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Rocío y Ana

Las
aventuras
de
pequeñas y
grandes
criaturas
Érase una vez un pequeño roedor llamado Jaime el
Cuy, el sueño de este tierno y diminuto peludo de patas
cortas era viajar por el mundo y conocer las maravillas
que había en él. Un día soleado, donde las flores
expanden un increíble aroma y el viento era agradable
para todas las especies que se encontraban en la
pradera pasando el rato; Jaime el Cuy se armó de valor
y decidió emprender un viaje lleno de aventuras y
amigos nuevos.
A la mañana siguiente empacó en una maleta su diario
y cuaderno de dibujos, donde retrataría todo lo que
verían sus pequeños ojos. Comenzó yendo a la zona
más fría del mundo, llena de nieve blanca y especies
del mismo color con un pelaje grueso.
Así es, el Polo Norte, un lugar lleno de encantos que el
pequeño Jaime el Cuy admiró y decidió investigar más
sobre él. Las auroras boreales, las noches estrelladas,
los pingüinos que siempre estaban elegantes y con
traje, osos polares se camuflaban entre la nieve, las
señoras focas de ojos grandes y piel reluciente; todos
fueron a conversar con el pequeño cuy, tan distinto
para los ojos curiosos que lo veían, y aquellos que
tenían el deseo de conocerlo.

El primero en acercarse fue Pedro el oso polar, el era


muy pero muy grande, con una sonrisa tan blanca
como su pelaje y una actitud relajada, pero sus ojos
negros escondían un secreto, Pedro el oso polar le dijo
a Jaime el Cuy:
- Hola pequeño ¿Cuál es tu nombre?
- Hola señor oso polar mi nombre es Jaime el cuy
- Mucho gusto pequeño, ¿Qué trae a estos lugares?
- Estoy buscando aventuras señor oso polar, ¿Qué me
puedes decir de este hermoso lugar?

El Señor oso polar soltó una gran carcajada y le dijo:

- Como puedes observar es un hermoso lugar con una


vista increíble, durante 6 meses estamos a oscuras pero
el cielo nos regala una de las obras de arte naturales
más bellas que haya podido ver, puedo quedarme
observando las constelaciones y las luces en el cielo
durante horas, esto es mi verdadera felicidad, dormir y
admirar. Aunque últimamente las cosas aquí no andan
bien, pequeño amigo peludo.
- ¿Por qué dices eso?

- ¿No te has fijado en los ojos de todos mis otros


amigos? esconden el miedo que sienten a desaparecer
como muchos otros, cada vez hace más calor y
ninguno de nosotros aguanta todos los cambios que
suceden, el anterior día Pepe el Pingüino comenzó a
llorar porque no podía soportar el hambre, cada vez es
más difícil encontrar peces para comer; todos
queremos quedarnos juntos por siempre pero algunos
tienen que irse a un lugar mejor para dejar de sentirse
mal.

- Gran oso, lamento mucho escuchar eso, nunca pensé


que pasara algo tan difícil, pero ahora somos amigos y
podemos hacer algo para que ninguno de los demás se
vayan.

- Pequeño Jaime, desearía que fuera así de sencillo,


pero nosotros solo podemos esperar a que nuestros
compañeros humanos nos ayuden a parar esto, tengo fe
en ellos y se que sus corazones son buenos, solo deben
aprender de sus errores, aún no es tarde y ninguno de
nosotros los culpamos.

- Aún no entiendo todo esto, pero estoy seguro que lo


haré cuando termine mi viaje. Volveré a visitarlos con
una solución, espérame gran oso.
Después de charlar un rato más con Pedro el oso polar,
Jaime el cuy se despidió de todos y se preparó para
empezar una nueva aventura.

Al día siguiente Jaime el Cuy llegó al amazonas, donde


su temperatura era cálida y con una alta humedad que
hacía su clima agradable para el pelaje de este pequeño
roedor; como era típico de él, observo todo su
alrededor, no paraba de poner ojos soñadores al ver lo
grande que era y toda la variedad de amigos que haría,
la Rana Samantha fue la primera en llamar su atención
por su piel dorada como el sol con hermosas manchas
de colores oscuros y ojos negros llenos de emoción,
Jaime intento acercarse a ella pero lo evito con un gran
grito:

- ¡No te acerques a mi!

- ¿Pero por qué? Solo quiero ser tu amigo

- Yo no tengo amigos, soy muy venenosa y por eso


nadie se acerca a mi

- Ahora lo entiendo, pero tranquila podemos conversar


a cierta distancia, se que no eres mala, algo me dice
que tienes un gran corazón
- Puede que tengas razón, siempre me preocupo por los
demás para no lastimarlos, aunque nadie nunca se fija
en como las otras ranas que se parecen a mi han sido
capturadas por humanos, la mayoría solo se preocupa
por animales como los delfines que son inteligentes y
divertidos, los jaguares por su hermoso pelaje e instinto
líder para ayudar o el mono por ser tanto dulce como
pequeño, ninguno de ellos es un problema como yo

- Hermosa rana, no pienses así, la primera en llamar mi


atención fuiste tú y ahora que hable contigo siento que
fue la mejor decisión.

- Gracias Cuy, tienes algo diferente a los demás, ¿Por


qué emprendiste este viaje tan largo?

- Soy Jaime el Cuy y he venido para ver con mis


pequeños ojos lo hermoso del mundo, aunque me he
llevado sorpresas un poco tristes, por eso quiero
escuchar y saber la verdad.

- ¡Lo sabía! Eres diferente; como puedes ver, donde


vivo es enorme y por eso hay belleza en cada esquina,
en el día las vanidosas flores crecen para resaltar entre
el paisaje, los pájaros cantan y vuelan por encima de
enormes árboles que recorren todo el lugar, el río
principal que es tan largo largo que atraviesa todo el
amazonas llamando la atención con sus hermosos
peces de colores; por la noche todo está en calma y se
escuchan los pequeños grillos cantando para que todos
puedan descansar. Pero todo se ha convertido en una
pesadilla, hace un tiempo los hombres han decidido
acabar con los grandes árboles para la ganadería y cada
vez desaparecen más y más, los incendios provocan un
alto fuego que asusta a todos he intentan huir sin poder
encontrar un lugar donde puedan estar seguros.

El pequeño roedor no pudo evitar llorar.

- ¿Por qué pasa esto?, he visto lo hermoso del mundo y


de todos los animales, pero están tristes y tienen miedo,
no puedo evitar querer hacer algo para cambiarlo, no
todo debería ser felicidad?

- Mi lindo amigo, siento que la naturaleza es más


grande de lo que pensamos y pronto todo mejorará,
gracias por escucharme espero que nunca cambies,
tienes algo especial.
Nuevamente, Jaime el Cuy tuvo que marcharse de otro
maravilloso lugar en busca de una aventura más, solo
que esta vez tenía la esperanza de encontrarse con una
naturaleza pura, sin la dañina huella del ser humano en
ella. Viajó por todo el mundo, por cielo, agua y tierra.
Se encontró con varios peligros en el camino, pero
ninguno lo detuvo de tener grandes aventuras; en
Centro América se encontró con Rocío la Ajolote, las
aguas en las que vivía eran oscuras, pero de todas
formas nadar en ella fue una gran hazaña, sin embargo
la ajolote de color rosado que resaltaba entre esa
oscuridad le contó que las aguas dónde viven se están
calentando, que hay algunos animales intrusos que les
hacen daño y cuando respiran debajo del agua sienten
que sus pulmones se llenan de algo que no les hace
sentir bien.
Cuando estuvo en África se hizo amigo de Ana la
Lince, el paisaje era hermoso, no había muchas plantas,
pero las montañas a lo lejos se veían preciosas y en los
atardeceres sentía que podía tocar el sol de lo enorme
que se veía. Otra vez, Jaime el Cuy tuvo que escuchar
palabras tristes; a los humanos les gustaba tanto su
pelaje que se los robaban, ya no podían comer tanto
porque no encontraban alimentación, repentinamente
sus hogares estaban siendo destruidos por artefactos
gigantes que andaban en ruedas y últimamente se
enfermaban bastante. Pero dijo lo mismo que otros
animales, “los humanos lo provocaron pero no los
culpan, porque tienen la esperanza de que ellos van a
cambiar y los van a salvar”. Jaime el Cuy ya no sabía
que pensar, solo le quedaba desear que aquello fuera
cierto, ya que, así como los animales vienen en todos
los tamaños, los problemas también.
-Fin
Escrito por
Rocío Chuqimarca
Ana Bohórquez
11B

Ilustrado por
Laura Bohórquez
Ana Bohórquez

Colegio Alvernia Bilingüe

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