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Exo 12:35-36
35
Después, siguiendo las instrucciones que Moisés
les había dado, pidieron a los egipcios que les dieran
objetos de oro y de plata, y también
ropa. 36 El Señor hizo que los egipcios vieran con
buenos ojos a los israelitas, así que les dieron todo
lo que les pedían. De este modo los israelitas
despojaron por completo a los egipcios.
Faraón tuvo que pagar la salida del pueblo de
Israel, con oro y plata; tuvo que dejarlos ir con
manos llenas. Dios no va a permitir que tú pases
por una dificultad y, cuando salgas, salgas peor que
cuando entraste.
Lo más grande del día malo no es como tú entras,
sino como tú sales. La pregunta es si tú eres capaz
de llegar hasta el final del día malo. Muchos lo
extienden y nunca pueden ver la libertad de Dios.
Tú sales del día malo, cuando dependes de la
revelación de Dios y no de la información que tú
puedes procesar rápidamente a través de tus
pensamientos.
“3 ¿Quién es el que oscurece el consejo sin
entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no
entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que
yo no comprendía.” Job 42:3
En esta escritura, vemos a Job en el último momento
de su vida, que era el mejor momento; momento en
que Dios iba a restaurar todas las cosas. Y Job está
diciendo: En medio de mi crisis, había cosas que
jamás había visto, que mi mente no podía entender.
Y una de las cosas que te ayuda a ti a salir del día
malo, es abrir tu espíritu a recibir la revelación de
Dios que hay encerrada detrás de todo aquello que
está ocurriendo en tu vida.
Como creyente, tú no dependes de la información;
tú vives por la revelación que está detrás de todo
aquello que tú no puedes ver. Detrás de todo lo que
tú estás viviendo, hay algo más grande que Dios te
quiere mostrar. No extiendas tu día malo,
moviéndote por la información que puedes
procesar. Vive por un nivel más grande.
1rey 18:41-46
41
Entonces Elías le dijo a Acab:
—Anda a tu casa, y come y bebe, porque ya se oye el
ruido de un torrentoso aguacero.
42
Acab se fue a comer y beber, pero Elías subió a la
cumbre del Carmelo, se inclinó hasta el suelo y puso
el rostro entre las rodillas.
43
—Ve y mira hacia el mar —le ordenó a su criado.
El criado fue y miró, y dijo:
—No se ve nada.
Siete veces le ordenó Elías que fuera a ver, 44 y la
séptima vez el criado le informó:
—Desde el mar viene subiendo una nube. Es tan
pequeña como una mano.
Entonces Elías le ordenó:
—Ve y dile a Acab: “Engancha el carro y vete antes
de que la lluvia te detenga”.
45
Las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se
levantó el viento y se desató una fuerte lluvia. Y
Acab se fue en su carro hacia Jezrel. 46 Entonces el
poder del Señor vino sobre Elías, quien se ajustó el
manto con el cinturón, se echó a correr y llegó a
Jezrel antes que Acab.