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DEMANDA DE AMPARO INDIRECTO ADMINISTRATIVO (CONTRA LEYES)

QUEJOSO:
JOSÉ LUIS MARTINEZ PÉREZ
ACTO RECLAMADO:
LA APLICACIÓN DEL ARTÍCULOS 78 AL 80 Y 99, DE LA LEY DE HACIENDA DEL ESTADO
DE ZACATECAS REFORMADO POG 31-12-2022 (Decreto 263), ASÍ COMO LA APLICACIÓN
DEL NUMERAL 15 DEL DECRETO GUBERNATIVO MEDIANTE EL CUAL SE OTORGAN
ESTÍMULOS FISCALES, Y REGLAS DE FACILIDADES ADMINISTRATIVAS PARA EL
EJERCICIO FISCAL 2022.

JUEZ DE DISTRITO EN TURNO DEL ESTADO DE ZACATECAS


P R E S E N T E:

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ PÉREZ, mexicano, mayor de edad, por mi propio derecho, señalando como domicilio para oír y recibir
notificaciones, aún las de carácter personal en Calle San Isidro #203, Frac. San Fernando, Zacatecas, Zacatecas, autorizando a Ricardo
Cuellar Valdez, Sayda Nayeli Escareño Vanegas, Celina Sánchez Hernández, Rubén Martínez Juárez, para oír y recibir todo tipo de
notificaciones y autorizando en términos amplios del artículo 12 de la Ley de Amparo al Lic. en Derecho, VICTOR EDWIN MARTÍNEZ
ORTEGA, con cédula profesional de número 11059260 y al LIC. Juan Jesús de Luna Celaya con número de cédula profesional 11046873
debidamente registradas ante este H. Juzgado de Distrito con el debido respeto comparezco y expongo lo siguiente:

Que vengo a demandar el AMPARO Y PROTECCIÓN DE LA JUSTICIA FEDERAL en contra de los actos y autoridades que a
continuación se señala, por lo que en cumplimiento a lo establecido por el artículo 108 de la Ley de Amparo, manifiesto:

I.- NOMBRE DEL QUEJOSO: El que se indica en el proemio de esta demanda.

II.- DOMICILIO DEL QUEJOSO: El que ha quedado establecido en el proemio de la presente demanda.

III.- NOMBRE Y DOMICILIO DE LOS TERCEROS PERJUDICADOS: Dada la naturaleza del acto, no existe.

IV.- AUTORIDADES RESPONSABLES:

A)COMO AUTORIDAD ORDENADORA SE INDICAN LAS SIGUIENTES:

1. Congreso del Estado Independiente, Libre y Soberano de Zacatecas (…).


2. C. Gobernador del Estado de Zacatecas (…).
3. C. Secretario de Gobierno del Estado de Zacatecas (…).
4. Secretario de Finanzas del Gobierno del Estado de Zacatecas (...).
5. C. Administrador Fiscal del Estado (…).
6. C. Director del Periódico Oficial del Estado (…).

B) Como Autoridad Ejecutoras:

1. C. Administrador Local de Recaudación de Rentas en Zacatecas, Zacatecas (…).


2. C. Administrador General Jurídico de la Administración Fiscal del Estado (…).
3. C. Administrador Central de Recaudación de Rentas en Zacatecas, Zacatecas (…).

TODOS CON SEDE EN Zacatecas, Zacatecas

V. ACTOS RECLAMADOS.

A) DE LA LXII LEGISLATURA DEL ESTADO DE ZACATECAS, RECLAMO LO SIGUIENTE:

1.- La aprobación y expedición del decreto legislativo número 109, publicado en el Periódico Oficial el 31 de diciembre de 2016,
mediante el cual se expidió la Ley de Hacienda del Estado de Zacatecas, específicamente por lo que se refieren los artículos 78, 79, 80, 81,
82, 83, 84, 85, 86, 87 88 y 99, reformado POG 20/12/2017 (Decreto 273) y 31/12/2018 (Decreto 112) y 31/12/2018 (Decreto 113), y
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019, así como la aplicación del numeral 9 y15 del Decreto Gubernativo mediante el
cual se otorgan Estímulos Fiscales, y Reglas de Facilidades Administrativas para el Ejercicio Fiscal 2023.

2.- La aprobación y expedición del Decreto Legislativo POG 31-12-2022 (Decreto 263), publicado en el Periódico Oficial el 31 de
diciembre de 2016, mediante el cual se expidieron las reformas y adiciones a la Ley de Hacienda del Estado de Zacatecas, específicamente
la adición a los artículos 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87 88 y 99, reformado mediante decreto 263 de diciembre de dos mil veintidós,
así como la aplicación del numeral 9 y 15 del Decreto Gubernativo mediante el cual se otorgan Estímulos Fiscales, y Reglas de Facilidades
Administrativas para el Ejercicio Fiscal 2019.

B) DEL GOBERNADOR DEL ESTADO, RECLAMO LO SIGUIENTE:

1.- La expedición de las Reformas, Adiciones y Derogaciones a la Ley de Hacienda del Estado de Zacatecas, POG 31-12-2022
(Decreto 263), con relación a los artículos 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88 y 99, reformado mediante decreto 99 de diciembre de
dos mi dieciocho, así como la aplicación del numeral 9 y 15 del Decreto Gubernativo mediante el cual se otorgan Estímulos Fiscales, y
Reglas de Facilidades Administrativas para el Ejercicio Fiscal 2019.
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AMPARO INDIRECTO ADMINISTRATIVO
(CONTRA LEYES)

2.- La expedición de las reformas y adiciones a la Ley de Hacienda del Estado de Zacatecas, publicadas en el Periódico Oficial
del Estado.
C)ADMINISTRADOR GENERAL JURÍDICO DE LA ADMINISTRACIÓN FISCAL DEL ESTADO
De las siguientes autoridades se reclama lo siguiente:

La expedición de las Reformas, Adiciones y Derogaciones a la LEY DE HACIENDA PARA EL ESTADO DE Zacatecas POG 31-
12-2022 (Decreto 263), con relación a los artículos 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88 y 99, reformado mediante decreto 99 de
diciembre de dos mi dieciocho, así como la aplicación del numeral 9 y 15 del Decreto Gubernativo mediante el cual se otorgan Estímulos
Fiscales, y Reglas de Facilidades Administrativas para el Ejercicio Fiscal 2019.

D).-DEL SECRETARIO DE FINANZAS DEL GOBIERNO DEL ESTADO.

De dichas autoridades reclamo lo siguiente:

E) DEL SECRETARIO DE FINANZAS DEL GOBIERNO DEL ESTADO.


2 F) DEL ADMINISTRADOR FISCAL DEL ESTADO
G) ADMINISTRADOR LOCAL DE RECAUDACIÓN DE RENTAS EN ZACATECAS, ZACATECAS.
H) ADMINISTRADOR CENTRAL DE RECAUDACIÓN DE RENTAS EN ZACATECAS, ZACATECAS., en especial, EL ACTO
DE APLICACIÓN, esto es el recibo del pago del Impuesto Sobre Infraestructura, UAZ y control vehicular, el cual se
encuentra sustentado en una Ley que el Tribunal Colegiado ha declarado inconstitucional al existir jurisprudencia NO
PÙBLICADA pero aplicable al caso concreto, además de existir jurisprudencia temática sobre el tema de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación.

VI.-GARANTÍAS CONSTITUCIONALES VIOLADAS.

Las consignadas en los artículos 1º, 14, 16 y 31, fracción IV de la Constitución General de la República Mexicana.

BAJO PROTESTA DE DECIR VERDAD; a continuación manifiesto los hechos y abstenciones que me constan y que constituyen
los antecedentes de los actos reclamados o fundamentos de los conceptos de violación:

ANTECEDENTES

1. Soy propietarios del vehículo que ampara el recibo de pago que adjunto y que tienen número de trámite SERIE FOLIO:
554.3299.2023.0447 , con fecha de cobro 06 de Enero del 2023, CON ID DE PAGO 210632 , el cual desde este momento pido se pida a
finanzas remita una copia certificada del recibo de pago toda vez que el cual no aparece firma ni sello de finanzas.

2. El día 06 de enero del 2023, me presenté a pagar los impuestos que corresponden, por lo cual erogue diversas cantidades, tal
y como lo demuestro con el pago que anexo.

3.- Es el caso que el suscrito considera que el recibo de pago (acto de aplicación) es INCONSTITUCIONAL, ya que es un acto de
autoridad, en este caso que es violatorio de los PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DE PROPORCIONALIDAD Y EQUIDAD que deben
guardar.

4.- Además de que existen diversos impuestos que impugné con anterioridad y que aún están subjudices a decisión
constitucional.

La inconstitucionalidad tanto del artículo como del acto de aplicación se glosa a continuación:

CONCEPTOS DE VIOLACIÓN

PRIMERO. RESPECTO DEL ACTO DE APLICACIÒN, CONSISTENTE EN EL RECIBO DE PAGO, EL MISMO SE SUSTENTA
EN UNA LEY QUE EL TRIBUNAL COLEGIADO DECLARÒ LA INCONSTITUCIONALIDAD DE LA NORMA, EXISTEN DIVERSOS
CRITERIOS CONCORDANTES CON LO SEÑALADO LOS CUALES SON LOS SIGUIENTES: 440/2017, 478/2017, 254/2017, 432/2017,
441/2017, 496/2017, 240/2017, 277/2017, 460/2017, 486/2017, 491/2017 y 534/2017, ADEMÀS DE EXISTIR JURISPRUDENCIA
TEMATICA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÒN 2a./J. 126/2013 (10a.).

Además, el Alto Tribunal ha establecido que la suplencia de la queja tratándose de leyes declaradas jurisprudencialmente
inconstitucionales es amplia, puesto que el criterio respectivo puede tener aplicación a casos similares a los que motivaron su emisión. Así
se desprende del siguiente criterio:

“SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE. LA JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN QUE DECLARA LA INCONSTITUCIONALIDAD DE UNA
LEY PUEDE TENER APLICACIÓN A CASOS SIMILARES A LOS QUE MOTIVARON SU EMISIÓN, SIN QUE ELLO IMPLIQUE DARLE EFECTOS GENERALES. La suplencia prevista en
la fracción I del artículo 76 bis de la Ley de Amparo, se refiere a los conceptos de violación y a las omisiones en que incurra el quejoso al promover su demanda de garantías contra actos
fundados en una ley inconstitucional. Ese tipo de suplencia implica que la jurisprudencia por la que se declara inconstitucional una ley o norma general pueda tener aplicación a casos
similares a los que motivaron su emisión, aun cuando no se haya invocado por el quejoso, en atención al mandato contenido en el precepto legal citado y a la observancia obligatoria
determinada en el artículo 192 de la propia ley, sin que tal actuación signifique dar efectos generales a la declaración de inconstitucionalidad de la ley, dado que sólo producirá su inaplicación
a los casos concretos que se controviertan.”

Continuando con la línea interpretativa prevista, por lo que hace a los tribunales ajenos al Poder Judicial de la Federación, se ha
establecido que éstos deben observar la jurisprudencia sobre inconstitucionalidad de leyes de este Alto Tribunal, sin analizar si el acto o
resolución impugnados constituyen el primero o ulterior acto de aplicación del precepto legal que lo funda, en términos del criterio que a
continuación se transcribe:

“JURISPRUDENCIA SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES. EL TRIBUNAL FEDERAL DE JUSTICIA FISCAL Y ADMINISTRATIVA DEBE APLICARLA CUANDO SEA
PROCEDENTE, SIN ANALIZAR SI EL ACTO O RESOLUCIÓN IMPUGNADOS CONSTITUYEN EL PRIMERO O ULTERIOR ACTO DE APLICACIÓN DEL PRECEPTO LEGAL QUE LO
FUNDA. El Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, al cumplir con la obligación que le imponen los artículos 94, párrafo octavo, de la Constitución Política de los Estados Unidos
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(CONTRA LEYES)

Mexicanos y 192 de la Ley de Amparo, consistente en aplicar la jurisprudencia sobre inconstitucionalidad de leyes que establezca la Suprema Corte de Justicia de la Nación al juzgar sobre la
legalidad o ilegalidad del acto o resolución impugnados en el juicio de nulidad, no está facultado para analizar si la disposición legal que los funda y que se ha declarado jurisprudencialmente
inconstitucional, fue consentida tácitamente por el actor al no haber promovido el juicio de amparo en contra del primer acto de su aplicación, esto es, no debe verificar si la resolución
impugnada constituye el primero o ulterior acto de aplicación de dicha disposición, ya que, por un lado, el referido tribunal carece de competencia no sólo para juzgar sobre la
constitucionalidad de la ley sino también para analizar la procedencia de su impugnación y, por otro, la aplicación de la jurisprudencia respectiva opera sin que obste que el acto o resolución
impugnados en el juicio de nulidad constituyan el primero o ulterior acto de aplicación de la norma declarada inconstitucional, pues en ese tipo de juicios, al igual que en el amparo directo, la
sentencia dictada produce efectos únicamente contra el acto o resolución impugnados, mas no contra la ley que le sirve de fundamento.”

Ahora, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha dejado, de alguna manera claro, que esa importante eficacia de la
jurisprudencia no es fuente de nuevas atribuciones para los poderes públicos.

En tal sentido, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, estableciendo una diferenciación entre órganos
jurisdiccionales del Poder Judicial de la Federación y tribunales ajenos a dicho Poder, ha determinado que los tribunales contencioso
administrativos no están facultados para aplicar la jurisprudencia sobre inconstitucionalidad de un precepto declarado inconstitucional al
resolver sobre la legalidad de un acto fundado en una diversa norma a la que se ha declarado inconstitucional, con independencia de que
aquélla sólo haya reiterado el contenido de esta última, ya que se trata de un nuevo acto legislativo no examinado por el Alto Tribunal.

De esa forma, debe quedar precisado que, a diferencia de los tribunales del Poder Judicial de la Federación, los tribunales ajenos
3 a dicho Poder carecen de facultades para aplicar la jurisprudencia sobre inconstitucionalidad de leyes a casos análogos a los que motivaron
su emisión, especialmente en atención al monopolio de los jueces constitucionales en relación con el control de constitucionalidad de las
leyes. Así se desprende del siguiente criterio:

“JURISPRUDENCIA SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE UNA LEY. EL TRIBUNAL FEDERAL DE JUSTICIA FISCAL Y ADMINISTRATIVA NO DEBE APLICARLA PARA RESOLVER
SOBRE LA LEGALIDAD DE UN ACTO FUNDADO EN UNA DISPOSICIÓN DIVERSA A LA DECLARADA INCONSTITUCIONAL, AUN CUANDO REITERE SU CONTENIDO. El Tribunal
Federal de Justicia Fiscal y Administrativa no debe aplicar la jurisprudencia sobre inconstitucionalidad de un precepto declarado inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
al resolver sobre la legalidad de un acto fundado en una diversa disposición a la que se declaró inconstitucional, con independencia de que aquélla sólo haya reiterado el contenido de esta
última, ya que se trata de un nuevo acto legislativo no examinado por el Alto Tribunal, pues aceptar lo contrario, llevaría a que los tribunales ordinarios determinen, sin facultades para ello,
que otra ley tiene los mismos vicios reconocidos explícitamente en la declarada inconstitucional por jurisprudencia, lo que contraviene el sistema de control de la constitucionalidad de las
leyes reservado a los órganos que integran el Poder Judicial de la Federación y a la determinación última del Máximo Órgano jurisdiccional. Además, la aplicación analógica del criterio
contenido en una tesis de jurisprudencia que hubiera determinado la inconstitucionalidad de cierta norma, ya no es lo que el propio Alto Tribunal ha definido como una cuestión en la que los
tribunales administrativos se limitan a realizar un estudio de legalidad, relativo a si el acto o resolución impugnados respetaron el artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, porque si un precepto no ha sido declarado específica y concretamente inconstitucional por aquella jurisprudencia, el análisis de otro precepto, aunque sea semejante, sólo lo
pueden hacer los tribunales de control constitucional.”

En términos muy generales, de los criterios antes expuestos es posible establecer que a partir del fundamento constitucional de la
jurisprudencia de este Alto Tribunal se han construido criterios interpretativos tendentes a privilegiar, en cierta medida, la aplicación de la
jurisprudencia frente a cuestiones de procedencia que se ha considerado injustificado oponer, así como frente a tecnicismos
procedimentales irrelevantes a ese respecto, sin que dicha tendencia haya llegado al extremo de atribuir a la eficacia de la jurisprudencia el
carácter de fuente de nuevas atribuciones para los poderes públicos.

Alcance de la eficacia de la jurisprudencia en relación con los demás órganos jurisdiccionales del país.

En términos generales, la jurisprudencia de ese Alto Tribunal es el resultado de la actividad interpretativa que proyecta los
contenidos concretos de las normas del ordenamiento jurídico en un momento histórico determinado. Esa noción puede advertirse del
siguiente criterio, que se transcribe en la parte conducente:

“AMPARO. (…) El amparo no tiene simplemente la finalidad privada de defender las garantías individuales en provecho de los particulares, sino, principalmente, la de procurar el
cumplimiento de la Constitución (…) Por la sentencia que en el amparo se dicte, se fija el sentido de interpretación de la Constitución General y de las leyes comunes, lo cual no
puede dejarse a la torpeza y negligencia de las partes que intervienen en el juicio de garantías y que presenten pruebas deficientes; el amparo debe atenerse más a la realidad de
las cosas que a la simple formalidad de carácter procesal; naturalmente, sin salirse de las formas esenciales del procedimiento, según lo establece el artículo 107 de la
Constitución. (…).”

De conformidad con lo dispuesto en el octavo párrafo, del artículo 94 constitucional, en relación con los artículos 192 de la Ley de
Amparo y 2351 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
vincula a todos los tribunales del Estado mexicano.

En esa medida y, desde cierta óptica, la jurisprudencia tiene eficacia directa o inmediata en relación con todos los tribunales del
país, porque están legalmente obligados a su cumplimiento; y mediata o indirecta en relación con todas las autoridades, porque su falta de
cumplimiento injustificada debe ser remediada por los Tribunales a través de la anulación de los actos respectivos.

En ese sentido, si bien en un primer momento (veintiséis de abril de dos mil dos) se estableció por la Segunda Sala en el criterio
2a./J. 38/2002 que las autoridades administrativas no están obligadas a aplicar la jurisprudencia al cumplir con la garantía de fundar y
motivar sus actos, en un criterio vinculante posterior (veintiséis de agosto de dos mil dos) la misma Sala matizó dicha idea y se determinó
en la jurisprudencia 2a./J 89/2004, que los tribunales contencioso administrativos deben declarar la nulidad (por razón de ilegalidad) de los
actos de individualización de leyes declaradas jurisprudencialmente inconstitucionales por este Alto Tribunal. Para corroborar lo anterior, se
transcriben las tesis jurisprudenciales citadas en el orden indicado:

"JURISPRUDENCIA SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES. LAS AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS NO ESTÁN OBLIGADAS A APLICARLA AL CUMPLIR CON LA
GARANTÍA DE FUNDAR Y MOTIVAR SUS ACTOS. La obligación de las autoridades administrativas de fundar y motivar sus actos consiste en citar de manera específica la ley
exactamente aplicable al caso, así como en expresar las circunstancias especiales, razones particulares o causas inmediatas que se hayan tenido en consideración para la
emisión del acto y la adecuación entre los motivos aducidos y las normas aplicables y no, en citar también la jurisprudencia respectiva, esto es, la obligación de fundar los actos
en la ley, no implica hacerlo en la forma en que haya sido interpretada por los órganos competentes del Poder Judicial de la Federación, dado que la jurisprudencia tiene
notables diferencias con la ley y no puede ser equiparable a ésta, principalmente porque la jurisprudencia es obra de los órganos jurisdiccionales y la ley del órgano legislativo,
es decir, la jurisprudencia no es una norma general y sólo se aplica a casos particulares, conforme al principio de relatividad de las sentencias que rige al juicio de garantías, por
lo que resulta erróneo sostener que los actos de las autoridades administrativas sean violatorios del artículo 16 constitucional por no apoyarse en la jurisprudencia que declare
la inconstitucionalidad de una ley, habida cuenta que por remisión del octavo párrafo del artículo 94 de la Constitución Federal, los preceptos 192 y 193 de la Ley de Amparo,
establecen con precisión que la jurisprudencia obliga solamente a los órganos jurisdiccionales." (Novena Época, Instancia: Segunda Sala, Fuente: Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo: XV, Mayo de 2002, Tesis: 2a./J. 38/2002, Página: 175).

“JURISPRUDENCIA SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES. AUNQUE LAS AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS NO ESTÁN OBLIGADAS A APLICARLA AL EMITIR SUS
ACTOS, SÍ DEBEN CUMPLIR LAS SENTENCIAS EN LAS QUE, CON BASE EN AQUÉLLA, EL TRIBUNAL FEDERAL DE JUSTICIA FISCAL Y ADMINISTRATIVA DECLARE SU
NULIDAD. El Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa al estar obligado, en términos del artículo 192 de la Ley de Amparo, a aplicar la jurisprudencia, aun la que
declara la inconstitucionalidad de una ley, debe, con base en aquélla, decretar la nulidad de las resoluciones administrativas que se hayan fundado en una ley declarada
inconstitucional, por constituir un vicio de legalidad contrario al artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En ese caso, las autoridades
administrativas deberán cumplimentar la sentencia dictada por el tribunal conforme a los lineamientos ahí establecidos, pues si bien es cierto que dichas autoridades al emitir
sus actos, no están obligadas a acatar la jurisprudencia que haya declarado la inconstitucionalidad de una ley, por no preverlo así los artículos 192 y 193 de la Ley de Amparo,
también lo es que al dictar la resolución de cumplimiento no están acatando propiamente la jurisprudencia, ni se les está obligando a someterse a ella, sino a la sentencia del
mencionado tribunal en que se aplicó.” (Novena Época, Instancia: Segunda Sala, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo: XX, julio de 2004, Tesis: 2a./J. 89/2004,
página: 281).

A partir de estos criterios los tribunales contencioso administrativos tienen la obligación de anular los actos de individualización de
leyes declaradas jurisprudencialmente inconstitucionales.

1
(ADICIONADO, D.O.F. 22 DE NOVIEMBRE DE 1996) "Artículo 235. La jurisprudencia del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación será obligatoria para el Tribunal Electoral, cuando se refiera a la interpretación
directa de un precepto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y en los casos en que resulte exactamente aplicable."
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(CONTRA LEYES)

En términos generales, del examen detenido de todos y cada uno de los criterios antes expuestos, se advierte que el fundamento
constitucional de la eficacia de la jurisprudencia ha generado el principio procesal de apartamiento de tecnicismos y obstáculos
procedimentales que impidan, de modo injustificado, el despliegue pleno del impacto de la jurisprudencia en el orden jurídico, así como una
progresiva tendencia en el sentido de evitar, en amplio grado, la subsistencia de actos de aplicación de leyes declaradas
jurisprudencialmente inconstitucionales, en función de garantizar la fuerza normativa de la Constitución y el principio de supremacía
constitucional.

En lo particular, de los criterios antes transcritos, el Alto Tribunal aprecia que existe una especie de graduación de la eficacia de la
jurisprudencia, motivada por distintos factores, que va presentando una variada intensidad según se trate de tribunales de lo contencioso
administrativo o jueces constitucionales del Poder Judicial de la Federación.

Tratándose de los tribunales ajenos al Poder Judicial de la Federación y de los tribunales contencioso administrativos, la
jurisprudencia presenta una mayor eficiencia, ya que tienen el deber de considerarla en sus sentencias y de anular los actos de
4 individualización de las leyes declaradas jurisprudencialmente inconstitucionales, sin que deban analizar si el acto o resolución impugnados
constituye el primero o ulterior acto de aplicación del precepto legal.

No obstante, la capacidad de la jurisprudencia no es fuente de nuevas atribuciones, por lo que, como se ha dicho, los tribunales
contencioso administrativos carecen de facultades para aplicar la jurisprudencia sobre inconstitucionalidad de leyes a casos análogos a los
que motivaron su emisión, en atención al monopolio de los jueces constitucionales en relación con el control de constitucionalidad de las
leyes.

Por su parte, tratándose de jueces y tribunales del Poder Judicial de la Federación, la eficacia de la jurisprudencia presenta una
mayor influencia, por diversos factores, de manera tal que, por disposición legal, llega inclusive a imponer deberes amplios de suplencia de
queja que, a diferencia del caso de los tribunales contencioso administrativos, tiene incluso el alcance de autorizar al órgano jurisdiccional a
aplicar la jurisprudencia que declara la inconstitucionalidad de una ley a casos similares a los que motivaron su emisión, además de
conducir a una prudente interpretación moderada de las causas de improcedencia del juicio de amparo, según ha quedado expuesto.

Alcance de la eficacia de la jurisprudencia temática sobre inconstitucionalidad de leyes, en relación con la suplencia de
la queja.

Una vez desarrollado el estado de evolución de la posición de la Corte, en lo relativo al concepto, fundamento y eficacia de la
jurisprudencia, corresponde determinar cómo debe operar el juez constitucional con respecto a la figura de la suplencia de la queja
tratándose de jurisprudencia temática.

La jurisprudencia temática en materia de inconstitucionalidad de leyes es aquella que determina que el supuesto normativo
previsto en una disposición general impugnada, no puede tener cabida en ninguna ley, por ser contrario a la Constitución, y cuya
construcción argumentativa revela un nivel de abstracción de tal índole, que evidencia el desprendimiento de una regla constitucional
reconocida de manera general, frente a todo tipo de leyes que prevean las mismas figuras estimadas inconstitucionales.

La jurisprudencia temática sobre inconstitucionalidad de leyes se refiere, entonces, a actos legislativos que por ningún motivo o
consideración se pueden realizar válidamente, según la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y por virtud de esa apreciación
impregnada de generalidad, es que se hace una declaración indeterminada abreviando el análisis de cada una de las legislaciones que
pudieran reincidir, sin mayores propósitos de enmienda, en el mismo vicio de inconstitucionalidad detectado por el más Alto Tribunal.

Por tanto, y como hasta ahora ha sido, la jurisprudencia temática en materia de inconstitucionalidad de leyes será de manera
general se pretenda salvaguardar la Constitución Federal, contra supuestos normativos que por su carácter indiscutiblemente contraventor
de ésta, se haga conveniente situarlas como una regla general de interpretación constitucional, de forma tal que cuando el juzgador se
encuentre frente al mismo supuesto, reiterado en cualquiera otra legislación, sepa con precisión y sin lugar a dudas, que tiene la obligación
de observar la ley desde la misma perspectiva de la jurisprudencia temática creada ex profeso a esos fines.

Pero conviene hacer otra aclaración importante. En amparo indirecto la falta de impugnación de una norma contemplada en una
jurisprudencia temática que hubiera declarado que la misma no puede tener cabida en ninguna ley, por ser contraria a la Constitución
Federal ―conforme a la definición antes elaborada― no impide que cuando solamente se formule el concepto de violación en ese sentido,
la protección constitucional pueda ser concedida únicamente en contra del acto concreto de aplicación de dicha norma, pues en estos
casos debe operar la misma regla instituida para el amparo directo, conforme a la cual exclusivamente el acto de concreción de la norma es
declarado violatorio de garantías, sin hacer pronunciamiento alguno sobre la inconstitucionalidad de la ley que le sirva de fundamento, por
lo que el efecto en estos casos será limitado y no impedirá a las autoridades volver a aplicar la misma norma en casos futuros distintos del
que motivaron la promoción del juicio.

En ese caso, el juez constitucional no emite una decisión autónoma y propia de inconstitucionalidad de leyes, sólo aplica la
jurisprudencia para evitar que subsista un acto ilegal. Es aplicable, el criterio que en seguida se transcribe:

“JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN POR EL ÓRGANO JURISDICCIONAL. La aplicación de la jurisprudencia por el órgano jurisdiccional puede hacerse de modos diferentes.
Así, existen casos en los que al aplicarla el órgano hace suyas las razones contenidas en la tesis, como sucede cuando al examinar una de las cuestiones controvertidas se
limita a transcribir el texto de la tesis sin necesidad de expresar otras consideraciones; o cuando estudia el problema debatido expresando razonamientos propios y los
complementa o fortalece con la reproducción de alguna tesis de jurisprudencia relativa al tema. Sin embargo, esto no ocurre en el caso en que exista una jurisprudencia que
establezca la inconstitucionalidad de la ley aplicada en el acto reclamado, pues en este supuesto el juzgador no hace un examen del tema debatido y resuelto por aquélla, sino
que simplemente la aplica porque le resulta obligatoria, independientemente de que comparta sus razonamientos y sentido, es decir, en este caso el Juez o tribunal sólo ejercen
su libertad de jurisdicción en la determinación relativa a si el caso concreto se ajusta o no a los supuestos que lleven a la aplicación de la jurisprudencia, mas no en el criterio
que en ésta se adopta.” (Novena Época, Instancia: Segunda Sala, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo: XVII, febrero de 2003, Tesis: 2a. V/2003, página: 327).
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Siguiendo la regla anterior, debe suplirse la deficiencia de la queja prevista en la fracción I, del artículo 76 bis de la Ley de
Amparo, respecto del acto concreto de aplicación de una norma legal, que si bien no ha sido específicamente declarada inconstitucional a
través de la jurisprudencia, tiene como género próximo el ámbito de regulación de una jurisprudencia temática sobre inconstitucionalidad de
leyes, en la cual se determinó que el mismo supuesto normativo previsto en la disposición legal impugnada, no puede tener cabida en
ninguna ley, por ser contrario a la Constitución Federal.

Esta conclusión se justifica porque el juez constitucional tiene los deberes siguientes:

1) Hacer prevalecer la Constitución y tiene facultades propias y autónomas para decidir si un acto o una ley viola alguna norma
constitucional, con el efecto de inaplicarlo(a) en el caso concreto, y para casos futuros en relación con el quejoso, por lo que, por mayoría
de razón, tiene facultades para ejercer un prudente juicio de analogía con el objeto de verificar la aplicabilidad directa del principio contenido
en la jurisprudencia al caso de su conocimiento;

2) De actualizarse el juicio de analogía, suplir la deficiencia de la queja, habida cuenta que se surte la aplicabilidad del principio
5 general contenido en la jurisprudencia, consistente en que el supuesto normativo previsto en la disposición legal que sirvió de fundamento
al acto reclamado no puede tener cabida en ninguna ley, dando lugar, en consecuencia, al surgimiento de la obligación del juzgador de
hacer prevalecer el derecho fundamental o la norma constitucional en conflicto, interpretado(a) en el sentido establecido a través de la
jurisprudencia temática aplicable.

3) Evitar la subsistencia de actos de aplicación de leyes declaradas inconstitucionales, con independencia del consentimiento o la
no impugnación de la ley, porque dichos actos, al constituir una individualización de la norma legal, contienen necesariamente los vicios de
inconstitucionalidad que la ley le ha trasladado, además de defectos propios de ilegalidad;

4) Motivar y fundar de manera adecuada sus sentencias de amparo, por lo que, para evitar que su actuación resulte injustificada y
produzca como efecto, en último término, que se violen los derechos fundamentales del quejoso que son materia de la jurisprudencia
temática, tiene la obligación de suplir la deficiencia de la queja, en atención a que existe la certeza jurisprudencial de que el acto de
aplicación combatido no es más que producto de la individualización de una norma legal que viola el ordenamiento constitucional.

Ello acorde a los siguientes criterios:

SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE CUANDO EXISTE JURISPRUDENCIA TEMÁTICA SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES. ES OBLIGATORIA EN EL AMPARO, A FIN
DE HACER PREVALECER LA SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS. Debe suplirse la queja deficiente respecto del acto concreto
de aplicación de una norma legal, que si bien no ha sido específicamente declarada inconstitucional a través de la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ingresa sin
mayor dificultad dentro del ámbito de regulación de una jurisprudencia temática sobre inconstitucionalidad de leyes, entendida ésta como aquella referida a los actos legislativos que no
pueden realizarse válidamente. Esta conclusión se justifica por las siguientes razones: 1) el Juez constitucional tiene el deber de hacer prevalecer la Constitución en cuanto ley suprema,
además tiene facultades propias y autónomas para decidir si un acto o una ley viola alguna norma constitucional, con el efecto de inaplicarlo en el caso concreto, y para casos futuros en
relación con el quejoso, por lo que, por mayoría de razón, tiene facultades para ejercer un prudente juicio de analogía con el objeto de verificar la aplicabilidad directa del principio contenido
en la jurisprudencia al caso de su conocimiento; 2) de actualizarse el juicio de analogía, se surte la aplicabilidad del principio general contenido en la jurisprudencia, dando lugar en
consecuencia al surgimiento del deber del juzgador para hacer prevalecer el derecho fundamental o la norma constitucional cuyo alcance ha sido definido; 3) el Juez constitucional tiene el
deber de evitar la subsistencia de actos de aplicación de leyes declaradas inconstitucionales, con independencia de la no impugnación o el consentimiento de éstas, porque dichos actos al
constituir una individualización de la norma legal, contienen necesariamente los vicios de inconstitucionalidad que la ley les ha trasladado, además de los posibles defectos propios de
ilegalidad que en consecuencia se producen; y 4) el Juez constitucional tiene el deber de actuar conforme a derecho, lo que no ocurre si mediante su actuación impide la plena eficacia de la
jurisprudencia temática invocada, pues ello implicaría la violación de los derechos fundamentales tutelados a través del orden jurídico.

SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE. CONDICIONES PARA QUE OPERE RESPECTO DE ACTOS CONCRETOS DE APLICACIÓN DE LEYES DECLARADAS
INCONSTITUCIONALES POR JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN (AMPARO INDIRECTO Y DIRECTO). La suplencia de la queja deficiente en el
caso de jurisprudencia sobre inconstitucionalidad de leyes no sólo se actualiza con respecto a la ley viciada (en amparo indirecto), sino también en cuanto a sus actos de aplicación
reclamados (tanto en amparo indirecto como en directo). Esto es, para que opere en ambas vías, la suplencia de la queja deficiente respecto del acto concreto de aplicación, únicamente se
requiere que el juicio de amparo sea procedente respecto a dicho acto, por lo tanto es viable: 1) sin que sea necesario reclamar la ley respectiva; 2) sin importar que, en caso de reclamarse la
ley, ésta haya sido consentida, y en general, sin necesidad de que el amparo resulte procedente en relación con dicha norma legal; y, 3) sin importar que el quejoso haya expuesto
planteamientos para demostrar la inconstitucionalidad de los actos reclamados. De tal suerte que tanto en el amparo indirecto como en el directo, es posible el estudio de constitucionalidad de
la ley aun cuando ésta haya sido consentida o incluso en caso de que no haya sido reclamada, pues ello sólo impediría el otorgamiento del amparo contra la ley misma, pero no contra los
actos de su aplicación, más aun cuando éstos han sido impugnados en tiempo, y en consecuencia no han querido ser tolerados por el agraviado.

Los artículos 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87 y 88 de la ley de hacienda transgreden el principio de proporcionalidad
tributaria, previsto por el artículo 31 fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, toda vez que el IMPUESTO
ADICIONAL PARA LA INFRAESTRUCTURA, así como el de ADICIONAL UAZ, constituyen la base para la determinación de la
contribución extraordinaria impugnada, lo cual resulta violatorio del principio constitucional de proporcionalidad tributaria.

En ese contexto, las contribuciones extraordinarias del IMPUESTO ADICIONAL PARA LA INFRAESTRUCTURA, así como el de
ADICIONAL UAZ, que cobra la Hacienda Pública Estatal, es contraria al principio de proporcionalidad tributaria, que se prevé en el
artículo 31, fracción IV, de la Constitución Federal.

A fin de evidenciar tal aseveración, es conveniente precisar el contenido y alcance del principio de proporcionalidad tributaria
previsto en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución General de la República, en el cual se sustenta el concepto de violación que nos
ocupa.

El mencionado principio radica, medularmente, en que los sujetos pasivos deben contribuir al gasto público en función de su
capacidad contributiva, para lo cual deben aportar una parte justa y adecuada de sus ingresos, utilidades, rendimientos o la manifestación
de riqueza gravada.

De acuerdo con este principio, los gravámenes se deben fijar acorde con la capacidad económica de cada sujeto pasivo; o sea,
en función de su potencialidad real para contribuir a los gastos públicos, de manera que las personas que obtengan ingresos elevados
tributen en forma cualitativamente superior a los de medianos y reducidos recursos.

Es decir, la proporcionalidad está vinculada con la capacidad económica de los contribuyentes, para que en cada caso el
impacto sea distinto no sólo en cantidad sino en lo tocante al mayor o menor sacrificio, reflejado cualitativamente en la propia disminución
patrimonial que proceda, y que debe estar en proporción a los ingresos, utilidades, rendimientos, o bien, a la manifestación de riqueza
gravada.

Así, para que un gravamen sea proporcional debe existir congruencia entre el impuesto creado por el propio Estado y la
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(CONTRA LEYES)

capacidad contributiva de los causantes, entendida ésta como la potencialidad real de contribuir a los gastos públicos que el legislador
atribuye al sujeto pasivo del impuesto en el tributo de que se trate, tomándose en consideración que todos los presupuestos de hecho de
las contribuciones tienen una naturaleza económica en la forma de una situación o de un movimiento de riqueza y las consecuencias
tributarias son medidas en función de esa riqueza.

Sobre la base de lo anterior, la potestad tributaria implica para el Estado, a través de las autoridades legislativas competentes, la
facultad de determinar el objeto de los respectivos tributos, involucrándose cualquier actividad de los gobernados que sea reflejo de
capacidad contributiva, motivo por el cual uno de los principios que legitima la imposición de las contribuciones es, precisamente, el de la
identificación de la capacidad para contribuir a los gastos públicos por parte de los gobernados.

De esa forma, la capacidad contributiva se vincula con la persona que tiene que soportar la carga del tributo, o sea, aquella que
finalmente, según las diversas características de cada contribución, ve disminuido su patrimonio al pagar una cantidad específica por
concepto de dichos gravámenes, sea en su calidad de sujeto pasivo o como destinatario de éstos, por traslación que deba hacérsele por
disposición legal o por las características propias del tributo de que se trate.
6
En tal virtud, el principio de proporcionalidad se respeta en la medida en que se atiende a la capacidad contributiva de los
sujetos pasivos, toda vez que debe pagar más quien tiene una mayor capacidad contributiva y menos el que la tiene en menor proporción.

A ese respecto, cabe invocarse la jurisprudencia del contenido siguiente:


CAPACIDAD CONTRIBUTIVA. CONSISTE EN LA POTENCIALIDAD REAL DE CONTRIBUIR A LOS GASTOS PÚBLICOS . Esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha
sostenido que el principio de proporcionalidad tributaria exigido por el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, consiste en que los sujetos
pasivos de un tributo deben contribuir a los gastos públicos en función de su respectiva capacidad contributiva. Lo anterior significa que para que un gravamen sea proporcional, se
requiere que el hecho imponible del tributo establecido por el Estado, refleje una auténtica manifestación de capacidad económica del sujeto pasivo, entendida ésta como la
potencialidad real de contribuir a los gastos públicos. Ahora bien, tomando en consideración que todos los presupuestos de hecho de los impuestos deben tener una naturaleza
económica en forma de una situación o de un movimiento de riqueza y que las consecuencias tributarias son medidas en función de esta riqueza, debe concluirse que es necesaria
una estrecha relación entre el hecho imponible y la base gravable a la que se aplica la tasa o tarifa del impuesto. 2

De igual forma, resulta aplicable a lo anterior, la diversa jurisprudencia, cuyo tenor literal es el siguiente:
PROPORCIONALIDAD TRIBUTARIA. DEBE EXISTIR CONGRUENCIA ENTRE EL TRIBUTO Y LA CAPACIDAD CONTRIBUTIVA DE LOS CAUSANTES. El artículo 31, fracción IV,
de la Constitución Federal establece el principio de proporcionalidad de los tributos. Éste radica, medularmente, en que los sujetos pasivos deben contribuir al gasto público en función
de su respectiva capacidad contributiva, debiendo aportar una parte adecuada de sus ingresos, utilidades, rendimientos, o la manifestación de riqueza gravada. Conforme a este
principio los gravámenes deben fijarse de acuerdo con la capacidad económica de cada sujeto pasivo, de manera que las personas que obtengan ingresos elevados tributen en forma
cualitativamente superior a los de medianos y reducidos recursos. Para que un gravamen sea proporcional debe existir congruencia entre el mismo y la capacidad contributiva de los
causantes; entendida ésta como la potencialidad real de contribuir al gasto público que el legislador atribuye al sujeto pasivo del impuesto en el tributo de que se trate, tomando en
consideración que todos los supuestos de las contribuciones tienen una naturaleza económica en la forma de una situación o de un movimiento de riqueza y las consecuencias
tributarias son medidas en función de esa riqueza. La capacidad contributiva se vincula con la persona que tiene que soportar la carga del tributo, o sea, aquella que finalmente, según
las diversas características de cada contribución, ve disminuido su patrimonio al pagar una cantidad específica por concepto de esos gravámenes, sea en su calidad de sujeto pasivo o
como destinatario de los mismos. De ahí que, para que un gravamen sea proporcional, debe existir congruencia entre el impuesto creado por el Estado y la capacidad contributiva de
los causantes, en la medida en que debe pagar más quien tenga una mayor capacidad contributiva y menos el que la tenga en menor proporción. 3

Por lo anterior, el principio de proporcionalidad radica, medularmente, en que los sujetos pasivos deben contribuir al gasto público
en función de su capacidad contributiva, para lo cual deben aportar una parte adecuada de sus ingresos, utilidades, rendimientos o la
manifestación de riqueza gravada; en otras palabras, para que un gravamen sea proporcional, debe existir congruencia entre el impuesto
creado por el Estado y la capacidad contributiva de los causantes, en la medida en que debe pagar más quien tenga una mayor capacidad
y menos el que la tenga en menor proporción.

Sentado lo anterior, conviene citar el Decreto 109, mediante el cual se expide la Ley de Ingresos del Estado de Zacatecas para el
Ejercicio fiscal dos mil diecisiete, concretamente los artículos 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87 y 88., reformado mediante decreto 273
de veinte de diciembre de dos mi dieciocho, de la Ley de Ingresos del Estado de Zacatecas para el Ejercicio fiscal dos mil diecisiete, que se
tildan de inconstitucionales.
CAPÍTULO SÉPTIMO
Otros Impuestos
SECCIÓN I
Del Impuesto Adicional para la Infraestructura
DEL OBJETO
ARTÍCULO 78. El objeto de este impuesto lo constituyen los pagos que se deban efectuar por concepto del derecho establecido en el artículo 99 de esta Ley. DEL SUJETO
ARTÍCULO 79. Son sujetos de este impuesto, los contribuyentes que deban realizar los pagos señalados en el artículo anterior.
DE LA BASE GRAVABLE
ARTÍCULO 80. La base de este impuesto, la constituirá el monto total del pago que deban realizar los contribuyentes por el concepto a que se refiere el artículo 99 de esta Ley. DE
LA TASA
ARTÍCULO 81. El impuesto se determinará aplicando a la base gravable que establece el artículo anterior, la tasa del 30%. DEL PAGO
ARTÍCULO 82. El pago de este impuesto, se realizará conjuntamente y en el momento en que deban efectuarse los pagos relativos al Derecho establecido en el artículo 99 de esta
Ley. Los sujetos de este impuesto efectuarán su pago en la oficina recaudadora correspondiente y en las Instituciones Bancarias o en los medios que la Secretaría tenga autorizados.

SECCIÓN II
Del Impuesto para la Universidad Autónoma de Zacatecas
DEL OBJETO
ARTÍCULO 83. Es objeto de este impuesto, las cantidades que cobre el Estado por las contribuciones previstas en esta Ley. DEL SUJETO
ARTÍCULO 84. Son sujetos del impuesto, los contribuyentes afectos al pago de impuestos o derechos del Estado. DE LA BASE GRAVABLE
ARTÍCULO 85. La base de este impuesto será el monto que se cubra por el concepto de impuestos y derechos estatales.
DE LA TASA
ARTÍCULO 86. La tasa aplicable a la base de este impuesto será el 10%.
DEL PAGO
ARTÍCULO 87. El impuesto se calculará aplicando a la base determinada, la tasa establecida en el artículo anterior.
ARTÍCULO 88. El pago deberá hacerse al momento de enterar los impuestos o derechos correspondientes.

Como puede verse, por disposición expresa del legislador los causantes del impuesto para infraestructura para el ejercicio fiscal
dos mil diecisiete, están legalmente constreñidos a pagar las Contribuciones Extraordinarias del 30%, sobre el tributo de que se trata, lo que
significa que para la determinación de la base de esa contribución, se considera el entero que realicen o deban efectuar los causantes de
otros impuestos (tenencia), o sea, el origen de tal contribución es otro impuesto, lo que también sucede respecto del impuesto a la UAZ del
10% destinado al sostenimiento de la Universidad Autónoma de Zacatecas.

Como esto es así, es evidente que las contribuciones que hoy nos ocupan no reflejan la capacidad tributaria del gobernado,
porque en todo caso refleja que tal capacidad como elemento indispensable del tributo ya fue gravada y fue lo que, justamente, motivó el
pago del primer impuesto, por lo cual, desde luego, el hecho de que esa erogación sea estimada como hecho imponible viola el principio
de proporcionalidad tributaria, por no tomar en cuenta la capacidad económica del contribuyente, ya que no grava de manera directa
sus ingresos, utilidades ni rendimientos, sino que EL OBJETO DEL IMPUESTO ES LA CANTIDAD QUE SE LLEGUE A PAGAR CON
MOTIVO DE OTRA CONTRIBUCIÓN.

2
P./J. 109/99, sustentada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, consultable en la Novena Época, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo X, Noviembre de 1999, página 22
3
P./J. 10/2003, sustentada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible la Novena Época, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XVII, Mayo de 2003, página 144.
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(CONTRA LEYES)

Por lo anterior, es dable concluir que, en este caso, los contribuyentes están obligados a pagar una suma que no se determina en
relación directa con el objeto del impuesto de la Tenencia, del cual parte, esto es, que no se halla en proporción directa con el monto de la
riqueza que los hace aptos para contribuir al gasto público, lo cual constituye una violación al principio de proporcionalidad tributaria, de ahí
que lo conducente es declarar fundado el concepto de violación relativo.

Al efecto, cabe citar la tesis de jurisprudencia 2a./J. 126/2013 (10a.), emitida por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, visible en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XXIV, Septiembre de 2013, Tomo 2, página 1288, de
rubro y texto siguientes:
IMPUESTO ADICIONAL. LOS ARTÍCULOS 119 A 125 DE LA LEY GENERAL DE HACIENDA MUNICIPAL DEL ESTADO DE MORELOS QUE LO PREVÉN, VIOLAN EL
PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD TRIBUTARIA. Los preceptos citados, al establecer un impuesto adicional a cargo de las personas físicas o morales que realicen pagos por
concepto de impuestos y derechos municipales en la mencionada entidad federativa, ya sea en su carácter de responsables directos o solidarios, violan el principio de
proporcionalidad tributaria consagrado en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues no existe congruencia entre el mecanismo
impositivo que prevén y la capacidad contributiva de los sujetos pasivos, ya que no fue diseñado para gravar en un segundo nivel determinada manifestación de riqueza previamente
sujeta a imposición, a través de un impuesto primario, como operan las "sobretasas" u otras contribuciones adicionales -cuyo hecho imponible gira en torno a una misma actividad
denotativa de capacidad económica-, sino que fue estructurado para gravar globalmente todos los pagos de contribuciones municipales efectuados por los causantes, por lo que su
hecho imponible se materializa al momento de cumplir con esa obligación tributaria. Por consiguiente, el aludido gravamen adicional no participa de la misma naturaleza jurídica del
impuesto primigenio, pues no se circunscribe a una sola contribución mediante el pago de un doble porcentaje, sino que tiene por objeto gravar todos los pagos por concepto de
impuestos y derechos municipales previstos en la Ley de Ingresos del Municipio de que se trate del Estado de Morelos, por lo que es inconcuso que dicho actuar no refleja la
capacidad contributiva de los causantes.

7 También es de invocarse la tesis sustentada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página ciento
sesenta y siete del Semanario Judicial de la Federación, Volumen 193-198 Primera Parte, que estatuye:
VALOR AGREGADO, LEY DEL IMPUESTO AL. SU ARTICULO 18 ES CONTRARIO AL ARTÍCULO 31, FRACCIÓN IV, CONSTITUCIONAL. El legislador ordinario no puede, sin
atentar en contra del principio de justicia tributaria, elegir de manera caprichosa e ilógica los presupuestos objetivos que, como hechos imponibles, sirven para dar nacimiento a la
obligación tributaria, y esto es lo que sucede cuando pretende transmutar las figuras jurídicas hasta llegar al extremo de señalar que el presupuesto de hecho o el elemento objetivo
del hecho generador del crédito fiscal sea, precisamente, el monto de otro impuesto. Esto es así porque los impuestos (para sólo referirnos a las definiciones de nuestra legislación),
de acuerdo con el Código Fiscal de la Federación que entró en vigor el 1o. de abril de 1967, son: "... las prestaciones en dinero o en especie, que fija la ley con carácter general y
obligatorio a cargo de personas físicas o morales para cubrir los gastos públicos" o como dice el Código Fiscal de la Federación vigente: "... son las contribuciones establecidas en la
ley que deben pagar las personas físicas y morales que se encuentren en la situación jurídica o de hecho prevista por la misma...". Consecuentemente, cuando el presupuesto objetivo
del hecho imponible lo es gravar el cumplimiento de una obligación tributaria, que es lo que se pretende en el artículo 18 de la Ley del Impuesto al Valor Agregado, se falta al principio
de justicia tributaria. Es inaceptable que un impuesto sea el presupuesto objetivo de otro impuesto; que lo que es el resultado, se torne en presupuesto; que una sobreposición
interminable de impuesto pueda ser constitucional a pesar de su intrínseca injusticia por desnaturalizar la esencia misma del impuesto y sus finalidades. En consecuencia, al
establecer el artículo 18 de la Ley del Impuesto al Valor Agregado que para calcular el impuesto, tratándose de prestación de servicios, se considerará como valor el total de la
contraprestación pactada, así como las cantidades que además se carguen o cobren a quien reciba el servicio, por otros impuestos, contraviene el artículo 31, fracción IV, de la
Constitución.

Siguiendo la línea argumentativa, en el tema, los artículos antes transcritos prevén la percepción de la contribución señalada,
cuyo objeto es la realización de pagos por concepto de impuestos y derechos que establezca la Ley de Hacienda del Estado, y los sujetos
de este impuesto serán todos aquellos que realicen pagos por los impuestos o derechos establecidos en la ley aludida, siendo su base
gravable, el monto total de pagos por concepto de las contribuciones Estatales referidas.

Ahora bien, para atender al concepto de violación que se analiza, en principio, se tiene presente que la garantía de
proporcionalidad tributaria se encuentra consagrada en el artículo 31, fracción IV, constitucional que señala:
“Artículo 31.- Son obligaciones de los mexicanos:
IV. Contribuir para los gastos públicos, así de la Federación, como del Distrito Federal o del Estado y Municipio en que residan, de la manera proporcional y equitativa que dispongan
las leyes.”

Tocante a la garantía de proporcionalidad tributaria, se atiende a los criterios jurisprudenciales sustentados por la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, referentes a la proporcionalidad de los tributos, visibles en la Compilación de mil novecientos noventa y cinco,
Tomo I, tesis doscientos setenta y cinco, página doscientos cincuenta y seis, y en el Informe correspondiente a mil novecientos sesenta y
nueve, parte II, Sala Auxiliar, Séptima Época, página cincuenta y dos, que son del tenor siguiente:
“PROPORCIONALIDAD Y EQUIDAD TRIBUTARIAS ESTABLECIDAS EN EL ARTÍCULO 31, FRACCIÓN IV, CONSTITUCIONAL . El artículo 31, fracción IV, de la Constitución
establece los principios de proporcionalidad y equidad en los tributos. La proporcionalidad radica, medularmente, en que los sujetos pasivos deben contribuir a los gastos públicos en
función de su respectiva capacidad económica, debiendo aportar una parte justa y adecuada de sus ingresos, utilidades o rendimientos. Conforme a este principio, los gravámenes
deben fijarse de acuerdo con la capacidad económica de cada sujeto pasivo, de manera que las personas que obtengan ingresos elevados tributen en forma cualitativa superior a los
de medianos y reducidos recursos. El cumplimiento de este principio se realiza a través de tarifas progresivas, pues mediante ellas se consigue que cubran un impuesto en monto
superior los contribuyentes de más elevados recursos. Expresado en otros términos, la proporcionalidad se encuentra vinculada con la capacidad económica de los contribuyentes
que debe ser gravada diferencialmente, conforme a tarifas progresivas, para que en cada caso el impacto sea distinto, no sólo en cantidad, sino en lo tocante al mayor o menor
sacrificio reflejado cualitativamente en la disminución patrimonial que proceda, y que debe encontrarse en proporción a los ingresos obtenidos. El principio de equidad radica
medularmente en la igualdad ante la misma ley tributaria de todos los sujetos pasivos de un mismo tributo, los que en tales condiciones deben recibir un tratamiento idéntico en lo
concerniente a hipótesis de acusación, acumulación de ingresos gravables, deducciones permitidas, plazos de pago, etc., debiendo únicamente variar las tarifas tributarias aplicables,
de acuerdo con la capacidad económica de cada contribuyente, para respetar el principio de proporcionalidad antes mencionado. La equidad tributaria significa, en consecuencia, que
los contribuyentes de un mismo impuesto deben guardar una situación de igualdad frente a la norma jurídica que lo establece y regula.”

“IMPUESTOS, PROPORCIONALIDAD Y EQUIDAD DE LOS. Es el caso insistir en que el impuesto es un fenómeno histórico del actual Estado constitucional, quien lo decreta
mediante un acto legislativo en ejercicio de su soberanía, siendo propio de su naturaleza la transmisión de valores económicos, en servicio de los intereses sociales que le toca
cumplir. El Estado, de consiguiente, es el único titular de la soberanía fiscal, acreedor por antonomasia, del impuesto, al través del pago de una prestación incondicional. Todo
impuesto afecta directa o indirectamente, la capacidad contributiva personal o real del deudor fiscal, mas para que el impuesto no sea un acto indebido, ni esté sujeto a
arbitrariedades, es indispensable que sea proporcional y equitativo, con lo cual queda limitada la soberanía del poder legislativo de un Estado en la imposición de cargas fiscales. La
fuente de toda imposición es el conjunto de bienes que constituyen el patrimonio del contribuyente y de los provenientes de productos de rendimientos del capital, del trabajo o de la
unión de relación de uno y de otro el limite constitucional, a la facultad del legislador, para decretar un impuesto, a fin de que este sea proporcional y equitativo, es no acabar, jamás
destruir, la fuente de la imposición fiscal, porque ello equivaldría a aniquilarse a sí mismo, junto con el sistema económico de un país, que debe estar percatado que la peor política
financiera que puede adoptarse contra la sociedad moderna, es la existencia de un estado con escasos recursos económicos para la satisfacción de sus gastos públicos, estimados
dentro de estos los sociales, y para su cabal desarrollo económico, corresponde apreciar ya, en cuanto a la función económica que cumple el impuesto en el seno de una sociedad,
que si mayor es el potencial económico del contribuyente, mayor tendrá que ser el impuesto, aunque, invariablemente, en proporción a una capacidad contributiva personal o real,
pues la teoría del interés público en bien de la misma sociedad y esa capacidad contributiva, son las dos bases fundamentales para fijar el impuesto que encuentra, en el
escalonamiento de la cuota tributaria, una proporción cuyos resultados deberán repercutir en la necesidad de una redistribución de la renta nacional; en el quehacer de procurar el
desarrollo económico y constante del país; en la estabilidad de su moneda y en el empleo de sus miembros, única forma de lograr, para estos, un mejor equilibrio social y un bienestar
económico.”

Conforme a la primera jurisprudencia en cita, la proporcionalidad se encuentra vinculada con la capacidad económica de los
contribuyentes, capacidad que debe ser gravada diferencialmente para que en cada caso el impacto sea distinto respecto a la cantidad y
respecto al mayor o menor sacrificio que se ve reflejado cuantitativamente en la disminución patrimonial que se produce, y en proporción a
los ingresos obtenidos (tenencia de patrimonio o consumo realizado).

La segunda tesis establece que el principio de proporcionalidad obliga al legislador a graduar el impuesto de manera que la
participación de los contribuyentes al gasto público se realice en función de la mayor o menor capacidad económica manifestada por los
mismos al realizar el hecho imponible (nivel de renta, cantidad y calidad del patrimonio o del consumo de ambos), por lo que los elementos
de cuantificación de la obligación tributaria deben hacer referencia al mismo, es decir, que sea la base gravable la que permita medir esa
capacidad económica, que no sólo marca el cauce lógico del tributo sino que también lo legitima y explica su existencia, condicionando toda
su estructura y contenido.

Las anteriores conclusiones han sido recogidas en la tesis P./J. 109/99 del propio Tribunal Pleno, publicada en la Novena Época
del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo X, Noviembre de 1999, página 22 que dice:
“CAPACIDAD CONTRIBUTIVA. CONSISTE EN LA POTENCIALIDAD REAL DE CONTRIBUIR A LOS GASTOS PÚBLICOS . Esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha
sostenido que el principio de proporcionalidad tributaria exigido por el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, consiste en que los sujetos
pasivos de un tributo deben contribuir a los gastos públicos en función de su respectiva capacidad contributiva. Lo anterior significa que para que un gravamen sea proporcional, se
requiere que el hecho imponible del tributo establecido por el Estado, refleje una auténtica manifestación de capacidad económica del sujeto pasivo, entendida ésta como la
potencialidad real de contribuir a los gastos públicos. Ahora bien, tomando en consideración que todos los presupuestos de hecho de los impuestos deben tener una naturaleza
económica en forma de una situación o de un movimiento de riqueza y que las consecuencias tributarias son medidas en función de esta riqueza, debe concluirse que es necesaria
una estrecha relación entre el hecho imponible y la base gravable a la que se aplica la tasa o tarifa del impuesto.”

Sentado el alcance de la garantía de proporcionalidad tributaria, debe decirse que el legislador cuenta con plena libertad para el
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establecimiento de contribuciones, cuyo único límite es el respeto a los principios constitucionales que han sido desarrollados, según se
asienta en la jurisprudencia publicada en la Compilación de mil novecientos noventa y cinco, Tomo I, página ciento nueve, que literalmente
dice:
“CONTRIBUCIONES, OBJETO DE LAS. EL LEGISLADOR TIENE LIBERTAD PARA FIJARLO, SIEMPRE QUE RESPETE LOS REQUISITOS QUE ESTABLECE EL ARTÍCULO
31, FRACCIÓN IV, DE LA CONSTITUCIÓN. Es inexacto que el artículo 31, fracción IV, de la Constitución, al otorgar al Estado el poder tributario, establezca que el objeto de las
contribuciones quede limitado a los ingresos, utilidades o rendimientos de los contribuyentes, pues tan restringida interpretación no tiene sustento en esa norma constitucional, que
otorga plena libertad al legislador para elegir el objeto tributario, con tal de que respete los principios de proporcionalidad, equidad y destino.”

En este sentido, la condición y única limitante constitucional al legislador, consiste en que las contribuciones sean proporcionales
y equitativas y no lleguen a ser exorbitantes y ruinosas según lo dispone el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Federal.

En consecuencia, no puede considerarse que el pago dicho impuesto, demuestren su capacidad contributiva, porque no es
proporcional que el pago de derechos sea el presupuesto objetivo de otro impuesto que resulte se aplicará la tasa tan alta, lo que resulta
desproporcional, al no considerase la verdadera capacidad contributiva de la parte quejosa.

Pues los impuestos las prestaciones en dinero o en especie, establecidas en la ley que deben pagar las personas físicas y
morales que se encuentren en la situación jurídica o de hecho prevista por la misma; el legislador ordinario no puede, sin atentar en contra
8
del principio de justicia tributaria, elegir de manera caprichosa e ilógica los presupuestos objetivos que como “hechos imponibles”, sirven
para dar nacimiento a la obligación tributaria de tales impuestos, y esto es lo que sucede cuando pretende trasmutar las figuras jurídicas
hasta llegar al extremo de señalar que el presupuesto de hecho o el elemento objetivo del “hecho generador” del crédito fiscal sea,
precisamente, el cumplimiento y monto de otra contribución.

De ahí que cuando el presupuesto objetivo del “hecho imponible”, lo es gravar el cumplimiento de una obligación tributaria, se
falta al principio de justicia tributaria, consagrado en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Federal porque es inaceptable que un
impuesto sea el presupuesto objetivo de otro impuesto; que lo que es el resultado se torne en presupuesto; que una sobreposición
interminable de impuesto pueda ser constitucional a pesar de su intrínseca injusticia por desnaturalizar la esencia misma del impuesto y sus
finalidades.

Corrobora lo anterior, las tesis de rubro y texto siguientes:


“IMPUESTO PARA EDUCACIÓN Y OBRAS PÚBLICAS MUNICIPALES. LOS ARTÍCULOS 92 A 95 DE LA LEY DE HACIENDA DE LOS MUNICIPIOS DEL ESTADO DE
QUERÉTARO QUE LO PREVÉN, AL TENER COMO PRESUPUESTO OBJETIVO OTRO IMPUESTO, TRANSGREDEN EL ARTÍCULO 31, FRACCIÓN IV, DE LA CONSTITUCIÓN
FEDERAL. Los artículos 92 a 95 de la Ley de Hacienda de los Municipios del Estado de Querétaro, fijan como objeto para la determinación del impuesto para educación y obras
públicas municipales, el monto total de pagos por concepto de impuestos y derechos municipales, que realice el contribuyente, el cual se causará y pagará a razón de una cantidad
equivalente al veinticinco por ciento sobre su base. Así, no se trata de un derecho, en la medida en que no es una contribución por el servicio que presta el Estado en sus funciones
de derecho público, ni por el uso o aprovechamiento de los bienes de dominio público; no es una contribución de mejoras por un beneficio directo de obras públicas; tampoco es un
producto, ya que no es una contraprestación por los servicios que presta el Estado en sus funciones de derecho privado, ni un aprovechamiento, por no consistir en un recargo o
sanción. En estas condiciones, debe considerarse un impuesto, cuyo presupuesto objetivo es otro impuesto, ya que su objeto son los pagos en dinero por dicho concepto. Por tanto,
los citados preceptos transgreden el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, al ser inaceptable que el resultado de la contribución se
torne en presupuesto y que una superposición interminable de impuestos pueda ser constitucional a pesar de su intrínseca injusticia, por desnaturalizar su esencia y finalidades.

“IMPUESTO PARA EL FOMENTO DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA EN EL ESTADO, PARA CAMINOS Y SERVICIOS SOCIALES. EL HECHO DE QUE LOS ARTÍCULOS 33 A 37
DE LA LEY DE HACIENDA DEL ESTADO DE QUERÉTARO QUE LO ESTABLECEN, CONSIDEREN COMO HECHO IMPONIBLE LOS PAGOS POR CONCEPTO DE
IMPUESTOS Y DERECHOS LOCALES, TRANSGREDE EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD TRIBUTARIA. Los artículos 33 a 37 de la Ley de Hacienda del Estado de
Querétaro, fijan como objeto para la determinación del impuesto para el fomento de la educación pública en el Estado, para caminos y servicios sociales, el monto total de pagos por
concepto de impuestos y derechos estatales, que realice el contribuyente, el cual se causará y pagará a razón de una cantidad equivalente al veinticinco por ciento sobre su base. En
estas condiciones, no se trata de un derecho, contribución, producto, ni aprovechamiento, sino de un impuesto, en la medida en que no es una contribución por el servicio que presta
el Estado en sus funciones de derecho público; ni por el uso o aprovechamiento de los bienes de dominio público; no es una contribución de mejoras por un beneficio directo de obras
públicas; tampoco es un producto, ya que no es una contraprestación por los servicios que presta el Estado en sus funciones de derecho privado, ni un aprovechamiento, por no
consistir en un recargo o sanción. Por tanto, el hecho de que los citados preceptos consideren como hecho imponible los pagos por concepto de impuestos y derechos locales,
transgrede el principio de proporcionalidad tributaria previsto en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues no se toma en cuenta la
capacidad económica del contribuyente, al no gravarse sus ingresos, utilidades ni rendimientos. 4

SEGUNDO. En esencia, que la ley que se tilda de inconstitucional transgrede el principio de equidad y proporcionalidad tributaria,
contenido en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos , toda vez que establece la
obligación a los gobernados de tributar el cobro del servicio y pago de control vehicular que se encuentra en el artículo 99 de la Ley de
Hacienda de Zacatecas, olvidándose que debe ser equitativo para todos aquellos quienes entran dentro del supuesto jurídico del pago, ello,
es así porque el numeral 9 y15 del decreto gubernativo mediante el cual se otorgan estímulos fiscales, y reglas de facilidades
administrativas para el ejercicio fiscal 2019, hace un trato diferenciado sobre el objeto.

Por lo tanto partiremos de lo preceptuado en dicho numeral:

El. IMPUESTO ADICIONAL PARA LA INFRAESTRUCTURA ARTÍCULO 79

Son sujetos de este impuesto, los contribuyentes que deban realizar los pagos señalados en el artículo anterior.

ARTÍCULO 80

La base de este impuesto, la constituirá el monto total del pago que deban realizar los contribuyentes por el concepto a que se refiere el artículo 99 de esta Ley.

DE LA TASA

ARTÍCULO 81

El impuesto se determinará aplicando a la base gravable que establece el artículo anterior, la tasa del 30%.

En el Diccionario Jurídico Mexicano elaborado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma
de México, Editorial Porrúa, Edición Histórica, México, 2007, Tomo DH, se define a los estímulos fiscales de la siguiente manera:

“…I. Beneficio de carácter económico concedido por la ley fiscal al sujeto pasivo de un impuesto con el objeto de obtener de él ciertos fines de carácter parafiscal.

II. Elementos. El estímulo fiscal requiere de los siguientes elementos:

1. La existencia de un tributo o contribución a cargo del beneficiario del estímulo. Este elemento resulta necesario, ya que el estímulo fiscal sólo se origina y concreta en torno a las
cargas tributarias que pesan sobre el contribuyente.

2. Una situación especial del contribuyente, establecida en abstracto por la disposición legal que otorga el estímulo y que, al concretarse, da origen al derecho del contribuyente para
exigir el otorgamiento de dicho estímulo a su favor.

3. Un objetivo de carácter parafiscal. Éste es el elemento teleológico del estímulo fiscal, y consta de un objetivo directo y un objetivo indirecto. El objetivo directo consiste comúnmente
en obtener una actuación específica del contribuyente, y el objetivo indirecto radica en lograr, a través de la conducta del propio contribuyente, efectos que trasciendan de su esfera
personal al ámbito social…”

En otras ocasiones, la finalidad del estímulo fiscal se limita exclusivamente al objetivo directo, en cuyo caso los efectos del estímulo no trascienden de la esfera de acción del
contribuyente.

En estos casos, puede considerarse que el estímulo fiscal tiene como objetivo indirecto la aplicación de la idea de justicia tributaria en la carga del impuesto.

Es el caso de los estímulos fiscales otorgados a contribuyentes para resarcirlos de los efectos económicos negativos de la inflación.

4
Tesis: XXII.1o. J/1 (10a.) y Tesis: XXII.1o. J/23 (9a.), del Primer Tribunal Colegiado del Vigésimo Segundo Circuito, consultable en Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XIV, Noviembre de 2012, Tomo 3,
páginas: 1665 y 1678
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III. Aplicación. El estímulo fiscal es una prestación de carácter económico que se traduce en un crédito o en una deducción que el beneficiario puede hacer valer a su favor respecto de
un impuesto a su cargo.

El mecanismo establecido por la ley para poder hacer efectivo el estímulo es el siguiente: el contribuyente deberá situarse con su actividad en la hipótesis establecida por la ley o
decreto que cree el estímulo, en cuyo caso el interesado deberá acreditar ante la autoridad fiscal correspondiente tal circunstancia, hecho lo cual la autoridad fiscal le expedirá un
certificado de promoción fiscal (Ceprofi) en el cual consta el estímulo; con ese certificado podrá acreditar su importe contra cualquier impuesto a su cargo, exceptuándose en algunos
casos los impuestos destinados a un fin específico.

En otras ocasiones, como ocurre en el caso del impuesto sobre la renta, el estímulo reviste la forma de una deducción que el contribuyente podrá efectuar sobre sus ingresos gravables.

IV. Clasificación. Los estímulos fiscales pueden ser: generales o específicos. Los primeros son aquellos que se otorgan para hacerse efectivos contra cualquier impuesto a cargo del
contribuyente.

Los segundos son los que sólo pueden hacerse efectivos respecto de un tributo específico.

También pueden clasificarse en federales y locales, según que el ámbito de competencia sea federal o local….

Ahora, como se sabe, el estímulo fiscal es un instrumento usado por el Estado que busca motivar la realización de determinadas
actividades, además de que en ese propósito, los sujetos a los que está dirigido obtienen un beneficio fiscal.

Un ejemplo de estímulo fiscal, en su carácter de instrumento de acción indirecta en materia fiscal, es el otorgamiento de créditos
contra impuestos federales, bien sea a personas físicas o personas morales de nacionalidad mexicana.

El estímulo fiscal, en esencia, es un beneficio económico concedido por la ley fiscal al sujeto pasivo del tributo a fin de obtener de
9
él ciertos fines de carácter extrafiscal, como sería el desarrollo de determinada actividad, estimulando a los contribuyentes con ciertas
reducciones en la carga tributaria o vía créditos fiscales, entre otras modalidades, buscando con ello el fortalecimiento empresarial, el
dinamismo comercial o económico, con la finalidad de obtener ciertos fines de interés social.

El estímulo fiscal nace mediante decreto, bien sea del Ejecutivo o del Legislativo, Federal o Estatal, y son creados, como se ha
venido diciendo, para promover cierta actividad económica en alguna región o sector determinado. Ilustra lo antes dicho, la tesis que
estatuye:
ESTÍMULOS FISCALES. DEBEN RESPETAR LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA FISCAL QUE LES SEAN APLICABLES, CUANDO
INCIDAN DIRECTA O INDIRECTAMENTE EN LOS ELEMENTOS ESENCIALES DE LA CONTRIBUCIÓN . Los estímulos fiscales,
además de ser benéficos para el sujeto pasivo, se emplean como instrumentos de política financiera, económica y social en aras de que
el Estado, como rector en el desarrollo nacional, impulse, oriente, encauce, aliente o desaliente algunas actividades o usos sociales, con
la condición de que la finalidad perseguida con ellos sea objetiva y no arbitraria ni caprichosa, respetando, asimismo, los principios de
justicia fiscal que les sean aplicables cuando incidan en los elementos esenciales de la contribución, como sucede en el impuesto sobre
la renta en el que el estímulo puede revestir la forma de deducción que el contribuyente podrá efectuar sobre sus ingresos gravables,
una vez cumplidos los requisitos previstos para tal efecto. (Tesis de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
publicada con el número 2a. L/2005, en la página 530, del Tomo XXI, Mayo de 2005, del Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, correspondiente a la Novena Época).

Dicho criterio permite destacar la naturaleza del estímulo fiscal, que constituye un instrumento de política financiera, económica y
social, así como dos de las finalidades de los estímulos fiscales: uno, son los beneficios para el sujeto pasivo y, otro, los fines estatales de
provocar el desarrollo nacional o estatal mediante el impulso, orientación, encauzamiento, aliento o desaliento, de algunas actividades o
usos sociales.

Luego, resulta que la creación de un estímulo fiscal debe atender, entre otras cosas, a:

1) la existencia de un tributo a cargo del beneficiario del estímulo;

2) una situación o actividad especial del contribuyente, establecida en abstracto por la disposición pertinente y que, al
concretarse, da origen al derecho del contribuyente para exigir el otorgamiento del estímulo a su favor, así como a su obligación de pago de
la contribución respectiva;

3) un objetivo o varios, de carácter extrafiscal, que constituye el elemento teleológico del estímulo fiscal;

4) el otorgamiento de seguridad jurídica a los contribuyentes; y,

5) trascender de lo particular a lo general en el ámbito social.

Ahora, los estímulos fiscales a pesar de su denominación tributaria no siempre quedan integrados a la estructura de la
contribución, ya que el Estado puede sólo utilizarlos como instrumentos eficientes para alcanzar sus fines públicos, es decir, por facilidad
operativa se incorporan al final de la mecánica de la contribución para disminuir la carga impositiva, siendo este último el beneficio
económico que recibe el gobernado, aunque puede adoptarse cualquier otra forma, como la entrega directa del monto dinerario o que se
disminuya el precio de la adquisición de un bien o servicio.

La característica principal de este tipo de beneficios es que no trata de medir o graduar la capacidad contributiva de los sujetos
obligados, de hecho por la forma en que se integran los estímulos fiscales sin relevancia impositiva, atienden por regla general a factores
que no guardan relación con el hecho imponible o los demás elementos cuantitativos del tributo, ni parecen razonables a su mecánica, por
lo que pueden surgir en un ejercicio o no estar presentes en otro, de acuerdo con las políticas económicas del Estado, sin afectar a la
tributación misma, pues la correspondencia sólo se refleja en el sujeto obligado y la carga económica que tiene que cubrir.

Ejemplos de tales estímulos fiscales se describen en las tesis y jurisprudencias siguientes: SUBSIDIO PARA EL EMPLEO.
TIENE NATURALEZA DE ESTÍMULO FISCAL Y, POR ELLO, NO LE RESULTAN APLICABLES LOS PRINCIPIOS TRIBUTARIOS DE
PROPORCIONALIDAD Y EQUIDAD. La Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la jurisprudencia 2a./J. 16/2007,
sostuvo que el crédito al salario tiene naturaleza de estímulo fiscal y, por ello, no le resultan aplicables los principios tributarios de
proporcionalidad y equidad previstos en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El anterior criterio es aplicable al subsidio para el empleo, pues éste no puede catalogarse como una contribución de las
consignadas en el citado precepto constitucional, al no constituir un impuesto, aportación de seguridad social, contribución de mejoras o un
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derecho, previstos en el artículo 2o. del Código Fiscal de la Federación, ni como una prestación obligatoria a favor del Estado exigible
coactivamente y destinada a contribuir a los gastos públicos de la Federación, debiendo considerarse como un estímulo fiscal otorgado a
favor de los trabajadores de menores recursos que presten un servicio personal subordinado, el cual se instrumentó con la finalidad de
aumentar sus ingresos disponibles a través del importe entregado en efectivo por ese concepto, en caso de que el crédito al salario sea
mayor al impuesto sobre la renta a su cargo o bien, a través del no pago de dicho impuesto o de su disminución.

Es decir, el subsidio para el empleo se traduce en un impuesto negativo o en un no pago del impuesto sobre la renta que pudieran
tener a su cargo los trabajadores asalariados a los cuales se dirige, corriendo a cargo del Estado, en virtud de que el fisco federal lo otorga
con el propósito de incrementar los ingresos disponibles del trabajador. En consecuencia, no se violan los principios tributarios de equidad y
proporcionalidad previstos en la fracción IV del artículo 31 de la Constitución. (Instancia: Segunda Sala. Fuente: Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XXIX, abril de 2009, tesis 2a. XXXVII/2009, página 734). RENTA. LA PROPORCIÓN PREVISTA EN EL
ARTÍCULO 114, PÁRRAFO CUARTO, DE LA LEY DEL IMPUESTO RELATIVO, ES PARTE DEL BENEFICIO DEL SUBSIDIO
ACREDITABLE Y, POR ENDE, NO LE SON APLICABLES LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA FISCAL (LEGISLACIÓN VIGENTE EN 2006).
10
Del estudio histórico de la figura del subsidio acreditable a partir de la Ley de Ingresos de la Federación para el ejercicio fiscal de
1991, se advierte que el legislador ordinario incorporó un beneficio fiscal consistente en un ‘subsidio decreciente’ mediante una proporción
que reduce gradualmente su monto, de acuerdo con los ingresos exentos o gravados que recibieran los trabajadores, que evidencia que el
porcentaje de ese subsidio constituyó un estímulo para esas personas físicas del impuesto sobre la renta, de modo que la citada proporción
no es un elemento autónomo, sino que forma parte del mecanismo para acceder a dicho subsidio y, por tanto, el artículo 114, cuarto
párrafo, de la Ley del Impuesto sobre la Renta, no perjudica a los trabajadores contribuyentes ya que contiene un beneficio fiscal; aunado a
que no se incorporó a alguno de los elementos esenciales de la contribución ni podría formar parte imprescindible de la estructura típica del
impuesto sobre la renta de las personas físicas, ya que en principio, el aludido subsidio no es idóneo para cuantificar el tributo de mérito,
pues técnicamente se consideran elementos propios del empleador o de la universalidad de contribuyentes ubicados dentro de una
situación precaria, además de que aquél opera una vez concluido el cálculo del impuesto a pagar, lo que revela que no le son aplicables los
principios de justicia fiscal previstos en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. (Instancia:
Segunda Sala. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXVI, septiembre de 2007, tesis 2a. /J. 165/2007, página
526). (3). CRÉDITO AL SALARIO. TIENE LA NATURALEZA DE UN ESTÍMULO FISCAL Y, POR ELLO, NO RESULTAN APLICABLES
LAS GARANTÍAS DE PROPORCIONALIDAD Y EQUIDAD PREVISTAS EN EL ARTÍCULO 31, FRACCIÓN IV, DE LA CONSTITUCIÓN,
NI SE TRANSGREDE EL PRINCIPIO DE DESTINO AL GASTO PÚBLICO. (Instancia: Segunda Sala. Fuente: Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XXV, marzo de 2007, tesis 2a. /J. 16/2007, página 275).

En cambio, los estímulos fiscales típicos actúan junto a los elementos esenciales del tributo o se integran a su mecánica, de ahí
que son relevantes para graduar el monto económico que se detrae al contribuyente, según se aprecia de la jurisprudencia que dice:
ESTÍMULOS FISCALES. DEBEN RESPETAR LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA FISCAL QUE LES SEAN APLICABLES, CUANDO
INCIDAN EN LOS ELEMENTOS ESENCIALES DE LA CONTRIBUCIÓN. (Jurisprudencia sustentada por la Segunda Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, publicada con el número 2a./J. 26/2010, en la página 1032, del Tomo XXXI, Marzo de 2010, del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta correspondiente a la Novena Época).

Como puede apreciarse, la distinción entre ambos estímulos fiscales no radica en su relación con la carga tributaria que tienen
que soportar los gobernados por virtud de las contribuciones, pues esta situación se presenta en los dos supuestos, sino en la forma en que
incorpora al esquema del tributo, ya que si actúa a través de un elemento esencial o se adiciona a su mecánica, dado que no se puede
separar, tiene relevancia impositiva porque se asocia a la valoración de la capacidad contributiva de los sujetos obligados; pero no acontece
lo mismo si el estímulo fiscal opera desde afuera, es decir, sin relevancia impositiva debido a que solamente sustrae una parte del impuesto
que debe soportar el contribuyente.

Esta diferenciación es útil para analizar si le son aplicables los principios de justicia fiscal al estímulo fiscal, como expresión
particular de ciertas garantías constitucionales, o bien, deben sujetarse a éstas en una connotación más amplia, porque si el beneficio fiscal
mide a la capacidad económica del sujeto obligado o integra esta valoración, es idóneo su estudio a la luz de los principios de justicia fiscal,
pues a partir de este hecho se puede vincular con la proporcionalidad y la equidad en el sentido de verificar si los recursos que aporta son
producto de su capacidad contributiva o si a otros sujetos se les da un trato preferente en el pago respectivo; y si el estímulo no está
inmerso en la medición del hecho imponible o en cualquier otro de los elementos, es lógico que no puede apegarse a los principios de
justicia tributaria porque no se logrará su adecuado acoplamiento, si se pondera que este tipo de beneficios fiscales surgen con datos o
elementos ajenos a la estructura de la contribución.

Bajo ese contexto, se puede arribar a la convicción de que el artículo 15 de la multicitada norma, contiene un estímulo fiscal que
no tiene relevancia impositiva en los elementos esenciales de la contribución del impuesto de control vehicular que le da origen, pues trata
de disminuir el impacto económico ocasionado por el pago del impuesto de trato; lo que conlleva a que el aludido beneficio fiscal no forme
parte de la mecánica impositiva del impuesto de que se trata, porque a través de esta figura no se mide la capacidad contributiva de los
sujetos obligados, no se disminuye la base del impuesto ni la tarifa aplicable, SINO SE OTORGA DIRECTAMENTE PARA SU PAGO.

Sirve de apoyo a lo expuesto, la jurisprudencia por contradicción cuyo soma contiene: ESTÍMULO FISCAL PREVISTO EN EL
ARTÍCULO 19 DE LA LEY DE EGRESOS DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN PARA EL AÑO 2011 Y EN LAS REGLAS DE OPERACIÓN
DEL PROGRAMA DE APOYO EN MATERIA VEHICULAR A LA ECONOMÍA FAMILIAR DE LA MISMA ENTIDAD. NO PUEDE
ANALIZARSE A LA LUZ DE LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA TRIBUTARIA. (Época: Décima Época. Registro: 2002148. Instancia:
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Segunda Sala. Tipo de Tesis: Jurisprudencia. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro XIV, Noviembre de 2012,
Tomo 2. Materia(s): Constitucional. Tesis: 2a. /J. 139/2012 (10a.). Página: 1243).

A su vez, resulta aplicable por identidad jurídica substancial, la jurisprudencia que estatuye: CRÉDITO AL SALARIO. TIENE LA
NATURALEZA DE UN ESTÍMULO FISCAL Y, POR ELLO, NO RESULTAN APLICABLES LAS GARANTÍAS DE PROPORCIONALIDAD
Y EQUIDAD PREVISTAS EN EL ARTÍCULO 31, FRACCIÓN IV, DE LA CONSTITUCIÓN, NI SE TRANSGREDE EL PRINCIPIO DE
DESTINO AL GASTO PÚBLICO. (Jurisprudencia emitida por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada con
el número 2a./J. 16/2007, en la página 275, del Tomo XXV, Marzo de 2007, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
correspondiente a la Novena Época).

Así mismo, las tesis que dicen: SUBSIDIO PARA EL EMPLEO. TIENE NATURALEZA DE ESTÍMULO FISCAL Y, POR ELLO,
NO LE RESULTAN APLICABLES LOS PRINCIPIOS TRIBUTARIOS DE PROPORCIONALIDAD Y EQUIDAD. (Tesis emitida por la
Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación número 2a. XXXVII/2009, publicada en la página 734, del tomo XXIX, Abril de
2009, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, correspondiente a la Novena Época).
11
ESTÍMULO FISCAL. EL ANÁLISIS DE CONSTITUCIONALIDAD DEL ESTABLECIDO EN EL ARTÍCULO 16, APARTADO A,
FRACCIONES I Y II, DE LA LEY DE INGRESOS DE LA FEDERACIÓN PARA EL EJERCICIO FISCAL DE 2009, NO DEBE LLEVARSE A
CABO BAJO LA ÓPTICA DE LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA TRIBUTARIA PREVISTOS EN EL ARTÍCULO 31, FRACCIÓN IV, DE LA
CONSTITUCIÓN FEDERAL. (Tesis emitida por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, número 2a. XXI/2010,
publicada en la página 1050, del Tomo XXXI, Marzo de 2010, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, correspondiente a la
Novena Época).

Lo anterior no implica, sin embargo, que la excepción prevista en el artículo 9 y 15 de la multicitada norma, escape al control de
constitucionalidad.

La delimitación de quiénes pueden contar con tal beneficio y su implementación selectiva, excluyendo o incluyendo a
determinados sectores o personas, desde luego que puede ser analizada desde el ámbito más amplio que corresponde, ya no a la equidad
propiamente tributaria, sino a la garantía general de igualdad.

Precisada la naturaleza del artículo señalado de inconstitucional, como la de un estímulo fiscal, conviene expresar en cuanto a la
violación de la garantía general de igualdad, consagrada en el artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,

Tal numeral constitucional se lee:


Artículo 1. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el
Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta
Constitución establece.Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia
favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia. Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y
garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir,
investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley. Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los
esclavos del extranjero que entren al territorio nacional alcanzarán, por este solo hecho, su libertad y la protección de las leyes. Queda prohibida toda discriminación motivada por origen
étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra
que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

Del precepto constitucional antes transcrito se advierte que en los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los
derechos humanos reconocidos en nuestra Constitución Política y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte,
así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones
que la Carta Magna establece. De igual forma, se advierte que está prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el
género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el
estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las
personas.

Asimismo, se aprecia que todas las autoridades del país, dentro del ámbito de sus competencias, se encuentran obligadas a velar
no sólo por los derechos humanos contenidos en la Constitución Federal, sino también por aquellos contenidos en los instrumentos
internacionales celebrados por el Estado Mexicano, adoptando la interpretación más favorable al derecho humano de que se trate.

Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sustentado el criterio de que la igualdad es un principio y un derecho
de carácter fundamentalmente adjetivo que se predica siempre de algo, y este referente es relevante al momento de realizar el control de
constitucionalidad de las leyes, porque la norma fundamental permite que en algunos ámbitos el legislador tenga más amplitud para
desarrollar su labor normativa, mientras que en otros el Juez debe ser más exigente a la hora de determinar si aquél ha respetado las
exigencias del principio de igualdad.

Así, el artículo 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece varios casos en los que procede dicho
escrutinio estricto, por ejemplo: en su primer párrafo proclama que todo individuo debe gozar de las garantías que ella otorga, las cuales no
pueden restringirse ni suspenderse sino en los casos y con las condiciones que la misma establece, lo que evidencia la voluntad
constitucional de asegurar en los más amplios términos el goce de los derechos fundamentales, y de que las limitaciones a ellos sean
concebidas restrictivamente, de conformidad con el carácter excepcional que la Constitución les atribuye. Es por ello, que siempre que la
acción clasificadora del legislador incida en los derechos fundamentales garantizados constitucionalmente, será necesario aplicar con
especial intensidad las exigencias derivadas del principio de igualdad y no discriminación.

A su vez, el párrafo tercero del citado precepto constitucional hace extensiva la garantía de igualdad a ámbitos que trascienden el
campo delimitado por el respeto a los derechos fundamentales explícitamente otorgados por la Constitución, al prohibir al legislador que en
el desarrollo general de su labor incurra en discriminación por una serie de motivos enumerados (origen étnico o nacional, género, edad,
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capacidades diferentes, condición social, condiciones de salud, religión, opiniones, preferencias, estado civil) o en cualquier otro que atente
contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

Es decir, que ante un caso en el que la ley distingue entre dos o varios hechos, sucesos, personas o colectivos, debe analizar si
dicha distinción descansa en una base objetiva y razonable o si, por el contrario, constituye una discriminación motivada por origen étnico o
nacional, el género, la edad, las capacidades diferentes, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las
preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y
libertades de las personas.

Para ello es necesario determinar, en primer lugar, si la distinción introducida por el legislador obedece a una finalidad objetiva y
constitucionalmente válida y no arbitraria; en segundo lugar, es indispensable examinar la racionalidad o adecuación de la distinción
introducida por el legislador; es decir, que la introducción de una distinción constituya un medio apto para conducir al fin u objetivo que el
legislador quiere alcanzar.

12 Si la relación de instrumentalidad entre la medida clasificatoria introducida por el legislador y el fin que éste pretende alcanzar no
es clara, o si se llega a la conclusión de que la medida es patentemente ineficaz para conducir al fin pretendido, será obligado concluir que
la medida no es constitucionalmente razonable.

En tercer lugar, debe cumplirse el requisito de la proporcionalidad de la medida legislativa bajo examen: esto es que el legislador
no puede tratar de alcanzar objetivos constitucionalmente legítimos de un modo abiertamente desproporcional, sino que debe cuidar que
exista un adecuado balance entre el trato desigual que se otorga y la finalidad perseguida.

Por ello, es de gran importancia determinar en cada caso respecto de qué se está predicando con la igualdad, porque esta
constituye un principio y un derecho de carácter fundamentalmente adjetivo que se predica siempre de algo, y este referente es relevante al
momento de realizar el control de constitucionalidad de las leyes, porque la Norma Fundamental permite que en algunos ámbitos el
legislador tenga más amplitud para desarrollar su labor normativa, mientras que en otros insta a ser especialmente exigente cuando deba
determinar si el legislador ha respetado las exigencias derivadas del principio mencionado.

La intención constitucional es, por lo tanto, extender las garantías implícitas en el principio de igualdad al ámbito de las acciones
legislativas que tienen un impacto significativo en la libertad y la dignidad de las personas, así como al de aquéllas que se articulan en torno
al uso de una serie de criterios clasificatorios mencionados en el referido tercer párrafo, sin que ello implique que al legislador le esté
vedado absolutamente el uso de dichas categorías en el desarrollo de su labor normativa, sino que debe ser especialmente cuidadoso al
hacerlo.

En esos casos, el Juez Constitucional deberá someter la labor del legislador a un escrutinio especialmente cuidadoso desde el
punto de vista del respeto a la garantía de igualdad.

Sirve de apoyo a lo anterior, la jurisprudencia cuyo rubro y texto son del tenor siguiente: IGUALDAD. CRITERIOS PARA
DETERMINAR SI EL LEGISLADOR RESPETA ESE PRINCIPIO CONSTITUCIONAL. (Jurisprudencia 55/2006, sustentada por la Primera
Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página 75, Tomo XXIV, correspondiente al mes de septiembre de dos mil
seis, materia constitucional, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época).

Asimismo, es aplicable la jurisprudencia cuyo rubro y texto son del tenor siguiente: IGUALDAD. CASOS EN LOS QUE EL JUEZ
CONSTITUCIONAL DEBE HACER UN ESCRUTINIO ESTRICTO DE LAS CLASIFICACIONES LEGISLATIVAS (INTERPRETACIÓN DEL
ARTÍCULO 1o. DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS). (Jurisprudencia 37/2008, sustentada por
la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página 175, Tomo XXVII, correspondiente al mes de abril de dos
mil ocho, materia constitucional, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época).

En estas consideraciones, se debe tener en cuenta que el artículo 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
contempla el derecho a la no discriminación, el cual se explica como la prerrogativa que tiene todo individuo a ser tratado en la misma forma
que todos los demás que se encuentren en las mismas circunstancias y por virtud de la cual está prohibido todo tipo de distinciones que no
se basen en criterios objetivos y razonables y atenten contra la dignidad humana, o bien, anulen o menoscaben los derechos y libertades
del varón y la mujer.

Lo anterior conforme se desprende de la tesis que establece: GARANTÍA DE NO DISCRIMINACIÓN. SU PROTECCIÓN


CONSTITUCIONAL. (Tesis aislada 2a. CXVI/2007 de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, tomo XXVI, agosto de 2007, página 639).

Ahora, como ya se mencionó el numeral 15 del decreto gubernativo mediante el cual se otorgan estímulos fiscales, y reglas de
facilidades administrativas para el ejercicio fiscal 2018, dispone diversos descuentos versando sobre un mismo derecho.

EL ESCRUTINIO DE IGUALDAD: PRECISIONES RELEVANTES.


La operación interpretativa a cargo de este órgano jurisdiccional federal, debe empezar por la atenta consideración del contenido
del artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Así, las previsiones del artículo 1° de la Constitución, obligan a
este juzgador a ser especialmente exigente con el creador del estímulo en dos hipótesis básicas:

a. Cuando utiliza para la configuración de su contenido normativo los criterios clasificatorios allí enumerados: origen étnico o
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nacional, género, edad, capacidades diferentes, condición social, condiciones de salud, religión, opiniones, preferencias, estado civil o
cualquier otro que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y las libertades de las personas;
y

b. Cuando la medida tiene una proyección central sobre derechos fundamentales garantizados por la Constitución, dado el
énfasis con que el primer párrafo del artículo primero declara que todo individuo debe gozar de las garantías que en ella se otorgan, las
cuales no pueden restringirse ni suspenderse sino en los casos y con las condiciones que la misma establece, lo cual evidencia la voluntad
constitucional de asegurar en los más amplios términos el goce de los derechos fundamentales y de instar a todos a entender
restrictivamente las limitaciones a los mismos, de conformidad con el carácter excepcional que la Constitución parece atribuirles en este
párrafo.

El artículo 1o. citado, no da motivo alguno para someter a escrutinio intenso las clasificaciones legislativas incluidas en leyes o
actos de autoridad encaminadas a luchar contra causas permanentes y estructurales de desventaja para ciertos grupos.
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Hay determinadas medidas pro igualdad que difícilmente podrían ser instrumentalizadas o aplicadas sin recurrir al uso de criterios
identificatorios de los colectivos tradicionalmente discriminados, cuyas oportunidades el derecho trata de aumentar.

Sería absurdo en esos casos que el juez constitucional contemplara dichas medidas con especial sospecha. Las exigencias de la
igualdad en el caso de los beneficios fiscales. Al efecto, deben formularse las interrogantes siguientes:

¿Introduce el estímulo impugnado una clasificación articulada alrededor de una de las categorías mencionadas en el
artículo 1o. de la Constitución como motivos prohibidos de discriminación?

¿Tiene la excepción al estímulo examinado una incidencia central sobre el ejercicio de un derecho fundamental
constitucionalmente protegido?

La respuesta a la primera pregunta es negativa; a la segunda es positiva.

En efecto, es claro que el estímulo reclamado no clasifica a las personas por criterios relacionados con el origen étnico o nacional,
el género, la edad, el hecho de tener capacidades diferentes, la religión, el estado civil, ni cualquier otra que permita identificar a una
categoría de personas que compartan o hayan históricamente compartido, en una serie de contextos relevantes, una condición de exclusión
o tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas, sin que pueda decirse tampoco que la norma se articula
en torno a un elemento que atente contra la dignidad humana o tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las
personas. No hay pues, desde esta perspectiva, razones que obliguen a este juzgador a ser especialmente exigente en el examen de la
razonabilidad de la distinción impugnada.

La respuesta a la segunda pregunta exige considerar lo siguiente: No existe un derecho constitucionalmente tutelado a la
exención tributaria (o, en lo relevante para el presente caso, al otorgamiento de un estímulo fiscal) en tanto que todos es decir, todos los
que cuenten con un nivel económico mínimo están obligados a contribuir al sostenimiento del gasto público.

Del referido principio de generalidad tributaria se desprende igualmente el postulado según el cual las exenciones y beneficios
como el que ahora se analiza deben reducirse a un mínimo, si no abiertamente evitarse y, en todo caso, poder justificarse razonablemente
en el marco de la Constitución Federal.

El principio de generalidad tributaria se presenta bajo dos ópticas: una primera, en sentido afirmativo, implica que todos deben
contribuir, por lo que corresponderá al legislador cuidar que los signos demostrativos de capacidad contributiva sean de alguna forma
recogidos en una norma tributaria como supuesto de hecho al que se vincula la obligación de contribuir; la segunda, en sentido negativo, se
refiere a la interdicción de todo privilegio o de áreas inmunes al pago de los tributos, en otras palabras: las prerrogativas que permitan la
liberación total o parcial de la obligación deben ser reducidas a un mínimo y deben ser justificadas, está prohibida la exención no razonable
de todos los dotados de capacidad contributiva.

En lo que se refiere a la apreciación que pueda efectuarse del principio de generalidad en sentido negativo, debe señalarse que el
mismo implica la proscripción de exención no razonable a los dotados de capacidad contributiva.

Por otra parte, respecto a las razones del creador del estímulo fiscal, al efecto, bastará que se justifique el por qué no se otorga el
estímulo para determinados casos, sin que pueda obligarse a precisar las razones por las que lo hizo en los restantes.

Empero, en el caso, la excepción prevista en el numeral 15 del decreto gubernativo mediante el cual se otorgan estímulos
fiscales, y reglas de facilidades administrativas para el ejercicio fiscal 2018; no aporta una justificación para la privación del estímulo de
trato, pues ni del precepto legal en análisis, ni de la exposición de motivos de la ley de ingresos reclamada, se advierte la razón de la
diferenciación.

Así, el punto toral de este estudio, es que en el artículo 15 multicitado, el legislador Zacatecano, estableció una regla
estrictamente fiscal, que delimita al referido estímulo fiscal, pues un contribuyente con un vehículo 2023, obtiene un estimulo menor, frente
a un contribuyente de un vehículo denominado motocicleta pues este obtiene un mayor estimulo, esto es hasta el ochenta porciento del
pago.

En efecto, la excepción al beneficio fiscal prevista en la tabla del artículo citado; vulnera en perjuicio de la parte quejosa, el
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principio general de igualdad, contenido del artículo 1, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, toda vez
que tal excepción al estímulo fiscal, tiene una incidencia central sobre el ejercicio de derechos fundamentales constitucionalmente
protegidos (derecho de defensa y derecho de acceso a la justicia, previstos en los artículos 14 y 17 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos) verbigracia, el proceso de amparo, regulado en el artículo 103 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, que eventualmente se considera como el medio de control constitucional por antonomasia más eficaz, esto es, el proceso de
amparo, constituye un medio de defensa judicial efectivo para impugnar la inconstitucionalidad, o incluso la inconvencionalidad, de una
disposición de observancia general.

Esto es así, la excepción al beneficio fiscal, prevista en la tabla del artículo 99 del multicitado ordenamiento, vulnera en perjuicio
de la parte quejosa, el principio general de igualdad; pues el beneficio fiscal consagrado en la regla general, no es objetiva, pues a pesar de
que el aquí quejoso se encuentra en la misma situación jurídica de otros causantes (ser propietario o poseedor de un vehículo) se le aplica
una especie de sanción por tener un vehículo o una motocicleta o un remolque.

Por lo tanto, es válido concluir, que la excepción que se analiza no aporta una justificación para la negativa excepcional del
14
beneficio o estímulo fiscal (tener un vehículo de determinadas características); de donde se colige debe ser fundado el motivo de
disenso en análisis.

Sirve de apoyo a contario sensu, la jurisprudencia que se lee: ESTÍMULO FISCAL PREVISTO EN EL ARTÍCULO 9o., ÚLTIMO
PÁRRAFO, DE LA LEY DE INGRESOS DE LA FEDERACIÓN PARA EL EJERCICIO FISCAL DE 2013. NO TRANSGREDE EL
DERECHO A LA IGUALDAD. (Época: Décima Época. Registro: 2008805. Instancia: Segunda Sala. Tipo de Tesis: Jurisprudencia. Fuente:
Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 17, Abril de 2015, Tomo I. Materia(s): Constitucional. Tesis: 2a. /J. 27/2015 (10a.)
Página: 641).

Por tanto, al no haberse superado el primer paso del test propuesto, pues se evidenció que el fin objetivo de la distinción no es
constitucionalmente valido; resulta innecesario analizar si el medio para alcanzarlo es razonable y proporcional, toda vez que con ello no se
podría superar la violación al principio de igualdad, destacado en el análisis que nos ocupa.

No se soslaya, que además del beneficio fiscal previsto en el artículo 9 y 15 del multicitado ordenamiento, que señala que el
importe del impuesto para el control vehicular se hace un descuento por el porcentaje, si bien es cierto que se otorga al contribuyente un
beneficio fiscal; no menos cierto es, que tal beneficio es menor al que se otorga a los contribuyentes que tienen una motocicleta; basándose
en una distinción que tiene una incidencia central sobre el ejercicio de derechos fundamentales constitucionalmente protegidos, y por ello
resulta discriminatoria.

Por tanto, los argumentos están encaminados a demostrar que el acto reclamado vulnera el principio de equidad tributaria
establecido en el artículo 31, fracción IV, constitucional, porque excluye del beneficio a los que tienen un vehículo con un modelo o
características diferentes, esto es el estimulo va a encaminado sobre la cosa.

Ahora, para complementar lo anterior, el artículo tildado de inconstitucional deberá ser examinado al tenor del principio de
igualdad y no discriminación que consagra el artículo 1 Constitucional, por lo que para resolver si lo contraviene o no ese precepto se
considera necesario traerlo a colación:
“Artículo 1. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el
Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta
Constitución establece.

Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las
personas la protección más amplia.

Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de
universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en
los términos que establezca la ley.

Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los esclavos del extranjero que entren al territorio nacional alcanzarán, por este solo hecho, su libertad y la protección de
las leyes.

Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las
opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las
personas”.

Dicho precepto de rango constitucional dispone que en los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los
derechos humanos reconocidos en ella y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las
garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que en la misma
Constitución se establecen.

Asimismo, dicho numeral señala que está prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad,
las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o
cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

Respecto del principio de igualdad, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido que éste debe
entenderse como la exigencia constitucional de tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales, de ahí que en algunas ocasiones hacer
distinciones estaría vedado, mientras que en otras estaría permitido o, incluso, constitucionalmente exigido.

En ese tenor, determinó que cuando se conoce de un caso en el cual la ley distingue entre dos o varios hechos, sucesos,
personas o colectivos, se debe analizar si dicha distinción descansa en una base objetiva y razonable o si, por el contrario, constituye una
discriminación constitucionalmente vedada; además, es necesario determinar, en primer lugar, si la distinción legislativa obedece a una
finalidad objetiva y constitucionalmente válida, ya que el legislador no podía introducir tratos desiguales de manera arbitraria, sino que debe
hacerlo con el fin de avanzar en la consecución de objetivos admisibles dentro de los límites marcados por las previsiones constitucionales,
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o expresamente incluidos en ellas.

En segundo lugar, resulta necesario examinar la racionalidad o adecuación de la distinción hecha por el legislador, en razón de
que la introducción de una distinción debe constituir un medio apto para conducir al fin u objetivo que el legislador quiere alcanzar, es decir,
es preciso que exista una relación de instrumentalidad entre la medida clasificatoria y el fin pretendido.

En tercer lugar, debe cumplirse con el requisito de proporcionalidad, en virtud de que el legislador no puede alcanzar objetivos
constitucionalmente legítimos de un modo abiertamente desproporcional, de manera que el juzgador debe determinar si la distinción
legislativa se encuentra dentro del abanico de tratamientos que pueden considerarse proporcionales, habida cuenta de la situación de
hecho, la finalidad de la ley y los bienes y derechos constitucionales afectados por ella, porque la persecución de un objetivo constitucional
no puede hacerse a costa de una afectación innecesaria o desmedida de otros bienes y derechos constitucionalmente protegidos.

Las anteriores consideraciones se encuentran inmersas en la jurisprudencia 1a/J. 55/2006, emitida por la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en el página 75 del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época,
15 Tomo XXIV, de rubro y texto siguientes:
“IGUALDAD. CRITERIOS PARA DETERMINAR SI EL LEGISLADOR RESPETA ESE PRINCIPIO CONSTITUCIONAL . La igualdad en nuestro texto constitucional constituye un
principio complejo que no sólo otorga a las personas la garantía de que serán iguales ante la ley en su condición de destinatarios de las normas y de usuarios del sistema de
administración de justicia, sino también en la ley (en relación con su contenido). El principio de igualdad debe entenderse como la exigencia constitucional de tratar igual a los iguales y
desigual a los desiguales, de ahí que en algunas ocasiones hacer distinciones estará vedado, mientras que en otras estará permitido o, incluso, constitucionalmente exigido. En ese
tenor, cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación conoce de un caso en el cual la ley distingue entre dos o varios hechos, sucesos, personas o colectivos, debe analizar si dicha
distinción descansa en una base objetiva y razonable o si, por el contrario, constituye una discriminación constitucionalmente vedada. Para ello es necesario determinar, en primer lugar,
si la distinción legislativa obedece a una finalidad objetiva y constitucionalmente válida: el legislador no puede introducir tratos desiguales de manera arbitraria, sino que debe hacerlo
con el fin de avanzar en la consecución de objetivos admisibles dentro de los límites marcados por las previsiones constitucionales, o expresamente incluidos en ellas. En segundo
lugar, es necesario examinar la racionalidad o adecuación de la distinción hecha por el legislador: es necesario que la introducción de una distinción constituya un medio apto para
conducir al fin u objetivo que el legislador quiere alcanzar, es decir, que exista una relación de instrumentalidad entre la medida clasificatoria y el fin pretendido. En tercer lugar, debe
cumplirse con el requisito de la proporcionalidad: el legislador no puede tratar de alcanzar objetivos constitucionalmente legítimos de un modo abiertamente desproporcional, de manera
que el juzgador debe determinar si la distinción legislativa se encuentra dentro del abanico de tratamientos que pueden considerarse proporcionales, habida cuenta de la situación de
hecho, la finalidad de la ley y los bienes y derechos constitucionales afectados por ella; la persecución de un objetivo constitucional no puede hacerse a costa de una afectación
innecesaria o desmedida de otros bienes y derechos constitucionalmente protegidos. Por último, es de gran importancia determinar en cada caso respecto de qué se está predicando
con la igualdad, porque esta última constituye un principio y un derecho de carácter fundamentalmente adjetivo que se predica siempre de algo, y este referente es relevante al
momento de realizar el control de constitucionalidad de las leyes, porque la Norma Fundamental permite que en algunos ámbitos el legislador tenga más amplitud para desarrollar su
labor normativa, mientras que en otros insta al Juez a ser especialmente exigente cuando deba determinar si el legislador ha respetado las exigencias derivadas del principio
mencionado”.

Ahora, en el Decreto tildado de inconstitucional no se exponen datos suficientes que llevan a determinar el motivo del estímulo
fiscal que implica la reducción del pago, pues solo se menciona que el mismo objeto (un vehículo por su año o condición goza de ciertos
beneficios).

En ese orden, conviene recordar que el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido que no toda desigualdad
de trato establecida en la ley supone una violación al principio de equidad tributaria previsto en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, sino que dicha violación sólo se configura si aquella desigualdad produce distinción entre
situaciones tributarias y no existe justificación objetiva y razonable para ello, lo que en el caso, como se expuso, quedó plenamente
justificado que existe una franca discriminación, pues tratándose del mismo objeto, existe una diferenciación entre el estimulo fiscal.

El Alto Tribunal del País ha sustentado el criterio de que la equidad tributaria consiste, fundamentalmente, en que los
contribuyentes de un impuesto que se encuentren en iguales circunstancias frente a la ley, deben recibir un tratamiento idéntico, en lo
concerniente a hipótesis de causación, acumulación de ingresos, deducciones permitidas, etcétera, y los sujetos de un mismo gravamen
que se ubiquen en una situación diversa, deben recibir un tratamiento distinto, en razón de que el cumplimiento de la garantía de equidad
exige dar un tratamiento igual a los sujetos que se ubiquen en circunstancias análogas y que guarden idéntica situación frente a la ley, y
uno diverso a los que se encuentren en circunstancias distintas.

Sustenta lo anterior, la jurisprudencia P./J. 41/97 emitida por el Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada
en la página 43 del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, que dice:
“EQUIDAD TRIBUTARIA. SUS ELEMENTOS. El principio de equidad no implica la necesidad de que los sujetos se encuentren, en todo momento y ante cualquier circunstancia, en
condiciones de absoluta igualdad, sino que, sin perjuicio del deber de los Poderes públicos de procurar la igualdad real, dicho principio se refiere a la igualdad jurídica, es decir, al
derecho de todos los gobernados de recibir el mismo trato que quienes se ubican en similar situación de hecho porque la igualdad a que se refiere el artículo 31, fracción IV,
constitucional, lo es ante la ley y ante la aplicación de la ley. De lo anterior derivan los siguientes elementos objetivos, que permiten delimitar al principio de equidad tributaria: a) no toda
desigualdad de trato por la ley supone una violación al artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sino que dicha violación se configura
únicamente si aquella desigualdad produce distinción entre situaciones tributarias que pueden considerarse iguales sin que exista para ello una justificación objetiva y razonable; b) a
iguales supuestos de hecho deben corresponder idénticas consecuencias jurídicas; c) no se prohíbe al legislador contemplar la desigualdad de trato, sino sólo en los casos en que
resulta artificiosa o injustificada la distinción; y d) para que la diferenciación tributaria resulte acorde con las garantías de igualdad, las consecuencias jurídicas que resultan de la ley,
deben ser adecuadas y proporcionadas, para conseguir el trato equitativo, de manera que la relación entre la medida adoptada, el resultado que produce y el fin pretendido por el
legislador, superen un juicio de equilibrio en sede constitucional”.

Así, el legislador para poder cumplir con ese principio, no sólo está facultado sino que tiene la obligación de crear categorías o
clasificaciones de contribuyentes, en razón de la situación que tengan frente a la ley, a condición de que éstas no sean caprichosas o
arbitrarias, o creadas para hostilizar a determinadas clases o a un universo de causantes, situación que no acontece en dicho impuesto.

Por tanto, basta que en la norma o en la exposición de motivos que le dio creación, se haga mención de las razones objetivas que
revelen las causas del porqué los sujetos del gravamen de que se trata se encuentran en situación diversa, para que la desigualdad de trato
establecida en la ley no violente el principio de equidad tributaria establecido en el artículo constitucional a que se alude; por ende, la
obligación contributiva no es desproporcional puesto que el principio de proporcionalidad tributaria radica esencialmente en que los sujetos
pasivos deben contribuir a los gastos públicos en función de su respectiva capacidad económica, esto es, que deben aportar una parte justa
y adecuada de sus ingresos, utilidades o rendimientos y, por tanto, la norma que únicamente da a conocer los sujetos obligados al pago de
un tributo no puede trasgredir el principio de proporcionalidad contemplado en el numeral 31, fracción IV, constitucional.

Por otra parte, es necesario precisar que la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver la
contradicción de tesis 85/2012, entre las sustentadas por los Tribunales Colegiados Segundo y Tercero, ambos en Materia Administrativa
del Cuarto Circuito, adoptó el criterio en el sentido de que el artículo 19 de la Ley de Egresos de Nuevo León y las Reglas de Operación del
Programa de Apoyo en Materia Vehicular a la Economía de las Familias de Nuevo León, no inciden en la estructura del Impuesto Sobre
Tenencia de Vehículos de dicha Entidad y, por tanto, su constitucionalidad no puede ser analizada a la luz de los principios de justicia
tributaria consagrados en el artículo 31, fracción IV, Constitucional, sino que, en todo caso ese análisis debe efectuarse a la luz del principio
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de igualdad previsto en el artículo 1 de la Carta Magna.

De la contradicción citada derivó la tesis jurisprudencial 2a./J. 139/2012, publicada en la página 1243 del Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Décima Época, Tomo 2, Libro XIV, Noviembre de 2012, cuyo rubro y texto dicen:
“ESTÍMULO FISCAL PREVISTO EN EL ARTÍCULO 19 DE LA LEY DE EGRESOS DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN PARA EL AÑO 2011 Y EN LAS REGLAS DE OPERACIÓN DEL
PROGRAMA DE APOYO EN MATERIA VEHICULAR A LA ECONOMÍA FAMILIAR DE LA MISMA ENTIDAD. NO PUEDE ANALIZARSE A LA LUZ DE LOS PRINCIPIOS DE
JUSTICIA TRIBUTARIA. El beneficio en cuestión constituye un estímulo fiscal que no tiene relevancia impositiva en el impuesto sobre tenencia o uso de vehículos de donde surge el
deber de pago, ya que no incide en alguno de sus elementos esenciales como objeto, base, tasa o tarifa, ni integra su mecánica, pues lo único que se pretende con su otorgamiento es
apoyar la economía familiar mediante la entrega en dinero de un porcentaje del valor del vehículo respectivo para sufragar los costos que conlleva su uso; por tanto, al no medir la
capacidad contributiva de los sujetos obligados ni pretender impedir que se cause el impuesto respectivo, dicho beneficio no puede analizarse a la luz de los principios de justicia
tributaria previstos en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, lo que no impide que su regularidad constitucional pueda examinarse al
tenor del artículo 1o. de la Constitución Federal”.

Del contenido esencial de la jurisprudencia transcrita, se desprende en lo que interesa que cuando un ordenamiento contiene un
beneficio fiscal, por ejemplo, un estímulo, que no incide en los elementos esenciales del impuesto que la origina, como el sujeto, el objeto,
la tasa y la tarifa o cuota, no puede ser analizado a la luz de los principios de justicia tributaria previstos en el artículo 31, fracción IV,
constitucional, ya que no forma parte de la mecánica impositiva del tributo, pues no mide la capacidad contributiva de los sujetos obligados,
ni pretende impedir que se cause el impuesto.

16 En ese orden, y a contrario debemos señalar que la base del impuesto es el objeto mismo, esto es para que fue creado, lo cual es
el poseer un vehículo con determinadas características, lo cual torna inconstitucional dicho trato diferenciado, pues al tratarse de un servicio
con igualdad de uso y función para la población, no existe fundamento para establecer diversos costos por un mismo servicio, pues no
genera un mayor gasto para el Estado su ejecución, en tal virtud, se aparta del principio de proporcionalidad que debe regir en todo tributo,
conforme a lo dispuesto en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución General de la República, habida cuenta que para fijar el monto de
dicho derecho se atiende a un factor ajeno al mismo, como lo es el modelo o año del automotor respecto del cual se expiden, siendo que en
tratándose de derechos debe atenderse al costo que represente al Estado la prestación del servicio, no a la capacidad contributiva del
gobernado.

En efecto, como se señaló y en la propia norma se preceptúa y a manera de guisa las cutas son las siguientes:

Para concluir de tal manera, se toma en consideración, primeramente, que tratándose de los derechos, las garantías de
proporcionalidad y equidad previstas en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Federal, operan con un sistema distinto al de los
impuestos, ya que de acuerdo a la doctrina jurídico-fiscal y a la legislación tributaria, por derechos deben entenderse las contraprestaciones
que se paguen a la hacienda pública del Estado, como precio de servicios de carácter administrativo prestados por los poderes del mismo
en sus funciones de derecho público y, en su caso, por organismos descentralizados o desconcentrados, así como por concepto del uso o
aprovechamiento de los bienes del dominio público de la Nación o del Distrito Federal, mientras que por impuestos se entienden las
contribuciones establecidas en la ley a cargo a las personas que se encuentren en la situación jurídica o de hecho previstas en aquéllas,
derivando de tal diferencia distintos modos de apreciar y aplicar los principios constitucionales de proporcionalidad y equidad.

Tal divergencia ha sido reconocida por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en las jurisprudencias del
epígrafe y contenido siguiente:
"DERECHOS FISCALES. LA PROPORCIONALIDAD Y EQUIDAD DE ÉSTOS ESTÁ REGIDA POR UN SISTEMA DISTINTO DEL DE LOS IMPUESTOS .- La satisfacción de las
garantías de proporcionalidad y equidad de las cargas fiscales establecidas por el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Federal, que las leyes tributarias tratan de llevar a cabo
en materia de derechos a través de una escala de mínimos a máximos en función del capital del causante de los derechos correspondientes, traduce un sistema de relación de
proporcionalidad y equidad que únicamente es aplicable a los impuestos, pero que en manera alguna puede invocarse o aplicarse cuando se trate de la constitucionalidad de
derechos, cuya naturaleza es distinta de la de los impuestos y, por tanto, reclama un concepto adecuado de esa proporcionalidad y equidad. De acuerdo con la doctrina jurídico fiscal
y la legislación tributaria, por derechos han de entenderse: 'las contraprestaciones que se paguen a la hacienda pública del Estado, como precio de servicios de carácter
administrativo prestados por los poderes del mismo o sus dependencias a personas determinadas que los soliciten', de tal manera que para la determinación de las cuotas
correspondientes por concepto de derechos ha de tenerse en cuenta el costo que para el Estado tenga la ejecución del servicio que cause los respectivos derechos y que las cuotas
de referencia sean fijas e iguales para todos los que reciban servicios análogos ."

“DERECHOS POR SERVICIOS. SU PROPORCIONALIDAD Y EQUIDAD SE RIGEN POR UN SISTEMA DISTINTO DEL DE LOS IMPUESTOS . Las garantías de proporcionalidad y
equidad de las cargas tributarias establecidas en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que el legislador trata de satisfacer en
materia de derechos a través de una cuota o tarifa aplicable a una base, cuyos parámetros contienen elementos que reflejan la capacidad contributiva del gobernado, se traduce en
un sistema que únicamente es aplicable a los impuestos, pero que en manera alguna puede invocarse o aplicarse cuando se trate de la constitucionalidad de derechos por servicios,
cuya naturaleza es distinta de la de los impuestos y, por tanto, reclama un concepto adecuado de esa proporcionalidad y equidad. De acuerdo con la doctrina jurídico-fiscal y la
legislación tributaria, por derechos han de entenderse: "las contraprestaciones que se paguen a la hacienda pública del Estado, como precio de servicios de carácter administrativo
prestados por los poderes del mismo y sus dependencias a personas determinadas que los soliciten", de tal manera que para la determinación de las cuotas correspondientes por
concepto de derechos ha de tenerse en cuenta el costo que para el Estado tenga la ejecución del servicio y que las cuotas de referencia sean fijas e iguales para todos los que
reciban servicios análogos” .

“DERECHOS POR SERVICIOS. SUBSISTE LA CORRELACIÓN ENTRE EL COSTO DEL SERVICIO PÚBLICO PRESTADO Y EL MONTO DE LA CUOTA. No obstante que la
legislación fiscal federal, vigente en la actualidad, define a los derechos por servicios como las contribuciones establecidas en la ley por los servicios que presta el Estado en sus
funciones de derecho público, modificando lo consignado en el Código Fiscal de la Federación de 30 de diciembre de 1966, el cual en su artículo 3o. los definía como "las
contraprestaciones establecidas por el poder público, conforme a la ley, en pago de un servicio", lo que implicó la supresión del vocablo "contraprestación"; debe concluirse que
subsiste la correlación entre el costo del servicio público prestado y el monto de la cuota, ya que entre ellos continúa existiendo una íntima relación, al grado que resultan
interdependientes, pues dicha contribución encuentra su hecho generador en la prestación del servicio. Por lo anterior, siendo tales características las que distinguen a este tributo de
las demás contribuciones, para que cumpla con los principios de equidad y proporcionalidad que establece la fracción IV del artículo 31 constitucional, debe existir un razonable
equilibrio entre la cuota y la prestación del servicio, debiendo otorgarse el mismo trato fiscal a los que reciben igual servicio, lo que lleva a reiterar, en lo esencial, los criterios que este
Alto Tribunal ya había establecido conforme a la legislación fiscal anterior, en el sentido de que el establecimiento de normas que determinen el monto del tributo atendiendo al capital
del contribuyente o a cualquier otro elemento que refleje su capacidad contributiva, puede ser correcto tratándose de impuestos, pero no de derechos, respecto de los cuales debe
tenerse en cuenta ordinariamente el costo que para el Estado tenga la ejecución del servicio; y que la correspondencia entre ambos términos no debe entenderse como en derecho
privado, de manera que el precio corresponda exactamente al valor del servicio prestado, pues los servicios públicos se organizan en función del interés general y sólo
secundariamente en el de los particulares.

Corrobora lo anterior, el artículo 91 del Código Fiscal del Estado, que define el concepto de "derecho", de la siguiente manera:
“ARTÍCULO 91. Los derechos por la prestación de servicios públicos se causarán en el momento en que el particular solicite la prestación del servicio, o en el momento en que se
provoque por parte del Estado, el gasto que deba ser remunerado por aquél, salvo que la ley disponga cosa distinta.”

Así, el principio de proporcionalidad que rige a los derechos fiscales se funda, generalmente, en que el monto de las cuotas o
tarifas de éstos, guarden una correspondencia razonable con el costo del servicio que presta el Estado.

Además, debe tomarse en cuenta ordinariamente el costo que para el Estado tenga la ejecución del servicio; y de que la
correspondencia entre este costo y el monto de la cuota no debe entenderse como en derecho privado, de manera que el precio
corresponda exactamente al valor del servicio prestado, pues los servicios públicos se otorgan en función del interés general y sólo
secundariamente en el de los particulares.

Apoya lo expuesto, la tesis del rubro y texto siguiente:


"DERECHOS FISCALES. SUBSISTE LA CORRELACIÓN ENTRE LA PRESTACIÓN DEL SERVICIO PÚBLICO Y EL MONTO DE LA CUOTA.- Pese a que en la legislación vigente
en la actualidad se suprimió de la definición de derechos fiscales el concepto de 'contraprestaciones' por el servicio público prestado, como precisaba el Código Fiscal de la
Federación de 1967, subsiste cuando se trata de una hipótesis la correlación entre la prestación del servicio público y el monto de la cuota, a tal grado que son términos
interdependientes y que aquél es supuesto de acusación de ésta; dichas características que distinguen a este tributo de las demás contribuciones, permiten considerar, aplicando los
principios de equidad y proporcionalidad que establece la fracción IV del artículo 31 constitucional, que debe existir un razonable equilibrio entre la cuota y la prestación del servicio, y
que se impone dar el mismo trato fiscal a los que reciben igual servicio, lo que lleva a reiterar en lo esencial los criterios que este Alto Tribunal ya había establecido conforme a la
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legislación fiscal anterior, en el sentido de que el establecimiento de normas que determinen el monto del tributo atendiendo al capital del causante, puede ser correcto tratándose de
impuestos, pero no de derechos, respecto de los cuales debe tenerse en cuenta ordinariamente el costo que para el Estado tenga la ejecución del servicio; y de que la
correspondencia entre ambos términos no debe entenderse como en derecho privado, de manera que el precio corresponda exactamente al valor del servicio prestado, pues los
servicios públicos se organizan en función del interés general y sólo secundariamente en el de los particulares ".

En el artículo 15 del decreto gubernativo mediante el cual se otorgan estímulos fiscales, y reglas de facilidades administrativas
para el ejercicio fiscal 2023, ciertamente se advierte que para el cálculo de la reducción del pago de derechos por control vehicular, se tomó
como factor primordial el modelo o año del vehículo, de modo que entre más reciente sea el automotor el costo del mismo.

Sin embargo, en la especie se considera que la ley reclamada no satisface el requisito de proporcionalidad tributaria, porque para
fijar el derecho de que se trata, debe atenderse, fundamentalmente, al costo del servicio que presta la Oficina Recaudadora de la Secretaría
de Finanzas de Gobierno del Estado, por lo que, si igual costo representa para el Estado realizar el pago para un modelo reciente que para
UNA MOTOCICLETA, entonces no existe justificación para el beneficio diferenciado, por un mismo servicio, pero aún más su
inconstitucionalidad deriva de que toma en cuenta un elemento ajeno, como es el año o modelo y tipo vehículo para establecer las cuotas, y
no como se dijo, el costo del servicio que presta el Estado.

Dicho en otras palabras, debe existir un razonable equilibrio entre la cuota y la prestación del servicio cuya ejecución realiza el
17
Estado, sin embargo, en el caso, el que se obligue a pagar determinada cantidad de cuotas dependiendo del modelo del vehículo,
indudablemente desatiende el principio de proporcionalidad a que deben sujetarse los derechos que cobre el Estado.

Lo anterior, porque no se atiende al tipo de servicio prestado ni a su costo, sino a elementos ajenos, lo que produce que los
contribuyentes de este servicio paguen una mayor o menor cantidad dependiendo del tipo y modelo del vehículo, lo que evidentemente es
un indicador de capacidad económica, pues pagará más el que detente un vehículo más reciente o un vehículo como una motocicleta que
paga una cuota de 400 pesos; cuando en tratándose de derechos no se puede atender a esos aspectos, porque su naturaleza
jurídica es distinta a los impuestos, sino únicamente al costo que por el servicio presta el Estado.

CUARTO. Inconstitucionalidad del artículo 99 de la Ley de Hacienda, es necesario establecer lo siguiente:

El costo por concepto de Derecho de Control Vehicular, no guarda proporción con el costo que para el Estado genera la
prestación de tales derechos, con lo que se transgreden los principios de proporcionalidad y equidad necesarios para el cobro de derechos
fiscales, toda vez que la tarifa prevista atiende al tipo de vehículo o su uso, lo que se traduce en que por el mismo servicio se causan
derechos en diversa cantidad, no obstante que éste es igual para todos los solicitantes; ya que el registro vehicular no requiere de actos
que impliquen un esfuerzo distinto por parte del Estado para llevar a cabo el registro de vehículo, remolque o motocicleta, sean éstos para
uso particular, público o de demostración.

Ello es así, puesto que el precepto legal impugnado viola los principios de proporcionalidad y equidad tributaria, porque los
contribuyentes poseedores de vehículos de servicio particular o público, sean de tamaño grande o pequeño, están obligados a pagar una
tarifa fija, sin que el Estado justifique el cobro diferenciado, puesto que el destino o uso que se dé al respectivo vehículo resulta ser un
elemento ajeno al costo que para el Estado representa la prestación del servicio.

La Ley de ingresos de dos mil veintidós para el estado de Zacatecas, fue creada con el objeto de: completar la reforma fiscal
emprendida; mejorar la legislación impositiva y procurar recursos al Estado, cuya transferencia no desaliente el trabajo, el ahorro o la
inversión. Además, se mencionó que la política tributaria, parte orgánica de la estrategia global de desarrollo, se orientaría a continuar el
proceso de reformas, a perfeccionar el Sistema Nacional de Coordinación Fiscal y a combatir la evasión y elusión en el pago de los
impuestos.

Posteriormente, se han realizado diversas modificaciones al denominado derecho de control vehicular.

En el agravio esencialmente, pretende comprobar que la disposición legal que se tilda de inconstitucional, vulnera el principio de
proporcionalidad previsto en el dispositivo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Para entender debemos entender que los derechos son las contribuciones establecidas en la ley por el uso o aprovechamiento de
los bienes del dominio público de la Nación, así como por recibir servicios que presta el Estado en sus funciones de derecho público.

El sujeto contribuyente debe pagar los derechos establecidos en la ley de hacienda, por recibir servicios que presta el Estado en
sus funciones de derecho público.

En lo que concierne, los derechos por la prestación de servicios, deben estar relacionados con el costo total del servicio, incluso el
financiero, salvo en el caso de que dichos cobros tengan un carácter racionalizador del servicio.

Los derechos deben pagarse por el uso o aprovechamiento de los bienes del dominio público de la Nación y por los servicios que
presta el Estado en sus funciones de derecho público, los cuales deben estar relacionados con el costo total del servicio, la Suprema Corte
de Justicia de la Nación ha sustentado lo siguiente:

1. Que si bien la legislación fiscal federal, define a los derechos por servicios, como las contribuciones establecidas en la ley a
cambio de los servicios que presta el Estado en sus funciones de derecho público, que modificó lo consignado en el Código Fiscal de la
Federación de treinta de diciembre de mil novecientos noventa y seis, el cual en su artículo 3º los definía como “las contraprestaciones
establecidas por el poder público, conforme a la ley, en pago de un servicio”, y se suprimió el vocablo contraprestación; subsiste la
correlación entre el costo del servicio público prestado y el monto de la cuota. Esto porque entre el costo del servicio y el monto de la cuota
continúa una íntima relación, al grado de que resultan interdependientes, ya que, dicha contribución encuentra su hecho generador en la
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prestación del servicio.

2. La correspondencia entre ambos términos: servicio y cuota, no debe entenderse como en derecho privado, de manera que el
precio corresponda exactamente al valor del servicio prestado, pues los servicios públicos se organizan en función del interés general y sólo
secundariamente en razón del interés de los particulares.

3. Por tanto, los principios tributarios de proporcionalidad y equidad se cumplen, en los derechos por servicios, cuando el monto
de la cuota guarda congruencia razonable con el costo que para el Estado tenga la realización del servicio prestado, además de que el
costo debe ser igual para los que reciben idéntico servicio. Estas directrices obedecen a que el objeto real de la actividad pública se traduce
en la realización de actos que exigen de la administración un esfuerzo uniforme; por lo que la cuota debe atender al tipo de servicio
prestado y a su costo.

4. El monto del derecho no debe fijarse en términos de la capacidad contributiva del causante, porque ello es aplicable al pago de
los impuestos, mas no a los derechos, en los que debe tenerse en cuenta ordinariamente el costo que para el Estado tenga la ejecución del
18 servicio.

5. Debe hacerse previamente a la prestación de los servicios, es aplicable a los dos tipos de derechos.

6. Se concluye que el monto que el contribuyente debe pagar por concepto de derechos no se debe determinar con base en
elementos ajenos al costo que para el Estado representa la prestación del servicio correspondiente, tales como la capacidad económica de
aquél, lo que si bien resulta adecuado en materia de impuestos, no lo es en el ámbito de los derechos, en el que el parámetro para
determinarlos debe ser EL COSTO QUE SIGNIFICA PARA EL ESTADO LA PRESTACIÓN DEL SERVICIO GRAVADO POR ELLOS.

De lo anterior, se encuentran las tesis de jurisprudencia cuyos datos de identificación, rubro y texto se reproducen a continuación:

“DERECHOS POR SERVICIOS. SUBSISTE LA CORRELACIÓN ENTRE EL COSTO DEL SERVICIO PÚBLICO PRESTADO Y EL MONTO DE LA CUOTA.
No obstante que la legislación fiscal federal, vigente en la actualidad, define a los derechos por servicios como las contribuciones establecidas en la ley por los
servicios que presta el Estado en sus funciones de derecho público, modificando lo consignado en el Código Fiscal de la Federación de 30 de diciembre de
1966, el cual en su artículo 3o. los definía como ‘las contraprestaciones establecidas por el poder público, conforme a la ley, en pago de un servicio’, lo que
implicó la supresión del vocablo ‘contraprestación’; debe concluirse que subsiste la correlación entre el costo del servicio público prestado y el monto de la
cuota, ya que entre ellos continúa existiendo una íntima relación, al grado que resultan interdependientes, pues dicha contribución encuentra su hecho
generador en la prestación del servicio. Por lo anterior, siendo tales características las que distinguen a este tributo de las demás contribuciones, para que
cumpla con los principios de equidad y proporcionalidad que establece la fracción IV del artículo 31 constitucional, debe existir un razonable equilibrio entre la
cuota y la prestación del servicio, debiendo otorgarse el mismo trato fiscal a los que reciben igual servicio, lo que lleva a reiterar, en lo esencial, los criterios que
este Alto Tribunal ya había establecido conforme a la legislación fiscal anterior, en el sentido de que el establecimiento de normas que determinen el monto del
tributo atendiendo al capital del contribuyente o a cualquier otro elemento que refleje su capacidad contributiva, puede ser correcto tratándose de impuestos,
pero no de derechos, respecto de los cuales debe tenerse en cuenta ordinariamente el costo que para el Estado tenga la ejecución del servicio; y que la
correspondencia entre ambos términos no debe entenderse como en derecho privado, de manera que el precio corresponda exactamente al valor del servicio
prestado, pues los servicios públicos se organizan en función del interés general y sólo secundariamente en el de los particulares”. (Novena Época. Instancia:
Pleno. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo: VII, enero de mil novecientos noventa y ocho. Tesis: P./J. 3/98. Página: 54).

“DERECHOS POR SERVICIOS. SU PROPORCIONALIDAD Y EQUIDAD SE RIGEN POR UN SISTEMA DISTINTO DEL DE LOS IMPUESTOS . Las
garantías de proporcionalidad y equidad de las cargas tributarias establecidas en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, que el legislador trata de satisfacer en materia de derechos a través de una cuota o tarifa aplicable a una base, cuyos parámetros contienen
elementos que reflejan la capacidad contributiva del gobernado, se traduce en un sistema que únicamente es aplicable a los impuestos, pero que en manera
alguna puede invocarse o aplicarse cuando se trate de la constitucionalidad de derechos por servicios, cuya naturaleza es distinta de la de los impuestos y, por
tanto, reclama un concepto adecuado de esa proporcionalidad y equidad. De acuerdo con la doctrina jurídico-fiscal y la legislación tributaria, por derechos han
de entenderse: ‘las contraprestaciones que se paguen a la hacienda pública del Estado, como precio de servicios de carácter administrativo prestados por los
poderes del mismo y sus dependencias a personas determinadas que los soliciten’, de tal manera que para la determinación de las cuotas correspondientes
por concepto de derechos ha de tenerse en cuenta el costo que para el Estado tenga la ejecución del servicio y que las cuotas de referencia sean fijas e
iguales para todos los que reciban servicios análogos”. (Novena Época. Instancia: Pleno. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo: VII,
enero de mil novecientos noventa y ocho. Tesis: P./J. 2/98. Página: 41).

Ahora bien, el artículo establece una cuota muy por encima del precio del derecho prestado, pues con la reforma al artículo 99, el
resultado es el siguiente:

ARTÍCULO 99. El derecho de control vehicular con vigencia al 31 de marzo del año siguiente, deberá efectuarse los primeros tres meses del año que
corresponda……………..…$ 2,350.00
a) Se deroga.
b) Se deroga.
c) Se deroga.
d) Se deroga.
e) Se deroga.
f) Se deroga.
I. Se deroga.
II. Se deroga.
III. Se deroga.

Ahora y el costo de dicho servicio se dio, bajo el siguiente supuesto:

“De las adecuaciones en Derechos derivadas de las Resoluciones Judiciales. En este rubro de reformas, se propone el cambio de diversificación de tasas a
cuotas únicas, como resultado de los amparos interpuestos por los contribuyentes en materia de Derechos de Control Vehicular y de Derechos por
Inscripciones Registrales, de los que se desprenden diversos argumentos sobre la proporcionalidad de esta contribución al estar segregada por diversos
componentes del servicio, y toda vez que en criterio de las autoridades judiciales de la federación, debe ser el pago de derechos a través de cuotas únicas.”

Del contenido del precepto citado se advierte que en él se establece que tratándose de los servicios de control vehicular se
pagará 2,350.00 pesos, el cual atiende a que se le ganaron diversos amparos y no al costo real del servicio, por lo que pusieron el más alto
y no el más bajo.

Asentado lo anterior, es pertinente señalar que el pago de los impuestos relacionados con los vehículos, así como que dicho
servicio es un acto instantáneo porque se agota en el mismo acto en que se efectúa sin prolongarse en el tiempo.

En ese contexto, resulta evidente que el servicio que presta el Estado se traduce en la impresión de la tarjeta de circulación y los
engomados, más no hace otra función.

De lo anterior se colige que si el servicio prestado por el Estado se traduce, en la expedición de la tarjeta de circulación y la
expedición en su caso de engomados, entonces dicho servicio no resulta razonablemente congruente con el costo que para el Estado tiene
su realización, produciendo de esta manera una flagrante violación al principio de proporcionalidad tributaria contenida en el artículo 31,
fracción IV, constitucional, al cubrir el particular la cantidad de 2,350,00, por la expedición de la tarjeta de circulación, en virtud de que la
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correspondencia entre el servicio y la cuota, no puede entenderse de ningún modo como en derecho privado y, por tanto, no debe
perseguirse lucro alguno con la expedición de la tarjeta de circulación.

Conviene señalar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha dispuesto que a fin de determinar si es que los derechos que
se cobran por la prestación de servicios por parte del Estado son constitucionales, es necesario atender a una relación razonable entre el
COSTO DEL SERVICIO Y LA CANTIDAD QUE POR ÉL SE COBRA AL GOBERNADO.

Por lo tanto, invocando como hecho notorio, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 88 del Código Federal de
Procedimientos Civiles, de aplicación supletoria a la Ley de Amparo, según lo dispuesto por el artículo 2º, que en el mercado comercial el
valor de una fotocopia fluctúa entre los cinco y diez pesos, aproximadamente, dependiendo de las condiciones especiales que pudieran
atender a la oferta y demanda de cada escenario en lo particular; la cantidad que se pretende cobrar en la ley reclamada por control
vehicular, es totalmente desproporcionada, puesto que no es razonable que el precio total del control vehicular. Además de que siendo
objetivos en la ley antes derogada llegó a costar 300 pesos, [lo que se traduciría como costo real], sería el monto real del costo de dicho
derecho y no el desproporcionado.
19
Tales cuestiones son un hecho notorio en términos del criterio jurisprudencial siguiente:

“HECHOS NOTORIOS. CONCEPTOS GENERAL Y JURÍDICO. Conforme al artículo 88 del Código Federal de Procedimientos Civiles
los tribunales pueden invocar hechos notorios aunque no hayan sido alegados ni probados por las partes. Por hechos notorios deben
entenderse, en general, aquellos que por el conocimiento humano se consideran ciertos e indiscutibles, ya sea que pertenezcan a la
historia, a la ciencia, a la naturaleza, a las vicisitudes de la vida pública actual o a circunstancias comúnmente conocidas en un
determinado lugar, de modo que toda persona de ese medio esté en condiciones de saberlo; y desde el punto de vista jurídico, hecho
notorio es cualquier acontecimiento de dominio público conocido por todos o casi todos los miembros de un círculo social en el momento
en que va a pronunciarse la decisión judicial, respecto del cual no hay duda ni discusión; de manera que al ser notorio la ley exime de su
prueba, por ser del conocimiento público en el medio social donde ocurrió o donde se tramita el procedimiento”. (Novena Época.
Instancia: Pleno. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXIII, junio de dos mil seis. Tesis: P./J. 74/2006.
Página: 963).

Efectivamente, no existe una equivalencia moderada o razonable entre el costo del servicio y la cantidad que cubrirá el
contribuyente, ya que del costo del servicio prestado por el Estado pasa a uno que incluye ganancias, lo que resulta inconstitucional;
máxime que de manera alguna justifica la cuantificación de ese pago en razón del servicio prestado, sino que lo razonó, porque debía ser
una cuota fija [la más alta], como lo señalaron las diversas ejecutorias que los Juzgados y Tribunales, los cuales declararon inconstitucional
el cobro desproporcionado.

De igual forma es de considerar que, la Administración Pública Federal, donde el principio de proporcionalidad exime la
posibilidad de que el cobro de un derecho persiga GANANCIA ALGUNA, inclusive superior al valor de mercado; de ahí que si el cobro del
servicio busca preponderadamente un lucro, en razón de que el derecho es muy superior al valor comercial de una impresión de los
engomados y la tarjeta de circulación, es evidente que resulta inconstitucional.

Ahora, la autoridad pretende justificar que el cobro se debe a los gastos que realiza el Estado la impresión de la tarjeta de
circulación; lo que no requiere actos administrativos diversos en su costo de acuerdo al tipo de vehículo, porque para realizar tal actividad
es lo mismo para la autoridad hacerlo con independencia del vehículo de que se trate.

Lo anterior, no obstante que revalidar un vehículo conlleva la expedición de dos engomados, una calcomanía y una tarjeta de
circulación, pues lo cierto es que ello tampoco explica el costo elevado, dado que la distinción que se hace en su expedición por el desgaste
que dice se pudiera generar a la cinta asfáltica de acuerdo al tipo de vehículo, es un elemento que no atiende propiamente al servicio
prestado, porque éste solo consiste en el empadronamiento vehicular y esos gastos indirectos que menciona la autoridad, son ajenos al
mismo.

Por tanto, en el presente asunto se advierte que los servicios de control vehicular prestados por el Estado causan derechos lo
cual no guardan congruencia entre el costo del servicio de registro prestado y el monto de la cuota.

En efecto, se afirma lo anterior, ya que no está debidamente relacionado con el servicio de registro proporcionado por el Estado,
por lo tanto se consideran inconstitucionales.

QUINTO. De igual, el pago que se realiza a la Cruz Roja, no está justificado, pues no existe precepto legal que lo establezca,
máxime que el mismo debe ser voluntario y no una obligación.

Y al no estar justificado en una norma el mismo es ilegal e inconstitucional.

En congruencia con lo anterior lo procedente en la especie es, con fundamento en el artículo 77 de la Ley de Amparo, se me
conceda el amparo y la protección de la Justicia Federal.

Ahora, respecto del recibo de pago solo se encuentra el sello digital o QR del recibo, por lo cual solicito se pida a finanzas el
recibo original de pago o se tome como valido el recibo con dicho sello digital.

DOCUMENTO ELECTRÓNICO. SI CUENTA CON CADENA ORIGINAL, SELLO O FIRMA DIGITAL QUE GENERE
CONVICCIÓN EN CUANTO A SU AUTENTICIDAD, SU EFICACIA PROBATORIA ES PLENA. De conformidad con el
artículo 210-A del Código Federal de Procedimientos Civiles, de aplicación supletoria a la Ley de Amparo, la
información generada o comunicada que conste en medios electrónicos, ópticos o en cualquier otra tecnología,
constituye un medio de prueba que debe valorarse conforme a las reglas específicas contenidas en el propio precepto
y no con base en las reglas generales aplicables a las copias simples de documentos públicos o privados impresos.
Así, para establecer la fuerza probatoria de aquella información, conocida como documento electrónico, debe
atenderse a la fiabilidad del método en que se generó, comunicó, recibió o archivó y, en su caso, si es posible atribuir
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su contenido a las personas obligadas e, igualmente, si es accesible para su ulterior consulta. En congruencia con ello,
si el documento electrónico, por ejemplo, una factura, cuenta con cadena original, sello o firma digital que genere
convicción en cuanto a su autenticidad, su eficacia probatoria es plena y, por ende, queda a cargo de quien lo objete
aportar las pruebas necesarias o agotar los medios pertinentes para desvirtuarla.

SEXTO.- En esencia, que la ley que se tilda de inconstitucional transgrede el principio de legalidad, contenido en el artículo 31,
fracción IV, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, toda vez que la Ley de Hacienda del estado de Zacatecas en
el numeral 99 establece que:

ARTÍCULO 99

El derecho de control vehicular para expedición de tarjeta de circulación, hologramas y engomados de


identificación de vehículos con vigencia al 31 de marzo del año siguiente, deberá efectuarse los
primeros tres meses del año que corresponda $2,350.00
Párrafo reformado POG 20/12/2017 (Decreto 273) y 31/12/2018 (Decreto 112) y 31/12/2018 (Decreto
113), y
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019
20  
a. Del año en curso. $2,350.00
Inciso derogado POG 20/12/2017 (Decreto 273), y
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019
 
b. Con un año de antigüedad. $2,150.00
Inciso derogado POG 20/12/2017 (Decreto 273), y
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019
 
c. Con dos años de antigüedad. $1,950.00
Inciso derogado POG 20/12/2017 (Decreto 273), y
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019

d. Con tres años de antigüedad. $1,750.00


Inciso derogado POG 20/12/2017 (Decreto 273), y
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019
 
e. Con cuatro años de antigüedad. $1,550.00
Inciso derogado POG 20/12/2017 (Decreto 273), y
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019
 
f. Con cinco y más años de antigüedad. $1,350.00
Inciso derogado POG 20/12/2017 (Decreto 273),
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019
 
I. Vehículos de servicio público y particular:
Fracción derogada POG 20/12/2017 (Decreto 273), y
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019
 
II. Remolques: $700.00
Fracción derogada POG 20/12/2017 (Decreto 273), y
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019
 
III. Motocicletas: $400.00
Fracción derogada POG 20/12/2017 (Decreto 273), y
Declaratoria de Invalidez del Decreto 273, DOF: 20/03/2019
 
Cuando no se cubra la contribución dentro del plazo señalado, deberán pagarse recargos y
actualización por concepto de indemnización a la Hacienda Pública Estatal por falta de pago oportuno,
de conformidad con la Ley de Ingresos del Estado.

En pocas palabras indica en el apartado a) que los vehículos del año 2023 van a erogar un pago de $2,350.00 (dos mil
trescientos cincuenta pesos 00/100 m.n), y en el apartado F) indica que los vehículos que tengan cinco y más años de antigüedad erogarán
$1,350.00 (mil trescientos cincuenta pesos 00/100 m.n) POR CONCEPTO DE DERECHOS DE CONTROL VEHICULAR, contrario a esto
manifiesto que mi coche es un automóvil del año 2015, toda vez que así se demuestra con el recibo oficial de pago que nos ocupa y en su
apartado VEHICULO indica que el automóvil es un sedan Audi 2015…, pero contrario a lo que la ley estipula a mi se me realizó un cobro
como si mi vehículo fuese del año 2023, ya que se me realizó el cobro de DERECHOS DE CONTROL VEHICULAR por la cantidad de
$2,350.00 (dos mil trescientos cincuenta pesos 00/100 m.n), y no por la cantidad de $1,350.00 (mil trescientos cincuenta pesos 00/100
m.n); por lo tanto este cobro sobre el concepto de DERECHOS DE CONTROL VEHICULAR es a la luz inconstitucional toda vez que
transgrede en mi perjuicio con el principio de legalidad constitucional previsto en el artículo 31 constitucional.

Por lo expuesto.

A USTED JUEZ DE DISTRITO, con el debido respeto, atentamente pido:

PRIMERO. Tenerme por presentado, en tiempo y forma y por mi propio derecho solicitando el amparo y protección de la Justicia
Federal en contra de los actos y de las autoridades señaladas en el proemio de este escrito.

SEGUNDO. Una vez reconocido el carácter con el que me presento, admitir la presente demanda.

TERCERO. Solicitar de las propias responsables sus informes justificados y señalar día y hora para que tenga verificativo la
audiencia constitucional, siendo que desde este momento pido la responsable anexe su certificado que hice del pago, pues los pagos
hechos en tiendas de conveniencia no acreditan mi pago.
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CUARTO. En su oportunidad conceder a esta parte quejosa el amparo y protección de la justicia federal.

QUINTO. Una vez concedido el amparo, el dinero lo pueda recoger cualquiera de mis autorizados, aun los que solo sean para oír
y recibir notificaciones.

Quedando a sus apreciables órdenes y protestando todo lo necesario.

Zacatecas, Zacatecas, al día de su presentación.

Atentamente.

_________________________________________________
21 JOSÉ LUIS MARTÍNEZ RAMIREZ

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