Está en la página 1de 23

Crónicas de Narnia

El León, la Bruja y el Armario


Índice: 
1. Personajes. Pág 2-3
2. Primera escena: “Edmund conoce a la reina”. Pág 4-8
3.Segunda escena: “Los 4 hermanos Pevensie llegan a Narnia”. Pág 9-17
4.Tercera escena: “Reencuentro de Edmund y la bruja”. Pág 18-21
5.Cuarta escena: “Se encuentran con Papá Noel”. Pág 22-26
6.Quinta escena: “Sacrificio de Aslan”. Pág 27-31
7.Sexta escena: “La Gran Coronación”. Pág 32

Personajes:
1. Lucy: 

2. Susan:
3. Peter:

4. Edmund:

5. Sr.Castor:

6. Sra.Castor:

7. Bruja blanca:

8. Súbditos:

9. Papa Noel:

10. Aslan:

11. La maldad:

12. Ayudante en sacrificio de Aslan:

13. Narradoras:
1° Escena: “Edmund conoce a la Bruja Blanca”.
En lluvioso día, los cuatro hermanos Pevensie decidieron jugar a las escondidas y la
encargada de buscar era Susan. Todos los hermanos corrieron en todas las direcciones
buscando donde esconderse, pero Lucy tenía otra idea en mente.

Mientras todos se escondían Lucy entró a la habitación donde se encontraba ese viejo
armario, decidió echar un vistazo -“quiero comprobar que Narnia no es un producto de mi
imaginación o que este fuera un sueño”- mientras pensaba en voz alto escucho pasos
acercándose a la puerta de la habitación, por lo que rápidamente entró en el armario.  

Edmund que había visto a su hermana pasar a la habitación, y deseando seguir burlándose
de ella, la siguió y entró en el armario cerrando la puerta tras él.

Edmund: Cree que soy Susan, que ha venido a atraparla (se dijo Edmund para sí),  y por eso
se queda muy quieta en el fondo.

Edmund: (Empieza a buscar a Lucy entre los abrigos) Lucy… Dónde estás? Sé que estás
aquí (se desespera y comienza a llamarla) ¡Lucy! ¡Lu!

El chico, al ver que no había respuesta y sentir un inesperado frío comenzó a inquietarse, y
entonces vio la luz.

Edmund: Menos mal, la puerta debe de haberse abierto sola.

Olvidándose de su hermana, se dirigió a la luz, pero para su sorpresa terminó saliendo a


unos abetos frondosos  y oscuros, quedando en medio de un bosque. Tras cada paso que
daba escuchaba la nieve virgen y crujiente bajo sus pies, y había aún más nieve en las
ramas de los árboles, y sobre su cabeza, se extendía un cielo azul pálido, del mismo tipo
que se extendía en las mañanas de un día invernal.

Todo a su alrededor estaba en sepulcral silencio, como si él fuera el único ser vivo en todo
ese mundo. Mientras se estremecía de frío, recordó que estaba buscando a Lucy - ”mundo
imaginario” pensó, pero este se hacía más real y resultaba ser todo menos imaginario.
“Lucy no debe estar muy lejos”- pensó, por lo que empezó a llamarla con aún más
desesperación.

Edmund: ¡LUCY!¡LUCY! También estoy aquí…soy Edmund.(comenzar gritando y bajar


de a poco el volumen de la voz) 

Al no obtener respuesta pensó “Está enojada por todas las cosas que le he dicho” -aunque
no le gustaba reconocer su error le gustaba aún menos estar solo en aquel lugar frío y
extraño, por lo que insistió.

Edmund:¡Hey, Lucy! Siento no haberte creído. Ahora me doy cuenta de que tenías razón
desde el principio. Vamos, sal y hacemos las paces…
(no recibe respuesta)
Una chica tenía que ser —dijo para sí—, estará enfurruñada en alguna parte, y no querrá
aceptar una disculpa.

Miró a su alrededor nuevamente y pensó que definitivamente no le gustaba ese lugar,


estaba a punto de volver a casa, a pesar de no conocer muy bien el camino, cuando escuchó
cascabeles que se acercaban cada vez más a él.

De pronto delante de él apareció un majestuoso trineo, tirado por 2 caballos blancos del
tamaño de ponies, los cuales tenían arneses de cuero escarlata  con cascabeles y sobre él en
un asiento muy elevado estaba sentada una persona muy distinta: una gran dama, más alta
que cualquier mujer que Edmund hubiera visto jamás. También iba cubierta de pieles
blancas hasta la garganta, sostenía una larga y recta varita dorada en la mano derecha y
lucía una corona de oro en la cabeza. Tenía el rostro blanco; no simplemente pálido, sino
blanco como la nieve, el papel o el azúcar en polvo, a excepción de la boca, que era de un
rojo intenso. El suyo era un rostro hermoso en otros aspectos, aunque también orgulloso,
frío y severo.
 
(Cuando este la bruja muy cerca de Edmund)

Bruja blanca: Detente- ordenó la dama...-Perdona, y tú ¿quién eres? (decir con desdén
mientras mira con severidad a Edmund)

Edmund: Y-yo… me…me…me llamo E…Edmund- respondió con algo de vergüenza, pues
le incomodaba como lo miraban.
Bruja blanca: ¿Es así cómo te diriges a una reina? (decir con severidad y reproche).

Edmund: Le pido perdón majestad, no sabía que usted era una reina.

Bruja blanca: ¿No conocías a la reina de Narnia? ¡Ja! Ya me conocerás mejor de ahora en
adelante. Pero repito: ¿qué eres?(decir agresivamente).

Edmund: Por favor, majestad, no sé a qué se refiere.


Bruja blanca: ¿Qué “ERES”? —repitió la reina—. ¿Eres un enano demasiado crecido que
se ha cortado la barba? (decir con fastidio)

Edmund: No majestad, soy un niño. Nunca he tenido barba. (decir cohibido).

 Bruja blanca:¡Un niño! ¿Me estás diciendo que eres un Hijo de Adán? (decir con sorpresa)

Edmund enmudeció, pues estaba demasiado desconcertado para entender esa pregunta.

Bruja blanca: Ya veo que solo eres un imbécil, de eso no cabe duda (decir con fastidio).
Respóndeme, de una vez por todas, o perderé la paciencia. ¿Eres humano?

Edmund:Sí, majestad. Llegue aquí a través de un armario. Abrí la puerta y me encontré


aquí

Bruja blanca:¡Ja! Una puerta ¡Una puerta desde el mundo de los humanos! He oído hablar
de tales cosas. Esto puede estropearlo todo. Pero es sólo uno, y puedo ocuparme fácilmente
de él. ( dice esto más para sí misma que para él mientras se levanta de su asiento mira
directamente a Edmund a la cara, con ojos llameantes).

Mientras la reina miraba a Edmund alzó su varita, este aunque convencido de que le iban a
hacer algo horrible no se movió por el miedo, cuando dijo.

Bruja blanca:Mi pobre criatura ¡pareces congelado! Ven y siéntate conmigo aquí en el
trineo; colocaré mi manto a tu alrededor y conversaremos. (decir en tono dulce).

Aunque el niño sintió desconfianza no se atrevió a desobedecer, por lo que se sentó junto a
ella.

Bruja blanca: ¿Te gustaría algo caliente para beber?

Edmund:Sí, por favor majestad. (responde complacido, temblaba y le castañeaban los


dientes).

La reina sacó de entre sus envolturas una botella muy pequeña que parecía hecha de cobre.
Luego, extendiendo un brazo, dejó caer una gota de su contenido sobre la nieve junto al
trineo. La gota floto un segundo en el aire, pero en cuanto tocó la nieve produjo un siseo y
apareció una copa llena de una bebida la cual recogieron y dieron con una gran sonrisa; una
sonrisa no muy agradable.

(Edmund comienza a beber de la copa cuando la reina dice:)

Bruja blanca: Resulta tonto, hijo de Adán, beber sin comer.¿Qué te gustaría comer? (dice
dulcemente y acaricia su cabello).

Edmund: Delicias turcas,por favor, majestad.


La reina dejó caer otra gota del contenido de la botella sobre la nieve, y al instante apareció
una caja redonda, atada con una cinta de seda verde, que al abrirla, resultó contener más de
un kilo de las mejores delicias turcas. Las porciones eran dulces y apetitosas hasta el mismo
centro y el niño no había saboreado nunca nada más delicioso. Mientras Edmund comía la
reina le hacía toda clase de preguntas.

Bruja blanca: Entonces, ¿Tienes hermanos?

Edmund: Si, majestad, tengo 3. 2 hermanas y un hermano mayor.

Bruja blanca: ¿Estás seguro de que ustedes son 4? ¿Dos hijos de Adán y dos hijas de Eva?

Edmund:Si, ya se lo he dicho. (Habla con la boca llena de delicias turcas)

Bruja blanca: Hijo de Adán, me gustaría mucho ver a tu hermano y a tus dos hermanas.
¿Querrás venir con ellos a verme? 

Edmund:Sí, puedo intentarlo. ( dice mientras mira con tristeza la caja de delicias turcas
vacía)

Bruja blanca: Porque si regresas, trayéndolos contigo, podré darte más delicias turcas. No
puedo hacerlo ahora, la magia sólo funciona una vez. En mi casa sería diferente.

Edmund:Y porque no podemos ir a su casa ahora. (dice con un puchero).

Bruja blanca: Mi casa es un lugar encantadora y estoy segura de que te gustara. Hay
habitaciones enteras llenas de delicias turcas, y lo que es más importante, no tengo hijos.
Quiero un muchacho agradable al que pueda educar como príncipe y que sea rey de Narnia
cuando yo ya no esté. Mientras fuera príncipe llevaría una corona de oro y se pasaría el día
comiendo delicias turcas; y tú eres el joven más inteligente y apuesto que he conocido
jamás. Creo que me gustaría convertirte en príncipe... algún día, cuando vuelvas con los
demás.
2°Escena: ”La llegada de los 4 hermanos Pevensie a Narnia”.
La casa donde vivían los hermanos Pevensie era muy vieja y famosa, por lo que
regularmente era visitada por muchas personas de Gran Bretaña. La Sra. Macready se
encargaba de hacerle una visita guiada por la casa a los que pidieran permiso para verla, y a
esta le enoja mucho cuando los niños interrumpen la visita de alguna forma.

Por lo que unas mañanas después del incidente, mientras Peter y Edmund miraban una vieja
armadura y se preguntaban si la podrían desarmar, las dos niñas llegan corriendo y
anunciaron:

Peter: ¿La podremos desarmar y luego volver a armarla?

(Llegan Lucy y Susan corriendo a la escena).


 Susan: ¡Cuidado! Aquí viene Macready (decir sin aliento).

Lucy: ¡Y con un grupo enorme! ( Lo dice cansada y gesticula exageradamente).

Por lo que rápidamente salieron por la otra puerta. A pesar de su intento de evitar el grupo
casi pareciera que estos los siguieran o que la Sra. Macready intentara atraparlos, siguieron
dando vueltas hasta que Susan dijo:

Susan: ¡Qué fastidio estos turistas! Bueno…vamos a la habitación del armario hasta que
hayan pasado. Nadie nos seguirá hasta allí.

Llegaron a la habitación, sin embargo, nada más entrar, oyeron voces en el pasillo contiguo
y se acercaban cada vez más. Por último alguien manipulando la puerta y el picaporte
girándose.

Peter: ¡Rápido! No hay otro sitio. (Abre la puerta del armario de par en par)

(Los cuatro se introducen rápidamente en el armario, Peter de último y este deja la puerta
un poquito abierta)

Después de estar un rato Susan mencionó:

(Conversación en susurros)

Susan: Ojalá Macready se dé prisa y se lleve a toda esa gente, empiezo a sentir unos
calambres horribles

Edmund: ¡Y qué asqueroso es el olor a bolas de alcanfor!

Susan: Supongo que los bolsillos de estos abrigos están llenos de bolitas (Señala los
abrigos). Para mantener alejadas a las polillas.

Peter: Algo se me está clavando en la espalda. (se queja y frota su espalda).

Susan: Y ¿verdad que hace frío? (dice mientras se frota los brazos)

Peter: Ahora que lo mencionas, sí que hace frío, y caramba, además esto está húmedo¿Qué
le pasa a este lugar? Estoy sentado en algo húmedo, y cada vez está más mojado ( se
incorpora con dificultad ).

Edmund: Salgamos, creo que ya se han ido ( inclina la cabeza para agudizar oído).

Susan: ¡Aaahh! (grita). Estoy sentada contra un árbol y… ¡miren! Empieza a clarear... por
allí. 
Peter: ¡Por Dios, tienes razón! y miren por allí… allí también, hay árboles por todas partes.
Y esta cosa húmeda es nieve… Al parecer estamos en el bosque de Lucy.

Peter se voltea hacia Lucy.

Peter: Perdón por no haberte creído… Lo siento. (se abrazan)

Lucy: Por supuesto que te perdono. ( recibe el abrazo)

(Mientras Lucy y Peter se abrazan Susan pregunta)

Susan: ¿Y ahora? ¿Qué hacemos?


Peter: Pues ir a explorar el bosque (dice Peter muy animado)

Susan: ¡Uf! Pero hace mucho frío, mejor pongámonos estos abrigos primero.

Lucy: ¡Podemos fingir que somos exploradores árticos!

Susan: Bueno, y…¿a dónde vamos?  

Peter: Creo que Lu debería ser nuestra guía, además se lo merece. ¿Adónde quieres
llevarnos, Lu?

Lucy: ¡Los llevaré donde mi amigo!El Sr.Tumnus, el simpático fauno del que hablé.

Todos estuvieron de acuerdo, por lo que los niños se pusieron los enormes abrigos y
comenzaron su travesía, pero al terminar su viaje se dieron cuenta que el Sr. Tumnus no
estaba, la puerta había sido arrancada y hecha pedazos; en el interior, la cueva estaba oscura
y fría, además tenía un olor a humedad. La entrada estaba cubierta de nieve que se había
amontonado y estaba mezclada con algo negro; volviendo al interior la vajilla estaba
destrozada y habían acuchillado el cuadro del padre del fauno hasta destrozarlo.

Edmund: ¡Qué lío! Hemos venido para nada.

Peter: ¿Qué es esto? ( dice peter mientras levanta un papel que estaba clavado en la
alfombra en el suelo)

Susan: ¿Hay algo escrito?

Peter: Sí, creo que sí.

(Salen de la casa de Tumnus y leen el papel)

“El anterior ocupante de este lugar, el fauno Tumnus, está bajo arresto y aguardando juicio
por la acusación de alta traición contra Su Majestad Imperial Jadis, Reina de Narnia,
Castellana de Cair Paravel, Emperatriz de las Islas Solitarias, etc. También se lo acusa de
haber dado alimento a los enemigos de dicha Majestad, haber alojado espías y
confraternizado con humanos. Firmado: MAUGRIM, capitán de la policía secreta ¡LARGA
VIDA A LA REINA!”

(Los niños se miran entre sí)

Susan: no se si me va a gustar este lugar Lucy

Peter:¿Quién es esta reina, Lu? ¿Sabes algo sobre ella?

Lucy: ¡No es una reina de verdad! Es una bruja horrible, la Bruja Blanca. Todos,
absolutamente todos los habitantes del bosque la odian. Ha lanzado un hechizo sobre todo
el país de modo que aquí siempre es invierno pero nunca llega la Navidad. (comienza
enfadada o exaltada y termina triste).

Susan:¿Realmente vale la pena seguir adelante?...Digo, este lugar no se ve muy seguro y


tampoco resulta divertido. Además, hace frío y no hemos traído nada para comer ¿No
podemos regresar a casa?

Lucy: ¡No, no podemos! ¿No se dan cuenta? no podemos volver a casa después de ver esto.
Por mi culpa el  Sr.Tumnus se metió en un gran problema, me invitó a cenar, me protegió
de la bruja y me guió a casa, ese es el significado de “haber dado alimento a los enemigos
de la reina y confraternizado con humanos”. ¡Tenemos que intentar rescatarlo!

Edmund: ¡No podemos hacer nada! ¡ni siquiera tenemos comida! ¿Cómo esperas que
ayudemos a ese fauno?

Peter: ¡Cállate! (dice enojado y luego resopla) ¿Susan tu que piensas?

Susan: Aunque no quiero quedarme aquí un segundo más, debo admitir que tengo la
espantosa sensación de que Lu tiene razón. No podemos irnos sin antes intentar ayudar al
señor… Como se llame, osea el fauno.

Mientras todos se preguntaban qué hacer Lucy exclamó:

Lucy: ¡Miren! Allí hay un petirrojo, es el primer pájaro que he visto aquí. ¡Lo juro! ¿Los
pájaros hablarán en Narnia? Parece que quiere decirnos algo.
(Lucy se gira completamente hacia el ave y pregunta)

Lucy: Por favor, ¿puedes decirnos adónde han llevado a el fauno Tumnus?

(Mientras lo dice camina hacia el petirrojo pero cuando avanza este va a otro árbol, cuando
ven esto todos los niños avanzan un poco más y él repite la acción pasada).

Lucy: Tengo la impresión de que quiere que lo sigamos.

Susan: Así es, ¿Tú qué piensas, Peter?


Peter: Bueno, comprobemoslo.

El petirrojo iba avanzando de árbol en árbol mientras los niños lo seguían. Al cabo de
media hora de caminata, cuando las niñas estaban adelante, Edmund dijo a Peter.

Edmund: Si todavía no eres demasiado importante y poderoso para hablar conmigo  (dice
en ironía), tengo algo que decirte que sería mejor que escuches.

Peter: ¿Qué es?

Edmund: ¿Te has dado cuenta de lo que estamos haciendo?

Peter: ¿Qué?

Edmund: Estamos siguiendo a un guía sobre él que no sabemos nada. ¿Cómo sabes de qué
lado está ese pájaro? ¿Qué te hace pensar que no pretende conducirnos hasta una trampa?

Peter: Esa idea es repugnante. Además... Es un petirrojo, ya sabes. Son pájaros buenos en
todos los cuentos que he leído.

Edmund: Sobre  eso, ¿cuál es el lado correcto? ¿Cómo sabemos que los faunos están del
lado bueno y la reina está del lado malo? En realidad, no sabemos nada de ninguno de los
dos.

Peter: El fauno salvó a Lucy.

Edmund: Eso es lo que él dijo, pero ¿Cómo lo sabemos? Además, ¿Cómo vamos a volver a
casa desde aquí?

Peter: ¡Oh por Dios!, no había pensado.

Edmund: Y sin posibilidad de cenar.

Mientras ellos hablaban las dos niñas gritaron de repente “¡No!” y se detuvieron.

Lucy: ¡El petirrojo se ha ido volando!

Edmund: Y ahora ¿qué haremos?

Susan: ¡Shhhh! ¡Miren! (dice y señala unos arbustos)

Estos se movían y mientras los niños miraban con confusión y temor, vieron un castor
peludo y bigotudo que se asomó para mirarlos desde detrás de un árbol, pero en vez de
retirarse puso un dedo cerca de su boca, como si señalará silencio. 

Al cabo de un momento el desconocido salió por detrás del árbol, dirigió una veloz mirada
a su alrededor,como si temiera que alguien estuviera espiando, y dijo.
Sr.Castor: ¡¡¡Shhh!!! (les hace señas para que lo sigan).

Y les hizo señas para que se reunieran con él en la parte más espesa del bosque. Solo
cuando los había llegado, hasta un lugar oscuro entre árboles empezó a hablarles.

Sr.Castor. ¿Ustedes son los hijos de Adan y Eva? (dijo mirándolos con atención).

Peter: Así es, somos unos de sus hijos. (Contestó en voz alta).

Sr.Castor: ¡¡¡Shhhhh!!! Por favor no hablen tan alto, que podrían escucharnos.

Peter: Pero si solo estamos nosotros aquí. (protesto algo confundido) ¿De quien nos
escondemos?

Sr.Castor: Están aquí arriba (señalo a las copas de los árboles) siempre están escuchando
todo lo que sucede en el bosque. En su mayoría son aliados pero, siempre hay algún traidor
entre nosotros, que podría llevar información a… (digo casi susurrando) supongo que ya
saben a quien…

 Edmund: ¿Y cómo sabemos que usted es de los buenos? (Dijo un todo algo arrogante y
cruzando los brazos)

Peter: Edmund tiene razón, no queremos ser maleducados pero, no sabes si confiar o no en
usted. 

Sr. Castor: ¡Bien! Entonces creo, que esto les dará la respuesta a esa pregunta (sacó un
pequeño pañuelo blanco).

Los hermanos se quedaron sorprendidos por el acto de Castor, y se quedaron por algunos
segundos en  silencio. Hasta que Lucy rompió el silencio  dando y paso hacia adelante y
digo.

Lucy: ¡Es el pañuelo que le di al Sr.Tumnus, cuando vine por primera vez! pobre
Sr.Tumnus…

Sr.Castor: Exactamente, me lo dio antes de que lo arrestaran (entregó el pañuelo a la


pequeña niña), me dijo que cuando los encuentre los lleve a… (se detuvo y miró a su
alrededor mirando que nadie los escuchara, e hizo una seña a los 4 hermanos para que se
acercaran a él, hasta llegar al punto de casi chocar con sus bigotes y susurro)la mesa de
piedra. Dicen que Aslan ha estado haciendo movimientos… en contra de la Bruja blanca.

Los hermanos se estremecieron ante el nombre de Aslan, no sabían quién era. Pero al
escucharlo despertó distintas sensaciones en los niños.
Con Edmund, era una sensación de miedo y terror incontrolables. Peter, se llenó de valentía
y unas ganas inmensas de explorar. Susan, sentía un dulce aroma y escuchaba una pequeña
sinfonía y con Lucy, la inundó un gran alegría, igual a la de despertar por la mañana en un
día de  vacaciones. 

Lucy: ¿Y donde está el Sr.Tumnus?

Sr.Castor: Él está en el castillo de la Bruja blanca, pero será mejor irnos de aquí. Para que
podamos conversar con más tranquilidad y además cenar. Por favor siganme (empezó a
caminar más adentro del bosque).

Todos los niños estaban de acuerdo con seguir al viejo Castor, menos Edmund pero la
palabra “cena” lo convenció enseguida. Caminaron por varios minutos y cuando más
estaban cansados y hambrientos. llegaron a un gran valle, la vista era hermosa a la distancia
se encontraba un río congelado donde en este, estaba construido un pequeño Dique. al
instante supieron que esa era la casa del Castor. 

Lucy: ¡Pero qué lindo Dique! (dijo sorprendida)

Sr.Castor: (ríe) Gracias, aunque aún no está terminada.

Susan: De seguro que será hermosa. (sonríe)

Llegando al dique, Edmund vio a los lejos las 2 montañas que le había dicho la Reina
Blanca donde se encontraba su castillos, antes de separarse. En eso pensó en las delicias
turcas y en la posibilidad de ser Rey de Narnia, superando a su hermano mayor.

Sr.Castor: esperen aquí ya regreso (entró a su casa y gritó) ¡Cariño, he encontrado a los
hijos Adán y a las hijas de Eva! ¡ven a ver!

Después de esa escena, salió de la casa una vieja Castora que al ver a los niños se alegró
mucho y corrió hacia ellos para recibirlos. 

Sra.Castora: ¡De verdad son ustedes, no puedo creerlo! (se acercó a los niños seguida de su
esposo) Hemos esperado mucho su llegada ¡Oh! Deben de estar hambrientos y con mucho 
frío por favor pasen. (tomó a Lucy de la mano y entró a la casa).

Todos entraron a la casa, la casa era pequeña pero acogedora y cálida, Peter y el Sr.Castor
salieron a pescar algunos peces para la cena, mientras que la Sra.Castora, Susan y Lucy
hablaban y Edmund las miraba. Después de una deliciosa cena, todos se sentaron a hablar
sobre la situación actual de Narnia y de quien era la Bruja Blanca y Aslan, los planes del
mismo y como debían llevarlos a la mesa de piedra porque ellos eran una clave
fundamental para acabar con el reinado de la bruja blanca. Después de un largo rato,
Edmund salió a tomar un poco de aire fresco, se acercó a la del dique admirando el
hermoso y tranquilo paisaje de la noche. A los lejos vio las dos montañas que la Reina
Blanca le había mencionado en su encuentro con ella. Después de pensarlo por varios
minutos, fue hacia esa dirección, sin decir nada a sus hermanos, dejándolos muy
preocupados por él.
3°Escena: “Reencuentro de Edmund y la Bruja Blanca”.

A pesar de salir a contar todo a la reina y delatar a sus hermanos, hay que pensar que en
realidad Edmund no era tan malo como para buscar el mal de ellos. Él solo quería más
delicias turcas y después ser el rey, por lo que se convenció, a pesar de que no quería que la
reina fuera especialmente amable con ellos, de que ella no les haría nada demasiado malo a
sus hermanos.

Edmund: Después de todo los que dicen cosas desagradables sobre ella son sus enemigos y
probablemente la mitad de todo eso no sea cierto. Fue super amable conmigo, incluso
mucho más amable que ellos. Supongo que es la reina legítima ¡En cualquier caso, será
mejor que ese horrible Aslan!
No era una buena excusa, pero en el momento fue suficiente para darse fuerzas a él mismo
y seguir.

De lo primero que se dio cuenta en el exterior es que nevaba fuertemente y había dejado su
abrigo en la casa de los castores “no puedo volver por el”. Lo siguiente que notó fue que
casi había oscurecido por completo,no había contado con aquello, pero tendría que
arreglárselas como pudiera. Así pues, se subió el cuello de la camisa y avanzó arrastrando
los pies por la parte superior del dique que, afortunadamente, no resultaba tan resbaladiza
debido a la nieve que había caído, hasta la otra orilla del río.Mientras avanzaba todo se
volvía peor:oscurecía por momentos, y entre aquello y los copos de nieve que se
arremolinaban a su alrededor apenas podía ver a un metro de distancia. Además no había
sendero, por lo que cada 2 o 3 pasos resbalaba sobre charcos helados, tropezaba con troncos
caídos, rodaba por empinados terraplenes y se despellejaba las piernas contra rocas, y al
final acabó mojado, helado y magullado de la cabeza a los pies.

Se sentía tan adolorido, congelado y solo que pensó en abandonar el plan, regresar y rogar
perdón. Pero un pensamiento lo animo “Cuando sea rey de Narnia lo primero que haré será
construir unas cuantas carreteras decentes”.Mientras fantaseaba sobre su reinado el tiempo
cambió, primero dejó de nevar, luego empezó a soplar un viento fuerte y la temperatura se
tornó gélida, finalmente, las nubes se alejaron y salió la luna.Una luna tan brillante que
alumbraba todo como si fuera el sol, si no fuera por esta no sería capaz de seguir su camino.

 Edmund siguió su curso, pero el pequeño valle por el que transcurría era mucho más
empinado y rocoso que el que acababa de abandonar y estaba totalmente plagado de
maleza, de modo que no lo habría conseguido en la oscuridad.

Cuando por fin llegó a un punto más llano estaba empapado por culpa de la nieve que caía
en su espalda, alzo su cabeza y vió ,en medio de una pequeña llanura entre dos colinas, lo
que sin duda era la Casa de la Bruja Blanca. Bueno, aunque más que una casa era un
castillo y por la forma de esta Edmund comenzó a sentir miedo de la casa. Sin embargo, ya
era muy tarde para pensar en dar media vuelta.

Edmund caminó hasta el castillo, todo estaba en sepulcral silencio, no oía ni siquiera sus
pisadas. Caminó y caminó, dejando atrás una esquina tras otra de la casa, y también un
torreón tras otro en busca de la puerta. Tuvo que dar toda la vuelta hasta llegar al otro
extremo antes de localizarla,era un arco  inmenso, pero las enormes rejas de hierro estaban
abiertas de par en par.

El chico se aventuró dentro donde vió muchas estatuas de piedra, primero vio un león que
al principio lo asustó, enanos, sátiros de piedra, lobos, osos, zorros y leopardos, preciosas
figuras que parecían mujeres pero que eran en realidad los espíritus de los árboles, una 
figura de un centauro y de un caballo alado y una criatura alargada y grácil que Edmund
supuso que era un dragón, todos de piedra.
Mientras admiraba descubrió una luz tenue que surgía de una entrada situada en el otro
extremo del patio. Fue hacia allí; había un tramo de escalera que se elevaba hasta la
puerta.El niño subió los escalones, pero atravesando el umbral yacía un gigantesco lobo.

Edmund: Todo va bien, todo va bien. No es más que un lobo de piedra. No puede hacerme
daño.

Estaba apunto de pasar sobre él cuando la enorme criatura se puso en pie, con todos los
pelos del lomo bien erizados, abrió las enormes fauces, este preguntó sobre su identidad y
qué hacía ahí, él contó sus propósitos y se presentó, y el gran lobo, wue se llamaba
Maugrim fue a avisarle a la reina.

Edmund permaneció allí de pie y aguardó, con los dedos adoloridos por el frío y el corazón
latiéndole con fuerza en el pecho, y al cabo, el enorme lobo, Maugrim, jefe de la policía
secreta de la bruja, regresó dando saltos y anunció que podía entrar.

Cuando Edmund entró se encontró con un vestíbulo grande y sombrío con muchas
columnas, lleno, igual que el patio, de estatuas. La situada más cerca de la puerta era un
pequeño fauno con una expresión muy triste en el rostro, y Edmund no pudo menos que
preguntarse si no sería el amigo de Lucy.

Edmund: He venido majestad.

Bruja Blanca: ¿Cómo te atreves a venir solo?¿No te dije que trajeras a tus hermanos
contigo? (dice muy enfadada)

Edmund: Por favor, majestad. He hecho todo lo que he podido. Los he traído bastante
cerca. Están en una casita en lo alto del dique justo río arriba, con el señor y la señora
Castor.

(La bruja blanca comienza a sonreír cruelmente)

Bruja blanca: ¿Es esto todo lo que tienes que decir?

Edmund: No, majestad. Escuché a los castores decir que un tal Aslan está en Narnia y que
él es el verdadero rey. Planea encontrarse con mi hermanos en la mesa de piedra mañana.

Bruja blanca:¡Qué! ¿Aslan? ¿Es eso cierto? Si descubro que me has mentido…

Edmund: ¡No! por favor, lo único que he hecho es repetir lo que ellos dijeron.

Pero la reina no prestaba atención, pues estaba  mandado a que prepararan su trineo.
Después de esto comenzaron el viaje, que fue de lo más desgraciado para el pobre Edmund,
pues fue golpeado y obligado a caminar sin descanso cuando no pudieron seguir en trineo,
además de tener un hambre de horrores y casi ser matado.

Decimos casi porque Aslan lo salvó, pero ¿tendrá algún costo para él?
4°Escena: “Encuentro con Papá Noel”.
Tan pronto como el Sr.Castor, la Sra.Castor y los niños Pevensie se dieron cuenta de la
ausencia de Edmund se preocuparon, pero el Sr. Castor le aseguró a los niños que él los
había traicionado, pues podía ver en sus ojos algo diferente, la magia de alguien que comió
delicias turcas de la reina. Por lo que tenían que marcharse enseguida.

Sra.Castor: Vamos, Sr.Castor, hay que bajar ese jamón. Y aquí hay un paquete de té, otro
de azúcar y unos fósforos. Alguien por favor alcánceme dos o tres hogazas del recipiente de
aquel rincón.

Susan: ¿Qué hace Sra.Castor?

Sra.Castor: Preparar un paquete para cada uno de nosotros, bonita ¿Acaso pensabas que
íbamos a iniciar nuestro viaje sin nada que comer?(dice con dulzura)

Lucy: ¡Pero no tenemos tiempo!, puede llegar en cualquier momento (asustada).

Sr.Castor: Opino lo mismo, debemos apurarnos. (agitado)

Sra. Castor: No me vengan con eso. Piénsalo bien, señor Castor. No puede llegar hasta aquí
dentro de al menos un cuarto de hora. Además hagamos lo que hagamos no llegaremos a la
mesa de piedra antes que ella. No podemos salir sin nada que comer.

Así todos ayudaron a la Sra.Castor y en menos de cinco minutos ya todos tenían sus
paquetes, cuando salieron había parado de nevar y había salido la luna. Avanzaron en fila
india (en este orden: Sr.Castor, Lucy, Peter, Susan, Sra.Castor) hacia la orilla derecha del
río para luego ir por una especie de senda muy abrupta por entre los árboles justo a lo largo
de la margen del río.

El camino fue agotador, largo y tortuoso. Después de lo que parecieron horas caminando, y
de que la luna haya desaparecido y haya comenzado a nevar otra vez; cuando todos, en
especial Lucy, estaban tan agotados que sentían que se dormían, el Sr. Castor y excavó un
poco.

Peter:¿Dónde diablos estamos? ( con voz cansada y somnolienta)

Sr.Castor: Es un viejo escondite para castores en problemas y un secreto muy


guardado, no es mucho pero debemos descansar unas horas.

Sra. Castor: Si no se hubieran puesto pesados con irnos tan rápido hubiera podido traer unas
almohadas (refunfuña).

Lucy pensó que no era una cueva tan agradable como la del señor Tumnus, esta era más
bien como un agujero en el suelo, aunque seco y práctico. Era muy pequeño, por lo que
cuando se tumbaron todos en el suelo formaron una especie de revoltijo de prendas
amontonadas, así pues entre aquello y que la caminata los había hecho entrar en calor se
sintieron extremadamente cómodos. Además el Sr.Castor les dio a todos un traguito de un
frasco que hacía toser un poco y quemaba la garganta pero que los hizo sentir muy bien
después de tragarlo y cayeron en un sueño profundo.

En la mañana todos se despertaron, primero se sintieron cansados y con más sueño, pero en
menos de un segundo se pusieron todos erguidos con la boca y los ojos bien abiertos. El
sonido, el sonido que anoche esperaban escuchar en cualquier momento, el tintineo de unos
cascabeles.

El Sr. Castor salió como un rayo de la cueva en cuanto lo oyó, y aunque cualquiera habría
pensado que era una estupidez, así como lo hizo Lucy, está fue una decisión muy sensata.
El castor sabía que podría deslizarse sin ser visto, así podría ver en qué dirección iba el
trineo de la bruja.  

Los otros permanecieron en la cueva esperando y haciéndose preguntas. Esperaron casi


cinco minutos. Entonces oyeron algo que los asustó muchísimo; oyeron voces. 

Lucy: ¡No! lo ha visto¡Lo ha pillado!(susurra) 

Se sorprendieron mucho, cuando un poco más tarde, oyeron la voz del señor Castor que los
llamaba desde el exterior de la cueva.
Sr.Castor:Todo va bien (grita). Sal, señora Castor. Salid, Hijos e Hijas de Adán. Todo va
bien. ¡Ella no!

No era muy correcto gramaticalmente, pero así es como hablan los castores cuando están
nerviosos; quiero decir, en Narnia, pues en nuestro mundo no hablan en absoluto.

De modo que tanto los niños como la Sra. Castor abandonaron la cueva, todos parpadeando
bajo la luz solar, cubiertos de tierra, y con un aspecto muy descuidado, con la ropa sin
cepillar, el cabello sin peinar y los ojos soñolientos.

Sr. Castor: ¡Vamos!¡Vengan a ver!¡Esto es un golpe muy duro para la bruja! Parece que su
poder empieza a desmoronarse. 

Peter:¿Qué quiere decir?

Sr.Castor: ¿Se acuerdan que ella había hecho que fuera siempre invierno y nunca Navidad?
¿Se acuerdan? ¡Bien, pues vengan a ver! 

Y entonces llegaron todos a lo alto y lo vieron. Realmente era un trineo, y realmente eran
renos con cascabeles en los arneses; pero eran mucho más grandes que los renos de la
bruja, y no eran blancos sino marrones. Y montada en el trineo había una persona a quien
todo el mundo reconoció en cuanto le puso los ojos encima; se trataba de un Papá Noel
(Todos se sentían felices de verlo).
Papa Noel:Por fin he llegado.  Ella me ha mantenido lejos durante mucho tiempo, pero he
conseguido regresar por fin. Aslan viene hacia aquí. La magia de la bruja empieza a
debilitarse.
Y ahora vuestros regalos. Hay una máquina de coser nueva y mejor para usted, señora
Castor. La dejaré en su casa cuando pase por allí. 

Sra. Castor: Disculpe, pero está cerrada con llave.

Papa Noel: Los pestillos y cerraduras no son problema para mí (dice seguro y ríe un poco).
Y en cuanto a usted, señor Castor, cuando llegue a casa encontrará que su dique está
terminado y reparado.

El Sr. Castor estaba tan asombrado y satisfecho que no pudo mencionar palabra y solo
quedó con la boca abierta de par en par.

Papá Noel: Peter, hijo de Adán. Éstos son tus regalos y son utensilios, no juguetes. Puede
que no tardes mucho en utilizarlos. Cuídalos bien

Le entregó al muchacho un escudo y una espada. El escudo era de color de  plata y sobre él
había un león de color rojo vivo. La empuñadura de la espada era de oro y tenía una vaina,
un talabarte y demás accesorios, y era justo del tamaño y peso exactos para que Peter
pudiera manejarla. El niño permaneció silencioso y solemne mientras recibía aquellos
regalos, pues estaba seguro de que se trataba de algo muy serio.

Papá Noel: Susan, Hija de Eva, éstos son para ti.

Y le entregó un arco, una aljaba llena de flechas y un pequeño cuerno de marfil

Papá Noel: Debes utilizar el arco sólo si es estrictamente necesario, pues no es mi intención
que luches en la batalla. No acostumbra a fallar. Y cuando te lleves el cuerno a los labios y
lo hagas sonar, entonces, dondequiera que estés, creo que alguna clase de ayuda acudirá a
socorrerte. 
Lucy, hija de Eva.

La niña caminó dos pasos hacía delante al escuchar su llamado,y él le dio una botellita que
parecía de cristal, pero que más tarde descubrieron que estaba hecha de diamante, y una
pequeña daga.

Papá Noel: En esta botella (señala la botella) hay un licor hecho del jugo de algunas de las
flores de fuego que crecen en las montañas del sol. Si tú o alguno de tus amigos resulta
herido, unas cuantas gotas de esto os devolverá la salud. Y la daga es para que te defiendas
si es muy necesario. Pues tampoco tú deberías participar en la batalla.

Lucy: ¿Por qué, señor? Nunca me he visto en la situación, pero creo que sería muy valiente.

Papá Noel: Ésa no es la cuestión,  las batallas siempre son repugnantes.(dice severo).
 Y ahora  ¡aquí tengo esto para todos vosotros! (deja de ser severo)
Papá Noel sacó, del enorme saco situado a su espalda, una enorme bandeja que contenía
cinco tazas y platos, un cuenco con terrones de azúcar, una jarra de leche y una enorme
tetera que siseaba y silbaba de lo caliente que estaba. A continuación exclamó: “¡Feliz
Navidad! ¡Larga vida al auténtico rey!”.

5° Escena: “Sacrificio de Aslan”.


Cuando los niños y los señores castores llegaron a la mesa de piedra encontraron a Aslan,
un león de los más magnífico, con una hermosa cabellera y una actitud que solo desprendía
autoridad.

Aslan envío a sus guerreros para que rescataran a Edmund.Entretanto tuvieron un altercado,
pues Maugrim llegó al campamento e intentó hacerle daño a Susan, no obstante, Peter pudo
salvarlo matando al lobo.

Poco después llegó Edmund y con su llegada la mala noticia de que no pudieron atrapar a la
reina, la cual se presenta luego en la mesa de piedra reclamando a Edmund en razón de la
ley de la magia insondable que dictaba que el traidor ahora le pertenecía, pero tras una larga
charla con Aslan desistió de sus propósitos…¿Cierto?

(Mientras se narra esta parte los la bruja blanca y Aslan charlan en una esquina, mientras en
la otra están los hermanos Pevensie junto con Edmund preocupados por su hermano, Lucy
llora. Antes de que Aslan empiece a hablar la bruja blanca sale de escena)

Aslan: Debemos marcharnos de este lugar al momento, se necesitará para otras


obligaciones. Acamparemos esta noche en los Vados de Beruna.

A pesar de que todos querían saber cómo hizo desistir a la reina de llevarse a Edmund, pero
su rostro severo los hizo renunciar a la idea.

Después del acontecimiento todos comieron y luego recogieron las cosas del campamento
durante horas para ir hacia los Vados de Beruna. Antes de las 2 de la tarde todo y todos
estaban listos para partir, y así se hizo, en dirección noreste, caminando tranquilamente,
pues el viaje no era largo.

Durante la primera parte del viaje explicó a Peter estrategias de batalla, como colocar
centauros, donde enviar exploradores, como debía regirse esta guerra tanto en el campo
cómo en el castillo; hasta que porfin Peter preguntó:

Peter: Pero… ¿Tú estarás allí, Aslan?

Aslan: No lo sé, no puedo prometerte nada.

Dijo para luego seguir dando sus instrucciones.


Durante la última parte del viaje fueron Susan y Lucy quienes estuvieron más tiempo con
él, aunque no habló demasiado y les pareció que estaba triste.

Antes del final de la tarde ya estaban en su destino, por lo que empezaron a montar el
campamento.El estado de ánimo de Aslan afectó a todo el mundo aquel atardecer. 

Peter se sentía inquieto también ante la idea de librar aquella batalla por su cuenta, la
noticia de que Aslan podría no estar presente le había producido una gran conmoción. La
cena aquella noche fue una comida silenciosa, y todos advirtieron lo diferente que había
sido la noche anterior o incluso aquella misma mañana. Parecía como si los buenos
tiempos, que acababan de empezar, se acercaran ya a su fin.

Aquella sensación afectó tanto a Susan y a Lucy que no pudieron dormir, se movían y
retorcían en sus respectivas camas, imaginandosé lo peor. Hasta que de los labios de Lucy
escapó un suspiro.

Susan: ¿Tú tampoco puedes dormir?

Lucy: No, pensaba que dormías.¡Oye, Susan! Tengo una sensación muy horrible; como si
algo se nos echara encima.

Susan: ¿En serio? porque… en realidad a mi me pasa lo mismo

Lucy: Es sobre Aslan… o bien, algo malo va a sucederle, o él hará algo malo.

Susan: Se ha comportado de manera extraña toda la tarde (decir pensativa)… ¡Lucy! ¿Qué
fue lo que dijo sobre no estar con nosotros durante la batalla? No se escabullira y
abandonará esta noche, ¿verdad?

Lucy:No lo creo, ¿pero dónde está? Salgamos a echar un vistazo, tal vez lo veamos.

Con mucho sigilo las dos niñas avanzaron a tientas por entre los que dormían y se
deslizaron en silencio fuera de la tienda. La luz de la luna brillaba con fuerza y todo estaba
muy silencioso, miraban a su alrededor y entonces Susan agarró el brazo de Lucy y
exclamó.

Susan: ¡Mira! (susurro y señala a Aslan).

Las dos vieron a Aslan que despacio penetraba en el bosque y lo siguieron sin decir
palabra. El camino que seguían les resultaba conocido a las 2 pero no conseguían atinar a
donde iba el león, por lo que continuaron siguiéndolo hasta que se encontraron en una
amplia extensión de terreno despejado en el que las niñas no podían esconderse, de modo
que Aslan las descubrió.

Aslan: Niñas ¿por qué me siguen?

Lucy: No podíamos dormir…


Cuando Lucy mencionó esa frase sintió que no debía continuar pues Aslan ya entendía lo
que sucedía.

Susan: Por favor, ¿podemos ir contigo... donde sea que vayas?

Aslan: Bueno...me gustaría tener compañía esta noche. Sí, pueden venir, si me prometen
que se detendrán cuando yo lo indique, y que después de eso me dejaréis continuar solo.

Y así fue, las niñas acompañaron a Aslan mientras acariciaban su melena, subieron por la
ladera de la colina en la que se alzaba la Mesa de Piedra. Lo hicieron por el lado donde los
árboles llegaban más arriba, y cuando alcanzaron el último árbol, uno que estaba rodeado
de arbustos, Aslan se detuvo y dijo.

Aslan: Niñas, mis queridas niñas. Aquí tienen que detenerse y vean lo que vean, no salgan
ni dejen que las vean. Adiós ( decir con melancolía).

Las dos niñas lloraron, incluso sin saber porqué, y abrazaron al león mientras besaban su
melena. Luego él se apartó de ellas y siguió hacia la colina, mientras Lucy y Susan se
acurrucaban más la una con la otra y con los arbustos, y vieron lo siguiente.

Había una gran muchedumbre aguardando 185 alrededor de la Mesa de Piedra y aunque la
luna brillaba, muchos de ellos sostenían antorchas que ardían con malévolas llamas rojas y
humo negro. En el centro de todos ellos, al lado de la mesa de piedra, estaba la bruja
blanca; la cual dio una sonora carcajada cuando lo vió llegar, carcajada que fue seguida por
sus secuaces.

Bruja blanca: ¡Idiota! ¡El muy idiota ha venido, atenlo bien!

(Kiara va donde Aslan primero con tanto miedo que tiembla y no logra acercarse por
completo, aunque siempre con una expresión maliciosa)

 Bruja blanca: ¡He dicho que lo aten! ( grita en furia)

(Kiara se abalanza sobre Aslan para atarlo y al ver que no opone resistencia da un pequeño
grito triunfal. Poner a Aslan acostado de espaldas y atarle manos y pies juntos simulando
hacerlo con mucha fuerza, sin dejar de lanzar gritos y aclamaciones. Lo comienza a
arrastrar a la mesa de piedra)

Bruja blanca: ¡Deténgase! primero hay que afeitarlo.

(Otra vez Kiara se burla del león y va con una tijeras se agacha y recorta toda su melena)

Las niñas que observaban desde los arbustos contemplaron el rostro del león que entonces
parecía muy pequeño y distinto sin su melena. Los enemigos también observaron la
diferencia.
Kiara: ¡Vaya, pues si no es más que un gato grande, al fin y al cabo! (camina alrededor de
Aslan) ¿”Esto” es lo que tanto temíamos? ( se ríe maquiavélicamente) ¡Gatito, gatito! Pobre
gatito ¿Quieres tu platito de leche, minino? ( burlándose constantemente de Aslan).

Lucy: Pero… ¿Cómo pueden? ¡Son unas bestias! (dice Lucy desde el escondite furiosa pero
susurrando y abraza más fuerte a su hermana).

Bruja blanca: ¡Ponganle el bozal!.

( Kiara le pone el bozal con dificultad y cuando lo logra se levanta y golpea, patea y se
burla de Aslan. Después de eso lo arrastra hacia la mesa de piedra y lo deja ahí).

(La bruja se acerca y se pone junto a la cabeza de Aslan, con una sonrisa aterradora y sus
facciones llenas de ira, y antes de asestar el golpe que acabaría con su vida, se acerca al
oído de Aslan, la escena se congela y entra “La maldad”)

“La maldad”: Y ahora, ¿quién ha ganado? Idiota, ¿creíste que con todo esto salvarías al
traidor humano? Ahora te mataré a ti en lugar de a él tal como pactamos, de modo que la
Magia Insondable quede aplacada. Pero cuando estés muerto, ¿qué me impedirá matarlo
también a él? ¿Y quién me lo quitará de las manos entonces? Comprende ahora que me has
entregado Narnia para siempre, has perdido tu propia vida y no has salvado la de él.
Sabiendo eso, desespera y muere.

Todos ustedes (señala al público) han perdido, terminarán como él: solos, miserables e
inútiles. Yo reinó sobre todos ustedes, y no hay nadie que los vaya a salvar, porque acabaré
con ustedes, uno por uno.

Y lo mejor es, que no se darán cuenta, porque ustedes comenzarán mi trabajo, haciéndose
más daño del que yo puedo hacer desde afuera y así mismo destruyendo a los demás en un
ciclo vicioso del que nunca, ¡Nunca! saldrán, porque siempre estaré en su interior, en el de
todos ustedes. ¡Hipócritas! (se burla y sale del escenario).

( La escena se descongela, la bruja blanca se separa de Aslan y lo mata con un golpe en la


cabeza, mientras las niñas tapan sus ojos).

6° Escena: “La Gran Coronación”.


Tras la llegada de Aslan, Susan y Lucy al campo de batalla, la guerra duró tan solo unos
pocos minutos. Muchos guerreros aliados y enemigos estaban dando todo en el campo de
batalla. A lo lejos, se encontraba Peter peleando mano a mano contra la Reina Blanca, a
causa de un despite Peter cayó al suelo, La reina estaba apunto de matarlo, pero antes de
que eso sucediera, Aslan se lanzó contra ella y lanzando un rugido tan majestuoso e
imponente, y luego dándole el golpe de gracia a la Reina, acabando así… esa horrible
guerra. Al ver a su Reina fuera de batalla, los súbditos salieron huyendo del lugar de
inmediato, dando la victoria a los aliados de Aslan.

Tras una gran batalla, fueron a descansar en ese mismo lugar, pero a la mañana siguiente
marcharon hasta el castillo de Cair Paravel, donde se encontraba cerca del mar, en esa
misma tarde los cuatros niños salieron a la playa después de la hora del té para disfrutar y
jugar en la arena y corretear algunas olas.  

Pero el siguiente día, un evento muy especial se llevaría a cabo en el Gran salón de  Cair
Paravel. Todos sus amigos estaban presentes en ese gran salón. Las trompetas sonaban y los
gritos de victoria y júbilo se escuchaban por todo el salón. Aslan estaba coronando a cada
uno de los niños y posicionándose a cada uno, en uno de los cuatros tronos, que se ubicaban
al fondo del salón. 

Los súbditos: ¡Que viva por muchos años el Rey Peter! ¡Que viva por muchos años la
Reina Susan! ¡Que viva por muchos años el Rey Edmund! ¡Que viva por muchos años la
Reina Lucy! y sobre todos ¡Que viva el Señor Jesucristo!

Aslan: Una vez que eres rey o reina en Narnia, eres rey o reina para siempre. ¡Séanlo con
honor, Hijos de Adán! ¡Séanlo con honor, Hijas de Eva!

A las afueras del castillo se escuchaban las voces de sirenas como tritones, que cantaban
con alegría a sus nuevos Reyes y Reinas. Los cuatro niños, que ahora eran reyes de toda
Narnia, entregaban premios para sus amigos. Después de una gran coronación, escucharon
el rugido de Aslan, quien ya no se encontraba allí, pues tenía asuntos muy importantes que
atender. Los niños no dijeron ni una sola palabra pues sabían que Aslan era de espíritu libre
e indomable.

También podría gustarte