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ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA

Magistrada ponente

SL080-2023
Radicación n.° 74105
Acta 02

Bogotá D.C., treinta y uno (31) de enero de dos mil


veintitrés (2023).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


ISRAEL MORENO CASTAÑEDA, contra la sentencia
proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cali el 13 de noviembre de 2015, en el
proceso que promovió contra las sociedades MOLINOS ROA
S.A. y MOLINOS FLORHUILA S.A.

I. ANTECEDENTES

Israel Moreno Castañeda demandó a Molinos Roa S.A.


y a Molinos Florhuila S.A., con el fin de que se declarara que
entre ellos existió un contrato de trabajo entre el 10 de mayo
de 1999 y el 15 de agosto de 2012, fecha en que se terminó
de manera unilateral y sin justa causa por parte de sus
empleadoras.

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Así mismo, pretendió que se declarara el


incumplimiento de las demandadas en el reconocimiento y
pago de todas las obligaciones laborales y, concretamente,
que se les condenara a pagar el auxilio de cesantías y sus
intereses; las primas de servicios; las vacaciones; los
dominicales, festivos y horas extras laborados; las
indemnizaciones por terminación unilateral del contrato y las
moratorias por la no consignación anual de cesantías y por
el no pago de salarios y prestaciones; la suma de
cuatrocientos mil pesos «POR LA DECLARACIÓN DE
TERMINACIÓN INEFICAZ DEL CONTRATO DE TRABAJO» y el
valor de los aportes al Sistema General de Pensiones, cuya
cuantía tasó en $23.760.000, más la indexación.

Fundamentó sus peticiones, en que laboró para las


demandadas en la ciudad de Cali, entre el 10 de mayo de
1999 y el 15 de agosto de 2012, desempeñando funciones de
oficios varios, relacionadas con el cargue y descargue de los
bultos de arroz que llegaban transportados en tractomulas o
camiones a las bodegas de las demandadas; «[…] arreglar las
averías del arroz» y cargar los vehículos que las llevarían de
vuelta a los molinos de Ibagué y el Espinal; organizar pedidos
y acomodarlos en las estibas y fumigar el arroz si traía
gorgojo.

Aseguró que tales labores las desempeñaba dentro de


las bodegas de las demandadas, todos los años de forma
ininterrumpida entre el 2 de enero y el 31 de diciembre, sin
salir a disfrutar de vacaciones, bajo las órdenes y el mando

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del jefe de bodega y el gerente de la seccional Cali,


cumpliendo con los horarios de trabajo por ellas impuesto,
de lunes a sábado, entre las 7 am y las 5 pm, jornada que en
algunas oportunidades se extendió hasta las 7 pm o
domingos y festivos.

Adujo que recibió de las demandadas un salario


promedio mensual de $800.000, que se disimulaba bajo el
concepto de cargue y descargue por valor de $4.700 por
tonelada trasladada, al cual se le deducía la suma de $1.700,
que se reflejaba en unas planillas de cobro que eran
liquidadas por Harrison, jefe de bodega de las demandadas.

Precisó que también cumplió con las funciones de


barrer y organizar a diario las bodegas, y que siempre ejecutó
su trabajo con los equipos y elementos que le suministraron
las empresas, a pesar de lo cual fue obligado por ellas a
afiliarse a una cooperativa de trabajo asociado, para «[…]
eludir los efectos de la relación laboral».

Manifestó que nunca recibió el pago de sus prestaciones


sociales, ni fue afiliado por las demandadas al Sistema de
Seguridad Social, y que como no cumplieron con la
obligación de informarle dentro de los 60 días siguientes a la
terminación del contrato el estado de estos pagos y
parafiscales de los últimos tres meses, el despido se tornó
ineficaz.

Al dar respuesta a la demanda las sociedades, mediante


un solo escrito, se opusieron a todas las pretensiones y, en

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cuanto a los hechos, admitieron como ciertos que el


demandante desempeñaba funciones de cargue y descargue
de los vehículos que transportaban mercancía de las
bodegas, pero adujeron que no tenían conocimiento exacto
de los términos en que lo hacía, pues nunca tuvieron una
vinculación directa con él.

También aceptaron que no le pagaron al demandante


salarios o prestaciones sociales, ni lo afiliaron a la seguridad
social, por cuanto jamás fue su trabajador ni tuvieron
relaciones de carácter contractual con él, dado que:

Lo único que han realizado las sociedades MOLINOS ROA S.A.


Y/O MOLINOS FLORHUILA S.A., es permitir el ingreso de las
personas que prestan a los conductores el servicio de cargue y
descargue de la mercancía, al interior de las bodegas de sus
empresas, a fin de que dichas personas puedan desarrollar su
actividad, exigiendo eso sí, por razones de seguridad, que éstas
cuenten con los debidos amparos en salud integral, tal como se
ha manifestado anteriormente. Al no presentar el señor ISRAEL
MORENO CASTAÑEDA, las constancias de pago de seguridad
social integral, las sociedades MOLINOS ROA S.A. Y/O MOLINOS
FLORHUILA S.A. le comunicaron a éste, que mientras no
acreditara dicho pago se le impedía su ingreso al interior de las
instalaciones.

En su defensa propusieron las excepciones de


inexistencia del contrato de trabajo y prescripción.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Cali,


mediante fallo del 30 de octubre de 2013, absolvió a las
sociedades demandadas.

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III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Cali, mediante sentencia del 13 de noviembre de
2015, confirmó el fallo del juzgado.

Empezó proponiendo como problema jurídico, el de


establecer si en el presente asunto existió una relación
laboral entre el señor Moreno Castañeda y las sociedades
demandadas y, consecuentemente, aquel si tenía derecho a
recibir las acreencias laborales que reclamaba.

Afirmó que, en los hechos de la demanda, se adujo que


el demandante laboró en las empresas Molino Roa S.A. y
Molinos Florhuila S.A., desde el 10 de mayo de 1999 hasta el
15 de agosto de 2012, desarrollando oficios varios entre los
que se encontraban organizar a diario las bodegas, revisar el
arroz empacado y cargar y descargar los bultos de arroz que
llegaban transportados en tractomulas y camiones. Por su
parte las accionadas, desde la contestación de la demanda,
manifestaron que realizaba labores que eran contratadas y
pagadas directamente por los conductores de los vehículos
transportistas.

Resaltó lo dispuesto en el artículo 23 del Código


Sustantivo del Trabajo, en el que se consagran los elementos
esenciales del contrato de trabajo, siendo estos la actividad
personal del trabajador, la continuada subordinación o
dependencia de este respecto del empleador y el salario, como
retribución del servicio. Mencionó que una vez reunidos los

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tres elementos, se entendía que existe un contrato de trabajo


independientemente del nombre o razón que se le agregara y
citó el artículo 24 del mismo estatuto, en donde se consagra
la presunción legal de que toda relación de trabajo personal
está regida por un contrato de trabajo.

De igual forma, citó el artículo 53 de la Constitución


Política, el cual consagra el principio de primacía de la
realidad sobre las formalidades, aduciendo que este se
sustenta en la existencia de una relación de trabajo que se
convalidaba por la situación real y las condiciones en que se
encontrara el trabajador respecto de su empleador, sin que
dependiera de «la apariencia contractual que se haya
adaptado».

Mencionó las sentencias de la Corte Constitucional CC


C-386 de 2000 y CC T-202 de 1997 para indicar que,
respecto del elemento de la subordinación, dicha corporación
ha establecido que es el característico y más importante para
el establecimiento de la existencia del contrato de trabajo, de
tal manera que cuando se presenta comienza la relación
contractual laboral.

En torno al análisis de las pruebas para establecer la


existencia de elementos constitutivos del contrato de trabajo,
analizó las declaraciones de los testigos Francisco Javier
Cardona González, Jaime Rendón Hernández, Luis Ernesto
Vasco Echeverri y Ricardo Quiñones Alegría, así como los
interrogatorios de parte absueltos por el representante legal
de las sociedades demandadas y el demandante.

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De aquellas pruebas, resaltó que el primer testigo


manifestó que se conocían, desde hacía tres años,

[…] por haber sido compañeros en Molinos Roa y Florhuila, que


entró a laborar allá por el jefe de bodega Jorge Bocanegra quien
igualmente le daba órdenes, que Israel Moreno llegaba en la
mañana a la empresa y recibía averías, hacía pedidos para
despachar los carros, organizaba promociones, de vez en cuando
lo mandaban a arreglar arroz con gorgojo, a la calle y también
hacía carga y descarga de camiones; que su horario era de 7 de
la mañana a 5 la tarde y que sabía que al actor le pagaban en
promedio $800.000 mensuales y que esto era pagado a través de
los motoristas; que el pago era diario pero que el valor no era
constante y variaba por el cargue y descargue; que presume que
los camiones y los motoristas eran de las empresas porque
llevaban los logotipos de Transhuila; que cuando lo obligaron a
afiliarse a una cooperativa para seguir laborando en la empresa
el señor Israel decidió retirarse.

Respecto del testigo Jaime Rendón Hernández destacó


que afirmó que les pagaban «[…] por el descargue de los carros
y cuando no había nada que descargar realizaban las otras
labores pero que todos los días no hacían descargues; que
podían pasar 15 o 20 días sin hacer nada pero que tenían que
estar en la bodega, que el actor dejó de laborar porque no tenía
para pagar lo del seguro».

Del testimonio de Luis Ernesto Vasco Echeverri destacó


que,

[…] manifestó ser trabajador independiente como brasero en


Molinos Roa; que conoció al actor también como un brasero en
la misma parte; que cuando el actor trabajaba en las bodegas de
Molinos Roa y en Molinos Florhuila era estibador y cargaba y
descargaba arroz y la labor era cancelada por los motoristas que
descargaban; que lo que tenían que hacer lo coordinaban con el
bodeguero; que al abrir la bodega a las 7 de la mañana entraban
a esa hora pero el que no quería ir no iba y el que quería irse se
iba; que para poder trabajar en las bodegas tenían que tener un
seguro; […] y que los valores de carga y descarga le eran
entregados por los conductores y luego en la tarde los repartían

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entre todos los que trabajaban allí y un tiempo el actor hizo parte
de su cuadrilla.

Así mismo, del testimonio de Ricardo Quiñones Alegría,


que fue tachado por la parte demandada dado que
adelantaba en su contra un proceso de contornos similares,
resaltó que,

[…] manifestó haber trabajado en Molinos Roa realizando labores


de barrer, reparar averías de cargue y descargue; que el trabajo
de cargue y descargue era cancelado por el transportador; que
conoce al actor por haber trabajado en la misma empresa
realizando las mismas funciones; que recibían órdenes del jefe de
la bodega relacionadas a arreglar el arroz, dejar la bodega limpia,
revisar arroz; que por lo pagado se le firmaba un recibo al
transportador que era una sola persona designada para
recolectar el dinero pagado por el transportador y luego se lo
repartían; que sí faltaban lo único que pasaba era que no se le
pagaba.

Del interrogatorio al representante legal de las


sociedades demandadas destacó que,

[…] manifestó que los vehículos afiliados a transportes Florhuila


tenían diferentes propietarios y conductores; que el actor no fue
contratado por las demandadas; que el conductor del vehículo
era quien contrataba sus servicios porque este debía entregar el
producto a satisfacción de la empresa; que a las personas que
realizaban cargue y descargue se les tenía una batería de baño
independiente porque también se les presta el servicio de baño a
los conductores que llegan a descargar; que las personas que
realizaban cargue y descargue barrían por orden del conductor
el arroz que se rompía el momento del descargue.

Y en cuanto al interrogatorio de parte absuelto por el


demandante, destacó especialmente su afirmación en el
sentido que «[…] los servicios de carga y descarga de
mercancía en las bodegas de las demandadas eran
cancelados por los transportadores firmando un vale para
poderles pagar; que las averías eran separar el arroz bueno

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con el arroz malo; […] que lavaban los baños porque decían
que tocaba mantener eso bien aseado».

Arguyó que, del análisis probatorio, infería que si bien


el demandante desarrolló la actividad de carga y descarga de
los vehículos que llegaban a las bodegas de las demandadas,
y de manera accesoria, adelantaba actividades de reparación
de averías de la mercancía, realizaba oficios de aseo,
seleccionaba la mercancía en buen estado y recibía un pago
por esta labor, esta fue contratada por los conductores de los
vehículos, tal y como lo destacaron los mismos testigos de la
parte demandante.

También afirmó que la labor se remuneró mediante un


pago conforme al volumen de carga trasladada, lo que indica
que realmente existió una vinculación enmarcada «[…] bajo
la modalidad de labor determinada entre el actor y los
conductores de los vehículos de carga que llegaban a las
instalaciones de las demandadas», dado que las funciones
desarrolladas dependían de los vehículos que llegaran
cargados a las empresas.

Finalizó indicando que, con base en el principio de la


carga de la prueba, no estaban acreditados los requisitos
para que se considerara que existió un contrato de trabajo,
pues quedó desvirtuada la presunción del artículo 24 del
Código Sustantivo del Trabajo.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

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Interpuesto por el demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver de
acuerdo con los términos en que es presentado y dentro de
las limitaciones y alcances que otorga este recurso
extraordinario.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende el recurrente que la Corte case totalmente la


sentencia acusada, para que, en sede de instancia, revoque
la del juzgado y en su lugar acceda a las pretensiones de la
demanda inicial.

Con tal propósito formula dos cargos por la causal


primera de casación, replicados, que se resuelven de manera
conjunta, porque a pesar de estar orientados por vías
diferentes, contienen similar proposición jurídica, comparten
argumentos y persiguen la misma finalidad.

VI. CARGO PRIMERO

Acusa la sentencia recurrida de violar por vía indirecta


en la modalidad de aplicación indebida, los artículos 53 y 83
la Constitución Nacional, 22, 24, 55 y 57 n.º 4 del Código
Sustantivo del Trabajo, numeral 10 literal b) de la Resolución
198 de 2006 de la OIT, 51 a 61 del Código Procesal del
Trabajo y la Seguridad Social, 174, 177 a 180, 187, 197, 251
a 254, 258 y 268 del Código de Procedimiento Civil, «[…] como
medio por manifiestos errores de hecho, por falta de

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apreciación de algunas pruebas, y defectuosa apreciación de


otras».

Aduce que el Tribunal incurrió en los siguientes errores


de hecho:

1.- Uno de los yerros más protuberantes y gravísimos en que


incurre la sentencia impugnada consiste en no dar por
demostrado, estándolo, que existió un contrato realidad de
trabajo entre el trabajador ISRAEL MORENO CASTAÑEDA y las
demandadas desde el 10 de mayo de 1999 hasta el 15 de agosto
de 2012.

2.- Otro de los yerros más protuberantes y gravísimos en que


incurre la sentencia impugnada consiste en no dar por
demostrado, estándolo, que el contrato realidad de trabajo dado
entre ISRAEL MORENO CASTAÑEDA con las demandadas fue
terminado injustamente por las demandadas.

3.- Otro de los yerros protuberantes en que incurre la sentencia


impugnada consiste en no dar por demostrado, estándolo, que
existió una relación de trabajo entre ISRAEL MORENO
CASAÑEDA (sic) con las demandadas, al haberse demostrado
varios indicios.

4. Haber ignorado en su aplicabilidad plena la declaración ficta o


presunta dada en virtud de la inasistencia del representante legal
de la demandada a la diligencia de que trata el artículo 77 del
C.P.T. Y S.S. modificado por la LEY 1149 de 2007 ART 11, lo que
implicó que de contera el sentenciador no aceptara dar aplicación
a la carga de la prueba que correspondía a la demandada y no
aceptara la veracidad que contenían las mencionadas pruebas,
demostrativas de la relación laboral.

5. Invertir la carga de la prueba respecto a la presunción legal


consagrada en el art 18 de la Ley 712 de 2001, el art. 177 del
Código de Procedimiento Civil, al ser la contestación de la
demanda una negativa genérica, y el artículo 24 del Código
Sustantivo de Trabajo.

6. No dar por demostrado, estándolo, que a favor de[l] actor


se causó el derecho al pago de las prestaciones sociales derivadas
del contrato realidad laboral sostenido con las desmandas (sic)
desde el 10 de mayo de 1.999 hasta el 15 de agosto de 2012.

7.- No dar por demostrado, estándolo, que a favor del actor se


causó el derecho al pago de las cotizaciones de la seguridad social

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integral en pensión, salud derivada del contrato realidad


sostenido con las demandadas desde el 10 de mayo de 1.999
hasta el 15 de agosto de 2012.

8.- No dar por demostrado, estándolo, que a favor del actor se


causó el derecho a declarar su despido ineficaz, por no haberse
demostrado el pago de las cotizaciones de la Seguridad Social
integral en pensión, salud derivada del contrato realidad
sostenido con las demandadas desde el 10 de mayo de 1.999
hasta el 15 de agosto de 2012.

Asegura que las pruebas no apreciadas por el Tribunal


fueron, «a) Los indicios referentes a la relación laboral de
trabajo consistente en la prestación efectiva de los servicios
del actor a favor de parte pasiva, salarios cancelados,
subordinación», así como la demanda y «sus anexos del
acápite PRUEBAS DOCUMENTALES», la contestación de la
demanda y la declaración ficta o presunta originada en la
inasistencia del representante legal de las demandadas, a la
audiencia prevista por el artículo 77 del Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social.

Como pruebas «defectuosamente apreciadas» menciona


la demanda y su contestación, así como los testimonios de
Francisco Javier Cardona, Jaime Rendón Hernández y Julio
Ricardo Quiñones Alegría.

En la sustentación del cargo, explica en primer lugar


que fueron desconocidos los indicios de la prestación de
servicios en las bodegas de las demandadas, en actividades
inherentes a su actividad laboral y determinadas por el jefe
de estas.

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Además, que los conductores que pagaban la


remuneración eran de Transportes del Huila S.A., empresa
que funcionaba en las mismas instalaciones de las
demandadas, que las planillas de cobro de cargue y
descargue tenían membrete de las demandadas, así como la
inexistencia de un contrato de transporte con los
transportistas.

De tales circunstancias fácticas, dice, se llegaba al


hecho indicado o inferido que era la existencia de «[…] una
relación de trabajo laboral, dada como consecuencia de la
unidad de trabajo establecido en las bodegas de las
demandas (sic), trabajos realizados entre otros por el actor,
con su remuneración».

En segundo lugar, aduce que también fueron ignoradas


las pruebas documentales como planillas de cargues y
descargues, convenio de trabajo asociativo, comunicación
enviada a los gerentes regionales sobre afiliaciones a las
cooperativas de trabajo asociado y, en tercer lugar, que se
desconoció el contenido de la contestación de la demanda, de
la cual se desprende que sí realizaba labores en las bodegas
de las demandadas y se le exigía estar afiliado a la seguridad
social porque de no hacerlo o no acreditar el pago, se
terminaría su contrato, como en efecto sucedió.

Lo anterior, asegura, encuentra respaldo en los


testimonios de Francisco Javier Cardona, Jaime Rendón
Hernández y Julio Ricardo Quiñones Alegría, quienes

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relataron las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que


se prestó el servicio. Tras lo anterior, expone:

El (sic) este orden de ideas, el ad quem se alejó de la realidad


probatoria, incurriendo en los denominados errores facti in
judicando, por cuanto el manifiesto error de hecho, que salta a la
vista de bulto, ostensible en que incurrió el sentenciador, fue el
de dado (sic) aplicación de la presunción de tener cierto los
hechos de la demandan (sic) en virtud de la declaración ficta o
presunta contra los demandados por su inasistencia del
representante legal de la demandada a la diligencia de que trata
el artículo 77 del CPTSS […] así como también el error en que
incurre el a-quen (sic) por no haber visto en los documentos
aportados con la demanda- no tachados ni redargüidos de falsos-
en los indicios predicados, en los documentos aportados con la
contestación y en los testigos mencionados, lo que ellos
contienen, vale decir, la prueba de la relación laboral de trabajo
reclamada por el actor con las demandadas.

Así mismo, no vio en la demanda y la contestación de la


demanda, lo que ellos contienen, vale decir, la prueba de la
relación laboral de trabajo, bajo el entendido que en la
contestación se niega el vínculo laboral, pero no desconoce que
el actor realizó las actividades de cargue y descargue de
mercancía al interior de las bodegas de las demandadas, siendo
beneficiarias de las labores hechas por el actor, tampoco niega
que recomendaron la vinculación a la CTA entre ellas a Nuevo
Milenio cooperativa, que el actor al no presentar las constancias
de pago de seguridad social, le comunicaron a este, que mientras
no acreditara dicho pago se impedía su ingreso.

El error de hecho, según lo ha explicado con reiteración esta sala,


consiste en ignorar la prueba o no haber hallado en ella lo que
expresa y así actuó el sentenciador.

En relación con la prueba, se afirma que los documentos


aportados con la demanda- planillas de cargue y descargue- no
reflejaban en ellos la relación laboral, que la actividad de recoger
y barrer arroz era actividad conexa al cargue y descargue, que los
transportadores eran quien (sic) contrataron al actor.

Lo que si (sic) es sorprendente es que el ad- quem no hubiere


visto, en la declaración ficta o presunta dada en virtud de la
inasistencia del representante legal de la demandada a la
diligencia de que trata el artículo77 del CPTSS […], en los
documentos aportados con la demanda, en los indicios
mencionados y en los testimonios aludidos, la prueba de la
relación laboral, manifiesto error de hecho, que salta a la vista de
bulto, frente a lo cual - jurídicamente le forzaba fallar dando por

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demostrado (sic) la relación laboral - y en ningún evento negar


las pretensiones aludidas.

No tuvo en cuenta la conducta y el comportamiento procesal de


las demandadas, quienes alegaron que las actividades del actor
eran contratadas por los conductores de los vehículos que
cargaban y descargaban mercancía, y a caso no brilla por su
ausencia el mencionado contrato de transporte de mercancía?
(sic), igualmente brilla por su ausencia el soporte contable de
estos pagos los cuales, por el principio de la carga dinámica de la
prueba, debió probarlo la parte pasiva. Brilla por su ausencia la
prueba de tener contratado las demandadas personal directo-
diferente al actor- para las labores de arreglo de averías,
fumigación de arroz gorgojado, arreglo de promociones, despacho
de carros urbanos, aseo.

Luego de lo anterior, insiste en señalar los mismos


hechos «indicadores o indicantes» y el «indicado o inferido», que
fueron expuestos al inicio de la demostración del cargo,
reiterando también los mismos argumentos que expuso en
precedencia, concluyendo con dos acápites en los que
relaciona las normas sustanciales y procesales con las que
integró la proposición jurídica y su «afectación» sobre los
errores atribuidos al Tribunal.

VII. CARGO SEGUNDO

Acusa la sentencia impugnada por violación directa de


la ley sustancial, en la modalidad de infracción directa o falta
de aplicación, del artículo 24 del Código Sustantivo del
Trabajo, modificado por el 2º de la Ley 50 de l990, en relación
con:

[…] el art 53 C.N, en cuanto que existido (sic) el contrato realidad


laboral; la Resolución 198 de 2006 de la O.I.T., Numeral 10.
Literal b); ART. 21 No 1, 22, 23 del C.S del T. Modificado por la
LEY 50 de 1.990 ARTS. 1, 2.; Normas que consagran las
pretensiones reclamadas. Además por violación de los artículos

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1º articulo 14, el El (sic) art 37 C.S. del T.; el 54 ibídem, art 145
del C. P. del T, el art 252, 285 Y 287 ibídem, articulo (sic) 177
del C.P.C, Ley 100 de l.993 en su art 22, 23; Artículo 65 del C.S
del T. parágrafo 1, en concordancia con el 29 de la Ley 789 de
2002. El artículo 77 del CPTSS, modificado por la LEY 1149 de
2007 ART. 11.

Para la demostración del cargo, expone los siguientes


argumentos:

Incurre el sentenciador en protuberantes yerros, por la falta (sic)


aplicación del art.24 del C.S. del T. Modificado por la Ley 50 de
1.990 ART 2, -(se presume que toda relación de trabajo personal
está regido (sic) por un contrato de trabajo), Falta de aplicación
de La Resolución 198 de 2006 de la O.I.T, Numeral 10. Literal b),
(que regula que cuando se dan uno (sic) varios indicios se debe
consagrar una presunción legal de la existencia de una relación
de trabajo), por que (sic) no hace aplicación de los mismos
preceptos, los desconoce, los ignora.

El sentenciador a pesar de la vigencia de las normas enunciadas


al comienzo de este cargo, no las aplicó al caso concreto, vale
decir las ignoró no obstante estar demostrada la relación laboral,
el que generaba el reconocimiento de las prestaciones sociales
reclamadas, pensión de vejez a cargo de la parte demandada por
no haberlo afiliado a la seguridad social integral.

Para confirmar el fallo de primer grado el sentenciador ad quem,


en la providencia que es materia de la impugnación, incurrió
palmaria e inminentemente en violación de la Ley sustancial
laboral en el concepto de infracción directa por falta de aplicación
de los preceptos antes señalados.

[…]

Habiéndose demostrado la relación laboral, los extremos de la


misma, no podía el tribunal ignorar o dejar de aplicar los
preceptos antes señalados, al tiempo que tampoco dejar de
reconocerle al actor el derecho al pago de las cotizaciones de la
pensión por reunir los requisitos indicados en el art. 2, 23 de Ley
100 de l.993.

No es discutible el hecho de que el actor presto (sic) los servicios


de cargue y descargue en el interior de las bodegas de las
demandas (sic), y eran las demandadas la beneficiarias (sic) de
esta actividad -parte de su objeto empresarial- pero a esta
situación que es cierta, dejó de aplicar o ignoró La Resolución
198 de 2006 de la O.I.T, al no declarar la existencia de la relación

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de trabajo reclamada, en virtud de la existencia de varios


indicios, al paso que no hace aplicación de los mismos preceptos,
los desconoce, los ignora, así como también dejó de aplicar
igualmente los art 22, 23 de la Ley 100 de l.993 al no reconocer
el derecho al pago de las cotizaciones de la seguridad social en
pensiones -.

Dice el articulo (sic) 70 del Acuerdo 44 de 1,989 (sic) del ISS


aprobado por el Decreto 3063 de l.989 “… El patrono que no
hubiere inscrito a sus trabajadores estando obligado a hacerlo,
deberá reconocerle a ellos ya (sic) los derechohabientes, las
prestaciones que el iss (sic) les hubiere otorgado en el caso de
que la afiliación se hubiere efectuado, sin perjuicio de las
pensiones a que hubiere lugar”, el cual se armoniza con los art
15, 17, 22, 23 de la Ley 100 de l.993.

Luego de ello, aduce que en la sentencia que identifica


2733 de esta Corte, proferida el del 31 de Julio de 2007, se
manifiesta que, «[…] por la omisión del empleador de afiliar el
trabajador al ISS no hay subrogación por el ISS de la
obligación patronal de pensión, ni se extingue el derecho de
pensión».

Agrega que el Tribunal no dio aplicación al artículo 65


del Código Sustantivo del Trabajo, el cual debe aplicarse sin
importar si es o no justa la causa de terminación del
contrato, invocando como apoyo de su afirmación la
sentencia CSJ SL, 30 enero de 2007, radicación 29443.

Así como en el cargo anterior, culmina su argumento


indicando en qué consistió la afectación de las normas
sustanciales con las que integró la proposición jurídica.

VIII. RÉPLICA

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Radicación n.° 74105

Las entidades, conjuntamente, llaman la atención sobre


un defecto técnico, consistente en denunciar la demanda y
su contestación como pruebas no apreciadas y
simultáneamente como apreciadas equivocadamente, lo cual
encierra una contradicción insalvable porque si se el análisis
se hace mal, no pueden al tiempo dejar de hacerlo.

A continuación, transcribe varias definiciones


doctrinales sobre los indicios, para concluir que los
expuestos por el recurrente, no están demostrados en el
proceso. Así lo explica:

No aparece demostrado en el proceso que las órdenes fueran


impartidas al demandante por parte del jefe de bodega de las
demandadas, ya que dichas órdenes eran impartidas por los
transportadores quien (sic) los contrataban para la prestación
del servicio de cargue o descargue de la mercancía transportada;
la actividad de descargue de las mercancías que realizaba el
accionante, beneficiaba directamente al transportador, quien
debía hacer entrega de la mercancía transportada al destinatario,
para lo cual debía descargar del vehículo transportador la
mercancía transportada, para hacerle entrega al destinatario de
la misma. La presencia del demandante en las bodegas de las
empresas demandadas tiene una clara explicación en el hecho de
ser estas las destinatarias de la mercancía transportada y por lo
tanto es a ellas a quien se le debe entregar la misma; no aparece
prueba en el proceso de las manifestaciones expuestas en cuanto
la identidad de los miembros de las juntas directivas demandas
y de la empresa transportadora como tampoco en lo que a sus
representantes legales se refiere. Igualmente el ad quem, después
de analizar y confrontar las pruebas que obran en el proceso,
concluye de manera lógica, que las actividades que según el
demandante realizaba a favor de las demandadas, en realidad
correspondían en su gran mayoría a actividades inherentes al
descargue de la mercancía, contratada por el transportador y
otras en realidad no eran efectuadas por el demandante. Mal
puede afirmar el casacionista una inexistencia del contrato de
transporte, si tenemos en cuenta que la mercancía transportada
y descargada por el demandante para ser entregada a las
demandadas, debía ser consecuencia de un contrato de
transporte celebrado entre el remitente de la mercancía y las
empresas transportadoras encargadas de la movilización de la
mercancía.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 74105

En relación con los documentos, cuya apreciación se


considera defectuosa, aduce que,

[…] las conclusiones a las que llega el juzgador de segunda


instancia son lógicas y razonadas, al considerar el contenido de
las mismas, de las cuales no se podía deducir que los citados
documentos se refirieran a la relación contractual laboral alegada
por la parte demandante, al no aparecer ésta en ellos, como
participante en la actividad contenida en los documentos.

En relación con los testimonios de Francisco Javier


Cardona, Jaime Rendón Hernández y Julio Ricardo
Quiñones Alegría, señala que,

[…] el ad quem realiza un análisis de los mismos concluyendo


que estos no son prueba suficiente para demostrar los hechos en
que fundamenta su demanda la parte actora; llamando eso si la
atención, y así lo expuse en el desarrollo del proceso, el hecho de
ser los testigos igualmente demandantes de las sociedades
demandadas, con fundamentos en hechos similares a los
expuestos en la demanda con que se dio inicio formal al proceso
que nos ocupa, e igualmente, siendo idénticas las pretensiones,
apoyadas en las mismas pruebas y cruzándose los testimonios
en las diferentes demandas, e igual el apoderado en cada proceso,
lo que considero, conlleva un análisis cuidadoso de dichos
testimonios, por el interés que los testigos tienen en el resultado
del proceso en el que rinden su testimonio, puesto que lo allí
decidido, esperan estos que igualmente se decida en sus
correspondientes procesos, análisis que efectivamente realiza el
ad quem en la sentencia.

Expone que frente a la presunta aplicación del artículo


77 del Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social,
desvirtuó efectivamente con la prueba aportada, los hechos
en los que se fundamentan las pretensiones, de manera tal
que «[…] la consecuencia probatoria alegada por el
casacionista no alcanza la entidad para la declaratoria de la
presunción alegada».

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Radicación n.° 74105

Aduce, finalmente, que para la aplicación del artículo


24 del Código Sustantivo del Trabajo, se requiere que
aparezca demostrada la actividad personal realizada por el
trabajador en favor del presunto empleador, requisito que no
aparece acreditado en el proceso, puesto que de las pruebas
se concluye que la actividad que el demandante realizaba, la
ejecutaba para los transportadores, que eran quienes los
contrataban para el desarrollo de la actividad, les cancelaban
la remuneración y daban las órdenes pertinentes,
desvirtuándose no solamente la presunción sino la existencia
del contrato de trabajo.

IX. CONSIDERACIONES

Tiene razón la réplica en sus reparos de orden técnico,


porque la demanda de casación, como insistentemente se ha
señalado, está sometida en su formulación y demostración a
las reglas consagradas, entre otros, en los artículos 87 y 90
del Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, los
que de no cumplirse la tornan inestimable (CSJ SL15377-
2016).

En ese sentido, recuerda la Sala que el recurso


extraordinario no es una tercera instancia ni admite
argumentos formulados como alegatos. Así lo ha dicho de
forma reiterada esta Corporación, entre otras, en las
sentencias CSJ SL13856-2017 y CSJ SL4281-2017, última
que precisó:

Por el contrario, adoctrinado está que el recurrente debe ceñirse


a las exigencias formales y de técnica, legales y jurisprudenciales,

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Radicación n.° 74105

en procura de hacer procedente el estudio de fondo de las


inconformidades, en la medida en que son los jueces de instancia
los que tienen competencia para dirimir los conflictos entre las
partes, asignando el derecho sustancial a quien demuestre estar
asistido del mismo. Al juez de la casación, le compete ejercer un
control de legalidad sobre la decisión de segundo grado, siempre
que el escrito con el que se sustenta el recurso extraordinario,
satisfaga las exigencias previstas en el artículo 90 del Código
Procesal del Trabajo, las cuales no constituyen un culto a la
formalidad, en tanto son parte esencial de un debido proceso
preexistente y conocido por las partes, según los términos del
artículo 29 de la Constitución Política.

No puede perderse de vista que este recurso


extraordinario no le permite a la Corte juzgar el pleito a fin
de resolver a cuál de los litigantes le asiste la razón, habida
cuenta de que su labor, siempre que el recurrente sepa
plantear la acusación, se limita a enjuiciar la sentencia
impugnada con el objeto de establecer si el Tribunal observó
las normas jurídicas que estaba obligado a aplicar para
rectamente dirimir el conflicto (CSJ SL1693-2018 y CSJ
AL1292-2017).

En esos términos, la Sala reitera que la sustentación de


los cargos, en el presente asunto, se asemeja más a un
alegato propio de las instancias que a una exposición de
razones pertinentes y concisas, donde se cumpla con la
obligación de demostrar de forma clara y coherente los
eventuales errores en que, a su juicio, incurrió el Tribunal al
adoptar la decisión impugnada. La dialéctica de la casación,
como se ha explicado en múltiples decisiones, no reside en
desplegar interpretaciones discordantes u opuestas a las del
juez de segunda instancia, sino en acreditar sus yerros (CSJ
SL841-2013).

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Radicación n.° 74105

En este asunto, el recurrente tradujo su acusación en


una justificación de los motivos por los cuales sus
pretensiones deberían prosperar, olvidando que la casación
no es una tercera instancia y que los argumentos que se
plantean en el escenario extraordinario deben orientarse a
confrontar, con apego a las limitaciones y alcances del
recurso, la sentencia de segunda instancia. No es dable,
como aquí se hizo, plantear la casación a manera de alegatos
de instancia, porque suficientemente se ha explicado que esa
forma es ajena al trámite del recurso (CSJ SL, 28 agosto
2012, radicado 43009 y CSJ AL1932-2017).

El segundo cargo tampoco está exento de errores


técnicos, porque a pesar de plantearse una discusión por la
vía directa, en su demostración se acude repetidamente a
explicaciones relacionadas con los medios de prueba del
proceso, los cuales resultan ajenos a la orientación que se le
dio al cargo.

No obstante, por la resolución conjunta de los cargos


tales deficiencias pueden superarse, de forma tal que la Sala,
aplicando con amplitud el principio de flexibilidad,
desentrañe y estudie los aspectos que generan la
inconformidad del recurrente, y que básicamente giran en
torno a la valoración desacertada que, a su juicio, realizó el
Tribunal para concluir que no existió un verdadero contrato
de trabajo.

En este sentido, lo primero que se advierte es que se


denuncian ocho errores de hecho que en su gran mayoría no

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Radicación n.° 74105

lo son, pues se refieren a cuestiones estrictamente jurídicas


tales como la inversión de la carga de la prueba, la
presunción del artículo 24 del Código Sustantivo del Trabajo
o la aplicación de sanciones procesales por la inasistencia de
la demandada a la audiencia prevista en el artículo 77 del
Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, y que
se pretenden demostrar a través de la falta de apreciación de
«los indicios», la demanda y su contestación, así como con la
errada valoración de estas, además de la ausencia del
representante legal de la demandada en la audiencia y los
testimonios de Francisco Javier Cardona, Jaime Rendón
Hernández y Julio Ricardo Quiñones Alegría.

Vale recordar como lo hizo la réplica, que no se entiende


la razón por la cual la demanda y su contestación, puedan
simultáneamente dejarse de valorar y apreciarse con error,
porque esas formas de equivocación en el análisis de las
pruebas o piezas procesales son naturalmente excluyentes
entre sí, de suerte que, si no se apreciaron, lógicamente no
pudieron valorarse con error.

Pero al margen de este nuevo desacierto las pruebas


calificadas en el recurso extraordinario, conforme lo
establece el artículo 7 de la Ley 16 de 1969, son (i) los
documentos auténticos, (ii) la confesión judicial y, (iii) la
inspección judicial.

Al respecto, la Corte en providencia CSJ SL, 5 agosto


2004, radicación 21399, que ha sido reiterada en muchas
otras, como por ejemplo en las CSJ SL2873-2020, CSJ

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Radicación n.° 74105

SL28431-2020, CSJ SL2807-2020 y CSJ AL1179-2020


expuso:

Para determinar cuáles son las pruebas que permiten fundar una
acusación por error manifiesto de hecho en la casación del
trabajo la Corte y las partes del proceso están sometidos al
mandato del artículo 7° de la Ley 16 de 1969, que sólo autoriza
derivar ese tipo de error de la falta de apreciación o de la
apreciación equivocada de la confesión judicial, el documento
auténtico y la inspección judicial.

Entonces, el estudio de los llamados hechos indicadores


o indicantes, para derivar como inferido la existencia del
contrato de trabajo, no es posible abordarlo dentro del
recurso extraordinario, porque no constituye una prueba
apta y en esa medida, solo cuando previamente se acredita
el error con la que sí lo es, se habilita un pronunciamiento
sobre aquella prueba. Así lo dejó plasmado esta Sala en la
sentencia CSJ SL2374-2018:

En ese orden, no es posible formular un ataque simultáneamente


por las dos vías como en este caso lo hace el recurrente, quien
actúa en su propio nombre, en tanto cada una exige ejercicios de
análisis diferentes, fáctico una y jurídico la otra, pues a pesar de
que lo orientó por la senda directa, toda la argumentación es
fáctica, propios de la vía indirecta. Y si por amplitud se
entendiera que lo fue por la senda de los hechos, la censura
irregularmente soporta su ataque en un indicio grave porque la
demandada no allegó todas las pruebas, medio probatorio
(indicio), inadmisible en casación, en tanto no es calificado para
construir un error de hecho o de derecho, conforme a lo dispuesto
en el artículo 7 de la Ley 16 de 1969 (subraya la Sala).

Desde otra arista, tanto la demanda inicial como su


contestación, son piezas procesales que, según la línea
jurisprudencial de la Corte, en principio, no tienen la
connotación de prueba, pero adquieren tal relevancia cuando
de ellas se obtiene confesión de los hechos controvertidos
(CSJ SL677-2020), situación que no se da en este asunto,

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Radicación n.° 74105

porque nunca se aceptó que la actividad de cargue y


descargue de mercancías dentro de las bodegas de las
demandadas, constituyera una prestación personal del
servicio que diera lugar a la activación de la presunción
contenida en el artículo 24 del Código Sustantivo del Trabajo,
en tanto era solicitada y remunerada por los conductores de
los camiones y tractomulas con quienes las empresas
contrataban el servicio y estos a la cooperativa de trabajo
asociado a la cual se unió el demandante.

Así las cosas, no se evidencia que ninguna de las


afirmaciones efectuadas en estas, y particularmente en la
contestación de la demanda, comporte una confesión, en los
términos del artículo 191 del Código General del Proceso, es
decir, que genere consecuencias adversas a las demandadas,
o que favorezcan a su contraparte.

Y aunque no se alegó por el recurrente la existencia de


una confesión dentro del interrogatorio de parte absuelto por
el representante legal de las demandadas, la precisión
antedicha también es aplicable, pues él tampoco es una
prueba apta en casación, a menos que contenga una
confesión, en los términos referidos, esto es, que verse sobre
hechos que produzcan consecuencias adversas al confesante
o que favorezcan a la parte contraria.

Ahora bien, dado que la última prueba que se denuncia


como mal apreciada por el Tribunal, es la testimonial de
Francisco Javier Cardona, Jaime Rendón Hernández y Julio
Ricardo Quiñones Alegría, que tampoco es hábil en la

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Radicación n.° 74105

casación laboral, debe acotarse que la Sala no puede


emprender su estudio porque para ello es necesario
demostrar la existencia de un error, derivado de una prueba
que sí tuviera tal carácter, lo cual no ocurrió en el presente
asunto (CSJ SL1189-2015).

Por último y para dar respuesta al insistente argumento


sobre la inobservancia de la confesión ficta o presunta,
derivada de la inasistencia de las demandadas a la audiencia
del artículo 77 del Código Procesal del Trabajo y de la
Seguridad Social, la Sala debe hacer dos precisiones: (i) para
su validez se requiere de la declaración del juez, en la que se
exprese adecuadamente y en forma concreta sobre cuáles
hechos recaerá dicha confesión y, (ii) que la confesión ficta
prevista en esa norma es una presunción legal que admite
prueba en contrario.

Se aclara lo anterior porque al escuchar la decisión que


al respecto tomó la jueza Tercera del Circuito de Cali, se dijo
lo siguiente:

En ese orden de ideas, hemos de señalar que no existiendo en


este momento ninguna casual ni justificación por la parte
demandada […] se le aplicará la sanción respecto de declarar
confesos los hechos susceptibles de confesión que se invoquen
en la demanda […] a ellos haré mención al momento de proferir
el fallo.

Es decir, que la confesión ficta que se dice no fue tenida


en cuenta por el Tribunal, en manera alguna tiene valor
probatorio, ya que no bastaba con la simple aseveración de
que se declaraba «sobre los hechos susceptibles de confesión
que se invoquen en la demanda», pues era necesario que el

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Radicación n.° 74105

juez expresara adecuadamente y en forma concreta sobre


cuáles hechos recaería dicha confesión.

En la sentencia CSJ SL7145-2015, reiterada por la CSJ


SL660-2019, la Corte señaló:

Sin embargo, es claro para la Sala que, aun si se pudiera estudiar


de fondo este argumento de la censura, no le asiste razón alguna,
al afirmar que los hechos planteados en la demanda relativos a
la prestación del servicio, a la subordinación y a la remuneración
se encuentran plenamente acreditados, al haberse presumido
como ciertos en el auto de 11 de noviembre de 2004, por cuanto
lo cierto es que, en esta providencia, el fallador de primer grado
dio por presumidos los hechos de la demanda que fueran
susceptibles de confesión, de manera genérica, sin que indicara
específicamente cuáles de ellos tendrían este efecto probatorio a
la luz de las normas que regulan la confesión judicial (folio 166-
167 del cuaderno principal), de modo tal que, ante esta
indeterminación y en aras de salvaguardar el debido proceso y
contradicción de la contraparte, mal se haría en sostener que la
confesión ficta derivada del artículo 77 numeral 2 del Código
Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social recae sobre la
totalidad de los hechos planteados en la demanda y que son
susceptibles de confesión, pues era al juez de primer grado a
quien correspondía señalar con precisión y concreción cuáles
constituían, entonces, los aspectos fácticos que se daban por
presumidos. (Subraya la Sala).

También en la sentencia CSJ SL17063-2017 esta


Corporación explicó:

Si se dejara de lado lo anterior, el ataque tampoco puede salir


triunfante, dado que la confesión ficta que se dice no fue tenida
en cuenta por el tribunal, en manera alguna tiene valor
probatorio, ya que no basta con la simple constancia dejada por
el Juzgado de conocimiento en relación a la incomparecencia del
representante legal de la demandada a la audiencia de
conciliación obligatoria, o la aplicación de las previsiones
contenidas en el artículo 77 del CPTSS bajo la simple aseveración
de que se declara confesa a la accionada «sobre los hechos de la
demanda» (folio 211 del cuaderno del juzgado); porque para su
validez se requiere de la declaración del juez instructor, en la que
se exprese adecuadamente y en forma concreta sobre cuáles
hechos recaerá dicha confesión, sin que sea de recibo una
alusión general e imprecisa de ellos, actividad que en el sub lite
como se observa no se cumplió, lo cual no mereció reparo de la

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Radicación n.° 74105

parte actora en la audiencia de trámite, y en consecuencia, no es


factible como se pretende en sede de casación, que frente a los
puntos ahora en discusión, se le dé los efectos de la confesión
ficta o presunta, la cual se repite no fue debidamente
estructurada como lo exige la ley procesal. (Subraya la Sala).

Y en relación con la segunda precisión, simplemente


conviene recordar la sentencia CSJ SL6849-2016, en la que
la Corte señaló:

No necesariamente la consecuencia adversa que ha de sufrir la


parte incumplida en la audiencia de conciliación, esto es sufrir
los efectos de la confesión ficta, ha de determinar la convicción
del juzgador sobre los hechos objeto del litigio, puesto que es bien
sabido que el juzgador de instancia, de acuerdo con el artículo
61 del CPT, puede formar libremente su convencimiento de la
verdad real “inspirándose en los principios científicos que
informan la crítica de la prueba y atendiendo a las circunstancias
relevantes del pleito y a la conducta procesal de las partes”.

La confesión ficta prevista en el artículo 77 del CPT es una


presunción legal que admite prueba en contrario; por tanto, si,
en el sublite, el ad quem tomó la decisión fundado en otras
pruebas como la testimonial, los interrogatorios de parte y las
documentales, sin hacer alusión expresa a la confesión ficta en
comento, bien se puede entender que le dio más peso a aquellas
pruebas para efectos de establecer las premisas fácticas, lo cual
es perfectamente legítimo en arreglo al precitado artículo 61 del
CPT.

De esta forma, a juicio de la Sala el Tribunal profirió


una decisión que estuvo ajustada a derecho y con base en los
elementos de prueba que fueron llevados a su conocimiento,
lo que está amparado por el principio constitucional de la
autonomía judicial y, mientras no exista un error
protuberante en su decisión, no resulta próspero el ataque
en casación.

Ello además encuentra respaldo, precisamente, en el


artículo 61 del Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad

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Social que confiere al juzgador la posibilidad de formar


libremente su convencimiento, «[…] inspirándose en los
principios científicos que informan la crítica de la prueba y
atendiendo a las circunstancias relevantes del pleito y la
conducta procesal observada por las partes»; sin someterse a
una tarifa legal para la valoración de las pruebas.

Sobre este particular la Sala tuvo la oportunidad de


afirmar con antelación, en providencia CSJ SL, 1º febrero
2011, radicación 38336, que:

También se ha entendido que dentro del marco de libertad


valorativa que el artículo 61 del ordenamiento adjetivo del trabajo
le confiere, el fallador de instancia puede escoger cuáles de los
elementos demostrativos incorporados al expediente le ofrecen
mayor credibilidad, e incluso puede restarle todo mérito de
convicción a otros, sin que ello comporte una decisión
discrecional equivocada, ni arbitraria.

[…]

Dilucidar la Corte cuál de las pruebas aportadas al proceso


tendría un mayor grado de convicción para el Tribunal respecto
de los hechos litigiosos, desconocería la facultad de apreciar
libremente las pruebas y formarse el convencimiento que tienen
los falladores de instancia.

Por último, como tangencialmente y para ilustrar uno


de los «indicios» que atacó en el recurso, se menciona por el
recurrente la utilización de unas planillas de cobro de cargue
y descargue, con membrete de las demandadas, vale apuntar
que dichos documentos no contienen señal alguna de haber
sido conocidos y menos aún avalados o suministrados por
las sociedades enjuiciadas, lo que los convierte en pruebas
fabricadas por la parte a quien favorecen.

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Frente al tema, la Corte ha señalado que a nadie le es


dado fabricar su propia prueba. En esa dirección se ha
precisado que «[…] el documento en que se expresa por una de
las partes la ocurrencia de un hecho que le favorece, no es
prueba de su existencia, porque ello iría contra el principio
según el cual la parte no puede fabricar su propia prueba»
(CSJ, SL 29 sep. 2005, rad. 24450), criterio reiterado en
providencia CSJ SL17191-2015.

Dado que el recurso ha fracasado y se presentó réplica,


las costas estarán a cargo del recurrente. Como agencias en
derecho se fija la suma de cuatro millones setecientos mil
pesos ($4.700.000), que se incluirá en la liquidación que
elabore el juez de primera instancia, con arreglo a lo
dispuesto en el artículo 366 del Código General del Proceso.

X. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República de Colombia y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia dictada el trece (13) de noviembre de dos
mil quince (2015) por la Sala Laboral del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Cali, dentro del proceso ordinario
laboral seguido por ISRAEL MORENO CASTAÑEDA contra
MOLINOS ROA S.A. y MOLINOS FLORHUILA S.A.

Costas a cargo del recurrente, por lo indicado en la


parte motiva.

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Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA

OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA


Aclara voto

GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ


Salvo voto

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