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Implementación de la jornada laboral (8

horas)

Nombre: Freddy Bennett

Cedula: 8-967-1401

Materia: Legislación laboral y comercial

Prof: YAIRA LIZBETH DE SEDAS VILLARREAL


Jornada laboral

La jornada de ocho horas hace referencia a la reivindicación del movimiento


obrero por la reducción de la jornada laboral y el establecimiento de las ocho
horas de trabajo diarias o 48 horas a la semana, también conocido como el
movimiento por la jornada reducida, que tuvo su origen en las pésimas
condiciones de trabajo de la Revolución Industrial en Gran Bretaña a
mediados del siglo XVIII.

La duración de la jornada laboral ha sido una lucha histórica de los


trabajadores, al punto que fue el primer tema que se trató cuando nació
la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 1919.

El 29 de octubre de ese año se realizó la primera reunión de la Conferencia de


la OIT, en Washington, y el primer punto del orden del día fue sobre las horas
de trabajo en las empresas industriales.

Ahí se adoptó el Convenio 001 de la OIT, que limitó las horas de trabajo en
las empresas industriales a ocho horas diarias y 48 semanales. Este acuerdo a
escala internacional entró en vigencia el 13 junio de 1921, aunque Ecuador no
lo suscribió, señala Gabriel Recalde, director del Observatorio de la Política
Laboral.

Pero antes que naciera la OIT, los trabajadores llevaban décadas luchando
para alcanzar el objetivo de limitar la jornada laboral. El evento más
recordado es el 1 de mayo de 1886. Esa fecha fue escogida por un grupo
de trabajadores estadounidenses para reivindicar la jornada de ocho horas
diarias, cuando lo habitual en esos años era trabajar entre 10 y 16 horas,
aunque los historiadores hablan de jornadas extenuantes de 18 horas, con
niños trabajando en las fábricas.
En aquella época, cuando la revolución industrial estaba en pleno desarrollo,
la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL, por las siglas de American
Federation of Labor) lanzó una propuesta para dedicar ocho horas para el
trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa, recuerda Aurelio
Jiménez en un artículo publicado en el 2012 en El Blog Salmón, un portal
especializado en temas económicos y empresariales.

Con esa consigna, la AFL escogió el 1 de mayo de 1886 para dar inicio a la
reivindicación de miles de trabajadores, quienes llevaron a cabo una huelga de
gran magnitud. La mayoría de obreros lograron su objetivo con la amenaza de
un paro indefinido. Pero, 340 000 trabajadores no lo consiguieron y la huelga
se prolongó con protestas violentas, sobre todo en la ciudad de Chicago, donde
varios obreros y policías perdieron la vida, algunos de ellos al explotar una
bomba lanzada por los sindicalistas. Cinco de ellos fueron ahorcados y tres
condenados a cadena perpetua, recuerda Jiménez.

Al final, algunos sectores patronales aceptaron la jornada de 8 horas, poniendo


fin a los reclamos. Eso sirvió para que en 1889, la Internacional Socialista
reivindicara la jornada de 8 horas para todos los obreros del mundo con
manifestaciones en todos los países, en honor a los Mártires de Chicago.

Pero la lucha por la jornada de 8 horas diarias también se vivía en otros países,
en el mismo contexto de la revolución industrial. España fue el primero en el
mundo en establecer, por ley, la jornada laboral de 8 horas, en abril de 1919.

A día de hoy, se asume que la jornada laboral habitual consiste en 8 horas


diarias de trabajo. Sin embargo, lo que hoy en día resulta algo completamente
normal, surgió como resultado de un largo proceso de lucha por los derechos
de los trabajadores.

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