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HECTOR ALEGRIA LARREA (*)

Héctor Alegría Larrea, nació en Chepén el año 1894, hijo de don Arturo Alegría Winstanley y de
doña Carmen Larrea. El año 2012 llegó a Cajamarca en compañía de su madre que lo crio y educó,
pues el padre salió un día en busca de trabajo y no regresó. Para ayudarla siendo jovencito trabajó
como dependiente en una casa de comercio y deseando ser Sacerdote ingresó al Seminario de San
Carlos y San Marcelo en la ciudad de Trujillo, pero tuvo que interrumpir sus estudios, y por
consejo médico, irse a la sierra para restablecer su salud.

El joven Héctor quedó desamparado al poco tiempo de llegar a Cajamarca por la improvisada
muerte de su madre. Esta, que había intimado con la señorita Elena Barrantes Rodríguez, lo
encomendó a ella, y Héctor encontró una cariñosa persona que con cuidado y amor sustituyó a su
madre, pudiendo recuperar la salud y llenar su anhelo de ser ministro del Señor.

La “niña Elena”, como afectuosamente era conocida, le habló a su primo hermano el Obispo de
la Diócesis de Cajamarca, don Francisco de Paula Grozo Rodríguez, y éste aceptó que el joven
entrase a vivir en la casa episcopal y antes familiar, para que pudiese recuperar la salud y proseguir
los estudios eclesiásticos. En la catedral le confirió la Primera Tonsura el 16 de mayo de 1912, y
lo acogió como familiar, pues en esa época se estilaba que el prelado tuviese un seminarista que
lo acompañase. Además el Obispo, junto con algún fraile Franciscano del Convento de San
Antonio, asumió la carga de enseñarle los cursos que le faltaban.

En el transcurso de unos ocho años monseñor Grozo cumplió su cometido y simultáneamente que
las lecciones le administró las órdenes menores en su oratorio privado el 19 de diciembre de 1912,
y el Subdiaconado “ad titulum servitii Ecclesiae” en la Catedral el 18 de diciembre de 1915. Lo
incluyó en la Curia episcopal y a partir de 1916 refrenda los decretos episcopales como “Oficial
de la Curia”.

En noviembre de ese año era designado bibliotecario del Centro de la Juventud Católica que
funcionaba en el local del Seminario diocesano.

Como familiar del prelado desde 1913 figura en la lista de los participantes a los Ejercicios
Espirituales del Clero, y permanece fiel a ellos tanto como Diácono y Sacerdote y más tarde como
Deán del Cabildo Catedral.

Se ordena de Diácono el 22 de diciembre de 1917 en la catedral; en 1920 es Oficial Primero de la


Curia.
Debido a no seguir los cursos teológicos dentro de la estructura de un Seminario, el Obispo pidió
dispensa a la Santa Sede de ese requisito, y la Sagrada Congregación de Seminarios, en vista de
las causales alegadas, otorga la dispensa solicitada el 9 de julio de 1919 bajo la condición de
completar los estudios necesarios al cumplimiento de las funciones sacerdotales, condición que
el Obispo exige, se cumpla y Alegría rinde exámenes satisfactoriamente.

En el Templo de San Antonio el Obispo lo ordena de Presbítero junto con varios estudiantes del
Colegio Franciscano existente en Cajamarca el 29 de mayo de 1920.

Celebró su primera Misa en el oratorio episcopal apadrinado por el mismo señor Obispo Grozo.

Luego será en la Curia diocesana Pro-Secretario (1922) y más tarde Secretario (1926), acompañó
al mismo tiempo al Prelado como familiar. En junio de 1924, por ser también Sacristán Mayor de
la Catedral, es designado Mayordomo de Turno de la Hermandad del Santísimo Sacramento.
Acumula cargos y funciones en la Curia: Secretario del Tribunal para formar el proceso apostólico
de canonización del Beato Martín de Porres acerca de un posible milagro obrado en Cajamarca.
Tesorero de la Unión Misional del Clero en 1927.

El Boletín diocesano, en julio de 1923 informa: “Nuevamente se ha emprendido el trabajo de la


pavimentación de nuestro primer templo diocesano bajo la acertada dirección del inteligente
sacerdote don Héctor Alegría, actual Pro-Secretario del Obispado”.

Espíritu curioso y movido por los adelantos de la técnica trajo uno de los primeros automóviles a
la ciudad de Cajamarca; en barco del Callao a Pacasmayo, luego por ferrocarril a Chilete y por
último, totalmente desarmado a lomo de mula por Ñamas y El Cumbe, a Cajamarca para armarlo
y conducir a su Prelado por las empedradas calles de la ciudad y por el polvoriento camino de los
Baños del Inca.

Acompañó en noviembre de 1925 al Sr. Grozo, que estaba delicado de salud a Lima para que se
sometiese a una intervención quirúrgica; a la vuelta lo atendió hasta su fallecimiento acaecido el
13 de marzo de 1928.

Junto a la señorita Elena dejó la residencia episcopal, trasladándose a una casa fronteriza
perteneciente a ella, y en la que vivió todo el tiempo que moraron en Cajamarca, gozando de la
compañía de la señorita Filomena Heras, que lo llamaba “el señorito”, siendo “el Señor” el
Obispo, y de quien he recabado muchos datos para estos apuntes. La señorita Barrantes murió en
1940 y la señorita Filomena en 1983.

Esperó que el nuevo Obispo le otorgue un destino, pero al no obtenerlo en 1931 aceptó la
Parroquia de Guadalupe en la diócesis trujillana.

Toda su vida fue sacerdotal, contraída al estudio, al trabajo, a la bondad, en especial con los niños
y los necesitados (en Guadalupe) aparte del cuidado pastoral puso un comulgatorio nuevo, el piso
de losetas finas en el templo, la sacristía y el salón parroquial y estableció la procesión del 5 de
diciembre al histórico cerro, donde dirigió la construcción de la base de la imagen monumental
que allí se levanta (“Necrológico en las Florecillas de San Antonio” Año LI, diciembre 1962, n.
601, p. 335).

En el camino de su parroquia a su población natal adquirió unas tierras y construyó una casa bajo
el nombre de “Villa Leticia”, donde lo acompañaron las señoritas Filomena y Elena, como
también una prima suya dedicada a la docencia, señorita Rosa Larrea y una alumna de ésta la hoy
señora María Isabel Sardí Azcárate viuda de Banda.
“Dotado de cualidades poco comunes de inteligencia y sensibilidad cultivó la apicultura en que
llegó a ser el primer agricultor técnico del Perú, obteniendo medalla de oro en la Exposición
Agrícola Ganadera e Industrial de Cajamarca con motivo del centenario patrio y otra en la
Exposición Zootécnica Nacional de Lima en 1929” (Necrologio citado). Trataba a las abejas con
extraña familiaridad, sin ser picado por ellas, diciendo que tenían un lenguaje mediante el cual
era posible entenderlas.

También se dedicó a injertos de frutales y a preparar licores, entre ellos un famoso whisky con
fórmulas por él inventadas; a la preparación de cueros para ser repujados, etc. Para ello solicitaba
libros técnicos a Europa, lo mismo que obras de doctrina católica e imágenes que integraban su
biblioteca o ponía a disposición de quienes deseaban adquirirlas en la librería del “Perpetuo
Socorro” fundada por él para la difusión del libro católico.

Además incluía libros de medicina pues “dotado de cualidades poco comunes de inteligencia y
sensibilidad cultivó con fines benéficos la radioestesia” (Necrología citada). Poseía el don natural
de diagnosticar enfermedades y de recomendar formas de curación basada en métodos naturistas.
Su fama se extendió y recibía numerosas consultas de pacientes que encontraban mejoría en sus
dolencias o se curaban completamente.

Al ser nombrado Obispo de Cajamarca Monseñor Teodoro Moreno Quintana en 1941, aconsejado
por el Administrador apostólico, padre Federico Pérez Silva, que conocía al señor Alegría desde
1925 como profesor del Seminario San José”, lo designó Deán del Cabildo Catedral, vacante por
el fallecimiento del Presbítero Neptalí Pajares Barba, y le dio posesión canónica el 1 de julio, en
agosto lo nombró Vicario General de la Diócesis y Oficial Provisor.

Regresó a Cajamarca el señor Alegría para ser el brazo derecho de Monseñor Moreno en el
gobierno diocesano. Amigo de los padres Lazaristas que dirigían el Seminario, los visitaba
continuamente y así conocía a los alumnos; “distinguió con su amistad y cariño a los hijos de San
Francisco y con honda devoción a nuestra Madre de Los Dolores de Cajamarca” (Necr. Cit.).

Durante la preparación del Congreso Eucarístico Diocesano y Coronación Canónica de la Imagen


de La Virgen de los Dolores, en 1942, fue Presidente efectivo del Comité Organizador.

El 1 de setiembre de 1944 dirigió un escrito “a todos los cajamarquinos”, para conservar el


patrimonio monumental de la ciudad, comenzando porque nuestro primer templo, la Iglesia
Catedral, tiene entre otras necesidades, una muy apremiante: la pavimentación de su interior y la
de su atrio exterior. El pavimento actual tanto dentro como fuera del templo se halla en
condiciones lamentables y desdice de su ornamentación frontal y de su magnificencia
interior…La pavimentación del interior se hará con mármol artificial y la exterior con piedra de
granito” (Lectura Dominical año IV, n. 164, domingo 17 de setiembre, 1944)”.

Al año siguiente responde a las críticas de que nada se ha hecho, a pesar de haberse recolectado
dinero, que el presupuesto ascendía a S/. 22,000.00 y que sólo se había recaudado poco menos de
cinco mil; sin embargo había gastado en cemento y marmolina y mano de obra unos S/. 4,300.00
y se había fabricado unas 700 piedras de mármol, quedando cemento y marmolina para otras
1,000 aproximadamente, solicitaba mayor colaboración (Año V, n. 213, 26 agosto 1945)”. Las
piedras mármol se hicieron con una fórmula por él ideada y concluida la pavimentación interior,
comenzó y terminó la del atrio.

Poseía una sensibilidad especial para captar lo sucedido a distancia, como en 1941 pronosticó el
derrumbe de Hitler y son innumerables las anécdotas al respecto.

Diligentemente en el confesionario tenía una penetración especial para recibir estados de alma y
darse cuenta que la ocultaban faltas, lo que hizo retraerse del confesionario.
Al ser trasladado al Obispado de Huánuco don Teodosio Moreno en 1947, cesó en sus funciones
de Vicario General y permaneció de Oficial Provisor y Deán hasta que sus achaques no le
permitieron quedarse en Cajamarca, estableciéndose en Villa Leticia, por lo que renunció al
Deanato en noviembre de 1957.

“A las 5.20 pm del 8 de noviembre de 1962, en su Villa Leticia, en Chepén, purificado por seis
meses de enfermedad sobrellevada con perfecta abnegación y una intensa vida espiritual, víctima
de la diabetes, que comprometió el corazón entregó su alma a Dios. Sin falta cada domingo y día
de fiesta se confesaba y recibía la Sagrada Comunión con gran fervor y el día de su partida con
toda lucidez y contento, recibió la extremaunción del Vice Párroco de San Sebastián P. Eulalio
Meléndez, con edificación de cuantos lo rodeaban. Solemne y muy concurrido fue su entierro en
Chepén” (Cecr. Ctd.).

Eran reconocidas sus dotes de inteligencia e ilustración y su servicialidad, pero era una figura
extraña en el ambiente cajamarquino por sus inquietudes tecnológicas y sobre todo por sus
carismas de discernimiento espiritual y de curaciones corporales: por el primero en el servicio de
las almas era buscado por la claridad de sus consejos, pero era temido por la franqueza y
sinceridad con que los exponía; por lo segundo fue discutido por unos y apreciado por otros, en
especial por quienes lograron aprender algunos de sus métodos, extendió sus servicios al
diagnóstico de enfermedades y a curarlas mediante recetas de remedios caseros y naturales, lo
que le fue prohibido por considerarse ajeno al ministerio sacerdotal, y que no pudo aplicar a sí
mismo para curar la diabetes que sufría y que lo llevó a la tumba.

Mitad de su vida la pasó en la costa y la otra en la sierra, donde dedicó la mayoría de sus afanes
y desvelos a la ciudad de Cajamarca pero tal vez sin comprenderla plenamente ni tampoco ser
comprendido en todo su valor humano y cristiano.

(*) Fuente: Mons. José Dammert B., Obispo de Cajamarca. “Un Chepenano Ilustre, Ilustrado y
Curioso”. Publicado en la Revista “CREACION”, Casa de la Cultura de Chepén. Págs.. 4,5 y 6.

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