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María Albarrán
El pasado jueves teníamos una linda tarde soleada que, con los climas
cambiantes de Mérida luego se convirtió en una tarde lluviosa, sin embargo esto no
nos detuvo para nuestro encuentro semanal, el cual fue en un lugar un poco
inesperado, el zoológico Chorros de Milla , debo confesar que no soy fans de estos
lugares pues me parece un poco cruel. Tener animales encerrados no me parece
humano.
Los animales son libres y deben estar en su hábitat natural, esa tarde observe
tigres y leones en aquellas jaulas tan diminutas que hacen que mi corazón se
quebrante, soy una amante de la naturaleza y me gusta respetarla, creo que la vida
de un animal en jaula se puede comparar con la vida de un preso, pero con una
diferencia muy abismal, un preso debe pagar su condena por algún crimen
cometido, pero ¿que pagan esos animales que se encuentran prisioneros?, la
respuesta es muy fácil, pagan la avaricia de muchas personas, la inconsciencia,
esto me hizo recordar el poema que leyó nuestra compañera Oriana Belandria
cuando hablo de aquellas anguilas que volaban.
La tarde fue muy amena y agradezco a nuestro amigo Leonado y Ruvit por la
maravillosa idea de ir al zoológico, aves muy lindas pude ver en mi recorrido, y un
jaguar bebe, creo que fue una de las cosas más tiernas, pues es un como un gatito
pequeño, mi pasión son las serpientes y por supuesto que aproveche la
oportunidad para verlas, las horas transcurrieron muy rápido y sin darnos cuenta la
tarde finalizaba, la cual termine deleitandome con un riquísimo ponche de crema
sabor a oreo y viendo las gotas caer de lo más alto del cielo disfrutando del rico frio
merideño.