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Perspectivas globales

La energía en cifras

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La energía en cifras
Perspectivas globales

Gregorio Gil García

iii
Datos catalográficos
Gil, Gregorio
La energía en cifras. Perspectivas globales
Primera Edición
Diseño de la cubierta: NDENU DISSENY GRÀFIC
Alfaomega Grupo Editor, S.A. de C.V., México
ISBN: 978-607-707-616-2
Formato: 17 x 23 cm Páginas: 216

La energía en cifras - Perspectivas globales


Gregorio Gil García
ISBN: 978-84-267-1896-9, edición en español publicada por MARCOMBO, S.A., Barcelona, España
Derechos reservados © 2013 MARCOMBO, S.A.
Primera edición: Alfaomega Grupo Editor, México, febrero 2014

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Índice

Introducción
Uso eficiente de la en.
Algo más que eficiencia
Introducción
El futuro de la Biosfera
Futuro de la energía
Lo importante
Introducción
Lo que ayuda
Un siglo único
Realidades y deseos
Cambiando el recurso básico
Innovaciones técnicas
Introducción
Tendencias a largo plazo La electricidad
En. Hidraulica
El comercio de la energía
Biomasas
Tendencias del consumo
En. Eólica
La Energía en Cifras El pasado y el futuro
Térmicas Solar directa
Fotovoltaica Combustibles no fósiles
Relacion entre partes
Otras energías
renov. Energía y economía
El hidrógeno: infraestructuras Intensidades de energía
Subtopic Precios de la energía
Energía parte de un sistema Costes reales de la energía
Introduccion Energía y calidad de vida
Descenso producción de petróleo Energía y medio ambiente
Perspectivas en la era del petróleo Energías y guerras
Combustibles fósiles
El Gas Natural
El carbón

Capítulo 1. Tendencias a largo plazo


1.1 Introducción .............................................................................................................................. 9
1.2 Un siglo único ......................................................................................................................... 11
1.3 Cambiando el recurso básico ................................................................................................. 15
1.4 Innovaciones técnicas ............................................................................................................. 22
1.5 La creciente importancia de la electricidad ........................................................................... 29
1.6 El comercio de la energía ....................................................................................................... 36
1.7 Tendencias del consumo.......................................................................................................... 40
1.8 El pasado y el futuro ............................................................................................................... 47

Capítulo 2. La energía como parte de un sistema


2.1 Relaciones entre las partes ..................................................................................................... 51
2.2 Energía y economía ................................................................................................................ 52
2.3 Intensidades de energía .......................................................................................................... 56
2.4 Precios de la energía............................................................................................................... 62
2.5 Costes reales de la energía ..................................................................................................... 67
2.6 Energía y calidad de vida ....................................................................................................... 71
2.7 Energía y medio ambiente....................................................................................................... 76
2.8 Energía y guerra ..................................................................................................................... 83

Capítulo 3. El futuro de los combustibles fósiles


3.1 Introducción ............................................................................................................................ 87
3.2 Probabilidad de agotamiento rápido del petróleo .................................................................. 89
3.3 Perspectivas en la era del petróleo ......................................................................................... 96
3.4 Conjeturas en torno al gas natural ....................................................................................... 105
3.5 El papel del carbón ............................................................................................................... 114

Capítulo 4. Las energías no fósiles


4.1 Introducción .......................................................................................................................... 123
4.2 Energía hidráulica: potencial y límites ................................................................................ 128
4.3 Energías de la biomasa ......................................................................................................... 137
4.4 Electricidad generada por el viento ..................................................................................... 146
4.5 Conversiones directas de energía solar ................................................................................ 154
4.6 Otras energías renovables .................................................................................................... 160
4.7 La economía del hidrógeno: infraestructuras ...................................................................... 164
4.8 El futuro de la energía nuclear ............................................................................................. 174

Capítulo 5. El futuro de la energía


5.1 Introducción .......................................................................................................................... 179
5.2 Uso eficiente de la energía .................................................................................................... 180
5.3 Algo más que una elevada eficiencia .................................................................................... 188
5.4 La energía y el futuro de la Biosfera..................................................................................... 193
5.5 Lo que realmente importa ..................................................................................................... 200
5.6 Cosas que ayudan y otras que no lo hacen ........................................................................... 204
5.7 Realidades y deseos .............................................................................................................. 209
Prólogo
Ya han pasado cuatro años desde la edición de mi segundo libro titulado Energías del siglo XXI -
De las energías fósiles a las alternativas, que fue escrito con una fuerte intención descriptiva de las
tecnologías utilizadas hasta ese momento en el sector energético y donde se consideraban tanto
las energías fósiles como las alternativas, incluyendo también a la energía nuclear.
Este nuevo libro titulado La energía en cifras - Perspectivas globales viene a cubrir un hueco
dejado por el primero, ya que aquí se consideran las evaluaciones numéricas, tanto de renta-
bilidad de los sistemas como sus repercusiones sociales y medio ambientales en los distintos
proyectos energéticos, a una escala global. Se muestran, además, estas cuantificaciones de forma
gráfica de modo que pueda adoptarse fácilmente una perspectiva más matizada ante los proble-
mas de la escasez de energía y el calentamiento global en la Tierra, como ser vivo (Gaia) y de su
interacción con la humanidad. Se ha prestado especial empeño a las implicaciones con el medio
ambiente para evitar hipotecar a las generaciones futuras, abandonando el enfoque meramente
productivista que, en dos siglos, nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos en la
actualidad.
Se describen detenidamente las sustituciones de unos recursos energéticos primarios princi-
pales por otros, que han tenido lugar a lo largo de la historia de la humanidad y los diversos
ajustes que ésta ha venido realizando para adaptarse a ello. Primero fue la biomasa en sus dis-
tintas variantes, a continuación vino la transición de la biomasa al carbón, posteriormente la
del carbón al petróleo, durante el pasado siglo se incorporó a esta gran transición un nuevo
combustible fósil, el gas natural, y nos encontramos ahora a las puertas de una nueva transi-
ción del petróleo-gas hacia las energías alternativas, asunto que se presenta con detalle. Todas
estas transiciones se han hecho con fuertes sacrificios de algunas personas y colectivos, si bien
han surgido nuevas oportunidades. Esta última transición, como las anteriores, no ha estado
presidida tanto por el agotamiento de los recursos de la fuente principal de energía sino por
un fenómeno que ha pasado a un primer plano de la actualidad y que no es otro que el cambio
climático global forzado por las acciones del hombre (antropogénicas).
En el primer capítulo se hace una rápida revisión de los aspectos de la energía, que serán
considerados con más detenimiento en el resto del libro, situándolos en el tiempo y dando unas
perspectivas de su evolución durante los próximos decenios. En el segundo capítulo se pasa
revista a las relaciones de la energía con determinados asuntos: economía general, intensidades
energéticas, precios y costes, calidad de vida de las personas, medio ambiente e, incluso, los
aspectos bélicos que muchas veces parecen ser una consecuencia casi directa de la actiud de cier-
tos países con respecto a la energía. En el tercer capítulo se analizan los combustibles fósiles, en
particular: el petróleo, el gas natural y el carbón. Nada relacionado con la energía actual puede
comprenderse acertadamente sin conocer estos combustibles.
En el cuarto capítulo se analizan las distintas energías no fósiles: la hidráulica, la biomasa, la
eólica, la solar en sus distintas variantes (baja, media y alta temperatura), sin olvidar otros tipos
de energías, como la geotérmica, mareomotriz, oleaje, pilas de combustible fuertemente relacio-
nadas con la producción de hidrógeno, y la dificultad para establecer unas infraestructuras de
distribución comparables a las del petróleo y gasolina en particular. Se hace un fuerte hincapié
en la enorme importancia de la electricidad que, aunque no se trate de una energía primaria sino
intermedia, ha tomado una importancia decisiva en el mundo moderno, así como los problemas
que plantea su distribución. Se considera tambien la energía nuclear que, aun no siendo produc-
tora directa de gases de invernadero, sí tiene otros problemas como el de la radiación que debe
ser contemplado con sumo cuidado, incluido el tratamiento dado a los residuos radiactivos sin
comprometer la seguridad y el bienestar de las generaciones presentes y futuras.
Se añade, finalmente, un capítulo donde se considera lo que está por llegar pero huyendo
del “futurismo”, ya que las previsiones a muy largo plazo se han mostrado casi siempre pro-
fundamente erróneas por haber existido una mezcla inconsciente entre deseos y realidades no
satisfechas adecuadamente.
A lo largo de todo el libro se ha intentado huir de las posiciones dogmáticas que no condu-
cen a nada bueno, intentando razonar cada una de las posturas adoptadas.

Madrid, agosto de 2012


Gregorio Gil García
gregilgar@yahoo.com
Tendencias a largo plazo

Capítulo 1
Tendencias a largo plazo

1.1 Introducción
La nuestra es una civilización con un elevado uso de la energía claramente sustentada en la
combustión de los combustibles fósiles. Incluso desde el periodo de la creación de la vida
agrícola y sedentaria, y de domesticación de los animales todas las sociedades tradiciona-
les han asegurado sus necesidades de energía mecánica a través de los músculos humanos
y de los animales, obteniendo asimismo su energía térmica para el confort y cocinado de
los alimentos (incluida la iluminación) quemando combustibles procedentes de la bioma-
sa. Los primeros motores más sencillos, impulsados por el agua y el viento: turbinas y
molinos de viento, estuvieron casi ausentes en algunas sociedades preindustriales, pero
eventualmente juegan papeles importantes en algunas economías modernas. Los molinos
de viento durante la edad de oro de Holanda en el siglo XVII son quizás el ejemplo más
notable de tal sociedad.
En cualquier caso, la disponibilidad media per cápita de todas las formas de energía en
las sociedades preindustriales permanecieron bajas, e incluso estancadas, durante ciertos
periodos de tiempo. Esta situación fue sólo marginalmente distinta en unas pocas regiones
(Inglaterra, Bélgica y Norte de China) donde el carbón había sido usado en cantidades
limitadas durante siglos, tanto para calefacción como en algunos procesos de fabricación.
Aunque el siglo XIX vio llegar una amplia industrialización en ciertas partes de Europa y
de Norteamérica, en la mayor parte de los países en desarrollo (incluidos Estados Unidos
y Japón) permanecieron en su mayor parte más dependientes de la madera que del carbón
hasta el final de dicho siglo. Además, incluidos los países ricos en madera la ganancia ab-
soluta en energía per cápita global obtenida al hacer la transición de la madera al carbón
fue impresionante. El consumo en Estados Unidos de los combustibles fósiles sobrepasó a
la madera sólo a comienzos de los años 1880; y durante la segunda mitad del siglo XIX el
suministro per cápita medio de toda la energía aumentó sólo cerca del 25%, el consumo de
carbón se elevó hasta diez veces, pero previamente el quemado extensivo de la madera se
cortó a un 80%.
Como contraste a todo esto, los avances humanos durante el siglo XX estuvieron fuerte-
mente ligados a una subida sin precedentes del consumo total de la energía. Este crecimiento
fue acompañado por un cambio en todo el mundo de la base energética dominante que pasó
a los hidrocarburos, relegando al carbón casi en todos los lugares a tan sólo dos aplicaciones
esenciales: producción del coque siderúrgico y sobre todo a la generación de electricidad.

9
La energía en cifras

El uso final del carbón es una parte de otra transformación clave que tuvo lugar durante el
siglo XX elevando la participación de los combustibles fósiles usados indirectamente para
producir electricidad. Otras fuentes de la electricidad son: la generación hidráulica y nuclear
generalizando así el suministro del tipo más conveniente de la energía comercial.
Las mejoras sustanciales de todas las técnicas energéticas descubiertas en el siglo XIX y
la introducción de otras nuevas y más eficientes, como los motores principales y una mejor
extracción y transporte originaron una amplia difusión de ahorro de trabajo humano y
un aumento del confort con unos precios muy bajos. Los avances técnicos han generado
una impensable movilidad de personas y mercancías. Como resultado de todo ello, la am-
pliación de la propiedad privada de los automóviles y el transporte aéreo masivo están
entre las más importantes transformaciones sociales de la segunda mitad del siglo XX. La
emergencia del comercio global extendido en materias primas (commodities), relacionadas
con la energía, abre las sendas por las que afluyen los países que carecen del combustible
adecuado o de los suficientes recursos hidráulicos.
La tendencia más reciente que caracteriza a una civilización de elevada energía ha sido
un aumento rápido y creciente del suministro de la información. La disponibilidad de
flujos de electricidad baratos y precisos en la entrega de dichos flujos eléctricos ha permi-
tido un crecimiento exponencial en el almacenamiento de la información y de su difusión,
primero, mediante dispositivos analógicos, y desde 1945, explotando el inmenso potencial
digital. Durante cuatro décadas todas estas innovaciones fueron cada vez más explotadas
en aplicaciones militares de investigación y de negocio; durante la década de los ochenta
tuvo lugar una rápida difusión entre la población con la comercialización de los ordena-
dores personales a un precio razonable, que fue acelerado, finalmente, con una adopción
masiva durante la segunda mitad de la década de los noventa a partir del asentamiento de
Internet.
Aunque las sociedades modernas podrían no existir sin un flujo grande e incesante de
energía, no existen sencillas relaciones lineales entre las entradas de los combustibles fó-
siles y de la electricidad y un rendimiento económico de la nación, satisfactorios servicios
sociales y una calidad de vida individual (detallaremos esas diversas relaciones en otro
capítulo). Las relaciones internacionales muestran una variedad en cuanto a patrones de
consumo y una continuada gran disparidad entre las naciones emergentes y en vías de
modernización y la más desarrolladas. Al mismo tiempo, muestran también hallazgos so-
cioeconómicos similares, energizados por entradas de energía primaria sustancialmente
distintas. Muchas de las claves de las tendencias del siglo XX incluyen la elevada depen-
dencia del gas natural, difusión lenta de las energías renovables, ganancias en la eficiencia
en todos los tipos de conversiones de energía y una elevación del uso de la energía per cá-
pita en los países de baja renta que continuará, además, durante las próximas generaciones
pero deberán darse, para ello, algunos cambios fundamentales.
La razón clave para estos ajustes es la necesidad de minimizar los impactos ambientales
de este uso generalizado de la energía y, particularmente, las consecuencias inquietantes
de la generación antropogénica de gases de invernadero. La extracción, el transporte y la
conversión de los combustibles fósiles y la generación y transmisión de electricidad han te-
nido siempre un impacto medio ambiental local y regional que va desde la destrucción de
los ecosistemas terrestres hasta la contaminación del agua y la acidificación de las emisio-
nes causantes del smog fotoquímico. El dióxido de carbono procedente de la combustión
de los combustibles fósiles plantea un desafío distinto: permanece el gas de invernadero
antropogénico más importante, la subida de sus emisiones será la causa principal de las
elevadas temperaturas troposféricas.

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Tendencias a largo plazo

Por consiguiente, el uso futuro de la energía puede no venir determinado sólo por la
disponibilidad de los recursos o por las técnicas usadas para extraer y convertirlas, ni por
cambios en sus precios, sino también por la necesidad de asegurar que el consumo global
de energía no cambie mucho otros parámetros, mas allá de los límites compatibles con el
mantenimiento a largo plazo de la civilización global. La prevención, o al menos la mode-
ración del calentamiento global, es primordial, aunque no sea el único aspecto a considerar
puede llegar a ser uno de los más difíciles desafíos del siglo XXI. La pérdida de la biodi-
versidad, por una interferencia humana en el ciclo bioquímico del nitrógeno y la salud de
los océanos del mundo, son otro aspecto medio ambiental importante asociado con el uso
creciente de la energía.

1.2 Un siglo único


Sólo en raras ocasiones la historia de la humanidad se ve marcada por hitos decisivos
después de largos periodos de patrones persistentes. ¿Qué es lo que distingue al siglo XX
de forma tan notable, como se ha adelantado ya a través de un gran número de ejemplos,
todos ellos estrechamente conectados con un uso elevado de la energía, mucho más que en
todo el milenio precedente? Todos estos ejemplos se alinean entre las verdaderas revolu-
ciones en la producción de alimentos (ahora irrevocablemente dependientes de los fertili-
zantes nitrogenados sintéticos, pesticidas y mecanización del campo) y una generalización
del transporte (coches privados, aviones) para conseguir incluso avances más rápidos en
comunicaciones (radio, televisión, comunicaciones vía satélite e Internet). La mayor parte
de los avances posteriores a 1900 en comprensión científica básica, desde la nueva física
einsteniana cuyos orígenes datan de los primeros años del siglo al descifrado de los geno-
mas completos de cerca de 20 especies de microbios a finales de los noventa, habría sido
imposible sin una abundante, barata y precisa distribución de la energía. Casi todos los
procesos de progreso técnico y de gestión fueron graduales y no saltos bruscos. Cualquier
lista corta de acontecimientos notables debería incluir la domesticación de grandes anima-
les (vacas y caballos), cuya potencia sobrepasa enormemente a la de los humanos, así como
la construcción y lenta difusión de los primeros motores mecánicos, que convertían los flu-
jos indirectos de la energía solar (ruedas hidráulicas y molinos de viento) y, naturalmente,
la invención del motor de vapor, la primera máquina impulsada por combustible fósil. La
época de transición de las energías renovables a las fósiles discurrió primero lentamente.
Los combustibles fósiles llegaron a ser la energía dominante de las necesidades energéticas
humanas tan solo dos siglos después de la aparición de la máquina de Newcomen y más
de un siglo después de la patente de James Watt (1769 renovada en 1775) y la producción
en masa de la máquina fuertemente mejorada.
No existen datos fiables del uso de la energía de la biomasa en todo el mundo, cuya com-
bustión sostenida es característica de todas las civilizaciones precedentes, no podemos desig-
nar la fecha, pero podemos concluir que con un cierto grado de certidumbre los combustibles
fósiles comenzaron suministrando más de la mitad de las necesidades de energía primaria
sólo durante la década de 1890. Las sustituciones posteriores de energía de biomasa se su-
cedieron rápidamente a partir de ese momento; a finales de los años veinte, la madera y los
residuos de las cosechas contenían no más de un tercio de toda la energía combustible usada
en el mundo. Cayó por debajo del 25% en 1950, y a finales de los noventa, probablemente, ya
no llegaba al 10%. Estos valores medios ocultan que más del 80% de los países más pobres
de África continúan haciendo un uso prioritario de la madera. En los países desarrollados los
combustibles utilizados en los hogares han sufrido la siguiente evolución: primero la made-
ra, luego el lignito, después el fueloil y finalmente el gas natural.

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La energía en cifras

Figura 1. La máquina de vapor de James Watt inventada y construida en 1788

La transición completa supone que las naciones occidentales, durante todo el siglo XX, y
para un creciente número de países emergentes durante la segunda mitad, fueron energi-
zados mediante energías no renovables. Durante la década del noventa, los combustibles
de biomasa, se quemaron principalmente en las casas e industrias y países de baja renta y
contenían al menos 35 EJ/año, apenas 2,5 veces tanto como durante el cruce de la década
de1890. Como contraste, entre 1900-2000 el consumo de los combustibles fósiles aumentó
15 veces desde 22-320 EJ/año, y la electricidad primaria añadida a cerca de 35 EJ/año. Esta
gran expansión de la combustión de los combustibles fósiles significa que, al pasar de una
población de 1.600 millones en 1900 a 6.100 millones en 2000, la media anual per cápita del
suministro comercial de energía más se cuadruplicó desde 14 GJ hasta 60 GJ, o lo que es lo
mismo a cerca de 1,4 toe.
Pero las medias globales ocultan enormes desigualdades regionales y nacionales, por lo
tanto es más revelador acotar el consumo con arreglo a las tres más grandes economías del
mundo. Entre 1900-2000 el suministro de energía per cápita anual en los Estados Unidos
comenzó ya desde una base relativamente alta, más que triplicado hasta cerca 340 GJ/cápita.
Durante el mismo tiempo el consumo de los japoneses de las energías comerciales se habían
cuadruplicado hasta llegar a más de 170 GJ/cápita. En 1900 el uso de combustible fósil per
cápita, limitado a pequeñas cantidades de carbón en unas pocas provincias, fue despreciable
pero entre 1950, justo después del establecimiento del régimen comunista, y 2000 subió a 13
veces hasta 30 GJ/cápita.
Estas ganancias parecen más impresionantes cuando se expresan no compartiendo el
contenido de energía inicial de los combustibles comerciales o energías englobadas en la
generación de la electricidad primaria sino usando términos más apropiados como los ser-
vicios energéticos disponibles. Las eficiencias de conversión más elevadas entregarán más
energía útil y los países industrializados han hecho estas ganancias por una combinación
de mejoras graduales de tales convertidores de energía tradicional, como las estufas de
carbón caseras, disparando el rendimiento de tres dispositivos introducidos durante fina-
les del siglo XIX, la iluminación eléctrica, los motores de combustión interna (ICE), y los
motores eléctricos e introduciendo nuevas técnicas, que van desde los hornos de gas hasta
las turbinas de gas. Como resultado de todo ello, las naciones emergentes ahora derivan
dos o tres veces más, de suministro primario que se hiciera hace un siglo.

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Tendencias a largo plazo

Suministrodeenergíaprimariaglobal
10

1
toe/año
Gtoe/año

fosil
biomasa
0,1

0,01
1800 1850 1900 1950 2000

Figura 2. Consumo global de biomasa y combustibles fósiles durante el periodo 1800-2000 (BP 2001)

Consumodeenergíacomercialprimariapercápita
1000

100
/percápita
GJ/percápita

EstadosUnidos
Mundial
Japon
10 China

1
1880 1900 1920 1940 1960 1980 2000 2020

Figura 3. Consumo global medio per cápita de la energía comercial primaria durante
el siglo XX de las naciones con economías más potentes

Cuando esto se combina con que el uso de energías elevadas han experimentado un
aumento de 8 a 12 veces en el suministro per cápita de los servicios de energía así como
las mejoras en confort, seguridad y fiabilidad, resulta todo mucho más difícil de cuantifi-
car. Las ganancias de eficiencia han tenido lugar de modo mucho más rápido y han sido
incluso más impresionantes en algunos de los más exitosos países industrializados. Las
viviendas reemplazadas con sus estufas tradicionales (a menudo, de no más de un 10% de
eficiencia) por calentadores de queroseno y, más recientemente en las ciudades, las cocinas
alimentadas con gas natural (ahora al menos poseen un 60% de eficiencia). Habiendo su-
frido en 50 años, en los paises desarrollados, la evolución desde una estufa de madera, por

13
La energía en cifras

una estufa de carbón, la estufa de carbón por un horno de petróleo, y un horno de petróleo
por un horno de gas natural estándar o super eficiente.
Muchas viviendas de países industrializados han cambiado también los bulbos incan-
descentes por tubos fluorescentes, colaborando en una ganancia de la eficiencia media. Las
ganancias industriales en eficiencia llegan después de importar y difundir el estado del
arte de las versiones de base de fundición (hierro, aluminio), síntesis (amoníaco, plásticos)
y procesos de fabricación (coches). Por consiguiente, en aquellas economías que se moder-
nizan, consiguiendo una ganancia de eficiencia, pero acompañadas por un aumento rápido
del consumo general, aumentan finalmente la energía per cápita consumida, las disponibi-
lidades de energía útil han subido 20, o incluso 30 veces en sólo 30-50 años.

Produccióntotalmundialdecarbón(toe)
4000
3500
3000
Mt/año(toe)
año(toe)

2500
2000
1500
1000
500
0
1981 1986 1991 1996 2001 2006

Figura 4. Producción total mundial de carbón en los ultimos años

Después de 1980 China ha sido quizás el mejor ejemplo de esta rápida modernización en
la que millones de familias urbanas han cambiado del sucio carbón, al limpio gas natural,
y las industrias abandonaron los procesos industriales obsoletos de innegable pedigree
taylorista (que son, finalmente, derivaciones de diseños americanos de 1930), importando
tecnología de los procesos más avanzados de Japón, Europa y Norteamérica. Por consi-
guiente, los suministros per cápita del aumento de energía útil en un orden de magnitud
en una sola generación. Aunque cualquier media global puede ser sólo aproximada y sub-
sume enormes diferencias nacionales, cálculos conservadores indican que en el año 2000
el mundo tuvo a su disposición cerca de 25 veces más energía útil comercial que la que
tuviera en 1900. Todavía, sólo aprovecha un 40% durante el último 1990, la eficiencia de
conversión general del combustible primario en el mundo y el consumo de electricidad por
los servicios de energía útil permanecen aún por debajo de su potencial técnico.
Una más impresionante ilustración del siglo XX en el uso de la energía viene proporcio-
nado por los contrastes entre los flujos de energía controlados directamente por individuos
en el curso de sus actividades diarias y entre las circunstancias experimentadas por los
usuarios en general. Al comienzo del siglo XX los grandes agricultores de Great Plains, con
enormes tierras y abundancia de buenos alimentos podían afrontar mantener más anima-
les que cualquier otro agricultor de la historia humana.

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Tendencias a largo plazo

Figura 5. Mina de arranque por tajo largo que, a diferencia del método tradicional que dejaba un 50% del
carbón sin extraer, puede recuperar casi la totalidad del carbón en vetas horizontales o ligeramente inclinadas

Esta tasa de trabajo se hubiera mantenido no más de unas pocas horas antes de que el
arado y sus animales se tomaran un respiro que requería un extraordinario esfuerzo a los
caballos proporcionando una situación poco confortable, en el mejor de los casos.
En 1900 un maquinista que conducía una locomotora potente tiraba de un tren transcon-
tinental a una velocidad de 100 km/h mediante una potencia de vapor de 1 MW. Este fue
el máximo de potencia permitido con carbón alimentado a mano. Un siglo más tarde un
Boeing 747-400 controla 4 motores a reacción cuya potencia total de crucero es de 45 MW y
recorre la ruta con una altitud de 11 km y a una velocidad de crucero de 900 km/h. El y su
copiloto pueden, incluso, evitar la supervisión humana mediante el uso de un ordenador
con el programa adecuado.
Finalmente, en 1900 un ingeniero jefe de una de los cientos de empresas eléctricas de Eu-
ropa o Norteamérica supervisaba la combustión del carbón en una Central Térmica que su-
ministraba una sección de una gran ciudad controlando un flujo de no más de 100.000 W. Un
siglo más tarde, el jefe de la Sala de Control de una gran red eléctrica interconectada, como la
que interconecta un cierto número de estados de los Estados Unidos o el sistema de interco-
nexión entre los países europeos, puede redirigir 1000.000.000 de W, con una potencia cuatro
órdenes de magnitud superior para hacer frente a los picos de demanda o a las emergencias.

1.3 Cambiando el recurso básico


En 1900 menos de 800 Mt de hulla y lignito supusieron cerca del 95% de la oferta de ener-
gía primaria mundial. Este total se dobló en 1949 a casi 1,3 Gt de hulla y cerca de 350 Mt de
lignito, a causa de la tradicional expansión en la minería manual de los pozos subterráneos.
Algunos de estos yacimientos explotados tenían 25-30 cm y algunos lo eran de hulla de alta
calidad y antracita y fueron trabajados cientos de metros por debajo de la superficie. Incluso
doblando el tonelaje total de carbón (en términos de hulla equivalente) tuvo lugar, en 1988,
un pico en la extracción global para el año siguiente de casi 4,9 Gt con unas 3,6 Gt de hulla y

15
La energía en cifras

1,3 de lignitos. Cerca del 40% de la producción anual de lignito venía de los países socialistas
de la Alemania del Este y de la Unión Soviética, cuyos lignitos eran de baja calidad de tan
sólo 8,8-14,7 GJ/tm.
Cambiar la composición de la extracción del carbón no sólo fue una cosa que se hizo di-
ferente durante la segunda mitad del siglo XX. En contraste a los años previos a la Segunda
Guerra Mundial, casi toda la producción subterránea adicional venía de unas fuerzas de
trabajo altamente mecanizadas. Por ejemplo, en 1920 todas las minas de carbón subterráneas
se cargaban manualmente en los carros, pero en los sesenta casi el 90% se cargaba con máqui-
nas. La mecanización de las minas subterráneas llevó al abandono de la técnica tradicional
que deja al menos la mitad del carbón por el camino. Donde el espesor y el diseño de la veta
lo permite, la extracción de grandes pozos llega a ser la técnica elegida. Esta cara de avance
del carbón cortando los soportes pueden recuperar hasta el 90% del carbón del lugar.
Similares o incluso más elevadas recuperaciones son conseguidas en la superficie (minas
al aire libre), que suponen más de la mitad de Estados Unidos, logrando así nuevas capaci-
dades en la producción de carbón desde 1950. Estas minas son fundamentalmente gigantes
movedoras de tierras que descubren uno o más frentes a partir de los cuales el carbón pue-
de ser extraído. El crecimiento de la maquinaria de movimiento de tierras ejemplificada
por palas excavadoras y dragalinas que mueven 100 m3, hacen posible explotar vetas de
hasta 200 m y funcionar con minas de una producción anual de más de 10 Mt.
Dos de las tres grandes minas de carbón (superpowers), en los Estados Unidos y en Ru-
sia, siguieron agresivamente este método de minería caracterizado por una producción y
una seguridad más elevada. En 1950 sólo el 25% del carbón US se originaba en la superficie
de las minas pero en el año 2000 este porcentaje era del 65%. Cerca del 40% del carbón ruso
procede de minas abiertas, y sólo la tercera parte de la minería continúa con la minería
subterránea. China siempre tuvo muchas pequeñas minas rurales (poco mecanizadas e
ineficientes que producían, además, combustible de baja calidad pero la minería a gran
escala permaneció casi de forma exclusiva en las minas subterráneas hasta comienzos de
las década de los ochenta e, incluso ahora, la minería a cielo abierto no sobrepasa el 10%.
Además de las ganancias impresionantes en recuperación del combustible estas innova-
ciones han elevado la productividad laboral y la seguridad en el trabajo. La productividad
de la minería subterránea subió de 1 Tm/hombre-turno de comienzos de siglo hasta más
de 3 Tm/hombre-hora en minas modernas altamente mecanizadas que usan pozos largos
o sistemas de minería continuos. Mientras las productividades en las minas de Australia y
los Estados Unidos se superan las 20 Tm/h-hora. Las muertes en las minas modernas han
seguido la tendencia opuesta. Las estadísticas norteamericanas muestran que los acciden-
tes mortales han descendido un 90% desde 1930, con 29% muertes en 1998 lo que supone
0,03 muertes por millón de toneladas, sin embargo, ese ratio en China ha sido de 5 muertes
por millón de toneladas de carbón extraído durante la década del noventa y esta cifra ha
sido en Ucrania es aún más alta.
Las minas de superficie completamente mecanizadas con gruesas vetas elevan la produc-
ción anual a niveles que se aproximan o incluso superan la producción anual de los países
más pequeños. Un número de países, incluidos los Estados Unidos, Rusia, Alemania y
Australia, tienen minas abiertas con capacidades próximas a 15-50 Mt/año. Inevitablemen-
te, la baja calidad de los carbones subbituminosos y lignitos extraídos de profundos pozos
bajan el contenido energético medio del combustible. En 1900, una Tm de carbón de mina
era equivalente 0,93 Tm de combustible estándar (hulla conteniendo 29 GJ/t); hacia 1950
esta relación cayó a 0,83 y, a final del siglo, ya estaba por debajo de 0,7.

16
Tendencias a largo plazo

El contenido energético de los carbones extraídos aumentó a menos de 4,5 veces entre 1900-
2000 mientras el consumo de combustible fósil subió 15 veces durante el mismo periodo. Ade-
más, la segunda mitad de siglo presenció un notable aumento en la generación de electricidad
primaria (hidráulica y nuclear). Como resultado, el carbón comparte el suministro global de
energía primaria que disminuye cada año durante el siglo XX, cayendo por debajo el 75% antes
del comienzo de la Segunda Guerra Mundial y a menos del 50% en 1962. La subida de precios
del petróleo de la OPEC de la década del setenta engendró amplias esperanzas de un regreso
al carbón, principalmente en forma de gases y líquidos derivados de este mediante métodos
avanzados de conversión pero tales esperanzas fueron poco reales, incluso efímeras. La con-
tribución del carbón continuó bajando hasta quedar ya por debajo del 30% del global TPES en
1990 y en el 2000 no llegaba más que al 23% de toda la energía comercial primaria.
Al igual que otros muchos medios globales, este es un aspecto más bien engañoso. Pero
en el año 2000 sólo 16 países extrajeron anualmente más de 25 Mt de hulla y lignito, y los
seis mayores productores (en el orden del contenido de energía son los Estados Unidos,
China, Australia, India, Rusia y Suráfrica) contaron ligeramente con más del 20% de la
producción total del carbón mundial en el año 2000. Aún más notable resulta el hecho de
que, en el año 2000, el Reino Unido, el segundo mayor productor mundial en1900, extrajo
menos de 20 Mt/año de las 17 minas privadas y su pico de fuerzas de trabajo pasó de 1,25
millones de mineros en 1920, a menos de 10.000 (Kicks, 1999). Muchos países africanos y
asiáticos no usaban carbón en absoluto, o el combustible suministraba sólo una pequeña
fracción de su consumo energético, mientras todavía proporciona casi el 80% de Suráfrica,
dos tercios en China y casi las tres cuartas partes en la India, aunque sólo el 25% en Estados
Unidos y menos el 20% en Rusia. El carbón en China también domina la calefacción de
viviendas y las cocinas, al igual que en algunas zonas de la India.
Pero el combustible tiene sólo tres mercados principales en los países emergentes: la
generación de electricidad, la producción de coque siderúrgico y el cemento. Una fusión
más eficiente del hierro cortó el uso del coque, en más de la mitad, durante el siglo XX: hoy
en día, los mejores hornos de fundición necesitan un equivalente de menos de 0,5 Tm de
carbón por Tm de metal caliente, frente a las 1,3 Tm/Tm-metal que se necesitaban en 1900.
El reciclado extensivo del acero (unas 350 Mt de metal, un equivalente a casi el 40% de
la producción anual de acero, es ahora reutilizada anualmente) y lentamente la creciente
reducción de hierro redujo el papel de los hornos de fundición, y de ahí del coque. La últi-
ma razón para el uso cada vez menor del coque ha sido la inyección de carbón pulverizado
directamente en el interior del horno, una práctica que se extendió durante 1990; la inyec-
ción de una Tm de carbón desplaza unas 1,4 Tm de coque. La media global de las entradas
totales de carbón por Tm de acero cayó desde 0,87 en 1980 a 0,73 al año 2000 (un 15% de
disminución) y la demanda global para el coque metalúrgico ahora se cifra en sólo el 17%
de la hulla extraída, o sólo por encima 600 Mt en el año 2000.
La elevación de la demanda de electricidad ha proporcionado el único mercado glo-
balmente creciente para el carbón bituminoso y el lignito. Casi el 40% de la electricidad
mundial se genera ahora en centrales térmicas de carbón. La participación nacional de los
principales productos son casi del 60% en los Estados Unidos, cercana al 70% en la India,
cercana al 80% en China, 85% en Australia y 90% en Suráfrica. Las centrales térmicas de
carbón, la mayor parte de ellas de los años sesenta, están localizadas cerca de grandes mi-
nas abiertas o en grandes minas subterráneas, o bien el carbón es suministrado mediante
trenes portadores, permanentemente acoplados un conjunto de 100 vagones con capaci-
dades totales de hasta 10.000 Tm que constantemente viajan entre mina y Central. Pero a
largo plazo incluso la demanda de carbón puede verse debilitada sustancialmente en este

17
La energía en cifras

caso, en especial, si los principales consumidores de carbón deben dar pasos agresivos para
reducir sus emisiones generales de CO2.
El único mercado de carbón que ha estado en continuo crecimiento ha sido el de la pro-
ducción de cemento. Más de 1,5 Gt de cemento fueron producidos anualmente durante el
final de los noventa. Su procesado requiere entre 3-9 GJ/t y, aunque ha estado energizado
en muchos países aumentado con petróleo y gas natural, ha multiplicado la producción
global de cemento por 0,11; el factor de conversión medio recomendado por el World Coal
Institute, los resultados son de unas 150 Mt de carbón usado en la producción de cemento,
principalmente en China (ahora líder de la producción mundial), con Japón, Estados Uni-
dos e India, usando cada una 10 Mt/año.
El carbón suministra más del 50% de la energía comercial primaria mundial hasta 1962,
y, además, es el único y más importante combustible hasta 1966. Más relevante resulta el
hecho de que el carbón, que fue minado durante el siglo XX, contenía más energía que cual-
quier otro recurso primario, unas 5.500 EJ. En contraste, el contenido de energía acumula-
do de todo el crudo de petróleo extraído entre 1901-2000 fue de 5.300 EJ, menos del 4% por
detrás del carbón agregado, pero durante la segunda mitad de siglo, el crudo de petróleo
sobrepasó a ese carbón en apenas un tercio. Como conjunto, el siglo XX puede así ser visto
como un cuadro energético entre carbón y petróleo, pero la rápida pérdida del puesto del
carbón de 1960 en el consumo global y su retirada de los dos principales mercados marca
su camino como algo distinto a lo que fue. Al mismo tiempo, la subida reciente del crudo
de petróleo a la preeminencia global (entre 1981-2000 es suministra ya casi un 50% más
de energía que lo hiciera el carbón), su dominancia del mercado de transporte provoca
fluctuaciones impredecibles en su precio mundial y la preocupación acerca de su futuro
suministro está en el centro de la atención mundial.
La combinación de la elevada densidad energética del crudo de petróleo y su fácil trans-
portabilidad es el activo más importante del combustible. Los crudos de petróleo varían
enormemente en términos de su densidad, pour point, y el contenido de azufre. Las dife-
rencias de densidad (peso específico) son debidas a variaciónes de las cantidad de parafinas
y compuestos aromáticos. Las densidades son comúnmente medidas usando la escala API
inversa, con el estudio del crudo pesado saudí 28° API y el ligero nigeriano 44° API. Los pun-
tos pour se extienden desde -36 °C para el ligero nigeriano, a 35 °C para el chino del campo
de Daqing, y el contenido en azufre entre menos del 0,5% (petróleos dulces) a más del 3%
(crudos agrios). Pero a diferencia de los carbones, los crudos de petróleo son muy similares
en cuanto a contenido energético, con casi todos ellos entre 42-44 GJ/t, o cerca de un 50% más
que el carbón de hulla estándar y de tres a cuatro veces más pobre que los lignitos europeos.
A diferencia del caso del carbón, la ola de demanda ascendente del crudo de petróleo
cambiando a combustible principal primero en Norteamérica (el crudo de petróleo había
estado suministrando más de 25% del TPES del país desde 1930) Europa y Japón se convir-
tieron rápidamente al combustible líquido importados sólo durante la década del sesenta.

La transición mundial al petróleo y, particularmente, su rápida fase posterior a la Se-


gunda Guerra Mundial, fue posible por una combinación de rápido progreso técnico y
por el descubrimiento de recursos inmensamente concentrados del combustible en Oriente
Medio. Cada elemento de la infraestructura de extracción, procesado y transporte del pe-
tróleo debía ser más grande y más eficiente, con el fin de satisfacer esta demanda creciente.
Naturalmente, este crecimiento de tasas y rendimientos capturados por las a menudo con-
siderables economías de escala han hecho sus costes unitarios más bajos. El hecho que la
mayor parte de estas infraestructuras alcanzaran un tamaño y rendimiento plano no es a

18
Tendencias a largo plazo

causa de unos menores retornos o unos límites insuperables, sino más bien debido a consi-
deraciones ambientales, sociales y políticas.

Figura 6. Perforación direccional

Figura 7. Pozos de petróleo gigantes en el Golfo Pérsico con el pozo Ghawar en primer plano

A comienzos del siglo XX, la extracción de petróleo comenzó beneficiándose de la adop-


ción de la perforación rotativa, la cual fue usada por primera vez en el pozo Spindletop en
Beaumont, Texas, en 1901, y desde el uso de la fresa de corte rotativo introducida por Howard
Hughes en 1909. Los pozos de petróleo más profundos sobrepasaron los 3.000 m durante la
década del treinta y la producción desde pozos más profundos de 5.000 m es común en diver-
sos campos petrolíferos. Con gran diferencia la innovación más importante posterior a 1980 ha
sido una rutina de perforación horizontal y direccional. Debido a que los pozos horizontales
pueden cruzarse y drenar múltiples fracturas que son los que más aumentan la productividad.

19
La energía en cifras

Muchos pozos horizontales pueden producir de 2 a 5 veces más petróleo que los vertica-
les . El progreso de la perforación horizontal ha sido notable. Inicialmente la perforación
y los costes de finalización de los pozos horizontales fueron 5-10 veces el coste de una
perforación vertical, pero a finales de la década del ochenta bajaron hasta dos veces su
coste. Los pozos horizontales son ahora usados rutinariamente para la extracción de finas
formaciones y son particularmente rentables en la perforación offshore donde desde una
sencilla plataforma se pueden explotar las capas de soporte de los hidrocarburos, lejos de
la perforación inicial. Los pozos horizontales más largos son ahora de 4.000 m casi tan lar-
gos como el más profundo pozo vertical de hace 50 años.
En 1947 el primer pozo fue completado fuera de la costa en Lousiana. Hacia la mitad
del siglo, las extracciones offshore producían alrededor del 30% de la salida global de pe-
tróleo. Esto ha sido posible usando sistemas sumergibles, semi sumergibles, y los anillos
perforantes y la producción de plataformas que se han mantenido moviéndose a mayor
profundidad y soportando tormentas y oleajes. En el 2000 existían 636 unidades perfora-
doras offshore en fletes privados o del estado, alrededor del 60% jacks-up y un 25% semi
sumergibles. Algunos de estos anillos están ya trabajando en altamar con hasta 2000 m de
profundidad y, en 2001, un ultra profundo el Discoverer Spirit, llegó a una profundidad
d 2.900 m de agua en el Golfo de México. Las plataformas de producción offshore están
entre las estructuras más masivas realizadas por el hombre. El record en el año 2000 estaba
en la plataforma Ursa, un proyecto conjunto de un grupo de empresas lideradas por la
Shell Exploration y Production Company. La plataforma tiene un desplazamiento total de
88.000 Tm (más que el portaviones nuclear Nimitz), sube 145 m por encima del agua y está
anclada a 1140 m de profundidad con 16 tendones de acero.
El refino del crudo de petróleo proporciona un rango de combustibles líquidos perfecta-
mente adecuados a una amplia variedad de aplicaciones específicas que van desde el vuelo
supersónico a la potenciación masiva de locomotoras Diesel. Esto se ha ido transformado
con la introducción de craqueado a alta presión después de 1919 y del craqueado catalítico
en 1936. Sin estos procesos sería imposible producir grandes volúmenes baratos de desti-
lados ligeros a partir de compuestos intermedios y pesados que dominan la mayor parte
de los crudos de petróleo. A diferencia de los carbones, los crudos de petróleo son fácil-
mente bombeables desde la cubierta de los grandes barcos y el tamaño de los modernos
petroleros y el combustible diesel barato, que usa medios que la localización de los cam-
pos petrolíferos, virtualmente carecen de consecuencias según progresa la exportación del
combustible. El crudo del petróleo puede ser enviado a través de los países y continentes
a través de un transporte de la energía más seguro, fiable y más benigno ambientalmente,
sobre un oleoducto enterrado.
Los descubrimientos de los campos petrolíferos más grandes del mundo (supergigantes
en lenguaje de los geólogos) comenzó en la década de los treinta y continuo durante más
de dos décadas. El al-Burgan (Kuwait) es el segundo supergigante más grande, fue descu-
bierto en 1938. Siendo el más grande el al-Ghawar (Arabia Saudí), casi el 7% de las reservas
mundiales de petróleo en el año 2000, que fue descubierto una década más tarde. Mientras
tanto la OPEC continuó aumentando el precio del petróleo a mediados de los años setenta
el Medio Este supo que disponía del 70% de las reservas de petróleo y la región excluyendo
el Norte de África, tenía 50% de la capacidad de producción del petróleo mundial. La ex-
tracción global de crudo de petróleo en 1900 era de solo 20 Mt, la masa que ahora produce
esa cantidad lo hace en solo dos días. Esto significa que la producción de petróleo ha subi-
do más de 160 veces desde 1900 y casi 8 desde 1950 cuando el consumo estaba en 500 Mt
de productos refinados que proporcionaban el 25% de toda la energía comercial primaria.

20
Tendencias a largo plazo

Aunque esta producción se encuentra muy desigualmente distribuida, la extracción ac-


tual de crudo de petróleo está menos sesgada que la producción mundial de carbón. Casi
30 países pueden ahora producir anualmente más de 25 Mt de crudo de petróleo, los seis
principales productores sólo llegan al 45% (frente al 75% en el caso de carbón). En el año
2000, 3,2 Gt de crudo de petróleo suministraron el 40% de toda la energía primaria comer-
cial, cerca de un 10% por debajo del pico de cerca del 44% durante los años setenta.
El papel del crudo de petróleo en las sociedades modernas es incluso más importante
que el sugerido por su participación en el TPES ya que los combustibles refinados propor-
cionan más del 90% de la energía de transporte mundial. El transporte aéreo, una de las
mayores innovaciones del siglo XX, con enormes consecuencias económicas, militares y
sociales, sería impensable sin combustibles refinados. Siendo además el primer siglo del
transporte terrestre basado en coches privados.
Las consecuencias económicas, sociales y medio ambientales de la expansión del auto-
móvil han sido aun de mayor alcance que las del transporte aéreo. El transporte terrestre
fue también considerablemente impulsado por la disponibilidad de materiales baratos de
pavimentación de carreteras y autopistas derivadas del crudo del petróleo (capas asfálti-
cas). El crudo posee también una amplia participación en el uso de la energía comercial en
muchos países de baja renta que tienen solo un consumo muy modesto de combustibles
líquidos per cápita pero que están relacionados fuertemente con la mayor parte de los paí-
ses emergentes de oferta energética más diversificada. Debido a estos roles de suministro
críticos se recurre a grandes distancias para asegurar los flujos adecuados en sus diversas
formas asegurando así la civilización moderna.
Aunque el crudo de petróleo, a diferencia del carbón, nunca ha llegado a más de la mitad
como energía de uso primaria mundial. Mostraremos argumentos detallados con el fin de
demostrar la robustez del futuro de este combustible. Descubrimientos espectaculares de
los campos petrolíferos supergigantes y expansiones que caracterizan la subida del pe-
tróleo en su prominencia global durante el siglo XX no podrán ser superadas durante las
próximas generaciones, pero una fuerte industria del petróleo estará con nosotros durante
las próximas generaciones. Su futuro se verá conformado en amplio grado por los avances
de la industria del gas natural con el cual se halla fuertemente asociado.
Durante la primera década del siglo XX, el gas natural contribuyó tan sólo en un 1,5% al
consumo de energía primaria comercial mundial, y la mayor parte de la misma fue debida
a la lenta expansión que tuvo lugar en los Estados Unidos. Si la expresamos en equivalentes
de energía petróleo/gas natural la relación era de 3,1, durante la década de 1910, pero desde
entonces esa diferencia entre ambos combustibles no ha hecho sino estrecharse. En los años
cincuenta esa relación era de 2,9, y en los setenta de 2,5. Con posterioridad a 1973 se detuvo
el crecimiento contrastado con una rápida elevación del uso de gas natural acompañado por
fuertes aumentos en cuanto a la extracción del gas natural que se ha visto doblado durante
la parte final del siglo XX bajando la relación petróleo/gas natural a 1,7 durante la década de
los noventa. Debido a la limpieza del gas natural ha llegado a ser el combustible preferido
para la calefacción de los hogares, así como para la generación de electricidad. A diferencia
de muchos carbones y crudos de petróleo su contenido en azufre es, por lo general, muy
bajo, además pueden ser tratados para eliminar agentes contaminantes indeseados antes de
ser colocados en el gaseoducto. El gas natural es en estos momentos visto como un emisor de
CO2 en más baja proporción que sus contrincantes (carbón y petróleo).
El gas natural suministra en estos momentos el 25% de la energía primaria mundial y todos
los hidrocarburos, que van desde el metano (CH4) a los crudos de petróleo más pesados, que

21
La energía en cifras

llegan hasta casi el 66% el total. El crecimiento futuro de esta contribución de las energías
de los hidrocarburos será casi totalmente debida a un incremento de la extracción de gas
natural.
Las dos nuevas fuentes de suministro de energía primaria que podrían limitar este por-
centaje son la energía generada a partir de la fisión nuclear y la conversión directa o in-
directa del flujo de energía solar que recibe la Tierra, ambas con un futuro incierto. La
dominación del carbón como suministro de energía comercial primaria acabó hace unas
tres generaciones (70 años), extendiéndose desde mediados de los años 1890, cuando ce-
diera su puesto la madera, hasta mediados de la década del sesenta, cuando irrumpieron
los hidrocarburos. En los años recientes ha habido muchas declaraciones acerca de un pico
inminente en cuanto a la producción de petróleo (un máximo de la curva): si eso fuera
cierto nos encontraríamos en la mitad de la era de los hidrocarburos. Como veremos más
adelante estas estimaciones podrían fallar en sus declaraciones en varias décadas más que
en unos pocos años. En cualquier caso, lo que es mucho más difícil de prever que el timing
del punto medio (máximo) de extracción de petróleo es saber qué recurso llegará a ser el
dominante una vez que los hidrocarburos comiencen su inevitable declinar.

1.4 Innovaciones técnicas


1.4.1 Introducción
Los avances técnicos que transformaron el uso de la energía durante el siglo XX pueden ser
considerados en tres fases:
• Los impresionantes movimientos de varias invenciones previas a 1900, la mayor
parte de las mismas originaron un increíble periodo de innovaciones, durante el
periodo 1880-1895.
• Las invenciones de nuevas extracciones, conversiones y técnicas de transporte y su
posterior comercialización y mejoras sucesivas.
• Las innovaciones que fueron introducidas por razones no relacionadas con la pro-
ducción de energía o su uso pero cuyas aplicaciones posteriores en un entorno cer-
cano al de la energía han mejorado fuertemente su precisión, fiabilidad y eficiencia.
Las mejoras introducidas en los motores son un ejemplo muy importante de la primera ca-
tegoría: los motores de combustión interna, motores eléctricos, turbogeneradores de vapor,
inventados todos ellos a finales del siglo XIX. Aunque sus fundamentos no se cambiaron, las
mejoras conseguidas en su rendimiento mejoraron enormemente los diseños iniciales.
Dos nuevos motores surgieron después, ya en el siglo XX, las turbinas de gas y los mo-
tores de cohetes, estos estarían el comienzo de la larga lista de inventos que serían citados
como de segunda categoría. Ambos fueron comercializados sólo a mediados del siglo XX
pero luego han estado sometidos a un rápido desarrollo. Otras invenciones relacionadas
con la energía y desarrolladas durante este siglo nos han traído la fisión nuclear y la gra-
dualmente ascendente generación fotovoltaica de electricidad. Existen algunos ejemplos
de aplicaciones semiocultas que también han sido muy importantes, como los controles
computerizados que ayudan a la peforación de los pozos petrolíferos y los termostatos en
los motores de automóvil. No menos importantes han sido las nuevas telecomunicaciones,
sensores remotos y técnicas analíticas que han transformado fuertemente un rango de ope-
raciones, que van desde la búsqueda de hidrocarburos a gran profundidad hasta la gestión
optimizada de las redes eléctricas interconectadas.

22
Tendencias a largo plazo

A pesar de esta diversidad de avances existen algunos puntos comunes dictados por los
grandes descubrimientos del siglo XX. La difusión de todos los tipos de avances técnicos se
afianzó durante la Primera Guerra Mundial, así como por la crisis económica de 1930, pero
la Segunda Guerra Mundial aceleró la introducción de tres innovaciones fundamentales: la
fisión nuclear, las turbinas de gas y la propulsión de cohetes. Las dos décadas siguientes a
la SGM fueron de un crecimiento especialmente rápido de todos los sistemas energéticos,
pero desde finales de los años sesenta la mayor parte de los componentes individuales,
minas de carbón, turbinas de vapor en grandes Centrales Térmicas, tensiones en las líneas
de transmisión o petroleros gigantes, han alcanzado una clara saturación en su crecimiento
y, en algunos casos, sus tamaños y capacidades han disminuido incluso.

Motoresareacciónmilitaresycomerciales
9

7
nempuje/peso
Relaciónempuje/peso

5
comercial
4
militar
3

0
1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990

Figura 8. El aumento de la relación de empuje/peso, tanto en el caso de


la aviación militar, como en el de la comercial

Los mercados maduros, con unos costes unitarios excesivos, e inaceptables impactos me-
dio ambientales han limitado su crecimiento, más que límites estrictamente técnicos, esas
fueron las verdaderas razones para este cambio, así como una mayor eficiencia y fiabilidad
y una mayor compatibilidad medioambiental que ha logrado unos objetivos de diseño
dominantes en las últimas dos décadas del siglo XX. Incluiremos tan solo los ejemplos
más importantes en las tres principales categorías de innovaciones técnicas antes de con-
centrarnos con más detalle en lo que se halla quizá más lejos del alcance, las tendencias
energéticas a largo plazo cuyo curso está lejos de ser alcanzado con plenitud, la creciente
importancia de la electricidad.
La vida moderna continúa formada por varias mejoras sustanciales de las invenciones
de finales del siglo XIX, sobre todo: la generación de electricidad, los sistemas de trans-
misión y los motores de combustión interna. El motor de vapor, es la quintaesencia de la
máquina propia de las primeras fases de industrialización, que continuó siendo importan-
te como motor principal durante las primeras décadas del siglo pasado. Hasta la fecha, es
el mejor ejemplo ya que se ha conseguido mejorar su eficiencia en 10 veces y en 100 veces
su potencia con respecto a las primeras unidades producidas, a comienzos del siglo XIX.
Pero incluso con estos impresionantes avances no se ha podido modificar una inherente
baja eficiencia y elevada relación peso/potencia. La naciente industria de la generación de

23
La energía en cifras

electricidad llegó a estar fácilmente disponible al inventarse la turbina de vapor y una vez
la electricidad se halló disponible surgieron los motores eléctricos que desplazaron a los
de vapor en multitud de la labores de fabricación. Por supuesto, la turbina de vapor nunca
pudo competir con los motores de combustión interna como principal impulsor del trans-
porte terrestre y del aéreo en sus inicios.

Eficienciadelasturbinasdegas
45

40

35

30
ciencia(%)
Eficiencia(%)

25

20

15

10

0
1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000

Figura 9. La eficiencia de las turbinas estacionarias (terrestres) usadas en la generación de electricidad

Cada aspecto de los dos grandes inventos del siglo XIX fue mejorado por una invención
posterior, lo que trajo un rendimiento superior y un menor impacto medio ambiental. En
1900 las eficiencias de la generación térmica de electricidad, con calderas y presiones de
vapor de menos de 1 MPa y temperaturas de vapor inferiores a 200 °C eran inferiores al 5%.
Hoy en día, las centrales térmicas que queman carbón pulverizado con presiones de vapor
por encima de 20 Mpa, con temperaturas por encima de los 600 °C, consiguen unas eficien-
cias de conversión de 40%; si se añade la cogeneración (aprovechamiento simultáneo del
calor generado en el escape) puede llegarse incluso hasta el 60%.
Los experimentos con el carbón molido comenzaron en Reino Unido ya en 1903 pero las
primeras grandes calderas que son carbón finamente pulverizado se pusieron en funcio-
namiento en Londres en 1919, en la Central de Hamersmith. Los tamaños unitarios de las
turbinas de vapor fueron muy bajos: la turbina de vapor de Parsons 1 MW se construyó en
1900 pero las unidades de 100 MW se usaron sólo después de 1950. Luego llevó más de dos
décadas elevar la capacidad hasta un orden de magnitud de 1 GW en 1967. Las turbinas de
vapor más grandes de carbón o de una central nuclear llegan actualmente hasta 1,5 GW,
pero las unidades entre 200-800 MW son las dominantes.

1.4.2 Líneas de transmisión


Las pérdidas por transmisión eléctrica fueron recortadas haciendo un mejor uso de los trans-
formadores, elevando la tensión y las conexiones directas de corriente. Las capacidades pico
del transformador crecieron 500 veces durante el siglo XX. Típicamente los voltajes eran de
23 kV antes de la PGM, 69 kV durante la década del veinte, 115 kV durante la del cuarenta,
345 kV durante los años setenta y, hoy en día, llegan hasta los 765 kV. La creación de redes
regionales en los Estados Unidos e internacionales en Europa (tanto en dirección latitudinal

24
Tendencias a largo plazo

como longitudinal) mejoraron la seguridad de suministro, reduciendo los requisitos para las
capacidades de reserva mantenidas por los sistemas de generación individuales.

1.4.3 Motores de combustión interna


La combinación del motor Daimler, la ignición eléctrica de Benz y el carburador de ali-
mentación flotante de Maybach fijaron una configuración para la expansión de la industria
del automóvil en sus comienzos a mediados de los años 1880 y el desarrollo posterior de
los motores de ciclo de Otto han sido notablemente conservadores. Con todo, la industria
ha visto llegar notables avances técnicos, los más importantes han sido la elevación de las
relaciones de compresión (desde 4 antes de la PGM hasta 8-9,5) y un peso de motor con-
tinuamente descendente. Las típicas relaciones peso/potencia cayeron desde 30 g/W de la
década del ochenta solo 1 g/W un siglo más tarde. Los motores Diesel también fueron más
ligeros, particularmente en las aplicaciones estacionarias.
Pero las mejoras medio ambientales fueron negadas durante décadas en aras de conse-
guir unas mayores potencias. El consumo de combustible de los nuevos coches de pasa-
jeros americanos estaba en 14,8 L/100 km durante la década del treinta, manteniéndose
deteriorado durante cuatro décadas y llegando a ser de 17,7 L/100 km en 1973.
Esta tendencia indeseable fue finalmente invertida a raíz del aumento de los precios del
petróleo realizado por la OPEC. Entre 193-1987 la demanda de combustible para nuevos
vehículos en el mercado norteamericano fue la mitad y el consumo estándar bajó a los 8,6
L/100 km. Desgraciadamente, la caída posterior a 1985 de los precios del crudo frenó esta
tendencia para invertirla de nuevo.

1.4.4 Turbinas de gas


Estos nuevos motores fueron adoptados tan rápidamente debido a la SGM y la posterior
rivalidad entre las superpotencias. En un caso notable de una competencia pero con suce-
sos enteramente independientes en la invención, los primeros diseños de turbinas de gas
tuvieron lugar cuando, en Inglaterra, Frank Whittle y, en Alemania, Hans von Ohain cons-
truyeron sus motores experimentales para planes militares. Se introdujeron al final de la
guerra, y no supusieron ningún cambio importante en el curso de la misma, pero su rápido
desarrollo posterior abrió el camino de las aplicaciones comerciales a casi todos los aviones
de pasajeros, que fueron simples modificaciones de los diseños militares. La velocidad del
sonido fue sobrepasada en octubre de 1957, con el Bell X-2 plane. El British 106 Comet 1 fue
el primer avión de pasajeros a reacción en entrar en servicio regular en 1952 pero defectos
en su fuselaje llevaron a su abandono. La edad del reactor llego en 1958 con el Boeing 707
y por un rediseñado 106 Comet 4. Una década más tarde llegó el Boeing 747, el avión re-
volucionó los vuelos transoceánicos. PanAm pidió su primero avión en 1966, el prototipo
despegó en Febrero de 1969 y el primer vuelo regular fue en enero de 1970. El primer 747
tenía cuatro turbofan Pratt&Whitney, el famoso JT9D con un empuje pico de 21.297 kg y
con una relación masa /potencia de 0,2 g/W. Tres décadas más tarde el Boeing 747-300 su-
peró una distancia de 20.44 km de Seattle-Kuala Lumpur record de un avión de pasajeros
impulsado por dos motores de la misma compañía (PW 4098) cuyo máximo empuje era
de 44.452 Kg. La relación empuje/peso de estos motores es mayor de 6 y, en el caso de los
aviones militares, es aún mejor, con relaciones empuje/peso de hasta 8.

El impacto de las turbinas de gas va más allá de transformar las fuerzas aéreas y los viajes
de larga distancia. Estos motores se han revelado también muy importantes en las aplicaciones

25
La energía en cifras

estacionarias. Son usados en los compresores centrífugos en estaciones de bombeo en tuberías


de gas natural, en muchas industrias químicas y metalúrgicas y durante los últimos 15 años
han sido cada vez más escogidos en la generación eléctrica. La demanda creciente para la gene-
ración de electricidad pico ha llevado a las turbinas de gas estacionarias (en general, por encima
de 100 MW a finales de los años noventa) y con un rendimiento comparable al obtenido en las
turbinas de vapor.

Figura 10. Primera Central Nuclear del mundo Calder Hall en la costa de Cumberland

1.4.5 Motores de cohetes


El único motor que puede desarrollar incluso más potencia por unidad de masa que una
turbina de gas es el motor de un cohete. Su desarrollo a gran escala comenzó durante la SGM
con motores impulsados por etanol en las famosas V-1 y V-2 alemanas usadas en los bombar-
deos contra Inglaterra. Después de una década de lento desarrollo la carrera de cohetes entre
las superpotencias comenzó con el lanzamiento del primer satélite artificial por la URSS, el
Sputnik, posteriores avances en busca de una mayor precisión y potencia y tanto en tierra
como desde submarinos en el campo de los proyectiles balísticos intercontinentales.
Ningún otro motor consigue liberar tanta potencia, necesaria tan sólo para un cierto pe-
riodo de tiempo en los motores de los grandes cohetes. El Saturno C5, que envió en Julio de
1969 una nave espacial a la Luna, desarrolló 2,6 GW durante un quemado de 150 segundos.

1.4.6 Los satélites


Los vuelos a la Luna fueron un efímero esfuerzo pero los satélites lanzados por cohetes rela-
tivamente baratos introdujo la era de las telecomunicaciones intercontinentales baratas, una
más fiable previsión del tiempo meteorológico, y un control en tiempo real de los aconteci-
mientos naturales extremos, mediante los cuales es posible salvar muchas vidas. Los satélites

26
Tendencias a largo plazo

nos dan también una capacidad sin precedentes para supervisar los cambios de uso en la
Tierra, la dinámica de los océanos y la productividad fotosintética desde el espacio. Así como
fijar nuestras localizaciones a través del sistema de posicionamiento global.

1.4.7 La fisión nuclear


El descubrimiento de la fisión nuclear introdujo una forma totalmente nueva de conver-
sión de energía pero su rápida adaptación comercial usa el calor liberado por esta novedosa
transformación para generar vapor en un proceso general muy probado de generación de
electricidad. La secuencia de desarrollos críticos fue extraordinariamente rápida. La primera
prueba de fisión fue publicada en Febrero de 1939. La primera reacción en cadena sostenida
tuvo lugar en la Universidad de Chicago en diciembre de 1942. Rickover ralentizó el esfuerzo
para aplicarlo a un reactor de submarinos de naturaleza nuclear, el Nautilus en enero 1955.
Rickover puso inmediatamente a punto el sistema PWR (Pressurized Water Reactor) de Ge-
neral Electric usado hasta entonces en los submarinos para poner a punto la primera Central
Nuclear civil generadora de electricidad de los Estados Unidos en Shippingport, Pennsylva-
nia. La Central alcanzó el estado crítico inicial en diciembre de 1957, más de un año después
la primera Central nuclear a gran escala, British Calder Halll (4x23 MW), fue conectada a la
red en octubre de 1956.
El sistema PWR llegó a ser la elección dominante en esta nueva técnica de generar elec-
tricidad. Los diez años comprendidos entre 1965-1975 vieron el mayor número de pedidos
de la nueva era de centrales nucleares, y los países europeos (incluida la antigua Unión
Soviética) pusieron en marcha el doble de centrales nucleares que en los Estados Unidos.
El consenso de los expertos a comienzos de la década del setenta fue que, para finales de
siglo, el mundo gozaría de una energía nuclear ubicua y barata. Al mirar hacia atrás resulta
obvio que el desarrollo comercial de la generación nuclear fue demasiado rápido y donde
se ponderó demasiado poco el peso dado a la opinión pública sobre la fisión nuclear y al
tratamiento dado a los residuos.
Los argumentos acerca de los costes de generación no tiene en cuenta los enormes sub-
sidios empleados por los gobiernos en el I+D nuclear o los costes desconocidos de decomi-
sionado de plantas y almacenamiento seguro de los residuos altamente radiactivos para el
próximo milenio. Enrico Fermi nos previno “el público puede no aceptar una fuente energética
que genera grandes cantidades de electricidad así como materiales fisibles que pudieran caer en manos
de bandas terroristas”.
A comienzos de la década del ochenta sucedió una combinación de otros factores in-
esperados, disminución de la demanda de electricidad, escalada de los costes en una era
de elevada inflación y deslizamiento de los programas de construcción y modificación de
las regulaciones de seguridad que fueron acomodadas mediante nuevos diseños. A mu-
chas de las Centrales Nucleares de los Estados Unidos su construcción les llevó el doble
de tiempo del originalmente planificado. Los aspectos relacionados con la seguridad y la
percepción de riesgos intolerables fueron reforzados tras el accidente en Three Mile Island
en Pennsylvania en 1979, a mediados de la décadal ochenta. La liberación accidental de
radioactividad, al tener lugar la fusión del núcleo en Chernobyl (Ucrania) en mayo de 1986,
no hizo más que empeorar las cosas. Aunque los PWR occidentales con su vasija de conten-
ción y procedimientos operativos mucho más exigentes no hubieran podido experimentar
tal liberación masiva de radiación como ocurriera en el caso de Chernobyl, ese accidente no
hizo sino reforzar la exagerada pero ampliamente compartida percepción pública de que
todas las Centrales Nucleares son inseguras.

27
La energía en cifras

A finales del año 2000 existían 438 Centrales Nucleares en funcionamiento con una capa-
cidad instalada neta de 351 GW. Los reactores de fisión suponen cerca del 11% de la capaci-
dad de generación eléctrica instalada pero debido a su alta disponibilidad (media global de
cerca del 80% durante finales de los años noventa) ellos generaron cerca del 16% de toda la
electricidad. Las más grandes contribuciones nacionales estuvieron en Francia, donde un
76% de la electricidad estuvo generada por grupos PWR. Lituania, con su gran central rusa
Ingalina, con un 74% y Bélgica tercera (57%). Japón fue el 33%, los Estados Unidos 20%,
Rusia 15 %, India 3% y China más del 1%.

Figura 11. El vuelo electrico solar del Helios Prototype en el 2001. Cortesía de NASA

1.4.8 Células fotovoltaicas


Es otra notable invención del siglo XIX, en la categoría de nuevas conversiones de energía. Su
primer uso práctico no llegó hasta finales de la década del cincuenta. El descubrimiento del
fenómeno fotovoltaico tuvo lugar en 1839, por Becquerel, que encontró la generación de elec-
tricidad en una célula electrolítica con dos electrodos metálicos cuando se exponían a la luz.
Se realizó poca investigación sobre el efecto FV en las tres décadas siguientes, pero en 1873 se
descubrió la fotoconductividad en el selenio; Adams y Day construyeron la primera célula FV
sólo 4 años más tarde. El diseño de la célula de selenio fue descrito por Fritts pero las eficiencias
de tales células estaban entre 1-2%. Einstein trabajó en el efecto fotoeléctrico 16 años antes de
su famoso estudio sobre la relatividad pero tuvo poco impacto práctico sobre el desarrollo FV.
Tampoco lo tuvo Czochralski con su fundamental descubrimiento, en 1918, de cómo crecían
los grandes cristales de silicio necesarios para producir obleas. El avance importante surgió en
1954 cuando un equipo de investigadores de Bell Laboratories produjo células solares de sili-
cio que tuvieron un 4,5% de eficiencia subiendo ese rendimiento al 6% solo unos pocos meses
más tarde. En marzo de 1958, cuando Vanguard-I colocó la célula FV para alimentar al primer
satélite artificial (un simple 0,1 W de 100 cm2). Hoffman Electronics tuvo células con un 9% de
eficiencia y comenzó a vender células con una eficiencia del 10% un año más tarde. En 1962,
Telstar, el primer satélite comercial de comunicaciones, tenía ya 14 W de potencia FV, y sólo
dos años más tarde Nimbus obtuvo 470 W. Las células FV llegaron a ser un ingrediente indis-
pensable de la industria de los satélites pero las aplicaciones terrestres quedaron como muy
raras incluso después de que Carson y Wronski de la RCA Laboratories fabricaran la primera
célula FV de silicio amorfo en 1976. La producción FV sobrepasó los 20 MW de capacidad pico
(MWp) en 1983 y 200 MWp en el año 2000 como electricidad solar una de las industrias de la
energía de más rápido crecimiento. Aun la capacidad instalada FV fue sólo de 1 GW en 1999,

28
Tendencias a largo plazo

una fracción despreciable de los más de 2,1 TW disponibles en los generadores alimentados
con combustible fósil.

1.4.9 Ordenadores
La última categoría de innovaciones técnicas y de gestión resultaron de la difusión de orde-
nadores, telecomunicaciones ubicuas y una común relación con los controles automáticos
y los algoritmos de optimización han transformado totalmente cada aspecto de los nego-
cios de la energía, desde la investigación de los hidrocarburos, al diseño de los primeros
motores. Una verdadera revolución que incluye la investigación de los hidrocarburos, una
precisión sin precedentes y una intensidad de supervisión de redes dinámicas complejas,
así como un diseño desmaterializado de los motores y máquinas principales.

1.4.10 Tratamientos de datos y señales


Los avances en las capacidades de los dispositivos electrónicos usados en sensores remotos
y órdenes de magnitud de capacidades más elevadas para almacenar datos de campo en el
proceso están detrás de mejoras revolucionarias en el alcance y calidad de la prospección
geofísica. A mediados de la década de 1990 los tradicionales datos sísmicos en 2-dimesio-
nes usados en la exploración del petróleo han sido casi completamente sustituidas por las
imágenes en 3-dimensiones y las últimas de 4-dimensiones (siendo el lapso temporal la
cuarta dimensión) de los yacimientos hace posible trazar y simular el flujo real de petróleo
en las formaciones que soportan los hidrocarburos para interpretar la saturación del fluido
y sus cambios de presión. Este conocimiento hace posible aumentar las tasas de recupera-
ción desde los máximos 30-35% obtenibles, antes de 1980, a los 65% y, a veces, hasta el 75%.
El sistema de posicionamiento global hace posible en una empresa ser instantáneamente
consciente de la localización exacta de cada uno de los camiones que cruzan un continente
o cada uno de los contenedores que llevan petróleo procedente de Oriente Medio. Un algo-
ritmo de optimización que recibe la información de los cierres de carreteras y desvíos, o de
los acontecimientos climáticos extremos (ciclones, niebla) pueden minimizar el consumo
de combustible y los retrasos en el recorrido de estos contenedores.

1.5 La creciente importancia de la electricidad


1.5.1 Introducción
Existen muchas razones para fijar una atención especial en la electricidad. Después de un
milenio de dependencia de las conversiones básicas de energía: quemado de combustibles
sean estos de biomasa fresca o fosilizada, uso de músculos humanos y animales y captura
del flujo solar indirecto bien en el agua o en el viento, la generación de electricidad intro-
dujo una nueva forma de energía que no tiene rival en términos de conveniencia y flexi-
bilidad. Ningún otro tipo de energía posee un acceso tan instantáneo y libre de esfuerzo.
La ventaja de la electricidad, dada casi por supuesta por las poblaciones que han crecido
gozando de sus ventajas: precio bajo y ubicuidad, resulta evidente para cualquiera que ges-
tione una casa de la era pre eléctrica, o que viva en lugares donde la electricidad sea muy
cara, esta comienza a usarse por la insuficiencia en la iluminación.
La palabra revolución no resulta exagerada para describir el día en que las líneas de
transmisión eléctrica fueron conectadas a las viviendas de las familias que hasta ese mo-
mento vivían en la era pre-eléctrica.

29
La energía en cifras

Las ventajas de la electricidad van mucho más allá de un acceso instantáneo y sin es-
fuerzo a la luz con la que ninguna otra forma de energía puede rivalizar en flexibilidad. La
electricidad puede ser convertida en luz, calor, movimiento, potencial químico y de ahí de
que pueda usarse en casi cualquier sector de consumo energético con la excepción de los
vuelos comerciales. Los vuelos impulsados por energía solar son un asunto totalmente di-
ferente. El AeroVironment Pathfinder subió a 24 km por encima del nivel de mar en 1988 y
un gran Helios, un ala estrecha curvada y larga (con una envergadura de 74 m, más que un
Boeing 747, y una anchura de 2,4 m) conducida por 14 impulsores alimentados por células
solares bifaciales de 1 kW, llego a ser el ala plana más alta del mundo en agosto de 2001
alcanzando una altitud de 29 km.
Además de su versatilidad, el uso de la electricidad es perfectamente limpio y silencio-
so en el punto de consumo y puede ser fácilmente ajustado con muy alta precisión para
proporcionar la velocidad deseada y controlar la precisión de un proceso determinado.
Una vez establecido el requisito previo del cableado in situ es fácil de acomodar a una de-
manda elevada o a una más amplia variedad de los convertidores eléctricos. Finalmente, la
electricidad puede ser convertida sin pérdidas en calor útil (puede ser usada para generar
temperaturas más elevadas que las de combustión de cualquier combustible fósil), puede
cambiarse con una muy alta eficiencia (por encima del 90%) en energía mecánica. Entre to-
dos sus principales usos sólo la iluminación permanece con una eficiencia menor del 20%.
La combinación de estos atributos deseables han producido cambios muy profundos
para su uso en el siglo XX en el uso de la energía y de aquí al funcionamiento de las econo-
mías, modernas y su interrelacion estrecha con la vida cotidiana.
Roosevelt usó de forma intensiva la implicación federal en la construcción de presas y
electrificación del país como una herramienta clave del programa de recuperación econó-
mica del New Deal.
Con muchas otras innovaciones relacionadas con la energía, los Estados Unidos fueron
pioneros en la introducción de estas conversiones eléctricas, con Europa y Japón marchan-
do, a continuación, pero con varias décadas de retraso, y con una gran proporción de los
países más pobres todavía permanecían en las primeras etapas de estas transformaciones
fundamentales. Los tres cambios verdaderamente revolucionarios fueron una afrontable,
limpia y flexible iluminación, la conversión de la potencia industrial del vapor por la elec-
tricidad y la adopción de una creciente variedad de electrodomésticos en las viviendas.

1.5.2 Iluminación
Aunque Edison patentó en 1879 la lámpara incandescente con filamento de carbono, era cer-
ca de 20 veces más eficiente que una vela (la cual convertía un simple 0,01% del quemado de
parafina para convertirlo en luz) esto no habría sido afrontable para un dispositivo produci-
do de forma masiva, un dispositivo que cambiaba sólo el 0,2% de la electricidad generada era
una forma muy cara para producir luz. Las comparaciones en cuanto a eficiencia son hechas
usualmente en términos de eficacia, la relación de iluminación e (en lúmenes) y la potencia
usada e (en W). Los más antiguos bulbos producían menos de 2 lúmenes/W, aunque los
filamentos de osmio, introducidos en 1898, triplicaron esta tasa, lo cual fue un coste inacep-
tablemente alto para iluminar adecuadamente las casas y los lugares públicos. Los avances
continuos durante el curso del siglo XX mejoraron las eficiencias en un orden de magnitud.
El rendimiento del bulbo de luz fue mejorado por el primer filamento de tungsteno. Disponi-
ble después de 1905, después por filamentos de tungsteno al vacío y con ambiente de argón
en filamentos en espiral inventados por Langmuir en 1913.

30
Tendencias a largo plazo

Figura 12. El aumento de la eficacia de las lámparas eléctricas puede apreciarse en este gráfico

Varios descubrimientos llegaron en la década del treinta con la introducción de las lám-
paras de sodio a baja presión (LPS), lámparas de vapor de mercurio (ambas por primera
vez en Europa en 1932) y las lámparas fluorescentes. La LPS cuya luz amarilla fija domina
la iluminación de las calles, son las luces más eficientes disponibles en la actualidad. Siendo
1,47 mW/lumen el equivalente mecánico de la luz, la eficacia de 175 lúmenes/W indica que
las lámparas LPS convierten sólo el 25% de la energía eléctrica en luz. Las lámparas de vapor
de mercurio trabajan con 40 lúmenes/W de luz blanca teñida de azul y de verde.

Figura 13. Imagen por satélite de la iluminación terrestre nocturna, no hacen falta
palabras para ver el impacto de la electricidad a escala planetaria

Las primeras luces fluorescentes tenían la misma eficacia, y como su eficiencia más que se do-
bló y como tipos diferentes fueron introducidos para aproximarse aún más a la luz del día, son
la norma en las iluminaciones institucionales y están pensadas para satisfacer el mercado de las

31
La energía en cifras

viviendas y carreteras. Las mejores luces fluorescentes actuales tienen eficiencias superiores a
100 lúmenes/W, casi igual que las lámparas de haluro metálico (lámparas de vapor de mercurio
con compuestos de haluro) que son ahora la iluminación dominante en los acontecimientos
deportivos y otros espectáculos de masas que sean televisados en directo. Las lámparas de
sodio de alta presión introducidas en la década del sesenta, producen una luz más agradable
(amarillo oro) que las LPS pero con una eficiencia un 30% inferior.
Para los consumidores la combinación de eficacias ascendentes en iluminación y pre-
cios descendentes de electricidad significan que un lumen de luz eléctrica generada en los
Estados Unidos cuesta ahora 1.000 veces menos que hace un siglo. Además resulta obvio,
aunque es difícil de cuantificar, las ventajas de la luz eléctrica comparada con las velas o
las lámparas de queroseno. En una escala pública el siglo XX también fue testigo del uso
espectacular de la luz con fines de placer o propaganda política, aspecto este último en el
que los nazis fueron maestros. Ahora la iluminación exterior es una parte de los anuncios
y mostradores de todo el mundo y de los negocios en general. Hoy en día la iluminación
desempeña un papel importante en los rascacielos que son verdaderos edificios singulares.
El flujo total de iluminación interior y exterior ha alcanzado tal intensidad que las noches so-
bre la Tierra distinguen claramente las zonas deshabitadas como los desiertos y grandes selvas.

1.5.3 Motores eléctricos


Un incluso más profundo, aunque curiosamente poco apreciado, proceso se puso en mar-
cha cuando las personas en los países industrializados fueron iluminando sus casas con
mejores bulbos: la electrificación que revolucionó la fabricación aun más que lo hicieran los
motores de vapor. Este cambio fue tan importante no a causa de que los motores eléctricos
fueran más poderosos que los motores de vapor a los que reemplazaban sino a ganancias
en su fiabilidad y localización del control de potencia. Estas ganancias críticas no ocurrie-
ron con el previo cambio del motor principal de turbinas hidráulicas, o molinos de viento,
a motores de vapor. Todas estas máquinas usaron sistemas de ejes con ruedas dentadas
(engranajes) y correas de transmisión cuando los ejes se hallaban muy distantes. Esto no
era un problema cuando se trataba de un molino o una bomba de agua, pero se volvía muy
complejo cuando se trataba de transmisiones de potencia a múltiples lugares como ocurría
en el caso de los telares o de los talleres de máquina herramienta.

El espacio por debajo de la cubierta de la fabrica debía llenarse con sistemas de transmi-
sión (correas) hasta las distintas máquinas individuales. Un accidente o fallo en el motor
principal suponía la detención de todo el sistema e incluso aunque funcione se irán aflo-
jando las correas con el uso, tales sistemas de transmisión presentan unas grandes pérdi-
das pro rozamiento ya que disfrutan de una eficiencia inferior al 10%. Continuamente las
cintas se aflojan con el tiempo lo que hace imposible el control de la potencia de un lugar
individual. Todo esto cambió cuando los motores eléctricos pasaron a propulsar máquinas
individuales, que pasaron a ser la norma industrial.
La electrificación eliminó todas estas conexiones de ejes, correas y ruidos, abrieron los
espacios para una mejor iluminación y ventilación, reduciendo así el riesgo de accidentes y
permitiendo unas distribuciones en planta más flexibles que permiten acomodar fácilmen-
te nuevas distribuciones o nuevas máquinas aumentando la eficiencia (al menos un 70% y,
a menudo, más de un 90%) y un suministro de potencia más fiable y preciso en la unidad
subiendo la productividad media en los trabajos.

32
Tendencias a largo plazo

Figura 14. Los ejes y las correas de transmisión en el techo de la nave distribuyen
la energía procedente de una única máquina de vapor

La ubicuidad e indispensabilidad de los motores eléctricos pasa también desapercibida.


Todo lo que comemos, desgaste y uso han sido de ayuda: moler grano confección de texti-
les, corte de maderas y moldeo de plástico. Están ocultos en miles de diferentes dispositi-
vos de laboratorio y médicos y son instalados cada hora en coches, barcos y aviones. Cam-
bian los ventiladores que distribuyen el calor de los hidrocarburos quemados por hornos
caseros, ellos proporcionan un número cada vez mayor de personas en lugares elevados,
mover piezas y productos a lo largo de las líneas de montaje de la fábrica de producción.
Haciendo posible la producción de grandes máquinas como productos de micro medicina.
La civilización moderna no podría funcionar sin motores eléctricos. Los motores eléctri-
cos consumen las dos terceras partes de la electricidad en los Estados Unidos.

1.5.4 Electrodomésticos
La tercera gran transformación eléctrica, la ha producido la proliferación de los electrodo-
mésticos, han sido creados, en su mayor parte, con el uso de los pequeños motores eléc-
tricos pero sus orígenes fueron más simples que los dispositivos productores de calor.
General Electric comenzó vendiendo su primer electrodoméstico a finales de los años 1880
pero durante 1890 su elección estuvo limitada al hierro y a los calentadores de agua por
inmersión y también incluía unos más eficientes “aparatos de cocina rápida” capaces de
hacer hervir el agua en 12 minutos. En 1900 llegó el primer electrodoméstico trifásico. Los
ventiladores eléctricos fueron patentados en 1902, las lavadoras llegaron en 1907, limpia-
dores al vacío un año más tarde, y el primer refrigerador en 1912.
Los propietarios de frigoríficos y lavadoras abarcan a la totalidad del mundo desarro-
llado. La propiedad de los televisores en color fue también muy alta: 98,7% de las casas
poseen al menos uno, y el 67% al menos dos.

33
La energía en cifras

1.5.5 Otros
Existen también muchas conversiones indispensables de la electricidad que no son domi-
nantes. Sin una electricidad barata sería imposible fundir el aluminio, así como producir
acero mediante un horno eléctrico y, por supuesto, los sistemas realimentados (que van
desde los simples termostatos, a los sistemas de control de misiles) y las omnipresentes
telecomunicaciones.

1.5.6 Internet, ordenadores


El uso de la electricidad en Internet con un gran número de dispositivos relacionados con
un PC ha sido un asunto de una considerable controversia que comenzó con las publicacio-
nes de Mills. Ellos estimaron que la demanda de electricidad relacionada con Internet fue
como máximo un 8% del consumo de los Estados Unidos en 1999. Como contraste Romm
argumentó que una desmaterialización de la economía supondría unos ahorros finales de
energía, otros análisis indican que la electricidad consumida por los ordenadores, y sus
periféricos así como la infraestructura de Internet (servidores, enrutadores, repetidores,
amplificadores) añadían una pequeña subida de la demanda eléctrica nacional.
Un estudio detallado del consumo eléctrico en los Estados Unidos en ordenadores y
otros aparatos de ofimática (copiadoras, faxes, etc.) puso la demanda anual en 71 TWh o el
2% del total. A pesar de su gran capacidad (10-20 kW) algunos de los 100.000 mainframes
usan sólo 6 TWh comparados con los 14 TWh/año para los 130 millones de ordenadores
personales cuya potencia unitaria raramente excede los 100 W. La controversia completa
acerca de la demanda de electricidad y de Internet es un excelente ejemplo de las dificulta-
des de analizar sistemas complejos insertos en dinámica de sistemas. La nueva e-economía
aumentará, más que reducirá la demanda de electricidad.

1.5.7 Eficiencia de conversión


Durante la generación tienen lugar elevadas pérdidas de energía que son la clave para la
dependencia de esta forma de energía mucho más flexible. En 1900 eran extremadamente
elevadas: la tasa de calentamiento en los Estados Unidos fue de 91,25 MJ/kWh, lo cual
significaba que sólo el 4% de la energía química disponible en el carbón convertido en elec-
tricidad. Esa eficiencia más que se triplicó en 1925 (13,6%) y casi se dobló en 1950 al 23,9%.
Se sobrepasó el 30% en 1960 pero se estancó durante los siguientes 40 años, sin pasar nunca
del 33%. Solo unas pocas las mejores centrales que han conseguido eficiencias 40-42%, y
algo muy parecido ocurre en todo el mundo occidental.
Las buenas noticias están en que el rendimiento medio de las centrales térmicas ha su-
bido un orden de magnitud durante el siglo XX. La realidad, sin embargo, es que una
instalación típica seguiría perdiendo aún las dos terceras partes de la energía química ini-
cialmente presente en el combustible fósil o en la energía nuclear cargada en el reactor. Este
estancamiento de la eficiencia media es claramente uno de los factores de fallo en el rendi-
miento más importante del moderno sistema de energía. Durante finales de la década del
noventa, la energía gastada anualmente en la generación eléctrica sobrepasó el consumo
total de energía en Japón y fue casi la cuarta parte más grande que el suministro total de
Latinoamérica de todos los combustibles fósiles y electricidad primaria. Volveremos sobre
esta ineficiencia intolerable más adelante cuando veamos las distintas opciones técnicas,
algunas de ellas ya disponibles, otras serán comerciales pronto y permitirán elevar este
pobre valor por encima del 40% e incluso por encima del 50%.

34
Tendencias a largo plazo

Las numerosas ventajas de la electricidad superan la evidente ineficiencia de su gene-


ración térmica, y el siglo XX vivió una ralentización de la subida de la participación del
combustible fósil en la generación de electricidad. El suministro de electricidad ha sido
sustancialmente expandido por la hidrogeneración y por la fisión nuclear sólo comercial-
mente disponible, esta última, a partir de 1956.
El aprovechamiento de la energía hidráulica ha mejorado con la eficiencia de la turbinas
hidráulicas comenzando en 1832 con el invento de Fourneyron, que condujo a una primera
etapa de la industrialización. Dos nuevos diseños de turbinas y avances en la construcción de
grandes presas de hormigón armado aseguraban que el agua remansada era una fuente para
la generación de la electricidad en un mundo ávido de energía de ahí que algunos le llamaran
“la hulla blanca”. La hidrogeneración fue impulsada por grandes proyectos de los Estados
tanto en Estados Unidos como en la URSS, en los Estados Unidos los más famosos fueron la
presa Hoover en Colorado (en funcionamiento desde 1936) y Bonneville en Columbia que
sobrepasó 1 GW de capacidad instalada y la mayor de todas la Grand Coulee en Columbia
(actualmente con 6,16 GW) comenzado a generar en 1941 y, desde 1945, 150 estaciones hi-
dráulicas con una capacidad de más de 1 GW fueron puestas en marcha en más de 30 países.

Figura 15. La presa mayor del mundo Sanxia (Tres Gargantas) 17,69 GW y programada
para producir 150 GW cuando se halle totalmente finalizada.

Las mayores conquistas en grandes presas incluyen la altura de 335 m de la presa de Ro-
gun en Tajikistan, con una capacidad de embalse de 170 Gm3 en la presa de Bratsk Yenisey,
y más de 65 km de presa en Yaciretá 3,2 GW en Paraguay Argentina, Itaipú 12,6 GW entre
Brasil y Paraguay. La más grande del mundo en estos momentos se encuentra en Sanxia
(Tres gargantas) China con 17,68 GW.
Casi cada país, con la natural excepción de los áridos subtrópicos y las naciones isla di-
minutas, generan hidroelectricidad. En trece países la hidrogeneración produce el 100% de
la electricidad, en 32 países supone más del 80% de la energía eléctrica producida, otros 65
países llegan al 50%. Pero los seis mayores productores (Canadá, Estados Unidos, Brasil,
China, Rusia y Noruega) cuentan con casi el 55% del global que supone el 18% de toda la
generación eléctrica. La combinación de la hidráulica y la nuclear, con menores contribu-
ciones de la eólica, geotérmica, fotovoltaica llegan al 37% de la electricidad mundial.

35
La energía en cifras

El papel crítico de la electricidad en las economías modernas está quizá mejor ilustrada
comparando las recientes tendencias de las intensidades energéticas. Está demostrado que
el consumo de energía primaria y el PNB no están acoplados después de 1970: durante los
siguientes 30 años el PNB ajustado por la inflación creció un 260% mientras que el consu-
mo de energía primaria disminuyó un 44%. Sin embargo, la intensidad eléctrica de la eco-
nomía norteamericana subió unas 2,4 veces entre 1950-1980 pero desde los años noventa
disminuyó también un 10%, dejando así la intensidad de los noventa exactamente como
estaba hace tres décadas.
Por consiguiente, no ha habido un acoplamiento entre el crecimiento económico y el uso
de la energía en el caso norteamericano. En este suave y modesto declinar de la intensidad
eléctrica en la economía norteamericana, durante la pasada generación, parece un presagio
que continuará ese desacoplamiento, si bien tampoco es descartable que pueda subir de
nuevo ese ratio.
Las tendencias futuras son mucho más claras en los países muy poblados implicados en una
fuerte modernización económica en los que la intensidad eléctrica tiende a subir con rapidez.

1.6 El comercio de la energía


1.6.1 Introducción
La moderna movilidad de la personas ha sido más importante aún que la movilidad de las
mercancías: expandiendo el mercado internacional que ahora cuenta con el 15% del produc-
to mundial bruto, el doble que en 1900. La subida del mercado en los productos manufac-
turados de elevado valor añadido (supuso el 77% de todo el mercado exterior en 1999) hace
los todo mucho más grandes a efecto de ventas totales. Las ventas totales de mercancías han
subido a más de 80 veces los valores de 1950, cuando se expresan en monedas corrientes.
Incluso después del ajuste por la inflación supondría un aumento de doce veces.
Las exportaciones de combustible fueron de casi 400.000 millones de dólares en 1999,
igual al 7% del comercio mundial de mercancías. Esto fue casi 2,6 veces el valor de otros
productos de la minería (unos 155.000 millones de dólares) pero casi un 10% menos de
las ventas internacionales de alimentos, que fueron de 437.000 millones de dólares. Sólo
Oriente Medio hace que el valor de los combustibles exportados dominen las ventas mun-
diales de combustible, con Arabia Saudí dominando el 11% de las ventas mundiales de
combustible. Un relativamente disperso patrón del comercio mundial del petróleo viene
ilustrado por el hecho de que los 5 mayores exportadores de combustible, los otros cuatro
en términos de valor anual son: Canadá, Noruega, Emiratos Arabes Unidos y Rusia que
suman el 30% del valor total.
Pero el total de los combustibles comerciados anualmente sobrepasa fácilmente el tone-
laje de los otros dos grupos de commodities: minerales metálicos y metales acabados; y
alimentación y pienso para el ganado. El mineral de hierro mundial totalizo las 450 Mt en
2000, con Japón y Rusia con un décimo del total cada una.
El comercio agrícola global domino las exportaciones y los alimentos y piensos en grano
que creció desde 280 Mt/año desde 1990. En contraste, el tonelaje de combustible en el 2000,
solo fue de 500 Mt de carbón y cerca de 2 Gt de crudo de petróleo y productos refinados, y
de sólo 95 Mt de gas natural (convirtiendo 125 Gm3 usando una densidad media 0,76 kg/m3)
añadidos a los apenas 2,6 Gt.

36
Tendencias a largo plazo

Figura 16. Exportaciones de petróleo en el mundo

1.6.2 Carbón
Aunque sólo cerca del 15% de la producción global de carbón son comerciados, con unos
dos tercios del total vendidos para la generación de vapor y un tercio para producir coque
metalúrgico, el combustible sobrepasó ya al mineral de hierro para ser la mercancía más
importante del mundo siendo conducido a través del mar y de ahí sus exportaciones y
tendencias en el mercado de mercancías. Australia con más de 150 Mt de carbón enviado
anualmente durante finales de la década del noventa (apenas dividió el vapor y el carbón
de cocina) (130 Mt a finales de los noventa) seguido ahora por Corea del Sur, Taiwan y en
un turno imprevisible hace sólo una generación, por dos superpotencias en la minería del
carbón como Alemania y Reino Unido, los cuales importan carbón más barato que el pro-
pio, principalmente para la generación de electricidad.

1.6.3 Crudo de petróleo


El crudo de petróleo lleva a un comercio de mercancías tanto en términos de masa (cerca-
nos a 1,6 Gt/año durante finales de la década del noventa), como de valor (algo por encima
de los 200.000 millones de dólares en 1999). Casi el 60% de la extracción mundial de crudo
de petróleo es ahora exportada desde cerca de 45 países productores y más de 130 países
importan crudo de petróleo y productos refinados de éste.
La dominancia global de las exportaciones del Oriente Medio resulta evidente. Los seis ma-
yores exportadores: Arabia Saudí, Irán, Rusia, Noruega y Kuwait y los EAU venden ellos solos
más del 50% del total comerciado y seis de los mayores importadores: Estados Unidos, Japón,
Alemania, Corea del Sur, Italia y Francia compran el 70% de todos estos envíos. La demanda
rápidamente creciente posterior a la SGM de petróleo en Europa y Japón estimuló el desarrollo

37
La energía en cifras

de los grandes buques petroleros. Después de sobrepasar las 2.000 Tm de peso muerto (dwt)
partiendo de 2.000 dwt entre comienzos de 1880-1920, las capacidades de los buques petrole-
ros se estancaron durante más de una generación. Despegando de nuevo después de la SGM
cuando el tamaño de los más grandes petroleros comenzó a doblarse en menos de 10 años
alcanzando una estabilización en más de 500.000 dwt a comienzos de 1980.

Figura 17. Exportaciones de gas natural en el mundo

Figura 18. Red gasística europea, a través de gaseoductos

38
Tendencias a largo plazo

Figura 19. Exportaciones de carbón en el mundo

Como ya se ha indicado anteriormente, los oleoductos son superiores a cualquier otra


forma de transporte terrestre. Su compacidad (una tubería de 1 m de diámetro puede llevar
50 Mt de crudo de petróleo al año), la fiabilidad y seguridad (y de ahí su mínimo impacto
en el medio ambiente) también se traduce en un costo relativamente bajo de funcionamien-
to: sólo los grandes petroleros oceánicos y el transporte a través de ríos navegables son más
baratos que este medio. Estados Unidos dispuso de tuberías para distribución doméstica
de crudo de petróleo a grandes distancias, desde 1970, pero la construcción de oleoductos
para la exportación de petróleo y gas sólo tuvo lugar después de la SGM. Las grandes
líneas americanas procedentes del Golfo y de la Costa Este fueron eclipsadas por los oleo-
ductos más largos del mundo construidos al Oeste de Siberia hacia Europa. El Ust-Balik-
Kurgan-Almetievsk, con 2.120 km de longitud y con un diámetro de 120 cm, puede llevar
anualmente hasta 90 Mt de crudo de petróleo desde el supergigante pozo de Samotlor a
la Rusia europea y después de 2500 km de tuberías de gran diámetro son necesarias para
moverlo hasta los mercados de Europa Occidental.

1.6.4 Gas Natural


El gas natural no resulta tan fácil de transportar como el crudo. El bombeo del gas a través
de una tubería (gaseoducto) necesita hasta tres veces más energía que el bombeo del crudo
de petróleo y los enlaces submarinos son prácticos sólo cuando la distancia es relativamente
corta y el mar no es demasiado profundo. Ambas condiciones se cumplen en el caso del Mar
del Norte (desde los yacimientos se distribuye a Escocia y al continente europeo) y el gas
argelino que cruza el canal de Sicilia y el estrecho de Mesina hasta Italia. Los movimientos
transoceánicos serían antieconómicos sin resolver antes la cara licuefacción. Este proceso,
introducido comercialmente en 1960, supone el enfriamiento a -162 °C y una volatilización
posterior del gas natural licuado (GNL) en su destino. Sólo por encima del 20% la producción
de gas mundial fue exportada durante finales de la década del noventa, las tres cuartas partes
a través de gaseoductos, el resto como GNL. Rusia, Canadá, Noruega, Holanda y Argelia son
los mayores exportadores a través de gaseoducto, lo que supone más del 90% mundial. Los
envíos por barco desde Indonesia, Argelia y Malasia dominan el comercio de GNL. El más
largo 6.500 km y de mayor diámetro (142 m de diámetro) es el gaseoducto procedente de los

39
La energía en cifras

campos supergigantes de Medvezh, Urengoy, Yamburg y Zapolyarnyi en Nadym-Pur-Taz


complejo de producción de gas en el Oeste de Siberia hacia Europa y de ahí hasta Europa
Occidental, con una rama sur hacia el norte de Italia y otra norte hacia Alemania y Francia.
Las más grandes importadores de gas por gaseoducto son los Estados Unidos desde los
campos de Canadá (en Alberta y British Columbia), Alemania (de Siberia, Holanda y No-
ruega) e Italia (principalmente de Argelia y Rusia). Japón compra más de la mitad de GNL
del mundo, principalmente desde Indonesia y Malasia. Otros principales importadores de
GNL son Corea del Sur y Taiwan (ambos desde Indonesia y Malasia), Francia y España
(desde Argelia). Las importaciones de los Estados Unidos llegan de Argelia y Trinidad
pero recientemente han diversificado aun más sus suministradores.

1.6.5 Electricidad
En comparación con los flujos a gran escala de los combustibles fósiles, el comercio inter-
nacional de electricidad es significativamente solo un número limitado de ventas en una
dirección o bien intercambios internacionales. Los más notables en una única dirección son
aquellos que conectan grandes estaciones hidrogeneradoras con centros de carga a una
gran distancia. Canadá es el líder mundial en este tipo de exportaciones: durante finales
de la década del noventa transmitía anualmente el 12% de su hidroelectricidad desde la
Columbia Británica a Noreste del Pacifico, de Manitoba a Minnesota, Dakota, Nebraska y
de Quebec a Nueva York y los estados de Nueva Inglaterra. Otras notables ventas inter-
nacionales de hidroelectricidad tienen lugar entre Venezuela y Brasil, Paraguay, y Brasil y
Mozambique y Suráfrica. La mayor parte de los países europeos participan en el mercado
complejo de la electricidad beneficiándose de las ventajas estacionales y de la alta capa-
cidad de hidrogeneración de Escandinavia y las regiones Alpinas, así como del diferente
timing de los picos de demanda diarios.
La combinación de un abandono de la extracción del carbón por resultar cara, en muchas
antiguas regiones mineras, el estancamiento y declinar de la producción d petróleo y gas
natural en muchos pozos explotados durante mucho tiempo y la elevación de la demanda
para un limpio combustible que proporcione energía a las ciudades e industrias, significa
un comercio a gran escala en los combustibles fósiles y electricidad que han contribuido
tan significativamente a la transformación en el uso de la energía durante el siglo XX y
aun otra tendencia a la evolución del sistema energético global que está ligado a continuar
durante el siglo XXI.

1.7 Tendencias del consumo


Como ya hemos indicado, el siglo XX experimentó un gran aumento no sólo del agregado sino
también de la media de consumo per cápita, y estas ganancias parecen aun más impresionantes
cuando se las compara en términos de servicios útiles energéticos reales. Aunque la proverbial
subida de la marea (en este caso, el consumo total de energía) no se realice para todas las barcas
(cada país tiene ahora una media per cápita TPES que hace un siglo), el hecho más importante
resultante de las comparaciones a largo plazo del uso de la energía nacional es la persistencia
de una profunda brecha entre las naciones emergentes y los países industrializados.
La civilización de alta energía esta ejemplificada por los viajes en reactor e Internet que
es ahora realmente global pero los individuos y grupos con acceso a esos beneficios per-
manecen altamente desequilibrados aunque las enormes disparidades internacionales en
el uso de la energía comercial se hayan estrechado considerablemente desde el año1960, un

40
Tendencias a largo plazo

orden de magnitud de diferencia en consumo de combustibles per cápita separa aún a los
países más pobres de los emergentes, y la brecha en el uso de la sociedad sigue aun pro-
funda. Existen amplias disparidades entre los diferentes grupos socioeconómicos y entre
las naciones emergentes y las de baja renta.
A comienzos del siglo XX, los países industrializados de Europa y Norteamérica con-
sumieron el 98% de la energía comercial mundial. En ese momento la mayor parte de los
habitantes del mundo vivían como granjeros en régimen de subsistencia en Asia, África y
Latinoamérica y no hicieron uso de las energías modernas. Por el contrario, el consumo per
cápita de combustibles fósiles en los Estados Unidos y de hidroelectricidad sobrepasaba ya
los 100 GJ/año. Esta fue realmente más elevada que la mayor parte de las medias naciona-
les europeas dos o tres generaciones más tarde, pero debido a las mucho más bajas eficien-
cias de conversión, los servicios energéticos obtenidos finalmente eran sólo una parte de
los conseguidos en la actualidad. Muy poco cambió durante la primera mitad del siglo XX:
por 1950 los países industrializados consumieron aún el 93% de la energía comercial mun-
dial. El desarrollo económico subsiguiente en Asia y Latinoamérica comenzó finalmente
reduciendo esta proporción, pero los países emergentes en este siglo, contienen sólo una
quinta parte de la población global, llegando a menos del 70% de toda la energía primaria.
La distribución altamente sesgada del TPES (Total Primary Energy Suppy) se muestra más
crudamente mediante las siguientes comparaciones. Los Estados Unidos solos, con menos
del 5% de la humanidad, consumieron el 27% del TPES en el 2000, y las siete mayores eco-
nomías del mundo (grupo G7): Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido,
Italia y Canadá cuya población supone sólo una décima parte del mundo el 45% del TPES
global.
Por el contrario, el 25% más pobre de la humanidad sumó globalmente varios cientos de
millones de adultos y niños incluidos en una economía de subsistencia, trabajadores sin
tierra y personas sin casa en grandes ciudades, que aun no consumen directamente ningún
combustible comercial o electricidad.
Las medias nacionales para finales de 1990 muestran unas tasas de consumo anual de ener-
gía de menos de 0,5 GJ/cápita o menos de 20 kgoe, en los países más pobres del África Subsa-
hariana (Chad y Niger) hasta más de 300 GJ/cápita o exceso de 7 toe, en los Estados Unidos y
Canadá. La media global fue tan sólo de más de 1,4 toe (unos 60 GJ/cápita) pero previamente
se notaron unas enormes y persistentes disparidades en el consumo, resultando de todo ello
una distribución de la tasa nacional que se halla muy cercana al patrón hiperbólico más que
a una curva bimodal o normal. Esto significa que el modo supone que un tercio de los países
mundiales se hallan en la categoría de consumo más bajo (menor de 10 GJ/cápita) y que exis-
te una pequeña variación en la baja frecuencia para todas las tasas superiores a 30 GJ/cápita.
La media de consumo global es realmente uno de los valores más raros con solo tres países:
Argentina, Croacia y Portugal que tienen medias cercanas a 60 GJ/cápita.
Las medias continentales para finales de la década del noventa fueron seguidos (todos en
GJ/cápita): África debajo de 15; Asia unos 30; Suramérica cercana a 35; Europa 150; Oceanía
160; y América del Norte y Central 220. Los países emergentes, aparte de Norteamérica,
promediaron en casi 150 GJ/cápita (cerca de 2,5 toe) mientras que la media de las econo-
mías de baja renta fue sólo de 25 GJ/cápita (0,6 toe). Dejando aparte los pequeños países
de Oriente Medio (Kuwait, EAU), la más elevada ganancia per cápita durante la segunda
mitad del siglo XX, a pesar de los aumentos muy rápidos de población, en Asia. Los más
notables ejemplos individuales son los de Japón (con una ganancia de casi 11 desde 1950)
y Corea del Sur (cerca del 110 veces de aumento).

41
La energía en cifras

Antiguamente las grandes disparidades internacionales se han visto fuertemente reducidas


en todos los países emergentes, pero existen aún notables diferencias económicas entre las so-
ciedades más ricas. Por ejemplo, durante finales de la década de los años noventa las viviendas
de los Estados Unidos ganaron más de 5.000 $ (1997)/año consumiendo un 65% más de energía
que los que tenían rentas inferiores a 10.000 $ (1997)/año (US Census Bureau, 2002).

CurvadeLorenzdelconsumodeenergíacomercialglobal
100
90
80
tajedelTPESglobal
PorcentajedelTPESglobal

70
60
50
40
30
20
10
0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Porcentajedelapoblaciónglobal

Figura 20. Curva de Lorenz de la participación nacional en el uso de la energía, donde se muestra la despropor-
cionadamente grande proporción que de los recursos mundiales disponesn los paises del G9 y Estados Unidos

Las diferencias analógicas son aún más bajas entre las economías de baja renta. Durante el
mismo periodo en China el consumo nacional anual medio fue de unos 30 GJ/cápita pero las
tasas en riqueza de carbón Shanxi y en la capital Shangai, la ciudad más rica del país de unas
15 millones de personas, fueron casi tres veces más elevadas y las 13 millones de personas pro-
mediaron 2,5 veces la de la media nacional. Por el contrario, la media para mas de 60 millones
de personas en la provincia de Anhui, próxima al norte de Shangai, fue sólo de 20 GJ/cápita
para más de 45 millones de personas. Las diferencias fueron aun más amplias en el consumo de
electricidad, con una media nacional anual de 0,9 GJ/cápita. Y las diferencias fueron aun más
amplias en el consumo eléctrico per cápita, con la media nacional anual de 0,9 MWh/cápita
y los respectivos extremos 3,4 veces más elevados en la megaciudad más dinámica del país
(Shangai) y un 50% más baja en la isla de Hainan más al sur.
Finalmente, comentaremos el cambio en el patrón de usos de la energía final. La trans-
formación estructural de las modernas economías han traído una demanda sectorial de la
energía comercial. Aunque, universal por su naturaleza, estos cambios han procedido en
un país altamente específico. Sus más prominentes propiedades son la subida inicial y una
posterior disminución de la energía compartida usada en la producción industrial; la subida
gradual de la demanda por el sector servicios; un continuo crecimiento de la energía usada
directamente en las viviendas, primero para las necesidades esenciales, después para una
aplicación de los posibles usos discrecionales; y una tendencia estrechamente conectada a
una afluencia creciente de la energía utilizada en el transporte. Aunque los usos agrícolas
solo son una pequeña fracción del TPES, sus cifras generales estaban englobadas por los ferti-
lizantes nitrogenados y la maquinaria agrícola, creciendo enormemente durante el siglo XX,
el uso de la alta energía en granjas apuntala la propia existencia de la civilización moderna.

42
Tendencias a largo plazo

Consumodeenergíapercápita

(Númerodepaíses)
0 10 20 30 40 50 60

10
cápita(GJ/año)
Consumodeenergíapercápita(GJ/año)

30
50
70
90
110
10
150
170
190
más200

Figura 21. Se muestra la frecuencia del consumo energético per cápita


que se aproxima mucho a la rama de una hipérbola

En las naciones emergentes, la agricultura, la actividad económica dominante de todas


las sociedades preindustriales, consume solo un porcentaje muy reducido del TPES, alinea-
da detrás de la industria, vivienda, transporte y comercio. La participación de la agricultu-
ra en el consumo final de la energía usada para producir maquinaria y productos químicos
agrícolas, ante todo la síntesis de los fertilizantes nitrogenados (la cuarta parte del total
mundial), que riega casi la mitad de los campos cultivados.
La proporción de energía usada en la agricultura es menor del 5% de todas las entradas
primarias, pero esta entrada relativamente pequeña es un amplio múltiplo de energías usadas
en las granjas durante cientos de años, y es de una importancia esencial a medida que se van
transformando casi la totalidad de las prácticas agrícolas y se disparan las productividades en
los países subsaharianos más pobres. En 1900 el poder agregado de la maquinaria agrícola en el
mundo añadió 10 MW, y el nitrógeno aplicado en los fertilizantes inorgánicos (principalmente
el nitrato de Chile NO3Na) en una cantidad de 360.000 Tm. En el año 2000 la capacidad total
de los tractores y las cosechadoras fue de 500 GW, la síntesis de Haber-Bosch del amoníaco fijó
casi 85 Mt de nitrógeno fertilizante, combustibles y electricidad fueron usados para extraer,
procesar y sintetizar más de 14 M O en fertilizantes fosfatados y 11 Mt K en potasas, el riego
por bomba sirvió más de 100 Mha de granjas, la cosecha resultó altamente dependiente de
pesticidas intensivos en el uso de la energía.
Estas entradas requieren al menos 15 EJ en el año 2000 (cerca de la mitad de los fertilizan-
tes), o apenas 10 GJ/ha de las tierras trabajadas. Entre los años 1900-2000 el área cultivada
en el mundo creció un tercio, pero los beneficios de la cosecha subieron seis veces, con
un resultado de una subida de cuatro veces de la productividad hecha posible por un au-
mento de 150 veces de combustibles fósiles y electricidad usados en la cosecha global. Las
cosechas globales ahora soportan, como media, a cuatro personas por hectárea cosechada,
comparada a las 1,5 personas en 1900. Los mejores rendimientos son mucho más altos 20
personas/ha en Holanda; 17 en China en las provincias más populosas, 12 en los Estados
Unidos sobre una rica dieta y con suficiente superávit en las exportaciones a gran escala.

43
La energía en cifras

En 1900 la cosecha global se prorrateó a sólo 10 MJ/per cápita al día, proporcionando,


como media, sólo un estrecho margen de seguridad por encima de las necesidades mí-
nimas diarias de alimentación, y limitando enormemente la extensión de la alimentación
animal. Las recientes cosechas globales han promediado a 20 MJ/cápita, suficiente para
usar una parte significativa de esta biomasa (más de 40% globalmente y hasta un 70% en
los países más ricos) para piensos.
Como resultado, todas las naciones emergentes tienen un exceso de alimentación (la me-
dia diaria disponible por cabeza está por encima de las 3.000 kcal) y sus dietas son enor-
memente ricas en proteínas animales y lípidos, la disponibilidad de la alimentación animal
es mucho más baja en los países de baja renta pero, como media y con la excepción de los
países en guerra permanente, el suministro general de alimentos sería suficiente para su-
ministrar dietas adecuadas básicas en sociedades altamente igualitarias.

Poblaciónyáreacosechada
1600 7

1400 6

Población(milesdemillones)
milesdemillones)
1200
cosechada(Mha)
Superficiecosechada(Mha)

5
1000
4
800 superficiecosechada
3 población
600
2
400

200 1

0 0
1900 1920 1940 1960 1980 2000

Figura 22. Unos cien años de avances en la agricultura se han ido


estableciendo en un área creciente de la superficie cultivada

Desgraciadamente, el acceso desigual a los alimentos es común y de ahí que la última


estimación de FAO estima que entre 1996-1998 hubo 826 millones de población desnutrida,
o cerca del 14% de la población mundial en ese momento. Como se esperaba, el total se
halla desigualmente repartido, con 34 millones de desnutridos en las economías de renta
elevada y 792 millones de personas en el mundo pobre. La proporción de las más elevadas
proporciones desnutridas (cerca del 70%) del total, están ahora en Afganistán y Somalia, y
los más elevados totales de desnutridos, gente hambrienta están en India y China donde
los déficits alimentarios afectan, respectivamente, del 20% (de un total de unos 200 millo-
nes) y sólo un 10% por encima (casi 130 millones) de todas las personas.

En las primeras etapas de la primaria modernización económica (extractiva) y secundaria


(procesando y fabricando) industrias comúnmente más de la mitad de la energía suminis-
trada en una nación. Gradualmente, las más elevadas eficiencias energéticas de extracción
de minerales y procesos industriales menos intensivos en el uso de la energía reducen fuer-
temente e incluso eliminan, el crecimiento de la demanda de la energía en las industrias
clave. Como ya se ha indicado, estas mejoras han sido particularmente impresionantes en la

44
Tendencias a largo plazo

metalurgia férrea y en la síntesis química. La síntesis del amoníaco (el proceso químico más
importante del mundo en términos de moles sintetizados comparte la primera posición con
el ácido sulfúrico), basado en la hidrogenación del carbón, requería más de 100 GJ/t cuando
fue comercialmente introducido en 1913 por la BASF. Por el contrario, el estado del arte ac-
tual Kellogg Brown & Root o Haldor Topsoe usando gas natural, tanto para sus alimentos
como para la fuente de energía, se ha reducido hasta llegar a 26 GJ/t de NH3.

Cosechaysubsidiosenenergía
100

10
EJ

cosechaanual
subs.nosolares
1

0,1
1880 1900 1920 1940 1960 1980 2000 2020

Figura 23. Contenido energético de las cosechas globales y los subsidios en energías no solares

Aumentando la importancia comercial, mantenimiento y transporte en economías en ma-


duración pueden ser vistas como tendencias seculares en aquellos pocos casos donde el re-
quisito de las estadísticas nacionales está disponible. Si hacemos comparaciones internacio-
nales con países en las distintas etapas de modernización. En los Estados Unidos comparten
la energía industrial declinante desde un 47% en 1950, a 39% en el 2000, mientras en Japón
una subida al pico del 67% en el 1970 fue seguida por una disminución hasta menos del 50%
en 1995. En contraste, la producción industrial en la rápida modernización de China continúa
dominando la demanda energética del país: ha estado usando 65-69% de la energía primaria
incluso desde el comienzo de las reformas económicas a comienzos de los años ochenta.
La participación creciente de la energía en los hogares, una tendencia atribuible a la no-
table disminución de los precios medios de la energía, es un excelente indicador del creci-
miento de la afluencia. Los hogares norteamericanos usan ahora un 20% del TPES, compa-
rado con el 15% de Japón y sólo el 10% en China. Además, ha sido un importante cambio
reciente dentro de la creciente demanda, de hecho un uso frívolo de la energía, usos de la
energía en los hogares que se van a crear. Para la mayor parte de las familias de clase media
norteamericanas estos lujos sólo comenzaron después de la SGM, en Europa y Japón sólo
durante la década de los años sesenta. Estas tendencias se fueron ralentizando, e incluso
fueron temporalmente detenidas después de 1973, pero durante la década del noventa vol-
vieron otra vez en auge impulsando la ostentación y el exceso de consumo.
Las comparaciones del uso de la electricidad ilustran bien esta transformación. En 1900 ins-
taló la capacidad de los convertidores eléctricos en una ciudad típica de los Estados Unidos el
consumo de los hogares estaba limitado a unos pocas bombillas de bajo nivel de iluminación,
añadiendo tan sólo unos 500 W. Cincuenta años más tarde, al menos una docena de luces,

45
La energía en cifras

un frigorífico y un pequeño rango eléctrico con una estufa, una lavadora una televisión, una
radio en un hogar de clase media lo que suponía unos 5 kW. En el año 2000, todo es ya eléc-
trico, aire acondicionado, un congelador de gran capacidad, 80 interruptores y válvulas para
alimentar a cualquier electrodoméstico imaginable y calefacción eléctrica pueden llegar a los
30 kW. Pero mucho más importante que la de los hogares es la correspondiente a los vehí-
culos familiares. Cada uno de los tres coches por familia consumen por encima de 100 kW y
un bote o vehículo de recreo (o ambas cosas con alguna de las últimas igualando el tamaño
de una casa pequeña), disparará la potencia total bajo la centralita de control de la vivienda
llegando hasta 1 MW. Este total está siendo también ampliado por una proliferación de con-
vertidores de energía, desde ruidosos convertidores alimentados por gasolina, unos macizos
calentadores accionados por gas. La potencia equivalente, aunque nada como la convenien-
cia, versatilidad, flexibilidad y fiabilidad de los servicios energéticos dispensados, que sólo
habían estado disponibles por un propietario de un latifundio romano con 6.000 fuertes es-
clavos, en el siglo XIX por un lord que tuviera 3.000 trabajadores y 400 caballos de tiro. Una
investigación detallada de los usos energéticos residenciales en los Estados Unidos muestran
que, en 1997, casi la mitad del consumo se destinaba a la calefacción, y solo una quinta parte
para el resto de los electrodomésticos. Pero casi la mitad de toda la energía de transporte fue
usada por coches privados los hogares compraron un tercio tan sólo del TEPS del país.

Síntesisdeamoniaco(M.HaberͲBosch)
100

90

80
eenergía(GJ/tNH3
Requisitosdeenergía(GJ/tNH3

70

60

50 mejoresplantas

40 relesteqiométrica

30

20

10

0
1900 1920 1940 1960 1980 2000

Figura 24. Disminución de la intensidad energética necesaria para la realización del proceso
Haber-Bosch que comenzó a comercializarse en 1913 y que se ha hecho más eficiente con la
introduccion de plantas de un solotren usando compresors centrífugos durante de los 60

El uso de la energía en el transporte supuso la mayor ganancia sectorial y la mayor de las


atribuibles a los coches privados. En 1999 el total mundial de coches de pasajeros sobrepasó
los 500 millones, comparado con menos de 50.000 vehículos en 1900, y el total de pasajeros
y vehículos comerciales (camiones y autobuses) alcanzó casi 700 millones. La dominancia
de los Estados Unidos en la era del automóvil durante todo el siglo. En 1900 el país tenía
solo 8.000 vehículos registrados pero 20 años más tarde existían aproximadamente 10 mi-
llones; en 1951 sobrepasaron los 50 millones. A finales de siglo alcanzaron los 215 millones,
o el 30% del total mundial, pero el total europeo estuvo ligeramente por delante.

46
Tendencias a largo plazo

Registrosdevehículosamotor
1,E+09

ionesyautobuses)
(coches,camionesyautobuses)
vehículosamotor
Númerodevehículosamotor

1,E+08

Japón
China
1,E+07
Europa
EstadosUnidos
Mundial
1,E+06

1,E+05
1900 1920 1940 1960 1980 2000

Figura 5. Fletes de vehículos en el intervalo 1900-2000, de coches, camiones y autobuses

Los viajes de pasajeros cuentan ahora con más de un 20% de TPES en muchos países
emergentes, comparado con sólo un 5% en países de renta baja. Aunque el propietario de
coches de pasajeros (2,1 personas por vehículo en el 2000) no es mucho más elevada que en
Japón (2,4), es la misma que en Italia y realmente más baja que en Alemania (2,0), Estados
Unidos permanece como líder en la cultura del automóvil. Esto se debe a que la distancia
media conducida anualmente por un norteamericano es considerablemente más larga que
en otros países e increíblemente, continúa aumentando; la década del noventa vio una ga-
nancia del 16% a una media de 19.000 km/vehículo. La potencia media de los coches en Es-
tados Unidos es también más elevada y el consumo anual de gasolina por vehículo (2.400 L
en 2000, comparado con los 580 L en 1936, el primer año en el que dicha tasa fue calculada)
es comúnmente e 2-4 veces más elevada que en otras naciones emergentes. Como resulta-
do, el país usa una elevada desproporción de la porción del consumo de combustible del
automóvil en el mundo (casi 650 Mtoe) fue un 25% más elevada que el consumo de energía
primaria en Japón y subió a más del 7% del TPES global.
En contraste con el tráfico de automóviles que mostró signos de saturación en muchos
países emergentes durante la década del noventa, los viajes aéreos continuaron creciendo
rápidamente durante las últimas décadas del siglo XX. Los pasajeros-km que volaban glo-
balmente se multiplicaron casi 75 veces entre 1950-2000 pero, en los Estados Unidos, es una
combinación del mejor motor y un diseño del aeroplano que casi dobló los asientos-km
por litro de reactor entre 1970-1990. Como ocurre con otras muchas previsiones, cualquier
predicción de crecimiento a largo plazo de la aviación global dependerá de acontecimien-
tos puntuales tales como el del 11 de setiembre de 2001 de una singularidad trágica en una
serie horrible de ataques terroristas.

1.8 El pasado y el futuro


Los comienzos de los nuevos siglos y, en este caso, también comienza un nuevo milenio,
ofrecen una oportunidad irresistible para revisar los cumplimientos, y los fallos de los últi-
mos cien años y especular acerca del tipo y forma de los cambios que vienen. Los patrones

47
La energía en cifras

recurrentes y las tendencias generales trascienden a eras particulares que no pueden ser
ignoradas cuando se diseñan las tendencias más probables construyendo los escenarios
normativos deseables. Muchas de las lecciones aprendidas respecto a la energía en el siglo
XX merecen la pena ser recordadas.
Las sustituciones lentas de las energías primarias y los motores principales deberían prote-
gerse de cualquier visión de nuevas fuentes y nuevas técnicas que se hacen cargo de ellas en
unas pocas décadas. La primera mitad del siglo estuvo dominada por el carbón, el combusti-
ble típico del siglo anterior, la turbina de vapor y el motor eléctrico fueron críticos en la defi-
nición y moldeo de la era del combustible fósil, la cual empezó durante la década de 1890. A
pesar de que la moda sea hablar del fin de la era del petróleo o de un temprano fallecimiento
del motor de combustión interna, los sistemas energéticos dominantes durante las primeras
décadas del siglo XXI no serán radicalmente distintos de los de la última generación.
A causa de una molesta comercialización, los aspectos de la seguridad y el almacena-
miento de sus residuos, la primera era nuclear no ha tenido éxito, ni una sola empresa
ha realizado una expansión en esa industria y, a pesar de ser fuertemente promovida y
soportada por el público (fondos estatales) y fondos privados, las contribuciones de fuen-
tes energéticas no fósiles que van desde la centrales geotérmicas y las solares, al etanol y
biogás derivados del maíz permanecen minúsculas a escala global.
Entre los nuevos convertidores sólo las turbinas de gas han llegado a tener un éxito ad-
mirable, tanto a nivel aéreo como en las aplicaciones estacionarias, las turbinas eólicas han
sido mejoradas lo suficiente como para ser seriamente consideradas para una generación
comercial a gran escala. La FV ha probado ser sumamente útil en el espacio y en aplicaciones
terrestres especializadas pero aun no en la generación de electricidad a cualquier escala.
Pero las lecciones notables van más allá de los avances en conversiones. Después de todo,
incluso una energía más eficiente debe garantizar además unas más elevadas exigencias
medio ambientales. Por consiguiente, existe mucho sitio para el énfasis invertido en en-
frentarse con las necesidades energéticas, para centrarse en las entregas de los servicios
energéticos más que en un indiscriminado aumento del suministro. Un objetivo realista
para las sociedades emergentes gestionadas de forma racional es no sólo rebajar las intensi-
dades energéticas de sus economías sino también eventualmente desacoplar el crecimiento
económico del suministro creciente de energía primaria.
El cambio requiere algo más. La evolución tiende a aumentar la eficiencia de las salidas
de la energía en la biosfera. Las impresionantes mejoras técnicas conseguidas durante el si-
glo XX parecerían indicar que la civilización de una energía elevada se estaba moviendo en
la misma dirección. Pero los países emergentes despliegan sus conversiones eficientes de
una forma dudosa. La tarea es distinta en la modernización de países donde un más eleva-
do suministro de energía es una forma de necesidad existencial. A este respecto el siglo XX
puede haber sido un fallo exitoso: el número de registro de personas fue abandonado en la
miseria o en la mera subsistencia lejos de un nivel de vida decente, disparidades relativas
entre sus propios habitantes dentro de los países emergentes que no la han disminuido lo
suficiente para garantizar la estabilidad política y social a escala global. Incluso cuando la
innovación hace fuerza así como el uso racional de la energía, modernizando economías
como las de Asia, África y Latinoamérica necesitarán unos incrementos masivos de consu-
mo de energía primaria, simplemente con el fin de acomodar a los 2.000-3.000 millones de
personas que existirán en el año 2050, pero las expectativas basadas en los avances conse-
guidos por los países emergentes tenderán a empujar a la demanda aún más arriba.

48
Tendencias a largo plazo

La nueva demanda sólo intensificará los aspectos que surgieron durante el siglo XX con
el aprovechamiento y conversión de los combustibles fósiles y la electricidad primaria, con
inclusión de nuestras acciones que han cambiado el entorno de la Tierra. Hemos gestiona-
do para controlar, o incluso eliminar, algunos de los peores efectos locales y regionales de
la contaminación del aire y del agua. Pero ahora nos enfrentamos con el cambio climático
a una escala global. Nuestra débil comprensión de la muchas relaciones existentes en este
impacto antropogénico requiere que basemos nuestras acciones en una información imper-
fecta y nos enfrentemos con algunas incertidumbres inquietantes.
Quizá la mejor manera de proceder sea actuar como minimizadores prudentes del riesgo
reduciendo la carga de la civilización moderna sobre el entorno global. A medida que va-
mos dependiendo de la combustión de los combustibles fósiles esto iría mejor acompañado
por esfuerzos para conseguir flujos de energía más reducidos y practicables en nuestras
sociedades. No existe ningún acortamiento de medios técnicos y ajustes socioeconómicos
adecuados para conseguir esta estrategia pero la difusión de muchas innovaciones inge-
nieriles y operacionales no procederán rápidamente ya que la ampliación de la aceptación
pública de nuevas políticas no se realizará de forma sencilla. Si no conseguimos un éxito
notable en estos esfuerzos, el compromiso más importante de este siglo, preservar la inte-
gridad de la biosfera, no se logrará.

49
La energía como parte de un sistema

Capítulo 2
La energía como parte de un sistema

2.1 Relaciones entre las partes


Todas las conversiones de la energía no son sino un medio para alcanzar los objetivos de-
seados. Este rango comprende desde la afluencia de personas al alcance económico general
y la excelencia hasta la preeminencia estratégica. La relación entre energía y economía es
particularmente fuerte, y ha sido muy estudiada y en muchos casos mal comprendida.
Cuando lo vemos desde una perspectiva física (termodinámica), las economías modernas
resultan mejor explicadas como sistemas complejos que absorben y transforman enormes
flujos de combustibles fósiles y electricidad. Existen muy elevadas correlaciones entre las
tasas de utilización de la energía y su nivel de rendimiento económico lo que hace concluir
que esta última es una función directa de la primera. En realidad la relación entre el uso
de la energía y su rendimiento económico no es ni tan siquiera lineal ni sigue una función
fácilmente cuantificable.
Un más detenido examen de las relaciones entre el TPES y PNB revela que esta relación
ha sido compleja y dinámica. Esta relación cambia, además, con los estados de desarrollo,
y aunque muestre algunas regularidades predecibles existen muchas especificidades na-
cionales que evitan cualquier conclusión normativa acerca de las tasas deseables en cuanto
a consumo de la energía. Como consecuencia de todo ello las conclusiones basadas en
estas posibles correlaciones resultan erróneas finalmente. Aun más importante, las tasas
idénticas de expansión económica en los diversos países no tienen por qué ser soportadas
por incrementos idénticos en el TPES, los países no tienen por qué alcanzar determinados
niveles en el uso de la energía para conseguir un nivel de vida más elevado. Quizá la mejor
manera de contemplar estas complejidades de relaciones críticas entre la energía y la eco-
nomía sea examinar las intensidades energéticas nacionales.
Los cambios a largo plazo de estas relaciones revelan posibles comparaciones entre las
intensidades energéticas internacionales durante un año determinado. Vamos a criticar este
indicador con el fin de demostrar su debilidad y encontrar las razones clave de su sustancial
variación secular e internacional. Después se completará el análisis de las relaciones entre la
energía y la economía echando un breve vistazo a las tendencias a largo plazo de los precios
de la energía y haciendo luego un examen más detallado de los costes reales de los combus-
tibles fósiles y de la electricidad. Estos deberían ser apreciablemente más elevados que los
precios existentes que excluyen muchas externalidades asociadas con la provisión y conver-
sión de las distintas formas de energía o de tenerlas en cuenta sólo de una forma incompleta.

51
La energía en cifras

La relación entre la calidad de vida y el uso de energía es quizá todavía más compleja
que la existente entre la energía y la economía. Un buen rendimiento económico se traduce
en una sustancial inversión pública en sanidad, educación y protección ambiental y una
relativamente alta renta disponible es un claro requisito previo de un elevado nivel de vida
pero no existe un orden previo ni unos niveles fijos en cuanto al uso de la energía para
producir tales efectos. El excesivo consumo irracional u ostentoso desperdicia una gran
cantidad de energía sin reforzar por ello la calidad de vida mientras la finalidad y determi-
nación de determinadas políticas públicas pueden traer grandes recompensas consiguien-
do, paradójicamente, una disminución de costes de la energía.
Mientras un uso elevado de la energía puede traer o no unas ventajas económicas y per-
sonales traerá siempre una consecuencia preocupante: un mayor impacto en el medioam-
biente. La extracción de los combustibles fósiles y la generación hidroeléctrica son las
causas principales de los cambios de uso en terrenos cambios causados por las minas de
superficie, campos petrolíferos y grandes pantanos. El transporte del combustible y la
transmisión de electricidad refuerzan aún más este problema debido a los extensivos dere-
chos para líneas de ferrocarril, carreteras, oleoductos, gasoductos y líneas de alta tensión.
El transporte del petróleo a través del mar es una fuente primaria de contaminación en los
mares, en especial en las zonas costeras.
La combustión de los combustibles fósiles es la fuente principal de gases de efecto inver-
nadero antropogénicos, así como los gases producidos por ciertas plantas que dañan a los
materiales a los humanos y a los animales. Mientras el riesgo por liberaciones accidentales
de radioactividad procedente de Centrales Nucleares puede ser minimizado mediante un
diseño cuidadoso, la necesidad de conservar durante miles de años los residuos radioacti-
vos producidos plantea unas demandas sin precedentes en cuanto a seguridad y vigilan-
cia, un desafío que aún no ha sido capaz de resolver nuestra sociedad.
La historia medioambiental del siglo XX muestra cómo va aumentando nuestra capacidad
para la prevención, el control y la gestión y nuestro conocimiento científico es cada vez más
profundo. Los episodios preocupantes de la neblina londinense, con una elevada proporción
de micro partículas y de SO2 causaron numerosas muertes prematuras, o las aguas porta-
doras de residuos podrían haber llenado numerosos libros de texto dedicados a mostrar las
situaciones extremas que tuvieron lugar antes de la introducción de leyes efectivas capaces
de controlar la contaminación aérea y terrestre. Sin embargo, la neblina fotoquímica (smog)
se ha mostrado como un fenómeno mucho más difícil de controlar, a medida que la biosfera
se enriquece con el nitrógeno antropogénico; permaneciendo con nosotros durante décadas.
Un rápido calentamiento global tendría efectos que persistirían durante siglos. No existe
duda, por tanto, de que existen tales relaciones entre el mundo de la energía y el medioam-
biente, en cuanto a las escalas espaciales se extienden de lo local a lo global y sobre una escala
temporal que se extiende desde los sucesos efímeros a la persistencia durante milenios, todo
esto jugará un papel crítico en la determinación de nuestro futuro energético. Es por lo que
examinaremos de nuevo esta relación fundamental en otro capítulo.

2.2 Energía y economía


Para comenzar a una escala global, un paso muy cercano a lo secular se revela comparando
el consumo mundial de energía comercial con la mejor cifra del producto mundial bruto
durante el transcurso del siglo XX. Con el fin de eliminar las notables influencias inflacio-
narias y el efecto sesgado de las tasas de intercambio oficiales el producto mundial bruto lo
expresaríamos en moneda constante y la paridad de potencia de compra (PPP) debería ser

52
La energía como parte de un sistema

utilizada para convertir el producto nacional bruto a una unidad monetaria común. Cuan-
do se realiza esto la tasa de crecimiento TPES comercial global coincide casi exactamente
con el Producto mundial bruto, indicando una elasticidad muy estable y cercana a 1,0.
Cada variable muestra aproximadamente un aumento de 16 en 100 años, con un aumento
en el consumo energético de 22 a 355 EJ, y el producto económico (en dólares constantes
de 1990) mientras ninguno de los países menos desarrollados con una media per cápita de
PPP PNB por debajo de 1.000 $ es de más de 20 GJ/persona.
Pueden observarse elevadas correlaciones en la relación secular entre las dos variables de
un determinado país. Por ejemplo, es esclarecedor representar en un gráfico el uso de la
energía en Japón y el crecimiento del GNP para ver una correlación muy alta entre las dos
variables. Estas imágenes gráficas refuerzan la extraordinariamente alta correlación demos-
trando que el rendimiento económico es una función directa del suministro total de energía.
También parece demostrarse la conclusión de que un nivel económico dado requiere un
nivel determinado de consumo de energía. Esta impresión comienza a debilitarse con un
examen minucioso de las intensidades energéticas nacionales. La intensidad energética de la
economía de una nación es simplemente una relación entre los TPES anuales (en unidades
usuales de energía) y el PNB. Las intensidades energéticas específicas para combustibles in-
dividuales o para el consumo total de electricidad proporcionarán conclusiones adicionales.
Las intensidades energéticas pueden ser fácilmente calculadas a partir de los datos emi-
tidos anualmente por UNO, IEA y BP. Las estadísticas de la Naciones Unidas ofrecen aho-
ra agregados en unidades equivalentes de carbón y petróleo y en GJ, mientras que otras
fuentes de datos usan solamente el equivalente de petróleo como común denominador.
Análogamente las cifras del PNB Nacional están en un número de compilaciones estadís-
ticas, incluyendo las publicadas por UNDP y el Banco Mundial. Con el fin de encontrar las
tendencias distorsionadas a largo plazo todos los valores de PNB deberían estar en mone-
das constantes, mientras que las comparaciones internacionales requieren la conversión a
una moneda común, que casi siempre suele ser el dólar norteamericano.
Como el concepto de EI ha llegado a ser el más comúnmente utilizado en varias fuentes de
datos internacionales suministran actualizaciones y datos históricos del mismo. Los Balances
de Energía de la OCDE incluyen las intensidades de energía de todos los estados miembros
calculados con el TPES expresado en Mtoe y con los PNB en dólares constantes. La OPEC
Review ha estado publicando datos históricos (comenzando en 1950) y actualizaciones anua-
les de las intensidades energéticas en barriles de petróleo equivalentes en miles de dólares
US (1985) para el mundo entero y para los principales grupos económicos. El EIA publica
anualmente los valores más recientes en Btu/1000 $ (1990), así como una retrospectiva his-
tórica para la mayor parte de los países del mundo. Las intensidades energéticas pueden
verse como reveladoras de los indicadores a largo plazo de desarrollo económico nacional, y
sus comparaciones internacionales son usadas, a menudo, como indicadores que ilustran las
eficiencias energéticas de las distintas economías individuales y su éxito o fallo relativo, para
usar los combustibles y la electricidad de una forma más eficiente. El aspecto heurístico de
esta medición agregada es obvia a medida que las naciones con un bajo consumo de combus-
tibles y electricidad por unidad de PNB debería proporcionar importantes ventajas económi-
cas, sociales y medioambientales. Las expectativas lógicas de que las entradas relativamente
bajas en energía ayudarán a minimizar los costes totales de producción y eso hará más com-
petitivas a las exportaciones en un mercado global. Si un país es un importante importador
de combustible, un EI relativamente bajo ayudará a minimizar el coste de las importaciones
de combustible mejorando así su balanza comercial. Un valor bajo de EI es un buen indicador
de la prevalencia de técnicas avanzadas de extracción, procesado y fabricación.

53
La energía en cifras

El uso eficiente de materiales no elaborados, el reciclado extensivo de los materiales con


elevado contenido energético embebido, y las redes eficientes de distribución están entre
los atributos de las infraestructuras más deseables que contribuyen a unas EI reducidas.
Debido a que la producción, proceso, transporte y usos finales de la energía constituyen la
fuente más grande del mundo de emisiones a la atmósfera y una de las causas principales
de la contaminación del agua y de la degradación ecosistémica, un bajo EI es altamente
deseable con el fin de minimizar los distintos impactos medioambientales inevitables y
mantener una buena calidad de vida.

Tendenciasenintensidadenergética
70

60

50
$de1990)
MJ/$de1990)

40 Japón
ReinoUnido
30 EstadosUnidos
Canadá
20

10

0
1900 1920 1940 1960 1980 2000

Figura 1. Intensidad energética por países

Las comparaciones de tendencias seculares de las intensidades energéticas nacionales


muestras unas notables similitudes. El EI sube invariablemente durante las primeras eta-
pas de la industrialización y su pico es a menudo bastante agudo y, además, relativamente
corto. En la mayor parte de los países el pico ha venido seguido de un apreciable descenso
del EI, las economías maduras modernas usan sus entradas (electricidad, acero y agua)
más eficientemente. Este patrón está muy bien ilustrado en Reino Unido, Norteamérica y
Canadá. La intensidad energética de la economía de los Estados Unidos subió de forma
aguda hacia 1920, y en el 2000 había bajado casi un 60%. Pero como muestra la tendencia
japonesa y en lugar de un agudo pico forma una plataforma plana. Los diferentes picos
y las inclinaciones de las fases de ascenso y descenso reflejan las diferencias entre la in-
dustrialización intensiva y el tempo específico de desarrollo económico del país y de su
innovación técnica. Esta variabilidad espacial y temporal complica las tareas de previsión
de las tendencias de EI.
La tendencia histórica del EI global no pueden ser cuantificadas con una precisión sa-
tisfactoria pero la mejor aproximación indica que el mundo como un conjunto pertenece
a unas más racionales de energías comerciales de usuario. La intensidad energética de la
economía global aproximadamente fue la misma en 1900 y en el 2000 de unos 11 MJ / $
pero no ha sido estable en los años intermedios: picó hacia 1970, y bajo desde ese instante.
Estos cambios fueron producto de una combinación compleja de tendencias concordantes
y contradictorias que siguen patrones de transiciones ampliamente universales pero sien-
do específicos de cada país sus tiempos y tasas.

54
La energía como parte de un sistema

Las intensidades energéticas recientes de las más importantes economías mundiales


abarcan un rango de valores considerable. Cuando los PNB nacionales son convertidos
usando las paridades de poder de compra (PPP) y son expresados en dólares constantes
de 1990 Los números de EI para las economías del grupo de los 7 van desde menos de 7
MJ/1000 $ para Italia y Japón a menos de 8 MJ para Alemania y Francia, cerca de 9 MJ para
Reino Unido, más de 11 MJ para los Estados Unidos y superior a 13 MJ/ 1000 $ en el caso de
Canadá. Debería indicarse que los valores de EI de la IEA y EIA difieren sustancialmente
incluso en las economías occidentales.
Como contraste, los valores de EI nacionales en 1999 fueron de 10 MJ/1000 $ para India
y China alrededor de 25 MJ para Rusia y sorprendentemente de 35 MJ/1000 $ en el caso de
Ucrania.
Estos valores confirman y refuerzan algunas de las nociones ampliamente mantenidas
acerca de las fortunas económicas de las naciones: eficiente Japón, funcionamiento sólido
de Alemania, relativamente gastadoras Estados Unidos y Canadá. China a pesar de sus
recientes avances, todavía le queda un largo camino por recorrer para llegar a ser una in-
dustria moderna; Rusia es un país con derroche económico y Ucrania se halla más allá de
la salvación. El EI, por lo tanto, ha llegado a ser un potente indicador económico de una
nación y de su eficiencia técnica así como de su impacto medioambiental. Como cualquier
medida agregada, ofrece una sencilla y fácilmente comprensible destilación de una reali-
dad compleja que cede a los ruegos o condenas de los objetivos y políticas de las naciones.

Intensidades de energía frente a PIB per cápita (por países)


40
Ucrania
35
ntensidad energética (MJJ / $PPP)

30
Rusia
25

20

15 Estados
Canadá
Intensidad

Pakistán Polonia Unidos


Corea del Sur
China Australia
10 Francia
India Turquía México España Reino Alemania
Indonesia Unido
5 Japón
Brasil Argentina Italia
0
0 5 10 15 20 25 30
PIB per cápita (miles de dólares)

Figura 2. Comparación entre las intensidades energéticas y el PNB per cápita por países

Pero aunque su valor heurístico es innegable, la aproximación al EI debe realizarse con


gran cuidado. Si la medida es interpretada de una manera ingenua, ahistórica, y de for-
ma abstracta, su uso puede reforzar algunas nociones imprecisas confundiendo más que
aclarando. La deconstrucción de la medida ofrece una comprensión más profunda de las
realidades subyacentes, descubre un número de serias limitaciones en los datos, esto lleva
a una cuidadosa interpretación de las diferencias en niveles y tendencias, y ayuda a evitar
ser simplista y, por ello, potencialmente contraproducente.

55
La energía en cifras

2.3 Intensidades de energía


Primero, tanto los valores del TPES convertidos a un común denominador y los valores del
PNB están lejos de ser precisos. Los factores de conversión nacional específica para la pro-
ducción de carbón e hidrocarburos y las importaciones son usadas con el fin de minimizar
la posibilidad de errores importantes y, a menudo, puede resultar en relativamente mayo-
res o menores apreciaciones o simplemente en infraestimaciones. Quizá la excepción más
notable sea la conversión de China en una enorme extractora de carbón, ahora el mundo es
más grande. En las estadísticas oficiales chinas la salida de carbón es multiplicada por 0,71
para obtener el carbón equivalente. Pero durante la década del noventa más del 33% de la
extracción de carbón de China se originó desde pequeños lugares y menos del 20% de todo
el carbón obtenido fue lavado y cribado, de ahí el factor de conversión a carbón estándar
pudiera ser un 10% más reducido que su valor oficial.
Un problema más importante y de hecho con un problema de conversión no manejable
es el tratamiento de la electricidad principal, que es principalmente de origen hidráulico
o nuclear. Cuando la electricidad primaria es convertida usando el equivalente térmico
correcto (1 kWh=3,6 MJ) los países fuertemente ligados a la energía de origen hidráulico o
nuclear aparecerán como mucho más eficientes en energía que las naciones que lo hacen
a partir de combustibles fósiles. El contraste entre Suecia y Dinamarca, dos países con un
nivel de vida muy similar clarifican este problema. Los dos vecinos generan respectiva-
mente, menos del 10% y más del 90% de toda la electricidad quemando combustibles fósi-
les, Dinamarca consiguió generar 36 TWh en 1999 alrededor de 9,5 Mtoe de combustibles
fósiles, mientras que casi 145 TWh producidas a partir de agua y de la fisión nuclear con
un equivalente de sólo 12,3 Mtoe.
Igualando la electricidad primaria con el contenido calorífico de los combustibles fósiles
usados para generar la electricidad térmica de la nación resuelve este problema, pero intro-
duce dos nuevas dificultades. Los ratios de conversión deben ser ajustados anualmente cam-
biando la eficiencia de las estaciones térmicas generadoras. Este es un procedimiento lógico y
puede ser justificado donde la generación térmica comprende la mayor parte del suministro
eléctrico del país pero tiene mucho menos sentido donde la generación hidráulica es el modo
dominante de producción eléctrica, y resulta inaplicable donde la generación hidráulica es la
única fuente de electricidad. Además, aunque la generación de hidroelectricidad puede per-
manecer básicamente estable durante un largo periodo de tiempo (una situación común en
países donde virtualmente todos los lugares adecuados ya han sido explotados) su equiva-
lente en combustible estaría declinando por una mejorada eficiencia en la generación térmi-
ca. Una difusión amplia de la cogeneración y otras técnicas de alta eficiencia podrían elevar la
media de rendimiento de generación térmica 30-50% en los próximos 20 años y de ahí cortar
la contribución de la electricidad primaria en la misma proporción.
En cualquier caso, el uso del combustible equivalente obviamente infla los TPES de todos
los productores a gran escala de hidroelectricidad. Si en Suecia, donde toda la electricidad
no fósil supone el 94% de la generación total en 2000, producir toda esa electricidad a partir
de hidrocarburos es claro que no llegaría a esa cifra. El contraste entre Suecia y Dinamarca
es, de nuevo, iluminador. Mientras Dinamarca, que es pobre en recursos, genera menos de
7 MW/cápita en estaciones térmicas quemando combustibles importados, la generación de
electricidad no fósil de Suecia llega a más de 16 MWh/cápita. Cuando esta generación es
convertida mediante la eficiencia de las plantas fósiles sería igual a 37 Mtoe.
Tanto UN como BP resuelven esta solución de compromiso cuando convierten la electricidad
primaria a un común denominador: usan el térmico equivalente para la hidroelectricidad y la

56
La energía como parte de un sistema

tasa de eficiencia prevalente (33%) de la generación fósil para la electricidad nuclear. En este
caso el combustible equivalente supone 24,3 Mtoe y pueden darse argumentos lógicos para
usar valores de 12,3; 24,3; y 37 Mtoe para convertir los casi 145 TWh de electricidad primaria de
Suecia. Según la elección que hagamos subiremos o bajaremos el TPES general del país y de ahí
su EI. Problemas de este tipo sugieren la necesidad de un sistema universal y transparente de
indexación apropiada de la energía capaz de comparar flujos de muy diferente calidad.
Las comparaciones históricas de los EI de los países emergentes y las comparaciones
internacionales de las medidas a través de un amplio espectro de desarrollo económico
confunde si sólo se contemplan las energías comerciales modernas y se excluyen a los
combustibles de biomasa del TPES.
Las omisiones infravaloran fuertemente la combustión del combustible real durante las
primeras etapas de la industrialización, cuando la mayor parte del PNB en granjas, ser-
vicios y fabricación se genera sin echar mano de ninguna de las energías modernas. La
quema de madera fue abandonada en los Estados Unidos en 1880 siendo sobrepasada
por el carbón y el petróleo. La biomasa supuso en China más de la mitad de la energía
primaria hasta mediados de los años cincuenta y aún en 1990 suponía el 15% de todo el
TPES. Durante la década del ochenta la biomasa supuso más de una tercera parte de todo
su combustible al menos en 60 países y una década después su número bajó a 50 países .
Las cifras del producto nacional bruto nacionales son mucho más cuestionables que los
valores agregados del TPES. Aun cuando dejemos de lado el problema fundamental de que
se mide realmente de forma incongruente, el PNB puede crecer al mismo tiempo que la
calidad de vida puede disminuir, aumentando los recursos naturales no reemplazables y
los servicios serán destruidos. El primer problema universal, surge de la inadecuación de
las cuentas económicas, lo que hace difícil revelar retrospectivas de largo plazo así como
comparaciones significativas de las economías emergentes y de baja renta. La reconstruc-
ción del PNB con antigüedad de casi un siglo esta ya disponible para los países europeos,
Estados Unidos y Canadá así como en Japón, India e Indonesia.
Los datos globales más comprensibles fueron publicados por Maddison. Numerosas di-
ferencias en el alcance y calidad de los datos principales indican que incluso los mejores de
estos datos son solo buenos o aceptables aproximaciones de las tendencias reales más que
reconstrucciones precisas.
Las cuentas nacionales estándar no incluyen el valor de la producción de subsistencia
esencial que aún contribuye con una parte muy importante en países de África, Latinoamé-
rica y Asia. Desgraciadamente, no existe un ajuste preparado uniformemente para corregir
esta omisión fundamental, incluso en las economías en fase de modernización más grandes
como China e India.
El problema no está limitado sólo a los países de baja renta: las transacciones en el merca-
do negro que no son capturadas por la contabilidad nacional se ha estimado que asciende
en el caso de las naciones occidentales entre 5-25% del PNB.
La segunda dificultad universal surge de la necesidad de convertir el PNB a un denomi-
nador común. Sin tal conversión debería ser imposible hacer comparaciones internacionales
de las intensidades de energía, en el año actual comparar varias naciones, o para una fecha
pasada cuando se calcula el PNB en monedas constantes para la comparación entre tenden-
cias. Casi siempre el dólar americano es el escogido como denominador común, y la mayor
parte de las comparaciones pasadas fueron hechas usando las tasas de intercambio nominal.
Esta es una aproximación poco satisfactoria ya que estas tasas representan principalmente a

57
La energía en cifras

los precios de los commodities ampliamente comercializados y pueden tener poca relación
con aquellas partes de la economía del país de que se trate, que no esté implicada en el inter-
cambio con el exterior. Usar las tasas de intercambio oficiales casi siempre aumenta la dispa-
ridad real entre naciones ricas y pobres y distorsiona el PNB real aun cuando se comparen
resultados de las economías más ricas del mundo cuyos PNB están preparados de acuerdo a
un Sistema Nacional Contable.
Antes de 1971 en Bretton Woods de tasas de cambio fijas proporcionaban una base es-
table en las conversiones monetarias. Desde ese momento a veces bastante rápido y a me-
nudo las fluctuaciones sustanciales de las tasas de cambio han elevado o disminuido repe-
tidamente el PNB de un país expresado en dólares norteamericanos en más de un 10% en
un solo año. Usando los PPP se evitan estos problemas, su uso tenderá a elevar, a menudo
sustancialmente, el PNB real de los países pobres y bajar a veces considerablemente el
PNB real de los países emergentes de Europa, Asia y Oceanía. Pero, por el contrario, estas
correcciones tienen sus propios problemas, principalmente debidos a que es imposible es-
pecificar una cesta universal de consumo conteniendo las compras de alimentos típicos, el
gasto medio en las casas y la composición y frecuencia de los gastos extraordinarios.
La OCDE en sus Principales Indicadores Económicos calcula la media anual de los multipli-
cadores PPP ajustados al PNB de los países del mundo que son usados por el UNDP calculan-
do los índices nacionales en el ampliamente acotado Indice de Desarrollo Humano. Usando el
PPP ajustado del PNB más que simplemente convirtiendo por tasas de intercambio resultan
diferencias sustanciales en el EI. Los ajustes del PPP establecen una enorme diferencia especial-
mente cuando se compara el rendimiento de los países industrializados con esas economías
postindustriales. Las comparaciones de algunos valores recientes muestran los PPP de la India
corrige el PNB cinco veces más el total obtenido usando la tasa oficial de la conversión, mien-
tras que la tasa de Brasil debería ser, al menos, un 70% más elevada. Las tasas ajustadas me-
diante el PPP expresan mejor las circunstancias económicas reales pero no son necesariamente
la mejor elección para calcular más intensidades energéticas significativas.

PIB (corregido con paridad energía de compra, $PPP)


35
China

30
India
Polonia
25
ergía (MJ / $ER)

Indonesia
20 Corea Sur
Turquía
Pakistán
Energía

15 Canadá
México
Estados Unidos
10 España
Argentina Australia
Brasil
Italia Francia
5 Reino Unido
Japón Alemania

0
0 5 10 15 20 25 30 35
Energía (MJ / $PPP)

Figura 3. Intensidad energética por países

58
La energía como parte de un sistema

Usar PNB convertidos con el PPP trae consigo exageraciones cuyos errores serían relati-
vamente más grandes, pero en dirección opuesta, que aquellas generadas por valores con-
vertidas bajas tasas de intercambio poco reales. El ejemplo chino es particularmente notable.
Mientras la tasa de intercambio del PNB convertido en 1999 fue menor que 800 $, el valor del
PPP usado por el UNDP estuvo por encima de 3600 $. La primera tasa sin yield con el TPES
de China es alrededor de 750 Mtoe (sin biomasa), intensidad energética de 760 kgoe / 1000 $.
Lo otro resultaría en una intensidad energética de sólo 160 kgoe / 1000 $. Ambos resultados
son claramente equivocados, en el primer caso la intensidad energética de China sería un
25% más elevada que la de India en apenas 610 kgoe / 1000 $ (sin biomasa), en el otro caso
sería realmente igual al rendimiento del Japón.
Pero no importa lo bien que se construya, las intensidades energéticas nacionales no nos
dicen por qué esos países ocupan ese lugar en la lista. Seis variables clave que explican las
principales diferencias son el grado de la autosuficiencia; la composición del suministro de
energía primaria; diferencias en la estructura industrial y en el consumo personal discre-
cional de energía; tamaño del país; y clima. Sólo una mirada más cercana a estos factores
proporciona para los factores unas respuestas reveladoras. En virtualmente cada caso al-
gunas de estas variables tenderán a reforzar la intensidad energética general, mientras que
en otros la deprimen. Como resultado, ninguna variable sencilla puede actuar aisladamen-
te como un predictor fiable de la intensidad energética nacional: sólo una combinación de,
al menos, media docena de los principales atributos se añade a una específica y usualmente
única explicación de la intensidad energética de una nación.
El elevado nivel de dependencia sobre los relativamente costosos (y a menudo con ele-
vados impuestos) importaciones promueven generalmente un frugalidad en el consumo
energético. Por el contrario, la extracción, el procesado y la distribución del carbón y de los
hidrocarburos son todas ellas actividades intensivas en energía, y el suministro abundante
de combustible y electricidad ha atraído históricamente numerosas industrias intensivas
en el consumo de energía aumentando la densidad de las redes de transporte. Por con-
siguiente, puede no haber duda de que a menudo el interés en el grado de autosuficien-
cia en el suministro de energía esta comúnmente conectado con intensidades energéticas
generales más elevadas. El contraste más evidente se encuentra entre las dos economías
occidentales: los Estados Unidos intensiva en energía, el mayor productor del mundo de
combustibles fósiles, que importa la cuarta parte de su enorme demanda, y Japón, la cual
ha comprado recientemente por encima del 80% de su TPES.
El coste de la energía del carbón subterráneo puede ser superior al 10% del contenido
calorífico bruto del combustible, y el transporte por ferrocarril a larga distancia es también
relativamente intensivo en consumo de energía. El coste de la energía general del carbón
puede estar en todas partes entre los menores del 1% (en el caso de minas superficiales
cercanas a la Central térmica productora de electricidad) hasta más del 15% (en el caso de
minas profundas o puntos distantes del consumo). Como contraste, el petróleo es fácil de
extraer, su transporte es barato, son entregados a las refinerías con eficiencias de 99,5% y
rara vez son inferiores al 97%. El consumo en el refinado supondrá 4-10% de la entrada
inicial de petróleo en el caso de los petróleos usuales, y sustancialmente más en el caso de
petróleos pesados que requieren tratamientos especiales. La eficiencia energética general
de los productos de los diferentes productos refinados a nivel de detalle puede ser tan baja
como el 80%, y tan elevada como el 93%. Las pérdidas de gas natural durante el desarrollo
y transporte por tubería puede ser superior al 5% del combustible extraído. Los compre-
sores pueden elevar esta cifra en el caso de que se realice un transporte a larga distancia.
Realmente la energía útil entregada puede encontrarse entre 85-98% del gas extraído.

59
La energía en cifras

La composición del suministro de energía primaria tiene un número de inevitables con-


secuencias para el EI nacional. Las diferencias en las eficiencias de conversión siempre
favorecen a los hidrocarburos frente a los combustibles sólidos. Aun cuando las modernas
centrales térmicas de carbón pueden generar electricidad con la misma eficiencia que las
impulsadas por hidrocarburos (con eficiencias de entre 33-42% del combustible quema-
do) tienen un más elevado consumo interno y poseen en la actualidad controles univer-
sales sobre las cenizas volantes y, a menudo, también óxidos de azufre. La combustión en
las centrales de carbón como opuestas al quemado más limpio de los hidrocarburos, las
cuales pueden hacerse más cercanos a los centros de carga, también aumenta el nivel de
pérdidas por transmisión. Las disparidades de eficiencia son mucho mayores cuando los
combustibles son usados directamente para calentamiento de espacios y ACS. Incluso las
buenas estufas de carbón raramente alcanzan eficiencias superiores al 40%, las eficiencias
de las pequeñas calderas de carbón tienen eficiencias inferiores al 70%. Como contraste, la
eficiencia más baja obligada en los hornos de gas es ahora del 78% y las mejores unidades
pueden convertir más del 95% del gas en calor.
Dada la intensiva competencia global y la relativamente rápida difusión de las nuevas
técnicas no resulta sorprendente que los requisitos del combustible y la electricidad para
productos principales e intensivos en energía, sea de aluminio, acero, o fertilizantes ni-
trogenados sean muy similares en todos los países emergentes. Las diferencias existentes
serán sólo de importancia secundaria, y la escala relativa de producción de mercancías
intensivas en energía tendrán una influencia mucho mayor en las intensidades energéticas
industriales generales. Estos patrones específicos de producción industrial son debidos, a
menudo, a grandes diferencias en la historia del endeudamiento y la economía.
Por ejemplo, Canadá, el mayor productor del mundo de energía hidroeléctrica es tam-
bién el cuarto mayor productor del mundo de aluminio intensivo en el uso de la energía,
fundiendo el 11% del suministro total mundial, mientras que Japón, uno de los mayores
consumidores de este versátil metal, importa anualmente más de 2 Mt, pero fundiendo
sólo 7000 t en el año 2000. Canadá es también un relativamente grande productor de otros
metales no férreos intensivos en energía (sobre todo el cobre y el níquel), acero y los ferti-
lizantes nitrogenados, mientras que las intensidades bajas en energía de la producción in-
dustrial italiana y francesa son debidas a unas bajas proporciones de la minería en general,
moderado tamaño de su metalurgia férrea y no férrea y una relativamente elevada propor-
ción de hidrocarburos y electricidad en TPES. Por lo que se debe tener sumo cuidado al
establecer comparaciones entre ellos para no cometer errores de bulto.
La importancia de las diferencias estructurales pueden ser persuasivamente demostra-
das comparando medias nacionales de intensidades energéticas industriales con niveles
estimados de eficiencia técnica derivados del análisis de frontera. Elevadas intensidades
energéticas industriales pueden conjurar las imágenes de una producción ineficiente, con
procesos y fábricas obsoletos, y con una inferioridad técnica. Pero cuando una producción
frontera es definida como nivel de salida máximo alcanzable para una combinación dada
de entradas, las estimaciones sectoriales no muestran una correlación con las intensidades
energéticas generales de los sectores industriales líderes del grupo de los 7. Canadá y los
Estados Unidos, los dos países con un EI más elevado, realmente tienen la maquinaria más
eficiente técnicamente, y el rendimiento norteamericano iguala o sobrepasa a la mayor
parte del grupo de los 7 en el sector técnico.
Los numeradores de las intensidades energética nacionales, no están compuestas única-
mente de combustible y electricidad utilizadas en los procesos productivos, también inclu-
yen todas las energías consumidas en los edificios y en la movilidad del personal. Dado

60
La energía como parte de un sistema

que estas dos categorías de energías finales han estado subiendo continuadamente con la
modernización, urbanización y las rentas disponibles más elevadas, su proporción cada
vez mayor de consumo total está ahora entre los más importantes determinantes de las
intensidades energéticas nacionales en todos los países emergentes. Estas demandas están
fuertemente influidas por el clima y el tamaño del territorio nacional. Las viviendas con-
sumen combustibles y electricidad para los servicios finales de la cocina, ACS, calefacción
e iluminación, pero en todos los climas fríos el número medio de días grado de calefacción
es el predictor más importante de los usos de la energía en las viviendas.
Existe una diferencia de más de 20 veces entre la frecuencia anual del sur de la Florida y el
norte del estado de Maine considerados dentro de los Estados Unidos (entre el sur de Italia
y centro de Suecia en Europa), esto ilustra el rango de los requisitos del mayor número de
los equipos de aire acondicionado, significa que debe prestarse una cuidadosa atención a las
diferencias entre los días de refrigeración: en Estados Unidos su rango fue de menos de 500
en el norte de Maine a más de 3000 en el sur de Florida . La combinación de la calefacción
(y la difusión del aire acondicionado en refrigeración) ha dejado en cuatro la proporción de
la disparidad per cápita en el uso de la energía residencial en los países del grupo de los 7.
Más elevados que los valores de Estados Unidos de diferencia son los explicados por
un consumo relativamente grande en la calefacción de espacios y por una más elevada
propiedad de aparatos de aire acondicionado, mientras que una más elevada temperatura
interior en invierno es una razón importante para un valor elevado italiano.
Análogamente, las diferencias nacionales en el uso de energías de transporte no puede
ser adscritas a las diferentes eficiencias de conversión, sino mas bien a una combinación
de imperativos espaciales, históricos y culturales. Los coches son, en este momento, los
mayores consumidores de energía en el transporte en la mayor parte de los países indus-
trializados y las diferencia medias en intensidades energéticas de los automóviles han sido
rebajadas en una fracción de la diferencia existente hace una generación. Como resultado,
los nuevos coches de pasajeros norteamericanos tienen ahora unas necesidades de com-
bustible sólo marginalmente más elevadas que las medias japonesas.
Las distancias típicas de viaje, más que la eficiencia media del combustible, es un mejor
predictor de las necesidades energéticas. El pasar un mayor tiempo conduciendo y tradi-
cionalmente con la elevada suburbanización en los Estados Unidos y su gradual extensión
a la exurbanización con una comunicación en una sola dirección frecuentemente sobre-
pasando los 80 km han traído un continuo aumento de la distancia recorrida anualmente
por los coches. Durante finales de los años noventa fue aproximadamente de 19.000 km es
decir casi un 25% por encima de la media de 1960. Aunque Japón y Estados Unidos tienen
ahora una tasa muy similar de propiedad de coches (2,1 frente a 2,5 de personas por coche)
la distancia media viajada anualmente por un pasajero es en el caso de un longitud doble
tanto en los Estados Unidos como en Japón.
Si nos referimos a las líneas aéreas, todas las líneas aéreas usan similares mezclas de com-
bustible (protagonizados por Boeing y Airbus), una realidad elimina cualquier posibilidad
de diferencias en la eficiencia de funcionamiento. Pero la distancia total de conexión que
conecta las tres ciudades más populares es menor de 800 km en Japón así como en los paí-
ses occidentales europeos, siendo de más de 3.000 km en los Estados Unidos (Nueva York-
Los Angeles-Chicago) y Canadá (Toronto-Montreal-Vancouver) tanto canadienses como
norteamericanos vuelan, además, más a menudo. En el año 1999 el viaje aéreo era de unos
3.800 km por persona en los Estados Unidos y casi 2.200 km en Canadá pero sólo alrededor
de 1.300 en Japón y Alemania y menos de 700 km en Italia.

61
La energía en cifras

Estados Unidos tiene, por tanto, un consumo privado de energía mucho mayor, lo cual
añade claramente a los dos países una intensidad energética más elevada en ambos, y sólo
de forma secundaria es un asunto de las eficiencias de los automóviles, hornos, aviones y
electrodomésticos. El consumo de energía sin parangón en Norteamérica viene determina-
do por el clima y el tamaño de las viviendas y en los viajes está impulsado por las distan-
cias y la elevada movilidad de las personas como ya se ha indicado.
Finalmente, consideraremos el lejos de ser considerado como despreciable papel de la
energía para los usos militares. Los Estados Unidos están pagando un coste relativamen-
te elevado desde que han quedado como la única super potencia militar en el mundo. Si
excluimos el combustible adicional que supuso la Guerra del Golfo (1991) y el bombardeo
de Servia-Kosovo (1998) los tres servicios de la Fuerzas Armadas consumieron anualmente
cerca de 25 Mtoe durante la década del noventa. Este total supone más que los 2/3 del con-
sumo de la energía en usos comerciales de todos los países del mundo. Y casi igual que el
TPES de Suiza o Austria. Naturalmente, las operaciones de la Guerra del Golfo o las más
recientes de Afganistán disparan el uso de la energía no sólo de las acciones visibles en
tierra y aire, sino también por las menos noticiables debidas a las necesidades logísticas.
¿Cuál es entonces el veredicto sobre las intensidades energéticas? Pocas aspiraciones son
tan deseables como una adecuada investigación para rebajar las intensidades energéticas
para una salida determinada de la economía.
Unos bajos valores de IE evocan la imagen de la eficiencia energética y económica, de
hacer más con menos, minimizar las entradas de combustibles y electricidad, tendrá un
elevado impacto en la competitividad internacional, reduciendo además el impacto me-
dio ambiental. Por consiguiente, sería válido conocer cómo las economías individuales
puntúan en este aspecto crítico, pero los intensidades energéticas usadas normalmente no
son unos indicadores tan sencillos de la eficiencia. No dicen cómo utilizan las naciones sus
combustibles y las actividades de producción de electricidad, cómo están de avanzadas las
técnicas de conversión, lo efectiva que es su gestión y cuál es su potencia para usar técnicas
de conservación de la energía. Más que sencillos cocientes, son producto de peculiaridades
de naturaleza compleja, estructural, técnica, histórica y cultural. Rebajarla puede ser un
buen propósito, pero no deben ser aplicados a la energía nacional en términos absolutos y
sobre una escala mundial.
El estado del arte de los procesos no bastarán para mantener bajo el EI general si son par-
te de industrias metalúrgicas fuertemente consumidoras de energía. O síntesis químicas en
un país donde tales actividades suponen una gran parte del PNB (como claramente ocurre
en el caso canadiense). En el otro extremo, las duras condiciones de vida pueden ayudar
a obtener un coeficiente cuando las personas no habitan tales casas, ya que usaran menos
energía de la esperable dada la salud y clima económico de su país (es el caso de Japón)
Las comparaciones internacionales en cuanto a uso de las intensidades energéticas resultan
reveladoras pero solo si se usan como punto de arranque para una investigación más pro-
funda de las razones que hay detrás de estas diferencias. Usadas de manera sencilla como
mediciones absolutas pueden llevarnos a fallos de bulto.

2.4 Precios de la energía


Las sencillas generalizaciones llevan también a error cuando se consideran los precios de la
energía. Su secular descenso ha resultado sustancial para dejar ocultos a los combustibles y a la
electricidad, los mundanos commodities cuyos fiables, abundantes y baratos en su suministro

62
La energía como parte de un sistema

como indiscutible. Pero las tendencias a largo plazo muestran una luz diferente una vez que
consideramos los precios de la energía han sido repetidamente manipulados y eso excluye
notablemente muchos costes medio ambientales y los relacionados con la salud; asociados con
tasas elevadas en el uso de la energía. Donde puedan reconstruirse las series para considerar la
inflación durante todo el siglo manifiestan un impresionante descenso, o al menos una notable
constancia, en los precios de la energía. Estas tendencias ilustran la potencia combinada de la
innovación tecnológica, las economías de escala y los mercados competitivos.
La electricidad ha pasado a ser en Norteamérica un enorme desafío durante el siglo XX.
El precio más antiguo disponible en USA fue de 0,156 $/kWh lo que sería en monedas de
1990 unos 2,50 $/kWh; una década más tarde el precio real estaba en 1,12 $ (1990), en 1950
estaba en 0,15 $ y continuó cayendo durante la década del sesenta. La tendencia a largo
plazo cambió con la subida de los precios del petróleo en 1974 y, en 1982, alcanzó un precio
un 60% superior al que tenía durante la década del setenta. El declinar posterior trajo al
precio medio en Estados Unidos a un retroceso hasta llegar a 6 centavos de dólar en el 2000.
La enorme caída del 98% entre el 1900 y el 2000 infra estimó su precio verdadero. Con una
renta per cápita disponible de casi cinco veces más y con una eficiencia de conversión en
las bombillas de dos a tres veces, todos estos cambios supusieron que la electricidad fuera
unas 200-600 veces más afrontable en el año 2000 que lo fuera 100 años antes.
No resulta sorprendente por tanto que el precio en los Estados Unidos no suponga un
patrón universal. Por ejemplo, los precios posteriores a la Segunda Guerra Mundial de la
electricidad en Japón no han cambiado demasiado; ajustando los precios a la inflación los
precios fueron casi exactamente los mismos que en 1970 y sólo un 30% más elevados que en
1950. Pero la renta per cápita media en el año 2000 había más que doblado la de 1970 y au-
mentado hasta diez veces la de 1950, el consumo de la electricidad en Japón había también
mejorado considerablemente y, aunque no tuvo lugar una caída brusca de los precios de
la electricidad durante la década del noventa, la demanda de luz eléctrica aumentó hasta
un extraño 50% en edificios residenciales. Las casas japonesas son más frías y húmedas en
verano y contienen un gran número de electrodomésticos: a finales de la década, el aire
acondicionado se instaló en más del doble de hogares que lo tuvieran en 1989, y cuatro
veces más familias tenían un PC. Después de décadas de enorme frugalidad en los hogares
se dispararon en dirección al confort.
En contraste con esta impresionante disminución de los precios de la electricidad corre-
gidos por la inflación, los precios del carbón y el petróleo han mostrado rápidas fluctuacio-
nes pero, a largo plazo, han permanecido notablemente constantes. Cuando se expresan en
monedas constantes, la media del precio FOB del carbón bituminoso a finales de la década
del noventa fue casi exactamente el mismo que en 1950 o en 1920. Análogamente el precio
de la luz importada del crudo de Oriente Medio, fue casi tan barato como el precio medio
del crudo producido durante los primeros años del siglo XX. Esta constancia del precio
relativo indica que en términos de tiempo de trabajo la gasolina fue sólo un 20% más cara
en la década del noventa que a comienzos de la década del veinte y que los servicios de
energía útil derivados de la combustión del carbón y el petróleo fueron casi 10 veces más
baratos que en 1900. El gas natural, es la única forma comercial de energía que muestra
un gradual aumento al observar sus precios una vez ajustados por la inflación, subiendo
más de nueve veces entre 1950 y 1984, después hasta el 60% en 1995 antes de rebotar a los
niveles anteriores de comienzos de los ochenta en el año 2000.
Pero sería ingenuo pensar en que estos precios y cualquier otro del siglo XX funcionan de-
bido a la libre competencia del mercado o a valores cercanos a los costes reales. A lo largo de
las historia todos los gobiernos manipulan los precios de la energía debido, sobre todo, a los

63
La energía en cifras

subsidios y a las regulaciones especiales que afectan a la distribución, proceso y conversión


de los combustibles fósiles y la generación de electricidad. Durante el siglo XX los gobier-
nos proporcionaron financiación directa, fondos de investigación, créditos de impuestos y
garantías para avanzar y subsidiar determinados desarrollos y actividades de producción,
favoreciendo así una forma determinada de suministro frente a otros tipos de energía.

Electricidad
300

250
osde$(1990)
centavosde$(1990)

200

150

100

50

0
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000

Figura 4. Precio de la electricidad en Estados Unidos en el pasado siglo

Carbón(fob)ypetróleo(enbocadepozo)
60

50

40
990)/Tm
$(1990)/Tm

30 Petróleo
Carbón
20

10

0
1900 1920 1940 1960 1980 2000

Figura 5. Precios del carbón y del petróleo durante el pasado siglo

Existen muchos ejemplos de estas prácticas distorsionadoras de precios. En los Estados


Unidos uno de las más visibles intervenciones gubernamentales ha sido la construcción de
grandes presas financiadas por el Estado durante el New Deal de Roosevelt por el Bureu
of Reclamation y más tarde los emprendidos por el Cuerpo de Ingenieros de Ejercito USA.
En muchas naciones la generación eléctrica a partir de energía nuclear se ha beneficiado
durante décadas de generosos fondos públicos para investigación básica y subsidios en
las etapas operativas, por ejemplo, los subsidios federales a la Atomic Energy de Canadá.
La industria nuclear de Estados Unidos recibió más del 96% de los 145.000 millones (1998)
desembolsados por el Congreso entre 1947-1998. Además, las industrias nucleares de los
Estados Unidos, Reino Unido, Francia, India y China se han beneficiado también de las
experiencias e innovaciones por un intensivo soporte del I+D Nuclear militar.

64
La energía como parte de un sistema

Gasnatural(enbocadepozo)
300

250

$(1990)/1.000ft3
centavosde$(1990)/1.000ft3
200

150

100

50

0
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000

Figura 6. Evolución de los precios del gas natural a dólares constantes

El tratamiento en cuanto a impuestos especiales ha sido generoso durante un dilatado pe-


riodo de tiempo con las empresas petrolíferas estadounidenses, que puede inmediatamente
incluirse en los llamados costes de perforación intangibles. A todos los productores de pe-
tróleo y gas se les permite deducir el 15% de sus ganancias brutas y esta deducción puede
exceder enormemente los costes reales. Más recientemente generosos beneficios impositivos
han sido concedidos a los desarrolladores de algunas energías renovables. El subsidio más
costoso es el que se da a los productores de alcohol procedente del maíz para fabricar el ga-
sohol competitivo con la gasolina. Pero dado que el proceso realmente necesita más energía
que la que luego libera en la combustión del etanol así producido, la producción a gran escala
de este combustible resulta altamente discutible. Tampoco se han visto estos subsidios reba-
jados por la dependencia de Estados Unidos del petróleo importado: todo ello no ha hecho
sino disparar los beneficios de los grandes empresarios agrícolas del país, Archer-Daniels-
Midland.
A medida que la generación nuclear redujo el compromiso privado, para garantizar la
compensación en el caso de un accidente catastrófico en una central nuclear comercial,
1954 Price-Anderson-Act, section 170 de la Atomic Energy Act, ningún otro suministrador
de energía disfruta de tal cesión de la responsabilidad frente al gobierno. Al mismo tiempo
los productores de electricidad han sido fuertemente regulados en muchos países.
Una visión crítica del precio histórico de la mayor parte de los combustibles fósiles revela
una opinión negativa particularmente extendida, con el registro de las intervenciones del
Gobierno en la industria del petróleo como un fallo clave del mercado y argumentando que
la desregulación es preferible a los programas de conservación que fueron impuestos sobre
las empresas energéticas. Hasta 1971 los precios del petróleo en USA fueron controlados
por un cártel muy efectivo, la Texas Railroad Commission. Con la reducción de precios de
1960 los miembros de la OPEC no tolerarían ya más reducciones de precios. Una década
más tarde los países de la OPEC comienzan a subir sus impuestos y, en marzo de 1971, la
Texas Railroad Commission eliminó los límites a la producción, cambiando el poder del
control de los precios desde la Louisiana, Texas y Oklahoma a la nuevamente cohesionada
OPEC. La producción de petróleo fue cortada por los miembros árabes de la OPEC en oc-
tubre de 1973 lo que cuadruplicó el precio del crudo en los siguientes seis meses y, después
de un corto periodo de estabilidad, entre 1979-1980, subieron 3,5 veces por encima del nivel
de 1974, hasta una media de 38 $ por barril de petróleo Texas.

65
La energía en cifras

Los consumidores en Japón, Europa, y todo el mundo más pobre resultaron inmedia-
tamente afectados por estos bruscos aumentos de precios, pero debido a los controles de
precios durante el mandato de Nixon, el precio medio ajustado a la inflación de la gasolina
en los Estados Unidos en 1978 no fue ya tan elevado como en la pasada década. Sólo cuan-
do los controles finalizaron en 1981 acabaron las subidas de precios de la gasolina hasta los
niveles de la Segunda Guerra Mundial.
Como se verá más adelante, las expectativas de los precios del petróleo controlados por la
OPEC llegarán a ser la norma. Este error fue debido sobre todo a tres fallos de concepción,
el poder en cuanto al ajuste de precios por parte de la OPEC, en el mundo la demanda de
petróleo es inelástica respecto al comportamiento de los precios. En la realidad, la OPEC
nunca tuvo tiempo cuando su poder rompió el mercado. Mabro también indica que, des-
de 1984, una vez las fuerzas del mercado aparecieran como dominantes la influencia de la
OPEC sobre los precios no ha sido abolida. Además, la dualidad para reconciliar los objetivos
que están en la raíz de las discordias de la OPEC, el grupo tiene interés en el petróleo pero
sus miembros individuales desean maximizar su propio beneficio, poniendo así una presión
efectiva a la baja sobre el precio del combustible como ya lo hicieran hace una generación.
Los veredictos de moda recientemente acerca del pico inminente de la extracción de pe-
tróleo se contemplarán mas adelante con detalle y la noción de la inelasticidad de la de-
manda de petróleo fue rechazada a comienzos de los ochenta como una combinación de
recesión económica, esfuerzos de conservación y efectos de las entradas de gas natural que
redujeron la importancia del petróleo y la importancia de la OPEC. En agosto de 1985, con
los precios de 27 $ /barril, Arabia Saudí detuvo la actuación como productor del cambio
y un año más tarde los precios cayeron a 10 $/barril. La Guerra del Golfo solo produjo
una distorsión momentánea y, durante los años noventa la mayor parte de los precios del
petróleo fluctuaron entre una zona monopolista con un techo en 30 $ (1990) y un suelo de
equilibrio competitivo a largo plazo que Adelman fijó en menos de 7 $/barril.
Una vez más la bajada del precio del petróleo se dio por descontada y de nuevo la de-
manda aumentó incluso en aquellas naciones ricas que eran los principales consumidores e
importadores de petróleo. Durante el periodo 1989-1999, el consumo de energía subió casi
un 15% en los Estados Unidos, 17% en Francia, 19% en Australia y a pesar del estancamiento
e incluso con una economía en descenso un 24% en Japón. Esta tendencia estuvo conducida
fundamentalmente por el consumo privado (grandes viviendas, con más electrodomésticos,
coches más grandes y viajes más frecuentes), todo esto empujó al consumo de la energía a
niveles nunca vistos. En 1999 la extracción de petróleo doméstica en los Estados Unidos fue
un 17% más reducida que en la época anterior al mismo tiempo que los SUV (sport utility
vehicle) ganaron más de la mitad del nuevo mercado del automóvil. El rápido ascenso de las
importaciones de petróleo desde China tensionaron el mercado de la exportación. No causa
sorpresa que la participación de la OPEC en la subida del petróleo lanzara a los precios más
de un 40% cuando se encontraba en un 10 $/barril en marzo de 1999 hasta más de 25 $ por
barril en los años finales sobrepasando los 30 $/barril en septiembre del 2000, para caer de
nuevo con el estallido de la burbuja americana impulsando una recesión global que impulsó
el ataque terrorista del 11 de septiembre, entre otros acontecimientos en 2001.
Una cosa permaneció constante con todos estos cambios: la escasa relación del precio mun-
dial del petróleo con los costes reales de extracción. El coste medio de extracción en la mayor
parte de los campos petrolíferos más grandes está bajo en términos absolutos y aun más bajo
en comparación con el coste de otras energías comerciales. Los precios del petróleo no están,
por lo tanto, determinados por los costes de producción sino por una variedad de ofertas y
demandas cuya combinación específica proporciona una salida específica en un momento

66
La energía como parte de un sistema

dado. El coste medio de la extracción en los campos petrolíferos ha disminuido tanto en tér-
minos absolutos, como sobre todo si lo comparamos con el coste de otras energías comercia-
les. Los precios del petróleo no están, por lo tanto, determinados por los costes de producción
sino por una variedad de factores de oferta y demanda cuya combinación específica propor-
ciona un resultado en un momento determinado. Dada la estrecha relación entre costes fijos
y los variables en la producción de petróleo existe una desconexión repetida entre los precios
y la tasa de extracción. La caída de los precios no ha traído una rápida disminución en la ofer-
ta ya que, una vez realizada la inversión, el coste marginal del barril es muy reducido; por el
contrario, la necesidad de nuevas inversiones de capital origina un retraso entre las subidas
de precios y una expansión de la demanda.
Las subidas periódicas de los precios del petróleo en el mundo y los fallos en las entregas
nacionales y regionales de otras formas de energía renuevan las peticiones para un mayor
control de los precios de la energía. La recurrencia de este fenómeno en los Estados Unidos
tuvo lugar en la primavera de 2001 con los precios de la gasolina subiendo a niveles descono-
cidos desde hacía una generación, y como California vivió un shock (en una gran parte auto
provocado) con cortes frecuentes y subidas de los precios eléctricos. En junio de 2001, un poll
encontró que el 56% de los americanos apostaba por poner topes a los precios de la energía y
aparecieron muchos defensores del control de precios argumentando que los mercados de la
energía no son genuinamente competitivos, ya que el choque de intereses lleva al sobreprecio
y que con una adecuada legislación deberían establecerse unos beneficios más razonables.
Los oponentes a los limites en los precios indican que los controles de los precios no harán
sino empeorar la situación desanimando las nuevas inversiones y la conservación. A medida
que los precios de la gasolina bajaron en California los apagones eléctricos se hicieron más
frecuentes, y los controles sobre los precios desaparecieron como tema de conversación, pero
sin duda volverán a surgir en cuanto tenga lugar una nueva subida brusca de precios.
Dadas unas ciertas hipótesis, un excelente argumento puede establecerse para rebajar
aún más los precios de la energía que aquellos que han prevalecido durante la segunda
mitad del siglo XX. Al mismo tiempo debe reconocerse que la mayor parte de los precios
existentes no reflejan totalmente los costes reales de los combustibles fósiles y la electri-
cidad, y que la inclusión de numerosos requisitos medio ambientales, salud, seguridad y
otras externalidades empujarían apreciablemente a unos precios más elevados de los mis-
mos. La búsqueda de unos precios que incluyan estos conceptos no es un fenómeno nuevo
sino que ha sido reforzado por los intentos de valoraciones más responsables con el medio
ambiente y por un aumento del interés en los impuestos por emisión de CO2, diseñados
para limitar las emisiones del mismo a la atmósfera.

2.5 Costes reales de la energía


Las externalidades no contabilizadas o inadecuadamente consideradas incluyen los impac-
tos negativos inmediatos y, a corto plazo, relacionados con el descubrimiento, extracción,
distribución y conversión de los recursos energéticos, así como con los costes relacionados
con el desmantelamiento de la instalaciones, el almacenamiento de los residuos a largo pla-
zo y los efectos de larga duración sobre los ecosistemas y sobre la salud de los seres huma-
nos y seres vivos en general. No existe la menor duda de que los precios actuales de la elec-
tricidad generada a partir de los combustibles fósiles ignoran y como mucho infravaloran,
estas externalidades que abarcan desde impactos locales cuantificables a las consecuencias
globales que no son posibles de cuantificar en moneda de una manera satisfactoria, más los
efectos sobre la salud en la población en general, hasta sustanciales trastornos económicos

67
La energía en cifras

y sociales causados por prolongadas intervenciones militares que carecen de otra justifica-
ción, aunque se disfracen las verdaderas causas.
Como indicaremos, mas adelante la extracción, distribución, conversión de los distintos
tipos de energías genera numerosas externalidades medio ambientales y por ello también
un gran impacto sobre la salud. Solo unos reducidos asuntos han sido internalizados de
forma satisfactoria durante la segunda mitad del siglo XX. Quizá el caso más ampliamente
conocido ha sido el accidente Exxon Valdez, el 24 de marzo de 1989. La empresa gastó
directamente cerca de 2.000 millones de $ (1990) en la limpieza del petróleo derramado
y pagó la mitad de esa cantidad al Estado de Alaska. El coste de recuperar las aguas al
menos superficialmente, acantilados y playas fueron así internalizados en un grado sin
precedentes hasta ese momento en los accidentes ocurridos con anterioridad. Ha habido
algunos otros intentos de internalización. Grandes aumentos en las primas de seguros para
los superpetroleros (más de 200.000 dwt) reflejan los riesgos de los choques accidentales
resultantes de una carga excesiva de combustible y ese ha sido un factor decisivo en la
limitación del crecimiento del tamaño de tales buques.
Las evaluaciones de impacto medio ambiental de los megaproyectos de energía propues-
tos y las protestas sostenidas por los grupos afectados de manera más negativa por tales
desarrollos han retrasado, modificado diseños ya existentes, o incluso cancelado determina-
dos proyectos de construcción. Varios de estos casos incluyen la oposición a grandes presas
que formaban parte de grandes proyectos hidroeléctricos cuya agua embalsada inundaba
las tierras de las poblaciones indígenas o bien obligaba al desplazamiento de grandes masas
de población (la presa del Grande Baleine River y la presa del Sardar Sarovar, por ejemplo).
Pero el más notable progreso sistémico en internalizar las consecuencias medio ambien-
tales y de la salud en cuanto a las actividades relacionadas con la energía ha sido realizada
en la industria del carbón y en la generación de electricidad a partir del carbón. Con el fin
de evitar las muertes por las explosiones en las minas, las normas prescriben ahora niveles
máximos permisibles de polvo y metano y estos niveles de mantenimiento requieren una
ventilación adecuada de pasillos y columnas y la supresión del polvo en el lugar de trabajo
y en los túneles. La efectividad de estas y otras medidas de seguridad es obvia: las muertes
en las minas de carbón en USA son menores del 1% que las existentes en China. Las em-
presas mineras deben también contribuir a liberar fondos y compensaciones para aliviar la
situación de los mineros afectados por enfermedades respiratorias.
Todas las operaciones en las minas deben reducir el drenaje ácido y los residuos de me-
tales pesados y los operarios de las minas de superficie deben intentar restaurar los con-
tornos paisajísticos originales, tanto como sea posible, bien plantando hierba o árboles o
desarrollando nuevas superficies acuáticas. Los costes externos asociados con la minería
del carbón son relativamente pequeños comparados con las medidas que hay que tomar
para limitar el efecto de la combustión sobre la atmósfera. Cada central térmica de carbón
que funciona en los Estados Unidos debe tener precipitadores electrostáticos que capturen
las cenizas volantes que dejan las calderas. Estos dispositivos tienen eficiencias del 99% y
además de la electricidad necesaria para su funcionamiento cuesta más que los costes de
transporte de las cenizas y su enterramiento en vertederos destinados al efecto o bien usa-
dos en la construcción de carreteras.
La instalación de desulfuración de los gases (FGD) comenzó a finales de la década del sesenta
y en 1999 casi el 30% de las centrales térmicas con carbón estaban equipadas con algún tipo de
control de las emisiones de azufre. El coste de las instalaciones FGD depende de su tipo y de
la cantidad de azufre presente en el carbón. Los costes recientes por kW instalado están entre

68
La energía como parte de un sistema

50-400 $, y el coste medio 125 $/kW añade de un 10-15% al coste original aumentando así el
coste de la producción eléctrica en un porcentaje similar: los costes últimos suponen hasta el
8% de la electricidad generada por una planta usada en el proceso de potenciación del FGD y
disposición de los residuos capturados.
La mayor parte de los procesos comerciales comunes usan reacciones con limos para
convertir el gas en sulfato cálcico que debe ser entonces rellenado con tierras. El FGD está
concebido para combatir la lluvia ácida, una degradación compleja que afecta a la biota y
a los ecosistemas completos, daños materiales y salud humana y visibilidad de los límites
(para más detalles, véase el último apartado de este capítulo).
No existe duda alguna de que el uso extendido del FGD, junto con el uso de limpiadores,
han reducido la lluvia ácida sobre el Este de los Estados Unidos.
Tales conclusiones son la norma más que una excepción en los debates acerca de los cos-
tes reales de la energía. Un estudio de la ORNL encontró que los daños reales procedentes
del ciclo completo del carbón es simplemente 0,001 $/kWh, una fracción despreciable del
reciente coste medio de sólo por encima 0,06 $/kWh. Análogamente, los valores de da-
ños generalizados que fueron actualmente adaptados por algunas comisiones de utilidad
pública en los Estados Unidos durante los años noventa no fueron sólo sustancialmente
diferentes, sino que fueron típicamente mucho más elevados que los daños cuyos cálculos
tuvieron en cuenta las características del lugar de referencia y los resultados incorporados
de las funciones de respuesta.
Por ejemplo, varias comisiones de empresas de utilidad de Estados Unidos (en Califor-
nia, Nevada, New York, New Jersey y Massachusetts) usaron tasas entre 884 $ (1990) y
28.524 $ (más de 30 veces) para los daños medio ambientales debidos a las emisiones de
una tonelada de NOx y 832 $ (1990) a 4.226 $ (1990) para una tonelada de SOx. En contraste,
los estudios que modelaron la situación actual y el impacto de los contaminantes en luga-
res específicos mostraron que los daños combinados para todos los procesos de generación
diferentes estaba entre 0,003-0,006 $/kWh, y un orden de magnitud más reducido para la
generación utilizando gas natural. Mientras Hohmeyer calculó que los costes externos de
la producción eléctrica en Alemania serían del mismo orden de magnitud que los de los
costes internalizados. Friedrich juzgó sus metodologías poco adecuadas y las estimaciones
derivadas de ellas demasiado altas.
El más reciente conjunto de estudios detallados de los costes externos de la electricidad
ha resultado un proyecto de 10 años creado por la Comisión Europea. Sus conclusiones
están definitivamente en el lado alto, declaran que el coste de producir electricidad a partir
del carbón o el petróleo se doblaría, y que el coste de la electricidad generada a partir del
gas natural subiría un 30% si los daños al entorno y a la salud (pero no incluyendo los atri-
buibles al calentamiento global) fueran tenidos en cuenta. Como se esperaba la generación
a partir de carbón y lignito se encontró que tenían las externalidades más elevadas (como
media 0,06 $/kWh, con un rango entre 0,02-0,15 $/kWh, o de la generación hidráulica son
más reducidos 0,0003-0,01 $/kWh. Podría añadirse que estas externalidades suponen 1-2%
del PNB de los Estados Unidos.
Aunque la investigación usó la misma metodología en la tasa de daños nacionales por
Tm de contaminante, dominado por los efectos de la salud humana, difieren ampliamente,
reflejando el total de poblaciones afectadas. Por consiguiente, una Tm de SO2 causa en el
peor de los casos, daños valorados en 5.300 € en Irlanda pero casi 15.300 € en Francia. La
diferencia es incluso mayor para las partículas, principalmente debido a las incineradoras
de residuos localizadas, a menudo, cerca de las grandes ciudades donde las emisiones

69
La energía en cifras

pueden afectar a mucha más población: un Tm de partículas emitidas se calculó que podría
producir un daño de 57.000 € en París y sólo 1.300 € en Finlandia.
Pero, incluso con estas aproximaciones realizadas al mismo tiempo, estas poblaciones
pueden acabar con muy diferentes valores debido a que los impactos sobre la salud de la
energía son muy difíciles de monetizar. Los intentos para estimar los costes de la contami-
nación del aire, o el valor de los beneficios de un aire limpio, son quizá los mayores ejem-
plos de estos desafíos. A pesar de décadas de investigación no se han conseguido nuevas
conclusiones que ofrezcan una guía más firme en la evaluación de los efectos a largo plazo
de muchos de los principales contaminantes sobre la salud humana. Numerosos análisis
estadísticos buscan descubrir la relación entre la contaminación del aire y la mortalidad
pero han sido dificultados por diseños dudosos, interferencias inamovibles de variables
numéricas y otras no tanto, y dificultad para separar los efectos de los distintos contami-
nantes (por ejemplo los sulfatos de las partículas materiales, cuando las personas se hallan
expuestas a complejas, y variantes, mezclas de sustancias peligrosas. Las estadísticas de
mortalidad parecen demasiado poco sensibles para estimar los efectos de la contaminación
del aire de bajo nivel con una cierta precisión.
Por consiguiente, las principales diferencias en los costes para la salud de la contamina-
ción (o las ventajas para la salud de su eliminación) son la norma. Un ejemplo excelente de
todo esto lo proporcionaron dos estudios de reducción de la mortalidad y la morbosidad
acrecentando el cumplimiento de las normas para la calidad del aire en la cuenca de Los
Angeles durante la década del ochenta. Un estudio patrocinado por la California Air Re-
sources Board estimó que el beneficio que se obtuvo fue de 2.400-6.400 millones de dólares,
mientras que una evaluación preparada por las autoridades de la Costa Sur ofreció una
estimación más conservadora con un rango entre 5.000-20.000 millones de dólares.
Existen, por supuesto, un gran número de externalidades asociadas con la producción y
la conversión de los combustibles fósiles que no pueden ser internalizadas de una manera
significativa ya que el estado existente de nuestra comprensión hace imposible obtener una
estimación cuantitativa fiable de los impactos a largo plazo. El calentamiento global cau-
sado por las emisiones antropogénicas y el efecto invernadero (una visón más profunda
se dará más adelante), en esta extensión del efecto invernadero está el primer ejemplo de
estas profundas incertidumbres. Dependiendo de la tasa y de la extensión de un eventual
cambio climático global los costes que deberían imputarse al kWh de electricidad generada
quemando combustibles fósiles podría ser un rango menor o más grande que el comenta-
do. Debido a un gran número de otras incertidumbres con respecto a los costes externos de
la electricidad puede argumentarse que la acción política y legislativa no debería esperar
hasta que se disiparan todas las dudas restantes.
Si contabilizamos los gastos militares atribuibles a asegurar el suministro de energía ofrece
un perfecto ejemplo de problemas de escala, tanto espacial como temporal, surgiendo de la
elección de los límites. Una selección inequívoca de un adecuado conjunto analítico puede
resultar imposible incluso cuando el requisito monetario sea de fácil disponibilidad, aunque
eso también puede resultar confuso. Quizá la mejor ilustración de este desafío es intentar
estimar el coste real del petróleo del Golfo Pérsico consumido por los norteamericanos, un
aspecto que resultó obvio con la invasión iraquí de Kuwait y la subsiguiente respuesta nor-
teamericana. Con el fin de mantener un suministro ininterrumpido desde la región petro-
lífera más importante del mundo se desató una intervención militar (Operación Tormenta
del Desierto, agosto 1991- enero 1992) y un posterior bombardeo (Operación Tormenta del
Desierto, enero-marzo 1992).

70
La energía como parte de un sistema

Los costes de este compromiso difieren sustancialmente cuando se expresan como un


requisito de fondos, incremento de gastos y desembolso total. El Departamento de Defensa
de los Estados Unidos estimó que el requisito total de fondos para estas operaciones es de
47.100 millones de dólares, y un coste incremental de 61.100 millones de dólares, aunque
General Accounting Office apuntó que el sistema financiero del DOD no es capaz de deter-
minar estos costes de forma fiable.

2.6 Energía y calidad de vida


Todas las conversiones emprendidas por los seres humanos comparten la misma razón de
ser: son sólo un medio dirigido a una multiplicidad de fines. Todas las medidas utilizadas
con el uso de la energía son eficiencias de conversión, costes de la energía, niveles de uti-
lización per cápita, tasas de crecimiento, elasticidades de consumo, o ratios de salida son
tan solo indicadores de ayuda del rendimiento y la dinámica de los procesos cuyos objeti-
vos no deberían ser simplemente asegurar las necesidades básicas de existencia o bien un
tipo determinado de consumo, sino también enriquecer las vidas intelectuales y hacerlas
más exitosas socialmente y sanitariamente hablando. Dada la fundamental necesidad de
preservar la integridad de la única biosfera que habitamos, todos estos objetivos deben ir
acompañados en la forma y en su desarrollo para que sean menos disruptivos en el mante-
nimiento de unos servicios medio ambientales irreemplazables. Una alta calidad de vida,
física y mental, es el objetivo; y el uso racional de la energía es el medio de conseguirlo.
La evaluación de una calidad de vida nacional media es un concepto multidimensional
que no puede estar ligado a una única variable subrogada. La calidad de vida que abarca
los atributos del estrecho bienestar físico (abarca otras características medio ambientales y
sociales), así como un espectro completo de desarrollo mental y de aspiraciones humanas.
Además, en una primera categoría, está el acceso a una nutrición adecuada y al cuidado de
la salud, así como a la capacidad de hacer frente de forma efectiva a un conjunto de riesgos
naturales y otros generados por el hombre (que van desde la contaminación ambiental
hasta los crímenes violentos): solo una reacción exitosa ante tales asuntos puede asegurar
el discurrir a través de una vida activa. El segundo componente clave del bienestar huma-
no comienza con la oferta universal de una educación básica de buena calidad debiendo
quedar incluido el pleno ejercicio de la libertad personal.
Se escogieron una o dos medidas críticas en cada una de estas categorías y se correla-
cionaron con el consumo medio de energía per cápita en las 57 más populosas naciones.
Estos países, cada uno con más de 15 millones de habitantes, cuentan con casi 90% de la
población mundial. No existe duda acerca de algunas correlaciones significativas entre los
elevados niveles de energía per cápita y la elevada calidad de la vida física caracterizada
por tales variables, pero una mirada más escrutadora trae unas conclusiones sorprenden-
tes revelando también claros niveles de saturación.
La mortalidad infantil y las expectativas de vida son quizá los mejores indicadores de la cali-
dad de vida física. La primera variable es una excelente medida subyacente de la forma en
que se manifiesta en una relación compleja la nutrición, la sanidad y la exposición medio
ambiental sobre el grupo más vulnerable de la población humana. La segunda medida tie-
ne que ver con los efectos a largo plazo de esta variable crítica. A finales de los años noven-
ta la mortalidad infantil más baja estuvo en las partes más afluentes del mundo moderno
en Japón 4 muertes/1000 nacimientos vivos, Europa Occidental, Norteamérica y Oceanía
(5-7) y las tasas más elevadas (por encima de 100, e incluso de 150) estuvieron en los países
africanos, principalmente los subsaharianos, así como Afganistán y Camboya.

71
La energía en cifras

Dejando aparte la anormalmente baja tasa de Sri Lanka, las mortalidades infantiles más
aceptables (inferiores a 30/1000 nacimientos vivos) corresponden a un uso de la energía per
cápita anual de, al menos, 30-40 GJ. Pero las relativamente más bajas tasas de mortalidad
infantiles (inferior 20/1000 nacimientos vivos) prevalecieron sólo en países que consumían
al menos 60 GJ anuales per cápita, y las tasas inferiores a 10 se encontraron en países con
110 GJ anuales per cápita.
Sin embargo, el uso creciente de la energía más allá de este punto no está asociado con
una mayor disminución de la mortalidad infantil, y la correlación del conjunto completo
de datos de 57 paises es -0,67 explicando el 45% de la varianza.

Mortalidad Infantil
Mortalidad infantil

Consumo de energía per cápita (GJ / año )

Figura 7. Comparación de la mortalidad infantil con la media anual


per cápita de energía comercial consumida

Expectativas de vida femenina al nacer


Expectativas de vida femenina

Consumo de energía per cápita (GJ / año)

Figura 8. Comparación de las expectativas de vida femenina con el uso de


la energía media anual comercial per cápita consumida

72
La energía como parte de un sistema

Disponibilidad media de alimentos per cápita

Porcentaje de infra alimentados

Consumo de energía per cápita (GJ / año)

Figura 9. Comparación de la media diaria per cápita de disponibilidad de alimentos,


con el uso de la energía media anual comercial per cápita

Índice de desarrollo humano (HDI)


Índice de desarrollo humano (HDI)

Consumo de energía per cápita ( GJ / año )

Figura 10. Comparación del Indice de Desarrollo Humano (HDI) con la media
anual per cápita de la energía comercial consumida

En cada sociedad las expectativas de vida de las mujeres al nacer son, como media, 3-5
años más que las tasas de hombres. Durante finales de los años noventa, la mínima media
global de las expectativas de esperanza de vida en las mujeres estuvieron por debajo de los
45 años en los países más pobres de África y máxima de más de 80 años en Japón, Canadá y
una docena de naciones europeas. Como en el caso de la mortalidad infantil la correlación
con la media per cápita en el uso de la energía es menor de 0,7 (con signo positivo en este
caso), lo cual significa que la relación explica menos de la mitad de la varianza. De nuevo,

73
La energía en cifras

dejando aparte la anomalía de Sri Lanka, las expectativas de vida de las mujeres por enci-
ma de 70 años son vistas en países consumiendo no más de 45-50 GJ de energía per cápita,
los 75 años son sobrepasados a los 60 GJ, pero las medias por encima de los 80 años no se
encuentran en ninguno de los países que consumen menos de 110 GJ/cápita.
Las comparaciones de la energía media per cápita consumida con disponibilidad de
alimentos no son particularmente útiles. El racionamiento de alimentos efectivos pueden
proporcionar una nutrición adecuada en una nación pobre incluso como una variedad
escasa de productos alimenticios y permanece bastante limitada mientras que los elevados
suministros de alimentos per cápita en los países ricos están claramente mucho más allá
de cualquier necesidad nutricional concebible y las investigaciones de dieta muestran que,
en esos casos, un 40% de todos los alimentos disponibles al nivel de detalle es malgastado.
Esto significa que el significado nacional de la disponibilidad energética de la alimentación
no debería usarse en criterio de “lo más elevado es lo mejor” sino mas bien con indicado-
res de abundancia relativa y variedad de la alimentación, dos consideraciones asociadas
con la noción de buena vida casi en cada cultura. El mínimo de las disponibilidades per
cápita satisfaciendo las condiciones del suministro adecuado (con reservas confortables) y
una buena variedad están en más de 12 MJ/día, las tasas correspondientes, una vez más,
al consumo medio per cápita entre 40-50 GJ de energía primaria por año. No sólo no existe
beneficio en elevar las disponibilidades de los alimentos por encima de 13 MJ/día sino que
tal exceso de alimentos aumenta también fuertemente la probabilidad de sobrealimenta-
ción y la extensión de la obesidad entre la población.
Las estadísticas nacionales sobre educación y literatura pueden hallarse disponibles fá-
cilmente pero su interpretación no es sencilla. Los datos de escolarización en primaria y se-
cundaria nos dicen poco acerca de la capacidad para leer, comprender y calcular; reflejan
principalmente sólo las proporciones de alumnos pero desconociendo su capacidad para
poder continuar los estudios. Las tasa de universitarios y graduados ya refleja la adquisición
de aptitudes intelectuales. Muchos estudios recientes muestran un rendimiento desigual de
los estudiantes norteamericanos; por ejemplo, durante finales de los años noventa hasta casi
el 23% de los seniors de la high school carecen de las habilidades más elementales de lectura.
Tanto las tasas de alfabetización como las tasas de inscripción en estudios primarios,
secundarios y terciarios deben ser vistos únicamente como indicadores cuantitativos de
disponibilidad general de educación y no son verdaderamente reveladoras de las medidas
de calidad. En cualquier caso, los niveles muy ligeros de dicha tasa (y para más del 80%
de la población en la categoría de edad relevante) han sido alcanzados en algunos países
con energía primaria per cápita tan baja como 40-50 GJ/año. A medida que el nivel de for-
mación universitario se vuelve enormemente caro sólo un 20-25% de los jóvenes adultos
reciben educación post secundaria, que ha sido asociada con un consumo energético per
cápita de, al menos, 70 GJ/año.
La UNDP usa cuatro indicadores de calidad de vida (expectativas de vida al nacer, al-
fabetización de los adultos, alistamiento educacional combinado y PNB per cápita) para
construir el índice de desarrollo humano. El índice difiere un poco entre los 20 mejores países
del mundo: en 2001 Noruega se situó la primera de la lista con 0,030, seguido de Australia,
Canadá y Suecia (todas con 0,936) pero el valor de Italia, en el lugar 20, fue 0,909. Los va-
lores más bajos, por debajo de 0,35 son compartidos por siete países subsaharianos, inclu-
yendo la populosa Etiopía y Mozambique. Un valor de 0,75 en la correlación entre el HDI y
el uso de energía media per cápita que es algo más elevada para las variables individuales,
pero aun así, el 45% de la varianza permanece sin explicar. El dibujo de los datos muestra,

74
La energía como parte de un sistema

una vez más, una tendencia no lineal con un alto nivel (por encima de 0,8) alcanzable con
sólo 65 GJ/cápita y con un mínimo, o sin ganancia, por encima de 110 GJ.
La relación más débil entre todas las importantes se encuentra entre el consumo de ener-
gía y la calidad de vida, las disposiciones políticas garantizan las libertades personales.
Resulta duro sorprenderse cuando se recurre a las libertades personales fundamentales e
instituciones de democracia participativa que fueron introducidas y codificadas por nues-
tros antepasados antes de la emergencia de la alta energía, la civilización basada en los
combustibles fósiles cuando la energía primaria media per cápita era una simple fracción
de la existente a finales del siglo XX. La única excepción clave es el sufragio femenino. Aun-
que muchos estados de los Estados Unidos adoptaron ese derecho durante el siglo XIX, en
los Estados Unidos la ley federal no llegó hasta 1920, y con un acto análogo se hizo en el
Parlamento Británico en 1928.
La historia del siglo XX muestra que la supresión o cultivo de estas libertades no fueron
dictadas por el uso de la energía: aunque sí fueron progresando con el uso de la energía
como lo hiciera la India, pobre en energía y fueron retenidas en la URSS de la misma ma-
nera que Corea del Norte escasa también en energía. Aunque está fuera de discusión que
las libertades individuales están fuera del alcance de la mayor parte de las sociedades de
baja energía en África, Asia, y Latinoamérica, una investigación comprensible mundial de
los derechos políticos y las libertades civiles indica que tal relación no resulta inevitable y
que las fuerzas culturales e históricas han sido mucho más determinantes.
Por consiguiente, correlacionando la evaluación comparativa anual del estado de los de-
rechos políticos y las libertades civiles que se publica anualmente en la Freedom House con
la energía per cápita media consumida sólo guarda una débil relación. Las clasificaciones
de los países libres (los rating del Freedom House están entre 1,0-2,5) y contienen no sólo
a todas las democracias de elevada energía sino también las de media y baja en Suráfrica,
Tailandia, Filipinas e India. Por el contario, los países con bajas tasas de libertad (6,5-7,0)
incluyen no sólo a los pobres en energía, como Afganistán, Vietnam y Sudán, sino también
a los ricos en petróleo, como Libia y Arabia Saudí. El coeficiente de correlación para las 57
naciones más pobladas del mundo es sólo -0,51, explicando solo 27% de la varianza. La
libertad personal es compatible con las sociedades que usan apenas 20 GJ de energía anual
per cápita (gana India) y las populosas naciones con un ranking de libertades más elevado
(1-1,5), usando la cantidad más baja de combustibles comerciales y electricidad (menor de
75 GJ) Chile y Argentina.
Estas correlaciones permiten obtener algunas fascinantes conclusiones. Una sociedad
comprometida con la igualdad y que desee canalizar sus recursos en la provisión de las
dietas adecuadas, disponibilidad de una buena atención sanitaria, y accesibilidad a la es-
cuela básica podría asegurar un bienestar físico decente, elevadas expectativas de vida, una
nutrición variada y suficientemente buenas oportunidades educativas con un uso per cápi-
ta anual de energía de 40-50 GJ de energía primaria. Un mejor rendimiento empujaría a la
mortalidad infantil por debajo de 20, subiendo las expectativas de vida en las mujeres por
encima de 75; elevar el HDI por encima de 0,8 parece requerir al menos 60-65 GJ de energía
per cápita, mientras que actualmente la mejor tasa global (mortalidad infantil por debajo
de 10, expectativas de vida en las mujeres por encima de 80, HDI por encima de 0,9) parece
exigir al menos 110 GJ/cápita. Todas las variables sobre calidad de vida se relacionan con
la energía media per cápita usando una forma no lineal, con claras inflexiones entre 40-70
GJ/cápita. Buscando unas libertades políticas, las naciones tienen poco que hacer con cual-
quier aumento de la energía por encima del mínimo existencial.

75
La energía en cifras

El consumo de energía per cápita anual, entre 50-70 GJ parece ser el mínimo para cual-
quier sociedad donde exista una satisfacción general de las necesidades físicas esenciales y
necesita combinarse con una amplia difusión de las oportunidades para conseguir el avance
intelectual y el respeto a los derechos individuales básicos. Esto explica algunas fascinantes
implicaciones de algunas oportunidades notables asociadas con su posible alcance como se
mostrará más adelante. Pero antes de terminar esta breve exploración de relaciones entre la
energía y la calidad de vida, debe notarse la notable ausencia de correlación entre el bienestar
económico medio y el uso de la energía y los sentimientos de seguridad personal y económi-
ca, optimismo acerca del futuro y satisfacción general con la vida de los demás.
En 1999 la energía per cápita media anual en Alemania (175 GJ) fue sólo la mitad, y en
Tailandia (40 GJ) simplemente un octavo, de la tasa de los Estados Unidos (340 GJ), y el
americano con el PPP-ajustado PNB estaba un 34% por encima de la media alemana y 5,2
veces la de Thai. Pero la encuesta Gallup en 1995 encontró que el 74% de los alemanes y
Thais estan satisfechos con su vida personal comparados con el 72% de los americanos.
Tales hallazgos no deberían sorprendernos ya que una evaluación personal de la calidad
de vida implica fuertes emociones individuales y percepciones que pueden estar muy poco
relacionadas con las realidades medidas de forma objetiva. De hecho, muchos estudios han
mostrado una escasa conexión entre las evaluaciones subjetivas de la calidad de vida y la
satisfacción personal por un lado y los indicadores socioeconómicos objetivos por otro. La
investigación para una energía más equilibrada no tiene justificación en las evaluaciones
de objetivos a revisar en esta sección, o en autoevaluaciones subjetivas.

2.7 Energía y medio ambiente


Las consecuencias medio ambientales de producir, transportar, procesar y quemar el car-
bón y los hidrocarburos y generar electricidad nuclear e hidro electricidad arrastra un
enorme rango de elementos indeseables. Los enormes fallos en los sistemas de energía
tales como el de Chernobyl, en 1986, o el vertido de crudo en el mar en el caso el Exxon
Valdez, en 1989, captan periódicamente la atención pública con imágenes de unos daños
estremecedores. Pero los efectos de los cambios acumulados y graduales incluyendo la
acidificación y eutrofización de los ecosistemas son factores causantes de entradas invisi-
bles de compuestos reactivos, y son, de hecho, mucho más preocupantes, estando además
mucho más extendidos y siendo más persistentes.
La necesidad de compromisos a largo plazo, están para una deposición segura de los
residuos radioactivos o unas reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero, son
un desafío mucho más importante que hacer frente a accidentes espectaculares, una vez
que estos se han producido.
La energía química de los combustibles fósiles se libera durante la combustión de ahí
que sea inevitable que la civilización del combustible fósil tenga un fuerte impacto en la
atmósfera. La combustión de los combustibles fósiles ha aumentado sustancialmente los
problemas de las partículas materiales (PM) y ha multiplicado el flujo atmosférico global
del azufre de óxidos de azufre y de nitrógeno (liberados principalmente como SO2, NO y
NO2), hidrocarburos, monóxido de carbono (CO). Estos compuestos fueron previamente
liberados sólo mediante el quemado de la biomasa o por el propio metabolismo de bacte-
rias, animales o plantas.
Las partículas materiales incluyen todos los aerosoles sólidos o líquidos con diámetro me-
nor que 500 μm. Grandes partículas visibles, cenizas volantes, partículas metálicas, polvo y

76
La energía como parte de un sistema

partículas de carbón impregnadas con alquitrán que, usadas para ser liberadas del carbón no
controlado y de la combustión del combustible en las estufas y en las calderas industriales
y en centrales térmicas, se fijan rápidamente al cierre y en su fuente de origen y raramente
llegan a ser inhaladas. Las partículas muy pequeñas (diámetros inferiores a 10 μm) pueden
ser fácilmente inhaladas y los aerosoles con diámetros de 2,5 μm y más pequeñas pueden
alcanzar los alveólos pulmonares, la fina estructura de los pulmones y contribuir a extender
los problemas respiratorios crónicos. Las pequeñas PM pueden persistir durante semanas y
desde ahí ser transportadas más lejos e incluso entre continentes. Por ejemplo, sólo 7-10 días
después de que las tropas iraquíes prendieran fuego a los pozos petrolíferos de Kuwait, a
finales de febrero de 1991, las partículas de hollín procedentes de estas fuentes fueron iden-
tificadas en Hawai, y en los meses siguientes la radiación solar recibida en la Tierra se redujo
en un área que se extendía desde Libia a Paquistán y desde Yemen a Kazajstan.
SO2 es un gas incoloro que carece de olor a bajas concentraciones mientras que a niveles
levados tienen un olor irritante. La oxidación del azufre presente en los combustibles fósi-
les (típicamente 1-2% en masa en carbones y en crudo de petróleo) es su fuente principal
(fundición de metales de color, refino de petróleo, y la síntesis química son otros de los
principales emisores). Las emisiones de gas en los Estados Unidos subió fuertemente a co-
mienzos de los años setenta a casi 30 Mt/año, y se ha reducido a menos de 20 Mt/año a me-
diados de los años noventa. Las emisiones globales de SO2 subieron desde 20 Mt a comien-
zos del siglo XX a más de 100 Mt a finales de los años setenta; los controles subsiguientes en
el Oeste de Europa y Norteamérica y con el colapso de las economías comunistas cortaron
el flujo global en casi un tercio pero las emisiones asiáticas han continuado aumentando.
Los óxidos de nitrógeno son liberados durante una combustión a elevada temperatura
que rompe la molécula de N2 combinando el N con el oxígeno de la atmósfera. Las cen-
trales térmicas eléctricas son sus fuentes estacionarias de mayor tamaño siendo los auto-
móviles y los aviones los principales emisores móviles. Las emisiones de hidrocarburos
antropogénicas resultan de la combustión incompleta de estos combustibles, así como de la
evaporación de combustibles y disolventes, incineración de residuos y desgaste de neumá-
tico de automóviles. El procesado, distribución, marketing y combustión de los productos
de petróleo son con mucho la fuente mas grande de hidrocarburos volátiles en todas las re-
giones densamente pobladas. A pesar de un control agresivo de estas emisiones en los Es-
tados Unidos del NOx realmente han aumentado un 1% entre 1980-1999, permaneciendo
algo por encima de 20 Mt/año, pero durante el mismo tiempo las concentraciones medias
en las áreas pobladas bajaron al 25%.
El CO incoloro e inodoro es el producto de una combustión incompleta de los combusti-
bles carbonados: automóviles u otros pequeños motores de combustión interna (instalados
en botes, sierras mecánicas, motos etc. y fuegos abiertos (quemado de rastrojos y residuos
de maíz después de la cosecha) son sus fuentes principales. Fundiciones, refinerías, moli-
nos de pulpa y fuegos latentes. Los controles de emisiones (usando convertidores catalíti-
cos) que comienzan en todos los vehículos de Estados Unidos en 1970 han sido capaces de
frenar los efectos de una rápida expansión de los coches en propiedad y de un uso elevado
de los vehículos: la EPA estima que a finales de los años noventa las emisiones de CO caye-
ron casi un 25% comparado al pico alcanzado en 1970.
Los efectos de estas emisiones difieren enormemente tanto en términos de su impacto
espacial y duración como en su impacto sobre la salud humana, ecosistemas y materiales.
La polución del aire procedentes de la combustión del carbón y de los hidrocarburos fue
la degradación medio ambiental mas extendida a lo largo del siglo XX. La combinación de
emisiones incontroladas de PM y SO2 crearon la clásica neblina (smog; tipo londinense), la

77
La energía en cifras

cual fue común en Europa y Norteamérica hasta los años sesenta. Su existencia reducía
enormemente la visibilidad, y generó una alta frecuencia de las dolencias respiratorias y
durante los periodos más severos un fuerte aumento de la mortalidad infantil y de las ma-
yores con enfermedades pulmonares crónicas y enfermedades cardiovasculares.
Las leyes para limitar la contaminación del medio ambiente fueron reemplazando gra-
dualmente el carbón por los hidrocarburos y extendiendo el uso de los precipitadores elec-
trostáticos (que pueden llegar a eliminar más del 99% de las PM), todo esto que comenzó
en la década del cincuenta se combinó para eliminar prácticamente el humo negro visible
de las ciudades occidentales y de las regiones industriales. Por ejemplo, en 1940, la com-
bustión y los procesos industriales en los Estados Unidos liberaron casi 15 Mt de partículas
más pequeñas de 10 μm pero el total fue sólo de 3 Mt a finales de los años noventa.

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Figura 11. Emisiones globales de azufre y nitrógeno

La evidencia epidemiológica acopiada desde finales de los ochenta indica que la morta-
lidad y morbidez humana ha estado asociada con determinados niveles significativamente
inferiores a los considerados como dañinos para la salud. El efecto ha sido atribuido a las
partículas más pequeñas de 2,5 μm que son liberadas por los vehículos motorizados, pro-
cesos industriales y estufas de madera. Por esta razón, en 1997, la EPA introdujo nuevas
regulaciones para reducir las concentraciones de tales partículas. Una vez implantadas,
esta nueva regla puede evitar unas 20.000 muertes prematuras al año y reducir los casos
de asma en 250.000 pero estas afirmaciones han sido contestadas y las medidas de control
apropiadas son revisadas gradualmente.
El SOx y el NOx antropogénicos son eventualmente oxidados (en cuestión de minutos o
días) generando aniones de sulfatos y nitratos y cationes de hidrógeno lo que produce una
precipitación cuya acidez está mucho más baja que el pH de la lluvia (5,6) acidificado sólo
por derivados del ácido carbónico desde unas trazas de CO2 (hasta unas 370 ppm) cons-
tantemente presentes en la atmósfera. A finales de la década del sesenta fue notado que
el fenómeno cubría grandes áreas, hasta 1.000 km, arrastradas por el viento desde fuentes
estacionarias en el Oeste y en la Europa Central, así como en el Este de Norteamérica. Des-
pués de 1980 un aumento de la deposición ácida se hizo evidente en grandes áreas del sur
de China.

78
La energía como parte de un sistema

Oxidación fotoquímica y Disociación de


en fase húmeda ácidos fuertes
SO4H2 NO3H 2 H + SO42- H+ + NO3-
Emisiones gaseosas de

SO2 NO NO2

Deposición Deposición
seca seca y húmeda

SO2 NO NO2 iones SO42- H+ NO3-

Efecto de las emisiones de azufre y nitrógeno


© Gregorio Gil génesis de la deposición ácida seca y húmeda por efecto de las emisiones de óxidos de azufre y nitrógeno
generados por la combustón de combustibles fósiles.

Figura 12. Efectos de las emisiones de azufre y nitrógeno, ciclo general

Sus efectos incluyen una pérdida de biodiversidad en lagos acidificados y en corrientes


(incluyendo la desaparición de los peces y anfibios más sensibles); los cambios en la quí-
mica del suelo (sobre todo la lixiviación de los elementos alcalinos y la movilización del
aluminio y los metales pesados); y efectos acusados y crónicos sobre el crecimiento de los
bosques, en particular las coníferas. La precipitación ácida aumenta también las tasas de
corrosión en los metales, destroza a las pinturas y los plásticos, desgasta las superficies
pétreas. Algunas consecuencias ecosistémicas de la deposición ácida son de corto plazo y
fácilmente reversibles, otras pueden perseverar durante décadas incluso después de que
tales emisiones fueran fuertemente reducidas o casi eliminadas.
Como ya se ha indicado, las fuentes de grandes instalaciones estacionarias comercia-
les FGD, se introdujeron en la primera época a comienzos de los años setenta, rebajaron
fuertemente las emisiones de SO2 en los Estados Unidos, Japón y ciertas partes de Europa.
Junto con el cambio a combustibles menos sulfurosos estas mejoras se detuvieron o incluso
cambiaron de sentido, procesos de décadas de acidificación medio ambiental cuyo impacto
ha sido particularmente severo con los sensibles ecosistemas acuáticos. Pero en China, aho-
ra el mayor emisor mundial de SO2, el área de precipitación ácida está aún expandiéndose
en la parte sur del país.
Se ha conseguido un progreso en controlar a los precursores fotoquímicos del smog, una
mezcla de contaminantes del aire generados en presencia de la luz del sol por reacciones
atmosféricas complejas de NOx, CO y compuestos orgánicos volátiles. Estas reacciones
producen ozono, causante de una oxidación agresiva con una alta incidencia en las enfer-
medades respiratorias, tanto en personas como en animales, que produce una disminución
en las cosechas y daños en los bosques y otros materiales.
Las fuentes estacionarias de NOx han sido difíciles de controlar pero desde los años seten-
ta las emisiones de los automóviles de los tres precursores del smog han sido fuertemente

79
La energía en cifras

reducidas por una combinación de un rediseño de los motores de combustión interna y por
instalaciones obligatorias de convertidores catalíticos de tres vías que eliminaban una eleva-
da proporción de CO, NOx, e hidrocarburos. Como resultado, para el año 2000 las emisiones
medias de automóviles en los Estados Unidos (medidos en g/km) se cortaron en un 97% para
los hidrocarburos, 96% para el CO y el 90% para el NOx si los comparamos con los niveles de
finales de los años sesenta. Pocos esfuerzos para el control de la contaminación pueden mos-
trar unas conquistas semejantes, y los nuevos vehículos de baja emisión reducirán el resto de
los hidrocarburos en un 75% adicional dejando en la mitad la tasa actual de NOx.
Sólo a medida que vamos consiguiendo estos éxitos y reduciendo los niveles de los prin-
cipales contaminantes llegamos a apreciar que la puerta de entrada de la contaminación
plantea, a menudo, riesgos más elevados para la salud que para el medio ambiente. Los
elevados niveles de finas PM y los carcinógenos son especialmente comunes en áreas rura-
les de los países pobres donde las combustiones ineficientes de la biomasa en salas pobre-
mente ventiladas genera, por lo general, enfermedades respiratorias crónicas.
Por ejemplo, en China la mortalidad rural debida a enfermedades obstructivas crónicas
es casi el doble que en las ciudades. El aire ambiente rural es más limpio pero sus habitan-
tes usan de modo inadecuado los sistemas de ventilación y, a menudo, están expuestos a
niveles mucho más elevados de contaminación del aire interior. El efecto sobre los niños
de 5 años es especialmente severo: en los países pobres 2-4 millones de ellos mueren cada
año fruto de agudas infecciones respiratorias que se ven fuertemente agravadas por los
contaminantes interiores.
Dos tipos de aspectos globales hicieron que los combustibles fósiles emergieran durante
las últimas dos décadas del siglo XX: el cambio climático global y la interferencia en el
ciclo del nitrógeno. Durante la década del ochenta, después de un siglo de estudios del
calentamiento antropogénico global, llegó a quedar patente que las emisiones de los gases
de efecto invernadero, dominado en ese momento por el CO2, había llegado a ser un factor
decisivo en el cambio climático global. Las consecuencias básicas del proceso fueron bos-
quejadas por Arrhenius justo antes de que acabara el siglo XIX: un aumento geométrico del
CO2 produjo una casi aritmética subida de la temperatura de la superficie; el calentamiento
mínimo cerca del ecuador, máximo en las regiones polares; y un menor calentamiento en
el hemisferio sur.
Cuando comenzaron las primeras mediciones sistemáticas observaron el ascenso de las
concentraciones de CO2, en 1958 en los dos observatorios americanos creados al efecto,
Mauna Loa en Hawai y en el Polo Sur, las concentraciones de CO2 fueron de unos 320 ppm
pero la media para el año 2000 en Mauna Loa sólo estaba una fracción por debajo de los 370
ppm. Las capacidades expansivas del ordenador hacen posible construir los primeros mo-
delos tridimensionales de la circulación climática global durante finales de los años sesenta
y sus versiones de mejora han sido usadas para prever cambios a partir de niveles distintos
futuros de CO2, durante los estudios de cambio climático global de los años ochenta, este
llega a ser interdisciplinar y su extensión incluye un retraso en el reconocimiento de la
importancia de otros gases de invernadero (CH4, N2O, CFC), e intentos de cuantificar los
flujos hidrosféricos y biosféricos y los depósitos de dióxido de carbono.
Las emisiones anuales de CO2 desde la combustión de los combustibles fósiles han sobre-
pasado 6 Gt C desde 1989, con alrededor del 6,7 Gt C emitidos en el año 2000. Esta es una
pequeña fracción del intercambio atmósfera-biosfera de unos 100 Gt C que son revisadas
desde la atmósfera cada año por la fotosíntesis terrestre y marina y la respiración de las
plantas que devuelve casi todo este dióxido de carbono a la atmósfera, dejando detrás sólo

80
La energía como parte de un sistema

1-2 Gt/año en un almacenamiento en la biomasa lentamente creciente en los bosques. Pero


casi la mitad de todo el dióxido de carbono liberado cada año procedente de los combus-
tibles fósiles permanece en la atmósfera y como la principal banda de absorción del CO2
coincide con el pico de emisión térmica de la Tierra más del 30% del aumento del gas en
150 años ya ha aumentado la energía radiada por la atmósfera a 1,5 W/m2.
Además, el efecto de calentamiento de otros gases de invernadero son casi iguales al
efecto del CO2, forzando el efecto antropogénico total a 2,8 W/m2 a finales de los años no-
venta. Esto es equivalente a poco más que 1% de la radiación solar que alcanza la superficie
de la Tierra, y un gradual aumento de este efecto doblaría los niveles de gases de inverna-
dero (que fueron de cerca de 280 ppm en 1850) y de acuerdo con este último informe de
consenso, sube la media de las temperaturas troposféricas entre 1,4-5,8 °C por encima de
la media. Los puntos clave de este amplio consenso científico sobre todos estos asuntos se
resumen en una serie de informes del IPCC.

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Figura 13. Emisiones de S y N

Aunque los niveles más elevados de CO2 podrían tener algunas consecuencias beneficio-
sos para la biosfera, tanto el público como la atención investigadora se han concentrado
sobre lo posible y, a menudo, tienen impactos negativos muy grandes. Esto subiría por
encima de todo el ciclo de agua global y los tres tipos de aumento durante los inviernos en
las latitudes del Norte: calentamiento de la superficie superior, mayor calentamiento de la
superficie de la tierra que la del mar, y aumento de la precipitaciones y de la humedad del
suelo. Más modestos resultan los resultados prácticos en unas emisiones moderadamen-
te activas de efecto invernadero. Aunque es cierto que el suministro de energía primaria
mundial, al final del siglo XX, contenía alrededor de un 25% menos de dióxido de carbono
que en sus comienzos, disminuyendo alrededor de 24 tC/TJ en 1900 hasta cerca de 18 tC/TJ,
esta descarbonización ha sido una consecuencia de una gradual sustitución a largo plazo
del carbón por hidrocarburos y electricidad primaria más que las acciones concertadas a
evitar el cambio global.
Las preocupaciones acerca de un rápido calentamiento global se han extendido sin límite
en torno a los estudios científicos, las negociaciones declaran acuerdos globales para mo-
derar las emisiones de los gases de invernadero, pero sin traducirse en acciones efectivas.
Incluso las reducciones más débiles de los gases de invernadero pueden ser conseguidas
con un coste económico mínimo.

81
La energía en cifras

Figura 14. Radiación forzada media en la atmósfera terrestre IPCC (2001)

Durante la segunda mitad del siglo XX la civilización de altas energías también comenzó
interfiriendo en un grado sin precedentes en el ciclo global del nitrógeno. Las aplicaciones
de los fertilizantes nitrogenados sintéticos y las emisiones de NOx procedentes de la com-
bustión de los combustibles fósiles son dos de las principales fuentes del enriquecimiento
antropogénico de la biosfera con lo que con lo que es una limitación clave del crecimiento de
los macronutrientes. El flujo antropogénico del nitrógeno rivaliza ahora con la fijación natu-
ral de los nutrientes terrestres. El nitrógeno procedente de la combustión es el más pequeño
de los tres flujos principales: cerca del 85 Mt N proceden de los fertilizantes nitrogenados,
entre 30-40 Mt N anuales se originan en las plantaciones de leguminosas especies simbióticas
con bacterias fijadoras de nitrógeno, y cerca de 25 Mt de N proviene de la combustión de los
combustibles fósiles. Pero los compuestos de nitrógeno reactivo producidos por las reaccio-
nes atmosféricas pueden ser transportados a una distancia considerable, contribuyendo a la
deposición ácida o a un excesivo enriquecimiento de nitrógeno de los ecosistemas sensibles.
Evidentemente, este problema requerirá también una gestión mucho más efectiva.
Un amplio conjunto de otros impactos medio ambientales surgen de la extracción, trans-
porte y conversión de los combustibles fósiles y de la generación de electricidad primaria que
tendrá muchas consecuencias locales. Entre las más importantes estarán los cambios visuales
causados por la destrucción a gran escala de las plantas que cubrían y remodelaban el paisaje
que acompaña a la extracción del carbón en superficie, particularmente en áreas montañosas
como las zona de los Apalaches y los vertidos accidentales de los grandes petroleros. Estos
escapes o derrames son particularmente dañinos con la vida salvaje y el potencial de la zona
como lugar de recreo afectando a grandes áreas de playas y acantilados.
Más invisibles pero no por ello menos perjudiciales son las alteraciones por una excesiva
salinización de los depósitos que disponen de agua potable para la generación de electrici-
dad, pudiéndose liberar niveles de radioactividad excesivos procedentes de la Central Nu-
clear en sus distintas variantes. Las presas son sorprendentemente grandes fuentes de gases
de invernadero y las preocupaciones acerca de la contaminación radioactiva no acaban con

82
La energía como parte de un sistema

el desmantelamiento de la Central Nuclear sino que sus residuos deben seguir controlados
durante unos 100-1000 años. Estos y otros aspectos medio ambientales conducen a la explota-
ción de las energías renovables, mientras se evalúa el futuro de estas técnicas de conversión.

2.8 Energía y guerra


Existe una relación entre la energía y la existencia de las guerras modernas. Las guerras
fueron acontecimientos clave que conformaron el siglo XX. Nuevas armas producidas y
energizadas con un abundante combustible fósil barato y la electricidad transformaron el
siglo XX y la guerra en especial haciéndola extraordinariamente rápida y destructiva con
terribles consecuencias, tanto para los militares, como para los civiles. Este nuevo poder
destructivo puso en su lugar los descubrimientos de una nueva clase de sustancias quími-
cas preparadas por nitruración de compuestos orgánicos tales como: celulosa, glicerina,
fenol, y tolueno durante la segunda final del siglo XIX. Al igual que la pólvora estos com-
puestos, incluyendo la dinamita de Alfred Nobel y la balistita y la ciclonita de Hand Hen-
ning, el más poderoso explosivo de la era prenuclear, se basaba en la auto oxidación, pero
produjeron una explosión mucho más poderosa capaz de crear ondas de choque.
La disponibilidad de estos explosivos de alta energía ha hecho posible la creación de nuevas
máquinas cuyo diseño y producción había demandado invariablemente mucho más energía
embebida. Estos avances mortíferos pueden verse como una clase de armas aplicables a tie-
rra, mar y aire, comparar los fusiles con las máquinas de repetición, de la brigada ligera que
usaba caballos a las modernas divisiones autotransportadas, y los submarinos nucleares, los
barcos portaaviones que alojan aviones en su cubierta, con aviones que inicialmente eran de
madera, lonas y alambres de la Primera Guerra Mundial a los modernos cazas con aleaciones
especiales de Ti y Ni de la última década. Estos ejemplos ya nos muestran la escalada de cos-
tes: en los materiales necesarios para conseguir aviones competitivos (madera, lona, hierro
y acero) no exigen más de 5-25 MJ/kg para producirlos, sin embargo, las modernas máqui-
nas que hemos citado exigen más de 200 MJ/kg para materiales compuestos en especial las
aleaciones especiales. Los explosivos de alta energía proporcionan medios más efectivos que
elevan la factura de la batalla un orden de magnitud. Las antiguas pero cercanas batallas
como: la Guerra de Crimea 1853-1856 y la Franco Prusiana 1870-1871 produjeron unas bajas
inferiores a 200 muertes/1.000 combatientes al inicio del conflicto. Esto se sobrepasó en la
Primera Guerra Mundial con 1.500 y 2.000 en la Segunda Guerra Mundial llegando en el caso
de Rusia a los 4000. Alemania perdió cerca de 27.000 combatientes por millón de personas
durante la Primera GM y más de 44.000 en la Segunda GM. Las muertes de civiles fueron
creciendo suponiendo el 70% del total de muertos durante la Segunda GM.
El bombardeo convencional de grandes ciudades produjo unas enormes pérdidas dentro
de la población civil en tan solo unos pocos días e incluso horas. Las muertes alemanas su-
maron casi 600.000 y cerca de 100.000 murieron durante los raids nocturnos de los bombar-
deros B-29 sobre las cuatro principales ciudades de Japón entre el 10-20 de marzo de 1945.
Estos resultados se debieron al uso masivo de bombas incendiarias más que de explosivos
fuera de lo común. Como contraste las dos bombas nucleares que mataron 100.000 perso-
nas, en agosto de 1945, liberaron una energía de 52,5 y 92,4 TJ, que no son sino juguetes
comparadas con las armas colocadas en un solo submarino nuclear equipado con misiles
balísticos intercontinentales, cuya explosión liberaría hasta 800 veces más energía que la
bomba de Hiroshima. Al final de la Guerra Fría la potencia explosiva de USA y URSS era
equivalente a 800.000 bombas como la de Hiroshima.

83
La energía en cifras

Otras claras propiedades de las guerras modernas están estrechamente relacionadas con
un elevado consumo de energía debido al grado de movilización económica requerida
para conducir los principales conflictos armados. Esta tendencia comenzó durante la Pri-
mera Guerra Mundial y está estrechamente relacionada con el nacimiento de la fabricación
aeronáutica. En agosto de 1914, Reino Unido fabricó 154 aeroplanos y cuatro años más tar-
de la industria aérea de ese país empleaba a 350.000 personas en un solo año. Análogamen-
te, los fabricantes norteamericanos entregaron 514 aviones a sus fuerzas aéreas durante el
último cuatrimestre de 1940 y antes de la guerra ya producían más de 250.000 aeroplanos.
Al mismo tiempo la relación entre el uso de la energía y el éxito en la guerra es muy
similar al previamente considerado con la calidad de vida y está lejos de tratarse como un
simple caso de correlación positiva.
No existen dudas sobre la excesiva acumulación de armas nucleares, han supuesto un
coste energético sobre el consumo de energía de dichas superpotencias (podemos estimar-
las como de un 5% de toda la energía utilizada por USA y URSS durante los años 1950-
1990) y esta ha sido la razón principal de que no hubiera una guerra real. Pero, aunque una
rápida movilización de la energía americana fue claramente instrumental para conseguir
superar a Japón y Alemania, el gasto de explosivos y armas más sofisticadas en Vietnam
no llevó a Estados Unidos a la victoria, y los ataques del 11 de septiembre de 2001 ilustran
los peligros y penalidades de los ataques llamados asimétricos: una operación coordinada
lanzada con un coste energético mínimo produjo unas repercusiones globales que necesita-
ron el despliegue de un considerable numero de fuerzas militares, arrastrando unos daños
económicos de 2 billones de dólares.
Finalmente, añadiremos unos párrafos sobre recursos energéticos como causa de una
guerra. Los historiadores del siglo XX apuntan que Japón buscaba un suministro de petró-
leo como una razón explícita para el ataque por sorpresa de Pearl Harbor, en diciembre de
1941. De hecho, durante el verano y finales de 1941, se repitieron los avisos por parte de los
líderes japoneses de que la marina se estaba quedando sin petróleo y que, por tanto, debían
adoptar una decisión de forma urgente. Pero una lectura más precisa de los acontecimien-
tos, sin negar un nivel de suministros decrecientes de petróleo en el Japón (seguido de un
embargo de las importaciones procedentes de los Estados Unidos) lo que jugó un papel en
el lanzamiento del ataque a Pearl Harbor, no debe olvidar tampoco una larga historia de
militarismo expansivo de Japón (claramente demostrado con la conquista de Manchuria y,
en 1937, con el ataque a China) así como una naturaleza auto infligida de la confrontación
con Estados Unidos. No existen desacuerdos en concluir que ni la agresión de Hitler contra
Polonia ni las decisiones de las principales potencias europeas durante la Primera Guerra
Mundial podrían ser descritas como una simple búsqueda de recursos.
Las intervenciones militares posteriores a la Segunda Guerra Mundial directas o indirectas,
y las ventas de armas proporcionadas a los países amigos incluyen un número de implicacio-
nes donde el petróleo de una nación ha jugado un papel clave cuando no dominante.
Estas acciones comenzaron con el intento de la URSS de tomar el norte de Irán en 1945-
1946 y las ayudas continuas durante décadas de ventas de armas a países como: Egipto,
Siria e Irak y por otro lado con los envíos de armas norteamericanas a Irán, Arabia Saudí y
Estados del Golfo.
Durante los años ochenta se incluyó un fuerte soporte a Irak en su larga guerra con Irán
(1980-1988), culminando con la operación Tormenta del Desierto de 1990-1991, cuyo coste
ya se ha comentado.

84
La energía como parte de un sistema

Invadiendo Kuwait, Irak no sólo doblaba sus reservas de crudo bajo control, subiendo
hasta un 20% del total global, sino que también atacaba directamente el contorno de los
campos saudíes, incluido el de al-Ghawar, la mayor reserva mundial de combustible lí-
quido y, de hecho, la supervivencia de la monarquía saudí que posee la cuarta parte de las
reservas petrolíferas mundiales.
La evaluación crítica de los conflictos modernos otorga un claro soporte a las conclusio-
nes de Lesser de que los objetivos relacionados con los recursos han sido generalmente
determinados por unas más amplias declaraciones estratégicas y no al revés.
Esta relación entre energía y guerra podría verse afectada por una combinación de dis-
ponibilidad declinante del petróleo convencional más barato en países no pertenecientes a
Oriente Medio y los avances del fundamentalismo y el comportamiento agresivo del isla-
mismo anti-occidental. Escenarios plausibles muestran un amplio rango de posibilidades
intranquilizadoras, desde una transición hacia regímenes más abiertos y cuasi-democráti-
cos a través de regiones que están dominadas por autocracias: dinásticas (Arabia Saudí),
religiosas (Irán), o militares (Irak).

85
El futuro de los combustibles fósiles

Capítulo 3
El futuro de los combustibles fósiles

3.1 Introducción
Evaluar el futuro de los combustibles fósiles significa mucho más que contemplar sus re-
servas y sus recursos. Pero inevitablemente los términos serán repetidos a lo largo de este
capítulo. Geológicamente hablando, los dos nuevos nombres son sinónimos y los recursos
no son usados para describir, representan la totalidad de un mineral bajo la corteza terres-
tre. Las reservas son aquella parte bien explotada durante los recursos totales que pueden
ser extraídos utilizando las técnicas disponibles a un coste aceptable; los avances en la
exploración y la extracción constante a los minerales desde las más amplia, pobremente
conocidas y a menudo solo consideradas simplemente como reservas.
Los recursos de un mineral determinado se encuentran de forma natural en un determi-
nado lugar, las reservas del mismo llegan a estar disponibles a través de acciones humanas.
La presentación gráfica de los dos conceptos muestra también las subcategorías utilizadas
comúnmente (Figura 1).

Sistema de clasificación de recursos de McKelvey


Recuperable

RESERVAS
Viabilidad de recuperación económica

Paramarginal

RECURSOS
Submarginal

Probadas Probables Posibles No descubiertos

Grado de certidumbre

Figura 1. Representación gráfica del sistema normatizado norteamericano (Sistema McKelvey)

87
La energía en cifras

El agotamiento de los recursos no es tanto un asunto de agotamiento físico real, sino más
bien la aparición de unos costes inaceptables, una ulterior designación puede ahora significar
no sólo en un sentido económico (demasiado caro para ser recuperado o para ser entrega-
do en un mercado distante) sino en un sentido social (cuando su recuperación necesitara el
desplazamiento de un gran número de personas u ocasionar fuertes problemas en la salud).
Como demostraremos más adelante una naturaleza altamente dinámica del proceso de
explotación significa que, aunque la civilización de los combustibles fósiles que se halla
energetizada por la recuperación es finita, los recursos no renovables es dudoso que ofrez-
can una fecha fija del fin de esta dependencia critica basada en escenarios de agotamiento,
o puede decirnos poco acerca de los asuntos a largo plazo para la recuperación del mineral.
Una muy baja relación R/P (Reservas/Producción) para una localidad donde el mineral
está siendo extraído está claramente circunscrita y con depósitos que claramente señalan
un agotamiento inminente. Una baja relación global R/P de una materia prima, cuya ex-
ploración está todavía en etapas elevadas y cuyos costes de producción están ligados a
una disminución con avances técnicos, resulta ampliamente irrelevante si se juzga la salida
futura de mineral.
A pesar de las enormes recuperaciones acumuladas de combustibles fósiles durante el
pasado siglo cerca de 250 Gt de carbón, casi 125 Gt de petróleo y más de 60 Tm3 de gas
las relaciones R/P de todos estos minerales fueron sustancialmente más elevadas durante
el año 2000 que hace un siglo. La relación R/P de casi 225 años en el caso del carbón y sus
enormes recursos hacen que los costes de extracción y transporte así como los medioam-
bientales consecuencia de su combustión, más que de su disponibilidad, son los que nos
determinarán su uso futuro. La situación parece ser muy diferente en el caso de los hidro-
carburos, y particularmente en el caso del petróleo cuando el siglo XX vio que muchas de
las previsiones apuntaban a una disminución irreversible en la extracción del petróleo.
Algunas de estas previsiones estaban basadas en la noción de que la vida en la producción
de recursos siguen más o menos una curva de distribución normal y han sido presentadas
como realidades inalterables, pero veremos que tales salidas no están preestablecidas.
Resultaría creíble que si las categorías se hallan bien definidas los recursos globales fue-
ran conocidos con un alto grado de precisión, si no asumiéramos mejoras en nuestras capa-
cidades técnicas, y tuviéramos un conocimiento perfecto de la demanda futura. Ninguna
de estas condiciones se aplican al mundo real. Los recursos últimamente recuperables del
petróleo o del gas natural pueden no ser tres veces tan grandes como una estimación mo-
dal actual, pero pueden ser fácilmente 50% y hasta un 100% más elevadas. Cualquiera que
sean los recursos últimos, los avances técnicos dispararán sus tasas de recuperación y de
innovación en la exploración y extracción y estarán también cambiando continuamente la
división entre recursos de petróleo convencionales (líquidos) y no convencionales. Final-
mente, el agotamiento de cualquier recurso viene obviamente determinado no sólo por la
presencia de un mineral en la corteza sino también por la demanda, y la necesidad para un
determinado commodity puede verse fuertemente debilitada, por diversas razones, mu-
cho antes de que tenga lugar el agotamiento físico.
Dada la naturaleza inercial de los sistemas energéticos complejos existe una probabilidad
muy baja de que cualquier cambio fundamental y a gran escala en el uso de la energía prin-
cipal tenga lugar dentro de los próximos 10-15 años.
Tales movimientos dramáticos, sin embargo, no resultan imposibles, pero durante la se-
gunda mitad del siglo XX su ocurrencia ha estado limitada a aquellas que descubrieron
elevadas reservas de hidrocarburos, descendiendo bruscamente la extracción de carbón.

88
El futuro de los combustibles fósiles

El descubrimiento holandés de gas en Groningen y el petróleo del Mar del Norte en el


Reino Unido son los ejemplos más claros de todo esto. Por consiguiente, puede quedar
sorprendido repetidamente durante el último cuarto del siglo XX, por la resiliencia de los
combustibles largamente establecidos con la inventiva y los nuevos mercados, dándoles
nueva vida, haciéndolos más económicos y ambientalmente más aceptables.
Por el contrario, cuando se contemplan los próximos 100 años existe una muy baja proba-
bilidad de que los combustibles fósiles que energizan el mundo de comienzos del siglo XXI
prosigan en la misma extensión en que lo hacen ahora. La disminución del carbón y los hidro-
carburos y la subida de las energías no fósiles no tendrá lugar debido al agotamiento de los
combustibles fósiles accesibles, sino como en el caso de las transiciones ocurridas en el pasado
porque lo costes de su extracción y lo que es más importante a causa de las consecuencias
medio ambientales de su combustión. Es por ello, que el periodo 2020-2080 permanecerá par-
ticularmente incierto. Sin embargo, los análisis revelan que ambos periodos de tiempo están
influidos por las mismas distracciones efímeras que tienen su rango de otros ataques de la
reunión de la OPEC y los precios de la gasolina son un nuevo aviso del calentamiento global e
incluso los conflictos de Oriente Medio. Comenzaremos, a continuación, con una evaluación de
las predicciones actuales con respecto al pico inminente de la producción petrolífera.

3.2 Probabilidad de agotamiento rápido del petróleo


Existe una unidad ya anticuada el bbl (o blue barrel) que identifica un contenedor estándar
de 42 galones US, si retrocedemos a los primeros años de la industria del petróleo en los
Estados Unidos cuando se adoptó oficialmente por la Oficina del Censo, que permanece
en la industria del petróleo como la medida más común tanto de las reservas como de la
producción. Dadas las diferentes densidades de los crudos de petróleo no existe forma de
convertir estas unidades de volumen en unidades de masa equivalentes. Los crudos de pe-
tróleo tienen densidades por debajo de 740 y tan elevadas como 1040 kg/m3, lo cual signifi-
ca que en cualquier parte entre 6,04 y 8,5 barriles pesan una tonelada con la mayor parte de
los crudos, esto supone 7-7,5 bbl/t. La media de 7,33 bbl/t ha sido utilizada frecuentemente,
mientras que BP propone que se tome como media 7,35 bbl/t.
La producción de petróleo durante las cuatro últimas décadas del siglo XIX (comenzó
con la primera operación en Pennsylvania en 1859) creció lentamente, y ello se limitó a sólo
unos pocos jugadores importantes: Estados Unidos, Rusia y Rumanía. Por 1900 la produc-
ción global anual alcanzó los 150 millones de barriles (Mb) de petróleo, la cantidad que
ahora se produce en el mundo en sólo dos días. En el 2000 el flujo anual fue de 26 millones
de barriles (Gb) de petróleo procedente de las reservas dos órdenes de magnitud más ele-
vadas que las de 1900 y vendidas a un precio medio (ajustado por la inflación) más bajo
que el de hace 100 años. Estas realidades son un admirable testimonio tanto técnico como
organizativo de la civilización moderna.
¿Cuánto durará esta confortable situación? ¿Cuánto podemos esperar que cambie en la
producción global de petróleo? ¿Cuánto afectará a las poblaciones emergentes que consu-
men la mayor parte del petróleo mundial y las poblaciones crecientes de baja renta donde
el consumo permanece muy bajo pero donde las aspiraciones económicas son enormes?
¿Estamos ahora después de generaciones de opiniones contradictorias, finalmente más cer-
canos a la respuesta a estas cuestiones fascinantes?
Sólo la última pregunta tiene una fácil respuesta: no realmente como opiniones extremas
que no son fáciles de reconciliar. Existe por un lado la anticipación de un largo suministro

89
La energía en cifras

de petróleo a precio reducido que precede a una transición suave a otras fuentes de ener-
gía. Por otro lado, existe una firme creencia de un inminente final de petróleo barato.
Los argumentos extremos acerca de las fuerzas del petróleo y su futura extracción perte-
necen a dos de los patrones más amplios de evaluación de los futuros recursos del planeta
y de las prospecciones de la civilización a largo plazo. La posición optimista ha sido fijada
por aquellos que han estudiado la historia del uso de los recursos y llegan a ser fervientes
creyentes en el papel de los precios, eliminando la incentividad humana, y sobrevalorando
el poder de los topes técnicos.
Los proponentes de este modo de pensar forman un grupo compuesto principalmente
por economistas que no creen que la presencia de cualquier recurso natural particular sea
un inexorable determinante del fracaso de la civilización.
Para su manera de pensar el hecho obvio es que la corteza terrestre contiene una cantidad
finita de minerales esto es irrelevante a causa de que nuestro esfuerzo para extraer estos
recursos cesará mucho antes de que nos aproximemos al agotamiento físico global. A me-
dida que el coste de crear nuevas reservas (los inventarios interiores en la Tierra listos para
la explotación comercial) a través de la exploración y el desarrollo llegarán a ser demasiado
elevados, la industria desaparecerá. Una cantidad desconocida de un recurso que queda en
la corteza terrestre deja de ser vista como un commodity a medida que la sustitución tiene
lugar. A medida que esto le afecta al crudo de petróleo, el coste de traducir sus recursos en
reservas no parece dar señales de agotamiento inminente. Esto es lo que significa verse como
una adición continuada a las reservas globales de petróleo durante los próximos años.
El desafío real está entonces en evitar la situación en que la extracción de los recursos
restantes fueran tan caros que distorsionaran las estructuras económicas y sociales cuando
no existen aún sustitutos aceptables listos para entrar en el mercado.
La civilización industrial ha sido capaz de evitar repetidamente este estado tan poco
deseable de negocios que surgen de las eficiencias de utilización, desarrollando nuevas téc-
nicas de explotación económica de recursos de menor grado y eventualmente gestionando
a los sustitutos listos para ocupar su lugar el de los recursos que han resultado demasiado
costosos o inaceptables por otras causas (sobre todo por su impacto medio ambiental en su
extracción o en su uso o ambas cosas). Por consiguiente, el miedo al agotamiento físico es
algo que carece de sentido.
Cualquier charla acerca de los infinitos suministros y cese de los incentivos es un anate-
ma para aquellos que se habían preocupado con el agotamiento de los recursos, y con el
inevitable declinar de la extracción de petróleo convencional en particular. Esta preocupa-
ción acerca del inminente final de la era de la extracción del petróleo, comenzado antes del
fin de la primera década del siglo XXI. Sabiendo esto, no puede preverse como la escasez
anticipada del combustible que ha sido tan instrumental en la creación de la civilización
moderna podría ser gestionada sin producir un profundo cambio de consecuencias eco-
nómicas, sociales y medio ambientales en todo el mundo. Las personas pertenecen a esto
más que a un grupo heterogéneo desde catastrofistas medioambientales al grupo de cautos
consultores geólogos.
Aunque muchos de ellos no lo saben, son todos intelectuales de una vieja tradición bri-
tánica cuyo más famoso representante fue William Jevons alguien cuyas previsiones más
espectacularmente incorrectas han sido frecuentemente citadas.

90
El futuro de los combustibles fósiles

Las preocupaciones en torno a la escasez del carbón surgieron en el siglo XVIII en Gran
Bretaña, pero sus conclusiones fueron tranquilizadoras ya que se fijó que quedaban aún
2.000 años antes de su agotamiento.
Las oscuras profecías catastrofistas han mantenido que las civilizaciones modernas se
han movido ya muy cercanas, o quizás más allá de un punto de no retorno, a un agota-
miento de los recursos naturales, con un deterioro irreparable del medio ambiente global,
acompañado de crisis sociales cada vez más profundas.
Los geólogos conservacionistas combatieron tales posiciones argumentando que la ex-
tracción de petróleo convencional comenzaría su declinar más pronto de lo que la gente
pensaba ocasionando con ello bruscas elevaciones de los precios del petróleo.
Estas conclusiones se traducen no sólo en previsiones de una tercera aproximación a
una crisis global del petróleo sino también en más escenarios preocupantes acerca de un
temprano fin de la era del petróleo, que ven el tiempo de una disminución permanente de
la extracción de petróleo como algo inevitable, seguido de una implosión económica que
hará que muchas de las sociedades desarrolladas del mundo se parezcan más a la Rusia
actual que a los Estados Unidos.
Estas conclusiones están basadas en una evidencia incontrovertible o forman parte de
una serie de previsiones fallidas y aun cuando fuera cierto ese continuo declinar de las
existencia ¿tendría consecuencias económicas catastróficas? Intentaremos profundizar en
este debate.
Estos economistas no están particularmente interesados acerca de la precisión de las defi-
niciones de los términos técnicos usados en la categorización de los recursos naturales o de
las magnitudes y probabilidades de las estimaciones de los recursos. Se sienten satisfechos
usando tan sólo tendencias de precios a largo plazo o sencillas relaciones R/P para demos-
trar la continua abundancia en el suministro y sus aspectos fundamentalmente seguros.
Ni el precio ni la historia real del R/P revelan una tendencia descorazonadora y los eco-
nomistas argumentan que la combinación de recursos abundantes y una innovación conti-
nuada mantendrán esta senda.
Su entusiasmo acerca del potencial de nuevos descubrimientos, a menudo, es comparti-
do por los directivos de la industria, y frecuentemente exagerado. Las expectativas offsho-
re en la costa Este de los Estados unidos (Baltimore Canyon) cuyas enormes perspectivas
fueron difundidas en los años setenta y en el sur del Mar de la China, cuyo enorme poten-
cial fue confirmado por casi todas las empresas petrolíferas durante la década del ochenta
son quizá los dos principales ejemplos de estas exageraciones. Las reservas del Mar Caspio
que fueron consideradas como las dos terceras partes del total de las reservas de Arabia
Saudí, puede acabar el retrato de todas estas consideraciones.
El mundo extrajo apenas 680 Gb de petróleo durante el periodo 1970-2000 pero 980 Gb
de nuevas reservas han sido añadidas, dejando un R/P durante los 40 años, unos cinco años
por encima de la tasa de 1970 y cercano a su máximo en todo ese tiempo.
Adelman apunta que, en 1984, cuando las reservas probadas de Oriente Medio eran de
398 Gb el Instituto Geológico y Minero de los Estados Unidos estimó que no existía mas de
una probabilidad del 5% de descubrir 199 Gb adicionales aun cuando, a finales de 1989, el
aumento bruto de reservas probadas fuera ya de 289 Gb. Sin embargo, con estos mismos
datos se han sacado conclusiones opuestas abogando por el agotamiento del petróleo.

91
La energía en cifras

Los estudios de Goeller y Marchetti han sido ampliamente contemplados para propor-
cionar fuertes refuerzos a una visión relajada de la disponibilidad y sustituciones de los
recursos. Goeller basó sus argumentos acerca de la infinitud de los recursos en exámenes
detallados de las sustituciones pasadas y presentes de los metales principales y de los ra-
ros. Pero a medida que las sustituciones efectivas de combustible de los últimos 150 años
demuestran, estas conclusiones no son menos válidas para la secuencia de energías prima-
rias. El argumento de Marchetti acerca de las sustituciones de relojería de las fuentes de
energía primaria ya han sido consideradas y no se han encontrado demasiado perfectas.
Los imperativos económicos y técnicos trabajarán, de hecho, para desplazar el petróleo
con el gas natural, las renovables e incluso la energía nuclear pero el tiempo para llevar a
cabo estas transiciones está lejos de ser realizado de una forma tan ordenada como creyera
Marchetti.
Cualquier revisión sobre la inmensa colección de escritos sobre el pico global en la pro-
ducción del petróleo debería comenzar con los escritos de sus mas prominentes contribui-
dores en ese género. Con los trabajos hechos fundamentalmente por Colin Campbell y Jean
Laherrère. Sus argumentos están construidos sobre un cuestionamiento de la fiabilidad
de las cifras sobre las reservas publicadas, corrigiendo con las tasas recientes de descubri-
mientos, revisando así las antiguas fechas de reservas y ajustando un total fijo de reservas
y descubrimientos futuros probables en una curva de agotamiento simétrica.
Esta curva fue introducida como una herramienta de previsión estándar por M. King
Hubbert hace más de cuatro décadas y fue popularizada por las permanentes predicciones
del permanente declinar en la producción del petróleo en los Estados Unidos, durante la
década del sesenta. Otros investigadores han usado la aproximación de Hubbert para pre-
ver un pico temprano en la producción de petróleo y concluir que un mundo con escasez
de petróleo, traerá incluso el fin de la civilización industrial, muchos de los escritos sobre
el tema resultan excesivamente pesimistas y se hallan ampliamente difundidos en Internet.
Consideran que la perforación ha descubierto ya el 90% de petróleo presente en la cor-
teza terrestre antes de que comenzara la extracción comercial del combustible durante la
segunda mitad del siglo XIX. Esto significa que tanto las revisiones recientes de algunas
reservas nacionales de petróleo, como nuevos y espectaculares descubrimientos son los
más exagerados y, en el peor de los casos, fraudulentos. Desde finales de los años setenta
los productores de petróleo han extraido (cada año) más petróleo que ha sido descubierto,
y algunas cuatro quintas partes de la producción global ahora llega de campos encontra-
dos antes de 1973 y la mayor parte de ellos con tasas fuertemente declinantes durante la
extracción. Además, ni las nuevas técnicas exploratorias y de extracción, ni la recuperación
del petróleo no convencional pueden evitar esta disminución.
Como con cualquier análisis de los fenómenos complejos, los autores de estas previ-
siones hacen un número correcto de observaciones y conclusiones. Debemos indicar que
existe una desgraciada ausencia de normas internacionales rigurosas en el informe de las
reservas de petróleo: mientras los Estados Unidos incluye sólo las reservas probadas, otros
países informan con un rigor variable, con mezclas variables de totales de probadas y pro-
bables. Además la difusión de muchos de estos totales oficiales tienen una fuerte motiva-
ción política, con cifras nacionales que no cambian en absoluto de un año para otro o sufren
sospechosos saltos.
Por consiguiente, no sólo son los totales informados por las dos investigaciones anuales
citadas más a menudo y compiladas en Oil & Gas Journal y, a menudo, citadas con una
precisión discutible, sino que una tendencia secular ascendente conduce a una información

92
El futuro de los combustibles fósiles

errónea de las tendencias futuras de las reservas de petróleo. Esto queda claro cuando estos
totales son comparados con las actuales estimaciones listadas en bases de datos confiden-
ciales de las empresas de petróleo con fechas anteriores a la real de su descubrimiento, esta
medida muestra una indudable tendencia descendente desde 1980.
Después de analizar la mayor base de datos petrolíferos, Campbell y Laherrère conclu-
yeron que en 1996 las reservas restantes de petróleo convencional son solo de 850 Gb casi
un 17% menos que los totales de Oil & Gas Journal de 1019 Gb y casi un 27% menos que la
indicada en World Oil.
La razón más importante para esta discrepancia es bien conocida a toda persona intere-
sada en las cifras petrolíferas globales: el mayor salto anual en las reservas mundiales ocu-
rrió no como resultado de nuevos yacimientos descubiertos sino como una actualización
de la contabilidad realizada en un único año 1987, por un grupo de miembros de la OPEC.
Aunque las reevaluaciones crecientes de las reservas existentes son las esperadas, Camp-
bell y Lahèrrere concluyeron que ambas magnitudes de este particular aumento (un salto
del 27% comparado con 1986) y este timing en la onda de un mundo debilitado por los
precios del petróleo, componen un ejemplo principal de reservas generadas políticamente
y las cuestiones acerca de su validez podrían ser contestadas sólo si las empresas petrolí-
feras relevantes del Estado pudieran abrir sus libros para sufrir una inspección detallada.
No menos de 165 Gb del aumento de 190 Gb fue debido a una revisión de las estima-
ciones en seis países de la OPEC, cinco de ellos en la región del Golfo Pérsico. Más nota-
blemente los dos países que fueron a la guerra en ese momento informaron de enormes
adiciones de reservas: las estimaciones de Irak se elevaron un 112% y las de Irán un 90%. A
finales de los años ochenta, seis de las 11 naciones de la OPEC revisaron sus reservas hasta
un total de 287 Gb, volumen igual a casi un tercio de todo el petróleo producido en los úl-
timos 140 años. Otra fuente exagerada de informes es debida al hecho de que un aumento
en el número de países han declarado los mismos totales inalterados de reservas durante
un número de años consecutivos.
A comienzos del siglo XXI cerca de las tres cuartas partes del petróleo conocido recupera-
ble del mundo se encontraba en 370 campos gigantes (conteniendo cada uno al menos 500
Mb de petróleo) cuyos descubrimientos picaron en los primeros años de la década del sesen-
ta y cuyas reservas llegaron a ser más fiablemente conocidas en un corto periodo de tiempo
posterior a su descubrimiento. Es por lo que Campbell y Laherrère no vieron la posibilidad
de adiciones de gran escala al conocido pool del petróleo. Ellos concluyen que algo del 92%
de todo el petróleo que eventualmente recuperemos había sido ya descubierto.
Como resultado las curvas depuradas que muestran los descubrimientos acumulados
contra un número acumulado de nuevos pozos muestran los típicos descensos en la pen-
diente de la disminución de los retornos, para campos gigantes individuales o para países
enteros, regiones o continentes.
También cuestionan la opinión comúnmente mantenida de que las adiciones a las reser-
vas en los campos pudieran retrasar apreciablemente la salida descendente. Apuntan a que
la experiencia con los norteamericanos on-shore, cuyas reservas inicialmente informadas
son casi siempre sustancialmente revisadas al alza durante toda la vida del pozo, resul-
tando de las reglas de los informes estrictos de impuestos por la Securities and Exchange
Commission, la cual sólo considera las reservas probadas desarrolladas.
Como resultado, el crecimiento anual de las reservas en los Estados Unidos, en los cam-
pos viejos, sobrepasa a la de los nuevos descubrimientos, pero esta única experiencia es

93
La energía en cifras

difícil de comparar en todo el mundo donde la totalidad de las reservas es evaluada como
la mejor posible en el momento del descubrimiento y donde las revisiones posteriores pue-
den ser tanto crecientes como decrecientes. Por consiguiente, puede resultar poco realista
esperar que grandes revisiones comunes en los campos on-shore de Norteamérica sean apli-
cables en todo el mundo pero no disponemos de nada más detallado, la evaluación de las
revisiones de las reservas mundiales no permitiría estimar más fiablemente que la mayor
parte de los factores probables de revisión. Además, con el fin de evitar tasas de descu-
brimiento sobre declaradas, cualquier adición a las reservas debería ser hecha con fecha
retrasada al momento en el que se descubrió el campo. Sin esta fecha retrasada parece que
los informes de reservas siempre están aumentando pero como ya se ha indicado, las reser-
vas han estado disminuyendo desde 1980, junto con el descubrimiento de nuevos campos.

Productoresdepetróleo(Mt)
600

500

400 EstadosUnidos
Venezuela
Mt/año

300 ReinoUnido
ArabiaSaudí
200 China
Rusia
100

0
1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Figura 2. Producción de petróleo, por países, desde 1965

Consumomundialdepetróleo(Mt)
4500
4000
3500
3000
Mt/año
año

2500
2000
1500
1000
500
0
1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Figura 3. Producción global de petróleo desde 1965

Campbell y Laherrère también descuentan ampliamente las contribuciones futuras por


la recuperación reforzada de los campos existentes. Ellos concluyen en que los factores de

94
El futuro de los combustibles fósiles

recuperación no son función principalmente de las técnicas de extracción sino de la com-


posición del recipiente y que las mejoras de recuperación aparentes pueden simplemente
reflejar una infraestimación inicial o una mejor comprensión de la cantidad de petróleo
existente en el lugar y, aunque reconocen la magnitud de los recursos de petróleo no con-
vencionales, piensan que la industria debería ser presionada fuertemente, tanto en térmi-
nos de tiempo como de capital, para formar la parte descendente de la extracción conven-
cional. A medida que los precios del petróleo suben, ellos tendrán efecto en la decisión de
perforar áreas marginales pero no aumentarán el volumen total de petróleo a recuperar, a
diferencia de los yacimientos de baja calidad cuya extracción resulta económica a precios
más elevados, las nueve décimas partes del petróleo ha sido ya descubierto y está funcio-
nando en las áreas marginales y sólo disminuirá la relación de éxito aumentando el coste
energético neto.

Consumodepetróleo(Mt)
1000

900

800

700
EstadosUnidos
600 Alemania
Mt/año

500 ReinoUnido
400 China

300 Japón
CoreaSur
200

100

0
1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Figura 4. Consumo de petróleo, por países, desde 1965

Consumomundialdepetróleo(Mt)
4500
4000
3500
3000
Mt/año
año

2500
2000
1500
1000
500
0
1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Figura 5. Consumo global de petróleo desde 1965

Con 850 Gb de reservas existentes, y con no más de 150 Gb de petróleo por descubrir, ten-
dríamos no más de 1.000 Gb para producir en el futuro, solo un 20% más de lo que ya hemos

95
La energía en cifras

quemado. Por tanto, la curva a largo plazo de la extracción de recursos finitos debería ser una
casi simétrica campana de Gauss, y la extracción global de petróleo comenzaría a caer una
vez que la producción acumulada pasa el punto medio de los recursos últimamente recupe-
rables, que está en unos 900 Gb de acuerdo con Campbell y Laherrère. Ellos ven el pico como
inevitable durante la primera década del siglo XXI y otras previsiones concurrentes. Ivanhoe
predijo el pico, incluso con producción limitada ya en el año 2000. Deffeyes cree que el 2003
es el año más probable pero lo ajusta en un rango 2003-208. Duncan prefiere el año 2007.
Hatfield usa las reservas finales de 1550 Gb, nos da unos pocos años más, prediciendo que
la producción máxima llegará entre 2010-2015. Resumiendo, llega una salida permanente-
mente descendente del petróleo convencional con escasez de petróleo, desempleo creciente,
aumento de la población sin vivienda y el fin de la civilización industrial.

3.3 Perspectivas en la era del petróleo


Un nuevo deseo convencional de un pico inminente en la producción global de petróleo
ha sido tomada entusiásticamente por medios siempre sedientos de informar con malas
noticias, y ha sido machaconamente repetida con el eslogan “la era del petróleo ha finaliza-
do”. La incongruencia de tales planteamientos es evidentemente demasiado obvia para sus
portavoces: incluso si uno suscribiera la inevitabilidad del pico de extracción del petróleo
que llega antes del 2010, la realidad Hubbertiana es que la mitad de todo este petróleo es
aun extraído después de esta fecha, y si la curva de producción va a estar en cualquier parte
cerca de la distribución normal requerida (forma gaussiana) tendremos, por tanto, más de
un siglo de disminución de la producción de petróleo por delante de nosotros.
Si los proponentes del antiguo agotamiento están en lo correcto, esta sería la primera
la primera vez en la historia que cuando el mundo se enfrenta a una permanente oferta
descendente del combustible dominante: transiciones que van desde la madera al carbón y
desde el carbón al petróleo no fueron causadas por un agotamiento del recurso sustituido,
sino por los precios más reducidos y las mejores calidades de los nuevos combustibles.
Pero las previsiones explícitas de los años pico de la extracción del petróleo no son nuevas
y el desafío está por decidir si estamos viendo sólo la última versión de una vieja historia o
si, esta vez, la situación es fundamentalmente diferente.
Las declaraciones categóricas sobre el fin de la era del petróleo son sólo las últimas adi-
ciones a una larga lista de predicciones fallidas concernientes al futuro del petróleo. Sus
autores han continuado obviando el hecho fundamental de que el timing de la existencia
de petróleo depende no sólo de la cantidad desconocida de los recursos petrolíferos fi-
nalmente recuperables (los cuales hasta ahora han sido fuertemente infraestimados), sino
también con la demanda futura cuyo crecimiento ha sido usualmente exagerado y que está
determinado por una compleja red de sustituciones energéticas, avances técnicos, políticas
gubernamentales y consideraciones medio ambientales.
Por consiguiente, todos los esfuerzos pasados para fijar los años del pico en la salida del
petróleo y su subsiguiente declinar han resultado fallidos.
El Workshop on Alternative Energy Strategies, exageraró las previsiones sobre las nece-
sidades energéticas globales y concluyó que la oferta global de petróleo falló al no cumplir
el crecimiento de la demanda antes del año 2000. Las curvas de agotamiento del petróleo
generadas por el proyecto mostraron el pico de salida global entre 1990-2004, con el pico
más probable entre 1994-1997.

96
El futuro de los combustibles fósiles

En 1979 un estudio de la BP sobre el petróleo fuera del bloque soviético resultó estreme-
cedor, prediciendo que el pico de producción en 1985 y la salida total en el año2000 estaría
ya un 25% por debajo del máximo. En realidad, la producción global en el año 2000 estuvo
casi un 25% por encima del nivel de 1985.
Más recientemente, Masters 1990 predijo que el pico de producción de petróleo de los
no-OPEC era sólo de 40 Mbd antes de 1995, mientras que la producción real de la no-OPEC
en el año 2000 estuvo por encima de 42 Mbd. Análogamente, en 1990 la ONU concluyó que
la producción no-OPEC estuvo un 5% por encima del total de 1990.
Las previsiones con fallos regionales o de campo son igualmente fáciles de encontrar. La
producción procedente del Mar del Norte es un ejemplo excelente: se esperó que entrara
en un permanente declinar a comienzos de los 1980, con todo en el año 2000 su extracción
alcanzó un nuevo registro de más de 6 Mbd, casi tres veces el nivel de 1980. Y a pesar de los
más de 20 años de repetidas previsiones de agudos descensos en la producción, Daqing,
el mayor campo petrolífero de China (descubierto en 1961) aún produce unas 55 Mt/año,
tanto como a finales de los 1980 y más que hace dos décadas.
No resulta sorprendente, la larga historia de superposición de los erróneos pronuncia-
mientos del pasado que hacen que cualquier nueva previsión de una inminente inversión
de la curva de producción cambie los objetivos del cuerno de la abundancia. Los abogados
de un inminente descenso en la producción de petróleo conocen este escepticismo pero ar-
gumentan que ahora la situación es totalmente diferente de las veces anteriores, incluyen-
do las previsiones de los años setenta. En ese momento, el mundo podría estar sometido a
un suministro adicional de las nuevas provincias petrolíferas de Alaska, Mar del Norte y
otros campos petrolíferos no pertenecientes a la OPEC que ya han sido encontrados.
Conclusión: consumimos tres veces más de lo que descubrimos, no existe ningún atajo
tecnológico a la vista. Todos los abogados del pico inminente están de acuerdo, no existe
demasiado sitio para interpretaciones radicalmente distintas con respecto al futuro del pe-
tróleo.
Pero, cómo pueden estos abogados asegurar que esta vez han sido realmente capaces de
evitar los dos errores clave recurrentes que expliquen las previsiones fallidas de sus prede-
cesores: infraestimando la cantidad del petróleo finalmente recuperable y sobreestimando
el papel de la futura de energía. Ellos declaran que las cuentas de los recursos son supe-
riores a cualquier otra estimación publicada. Laherrère juzga que las últimas evaluaciones
globales del US Geological Surveys del petróleo descubierto USGS de una forma parti-
cular. Los estudios previos del USGS usaron 2900 Gb como la más elevada estimación de
los recursos petrolíferos últimos, lo cual significaría que podríamos extraer unas 2,5 veces
tanto petróleo como el que hemos producido desde el comienzo de la era del petróleo (por
encima de 800 Gb a finales de 1997). Pero el último estudio concluyó que la media del gran
total de petróleo convencional no descubierto, el crecimiento de las reservas en campos
descubiertos y la producción acumulada hasta el año es 3012 Gb, 20% más elevado que
la evaluación previa, y un 72% por encima del total de Campbell y Laherrère de 1750 Gb.
Laherrére lo ve como un producto de la academia de geólogos aislados, trabajando sin
acceso a los pozos y a los datos sísmicos manteniendo la confianza de las empresas petro-
líferas, las principales hipótesis las rellena un geólogo en una hoja de papel indicando el
número y tamaño de los campos por descubrir. Su veredicto final: el estudio es solo una
pura declaración de intenciones y deseos no se puede dar ninguna credibilidad científica
a un trabajo de este tipo.

97
La energía en cifras

Realmente Laherrère desconfía de todos los escritores académicos y teóricos, solo los
geólogos ya retirados son capaces de hablar libremente, mediante su larga experiencia y la
disposición de datos confidenciales.
En 1984 Odell pensó que el total de los 2000 Gb son demasiado pesimistas e imposible-
mente bajos dados en áreas grandes que aun no han sido exploradas. En 1992, mientras
se revisa las adiciones posteriores a 1950 a las reservas, concluyo en que el mundo está
rodando en petróleo y no fuera de él.
El futuro del petróleo de Odell asignó una probabilidad del 50% a un escenario que cons-
ta de un tasa de crecimiento del consumo del 1,9% y 5,8 Gb de petróleo convencional y no
convencional que varía el pico global de extracción del petróleo, que llega solo después del
año 2046 apenas 3,5 veces el flujo de 1980. Con 3000 Gb del petróleo convencional final-
mente recuperable, Odell predijo picos de recuperación entre 2015-2020, y el flujo global
en el año 2045 por encima de 20 Gb, todavía es tan grande como a mediados de los 1980.
Y Laherrère concedió que añadir las estimaciones de reserva media del gas natural liqui-
do (200 Gb) y petróleo no convencional (700 Gb) resultaría hasta 1900 Gb de petróleo que
aun debe producirse, doblar la cantidad de esta estimación conservadora para el petróleo
convencional solo.
Como ya se ha indicado, aboga por un temprano fin de la era del petróleo también basán-
dose en el hecho de que los datos de petróleo últimamente recuperable subieron, desde la
década de 1940 hasta finales de los 1960, permaneciendo planos o cayendo desde comien-
zos de 1970, con la mayor parte de los valores agrupados en torno a 2000 Gb o 300 Gtoe.
Pero esta es una interpretación sesgada, un conjunto completo de todas estas explicaciones
muestra que todos, salvo cuatro totales desde 1980, están por encima de 300 Gtoe y que el
punto medio de todas las evaluaciones recientes se encuentra en 3000 Gb, o solo 400 Gtoe.
Una completa curva de producción basada en este total recuperable muestra un pico de
petróleo convencional de extracción en 4,33 Gtoe en el año 2030 y una continuada produc-
ción a lo largo del siglo XXII. El gradual aumento de la extracción de petróleo no conven-
cional elevaría este pico a 6,5 Gtoe y lo retrasaría hasta el año 2060.
El argumento de Campbell acerca de los retrasos en las fechas de las reservas actual-
mente conocidas al año de su descubrimiento es refutado por Odell quien indica que este
procedimiento hace más atractivo mirar al pasado que lo que realmente aparece a aquellos
que tuvieron que tomar la decisión económica relevante mientras hace a las reservas re-
cientemente descubiertas menos atractivas que pueden ser claramente esperadas durante
las próximas décadas. Como resultado Odell ofrece una representación gráfica más apro-
piada de las reservas probadas de petróleo convencional desde 1945.
Antes de abandonar las evaluaciones de los recursos mundiales de petróleo, debemos
comentar una intrigante teoría ruso-ucraniana sobre el origen abiótico abisal de los hidro-
carburos. Probablemente debido a su procedencia esta visión ha recibido una escasa aten-
ción seria en Occidente pero ha estado basada en una extensa experiencia en los campos
así como en consideraciones teóricas que han estado sometidas a décadas de crítica. Los
comienzos de la teoría van desde los comienzos de 1950 y desde el momento en que han
sido discutidos en más de 4.000 artículos y libros.
Más importante, la teoría ha guiado a una perforación exploratoria que resultó de la
producción de petróleo desde rocas de base cristalina como en el Mar Caspio, Siberia,
Dnieper-Donets.

98
El futuro de los combustibles fósiles

En lugar de considerar moléculas orgánicas de baja energía y altamente oxidadas como


precursores de todos los hidrocarburos de alta energía altamente reducidas, los científicos
rusos y ucranianos creen que tal evolución violaría la segunda ley de la termodinámica y
que la formación de tales moléculas altamente reducidas se deberían a las altas presiones
encontradas sólo en el manto terráqueo.
También concluyeron que los campos petrolíferos gigantes son lógicamente más explica-
dos por la teoría inorgánica, que por postular acumulaciones extraordinarias de material
orgánico insuficientes para suministrar los volúmenes de petróleo encontrados en tales
enormes estructuras.
La teoría nos dice que tendríamos que buscar los hidrocarburos en tales regiones no
sedimentarias como los basamentos cristalinos, y las estructuras volcánicas y de impacto,
así como en estratos profundos por debajo de los recipientes ya producidos. Además, si el
origen de los hidrocarburos es abisal y abiótico existe entonces la posibilidad de que los
receptáculos existentes sean parcialmente rellenados, un fenómeno que sería radicalmente
distinto que los depósitos de petróleo y gas de categoría fósil, convirtiendo recursos de
energía no renovables a renovables.
La teoría ha sido abandonada por todos salvo unos pocos geólogos occidentales, la com-
posición isotopica de los hidrocarburos, su contenido del C13, comparando a las plantas
terrestres y marinas y su más baja presencia de isótopos en un CH4 generado abióticamente
es citado como el mejor argumento de soporte a la visión estándar de su origen biogénico.
No es este un lugar para discutir controversias de este tipo pero preguntaría a todos
aquellos que simplemente abandonaron la teoría de los hidrocarburos abióticos, como en-
teramente imposible, consideraran la posibilidad de tal desarrollo de, al menos, una parte
de los recursos de hidrocarburos mundiales. Dos razones favorecen esta consideración, la
primera, es el éxito indudable de la producción de petróleo a partir de formaciones no sedi-
mentarias (explicables, por la emigración de estratos adyacentes). La segunda, es el hecho
de que la mayor parte de los geólogos resistieron varias generaciones la idea que ahora es
el paradigma clave de su ciencia, la teoría de las placas tectónicas de Wegener. Volveremos
a los orígenes abióticos de los hidrocarburos en la siguiente sección al examinar los aspec-
tos de la producción global del gas natural durante el siglo XXI.
Otra manera de ver las bajas estimaciones del último petróleo recuperable es su aproxi-
mación desde un punto de vista económico. Los comentarios de Adelman están segura-
mente más adecuados a esta visión, él cree que las reservas recuperables descubiertas y
no descubiertas no nos dicen lo que hay en la Tierra. Son el coste inarticulado implícito/
previsiones de precio; cuánto será provechoso de producir. Pero no miden cualquier va-
lor existente en la naturaleza. Comentando a un viejo jefe geólogo de Exxon, Adelman ve
estas cifras como simples ordinales, indicando qué áreas son más prometedoras pero no
deduce nada acerca de su escasez actual o futura, cuenta que su experiencia deja claro que
aumentando el conocimiento ha detenido el retorno a los descensos trayendo consigo un
disminución de los precios para la mayor parte de los recursos minerales.
Las recientes innovaciones técnicas establecerán una sustancial diferencia entre la can-
tidad total de petróleo que eventualmente se recuperará desde campos ya existentes y
desde aquellos todavía por descubrir. Campbell y Laherrère infra estiman la ingenuidad
con la que podemos crear nuevas reservas a partir de un volumen desconocido de petróleo
restante en la corteza de petróleo. Los efectos acumulativos de las innovaciones técnicas
sobre la recuperación han sido ya impresionantes y existen aspectos obvios para futuras
ganancias. Quizá los dos mejores ejemplos recientes sean los avances en el campo de las

99
La energía en cifras

imágenes de los hidrocarburos y en la perforación direccional que elevan el potencial de


recuperación de petróleo desde las tradicionales tasas 30-35%, hasta casi el 65% y en un
próximo futuro llegará hasta el 75%; es improbable que este gran incremento hubiera sido
anticipado en el momento de las evaluaciones iniciales de todas las reservas no norteame-
ricanas y de ahí que lo veamos como una apreciación sustancial de los totales de reservas
no norteamericanas.
La visión a largo plazo debe de considerar los enormes recursos del petróleo no conven-
cional, que ascienden globalmente a más de 400 Gtoe, debe considerarse los enormes recur-
sos del petróleo no convencional, con casi dos tercios de ese total en lutitas petrolíferas (oil
shales), una quinta parte en petróleo pesado y el resto en arenas bituminosas. Gran parte
del entusiasmo pasado con respecto a la recuperación de estos recursos, particularmente la
extracción del petróleo a partir de las lutitas (shales), ha sido mal considerado pero a partir
de recientes innovaciones técnicas también indican que la explotación de estos recursos no
convencionales no están lejanos en el tiempo: las operaciones comerciales se están recom-
pensando incluso con moderados precios del petróleo y ello está animando a conseguir
mayores avances.
La empresa canadiense Suncor Energy ha estado produciendo un modesto pero cre-
ciente volumen de petróleo procedente de los enormes depósitos de arena bituminosa de
Athabasca desde 1967. La tasa de extracción anual, durante los años 1990, fue equivalente
a 7 Mt de crudo de petróleo y está en camino una expansión de hasta el cuádruplo para el
periodo 2010-2012.
Un ejemplo menos conocido de petróleo no convencional está en la producción de Ori-
mulsion de Petróleo de Venezuela. Este combustible líquido es un 70% de material bitumi-
noso obtenido de los enormes depósitos del Orinoco Belt, 30% y una pequeña cantidad de
aditivo que estabiliza la emulsión. Orimulsion forma un combustible competitivo en coste
y medio ambientalmente aceptable para la generación de electricidad y para las calderas
industriales y casi 4 Mt/año están ahora siendo exportadas en buques de doble casco a casi
una docena de países, incluyendo Estados Unidos, Japón, Canadá, Reino Unido y Alema-
nia.
A la vista de estos desarrollos se aboga por una era del petróleo que fuera más creíble
como indicó Houthakker, quien concluyó con una interpretación más realista de aspectos
más recientes; de que quizá entre los años 2000 y 2020 el precio del petróleo convencional
puede subir hasta un nivel en que pasen a ser rentables la extracción de petróleo de fuentes
no convencionales. En cualquier caso, cualquier predicción de tasas de extracción de petró-
leo puede ser significativa si se tienen en cuenta cambios plausibles de precios pero este es
un factor clave que ha sido casi uniforme e inexplicablemente olvidado cuando se realizan
estudios de agotamiento de petróleo. La subida del precio del petróleo es obvio que acele-
raría las transiciones a otras fuentes energéticas, una lección penosamente aprendida por
los productores de petróleo después de la subida casi vertical de los precios durante los
años 1979-1983. Pero incluso aunque los precios caigan, ello no podrá evitar sustanciales
disminuciones en la demanda de petróleo.
A medida que se contemplan los precedentes del carbón, ni los abundantes recursos ni
los precios competitivos fueron determinantes decisivos del futuro del combustible. La
extracción del carbón está ahora completamente determinada por una demanda limitada
y no tiene nada que hacer con la vasta cantidad de combustible remanente existente en la
Tierra ni con la producción en los restantes países productores de carbón, está o bien estan-
cada o declinante a pesar de los precios bajos que tiene.

100
El futuro de los combustibles fósiles

Análogamente la demanda pudiera significar una prolongación de la vida del petróleo,


cualquiera que pudiera ser la cantidad de la cual estemos hablando. Las tendencias poste-
riores a 1974 en la extracción global de petróleo ha sido un claro cambio en esta dirección.
Ha sido un abrupto cambio en esa dirección desde una tasa de crecimiento medio del 7%
anual entre 1950-1974, hasta menos de 1,4% entre 1974-2000. El pico de producción de 1979
no fue igualado de nuevo hasta 1994, y el agregado de petróleo crudo durante los últimos
30 años del siglo XX fue de 93 Gtoe, en lugar de los 250 Gtoe previstos a comienzos de 1970.
Incluso aunque los recursos de petróleo finalmente recuperable (liquido más el no tradi-
cional) fueran conocidos con un alto grado de certidumbre, será la demanda futura escasa-
mente conocida la que conformará la curva global de producción y no es difícil presentar
escenarios realistas basados en moderadas y eventualmente declinantes tasas de demanda
para las próximas décadas. Esto traería una extracción declinante de petróleo no a causa
de un inminente agotamiento, sino debido a que el combustible no será el necesario en
cantidades previamente anticipadas.
Las expectativas de un fuerte crecimiento en la demanda global de petróleo está basada
en cuatro tendencias bien establecidas. La primera es la continuación del crecimiento de
la población en Asia, África y Latinoamérica cuyo bienestar requerirá, incluso en el caso
de modestas mejoras en el nivel de vida, unas tasas relativamente rápidas de expansión
económica. El segundo factor, un corolario de la primera tendencia, es una masiva transi-
ción del aumento de la subsistencia agrícola a una incipiente afluencia en el aumento de
las sociedades urbanizadas; este cambio quizá mejor ilustrado por recientes desarrollos en
China, está siempre conectado con un aumento sustancial del consumo energético per cá-
pita. El tercer factor es un poderoso deseo por el automóvil privado; este subconjunto de la
segunda categoría debe ser aislado de los otros dos ya que es de naturaleza completamente
global y debido a su especial impacto sobre la demanda de crudo. Finalmente, menciona-
remos los profundos cambios en los Estados Unidos, el mercado del petróleo mayor del
mundo, donde los exurbanos (no sólo los suburbanos) llevan a números mayores, vehícu-
los de gasolina y ajustando un ejemplo de lo más indeseable a las poblaciones emergentes
alrededor del mundo.
Pero poderosas tendencias contrarias deben ser tenidas también en cuenta. Las últimas
proyecciones de población indican una inesperadamente rápida deceleración en el creci-
miento de la población global. Su tasa relativa ha sido decreciente desde la última parte de
los 1960, y después de ir a menos del 1,5% durante los 1990, que significaba un crecimiento,
está ahora disminuyendo incluso en términos absolutos. Como resultado, en 1990 antici-
pando 3,1 billones de personas adicionales de los países pobres para el año 2025, pero en el
2001 la previsión más probable fue un aumento de 2,5 billones, una diferencia de un 20%.
La intensidad declinante de energía ya ha establecido una enorme diferencia en la deman-
da mundial de energía primaria, y la intensidad de petróleo de las economías ha bajado
aun más rápidamente.
A pesar del bajo precio del petróleo inmediatamente posterior a 1985, la intensidad de
petróleo ha disminuido incluso en países tan poco ahorrativos como los Estados Unidos.
Después del periodo estaba entre 1950-1975 cayó un 50% entre 1975 y 2000. La disminución
de la influencia en China de la economía del petróleo fue incluso más rápida. El producto
mundial bruto mundial no es una cifra precisa sino usando sus mejores agregados dispo-
nibles en los cálculos en la intensidad de petróleo global y apunta a una reducción de esa
tasa 30-35% entre 1975-2000. A medida que surgen amplias oportunidades para una mayor
eficiencia en todos los sectores económicos, no existe razón alguna que nos explique el por
qué las intensidades de petróleo deberían continuar cayendo. Una parte significativa de

101
La energía en cifras

esta reducción llegará de una mayor eficiencia en el transporte y eventualmente de una


difusión a gran escala de los coches no impulsados por motores de combustión interna. El
sector del transporte actual es generalmente dependiente de los combustibles líquidos en
más de un 90%, pero la introducción de coches mucho más eficientes pueden reducir su
demanda absoluta de manera impresionante.
El consumo medio de los Estados Unidos en los vehículos privados podría ser recortado en
un tercio en sólo un asunto de años limitando las ventas de gasolina para uso urbano y ele-
vando la nueva tasa de CAFÉ (inalterada desde los 1990) desde los 25 mpg a los 35 mpg, que
esta ya en cuanto a nivel de eficiencia al nivel de los sedan japoneses. No existen obstáculos
técnicos para recortar el consumo de gasolina a la mitad en una década y continuar bajándola
posteriormente. La combinación de todas estas tendencias significa que es posible afrontar,
un cambio similar al que se realizara con el uso del carbón.
Durante los años 1959 los productos de petróleo refinados fueron ampliamente utiliza-
dos tanto en la calefacción de viviendas como en los edificios institucionales, en la produc-
ción industrial y en la generación eléctrica. A finales del siglo XX el gas natural reemplazó
al carbón en la mayor parte de las aplicaciones de calefacción y el petróleo generó sólo la
mitad de la electricidad de los países de la OCDE como ocurriera a comienzos de la déca-
da de los años 1970 y durante el máximo periodo de tiempo en el porcentaje global de la
generación eléctrica cayó por encima del 20% hasta menos el 10%. En muchos países emer-
gentes los líquidos refinados son ya usados casi exclusivamente en transporte, un sector en
el que las ganancias en eficiencia van por delante de todos los demás.
Finalmente, el consumo futuro de petróleo puede estar limitado por la necesidad de
reducir las emisiones de CO2 (comentaremos esta esencial incertidumbre medio ambiental
con algún detalle más adelante). Este aspecto favorecería obviamente una sustitución más
rápida del petróleo por el gas natural. Un avance importante cuya perfección eventual
podría facilitar esta transición sería el reciente descubrimiento de los catalizadores de pla-
tino para el alto grado (mayor al 70%) de oxidación del metano a derivados del metanol.
Este descubrimiento apunta el camino hacia la conversión eventual a gran escala del gas
natural al metanol lejos de pozos remotos. La conversión resolvería dos problemas clave al
producir un líquido mucho más fácil de transportar que el metano y altamente adecuado
para los motores de combustión interna utilizados en el transporte. El producto final de
la reacción catalítica es el metil bisulfato más que el metanol y la necesaria conversión a
metanol probablemente provocaría un proceso económico a gran escala, aunque podrían
aparecer disolventes más benignos y mejores catalizadores convirtiendo a la producción
directa de metanol en un proceso de elevado retorno.
Combinando todos estos factores que limitaran o pueden limitar la demanda futura
de petróleo hace posible poner en duda la opinión más ampliamente compartida acerca
del futuro del petróleo: esto es, la inevitabilidad de la OPEC o de modo más preciso una
reemergencia en el Golfo Pérsico como árbitro de precio del petróleo en el mundo y como
el suministrador de la mayor parte de la nueva demanda durante la próxima generación.
La OPEC ahora espera que virtualmente toda la demanda incremental durante el siglo XXI
se cumplirá con un aumento de la extracción en sus países miembros, y que ese porcentaje
del mercado global del petróleo subirá desde un 40% en 1995, hasta más de 46% en el 2010
y del 52% en el 2020.
Las expectativas estándar son que una vez el porcentaje de la OPEC de la producción
global de petróleo pase del 50% una vez más, y como hicieran en 1973, el cartel reasegurara

102
El futuro de los combustibles fósiles

sus precios de la energía, el mundo estará incluso en un proceso de radicalización de los


países musulmanes.
Este último temor fue explícitamente contado por Duncan en su carta al presidente Clin-
ton. Argumentando que quizá para 2010 los países musulmanes controlarían casi el 100% de
las exportaciones mundiales de crudo y que instigados por Arafat pudieran ser llamados a
liberar Jerusalén, lo que impulsaría la nueva alianza de las naciones musulmanas exportado-
ras de petróleo cuyo aspecto supondría que los mercados de valores mundiales bajarían un
50% en un día o lo que es peor llegarían a una jihad. Indudablemente, muchos catastrofistas
verán tal escenario mucho más probableme después del 11 de septiembre de 2001.
Dado que el tamaño conocido de las reservas del Medio Este y la producción barata
desde los campos gigantes de la región super gigante, incluso un análisis desapasionado
debería ser al menos de un renovado dominio de la OPEC en el mercado global del pe-
tróleo como altamente probable aunque no inevitable. Adelan se sumó a esta posibilidad
concluyendo que: “El petróleo de Medio Este seguirá siendo muy importante en el mundo del
mercado en el próximo siglo, la dependencia de Oriente Medio, seguirá siendo muy importante en el
mercado mundial durante el próximo siglo, la dependencia de Oriente Medio no aumentará mucho
pudiendo incluso disminuir”.

Europa antigua URSS


Canadá
Estados China
Unidos Resto
Irak Irán Asia

México

Venezuela Kuwait
EAU
Libia
Arabia
Nigeria Saudí
Resto
Suramérica
Resto
Resto
Oriente Medio
Africa
Australia

5% 1% 0,1 %

Figura 6. Distribución global de las reservas de crudo petrolífero, las naciones están representadas
con un tamaño proporcional a sus reservas y no a su superficie como es lo usual

La combinación de recursos petrolíferos ligeramente más grandes y una demanda no limi-


tada pospondría el instante del pico en la producción de petróleo en sólo unos pocos años,
pero una combinación de recursos petrolíferos apreciablemente más elevados, las tasas de
crecimiento relativamente modestas del consumo futuro de combustible y las rápidas tasas

103
La energía en cifras

de sustitución por otras fuentes de energía primaria y por convertidores más eficientes ex-
tenderían la duración de la era del petróleo mucho más. Una interpretación extrema de este
desarrollo es que la eficiencia y la sustitución puede compensar la tasa de agotamiento del
petróleo, carbón y uranio, y podría llegar a ser no competitivo incluso a bajos precios antes
de quedar como no disponibles a cualquier precio.

Figura 7. Las plausibles limitaciones según las distintas estimaciones del petróleo recuperable, muestran que el
crudo de petróleo puede continuar siendo una fuente líder de energía primaria mundial durante el siglo XXI

Los diagramas de las curvas de Hubbert para la producción de petróleo en el mundo


están así limitadas por un gran número de factores, pero existen un rango considerable
de salidas plausibles dentro de estas limitaciones. Posteriormente a 1975, la salida global
de petróleo desde una tendencia esperada de importancia declinante en el suministro de
energía global primaria global, permite solo dos conclusiones lógicas. El hecho de que el
consumo mundial de petróleo no haya bajado tan rápidamente como se había predicho es
debido a un modelo de sustitución a largo plazo que es, o bien un indicador fuerte de que
existe, más petróleo que el que se había anticipado inicialmente o al resultado de nuestra
falta de deseo para tomar una buena parte con este combustible. Pero si lo último es cierto,
entonces esta contribución más elevada de lo esperado traduciría un colapso más profundo
de la producción de petróleo futura, violando fuertemente la simetría de la curva de agota-
miento de Hubbert, así como la validez de las herramientas clave de previsión usadas por
los proponentes de una era de agotamiento de la era del petróleo.
Finalmente, cualquiera que sea el curso real de la extracción del petróleo futuro, no existe
una razón histórica, económica o técnica para interpretar la posibilidad actual del petróleo
barato como la aparición de una serie de dificultades para nuestra civilización. Las transi-
ciones de energía han estado entre los procesos más importantes de la evolución técnica:
están conduciendo nuestra inventiva, conformando la industria moderna, y postindustrial,
y dejando unas profundas huellas sobre la estructura y la productividad de las economías
así como la organización y bienestar de las sociedades. Por supuesto, estas transiciones ine-
vitablemente producen enormes problemas en los suministradores de energías que están
siendo reemplazadas, y suelen necesitar recomponer y reorganizar las antiguas estructu-
ras introduciendo además nuevas cadenas, procedimientos y prácticas. Las dislocaciones
socioeconómicas sectoriales y regionales son comunes (recordemos los fuertes reajustes de

104
El futuro de los combustibles fósiles

las zonas mineras donde se ha sustituido el carbón por otros combustibles por ejemplo),
la transformación de las infraestructuras resultan a menudo costosas y su difusión puede
realizarse muy lentamente. A las sociedades les lleva generaciones ajustarse a las nuevas
fuentes de energía y a nuevos modos de su conversión.
Pero las perspectivas históricas muestran que cada una de estas transiciones de la bio-
masa al carbón, del carbón al petróleo y del petróleo al gas natural, desde el uso directo de
combustibles para producir electricidad, ha traído enormes beneficios a la sociedad como
conjunto. De modo que cada una de estas transiciones ha tenido lugar no sólo sin dañar el
rendimiento económico global, sino elevándolo de forma notable y con una mejora de la
calidad de su entorno. Aun cuando el uso inmoderado de petróleo pudiera desencadenar
un cambio climático global, deberíamos verlo como una oportunidad más que como una
catástrofe. Las transiciones energéticas han significado, en todos los casos, unas asombro-
sas ventajas para los productores de los nuevos suministros y la experiencia histórica tam-
bién deja clara que desde la perspectiva del ciudadano no hay por qué tener miedo al fin
de una era determinada de energía.
Además, el cambio que estamos sufriendo del petróleo al gas natural, es mucho menos
traumático para la mayor parte de los productores de petróleo que lo fuera la transición del
carbón al petróleo para los grandes productores de carbón. La mayoría de los líderes pro-
ductores actuales de petróleo convencional lo son también del gas natural. Como ocurre
con cualquier otra transformación, las tasas actuales de esta transición está siendo deter-
minada por un juego complejo de aspectos económicos, técnicos, políticos, medio ambien-
tales y las principales sorpresas pueden tener un pequeño rol que jugar en las tendencias
esperadas. La cuestión obvia es hasta dónde puede llegar el gas natural.

3.4 Conjeturas en torno al gas natural


La creencia generalizada es ver al gas natural como un sustituto del petróleo. De acuerdo con
el modelo original de Marchetti el gas natural fue el combustible fósil de finales de la década
del noventa que suministraba el 50% de toda la energía primaria comercial, en el año 2000 y
su pico de producción, se alcanzaba en el año 2030, donde llegaría a suministrar un poco más
del 70% del consumo de energía primaria global, comparado a no más del 10% procedente
del crudo de petróleo. El consumo mundial de gas se halla por debajo de esas expectativas y
sólo ha llegado al 25% de la energía comercial mundial cuando lo previsto era el 50%.
El retraso en la sustitución de un combustible líquido por otro gaseoso no debería resul-
tar sorprendente. La transición de los combustibles sólidos (carbón y madera) a líquidos ha
sido mucho más fácil por la general superioridad de los productos petrolíferos refinados:
que tienen una densidad energética más elevada (alrededor de 1,5 veces más elevada que
los mejores carbones bituminosos) y son, además, más fáciles de almacenar y transportar.
Si el precio de cada combustible viniera dictado por las fuerzas del mercado, el precio bajo
del petróleo debido a su bajo coste de producción, proporcionaría una barrera efectiva
contra la inversión en carbón, gas y en la industria nuclear y el petróleo dominando el su-
ministro mundial de energía al quedar sólo frente a la competencia económica de enfoque
clásico (sin considerar otras externalidades) de otros tipos de energías.
Como contraste, el gas natural tiene mucha menos densidad energética que el crudo de
petróleo (típicamente 34 MJ/m3 frente a los 34 GJ/m3 para el petróleo, es decir 1.000 veces me-
nos y de ahí que el uso para el trasporte sea limitado. Y aunque es un combustible limpio es
más costoso para el transporte en las tuberías continentales (e incluso con los grandes barcos

105
La energía en cifras

metaneros GNL del comercio transoceánico) y para su almacenamiento. Por consiguiente,


tiene sentido que el mercado mundial de la energía intente permanecer con los combustibles
líquidos más convenientes cuanto sea posible. En el mundo actual en el que surgen nuevos
problemas potenciales originados por un rápido calentamiento global es aun una compli-
cación más la subida de la combustión mediante gas natural: su papel contradictorio es el
menor productor de CO2 de todos los combustibles fósiles, de ahí que sea un factor clave de
descarbonización en el suministro energético mundial, por un lado y el hecho de que el me-
tano, el principal e incluso el único componente del combustible, es un muy potente gas de
efecto invernadero, de ahí la peligrosidad de sus fugas.

Produccióndegasnatural
600

500

400
EstadosUnidos
/año(toe)
Mt/año(toe)

Canada
300
Noruega
Rusia
200
Argelia

100

0
1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Figura 8. Producción global de gas natural, por países, desde 1970

Consumomundialdepetróleo(Mt)
4500
4000
3500
3000
Mt/año
año

2500
2000
1500
1000
500
0
1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Figura 9. Producción global de gas natural desde 1965

Mientras que el contenido en carbono de los mejores carbones está en más de un 85%
y los rangos en el petróleo entre 84-87%, el metano tiene evidentemente sólo un 75% de
carbono de ahí que en su combustión genere menos CO2 por unidad de energía liberada
que cuando quemamos carbón o petróleo, aspecto este de enorme trascendencia en cuanto
a mitigación a calentamiento global se refiere.

106
El futuro de los combustibles fósiles

Consumosdegasnatural
1000

100
EstadosUnidos
Canada
ño(toe)
Mt/año(toe)

Alemania
10
Rusia
China
Japón
1
1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Figura 10. Consumos de gas natural, por países, desde 1965

Consumototalmundial
degasnaturalMt(toe)
3000

2500

2000

1500

1000

500

0
1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Figura 11. Consumo global de gas natural desde 1965.

Las relaciones de emisión típicas están entre 25 kg C/GJ para el carbón bituminoso, 19 kg
C/GJ para los combustibles refinados y menos de 14 kg C/GJ en el caso del gas natural. Al
mismo tiempo, es un importante gas de efecto invernadero, y su potencial de calentamien-
to global (PMB, comparado en moles) es sustancialmente más elevado que el CO2. En un
periodo superior a 100 años es 21 veces el del CO2, y entre 1759 y 2000 el gas ha contado
con cerca del 20% del global acumulado PMB (Producto Mundial Bruto), comparado con
un 60% en el caso del CO2. Las emisiones antropogénicas de metano CH4 no pueden ser
estimadas con una precisión elevada, pero durante la década del noventa subieron a casi
400 Mt, siendo el alimento del ganado y los campos de arroz las fuentes más importantes.
La industria del gas natural ha sido la responsable de casi el 10% del total.
Las tuberías adecuadamente construidas y bien mantenidas no deberían perder más del
1-2% del gas que conducen, pero las tuberías de gas largas y envejecidas en los estados de
la antigua Unión Soviética han sufrido excesivas pérdidas. Sus pérdidas, establecidas más

107
La energía en cifras

precisamente por diferencia entre entradas-salidas, se pueden cifrar en 47-67 Gm3 durante
comienzos de los años noventa, o al menos y como mucho 9% de la extracción total. Por
comparación una pérdida de 50-60 Gm3 es mayor que el consumo anual de gas natural
en Arabia Saudí e iguala a las recientes importaciones de Italia. Las pérdidas en las tube-
rías darían una apreciable diferencia para la disponibilidad y reducción del combustible
subiendo su contribución al PMB mientras la subida de las exportaciones en extracción,
transporte a larga distancia añadirá inevitablemente CH4 a las emisiones.
Las reservas de gas natural estándar añadió hasta 150 Gm3 a finales el año 2000, un equi-
valente 980 Gb (o sólo por encima 130 Gt) del crudo del petróleo. El aumento sustancial de
las reservas naturales en el mundo casi se triplicaron entre 1975 y 2000, y subieron más de
25% durante los años noventa lo que significa que a pesar de la extracción doblada desde
1970, la relación R/P esta ahora por encima de los 60 años, comparada a sólo por encima de
40 años a comienzos de los años setenta. Las principales de yacimientos de gas están en Ru-
sia (alrededor de un tercio del total), Irán (alrededor de un 15%), Qatar (más del 7%), Ara-
bia Saudí (4%) y EAU (4%). Oriente Medio posee el 35% de todas las reservas conocidas,
una proporción mucho más pequeña que en el caso del crudo de petróleo (cerca del 65%).
Norteamérica, con el 5% de las reservas mundiales ha descubierto más gas que Europa
pero ambos continentes son grandes consumidores de este combustible con la demanda
regida por los requisitos de calefacción y por una mayor capacidad de generación eléctrica
apoyada en el gas natural. Notables relaciones R/P van desde los 10 años para los Estados
Unidos hasta solo más de 80 años para Rusia y a más de cien años para cada principal pro-
ductor de gas natural de Oriente Medio.
A medida que el futuro del combustible se materializa, como ocurriera en el caso del pe-
tróleo, dos escuelas aparentemente irreconciliables de pensamiento afrontan el futuro este
combustible limpio y conveniente. Por un lado, los pesimistas argumentos relativos a que los
recursos últimos de gas natural son realmente más reducidos que los de petróleo, mientras
que los proponentes del futuro rico en gas creen que la corteza terrestre maneja mucho más
gas, en especial en formaciones consideradas actualmente como recursos no convencionales.
Una vez más, comenzaremos con los argumentos. Laherrère es sólo ligeramente más pesi-
mista acerca del gas natural que lo fuera sobre el petróleo. Estima que el gas últimamente
recuperable en 1.680 Gb de petróleo equivalentes, o alrededor del 96% de este total para pe-
tróleo últimamente recuperable. Pero como sólo un 25% de todo el gas ha sido ya producido,
comparado con casi el 45% de todo el petróleo, las reservas restantes y los depósitos de gas
no descubiertos se añadirán de acuerdo con esta contabilidad, alrededor de 1.280 Gb de pe-
tróleo equivalente, o apenas un 30% más de todo el petróleo convencional restante.
Cambiando una vez más la distinción entre político y técnico la estimación de las reser-
vas restantes de Laherrère concluye en que estima como gas no convencional el que está
descendente independientemente de la idea de los gases hidratados que podrían produ-
cirse económicamente. Los recursos limitados harían imposible contemplar el gas natural
como un sustituto a largo plazo del petróleo: si el gas natural, además de su tasa de consu-
mo de los años noventa, desplazara el actual consumo de petróleo y si la energía primaria
mundial continuara como va actualmente, los suministros de gas global se agotarían en tan
sólo 35 años y la salida mundial tendría su máximo antes de 2020.
Por consiguiente, Laherrère rechazó incluso la variante más reducida de los 40 recientes
escenarios IPCC de extracción el gas durante el siglo XXI como poco realista. La mayor parte
de estos escenarios supone que el consumo anual de gas natural será muy por encima de 200
EJ entre los años 2030-2100 pero las proyecciones de Laherrère permanecen muy por debajo

108
El futuro de los combustibles fósiles

de esa tasa, incluso antes de 2040 y caen a menos de la mitad después. Si fueran correctas
sus apreciaciones, no habría manera de que el gas natural proporcionara eventualmente una
cantidad cercana a la mitad del consumo de energía primaria global. Esto significaría que los
megaproyectos gasísticos actualmente contemplados, la mayor parte con tuberías de gran
diámetro viene del Oriente Medio a Europa e India desde Siberia a China, Corea y Japón,
habrían sido sustancialmente abandonados o disminuida su escala. Y la agresiva descarboni-
zación basada en el gas del suministro del mundo fósil permanecería sin realizarse.
De nuevo, como en el caso del petróleo, los últimos USGS 2000, las evaluaciones del gas
natural son mucho más optimistas, poniendo el total un poco por encima de 430 Gm3, o un
equivalente a casi 2600 Gb (345 Gt) de crudo de petróleo y cerca del 53% de las cifras de
Campbell y Laherrère. Las estimaciones de la USGS muestran que sólo el 11% del gas úl-
timamente recuperable ha sido producido, que las reservas suponen para algunos 31%, su
crecimiento eventual debería suponer casi el 24%, y el potencial no descubierto supone el
33% del total. Otras recientes estimaciones indican que el gas natural recuperable, visto por
sus autores como más bien conservador oscila entre 382-488 Gt del petróleo equivalente.
Por consiguiente, Odell prevé el máximo en la extracción del gas natural en 5,5 Gtoe para
el año 2050 disminuyendo en el año 2000 justo al comienzo del siglo XXI.
Todas estas cifras se refieren al gas natural convencional que es el combustible emitido
por las rocas madre y acumulado posteriormente en receptáculos impermeables, bien con
petróleo (gas asociado, la formula de combustible dominante hasta los 1980) o bien solo.
El gas no convencional abarca recursos que están siendo recuperados, antes que nada el
metano existente en los lechos de carbón, así como grandes depósitos existentes en depósi-
tos, acuíferos a elevada presión, e hidratos de metano, cuya eventual recuperación espera
todavía la necesidad de avances técnicos. El gas existente en lechos de carbón es absorbido
en la estructura del carbón mientras que el gas existente en recipientes es mantenido en
rocas impermeables cuya tasa de fugas es inferior a la de llenado y que debería ser fractu-
rada por un método barato para obtener una extracción económica. El gas en acuíferos a
elevada presión es disuelto bajo el suelo a elevada presión y temperatura, con los recursos
estimados en el Golfo de México sólo son mayores que las reservas estimadas mundiales
por Campbell y Laherrère en su momento, considerando como reservas de gas convencio-
nales las restantes. Los recursos globales de gas presurizado en la tierra fueron estimados
en unas 110 veces reservas probadas actuales del combustible.
La segunda mayor fuente de gas natural convencional es el metano atrapado dentro de
moléculas de agua congeladas. Estos hidratos de gas tienen el aspecto de hielo y las dis-
posiciones más comunes permiten la inclusión de CH4 y C2H6 u otras moléculas de gas de
similar tamaño. Como puede apreciarse en un diagrama de fases, el límite superior muestra
la existencia de los hidratos de metano bajo presiones moderadas cercanas a los 100 m en las
regiones polares continentales y a unos 300 m en el caso de sedimentos oceánicos, mientras
que el límite inferior en el caso de los océanos más calientes es de unos 2000 m a temperaturas
no muy distintas del punto de congelación. Los hidratos de gas completamente saturados
tienen una molécula de metano por cada 5,75 moléculas de agua, lo cual significa que 1 m3
de hidrato puede contener casi 164 m3 de metano.
Los hidratos de gas se encuentran en cada latitud pero los requisitos de presión, tempe-
ratura y volumen de gas limitan su ocurrencia a dos tipos de entornos, zonas continentales
y offshore de sedientos permafrost y la profundidad de los océanos.
La mayor parte de los gases presentes en los hidratos ha sido liberada de la descompo-
sición anoxica de los sedimentos orgánicos por bacterias metanogénicas. Los depósitos de

109
La energía en cifras

hidratos han sido identificados sobre márgenes de cada continente donde se hallan a menu-
do bajo capas en zonas de similar espesor de gas libre pero no es una estimación fiable de la
cantidad total de metano que contienen estos recursos. Algunas acumulaciones localizadas
parecen muy grandes: la formación Blake Ridge en el Atlántico Oeste, emplazadas junto a
un acantilado creado por una rápida deposición de sedimentos, contiene al menos 15 Gt de
carbón en hidratos y al menos muchas en burbujas de gas libre en las capas de sedimentos
subyacentes a la zona de hidratos. El total supone unas seis veces las reservas probadas de
gas convencional en los Estados Unidos y los hidratos en toda la costa de los Estados Unidos
pueden contener 1000 veces el volumen de las reservas de gas convencionales.
No es necesario decir que la industria del gas natural se vería radicalmente transformada
si consiguiera recuperar solamente una muy pequeña cantidad de todos los hidratos exis-
tentes en esos sedimentos profundos.
Sólo el 1% de los recursos proporcionarían más metano que el actualmente almacenado
en las reservas conocidas de gas natural. Pero la tarea no será fácil ya que el gas procedente
de los hidratos sólidos se halla bastante diluido (la formación Blake Ridge cubre 26000 km2)
no pueden emigrar en las trampas de los recipientes y una nueva manera de recuperar
debería ser encontrada antes de que estos inmensos recursos pudieran ser aprovechados.
No sorprendentemente, los pesimistas consideran la recuperación de hidratos como una
ilusión, mientras muchos entusiastas piensan acerca de lo posibles métodos de extracción.
La despresurización de los depósitos de hidratos es la primera elección obvia para la ex-
tracción y su primera como los indicados en el permafrost de la Bahía Prudhoe en Alaska
donde los hidratos aplicaciones serán no gigantes sino difusos depósitos offshore pero en
pequeños y ricos recipientes, estos suponen un tercio de los sedimentos.
En cualquier caso, si la despresurización no es realizada cuidadosamente, la mezcla resul-
tante de hielo y gas podría desencadenar una repentina desestabilización de un depósito.
Tal acontecimiento podría resultar aceptable en una pequeña formación pero sería catas-
trófico en grandes estructuras, llevando a macizos corrimientos submarinos y a liberacio-
nes voluminosas de metano a la atmósfera. Tales deslizamientos submarinos, que ocurren
de modo natural, han sido implicados en masivas liberaciones de CH4 que han contribuido
a un rápido calentamiento global hace 55 Ma e incluso una nueva toma a escala más peque-
ña de tales acontecimientos podría acelerar el cambio global. Evidentemente, la fusión de
los hidratos podría conseguirse inyectando vapor, líquidos calientes, o productos químicos
en las formaciones de hidratos. Desde este punto de vista no existe una forma sensible de
evaluar los costes futuros de recuperación, pero cualquiera que sea el coste eventual la
economía de la explotación de los hidratos sería interesante en aquellos países pobres en
energía como el Japón o la India. No sorprendentemente, estos dos países tienen progra-
mas de investigación de hidratos al igual que los Estados Unidos.
Dados los avances posteriores a 1950 en la exploración y extracción de hidrocarburos,
piénsese en el enorme progreso en imágenes tridimensionales y tetradimensionales de los
yacimientos así como en los métodos de perforación direccional y horizontal.
Únicamente nuevos descubrimientos de gas convencional podrían evitar un significativo
aumento de la extracción de gas no convencional, incluyendo algunos hidratos, antes de
mediados del siglo XXI Odell. Demasiadas previsiones de producción de gas no conven-
cional suben rápidamente después del año 2020 y pican alrededor del año 2100 a más de
8 Gtoe. Los descubrimientos no convencionales no pueden ser excluidos ya que existe aún
una fascinación relacionada con los recursos de gas natural, simplemente por la cuestión
del origen abiogénico del combustible.

110
El futuro de los combustibles fósiles

Además la casi completamente olvidada teoría ruso-ucraniana acerca de los orígenes


inorgánicos del petróleo, la posibilidad de gas abiogénico ha recibido una amplia atención
en Occidente gracias a una vigorosa promoción de Gold, su razonamiento es el siguiente:
sabemos que los hidrocarburos abiogénicos están presentes en otros cuerpos planetarios,
cometas y espacio galáctico. El hidrógeno y el carbono de la Tierra sometidos a altas pre-
siones y temperaturas del manto exterior pueden formar fácilmente moléculas de hidro-
carburo y los más estables de entre ellos pueden ascender hasta la corteza exterior. Las
moléculas biogénicas pueden producir hidrocarburos por el metabolismo de las bacterias
subterráneas presentes en las capas superiores de la corteza continental y oceánica. El ori-
gen abiogénico profundo de los hidrocarburos podría explicar también por qué los com-
puestos contienen casi siempre elevadas cantidades de helio químicamente inerte.
No sorprendentemente, el razonamiento de Gold, como indica la teoría ruso-ucraniana,
ha sido rechazada por la mayor parte de los geólogos occidentales cifrando todo esto en
poco más que un sentimiento voluntarista, y argumentando que cualquier producción de
rocas cristalinas, fracturadas o no, puede ser fácilmente explicada por la emigración desde
un flanco o solape convencional de roca madre y que todos los combustibles fósiles son de
origen biogénico. Quizá deberíamos mirar con más indulgencia las teorías no ortodoxas
debiendo considerar que la existencia de una biosfera caliente y profunda por parte de
Gold ha sido convincentemente confirmada por perforaciones experimentales en diversos
países y en diferentes sustratos.
Algunos estudios simplemente confirmados por la presencia de bacterias por debajo de
la superficie identificaron tales especies dominantes como Termoanaerobacter y Archaeo-
globus 1670 m por debajo de la superficie continental del recipiente continental del crudo
petrolífero. En el East Pais Basin. Aun más impresionante resulta la bacteria relacionada
con la Termoanaerobacteria, Termoanaerobium y Clostriduim hidrosulfuricum fueron ob-
tenidas a partir de muestras de agua recogidas a 3900-4000 m en Gravberg un taladro a
una profundidad de 6779 m en la completa ausencia de sedimentos en la roca granítica del
interior de Siljan Ring, un antiguo impacto de meteorito en el centro de Suecia cuya perfo-
ración comenzó con las urgencias de Gold.
Finalmente, nos centraremos en algunos aspectos regionales del gas natural. Dada su
menor flexibilidad en el transporte del gas estos aspectos son más importantes que el caso
del petróleo cuyo transporte es mucho más sencillo. Las enormes reservas en el FSU y a
través de Oriente Medio proporcionará fácilmente no sólo para estas dos regiones sino
que potenciará la exportación, tanto a través de tuberías como mediante GNL, a Europa
y Asia siendo China e India los principales importadores. La elevación de las reservas en
África no proporciona problemas de suministro para el continente. La situación de Europa,
a pesar de las cantidades limitadas de sus reservas es quizá la más cómoda. Como Odell
indicó, ya que están rodeados por potentes exportadores: Siberia, Mar del Norte e África
e incluso Oriente Medio y, de hecho, han transformado Europa (haciendo prácticamente
desaparecer la industria del carbón y deteniendo las centrales nucleares) eso permitirá la
construcción de una red de transporte continental totalmente integrada para el año 2020
cuando el combustible pueda suponer el 35% de la energía europea.
Entre enero de 2000 y enero de 2001, cuando el precio del gas natural se elevó un 380%
con un pico que sobrepasó el pico del petróleo de 1970, muchos analistas pusieron en duda
las previsiones y comenzaron a revisar los suministros de energía futuros en el país. Las
aberraciones a corto plazo causadas por interrupciones momentáneas en el suministro no
deberían ocultar las tendencias a largo plazo.

111
La energía en cifras

Como se esperaba los precios posteriores a 1999 han estado claramente relacionados con
los bajos niveles exploratorios hasta que en año 2000 la subida de los precios se tradujo en
una masiva perforación y suministro estabilizándose de nuevo los precios.
Dada la elevada demanda residencial e industrial y el hecho de que más del 90% de la
electricidad planificada esté generada a partir del gas, incluso vigorosas exploraciones no
impedirán que las importaciones aumenten desde Canadá y eventualmente desde Méxi-
co. Una expansión de las importaciones de GNL, inicialmente desde Argelia pero en la
actualidad desde Trinidad y Tobago y cada vez más de puntos calientes de gas originados
en cada región de producción (Australia, Oriente Medio, y África) no son sino otra forma
de confundir la demanda con el suministro doméstico. Este es quizá el lugar más opuesto
a la tensión, como se hizo cuando se discutió el futuro del petróleo, que la tasa de creci-
miento de la demanda a medio y largo plazo se vería fuertemente influida por mejoras en
la eficiencia, algunas fácilmente obtenibles, si bien otras requerirán una investigación y
comercialización posterior.
Ciertamente el mejor ejemplo de esta primera categoría es la amplia disponibilidad de
los hornos de gas de alta eficiencia. Alrededor del 70% de toda la energía utilizada en los
Estados Unidos en la calefacción residencial procede del gas natural y esta demanda supo-
ne casi el 25% del consumo de gas en los Estados Unidos, con otro 15% que es usado para
calentar espacios comerciales. Existen todavía millones de viejas estufas con eficiencias
inferiores al 60%. La eficiencia mínima de utilización del combustible anual a nivel federal
(AFUE) para las viviendas está ahora en el 78% y en las nuevas unidades la eficiencia está
comprendida entre 78-82%, aun baja si las comparamos con las unidades de elevado rendi-
miento en las que este oscila entre 88-97%). Estas unidades son más caras pero su sistema
de encendido electrónico elimina la llama piloto y sus escapes son mínimos con lo que
se eliminan las chimeneas y conductos de ventilación a través de una pared mediante un
tubo de plástico. Una hipótesis realista de sustitución de los hornos de baja eficiencia por
los de mediana determinaría que en 15 años las unidades de alto rendimiento cortarían la
demanda residencial del gas natural en al menos un 20-25%.
El incremento en el uso de gas natural para la generación de electricidad en los Estados
Unidos (supuso cerca del 15% del consumo total del gas natural en el año 2000) y en Eu-
ropa ha venido acompañado por la instalación de medios más eficientes de conversión.
Las centrales de ciclo combinado usan el calor gastado en la turbina de gas para producir
más electricidad a través de una segunda turbina de vapor e incluso el calor finalmente
desprendido por esta última, es aprovechado mediante cogeneración en otros edificios o
procesos cercanos. Cualquiera de los procesos puede elevar la eficiencia de la conversión
general hasta un 50% y más, lo que podría suponer enormes ahorros de combustible si la
comparamos con la eficiencia media de conversión de los sistemas formados por las clási-
cas calderas y generadores.
Un aspecto importante con respecto a esta eficiencia elevada las turbinas de gas, produ-
cen altas emisiones de NOx (unas 200 ppm) en el caso de combustión no controlada, pero
esto se ha ido paliando a través de unas medidas de control y de diseño más efectivas. Las
emisiones cayeron en un orden de magnitud entre 1975-1985, y la técnica XONON quema
el combustible en presencia de un catalizador a temperaturas inferiores a las de formación
del NOx, han bajado la emisión a 2 ppm.
Finalmente, el gas natural será usado cada vez más para generar la electricidad indirecta-
mente a través de pilas de combustible y gracias a este tipo de conversión llegará a ser un siste-
ma importante como combustible de los vehículos. El vapor obtenido por reformado del gas

112
El futuro de los combustibles fósiles

natural produciendo hidrógeno es un proceso bastante eficiente (al menos 70%) y las pilas de
combustible de ácido fosfórico (PAFC) equipadas con reformadores han sido ya introducidas
en la generación eléctrica a pequeña escala (en el rango de kW-MW) en sistemas industriales
e institucionales (oficinas, escuelas, hospitales, hoteles, generación eléctrica a pequeña escala
(en el rango de kW-MW) en sistemas industriales e institucionales (oficinas, escuelas, hospi-
tales, hoteles, y plantas depuradoras así como en vehículos de gran tamaño. La mejor eficien-
cia en el caso de la cogeneración llega al 85% y puede utilizar también hidrógeno impuro como
combustible, pero necesita catalizadores de Pt de un precio muy elevado. Por el contrario, las
pilas de combustible de carbonato (MCFC) funcionan a unos 650 °C y este calor y el vapor
de agua producido en el ánodo puede ser usado para reformar el vapor por reformado del
metano con catalizadores baratos y un proceso de cogeneración. Por otro lado, las altas tem-
peraturas aceleran la corrosión y las averías en los componentes de la pila de combustible.
Se han probado pilas de hasta 2 MW, funcionando con eficiencias por encima del 50% y las
MCFC pueden ser usadas a mayor escala para la generación de electricidad.
Los motores de combustión interna pueden, por supuesto, funcionar con gas natural,
pero la baja densidad del metano los hace poco adecuados para su uso en el transporte. El
metanol (CH3OH) alcohol derivado el metano (CH4) mediante reformado catalítico con-
vencional, es reformado del gas natural y vapor, y constituye una elección mucho mejor. El
compuesto es un líquido a la temperatura ambiente de ahí que tenga una densidad ener-
gética superior al gas, pudiendo ser almacenado y manipulado como una gasolina siendo
además mucho menos inflamable. Una vez quemado produce un fuego menos severo (por
lo que es usado en los circuitos de carreras como Indianápolis sin mayor problema). Las
bajas emisiones son la principal ventaja del etanol y su elevado índice de octanos le pro-
porciona buenas propiedades de aceleración. Pero la densidad energética del metanol es
sólo la mitad del poder calorífico inferior de la gasolina y su coste es elevado de ahí que la
mayor parte de los vehículos que funcionan con metanol sean autobuses.
Los Estados Unidos producen casi la cuarta parte del metanol mundial y usan la ma-
yor parte del mismo para sintetizar éter metil-butil-terciario para ser mezclado de modo
limpio, gasolina reformulada. La producción en masa del metanol (podría proceder de
residuos orgánicos, incluyendo el carbón y madera) y diversificaría el combustible de
transporte pero no mejoraría la eficiencia general del TPES. Una mucho mejor elección es
usar un metanol derivado del gas en las pilas de combustible. Dadas las propiedades del
combustible, las pilas de combustible activadas por metanol tienen un número evidente de
ventajas para los automóviles pero la necesidad de reformar el combustible (pasándolo a
través de un catalizador en una cámara calentada que produce hidrógeno) reduce la efi-
ciencia general del PAFC con metanol al 40%. Los prototipos de pilas de combustible con
metanol (DMFC) fueron diseñados por la Jet Propulsion. La DMFC elimina el reformador
y usa pilas más ligeras, y su eficiencia general es comparable a la pila de combustible con
membrana de intercambio de protones (PEMFC) las cuales son ahora las que lideran la
aplicación al caso de los automóviles.
Los elevados costes son el obstáculo principal para una comercialización a gran escala de
incluso aquellos diseños que ya están listos para la venta. Los costes típicos de PAFC y MCFC
para la generación eléctrica en un rango de 1-100 MW está proyectado que sean comparables
al coste de capital de las conversiones térmicas convencionales pero mientras las calderas
alimentadas por carbón o hidrocarburos y turbogeneradores estarán en servicio durante más
de 20 años, el tiempo de vida de una pila de combustible es sólo de unos 5 años.
Esta disparidad de costes es aún mayor en el caso del transporte: mientras los motores
Diesel y de gasolina cuestan unos 10 $/kW, una PEMFC funcionando con hidrógeno a partir

113
La energía en cifras

de metanol están proyectadas para un coste de 30 $/kW y las PAFC y DMFC alimentadas con
metanol salen a 100 $/kW. Existen, por supuesto, compensaciones parciales: incluso con una
eficiencia no superior 30-40%, PAFC y DMFC serían un 20-35% más eficientes que los típicos
motores de combustión interna y sus bajas emisiones hacen que esta disposición sea más
aceptable si se hace un estudio de costes que contemple estas externalidades.
Por consiguiente, las PEMFC desarrolladas por Ballard Power Systems para Daimler
Chrysler, así como por Toyota, Honda y Ford han sido instaladas en algunas decenas de
miles de vehículos en 2003 y 2004 y algunas estimaciones ven a las pilas de combustible
como un cierto porcentaje de los vehículos para la década de 2010. El rápido avance de la
investigación y las aplicaciones comerciales de los distintos tipos de combustible hace im-
posible predecir el sistema que emergerá dentro de 10-20 años. En cualquier caso, existen
pocas dudas de que en un futuro inmediato serán las pilas de combustible alimentadas
por metanol los principales contendientes, por lo que existirán pocas dudas del gas natural
como combustible para los automóviles.
Afortunadamente, los suministros usados eficientemente deberían ser suficientes para
satisfacer la demanda que viene. Sólo un rechazo en reconocer la riqueza global del gas
natural y las evaluaciones indefendiblemente pesimistas de la exploración y producción de
los recursos tanto convencionales como no convencionales y las mejoras graduales en las
eficiencias de conversión podrían llevar a evaluaciones altamente limitadas del papel de
este combustible en el suministro de energía global durante la primera mitad del siglo XXI.
EIA ve la producción global casi doblando por el año 2020 cuando el gas podría sumi-
nistrar casi el 30% de toda la energía primaria. Más conservadoramente Odell prevé una
producción global convencional que avanza hasta dos tercios durante el mismo periodo de
tiempo, y con el máximo alrededor de 2,6 veces el nivel de 2000 por el 2050; pero ese tiempo
la subida de la producción de gas no convencional llevará el total extraído hasta casi 4 veces
el del 2000. Existe una elevada probabilidad de que estas previsiones cambien llegando a ser
excesivamente elevadas. Si los totales reales fueran sustancialmente más bajos (por ejemplo
entre 20-35%) existen pocas dudas de que el gas natural sería el componente de más rápido
crecimiento de los combustibles fósiles existentes en el mundo en las décadas venideras.

3.5 El papel del carbón


Durante el comienzo de la década del setenta con un petróleo barato y con una subida impa-
rable de la electricidad nuclear, el carbón fue visto como algo del pasado. Pero la producción
global sigue aumentando y en el 1989 estuvo ya un 30% por encima del nivel de 1975. Incluso
con una abrupta disminución de la producción en los países de la antigua Unión Soviética y
los países de la Europa socialista que tuvo lugar durante el comienzo de la década del noven-
ta, y con una caída igualmente inesperada de la extracción de carbón en China antes del final
de la década. Fue sólo un 18% más elevada en el año 2000 que en 1975, y proporcionó casi el
25% del TPES mundial, un porcentaje virtualmente idéntico al del gas natural.
La salida el carbón está muy por debajo de la enormemente optimista perspectiva de más
del doble de la producción entre 1975 y el 2000, pero muy por encima del nivel esperado por
el modelo de sustitución automática de Marchetti que tuvo un descenso del 10% el consumo
de energía primaria mundial en el año 2000 proporcionando sólo un 2% de toda la energía
comercial a finales de la tercera década del nuevo signo. Considerando las desventajas del
carbón, la resistencia del combustible para tal disminución y su continua importancia global
esto ha sido incluso más notable que el retraso experimentado por el gas natural.

114
El futuro de los combustibles fósiles

Pero el comportamiento relativamente robusto combustible posterior a 1975 no debería


verse como algo que puede llegar. Y no a causa de cualquier aspecto relacionado con los re-
cursos: a diferencia del caso de los dos hidrocarburos combustibles, los recursos de carbón
son tan inmensos que no existe posibilidad de cortes durante el siglo XXI y el siglo XXII.
Las estimaciones globales disponibles sobre los recursos de carbón se encuentran en el
rango de 6,2-11,4 Tt pero debería considerarse que el primer inferior total ofrecido durante
el siglo XX fue de 6.402 Tt. Las fluctuaciones seculares en las reservas globales de carbón
reflejan diferentes clasificaciones de los totales nacionales de las principales naciones pro-
ductoras de carbón (Estados Unidos, China y Rusia), pero de nuevo el total de 671 Gt de
las reservas recuperables no es muy distinta de los recientes agregados de cerca de 770 Gt
de carbón equivalente.

Produccióndecarbón(toe)
10000

1000
EstadosUnidos
Alemania
/año(toe)
Mt/año(toe)

Polonia
100
Rusia
Australia
China
10
India

1
1981 1986 1991 1996 2001 2006

Figura 12. Producción de carbón, por países, desde 1965

Produccióntotalmundialdecarbón(toe)
4000
3500
3000
Mt/año(toe)
año(toe)

2500
2000
1500
1000
500
0
1981 1986 1991 1996 2001 2006

Figura 13. Producción total de carbón, desde 1965

Esto se halla en contraste con un sustancial aumento en las mejores estimaciones de las
reservas de petróleo global que son ahora de tres a cuatro veces más elevadas que lo fueran
en 1940. El hecho de que la reservas probadas de carbón estén basadas en una exploración

115
La energía en cifras

detallada de menos del 10% de los recursos básicos refleja la realidad de que, dado el tama-
ño de las reservas de carbón, no existe necesidad de involucrarse en exámenes de la corteza
terrestre. Incluso con un perfecto conocimiento de las reservas globales de carbón sería irre-
levante para la mayor parte de los combustibles de la tierra que permanecerán inalterados.

Consumomundialdecarbón(toe)
10000

1000
EstadosUnidos
Mt/año(toe)

Alemania

100 Rusia
ReinoUnido
China

10 India
Japón

1
1965
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009
Figura 14. Consumo de carbón, por países, desde 1965

Consumototalmundialdecarbón(toe)
3500
3000
2500
Mt/año(toe)
año(toe)

2000
1500

1000
500
0
1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Figura 15. Consumo total de carbón desde 1965

Con un valor cercano a 230 (año 2000) la relación R/P de carbón en el mundo es más de
tres veces más elevada que la tasa analógica del gas natural y más de 4 veces más grande
que la R/P del petróleo, y mientras los depósitos de carbón están más equitativamente dis-
tribuidos que en el caso del gas natural y el petróleo; el carbón de alta calidad se halla aún
más concentrado a diferencia de lo que se cree normalmente: mientras cinco países poseen
el 64% de las reservas de petróleo (Arabia Saudí, Irak, EAU, Kuwait e Irán), cinco naciones
cuentan con las mayores reservas de carbón /(Estados Unidos, Rusia, China, Australia y
Alemania) sumando el 69% de las mismas en el mundo.

116
El futuro de los combustibles fósiles

El uso futuro del carbón estará obviamente determinado por el estado de los dos restantes
mercados remanentes de combustible, la generación eléctrica y la producción de hierro y
acero.
El carbón permanecerá como una entrada indispensable en la fabricación del hierro y
del acero durante décadas, pero el segundo mercado global más grande de combustible
se espera que crezca sólo muy lentamente. Estas expectativas son una inevitable salida
de las tasas mucho más lentas de crecimiento en la industria del acero; cayó a 1,2% entre
1975-2000 comparada a la del 6% 1945-1975. Además, al menos tres medidas de eficiencia
reducirán la necesidad futura del carbón metalúrgico. La primera, es un uso más extendi-
do de la inyección del carbón en los hornos de fundición donde una tonelada de carbón
inyectado desplaza 1,4 toneladas de coke. La segunda, un progreso gradual de los proce-
sos de reducción de la fundición donde se utiliza principalmente gas natural. Finalmente,
las proporciones más elevadas de acero son producidas en hornos de arco eléctrico como
opuesto a los todavía dominantes hornos con oxígeno cuyo funcionamiento necesita 630 kg
de carbón para producir una Tm de acero. La continuación del creciente posterior a 1975
se ha combinado con una mayor eficiencia lo que ha supuesto que la demanda de carbón
global en la industria del hierro y del acero hasta una 750 Mt anuales en el 2025, sólo 150
Mt por encima del nivel 2000.
Dada la abundancia del carbón, la proporción futura del combustible de la producción de
electricidad y el mayor mercado dentro de cada país, su utilización será decidida juzgando
su posición competitiva con respecto al gas natural. Este a su vez, será no sólo un asunto de
coste razonable de las conversiones del carbón sino que también dependerá de nuestra ca-
pacidad para limitar una multitud de impactos medio ambientales que van surgiendo desde
su extracción hasta su combustión final. El carbón podría ser competitivo en otros mercados,
en especial en la calefacción de edificios, sólo si la industria tuviera éxito en convertirlo en
líquidos o gases no sólo con un coste aceptable, sino con unas aceptables consecuencias para
el entorno. Estas consideraciones han sido importantes para la mayor parte de los sectores
durante la segunda parte del siglo XX pero han llegado a ser dominantes en un mundo pues-
to en peligro por el calentamiento global ya que de todos los combustibles fósiles es el carbón
el que más gases de invernadero desprende al convertir su energía.
El futuro del carbón no es un asunto de disponibilidad de recursos o de costes de pro-
ducción sino de su aceptabilidad medio ambiental. Algunos ingredientes de este último
aspecto, ante todo las emisiones de PM, azufre y NOx tienen o tendrán soluciones técnicas
efectivas. Pero hasta la fecha no existen medios efectivos para la eliminación a gran escala
o secuestro del CO2 una vez realizada la combustión. La única solución parcial viable para
los gases de invernadero producidos por el carbón es hacer la conversión más eficiente y
de ahí menos intensiva en CO2. Los mejores problemas técnicos pueden entonces prolon-
gar grandemente las contribuciones de carbón a la oferta de la energía del global o lograr
incluso un éxito relativamente alto, que puede no ser suficiente en un asunto mundial de
excepcional importancia como es el calentamiento global.
Existe también un sesgo en la evaluación futura del carbón. Aunque China e India los dos
países con una alta dependencia del carbón y con una limitada disponibilidad doméstica
de petróleo y gas natural, intentaran reducir su relación con el carbón; sus economías en
expansión requerirán, casi con toda seguridad, una más elevada extracción del carbón.
La mayor parte de las ganancias proceden de la generación de electricidad en Asia y en
Norteamérica. La evolución del carbón global dependerá por lo tanto de los desarrollos
en China, India y los Estados Unidos. No sorprendentemente los observadores que ven al

117
La energía en cifras

carbón como un importante ataque a la salud de la humanidad, y una de las actividades


más destructivas desde el punto de vista medio ambiental, creen que ese combustible se
halla en una clara retirada.
La demonización del carbón está realizando una injusticia histórica. La civilización mo-
derna con sus notables mejoras en la calidad de vida, fue después de todo construida sobre
la conversión de este combustible indiscutiblemente sucio.
La denigración del carbón evita una evaluación imparcial de los aspectos del combus-
tible. Los contraargumentos hacen hincapié en los enormes avances hechos por una con-
versión más eficiente del carbón en la reducción de los contaminantes resultantes, cambios
que han originado una considerable internalización de los costes externos. La tecnología
del carbón limpio (CCT) ha sido un mantra de los abogados del combustible durante dé-
cadas y ha absorbido una considerable cantidad de fondos gubernamentales y privados,
especialmente en los Estados Unidos, se han ido desarrollando mejores sistemas previos
de la combustión, quemando más eficientemente, y minimizando o eliminando casi com-
pletamente tanto las emisiones sólidas como las gaseosas.
La lluvia ácida, ampliamente considerada como el aspecto medio ambiental más im-
portante en la mayor parte de Europa y en el Este de Norteamérica durante la década del
setenta, podría no haber sido reducida a su actual nivel de ser sólo uno de los muchos
problemas manejables sin una amplia instalación del FGD. A finales de los años noventa
casi 230 GW de la capacidad del carbón en Norteamérica y Europa Occidental (que es casi
el 25% de toda la capacidad fósil en esas dos regiones) la eliminación del FGD es posible
realizarla en seco o en húmedo. Al mismo tiempo la captura del SO2 en forma de sulfatos
crea nuevos desafíos para deposición de estos residuos pesados. Análogamente, el control
de la combustión y de la contaminación del aire, incluidas las cenizas volantes, cenizas de
fondo y escorias de la caldera suman millones de toneladas cada año.
Las tasas de reutilización de estos productos son elevadas en los países de la UE, desde
el 40% del yeso a más del 90% para las cenizas volantes, pero en los Estados Unidos se usa
un carbón con un 33% máximo de cenizas volantes, y sólo un 10% de sus productos usan
el FGD.
Las aplicaciones probadas y experimentales desde el uso de las cenizas volantes (la ma-
yor parte de ellas una mezcla altamente variable de tres óxidos: SiO2, Fe2O3 y Al2O3) como
llenado estructural, aditivo en el hormigón, aditivos de pavimentación, y estabilizador de
costas mediante el uso de FGD como un corrector de liner y suelo (pH), así como en la
industria de la construcción. Dada su alta dependencia del carbón y su limitada disponibi-
lidad de los vertederos tal reutilización resultará particularmente crítica en China.
Pero ni los precipitadores electrostáticos ni el FGD hacen gran cosa para bajar las emisio-
nes de los óxidos de nitrógeno, y ambos sistemas consumen alguna parte de la electricidad
generada en la misma planta. La eliminación de cenizas volantes necesita al menos 2-4%
del total generado, y dependiendo del proceso, el FGD puede usar hasta el 8% de la genera-
ción bruta de electricidad y de ahí estos controles efectivos realmente tienen una eficiencia
realmente baja en la conversión del combustible. Sólo lo opuesto es apenas necesario ya
que la eficiencia media de generación eléctrica con combustibles fósiles ha provocado un
estancamiento en los países emergentes desde los años 1960.
Este registro norteamericano ilustra esta inexcusable perpetuación de alta ineficiencia
donde las dos terceras partes del combustible es desperdiciado. Este estancamiento con-
trasta con mejoras notables en la conversión de la energía en los procesos industriales y

118
El futuro de los combustibles fósiles

de viviendas y apuntan como causa posible a monopolios no interesados en la innovación


técnica como causa principal de este fallo. Como cualquier otro fallo técnico que puede ser
dirigido por medios fácilmente disponibles, esto presenta enormes oportunidades. A me-
dida que las plantas son más antiguas, construidas durante las dos décadas de demanda
disparada para la electricidad 1950-1960, tienen que ser reemplazadas pronto y con una
nueva técnica de combustión, las nuevas plantas han sido ya diseñadas o pronto serán
comerciales.
Una técnica comercial puede eliminar virtualmente el NOx sin controles de emisión ex-
terna mientras se eleva la eficiencia general de conversión. La combustión en lecho fluidi-
ficado (FBC) es una idea cuyos orígenes se remontan a 1929 y durante décadas parece ser
más grande que su actual rendimiento. Durante el proceso FBC, los sólidos de cualquier
material combustible están suspendidos en los chorros de soplado ascendente de aire con
el mezclado turbulento resultante permitiendo reacciones químicas más efectivas y de
transferencia de calor. No menos importante es el hecho de que la combustión tenga lugar
sólo entre 760-930 °C que está muy por debajo de 1370 °C, la temperatura a la cual el NOx
comienza a formarse debido a la división del N2 atmosférico. Además, los limos finos de
CO3Ca o dolomita (CaMg(CO3)2) podrían ser mezclados con los gases de combustión con el
fin de eliminar el 95% (y comúnmente 70-90%) de todo el azufre presente en el combustible
formando sulfatos.
Durante la década del noventa el FBC se ha visto reforzado por la generación eléctrica
mediante turbinas de gas pero la versión atmosférica de esta técnica AFBC es ahora una
opción plenamente comercial, y la mayor parte de los fabricantes de grandes calderas lo
ofrecen como un paquete estándar. Las unidades AFBC están ahora disponibles en tamaños
de hasta 300 MW y están quemando un rango de combustibles desde el carbón a los resi-
duos urbanos, y el proceso es, a menudo, competitivo con los sistemas de ciclo combinado
alimentados con gas natural para las nuevas instalaciones. Más de 600 calderas AFBC, con
capacidad total de 30 GW, están ya funcionando en Norteamérica; una capacidad similar
está instalada en Europa y China tiene más de 2.000 pequeñas unidades. Los AFBC son
un 5-15% menos caros que el mismo tamaño de planta quemando carbón pulverizado y
usando las técnicas FGD seca o húmeda. La combustión en lecho fluidificado presurizado
(PFBC) produce un gas que es capaz de impulsar una turbina de gas y funcionar en un ciclo
combinado. La tecnología del carbón limpio del DOE lleva a la entrada en el mercado de
la primera generación de PFBC, con cerca de 1 GW de tal capacidad instalada en todo el
mundo en el año 2000.
La segunda generación PFBC estará integrada con un gasificador de carbón para pro-
ducir un combustible gaseoso que será quemado en un quemador superior, añadiendo al
flujo gaseoso la energía que entra en la turbina de gas. Las calderas PFBC ocuparán una
pequeña fracción de espacio tomando unidades convencionales quemando carbón pulve-
rizado y el proceso, impulsado por la introducción de los nuevos quemadores, materiales
resistentes a la corrosión, absorbentes y turbinas de gas, esperadas como comercialmente
disponibles antes de 2010, combinará un caso cero NOx, SO2, y emisiones de PM con una
eficiencia general de conversión del 52%.
Este rendimiento representaría una ganancia de eficiencia de 30-50% comparada con la
conversión conseguida en una central convencional alimentada por carbón, una mejora
que sería un largo camino hacia la reducción de emisiones de CO2 suavizando la desventa-
ja de la combustión de carbón.

119
La energía en cifras

Las eficiencias de combustión más elevadas serán también conseguidas en una planta su-
percrítica, funcionando con presiones de vapor de 35 MPa y temperaturas de hasta 720 °C (el
adjetivo supercrítico simplemente denota condiciones operativas por encima de 22,1 MPa,
la presión a la cual no existe distinción entre las fases líquidas y gaseosas del agua a medida
que forma el fluido homogéneo). Las plantas de energía supercrítica (hasta 25 MPa) estu-
vieron a favor de los Estados Unidos durante los años setenta pero su construcción declinó
rápidamente en los comienzos de la década del ochenta, largamente debida a los problemas
antiguos con disponibilidad. Los europeos y los japoneses tienen una mejor experiencia y
a finales de los noventa hubo 462 unidades con capacidad instalada de apenas 270 GW. El
estado del arte actual permite presiones de hasta 30 MPa (usando aceros con 12% de Cr) y
eficiencias por encima de 45%; 31,5 MPa son posibles usando austenita de precio muy ele-
vado, y 35 MPa sería posible que las aleaciones basadas en Ni, consiguiéndose eficiencias
por encima de 50% (Paul, 2001). El DOE de los Estados Unidos está ahora desarrollando las
unidades supercríticas de baja emisión que combinan tasas de conversión de hasta el 50%,
con controles avanzados de NOx y SO2.
Otro concepto antiguo de alta eficiencia que ha sido adoptado en Europa, Rusia y Japón
y que ha sido despreciado en los Estados Unidos es el uso de una única fuente primaria de
calor para producir tanto electricidad como calor. Durante las últimas décadas del siglo XX
esta práctica generalmente conocida como cogeneración fue muy utilizada en los Estados
Unidos pero después de 1950 la mayor parte de las empresas industriales y las grandes
instituciones (hospitales, universidades y parques de negocio) comenzaron a comprar fue-
ra la electricidad mientras continuaban produciendo la energía térmica necesaria (vapor
y agua caliente) in situ. A finales de los noventa, la cogeneración añadió solo un 6% de la
capacidad de generación eléctrica en los Estados Unidos pero puede elevarse hasta el 10%
para el año 2010. En Europa, Dinamarca recibe el 40% y Holanda y Finlandia el 30% de la
electricidad del CHP (producción simultánea de calor y electricidad), principalmente a
través de los sistemas de calefacción de distrito.
Las ganancias de eficiencia son obvias: comparadas a las eficiencias 33-35% de la genera-
ción clásica de electricidad, la generación combinada de electricidad y calor puede elevar
hasta el 70% la eficiencia del sistema convirtiéndola en energía útil.
Finalmente, las elevadas eficiencias (por encima del 45%) y las más reducidas emisiones
de NOx (la mitad en comparación con la combustión estándar de carbón pulverizado) po-
dría ser conseguida por tales sistemas avanzados como el ciclo de gasificación/combinado
e integrado (IGCC) que combina los ciclos de la turbina de gas con el de la turbina de va-
por. En el 2001 menos de 30 plantas IGCC estuvieron funcionando en los Estados Unidos,
Europa y Asia pero, en el año 2000, su coste de capital fue de 1.300 $/kW comparados con
los menos de 500 $/kW de las turbinas de gas de ciclo combinado cuyas eficiencias son aún
más elevadas (por encima del 50%) y emiten solo la mitad de CO2 por kWh generado. Por
consiguiente, incluso un económicamente competitivo IGCC, esperado por la industria,
antes del 2010, estaría en desventaja con respecto al desprendimiento de gases de efecto
invernadero.
A medida que las perspectivas nacionales e internacionales son consideradas, nadie ve
una recuperación del carbón cercana sino una disminución progresiva. Del mismo modo,
tambien se espera una disminución del mismo en los países de la Europa del Este incluida
Rusia. Algunos expertos de la industria han concluido que las perspectivas de generación
eléctrica a partir del carbón en los Estados Unidos son igualmente pobres. Algunas previ-
siones esperan que la capacidad de generación eléctrica a partir de carbón se deslice desde

120
El futuro de los combustibles fósiles

un 50% en el año 2000, a tan sólo un 15% en el 2020. Tales visiones son indudablemente
demasiado pesimistas.
Como ya se ha indicado existe una necesidad evidente de reemplazar las viejas centrales
generadoras de electricidad durante las próximas dos décadas. Al mismo tiempo existe la
seguridad y abundancia del suministro doméstico de carbón a unos precios reducidos, que
no se espera que aumenten apreciablemente o de fluctúen salvajemente.
Cuando estas consideraciones se combinan con las nuevas técnicas de combustión cuya
aplicación produce profundos cortes o una casi eliminación de las emisiones del SOx y el
NOx, el carbón aparece ya con una luz mucho más favorable. Esta es la razón por la que las
previsiones de la EIA preven un aumento del 25% en el consumo de carbón en los Estados
Unidos, durante las primeras dos décadas del siglo XXI. Llegando a que la generación de
electricidad basada en carbón alcance el 44% en el 2020.
Como mejora la eficiencia de conversión que reducirá la generación de CO2, el combusti-
ble aparece bajo una luz mucho más favorable. Es por lo que la EIA proyecta un aumento
de casi el 25% en el consumo general de carbón en los Estados Unidos durante las primeras
dos décadas del siglo XXI, con una generación basada en carbón satisfaciendo el 44% de
la demanda total en el 2020.
Los aspectos relacionados con el carbón de China no deberían juzgarse por la extraor-
dinaria caída de la demanda y la extracción durante finales de la década del noventa. En
1995 el carbón se encontraba por encima del 75% de la energía comercial primaria del país,
porcentaje más elevado desde 1972.
Aunque cuatro años más tarde cayera al 68%, una caída relativa del 10% y un descenso
absoluto de poco más de 250 Mtce, o más del total de la extracción de carbón de cualquier
otra nación productora del mismo con excepción de los Estados Unidos. Aunque una bre-
ve continuación de esta tendencia necesitaría un aumento masivo de las importaciones de
crudo de modo que no hay forma de conseguir esas cantidades de gas natural en tan corto
periodo de tiempo. Al mismo tiempo, queda claro que el carbón ira bajando su porcentaje
del total lentamente.
La primera razón para la retirada gradual del carbón es continuar reestructurando la
economía china que ayudará a reducir la intensidad energética del país y su combustión
en las ciudades y en la industria. El segundo está en reducir la contaminación del aire en
las ciudades chinas cuyo objetivo se ha plasmado en liberar de carbón a Beiing. A la vista
de estas tendencias muchas recientes previsiones sobre consumo de carbón incluida la
predicción de la EIA puede considerarse como poco realista.
De otro modo, China aun está lejos de un adecuado suministro de electricidad y la muy
elevada relación de la generación desde el carbón.
A finales de los noventa el consumo chino de electricidad por cabeza fue sólo la octava
parte del de Taiwan, y una décima parte de la media de Japón; las tres cuartas partes prove-
nían de la combustión de carbón. De nuevo, previsiones recientes de algunos de los 20 GW
de la nueva capacidad de generación han sido añadidas cada año. Pero la expansión de la
capacidad del carbón a sólo la mitad de dicha tasa requeriría al menos 250 Mtce para el año
2015. Una nueva China más rica no será capaz de eliminar su dependencia del carbón en
generación eléctrica, y se prestaría un gran servicio a sí misma en mejoras de la eficiencia y
en técnicas de quemado con baja contaminación.

121
La energía en cifras

Durante el último cuarto del siglo XX el carbón no se ajustó a las predicciones de una rápi-
da disminución y el combustible todavía supone el suministro de casi la cuarta parte de la
energía comercial primaria mundial. Debería resumirse que su tasa de disminución, previa
a 1974, suministraría sólo el 10% de la energía mundial en el 2025, volviéndose insignifi-
cante antes del 2050. Pero tal disminución tendrá que ser compensada por un aumento del
consumo de gas natural cuyas tasas deberían ser sustancialmente más elevadas que nunca
anteriormente cuando su ganancia fue muy moderada durante los 20 años precedentes.
Se ve la posibilidad de una futura combinación de una dramáticamente reacelerada dismi-
nución del carbón y una subida del gas como realmente improbable y se ve también, la pér-
dida del porcentaje actual del carbón en la energía pero sólo de una forma gradual. Lo más
importante es considerar no sólo el papel del gas natural sino también las mejoras y la pene-
tración comercial de las energías no fósiles, así como las posibilidades realistas para rebajar
los niveles en el uso de la energía a través de una combinación de avances técnicos, un precio
más realista y unos objetivos de rendimiento y cambios graduales en su comportamiento.

122
Las energías no fósiles

Capítulo 4
Las energías no fósiles

4.1 Introducción
Existe al menos una obvia certeza cuando observamos la producción de energía global en
una escala temporal; nuestra sociedad predominantemente fósil está ligada a un asunto
relativamente efímero. Dos cualificaciones son necesarias para sacar conclusiones:
• No existe una relación de cuantificación entre el adjetivo clave. Si predominan-
temente significa más del 75% de TPES, estamos todavía muy por encima de esa
marca: en el año 2000 la proporción fue del 82%, con unos 320 EJ de las TPES del
mundo proveniente de los combustibles fósiles, 35 EJ procedente de las energías
hidráulicas y nucleares y al menos 35 EJ procedente de las biomasa.
• Supongo que, aunque algunos depósitos de hidrocarburos se volvieran a rellenar,
las tasas de su renovación serían demasiado lentas para conseguir el equilibrio con
la extracción en una escala temporal de 10-100 años.
Cualquiera que sea la longevidad de las actuales sociedades fósiles, no serán capaces de
abarcar la duración de la civilización humana. Hemos estado alrededor de los granjeros
durante 10.000 años y las primeras ciudades han estado centradas en estructuras complejas
desde hace unos 5.000 años. Sólo durante las últimas tres generaciones (60-75 años), o sea
para no más del 1,5% del tiempo de la civilización, la humanidad ha satisfecho sus necesi-
dades de energía variadas tomando la energía predominantemente fósil, incluso en el caso
de que el uso de una energía fósil convencional sería imposible que se mantuviera más de
unos pocos cientos de años. La recuperación de los combustibles no convencionales podría
extenderse pero sólo si el impacto medioambiental resultase tolerable.
Qué vendrá después de los combustibles fósiles. No se debería contestar a esta pregunta
de cualquier manera. Sin duda, tanto la demonización del carbón y de los hidrocarburos más
limpios y flexibles nos sirven admirablemente. Sus conversiones han suministrado al menos
a una cuarta parte de la humanidad (casi dos terceras partes de los países en desarrollo, el
resto corresponde a países de alta renta viviendo en países de renta baja) con un nivel de vida
no disponible a los más ricos de hace sólo unos cientos de años. Para otros 3.000 millones de
personas estas conversiones han establecido la diferencia entre una subsistencia precaria,
miserable e iletrada por un lado, un módico confort y unas elevadas esperanzas de vida, con
oportunidades educativas sobre los demás. Significativamente esto deja fuera aún a 1.500
millones de personas cuyas familias se benefician de las energías modernas sólo indirecta y
marginalmente y demasiado inadecuadamente, por añadidura.

123
La energía en cifras

La transición inevitable y gradual desde las energías fósiles a las no fósiles no debería
impedir el mantenimiento de lo que ya se ha conseguido y no debería hacer, tampoco,
más difícil extender las ventajas del uso de la alta energía a aquellos que lo necesitan más
urgentemente. La magnitud de las energías renovables no es un aspecto que pueda ser
aprovechado directamente del enorme flujo procedente de la radiación solar que alcanza la
Tierra: a medida que la civilización terrestre lo asume, esta energía renovable será la tenida
en cuenta durante los próximos 500 años, momento en el que la radiación solar aumente
procedente de un Sol en expansión impulsando el calentamiento de los océanos. Los enor-
mes volúmenes de agua evaporada emigrarán a la estratosfera, dejando tan sólo feroces
vientos calientes que modificarán la atmósfera de la Tierra.

Radación solar Radiación solar 235 Radiación


reflejada 342 entrante longitud de onda
107 107 W / M2 342 W / m2 saliente
235 W / m2

Reflejada por nubes


aerosoles y
atmósfera Emitida por la 40 Ventana
Atmosférica
77 atmósfera
165 30

Gases de
invernadero
67

Calor
24 78 latente

Reflejada por 40 324


la 350 Radiación
superficie rechazada
30
390
168
24 78 Radiación 324
Absorbida por la Térmico Evapo superficial Absorbida
superficie transpiración por la
superficie

Figura 1. Partición solar incidente

Lo que importa es la disponibilidad del flujo energético renovable en tiempo y espacio


así como su densidad de potencia. De todos los flujos de energía renovable sólo la solar
tiene una densidad de potencia suficientemente alta.
La radiación solar alcanza la parte superior de la estratosfera con una cantidad de 1.347 W/m2
del espacio extraterrestre: este flujo es comúnmente llamado constante solar pero en realidad
está sometido a minúsculas variaciones. Después de prorratear en toda la superficie esférica
del planeta y restando la energía absorbida por la atmósfera y reflejada al espacio, la media
global del aislamiento total, radiación solar absorbida por la superficie, promedia 168 W/m2.
Los valores máximos son de 250 W/m2 en las correas de alta presión sin nubes de los desiertos
subtropicales; los mínimos son de 0 durante los inviernos polares. Las técnicas existentes nos
permiten convertir la radiación solar en electricidad con potencias de 20-60 W/m2. Ningún otro
flujo renovable tiene una potencia media tan elevada.
Todos los flujos solares terminan siendo muy difusos. Sus densidades de potencia suelen
estar por debajo de 10 W/m2 y muchas medias menores de 1 W/m2. Dado que la mayor parte de
las técnicas existentes tratan de convertir la energía de forma indirecta no resultan muy eficien-
tes (la hidrogeneración es la única excepción) pueden producir la mayor parte de las formas
deseables de energía útil (electricidad y combustibles líquidos) con densidades de potencia que

124
Las energías no fósiles

son sólo una pequeña fracción (varios órdenes de magnitud más pequeños) de la densidad de
potencia conseguida por los combustibles fósiles. Las tasas típicas ilustran estas disparidades.
Los flujos de potencia están entre 10-50 W/m2 para la captura de las mareas y la energía cinética
de los ríos en curso superior, entre 5-20 W/m2 para la eólica, un poco por encima de 1 W/m2
para la mayor parte de los ríos en el curso inferior, lo que requiere grandes presas, y por debajo
de 1 W/m2 para la energía de biomasa.
Este ofrece un gran contraste con la extracción de combustibles fósiles y la generación
térmica de electricidad. Estas actividades que definen la civilización moderna de elevada
energía produce energías comerciales con órdenes de densidad de potencia de magnitud
elevada entre 1-10 kW/m2. Las densidades de potencia de la energía final usadas en las so-
ciedades modernas oscila entre 20-100 W/m2 para las viviendas, oficinas y fábricas de baja
intensidad de energía, construcciones institucionales y áreas urbanas. Los supermercados
y los edificios de oficinas usan 300-900 W/m2 y los rascacielos hasta 3.000 W/m2. Con el fin
de suministrar estas densidades de potencia, las sociedades fósiles están difundiendo flu-
jos de energía a medida que producen los combustibles y la electricidad térmica con den-
sidades de potencia de magnitud más elevada que las densidades de uso común utilizadas
en los edificios, fábricas y ciudades.
Como resultado, el espacio tomado por la extracción y la conversión de los combustibles
es relativamente pequeño en comparación con los derechos de transporte y transmisión re-
queridos para entregar los combustibles y la electricidad a los consumidores. Por ejemplo,
en los Estados Unidos el área total ocupada por la extracción de los combustibles fósiles
es menor de 1.000 km2 (apenas el 0,01% del área del país), mientras que la tierra cuyo uso
es ocupado por las tuberías y la tierras reservadas para la transmisión hacen llegar hasta
30.000 km2. Una sociedad solar que heredara las infraestructuras residenciales e industria-
les tendría un comportamiento opuesto a medida que se concentraran los flujos de ener-
gía difusa. Sólo algunos usos finales, principalmente para calentamiento e iluminación de
casas eficientes energéticamente, podría funcionar con energías renovables con la misma
densidad de potencia que las que serían finalmente usadas. La generación eléctrica distri-
buida mediante conversión FV es el mejor ejemplo de esta posibilidad. Pero con el fin de
energizar sus megaciudades y las áreas industriales de una sociedad basada en la energía
solar deberían concentrarse los flujos difusos, con el fin de salvar las brechas existentes de
dos o tres órdenes de magnitud.
El malentendido entre densidades de baja potencia de los flujos de energía renovable usa
medios que cualquier difusión en gran escala de las conversiones de energía solar reque-
rirá una profunda reestructuración espacial generando un gran impacto medio ambiental
y socioeconómico. Más notablemente, aumentarían enormemente los requisitos de terreno
para conversiones primarias y algunas de estas nuevas disposiciones necesitarían también
unos más extensos derechos de transmisión. La pérdida en la flexibilidad de localización
para las centrales generadoras de electricidad con el flujo solar directo o indirecto y los
inevitables conflictos de tierras con la producción de alimentos serán también unas des-
ventajas adicionales. Explicaremos los atributos específicos de esta densidad de potencia
cuando se discutan las ventajas y desventajas del uso comercial de las energías renovables
individuales.
La aleatoriedad de todos los flujos de energía solar es el segundo desafío más importante
para cualquier sistema de conversión declarado como continuo, y altamente fiable, el sumi-
nistro de energía requerido para las modernas infraestructuras industriales, comerciales y
residenciales. Sólo la energía solar transformada en energía química por la fitomasa, a través
de una fuertemente subsidiada fotosíntesis (con el fin de eliminar cualquier agotamiento de

125
La energía en cifras

agua y nutrientes y proteger las cosechas del ataque de la peste) pueden ser cosechadas y
usadas de una forma bastante predecible. Sin unas capacidades de almacenamiento masivas
ninguno de estos flujos cinéticos de energías renovables proporcionarían una amplia base en
las modernas sociedades intensivas en electricidad. Sólo los voluminosos almacenamientos
de agua han sido hasta ahora el único medio eficaz de almacenar grandes paquetes de ener-
gía de casi inmediata disponibilidad.

Producción de energía fósil y renovable

105
104 campos petrolíferos

campos de carbón

Centrales
térmicas
fósiles
103
Densidad de potencia (W / m2)

centrales
102

térmicas solares
colectores planos
geotérmica
fotovoltaica
mareas hidro
101

eólicas calor oceánico


1

fitomasa hidro
10-1

10-2 1 102 104 106 108 1010

2
Area (m )

Figura 2. Conversores de densidades de energía nos muestran hasta cuatro


órdenes de magnitud entre los modos de suministro de energía primaria

Consumo energético en industria, comercio y vivienda


105
104

edificios
elevados
103
Densidad de potencia (W / m2)

laminación acero
refinerías
supermercados

industrias
102

viviendas

ciudades
101
1
10-1

10-2 1 102 104 106 108 1010

Area (m2)

Figura 3. Densidades de potencia de consumos industriales, comerciales


y de viviendas concentradas en el intervalo 101-102 W/m2

126
Las energías no fósiles

A pesar de que llevamos un siglo de esfuerzos diligentes para desarrollar otras formas
efectivas de almacenamiento, hasta ahora, todas ellas resultan poco eficientes o inadecuadas.
Finalmente, existen dos flujos de energías renovables que no surgen de las reacciones ter-
monucleares producidas por el Sol. Primero tenemos el flujo de calor terrestre resultante del
enfriamiento de los elementos radiactivos (U235, U238 Th232 y K40) en la corteza terrestre;
el segundo, es la energía de las mareas producida por el efectos gravitatorios combinados
del Sol y la Luna. El flujo geotérmico es minúsculo no sólo en comparación con el flujo solar
directo, sino incluso comparado con los menos poderosos flujos indirectos. Su media apenas
alcanza los 85 mW/m2, pero el flujo está disponible en cualquier parte todo el tiempo. Como
resultado de la tectónica de placas y el fenómeno de los puntos calientes, muchos lugares en
la Tierra tienen un flujo térmico muy superior al existente en la corteza terrestre, a menudo
cedida a través de aguas termales o vapor y adecuadas extracciones comerciales de energía
geotérmica. Los movimientos de las mareas son predeciblemente periódicos pero alcanzan
altas densidades de potencia sólo en unas pocas localizaciones en todo el mundo.

Sistemas de almacenamiento eléctrico


baterías de flujo
baterías Hidro
horas

metal-aire bombeo

baterías NAS

Aire
Tiempo de descarga

otras baterías avanzadas comprimido

baterías ión-Li

baterías Ni-Cd

baterías plomo-ácido

super condensadores
minutos

volantes
de
alta energía
segundos

1 kW 10 kW 100 kW 1 Mw 10 Mw 100 Mw

Tasas de potencia del sistema

Figura 4. Tasas de potencia y tiempos de descarga de los principales


sistemas de almacenamiento de electricidad

Comenzaremos con la revisión de las energías no fósiles tomando una aproximación más
cercana en los aspectos de la energía hidroeléctrica, la más importante fuente comercial de
energía no fósil de grandes dimensiones. Después nos cambiaremos a la más importante
fuente comercial no fósil de una energía no comercial, los combustibles de biomasa desde
la madera y el carbón vegetal pasando por los residuos de las cosechas. Estos combustibles
proporcionan calor para cientos de millones de viviendas, así como para muchos peque-
ños fabricantes en países de renta baja y el carbón vegetal es utilizado incluso en algunas
empresas industriales. Estas pueden ser conversiones muy ineficientes de alcance local o
regional, que aspiran a ser modernizadas. Deberían los países emergentes intentar elevar
su uso de la biomasa, de ser una fuente marginal para pasar a ser una parte importante
componente de fuentes energéticas diversificadas.

127
La energía en cifras

Las evaluaciones de dos modos rápidamente crecientes de generación eléctrica renovable,


la energía eólica producida por modernas turbinas aerogeneradoras y conversión de la ra-
diación solar directa por parte de los sistemas térmicos (generación solar a alta temperatura)
y por las FV que están aún por llegar. Todas las restantes propuestas y modos actualmente
comercializados de generación eléctrica renovable, cerrarán la cubrición de la energía no fósil
considerando lo que se puede adelantar con una opción que fue enteramente desconocida
a comienzos del siglo XX, lo que fue prácticamente demostrado sólo durante su cuarta dé-
cada y poco comercializada durante la segunda mitad del siglo XX: la energía nuclear. Los
hechos básicos de esta rápida subida fallaron de pronto en sus previsiones de dominación
(ya lo hemos citado anteriormente). Ninguna previsión ofrecida hasta la fecha, revisa facto-
res que permitan suponer un nuevo lanzamiento o disminución de la probabilidad de un
renacimiento nuclear en sus distintas modalidades básicas, como probable nueva fuente de
generación inherentemente segura y con sistemas a prueba de proliferación.

4.2 Energía hidráulica: potencial y límites


La corriente de agua hace girar la turbina hidráulica que suministra casi el 20% de la elec-
tricidad mundial. La importancia relativa de la hidrogeneración es mucho más elevada en
docenas de países tropicales, donde es el medio más importante de producción eléctrica.
Cuando la hidroelectricidad es convertida, usando su contenido energético, su generación
global es ahora equivalente a casi 10 EJ. Pero para la misma cantidad de electricidad que
fue generada a partir de los combustibles fósiles tendrían que encontrar, extraer moler y
quemar casi 30 EJ, o la adición de 1,3 Gt de vapor procedente del carbón. Esto liberaría al
menos 1 Gt de CO2 y más de 25 Mt de azufre a la atmósfera. Estas emisiones adicionales
serían iguales a 15% y 35% de los flujos antropogénicos globales actuales de estos gases.
La hidro generación tiene los más bajos costes operativos y la vida mas larga que cual-
quier otro modo de producción de energía eléctrica, una combinación que, a menudo,
produce unos precios muy bajos en el consumidor. Desde el punto de vista del sistema
eléctrico, la hidro generación en general, y actúa como reserva (carga nula sincronizada
al sistema en particular, siendo una excelente manera de cubrir las cargas pico creadas
por un aumento repentino de la demanda de electricidad. Muchos embalses construidos
principalmente para la hidro generación tiene múltiples usos adicionales ya que sirven
también como fuentes para el regadío y agua potable, como protección frente a las riadas
(regulación) y como recursos utilizables en acuacultura y recreo.
Además, incluso las evaluaciones conservadoras de la energía potencial hidráulica glo-
bal muestran, que esta fuente renovable de la electricidad limpia permanece ampliamente
rentable y que incluso cuando la capacidad mundial instalada en grandes turbinas será
doblada, la mayor parte de la energía en el flujo de agua permanecerá aún sin ser utilizada.
Los totales publicados estimados del volumen global se encuentra en el rango de 33.500-
47.000 km3 al año, con la media más probable (excluyendo el flujo de hielo de la Antártida
pero incluyendo las corrientes de las regiones interiores de los continentes) de 44.500 km3.
Suponiendo una elevación continental media de 840 m, la energía potencial de este flujo es
de unos 367 EJ, casi el exactamente el TPES comercial mundial en el año 2000. Si este flujo
natural fuera usado con una eficiencia del 100%, la capacidad bruta de todos los ríos del
mundo sería de 11,6 TW.
Muchas realidades combinan para rebajar este total. Compitiendo los usos del flujo
de los ríos, falta de adecuación de estos entornos para usar las centrales hidroeléctricas,
a menudo las fluctuaciones de flujo estacionales y la imposibilidad de convertirla en

128
Las energías no fósiles

energía cinética del agua con perfecta eficiencia, lo que significa que aunque la capaci-
dad explotable puede llegar a exceder un 50% para algunas corrientes es normalmente
de sólo el 30% en proyectos con una capacidad instalada por encima de 1 MW. Los
totales mundiales de las capacidades técnicamente viables deben ser construidas, por
tanto, añadiendo las evaluaciones nacionales específicas y el ICOLD supone 52 EJ de
electricidad, o apenas el 14% del total teórico. Como se esperaba, la distribución conti-
nental de este total es muy desigual, con Asia 47% y Latinoamérica 20%. China tiene el
total nacional de mayor tamaño (unos 15%) los países procedentes de la antigua Unión
Soviética vienen segundos proyectos en la última categoría hasta llegar a 30 EJ en todo
el mundo (solo 8 PWh) o apenas tres veces el actualmente total explotado.

Figura 5. Presa de Itaipú entre Paraguay y Brasil

Figura 6. Presa de las Tres gargantas en China

Existen grandes diferencias entre los porcentajes de la capacidad potencial que han sido
ya explotados. Europa tuvo la más alta proporción durante finales de los años noventa
(más del 45%) seguido de Norteamérica (casi el 45%), Ibero América (20%), pero Asia sólo
el 11% y África únicamente el 3,5% .

129
La energía en cifras

Los tres continentes contienen, cerca del 80% de la humanidad, cuyo consumo de elec-
tricidad per cápita es sólo una pequeña fracción del uso medio prevalente en los países
emergentes se encuentran así en una posición de bienvenida al tener plenos recursos hi-
dráulicos, cuyo desarrollo pudiera ayudar a modernizar sus economías y subir la calidad
de vida media, mientras se evita las liberaciones adicionales de dióxido de carbono azufre
y óxidos de nitrógeno.

Permisosconcedidosparaexplotacióndepresas(sigloXX)

Númerodepresas
0 1000 2000 3000 4000 5000 6000

prev1900
1900
1910
1920
1930
1940
1950
1960
1970
1980
1990

Figura 7. Número de presas que poseen el permiso de explotación durante el pasado siglo XX

Figura 8. Número de presas que poseen el permiso de explotación en las distintas zonas del mundo

El mensaje animoso y reconfortante de la sentencia previa debería haber sido vista como
un axioma durante los años 1960 y 1970 cuando el mundo experimentó el mayor boom de la
construcción de grandes presas, con casi 5.000 nuevas estructuras construidas durante la
década. Pero esto no parece suceder al comienzo del siglo XXI. Ahora, al menos se centran
en unas cuantas opiniones equivocadas o lo que peor, como una propaganda indefendible
que deja fuera a muchas industrias y empresas promoviendo mega proyectos hidroeléc-
tricos que son ahora ampliamente considerados como ambientalmente perjudiciales, so-
cialmente desestabilizadores y económicamente dudosos. Aumentando así el número de
los oponentes locales a la presa han argumentado durante cierto tiempo en los Estados
Unidos, y en otros países con un amplio número de presas (no todas ellas destinadas a la
producción de electricidad). Esta actividad última ha ido más allá de cualquier límite ra-
cional defendible no sólo desde un amplio punto de vista ecosistémico, sino también desde
una perspectiva económica adecuadamente definida.

130
Las energías no fósiles

Llevando este argumento al extremo Devine preguntó ¿Existe algo realmente mejor que
una presa? Encontró muy revelador que incluso el director del comité de grandes presas
contestara nombrando sólo dos estructuras la presa Hoover Grand Coulee, admitiendo
que pudieran existir otras 5.500 en el país, en las que se podría colocar el rótulo de “pero
no sucedió como lo pensamos”.
Un hecho incluso más notable fue que una revista dedicada a la ingeniería hidráulica
escribió recientemente que la “hidráulica está todavía batallando para ser reconocida como una
fuente de energía renovable en los Estados Unidos”. Parece lógicamente obvio indicar que en
muchas partes del mundo se considera que las presas son una combinación de arrogancia
técnica, mala gestión económica y destrucción ambiental.
Recientes estudios muestran que las grandes presas son fuentes significativas de emi-
siones de gases de invernadero (la mayor parte debidas a CO2 y CH4 producidas por la
caída de la vegetación) han negado parcialmente incluso el último argumento que parece
pesar a favor de la hidroelectricidad como sustituto de los combustibles sólidos. Al mismo
tiempo varios casos ampliamente publicitados de desplazamientos de masas de población,
generalmente pobre, causados por los proyectos, personas que pierden sus raíces de forma
irremisible y a las que dicho sacrificio se considera como de coste nulo.
Los enormes costes indirectos y los rendimientos económicos cuestionables de muchos
proyectos son otros dos puntos de contención. Todas estas cuestiones y la publicidad ne-
gativa llevan al establecimiento del Comité Mundial de Grandes Presas cuyo informe ha
revisado y confirmado muchos de los impactos indeseables de las grandes presas, aconse-
jaron como contraste a la práctica que prevaleció durante más de un siglo, que cualquier
proyecto futuro de grandes presas debe considerar sus implicaciones sociales y medio am-
bientales de modo tan esencial como sus ventajas económicas.
Estas nuevas realidades hacen menos probable que una futura explotación de un enorme
potencial energético que permanezca inutilizada en África, Asia y Latinoamérica iguale e
incluso sobrepase las adiciones de nueva capacidad de hidrogeneración habidas, durante
la segunda mitad del siglo XX. Durante esas décadas el número total de grandes presas
(incluyendo aquellas construidas únicamente para suministro y regulación del agua) sigue
subiendo, desde menos de 5.000 a más de 45.000 y cuando la capacidad instalada en las
hidroestaciones aumentó de 80 GW hasta casi 700 GW. Una visión más cercana obtiene las
razones del por qué el desarrollo hidráulico a lo largo de todo el mundo durante la primera
mitad del siglo XXI, que puede no compararse con los últimos 50 años, debería ayudar a
obtener una perspectiva más realista de los aspectos de esa industria.
El desplazamiento de un gran número de personas pobres es el aspecto más discutible.
Hasta los años cincuenta la mayor parte de los proyectos hidráulicos no requerían una
reubicación pero las presas más grandes comienzan a construirse en zonas densamente
pobladas, particularmente en Asia, los números de los reasentamientos comienzan a sobre-
pasar a las 100.000 personas para una sola presa y pronto se añadirán nuevos millones de
personas afectadas. La construcción de grandes presas desplazó al menos 40 millones de
personas durante el siglo XX (algunas estimaciones se elevan a los 80 millones) y durante
el comienzo de la década del noventa, cuando la construcción comenzó con 300 nuevas
grandes presas al año, el anual alcanzado fue de 4 millones de personas anuales.
Décadas de experiencia han demostrado que los planificadores frecuentemente infraesti-
man el número total de personas que deben desplazarse, así como la complejidad del pro-
ceso completo de reubicación y la variedad de los impactos negativos sobre la población
afectada, compensaciones insuficientes a las familias desplazadas y fallos en restaurar la

131
La energía en cifras

capacidad de estas para ganar una renta equivalente, tardando incluso décadas en conse-
guirlo, después de ese movimiento forzado, es otro de los problemas usuales.
Como se esperaba en China y la India, los dos países han construido casi el 60% de las
grandes presas en el mundo, y han debido reubicar a un gran número de personas, 10 mi-
llones en la China y al menos 16 millones en la India. Con mucho, los más importantes casos
de publicidad de desplazamientos masivos de la población han surgido con la construcción
de las grandes presas sobre el Narmada en la India y la de Sanxia en China, la hidroestación
más grande del mundo sobre el Yangzi. La de Narmada afecta a 300.000 personas e hizo que
el Banco Mundial revisara su financiación. Sanxia es una obra de 600 km de longitud y hasta
175 m de altura de presa, y forzará la reubicación de 1,3 millones de personas en un área
donde existe una carencia muy grande de tierras para asentamientos rurales. Un país donde
el dinero asignado para los asentamientos puede ser desviado por una de las burocracias
más corruptas del mundo.
Como en el caso del aprovechamiento de todos los flujos solares indirectos, la hidrogene-
ración funciona con bajas densidades de potencia y las presas han inundado grandes áreas
de ecosistemas naturales, muchos de ellos únicos y de una elevada biodiversidad, bosques
y humedales. Las presas más grandes del mundo (más de 30 m de altura) cubren ahora casi
600.000 km2 (una superficie casi el doble de grande que Italia) usándose para la generación
alrededor de 175.000 km2. Esto produce una media de 4 W/m2 en términos de capacidad
instalada (y de 1,7 W/m2 en términos de generación real pero los proyectos individuales
oscilan en unos tres órdenes de magnitud. Las presas sobre las zonas más bajas de los gran-
des ríos suponen enormes volúmenes de agua en contenciones relativamente estrechas. El
área combinada de las siete presas más grandes del mundo es tan grande como todo Ho-
landa y las dos más grandes, Akosombo y Kuybyshev, son del tamaño del Líbano o Chipre,
y son proyectos con densidades de potencia inferiores a 1 W/m2.
Como contraste, los cursos en el medio y en la parte superior de los ríos con fuertes desni-
veles tienen presas mucho más pequeñas y profundas y sus densidades de potencia están en
esos casos en unos 10 W/m2. Itaipú es con gran diferencia el mayor proyecto hidroeléctrico del
mundo (12,6 GW) tiene una densidad de potencia de 9,3 W/m2, la Grand Coulee (6,48 GW) lle-
ga a unos 20 W/m2, y la Sanxia de China (la mayor del mundo 17,68 GW cuando acabó en 2008)
tendrá cuando finalice 28 W/m2; algunas estaciones alpinas sobrepasan los 100 W/m2. El record
mundial está en el proyecto nepalí Arun cuya presa de 42 ha y 210 MW de capacidad instalada
llega a 500 W/m2. Debido a que la mayor parte de los factores de carga de las estaciones hidráu-
licas están típicamente por debajo del 50%, y dado que muchos proyectos están construidos
para suministrar electricidad durante las horas de demanda pico e incluso durante periodos
operativos más reducidos, las densidades efectivas serían realmente sólo de un 25-50% de las
tasas teóricas citadas.
La construcción de presas y la creación de embalses de agua ha tenido también un pro-
fundo impacto acumulativo en los ríos del mundo. Las especificaciones de diseño en gran-
des embalses añaden hasta 6.000 km3 de almacenamiento de agua y otras estimaciones son
tan elevadas como 10.000 km3 de agua en todas las obras realizadas por el hombre o más
de cinco veces el agua existente en zonas de corriente. Este enorme almacenamiento ha
aumentado enormemente la edad media de la corriente fluvial, rebajando las temperaturas
de los flujo de corriente. Mientras el tiempo de residencia medio para corrientes continen-
tales en canales de rio de flujo libre es de 16-26 días, Sahagian 2000 estimó que la media
global de descarga ponderada es, en su caso, de 60 días para 236 piscinas de drenaje.

132
Las energías no fósiles

Áreas y capacidades de embalses hidraulicos


50 W/m2 10 5

Sanxia
Itaipú
1,E+04 1
W/m2
La Grande 2
del eje(MW)

Grand Coulee Churchill 0,5


Bratsk
instalada

Congress Kuybyshev
Bennett
Liujiaxia Hoover La Grande 3
CapacidadTítulo

Kelsey Cabora Aswan


Bhakra
Bassa
Keban Kainji Kariba Akosombo
1,E+03 0,1
Votkinsk
Volta

1,E+02
1,E+08 1,E+09 1,E+10
Superficie embalsada (m2)

Figura 9. Densidades de energía de las presas mayores del mundo como se ve


se encuentran todas en el rango de dos órdenes de magnitud (WCD 2000)

La fluctuación de los niveles de agua de muchos recipientes tropicales crea excelentes lu-
gares de alimentación para los mosquitos transmisores de la malaria, que una vez tras otra
invaden el nuevo embalse (o no fueron erradicados del área antes de la inundación), siendo
ya muy difícil detenerlos. La mayor parte de las presas poseen obstáculos no remontables
al movimiento de las especies acuáticas. El diseño de las nuevas turbinas y los sistemas de
control elevan los niveles de oxígeno disuelto en las descargas de la turbina mejorando así la
supervivencia de los peces durante su paso por la turbina, pero estas medidas han llegado
demasiado tarde en muchos ríos. Las presas múltiples han causado también una fragmenta-
ción en los canales del río que afecta ahora a más del 75% de las corrientes más grandes del
mundo.
Finalmente, recientes estudios de un previamente ignorado impacto medio ambiental
ha ayudado a debilitar el caso de la hidrogeneración como sustituto de los combustibles
fósiles en un mundo puesto en peligro por el calentamiento global: los grandes depósitos
son también fuentes significativas de gases de invernadero. No sorprendentemente los em-
balses en los climas templados y boreales tienen emisiones específicas relativamente bajas
similares a las de los lagos naturales e igual a sólo una fracción de las plantas quemadas
con carbón. Los embalses tropicales son generalmente afluentes mucho mayores pero las
mediciones muestran grandes variaciones espaciales y anuales; algunos embalses pueden
liberar en algunos años más gases de invernadero por unidad de electricidad que la ge-
neración fósil. Estas fluctuaciones hacen difícil evaluar la contribución actual del embalse
GHG al calentamiento global; pudiendo suponer tan poco como un 1% y tanto como 28%
de todas las emisiones antropogénicas.
Los nuevos estudios continúan descubriendo la extensión de muchos impactos medioam-
bientales sutiles y duraderos. Una verdadera letanía de impactos medioambientales causa-
dos por grandes presas ahora incluye una reducción masiva de biodiversidad acuática tanto
corriente arriba como corriente abajo. Por ejemplo, sabemos ahora que las comunidades de

133
La energía en cifras

plantas a lo largo de los bancos de ríos dañados poseen significativamente menos especies
que las comunidades que bordean las corrientes del flujo libre. Aumentando las pérdidas
por evaporación desde los grandes embalses en climas áridos, invasión de embalses tropica-
les por especies acuáticas, reducido oxígeno disuelto y toxicidad del SH2.
Pero todo esto es un viejo problema asociado con la construcción de presas que plantea
quizás el mayor ataque a la viabilidad a largo plazo de los depósitos: su exceso de sal. La ma-
yor parte de los depósitos están construidos para durar al menos 100 años pero los factores
naturales y antropogénicos pueden acelerar su acumulación de sal reduciendo su vida útil
efectiva. Los factores más antiguos incluyen una elevada erosión en el rango de las montañas
más elevadas del mundo y en las regiones erosionadas, e inundaciones y deslizamiento de
tierras; los últimos factores incluyen las deforestación y el excesivo o inadecuado cultivo. Las
altas cargas de sedimento también afectan directamente al funcionamiento de las plantas, la
erosión de los álabes guía aumenta aún más los costes de mantenimiento y los tiempos en
parada. La sedimentación excesiva ha sido un problema creciente en muchas presas de los
Estados Unidos pero es Asia la región con tasas más elevadas de erosión.

Emisiones de gases de efecto invernadero (GHG) en embalses

5000
Emisiones de gases GHG en g / (m2 - año)

4000

3000

2000

1000

0
Brasil Canadá Finlandia

Figura 10. Generación de gases de invernadero en zonas determinadas del planeta (WCD, 2000)

La llanura Loess de China es el área más erosionada del mundo, y los ríos del Himalaya
presentan problemas particularmente agudos en los dos países con un gran número de
presas en el continente. Algunas grandes presas indias han perdido el 50% de su capacidad
de almacenamiento en menos de 30 años y en el 2020 más del 20% de las presas del país ha-
brán experimentado un 50% de pérdidas debido a la sedimentación. En China la excesiva
salinización de la presa Sanmenxia construida sobre el Huanghe en los años cincuenta for-
zó a la apertura de salidas de agua desde el fondo de la presa y el proyecto paso desde los
1,1 GW a 250 MW. La mejor estimación es que la acumulación excesiva de sal ha eliminado
un equivalente a un cuarto de la capacidad de almacenamiento construido entre 1960-1989,
lo que origina un coste directo de Rmb de 20 billones de dólares.
La deposición en las presas tienen efecto lejos de aguas abajo a medida que el sedimento
global recorta los ríos en más del 25% y reduce la cantidad de sal, materia orgánica y nu-
trientes disponibles en las llanuras aluviales y tierras húmedas costeras aguas abajo. Como
resultado, algunas líneas de costa se están erosionando a gran velocidad.

134
Las energías no fósiles

Emisiones de gases de efecto invernadero (GHG) en habitats naturales

4000

Emisiones de gases GHG en g / (m2 - año)


3000

2000

1000

-1000
Lagos naturales Ecosistemas Otros
boscosos

Figura 11. Generación de gases de invernadero en ciertos ecosistemas terrestres (WCD, 2000)

La degradación a largo plazo del hormigón está causada por las reacciones químicas con el
agua que le rodea (las aguas de elevada acidez resultan especialmente agresivas), pierden parte
de su resistencia bajo carga y reducen también la resistencia ante los ciclos de hielo-deshielo.
El intervalo de vida en una presa permanece desconocido. Muchas han servido duran-
te más de 50 años pero la salinización y la degradación estructural acorta la vida útil en
muchos otros casos. Los problemas de decomisionado de la centrales nucleares ha sido
ampliamente estudiado y considerado, pero en el caso de las grandes presas permanece
como un asunto de incertidumbre fundamental y vagas especulaciones. Muchas presas no
tienen bajos niveles de salida y no pueden ser fácilmente drenadas; las piscinas corrien-
te abajo podrían poner en peligro la estructura de la presa; las explosiones controladas
podrían destruir la presa provocando enormes inundaciones. No estamos diseñando las
presas para que duren indefinidamente, pero tampoco estamos construyendo la presa de
forma que resulten rapidamente obsoletas en el futuro.
Todo esto ha sido ampliamente discutido y las realidades reconocidas han cambiado
una significativa proporción de sentimiento público de Occidente contra los proyectos hi-
droeléctricos en general y contra las grandes presas en particular. Suecia ha detenido las
estaciones hidroeléctricas en la mayor parte de sus ríos y Noruega (ya con un exceso de
capacidad hidroeléctrica) ha pospuesto todos los planes futuros de construcción.
Especialmente en los estados del Pacífico de los Estados Unidos las presas han reducido
o eliminado completamente las grandes rutas de los salmones. Y la tasa de desmantela-
miento ha excedido la de construcción y las modalidades y consecuencias de la eliminación
de presas ha originado un nuevo campo de estudios ecológicos.
Una más elevada sensibilidad medioambiental hace cada vez mas difícil obtener los prés-
tamos del Banco Mundial y del Banco Asiático de Desarrollo para los principales países con
capacidades hidroeléctricas aun sin explotar. Por consiguiente, tales proyectos como el Pan-
cheshwar de Nepal sobre el río Mahakali (6 GW) y la planta incluso más grande sobre Kar-
nali (10,8 GW) puede que tengan que ser financiados privadamente. Pero aun entonces estos
proyectos puede estar sometidos a una oposición concertada por parte de la organizaciones

135
La energía en cifras

nacionales e internacionales como El Comité Internacional de Grandes Presas, Ríos y Perso-


nas y la Red Internacional de Ríos. Pero, de cualquier modo, es necesaria una perspectiva
más amplia al contemplar el futuro de las grandes presas.
Esta avalancha de comentarios negativos sobre la hidrogeneración ha originado una
reacción comprensible a los años de evaluaciones acríticas de la industria; pero las eva-
luaciones equilibradas no pueden ser tan negativas. La cantidad de los mayores contami-
nantes aéreos, por encima de todos el SO2 y el NOx y el CO2 cuyas emisiones fueran evita-
das, y todas aquellas de impacto económico y medioambiental sustancial debían evitarse,
construyendo presas más que quemando los combustibles fósiles y estas acciones han sido
muy significativas. Los estudios nos muestran que no existe otro método de generación
de electricidad que tenga unos costes de la energía más reducidos que la hidroeléctrica.
De acuerdo con Hydro-Quebec el payback energético, relación de la energía producida
durante el proyecto dividido entre la vida normal del proyecto necesario para construir,
mantener y hacer funcionar el equipo de generación esta entre 200 para la hidroestaciones
con presas, comparados con unos 40 para los aerogeneradores, casi 30 para la energía gene-
rada a partir de los residuos forestales, 20 para el petróleo pesado, y 10 para las de carbón.
No menos importante resulta el hecho de que las presas pertenecientes a muchos proyec-
tos de hidrogeneración alrededor del mundo, han proporcionado también otros importan-
tes servicios suministrando regadío y agua potable, soporte a la acuacultura y ofreciendo
además alguna protección contras las riadas.
El hecho de la hidrogeneración haya sido el factor dominante en muchos países, con
más de 20 de ellos derivando el exceso del 90% de toda la electricidad procedente del agua
y más de un tercio de las naciones del mundo reciben más de la mitad de la electricidad
de fuentes hidráulicas por lo que la expansión de la hidrogeneración podría ser un paso
importante hacia la modernización. No sorprendentemente algunas previsiones ven que
la hidroenergía contará con un poco más del 20% de casi 700 GW de la nueva capacidad
generadora de electricidad a instalar durante la primera década del siglo XXI.
La mayor parte de esta continua expansión tendrá lugar en Asia, no sólo en China, don-
de 371 de las nuevas grandes presas que se hallan en construcción durante el año 2000, e
India, pero también en países como Indochina y Japón (donde 125 nuevas presas fueron
construidas durante el 2000). El África subsahariana ha tenido también un potencial muy
grande pero su desarrollo no se puede prever lo que aportará, por los conflictos civiles ya
que en el caso de los megaproyectos y también en la construcción de las líneas de trans-
misión requieren una cooperación internacional sin precedentes. Más notablemente Paris
(1992) propuso que la estación de Inga de 30 GW en la parte inferior del Congo fuera co-
nectada a la red europea a través de una línea que atraviese el Congo, Gabón, Camerún,
Nigeria, Níger, Argelia, Túnez y el Mediterráneo hasta Italia o alternativamente a través de
Ruanda, Uganda, Sudán Egipto Jordania, Siria, Turquía a los Balcanes. Otras propuestas
se enfrentan con líneas que se extienden a Eurasia, cruzando el estrecho de Bering desde
Siberia hasta Alaska, conectando Islandia con el Reino Unido.
Países de Asia, África y Latino América tienen grandes y dispersos recursos hidráuli-
cos que pudieran ser aprovechados mediante pequeñas estaciones hidrogeneradoras, pe-
queñas plantas definidas para generaciones menores de 15 MW pueden suministrar elec-
tricidad descentralizada para muchos de los dos millones de personas cuyos pueblos y
ciudades no están conectadas a ninguna red general, formando simplemente un red de
suministro regional. Las pequeñas estaciones hidrogeneradoras produjeron 115 TWh, es
decir el 5% de la hidrogeneración mundial, en 1995, caso 2/5 partes de la de Asia.

136
Las energías no fósiles

Con presas pequeñas e incluso sin ellas, las pequeñas estaciones son vulnerables a las
fluctuaciones estacionales del flujo de agua y sus factores de capacidad pueden ser infe-
riores al 10%; sus depósitos pueden salarse rápidamente y pueden ser abandonados tan
pronto como exista una forma más fiable de suministro eléctrico. Esta ha sido la experien-
cia de China. Las políticas maoístas promovieron muchos pequeños proyectos rurales y
el país en 1979 el país tenía unas 90.000 pequeñas estaciones con una capacidad media de
70 kW. Durante los años ochenta con la modernización de Deng Xiaopng se revisaron la
mayor parte de las políticas de Mao, varios miles de estas estaciones fueron abandonadas
cada año debido a su pobre construcción, fuerte salinización, o desecación de las presas
y un pobre mantenimiento. Otros países con relativamente grandes números de no tan
pequeños (menos que 1 MW) incluyen hidroestaciones: Alemania, Francia, Italia, Suecia,
Estados Unidos y Japón.
Con el aumento de la proporción de electricidad producida desde modos intermitentes
de generación (por ejemplo la FV) deberían también existir cada vez más elementos de al-
macenamiento por bombeo que se empezaron a utilizar en los 1890 en Italia y Suiza. Estas
estaciones con dos depósitos separados del orden de unos 300 m y como máximo 1.260 m
son generalmente muy caras de construir. Pero permanecen como uno de los métodos más
extendidos de almacenamiento de energía adecuados para su utilización durante los picos
de demanda: pudiendo comenzar la generación en tan sólo 10 segundos. La capacidad
global de las estaciones de bombeo ha sobrepasado los 90 GW, o el 13% de la capacidad
hidráulica instalada. Europa dispone de un tercio del total siendo Italia, Japón y Estados
Unidos quienes cuentan con las capacidades de bombeo más elevadas. Las dos mayores es-
taciones son 2,88 GW Lewiston y 2,7 GW en Bath County están en los Estados Unidos. Pero
uno de los proyectos mayores del mundo 2,4 GW fue completado en China en la provincia
de Guangdong en el año 2000: es parte de la central nuclear y su funcionamiento cubre los
picos de demanda de Hong Kong y Guangzhou.

4.3 Energías de la biomasa


Los combustibles de biomasa continúan siendo la fuente más importante de calor en mu-
chos países del mundo pobre. Dado el hecho de que la estadística, en este caso, es impreci-
sa y ciertos factores de conversión hacen imposible encontrar el consumo anual de los com-
bustibles fósiles con un error menor del 5%, no resulta sorprendente que las estimaciones
sobre el uso mundial de las energías procedentes de la biomasa puedan diferir en más de
un 10%. La FAO en 1999 estimó que más del 63% de los 4,4 Gm3 de la madera cosechada
fue quemada como combustible a finales de los años noventa. Con alrededor de 0,65 t/m3
y 15 GJ/t de madera secada al aire, esto sería más o menos equivalente al 27 EJ. En algunos
países una parte principal, incluso más del 50%, de toda la materia de madera para su con-
sumo en las viviendas es recogida en los bosques exteriores, plantaciones de árboles (goma
y coco) y los existentes a los lados de las carreteras. Las investigaciones rurales muestran
que a finales de la decada del noventa la madera como combustible contó en más de un
80% en Bangladesh, Pakistán y Sri Lanka. Una estimación conservadora de la madera no
procedente de los bosques podría elevar ese total a 30-35 EJ.
Los residuos de las cosechas producidas anualmente en los países pobres añaden 2,2 Gt de
materia seca durante los años noventa. Quemando en el campo, reciclando y alimentando a
los animales cuentan con la mayor parte de su disposición y casi alrededor de 25% de todos
los residuos de cosechas (principalmente restos de los cereales) fueron quemados en las vi-
viendas rurales, esto añadiría unos 8 EJ. El más probable mínimo estimado para el año 2000

137
La energía en cifras

estaría entonces cercano a los 40 EJ de combustibles de biomasa, mientras que las hipótesis
más liberales, factores de conversión elevados y la adición de combustibles de biomasa lige-
ros (grasas secas) subirían el total hasta casi 45 EJ. Esto significa que en el año 2000 el TPES
global procedente de todas las fuentes serían apenas 410 EJ, con las energías de biomasa, pro-
porcionando más o menos el 10% del total. Para una comparación Hall en 1997 estimó que
la biomasa suministrada 55 EJ durante comienzos de 1990, el WEC en 1998 la evaluación de
los recursos energéticos globales usados 33 EJ y Turkenburg 2000 llega a un total de 45±1 EJ.

Figura 12. Planta de 44 MW de aprovechamiento de madera en Escocia (RU)

Figura 13. Planta de 100 MW de aprovechamiento de madera en Austin-Texas

China e India son los mayores consumidores de madera y residuos de cosechas en términos
absolutos: durante mediados de 1990 el consumo anual en China fue al menos de 6,4 EJ, en
India alrededor 6 EJ. Brasil e Indonesia figuran a continuación pero en términos relativos es el
África subsahariana, donde la biomasa continúa suministrando el exceso del 80% de combus-
tible en la mayor parte de los países, que vienen en primer lugar y la biomasa supone 30-50%

138
Las energías no fósiles

en áreas rurales densamente pobladas en el Sur y Este de Asia. La más reciente estimación de
dependencia sobre la energía de la biomasa muestra un porcentaje por encima del 80% en al-
rededor del 20% de los países más pobres y por encima del 50% en unas 40 naciones. Entre las
naciones modernas más populosas son el 15% en China, apenas el 30% en India e Indonesia, y
el 25% en Brasil.
Estos porcentajes no indican nada acerca de la abundancia o escasez de la madera o los
matojos en los países que todavía dependen fuertemente de estos combustibles. La madera
puede ser soportada en los enormes bosques del Congo. En contraste, incluso un modesto
aumento de la demanda en el interior deforestado de Asia se traduce en una fuerte de-
gradación ecosistémica al no existir biomasa adicional salvo las raíces, que deberían ser
eliminadas de las áridas laderas susceptibles de la erosión.
Por consiguiente, en muchos lugares del mundo, la biomasa madera no debería ser cla-
sificada de hecho como fuente de energías renovables. Las investigaciones a gran escala de
los combustibles prevalentes disponibles muestran que, además del interior árido de Asia,
las áreas con peores déficits de biomasa incluyendo las grandes zonas de la India y mucho
de Centro América.
La biomasa (madera, carbón vegetal, y en mucha menor extensión algunos residuos de
cosechas por encima de todos los residuos de cereales) proporciona sólo entre 1-4% de
TPES en los países más ricos del mundo, con Suecia (más del 15%) siendo una excepción
importante. La biomasa de madera consumida en los países ricos, principalmente usada en
la industria de muebles y de pulpa de papel y sólo secundariamente para el calentamien-
to de las viviendas (muy de moda en las estufas, en especial en las de alto rendimiento)
supusieron no más de 5 EJ en el año 2000. Esta clara división geográfica en el uso actual
de los combustibles de biomasa conduce a cuestiones básicas sobre el futuro global de las
energías de biomasa. Mas importante es el hecho de qué puede hacerse para mejorar el
suministro de cientos de millones de personas en África, Asia y Latino América que no
tengan acceso a fuentes alternativas de energía o no existan medios para comprarla. Hasta
qué punto es realista usar el cultivo moderno y los métodos de conversión para producir
más combustibles de biomasa, tanto en los países modernos como en los afluentes.
La manera más efectiva para traer acerca de la primera condición es no sólo tomar pasos
hacia la expansión del suministro sino también involucrar en campañas más amplias e in-
tensivas para diseñar y adoptar más tipos de eficientes estufas caseras. Este es un requisito
obvio dadas las distintas eficiencias de la combustión tradicional que convierte típicamente
menos del 10% de la madera o raíces en calor útil para cocinar o para calefacción.
Deseos comunes de tanteos de programas declarados en el diseño y difusión de estu-
fas mejoradas diseñadas para sustituir a las más tradicionales, o parcialmente cerradas,
el fuego con estufas cerradas construidas normalmente con los materiales disponibles y
minimizando el uso de las piezas más caras tales como las chapas de fundición y otros me-
tales. Las estufas mejoradas fueron uno de los objetos icónicos de los dos movimientos de
moda en los círculos de desarrollo durante el último cuarto del siglo XX, de la tecnología
más apropiada y de la conocida frase de Schumacher “lo pequeño es hermoso”. A pesar
del gran desafío de entusiasmo e interés, los resultados de estos esfuerzos fueron enorme-
mente descorazonadores.
Muchos diseños fueron demasiado caros para ser fácilmente afrontables o no fueron sufi-
cientemente durables o fáciles de reparar. En ausencia de notables ahorros de combustible
muchas estufas fueron abandonadas después de un corto periodo de uso. Más que una
subjetiva percepción estuviera involucrada aquí: dado el amplio rango de rendimientos

139
La energía en cifras

reales de disposiciones de cocinas tradicionales y mejoradas y la falta de normas de me-


dición uniformes, las ganancias en eficiencia resultan difíciles de evaluar. Aun más, para
establecer una diferencia real, un buen diseño es sólo un parte de un esfuerzo mucho más
amplio que debe también incluir el entrenamiento de los cocineros locales para construir
y reparar tales unidades eficientes, promoción activa de nuevas estufas y donde resulte
necesario ayuda financiera en su compra.
La primera salida animosa de esta experiencia de fallos recurrentes llegan solo con China
National Improved Stove Programme lanzado en 1982 y que inicialmente afectó a 2,5 mi-
llones de unidades para construirse en 5 años. Gradualmente este largo esfuerzo exitoso se
fue transformado en una aventura comercial y, al final de 1997, alrededor de 180 millones
de estufas fueron diseminadas por el 75% de las casas rurales de China. Estas estufas tra-
bajaban con unas eficiencias del 25-30%, y acreditaron unos ahorros anuales de 2 EJ en la
madera y carbón utilizados como combustibles.
El uso eficiente de cualquier adecuado residuo de biomasa debería ser el segundo in-
grediente de la solicitud para un mejor uso del material celulósico en los países de baja
renta. Todos los residuos de las cosechas que no tienen que ser reciclados (para proteger
la erosión del suelo, reposición de nutrientes y retención de la humedad) o alimento de los
animales y todos los alojamientos accesibles y los muebles deberán ser convertidos tan efi-
cientemente como sea posible para obtene el calor, gas o electricidad. Finalmente muchos
países pobres tienen áreas relativamente grandes de tierras degradadas y marginales, a
menudo en terraplenes erosionados que resultan inadecuados para una cosecha altamen-
te productiva o para el establecimiento de cultivo intensivo de árboles, pero pueden ser
plantados con especies nativas o foráneas de árboles de rápido crecimiento. Estas extensas
plantaciones de madera de combustible tiene sólo una rentabilidad de baja a moderada
pero, además de sus considerables contribuciones al suministro de energía local, ellas tam-
bién proporcionarían polos para las construcciones rurales, madera para las estufas, hojas
para el alimento de los animales, y servicios ecosistémicos altamente válidos, reduciendo
además la erosión de las pendientes y reteniendo la humedad.
China proporciona un excelente ejemplo de las ganancias posibles. Las estimaciones ofi-
ciales ponen el total de terraplenes adecuados para deforestación en casi 85 Mha y después
de que los lotes de madera fueran permitidos de nuevo en China en la época posterior a
Mao, el área bajo combustibles de madera alcanzó 5 Mha en 1985 y en los años noventa
estas nuevas plantaciones rentaban unas 25 Mt anuales. Estas cosechas han aliviado enor-
memente las severas restricciones de combustible, no sólo en el árido Noreste, sino tam-
bién en las localizaciones remotas, desforestadas y pobres regiones del lluvioso Suroeste
donde las ganancias anuales de acacias o leucena pueden llegar a ser altas. Una estimación
global pone el área total de la tierra degradada en los trópicos en 2 Gha, con casi el 40% de
la adecuada para la reforestación. Si toda esta tierra fuera plantada con árboles de retorno
más reducido (produciendo solo 2,5 t/ha), la cosecha anual sería casi de 35 EJ o alrededor,
que es el consumo anual mundial de biomasa dedicada a las cuestiones energéticas.
La producción expandida de biomasa que iría más allá del uso máximo posible de re-
siduos de fitomasa y la deforestación de las tierras marginales habrían llevado a una in-
tensificación de la gestión de los bosques existentes o sobre un crecimiento de las cose-
chas energéticas, con árboles de rápida maduración, grasas perennes, especies acuáticas
o caña de azúcar rica en carbohidratos así como maíz. La cogeneración al producir calor
y electricidad simultáneamente es la mejor forma de convertir estos combustibles, existen
una variedad de técnicas disponibles para transformar los combustibles en líquidos o ga-
ses. Existen tres objeciones fundamentales para conseguir tales objetivos sobre cualquier

140
Las energías no fósiles

cosa pero a una escala modesta; inherentemente con la baja densidad de potencia propia
de la fotosíntesis; existe una muy alta apropiación humana de la biosfera productividad
primaria neta (NPP); y los costes (sean económicos, energéticos, o medioambientales) de
cualquier cultivo intensivo a gran escala de cosechas de biomasa y sus conversiones a elec-
tricidad o combustibles en forma líquida o gaseosa.
Un número de recientes estimaciones globales terrestres del NPP (Productividad Pri-
maria Neta) estima medias de apenas 55 Gt C/anuales, que es de unas 120 Gt de biomasa
seca que contenga (usando una media de 15 GJ/t unas 1800 EJ). Esto supone menos de 0,5
de tierras libres de hielo, una tasa de un orden de magnitud más reducido que el flujo de
radiación que alcanza los módulos de FV en las localidades soleadas. En los ecosistemas
naturales una gran parte de la NPP es consumida por heterótrofos que se alinean desde las
bacterias a los megaherbívoros y de ahí que la cantidad de fitomasa actualmente disponible
para la conversión de energía es sólo una fracción de la productividad primaria. Las tasas
permanecen bajas incluso en el mundo más productivo o de los mejores agro ecosistemas.
El NPP medio en los lluviosos bosques tropicales, los ecosistemas de arbolado más pro-
ductivos del mundo, no es más elevada que 1,1 W/m2 y sólo en cosechas cultivadas de
manera intensiva pueden igualar o sobrepasar ligeramente esta tasa. Tanto una excelente
cosecha de maíz de Iowa, que reporta 12 t/ha de grano y la misma cantidad de maizales y
los arboles de rápida maduración (pinos, eucaliptos, sauces, etc.) intensivamente cultiva-
dos en cosechas de corta duración y excepcionalmente productivos con elevadas cosechas
de 20 t/ha de materia seca, con fitomasa exterior a la tierra dan al año 1,1 W/m2. Y cuando
se convierten estos altos rendimientos con las más elevadas eficiencias posibles por encima
del 50% en el caso de la cogeneración (electricidad y calor) y un 55-60% en la conversión
a metanol o alcohol, la mejor tasa obtenible es de 0,5-0,6 W/m2 para el suministro final de
energía, uno a dos órdenes de magnitud por debajo de las densidades de potencia de la
generación eléctrica usando agua, viento, o radiación solar.
Podrían darse un gran número de ejemplos para ilustrar la consecuencia práctica de
estas extraordinariamente bajas densidades de potencia; pero sólo dos serán suficientes. Si
tuviéramos que reemplazar el consumo mundial de carbón en el año 2000 (cercano a 90 EJ)
mediante biomasa en forma de madera tendríamos que cultivar árboles, incluso aunque las
plantaciones fueran de un elevado rendimiento 15 t/ha sobre cerca de 330 millones ha, un
área más grande que la combinación de las restantes tierras cultivadas en la Unión Europea
y en los Estados Unidos. Y si los vehículos de los Estados Unidos rodaran únicamente con
etanol derivado, el país tendría una planta de maíz en una superficie un 20% más grande
que la tierra actualmente cultivada.
Aún más grande sobre las tierras cultivables resultarían tales esquemas usando plantas
de petróleo para sustituir al combustible diesel. Por el contrario, el biodiesel producido a
partir de aceites de cocina reciclado no hace tales manifestaciones y su mezcla (típicamen-
te adición del 20%) con emisiones en el escape más reducidas que en el caso del petróleo
diesel, aunque sólo una minúscula proporción de los vehículos del mundo podrían ser
impulsados por los residuos de las frituras de alimentos.
Obviamente, cualquier esquema de cultivo sobre escalas tan grandes resulta imposible,
dado que se limita la producción de alimentos, se eliminan los cultivos de madera para
muebles y papel, y se deja aparte muchos servicios medio ambientales irreemplazables
cambiados por bosques. Además, de los considerables costes de la energía que suben por
los cultivos, cosechas y recolección de la fitomasa, creciendo en enormes áreas se reduci-
rían enormemente las ganancias de energía de tales reducciones de biomasa.

141
La energía en cifras

Por consiguiente, las recientes estimaciones máximas de 150-280 EJ de la adicional ener-


gía de biomasa disponible por el año 2050 sería poco realista. Pero una igual extensión más
pequeña de intensiva producción de biomasa para conseguir energía sería aconsejable con
un aumento posterior ya sorprendente a la elevada apropiación humana del NPP terrestre
anual, disminuyendo la constante reducción de áreas de tierras libres de hielo no tocadas
aún por manos humanas, y debilitando muchos servicios ecosistémicos que comprometen
la intengridad de la biosfera.
Vitousek, en 1986, calculó que, durante comienzos de 1980, la humanidad se apropió
entre 32-40% del NPP continental a través de las cosechas en campos y bosques, alimen-
tación animal, limpieza de tierras e incendios en praderas y bosques. Los valores medios
de un cálculo reciente confirman las estimaciones más antiguas. Dadas las inherentemente
bajas densidades de potencia en la producción de biomasa cualquier verdadera relación a
gran escala sobre las energías de la fitomasa habrían aumentado esta ya molesta propor-
ción en un confortable margen. La competencia con las cosechas de alimentos y fibra, la
destrucción de los restantes ecosistemas naturales, pérdida de la biodiversidad y degrada-
ción intensificada del entorno mucho más allá de las áreas convertidas en plantaciones de
biomasa son las principales razones por las que no resulta deseable usar tierras agrícolas
o naturales o bosques degradados, tierras húmedas y tierras con hierba para los cultivos a
gran escala de las cosechas de biomasa.
Usar las tierras cultivables existentes para las cosechas de biomasa es una propuesta que
debería ser rechazada y en la que pocas naciones están implicadas.

Densidad de potencia en la producción de biomasa

plantaciones de árboles gestionadas intensivamente

fitomasa de caña de azúcar (caña + hojas)

fitomasa del maíz (grano + mazorca)

residuos de cosecha

madera de bosques templados no gestionados

fitomasa de madera recogida para quemarla

0,0 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0, 6 0,7 0,8 0,9 1,0 1,1 1,2 1,3 1,4

Densidad de Potencia (W / m2)

Figura 14. Densidad de energía con diversos tipos de producción de biomasa

La mayor parte de las naciones más populosas del mundo tienen una limitada y decreciente
disponibilidad de tierras cultivables y de grandes bosques necesarios para alimentar sus cre-
cientes poblaciones, constan de una cosecha intensificada de las granjas existentes. Muy pocos
países, más notablemente Estados Unidos y Brasil, tienen áreas relativamente grandes de tie-
rras agrícolas productivas que pudieran ser tomadas de la producción de alimentos y fibra y
dedicadas al cultivo de las cosechas de biomasa. Muchos estudios han investigado los límites

142
Las energías no fósiles

prácticos de esta opción para los Estados Unidos con resultados predecibles. Como ya se ha
indicado, reemplazar la gasolina de los Estados Unidos por etanol derivado del maíz requeri-
ría más tierras que las actualmente plantadas para comida alimentos y fibra. Por consiguien-
te, la única opción práctica sería usar áreas relativamente pequeñas de cosechas energéticas
gestionadas muy intensivamente (muy probablemente menos del 5% de las tierras cultivables
norteamericanas) pero incluso si la ganancia media fuera de 25 t/ha (o 375 GJ/ha) la salida sería
sólo de 3 EJ, básicamente igual a la biomasa de residuos actual.

Disponibilidaddetierrascultivables
0,8
Tierracultivableycosechaspermanentes(ha/cápita)
aspermanentes(ha/cápita)

0,7

0,6
Nigeria
0,5 Brasil
India
0,4
Pakistan
0,3 Indonesia
China
0,2
Bangladesh
0,1

0
1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000

Figura 15. Disponibilidad decreciente de las tierras cultivables en los países más poblados del mundo.
Brasil es de hecho la única excepción a esta tendencia decreciente

Aunque esto pudiera ser práctico resultaría altamente deseable como en el uso intensivo
de las tierras usadas en las energías de biomasa, comportaría los bien conocidos requisitos
e impactos encontrados en la agricultura altamente productiva. Los requisitos incluyen el
uso de maquinaria a gran escala, elevadas cantidades de fertilizantes inorgánicos, en es-
pecial nitrógeno, cantidad de agua suplementaria durante los periodos secos o irrigación
en las áreas más secas, así como pesticidas y herbicidas para combatir las infestaciones de
heterótrofos y competir con las maleza, compactación de los suelos, para los mismos agua
y nutrientes. La sucesión de los impactos medioambientales desde una excesiva erosión
del suelo y pérdida en las aguas de nitrógeno y fósforo, causando la eutroficación al agota-
miento de los acuíferos y los residuos agroquímicos, en acuíferos, biota y aire viento abajo,
potenciando la biodiversidad y relacionado con el cultivo a gran escala de las cosechas
transgénicas. Ninguna de estas objeciones al cultivo de la biomasa masiva para obtener
energía ha cambiado y algunos no han hecho sino intensificarse.
Por supuesto, cualquier esquema de cultivo intensivo predicado sobre sustanciales entra-
das directas de energía para rodar la maquinaria de obra y las entradas indirectas necesa-
rias para los fertilizantes sintéticos y agroquímicos, seguido por adicionales conversiones
requiere energía de combustibles líquidos o gaseosos, lo que suscita de nuevo la cuestión
obvia del retorno real de energía. El calor y la electricidad procedente de la madera tienen los
más elevados retornos de energía pero severos estudios han mostrado que la producción de

143
La energía en cifras

etanol a partir del maíz en los Estados Unidos es una red perdedora de energía. Mientras los
proponentes de la solución del bioetanol hacen hincapié en la energía positiva del combus-
tible, y sus contribuciones medioambientales como su combustión es menos contaminante
del aire que el que se quema con gasolina y también ayuda a reducir las emisiones de CO2.
Los estudios de balance de energía no son fáciles de comparar, a medida que usan dife-
rentes hipótesis con respecto al cultivo típico y prácticas conversiones de grano. La última
cuenta detallada indica que sin créditos de energía para coproductos, el etanol producido
del crecimiento de grano en nueve estados del Medio Oeste tiene una ganancia de energía
minúscula (1,01) pero cuando se toman los créditos para los destiladores de grano y maíz
y alimentos, la relación tiene una ponderación positiva media de 1,24. La mejora del balan-
ce energético del etanol de maíz en los Estados Unidos ha sido debida no sólo a avances
en la molienda del grano, la hidrólisis con levaduras de la mazorca grano a glucosa, y la
subsiguiente fermentación del azúcar basada en levaduras a alcohol, sino también a la
reducción de las aplicaciones de fertilizantes intensivas en energía N y P y a un transporte
más eficiente.
La desventaja fundamental de la producción del etanol basada en la fermentación con
levaduras de azúcares monoméricos o glucosa polimérica en cosechas de obra (azúcar de
caña, sorgo y maíz) es que puede usar sólo una pequeña fracción de fitomasa disponible
presente en la alimentación cara. La mayor parte de las cosechas producidas y árboles de
fitomasa está compuesta de dos biopolímeros resistentes a la hidrólisis, celulosa (40-60%
de la masa total), y la hemicelulosa (20-40%) y su barata inversión comercial cambiaría
los residuos de las cosechas (por encima de todo restos de maíz y cereales), grasas y bos-
ques y una gran parte de los residuos sólidos municipales en material útil, que puede ser
convertida en azúcares por hidrólisis o enzimas. El proceso más antiguo, particularmente
conocido durante más de un siglo, no han dejado a cualquier conversión comercial. La últi-
ma técnica, particularmente la simultánea sacarificación y fermentación (SSF), es muy cara
debido al coste de producir los requisitos de las celulosas, pero tiene un mejor prospecto
para difusión comercial eventual.
Una clave del avance científico en la expansión de la base de los recursos para la pro-
ducción de bioetanol y reducción de los costes de proceso fue la introducción de bacteria
e ingeniería genética Escherichia coli K011. Cuando se le añaden genes procedentes de la
bacteria Zymomonas mobilis, la bacteria es capaz de hacer lo que una levadura no puede
hacer: fermentar las pentosas (azúcares con cinco carbonos, xilosa y arabinosa) que están
presentes en la operación de hemicelulosa a etanol. La disponibilidad de procesos baratos
para convertir celulosa y hemicelulosa en etanol añadiría significativamente a la general
producción de bioetanol. El etanol norteamericano basado en maíz subsidiado sube más
de nueve, entre 1980 y 2000, a partir de 14 PJ en 1980, a cerca de 130 PJ (convirtiendo el vo-
lumen usando 21,1 MJ/L). Las previsiones del DOE para el etanol a partir de los alimentos
celulósicos para 68 PJ para el año 2020 en el caso de referencia, y hasta 224 PJ en el caso de
difusión exitosa del proceso SSF. Por comparación, el consumo de gasolina norteamerica-
no en el año 2000 supone casi 16 EJ.
Hasta la fitomasa celulósica puede ser aprovechable su conversión a etanol la densidad
de potencia media (ganancia de energía neta) del etanol norteamericano basado en maíz
permanecerá en un minúsculo 0,05 W/m2. Aún más, la ganancia de energía neta en el orden
de 0,25 es pequeña comparada con la ganancia obtenida del quemado de la fitomasa de
madera (fácilmente por encima de 10). Pero puede argumentarse que la portabilidad del
etanol sobrepasa, por ejemplo, la ganancia de energía superior a la electricidad eólica. Aun
más importante resulta el hecho de que, incluso si un proceso particular tiene un balance

144
Las energías no fósiles

de energía positivo, o si las futuros cultivos y avances en bioingeniería traen tales ganan-
cias, esta no es razón suficiente para proceder entusiásticamente con los combustibles lí-
quidos derivados de las cosechas: un balance de energía sencillo no nos dice nada acerca de
lo que ya se ha anotado en los costes del entorno a largo plazo de los cultivos energéticos.
Al menos la producción del etanol nos da un combustible de alta calidad que también re-
duce la necesidad de cualquier aditivo cuando se usan en motores de combustión interna.
En contraste algunas técnicas de conversión de la biomasa producen sólo combustibles de
baja calidad o son poco fiables. La gasificación termoiónica es el mejor ejemplo de la pri-
mera categoría: el productor de gas es 4-6 MJ/m3, menor del 20% de contenido energético
del gas natural. La digestión anaerobia de la fitomasa produciendo biogás (una mezcla de
CH4 y CO2) ejemplifica la segunda categoría. Aunque el gas para generación de 22 MJ/m3,
su producción mediante bacterias es altamente sensible a las propiedades de los alimentos
y los cambios en muchas variables medioambientales, por encima de todo la temperatura,
liquidez, alcalinidad, pH, y relación C:N del alimento. Como resultado de todo esto, las
promesas repetidas de la generación de biogás pertenecen a una producción significativa
de energía rural limpia en los populosos países asiáticos o una extensión bienvenida de
suministro de energía en las naciones del Oeste que no ha sido materializado.
Más notablemente, el programa masivo de China de construir pequeños digestores de
biogás que empezaron a comienzos de los setenta, sobrepasando los 5 millones de unida-
des en 1977 y hubo planes para llegar a los 70 millones en 1985. Pero la campaña del biogás
comenzó cayendo tan pronto comenzó la modernización de Den Xiaoping que empezó
cambiando las condiciones del país de China en 1980. Los problemas con los digestores
pobremente construidos trajeron bajas tasas de generación de biogás por un lado, y lotes
privados de plantaciones de madera, mayor acceso al carbón en el caso de pequeñas minas,
y más eficientes estufas caseras abandonando las unidades anteriores a 1980.
En contraste, los problemas causados por los criaderos de ganado han traído un interés
renovado en el uso de la biogasificación como los mejores medios para controlar los residuos
más agresivos. A gran escala, el proceso optimizado produce combustible para hacer fun-
cionar los motores diesel o las microturbinas que generan electricidad para los operaciones
diarias, el líquido rico en nutrientes para fertilizar los campos cercanos y los sólidos procesa-
dos para su venta como la corrección del suelo orgánico. Menos de 100 digestores trabajaron
en los Estados Unidos en el 2001, pero dado el hecho que los animales del país producen
alrededor de 200 Mt de sólidos residuales en un año y que las operaciones de alimentación
están cada vez más concentradas, el potencial nacional para la generación de biogás es muy
grande. Pero incluso después de una adopción mucho más amplia el proceso permanecerá
más como medición del control, que una empresa de producción de energía.
A medida que se realiza la conversión de biomasa en combustibles líquidos, la mayor
parte de los adecuadamente preparados muestran que tanto el metanol derivado de la
madera y etanol derivado del grano no son competitivos con los líquidos destilados proce-
dentes del crudo del petróleo. Y que sólo los precios del petróleo sostenidos por encima de
40-50 $ por barril harían más provechosa la producción a gran escala. Incluso la producción
brasileña de etanol a partir de la caña de azúcar, el más exitoso esfuerzo a gran escala como
sustituto de la gasolina por etanol derivado de la biomasa, requiere incentivos a través de
los impuestos para mantenerse. Aunque los costes de producción del etanol derivado de la
caña cayó casi las dos terceras partes a medida que el volumen de producción más que se
triplicó entre 1980-1995, permanecieron más elevados que el precio de mercado de la ga-
solina, y el combustible obtenido ha sido usado para subsidiar a las granjas. Los subsidios
sólo fueron eliminados en 1999.

145
La energía en cifras

Pero, en contraste con los beneficios de la energía disputada del alcohol norteamericano
procedente del maíz, el etanol de la caña brasileña tuvo siempre un balance energético fa-
vorable incluso cuando no existe crédito, los residuos fibrosos que permanecen después de
prensar la planta y que puede ser utilizada en cogeneración. Esto es a causa del elevado be-
neficio natural (media alrededor de 65 t/ha durante finales de los 1990) de esta hierba tropical
en que hay algunas de las mejores regiones del mundo para su cultivo, y a causa de la pre-
sencia de la necesidad para los fertilizantes de N intensivos en energía. Aun así, la ganancia
neta de energía del etanol el país prorratea hasta 0,31 W/m2. El etanol da un beneficio más
reducido y fuertemente fertilizado del crecimiento de la caña de azúcar, en Florida o Hawai
tendrían una ganancia más baja y un marginal, o negativo, balance de energía.
La mejorada gestión de los bosques con el fin de cosechar más biomasa parecería una mejor
opción que las crecientes cosechas energéticas sobre tierras cultivables. Por ejemplo, el com-
plejo almacenamiento de los bosques comerciales de los Estados Unidos subirían la produc-
tividad anual desde 2-4 t/ha a 5-10 t/ha, pero sólo una pequeña proporción de 200 Mha de
las que crecen podrían ser gestionadas de manera tan intensiva. Actualizando la cuarta parte
de las tierras boscosas de los Estados Unidos por 3 t/ha producirían anualmente 3 EJ, o solo
acerca del uso reciente de los residuos de fitomasa boscosos. Y aun entonces puede haber
muchos conflictos con otros, y menos reemplazables, usos de los bosques. Y las praderas son
incluso lugares aun menos adecuados para la producción energética de la biomasa. Debido
a la productividad de las tierras húmedas han sido consideradas como un área principal
para las granjas futuras de biomasa pero dos realidades hacen esta elección menos deseable.
Cuando intacta o solamente afectada por las acciones humanas de las tierras humanas han
sido consideradas como áreas principales para las granjas con biomasas futuras pero dos
realidades hacen esta elección más indeseable. Cuando la intacta o sólo ligeramente afectada
por las acciones humanas de tierras húmedas son los más complejos biomasa de agua fresca,
conteniendo mucha más elevada biodiversidad que los lagos y corrientes.
Por consiguiente, la inversión en su reserva ofrece alguna mejor recompensa por uni-
dad de área protegida. Aún más, las tierras húmedas sobre cada continente han sido ya
extensivamente convertidas a tierras de cosecha o fueron destrozadas o inundadas por la
construcción de presas y regulación de corrientes, y aunque el área global de las praderas,
es varios órdenes de magnitud más elevados y estos ecosistemas están lejos de la biodiver-
sidad como tierras húmedas, similares argumentos se aplican intentando mantener estas
tierras desde las conversiones al cultivo de la biomasa. El resto de las praderas naturales
son ecosistemas óptimos optimizados y cualquier cambio principal en la planta existente
puede causar rápidos cambios irreversibles. De hecho, una amplia proporción de las pra-
deras del mundo usadas para pastos han sido ya degradadas por una erosión excesiva del
suelo, con efectos tales como la salinización de las corrientes y el transporte por el viento
del polvo extendiéndola más allá de las áreas inmediatamente afectadas.

4.4 Electricidad generada por el viento


Nada hay de moderno en aprovechar la energía del viento para producir trabajo útil. Los
molinos de viento han tenido una larga historia como suministradores de energía mecáni-
ca. Después de 1600 progresivamente mejores diseños y más elevadas eficiencias de con-
versión convirtieron a la potencia del viento en una fuente principal de energía en el No-
roeste de Europa y a finales del siglo XIX también en las llanuras de los Estados Unidos.
Inicialmente una significativa proporción de la electricidad rural sobre estructuras aisla-
da fue generada por el viento de forma mucho más barata y fiable, la electricidad generada

146
Las energías no fósiles

por el carbón y por el agua cedida a las líneas de transmisión eliminó gradualmente al
viento como una fuente útil de energía. Hasta comienzos de los años setenta no existió un
interés real en diseñar mejores máquinas eólicas con el fin de convertirlas en generadores
eficientes y competitivos de electricidad.
Con posterioridad a 1973, el interés por las energías renovables cambió esa actitud pero
los avances más decisivos no se consiguieron, sin embargo, hasta la década del noventa.
El primer impulso en la energía eólica surgió de los créditos de los Estados Unidos du-
rante los primeros años de los ochenta en los que la capacidad instalada subió 100 veces.
En 1985 las turbinas eólicas en el país tenían una capacidad instalada de 1 GW y la instala-
ción eólica mayor del mundo se encontraba en Altamont Pass California. Sus 637 MW de
capacidad instalada generaban 550 GWh, lo suficiente para suministrar electricidad a una
ciudad de 250.000 personas. Las cifras anteriores indican que la electricidad se generaba
sólo durante el 10% del tiempo, mientras que las centrales de combustible fósil lo hacen
durante el 65-70% y las centrales nucleares llegan a sobrepasar el 90%. Estos factores de
carga están parcialmente causados por frecuentes problemas con las turbinas y antes de
que se realizasen importantes mejoras, los créditos de Estado fueron eliminados en 1985
con lo que finalizó la primera oleada de energía eólica.
A comienzos de los años noventa dos tipos de avances técnicos comenzaron a cambiar
el panorama: un mejor diseño de las turbinas eólicas, con palas optimizadas para bajas ve-
locidades y mayores tamaños de las turbinas. El tamaño medio de las nuevas máquinas se
elevó desde los 40-50 kW típicos de los años ochenta, a más de 200 kW una década más tarde
y durante los noventa el mercado estaba dominado ya por las turbinas de 500-750 kW, las
primeras máquinas con potencias superiores a 1 MW comenzaron ya a entrar en servicio,
empezando los nuevos modelos en desarrollo 4-5 MW, con diámetros de rotor de 110-112 m.
Pero en contraste con lo sucedido en los ochenta, las nuevas instalaciones crecían lentamente
en los Estados Unidos en comparación con los rápidos avances de algunos países europeos
como Alemania, Dinamarca y España donde las nuevas leyes garantizaron precios fijos para
la electricidad generada por el viento. El gobierno danés ha sido particularmente activo en
la promoción de la energía eólica y el país dispone en la actualidad de la más elevada capa-
cidad instalada per cápita dominándo la exportación en el mercado mundial del mercado de
aerogeneradores.
A finales del 2000 el país disponía de 6.270 turbinas eólicas con una capacidad de 2.417 GW
y durante ese año el viento produjo 4,44 TWh, el 13,5% del consumo eléctrico total de Dina-
marca. Los fabricantes de turbinas eólicas daneses capturaron el 50% del mercado mundial
(el 65% si consideramos las joint venture) con las exportaciones totales añadieron cifras aun
mayores, en los que Alemania fue el principal importador. Alemania continúa siendo el líder
mundial en términos absolutos, con más de 9.000 máquinas y cerca de 6,1 GW de capacidad
instalada a finales del 2000. Pero en términos relativos la electricidad eólica sólo proporciona
en Alemania el 2,5% de su demanda doméstica.
En Estados Unidos la capacidad de generación eólica ascendió de 1.039 GW en 1985 a
2.554 GW a finales del 2000 y se esperaba se doblara durante el 2001.California tiene la
mitad de toda la capacidad instalada, pero las turbinas más grandes (cuatro Vestas V66 de
1,65 MW) están ahora funcionando, con otras 46 más pequeñas (unidades de 600 kW), en
Big Spring Texas. Algunos de los mayores proyectos eólicos del mundo finalizarán durante el
año 2000, en la granja 300 MW en el borde de Washington y Oregón. España con 2.235 GW se
aproximó a los Estados Unidos, e India con 1.116 GW, fue la quinta a mayor distancia seguida
de Holanda, Italia y Reino Unido (cada una con menos de 500 MW en total). La capacidad

147
La energía en cifras

global de las turbinas eólicas alcanzó 1 GW en 1985, 10 GW en 1998 (las centrales nucleares
de fisión lo hicieron en 1968) y con 17,3 GW a finales el año 2000 fue más que el doble el
total de 1997 y casi nueve veces el agregado de 1990.

Figura 16. Montaje de elementos del sistema en taller

Figura 17. Montaje de las palas de la torre de generación en obra

148
Las energías no fósiles

Gracias a estas rápidas ganancias, la generación eólica ha sido saludada como una de las
fuentes energéticas de crecimiento más rápido y la producción e instalación de las cada vez
más grandes turbinas eólicas está siendo considerada como una de las industrias con más
rápida expansión en el mundo. La generación de electricidad eólica es vista como la más
prometedora de todas las conversiones de energías renovables, situándose por delante de
la energía solar, tanto en términos de fiabilidad operativa como de coste unitario. Algunos
expertos argumentan, que los lugares con vientos más favorables, incluso sin subsidios,
resultan ya competitivos si se les compara con la producción de electricidad mediante com-
bustibles fósiles, o incluso más baratos que la producción de electricidad mediante carbón
o gas y de ahí se desprende que deberíamos ir a una más agresiva maximización del po-
tencial eólico.
No sorprendentemente, algunos planes prevén el 10% de la demanda de electricidad
mundial generada por el viento durante el año 2020. Dinamarca quiere obtener el 50%
de su electricidad a partir de energías renovables (principalmente el viento) en el 2030.
La Unión Europea está declarando que el 10% de la electricidad, o cerca de 40 GW de la
potencia instalada, es procedente del viento durante el año 2010 y 100 GW en el 2020. Con
el fin de cumplir los requisitos legales de octubre de 2001, para generar el 10% de la electri-
cidad del país procesa las renovables en el año 2010 y 220 GW en el 2020, con un tercio de
la capacidad colocada offshore.
Estamos confirmando el despegue de una cantidad realmente significativa, que aunque no
bastante revolucionaria, modo de generación de electricidad o será esta nueva ola de entu-
siasmo trayendo una ganancia importante nacional o regional sin una modificación sustan-
cial del suministro mundial de electricidad. Como en todas las energías solares, los recursos
disponibles no son obstáculo para consecuciones de mayor volumen. Si sólo el 1% del flujo
eólico pudiera ser convertido en electricidad, la capacidad global sería unos 35 TW, o más
de 10 veces el año el total de todas las centrales fósiles, nucleares e hidráulicas juntos en el
2000. Una mucho más restrictiva estimación, teniendo en cuenta sólo velocidades de viento
superiores a los 5 m/seg hasta 10 m de altura sobre el terreno, junto con estas limitaciones
de lugar arbitrarias (principalmente de intrusión visual), colocan el potencial de la energía
eólica en unas 6 TW.
Lo que es real, e indudablemente enorme, es que el total global está disponible a muy ba-
jas densidades de potencia y distribuido muy desigualmente, tanto en el espacio como en
el tiempo. Muchos lugares ventosos, incluyendo grandes partes de las grandes llanuras de
América y las costas del Pacífico, tienen velocidades de viento anuales medias 7-7,5 m/seg
que producen densidades de potencia de 400-500 W/m2 de área vertical con palas rotativas
50 m por encima del terreno.
Traducir estas tasas en densidades de potencia horizontales no puede hacerse sin un cier-
to número de hipótesis en cascada. Debe dejarse suficiente espacio entre las unidades con
el fin de eliminar las distorsiones corriente arriba y recuperar la energía cinética. Un espa-
ciado de cinco diámetros suele ser suficiente para acabar con una excesiva interferencia de
las ondas pero, al menos, el doble de esa distancia es necesaria para aprovechar la energía
del viento en las grandes instalaciones. Además, no más de 16/27 (59,3%) de energía ciné-
tica, el viento, puede ser extraída girando un generador de eje horizontal (la tasa se conoce
como límite de Betz) y la captura real corresponderá al 80% de dicho límite.
Esto significa que, por ejemplo, las máquinas con 50 m de altura con un espaciado de
10x5 diámetros tendrían que tener una separación de 500 m. En lugares con una densidad
de potencia de viento media de 450 W/m2, pero con una media de eficiencia de conversión

149
La energía en cifras

de 25%, y un 25% de pérdida de potencia causada por las ondas y el asiento de las palas,
se reduce la salida actual de potencia a 1,3 W/m2. Una hipótesis más favorable podría ser
densidad de potencia de 700 W/m2, la eficiencia de la turbina es del 35% y la pérdida de po-
tencia sólo del 10%, obtendríamos así una tasa de 3,5 W/m2. Las tasas son altamente depen-
dientes del lugar elegido. El rendimiento con los vientos de California fue casi exactamente
2 W/m2. Altamont Pass agrupa medias de 8,4 W/m2 y las más densamente pobladas granjas
eólicas llegan a 15 W/m2; como contraste la extensión de las granjas eólicas europeas obtie-
nen densidades de potencia de 5-7 W/m2.

Figura 18. Elementos mecánicos fundamentales en una torre eólica

Figura 19. Dos turbinas de 2,5 MW de NORDEX

150
Las energías no fósiles

La baja densidad de potencia del viento no es un obstáculo insuperable para conseguir


grandes recursos. Esto se debe a dos hechos específicos. Primero, como ya se indicó las
densidades de potencia eólica de los buenos lugares son fácilmente de un orden de magni-
tud más elevado que las de las energías de la biomasa y a diferencia del caso de la hidroge-
neración o cultivo de biomasa, ocupan pequeñas superficies en sus instalaciones, pudiendo
los espacios aledaños ser usados como cultivos. Generar el 20% de la electricidad del país
mediante el viento requeriría un 1% de la tierra lo cual es menos del 5% del que sería toma-
do por las turbinas eólicas, junto con el equipo asociado y sus carreteras de acceso con el
resto del terreno usado como antes para el cultivo agrícola. Además Dinamarca, Holanda
y Suecia tienen ya instaladas grandes turbinas eólicas en el mar. Dinamarca con peque-
ñas (4,95 MW) instalaciones offshore que fueron finalizadas en 1991, Holanda tiene dos
offshore en Ijsselmeer, y los investigadores holandeses están proponiendo obtener toda
la electricidad del país desde 4.000 máquinas individuales de 5 MW, ocupando 900 km2
de formaciones offshore. En el Reino Unido, el primer proyecto eólico offshore en Blyth
Harbour incluye dos de los más potentes aerogeneradores 2 MW estas V66. Los mejores
lugares offshore van a ser desplegados durante los próximos años con densidades de po-
tencia entre 10-22 W/m2.
Es mucho más importante considerar además del impacto visual de los aerogenerado-
res, el hecho de que los recursos son altamente variables en el espacio y en el tiempo, en
el último caso sobre una base diaria, así como sobre una base estacional y anual. Además,
estas fluctuaciones y de ahí la disponibilidad esperada de la generación impulsada por el
viento, son sólo imperfectamente predecibles, y los flujos de viento pico sólo coinciden
raramente con el tiempo de la demanda más elevada. Inevitablemente, estas realidades
complican la utilización comercial eficiente. En áreas densamente pobladas, con una ele-
vada demanda de electricidad, con largos periodos estacionales con bajas velocidades de
viento, son inadecuados o sólo marginalmente adecuados, para obtener energía del viento.
Ellos incluyen, solo para citar unos pocos ejemplos notables, virtualmente los completos
estados del sudeste de los Estados Unidos, Norte de Italia, y Sichuan, la mayor parte de las
provincias de China. Como contraste, la mayor parte de los mejores lugares están lejos de
los principales centros de carga en regiones débilmente pobladas o desiertas.
Por ejemplo, Dakota del Norte puede ser el mejor Estado dentro de los Estados Unidos
para localizar turbinas eólicas en los Estados Unidos, pero a causa de su distancia de los
centros principales de carga, tiene sólo 500 kW de potencia eólica, menos del 0,01% del
total instalado en el país, al final del año 2001. La construcción de líneas de alta tensión a
larga distancia, preferiblemente de corriente alterna, sería necesaria para transmitir gran-
des cantidades de energía desde las localizaciones de las instalaciones eólicas hasta las
regiones de mayor demanda. Los proyectos eólicos relativamente grandes serían inmedia-
tamente de ayuda sólo en lugares donde existan ya importantes interconexiones de alta
capacidad, transmitiendo la electricidad tanto longitudinalmente (tomando ventaja de las
diferencias en la demanda pico), como latitudinalmente (tomando ventaja de las diferen-
cias estacionales en la demanda).
Aunque puede ser cierto que amplias porciones de la potencia eólica estén dentro de la po-
tencia eólica potencial de los Estados Unidos, dentro de los 8-30 km de las líneas de 230 kV
existentes, un hecho mucho más relevante es que Estados Unidos, a diferencia de Europa, no
tiene fuertes interconexiones de alta tensión Este-Oeste que harían posible transmitir decenas
de GW del centro del continente al Atlántico o a la costa del Pacífico. Por consiguiente, un estu-
dio de siete empresas eléctricas de los Estados Unidos indican que sólo en algunos casos parece
posible acomodar transferencias de potencia de 50-100 MW que podrían suministrar carga

151
La energía en cifras

local sin significativas actualizaciones de las líneas de transmisión. Y mientras la construcción


de tales líneas dedicadas puede ser igual a sólo una pequeña parte de los costes generales de
las nuevas turbinas necesarias para producir grandes cantidades de potencia, adquirir los de-
rechos de paso para estas infraestructuras puede no ser sencillo. Europa con sus mucho más
desarrolladas interconexiones y sus distancias más cortas entre los lugares con viento y gran-
des centros de carga está así en mejor posición para tomar ventaja de las nuevas capacidades
de potencia eólica.
Las fluctuaciones estacionales y diarias del viento son principalmente función de los
calentamientos diferenciales de la superficie de la Tierra y como tales son ampliamente
predecibles pero no puede preverse la producción no solo de un año, sino de una semana
por adelantado y a veces incluso una diferencia en las estimaciones de hasta el 30%, una
simple separación del orden de 10 m, puede dar resultados un 20% más elevados de velo-
cidades de viento y, a medida que la potencia va aumentando con el cubo de la velocidad,
en un 70% de producciones más elevadas. Incluso en localizaciones relativamente ventosas
podría haber una diferencia entre la energía total del viento para la extracción durante la
última racha y el viento mas fuerte del mes y las salidas mensuales de las medias a largo
plazo esperadas pueden sobrepasar el 25%. Por ejemplo, Big Spring la mayor instalación
eólica de Texas, generó 120-128% de la salida presupuestada durante los primeros dos
meses de 1999 pero entonces los vientos más rápidos esperados fueron seguidos por velo-
cidades medias más reducidas y los factores de capacidad cayeron casi un 30% en marzo.
Las consideraciones de seguridad hacen imposible convertir los vientos más rápidos de
los sistemas ciclónicos (huracanes y tornados) en electricidad de ahí que todas las moder-
nas turbinas eólicas estén diseñadas para un corte de velocidad de viento de 25 m/seg. No
es necesario indicar que estas características evitan generar electricidad de carga básica en
cualquier sistema aislado o conectado semanalmente. Por supuesto, con un gran número
de turbinas en una instalación determinada y con un gran número de instalaciones eólicas
más dispersas, las intermitencias de estos sistemas se suavizan pero, a pesar de todo, su
pobre predecibilidad en cuanto a disponibilidad a medio y largo plazo limita el uso de la
energía eólica para el suministro de carga base, las caídas repentinas de un 20-30% resultan
intolerables para este fin.
La inadecuación entre el tiempo de máxima generación eólica y la demanda pico es otro
factor importante que complica todo aun más. Los primeros toman lugar a menudo duran-
te la mitad del día cuando la demanda es baja, los picos de demanda son durante la noche
cuando los vientos se han calmado.
Los turbogeneradores de vapor y las turbinas de gas se encuentran entre las máquinas
más fiables que funcionan en una sociedad moderna y donde las paradas no programa-
das son muy raras. Como contraste, con las turbinas eólicas la experiencia común son las
pérdidas repentinas de potencia del orden del 10-25%. Cuidadosas investigaciones han
demostrado que los insectos recogidos por los bordes delanteros de las palas durante las
condiciones de bajo viento y elevada humedad son los responsables de estas impredecibles
caídas de potencia con el funcionamiento de elevadas corrientes de viento. Las pérdidas
repentinas de potencia causadas por las palas contra el suelo puede ser del 50% y la única
manera de restaurar el flujo normal es el lavado periódico de las palas. Las acumulaciones
de hielo y suciedad sobre las palas podrían producir pérdidas repentinas de potencia simi-
lares a las producidas por el efecto de la acumulación de los insectos.
Finalmente, existen aspectos negativos citados por los ambientalistas, y por las personas
que viven las proximidades de los parques eólicos: vuelos de pájaros, ruidos, interferencias

152
Las energías no fósiles

con campos electromagnéticos y aspectos estéticos de las mayores turbinas eólicas. En el


caso de las turbinas más grandes y modelos antiguos, el ruido era excesivo y provocaban
numerosas muertes entre los pájaros, Las mejoras en el diseño pueden conseguir eliminar
los ruidos en la caja de cambios, ya que aislando la góndola se consigue reducir sustancial-
mente el ruido aerodinámico causado por el viento al abandonar las palas. Las apropiadas
zonas de exclusión son casi las únicas formas de hacer frente al ruido y las interferencias
con la TV. Las muertes de los pájaros pueden ser sustancialmente reducidas mediante una
cuidadosa selección del lugar y eligiendo turbinas con lento movimiento de palas optimi-
zadas para bajas velocidades de viento que ayuden a los pájaros a evitar los choques.
Las objeciones estéticas son más difíciles de superar, quizá su porvenir dependa de cómo
perciba la población un paisaje lleno de turbinas eólicas. No existe duda de que las máqui-
nas más grandes, por ejemplo, las 2,5 MW Nordex se hallan 160 m sobre el suelo, compa-
rados a los 93 m de la Estatua de la Libertad y mucha gente no la ha visto. Son ciertamente
visibles desde grandes distancias de la misma manera que las torres de alta tensión.
Estas críticas pueden ser compensadas por su nula producción de CO2, tampoco expul-
san agua caliente, ni emiten partículas, ni gases ácidos a la sociedad. Esto puede ser de
gran importancia cuando nos estamos ocupando del impacto producido por el uso de los
combustibles fósiles.
Pero quizá lo más importante sea tener presente su rendimiento a largo plazo, en especial
en las grandes instalaciones. Estas conclusiones sólo podremos sacarlas cuando las insta-
laciones de varios GW lleven funcionando 15-20 años. La experiencia hasta la fecha nos
habla de unos costes de 0,01 $/kWh, estas estadísticas se verán afectadas con los años por
una enorme cantidad de insectos, inusuales periodos de heladas, temporadas de fuertes
ciclones, etcétera.
A finales del año 2000 las turbinas eólicas contaron con cerca del 0,5% de la capacidad ins-
talada con posibilidades de generación eléctrica y la mayor parte de las turbinas ha estado
funcionado durante menos de 5 años con máquinas por encima del 1 MW, desde comienzos
del 1997. La mayor parte de la capacidad total y la experiencia de generación acumulada
hasta la fecha no permiten sacar conclusiones acerca de la fiabilidad del suministro ni de los
costes de funcionamiento a largo plazo. Si el coste real de la electricidad de muchos proyectos
eólicos se halla en la actualidad por debajo de 0,04 $/kWh, y algunos contratos de los Estados
Unidos fueran al menos de 0,03 $/kWh, entonces todos los productores deberían obtener más
beneficios (los costes están 0,05-0,065 $/kWh para el carbón y el gas natural) y las turbinas eó-
licas deberían dominar las nuevas capacidades instaladas tanto en los Estados Unidos como
en Europa. Pero este no es el caso: en el año 2000 las turbinas eólicas sólo generaron el 0,15%
de la electricidad norteamericana. De modo más realista McGowan pone los costes típicos de
generación en 0,06 $/kWh, todavía 1,5-3 veces la media del precio spot de la electricidad. Pero
los precios 0,04-0,05 $/kWh se espera sean alcanzados en breve, muy cercanos ya al coste de
las unidades de gas natural (0,02-0,04 $/kWh).
La ventaja del coste declarado debería ser incluso más elevado en muchos países de
rentas bajas de Latinoamérica, África y Asia donde una amplia proporción de suministro
de electricidad resulta insuficiente de la suministrada a partir de crudo de petróleo y a
un coste superior a los 0,10 $/kWh. Sólo unas pocas máquinas podrían conseguir superar
esa diferencia local. Las turbinas eólicas pueden disparar la capacidad total de los países
emergentes sólo si las máquinas son instaladas en grandes granjas eólicas; por el contrario,
colocar sólo dos o tres turbinas de 500 kW sería suficiente para suministrar las necesidades
básicas de electricidad a casi 100.000 personas en África o Asia. La combinación de estas

153
La energía en cifras

dos ventajas debería proporcionar un despegue de la construcción de las granjas eólicas,


pero, en realidad, el viento continúa siendo una fuente marginal de la electricidad en los
países modernos y los planes existentes sólo estiman una modesta penetración durante los
próximos 10-20 años.
Más notablemente en China con su elevada dependencia del carbón, tiene sólo 265 MW
de máquinas eólicas instaladas (menos del 0,01% de su capacidad total) y su programa de
desarrollo de nuevas energías sólo aspira a 2% del TPES procedentes de todos los tipos de
renovables para el 2015. La capacidad de generación eólica de la India fue casi cinco veces
mayor, 1.267 GW en 2001, pero ese total fue menor que el 3% del potencial estimado y no
existe compromiso alguno para una expansión más importante. En África, Marruecos tiene
una planta de 50 MW, Egipto tiene una de 30 MW en el Mar Rojo, y en Latinoamérica están
funcionando o están planificadas granjas eólicas en Coste Rica y Argentina. Claramente, la
energía eólica no llegará a ser una parte significativa del total hasta que países como Asia,
la cual cuenta con la mayor parte de toda la nueva capacidad instalada de generación eléc-
trica hasta el 2050, abrace al menos tan entusiásticamente como los alemanes y daneses, lo
hicieran a finales de los años ochenta.

4.5 Conversiones directas de energía solar


4.5.1 Introducción
Las conversiones directas de la radiación solar son el recurso energético más abundante
pero su eficiencia y costes de capital, así como su funcionamiento, se han mantenido lejos
de los límites comerciales comparables a lo conseguido por la energía eólica en la década
del noventa. Para ser más preciso debería añadirse en aplicaciones comerciales terrestres
ya que en las espaciales, donde el elevado coste tiene menos importancia, ha sido especta-
cularmente exitosa mediante el uso de células fotovoltaicas (FV) en todo tipo de satélites
y estaciones espaciales. En el caso de la Tierra quizá no sea la FV quien goza de mayores
posibilidades sino los proyectos de concentradores en sus diversas variantes que ya han
llegado a ser conectados en algunos lugares a la red eléctrica general.

4.5.2 Solar térmica con concentradores


Torres solares. En estos sistemas se utiliza la luz del sol concentrada sobre una caldera
donde se genera vapor sobrecalentado, por tanto estos sistemas se adaptan también fácil-
mente a la utilización de combustibles fósiles en lugar de calor de radiación solar. Existen
unos elementos llamados heliostatos encargados de seguir la trayectoria del sol dirigién-
dola hacia la caldera, de ese modo pueden conseguirse temperaturas muy elevadas. En
este caso, las concentraciones del Sol obtenidas son del orden 300-1500, produciéndose
temperaturas de trabajo (500 – 1500 °C).
Concentradores cilíndricos parabólicos. Los rayos solares se concentran sobre un tubo situa-
do en el foco del paraboloide, el mejor comportamiento se consigue cuando el líquido que
circula es aceite y luego mediante un intercambiador de calor se pasa al segundo circuito
de agua. En este caso las concentraciones no son muy elevadas (10-100) y, por tanto, las
temperaturas obtenidas son más modestas (100-400 °C).
Discos parabólicos. También siguen la luz del sol pero la concentran sobre su propio foco
(paraboloide de revolución). Esto produce una muy elevada concentración (600-2000), y las
temperaturas obtenidas se hallan por encima de los 1500 °C pero si se emplea a gran escala

154
Las energías no fósiles

el calor recogido debería ser recogido y transportado hasta una zona central. También po-
dría recogerse la electricidad generada por cada módulo general.
Las eficiencias pico solar-eléctrica están en el rango del 20% para los cilíndrico parabóli-
cos, 23% en el caso de las torres y 29% para los discos solares si bien las tasas anuales serán
considerablemente más bajas: 10-18% para los cilíndrido-parabólicos, 8-19% en las torres y
16-18% en los discos.
Con mejores eficiencias y lugares más soleados, los cilíndrico-parabólicos y las torres ten-
drían potencias picos cercanas a los 60 W/m2 de la superficie colectora, en lugares menos
soleados las densidades bajarían a 40 W/m2. Los espacios entre colectores, carreteras de ser-
vicio, y estructuras reducirán estas tasas. Los sistemas del desierto de Mojave tienen densi-
dades generales de generación pico menor a 15 W/m2.

Figura 20. Solar Two: la torre solar mayor del mundo

Los factores de capacidad solar (fracciones del año en que la técnica puede generar elec-
tricidad con la energía tasada) están principalmente entre 20-25% (y hasta el 30%) para los
cilíndrico-parabólicos y discos pero aquellos con receptores centrales equipados con sales
calientes pueden tener tasas por encima de 60%. A pesar de sus tasas relativamente pobres
los cilíndricos parabólicos están comercialmente más maduros y hasta finales de los noven-
ta las nueve plantas estaban funcionando en tres emplazamientos distintos en el desierto
de Mojave cerca de Barstow en California.
Estas plantas fueron construídas entre 1984 y 1990 y su capacidad total instalada es de
354 MWe con tamaños unitarios entre 14-80 MW. Luz International, la empresa que cons-
truyó las plantas, desapareció en 1991 pero todas las plantas continuaron funcionando bajo
nuevos vendedores de electricidad, vendida finalmente a la Southern California Edison
mediante acuerdos a largo plazo. Otros proyectos incluyen pequeñas plantas en Egipto,
Irán, Marruecos, España, Grecia e India, instalaciones mucho mayores han sido planifica-
das en Irán (281999. 9 MWe), Norte de Marruecos (178 MWe), Egipto, México y Rajasthan.
Si los cilíndricos parabólicos son todavía nuevos, las torres solares son ya clásicas. La ma-
yor se encuentra en Barstow (10 MWe) que, construida en 1982, funcionó hasta 1988 median-
te generación directa de vapor, luego se sustituyó el líquido de trabajo con sales fundidas en
la Solar Two en 1996 y funcionó hasta 1999. Existen torres más pequeñas en España e Israel y

155
La energía en cifras

algunas más grandes usando sistemas basados en aire, planificadas por el consorcio alemán
Phoebus. No existe una abundancia de discos solares, el conjunto más grande es el formado
por seis de 9 y 10 kW y han funcionado desde 1992 en la plataforma solar de Almería España
conectados a motores Stirling probados en los Estados Unidos, Europa y Australia donde
existen plantas de 2 MW.

Figura 21. Granja de un sistema solar con concentradores cilíndricos parabólicos

Figura 22. Sistema de disco solar con motor Stirling

156
Las energías no fósiles

Figura 23. Chimenea solar

4.5.3 Solar fotovoltaica (FV)


A diferencia de los sistemas anteriores la generación FV carece de piezas móviles, por lo que
sus requisitos de mantenimiento son escasos, funciona silenciosamente, a la presión atmosfé-
rica y temperatura ambiente con un mínimo impacto ambiental y es inherentemente modular.
Todas estas ventajas podrían trabajar en la difusión comercial terrestre de las células FV
una vez las células alcancen eficiencias de conversión por encima del 10% y que el precio
medio de los módulos típicamente de 40 células FV y las matrices compuestas de 10 módu-
los se reduzca casi un orden de magnitud entre 1975 y 1995. La eficiencia teórica máxima
de las células fotovoltaicas está limitada por el rango de las energías de los fotones. Mien-
tras las tasas prácticas de pico son reducidas, sobre todo por la reflexión de la superficie de
la célula y de las pérdidas eléctricas.
Grandes brechas de eficiencia permanecen entre los rendimientos teóricos, laboratorio y obra
así como entre los monocristales de alta pureza, células policristalinas, y las de película fina.
Las de película fina son de Si amorfo o de compuestos tales como el arseniuro de galio
(AsGa). Teluro de cadmio (CdTe) y el cobre indio diselenio (CuInSe2). Las eficiencias en
monocristales son del 25-30% con más del 23% obtenida en los laboratorios. Pueden utili-
zarse lentes y reflectores para enfocar la luz del sol en un área pequeña de células, dispa-
rando así las eficiencias de conversión a más del 30%. Las células dispuestas en forma de
pila permiten atacar diferentes partes del espectro lo que podría empujar el pico teórico al
50% y del 30-35 en los laboratorios.
En contraste, las eficiencias actuales de los módulos monocristalinos se hallan ahora en-
tre 12-14% y después de un tiempo colocadas pueden caer por debajo del 10%. Las células
de película fina pueden convertir del 11-17% en los laboratorios pero in situ bajan del 3-7%
después de unos meses funcionando. Las células de Si amorfo multijunta lo hacen mejor
convirtiendo al menos el 8% y hasta un 11% en grandes áreas. El Si microcristalino de pelí-
cula fina es quizá el mejor candidato para futuras aplicaciones en masa. Con una eventual
eficiencia in situ del 17% las células absorberían 30 W/m2.

157
La energía en cifras

El notable despegue en los envíos anuales de células y módulos FV en general, y de las


mallas de conexiones residenciales llegó sólo a finales de los años noventa. Los envíos
anuales por todo el mundo de células FV y módulos alcanzaron 0,5 MW de capacidad pico
(MWp) en 1977, fueron casi 25 MWp una década más tarde y durante los noventa subieron
de 43 a 288 MWp, a medida que el precio típico por Wp cayó un 30% para los módulos y
un 25% para las células. Con casi 14 MWp en 1990 y sólo 88 MWp en el 2000 la proporción
de fabricantes norteamericanos permaneció en el 30% del total mundial. A finales de siglo,
los más grandes productores de células y módulos FV fueron: BP, Solarex, Kyocera, Sharp,
y Siemens. Estas cinco empresas dieron salida a casi el 60% de las nuevas capacidades.
La capacidad instalada acumulada en el año 2000 subió cerca de 500 MWp en los Estados
Unidos y casi 1 GWp en el mundo; grandes adiciones recientes y la vida media de unos 20
años de las células FV supone más de 98% de toda la capacidad instalada entre 1975-2000
que se encuentra todavía en funcionamiento.

Figura 24. Fachada en la que el muro cortina ha sido sustituido


por células FV

Figura 25. Solución de cubierta con células FV

158
Las energías no fósiles

20 EficienciadelaconversióndecélulasFVdepeliculafina

18 Cd_Te Cu_In_Se

16
Eficienciadelaconversión(%)
delaconversión(%)
14

12

10

0
1975 1980 1985 1990 1995 2000

Figura 26. Evolución de la mejora de la eficiencia de conversión de dos células FV de película-fina

PrecioenfábricadecélulasFV
30

25

20
$/Wp

15

10

0
1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000

Figura 27. Disminución de precios de las células FV

A comienzos de 1990 los cuatro más importantes mercados para los convertidores FV
fueron las industrias de comunicación (un 20% del total), usos recreativos (principalmente
camping y boating), las viviendas solares (preferiblemente en localizaciones remotas don-
de era muy costoso el enganche a la red y el bombeo el agua.
En el año 2000 las conexiones a la red con cerca del 20% de la nueva capacidad, tuvieron
la más pequeña proporción del total del mercado y los módulos conectados a la red en
proyectos pequeños y medio-largos, con previsiones que declaran casi un tercio de toda
la capacidad añadida en el 2010, seguidos por los sistemas de viviendas solares y sus apli-
caciones en comunicación. El reciente crecimiento de la capacidad FV a 15-25% anual ha
llevado a previsiones más optimistas. El DOE indica que existen un millón de tejados FV
con 3 GWp para el 2010 (comparadas a las 51.000 instalaciones y 80 MW en el 2000) Japón
planifica instalar anualmente 10 veces más tejados en el 2010 que lo hiciera en 1999.

159
La energía en cifras

Maycock prevé 200 MWp/año conectados en 2005 y 700 MWp/año más en el 2010. El Na-
tional Center for PV cree que hasta el 15% (que son unos 3,2 GW) de la nueva capacidad de
generación eléctrica requerirá en 2020 que sea suministrada por los sistemas FV, y que en
ese momento la capacidad acumulativa, generadora de electricidad en 2020, será suminis-
trada por sistemas FV y que en ese momento la capacidad FV acumulada será de 15 GWp
en los Estados Unidos y 70 GWp en todo el mundo. Pero para ser realistas Chronar Corp
previó 40 GWp para el 2000 cuando se han instalado menos de 1 GW.
Durante finales de la década del noventa llegó a quedar claro que las FV basadas en Si
pueden no ser la única manera de convertir la luz del sol en electricidad. Las nuevas células
FV, dispositivos fotoelectroquímicos basados en materiales nanocristalinos y en películas
de polímero conductoras, ofrecen una adecuada combinación de fabricación barata, y una
configuración bifacial que permite capturar la luz desde todos los ángulos unida a una ma-
yor flexibilidad para su uso práctico con, por ejemplo, versiones transparentes o diferentes
colores produciendo así zonas translúcidas capaces de producir electricidad.
Las células electroquímicas podrían ser una mejor manera de conseguir agua por la luz
visible (eficiencia teórica la luz absorbida en hidrógeno es del 42% en sistemas con juntas
en tándem, y tasas de alrededor del 20% pueden ser eventualmente prácticos), mientras los
materiales no estructurados tintados que producen electricidad con eficiencias del 10-11%,
y las células bipolares tienen el doble de eficiencia.
Finalmente deberíamos mencionar la fusión energética solar, con satélites de energía so-
lar obtenida en el espacio (SPS) propuesta por Glaser en 1968. Los satélites localizados en
órbitas geoestacionarias podría convertir la luz solar y transmitirla a la tierra en forma
de microondas a la Tierra donde serian absorbidas por una antena, convertida CC y ali-
mentando a la red eléctrica. Las microondas no se ven muy afectadas por los fenómenos
atmosféricos y el vapor de agua.
No existe un atajo a todas estas elaboraciones y modificaciones de esta idea y, durante
la década de los ochenta, la NASA gastó más de 20 millones de dólares en ingeniería y los
costes para un sistema con una flota de 30 SPS. El interés en esta idea disminuyó en los
noventa y sólo una exploración de baja intensidad del sistema SPS se está ahora realizando
en Japón. Explotando las ventajas del Lunar Solar Power (LSP) capturando la radiación
solar en la Luna donde las eficiencias serían muy elevadas pero es muy posible que estos
proyectos no se pongan en marcha hasta pasadas dos generaciones.

4.6 Otras energías renovables


Tratamos en este apartado algunas técnicas de conversión cuyas aplicaciones comerciales
han estado utilizándose durante más de un siglo, pero cuyo desarrollo y difusión han
recibido una creciente atención sólo durante la generación pasada, así como manejar nue-
vas proposiciones, que indudablemente son, hace una notable diferencia comercial incluso
después de otras décadas de diseños y experimentos mejorados.
La energía geotérmica se encuentra en la primera categoría, mientras que el segundo grupo
subsume varias propuestas intrigantes para convertir la energía cinética y las energías tér-
micas de los océanos. Debe añadirse que existe un número de propuestas de curiosidades
de conversión que no recibirán más atención que su simple mención en muchos casos.
Esto incluye propuestas para aprovechar las aguas fundidas en los glaciares de Groen-
landia y transmitiendo la electricidad en Europa vía a Islandia a través de cables de CC,

160
Las energías no fósiles

la potencia eólica a través de los cometas y las chimeneas solares, estructuras cubiertas de
plástico montadas en áreas de recolección de radiación solar que crean un flujo de aire con
el que se impulsan las turbinas eólicas. Las primeras dos opciones permanecen sobre el pa-
pel, mientras que la última técnica fue realmente probada a comienzos de los años ochenta
cuando el ministerio federal alemán para ciencia y tecnología construyó una chimenea
solar en Manzanares España que funcionó durante siete años.
Volviendo a la realidad, como ya se ha indicado, el flujo geotérmico medio es sólo una
minúscula fracción del flujo solar. Sclater calculó que el calor perdido a través del fondo
del océano fue de 33,2 TW y de 8,8 TW a través de la corteza terrestre; estas tasas son
valores medios de 95 y 65 mW/m2 y suman unos 1.325 EJ anuales. La energía geotérmica
es, por supuesto, mucho mayor (al menos 5 órdenes de magnitud) y su total teóricamente
extraíble depende de sus usos finales y cortes de temperatura y profundidad. Solo los re-
cursos hidrotérmicos dominados por el líquido y el vapor puede ser usados para la gene-
ración eléctrica directa pero estos flujos alcanzan la superficie de la Tierra, o son accesibles
mediante perforación muy cercana, sólo con un número limitado de localizaciones. En
contraste, el magma caliente que interfiere en los 10 Km superiores de la corteza terrestre
en muchas regiones del mundo contiene un orden de magnitud más de calor que los flujos
hidrotérmicos, y rocas secas calientes dentro de la misma profundidad tienen un orden de
magnitud de más calor que el magma cercano a la superficie.
Pero mientras se está perforando a profundidades superiores a 7 km para alcanzar la tem-
peratura de la roca de 200 °C (el gradiente térmico medio es 25 °C/km) sería económicamente
prohibitivo para hacer con el fin de inyectar agua para generar vapor. El magma caliente a
la profundidad accesible esta ilimitado a regiones de actividad volcánica actual o reciente,
los recursos hidrotérmicos con flujo por debajo de 100 °C son adecuados solo para procesos
industriales o el calentamiento de hogares, y la manera más económica es usar los flujos
hidrotérmicos más calientes para alcanzar la superficie o buscar pozos más profundos. Por
consiguiente, las actuales técnicas de conversión podrían sólo suponer fracciones pequeñas
de los enormes flujo térmicos posibles. En el mejor de los casos se podrían aprovechar 72 GW
de capacidad generadora de electricidad y recuperación reforzada y mejoras en la perfora-
ción actualmente, bajo desarrollo podría agrandar este total acerca de 138 GW. Los porcenta-
jes más grandes de este potencial son, como se esperaba, a lo largo de los márgenes tectónicos
activos del Norte del Pacífico, América Central, Suramérica, y Asia.
La generación eléctrica geotérmica comenzó en el campo de Larderello Italia en 1902,
Wairakei en Nueva Zelanda en 1558, los Geyseres de California llegaron en 1960 y Cerro
Prieto en México en 1970. Sólo desde 1970 la generación geotérmica se ha expandido, más
allá de estos cuatro pioneros citados, mediante campos de vapor a alta temperatura. A fina-
les de 1990, Estados Unidos tenía una capacidad instalada más elevada (casi 2,9 GW) segui-
do por Filipinas (1,8 GW), Italia (768 MW), México e Indonesia. La capacidad global está
en 8,2 GW y es sólo el 11% del total que podría ser aprovechado con las técnicas existentes,
e incluso si estuviéramos desarrollando el potencial prospectivo de 138 GW representaría
menos del 5% de la capacidad de generación eléctrica mundial en el año 2000.
Claramente, la energía geotérmica seguirá siendo globalmente marginal, aunque nacio-
nalmente y localmente pueda ser una importante fuente de electricidad. Pero puede contri-
buir más en el suministro de la energía distribuida tanto industrial como en viviendas: por
ejemplo, la capacidad de calentamiento geotérmico norteamericana es ya más que el doble
de grande que su capacidad instalada en la generación eléctrica geotérmica.

161
La energía en cifras

Figura 28. Central Geotérmica en Islandia

Las bombas de calor de las viviendas asistidas mediante energía geotérmica, preferible-
mente en sistemas con circuitos cerrados el calor en veranos tormentosos y la liberación en
inverno, son una opción particularmente eficiente. Si se usaran en las viviendas de Estados
Unidos que no tuvieran acceso al gas natural ahorrarían casi 100 GW de capacidad eléctrica
pico en invierno. La energía geotérmica debería también ser usada más ampliamente por
las industrias (desde la recuperación del petróleo al secado de la madera), los invernaderos
y la expansión de la acuacultura. La combinación de las aplicaciones de generación eléctri-
ca y calefacción podría establecer la gran diferencia en 40 países de baja renta (muchos de
ellos islas remotas) con gran potencial geotérmico y ausencia de otros recursos naturales.
Antes de 1975, las propuestas para obtener energía de los océanos estuvieron dominadas
por los esquemas de las mareas; después llegaron los diseños para tomar la energía cinética
de las olas, así como aprovechar la pequeña diferencia de temperaturas existentes entre
las aguas superficiales y las profundas. La fricción global de las mareas disipa 2,7 TW y la
máxima tasa localmente extraíble depende del rango de las mareas. Las mareas más altas
del mundo están en la Bahía de Fundy en Nueva Escocia (7,5-13,3 m para las mareas de
primavera), otros lugares con grandes mareas son Alaska, Colombia Británica, Sur de Ar-
gentina, las costas de Normandía y el Mar Blanco. La capacidad teórica de potencia de los
28 mejores lugares del mundo añaden 360 GW pero los enormes costes de las estructuras
parcialmente sumergidas en agua salada ha detenido casi todos los proyectos, salvo los
240 MW de la Rance en Francia. Ninguno de los proyectos de la Bahía de Fundy han sido
estudiados mucho tiempo (con capacidades 1-3,8 GW), aun cuando progresaron más allá
del estadio de la planificación.
Blue Energy está ahora promoviendo el uso de la energía con turbinas Davis sumergi-
das que estarían suspendidas de puentes. Las palas de movimiento lento de estas turbinas
plantearía un pequeño peligro para la vida marina y cortarían mejor con flujos salados. La
empresa predice bajos costes de capital 1200 $/kW para grandes instalaciones y factores de
capacidad elevados (40-60%) y cree que el potencial global a ser explotado por esta técnica
es mayor de 450 GW. Su primer gran diseño es para la planta de Dalupiri construida a lo
largo de la calle San Bernardino en Las Filipinas cuyas 274 turbinas Davis tenían una capa-
cidad pico de 2,2 GW. Cualquier evaluación significativa de estas técnicas deberá esperar
a sus aplicaciones comerciales.

162
Las energías no fósiles

Durante 1970 las conversiones energéticas térmicas oceánicas (OTEC) fue reconocida
como “la única fuente de energía renovable de potencia con el potencial para satisfacer
las necesidades de crecimiento de la población mundial” o incluso más propagandística
como “la respuesta de OTEC a la OPEC”. Algunas previsiones consideran que la electri-
cidad producida por la OTEC sería usada sobre una gran fábrica de barcos para sintetizar
amoniaco.
La potencia teóricamente disponible es impresionante: el potencial global está por en-
cima de 299 TW y la energía extraíble por un motor térmico ideal trabajando con una
temperatura superior de 25 °C (superficie subtropical y océano tropical) y 5 °C (agua a una
profundidad de 900 m) es 2,87 J/g, equivalente a una planta hidroeléctrica con un desnivel
de casi 300 m. En realidad, todos los diseños OTEC están intentando extraer potencia útil
de las diferencias de temperatura vistas como inútiles por una generación térmica conven-
cional, de ahí que los costes estén sean elevados y las eficiencias bajas.
Dos aproximaciones básicas para extraer las diferencias de bajas de temperatura (al menos
se necesitan 20 °C) son un ciclo cerrado usando agua caliente para evaporar un fluido de
trabajo con un bajo punto de ebullición y un ciclo abierto donde el agua de mar hierve en
una cámara de vacío. El vapor resultante conduciría un turbogenerador y el agua profunda,
fría del mar, sería usada para condensar el fluido de trabajo. La necesidad de bombear enor-
mes cantidades de agua a través de la planta reduce inevitablemente la ya baja eficiencia de
conversión. El primer pequeño prototipo localizado cerca de Cuba generó 22 kW mientras
consume 80 kW para hacer funcionar el equipo.
Sin embargo, un gran desafío de investigación y desarrollo fue invertido en esquemas
OTEC durante finales de los setenta y comienzos de los ochenta. Una pequeña unidad
estuvo funcionando intermitentemente durante unos pocos meses cerca de Hawai (por úl-
tima vez en mayo de 1993), mayores intercambiadores de calor fueron ensayados sobre un
depósito convertido y Tokyo Electric y Toshiba diseñaron una planta trabajando en ciclo
cerrado durante casi un año en Nauru. Eventualmente las grandes plantas OTEC produ-
jeron no sólo electricidad sino también fertilizante NH3, agua fresca y alimentos. Uno de
los promotores líderes de la OTEC declaró en 1987 que su empresas Sea Solar Power, fue
capaz de suministrar energía a varios países tropicales a un precio aceptable, pero ninguna
nación consideró deseable tal oferta. Algunos entusiastas pueden considerar que OTEC
será útil cuando el petróleo obtenido resulte ser suficientemente caro, particularmente esto
puede darse en el caso de las islas tropicales sin ningún recurso energético terrestre pero
con altas diferencias de temperatura cercanas a la costa. Cuba, Haiti, y Filipinas son exce-
lentes ejemplos dentro de esta categoría, para todos estos lugares estas soluciones pueden
ser mucho mejores que otros flujos de energías renovables.
Quedan por considerar las olas, cuya energía cinética es casi tan grande como el flujo de
las mareas, como quizá la fuente más prometedora de energía oceánica. Décadas de investi-
gación particularmente en la Europa Atlántica y Japón han modificado un gran número de
técnicas de conversión. El primer diseño notable fue el pato de Salter y más tarde llegaron
las diversas columnas de agua oscilante. Los primeros estaban compuestos por una serie de
levas segmentadas que son batidas por las olas, con bombas conectadas en los lóbulos, en-
viando el agua presurizada a través de pequeñas tuberías a un generador. Los dispositivos
oscilantes contienen una cámara con una apertura subacuática y la oscilación del agua en
el interior de la cámara fuerza al aire a través de la turbina generadora de electricidad. Los
japoneses comenzaron ensayando un prototipo de un generador oscilante anclado a 40 de
las aguas.

163
La energía en cifras

Las primeras estaciones comerciales generadoras de electricidad basadas en este prin-


cipio, fueron una plataforma terrestre de 500 kW LIMPET (Land Installed Marine Power
Energy Transformer), que fue conectada a la red en Noviembre de 2000 en la Isla de Islay en
Escocia Costa Oeste, un par de prototipos semisumergidos de 375 kW, con convertidores
de energía de olas articulados construidos por la Ocean Power Delivery, fue programado
para pruebas en el 2002. La empresa considera que con 900 dispositivos y 700 MW insta-
lados por LIMPET existe suficiente energía en las olas para sobrepasar todas las demandas
domésticas, que aprovechan el 0,1% del total mundial, se podría suministrar más de cinco
veces la demanda global de energía si tales conversiones pudieran hacerse de forma eco-
nómica. No es necesario decir que usando operaciones de corto plazo de instalaciones de
menos que 500 kW como bases para escalar los costes de una industria de escala TW resul-
ta ridículo, sería sorprendente si los dispositivos de oleaje hubieran acumulado en todo el
mundo una capacidad instalada mayor a unos pocos GW en el 2020.

Figura 29. Sistema LIMPET de aprovechamiento de la energía del oleaje on-shore

4.7 La economía del hidrógeno: infraestructuras


Conversiones más elevadas de energías renovables, necesitarán algo más que sólo una in-
vestigación en nuevas turbinas, colectores o células. La electricidad producida por estas con-
versiones expandirá el suministro de la más deseable de las energías pero creando cuatro
desafíos importantes. El primero, surge de la relativamente baja densidad energética de las
renovables: su difusión traerá consigo un incremento de la energía distribuida (descentrali-
zada). El segundo, es la consecuencia de las localizaciones inflexibles de las grandes concen-
traciones de conversiones renovables. El tercero, resulta de la combinación de la naturaleza
intermitente de las conversiones renovables y la carencia de almacenamientos a gran escala.
Esta realidad origina problemas para conseguir la carga base y la demanda pico de electri-
cidad en sistemas donde las conversiones renovables sean dominantes. El cuarto desafío es
debido a la necesidad de convertir una parte de las energías a combustibles portátiles de alta
densidad requeridos para muchas aplicaciones, en especial para el transporte, una realidad
que hace altamente deseable el tránsito gradual a una civilización basada en las conversiones
del hidrógeno.

164
Las energías no fósiles

Los sueños de descentralización se basan en un profundo descontento y a una incapa-


cidad de superar las características de la sociedad urbano-industrial moderna. Su larga
tradición histórica fue perpetuada durante el siglo XX por pensadores diversos como
Roosevelt, quien creyó que el suministro eléctrico descentralizado vaciaría las ciudades
devolviendo a las personas a la tierra y a los pioneros de la edad nuclear, en 1946 estos
entusiastas concluyeron que “las centrales nucleares permitirían la descentralización de
la industria eléctrica”, ya que al localizar la generación cerca de los centros de consumo se
podrían reducir enormemente los costes de transmisión. Ninguna de estas predicciones
consiguió cambiar la realidad.
La generación distribuida de la electricidad llegó a ser realmente importante, tanto téc-
nica como económicamente, gracias a los cambios en el tamaño óptimo de las plantas y los
avances en la gestión de la transmisión y distribución de la red. Un interesante ejemplo de
esta última categoría es la red de medición por la que los pequeños productores (incluso
los poseedores de viviendas) pueden enviar la electricidad que generan hasta la red en el
momento en que no la necesitan almacenando así, en cierto modo, para más tarde cuando
la deseen. Los tamaños crecientes del turbogenerador y la caldera fueron uno de los hitos
de los sistemas eléctricos y de su concepción hasta los 1970. El tamaño óptimo de las unida-
des de generación fue creciendo hasta llegar a 1 GW pero entonces la caída de la demanda
para los avances eléctricos y técnicos (sobre todo con la aparición de las turbinas de gas)
cambiaron bruscamente la tendencia y las unidades de 50-250 MW llenaron los nuevos
pedidos.
La razón más importante para este cambio ha sido el hecho que el coste instalado de
sencillas turbinas de gas natural aeroderivadas, en el rango de 150 MW de capacidad, es-
taba en 300 $(1995)/kW y el coste de los sistemas de ciclo combinado con capacidades por
debajo 300 MW ha caído a 350 $(1999)/kW, mientras que su eficiencia ha subido hasta
llegar al 60%. La disminución de tamaño ha continuado, con la aparición de microturbi-
nas impulsadas por hidrocarburos con capacidades de 25-250 kW rango en el que pueden
proporcionar electricidad generada económicamente en muchas aplicaciones, incluido el
recorte de los picos en grandes usuarios industriales y comerciales y su suministro fiable
en las comunidades aisladas. Capstone consiguió ser en 2002 la primera empresa en con-
seguir una homologación para su conexión a la red con sus máquinas de 30-60 kW que
pueden ser utilizadas en los vehículos híbridos así como para la microgeneración estacio-
naria. La mayor parte de los motores alternativos de petróleo utilizados en la cogeneración
estacionaria, tienen una potencia media de 2 MW, y son una forma cada vez más utilizada
de producir electricidad de forma distribuída.
Las contribuciones reales de las pilas de combustible son aún muy marginales pero su
potencial resulta prometedor a medio y largo plazo.
Las PAFC con cogeneración pueden conseguir eficiencias del 80% lo que las hace ya com-
petitivas, a pesar de su todavía elevado coste instalado, para tales usuarios de elevada carga
como hospitales donde el calor residual es usado para suministrar grandes volúmenes de
agua caliente. PEMFC funcionando con gas natural reformado pueden ser el principal medio
para lograr una elevada eficiencia en la generación distribuida en el rango 100 kW-2 MW,
mientras los países de renta baja son un gran desafío para la electrificación rudimentaria que
podría ir acompañada por sistema de baterías FV en el rango de kW.
Además de alcanzar una amplia gama de mercados con elevadas eficiencias que permite
la generación distribuida gracias a su modularidad, para completar rápidamente nuevas
capacidades, se puede también reducir, incluso eliminar, el coste de las conexiones de la

165
La energía en cifras

red, recortando las pérdidas de transmisión y distribución, y produciendo calor residual


que puede ser usado localmente para muchas aplicaciones a baja temperatura. La gene-
ración distribuida puede también reducir toda la capacidad de reserva dado que menos
capacidad es probable que falle totalmente al haber más unidades más pequeñas mejoran-
do la fiabilidad gracias a una más baja exposición a los fallos de la red principal. Usando
turbinas de gas natural y pilas de combustible, los sistemas eólicos y FV pueden también
producir electricidad con mucha menor contaminación que en las grandes centrales tér-
micas fósiles. Evidentemente, la generación distribuida aceleraría la fragmentación de las
empresas eléctricas integradas verticalmente que han dominado el mundo de la electrici-
dad a través de todo el siglo XX, lo que implicaría un nuevo reparto de las estructuras de
poder global y nacional.
Esto no significa que el sistema completo pueda cambiar rápidamente desde los patro-
nes centralizados tradicionales a otro completamente distribuido, tal cambio debería es-
tar regido por una autoproducción que sería muy deseable. La producción de una carga
base fiable siempre será necesaria y aunque las pilas de combustible suministraran parte
de esa demanda, las fuentes intermitentes no pueden hacerlo. Además cerca del 90% del
aumento de la población tendrá lugar en los países que actualmente son de rentas bajas
durante la primera mitad del siglo XXI y residirá en ciudades donde cientos de familias
pobres urbanas no podrán permitirse el lujo de colocar células FV en los tejados. El que la
mayor parte de las familias en las mega ciudades del mundo (con más de 10 millones de
personas) tengan eventualmente alojados en edificios elevados convertidores de energías
renovables resulta casi imposible de llevar a cabo o poco práctico, ya que la densidad de
potencia necesaria es sencillamente demasiado grande. Donde resultaría deseable es ante
una emergencia, con graduales de disposiciones mucho más complejas y donde las gran-
des plantas mantengan su papel principal pero donde su generación se vea complemen-
tada por contribuciones significativas de capacidades medias y pequeñas así como por los
microgeneradores de las construcciones institucionales.
La localización imperativa es obvia. A diferencia de la generación de electricidad me-
diante combustibles fósiles que puede ser flexiblemente localizada cada una cerca de los
grandes centros de carga (para minimizar las distancias de transmisión o de áreas sepa-
radas de zonas densamente pobladas (con el fin de minimizar la contaminación del aire).
Las concentraciones de las turbinas eólicas son del orden de GW, células FV o máquinas
de aprovechamiento de las olas deben coincidir con las densidades de potencia más ele-
vadas de los flujos renovables. La necesidad de localizar conversiones renovables en estos
lugares, en casi cada instante, contemplada de tal desarrollo, requiere la creación de redes
de transmisión a larga distancia así como la capacidad de transmisión (en W) y capacidad
(el producto de la capacidad y distancia) de las líneas existentes. Por ejemplo, incluso las
investigaciones de las existentes conexiones AT de Estados Unidos muestran o bien una
completa ausencia de líneas AT o sólo una capacidad muy rudimentaria para trasladar la
electricidad de una a otra región.
Aunque la capacidad de transmisión de los Estados Unidos casi se dobló durante los últi-
mos 25 años del siglo XX, cuando está dividida por la carga pico la relación resultante, que
representa la distancia a la cual una planta dada puede esperar vender su energía durante
las condiciones de demanda pico, ha estado cayendo desde 1984 y el área comercial de un
generador determinado es ahora sólo un 70% de la media de 1980. Incluso más notable es
el hecho de que la relación de California, la cual está muy por encima de la media nacional
(unos 480 km frente a 285 km), es mucho más baja que la red nacional del Reino Unido
(unos 960 km). Claramente Estados Unidos, al igual que Canadá, va con retraso respecto

166
Las energías no fósiles

a Europa en interconexiones de alta capacidad capaces de mover la electricidad desde las


mejores localizaciones para el viento y el sol a los centros de carga de la Costa Atlántica, en
el Medio Oeste y en California.
Similares ausencias o inadecuaciones de alta capacidad de las líneas AT entre las regio-
nes relacionadas con altas densidades de potencia de flujos solares directos e indirectos y
centros de carga densamente poblados pueden ser encontrados en los grandes países que
contemplan altas relaciones de conversiones de renovables. Por ejemplo, las áreas más so-
leadas y ventosas de China son respectivamente las tierras verdes del norte de Mongolia
interior y la árida del oeste interior, mientras que los centros de carga están a lo largo de
la Costa Este y Sur, las altas densidades de energía de oleaje se encuentran en las zonas
más inhóspitas del Norte de Escocia, Oeste de Irlanda, Islas de Alaska, Sur de Argentina,
y Chile, y los propósitos de los megaproyectos de transmisión intercontinental entregando
electricidad procedente del Congo hacia Europa.
Estas realidades no realizan concentraciones a gran escala de energías renovables lo que
puede hacerlas considerablemente más caras. Por el contrario, la intermitencia inherente de
los flujos solares directos e indirectos es mucho menos trasladable a soluciones técnicas. Por
supuesto, el problema será más agudo en un sistema dominado por conversiones directas al-
tamente distribuidas de la radiación solar y relativamente menos molesta cuando el suminis-
tro esté compuesto por una variedad de conexiones renovables fuertemente interconectadas.
Análogamente, las consecuencias de las intermitencias no resueltas tendrían mucha me-
nos importancia en las tareas de la construcción y en la agricultura cuyo funcionamiento
ha sido largo tiempo ajustado a las interrupciones causadas por el tiempo mientras que re-
sultarían intolerables en una multitud de usos de la electricidad aplicada en la fabricación
moderna y en el sector servicios.
Superar la intermitencia solar requiere una red suficientemente grande para mover la
electricidad por ella o un almacenamiento en los edificios (relacionados con un resguardo
con combustible fósil) suficiente para cubrir la demanda tanto durante las interrupciones
nocturnas predecibles como durante las mucho menos predecibles consecuencias de gran-
des espectáculos o sucesos catastróficos.
Las conexiones latitudinales a larga distancia serían capaces de tomar ventaja de diferen-
tes generaciones pico mientras las imperfectamente predecibles de la débil luz solar difusa,
causadas por los sistemas ciclónicos que se alinean desde las tormentas a los poderosos
huracanes o masivos sistemas frontales, requerirían considerables capacidades de alma-
cenamiento. En cualquier caso esto, obviamente, requeriría una inversión importante para
aislar a la sociedad de los efectos indeseables de la intermitencia y sólo una consideración
cuidadosa de estos costes dejará claro lo que costaría realmente que un sistema funcionara
con una fiabilidad comparable al rendimiento de los ahora conseguidos rutinariamente
por la generación fósil.
Desgraciadamente el almacenamiento de la electricidad no es tan sencillo. Las investiga-
ciones en curso en las técnicas a gran escala del almacenamiento de la electricidad estática,
llega siempre con la mismas opciones teóricas y casi siempre con algunos prometedores
nuevos desarrollos en el diseño de baterías.
Pero hasta la fecha no se ha conseguido ningún diseño decisivo en alta densidad y alta
eficiencia, baterías de bajo coste para pequeñas aplicaciones o dispositivos baratos de alta
potencia que se ajustarían en sistemas de varios MW a GW de los modernos sistemas de
generación. Sólo esto último, una vez conseguido, haría posible desacoplar el tiempo de

167
La energía en cifras

generación y el consumo de la electricidad y permitiría que sistemas completos estén li-


gados durante periodos de tiempo únicamente sobre electricidad generada por el sol o
el viento, independizando a los consumidores de la red eléctrica durante muchas horas.
Como contraste, el almacenamiento necesario para puentear esa potencia (cuando se cam-
bia de una fuente de generación a otra) y para controlar la calidad de la electricidad es sólo
necesario realizarla durante unos segundos y en los casos peores durante unos minutos.
Aunque en la actualidad existe un significativo reparto de la capacidad hidroeléctrica co-
mún, y el almacenamiento por bombeo, resulta caro construir y acondicionar lugares para
ello que no pueden ser vistos como el principal medio de almacenamiento de energía en un
sistema predominantemente renovable. En algunos países montañosos, el almacenamiento
por bombeo puede tener lugar con una significativa compartición de carga necesaria pero la
operación resulta obviamente inaplicable en grandes áreas densamente pobladas de las tie-
rras bajas de Asia. Su único comercio analógico, el almacenamiento por aire comprimido, usa
costes bajos, electricidad pico para forzar al aire a entrar en cavernas subterráneas o minas
y usa, más tarde, la potencia para el suministro pico durante un corto intervalo (minutos).
Existen sólo tres plantas de aire comprimido: Hundorf en Alemania (290 MW) construida en
1978, McIntosh en Alabama (1991) 110 MW y Norton en Ohio con diferencia la más grande
(2,7 GW) diseñada para entrar en funcionamiento en 2003 y tomando ventaja de una mina
que existía a una profundidad de 600 m. El uso comercial de uno de la media docena de tipos
de baterías para el almacenamiento a gran escala está limitada por una o más desventajas.
Las baterías de flujo (Regenesys, vanadium redox, bromururo de zinc) tienen una baja den-
sidad de energía mientras que las de alta densidad de energía (metal-aire) son muy difíciles
de cargar y sus ciclos de vida son muy cortos. Los diversos diseños de baterías avanzados,
así como la de sulfuro de sodio, y la de ion-litio, son muy caras y las baterías ordinarias de
plomo-ácido tienen ciclos de vida limitados cuando se descargan fuertemente.
Entre los últimos proyectos comerciales están los 15 MW Regenesys Technologies en una
estación británica, y la unidad similar de 12 MW en la TVA en Mississipi.
Los prototipos de las nuevas baterías Mg/MgxMO3S4 han sido ensayadas recientemente;
la ventaja de un ánodo de Mg es obvio como elemento de iluminación, seguro de manejar
y benigno ambientalmente.
Aurbuch indica que debería ser posible obtener grandes versiones recargables cuyas
densidades de energía práctica fuera mayor que 60 Wh/kg, 50% o más por encima de las
usuales unidades de Ni-Cd y Pb-ácido, pero ninguna comercialización es aún inminente.
Todas estas realidades conducen a que el hidrógeno sea el más deseable portador de
energía en un mundo predominantemente fósil, la civilización de alta tecnología y las pilas
de combustible son los conversores más versátiles de ese combustible. Las pilas de com-
bustible son fundamentalmente dispositivos electroquímicos exotérmicos que combinan el
hidrógeno y el oxígeno para producir agua y electricidad, y son una antigua invención que
languideció durante varias generaciones como una curiosidad sin uso práctico. Un cambio
fundamental tuvo lugar en los años sesenta cuando la NASA comenzó a instalar pilas de
combustible en el espacio, las pilas de combustible alcalinas (AFC) han sido la principal
fuente de electricidad desde el programa Gemini a los Shuttles. Durante las últimas dos
décadas del siglo XX se han descrito numerosas ventajas de las pilas de combustible en
muchas publicaciones, tanto populares como técnicas.
La eliminación de la combustión y la producción de cualquier contaminante del aire
ahorra vapor de agua. La ausencia de partes móviles hace que su funcionamiento sea muy
silencioso. La oxidación electroquímica del hidrógeno hace posible sobrepasar los límites

168
Las energías no fósiles

termodinámicos que limitan las eficiencias de los motores térmicos y convertir normal-
mente entre 40-60% e incluso más del 70% del hidrógeno en electricidad (teóricamente más
del 90% para valores bajos de calentamiento). La elevada densidad de energía del hidróge-
no líquido (120 MJ/kg comparado con los 44,5 MJ/kg de la gasolina) favorece las aplicacio-
nes móviles, y su modularidad significa que las pilas serían virtualmente utilizadas desde
los elementos portátiles hasta la maquinaria pesada de movimiento de tierras y las plantas
generadoras de electricidad de varios MW.

Huella

103

baterías
metal - aire
densidad de energía (kWh /Tm)

baterías baterías
NAS ión - Li
102

baterías baterías
de flujo Ni - Cd

baterías
plomo - ácido

super
condensadores
101

101 102 103


densidad de energía (kWh / m3)

Figura 30. Comparaciones de las densidades de energía para los distintos métodos de almacenamiento de energía

coste de capital
100

baterías super condensadores


ión - Li
90

baterías
NAS

baterías
de flujo
80

bombeo
baterías hidraulico
eficiencia (%)

plomo - ácido
70

baterías
Ni - Cd
60
50

baterías
metal - aire
40

102 103 104 105


ciclos de vida (80 % DoD)

Figura 31. Comparaciones de la eficiencia y la duración de los ciclos de vida para


los distintos métodos de almacenamiento de energía

169
La energía en cifras

Media docena de diseños de pilas de combustible se encuentran ahora bajo una investi-
gación intensiva y acelerada en Estados Unidos, UE y Japón. Todos los diseños básicos de
células son comparados. La NASA ha desplegado ampliamente AFC y las PEMFC (mem-
brana con intercambio de protones), PAFC (ácido fosfórico), MCFC (carbonato fundido)
y DMFC (metanol directo), que ya fueron mencionadas cuando se evaluaron las fuentes
futuras de gas natural. Las pilas de combustible de óxido sólido (SOFC) funcionan a tem-
peraturas incluso más elevadas que las MCFC (unos 1.000 °C) y, a diferencia de otros dise-
ños, usan sólo ZrO2-Y2O3. Las pilas de células de hasta 100 kW han sido ensayadas y debido
a las elevadas de eficiencias de conversión a altas temperatura con cogeneración pueden
conseguirse eficiencias por encima del 80%.
Los nuevos electrolitos, incluyendo los sólidos recientemente desarrollados basados en
sales ácidas conductoras de protones y muchos otros avances en materiales usados en las
pilas de combustible y técnicas empleadas en su fabricación, desde las membranas que
son menos permeables a procesos de fabricación más baratos de obtención del metanol
son necesarios, antes de que pilas más baratas y duraderas comiencen a llenar los diversos
nichos de mercado.
A finales del siglo XX el único diseño de pilas de combustible exitosamente comercia-
lizadas fueron la AFC en el espacio y pequeña capacidad PAFC para algunos tipos de
generación estacionaria, ambos tipos representan importantes nichos pero relativamente
estrechos.
Las previsiones son que las primeras pilas de combustibles, en la fase inicial de una ver-
dadera difusión masiva de pilas de combustibles instaladas en los autobuses y otros vehí-
culos rodados, comenzarán a tener lugar no antes del 2005, teniendo lugar un cambio total
en el 2010 en los paises más avanzados. Aunque estas previsiones no lleguen a ser correctas
y vayan seguidas por un rápido crecimiento de las aplicaciones móviles puede resultar
prematuro concluir que la primera década del siglo XXI sea la última década apropiada
para los motores de combustión interna. Estas máquinas, con más de un siglo de mejoras
del rendimiento y una fiabilidad envidiable, pueden hacerse todavía más eficientes y más
fiables retardando de ese modo la incorporacion de estas nuevas variantes.
Además la primera generación de coches impulsados por PEMFC usará reformadores de
modo que puedan ser energizados por diversos líquidos ricos en hidrógeno más que por
hidrógeno puro.
Existe un alto grado de incertidumbre con respecto al tamaño de llegada de los mercados
de pilas de combustible nacionales y globales: recientes estimaciones han diferido hasta en
un orden de magnitud y la divergencia no hace sino aumentar.
Aunque las previsiones más optimistas fueran correctas, y un millón de coches USA im-
pulsados por pilas de combustible rodaran en Estados Unidos en el 2010, no sería más que
el 0,5% del total de vehículos en ese momento. Por consiguiente, no estamos en los albores
de una nueva era dominada por las pilas de combustible y el hidrógeno pero la carencia de
esta necesidad inmediata para contemplar tal disposición no debe desanimar a un verda-
dero crecimiento de la industria entregada a especulaciones acerca de los parámetros de lo
que ha llegado a ser generalmente conocido como economía del hidrógeno.
Como con cualquier transición fundamental tendría ventajas e inconvenientes y se espe-
ra que aparezcan abogados y críticos de la economía del hidrógeno. El rango de escritos
divulgativos como otros más serios de ingeniería no hace más que aumentar. Las explora-
ciones detalladas más antiguas son las de Bockris. Entre los volúmenes recientes Hoffmann

170
Las energías no fósiles

proporciona una visión de la historia y progreso de esa gran idea, mientras Dunn es un
buen ejemplo de una idea promovida de un detalle del examen técnico de las opciones
automóviles, y de una revisión general de los desafíos inherentes en la construcción de in-
fraestructuras para el hidrógeno. Todo es demasiado comúnmente popular, en un mundo
dominado por el hidrógeno, con una ignorancia científica profunda que define al gas como
una casi milagrosa fuente de energía, más que identificarlo como un todavía muy costoso
sistema, aún muy lejos de ser un portador perfecto de energía.
La evidencia histórica demuestra convincentemente que quedan más de dos décadas para
realizar las transiciones complejas hacia unas nuevas fuentes de energías y de sus portado-
res. En el caso del hidrógeno suponiendo una media atómica H/C relaciones de 0,1 para la
madera, 1 para el carbón, 2 para el petróleo y 4 evidentemente para el metano; apunta a que
el proceso de crecimiento logístico a la economía del metano después del 2030 y a una eco-
nomía dominada por el hidrógeno, que requiere la producción de grandes volúmenes de gas
sin energía fósil, puede tomar forma durante las décadas finales del siglo XXI.
La actual producción en masa del hidrógeno es obtenida principalmente por una corrien-
te de reformado del metano y secundariamente por una oxidación parcial de los hidrocar-
buros. El reformado del vapor requiere ahora solamente 103 MJ/kg H2, con la mayor parte
del gas utilizado en el proceso de síntesis del amoníaco Haber-Bosch y con el segundo uso
más importante en el refinado del petróleo.
Aunque supusiéramos que la electricidad obtenible de fuentes renovables es barata, estará
disponible en los próximos 20 años, permitiéndonos utilizar la electrólisis del agua mediante
el flujo solar indirecto, más que por quemado de combustibles fósiles, que serán bienvenidos
pero no se traducirán inmediatamente en un mundo dominado por el hidrógeno.
La principal razón es la ausencia del requisito de infraestructuras, con un sistema fiable
y seguro de almacenamiento, distribución, y entrega del gas. Esta ausencia crea el proble-
ma más obvio para los vehículos propulsados por hidrógeno: los fabricantes no harán ni
promoverán vehículos que la gente no pueda cargar fácilmente con combustible; pero las
empresas energéticas no tienen deseos de invertir en una nueva infraestructura de trans-
porte en ausencia de una demanda cierta. Los dos pasos incrementales más evidentes son
comenzar la transición con coches impulsados por hidrógeno con reformadores montados
sobre los mismos y añadir la difusión incremental de los vehículos de hidrógeno puro
mediante conversión de muchos vehículos especializados que usen instalaciones centrali-
zadas de combustible.
Como ya se ha indicado la primera generación de vehículos impulsados con PEMFC que
tienen reformadores y que, dependiendo del diseño, queman metanol, gasolina o nafta. Pero
disponer de una infraestructura para el metanol es sólo la mejor manera para moverse a tra-
vés de una economía del hidrógeno y un problema más amplio, los reformadores no pueden
funcionar instantáneamente y requieren unos pocos minutos de calentamiento antes de que
las conversiones catalíticas puedan tener lugar. Es por lo que a través del nicho va directa-
mente al hidrógeno que aparece como más racional. En las modernas sociedades urbanas no
existe acortamiento entre los fletes de vehículos que pudieran ser convertidos con hidrógeno
y abastecidos desde instalaciones centralizadas: autobuses, taxis, camiones vehículos oficia-
les. Estos fletes pueden ser un fundamento significativo para una introducción gradual (con
impuestos preferentes, regulación medio ambiental) de los coches de pasajeros.
Con hidrógeno accesible, los coches con pilas de combustible no serán la única elec-
ción ya que lo motores de combustión interna sólo necesitan mínimas modificaciones para
funcionar con hidrógeno. Esta disposición sería mucho menos eficiente que la impulsión

171
La energía en cifras

mediante pilas de combustible pero formar parte de un híbrido traería el rendimiento a


niveles muy próximos a los de la impulsión mediante pilas de combustible, mientras se
retiene un dispositivo que ha servido satisfactoriamente durante más de un siglo.

Descarbonizaciónenlaenergíasuministradaenelmundo
26

25

24

23
TmC/TJ

22

21

20

19

18
1880 1900 1920 1940 1960 1980 2000 2020

Figura 32. Proceso de descarbonización de la producción global de energía (TPES) durante el pasado siglo

La combinación de los motores de combustión interna con una moderada capacidad de


almacenamiento en vehículos híbridos, comercialmente introducidos por Honda y Toyota
en diseños pioneros proporcionan alternativas (Insight y Prius respectivamente), altamente
competitivos en vehículos impulsados por pilas de combustible, incluso cuando el énfasis
se realice sólo en la eficiencia de la conversión de energía y en la reducción de las emisiones.

EvolucióndelatasaH/C

global
metano(4,0)
H/C

petróleo (2,0)
petróleo(2,0)
0,2 carbón(1,0)
madera(0,1)

0,02
1800 1850 1900 1950 2000

Figura 33. Tendencia creciente de la relación H / C de la producción global


de energía (TPES) durante el pasado siglo

172
Las energías no fósiles

Por consiguiente, puede resultar muy prematuro concluir, como lo hacen los promotores
de esta nueva técnica, que los vehículos con pila de combustible sean el diseño más nove-
doso en el mundo del automóvil. Farrell indica que los vehículos pesados, así como los
barcos de carga, son los mejores candidatos para una gradual introducción del hidrógeno
en el transporte y no tanto los vehículos ligeros, y que los pensamientos existentes relacio-
nados con el hidrógeno, como el combustible para el transporte para el público en general,
podría retrasarse al menos una década.
Pero aun cuando los entusiastas fueran quienes vencieran, la conversión de los coches
al combustible hidrógeno será lenta. Con el fin de progresar, más allá de los límites de los
coches urbanos, los vehículos compatibles con el hidrógeno en los coches actuales deberían
llevar suficiente combustible para cubrir 40-600 km sin repostar. Este es uno de los proble-
mas más difíciles usando el hidrógeno para los automóviles. El hidrógeno no comprimido
ocupa 11.250 L/kg mientras que con depósitos a alta presión se requiere 56 L/kg, lo que los
convierte en difíciles de tratar y los nuevos depósitos con fibra de carbono actualmente en
desarrollo están en unos 28 L/kg. Pero estos recipientes a presión elevada (hasta 45 MPa)
son evidentemente peligrosos como un equipo estándar en los coches de pasajeros. El hi-
drógeno líquido toma 14,1 L/kg pero los costes de la energía y la logística para mantener el
gas por debajo de -241 °C no son triviales.
Es por esto, que la adsorción de hidrógeno en sólidos de gran superficie (tal como la na-
noestructura del carbono grafítico) o la absorción del gas por metales híbridos (Pd,La, Zr, Fe,
Mg y Ti) son las opciones de almacenamiento más deseables. Para el uso práctico del hidró-
geno absorbido reversiblemente por los híbridos deberían ser al menos 4-5% y preferible-
mente superiores al 6% de la masa total, comparados con 0,6-3,6% conseguido hasta la fecha.
La seguridad es otro problema clave en la economía del hidrógeno. Durante décadas, el
gas han sido manejado de forma segura por las empresas químicas pero esta experiencia
no se traduce automáticamente en un sistema de distribución al público de forma masiva
compuesto por cientos de miles de puntos de trasferencia y millones de usuarios. El hidró-
geno es más seguro que la gasolina en dos importantes cuestiones: como muy abundante y
que se dispersa rápidamente si existe una pérdida (mientras que la gasolina no lo hace tan
rápidamente) y no es tóxico. Es decir tiene un bajo índice de inflamabilidad (4% en volu-
men frente al 5,3% de la gasolina) y un rango de inflamabilidad mucho más amplio (4-75%
frente a 1-7,6 % para la gasolina).
Aún más importante, la energía de ignición del hidrógeno es de un orden de magnitud
más bajo que la gasolina o el metano (0,02 m frente a 0,24 m). Pero lo que importará en el
momento final será la aceptación pública, y lo bien que se maneje el combustible y la distri-
bución, como ocurre en la actualidad con los sistemas de gasolina y gas natural.
Estas necesidades de demanda de infraestructuras de los sistemas energéticos emergen-
tes concluyen esta revisión de las renovables pero no la evaluación de las opciones no
fósiles futuras que no podrán considerarse completadas sin una revisión de la energía nu-
clear. Algunos de los observadores en los asuntos de la energía podrían argumentar que el
estado de esta industria no debería llevar más de un breve párrafo. Aun cuando las centra-
les nucleares no sean un fácil objetivo de los terroristas, los medios de comunicación nos
llegarán sin duda a hacerlo creer pero la contaminación de los aspectos económicos, medio
ambientales, y de seguridad tanto de funcionamiento como frente a intrusos las hace poco
atractivas después de los últimos ataques islamistas al mundo civilizado. Consideración
aparte merece la existencia de grupos terroristas autóctonos en la UE como es el caso de
ETA en España.

173
La energía en cifras

4.8 El futuro de la energía nuclear


La mayor parte de las 400 centrales (438 estaban en operación en el 2001) de la primera
generación de centrales nucleares cuya capacidad combinada produce el 16% de la elec-
tricidad mundial permanecerán con nosotros una década más, antes de ser gradualmente
desmanteladas. Nuevas centrales se completan cada año (seis fueron conectadas a la red
en el 2000) y otros proyectos son sometidos a construcción (35 en diciembre de 2010) o
planifican estarse haciendo para una expansión de la generación mediante fisión en varios
países, en especial en Asia.
La cuestión, por tanto, debería plantearse más específicamente, ¿existe un futuro para la
energía nuclear de fisión como suministrador principal de la energía primaria mundial?
¿Contribuirá la energía nuclear de fisión en el porcentaje global de la electricidad del 2025,
o 2050, en mayor proporción en que lo ha hecho a comienzos del siglo XXI?.
La mejor respuesta en este momento a estas preguntas sería “podría darse”, pero lo más
probable es que no lo sea. Existen tres razones para sacar esta conclusión. Lo más impor-
tante es que carece de utilidad en cualquier país occidental, con la excepción de Francia, ha
colocado cualquier nuevo pedido de los reactores de fisión durante las últimas dos décadas del siglo
XX. Los 30 pedidos de centrales nucleares colocados en los Estados Unidos después de 1973 han sido
cancelados, e incluso Electricité de France, que comenzó construyendo los dos últimos reac-
tores en Civaux en 1991 (el segundo se completó en 1999) no tiene pedidos de ninguna otra
unidad. Un renacimiento temprano de la energía nuclear parece improbable, esta realidad,
si se diera, aumentaría la probabilidad de un eventual resurgimiento de la industria en los
Estados Unidos y en Europa. Estas dos regiones cuentan con dos tercios de la capacidad
instalada mundial, esta tendencia a menos que se compense con un sobrecarga masiva de
nuevas instalaciones, puede señalar un declinar global casi irreversible.
Varios países europeos han dado pasos adicionales para el abandono de toda generación
nuclear. Suecia, uno de los pioneros de la generación nuclear, fue el primer país en poner
en entredicho el futuro nuclear. Sus 12 reactores se pusieron en funcionamiento entre 1972
y 1985, añadiendo 9,8 GW de capacidad de generación y convirtieron al país en el líder
mundial en capacidad nuclear instalada per cápita. Pero en 1980 el Parlamento Sueco, ba-
sándose en los resultados de un referéndum, decidió abandonar el programa de construc-
ción de centrales nucleares hasta el año 2010 y concentrarse en el desarrollo de un sistema
de nuevas energías lo más cercanas posible a las renovables y los recursos propios del país
minimizando así su impacto ambiental.
Barseback 1 fue el primer reactor en ser detenido (noviembre 1999) y el cierre completo
de ambos grupos tuvo lugar en el 2003. Alemania es otro de los principales productores
europeos que fijó la senda de cierre de centrales nucleares existentes antes de finalizar su
vida útil.
Finalmente en el caso de reactores en construcción y en diversos estados de planificación
no traerán grandes adiciones netas en cuanto a capacidad de generación. Los reactores
aprobados 2002-2006 añadirán unos 26 GW y, en el otro extremo de 2001, sólo Rusia, India
y tres países asiáticos (Japón, Corea del Sur y China) tuvieron planes para una ulterior
expansión de sus capacidades nucleares. Estos proyectos se completarán entre 2006-2015 y
añadirán 18 GW. Si todos ellos continúan, se podría suponer un aumento de 44 GW para
el año 2015, es decir solo 12% adicional al total del 2001. La adición neta dependerá de la
extensión de la vida nominal de los reactores existentes. Las licencias originales durante
30-40 años de funcionamiento han sido ya extendidas en algunos casos a 50-60 años, y

174
Las energías no fósiles

vidas de hasta 70 años son consideradas para algunos reactores y tecnologías, pero otros
serán indudablemente desmantelados antes de 2015.
Cualquiera que sea la expansión actual neta antes del 2015, será todavía una parte de la
primera generación de reactores comerciales cuya difusión comenzó en los años sesenta (o
la segunda generación de todos los reactores, el primero de los cuales fue el diseño de un
prototipo para submarinos y primeras estaciones de 1950). Debería existir un mayor com-
promiso con una nueva generación de centrales nucleares basadas fundamentalmente en
nuevos diseños. Los argumentos contra los diseños de nuevos reactores y su soporte que
permiten que la era nuclear expire después de que los reactores existentes lleguen al final
de su vida útil, han sido repetidos demasiadas veces para garantizar cualquier cosa pero
los resúmenes de los tres aspectos clave se aplican.
El más fundamental es ver a una central nuclear como un demonio categórico. De ahí que
la aceptación como un modo de liderar la conversión de energía requeriría, al menos, que
cambie una fuente inagotable de energía para una vigilancia y longevidad de las institu-
ciones sociales a diferencia de lo encontrado durante milenios de sociedades organizadas.
En el caso peor, una amplia adopción de la generación nuclear como método de produc-
ción de electricidad llevaría a catástrofes medioambientales y militares. Lo primero sería
el aumento de accidentes nucleares cuya probabilidad aumentaría al hacerlo el número
de centrales en operación, finalmente una consecuencia inevitable sería la proliferación de
armas nucleares debido a la difusión de la generación comercial.
No muy detrás de este categórico rechazo están los aspectos persistentes públicos acerca
de la seguridad de las operaciones diarias en la central nuclear y de la seguridad temporal
y a largo plazo de los residuos radioactivos. Los hechos son claros: el público está más ex-
puesto a la radiación de las fuentes naturales, que al funcionamiento normal de una central
nuclear; el accidente de Three Mile Island en 1979 fue el único que liberó radiactividad
mas allá de los confines de la planta nuclear; y ningún reactor occidental adecuadamente
apantallado podría haber experimentado un accidente de Chernobyl. Pero ninguno de es-
tos hechos ha sido capaz de hacer que la opinión pública acepte nuevas centrales nucleares
próximas a sus casas. Segmentos más informados de la sociedad apuntan más allá de las
probabilidades de funcionamiento para afrontar las gestión de los residuos de larga vida.
La gestión de los residuos radioactivos en Estados Unidos ha sido un asunto provisional
que no parece moverse hacia delante de una forma efectiva. El combustible gastado genera-
do en los más de 100 reactores comerciales son almacenados temporalmente en la piscina del
reactor, las plantas más antiguas no fueron diseñadas para mantener a los residuos durante
mucho tiempo. Tanto para la seguridad de estos almacenamientos como de las plantas in-
dividuales Wilson sugiere que la modesta atención humana no es muy superior a la de un
vigilante nocturno. Pudiera bastar mostrarse ingenuo en el despertar terrorista entre otros
del 11 S o el 14 M y la subsiguiente producción de bombas sucias usando residuos radioac-
tivos fácilmente accesibles y ya estaba en la lista de los diseños de al-Queda. Reprocesar el
combustible gastado, la ruta seguida por el Reino Unido, Francia y Japón, no es una solución
a medida que se produce plutonio de grado de bomba, y sólo nuevas técnicas de reciclado
pueden producir combustible que sea inútil para la fabricación de armas nucleares.
La frustrante y todavía inconclusa historia Proyecto Yucca del Departamento de Energía de
los Estados Unidos proporciona poca confianza de que ese desafío de colocación de residuos
a largo plazo sea resuelto pronto. El proyecto fue diseñado para acomodar el combustible gas-
tado en túneles de 300 m por debajo del suelo del desierto que había permanecido inalterado
durante millones de años pero incluso después de dos décadas de estudios 7.000 millones de

175
La energía en cifras

dólares todavía no hay seguridad de que los primeros envíos del combustible gastado tempo-
ralmente almacenado tenga lugar en el 2010 o 2015. Finalmente existe el asunto del coste real
de la electricidad nuclear. Durante los años noventa, el rendimiento de las centrales nucleares,
en los Estados Unidos y en todo el mundo, ha mejorado definitivamente. Los costes operativos
fueron rebajados a (0,0183 $/kWh en el 2000) a medida que suben los factores de capacidad
media (en los Estados Unidos desde el 75% en 1990 hasta casi 88% una década más tarde) y las
pérdidas por capacidad no planeada disminuyeron.
Los costes operativos entre las plantas varían en un factor de dos pero las mejores esta-
ciones son bastante competitivas con cualquier combustible fósil o sus alternativas renova-
bles. Por supuesto, estas buenas noticias se aplican sólo después, ignorando los excesivos
costes de capital y la sustancial continuidad de los subsidios públicos (el funcionamiento
provechoso del Concorde permaneció sobre las mismas bases). Por consiguiente, ninguna
venta reciente de estaciones por empresas de utilidad integradas verticalmente diversifi-
cando ellas mismas los negocios de generación ha llegado a recuperar los costes de cons-
trucción. Una consideración importante es el declinante interés en los estudios nucleares:
continuación de la reciente tendencia que supondría una seria escasez de personal cualifi-
cado para funcionar en las plantas remanentes en los próximos 20-30 años.
¿Qué es lo que podría suavizar cuando no invertir esta tendencia? Nada puede borrar
los enormes subsidios pasados enterrados en el desarrollo de la energía nuclear y resulta
duro imaginar que la industria pudiera funcionar sin tales excepciones tan fundamentales
como la Price-Anderson Act. Además, las mismas conclusiones surgen década tras década:
la opción nuclear requiere un aumento de la aceptación pública, la cual a su vez perma-
nece, en la mayor parte de la literatura científica, con un efectivo alivio de los aspectos
relacionados con la seguridad de funcionamiento, y demostrando que las nuevas centrales
nucleares podrían ser competitivas sin nuevas subvenciones de los Gobiernos. Pero un
desarrollo que debería haber actuado fuertemente a favor de la generación nuclear no ha
producido la diferencia esperada.
Los aspectos acerca de la difusión y el coste del cambio climático global causado por las
emisiones antropogénicas de los gases de invernadero emergieron como uno de los prime-
ros asuntos de política pública de las dos últimas décadas del siglo XX y la energía nuclear
ofrece una solución perfecta ya que no emite gases de invernadero mas allá de la asociada
con los materiales necesarios para construir la planta y obtener el mineral de uranio. Pero,
incluso cuando la cadena completa de energía es evaluada, la generación nuclear produce
sólo 9 g CO2/kWh, un orden de magnitud inferior al de las plantas impulsadas por carbón,
y también inferior a la generación FV. Si toda la electricidad generada por las plantas nu-
cleares fuera producida a partir del carbón, las emisiones mundiales de CO2 subirían a 2,3
Gt C, es decir más de un tercio del total producido por la combustión de combustible fósil
en el año 2000. Curiosamente este impresionante total de emisiones evitadas casi nunca es
mencionado en los debates usuales acerca de la gestión de los gases de invernadero.
Además, la generación nuclear no produce SO2, globalmente el principal causante de la llu-
via ácida, ni NOx, gases que contribuyen no sólo a la lluvia ácida sino también a la aparición
de la niebla fotoquímica (smog). La elevada densidad energética del combustible nuclear,
1 kg de uranio puede generar 50 MWh, comparado a los 3 kWh/kg de carbón y la elevada
densidad de potencia de las estaciones de generación, indica que las necesidades de terreno
es de uno a tres órdenes de magnitud más pequeñas que las necesarias para convertir ener-
gías renovables. Pero ninguno de estos aspectos favorables parecen contrapesar a favor de
la energía otros aspectos: seguridad de los sistemas de la planta (safety) , seguridad frente a
ataques (security), gestión de los residuos radioactivos.

176
Las energías no fósiles

Los aspectos relacionados con la seguridad operativa comenzaron a orientarse hacia la


mejora del diseño del reactor después del accidente de Three Mile Island en 1979.
Que aunque no causó un aumento en las muertes debidas a la radiación fue un factor
clave en acelerar el fin de la expansión nuclear, al menos en Estados Unidos.
Nuevos diseños fueron creados para disminuir la posibilidad de la fusión del núcleo. En
los reactores PIUS (Process Inherent Ultimately Safe), el sistema primario completo (incluido
el generador de vapor) quedaba sumergido en una piscina presurizada que contenía acido
bórico, un fuerte absorbedor de neutrones.
El modular HTGR (High Temperatura Gas Reactor) tiene una potencia tan baja de salida que,
después del fallo de todos los sistemas disipadores de calor, el reactor se seguiría enfriando por
conducción, convección y radiación. El diseño modular fue una propiedad clave de los nuevos
alimentadores rápidos con seguridad inherente. Sin embargo, casi dos décadas después, estos
diseños propuestos están todavía esperando a que alguno de ellos llegue a estar comercia-
lizado como un intento de dejar los fundamentos intelectuales de una nueva era nuclear. El
Departamento de Energía de los Estados Unidos iniciaron su IV Generación en 1999; la OCDE
enmarcó el futuro de la energía nuclear dentro de una perspectiva de desarrollo sostenible y las
empresas de ingeniería en varios países se mantienen refinando sus diseño del reactor.
Los reactores refrigerados por Helio cuyo núcleo contiene cientos de miles de esferas de
grafito del tamaño de una bola de billar, con semillas de óxido de uranio, han emergido
quizás como el diseño más prometedor. Su relativa simplicidad permitiría módulos pe-
queños (120 MW) y de aquí un despliegue más flexible con costes inferiores debido a una
mayor estandarización y quizá con unos fines de mayor alcance. Teller, en 1996, diseñó el
concepto de un nuevo reactor de fisión que produce electricidad hasta 1 GW que estuviera
emplazado a 100 m bajo tierra y pudiera funcionar durante 30 años sin acceso humano,
una vez realizada la carga de combustible y el arranque de la reacción de fisión. El reactor
alimentador constaría de una pequeña región de ignición que contendría el uranio enri-
quecido U235 embebido en una sección de quemado de U238 o preferiblemente Th232.
El Helio sería el refrigerante que eliminaría el calor de la superficie, y la vasija del reactor
serviría para contener el combustible gastado.
La investigación sobre la economía y seguridad inherente de los reactores está avan-
zando en nueve países. Hasta ahora ninguno de estos propósitos de innovación ha sido
traducido en un prototipo de trabajo aunque en Sudáfrica se planifica construir una ver-
sión de prueba refrigerada por gas, con un reactor de lecho de bolas que se introdujo hace
dos generaciones. Existe poca probabilidad de un renacimiento vigoroso mundial de la
generación nuclear sin un fuerte resurgimiento de la técnica en los Estados Unidos, pero
tal cambio parece poco probable. El desacuerdo en la generación nuclear se ha acentuado
con nuevas discusiones sobre medio ambiente, seguridad, proliferación de armas nuclea-
res, tanto en los Estados Unidos como en Rusia y países antiguamente pertenecientes a la
Unión Soviética por los enormes gastos necesarios para realizar la limpieza y desmantela-
miento de 17 centrales nucleares y el almacenamiento seguro de los residuos producidos.
Aun las cosas podrían ir peor si trascendiera al público casos de negligencias imperdo-
nables y malas prácticas operativas en los reactores de los Estados Unidos que aunque no
dieron como resultado un accidente forzaron a un retiro prematuro o paradas de emer-
gencia para realizar extensas reparaciones (por ejemplo la Yankee Row en Massachusetts).
No menos importante, es el sistema de toma de decisiones del país, con su división de
energía, su propensión a la políticas de adversario y confrontaciones legales y sus bloques

177
La energía en cifras

de intereses especiales, resulta particularmente vulnerable a la falta de resolución donde


prevalece y donde el consenso no existe. Quizá los únicos dos desarrollos que pudieran
cambiar las cosas serían un progreso en la dirección del calentamiento global, incluso so-
brepasando los límites superiores de las actuales estimaciones para la primera mitad del
siglo XXI o una búsqueda resuelta (como opuesta al número de planes no efectivos que
viene desde los años 1970) para un mucho mayor grado de energía doméstica autosuficien-
te, disparada por las guerras de Oriente Medio que pudiera producir interrupciones en el
suministro de petróleo.
Mientras actuemos como minimizadores del riesgo, y manteniendo abiertas todas las
posibilidades, no deberíamos descartar la opción nuclear. El futuro de la energía nuclear
está en manos de la investigación más que en la recepción de pedidos de nuevas centrales.
Pero la adopción de nuevos fondos para la investigación no será posible sin un cambio en
las actitudes de la población hasta una posición que sea, al menos, de neutralidad. ¿Cuán-
to tiempo llevará que esto suceda? como mínimo una generación. Ya Rose observó que
los peligros provenientes del quemado de combustibles fósiles son sustancialmente más
elevados que los producidos por la generación nuclear pero existen numerosos líderes de
opinión que opinan exactamente lo contrario. ¿Podrá el peligro del calentamiento global
hacer variar esta percepción?
Podría argumentarse que extraordinarios avances en la percepción pública de la energía
nuclear, basados en un registro impresionante de operaciones de seguridad, pudieran no
ser bastante en una nueva era nuclear en un mundo en el que exista el recurso más viable
de energías renovables. La única conclusión cierta es que la nueva energía nuclear debería
ser impulsada por diversos diseños de alimentadores o explotando el torio, cuyos recursos
son mucho más abundantes (hasta cinco veces) y más accesibles que el uranio. Pero, por
muchas razones, la generación nuclear pudiera gradualmente irse difuminando durante la
primera mitad del siglo XXI, por todo lo que se ha comentado.

EmisionesdeCO2
1400
1200
1000
CO2(g/Wh)

800
600
Otros(SO2,NOx)
400
CO2
200
0

Figura 34. Emisiones de CO2 para un ciclo completo del sistema de producción de energía eléctrica considerado

178
El futuro de la energía

Capítulo 5
El futuro de la energía

5.1 Introducción
No existe nada más fascinante para el futuro de los sistemas complejos que una esencial
apertura y este atributo resulta particularmente intrigante cuando se observa el futuro de
las civilizaciones.
Para estar seguro hay parámetros limitativos pero es posible eventualmente que las per-
sonas pudieran, imaginar debido a las sorpresas producidas por las catástrofes naturales,
grandes éxitos técnicos, o convulsiones sociales que mantienen las expectativas y ambiciones
humanas. Sin embargo, como claramente he demostrado, las previsiones a largo plazo en
los asuntos de las energías son un esfuerzo banal, y nuestras posibilidades de éxito, cuando
nos enfrentamos con el futuro, tienen resultados muy pobres incluso cuando lo hacemos con
sistemas relativamente ordenados, ya que los sistemas de dinámica compleja hacen obsoletas
a la mayor parte de las proyecciones en periodos muy reducidos de tiempo.
Por consiguiente, no ofreceremos previsiones cuantitativas específicas de las necesidades
energéticas específicas regionales y globales para los años 2025, 2050, o 2100 o cualquier
otra predicción acerca de la proporción de las distintas energías primarias que pueden
suministrar esa demanda. En su lugar, evaluaremos lo que aparezca como posible, tanto
en términos sociales como técnicos y sugeriremos aquello considerado como más deseable
para dibujar los objetivos clave que perseguimos.
Pero antes de hacerlo debemos considerar asuntos tales como la eficiencia y el uso reduci-
do de la energía y explicar por qué estas estrategias que promueven estos objetivos no son
menos esenciales que la búsqueda de nuevas fuentes y técnicas de energía. Nadie, incluso
los familiarizados con el estado actual de las técnicas de conversión de la energía aprecia las
enormes oportunidades de usar los combustibles y la electricidad de un modo más eficiente,
Exploraremos el potencial técnico para estas ganancias en unas pocas áreas clave, evaluando
los límites de este potencial en verdaderos ahorros. Cualquiera que sea la ganancia que pue-
de ser obtenida, la evidencia histórica es clara: la eficiencia más elevada de las conversiones
más elevadas lleva a un más elevado uso de la energía y eventualmente deberán aceptarse
algunos límites sobre el consumo global de los combustibles y la electricidad.
Aunque pueden no existir aparentes razones económicas para hacerlo así inmediata-
mente (no existe razón de acuerdo con las técnicas económicas estándar que desprecien
muchas externalidades) se tendrá que hacer con el fin de mantener la integridad de la

179
La energía en cifras

biosfera, que resulta esencial para la perpetuación de la civilización. Hacerlo así será ex-
traordinariamente desafiante para examinar las evaluaciones que pueden hacerse de una
forma realista. Los ingredientes críticos de un éxito eventual son directos; comienzo de la
búsqueda de modo inmediato, progreso con pequeños pasos hasta encontrar soluciones de
mayor tamaño, preservando no sólo los años, sino también las generaciones, manteniendo
siempre presente que nuestras actuaciones pueden acelerar la desaparición de las genera-
ciones modernas, civilizaciones de alto consumo energético, mientras que nuestro éxito
puede extenderse durante siglos e incluso durante milenios.

5.2 Uso eficiente de la energía


Pocas actividades son vistas por las personas cultas con una luz de aprobación mayor que
la consecución de una elevada eficiencia. Elevando la relación de servicios obtenidos con la
energía con respecto a las entradas de energía reduciremos el uso de los combustibles y la
electricidad lo que nos ayudará a conseguir un precio más reducido de la energía y a mode-
rar los numerosos impactos medioambientales en la conversión de estas energías.
Esta cadena de ventajas es repetidamente citada por muchos expertos en energía y
medioambiente. Casten indica que los Estados Unidos deberían doblar la eficiencia en la ge-
neración de la electricidad y que, si consiguieran esto, los precios se reducirían de un 30-40%
y las emisiones de CO2 a la mitad.
Ferguson concluye que la eficiencia es un ganador claro tanto en los campos de la econo-
mía como en el del medio ambiente. Estamos de acuerdo con estas apreciaciones, para ello
nos aproximaremos más a lo que la eficiencia puede hacer.
En un primer aspecto se incluye una amplia variedad de rendimientos mejorados que
han resultado de la utilización de mejores técnicas e innovaciones. Estas medidas pueden
englobar un poco de energía (los economistas prefieren llamarle capital) pero una vez co-
mercializado no demandan cambios del estilo de vida habitual: interruptores para contro-
lar la ignición, luces fluorescentes (en lugar de luces incandescentes) o coches híbridos (en
lugar de máquinas ICE). Las perspectivas históricas dejan claro que la mayor parte de las
innovaciones técnicas producen estas elevadas eficiencias no necesariamente motivadas
por la búsqueda de evitar residuos energéticos. Nuevo, y más eficiente, los convertidores y
procesos son, a menudo, introducidos simplemente como una parte de un normal cambio
de existencias después de años (muchos elementos eléctricos, coches) o décadas (turboge-
neradores, aeroplanos) de servicio. La búsqueda de una productividad mejorada es otro
factor ubicuo y el verdadero reemplazamiento revolucionario de la impulsión de motores
de vapor por motores eléctricos, uno de los ejemplos más claros de tal sustitución.
Facilidad de control y funcionamiento son los factores principales que favorecen los con-
vertidores: un horno de gas natural conectado con un termostato reemplaza a una estufa
de carbón y nos da un ejemplo perfecto. Son considerables las mejoras en la eficiencia de
forma indirecta por la introducción de los productos y servicios cuyo coste de energía
directa (el combustible o la electricidad necesaria para su funcionamiento) permanecen
básicamente iguales pero cuya fabricación, manejo y disposición requiere mucha menos
energía. Esta estrategia está ligada a un mejor diseño, consideración de los costes de ciclo
de vida, reemplazamiento de los componentes más intensivos en energía y una ampliación
en el reciclado de los materiales.
La búsqueda de eficiencias más elevadas de conversión están últimamente limitadas por
consideraciones termodinámicas y por el mínimo estequiométrico. Algunos convertidores

180
El futuro de la energía

y procesos ampliamente usados, que incluyen síntesis químicas eficientes, grandes moto-
res eléctricos y mejores calderas, se hallan cercanos a estas barreras. Incluso después de
generaciones de innovación técnica existen muchas oportunidades para las ganancias de
eficiencia del orden del 30-60% que pudieran tener lugar en los próximos 20-25 años y los
ahorros potenciales del 10-25% son muy comunes.
Los modos de llevar a cabo estos ahorros han sido descritos y evaluados en numerosos
artículos. No es difícil quedar impresionado por el alcance de estos ahorros potenciales,
también resulta imperativo darse cuenta de que siempre existe una holgura sustancial en-
tre los potenciales técnicos y las mejoras prácticas posibles y los procesos perfectamente
optimizados van por un lado y el rendimiento cotidiano por otro..
Por consiguiente, demasiadas revisiones y evaluaciones de elevadas conversiones de energía
prometen demasiado, y muchas predicciones de ahorros futuros acumulan numerosos errores.
Nadie ha resultado más entusiasta que Amory Lovins y su Rocky Mountain Institute. Este fijó
el consumo global en el año 2000 en 5,33 Gtoe, más de un 40% por debajo que el total real. En
1991 RMI declaró que los costes potenciales cortarían la demanda de energía en un 75%. Estas
medidas fueron supuestas no sólo con coste eficientes sino bastante baratas, con la mayor parte
de las ganancias de eficiencia eléctrica a implementar por debajo de 0,03 $/kWh (o menos de la
mitad del coste de generación típico); grandes cantidades de petróleo se ahorraron a un coste
inferior de 12 $ el barril. Menos de una década más tarde Hawken señalo “aumentaremos en
diez veces la eficiencia en el curso de una generación”.
La actitud con respecto a los sermones de Lovins no ha cambiado en los últimos 25 años:
existe un acuerdo con muchas de sus conclusiones e ideas y parte de sus escritos aunque,
informados con diferentes fondos, son intercambiables. Se puede compartir su búsqueda
de la racionalidad técnica, con elevadas eficiencias de conversión y reducido impacto me-
dio ambiental. Se puede también estar de acuerdo con muchos de sus objetivos pero no con
los excesivas declaraciones y exageraciones recurrentes. Tiene una propensión a ignorar el
mundo real. Sólo conversiones radicalmente diferentes combinadas con patrones reestruc-
turados de la demanda final podrían conseguir grandes ahorros pero estas disposiciones
no pueden tener efecto en el curso de una única generación.
Si esa ganancia preconizada hubiera sido cierta los capitalistas de los Estados Unidos,
contenidas en las normas de vida actuales, no habría necesidades para el 90% en el año
2020 en aquellos países que casi consumen la mitad del global TPES, tal caudal de energía
primaria no deseada y otros recursos minerales traerían un colapso virtual en el precio de
los commodities. Los actuales países de baja renta no tendrían necesidad de impulsar ni
encarecer estos commodities baratos. Estos países acaparan un tercio de los recursos mun-
diales, pero convirtiéndolos con una eficiencia diez veces más elevada que ellos pueden
fácilmente afrontar un nivel de vida equivalente de la actual media occidental.
Usando la media de consumo energético per cápita, como una guía del estándar de vida,
China estaría un 30% por encima de la actual media japonesa y esta situación fue prevista hace
al menos 20 años. No existe necesidad de conseguir estos aumentos, no sólo son exagerados
sino ridículos. La idea de la salvación social no es nueva, esta vez no es la energía nuclear la que
va a liberar al mundo en una sola generación sino las pilas de combustible y los hipercoches.
Si esto fuera cierto cualquier interés sobre el futuro de la energía resultaría superfluo e
inútil. Aun mas, las declaraciones del RMI señalan que la salvación vendrá del hidrógeno
(ya evaluada críticamente con anterioridad). Muchas previsiones relacionadas con el uso
eficiente de la energía son igualmente ilusorias en contraste con las demasiado tímidas
previsiones del RMI.

181
La energía en cifras

Abundantes oportunidades de mejora de la eficiencia de virtualmente cualquier conver-


sión de energía comprendida por las sociedades modernas hace poco práctico proporcio-
nar una revisión sistemática de las opciones principales equivalentes: dados los confines de
esta sección no habría nada sino un truncado recital de unidades. Una manera más útil y
mucho más reveladora es notar primero estas oportunidades donde nuestras acciones pro-
ducirían una diferencia mayor. También, contemplar el impacto potencial de unas pocas
técnicas de ahorro de energía distinguidas a causa de sus extraordinarios ahorros o debido
al efecto multiplicador de específicamente pequeñas pero masivamente difusas mejoras
técnicas. Pero existen amplias brechas entre lo que es posible y lo que prevalece y así des-
pués de cuidar esas impresionantes ganancias potenciales nos detendremos en algunas
barreras clave al uso racional de la energía.
La mayor recompensa de arreglos técnicos, debería proceder primero sobre dos tipos de
conversiones: sobre mejoras relativamente grandes a conseguir en los sectores más inefi-
cientes en el uso de la energía, y sobre ahorros relativamente pequeños cuyo gran impacto
agregado emergerá a través del efecto multiplicador cuando son seguidos por millones
de usuarios. Una realidad clave de promoción del uso más racional de la energía por sólo
un pequeño margen. Por consiguiente, las reducciones sustanciales de agregados a largo
plazo en el uso de la energía que darían unos beneficios económicos, sociales y medio am-
bientales más elevados, pueden ser conseguidos sólo persiguiendo una amplia variedad
de opciones en ambas categorías. Dada la baja eficiencia media de los sistemas eléctricos
térmicos convencionales, cada esfuerzo debería ser hecha más baja tanto por el uso especí-
fico del combustible como por las pérdidas en la transmisión y distribución.
La media global esta apenas por encima del 30% en el caso de la generación térmica y
el coste de las pérdidas de transmisión y distribución esta sólo un 25% por encima del
combustible suministrado cuando se trata de carbón o hidrocarburos. Dadas estas enor-
mes pérdidas resulta evidente que debería realizarse un esfuerzo para instalar motores
eléctricos, interruptores y luminarias más eficientes y menos pérdidas de calor eléctrico
y procesos electroquímicos. Ejemplos de estos posibles ahorros son fáciles de construir.
Por ejemplo, la secuencia de generación mediante gas (caldera turbogenerador, eficiencia
general del 35%), las pérdidas de transmisión y distribución (10%) y motores eléctricos
(eficiencia del 70%) resultará solo del 22% de la energía inicial que proporcione un servicio
útil. Una nueva turbina de gas en ciclo combinado (60% de eficiencia), pérdidas de trans-
misión minimizadas (6%) y motores de elevada eficiencia (90%) transformarán un 50% de
la energía del combustible en servicio útil, más que el doble del rendimiento general.
Tales ejemplos ilustrativos pueden ser criticados como opciones de alto rendimiento
cuya difusión en los sistemas de energía es conocida por la longevidad de sus infraestruc-
turas y podría llegar tras años, o décadas de difusión gradual. Su valor está en lo que es
técnicamente posible (pero no necesariamente económica o social): no nos debería confun-
dir ni deberían ser vistos como objetivos poco realistas, ya que el mejor rendimiento de
los actuales sistemas ha sido alcanzado y ha sobrepasado tales rendimientos. En cualquier
caso, es más importante ajustar una innovación determinada cuyos objetivos podrían ser
repetidamente modificados y ajustados como circunstancias de la demanda pero cuya con-
tinuación debería ser asegurada.
Como ya se ha indicado la cogeneración y las turbinas de gas de ciclo combinado hacen
posible elevar la eficiencia de la generación térmica, al menos un 50%, por encima de la
media preexistente. Inevitablemente, una extensión de la cogeneración traería sustanciales
reducciones de CO2. Cualquier esfuerzo declarado con la difusión de estas técnicas debería
recibir una atención más elevada, en el otro extremo; conseguir convertidores eléctricos

182
El futuro de la energía

más eficientes. Cada motor eléctrico ineficiente, luz y electrodométicos es un candidato


adecuado para reemplazar el electrodoméstico por otro mucho mas durable y más cos-
toso, el efecto multiplicador del cambio de lámparas es muy fácil de conseguir y su coste
es relativamente reducido y puede ser realizado muy rápidamente. Además en los países
afluentes la electricidad en iluminación suele ser del orden del 10%.
El reemplazamiento de la mezcla actual de lámparas incandescentes, se pueden compac-
tar las fluorescentes para interiores y las diferentes lámparas de alta eficiencia para exterio-
res, este es el caso más frecuente de ahorros de electricidad casi inmediatos.
Sustituir las lámparas convencionales por otras de alta eficiencia se consigue fácilmente
ahorros de 30-50%.
La eficacia de la iluminación ha ido mejorando por oleadas de innovación durante casi
un siglo y el proceso continuará aun durante varias décadas. La sustitución universalmen-
te deseable de las luces incandescentes en interiores ha sido cada vez más deseable y más
aceptable. Con balastos electrónicos más eficientes como opuestos a los magnéticos han
llegado a ser cada vez más aceptables (eficacias de 90 lúmenes/W) y una selección mayor
de las temperaturas de color (rango 2.500 °K a 7.500 °K). Entre las mejoras más elevadas
existentes en el mercado o disponibles en prototipos están el espectro completo, los diodos
LED y las lámparas de azufre.

Estimacióndepérdidaseléctricasenlasviviendas
(enEstadosUnidos)

hornomicroondas

contestadorautom.

racksistemaaudio

VCR

TVcolor TWh
W/u
aperturaautom.Garaje

sistemasdeaudio
sistemas de audio

cajasdeTVporcable

sistemasdeseguridad

0 2 4 6 8 10 12

Figura 1. Estimación de las pérdidas eléctricas de los aparatos domésticos utilizados


normalmente por el consumidor final en los Estados Unidos en 1997

Los diodos LED o luces electrónicas rojas y verdes en electrónica, han ido ya reemplazando
las lámparas de bulbo en las luces de frenos en coches así como en las luces de tráfico y de seña-
lización. Pero el mayor impacto se conseguirá de las luces blancas que son mucho más difíciles
de producir de forma barata. La mezcla de las frecuencias de la roja, verde y azul es un truco
para conseguir una gran uniformidad y así conseguir una mejor manera de usar fotones LED
para excitar los fósforos. Por consiguiente, es poco razonable concluir que, a mediados del siglo
XXI, la eficacia media de la rica iluminación mundial pudiera estar por encima del 50% de la
tasa actual. Al mismo tiempo, la alta potencia y eficacia (1 kW, 125 lúmenes/W) de las lámparas
de azufre se utilizará en la iluminación de carreteras interiores.

183
La energía en cifras

La ubicuidad de la electricidad significa que no es bastante para dirigir a los usos ob-
vios, incluido el calentamiento de espacios y agua, iluminación y refrigeración. Los usos
misceláneos de la electricidad, corresponden a una categoría ecléctica que va desde los
TV y VCR, ordenadores personales y la parafernalia de ventiladores de techo y tubos de
calefacción y la demanda continuará creciendo. En los Estados Unidos estos mercados ya
cuentan con una quinta parte del uso eléctrico. Cerca del 20% de estos usos diversos de-
bidos a las pérdidas de standby desde el aumento de las aplicaciones eléctricas y mandos
a distancia. Las pérdidas en los hogares son 50 W, o del 5% de todos los usos eléctricos
residenciales, principalmente debidos a los controles a distancia en TV, VCR y equipos de
audio y dispositivos de comunicación. Reducir las pérdidas por standby de todas las apli-
caciones domésticas a menos de 1W por dispositivo ofrece uno de los mejores ejemplos de
los relativamente pequeños pero acumulativamente grandes ahorros energéticos; con esto
solo se podría cortar la carga un 70%.
La máxima eficiencia de iluminación obtenible y las mínimas pérdidas por standby debe-
ría estar en la gestión estratégica de la energía que se aplica en todos los países modernos
que están sometidos a una rápida urbanización e industrialización y que puede esperarse
una más sustancialmente elevada propiedad de las luces y aplicaciones, a través de la pri-
mera mitad del siglo XXI. Los otros dos usos de la electricidad, que son particularmente
buenos candidatos para mejoras de la eficiencia en países de renta baja, son las habita-
ciones con aire acondicionado, cuya propiedad esta llegando a ser común entre los más
afluentes en ciudades subtropicales y tropicales, bombas de regadío que serán incluso más
esenciales para asegurar el suministro fiable del agua en las grandes plantaciones. Los edi-
ficios en todos los climas soleados podrían moderar el uso de la electricidad sin cambios en
los convertidores existentes adoptando las normas de los países fríos.
Los tejados oscuros altamente absorbentes se calientan hasta los 50 °C por encima de la
temperatura ambiente mientras que los tejados fríos altamente reflectantes (son pintados
de blanco o de colores claros) estarán tan sólo unos 10 °C más calientes y si su emisividad
está también mejorada pueden recortar la demanda de energía para sus sistemas de aire
acondicionado entre un 10-50%.
Las normas en la Nueva California para las arcillas requieren en la actualidad una reflec-
tancia total mínima de 0,4 y una emisividad mínima de 0,75 y deberían ahorrar como media
unos 3,75 W/m2 o más que la densidad de potencia de viento común o del flujo hidráulico
que pueden ser aprovechados por las turbinas. Además, el elevado albedo de los tejados fríos
ayudará a rebajar la temperatura del aire ambiente de las áreas construidas densamente y de
ahí que moderen el efecto isla calorífico y reduzcan la formación de la niebla fotoquímica.
En Estados Unidos no existe duda alguna acerca del segundo núcleo urgente para mejo-
rar la eficiencia de los sistemas eléctricos: mejorando el rendimiento de los coches privados
cuya conducción supone la sexta parte del TPES. El extraordinario desperdicio de los fletes
es un objetivo obvio para las ganancias en eficiencia. Está en un lugar opuesto para intro-
ducir la segunda categoría de medidas de eficiencia que afectan a los hábitos y los estilos
de vida. Limitando los coches de elevada velocidad sube la eficiencia de la energía en la
conducción. La eficiencia como función de la velocidad se encuentra entre 45-55 km/h los
rendimientos, son 10-20% menos eficientes a velocidades bajas pero un 40% menos eficien-
tes para velocidades por encima de 100 km/h, siendo esto bastante más notable en los co-
ches ligeros. Este ejemplo resulta una excelente ilustración del compromiso existente entre
eficiencia y las tasas más elevadas de rendimiento. Los diseñadores industriales deberían
describir este fenómeno como un aumento de la entalpía de entrada con una elevación de
la producción.

184
El futuro de la energía

Consumosmediosydistanciasrecorridas
20
24

19
22

20 18

Km/vehículo
milesKm/vehículo
/100Km
L/100Km

18
17 consumocombustible

16 distanciarecorrida
16
14

15
12

10 14
1950 1960 1970 1980 1990 2000

Figura 2. Consumo medio de combustible y distancia recorrida por los vehiculos de pasajeros en
Estados Unidos. Puede observarse el bajo rendimiento durante el periodo ganado durante
la década del noventa, anulado en gran parte por las grandes distancias recorridas

Consumodecombustiblepormodelos

0 2 4 6 8 10 12 14 16 18

GMCK500YukonXL

NevadaSL600

FordRanger
L/100Km
Km

Mustang

Aurora

Civic

Insight

Figura 3. Se observa la eficiencia de los automóviles japoneses (Honda Civic) que consumen
la tercera parte que un GMC K 1500 Yukon XL típìco americano

No sorprendentemente, trabajar con un equilibrio entre tiempo y eficiencia, especialmen-


te en poblaciones que sienten crónicamente acortar su tiempo libre, no es una elección al-
tamente favorable. A menudo es preferible ahorrar energía, como ya indicara Spreng hace
ya más de 30 años, las discusiones entre eficiencia y política energética ignoran, a menudo,
la importancia de disponer de tiempo libre en la sociedad moderna. Si la potencia que no-
sotros ganamos utilizando energía fósil es, en grandes números, el poder de disponer de
tiempo, no podemos, por tanto, esperar un impulso voluntario en conseguir esta capaci-
dad. El cambio de los coches privados a un transporte público discontinuo e incómodo no
debería ser intentado sin emplear un gran esfuerzo.

185
La energía en cifras

Además del asunto de la velocidad, la conducción también ilustra cómo se alinean las
preferencias del confort, conveniencia y la manifestación del estatus, ya que los ciudadanos
colocan estas por delante de la eficiencia energética. Estas preferencias hacen que muchas
personas sean reacias a cambiarse al transporte público incluso cuando sea frecuente y
agradable. Para la mayor parte de aquellos que han probado la libertad (aun soportando
un pesado tráfico) de un coche privado, la vuelta al transporte público es tomado como un
inconveniente incluso como una muestra de fracaso personal. Esto es así porque el auto-
móvil resulta adictivo como indicara Boulding.
Además la infraestructura del transporte y su crecimiento en las megaciudades del mun-
do, posteriormente a la Segunda Guerra Mundial, ha sido predominantemente entregada a
los coches privados dejando muy poco espacio a los consumidores manteniendo al margen
a los suburbios y a las grades urbanizaciones lejanas de las paradas de las líneas de trans-
porte público. Como resultado de todo ello, las sociedades modernas distantes despliegan
un gran desafío de inventiva para seguir manteniendo los coches privados sobre el asfalto.
Estos ajustes ya se alinean desde los coches híbridos que llegan casi a ser coches de emi-
siones nulas.
Los fallos o limitaciones en la eficiencia ganan sobre los cambios en nuestros comporta-
mientos, preferencias y sentimientos. Pero ¿por qué no más personas toman ventaja de los
problemas ampliamente disponibles, que no demandarían cambios de comportamiento y
que ahorrarían dinero?
El mundo sería un lugar diferente si los que toman las decisiones lo hicieran como consumi-
dores perfectamente informados conducidos por decisiones racionales y guiados por el obje-
tivo de maximizar la eficiencia en energía minimizando su coste y los impactos ambientales.
Cualquier intento declarado para reducir el consumo de la energía es predicado en la
dirección de que los consumidores produzcan menos desperdicios o compren converti-
dores más eficientes. Esto sería cierto incluso si se minimizaran los costes de ciclo de vida
medioambientales y fueran mantenidos alejados del objetivo principal.
En realidad debemos considerar no sólo la falta de información, malos entendidos igno-
rancia y puro desinterés con respecto a la deficiente comprensión de las alternativas posi-
bles, sino también un peculiar cálculo económico unido a la eficiencia energética, así como
a un particular precio de la energía.
Convertidores más caros pero más eficientes deberían ser comprados una vez su coste de
sustitución es absorbido por unas facturas energéticas más reducidas, la ignorancia y las ba-
rreras de percepción hacen mucho menos frecuente la elección que las expectativas teóricas
que nos dieran las creencias. Con mucha frecuencia los consumidores no son conscientes de
los ahorros potenciales que pueden conseguirse con tales sustituciones y mantienen con-
vertidores obsoletos e ineficientes mientras continúen funcionando. La mayor parte de los
consumidores que compren un dispositivo determinado ahorrador de electricidad no será
consciente de dichos ahorros ya que las facturas no hacen referencia a un dispositivo deter-
minado sino que incluyen a todos los dispositivos incluso a los recién comprados. Las per-
sonas que pudieran beneficiarse de estos ahorros de energía están entre los grupos de rentas
más bajas y pudieran no ser capaces de afrontar el coste de los convertidores más eficientes.
Pero quizá la mayor barrera está ahora profundamente engranada entre las preferencias de
la sociedad emergente que pone los costes de ese capital por encima de los costes de la vida.
Las millones de decisiones que costarán más dinero en el curso de los próximos 5 o 30
años son tomadas diariamente debido a las menores necesidades (a menudo ahorrado con

186
El futuro de la energía

un elevado precio). Por supuesto, existe también un aspecto más racional a esta percepción
incierta de favores futuros de este capital más reducido y unos costes operativos más elevados.
Los propietarios de una nueva casa en una sociedad de alta movilidad pueden abandonar
la casa de sus sueños durante años, un periodo demasiado corto para construir amplios ho-
gares y escaleras de caracol. El coste de capital más reducido de las ostentaciones se muestra
repetidamente vencedor sobre ahorros de energía maximizados que requerirían más gastos
en energía incluida en un producto superior y de mayor duración y menor consumo.
Por eso no resulta sorprendente que esto estudios muestren que incluso los consumido-
res bien informados compren convertidores de energía ahorradores de energía sólo si tales
dispositivos tienen un extraordinariamente corto periodo de retorno de la inversión, para
obtener su inversión garantizada o en un mercado de valores rápidamente creciente. Tene-
mos que esperar con el fin de ver con qué extensión este comportamiento cambiará bajo las
condiciones de baja inflación (incluso con deflación) y de ahí las bajas tasas de interés y el
estancamiento (o caída) de precios de los valores.
Por consiguiente, a pesar de décadas de promoción de una energía eficiente y el estudio
de los impactos de los programas de ahorro de las empresas eléctricas, la disminución de
impuestos y regulaciones con respecto al rendimiento y el etiquetaje de los costes de la ener-
gía (tal como la estrella de la EPA) los programas de gestión desde el lado de la demanda no
han sido fáciles de evaluar y las incertidumbres resultantes llevan a declaraciones irreconci-
liables. Algunos estudios antiguos del lado de la demanda (DSM) muestran que una típica
empresa eléctrica eliminará hasta un 15% de la demanda esperada durante un periodo de 10
años y que algunos estados podrían evitar la mitad del crecimiento de su demanda eléctrica
durante el mismo periodo de tiempo y es que un buen funcionamiento tiene el potencial de
reducir la demanda eléctrica en, al menos, 1% anual durante un periodo de 10-20 años.
Pero pronto algunos entusiastas vieron un papel aún mas grande para las DSM como un
efectivo sustituto de la inversión en las nuevas estaciones (posición resumida en el concepto de
negavatio) mientras las críticas al concepto han encontrado que su implantación no es barata.
Las complejidades de la evaluación de los costes reales y el éxito económico de los DSM
fueron comprendidos desde el 1980 por las empresas eléctricas de los Estados Unidos, y
son quizá las más expuestas en las declaraciones realizadas sobre esta aproximación por
el RMI. Y el criticismo de sus conclusiones. Las curvas de oferta de RMI muestran que las
empresas de utilidad podrían ahorrar hasta un 20% de la electricidad consumida por la
iluminación a coste nulo, y hasta un 70% a un coste menor de 0,04 $/kWh mientras que las
curvas desarrolladas por la EPRI muestran que los ahorros mayores del 30% vienen con
una curva de costes de fuerte pendiente. Los posteriores contactos entre ambas organiza-
ciones solo valieron para mostrar las posturas irreconciliables entre ambas organizaciones.
Con tan agudas disputas acerca del ahorro de costes de la energía menos aún queda claro
como continuarán estos ahorros en el tiempo.
Socolow en 1985 se lamenta “aún sabemos poco de la durabilidad del hardware y menos aun
de los determinantes de dicha durabilidad de actitudes y comportamiento”. Como indicó Vine
en 1992 la persistencia de los ahorros de energía es quizá la pregunta no contestada más
importante realizada en DSM. Instalar un horno o caldera más eficiente debería garanti-
zar, al menos, una década sólo ligeramente degradada, pero Nolden encontró que en 5
realimentaciones de caldera en edificios de apartamentos, los principales ahorros (5-9 años
más tarde) expresados como una proporción de los primeros años fueron desde sólo un
4% hasta un 156%, un rango que hace muy difícil las generalizaciones acerca de la persis-
tencia de las ganancias y puntos de importancia de gestión específica in situ. Ni podemos

187
La energía en cifras

generalizar acerca de cuánto será retroalimentado en puertas y ventanas en cinco o diez


años o cuántos propietarios decidirán repentinamente comparar la elevación de sus rentas
comprando SUV.
Existen mejoras en la eficiencia que son borradas rápidamente por los sistemas de de-
manda elevada. Esto puede surgir de las necesidades físicas, cambios seculares, o elec-
ciones individuales. Los motores eléctricos más eficientes ofrecen una ilustración perfecta
del primer impacto. La mayor parte de los motores de alta eficiencia tendrán velocidades
de carga más elevadas que la de los modelos estándar pero la potencia necesaria por una
bomba o un ventilador avanza con el cubo de la velocidad de la máquina. Por consiguiente
un motor típico de 15 kW, a 1.780 rpm que sustituya a una unidad 1.750 rpm ahorrará un
5,2% de electricidad pero un aumento de la carga del equipo rotativo consumirá un 5,2%
más y no existirá, por lo tanto, ahorro alguno. Análogamente, una gran parte de las eficien-
cias elevadas en la combustión en coches compactos y subcompactos ha sido negada por la
elección más común de transmisión automática y por el aire acondicionado llegando a ser
un equipo estándar sobre muchos de estos modelos.
Las evaluaciones de las posibles ganancias de eficiencia de energía son ejercicios recu-
rrentes en contrastes. De otro modo existen una multitud de técnicas maduras fácilmente
disponibles e indisputablemente decisiones de coste de eficiencia para reducir la demanda
de energía. De otro modo, existen realidades cotidianas de un mundo afluente dominado
por los residuos de los recursos, crecientes muestras de la ostentación de consumo, y un
palpable aspecto acerca del impacto de las altas energías sobre la biosfera.
La brecha entre lo que es fácilmente posible y lo que realmente tiene lugar ha sido una
fuente recurrente de desesperación. Esto es particularmente cierto cuando la única reco-
mendación a la sociedad una vez desatada la crisis fue que siguiera consumiendo como si
no pasara nada.
Claramente las oportunidades de hacer las cosas mejor siguen siendo tan abundantes y
obvias que las acciones que se toman sólo añaden una pequeña cantidad al enorme potencial
existente.
Pero finalmente después de estos esfuerzos deberíamos preguntarnos. ¿Todos estos es-
fuerzos terminan ahorrando finalmente energía?

5.3 Algo más que una elevada eficiencia


No existe duda que la relación de dispositivos y máquinas que convierten los combustibles
y la electricidad con una más alta eficiencia lleva a un menor uso de la energía y a unos aho-
rros de dinero a nivel macroeconómico, en industrias completas. Pero ¿qué sucede a nivel
nacional, que es nivel macroeconómico? La evidencia histórica muestra inequívocamente
que los avances seculares en eficiencia energética no han llevado a una disminución de la
energía agregada. El británico Jevons ya indicó en 1865 que el aumento de la eficiencia se
ve completamente neutralizado por la escasez y el coste del combustible.
La mejora de la eficiencia es por sí sola una pequeña parte de la razón por la que el con-
sumo de energía está más relacionado con el aumento de población, formación de nuevos
hogares y elevación de las rentas. Determinar en qué cantidades lo hace es algo que no
resulta fácil. Existe una diversidad de opiniones en cuanto a la magnitud del efecto rebote,
el ahorro y los sistemas más eficientes que llevan a una disminución de los precios y de ahí
a un aumento del consumo, bien en la misma mercancía (efecto rebote directo) o bien en

188
El futuro de la energía

otras mercancías y servicios (efecto rebote indirecto). Algunos estudios han mostrado que
el efecto rebote está en el 20% más o menos pero las consecuencias macroeconómicas son
mucho más difíciles de cuantificar.
Una mucho más admirada tendencia hacia la desmaterialización ha producido de hecho
impresionantes ahorros relativos, medidos por el uso de minerales por unidad de PNB o
por el uso de energía y materiales por productos específicos acabados y servicios entre-
gados. Pero este proceso ha venido siempre acompañado por un aumento absoluto del
consumo de muchos materiales intensivos en energía y por un suave incremento de la
demanda de los servicios cuyo coste energético es algo más bajo. Entre los ejemplos más
notables de esta tendencia esta la desmaterialización de los coches. Los bloques de los mo-
tores ligeros (reemplazando el hierro por el aluminio) y cuerpos más ligeros (plásticos y
materiales compuestos que reemplazan al acero y al cristal) este movimiento comenzó en
los años setenta y ha reducido sustancialmente la relación masa /potencia en los vehículos
de pasajeros y, por lo tanto, la energía necesaria para moverlos. Pero estos ahorros habrían
trasladado las necesidades mínimas de materiales y considerables ahorros de combustible
sólo si los coches de comienzos del siglo XXI no aumentaban su potencia, ni fueran equipa-
dos con accesorios consumidores de energía.
El peso de los vehículos en los Estados Unidos se encuentra entre 2-2,5 t, con los más gran-
des acercándose a los 4 t, comparados a los 0,9-1,3 t de los coches compactos, su consumo en
ciudad, donde son usados más a menudo es de 15 l/100 km (llegando a los 20 l/100 km en
algunos casos) mientras que los subcompactos eficientes necesitan 8 l /100 km y en el caso de
los compactos su media está en 10 l /100 km.
Pero estos coches también han llegado a ser más pesados y potentes últimamente que
los de la generación anterior. La distancia media recorrida por el coche en un año continúa
aumentando y en los Estados Unidos se encuentra en los 20.000 km por vehículo y se ha
elevado un 30% desde los años 1980 a los 2000 cambiando el alargamiento y el número de
viajes a destinos cada vez más remotos. El saldo neto de todo es que Norteamérica consu-
me un 35% más de energía en los 2000 que lo hiciera en los años 1980.
Análogamente, la densidad de potencia de la energía en las nuevas viviendas es ahora
más reducido, pero las viviendas son ahora mayores con un tamaño medio de las nuevas
viviendas un 50% más grandes del 1970 al 2001 llegando a los 200 m2. En las áreas más
soleadas poseen acondicionadores de aire super eficientes que mantienen la temperatura
interior en verano a temperaturas que consideraríamos frías en invierno. Con la vista en
estos datos en las tendencias de consumo recientes no impresiona el énfasis que la política
energética pone sobre el término “eficiencia energética”, pero tales tendencias no conside-
ran a las acciones humanas que tienden a aumentar el consumo a largo plazo, pudiendo
finalmente suponer un ahorro nulo incluso en el corto plazo.
Herring nos indica otro ejemplo de una eficiencia enormemente mejorada anulada por
una demanda en rápido crecimiento. La eficacia de la luz subió muy fuertemente, durante
el siglo XX, casi 20 veces. Sin embargo, las carreteras han experimentado un aumento en la
intensidad luminosa por encima de las 400 veces lo que indica que la demanda ha supera-
do con creces el aumento de eficiencia.
Tampoco carecemos de ejemplos en el caso de la desmaterialización. El rápido aumento
del consumo del papel ha coincidido con la difusión de lo que fue la oficina sin papeles de
la era electrónica, el acortamiento de la vida media de los ordenadores y de sus periféricos
han creado serios problemas de residuos ya que estas máquinas contienen plásticos y me-
tales que plantean problemas en los vertederos. No es necesario tener habilidades analíticas

189
La energía en cifras

especiales para concluir si se ha ahorrado dinero o no al utilizar hornos más eficientes o ilu-
minación cuando una familia viaja de vacaciones a Las Vegas, destino elegido por millones
de norteamericanos cada año, el uso general de energía subirá.
Finalmente, resulta sencillo realizar un ejercicio revelador a nivel nacional. La intensidad
energética media de la economía de los Estados Unidos cayó un 34% entre los años 1980-
2000 mientras que la población del país aumentó un 22%. Si la media del PNB per cápita
permaneció a nivel de 1980, entonces el TPES estadounidense debería haber sido un 20% más
reducido que el de 1980. Incluso si la media hubiera crecido un tercio, el TPES en el año 2000
habría estado sólo un 7% por delante del total en 1980. En realidad, la elevación de la media
per cápita del PNB subió más de un 55%, a pesar de esa impresionante disminución de la in-
tensidad energética de la economía de los Estados Unidos, el TPES en el año 2000 fue un 26%
más elevado. Análogamente Ehrlich examinó el uso de materiales durante el periodo poste-
rior a 1975 en los Estados Unidos, Japón, Alemania y Holanda y encontró que en términos
relativos esto es (por unidad de PNB) cayó en todas esas naciones (casi una tercera parte de
la media) pero sólo en los Estados Unidos la masa verdaderamente consumida disminuyó:
en Alemania aumentó marginalmente pero en Japón y Holanda subió casi un 20%.

Intensidaddelailuminaciónpública
(ReinoUnido)
450

400

350
Intensidad(1960=100)
(1960=100)

300

250
lumen/km
200
MWh/km
150

100

50

0
1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000

Figura 4. Tendencias a largo plazo de la intensidad de iluminación pública, donde se


demuestra una vez más que los aumentos en los niveles de servicio reducen
o incluso anulan los ahorros obtenidos por una mejora en la eficiencia

La evidencia histórica esta así repleta de ejemplos que demuestran que esa ganancia
sustancial en la eficiencia de conversión (o uso material) estimula el aumento de combus-
tible y de electricidad (o material adicional) y que fueron más elevados que los ahorros
producidos por dichas innovaciones. De hecho, la historia de la modernización occidental
puede ser vista como una búsqueda continua de eficiencias más elevadas a lo largo de ge-
neraciones de ingenieros que han empleado sus vidas profesionales obteniendo retornos
adicionales y, guiados por la famosa mano invisible, han seguido la senda de recudir los
residuos y elevar la productividad. Pero los resultados han sido indiscutibles, el consumo
global ha sido mucho más elevado que el crecimiento de la tasa de población y la necesidad
de satisfacer no sólo las necesidades existenciales sino también un aumento del confort y
del nivel de vida.

190
El futuro de la energía

Dado el hecho de que la eficiencia ha llegado a ser un mantra de los negocios modernos
y globalmente competitivos, cuyo objetivo clave es vender más, la búsqueda de un mejor
rendimiento puede verse como una justificación para consumir recursos de un modo más
eficiente y sin límite. Apunta a la distinción entre ahorros relativos y absolutos teniendo en
cuenta que nuestro entorno no responde a miles de litros sino a litros. De modo que si que-
remos ver las reducciones reales en el uso actual de la energía necesitamos ir más allá de
aumentar la eficiencia reinvirtiendo en proyectos de intensidad energética más reducida,
combinándose para tener un impacto positivo sobre el bienestar público y la integridad de
la biosfera. La plantación de árboles y muchas otras actividades para restaurar el hábitat
natural y preservar la biodiversidad deberían ser las elecciones más evidentes. Pero los
proponentes de esta aproximación no tienen ilusiones acerca de su viabilidad política.
Un objetivo más realista sería promover la conservación de la energía. Por supuesto, en sen-
tido científicos estricto el término “conservación de la energía” debería ser evitado dado que
no existe necesidad de perpetuar otros usos erróneos de los términos de energía y potencia.
La energía siempre se conserva, como indica el primer principio de la termodinámica. Pero el
término está demasiado enraizado para ignorarlo, y supone medidas tales como una reducción
del uso de la energía o cortes mandatados en la calidad de los servicios de la energía.
Una de las entradas más icónicas del concepto de conservación de la energía en la concien-
cia del público fue gracias al cardigan de Carter, implorando a los ciudadanos americanos
que bajaran los termostatos y llevaran chaquetas durante los años sombríos de la crisis de la
energía de finales de los años setenta. Pero fue el límite de velocidad impuesto en las auto-
pistas interestatales durante el mismo tiempo (el famoso doble níquel, 55 mph) el más obvio
recordatorio de la conservación de la energía para millones de conductores norteamericanos.

PoblaciónyPNB
(enEstadosUnidos)
10 290

9 280
sdemillones)
PNB(milesdemillones)

n(milones)
población(milones)

270
8
260
7 PNB
250
población
6
240
5 230

4 220
1980 1985 1990 1995 2000

Figura 5. Crecimiento de la población y del PNB en los Estados Unidos

Dada la complejidad de la regulación de las sociedades modernas siempre existiría un


papel para la conservación de la energía pero el núcleo de tales ahorros debería ser entre-
gado por un público aligerado que elige cambiar su comportamiento y modificar su estilo
de vida. Llamadas a estos cambios han sido realizados por numerosos conservacionistas.
Vistas desde esta perspectiva las llamadas para la conservación de la energía son sólo una
parte de las muchas llamadas más amplias a la moderación (si el sacrificio puede parecer

191
La energía en cifras

demasiado fuerte), la frugalidad y cooperación para compartir las mercancías comunes que
forman los fundamentos morales de cada civilización. Estando contenido con menos o no
requiriendo más en el primer lugar que hayan formado parte de Oriente y Occidente a través
de milenios y que fueron explícitamente declaradas por los profesores de los sistemas mora-
les como Cristianismo y Confucianismo.

Eficienciaenergéticayconsumo
18 120

17 115
ergética(MJ/$1990)
Intensidadenergética(MJ/$1990)

16 110

odeenergía(EJ)
Consumodeenergía(EJ)
15 105

14 100 intensidad
consumo
13 95

12 90

11 85

10 80
1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Figura 6. Subida del consumo de la energía primaria

Estos dos aspectos han retenido un alto grado de aprobación moral en los países emer-
gentes, incluso aunque su devoción religiosa se haya visto debilitada considerablemente.
Por supuesto, una traducción mecanicista de algunas prácticas pasadas muy efectivas no
serían la mejor manera de proceder. No existe necesidad de llamar, por ejemplo, para una
emulación de lo que fue quizás la mejor disposición minimizadora de energía: las órdenes
monásticas medievales, donde la mayor parte de los alimentos y de las ropas y utensilios
sencillos de madera y metálicos no había nada empaquetado, cada uno de ellos fue reci-
clado y donde no existían posesiones personales mas allá de sus primitivas ropas y unos
pocos utensilios sencillos.
Lo que se llamó una moderación de la demanda de modo que las naciones occidentales
desarrolladas reducirían su elevado consumo per cápita no sólo en un 10 o 15% sino en al
menos en un 25-35%. Tales reducciones nos llevarían a los retornos de hace una década
o no más de una generación. ¿Cómo podríamos usar el término de sacrificio en esta co-
nexión? Vivimos así imbatiblemente, hace 10 o 30 años que el retorno a aquellos niveles de
consumo no puede siquiera ser contemplado por serios hacedores de políticas debido a lo
que ellos sienten. Temo correctamente que ¿el público encontraría tal sugerencia como im-
pensable y casi inaceptable? Volveremos a estas cuestiones fundamentales más adelante.
Sin embargo, modesta o incluso tímida, cualquier llamada para vivir con menos puede
ser fácilmente incompatible con la creencia central de la economía moderna, que funciona
no sólo para crecer, sino que ese crecimiento sea sostenible y a tasas saludables. Después
de todo, incluso las células cancerosas dejan de crecer una vez han conseguido destrozar
totalmente los tejidos invadidos.

192
El futuro de la energía

Si estamos intentando evitar el crecimiento económico no ligado haciendo lo mismo con


el entorno de la Tierra además de la conservación e integración de la biosfera debe llegar
a ser un elevado propósito para el comportamiento humano. Inevitablemente, esto ajusta
algunos límites sobre la equidad humana con el fin de dejar sitio para la perpetuación de
otras especies, para mantener unos servicios de entorno irreemplazable sin cuya provisión
no existiría evolución ni civilización, y mantener las concentraciones atmosféricas de los
gases de invernadero con una subida tan rápida y de tal extensión que la experiencia de
la Tierra experimentaría un calentamiento troposférico global sin comparación durante la
evolución de nuestras especies de los homínidos ancestrales.

5.4 La energía y el futuro de la Biosfera


Las tasas de crecimiento de la población global que hayan prevalecido durante el siglo XX
no se repetirán durante el siglo XXI. El crecimiento de la población global pasó desde 1900
a 2000 de 1.600 a 6.100 millones, pero su tasa relativa de crecimiento ha estado bajando des-
de su pico del 2% que alcanzó durante finales de los años sesenta a menos de 1,5% a finales
de la década del noventa, y su incremento anual absoluto está ahora disminuyendo. Por
consiguiente, estamos fiándonos de que la naturaleza auto limitadora del crecimiento de
la población global evitará aún que se doble durante el siglo XXI. Existe ahora un 60% de
probabilidad de que la población mundial no sobrepase 10.000 millones de personas para
el año 2100 y una probabilidad del 15% será más baja en ese instante que en la actualidad.
Pero incluso un aumento de una población relativamente pequeña estaría asociada con una
degradación mucho más peligrosa de la biosfera.
Por ejemplo, si todos los países actuales de baja renta fueran a promediar, al menos, la ener-
gía per cápita ahora utilizada por las naciones en desarrollo (la fracción fue menor que un
quinto en el año 2000) y si las economías ricas estuvieran limitadas por sí mismas sólo para
aumentar un 20% en su demanda de energía, el TPES global apenas sobrepasaría el 60% del
nivel del año 2000. Con los combustibles fósiles todavía dominantes, aunque disminuyendo,
la fuente de esa energía generaría de forma acumulativa CO2, azufre y NOx en una propor-
ción sustancialmente más elevada que la existente en la segunda mitad del siglo XX, y esto
traería consecuencias para el clima, aire y calidad del agua, uso del terreno y biodiversidad.
No sorprendentemente, todos de los muchos impactos medio ambientales causados por
la extracción, transporte y conversión de las energías comerciales y tradicionales son igual-
mente problemáticas.
Algunos pueden causar severos daños a la biota pero están altamente localizados (dre-
najes del ácido de la mina, aceites de lubricación); otros pueden no verse tan destructivos
cuando se hallan aislados pero se añade su impacto cuando se ve desde una perspectiva
global. La contribución de las industrias de la energía y los usos de las pérdidas globales
de la biodiversidad es quizás el mejor ejemplo de esta última categoría. El uso de cambios
en el terreno por la deforestación y la conversión de praderas en pantanos, (sea para la
nuevas tierras agrícolas, pastos, producción de madera o nuevos asentamientos), los incen-
dios periódicos de praderas y los métodos inapropiados de granjas abren el camino a una
erosión excesiva del suelo y son la causa principal para una destrucción de los ecosistemas
naturales o su potenciación considerable.
Pero las industrias de la energía contribuyen a estas degradaciones principalmente debido
a las minas de carbón en superficie, construcción de presas, correctos trazados de gasoductos
y líneas de alta tensión, así como debido al refinado del petróleo y la generación térmica de

193
La energía en cifras

electricidad. Se estima que a finales del siglo XX la superficie de la tierras ligadas a la energía
alcanzará 290.000 km2 (una solo ligeramente más pequeña que la de Italia) con cerca del 60%
de la superficie cubierta por presas hidroeléctricas. Esto es menor de 2% del área total de los
ecosistemas naturales (principalmente bosques y praderas) que han sido convertidas para
cosechas, pastos, industrias, transporte y tierras urbanas durante los últimos 250 años. Pero
los efectos actuales de las infraestructuras de la energía sobre la biota no pueden medirse
tan simplemente dado que muchas instalaciones de energía están localizadas en entornos
relativamente vulnerables y por ello los corredores de transporte y transmisión ayudan a
potenciar la supervivencia de los ecosistemas.
Ejemplos de las localizaciones superiores al viento desde entornos altamente biodiversos
y sensibles procedentes de la perforación de los hidrocarburos en los pantanos y aguas
costeras con grandes concentraciones de carbón quemado, plantas generadoras de electri-
cidad que emiten azufre y óxidos de nitrógeno que son transportados a lagos y bosques
susceptibles de acidificación. Los deltas del Missisippi o el Niger, el Mar Caspio o el Lago
Maracaibo son los mejores ejemplos de la primera categoría. Las infraestructuras energé-
ticas contribuyen a la pérdida de la biodiversidad por fragmentación de los ecosistemas.

minas de carbón,
campos petrolíferos
y de gas
1,5 % Tuberías Lineas de transmisión eléctrica
(11,5 %) (20 %)
refinerías
0,5 %
generadores
térmicos de
electricidad
0,5 %

Presas
(60 %)

Figura 7. Estimaciones globales de requisitos de terreno por las industrias relacionadas


con la energía prrimaria y la secundaria y sus sistemas de transporte

Las buenas noticias están en que, durante los pasados 50 años, muchos de estos impac-
tos medio ambientales han sido enormemente reducidos en términos relativos, por ejemplo,
cuando son medidos con la eficiencia del equipo de control de contaminación, densidades
de potencia de la extracción del combustible, o como liberaciones específicas de aire y gotas
de agua de contaminación por J energía extraída o transportada o por kWh de la electricidad
generada. La contaminación con eficiencias de conversión más elevadas combinada con una
variedad de dispositivos de control ha hecho a los combustibles fósiles mucho más acepta-
bles que hace 50 años. Las técnicas comerciales pueden ahora eliminar todo pero unos pocos
dientes de uno por ciento de todas las partículas emitidas pueden bajar las emisiones de los

194
El futuro de la energía

principales contaminantes gaseosos entre 70-95%. Los nuevos métodos de perforación mues-
tran que la huella de la extracción del petróleo y el gas pueden ser muy reducidas por mu-
chas estructuras de asiento de hidrocarburos que pueden ser alcanzados con un solo pozo.
La tradicional central térmica de carbón produciría típicamente entre 5 g SO2/kWh mien-
tras que las plantas de FGD liberan menos de 1 g/kWh y la emisión de las turbinas de gas
por ciclo combinado emiten no más de 0,003 g/kWh. La emisión de CO2 no puede ser cor-
tada por tales márgenes pero, desde las centrales convencionales alimentadas por carbón
a las turbinas de vapor y gas en el ciclo combinado, reduce sus emisiones a menos de dos
tercios. Estas ganancias que serían aún más impresionantes sin las bases de combustible
para la generación; mientras que las eficiencias de la turbina de vapor han sido niveladas
después de 1970, el rendimiento de las turbinas de gas de ciclo combinado subieron desde
menos del 40% hasta el 60%.
Las malas noticias son que para la alta eficiencia esto no es suficiente y que los impactos
de las industrias de la energía y los usos han estado aumentando en términos absolutos.
Los combustibles fósiles llegan a ser la causa más importante de la interferencia humana
en el ciclo global del carbono.
La subida del CO2 troposférico es la razón principal para un aumento de la radiación infra-
rroja (IR), el proceso cuya continuación traería consigo un calentamiento global a un tasa sin
precedentes no sólo durante la historia de la civilización humana sino durante la evolución
de las especies. Retrocedemos 15.000 años con el fin de encontrar la subida más reciente de
más de 1-2 °C de temperaturas medias anuales en el hemisferio Norte. Llevó cerca de 5.000
años de calentamiento posglacial para elevar la temperatura 4 °C, un calentamiento global
de más de 2 °C durante el siglo XXI procedería, como ya se notó, a una tasa sin precedentes
ya que la emergencia de nuestras especies es de alrededor de 0,5 Ma.
El acontecimiento posible de esta magnitud debe tomarse seriamente ya que se pronun-
ció que el calentamiento global afectaría virtualmente a cada proceso en la biosfera com-
pleta. El calentamiento aceleraría los ciclos de agua, alteraría muchas de las tasas de trans-
ferencia dentro de los principales ciclos de nutrientes, afectando al NPP de toda la bioma-
sa, cambiando los límites de los ecosistemas y especies heterótrofas (incluyendo vectores
de enfermedades) e influyendo en el funcionamiento de muchos servicios ecosistémicos
indispensables, tales como las tasas de decaimiento orgánico, almacenamiento de agua del
suelo o control de patógenos.
Resulta así imperativo involucrarse en exámenes interdisciplinarios rigurosos de múltiples
impactos que este rápido calentamiento global tendría en la biosfera y sobre nuestra sociedad.
Al mismo tiempo, debemos tener in mente el hecho de que las evaluaciones de estos riesgos
son un trabajo imperfecto en proceso, y que somos incapaces de apuntar las temperaturas del
ozono troposférico que prevalecerán 25, 50 o 100 años en el futuro y esto puede ser incluso
menos cierto cerca de los efectos regionales y del impacto neto a largo plazo de tal cambio.
Los escenarios de consumo de la energía global preparado para esta última evaluación
del IPCC traduce las concentraciones de CO2 540-970 ppm en el año 2100, o entre 46-262%
por encima del nivel 2000.
Junto con la subida de los niveles de otros gases de invernadero estas concentraciones
producirían media globales entre 4-9 W/m2 y esto, a su vez, elevaría la temperatura media
global de la Tierra entre 1,4-5,8 °C con los extremos representando una subida ampliamen-
te tolerable y bastante molesta del cambio climático. Todas las previsiones de las emisiones
del GHG de sus efectos climáticos y de los consiguientes impactos medio ambientales y

195
La energía en cifras

económicos permanecen altamente inciertos y los investigadores han aumentado los in-
tentos de evaluar estas incertidumbres y llegar a rangos de aviso y escenarios de impacto
más plausibles.
Después de tener en cuenta las incertidumbres en las emisiones, sensibilidad climática,
ciclo de CO2, mezclas oceánicas y aerosoles atmosféricos Wigley concluyó que la probabili-
dad de los valores de calentamiento fuera del último rango de la evaluación del IPCC, que
está por encima o por debajo del rango 1,4-5,8 °C es muy bajo y ajustando la probabilidad
del 90% del calentamiento estima una ausencia de cualquier reducción del GHG 1,7-,9 °C
en el año 2100. Por el contrario, Forest cree, sobre las bases de las distribuciones de proba-
bilidad marginal, que el limite más elevado para la sensibilidad del clima con el equivalen-
te doblando el CO2 es con mucho 7,7 °C, mucho más elevado que el valor de IPCC.
Allen vio solo una década antes la década 2036-2046 (se espera sea, de nuevo sin los con-
troles GHG, 1-2,5 °C más caliente que la época preindustrial) y concluyó que a diferencia
de esta predicción relativamente robusta, el final de equilibrio de calentamiento (después
de que se estabilice la composición atmosférica) permanece muy incierto. Lo que es casi de
la mayor importancia es que las proyecciones detalladas que son necesarias para evaluar
los impactos regionales son poco fiables.
Ni podemos olvidar la distancia de las complejidades perfectamente comprendidas de
la dinámica atmosférica. Una de sus consecuencias es una notable diferencia entre las me-
diciones de temperatura de satélite y terrestres desde 1979: el último registro muestra el
calentamiento de 0,3-0,4 °C pero las observaciones más antiguas que la mesotroposfera,
donde los modelos predicen un calentamiento más fuerte tuvo su temperatura inaltera-
da. Y solo mencionar los más interesantes recientes hallazgos, los estudios por satélite de
las nubes cubriendo una parte del Pacífico Occidental muestran que el área cubierta de
cirros son un 22% por °C aumentando la temperatura de las regiones nubosas adscritas a
este efecto a una disminución de cirros de la convención de cúmulos. Si esta atribución es
correcta constituiría una realimentación de temperatura negativa (la apertura del iris de
los ojos ajusta el cambio en los niveles ligeros) que cancelaría todas las realimentaciones
positivas en los modelos climáticos sensibles actuales.
Resumiendo, los últimos informes IPCC reconocen las incertidumbres de nuestras eva-
luaciones del riesgo. Aunque concluye que el balance de la evidencia sugiere una discerni-
ble influencia humana en el calentamiento global, también se nota que nuestra capacidad
para cuantificar la influencia humana sobre el calentamiento global está actualmente limi-
tada debido a que la señal esperada está emergiendo del ruido de la variabilidad natural y
debido a las incertidumbres en los factores clave. Desgraciadamente, estas incertidumbres
inherentes han sido hechas fáciles de cambiar el debate en torno al cambio climático total,
sin límite, los argumentos acerca de la extensión y la tasa del calentamiento futuro y, para
economistas, acerca del coste de reducir las emisiones futuras del GHG.
Las negociaciones previas a la formulación al Protocolo de Kyoto de diciembre de 1997
y los debates posteriores, controversias, modificaciones y la oposición al acuerdo son una
ilustración perfecta de estas distracciones. Es aún más notable dado el hecho que incluso
un completamente implementado Protocolo de Kyoto habría hecho poco para evitar sus-
tanciales aumentos en las emisiones de GHG. Este acuerdo fue sólo un tímido comienzo en
la dirección correcta, obligando sólo a los países emergentes a reducir sus emisiones GHG
un 5,3% por debajo de los niveles de 1990 para el período 2008-2012. Los países de baja
renta, incluyendo los grandes productores de GHG como China y la India, no asistieron a
los comités, ni siquiera en reuniones voluntarias.

196
El futuro de la energía

Dependiendo de la elección de los estudios publicados un lector podría creer que la implan-
tación del protocolo podría traer grandes beneficios económicos o acarrear costes sustanciales.
A pesar de que el protocolo ofreció en su anejo B a los países una variedad de aproxi-
maciones a utilizar con el fin de conseguir sus objetivos diferenciados de emisión, los Es-
tados Unidos, con mucho el mayor productor de GHG rehusó implementar su cuota, (se
indicaba una reducción del 7%) y otros grandes productores especialmente Canadá no
alcanzó sus objetivos. Nadie familiarizado con las tendencias recientes del TPES se ha visto
sorprendido por las emisiones de CO2 de los Estados Unidos, más de un 10% por delante
de sus niveles de 1990 en el año 2000, haciendo que el cumplimiento de los objetivos del
protocolo resulten aun más improbables.
Todos estos debates sin fin sobre el cumplimiento de los objetivos, tasas y efectos y costes
del calentamiento global no son solo improductivos sino también claramente contraprodu-
centes. Cuando nos enfrentamos con las mayores incertidumbres con respecto al impacto
antropogénico sobre el clima, el determinante clave es la dinámica de la biosfera, la única
manera responsable de actuar como minimizador del riesgo y comenzar a dar los pasos
razonables para reducir las emisiones y el GHG.
Por supuesto, muchos economistas están en la posición correcta cuando argumentan que
tales pasos, dada la inherente incertidumbre, pueden imponer innecesariamente grandes
problemas a nuestras sociedades que pudieran usar los recursos comprometidos y que
puedan convertirse en un ejercicio muchas veces beneficioso. Tal curso tiene un perfecto
sentido incluso si en las décadas que vienen no se viera ningún pronunciado cambio cli-
mático global antropogénico, como si la señal de calentamiento permaneciera sumergida
dentro de las variaciones naturales y la elevación de la concentración de GHG fuera el
resultado de un menor y enteramente tolerable cambio medio ambiental.
Esto es debido al hecho de que ninguna estrategia de reducción del consumo de energía
no sólo cortaría las emisiones de GHG sino que también reduciría las liberaciones o la
formación de los aerosoles, la presencia de niebla fotoquímica, la deposición ácida, conta-
minación del agua, degradación de los terrenos y la pérdida de la biodiversidad y no existe
ninguna incertidumbre acerca de la elevada deseabilidad de reducir cada una de estas
degradaciones del entorno existiendo pocas dudas acerca de los beneficios económicos a
largo plazo de tales acciones.
La mayor parte de los aerosoles incluyendo los abundantes sulfatos y nitratos formados por
la oxidación atmosférica SOx y NOx, enfrían la superficie reduciendo la radiación solar entran-
te, estas cantidades de refrigeración hasta 30 W/m2 sobre el norte tropical del Océano Índico
cuando los inviernos traen un aumento de la contaminación del aire, y cerca de 26 W/m2 sobre
el Atlántico Norte exterior a la costa de los Estados Unidos. En contraste, el carbón negro emi-
tido durante la combustión imperfecta de la biomasa y los combustibles fósiles contribuyen no
solo en la contaminación local y regional del aire y (sus fracciones más pequeñas, con diámetro
inferior a 10 μm) para una incidencia más elevada de las enfermedades respiratorias sino que
también ayudan a calentar la troposfera y su efecto en este aspecto puede ahora sobrepasar la
contribución del metano.
La niebla fotoquímica ha tenido una presencia semipermanente en cada una de las principa-
les ciudades del mundo, sea Atlanta (junto con Houston, la nueva capital del smog) o Atenas,
Bangkok o Beijing, Taipe o Toronto. Además, los efectos de la niebla fotoquímica urbana han
sido encontrados. La productividad de las cosechas en Europa Occidental, Este de Norteamé-
rica, Este de Asia, se ha visto ya afectada por elevados niveles de ozono, un agresivo oxidante
generado mediante reacciones fotoquímicas. Si no se comprueba, los daños del ozono estarían

197
La energía en cifras

debilitando la capacidad agrícola no sólo para producir alimentos de al menos dos billones de
personas, y una elevada demanda mundial de alimentos de animales, haría que las cosechas
fueran más elevadas incluso más de lo necesario. Aunque las emisiones ácidas han sido signifi-
cativamente reducidas en Norteamérica y Europa, han estado aumentando en Asia.
La disminución relativa de la combustión del carbón, subida de los hidrocarburos, y una
mayor proporción de electricidad proveniente de la hidráulica y de la nuclear ha produci-
do una reducción de la intensidad media del carbono en el TPES, solo un poco por encima
de 24 t C/TJ en 1900 y hasta 18 t C/TJ en el 2000. Esto lleva a una disminución anual media
de casi 0,3% y esa porción de carbón se vería reducida en un 25% durante el siglo XXI.
La intensidad energética del producto económico mundial ha estado cayendo 0,7% du-
rante los últimos 30 años del siglo XX y la continuación de esta tendencia dividiría por dos
el contenido de la energía mundial en el año 2100. La combinación de estas dos tendencias
supondría que en el año 2000 se generarían sólo un 38% del CO2.
Por consiguiente, el TPES general durante el año 2100 aumentaría no más de 2,6 veces
con el fin de mantener las emisiones en el nivel del 2000. Este aumento implica en la media
global una tasa de crecimiento de TPES de casi un 1% anual, una tasa muy por debajo de
la media durante los últimos 50 y 20 años del siglo XX (3,2% y 1,75%, respectivamente).
Incluso con esta tasa de crecimiento tan reducida del consumo energético global no se
daría una estabilización de la atmósfera, no existiría estabilización de las concentraciones de
CO2 en el nivel actual ya que las emisiones acumuladas de gas subirían cerca de 63 Gt C du-
rante el siglo XXI (comparado con los 230 Gt C generados de los combustibles fósiles durante
el siglo XX). Los modelos muestran como este flujo de entrada subiría el nivel troposférico a
450 ppm, o sólo un 20% por encima del nivel actual. No es necesario decir que es mucho más
probable el crecimiento TPES por encima del 1%/anual y requeriría pasos adicionales para
reducir las emisiones de GHG o, en ausencia de tal acción, subiría las concentraciones muy
por encima de 450 ppm para el año 2100.
Lo que es necesario es una estrategia activa sin lamentaciones, reduciendo nuestra depen-
dencia de los combustibles fósiles: relacionando los impactos eventuales de las tendencias
seculares continuadas de las más bajas intensidades energéticas y una gradual descarboni-
zación para facilitar todos estos sucesos pero no ser bastante para evitar un aviso más agudo
del calentamiento que se aproxima y nos daremos cuenta de los múltiples beneficios de redu-
cir el smog, la deposición ácida, así como la degradación del agua y los terrenos. A pesar del
riesgo de que el mundo pudiera experimentar un cambio climático global sin precedentes
no se ha conseguido un progreso en este proceso. El único proceso que funciona en nuestro
favor son las dos mejoras seculares descritas que llevan en marcha más de un siglo. Esto re-
sulta descorazonador pero no sorprendente. Cuando los aspectos relacionados con el cambio
climático global antropogénico subieron de nivel a mediados de los 1980 mucha gente se
reunió para conseguir acuerdos internacionales para controlar el CFC como un ejemplo que
pudiera conducirnos a una reducción del GHG, pero la comparación resulto inapropiada.
El CFC fue producido en un pequeño número de países que se pusieron de acuerdo
rápidamente para abandonar los materiales peligrosos, debido principalmente a que las
empresas fabricantes de estos productos (Dupont e ICI) poseían los sustitutos adecuados
(HCFC). El contraste surge en el caso del calentamiento global, la civilización ha energi-
zado predominantemente a través de los combustibles fósiles que ahora suministran casi
el 90% del TPES comercial mundial. Otras tres realidades hacen que esta dependencia sea
aun más difícil de romper. Primero, el CO2 no puede ser gestionado fácilmente después de
que ha sido generado simplemente añadiendo técnicas de control de la polución que han

198
El futuro de la energía

sido usadas sucesivamente para reducir (o en algunos casos casi completamente eliminar)
las liberaciones de materiales particulares CO, SO2 e incluso NOx; no resultan fáciles de
capturar, aunque existen algunas opciones de secuestro, su uso relativamente extendido
tendría un impacto muy limitado.
La comparación másica con otros productos gaseosos importantes de combustibles revela una
diferencia de dos órdenes de magnitud en la producción global anual: generamos en la ac-
tualidad anualmente unas 25 Mt N y menos de 80 Mt S en los gases de la combustión, pero,
sin embargo, liberamos 6,5 Gt C quemando combustibles fósiles. El secuestro del CO2 en
minas abandonadas y pozos de hidrocarburos es concebible para algunas fuentes cercanas
pero no para el gas producido alejado de los lugares de deposición adecuados y obviamen-
te no para cientos de millones de motores de vehículos rodados y aviones.
Existen propuestas para hundir el CO2 en el océano profundo y los secuestros geoquími-
cos y fotosintéticos sobre la tierra y en los mares abiertos pueden verse como interesantes
ejercicios de mentes estrechas o como ideas cuyo tiempo y cuyo momento nunca llegará.
Segundo, el uso de combustibles fósiles en todo el mundo ahora permanece en infraes-
tructuras globales inmensas de las instalaciones para la extracción, transporte, proceso,
conversión, transmisión y uso final cuyo coste de reemplazamiento es al menos de 10 tri-
llones (americanos) de dólares en la moneda actual. Algunos ingredientes de estas ahora
ubicuas infraestructuras fueron originalmente colocadas en su lugar hace más de un siglo
y han sido repetidamente expandidas y puestas al día en cada momento. La mayor parte
de sus máquinas y conversores tienen una vida útil entre 30-50 años. Por consiguiente,
ésta enorme inversión de larga duración no podría ser fácilmente abandonada incluso si
muchas alternativas no fósiles fueran ya persuasivamente competitivas y disponibles en
cuanto a requisitos de capacidades.
La tercera mayor complicación está también conectada con esta falta de suficientemente
amplias capacidades no fósiles. Las capacidades renovables añadidas anualmente a tasas
de MW o GW harían una gran diferencia en países de renta baja donde el uso de la energía
per cápita de los combustibles fósiles es todavía muy modesta, siendo equivalente a menos
que 1 kW/cápita. Desgraciadamente la mayor parte de los países tropicales no pueden
fácilmente afrontar todavía costes muy elevados de capital de los grandes módulos FV, la
conversión resulta más adecuada a su entorno. Por el contrario, en los países desarrollados
la dependencia de los combustibles fósiles ha ascendido a ese nivel tan elevado, la media
ahora excede los 4 kW/cápita y no existe alternativa técnica a la conversión de energías
no fósiles que pudiera superar esta proporción del suministro, ahora derivamos desde el
carbón y desde los hidrocarburos en sólo unas pocas décadas.
Pero el prospecto a largo plazo para moderar el impacto humano sobra la biosfera cam-
biaría si el mundo perseguiera una gran convergencia energética la gradualmente reducida
demanda energética en economías emergentes dejaría más lugar para la expansión TPES,
que es necesaria para elevar las medias en los países de renta baja por encima del nivel de
subsistencia. Esta gran estrategia cumpliría un número deseable de objetivos.
El crecimiento moderado de la demanda de la energía global comenzaría reduciendo
inmediatamente la tasa de crecimiento de las emisiones GHG y de todos los otros impactos
medio ambientales asociados con la extracción y conversión de más de 6 Gt de carbono al
año. El crecimiento reducido de los TPES haría también cualquier contribución de nuevas
capacidades no fósiles relativamente más importantes, acelerando de modo efectivo la tasa
anual de la descarbonización global.

199
La energía en cifras

Esta estrategia iría directamente dirigida a una de las realidades mas desestabilizadoras
del mundo moderno, la presente brecha entre los países emergentes (alta o relativamente)
una minoría de cerca de mil millones de personas y el resto del mundo.
Existen varias preguntas obvias a realizar; ¿es esto realmente deseable? Si es así, ¿resulta
factible? Si contestamos afirmativamente, ¿existe la probabilidad de cualquier progreso
práctico genuino hacia este objetivo? Si existiera tal progreso, ¿qué diferencia puede, de
modo realista, establecerse en una o dos generaciones, ¿qué ocurriría en 2025 o 2050? In-
tentaremos contestar todas estas cuestiones una por una.

5.5 Lo que realmente importa


La primera cuestión es la moderación de nuestra transformación de la biosfera. Sabemos lo
bastante de los verdaderos fundamentos de nuestra civilización como para no ponerla en
peligro por nuestra incapacidad para sostener altas tasas de crecimiento económico durante
prolongados periodos de tiempo continuando con la degradación del entorno que debilita
los fundamentos de la biosfera. El registro histórico muestra que muchas sociedades colapsa-
ron debido a una degradación local o regional del entorno. Durante el siglo XX este proceso
de degradación ha llegado a ser evidente a escala planetaria. Este es un asunto de enorme
interés ya que la existencia de sociedades humanas complejas depende de la incesante pro-
visión de servicios esenciales, la mayor parte de ellos, relacionados con el medio ambiente.
Los ecologistas tienen claro que la mayor parte de los economistas se centran sólo en las
acciones humanas y ven al entorno simplemente como una fuente de mercancías útiles.
Pero no existe nada más complejo que las sociedades humanas que no son sino subsiste-
mas abiertos de la biosfera finita, la vida en la Tierra presenta diferentes niveles, y al final
están las bacterias, hongos y plantas verdes. La civilización avanzada humana podría muy
bien subsistir sin Microsoft o Wal-Mart o sin titanio o polietileno pero por elegir uno de los
ejemplos obvios no podría hacerlo sin las bacterias que descomponen la celulosa. Sólo es-
tos organismos pueden toman parte en los componentes de plantas de mayor tamaño. En
su ausencia más de 100.000 millones de toneladas de tejidos de plantas que mueren cada
año (masa más de diez veces superior a la de los combustibles fósiles extraídos durante un
año) comenzaría a acumulase en los bosques, praderas y campos en general.
Si nos comportáramos como una sociedad racional prestaríamos mucha más atención a
los servicios proporcionados por la naturaleza que a los índices y valores de la Bolsa.
No destrozaríamos ni dañaríamos ese capital natural con intrincadas conexiones entre
los organismos vivos en bosques, praderas, pantanos, suelos fértiles, aguas costeras, o arre-
cifes de coral, que producen entre todos una tupida red de servicios.
Nuestro objetivo de conseguir elevadas tasas de crecimiento económico ha supuesto unas
tasa de productividad primaria de la Tierra siendo aprovechada para satisfacer las nece-
sidades humanas o bien afectadas por nuestras acciones, han sido ya destrozadas amplias
áreas del ecosistema natural, contaminando y modificando mucho de lo que aún permane-
ce y manteniendo la presión sobre la biodiversidad global que dispone de un inmenso flujo
de energía y a quien le cuesta grandes periodos de tiempo evolucionar.
Estas tendencias no pueden seguir siendo atacadas durante un nuevo siglo, no podemos
doblar la parte de producción fotosintética que ya se cosechó sin poner severamente en peli-
gro la disponibilidad de mercancías ambientales irreemplazables, debilitando la entrega de
servicios ecosistémicos indispensables. Dado que los usos de la energía son los responsables

200
El futuro de la energía

de grandes proporciones de transformaciones antropogénicas nocivas, resulta imperativo, al


menos en el comienzo del proceso, limitar su impacto y el ataque al calentamiento global en
particular.
¿Resulta factible tal moderación en el comportamiento humano? Si podemos reducir to-
dos estos impactos manteniendo un aceptable nivel de vida. Si nuestras acciones fueran
guiadas por dos grandes directrices, una sabia civilización terrestre para mantener la inte-
gridad de la biosfera y la dignidad de la vida humana sería entonces ineludible responder
a las dos preguntas más fascinantes en energía: cuál es el máximo TPES compatible con
la perpetuación de los servicios biosféricos vitales, y cuál es la mínima energía per cápita
para conseguir una calidad de vida decente. Estas dos preguntas rara vez se hacen no sólo
porque resultan muy difíciles de responder, sino porque llevan a adoptar actitudes incom-
patibles con el etos económico reinante del crecimiento y debido a que demandan claros
compromisos morales. La formulación de nuestros objetivos deben ser auxiliados por la
ciencia pero cada ejercicio diario de compromisos efectivos y su transferencia generacional
pueden tener éxito sólo cuando el desafío sea comprendido como una obligación moral.
No es necesario decir que muchas incertidumbres en nuestra comprensión de la estructura
y la dinámica de la biosfera por un lado, y la continuación de las innovaciones técnicas y
sociales por otro, hacen imposible y altamente indeseable ofrecer cualquier respuesta cuanti-
tativa rígida a las dos grandes preguntas. Por consiguiente, no diremos lo que ya han hecho
algunos ingenuos prescriptores, que la Tierra debería soportar como máximo a 1.200 millo-
nes de personas, no pediremos que se comience a agitar a la sociedad de todo el mundo para
obtener un certificado para el uso personal de la energía por una cierta cantidad de GJ/año.
Al mismo tiempo, rehuso tratar a esas dos grandes preguntas como incontestables. Nuestra
comprensión de las funciones básicas de la biosfera es razonablemente avanzada, y cargada
con el término “una decente calidad de vida” puede parecer una definición de sentido co-
mún que no va más allá de un consenso racional.
Al revisar las conexiones entre el uso de la energía surgen los diferentes indicadores de ca-
lidad de vida. Si los requisitos de la energía de buena vida tuvieran que ser cuantificados úni-
camente sobre la base del bienestar entonces la mayor parte de los indicadores sensibles, mor-
talidad infantil y expectativas de vida al nacer, apuntan a un máximo anual de 110 GJ/cápita:
virtualmente no existe ganancia mas allá de ese nivel, y solo ganancias marginales han sido
conseguidas una vez se sobrepasan los 70-80 GJ/cápita. La correlación entre una educación
elevada y el consumo de energía es también muy similar a no más de 100 GJ/cápita y es nece-
saria para asegurar un fácil acceso a la escuela postsecundaria, mientras que los requisitos de la
escuela primaria y secundaria se satisfacen con unos 80 GJ/cápita.
Permítanos recordar en este punto que la mayor parte de las recompensas por enriqueci-
miento de la vida humana está basada en las libertades personales y artísticas, o en tiempos
pasados de naturaleza física o mental, no en poseer grandes cantidades de combustible o
electricidad adicional. Por supuesto, a medida que los tiempos pasados se desplazaron hacia
una energía elevada, ruidosa, contaminante y de elevado riesgo con los coches de carreras,
las lanchas motoras, el desplazamiento por la nieve cuestan sólo una modesta cantidad de
energía que esta embebida en libros, CD musicales y juegos electrónicos. Otros tiempos pasa-
dos requirieron sólo una pequeña cantidad de alimento adicional para proporcionar energía
cinética para la práctica de deportes y la actividad exterior. La actividad que se mostrado
como más beneficiosa para evitar las enfermedades cardiovasculares, es con mucho las más
importante en las poblaciones occidentales, y se reduce a andar durante 30-60 minutos al día
durante la mayor parte de los días de la semana esto requiere un gasto moderado de energía
de sólo 4,2 MJ/semana, o una energía de alimentación equivalente a una sola buena comida.

201
La energía en cifras

Por consiguiente, esta rica evidencia lleva a la conclusión de que la media del consumo está
entre 50-70 GJ/cápita y que proporciona suficiente energía comercial para asegurar la satis-
facción general de las necesidades físicas esenciales en combinación con una amplia difusión
de las oportunidades para el avance intelectual y con respecto a las libertades individuales.
Además, la evidencia histórica convincente demuestra que sólo la salida garantizada por
un aumento en la ostentación en el uso de la energía por encima de ese nivel (y particu-
larmente por encima de 150 GJ/cápita) es una intensidad de degradación medioambiental.
Notablemente, el consumo energético medio per cápita, a comienzos del siglo XXI, es
de 58 GJ/año, está casi exactamente en la mitad del rango 50-70 GJ/año. Esto significa que
un reparto equitativo de los combustibles y la electricidad mundial suministraría a cada
habitante de este planeta suficiente energía para disponer de un adecuado bienestar y una
vida activa y larga enriquecida por un nivel de educación superior a la básica y de signifi-
cativas oportunidades para el ejercicio de las libertades individuales. Naturalmente, todos
los mínimos deseables de consumos per cápita se refieren a las eficiencias de conversión de
energía ahora prevalentes. Por tanto, deberían ser sustancialmente rebajadas en el futuro
como todos los usos comunes de la energía dejan mucho sitio para mejoras adicionales.
Las tendencias seculares para conseguir eficiencias más elevadas y más bajas intensida-
des energéticas no muestran signos de saturaciones tempranas. Por supuesto, las eficien-
cias de los conversores particulares pueden ser empujadas a límites prácticos ya que no
termodinámicos, pero la introducción de nuevas técnicas puede comenzar un nuevo ciclo
de mejoras y una serie de tales innovaciones le puede hacer ascender en el patrón de la
onda. La economía global ha sido capaz de rebajar la intensidad energética de su salida en
un 0,7%/anual durante los últimos 30 años, mientras que las estimaciones usan valores más
generosos del producto económico mundialy ponen la ganancia media en el 1%. Una sim-
ple continuación de la última tasa indicaría que en una generación (por el año 2025) la me-
dia global actual de 58 GJ/cápita de entradas iniciales durante los primeros 1970 y esa tasa
fue la media en Francia al comienzo de los 1960, y la media japonesa a finales de los 1960.
Esto plantea una cuestión obvia: se verían afectadas miles de millones de personas de
población pobre ¿cuándo una generación a partir de ahora pudiera experimentar la cali-
dad de vida disfrutada por las personas en Lyon o Kyoto durante los años sesenta? Sus
expectativas de vida estuvieron por encima de los 70 años y la mortalidad infantil estuvo
por debajo de 20/1.000 nacimientos.
Una adición de los epítomes reconocidos globalmente de la cultura sofisticada, envi-
diable cocina, estilo admirable, los dos países fueron también altamente innovadores. Sus
trenes fueron, y permanecen, como los mejores de este conjunto innovador.
En 1964, Japón introdujo su notable Shinkansen (más conocido como tren bala) que ha
funcionado siempre sin un sólo accidente llevando 130 millones de personas anualmente a
velocidades por encima de los 300 km/hora con retrasos medios de 36 s/tren.
En Francia de los años sesenta la compañía de ferrocarriles del Estado (SNCF) estimula-
da por ejemplo japonés, lanzó su programa de trenes de alta velocidad, que es la forma más
rápida de transporte terrestre existente en Europa.
Y así la respuesta resulta obvia: más del 90% de las personas que permanecen vivas aun
en los países de renta baja en el año 2025 experimentarían una intensa mejora en su calidad
de vida que ya ha sido alcanzada en Francia y Japón durante la década del sesenta, una
ganancia categórica las elevaría desde apenas un nivel de subsistencia a lo que podría lla-
marse como de emergencia incipiente.

202
El futuro de la energía

Unos pocos cientos de millones de personas de urbanitas de alta renta, élites dirigentes,
y narcotraficantes del mundo en países de baja renta, es parte de la convergencia que se-
ría fácil de vender. Por el contrario, bajar la media de los ricos del mundo parece ser una
proposición poco realista. Pero si preguntamos a cualquier lector europeo nacido antes de
1950 o un poco después tendríamos una simple pregunta típica de los 1960: ¿qué resultó
tan imbatible acerca de la vida en esa década? Que resulta tan precioso que haya sido ga-
nado con el tiempo desde ese momento a través de nuestro aumento en el uso de la energía
que nos parece indeseable cuando contemplamos una vuelta a esos niveles de consumo de
combustible y electricidad.
Pero no existe duda del gran aumento que el consumo medio de la energía ha hecho que
cualquier reducción sustancial sea más difícil y que requiera recortes por encima de los
ajustes marginales 10-15%. Por ejemplo, tanto en Francia como en Japón, ahora con una
media por encima de 170 GJ/cápita, tendrán que recortar su consumo de energía en dos
tercios. La retirada supone en el caso de Estados Unidos y Canadá donde una eventual
reparto del consumo de la energía global medio de unos 70 GJ/cápita significaría dar al
menos las cuatro quintas partes del enorme uso actual de la energía.
El desarrollo de un apartamiento sin precedentes no sería una posibilidad realista de tal
reducción dentro de una única generación.

Alimentosdisponibles,consumosyresiduos
Gastadas
Consumida
s

Japón

animales Francia
Disponibles

EstadosUnidos

plantas

0 500 1000 1500 2000 2500 3000


cal/(díaͲcápita)enmiles

Figura 8. Disponibilidad per cápita de alimentos, consumo real, y residuos


en Estados Unidos, Francia y Japón (FAO, 2001)

La enorme desigualdad global que ha sido dispuesta por el desarrollo económico de los
dos últimos siglos no puede ser sometida en una sola generación pero estas comparaciones
inaprensibles demuestran que una impresionante alta calidad de vida alegraría al mundo
sin cambiar prácticamente el consumo global de energía.
El ejercicio resulta también útil como un banco de pruebas para explorar las opciones que
significativamente reducirían la brecha entre ricos y pobres del mundo estableciendo una
civilización global más segura.
La continuación de estas tendencias existentes (un simple ejercicio teórico) muestran que
los dos medios llegarán a ser iguales en 300 años.

203
La energía en cifras

La necesidad para un mucho más rápido estrechamiento de esta brecha resulta evidente.
Hace más de un cuarto de siglo Starr, en 1973, indicó que en el año 2000 el uso energético me-
dio per cápita subiría solo una quinta parte de la media norteamericana. En ese momento a un
tercio de dicha media. En realidad en el año 2000 la media global de 58 GJ/cápita fue menor de
un quinto (18% para ser exacto) de la media norteamericana, y así el progreso retrocede.
Pero ¿qué estrategia, qué aproximación resultaría más útil para cambiar el sistema ener-
gético global en la dirección deseada de impactos medioambientales debilitados y un ele-
vado consumo en general, y reducción del combustible fósil, en particular, en los países
emergentes? ¿Cuáles de las modernas técnicas de conversión ofrecen las mejores poten-
cials para un gradual pero eventual cambio radical del uso de la energía en el mundo?
¿Qué ajuste de políticas nos daría la mayor producción con la menor fricción social para
unos objetivos deseados de una eficiencia más elevada, mejor protección del entorno, y un
refuerzo de la dignidad humana?

5.6 Cosas que ayudan y otras que no lo hacen


Lo que no ayuda es más fácil de listar, y un crítico barrido por todo el mundo obtiene esta
conclusión soberana. Los estados en los que el compromiso político y la compresión se com-
binan con medios técnicos y económicos y con un gobierno decente para crear las condi-
ciones necesarias para la formulación y consecución de políticas energéticas racionales, se
hallan en minoría. Al menos dos tercios del mundo y más realmente las tres cuartas partes no
están cualificados. O bien sus capacidades generales para ser efectivas resultan inadecuadas
o incluso inoperantes, o existen muchas otras crisis constantes, aspectos profundos, compli-
caciones crónicas y luchas sin fin por la limitación de los recursos, ningún pensamiento o
liderazgo de estos países puede contemplar que una eficiencia en la conversión o las descar-
bonización acelerada resulta verdaderamente brusca.
Un listado de las principales barreras en orden ascendente de las poblaciones totales
afectadas, clarifica mucho las cosas.
Cómo esperar ingenuamente que todos los tipos de estados disfuncionales lleguen a es-
tar repentinamente involucrados en una búsqueda efectiva de un futuro más racional de la
energía. Incluyendo aquellos países que no han visto sino brutales guerras civiles (Sudán,
Angola), genocidios domésticos recurrentes (Ruanda, Liberia), conflictos transportados
(África Central) o diversas combinaciones de todo lo anterior (Etiopia, Eritrea y Somalia)
son víctimas de la epidemia del SIDA (la mayor parte de los países subsaharianos podrían
ser clasificados dentro de esta categoría), subvertidos en diversos grados por los narcotrafi-
cantes (no sólo Colombia también en México, Bolivia y Afganistán) reglados por pequeños
núcleos de dictadores y militares (Congo Corea el Norte) gobernados por burocracias ex-
traordinariamente corruptas (aquí los círculos se ensanchan para incluir a los principales
actores de China, India e Indonesia) o intentando cortar la vida de poblaciones crecientes
sorteando la pobreza (Bangladesh y Vietnam).
Estas realidades son la munición obvia para las políticas a seguir, pero su fin no está cercano.
La evolución ha construido una gran resiliencia en la biota y la historia ofrece múltiples ejem-
plos inspiradores de la esperanza, recuperación y elevación de nuevas empresas humanas.
La perspectiva histórica también apunta a una de las perspectivas más constantes y frus-
trantes: podríamos hacerlo mucho mejor, de hecho, dado nuestro actual potencial para
los ajustes técnicos y sociales casi milagrosos pero si lo hacemos siempre mantendremos
una pregunta: ¿cómo consigue una sociedad democrática, donde la demanda de energía

204
El futuro de la energía

es conducida por miles de acciones individuales y cuyas políticas básicas están sometidas
a vigorosas (a menudo debilitadoras) contestaciones de a veces opiniones irreconciliables,
llegan con un curso efectivo de la acción? Más específicamente, ¿cómo comenzamos la
transición del crecimiento ilimitado a la sensibilidad de un consumo moderado? Los pre-
cedentes pueden no ofrecer una buena guía pero resultan reveladores.
El único caso de límites claramente encontrados sobre el uso de la energía es el consumo
medio de alimentos en los países emergentes. Este no es sólo un límite de suministro sino
un límite sobre lo que debería consumirse para mantener la salud y la vida productiva y la
manera en que las poblaciones y los gobiernos de los países emergentes deben enfrentarse
con este asunto es bastante descorazonador. Estos países tienen ahora disponible a nivel de
detalle unas 3.000 kcal/dia por cabeza (en los Estados Unidos la tasa es 3.600 kcal/dia por
cabeza) mientras que su actual media diaria es tan sólo de 2.000 kcal/dia per cápita). Esta
disparidad crea un enorme desperdicio de alimentos que va desde los 1.100 kcal/dia en Ca-
nadá a los 1.600 kcal/día en los Estados Unidos, pero dado que los requisitos medios en unas
sociedades cada vez más sedentarias se hallan por debajo de la media, la incidencia del so-
brecalentamiento y la obesidad ha subido fuertemente. En los Estados Unidos su prevalencia
ha permanecido estable entre 1960-1980 (cerca del 25% de la población adulta) y aumentó un
8% durante los años ochenta.
En los primeros años de los noventa la ganancia de peso medio de 3,6 kg fue casi la ter-
cera parte del sobrepeso adulto, con aumentos más elevados entre los hombres de más de
50 años y mujeres entre 30-39 y 50-59 años de edad. Incluso más alarmantemente, cuando
contemplamos los pesos reales asociados con la más baja mortalidad de las tres cuartas
partes de los adultos se hallan por encima de la masa óptima corporal. Las tasas de obesi-
dad son todavía más bajas en Europa pero también están subiendo. Una respuesta racional
a esta verdadera epidemia de obesidad trae una elevada incidencia de enfermedades car-
diovasculares y diabetes que debería ser el comienzo de la eliminación de los subsidios a la
producción de alimentos con el fin de que estos suban sus precios.
A pesar de la difusión de la obesidad, los gobiernos norteamericanos y europeos conti-
núan promoviendo una elevada producción de alimentos, para financiar la investigación
que lleve hacia unas mayores cosechas y producción de animales, y para subsidiar a los
granjeros con el fin de mantener los alimentos en unos niveles que no tienen precedentes
en la historia moderna (una población de menos del 15% de renta disponible para Nortea-
mérica amplia clase media).
De otro modo nos hemos reajustado de una forma bastante efectiva a otros desafíos ener-
géticos. La respuesta del mercado a la crisis de la energía de los años setenta ha sido des-
pués de unas vacilaciones iniciales, muy efectivas. Algunas políticas para el nuevo público
trajeron unos resultados mejor de los esperados, y otras resultaron contraproducentes y
posteriormente abandonadas: los coches norteamericanos al ser tan ineficientes consumen
como media sólo la mitad de lo que lo hacían en 1973.
Del mismo modo que con los sistemas complejos no existen recetas sencillas, además como
ya se ha indicado repetidamente, los problemas de infraestructura evitan cualquier cambio
técnico y de recursos incluso aunque estuvieran una voluntad política y social para actuar
de forma compacta. El gradualismo es la clave para hacer esto inteligentemente, el tiempo
comienza ahora. Estos son los ingredientes esenciales de cualquier práctica, o aproximación
efectiva: trabajar sin retrasos y con su compromiso persistente. Esto deja poco sitio para con-
traproducentes guerras de políticas ideológicas y su retórica asociada, no importa en qué
campos de interés especial se originen.

205
La energía en cifras

La demonización de la energía nuclear no resulta una ayuda precisamente en un mundo


donde mejor o peor, casi una quinta parte de su electricidad procede de la fisión nuclear
del uranio y donde muchos países pueden encontrarse en una precaria situación con res-
pecto a su suministro eléctrico si llevaran a cabo un cierre de sus reactores. Tampoco ayuda
a abogar por la senda nuclear como la mejor manera de evitar las consecuencias futuras
del aumento de las emisiones en GHG: existen claramente muchas otras soluciones que
merecen una detenida atención. La elección de las conversiones renovables en pilares casi
exclusivos del TPES global durante el siglo XXI es no sólo ingenuo sino irresponsable. De
otro modo, este tipo de conversiones están inherentemente limitadas y las elecciones son
igualmente obtusas y cortas de vista.
Por consiguiente, lo que no ayuda a adoptar una actitud de verdadero creyente y citar
como una verdad revelada una de estas evaluaciones extremas que pretende acabar con
todas las disputas llevan a posiciones sin beneficio alguno. Desgraciadamente entre la ma-
yor parte de los estudios que comparan la crisis de las energías renovables con costes y
problemas en los sistemas basados en combustibles fósiles que hacen en esta categoría y de
ahí que no puedan guiar nuestras acciones. En lugar de quedar apartado y honestamente
perplejo por la complejidad de la tarea ello gravita hacia una de las dos conclusiones in-
compatibles, como deseo de estos analistas confiados.
El primer grupo de estos analistas hace hincapié en los análisis que algunas de los con-
versiones de nuevas renovables ya hacen, y otras que lo serán en breve, compitiendo con
las generaciones a través de fósiles.
La electricidad producida a través del viento es considerada aisladamente como com-
petitiva siendo incluso su generación más barata que la realizada mediante combustibles
fósiles y su precio se prevé descenderá a la mitad antes de llegar al 2010. Naturalmente, es-
tos análisis concluyen con que las renovables pueden cubrir una amplia porción del TPES
nacional y global. Dentro de la próxima generación podremos ahorrar enormes inversiones
de capital, recortando la extracción y la combustión de los combustibles fósiles y reducien-
do la tasa de calentamiento global.
Un subconjunto de estos análisis, evaluaciones del coste económico de una significativa
reducción de emisiones de GHG, muestra que las conversiones renovables deberían ser la
piedra angular en la estabilización climática con costes reducidos y que abatiendo el ca-
lentamiento global no tendría coste económico sino que ahorraría billones de dólares cada
año sin cambios drásticos en el estilo de vida de los Estados Unidos. Lovind en 1991 indicó
que pueden conseguirse unos ahorros de 200.000 millones de $ (1990)/año e hizo hincapié
en que pueden ser conseguidos sin grandes planes ni intervenciones gubernamentales en-
comendándolo todo a la libre elección y a la libre empresa.
Para dar sólo un ejemplo más especifico, UCS cree que las renovables pueden reunir al
menos el 30% de las necesidades eléctricas de los Estados Unidos en el 2020, mientras se
ahorra casi la mitad de 1 trillón (americano) de $, evitando la construcción de casi 1.000
nuevas plantas generadoras y reduciendo las emisiones de CO2 en dos tercios comparado
al escenario “como si todo siguiera igual”.
No sorprendentemente, Turner nos urge a que nos embarquemos en esa senda a la ma-
yor velocidad posible. En agudo contraste, el segundo conjunto de evaluaciones concluye
que las renovables no son excepcionalmente baratas ni especialmente verdes, su distribu-
ción desigual puede hacer poco en el suministro de la energía regional o local y que los
subsidios para su desarrollo no son sino una pérdida de dinero.

206
El futuro de la energía

A medida que el corte de las emisiones de GHG, Nordhaus supone que hace un década
200 billones de $ (1990)/año para un 20% de emisiones hasta conseguir los niveles de 1980.
Más recientemente, Nordhaus usó modelos mejor integrados de cambio climático y de la
economía global para concluir que, con excepción de la geoingeniería, incluyendo inter-
venciones discutibles a escala planetaria como la inyección de materias determinadas en la
atmósfera o la estimulación de los océanos como posibles pozos de CO2 y suponiendo un
coste de 1 $/t C, ninguna de las políticas examinadas tiene especiales ventajas económicas.
Limitando las emisiones globales al nivel de 1990 ello supondría unas pérdidas de 1.125
trillones de $ en cuanto al valor presente e incluso un objetivo más ambicioso de reducir la
salida de GHG un 80% del nivel de 1990 costaría a la economía global 3,4 trillones de $NO,
se debe tener en consideración a técnicas inmaduras que sólo se han sometido a simples
pruebas: millones de unidades proporcionan eficientes, económicamente fiables y ambien-
talmente aceptables desde hace un par de décadas. Excepto en el caso de la energía hidráu-
lica con turbinas de todos los tamaños, ninguna de las conversiones renovables pertenece
a esta categoría. Se ve con extrañeza las continuadas muestras de aceptación hechas por
expertos cuyas previsiones se han mostrado patente y repetidamente pobres como Lovis
indicando que un tercio del TPES norteamericano procederá de renovables descentraliza-
das, una previsión que ha errado su objetivo en más de un 90%.
De otro modo, existe una pequeña simpatía para las críticas a las conversiones de nuevas
renovables que aprovechan los subsidios recibidos de las granjas eólicas o FV de la industria.
La última cosa en la que quiero que empleen mis impuestos es en dudosos esquemas de
etanol derivado del maíz, cultivo de bosques de kelp para la obtención de biomasa, o cons-
trucción de grandes prototipos OTEC, pero los subsidios explícitos u ocultos para nuevas
conversiones de energía no son nada nuevo de todas formas. Sieferle nos da un número de
interesantes ejemplos de cómo el estado Prusiano promovió y subsidió el uso el carbón du-
rante finales del siglo XVIII. Nada en la historia reciente iguala la largueza con que la indus-
tria nuclear norteamericana recibió entre 1947 y 1998 unos 145.000 millones de $ (1998) o el
96% de todos los subsidios del gobierno para I+D en energía, comparado a los 5.000 millones
de $ en renovables. Como el NIRS señalara el coste de los subsidios nucleares se mantienen
como media 1400 $ comparados con los 11 $ empleados en la generación de electricidad. Más
recientemente, los créditos impositivos federales en I+D han sido fuertemente sesgados a fa-
vor de los combustibles fósiles que son casi dos tercios de los mismos dirigidos al gas natural
con el fin de animar la producción de hidrocarburos a partir de fuentes no convencionales y
con todas las renovables recibiendo únicamente el 1% del total.
Las perspectivas más amplias también ayudan a que los subsidios sean más juiciosos. Las
economías emergentes están queriendo subsidiar a los granjeros europeos, norteamericanos
y japoneses para suministrar 1 billón de dólares al día que añadir a los ya excesivos suminis-
tros de commodities cuyo glotones consumos disparan la obesidad produciendo una eleva-
da enfermedad relacionada con la civilización. ¿Por qué entonces deberíamos subsidiar a los
granjeros de Great Plains de Texas o de Dakota del Norte o de la UE que hace que tiendan
más a granjas eólicas que a mantener superfluas cosechas cuyo crecimiento acelera la erosión
del suelo, añadiendo más nitrógeno procedente de los fertilizantes a las corrientes de agua y
a los acuíferos, reduciendo la biodiversidad? Análogamente, ¿por qué no subsidiar a algunos
granjeros de California y Arizona para cubrir sus campos con células FV que generen electri-
cidad más que subsidiar el coste del agua de regadío usada en sus campos para hacer crecer
las cosechas que crecerían mucho más fácilmente en otras áreas más lluviosas?
No se puede ignorar que para conseguir grandes retornos de los ahorros de energía, que
persistentemente fallan en internalizar cualquier externalidad importante, muchas industrias

207
La energía en cifras

han perseguido los ahorros de energía bastante agresivamente y, como ya se indicó, muchos
de los principales costes de la generación eléctrica a partir del carbón han sido internalizados
en un grado elevado.
Si los costes externos de la generación eléctrica a partir del carbón permanecen realmente
tan elevados, como algunos de los proponentes de las energías renovables señalan, pode-
mos decir con Singer la “Clean Air Act” ha sido un fallo colosal y la EPA ha fallado clamo-
rosamente en hacer ese trabajo” y la competitividad de la electricidad generada a partir
del viento estaría asegurada sin necesidad de subsidios. De otro modo, no resulta creíble
declarar que sólo los costes marginales permanecen sin ser internalizados. La ausencia de
cualquier relación entre el precio de la gasolina y el coste de la estabilización militar y polí-
tica del Medio este, o la elevación de las enfermedades respiratorias causadas y agravadas
por la niebla fotoquímica creada por las emisiones de coches son quizá los dos ejemplos
más evidentes del olvido de la internalización.
Al mismo tiempo, incluso las mejores cifras disponibles con respecto al coste específico
actual de las técnicas de conversión actuales no deben ser aceptadas acríticamente. Esta ac-
titud escéptica se halla doblemente justificada cuando se contemplan las comparaciones de
procesos altamente disimilares (por ejemplo: eólica frente nuclear; hidroelectricidad frente
a FV) y debe ser el modo dominante de cualquier evaluación de costes futuros. Aunque las
curvas de aprendizaje existen indudablemente, y aunque los costes específicos de conver-
sión tienden a disminuir con el tiempo, no existe una ley universal que dicte la tasa de tal
disminución o su persistencia. Los costes de la fisión nuclear (contrariamente a las predic-
ciones publicadas durante la décadal cincuenta y sesenta) no cayeron tanto que la técnica
pudiera desplazar a todas las otras formas de generación de electricidad; el coste de los
coches eléctricos permanece como no competitivo con las máquinas impulsadas-ICE desde
hace más de un siglo en que se predijo un brillante futuro para los vehículos eléctricos; y
los costes de las diversas conversiones renovables no disminuyen tan rápidamente durante
el último cuarto del siglo XX, como indicaban los abogados de la senda de energía blanda.
¿Cómo podemos sacar seriamente la conclusión hecha por Nordhaus acerca de que la
geoingeniería es la única estrategia provechosa para combatir el calentamiento global? Tal
funcionamiento con la biosfera no ha sido nunca intentado sobre una escala planetaria y todo
lo que uno tiene que hacer es conectar al modelo una estimación totalmente supuesta hecha
por la NASA, que tales acciones pueden costar 10 $/t de C. Pero evitando el dogmatismo una
vez más, no digo que se pueda abandonar la idea de la ingeniería a escala planetaria como
algo heurístico y poco práctico. Cada una de las soluciones de geoingeniería recientemente
consideradas para enfrentarse con la interferencia humana en el ciclo de carbono, sea por el
secuestro del CO2 líquido en el océano profundo la fertilización del nitrógeno en la capa eufo-
tica para eliminar el carbono atmosférico en una fitomasa muerta y hundida, o la instalación
de escudos extraterrestres para reducir el aislamiento que se enfrenta a inmensos desafíos de
implantación y ninguno de ellos ha probado hasta ahora ser práctico.
De acuerdo con Keith, quien argumenta que sería sabio comenzar con un compromiso
renovado para reducir nuestra interferencia con los sistemas naturales más que intentar
equilibrar una interferencia con otra. Pero mientras creo que la gestión planetaria efectiva
es solo la segunda mejor elección y que, en cualquier caso, todavía permanece nuestra
capacidad técnica y aceptación social también argumentan que en un grado significativo,
estamos ya involucrados asistemáticamente en tal proceso.
Por consiguiente, cualquier pensamiento, exploración sistemática de las posibilidades
de la geoingeniería y las oportunidades podrían ser bienvenidas más que olvidadas, aun

208
El futuro de la energía

cuando ninguna de estas ideas pueden llegar a ser realidad en este siglo. Recuérdese que
ha llevado más de 150 años elevar a las pilas de combustible desde un laboratorio a ser
unos de los conversores de energía más prometedores.
Finalmente, y más fundamentalmente, incluso las cuantificaciones mas cuidadosas de
los costes existentes o futuros de las conversiones de energía pueden ir sólo tan lejos cuan-
do no existe un método satisfactorio para conseguir con una relación coste-beneficio sig-
nificativa del último precio, la preservación a largo plazo de la integridad de la biosfera.
No tenemos una manera significativa para valorar a la naturaleza y las cuantificaciones
recientes a nivel global son ejemplos perfectos de la futilidad de tales estimaciones.

5.7 Realidades y deseos


Las previsiones a largo plazo sobre los asuntos energéticos son de poco valor. Los esce-
narios exploratorios son mucho más preferibles, pero a medida que han llegado a estar
bastante de moda durante la década del noventa. No veo forma de añadir esta nueva in-
dustria: el conocimiento de ese género puede ser completado modificando las alternativas
WEC. Mi preferencia va por dibujar realidades sin excepción que conformarán los desarro-
llos futuros y complementarán una corta lista de deseos de acciones que se deberían tomar,
actitudes sobre las que convendría reflexionar, y compromisos que se deberían aceptar
para seguir. Como individuos y sociedades con el fin de moverse hacia aquellos dobles
objetivos de vida con dignidad asegurando además la integridad de la biosfera.
Durante las primeras dos décadas del siglo XXI fuentes y técnicas de conversión de ener-
gía establecidas durante mucho tiempo continuarán dominando los mercados. El carbón
permanecerá como un combustible clave para la generación térmica de electricidad y las
grandes centrales llevarán el peso de la carga global. Los hidrocarburos continuarán su-
ministrando más de la mitad del TPES global, planteando un gran desafío y esfuerzo de
inversión a ulteriores desarrollos de recursos convencionales que son o más remotos o de
más difícil acceso (o bien ambas cosas) y con un aumento de la atención a depósitos no
convencionales y con tasas reforzadas de recuperación. No existe nada inevitable acerca
de la salida global de pico convencional del petróleo antes del año 2010. La duración de la
era del petróleo puede venir determinada más por la demanda de combustible que por su
disponibilidad. En cualquier caso, un pico temprano en la extracción de petróleo no debe-
ría ser motivo para el pánico o las lamentaciones, y sería poco probable llevar a tal deses-
peración como una licuefacción del carbón a gran escala y la extracción del petróleo. El gas
natural, las conversiones más eficientes y las fuentes no fósiles facilitarán esta transición.
La transición desde las sociedades energizadas potenciadas por combustibles fósiles a un
sistema global basado principalmente en conversiones de energías renovables llevará la ma-
yor parte del siglo XXI. Un camino muy largo queda delante de las renovables, a comienzos
del siglo XXI las fuentes de energías renovables explotadas comercialmente suministran me-
nos del 30 EJ o entre 7-8% del TPES mundial, pero la mayor parte de este total corresponde a
biomasa de madera (16 EJ) e hidroelectricidad (9 EJ) con las nuevas renovables conversiones
directas de energía solar y electricidad generada por el viento, oleaje, geotérmica añaden
únicamente 2 EJ. En estas etapas de su difusión, todas estas conversiones están creciendo
con tasas elevadas y muchos países tienen ambiciosos planes de expansión, se declara que
de 15-20% de toda la electricidad durante los años 2020-2025 se producirá a través de flujos
renovables.
Por supuesto, la decisión de adoptar conversiones en nuevas renovables puede venir deter-
minada eventualmente por aspectos percibidos y reales acerca del cambio climático global y
209
La energía en cifras

del cambio climático en particular, más que por cualquier suministro. Pero incluso con una
rápida transición de los combustibles fósiles a los renovables el mundo experimentaría aún
un mayor aumento de las concentraciones de GHG troposférico y en un crecimiento del ries-
go de calentamiento global no trivial. Este aspecto y la duración de la incertidumbre acerca
del impacto global neto del cambio climático, permanecerá como uno de los factores clave
formativos de la toma de decisión energética durante el siglo XXI.
Ni muchos otros aspectos medioambientales desaparecerán. El uso más amplio de las
mejores técnicas y la continuación de la descarbonización del TPES global continuará mo-
derando la degradación medioambiental causada por las industrias energéticas y sus usos.
Todavía ninguno de los muchos impactos locales y regionales que son causados (entera o
parcialmente) por nuestro uso de combustibles fósiles y de la electricidad que figuran pro-
minentemente entre los trastornos medioambientales actuales (lluvia acida, niebla fotoquí-
mica, pérdida de biodiversidad y cambios de uso e terrenos) serán reducidos a un grado
no consecuencial durante la próxima generación. Dado que la historia del siglo XX de una
emergencia inesperada de los principales aspectos medioambientales (lluvia ácida, pestici-
das persistentes y ozono estratosférico) deberíamos esperar nuevos y aun no identificados
riesgos para sumir una prominencia repentina.
Como contraste, el aspecto que puede ser seguramente dejado aparte es la disponibilidad
de recursos energéticos: las reservas de combustibles fósiles son suficientes para cumplir
cualquier demanda concebible durante las próximas dos generaciones, y los recursos no
convencionales de petróleo y gas pueden extender la duración de la era de los hidrocarbu-
ros a la segunda mitad del siglo XXI. Más allá de los combustibles fósiles el mundo puede
aprovechar enormes flujos de energías renovables: radiación solar directa, energía eólica
en una capa accesible de la troposfera son varios órdenes de magnitud más grandes que el
TPES actual global y pueden suplementarse mediante hidroenergía y energía geotérmica.
Existen pocas dudas de que varias conversiones no fósiles, principalmente la eólica y la
FV, llegarán a ser las más importantes durante las próximas décadas, no sólo en términos
absolutos, sino también como porcentaje de los agregados más relevantes. En contraste
la producción en masa de los combustibles líquidos a partir de la biomasa tiene (y debe-
ría tener) baja probabilidad y la emergencia de una economía del hidrógeno tomará casi
ciertamente mucho más tiempo de lo que se sugiere por muchos promotores poco críticos
con el cambio. Las previsiones en cuanto a proporciones de estas conversiones de nuevas
energías renovables en un momento determinado es fútil, sabemos que la mayor parte si
no todo, de los ingredientes prácticos del sistema energético de los próximos 20-30 años,
pero no podemos apuntar a sus tasas de crecimiento, velocidad de sustitución y mezcla
de suministro resultante. La única certeza indiscutible es la continuación de la subida en
importancia de la electricidad reflejada por una elevación de los combustibles fósiles con-
sumidos de esta manera indirecta así como la indeterminada consecución de medios más
eficientes y menos costosos de la electricidad generada a partir de fuentes renovables.
La única declaración inaprensible con respecto al TPES global es que debería crecer más rá-
pidamente que la tasa esperada de aumento de población durante la primera mitad del siglo
XXI y debería continuar creciendo incluso aunque tuviera lugar una estabilización de la po-
blación global. Este crecimiento es necesario con el fin de mantener las mejoras en la calidad
de vida de las poblaciones mundiales de baja renta y estrechar la brecha intolerable en cuanto
a consumo entre ricos y pobres. Pero incluso las más elevadas tasas prácticas de crecimiento
en el consumo de energía en los países actuales de baja renta, no serán capaces de cerrar la
brecha entre los dos mundos que se han formado en cuanto al uso de la energía se refiere.

210
El futuro de la energía

La disponibilidad de la energía útil aumentará más rápidamente que el TPES debido a la con-
tinuación de innovaciones técnicas y mejoras en la gestión que traerán consigo ganancias sus-
tanciales de la eficiencia de conversión y unas pérdidas menores en transporte y transmisión.
La continuación de la tendencia histórica debería ver ganancias del orden de 0,5-1% anuales
pero ganancias más rápidas son posibles y deseables. Dejando aparte los hornos de gas natural
de alta eficiencia, sólo cerca de cada conversor de energía casero en los países emergentes de-
berían ser un 50% más eficientes antes de que llegue la mitad del siglo XXI y muchos procesos
industriales y comerciales deberían también mejorar. Las ganancias de eficiencia, a medida que
vayan creciendo, deberían proponerse en cada país que se esté modernizando.
Como resultado, la intensidad de energía de los productos de energía global continuará
cayendo pero la calidad de la energía suministrada subirá conforme consiga una mayor
proporción de la electricidad y gas natural que serán consumidos. Se generará más electri-
cidad por conversiones de flujos renovables pero, de acuerdo con los tiempos de transición
históricamente largos, el cambio de los sistemas basados en combustibles fundamental-
mente fósiles a uno dominado por las conversiones directas o indirectas de los flujos sola-
res no serán completadas antes del 2050. La mayor incertidumbre procede de las futuras
contribuciones de la energía nuclear, incluso en el corto plazo (hasta el 2020).
Es el éxito futuro de determinadas técnicas rompedoras lo que pudiera establecer dife-
rencias fundamentales en el suministro de energía mundial y las que están en la actualidad
en estado experimental o están dando sus primeros pasos en cuanto a comercialización
se refiere. Dado el papel fundamental destinado a desempeñar por la electricidad, la su-
perconductividad es quizá el ejemplo más notable. Hasta 1986 el fenómeno sólo fue a una
temperatura de 23 °K pero ese año el límite cambió a 36 °K y, a finales del pasado siglo,
ya era posible en varios compuestos conseguir la superconductividad a 77 °K el punto de
ebullición del nitrógeno con el registro a 164 °K. Aunque esto representa un desafío para
la cerámica basada en el óxido de cobre en cables, estos avances producen aplicaciones
comerciales de superconducción a elevada temperatura en cables (HTS) refrigerado por un
líquido frío y probablemente barato.
Los primeros usos no están motivados por la eliminación de las pérdidas en la trans-
misión pero sí por la oportunidad de satisfacer una demanda urbana creciente llevando
varias veces más potencia para simplemente retroalimentar las uniones existentes con los
mismos grosores en un cable HTS.
La subestación Edison de Detroit fue la primera instalación en tender varios centenares
de metros de tales cables con el fin de proporcionar el suministro a unos 30.000 clientes. En
2001 los cables HTS eran todavía de 8-10 veces más caros que los de cobre pero las previ-
siones indican que en una década pueden ser ya la mitad de los cables enterrados.
Entre los avances recientemente conseguidos están los cristales de C60, fáciles de utilizar
como componentes electrónicos, superconduciendo a 117 °K y el progreso en la fabrica-
ción de cables relativamente largos de MgB2, un compuesto barato y fácil de fabricar. Los
supercondutores compuestos sólo lo son a 39 °K pero debido a ello es mucho más fácil
cambiarlos en cables, ello puede encontrar aplicaciones comerciales más pronto que los
materiales basados en óxidos.
El examen de las tendencias históricas muestra que muchas transiciones críticas tienen
lugar incluso a pesar de las políticas deliberadas, o que la intervención de la planifica-
ción y las diversas formas de gobierno no han jugado papeles críticos en la difusión de
las nuevas conversiones o nuevos patrones de consumo. De otro modo, muchos de los
desarrollos relacionados con la energía no hubieran tenido lugar sin tales intervenciones.

211
La energía en cifras

Existen desafíos de las políticas públicas que nunca se llevarán a efecto. ¿Cuáles son las
mejores elecciones para atraer muchas salidas deseadas? ¿Cómo promover la eficiencia y
la innovación sin que se acabe con un consumo más elevado? ¿Cómo reducir el uso entre
aquellos quienes son fuertemente consumidores de combustible y electricidad y disparan
entre ellos aquellos que pueden sólo soñar con una vida digna?
Cuando se enfrentan tantas incertidumbres y resultan incapaces de prever no solo las
sorpresas inevitables sino también el curso de muchas tendencias clave, deberíamos perse-
guir cualquier medio efectivo que no se acerque a los objetivos. Esto significa adoptar otra
aproximación a la realidad: minimizando lo más complejo más que simplificar lo máxi-
mo, siendo determinado pero flexible, ecléctico pero discriminatorio. El primer contraste
significa favorecer una multitud de aproximaciones más que relacionar sobre cualquier
solución sencilla y hacer ganar a las entradas mínimas compatibles con los servicios útiles
alcanzables y más elevados. Los otros contrastes indican que no debería tener lugar una
pureza ideológica a priori que no pudiera tolerar soluciones particulares, las exclusiones
no categóricas de ciertos ingredientes (tales como “el futuro de las renovables no puede ser
ni siquiera parcialmente nuclear” o “no existe ninguna gran presa buena” o “la economía
del hidrógeno es una obligación”).
Esto requerirá, más comúnmente una aproximación tolerante pero discriminatoria con
los impuestos y subsidios. Los impuestos (sobre el petróleo importado, sobre la gasolina,
y sobre la electricidad generada a partir del carbón) son una herramienta común, quizá
una segunda de subsidios (para el etanol, electricidad eólica y aislamiento de viviendas)
en el mercado de la energía. Un reciente favorito impuesto es el las emisiones de CO2 con
el fin de estimular la introducción las técnicas de transporte libres de CO2 y de ahí debilitar
la influencia futura de la OPEC. Ambas herramientas producen gasto, son regresivas y
básicamente poco efectivas, pero cuando son cuidadosamente diseñadas y juiciosamente
implantadas pueden ser útiles y producir beneficios.
Por ejemplo, las comparaciones internacionales muestran que las compras elevadas y
los impuestos sobre la propiedad son particularmente efectivos en limitar el tamaño de los
vehículos, mientras que los impuestos sobre el peso, potencia o desplazamiento tienen un
efecto mucho más pequeño.
Los impuestos sobre el CO2 han sido ampliamente debatidos como una herramienta para
moderar la tasa de calentamiento global y su aplicación inteligente (por ejemplo: invirtiendo
el dinero en GHG y contaminación y reduciendo las actividades e incrementando la resilien-
cia de la sociedad más que haciendo desaparecer el beneficio general) podría ser efectiva.
Pero estimo que un tipo de intervención del gobierno, un objetivo buscado para masi-
vamente extender la oferta de un determinado tipo de energía, supone un gran desafío de
escepticismo y un escrutinio extraordinariamente cuidadoso. Estas soluciones a ser perci-
bidas en el suministro de energía han sido favorecidas durante décadas por muchos abo-
gados de la intervención pero mirando hacia atrás, existe un gran acuerdo en pensar que
muchas de estas propuestas no funcionarán.
Para dar sólo un ejemplo notable durante finales de los años setenta muchos expertos fa-
vorecieron la creación de una industria del petróleo subsidiada por el gobierno a gran esca-
la y los fondos públicos comenzaron a fluir para crear una entidad ineficiente y medioam-
bientalmente discutible. Incluso una década más tarde, Abelson solicitó regulaciones que
requirieran la incorporación de ciertos líquidos sintéticos en la gasolina con el fin de crear
un vigoroso programa de combustibles sintéticos. Quizá sólo en el caso de una crisis po-
drían estar justificadas este tipo de medidas.

212
El futuro de la energía

Al comienzo de la lista colocaríamos un cambio radical en las actitudes con respecto al


consumo de los materiales y la defensa de la biosfera. Resulta obvio que nuestra civiliza-
ción basada en la energía fósil es inherentemente insostenible si sus beneficios se preten-
den se extiendan a 7-9 billones de personas. También resulta claro que su confort de eleva-
da energía y su extensión a miles de millones de personas, que todavía sólo sueñan en ello,
liberaría completamente el flujo de energías renovables lo que sería una tarea monumental
que puede ir acompañada sólo después de muchas generaciones de esfuerzo determinado.
¿A qué velocidad podemos ir en esa dirección? ¿Cómo puede resultar más sencilla la
transición disminuyendo el uso de la energía en los países emergentes? ¿Cuáles son los
parámetros realistas de la moderación? Un clásico de este género nos da una respuesta
de compromiso. Georgescu-Roegen intenta examinar la economía moderna a la luz de las
realidades físicas ignoradas por los prácticos de la corriente principal, rechazando modelos
estándar de crecimiento económico y concluyendo que la mayor parte de los estados de los
negocios deseables no estan favorecidos por una economía del estado estacionario sino por
muchos abogados del anti crecimiento.
Sus respuestas refuerzan lo que hemos llamado el programa bioeconómico mínimo que
fue encabezado por la prohibición de todos los instrumentos de guerra, no solo la guerra
en sí misma. En segundo lugar, la ayuda a las naciones subdesarrolladas de modo que pue-
dan alcanzar lo más rápidamente posible un buen nivel de vida, aunque no lujoso. Otros
pasos clave incluyen la reducción de la población global a un nivel completamente sopor-
table por la granja orgánica, esfuerzos dedicados a minimizar las eficiencias de conversión,
y el hábito de descartar unidades que todavía podrían permanecer en servicio objetivo,
que podría verse acompañado diseñando unidades más durables. Georgescu duda si la
humanidad se adherirá a cualquier esfuerzo que implique una reducción de su adicción
exosomática al confort. Inevitablemente esto le deja a concluir que la civilización moderna
puede tener una breve, excitante y extravagante existencia más que estar de acuerdo con
las condiciones necesarias para una larga supervivencia, una tarea mejor dejada a los mi-
croorganismos que carecen de ambiciones espirituales.
“Las primeras cosas en primer lugar” esta podría ser la mejor manera de argumentar
con el veredicto soberano. Para comenzar, sería muy agradable ver una desproporciona-
da atención continua fijada en un aumento de la oferta más que en una moderación de
la demanda, y los economistas modernos, celosos guardianes del crecimiento, no tienen
experiencia con el funcionamiento de una economía estacionaria y la mayoría de ellos re-
húsa pensar acerca de sus posibles modalidades. Existen pocas dudas de que muchos de
estos pasos moderados pueden ser tomados sin afectar a la alta calidad de vida y con un
coste muy aceptable (o incluso con beneficio). Siendo más un asunto de actitud que de una
elección distinta y penosa.
El uso futuro de la energía en el mundo emergente es principalmente un asunto moral,
no un asunto económico y técnico. Así el estrechamiento de la brecha intolerable de la
calidad de vida entre el mundo de ricos y pobres, esto usualmente se refiere a la enorme
diferencia entre las economías de elevada y baja renta pero también existe dentro de todos
los países modernos donde la ausencia de un gobierno decente, desigualdad de oportu-
nidades y una amplia corrupción crean brechas innecesariamente amplias. El desarrollo
económico del último cuarto del siglo XX ha supuesto una gran diferencia (China ha cua-
druplicado el PNB en una sola generación y es el mejor ejemplo del progreso bienvenido) si
este progreso continua la pobreza en los países de renta baja se habrá cortado a la mitad en
el 2015. Las dos mejores cosas que los países ricos pueden hacer para acelerar este proceso
es permitir un acceso adecuado a unos precios adecuados a las exportaciones procedentes

213
La energía en cifras

de países que se modernizan y transferirles técnicas energéticas eficientes de modo que el


creciente uso de la energía pueda ser acomodado con una alta eficiencia.
Todas las unidades de esta lista, que podrían extenderse considerablemente, son un
asunto de una elección sensible y no constituye un obstáculo insuperable evitar su adop-
ción, pero requerirían algunas salidas fundamentales de prácticas y actitudes prevalentes.
El mejor recorrido disponible no tendrá éxito sin cambios significativos en la política y en
el comportamiento. Hacer estos cambios parece prohibitivo y poco realista cuando la tarea
es vista a través de un prisma de prácticas engranadas pero retrospectivas que muestran
repetidamente que muchos cambios fueron considerados demasiado radicales o demasia-
do exigentes y sin embargo fueron llevados a cabo con sorprendente facilidad. Sin embar-
go como siempre ocurre ciertas actitudes serán inmunes al cambio.
Esto puede tener éxito o fallar. Cualquier estudiante diligente de tendencias históricas
a largo plazo debe apreciar la naturaleza cíclica e impredecible de los acontecimientos
humanos, de ahí que podamos elegir a los vencedores del mañana tomando como base
sus rendimientos actuales. La historia de Rusia ofrece el ejemplo más fascinante del siglo
XXI de estos cambios. Un débil estado soviético que emergió de la derrota rusa durante la
Primera Guerra Mundial fue transformada una generación más tarde por sus victorias en
la Segunda Guerra Mundial en una nueva superpotencia y durante 40 años inspiro miedo
en los países occidentales. Sus políticas estuvieron guiadas por un objetivo global, y para
evitar el poder global soviético se creó la guerra fría. El régimen soviético tomó, para los
occidentales, el papel de demonio donde frecuentemente fue sobreestimado su potencial.
El curso de China durante los últimos 300 años es el mejor ejemplo de estas dramáticas
olas que van pasando a lo largo de los siglos. Bajo Qianglon (1711-1799) el imperio Qing
fue la economía más grande y rica del mundo, con un nivel de vida medio que sobrepasaba
el de las potencias europeas. El lento declinar fue entonces seguido por más de un siglo
de desintegración, guerras y sufrimiento a partir de la Guerra del Opio (1839-1842) hasta
la muerte de Mao Zedong en 1976, 15 años después hambruna mundial causada por sus
decisiones criminales, costó 30 millones de vidas entre 1959-1961 después de la subida al
poder de Den Xiaoping en 1979, termino armando la tercera economía mundial en el año
1990 con el país aspirando de nuevo a su antiguo estatus de gran potencia.
No es necesario decir, que estas ondas tienen un profundo efecto sobre el uso de la ener-
gía. Solo antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Rusia produjo solo un 10%
más de energía primaria que los Estados Unidos y lideró la extracción de crudo de petróleo
y gas natural. En 1950 China consumió menos del 3% de la demanda de los Estados Uni-
dos, medio siglo más tarde rivalizó con el país en la extracción de carbón y su TPES subió a
un tercio del total de los Estados Unidos. Y la relación, no sorprendentemente, va también
en dirección opuesta: Watt concluyó que la explotación de los recursos energéticos ha sido
en si misma un factor importante en la producción de las ondas largas en la economía de
los Estados Unidos.
Y así puede ser que después de siglos de ascendencia técnica, económica política del Oes-
te, sea ahora cada vez más dependiente de las importaciones de energía, que puede faltar
durante el siglo XXI. Y quizá incluso un resurgente Este no será capaz de reunir fácilmen-
te las demandas concatenadas impuestas por el cambio ambiental global, la transición a
nuevos fundamentos energéticos, cambios demográficos radicales, e inestabilidad política.
Quizá la imperativa evolucionista de nuestras especies es ascender por una escalera siem-
pre creciente de energía, nunca considerar seriamente cualquier límite de consumo volun-
tario y permanecer sobre este curso irracional hasta que sea demasiado tarde para salvar

214
El futuro de la energía

los irremplazables servicios atmosféricos biosféricos, que serán degradados y destrozados


por nuestro progresivo uso de la energía y de los materiales.
En 1900 el TPES del mundo fue de cerca e 35 EJ, más de un tercio del procedente de la
biomasa. Por 1950 la subida total de cerca de 2,5 veces hasta casi 90 EJ, pero durante la
segunda mitad del siglo XX fue más de 4,5 veces hasta cerca de 400 EJ. Una reprise de este
crecimiento (casi una expansión de 12 veces) durante el siglo XXI traería el TPES global
cerrado a 5.000 EJ para el año 2100 y aun con 10 billones de personas en el mundo que su-
pondrían 500 GJ/cápita, más del 40% por encima de la actual media norteamericana. Esto
no va a suceder pero cuan lejos empujamos en esa dirección con independencia del incre-
mento de los signos de trastornos biosféricos. ¿Dónde están los precedentes de los límites
autoimpuestos sustanciales sobre el consumo en cualquier sociedad democrática moderna
o para las exitosas curvas legisladas sobre la demanda que han reducido la energía total o
el flujo de materiales en el largo plazo?
Pero sobre las crisis serias inducidas por un excesivo consumo, nuevas perspectivas an-
tropológicas indican que nuestras especies, a diferencia de otros organismos, incluidos
nuestros antepasados, han evolucionado no para adaptarse a unas condiciones especificas
sino para cortar con el cambio.
Esta capacidad no garantiza un progreso continuo pero esta es una cualidad esencial
para enfrentarse con la crisis. Así quizá los mejores desarrollos deberían desear para de-
negar el petróleo del Golfo Pérsico o la indudable evidencia del inminente y catastrófico
calentamiento global.

ExpansióndelTPESglobal
10000

1000
EJ/año

100 Series1
Series2

10

1
1850 1900 1950 2000 2050 2100 2150

Figura 8. Este gráfico muestra que el enorme registro de la expansión de siglo XX no es posible que
continue durante el XXI. Deberá encontrarse, por tanto, cambiar algunos paradigmas

Tales crisis cambiarían nuestra capacidad para luchar con cambios que pongan en peli-
gro los fundamentos de nuestra existencia como una civilización avanzada pero, dado el
nivel de nuestra comprensión y nuestra capacidad para cambiar, se podría ser capaz de
vencerlas no menos exitosamente que nuestros antepasados lo hicieron con los enormes
cambios climáticos y ecosistémicos de los últimos 200.000 años.

215
La energía en cifras

Lo que sabemos es que nuestros usos de la energía, que definen y sostienen nuestro bien-
estar físico y permiten un ejercicio sin precedentes de nuestras capacidades mentales, serán
los ingredientes clave en la formación de un futuro desconocido.
Cuando intentamos recoger cualquier cosa por sí mismo, estas relaciones son particular-
mente fuertes para los flujos de energía y las conversiones.
Cualquier uso humano de la energía encontrará su efecto en cascadas través de la so-
ciedad. A medida que estábamos construyendo el edificio de la primera sociedad de alta
energía muchas cosas no eran reveladas en el proceso pero una realidad clave hace la tarea
más sencilla: durante el siglo XX estábamos muy confortables y predecíamos la senda de
la energía de las civilizaciones de combustibles fósiles maduros. Las cosas son ahora dis-
tintas: el uso de la energía mundial se encuentra en cruce de carreteras. El nuevo siglo no
puede ser una réplica energética de las vieja prácticas, se debe poner en su lugar nuevos
fundamentos energéticos ligados para definir nuestra conexión con el universo.

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