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Creatividad y función cerebral

Creatividad es una de las funciones cognoscitivas esenciales del cerebro


del hombre. Todos los seres humanos son potencialmente creativos. El
solo hecho de llevar a cabo una conversación congruente, con las palabras
apropiadas, constituye una muestra de creatividad. Sin embargo, para
que una creación tenga visos novedosos, que sea relevante, se requiere
poseer un acervo de conocimientos, buenos mecanismos de memoria de
trabajo, razonamiento normal y el lenguaje necesario, todo lo cual
conlleva a la asociación de ideas indispensable en la generación de nuevos
conceptos. Aunque algunos lo asientan, no es posible crear de la nada.

Una definición concisa de creatividad como sigue: Creatividad es la


función cerebral que asocia, analiza e interpreta conocimientos adquiridos
para generar nuevas ideas, que beneficien al individuo o a la comunidad.
Anteriormente se logró establecer correlación clínico patológica de la
creatividad por el estudio de lesiones cerebrales.

La actual tecnología de neuroimagen, la resonancia magnética funcional y


la tomografía por emisión de positrones, han contribuido a esclarecer
algunos de los mecanismos cerebrales necesarios para generar creatividad.

En la literatura se señala que la creatividad relevante puede estar


asociada y posiblemente depende de un sustrato psicopatológico en el
individuo creador; se mencionan trastornos psiquiátricos como la
esquizofrenia, la depresión bipolar, depresión mayor, complejo autístico y
el síndrome de déficit de atención e hiperactividad.

Asimismo, se dice que los individuos creativos manifiestan alteraciones de


conducta que afectan las relaciones sociales. Los estudios sobre
psicopatología y creatividad siguen sujetos a controversia, ya que se ha
demostrado que la psicosis maníaco-depresiva incide significativamente
en los individuos creativos y en sus familiares, pero, estadísticamente
también se obtienen cifras similares en la población general.

Creatividad y hemisferios cerebrales son conceptos relacionados

La creencia generalizada de que el hemisferio derecho de nuestro cerebro


es el responsable de la creatividad se ha visto cuestionada en recientes
estudios que muestran la influencia de ambos hemisferios en el proceso
creativo.

El cerebro es la parte de nuestro organismo que genera las ideas. Ahora


bien, el proceso mediante el cual se genera una idea tiene varias
fases. La intuición que aparece en tu mente y parece resolver un
problema puede ser visualizada, integrada con otras ideas y, finalmente,
desarrollada como una posible solución. El responsable de esta parte del
proceso es el hemisferio derecho.

Ahora bien, pasar a la acción, con una estrategia basada en esa posible
solución requiere diferentes procesos mentales especializados que se
ubican en el hemisferio izquierdo. El diagnóstico de la solución propuesta,
para determinar si resuelve el problema real, hace uso de tus procesos
racionales de análisis y lógica.

Es ahí donde te adentras en la siguiente etapa de la creatividad, la de


secuenciar, en tiempo y procedimientos, la puesta en marcha de la
solución que has ideado. Dado que el hemisferio derecho y el izquierdo
están interconectados a través del cuerpo calloso, no solo es posible, sino
también muy probable, que si eres una persona creativa, puedas activar
las conexiones y la interacción entre los dos hemisferios para conseguir
una solución práctica a un problema real.

Si el hemisferio derecho estuviera desconectado del izquierdo y limitado a


sus propios modos de pensamiento, podría ser relegado a soluciones de
fantasía, de sueños utópicos. El hemisferio izquierdo ayuda a mantener el
cerebro en el camino de las propuestas realistas.

Función de cada hemisferio

Muchas investigaciones científicas que se han venido realizando a lo largo


de los últimos 25 años han demostrado diferencias significativas en las
capacidades mentales de los dos hemisferios del cerebro y han generado
muchas preguntas: ¿cuál es la función y qué controla
el hemisferio izquierdo del cerebro?, ¿cuáles son las características del
hemisferio derecho?, ¿existe una bifuncionalidad de los hemisferios
cerebrales entre lo lógico y lo creativo, actuando como polos opuestos del
cerebro?

Todo partió de la premisa que el izquierdo se identificó como el origen


del razonamiento lógico, analítico, cuantitativo, racional y verbal, mientras
que el derecho se reveló como el conceptual, holístico, intuitivo,
imaginativo y no verbal. De esta forma, nació una dicotomía clásica que
ha calado de manera profunda en la sociedad.

Es así como se ha popularizado la noción de procesamiento mental del


hemisferio izquierdo frente al concepto que tenemos de cómo lo procesa
el derecho. Sin embargo, los avances más recientes han demostrado
que la creatividad no sería posible sin un equilibrio y una cooperación
entre ambos lados cerebrales.

Importancia del equilibrio

Para aprovechar las diferencias entre tipos de creatividad, es conveniente


que los equipos creativos mantengan un equilibrio. Los formados solo por
personas con una preponderancia del hemisferio derecho pueden llegar, a
menudo, a conclusiones precipitadas, encontrar soluciones inadecuadas o
ambas cosas.

Por eso, un buen equipo debe contar con personas que piensen de manera
de diferente y miren los temas con diferentes enfoques, desde diferentes
ángulos y con una capacidad de análisis variada.
En resumen, la interacción entre ambos hemisferios cerebrales y
el pensamiento creativo están estrechamente ligados. Además, el papel
del hemisferio derecho es esencial para el proceso creativo, pero
proporciona solo una cuarta parte del pensamiento necesario. También
necesitas el hemisferio izquierdo y las dos mitades del sistema límbico
para optimizar la producción creativa. Y los equipos con equilibrio de
pensamiento son claramente los más creativos y productivos.

¿Qué áreas del cerebro se activan al ser creativos?

Desde un punto de vista neurobiológico, la creatividad es un proceso


difícil de determinar, en tanto en cuanto supone una serie de actividades
cerebrales complejas que integran diversas funciones cognitivas y
componentes individuales relacionados con el contexto y la experiencia
(Rodríguez-Muñoz, 2011). A pesar de la complejidad, los avances en
técnicas neurocientíficas y los estudios empíricos de las teorías de la
creatividad, determinan, en gran medida, los pasos a seguir para
analizarla a nivel neurológico.
Generalmente, la creatividad se relaciona con el área de
asociación parieto-occipito-temporal y con la interacción de ésta y
la corteza prefrontal, donde se realizan las funciones ejecutivas y de
control. En las áreas de asociación se integran los estímulos provenientes
del medio exterior y de otras partes de la corteza cerebral. Esto hace que
la cantidad ingente de información analizada en dicha zona suponga un
aumento de las conexiones interhemisféricas a nivel del cuerpo
calloso (Dierssen, 2016), es decir, de la parte que une ambos hemisferios.
Para entenderlo un poco mejor, repasaremos el proceso de percepción.
Los estímulos se registran en sus respectivas cortezas: la visual en
el lóbulo occipital, la auditiva en el lóbulo temporal, la táctil y espacial
en el lóbulo parietal. Esta información se relaciona entre sí (al ver un
objeto, calculamos su volumen, calculamos la distancia a la que está de
nosotros, podemos olerlo, etc.) y se conecta con la memoria para saber si
la conocemos o no, o si conocemos algo similar.
En el proceso creativo, las áreas de asociación parieto-occipito-
temporal trabajan al integrar continuamente la información de los
estímulos (en el caso de observar, oler o tocar algo), pero también de lo
que imaginamos, ya que tendemos a completar el concepto en cuestión,
con toda la información que tenemos al respecto. Toda esa información la
clasificamos, la organizamos, la reestructuramos y hacemos nuevas
conexiones a través de las funciones ejecutivas (planificación, memoria de
trabajo, atención, flexibilidad cognitiva …), es decir, mediante la corteza
prefrontal.
Áreas cerebrales que se activan con la creatividad
De manera más concreta, al estudiar la atención en actividades de
creación en base a objetos cotidianos para darle un nuevo uso, propio
del pensamiento divergente, se ha determinado que se activan varias
redes neuronales complejas. Al comienzo de la tarea, se activa la corteza
cingulada posterior y el lóbulo parietal inferior, propios de los
procesos de visualización e imaginación. Posteriormente, se activa una
red de asignación o relevancia (salience network) que reorienta el proceso,
identificando lo novedoso y relevante (ínsula anterior y corteza cingulada
anterior), relacionada, por tanto, con la memoria semántica y que hará
que se activen unas u otras redes. Finalmente, se produce la interacción
entre la red por defecto (corteza parieto-occipito-temporal) y
la corteza prefrontal dorsolateral, aquella que permite la
autorregulación para focalizar la atención en la tarea (Beaty, Benedek,
Barry y Silvia, 2015).
El proceso creativo, como se describía con anterioridad, puede
desarrollarse mediante dos estrategias diferenciadas: el proceso analítico
será regido por las funciones ejecutivas, mientras que el proceso más
espontáneo es lo que se conoce como insight. El insight se sustenta en la
asociación de ideas lejanas o no, en asociaciones nuevas, de ahí que surja
de manera espontánea. Al analizarse mediante técnicas de neuroimagen
se ha determinado que se activa principalmente el giro temporal
superior anterior del hemisferio derecho (Jung-Beeman et al., 2004).
Esto está íntimamente ligado a la flexibilidad cognitiva, habilidad de
adaptación de nuestra conducta y pensamiento ante situaciones nuevas,
inesperadas o cambiantes.
ELEMENTOS DE LA CREATIVIDAD

1. La inteligencia, en donde destacan las habilidades sintéticas, para ver


problemas de otra manera y escapar del pensamiento convencional;
habilidades analíticas para reconocer qué ideas valen la pena y cuáles no,
y habilidades prácticas para vendérsela a otros, dándole valor a la
idea. Relacionado con el pensamiento convergente y con las funciones
ejecutivas.

2. El conocimiento, pues es imprescindible saber lo suficiente sobre el


campo en el que se trabaja. Relacionado con la memoria.

3. Los estilos de pensamiento, es decir, la manera de usar las


habilidades. Emplear un estilo de pensamiento u otro supone decidir sobre
cómo desarrollar las habilidades disponibles de una persona. Es decir,
usar un pensamiento convergente o divergente, un pensamiento más
analítico o más flexible, nos llevará a caminos distintos para resolver un
mismo problema.

4. La personalidad. Numerosos estudios determinan que es necesario


incluir los rasgos de la personalidad como elemento de la creatividad.
Estos atributos influyen, pero no se limitan a la voluntad de superar los
obstáculos, la voluntad de asumir riesgos sensibles, la voluntad de tolerar
la ambigüedad y la autoeficacia. Esto está relacionado con la flexibilidad
cognitiva, una de las funciones ejecutivas.

5. La motivación. Ésta no es inherente en la persona, sino que se decide


ser motivado por algo o alguien. Aquí se puede incluir el último elemento
que agregó Stenberg, la decisión. Uno debe tomar la decisión de usar la
habilidad para ser creativo.

6. El entorno, necesario para propiciar y recompensar las ideas creativas.


Relacionado con el sistema límbico, el encargado de regular las emociones.

7. El insight, que nos permite obtener la solución a un problema de


forma espontánea y repentina, sin seguir un proceso analítico. Definido
por Kounios y Beeman (2014).
Por tanto, podemos decir que existen dos estrategias diferenciadas: una
sistemática y analítica (pensamiento convergente) y otra espontánea y
repentina (pensamiento divergente).

¿Cómo se trabaja la creatividad?

Todo lo expuesto con anterioridad está relacionado con un proceso, con


un desarrollo del pensamiento, y no así con destrezas artísticas. Cabe
pensar, por tanto, que para trabajar la creatividad hay que favorecer el
proceso mejorando los elementos que repercuten en él.
Tanto si se analizan los elementos de la creatividad como las áreas
cerebrales que se activan en el proceso creativo, tenemos que las
funciones cognitivas más importantes son aquellas que están relacionada
con la integración de estímulos (visuales, auditivos, táctiles…) y con las
funciones ejecutivas (planificación, flexibilidad cognitiva…) . Por tanto, es
imprescindible trabajar todo esto.

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