Está en la página 1de 2

Caso 1.

George “Una vida mediada con Mindfulness”

George tiene 66 años y hace seis que padece


EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva
crónica). Él era fumador, a lo que hay que
añadir que durante toda su vida adulta
trabajó en un taller mecánico mal ventilado,
en el cual se veía obligado a respirar polvo
abrasivo y vapores de productos químicos.
Esta enfermedad lo ha incapacitado para
trabajar, y por esa razón trata, al menos, de
encargarse de las cosas de la casa mientras
su esposa trabaja; eso incluye hacer las
compras cada semana. Esta actividad debe
ejecutarla con mucha atención de sí mismo,
ya que en su estado de salud cualquier
descuido podría provocarle una crisis grave
de ahogo. El mantener la conciencia de sí
mismo instante tras instante, le ayuda a
controlar su cuerpo y su respiración.
Últimamente debe estar conectado 24 horas
al día a una botella de oxígeno portátil sobre
ruedas, que lleva consigo a todas partes, y
que le suministra, a través de un tubo
conectado a la nariz, el oxígeno necesario.

George aprendió la práctica de Mindfulness cuando se inscribió en un programa


de rehabilitación pulmonar en el hospital. Parte de ese programa implica el uso de
la atención plena a la respiración para controlar el ahogo y el pánico al descubrir
que la inspiración no consigue llevar suficiente aire a los pulmones. Durante los
últimos años ha estado practicando regularmente Mindfulness a la respiración 15

minutos, de cuatro a cinco veces por semana. Su respiración mientras medita no


es laboriosa, ni necesita el oxígeno, aunque sigue utilizándolo. Esta práctica de la
meditación ha mejorado considerablemente su calidad de vida; asimismo, la
conciencia de la respiración también ha servido para reducir la frecuencia de los
episodios de ahogo.
Ante esta situación, el mismo George comenta lo siguiente: “Digamos que
respirar no me resulta tan difícil. Se enlentece un poco, pero no es algo que haga
yo, sino que ocurre por sí solo”. Aunque sabe que su situación no mejorará y que
hay muchas cosas que jamás podrá hacer, George ha llegado a aceptar esto y ha
aprendido que, si se mueve más lentamente, puede ser feliz. Es muy consciente
de sus límites y trata de estar atento todo el día a su cuerpo y a su respiración.
Hoy, al llegar al hospital, estacionó el coche, caminó lentamente hasta llegar al
edificio y se detuvo en el baño de caballeros para descansar y respirar unos
minutos. Luego se dirigió al ascensor y descansó otros minutos. Así es como se
dosifica y se da el tiempo necesario. Esto tiene que hacerlo así, conscientemente,
porque, de otro modo, se pasaría los días en la sala de urgencias del hospital. Le
tomó un tiempo aceptar psicológicamente esta situación, especialmente la
necesidad de estar conectado 24 horas al día a un tanque de oxígeno. Al
comienzo, dejó de ir de compras porque le daba vergüenza ir con él, pero al final
se dijo: “¡Qué tontería! ¡De este modo, sólo estoy haciéndome daño!”. Ahora
vuelve a ir de compras, coloca todo en pequeñas bolsas con asa y, siempre que lo
haga conscientemente, puede llevarla sin problema hasta el coche. Cuando llega
a casa, tiene que caminar unos metros desde el auto hasta la entrada lateral,
llevando consigo el tanque de oxígeno y dejando las bolsas más pesadas para que
su esposa las recoja luego.

También comenta lo siguiente: “Los dependientes me conocen y no tienen


problema en repartir las compras en pequeñas bolsas de plástico. Ésa es la
rutina, no hay atajos. Yo me digo ‘¡Si puedo, lo haré; y si no, ¡lo dejaré!’”.

Al encargarse de las compras, George contribuye con una tarea importante para
que la casa funcione, y le ahorra trabajo a su esposa. Esto también le ayuda a
sentirse comprometido con su vida. En lugar de quedarse en casa lamentándose
por su destino, George aborda activamente, dentro de los límites impuestos por
su enfermedad, los retos de su vida. Ha aprendido a enfrentarse a cada momento
tal como se presenta, y busca el modo de trabajar despierta y relajadamente.
Viviendo así, teniendo en cuenta sus límites y dosificándose, consciente todo el
día de su respiración, George se desenvuelve muy bien, pese a una afectación
pulmonar fisiológica que, de otra forma, lo habría incapacitado.

Del mismo modo que George encontró la forma de aplicar Mindfulness a su vida
cotidiana para adaptarse mejor a su situación y condición física, cada uno de
nosotros puede empezar a asumir, independientemente de las circunstancias, la
responsabilidad de cultivar Mindfulness en su vida diaria.

También podría gustarte