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“La música para mí es sagrada” Entrevista a Hernán Coronel, MALA FAMA.

Por Micaela Petrarca

Son las siete de la tarde; ya pasó una hora de lo acordado. Por fin, Hernán Coronel, el líder de la banda Mala
Fama, aparece en la casa de su representante. Está cansado: durmió poco porque, como de costumbre, alguien le
pidió un favor (grabar un CD para una banda que recién comienza) y él accedió. También, como de costumbre, lleva
puesta su gorra y ropa deportiva. No para de moverse ni de refregarse los ojos. Pero está dispuesto a hablar de todo
un poco.
Por la computadora se ve un video de su recital en Olavarría. “Arriba la vagancia”, grita Hernán al salir al
escenario. Mientras con una mano sostiene el micrófono y un cigarrillo, con la otra “a ella, la botella”, como dice una
de sus frases favoritas.
Con pocos estudios pero mucha práctica y dedicación, Hernán aprendió a tocar la guitarra y el piano. Así, en
1998, un joven de 20 años y pelo hasta la cintura decidió formar una banda. La llamó Mala Fama porque así lo
llamaban los vecinos del barrio al verlo jugar todo el día al fútbol en la vereda y porque en su casa “buena fama” era
su hermano, quien trabaja y estudiaba. Dos años más tarde grabó su primer disco y dejó su marca registrada: “Ritmo
y Sustancia”.
De fondo se escucha el video, Hernán está cantando: “Ahora que no sos mala fama ni cumbiero, usas ropa
prestada y pelo corto bien gorrero”, de la canción La Marca de la Gorra que selló su éxito. Hoy, el músico tiene 37
años y sigue, como siempre, con el pelo por la cintura. Pasaron 17 años desde aquel momento en que junto a Damas
Gratis, Yerba Brava, Pibes Chorros y Flor de Piedra, Mala Fama fue considerada banda fundacional de la Cumbia
Villera.
-Yo creé música, canciones y armé historias. No sé bien cómo es eso de la cumbia villera. Para mí, mi música es
malafamera, es universal.
-¿Por qué tocás cumbia?
-Es lo que más me hace bailar, lo más popular y lo más alegre que llegó a mi vida. Igual, Mala Fama es medio rara, no
es 100 por ciento cumbia.
-¿Rara?
-A veces estoy grabando y me salen cosas que no tienen nada que ver con la cumbia. Arreglos musicales, melodías,
cierres o introducciones.
-¿Qué música escuchás?
-Lo que llega a mis oídos y me gusta. No diferencio estilos. Admiro a Andrés Calamaro como compositor. Tiene miles
de canciones y siempre son melodías lindas. Es un compositor muy fluido y muy variable. Anda bien, el loco, no para
de hacer éxitos. Ricardo Iorio también tiene canciones con mucho contenido social y emotivo. Otro que hace muy
lindas canciones es el Pity Álvarez. Un re personaje, el loco, es piola. Ojalá que se salve, en algún momento el cuerpo
no le va a dar más. Después escucho ópera, música clásica y tango. Hay cada tangazo que se la re manda.
-¿Y compositor de cumbia?
– El Pepo, de Meta Guacha, es muy buen compositor. Hicimos juntos un par de canciones, estuvimos grabando
bocha de noches y cuando estábamos terminando, cayó preso. Me quería morir. Pero ahora, ¿quién está
componiendo? Era re divertido escuchar algo nuevo que no sea cursi, repetitivo, que abusara de la rima, que tuviera
introducción y final.
-Tu banda fue etiquetada dentro del estilo cumbia villera ¿Cómo etiquetarías a los grupos de cumbia de ahora que
hacen covers?
-No sé, detrás de esos grupos hay otra gente. Son comerciantes de la música, manejan la movida muchos de los
empresarios que están atrás. En algún momento tiene que salir algo bueno, a alguien le tiene que gustar escribir y
hacer canciones.
Lo que más entristece a Hernán es que la movida tropical se haya convertido en un “relajo”. Sobre esto, critica:
“Roban con la música y después se hacen las estrellas, me agarra una bronquitis. Que anden con seguridad o que se
escondan. Qué sarpados”.
Le preocupa que, en general, los nuevos grupos de cumbia opten por el camino más fácil, evitar el esfuerzo y el
dedicar tiempo. “No salen bandas buenas porque quieren la fácil. Se alimentan de los compositores de toda la
historia musical. Qué quilombo, ¿no?”, pregunta el compositor, que generalmente escribe el reflejo de sus
experiencias sobre las “sustancias” (alcohol y drogas), los “cabeza de tortuga” (ex amigos que abandonaron a los
pibes del barrio) y los problemas amorosos.
-¿Creés va a llegar un momento en el que no existan compositores?
-Puede ser, capaz que dentro de poco van haber máquinas que te hagan las canciones.
-¿Por qué nunca hiciste la más fácil?
-Porque no da. Sería como traicionar mi esencia musical. La música para mí es sagrada, re bendita. Es por naturaleza,
no me gusta ir a chuparle las medias a los poderosos ni a los que se hacen los que manejan todo.
Y como no le gusta chupar medias, entre 2000 y 2009 desapareció de los medios porque “son las mismas empresas
de siempre las que manejan la movida tropical, y si no pagás, no aparecés”. Así que decidió seguir fomentando su
carrera casi de manera independiente con un representante y amigo personal que organiza los eventos a la par suya.
No se mueve con custodia porque, dice, lo cuida la gente y ni se aleja del público porque su afición, después de la
música, es atender a los chicos que se le acercan.
Como alguna vez dijo -cuando un desconocido difundió que había muerto sin saber la razón- a pesar de todo Hernán
no es tan mala fama. No terminó el secundario porque en tercer año se quedó libre y desde entonces trabajó de lo
que pudo.
Conoció a su mujer Marina Vanesa, quien, asegura él, lo deja hacer lo que quiera siempre y cuando sea buena
persona. Con ella tuvo tres hijos: dos nenas y Bartolo, de 15 años, quien además de estudiar, participa de la banda
como ayudante de voz. “A veces le digo: Pa, voy a salir y me contesta: No, vos te quedas acá adentro. No te deja salir
de noche si no salís con él”, cuenta Bartolo, que está sentado al lado de su papá. Mientras Hernán le acomoda la
ropa, le pregunta si se lavó las manos y le pide ayuda para recordar hace cuánto conoce a su mujer.
Hablar de Mala Fama es hablar de Hernán. Más allá de sus canciones muy conocidas en la movida tropical, su
simpleza, carisma, humildad y simplicidad son la base de tantos años de éxito en la movida tropical.
-Cuando empezaste a ganar popularidad, ¿qué cambió en vos?
-Me volví más generoso. Regalo todo, la ropa, los CDs, no me guardo nada para mí.
-¿Y por qué regalás?
-Porque me hace feliz ver que puedo hacer feliz a otro con una pequeña cosa que yo después la puedo volver a
tener; no me cuesta regalar.
-¿Tiene el mismo valor regalar a que te regalen?
-No, no es lo mismo. La gente que no conozco y me hace un regalo, a veces me asombra. Porque yo no pienso que
soy un artista. Nunca estoy pendiente de eso.
-Por ejemplo…
-Gente que se tatúa mi nombre, mis frases, que viene desde lejos para verme o que de otros países me hablen con
tanto cariño. Que me conozcan tanto.
Hernán está contento de haber llegado hasta donde está sin hacer “la fácil”. Disfruta subirse arriba de un escenario y
ponerse a la par del público. Teniendo como meta mostrarse siempre auténtico, está intentando crear “Los
Animaditos”, un cómic sobre su vida.
-¿Hoy volverías a elegir cantar cumbia?
-Supongo que sí, pero recurrentemente aparece la idea de hacer un disco de rock. No sé qué me pasa con eso, es
increíble. Siento que el rock me llama o siento como si estuviera en el lugar de un cantante de rock. Es muy
maravilloso.
Suena el teléfono, Hernán pide perdón. “Me están llamando por trabajo”, dice y se va afuera. Detrás de la reja pasa
un grupo de jóvenes, lo saludan, y el malafamero deja de hablar un segundo para gritar: “Hola, amigueros”.
El video está llegando a su final. El público está en silencio, la música dejó de sonar, Hernán quiere decir unas
palabras: “Hace 16 años, cuando agarré la lapicera y empecé a escribir, no imaginaba nada de esto. Gracias por saber
lo que es la música elaborada”. Enseguida suena la última canción: “Soy mala fama de alma y corazón…”.

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