

Jamás le dije a mi hermano cuál es mi pesadilla. Solo sabe que las tengo, pero
ni loco se las cuento. No quiero que se convierta en su pesadilla también. A él lo
tenía que proteger de ese horror. Pero igual le confieso.

- Nunca se fueron Jongdae. Sólo hasta ahora – digo y sonrío – Él aleja todo lo
malo de mí. Es mi mejor sueño. Lo amo. Lo amo con todo mi corazón. Porque...
mi corazón, late por él. Desde la primera vez que lo vi, no dejo de pensar en él.
Lo amo Jongdae. Lo amo...

- Ya... te entiendo... - me dice – Y por eso te digo ¡Lucha por él!

- Jongdae...

- Dime...
- Él está aquí.

- ¿Quién?

- Yixing está aquí. En mi habitación. En mi cama. Durmiendo.

- ¡Pero qué mierda! ¡Ya concretaron! Oye... No le vayas a hacer mierda el


corazón ¡Termina de una vez con esa loca!

- ¡Basta Jongdae! ¡Jamás le haría daño!

- ¡Entonces qué mierda hace en tu cama!

- Primero ¡No me gusta una mierda ese sentimiento paternal que tienes con él!
¡Me está dando por las bolas de verdad! – y es en serio, si lo tuviera en frente lo
trompeo – Y segundo – le digo más tranquilo – Tuve que cuidarlo. Está
enfermo.

- ¡¿Cómo?!

- Es muy largo de explicarte. Pero tuve que sacarlo del hospital y traerlo aquí.
Volaba en fiebre. Así que lo cuidé. Lo estoy cuidando.

No escucho nada del otro lado. De pronto creo que se cortó la llamada.

- ¿Jongdae?
- Sigo aquí...

- Te quedaste mudo...

- Lo amas en serio ¿Verdad?

- Pensé que había sido claro.

- Las acciones dicen más que las palabras – dice y siento que se ha sonreído.

- Ahora andas de bohemio o qué...

- Minseok me hace sentir estas cosas.

- Vaya... al final tienes un terrible corazón.

- No seas maldito – me reclama.

- Jongdae...

- Dime...

- Creo que la mejor forma de proteger a Minseok, es diciéndole la verdad. Pero


te entiendo... Quizá, si yo estuviera en tu lugar... actuaría de la misma forma...
quién sabe...

- Junmyeon...
- Dime...

- Te extrañé mucho hermano...

- Yo también Jongdae...

- Ya tengo que irme. Me toca la guardia. Ven a visitarme. No te pierdas ¿De


acuerdo?

- De acuerdo – digo y sonrío.

Quiero volver a mis ejercicios, pero ya me salí de foco.

Salgo del gimnasio. Me dirijo a la habitación para buscar ropa. Yixing sigue
durmiendo. Mi Corazón sigue durmiendo tranquilo. Se mueve. Me acerco.
Tengo miedo de que esté por meterse en ese infierno.

Me agacho para asegurarme de que no sea así. Analizo meticulosamente cada


rasgo de su rostro.

- Mi Corazón – susurro en su oído – Descansa tranquilo...

Lo miro de nuevo y para mi felicidad él sonríe dormido. Por eso sonrío también.

Busco ropa y me meto a la ducha de la habitación de huéspedes. No quiero


hacer ruido.

Pasa un rato hasta que termino por relajarme. Recién me doy cuenta de lo
torpe que fui al no ponerme vendas en las manos. Se me han inflamado un poco
y tengo los puños rojos.
Salgo y me visto. Un jean y una remera blanca bastan para verme bien. Soy
conciente de mi atractivo. No me avergüenzo de ello. Y ahora menos. Sé que
Yixing está loco por mí. Aunque no creo que tanto como yo lo estoy por él. Me
miro en el espejo. Me acomodo el cabello, me pongo colonia y salgo.

Sigue el silencio. Supongo que Yixing no se ha despertado. Pero igual muero


por verlo. Así que voy de nuevo a mi habitación.

La cama está vacía. Entonces se me ocurre que puede estar en el baño. Pero la
puerta está abierta.

- Yixing...

Lo llamo. Pero nada. Mi corazón comienza a palpitar de repente desenfrenado.


Me toco el pecho. Me duele del miedo que siento de que se haya ido.

Voy al living. Vuelvo a decir su nombre.

- Yixing...

Estoy agitado sin quitar mi mano del pecho que se me desgarra porque no me
cabe el aire.

- Yixing...

Voy a la cocina. No está. No lo veo. No lo encuentro. Hay varias habitaciones.


Maldita la hora en que decidí comprar un apartamento con tantas
habitaciones.
- Yixing...

Digo en tono duro por cada puerta que abro y veo que no está.

- Yixing... Yixing... ¡Yixing!

Me freno en medio del living y grito desesperado.

- ¡YIXING!

- Qué...

Me doy la vuelta. Está parado tranquilo en el ventanal de la terraza. Estaba


fuera. En la terraza. No se ha ido. No me ha dejado. No me ha abandonado.
Esta aquí. Conmigo.

- Es hermoso Junmyeon – me dice entusiasmado – La vista es...

No sé qué más quiso decir pero no pudo. Su rostro tiene esa expresión de
preocupación que me asusta. Yo lo preocupo. Lo sé. No puedo controlar esta
maldita respiración. Mi mano sigue en mi pecho. Duele mi corazón. Creí que se
había ido. Creí que me había dejado. Creí que me había abandonado. Creí que
se había marchado y yo no le había importado.

No sé en qué momento se ha parado frente a mí. Me toma el rostro con sus


manos. Entiende que algo me ocurre.

- Yixing...

- Junmyeon ¿Qué pasa?


- Mi Corazón, no te fuiste – digo asustado ya bajando las revoluciones por
sentirlo en mi piel – No te marchaste...

- Junmyeon...

- No me abandonaste... No me dejaste...

Mi pecho duele menos que antes.

- Junmyeon - dice sonriendo nervioso – Tranquilo... No me fui. Estoy aquí ¿ves?

Me toma las manos y las lleva a su rostro. Se ha dado cuenta de mi pánico.


Tengo miedo. Tengo terror a que me dejen.

- Junmyeon. Solo estaba en la terraza. No me he ido.

- Mi Corazón no se ha ido...

- ¿Tu corazón? – me pregunta confundido.

Yo lo amarro con fuerza entre mis brazos. Lo quisiera encerrar aquí conmigo
para siempre. No quisiera dejar de verlo nunca. Amo el olor de sus cabellos y
me entierro allí bebiéndolo. Soy feliz sintiendo su cálido abrazo. Estoy
enamorado de su sonrisa y sus hoyuelos. Lo necesito demasiado...

- Mi Corazón – le digo – Tú eres Mi Corazón.

- Junmyeon... – me dice con ternura y emocionado por cómo lo he llamado.


Me aprieta fuerte también. Es tan pequeño que puedo rodearlo por completo.
Pero me recuerdo que aún está débil. Debo ser delicado con él. Lo suelto un
poco. Él me mira de arriba abajo. Y nota algo.

- Estás sudando – dice y me toca la frente.

- Me asusté. Eso es todo.

- ¿Porque pensaste que me había ido sin despedirme? No soy mal educado.
Cuando me vaya te aviso – dice sonriendo tranquilo y yo ya me he vuelto loco
de nuevo.

- ¿Tienes que irte?

- Claro Junmyeon. Tengo que irme. No voy a abusar de tu hospitalidad. Por


una noche estuvo bien. Estoy más que agradecido.

Y me da un abrazo terrible que me derrite. Pero yo no puedo con mi miedo.

- No te vas – afirmo serio.

- Ya deja de bromear – dice en mi cara sonriendo. Pero a mí no me ha causado


gracia.

- No te vas.

- Si me voy - Me está peleando y no lo dejaré ganar.

- He dicho que te quedas.


- Tú no me ordenas.

La diplomacia de la que me he hecho fama de tener, con él se me va a la


mierda.

- No te estoy ordenando. Te tengo que cuidar. Contigo lejos, no hay forma.

- Junmyeon, no me vas a convencer. Además ya estoy bien.

- No te voy a dejar ir.

- Me voy a enojar en serio – me advierte.

Ya no quiero verlo enojado. Está poniendo cara de espanto. Y me da miedo que


me mire así, porque es cuando se escapa de mí.

- Lo siento – le miento – Disculpa...

De repente mira mis manos detenidamente. Demonios. Mis manos están


inflamadas.

- ¡¿A qué le diste con todo?!

- Deporte. Estaba haciendo ejercicio. Le doy a la bolsa de arena y olvidé


ponerme guantes.

Me mira preocupado.
- ¿Lo olvidaste? ¡¿Estás loco?! – exclama molesto.

- Solo desde que te conozco – bromeo pero a él no le ha gustado nada.

- Hay que ponerte hielo. Debe dolerte mucho.

- No me duele. Es costumbre...

- No es normal – me asegura inquieto.

Me lleva a la cocina. Prepara hielo encima de una toalla y me lo pone en uno de


los puños. Yo lo miro y adoro cómo se preocupa por mí.

- Mi Corazón... – lo llamo.

Está concentrado rozando un aerosol sobre mis manos.

- ¿Mmmh? – murmura.

Yo estoy más feliz que antes porque ya sabe que él es Mi Corazón. Así que sin
pensarlo le confieso.

- Te amo.

Se ha quedado duro. No se mueve. Yo y mi brutez no tienen límites. Hablar con


mi hermano y decirle lo que siento, me ha hecho perder la cordura.

Me arrepiento. No debería haberlo dicho. Hace poco que lo conozco pero es como
si lo conociera de toda la vida.
- Lo siento – digo – Pero quería que lo sepas. Te amo.

Él no dice nada. Sigue congelado. Entonces le quiero aclarar.

- No tienes que decir nada - bueno, no está diciendo nada - No tienes que decir
lo mismo porque yo lo diga...

Se me abalanza. Yixing se me trepa a la falda y me asfixia con su hermoso


abrazo. Me da besos por toda la cara. Mis labios también tienen la suerte de
sentir sus labios. Y me dice mientras, emocionado.

- Te amo. Te amo. Gracias. Yo también te amo – dice y veo que ha soltado


lágrimas sin dejar de sonreír.

Ya me vuelve a latir el corazón a mil por hora de la felicidad que siento. Lo


amarro con fuerza. Ni aunque hubiera perdido la cordura lo dejaré irse. Pero no
se lo diré.

Se queda quieto y me mira sosteniendo mi rostro con sus manos. Yo entonces le


confirmo.

- Te amo Yixing.

- Yo también te amo Junmyeon – me dice a los ojos y yo me entierro en ellos de


felicidad.

- Te amo muchísimo.

- Yo te amo más que muchísimo.


- Oye... Yo te amo más...

Y ahí está mi luchador de nuevo. No sé si lo voy a dejar ganar. Pero es que a


veces pienso que se deja ganar, porque sabe que en realidad en este juego no
hay dos que pierdan. En el amor ganamos los dos. Y yo tengo el privilegio de
haber ganado su amor.
Capitulo 10
"Ya eres mío por completo"
- Me siento molido... – digo a Zhoumi mientras nos quitamos la montaña
terrible de ropa blanca que siempre usamos para el laboratorio.

- Avanzamos muchísimo – asegura – ¿Crees que nos den el presupuesto que


pedimos?

- Ya lo creo.

- Vaya... qué seguridad... - se me burla.

Es que en verdad estoy seguro. Pero jamás diré el por qué de mi seguridad.
Creo que tener al hijo del Primer Ministro de voluntario tienes todas estas
ventajas. Más cuando solo yo y mis muchachos sabemos el real motivo del por
qué se encuentra aquí.

Caminamos hasta la recepción. Es la hora del almuerzo. Me iré a comer fuera.


Después de tanto tiempo, tengo dinero.

Me han dicho que surgió una Fundación que paga los hoteles y albergues de los
familiares de mis pequeños. Ahora tengo para derrochar.

- Buenas mi querida dama – le digo a nuestra amable recepcionista mientras


marco mi tarjeta.

- Buenas doctor Zhang – dice ella y me guiña el ojo – Se encuentra radiante hoy
¿Verdad Doctor? – le dice a mi compañero.

- Él siempre está radiante Sun Hee – responde él tranquilo y sonriéndole.


Yo me he puedo rojo seguramente, porque siento mis mejillas acaloradas.
Pienso que Zhoumi y la mujer se me están burlando.

- Me alegro verlo tan bien – me dice Sun Hee – Recuerdo todavía hace como dos
semanas, cuando el joven Kim vino tan preocupado buscándolo...

La dama me guiña de nuevo el ojo y yo no sé dónde perderme.

- ¿El joven Kim? ¿Jongdae? – pregunta Zhoumi.

- No – aclara ella – Junmyeon. Vino a buscarlo aquel día. Así que me tomé el
atrevimiento de decirle dónde estaba – dice y vuelve a guiñarme el ojo.

- ¡¿O sea que no lo esperabas?! – la interrumpe mi compañero pero ahora


mirándome a mí.

- Bueno... - balbuceo - No en realidad...

- ¡¿Y usted le dijo dónde estaba él?! – exclama ahora a Sun Hee molesto.

- Oye Zhoumi... - trato de hablar pero él no me quiere escuchar.

- Sun Hee – dice en tono duro - ¡Es usted una imprudente! ¡Usted sabe que las
reglas del hospital, prohíben dar información del personal o pacientes a un
desconocido!

- Bueno – dice ella asustada – es que supuse que...

- ¡Usted no debía suponer!


- Zhoumi... ya no exageres...

- ¡No Yixing! – exclama y la mujer pega in respingo – Las autoridades sabrán


de esto...

- Zhoumi... Yo creo que...

- Lo siento doctor Zhang – se quiere disculpar ella y yo ya la veo moqueando –


Por favor no pensé que...

- Sun Hee – replica él de nuevo yendo al ataque – Usted ha actuado fuera de las
normas. Y las autoridades deben...

- ¡Zhoumi! – exclamo molesto y se hace el silencio – La dama sabía que yo


conozco al hermano de Jongdae, porque nos ha visto juntos – y volviéndome a
ella le digo afligido – Lo siento Sun Hee. Mi compañero ha exagerado un poco.
Es que es muy bueno y muy cuidador.

- Lo siento doctor. Lo lamento. No volverá a ocurrir – sigue ella insistiendo


asustada.

Me voy de ahí. No quiero sumarle más cosas a la cuestión que haga que Zhoumi
se vuelva desquiciado. Lo he desautorizado aún sabiendo que tenía razón en lo
que decía.

Pero es que... yo le estoy agradecido a Sun Hee. Si no le hubiera dicho a


Junmyeon dónde estaba, jamás habría terminado en su apartamento esa noche
que me cuidó.

Camino rápido a la salida. Escucho los pasos de mi compañero que viene


detrás. Pero estoy demasiado molesto como para querer estar con él.
- Yixing... espera...

Yo ni pienso darme la vuelta.

- ¡Yixing! – exclama ahora.

Me toma del brazo y me da la vuelta. Yo lo miro desganado. Él ha visto mi cara


de desaprobación y me dice.

- ¡¿Por qué te enojas?!

- Fuiste un exagerado y grosero con la pobre mujer. La amenazaste ¡¿Y me


preguntas por qué me enojo?!

- ¡Sabes que tengo razón!

- ¡No la tienes! – le digo convencido – Y no quiero hablar del tema.

Me doy la vuelta y sigo mi camino. Entonces escucho que me pregunta.

- ¿Pasa algo con él? ¿Estás con él?

Me freno. No sé si decirle. Porque nadie lo sabe.

- Dime la verdad Yixing – dice y se me para rápido en frente – He visto cómo te


miraba esa noche de la fiesta. También lo he visto aquí.
Sigo mudo. Zhoumi analiza mi rostro. Yo estoy demasiado avergonzado como
para mirarlo a la cara.

- Yixing – me habla desconcertado – Es un Kim... ¿Sabes lo que es eso significa?

Sigo mudo. Sé bien a las cosas a las que se refiere cuando lo remarca. Lo pienso
día tras días cuando estoy con él. Y es un golpe bajo.

- Yixing... ¿Sabes que esa chica es su novia cierto? ¿Qué está comprometido?

- Han terminado.

- ¿Cómo sabes?

- Él me lo dijo.

- ¡¿Y le creíste?! ¡Todo el mundo sabe que se van a casar!

Levanto mis ojos y lo miro. Zhoumi gira sobre sí mismo y larga unos insultos al
cielo. Me sorprende que se preocupe tanto por mí. Es un buen amigo. Siempre
me ha cuidado. Pero esta vez me siento incómodo por sus atenciones.

- Zhoumi... yo...

- ¡Él no te merece Yixing! – exclama.

Yo miro a todos lados. Me alivia que no haya nadie alrededor, porque me


habría hecho pasar mucha vergüenza esto.
- Por favor Zhoumi. No hables así... No lo conoces...

Las palabras salen apenas de mis labios. No sé qué decir en verdad.

- ¡Es malo Yixing! – me dice entre dientes - ¡Él no es un hombre para ti! ¡Está
jugando contigo!

- ¡No es así! – exclamo molesto – ¡No sabes cómo es él!

No podría contarlo en palabras. Tendrían que verlo para creerlo. Junmyeon es


un caballero conmigo. Es atento y adorable. Tiene esos gestos que gritan"te
amo" a cada segundo que estamos juntos. Es un secreto entre los dos.

- Yixing... – me suplica mi compañero – Aterriza de esa nube en la que te has


subido ¡Tiene novia!

- Zhoumi – le digo tratando de hacerme el convencido –No es así...

- Eso no va a durar Yixing ¡Te va a hacer sufrir!

- Zhoumi, él no es lo que tú dices... él es bueno...

- ¡No! – grita él molesto - ¡Tú no mereces una cosa así Yixing! ¡Él no te merece!
¡Tú mereces lo mejor!

- ¡¿Y qué según tú sería lo mejor para Yixing?! – dice una voz detrás.

Sólo escucho el sonido del viento. Y un terrible escalofrío me recorre por el


cuerpo.
Junmyeon.

No puede haber peor maldita casualidad que esta. Me pregunto si es


casualidad.

Me doy la vuelta. Junmyeon está furioso. Aunque lleva su traje impecable, con
ese porte de caballero, lo que menos tiene, es cara de caballero. Tengo de pronto
temor, por el impulso de sus pasos, que se le vaya encima a Zhoumi.

- ¡Dime! – grita y tiembla iracundo – ¡Según tú, qué es lo mejor para él!

- ¡Alguien que no seas tú! – exclama mi compañero.

Yo trato de frenar los pasos de Junmyeon. Pero él es más fuerte. Encima sé que
Zhoumi no se quedará atrás. También es fuerte.

- Junmyeon... – digo desesperado – Junmyeon por favor...

- ¡No tienes derecho a meterte en su vida! – grita sin llevarme el apunte,


levantando su índice.

- ¡Y tú no tienes derecho a arruinársela!

- ¡Yo jamás haría eso!

- ¡Entonces demuéstralo!

- ¡Yo a ti no tengo que demostrarte nada!


Están discutiendo sobre mí y mi vida, sin percatarse de que yo estoy hecho un
manojo de nervios con los brazos estirados entre los dos. Siento la presión de
los empujones de sus cuerpos. Yo trato de evitar que se vayan a las manos. De
pronto quisiera que hubiera alguien allí.

Me sorprende ver a los dos en ese estado. Más de Junmyeon que siempre se ha
mostrado tan tranquilo. Hasta tiene fama de ser diplomático y reservado en su
conducta. Este lado de él no me gusta para nada. Porque lejos de mostrarse con
ánimo de dialogar, parece más dispuesto a pelear. Y Zhoumi no se queda atrás.

- ¡No hablaba de mí! – sigue a los gritos mi amigo - ¡Es a él! ¡No lo mereces!

- ¡TÚ NO SABES NADA! ¡Y NO TE METAS ENTRE NOSOTROS!

- ¡ME METO LO QUE QUIERO!

- ¡VOY A MATARTE!

Grita con todo y se me zafa del agarre. No pude controlarlo y se le va encima a


Zhoumi. Sin tiempo a reaccionar, solo puedo ver el rojo de la sangre en el rostro
de mi amigo.

- ¡JUNMYEON NO! – grito desesperado.

Lo agarro desde atrás pero hace fuerza por liberarse.

- ¡Hijo de puta! ¡Crees que no me doy cuenta! – alcanza a gritar Junmyeon a mi


compañero – ¡Tú nos quieres separar!

- ¡El hijo de puta eres tú! ¡Eres una mierda! ¡Ni siquiera blanqueas la relación!
Zhoumi lejos de amedrentarse, le tira una trompada, sin percatarse de que yo
estoy detrás de Junmyeon agarrándolo. Por la fuerza del golpe, los dos caemos
al suelo.

Junmyeon sangra también. Pero me mira a mí, que me incorporo de la caída.


Se me ha raspado el brazo por el asfalto y me quejo. Entonces él enfurecido más
todavía y con la cara transfigurada en una fiera, se le tira con todo encima a
Zhoumi dándole con su puño terrible.

Me recuerdo que se ejercita en la bolsa de arena. Me asusta ese lado violento y


descontrolado que sale a la luz en sus ojos llenos de odio. Ha dejado tirado a
Zhoumi en el piso. Se le ha sentado encima y le da con todo a su cara.

- ¡Tú no lo vas a apartar de mí! ¡TE VOY A MATAR! – grita Junmyeon


enfurecido.

Yo me le tiro encima, porque no veo más que sangre que sale a borbotones de la
nariz de Zhoumi. Estoy más que asustado, horrorizado.

- ¡BASTA JUNMYEON! ¡BASTA TE HE DICHO! – digo agarrándolo desde


atrás con fuerza, para apartarlo.

- ¡TE VOY A MATAR! ¡TÚ NO ME LO VAS A QUITAR!

Y en eso escucho un grito a lo lejos que me da esperanza. Jongdae viene


corriendo.

- ¡JUNMYEON! ¡QUE MIERDA HACES! ¡DETENTE!


Tira del cuello a Junmyeon que se le resiste. Igual Jongdae puede arrastrarlo y
quitarlo de encima de Zhoumi.

- ¡BASTA MIERDA! – grita Jongdae furioso sin soltar a su hermano que patea
a todos lados – ¡NO ESTÁS EN EL RING JUNMYEON!

Yo podría correr a ver el rostro de Junmyeon lastimado. Pero ver a Zhoumi en


ese estado me aterra. Escupe sangre de la cara que tiene hinchada. Trata de
incorporarse pero no puede. Así que ni pensarlo.

- ¡Maldito! ¡Lo voy a matar! – sigue gritando Junmyeon fuera de sí.

- Zhoumi – digo desesperado tomando de los hombros a mi amigo – Dime algo


Zhoumi por favor...

- Yixing ¿Estás bien? Perdona... – es todo lo que alcanzo a escuchar de él.

Me angustia la situación. Zhoumi debería estar aterrado de estar a mi lado. Y


así y todo me pregunta si estoy bien porque me ha hecho caer, por golpear a
Junmyeon. Tengo ganas de llorar de la bronca.

- Ven – le digo – Tengo que llevarte a enfermería para curarte.

Lo incorporo como puedo y lo sostengo a la rastra, sacándolo de allí. No quiero


ver a Junmyeon. Sólo sé que no está en las mismas condiciones que ha dejado a
Zhoumi. Me enfurece lo que ha hecho. Más allá de sus posibles motivos no hay
justificación para la bestialidad que ha desatado.

- Yixing... - escucho que me llama Junmyeon, pero ni pienso mirarlo.


Además estoy furioso pensando en que Zhoumi quizá haya dicho verdades.
Respiro y me duele todo, mientras trato de contener las lágrimas. Dejo a
Junmyeon que supongo sigue siendo amarrado por Jongdae.

- ¡Yixing! – grita de nuevo.

Llegamos al hospital. Me avergüenza que los demás, al ver horrorizados a


Zhoumi, se enteren de lo que pasó. Y mi compañero me sorprende cuando
miente diciendo que le han querido robar y que no es para tanto como para
denunciar, porque no lograron sacarle nada.

Yo mismo lo atiendo y le doy tres días libres por prescripción médica. Le hago
estudios para asegurarme que no tenga nada grave y lo cuido el resto de la
tarde. Zhoumi no ha dicho una palabra más del asunto. Pero no porque no
quiera, sino porque ve mi cara de angustia. Lo último que alcanzo a decirle
antes de irme, y dejarlo en observación es "gracias". Él solo sonríe.

Ya está oscureciendo cuando me dirijo a mi bicicleta para irme a casa.

- Yixing – escucho la voz de Jongdae que como yo se está yendo – Lo siento.

- Gracias Jongdae – digo agotado – no sé qué habría pasado si no llegabas mi


muchacho.

- Yixing. Perdónalo – me dice de pronto angustiado – Por favor. Perdona a


Junmyeon.

- No me gusta esto Jongdae. No me gusta lo que hizo...

- Él no sabe cómo querer – me confiesa – Verás... ninguno de los dos sabemos


mucho de lo que es saber amar de verdad. Y él te ama Yixing. Me lo ha dicho.
Yo abro bien mis ojos. Me ha impactado eso. Pero igual sigo molesto.

- Jongdae. Yo no puedo justificar lo que él ha hecho.

- Yixing. Él tiene miedo a que lo abandones. Él tiene terror a que lo dejes.


Quizá lo que te diga no cambie las cosas, pero... Desde que te conoció, él me dice
que no tiene pesadillas.

- No entiendo... - digo perplejo por eso que me dice.

- Él ha pasado por todos los psicólogos y psiquiatras. Nunca ninguno ha logrado


detener eso. Y aunque no me lo diga, yo creo que tiene que ver con mamá. Él
fue quien la encontró muerta – me dice afligido y hasta conteniendo lágrimas –
Mierda Yixing... solo tenía 7 años... Y él la amaba de verdad... Yo... yo creo que
tú le recuerdas...

Apenas entiendo lo que quiere decirme. Pero el dolor de mi corazón se hace


agudo. Es como si sintiera aquí en mi pecho el grito ahogado de un niño. Duele.
Duele mucho.

Me encuentro en la puerta del edificio de Junmyeon. Dudo en entrar. Miro en


mi mano las llaves del lugar que me obligó a quedarme un día. Alguien abre la
puerta. Es el conserje. Me mira de arriba abajo.

- ¿Se le ofrece algo?

Sonrío y él me devuelve el gesto solo cuando le muestro las llaves de edificio.

- Tengo el código del apartamento. Gracias – y sin más entro.


Ingreso el código de seguridad. Con solo una vez que me lo dijo, sabía que me lo
iba a memorizar.

Todo está oscuro. Sólo hay música a todo volumen. El lugar no solo es un
apartamento, sino un piso completo. Recién recuerdo la inmensidad de este
lugar. Veo un destello de luz que viene de alguna habitación. Escucho golpes y
estampidas.

Camino hacia allí, pero tropiezo con algo y casi me caigo. Miro. En medio de la
oscuridad veo cosas tiradas en el piso. La luz es automática y justo se enciende
cuando traspaso el umbral. Todo es un desastre. Ni que hubiera pasado un
tornado. Junmyeon desató su furia rompiendo todo a su paso. Trago saliva y
me impongo seguir adelante.

Me acerco a la habitación y observo desde la puerta. Es un lugar donde hay


algunos aparatos para hacer ejercicios. Pero en el centro, hay una bolsa de
arena.

Junmyeon descarga toda su furia en ella. Nunca lo había visto haciendo


ejercicios. Está concentrado en ello. No me ha escuchado entrar, ni se ha
percatado que estoy ahí parado.

Dios. Allí, en ese estado, es bello y yo de nuevo, no puedo evitar perderme en su


belleza. Olvido con el panorama con el que me acabo de encontrar al entrar.

Recorro con mis ojos cada centímetro de su cuerpo robusto y fibroso. Solo unos
shorts negros ceñidos adornan su figura. No lleva nada arriba y sus
abdominales hacen que cierre los ojos ante el deseo de tocarlo.

No lleva guantes, sino vendas. Está descalzo. Brilla por el sudor. Está
despeinado y agitado, pero no agotado. La energía lo hace resplandecer en eso
que hace. Yo solo puedo adorar esa imagen.
Chorrea virilidad. Es tan hombre, que me recuerdo por qué lo amo. Pero no
puedo dejar pasar por alto esa mirada y ese rostro lastimado que no se ha
curado siquiera. Tiene el labio cortado y con sangre seca, además de
amoratado. También su ceja tiene un corte. Así y todo, sigue siendo lo más bello
de observar.

Se frena. Ha perdido la concentración por algo. Agitado suspira mirando al


techo, como queriendo volver a enfocarse. Entonces hablo.

- ¿Contra quién luchas Kim Junmyeon? ¿Cuáles son esos demonios?

Se tensa ante mi voz. Puedo notarlo en sus músculos que se remarcan. Brilla
aún más en medio de esa oscuridad en la que está metido. Su cuerpo es
perfecto.

Entonces me mira. En esos ojos negros penetrantes me entierro. Pero


rápidamente golpea con fuerza la bolsa y me dice entre jadeos furiosos y
descontrolados.

- ¡Este es mi PADRE! – grita y golpea – ¡"Tú me heredarás Junmyeon"! – y


sigue pegándole iracundo – ¡"Aprende a comportarte Junmyeon"! ¡"Tú serás
quien siga mis pasos Junmyeon"! ¡"Tú debes hacer lo que sea por la familia
Junmyeon"! ¡"Confío en ti Junmyeon"! ¡"No me defraudes Junmyeon"! ¡"Eres el
mejor Junmyeon"!

Para cuando ha terminado con su primera ronda furiosa, veo que sus ojos
brillan demasiado. Son lágrimas, en medio del odio que descarga. Y sigue.

- Y este... – me dice deteniéndose un segundo y mirándome – Este ¡Soy YO!


¡MALDITO! ¡COBARDE! ¡BUEN HIJO! ¡AL QUE TODOS AMAN! ¡PERO QUE
NO PUEDE-VIVIR-LA VIDA-QUE QUIERE! ¡PORQUE SOY UN KIM!
¡PORQUE SOY YO! ¡PORQUE SOY JUNMYEON! ¡ME ODIO! ¡ME ODIO! ¡ME
ODIO!
Ese odio me hace sufrir. Él se está consumiendo en ese infierno. Mi Ángel se
está odiando.

Frena y vuelve a mirarme, antes de continuar con su tercera ronda. Y me dice.

- Y esta... ¡Esta es mi MADRE! ¡"Te amo Junmyeon"! ¡PERO ME DEJASTE


MAMÁ! ¡"Te adoro Junmyeon"! ¡PERO ME ABANDONASTE MAMÁ! ¡"Eres mi
sol Junmyeon"! ¡¡PERO NO-PENSASTE-EN MÍ- NI EN JONGDAE-CUANDO
TE-CORTASTE-LAS PUTAS-VENAS-MAMÁ!!

Me duele a morir el corazón esa revelación. Más cuando recuerdo que Jongdae
me ha dicho que fue él quien la encontró muerta. Mis ojos se empañan. Lloro.
Lloro porque Junmyeon me duele. Mi Ángel me duele.

Se abraza a la bolsa. Ha llegado al límite de su energía. Casi no respira.


Apenas puede aspirar algo del aire. Me mira lleno de angustia y me dice
entonces.

- Me vas a dejar ¿Verdad? – sonríe mientras llora, refregando su frente en la


lona – Me vas a dejar... Y por eso no quería amar a nadie. No quería dar a
nadie mi corazón. Porque ya duele... duele... ¡¿Por qué tenias que aparecer en
mi vida?! – me reclama agitado y angustiado – Me rescatas y después me
hundo... Yixing... Mi Corazón... Mi mejor sueño... Mi descanso... Te amo... Te
amo tanto, tanto... Que me estoy muriendo pensando que me vas a dejar...Y
ahora, ese es mi infierno... Pero no sé si contra eso ya pueda luchar...

Me acerco. Jamás he estado tan seguro de algo en mi vida. Me acerco y sé que


ya no hay vuelta atrás. Me acerco y con cada paso que hago, sé bien a lo que me
arriesgo. Pero él lo vale. Por eso le digo.

- Junmyeon. Kim Junmyeon. Estás desapareciendo poco a poco, perdido y tan


asustado...
- Ven y sálvame ahora...– me suplica – Por favor... Yixing... Mi Corazón... Sana
mi corazón...

¿Me arriesgo? ¿Estoy dispuesto? Por cada paso que doy me entierro más en esos
bellos ojos que adoré desde la primera vez que lo vi. Por cada paso que doy me
doy cuenta del riesgo que estoy corriendo, pero no me importa.

Mi Ángel, aún en la oscuridad, sigue siendo mi Ángel. Y yo estoy dispuesto a


sacarlo de ese infierno, porque yo sé bien lo que es estar en uno. Por eso, con
todo mi amor, le digo.

- Estoy contigo. Te llevaré a través de todo. Yo no te dejaré. Yo te atraparé,


cuando sientas ganas de irte. Porque ...tú no estás sólo... Yo cuidaré tu corazón.

Estoy en frente de él. Tomo una de sus manos. Lentamente, voy desenroscando
de su mano derecha primero la venda. Luego tranquilo, le quito la de la
izquierda. Él me observa. Su rostro está lleno de preguntas. Porque sé que no
puede creer lo que estoy haciendo.

Cuando he acabado con despojarlo de ellas, observo la palma de sus manos y


las coloco en mis mejillas. Lo miro y le digo.

- Te amo Kim Junmyeon. Yo seré tu esperanza, cuando sientas que no das más.
Y yo te levantaré. Cuándo todo tu mundo se rompa. Cuando estés por fin en
mis brazos... yo te voy a curar las heridas del corazón...

Porque ya lo he decidido. Seré suyo y él será mío. Él tiene derecho y ya no


quiero luchar contra eso.

- Te amo Yixing. Te amo más que a mi vida. Tú eres Mi Corazón.


Pone su frente sobre la mía. Yo siento el calor de su cuerpo. Analizo sus ojos.
En ellos veo el fuego del dolor incrustado en sus pupilas dilatadas. Y yo, yo sigo
queriendo perderme en ellos. No tengo miedo a lo que venga con él. Porque, en
medio de ese infierno, él sigue siendo mi Ángel Guardián. Sé que me cuidará y
me protegerá.

Por eso le digo casi pegado a sus labios en un susurro profundo.

- Te amo Junmyeon. Tienes todo el derecho a llevarme contigo a donde quieras.


Y haz conmigo lo que quieras.

- Yixing... - murmura en un suspiro - ¿Tengo derecho de verdad?

Me mira confundido. Sus ojos brillan por el deseo de las palabras que le han
dado permiso para hacer lo que él quiere. Pero me dice para asegurarse.

- Yixing... Lo que quiero es hacerte mío por completo y para siempre... Quiero
hacerte el amor.

Me abrazo a él con fuerza. Huelo ese sudor adictivo que me impregna por
completo. Ese perfume que es sólo Junmyeon.

- Tienes derecho.

Seré suyo y él será mío. Por eso beso su cuello, para decirle de que tiene mi
permiso.

Él me trepa en sus caderas y yo lo rodeo con mis piernas. Sé a dónde me


llevará. Y estoy ansioso de que lo haga. No dejo de estar aferrado a sus fuertes
hombros. Lo huelo y me empapo de su piel blanca y radiante.
En lo que llegamos a la habitación, él me baja de su cuerpo. Me volteo y veo la
inmensa cama. Le doy la espalda y sigo allí de pie mirándola. Mientras él se me
acerca.

Puedo sentir su respiración en mi nuca. Sabe que ese gesto me excita. Se me


eriza cada vello de mi cuerpo. Me tenso por el temor. Jamás he hecho el amor.
Y él se ha dado cuenta, de que algo en mi pasado, hace que me aterre este
momento. Por eso me dice.

- Yo voy a cuidarte Yixing. No voy a hacerte daño.

Cierro mis ojos y me quito el calzado. Los abro. No quito los ojos de la cama.

Él toma cuidadosamente el borde de mi remera y yo levanto mis brazos para


que me despoje de ella. Siento sus dedos que recorren las líneas de mi pasado.
Es como si quisiera borrarlas. Pero luego me doy cuenta que en realidad las
está adorando. Más cuando me dice.

- Las amo.

Y me besa la nuca.

Naturalmente me tenso. No sé cómo ha hecho para tirarme suavemente en la


cama. Se nota que es un experto. Está haciendo lo que quiere conmigo. Estoy
boca abajo.

- Esa noche – me explica – Hice esto...

Siento los húmedos labios de Junmyeon recorriendo cada centímetro de mi


espalda. Mi deseo porque me posea aumenta a medida que va atravesándome
con sus besos.
- Junmyeon... – suspiro excitado.

- Yixing – me dice mientras sigue recorriéndome – Eres hermoso.

Ha tocado partes sensibles que ni yo sabía que tenía. Ser médico hace que me
sienta un completo tonto. Estudiar supuestamente me ha hecho experto. He
razonado tanto esto, y ahora Junmyeon hace que pierda por completo la razón.

Y de nuevo en su experiencia, no sé cómo ha hecho para girar mi cuerpo. Está


encima de mí. Junmyeon es el hombre más hermoso que he visto en mi vida. No
me canso de contemplarlo.

- Junmyeon... – susurro al encontrarme con sus ojos negros – Junmyeon... –


digo porque no sé qué más decir, mientras mis dedos se hunden en sus cabellos.

En realidad quiero decirle que tengo miedo. Pero si le digo parará. Lo sé. Por
eso me contengo. Igual, mi hombre experimentado se ha dado cuenta de lo
nervioso que estoy, porque me dice:

- Yixing. Vas a ser mío para siempre.

Me besa de una manera tan dulce, que hace que me sienta seguro. Cómo besa
Junmyeon. Besa tierno y calmado. Su calor me inunda de una paz
indescriptible. La humedad de esos labios carnosos traspasa mi corazón
hambriento de él. Su lengua juega en mí y me llena de su ser con cada
arremetida fogosa. Cómo besa Junmyeon...

De pronto me quedo sin sus labios y lo extraño. Se arrodilla y me observa unos


segundos. Respira agitado. Mientras yo sigo quieto en mi lugar. Me gusta saber
que esa es su forma de adorarme. Más cuando me dice.
- Mi hermoso Yixing. Mi Corazón. Te amo Yixing... amo cada parte de ti. Pero lo
que más amo – dice y acerca su mano a mi pecho – es tu corazón.

Seguro entonces yo también me le confieso.

- Te amo Junmyeon... amo la luz y la oscuridad de cada parte de ti. Pero lo que
más amo – e imitándole en el mismo gesto afirmo – es tu corazón.

- ¿Mi corazón? – me pregunta para afirmar – Mi corazón está roto Yixing. Tú lo


sanas con tu amor.

- Entonces debo seguir cuidando ese corazón – digo con una sonrisa en mi
rostro.

Él me besa entonces con una pasión desenfrenada, estampando sus labios en


los míos. Yo lo abrazo por completo, porque ya quiero ser suyo.

Me quita sin que yo sienta siquiera el pantalón que llevo puesto. Me abandono
a que él obre en mí lo que desee. Y siento que ágilmente sus dedos bajan desde
mis caderas hasta el final, sacándome el bóxer.

Percibo cada parte de su cuerpo brillante y desnudo contra el mío. Yo no he sido


conciente de nada. He terminado despojado de mi ropa y él de la suya. Eso me
dice que sabe bien lo que está haciendo.

Su cuerpo se refriega contra el mío. De repente un calor que nunca antes he


sentido viene a mi vientre. Es que nuestros miembros erectos chocan en un
vaivén y juegan allí un rato. Percibo su tamaño y tengo algo de temor, por lo
que vendrá. Junmyeon es la perfección.
Sus fuertes manos agarran mi trasero y me aprieta tan enérgico, que me hace
gemir por el calor que se ha impulsado en mí.

Hasta que percibo que su boca va bajando por mi cuello, trazando un camino de
besos. Se detiene en uno de mis pezones y yo no sé lo que siento. Sólo sé que
estoy fuera de control. Él controla todo de mí. Mi espalda de arquea, porque
exploto de emoción. Mi corazón palpita desenfrenado. No sé lo que pasa, menos
cuando siento que succiona con poder sobre mi botón sensible y lo muerde
delicadamente.

- ¡Junmyeon! ¡Qué es lo que haces! ¡No...!

No entiendo. Eso que hace, lo hace tan bien... Luego juega de la misma manera
con mi otro pezón. Y con los dedos de una de sus manos, rodea mi otra tetilla.

- ¡Por favor Junmyeon! – no sé qué suplico. Creo que le suplico que quiero más,
aunque ya no doy más.

Pero me quedo sin palabras cuando percibo que una de sus manos se ha
adueñado de mi pene, recorriendo mi extensión. Frota con su dedo en mi glande
y yo arqueo por completo mi espalda.

Abro los ojos tratando de entender lo que está haciendo. Pero solo me encuentro
con sus ojos penetrantes que están atentos a mis gestos. Yo sé que quiere saber
y entender lo que me pasa. Quiere darme placer y lo está haciendo.

Este hombre, al que veo, con esa mirada que me fulmina de amor, es bello en
verdad. Su seguridad me avasalla de placer, mientras gimo descontrolado.
Sonríe. Sonríe porque sabe que lo está haciendo bien.

- Demonios Yixing. Eres tan perfecto y necesito penetrarte ya. Pero antes...
Sin darme cuenta, se hunde en mí. Su boca se apropia de mi miembro. Lo
succiona con poder. Se lo mete por completo.

- ¡Junmyeon! – exclamo agradecido por lo que genera en mi ser.

Trato de verlo, pero mi cuerpo se tensa y me muevo sin control. Entonces la


mano fuerte de Junmyeon se posa en mis abdominales, como tratando de
frenarme en mi euforia, para poder seguir disfrutando de mí.

Desde la visión que tengo, sólo veo sus cabellos despeinados que se mueven
hermosamente de arriba abajo. De vez en cuando sus ojos se clavan en los míos.
Sé que quiere seguir sabiendo qué tan bien lo hace y lo que me provoca.

Y grito porque siento algo desconocido en mi cuerpo. Un cosquilleo me recorre


de punta a punta. Tiemblo.

Ante eso que nunca antes sentí, aunque supongo qué es, me asusto. Tomo sus
cabellos y los tiro con fuerza. Él se detiene y yo me odio porque lo he obligado a
hacerlo. Siento que su boca libera mi pene erecto e hinchado.

De nuevo se pone de rodillas. Respiro agitado. Apenas tengo algo de oxígeno en


mis pulmones y sé que estoy mojado por completo.

Lo veo elevado, allí en su pedestal, con esos cabellos despeinados. Mi hombre es


tan hombre, que estoy extasiado.

- Perfecto – me dice y se muerde los labios – Perfecto para mí. Solo para mí.

Y diciendo eso, sin que me haya dado cuenta, siento que algo interviene en mi
entrada. Entiendo entonces que me está preparando. Con uno de sus dedos
comienza a trabajar en mi ano para dilatarlo. Y escucho que me dice
lamiéndose esos bellos y carnosos labios:

- Ya quiero penetrarte Yixing. Delicadamente, lentamente, pero con todo mi


amor.

- Junmyeon... - alcanzo a decirle – Ya quiero que lo hagas...

Pero pego un respingo del dolor que me ha causado de repente la intrusión de


otro de sus dedos.

- Tranquilo Mi Corazón. Te juro que me contengo, pero debo ser cuidadoso...

Ya veo que tiene experiencia en lo que hace. Masajea dentro de mí con


delicadeza. Me duele. Y sé que después también me dolerá. Pero sigo en mi
afán de no decirle la verdad, porque no quiero que se detenga.

Cierro los ojos. Me muerdo los labios. Y mis manos, que no hacían nada, toman
las sábanas y las aprietan. Él sigue masajeando por dentro hasta que mi
espalda se curva. Es que creo que ha llegado a tocar mi próstata, porque estoy
confundido. Me duele y me hace sentir placer.

- ¡Ahí! ¡Hay... algo! – grito y aprieto mis ojos.

Me siento un estúpido por eso. No he hecho más que confirmarle mi verdadero


desconocimiento de las sensaciones que provoca esto.

Él entonces quita los dedos delicadamente. Yo siento vacío.

Pero entonces rápido abro los ojos al sentir su cuerpo sobre el mío. Lo miro.
Está ubicando su pene en mi entrada. Él ya estaba bien preparado.
- Con sólo mirarte – me explica como si me hubiera leído los ojos – Ya me pongo
así...

Dice y me besa, mientras intenta enterrarse en mí.

Siento la presión de su miembro en mi entrada. Sé que tengo que relajarme.


Pero lejos de eso, me he contraído.

Cierro mis ojos. Me siento de pronto mareado y hasta aturdido. De repente no


quiero.

Me asusto cuando siento eso. No. No puede ser. Esa presión, esa punzada, hace
que cierre los ojos.

Estoy mareado. De repente todo me da vueltas. Me odio a mí mismo por lo que


me está pasando. Se suponía que estaba dispuesto a esto. Pero no.

No puedo. No puedo y miro desesperado a Junmyeon que abre bien los ojos. Mi
rostro debe mostrar el horror que siento.

No resisto mirarlo y hago mi cabeza a un lado.

Cuando él quiso penetrarme, en un segundo, entré en pánico. Mi Infierno. Mi


maldito infierno ha venido.

- No... - digo, queriendo exigirme a mí mismo a seguir – No ahora... No...

- ¿Yixing? – llama Junmyeon.


- No... - hablo ahogado – No... - jadeo nervioso - No...

Mi infierno. Mi maldito infierno viene a mí.

- ¿Yixing? – escucho la voz de Junmyeon.

¿Es Junmyeon?

- Yixing – escucho de nuevo pero esa voz no es de Junmyeon. Y la presión de


"eso" en mi ano se ha vuelto una tortura.

- No – digo desesperado sacudiendo mi cabeza –No... No puedo Junmyeon. No


entiendo – cierro mis ojos – No entiendo qué pasa... ¡No puedo!

Las lágrimas por el miedo comienzan a caer por mi rostro. Entonces escucho
una voz que me dice tranquilo:

- Mi corazón. Vuelve conmigo.

Ese es Junmyeon. Solo él me llama así.

- Mi Corazón, abre los ojos, para mí.

Los abro lentamente y me encuentro con esos orbes negros profundos. Y yo me


estoy partiendo ante él.

- Lo siento – digo ya enfurecido conmigo mismo llorando – Lo siento


Junmyeon... te juro que quiero...
Estoy demasiado avergonzado como para mirarlo. Entonces él me insiste
pacífico.

- Yixing. No me dejes.

Apenas puedo hacerlo. En medio de la vergüenza y la duda ¿cómo puedo ver


esos ojos?

- Mi Corazón. Vuelve conmigo – insiste.

Lo miro. Sus ojos seguros se clavan en mí. Y me pregunta.

- ¿Quién soy?

Me resulta absurda esa pregunta. Pero le respondo.

- Kim Junmyeon.

- ¿Quién soy? – insiste.

- ¿Junmyeon?

- Para ti Yixing ¿Quién soy yo?

Creo que alguna vez se me escapó de mis labios lo que él es para mí. No es solo
Kim Junmyeon. Él es...
- Mi Ángel Guardián. Kim Junmyeon. El que cuida mis sueños...

- Dime Yixing, de nuevo ¿Quién soy?

Me pregunta y siento que presiona su glande en mi entrada un poco.

- Tú eres... - digo y él se entierra un poco más en mí – Junmyeon... - hablo y él


me penetra delicadamente.

- ¿Quién soy? – me insiste y yo veo que tiembla de deseo, sin quitar sus ojos de
los míos.

- Tú eres... - digo y toco su rostro – mi Ángel... Guardián – digo y puedo sentirlo


ya dentro de mí.

Junmyeon toma mis mejillas y las acaricia mientras me besa suavemente.

Su cadera se ha pegado a la mía completamente. Es que se ha enterrado en mí.

Siento que me parto de dolor ante su longitud. Pero a pesar de eso me siento
contento. Porque él está dentro, me está poseyendo.

Lo siento hinchado y latiendo. Esa sensación, por más molesta que sea, me
hace sentir feliz, porque siento que es mío. Junmyeon es mío y yo soy suyo.

- ¡Junmyeon! – grito desesperado mientras mi corazón late con fuerza.

- ¡Yixing! Quédate conmigo – me insiste agitado – No me dejes.


- Junmyeon... - digo mientras mis lágrimas siguen brotando pero esta vez ante
su súplica – Yo estoy aquí...

- Yixing... - me llama y siento que comienza a mover sus caderas lentamente –


¿Estás conmigo?

- Sí – respondo y siento su pene que comienza a entrar y salir de mí – Yo estoy


contigo Junmyeon.

Estoy tenso. Presiono las paredes de mi cavidad, por eso soy conciente que él
está haciendo un gran esfuerzo por no lastimarme.

- Yixing. No me dejes...

- Yo no te dejaré Junmyeon...

Sé que le duele un poco, porque me he contraído demasiado. Pero trata de


relajarme con las palabras que dice y las caricias que desparrama por mi
cuerpo. Y lo está logrando.

Pero lo que me relaja es el calor de sus labios y su aliento a hombre. Y esos ojos
que me aman me llenan de tranquilidad, porque está vigilando que esté bien.

Se mueve en mi estreches, despacio. Entra y sale al principio con dificultad.


Pero luego con agilidad, él presiona un poco su pene hasta el fondo y llega de
nuevo a ese punto exacto donde sabe que hará explotar en mí sensaciones
nuevas.

- Yixing – me habla chorreando sudor de placer – Eres perfecto Mi Corazón...


¿Me sientes?
- Si... - digo y comienza a moverse con seguridad.

Siento su cuerpo que va y viene. Sus movimientos son perfectos. Tanto que me
he olvidado del dolor inicial. El dolor ha dado paso a una molestia, hasta ahora
que siento un cosquilleo terrible que va desde mi vientre hasta la punta de mis
pies.

- Junmyeon... Junmyeon... ¡Junmyeon! – exclamo y hundo sin control mis uñas


en sus hombros – ¡Qué me haces! – le acuso contento.

- ¡Yixing! ¡Te hago el amor!

Me embiste con su miembro de forma tan experta, va y viene tan seguro, que
hace que solo pueda gemir del placer a pesar del malestar.

Las gotas de sudor caen por su frente. Sus cabellos están mojados y tiemblan
en el movimiento que hace. Allí en esos ojos brillantes, en esos labios que se
muerden, en esos brazos que me contienen, está mi hombre, Junmyeon.

Dentro mío, siento su pene hincharse, golpeando fuertemente en mí. Sus


músculos se contraen. Ruge por cada embestida. Me gusta el ruido de nuestros
cuerpos chocando y la secreción que liberamos.

- Yixing ¡Cómo me gustas Yixing! – grita.

Yo me sostengo en sus brazos, porque estoy desesperado. Su ímpetu ha hecho


que yo lo haya rasguñado, pero a él no parece importarle.

De repente siento que una de sus manos ha comenzado a frotar mi miembro a


lo largo.
Grito fuerte arqueando mi espalda, que ha abandonado el colchón. No sé cómo
ha hecho para elevarme a lo alto. Estoy encima de él. La fuerza de su agarre es
tan poderosa que me eleva y me baja con facilidad.

- ¡Junmyeon! – exclamo desesperado agarrándome de su espalda.

Ya he perdido por completo la razón. Su duro pecho resbala contra el mío. Subo
y bajo torpemente, pero a él parece gustarle todo eso. Adoro sentir sus
abdominales.

Nos miramos con la boca entreabierta. Nos besamos perdiendo el control de


nuestros besos. Muerdo su labio, porque sé que eso le gusta. Eso parece que ha
hecho saltar chispas en su interior, porque se ha vuelto más eufórico que antes.
Y él vuelve a hablar entre gemidos entrecortados.

- Yixing... Necesito... correrme... dentro de ti... Necesito... Que seas mío...

- ¡Haz lo que quieras! – digo y ya no puedo seguir más por lo que vendrá.

Siento que mi cuerpo se sacude de golpe. Ha llegado a tocar hasta el fondo de


mí para hacerme explotar por dentro. Es como si millones de chispas saltaran a
la vez. Me vuelvo loco de placer y él al verme en ese estado sé que se ha
encendido por completo.

Endureciendo sus músculos, Junmyeon lanza un rugido terrible en mi rostro.


Eso ha hecho que me estremezca de más regodeo todavía. Empuja furioso en mí
y me presiona a su cuerpo con duros golpes tres veces. Tres veces en las que
siento que me estoy ahogado ante esa energía indescriptible.

Junmyeon apoya su frente en la mía y los dos gritamos al mismo tiempo.


Estallamos todo el amor contenido en nuestros cuerpos.
Estamos agitados. Ahora siento el calor de su aliento en mi boca. Esto ha sido
demasiado para mí.

Mi pecho sube y baja sin control. Él no deja de mirarme un segundo. Y dice


como puede:

- ¿Estás bien?

- Si... - murmuro apenas, pues estoy demasiado agotado.

Él sigue dentro de mí. Yo sentado sobre él, he enroscado mis piernas en su


cintura.

Me besa dulce y me dice penetrándome con esos bellos ojos:

- Te amo Yixing... Mi hermoso Yixing... Mi Corazón... Mi mejor sueño... Mi


Descanso... Jamás te dejaré ir... Ya eres mío por completo...
Capitulo 11
"Él es el único que me hace feliz"
- Yixing ¿Estás bien? – insisto en preguntarle, porque tiembla.

Apenas siento un murmullo que me dice:

- Si... estoy bien...

Separo delicadamente sus cabellos de su sien para verlo mejor. Todavía estoy
dentro de él. Su estreches me está consumiendo de nuevo. Pero tengo que
contenerme. No puedo ser una bestia. Él se merece lo mejor de mí.

De repente lo veo pálido. Está temblando. Se abraza a mí como buscando


refugio.

- Yixing... tranquilo Mi Corazón...

Supongo que el agotamiento lo consume. Por eso lo sostengo de la espalda y lo


recuesto suavemente de nuevo en la cama.

Cuando ya lo acomodé, me retiro de él. Entonces siento que gime. Pero esta vez
no es placer. Es dolor.

- Junmyeon... ¡ha! – se queja y yo me tensiono al ver su rostro que lo


demuestra.

Saco todo mi miembro de su cavidad. Me siento frío. Extraño lo caliente de su


recto. Pero de pronto, veo rojo. Es sangre.

- Yixing... - digo entre dientes y me contengo.


¡Mierda! ¡Soy un hijo de puta de lo peor!

Quiero gritar puteándome a mí mismo por mi estupidez, pero debo mantener la


calma para transmitirle seguridad.

- Yixing – digo y lo obligo a mirarme los ojos – Mi amor. Quédate aquí un


segundo...

Lo acomodo y lo cubro con una manta, porque está frío. No he tenido cuidado.
He depositado en él mi brutalidad y mi egoísmo. Me detesto.

Voy rápido al baño. Me enjuago el pene y me obligo a concentrarme para que no


se me pare. Es que aún así, mi bestia quiere salir al verlo en la cama.

Me enjuago rápido y quito la sangre de mí. Tomo una toalla húmeda y otra seca
y vuelvo hacia él.

Él sigue ahí precioso y quieto. Tiene los ojos entrecerrados y cansados. Yo lo


destapo y lo limpio con sumo cuidado. Le arde. Me doy cuenta cuando se tensa
y emite un gemido. Él está abandonado y confiado en que realmente lo estoy
cuidando.

- ¿Por qué no me lo dijiste? – pregunto, intentando que mi voz no suene a


reclamo.

- No sabía que podría pasar...

No lo entiendo. Él es médico.
Entonces una punzada de dolor atraviesa mi corazón. No quiero pensar en su
pasado. Así que cierro los ojos. Suspiro profundo para volver a Mi Corazón que
sigue ahí dejándose cuidar por mí.

Termino de limpiarlo. Él me mira y me sonríe.

- Gracias – me dice y yo quiero llorar de emoción.

- Mi Corazón – le digo acariciando su mejilla – ¿Por qué me das las gracias?

- Por cuidarme.

Yo lo sigo recorriendo con mis manos. Trato de darle calor. Entonces él me pide:

- Junmyeon. Acuéstate y abrázame. Tengo frío.

Obedezco. Esta fue la mejor orden que me han dado en mi vida.

Me acuesto a su lado, nos miramos de costado, como la primera vez que


dormimos juntos. Él se aferra a mi cintura y pone su cabeza en mi pecho. Yo lo
rodeo con mis brazos.

Ya es muy tarde. Estamos muy cansados.

- Te amo Junmyeon – me dice y siento que sonríe en mi piel.

- Te amo Yixing. Ahora te quedarás todas las noches conmigo.


Esa información lo pone tenso.

- ¿Cómo has dicho? – pregunta.

- Que te quedas.

- Esta noche – me remarca.

- Y el resto también – le confirmo.

- No hagas eso – ahora habla duro, ya veo que tiene ganas de pelear.

- Hacer qué...

- Decidir por mí. No me gusta.

- Pensé que había sido claro – le recuerdo – Ya eres mío por completo.

Se mueve. Aunque apenas puede, porque sé que está adolorido. Igual tiene el
ceño fruncido.

- Mi corazón es tuyo – me aclara aunque no hacía falta.

- Claro Mi Corazón... todo tú – a ver qué parte no entendemos.

- Oye Junmyeon... No soy una propiedad que poseas – me insiste.


- Por eso te tengo que cuidar muy bien. Así que tengo que tenerte cerca
para vigilarte... digo... cuidarte – yo y mi puta bocota ya lo han enojado, pero es
que, nadie lo va a separar de mí.

- Ya no seas molesto – me dice y me da un golpecito en el pecho – No


bromees con eso.

- Bromear con qué – es que no entiendo.

- Con lo de que me quedo "todas las noches".

- Entiendo – digo contento y sonriendo – En las noches y en los días


también.

- ¡Kim Junmyeon! – me dice dándome un cocacho y yo me sorprendo porque


me dolió, así que me quejo, pero él la sigue - ¡Tú no decides en mi vida!

- ¡Zhang Yixing! ¡Tengo derecho!

- ¡No me vengas con eso!

- ¡¿Acaso me mentiste?! – uso la última carta que tenía bajo la manga,


"sentimiento de culpa" - ¡Me dijiste que no me ibas a dejar!

- Junmyeon... yo... - dice transformando su rostro.

- Me dijiste que me ibas a cuidar... - no me siento bien con lo que hago, pero
él me ha dicho que iba a hacer eso.
- Junmyeon... - me dice desconcertado y triste - ¿De verdad quieres que me
quede?

- Yixing... - le digo asintiendo con un puchero y me siento tonto imitando a


mi hermano.

Se ve que me ha salido bien, porque él me abraza fuerte. Yo me siento feliz. Ya


sé que soy un manipulador de lo peor. Pero es que no quiero usar la opción de
encerrarlo. Mejor que sea porque quiere.

- Mañana hablamos bien – me dice y me da un beso en el pecho.

Demonios. Sí que es testarudo. Creo que tendré que cambiar el código de


ingreso antes de que piense en irse.

Lo tapo bien y sé que está entrando en sueño, porque su respiración es


tranquila. Adoro saber que está durmiendo y soñando bien. De pronto mis
párpados pesan. Y sólo puedo sentir el calor de nuestros cuerpos. Esto se siente
tan bien, que no tengo ningún miedo.

Mis ojos se abren de a poco. El calor del sol golpea mi rostro. Antes de que
pueda ver algo sonrío, pensando en Yixing a mi lado. Lo toco y... no está a mi
lado ¡Demonios! ¿Se me habrá escapado?

Salgo corriendo hacia el living. Me he tropezado con algo. Me golpeo el pie.

- ¡Mierda! – grito furioso.

Recién recuerdo que he destruido todo el living.


- ¡Yixing! – grito y nada – ¡Yixing! – pero ya sé que es en vano.

Ya comienza de nuevo el pánico. Mi corazón duele. Palpita con furia. Apenas


respiro. Corro y tomo mi celular. Llamo antes de que el miedo me consuma.

- ¡Hola mi amor! – me dice él tan tranquilo y yo estoy enojadísimo.

- ¡Dónde estás! – le grito.

- ¡Tengo que trabajar! – exclama molesto – ¡¿Se te olvida?! ¡Y no me grites!

Me toco el pecho. No quiere que se enoje conmigo. Es que tiene razón. Me ha


saludado bien y yo le he largado mi rugido.

- Perdón Mi Corazón. Me asusté mucho. Perdón...

- Ya... - me dice ahora calmado – Es que no quise despertarte. Estabas tan


bonito... y descansando...

- Júrame que siempre que te vayas me avisas. Por favor... - es que no tiene
idea de lo que me pasa.

- Está bien... te lo juro.

- A qué hora paso por ti.

- No hace falta. Estoy en mi bici.

- Oye. Te voy a buscar.


- No hace falta estoy en bici – me dice de nuevo.

- A qué hora regresas entonces.

Ya me la veo venir. Por eso lo quiero ir a buscar. Se hace un segundo de silencio


más de lo normal. Así que para no complicarla más, le aseguro.

- Te voy a buscar cuando salgas.

- Oye Junmyeon... tú no sabes...

- Nos vemos cuando salgas ¡Te amo! – le digo contento y le corto de una vez.

Sé bien cuáles son sus horarios. Pero nunca le diré cómo lo sé. Creo que se
enojaría demasiado si supiera que lo investigué. Igual, llamaré a mi hermano,
para que piense que fue él quien me lo dijo.

Me baño. Me pongo un traje. Debo hacer demasiadas cosas también.

Mi horario es fijo. En la mañana temprano paso por la Facultad. A media


mañana debo ir a reuniones de mi negocio. Medio día, siempre hay algún socio
con quien cerrar acuerdos. Tarde de nuevo en la facultad. Té con mi madre, si
es que tenemos tiempo. Cena con mi padre, si no hay ninguna gala.

Estoy retrasado. Son las 8 de la mañana. Me dispongo a salir y veo los


mensajes que me enviaron. Entre ellos aparece el nombre de Eun Ji. Suspiro
frustrado. Creo que hoy será un día complejo.

Camino por los pasillos de la facultad, cuando escucho mi nombre por atrás.
- ¡Junmyeon! – es mi hermano.

- Jongdae – digo contento.

Él se acerca trotando y lo primero que hace es lanzarme un cocacho a la cabeza.


Me quejo y casi lo estoy por trompear.

- ¡Qué demonios te pasa! – le digo molesto recordándome que estoy en


medio de mucha gente, por tanto no puedo montar un espectáculo.

- ¡Qué demonios te pasa a ti Junmyeon! ¡Qué fue lo de ayer!

- Ah... eso...

- ¿"Eso"? – me dice molesto - ¡Te agarraste a trompadas con un director de


una de las áreas del hospital! ¡¿Y me dices "eso"?! ¡Estás loco!

- Si – le digo como tonto sonriendo – Por Yixing... ¡Ese tipo se metió entre
nosotros! – le digo ahora enojado – ¡Y que sepa que a la próxima lo mato si
quiere quitarme a Yixing!

Él me pega de nuevo y yo de nuevo me quejo. La gente pasa y se ríe. Supone


que es pelea entre hermanos.

- ¡Que sea la última vez!

- Está bien... - digo agachando la mirada avergonzado.


Un momento ¿Qué demonios hago? Se supone que esto no es el comportamiento
normal ¡Yo soy el que lo tiene que retar! ¡Soy el mayor! Así que volviendo a mi
porte, le digo.

- Y tú en qué andas ¿Ya le dijiste a Minseok?

Se agacha. Mira al suelo. Yo aprovecho y le lanzo mi venganza. Un cocacho a la


cabeza. Se queja enojado.

- ¡¿Cuándo piensas decirle?! – le reclamo.

- Hoy... bueno... quizá en estos días...

- ¡Eres un mentiroso con él!

- No miento. Sólo callo. Callar no es mentir.

- ¡No me vengas con eso! – le digo y le doy otro cocacho.

- ¡Ya deja de castigarme!

- ¡Mejor que hables de una vez con él! – le suplico y lo agarro del hombro –
Mientras más pase el tiempo, se pondrá más complicado el tema.

- Lo sé... - me dice avergonzado, pero de pronto cambia su tono cuando me


pregunta tocando mi labio partido pero curado – Y tú ¿Cómo es que andas tan
bien?

- Bueno. Estoy realmente bien – respondo y sonrío.


- ¿Se arreglaron?

- Si.

Jongdae se me tira encima y me estruja, mientras yo no puedo contener más lo


feliz que me siento.

- ¡Mierda! – me dice de pronto – ¡Estoy llegando súper tarde! – y saliendo a


las corridas exclama – ¡Después hablamos!

Lo saludo con mi mano. Lo veo alejarse y me recuerdo que pronto viene su


cumpleaños. Ya es hora de festejarlo. Se lo merece. Aunque sé que no le gusta.

Pasa la clase y me voy al estudio. No hay demasiadas novedades. Como


siempre, todo está en perfecto orden.

Mediodía. Debo almorzar con alguien. De mala gana entro en el restaurante.


He llegado algo temprano, así que me pido un jugo para refrescarme. Esto no
será fácil.

Eun Ji aparece. Me paro y la saludo amable. Me siento después que ella.

- Me dijeron – me dice – que la comida de este lugar es una delicia ¿Pediste


algo ya?

- No – le respondo y es que no tengo ganas de comer.

- Creo que las pastas son su especialidad – dice tomando la carta que una
mesera nos ofrece – ¿Te parece pedir eso?
- Eun Ji ¿Para qué me citaste? – iré al grano, aunque resulte poco cortés.

- Solo quería charlar contigo. Quería saber cómo estabas... y...

- Eun Ji – le aclaro – no hay vuelta atrás en esto.

- Junmyeon ¿Cómo puedes ser tan poco cortés? –me reclama molesta.

- Lo siento Eun Ji - digo afligido mientras veo que empieza a llorar - Pero
debo ser honesto contigo.

Se seca las lágrimas rápidamente. Le pedí hablar en privado, pero ella insistió
en encontrarnos a almorzar en este maldito restaurante lleno de gente. Varios
nos reconocen.

- ¿Dices que lo sientes? – dice furiosa – ¿Por qué me haces esto Junmyeon?

Sé que querría reaccionar de otra manera. Pero en medio de todo el mundo, no


puede. Se está conteniendo.

- Eun Ji...

- ¡¿Qué le diré a mis amistades?! Todos saben que nos casaremos Junmyeon
– me dice angustiada – ¿Cómo puedes hacerme esto?

- No seríamos felices si continuamos. Te lo he dicho, no te amo Eun Ji.

Parezco duro en mis palabras. Pero no tengo alternativa. Ya hablamos de esto


y ella me citó para hacerme cambiar de opinión.
- No – dice ella – Debes estar confundido. Nervioso y confundido por el
compromiso...

Sonríe y yo empiezo a pensar que Eun Ji no está en sus cabales.

- No estoy confundido.

- Si lo estás Junmyeon y yo entiendo...

- Eun Ji. No estoy confundido.

- A veces los hombres se alteran por los compromisos. De pronto tienes


temor de cambiar tu vida de soltero.

Sin quitar su sonrisa del rostro, seca unas lágrimas que le quedaban.

- No tengo miedo al compromiso – digo fríamente porque no me está


dejando opción.

- Yo puedo entender que necesitas un tiempo.

- Eun Ji. Entiende que esto no es cuestión de tiempo.

- Así podrás pensarlo mejor...

- Eun Ji. No me estás escuchando.


- Claro Junmyeon. Te escucho y te entiendo muy bien – dice y toma mi
mano que estaba sobre la mesa.

Dios. Estoy aterrado de verla segura y sonriendo con lo que dice.

Quito mi mano y la miro fijo. Ella no quiere entender la realidad y me está


enervando la situación. Por eso, aunque no quiero ser duro, le digo.

- Ya he tomado una decisión. Y lo digo seguro. No estoy confundido. Esto se


terminó.

- Creo que es mejor darnos un tiempo.

- Eun Ji ¡Esto no es cuestión de tiempo! – insisto ya muy molesto.

- Le diré a mis amistades que me he tomado un tiempo – dice hablando sola


– Y que tú aceptaste mi decisión como el caballero que eres.

- Eun Ji... basta. No hagas esto. Di que me terminaste si quieres ¡Pero esto
no es cuestión de tiempo! – digo entre dientes y apretando mis puños.

Ahora la gente se voltea a verme. Eun Ji mira de reojo y me dice molesta.

- Junmyeon. Deja de montar un espectáculo.

Recién me doy cuenta por qué a mi hermano jamás le agradó Eun Ji. No sé qué
hacer con esta mujer que me asfixia.
- Creo que mejor me retiro – dice al final poniéndose de pie y mirándome
soberbia – Me tomaré un tiempo para pensar en nuestra relación. Adiós
Junmyeon.

Estoy agotado de verla así. Pero me siento liberado al fin. Termino mi jugo y
me voy de ese lugar.

Salgo y me encuentro con dos caballeros de negro vigilando un auto. Los


guardaespaldas de mi padre. Uno se acerca.

- Joven Kim – me dice – Su padre quiere hablar con usted ¿Lo llevamos o lo
seguimos en su auto?

- Me siguen. Gracias.

Siempre me llama para hablar. Pero he estado huyendo de él en estos días,


porque sé bien de qué quiere hablarme. Ahora entiendo lo que debe sentir mi
hermano cuando lo van a buscar así. Mi privacidad se va al demonio. Saben
todo de mí.

Entro en la oficina del Primer Ministro. Estaba almorzando, pero deja todo y se
levanta de su lugar. Ni me saluda cuando me inclino. Sólo hace que me siente
en uno de los sillones que hay en su living. Es la primera vez que mi padre se
comporta de esta forma conmigo. Me recuerdo a Jongdae. Me lamento haber
ayudado siempre a que mi hermano haya tenido que soportar estas cosas.

Se sienta en frente mío. Está enojado.

- Hablé con el padre de Eun Ji. Ya aclaramos el mal entendido. En dos


semanas se hará la fiesta de compromiso.
- Papa... – digo de repente tenso.

Quiero hablarle pero él levanta su índice y me calla.

- No he terminado – me indica – Junmyeon, sabes lo que significa esta


unión para ambas familias. Somos socios de años. Es una buena chica. Todo el
mundo está encantado con ustedes. Tu madre la adora...

- Papa... no quiero...

- Es lo que siempre quisiste – sigue hablando sin escuchar siquiera lo que


acabo de decirle – La elegiste porque es tranquila y de buena familia. Será una
buena madre para tus hijos. Tienen un futuro prometedor Junmyeon...

- Papá... no quiero...

- Junmyeon, creo que no nos estamos entendiendo.

- Papá, no nos estamos entendiendo porque no me quieres entender – digo


rotundo.

- Junmyeon – dice ahora en tono duro y seco – Sabes muy bien lo que
significaría terminar tu relación con Eun Ji.

- Lo sé. Pero se trata de mi vida.

- ¿Tu vida? – dice y sonríe con sarcasmo – Tu vida es la familia Junmyeon.


Esto no es conveniente para la familia.

- Papá, no la quiero...
- Aprenderás a quererla. Sólo es cuestión de tiempo.

- No es cuestión de tiempo papá – me pongo de pie y le digo firme – Ya he


tomado una decisión. Estoy enamorado de Zhang Yixing. Lo amo. Y si voy a
formar una familia, sólo será con él.

No me responde. Supongo que mi madre, a quien le había confesado mis


sentimientos, ya le ha contado todo. Ella jamás le oculta nada. Y yo ahora
pienso que lo he hecho a propósito.

- Tú no tienes idea de lo que estás diciendo – me dice tenso para terminar


sacado – ¡TÚ NO TIENES IDEA DE LO QUE ESTÁS DICIENDO!

Se hace un silencio. Es la primera vez que me ha gritado. Veo su rostro


desencajado. Se levanta y vuelve a hablarme.

- Ahora escúchame bien Junmyeon – me dice clavándome su dedo índice en


la cara – Dejarás esa cursilería de lado. Volverás a ser razonable. Y hablarás
con tu prometida. Le pedirás disculpas. Y todo volverá a estar bien.

- No es mi prometida. Ya lo he decidido. Y no hay vuelta atrás – digo


mirándolo fijo.

- ¿Has decidido? ¡¿Has decidido dices?! - dice y veo que tiembla. Este
hombre para mí es un completo desconocido – Escúchame bien Junmyeon ¡TÚ
NO DECIDES! ¡¿ME OYES?! ¡PORQUE TÚ HACES LO QUE ES MEJOR
PARA LA FAMILIA!

Jamás he decidido. Es verdad. Recién ahora me doy cuenta que él siempre tuvo
en claro que manejaba mi vida. Jamás he decidido y cuando quiero hacerlo, él
no me deja. Pero esta vez, no lo dejaré decidir, porque estoy más que seguro de
lo que quiero en mi vida.

Aprieto mis puños. Debo mantener la compostura.

Se pone de pie. Se agarra la cabeza. Yo estoy completamente descolocado.

- Y otra cosa ¡JAMÁS VUELVAS A HABLARME DE ESE TREPADOR DE


MIERDA DE NUEVO!

- ¡NO LE FALTES EL RESPETO! – grito furioso – ¡NO VUELVAS A


HABLAR ASÍ DE ÉL!

Le he respondido igual. Respiro hondo. Estoy realmente irascible. Se me


acerca un poco. Es la primera vez en mi vida que le he gritado. Con la
mandíbula tensa, me dice:

- Que sea la última vez que me faltas el respeto.

- Que sea la última vez que le faltas tú el respeto a mi novio – digo en el


mismo tono que él habla.

- ¡¿Tu novio?! – eso sí que lo ha descolocado – De qué demonios hablas


Junmyeon ¡Ni siquiera sabes quién es, ni de dónde viene!

- Eso no es de tu incumbencia.

- ¿Piensas meter a un cualquiera en la familia?


Eso que ha dicho, me ha hecho odiarlo. Me le acerco. Me le paro en frente. Mi
mandíbula está tensa. Quisiera trompearlo. Pero es mi padre. Este tipo
soberbio, con aires de superioridad, es mi padre.

- Yixing, no es un cualquiera – le digo tenso de la ira – Jamás vuelvas a


hablar así de él.

- ¿Qué te ocurre hijo? ¿Por qué nos haces esto? Te desconozco por completo –
me dice afligido – ¿Dónde quedó tu cordura?

- Pues fíjate papá, que creo que esta es la primera vez que estoy cuerdo de
verdad.

Me doy la vuelta. No hay nada más que hablar. Pero antes que abra la puerta,
él me dice seguro.

- Esa relación se va a terminar Junmyeon. Ya verás.

Me vuelvo hacia él. Está ahí parado con ese porte arrogante.

- No sé a qué te refieres. Pero jamás se terminará. Yo no lo permitiré.

Sé bien a lo que me estoy exponiendo. Pero cuando salgo de la oficina de mi


padre, tengo miedo. Yixing. Temo por él. Me aterra pensar en que deba
presentarse ante mi padre. Él no se merece un desplante.

Estoy agotado. Por eso mi destino fue el hospital.

Me dirijo hacia la sala de juego de los niños. Sé bien dónde se encuentra. En


este momento lo único que deseo es verlo. Me han dejado entrar sin problemas.
Ser benefactor del lugar, tiene sus ventajas.
Allí está con su peluca multicolor y cantando. Me han dicho que estaba
haciendo revisión. Así analiza a sus pequeños. Yo sólo me quedo parado en la
puerta. Yixing hacer reír a los niños que lo adoran con la mirada.

No espero que me vea. Solo quiero admirarlo mientras hace su trabajo feliz.

Cuando veo que ya está terminando, me retiro. Tan solo observarlo ese rato, ha
fortalecido de nuevo a mi corazón debilitado. Saludo a la amable recepcionista
que me guiña el ojo y me despido.

Me dirijo a mi auto y me quedo apoyado allí. Miro la hora. Ya sé que Yixing en


unos minutos estará aquí. Después de la revisión, revisa los informes, termina
su trabajo y está listo para partir. Miro su bicicleta y sonrío.

Me vuelvo a la puerta principal del hospital. Allí aparece con su mochila a


cuestas.

Me paro con las manos en el bolsillo. Sé que mi porte tan varonil lo vuelve loco
por mí. Soy un seductor. Sus cabellos preciosos se mueven por el viento. Es
bello de verdad. Me mira y una sonrisa inmensa se dibuja en su rostro. Corre
hacia mí. Dios. Él, solamente él, me hace realmente feliz.

Lo recibo con los brazos abiertos y él salta sobre mí. Cuando ya lo tengo, lo
aprieto fuerte. Me hundo en sus cabellos. Beso su cuello. Lo miro contento.

- ¿Cómo supiste mi horario de salida? – me pregunta.

- Te mandé a investigar – le confieso.


- Junmyeon – me dice riéndose y dándome un golpecito en el pecho con su
mano – Siempre haciendo esas bromas.

Si supiera... Igual, yo me pierdo en esos hoyuelos que adoro. Le doy un beso


delicado. Lo miro y lo amo más a cada segundo.

- Mi Corazón...

- ¿Mhhh?

- Te he extrañado mucho hoy.

- Yo también – me dice y acaricia mis cabellos – Te extrañé muchísimo.

Me mira. Me conoce. Sé que nota que algo pasa.

- Cuéntame... - me dice.

- Vamos a casa – le pido.

- No – me insiste serio – Cuéntame.

Yixing es inteligente. Así que tengo que decirle la verdad a mi novio. Después
de todo, sé que en algún momento deberá enfrentar la situación.

- Mi padre no está de acuerdo con lo nuestro.

- ¿Le dijiste?
- Si. Eres mi novio. Tenía que decirle.

- ¿Soy tu novio? – me mira sorprendido – ¿Cuándo me lo pediste?

- Eres mío por completo. Así que eres mi novio. Creí que había sido claro.

- Tú nunca eres claro. Decides todo solo.

- Tengo derecho.

Ya andamos peleando de nuevo. Igual no me discute. Sé que está pensando en


lo de mi padre. No le contaré los detalles. Pero él seguro que supone. Agacha la
cabeza.

- Yixing... a mí no me importa.

- Pero estás preocupado.

- Porque no quiero que nada intervenga entre nosotros.

- ¿Él podría intervenir? ¿Cómo? – me dice abriendo bien sus ojos.

- No lo sé... pero... Yixing – digo y le tomo fuerte las manos –... tienes que
jurarme que nunca me vas a dejar.

Lo miro fijo. Pongo la palma de sus manos sobre mi pecho. Quiero que sienta
mi corazón latiendo por él. Me mira y no dice nada. Entonces yo ya comienzo a
tener miedo.
- Junmyeon, no hace falta que me lo pidas. Yo nunca podría dejarte...

- Yixing – le suplico agitado – Júrame que nunca, nunca me vas a dejar...

- Junmyeon... me estás asustando...

- Te juro – le confieso – que yo estoy aterrado...

Sus brazos rodean mi cuello y yo lo aferro a mí de la cintura. Me escondo en su


cuello. Sé que quiere darme seguridad. Pero igual sigo con miedo.

- Júramelo – le insisto – Júrame que nunca me vas a dejar... que nunca me


vas a dejar solo...

Él me mira fijo. Toma mi rostro entre sus manos. Apoya su frente a la mía y me
dice:

- Ya te lo he dicho. Tú no estás solo. Yo estoy aquí. Estoy contigo. Y te juro


que nunca, nunca te voy a dejar.

- Yixing... eres lo mejor que me pasó en la vida.

Me besa. Sentir sus labios me tranquiliza. Me devuelve la paz que me han


hecho perder en el día.

- Mi Corazón...

- ¿Mhhh?
- ¿Me juras que nunca me vas a dejar?

- Te lo juro – me dice sonriendo, así que aprovecho.

- Eso quiere decir que te quedas en nuestro apartamento esta noche.

- Junmyeon – me dice en tono duro – No seas manipulador.

- ¡¿Yo?! – me siento ofendido.

- Junmyeon... - me reclama.

- Mi Corazón... - le suplico, porque sé que ya lo voy a convencer.

Sin más, he decidido, porque sé que le gusta que decida lo que él realmente
quiere hacer.

Abro el baúl de mi auto, trepo ahí su bicicleta que la hago entrar como sea y le
digo.

- Hay que comprar muebles nuevos para el apartamento.

- ¿Y yo que tengo que ver?

- Tú los vas a elegir.

- Junmyeon...
Es que después de romper parte del living, me doy las gracias, porque así él va
a re decorar todo a su gusto.

Abro la puerta del acompañante. Estoy empachado de felicidad. Él se sube y yo


corro al lado que me toca. Me siento. Le acomodo el cinturón de seguridad. Lo
miro a los ojos y veo sus mejillas coloradas. Sé que recuerda esa noche que me
lo llevé volando en fiebre.

- Bueno ¿Qué hacemos primero? – me pregunta.

- Ir a tu apartamento a buscar ropa para la semana.

- ¡Junmyeon! ¡No hagas eso!

- Hacer qué...

Y ahí comenzamos de nuevo. Pero sé que en el trayecto lo voy a ir


convenciendo. Porque al final Mi Corazón me da con todos los gustos. A él le
gusta verme feliz. Y a mí me gusta hacerlo feliz. Y él es el único que me hace
feliz.
Capitulo 12
Peligros

He estado en el laboratorio toda la mañana. Me voy a almorzar fuera. Quisiera


invitar a Zhoumi, pero apenas me dirige la palabra.

Mis muchachos están ocupados en sus cosas. Nuestros turnos no coinciden.


Apenas si nos encontramos para ensayar la obra de Peter Pan para los
pequeños. Más ahora, que tenemos un terrible trabajo cambiándolo todo, para
adaptarla al inmenso teatro que Junmyeon nos ha alquilado.

Camino. Bajo las escaleras del subte. El guardia me saluda como siempre. Me
dirijo hacia el andén. El tren se va. Cierro los ojos y comienzo a cantar "Today"
de Willamette Stone. Es que "Hoy es el mejor día que he conocido...". No sólo
este, sino cada día, desde que conocí a Junmyeon, es el mejor día.

Escucho cuando termino de cantar que las personas aplauden. Como siempre,
hago mi reverencia de agradecimiento. Mi corazón palpita fuerte. Eso es raro.

Espero 30 segundos. Sé que ha llegado el tren. Sé que se están marchando.


Escucho la alarma de las puertas del tren que se cierran. Es la señal de abrir
mis ojos.

Miro que alguien está de rodillas depositando dinero en mi gorra. Le agradezco


con un...

- Gracias...

Mi corazón estalla. Quien está ahí agachado es mi novio.

- Junmyeon... – murmuro.
- Hola Mi Corazón – me dice serio.

Se queda mirándome. Parece confundido. Yo lo miro de arriba abajo. Está


precioso con ese traje azul oscuro. Ni que fuera modelo publicitario.

- ¿Ganas poco? – me pregunta.

- No.

- ¿Te falta dinero?

- No.

- ¿Estás en bancarrota?

- No.

- ¿Siguen las familias de tus niños necesitando dinero para costear sus
albergues?

- No.

- Entonces ¡¿Qué haces aquí Zhang Yixing?!

Miro para todos lados. Después lo miro a él molesto.

- Canto porque me gusta hacer feliz cantando ¡Me siento contento haciéndolo!
¡¿Cuál es el problema?!
Se queda callado y desconcertado. Entonces me viene a la mente algo que ha
dicho. Por eso exclamo.

- ¡Un momento!

Mi novio no sabía nada de mis pacientes y sus familias. Así que pregunto.

- ¡¿Cómo sabes lo de los albergues?!

- Yixing... yo....

No sabe dónde meterse. Mira para todos lados. Lo he descubierto.

- Lo siento... yo. ...... balbucea.

- ¡¿Fuiste tú?! El de la fundación...

Se agacha. Entonces dejo mi guitarra apoyada en la pared. Y le digo.

- ¡Kim Junmyeon! – él pega un respingo – Eres el hombre ¡Más bueno que he


conocido en mi vida!

Y me le largo encima llenándolo de besos.

Sé que la gente se ha detenido a vernos. Les parece graciosa la escena. Más


teniendo en cuenta que yo ando de hippie y él está todo formal con ese porte
impecable.
Lo miro. Él está delirando de felicidad. Ni se avergüenza. Lejos de eso me
estampa ese beso en los labios que casi me traga.

- ¿Te dije que eres hermoso? – me pregunta mordiendo uno de mis cachetes.

- Todos los días. Pero nunca es suficiente.

- Eres hermoso Mi Corazón– me afirma.

Estoy súper feliz.

De repente agarra él mi guitarra. Se la acomoda y me deja duro en mi lugar


observándolo. El tren lanza su alarma. Se va. Apenas deja de hacer ruido, él
comienza a cantar.

- One. Two. Three. Four...

"Kiss me" de Ed Sheeran es lo que elige. Y yo sonrío, mientras él me canta. Esa


es la canción que hacía cuando él se apareció en frente de mí, en el subte.
Admito que lo hice, con él en mi mente. Es que, ya en ese entonces, no podía
dejar de pensarlo y de soñarlo.

La gente se acerca. Siempre estuve yo ahí parado, con mis ojos cerrados. Pero
Junmyeon, cómo canta Junmyeon... Es bello por donde se lo mire. Es tan tierno
y exacto en sus tonos. Y yo muero de amor sabiendo que me mira y me canta
solo a mí, mientras sonríe.

Y ahora también entiendo, que en realidad no estaba avergonzado de que


estuviera cantando. Sino que se había preocupado de que estuviera en apuros,
sin dinero y no le hubiera dicho nada.
Junmyeon, realmente me cuida y me ama.

Para cuando termina, siento que algunos lanzan más de un suspiro. Mi


caballero hace su reverencia. Pero me sorprende cuando se le abalanzan y le
piden una selfie o le charlan.

Esto ya es demasiado. Tomo mi guitarra y me lo llevo de ahí. Él es mío y de


nadie más. Ya lo he compartido mucho.

Cuando llegamos arriba lo miro molesto. Él se da cuenta.

- ¡¿Qué pasa?! – me dice.

- Y todavía preguntas...

- No entiendo...

- Se estaban babeando y me dices qué pasa...

- No entiendo...

- No te hagas el tonto – le recrimino.

- Yo te estaba cantando a ti nada más. Los demás ni me importan.

- Claro...
- Ya Yixing – me dice ahora él molesto – Ni los estaba viendo ¡Sólo te miraba a
ti!

- Me voy al hospital – digo y ni lo miro mientras empiezo a caminar.

- Yixing... - me clama mientras yo no paro mis pies.

- Tengo que volver al trabajo – le digo.

- ¿No es temprano?- dice mientras me sigue – Tienes dos horas libres.

- ¿Cómo sabes? – pregunto sorprendido volviéndome a él.

- Vamos Mi Corazón – me suplica – Te venía a buscar porque quería llevarte a


un lugar para mostrarte una sorpresa que te preparé.

Ya me hace sentir mal. Él vino a buscarme para darme una sorpresa y yo lo


trato así. Lo miro. Es que no puedo no verlo. Está para comérselo con los ojos.
Encima se ha dado cuenta. Porque me sonríe y me pierdo en esa autoconfianza
que se tiene que me mata de amor.

- Qué sorpresa es – le digo haciéndome el duro.

- Acompáñame...

Me hace un puchero. Dios. Adoro esos pucheros. Así que para qué seguir
peleando.
Él ya creo que sabía que me iba a ganar. Me abre la puerta de su auto y yo me
subo. No lo miro, ni le dirijo la palabra mientras conduce. Tampoco es que es
muy larga la ruta. Pasan apenas unos 5 minutos y ya frenamos.

Estamos en una casa de música exclusiva de la ciudad. Y yo la conozco bien.


Vengo aquí a probar pianos de vez en cuando. Él sonríe mientras baja. Yo piso
la acera y lo miro sorprendido. Entramos y yo saludo respetuosamente a todos,
que ya saben quién soy.

- Junmyeon... qué es todo esto – digo en medio del inmenso salón donde hay
expuestos pianos.

- Acabo de comprar algo y quiero que lo pruebes.

Me señala y yo no lo puedo creer. El encargado de venta nos acompaña.

- Aquí está señor Kim. Lo que me pidió – dice el hombre.

- Junmyeon ¡¿Esto te compraste?! – exclamo extasiado por el piano de cola que


veo.

- Si. Hace mucho que no toco – me explica y yo me acerco, porque no puedo


creer lo que veo – Toqué esa vez en la clínica y me dieron ganas de volver. Pero
no soy tan bueno como tú. Así que quiero que lo pruebes a ver si es lo mejor.

- Junmyeon ¿Te estás burlando de mí?

- No – me dice serio – quiero saber si es de tu agrado también. Los dos vamos a


tocar el piano.
- Junmyeon, es un Steinway Grand serie D ¡Es lo mejor del mundo! – exclamo
enamorado del instrumento mientras mis dedos pasean por él.

- Eso le dije – me dice el encargado – Es lo mejor del mundo. Número uno en el


ranking de los elegidos por los concertistas.

- Es... es hermoso Junmyeon – le digo.

No puedo evitar sentarme en la banqueta. Mis dedos comienzan a recorrer las


teclas delicadamente.

- ¿Puedo? – pregunto al encargado.

- Claro... - me dice.

Miro la partitura que hay en el atril. No me gusta. Así que le pido al buen
hombre.

- Chopin. Adoro a Chopin. Pero Nocturne op.9 No.2, es mi favorita ¿La tendrá a
mano?

- Claro joven – dice el hombre y rápido hurga entre otras partituras apartadas
– Aquí tiene. Es sublime – opina y me la da.

- Lo mismo pienso – asiento mientras me acomodo.

Veo que Junmyeon se sienta en una silla y me mira. Yo le sonrío antes de


comenzar. Se la dedico. Como todo lo que es música, yo se lo dedico. Es para él,
porque me recuerda a él.
Toco. Con ternura y con pasión dejo que surja la melodía del piano. De vez en
cuando lo miro. Su rostro es apacible y tranquilo. Pero también sé del fuego de
su interior. Sólo yo conozco esa parte eufórica y descontrolada.

El resultado es una melodía suave que da la sensación de fluir lentamente, sin


dejar de lado una especie de angustia subyacente. Lo observo de nuevo. Me está
adorando, mientras sus ojos brillan de amor. Sólo me está viendo a mí.

Para cuando termino, la punta de mis dedos quedan en el aire, tocando ese "sin
tiempo" con el que finaliza la melodía.

Junmyeon se para y aplaude. Yo me levanto y le hago una reverencia.

- Eso fue perfecto Mi Corazón – me dice extasiado.

- Gracias. Te lo dediqué a ti – le confieso mientras lo abrazo.

- Como siempre, lo ha hecho a la perfección doctor Zhang – me dice el


encargado – ¿se lo llevarán entonces?

- Por supuesto – dice mi novio – Ya está decidido. El piano tiene dueño.

- Tienes que aprovechar y practicar muy bien – le comento.

- Tú me enseñarás a la perfección – me asegura mientras me besa.

Nos vamos a almorzar. Me siento dichoso. Cada momento con él es único en


verdad. Pero igual, algo anda dando vueltas por mi cabeza. Así que tengo que
decirlo, porque ya no me aguanto.
- Junmyeon...

- ¿Mhhh?

- ¿Es casualidad?

- Que si es casualidad qué...

- Siempre te apareces en el momento justo. Siempre andas en los lugares


precisos. No quiero ser mal pensado... pero hasta pareciera que supieras todo lo
que me gusta, lo que no me gusta, lo que hice, lo que hago. Mis horarios
calculados... todo...

Se queda callado. No me quita los ojos de encima. Yo me siento avergonzado.


Desvío la mirada.

- Perdona – digo al final – Perdona...yo...

- Perdóname tú a mí.

Eso, me ha descolocado. Tengo que escucharlo.

- Cuando te conocí... te investigué.

Callo unos segundos más de lo normal. Yo desvío mis ojos.

- Yixing, mírame – me ordena, pero yo no quiero hacerlo – Por favor amor...


- Por qué... - le digo confundido y hasta ofendido.

- Me resultó extraño verte cantar en el subte. Pensé que necesitabas dinero.


Pensé que estabas pasando por algo complicado. Y quería ayudarte.

Vaya que eso sí me ha impactado. Ahora lo miro como acusándolo de algo. Yo


veo que está asustado.

- Esa vez – le digo – ¿Me seguiste? Y no me ocultes nada.

- Si. Te seguí. Fue casualidad. Sólo, no pude dejar de seguirte.

- ¿Qué sabes de mí? – de pronto tengo miedo.

- Lo necesario.

- ¿Qué es lo necesario?

- Que eres la persona más hermosa del mundo. Y no porque lo digan los
papeles.

- ¿Y qué dicen los papeles? – le digo ya indignado.

- Sólo dan datos de los lugares donde estudiaste. De las notas que sacaste. De
que eras bueno en arte. Que eres muy inteligente. Y que eres un gran médico.
Lo demás lo fui conociendo de ti.

- Eres un acosador – le digo en tono seco y serio – No sé si dejarte por esto.


- ¡¿Me vas a dejar por eso?! – grita de repente.

- No sé. Pero debería...

- ¡Ni se te ocurra!

Ya me pegó un grito inquisitorial. Mejor me levanto y me voy. Camino rápido a


la salida. Él ha dejado dinero en la mesa. Que pague todo, no me importa.

- Yixing espera...

- No quiero – digo y camino rápido.

Mi bici está en su baúl colgando. Demonios. No sé qué voy a hacer.

- ¡Yixing! – exclama – Por favor... Perdona...

- Déjame pensarlo. Pero ahora no quiero verte.

- ¿Entonces después si querrás verme?

Yo me vuelvo. Creo que se está burlando de mí. Lo miro y para mi sorpresa me


lo dice muy serio. Tiene esa angustia en los ojos, como cuando lo encontré
pegándole a su bolsa de arena.

- Yixing – me dice y se le está quebrando la voz – Perdóname. Pero es que de


verdad... No podía dejar de pensar en ti. Yo quería saber todo de ti.
- Junmyeon – le digo serio y fuerte – No sólo querías. Todavía quieres. Ahora
entiendo cómo sabes todos mis horarios y movimientos ¡Eres un dominador!
¡Me quieres tener controlado! ¡Me vigilas todo el tiempo!

- ¡No te controlo! ¡Te cuido! – me dice seguro y levantando su dedito que no me


gusta.

- ¡Pero me vigilas!

- ¡Y no me avergüenzo de eso!

- Encima lo admites... – digo lanzando una sonrisa socarrona.

- Me duele el corazón no saber de ti Yixing... - me dice tocándose el pecho.

- No me vengas con tus manipulaciones – le acuso – ¡Me estás vigilando todo el


tiempo!

- Si. Lo admito. Yo cuido lo que es mío.

- ¡Ya te dije que no soy una de tus propiedades! – le grito furioso.

- ¡Eres mío por completo! – exclama él igual.

- ¡No tienes derecho!

- ¡Si lo tengo! ¡Y por completo!

- Tú y yo no nos estamos entendiendo ¡Mejor me voy!


Me pego la media vuelta y camino ni que me llevara un rayo. Así y todo el
caradura me dice:

- ¡Escúchame bien Zhang Yixing, cada aliento que tomes, cada movimiento que
hagas, cada paso que des, te estaré vigilando!

- ¡Ya vete al diablo! – le grito con todo, pero él la siga en medio de la vereda.

- ¡Cada uno de los días, cada palabra que digas, cada juego que juegues, cada
noche...cada día... te estaré vigilando!

- ¡Vigila tu carácter del diablo! – grito al final y me tomo el primer taxi que
alcanzo a frenar.

Mira que Guardián. Acosador del demonio. Me quiere controlar todo.

Llego al hospital. Me preocupa poder concentrarme, más ahora que tengo que
hacer mis controles diarios y tengo que jugar con mis niños.

- Doctor Zhang – me dice la amable recepcionista – lo están esperando en su


consultorio.

Asiento agradecido. Paso por el vestidor. Supongo que ya hay pacientes


esperando su turno. Me pongo mi uniforme celeste y mi guardapolvo blanco.
Camino por los pasillos llenos de adultos y niños esperando a ser atendidos.

Pero cuando me acerco a mi sector, de pronto todo está vacío. Vacío de


pacientes. Porque hay guardias uniformados que me observan mientras
avanzo. También hay caballeros de negro. A uno conozco bien. El
guardaespaldas de Jongdae.
- Siwon – le digo – ¿Ocurre algo?

- Doctor. Qué pena no haberle dicho antes. El Primer Ministro lo está


esperando en su consultorio.

Siento un nudo en el estómago. Esto no suena bien.

Entro. El hombre está sentado en mi sillón. Ni se levanta a saludar. Yo no me


inmuto. Pero igual no voy a dejar de ser educado como él. Saludo con una
reverencia.

Me mira de arriba abajo. Me saca radiografía y me está criticando. Lo sé.

- Por favor – me dice y me señala la silla.

Me siento. Estoy tenso. Pero sé que debo ser fuerte por Junmyeon. Sé que es
esto lo que le daba terror.

- Creo que sabe a qué he venido – me dice molesto.

- No exactamente – le digo del mismo modo.

- Entonces seré claro. Deje a mi hijo.

No sé qué decir. Mi tórax está descontrolado. Trato de mantener la calma.


Él sabe que no sé cómo reaccionar. Me siento un tonto. Mi autoestima se va al
suelo con su mirada despectiva. Ni que fuera peste.

- Verá doctor Zhang, no tengo nada en contra de usted. Que le quede claro que
hasta siento cierta admiración por sus ansias de superarse en la vida. Un
chino, huérfano, sólo en el mundo... recogido por un buen hombre como Sang
Woo... y buen estudiante... es cosa de no creer. Pero aun así no deja de ser
alguien de quien nada se sabe. No tiene un pasado siquiera. Usted entenderá
que en nuestra familia hay una historia que resguardar. Un nombre que
cuidar. Y Junmyeon, es el futuro de la familia.

No puedo decir nada. Estoy mudo. Este hombre no ha hecho otra cosa más que
faltarme el respeto desde que entré. Y yo no sé cómo defenderme de eso. Jamás
alguien me había hecho sentir que valiera tan poco. Y me lo confirma.

- Doctor Zhang, mi hijo merece lo mejor.

No me salen las palabras. Pero intento mantener mi espalda erguida y mis


hombros en alto. No permitiré que vea que me rindo por Junmyeon. Por eso no
quitaré mis ojos de los suyos.

- Y creo, doctor, que usted sabe que no es lo mejor.

Ya fue suficiente. No sé de dónde saco fuerzas para responderle convencido.

- Yo, Zhang Yixing, soy lo mejor – y no lo dudo.

El hombre me mira impactado. Se ha puesto tenso. No le ha gustado lo que he


dicho.

- Al parecer no nos estamos entendiendo señor Zhang.


- No nos estamos entendiendo porque usted no está dispuesto a escuchar.

Golpea con un puño la mesa. Esa reacción no me la esperaba. Pego un salto del
susto.

- Usted ¡Es un don nadie! ¡Un niño de la calle que vaya a saber de dónde viene!

- No es algo de lo que deba avergonzarme – respondo a sus ansias de


insultarme sin que yo mismo me la crea.

El hombre se para. Yo me pongo de pie también sin quitarle los ojos de encima.
No lo dejaré que se sienta superior en ningún momento.

- El juez Sang Woo se ha encargado bien de usted. Le ha dado demasiado vuelo.

Me vuelve a mirar de arriba abajo. Esa mirada se me clava el estómago. Peor


cuando me dice.

- Encontrarlo en ese prostíbulo a los 7 años debió realmente haberlo conmovido.


No quiero imaginar el estado en el que se encontraba. Dígame doctor ¿Mi hijo
sabe eso?

Mi pasado. Mi niñez desconocida. Mis 7 primeros años de vida. Mi inocencia


robada. Este hombre al echármela en cara, No hace sino demostrar la lacra que
es.

Respiro con dificultad. Mis fosas nasales se estiran. Lo siento. Estoy


transpirando de los nervios. Él se da cuenta y aprovecha eso.

- Sé todo de usted Zhang Yixing. Incluso esa parte que han querido borrar.
- Era un niño – digo indignado – Yo no tengo culpa.

- Lo sé. Lo sé... – me dice sarcásticamente – Pero doctor, entienda que no puedo


dejar a mi hijo cerca del hijo de una prostituta. Porque, a eso se dedicaba su
madre ¿verdad? Y usted... también...

Eso que dice se me clava como miles de puñales juntos al corazón. Nadie lo
sabía. Mi padre adoptivo trató de resguardar mi pasado, para que nadie me
hiciera daño. Para evitarme lo que este tipo, el Primer Ministro, está haciendo
conmigo.

Tengo un nudo en la garganta. Quisiera llorar pero no voy a hacerlo. Voy a ser
fuerte. Por mí y por Junmyeon.

- Si Junmyeon se entera... – me dice queriendo amenazarme.

- Si Junmyeon se entera, no me dejará – le afirmo convencido – Él no es como


usted. Junmyeon es un hombre de verdad.

Siento su mirada llena de odio. Y yo por primera vez siento que detesto a
alguien en mi vida. Pero debo recordarme que es el padre del hombre al que
amo.

- Usted no tiene idea de cómo expone a Junmyeon con esta relación.

- No lo entiendo.

- ¿Tiene idea de lo que dirán a sus espaldas? Será la comidilla de todos – me


recrimina duramente – ¿Y si se enteran de su pasado doctor? Seguramente cree
que el amor puede hacer que valga la pena el riesgo... Pero, seamos honestos.
Junmyeon pertenece a un mundo del que usted lo quiere sacar. Su
enamoramiento ¿Hasta cuándo cree que durará? Más cuando sepan la verdad.
Si sale a la luz su pasado ¿Sabe lo que dirán?

Eso me deja pasmado. Jamás se me habrían cruzado por la cabeza esas cosas.

Me quedo pensativo. No. A Junmyeon eso no puede importarle. Mi Ángel


Guardián es fuerte. Es un hombre. Sabe lo que quiere.

- No puedo creer – digo de nuevo mirándolo fijo – que conozca tan poco a su
hijo.

De nuevo se pone furioso. Trata por todos los medios de amedrentarme pero no
lo logra. Entonces usa su última alternativa.

- Cuánto quiere.

- ¡¿Perdón?! – exclamo porque no puedo creer lo que escucho.

- Dígame cuánto quiere por dejar a mi hijo. Ponga un precio. Será bien
recompensado.

- No – le digo entre dientes – No dejaré a Junmyeon.

- Una buena suma... – sigue hablando este tipo que pareciera no escucharme –
... un puesto en una prestigiosa Universidad en algún país a su elección. Tengo
contactos...

- ¡HE DICHO NO!


Mi grito lo ha hecho saltar de un respingo. Ya se me fue la educación al diablo.
Y con toda la autoconfianza del mundo, le ordeno:

- ¡Salga ahora mismo de aquí!

- Vaya... parece que al final tenía carácter.

- No lo diré de nuevo – le digo apretando mis puños para no darle en la cara –


¡Váyase de aquí ahora!

Su móvil suena. Ve un mensaje que le han dejado. Rápido abre la puerta del
consultorio. Nos topamos con Jongdae.

- Qué haces aquí – le dice su hijo.

Seguramente el mensaje era el aviso de que mi muchacho estaba esperando.

Hablan algo. Jongdae lo increpa. Ahora entiendo muchas cosas de su relación.


Este hombre no tiene idea de los hijos que tiene. Ni yo entiendo cómo le han
salido de tan buen corazón.

Jongdae parece furioso. Me mira. Creo que espera que diga algo. Pero no quiero
darle motivos para que se agarre con su padre. Así que me retiro.

Paso la tarde atendiendo pacientes. Nada hace que me concentre a la


perfección. Igual trato de dar lo mejor de mí.

Junmyeon me ha mandado miles de mensajes y me ha llamado miles de veces.


No quiero hablar con él.
Hoy iré a casa. Deberé tomarme el tren y de ahí el bus. Mi bicicleta quedó en el
auto de Junmyeon.

Camino hacia el subte. Ya es de noche. Subo. Me siento. Trato de descansar mi


cabeza. Ha pasado de la tranquilidad a la alegría y de la alegría al enojo y del
enojo a la tristeza. Ni hablar de la angustia.

Llego a mi primer destino. Subo las escaleras. Tomo el aire fresco de la


superficie antes de seguir camino a la parada del bus.

Siento el chirrido de los frenos de un auto que venía a toda velocidad. Se para
unos metros más adelante de mí. Es Junmyeon.

Se baja de su auto. Se prende el saco de su traje mientras camina hacia donde


estoy. Mira a todos lados antes de verme a mí. Está enojado. Puedo notar su
mandíbula tensa.

Se frena a unos metros. Yo me he quedado duro. Pone sus manos en los


bolsillos y me dice.

- Buenas noches doctor Zhang.

- ¿También hasta aquí me vas a vigilar? – le digo molesto.

- Si es necesario...

- Ahora recuerdo bien por qué estoy enojado.

Retomo rápido mi ruta. Sé que el bus está por pasar. Si no agarro este me
quedo varado porque ya es muy tarde.
- ¡Zhang Yixing! ¡Detente ahí!

- ¡Tú no me mandas!

- ¡Yixing por favor! – me suplica corriendo y poniéndose en frente de mí –


¡Estoy desesperado! ¡Estoy angustiado! ¡¿Tienes idea de cómo me pongo cuando
no sé nada de ti?!

- ¡Pues mejor ve aprendiendo! – le grito en la cara.

- Qué quieres decir...

Desvío la mirada. No quiero decirle lo que pasó con su padre. Pero, tengo que
ser realista.

Hay muchas verdades que me dijo ese tipo. Entre ellas, el de sacar a Junmyeon
de un ambiente al que está acostumbrado. Por mi egoísmo, puedo arrastrarlo a
la infelicidad. Este hombre, tiene un futuro prometedor. Y yo, podría
estropearlo.

- Dime...– me dice temblando enojado – Qué quieres decir...

- Junmyeon... tú y yo... no... - me callo, porque me da angustia continuar.

- No qué...

- Somos muy diferentes Junmyeon... - digo finalmente tratando de ser


convincente – Yo no estoy acostumbrado a la vida que tú llevas. No encajo en tu
mundo...
- Y eso qué... - me dice y yo veo que está furioso.

Debo ser rotundo. Debo parecer convincente. Debo parecer fuerte, para que
entienda bien.

- Quiero terminar.

Se hace un silencio. Escucho de repente la respiración agitada de Junmyeon.


Su tórax se levanta y baja furioso. Está realmente enojado. Sus ojos brillan.
Creo que de rabia. Tiembla y me levanta el dedo diciendo.

- Retráctate.

- No – le digo moviendo mi cabeza.

- He dicho que te retractes – me insiste temblando.

- No.

- ¡RETRACTATE DE UNA PUTA VEZ ZHANG YIXING!

Su dedo queda clavado prácticamente en mi nariz. No me ha dado tiempo a


reaccionar. Me ha dejado paralizado su grito.

- Es por lo de mi padre ¿verdad? – me dice peinándose furioso los cabellos – Fue


a la clínica... Mi hermano me lo dijo. Así que retráctate Yixing...

- Creo que tu padre... tiene razón...


- ¡Me vale una mierda lo que diga él! – grita furioso.

Da vuelta sobre sí mismo y emite un rugido. Está realmente sacado y yo tengo


ganas de llorar.

Él se vuelve. Ya se me fueron las lágrimas. Así que rápido toma mis mejillas
entre sus manos.

- Yixing... Yixing... perdóname. Perdóname... te asusté... perdóname...

Lo abrazo fuerte. Me siento un tonto. Estoy desconsolado. Me odio a mí mismo


por haberle provocado esto. Quise ser fuerte para él y a la primera de cambio,
me dejo convencer.

- Te juro Yixing – me dice mientras acaricia mi cabeza – Que no me importa


nada de lo que te haya dicho. Mi Corazón, yo te amo. No puedo estar sin ti. Si
me dejas yo me muero.

- Perdóname... Perdóname Junmyeon... Perdóname...

- No Mi Corazón – me dice mirándome fijo y dándome un beso – Perdóname lo


bruto que soy...

De pronto escucho que otro coche frena. Aparecen de la nada hombres con los
rostros cubiertos. Dos tipos toman desde atrás a Junmyeon. Nos separan.

Siento un terrible dolor en mi nuca. Me toco. Veo sangre. No reacciono. Sólo veo
la cara de Junmyeon que está gritando algo. Quiere correr hacia mí. Pero yo ya
no veo nada. Porque todo está oscuro.
Capitulo 13
"Por Lay"

Me siento aturdido. Lentamente abro los ojos. Me duele la cabeza. Me explotan


como mil martillos.

Trato de moverme, pero no puedo. Algo lo impide. Entonces furioso tiro de lo


que me aprisiona. Estoy amarrado de cuello, pies y manos. Son fajas de cuero,
pero no cualquiera, sino de esos que usan en los loqueros, terriblemente duras y
gruesas.

Me quedo quieto analizando la situación. Me han quitado la ropa. He quedado


en bóxer. Tengo que recordar qué pasó.

Hablaba con Yixing hasta que...

Yixing. Yixing...

- Yixing... ¡Yixing! – grito - ¡Yixing!

Corro, pero la fuerza del impulso que he tomado, se me vuelve en contra. Me


quiero liberar pero me es imposible. Las fajas están unidas a cadenas. Y las
cadenas, están ancladas a la pared. Grito enfermo de ira con todas mis fuerzas.

- ¿Yixing? – siento una voz gruesa que está cerca de mí – ¿Yixing? No


entiendo...

Levanto la vista. Demonios. No puede ser.

Choi Seung Hyun.


Ahí está. Con un traje negro e impecable. Sentado como en un trono, pensativo
y mirándome fijo.

- ¡Qué mierda hiciste con él! – grito y trato de atacarlo, pero es imposible – Si lo
tocas Seung Hyun ¡TE MATO!

- No le hice nada Suho – me dice – Me sirve más vivo que muerto. Sino ¿Cómo
voy a hacer que pelees?

Lanza una carcajada y todos a su alrededor lo imitan. Está oscuro. Así que
apenas sé que hay más personas.

- Oye... ya cambiaste de nuevo el color de tu pelo – dice y sonríe – Nunca lo


dejas en paz...

Choi Seung Hyun. Organiza las peleas clandestinas. Antes con mi hermano.
Ahora sólo. Siempre le había ganado a sus muchachos. Hasta que Jongdae me
dejó y me puse en manos de este tipo.

Estaba feliz conmigo, hasta hace poco, que me retiré. No hace mucho. Cuando
conocí a Yixing.

Pero igual, hay un detalle. Seung Hyun no sabe quién soy. El pelo, el peinado,
los estilos, es para despistar.

- ¡No quiero pelear! – digo furioso – ¡Creí que había sido claro la última vez!

Juega con su bastón de mando que lleva a todos lados. Las piedras preciosas
incrustadas en él, brillan con el movimiento. Hace una mueca y me aclara.
- Esto no se acaba porque tú lo decides Suho. Esto se termina cuando yo doy
con el pulgar abajo ¿Entiendes?

- ¿Y si no peleo? – ya sé lo que me dirá, pero tengo que hacer tiempo. Tengo la


esperanza de que Shindong o Siwon me hayan seguido al menos.

- Bueno – me dice él inclinando su cabeza para verme mejor – Te diría que te


voy a matar, pero creo que hay algo mejor.

Hace una seña. Se corre un gran cortinado negro que recién me doy cuenta que
había en la pared. No es una pared, es un vidrio. No cualquier vidrio. Es
evidente que es un espejo de dos lados.

Da a una habitación contigua toda blanca y bien iluminada. Miro. Mi pecho


quiere reventar.

Allí está. Mi Corazón. Despierto. Bien despierto. Camina ansioso de un lado a


otro. De vez en cuando se toca la nuca. Sé bien que debe dolerle el golpe con el
que lo noquearon.

Lanzo a lo alto un gruñido ensordecedor. Los que están me miran como si


estuviera loco. Estoy loco. Loco de rabia, de ira y frustrado.

- ¡YIXING! – grito con todas mis fuerzas.

- Es inútil – dice Seung Hyun – No te escucha, ni te ve.

A pesar de las correas que me han puesto, tiro furioso.

- ¡No te atrevas a ponerle una mano encima! – rujo.


- Si, si... – se me burla – Porque apenas quedes suelto, nos vas a matar...

Veo de nuevo a Yixing. Estoy hecho un manojo de nervios mientras sigo cada
uno de sus movimientos.

De repente se nota que algo ha llamado su atención. Se pone en alerta. Corre


hacia la puerta que recién me doy cuenta que hay. Se coloca al costado.

Alguien entra. Yo grito.

- ¡Yixing! – sé que no puede escuchar pero estoy desesperado – ¡Yixing!

Un tipo avanza. Yixing le estampa un codazo en la nariz. Mi novio es fuerte. No


puedo evitar sonreír complacido. Más cuando veo al hombre agarrarse la nariz
del dolor que le sangra.

De repente veo que otro lo agarra por detrás.

- ¡NO! ¡YIXING! – exclamo tirando de mis amarres.

Yixing me sorprende. Lucha dando con su codo, al estómago de quien lo ha


tomado por detrás. El tipo se estampa contra la pared. Mi Corazón se da vuelta
y le deposita la palma de su mano en la nariz. De nuevo tiene a otro chorreando
sangre y quejándose.

- Vaya... – me dice Seung Hyun – Es un peleador. No te elegiste a cualquiera


Suho.

No. No es cualquiera. Mi Yixing es único. Y yo me siento lleno de orgullo.


Pero de pronto se queda quieto. Entra otro hombre con un arma apuntándole
directo a la cabeza. Yixing hace una mueca. Entiendo que se ha enfurecido
porque está acorralado. Más cuando viene hacia el vidrio y lo golpea rabioso.
Allí está y yo quiero explotar.

Me lanzo a él. Corro. Pero es inútil. Estoy atado. Estoy encadenado. Estoy
atrapado.

- Dime de una vez qué quieres – digo a Seung Hyun desesperado y agitado –
Dime y lo haré. Sólo déjalo ya ir. Yo me quedo, pero a él, déjalo ir.

Seung Hyun parece desconcertado. Me mira serio y me dice.

- Verás Suho, la cosa no es tan simple. Hay muchos cabos sueltos que quiero
atar. Pero no me sale. Igual voy a tratar de ser razonable contigo.

- ¡Dime qué quieres de una maldita vez! – le grito rabioso.

- Oye – dice apuntándome con ese bastón que ama – No me hables así. Me estás
faltando el respeto. Y yo dentro de todo te quiero ayudar.

- ¡¿Me quieres ayudar?! – digo y me miro atado como estoy.

- Esta noche me vas a hacer ganar mucho dinero. Peleas y listo. Eres libre. Te
vas. Y no te molesto más. Ahora, tu novio, es otra historia.

- ¡¿Cómo?! – exclamo y miro a Yixing que sigue furioso a pesar que lo apuntan
con el arma.

- Lo que digo. Parece que tu chico es muy valioso también. Pero en otro nivel.
- Seung Hyun, intento ser razonable contigo – digo apretando mis ojos para
contenerme – ¡Explícate de una vez!

- Alguien está interesado en él.

Mi rostro está en shock. Pero trato de mantener la cordura por Yixing. Seung
Hyun se da cuenta de la expresión de mi cara y vuelve a hablar.

- Me caes bien Suho. Por los viejos tiempos y porque me diste mucho dinero te
voy a dar "tiempo" – suspira, se levanta y camina a ver a Yixing, jugando con
su bastón.

- ¿Tiempo? – pregunto angustiado porque realmente no entiendo.

- Y una oportunidad.

- ¿Tiempo? ¿Oportunidad? ¡¿Para qué?! – pregunto confundido y aturdido.

- Para que no se lleven a tu chico – dice sin quitarle la vista.

- Mierda Seung Hyun – le digo agitado de cansancio – ¡No entiendo!

- Como sabes, yo te patrocino a ti. Vas a pelear contra un armatoste alemán,


patrocinado por Jung Woong In – me explica – No sé si lo conoces.

- Otro como tú – digo porque yo sentí hablar de esa lacra.


- No ¡Yo soy respetable! - grita ofendido - Tengo códigos. Ese es la basura, la
inmundicia más podrida de la sociedad. Pero negocios, son negocios...

- ¿Eso es todo? ¿Gano y somos libres?

- No – habla rotundo – Tú quedas libre. Te dije que no es tan simple. Te dije


que alguien está interesado en tu chico.

Pienso. Quién podría estar interesado en Yixing. Pienso. Quién podría querer
obtener a Yixing. Pienso. Alguien quiere alejarlo de mí. Pienso ¿Mi padre? No
¡Él no sería capaz!

- Dime – pregunto – ¿Quién lo quiere?

Seung Hyun no quita los ojos de encima de Yixing. Se muerde los labios. Yo ya
le quiero sacar los ojos.

- Vaya que es precioso – dice tranquilo – Entiendo por qué lo elegiste. Y


entiendo que el tipo esté loco por él.

- ¿Quién? – pregunto estirándome hacia él, para oírlo mejor – Dime de una vez
¡Quién!

- Suho – me dice volviendo su mirada a mí, frío y serio – Yo que tú gano. Así te
puedo liberar. Pero el costo de su libertad, es matar a Jung Woong In. Él es
quien está interesado en Yixing. O debería decir, Lay.

- ¡¿Lay?! Seung Hyun ¡Qué mierda pasa! ¡Dime qué mierda pasa!

- Mira – me ordena mientras mueve su cabeza en dirección a Yixing.


Y eso hago. Lo miro. Yixing se ha quedado duro. Da unos pasos atrás. Ha visto
algo que no le ha gustado.

Por la puerta aparece otro tipo. Pero este es distinto. Es un hombre ya entrado
en años. Está vestido con un traje blanco e impecable que le queda horrible.
Tiene anillos de oro en todos los dedos y fuma un habano. Seung Hyun me dice.

- Ese es Woong In.

Woong In camina unos pasos hacia adelante. Sus ojos se abren. Sonríe. Se
muerde los labios y sonríe. Parece contento. Y yo, ya lo quiero matar por ver
esos ojos asquerosos con los que está mirando a mi propiedad.

- No – digo sacudiendo mi cabeza porque no me está gustando nada eso.

Miro a Yixing. Tiembla. Está asustado. Está aterrado. Mira a todos lados. No
puede escapar. Se pone en una esquina de la habitación y se acurruca. Llora.
Se quiere perder. Y no tiene dónde perderse.

- ¡NO! - grito con todas mis fuerzas - ¡YIXING!

Respiro agitado. Tiro del amarre y ya siento que me arde la piel. Estoy
desesperado y angustiado, por ver a Mi Corazón en ese estado. Y yo no puedo
defenderlo. No puedo protegerlo. Me odio por eso.

El tipo le dice cosas. Yo no puedo escuchar nada. Se pone en cuclillas para


hablar con Yixing que comienza a temblar fuera de sí. No sé de qué le habla.
Sólo sé que Mi Corazón está horrorizado entre lo que escucha y lo que ve a ese
hombre.
Woong In estira su mano. Lo quiere agarrar. Lo quiere tocar. Yo tiro con todas
mis fuerzas el amarre. Me estoy lastimando, me estoy llagando, pero ni me
importa.

De pronto Seung Hyun habla por un teléfono que está en la pared.

- Woong In – dice desganado y veo que del otro lado, el tipo se incorpora porque
ha escuchado – Fui claro cuando dije que la mercancía ¡no se toca! Sal de ahí.
Ya lo viste - cuelga el tubo y agrega entre dientes - Pedófilo de mierda.

El tipo parece disgustado. Se incorpora. Se acomoda el saco de su traje. Mira al


vidrio, que para él debe ser un espejo y se va.

Una vez que desaparecen Seung Hyun me mira con lástima.

- ¿Ves por qué quiero que lo desaparezcas? Esa lacra debe ser exterminada – y
mirando a Yixing que sigue llorando agrega – Está obsesionado con él.

- Seung Hyun. Por favor – suplico poniéndome de rodillas – deja ir a Yixing.


Déjalo ir. Haré lo que quieras, pero ¡Déjalo ir!

Y para mi sorpresa él me dice:

- Te juro que quiero. Pero no puedo. Y tengo la orden de no decir más que eso.
Pero ¡Mierda Suho! ¡Intento atar cabos sueltos y no me sale!

- Seung Hyun ¿Acaso tienes miedo? – digo queriendo desafiarlo.

- Y no tengo vergüenza en admitirlo. Esto va más allá de mi poder. Esto es algo


gordo en serio. Y si hablo, estoy frito. Así que solo te doy tiempo. Gana. Te
libero. Y lo liquidas. Porque si lo dejas vivo, el tipo no lo va a dejar en paz – me
dice moviendo su cabeza en dirección a Yixing – Tengo que aparentar alboroto
¿Ok?

Miro a Mi Corazón, mientras me cierran la cortina de nuevo. Está ahí. Tirado


en una esquina de la habitación. Llora desesperado del miedo. Lo recuerdo bien
así, esa noche de la maldita pesadilla. Yo me desespero. Me duele el pecho.
Demasiado. Creo que me va a dar un ataque. Pero no puedo. Debo
concentrarme por Yixing, que ya se me perdió de vista.

- ¡¿Qué es todo esto Seung Hyun?! – pregunto desesperado.

- No lo sé.

- Qué sabes ¡No me mientas! – le digo en tono duro – Algo sabes... - y


poniéndome de pie lo increpo – Al menos tenme respeto y no subestimes mi
inteligencia...

Me mira fijo. Duda. Pero escucho.

- Todos lo andan buscando desde hace años.

- ¡¿A Yixing?!

- A Lay, Suho. A Lay. El tipo estaba obsesionado con ese niño. Sólo que
desapareció, como si la tierra se lo hubiera tragado. Y de repente lo encuentra
con otro nombre ¡Y bajo la protección de un juez! - exclama confundido -
¡Mierda Suho! Yo tampoco entiendo nada...

- ¿Entonces.... mi secuestro...?
- No era a ti Suho ¿Qué no entiendes? – dice largando una sonrisa – ¡Era a él! –
hace pausa, suspira como agotado, creo que yo lo he cansado – Lo tuyo, aquí,
fue casualidad.

- No entiendo – digo furioso intentando hilvanar todo – ¡No entiendo nada!

- No sabía que Lay, era tuyo Suho. Pero negocios, son negocios. Así que te tengo
que aprovechar – dice parándose derecho y haciendo sonar su bastón en el
suelo – Ahora, en 15 minutos, vas a pelear contra el armatoste alemán del tipo
que se quiere llevar a tu novio. Es un trato justo.

Todos se van y él también se está yendo. Pero antes de desaparecer de mi vista,


me dice sin volverse a mí.

- Te vienen a preparar en un minuto. Estate dispuesto Suho. Ni se te ocurra


hacer nada raro. Tengo vigilado a tu chico.

Me quedo solo. Miro hacia el cortinado. Mi Corazón. Está ahí. Y yo estoy


desesperado. Porque siento su miedo. Siento su angustia. Siento su llanto y el
horror de su pasado que lo está quebrando.

He perdido la esperanza de que Siwon o Shindong me hayan seguido. Así que


me pongo a calentar haciendo ejercicio. Debo calcular las opciones.

Respiro hondo. Trato de controlar mi pulso. Debo volver a mi eje.

Me vienen a buscar tres tipos. No puedo hacer nada. Aunque sé que podría
derribarlos, estoy atrapado. No voy a poner en riesgo a Yixing.

Me liberan del amarre. Me dan solo un short negro, y unas vendas para mis
manos. Me embarran en aceite.
En estas peleas, la única regla es que dure más de 5 minutos, si no, no hay
espectáculo. Después, todo está permitido. Lo sé bien. Cualquier clase de golpe
o técnica entra aquí. No hay intermedios. No hay descanso. No hay conteos.
Nada. Solo se termina cuando uno de los dos que luchan, no se levanta.

Jamás perdí. De las veces que entré, ninguna vez fui derribado. Era tratado
como un exclusivo. Tampoco sé si maté a alguien. Puede que sí. Pero nunca me
quedé a comprobarlo.

Siempre fui frío y calculador. Nada me inmutaba. La adrenalina y el placer que


sentía al recibir los golpes, era indescriptible. Ni hablar de darlos. La sensación
era única. Ahora, estoy desesperado. Ahora, no quiero estar aquí. Ahora, tengo
miedo.

No sé dónde estoy. No sé hacia dónde me dirigen. Camino por pasillos largos,


hasta la última puerta del fondo. Me la abren. Es un tinglado cerrado. Las
luces son tenues. Pero los focos se dirigen a un cuadrilátero.

El lugar está lleno. Lo sé por el sonido de las voces. Pero no puede verles las
caras. Porque esta gente es importante y millonaria. Apuestan mucho dinero.
Suma más, cuando el que cae está muerto.

Me paran en una esquina. Muevo mi cabeza. Busco a alguien. A Woong In. Pero
la penumbra lo protege. Pienso. Si llego a derribar a mi oponente ¡¿Cómo
demonios lo encuentro?! Quizá todo esto, no sea más que una trampa.

De pronto de la oscuridad, sale el armatoste alemán. Todos rujen


entusiasmados porque empiece la pelea. Cierro los ojos y trago duro. De verdad
era un armatoste.

El tipo mide más de 2 metros. Yo apenas 1,73. El tipo pesa más de 100 kilos. Yo
apenas si paso los 65. Analizo mis opciones mientras lo miro de arriba abajo. Sé
que él tiene que dar el primer golpe y va a doler.
Él también me mira. Se ríe. Grita con fuerza.

- ¡Zwerg! – y golpeando con su puño la palma de su otra mano, agrega –...das


ist einfach.

Hago una mueca. Dejaré que entre en confianza. Sé bien lo que ha dicho. Sé
alemán. Y no me gustó que me llame "enano". Menos que piense que "esto será
fácil".

- ¿Haben Sie Angst? (¿Tienes miedo?)

- Affe. Sie reden viel ¡Beginnt! – le grito al final.

Creo que mis palabras lo enfurecieron. "Mono. Hablas mucho ¡Empieza!".

Se abalanza ciego sobre mí. Primer error. Se deja llevar por el impulso y la
cólera. Nunca pelees con alguien cuando estás furioso. No tienes control sobre
ti.

Yo simplemente me corro y él choca en el límite de la esquina. Eso lo irrita


más.

Me da ventaja de unos segundos para seguir buscando algo que me indique


dónde está Woong In ¡Mierda! ¡No lo encuentro!

Eso me ha entretenido una milésima de segundo. Estoy desconcentrado. Siento


el puño pesado del tipo en mi mandíbula ¡Primer error puto mío! Jamás he
dejado que toquen mi cara. Y esta mole lo ha hecho.
Caigo. No me la rompió de milagro. Entonces siento su primera patada en mi
estómago. La segunda, es un martillo gigante. La tercera, es una grúa. Me
quedo sin aire. Escupo sangre por montones.

Siento el furor de todos que aplauden y gritan. Algunos me lastiman los oídos
ordenándome levantarme. Están rabiosos. Debo concentrarme.

Pero el alemán no me dio tiempo. Me eleva fácil por el aire. Yo siento el frío de
la altura y el impulso de su fuerza. Él ruje feliz y yo grito porque su agarre de
verdad duele como si me clavara cuchillos.

Igual, tengo suerte. Eso me basta para observar algo brillante desde la altura
¡El bastón de Seung Hyun! Al lado de él ¡Sí! ¡Una manga de saco blanca!

Me preparo para caer y rogar que sobreviva al impacto.

Mi cuerpo se desploma como una tonelada de bolsas de papa. El ruido del


impacto acrecienta la embriaguez ante el dolor que demuestra mi grito. La
gente está feliz con el espectáculo.

Desde el suelo, giro mi cabeza y veo arriba. El pie del tipo me va a pisar la
cabeza. Me muevo como remolino rápidamente. Su planta impacta fuerte en el
suelo. No me ha alcanzado.

- ¡Verdammt! ¡Komm her! ¡Laufen Sie nicht weg! – grita.

Me incorporo de un tiro. Ya puedo comenzar porque he encontrado a mi


objetivo.

Boxea. Es fuerte. Es duro. Es ágil. Pero igual es pesado y tiene una única
técnica, la del boxeo. Por tanto, serán fijos sus movimientos. Se mueve sobre el
suelo. Igual, no quiero que me lastime la cara.
Me pongo en guardia. Con los puños cerrados me tapo el mentón. Él se me ríe.
Se ha dado cuenta que protejo mi rostro. Igual, me imita en la postura.

Dejo que se mueva primero.

Me lanza con su puño derecho un golpe directo al frente. Esquivo. Vuelve a


lanzarme el mismo. Es tonto. La gente abuchea aburrida.

Él se desespera y me lanza un lateral con la diestra de nuevo, pero a la cabeza.


Esquivo sólo haciendo mi cabeza hacia atrás.

Me agacho un poco amagando otro golpe. Me pongo en guardia con mi pie


derecho atrás y tiro una patada girando mi cuerpo. Le doy con todo el impulso a
su rodilla.

El tipo cae de costado. Ruje de dolor. Pero igual, como es fuerte, se quiere
levantar y seguir.

Se pone en guardia y quiere lanzarme otro directo. Pero ya no tiene fuerza. No


tiene concentración. Está cojo.

De todos modos se me abalanza y quiere darme un gancho con su izquierda y


apenas me roza. Está demasiado lento.

Aprovecho su movimiento y tomo el impulso para elevarme con fuerza. Salto.


Giro sobre mí mismo en el aire. Y parte de mi tibia impacta en su cabeza.

El tipo se desploma de una sola con todo su peso.


Espero unos segundos. Él se mueve. Sigue queriendo luchar. Y yo ya siento
pena. Esa es ahora mi peor debilidad.

Pero pienso. Yixing. Debo llegar a Yixing.

Cierro los ojos. Me despabilo sacudiendo mi cabeza. Chorreo sudor. Vuelvo a


estar en guardia.

Eso le ha dado ventaja de tiempo al alemán. Se quiere poner en pie, pero


tambalea.

La multitud grita ya sacada entre la furia por él y los festejos por mí.

La cara del tipo está hinchada de repente. Su nariz sangra. Al ver ese rojo,
percibo el gusto de mi boca a metal. Yo debo seguir sangrando también.

De pronto veo que algo blanco aparece en una esquina del ring ¡Woong In!
Grita furioso. Se aferra a las cuerdas. Grita a mi contrincante. Lo obliga a
seguir. Lo obliga a matarme. Detrás de él está parado Seung Hyun.

Woong in. Yo solo veo su rostro asqueroso. Ese tipo, quiere a Yixing. Ese
hombre lo quiere apartar de mí. Esa lacra, le ha hecho cosas a Yixing. Mi
Yixing. Mi Corazón. Lo ha hecho sufrir.

No voy a desaprovechar la oportunidad que tengo. Así que ya debo terminar


con esto.

Miro al armatoste. Le meto un terrible gancho en sus intestinos. Lo dejo


clavado sin aire. Doy dos giros sobre mí y deposito toda mi furia en su
mandíbula.
El tipo cae inerte al suelo.

Escucho los gritos ensordecedores. Me aturden.

Woong In brama furioso porque ha perdido. Yo entonces no pierdo el tiempo.

Todo ocurre en pocos segundos.

Me abalanzo sobre Seung Hyun. Le quito su bastón de mando. Le doy una


patada en su estómago, para sacarlo de medio. Volteo a Woon In para que me
mire. La lacra abre bien los ojos porque no entiende nada. Me pregunta el muy
tonto:

- ¡¿Quién mierda eres?!

- Soy Suho. Y esto es por Lay.

No voy a perder más tiempo.

Desenfundo la catana que Seung Hyun mantenía bien escondida en su


"bastón". Y la paso gustoso por la garganta de Woon In.

Jamás había sentido placer de matar a alguien. Más cuando veo el rojo que
salta a borbotones por todos lados. Yo sonrío.

Mi Corazón, mi Yixing, Lay, ya es libre. Ahí en medio del hermoso charco rojo,
está su infierno, muerto.

Pero no termino ahí. Queda lo más importante. Yixing.


De pronto escucho tiros. Ha comenzado una guerra entre los dos bandos. Los
hombres de Woon In, atacan a los de Seung Hyun.

Seung Hyun se está incorporando dolorido. Quiere escapar. Yo le pongo el arma


en su garganta. Se detiene. Entonces le ordeno.

- Llévame con él.

- ¡Mierda Suho! ¡¿Era necesario?!

- Muy necesario. No confío en ti.

De pronto escucho un grito.

- ¡SUHO!

No quiero voltear. Tomo a Seung Hyun del cuello y lo pongo delante de mí. Me
fijo quién es ¡Chanyeol! Estoy tan agradecido.

- Ni bien supe vine rápido – me dice agitado – Dime qué necesitas.

- Buscar a Yixing y salir de aquí.

- ¡¿Al doctor?!

- ¡Si! Rápido Chanyeol ¡Rápido!

Nos movemos en medio de la balacera. Chanyeol nos protege con sus hombres.
Les ordena a algunos a esperar fuera.
Seung Hyun nos va indicando el camino. Los pasillos son interminables y los
odio. Corro a toda velocidad.

- ¡¿Así que doctor?! – alcanza a decir agitado Seung Hyun.

- ¡Sigue y no hables! – lo amenazo.

Llegamos a un fondo. Hay una puerta. Seung Hyun se quita una llave del
cuello. Abre. Y yo solo puedo gritar con fuerza.

- ¡YIXING!
Capitulo 14
"Suho... Te amo"

Todo está oscuro. Me duele el cuerpo. Abro mis ojos. Me acribilla esa terrible
luz blanca.

Cierro los párpados. Lentamente trato de exigirle a la vista adaptarse.

Creo que estoy en una cama. No me equivoqué. Estoy en una. En medio de una
habitación toda blanca.

Me incorporo despacio. Trato de hacer memoria de lo que ocurrió.

Me toco la nuca porque percibo un dolor horrible. Ahí tengo una gasa. Me la
arranco.

Voy haciendo memoria. Alguien me golpeó detrás. Junmyeon corría hacia mí


gritando. Junmyeon. Junmyeon.

- Junmyeon... ¡Junmyeon! – grito desesperado – ¡Junmyeon!

Me quedo inmóvil. Me veo en frente. Es una pared con un espejo. No es un


espejo. No. Sé que del otro lado deben estar viéndome. Por eso corro hacia allí.
Lo toco. Lo golpeo y grito.

- ¡Junmyeon!

Pero nada.

No sé qué hacer. Estoy desesperado. Estoy angustiado ¿Le habrán hecho algo?
¿Lo habrán lastimado? ¿Estará herido? ¿Necesitará que lo cure?
Camino alterado de un lado al otro. Voy y vengo dentro de este cubículo del
demonio que me tiene prisionero. No sé qué hacer.

Creo que secuestraron a Junmyeon. Es mi culpa. Se alejó de su camino por mí.


Me fue a buscar. No tuvo cuidado. Es el hijo del Primer Ministro ¿Pedirán
rescate? Junmyeon. Mi Junmyeon ¡Dónde está!

De pronto escucho un ruido. Van a abrir la puerta. Es mi oportunidad de


escapar y buscar a Junmyeon.

Me pongo al costado del marco. Alguien entra. Lo sorprendo con mi codo a la


nariz. El tipo gime de dolor y cae de cuclillas.

Alguien me toma por detrás. Con mi codo de nuevo tomo impulso y le doy en el
estómago. Me suelta y yo me doy vuelta. De frente le estampo la palma de mi
mano. Otro que sangra. Nada me amedrenta. Junmyeon me necesita.

Corro hacia fuera. Me detengo. El cañón de un arma ¡Demonios! Estoy


atrapado. Estoy acorralado.

- No. No ¡No! – grito frustrado.

No estoy asustado. Siento bronca, furia, rabia. Por primera vez en mi vida
querría matar a alguien. A estos tres tipos que no me dejan llegar a Junmyeon.

Pasa no sé cuánto tiempo. Observo agitado a los tres hombres. Dos se sostienen
la nariz por la sangre que les salta. El otro, que me apunta, se les ríe.

- Mierda. Había sido un chico difícil.


Se quedan ahí mirándome. Yo trato de contenerme. Trato. Pero no puedo.
Vuelvo a gritar furioso. No me salen las palabras. Sólo me dirijo al espejo y lo
pateo. Lo golpeo. Quisiera romperlo. Creo que Junmyeon está ahí.

- ¡Dónde está! – grito.

- Es al vicio – me dice uno de los tipos riéndose, mientras se limpia la nariz


– No se escucha del otro lado.

Confirma mis sospechas. Hay gente allá.

Miro a la puerta. Pienso la manera de desarmar al hombre de la pistola. Así


podré escapar.

Pero algo me congela. Mi cuerpo se tensa. No reacciono. No respiro. No puedo


moverme.

No. No puede ser. Mi pesadilla. Mi infierno.

- No... – balbuceo – No...

Se me perdieron las palabras.

- Mi chiquillo travieso – me habla; vive; está ahí; mi infierno – Has crecido...

Se me nubla la vista. Mi espalda hierve. Me duele. Me quema. Esa sensación.


De nuevo. Ahora. En este momento. Mi infierno.

- Te busqué y te busqué y te busqué – escucho que dice sonriendo.


Está feliz. Cada vez que habla es como si mil látigos se me enterraran en la
espalda. De nuevo siento las risas. De nuevo estoy sin ropa. De nuevo tengo
frío. De nuevo veo la gente desnuda. De nuevo estoy colgado de una cuerda al
techo.

Y mi espalda quema.

- Mi chiquillo travieso – dice contento mientras me mira de arriba abajo –


Eres tan hermoso... Eres bello mi chiquillo travieso.

Se relame los labios. Yo me encojo. No quiero que me pegue. No quiero que me


toque. No quiero que me mire. Quiero perderme. Busco por todos lados un
lugar, un hueco, algo, dónde perderme.

Choco en la esquina de la habitación. Lloro. No puedo hacer otra cosa más que
llorar. No puedo hacer otra cosa más que gemir.

Estoy descompuesto. Tengo náuseas al ver su rostro. Quiero vomitar cuando


veo que se muerde los labios. Quiero perderme de su vista asquerosa que me
miran con deseo.

- Por qué te fuiste Lay – me dice molesto – Si yo te amaba tanto. Pero


ahora, nadie nos va a separar. Nadie va a impedir que estemos juntos para
siempre.

- No... - digo acurrucándome en mí – No...

- Me enteré – agrega molesto– que andas con alguien. Pero le haré entender
que eres mío. Solo mío. Vamos a ir a casa. Y nadie te apartará de mi lado.
Me quiere tocar. Estira su mano. Yo me hago más pequeñito. No quiero sentir
su roce. Me ahogo en llanto.

Entonces de pronto se detiene. Escucho una voz en el aire. Pero estoy


demasiado angustiado para darme cuenta de lo que pasa. Cierro los ojos. No
puedo ver nada. No quiero ver nada. Ya estoy metido en mi infierno. Y no tengo
esperanzas de salir de ahí. Nadie vendrá por mí.

Pasa el tiempo. No sé cuánto. Una eternidad. Una eternidad en mi infierno. En


el que solo puedo escuchar el gemido de placer de las personas a mi alrededor.
Se ríen. Me miran y se ríen.

Estoy colgado del techo. Estoy desnudo. Soy tan menudito que me duelen los
brazos. Mis muñecas arden. Mi cuerpo está todo estirado. Estoy aterrado. Mis
ojos abiertos miran buscando ayuda.

Siento una punzada en mi trasero. Alguien quiere meter algo en mi ano. Yo


lloro. Me duele. Me duele mucho. Mi pecho va a estallar del dolor que siento. Mi
garganta se quiebra ante el grito que largo. Me estoy desgarrando por dentro.

De pronto se detiene. Siento que me tocan por todo el cuerpo. Yo lloro sin parar.

Escucho que me dice al oído: "Mi chiquillo travieso". Siguen las risas. Siguen
gemidos de la gente que está ahí. Siguen tocándose la entrepierna mientras me
miran. Yo solo puedo llorar. Yo solo puedo gritar. Cierro mis ojos. No quiero ver
más.

Escucho un chasquido. Otro más. No sé que será, pero todos ríen más.

Entonces siento un golpe terrible en mi espalda. Grito. El dolor es insoportable.


Mi corazón duele. Mi corazón está por reventar. Gimo a los gritos de dolor:
"¡Duele! ¡No más! ¡Por favor!". Pero mi clamor parece que los ha puesto más
contentos. Aprieto mis ojos. Mi corazón no va a aguantar más.
Otro golpe y yo grito más. Y otro golpe que me desgarra y otro y otro. Mi
infierno dura la eternidad.

- ¡YIXING! – escucho una voz que llama – ¡YIXING!

- No más... – suplico – No más... Por favor... duele... ¡Duele!

- Mi Corazón – dice la voz dulce – Mi Corazón...

Solo una persona me llama así. Mi Ángel.

- ¿Junmyeon? – murmuro asustado.

- Si Yixing – me susurra mientras me toca la cabeza – Abre los ojos. Ya


pasó. Ya pasó...

- Junmyeon – digo y lo miro.

Un suspiro ahogado sale de mi boca. Sólo él podía sacarme de mi infierno. Con


él ya no existe ningún infierno. Él me tira desesperado del brazo y me amarra a
su pecho desnudo. Lo abrazo. Lloro. Lloro pero de felicidad. Él está conmigo. Él
me vino a buscar.

- Te dije Mi Corazón, que yo te iba a cuidar.

- Junmyeon – gimo tratando de escuchar los latidos de su corazón, porque


quiero calmarme.
- Shhh... Ya pasó. Ya no volverás a estar en ese infierno nunca más.

Cuando me dice eso, me incorporo rápido. Abro los ojos. Miro a la puerta y
exclamo:

- ¡Woong In!

- No está más – me dice él seguro – Yo me encargué de eso.

- Junmyeon... ¿Qué dices? – pregunto.

Yo lo miro perplejo y desesperado. No creo que entienda lo que estoy diciendo.

- ¡Mierda! – dice un hombre de traje negro mirándome – ¡¿Qué es todo


esto?! Oye Suho ¿Por qué te llamó Junmyeon?

El tipo cae. Veo de repente que aparece detrás la figura de Chanyeol. Le ha


dado con la culata de su pistola al hombre que quedó en el suelo. No entiendo
nada.

- Doctor Yixing – saluda él preocupado – Junmyeon, mis hombres te


escoltan. Yo me hago cargo de él. La cosa afuera está fea. Ponte su traje.

Todo ocurre demasiado rápido.

Junmyeon comienza a quitarle la ropa al desconocido. Recién me doy cuenta


que está sólo de short negro. Lleva vendas en sus manos. Sostiene una catana
con sangre en su filo. Y ¡Chorrea sangre! ¡¿Qué estuvo haciendo?!
- ¡Junmyeon! – grito angustiado tocando su cuerpo – ¡Estás sangrando!
¡Qué ocurrió! ¡Te tengo que curar!

Él sigue cambiándose.

- Yixing – me dice agitado, mientras me besa la cabeza – Tenemos que salir


de aquí rápido.

Lo miro de arriba abajo mientras habla apresurado con Chanyeol.

- No le hagas nada – dice mirando al hombre inconciente – Después de


todo, me ayudó.

- Yo haré un trato con él – agrega Chanyeol – No te preocupes.

Yo me vuelvo a Junmyeon, con miles de preguntas en mi cabeza.

Me toma de la mano. Corremos. Hay hombres que nos protegen con armas. No
me suelta nunca.

Vamos por pasillos terriblemente largos. Nos dirigimos a una puerta. Nos
acercamos. Hay una balacera. Tengo miedo de pasar por ahí. Junmyeon tira de
mi mano y yo lo sigo.

Pasamos por un tinglado en medio de las balas. Él me cubre con su cuerpo. Nos
agachamos. De repente veo dos rostros conocidos. Shindong y Siwon. Nos
agarran a Junmyeon y a mí, y nos ponen detrás de ellos.

- ¡Junmyeon! – grito confundido en medio de la angustia y el ruido – ¡Qué es


todo esto!
De pronto choco con algo. Me doy la vuelta. Casi me caigo. Es un cadáver. Yo
conozco bien a ese muerto. Lleva un traje blanco. Era blanco. Ahora está
manchado de rojo. En medio de un charco rojo.

Ahí me quedo. Duro. Inmóvil como piedra. Lo miro bien. Tiene los ojos abiertos.
Se le nota el espanto en ellos. Tiene la garganta cortada. La sangre sigue
saliendo.

Miro a Junmyeon. Observo su pecho lleno de sangre. Mis ojos se detienen en la


catana que sostiene en la mano.

- Junmyeon... - balbuceo.

Levanta su mentón. Su mandíbula se endurece. Me mira con esos ojos oscuros y


terribles que amo y me dice de una:

- Y no me arrepiento – suspira – Te juro que lo volvería a hacer. Por ti, yo lo


volvería a hacer.

- Junmyeon... - mis ojos se nublan y me lanzo a sus brazos suplicando –


¡Quiero salir de aquí ya! ¡Solo quiero estar contigo en casa!

Salimos de una vez de ese lugar. Ni escucho los gritos de la gente que corre, ni
el sonido de los cañones de las pistolas de esos matones. Solo quiero salir de
ahí.

Nos trepamos en la parte trasera de una camioneta negra. Tiene vidrios


polarizados. Shindong maneja. Siwon observa por el espejo retrovisor. Sé que
vigila que nadie nos siga.
Junmyeon está nervioso. De vez en cuando voltea la cabeza. Tiene el mismo
temor que su guardia.

Pasa un tiempo. Nos estamos alejando del lugar. Ya estamos a una distancia
considerable de todo ese horror. Paseamos por el centro nocturno de Seúl.

Yo solo puedo mirar a Junmyeon. Estoy preocupado. Está herido. Necesita


curarse. Tengo que atenderlo.

- Ni se te ocurra – me dice de pronto – No hace falta.

Es que se ha dado cuenta que quiero llevarlo al hospital. Por eso insisto.

- Vamos Junmyeon.

- No.

- Tengo que...

- No quiero – me dice duramente.

Me alejo de su lado. Me voy al extremo del asiento. Me apoyo sobre la


ventanilla. Cruzo mis brazos y miro por el vidrio. Me ha enojado su modo y su
testarudez.

Entonces lo escucho molesto:

- No hagas eso.
- Hacer qué.

- Alejarte de mí ¡¿Sabes lo que me costó llegar a ti?! – me reprocha.

No le veo la cara. Pero la imagino por su tono duro y rotundo. Igual yo sigo
empacado en un rincón.

- Ven aquí – dice suspirando.

- No quiero – bueno, sí que quiero y mucho.

- No te pregunté si querías.

- Claro... tú sólo decides. Siempre decides – le hecho en cara.

Siento un tirón en mi brazo. Junmyeon con fuerza me estampa contra él. Me


amarra contra su cuerpo. Yo me remuevo enojadísimo. Pero él ni piensa
soltarme.

- Ahí estás de nuevo – me dice y escucho que ha sonreído – Mi peleador...

Me quedo quieto. Lo miro fijo. Así como está, sigue siendo lo más bello de
contemplar. Esos ojos negros que amo, se entierran en mí y yo me pierdo de
nuevo en él. Ya no me puedo escapar.

Pego mi frente a la suya. Pongo mi mano en su pecho. Su corazón late fuerte.


Está estable. Está bien. Eso me tranquiliza.

- Late por ti – me asegura y yo estoy feliz.


Me recuesto en su hombro. Me entierro en su aroma a hombre y le digo:

- Manipulador – porque sabe que lo que ha dicho me puede.

- ¡Es verdad! – me reclama.

- ¿Que eres un manipulador? – le sugiero.

- Y que late por ti.

Nos reímos. Pelear así y reírnos, después de todo el infierno que vivimos, me
hace sentir que esto es perfecto. Sé que nada entre nosotros es normal, porque
es perfecto. Él, tenía razón.

Junmyeon entonces entona una melodía preciosa. Y yo me siento bendecido de


escuchar su dulce voz. Aquí con él y donde sea, estoy bien protegido.

Siento en mi mano los latidos de su corazón. Su pecho sube y baja. Percibo sus
dedos que se meten en mis cabellos. Mientras, con su otro brazo, rodea mi
cintura.

- Junmyeon... - le llamo lamentando detener su tarareo, pero necesitaba


hacerlo.

- Dime Yixing...

- Te dijo "Suho".

Sus músculos se tensan. Suspira y me dice.


- Es un apodo. Sólo eso.

- Pero él te conocía.

- Yixing... - habla, aunque sé que duda, porque he sacado un tema que no le


gusta – Ese hombre es parte de mi pasado. Jugaba para él. Peleaba con otros
hombres en el ring. Peleas clandestinas ¿Entiendes?

Me callo. Es parte de su pasado, me ha dicho.

Yo también tengo uno. Y Junmyeon no me lo ha echado en cara. Aunque tengo


el presentimiento que lo sabe todo.

Pasan unos segundos y vuelvo a hablar:

- Me gusta.

- ¿Te gusta? ¿Qué te gusta? – me dice dándome un beso en la cabeza.

- Suho – digo y lo miro a los ojos. Está realmente impactado.

- ¿De verdad?

- Quiere decir "Guardián".

- No sabía – dice sonriendo y yo adoro esos labios curvados.


Pasan unos segundos. Vuelve a tararear su melodía preciosa un rato. Yo casi
estoy por dormirme en sus brazos. Entonces escucho algo que me impacta.

- Lay...

Me he quedado helado. Lo miro de nuevo. Mi apodo que me recuerda el dolor,


en sus labios, suenan tan bien...

- Me gusta Lay. Yo... no sé qué signifique. Pero, lo adoro...

Yo solo tengo ganas de besarle esos labios. Y eso hago.

Él sonríe y me acomodo bien como estaba. De nuevo escucho su voz en el aire.


Así estamos otro rato.

Pero de pronto tengo la necesidad de decirle otra cosa.

- Junmyeon...

- Dime Yixing.

- Soy tuyo por completo.

- Lo sé – me dice muy tranquilo.

- Eres un engreído – lo acuso.

- Solo contigo.
- Y un mandón.

- Solo contigo. Porque eres mío por completo.

- Ya te dije que no soy una de tus propiedades.

- Eres mío. Y por completo.

Vuelve a tararear la melodía que hacía, otro tramo. Pero lamentablemente


llegamos a destino. Ya me estaba desvaneciendo en su pecho.

Nos bajamos del coche. Estamos en el edificio donde él vive. Se gira hacia los
guardias y les dice.

- Cuatro cosas. Uno, de esto nada a mi padre. Dos, de esto nada a mi


hermano. Tres, desaparezcan esa arma que dejé en el coche – ordena haciendo
seña al auto – Y cuarto, gracias.

- Sentimos llegar tarde – dice Shindong.

- Llegaron a tiempo. Ahora, vayan a descansar – ordena dando una


palmada en el hombro del guardia que parece afligido.

Subimos. El conserje no se encontraba en ese momento. Entramos al


apartamento. Las luces se encienden apenas ingresamos.

- Menos mal que mañana no trabajas – me dice con un suspiro.

- ¿Por qué?
- Porque me vas a tener que cuidar.

Nos hemos bañado. Bueno. Yo lo he bañado. Él apenas se puede sostener del


agotamiento y el dolor de los golpes que ha recibido. Sin embargo, mientras yo
le lavo la cabeza y cada parte de su cuerpo, él no me ha quitado los ojos de
encima.

Me ha prometido que mañana irá al médico. Sé que no tiene lesiones internas.


Pero igual quiero estar seguro.

Seco su cuerpo desnudo. Él sigue mirándome. Y yo también me seco. Entonces


noto que su miembro está erecto. Sonrío y le digo.

- Cómo puedes querer...

- Contigo siempre quiero. Así me pones.

- Hoy vamos a dormir – le digo – No estás en condiciones.

- Yixing... - me dice – No hagas eso.

- Hacer qué.

- Decidir por mí.

Le pongo el bóxer y el pijama. Yo me pongo un bóxer de él y un pijama de él.


Después lo arrastro a la cama y me acomodo a su lado.
Nos hemos colocado como ya es costumbre. Mientras escucho el tarareo de su
melodía.

Pasa un rato. Lamento tener que detener su voz hermosa. Pero necesito hacerlo
para decirle.

- Suho...

- ¿Mhhh?

- Te amo.

- Yo también te amo Lay.

Vuelve a entonar su canción. Y yo me duermo contento apoyado en su pecho,


escuchando los latidos de su corazón.

Sé que ahora ya no habrá más pesadillas ni más infiernos entre los dos. Porque
él cuida mis sueños y yo cuido su corazón.
Capitulo 15
"Tuyo...por completo"

Busco algo perfecto para Yixing. Algo que pueda regalarle y que sea valioso y
significativo para él. Algo que vaya más allá de lo material.

Creo que encontré lo que buscaba. Después de muchas horas de entrar y salir
de varios lugares, al final terminé en una joyería.

- Espero que le guste – digo, mientras sostengo el colgante en mi mano.

- Le gustará joven – me alienta la mujer mientras toma con delicadeza el


objeto.

Lo pone en una pequeña caja de terciopelo azul. Yo suspiro de los nervios.

Hoy no iré a buscar a Yixing cuando salga. Dejaré que llegue solo. Sé que
llegará pasada las 23.30 hs. Casi a la medianoche. Lo tengo bien calculado.

He pedido de comer cerdo frito y bien picante como sé que le gusta. Y para
darle un complemento, hamburguesas.

Vendrá molesto, porque no lo he ido a buscar. A pesar que siempre me reclama


que lo estoy persiguiendo y acosando, cosa que es verdad, hoy ya sabrá lo que es
salir de ese hospital y no tenerme para él. Ahora que lo pienso, ya lo estoy
sufriendo.

Siento el sonido de la alarma, que da aviso que alguien ha ingresado bien el


código. Ya sonrío.

Entra al apartamento. Pega un portazo. Tira su mochila en el sillón y me mira


enojado. Ahí está mi peleador.
Mientras, yo sigo mirando el reloj.

- Buenas noches – le digo tranquilo para enojarlo más.

- ¿Buenas noches? – me pregunta irónico - ¿Buenas noches dices? ¡Buenas


noches una mierda!

- Qué boca más sucia – le reclamo serio – ¿Se puede saber qué te ocurre?

- ¿Qué me ocurre? ¡¿Que qué me ocurre dices?! – grita sacudiendo sus manos
enfurecido – ¡¿Te estás burlando de mí Kim Junmyeon?!

- No – bueno... puede ser, pero necesito hacer tiempo.

- ¿No? ¡¿No?!

Se va a la habitación. Me parece que me he sobrepasado un poco. Otro portazo.


Ha entrado al baño. Yo sigo mirando el reloj.

Corro a la cocina. Pongo la mesa con su comida preferida. Escucho que sale.
Voy a la habitación a buscarlo.

- Yixing...

- ¡Vete a la mierda! – me grita y lanza un portazo.

Me ha cerrado la puerta en la nariz.


- Yixing... - le llamo haciéndome el tierno – Mi Corazón...

Bajo el picaporte y... nada. Yixing ha cerrado con llave. Debe ser broma.

- ¡Vete a la mierda!

- Deja de insultar. No te queda bien.

- ¡Me importa una mierda! – grita de nuevo.

Suspiro. Me refriego los ojos y le digo.

- Yixing... - digo tocando – Abre la puerta.

- ¡No!

- Yixing... me estoy enojando.

- ¡Me vale una mierda!

- ¡Que dejes de decir palabrotas!

- ¡A mí no me mandas una mierda!

- ¡Abre la puta puerta!

- ¡Cierra tu puta bocota! ¡Mierda!


- ¡Mierda Yixing! – digo dándole con mi puño a la puerta -¡ABRE LA MALDITA
PUERTA!

- ¡NI UN MENSAJE! ¡NI UNA LLAMADA! ¡UNA SEÑAL QUE ME DIGA QUE
ESTAS BIEN!

- ¡Siempre me reprochas que te ando siguiendo!

- ¡Y A PARTIR DE AHORA TE LO PROHIBO!

- ¡Tú a mí no me prohíbes eso! – ya apenas tocó el tema, se me crisparon los


pelos.

- ¡Te lo prohíbo! ¡Si me vuelves a vigilar...!

- Zhang Yixing... - ya estoy respirando agitado.

- ¡... ME LARGO!

- ¡YO TE TENGO QUE CUIDAR!

- Claro... - escucho que murmura cosas, pero ni escucho.

- ¡Yixing! – nada – ¡ZHANG YIXING!


Se suponía que iba a ser una noche única y la cagué. Después de todo lo que
pasamos, mi emoción me traicionó y no tuve en cuenta que Mi Corazón sigue
sensible con todo aquello.

Escucho el sonido de la ducha. Se está bañando. Y yo aquí caliente de furia.

Mejor me voy a descargar tensión. Así que me arranco el saco, el chaleco y la


corbata. Me arremango las mangas de la camisa y listo. Comienzo a darle con
todo a la bolsa, sin ponerme vendas.

Ando así un buen rato, dándole con mis puños y patadas al morral de arena.
Creo que hoy dormiré en la habitación de huéspedes.

Ya me he aburrido. Así que me voy al living. Yixing no ha salido. La puerta


sigue cerrada.

Me acerco y toco.

- Yixing – le digo en tono más tranquilo – Mi Corazón... sólo dime si estás bien.

Pasan unos segundos. Entonces mi corazón comienza a palpitar rabioso. Hasta


que siento una voz dura del otro lado que me dice.

- Estoy bien.

Yo suspiro.

Me voy al sillón y me desplomo. Veo la hora. 23.59 y demonios. Se suponía que


esto no debía pasar.
Tengo ganas de llorar de la bronca. Pero mirando a la puerta, pienso que al
menos está aquí conmigo y a salvo. Y yo estoy aquí fuera vigilándolo, para que
nada malo le pase.

Me dirijo al equipo de música y coloco una canción que elegí especialmente para
este momento.

En la penumbra, comienza la intro y yo miro la puerta de la habitación. Sonrío,


como un loco, ahí, sólo, siguiendo la letra y bailando. Desde que me di cuenta
que me había enamorado de él, Every breath you take, de The Police, siempre
venía a mi mente.

Cada aliento que tomes,

cada movimiento que hagas,

cada atadura que rompas, cada paso que des,

te estaré vigilando*

Presiento que esos versos han bastado para que recuerde que son palabras que
siempre le digo a él. Me imagino su rostro precioso impactado. Lo sé. Mi
corazón lo sabe. Por eso sigo bailando mirando la puerta de la habitación.

Todos y cada uno de los días,

y cada palabra que digas,

cada juego que juegues, cada noche que te quedes,


te estaré vigilando.

Cierro los ojos y me imagino su carita preciosa e ingenua. Mi Corazón, mi mejor


sueño, mi descanso, debe estar sonriendo. Yo lo sé. Porque lo conozco bien.

Escucho la cerradura de la puerta. Pero no abriré los ojos. Aunque ya escuché


que la ha abierto.

Oh, ¿no puedes ver

que tú me perteneces?

cómo duele mi pobre corazón

con cada paso que das.

Me le acerco bailando. Mi autoconfianza lo mata, lo sé. Me adora porque soy


arrebatador y lo dejo sin aliento. Ahora doy dos giros completos.

Cada movimiento que hagas,

y cada promesa que rompas,

cada sonrisa que finjas, cada parte que reclames

te estaré vigilando.
Abro los ojos. Allí está. Apoyado en el marco de la puerta. Mi cabello se ha
despeinado y para cuando me detengo, en medio de esa pista improvisada, mis
ojos se le clavan, mordiéndome el labio inferior, sin dejar de bailarle. Él sonríe.
Mis hoyuelos preciosos, están ahí sólo para mí.

Me llevo mi mano al pecho. Quiero que sienta, cuando escuche esta parte, lo
que me pasa cada vez que no lo veo y no sé nada de él.

Desde que te has marchado estoy perdido sin un rastro,

sueño por la noche y solo veo tu rostro,

busco alrededor, pero eres tú lo que no puedo reemplazar,

me siento tan frío y anhelo tu abrazo.

Sigo llorando bebé, bebé, por favor.

La parte de la melodía. Muevo mis caderas de un lado a otro. Estiro mi mano,


con la palma hacia arriba. Mis labios se curvan a un solo lado y mi ceja se
levanta. Lo estoy llamando. Él lo entiende y avanza.

Mi precioso Yixing, baila como los dioses. Y yo sólo puedo detenerme en esa
pelvis que ha comenzado a balancearse deliciosamente.

Oh, ¿no puedes ver

que tú me perteneces?

cómo duele mi pobre corazón


con cada paso que das.

Se me acerca y me sorprende con un giro de tres vueltas suaves. Se detiene y a


medida que avanza, mueve sus hombros hacia atrás, con delicadeza. Quisiera
morderle al menos uno de ellos y lamerle sus clavículas perfectas.

Cada movimiento que hagas,

y cada promesa que rompas

cada sonrisa que finjas, cada parte que reclames,

te estaré vigilando.

Cada movimiento que hagas, cada paso que des,

te estaré vigilando.

Ya no aguanto la distancia. Lo tomo de la cintura y lo pego a mi cuerpo. Me


sonríe maliciosamente y me dice.

- Así que como siempre, me estás vigilando.

- Como siempre. Que te quede claro que... Te estaré vigilando – y le canto –

Cada aliento que tomas, cada movimiento que haces.


Cada atadura que rompas, cada paso que des.

Te estaré vigilando.

Cada uno de los días, cada palabra que digas.

Cada juego que juegues, cada noche que te quedes.

Te estaré vigilando...

Yixing me ha rodeado el cuello con sus brazos y me respira en la boca. Ese olor
a frutas me intoxica de amor. Nuestros ojos se encontraron para no separarse
más.

- Ya es pasada la medianoche – le digo – 7 de octubre. Feliz cumpleaños Mi


Corazón.

- ¡¿Cómo sabes?! – me dice perplejo, sin separase de mí.

- Te mandé a investigar ¿recuerdas?

Se ríe. No sé cómo lo había olvidado. Él es así de despistado. O es quizá incapaz


de recordar un error de mi parte, cuando me perdona.

De pronto me mira serio. Y yo me pierdo en cada detalle de su rostro precioso a


la luz de la luna.

- Eres hermoso – me susurra acariciando mi pelo – y eres mío esta noche.


- Esta y todas las noches – le aseguro.

- Pero no eres mi propiedad.

- Si lo soy – le digo serio – Yo soy tuyo por completo Yixing.

Me abraza fuerte. Algo lo tiene inquieto. Tiene miedo. Por eso le pregunto.

- ¿Qué ocurre mi amor?

- Nada. Sólo que te amo más que a mi vida –me dice la verdad, pero también
me está mintiendo. Igual esta noche se lo perdonaré.

Y la canción está llegando a su final. Todo queda en silencio. Lo beso con


dulzura.

Pero Yixing me sorprende cuando hunde furiosamente su lengua hasta mi


garganta. Me ha dejado sin aliento y extasiado. Eso sólo ha bastado para que
mi miembro reaccione. Y yo ya estoy más que dispuesto.

Tomo sus caderas con mis manos y las sujeto con fuerza. Lo pego a mí y lo
presiono, frotándolo para que me sienta.

- Junmyeon... ¡ah!

Él gime de placer y lo sé porque ha echado su cabeza hacia atrás con los ojos
cerrados. Le lamo ese cuello blanco e impecable. Está perfumado y limpio.
- Hueles como los dioses – me dice para mi sorpresa mientras emite otro
gemido.

- Estoy todo transpirado – le recuerdo.

- Tu olor a hombre, siempre he amado ese olor que tienes.

Y me estampa contra la pared. Esa no me la esperaba. Me mira lleno de


lujuria. Me come con esos ojos la entrepierna.

Yo me quedo ahí dejando que me saboree. Pero me froto un poco, acomodando


mi miembro erecto, porque ya no cabe en esa tela que me aprieta.

Entonces se me abalanza y me besa de nuevo. Siento que su mano se ha metido


ahí donde más lo necesito.

- Yixing... Yixing... me vas a... matar... ah....

Me quita el cinto. Me desabrocha el botón del pantalón y baja la bragueta.

- Qué demonios...

No me ha dado tiempo a tomar aire siquiera que ya estoy ahogado en el placer


de estar metido en su boca.

Su lengua va y viene a lo largo de mi pene. Se siente tan pero tan caliente que
me estoy ahogando en serio. Ya hasta rasguño la pared.

Yo agarro sus cabellos y su nuca. Él interpreta que quiero estar más adentro.
Bueno. Sí quiero. Pero no si eso le hace daño
Igual él es una fiera. Su habilidad me ha impactado.

Me saca de su boca y yo ya siento frío. Con su pulgar rodea mi glande y encima


me pregunta.

- ¿Lo estoy haciendo bien?

- Yixing... – digo mientras estoy ahogado en gemidos – Ni aunque...


quisieras...podrías... hacerlo mal... Lo haces... mierda... mierda...- digo porque
le voy a explotar - ¡Perfecto!

Estoy chorreando transpiración. Mis venas deben estar infladas. Mi pene


palpita como loco. Siento que su boca me está quemando.

Mi pecho sube y baja. Entonces él me chupa un testículo primero y después el


otro. Mierda. Esto es demasiado bueno para ser real.

Y vuelve al final con una arremetida propia de los dioses del sexo perfecto será.
Porque no hay palabras para explicar cómo hace para hacerme gemir como un
animal.

Me mete dentro, hasta el fondo de su garganta. Y yo puedo sentirla.

- Demonios... – gimo – Yixing... ¡Necesito venirme!

Ni que le hubiera dado la orden de darme duro y con todo. Me mete y me saca
con una velocidad y de repente se queda quieto. Me ha dejado en su boca y así
juega con su lengua sacudiéndola sin sacarme un segundo.
- Yixing... Yixing... ¡¡¡aaaahhhhh!!!

Grito con todo. Abro mi boca para tomar algo de aire. Me ha dejado en jaque.
Respiro con dificultas. Entonces veo que se chupa los dedos. Ya lo agarro de la
nuca y lo acerco a mí de una.

Mis labios recorren su largo y perfecto cuello. Mientras voy girando su cuerpo.
Quedo detrás de él y le succiono la nuca. Le estampo mi miembro parado, él
emite un gemido, elevando sus brazos y rodeándome el cuello para apretarse a
mí más fuerte. Yo puedo sentir esos glúteos parados, duros y perfectos. Ya me
quiero enterrar.

- Junmyeon – gime y suplica – Penétrame ya... por favor... fóllame...

Lo sostengo de la cintura. Lo refriego todo lo que puedo. Todavía estamos con


ropa. Aunque mi pene esté fuera y ya haya tenido su baile, quiere más rondas
con él.

- ¿Así? – digo con voz ronca y simulo penetrarlo.

- ¡Ah!... Si... ¡Así! y más – suplica echándose hacia atrás y rasguñando mi nuca.

Entonces meto mi mano por su entrepierna. Tomo su miembro entre mis


manos. Sólo rozarlo ha hecho que tiemble en mis brazos.

- ¿Te gusta esto? – pregunto mientras le muerdo el lóbulo de su oreja.

- Sí... Así Junmyeon... – dice entre gemidos torpes.

El presiona su trasero duro contra mi pene. Y se vuelve más rabioso en su


movimiento cuando comienzo a ordeñarlo con esmero.
Siento que sus uñas se clavan en mí y ya sé que está llegando a su límite.
Porque ha echado su cabeza hacia atrás. Arquea su preciosa espalda y entierra
su trasero con una fuerza indescriptible sobre mi pene.

Un gemido gutural sale de su garganta. Y grita...

- ¡Junmyeon ahhh!

Se ha chorreando en mi mano, por su ropa y su entrepierna. Así parado,


agitado y sin aire, descansa unos segundos apoyando su nuca en mi hombro.

Pero rápido se da la vuelta. Justo me ve que me estoy lamiendo los dedos. Se


ríe. Y yo le digo arqueando una de mis cejas.

- Era mi turno de probar.

Me besa. Y mientras, me suplica.

- Pruébame por completo. Hasta el fondo.

- Esa es la mejor orden que me han dado en la vida – y es verdad, Yixing se


supera a si mismo.

- ¿Así que yo ordeno?

- Siempre – le confieso con mi voz ahogada de placer por sentirlo así – Sólo tú
no quieres verlo.
Se sube a mis caderas rodeándome con sus piernas. Ama que lo lleve así a
nuestra cama, para hacerle lo que más le gusta que le haga: el amor.

Llegamos. Lo tiro y rebota. Él se ríe divertido con los brazos arriba. Yo me quito
rápido la camisa y él su remera. Le arrastro los jeans y el bóxer. Él se había
quitado sus zapatillas no sé en qué momento.

Ahora lo contemplo un rato. Allí abajo, en esa cama, se retuerce entre las
sábanas. Y yo como siempre le digo.

- Demonios Yixing. Aquí. En esta cama. Se te ve perfecto. Perfecto y sólo para


mí.

Me muerdo los labios. Él con sus dedos rasguña mis pectorales.

- Eres como los dioses. Hermoso y perfecto.

Me paro en el borde de la cama. Largo mis pantalones a cualquier lado. Me le


subo encima y lo beso. Acaricio sus pezones con mi aliento, controlando la
humedad que coloco en ellos, secándolos, mojándolos, chupándolos, como
queriendo alimentarme de ellos.

Siento en mis manos su cuello mojado. La nueva tensión de su grito de placer,


junto a sus uñas que se clavan en mi nuca, hace que entierre suavemente mis
dientes en su protuberancia sensible.

- ¡Más Junmyeon!

Su grito hace que me detenga. Lo torturo por un segundo. Y su silencio mojado


hace que continúe.
Mis manos recorren todo su cuerpo delgado y perfecto. Pero mi lengua se
detiene en su entrepierna. Juega paseando por ahí. Mientras, observo que él
sigue arqueándose en la cama descontrolado. Es una fiera.

Llego hasta el oscuro centro de su sexo. Intervengo sin vergüenza con mi


lengua para humedecerlo.

- ¡Junmyeon me estás matando! – grita entre gemidos ahogados y me reclama –


Ya Junmyeon ¡Fóllame de una vez! ¡Métete dentro de mí!

Me elevo sobre su cuerpo. Levanto su pierna derecha encima de mi hombro.


Beso su pie y le sugiero, frotando mi glande en su entrada.

- Suplica...

- Eres un maldito – ruje entre dientes.

- Suplica... – le digo y presiono.

- Junmyeon... ¡Ahhh! ¡Por favor! – grita arañando mis pectorales.

- Por favor qué... – digo conteniéndome de no penetrarlo ya.

- Fóllame Junmyeon. ¡Ahhh!

- No... estás... diciendo... la frase... correcta... – digo rugiendo.

Presiono un poco y el lanza un gemido ahogado. Está tan necesitado...


- ¡Dilo! – le ordeno.

- ¡Ya sabes! – exclama y me está de nuevo peleando.

- Qué sé – digo y me meto un poco más – ¡Dime!

- ¡SOY TUYO POR COMPLETO!

Me meto un poco. No del todo. Está tan húmedo y yo ya me siento


terriblemente necesitado de estar enterrado por completo. Me salgo y me
introduzco de nuevo un poco más al fondo y ahí me quedo.

- ¡Ya deja de torturarme!

Muevo mi pene dentro de él. Eso lo estremece y abre los ojos.

- Dime... Lo que me gusta... escuchar – le ordeno mordiéndome los labios.

- ¡SOY TU PROPIEDAD!

- MÍO – grito y me meto hasta el fondo sin aviso – ¡MI PROPIEDAD!

Él grita de placer. Y se enrosca en mi cintura presionándome a él.

Salgo y entro a mi antojo. Curvo mis caderas para generar más presión. Sé que
le gusta escuchar el sonido de nuestros cuerpos mojados chocando sin control.
Sé que le gusta romper el silencio con nuestros gemidos cuando estamos
haciendo el amor.
Él se sujeta de mi cuello. Y yo lo miro para hundirme en esos preciosos ojos
calientes.

- Yixing ¡Cómo-me-gustas-Yixing!

Me quedo presionando unos segundos. Emito un rugido mientras lo miro fijo.


Está conmocionado de placer. Sus mejillas arden y su cabello alborotado está
mojado.

- ¡¿De quién eres?! – le exijo que me diga para continuar.

Él mueve sus caderas para exigirme a seguir. Y yo hago más fuerza para
penetrarlo.

- ¡Junmyeon! – grita arqueando su espalda – ¡Vete al demonio!

Peleador. Ya verá. Tengo que hacer un terrible esfuerzo. Pero se merece un


castigo por retarme.

Rujo en su cara. Me retiro de él con fuerza. Porque se había amarrado con


poder a mi cintura.

- ¡Eres un maldito! – me reclama furioso golpeando con sus puños la cama.

- ¡¿Yo?! – digo llevando mi mano al pecho – Mira cómo me dejaste porque no


quieres entender – agrego señalando mi entrepierna.

Le doy la espalda. Sé que ama mi trasero bien torneado y duro. Lo quiero hacer
sufrir por andar de peleador. Pero en eso siento un mordisco terrible en mi
cachete. Y demonios que ha dolido.
- ¡Mierda Yixing!

No me da tiempo a decir más. Es que es bien fuerte y luchador. Me tira furioso


de la muñeca. Me estampa sobre el colchón boca abajo. Yo me doy vuelta en
una milésima de segundo. Pero él se me ha trepado encima. Ya me está
cabalgando deliciosamente.

- Eres un maldito Kim Junmyeon – me recrimina entre dientes ubicando su


entrada en la punta de mi pene hinchado y necesitado de él.

Con mis dedos aprieto sus pezones. El gime. Recorro con mis manos su cuello,
su pecho, sus pectorales y me apodero de su miembro.

- Querías que te folle Yixing. Bueno...Tú tienes el control – le digo contento


porque esta visión es la que adoro.

El se refriega en mí y me dice para terminar llenándose de mí hasta el fondo.

- Como siempre.

Yo le agarro las caderas para ayudarlo a presionarse con fuerza. Verlo así es la
felicidad absoluta. Yixing es perfecto. Esa silueta esbelta se está moviendo sólo
para mí.

Cierra sus ojos de vez en cuando, porque está en un éxtasis indescriptible,


mientras apoya sus manos en mi pecho. Y yo estoy aquí abajo, gozando de sus
atenciones. Su cadera sube y baja. Es terrible en sus movimientos. Es tan
estrecho y se siente tan caliente por dentro...

- Yixing... Cómo me gustas Yixing... – gruño.


- Junmyeon... – gime – Eres tan hermoso Junmyeon...

Jamás dejo de contemplar a mi dios. Allí está en su pedestal y yo bajo sus pies.
Él está arriba y yo, aquí abajo. Como debe ser.

Nuestros gemidos se vuelven brutales a medida que incrementa la velocidad de


su vaivén. Yo no puedo evitar embestirlo también con mis caderas.

- Junmyeon... eres... ¡MIO! – grita.

- ¡Por completo! – le confirmo y le agarro las caderas para presionarlo a mí,


apretando mis dientes.

Me incorporo. Estoy unido a su pecho. Siento en mis abdominales que su


miembro erecto tiembla. Y lo froto con mi mano.

Grita mi nombre y yo lo miro. Pego mi frente a la suya mientras mi pene se


infla. Estoy al borde como él.

Estoy temblando. Él se aferra a mi espalda. Él también tiembla. Nos besamos


sin cerrar los ojos.

Entierra sus uñas en mi piel. Eso provoca chispas en mi vientre hasta la punta
de mis pies. Mierda. Yixing me vuelve un desquiciado por él.

Abre su boca. Yo endurezco mi mandíbula. Y grito con todas mis fuerzas.

- ¡MÍO! – y lo embisto rabioso por cada grito que pego – ¡MÍO! ¡MÍO! ¡MÍO!
- ¡JUNMYEON! – ruje apretando sus ojos y grita.

Hemos estallado y me rebalso dentro de su cavidad.

Mi pene queda ahí flotando de amor en su interior caliente y estrecho.

Apenas abre sus ojos casi negros y brillantes por las lágrimas y me murmura
en los labios.

- Tuyo... por completo...


Capitulo 16
"Por siempre y para siempre I"

Estando bajo la ducha, me estampa de cara contra el frío mármol del cuarto de
baño. Pero juro que es una sensación refrescante. Es que estoy tan caliente que
voy a explotar.

- Junmyeon – jadeo casi gritando.

Llevo mis manos hacia atrás para agarrarle los hombros y tirarlo fuerte hacia
mí.

- Yixing ¡Me vas a volver loco! – grita y me lame la nuca.

Naturalmente mi espalda se arquea. Quiero que meta más dentro todavía su


terrible pene.

- ¡Más fuerte! – le ordeno.

Él obedece. Con una velocidad que se incremente, me embiste rudamente las


veces que quiere. Sentirme lleno de él, me vuelve un perverso y sólo quiero que
siga sin parar.

Amo cuando siento sus dedos clavarse en mis caderas. Así me sostiene mejor.
Así me controla perfecto. Así jugamos a ver quién tiene el control. Es que no
puedo quedarme quieto.

Siento su rugido en mi cabeza. Todo me da vueltas. Con él la razón se dispersa,


porque sólo existe Kim Junmyeon dentro de mí, clavándose en mí,
enterrándose en mí.
Hoy mi novio ha querido bañarme y yo me dejo servir por mi Ángel. Lo miro
mientras me seca todo el cuerpo y con esa preciosa sonrisa que no lo abandona
ni un segundo, hace remolinos con la toalla por mis cabellos. Nos reímos y me
da un beso en cada uno de mis hoyuelos.

- Te amo – me dice cuando me da un beso – Y feliz cumpleaños.

- Te amo y gracias.

En brazos me lleva a la habitación. Me baja y me para frente al espejo.

Me viste, colocándome delicadamente cada prenda. Ha querido engalanarme


con esta ropa desde hace semanas, pero no se lo he permitido. Nunca acepté ese
tipo de regalos de su parte. Pero hoy lo haré feliz.

Me ha puesto un traje entallado, impecable y casual azul oscuro, con una polera
blanca. Me miro en el espejo. Me doy la vuelta. Observo estos calzados negros
de charol. Definitivamente podría acostumbrarme a llevar esto. Me queda
genial.

Él termina de vestirse con esos trajes de tres piezas para matar, como siempre.
Hoy de un gris claro tornasolado. Su corbata azul resalta su sonrisa. Eso creo.
No sé nada de moda, pero él es meticuloso en esas cosas.

Nos paramos en el inmenso espejo, uno al lado del otro. Nos miramos y
sonreímos.

- Te ves precioso – me dice mordiéndose los labios.

- Gracias – agrego mientras peino mis cabellos – Ahora todos se enamorarán de


mí.
- ¡Ahora mismo te quitas eso!

Por hacer una broma, me quiere arrancar la ropa. Yo me mato de la risa. Había
sido terriblemente celoso. Así que corro y me escapo de él en dirección al living.
Es que dicho sea de paso, estoy llegando tarde al trabajo.

- ¡Ni loco! – grito a las carcajadas – ¡Me queda espectacular!

- ¡Ven aquí Zhang Yixing! ¡No quiero que todo el mundo ande babeándose por
mi propiedad!

- ¡No soy tu propiedad!

- ¡Recién cuando te bañaba no decías lo mismo!

Corro rodeando la mesa del living y me freno. Recién veo lo que hay dispuesto.
Todo estaba listo para una cena que nunca fue.

- Junmyeon... qué...

No tengo palabras. Me he quedado mudo. Escucho entonces que él me habla


por detrás.

- Las cosas no salieron como quería.

- Lo siento – digo realmente arrepentido por haberle arruinado la noche que


había preparado.
- No lo sientas Yixing – dice abrazándome, aferrándose a mi cintura – Porque
de verdad, fue perfecto.

- ¡¿Y eso?! – digo mirando una caja de terciopelo azul en el medio de la mesa.

- Tu regalo.

Lo toma entre sus manos y me lo estira. Cuando lo quiero tomar, me lo esquiva.

- Solo si te cambias de ropa.

- Me gusta mi ropa.

- Y a mí me gustas tú. Pero andas muy provocador – me dice molesto.

- Me la compraste tú.

- Y ahora me arrepiento.

- Quédate con tu regalo – termino por sentenciarlo enojado.

Me doy la vuelta para irme. Entonces escucho que me dice riéndose de mí.

- Era broma Mi Corazón.

Yo me voy a la salida. Ya ni pienso volverme.

- Y ahora resulta que te ríes a costa mía – le reclamo.


- Oye Yixing. En serio era broma – trata de explicarme en tono serio.

- Vete al diablo.

Ya está. Me enojé. Así que ahí tiene a su peleador. Que se quede con su regalo.

- No te vas sin tu regalo.

- Adiós – digo y corro hacia la puerta.

- ¡Ven aquí! – exclama ahora él entre molesto y preocupado.

Y yo ya me le escapé. Porque antes que pudiera agarrarme, le he cerrado la


puerta en la cara.

- ¡Zhang Yixing! ¡Vuelve aquí!

Sé que no podrá salir. Le he cambiado el código de adentro y de afuera. Se ha


quedado atrapado porque seguro no lo recuerda. Sólo se la enviaré por mensaje
cuando esté a una distancia considerable de su amarre. Es terrible. De seguro
que eso de quitarme el traje no era una broma.

Le envío un mensajito con el código a Junmyeon, claro una vez que estoy en el
hospital.

- ¡Feliz Cumpleaños doctor Zhang! – escucho que gritan y sé que será así el
resto de mi feliz día.

- Pero qué lindo se ve hoy doctor Zhang – dice la recepcionista sorprendida.


Todos miran mi nuevo look y me lo hacen notar. Junmyeon tiene un gusto
impecable. Y yo me siento un modelo tapa de revista, de lo engreído que ando.

En medio de los aplausos de bienvenida y los saludos de cumpleaños, me dirijo


al vestidor. Me quito toda la ropa y me pongo el uniforme. Será mi día, pero hay
mucho que hacer.

Hasta mis pequeños me han preparado un coro con el cumpleaños feliz. Me han
llenado de sus bonitos obsequios. Me resulta precioso ver cómo han hecho sus
tarjetas llenas de corazones conmigo por todos lados. Hasta flores me habían
comprado.

Eso no quita que haga mis revisiones diarias. Igual que mis niños internados,
mis pequeños que vienen al consultorio me dejan sus tarjetas y me han traído
obsequios. Desde pañuelos, hasta portalápices, agendas y portarretratos. No sé
cómo me voy a llevar todo esto.

Camino rumbo al laboratorio. Aunque hoy no es el día en que estoy ahí, quiero
revisar cómo van las investigaciones.

- Doctor Zhang – me llaman por detrás.

- Doctor Jang – saludo haciendo mi reverencia.

- Feliz cumpleaños Yixing – me dice cordialmente.

- Muchas gracias. No pensé que sabría.

- No sabía –me aclara serio – Pero con el terrible alboroto es difícil no saber.
Así es el director del Hospital Central, Jang Dong Gun. Puede ser
amablemente escalofriante.

- Preciso hablar unas palabras con usted en mi oficina.

Nos dirigimos allí. Apenas entramos, me invita a tomar asiento. Es raro que me
llame así. Normalmente soy yo quien vengo a darle siempre semanalmente los
informes de las dos áreas que dirijo. Pero esta vez él ha pedido hablar. Sólo me
quedo mirándolo sin decir palabra.

- Doctor – me dice – iré al grano. Debemos recortar los presupuestos en su área


de investigación.

Eso me ha caído como balde agua fría. No me lo esperaba para nada. Me pongo
tenso y respiro agitado. No entiendo. Por eso le reclamo:

- Pero ¡Somos el área que más avances ha tenido en los últimos meses! ¡La
investigación en Farmacología neurorrestaurativa, es fundamental para
nuevos ingresos económicos en el hospital! ¡Ayudará tanta gente! ¡Estamos
muy cerca de...!

- Doctor Zhang – me interrumpe y yo debo callar porque es mi superior, aunque


no puedo evidenciar mi frustración – Yo sé de sus avances. Sé que ha dado
muchas satisfacciones a nuestro hospital. Sabe que por eso lo he elegido para
dirigir las dos áreas que dirige. Pero hubo recorte presupuestario.

- ¡¿Qué?! – vuelvo a exclamar.

- Así es doctor – me dice serio pero afligido – Créame que estoy tan
desconcertado como usted ¡Estaba tan confiado de que ocurriera todo lo
contrario!
He estado una hora metido dentro de la oficina del director hablando sobre
esto. Pienso. Es un hospital público. Por qué nos quitarían parte del
presupuesto, si damos grandes ganancias con la venta de fórmulas a las
farmacéuticas. Supuestamente hasta el presidente de la república está
satisfecho con nosotros y nos presume ante el mundo. Pero al parecer no ha
sido suficiente.

Es mi hora de descanso. Entro al vestidor. No quiero comer nada; solo quiero


desaparecerme un rato. Pienso en cómo le diré al equipo del recorte de
presupuesto. Me tiene mal saber que estábamos así de cerca en la producción
de una nueva medicación que supuestamente iba a revolucionar el mercado. Y
ahora, todo se acaba.

Minho y Taemin están ahí sentados tomando un café.

- Yixing – me dice Taemin amable, levantándose de su lugar y dándome un


abrazo – ¡Feliz cumpleaños!

- ¡Gracias! – digo recordando que en verdad hoy es mi día, pero siento que todo
se ha ido al diablo con la noticia.

Minho no tiene la misma actitud de nuestro colega. Todo lo contrario. Me mira


enojado. Toma un sorbo de su café y no dice nada. Taemin lo mira, se le acerca
y le da un golpe en la cabeza.

- ¡Ya! ¡No seas grosero! – le grita a Minho que se queja.

- ¡Yo no voy a ser hipócrita!

Yo lo miro perplejo y desconcertado.


- Minho – digo en tono seco – ¿Se puede saber qué te pasa conmigo?

- ¿De verdad me preguntas? – me reclama.

- Si.

- Ya Minho – le dice Taemin tomándole el brazo cuando lo ve avanzar – Hoy es


su cumpleaños...

- ¡¿Y eso qué?! – le dice zafándose de su agarre – ¡Todo el mundo lo saluda y lo


adora mientras nosotros aquí estamos observando como espectadores las cosas
que pasan!

- ¡Ya basta Minho! ¡Él no tiene la culpa! – dice Taemin y yo me doy cuenta que
han estado hablando de mí.

- ¡Pero es responsable! ¡Y se tiene que hacer cargo!

- Por lo visto ya lo sabes – le digo suspirando, al darme cuenta que la noticia del
recorte de presupuesto ha llegado antes a él.

- ¿O sea que es verdad? – pregunta Taemin compungido.

- Si – y es todo lo que me sale decir.

- ¡Te lo dije! – sigue gritando Minho furioso – ¡Primero lo de Zhoumi y ahora


esto!
- ¿Qué tiene que ver Zhoumi? – pregunto – Él tomó una decisión. Creyó que
Neurología no era lo suyo ¡Por eso se fue al hospital cardiológico! ¡Hace tiempo
que lo querían allá!

- ¡Por Dios Yixing! – sigue vomitando Minho, ante el mutismo de angustia de


Taemin que no sabe qué hacer – ¡Me exaspera tu ingenuidad y dicen que tienes
un IQ superior a lo normal! ¡Mierda!

Se va, dando un portazo terrible, dejándome congelado. Yo solo puedo mirar al


suelo perturbado. No he entendido nada. Taemin, siempre tan atento, se me
arrima y me consuela agarrándome del hombro.

- Está estresado. Las cosas no salieron como hubiera querido. Hemos trabajado
tan duro desde hace meses... Tú sabes...

- Yo comprendo – digo compungido – Pero ¿Por qué me culpa?

- Yixing... no le hagas caso...

- No Taemin. A ti te cuenta todo. Qué te ha dicho...

Mira al suelo. No quiere decirme lo que pasa por la cabeza de Minho. Pero al
final me confiesa.

- Él dice que Zhoumi se fue por ti.

- ¡¿Cómo?!

- Yixing, solo tú no querías verlo. Zhoumi estaba enamorado de ti.


- No es así – le aclaro – Zhoumi siempre me cuidaba mucho, desde la
Universidad, siempre estuvimos juntos y...

- Ya Yixing. Sigues sin querer darte cuenta – me reclama – Pero se le notaba.


Todos lo notaban. Entonces, según Minho, cuando comenzaste a salir con
Junmyeon y él comenzó a venir seguido aquí, Zhoumi no aguantó y se fue.

- Pero siempre dudó en estar aquí... él siempre se interesó más en cardiología...


- murmuro tratando de convencerme.

- Lo sé. Es lo que yo le he dicho siempre a Minho.

- Igual... ¡¿Sólo es eso?! ¡Es como si me culpara de todo...!

- Minho cree que el recorte es por culpa del Primer Ministro. Y tú sales con el
hijo del Primer Ministro – me dice y se ríe – Está loco... Eso es absurdo. Ya
Yixing. Ni le hagas caso.

En lo que resta de la tarde, lo que me ha dicho Taemin, se me ha clavado como


espina. Dios. No sé cómo Minho ha sacado esas conclusiones. Pero, no son para
nada absurdas. Siento que el corazón se me estruja. Recuerdo la charla que
tuve con Junmyeon, aquel día que me confesó que su padre no estaba de
acuerdo con lo nuestro:

- ... no quiero que nada intervenga entre nosotros – me había dicho.

- ¿Él podría intervenir? ¿Cómo?

- No lo sé... pero... Yixing... tienes que jurarme que nunca me vas a dejar.
Trato de convencerme que un hombre comprometido con el gobierno, no sería
capaz de algo tan perverso. No podría jugar así con la necesidad de la gente.
Todo el mundo sabe que Kim Bum, es justo e intachable. Es un hombre
honrado que asesora bien al Presidente de la República.

A quién engaño. Yo sé bien quién es Kim Bum. No tiene nada que ver con esa
imagen que les vende a todos. Jamás se irán de mi mente las palabras que me
dijo cuando me ofreció dinero para que deje a Junmyeon.

- Usted ¡Es un don nadie! ¡Un niño de la calle que vaya a saber de dónde
viene!... entienda que no puedo dejar a mi hijo cerca del hijo de una prostituta.
Porque, a eso se dedicaba su madre ¿verdad? Y usted... también...

Tengo miedo. Estoy aterrado. Cierro mis ojos y me los refriego con fuerza. No
quiero pensar en lo que estoy pensando.

Es de noche y es la hora de ir a casa. Camino hacia la salida. Pero mis cuatro


muchachos no me dan ni tiempo a llegar que me arrastran con ellos.

- Pero ¡¿Qué es todo esto?! – exclamo tratando de liberarme.

- ¡No seas tan complicado y ven con nosotros! – me recrimina Kyungsoo.

- Vamos Yixing – dice Luhan – Hace mucho que no estamos contigo.

- Ya vas a comenzar con eso – me quejo.

- Sabes que Luhan tiene razón – interviene Baekhyun – desde hace semanas
que ni un trago con nosotros desde que andas con ese tipo.
- ¡Oigan! – grita Jongdae – Ya dejen de ser como viejas celosas. Además ¡Ese
tipo, es mi hermano!

- No puedo ir con ustedes ¡Tengo otros planes! – exclamo pero ni me escuchan.

Igual eso no impide que sea Jongdae quien más me tire del agarre y me
secuestren. Me trepan al auto de Baekhyun y me ponen en medio de Kyungsoo
y Jongdae que son los más fuertes, porque sigo pataleando.

- Tengo que hacer una llamada – digo desesperado pensando en Junmyeon.

Ni me dejan sacar mi móvil. Me lo quitan y se lo quedan. Yo no sé cómo


reaccionar, porque mis muchachos tienen buenas intenciones. Pero también
pienso en Junmyeon que me vendrá a buscar y no me va a encontrar. Ni hablar
de Sang Woo, con quien había quedado en cenar.

Me bajan del auto bien agarrado y me meten al local de Jongin que ya conozco,
por el cumpleaños de Jongdae. Yo insisto.

- ¡Por favor! ¡Déjenme hacer una llamadita!

Estoy realmente preocupado. Y difícilmente pueda disfrutar de aquello que me


hayan preparado.

Pero todo eso se me va cuando entro. Allí están. Las personas que más amo en
este mundo. Mi querido juez y mi novio, parados uno al lado del otro.

- ¡Feliz cumpleaños! – gritan todos al unísono.


Yo creo que ya se me fueron las lágrimas de la emoción ¿Podría recordar un
momento más feliz en mi vida que este? Bueno, sí. Cuando Junmyeon me dijo
"te amo".

Y ahora que estoy con todas estas personas que sé bien que me quieren con
todo el corazón y me cantan el cumpleaños feliz.

- Feliz cumpleaños Doctor Zhang – me dice mi querido juez a quien corro a


abrazar con fuerza – ¡Vaya! – exclama mirándome de arriba abajo – Al fin te
has vestido como la gente.

- Gracias ¡Gracias Sang Woo! – le digo entre risas y lágrimas – Lo tenías bien
escondido a todo esto.

- En realidad mi muchacho – me dice agarrando mis cachetes – Fue idea de


"este" – dice serio señalando con su cabeza a Junmyeon.

- ¡Junmyeon!

- Creí que te iba a gustar.

No lo dejan seguir hablando. Todos se me abalanzan abrazándome.

Me sorprende ver a Zitao tan entusiasmado entre todos. Me encorvo un poco


para saludarlo en su silla de ruedas.

- ¡Feliz cumpleaños doctor!

- Mi querido Zitao – le digo – ¡Me pone tan feliz verte así!


- Yifan insistió en que viniera.

- Gracias Yifan – digo mirándolo – De verdad me gusta tenerlos aquí. Gracias


por venir.

- Feliz cumpleaños doctor. Y cómo no venir, con todo lo que has hecho por
nosotros.

- ¿Por ustedes? – digo impactado porque no entiendo.

- Todo lo que nos está pasando... – me dice seguro –... a mis amigos y a mí, es
por usted. Yo no me habría encontrado con Zitao, de no haber sido porque usted
se llevó a Jongdae al hospital. Nuestro mundo ha cambiado mucho doctor
¡Gracias!

Miro. Me recuerdo el día en que acepté ser el tutor de Jongdae. Casi le declino
el pedido a mi querido juez. A duras penas acepté cuando el nombre de Kim
Junmyeon apareció.

- ¡Chanyeol! – exclamo, dándole un abrazo – ¡Gracias por venir! ¡Y gracias por


todo!

- ¿Y desde cuándo tanto cariño? – reclama Baekhyun celoso.

- Le debo la vida – le digo aunque sé que ni me lo cree.

- Ya Yixing – se ríe mi muchacho – Tú con tus bromas.

- Feliz cumpleaños doctor Zhang – dice Chanyeol – Y de verdad, siempre para


lo que precise, me llama.
- Ya. Ni que fueran tan amigos – dice bajito Baekhyun.

- El no lo sabe... – me dice al oído Chanyeol inquieto y yo entiendo que debo


callarme, así que asiento con la cabeza para que se quede tranquilo.

- Que sea pronto – susurro.

- ¿Qué tiene que ser pronto? – dice Baekhyun.

Los dos nos quedamos quietos como si nos hubieran agarrado en alguna
picardía. Menos mal que Kyungsoo y Jongin interrumpen el tema con su abrazo
terrible.

- Gracias mis muchachos – les digo.

- ¡Te hice el pastel que tanto te gusta! – me adelanta Kyungsoo que sabe bien
que amo sus dulces.

- Y pedimos tu comida favorita, como dijo Junmyeon – agrega Jongin – Pollo


bien picante y más comida chatarra.

- Mejor nos sentemos a cenar y a abrir los regalos – dice Sehun y le hacemos
caso.

Nos sentamos a cenar. Estoy feliz. Mi corazón se siente lleno de verdad.

Me traen la inmensa torta de chocolate y me cantan de nuevo el feliz


cumpleaños. Las velas están encendidas. Miro a todos que me sonríen y yo
querría que nunca se acabe esto.
Miro a Junmyeon. Él como siempre me entierra en esos hermosos ojos
brillantes, con su sonrisa matadora.

De pronto, tengo miedo. Y en mi mente viene su pedido, "... tienes que jurarme
que nunca me vas a dejar". Me he puesto serio. Y Junmyeon se ha dado cuenta
que algo pasa. Me mira perplejo y preocupado. Y entonces le sonrío, tratando de
ocultarle mi temor.

- Pide un deseo – me dice Sang Woo.

Junmyeon. Él es mi deseo. Porque aunque en apariencia, el deseo de mi amor,


aquí, conmigo, se haya hecho realidad, de pronto, no lo creo. Por eso, cierro los
ojos y pienso con todas las fuerzas de mi corazón: "Junmyeon, por siempre y
para siempre". Ese es mi deseo. Y me repito, cuando apago las velas:
"Junmyeon, por siempre y para siempre".

Cada uno de mis muchachos me da su regalo. Todos parece que se han puesto
de acuerdo con obsequiarme ropa. Me pregunto por qué. Una prenda más
delicada que otra. Ahora tengo camisas y pantalones de vestir para tirar para
arriba. No sé qué tiene de malo andar de remera, jeans y zapatillas.

Minseok y Jongdae han sido los únicos que me han dado algo distinto. "Today"
de Willamette Stone, es lo que han elegido para cantar. Pero nadie los deja
bajar de ese escenario improvisado y se quedan cantando un par de canciones
más. A dúo suenan perfectos.

Cuando estamos comiendo el pastel, todos miran molestos a Junmyeon. No me


ha dado su regalo.

- Ya dale su regalo – dice Jongdae dándole un cocacho.


- Él ha dicho que no lo quiere – responde él, devolviéndole el golpe a su
hermano.

- Dame mi regalo.

- Esta mañana no lo querías.

- ¿Esta mañana? – pregunta Sang Woo que no sabe que vivo más en la casa de
Junmyeon que en la mía.

- Desayunamos juntos – digo rápido.

- Ya dale su regalo – reclama Baekhyun – Te ha dicho que lo quiere.

- ¿Lo trajiste? – pregunta Jongdae.

Él saca la caja de esta mañana. Es preciosa. Por eso ya todos están a la


expectativa de qué será.

La abro y me encuentro con un colgante. Es algo extraño, pero hermoso. Nunca


había visto algo así. Es una cadena de plata delicada. Pero lo que llama la
atención a todos es lo que cuelga de ella.

Es una esfera adornada a su alrededor con diamantes, acompañada con un ala


de ángel. Emite un sonido de campanillas extraño, que viene de su interior
cuando la muevo.

- Junmyeon – murmuro sin quitarle los ojos de encima – ¡Es perfecto! ¡Es
precioso! Pero ¿Qué es?
- Un "llamador de ángel" – me explica.

- Nunca había visto algo así ¡Es muy bonito! – dice Minseok a quien también
evidentemente le ha gustado el adorno.

Abrazo fuerte a Junmyeon, sin decir una palabra. Me vuelvo hacia mi obsequio
y él me dice.

- Cada vez que suena, estás llamando a tu ángel.

- ¿Eso dicen?

- Eso dicen – habla de repente Sang Woo, que sabe de todo – Cuenta la leyenda
que los humanos vivían en contacto directo con sus Ángeles de la Guarda. Pero
cuando el hombre pecó, tuvieron que dejar de vivir con ellos. Los ángeles,
tristes por tener que dejar a los seres que más amaban, les obsequiaron antes
de irse, colgantes esféricos de plata pura que, al agitarlos, sonaban como
campanillas. Los ángeles se despidieron de los humanos y les explicaron que,
aunque ya no los volvieran a ver, si se sentían en peligro, desprotegidos o
simplemente tristes, sólo necesitaban agitar la esfera, porque con su sonido, su
Ángel Guardián acudiría en su ayuda o compañía.

- Mi Ángel Guardián – digo y abrazo de nuevo a Junmyeon.

- Me alegro que te haya gustado – me dice él y yo puedo ver su felicidad cuando


me lo pone – Para que nunca estés desprotegido.

- Yo nunca voy a estar desprotegido.

Sonrío. Sé por qué lo ha elegido. Muevo la esfera para escuchar su sonido. Y leo
en el ala, que hay tallada una leyenda diminuta que dice: "Por siempre y para
siempre".
Mis ojos se llenan de lágrimas. Ese fue mi deseo. "Junmyeon, por siempre y
para siempre". Y ahora sé que también es el suyo. Estoy emocionado. Miro el
rostro precioso de mi Ángel Guardián y le murmuro:

- Por siempre y para siempre.


Capitulo 17
"Por siempre y para siempre II"

Antes de dormirse él tiene su ritual. Nos acostamos y nos miramos de costado.


Me sonríe. Acerca su oído a mi pecho y apoya su mano en mi corazón. Se queda
unos segundos así, hasta que concluye su revisión diciéndome tranquilo:

- Está fuerte y está sano.

- Tú haces que esté fuerte y esté sano. Eres un buen doctor. Sabes cuidar bien
mi corazón.

- Prometí que lo haría. Así como tú me prometiste...

Lo miro. Lo adoro. Por cada día que pasa, mi amor por él es más fuerte. Lo beso
y le recuerdo:

- ... Cuidar tus sueños – concluyo y agrego – Yo cuido tus sueños y tú cuidas mi
corazón.

- Tú cuidas mis sueños y yo cuido tu corazón.

Me abraza con fuerza. Y yo comienzo a tararear la melodía que le dedico.


Entonces escucho que de repente se ríe. Me detengo. Se hacen unos segundos
de silencio.

- Sigue – me suplica – Por favor...

- ¿Qué fue tan divertido? – pregunto curioso.

- Es que recién me doy cuenta...


- ¿De qué?

- De la canción – me explica y se hunde en mi pecho.

Ahora nos reímos los dos. Recién cae en la cuenta que la canción que siempre le
tarareo es Every breath you take, de The Police. Así que comienzo a entonarla
de nuevo.

Así se me duerme. Él primero. Yo después. Porque siempre vigilo que esté bien.
Porque si él está tranquilo, yo estoy tranquilo.

Y me duermo. Me pierdo en mi mejor sueño. Mi Corazón. Zhang Yixing.

Parpadeo. Lentamente mis ojos se abren. Es temprano. No ha sonado la


alarma. Está apenas amaneciendo. Y sonrío. Aquí está conmigo. A mi lado.
Duerme tranquilo y descansa pacíficamente. Le susurro un:

- Te amo.

Y él sonríe. En sueños él me regala sus hoyuelos hermosos. Así es todas las


mañanas.

Desde que dormimos juntos ya no hay más pesadillas.

Lo observo un rato largo. No me canso de mirarlo. Tengo demasiados lugares


bellos en su rostro por donde perderme. No me alcanzaría un día entero.
Siempre en él hay algo nuevo.

Solo Yixing no es consciente de Lo hermoso que es. Y soy tan egoísta que en el
fondo me contento, porque en su ingenuidad, no se da cuenta de los tipos y
mujeres que pululan a su alrededor babeándose por sus atenciones de buen
doctor. Él solo tiene ojos para mí.

Suena la alarma. Mi Corazón lentamente abre esos preciosos ojos y se


encuentran con los míos. Sonrío mientras él se despereza.

- Buenos días – lo saludo y lo beso.

- Buenos días – me responde y me abraza.

- ¿Cómo dormiste?

- Perfecto – y quedándose unos segundos en silencio apoyado en mi pecho, dice


– Late fuerte y saludable.

- Porque late por ti.

Es hora de comenzar el día.

Nos levantamos juntos. Nos duchamos juntos. Nos cepillamos los dientes
juntos. Nos vestimos juntos. Desayunamos juntos. Y juntos nos vamos al
trabajo porque yo lo llevo.

- Te busco para el almuerzo – le digo cuando se baja.

- De acuerdo – me confirma tirándome un beso.

Solo me voy, cuando se pierde dentro del hospital.


Me dirijo a la oficina. Mi mañana transcurre entre reuniones y citas con
inversionistas. Todo marcha mejor que nunca.

Cerca del mediodía mi secretaria me anuncia:

- Señor Kim, su madre pregunta si puede verlo.

- ¿Está aquí?

- Si señor.

- Hazla pasar.

La recibo con los brazos abiertos. Ella me abraza. Me besa cada mejilla y me
mira de los pies a la cabeza.

- No estás mal – sentencia.

- Estoy perfecto mamá.

La invito a sentarse en uno de los sillones. Ella acepta y le pregunto:

- ¿Quieres tomar algo?

- No querido. Gracias. Solo pasaba para saber cómo estabas. Te veo muy poco –
me dice en tono reprobatorio y yo intuyo el por qué de su visita.
- Hablamos todos los días mamá – le recuerdo – Y si nos vemos poco, es porque
así lo has decidido.

- Desde que te fuiste de casa, ni siquiera asistes a los eventos. Todo el mundo
pregunta por ti...

- Mamá ¿Viniste a esto?

- ¡Estoy preocupada por ti! – me recrimina enojada – Tu padre está angustiado


con lo que estás haciendo. Yo estoy desesperada Junmyeon...

- ¿Me hablas a mí o a Jongdae?

- Hasta en eso te pareces a tu hermano ya... Irónico y mal educado.

- Lo siento mamá. Te pido disculpas – le digo compungido por haberla ofendido


– Pero es que no entiendo a qué has venido. Si a verme o a convencerme de que
estoy haciendo algo malo. Cuando en realidad todo en mi vida está más que
bien. Mi felicidad sería completa si tú y papá aceptaran mi relación con...

- ¡Ni se te ocurra! – exclama espantada poniéndose de pie.

Yo me tenso todo. No habrá forma de hablar del tema.

- ¡¿Por qué mamá?! ¡Dame una razón para entender! – le suplico desesperado y
enojado.

- Tu padre dice que ese hombre es...


- ¡¿Un oportunista?! – digo y me río – Mamá por favor... ¿No tienes decisión
propia siquiera? ¡Ni te has dado la oportunidad de conocerlo! ¡Ni sabes quién
es!

- Lo vi en una fiesta.

- ¿Y qué conclusiones has sacado de esa fiesta? Si ni siquiera hablaste con él. Y
de todos modos en esa fiesta, hasta el Presidente lo felicitó por su trabajo ¿Y tú
y papá siguen insistiendo que es un oportunista? – le recalco.

Ella me mira impactada. Mi seguridad la ha hecho dudar. Me le acerco y le


tomo las manos.

- ¿Te acuerdas de cuando era niño? ¿Cuándo llegaste a casa?

- Si – me dice confundida – Pero ¿Por qué me preguntas?

- ¿Recuerdas cómo era? ¿Lo que me pasaba?

- S i – afirma y me toma el rostro entre sus manos – Estabas tan asustado...


hasta me buscaste para poder dormir y escapar de esas pesadillas horribles.

- Y vivía medicado para dormir ¿Lo recuerdas?

- Si mi pequeño – dice y se le llenan los ojos de lágrimas – Cómo no recordarlo.


Habría hecho cualquier cosa por evitarte todo eso...

- Desde que estoy con Yixing... duermo mamá – le confieso sonriendo tranquilo
– Yo duermo a su lado sin miedos. Nunca más tuve que tomar ninguna
medicación para dormir. Porque él es mi descanso mamá. Él es mi mejor sueño.
- Junmyeon...

No puede seguir hablando. Se aferra a mí con fuerza. Ella ha visto el infierno


en el que me metió ver muerta a mi madre biológica.

Adoptarla a ella como mi propia madre, fue el intento de mitigar el horror de la


pérdida que nunca pude superar. Pero de nada sirvió. Por eso llora, porque lo
sabe. Y está impactada por lo que escucha que le cuento.

Se aparta de mí. Me observa mientras se seca las lágrimas y toma de nuevo


asiento.

- Y bien – me dice ya calmada – Cuéntame algo de ese doctor del que te has
enamorado.

No me bastaría la vida, ni me cansaría jamás de hablarle de Yixing. Tengo


tantas cosas por decir. Y ella me escucha atenta y me hace miles de preguntas.

- Ya es hora del almuerzo – me dice mirando su reloj – Tu padre me espera.

- Envíale mis saludos.

- ¿Quieres venir?

- Yixing me espera.

- Entiendo – dice bajando la cabeza apenada – Trataré de hablar con tu padre.


Pero... ya sabes cómo es él. Cuando ha tomado una decisión...
- Lo sé. No te aflijas mamá.

La abrazo y ella me da un beso en la mejilla. Me peina un poco y me termina


diciendo.

- Quiero conocer a Yixing. Después vemos cuándo nos juntamos.

- Claro – sonrío – se pondrá feliz.

- ¿Cómo sigue tu hermano? – me pregunta de repente.

- Bien. Con Minseok. Kim Minseok.

- Lo sé. Me preocupa eso.

- ¿Por qué?

- No lo sé. Escuché que tu padre no está de acuerdo con esa relación.

- ¡¿Qué demonios pasa con papá?!

- Junmyeon – me reclama – No seas grosero.

- Lo siento – digo avergonzado.

Nos despedimos. Tengo que hablar con mi hermano. En eso mi móvil suena. Es
Yixing.
- Junmyeon – me dice con tono preocupado – No podremos almorzar.

- ¡¿Por qué?! – reclamo porque quería contarle de mamá.

- Tengo reunión de directores de las áreas del hospital ¿Me vienes a buscar en
la noche?

- ¡Claro! ¿Todo está bien? Te noto nervioso.

- Es que... son cosas del hospital.

- Qué cosas – insisto, porque él siempre me cuenta todo.

- Hay recortes de presupuestos – dice y suspira cansado – Creo que el área de


Investigación es una de las más afectadas. Más de lo que ya me informaron
hace días.

- Lo siento – digo y agrego – ¿Puedo ayudar?

- Sólo no se te ocurra dejar de donar – dice y se ríe.

Mi precioso Yixing en medio de ese caos me hace una broma. Pero yo sé que en
el fondo su preocupación es mucha.

- Jamás lo haría. Menos ahora con lo que me dices.

- Gracias. Nos vemos a la noche. Tengo que irme. Te amo.


- También te amo.

Mi hora del almuerzo será en solitario. En silencio me retiro. De pronto


recuerdo que debo darle unos papeles a Yesung. La puerta de su oficina está
abierta y me acerco. Pero algo me detiene, cuando escucho que habla con
alguien por teléfono:

- De acuerdo señor Kim – se queda callado unos segundos y yo me quedo mudo


en mi sitio – Si señor Kim. Lo que sepa se lo comunicaré – otro momento de
silencio, se ve que le habla hasta que él responde – No. Solo lo que le he dicho
de hoy, su esposa estuvo aquí charlando con él.

Yo me quedo pasmado. Me niego a creerlo. Prefiero pensar que solo se trata de


que mi padre no quiere comunicarse directamente conmigo. La comunicación
termina. Abro la puerta y Yesung se queda pasmado en su lugar.

- Junmyeon... yo... – balbucea – ¿se te ofrece algo?

- Vine a dejarte estos papeles – digo tranquilo pero agrego – Yesung ¿Hay algo
que debas decirme?

- Junmyeon – baja la cabeza y me confiesa con pesar – Tu padre me llama para


saber cómo estás. Y yo no puedo decirle que no. Es que parece preocupado.

- ¿Eso es todo?

- Si Junmyeon. Te lo juro. Sólo me llama de vez en cuando para saber si estás


bien.

- Escuché que le dijiste que me madre estuvo aquí.


- En realidad él me lo dijo. Sabía que tu madre vendría.

Ya casi olvidé los pormenores de esa corta charla que escuché. Así que lo veo
tan sincero que no dudo en él. Es una de mis personas de confianza. Por eso le
sonrío y le digo para tranquilizar la tensa situación.

- Entiendo que mi padre esté preocupado por mí. Pero dile sin remordimientos
que me llame él. No que te use a ti ¿De acuerdo?

- De acuerdo Junmyeon. Eso haré – me dice amable.

- Me voy a almorzar ¿Qué vas a hacer?

- También a almorzar.

- ¿Quieres venir? – lo invito sonriendo – Yixing tiene muchas cosas que hacer
en el hospital.

- ¡Claro! – exclama contento.

En la tarde me tomo el tiempo de atender una invitación especial. Mi hermano


quiere tomar un café conmigo. Así que voy a su apartamento. Llego y está solo.

- ¿Y Minseok? – le pregunto.

- Ha salido. Tenía que ir a ver a su abogado.

- Jang Hyuk – afirmo.


- Así es.

- Qué te preocupa.

- Papá me llamó para decirme de nuevo que deje a Minseok.

Me mira. Ha visto mi rostro calmado y agrega.

- Por lo visto ya lo sabes – me recrimina.

- No me mires así – le digo al verlo molesto – Mamá estuvo hoy en mi despacho.

- ¡¿Qué te ha dicho?!

- Nada. porque no sabe nada. Está preocupada por ti y Minseok.

- No me jodas.

- No seas irrespetuoso.

- ¿Me vas a decir que estaba preocupada por mí? – se ríe y yo detesto ese tonito
sarcástico tan propio de él – Para mí que te quería sacar información.

- No lo creo. De otra forma no me habría dicho que papá estaba en contra de tu


relación con Minseok.
- Primero me quiere casar con él y ahora ni quiere que me le acerque. Viejo
demente.

- Oye – le reclamo – Respeta a nuestro padre.

- ¡Me vale una mierda! Y no sé por qué demonios lo defiendes. Él ni quiere ver
en pintura a mi doctor.

- ¡No es tuyo! ¡Ya te lo he dicho! – le grito en la cara para que le quede claro y él
se me burla.

Me pone una taza de café en frente. Y me dice.

- Junmyeon, cualquier cosa que ocurra, por mínima que sea ¿Me dirás verdad?

- Claro – le digo sin pensar.

- ¿Todo?

- Bueno. Si eso quieres ¿Por qué me preguntas?

- Porque a la próxima que me ocultes algo como un secuestro ¡TE MATO YO


MISMO! – grita y me mete un cocacho terrible.

- ¡Qué demonios te pasa! ¡Estás loco!

- ¡Loco estás tú!

- ¿Chanyeol te contó?
- ¡¿Chanyeol sabía?!

- Demonios... - balbuceo al darme cuenta que me mandé solo al frente,


incluyendo a Chanyeol – ¿Cómo te enteraste?

- Seung Hyun – dice desganado – Me llamó para darte las gracias – e


imitándolo en tono serio y solemne con un palo que agarró de por ahí lo imita
diciendo – "Dile a Suho que tiene mi eterno agradecimiento".

Yo solo me río. Mi hermano está loco. Hasta que se pone serio de nuevo y me
dice.

- ¿Qué fue lo que pasó?

- Hola Junmyeon – escucho la voz de Minseok que entra en el apartamento.

Yo estoy más que agradecido a todos los dioses juntos. No se me hubiera


ocurrido contarle nada a mi hermano. Pero ya sabe que algo pasó. Igual con su
novio aquí, ni hablar del tema.

En lo que conversamos de todo, Jongdae me dice:

- ¿Sabías que recortaron los presupuestos de algunas áreas del hospital?

- Si. Yixing me dijo. Está muy preocupado.

- Cómo estarlo. Fueron sus áreas.

- ¡¿Qué?!
- Así es – me dice furioso sacando sus conclusiones – Viejo de mierda.

- Jongdae – le llama la atención Minseok – No me gusta que seas grosero con tu


padre.

- ¡¿De qué hablas?! – exclamo.

- Vamos Junmyeon – me recrimina – Creí que el único ingenuo del grupo era
Yixing...

- Papá no sería capaz – le digo convencido.

- Mierda. De verdad que no conoces a tu padre – me dice molesto mi hermano –


Ese tipo es una lacra. Yo lo sé.

No voy a discutir con él con Minseok aquí, que parece molesto con mi hermano
por cómo se expresa. Pero me despido de ellos y me dirijo a ver a mi padre a su
despacho.

Entro. La recepcionista llama para avisarle de mi llegada.

- Lo siento joven Kim – me dice confundida la mujer – Pero su padre dice que
está ocupado.

Paso. No pregunto nada. Me meto en su despacho. Está solo firmando algunas


cosas. Se pone de pie y se acomoda el traje. Entonces le recuerdo:

- ¿No que estabas ocupado?


- Se ve que te estás contagiando de tu hermano en lo grosero y mal educado.

- No creas que me estás ofendiendo.

Me mira soberbio y petulante. Esto no va a ser para nada cortés.

- Dime ¿Tienes que ver con el recorte de presupuesto en el hospital?

- Esa no es una decisión que yo pueda tomar. Solo soy el asesor del Presidente.

De repente escucho que la secretaria le habla. Él sin querer la pone por alta voz
y escucho.

- Disculpe la interrupción señor Kim. Los papeles del Hospital Central


llegaron.

Le corta. Está duro por su propia torpeza. Ha quedado al descubierto delante


de mí.

- Eres una basura. Jongdae tenía razón.

- No fue una decisión mía. Y no tiene que ver con el doctor.

- ¡Mentira! – grito iracundo – ¡TÚ-ERES-UNA-MENTIRA!

- Vete de aquí ahora mismo – me dice entre dientes – No quiero volver a verte.
No quiero ver en lo que te conviertes por ese oportunista que solo busca tu
dinero.
- No puedo creerlo...

Me río. Lo miro y me río del absurdo que se le ha metido en la cabeza sobre


Yixing. Me peino con furia los cabellos. Camino hacia la puerta.

- Yo no tengo nada que ver con el recorte – me dice mientras camino.

Me voy de allí. Estoy desesperado. Desde que aparecí en la vida de Yixing de


pronto su mundo se está volviendo un caos. Y no sé por qué, por todo, me siento
culpable.

Llego al apartamento. Me desplomo en el sillón. De repente aparece de la nada


Yixing. Me levanto rápido. Se suponía que debía ir a buscarlo.

- Mi Corazón... - le digo sorprendido - ¿Qué haces aquí tan temprano?

Está triste. Yo lo sé. Lo noto en sus hombros caídos y en su mirada pensativa.


No sonríe y me preocupa.

- Ya no tenía trabajo que hacer.

- ¡Qué bueno! – exclamo – Terminaste temprano...

- No – me dice preocupado mirándome – Nos recortaron el presupuesto y tuve


que acabar con una de las investigaciones que tocaba hoy.

- Yixing...
De repente las lágrimas comienzan a caer por su rostro. Me le acerco rápido. Es
que me duele verlo en ese estado. Lo tomo entre mis brazos y él se aferra a mí
con fuerza.

- Tranquilo Mi Corazón – le consuelo como puedo – Verás que pasará algo


bueno y se va a revertir la situación.

- No entiendo. Te juro que no entiendo – me dice y yo le seco las lágrimas –


Estábamos mejor que el año anterior...

No sé cómo darle más consuelo. Lo siento en mi falda y escucho cómo se


descarga contándome todo con lujo de detalles. Y yo no puedo hacer otra cosa
más que escucharlo e ir hilando cada cosa que me dice.

Lo abrazo. Siento que mi corazón está furioso. Pienso en que si mi padre ha


hecho esto, Jongdae siempre tuvo razón y yo fui su imbécil marioneta durante
toda la vida.

Mientras se da una ducha, yo le preparo la cena. Normalmente él lo hace.


Nunca me habría imaginado que adoraba la cocina. Pero yo adoro servirlo a él.
Y al verlo agotado de tanta preocupación, hoy le prepararé algo rico.

Sirvo la cena en la terraza. La noche está preciosa y estrellada.

Sale del baño ya listo e impecable y se queda boquiabierta cuando me ve parado


con dos copas y una botella de champagne en el ventanal abierto, con todo
dispuesto detrás de mí.

He apagado las luces y solo unas velas están encendidas en la mesa.

Me sonríe. Allí están esos hoyuelos que tanto amo. Corre y me abraza fuerte.
Me mira y me peina con sus delicados dedos.
- ¡Junmyeon! – exclama emocionado – Dime ¡¿Qué haría yo sin ti?!

- Vivir – le sugiero.

- Pero no sería feliz. Porque ¡tú me haces tan feliz! – me dice emocionado.

- No tiene idea de lo feliz que me haces tú todos los días Mi Corazón.

- Te amo Junmyeon – me dice y me da un beso tierno en los labios.

- Te amo Yixing.

Fuera de la puerta de nuestro apartamento, quedaron los problemas del


mundo, allí dispersos.

No quiero que entren. No quiero que irrumpan en este momento. No quiero que
llenen de preocupaciones la mente más brillante y preciosa que he conocido en
mi vida.

Mira al cielo. Yo lo sigo con la mirada. Y de repente una estrella fugaz


desciende para nosotros.

Nos miramos y nos reímos. Entonces me dice:

- ¿Pediste tu deseo?

- Si – le confirmo – ¿Y tú?
- También.

No lo decimos. Porque sabemos cuál fue nuestro deseo. "Ser felices juntos, por
siempre y para siempre".

Nada malo existe ya. Nada malo puede pasar. Hoy de nuevo será la noche de
nuestro ritual, cuando vayamos a descansar.

Y él seguirá cuidando mi corazón. Y yo seguiré cuidando sus sueños. Porque por


siempre y para siempre seré su Ángel Guardián.
Capitulo 18
"Esta noche será la última vez"

Hoy me he despertado temprano. No ha amanecido aún. Normalmente siempre


es Junmyeon a quien encuentro con los ojos abiertos y mirándome. Pero hoy
soy yo.

Me levanto y me quedo parado al borde de la cama.

Junmyeon es el hombre más hermoso que he visto en mi vida. Y sé que no soy


la única persona que lo piensa. Puedo ver lo que provoca cuando pasa
caminando por ahí. Y yo me siento celoso pero a la vez feliz. Porque es bello y
es mío. Y porque solo yo soy dueño de verlo así estirado en la cama, desnudo.

De pronto me sorprende su voz en medio del silencio.

- ¿Se puede saber qué haces fuera de la cama sin mí?

Me río y le respondo.

- Admirándote.

Me mira. Se incorpora y me estira la mano.

- Ven a admirarme de cerca.

Obedezco. Como siempre me dice él, ahora yo le digo:

- Esa es la mejor orden que me han dado en la vida.


Él se ríe. Estiro mi mano y él me tira hacia su cuerpo. Me hace cosquillas y yo
solo me descoso a carcajadas gritando.

- ¡Estás loco!

- Solo desde que te conozco - dice divertido.

No ha sido una buena semana. Para nada. Y sólo estar así con él calma mis
preocupaciones. Él lo sabe. Por eso me consiente en todo.

Hasta un auto me ha comprado. No lo he aceptado. No quiero que piense que


soy un oportunista. Igual ha metido las llaves entre mis cosas pero jamás lo
usaré.

Me ha confesado también que el piano de cola es mío. Me molesté al principio.


Debí suponerlo cuando me lo hizo probar. Pero después me dijo que los regalos
no se rechazan. Y lo uso gustoso cuando lo tengo a él de espectador. Me enseñó
a disfrutar de Beethoven y lo convirtió en mi compositor preferido. Todos los
días le dedico melodías en las noches antes de dormir.

- Dime qué te preocupa - me dice mientras acaricia mis cabellos y yo estoy


encima de su pecho.

- Ahora... Que te he dedicado poco tiempo.

- ¿De verdad?

- Si.

- Yixing - me llama y me obliga a verlo - Yo entiendo. No te tienes que


preocupar por mí.
- Es que te he visto poco en estos días. Y siempre te cargo con mis
preocupaciones del trabajo.

- Y amo hacerlo - me interrumpe sonriendo - Si no te descargas conmigo


¿Con quién sino?

- Me tienes mal acostumbrado - digo y beso su pecho apoyando en él mi


mentón mientras dibujo círculos en su piel.

- Nos sostenemos los dos - murmura.

- Eres muy bueno conmigo. Haces de todo por mí y yo no hago nada por ti.

- Yixing - me dice en tono dulce y yo me muero de amor cuando me tapa


para que no tenga frío - tú eres mi bendición. Ven. Vamos a descansar hasta
que aparezca el sol.

De nuevo me duermo en sus brazos.

Sé que hoy será un día complicado. Para colmo se ha roto una de las máquinas
de electroencefalograma y nos han ordenado recortar la cantidad de pacientes
que precisen hacerse estudios.

Me he peleado con el director del hospital, porque siento que no hace nada para
resolver la situación. Se supone que Neurología es nuestra especialidad. De
pronto siento que somos un hospital del tercer mundo. Estoy angustiado.
La obra de Peter Pan que estábamos preparando con Baekhyun, Luhan,
Kyungsoo, Jongdae y el resto de los muchachos quedó prácticamente en el
olvido por todo lo que está pasando.

- ¿Yixing? - me dice de repente Luhan con quien tomo un café - ¿Estás bien?

- Si - respondo sonriendo - por qué...

- No me respondiste - me dice y yo me quedo desconcertado.

- Disculpa ¿Qué me preguntaste? No escuché.

- Salimos el sábado ¿Vienes?

- No... Yo prefiero descansar.

- Vamos Yixing - me suplica - Hace muchísimo que no salimos. Además


Minseok puede que venga también. No le digas a Jongdae - me advierte
maliciosamente.

- Lo pensaré ¿De acuerdo?

- También vienen Minho y Taemin - me aclara.

Él sigue hablando pero yo ni escucho.

Camino por los pasillos del hospital. Vengo de tres intervenciones quirúrgicas
perfectas. Pero estoy molido.
- Doctor Zhang - me dice el director a quien me cruzo.

- Diga doctor Jang.

- Me han dicho que tuvo un día ajetreado.

- No es para tanto - digo con desgano - Le agradezco su preocupación.

- Me enteré que le ofrecieron un puesto en Boston ¿Lo está considerando?

A menudo me llegan ofertas laborales de otros países. Es común. Todos creen


que soy un privilegiado. Yo creo que ya lo soy por estar donde estoy. Por eso no
dudo cuando le informo.

- No está en mis planes aceptar.

Veo que el director del hospital sonríe satisfecho.

- Qué bueno saberlo. De verdad esa es una buena noticia. Estaba


preocupado de que a lo mejor... después de ser su sector el más castigado con
los recortes... Se sintiera mal... Y...

- Doctor. A pesar de eso, yo estoy muy a gusto aquí. Este lugar me ha dado
mucho. Así que continuaré haciendo mis investigaciones como pueda desde
aquí.

Lo que ha dicho me revitaliza un poco la moral profesional. Así que eso me


levanta la autoestima para continuar tranquilo con mi rutina.

Recibo una llamada. Es Junmyeon. Atiendo.


- Si ¿Pasó algo?

- Hoy seré yo quien decline el almuerzo. Lo siento Mi Corazón.

- ¿Está todo bien?

- Si. Son cosa de negocios. Una reunión de negocios.

- No te preocupes - le digo tranquilo - Nos vemos luego. Y suerte en la


reunión.

- Gracias. Te amo.

- También te amo.

Corto. Lo he notado nervioso. Pero puede que sea una reunión muy importante
de negocios. No todo lo tenso pasa por mí.

Salgo a almorzar al parque que está cerca del hospital. Me pongo bajo un árbol
con un sándwich y una soda. De pronto alguien me habla por detrás.

- Doctor Zhang.

Yo me doy la vuelta y miro para ver de quién se trata. Es un hombre de negro.


De repente siento que una corriente helada corre por todo mi cuerpo.

- ¿Sí?
- El Primer Ministro desea verlo.

Dudo. No sé si será el Primer Ministro porque nunca vi a este hombre entre sus
custodios. Hasta que me estira su móvil.

- Por si tiene dudas...

Y como si tengo, tomo el celular.

- Hable - digo.

- Buenas tardes doctor Zhang - me dice Kim Bum, pues yo conozco bien esa
horrible voz.

- Qué se le ofrece.

- Verlo. De ser posible ahora. En mi despacho. Ya hablé con su director.

Corto. Miro al hombre y le digo.

- Espere aquí. Vuelvo en unos minutos.

Me visto. Me he quitado el uniforme y me he puesto la ropa común. Me arreglo,


aunque dudo que ese hombre me aprecie algo por mi aspecto y el cambio de mi
vestuario.

Estoy todo tenso. Nada de lo que hable con él puede ser bueno. Me subo al auto
que conduce el hombre que me esperaba fuera y me lleva a mi destino. Las
oficinas donde trabaja el Primer Ministro.
Entro a donde me dirigen. Es un lugar privado.

- Buenas tardes doctor Zhang. Gracias por venir tan pronto.

- Qué se le ofrece - digo sin rodeos ni reverencias.

- Vaya - me dice asquerosamente mirándome de arriba abajo - Estar con mi


hijo le ha dado lujos que antes no tenía. Y gustos impecables.

- Qué se le ofrece - repito duramente.

Su rostro cambia de repente. Se nota serio pero preocupado.

- Tengo un problema grave por resolver. Y no puedo hacerlo sólo. Yo...


necesito de usted... - se detiene abatido y angustiado.

- Por favor. Sea claro.

- Quiero que vea algo.

Me dirige a un escritorio. Allí hay una portátil. La abre y pone un video.

Miro la pantalla. Veo un tumulto en el silencio. De repente observo bien y


reconozco a Junmyeon. Está en un ring peleando con un hombre terriblemente
grande. Solo lleva un short negro. Lo está derribando. Yo creo tener idea de lo
que me está mostrando. No quiero ver más. Me arrimo a la portátil para
cerrarla pero él me lo impide.

- Vea hasta el final - me ordena Kim Bum furioso.


- No quiero - digo entre dientes porque ya tengo náuseas.

Pero no puedo evitar ver el momento justo en que Junmyeon dice algo a Woong
In y con la catana le corta la garganta. Después de aquello el video se corta.

- En eso ha convertido usted a mi hijo - me recrimina duramente.

Lo miro y lo odio. Me siento mareado. Pero me restan fuerzas para preguntarle.

- ¿Por qué me muestra esto?

- Pensé que me preguntaría de dónde había sacado este video.

Me callo. Ni quiero saberlo. Pero sé que me lo dirá de todos modos.

- Me lo trajo el padre de Eun Ji - y me recalca algo que me duele - La


prometida de Junmyeon.

Me clava los ojos. Yo cierro los míos. Tiemblo de la furia.

- Hizo un trato justo conmigo - sigue hablando - No denunciar a Junmyeon,


a cambio de la unión con su hija. Tanto él como yo, tenemos mucho por ganar
con esta unión, o mucho por perder si no se realiza.

Respiro agitado. Siento un terrible dolor de cabeza.

- No siga... - pido pero él continúa.


- Verá doctor Zhang - me dice fríamente - La joven ama a mi hijo de verdad.

Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. No quisiera. Pero no puedo
controlarme.

- ¿Junmyeon lo sabe? - pregunto.

- No. Si se lo digo, estoy seguro que en su testarudez preferirá que lo


denuncien antes de casarse con Eun Ji. Por eso he recurrido a usted.

- No... - digo entre dientes, porque ya sé lo que vendrá - Yo no lo dejaré...


No...

- ¡¿Prefiere verlo tras las rejas por su culpa?! - grita desesperado golpeando
la mesa.

Me agacho. Me siento avergonzado por mi egoísmo. Gimo sin consuelo.

- Dígame - escucho que me dice - ¿Lo ama de verdad?

- Más que a mi vida - le confieso entre sollozos sin vergüenza.

- Y yo se lo agradezco - agrega el hipócrita que sé que es para concluir - Pero


no es justo que mi hijo pague por ese crimen. Un crimen que cometió por usted.
Como su padre - dice en tono suplicante - Le ruego que me ayude en esto.

Me toma el hombro y yo no puedo parar de llorar. Ahogado en dolor sólo


balbuceo.
- Lo dejaré...

- No bastará con eso. Sabe bien que aunque usted desista de esa relación
que tienen, él lo perseguirá.

Lo miro como puedo. Y ahogado en mi tristeza le digo.

- Dígame... qué quiere que haga... Y lo haré...

- Él tiene que estar convencido de dejarlo ir. Y para eso... tiene que odiarlo.

- Usted no puede pedirme algo así.

- Mi hijo le salvó la vida. Se convirtió en un asesino por su culpa. Dígame


doctor Zhang ¿Qué ha hecho usted por él?

Sin poder siquiera levantar mi rostro termino asumiendo la verdad


murmurando.

- Nada.

- Hasta ahora - me dice - Está en sus manos salvar a mi hijo de la cárcel.

Lloro. No tengo consuelo. Nadie podría entender que esto me está matando por
dentro. Mi corazón pareciera querer detenerse.

Kim Bum me dice.

- Gracias. Le estaré agradecido de por vida - y agrega - Debe ser hoy.


Si hubiera sabido que hoy ya no volvería a estar con Junmyeon, Me habría
despertado más temprano para disfrutarlo mejor. Si hubiera sabido que hoy ya
no estaría más con Junmyeon, le habría dedicado más tiempo a cuidar su
corazón.

Me recompongo como puedo, lo miro en su frialdad y le ruego:

- Sólo deme hasta mañana para preparar mis cosas. Y le juro que cumpliré
con mi palabra.

Me mira. Duda un rato pero al final asiente. Y yo me retiro. Mientras camino


escucho que dice.

- Hasta mañana. Sólo hasta mañana.

Me detengo de pronto y algo me viene a la cabeza. Me doy la vuelta y le digo:

- Tengo una condición.

- Vaya - me dice sin sorprenderse - Sabía que algo pediría al final.

- No se confunda señor Kim.

- Dígame qué quiere ¿Dinero? ¿Un puesto de prestigio en algún lugar?

- Créame que el dinero y el puesto de prestigio ya lo tengo - le digo y él se


queda impactado con lo que le he dicho.
- ¿Entonces?

- Devuélvale el presupuesto al hospital. El presupuesto que ahora me doy


cuenta que usted le hizo quitar.

Se siente descubierto. Aprieta sus puños y me dice.

- ¿Eso era todo? - pregunta para terminar por admitir con su respuesta que
siempre fue él el responsable - Hecho. Le doy mi palabra.

Me retiro sin volver la vista atrás.

He llorado todo el camino rumbo al hospital. A duras penas puedo disimular lo


que me ocurre. Todos, creo que interpretan que me he peleado con mi novio.
Yo los dejo que hablen.

Salgo a tomar aire a la terraza del hospital. Hace frío. En eso escucho a
alguien que ha subido. Me doy la vuelta y me encuentro con Sang Woo. Me
sonríe y yo me acerco a abrazarlo.

- ¿Qué haces aquí? - le pregunto sorprendido.

- Vine de paso. Necesitaba hablar algo contigo.

Analizo su mirada y su rostro. Está preocupado. Tiene el entrecejo fruncido y


aprieta sus labios.

- ¿Quieres que vayamos por un café? - pregunto.

- No mi muchacho. Mejor aquí. Por eso subí.


Nos apoyamos en el borde de la verja. Miramos la espectacular vista de Seúl
que ya está encendiendo sus luces. Ciento el frío del viento que golpea nuestros
rostros. Sang Woo está callado. Mientras él sigue meditando yo me le pongo de
costado y lo analizo. Espero que hable.

- ¿Recuerdas por qué elegiste ser doctor?

Me río. Y respondo.

- Si.

- Por qué.

- Quería entender de dónde venía la maldad de las personas.

Suspira. Yo no hablo. Solo lo espero.

- Me acuerdo cuando eras niño y venías a casa. Lo primero que hacías era
agarrar un terrible libro de anatomía y ver las imágenes de los cerebros - dice y
se ríe - ¿Recuerdas?

- Si. Quería saber en qué parte de la cabeza estaba la maldad de la gente -


digo mirándolo nostálgico ante su recuerdo.

- Me hiciste hasta comprarte un cerebro de esos que usan los doctores y lo


pintaste entero - dice - Ahí me di cuenta que eras una mente brillante.

- No exageres. Estaba jugando nada más - digo también riéndome.


- Me dijiste "cuando encuentre dónde está la maldad, sólo tengo que
extirparla".

- Creía que la maldad podía curarse.

Respiro profundo. Mi descabellada idea de pequeño. Estaba obsesionado con


eso. Y en mi interior aún lo sigo estando.

- ¿Por qué dejaste de investigar eso? Hasta tu tesis la hiciste sobre ese tema
- me pregunta confundido.

- Porque preferí alimentar la bondad en la memoria de las personas - le


confieso.

- Siempre supe que eras especial. Me saliste tan bueno mi muchacho. Y lo


hiciste sólo - me dice y abre sus brazos para recibirme.

Yo me le largo encima. No sé qué pasa. Pero estar así con él me hace sentir un
niño de nuevo.

Me toma del rostro. Me mira como tratando de tomar fuerzas y me dice.

- Hoy encontraron en un río el cadáver de Wong In.

Me apoyo en el duro cemento de la verja. Esa noticia me conmociona. Me


asusta y me aterra. Sang Woo se da cuenta y me sostiene. Me da palmadas en
la espalda y trata de tranquilizarme. Él ni supone que sabía que estaba
muerto. Y que me aterra pensar que cualquier investigación dé con Junmyeon.

- ¿Cómo... cómo fue? - pregunto aterrado para indagar si hay algo que
pueda incriminar a Junmyeon.
- ¿Por qué quieres saber? Está muerto. Eso es lo que importa. Tu temor ya
no existe.

Sólo cuando fui mayor de edad Sang Woo me confesó que Woong In me buscaba
y que por eso me había cambiado el nombre. Quería que nunca estuviera sólo y
me cuidara.

- Sang Woo... - digo como puedo lleno de terror temblando - ¿Quién...


quién...quién lo hizo?

- No te preocupes Yixing. Quien haya sido - me explica moviendo su cabeza


de un lado a otro - Jamás se sabrá. Porque a nadie le importa la muerte de ese
ser despreciable para la humanidad. Además no hay pruebas de nada. Y nadie
ha reclamado a Woong In. Nadie lo quería. Es cosa de la mafia.

Un suspiro ahogado sale de mí y termino aferrado a la persona que me salvó de


pequeño. Allí me quedo desconsolado, mientras él trata de calmarme.

Me retiro más temprano del trabajo. Le envío un mensaje a Junmyeon para


avisarle que no venga a buscarme por eso.

Salgo del hospital y camino sin rumbo.

Quiero ir a casa para abrazar a Junmyeon. Pero no quiero llegar porque sé que
esta noche será la última vez.

La última vez que cene con él.

La última vez que toque el piano para él.


La última vez que revise su corazón hermoso.

La última vez que lo vea dormir.

La última vez que...

Y comienzo a correr. Porque entonces me doy cuenta que aunque sea la última
vez, quiero estar hasta el último segundo con él.

Corro por eso a toda velocidad. Porque solo quiero estar con Junmyeon. Sólo
quiero llegar a los brazos de Kim Junmyeon, mi Ángel Guardián.

Lo que pase mañana, ni sé qué será.

Pero sé que debo hacerlo por el amor que le tengo a Junmyeon. Porque es
verdad, él no merece pagar por algo que hizo por mí. Yo soy el único culpable
de este horror. Yo lo convertí en un asesino. Y haré lo que sea para salvarlo.

Pero al menos esta noche, esta noche será mío por última vez.
Capitulo 19
"...él era Mi Corazón"

Yixing me ha dicho que no fuera a buscarlo al hospital. Hoy saldría más


temprano. Supongo que debe estar en casa.

Entro al apartamento. Las luces se encienden y yo me extraño de que no


estuvieran ya encendidas.

- ¿Yixing? – pregunto en voz alta y comienzo a recorrer la casa.

Nada. No responde. Y yo ya comienzo a ponerme nervioso. Me arranco el saco,


el chaleco y la corbata. Los dejo tirados en el sillón.

- Yixing – digo fuerte para terminar gritando – ¡Yixing! ¡Yixing!

Mi corazón se desborda de ansiedad. Mis palpitaciones comienzan a subir.


Tomo el móvil rápido y leo un mensaje que acaba de entrar. Es Yixing. Leo.

"Me demoré. Tuve un contratiempo. Pronto estaré en casa".

Me toco el pecho. Respiro hondo. Me exijo volver a mi centro. Yo y mi ansiedad


de mierda.

Tengo que hacer algo con esto. Me siento inquieto. Estoy con el presentimiento
de que algo va a ocurrir y no sé qué. Por eso me voy al gimnasio.

Me quito rápido los zapatos y la camisa. Me quedo en pantalones solamente y


me envuelvo las manos con vendas. Comienzo a darle con todo a la bolsa de
arena.
No sé cuánto tiempo pasa. Sólo sé que tengo un nudo en mi garganta. Quizá sea
el hecho de que hoy no he visto en todo el día a Yixing. Lo he extrañado. Me
enojé con medio mundo ya por la tarde. Me resulta insoportable su ausencia.
No verlo significa volver a renacer la furia dentro de mi corazón. Por eso trato
de quitarme esta tensión de encima.

En eso escucho música. Alguien encendió el sonido a todo volumen. Sonrío.


Yixing ha llegado a casa.

Pero me quedo igual entrenando. Porque sé que ama verme haciendo lo que
estoy haciendo. Sé que mi cuerpo lo vuelve loco, cuando estoy en este estado. Y
no me equivoco.

Se ha parado en el marco de la puerta y se ha apoyado en él. Mientras la


música sigue sonando, me observa, me analiza, recorre cada parte de mí y me
está deseando.

Agitado me detengo después de un rato de que me estuviera viendo. Le sonrío.


Él se acerca lentamente. Sus labios se curvan y estira sus manos para
peinarme mis cabellos alborotados. Yo estoy todo sudado y agitado.

- Te demoraste – le digo mientras me repongo tomando agua de una botella


mientras él sigue acariciándome.

- Lo siento – me dice preocupado – ¿Te asusté?

- Mucho.

Le confieso y me abraza fuerte. Se pierde en mi cuello y me besa justo ahí. Yo lo


aprieto contra mí.

- ¿Qué ocurre? – le pregunto porque siento que quisiera perderse en mí.


- Te extrañé – me dice en un murmullo.

- Yo también – suspiro.

Él se vuelve. Toma mi rostro entre sus manos y me observa. Entonces me dice.

- ¡Dios! ¡Junmyeon! ¡Eres tan hermoso! Eres bello por donde te mire...

Verlo cómo me observa me calienta en un segundo. Sus ojos profundos y


oscuros miran meticulosamente mis facciones. Aunque adoro ese gesto, verlo
serio me extraña. De repente sus ojos se detienen en los míos. Y ahí nos
quedamos enterrados. Me rodea el cuello con sus brazos y me sigue mirando.

Entonces me doy cuenta de un detalle. Bajo un poco mi cabeza y sonrío.

- Cuéntame que es tan divertido – me pregunta curioso.

- La canción que pusiste – digo mirándolo fijo – Lo que dice: "Yo estoy contigo.
Te llevaré a través de todo esto. Yo no te dejaré, te alcanzaré cuando sientas
ganas de irte... Porque tu no... tú no estás solo."

Me besa. No me da tiempo a decirle más. Su lengua se entierra en mí y yo lo


atraigo a mi cuerpo que hierve de deseo por poseerlo por completo.

Me acabo de dar cuenta que esa canción. "Not Alone" de Red, dice las palabras
que él mismo pronunció esa noche, en la que yo estaba metido en mi oscuridad,
y en la que él me salvó con su amor. Esa noche que hicimos por primera vez el
amor.
- Yixing... – suplico y él sabe qué le estoy pidiendo.

- Llévame a donde más me gusta – me susurra en los labios.

Lo trepo a mi cintura y él me rodea con sus piernas mientras seguimos


basándonos.

- ¿Tengo derecho? – pregunto haciendo memoria.

- Te amo Junmyeon – murmura sin apartarse de mis labios – Tienes todo el


derecho a llevarme contigo a donde quieras. Y haz conmigo lo que quieras.
Llévame a donde quieras. Soy tuyo por completo. Soy tu propiedad.

De pronto mi corazón acelerado tiene miedo. Por eso le pregunto.

- ¿Por siempre y para siempre?

Él me mira. Sus ojos se llenan de lágrimas. Pero sonríe. Se ha emocionado por


la pregunta. Me regala sus hoyuelos y yo beso cada uno. Pero espero su
respuesta. Sólo me quedo tranquilo cuando me dice.

- Por siempre y para siempre ¿Recuerdas?

- ¿Y nunca me vas a dejar solo?

Se entierra en mi cuello de nuevo. No me mira a los ojos y yo temo algo. Pero


escucho que me dice con ternura.
- Estoy contigo. Te llevaré a través de todo. Yo no te dejaré. Yo te atraparé,
cuando sientas ganas de irte. Porque...tú no estás sólo... Siempre estaré en tu
corazón.

Es lo que dice la canción. Es lo que me dice él. Y yo siento que sus labios se
apropian de los míos con locura.

Lo dejo delicadamente en la cama. Y él comienza a quitarse la ropa. Se da


vuelta desnudo entre las sábanas y yo sé qué es lo que quiere. Que lo bese por
completo, porque es mío, es mi propiedad. Y yo se lo demuestro.

Mis labios recorren todo su cuerpo. Desde su cuello, su espalda y su hermoso


trasero. Él gime de placer cuando entierro mi lengua en su entrada. Pero eso
sólo para calentarlo y que se muera de deseo por lo que le haré.

Lo doy vuelta y lo beso en los labios. Bajo rápidamente por su pecho, quiero
apropiarme de sus bellos pezones. Él entierra sus manos en mis cabellos y los
tira con fuerza. Está ansioso y desesperado. Mi Yixing no se puede quedar
quieto, pero hoy dejaré que se revuelva de pasión por mi cuerpo.

Succiono cada uno de sus botones con esmero. Amo ese aroma que siempre
lleva. A flores en su cuerpo, a frutas en su boca. No sé por dónde recorrerlo,
quiero poseerlo todo.

Su vientre me enloquece. Me quedo ahí otro rato. Me amarro a sus caderas


estrechas y sensibles. Lamo su entrepierna y me pierdo en su miembro erecto.

- Junmyeon... Te amo, te amo tanto... – me dice entre jadeos de euforia y lo


repite varias veces, mientras yo continúo amándolo a mi modo.

Juego con su glande y la punta de mi lengua. Lo meto y lo saco de mi boca


furiosamente. Entonces escucho que me grita desesperado.
- ¡Metete en mí! ¡Entiérrate en mí Junmyeon! ¡Necesito sentirte dentro de mí!

Me levanto. Observo su rostro sonrojado y mojado. Está brillando de sudor.


Está precioso. Es hermoso. Me he tomado unos segundos para eternizar esa
imagen. La figura bella de Yixing, Mi Corazón, suplicando que lo ame,
mientras respira agitado.

Me tiro encima de él y lo beso. Haré lo que él me pide. Refriego mi pene en su


ano y él gime mientras aprieta mis glúteos. Emito un rugido de la calentura
que ha golpeado mi entrepierna. Sabe que estallo cuando hace eso. Por eso me
entierro de una vez. Él sonríe feliz, porque ha logrado que haga lo que él quiere.

- ¿Quieres duro? – le pregunto entre dientes.

- Con todo – me sugiere y me rodea con sus piernas para ejercer más presión.

- Yixing... Estás jugando con fuego – rujo sediento.

- Sólo sentirte me quemo – dice y me besa.

Su lengua me vuelve loco. Sus dedos se entierran en mi espalda y yo me


abandono al placer de entrar y salir frenéticamente de él.

- ¡Junmyeon! ¡Qué me haces! – me grita agitado mientras incremento la


velocidad de mis embestidas.

- ¡Te hago el amor Yixing! – exclamo como puedo, porque me he vuelto loco.

Así me pone él. Loco de placer. Escucho el sonido de nuestros cuerpos mojados
que se estampan con furia. Él parece disfrutarlo. Penetrarlo es la gloria. Y sigo
en mi trabajo maravilloso de hacerlo llegar al éxtasis cuando toco su próstata y
grita amarrado a mi cuerpo.

Hemos hecho el amor no sé cuántas veces esa noche. No me he agotado nunca.


Y él parece querer más y más. Nada le es suficiente.

Me despierto en la mañana. Toco la cama y él no está a mi lado. Me asusto y


pego un salto sentándome y me encuentro con que estaba allí parado al borde,
mirándome.

- No hagas eso... - le digo.

- Hacer qué.

- Desaparecer de mi vista. De mi lado. sabes que no me gusta – le recuerdo.

- Perdona – me dice y vuelve rápido a la cama – Sabes que me gusta mirarte.

- ¿Desnudo?

- De todas las formas. Especialmente desnudo – me dice y sonríe.

Se acurruca a mi lado. Yo me doy la media vuelta y me encuentro con sus ojos.


Él toca mi pecho y escucha los latidos de mi corazón.

- Está sano y está fuerte – me dice.

- Porque late por ti – le recuerdo como siempre.


Lo tapo. Siento el sonido de las campanillas de su llamador de ángel.

- Te lo pusiste... - le digo, porque sé que por su trabajo no puede llevarlo


colgado.

- Me gusta mucho. Lo adoro.

Aunque sabemos que tendremos que levantarnos en poco más de una hora,
dormitamos algo.

Nos levantamos juntos. Nos bañamos juntos. Nos cepillamos los dientes juntos.
Nos vestimos juntos. Desayunamos juntos y juntos nos vamos al trabajo,
porque yo lo llevo.

Me despido de él y me le digo antes de que se baje del coche.

- ¿Te busco para el almuerzo?

- Lo siento – me dice suspirando – tengo reunión de trabajo.

- Entonces llámame cuando quieras que te busque. Saldré de donde esté para
venir por ti ¿De acuerdo?

- Ok.

Me mira un rato. Me peina con sus dedos. Me besa y me dice antes de irse.

- Recuerda siempre que te amo – y se baja.


Solo me voy cuando él se pierde dentro del hospital.

La mañana ha sido dura. Ha habido muchas cosas por ver en el negocio. Tengo
abandonada la facultad y eso me tiene inquieto.

Llega el mediodía y recibo una llamada. Miro la pantalla y dudo en atender.


Pero me obligo a hacerlo.

- Eun Ji – digo duramente.

- Junmyeon ¿Estás libre?

- Estoy trabajando.

- Sólo será un momento. Estoy fuera, en mi auto.

- Entra.

- No. Te veo en la esquina por un café.

- Eun Ji ¿Qué quieres?

Me corta. Me ha dejado con la palabra en la boca. Me obliga a verla.

Entro en la cafetería. Allí está sentada, con una taza en frente. Cuando me
acerco, no se levanta. Solo me mira. Yo la saludo con un gesto desganado
inclinando mi cabeza. Me siento y espero a que hable.
- Cómo has estado – le digo tratando de ser cortés.

- Bien. Gracias ¿Y tú?

- Bien. Gracias.

Nos quedamos callados. Ella sigue mirándome. Yo ya estoy inquieto y le exijo:

- No demos vueltas Eun Ji ¿Para qué me llamaste?

- ¿Sigues con ese doctor?

- ¿Viniste a hablar de eso? Porque si es así, mejor me retiro.

Hago ademán de irme ya del lugar, pero ella me impacta con algo que dice:

- Dime Junmyeon ¿De verdad estás seguro del amor de ese doctor? – me dice en
tono sarcástico.

- No te atrevas a insinuar siquiera... – digo volviéndome a ella tenso de la furia


que me está provocando – Eun Ji, no te metas en mi vida. Tú no tienes nada
que ver con mis cosas.

Trato de calmarme un poco. Después de todo estoy ante muchas personas. Y


aquí en frente de mí, tengo a una mujer despechada. O por lo menos herida en
su orgullo. Así que trato de comprender.

- Eun Ji. Terminamos hace tiempo.


- ¿Terminamos? – me dice molesta – Creí que nos habíamos tomado un tiempo.

Está loca definitivamente. Me refriego los ojos. Esto no me gusta. Sobre todo
porque estoy perdiendo la paciencia.

- Junmyeon... todavía estamos a tiempo de...

Me quiere tomar la mano y yo se la quito furioso. Sentirla me da escalofrío.

- Eun Ji. Yo ya estoy comprometido.

- ¿Con ese tipo? – dice con desprecio y yo la detesto.

- No te atrevas... – le digo iracundo entre dientes –... a dirigirte hacia de él de


ese modo.

Se hecha en su silla. Se cruza de brazos y de piernas, y me vuelve a decir lo


mismo que al principio.

- ¿De verdad estás seguro del amor de ese doctor?

- Por favor Eun Ji. Intento ser respetuoso contigo. Pero estoy perdiendo la
paciencia.

Entonces dice algo que me deja conmocionado.

- Yo sé que hoy se reúne tu padre con él. Sé también que tu padre le hará una
oferta que no podrá rechazar para que se aparte de ti.
- Estás loca Eun Ji – digo furioso.

- Si quieres creerme o no, es tu problema. Pero si vas ahora a la oficina de tu


padre, podrás ver los resultados. Si te ama o no, podrás comprobarlo.

- No iré – le digo seguro – Porque sé quién es Yixing.

No espero a escucharla más. Me levanto y me retiro. No vuelvo a la oficina. Me


subo al auto y rabioso pongo la marcha.

Voy de camino al apartamento. Llamo a Yixing con la intención de escuchar su


voz para calmarme pero nadie atiende. Insisto varias veces y el buzón de nuevo
me habla.

Algo me tiene perturbado. Si Yixing ha sido citado por mi padre, de seguro no


es nada bueno. Debo sacarlo de allí.

Cambio mi rumbo y me dirijo a la oficina del Primer Ministro.

- Joven Kim – me saluda uno de sus secretarios – Si busca a su padre está en la


terraza.

- ¿En la terraza? – pregunto extrañado.

- Está con una visita. El doctor Zhang. No sé si recuerda...

No me quedo a escuchar. Me voy arriba por el elevador. Cuando llego, salgo del
elevador. Tengo que subir unas escaleras. Veo la puerta abierta de la terraza.
Puedo escuchar que hablan. Es la voz de mi padre.
- Espero que acepte mi oferta ¿Qué me dice doctor Zhang?

- Señor Kim... Yo...

Escucho a Yixing. Yo ya quiero írmele encima a mi padre pero entonces me


freno en seco cuando escucho.

- Yo acepto – responde finalmente y puedo escuchar una sonrisa – De verdad


que una propuesta así es difícil de rechazar. Después de todo, negocios son
negocios.

- Lo único que quiero es que se aleje de mi hijo – dice mi padre y yo necesito


apoyarme de la baranda de la escalera porque siento que desvanezco – Siempre
supe que era un oportunista. Que detrás de esa fechada de inocencia ocultaba
quién era en realidad.

No puedo creerlo. Esto no puede estar pasando. Quiero pensar que esa persona
no es Yixing. Mi Yixing no puede ser así. No. Por eso me obligo a subir. Mis
piernas tiemblan. Apenas puedo mantenerme. Mientras, sigo escuchando.

- Qué puedo decir señor Kim. La vida me ha enseñado a sobrevivir desde


pequeño. No por nada tengo esta inteligencia. La he sabido aprovechar bien.

- No deja de ser un oportunista.

- Sólo se trata de dinero – dice Yixing y yo llego a ver su sonrisa soberbia.

Me paro allí. No me han visto todavía. Pero como puedo saco fuerzas del dolor
que siento en mi pecho y aplaudo lleno de odio esa escena. Aplaudo. Todo lo que
puedo hacer es sonreír y aplaudir.
Ellos se quedan petrificados en su sitio. Yo me acerco riéndome de mí mismo.

- ¡Bravo! - exclamo furioso - ha sido una buena actuación de verdad...

- Junmyeon – balbucea mi padre – Yo... ¡lo siento tanto!

- ¿Por qué lo sientes? – digo mirándolo – Tú me advertiste y yo no quise


escuchar. Él era... ¿Cómo dijiste? – trato de hacer memoria y miro a Yixing que
sigue parado sin decir palabra – Ya recuerdo... Un oportunista de mierda.

Yixing mira al costado. No quiere verme. Está nervioso.

- Qué pasa Yixing – digo entre dientes – No me digas que te he ofendido... ¿No
vas a decir nada? ¡Dime algo mierda! - grito.

Y no dice nada. Lo he descubierto y no sabe qué decirme. Pero me sorprende


como una estocada al pecho cuando me mira, levanta su mentón y me dice con
una sonrisa, tranquilo:

- No tengo nada que decir.

Calla unos segundos y yo observo que sus cabellos se despeinan por el viento,
porque así y todo, yo sigo viendo a mi hermoso Yixing. Me odio a mí mismo,
más a mí que a él. Porque yo me dejé atrapar por este demonio que no sé quién
es. Y él de nuevo habla, matándome lentamente con cada palabra que dice:

- Me descubriste. Ya no puedo negarte más lo que soy en realidad. Ahora pienso


que tu padre me ha puesto una trampa y he caído – y volviéndose a mi padre le
recrimina – Lo tenía bien preparado señor Kim.
- Créame que le evitaría este dolor a mi hijo.

- Papá – hablo como puedo del dolor que desgarra mi garganta – Ya no digas
nada. No vale la pena. Al fin y al cabo, sólo es dinero ¿Verdad Yixing?

Quiero que me diga que esto es falso. Quiero que me diga que es una broma.
Que nada de esto que me está pasando es real. Que lo obligaron a hacer esto.
Pero él me mata el corazón cuando sonríe y con tono sarcástico me dice seguro:

- Así es – y suspirando agrega – Lo siento Junmyeon. Fue bueno mientras duró.


Pero ya me cansé de actuar.

Y me da la espalda. Yo no puedo creer lo que pasa. Por eso le digo.

- Después de todo lo que pasamos...

- Por eso es mejor cortarla ahora Junmyeon – me dice sin darse vuelta.

- No tienes idea de cuánto te odio y te desprecio Zhang Yixing – le digo


inútilmente porque si en verdad es así no hay sentimiento que pueda
importarle - Dime al menos por qué...

- Lo que buscaba ya me lo llevo. Dinero. Y un puesto de prestigio ¿Verdad señor


Kim?

- Yo mantengo mi palabra. El depósito ya está hecho.

Yixing se da la vuelta y se prende el botón del saco. Se sacude la ropa. Me mira


y me dice.
- Adiós Junmyeon.

Y se va. Mi padre quiere hablarme, pero yo levanto la mano porque no quiero


escuchar a nadie. Sólo atino a decir.

- Por favor, quiero estar solo. Bajaré cuando sepa que él salió de este lugar.

Y allí me quedo. Apoyado en el balcón de la terraza. Mirando a la nada, porque


soy un despojo de nada. Porque todo fue una mentira.

De repente veo un auto abajo que se mueve. El auto que le obsequié y él se negó
a aceptar. Hasta ahora.

Grito. Un grito desgarrador sale de mi garganta desvastada. Estoy destruido


por completo. Soy nada. Él se ha llevado todo de mí.

No puedo sostenerme. Me desplomo en el suelo. Y ahí me quedo.

Lloro. Lloro en silencio. Me duele todo. Me duele el pecho. Respiro angustiado,


agitado y desesperado. Porque sé que estoy muriendo. Mi corazón de verdad se
está muriendo.

Hoy ya no volveré al apartamento. Volveré a casa con mi padre y con mi madre.


No tengo ningún lugar a dónde ir ya.

Cierro los ojos y recuerdo su rostro, su sonrisa tierna, sus hoyuelos preciosos.
Mi mente vaga entre su ropa desgastada, sus cabellos alborotados y sus
espectáculos con los niños. No puedo entender, cómo pudo actuar tanto tiempo.
Quise creer que el amor salva. Quise creer que la risa cura. Me dejé llevar por
esa fachada de inocencia que me mostró. Y ahora pienso, cómo voy a arrancarlo
de mi corazón, si él era Mi Corazón.
Capitulo 20
"Mi amor se queda con Junmyeon"
- Doctor Zhang – escucho que me llaman por detrás mientras me dirijo a mi
consultorio.

- Doctor Jang – digo volviéndome.

- Necesito hablar con usted. En mi oficina.

Ya sé de qué quiere hablarme. Suspiro y tomo asiento cuando él me lo dice.

- Para qué soy bueno doctor Jang.

Lo miro. Está inquieto. Se mueve y no sabe cómo acomodarse en su sillón. Abre


el cajón de su escritorio y saca un sobre de carta.

- ¿No hay forma de hacerlo cambiar de opinión?

- Lo siento doctor Jang – digo avergonzado bajando mi cabeza – Lo siento en


verdad, pero no.

- ¿Tiene que ver con el presupuesto? Yixing – dice tratándome como un amigo –
¡Nos lo han devuelto y lo han aumentado! – exclama entusiasmado.

Yo miro impactado. De pronto me siento contento. Las cosas volverán a la


normalidad. Claro, aunque yo ya no esté aquí para verlo.

- Es más – sigue hablando exaltado – El presidente ha ordenado comprar un


electroencefalograma nuevo. Y viendo los informes de laboratorio – agrega
mostrándome papeles – ha incrementado el presupuesto en investigaciones
¡¿Sabes lo que eso significa?! ¡Te necesitamos Yixing!

Me quedo callado. Quisiera saltar de alegría y entusiasmo, como en otros


tiempos. Quisiera decirle que me quedo, pero no puedo.

- Lo siento. He dado mi palabra a Boston – digo triste y abatido – De verdad me


alegro que todo vaya a mejorar.

- Doctor Zhang ¿Es por el sueldo? Porque puedo hablar...

- ¡No! – exclamo porque ya me ha agotado decirle "no" toda la semana – Yo ya


di mi palabra. Me esperan en unos días.

- ¿Tan pronto? ¡Creí que podría retenerlo! – me dice confundido – Cuando todos
se enteren, se armará terrible alboroto.

- ¿Le ha dicho a alguien? – pregunto angustiado – Le pedí que nadie sepa...

- No. No he faltado a mi palabra Yixing. Nadie sabe. Tampoco sé cómo decirles.

- No lo diga – le suplico – Por favor doctor Jang... No le diga a nadie. Deje que
me vaya tranquilo.

- Pero debo preparar al personal. Aunque ya sé que ha estado acomodando las


cosas para su partida con los pacientes, el personal lo quiere mucho.

- Será peor si les avisa con tiempo. Que sigan animados y entusiasmados por lo
del presupuesto. Verá que lo mío no tendrá efecto – digo tratando de
convencerme de eso.
Él me observa un rato. Está enojado conmigo. Lo sé porque su rostro me lo dice.
Suspira y al final me complace:

- No sé qué vaya a pasar. Tengo que asignar nuevo directores de las dos áreas.
Pero creo que lo que dice, es lo mejor – asiente – No quiero ver gente deprimida
haciendo fiestas de despedidas.

- ¿Puedo sugerirle que tenga en cuenta a Taemin y Minho?

Se levanta y yo le sigo. Supongo que no hay nada más que decir. Entonces
camina hacia mí y me dice:

- Bien... veo que nada de lo que diga... – dice y agacha la cabeza – va a


retenerlo...

Yo me quedo duro en mi sitio. Parece ahogado. De pronto me doy cuenta que


está moqueando. Esto sí que me ha impactado.

- Ha sido un honor – me dice y me abraza fuerte, y yo me quedo consolándolo.

Ha pasado una semana de no ver a Junmyeon. Es como si fuera un sueño


lejano y hermoso. Ver a Jongdae me lo recuerda todo el tiempo. Intento por eso
no encontrarme con él, porque sé que sería capaz de preguntar por su hermano.

He retirado mis cosas del apartamento. Me percaté de un horario que bien


sabía que él no iba a estar. Cuando llegué me di cuenta que Junmyeon no había
regresado a ese lugar, porque todo estaba tal y como lo dejamos esa mañana
juntos.
Paso por el piano que está en la sala de música. Mi dedo atraviesa el polvillo
del delicado instrumento. Nadie ha venido limpiar. Junmyeon No quiere saber
nada de las cosas que le recuerden a mí. Lo sé.

Me tomé la libertad de tocar unas teclas. No pude aguantar. Mis lágrimas


impiden que vea algo. Así que pongo sobre el piano las llaves del auto que me
compró, el llamador de ángel que me regaló el día de mi cumpleaños y me
despido de todo lo que amo de allí.

No tomé nada de la ropa. Lo he dejado todo tal cual estaba en el placar.

- Dime Yixing – me dice Luhan – ¡¿Qué demonios ha ocurrido?! ¡Si se los veía
tan bien!

Luhan me ha pillado llorando. Mi amigo me ha dado lugar en su casa. Menos


mal que es tan vivaz y alegre, que su carácter me levanta el ánimo. Pero a mi
muchacho nunca le diré lo que pasó. A ninguno de mis muchachos.

- Definitivamente esta noche te vienes con nosotros a bailar – me dice y yo me


río.

Aunque me niegue, sé que me van a arrastrar.

Nos vamos juntos al hospital. Llegamos y nos sorprende con lo que nos
encontramos.

Guardias apostados por todos lados, policías de civil y uniformados. Cámaras


de televisión con un despliegue espectacular. Yo entro como si nada. Me pongo
mi uniforme de siempre. Todos hablan de lo que pasa fuera.

- ¡¿Viste eso Yixing?! – exclama Minho.


- Si.

- ¡¿Si?! – me dice y me da un golpecito en la espalda – ¡¿Sólo me dices "si"?!

Yo me encojo de hombros sin decir palabra. Voy saliendo y me dice


entusiasmado como niño.

- ¡El Presidente de la República está aquí Yixing!

Me freno. De pronto pienso en el Primer Ministro y quiero perderme de una vez


entre la multitud del personal. No tengo ganas de ver nada de aquello.

Salgo del vestidor y veo que es doctor Jang viene agitado hacia mí.

- Venga conmigo – me dice y me agarra del brazo.

Yo obedezco y lo sigo.

- ¿Qué ocurre? – pregunto.

- ¿Su secretaria no le ha dicho?

- Qué cosa.

- Han traído el nuevo equipamiento del hospital. El presidente en persona ha


venido. Lo mandé llamar por eso. Tenemos que ir.

Me suelto de su agarre. Me detengo. Él se vuelve hacia mí confundido por mi


actitud.
- No. No voy a prestarme para sus campañas políticas.

Entonces me dice en tono severo.

- Lo bueno que está ocurriendo aquí se debe a usted doctor Zhang – y dándome
una palmada de aliento agrega – Yixing, hoy es tu último día – me recuerda –
Es el último favor que te pido. Eres director de las dos mejores áreas de este
hospital. No me llevaré el crédito de esto sólo. Fuiste tú quien lo hizo todo.

- No es así y lo sabe.

De nada sirve lo que digo. Se nos viene una avalancha de doctores que nos
arrastran como parte del equipo médico. Yo me pierdo entre ellos. No quiero
ver a nadie conocido, ni que me vean.

Las cámaras y flashes me tienen nervioso. Todos aplauden de pronto. Ahí


hecho un puñado veo al presidente que habla por micrófono, acompañado de
Kim Bum. Nos felicita por todo el trabajo. No escucho más. Ni me atrevo a
mirar.

Habla el doctor Jang. Se le nota lo nervioso en las palabras que dice.


Tartamudea un poco. Yo sonrío y sin querer levanto la vista y allí me quedo.

Junmyeon está aquí.

Impecable. Altivo. Brillante. Hermoso. Como siempre. Pero no está sólo. Su


novia está con él. Lo sostiene del brazo y no lo suelta.

Mi corazón se muere otro poco. Como si no se acabara nunca esta agonía.


Me duele el estómago. Me toco porque me siento asfixiado de la cantidad de
gente que me presiona para ver mejor lo que pasa allá al frente.

No aguanto estar allí. Me doy la vuelta para marcharme, no soporto ver todo
eso. Tengo un nudo en la garganta. Me estoy partiendo por dentro.

Pero cuando estoy intentando escaparme de ese lugar, escucho mi nombre por
el micrófono.

Minho me toma del brazo, y me obliga a darme la vuelta.

- Doctor Zhang – dice emocionado el doctor Jang – ha sido el responsable de las


investigaciones en el hospital. Nos ha dado grandes satisfacciones. La mente
más brillante que haya conocido. Sin dudas un buen hombre. Por eso creo que
en su último día con nosotros, se merece este aplauso.

Y eso escucho. Miro el rostro de sorpresa de todos. El director no aguantó y al


final tenía que decirlo a la multitud entera. Justo el día de hoy.

Yo no quiero ver a nadie. Miro al suelo. Los aplausos me emocionan porque sé


que hay gente que me quiere. Minho me abraza emocionado, porque nadie
sabía nada.

Pasa un rato de aquél espectáculo. Todos se sacan fotos con el presidente y el


primer ministro. Yo me retiro. Camino por el largo y vacío pasillo. Apenas
puedo arrastrar mis pies, cuando escucho que alguien me dice por detrás.

- Al final lograste lo que querías.

Me quedo quieto. No quiero darme la vuelta. Pero si no lo hago sospechará. Por


eso me obligo a mantener mi papel a la perfección. Y lo miro sonriendo.
- Así es – digo altivo.

- Vaya – me dice Junmyeon mirándome de arriba abajo – El buen hombre al


que todos admiran. Por un segundo creí que te habías emocionado en serio –
dice mientras se acerca.

- Es mi último día de actuación. Mañana ya estaré en mis eternas vacaciones


dando la vuelta al mundo.

- Eres de lo más despreciable – dice ya en mi cara y yo puedo sentir su aliento


lleno de odio.

- Si eso crees...

- Junmyeon... – siento que lo llama una mujer.

- Eun Ji. Querida... – dice él mientras ella se le acerca y se toman la mano.

Yo quiero desmoronarme. Pero debo ser racional. Me agacho y ruego que algo
me saque ya de allí.

- ¡Doctor Zhang! ¡Yixing! – escucho el grito de Taemin que corre hacia mí.

Apenas se frena agitado, mira a Junmyeon y su novia. Pero algo lo tiene


turbado y me dice.

- Accidente en autopista dos. Te solicitan en emergencia. Ingreso de pacientes


con traumatismos craneales....
Me voy. Corro con él. Debo seguir el protocolo. Eso me hace volver a mí. Porque
es mi trabajo. Cuidar y salvar vidas.

No me vuelvo a ver a Junmyeon. Ya no existe para mí. Menos cuando veo el


panorama con el que me encuentro cuando llego a Emergencias.

El día ha sido duro. Apenas si he tenido el tiempo para arreglar mis cosas. Me
escapo ante las posibles preguntas sobre mi partida del personal.

Llego al apartamento de Luhan y me encuentro con que mis muchachos y Mini


incluido están vestidos para matar. Me tranquiliza darme cuenta, que no se
enteraron de mi partida.

Sin embargo, no quiero salir. Solo quisiera dormir.

- No – digo porque ya sé lo que vendrá.

- ¡Lo prometiste! – me recuerda Kyungsoo.

- ¡Vamos Yixing! – me suplica Minseok – Me da miedo salir. Es como si fuera


mi primera salida. Me sentiré mejor contigo...

Hasta Baekhyun ya ha dispuesto mi atuendo de la noche.

- De acuerdo – digo sonriendo pensando que un poco de diversión me hará


olvidar tanto dolor – los acompaño.

- ¡Sí! - gritan todos eufóricos.


Baekhyun conduce mientras canta.

- Vaya que está feliz – comento.

- Se peleó con Chanyeol – me susurra Luhan.

- ¿A dónde vamos? – pregunto.

- A Sky – responde Kyungsoo – Conseguí unos pases gratis.

- ¿No es ese un club muy exclusivo? – digo impactado – De dónde conseguiste tú


los pases...

- Se los robé a Jongin – dice con esa sonrisa maliciosa.

Llegamos y nos encontramos con Minho y Taemin que nos esperaban.

Entramos con esos pases y dejamos la cola terrible de gente que nos mira con
envidia. Es la primera vez que soy exclusivo y Vip así que lo disfruto.

Bailamos sin parar. Tomamos sin limitarnos en nada. Evidentemente esto de


olvidar haciendo que la noche explote está haciendo efecto. No tengo pudor ni
vergüenza, sino ganas de olvidarme de todo. Más porque sé que estoy en la
gloria, de lo lindo que me han vestido.

Me subo a un terrible escenario y comienzo a danzar a mi modo. La música me


pierde y soy yo sólo, en el mundo. Sin que nada, ni nadie me lastime, ni haga
daño. Ahí me disipo en la euforia de mis movimientos precisos y la perfecta
coreografía. Todos aplauden. Más cuando sube Luhan conmigo a bailar. Esto es
espectacular.
Doy cuatro giros completos y mi brazo queda en lo alto. Allí miro y lo veo,
bajando de una escalera. Todo se detiene en un segundo. Junmyeon de nuevo.
Sus ojos se clavan en mí.

La gente aplaude. La canción ha terminado. Pero ya no tengo ganas de bailar.


De pronto sé que tengo que escaparme de ese lugar.

Luhan se queda bailando. Yo me bajo del escenario. En medio de la gente trato


de perderme pero alguien tira de mí y me agarra con fuerza.

- ¡Sueltame Junmyeon! – grito tratando de zafarme – ¡No me toques!

Me empuja hacia él y yo me pierdo en su aroma. Pero tengo miedo de la fuerza


de su presión. De pronto Junmyeon me asusta.

- Dime ¿cuánto te ofreció mi padre?

Me pregunta en tono duro. Sus ojos. Esos ojos que tanto amo, hoy no me
muestra sino desprecio. Pero debo mantener mi papel a la perfección.

- Para qué quieres saberlo.

- Simple curiosidad – me dice soberbio.

- Eres muy valioso para él – le respondo tratando de parecer desinteresado.

- Te daré el doble.

- ¡¿Disculpa?!
Lo que me ha dicho, me ha descolocado por completo. Me siento ofendido,
molesto, furioso. De pronto tengo ganas de trompearlo. Más cuando me dice:

- Te daré el doble por un polvo.

- ¡No soy un puto! – le grito entre dientes.

- ¿No? – insinúa sonriendo, acercándose a mí – ¿Por qué estuviste conmigo


entonces? ¿No fue por mi dinero? ¿Y no fue por dinero por lo que me dejaste?
Por dinero. Todo por dinero. Así le dijiste a mi padre. Y un buen puesto en
algún lugar de prestigio.

Me agacho ¿Puedo culparlo de creerme eso? Si al fin y al cabo yo le he


demostrado serlo.

- Dudas de lo que eres demasiado Zhang Yixing – me dice en la cara – ¿O es que


me estás ocultando cosas?

Y allí en esa frase están esos ojos negros, profundos y gentiles que se entierra n
en mí con amor. Tiene la esperanza de que le diga una verdad que jamás
revelaré. Porque en mi silencio debo salvarlo. Por eso como puedo sonrío y digo.

- De acuerdo. 2 millones de dólares.

- ¿Dólares? – me dice y siento sus ojos llenos de decepción.

- Tu padre me pagó en dólares – digo sonriendo – Ya debes saber cuál es mi


cuenta bancaria. Me has mandado a investigar ¿No es así?
Sin que me dé tiempo a pensar, me arrastra hacia un cubículo oscuro, detrás de
un inmenso cortinado. Y yo me pierdo en esa horrible oscuridad.

Me estampa contra la pared y me dice al oído.

- No seré gentil. Te lo prometo.

- Junmyeon... Yo... - balbuceo atónito, ante el impacto de lo que puede ocurrir.

- ¿Todavía dudas? Dime Yixing...

- No – respondo, porque debo seguir en mi papel.

Se refriega en mí con fuerza. Sólo siento el sonido de su bragueta y que me


ordena.

- Bájate el pantalón.

Y eso hago. Tengo un nudo en la garganta. Estoy temblando. Pero debo seguir.
No hay vuelta atrás.

Pone mis manos contra la pared. Yo estoy inmóvil sin saber qué hacer.

Naturalmente lo habría tomado de los hombros para amarrarlo hacia mí. Y le


hubiera pedido que se enterrara en mí. Pero Junmyeon no es tierno. Sólo siento
que su duro pene, sin cuidado, se clava en mi cavidad y yo emito un gemido por
el dolor que me desgarra.

- ¿No era que te gustaba cuando te lo hacía? – me dice con rudeza y se entierra
hasta el fondo.
Yo me quedo sin aire. Esto no es placentero. Esto es sufrimiento.

Se sale de mí y me vuelve a penetrar con furia. Me duele. Y mucho. Pero más


me duele el corazón por saber que yo lo he obligado a esto.

Escucho sus jadeos secos y vacíos en mi oído. Por mis mejillas puedo sentir las
lágrimas que corren sin parar. Agradezco la oscuridad para que así él no pueda
verlas. En mi gemido desesperado, también doy gracias de que la música no
permita escuchar nada.

Choco de pronto y me golpeo en la pared dura. Me ha dolido.

- ¡Junmyeon...! – digo como puedo – ¡Por... favor...!

Quiero decirle que se detenga. Quiero decirle que más despacio. Que me duele.
Pero eso ha hecho que sus embestidas se hagan más dolorosas y más rápidas.

Me toma de las muñecas y me aprieta. Me presiona a la pared con odio. Siento


que la sangre ya no pasa por mis manos, porque se me adormecen en unos
segundos.

- ¡Junmyeon! – grito – ¡Por favor!

- ¡¿Por... favor?! – dice y me penetra con una terrible fuerza que siento que me
parte en dos – ¡¿Quieres... más?!

Así le decía antes. Mi deseo era tan fuerte que siempre le pedía más y más
fuerte. Ha usado esas palabras en contra mía. Y yo soy el culpable.
Lloro. Pero él ni lo nota.

Siento su ropa mojada detrás de mí. Siento su rugido lleno de ira y de odio en
mi cabeza.

Y entonces termina por gritar como una fiera y me aturde. Yo sólo puedo cerrar
mis ojos y grito del dolor que me ha causado.

Ha acabado.

Allí me quedo.

Quieto y asustado.

No quiero moverme. No quiero verlo. Mis piernas apenas si las siento. Están
entumecidas, como mis manos.

Cuando él sale de mí, me aparto un poco de esa pared. Es como si me sintiera


sucio por todas partes.

Con esfuerzo me levanto los pantalones y me abrocho el cinturón. Veo en la


oscuridad como puedo que mis muñecas están marcadas. La rudeza y la furia
que ha desatado en mi es evidente.

Y escucho que Junmyeon dice.

- Mañana tendrás el dinero en tu cuenta.


Siento que se sube la bragueta. Yo me seco las lágrimas como puedo. No digo
nada. Pero pego un grito cuando él toma mi muñeca, porque me ha dolido. Me
arde.

Me da la vuelta y ve mi rostro. Sé que se ha dado cuenta que estaba llorando.


Me siento perdido y mi cara debe mostrar el horror que estoy viviendo.

Me aparto de él. Choco contra la pared. Quisiera perderme de ese lugar.

Él se acerca. En este momento para mi cuerpo, él es un desconocido. Por eso lo


esquivo cuando quiere tocarme. De pronto me dice.

- ¿Yixing?

Yo no quiero verlo. Me asusto. Él me asusta y me da miedo. Por eso le suplico.

- No... No por favor... duele... No más...

No puedo evitar no llorar. Aunque quise hacerme el fuerte, no pude


sostenerme. Pero yo tengo la culpa. Como puedo me arrastro por la pared, como
buscando una salida.

- Yixing...

Vuelve a decir y siento que me quiere tocar. Yo apenas percibo su mano sobre
mí, me encojo.

- Por favor... No más – gimo ahogado en llanto.


- No – escucho que dice – No ¡No! – grita y me asusta – Dios... ¡qué he hecho!
Yixing... Por favor ¡dime algo!

Lo escucho que me pide desesperado. Pero yo solo quiero escapar de ese


infierno.

Entonces tomo el impulso de irme a ciegas por donde sea. Por eso sigo pegado a
la pared y camino.

Yo no sé cómo he sacado fuerzas de donde no pensé tenerlas y corro de ese


cubículo que se ha convertido en mi perdición.

- ¡Yixing!

Siento que me grita Junmyeon y yo comienzo correr en medio del gentío que se
divierte. Solo quiero alejarme de él. Sólo quiero escaparme de ese abismo.

Corro y corro sin saber a dónde.

- ¡Yixing! ¡Yixing!

Me desespera saber que me puede alcanzar. Empujo a todo el mundo. Me


insultan porque se les ha caído la bebida a algunos. Porque se han tropezado
otros. Pero yo solo quiero salirme de ese lugar.

Alguien tira de mí. Yo estoy horrorizado. Me da la vuelta. Y grito.

- ¡Yifan!

Me aferro a él hecho un puñado de nada.


- Yixing – dice angustiado por el estado en el que me encuentro – ¡Qué mierda
te hicieron!

De pronto escucho el grito de Junmyeon.

Yifan lo ve, me mira y se da cuenta que no quiero estar ahí y que fue Junmyeon
el que hizo algo.

No espera a que se lo pida y me jala de la mano para irnos. Me mete en


pasadizos desconocidos hasta que salimos por la puerta de emergencias. Me
sube a su auto y arranca.

No me pregunta nada. No me dice nada. Apenas si puedo mirarlo. Yifan parece


enfurecido.

Pasa un rato viajando por no sé dónde. Yo miro por la ventanilla del auto a la
nada. Lloro sin parar.

De repente detiene su auto. Y escucho que habla.

- Yixing, si no quieres, no me cuentes nada. Sólo dime lo que quieres que haga y
lo haré.

Sus palabras gentiles me fortalecen un poco. Me cubre con su chaqueta y me


mira amable.

- Sólo por esta noche ¿puedo quedarme en tu casa?

- Será un honor doctor Zhang – me dice – Quédate lo que quieras. Mañana me


voy a Tokio. Es tu casa ¿Algo más?
Yo sigo explicándole lo que deseo y él me escucha atento. Sé que sólo alguien
sensible y de buen corazón podría hacer esto. Ahora entiendo cómo es que este
hombre ha logrado dominar a Zitao. Sólo él podría haberlo hecho.

Esa noche Yifan me lleva primero a lo de Luhan que no está y retiro mis cosas.
Me aloja en su apartamento donde duermo como puedo. Y a la mañana
temprano, visito a Sang Woo para despedirme de él. Yifan se iba de viaje a
Tokyo y me lleva.

Antes de subir al avión me pregunta.

- ¿Estás seguro?

- Si. Es lo mejor.

- Qué harás en Tokio.

- Sólo me quiero ir de aquí Yifan. No quiero quedarme...

Le he mentido. Le he dicho que me iré a Nueva York. No quiero que sepa que
de Tokio, iré a Boston. No quiero que le diga a Jongdae.

El avión se eleva. Y yo sólo puedo rezar por Junmyeon.

Mis pensamientos, mi corazón, mi amor se quedan con Junmyeon.

Sólo puedo rezar porque mi Junmyeon pueda sanar la herida del corazón, que
ahora le provoqué yo.
Capitulo 21
"Cabos sueltos"
- Junmyeon... - me saludan todos al pasar.

- Buenas noches - digo mientras avanzo.

Sonrío. Saludo conquistándolos a todos con mi sonrisa. Sé que con sólo mirarlos
ya los tengo a mis pies. Levanto mi trago. Les guiño el ojo. Enarco una ceja y
listo.

Me hecho en un sillón de ese club, a donde he llegado sin saber ni siquiera


quién me invitó. Una chica preciosa con una diminuta falda se me sienta en las
rodillas, mientras otra me danza en frente.

Un tipo que estaba sentado a mi lado me refriega la entrepierna y me dice


meloso al oído.

- Eres hermoso. Un obsequio de mi parte - y percibo que me deja algo diminuto


en el bolsillo pequeño de mi camisa. Una "pasti".

Sonrío de nuevo. Es lo mejor que me han dicho en la noche. Y es sólo el


comienzo.

- Doña Blanca vino de visita - digo y todos ríen - Discúlpame cariño - le digo a
la chica que está sentada encima mío - Tengo algo importante que hacer.

Me acerco a la mesa ratona dispuesta para nosotros y me bajo una hilera.

En lo que me estoy incorporando, limpiándome la nariz, veo una figura


conocida. Está parado en frente mío con las manos en las caderas. Me mira
serio. Aunque no recuerdo otra expresión de su cara distinta a esta. Por eso me
río.

- Junmyeon - me dice en tono duro, aunque apenas lo escucho con el sonido de


la música.

- Sehun - saludo moviendo mi cabeza.

Mira a todos los que están a mi alrededor. Yo amable le sugiero.

- ¿Te unes a la diversión?

- Esto no es divertido Junmyeon - me recrimina.

- ¿Desde cuándo tan amargado Sehun? - digo riéndome y todos me imitan - ¿No
te divertías así con mi hermano?

- Me divertía - me remarca con su índice en alto - Tiempo pasado. Hasta que


entendí que esto no era divertido.

Vuelve a ponerse las manos en la cintura. Sin dejar de reírme le pregunto:

- ¿Y qué es divertido ahora Sehun?

En eso veo que alguien más se le arrima. Se pega tímido a su cuerpo y le toma
la mano asustado.

Yo lo miro. De pronto verlo ahí parado al lado de Sehun, me traen recuerdos.


- Hola Junmyeon - creo que alcanzo a escuchar.

Me desarmo. Verlo es recordar lo que no quiero recordar. Mi corazón comienza


a latir. Ya ni sabía, que podía latir. Apenas si puedo balbucear algo.

- Luhan - y es todo lo que digo.

Había querido olvidar lo que no se puede. Ese olor a flores y frutas golpean mis
fosas nasales. Verlo es volver al hospital. Verlo es volver a esas canciones que
él sabía cantar. Verlo es volver a los pequeños a los que hacía saltar. Verlo es...
Mi Corazón.

- ¡Vaya Sehun! - digo tratando de alejar esos pensamientos de mierda de mí -


¡Si que tienes una linda diversión! - y mirando a Luhan agrego - ¿Te les unes a
las chicas? Aunque tú estás mejor...

Me relamo los labios y me río con todo. Sehun me tira del cuello de la camisa.
Me arrima a su cara. Transpira furioso y con motivos. Yo no puedo parar de
reír.

- ¡Kim Junmyeon! - ruje como fiera - ¡Respeta a mi novio! - y sin quitarme un


segundo los ojos de encima me exige - Pídele disculpas ¡AHORA!

Yo ya estoy perdido en mi mundo. Y no puedo parar de reírme. Todos imitan


mis modos y mis formas. Hasta que siento el susurro de la voz de Luhan, que le
hablan al oído a Sehun.

- Vámonos mi amor... Ya déjalo...

Sehun se calma. Yo sé que el roce de las manos de su novio, bastan para


calmarlo. Yo sé lo que es eso.
De a poco, siento que se afloja la dura expresión de su rostro. Mira a Luhan, me
mira a mí y con fuerza me larga de una estampida al sillón. Se para derecho, se
acomoda la ropa y volviéndose a Luhan le pregunta.

- Disculpa ¿Estás bien?

Se toman de la mano. Se dan la vuelta para retirarse. Pero antes me dice con
lástima.

- Qué mierda te sucede Junmyeon... tú no eres esto... tú eres... mejor que esto.

No me da tiempo a procesar lo que ha dicho. Solo veo que caminan perdiéndose


entre la multitud y las luces de colores.

Allí se van. Y yo, muero de envidia.

Pero la peor puñalada me viene cuando escucho que alguien comenta riéndose.

- El DJ está viejo. Habrá que cambiarlo...

- Si - dice otro a las carcajadas - Esa música es de la época de mis viejos...

Todos se ríen. Yo me pregunto de qué y entonces me doy cuenta. Es la canción


que inunda el lugar.

"Every Breath You Take" de The Police comienza a sonar.

Cierro mis ojos.


Murmuro la letra por lo bajo. "Todos y cada uno de los días y cada palabra que
digas, cada juego que juegues, cada noche que te quedes, te estaré vigilando..."

Me paro y bailo solo. Doy dos giros y abro mis ojos de nuevo.

Veo a un chico cualquiera que se mueve en medio de todos. Tiene los cabellos
alborotados, y es delgado. Sonríe y veo unos hoyuelos que se han dibujado en
sus mejillas.

Camino a la pista y me abro paso entre la multitud sin quitarle la vista de


encima.

Él se mueve con los ojos desorbitados. Sólo. Baila sólo dando vueltas y yo lo
amarro de la cintura.

En este momento, solo es mi ingenuo y precioso demonio que se llevó todo de


mí.

- Yixing... - murmuro.

Me sonríe. Está aquí. Conmigo. Y me sonríe. Y yo le canto.

- "Desde que te has marchado estoy perdido sin un rastro, sueño por la noche y
solo veo tu rostro, busco alrededor, pero eres tú lo que no puedo reemplazar, me
siento tan frío y anhelo tu abrazo. Sigo llorando bebé, bebé, por favor..."

Los rayos de sol golpean mis ojos. Me duelen cuando los abro. Me incorporo a
duras penas en esta cama de mierda que no sé de quién es. Veo cuerpos
tumbados y desnudos a mi alrededor.
Ya me aburre esto. Otra noche más de lo mismo.

Me levanto. Trato de encontrar mi ropa como puedo. Me visto de camino. Salgo


de ese lugar y pienso tomarme un taxi.

Cuando piso la acera, de pronto alguien me abre la puerta de la parte de atrás


del auto.

- Siwon - digo prendiéndome los botones de la chaqueta - Qué mierda haces


aquí.

- Mi trabajo Junmyeon. Mi trabajo. Sube.

- ¿Ahora resulta que me ordenas? Ubícate - porque quiero recordarle bien cuál
es su lugar.

- Disculpe joven Kim - me dice serio - Si lo desea, suba por favor.

Y eso hago. Comienza a ponerse en marcha y yo siento mi móvil que suena.


Atiendo.

- Mamá - digo con desgano.

- ¡Junmyeon! - exclama molesta - ¡¿Dónde has estado?!

- En lo de un amigo. Qué ocurre.

- ¡¿Que qué ocurre?!


Es un taladro a mi cabeza. Me habla cosas. Ni sé qué, ni me importa. Me
aturde su tono, sus gritos y sus modos. Me refriego los ojos para componerme.
Miro por el espejo retrovisor a Siwon que de vez en cuando me observa.

Corto cuando han terminado de regañarme del otro lado. Estoy atontado. Mi
guardaespaldas sigue clavándome los ojos acusatorios de vez en cuando.

- ¡Qué! - le reclamo - ¿También me quieres sermonear? Te doy permiso.

No dice nada. Yo emito un chasquido en el silencio y me tiro un rato más en el


asiento a dormir.

Llego a la mansión. Subo a la habitación sin saludar a nadie y me doy una


ducha. Es como si mi cuerpo se partiera. Debió ser duro anoche. Como
anteanoche y las otras noches.

Me visto y salgo de la habitación. Recibo otra llamada. Es Yesung. Ya estoy


pensando en largar el celular a la mierda.

- Qué - es todo lo que digo.

- Junmyeon, no me devolviste las llamadas. Hace días que te busco - me


reclama.

- Ya - le digo cortante - No creas que eres mi madre para sermonearme, ni mi


novio para reclamarme.

- Junmyeon ¡¿Qué te ocurre?!


- Qué quieres Yesung - digo porque ya se está convirtiendo en otro taladro para
mi cerebro - Dime ya o corto. No estoy de humor.

- Disculpa, pero... ¿Ya analizaste el contrato con los Lee? Te lo di hace más de
tres semanas. Nos están apurando.

- ¿Los Lee? - pregunto aunque ya voy haciendo memoria.

- Junmyeon - me reclama nervioso - ¿Lo olvidaste? Dime que al menos los has
leído.

- Demonios... - y ahí va mi respuesta.

- Mañana temprano vienen. Analiza los documentos por favor. Tienes hoy.

- De acuerdo. Me dedicaré en la tarde a eso. Nos vemos mañana.

- Junmyeon. Te necesito aquí al menos después del almuerzo.

- Qué ocurre...

- Tienes papelería por firmar a montones. Y mañana debo despacharlos a


primera hora. También hay contratos nuevos por darte...

Y sigue. Estoy aburrido. Él me aburre. Como todo y todos.

Luego de cortar con Yesung salgo de mi habitación. Me dirijo a la cocina por un


café y me doy cuenta que ya están por servir el almuerzo. Ya no sé en qué
mundo vivo.
- Joven Kim - me dice sorprendida la ama de llaves - Todos están en la sala.
Deben estar esperando que llegue.

Me dirijo al almuerzo con mis futuros suegros para ultimar detalles del
compromiso y de la boda. Sólo escucho los planes que hacen sobre mi vida. Eun
Ji parece feliz. Yo solo sigo la corriente.

Estoy paseando por uno de los jardines, cuando escucho que gritan mi nombre.
El taladro de Eun Ji. Había olvidado que estaba conmigo paseando. Me mira
molesta. Ha frenado el paso. Yo me vuelvo hacia ella y digo secamente.

- Qué - y eso es todo.

- ¡Te estoy hablando desde hace una hora! - exclama furiosa - ¡Te pregunté algo
importante! ¡¿Y ni siquiera me escuchaste?!

- Lo siento - le miento.

- Pareciera que yo sola estoy interesada en esto - me dice indignada.

- ¿Y todavía tienes dudas?

Mi falta de caballerosidad la impacta. De pronto ni se me mueve un pelo por


ser decoroso con ella.

- ¿Qué... qué quieres decir? - balbucea y a mí me divierte verla descolocada.

Sin embargo suspiro cansado. Parece que tendré que ser claro con ella, cuando
le explique las cosas. La miro a los ojos y le digo rápido.
- No me interesa dónde decides hacer la fiesta, ni los invitados que asistan, ni
los vestidos que te pongas, ni la decoración que elijas, ni lo que tu estúpida
madre quiere que diga y el idiota de tu padre prefiere para nuestras vidas. No
me preguntes. No me informes. No me cuentes porque no-me-interesa-tu-puta-
fiesta - le remarco.

- ¡Idiota!

Y ¡paf! Me ha dolido la bofetada. Tenía fuerza la niña. Pero sé que lo tenía bien
merecido. Así que no me quejo.

Yo sólo me refriego la mandíbula. Me la acomodo un poco y me vuelvo a ella


para seguir dándole luz a esa cabeza hueca.

- Con este de aquí, has decidido casarte - le digo y me le río - No te quejes que
no te advertí después - le sugiero levantando mi índice que termina haciendo
un toque a la punta de su nariz.

- Junmyeon... - dice algo asustada - Por qué... por qué eres así conmigo...

- ¿Quieres cortarla ahora? - le pregunto en tono sarcástico - No me sentiré


ofendido... ¡A no! - exclamo y emito un chasquido con mis dedos - ¡Olvidé que
tenemos mucho negocio en juego! ¿Verdad?

- Esto no es un negocio Junmyeon - me dice ofendida -Esto no...

- ¿No? - digo abriendo bien mis ojos y lanzando una carcajada terrible que la
asusta del todo.

Cuando termino sólo la veo de la cabeza a los pies y le refriego en la cara.


- Eun Ji... Eun Ji... Si que eres bonita y muy tonta mi querida Eun Ji ¿Creíste
de verdad que podría ser amor?

Y vuelvo a lanzarle mi risotada desquiciada mientras le alboroto el cabello


impecable.

Ella parece aterrada de mí. Retrocede unos pasos pues no le gustó que la
despeine. Como puede y a punto de llorar, me recrimina mientras se arregla el
peinado.

- Eres... eres ¡despreciable!

- Te queda tierno insultar - le hago ver - Mejor así me voy acostumbrando...

Se da la vuelta y se va llorando. Yo la miro. Me da lástima.

Miento. No siquiera eso. No me restan sentimientos para nadie, ni nada. Creo


que se verá bonita a mi lado. Es un lindo adorno. Como de esos navideños que
parecen tiernos. Ni sé qué pienso.

Camino hacia mi habitación desganado. Me tiro en la cama boca arriba. Miro al


techo y cierro los ojos. Suena mi móvil. No tengo ganas de alcanzarlo a atender.
No llego a atender.

De todos modos me obligo a leer quién era. Tengo llamadas perdidas a


montones de Jongdae. Llama de nuevo y atiendo.

- Junmyeon...

- Jongdae ¿Pasa algo?


- ¡Idiota! - me grita.

- ¡¿Qué mierda te pasa?! - digo sin moverme de donde estoy, echado en la cama.

- ¡A ti qué mierda te pasa! -me grita y tengo otro taladro en el día - ¡Te llamo y
te llamo y te llamo y nada!

- Jongade ¡Ya deja de gritarme!

Se hace un silencio. Ya sé que no cortó. Siento que suspira.

- Estoy preocupado por ti. Lo siento - me dice y yo siento que mi corazón vuelve
a palpitar... algo - Junmyeon... es que... nunca hablamos de Yixing y yo...

Lo nombró.

Mis ojos se llenan de lágrimas. Doy gracias que no me ve y que no hay nadie
aquí para verme. Jamás podría decirle a Jongdae lo que pasó, por orgullo, por
estúpido, no sé...

Así y todo trato de hablar naturalmente y le digo tranquilo.

- Oye idiota... todo está bien. Yo estoy bien. Fue algo pasajero. Nada más.

- Por qué no vienes y tomamos un café y...


- Lo siento Jongdae - lo interrumpo sintiendo que las frías lágrimas caen sin
parar por los costados de mi rostro - Tengo trabajo. Debo analizar urgente un
contrato para mañana...

- ¿Y a casa? Cuando estés libre... - me dice entusiasmado.

- Claro... - digo obligándome a sonreír - Uno de estos días ¿De acuerdo? - y


pareciendo lo más normal posible le miento - Mamá me busca. Estamos con
visitas. Te llamo para vernos ¿Ok?

- Está bien...

- Saluda a Minseok de mi parte. Adiós.

- Adiós. Te quiero.

Y corto. No dije más.

Me seco estas lágrimas que me dan asco de mí mismo y me levanto de la cama.


Me recuerdo que debo pasar por la oficina para firmar cosas, así que me voy.

Llego a la salida y un guardaespaldas me abre la puerta de uno de los autos.

- Me voy por mi cuenta - digo - No me hacen falta.

Estoy arto de que me sigan. Están pegados a mí como chicle. Ahora entiendo a
Jongdae que los odiaba y se les vivía escapando. Mientras conduzco, me
pregunto cómo mierda los despistaba, porque no dejan de seguirme pisada.
Llego a la oficina. Recién algunos empleados regresan del almuerzo. Todo aquí
es igual que siempre. Cada uno en su mundo, me reverencia cuando paso y yo
ni los miro. Me vuelvo a una de mis secretarias y le pregunto.

- ¿Ya volvió Yesung?

- No señor.

- Cuando regrese dile que estoy en la oficina.

- Si señor.

Me dirijo a mi despacho, pero de pronto veo la puerta entreabierta de la oficina


de Yesung. Pienso que podría esperarlo ahí directamente, porque de seguro ya
tiene en su escritorio todo listo para que firme. Así que voy allí.

Me siento en su sillón, miro los papeles de su escritorio y efectivamente no me


he equivocado. Yesung tiene todo bien organizado. Me estaba esperando.

Jamás analizo la papelería. Yesung es de mi entera confianza. Pero para matar


el tiempo hasta que llegue, me pongo a revisar lo que debo firmar. No sólo son
contratos, sino también transferencias bancarias de entradas y salidas. Me
impacta la organización de mi mano derecha. Es terriblemente meticuloso.

Pero algo llama mi atención. Leo bien y en eso veo que la puerta de su oficina
se abre.

- ¡Junmyeon! - exclama - Qué...

- ¿Qué hago aquí? - me adelanto a lo que iba a decir - Estoy en mi empresa. Te


esperaba.
Yesung está nervioso. Puedo notarlo. Respira agitado, como si hubiera corrido.
Yo lo miro tranquilo.

- ¿Viste los papeles? - me pregunta algo tan obvio, que sé que aquí pasa algo.

- Si.

Me cruzo de brazos y le digo entonces conteniéndome de cualquier exabrupto


hasta obtener una explicación.

- Qué ocurrió - digo lentamente para que recordarle que tengo una memoria
privilegiada - con la transferencia bancaria que debías hacer al doctor Zhang.
No la veo asentada.

- Hace... hace semanas que no te veo Junmyeon. No me dejaste decirte.

- Qué cosa - le digo en tono seco.

- No existe la cuenta bancaria del doctor Zhang.

Eso me deja helado. Siento que un frio me recorre por el cuerpo. Mis sentidos
están dispersos. Mi corazón duele de nuevo. Mi garganta seca se quiere partir.
Debo admitir sin embargo, que sé actuar muy bien, porque continúo diciendo
tranquilo.

- ¿Por qué no me lo comunicaste apenas pasó?


- Quise hacerlo - dice respirando agitado y yo no sé qué le pasa - Te llamé
muchas veces Junmyeon.

- Un mensaje habría bastado.

- No pensé que te interesaría Junmyeon. Nunca te importaron los movimientos


de tus cuentas.

Lo miro fijo. Analizo cada uno de sus movimientos. Se refriega las manos y me
esquiva la mirada. Pero tiene razón. Sin embargo, algo lo incomoda y yo voy
con otra cosa.

- Quién te autorizó - digo duramente levantando la voz - ¡A quitar los donativos


a la fundación!

- Junmyeon... lo siento... yo pensé...

- ¿Pensaste? - digo metiendo un puño al escritorio y él pega un salto - ¡Tú no


piensas, ni cuestionas Yesung! ¡Tú obedeces porque es tu trabajo!

- Lo siento Junmyeon...

- ¡¿Por qué hiciste eso?!

- Pensé que... como ya no tenías que ver con el doctor...

- ¡Lo mío con él, es irrelevante! ¡Estamos hablando de gente que necesita de
esto!

Se agacha. Se ha asustado en serio. Está tenso. Pero de todos modos me dice.


- Lo siento Junmyeon. He cometido un error. Si quieres... te presentaré mi
renuncia.

Me quedo en silencio sin quitarle los ojos de encima. Emito un chasquido con
desgano y le digo señalándole el sillón de en frente.

- No. Después de tantos años, aún confío en ti - digo porque no tengo ganas de
buscarme personal - Pero anda con cuidado Yesung. No me ha gustado nada
esto.

- Lo siento Junmyeon. Prometo que no volverá a ocurrir.

- Mañana a primera hora, que todo vuelva a la normalidad con la fundación.


Siéntate - le ordeno.

- Sí Junmyeon. Así será.

Cada cosa que él me pone en frente yo firmo. Pero ya no confío demasiado en


Yesung como le dije, así que reviso. Eso ha hecho que me demore un poco más
de la cuenta. Encima tengo que revisar contratos.

Para cuando termino, ya son más de las 6 de la tarde. Entonces me levanto


para irme, pero Yesung me recuerda.

- ¿Revisaste lo de mañana?

- Los Lee... - digo lamentándome y refregándome los ojos.

- ¿No lo revisaste todavía?


- No - digo y suspiro - Dame los papeles.

- No los tengo yo.

- ¡¿Cómo?!

- Junmyeon... ¡Te los di hace tres semanas! ¡Te lo dije! Era la única copia del
contrato hasta que lo revisaras - dice nervioso agarrándose la cabeza - ¿Los
perdiste?

- No - digo de pronto - Ya recuerdo dónde están. Nos vemos mañana.

- Hasta mañana Junmyeon.

No sé cuánto tiempo he pasado en mi auto meditando cuándo arranar. Sé bien


a dónde tengo que ir, pero no quiero. No quiero y no puedo. Pero debo hacerlo.

Ya es la noche. Estaciono el auto y otro rato más me quedo dentro, como si


pudiera evitar lo inevitable. Me bajo y me paro en la acera. Tengo una piedra
en el estómago, pero debo obligarme a subir. Por eso trago duro y cerrando mis
ojos para componerme, entro al edificio.

- Señor Kim - me dice de pronto el recepcionista - Ha pasado un tiempo ¿Cómo


está?

- Bien. Gracias - digo sin mirarlo y continúo mi camino.

- Señor Kim... - me quiere hablar el hombre, pero yo ni escucho.


Entro al elevador y las puertas se le cierran en la cara, antes que pueda decir
palabra. Yo lo miro y ni me ha importado.

Llego y me bajo del ascensor, caminando por el largo pasillo brillante. Me


quedo quieto. Mierda. La clave.

De nuevo me refriego los ojos. No es que tenga mala memoria. Simplemente


que odio tener que recordar que él jugaba a cambiar las claves, porque yo
demoraba más en aprenderlas y así evitaba que yo lo viviera persiguiendo.

Escucho el sonido del elevador que se abre y yo curioso miro porque me ha


llamado la atención. El conserje aparece y viene rápido hacia mí.

- Señor Kim - me dice agitado - Esto es para usted.

Estira su brazo y en su mano veo un sobre.

- ¿Para mí?

- Si señor Kim.

Lo tomo perplejo y entonces me dice tranquilo.

- Lo dejó el señor Zhang.

Él se va y yo... yo me quedo hecho un despojo de nada. Otra vez lo han


nombrado.
Tiemblo cuando veo el sobre entre mis manos. Porque quizá... quizá esa sea la
última cosa que él llegó a tocar. Tiemblo y me detesto por seguir pensando en
él. Odio tener que estar parado aquí, en este lugar que ahora aborrezco con
toda mi alma.

Abro el sobre y leo. Mis ojos se llenan de lágrimas. La clave. Me ha dejado la


maldita clave de seguridad en un diminuto papel. Allí está su letra: 103. Una
clave tan frágil que cualquiera podría saber.

Marco y entro. Piso el umbral y mi corazón palpita. Camino y las luces se


encienden. Y a mí se me desgarra de dolor la garganta. Me duele la mandíbula
del temblor que tengo. Me toco el pecho porque sé que duele. Duele y mucho.

Tomo coraje y me voy como rayo a mi despacho. Retiro los papeles que vine
buscar y me quiero ir ya. Paso de nuevo por la sala y mis piernas se quedan
inmóviles.

Me niego a mirar. Me niego pero... no lo puedo evitar.

Todo está igual. Intacto. Tal y como lo dejamos esa mañana que nos fuimos.

Mi corazón palpita rabioso. Me siento angustiado y respiro agitado. Me duele


decir el nombre que más me lastima en el mundo.

- Yixing...

Por cada paso que doy, veo las cosas que dejamos juntos. Las tazas en el
fregadero. La ropa de cama desordenada. Y... la ropa.

Corro al vestidor y de pronto quiero ver qué se llevó. Abro el placar y... nada.
No se llevó nada.
- Yixing... - murmuro de nuevo - Yixing - lo llamo más fuerte - ¡Yixing!

No sé cómo mierda he llegado a la sala de música. Y ahí me detengo. El piano.


El maldito piano está ahí. El polvillo cubre el instrumento y entonces observo
detenidamente algo. Por eso me acerco. Porque no puedo creer que veo, lo que
estoy viendo.

Las llaves de un auto y... el llamador de ángel. Dos cosas que le había regalado.

- Yixing - murmuro - qué...

Me peino furioso los cabellos, porque no entiendo. No entiendo nada. Se


suponía que debería habérselos llevado. Se suponía que como el oportunista
que era, debería haberse quedado con eso para sacarle provecho. No entiendo.
No entiendo.

- ¡No entiendo! - grito, como si alguien pudiera darme una respuesta a todo
esto.

Miro las partituras del piano, las tomo entre mis manos y observo. Él siempre
me decía que yo le había enseñado a amar a Beethoven. Y él, me hizo adorar a
Chopin. Leo: "Tristesse", op. 10, nº 3.

Me siento en la banqueta, pensativo, sin saber qué sacar de todo esto.

Pongo las partituras en su lugar. Y me pierdo en las teclas que él solía tocar.
"Tristesse" ¿Tristeza es lo que pasaba por la cabeza de Yixing? ¿Tanto que
hasta dejó esa clave de ingreso antes de irse? ¿Tristeza?

Lo último que tocó Yixing, antes de marcharse ¿fué esto?


Un nombre viene a mi cabeza. Más que su nombre aquello que dijo. "Cabos
sueltos". Porque ahora, yo también intento atar cabos sueltos y no me sale.
Capitulo 22
"All Of The Stars"

"Conferencia inaugural; ¿De qué hablamos cuando hablamos de Daño


Cerebral? Paradigmas actuales del Daño cerebral agudo y crónico. Doctor
Zhang Yixing".

Eso es lo que figura en el inmenso cartel de ingreso al auditorio terriblemente


grande, donde 100 doctores, a los que han seleccionado rigurosamente, venidos
de todas partes del mundo se encuentran sentados, escuchándome atentos. Eso
sin contar a aquellos que me siguen en vivo desde distintos sitios web.

He terminado, después de 5 horas. Retumban los aplausos de mis colegas. Es


la primera parte del seminario que dicto desde que llegué a Boston, en la
Escuela de Medicina de Harvard.

Me he sentido realmente nervioso, sobre todo porque la disertación fue en


inglés y se me tildaba la lengua entre tantos idiomas que ya tengo en la
cabeza.

Aplauden y yo me siento descolocado. Estoy en otro mundo.

Finaliza todo y no paro de hablar con mis pares. Se me acercan para pedirme
datos, comentarme casos, solicitarme consejos ......No puedo creer en el lugar en
el que encuentro.

Sin embargo, aún en medio de todo ese barullo hay tres personas con quienes
me interesa muchísimo hablar en particular.

- ¡Yixing! – exclama Taemin, que corre a abrazarme. Siempre ha sido el


más tímido pero demostrativo y afectuoso.
- ¡Taemin! – saludo feliz por ver esa sonrisa tan contagiosa – ¡Minho! ¡Qué
alegría!

Aunque Minho es el más serio y caballero, me regala unas palmadas en la


espalda. Cuando me aparto de Taemin, veo una novedad que me pone feliz.
Los dos se toman de la mano y me sonríen. Yo sólo asiento con la cabeza y ellos
entienden mis felicitaciones.

- ¡Zhoumi! – exclamo dándole un apretón fuerte a mi amigo – ¡Mi


muchacho!

- ¡Su eminencia! – dice rodeándome fuerte con sus brazos.

Han venido por cinco días a hacer seminarios, entre ellos, el que dicto.
Caminamos por el parque y Zhoumi me reprocha:

- ¡Me costó mucho que me acepten en tu curso!

- Es que son muy selectivos – comenta Taemin riéndose.

- ¡No te quejes! – digo yo y le recuerdo – Lo tuyo es la Cardiología. Por eso


nos abandonaste...

- Me aceptaron porque fuiste mi director en Corea ¿No te contaron?

- Si – le digo contento tomándolo del hombro – Me consultaron.

- Ya sabía yo que tú me habías hecho entrar – dice riéndose, al descubrirme.

- Lo hiciste solo. Yo sólo dije que eras el mejor en investigación.


- ¡Oye! – dice ofendido Minho – ¡Esa es mi área! ¡Yo soy el mejor! Recuerda
que soy el director...

Los llevo a almorzar a la plaza principal de Canbridge, Harvard Square,


porque estamos cerca de la Universidad.

Me encanta esta plaza. Se hace de todo, desde conciertos y mercadillos, a


manifestaciones. Hay una librería enorme, donde me pierdo algunas veces. Así
como también hay muchas otras tiendas, restaurantes, cafeterías y cines. Es el
lugar ideal para pasearse o sentarse en una terraza y disfrutar de la vista. Y
eso es a lo que los he llevado. A deleitarse desde lo alto con el panorama
mientras comemos.

- No puedo creerlo... – dice Zhoumi mientras suspira y me mira.

- Qué cosa... – pregunto perplejo.

- Esto. Estar así, contigo. Todos juntos.

- Como en los viejos tiempos – aplaude feliz Taemin.

- No exageren. Ni que fuéramos viejos – digo riendo – ¿Cómo van sus


cosas?

- Dirijo Urgencias en el Hospital Cardiológico – nos cuenta Zhoumi.

- ¡Qué excelente noticia! – grito – Merece un brindis.


Hablamos de todo. Han pasado tantas cosas entre nosotros en este corto tiempo
que es como si nos estuviéramos reconociendo.

Miro al horizonte. La brisa otoñal es refrescante y me gustan los colores con los
que se han pintado los árboles.

Miro a Minho y Taemin que desde la terraza del restaurante toman fotos sin
parar. Me contento con verlos así, tan amigos y enamorados. Minho siempre
tan reservado en la muestra de sentimientos, me impacta con la delicadeza y
ternura con que trata a Taemin.

- ¿En qué piensas? – me pregunta Zhoumi que me ha descubierto.

- Todavía recuerdo cuando Taemin lloraba por los rincones por cada
conquista de Minho. Al final, valió la pena tantos años de espera – digo
sonriendo nostálgico.

- Creo que Minho se asustó cuando un tal Onew se apareció y casi se lleva a
Taemin.

- ¡¿Cómo?! – digo sorprendido, más cuando veo que Zhoumi se mata de la


risa.

Me cuenta los pormenores de aquello. Mientras, los miro cómo andan juntos.
Si Taemin da un paso adelante, Minho da otro. Si Taemin camina hacia el
costado, ya tiene a Minho a su lado. Si Taemin dice: "quiero...", ya Minho se lo
ha puesto en la mano, antes que le diga qué, y le adivina todo.

Minho no le quita los ojos de encima a su novio. Se le nota que está enamorado.
De pronto me siento triste y avergonzado. Es que estoy celoso por extrañar esa
sensación tan única y especial. Y me pregunto si así nos habremos visto él y yo
cuando estábamos juntos...
- Estás distinto – me dice de pronto Zhoumi.

No digo nada. Sé que así es. Pero no quiero hablar de mí. Sólo lo miro y sonrío.
Vuelvo mis ojos al follaje multicolor de los árboles en el otoño de Boston.

- ¿Sobre qué investigas? – me pregunta para darle algún rumbo a nuestra


conversación. Entiendo que hay un tema que quisiera, pero no se atreve a
tocar. Más porque cuando hizo aquél comentario, yo ni dije palabra.

- Nada específico. Estoy en el área de investigación. Neurotecnología.

Me mira sorprendido. Sonrío y le pregunto.

- ¡¿Qué?!

- Nada. Solo que pensé que quizá te dedicarías a la Neuro-rehabilitación.


Algo más práctico. No te hacía metido tanto tiempo en un laboratorio ¿Dónde
quedó el paya-médico?

Es verdad. Él siempre supo que habiendo podido, en Seúl, ser exclusivo en


laboratorio, jamás dejé de lado la atención a pacientes. Era lo que más me
gustaba. Sobre todo por mis pequeños. Pero ya no hay doctor para dar
alegría... ya no hay paya-médico en mí.

- Descansaré por un tiempo. Igual sigo en contacto con pacientes. Las


investigaciones deben ser prácticas ¡Oye! – exclamo de pronto mirando la hora
y lamentándome – Ya es la hora de volver...

Paso el resto de jornada ya más confiado en lo que hago. No se me traba la


lengua, sino todo lo contrario.
Termina el seminario. He invitado a los muchachos a quedarse en mi
apartamento. Es como si volviéramos a los tiempos en la Universidad. De
pronto me siento nostálgico.

Minho y Taemin se han ido a descansar. Zhoumi se queda acompañándome a


ver una película. La miramos sentados en el sofá.

Al cabo de un rato, él se queda dormido en mi hombro y yo lo recuesto para que


descanse tranquilo. Lo tapo bien para que no tenga frío y me voy a dormir.

Dormir. Es un decir. No duermo. Y es algo que anhelo, porque a pesar de mi


aparente vitalidad, mi cuerpo se siente realmente agotado. Porque no descanso.

Cierro mis ojos. Doy vueltas en la cama. Parpadeo. Miro la hora. No puedo
conciliar el sueño.

Me levanto. Tomaré algo caliente para entrar en calor, porque de pronto tengo
frío. Por más frazadas que ponga en la cama, sigo helado. No sé por qué, si el
calefactor está encendido, pero siento que mi cuerpo está congelado y tiemblo.

En lo que me sirvo un vaso de leche tibia Zhoumi me sorprende desde atrás.

- ¿Qué haces despierto? – me pregunta.

Miro a la puerta de la cocina. Está despeinado y se despereza.

- Te he despertado – le digo apenado – Lo siento.

- No hay problema. Mejor, así duermo en la cama.


- ¿Quieres? – lo invito.

- Claro...

Cuando compartíamos dormitorio en la universidad, me pasaba igual. Yo no


podía dormir y tomaba un vaso de leche tibia. Siempre supe que jamás me
haría ningún tipo de efecto. Pero era una rutina que ya tenía por Sang Woo.
Zhoumi se me aparecía de la nada y terminaba conmigo sentado haciéndome
compañía, con un vaso lleno en la mano, que jamás tomaría. Solo lo hacía para
que no me quede solo...

Me siento en una banqueta, en frente de él, dejando los vasos llenos en la


mesada.

- ¡Salud! – decimos al unísono y chocamos nuestros vasos que suenan.

- Como en los viejos tiempos – le recuerdo con una sonrisa.

- Pero todo es distinto – me dice y yo puedo notar un toque triste en su tono.

Nos quedamos callados. Nunca nos pareció extraño el silencio entre nosotros.
Jamás me sentí incómodo. Incluso ahora, es de lo más natural y común estar
así con él.

- Yixing – murmura sin quitarme los ojos de encima.

- ¿Mmmhhh?

- Qué ocurrió.
Trago dura la leche tibia, ni que fuera piedra por mi garganta. Me quedo
congelado en mi lugar, con el vaso en el aire. Quiero hacer como si no pasara
nada raro y sonrío mirándolo.

- Qué ocurrió... ¿Con qué?

- Sabes a qué me refiero – me dice serio.

Sí que lo sé. Sólo que hubiera preferido no saberlo. Solo espero que él no se dé
cuenta de que ha dado en el clavo.

- ¿Qué quieres saber? – pregunto tranquilo.

- Por qué terminaron Yixing – dice sin más – Qué ocurrió.

- No funcionó – respondo tratando de aparentar desinterés en el tema – Eso


es todo.

- ¿Nada más?

- Nada más – confirmo. Sonrío. Y tomo otro sorbo de mi bebida.

- No te creo.

Silencio.
Tengo la sensación de que diga lo que diga, no me creerá. A menos que sea la
verdad. Pero jamás diré nada.

Lo miro con recelo. Me siento molesto. Es que me ha llamado mentiroso, porque


aún siendo cierto, que me juzgue no me gusta.

- Qué quieres que te diga Zhoumi. No funcionó.

- Es que no te creo Yixing...

- Y yo no tengo más para decir – digo ya en voz alta y duro.

- Lo siento – dice avergonzado – Lo siento Yixing...

Se levanta de su asiento y deja su vaso en la mesada. Se da la media vuelta y


se está por ir. Yo me siento peor que él, por haberlo tratado así. Más si tengo en
cuenta que él solo actuó por el afecto que me tiene. Así que ahora yo
arrepentido le digo:

- Discúlpame Zhoumi... Por favor. Perdóname.

Se vuelve hacia mí y se queda parado unos segundos. Mueve su cabeza, como


incrédulo de lo que ocurre. Camina hacia mí y me impacta con un abrazo fuerte
desde atrás. Siento que se me ablanda el corazón. Yo y mi maldita sensibilidad
del diablo que no puedo controlar. Pero no voy a llorar. No con él aquí.

Le doy una palmada en el brazo y amable le digo:

- No te preocupes. Todo está bien. Te lo aseguro.


- Yixing... Yixing – dice con un suspiro, parándose a mi lado sin dejar de
rodearme con uno de sus brazos – Cuando desapareciste así, de la nada, supe
que algo malo pasaba – y mirándome a los ojos agrega – ¿Por qué no me
llamaste? ¿Por qué no me dijiste nada? No tienes idea de lo preocupado que
estaba...

Me reclama. Pero no me molesta. Todo lo contrario. Me lamento haberlo hecho


pasar por eso. Somos amigos desde la universidad. Siempre me ha cuidado
mucho y me ha acompañado en todo. Me conoce tanto, que no le puedo ocultar
nada. Pero no hablaré de todos modos. Sólo le diré algo para dejarlo tranquilo.

Me aparto un poco de su amarre y le hablo sereno.

- No te voy a negar que las cosas terminaron mal entre Junmyeon y yo. No
encajé en su mundo. Yo no podría haber sido parte de su mundo. Eso fue todo.

- ¿Te hizo sentir mal? ¡¿Te hizo sentir menos?! – me dice ya furioso y con el
ceño fruncido.

- ¡No! – exclamo porque de repente me preocupa haber empeorado esto, más


cuando creo que he dado a entender algo desacertado sobre Junmyeon – él... ¡él
es incapaz de ser así!

- ¡No entiendo Yixing!

- Ya Zhoumi – digo sonriendo de nuevo – Lo nuestro no estaba destinado a


ser. Eso es todo.

Se queda pensativo. Me despeina los cabellos y sonríe como puede, para


terminar dándome otro abrazo.
- Bueno... – digo – Creo que mejor descansamos. Mañana tú sigues en los
seminarios y yo con las investigaciones.

- De acuerdo – asiente él y yo me retiro.

Antes de entrar a la habitación, me vuelvo a verlo. Se ha quedado en la cocina


lavando los vasos que hemos usado y ordenando algunas cosas.

De pronto siento un nudo en mi garganta y mis ojos se nublan de lágrimas. Mis


recuerdos golpean mis sentidos y me engañan. Ahí está Junmyeon lavando las
tazas, después de desayunar o la vajilla después de cenar...

Me meto rápido al dormitorio. Cierro la puerta y apoyo mi espalda en ella,


mirando al techo. Desganado y cansado me tiro en la cama, cubriéndome con la
montaña de frazadas para entrar en calor.

Miro la hora. Ya es muy tarde. Son las 00.45 de la noche. Eso quiere decir que
en Seúl son las 14.45 de la tarde. Él debe estar terminando de almorzar o quizá
ya esté en la oficina trabajando. Cierro mis párpados y me lo imagino ahí, con
ese traje gris tornasolado, precioso, altivo, bello como siempre.

De pronto alguien me habla.

- Yixing...

Me toca el hombro y yo salto de la cama. Me siento y me encuentro con la


mirada impactada de Zhoumi que me dice:

- Yixing, ya es la hora. No pusiste tu alarma. Ya preparé el desayuno. Te


esperamos – y sin agregar nada más, se va.
Hoy será un día de mucho trabajo, como todos los días. Mientras mis amigos
están en su seminario, yo debo continuar en las investigaciones. En la tarde,
doy clases en una de las cátedras. Por las noches salimos a alguna parte a
cenar.

Hay mucho por recorrer en Boston. Así que aprovechamos el fin de semana
para descansar. Han aceptado quedarse dos días más, después de insistirles
tanto. Es que verlos me ha hecho tan bien, que es como si volviera a sentirme
en casa.

Ya han concluido con sus seminarios y yo hago lo que puedo, como guía
turístico. El primer lugar al que los llevo, es la Biblioteca Pública. Después de
eso, fue inevitable pasar al Museo de Bellas Artes, donde se quedaron
encantados con la mayor colección de cerámica japonesa fuera de Japón. Pero
igual, creo que lo que más les gustó fue el "Common Park", el parque más
antiguo de la ciudad. Nos compramos el almuerzo y allí nos sentamos a hacer
nuestro propio picnic, cerca del río, para ver los navíos pasar.

- Qué hermoso ¿Verdad? – dice Taemin apoyando su cabeza en el hombro


de Minho.

- Me quedaría aquí por siempre – comenta riéndose él, mientras mira a su


novio.

- Y tú Yixing ¿Piensas quedarte aquí para siempre? ¿O solo por un tiempo?


– me pregunta de pronto Zhoumi.

- Honestamente – le digo impactado – no tengo idea de lo que haré.

- ¿Tienes contrato?
- De seis meses. Aunque es formalidad. Apenas llegué, me pidieron que me
quede el año entero.

- ¡De verdad! – exclama sorprendido Minho – Y el doctor Jang tenía


esperanzas de que regreses algún día. Cuando le contemos se va a poner a
llorar – agrega riéndose.

- Pero ¿Qué harás? – pregunta curioso Taemin y los tres me miran


esperando una respuesta.

- De verdad que no lo sé. Pero creo que a Seúl no regreso por un tiempo.
Puede que me quede el año entero aquí... ahora que lo pienso...

- Yo me acostumbraría a vivir aquí – dice de pronto Zhoumi – El ritmo de


vida no es tan intenso como en Seúl.

- Pero tienes que ser como Yixing – dice dándole una palmada en el hombro
Minho – Con un IQ superior a la media y dirigir dos áreas de hospital en Seúl...

Y la sigue mientras todos se ríen. Ha bajado la moral profesional de Zhoumi y


por eso Minho se ha llevado un coscorrón en la cabeza.

La pareja se nos separa. Han ido a andar en bicicleta alrededor del parque.
Nosotros nos hemos quedado a tomar el sol del otoño, viendo la gente pasar. Yo
estoy tirado en el pastizal ocre. Zhoumi está sentado apoyado en un árbol.

- ¿En serio vas a quedarte el año entero?

- Eso creo – digo sin estar del todo convencido – Por qué...
- Yixing...

- Qué...

No habla. Por eso me incorporo y lo miro. Arranca lo poco de pasto que hay en
el suelo. Está nervioso o ansioso. Me resulta difícil hacer lectura de lo que pasa
por su cabeza, sobre todo porque no me mira a los ojos.

- Zhoumi ¿Ocurre algo? – le pregunto, al ver que se calla si no lo obligo a


hablarme.

- Yixing... yo...

Se para nervioso. Se sacude la ropa y avanza unos pasos mirando a los barcos
pasar. Se pone las manos en la cintura. Yo me quedo perplejo ante su conducta.
Jamás lo había visto en ese estado.

Se da la vuelta y me mira pensativo. Yo con cara de póker termino poniéndome


de pie y dando unos pasos hacia él, vuelvo a insistir.

- Oye Zhoumi...qué te...

Y siento sus labios en los míos. No sé en qué momento a avanzado, y a tomado


mi rostro entre sus manos y me besa.

Yo solo puedo quedarme pasmado, quieto, con los ojos bien abiertos, sin creer lo
que está haciendo.

Abre los ojos y mira la expresión de mi rostro. Es como si hubiera sentido labios
sin sentirlos. Estoy desconcertado y avergonzado. No sé cómo manejar esto.
Naturalmente me aparto de él, dando unos pasos atrás.
- Zhoumi... qué... es...

- Yixing... – me dice mirándome desesperado – Si tan solo me dieras la


oportunidad... yo sé que te haría feliz. Yo... yo te amo Yixing. Siempre te amé...

Se hace un silencio entre nosotros. Por primera vez no veo a Zhoumi, mi amigo.
Veo a Zhoumi, un hombre. Y sigo escuchando lo que dice.

- Yo sé que si me dejas...si me lo permites Yixing, yo puedo hacerte feliz. Yo


sé que mi amor basta para los dos. No sé qué pasó, no quiero saber qué pasó,
pero sé que sufriste mucho, lo sé, porque lo siento – dice tocándose el pecho –
Por eso yo quiero estar para ti y hacerme cargo de ti Yixing... Por eso te pido
que me des una oportunidad. Por favor...

Bajo la mirada. Me ha dejado enterrado en su súplica. Me pide que yo deposite


en él mi sufrimiento, mi dolor y todo lo triste de mí. Él quiere hacerme feliz.
Viene a mi mente los recuerdos de Zhoumi a mi lado. Me ha cuidado y
acompañado durante años. Incluso cuando decidimos nuestra especialidad,
ahora me doy cuenta que se vino conmigo, sólo por mí, no por él.

Levanto mi rostro y lo miro, allí esperanzado, esperando una respuesta de mi


parte. Zhoumi es un hombre, altivo, brillante y hermoso sin lugar a dudas. Sólo
ahora me doy cuenta de lo atractivo y varonil que es. Cualquiera sería feliz a su
lado. Porque él merece lo mejor.

- Zhoumi – le digo – Tú no mereces lo que yo soy. Tú mereces todo el amor.


Un amor que yo no te puedo dar.

- Te lo he dicho Yixing, mi amor basta por los dos – afirma seguro


acercándose a mí.
- Porque te quiero Zhoumi, es que no puedo dejarte hacer eso. Tú mereces
amor. Y yo, yo solo te haría sufrir – le digo en un murmullo ahogado.

Aún en este momento en el que me quiebro ante él, sufriendo por su dolor, él es
más fuerte que yo. Lloro y me toma entre sus brazos. Y yo me hundo en su
pecho, dejando que me consuele.

Hoy domingo me levanto desganado. Me siento triste porque parten de mi lado.


Los llevo al aeropuerto, y antes que suban las escaleras mecánicas para la sala
de espera, abrazo a cada uno con todas mis fuerzas.

Taemin llora y Minho lo consuela. Cuando se da la última llamada antes de


subir a su sector, me abalanzo a los brazos de Zhoumi. De nuevo con él lloro. Él
sabe qué pienso. Me aparta un poco y tomando mi rostro entre sus manos, me
dice tranquilo.

- El amor no se impone Yixing. No tienes que sentirte mal por mí. Pero
Yixing... tú mereces amar y ser feliz. Sólo deseo que seas feliz.

Llego a mi apartamento. El silencio inunda de nuevo el lugar. Doy vueltas


entre mis papeles un rato, ordenando todo para mañana que debo volver a mi
rutina.

Estoy en mi portátil viendo mis correos. Deshecho algunos, guardo otros,


respondo consultas y reviso casos.

Antes de cerrarla, mis dedos se quedan en el aire. Mecánicamente hago lo que


no debería hacer. Tecleo "Kim Junmyeon".

El buscador larga de todo. Pero la primera cosa que aparece arriba es su


imagen. Eso me basta para cerrar fuerte mi portátil y retarme a mí mismo por
mi estupidez.
Entro a mi habitación, me pongo el pijama y me tiro a la cama. De nuevo la
misma rutina, noche tras noche, desde que estoy aquí. la misma rutina que es
mi tortura.

Me cubro con un montón de frazadas, creyendo que van a darme calor, pero sé
que no es así. Doy vueltas en mi lecho, tratando de que algo calme el frío
terrible que siento en este momento. No dormiré, sé que no puedo. Y yo sé por
qué.

Tengo frío. Mucho frío. Porque él no está aquí para abrazarme, ni abrazarlo.
Porque no tengo un pecho donde apoyarme, ni latidos de un corazón para
tranquilizarme. Nadie cuida mis sueños, nadie custodia que descanse.

Ya no puedo más. Mis lágrimas corren sin parar por mi rostro. Me estoy
ahogando en gemidos descontrolados y cierro mis ojos furiosamente.

No habrá reposo, porque él no está conmigo. Lo extraño demasiado. Por eso me


abrazo solo.

Echo un puñado de dolor, me hago pequeño en aquella cama que me es extraña


y a la que nunca podré acostumbrarme.

Extraño su aroma, extraño su abrazo, extraño su aliento y sus palabras


reconfortantes que me sostenían. Por eso sólo puedo murmurar en la oscura
soledad, sin dejar de llorar.

- Junmyeon... ¿Dónde estás?... Te extraño mucho... mucho... Te extraño y te


necesito tanto... tanto... Junmyeon... me duele el corazón...Junmyeon... te amo
tanto... tanto... que duele...
Y esa es mi verdad. Por cada día que pasa, siento que mi corazón se desgarra
un poco más. Duele. Duele mucho. Y no sé cuándo parará esta agonía ¿Algún
día pasará?

Y así sigo, hablando sólo, como si él pudiera escucharme.

- Junmyeon ¿Estás bien? Junmyeon ¿Qué estás haciendo? Junmyeon


¿Dónde estás ahora?

En la oscuridad, hago la misma estupidez noche tras noche, desde que estoy
aquí. Me fijo en el horario de Seúl. En Boston son las 01:41 de la madrugada.
Entonces allá son las 15:41 de la tarde.

Esa estupidez es la que me da la estúpida sensación de creer que sé qué está


haciendo ahora, en este preciso instante. Debe estar en la oficina.

Me lo imagino con ese porte impecable y uno de sus trajes de tres piezas que le
queda perfecto, porque él es perfecto. Lo imagino con sus manos en los bolsillos
de sus pantalones. Dios. Nunca había visto a un hombre tan bello.

Veo ese cabello delicado y bien peinado. Quisiera que mis dedos se hundieran
de nuevo en ellos tiernamente.

Creo verlo sonriendo amablemente, en alguna reunión de socios, firmando


algún contrato, hablando de asuntos de negocios.

Me estoy ahogando en esta maldita sensación de vacío. Entonces hago la


estupidez más grande que he hecho en mi vida. Me levanto de la cama, hurgo
entre mis cosas y saco mi reliquia. Lo único que tomé, que me robé, antes de
partir.
La corbata azul que le quedaba preciosa y enaltecía su sonrisa hermosa.
Aquella que se puso el día de mi cumpleaños. Lo recuerdo tan bien... Parado en
el espejo arreglándose su traje y poniéndose esta corbata. Lo recuerdo tan
bien... sonriéndome.

Mis dedos acarician la prenda, como si lo acariciara a él. Entre las lágrimas que
siguen cayendo por mi rostro, acerco a mí la tela. De repente me hundo en el
aroma del ámbar, musgo de roble, cedro y almizcle blanco. Adoro ese perfume,
porque es de él.

Me estoy volviendo loco, lo sé, pero no me importa.

Si cada día es una agonía silenciosa, por la noche es peor. Porque mis
pesadillas han vuelto y yo sé que es porque no está Junmyeon.

Me paro en la ventana y contemplo la noche. Las estrellas brillan como nunca.


Y entonces una cae, como una lágrima brillante en su esplendor por el dolor,
cae del cielo. Como aquella noche...

Y yo comienzo a balbucear alguna letra, de alguna canción, que escuché por


ahí, como si le hablara a él, en la oscuridad, abrazando su corbata azul.

- Junmyeon: "Es solo otra noche,

y estoy mirando fijamente a la luna,

entonces, veo una estrella fugaz y pienso en ti.

Cantaba una canción de cuna junto a la orilla,

y sabía que si tú estuvieras,


te cantaría a ti.

Tú estás en la otra orilla,

mientras la línea del horizonte se parte en dos,

yo estoy a millas de distancia de verte,

puedo ver las estrellas desde América.

Me pregunto...

¿tú también las ves?

Así que abre los ojos y mira

la forma en la que nuestros horizontes se encuentran,

y todas las luces conducirán

hacia la noche conmigo.

Y sé que estos cielos se romperán (se abrirán, sangrarán),

pero nuestros dos corazones creen


que todas estas estrellas nos guiarán a casa..."*
Capitulo 23
En el infierno

Llego a casa, no sé a qué hora. Subo a la habitación y me tiro a la cama a


descansar.

Descansar, es un decir. Porque ya no hay descanso. Las malditas pesadillas


han regresado. Por eso no quiero cerrar mis ojos. Me niego a volver ahí. Pero mi
cuerpo me gana y al final, termino naturalmente cediendo.

Ya ni sé en qué horario vivo. Solo sé que mis párpados se han caído para
despertar en esa maldita casa.

Camino por el umbral y voy escaleras arriba, buscando a mamá.

Llego a la puerta de su habitación y mi corazón comienza a agitarse asustado,


aterrado de lo que vendrá. Nada me sacará ya de esa escena, que se repite
noche tras noche.

Toco la puerta del dormitorio y la llamo.

- ¿Mamá?

Como un tonto, la llamo, porque sé bien que nunca me responderá, porque sé


bien con lo que me voy a encontrar.

Abro la puerta de par en par. Pero... esto... esto no es lo que esperaba ver.

En medio de la oscuridad, hay una silueta esbelta mirando por una ventana
¿Qué mira? El cielo estrellado de una noche brillante. No sé quién es. Por eso
me acerco. Lentamente mis pies se dirigen allí. Apenas se oye un murmullo
ahogado que en la penumbra dice.
- Junmyeon ¿Estás bien?

Me habla. Ha dicho mi nombre ¿Respondo? Y sin querer digo con total


honestidad.

- No.

- Junmyeon ¿Qué estás haciendo?

- Nada.

- Junmyeon ¿Dónde estás ahora?

- En el infierno...

- Junmyeon - dice y me mira - Te extraño mucho...

Y mis ojos se abren a esta maldita realidad, que es mi infierno. Agitado y


sudando me incorporo en la cama como puedo. Ni siquiera me he cambiado la
ropa con la que estaba.

En lo que trato de hacer el esfuerzo para sentarme, mi madre irrumpe en mi


dormitorio. Está enojada. Cierra la puerta, se queda ahí parada y me mira con
los brazos cruzados.

- Buenos días mamá - murmuro.

- ¡¿Te estás burlando de mí?! - exclama en tono duro y reprobatorio - ¡¿Tienes


idea la hora que es!? ¡Casi las 4 de la tarde Kim Junmyeon!
Con una mano tomo mi cabeza. Mientras tengo que escuchar lo que me dice.

- Junmyeon ¡Qué te pasa! ¡Qué ocurre contigo! - me grita y ya no la soporto.

Me levanto de la cama y me paro frente a ella. Me mira espantada. No quiero


imaginar el estado en el que me encuentro.

- Voy a darme una ducha - le digo para que se vaya.

- Junmyeon tenemos que hablar...

- ¿De qué quieres hablar mamá? - la miro desganado y ella pareciera no saber
qué decirme - Ya recordé que tengo que ir a ese té de beneficencia. En 20
minutos estaré listo y te llevo - le digo y me doy la vuelta.

- Quiero hablar de Zhang Yixing y de ti - me dice para mi sorpresa.

Juro que el odio que siento es incontrolable. Escuchar su nombre en sus labios
me exaspera y endurece mi cuerpo por completo. Sin mirarla le digo
lentamente.

- Jamás vuelvas a nombrarlo.

- Hijo... yo... estoy preocupada...

- ¡JAMÁS VUELVAS A DECIR SU NOMBRE! - le grito mirándola, sacado y


temblando de rabia.
Ella se queda petrificada. Y volviendo a mi postura desinteresada termino por
recordarle.

- Me tomaré una ducha. En 20 minutos te llevo.

De camino a ese maldito té de beneficencia, ninguno de los dos dice palabra.

Cuando llegamos me toma del brazo y saludamos a todo el mundo como


siempre. Se inician las presentaciones de las distintas instituciones que reciben
nuestras donaciones y agradecen nuestra colaboración. Yo sólo miro al frente y
aplaudo si hay que aplaudir, mientras, tomo de vez en cuando un sorbo de té.
Estoy durmiéndome.

- Ya regreso - digo a mi madre porque quiero sacarme esta pereza lavándome la


cara.

Me dirijo al toilette. Caminar me ha despabilado un poco. Igual tengo que


seguir charlando de ida y ahora de vuelta, con gente que no me quiere dejar en
paz y es odiosamente aburrida.

Cuando creo que al fin podré volver a mi lugar choco sin querer con alguien.

- Disculpe - me dice.

- Disculpe usted no... - me quedo mudo, porque yo conozco ese rostro - ¿Doctor?

- Jang - me recuerda serio - Soy el doctor Jang Dong Gun. Director del Hospital
Central.
Miro a todos lados nervioso. De pronto me doy cuenta que todo aquí está
repleto de gente de ese lugar y me pone mal todo eso. Él me mira inmutable
como si nada.

- Gracias - me dice de repente.

- ¿Disculpe? No entiendo - digo mirándolo perplejo.

- Por haberle devuelto al área de investigación su colaboración.

- Claro... eso... fue una confusión.

Es como si ese tipo no tuviera intenciones de irse. Está duro en su sitio ¿Acaso
no se dio cuenta que no quiero hablar con él? Parece que no, porque sigue aquí.

- Ahora todo volvió a la normalidad - comenta como esperando que yo diga algo.

- Espero que todo vaya bien.

- Va bien - agrega rápido sin dejar de mirarme - Seguimos con las


investigaciones que el doctor Zhang había iniciado y que se frenaron cuando el
Gobierno nos quitó las subvenciones.

Me lo dice así tan duramente, que yo lo miro molesto. Él ni parpadea. Y la


sigue como si nada.

- Pero nos la regresaron justo el día que él se fue - y se queda callado.

- Qué bueno.
- No tanto. Habría sido muy bueno si él se hubiera quedado.

Ya está. Me hartó. Así que le escupo con la misma rudeza con la que él se dirige
a mí.

- Pero prefirió irse de vacaciones y tomar un puesto de prestigio que le


consiguieron por ahí. Debe estar pasándola bien. Y usted lamentándose de no
tenerlo aquí - termino de decir y le sonrío.

- ¿Vacaciones? ¿Puesto que le consiguieron? - dice con una mueca para mi


sorpresa - Disculpe pero se equivoca sobre el doctor Zhang. Se fue para tomar
un puesto de prestigio, es verdad, pero que consiguió por sí mismo. Al doctor
Zhang le llovían todo el tiempo propuestas de trabajo del extranjero. Siempre
las rechazaba. Hasta la última - me remarca - Creo que en realidad no conocía
mucho al doctor Zhang - me dice y se va, dejándome duro y con los puños
apretados deseando habérselos estampado en su cara con lo último que dijo.

Lo miro sin saber por qué. Se ha encontrado con parte del personal del hospital.
Los reconozco. Él les dice algo y se van. Y yo, hago lo mismo.

Acabo de concertar una cita. Debo hacer algo para quitarme toda esta angustia
que se me hace insoportable día a día. Muy a mi pesar, debo seguir atando
cabos sueltos. Si antes no entendía nada, ahora con lo que acaba de decir ese
hombre, menos.

Pero no quiero que los monos de negro de mi padre, como suele llamarlos
Jongdae, me sigan. Así que aprovecho que hay una ventanilla en el cuarto de
baño y me salgo por ahí. Me subo tranquilo al auto y arranco a toda velocidad.
He dejado plantada a mi madre, pero no me importa.

Debo ir a un bar alejado de donde estoy acostumbrado a andar.


Al llegar a ese lugar, me bajo del auto y miro a todos lados. Entro a ese bar, que
es un antro de mala muerte. Me siento en una silla y no pasa mucho que un
tipo se me acerca.

- Qué le sirvo.

- Café.

- Oiga - dice riéndose de mí - si quiere café vaya a visitar a su abuela. Aquí sólo
tragos.

- Bueno. Entonces nada. Espero a alguien. Gracias.

- Si no consume no se queda.

- Whisky.

El tipo se va. No pasa nada hasta que me sirve en un vaso el alcohol caliente.
Ni lo toco. Pero le pago para que ya no regrese.

Tampoco pasa más tiempo hasta que alguien se sienta en mi mesa y me habla.

- Señor Kim. Para qué soy bueno.

- Vine a hacer un reclamo.

- ¿Reclamo? - pregunta ofendido - Yo siempre he hecho muy bien mi trabajo.


Jamás fallo.
- Pues esta vez ha fallado. Me encontré con un oportunista y usted pintó al tipo
como el más inocente del mundo.

- Ya le he dicho que yo nunca me equivoco - me dice respirando nervioso.

- Encima de eso... - continúo hablando -...la investigación fue incompleta. Sólo


pudo saber de los 7 años en adelante. De lo anterior nada ¿Qué clase de
investigador es?

- Ya le dije que yo ¡Nunca fallo! - me grita dándole con el puño a la mesa.

La gente se da vuelta, nos mira un segundo, pero vuelven a lo suyo. El tipo me


mira y respirando hondo me dice.

- Como le digo señor Kim, yo nunca fallo. Tengo una reputación que cuidar. No
por nada cobro lo que cobro. Soy muy serio en lo que hago. Por otro lado... - dice
sonriendo -... piense señor Kim... no fue usted quien retiró los materiales de la
investigación...

Conduzco a paso lento mi coche meditando cada cosa que me dijo ese hombre.
Voy a la oficina. Ya es tarde. Pero supongo que podré en la soledad del lugar,
pensar tranquilo.

En eso aparece Yesung con papeles en su mano.

- Junmyeon - me dice sonriendo - Ya es tarde... viniste...

- Pensé que ya no estarías aquí - le digo sentándome en el sillón de mi


despacho.

- Estaba a punto de irme ¿Te molestaría si...?


- Tráeme lo que necesitas que te firme - le digo tranquilo.

Él sale apresurado de mi oficina, para regresar al instante con papeles en su


mano.

Lo observo detenidamente. Analizo cada uno de sus gestos. Es un hombre de mi


entera confianza. Sabe todo de mí. Hasta lo consideraba por eso mismo un
amigo. Desde hace años que está conmigo.

- ¿Algo más Yesung? - digo mirando las últimas hojas que me ha dispuesto en
la mesa.

- Nada más Junmyeon ¿Se te ofrece algo a ti?

- No. Gracias - le digo serio.

- Entonces me retiro. Con permiso.

Se dirige a la puerta. Entonces naturalmente le digo de una vez, antes de que


la abra.

- Dime Yesung. Desde hace cuánto trabajas para mi padre.

Se queda inmóvil de espaldas. Lo he sorprendido. Sé que no se esperaba que me


diera cuenta.

- Dime - ordeno de nuevo, con voz firme - desde hace cuánto trabajas para mi
padre.
Se da la vuelta. Sus labios se mueven tratando de decir algo. Sé que intenta
mentir. Pero no sabe qué decirme.

- Qué estúpido - me digo a mí mismo sonriendo - Siempre trabajaste para mi


padre. Nunca trabajaste para mí.

- Junmyeon... Yo... yo... - balbucea nervioso, pero ya no tengo ganas de


escucharlo.

Me levanto y él se estremece pensando que me dirijo hacia él. Pero soy yo quien
abre la puerta para irse. Ante eso me pregunta.

- ¿Vas a despedirme?

- No. Haz lo que quieras Yesung. Si quieres irte. Si quieres quedarte. Me da


igual.

- ¿Le dirás a tu padre?

- No - digo mirándolo y sonriendo - No le digas nada. Así sigues cobrando dos


sueldos.

Hago ademán para retirarme. Pero él me sorprende con algo nuevo.

- Tengo algo que es tuyo y que no le di a tu padre.

Lo miro con desgano. Él hurga en el bolsillo de su saco y saca un pen drive. Me


lo estira y yo lo tomo.
- ¿Qué es? - pregunto.

- Cuando investigaron al doctor Zhang hay algo que no le mostré a nadie.


Menos a ti.

Observo el pen drive y le digo.

- Por qué.

- Porque si yo no pude soportarlo, tú que lo amas, menos. Por eso quise evitarte
ese dolor.

- Y ahora ¿Por qué me lo das?

- Nunca pensé que me pasaría esto y sé que nunca me perdonarás de todos


modos. Ya no me quedaré. Nada cambiará el hecho que desconfías de mí. Y
nunca sentirás lo que yo siento por ti...

Esa revelación me conmociona. Pero no dejo de mirarlo con dureza. Él sólo hace
una mueca. Sonríe y agrega algo más.

- Lo que nada se sabía de los 7 primeros años de vida del doctor, lo tomó tu
padre. Yo rescaté eso que hay ahí - dice señalando el diminuto objeto - Sobre la
transferencia truncada a la cuenta del doctor... No mentí. Su cuenta había
dejado de existir. Adiós Junmyeon. Quizá algún día... No. No volveré a verte.

Y sin decir más, se va dejándome con aquello en la mano.

Sólo atino a mirarlo. Observo el pequeño objeto y me lo guardo en el bolsillo de


atrás mi pantalón. Pienso que veré en otro momento su contenido. Ahora debo
encargarme de otros asuntos.
Llego a casa. Deben ser más de las 8 de la noche. La ama de llaves de acerca y
me anuncia.

- Buenas noches joven Kim. Sus padres se preparan para la cena.

- Gracias - digo y subo a mi habitación a darme una ducha.

Todo lo hago rápido. Pienso, mientras me baño y luego me visto, cómo enfrentar
a mi padre con las revelaciones que he tenido. Me lo negará todo. Lo conozco
demasiado bien.

En eso mi celular se enciende. Ha entrado un mensaje que esperaba ansioso.


Tengo otra cita a la que concurrir.

Bajo a cenar. Aunque sé que no lo haré. Saludo a mis padres. Están callados.
Sé que mamá debe estar molesta por lo que hice en la tarde. Pero no dirá nada,
para que no discuta con mi padre. Los miro detenidamente.

- Junmyeon - me dice mi padre - recuerda que mañana es la cena con los del
partido. Tengo que acompañar al Presidente y quiero que estés ahí con Eun Ji.

Suspiro sintiéndome estresado. Y le digo desganado.

- ¿Es necesario que vaya?

- Es bueno para tu carrera. Sabes que es importante la imagen de la familia y...

- Ya - le interrumpo - Ahí estaré.


Se hace un silencio. Sigo meditando mientras lo miro. Se ha puesto nervioso. Sé
que quiere llamarme la atención pero no se anima. De un tiempo a esta parte
está demasiado permisivo conmigo. Supongo que sigue sintiéndose culpable
porque quiso mostrarme en mis narices que tenía razón respecto al oportunista
de mi ex.

- Me contaron - dice - que estás saliendo mucho de noche.

- Me gusta divertirme.

- Eso es bueno... sólo que no todas las noches - dice ya duro y amenazante.

- Me gusta salir todas las noches.

- Eso afecta tu imagen.

- Cuál es el problema papá. A ver... - digo sarcásticamente sonriendo -... dime


¿Que hablen a tus espaldas? ¿Lo que digan de mí? Me encuentro todas las
noches con tus amigos del partido y otros de la Política. Te haré una lista
detallada luego, para que si se atreven a decirte algo, les envíes mis saludos
cordiales.

Se queda mudo. Aprieta la mandíbula y lo noto nervioso. Se acomoda en su


asiento y mira a todos lados.

- Papá - digo ya porque se acerca la hora de irme - Quería hacerte una consulta.

- Sobre qué - me pide mientras toma su copa de vino.

- ¿Cuánto le pagaste por mí? ¿Y qué puesto de prestigio le conseguiste?


Su copa se queda en el aire. La asienta lentamente sobre la mesa. Me mira
preocupado, lo sé, porque no entiende lo que pasa.

- ¿Por qué preguntas?

- Quiero saber.

- ¿Por qué?

- ¿Es tan difícil responder?

Duda en lo que dirá. Pero al final me dice tratando de parecer seguro, aunque
su mandíbula está tensa.

- Fueron muchos millones de wones y sólo eso te diré.

- ¿Wones?

- Y es lo último que diré. Y sobre el puesto...

- Ya papá - lo detengo - No quiero saber más.

Me levanto. Le hago una reverencia y digo.

- Papá, mamá, hoy me quedaré a dormir en casa. Me siento agotado. Buenas


noches.
Mi padre ha dicho "Wones". Cuando "él" me dijo que le habían pagado
"dólares". Aprieto mis ojos con fuerza. Estoy sudando. Un nudo en la garganta
me atraviesa duramente. Me duele el estómago y me siento asfixiado. No
quiero pensar en lo que estoy pensando.

Subo las escaleras hacia mi habitación. Apago las luces, como si fuera a dormir.
Me asomo por la ventana tranquilo y me salgo por ahí. No quiero
guardaespaldas detrás de mí.

Salgo caminando en medio de la oscuridad del parque. Alguien me espera fuera


de la mansión para llevarme. Atravieso como si nada la arboleda y salto con
cierta dificultad las terribles rejas, por donde sé que no hay guardia. Para
cuando hayan visto la cinta de grabación de las cámaras de seguridad, estaré
lejos.

Cuando piso el otro lado, veo las luces de un auto que se encienden. Ese es el
auto que me llevará a destino.

- Buenas noches Suho - me dice el tipo que conduce.

- Buenas noches - es todo lo que digo y el coche arranca apenas me he trepado.

Llego al lugar y observo detenidamente todo. Hace tiempo que no pasaba por
aquí. Es temprano todavía para que comience la función. Estoy en lo que
aparentemente es un gimnasio. En una esquina de ese lugar, está sentada la
persona con quien concerté mi cita a última hora.

- Seung Huyn - digo inclinando levemente mi cabeza.

Él se para e imita mi gesto. Me invita a sentarme y yo le agradezco.


- A qué se debe el honor - me dice.

- Sabes a qué vine. No voy a andar con vueltas.

- Pensé que habías terminado con Lay.

- Es un asunto mío. Y te pediré que...

- ¿No me meta en tus asuntos? - dice y se ríe - Vaya Suho. Tú me metes en tus
asuntos y me quieres ordenar que no me meta. Eres gracioso...

- Y tú un desagradecido - digo señalándolo sin vergüenza - Debería haberte


matado ese día.

Lo miro serio. Él me observa y con un suspiro me termina diciendo.

- Sólo porque te debo una. No creas que no soy agradecido. Pregunta.

- El día de mi secuestro me dijiste que había cabos sueltos. Por qué.

- Porque no entendía el interés de una persona porque Woong In encontrara a


Lay.

- Quién.

- Alguien de la política. Muy importante. Hicimos un buen trato con algunas


causas de mi familia. Cosas que logró borrar por encontrar a Lay y dárselo a
Woong In.
- Quién - digo de nuevo severo pero inmutable.

- Kim Bum. El Primer Ministro de la República.

He muerto por dentro. A cada paso que doy voy muriendo. Cuando escucho su
nombre es como si un cuchillo me atravesara el corazón. Mi padre me ha
destruido por completo.

- Cabos sueltos - escucho que dice Seung Hyun - Hasta que Lay te llamó
Junmyeon.

Tiemblo. Ese día pensé en mi padre. Y me sentí avergonzado por pensar que
sería capaz de algo así.

Seung Hyung me analiza mientras habla. Creo que al final se compadece de mí.
Por eso me cuenta todo.

- Vino alguien por mí. Me llevaron ante el mismísimo Primer Ministro de la


República de Corea. Me amenazó. Tenía pruebas contra mí y mi familia. Me
dijo que borrar todo eso, sería la paga por un trabajo importante, pero fácil de
hacer - se frena nervioso y yo le exijo seguir.

- Qué te pidió.

- Secuestrar a Lay. Sólo me dio la foto. Cuando le pedí más datos, me dijo que
era mejor no saber. Y que si metía mis narices más allá de lo que él me estaba
proporcionando, contaríamos el cuento al fondo del río - dice nervioso, tomando
aire - Yo tengo familia que proteger, asíque accedí. Me ordenó que estuviera
atento a los movimientos de Lay. El tipo tenía una lista con horarios y lugares
fijos por donde pasaba siempre sólo. Un chico en bicicleta. Esa fue la orden.
Pero nos costó dar con él por un buen tiempo.
Lo sé. Porque fue en eso días que Yixing comenzó a quedarse en mi
apartamento. Salvo ese día que peleamos.

- Continúa.

- Cuando por fin dimos con él, también dimos contigo, sin querer. Imagínate mi
sorpresa. Lo demás ya lo sabes.

- No me estás diciendo todo - digo tratando de contener mi furia que ya


comienza a despertar - Cómo es que Woong In supo de Lay ¿Tú le dijiste?

- Esos eran los cabos sueltos.

- Explícate.

- Yo tenía a Lay. Me preguntaba qué iba a hacer con él. Hasta que recibí la
llamada de Kim Bum. Y me dio la orden de entregar "el paquete", a quien él
enviara.

- Y a quién envió Kim Bum.

- A quién crees tú - me dice sonriendo pues he preguntado lo obvio - A Woong


In.

Aprieto mis ojos. Me duele la cabeza y el pecho. Apenas puedo mantenerme


estable. Mis fosas nasales se ensanchan, siento que el aire que ingresa en mis
pulmones no alcanza. Me acomodo en la silla y sigo hablando con Seung Huyn.

- Por qué... por qué no le diste directamente "el paquete" a Woong In.
- Porque soy un sentimental - me confiesa - Vi lo angustiado que estabas.
Cuando lo fuimos a agarrar, yo vi tu desesperación. Y aquí, cuando Woong In lo
quiso tocar... Yo sé lo que es querer a alguien y que te lo arrebaten - me dice
melancólico - Por eso quise darte una oportunidad.

Mi garganta duele. Quiero gritar. Quiero llorar. Pero me contengo. Duro en mi


lugar le exijo.

- Dime las conclusiones a las que llegaste.

- No me iba a dejar. De repente tuve ganas de saber. Lay te llamó Junmyeon.


Claro que yo no sé nada de política. Entonces me pregunté por qué Park
Chanyeol ayudaría a un don nadie como tú. Y recordé que los Park están
relacionados con los Kim. Todos saben que sostienen sus campañas. Me
interesó saber más de las relaciones sociales de Chanyeol. Y buceando en
Internet encontré las fotos de los Park en una fiesta, con la familia Kim. Y ahí
estabas tú Suho - dice señalándome con su bastón que de seguro es nuevo - El
joven empresario con un futuro prometedor, Kim Junmyeon. Y entonces me di
cuenta que tu padre, quería desaparecer a tu novio, por el pasado con el que
arrastraba. La mierda de tu padre, debió creer que Lay, doctor Zhang Yixing,
no era lo suficientemente bueno para su adorado hijo - dice acomodándose en
su asiento, para terminar su discurso con voz lastimosa - Lo siento Suho.

Me quedo pensativo por unos segundos. Entonces, volviéndome a él, le


pregunto.

- ¿Tienes una pelea para mí?

Tres veces he subido al ring. Las tres veces he ganado. No sin antes dejarme
golpear duro y con todo. Cada pelea dura más de cuarenta minutos. En la
segunda pelea que voy, Seung Hyun me dice espantado.

- ¡Ya no te dejes pegar así!


Se ha dado cuenta que quiero sentir dolor que no siento. Por eso me dejo
golpear. No me importa sangrar, no me importa mi rostro... ya no me importa
nada.

Para cuando he terminado y estoy retirándome, un tipo se me acerca de la


nada. Me mira de arriba abajo y se relame los labios.

- ¿Se le ofrece algo? - pregunto al verlo que no se va.

- Te estás dejando pegar duro. Se nota que quieres sufrir. Que quieres sentir
dolor que no puedes sentir. Nada te es suficiente.

Me río. Bajo mi rostro y lo vuelvo a mirar sonriendo. Es que no puedo decirle


que no es así.

- Toma - me dice y me estira una pequeña tarjeta - Si quieres sufrir de verdad,


si quieres sentir dolor de verdad, quizá te pueda ayudar. Ven cuando quieras.

Lo miro perplejo. No puedo creer lo que me está ofreciendo. No entiendo. Pero


no sé por qué, no digo nada, tomo el papel y él se marcha sonriendo.

Veo la tarjeta, que dice "Night Withe" y tiene una dirección. Seung Hyun se me
acerca y me dice:

- Ni se te ocurra ir ahí.

- Qué es...
- El infierno - me dice seguro, rompiendo la tarjeta en mis narices - Y créeme
que no quieres conocerlo.

Me he tomado un taxi. Cuando piso la vereda me doy cuenta de que estoy... en


casa. Le he dicho al tipo que me trajera al apartamento, sin ser conciente.

Miro la hora. Pienso que mi madre debe estar desesperada por no saber de mí,
pero de pronto ni me importa. Es la tarde y está oscureciendo. Me he pasado de
revoluciones. Hace como dos días que no duermo. He andado de caravana para
mitigar lo que siento, pero no ha valido de nada.

Entro al maldito lugar. Pienso que me daré una ducha, me pondré otra ropa y
me largaré a seguir con el mismo ritmo que vengo llevando.

Camino por el umbral, las luces se encienden y me dejo caer en el sillón. Noto
que algo me molesta en el bolsillo de mi pantalón. Ya recuerdo. El pen drive
que me dio Yesung.

Lo saco del bolsillo y lo miro detenidamente. Me voy a mi despacho y lo pongo


en mi portátil. Espero un minuto a que todo se encienda y observo de qué se
trata. Es una grabación vieja. A duras penas puede verse algo. Debe tener como
20 años. Es de baja calidad y en blanco y negro. Algo muy casero.

Me da asco. Eso pienso. Pues sólo veo gente desnuda que se masturba feliz y
sin parar al rededor de un bulto. No. No es un bulto. Es un pequeño niño
colgado de una cuerda ¡Dios! ¡No!

Veo la escena. Quiero sacarla. Quiero detenerla. Pero mis sentidos no me


obedecen. Mis manos tiemblan. No sé por qué mierda no puedo moverme. Mi
mandíbula está dura. Respiro con dificultad. Me duele el corazón.

Veo un hombre que se acerca por detrás del niño. Yo lo reconozco. Es Woong In.
El pequeño grita. Grita desesperado. Yo lo sé aunque no haya un sonido claro.
Porque su rostro lo demuestra. Y mi rostro debe ser igual al de ese niño. Porque
grito. Pero no puedo moverme.

Woong In quiere penetrarlo y yo sólo puedo quedarme mirando. Mis ojos


quieren cerrarse pero no pueden.

Entonces veo que se eleva un látigo. Yo sé lo que viene. No quiero verlo. Pero no
puedo moverme. Y entonces el látigo termina clavándose en la espalda del niño
que grita con fuerza.

- ¡NOOOOOOO! - ese es mi bramido desgarrador.

Rujo con todas mis fuerzas estampando la portátil en la pared. No me basta


eso. Rompo todo. Por cada cosa que veo, la tomo entre mis manos y las destruyo
contra cualquier cosa.

- ¡NO! ¡NO! ¡NO!

Pero nada podrá calmar mi dolor. Nada podrá calmar mi sufrimiento. Nada
podrá calmar mis pesadillas. Pero sobre todas las cosas, nada podrá devolverme
a Mi Corazón.

Ya he destruido todo el apartamento. Ya no hay nada que quede. agotado de


dolor, caigo sobre mis rodillas.

- No... - murmuro - No... Yixing... No...

Lloro. En una esquina cualquiera de ese infierno lloro. Me hago un puñado de


nervios. Golpeo mi cabeza y lloro. Mi mente explota. Mi espalda me quema y
me duele. Yixing me duele. Mi Corazón duele. Porque me lo quitaron. Y porque
yo me convertí en parte de su infierno, esa noche en que lo vi por última vez.
Y aunque nunca sepa lo que pasó en realidad, ahora estoy seguro que lo
apartaron de mi lado. Que lo hicieron irse.

Y yo nunca le pregunté. Nunca lo retuve. No hice nada para detenerlo. No hice


nada por obligarlo a decirme qué le dijeron.

Con ese pensamiento en mente, conduzco a toda velocidad a una última parada.
El lugar en el que quiero desaparecer.

Aunque Seung Hyun haya roto esa tarjeta, yo retuve la dirección. Y es allí a
donde voy. Porque quiero entrar en ese infierno. Porque ya estoy en el infierno.

Yixing. Mi precioso Yixing. Mi ingenuo y hermoso Yixing. Nada me lo va a


devolver. Y él jamás regresará a mí, porque nunca me perdonará lo que yo le
hice.

Llego al lugar y veo una puerta negra sencilla y perdida al final de un pasillo,
en medio de edificios. Toco y alguien muestra su cara por una abertura.

- Sabía que vendrías - me dice el tipo sonriendo - Qué casualidad que justo sea
yo quien atienda...

Me abre la puerta el hombre que me dio la tarjeta. No me pregunta nada. No


me dice nada. Solo me invita a pasar.

Esto parece un club exclusivo como todos. Pero de pronto a medida que avanzo
me doy cuenta que no es un lugar común, aunque sí, muy exclusivo. Aquí no
hay reservas en la diversión.
El lugar alfombrado, está plagado de sillones carísimos de cuero con una mesa
a cada lado. En ellas hay dispuestas pequeñas montañas de cocaína. El hombre
me invita a sentarme y yo accedo.

- Sólo para comenzar la diversión, corre por cuenta de la casa - me explica


señalándome el polvo blanco.

Yo no espero a que me lo diga más. Me bajo varias hileras y él se me sienta en


frente. Un mesero trae vodka y nos deja la botella. Dos mujeres y dos tipos
elegantes se nos acercan. Una de ellas se me sienta en la falda y comienza a
besarme sin parar. Yo no me le resisto. Ya estoy perdido en otro mundo. A
duras penas escucho que el tipo me dice:

- La verdadera diversión que buscas, está en el segundo nivel.

- ¿Segundo nivel? - le murmuro y veo su cara feliz mientras un tipo ya se la está


mamando.

- Si - dice él limpiándose la nariz - Y es allí donde comienza la diversión de


verdad. Allá iremos enseguida.

Me han dado algo que ni sé qué es.He follado con no sé quién, ni sé cuantas
veces. Mi cuerpo tumbado en la cama siente manos por todos lados. Estoy
perdido en un infierno de nunca acabar. Naturalmente mi organismo responde
a todo lo que hacen conmigo. Porque este, no soy yo. No sé quién soy. Sólo sé
que quiero vivir en un infierno de dolor. Siento gemidos, risas sádicas, jadeos y
murmullos. Todos sienten placer. Todos, menos yo.

- Dime qué quieres - me dice alguien al oído - Y lo haremos.

- Dolor... - murmuro con los ojos entrecerrados y perdidos -... dijiste que habría
dolor.
- Dime cómo - escucho de nuevo a la voz.

Siento mis muñecas amarradas con una soga. La presión me está quemando y
yo sonrío, porque al fin estoy sintiendo algo de dolor.

Mis pies no tocan el suelo. No sé qué pasa. Quisiera saber, pero no puedo. Estoy
perdido. Ya estoy en mi infierno. Entonces murmuro, como puedo.

- Yixing... Perdóname... Yixing... Regresa...

Pero nada lo hará volver. Él no escuchará mi llamado. Sólo me queda sentir lo


que él sintió.

Me tapan los ojos y la boca. Estoy hundido en la oscuridad absoluta. Entonces


siento un chasquido y un golpe que se entierra en mi espalda. No hay grito que
pueda lanzar, porque tengo mis labios sellados. Solo estoy ahogado en mi
sufrimiento.

Pero los golpes que recibo, no me hacen calmar el dolor de mi corazón. Y en mi


mente perdida vagan los recuerdos de una vida que alguna vez tuve y en la que
fui feliz. Una vida en la que alguien cuidaba mi corazón, porque él era Mi
Corazón.

Solo veo sus cabellos despeinados por el viento. Su remera y sus jeans
desgastados por el tiempo. Me mira y me sonríe. En sus mejillas aparecen esos
hoyuelos preciosos. Está feliz porque me ha visto.

Yo estoy apoyado en el auto y le abro mis brazos para recibirlo. Él salta feliz
sobre mi cuerpo y me abraza, perdiéndose en mi cuello, para darle un beso.

Flores y frutas es lo que huelo. Y allí me quedo.


Me mira y me peina delicadamente con sus dedos, para terminar uniendo sus
labios con los míos. Entonces me encuentro con sus ojos y él me dice con
ternura: "Te amo. Soy tuyo por completo. Soy tu propiedad..."

*******************
Palabras del autor

Si quieren darle la continuidad a la situación, aquellos que no han leído "Mi


Vida", les sugiero lean el capítulo titulado "La verdad II".
Capitulo 24
"Te amaré por siempre"

Camino por el campus en dirección a una de las cátedras que dicto. El horario
del almuerzo ha trascurrido y desde hace días que no puedo probar bocado.
Siento mis labios resecos y no tengo necesidad de consumir líquido. Sé que algo
no anda bien y que debo obligarme a comer, tomar agua y dormir, pero el
agotamiento de luchar contra mí mismo me ha vencido.

Un tirón en mi espalda detiene mis pasos, y mi mano se posa naturalmente allí


donde ha dolido, tratando de revisarme a mí mismo. En mi diagnóstico híper
rápido, supongo que deben ser mis articulaciones y que estoy lleno de nudos. De
repente me desgarra la sensación de un golpe que me quema. Definitivamente
debería buscar un fisioterapeuta para unos masajes. Pero pienso que estoy tan
ocupado, que apenas si tengo tiempo de respirar.

Llego al aula. Mi ayudante se me acerca y con tono preocupado, me dice.

- Doctor ¿Se encuentra bien?

- Claro - le digo sonriendo - ¿Por qué la pregunta Max?

- Doctor, está sudando mucho ¿Tiene fiebre?

Me toco a mí mismo la frente y me sorprende lo empapado que estoy. Sin


embargo no siento temperatura. Todo lo contrario, estoy helado. Saco un
pañuelo de mi bolsillo y me lo paso nervioso por mi rostro.

- No te preocupes mi muchacho. Es solo agotamiento. He corrido para llegar


aquí - digo sabiendo que le he mentido en lo último que he dicho.

Mi clase transcurre normal para los que me están viendo. El entusiasmo de mis
alumnos no me deja lugar a meditar un segundo si estoy bien o mal,
simplemente sigo con mi actividad. El tema del día, es "cuál es la misteriosa
relación entre el cerebro y el corazón".

- Cerebro y corazón - expongo - tienen una relación simbiótica, no pueden vivir


uno sin el otro. El cerebro inerva al corazón por intermedio de señales
nerviosas que transmiten funciones, como incrementar la frecuencia de latidos,
o comunicarle estados de ánimo, como ira, depresión, hostilidad, euforia o
alegría. Esto ha generado que el corazón se transforme, a lo largo de la historia
de la humanidad, en la sede de las emociones...

Estoy mostrado imágenes que se proyectan sobre la pizarra blanca. Mientras,


voy exponiendo la temática desde un costado, en un púlpito.

De repente me detengo. Las imágenes siguen pasando por sí mismas, o eso


creo, porque mis ojos ven negro. Mi corazón se agita, quedándome duro en mi
sitio, apretando el atril, queriendo hablar sin poder lograrlo, porque también he
quedado mudo.

Mi espalda quema, pero no puedo tocarme y mis brazos duelen como si


sufrieran un desgarre. Estoy asustado. Tiemblo aterrado. Jamás me había
ocurrido esto. Mis peores pesadillas y mi infierno, las estoy viviendo despierto.

De repente veo una luz. Mi mano quiere cubrirse de ese destello que me
lastima los ojos. Y escucho que alguien me dice.

- Doctor por favor colabore. Lo estamos revisando.

Pero es como si no hubiera escuchado, porque mis manos, que tienen vida
propia, corren todo lo que hay enfrente como si pudiera espantarlos, a la vez
que nervioso me incorporo, pues acabo de darme cuenta que estaba tumbado en
una camilla.
Miro a todos lados. Estoy rodeado de colegas y enfermeros, que me miran entre
espantados y preocupados.

- Qué... qué ocurrió... - balbuceo tomando mi cabeza con mi mano, porque se me


parte de dolor.

- Creo que tuvo una conmoción por el estrés doctor Zhang - me dice nada más,
ni nada menos que el Decano de la Universidad.

- ¡Doctor Jeffrey! - exclamo queriendo ponerme de pie para presentar mis


respetos.

Él entonces me detiene, tomándome del hombro y sosteniéndome el pecho. Me


ordena que me quede quieto y me lo confirma.

- Lo siento doctor Zhang. Esto ha sido mi culpa - me dice afligido - he abusado


demasiado de usted. Es que su entusiasmo contagia y yo no pude negarme a
nada. Sabía desde un primer momento que lo estaba cargando de demasiado
trabajo apenas llegó. Debí haberme negado cuando me pidió hacer más
investigaciones.

- No... ¡Doctor! ¡Yo me encuentro bien!

- Clínicamente si. Pero no quiero correr el riesgo. Le daremos unos días de


descanso.

- ¡Pero apenas si llego! - me quejo y todos se ríen, más cuando afirmo seguro -
¡No! ¡No acepto!
- Doctor Zhang... Había sido peleador - afirma sonriendo y levantando su dedo
índice -Tiene el fin de semana para reponerse y el resto de la semana. Aunque
sea un luchador, lo queremos bien, nos ha asustado mucho.

Se da la vuelta y se va, dejándome boquiabierta. Solo una persona me decía así:


peleador, luchador. Y mi corazón comienza a palpitar con fuerza, porque
también recuerdo su dedo inquisitorial en el aire.

Vuelvo al apartamento. Miro a todos lados. Todavía es temprano, así que saco
mi bicicleta y aprovechando la tarde refrescante, salgo a pasear por algún
parque.

Me detengo en el puerto, viendo los barcos pasar. Es tan hermoso y pacífico,


que pienso que a Junmyeon le habría encantado este lugar. Miro a mi lado.
Aunque el espacio esté vacío, yo lo lleno con su imagen. Así calmo esa ansiedad
que tengo de saberme solo, imaginando que él está a mi lado como un ángel,
custodiando cada uno de mis pasos y regalándome su preciosa sonrisa
tranquila.

Podría decirse que estoy loco y aunque así lo fuera, no me importa, porque yo lo
deseo conmigo y soy libre de pensar en lo que quiera.

Cierro mis ojos y percibo que rodea mi cintura, sé que él me está abrazando por
detrás, apoyando su mentón sobre mi hombro. Observo de nuevo el río, los
barcos que vagan y el agua tranquila que se mueve sin cesar.

Y de pronto quiero hacerme el racional. Me resisto por un instante a seguir en


mi desquiciada imaginación y murmuro para mí: "Esto no es normal". Entonces
su voz retumba en mi cabeza, diciéndome con dulzura: "Claro que no es normal.
Porque es perfecto". Y ya vuelvo a estar sereno, metido en mi mundo, que como
él me ha dicho, es perfecto.

Hace dos días que lo tengo muy presente, todo el tiempo, las 24 horas. He ido a
hacer las compras y creo haberlo visto caminando entre la gente. He salido a
comer con amigos y me lo encuentro sentado en una de las mesas del
restaurante. No sé si sentirme contento o preocupado. Porque más allá que sea
perfecto, esto no es normal. Lo estoy viendo demasiado en mi mundo, que se
supone es real.

Es lunes. Me dieron la semana libre y ya me siento desesperado porque no


encuentro nada que hacer, así que en mi apartamento sigo adelantando
trabajo. Y en eso me encuentro, cuando miro mi móvil que tiene una llamada
entrante. Sang Woo. Nos hablamos todos los días, religiosamente. Pero me
extraña su llamada, teniendo en cuenta que allá deben de ser las 4 de la
mañana.

- ¿¡Buen día o buenas noches debería decir!? Andas sin sueño se ve... ¿Te fijaste
en la hora que es allá? - digo divertido.

- Mi muchacho ¿Estás ocupado? - me pregunta y puedo notar en su tono de voz


que algo lo preocupa.

- No ¿Qué ocurre?

- Yixing... yo... tengo que decirte algo... - balbucea de pronto y eso me pone
nervioso, porque él jamás habla por lo bajo y menos dudando en sus palabras -
siento... siento llamarte para esto, pero yo creo que tienes que saber algo
importante. Hace días que no puedo dormir, sin saber si decirte o no...

Se queda callado. Ya me puso histérico, así que le ordeno.

- Sang Woo ¿Estás bien? ¿Te pasó algo? ¡Qué ocurre!

- No soy yo mi muchacho... Es que... Se trata de Kim Junmyeon.


A las 16.50 hs tengo un vuelo a Seúl con escala en Toronto. Todo lo he hecho
veloz. Lo único que hay en mi cabeza en este momento, es que debo llegar a
Junmyeon.

"Está internado y es grave, solo eso sé", fue lo que me dijo Sang Woo y bastó
para que prepare todo para partir. Tengo un viaje de más de 16 hs por delante.
Así que debo estar estable y fuerte para lo que viene.

Llego al aeropuerto y tomo un taxi rumbo a la casa de mi padre adoptivo.


Apenas bajo, abre sus brazos para recibirme.

- Mi muchacho - me dice apretándome fuerte - Por qué...

- Necesito verlo - es todo lo que digo.

Me toma el rostro entre sus manos y me observa unos segundos.

- ¿Algún día me dirás qué pasó? - pregunta tímidamente.

- No - le digo rotundo.

Sólo asiente y se agacha lamentándose de mi respuesta. Me toma de un lado y


me dirige dentro.

- Es temprano hijo... vamos a desayunar y después descansarás un poco.

Mientras tomo un café, indago curioso por internet buscando alguna referencia
de lo ocurrido con Junmyeon.
- No entiendo... - murmuro perplejo ante las noticias que leo - Junmyeon está
de ¡¿vacaciones?!

Sang Woo se para detrás de mí y me dice.

- No vas a encontrar nada. Es gente muy poderosa hijo. Paga bien al


periodismo.

Me recuesto en mi antiguo dormitorio. Doy vueltas en la cama sin conciliar el


sueño. He intentado descansar, pero no he podido. No sé qué ocurre y ya quiero
saberlo. Todavía no caigo en lo que está sucediendo. Trato de analizarme en
mis sentimientos, pero es como si estuviera bloqueado, como si hubiera tratado
de mantenerme frío ante la noticia, para poder actuar de forma objetiva. No he
reaccionado ante nada y sé que tengo todos mis mecanismos de defensa
funcionando.

En la tarde, un auto viene por mí. No lo hago esperar. Hacía tiempo que ya
estaba sentado en el umbral de la casa de mi padre para treparme al coche ni
bien lo viera. Pero él se me adelanta, se baja del vehículo, se me para en frente
y me abraza.

- Gracias Zhoumi - le digo hundido en su pecho.

- No me des las gracias. Yo no quería que supieras - me dice duramente.

- Si no hubieras querido que sepa - murmuro sin apartarme de él y sonriendo -


para qué se lo contaste a Sang Woo...

Apenas emite el sonido de una sonrisa en el aire. Lo miro y le doy un beso en la


mejilla. Está triste, lo sé, porque mantiene sus ojos cerrados unos segundos
más de lo normal, apenas me separo de él.
Me lleva al Hospital Cardiológico. Entramos y yo observo el lugar en el que
alguna vez trabajé. Zhoumi es Director de Urgencias, así que nadie le impedirá
el paso, ni le hará preguntas por mí.

Estoy tenso, porque mi tiempo se agota, esa es la sensación que tengo. No sé


por qué.

Zhoumi me lleva al vestidor y yo miro a mi amigo confundido. No entiendo.

- Hay guardias - me dice entonces - No te dejarán pasar si no eres familia. Así


que debes ser doctor.

- Soy doctor - le recuerdo divertido, pero él solo me mira.

Me observa mientras me visto con el uniforme que me ha prestado. Cuando he


terminado de ponerme el guardapolvo, me mira a los ojos, me toma los hombros
y me pregunta serio.

- ¿Estás seguro?

- Por qué no habría de estarlo.

Suspira profundo y se agacha. De pronto él está lamentándose de todo esto.


Sacude su cabeza de un lado al otro. Está tenso y nervioso. Yo en cambio,
parezco seguro y tranquilo, en apariencia, porque sé que si le muestro lo que
me pasa realmente, entonces retrocederá en el favor que me está haciendo y yo
necesito verlo. Por eso le digo tomando su mano derecha que sostiene mi
hombro.

- Zhoumi, estoy bien. Debo hacerlo.


- De acuerdo... Pero Yixing - me advierte - Sólo te diré lo necesario. Recuerda
que esto no corresponde.

- Gracias - le digo sonriendo como puedo.

Pasamos como si nada por la guardia que se encuentra apostada en el inicio de


un largo pasillo. Es una zona restringida para el paso de cualquiera que no esté
autorizado. Pero como estoy con Zhoumi, nos dejan atravesarlo como si nada.
Mi amigo solo se limita a decir un "buenas tardes" y seguir, hasta que se
detiene en una de las puertas y la abre.

Allí está.

Mi Ángel. Mi Guardián. Mi amor. Mi dueño. Junmyeon.

Siento que alguien me empuja suavemente tocando mi espalda. Ha sido


Zhoumi, porque me he quedado duro en la entrada de la puerta y escucho el
sonido de la misma que se cierra.

Camino lentamente hasta el borde de la cama donde está Junmyeon. Mis ojos
se nublan y es porque me estoy desmoronando, manifestando lo que realmente
pasa en mi mente y en mi corazón. Las lágrimas sin control comienzan a correr
por mis mejillas. Respiro agitado, tomando algo de aire, porque me estoy
ahogando. En esa habitación, desgarrado de dolor, mi espíritu se está
hundiendo y toco mi pecho porque me duele.

Mi Junmyeon está intubado y dormido. El aparato suena midiendo sus signos


vitales, que sé bien que no son normales, por eso estoy angustiado. Los cables
atraviesan por su pecho y su mano derecha.
Me encojo por el malestar de no poder respirar ante mi propio llanto, apretando
furioso mis ojos. Estoy sudando de los nervios y nada puede calmarme en ese
momento, ni siquiera el abrazo de Zhoumi que trata de sostenerme.

Me separo de él y aunque me encuentro temblando, me acerco más a


Junmyeon. Lo miro de la cabeza a los pies mientras sigo en mis gemidos
descontrolados. Junmyeon. Mi Junmyeon ¡¿Cómo es que llegó aquí?!

Ni que me hubiera escuchado, Zhoumi sin que le haya preguntado, habla.

- Ingreso de paciente con cuadro de convulsiones por efecto de sobredosis. Tuvo


un paro cardio-respiratorio. Se procedió a la intubación y el uso del
desfibrilador. Posteriormente fue necesario inducirlo a un coma farmacológico...

Se queda callado y no quiere decirme más. Lo sé porque no me ve a la cara.


Tiene las manos en sus bolsillos y noto que aprieta sus puños por la tela.

- No me estás diciendo todo. Cuéntame - le ordeno.

- No corresponde Yixing - dice moviendo su cabeza de un lado al otro - Te lo


expliqué. Y ya dije demasiado

- Por favor - insisto desesperado en un grito silencioso - Por favor... Necesito...


necesito saber.

Suspira resignado. Lleva su mirada al techo. Se lamenta de hablar. Está


agotado de esta situación en la que lo he puesto, pues yo estoy abusando del
afecto que me tiene.

- Esto es injusto - me dice con su mandíbula dura - Esto es injusto... por qué
yo...
Me mira al fin. Está enojado y molesto, no sé si conmigo, si con él mismo o
hasta con Junmyeon, porque de vez en cuando lo mira, como acusándolo de
tenernos así.

- Te haces daño - me dice duramente sacudiendo su cabeza - No es justo Yixing.

- Necesito saber... - murmuro y le pido - Dímelo simple. No quiero lenguaje


técnico.

Por una vez quiero ser alguien común y corriente. Alguien desesperado que
quiere entender qué le pasó a la persona que ama.

Zhoumi respira hondo. Mira a Junmyeon y me cuenta.

- Cuando entró estaba en los brazos de Jongdae. Su hermano gritaba


desesperado. Estaba shockeado - dice con cara de horror - Tanto, que ni
siquiera se dio cuenta que fui yo quien se lo arrebató de los brazos. Ni siquiera
me reconoció. Entró...

Se detiene de nuevo y aprieta sus labios. Se refriega la frente. Duda de los


nervios. Por eso le pido seguir.

- Entró... Cómo...

- Entró cubierto con un saco que ocultaba su cuerpo desnudo.

- ¿Desnudo? - pregunto tontamente para convencerme de lo que acabo de


escuchar.
- Si - dice espantado - Cuando lo dejé en la camilla y lo descubrí, tenía su
cuerpo cubierto de sangre...

- Dios... - es todo lo que puedo comentar cerrando mis ojos. No quisiera que siga
diciendo más pero debo saber.

- Sólo nos centramos en rescatar su corazón. Ya sabes cómo es el procedimiento.

Me enerva que se frene y que tenga que obligarlo a decirme las cosas.

- Sigue... - insisto de nuevo respirando hondo y tratando de a poco de


reponerme - por favor Zhoumi... de qué era su herida...

Mis lágrimas siguen corriendo por mi rostro sin parar, pero ya no gimo. Sólo
escucho.

- No era una. Eran varias. Cuando ya lo teníamos estable, nos dedicamos al


resto. Fue espantoso Yixing... - dice apretando más sus puños y temblando -Si
yo que soy médico debo estar acostumbrado a esto, alguien que no, podría
haberse traumado del horror.

Lo miro desesperado, esperando que acabe de una vez con lo que describe,
porque sufro. Sufro por saber que Junmyeon pasó por todo eso y yo no estaba
aquí para él.

- El paciente presentaba heridas cortantes...

- Te pedí que me lo cuentes simple - le recuerdo.

Entiendo que mi amigo quiere escudarse detrás de la racionalidad, pero no es lo


que necesito ahora. Ruje frustrado y me vuelve a explicar.
- Tenía indicios de haber mantenido relaciones... No sé si... No sé si fue abuso o
consentido... por las drogas que consumió o que lo hicieron consumir. Tenía...
tenía heridas profundas... a lo largo...- balbucea, porque le cuesta decirme todo
-...a lo largo de su espalda. Muchas. Es como si... como si lo hubieran
castigado...

- ¡No! - exclamo de pronto porque voy entendiendo.

- ... sus muñecas estaban maltratadas, como si lo hubieran amarrado. Como si


hubiera estado colgando de algo.

- Dios... no... Junmyeon ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué? - le pregunto mirando
su rostro dormido, acusándolo de no sé qué, como si él se hubiera hecho eso a sí
mismo.

- Yo... yo creo que estaba colgado de lo alto - me sigue explicando Zhoumi - Y


desde allí lo golpearon con uno o más látigos... no lo sé... Yixing... No puedo
seguir... disculpa... pero no puedo...

Es lo último que me dice, se da la vuelta para irse, no sin antes aclararme.

- Te vengo a buscar en unos minutos.

Pero antes que pueda abrir la puerta, le pregunto rápido.

- Por qué lo siguen teniendo en coma.

Se frena. Veo que se tensa. Sus hombros rígidos lo demuestran. Sin darse la
vuelta me dice.
- Yixing...Ya le sacamos las drogas...

Más dolor del que ya siento, no cabe en mi corazón. Yo entiendo lo que


clínicamente me está diciendo. Pero él me lo confirma dándose la vuelta y
mirándome con pena.

- Logramos su estabilidad. Le quitamos en dos días las drogas para traerlo de


vuelta, porque clínicamente estaba bien y en condiciones. Pero él... No
reaccionó... él no...

Su voz se pierde en un hilo. Zhoumi no quiere comprender. Por eso, le confirmo


a su incredulidad...

- No quiere despertar. No quiere volver...

Suspira. Ahí comienzan nuestros desacuerdos. Lo que Zhoumi no ha querido


entender nunca, yo lo entiendo. Mi amigo es el mejor en su área, pero es tan
estructurado, que cualquier cosa que salga de la lógica, le resulta imposible.

- Yixing... - me dice por eso - no empieces... No es que no quiera despertar -


aclara con seguridad - Es su corazón.

- Qué diagnóstico.

- Ninguno concreto hasta el momento.

- Qué ocurre con su corazón.

- No reacciona como normalmente debería reaccionar para su caso. Es... como si


se estuviera apagando sólo. Pero clínicamente no hay síntomas de anomalía.
- No quiere despertar. Quiere dormirse para siempre - confirmo - Y su cerebro
le ordena a su corazón detenerse.

- Yixing. Vas a volverte loco. Deja de sacar conjeturas erróneas - me dice


molesto - Ya hemos hablado de esto antes.

- Quiero quedarme sólo con él - le digo porque sé que nunca nos pondremos de
acuerdo.

Él asiente y me recuerda.

- Sólo unos minutos Yixing - dice y se va.

Me seco las lágrimas con mis manos. Respiro hondo para componerme. No
quiero que Junmyeon me sienta en ese estado, porque sé que ya está perdido en
un sueño que lo mantiene aferrado en ese mundo y su corazón está colaborando
para eso.

¿Dónde estará metido ahora? Debe ser un lugar agradable para él. Así que
tengo la dura tarea de sacarlo de ahí. Pero para eso, tengo que mostrarle que
vale la pena volver. Que vale la pena estar aquí.

Todo es tan irónico, porque recuerdo que él siempre había tenido pesadillas y
ahora estar dormido, lo mantiene alejado de la pesadilla de la realidad.

Compruebo sus signos vitales. Observo su rostro precioso y blanquecino. Me


detengo en él. Apenas puedo apreciar sus bellas facciones porque los aparatos
me lo impiden.

Junmyeon. Mi hermoso Junmyeon. Mi Ángel. Mi Guardián. Mi hombre fuerte.


Mi amor. Se encuentra postrado en una cama, durmiendo, sin querer
despertar. Yo entiendo que está sumergido en un sueño del que no quiere
retornar.

Como médico especialista en Neurología, me encontraba ante este tipo de casos


todos los días. Y yo siempre con entusiasmo animaba a los familiares a dedicar
sus palabras a mis pacientes. Les pedía que les hablen, que le cuenten
historias, que con una mentalidad positiva transmitieran sus mejores
sentimientos. La pregunta que siempre me hacían era: "Doctor Zhang ¿Cree
que de verdad pueda escucharme?".

Aunque quizá la respuesta a esa pregunta sea obviamente "Sí", me ha costado


debates y discusiones permanentes con mis colegas. Encabezaba los equipos de
investigación en el Hospital Central, que llegaron a demostrar que las voces de
los seres queridos, contando al paciente historias familiares, pueden ayudar a
que despierten, acelerando la salida del coma.

- Doctor - me digo en voz alta - ¿Cree que podrá escucharme?

Arrimo una silla y la coloco a su lado, mirándolo de frente. Tomo su mano


izquierda liberada de los cables y el suero. La acaricio suavemente con la
certeza de que puede sentirme. Acerco mis labios a ella y deposito un beso.
Respiro unos segundos allí y lo llamo:

- Junmyeon... - suspiro, respiro y calculo mis palabras en su mano, con tono


dulce y despreocupado - Junmyeon... Soy tuyo por completo... Soy tu
propiedad...

Y veo que sus vellos del antebrazo reaccionan elevándose imperceptiblemente.


Nadie podría creerlo. Él me está escuchando. Sonrío feliz y poso mi mejilla en
su piel, porque ya estoy allí con él, donde esté. Ha sido más fácil de lo que
esperaba. Por eso, sin soltarlo, me acerco a su rostro y le hablo pegado a su
pómulo, suspirando primero.
- Dios... eres tan hermoso, eres tan bello y eres sólo mío.

Observo de nuevo algo nuevo. Su pecho se ha elevado. Si yo estoy en su mundo,


ahora toca traerlo al mío.

- Mi Ángel Guardián ¿Sabes desde hace cuánto tiempo eres mi Ángel Guardián,
Kim Junmyeon? - le cuento y sonrío nostálgico - Desde antes de conocerte...

Me lo imagino frunciendo el entrecejo, expectante ante lo que acabo de


confesarle, sonriendo incrédulo porque no puede creer lo que escucha. Allí está
parado con su porte impecable, en un traje de tres piezas y ese perfume
embriagador, con sus labios carnosos que brillan contentos porque lo he
llamado "Mi Ángel Guardián", Kim Junmyeon.

- La primera vez que te tomé la mano ¿recuerdas? En ese momento supe, que
no quería soltarla nunca más... - digo y le doy otro beso suave en su mejilla.

Percibo que está frío, pero no me detengo demasiado. Mis dedos pasan de nuevo
por su blanca y reluciente tez.

- Quisiera besarte Junmyeon ¿Dónde estás ahora mi amor? - le pregunto y toco


su pecho, aún en medio de los cables, lo deseo con todo mi corazón - Recuerdo
cuando me besaste por primera vez... Cuando me besaste en contra de mi
voluntad...

Mi tiempo trascurre recordando cada uno de esos momentos únicos y nuestros.


No dejo de decirle los detalles de esos encuentros que he guardado en mi
corazón como un tesoro.

- Me robé algo de tu apartamento - le confieso y sonrío - Tu corbata azul... No


creas que soy un pervertido. Es solo que quería extrañarte menos... pero no ha
funcionado para nada...
Zhoumi entra de repente en el dormitorio. Me observa cerca de Junmyeon
hablándole al oído. Suspira agobiado y me dice con pena.

- Yixing, ya es la hora. Te he dejado mucho tiempo.

- Gracias - le digo y volviendo al dueño de mi corazón le hablo al oído - Estoy


contigo. Te llevaré a través de todo. Yo no te dejaré. Yo te atraparé, cuando
sientas ganas de irte. Porque...tú no estás sólo... Recuerda, yo cuidaré tu
corazón. Te amo.

Beso su mejilla y su frente, beso cada uno de sus párpados tranquilos y sonrío,
pasando la punta de mi nariz por sus espesas y hermosas pestañas. Hay calidez
en su piel y eso me llena de esperanza.

Camino con Zhoumi por los pasillos del hospital. Llegamos al vestidor y
entonces me pregunta.

- ¿Vas a regresar?

- No.

- Entonces por qué dijiste eso, de que no lo dejarías...

- Porque nunca lo dejaré - digo y terminando de vestirme le aclaro - A pesar de


la distancia, yo siempre estaré con él, como él está conmigo.

- No entiendo Yixing - dice ahogado en un suspiro - ¿Qué demonios ocurrió


entre ustedes dos?

No digo nada. Pero para no seguir charlando de esto con él, le sonrío amable y
le digo.
- Jamás podré pagarte esto. Estoy en deuda contigo Zhoumi. Gracias.

Paso dos días más haciendo la misma rutina. Sé que tengo poco tiempo, porque
me recuerdo que Kim Bum sabrá de mis visitas al hospital, él se enterará en
algún momento de que ingresé al país. Por eso mismo, tengo el cronómetro en
cuenta regresiva.

Lo miro meditando cada una de las líneas de su rostro majestuoso. Acaricio su


cabello y juego con ellos hundiendo mis dedos. Siempre amé hacerle eso, porque
sabía que lo disfrutaba, porque sonreía naturalmente entrecerrando sus ojos,
sin dejar de mirarme y de penetrarme con ellos. Siento entonces la urgente
necesidad de besar su cuello. Mi deseo es tan fuerte de sentir esa parte de él
como antes, que no sé cómo me escabullo de entre los aparatos, haciendo que
mis labios lleguen.

- Adoro tu perfume a hombre - le digo sonriendo sin alejarme de él - Creo que


siempre lo supiste.

Mi rostro se posa de costado en su pecho y escucho los latidos de su corazón.

- Junmyeon - digo - Mi amor - suplico - Regresa por favor - gimo - No me dejes


solo aquí. Aunque estemos lejos Junmyeon, sólo saber que tu corazón late, me
hace fuerte. Lo que me sostiene, es saber que tu corazón, sigue latiendo...

Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos. Cierro mis párpados y soy
conciente de que su pecho percibe el destello de cada gota de mi dolor. Por eso
le insisto.

- Junmyeon, despierta. Ya no tienes que seguir allí. Si no estás conmigo ¿quién


cuidará de mis sueños? ¿Quién vigilará cada aliento que tome, cada
movimiento que haga, cada atadura que rompa, cada paso que dé? Porque soy
tuyo por completo ¿recuerdas? Soy tu propiedad.
Percibo entonces que su pecho se eleva y las vibraciones de los aparatos se
aceleran en un sonido molesto. Elevo rápido mi cabeza y observo que los signos
vitales han vuelto a la normalidad.

Tengo poco tiempo ya, porque sé que en menos de un minuto esto estará lleno
de médicos y enfermeros.

Entonces quiero apartar mi mano de la suya, pero él no me deja. Junmyeon ha


tomado mis dedos, reteniéndome con él. Lloro de felicidad, porque lo ha
logrado.

Entonces lo amarro con fuerza, como aquella primera vez, cuando le pedí que se
quedara a cantar. Sonrío sintiendo que mi corazón vuelve palpitar con fuerza y
lo miro, hundiendo los dedos de mi mano libre, en sus cabellos para peinarlo.
Acerco mi rostro hacia él y veo sus párpados debilitados que quieren abrirse,
pues sus ojos vagan furiosos de un lado a otro.

Le doy un beso en la frente y alcanzo a ver un destello de la profundidad de sus


pupilas. Esos ojos que tango adoro, me regalan su negro profundo. Por eso le
regalo mi sonrisa, porque sé que él ama mis hoyuelos. Si debo quedarme en su
memoria, quiero que lo último que recuerde sea esa parte de mí.

Y lo último que puedo decirle, antes de escuchar las corridas por el pasillo de la
habitación, es:

- Recuerda Junmyeon. Te amo. Siempre te amaré, porque tú eres mi corazón.


Estoy contigo. Te llevaré a través de todo. Yo no te dejaré. Yo te atraparé,
cuando sientas ganas de irte. Porque...tú no estás sólo... Te amaré por siempre
Capitulo 25
"Él estuvo conmigo"
- Me gusta tu aroma - le confieso feliz saboreándolo - y me gustan tus... besos...

Me mira y me peina delicadamente con sus dedos. Une sus labios con los míos.
Para cuando me encuentro con sus preciosos ojos, me doy cuenta que algo lo
mantiene inquieto. Toma una de mis manos y la besa. Percibo su aliento cálido.
Y entonces me dice suspirando.

- Junmyeon...

- Dime Yixing...

- Soy tuyo por completo... Soy tu propiedad...

Mi corazón se desborda de felicidad. Tanto que hasta se me ha puesto la piel de


gallina. Sonrío complacido, porque él al fin lo ha reconocido sin vueltas, ni
exigencias. Por eso le digo.

- Hasta que al fin te das cuenta.

Se ríe más y su hoyuelo precioso se pierde en la palma de mi mano. Adoro


sentirlo así de feliz, contento y conmigo. Sin embargo pareciera que ese
contacto no le bastara. Ahora acerca su mejilla a la mía y me habla como en
secreto, haciendo único e íntimo este momento.

- Dios... - dice en un suspiro candente - eres tan hermoso, eres tan bello y eres
sólo mío.

Tengo tanto amor contenido, que ya no cabe en mi pecho que sube y baja
alterado. Y sólo puedo decirle.
- Yixing... Mi precioso Yixing... Mi ingenuo y hermoso Yixing...

- Mi "Ángel Guardián" ¿Sabes desde hace cuánto tiempo eres mi "Ángel


Guardián", Kim Junmyeon? Desde antes de conocerte...

Esa revelación me ha impactado por completo. Lo miro perplejo, porque no


entiendo lo que me está diciendo. Entonces me cuenta.

- Cuando todos los meses llegaba tu donativo, te bauticé como el "Ángel


Guardián", Kim Junmyeon. Porque nadie podría jamás haber hecho lo que tú
hiciste, sino teniendo un corazón tan grande como el que tienes tú. Y me lo
confirmó esa vez que discutiste con tu padre, por Jongdae, cuando fui a verlo
con Sang Woo...

Trato de hacer memoria de ese momento. Si. Es verdad. Discutí con mi padre el
día en que fue Sang Woo a la oficina, para presentarle a Jongdae.

- ¿Estuviste espiándome? - pregunto riéndome.

- Cuando discutiste por tu hermano y lo defendiste - me explica - yo estaba


escondido por ahí y escuché lo que dijiste, me di cuenta que tenías un corazón
bueno y hermoso. Sólo tú Junmyeon, podrías tener este corazón. Por eso me
enamoré de ti. Por tu corazón.

- ¿De verdad? - pregunto incrédulo y él asiente sonriendo.

- La primera vez que te tomé la mano ¿recuerdas? - me dice.

- Si. Cómo olvidarlo... Cuando estabas tocando el piano con las niñas. Yo estaba
observándote desde hacía un buen rato. Me miraste y me sonreíste. Tomaste
tan fuerte mi mano...
- En ese momento supe, que no quería soltarte nunca más... - dice y me da un
beso en la mejilla.

- Y yo ya no quería tampoco apartarme más de ti... Por eso te perseguí cuando


te fuiste a cantar al subte - recuerdo y vuelvo a reír.

Percibo que está frío, y sé que a Yixing no le gusta mucho el frío. Lo sufre si no
lo cubro, por eso trato como puedo de rodearlo con mis brazos.

- Quisiera besarte Junmyeon ¿Dónde estás ahora mi amor?

Eso que me dice, me impacta en el corazón. Sin entenderlo, lo quiero hacer


sentir seguro.

- Estoy aquí contigo, Mi Corazón.

Pero él pareciera que no ha escuchado lo que le dije. Y triste toca mi pecho con
su mano temblorosa y me cuenta otra cosa.

- Recuerdo cuando me besaste por primera vez... Cuando me besaste en contra


de mi voluntad...

- Perdóname Yixing. Pero no me arrepiento de eso. Sólo me confirmó que yo ya


te amaba con todo mi corazón. Ahí me di cuenta de que mi corazón, latía por
ti... solo por ti...

Me mira de nuevo y sonríe. Se hunde en mis ojos y veo el rubor de sus mejillas,
cuando me lanza una nueva confesión.
- Me robé algo de tu apartamento - susurra - Tu corbata azul... No creas que
soy un pervertido. Es solo que quería extrañarte menos... pero no ha funcionado
para nada...

- Por qué hiciste eso Yixing... - le digo confundido - ¡Si estás aquí conmigo!
Estamos juntos. Por siempre y para siempre Mi Corazón.

- Estoy contigo... - comienza a recitar la letra de la canción que me dedicó dos


veces, y porque la recuerdo bien, yo la repito con él.

- Te llevaré a través de todo. Yo no te dejaré. Yo te atraparé, cuando sientas


ganas de irte. Porque...tú no estás sólo... - decimos los dos contentos.

- Recuerda - me remarca él - yo cuidaré tu corazón. Te amo.

Besa mi mejilla y mi frente. Sus labios se posan en cada uno de mis párpados y
me río, porque la punta de su nariz que pasa por mis pestañas, me ha dado
cosquillas. Y entonces se va.

Ha entrado en el hospital. Podría quedarme esperándolo eternamente en la


puerta de su trabajo, porque no tengo nada que hacer, más que vigilar cada uno
de sus pasos.

Es como si no hubiera pasado nada de tiempo, hasta que aparece de nuevo ante
mí.

Mi Yixing es lo más hermoso que existe sobre la tierra. Quisiera hacer el amor
ya mismo, por eso ya me lo quiero llevar a casa.

De nuevo se ha puesto feliz al verme. Al final creo que le gusta realmente que
esté solo viviendo para él. Corre a mis brazos y se me echa encima. Peina mis
cabellos con sus delicados dedos. Amo cuando siento eso, más cuando me dice
con un suspiro cálido en mi rostro.

- Adoro tu perfume a hombre. Creo que siempre lo supiste.

- Claro que sí. Ya me lo habías dicho.

De repente posa su rostro en mi pecho. Ya entiendo. Está analizando los latidos


de mi corazón. Espero que me diga lo que siempre me dice: "Está sano y está
fuerte", para que yo le responda: "Porque late por ti".

Pero no pasa eso. Me dice otra cosa.

- Junmyeon... Mi amor...

- Dime Yixing...

- Regresa por favor - suplica en un gemido ahogado y yo puedo sentir que sus
lágrimas mojan imperceptiblemente mi camisa - No me dejes solo aquí. Aunque
estemos lejos Junmyeon, sólo saber que tu corazón late, me hace fuerte. Lo que
me sostiene, es saber que tu corazón, sigue latiendo...

- Yixing - le digo angustiado pero sonriendo incrédulo - Qué dices Mi Corazón...


por qué dices eso... si estamos aquí juntos los dos...

Lo obligo a mirarme, tomando entre mis manos su precioso rostro. Quiero


entender sus palabras ¿Por qué me dice lo que está diciendo? ¿Por qué sufre?
¿Por qué de repente se ahoga en dolor? Y ya me duele el corazón.

- Yixing - le suplico desesperado - Dime qué ocurre...


- Junmyeon, despierta - me ruega sin dejar de derramar lágrimas - Ya no tienes
que seguir allí. Si no estás conmigo ¿quién cuidará de mis sueños? ¿Quién
vigilará cada aliento que tome, cada movimiento que haga, cada atadura que
rompa, cada paso que dé? Porque soy tuyo por completo ¿recuerdas? Soy tu
propiedad.

Entonces se aparta de mis brazos. De pronto retrocede. Es como si alguien lo


tirara lejos de mí. Y yo impotente no puedo alcanzarlo.

- Yixing...- digo asustado - ¡Yixing! - grito alterado al verlo que lo alejan de


nuevo de mi lado - ¡Yixing! ¡YIXING!

He tratado de detenerlo tomando su mano con fuerza, pero igual se me escapa.


Estoy angustiado. Estoy desesperado. Corro como puedo. Pero él se aleja de mi
lado de nuevo. No. No se aleja. Lo apartan de mí. Alguien me lo está quitando.
Y sólo pienso en que quiero llegar a él.

Cierro mis ojos con fuerza. Mi pecho duele. Mi corazón duele. Respiro agitado.
Impotente quiero abrir mis ojos, pero no puedo, me resulta casi imposible
hacerlo. Quisiera gritar, quiero llamarlo pero algo me lo impide, sólo veo un
destello que me lastima la vista y entonces... ahí veo algo... alguien... Yixing. Lo
veo borroso, pero estoy seguro que es él porque escucho su voz dulce que
reconozco demasiado bien.

- Recuerda Junmyeon - me dice sonriendo - Te amo. Siempre te amaré, porque


tú eres mi corazón. Estoy contigo. Te llevaré a través de todo. Yo no te dejaré.
Yo te atraparé, cuando sientas ganas de irte. Porque...tú no estás sólo... Te
amaré por siempre.

No sé cuánto tiempo ha transcurrido desde aquellas visiones. Me han


convencido finalmente que solo se trataban de imágenes producto de mi mente,
que hacía fuerza por retornar a la realidad.
De a poco voy recuperando mis movimientos, pero lo que más me costó fue
recuperar mi voz. Mis cuerdas vocales quedaron algo dañadas por la
intubación.

- ¿Cómo estás hoy? - me pregunta mi hermano, mientras coloca flores en un


jarrón.

Yo las miro. Su aroma impregna por completo la sala. Sé bien que son fresias.
Porque él olía a fresias. No son flores de esta estación y me resulta extraño que
las haya conseguido. Sólo las miro en el florero. Llenan de vida el invierno que
se avecina.

- Bien. Me quiero ir - digo y emito un chasquido de agotamiento.

- Ya falta menos - me dice él tranquilo - No seas ansioso. Estuviste al borde de


la muerte. No te quejes.

- Habría sido mejor si hubiera muerto - le digo indignado, porque es lo que


realmente me hubiera liberado de todo el sufrimiento.

Mi hermano molesto se me acerca y me da una bofetada suave en la mejilla. Ni


que fuera un niño. Pero me lo merezco. Me ha salvado la vida y es como si le
echara la culpa de eso.

- ¡No jodas! - me grita serio - ¿Qué sería de mí? Alguien tiene que ser el buen
hijo, a mí no me sale.

Se sienta a mi lado, toma mi brazo y comienza a masajearlo. Lo hace todos los


días. Como lo hace el fisioterapeuta, insiste en seguir ejercitando mis músculos,
para reponerme más rápido.
- ¿Y no vas ya al hospital? - le pregunto de repente, porque me resulta extraño
verlo tan despreocupado con su trabajo.

- Ya terminó el "voluntariado".

- ¡¿Y la lectura del juez?!

- Fue en la mañana. Todo perfecto - me dice sonriendo.

Quisiera preguntarle de Sang Woo, pero no me atrevo.

Lo observo mientras él sigue en su labor de hacer fortalecer los músculos de


mis piernas. Mi hermano parece agobiado y triste. Tiene esa mirada de
cansancio y de dolor, cuando antes derrochaba desparpajo y diversión. Ahora,
no veo a un irresponsable cualquiera. Veo a un hombre.

Todos los días vienen a mi dormitorio Yifan, Sehun, Chanyeol y Jongin. Jamás
me han dicho nada de ese día. No tengo recuerdos, apenas si entiendo que me
han salvado la vida.

Hoy me he levantado por primera vez con la ayuda de Chanyeol y Yifan. Los
dos se dedican a mí más tiempo de lo normal.

Estoy sentado, mirando por la ventana la nieve caer. Yifan me acompaña.


Conversa conmigo de cualquier cosa. Su amistad me ha confortado, debo
admitirlo. Entonces algo viene de pronto a mi memoria y le pregunto.

- ¿Por qué no me dices nada?

- Sobre qué...
- Sobre esa noche Yifan. Creo que sabes qué pasó - digo sin dejar de ver el
exterior - Te vi cuando te llevabas a Yixing. Me odiaste.

- Si. Te odié - me confiesa y sé que lo merezco - Pero...

Se queda callado como si de pronto se hubiera arrepentido de lo que iba a


decirme, terminando por regresar la vista fuera, mirando la ventana.

- ¿Pero...? - pregunto.

Sin regresar la vista a mí, dice.

- Soy el menos indicado para juzgarte ¿Sabes?

- ¿Por qué lo dices?

Pasa un momento, más de lo normal, hasta que lentamente regresa la vista a


mí.

- Quizá algún día sepamos qué pasó en realidad...

- ¿No te dijo nada a ti tampoco? - pregunto angustiado.

- No Junmyeon - afirma triste - Pero... jamás vi a nadie sufrir tanto como él


cuando se marchaba. Se echaba la culpa por dejarte así...

- Yifan - digo ahogado en dolor - No sé qué pasó y quiero saber. Quiero


entender...
Me toma la mano y la aprieta con fuerza. Entonces me dice para mi sorpresa.

- Recupérate pronto Junmyeon. Así podremos saber qué pasó de verdad.


Mientras, te prometo que investigaré. Me ocuparé de eso con los muchachos.

Es la tarde. Ya las visitas deben retirarse. Pero mi madre y Jongdae insisten en


quedarse hasta que mi médico de cabecera me haga la revisión diaria. Cuando
llega, mi hermano y él charlan con naturalidad de mi estado.

- Tienes buena memoria - le dice - Y atiendes bien a tu hermano ¿A qué te


dedicas? ¿Qué estudias?

- Estudio Derecho. Es mi penúltimo año - igual le explica cómo es que conoce


tanto del manejo de pacientes - Fui voluntario en el "Hospital Central". Estaba
en el "Área de Rehabilitación Neurológica".

Yo miro con orgullo a Jongdae. Mi pequeño Jongdae sabelotodo, saca su nerd


por primera vez ante mis ojos. Me recuerda ahora en sus modos y gestos a
Yixing. Mi Corazón lo ha contagiado un poco.

El médico se queda sorprendido con aquello que mi hermano ha dicho. Asiente


con su cabeza y le dice.

- Con razón... Allí están los mejores. Lástima lo del doctor Zhang. Fue un
desperdicio regalarlo como si nada a Boston.

Eso ha hecho latir mi corazón a mil por hora. Quisiera decir algo, pero no me
salen palabras. Es Jongdae quien se da cuenta de cómo estoy y pregunta
apenas en un balbuceo...

- ¡¿Cómo?!
- Fue toda una pérdida para Seúl - sigue explicando el hombre, mientras anota
cosas en su libreta de mí - Es una eminencia en su área. Lo conociste
seguramente.

- ¡Claro que sí! - dice mi hermano ansioso por saber, porque sabe que soy yo
quien quiere saber - Pero... pero... ¿Dónde dijo que está?

- En "Harvard Medical School" de Boston. Es una de las mejores escuelas de


medicina en el mundo. La Harvard de Boston es popular por su labor en
investigación, sobre todo en el área de Neurología. El doctor Zhang es docente
investigador. Lo sé porque muchos colegas van a hacer cursos allí. Y él ha
dictado dos en el poco tiempo que ha llegado. El único chino en medio de todo el
plantel de médicos investigadores. Es el más joven. Habría que traer de vuelta
a ese hombre.

Mi corazón se siente como un tambor por escuchar su nombre. Poco puedo


prestarle atención a lo que dijo el médico antes de retirarse a Jongdae. Yo sé
que mi madre y mi hermano se han quedado mirándome. Se me ha hecho un
nudo en la garganta y no puedo hablar. Cómo es que Yixing llegó allí...

Mi madre pasa sus dedos por mis cabellos y los peina. Me sonríe con ternura y
despreocupada me dice.

- No existen las casualidades ¿Ves Junmyeon? Tienes que ponerte fuerte. Vas a
ponerte fuerte - insiste convencida - Y vamos a hacer un lindo viaje de
vacaciones. Se me ocurre que Boston es lindo...

Mis ojos se llenan de lágrimas. Mientras ella sigue haciendo planes.

- Ya voy a preparar todo. Así apenas te den el alta, estamos listos. Boston no
será tan pintoresco como Nueva York. Pero es Norteamérica...
Miro por la ventana de la habitación. Ha comenzado a nevar y pienso que si
Yixing ve la nieve, de seguro le debe gustar, aunque también sé que sufre
mucho del frío, por eso tengo ganas de llegar a él y abrazarlo para darle calor.
Pero no puedo hacerlo. Porque Yixing de seguro no quiere saber nada de mí. Me
avergüenza demasiado ver sus ojos de nuevo, después de lo que le hice esa
noche. Debo recordármelo a cada segundo para no salir corriendo a buscarlo,
porque sé que él merece un buen hombre; no a alguien como yo, que sólo se dejó
llevar por el odio y lo ultrajó. Por eso mismo le pedí a Yifan, que ya no
investigue nada. Porque tengo que dejarlo libre.

Han pasado más días. Nunca pregunto la hora, ni la fecha. Sé que estoy cerca
de la Navidad. Supongo, creo...

Hay una persona que nunca ha venido a verme, ni tampoco he preguntado por
ella. Solo me ha enviado saludos, pues he dicho expresamente que prefiero que
no esté frente mío. Sólo recordar su rostro me altera. Por temor a mi salud, los
médicos han reconocido que era lo mejor. Igual le pregunto a Jongdae por él.

- ¿Cómo está papá?

- Bien - me dice fríamente, llevándome en silla de ruedas a la salida del


sanatorio porque hoy me voy - Se ha preocupado mucho por ti. Siempre
pregunta por tu salud.

- No creo que sea yo lo que más le haya preocupado de verdad.

Jongdae no dice nada, porque piensa igual que yo. En realidad supongo que mi
padre estuvo aterrado de que mi "desborde", mi "desliz" y mi "descontrol"
hubiera salido a la luz en los medios de comunicación.

También creo que jamás ha insistido en verme, porque no quiere enfrentarme.


Mi instinto me dice que definitivamente fue él quien lo apartó de mi lado, quien
lo hizo irse.
- Jongdae...

- Dime Junmyeon...

- Quiero quedarme contigo - le pido.

- Con gusto - me dice y aunque no lo veo, escucho que emite una sonrisa.

- No - dice de pronto mi madre - No lo voy a permitir...

Será inútil la discusión. Yo ya he decidido. No quiero regresar y vivir bajo el


mismo techo en que vive él.

- Quiero pararme - digo tranquilo y mi hermano se detiene, ayudándome a


ponerme de pie.

Me hacen entrar en una oficina para firmar papeles. Jongdae se hace cargo de
todo. Veo que mi nombre no es el mío, pero no digo nada.

- Doctor Zhoumi - digo en voz alta porque su nombre está escrito.

- Si. El doctor Zhoumi es quien lo admitió - me confirma la secretaria - Es el


director de Urgencias. Estaba en el horario, como aquí figura.

- ¡¿Es decir que él es quien me atendió?! - exclamo sorprendido y mirando a


Jongdae, le digo, como acusándolo de no sé qué - ¡¿por qué no me dijiste?!
- ¡No sabía! ¡No lo vi! - dice descolocado él.

- ¿El doctor se encuentra ahora? - le pregunto inquieto a la mujer - Quiero


agradecerle...

- Lo siento - dice ella - No es el horario del doctor.

De las últimas personas en el mundo que hubiera esperado que me salvaran la


vida, definitivamente Zhoumi hubiera estado en las últimas de mi lista.
Siempre estuve convencido de que de verdad amaba a Yixing y que yo fui quien
se interpuso entre los dos. Y de pronto me viene a la cabeza que de haberlo
elegido a él, tranquilo y natural en la amistad que tenían, quizá... Yixing
habría sido... no. No quiero seguir pensando en ello.

Chanyeol conduce el coche de camino al apartamento de Jongdae. Se ha


cambiado, me ha dicho, a una zona más llena de gente y céntrica. Me cuenta
sus proyectos de construir una librería-café, o algo así. Mi madre parece más
entusiasmada con ese tema que él. Chanyeol me mira por el espejo retrovisor y
me pregunta.

- ¿Todo bien Junmyeon?

- Si - respondo despreocupado.

No sé por qué me lo ha preguntado, pero observándolo de pronto se me ocurre


algo.

- Chanyeol, necesito hacer antes un desvío.

- Claro hermano ¿A dónde te llevo?


Llego al lugar por el que me desvié, piso la acera y Jongdae baja conmigo. Se da
cuenta de mi inseguridad, porque mi mano tiembla cuando veo el edificio.

- ¿Estás seguro? - me dice él.

No tengo tiempo de meditarlo, porque el portero sale amable, abriéndome la


puerta.

- Bienvenido señor Kim - dice sonriendo - ¿Cómo le ha ido en su viaje?

Miro confundido a mi Jongdae, que solo se encoje de hombros y le respondo


cortés.

- Bien gracias.

- Qué bueno - agrega el recepcionista y me da paso para el ingreso.

Cuando estamos en el elevador, vuelvo a mirar a mi hermano. Sabe qué estoy


pensando, así que él mismo se adelanta.

- Fue papá. A mí no me mires con mala cara.

Salimos del ascensor y nos dirigimos a paso lento al ingreso a mi apartamento.

- No pude entrar - me explica Jongdae - No tenía el código.

- 103 - murmuro en voz alta y ya es como si lo escuchara tocando el piano en mi


mente.
La puerta se abre. Camino por el umbral. Es de día, así que las luces no se
encienden. Pero ahora puedo ver la brutalidad que desaté en el lugar.

Jongdae se me adelanta en medio de los destrozos que hay en el suelo. Todo


está hecho añicos.

- ¡Mierda! - exclama observando todo con espanto - Se ve que estabas poseído...

Me encuentro con sus ojos. Si tuviera idea de lo que desató mi ira, de seguro
creería que fui suave en mi reacción. Por eso me dice al final arrepentido.

- Lo siento hermano.

Camino sintiendo el chirrido de vidrios y cosas rotas bajo mis pies. Entonces
algo me detiene. El sonido de unas campanillas.

Jongdae abre los labios, como queriendo decir algo y atónito señala hacia el
suelo. Yo miro ahí y me quedo por unos segundos petrificado en mi sitio. Me
agacho y con delicadeza tomo el Llamador de Ángel entre mis manos, como la
reliquia más valiosa que existiera en esta tierra.

La guardo en mi bolsillo con cuidado y miro sin querer a mi hermano, viendo


para mi sorpresa que está llorando. Se seca las lágrimas rápido. Es como si él
demostrara lo que yo ya no puedo, porque se me ha agotado toda manifestación
de emociones en mi mente y en mi corazón.

- ¿Por qué vinimos aquí Junmyeon? - me pregunta.

- Necesito ropa - le digo y es verdad - No voy a andar de ánimo para comprarme


nueva. Y no me va tu estilo - concluyo sonriendo.
- Tú y tus trajes horribles - se queja emitiendo un chasquido.

La habitación parece ser lo único que no he tocado. Y yo sé por qué. Porque no


quería cambiar el desorden que dejamos los dos, después de la última vez que
le hice el amor.

Miro nostálgico la cama, que era nuestro refugio y me freno unos segundos.

- Vamos Junmyeon - me despierta Jongdae dándome una palmada en la


espalda - Deja de torturarte.

Podría enojarme con él, pero tiene razón. Más cuando veo que tiene los ojos
llorosos y pasa su puño por la nariz para secársela.

Él es quien toma el impulso de abrir el vestidor. Todo está en orden, como lo


dejó él y como lo dejé yo.

Ya no puedo estar aquí más, por eso me anima ver a mi hermano que toma la
iniciativa sacando las maletas y las pone en la cama, para comenzar a empacar
mi ropa.

Como siempre meticuloso y ordenado, tengo cada conjunto en su lugar. Solo


tengo que tomar un par de perchas y colocarlas directamente en las valijas.

Abro entonces los cajones donde dispongo enrolladas meticulosamente cada


una de mis corbatas y...

- Junmyeon - escucho que me llama Jongdae - Junmyeon - vuelve a decirme


porque no reacciono - Junmyeon - me dice de nuevo y me toma del brazo -
¡Junmyeon! ¡¿Qué mierda pasa?! - pregunta preocupado.
Y con los ojos y mis labios abiertos, sintiendo que mi corazón quiere salirse de
mi pecho, le balbuceo como puedo.

- Me falta una corbata... Jongdae... me falta...

- Si - se me ríe - Tienes para tirar para arriba. No vas a volverte obsesivo por
una corbata... Junmyeon...

Mis ojos se empañan y las lágrimas comienzan a brotar sin parar. Mi hermano
angustiado me toma del rostro, me abraza y mirándome al instante me dice
preocupado.

- Junmyeon... Junmyeon dime ¡qué pasó!

- Él estuvo conmigo Jongdae... - digo sonriendo de la emoción - Yo lo sé... Él


estuvo conmigo... porque me falta una corbata... mi corbata azul.
Capitulo 26
"No es normal, porque es Perfecto"
- Doctor Zhang – me dice el Decano de la Universidad que me ha mandado a
llamar – Sabe que van cuatro meses en nuestra comunidad ¿Cómo se ha
sentido?

- Muy bien – digo sonriendo.

- Quería hacerle mención a esto, porque su contrato se vence a los seis meses y
a pesar del poco tiempo que lleva, estamos muy satisfechos con su labor – me
dice asintiendo complacido, pues ya me había dicho que quien insistió en mí,
fue él.

- ¡Gracias doctor! – exclamo orgulloso y sereno porque pensé que vendría algún
bajón con esta llamada – De verdad eso me tranquiliza...

- Por eso mismo queremos que piense en el honor que nos haría, el quedarse
con nosotros de forma permanente. Recuerde que cumplidos los seis meses,
debe firmar un nuevo contrato...

He terminado mi día de duro trabajo. Como siempre ha habido demasiado por


hacer. Hoy es viernes. Y seguramente me la pasaré el fin de semana
investigando en mi apartamento nuevas ideas para el equipo.

Camino pensativo por la conversación de la tarde, por el parque de la Facultad,


en dirección al estacionamiento, donde se encuentra mi bicicleta. Hace
muchísimo frío. En mi afán de dejar todo en orden me encuentro con que ya es
de noche y nadie camina por donde voy.

De pronto siento pasos detrás de mí. Asustado me doy la vuelta para ver de
quién se trata, pero nada. No hay nadie. Cosa extraña, porque creo haber
escuchado claramente.
Frunzo el entrecejo y saco las llaves del candado de mi bicicleta.

Escucho el chirrido de una suela de zapato que ha girado en el asfalto mojado.


Me doy la vuelta de nuevo y nada. Entonces miro para todos lados. Mi cabeza
nerviosa se mueve observando los alrededores. Rápido quito la cadena de mi
vehículo y me subo veloz, saliendo del lugar.

Andando por las resbaladizas calles mojadas por la nieve barrida, me


encuentro que circular en bici se ha vuelto una odisea. Mi manubrio siente la
inestabilidad del suelo congelado por el temporal que hubo. De repente la luz
de un auto me enceguece de frente, haciendo que me asuste en un intento de
esquivarlo y termine cayendo fuerte sobre el borde de una vereda.

- ¡Demonios! – me quejo solo en voz alta.

Esa caída me ha dolido. Me incorporo como puedo y me saco el casco,


quedándome sentado en el suelo mojado, quejándome de mi mala suerte.
Entonces escucho que un auto se aparca cerca. Alguien sale del vehículo
caminando a donde me encuentro tirado, porque veo sus pies. Igual yo estoy
demasiado inmerso en mi problema como para verle la cara. Sólo escucho que
me pregunta.

- ¿Se encuentra bien?

- Si. Gracias – digo sonriendo, levantando mi vista a quien ha sido gentil.

- Mejor así – dice de pronto, hablando con otro hombre que se le ha parado al
lado – No queremos la mercancía dañada.

- ¡¿Qué demonios quiere decir?!


No me ha respondido y yo ya no podría escuchar nada tampoco. Sólo veo todo
borroso y la vista se me nubla. Me siento mareado y descompuesto. De pronto
todo está oscuro. Ya me he perdido en un sueño.

Me pregunto por qué estas situaciones horribles las tengo que vivir yo. Sacudo
apenas mi cabeza. Cosa que dejo de hacer al instante porque es como si todo me
diera vueltas. Estoy en posición horizontal.

- Bienvenido doctor Zhang – escucho que me dice una voz grave, muy grave y
hasta rasposa. Lo que me hace suponer que es una persona madura y
terriblemente fumadora.

Levanto mi rostro como puedo. Estoy metido en una habitación oscura. Pero
soy el único que goza de estar sufriendo la luz insoportable de un pequeño
reflector. Y eso es a propósito. No hay dudas.

Me encuentro demasiado aturdido como para reaccionar. Igual quiero hacer el


intento de llevar mi mano y tocar mi cabeza que duele, pero no puedo. Me
encuentro amarrado a una cama de las que usan en los neuro-psiquiátricos,
cuando sujetan a pacientes que hacen o se quieren hacer daño.

Tiro furioso. Preguntándome de nuevo ¡¿Por qué demonios estás cosas me


tienen que ocurrir a mí?!

- No luche doctor Zhang. O será más difícil llegar a un acuerdo.

Dice de nuevo esa voz y siento que la cama se eleva para dejarme sentado. Si.
Es una de esas camas de hospital con control.

- ¡¿Qué me han dado para mantenerme inconciente?! – pregunto preocupado


porque quiero saber los efectos de la droga y así percatarme de si sigo
alucinando o estoy realmente despierto.
- No se preocupe doctor Zhang. Está bajo control – me dice inmutable la voz,
arrastrando cada palabra – Le hemos administrado algo lo suficientemente
fuerte para mantenerlo dormido, pero a la vez seguro para que no haya
reacciones colaterales. Ahora está bien y despierto.

Sacudo mi cabeza confundido. Estoy debilitado, maniatado, atrapado. De


nuevo, me han secuestrado. Pero es como si no me importara estar en esta
situación. Así que mis sentidos están, más que a la defensiva, curiosos por esto.
Y lejos de tener miedo, sólo quiero saber.

- No soy multimillonario. Soy una doctor común y corriente – digo y me río -


¿Por qué el secuestro? Porque si es dinero lo que buscan...

- Hay un juez – me interrumpe el hombre – que ha metido sus narices donde no


debía.

Eso, hace que afile mis oídos inclinando mi cabeza levemente hacia delante,
queriendo ansioso que me aclare lo que ha dicho.

- ¡¿Cómo?! – pregunto seguro y sin rodeos.

- Lo que ha escuchado doctor.

Mi rostro se ha endurecido. Miro en la penumbra a nadie, en frente mío y digo


con absoluta seguridad.

- Mi padre tiene un sentido de la justicia estricto. Jamás negociará un chantaje.

- ¿Ni siquiera si la vida de su hijo adoptivo a quien adora corre peligro?


Pregunta sabiendo la respuesta, riendo sádicamente al final de esa oración.
Escucho entonces que no está sólo porque todos lo han imitado. Y yo me pongo
furioso, porque no tolero ser parte de su diversión.

Apretando mis puños en esa cama maldita, me remuevo con rabia y riendo a
carcajadas y copiando a quienes escucho, grito pareciendo un loco.

- ¡Mátame! ¡Mátame de una vez imbécil! ¡Quieres que hable con él! ¡Adivina
qué diré! ¡Que te metan a donde perteneces! ¡A la cárcel!

Se hace un silencio absoluto en el lugar. Sólo he quedado yo riendo como


desquiciado, ni yo me reconozco así en este estado.

- ¡¿Me lo dice en serio doctor Zhang?! - escucho esa voz de nuevo pero ahora
confundido con la reacción que he tenido.

Me relamo los labios furiosamente y sé que se dibuja una sonrisa perversa en


mi rostro, mientras mis muñecas siguen forcejeando el cuero duro de los
cinturones, que me amarran también los tobillos y la cintura.

Definitivamente, estas camas de neuro-psiquiátricos me vienen como anillo al


dedo.

- Si quería negociar con Sang Woo por mí, se ha equivocado ¿Quién dijo que
tengo miedo de morir? – digo volviendo a mirar a la nada, matándome de la
risa.

- Te dije que cualquier droga le iba a torcer el cerebro – escucho que dice algún
otro.

- ¡Cállate! – le reta la voz, que es la que manda.


- Pero si está chiflado... – y antes que pueda seguir, escucho que el tipo emite
un quejido. De seguro alguien le ha dado su merecido.

El jefe entonces me dice.

- Deberá colaborar en todo doctor Zhang. Porque si no...

- ¡Qué! – grito – ¿Me matarán? – pregunto riendo por la obviedad de lo que iba
a decirme.

- Si – dice tranquilo para agregar – Y también a su querido padre. Y también a


ese tal Kim Junmyeon.

- Yo creo que esa no se la esperaba – dice de nuevo otro y todos ríen eufóricos.

Y es verdad. No me lo esperaba. Y ya deben notarlo, porque ya no me río y grito


como un loco desquiciado divertido, sino como alguien angustiado y
desesperado sabiendo que corren peligro las personas que ama tanto.

- ¡NI SE TE OCURRA PONERLES UNA MANO ENCIMA IMBÉCIL! – grito


retorciéndome furioso – ¡PORQUE JURO QUE TE MATO! ¡ME OYES! ¡TE
MATO!

Siento una puerta que se abre y pisadas de gente que se va. La voz del jefe me
dice entonces.

- Volveré más tarde. Lo dejaré meditar... si no colabora ni lo pienso desatar y se


caga encima. Si no quiere comer, si se quiere morir, si hace algún mínimo
movimiento por huir, ya sabe qué pasará...
Cierro mis ojos apretándolos con furia. Un rugido endemoniado sale de mí
impotente.

La puerta se ha cerrado. Las luces automáticamente se encienden y todo me da


vueltas de repente.

Parpadeo para acostumbrarme a la escasa luz que hay en esta habitación. No


es ni grande, ni pequeña, pero es sucia, como de una casa vieja. Una ventana
que tiene, está sellada. No sé si es de día o de noche. Lo único que sé es que esa
gente es coreana, así que me hace pensar en las horas que estuve inconciente y
en el lugar en que me encuentro realmente. Tengo mucha sed y paso mi lengua
seca por los labios.

Luego de un rato largo, alguien abre la puerta. Un hombre entra con una
bandeja.

Es alto, gigante diría yo y tiene sobre peso. Me mira y se ríe. A medida que se
acerca yo puedo ver el morbo con el que sus ojos me analizan, deteniendo la
vista en mi entre pierna. Me da asco y repulsión cuando se lame la boca y emite
un chasquido asqueroso, con un aliento nauseabundo.

- Dan ganas de follarte duro – dice y ya tengo ganas de vomitar.

Trago rasposamente la poca saliva que tengo. Sé que debo beber agua y lo único
que quiero es que ponga ese vaso en mis labios, porque de verdad me estoy
deshidratando. Por eso no digo nada.

Se sienta en una silla que había en el lugar, deposita la bandeja al borde de la


cama y me pregunta.

- ¿Agua precioso?
- Qué amable – le digo sonriendo irónico – ¿Seguro no le pusiste algo para
follarme duro después?

- No puedo – me responde serio lamentándose – Orden del jefe. Me mataría.


Tenemos la orden de mantenerte sano y con vida... por ahora...

Entonces lanza una carcajada siniestra que me ensordece y retumba en mi


cabeza. Aprieto mis párpados y mi mandíbula, lamentando no estar libre para
estamparle un puño en su sonrisa.

Tomo el agua que me acerca en el vaso. Y veo que se sigue relamiendo los labios
mientras observa cómo trago. De repente siento que jadea en mis narices y me
doy cuenta que se está masturbando al verme. Eso ha hecho que quiera largar
lo poco que tengo en mi estómago y escupo el agua en su cara.

- ¡Mierda! – ruje el tipo levantándose de su silla.

Otro hombre entra en la habitación y agarrándolo del cuello lo jala hacia la


salida.

- ¡Ve a follarte a tu hermana imbécil! ¡Aquí se trabaja! – grita y cierra la puerta


de una estampida.

Me mira. Toma el lugar del otro y me dice molesto.

- Ni que fuera niñera...

Este tipo es distinto. Alto, delgado y desgarbado. Le molesta estar aquí y tener
que servirme. Me da torpe el agua que queda y ni me mira furioso. Cada bocado
que me mete del arroz lo hace torpe y brusco.
Para cuando termina le digo.

- Gracias.

Se queda duro y me mira extraño, creyendo que me burlo de él. Y agrego.

- Necesito ir al baño. Por favor.

Emite un chasquido molesto rodeando su cabeza por todos lados abriendo la


puerta y gritando.

- ¡Ven aquí y ayúdame que quiere ir al baño!

El asqueroso de antes de asoma contento y me mira esta vez frotándose la boca.


El flaco molesto le pega en la cabeza y este se queja. Después se vuelve a mí y
me amenaza.

- Si haces un movimiento en falso ya sabes lo que pasará.

- No haré nada – le aseguro – apenas si me puedo mover.

- Vamos... – dice el gordo – déjalo ir al baño. Mira. Es tan esbelto y delgado... Ni


fuerza debe tener por lo delicado que es... Yo lo vigilo ahí dentro...

En ese momento noto que su miembro se sacude en su pantalón. Lo aborrezco,


pero debo aguantar por la situación en la que estoy.
Me desatan rudamente. El que quiere follarme aprovecha para pasar su mano
por mi pene cuando me quita el cinturón. Trato de evitar arcadas por verlo
babeándose por mí con esas ganas asquerosas de ponérmela sin dudas.

Apenas me paro, mis pies adormecidos hacen que me caiga al suelo y retumbe
con todo.

- ¡¿Y ahora qué?! – dice el flaco.

- Estoy entumecido. Lo siento – digo tratando de concentrarme por ordenarle a


mi cuerpo recuperarse y aprovecho – Es que debe ser que hace mucho estoy
quieto ¿Cuántas horas pasaron ya?

- ¿Horas? – dice riéndose el gordo – Un par de días mi amor...

- ¡Idiota! – dice el otro pegándole en la cabeza – ¡¿No ves que te quiere sacar
información?!

- Sólo fue curiosidad. Lo siento – digo amable incorporándose rápido antes que
el pervertido quiera "ayudarme".

La cama por suerte es alta y me sirve para apoyarme en ella hasta que pueda
acostumbrar a mis piernas a mantenerse estables. Me las golpeo un poco para
que circule la sangre y giro mis tobillos. Piso fuerte por el hormigueo que siento
que me recorre por todas partes y voy despacio al baño.

Cuando estoy en el inodoro me desabrocho el pantalón y siento que alguien me


jadea por detrás.

- Qué asco – dice el flaco mirando al gordo y le grita – ¡Contrólate que voy a
vomitar!
Los dos están distraídos así que es mi turno de actuar.

Estampo al gordo a la pared de atrás, empujándolo con mi cuerpo. Y termino


dándole con mi codo a la nariz. Mientras que al flaco le doy dos patadas a sus
testículos, haciendo que se revuelque sólo, quejándose de su suerte.

Ocupados en su dolor, tomo las armas de los dos, descargo una y la tiro bajo la
cama, adueñándome de la otra y con su culata, les doy a los tipos en la nuca.
Los he hecho dormir por un par de horas. Los miro y no puedo creer lo que
estoy haciendo.

Me salgo rápido del baño y abro apenas la puerta de la habitación para tantear
terreno. No hay nadie, pero imagino que estoy en una casa, así que salgo con
cuidado del dormitorio.

Casi en puntas de pie, camino pegado a la pared. Escucho gente que habla y ríe
en un espacio contiguo. Veo una puerta entreabierta. Hay tipos jugando a las
cartas entretenidos, asíque me escabullo. Me encuentro con unas escaleras.
Aún pensando que hay más de ellos abajo, debo tomar el riesgo, pues no hay
otra salida.

Pasan dos caminando por la sala donde termina el escalón y para cuando se
han perdido, comienzo a descender con cuidado.

Llego a la puerta principal y la lógica me indica que de seguro hay muchos


vigilando fuera. Me doy cuentan que el lugar no es tan pequeño como pensaba y
creo que habrá una puerta de servicio o algo así.

Pero pensar demasiado ha hecho que me demore más de la cuenta, perdiendo la


única oportunidad que tenía de escapar de esta maldita prisión.
- Doctor Zhang... – me dice alguien por detrás mientras siento en mi frente el
frío cañón de un arma y el sonido del seguro que han quitado – No debió haber
hecho eso – agrega y se ríe.

Uno me apunta. Quien habla es la voz que me dio la bienvenida antes. Miro de
reojo nervioso y apenas lo tengo en vista, veo que no me he equivocado en mis
suposiciones. Es un hombre entrado en años, pero se le nota fuerte, serio y frío
en su expresión. La perversión, se le nota en la mueca que emite, cuando algo
lo divierte.

- Ahora muchacho – dice el que me apunta – levanta tus manos con cuidado. Y
ni se te ocurra hacer nada con ese juguete...

Yo le hago caso. He perdido. Sé que de aquí hoy no voy a salir.

- Date la vuelta – me dice el guardia de nuevo, quitándome la pistola de la


mano.

Me pone de frente a quien sin dudas es el jefe, que fuma un puro tranquilo,
tirándome el humo a la cara a propósito.

De la nada comienzan a llegar más tipos y se le paran alrededor. Es sin dudas


quien manda ahí. Solo él lleva un traje impecable y costoso. Sin ninguna
expresión en su rostro, pega un grito aterrador.

- ¡IMBÉCILES! ¡INÚTILES BUENOS PARA NADA!

- Lo siento señor... – balbucea alguien por ahí.

Pero ya no tiene tiempo de hablar. El jefe toma el arma que yo tenía antes y sin
dudarlo le deposita una bala en la cabeza.
Mi boca abierta no puede creer lo que ve. En cámara lenta veo al flaco caer al
suelo con la cabeza chorreando sangre y los sesos esparcidos entre los
compañeros cercanos. Está muerto.

- Doctor Zhang – me dice ahora mirándome a los ojos – Esta es una muestra de
que soy un persona a la que no le gusta jugar ¿Me ha entendido?

Ahora ya aterrado por el mensaje recibido, solo asiento con mi cabeza en un


gesto imperceptible. Él vuelve a pitar su abano soltando el humo en mi cara,
para decirme secamente.

- Así me gusta. Sería una pena volar ese cerebro privilegiado ¡Llévenselo! –
ordena en un grito.

Me arrastran escaleras arriba, de nuevo a la habitación y me lanzan como un


despojo humano. Me atan las muñecas tan fuerte, que no puedo evitar
quejarme. Sin embargo, me ordeno mantenerme estable, porque me he
asustado de verdad. Pero no me hago caso a mí mismo y lejos de ser razonable,
grito iracundo y fuera de control.

- ¡Suéltenme! ¡Déjenme! ¡No!

No dejo de pegar patadas a cualquiera en frente, para evitar que amarren mis
tobillos.

- Esta belleza es toda una fiera – dice el gordo morboso riendo.

- ¡Basta! – grita ya sacado el jefe – Ahora doctor Zhang – me dice enojado – No


me ha dejado opción. Hasta que verifique que Sang Woo hizo lo que debía
hacer... usted, se duerme.
Dos tipos me sostienen de los brazos. Otro de frente se me acerca con una
jeringa. Me van a drogar, lo sé por eso me resisto con fuerza.

- No... ¡No! – digo pateando rabioso – ¡No quiero!

El jefe se me acerca, me da con todas sus fuerzas dos veces en el estómago y


una en el mentón. Quedo noqueado y sin aire. Ya me tienen para hacer conmigo
lo que quieran.

Ahora me aterra pensar, en que no sé por cuánto tiempo me tendrán drogado y


miro que varios sonríen felices relamiéndose los labios.

El hombre me dice para mi horror.

- De haberse portado bien, lo habríamos tratado como un huésped. Ahora – dice


largando de nuevo humo en mí – Vamos a amedrentar a la fiera...

En lo que se matan de la risa, escucho disparos en la planta baja. En un


segundo todos se quedan duros, para darme cuenta que algo malo para ellos
pasa.

- ¡Vigilen al doctor! – exclama el jefe y se va, no sin antes volver a depositar su


furia en mi estómago, para amedrentarme será.

Yo me quedo tirado en un rincón. Apenas si puedo moverme, llevando a mi boca


mis manos, percibiendo que estoy sangrando, por el sabor metalizado en mi
lengua. Entonces la puerta se cierra. Pero alguien ha quedado en la habitación.
El que me quería follar, con otro más.

Tirado en el suelo, choco en la pared y me arrastro. Quiero incorporarme, pero


me derrumbo. No puedo ponerme de pie. Apenas si me entra aire en los
pulmones aunque me obligo a respirar.
Me duele todo el cuerpo. No sólo estoy noqueado, sino que estoy aterrado. Esos
dos se ríen felices de la suerte que han tenido, porque he sido dejado en bandeja
servida para ellos.

- Ahora si... hora de la diversión – dice uno de los tipos – mira esa boca
preciosa. Mi polla le quedará justa.

Toma un arma entre sus manos y me apunta.

- Ni se te ocurra tocarme – digo apenas aunque sé que no tengo nada de fuerza.

- Yo lo vi primero – dice el gordo que se refriega sin pena su miembro,


sacándolo de una fuera.

- ¡Ya apúrate que no tenemos mucho tiempo! – grita el que tiene el arma.

Me levanto del suelo haciendo arcadas por los golpes que recibí. De pronto
siento que estoy desvaneciendo. El estrés y el pánico me están traicionando y
aunque intento controlarme, mi cuerpo no está respondiendo porque tiemblo
aterrado.

Veo que los tipos se masturban preparándose. Se ríen y jadean por solo estar
parados mirándome.

Percibo que los tiros y las estampidas se hacen cada vez más fuertes y se
acercan. Eso ha hecho a estos dos desconcentrarse y el gordo se da la vuelta,
mientras el otro me sigue apuntando.

- ¡Mierda! – dice el que sigue viéndome – Qué pasará allá fuera.


- Ve a fijarte.

- ¿Y dejártelo para que te lo folles solo? ¡Ve tú!

Se pelean entre ellos y en eso escucho un ruido ensordecedor. Alguien ha


abierto la puerta. El jefe de los dos. Grita con todas sus fuerzas.

- ¡HAY QUE SACARLO DE AQUÍ YA!

Pero eso fue lo último que ha dicho en su vida. Desde atrás, el filo de una
espada le ha cortado la garganta.

Los dos que me querían follar están con cara de espanto. Más cuando el jefe cae
boca abajo, como sacón de papa. Del suelo se eleva un polvo y todo se inunda de
sangre en un segundo. Un hombre con un traje negro e impecable, deposita
todo el plomo de su metralleta. Yo me encojo en una esquina, escudándome con
mis brazos, pensando que también he caído en la treta.

Después de eso, silencio. Apenas si puedo respirar del miedo.

Me asomo levantando un poco mi cabeza, que estaba metida entre mis brazos.
Miro.

Tengo tres cadáveres frente de mí. Y yo estoy excitado entre el espanto y la


felicidad, de ver a quienes querían violarme y matarme aniquilados. Sólo me
queda saber quién está en frente.

Miro y no lo puedo creer. Allí parado con un arma y una catana, me saluda con
un leve movimiento de su cabeza Choi Seung Hyun.
Eso me anima a incorporarme y verlo de frente, más cuando dice amable.

- Doctor Zhang... qué bueno verlo – y mirando a su derecha, en dirección del


pasillo agrega – Mi deuda está saldada. Estamos a mano Suho.

Ha dicho Suho.

Y aparece por esa puerta Junmyeon. Mi Junmyeon.

Se para en la entrada. Está agitado, pero soberbio en su porte majestuoso como


siempre. Y me dice seguro, con ese tono apacible pero convincente.

- Te dije que te estaría vigilando Mi Corazón.

Respiro y exhalo la agonía de lo que acabo de vivir.

Mi vista se nubla pero no tanto como para no poder hacer lo que deseo desde
hace mucho tiempo.

Corro a él y me le tiro encima de su cuerpo. Aún maniatado como estoy, lo he


rodeado con mis brazos y me pierdo feliz en su cuello para depositarle un beso.

Entonces siento que me amarra fuerte y su rostro se hunde en mis cabellos.

- Yixing... – me dice dulce, mientras yo no paro se llorar – Shhhh... Ya pasó...


Te dije que te iba a cuidar...

- Junmyeon – digo gimiendo descontrolado entre la felicidad y el espanto, por el


infierno del que me han sacado, sin poder creer que esté él aquí conmigo –
Junmyeon... ¿De verdad eres tú?
- Si Mi Corazón – afirma mirándome a los ojos, apoyando su frente en la mía –
Soy yo. Soy tu Junmyeon.

Toma mis muñecas que aún tengo atadas y me las libera con un cuchillo que le
ofrece alguien. Cuando observo me doy cuenta que hay rostros que conozco.
Yifan y Chanyeol. Confundido, balbuceo.

- No entiendo... Dónde... Dónde estoy...

Seung Hyun es quien toma la palabra.

- Hace tres días desapareció de Boston doctor Zhang. Y el motivo de su


desaparición, son cosas que se saben en nuestro mundo fácilmente. Más cuando
está un juez importante, de por medio.

Miro a Junmyeon que besa mis muñecas y me dice secando mis lágrimas.

- Te imaginarás que no iba a quedarme quieto ¿Verdad? Si algo llegara a


ocurrirte ...

Lo abrazo de nuevo con fuerza. Lo extrañé tanto, que jamás podría explicarlo.
Sólo puedo impregnarme del aroma a Junmyeon de nuevo.

- Lo siento muchachos. Pero debemos irnos – interrumpe Chanyeol – Esto


estará plagado de policías en dos minutos.

- ¡Sang Woo! – exclamo preocupado.


- Tranquilo Yixing – me dice Yifan sonriendo – Está bien guardado con mi
familia. Sabía que vendríamos por ti. Está asustado y alterado por la situación,
pero se acabará cuando te vea a salvo.

Sin saber por qué, me vuelvo a los cuerpos en el suelo.

- Quién es – pregunto viendo al jefe de esto.

- Jung Chan – dice Chanyeol – el padre de Eun Ji.

- ¡¿Junmyeon?! – le pregunto, tratando de leer sus ojos – El padre de ¡¿Eun Ji?!

- Si – me responde tranquilo analizando si estoy bien, tocando mi boca que debe


tener sangre, mi cabeza y mis brazos – Era el jefe de una red de trata y tráfico
de drogas. Ser del ámbito de la política le facilitó las cosas. Sang Woo fue quien
lo investigó y llevó a juicio.

- Hizo el trabajo de un fiscal – comenta Chanyeol – y eso casi le cuesta tu vida.

- Y con esa familia te quería emparejar tu viejo – se burla Seung Hyun – No lo


entiendo...

Yo miro el cadáver de ese hombre y recuerdo que él fue quien llevó el video que
incriminaba a Junmyeon, a Kim Bum. Ni que hubiera adivinado lo que
pensaba, Yifan me dice.

- Tranquilo Yixing. Con él muerto, ya no hay nada.

Lo miro perplejo. Miro de nuevo a Junmyeon y él confirma mi duda.


- Así es Mi Corazón. Los chicos investigaron. Yifan se encargó.

Yifan sólo asiente con la cabeza. Mis ojos se empañan de nuevo, mirando a
Junmyeon.

- Ya lo sé todo Yixing...

Es la segunda vez que Junmyeon me salva la vida. Y ya no tengo otra cosa más
que vivirla por él y para él.

- Señores – dice Chanyeol – Tenemos un minuto.

Corremos como la vez anterior. Saliendo me doy cuenta que es de noche y hace
mucho frío. Siento que se me clava el viento helado en el cuerpo, porque solo
llevo una camisa. Junmyeon se quita su abrigo y me lo coloca.

Cada uno se mete en su auto y desaparece del lugar que ha quedado plagado de
cadáveres y huellas de una lucha campal entre bandos de mafias.

Shindong nos abre la puerta de la parte trasera del coche y subimos. Como
antes, también ahora Junmyeon mira de vez en cuando para atrás,
percatándose de que nadie nos siga. Para cuando estamos a una distancia
considerable, vemos patrulleros pasar del lado contrario a la carretera a toda
velocidad. Sólo cuando los perdemos de vista, mis ojos de repente se encuentran
con los de Junmyeon.

Él ya me estaba mirando desde antes.

Por unos segundos ninguno de los dos dice nada. Pero sólo unos segundos,
porque mi cuerpo entero pide volver a los brazos de mi dueño, y con todo el
amor encerrado desde hace ya mucho tiempo, me tiro encima de su pecho. Con
él me siento seguro. Con él me siento a salvo. Con él todo es...
- Perfecto – dice él rodeándome con fuerza – Tú en mis brazos. Así es como debe
ser. Por siempre y para siempre. Mío por completo. Mi propiedad.

Mi rostro sube para encontrarse con el suyo. Sabe lo que quiero urgente y me lo
da sin que se lo pida.

Cómo besa Junmyeon. Besa cálido y salvaje. El fuego arde en su aliento a


hombre. Su lengua se desparrame por mi boca y toma de mí lo que quiere. Así
besa Junmyeon. Dejándome sin aliento. Está desesperado y exigente porque
hace mucho que me espera.

Sin apartarme de su rostro, mis labios tocan suavemente los suyos.

- Dios... – digo en un suspiro – Eres tan hermoso. Y eres sólo mío.

Hundo mis dedo a en sus cabellos ahora negros. Él lo disfruta como siempre
entrecerrando sus ojos y regalándome una preciosa sonrisa. Lo deseo tanto, que
le pediría que ya me hiciera el amor.

- Yixing...

- Dime Junmyeon...

- Jamás vuelvas a alejarte de mí. Te lo suplico mi amor.

Sus ojos se llenan de lágrimas. Yo entiendo y sé muy bien lo que nos ha


provocado esta distancia. El brillo de las gotas caen por sus mejillas y yo
paciente se las seco una por una diciendo.
- Te juro que nunca más volveré a alejarme de ti. Soy tuyo por completo. Soy tu
propiedad.

Entonces mi Junmyeon me sube a su falda, me coloca el Llamador de Ángel que


me había regalado para mi cumpleaños y en mi pecho llora agobiado.

- Ya volvió a su dueño – me dice suave.

En un silencio de felicidad, los dos lloramos porque ya todo lo malo ha pasado.


Yo acaricio su rostro y él se va calmando de a poco. Hasta que algo lo hace reír.

- ¿Qué es divertido? – pregunto curioso.

- Que eres un pervertido.

Levanto su rostro porque quiero verlo a los ojos. Me hago el ofendido y le


reclamo.

- ¡¿Yo?! ¿Qué te hace decir eso de mí Kim Junmyeon?

- Me debes mi corbata azul.

Eso me ha dejado postrado a sus pies. Acaricio delicadamente sus mejillas y le


digo tranquilo.

- Te dije que era para extrañarte menos.

- Claro Mi Corazón... – me dice pícaro.


- Oye... – le reclamo porque ya me enojé – ¡Yo no soy un pervertido!

- Como digas...

- Me lo dices con ese tonito sarcástico...

- ¡¿Yo?! – dice y sé que se me está burlando.

Para cuando me quiero apartar indignado, Junmyeon ya me tiene bien


amarrado.

- Yixing... No hagas eso.

- Hacer qué.

- Atreverte a separarte de mí otra vez.

Me lo ha dicho tan serio, que mirando esos hermosos y profundos ojos negros,
termino perdiéndome en ellos.

- Perdona – digo arrepentido.

- Perdóname tú a mí.

Parece afligido. Nos abrazamos. Si nos pusiéramos a explicar los motivos por
los cuales estamos pidiéndonos disculpas, perderíamos el tiempo. Así que sólo
nos abrazamos.
Me acomodo en su pecho, porque quiero escuchar el sonido más hermoso que
existe en el mundo, los latidos de su corazón.

- Yixing...

- Dime Junmyeon.

- Sana mi corazón.

- Está fuerte y está sano – diagnostico seguro escuchando cómo palpita.

- No – me dice seguro – Está enfermo por tu ausencia. Así que te tienes que
hacer cargo.

Me río. Ahí está mi manipulador reclamándome a su modo atención. Entonces


escucho que comienza a entonar una melodía.

- Cada aliento que tomes,

cada movimiento que hagas,

cada atadura que rompas, cada paso que des,

te estaré vigilando.

Yo sé cuál es y mirando su rostro hermoso me pierdo por completo en sus


facciones. Acaricio sus mejillas y entierro suave mis dedos por sus cabellos
preciosos.
Mientras él tranquilo me canta, sin dejar de mirarme.

- Todos y cada uno de los días,

y cada palabra que digas,

cada juego que juegues, cada noche que te quedes,

te estaré vigilando.

Le doy un beso suave y otro y otro. Él sigue en su preciosa melodía. Es al


parecer la manera que ha encontrado para decirme lo que siente.

- Oh, ¿no puedes ver

que tú me perteneces?

cómo duele mi pobre corazón

con cada paso que das.

- Junmyeon... – digo lamentando que tenga que detener su preciosa voz, pero
necesito urgente decirle algo.

- Dime Yixing...

- Te amo. Soy tuyo por completo. Soy tu propiedad.


Me mira y sonríe gentil. Yo sé que mis palabras lo tranquilizan. Me sigue
observando como si no se cansara nunca de verme. Y en su voz tan grave y
profunda, me asegura.

- Te amo. Soy tuyo por completo. Soy tu propiedad.

Toco su pecho. Siento los latidos de su corazón ardiendo. Y vuelve a hablar.

- Me duele...

- ¿Está lastimado?

- Si.

- ¿Duele mucho, demasiado?

- Si.

- Es que estuvimos mucho tiempo separados.

- Y sólo tú puedes sanarlo.

- Por siempre y para siempre, yo voy a cuidar tu corazón.

Suspira en mi rostro. Ahora sí, ya está seguro de que nunca más voy a
apartarme de su lado. Así que mientras yo sigo esparciendo besos por su
hermoso rostro, él me sigue cantando de camino a casa.

- Cada movimiento que hagas,


y cada promesa que rompas,

cada sonrisa que finjas, cada parte que reclames

te estaré vigilando.

Junmyeon. Mi Junmyeon. Mi hombre hermoso. Mi Ángel. Cómo lo he


extrañado.

Aunque nos hayamos reunido en esta situación horrible, parece que


estuviéramos acostumbrados a todo eso, porque nada entre nosotros será
normal, porque es perfecto.
Capitulo 27
Quiero protegerlo de mí

Llegamos a la casa de Yifan, traspasando las rejas de seguridad. Hay guardias


apostados por todos lados. Un largo camino nos conduce al ingreso de la
mansión.

El primero en asomarse a la puerta de fierro, es Sang Woo e Yixing sonríe


bajando la ventanilla del auto y gritando su nombre.

Apenas el coche se detiene, Mi Corazón es recibido por los brazos abiertos de


su querido juez. Yo sólo los miro, mientras observo cómo este hombre
preocupado, examina meticulosamente a Yixing de arriba abajo, tocando su
cabeza, su cara y sus brazos. Jamás lo había visto tan conmocionado y fuera de
su aparente tranquilidad.

- Mi muchacho – gime asustado – Dime ¿Te hicieron algo? – pregunta


mirándolo de arriba abajo – ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

- No te preocupes – le dice sereno Yixing – No pudieron. Ellos llegaron justo


a tiempo – agrega y me mira sonriendo.

Sang Woo se queda quieto unos segundos y me analiza. Se acerca a paso firme
y apretando mis hombros, me dice emocionado.

- ¡Gracias! ¡Gracias mi muchacho! – repite con los ojos empapados en


lágrimas para terminar apretándome fuerte con un abrazo. No recuerdo un
gesto tan paternal en mi vida. Más cuando toma mi rostro en sus manos y me
dice – ¡¿Tú estás bien?! ¿No te hicieron daño, verdad?

- Yo estoy perfecto. Más ahora que está con nosotros.


Sonríe mirándolo a él y mirándome a mí. Parece triste. Y me doy cuenta que se
siente responsable de lo sucedido y culpable, cuando dice:

- Ya estás en buenas manos mi muchacho. Él hizo lo que yo no pude.


Cuidarte. Protegerte. Y salvarte.

Yixing le sonríe y acercándose a él dice:

- Tú me salvaste la vida. Tú me rescataste del infierno. Si no hubieras


hecho lo que hiciste por mí, yo estaría muerto hace mucho tiempo.

Mi Corazón abraza a su padre adoptivo con cariño. Sang Woo me acerca y nos
quedamos ahí los tres un rato, hasta que entramos a casa. Es muy tarde. Y sólo
quiero que Yixing descanse. Sin embargo él me pide que lo espere un rato. Se
da un baño rápido y baja de nuevo para encontrarse conmigo.

Sang Woo insiste en que coma algo antes de retirarme y los acompaño. Nos
quedamos los tres en un comedor diario. Apenas puedo tomar una taza de café.
Yixing en cambio es voraz con cada bocado que lleva a la boca. Como si no se
hubiera alimentado por una eternidad. Y yo solo puedo contemplarlo y
disfrutarlo así tan natural, en una mesa de familia, a salvo, conmigo.

Toco su cabello precioso. No está tan alborotado como antes. Lo tiene más corto,
con un estilo distinto. Él me mira y me sonríe, se ha dado cuenta qué
observaba, porque me pregunta.

- ¿No te gusta?

- Me encanta – le digo y es así – Todo te queda perfecto.

No dejo de observarlo un segundo. Cuando se le termina el jugo de su vaso, yo


se lo lleno de nuevo. Es como si nada hubiera cambiado entre nosotros.
- Recuerdo como si fuera ayer, cuando entraste a casa – dice Sang Woo,
añorando ese momento y yo escucho atento – Estabas tan asustado...

- Es que estaba acostumbrado a que la gente grande, solo me hiciera daño –


me explica Yixing, sin problema, como si ya no tuviera miedo a que lo sepa
todo.

Igual, él no tiene idea de que lo sé todo, de verdad. Pero Sang Woo me observa y
en un segundo se da cuenta. Es que no he preguntado nada y no me sorprende
lo que ellos dicen.

- Lo encontré a tiempo. Yo era fiscal en ese entonces. Estaba en una redada


– me dice mirándome a los ojos – Ya le habían enterrado esos golpes. Su
corazoncito pequeño casi explota – me dice alarmado ante ese momento
horrible que pareciera recordar con horror – Lo tomé entre mis brazos y me
juré a mí mismo que mi niño jamás iba a volver a sufrir en la vida, mientras
estuviera a mi cargo.

Sang Woo observa a Yixing que le sonríe. Y agrega.

- Había sido brillante y precioso ¿Verdad? – me pregunta.

- Es perfecto – le digo.

- Ya no sigan – nos reclama Yixing avergonzado, con la boca llena de comida


– Ustedes me quieren mucho. Por eso lo dicen.

- Perdóname mi muchacho – dice de nuevo el pobre hombre angustiado –


Perdona por haberte expuesto así...
- No es tu culpa hacer tu trabajo. Yo habría hecho lo mismo que tú.

Yixing le toma la mano y lo mira seguro de sí mismo. Yo sé que quiere


trasmitirle seguridad al buen hombre, para calmarlo.

Para cuando hemos acabado, Sang Woo quiere acompañar a Yixing a la


habitación de huéspedes que los Wu han dispuesto, para que se sintieran
como en casa esa noche.

- A dormir mi muchacho – dice – mañana volvemos a casa y tú tienes que


viajar en unos días.

Eso que ha dicho ya me sacó de mi eje.

- ¿Viajar? – pregunto aparentando tranquilidad pero no me sale – Cómo...


¿cómo que... viajar?

- Buenas noches joven Kim – me dice así nada más Sang Woo, dejándome
con esa bomba y se va.

Yo me levanto rápido y le hago una reverencia; pero apenas desaparece de la


sala, miro a Yixing esperando que diga algo. Como no dice nada y me esquiva la
mirada, al final tengo que insistir.

- ¿A dónde vas a viajar? – pregunto queriendo hacerme el blando.

- Junmyeon yo...

- Tú qué – digo ya con rudeza, poniéndome las manos en las caderas,


clavándole los ojos, que no son nada gentiles.
- Junmyeon... – murmura inquieto – yo... tengo que volver...

- ¡Ni se te ocurra! – ya está. Se me salió la cadena – ¡Tú no te apartas de mi


lado de nuevo! ¡Menos después de lo que acabas de pasar!

- Junmyeon – me dice queriendo aparentar seguridad, poniéndose de pie –


No entiendes...

- ¡Si entiendo! ¡Entiendo que allá lejos estás en peligro!

- Junmyeon... – dice él alterado – ¡Tengo trabajo!

- ¡Aquí también puedes conseguir lo que quieras! – digo elevando mi índice


y revoleándolo por el aire.

- ¡No es que nos vayamos a separar!

- Claro... –digo sonriendo con sarcasmo – Sólo estaremos ¡A un océano de


distancia!

- ¡Yo he dado mi palabra! – dice angustiado – ¡Tengo un contrato!

- ¡Y conmigo un juramento!

Se queda mudo ante eso. Abre sus labios pero no emite palabra. No sabe qué
retrucarme frente a lo que he dicho.

Me peino nervioso los cabellos hacia atrás y aunque trato de relajar mi


mandíbula tensa, bajando los decibeles, no me sale ni mierda. Respiro a lo alto
y exhalo, para terminar mirándolo de nuevo.
- ¿Te vas a ir verdad? – le pregunto aunque ya sé la respuesta.

- Junmyeon... – dice él a punto de llorar – Yo... soy un profesional...Yo...

Abro mis labios para hablar, pero me freno.

Lo miro así como está, tan adorable como siempre y me llena de orgullo darme
cuenta, que él no ha cambiado nada. Él sigue siendo mi ingenuo y precioso
Yixing, queriendo salvar al mundo con su trabajo. Por eso con todo el dolor en
el corazón le digo, tratando de sacarme de adentro una mueca, una sonrisa...

- Está bien Yixing. Yo... yo entiendo...

Me pego la vuelta porque si sigo ahí mirándolo lo voy a extrañar más


infinitamente de lo que ya lo extraño. Así que lo mejor es no verlo ni tocarlo
tanto, porque estoy odiando la situación de saber que se aparta de nuevo de mi
lado.

Como rayo me subo al coche. Ni lo he saludado, porque en realidad, no quiero


que me vea llorar. Pero en lo que pego la marcha miro al espejo retrovisor y lo
veo salir de la mansión. Eso ha hecho que quiera bajarme, pero no, tengo que
irme, porque el egoísta de mierda que soy y el manipulador del diablo, quieren
salir.

Yendo de camino al apartamento pienso que soy un bastardo ¿Quién soy yo


para exigirle cosas? ¿Somos novios? ¿Somos "algo"?

Llego y lo primero que hago es tirarme en el sillón. Pero estoy tan enojado, que
prefiero darle a la bolsa de arena, así que, dejo la música a todo volumen y me
voy al gimnasio. Me quito la ropa quedándome sólo en bóxer, me pongo las
vendas en las manos y apagando las luces, comienzo a darle duro al cuero
pesado que cuelga como siempre, en medio de la habitación.

Aquí saco lo que realmente soy en un grito ahogado. En medio de la oscuridad


y el reflejo de luz que entra por el ventanal, comienzo a desquitarme con esto
que tengo en frente.

- ¡Contra quién luchas Kim Junmyeon! – grito y estampo la fiera en mí a la


bolsa.

Por cada golpe y patada que doy, voy luchando contra mis recuerdos oscuros,
esos que jamás me han dejado.

- ¡Contra-mis-DEMONIOS! – rujo enfermo de ira, manteniendo mi porte


indomable – ¡MIS-DEMONIOS!

Él me ha hecho darme cuenta que soy una basura de tipo, con el corazón hecho
añicos y destruido que no tiene nada para ofrecerle.

Él no ha cambiado nada. Aún teniendo que renunciar a tanto. Aún teniendo


que hacerse fuerte para protegerme. Aún teniendo que sufrir el espanto de
haber sido abusado... aún así, su corazón sigue intacto. Él ha sufrido más que
yo y sin embargo, sólo desparrama más amor.

Yo en cambio... me he hundido en la oscuridad.

Me tenso y le doy iracundo a lo que está en frente, no sé cuántas veces, sin


frenarme a descansar. Mi rostro gotea sudor y puedo ver el fleco de mi cabello
mojado en mi sien, que se mueve tembloroso, desparramando las chispas del
agua que destilo por todos lados.

Me freno unos segundos. Respiro para componerme. Y entonces vuelvo a gritar.


- ¡Cuáles son tus demonios Kim Junmyeon! – y hablando solo como un loco,
preparándome para una estocada brutal, me respondo a mí mismo irónico –
¡¿Ves a algún otro demonios aquí, más que YO?!

Y sigo en mi lucha diaria.

Día tras día, sigo peleando con los demonios de los que tuve que hacerme cargo.
No desaparecen. Están ahí y para colmo, se han fortalecido, porque aunque
supuestamente me hayan salvado ese día, yo sé que sigo metido en el infierno.
Nadie podría entenderlo.

Absorbido en mi furiosa lucha conmigo mismo, sigo a ritmo, moviéndome


alrededor de la bolsa de arena. Me freno un segundo de vez en cuando para
retomar aliento. No sé cuánto tiempo ha pasado. Hace mucho que estoy así en
mi mundo.

Vuelvo a reposar un momento, para renovar fuerzas. Me paro derecho y giro mi


cabeza sobre mi cuello para estirarme y entonces, alguien posa sus dedos,
trazando un camino con ellos por mi espalda.

Yixing.

No lo veo. Está detrás de mí. Pero sé que es él, porque es como una bocanada de
aire fresco y delicioso en este maldito lugar. Nadie más que él huele a
primavera, solo Yixing.

Jamás me puse a pensar en la posibilidad de cambiar la clave de ingreso.


Siempre supe, en lo profundo de mi corazón, que algún día, él volvería aquí. Y
no me equivoqué.
Sigo parado en mi sitio y elevando mi vista al techo, aprieto mis ojos, porque
tengo que contenerme. Percibir tu tacto llena de calor mi cuerpo en un segundo.
Ahí en silencio, inmóvil detrás de mí, desde hace no sé cuánto tiempo, está Mi
Corazón.

- Junmyeon – escucho que dice en un susurro.

- Dime Yixing...

- Lo siento tanto... tanto...

Y ahí me tenso. Ahora me doy cuenta. Yixing está recorriendo las marcas de mi
infierno. Son profundas y marcadas. Ha llevado un tiempo cicatrizarlas. Trago
duro, como puedo, porque estoy agitado, restableciéndome de mi riña.

Pero saco fuerzas, para mirarlo a los ojos y despacio me doy la vuelta para
verlo.

Sus ojos brillan de dolor y están casi negros. Es tan hermoso y precioso bajo la
luz de la luna, que parece que brillara solo para él.

- Junmyeon... - dice con sus dedos en el aire, que terminan rozando mi


pecho que chorrea sudor.

- No deberías haber venido – le digo seguro y quiero seguir hablando, pero


me interrumpe.

- Perdóname.

- ¿Por qué? – susurro impactado por lo que ha dicho.


- Por haberte herido tanto...

¡Dios! Yixing se está haciendo cargo de lo que yo elegí. No puedo permitirle


eso, por eso le digo adorando ese gesto.

- Yixing, tú no tienes la culpa de esto. Yo fui débil. Tú fuiste fuerte. Yo me


hundí solo... Yo elegí todo eso... - digo y no quiero continuar recordando ese
infierno.

Las lágrimas comienzan a caer por sus mejillas. Creo que él supone cosas.
Mueve sus labios brillantes y me pregunta serio.

- ¿Contra quién sigues luchando Kim Junmyeon? ¿Cuáles son tus


demonios?

Toma mi mejilla con una de sus manos y naturalmente inclino mi cabeza en


ella, como en descanso.

- Yixing... Quiero esconder la verdad y protegerte de mí mismo. Pero con la


bestia dentro de mí, no tengo lugar para huir y no quiero ponerte en peligro...

Aquí, en este lugar, es donde se esconden mis demonios. Aquí en este lugar, es
donde salen mis pecados. No quiero decepcionarlo, pero estoy atado al infierno.
Este es mi reino. En esta oscuridad.

Quito mi mejilla de su mano. Elevo mi mentón y analizo su rostro. Está absorto


tratando de hacer lectura de mis gestos. Pero no puede. Porque él está
iluminado por la único destello que ingresa por el ventanal. Mientras yo estoy
hundido en la penumbra, de espaldas a la luz.

Entonces entrecerrando mis ojos me decido por la verdad, porque entre


nosotros, no debe haber secretos.
- ¿Contra quién lucho? – y mirándolo digo – Contra mí Yixing – confieso
nervioso – ¿Cuáles son mis demonios? Yo soy el único demonio.

- ¡¿Por qué dices eso Junmyeon?! – exclama dolido.

- Tu amor es tan grande Mi Corazón, que no quieres ver el demonio en que


me convertí – digo sabiendo lo que puede venir, pero él se merece alguien
mejor – Comenzando esa noche en que te...

- ¡No! – me grita angustiado – ¡No lo digas! ¡No quisiste! ¡Tú no...!

- ¡Si quise! – digo con voz gruesa y ahogándome con esa realidad – Quise
hacerte sufrir Yixing. Pero a la vez te deseaba – agrego entre dientes mientras
mis lágrimas brotan sin parar – Te deseaba y quería... Quería destruirte entre
mis manos. Pero para que fueras solo mío ¿Entiendes? ¡Para que nadie más
pudiera tenerte!

Él cierra los ojos lleno de dolor por lo que acabo de revelarle. Aunque las
lágrimas caen sin cesar por su rostro, él se mantiene firme, pero quita su mano
de mi pecho.

No puedo seguir engañándolo, ni engañándome más. Lo amo. Lo adoro. Y solo


quiero que sea feliz. Y pensando en eso, lo tengo que liberar.

- Yixing. Te amo – digo nervioso, temblando por las consecuencias


inevitables de las palabras que largo – Por eso te pregunto Yixing ¿Tienes idea
de lo que fue mi vida, cuando te fuiste de aquí?

Apretando su mandíbula y juntando sus labios, sacude su cabeza de un lado al


otro. Él no tiene idea. Sólo supone algo y me doy asco.
Tomo aire en mis pulmones y sabiendo lo que va a ocurrir, digo sin titubear.

- Mi vida fue un infierno. Y no fui una víctima Yixing. Fui un demonio más.

Se me hace un nudo en el estómago. Tiemblo odiándome a mí mismo. No


debería haber hablado. Pero no lo merezco, me repito en mi cabeza. Él se
merece algo bueno de verdad, alguien perfecto, porque él es perfecto.

- Yo quisiera ocultarte la verdad Yixing, pero soy una bestia... y lo sabes –


confieso apretando mis ojos rabioso conmigo.

Me recuerdo el día que vine por primera vez al apartamento, habiendo salido
del hospital. Me recuerdo pisando los añicos de la ira que desaté en este lugar.
Y llego a la conclusión de que lo que pisaba eran las partes de mi corazón hecho
pedazos. No está sano. No está fuerte. Está enfermo. Y es un puñado de
mierda asquerosa y débil, que casi muere en su propio infierno.

Abro mis ojos y lo que veo, me está destruyendo por completo.

Mi Corazón, da un paso y otro paso y otro... hacia atrás. Se está apartando de


mí.

Aunque trato de leer sus ojos y la expresión de su rostro, no puedo por los
nervios que me traicionan. Estoy frenado en mi sitio y él sigue retrocediendo
sin dejar de mirarme.

Sus ojos comienzan a moverse aturdidos, lo sé porque veo el brillo de sus


pupilas empañadas en esta oscuridad que solo refleja la luna.

Eleva su rostro hacia arriba ¡Demonios! Es tan perfecto. Es tan precioso. Es tan
hermoso e ingenuo. Y no es mío.
Quisiera amarrarlo a mí. Quisiera obligarlo a quedarse para siempre. Quisiera
encerrarlo en mi infierno sin importarme nada. Quisiera. Pero no debo.

Y de repente, su cuerpo salta levemente. Ha chocado contra la pared. Al lado


tiene la puerta. La mira. Se irá. Lo sé. Y yo no lo detendré.
Capitulo 28
"Nunca dejes de hacerme el amor"

Estoy metido en una encrucijada de no saber qué camino tomar. Estoy


confundido. Estoy dolido ¿Me ha desterrado de su mundo? ¿Ha llegado tan
lejos? Yo siempre pensé que el amor bastaba. Que nuestro amor bastaba.

Un suspiro profundo sale de él. Es todo lo que puedo percibir. Sólo se queda allí
parado, apretando los puños de sus manos.

No puedo hacer lectura de su rostro. Está metido en la oscuridad, de espaldas


al único brillo que entra por el ventanal. La penumbra en él, me asusta
terriblemente.

Parado al borde de la puerta, me encuentro ante la angustia de querer salir


corriendo de este infierno.

Yo no puedo con todo esto. Me recuerdo sus obsesiones por mantenerme


controlado, los infiernos con los que luchaba aquí a diario, su pánico a ser
abandonado, sus ataques y las persecuciones, la violencia que desataba al creer
que querían apartarme de su lado. Y ahora... el demonio que me ha confesado
ser... No. No puedo con todo esto.

Lloro. Por qué lloro... porque me recuerdo lejos de él. Miro su cuerpo en
penumbra y la aureola que delinea su figura, que refleja la luz de la luna.

Al mundo le muestra su lado más cortés y correcto. Ante todos es el caballero


que actúa de acuerdo al deber. Esos trajes, ese porte, son el escudo que oculta
quién es.

Y a mí me muestra todo eso y además, lo que nadie más ve. El niño que tiene
miedo a ser abandonado de nuevo. El hombre que mató para salvarme del
horror y que lo volvería a hacer todas las veces que creyera que mi vida corre
peligro. El hombre que me muestra sus miedos y sus pánicos. Sé todo de él
aunque me haya querido proteger ocultándome su oscuridad. Y todo eso, sus
luces y sus sombras es lo que tanto extrañé... Si volviera a nacer, yo me
enamoraría nuevamente de él.

Respiro entonces armándome de valor y digo seguro, sin siquiera creérmelo yo.

- Kim Junmyeon, nunca dejes de hacerme el amor.

Porque he decidido recoger los pedazos de su corazón, ahora. Si está roto, yo lo


repondré y lo cuidaré. Yo seré fuerte por los dos.

De esa penumbra sale su voz grave, exhalando cada palabra de su ser.

- Yixing...Esa es la mejor orden que me han dado en toda mi vida.

Pero aún con eso que dice, no entiendo por qué no viene a mí. Entonces soy yo
quien me abalanzo sobre él. Pero me freno unos segundos antes. Sus ojos bellos
están empañados en lágrimas. Y cuando lo toco, me doy cuenta que está
temblando. Todo el tiempo, había estado aterrado de que me hubiera decidido
por abandonarlo.

Me toma fuerte entre sus brazos y me besa como sólo él sabe hacerlo. Nuestros
labios chocan llenos de furia y de amor, compensando todo el dolor de habernos
perdido de tantos besos, tanto tiempo.

Solo puedo abrir mi boca para recibirlo entero. Solo puedo estar dispuesto a
entregarme por completo.

Toma mi trasero entre sus manos y hunde sus dedos. Eso ha hecho saltar
chispas en mi vientre y querer sentirlo mas cerca, empujando mi pelvis
furiosamente en él. Nuestros miembros chocan rabiosos. Abro por eso mis ojos y
me encuentro con su rostro perfecto y sus párpados cerrados, está
disfrutándome más que nunca. Sentirme así, moviéndome en él, ha despertado
la ansiedad en su cuerpo.

- Junmyeon – jadeo suplicando en su boca, porque lo necesito ya – Hazme el


amor... por favor...

- Yixing – dice con su voz grave y profunda – Te amo tanto... tanto... Mi


Yixing...

- Junmyeon, te amo... más que a mi vida...

Mi corazón ya no puede más entre el placer de sentirlo y la felicidad de saberlo


mío. Sus confesiones y sus demonios, su oscuridad y su infierno, su pasado y su
presente, todo es mío.

Mi razón se pierde por completo en los brazos se Junmyeon y en el calor de su


cuerpo. Su lengua se apodera del lóbulo de mi oreja y me dice en un susurro
caliente.

- Déjame llevarte a donde más te gusta.

Quiere conducirme a la habitación, pero yo no lo dejo.

- No... Junmyeon...aquí. Hazme el amor aquí...

Me mira sorprendido. Sus mejillas arden y las mías también. Sus labios ya
están hinchados y yo no debo estar diferente. Sus cabellos despeinados y
alborotados, desparraman rebeldía. Él es un Ángel. Aún en el infierno, él es un
Ángel. Debe ser el más hermoso de todos. Por eso extasiado de verlo le digo.
- Este es tu reino Junmyeon, pero mando yo.

No sé por qué me siento con todo el poder sobre él. Si le ordenara cualquier
cosa, de seguro haría lo que fuera por mí.

Sigue mirándome sin entender lo que he dicho, mientras quito las vendas de
sus manos, como la primera vez. Después beso cada una de sus palmas y doy
unos pasos atrás para que me vea bien.

Seguro de mí mismo, como nunca antes, me quito cada prenda, para quedar a
su merced.

Estoy desnudo. Sé que él me ve perfectamente. Entonces abro mis brazos y me


doy la vuelta, para apoyar mis manos en la pared. Giro mi rostro y aunque
apenas puedo verlo, sé que no puede creer lo que estoy haciendo, porque sigue
ahí quieto, esperando mi orden.

- Junmyeon – digo – Haz conmigo lo que quieras.

- Lo que yo quiero Yixing, es lo que quieras tú – replica para que le dé


seguridad ante la brutalidad, que puede llegar a desatar sobre mí, lo sé.

Entonces le ordeno.

- Junmyeon. Hazme el amor.

Porque ha comenzado el momento de reponernos los dos. Sé que es como si


estuviera uniendo los pedazos de su corazón.

Lo percibo cerca, por el calor de su cuerpo. Recorre con sus dedos las líneas que
han quedado de esas viejas heridas. Besa mi nuca ociosamente y gimo de placer
ante sus labios que succionan mi cuello. Rodea mi cintura y se refriega en mí.
Su cuerpo está mojado por completo y adoro ese olor a hombre, tan exquisito,
que sólo él puede tener. Ya se había quitado el bóxer y yo estoy agradecido de
poder sentir la piel de su pene en mí. Está erecto e hinchado, como yo, está
desesperado. Por eso inevitablemente arqueo mi espalda y masajeo mis glúteos
contra él, provocando un movimiento circular de sus caderas que se presionan
en mí. Es la gloria. Esta sensación que me consume, es perfecta para mi cuerpo.

Estira sus brazos siguiendo la línea de los míos, que siguen aferrados a la
pared.

- Junmyeon – le confieso en un gemido de excitación – Te extrañé tanto...


tanto...

Mi perfil se encuentra con sus labios.

- Yixing... – dice ahogado en mí – Cómo me gustas Yixing...

- Penétrame Junmyeon – le suplico moviendo mis manos hacia atrás, para


obligarlo a enterrarse en mí.

Con un brazo me ha tomado la cintura para sostenerme y con la otra agarra mi


miembro para trabajarlo a lo largo. Estoy tan húmedo y creo estallar cuando él
juega con mi glande que chorrea líquido. Siento que su punta hace círculos en
mi ano friccionándose deliciosamente

No deja de decir mi nombre y yo de pedirle que me penetre.

- ¡Más Junmyeon! ¡Más! – grito perdido en su calentura y deseo.

- Qué quieres Yixing...


- ¡Entiérrate en mí Junmyeon!

Mi cuerpo percibe por completo el suyo. Está agitado, excitado, necesitado,


palpitando. Pero nunca deja de controlarme, porque conoce qué me gusta que
me haga. Por eso me cubre de besos desde atrás, sabiendo que su lengua es
fuego. Me tenso, gimo, susurro cosas...

- Si... ahí Junmyeon – murmuro cuando lo siento recorriendo mi espalda y


descendiendo con sus besos – Así ¡Junmyeon por favor ahí! ¡Ahí!

Su boca ha alcanzado mi entrada, humedeciéndola con su lengua que se


entierra en mí de una estocada. Hace fuerza y puedo sentirlo casi dentro. Por
eso no puedo evitar llevar mi mano a su nuca y tirar de sus cabellos.

- ¡Junmyeon!

Allí de rodillas, penetrándome con su lengua, está mi dueño, en su reino. Estoy


tan excitado que me estoy volviendo loco con lo que está haciendo.

- Dime Yixing... – dice enterrándome dos dedos y moviéndolos en círculos en mi


recto.

- ¡Por favor! ¡Hazme el amor para siempre!

Se eleva rápido pegado a mi cuerpo y se ubica en mi entrada. Su glande


empapada, hace círculos en mi ano, para que me deleite más. Yo ya estoy
sacado.

Busca mis ojos y allí nos quedamos unos segundos mirándonos. Solo hay amor
y fuego en sus pupilas que se mueren de deseo por estar dentro de mí.
¡Junmyeon es tan hermoso! ¡Es tan bello! Y me alegro de ser suyo y poder
sentir que se apropia completamente de todo mi ser.

- ¿Para siempre? – pregunta sin dejar de verme y presionándose más.

- ¡Si! – grito y me apoyo de nuevo a la pared, preparándome para recibirlo –


¡Para siempre!

- ¿Por siempre?

- ¡Si! ¡Por siempre!

- Yixing eres mío por completo – me dice y lentamente me va penetrando – Eres


mío... mío...

Su movimiento es lento y yo siento que me llena toda mi cavidad. Abro mi boca


en la suya, mientras sigue susurrando su sentencia.

- Yixing te amo... y jamás... dejaré... que te aparten de mi lado... eres mío...

Es suave, es lento, pero contundente y preciso. No se trata de entrar y salir de


mí sin sentido. Me penetra hasta el fondo, bien al fondo.

- Lento – escucho que murmura – Lento...

De vez en cuando cierra sus ojos. Tiembla. Su cuerpo robusto me amarra


delicadamente, sin torpezas, pero fuerte. Sale de mí un poco. Esa fricción es
demasiado placentera, para mi estrecha cavidad. Entra de nuevo en mí
despacio y yo voy entrando en su ritmo.
De repente, se queda quieto. Sus ojos se llenan de lágrimas. Siento que exhala
calor. La emoción nos embriaga a los dos. Y entonces escucho la canción que
inunda el apartamento a todo volumen. "Demons" de Imagine Dragons, son las
palabras que me ha dicho esta noche. Es como si Junmyeon me hablara. Ahora
entiendo, se está controlando a sí mismo. Tiene miedo de hacerme daño. Por
eso llora y me ama.

- Junmyeon – digo entre gemidos, pues es imposible dejar de sentirlo tan


delicioso – Te amo Junmyeon... todo a ti... No tienes que cuidarme de ti.

- Yixing ¡Mierda! – me dice ahogado y temblando – Nunca había sentido esto


¡Te lo juro! – y grita como bestia en mi cara, cuando se mueve despacio.

Me acomodo en su hombro y me presiono a él lo más que puedo. La punta de su


magnitud está ardiendo en lo profundo, en el fondo, más allá del fondo y siento
que todo me da vueltas.

- Me voy... a mover... más rápido – ruje en mi oído.

No me lo dice a mí. Sé que se lo está diciendo a sí mismo. Siento tan caliente


dentro que no puedo evitar gritar entre gemidos de placer, con mi corazón
explotando de emoción.

- Dios ¡Junmyeon! ¡Te siento... estás tan...! ¡Grande!

Acaricia mis pezones y tiembla mi cuerpo en él. Y se sigue moviendo, y se


revuelve en mi cavidad. Está hirviendo. Y yo me quemo mientras él comienza a
estamparme su brutalidad entrando y saliendo.

- Demonios... Yixing – jadea con palabras entrecortadas – Eres... ¡Perfecto!


- ¡Junmyeon! Necesito... necesito...

Ni que supiera qué necesito, sin yo saber siquiera, toma con su mano mi
miembro y comienza a masajearlo rápido. Mientras, él sigue con sus
embestidas sin cesar.

Me resbalo en la delicia de su cuerpo. Choco contra la pared y me apoyo ahí.


Siento el ruido de nuestros cuerpos transpirados, que colisionan sin parar. Mi
cuerpo caliente comienza a sentir la corriente eléctrica de la cabeza a los pies.
Me tenso y mi estómago ya siente el fuego del éxtasis al que me lleva
Junmyeon. Por eso grito en un temblor descontrolado.

- ¡Necesito... venirme Junmyeon! ¡Córrete dentro... de mí! ¡Por... favor!

Me embiste con todo el impulso de su cuerpo desquiciado. Mi vientre siente que


explota. Su miembro hinchado palpita. Lo siento completamente.

Con una mano me sostengo de la pared y con la otra le rasguño salvajemente la


nuca.

- ¡Junmyeon!

- ¡Juntos Yixing! ¡Los dos!

Entonces siento que me rebalso. Él al sentirme explosiona una vez, otra vez y a
la tercera vez, grita chorreándose dentro y fuera de mí.

- ¡YIXING!

- ¡JUNMYEON!
Sólo quedan gemidos en este paraíso. Mi corazón siente que estalla de felicidad.

Junmyeon refriega su mejilla en la mía. Su respiración entrecortada y fuera de


control es perfecta para mi oído sensible.

Estamos parados. Estamos terriblemente agotados. Pero su cuerpo es mi


descanso. Lo juro. Hay tanta paz... Y sólo él me la da. Él se queda dentro de mí,
quieto.

- Junmyeon... – susurro apenas, pues estoy terriblemente agotado.

- Dime...Yixing...

- Eres... eres perfecto... Junmyeon...

- Tú eres perfecto... Mi Corazón...

Estamos empapados. Mis piernas se sienten débiles.

- Junmyeon – digo de nuevo, ya más sereno.

- Dime Mi Corazón – dice mirándome a los ojos.

- Llévame a la cama. Por favor...

Sonreímos. Estamos molidos. Entonces él dice.


- Te extrañé infinitamente...

- Terriblemente – agrego y escucho su sonrisa.

- A ti también se te notó – me replica.

- Engreído...

Se sale de mí. Esa fricción ha sido espectacular. Él al verme tan debilitado, me


rodea con sus brazos y me da la vuelta. Entonces percibo su pene que ya quiere
más y me río diciendo...

- ¿Cómo puedes querer?

- Contigo siempre quiero – dice mordiendo una de mis mejillas.

Me le trepo y él me sostiene, mientras enrosco mis piernas en sus caderas. Lo


beso y él no deja de mirarme mientras me lleva a donde más me gusta.

Llegar a nuestro refugio, me ha hecho derramar lágrimas de emoción. Y le


confieso.

- Extrañé tanto este lugar...

Me recuesta en la cama y me tapa bien, porque sabe que sufro del frío. Pero ya
con él, sé que no pasará. Se acomoda a mi lado, me rodea con sus brazos y yo
beso su pecho.

Respira profundo en mi rostro. Adoro verlo tranquilo y en paz. Estamos


cansados, así que nos quedamos mirándonos de costado y abrazados. Me decido
a cerrar mis ojos, porque sé que él no lo hará hasta que yo entre en descanso
primero.

Después de tanto tiempo, por fin podré dormir, porque sé que Junmyeon,
cuidará mis sueños. Y él también podrá reposar tranquilo, porque sabe que yo
cuidaré su corazón.

Aquí en este lugar que tanto amo, nos estamos reparando los dos.
Capitulo 29
FINAL: "El amor salva"

Camino como un loco trazando el mismo camino de un lado al otro. Mis pasos
son cortos y rápidos. Me detengo. Miro la hora en mi móvil. Suspiro y vuelvo a
retomar el mismo ritmo.

De pronto se abre la puerta de la habitación en la que me encuentro sólo. Es


Jongdae. Así que me freno, lo miro y sigo haciendo lo que hacía antes.

- Ya baja un cambio – me aconseja mi hermano cerrando la puerta – Vas a


volver a tener ganas de vomitar como recién.

Desde hace una semana que no doy más con mis ataques de nervios. Las
náuseas y los vómitos no me dejan en paz.

- No puedo – me quejo apretando mis labios – Se está demorando mucho.

- Faltan 10 minutos – dice apoyándose en la pared.

- Él es muy puntual – le aclaro elevando mi índice para variar – Jamás llega a


destiempo. Es más... llega antes.

- ¿Se habrá arrepentido? – me dice preocupado y yo lo quiero matar con la


mirada – Oye... es broma... ¡no!

No tuvo tiempo de decir más porque se quedó sin aire del puño que le deposité
en su estómago.

Alguien toca la puerta. Mamá entra.


- Jongdae... ¡¿Qué pasa?! – dice corriendo hacia él al verlo sin aire agarrándose
la panza.

- Me... pegó – me acusa, señalándome con el dedo, ni que fuéramos niños.

Mamá lo pone derecho mientras le peina los cabellos. Lleva su típico hanbok
azul pálido y un pañuelo en la mano con el que no para de secarse los ojos.
Cuando lo ve ya compuesto, se vuelve a mí y me habla emocionada.

- Ya es hora.

Me he quedado pasmado. Estaba desesperado por salir corriendo a ubicarme en


mi sitio y ahora no puedo moverme. Si antes tenía ganas de vomitar, ahora me
quiero desmayar.

Ella se me acerca y me acomoda el traje. Como siempre, antes de cualquier


evento importante, ella no deja de hacerlo. Toma mi rostro entre sus manos y
me da un beso en cada mejilla.

- Mi niño hermoso – dice llorando – Te adoro tanto...

Sonrío y le doy un beso en la frente.

A pesar de todo, no puedo evitar preguntar por mi "padre", a quien nunca volví
a llamar por ese título.

- ¿Cómo... cómo está... él?

- Está bien. Jamás se comportaría de forma impropia ante Sang Woo. Ya


sabes... – dice mamá dándome palmaditas en mi mano.
- Viejo falso – murmura Jongdae y nadie le discute.

Sólo una vez hablé con mi padre, tiempo después de salir del hospital, con la
compañía de mi hermano. Ahí rompí mi compromiso con Eun Ji y le exigí
dejara en paz a Seung Huyng. Hubo amenazas de por medio y una fuerte
discusión, por decirlo delicadamente.

Jamás aceptó mi relación con Yixing. Hasta hace cuatro días, en que Sang Woo
pidió reunirnos y el cobarde que es, hizo como si nada. Sé que nunca asumirá
su error, porque pedir disculpas o perdón, no está en su naturaleza llena de
soberbia. Pero Yixing, es tan bondadoso y de un corazón tan grande, que no dijo
palabra cuando lo vio.

Han pasado dos semanas desde nuestro regreso a Seúl. Han pasado dos
semanas desde el regreso de Minseok. Y ver a mi hermano completo, me dio pie
para exigirle a Mi Corazón que hiciera lo que tanto anhelaba desde que
volvimos a estar juntos. No se negó, para mi sorpresa. Parece que estaba tan
ansioso como yo. Hoy por fin seremos esposos, por siempre y para siempre.

Mi madre lo hizo todo, como si ya lo tuviera más que previsto. Adora a Yixing y
se habría quedado a vivir con nosotros en Boston, de no ser que su corazón de
madre le decía que debía estar en Seúl con Jongdae.

Mi hermano se me acerca, acomoda mi moño y me dice con una inmensa


sonrisa.

- ¿Sabes qué es lo que me hace más feliz de todo esto?

- Qué... – digo, ya sabiendo que viene una de las suyas.

- Que le diste al viejo, terrible patada en el culo.


Sólo el estruendo de nuestras carcajadas retumba por todos lados. Cuando nos
calmamos a él se lo nota emocionado y tomándome fuerte de los hombros,
agrega.

- En serio... Junmyeon... entre los dos...nunca pensé, de que hicieras por fin lo
que realmente te hiciera feliz. Y eso me llena de orgullo...

Le sonrío y mientras le acomodo el ramillete de su solapa, con el moño de su


traje, le digo.

- Eres el mejor... lo sabes ¿Verdad? Tú siempre fuiste el de buen corazón.

Sus ojos se empañan. Apenas cae una lágrima, yo se la quita y abrazándolo


fuerte, agrego.

- Gracias... ¡Gracias hermano!

Siento sus palmadas en mi espalda. Se aparta de mí bruscamente y pasando un


dedo por su nariz, larga un ronquido para componerse.

Me ha salvado la vida, me ha protegido y cuidado en mis peores días. De los


dos, ha sufrido tanto... Y no se ha quejado. Lo ha aguantado todo entre risas,
con la única intención de defenderme. Del dolor, mi hermano, ha salido
victorioso, hecho un hombre bueno y más calmado. Por eso es que lo admiro
tanto.

- Bueno mis niños – dice mamá que nos observaba sin parar de llorar – Ya hay
que salir.

Ellos se van primero y yo me miro al espejo. Tengo un traje de gala perfecto de


color negro, y mi solapa lleva un ramillete de fresias. Paso mis manos por mis
cabellos y sonrío. Estoy seguro que hoy lo voy a volver más loco por mí, por
cómo estoy.

Respiro hondo, exhalo fuerte y recién salgo.

Mientras camino por esta terrible pasarela, no puedo evitar ver cómo está todo.
Aunque el decorador y mi madre insistieron con flores de cerezos, por la época,
yo quería fresias, porque así todo estaría impregnado de él. Y es todo en lo que
aporté.

Altas y delgadas ramas se elevan con fresias por todo el salón. Es primavera,
no sólo en esta época, sino también en mi corazón.

Me paro al lado del Ministro. Me doy la vuelta y observo los rostros de todos
que me miran llenos de emoción.

Aquí están los que necesitaba que estén, apoyándonos a los dos. Mis amigos, mi
familia. Hasta Seung Hyung me ha hecho el favor de venir. Casi todo el
personal del hospital está aquí.

Mi hermano me sonríe y me da con el pulgar arriba. Está completo de verdad,


con "su Vida", tomados de la mano. Yifan, Chanyeol, Sehun y Jongin, me
acompañan hoy más que nunca. Ellos me rescataron de ese horror y lo que hoy
pasa aquí lo vivo por ellos también. Al lado de cada uno, están los muchachos
de Mi Corazón, especialmente por él.

Un rostro me pone un poco tenso. Junto a Minho y Taemin, está Zhoumi. Me


saluda con un gesto, asintiendo con su cabeza y yo hago lo mismo. Los dos
sonreímos. Cuando le di las gracias, me dijo que solo hacía su trabajo. Pero yo
le dije que le daba las gracias por traer a Yixing de regreso a mi lado. Sé que lo
sigue amando. Aunque hoy esté acompañado, sé que lo seguirá amando...
Un experto pianista y un grupo de cuerda, tocan "Canon" de Pachelbel. Eso me
da la pauta de que va a entrar.

Miro las puertas que se abren y ahí me quedo extasiado. Sólo él puede ser tan
perfecto. Yixing. Tiene un traje color marfil. Un ramo de fresias adorna su
rostro precioso e iluminado. Y noto además que lleva su llamador de ángel
colgando.

Está del brazo de Sang Woo, que se va secando lágrimas. Por unos segundos lo
mira y le susurra algo al oído. Hasta que vuelve su rostro hacia donde me
encuentro.

Me ha visto y sus hoyuelos preciosos hacen acto de presencia. Está feliz.


Estamos felices.

Todo es perfecto, porque él es perfecto.

Por cada paso que da, me recuerda todo lo que pasamos juntos.

Lo veo saltando en ese sillón, cantando como un niño. Lo recuerdo jugando con
los pequeños, haciendo sus revisiones.

Hasta me viene a la cabeza aquella vez que estaba en la fiesta acompañado de


Zhoumi. Verlos juntos me hizo darme cuenta, que yo quería ser el que estuviera
en el lugar de su amigo. Por eso le robé ese beso. Porque sabía que era la única
forma de quedar estampado de por vida en su corazón.

Recuerdo cuando estuvo enfermo y lo tuve que sacar del hospital. Sigo
convencido que nadie más que yo, estaba hecho para cuidar a Mi Corazón.
Mi mente vaga por el metro y él cantando con su guitarra. Mis pies esa vez, no
pudieron evitar seguir sus pasos y hoy elijo seguir haciéndolo para siempre. Me
dejé atrapar por esos cabellos despeinados y sus jeans desgastados. Mi paya-
médico sigue siendo el más adorable en lo que hace. Jamás había conocido una
mente tan brillante.

Parpadeo y la emoción me embarga. Mi corazón palpita por él con fuerza


recordando los días en que estuvo en peligro. Yixing es el más valiente que he
conocido en mi vida. Si tuviera que arriesgarlo todo por mí, lo haría. Es un
luchador como ningún otro. Sólo él podría ganarme todas las batallas, sin
pelearlas siquiera.

Ya no me aguanto lo lento que va esto. Así que mejor lo busco. A ver si se


arrepiente en un segundo. No sé cómo he llegado a estar de frente a Sang Woo
y le doy un abrazo terrible para que suelte de una a Yixing y me lo dé. Yo sé
que entiende.

Pero no me lo cede.

Sang Woo me agarra del brazo y me pone en el otro costado. Muy tranquilo va
caminando en medio de los dos. Yo no tengo más que hacerle caso. Sólo cuando
llegamos al altar, el señor juez me mira y me dice tiernamente con una
palmadita en la mejilla.

- Kim Junmyeon... Júrame que lo vas a cuidar como un tesoro.

- Así será – le digo apretando su mano.

- Más te vale – dice ya poniéndose serio – Porque si no te mato.

Podría ser que me lo diga en sentido figurado. Aunque terrible apretón me ha


dado el viejo que casi revienta mi mano. Y dándose la vuelta para abrazar a su
muchacho, se ubica al lado de mi madre.
Y ahí nos quedamos los dos. Frente a frente. Mirándonos y amándonos, nos
tomamos de las manos.

El Ministro inicia la ceremonia. Ante todos decimos nuestros votos. No hay


temblor en las palabras que declaramos. Por eso quien oficia se sorprende
cuando yo digo naturalmente.

- Yo Kim Junmyeon, te tomo a ti Zhang Yixing, para hacerte reír todos los días
y secar tus lágrimas si hay tristeza. Te elijo para cuidarte cuando estés
enfermo y protegerte de cualquier peligro. Te elijo para abrazarte en todo
momento y darte calor en las noches de frío. Te elijo para respetar tus silencios
y para cantarte melodías. Te elijo para ser felices en la rutina y serenos en la
dicha. Te elijo porque eres mi mejor amigo y eres mi más fiel amante. Te elijo
para cuidar tus sueños, hasta el final de los días. Si me aceptas Mi Corazón,
prometo que cuando llegue el momento en que tenga que partir, seguiré
amándote eternamente por siempre y para siempre mi doctor, Zhang Yixing.

No he dejado de verlo un solo segundo. Me había aprendido esas palabras en


silencio cada vez que lo veía. Las lágrimas recorren sus mejillas sonrojadas,
pero de su rostro no ha desaparecido su preciosa sonrisa, ni ese brillo de sus
labios.

Toma aire y entonces me hace sus votos, con esa voz tan suave y profunda.

- Yo Zhang Yixing... – se queda callado un segundo y veo que sus ojos tienen un
resplandor especial, aprieta más mis manos que tiemblan y sigue – te acepto y
te tomo a ti Kim Junmyeon como mi esposo,

para seguir amando cada uno de tus gestos,

para adorar tus melodías por las noches,


y llenar con pasión nuestros silencios.

Te acepto a ti Kim Junmyeon como mi esposo

para cuidar de tu corazón por siempre,

para sanar cada herida del pasado

y construir felices un presente.

Te elijo a ti Kim Junmyeon como mi esposo

porque eres mi Ángel en penumbras,

que vigila mi descanso y mi reposo,

que me protege en el dolor y en mis sombras.

Y juro amarte y serte fiel por siempre,

aún más allá de nuestra muerte.

Porque el amor que por ti siento es tan fuerte,

que sé que será por siempre y para siempre.


Todo el tiempo me pregunto ¿Qué hice yo para merecerlo? Lloro de felicidad.
Nadie más que él me hace feliz de verdad.

No escucho lo que el ministro dice. Sólo hasta que llega la parte en que nos
ponemos los anillos y al fin nos declara esposos ante todos.

Ni lo dejo llegar a la parte que dice que lo puedo besar, si al final Yixing es mío
por completo. No me hace falta que me den permiso, para apropiarme de esa
boca que hace rato me está llamando.

Escucho el estruendo de los aplausos en la sala y nos miramos sonriendo.


Cuando caminamos a la salida, la lluvia de rosas nos rebasa por todo alrededor.

Claro que después de eso viene la parte privada. El Pyebaek. Así que nos
cambiamos los trajes y todo ese circo en el que debemos escuchar a nuestros
mayores y comer las semillas y bla bla bla...

A Yixing parece encantarle todo eso, porque está atento en todo momento a las
palabras de Sang Woo, de mi madre y de mi padre. Si. Mi padre habló. Ni lo
escuché demasiado. Bueno. En realidad no escuché a nadie. Sólo quería ir a
festejar mi casamiento con Yixing, mi esposo.

No organizamos fiesta. Queríamos estar a solas en casa y hacer el amor sin


parar.

Llegamos al apartamento. Nos paramos en la puerta y lo alzo entre mis brazos.


Él se mata de la risa a carcajadas y se me pierde en mi cuello, dándome un
beso. Marca el código de seguridad y cuando traspasamos el umbral,
escuchamos el grito de la multitud: "¡Sorpresa!"

Maldita sorpresa. Normalmente me gustaban. Hasta hoy.


- ¿Cómo mierda hicieron para entrar? – me pregunto con Yixing en brazos.

- Lo siento – murmura él – Es que los chicos me ayudaron a vestirme... y


bueno... necesitaban entrar... y...

- Ya Yixing – le digo al verlo afligido – Me gusta que hayan venido.

Le sonrío. No podría enojarme con él, más si lo tengo entre mis brazos. Así que
mirando a todos contento, entramos al apartamento como debe ser y comienza
el festejo.

A nuestros amigos se les ocurrió que querían regalarnos la sorpresa de la


fiesta. Debo decir que estaba antagónica al respecto. Me encontraba frustrado
por no estar a solas con Yixing, pero feliz por estar con todos aquí.

Bailamos a más no poder. Comieron, ni que fuera la última vez. Yo no podía de


los nervios. Sigo con el estómago revuelto. Pero la sensación de felicidad era
absoluta en verdad.

De pronto empieza a sonar música más tranquila y lenta. Cada uno está metido
en sus cosas. Charlan, bailan, siguen comiendo...

Ya es de noche. Yixing y yo salimos a la terraza. Disfrutamos el ver la cantidad


de gente que nos quiere bien.

De pronto Mi Corazón mira al cielo. Está absorto en las estrellas. Sé que por su
mente vagan también los recuerdos de nuestra historia.

- Junmyeon...
- Dime Mi Corazón.

- Cuándo... ¿cuándo te enamoraste de mí?

Sonrío. Y sin dudar le respondo.

- Desde la primera vez que te vi.

- Pero... ¡si estaba hecho un desastre! – exclama riendo, porque no puede


creerlo – ¡Parecía un loco saltando y cantando en el sillón!

- Yixing – le confirmo rodeándolo con mis brazos – Es que por eso me enamoré
de ti – y agrego con ternura – Me dije a mí mismo, que serías mi loco, solo mío y
de nadie más. Mi loco de cabellos revueltos. Mi loco con la sonrisa perfecta. Mi
loco con esos hoyuelos preciosos... Cuando entré y te vi saltando, riendo y
cantando... fue perfecto. Perfecto y sólo para mí... ni hablar de cuando te
frenaste y me miraste con esos cachetes colorados y todo agitado... me calenté
en un segundo...

- ¡Pervertido! – exclama y veo que sus mejillas se sonrojan. Aún no ha perdido


ni siquiera conmigo su pudor y me muero más de amor.

- Si – le digo yo sin vergüenza, dándole un beso en los labios – Solo contigo. Y si


no recuerdo mal, tu boca entreabierta estaba echando chispas. Yo creo que te
enamoraste también en ese momento de mí.

- ¡Eres un engreído! – me reclama y entierra sus dedos por mis cabellos.

- Por eso te enamoraste de mí. Porque soy seguro y arrebatador – le digo sin
titubear, arqueando mi ceja.
- Estás loco...

- Sólo desde que te conozco. Y esa es la razón de mi felicidad.

Nos reímos al vernos a los ojos. Ahí está ese brillo tan especial en su mirada.
Nos quedamos unos segundos en silencio y entonces lo llamo.

- Yixing...

- Dime Junmyeon...

- Gracias por salvarme – nunca me canso de decírselo. Entonces él también me


recuerda.

- No tienes que darme las gracias Junmyeon. Tú me rescataste y me salvaste la


vida dos veces.

- Y tú todos los días Yixing. Todos los días, me salvas la vida.

Un suspiro sale de su boca. Me da un beso suave en los labios y me dice.

- Nos salvamos los dos... Siempre nos salvamos. Con nuestro amor.

Ese beso que me dio, me ha hecho entrar en calor. Más cuando siento que él me
mira con esos ojos que echan fuego y se refriega imperceptiblemente en mí.

- Tengo ganas de mandar al diablo a los invitados – digo sin pensar, ya


recorriendo con besos su cuello.
- No seas así de malo... – me ronronea, gimiendo de placer.

- Hace dos días que no te tengo Yixing... No doy más – digo ya suplicando – Con
esa mierda de tus amigos, de que no debía verte antes de la boda...

Lo beso como sé que le gusta. A ver si entiende que ando bien necesitado de sus
atenciones y que tiene que compensar los días que me ha tenido hecho un
despojo sin él.

- ¿Ves cómo ando? – le pregunto apretando bien mi cuerpo al suyo,


mordiéndome los labios.

- Junmyeon... – gime en mi boca y siento su cálido aliento a frutas.

- Mierda... cómo me gustas Yixing – digo entre dientes amarrándolo a mí, sin
dejar de besarlo – tengo ganas de follarte con todo...

- Junmyeon... Junmyeon... – susurra.

- Dime Yixing...

- Tienes que ser suave... lento y más... delicado...por unas semanas...

Lo miro confundido ante eso que me dice. Normalmente me pide que sea duro,
que vaya rápido y que lo folle con todo. Sus ojos están vidriosos. No sé hacer
lectura de ellos. Está caliente y emocionado.

- ¿Yixing? – pregunto sin saber qué pregunto – ¿Qué...?


Su mirada y su sonrisa distinta, me dejan sin palabras abriendo bien mis ojos.
Lo miro unos segundos y balbuceo.

- Yixing...

- Cuatro semanas Kim Junmyeon.

- ¿Yixing? – pregunto y él asiente – ¿Cuatro... semanas...?

Mis ojos se empañan y veo borroso. Porque ¿puede ser alguien tan feliz en un
instante?

Mi mano naturalmente se posa en su vientre. Cierro mis ojos pensativo por


unos segundos. Sonrío pero de pronto el miedo me invade. Las lágrimas
inevitablemente caen por mis mejillas.

- Será perfecto – me dice Mi Corazón, que ya entiende qué me ocurre – Nuestro


bebé será perfecto Junmyeon. Ha sido hecho con amor. En él no habrá
demonios, ni infiernos. En él solo habrá amor.

- Si es como tú, será perfecto – le digo tembloroso, mirando esos ojos preciosos.

- Y si es como tú, será perfecto – me calma con ternura, pasando sus manos por
mi rostro – Eres tan hermoso Kim Junmyeon... Pero mejor dejemos que sea
perfecto como quiera ser – agrega con su preciosa sonrisa, llenándome de su
seguridad.

Lo abrazo fuerte, aunque recuerdo que lleva a mi bebé en su vientre, así que
tengo que ser más delicado que nunca con él. Tengo dos que cuidar y proteger.

- ¿Ya fuiste al médico?


- Yo soy médico – me recuerda.

- Si...pero... ¿no tienes nauseas, vómitos, mareos y esas cosas?

- No – me dice tranquilo, acariciando mis cabellos que sé que adora – Esas


cosas por suerte las agarraste tú.

- ¡¿Qué?!

- Ahaaa ......Tú tienes los síntomas no yo.

Me he quedado pasmado ¿Qué acaso no se supone que esa mierda es para los
que llevan los bebés? ¡Yo soy el padre!

- ¡¿Y por qué yo?! – le reclamo.

- Es lo que se llama "embarazo por simpatía", denominado en medicina como el


Síndrome de Couvade.

- ¡¿Qué?! ¡¿Qué mierda es eso?! – exclamo recontra furioso porque siento que es
injusto.

- Quizá te agarren los antojos – ni que fuera doctor me explica él el asunto y ya


no quiero saber.

- Ya me siento descompuesto. ...... le digo agarrándome la cabeza.

- Junmyeon ... ¡Junmyeon!


- ¿Por qué demonios me tiene que pasar esto?

- Es que me amas demasiado Junmyeon – me dice tierno, pero con tono de


culpa y ya me desarmó el corazón.

Me quedo ahí mirándolo. Ya me arrepiento del berrinche que le armé de la


nada. Si él tiene que cargar con el peso de todo solo, yo al menos debería
aguantarme esto que en algún momento se pasa.

Lo miro. Ahora entiendo por qué aceptó casarse conmigo cuando yo lo decidí. Ya
estaba seguro de la familia que quería construir. Le doy un beso y le digo
sonriendo, sin dejar de sostenerlo entre mis brazos.

- Zhang Yixing, me haces el hombre más feliz del mundo. Sólo tú.

Ya se le fueron las lágrimas de amor y me resulta adorable ver a mi esposo así


conmigo, bajo la noche estrellada. Sus cabellos se han despeinado por la brisa
de la primavera. Él así, conmigo, es perfecto.

Una canción especial comienza a sonar en el lugar. Yixing me sonríe feliz al


escucharla. Yo me aparto de él mientras Every breath you take, de The Police,
inunda todo.

Me paro en medio de la terraza y comienzo a bailar solo, porque sé que me está


comiendo con los ojos, saboreando el movimiento de mi cuerpo, que se balancea
solo para él. Entonces, cuando lo creo oportuno, doy tres giros y estiro mi mano.
Él viene a mí. Esa delicia de cuerpo y esa pelvis atrevida, me van a matar de
placer.

Allí nos quedamos bailando. Disfrutando los tres, este momento perfecto. Si mi
bebé ya empezó a crecer, desde ahora construiré con Yixing, solo recuerdos
felices para él. Y este será el primero.
Mientras bailamos eufóricos y ya pegados besándonos , le digo.

- Tenías razón.

- ¿En qué?

- En lo que dijiste una vez a mi hermano.

- ¿Qué le dije?

- Que la risa cura y el amor salva.

Me mira y sonríe. Se ha puesto colorado recordando la primera vez que tomó mi


mano. Apoya su cabeza en mi pecho y escucha los latidos de mi corazón.
Después de su revisión diaria, me dice como todos los días.

- Está sano y está fuerte.

- Porque late por...los dos. Ahora tengo que vigilar a alguien más.

Soy Kim Junmyeon, el esposo de Zhang Yixing. No nos ha sido fácil llegar
hasta aquí, pero ahora juntos no tenemos miedo a lo que llegue e venir.

Mis proyectos eran simples, hacer la vida que mi padre quería para mí.

Pero se apareció Zhang Yixing y seguir sus pasos, perseguirlo y vigilarlo, fue la
mejor decisión que pude tomar en mi vida. Me volví loco por este hombre y
ahora seré cuerdo por él. Ha robado por completo mi corazón destruido y me lo
ha reconstruido con su amor. Me ha aceptado tal cual soy y me ha enseñado el
verdadero significado del amor.

Miro a Mi Corazón tan precioso y bello que es, y todavía no puedo creer en la
suerte que tuve de haberlo encontrado.

Una vez le pedí que sanara mi corazón hecho añicos. Y lo hizo aún arriesgando
su propia vida, uniendo cada uno de los pedazos perdidos, de mi corazón de
niño, que creí que habían destruido. Yixing con su amor, lo curó y lo sanó. Y
aunque las cicatrices queden por siempre, esa es la huella de que se ha hecho
más fuerte.

Es verdad. Si la risa cura, el amor salva.

Yixing con su sonrisa, sanó cada una de mis heridas y con su amor, sigue
salvándome cada uno de mis días. Por eso sólo viviré para cuidar y proteger al
amor de mi vida.

FIN
Palabras del autor
Gracias a quienes se animaron a pasar de la tranquilidad del inicio de esta
historia, al enamoramiento, del enamoramiento a la euforia y de la euforia al
dolor de ver los riesgos por los que tuvieron que atravesar Yixing y Junmyeon.

Ojalá les haya gustado esta historia ¡Gracias!

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