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Rosa Amairany Camargo Hoffner

Relaciones Internacionales
Estructura Económica de México
Control de lectura #9
07/11/2019
Calificación 10
México, 1946-c. 1990
Peter Smith
Peter Hopkinson Smith es un distinguido profesor e historiador estadounidense. Profesor emérito de Ciencia
Política y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de California en San Diego (UCSD). Está especializado
en política comparada, políticas latinoamericanas y relaciones interamericanas. Es considerado por la
Universidad de Denver como “el principal experto en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina”. En
2013 recibió el premio Kalman Silvert de la Asociación de Estudios Latinoamericanos en reconocimiento a sus
contribuciones en el campo.
Desde mi perspectiva, la intención de Peter Smith es mostrar cómo el propio autoritarismo del régimen político
fundado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) aunado a los factores económicos y políticos
nacionales e internacionales causaron su debilitamiento e iniciaron la transformación del país.
Para probar su argumento, el autor se centra en los sexenios de cada presidente desde 1946 hasta 1990, y
señala puntualmente en cada uno de ellos, las acciones que se tomaron en materia política, económica e
internacional. Hay que tomar en cuenta que el período se desarrolló durante la posguerra y la guerra fría; y el
decaimiento y posterior reemplazo del keynesianismo por el neoliberalismo, hechos que tuvieron mucho peso
en el país, cosa que el autor recalca a lo largo de la lectura.

El autor comienza dando una introducción de la lectura en la que menciona que México destacaba como
modelo de estabilidad política dentro de América Latina durante la época y que los civiles se habían hecho con
el control del aparato estatal. (1998, p. 84)

Para efectuar su análisis divide este período de tiempo en tres: una fase de definición y consolidación del
sistema contemporáneo, de mediados de los cuarenta hasta finales de los cincuenta; una época de dominación
y hegemonía, desde finales de los cincuenta hasta principios de los setenta; y un período de tensión del sistema
y de poder menguante, desde mediados de los setenta hasta finales de los ochenta. (1998, pp. 84-85)

Nos dice que el PRI había logrado edificar un Estado corporativo dirigido por civiles, cuya estabilidad dependía
de tres condiciones principales: el mantenimiento de un equilibrio entre los grupos constitutivos, siendo esencial
que se conservará la idea de que ninguno estaba por encima del otro; tenía que continuar la distribución de
recompensas materiales; y la conservación de una relación cordial con Estados Unidos. (Smith, 1998, p. 96)

Durante la posguerra, el país mantenía relaciones excepcionalmente buenas con Estados Unidos; y se había
fomentado el desarrollo industrial, derivando en la aparición de una clase empresarial, apoyada y protegida por

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el Estado, así como el bosquejo de una clase media moderna. Aunque gran parte de la sociedad conservó su
carácter rural. (Smith, 1998, p. 97)

Señala el autor que es en 1946 cuando Miguel Alemán emprende un cambio decisivo en la política mexicana: la
continuación y ampliación del proceso de industrialización de sustitución de importaciones que había
comenzado durante la guerra. Para lograr su objetivo necesitaba una alianza entre el Estado y el sector privado,
tanto nacional como extranjero. Abrió las puertas a las empresas extranjeras mientras protegía a la clase
empresarial a través de medidas proteccionistas, dando inicio al “milagro mexicano”. Acompañando estas
medidas, emprendió “la revolución verde”, que consistió en mejorar la productividad del campo,
desgraciadamente, se favoreció a los grandes productores del norte, dejando de lado a los estados campesinos
del centro y el sur; lo que acentuó las fisuras en el campo. (1998, pp. 99-100)

Smith concluye que los resultados de la política de Alemán fueron diversos. El estado nacional sustituyó a los
caciques regionales y dio al sistema político una consistencia y una forma que durarían muchos años. Su
proyecto de nación reveló características interrelacionadas: la imposición de un único grupo gobernante, la
dominación estatal del movimiento obrero y la cooptación de los líderes sindicales. De igual manera, hizo del
PRI un partido aún más hermético mediante una ley de 1949 que prohibía que los partidos celebrasen sus
propias elecciones de manera pública. (1998, pp. 100-103)

En 1952, Adolfo Ruiz Cortines fue elegido por Miguel Alemán como su sucesor y la élite gobernante del PRI no
escatimó en esfuerzos para crear una oleada de aceptación pública para él, aunque su elección se caracterizó
por presentar el voto de oposición más alto desde 1929, por ello fue la última campaña abierta. (Smith, 1998, p.
104)

Aunque Cortines logró mantener la subordinación del partido a la figura presidencial, eso no lo salvó de tener
que afrontar varios problemas, entre ellos, el más generalizado: fortalecer y restaurar la legitimidad política que
el régimen había perdido durante el anterior sexenio. Para conseguirlo hizo hincapié en la austeridad y se
distanció (a él y a su equipo) de Alemán y su grupo; y le otorgó derechos políticos a las mujeres, lo que le
otorgó un doble beneficio: mejoró su imagen y amplió la base popular del partido. (Smith, 1998, p. 105)

El segundo problema al que tuvo que hacer frente fue el alza del costo de la vida, que se tradujo en la pérdida
de poder adquisitivo, para resolverlo promovió sanciones a los monopolios. Tal acción condujo al quiebre de la
alianza entre el Estado y el sector privado, que derivó en la reducción de inversiones y la fuga de capitales
generando una disminución en el crecimiento económico, por tal razón, Cortines tuvo que ceder y en 1954
comenzó a favorecerlos. Terminó devaluando el peso para proporcionarle protección a los industriales e
inducirles a reinvertir en México. (Smith, 1998, pp. 105-106)

La restitución de la alianza entre el Estado y los empresarios incrementó la necesidad de que el Estado
afianzara su control sobre los obreros, para ello aplicó el método de coacción y cooperación. Y al igual que en
tiempos anteriores, el sindicalismo independiente recibió poca tolerancia pues lo que se esperaba del
movimiento obrero era una sumisión servil al Estado. El sector agrario se mantuvo como en el sexenio pasado:

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los grandes agricultores cosechaban las ganancias del campo y los demás se quedaban al margen de los
beneficios. A pesar de la desigualdad, los líderes de la federación campesina (CNC) ofrecieron una alianza
inquebrantable al sistema. (Smith, 1998, pp. 105-108)

En cuanto a la relación México-Estados Unidos, el país adoptó una actitud discreta en la escena internacional,
dando su apoyó general a Estados Unidos. Y aunque en 1954 se opuso a la intervención estadounidense en
Guatemala, el que no pudiera hacer algo más reveló los límites del país en cuanto a su actuar independiente.
(Smith, 1998, p. 109)

Según Smith, la sucesión presidencial de 1958 simbolizó y reforzó la centralización de la autoridad. Después de
su exitoso manejo de las huelgas ferroviarias en 1958-1959, además de por sus lazos con Ruiz Cortines, López
Mateos se convierte en el nuevo presidente, quien tuvo el apoyo tanto del PRI como de los partidos de la
oposición. El PRI daba la imagen de ser invencible. (1998, pp. 109-110)

Incrementó el papel del Estado en la economía y con el fin de consolidad la lealtad del campesinado; distribuyó
aproximadamente 11.4 millones de hectáreas de tierra entre más de 300, 000 campesinos, en 1963 elevó el
precio de los productos principales y estableció un salario mínimo para los campesinos. Su mensaje era claro:
el gobierno estaba del lado de las masas y la reafirmación de la autonomía del Estado respecto al sector
privado, pero sin dejar de apoyarlos. (Smith, 1998, p. 110)

En su sexenio la economía mantuvo un crecimiento elevado, lo que le permitió controlar la inflación hasta el
punto de mantener el tipo de cambio fijo durante todo su gobierno. En la política exterior, el país mantuvo una
relación con Estados Unidos que el autor describe como “tensa pero ambigua” por el hecho de que queríamos
mantener los principios de no intervención y de autodeterminación, pero también evitar un enfrentamiento
directo con ellos, lo que era difícil pues todas sus acciones eran diametralmente opuestas a nuestra postura.
“En general, la política exterior insistió en la moderación y el pragmatismo.” (1998, pp. 111-112)

En 1963 promulgó una reforma electoral que le garantizaba un mínimo de cinco escaños en la Cámara de
Diputados a cualquier partido de oposición que obtuviera más del 2.5 de los votos, la intención detrás era la
coaptación del adversario y el reforzamiento de la legitimidad del régimen. (Smith, 1998, pp. 112-113)

El sucesor de Adolfo Mateos fue Gustavo Díaz Ordaz, y desde que tomo posesión de la presidencia gobernó
con mano de hierro, quien, a diferencia de su antecesor, se apoyó de manera casi exclusiva en la fuerza y la
disciplina. Continuó cultivando vínculos estrechos con Estados Unidos, aunque no exentos de momentos de
tensión. Estrecho los lazos con el sector privado y en 1966 supervisó la formación del Congreso del Trabajo
(CT) como vehículo para estrechar los vínculos (y el control) del Estado y los trabajadores. El CT concedió
papeles destacados a la CTM y al FSTSE. (Smith, 1998, pp. 113-115)

Buscó ganarse el apoyo de los sectores urbanos a expensas del campo, por lo que en 1971 los campesinos
protagonizaron protestas aisladas contra los abusos (con la ocupación de tierras, marchas del hambre y
algunos estallidos de violencia) pero fueron ignorados por el gobierno. Y fueron las clases medias (no los
pobres), quienes orquestaron las protestas más visibles, siendo el movimiento estudiantil de 1968 el causante
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de estremecer al sistema hasta los cimientos, cuando el 2 de octubre, efectivos de las fuerzas de seguridad
abrieron fuego contra los estudiantes desarmados en la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, este hecho sin
precedentes en el México contemporáneo tuvo varias consecuencias, entre ellas el distanciamiento progresivo
de la intelectualidad respecto del régimen, creando una enemistad mutua; comenzó a aparecer la prensa
independiente, el surgimiento de una “sociedad civil”, y la reaparición parcial de la Iglesia católica como fuerza
social pública. Se había abierto una delicada fisura en el edificio del Estado que sería muy difícil de cerrar.
(Smith, 1998, pp. 115-120)

Luis Echeverría tomó el cargo de presidente en 1970, y a diferencia de sus antecesores fue el primer presidente
sin haber ocupado un cargo electivo. Era un burócrata consagrado. Desde sus primeros momentos procuró
aislar y desmantelar algunas camarillas rivales (una práctica habitual entre los presidentes en turno) y se enfocó
en restaurar la legitimidad pérdida por los sucesos de Tlatelolco, mediante el diálogo y una supuesta apertura
democrática. (Smith, 1998, pp. 121-122)

El autor menciona que Echeverría tuvo un estilo de gobierno sumamente personal y un discurso fuertemente
populista, y que, a diferencia de los anteriores presidentes, criticó con frecuencia a Estados Unidos y viajó
extensamente. (1998, p. 122)

Tuvo que lidiar con el empeoramiento de la economía e intentó solucionarlo sin tener que modificar del todo a la
política que se venía aplicando desde tiempo atrás, probó disminuyendo el gasto público, pero fue
contraproducente y al final tuvo que prepararse para iniciar un nuevo modelo: el desarrollo compartido, que
recalcaba la importancia de la distribución más que la producción. Para que funcionara se necesitaba una
coalición entre los obreros y campesinos guiados por el Estado, dándole especial importancia al sector agrario,
motivo por el cual, el programa del desarrollo rural se convirtió en una prioridad para Echeverría. Durante su
sexenio la política económica fue activista, orientada hacia el crecimiento e inclinada hacia los obreros y los
campesinos, provocando el distanciamiento con el sector privado nacional. Además, con él, el papel del Estado
aumento aún más. (Smith, 1998, pp. 122-126)

Echeverría eligió a José López Portillo como su sucesor en 1976, quien, según el autor tenía como mayor virtud
y al mismo tiempo mayor desventaja, el no tener un equipo propio, y menciona que, por lo mismo, Echeverría
creyó que sería la persona más fácil de controlar, me parece que tenía en mente aplicar la misma técnica que
Calles en su momento. (1998, p. 127)

Ya como presidente, López Portillo hizo un llamamiento a la colaboración en lugar del conflicto y no fue nada
discreto al repartir cargos públicos entre sus amigos personales y su familia, con el fin de formar una camarilla
que le fuera leal; lo que hizo que su gobierno recibiera muchas acusaciones de nepotismo. (Smith, 1998, p. 129)

Con la intención de ampliar y fortalecer el apoyo popular del régimen efectuó una reforma electoral en 1977, con
tres elementos básicos: liberalización de los procedimientos para inscribir partidos, ampliación de la Cámara de
Diputados, y la ampliación del acceso a los medios de comunicación por parte de los partidos y los candidatos
de la oposición. (Smith, 1998, pp. 129-130)

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En cuanto a la economía, habría tenido que enfrentarse a varios problemas sino hubiera tenido la suerte de
haber encontrado petróleo, aparentemente nuestra salvación. Su intención era estimular el crecimiento,
promover el empleo y pagar las importaciones, sin crear inflación ni una dependencia al petróleo, pero, como en
ese tiempo los precios del petróleo iban en aumento, al presidente se le hizo “fácil” confiarse aumentado las
exportaciones de petróleo más y más, lo que llevó a la “petrolización” de la economía. Con las ganancias trató
de sacar al campo de las dificultades por las que atravesaba desde tiempo atrás por el abandonó que había
sufrido, por eso en 1980 puso en marcha el programa “Sistema Alimentario Mexicano” (SAM), cuya meta era
alcanzar la autosuficiencia en la producción de alimentos. Otra consecuencia del la petrolización fue que mejoro
la posición de México en el plano internacional, y el gobierno consideró que era hora de adoptar una postura
“más enérgica en los asuntos exteriores”, como muestra de ello, López Portillo mostró públicamente la simpatía
que le inspiraban las causas revolucionarias. (Smith, 1998, pp. 130-132)

La estrategia económica con la que pretendió estimular el crecimiento fue contraproducente, pues ocasionó un
déficit comercial, ya que el país importaba más de lo que exportaba. Además, el gobierno se endeudó y la
inflación se aceleró; en 1982, el poder adquisitivo de los trabajadores disminuyó al grado de casi crear
tensiones sociales. Según Smith, el gobierno cometió dos errores principales: depositar excesiva confianza en
las exportaciones petroleras y la mala inversión de las ganancias; y la continua sobrevaloración del peso, pues
el negarse a devaluar el peso estimuló la fuga de capitales. La corrupción también fue un problema, así como la
descomunal ampliación del aparato burocrático. (1998, pp. 133-135)

López Portillo eligió a Miguel de la Madrid, íntimo amigo (y ex alumno) como su sucesor, a quien le tocó tratar
de resolver la aguda situación económica que le había sido heredada. Criticó lo que denominó “populismo
financiero”. Admitió que no podía dar marcha atrás a la expropiación de los bancos efectuada por su antecesor,
aunque más adelante comenzó a venderle acciones a los empresarios. Tuvo que aceptar las condiciones del
Fondo Monetario Internacional (FMI) para renegociar la deuda, (levantó los controles de los precios y devaluó la
moneda), y con eso trató de recuperar la credibilidad internacional del país. Se mostró conservador, con la
intención de restaurar la alianza que había forjado Alemán, entre el Estado, el sector privado y el exterior; por lo
mismo, la carga económica de su estrategia recayó en la clase trabajadora, pues la supresión de los subsidios y
de los precios elevó el coste de la canasta básica, lo que ocasionó que la relación entre los trabajadores y el
gobierno fuera tensa. (Smith, 1998, pp. 135-138)

Abandonó el SAM y otros programas “estatistas” del gobierno de López Portillo, y en 1985 puso en marcha el
programa nacional de desarrollo rural integral, dirigido a intensificar la producción y no la distribución. La
corrupción del gobierno mexicano se volvió en contra del régimen al provocarle problemas con Estados Unidos
relacionados con el tráfico de drogas; por tal razón, durante este sexenio la política exterior volvió a abordarse
con prudencia. Además, la corrupción volvió a causar estragos en la legitimidad del régimen durante el sismo de
1985, pues se descubrió que muchos edificios no cumplían con los estándares marcados en la ley. (Smith,
1998, pp. 138-141) ocasionando el fortalecimiento de la incipiente sociedad civil.

Cuando el precio del petróleo descendió vertiginosamente entre diciembre de 1985 y julio de 1986, De la Madrid
y sus asesores optaron por la “liberización” de la economía mediante la reducción del papel del Estado en los
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asuntos económicos a través de la privatización, y la apertura económica que se perpetró con la eliminación
gradual de los aranceles, el fomentó de las exportaciones y la devaluación controlada del peso. Aún así, tales
medidas no fueron suficientes para evitar que el país tuviera que enfrentarse a la creciente deuda exterior y a la
progresiva inflación. (Smith, 1998, pp. 141-142)

Finalmente, el símbolo más claro del agotamiento del régimen fueron las elecciones de 1988 cuando el PRI
anunció la victoria de su candidato, Carlos Salinas de Gortari contra Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del
Frente Democrático Nacional (FDN). Fue el fraude electoral más obvio desde hacía mucho tiempo. (Smith,
1998, p. 146)

Al final, Peter Smith comprueba fehacientemente su argumento y a lo largo de la lectura, conforme va relatando
la consolidación y el posterior debilitamiento del régimen va sacando a la luz los vicios de la estructura eregida
por el PRI, tales como la corrupción, la ausencia de democracia y el constante autoritarismo, problemas que con
cada sexenio se fueron haciendo más y más visibles. También nos permite notar la influencia de los
acontecimientos exteriores en la forma en que se desenvolvía el Estado a nivel internacional y nacional, por
ejemplo, se puede notar cómo en los sexenios en los que el petróleo estaba a un buen precio la política exterior
que adoptaba el presidente en turno tendía a ser más “audaz” respecto a cuando el precio estaba bajo y, por
ende, la economía mexicana estaba en un mal momento.

De igual forma, el contexto internacional (golpes de Estado, intervenciones extranjeras, revoluciones, guerras
de guerrilla, etc.) hacían ver a México como un modelo de estabilidad, algo que comenta Smith, aunque al
interior del país los gobiernos en turno hicieran uso de la fuerza para reprimir diversas protestas, especialmente
Ordaz con el 68, si trasladáramos esas acciones al hoy, por ningún motivo se nos vería como un ejemplo de
estabilidad.

Permite ver cómo paulatinamente el régimen va perdiendo su capacidad de controlar a la sociedad,


especialmente a la clase media, quien desde su surgimiento ha formado parte del México activo, que la ha
hecho más difícil de silenciar (a diferencia de los campesinos que históricamente han sufrido represiones de
todo tipo). Asimismo, vemos una transformación en la clase dirigente del país, los presidentes dejan de ser
políticos y comienzan a ser tecnócratas, siendo Echeverría el primero. Igualmente, el autor deja entrever que la
no reelección es un problema al dificultar la conformación de planes a largo plazo, por lo mismo, observamos en
la lectura que prácticamente todos pensaban en el ahora y en dejar alguna especie de legado, que terminó
empeorando la situación, especialmente en el rubro económico que es donde más tendían a diferir, pues en lo
político la mayoría procuro seguir la misma línea, siendo Ordaz una excepción.

Desde mi punto de vista, Peter Smith nos permite concluir que, el mismo régimen fue quien sembró y germino
su propio debilitamiento, al permitir que, su propio autoritarismo sumado a la corrupción y la mala planeación de
las políticas, principalmente la económica generaran problemas que, hasta el día de hoy, siguen causando
estragos. Somos un país que no ha podido consolidar una economía fuerte y mucho menos hemos podido dar
el paso a la democracia y dejar atrás el autoritarismo que históricamente nos ha caracterizado.

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Referencias:
Wikipedia. Peter H. Smith. [en línea] [07/11/2019]. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Peter_H._Smith
Peter Smith, “México, 1946-c. 1990”, en Bethell, Leslie, ed., (1998). Historia de América Latina, Barcelona:
Crítica, Tomo 13, pp. 84-147

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