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Ahora bien, entre los delitos hay algunos que el ministerio público debe de

perseguir por el simple hecho de que tenga conocimiento de estos, por ejemplo el
homicidio, a estos se les llama delitos que se persiguen de oficio; y por otro lado
hay otros que solo se pueden perseguir si la persona afectada (la víctima) le
solicita que lo persiga, a esta petición de que se persiga y castigue el delito
cometido se le llama querella, entre estos están delitos como ataques al pudor,
robo, algunos tipos de lesiones, etcétera. En el otro caso cuando una persona que
no es la víctima informa de la comisión de un delito que se persigue de oficio, se
le denomina denuncia.

¿Quién puede presentar una querella?


A parte de la víctima, obviamente, la querella puede ser presentada por sus tutores
en el caso de los incapaces, en el caso de los menores por quien ejerza la patria
potestad (padres o abuelos, según el caso). También pueden presentarla los
apoderados, siempre y cuando en el poder se les den facultades expresas para dicho
propósito.

En el caso de las personas del derecho público pueden presentarlas sus directores,
gerentes y otros funcionarios que tengan facultades expresas.
Adicionalmente la pueden presentar algunos familiares de las víctimas para algunos
casos del homicidio culposo (accidental) o lesiones (también culposas) si la
víctima no pudiese hacerlo por motivos físicos.

Si la querella es presentada por una persona que no tiene facultades para ello,
todas las actuaciones del ministerio público a partir de la presentación serían
nulas, es decir que si por ejemplo se llevara a juicio o incluso se condenara al
acusado este podría salir libre al no tener validez las actuaciones de la
autoridad.

¿Cómo se relaciona el perdón del ofendido con la querella?


Los delitos que se persiguen por querella, dan a la víctima la facultad de decidir
si debe o no castigarse al agresor, a través de la figura del perdón.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que la aceptación del perdón por parte del
presunto responsable implica también el reconocimiento de culpabilidad, por lo que
el responsable podrá de manera libre decidir si acepta o no el perdón.

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