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SEMINARIO DE TEOLOGIA DE LOS MISIONEROS MSP

BAYRON MIGUEL QUIJIVIX COYOY


III SEMESTRE DE TEOLOGÍA
MATERIA: ECLESIOLOGIA
MAESTRA: LC. Elizabeth A. HMSP

MYSTERIUM SALUTIS MANUAL DE TEOLOGÍA COMO HISTORIA DE LA


SALVACIÓN
Dirigido por
JOHANNES FEINER
Y
MAGNUS LÜHRER

EL INDIVIDUO EN LA COMUNIDAD: A Dios le interesa la totalidad, la salvación del


mundo entero. Para ello se sirve de su pueblo, de la «Iglesia» como colectividad, es decir,
de un conjunto de hombres: en cuanto totalidad, la «Iglesia» es a un mismo tiempo el
objeto pasivo y el sujeto activo instrumental de la acción de Dios. Pero ¿y el individuo?
¿Cuál es su referencia a la totalidad del pueblo de Dios? De aquí resulta que el pueblo de
Dios no es una masa anónima, sino una comunidad orgánica en la que se atribuyen al
individuo funciones y cometidos en beneficio de la totalidad.

INDIVIDUO Y COLECTIVIDAD: No es raro acusar al AT de un supuesto


colectivismo, de no preocuparse por la salvación del hombre individual, sino
exclusivamente de la existencia y dimensión del pueblo. Ciertamente, «el individualismo es
un producto de la Ilustración y del liberalismo, Por lo que concierne a la legislación, hemos
de decir que en todas las colecciones legislativas —desde el Libro de la Alianza hasta el
Código Sacerdotal— el individuo es el sujeto propio del derecho. El individuo es aquí tanto
beneficiario de la protección de la ley como portador de la responsabilidad.

A este hecho corresponde la relación personal con Dios que se expresa en los
Salmos y la esperanza personal de la salvación, basada en aquella relación. Los Salmos son
precisamente «testimonios de una vida de oración individual intensa y ferviente en la cual
busca el individuo la comunión inmediata con su Dios, y precisamente por ello se ve
llamado también a una revisión y reflexión personal. Pero individualidad no significa
individualismo. El hombre del AT está convencido de que no existe una vida con plenitud
de sentido ni una humanidad verdadera sin comunidad.

Esto significa que lo bueno o malo que haga el individuo nunca es asunto privado,
sino que tiene sus necesarias repercusiones sobre la colectividad, cuya salvación favorece o
perjudica. Pues al igual que lo que ocurrió anteriormente con los padres sigue teniendo
significación para los individuos que viven en el momento presente, así también lo que
ocurre aquí y ahora en el plano del individuo es importante para toda la ekklesia, es decir,
para todos y cada uno. En el mensaje cristiano se trata esencialmente de la salvación de
todo el pueblo, de la comunidad a que el individuo está incorporado... Como quiera que el
llamamiento de Dios anteceda a toda acción y aun a la fe del individuo y se dirige a todo el
pueblo, el individuo no está nunca solo, sino dentro de la comunidad.

TAREAS Y FUNCIONES INDIVIDUALES: El pueblo de Dios no es tampoco una


masa anónima, amorfa e indiferente, sino un organismo, y en cuanto tal, una corporación
orgánica. Se da, ciertamente, una igualdad fundamental e inalienable en el orden del
derecho y de la salvación; a pesar de ello, no todos los individuos tienen
indiscriminadamente la misma tarea y función en una totalidad grande.

En el pueblo de Dios se dan también tareas individuales específicas, que son


constitutivas del conjunto y que, a través de éste, contribuyen al bien de los individuos en
mayor o menor grado; Nos limitaremos a observar lo siguiente: los diferentes ministerios
están en estrecha relación con las diversas formas de manifestación de la Ekklesia
veterotestamentaria. Hay, por tanto, junto a la «santidad» (= segregación, elección), que
compete fundamentalmente a todo el pueblo de Dios y a cada uno de sus miembros,
diversas formas extraordinarias y legítimas de «santidad» funcional, y con ellas
necesariamente una cierta estructuración jerárquica de la comunidad.

LA PERSONALIDAD CORPORATIVA: Los investigadores modernos del AT han


acuñ ado para este aspecto, muy importante también en la eclesiología
neotestamentaria, el concepto de «personalidad corporativa»: «Un grupo entero,
incluidos sus miembros muertos, vivos y por venir, puede actuar como un ú nico ser
individual, y lo hace mediante alguno de sus miembros, que está llamado a
representarle». En la «personalidad corporativa» así considerada «se expresan, por
consiguiente, dos cosas: primera, que un individuo responde verdaderamente por la
comunidad, es decir, que por su actividad se equipara a la comunidad, y segunda, que,
a pesar de este cará cter 'corporativo', sigue siendo una verdadera persona individual.

Por ello no se hace una pura distinció n entre padre de la tribu, tribu,
portavoces responsables, cabezas de la asociació n y miembros individuales; todos
ellos son aproximadamente una misma realidad. En esta dignidad y misió n tomará
parte en lo sucesivo la Iglesia, realizació n y encarnació n de su «padre de la tribu»;
Cristo es el nuevo Adá n (1 Cor 15,22.45) y la Iglesia es su Cuerpo (Ef 1,23, etc.).

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