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Nijmegen

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LA INFLUENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS
EN HONDURAS (1900-1954)
Del Tratado de 1907 a la huelga bananera de 1954

MARVIN BARAHONA
LA INFLUENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS
EN HONDURAS (1900-1954)
Del Tratado de 1907 a la huelga bananera de 1954

Een wetenschappelijke proeve


op het gebied van de Sociale Wetenschappen

PROEFSCHRIFT

Ter verkrijging van den graad van doctor aan de


Katholieke Universiteit Nijmegen,
volgens besluit van College van Decanen
in het openbaar te verdedigen op donderdag 22 april 1999
om 1.30 uur des namiddags precies, door

Marvin Ariel Barahona

Geboren op 3 augustus 1961 te San Pedro Sula, Honduras


Promotor:
prof. dr. G. J. Huizer
Manuscriptcommissie:
prof. dr. J. Kleinpenning
prof. dr. R. Buve, Universiteit Leiden Emeritus
dr. J. Oijens, Universiteit Utrecht
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Ìndice
Pag.
Agradecimientos xi
Introducción xiii

CAPÍTULO I
Los Estados Unidos en Centro América: de Monroe a Taft (1823-1914) 1

1. La importancia geopolítica de Centro América y la política de intervención


de los Estados Unidos 1
2. La situación interna de Centro América a fines del siglo XIX y principios
del siglo XX 6
3. El Tratado General de Paz y Amistad de 1907 10
4. La conjunción de los intereses económicos y políticos: la "diplomacia del dólar"
(1909-1913) 13
5. Intervención estadounidense y protesta popular: las reacciones políticas
en Honduras (1909-1914) 16

CAPÍTULO II
Honduras en la transición hacia el capitalismo: del reformismo libéral
a la economía bananera (1876-1920) 25

1. Reforma liberal, industrialismo e inmigración 25


2. La economía bananera: de la plantación campesina a las concesiones
industriales 34
3. Transformaciones económicas 37
a) El norte de Honduras 37
b) Transformaciones sociales y culturales 41

CAPÍTULO III
Las transformaciones de la economía de Honduras (1920-1932) 43

1. La diversificación de la industria bananera 43


a) La United Fruit Company 48
b) La Cuyamel Fruit Company 50
c) La Standard Fruit Company 51
2. La evolución de los intercambios exteriores 53
3. La situación de la industria no bananera (1920-1930) 54
4. Los inmigrantes árabes y el comercio 63
vii
5. Los comisariatos 69

CAPÍTULO IV
Política, intervención militar extranjera e inconformidad social en Honduras
(1919-1932) 73

1. El caso de las elecciones hondurenas de 1919 73


2. La intervención estadounidense en las elecciones de 1919: diplomacia
y amenaza militar 76
3. Las elecciones hondurenas de 1923 81
4. Intervención diplomática y ocupación militar (1923-1924) 82
5. Crisis política y compañías bananeras 91
6. Las primeras organizaciones gremiales y huelgas obreras en Honduras 93
a) Las huelgas mineras 94
b) Las huelgas bananeras 95
7. La crisis mundial de 1929 y el conflicto social en Honduras 97
a) Los efectos económicos y financieros de la crisis 97
b) Los efectos sociales y políticos de la crisis 99
8. La crisis económica y el desarrollo de las actividades del Partido Comunista
de Honduras 100

CAPÍTULO V
Dictadura y "apertura" (1933-1954) 109

1. Las elecciones de 1932 y la llegada al poder del general Tiburcio Carias Andino... 109
2. Del Estado anárquico al Estado centralista 113
a) El estamento político-militar en el sistema político hondureno 114
3. La dictadura del general Carias y su plan de gobierno 117
4. Los mecanismos de dominación de la dictadura 120
5. Apertura 125

CAPÍTULO VI
La huelga bananera de 1954 y sus consecuencias históricas: un estudio de caso 135

1. La coyuntura económica (1945-1954) 135


2. El estallido de la huelga y sus grandes días 138
3. La posición de la compañía bananera 145
4. La huelga nacional 152
a) En la Standard Fruit Company 153
b) En las empresas textiles 155
c) Las huelgas en otras industrias 158
5. A manera de evaluación: las consecuencias de las huelgas obreras en la
economía nacional 159

viti
6. El final de la huelga en las plantaciones de la United Fruit Company 163
a) El nuevo Comité Central de Huelga y la continuación de las negociaciones 163
7. La coyuntura política interna 170
a) El Partido Liberal 172
b) El Movimiento Nacional Reformista (MNR) 174
c) El Partido Nacional Cañista 176
8. Guatemala, la huelga bananera y la campaña anticomunista 178
9. La conducta del gobierno del presidente Gálvez 184
10. Un balance final a manera de conclusión 187

CAPITULO VII

Consideraciones concluyentes 193

Bibliografía 201

Anexo: Las fuentes 211

Lista de siglas utilizadas 217

Resumen 219

Samenvatting 225

Curriculum vitae 229

ix
Agradecimientos
Durante la elaboración de este trabajo recibí el apoyo y la colaboración de muchas per-
sonas e instituciones, las que me ofrecieron aportes que, por su valor, han enriquecido esta
investigación.

En primer lugar deseo mencionar al antropólogo Ramón Rivas, a quien le debo un es-
pecial agradecimiento por el interés que mostró permanentemente para que este trabajo
culminara exitosamente, tanto mientras residió en Honduras como desde Holanda. Ra-
món ha manifestado un sincero interés en promover a los investigadores hondurenos y los
productos de su trabajo, por lo que merece nuestro reconocimiento.

A Isolda Arita le debo un reconocimiento, no menos especial, porque desde que asu-
mió la dirección de Editorial Guaymuras en Tegucigalpa, hace más de una década, se
tomó en serio el trabajo de leer y comentar, desde una perspectiva crítica, los trabajos de
los investigadores jóvenes de Honduras. Muchas páginas de este trabajo se nutrieron de su
experiencia.

Un especial agradecimiento le debo al promotor de esta tesis, el profesor doctor Gerrit


Huizer, quien ha tenido la paciencia de esperar y leer los manuscritos de este trabajo. Los
consejos de Gerrit han sido de gran valor y utilidad al momento de elaborar cada una de
las partes de este trabajo. La experiencia y conocimiento que Gerrit Huizer ha acumulado
sobre América Latina, continente donde ha vivido parte de su vida y ha llegado a integrar
en su conciencia, fueron muy valiosos al momento de discutir las características particula-
res de la historia centroamericana.

También le debo agradecimiento a un grupo de amigos y colegas, hondurenos y de


otras nacionalidades, que me han estimulado durante los últimos años a continuar mis
empeños en la investigación de la historia Honduras, proporcionándome toda clase de
apoyo. Entre ellos, Ramón Oquelí, Michel y Oda Ledent, Marcos Carias Zapata, Ricardo
Falla, José María Tojeira, Rina Villars, Robert Holden, Marielos Chaverri, Mario Felipe
Martínez, Joaquín Pagan Solórzano, Ismael Moreno, Antonio Pedraz, Darío Euraque,
Wilma Bergman, Víctor Hugo Acuña y Arturo Taracena.

Finalmente, deseo mencionar el apoyo que me ha prestado René van der Poël, director
del Servicio Holandés de Cooperación al Desarrollo (SNV) en Honduras, al igual que otros
colegas de la misma institución, quienes han compartido mis inquietudes sobre los proble-
mas de la historia de Honduras.

Deseo reconocer, de igual manera, el apoyo que me brindaron Editorial Guaymuras y


COMUNICA, así como la labor realizada por Salvador Monroy en el diseño y diagrama-
ción de este trabajo.
χι
Introducción
L a s relaciones entre Honduras y los Estados Unidos se han caracterizado, especial-
mente en el siglo XX, por la dependencia y subordinación del Estado hondureno a los "in-
tereses estratégicos" de los Estados Unidos y a las políticas elaboradas por ese país para
defender tales intereses.

El objetivo fundamental de este trabajo, es el de describir la forma y el contenido con


los que se estructuró la relación dependencia-subordinación de Honduras respecto a los
Estados Unidos durante el período 1907-1954. El estudio de ese proceso es necesario para
comprender mejor los orígenes de la influencia que ejerce Estados Unidos en la región cen-
troamericana, particularmente en Honduras, desde el punto de vista económico, político
y diplomático.

El punto cronológico de partida de este trabajo es el año de 1907, fecha en la que fue fir-
mado, en la ciudad de Washington, el Tratado General de Paz y Amistad entre las cinco re-
públicas centroamericanas, con el auspicio de los Estados Unidos. La participación de Es-
tados Unidos en la firma de dicho Tratado, como garantes del cumplimiento del mismo,
inauguró un período de intervencionismo diplomático, político y militar de ese país en los
asuntos internos de las repúblicas centroamericanas. Al mismo tiempo, el Tratado de 1907
sirvió de marco para la creación, por parte de los Estados Unidos, de una política de reco-
nocimiento diplomático hacia los gobiernos del istmo centroamericano.

Esa política, como veremos en diversos capítulos de este trabajo, fue aplicada a conve-
niencia de los intereses de Estados Unidos, unas veces respondiendo al contenido del Tra-
tado y otras como medio para alcanzar los intereses y fines particulares de Estados Unidos
en Centroamérica.

Por otra parte, los años que siguieron al de 1907 coincidieron con el establecimiento en
la región de importantes intereses económicos de Estados Unidos, como las empresas pro-
ductoras y exportadoras de banano, entre ellas la United Fruit Company. Este hecho, que en
apariencia puede ser considerado como estrictamente económico, fue acompañado por un
creciente intervencionismo político, diplomático y militar del gobierno de Estados Unidos
y de las mismas compañías bananeras, como ocurrió en Honduras durante esa época.

El período estudiado fue el contexto, además, del lento proceso de constitución del
Estado nacional hondureno. Honduras había heredado, del siglo XIX, un Estado fragmen-
tado e ingobernable, en el que la anarquía, el desorden político y los conflictos violentos
entre facciones políticas rivales impedían la constitución de un Estado moderno, articula-
do políticamente y legitimado por la obediencia de los partidos políticos a un orden cons-
titucional y democrático.

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El Estado y la vida política hondurena estaban gobernados, durante el período estudia-
do, por un sistema de clientelismo político impuesto por los caudillos políticos locales y
regionales, era alrededor de la figura del caudillo que se articulaba todo el sistema político
hondureno de esa época. El Estado hondureno no era, pues, un instrumento organizador
de la sociedad nacional, no jugaba, inclusive, el papel de arbitro entre las facciones política
que se disputaban el control del poder, puesto que el Estado mismo era el centro de las
disputas y se había convertido en una especie de botín para los ganadores. En esas condi-
ciones, el Estado hondureno fue, durante la primera mitad del siglo XX, un instrumento de
reproducción sistemática del caudillismo heredado del siglo anterior.

En ese contexto, la política de los Estados Unidos, así como los intereses económicos
privados de ese país, intervinieron para jugar un papel de intenso protagonismo en la
sociedad hondurena. El momento en que se produjo el contacto decisivo entre Honduras
y los Estados Unidos coincidió con la aceleración del proceso de expansión geopolítica y
económica de ese país hacia América Latina, pocos años después de su victoria sobre Es-
paña durante la guerra hispanoamericana de 1898.

En ese proceso de expansión imperialista, Centroamérica tenía un valor estratégico,


geográfico y político para los Estados Unidos. Inicialmente, el interés de los Estados Uni-
dos por la región centroamericana se concentró en un proyecto para construir un canal
interoceánico a través de la región, que desde el istmo centroamericano le permitiera a los
Estados Unidos controlar las vías marítimas y el comercio de todo el continente america-
no.

Por otra parte, como explican Langley y Schoonover, Centroamérica le ofrecía a los
inversionistas de Estados Unidos posibilidades interesantes para efectuar actividades ven-
tajosas en la explotación agrícola a gran escala, la instalación de ferrocarriles, el comercio
y otras donde se pudieran colocar con ventaja los excedentes de capital de la economía
estadounidense. 1 El incremento de las actividades empresariales de Estados Unidos en
Centroamérica, implicó una amenaza permanente de uso de la fuerza militar para prote-
ger, según la expresión consagrada, "los bienes y los ciudadanos americanos" en Hondu-
ras, lo que también incrementó el intervencionismo político y militar de Estados Unidos en
este país.

La influencia de Estados Unidos en Honduras, durante ese período, sin embargo, evo-
lucionó hacia una especie de dominación consentida, aceptada e incluso utilizada por los
partidos políticos hondurenos para sus propias finalidades. Tanto los "liberales" como los
"conservadores", buscaban involucrar a los Estados Unidos en su juego. Tener buenas
relaciones con la legación de Estados Unidos en Tegucigalpa era, como se demuestra en
este trabajo, una prueba de éxito de los líderes hondurenos, de tal modo que, en ciertos
casos, es difícil distinguir quién manipulaba a quién.

1 L. D. LANGLEY y Th. SCHOONOVER., The Banana Men. American Mercenaries & Entrepreneurs in Central America,
1880-1930, The University Press of Kentucky, 1995, pp. 19-22.

XIV
Finalmente, desde diversos puntos de vista, las élites gobernantes de Honduras esta-
ban estrechamente vinculadas a los Estados Unidos. Los impuestos fiscales pagados por
las compañías bananeras, por ejemplo, financiaban gran parte del presupuesto para el
funcionamiento del Estado hondureno. Durante el período estudiado, la economía hondu-
rena dependió de las inversiones estadounidenses en la agricultura y otras actividades
económicas, por lo que la prosperidad relativa del país estaba vinculada a la prosperidad
de las empresas bananeras y de la economía de Estados Unidos.

En suma, se puede afirmar, que los Estados Unidos y sus compañías bananeras no
encontraron en Honduras una nación en el sentido real del término; en sustitución de la
nación encontraron intereses particulares o de grupo que actuaban en un sistema de
clientelismo político gobernado por caudillos, y pronto se insertaron en el mismo. De ese
modo se facilitó el establecimiento de una influencia de larga duración, en el plano políti-
co, económico y diplomático por parte de los Estados Unidos.

Este estudio, por lo tanto, responde a la necesidad de comprender y explicar la comple-


jidad de los acontecimientos históricos, políticos y económicos de las relaciones entre
ambos países en el período 1900-1954, así como las consecuencias y repercusiones que los
mismos tuvieron sobre la historia contemporánea de Honduras.

El estudio se articula en seis capítulos. En el primer de ellos se esboza un cuadro gene-


ral de la presencia de Estados Unidos en Centroamérica a principios del siglo XX. Fue pre-
ciso presentar algunos antecedentes históricos, desde el siglo XIX, para encontrar una con-
tinuidad histórica de los acontecimientos que se estudian. Del mismo modo se presenta un
cuadro global de la situación política y económica de Centroamérica a principios del siglo
XX, enfatizando en la situación particular de Honduras, para mostrar cómo esa situación
concluyó en la firma del Tratado General de Paz y Amistad de 1907. Las diferentes políti-
cas de Estados Unidos hacia Centroamérica, durante ese período, como la política del
"gran garrote" y la "diplomacia del dólar"; tanto como la conducta del Estado y la pobla-
ción hondurena frente a las mismas, son presentadas y discutidas en este capítulo.

Los dos capítulos siguientes están dedicados a estudiar las formas específicas de esta-
blecimiento y expansión económica de las compañías bananeras de Estados Unidos en
Honduras, en el contexto de una política de "puertas abiertas" y atracción de inversiones
extranjeras proclamada por el Estado hondureno, desde la Reforma Liberal (1876) hasta el
régimen del general Tiburcio Carias Andino (1933-1949). En ambos capítulos se presenta,
además, la atmósfera ideológica que facilitó la penetración económica de las empresas
bananeras de Estados Unidos y su crecimiento en ese contexto. El primer aspecto se deta-
lla en el segundo capítulo y el siguiente en el tercero. Aún en estos capítulos, algunas refe-
rencias al siglo XIX son inevitables.

El capítulo IV está dedicado al análisis de dos casos de intervención, en el plano diplo-


mático, político y militar de los Estados Unidos en los asuntos internos de Honduras,

xv
durante las elecciones presidenciales y legislativas de 1919 y 1924. En ambos casos, se trata
de analizar el papel asumido, tanto por los Estados Unidos y sus compañías bananeras,
como por el Estado y los partidos políticos hondurenos, en la evolución de tales aconteci-
mientos. En el mismo capítulo se describe también la inconformidad social provocada en
los trabajadores hondurenos por la explotación económica a la que eran sometidos en las
plantaciones bananeras, particularmente durante y después de la crisis económica mun-
dial de 1929. En ese contexto se analiza, por otra parte, el nacimiento y evolución del mo-
vimiento obrero hondureno, primero en la economía artesanal y después en las plantacio-
nes bananeras de las compañías estadounidenses en la Costa Norte del país; por lo que las
reacciones de esas compañías y de los gobiernos de Estados Unidos y Honduras ante los
acontecimientos también son analizadas.

El capítulo V está dedicado a estudiar el surgimiento y las características asumidas por


la dictadura ejercida en Honduras por el general Tiburcio Carias Andino entre 1933 y 1949,
así como la evolución de los acontecimientos políticos y económicos durante ese período.
El propósito de este capítulo es el de describir el contexto político y social en el que se pro-
dujo la desaparición y casi total destrucción de las organizaciones obreras y populares de
Honduras, por la represión impuesta por la dictadura contra todas las fuerzas sociales de
oposición al régimen.

La descripción de las estructuras político-militares que le permitieron a la dictadura


gobernar sin protesta, como las comandancias de armas; así también la ideología y el dis-
curso utilizados por Carias Andino para justificar su prolongada estancia en el poder, son
analizadas igualmente en este capítulo. Por otra parte, al finalizar el régimen dictatorial de
Carias Andino, en 1949, se produjo una tímida apertura política y se inició un proceso de
modernización estatal auspiciado por el presidente Juan Manuel Gálvez, reemplazante de
Carias en el poder. El aperturismo político de Gálvez, en el marco de una "reforma contro-
lada" desde el Estado, estimuló la reorganización del movimiento obrero hondureno, el
que alcanzó una etapa de auge en 1954 tras la declaración de una prolongada huelga por
parte de los trabajadores bananeros de la Costa Norte.

El siguiente capítulo de este trabajo está dedicado a estudiar, precisamente, el caso de


la huelga bananera de 1954, la que se inició en las plantaciones de la United Fruit Company
en mayo y se prolongó hasta los primeros días de julio de ese mismo año, involucrando a
varios miles de trabajadores bananeros y a decenas de miles de otros hondurenos quienes,
directa o indirectamente, contribuyeron a mantener la huelga en pie durante el tiempo
indicado.

La huelga de los trabajadores de la United Fruit Company, por otra parte, se propagò
también a las plantaciones y centros de trabajo de la Standard Fruit Company en La Ceiba y
las localidades vecinas, incidiendo poco tiempo después para que los trabajadores de di-
versas industrias, en San Pedro Sula y otros centros urbanos de la Costa Norte, e incluso
en la capital del país, declararan a su vez huelgas de "brazos caídos" contra sus patronos.

xvi
Aunque las principales demandas de los trabajadores en huelga eran fundamental-
mente de carácter económico, como el aumento de salarios y el mejoramiento de las con-
diciones de trabajo, el principal logro de la huelga bananera de 1954 fue la legalización de
las organizaciones sindicales del país y, más tarde, la emisión de una legislación laboral
por parte del Estado hondureno. Por las características que asumió y las conquistas socia-
les y pob'ticas que alcanzó, en especial la legitimación de los derechos sociales de los traba-
jadores, a la huelga bananera de 1954 se le atribuye una importancia particular en la histo-
ria de Honduras, como se constata en este capítulo.

El último capítulo de este trabajo contiene unas "Consideraciones concluyentes", cuyo


propósito es el de resumir las principales conclusiones y deducciones generales que se
desprenden de cada uno de los capítulos de este trabajo, a manera de una síntesis global
del tema estudiado. Estas consideraciones concluyentes pretenden, además, destacar las
líneas temáticas fundamentales que guiaron esta investigación, por lo que se enfatiza, es-
pecialmente, en aquellos temas que le permitieron al autor determinar los elementos cons-
titutivos de una "continuidad histórica" en los acontecimientos que se describen en cada
uno de los capítulos de este trabajo, durante el período cronológico seleccionado.

La perspectiva de "continuidad histórica" o de "larga duración", que se ha utilizado en


el análisis y síntesis de cada uno de los temas estudiados en este trabajo, le permitió al
autor elaborar una caracterización fundamental de la forma y el contenido asumidos por
las relaciones entre Honduras y los Estados Unidos en el plano político, económico y di-
plomático durante el período 1907-1954. Esta síntesis, sin embargo, no es exhaustiva sobre
los acontecimientos estudiados; sin embargo, la misma deja plasmada las perspectivas
generales de un tema que, en sus detalles más particulares, puede ser continuado por otros
investigadores.

En la parte final de este trabajo se incluye un apartado correspondiente a la bibliografía


utilizada, la misma está subdividida temáticamente y según la naturaleza de las fuentes
consultadas. Este apartado bibliográfico es complementado por un anexo en el que se pre-
senta un análisis mínimo de las fuentes utilizadas, de su origen y características generales,
señalando, además, algunos de los problemas encontrados en su uso.

Consideraciones metodológicas:

La metodología utilizada para la elaboración de esta investigación ha sido la propia de


la ciencia histórica, siendo el análisis y la confrontación de las fuentes uno de los aspectos
más importantes. Las fuentes, como se explica en otra parte de este trabajo, han sido de
diferente origen y de diversos tipos.

La mayor parte han sido fuentes documentales, periodísticas y bibliográficas. Los do-
cumentos más importantes han sido las procedentes de los archivos extranjeros, como los
Archivos Nacionales de Estados Unidos, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica
y del Foreign Office de Inglaterra.

xvn
Los archivos hondurenos también han sido consultados, pero la falta de organización
en los mismos dificultó la consulta de series documentales importantes; en su lugar se ha
utilizado una muestra de los documentos obtenidos, la que no obstante ha sido significa-
tiva. Las fuentes periodísticas hondurenas, por el contrario, de las que se pudo consultar
los diarios y semanarios nacionales y regionales más importantes, fueron muy útiles al
momento de buscar la atmósfera social y política que se vivía en Honduras durante el
período estudiado.

La vida cotidiana, tanto como la cultura hondurena de la época, aparecían en los perió-
dicos hondurenos con gran nitidez. Esto contribuyó en mucho a una comprensión más
clara de los problemas estudiados; contribuyó, además, a profundizar en el estudio de los
actores sociales e individuales, de las organizaciones y los medios que éstos utilizaban
para expresarse y difundir su pensamiento.

No se debe ignorar, por otra parte, la subjetividad o la parcialidad, propia de la prensa


en el tratamiento de los asuntos de interés público, lo que representa un obstáculo para el
análisis científico de los hechos históricos; sin embargo, las mismas consideraciones pue-
den hacerse sobre los documentos conservados en los archivos, los que no obstante gozan
de autoridad y prestigio entre los historiadores. En ambos casos, sin embargo, los docu-
mentos escritos son elaborados por los seres humanos, casi siempre por personas involu-
cradas de una u otra forma en los hechos que se relatan en tales fuentes.

Las fuentes bibliográficas, consideradas por los historiadores como fuentes secunda-
rias, sirven en este trabajo para profundizar en el conocimiento del período estudiado y
para confrontar diversas maneras de interpretación de los acontecimientos históricos del
período. Las mismas han sido de gran importancia, incluso para comparar los aconteci-
mientos históricos hondurenos con los de otros países centroamericanos.

Las fuentes bibliográficas utilizadas provienen de obras publicadas en inglés, español


y francés. Esta diversidad de origen ha servido también para darle mayor profundidad al
análisis de los problemas y para encontrar puntos de vista más objetivos al momento de
elaborar las conclusiones de cada uno de los temas discutidos.

Otra fuente importante, especialmente para la elaboración del capítulo sobre la huelga
bananera de 1954, fue la fuente oral. Los líderes entrevistados aportaron información y
relatos de gran valor histórico, derivados de sus vivencias personales y del protagonismo
social que asumieron durante ese amplio movimiento social en el que se convirtió la huel-
ga bananera de 1954. Esos relatos, aunque ninguno de los testimonios recopilados se inclu-
ye por completo en este trabajo,2 contribuyeron a darle al capítulo correspondiente a ese
tema una dimensión más humana y una atmósfera más real a los hechos estudiados.

2 Los testimonios mencionados fueron publicados en el libro £/ silencio quedó atrás, testimonios de к huelga bananera de
1954, Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1994,416 páginas.

XOIU
Una de las cosas que el autor de este trabajo lamenta, es la dificultad que existe en los
países de escaso desarrollo social, econòmico y cultural, como es el caso de Honduras,
para obtener los recursos necesarios para poder efectuar investigaciones científicas. La
falta de esos recursos, precisamente, le impidió al autor explorar otros archivos históricos
y un número aún mayor de fuentes documentales para realizar un trabajo más completo
y elaborado. Archivos existentes en Estados Unidos, Francia, España y otros países, que de
una u otra manera conservan información sobre el tema y el período de estudio seleccio-
nado, no pudieron ser consultados por el motivo mencionado.

El trabajo elaborado, no obstante los vacíos que el mismo pueda tener, abre una pers-
pectiva amplia para que otros investigadores continúen explorando otras fuentes y contri-
buyan de esa forma a completar las carencias que este trabajo pueda tener. Lo importante
es que un fragmento relativamente largo de la historia oculta de las relaciones entre un
país industrializado y rico, en este caso los Estados Unidos de América, con un país agrí-
cola y de escaso desarrollo, como Honduras, ha sido descubierto y puesto en una perspec-
tiva en donde las causas de los acontecimientos históricos se vuelven comprensibles, en la
medida en que los hechos pueden ser relacionados en contextos amplios y períodos largos
de tiempo.

xix
Capítulo I

Los Estados Unidos en Centro América: de Monroe a Taft


(1823-1914)
1. La importancia geopolítica de Centro América y la política de intervención de los
Estados Unidos

Lsesde principios del siglo XIX, la política de los Estados Unidos respecto a América
Central se ha caracterizado, según Walter Lafeber, por dos rasgos esenciales que la han
determinado permanentemente. Se trata, por una parte, de la concepción de la seguridad
estratégica y, por otra, de la voluntad de dominación económica.1 El primer rasgo respon-
de a la voluntad del gobierno de Estados Unidos de considerarse obligado a centrar su
interés sobre cualquier territorio del continente americano que tuviera para los Estados
Unidos un valor militar; es decir, todo territorio de donde podría surgir un riesgo para su
seguridad en el caso que el mismo fuera controlado por otras potencias.2

Esta voluntad se convierte en una "estrategia de expansión" -la preocupación por la


seguridad sirve como justificación de la expansión del país más allá de sus fronteras- y
encuentra su expresión en la Doctrina Monroe, formulada por el presidente J. Monroe en
su mensaje al Congreso de los Estados Unidos en 1823.3 Dirigiéndose a las potencias euro-
peas, el presidente Monroe declaraba particularmente: "Nosotros debemos considerar
cualquier tentativa de su parte a extender su sistema a cualquier porción de este hemisfe-
rio como peligrosa a nuestra paz y nuestra seguridad".4 Para los Estados Unidos se trata-
ba, en efecto, de garantizar su independencia, todavía muy joven, y de impedir cualquier
retorno "colonizador" de Europa, lo que aparecía claramente en los tres principios alrede-
dor de los cuales se articulaba la Doctrina Monroe:

1. La no intervención de Europa en el continente americano; este veto se presentaba bajo


tres aspectos:

1 W LAFEBER., Inevitable Revolutions The United States ш Central America, New York, 1983, p. 15. Esta y otras atas to­
madas de fuentes en inglés han sido traducidas por Marvin Barahona.
2 A WEINBERG., Manifest Destiny A Study of Nationalism m American History Baltimore, 1935, pp 408-409 Este autor
muestra que para los círculos de poder de los Estados Unidos, la segundad estratégica "es concebida como la segu-
ndad de todos los intereses vitales, y los intereses vitales son considerados como el conjunto de todos los intereses
importantes para la prosperidad nacional".
3 JAMES MONROE nació en Virginia, el 28 de abnl de 1758 y muñó en Nueva York el 4 de julio de 1831 Fue el quinto
presidente de los Estados Unidos, pertenecía al partido Demócrata Monroe asumió dos mandatos sucesivos, entre
1817 y 1825 Dictionary of American Biography, London-New York, 1934, Vol. XIII, pp 87-92
4 J W GANTENBEIN., The Evolution of our Latin American Policy A Documentary Record, New York, 1971, p. 324.

1
a) Prohibición de extender el sistema político europeo a cualquier Estado de América
Latina;
b) Prohibición de amenazar la independencia de los pueblos americanos;
c) Prohibición de combatir o suprimir las libertades de que gozan los pueblos de los
nuevos estados;

2. La no colonización de nuevos territorios americanos por los europeos.

3. No intervención de los Estados Unidos en Europa.5

El principio de la seguridad estratégica, convertido en doctrina, fue ampliamente invo-


cado por los Estados Unidos en América Latina después de la guerra hispanoamericana de
1898. La victoria de los Estados Unidos en ese conflicto significó para España la pérdida de
sus colonias de Puerto Rico y Cuba; pero para los Estados Unidos significó la conquista de
una posición privilegiada sobre el continente americano.6

La importancia otorgada por los Estados Unidos a Centro América se explicaba por la
situación geográfica de ésta, entre los océanos Atlántico y Pacífico, lo que ofrecía la posibi-
lidad de abrir un canal interoceánico por el río San Juan, ubicado entre Nicaragua y Costa
Rica.7 Después de 1845, en efecto, los Estados Unidos buscaban asegurarse el derecho a la
construcción y al control de la vía interoceánica. Gran Bretaña, que ya ocupaba una posi-
ción privilegiada en Islas de la Bahía y sobre la costa de La Mosquitia, en territorio hondu-
reno y nicaragüense, perseguía el mismo objetivo.

El 16 de junio de 1848, Honduras, con el acuerdo de los Estados Unidos, rehusó recono-
cer la soberanía inglesa sobre la región del río San Juan, donde el canal podía ser construi-
do. Inglaterra, por su parte, decidió ocupar la Isla del Tigre y la fortaleza de Trujillo, situa-
dos sobre la costa hondurena del Pacífico y el Atlántico respectivamente. Las autoridades
hondurenas firmaron entonces, con los Estados Unidos, un tratado que preveía la protec-
ción de la Isla del Tigre por los Estados Unidos durante dieciocho meses, lo que obligó a
las fuerzas inglesas a abandonar el territorio hondureno. 8

La amenaza que representaba la presencia inglesa sobre las costas de América Central
condujo a los gobiernos de Honduras, Nicaragua y El Salvador a considerar en un mo-

5 J W GANTENBEIN., op at, pp 323-325


6 SF BEMIS, The United States as a World Power A Diplomacy History Í900-1950, New York, 1950, p. 32.
7 Véase el mapa que incluimos más adelante, que contiene el trazado del proyecto de los Estados Unidos para la
construcción de ese canal interoceánico a través de Nicaragua.
8 M. MEJIA, Don Juan Lindo, cífrente nacional y el anticolonialismo, Imprenta La Democracia, Tegucigalpa, 1959, p. 118.
Este autor no indica en su trabajo cuál es la fuente de su información. De la misma manera Becerra, L. Evolución
histórica de Honduras, Tegucigalpa, 1983, pp. 116-117. El pretexto alegado por Gran Bretaña para justificar sus preten-
siones territoriales en Centro América, era una supuesta alianza con el "Rey Mosco" o jefe de los indígenas
misquitos en la región de La Mosquitia Las pretensiones territoriales de Gran Bretaña llevaron al gobierno hondu-
reno a romper sus relaciones oficiales con Inglaterra y a cerrar los puertos hondurenos a las embarcaciones británi-
cas Véase A.C. COELLO., E/ Tratado de 1843 con los indios Moscos (Refutación a Don Diego Manuel Chamorro), Tipo-
grafía Nacional, Tegucigalpa, 1923, pp. 31-41.

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mento su incorporación a los Estados Unidos. La única tentativa en ese sentido fue hecha
ante la Legación de los Estados Unidos en Londres por el representante de Nicaragua,
actuando en nombre de los tres países. La misma no recibió respuesta de parte del gobier-
no de Estados Unidos.'

En 1850, con la firma del Tratado Clayton-Bulwer, Estados Unidos y Gran Bretaña
pusieron fin a sus disensiones respecto al canal interoceánico. Los dos países convenían,
por ese tratado, en no construir a título de exclusividad este canal en América Central y en
no fortificar (ocupar o colonizar) los territorios estratégicos a ese fin, particularmente en lo
concerniente a Nicaragua, Costa Rica y Honduras; si el canal debía ser construido, los dos
países se comprometían a su defensa conjunta, en igualdad de condiciones.10

La perspectiva de la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua también


despertó el interés de empresarios de los Estados Unidos, quienes financiaron, entre 1855
y 1860, las actividades de un grupo de aventureros llamados "filibusteros", a la cabeza de
los cuales se encontraba William Walker. Los objetivos de los filibusteros eran, particular-
mente, la conquista de la ruta del canal y la creación de un imperio centroamericano bajo
su dominio. William Walker y sus hombres desembarcaron sobre la costa nicaragüense en
junio de 1855; después de haberse apoderado de una parte del país, William Walker se
hizo proclamar presidente de la República y obtuvo, en 1856, el reconocimiento del gobier-
no estadounidense. Lo cual violaba lo convenido con Gran Bretaña en el Tratado Clayton-
Bulwer de 1850.

Desde el comienzo de su administración, el filibustero fundó una compañía con el


objetivo de construir el canal interoceánico; Walker pensaba también en desarrollar la agri-
cultura de Nicaragua con la introducción de esclavos africanos. Sin embargo, los gobiernos
de Centro América decidieron enfrentar a los filibusteros y organizaron, con el apoyo in-
glés, un ejército que reunía las fuerzas militares de los cinco países y que logró expulsar a
los aventureros de Nicaragua en 1857.

Estos volvieron a la carga en 1860, desembarcando en el puerto hondureno de Trujillo


donde, gracias a la intervención del barco de guerra inglés Icarus, fueron derrotados.
William Walker fue capturado y ejecutado por orden de las autoridades hondurenas.11 Así,
Inglaterra le había impedido a los Estados Unidos tomar indirectamente (si se puede decir
así) la ventaja en el proyecto de construcción del canal interoceánico. Hacia fines del siglo
hubo un incremento del interés por ese proyecto y, en 1884, una compañía estadounidense
obtuvo una concesión para la construcción del canal interoceánico sobre el río San Juan. La

9 G.H. STUART., Y J.L. TIGNER., Latin America and the United States, New Jersey, 1975, p. 484.
10 El Tratado Clayton-Bulwer fue firmado en Washington el 18 de abril de 1850. Véase J W. GANTENBEIN., op.
at ,apéndice С. "The Clayton-Bulwer Treaty between The United States and Great Britain", pp 881-882.
11 WILLIAM WALKER nació en Nashville, Tennessee, el 8 de mayo de 1824 y fue ejecutado en Trujillo (Honduras), en
diciembre de 1860. Fue con la ayuda de la Accesory Transit Company, una compañía estadounidense de transporte
que operaba entre los puertos del Atlántico y San Francisco, vía Nicaragua, que Walker emprendió, en 1855, la con-
quista de Nicaragua. Dictionary of American Biography, London-New York, 1936, Vol. XIX, pp. 363-365.

4
Maritime Canal Company Corporation comenzó los trabajos en 1890, pero fue declarada en
quiebra en 1893.12

A principios del siglo XX, sin abandonar el proyecto de construcción del canal
interoceánico a través de Nicaragua, los Estados Unidos consideraron la posibilidad de
realizar un proyecto igual en Panamá. Una compañía francesa fundada por Ferdinand de
Lesseps" había comenzado sus trabajos en Panamá en 1881, después que el Congreso In-
ternacional de Ciencias Geográficas, reunido en París en 1879, se pronunció en favor de tal
empresa. Ferdinand de Lesseps, sin embargo, no pudo llevar su obra hasta el final. En
1901 los Estados Unidos compraron las acciones de la compañía francesa, que había sido
puesta en liquidación en 1889."

Esta nueva localización no modificó, sin embargo, la importancia estratégica y militar


que los Estados Unidos le otorgaban a Centro América. Según D.G. Munro, quien fuera
uno de los primeros directores de la División Latinoamericana del Departamento de Esta-
do, los Estados Unidos consideraban como probable la construcción de un segundo canal
interoceánico, además del de Panamá. Esta consideración tuvo un peso importante sobre
las relaciones entre los Estados Unidos y los cinco países de Centro América.15

Philander Chase Knox16, secretario de Estado, decía en 1911 que, con razón o sin ella, la
Doctrina Monroe así como la vecmdad de América Central con la ubicación del Canal de
Panamá: "hacen particularmente necesaria la preservación de la paz en esa vecindad". Ph.
Knox agregaba que del desarrollo y de la paz en esta región debía resultar un provecho
substancial para los puertos del sur de los Estados Unidos, como Galveston, New Orleans
y Mobile.17

La convergencia de intereses así establecida entre el gobierno de Estados Unidos y las


empresas de ese país en el extranjero, en una estrecha relación de mutuo beneficio, vuelve

12 STUART Y TIGNER, op cit, p. 491.


13 FERDINAND DE LESSEPS, nació en Versailles el 19 de noviembre de 1805 y muñó en La Chênaie el 7 de diciembre
de 1894 Este diplomático francés fue el promotor del Canal de Suez, antes de intentar la construcción del Canal de
Panamá La Compañía del Canal Interoceánico que él fundó, con este último propósito, debió proceder a emisiones
repetidas sin poder evitar la liquidación en 1889. Su reputación fue puesta en entredicho por este escándalo y fue
condenado a prisión en 1893, al igual que su hijo mayor Dictionnaire des biographies, Pans, 1958, Vol II, ρ 896.
14 Α LEDERER., "La participation belge aux études et ά ία réalisation du canal interocéanique en Amérique Centrale" en
Bulletin Arson, 29 (4), 1983, pp 429-440 Este autor señala el vivo interés que mostraron por el proyecto de construc-
ción del canal interoceánico el Rey de Holanda Guillermo III y el Rey de Bélgica Leopoldo I Tanto el uno como el
otro enviaron misiones y ordenaron estudios técnicos con tal propósito. Por otra parte, los trabajos, después del
fracaso de Lesseps, fueron retomados y concluidos por G W. Goethale, coronel de ingeniería del ejército de los
Estados Unidos, hijo de inmigrantes belgas
15 D G. MUNRO., The United States and the Caribbean Areas, Boston, 1934, pp 198-199
16 PHILANDER CHASE KNOX (1853-1921). Abogado, senador y secretano de Estado, hijo de banqueros, estuvo se-
namente comprometido en la formación de la Carnegie Steel Corporation, fundada en 1900. Dictionary of American
Biograph)/, London-New York, 1928, Vol X, pp 478-479
17 Reporte del 4 de mayo de 1911 de Ph Chase Knox ante la Comisión de Relaciones Extenores del Senado de los
Estados Unidos, a propósito de una Convención entre Honduras y los Estados Unidos. Véase J W. GANTENBEIN.,
op cit, pp 79-80.

5
complejo el análisis de las relaciones entre los Estados Unidos y los estados centroameri-
canos durante el período aquí estudiado. Si en ciertos momentos un factor prevaleció so-
bre el otro, los mismos nunca han estado disociados en los objetivos de la política de Esta-
dos Unidos en Centro América.

2. La situación interna de Centro América a fines del siglo XIX


y principios del siglo XX

Desde 1870, los países de Centro América intentaban constituirse en estados nacionales
modernos, con la puesta en marcha de un proceso reformista inspirado en el liberalismo
europeo. El primer paso en ese sentido fue dado en Guatemala en 1871 por Justo Rufino
Barrios18 y Miguel García Granados, políticos liberales que estimularon a los liberales cen-
troamericanos a tomar el poder en sus respectivos países. Ello fue posible en Honduras y
El Salvador en 1876, en Nicaragua en 1893, mientras que Costa Rica ya podía pasar por un
país de tradición liberal.

En efecto, como señalan Cardoso y Brignoli, en Costa Rica los cambios asociados a la
reforma liberal se produjeron gradualmente, impulsados por la expansión cafetalera, par-
ticularmente durante el régimen de Braulio Carrillo (1835-1842), acelerándose desde 1870
con el ascenso al poder del régimen modemizador del presidente Tomás Guardia.19 Sin
embargo, la situación excéntrica de Costa Rica le impedía influenciar a los otros cuatro
países, como sí pudo hacerlo Guatemala. Este país, desde el punto de vista económico y
político el más importante de América Central, ejercía su influencia debido al papel que
jugó en la región durante la dominación española (1521-1821), cuando fue sede de la auto-
ridad colonial y luego de la efímera Federación Centroamericana (1824-1838).

Para los reformadores liberales la modernización del Estado pasaba por la moderniza-
ción económica y social, según un proceso que implicaba la venta de los bienes nacionales,
la separación de la Iglesia y del Estado, así como la construcción de ferrocarriles, el desa-
rrollo de una economía de exportación y la búsqueda de capital extranjero. Ese programa
reformista conoció diferentes grados de éxito según los países. Autores latinoamericanos
como Edelberto Torres Rivas,20 Héctor Pérez Brignoli y Ciro Cardoso21 consideran que el
éxito fue particularmente notorio en Guatemala y El Salvador, pero incompleto en Nicara-

18 JUSTO RUFINO BARRIOS (Guatemala, 1835-1885), es conocido, sobre todo, como abanderado de la unión centro-
americana. Barrios no se consagró solamente al progreso económico de su propio país, al cual se propuso dotar de
una administración eñcaz y sana, también se esforzó por restaurar la federación de los cinco países, la que después
de 14 años de existencia se desintegró definitivamente en 1838 Enciclopedia Britannica, Chicago, 1965, Ы 3, p. 199.
19 TOMAS GUARDIA, general que ejerció el poder en Costa Rica de 1870 a 1882, imponiendo la modernización de su
país a través de métodos dictatoriales Guardia logró sanear la situación financiera de su país, aumentar las expor-
taciones de azúcar y café, además de lanzar un vasto programa de construcciones escolares. Encyclopedia Britannica,
Chicago, 1965, Vol. 6, ρ 593 Véase, además, Ciro FS. CARDOSO y Héctor PEREZ BRIGNOLI, Centroaménca y la
economía occidental (1520-1930), Editorial Universidad de Costa Rica, San José, 1977, ρ 316.
20 E TORRES RIVAS y otros, Centro América hoy, México 1975, pp 18-25
21 C.F S CARDOSO γ Η. PEREZ BRIGNOLI, ор.п/, pp. 295-320.

6
gua y Honduras, donde lareformafue frenada por las condiciones geográficas e históricas
particulares de esos dos países.
A principios del siglo XX América Central estaba profundamente dividida por la pre-
tensión de la dictadura conservadora de Manuel Estrada Cabrera22 en Guatemala (en el
poder desde 1898), de ejercer su influencia hegemónica en la región, oponiéndose así a la
dictadura liberal de José Santos Zelava23 en Nicaragua, la cual perseguía el mismo fin. La
oposición política entre conservadores y liberales en América Central se remonta a los
primeros años de vida política independiente y a la Federación Centroamericana (1824-
1838). La Federación era sostenida por los liberales, dirigidos por el general hondureno
Francisco Morazán.24 Su intención era unificar las cinco repúblicas en un Estado Federal
cuyo gobierno estaría en Guatemala. El Estado Federal cayó en 1838 con ocasión del levan-
tamiento de los conservadores guatemaltecos, encabezados por el caudillo de origen indí-
gena Rafael Carrera.25

Aparte de que los liberales eran federalistas y que los conservadores se oponían a todo
intento de unión, no se observan grandes diferencias entre los dos grupos, por ejemplo en
lo que concierne al desarrollo económico y social. Alrespecto,los dos partidos confiaban
en la capacidad del capital extranjero para desarrollar las economías de sus países respec-
tivos. Ni los liberales ni los conservadores eran, por otra parte, verdaderos partidos polí-
ticos en el sentido moderno del término. Se trataba, más bien, de facciones organizadas
alrededor de "caudillos", quienes defendían intereses de clase o perseguían objetivos par-
ticulares que les eran impuestos a su "clientela política". El hundimiento de la Federación
engendró en la región una nueva configuración de amistades y enemistades políticas, que
promovían alianzas diversas, donde cada partido aportaba su apoyo al "partido hermano"
de otro Estado, para ayudarle a tomar y conservar el poder.
Ese aporte consistía en aprovisionarlo de armas y en ofrecerle una base territorial, des-
de donde el "partido hermano" podía lanzar ataques contra los adversarios en su propio
país.26 En tales condiciones, las relaciones entre los estados eran evidentemente muy difí-
22 MANUEL ESTRADA CABRERA, se mantuvo en el poder en Guatemala de 1898 a 1920 y, más aún, fue preciso que
la Asamblea Nacional guatemalteca lo declarara afectado de problemas mentales para que abandonara el poder.
Encyclopedia Britannica, Chicago, 1965, Vol, 10, ρ 987
23 JOSE SANTOS ZELAVA (1853-1919), es conocido sobre todo por su voluntad de unificar por la fuerza a los países de
América Central y por su oposición absoluta al intervencionismo estadounidense, oposición que condujo, en 1909,
a la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Nicaragua y los Estados Unidos. Encyclopedia Britannica, Vol. 23, ρ
943
24 FRANCISCO MORAZAN (Tegucigalpa 1792-San José, Costa Rica, 1842), como presidente de la Federación Centro-
americana fue promotor de numerosas reformas liberales y anticlericales que le valieron, de parte de los conserva-
dores, una profunda enemistad Luego de la calda de la Federación, Morazán intentó reconstruirla por la fuerza.
Después de realizadas sus últimas tentativas fue capturado y condenado a muerte en San José, Costa Rica, en 1842.
Encyclopedia Britannica, Vol 15, pp. 827-828.
25 RAFAEL CARRERA (Guatemala, 1814-1865), protagonista importante del hundimiento de la Federación Centro-
americana, por la secesión de Guatemala, proclamada después de haber tornado el poder en ese pais mediante una
insurrección que se apoyó sobre el campesinado indígena y un sector del clero Durante 25 años. Carrera ejerció
sobre Guatemala una dictadura militar, teocrática y personal, borrando toda huella de liberalismo Encyclopedia
Britannica, Chicago, 1965, Vol 4, ρ 960.
26 D G MUNRO, op al, pp. 196-198

7
ciles, marcadas profundamente por la desconfianza y la animosidad; la inseguridad era
grande y las disensiones internas en un país daban a menudo lugar a conflictos armados
entre diferentes países. La lucha entre liberales y conservadores por establecer su hegemo-
nía sobre la región prosiguió hasta 1932, es decir, hasta el momento en que cada país, salvo
Costa Rica, se encontró provisto de un gobierno dictatorial de larga duración.

En el marco de los conflictos entre estados, que implicaba el apoyo que se daban los
partidos de un país a otro, estalló una guerra en 1906 entre Guatemala y El Salvador; Hon-
duras intervino para apoyar a El Salvador, ampliándose así el conflicto,27 lo que condujo a
la administración del presidente Theodore Roosevelt28 a intervenir. Con el fin de restable-
cer la paz entre los beligerantes, la nave de guerra estadounidense U.S.S. Marblehead fue
enviada a la región. Esta intervención estaba en la línea de la nueva política de Estados
Unidos hacia América Latina, proclamada en 1904 por el presidente Th. Roosevelt, que
consistía en intervenir militarmente cada vez que las disensiones políticas en el área pudie-
ran conducir al desorden y la anarquía. El presidente Roosevelt lo declaraba así en 1904:

El desorden crónico, o la impotencia que conduce a una pérdida de los lazos


de la sociedad civilizada, puede en América, como en cualquier parte, reque-
rir a la larga la intervención de alguna nación civilizada, y en el hemisferio
occidental la adhesión de los Estados Unidos, de cualquier modo, en casos
flagrantes de desorden o impotencia, al ejercicio de un papel de policía inter-
nacional.29

El ejercicio de ese papel de policía internacional significaba, de hecho, que los Estados
Unidos se otorgaban a sí mismos un derecho de intervención en otras naciones. Esta polí-
tica fue denominada globalmente "política del gran garrote" (big stick)30 o "política de las
cañoneras" (gunboat policy) y fue el origen de las intervenciones practicadas por los Esta-
dos Unidos en América Central durante las tres primeras décadas de este siglo. Esta polí-
27 En julio de 1906, emigrados guatemaltecos cruzaron la frontera oriental de Guatemala, aprovechando los pasos fron-
terizos existentes entre Honduras, El Salvador y Guatemala El presidente de El Salvador, Tomás Regalado, en con-
flicto con el de Guatemala (Estrada Cabrera), fomentó las invasiones. Aunque Honduras se declaró ínicialmente
neutral en ese conflicto, Guatemala la consideró aliada de El Salvador a causa del uso que los emigrados hacían del
territorio hondureno. El presidente guatemalteco entró entonces en conversaciones con el líder liberal hondureno
Juan Angel Anas (en la oposición), ofreciéndole apoyo para que tomara el poder en Honduras; el presidente hondu-
reno se declaró entonces aliado de El Salvador en el conflicto con Guatemala F SALGADO, Compendio de Historia de
Honduras, Tegucigalpa, 1936, pp. 234-237.
28 THEODORE ROOSEVELT (1858-1919), vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos, republicano En 1895,
Roosevelt presidió el "Board of Police Commissioners" de Nueva York, en 1897 fue nombrado asistente del secreta-
rio de la Marina de los Estados Unidos. En febrero de 1898, durante la guerra hispanoamericana en Cuba, él orga-
nizó el Primer Regimiento de Caballería, "The Rough Riders", compuesto por volúntanos Participando activamen-
te en esta guerra, que fue ganada por los Estados Unidos, Th Roosevelt adquirió allí una reputación de héroe. En
1901, Th. Roosevelt era vicepresidente de los Estados Unidos, cuando el presidente McKinley fue asesinado, enton-
ces Roosevelt debió concluir su mandato presidencial Dictionary of American Biography, London-New York, 1935,
Vol. XVI, pp 135-144
29 Mensaje Anual del presidente Th Roosevelt al Congreso de los Estados Unidos. Véase J W. GANTENBEIN, op. at.
pp 361-362.
30 Así llamada a causa de una expresión empleada por el presidente Th Roosevelt, "habla suavemente y lleva un gran
garrote, llegarás lejos". Concise Dictionary of American Biography, New York, 1964, pp 275-277.

8
tica se evidenció durante el conflicto de 1906, el cual fue seguido, después de la llegada del
U.S.S. Marblehead, por la convocatoria, por parte de los Estados Unidos, a una Conferencia
de Paz. Esta convocatoria fue apoyada por México, que quería impedir la hegemonía gua-
temalteca sobre América Central.

México, país limítrofe de los Estados Unidos y Guatemala, había conducido una polí-
tica exterior orientada a limitar el peso de los Estados Unidos en Centro América, exten-
diendo su propia influencia sobre la región. México temía el crecimiento de la influencia
guatemalteca en el Istmo y temía, sobre todo, que las buenas relaciones entre los Estados
Unidos y Guatemala terminaran en una conjunción de influencias de las cuales fuera la
víctima. Los Estados Unidos, por su parte, invitaban a México a asociarse en este asunto
con el fin de evitar la sospecha de una eventual intervención del mismo género en ese país
y además, para sacar partido de la simpatía de que gozaba México en Centro América.

La Conferencia, realizada a bordo del U.S.S Marblehead, desembocó en una tregua y en


un proyecto de compromiso a discutir en una próxima Conferencia, que debía tenerse en
San José, Costa Rica, con la participación de los cinco países centroamericanos. Antes de
esta Conferencia estalló un nuevo conflicto, esta vez entre Honduras y Nicaragua.31 Triun-
faron las tropas del régimen liberal nicaragüense del presidente Zelaya. El presidente de
Honduras, Manuel Bonilla,32 debió dimitir y, por instigación de los vencedores, fue esta-
blecido en Honduras un gobierno presidido por el liberal Miguel R. Dávila. Durante ese
conflicto, la infantería de marina de los Estados Unidos desembarcó en Honduras y per-
maneció en su territorio del 18 de marzo al 8 de junio, principalmente en Trujillo, La Ceiba,
Puerto Cortés, San Pedro Sula, Laguna y Choloma.33

El establecimiento forzado en Honduras de un gobierno favorable al liberalismo nica-


ragüense, aumentaba la influencia de Nicaragua sobre sus vecinos; así se instauraba una
situación desfavorable para los Estados Unidos, en la medida en que el presidente Zelaya
no contaba con la simpatía de la administración estadounidense. Por su parte, los gobier-
nos de Guatemala y El Salvador no estaban dispuestos a aceptar las ambiciones
hegemónicas de Nicaragua. Se evidencia así, cuan grandes eran los riesgos de una guerra
entre los cuatro países, a principios de 1907.

31 D.G. MUNRO., op. cit., pp. 198-199. Esta guerra, surgida en 1907, se produjo sin declaratoria previa por parte de
Nicaragua, para evitar darle a la misma un carácter internacional. La misma apareció, más bien, como una lucha
entre conservadores y liberales hondurenos, contando estos últimos con el apoyo del presidente Zelaya de Nicara-
gua. En efecto, se trata de la insurrección del general Dionisio Gutiérrez, líder liberal hondureno quien, tratando de
evitar la reelección del presidente Manuel Bonilla, llevó a cabo una insurrección desde Nicaragua, con el apoyo
económico y militar del presidente nicaragüense, lo que condujo a un conflicto bélico entre ambos países. F.
SALGADO., op. cil., pp. 238-271; y, F.J. MARTINEZ., Honduras histórica. Imprenta Calderón, Tegucigalpa, 1974, pp.
102-107.
32 MANUEL BONILLA (Juticalpa 1849-Tegucigalpa 1913), fundador del Partido Nacional de Honduras en 1902 a tra-
vés del Club Central Electoral de la Democracia, que postuló a Bonilla candidato presidencial en marzo del mismo
año; los 310 clubes organizados con este propósito dieron el triunfo electoral a Bonilla sobre sus contendientes libe-
rales. R. BARDALES BUESO., Historia del Partido Nacional de Honduras, Servicopiax, Tegucigalpa, 1980, pp. 3-4; y, R.
BARDALES BUESO., Imagen de un líder: Manuel Bonilla, Editorial Universitaria (UNAH), Tegucigalpa, 1985.
33 A. SZYMANSKI., The Logic of Imperialism, New York, 1981, p. 247.

9
3. El Tratado General de Paz y Amistad de 1907

El Departamento de Estado de los Estados Unidos propuso entonces la celebración en


Washington de una Conferencia de Paz, a la cual fueron invitadas las cinco repúblicas de
América Central, actuando los gobiernos de Estados Unidos y México como garantes de
los acuerdos por firmar. La Conferencia de Washington se celebró del 14 de noviembre al
20 de diciembre de 1907. Los resultados obtenidos fueron, particularmente, la firma de un
"Tratado General de Paz y Amistad" de veintiún artículos, con una duración de diez años;
la constitución de una Corte de Justicia Centroamericana; el reconocimiento de la neutra-
lidad de Honduras y, de manera general, la reglamentación de las relaciones entre los paí-
ses signatarios.34 Fue convenido, igualmente, que a la expiración del término fijado de diez
años, el tratado podría ser renovado de año en año, hasta cuando uno de los países signa-
tarios lo denunciara.35

Los puntos más importantes del acuerdo contemplaban, por una parte, el no reconoci-
miento por los signatarios del Tratado y también por los Estados Unidos, de cualquier
gobierno surgido de un golpe de Estado36. Por otra, se establecía la neutralidad de Hondu-
ras en todos los conflictos de sus vecinos. El primero de esos puntos constituyó un paso
decisivo de la política estadounidense en América Central desde principios del siglo XX.
En efecto, el Tratado de 1907 permitía a los Estados Unidos poner en práctica una nueva
política de reconocimiento de los gobiernos centroamericanos. Esta nueva política se fun-
daba sobre el criterio de la "legitimidad constitucional".

Según el diplomático estadounidense Lawrence Dennis,37 ese principio de legitimidad


constitucional no hacía más que retomar la antigua doctrina de la "Santa Alianza", esta
vez bajo la forma de una constitucionalidad republicana y democrática. Según ese princi-
pio, ningún régimen revolucionario podía ser reconocido sin que la República fuera reor-
ganizada constitucionalmente. El reconocimiento de todo nuevo régimen reposaba sobre
la condición previa de realizar un proceso electoral, una consulta popular. Ese principio es
conocido como "Doctrina Tobar" (en alusión al ministro de Asuntos Exteriores de Uru-
guay, Mariano Tobar), quien lo expuso en 1906 con la aceptación de Estados Unidos, que
a la vez propone que la misma se incluya en el Tratado de 1907. Ello legitimaba la conduc-
ta de los Estados Unidos en materia de reconocimiento político frente a los gobiernos de
Centro América.38 Lawrence Dennis concluía, en 1931, que la política adoptada por los
Estados Unidos sobre los fundamentos de la Doctrina Tobar, les había conducido a una
política de intervención en Centro América. Aplicar tal Doctrina a los países de América

34 D. G. MUNRO., op. cil., pp. 200-205.


35 AMAEB, doss № 620, class. В.,reportede la Legación de Bélgica en Washington, del 27 de octubre de 1922.
36 Convención Adicional al Tratado General, Artículo I, Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, Washington,
1908, p. 1460.
37 LAWRENCE DENNIS, Diplomático estadounidense, Encargado de Negocios de los Estados Unidos en Honduras
entre 1924 y 1925, él ocupó igualmente otros cargos en el servicio diplomático de los Estados Unidos, particularmen-
te en Nicaragua y Haití. Foreign Service of the United States. Diplomatic and Consular Service, Washington, 1924, p. 8.
38 L. DENNIS., "Revolution, Recognition and Intervention", in Foreign Affairs, New York, Vol. 9, enero de 1931, № 2, pp.
206-208.

10
Central, decía el diplomático estadounidense: "Prácticamente forzaba al representante
americano a decir a qué gobierno y a qué individuo reconocerían los Estados Unidos".39

El segundo punto importante del Tratado preveía, como lo hemos visto, la neutralidad
de Honduras. Ese punto tenía una importancia decisiva para el establecimiento de una
paz duradera en Centro América. Honduras ocupa una situación estratégica entre Guate-
mala, El Salvador y Nicaragua, por lo que ha sido siempre el teatro de conflictos provoca-
dos por sus vecinos. Revolucionarios y contrarrevolucionarios utilizaban el territorio de
Honduras como sede de sus actividades y como base de los ataques que los mismos lanza-
ban contra otras repúblicas. Si se quería la paz, la neutralidad de Honduras se volvía nece-
saria; sin embargo, esta precaución no se dirigió solamente a Honduras. El artículo XVI del
Tratado preveía que:

Los gobiernos contratantes no permitirán que los cabecillas o jefes principa-


les de las inmigraciones políticas, ni sus agentes, residan en los departamen-
tos fronterizos a los países cuya paz pudieran perturbar.40

Otra disposición importante del Tratado de 1907 era la concerniente al establecimiento


de una Corte de Justicia Centroamericana, cuya jurisdicción se extendía a todos los litigios
que implicaran dos o más repúblicas.41 La Corte estaba compuesta por jueces que repre-
sentaban a cada república, nombrados por cinco años; las decisiones debían ser tomadas
por mayoría simple. La sede de la Corte fue establecida en Cartago, Costa Rica, y entró en
funciones el 25 de mayo de 1908. En esa fecha, el representante de los Estados Unidos re-
mitió la suma de 100,000 dólares para la construcción de las instalaciones administrativas
de la institución, de parte del industrial estadounidense Andrew Carnegie.42

Durante los diez años de funcionamiento de la Corte de Justicia Centroamericana, las


decisiones que tomó fueron, en la mayoría de los casos, letra muerta, tanto para las cinco
repúblicas centroamericanas como para los Estados Unidos de América. Desde 1909, los
Estados Unidos violaban el Tratado de 1907. La razón primordial de esas violaciones era la
voluntad estadounidense de obtener, a título de exclusividad, una concesión para cons-
truir un canal interoceánico en Nicaragua. Con ese fin, los Estados Unidos derrocaron al
presidente Zelaya y dieron su apoyo al nuevo gobierno nicaragüense, presidido por Adol-
fo Díaz.43

39 L. DENNIS., "Revolution, Recognition and Intervention", in Foreign Affairs, New York, Vol. 9, enero de 1931, № 2, pp.
212-213.
40 Tratado de Paz y Amistad celebrado en Washington por los delegados de las cinco Repúblicas de Centro América el 20 de dic
bre de 3907, Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, Washington, 1908, p. 1458.
41 Convención vara el establecimiento de una Corte de Justicia Centroamericana, Oficina Internacional de las Repúblicas
Americanas, Washington, 1908, pp. 1461-1463.
42 ANDREW CARNEGIE (1835-1919) Industrial y publicista de origen escocés y ciudadano estadounidense; ocupó el
segundo lugar entre los hombres más neos del mundo. Entre otras acciones en favor de la paz, hizo construir el
Palacio de la Paz en La Haya Dictionary of American Biography, London-New York, 1929, Vol. Ill, pp. 499-506.
43 S F BEMIS., op. at., pp 33-40.

11
La hostilidad de los Estados Unidos, respecto al presidente Zelaya, se debía a que éste
había intentado contrarrestar la injerencia estadounidense en su país estableciendo lazos
de amistad con el Japón. En 1908, en efecto, Zelaya intentó involucrar a los japoneses en la
construcción de un canal interoceánico en Nicaragua, por lo que los Estados Unidos pro-
vocaron una revolución que estalló sobre la costa del Pacífico nicaragüense y obligó al
presidente Zelaya a dimitir.44

Los Estados Unidos obtuvieron del nuevo gobierno la satisfacción de sus demandas; el
5 de agosto de 1914, el Tratado Bryan-Chamorro fue firmado entre ambos países. Por este
Tratado, Nicaragua concedía a los Estados Unidos derechos exclusivos y perpetuos sobre
la construcción, utilización y supervisión de un canal interoceánico a través del río San
Juan y el Lago de Nicaragua. El Tratado Bryan-Chamorro concedía igualmente a los Esta-
dos Unidos el derecho a la construcción de una base militar en el golfo de Fonseca, en el
Océano Pacífico. Es necesario precisar que las aguas del golfo de Fonseca pertenecen en
condominio a Nicaragua, Honduras y El Salvador. Además, Nicaragua cedía a los Estados
Unidos, durante 99 años, las islas Great Corn y Little Com, sobre el Mar Caribe. A cambio
de todo ello, los Estados Unidos se comprometían a pagar a Nicaragua una indemnización
de tres millones de dólares oro.45

Honduras, y más aún El Salvador, ribereños del golfo de Fonseca, protestaron contra la
firma del Tratado ante la Corte de Justicia Centroamericana. El Salvador consideraba que
el establecimiento de una base militar estadounidense en el golfo de Fonseca amenazaría
su seguridad y que, además, ninguno de los países con derechos sobre las aguas de dicho
golfo podía disponer de éstas sin haber consultado previamente a los otros. Costa Rica se
quejaba, igualmente, de ser perjudicada por el Tratado Bryan-Chamorro, en tanto que tam-
bién tenía derechos sobre el río San Juan.46
La Corte de Justicia Centroamericana se pronunció en 1912 y en 1916 a favor de las
repúblicas peticionarias. La administración estadounidense no aceptó ninguna de esas
resoluciones, sosteniendo que dicha Corte no tenía ninguna jurisdicción sobre los Estados
Unidos. Así, la institución jurídica instaurada con el apoyo de los Estados Unidos en 1907
fue desautorizada y puesta en cuestión, viéndose obligada a inclinarse ante los intereses

44 AMAEB, doss № 620, Class В., reporte de la Legación de Bélgica en Guatemala, del 20 de febrero de 1923, pp. 6-8.
véase igualmente AMAEB, correspondence politique Guatemala 1900-1929, reporte del 20 de noviembre de 1926. Es im-
portante hacer notar que no solamente el presidente Zelaya de Nicaragua, sino también algunos intelectuales hon-
durenos, miraban en la alianza con el Japón una alternativa de salvación frente a la política de intervención militar,
económica y política de los Estados Unidos en Centro América. Un documento de la Liga de la Defensa Nacional Cen-
troamericana (organización cuyas actividades estudiamos en el quinto apartado de este capítulo), decía en este sen-
tido en 1914. "Ahora es tiempo de que la diplomacia hispanoamericana tienda sus ojos al Japón. Los japoneses aca-
ban de recibir serios ultrajes en California, y en las calles de Tokio celebran mítines y ponen rótulos que dicen "Li-
bertad o Muerte", gritando contra los yanquis. Sería nuestra única salvación. Los yanquis derrocaron al presidente
Zelaya, de Nicaragua, porque él -con una clara visión del porvenir- estaba tratando con el Japón". Labor hondurena
por la Autonomia de Centro América. Uga de la Defensa Nacional Centroamericana, Imprenta El Sol, Tegucigalpa, 1914, p.
359
45 Convención entre los Estados Unidos y Nicaragua, firmada en Washington el 5 de agosto de 1914. Véase J. W.
GANTENBEIN., op. cit., anexo C, pp. 913-915.
46 D. G. MUNRO., op. cit., pp. 201-205.

12
estadounidenses. La Corte de Justicia Centroamericana fue oficialmente disuelta en 1918
por los países signatarios del Tratado de 1907.47

En su calidad de garante del Tratado de 1907, el gobierno de los Estados Unidos se


había adjudicado la facultad de intervenir en los asuntos de América Central en función de
las circunstancias. El mismo hecho de que las cinco repúblicas aceptaron firmar ese Trata-
do en Washington, bajo la convocatoria del presidente Theodore Roosevelt, muestra su
sumisión ante este estado de cosas.

Por medio del Tratado de 1907, los Estados Unidos trataron de beneficiarse en Centro
América de las mismas prerrogativas que habían adquirido en Cuba a través de la En-
mienda Platt.48 Esta Enmienda le reconocía a los Estados Unidos el derecho de intervenir
en Cuba cada vez que su situación política entrara en crisis. Después de 1907 América
Central, por completo, fue sometida a ese régimen que haría de esta región una especie de
semi-protectorado de los Estados Unidos, abriéndose así una era de intervencionismo
militar.

4. La conjunción de los intereses económicos y políticos: la "diplomacia del dólar"


(1909-1913)

A fines de 1908, los electores llevaron a la presidencia de los Estados Unidos al candi-
dato republicano William Howard Taft49 para la legislatura 1909-1913, el presidente Taft
nombró como su secretario de Estado a Philander Chase Knox. La administración Taft
prosiguió e intensificò la estrategia de control político y de penetración econòmica inaugu-
rada por las administraciones precedentes. Su voluntad de estimular la política de inver-
siones estadounidenses en el extranjero ha conducido a ciertos autores a definir la política
exterior de esa administración como una "diplomacia del dólar". Así, por ejemplo, para
Selig Adler, la expresión "dollar diplomacy" ha sido empleada para describir una política
a través de la cual la administración Taft-Knox, bajo el pretexto de representar la industria
estadounidense en el extranjero, utilizaba su influencia diplomática para promover sin
escrúpulos los intereses de los inversionistas de ese país.50

47 D. G. MUNRO., op at, pp. 201-205.


48 Esta Enmienda de 1901, adoptada por el Congreso de los Estados Unidos sobre la proposición del senador de
Connecticut O. P. Platt, definía las condiciones para poner fin a la ocupación estadounidense en Cuba, la cual había
seguido a la guerra hispanoamericana de 1898. Esta Enmienda confería a los Estados Unidos el-derecho a establecer
una base naval sobre el territorio y las aguas cubanas y, además, el derecho de intervenir en Cuba para preservar su
gobierno legítimo y/o su independencia. Dictionary of American Biography, London-New York, 1933, Vol. XI, pp. 520-
521.
49 WILUAM HOWARD TAFT (1853-1930). Presidente у ministro de Justicia de los Estados Unidos. En 1900 fue pre­
sidente de la Comisión de las Filipinas y un año después gobernador de esas islas. En enero de 1904 llegó a ser se-
cretano de Guerra de los Estados Unidos. Más tarde, en septiembre de 1906, fue enviado de urgencia a Cuba para
salvaguardar la paz de la isla, amenazada por una revolución. Dictionary of American Biography, London-New York,
1936, Vol. Х Ш, pp. 266-268.
50 S. ADLER, "Bryan and Wilsonian Caribbean Penetration", in The Hispanic American Historical Review, New York, Vol.
XX, N" 2, mayo de 1940, pp. 210-211.

13
En la época de la "diplomacia del dólar", los Estados Unidos fundamentaron su polí-
tica exterior en la fusión de sus intereses estratégicos, políticos y económicos, y se orienta-
ron hacia la conquista de mercados y territorios nuevos en Asia y América Latina. Los tres
tipos de intereses se sostenían entre sí, las grandes líneas de la política de expansión esta-
ban definidas por el Departamento de Estado y las grandes compañías se adherían sin
restricciones. Sector público y sector privado estaban aliados en la prosecución de un ob-
jetivo común de expansionismo y de beneficio mutuo. La administración Taft argumenta-
ba que, para garantizar la seguridad del Canal de Panamá, era preciso evitar las crisis eco-
nómicas que afectaban regularmente a los estados centroamericanos, ya que éstas podían
conducir a crisis políticas generadoras de inseguridad en la región del Canal.51

Honduras tenía en 1908 una deuda externa de 110 millones de dólares, debido sobre
todo a empréstitos contratados entre 1867 y 1870 ante bancos ingleses, por 27 millones de
dólares. Esos préstamos estaban destinados al financiamiento de un proyecto para cons-
truir una red ferroviaria que habría comunicado las costas hondurenas sobre el Atlántico
y el Pacífico. La mala administración de los préstamos condujo el proyecto a la quiebra.
Desde fines de 1873, el gobierno hondureno había interrumpido el pago de los intereses de
su deuda; por acumulación de los intereses, ésta se elevó a la cantidad mencionada.52

El mismo año, el "Consejo de Tenedores de Bonos Extranjeros" de Londres propuso a


Honduras un contrato para el reembolso de su deuda; ese contrato incluía una hipoteca
sobre la parte del ferrocarril ya construida y sobre desembarcaderos marítimos, al momen-
to utilizados por empresas privadas de los Estados Unidos. El gobierno de Honduras re-
husó la proposición, pero sus objeciones fueron objeto de conversaciones entre la Embaja-
da de Gran Bretaña en Washington y el Departamento de Estado. Este último, convertido
en intermediario entre Honduras y Gran Bretaña, propuso en 1909 la conclusión de un
empréstito entre la Casa }. R Morgan y Compañía de Nueva York y el gobierno hondureno.
Este banco aceptaba en principio el empréstito, pero pedía, como garantía de pago, la fir-
ma de una Convención entre Honduras y los Estados Unidos.53

De esta manera, los Estados Unidos requerían de Honduras la aceptación del control
de sus puestos aduaneros por una comisión de funcionarios estadounidenses designados
a ese erecto por el presidente de los Estados Unidos; estaba previsto, en efecto, que una
parte de los ingresos aduaneros hondurenos fueran afectados para amortizar la deuda. El
país contratante, en este caso Honduras, se comprometía a no modificar sus reglamentos
fiscales durante la duración del préstamo. Una Convención en ese sentido fue firmada el
10 de enero de 1911 por los ministros de Relaciones Exteriores de los dos países, Juan Pa-
redes y Philander Ch. Knox. La Convención estipulaba, entre otros puntos, los siguientes:

Artículo Π: El empréstito (...) será garantizado con las rentas aduaneras de


Honduras y el gobierno de Honduras se obliga a no alterar los derechos, de

51 S NEARING y J. FREEMAN., Dollar Diplomacy, a study m American Imperialism, New York, 1970, pp. 264-267.
52 CH HOWLAND., Survey of American Foreign Relations, New York, 1929, pp. 245-250.
53 Ibidem

14
importación o exportación (...) sin consultar con el gobierno de los Estados
Unidos (...).

Artículo IV: El gobierno de Honduras nombrará de una lista que será pre-
sentada por el agente fiscal del empréstito y aprobada por el presidente de
los Estados Unidos, un administrador general de aduanas que administrará
las aduanas en conformidad con el contrato (...). El gobierno de los Estados
Unidos proporcionará la protección que juzgue necesaria".54

El Congreso de los Estados Unidos y el Congreso hondureno desaprobaron la Conven-


ción Knox-Paredes, considerando que tal acuerdo conduciría al establecimiento de un
protectorado en Honduras, como el que fue impuesto antes a la República Dominicana. En
el Congreso hondureno, esta tesis fue defendida por el Partido Nacional del general Ma-
nuel Bonilla. Este, que había sido presidente de Honduras entre 1903 y 1907, debió dimitir
después de la derrota de sus tropas en la guerra con Nicaragua en 1907.55 La resistencia
casi unánime del Congreso hondureno a la Convención Knox-Paredes (33 votos de 38)
ofrecía al general Bonilla la ocasión de reagrupar, en torno a él, esta oposición y de retomar
el poder por la insurrección.

Bonilla buscó con tal fin el apoyo financiero de Samuel Zemurray.56 Venido a Hondu-
ras en 1905, Zemurray se dedicó al principio al comercio de bananos, luego proyectó com-
prar tierras a lo largo de la ribera del Cuyamel y poseer así sus propias plantaciones. Si
Zemurray pudo llevar a cabo este proyecto, fue precisamente por haber ayudado al gene-
ral Bonilla a derrocar al presidente Dávila. Zemurray le proporcionó a Bonilla un viejo
barco de guerra de Estados Unidos, el Hornet, llevando a bordo una ametralladora, muni-
ciones y dos mercenarios: Lee Christmas57 y Guy Malone. Bonilla, por su parte, había re-
unido a sus partidarios y no se precisó de nada más para derrocar el régimen liberal de
Dávila. Como presidente, Bonilla recompensó a Zemurray ofreciéndole gratuitamente las
concesiones que éste ambicionaba en la cuenca del Cuyamel. Así nació la poderosa

54 Texto de la Convención Knox-Paredes, en "Documentos Históricos" (compilador J.A. MARTELL), Revista Ariel, Tegu-
cigalpa, julio de 1973, pp 27-28.
55 R. BARAHONA., Breve historia de Honduras, México, 1956, pp. 164-166
56 SAMUEL ZEMURRAY (1877-1961) Originano de Besaravia, Zemurray emigró a los Estados Unidos en 1892 y se
instaló en Luisiana El era, en parte, propietario de la Hubbard Zemurray Steamship Company, la que más tarde, en
1899, llegó a ser una filial de la United Fruit Company Cuando Zemurray vendió su segunda compañía, la Cuyamel
Fruit Company, en 1930, se convirtió en el principal accionista de la United Fruit Company. Dictionary of American
Diplomatic History, J E. FINDLING (Ed ), Greenwood Press, Westport (Connechcut)-London, 1980, ρ 525.
57 LEE CHRISTMAS, mercenario estadounidense radicado en Honduras Fue jefe de la policía de Tegucigalpa de 1901
a 1907, Christmas siempre estaba listo para batirse contra quien fuera por servir al que pagara sus servicios En
1904, por orden del presidente Bonilla, clausuró el Congreso Nacional hondureno y encarceló a los diputados opo-
sitores a Bonilla. Su compañero de aventuras, Guy Malone, fue más tarde presidente de la Cervecería Unión y Ulúa,
de San Pedro Sula, una importante empresa, jurídicamente hondurena, pero donde se mezclaban capitales hondu-
renos y extranjeros. H.E. BAKER., "A Map of the Foreign Empire of the United Fruit Company of Boston and New
Orleans", in Fortune, Vol. VIII (3), marzo 1933, pp. 24-39,123-126 Véase igualmente: H.B DEUTSCH., The Incredible
Yanqui, the Career of Lee Christmas, Greeman and Company, London, 1931, y, J. INESTROZA VEGA., "Evolución his-
tórica de Ια policía en Honduras", en Revista del Archivo y Biblioteca Nacional, Tegucigalpa, 1946, Vol. XXXV, pp. 57-64.

25
Cuyamel Fruit Company.,58 Honduras había escapado al poder de los banqueros, pero se
había entregado a las compañías bananeras.

Es preciso hacer referencia nuevamente al desarrollo de esta revolución, que no se aca-


bó sin la intervención de los Estados Unidos. En efecto, como el general Bonilla ocupaba
ya algunas plazas de la Costa Norte, particularmente Roatán, Trujillo y La Ceiba, el presi-
dente Dávila se dirigió al presidente de los Estados Unidos demandándole su interven-
ción para impedir a los insurrectos apoderarse del país.59 Según Vicente Mejía Colindres,
uno de los ministros del presidente Dávila, éste consideraba una intervención estadouni-
dense como indispensable para el respeto de las cláusulas de la Convención Knox-Pare-
des.60

Los Estados Unidos rehusaron intervenir, permitiendo asi el desarrollo de la acción


emprendida por el general Bonilla y sus partidarios. La negativa estadounidense pude
comprenderse, si se tiene en cuenta el rechazo por el Congreso de ese país de la Conven-
ción Knox-Paredes. Por otra parte, Estados Unidos estaba comprometido en ese momento
con las dificultades que afrontaba Nicaragua, donde sostenía al gobierno surgido de la
insurrección que derrocó al presidente Zelaya.

En febrero de 1911, sin embargo, los Estados Unidos se interpusieron como arbitros del
conflicto hondureno y organizaron en Puerto Cortés, a bordo del acorazado U.S.S. Tacoma,
una Conferencia de Paz entre las fuerzas insurrectas y el gobierno, todo esto en contradic-
ción con el Tratado de 1907. La Conferencia, presidida por Thomas С. Dawson, funciona­
rio del Departamento de Estado, tomó la decisión de deponer al presidente Dávila y con-
fiar la presidencia provisional del país a Francisco Bertrand. La Conferencia del Tacoma
estableció que: 1) todas las facciones políticas darían su apoyo al presidente provisional; 2)
el gabinete sería compartido igualmente entre los revolucionarios y el gobierno depuesto;
3) un desarme general sería ordenado; 4) las elecciones presidenciales serían organizadas
en octubre de 1911.61

La "revolución Zemurray" es un episodio importante: esa fue la primera vez, en la


historia de Honduras, que una compañía extranjera pagó con su apoyo a un partido polí-
tico hondureno la obtención de condiciones económicas ventajosas. O más bien: la primera
vez que un partido político vendía importantes intereses en el país a una compañía extran-
jera para obtener éxito político.

5. Intervención estadounidense y protesta popular: las reacciones políticas


en Honduras (1909-1914)

La perspectiva de ver a América Central convertida en un protectorado de hecho de los


Estados Unidos -rechazada en los Estados Unidos mismos por una parte de la opinión-
58 RE. BAKER., op. cit.
59 Papers Relating to the Foreign Relations of the United States, 1911, Vol. II, pp. 299-307.
60 E/ Cronista, Tegucigalpa, № 88,1" de febrero de 1913, p. 1.
61 Papers Relating to tlie Foreign Relations ofTlie United States, Washington, 1911, Vol. II, pp. 299-307.

16
produjo en los cinco países de Centro América una ola de protestas. En Honduras, la pro-
testa se articuló alrededor de los intelectuales y de la prensa liberal, jugando el papel de
fuerza de oposición. El nacionalismo era la fuente ideológica que alimentaba el espíritu
antiimperialista de los intelectuales hondurenos de la época. No es sino un poco más tarde
que aparecerán en el pensamiento político de la América Central las ideas marxistas, socia-
listas y revolucionarias en general.

Entre 1909 y 1914, la protesta intelectual se limitaba a rechazar el proyecto de protecto-


rado, a condenar la presencia estadounidense en Nicaragua y, en general, a reivindicar el
derecho a la independencia nacional de las repúblicas de Centro América. La oposición
antiimperialista se manifestaba a través de la prensa liberal; por la organización de comités
de defensa de la soberanía nacional y de ligas antiimperialistas; y, por la movilización de
los artesanos y los estudiantes. Sus acciones tenían un carácter pacífico y se limitaban a
demostrar su rechazo al proyecto de protectorado, por medio de mítines y asambleas pú-
blicas.

La oposición de los círculos gubernamentales era encubierta y matizada; querían pro-


tección, ciertamente, pero no un protectorado declarado. El ministro de los Estados Unidos
en Tegucigalpa informaba al secretario de Estado Bryan, el 17 de septiembre de 1914:

.. .ellos desean, al máximo, que se les dé consejo y protección pero se oponen


al establecimiento de un protectorado proclamado públicamente o a la ocu-
pación de su territorio. De hecho, yo encuentro que esta idea prevalece entre
los hombres más inteligentes de todas las facciones, ellos combaten feroz-
mente la sugestión de un 'protectorado', así como la extensión del control de
sus relaciones exteriores.62

El poeta y novelista hondureno Froylán Turcios,63 un respetado intelectual de las pri-


meras décadas de este siglo estaba, desde entonces, comprometido con el movimiento
antiimperialista que nacía en Centro América. Su pensamiento estaba influenciado por el
idealismo progresista de la época y sus críticas tendían a exacerbar los sentimientos nacio-
nalistas entre los hondurenos.

62 A N Wv Correspondencia Política, reporte de la Legación de los Estados Unidos en Honduras, del 17 de septiembre
de 1914, ρ 4
63 FROYLAN TURCIOS (Juhcalpa 1875-San José, Costa Rica, 1943) Político y literato hondureno, en distintos momen-
tos fue ministro de Gobernación, diputado, Encargado de Negocios de Honduras en Francia, delegado de Honduras
a la Asamblea de la Sociedad de Naciones y a la Conferencia Panamericana de Río de Janeiro. Escritor fecundo,
autor, entre otros, de Mariposas, Renglones, Hojas de Otoño, El vampiro. Tierra maternal. El fantasma blanco. La floresta
sonora, Memorias y otros Fue también editor de revistas y periódicos, entre las primeras se destacaron Esfinge y Ariel,
y entre los segundos El Heraldo y El Nuevo Tiempo Fue en Eí Heraldo donde, según relata Turcios en sus Memorias, él
mismo publicó el pnmer articulo crítico contra los Estados Unidos en Honduras, utilizando por vez primera en
Honduras el calificativo de "imperialismo yanqui" para referirse a los Estados Unidos Fuente· Correo Literario de
Honduras (Revista de Letras, Ciencias, Artes y Misceláneas), Tegucigalpa, I o de septiembre de 1959 (4), p, 1, F TUR-
CIOS., Memorias, Edit Universitaria (UNAH), Tegucigalpa, 1981, ρ 204.

17
El Cronista, el periódico de ideología liberal más influyente de su época, rendía cuenta
del estado de ánimo prevaleciente en los sectores populares hondurenos en una nota del 1
de agosto de 1913. El escrito informaba de las reacciones de indignación suscitadas en
Honduras, sobre todo entre los estudiantes y los artesanos de Tegucigalpa, a causa de la
intervención militar estadounidense en Nicaragua.64 Esta indignación, reportaba el perió-
dico, se traduce en la realización de mítines y actos de protesta contra la política de Esta-
dos Unidos en Centro América.65

En este caso se trataba, como ya lo hemos señalado, de manifestaciones exentas de vio-


lencia, de concentraciones en las plazas y en las calles de las principales localidades del
país, donde la masa coreaba consignas tales como "no al protectorado", "yanquis fuera de
nuestra tierra", o "muerte a los americanos". Los recuerdos del estadounidense Edward
Репу nos permiten comprender la significación de esas consignas. En un artículo publica-
do en 1920, Perry cita la conversación que él mismo tuvo con un manifestante en el Parque
Central de Tegucigalpa, en 1914. He aquí un fragmento de dicha conversación:

E. Perry: "Por qué, Carlos, yo no comprendo por qué ustedes nos odian tan-
to!"
Carlos: "¡Pero nosotros no los odiamos! ¡Ninguno de nosotros lo hace!"
E. Perry: "Entonces, cuando usted grita "¡muerte a los americanos!... ¿A
quiénes se refiere?"
Carlos: "Nosotros nos referimos a los yanquis que tomarán México y Centro
América y esclavizarán a sus pueblos".66

El descontento popular se canalizó a través de una organización denominada Liga de la


Defensa Nacional Centroamericana, organizada en Tegucigalpa el 1 de agosto de 1913 y pre-
sidida por Coronado García.67 Un resumen muy completo de las actividades de esta orga-
nización fue publicado en 1914, en un volumen con alrededor de 400 páginas intitulado
Labor hondurena por la Autonomía de Centro América. Este documento recoge las actas de

64 El presidente Taft declaraba al Congreso de los Estados Unidos en diciembre de 1912: "llegó a ser necesario el des-
embarco de 2,000 mannes y bluejackets en Nicaragua". Mensaje Anual del presidente Taft al Congreso, 3 de diciem-
bre de 1912. Véase J.W. GANTENBEIN., op. al., p. 87.
65 El Cronista, 1 de agosto de 1913, pp. 2-3.
66 E. PERRY., "Anti American Propaganda in Híspame America", in The Hispanic American Historical Review, Vol. Ill, marzo
1920, pp. 17-40.
67 CORONADO GARCIA. Poseemos pocos datosrelativosa la vida política y privada de este personaje. De él sabe-
mos únicamente que era liberal, abogado de profesión, y que prestó sus servicios como Consejero y Síndico a la
Municipalidad de Comayaguela en 1913,1916 y 1918. Coronado García fue electo presidente de la Liga de la Defensa
Nacional Centroamericana el 1 de agosto de 1913, los otros directivos fueron: Eusebio Fiallos (Vicepresidente),
Edmundo Lozano A. (1er. Secretano), S. Salgado Lozano (2° Secretano), Juan M. Gálvez (Tesorero). En otras ciuda-
des hondurenas los líderes más destacados en la organización de la Liga de la Defensa Nacional Centroamericana fue-
ron: "En La Ceiba: Héctor Medina Planas, Salomón T. Sosa, José A. Membreño, Benjamín Urbizo Vega, Martín Agüe-
ro y otros. En Amapala: J. Vicente Cáceres, David Villalobos y Trinidad Chévez. En Juticalpa. Felipe Cálix M. En
Danlí: Cosme García C, Policromo Valladares Α., Leónidas Medina y Cornelio Zamora. En Comayagua: Enrique
Aguiluz". Labor hondurena por U Autonomía de Centro América, op. cit., pp. 5-15; y, J.R. ARDON., Monografía Geográfica
e Histórica del Municipio de Comayaguela, Talleres Tipográficos Nacionales, Tegucigalpa, 1937, p. 140.

18
constitución de las filiales municipales de la Liga hondurena e informa de los actos de
protesta realizados contra "el imperialismo yanqui en Honduras".

La Liga estableció sus filiales nacionales, las que organizaban en su momento filiales
municipales. Cada una de estas agrupaciones tomaba el nombre de "Junta Patriótica",
"Comité" о "Club" de la Defensa Nacional; tal es lo que se desprende de la lectura del
documento antes citado el que, sm embargo, se limita a informar sobre la organización de
las filiales municipales en Honduras, sin proporcionamos más datos sobre la organización
en los otros países de Centro América.

La Liga hondurena, por ejemplo, logró organizar 114 filiales municipales en 15 depar-
tamentos del país y celebró manifestaciones de protesta en todas las ciudades importantes
como Tegucigalpa, La Ceiba, Amapala, Juticalpa, Danlí, Comayagua, Ocotepeque, Gracias,
Santa Rosa de Copan "y en casi todos los pueblos de Honduras".68 Los comités municipa-
les de la Liga se organizaron contra "la política deplorable observada por el gobierno de
los Estados Unidos en el istmo". En su declaración oficial de constitución, los comités se-
ñalaban su pertenencia a una organización más amplia que cubría los cinco países de la
América Central. El comité de la ciudad de Danlí, en el Este de Honduras, por ejemplo, de-
claraba en agosto de 1913:

1) Constituirse en sociedad patriótica bajo la denominación de 'Comité de


la Defensa Nacional', dependiente de la Liga organizada en Tegucigalpa.

2) Esta agrupación llevará a cabo sus trabajos antiyanquistas, haciéndose la


más enérgica y activa protesta contra la política imperialista del Coloso
del Norte.

3) Enviar una copia de esta acta de constitución a la Liga de la Defensa Na-


cional de Centro América.69

Para financiar sus actividades, los comités dependían de las contribuciones aportadas
por personalidades que formaban parte de la agrupación.70 En cierto momento, los comi-
tés intentaron utilizar la estructura administrativa de las municipalidades del país para
crear un "Fondo de Defensa Nacional". Este sería alimentado por contribuciones volunta-
rias de personas de diversas clases sociales y sería administrado provisionalmente por las

68 Labor hondurena op at, ρ 15


69 El Cronista, 6 de septiembre de 1913, ρ 2.
70 Según las actas de "Labor hondurena ", las personalidades que más se distinguieron en la recaudación de fondos
para la Liga fueron, en Choluteca Rafael Medina Raudales y Mañano Ρ Guevara, en Marcala Eusebio Fiallos V, La
Esperanza J Vicente Cáceres, en Santa Rosa de Copan Federico С Canales y Jerónimo J Reina, en Juticalpa Felipe
Cáhx M , en Yoro Antonio Romero Ζ , en Amapala David Villalobos h , en Gracias Adán Pineda H , en Reitoca
Modesto Rodas A, en Olanchito Terencio Τ Reyes y Purificación Zelaya, en Opatoro Simeón Urquía Tomé Don
Antonio Lazzari colaboró dando una función de cinematógrafo a beneficio de la Liga Otros colaboradores fueron
Femando A Pérez, propietario de la imprenta "El Sol", y Santos Τ Fortín, tipógrafo Labor hondurena .op at, ρ
361

19
autoridades municipales Una proposición en este sentido fue hecha a todos los comités
organizados en Honduras, por el Club La Defensa Nacional, de Amapala. Su resolución
proponía.

1) Que se excite a las municipalidades de la República para que en juntas


populares inquieran de sus respectivos pueblos si están de acuerdo en
que se levante una suscripción voluntaria de dos pesos anuales para ca-
pitalistas de primera clase, un peso los de segunda y cmcuenta centavos
para proletarios, con el objeto de formar un fondo que se denominará
'Fondo de Defensa Nacional'.

3) Que efectuado esto, cada municipalidad envíe esos fondos a la munici-


palidad de Tegucigalpa, y a su vez los deposite en uno de los bancos de
la capital. .

4) Que siendo éste un fondo esencialmente popular, sólo debe invertirse en


caso de guerra exterior... (ellos entendían guerra exterior como la agre-
sión de que fuera víctima cualquiera de los países de Centro América, M.
B)...

5) Que se pida al Congreso Nacional por medio de los diputados de Valle,


eleve a la categoría de ley la expresada contribución anual por un térmi-
no que no baje de 10 años . .".71

La Liga de la Defensa Nacional Centroamericana inició sus actividades en Tegucigalpa el 3


de agosto de 1913, celebrando una manifestación de protesta contra la política de los Esta-
dos Unidos en América Central, la misma recorrió las principales calles de Tegucigalpa y
Comayaguela Esta "formidable protesta, culta y civilizada", fue organizada por Coronado
García, Eusebio Fiallos V, Juan M Gálvez, S. Salgado Lozano y Edmundo Lozano A To-
dos ellos "fueron designados, por el voto unánime del pueblo, en ciudadanos directores
de los trabajos de la Liga de la Defensa Nacional Centroamericana, con amplios poderes
para representarla" n

Los organizadores de la manifestación pretendían reunir a "todos los elementos socia-


les" de ambas ciudades, sm distinción de mihtancia política, pues su objetivo era "dar a
conocer al pueblo la situación crítica y difícil porque cruzaría el país si desgraciadamente
se consuma el escandaloso e mfamante proyecto contra la autonomía de Centro Améri-
ca" n La unanimidad lograda por los organizadores de la Liga hondurena, en este sentido,

71 Moción del Club La Defensa Nacional de Amapala en su sesión del 22 de agosto de 1913, firmada por J Vicente Ca-
ceres, Presidente, José Mana Martínez, Vicepresidente, Julio Herrera, J Antonio Gallardo, Cástulo Flores, S J A
Bonilla, Vocales, David Villalobos H, Secretano, Antonio S Rodnguez, Prosecretano ' Labor hondurena op at, pp
299-301
72 Labor hondurena op cil, ρ 12
73 Ibidem

20
era ya evidente en la larga lista de firmantes del acta de constitución de la Liga misma,
entre cuyos fundadores figuraban el general Calixto Marín, Juan Manuel Gálvez, Plutarco
Muñoz, Ernesto Argueta, Adán Canales, Visitación Padilla, José María Reyna h., A. R.
Reyna h., Liberato Moneada, Miguel R. Dávila, José Jorge Callejas, Venancio Callejas, todos
ellos militantes de los partidos Liberal y Nacional.74
Los organizadores del movimiento de protesta se preocuparon igualmente por hacer
del acto antiestadounidense una expresión organizada pero a la vez pacífica de los senti-
mientos populares. Con este propósito, la Junta Directiva de la Liga procedió

...mediante reunión pública en Cabildo Abierto en el Palacio Municipal de


Comayagüela, a organizar las distintas Comisiones que dirigían el movi-
miento, habiendo sido nombrado el general Calixto Marín, Jefe de la Comi-
sión de Orden, y se encareció a la autoridad civil y militar estuviese bajo la
inmediata dependencia de aquel Jefe y de no intervenir en ningún caso por
sí sola sin instrucciones de la Directiva, que asumía toda la responsabili-
dad.75

Según el mismo documento, en dicha manifestación hubo alrededor de diez mil perso-
nas que "llenas de coraje daban mueras al protectorado americano. No hubo una sola nota
discordante. La cultura y el civismo del pueblo se puso a prueba". Los principales orado-
res del acto fueron: Ernesto Argueta, S. Salgado Lozano, Edmundo Salgado, Salvador Ze-
laya, J. Jorge Callejas, Coronado García, Eusebio Fiallos V. y Samuel Laínez.76

En el discurso pronunciado en el parque "La Libertad", de Comayagüela, el presidente


de la Liga de la Defensa Nacional Centroamericana, Coronado García, dijo que en caso de que
los medios pacíficos para alcanzar la independencia de Centro América fueran agotados:

nos lancemos a las armas todos los centroamericanos dignos; cojamos, sí, el
puñal, el fusil, la bomba mortífera, el arma redentora y... sepamos atacar
con ira santa a nuestro cruel enemigo, debiendo principiar nuestra heroica
empresa haciendo rodar con macabro gesto las cabezas de los traidores cen-
troamericanos que, cual nuevos judas, han entregado maniatada nuestra
amada patria a la voracidad del dollar corruptor... Nuestra divisa inflexible-
mente debe ser ésta: Vida Libre y Digna, o Muerte Heroica....77

El radicalismo político derivado de este discurso, característica que se repite en otros


discursos y artículos periodísticos durante el mismo período, fue la base sobre la que se
manifestó un nacionalismo primario con un importante peso antiimperialista; el cual se
convirtió en precursor de las ideas que más tarde animarían a los movimientos de libera-
ción nacional de Centroamérica.

74 Labor Iwnditreñe... op. cil., pp. 6-10.


75 Ibidem, p . 12.
76 Ibidem, pp. 12,13,14.
77 Ibidem, pp. 17-18.

21
La constitución de la Liga de la Defensa Nacional Centroamericana, no fue más que la ex-
presión orgánica de un movimiento surgido espontáneamente en Tegucigalpa el 31 de
julio de 1913, cuando comenzaron a llegar a esa ciudad las primeras noticias que informa-
ban de la discusión que sostenía el Senado de los Estados Unidos concerniente a la conver-
sión de Nicaragua en protectorado estadounidense.

En la misma fecha:

...el pueblo de Tegucigalpa corrió en masa a protestar ante la Legación Ame-


ricana, residente en esta ciudad, con la indignación del que le asiste la justi-
cia. Fue menester mucha cordura de parte de los directores de tan simpática
manifestación, para que el pueblo encolerizado no se lanzara, como en otros
lugares, al ultraje y a la reivindicación de sus derechos mancillados. Por to-
das partes se oía el grito de protesta. Todos los círculos políticos y sociales se
dieron cita en el Parque Morazán, en donde, al clamor de las masas, subió a
la tribuna el general Calixto Marín a hacer recomendaciones sensatas al pue-
blo viril y orgulloso que se desbordaba rebosante en patriotismo.

Entre los principales oradores, de lo que fue la primera manifestación popular


antiimperialista que registra la historia de Honduras, se encontraban: Edmundo Lozano
Α., Salvador Zelaya, Rómulo E. Durón, Adán Canales y Eusebio Fiallos V.78

Es preciso señalar que las críticas hechas por la Liga de la Defensa Nacional Centroameri-
cana contra los Estados Unidos, se dirigían tanto a los factores políticos como económicos
de la intervención estadounidense en la región. La Liga estimaba necesario hacer contra-
peso a la dominación económica de Estados Unidos en Centro América, por medio del
aumento de los intercambios económicos y comerciales con los países de Europa. De este
modo, uno de los colaboradores de la Liga hondurena consideraba que:

Los gobiernos de Centro América deben subvencionar líneas de vapores


transatlánticos para que visiten nuestros puertos y traigan los productos
fabriles de la vieja Europa, que son más pulimentados, finos y de mejor cali-
dad que los americanos.79

La Liga de la Defensa Nacional Centroamericana había sido creada con carácter permanen-
te, de acuerdo con el acta de constitución de la misma, sin embargo, carecemos de la infor-
mación histórica necesaria para trazar documentalmente la evolución posterior de esta
organización. Una declaración hecha por los dirigentes de la Liga en 1914, nos hace supo-
ner que la intervención de "algunos funcionarios" del gobierno del presidente Francisco
Bertrand impidió el desarrollo normal de esta organización y puso en precario su existen-
cia misma.

78 Labor hondurena... op. cit., p . 11.


79 Ibidem, p . 330.

22
Los dirigentes de la Liga prometían, sin embargo, continuar en sus esfuerzos:

a pesar de las suspicacias de la política regional, y no obstante las órdenes


gubernativas expedidas por algunos funcionarios a los Gobernadores Políti-
cos, Comandantes de Armas y Municipalidades, en las que se ha dudado de
la sinceridad de nuestra labor, pretendiendo darle tinte lugareño de política
personal, mezquina y ruin.80

80 labor Itondweña... op. cit., p. 15.

23
24
Capítulo Π

Honduras en la transición hacia el capitalismo:


del reformismo liberal a la economía bananera
(1876-1920)
1. Reforma liberal, industrialismo e inmigración

Una de las preocupaciones fundamentales de los gobernantes y de los intelectuales


hondurenos del último cuarto del siglo pasado, fue la de hacer entrar el país en la vía de la
producción capitalista por medio de programas que impulsaran el desarrollo de la agricul-
tura y la industria. Las ideas de libertad, civilización y progreso animaban el espíritu de la
época y saturaban el vocabulario de los intelectuales hondurenos de aquel momento, en su
mayoría liberales. Palabras como orden y progreso, civilización y libertad, expresaban los
deseos de la élite intelectual hondurena de poner a Honduras a la misma altura de la evo-
lución económica y social alcanzada por algunos países de Europa y por los Estados Uni-
dos de América.1

Uno de esos intelectuales, Adolfo Zúniga, señalaba en su "Proyecto de Constitución",


en 1874: "Esta época es para Honduras una época de ensayos audaces".2 Muchos pensa-
ban como él y aplicaron todos sus esfuerzos intelectuales para que las ideas del progreso
económico y social se hicieran realidad en Honduras.

Los intelectuales hondurenos, en algunas ocasiones durante el período, se formaron


una idea casi desmesurada de lo que en realidad era el territorio de su país debido, parti-
cularmente, a los enormes espacios geográficos vacíos dejados por la escasa población de
Honduras en aquel momento. Al mismo tiempo, su idealismo les hacía creer que en Hon-
duras todo era posible, que todo se podía hacer en un país virgen, de recursos naturales
"enormes" y aún inexplotados.

Para que sus ideas de progreso económico y social se vieran materializadas, esos inte-
lectuales consideraban que hada falta la presencia de una corriente inmigratoria de vastas
proporciones, que trajera consigo el capital y los hábitos de trabajo productivo necesarios
para valorizar los recursos naturales de Honduras, de cuya explotación el país obtendría
los recursos económicos que necesitaba para iniciar, con autonomía, su propia evolución
económica.

1 R ROSA, Obra escogida, introducción, selección y notas de Marcos Carias Zapata, Tegucigalpa, Guaymuras, 1960, La
Paz, periódico general, Tegucigalpa, 1877-1881, La República, periódico ministerial, Tegucigalpa, 1884-1886.
2 A ZÚNIGA, "Proyecto de Constitución ",enRABN, Tegucigalpa, Vol V, pp. 182-185,666-686.

25
En 1876 se estableció en Honduras un gobierno que se propuso modernizar económica
y socialmente el país. Ese gobierno, presidido desde 1876 hasta 1883 por Marco Aurelio
Soto, decretó la separación de la Iglesia del Estado, la nacionalización de los bienes ecle-
siásticos y la venta de los bienes nacionales.3

El proyecto de modernización económica del presidente Soto se proponía desarrollar


una economía capitalista basada en la producción y exportación de café, los beneficios
obtenidos con la exportación de ese producto servirían para financiar el desarrollo econó-
mico y social del país. Algunas medidas fueron tomadas para estimular la producción
agrícola en general y la del café en particular: aprobación de créditos, exenciones fiscales,
creación o mejoramiento de vías de comunicación.4 Contra ese proyecto actuaban las con-
diciones desfavorables de la geografía hondurena, especialmente la abundancia de territo-
rio montañoso y también el débil poblamiento del territorio: 300.000 habitantes dispersos
sobre una superficie que en aquel momento era de aproximadamente 150.000 Kms.2, según
el censo de población de 1881.5 Este es un aspecto fundamental del problema: Honduras
no era, en esa época, más que una especie de pequeña Ciudad-Estado y no contaba con
condiciones geográficas y demográficas favorables al desarrollo de sus recursos económi-
cos.

La tentativa del presidente Soto de valorizar la agricultura hondurena, con la produc-


ción del café, era más bien una imitación de la experiencia guatemalteca. En ese país el
cultivo del café había tenido éxito desde 1840, luego que algunos inmigrantes europeos
comenzaron a producirlo para exportarlo hacia Europa. Desde el principio de la Reforma
Liberal impulsada por el presidente Barrios (1871-1885), la administración guatemalteca
había puesto en práctica una política que estimulaba a los agricultores a producir café para
la exportación.

En aquel momento, Marco Aurelio Soto no era aún presidente de Honduras, pero era
viceministro de Relaciones Exteriores de Guatemala.6 Soto, además, había ocupado otros
cargos de importancia en el gobierno liberal guatemalteco, al igual que otro hondureno,
Ramón Rosa, quien le acompañaría como ministro en el gobierno iniciado por Soto en
1876. En el siglo XIX no era una novedad que un hombre nacido en una de las cinco repú-
blicas centroamericanas ocupara un puesto de importancia en el gobierno de cualquier
otro país de la región, aunque no hubiese nacido en la República que le otorgaba tal distin-
ción, de lo cual abundan los ejemplos.

Honduras atravesaba entonces una guerra civil y eso dio origen a la intervención de
Guatemala y El Salvador, cuyo objetivo era establecer la paz en Honduras mediante la
imposición como presidente de ese país de uno de sus aliados políticos, en este caso Marco

3 G. MOLINA CHOCANO., Estado Liberal y desarrollo capitalista en Honduras, Tegucigalpa, 1982, pp. 24-30.
4 С. F.S. CARDOSO γ Η PÉREZ BRIGNOLI., op cil, pp. 308-310.
5 R. OQUELÍ., La Viscera entrañable, Tegucigalpa, 1983, p. 25.
6 G. MOLINA CHOCANO., op. cit., p. 23.

26
Aurelio Soto. En efecto, el 15 de febrero de 1876 los presidentes Barrios de Guatemala y
Andrés Valle de El Salvador firmaron con Marco Aurelio Soto la Convención de Chingo, a
través de la cual se comprometían a trabajar conjuntamente con él en la pacificación de
Honduras, una vez que Soto hubiese asumido la presidencia del gobierno hondureno. 7
Honduras, en vista de la fuerza representada por la alianza entre Guatemala y El Salvador,
aceptó la mediación de sus vecinos en la solución de su conflicto interno y de ese modo
Marco Aurelio Soto pudo asumir la presidencia de Honduras, creándose de esa manera un
"eje" liberal entre los tres países.8

Sin tener en cuenta las particularidades geográficas y demográficas de Honduras, el


presidente Soto intentó en su país la misma experiencia que había tenido éxito en Guate-
mala. El intento fracasó rápidamente, y, desde 1880, el presidente Soto decidió recurrir al
capital extranjero para favorecer el desarrollo del país.9 Es en 1880 cuando fue fundada la
New York and Honduras Rosario Mining Company, cuyo capital de 1.500.000 dólares era com-
partido por hondurenos y estadounidenses. Según Cardoso y Brignoli, el presidente Soto
y su ministro de Guerra, Enrique Gutiérrez, detentaban la participación hondurena. 10

Grandes ventajas le fueron concedidas a esa compañía. Las mismas consistían en dere-
chos y exenciones, concedidas por un término de veinte años renovables; la exención del
pago de impuestos de importación por los equipos necesarios para la explotación, así
como la exención del arancel sobre la exportación del mineral extraído eran, entre otros,
los beneficios otorgados por los reformadores liberales para atraer hacia Honduras los
capitales extranjeros." Esta explotación minera, la primera de carácter capitalista en Hon-
duras, estaba establecida en San Juancito, en los alrededores de Tegucigalpa. La misma
prosperó, a tal grado que en 1887 ocupaba 460 obreros y el valor de sus inversiones fue
estimado en dos millones de dólares.12

Con el mismo fin se decretaron leyes de inmigración en diferentes momentos. De esas


leyes, la más antigua que se conoce data de 1866, promulgada por el gobierno de José M.
Medina.13 El tema de la inmigración se presenta de manera recurrente en la legislación
hondurena de diferentes períodos, del mismo encontramos referencias en las legislaciones
de los reformistas liberales Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa (1876-1883), en la Constitu-
ción de 1894, en las reformas legislativas de 1906 y en las nuevas leyes de inmigración
emitidas en 1929 y 1930.14
7 G. MOLINA CHOCANO.,op.rií.,p. 22.
8 ibidem, p. 23.
9 C.F.S. CARDOSO y H. PEREZ BRIGNOLI, op. cit., pp. 310.
10 ibidem., pp. 285-286.
11 M. POSAS γ R. DEL CID., La amstmcáón dei Sector público y del Estado Nacional en Honduras (1876-1979), p. 15.
12 С. F.S. CARDOSO y H. PÉREZ BRIGNOLI., op. cit., p. 286.
13 J.M. MEDINA. Desde 1864 se hizoreelegirvarias veces y fue promotor del ferrocarril interoceánico; las revoluciones
de 1872-1873 y la mala administración impidieron la conclusión de esta obra. Luego de algunas tentativas por recu-
perar el poder político, Medina fue fusilado por el presidente Soto en 1878. R.E. DURON., "Gobernantes de Honduras
en el siglo XIX", en Economía Política, Tegucigalpa, julio-septiembre, 1972, pp. 13-14.
14 Gaceta Oficial, Tegucigalpa, 3 de mayo de 1879, N" 44; Recopilación de ¡as Constituciones de Honduras, Tegucigalpa,
1977. Ley de Inmigración, Decreto № 76, Tegucigalpa, 1906; "Informe de la Comisión General de Ugislación de 1930" en

27
Ramón Rosa (1848-1893), uno de los intelectuales hondurenos de mayor talento y de
notable influencia sobre la vida política de Honduras en el siglo pasado, escribía al respec-
to en 1882:

Las repúblicas latinoamericanas tienen que ser pobladas por inmigrantes eu-
ropeos (...). Necesitamos que vengan a nuestro suelo grandes corrientes de
inmigración que traigan (...) el espíritu de empresa y el espíritu de libertad
que han formado a los Estados Unidos de América.15

Sin embargo, la apertura de los países latinoamericanos a los inmigrantes no debería


implicar la pérdida, ni de la autonomía ni de la dignidad de los países dispuestos a darles
albergue. El mismo Ramón Rosa sostenía:

Las naciones latinoamericanas deben abrir de par en par las puertas al ex-
tranjero. El elemento extranjero les asegura, en parte, su prosperidad y futu-
ra grandeza; pero a esos grandes intereses los estados latinoamericanos no
deben sacrificar la dignidad de su autonomía y su poder.... 16

Es decir, para los animadores de los proyectos de inmigración en Honduras, ésta debe-
ría realizarse según una concepción nacionalista, en la que el progreso económico del país
debería resultar, en gran parte, del esfuerzo y del capital aportado por los inmigrantes,
pero el poder político y las principales decisiones nacionales deberían seguir en manos de
los hondurenos.

El primer proyecto hondureno, involucrando un regular número de inmigrantes, con-


sistía en el establecimiento de una colonia irlandesa de aproximadamente 250 miembros
en la zona costera de Trujillo, en 1879. El proyecto, presentado por el presbítero Guillermo
L. Pope, solicitaba la concesión de varios terrenos y exenciones para más de 200 irlandeses
que él se proponía traer a Honduras. Los mismos se dedicarían a la agricultura, la minería
y la construcción de caminos. Ellos se comprometían igualmente al establecimiento de un
colegio nacional de segunda enseñanza, el cual sería atendido por profesores extranjeros.
El presbítero Pope se comprometió a pagar los gastos del viaje y del establecimiento de los
colonos.17

El gobierno de Honduras, por acuerdo del 9 de mayo de 1879, atendió la solicitud del
presbítero Pope y acordó las concesiones solicitadas. Por su parte, los inmigrantes irlande-
ses se comprometían a construir anualmente 2 millas de camino carretero en el territorio
asignado, a construir escuelas de educación primaria y un colegio de enseñanza secunda-

Revista de la Universidad, Vol. XI, pp. 79-80, Tegucigalpa, 1921; "Ley de Inmigración", La Gaceta, № 7860, Tegucigalpa,
2 de abril de 1929; "Ley de Inmigración", Decreto № 143, La Gaceta, Tegucigalpa, 11 de abnl de 1930.
15 R.H. VALLE., "El Iwndureño Ramón Rosa", en R.A.B.N., Vol. XXVII, Tegucigalpa, julio-agosto, 1948, pp. 28-43.
16 Ibidem, p. 45.
17 Gaceta Oficial, Ν" 45, Tegucigalpa, 9 de mayo de 1879.

28
ria, cuyo valor no debería ser menor de 20,000 dólares y concluido en 5 años.18 Por razones
que no conocemos el proyecto nunca se llevó a cabo.

En la década siguiente se insistió en la idea de atraer inmigrantes y capital extranjero a


la región centroamericana, con ese propósito los gobiernos de Centro América organizaron
en los Estados Unidos un "Sindicato Centroamericano", cuyo objetivo era promover en el
extranjero "la explotación legítima" de las riquezas de la región centroamericana. Los
encargados de la promoción de las riquezas de Honduras, según el escritor cubano José
Martí: "Parecen ser gente toda celebrada en su ramo". El escritor cubano, residente en los
Estados Unidos en aquel momento, estaba involucrado en los trabajos de divulgación de
la riqueza hondurena y consideraba que: "cuanto se haga aquí por dar a conocer el país, es
un servicio inestimable, y base preciosa de todos los demás trabajos patrios". El nombre de
Honduras -escribía Martí- se repite con frecuencia en los periódicos de Estados Unidos;
en las relaciones hechas por viajeros de Estados Unidos después de visitar Honduras se
describía "la abundancia minera de Honduras", o se revelaba a los estadounidenses "todo
lo que esconde de rico la tierra hondurena".19

En esos años llegó a constituirse la Compañía de Mejora y Navegación del Aguan, presidi-
da por el estadounidense Luther E. Shinn. Esta compañía, organizada en los Estados Uni-
dos, entre cuyos directores había "capitalistas de peso, comerciantes que dan valor a lo que
firman y abogados de buena fama...",20 poseía un capital de 5,000.000 de dólares dividida
en 100.000 acciones de 50 dólares cada una. La compañía en referencia poseía tierras y al-
macenes en las márgenes del río Aguan y tierras en los departamentos de Colón, Yoro y
Olancho. Su propósito era mejorar y navegar en vapores u otras embarcaciones el río
Aguan; cortar y vender madera; levantar aserraderos; beneficiar minas; construir almace-
nes. La construcción del canal que haría navegable el río Aguan sería concluida en 1887 a
un costo que oscilaba entre 50.000 y 75.000 dólares. La Compañía calculaba que tan sólo en
18 meses, a partir de julio de 1886, obtendría 1,233.000 dólares por la venta de maderas y
frutas, y por el transporte de mercancías a través del río.21

En 1906, la reforma realizada en la legislación hondurena por el gobierno del presiden-


te Manuel Bonilla creó una nueva Ley de Inmigración, que acordó la constitución de una
Junta de Inmigración y Agricultura formada por los ministros de Fomento y Gobernación, un
agrónomo, un experto en ganadería y un comerciante.22 El objetivo de esta Junta era con-
tribuir a la formación de granjas modelo, formular proyectos de inmigración y coloniza-
ción y supervisar la realización de los mismos.23 La documentación consultada sobre este
período no registra datos importantes que testimonien progreso alguno respecto a la inmi-
gración organizada que pretendía el gobierno hondureno.
18 Gacela Oficial, № 45, Tegucigalpa, 9 de mayo de 1879.
19 J. MARTÍ., "Carlas acerca de Honduras", en R.A.B.N.,, Tegucigalpa, Vol. XV, pp. 52-53; 125-127; 185 (tomado de "La
República", periódico ministerial, serie 13, Ν" 86, Tegucigalpa, 25 de septiembre de 1886).
20 Ibidem.
21 Ibidem.
22 Ley de Inmigración, Decreto № 76, Artículo N" 7, Tegucigalpa, 1906.
23 Ibidem.

29
En 1910, el alemán O. Preusse-Sperber, sometió a la consideración de los gobiernos
centroamericanos su proyecto "Ideas fundamentales de un plan de colonización y propa-
ganda para las repúblicas centroamericanas". En dicho proyecto su autor proponía, entre
otros: "empezar con la colocación de colonos esparcidos entre los indígenas, dando a estos
últimos la oportunidad de acostumbrarse paulatinamente al trato con los extranjeros".24
Así los nativos -según Preusse-Sperber- adoptarían los métodos de cultivo de los extran-
jeros, después de este ensayo la colonización podría realizarse en gran escala. La preocu-
pación fundamental de este proyecto era el desarrollo de la agricultura por medio de inmi-
grantes seleccionados. Los terrenos en los que se podía crear grandes plantaciones se de-
bían poblar con colonos europeos, que cultivarían solamente frutos seleccionados y cuyo
producto sería vendido a la administración de la colonia. Contrario a lo que proponían
otros proyectos que buscaban atraer inmigrantes con capital, éste proponía "colonizar con
gente poco acomodada, las cuales gastarán en el país los frutos de su trabajo, quedándose
siempre en contacto con los indígenas y contribuyendo a influenciar a los demás en pro de
la civilización".25

Para hacer llegar los inmigrantes a Honduras, Preusse-Sperber proponía la realización


de una vasta propaganda por medio de artículos escritos por expertos en varios idiomas y
publicados en periódicos serios de gran circulación. Los artículos deberían atraer, preferen-
temente, a colonos agrícolas productores de alimentos de primera necesidad, para evitar
de este modo que el país importara alimentos y productos de consumo popular. Este pro-
yecto -aunque no en todos sus puntos- probablemente mereció la atención de los gobier-
nos centroamericanos, de este modo, la "IV Conferencia Centroamericana" reunida en
Managua, en enero de 1912, acordó el establecimiento de agencias centroamericanas de
inmigración en ciudades de Europa y Estados Unidos.

Estas agencias dependerían de la Oficina Internacional Centroamericana (OICA), crea-


da a instancia del Tratado General de Paz y Amistad ñrmado en Washington en 1907. Para
su funcionamiento, los gobiernos de Centro América se comprometían a pagar 2,000 pesos
oro cada uno a partir del mes de enero de 1912. La misma Conferencia autorizaba la crea-
ción -en todas las poblaciones de Centro América- de Agencias Patrióticas, con el propósito
de realizar "una propaganda pacifista y unionista", que "tanto necesita el pueblo centro-
americano".26 La OICA inició en 1912 la publicación de una serie de folletos de propagan-
da que pretendían "dar a conocer a Centro América de manera exacta" a los organismos
oficiales, centros y asociaciones, así como a los particulares que pretendieran venir a esta-
blecerse en Centro América.27

En marzo de 1912, la OICA preparaba simultáneamente la edición de una monografía


de las cinco repúblicas centroamericanas, que resumiría todo lo concerniente a la industria,
24 O. PREUSSE-SPERBER, "Ideas fundamentales de un plan de colonización y propaganda para las repúblicas centroamerica
nas", en Revista Económica, Vol. Ill, № 1, Tegucigalpa, agosto 1910, pp. 299-304.
25 Ibidem.
26 "Informe de Saturnino Medal a Mariano Vàsquez, ministro de Relaciones Exteriores de Honduras", El Nuevo Tiempo, Tegu
cigalpa, 23 de noviembre de 1912.
27 Ibidem, del 4 de diciembre de 1912.

30
la agricultura, el comercio, la geografía y la historia de Centro América; el segundo trabajo
estaría dedicado exclusivamente a difundir las riquezas minerales de la región.28 Los artí-
culos difusores de las riquezas centroamericanas, elaborados por la OICA, eran reprodu-
cidos en Honduras por el semanario semioficial El Nuevo Tiempo, dirigido en aquel mo-
mento por el escritor Froylán Turcios. Uno de esos artículos proponía, al mejor postor, la
región hondurena de La Mosquitia, cuyos 16.900 Kilómetros cuadrados, ubicados junto al
Mar Caribe y el departamento de Olancho, así como sus riquezas naturales aún
inexplotadas, servían como ejemplo de los beneficios que cualquier compañía extranjera
con el capital suficiente podría obtener en caso que decidiera invertir en Honduras.

La OICA consideraba a La Mosquitia como "uno de los lugares más privilegiados de la


tierra", cuyas riquezas "casi son indescriptibles". La extensión del territorio de La
Mosquitia -aproximadamente la mitad del territorio actual de Holanda- parecía "enorme"
a los agentes publicitarios de la OICA y conducía a la elaboración de cálculos probable-
mente erróneos sobre las riquezas naturales que la misma albergaba. Según esa oficina,
existían en La Mosquitia más de 90 millones de árboles de pino, más de 45 millones de
caoba y unos 14 millones de otros árboles. Los cálculos realizados por la OICA habían
valorado las riquezas totales de La Mosquitia en aproximadamente 248 millones de dóla-
res de la época distribuidos así:

90 millones de árboles de pino a $ 0.25 oro cada uno 22,500.500

45 millones de árboles de caoba a $ 5.00 oro cada uno 225,000.000

14 millones de otros árboles a $ 0.05 oro cada uno 1,400.000


й
TOTAL 248,900.500

Honduras, según el mismo artículo, no podía por sí misma explotar esa región, y por
eso: "la exhibe y la propone al mundo... en franco y liberal contrato".

A este anhelo de hacer evolucionar el país por medio de la inversión y la inmigración


extranjera (cuyo modelo de referencia básico era el capitalismo industrial de los Estados
Unidos, donde la inmigración europea había sido un elemento importante en la acelerada
ascensión económica de ese país), se sumaba la idealización que los intelectuales hondu-
renos hacían de la sociedad industrial. Para los más influyentes de entre ellos, la sociedad
industrial representaba el punto más elevado de la evolución humana y encarnaba la civi-
lización ideal y la única que abría perspectivas enormes al progreso social.

28 "Informe de Saturnino Medal a Mañano Vásquez, ministro de Relaciones Extenores de Honduras", El Nuevo Tiempo, Tegu-
cigalpa, del 4 de diciembre de 1912.
29 Ibidem, dell9 de febrero de 1913.

31
La sociedad industrial representaba para los intelectuales hondurenos la realización de
un proyecto humano, en el cual los bienes materiales, sobre todo los recursos naturales,
serían puestos al servicio del hombre y cuyos beneficios servirían para enriquecer al hom-
bre social y al individuo, beneficios que en su conjunto contribuirían a poner a Honduras
"entre las fuertes naciones de la tierra". Las ideas de algunos intelectuales hondurenos
fueron influenciadas por el idealismo -a veces utópico- que dominaba el espíritu de la
época y que era producto de la situación particular que vivía Honduras, la que apenas
contaba con medio millón de habitantes, pero que poseía recursos naturales (forestales,
mineros y agrícolas) suficientes para crear riqueza, para sus habitantes y para los inmi-
grantes que desearan venir, juntos podrían conducir a Honduras a la "conquista de un
glorioso destino".30

El ideal de la sociedad industrial como el modelo civilizador a seguir, se reflejaba


netamente en el pensamiento de un intelectual como Froylán Turcios, quien refiriéndose a
Centro América decía en un discurso pronunciado en 1909:

Soñamos con ver sus campos, de un extremo a otro cruzados de rieles en


todas direcciones; llenos de los roncos gritos de las locomotoras... sembran-
do a su paso el bienestar y la riqueza. Anhelamos verla grande y fecunda...
con sus ríos de oro y sus montañas de plata enriqueciendo a los hombres;
oyendo en todos sus ámbitos el sordo ruido de las máquinas... viendo mul-
tiplicarse sus metrópolis, resplandecientes de palacios de hierro y de már-
mol. .. que prosperen las industrias y se expanda el comercio, y las ciencias y
las letras brillen como en las grandes cosmópolis modernas.31

Sin embargo, el énfasis que los gobiernos de Centro América y algunos intelectuales de
la región ponían en atraer la inmigración extranjera hacia el Istmo Centroamericano, con-
ducía a preguntarse ¿Por qué estos países no podían impulsar por sí mismos su evolución
económica y social? Aunque ningún debate sobre el tema se produjo nunca, quienes opi-
naron al respecto lo hicieron de manera dividida. Los unos -como es el caso de Froylán
Turcios- pensaban que el despoblamiento y la falta de un "espíritu industrioso", así como
la pobreza material de la población, impedía una evolución económica acelerada de Cen-
tro América. Sin embargo, hubo otros, como es el caso del Barón de Franzenstein,32 un
intelectual austríaco residente en Honduras durante el período que estudiamos, quien

30 F. TURCIOS., "Vaina" (fragmento de un discurso) El Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, 20 de enero de 1912.


31 Ibidem
32 R BARÓN DE FRANZENSTEIN, nacido en Austria y fallecido en Tegucigalpa. En esta ciudad dirigía y publicaba
la Revista Económica, que aparecía como un "boletín mensual de Hacienda y Economía; de Comercio, Agricultura,
Industria, Minería, Aranceles, Estadística, y cuanto afecta los intereses y el bienestar general de Centro América".
Apareció con algunas interrupciones entre 1910 y 1923, en sus ediciones mensuales publicaba artículos en español,
francés, inglés y alemán. Tenía suscriptores en Europa, Estados Unidos, Centro y Sur América y, además, mantenía
un intercambio regular de publicaciones con instituciones y organizaciones de Japón, Bélgica, Dinamarca, Filipinas,
Gran Bretaña y otros En sus páginas se publicitaba una multitud de firmas comerciales de diferentes países, sobre
todo de Alemania y los Estados Unidos de América.
32
opinaba que además de razones geográficas y económicas, también existían razones de
carácter racial o étnico.

En su artículo "Industries and Race Problems in Central America", él expone sus pun-
tos de vista sobre el tema y compara las conductas y hábitos de trabajo de los indios y los
mestizos de Centro América con los de los caucásicos europeos, llamando "indolentes" a
los dos primeros y "energéticos" a los segundos. Según el Barón de Franzenstein, las limi-
taciones de los indios no debían verse como resultado de la falta de oportunidades, sino
más bien, como producto de su pereza. Como ejemplo de su afirmación, Franzenstein ci-
taba el caso de los numerosos pueblos y aldeas yacentes a lo largo de la vía ferroviaria en
el norte de Honduras, donde los ranchos miserables parecían tan descuidados como la
tierra abandonada a su alrededor, y donde: "las mujeres parecen tan indolentes al grado
que no prepararían -aún por oro- un plato de comida o una taza de café para un cansado
y hambriento viajero".33

En otra parte, Franzenstein señala -refiriéndose al uso de la tierra- que contrariamente


a los caucásicos europeos, que gustan de grandes extensiones de tierra para su explota-
ción, los indios de Honduras buscan un pedacito de tierra donde instalar su rancho, que le
sirve como lugar de refugio a su pereza. Además, sostiene -al menos en lo que se refiere a
la Costa Norte de Honduras- que la mayoría de los nativos prefieren alquilar o vender su
tierra a los especuladores estadounidenses. El objetivo de los agricultores nativos -agrega-
no es el beneficio económico, sino el tener suficiente maíz y frijoles para satisfacer sus
necesidades personales. En el caso de Honduras, él consideraba que solamente entre el 2
y el 5% de la población podía ser considerada "elemento caucásico" o "energetic race".
Por el contrario, en Costa Rica, el elemento "caucásico", que oscilaba entre el 85 y el 90%
de la población, era suficiente en número para formar y reproducir la clase dominante.34
Franzenstein concluía señalando, que la inmigración europea a Centro América sería po-
sible sólo cuando la política agraria de estos gobiernos distribuyera, entre las colonias
normales, algunos de los nativos activos que tuvieran las mismas aspiraciones que los
europeos.

Las intenciones demostradas por diferentes gobiernos hondurenos para atraer hacia
Honduras una fuerte corriente inmigratoria, sobre todo de colonias agrícolas, no obtuvie-
ron por completo los resultados deseados. El fracaso estaba en relación, especialmente, con
la clase y el número de inmigrantes que el gobierno esperaba hacer llegar, y los que en
realidad llegaron. Es cierto que a Honduras llegaron -desde las últimas décadas del siglo
pasado- algunos grupos de inmigrantes, pero ellos no eran los colonos agrícolas que el
gobierno esperaba. Una parte eran europeos, especialmente alemanes e italianos, pero la

33 R FRANZENSTEIN., "Industries and Race Problems m Central America", en Revista Económica, Vol. Ill, № 2, Tegucigal­
pa, junio 1913, pp П07-Ш6 Nota- El artículo aparece sin firma responsable, se lo hemos atribuido a Franzenstein
en tanto que director de la publicación.
34 Ibidem.

33
mayoría fueron pequeños comerciantes árabes (sirios, libaneses y palestinos) y obreros
caribeños traídos por las compañías estadounidenses radicadas en Honduras.

El número de los que llegaron era cuantitativamente pequeño, pero la mayoría de ellos,
excepto los obreros caribeños, contaban con un pequeño capital cuyo uso racional, sumado
a las beneficiosas concesiones otorgadas por el Estado hondureno, a las vinculaciones ex-
ternas que sus poseedores tuvieran, así como a la solidaridad que pudiera generarse entre
ellos, les permitió convertirse -en poco tiempo- en comerciantes, agricultores o industria-
les de gran prosperidad.

Los agricultores más importantes de Honduras, desde los primeros años de este siglo,
eran inmigrantes. Entre ellos, basta mencionar a los hermanos ассаго o a Samuel
Zemurray, propietarios de grandes plantaciones de banano en la Costa Norte del país. Los
principales comerciantes e industriales de Honduras en la misma época eran también in-
migrantes, de entre ellos los Rössner, Siercke, Köncke y Comelsen se convirtieron en los
más ricos y prósperos del sur y centro del país, al igual que los Kawas, Larach, Vaccaro y
D'Antoni lo llegaron a ser en el norte.

2. La economía bananera: de la plantación campesina a las concesiones industriales

Desde 1866 existían en Honduras algunas plantaciones de bananos, entre otros en blas
de la Bahía, en la región insular atlántica del país. Esas plantaciones pertenecían a peque-
ños finqueros, hondurenos y estadounidenses, quienes exportaban la fruta hacia los Esta-
dos Unidos, aprovechando el pasaje de barcos mercantes de aquel país que hacían la tra-
vesía del Mar Caribe.

En otras regiones, las medidas tomadas por los reformadores liberales en favor de la
agricultura estimularon la producción bananera. Esta se implantó sobre todo en el norte,
en la proximidad de puertos como La Ceiba, Cortés, Omoa y Tela, favorecida también por
la existencia en esta región de una pequeña red ferroviaria. Hasta aquí la producción esta-
ba en manos de pequeños finqueros hondurenos y estadounidenses, mientras que la co-
mercialización del producto y su exportación eran realizadas por compañías extranjeras
instaladas en los puertos.

La producción se desarrolló, hasta representar, en 1888, el 23% de las exportaciones


totales del país.35 Al mismo tiempo, el papel de las compañías exportadoras cobraba im-
portancia. En los últimos años del siglo pasado -según Marinas Otero- había más de vein-
te compañías que buscaban asegurarse la recolección de bananos y su exportación hacia
los Estados Unidos, entre otras: la Atlantic Fruit Company, la Vaccaro Brothers Company, la
Pizzati Brothers Company, y la Cammors McConnel..36

35 E. TORRES RIVAS., Centro América hoy, México 1981, p. 19.


36 L. MARINAS OTERO, Honduras, Tegucigalpa 1980, p. 86.
34
Hasta poco antes de la Primera Guerra Mundial, la explotación bananera no tuvo un
carácter monopólico. Es preciso señalar, sin embargo, que un movimiento de concentra-
ción se inició desde principios del siglo, cuando algunas de las compañías mencionadas
pasaron de la comercialización a la producción directa de la fruta. Entre los primeros gran-
des productores extranjeros se encontraban las familias italianas Vaccaro y D'Antoni, radi-
cadas primero en los Estados Unidos y desde 1902 en La Ceiba.37 La empresa de los her-
manos Vaccaro prosperó rápidamente, después de haber sido beneficiada por el Estado
hondureno, con el otorgamiento de 250 hectáreas de tierra por cada kilómetro de línea
ferroviaria construida por ella. La empresa Vaccaro se convirtió en 1924 en la Standard Fruit
Company, la que dos años más tarde adoptó el nombre de Standard Fruit and Steamship
Corporation.

Después de la revolución financiada por Samuel Zemurray en 1911, la política de otor-


gamiento de concesiones a los inversionistas extranjeros se intensificó. La intención era
siempre la de desarrollar y modernizar la economía del país. Se trataba, en efecto, de ob-
tener de los inversionistas extranjeros, a cambio de las tierras que les eran concedidas, que
tomaran a su cargo el establecimiento de la infraestructura de carreteras, ferroviaria y
marítima, que facilitaría la comercialización de los productos agrícolas, favoreciendo así el
desarrollo de la agricultura.

Para obtener una concesión, era obligatorio construir una determinada cantidad de
kilómetros de vía ferroviaria o de carretera. Había exenciones fiscales totales en lo relacio-
nado con tales trabajos y con la importación de los materiales necesarios para construcción
y mantenimiento. Como en el caso de las compañías mineras, esas exenciones eran acorda-
das por un término renovable de veinte años.38 Además de la Vaccaro, otras compañías
como la Cuyamel Fruit Company y la United Fruit Company, se beneficiaron de esta política.

Es interesante ver, brevemente, a través del desarrollo de estas compañías, cómo se


aceleraba el proceso de concentración que finalizaría en el monopolio absoluto. La Cuyamel
Fruit Company fue fundada en 1911 por Samuel Zemurray. En 1912, esta compañía obtenía
la concesión de 10,000 hectáreas de tierra en la región de Cuyamel, en el norte de Hondu-
ras (Decreto № 78 del 4 de marzo de 1912). A esta concesión vinieron a agregarse las 5,000
hectáreas compradas por Zemurray a William Streich.39

La United Fruit Company*0 había sido fundada en 1899 bajo las leyes del Estado de New
Jersey. Hasta poco antes de 1914 su actividad en Honduras se limitaba a la comercializa-

37 Los hermanos Félix, José y Lucas Vaccaro llegaron a Honduras en 1899 En 1905 construyeron un ferrocarril en La
Ceiba Según Luis Manflas Otero, estos inmigrantes italianos, venidos a Honduras desde Nueva Orleans, crearon
posteriormente la Standard Fruit Company. L MARINAS OTERO., Op Qt,p 87
38 M POSAS y R DEL CID., op at, p. 33
39 Ibidem, pp. 32-33.
40 Fundada con un capital de 20 millones de dólares, poseía o alquilaba, entre otros, alrededor de 320 000 acres de tie-
rra, situadas en Jamaica, República Dominicana, Cuba, Costa Rica, Colombia, Nicaragua y Honduras Esas berras
estaban consagradas esencialmente al cultivo de bananos La compañía poseía además naranjales, tierras de pasto-

35
ción de los bananos por medio de compañías intermediarias como la Salvador Oteri y la
Michel Machetea, establecidas en La Ceiba. Desde 1905, sin embargo, ésta se aseguraba el
control, que conservó hasta 1918, del 46% de las acciones de la Vaccaro Brothers Company.
Desde 1905, igualmente, ésta detentaba el 60% del capital de la Hubbard-Zemurray
Company; más tarde, hacia el comienzo de la Primera Guerra Mundial, la United Fruit
Company adquirió el 35% de las acciones de la segunda compañía creada por Zemurray, la
Cuyamel Fruit Company."

En un segundo momento, la United Fruit Company pasó de la comercialización a la pro-


ducción directa de los bananos en Honduras, obteniendo concesiones a nombre de dos
compañías que fundó a este efecto en 1912: la Tela Railroad Company y la Trujillo Railroad
Company. En 1914, esas dos compañías detentaban en conjunto 15.000 acres de tierra, o sea
más de 6.000 hectáreas. En contrapartida de las tierras otorgadas por el Estado hondureno,
la Tela Railroad Company se comprometió a construir 12 kilómetros de línea ferroviaria por
porción de 6.000 hectáreas concedidas, y la Trujillo Railroad Company, 20 kilómetros por la
porción de 10.000 hectáreas cedidas.42

La United Fruit Company se había convertido, de este modo, en un verdadero imperio,


un "Estado en el Estado" en cada país donde ésta desarrollaba sus operaciones. Esta com-
pañía poseía su propia flota (la White Fleet) y, hacia 1913, se evaluaba en alrededor de
852.000 acres, casi 345.000 hectáreas, las tierras que detentaba en América Latina. Era, ade-
más, propietaria de 669 millas de línea ferroviaria en los diferentes países de la región. Se
le consideraba, con toda razón, la compañía estadounidense más importante de América
Central.«

La prensa hondurena, sin embargo, sobre todo la liberal, criticaba frecuentemente la


política demasiado generosa del Estado respecto de las compañías extranjeras. Por ejem-
plo, El Nuevo Tiempo, veía en ello una fuente de toda clase de males: políticos, económicos,
y también morales. Las demandas de concesiones de las grandes compañías despertaban,
según ese periódico, la ambición de los funcionarios y los llevaba a la corrupción. Muy a
menudo, decía, "se ha abusado de la consideración maliciosa de nuestros altos funciona-
rios públicos", y se ha estigmatizado la fórmula corriente: "ya sé que tendré que gastar
algunos pesos y obsequiar algunas copas de champagne para obtener la concesión".44

De hecho, la política de las concesiones se revelaba como un mercado de abusos y ti-


mos, era además un fracaso para el Estado hondureno. Como era de esperarse, las compa-
ñías beneficiarías de concesiones sólo instalaban la infraestructura en la medida en que sus
necesidades e intereses lo requerían. El ministro de Estados Unidos en Honduras, John D.
Ewin, lo observaba desde 1915:

reo, plantaciones de cocoteros, caucho, cacao y caña de azúcar. M. WILKINS., The Emergence of Multinational
Enterprise American Business Abroad from the Colonial Era to 1914, Cambridge Mass., 1970, Vol. I, pp. 158-159.
41 M. POSAS y R. DEL CID, op cit., pp. 31-32.
42 Ibidem., pp. 33-34.
43 M. WILKINS., op cit., pp. 158-160.
44 E/ Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, 6 de febrero de 1912.

36
...en mi opinión, ellos (los de la United Fruit Company) nunca se propusie-
ron cumplir con esto desde el principio. Ellos se propusieron usar esas
ferrovías para sus propios propósitos particulares, en el transporte de fruta
de sus plantaciones a la costa y agotar el kilometraje estipulado.45

Ewin agregaba que el gobierno hondureno estaba consciente de su impotencia frente


a las grandes compañías, listas a emplear todos los medios, comprendida la corrupción y
el fomento de insurrecciones, para defender sus posiciones. Tales temores -decía Ewin- no
carecían de fundamento, bastaba recordar a Samuel Zemurray y sus actividades de 1911:

El contribuyó con 100.000 dólares y (...) sus naves transportaron armas y


municiones para aprovisionar el movimiento revolucionario que puso al
general Manuel Bonilla en el poder.46

3. Transformaciones económicas

a) El norte de Honduras

El establecimiento de las grandes compañías bananeras no se hizo sin perjuicio para los
pequeños finqueros independientes que se dedicaban al cultivo del banano.47 Ellos no
podían, evidentemente, hacer frente a la competencia de los gigantes estadounidenses, las
grandes compañías los absorbieron comprándoles sus tierras y bloqueando la comerciali-
zación de los productos de quienes se obstinaban. La situación conducía, por otra parte, a
un monopolio involucrando todos los aspectos de la producción y comercialización del
banano. La presencia de las grandes compañías bananeras y los atractivos salarios que
comparativamente éstas pagaban, originaron -por otra parte- migraciones a lo largo y
ancho del país, e incluso desde los países vecinos.

Durante los primeros años de su actividad, las compañías enviaban a los pueblos y
aldeas reclutadores en busca de mano de obra. Los nuevos asalariados venían sobre todo
del centro y del sur del país. Según Charles Kepner, una vez vencidas las enfermedades
tropicales y sobre todo la malaria, los campesinos de las tierras más altas descendían es-
pontáneamente a buscar empleo en las plantaciones. Ellos recibían de la compañía, desde
que eran contratados, un adelanto de su salario; antes de realizar cualquier contratación en
las aldeas los contratistas de las compañías debían "engrasar la palma del comandante del
pueblo", en una especie de obligación tradicional.49

45 A N W . Correspondencia política, reporte de John D Ewin, ministro de Estados Unidos en Honduras, al secretano de
Estado de los Estados Unidos, del 29 de septiembre de 1915, pp. 3-4.
46 Ibidem, ρ 4
47 Ellos intentaron defenderse y publicaron a ese efecto el semanano Le Unión Frutera dirigido por Mañano R. Poso,
que apareció por primera vez en La Ceiba, en marzo de 1909
48 CH KEPNER.,Socia/ Aspects of the Banana Industry, New York, 1936, p. 125.

37
Lo que más atraía a los trabajadores a las plantaciones era la perspectiva de ganar sa-
larios superiores al valor promedio predominante en el resto del país, el que diario El
Cronista, en 1913, estimaba en 50 centavos diarios, más la alimentación, a cambio de 8 a 9
horas de trabajo "en un clima sofocante tropical".49 No disponemos de datos estadísticos
fiables en cuanto a las tasas de salarios pagadas por las compañías bananeras en los prime-
ros años de su establecimiento en Honduras. El estado actual de la investigación en ese do-
minio en Honduras no ofrece cifras o series de cifras específicas.

El valor de los salarios debía estar, sin duda, en relación con las condiciones locales
aunque, en un primer momento, las compañías bananeras ofrecieron salarios que eran
superiores al promedio nacional, a fin de atraer la mano de obra. Los salarios estaban liga-
dos evidentemente al mercado de trabajo, según la ley de la oferta y la demanda, Kepner
cita la cifra de 45 dólares (112 pesos hondurenos) como salario mensual ofrecido en 1922
por la Tela Railroad Company con ocasión de la apertura de una nueva explotación bananera
en una región poco poblada, contra un salario mensual promedio de 24 dólares (60 pesos
hondurenos), en 1925, en una región de población más densa.50

La escala de los salarios iba aparejada con la estructura organizativa de la explotación,


a esta estructura jerárquica correspondían modalidades diferenciadas de salario según el
lugar ocupado por cada trabajador en esa pirámide. A esto mismo correspondía igualmen-
te, como lo veremos, el tipo de vivienda y la organización de las actividades de diversión.
En el caso de la United Fruit Company, la estructura de la producción partía de la finca,
como célula de base, ocho fincas constituían un distrito y cuatro distritos una división,
cada división tenía su puerto de embarque.51

Sobre esta base se edificaba la pirámide de los trabajadores, empleados y obreros. En la


cima, los empleados ("the white collars") que recibían un sueldo mensual y se ocupaban
de la administración de los diferentes departamentos: agricultura, transporte, comercio,
gestión de la mano de obra. En esta categoría se encontraban aún los diversos superviso-
res: jefes de finca e inspectores; venían en seguida los trabajadores y otros técnicos
semicalificados, pagados por quincena o por semana. Finalmente venían los trabajadores
no calificados, temporales y ocasionales, pagados por día o por hora.52 A los trabajadores
hondurenos, que llegaron a la Costa Norte desde casi todas partes del país, se agregaban
los trabajadores extranjeros, unos venidos de las islas anglohablantes del Caribe, principal-
mente de Jamaica y Belice; otros provenían de El Salvador y demás países centroamerica-
nos.

Es preciso decir algunas palabras sobre los trabajadores afrocaribeños anglohablantes,


cuya situación era bastante particular. Las compañías los contrataban inicialmente para la

49 El Cronista, Tegucigalpa, 5 de noviembre de 1913.


50 CH. KEPNER., op. at., pp. 125-128.
51 S. MAY y G. PLAZA.,77ie United Fruit Company m Latin America, Washington, 1958, pp. 125-126.
52 CH. KEPNER., op. al., pp. 125-126.

38
construcción ferroviaria y los mantenían en seguida como obreros en las plantaciones. Sin
embargo, según los términos de las concesiones otorgadas a las compañías por el gobierno
hondureno, esos trabajadores no podían emplearse más que en la construcción de la red
ferroviaria y debían, una vez concluido su trabajo, ser devueltos a sus países de origen por
las compañías que los habían contratado. Su presencia como obreros en las plantaciones
bananeras era entonces ilegal, pero las compañías sacaban partido precisamente de esta
situación para beneficiarse de una mano de obra de fácil manipulación.

Otros elementos, menos negativos, explicaban también la preferencia concedida por las
compañías a esos trabajadores: venidos la mayor parte de Jamaica, desde mucho tiempo
atrás exportadora de bananos y donde la United Fruit Company tenía plantaciones, ellos
conocían bien el trabajo de las fincas y ofrecían una mayor resistencia a las enfermedades
tropicales. Además, como Jamaica era una colonia inglesa, estos trabajadores tenían una
comunidad de lengua y a veces de religión con sus empleadores.

Hacia 1916, la mano de obra de las plantaciones bananeras tenía un cierto carácter in-
ternacional y carecía por consecuencia de unidad cultural. Esta situación conducía a en-
frentamientos raciales, creando una segregación racial que venía a sumarse a la segrega-
ción social engendrada por la estructura piramidal de organización de las plantaciones.
Hemos dicho que esta estructura se reflejaba hasta en las viviendas y en la organización de
las actividades de diversión. Había, en efecto, un barrio para los empleados estadouniden-
ses: la "zona americana"; otro para los empleados hondurenos, otro aún para los obreros
hondurenos: casas individuales para los empleados y "barracones", casi comunitarios y
sin comodidades para los obreros. En cuanto a los trabajadores afrocaribeños, estaban se-
gregados en sus propios barrios: "el barrio inglés" en La Ceiba, o a lo largo de la playa en
Tela. Ellos vivían allí en sus "cabanas", construidas según su costumbre, conservando sus
tradiciones, su medicina tradicional y sus ritos.53 La misma segregación se observaba en
cuanto a las actividades de diversión, por ejemplo, en La Lima, más tarde sede de la Tela
Railroad Company, había tres clubes: uno para los estadounidenses (The American Club),
uno para los hondurenos (el Club Sula) y además uno para los trabajadores afrocaribeños
(el Club Alpha).

La prensa hondurena de la época hacía eco del racismo agudo que se desarrollaba con-
tra los obreros afrocaribeños. En 1916, El Nuevo Tiempo rinde cuenta del descontento de los
obreros hondurenos frente a la "competencia" que representaban los trabajadores
afrocaribeños. Este periódico consagró a este tema tres artículos sucesivos, expresándose
de los trabajadores afrocaribeños en los términos más despreciativos, diciendo, para el
caso, que el obrero hondureno "es de raza mil veces superior al negro, es más inteligente
y apto para las faenas agrícolas".54 Reclamaba, además, que los trabajadores negros fueran
tratados con el rigor más grande y expulsados del país, porque: "los trabajadores negros

53 CH. KEPNER.^p. cit., pp. 158-160.


54 E/ Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, del 7,15 y 18 de julio de 1916.

39
pueden ser tratados con el más duro rigor; a ello están acostumbrados, y su vida casi pu-
ramente fisiológica los incapacita para protestar...".55 Esos artículos posiblemente no re-
presentaban la opinión unánime, pero reflejaban con bastante claridad la conflictiva situa-
ción nacida de la presencia de los trabajadores afrocaribeños anglohablantes en las planta-
ciones bananeras.

En 1924, un grupo de trabajadores afrocaribeños de la Trujillo Railroad Company, subsi-


diaria de la United Fruit Company y radicada en el departamento de Colón, se dirigieron al
Foreign Office de Inglaterra quejándose de que el sentimiento contra ellos era "muy fuer-
te" en Trujillo y pidiendo la protección del gobierno británico. Los mismos denunciaban
que en el mes de julio fue organizado un movimiento de protesta contra ellos, durante el
cual uno fue asesinado y varios otros fueron heridos. En esa ocasión, la Trujillo Railroad
Company consideró necesario tomar bajo su protección a un significativo número de traba-
jadores jamaiquinos y se creó un sistema de patrullas bajo la supervisión de civiles extran-
jeros. En ese año, unos 1.500 trabajadores afrocaribeños procedentes de las colonias britá-
nicas del Caribe, así como 50 ingleses, trabajaban en las plantaciones de esa compañía
bananera.56

Los trabajadores caribeños y británicos se sentían desprotegidos en Honduras. Según


los firmantes de la carta dirigida al Foreign Office, el cónsul británico en Trujillo (Tatum)
estaba muy ligado con los hondurenos por medio de algunos negocios que mantenía con
ellos. Ello hacía suponer a los firmantes de la carta, que cualquier protesta contra el gobier-
no de Honduras era evitada por el cónsul, por temor a ser perjudicado en sus negocios
particulares. Los más de 50 firmantes de la carta piden la intervención del gobierno britá-
nico para impedir una masacre contra ellos en el puerto de Trujillo.57

Según el cónsul Tatum, la agitación racial había aumentado desde fines de agosto de
1923 como resultado de la publicación de un artículo periodístico en El Precursor, de
Trujillo, en el cual se pedía la expulsión de los trabajadores afrocaribeños "por la fuerza o
por la razón", lo que provocó la alarma en la población afrocaribeña de la ciudad. El 13 de
julio de 1924, según la misma fuente, los nativos organizaron un movimiento armado de
protesta con el objeto de expulsar "a todas las personas de color de Trujillo"; lo que al prin-
cipio parecía una huelga se convirtió en un movimiento armado que amenazaba con ma-
tar "a todos los negros" si no abandonaban el país. Dos días más tarde, los líderes del
movimiento tomaron bajo su control una locomotora con vagones y partieron hacia Puerto
Castilla con alrededor de 300 obreros de la Trujillo Railroad Company, armados con mache-
tes. Para evitar la violencia contra sus trabajadores, la compañía bananera intervino lo-
grando que unas 900 personas se refugiaran en un barco noruego anclado en Puerto Cas-
tilla. Sin embargo, dos trabajadores caribeños fueron heridos y más tarde uno de ellos,
William Chase, fue asesinado.58

55 El Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, del 7,15 y 18 de julio de 1916.


56 P.R.O., F.O. A/6946/118/8, del 5 de septiembre de 1924.
57 Ibidem.
58 P.R.O., F.O. A/6815/118/8, del 19 de septiembre de 1924.

40
De este modo, esos trabajadores vivían en un estado de constante intimidación y co-
menzaron a abandonar el país. Más tarde, esta situación provocó la protesta del obispo de
Honduras Británica (Belice), quien además de quejarse de la actitud del cónsul británico en
Trujillo, urge a su gobierno a enviar barcos y desembarcar tropas en Honduras para prote-
ger las vidas e intereses de los protegidos británicos en suelo hondureno.59

b) Transformaciones sociales y culturales

Importantes transformaciones económicas, sociales y culturales se desarrollaron en el


norte de Honduras al ritmo del crecimiento de las plantaciones bananeras. El norte dejó de
ser un "desierto"; todo cambiaba y se transformaba alrededor de las ciudades donde las
diversas compañías bananeras tenían su sede: La Ceiba para la Vaccaro Brothers Company,
Puerto Castilla para la Trujillo Railroad Company, Tela para la Tela Railroad Company,
Cuyamel para la Cuyamel Fruit Company.

Esas poblaciones, en muchos casos creadas por la presencia misma de las grandes com-
pañías, como fue el caso de La Ceiba, La Lima, El Progreso, Cuyamel y otras, conformadas
con grupos de inmigrantes venidos de todo el país, favorecieron así el crecimiento urbano.

En contrapartida, la antigua estructura productiva del país se disgregaba, estando la


producción de las grandes plantaciones orientada a la exportación y no a la satisfacción de
las necesidades internas. El impacto producido por el establecimiento de las grandes com-
pañías bananeras sobre la estructura social tradicional de Honduras, se manifestó también
en el nacimiento de nuevos grupos sociales.

El trabajo asalariado fue el origen de una clase obrera moderna, mientras que peque-
ños grupos de comerciantes hondurenos y extranjeros, estimulados por las actividades de
las compañías bananeras, constituían el embrión de una burguesía comercial, como vere-
mos más adelante.

El fenómeno más importante y el más cargado de consecuencias culturales, fue el des-


plazamiento poblacional hacia el norte del país. Para quienes iban hacia el norte eso signi-
ficaba: desarraigo, transplante, pérdida de su identidad en un medio nuevo, mezclado de
influencias diversas. Eso significaba también la adaptación a métodos de trabajo nuevos
en un espíritu de eficiencia, rendimiento y competencia, que les eran completamente des-
conocidos. Significaba, además, la adaptación a un nuevo medio ambiente, un nuevo
habitat, un nuevo estilo de vida, que implicaba, a mediano y largo plazo, la adquisición de
nuevas mentalidades.

Para quienes no emigraban hacia el norte, ello significaba el mantenimiento de la cul-


tura tradicional, pero empobrecida, porque había perdido su unidad, porque ya no era

59 P.R.O., F.O. A/6946/118/8, del 17 de diciembre de 1924.


41
vivida a plenitud por todos y devenía arcaica e inmóvil. Se había producido una ruptura;
la sociedad hondurena se encontraba frente a una Honduras "a dos velocidades": la acele-
ración en el norte, el retardo en la mayor parte del territorio restante.

A nivel del lenguaje se manifestaba también la situación anterior. En el norte del país el
habla sufría cambios al ser invadida por una serie de anglicismos, que en su mayoría ve-
nían a designar objetos y relaciones antes desconocidas en la cultura tradicional y que su-
frían un proceso de readecuación fonética: watchman se transformó en guachimán; oatmeal
en osmil; dime en daime. Mientras, en el resto del país, el habla, al igual que la vida econó-
mica y social, seguía sujeta a los mismos patrones tradicionales.

42
Capítulo ΠΙ

Las transformaciones de la economía de Honduras


(1920-1932)
1. La diversificación de la industria bananera

Las transformaciones operadas en la economía de Honduras en el curso del decenio


1920-1930, fueron consecuencia de las inversiones de capital estadounidense en las activi-
dades industriales y comerciales del país. El ascenso de la industria bananera estimuló una
expansión hacia los sectores financieros, comerciales e industriales ligados o no a esta in-
dustria. El período que va del fin de la Primera Guerra Mundial a la crisis económica de
1929 fue decisivo para el crecimiento de las inversiones estadounidenses en toda América
Central, que en ese lapso se duplicaron, pasando de 112 millones de dólares en 1919, a 251
millones en 1929.1

El sector más favorecido fue la agricultura, principalmente la producción bananera,


donde las inversiones se triplicaron, pasando de 44 millones de dólares en 1919 a 130 mi-
llones en 1929. Al mismo tiempo, los capitales estadounidenses buscaban otras fuentes de
explotación en los cinco países de Centro América. Es así que surgen nuevos sectores,
como el manufacturero, donde las inversiones, prácticamente nulas en 1919, llegaban en
1929 a siete millones de dólares. De la misma manera, la industria petrolera (prospección),
inexistente antes de 1919, se beneficiaba en ese año de un volumen de inversión de tres
millones de dólares, que pasó a cuatro millones en 1929.2

Los capitales invertidos fuera de la agricultura no representaban una parte importante


en el conjunto de las inversiones de Estados Unidos en Centro América en el período estu-
diado; sin embargo, debemos prestarles atención puesto que, como lo veremos en el caso
de Honduras, esas inversiones estaban ligadas a los altos beneficios obtenidos por la in-
dustria bananera. El Cuadro I es una ilustración de lo anterior.

La importancia de la producción bananera era grande, sobre todo en Honduras y Costa


Rica, donde las plantaciones de la United Fruit Company tenían un peso decisivo para las
economías de ambos países. En Honduras, por ejemplo, el capital estadounidense inverti-
do, solamente en la agricultura, se elevaba en 1928 a 40 millones de dólares, suma que
representaba la casi totalidad de las inversiones agrícolas de Estados Unidos en Centro
América en 1919.3 En los otros países de la región el café ocupaba aún un lugar privilegia-

1 M. WILKINS., The Maturing of Multinational Enterprise: American Business Abroad from 1914 to 1970 Cambridge, 1975,
cuadro III: "Direct Foreign Investments Estimates 1919-1929", p. 55.
2 ibidem.
3 CH. HOWLAND., op. cit., p. 274.

43
Cuadro I:
Valor de las inversiones directas de los Estados Unidos
en Centro América en 1919 y 1929 (en millones de dólares)

1919 1929

TOTAL 112 251

Manufacturas 7
Comercio 1 1
Petróleo 3 4
Sector minero 14 8
Agricultura 44 130
Servicios 6 33
Ferrocarriles 43 64

Fuente: M. Wilkins., op. cit., p. 55.

do en las exportaciones. Así, en El Salvador, el café representaba en 1928 el 75% del total
exportado, en Guatemala el 66% y en Costa Rica el 60%.4 En el Cuadro II se constata lo
anterior.
Cuadro Π:
Inversiones de los Estados Unidos en América Central en 1928
(en millones de dólares)

COSTA RICA
Bananos y servicios públicos 25
Obligaciones de Estado 12
Diversos 8
GUATEMALA
Ferrocarriles 42
Bananos, comercio. Banca. obligaciones de Estado, diversos 18
HONDURAS
Bananos 40
Minas 10
Diversos 5
NICARAGUA
Obligaciones del Estado 8
Bananos 8
Diversos 6
EL SALVADOR
Obligaciones de Estado 16
Ferrocarriles 8
Minas, Banca y diversos 6

TOTAL 212

Fuente: Charles P. HOWLAND., op. cit., p. 274.

4 CH. HOWLAND., op. cit., pp. 269-270.


M
Por otra parte, los Estados Unidos controlaban, durante este período, la parte más
importante del comercio de esos países, tanto de importación como de exportación. Los
Estados Unidos participaban con casi el 50% en el comercio exterior de los países de Cen-
tro América y con más aún en Honduras y Guatemala, como se observa en el Cuadro Ш.

Cuadro III:
Participación de los Estados Unidos en el comercio exterior
de los países de Centro América en 1927
(en millones de dólares)

Importadores Exportadores Porcentaje

Costa Rica 32,9 50,3 41%


Guatemala 42,6 55,9 47%
Honduras 76,9 79,4 77%
Nicaragua 55,6 66,4 61%
El Salvador 10,0 49,0 34%

Fuente: Charles P. HOWLAND., op. cit., pp.269-281.

Si el crecimiento de las inversiones de Estados Unidos aparecía como muy importante


respecto a la pequenez geográfica y económica de América Central, los capitales invertidos
no representaban, sin embargo, más que una parte minoritaria (3% en 1929) del total que
los Estados Unidos invertían en el extranjero. De este modo, los 251 millones de dólares
invertidos en Centro América, en 1929, no representaban más que la cuarta parte de sus
inversiones directas en Cuba y las Antillas durante el mismo año, suma que representaba
en total 1,026 millones de dólares.5 Solamente las inversiones en Africa y Oceania eran
inferiores a sus inversiones en Centro América, 117 y 162 millones de dólares en 1929,
como se observa en el Cuadro Г .
Cuadro IV:
Inversiones directas de los Estados Unidos
en diferentes regiones del mundo en 1929 (en millones de dólares)

Europa 1,340 18%


Canadá y Terra Nova 1,657 23%
México 709 10%
Cuba y Las Antillas 1,026 14%
América Central 251 3%
América del Sur 1,720 23%
Asia 446 6%
Africa 117 1%
Oceania 162 2%.
7,428 100%

Fuente: M. WILKINS., op. cit., p. 55.

5 M. WILKINS., op. cit., p. 55. CH. HOWLAND proporciona la cifra de 1,435 millones de dólares para Cuba, en 1928.
CH. HOWLAND., op. cit., p. 291.
45
En Honduras, la expansión económica del capital estadounidense fue precedida por el
ensanchamiento o adquisición de nuevas concesiones territoriales y por la disposición de
redes de transporte terrestre, fluviales y marítimas. El aumento del poder y la influencia
económica de los Estados Unidos en la región norte de Honduras provocaba, en 1928, el
asombro del científico y viajero alemán Karl Sapper, quien visitaba el país por segunda vez
(la primera había sido en 1898) y quien, después de esta última visita, publicó un artículo
en el que comparaba sus observaciones sobre la evolución de Honduras durante el tiem-
po transcurrido entre 1898 y 1928.

Durante su estancia en la Costa Norte, Karl Sapper observó los siguientes cambios:

El cambio principal consiste en la amplia americanización de la zona de la


Costa del Atlántico por la cual se verificó también el traslado del centro eco-
nómico del sur para el norte (...). Hace tres o cuatro decenios había numero-
sos comerciantes norteamericanos y grandes casas comerciales en el país,
pero con excepción de San Juancito y algunas empresas bananeras, habían
sido con frecuencia cazadores de concesiones, sin capital de voluntad, explo-
taban sus concesiones para introducir mercaderías sin pago de introducción.
Hoy son compañías serias y fuertes en capital las que explotan el suelo y las
posibilidades comerciales y bancarias. El número de americanos es pequeño,
pero su influencia es grande.6

En el mismo sentido que Sapper, el cónsul general de Gran Bretaña en Honduras


(Lyall) había observado, pocos años antes, durante una visita a la Costa Norte en 1924, que
esta región parecía un país enteramente diferente, comparada con Tegucigalpa, donde "la
vida es primitiva... con una ligera apariencia de civilización". Más adelante, el cónsul
Lyall continuaba sus observaciones diciendo:

Allí (Tegucigalpa) la política es la industria principal y literalmente contami-


na la atmósfera de la ciudad, la cual, a parte de eso, goza de las más excelen-
tes condiciones climáticas.7

Para el cónsul británico, en Tegucigalpa, contrariamente a lo que ocurría en la Costa


Norte, el comercio y la industria eran "sacrificados al sórdido juego de los políticos", y el
presupuesto nacional sustituía a la empresa privada en el empleo y pago de la fuerza de
trabajo local.

Hacia 1930, todos los ferrocarriles, los principales puertos marítimos y las redes de
caminos de la región norte de Honduras se encontraban bajo el control de las compañías
bananeras. La expansión económica de las tres principales compañías bananeras -la United

6 K. SAPPER., "Viaje a la América del Sur y Central, 1927-1928", en R.A.B.N., Tegucigalpa,Vol. IX, pp. 17-22.
7 P.R.O., EO. A 3896/118/182, del 23 de junio de 1924.

46
Costa Norte de Honduras

Puerto Cortes <


Jela LaCeiba^
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/Puerto >Riouiúa
Rio
(•Barrios •Obaroelecónl
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GUATEMALA
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La Florida ,
San PearoSuia/

Naco / E l Progreso
Quimistán .
. El Negrito

Potreriiio
\Santa Rita

Territory encompassing
Santa United Fruit operations.
Bárbara 1954-1963

.Santa
Rosa de Copan
S L.deYojoa
"?7?7\ Standard Fruit
•'••" (partial)

Fuente: MACCAMERON, R. Bananas, Labor and Politics in Honduras: 1954-1963, Syracuse, New-York, 1983 p. 9.

47
Fruit Company, la Cuyamel Fruit Company y la Standard Fruit Company- se ejercía según
medios idénticos. Se trataba siempre de operar a través de compañías subisidiarias que
formaban parte de la estructura orgánica de su respectiva casa matriz.

a) La United Fruit Company

Esta era la compañía bananera más importante del país y poseía una estructura de or-
ganización perfeccionada. El orden jerárquico creado por ella se encontraba en todos los
niveles, desde la producción de los bananos hasta las relaciones con el gobierno, pasando
por el ordenamiento del habitat obrero. La producción se organizaba en dos grandes regio-
nes: una controlada por la Tela Railroad Company y la otra por la Trujillo Railroad Company.

La Tela Railroad Company comprendía dos divisiones: la de Cortés, al Oeste del Río
Ulúa, y la de Tela, al Este del mismo Río.8 Cada una tenía sus propias subdivisiones, loca-
lizadas en centros urbanos como El Progreso, Puerto Cortés y Tela, principal centro admi-
nistrativo de esta compañía, antes de ser trasladado a La Lima.' Las unidades de produc-
ción estaban repartidas en "fincas bananeras" (campos bananeros) dotadas de instrumen-
tos de producción, dispensarios médicos, escuelas y otros servicios. Toda la estructura
estaba unida por medio del ferrocarril a los puertos de embarque.10 El peso de la United
Fruit Company en Honduras puede ser medido por la dimensión de sus plantaciones en las
localidades mencionadas.

Antes de 1919, las dos filiales de la United Fruit Company explotaban una superficie de
casi 25,000 acres. A partir de 1919, nuevas tierras fueron incorporadas: 12,000 acres en 1919;
15,000 en 1920 y 1922; más de 20,000 en 1923. En total, las plantaciones de la United Fruit
Company cubrían 87,000 acres, que representaban tres veces la extensión de las plantacio-
nes poseídas por la misma compañía en Colombia y Guatemala, y cinco veces las que
poseía en Panamá y Costa Rica."

En 1932, la United Fruit Company controlaba dos tercios del comercio mundial de bana-
nos, exportando, ese año, 20,000.000 de racimos desde Honduras, 10,500.000 desde Jamai-
ca, 7,000.000 desde Colombia, 5,300.000 desde Guatemala y 1,700.000 desde las Islas Cana-
rias. Esta compañía poseía, en diferentes países del mundo, 96,000 kilómetros cuadrados
de tierras, una flota de 100 navios, 3,000 Kilómetros de línea ferroviaria, 24 emisores de
radio, 11 hospitales, hoteles, fábricas y otros.12 Ya en 1914, el poder y la capacidad de orga-
nización de la United Fruit Company hacían decir al autor estadounidense Frederick U.
Adams:

8 R. MACCAMERON., Bananas, Labor and Politics in Honduras, 1954-1963, Syracuse-New York, 1985, p. 13.
9 La Tela Railroad Company ocupaba una parte del territorio de los departamentos de Cortés, Yoro y Atlántida, mien-
tras que la ΤηιμΙΙο Railroad Company estaba instalada en el departamento de Colón, todos ellos departamentos de la
Costa Norte de Honduras.
10 R. MACCAMERON., op. cil.., p. 13.
11 CH. KEPNER Y J.H. SOUTHILL., E/ impeno del banano, La Habana, 1961, pp. 114-115.
12 L. MARINAS OTERO., Honduras, Tegucigalpa, 1980, p. 88.

48
D I A G R A M A Nel

(Tropical Reti» Telegraph Γη.


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(«et inirftuni) Tropical Rodio Corp.
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Ь » Л л R» a l HR В
(Trruápipe. U. Г.)
Eklen i Frffn rrnijWoR R. Co.

Fuente: FRASSINETTI, A.M. Enclave у Soaedad en Honduras, Tegucigalpa, 1978, p. 84.

Si el Premio Nobel pudiera ser otorgado a una corporación, la United Fruit


Company tendría méritos válidos para su reconocimiento. Ella ha hecho
más para allanar el camino de la paz y la prosperidad en Centro América y
los países del Caribe, que todos los hombres de Estado y los discursos que
en vano han sido dirigidos al mismo propósito.13

La expansión económica de la United Fruit Company se realizó a vasta escala por medio
de sus filiales. La producción estaba, como ya lo hemos visto, en manos de la Tela Railroad
Company y la Trujillo Railroad Company. Alrededor de éstas fueron creadas sociedades de-
pendientes para administrar los transportes, las comunicaciones y otros rubros."
El poder de la United Fruit Company reposaba, sobre todo, en el hecho de que controla-
ba las redes ferroviarias y marítimas más importantes de América Central. En los años
treinta extendió sus actividades en Honduras hacia los medios de comunicación mediante
la creación de dos empresas, una destinada a prestar servicios de radio-comunicación
nacional e internacional (The Tropical Radio), y otra a la publicación de un periódico, el
Diario Comercial; al mismo tiempo controlaba el comercio interior en el seno de las planta-
ciones bananeras por medio de una red de tiendas para la distribución de productos al por
menor, denominadas "comisariatos".

13 F.U. ADAMS., Conquest of the Tropics, citado por M. WILKINS, op. cit., nota № 48, p. 515.
14 Véase el diagrama Ν" 1.

49
DIAGRAMA No. 2

Sub Sugar Co. Cortes Development Co.


Cuyamel Fruii Co.
Ingenio La Lima (Agricultura)
(Sect teléfonos
(1922)
У telégrafos)

San Pedro Lieht &.


Power Co. (1909) Cuyamel Fruit Co.
CUYAMEL (Sec:, cables en
FRUIT Puerto Cortés)
Planta Electrics Inc.
Co. (1911)
imi)

Public Utilities Honduras


Corp. (1929) У " \
Cuyamel Fruit Co.
Secc. marítima

Compartii Agrícola del Sub cadena de


y Ferrocarril Nacional comisariatos

Fuente: FRASSINETO, A.M. Enclave y Sociedad en Honduras, Tegucigalpa, 1978, p. 82.

b) La Cuyamel Fruit Company

Dirigida sobre el terreno por su propietario, Samuel Zemurray, la Cuyamel Fruit


Company fue la principal competidora de la United Fruit Company, tanto en Honduras
como en los Estados Unidos. Por medio de la introducción de nuevas técnicas, como la
irrigación, la Cuyamel Fruit Company aumentó su productividad, así como la rentabilidad
de sus operaciones en Honduras.

Esta compañía también diversificó sus actividades económicas. En 1922 instaló en La


Lima un moderno ingenio azucarero, considerado el más productivo del país; también
invirtió en otros sectores agrícolas y, además, en los sectores de energía eléctrica, ganade-
ría, transportes y comunicaciones.

En el sector de transportes la Cuyamel Fruit Company administraba el Ferrocarril Nacio-


nal y disponía de una concesión para la explotación del puerto de Omoa (véase el diagra-
ma № 2). Además, esta compañía exportaba anualmente casi un tercio de la producción
hondurena de bananos; en 1920, por ejemplo, exportó 2,805.000 racimos de banano de los
9,814.000 exportados en total por Honduras en ese año. En 1928 ésta elevaba su produc-
ción a 8,868.000 racimos, es decir, casi un tercio de los 26,885.000 racimos exportados en ese
año por Honduras. El capital invertido se desarrollaba, evidentemente, en notables pro-
porciones, pasando de cinco millones de dólares en 1911 a treinta millones en 1929.15

15 L. MARINAS OTERO., op.cit., pp. 88-95.

50
с) La Standard Fruit Company

Hacia 1924, esta compañía estaba considerada como la más rica entre las que tenían su
sede en el sur de los Estados Unidos.16 En Honduras sus actividades se concentraban en el
departamento de Atlántida, en el norte del país, siendo La Ceiba el centro principal de sus
operaciones.

Para extender sus actividades esta compañía fundó nueve filiales, un banco (Banco
Atlántida) y una cadena de comercios, los comisariatos.17 Es de este modo que la Standard
Fruit Company monopolizó la producción del azúcar y sus derivados (Honduras Sugar and
Distilling Company), la producción de cerveza y bebidas refrescantes (Compañía Indus-
trial Ceibeña), la producción de jabón y aceite vegetal (Fábrica Lempira y La Blanquita), la
producción de zapatos (Sole Leather and Shoe Factory), así como la producción de cigarri-
llos.18

El puerto de La Ceiba se convirtió en un centro urbano, cuya importancia fue señalada


por un periódico de Tegucigalpa, en mayo de 1922:

Ninguna ciudad en la última década ha progresado como La Ceiba (...).


Además de los trabajos en las grandes plantaciones de banano y movimien-
to de vapores, la actividad se extiende febril en sus fábricas de jabones, per-
fumes, licores, puros y cigarrillos, calzado en gran escala, aguas gaseosas,
cervezas, hielo y otros.19

A finales de los años veinte esta compañía monopolizaba no sólo el sector alimentario,
sino también los transportes, las comunicaciones telegráficas y telefónicas, la agricultura y
la ganadería de La Ceiba y sus alrededores. El Banco Atlántida controlaba toda esta activi-
dad financiera y comercial y devino el más importante del país. La demanda del comercio
interior era satisfecha por los "comisariatos", donde la eliminación de toda competencia
permitía la imposición de precios monopólicos.

La política de diversificación económica implementada por las compañías bananeras


implicaba inversiones de capital de importante valor. Como ya lo hemos visto, las estadís-
ticas muestran una progresión constante del capital estadounidense invertido en Hondu-
ras entre 1914 y 1929.

Ese crecimiento se debió al ensanchamiento de las actividades económicas y la evolu-


ción de la plantación bananera, que se convirtió en una industria capitalista moderna. Las
modificaciones técnicas introducidas en la esfera de la producción, como la mecanización,

16 El Marino, Puerto Cortés, del 30 de julio de 1924.


17 Véase el diagrama № 3.
18 A.M. FRASSINETO., op. cit., pp. 82-84. .
19 "La Ceiba y sus Progresos", El Cronista, Tegucigalpa, del 17 de mayo de 192Z

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52
los sistemas de irrigación, el uso de fertilizantes y la ampliación de las redes de transporte
exigían un crecimiento como el que se produjo.

La industrialización de la plantación bananera convirtió a Honduras, hacia 1925, en el


más grande productor mundial de bananos. La modernización de los transportes y de las
técnicas de producción aumentó la productividad. Según Víctor M. Cutter, presidente de
la United Fruit Company, en 1931:

Las mejoras en el cultivo, irrigación y drenaje, han aumentado el peso de los


bananos y su producción por acre, y al mismo tiempo han disminuido el
. costo de producción por unidad. Se está instalando drenaje adicional y la
irrigación será extendida notablemente.20

La discusión realizada en el Congreso Nacional de Honduras, respecto a la "Contrata


de Aguas" (concesión para el uso de las aguas nacionales en la irrigación de las plantacio-
nes bananeras de la Costa Norte), puso en evidencia las ventajas que las compañías
bananeras obtenían de la modernización de sus sistemas de producción. Según el diputa-
do Abraham W. Calderón:

Hemos sostenido... que la irrigación aplicada a las fincas bananeras de la


Costa Norte constituye en estos momentos una enorme fuente de riqueza
para las empresas bananeras... una hectárea de bananos sin riego, produce
400 racimos al año... una hectárea irrigada produce 1,000 racimos al año...
La utilidad neta por hectárea irrigada sería de 1,250 dólares al año.21

2. La evolución de los intercambios exteriores

La supremacía conquistada por la producción de bananos se reflejaba, evidentemente,


en las actividades de exportación. De acuerdo a los datos estadísticos consultados, entre
1920 y 1930 Honduras se convirtió en una "república bananera", donde el banano repre-
sentaba la casi totalidad de las exportaciones del país, sobrepasando extensamente la ex-
portación de productos minerales. El Cuadro V, que presentamos a continuación, muestra
la evolución comparada de las exportaciones de productos minerales y de bananos entre
1920 y 1930.22

El peso de las exportaciones bananeras en la economía hondurena resulta mucho más


evidente cuando se le compara con el total de las exportaciones del país durante el período
1925-1930. El Cuadro VI muestra la importancia decisiva del banano en la economía hon-
durena en el curso de dicho período.

20 £/ Cronista, Tegucigalpa, del 10 de mayo de 1931, pp. 1-β.


21 Ibidem.
22 El Lempira es la moneda corriente de Honduras, equivalente en aquel momento a aproximadamente a 0.50 del dó-
lar de los Estados Unidos.

53
Cuadro V:
Exportaciones de productos minerales y de bananos
en el período 1920-1930"
(ел millones de lempiras)

Productos minerales Bananos

1919-1920 23 5,7
1925-1926 33 19,7
1926-1927 2» 27,2
1927-1928 23 373
1928-1929 3,0 41,7
1929-1930 2,2 46,0

Fuente: V. LAINEZ y V. MEZA., "El enclave bananero en la historia


de Honduras", Tegucigalpa, Mimeo, sin fecha de edición, p. 22.

Cuadro VI:
Exportaciones de bananos en relación a las exportaciones totales
(1925-1930)
(en millones de lempiras)

Años Exportaciones totales Exportaciones de bananos %

1925-1926 26,9 19,7 73%


1926-1927 35,- 27,2 77%
1927-1928 46,3 37,3 81%
1928-1929 49,1 41,7 85%
1929-1930 52,3 46,- 88%

Fuente: "Comercio exterior de la República de Hondaras", El Economista Hondure-


no, Tegucigalpa, № 11, noviembre 1938.

3. La situación de la industria no bananera (1920-1930)

Fuera de la zona bananera de la Costa Norte, la situación era otra. La evolución de la


industria hondurena, aunque haya sido estimulada por el desarrollo del capital estadouni-
dense en la región norte, no conocía el mismo ritmo de crecimiento en todo el país. Al con-
trario, el desarrollo de la industria no bananera se mantuvo, durante el período 1920-1930,
periférico y secundario.
54
Pero si la industria nacional no era capaz de competir en importancia, comparándola
con las industrias establecidas por el capital estadounidense en la región norte de Hondu-
ras, tampoco se puede afirmar que ésta no evolucionara. Ya en 1912 el Ministerio de Fo-
mento, Obras Públicas y Agricultura proponía, con vistas a la promoción de la agricultura
y la industria nacional, la construcción de un puente sobre el río Ulúa para así poder
"avanzar al interior", reanudando de este modo el "fecundo proyecto" de Squier, este úl-
timo, un diplomático y explorador estadounidense que visitó Honduras hacia mediados
del siglo pasado. El ministerio citado informaba, además, que en ese mismo año existían
en Honduras aproximadamente 59 fábricas, sin mencionar sus ramas de explotación y
tampoco su tamaño o cantidad de trabajadores empleados.23

Algunas de esas industrias eran nacionales, aunque pequeñas. Su tamaño expresaba la


escasa capacidad adquisitiva del mercado local, hacia el que estaba orientada
mayoritariamente su producción. Es el caso de las industrias establecidas en las cercanías
de Tegucigalpa por el comerciante y hacendado hondureno Daniel Fortín. Este hizo de su
hacienda, El Zamorano, un centro industrial, estableciendo en ella un molino harinero, un
ingenio azucarero, dos destilerías, un aserradero, un molino para maíz y, además, una
rueda hidráulica de 24 caballos de fuerza y una máquina de vapor de 30 caballos. La ma-
quinaria fue comprada en Inglaterra e instalada en Honduras por Albino Tinetti. En su
conjunto, la propiedad de Fortín era considerada por la Revista Económica, en 1913, como la
"instalación modelo" del país. Fortín planeaba, además, adquirir máquinas centrífugas y
moldes para la fabricación de queso, contratando para ello a un experto suizo, con el pro-
pósito de industrializar la producción de unas 100 cabezas de ganado.24

En las cercanías de Tegucigalpa también habían sido instalados otros tres ingenios azu-
careros, dos de los cuales pertenecían a los comerciantes hondurenos José María Agurcia
y Santos Soto, y al general Reina el tercero. El ingenio de Agurcia, La Concordia, ubicado en
la aldea de Cantarranas, estaba provisto de maquinaria moderna y producía 5,000 sacos de
azúcar por año, teniendo adjunta, además, una fábrica de hielo.25

Por su parte, el gobierno hondureno poseía -según la Revista Económica- una fábrica de
puros (cigarros puros) fabricados con hojas traídas de Dardi, ciudad del Oriente de Hon-
duras. Mientras que en el departamento de Santa Bárbara, en el Occidente del país, se
producían los "sombreros de Panamá", similares a los producidos en Ecuador y cuya de-
manda extema estaba en ascenso.26 Aún así, la industria nacional estaba aún lejos de cons-
tituirse. En 1915, la Revista Económica exigía que la industria nacional se organizara, se
mancomunara y se diera a conocer como medio indispensable de defensa y de influen-
cia.27

23 El Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, del 18 de enero de 1913.


24 "Manufacturing Industries of Honduras", en Revista Económica, Ы, II, № 9, Tegucigalpa, enero de 1913, p. 793.
25 Ibidem.
26 Ibídem,p.79i.
27 "Grandes necesidades de ¡a industria nacional", en Revista Económica, Vol. V, № 5, Tegucigalpa, noviembre de 1915, pp.
309-310.

55
El desarrollo de la industria nacional se miraba entrabado, en parte, por los elevados
gravámenes impuestos sobre la importación de materias primas demandadas por los pro-
ductores nacionales, mientras que los importadores extranjeros eran favorecidos por las
exenciones fiscales que el Estado hondureno les otorgaba. Por otra parte, su desarrollo
también era entorpecido por el elevado costo que significaba el transporte de sus mercan-
cías, sea por medio del ferrocarril o por la vía marítima.28

Algunos, como los editores de la Revista Económica, confiaban en la realización de "pro-


yectos grandiosos" para salvar el obstáculo que representaba el transporte de mercancías
por la falta de vías de comunicación adecuadas. Así, la canalización del río Ulúa, cuyo
costo era calculado en 3 millones de dólares, en 1922, así como la construcción de una gran
carretera que uniera el valle de Comayagua con la capital del país, ambos en la región cen-
tral de Honduras, despertaban la esperanza de que tales obras abrirían la posibilidad de
comunicar entre sí las diferentes regiones del país y que, además, permitirían la explota-
ción de nuevas tierras y bosques.29

La debilidad de la industria no controlada por el capital extranjero, era consecuencia de


la evolución histórica de la economía hondurena. Esta evolución, marcada por la lentitud
del proceso de acumulación de capital, impedía la consolidación de una burguesía nacio-
nal competitiva. En los primeros decenios de este siglo, Honduras no poseía por lo tanto
una clase capitalista nacional capaz de competir con el capital estadounidense. Esta situa-
ción puede explicarse, tanto por el carácter monopólico de la actividad económica contro-
lada por el capital estadounidense, como por la ausencia de una política auténtica de in-
dustrialización nacional estimulada por el Estado hondureno.

Hemos visto en el capítulo anterior cómo el establecimiento de las grandes compañías


bananeras había llevado a la ruina a los pequeños productores hondurenos. De 1912 a
1929, las tierras más fértiles habían caído en manos de las compañías extranjeras que
detentaban, además, la infraestructura en el Norte del país. Así, la vía de un cierto "capi-
talismo hondureno", resultante de la acumulación del capital invertido en las pequeñas
plantaciones que existían antes de la llegada de las grandes compañías bananeras, se en-
contró bloqueada. De la misma manera, el empobrecimiento de los pequeños agricultores
bananeros hondurenos, impidió la formación de una capa social que habría podido ejercer
una acción estimulante en otros sectores de la actividad económica.

La ausencia de una política auténtica de industrialización se explica, en parte, por la


debilidad financiera del Estado hondureno. La industria nacional no era alentada realmen-
te por el Estado, que carecía de recursos y que además no se interesaba por ésta. El Estado
de Honduras basaba sus expectativas de evolución económica en el aporte de los capitales
extranjeros, creyendo que las inversiones procedentes del exterior eran el medio indispen-

28 "Grandes necesidades de la industna nacional", en Revista Económica, Vol. V, № 5, Tegucigalpa, noviembre de 1915, pp.
309-310.
29 "Proyecto grandioso", en Revista Económica, Voi. IX, № 11, Tegucigalpa, septiembre de 1922, p. 679.

56
sable y único para desarrollar el país. La política del "laissez faire" era la base de las deci-
siones adoptadas por los gobiernos de este período en materia económica.

Como hemos visto, el Estado hondureno concedía a las compañías bananeras enormes
exenciones de impuestos en materia de importación. De este modo, en 1926-1927, los im-
puestos pagados por esas compañías por las importaciones efectuadas se elevaban a
5,804.268 dólares, mientras que las importaciones exentas de impuesto alcanzaban un
volumen de 3,417,272 dólares; es decir, casi el 40% del volumen de sus importaciones tota-
les.30

Sin la protección del Estado, las pequeñas manufacturas hondurenas sufrían los efectos
ruinosos de la competencia de las mercancías extranjeras. Así por ejemplo, en febrero de
1931, refiriéndose a la necesidad de proteger la industria nacional de la competencia ex-
tranjera, un periódico de la ciudad de San Pedro Sula pedía el establecimiento de un aran-
cel que protegiera las industrias nacionales y de otro que protegiera al fisco de los arance-
les de las naciones vecinas, como El Salvador y Guatemala, favorecidos por la importación
de sus productos desde el Occidente de Honduras. El mismo periódico sostenía: "El aran-
cel proteccionista es el grito de liberación económica del pueblo hondureno". 31

Los productos venidos del extranjero no sólo competían con las pequeñas manufactu-
ras nacionales. En determinado momento también representaron competencia para la
agricultura hondurena. Según el cónsul hondureno en Nueva York -de acuerdo a lo infor-
mado por Nuestro Criterio- Honduras había importado en 1930, solamente de esa ciudad,
1,104.469 kilos por valor de 165,630.84 dólares oro. Entre los productos importados ese año
se encontraban, entre otros: papas, cebollas, legumbres frescas, arroz, frijoles, huevos, car-
ne fresca, mantequilla, queso, manteca, harina y calzado, en su mayoría también produci-
dos en Honduras. Solamente la importación de calzado representó un poco más de 70,000
dólares, mientras que la importación de harina superó los 38,000 dólares y la de huevos
significaba más de 18,000 dólares.32

Con respecto al calzado procedente de los Estados Unidos, que significaba una compe-
tencia importante para los productores nacionales, el mismo periódico había informado,
poco tiempo atrás, que el valor reducido del arancel sobre la importación de calzado (0.60
de dólar por cada medio kilo de zapatos introducidos) estimulaba su importación. El pe-
riódico -indicando que sus datos provenían de fuentes estadísticas de los Estados Unidos-
informaba que en 1929 ingresaron a Honduras 124,088 pares de calzado, o sea alrededor
de 10,334 pares por mes. El periódico proponía que, para proteger la industria nacional, el
arancel debía ser elevado a 3 dólares de plata por cada medio kilo de calzado importado,
lo que -según esa fuente- eliminaría por lo menos el 80% del calzado importado. 33

30 L. MARINAS OTERO., op. cil., p. 94.


31 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, del 21 de febrero de 1931.
32 ibidem.
33 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial del 1° de enero de 1931.

57
En 1932, el mismo periódico insistía en la necesidad de defender a la industria nacio-
nal, escribiendo lo siguiente:

Hermoso y elegante caballito de batalla ha sido para nuestros candidatos a


la presidencia de la República, la promesa a una decidida protección a nues-
tra atrasada agricultura e industria y todavía nos encontramos dentro de
nuestro propio país, gravando considerablemente las pocas cosas que hay y
poniéndoles murallas inaccesibles para que no haya lugar al surgimiento de
otras en perspectiva. Mientras, puede entrar libremente, todo lo extranjero
que haga competencia a lo nuestro (...) pero el día que haya un gobierno en
Honduras que tome la represalia de gravar los productos ingleses y de sus
colonias, en un ciento por ciento, como lo han hecho ellas con nuestro bana-
no, habremos protegido nuestra agricultura y nuestras industrias.34

El periódico citaba en el mismo escrito, además, dos ejemplos de la manera cómo las
industrias nacionales eran afectadas por la competencia extranjera. El primero concernía al
aumento de los impuestos sobre la producción de cerveza, al mismo tiempo que se redu-
cían los derechos de importación del mismo producto. El aumento del arancel, de 2 a 12
centavos, estaba provocando la disminución de la venta de cerveza nacional. LaCervecería
Unión y Ulúa de San Pedro Sula, que durante el segundo semestre de 1930 produjo 24,886
cajas de cerveza, en 1931 producía sólo 9,374 cajas, es decir, un tercio de su producción del
año precedente. Nuestro Criterio pedía al gobierno hondureno:

...Bajemos el impuesto de la cerveza a dos centavos como estaba... es un


absurdo de los mayores poner dificultades a la inversión del capital nacional
(-). 3 5
El segundo ejemplo citado, mostraba cómo los productos ingleses competían con la
industria hondurena de las velas. Existía, desde 1924, una empresa de producción de ve-
las, La Equitativa, teniendo su centro principal en Tegucigalpa y, desde 1931, una sucursal
en San Pedro Sula. El periódico señalaba que:

Esta sucursal produce mensualmente más de 800 cajas de velas y podría


cuatriplicar esta producción, si el Estado subiera los derechos a la importa-
ción de velas de mercados extranjeros. Entran al país por la Costa Norte no
menos de un millón de velas anualmente, lo que significa 150,000 dólares
fuera de la circulación interior.36
34 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, del 29 de enero de 1932.
35 Ibidem, del 26 y 29 de enero de 1932.
36 Ibidem, del 9 de marzo de 1932. Es preciso señalar que Nuestro Criterio insiste en indicar el origen inglés (directo o
colonial) de las mercancías que competían con los productos hondurenos. No disponemos, desgraciadamente, de
cifras específicas que nos permitan evaluar la importancia del comercio británico en Honduras durante el período
que siguió a la Primera Guerra Mundial. No hay duda de que productos ingleses -y europeos en general- siempre
han estado presentes en los mercados de América Central, puesto que el comercio con Europa nunca fue interrum-
pido. Por otra parte, es probable que los productos ingleses hayan tenido un acceso más fácil a los mercados centro-
americanos en razón de la proximidad con esta región de la Honduras británica, hoy Belice.

58
A pesar de la ausencia de protección gubernamental, algunas industrias hondurenas
nacieron y se desarrollaron en el curso de este período en los centros urbanos, producto
del desarrollo de la actividad bananera, como San Pedro Sula, La Ceiba, Puerto Cortés,
Tela y El Progreso, dando origen a una burguesía y a una pequeña burguesía compuesta
por hondurenos, pero también de inmigrantes venidos de diferentes países.

El desarrollo alcanzado por las plantaciones bananeras de las compañías estadouni-


denses estimuló -como señalamos antes- el crecimiento urbano en algunas localidades del
Norte de Honduras. Algunas de ellas, como fue el caso de San Pedro Sula y La Ceiba, se
convirtieron pronto en centros comerciales e industriales, que convirtieron a esos poblados
en las principales ciudades de Honduras. En 1898, durante su primera visita a San Pedro
Sula, el viajero alemán Karl Sapper había observado que: "La pequeña ciudad se hallaba
tranquila y soñadora, en medio del paisaje". Sin embargo, 30 años más tarde, en 1928,
durante su segunda visita a la misma ciudad, Sapper observó lo siguiente:

Más, ahora principia por desarrollarse en centro principal del comercio del
Norte de Honduras, importantes casas de comercio y sucursales de bancos
atestiguan el progreso hecho, un fuerte crecimiento queda asegurado a la
ciudad en el porvenir.37

En 1930, la población total del municipio de San Pedro Sula, incluyendo las zonas ru-
rales, había alcanzado 24.245 habitantes y la ciudad se hallaba dividida en 15 barrios, 20
calles y 16 avenidas; contaba con una plaza pública y un hipódromo. La fiebre amarilla y
otras enfermedades tropicales habían sido erradicadas en la primera década de este siglo,
la población aumentaba año con año y la ciudad despertaba culturalmente. En ese mismo
año existían en San Pedro Sula 8 escuelas primarias locales, dos de ellas nocturnas, 14 es-
cuelas rurales, una sociedad cultural (La Juventud), una biblioteca pública, 5 agrupaciones
deportivas, una Logia Masónica, una sociedad de obreros (La Fraternidad), un sindicato
de choferes y varios sindicatos más. Además, la ciudad contaba con una empresa linotipo
y 6 imprentas, donde se editaban 2 diarios, un bisemanario y 4 semanarios "que saben
enfrentar con valentía los problemas de interés colectivo".38

La actividad comercial de la ciudad se había incrementado notablemente desde la se-


gunda década de este siglo, de tal modo que en 1930 en la ciudad había alrededor de 70
centros comerciales clasificados así:

1) 20 almacenes de primera clase que poseían capitales de importancia, uno de ellos Juan
R. López Comercial, S. A.) ascendía a 1 millón de dólares. López era considerado en "el
mundo de los negocios", como "el mayor representantivo en finanzas hondurenas".
Un periódico de San Pedro Sula describía así el negocio de López:

37 K. SAPPER., op. cit., en R.A.B.N., Tegucigalpa, Vol. Vili, pp. 424-430.


38 "Municipio de San Pedro Sula 1930. Datos demográficos, generalidades", y, "Nuestro estado cultural, comercial, industri
agrícola pecuario", en Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial del 1° de enero de 1931.

59
...abarca ramas comerciales tan diversas que requerirían un dominio enci-
clopédico de técnica comercial para detallarlos (...) cuenta con un numeroso
personal de expertos y dependientes y un valioso surtido de artículos de
fantasía, de la vida doméstica en todas sus actividades, o de víveres que tie-
nen mayor demanda en las plazas del litoral atlántico y para el intercambio
con sus sucursales tan prestigiadas en plazas de la importancia de La Ceiba,
Tela, Puerto Cortés, Choloma, Potrerillos, Siguatepeque, Gracias, San Nico-
lás, Santa Bárbara, Santa Rosa de Copan; y de este modo se explica que la
Casa López haya tenido que prosperar rápidamente, tal y como con creces
ha sucedido.39

Otros de esos comerciantes de "primera clase" poseían, según Nuestro Criterio, capitales
de 300,000 dólares uno de ellos y de 100,000 otro, mientras que los más pequeños te-
nían capitales no menores de 15,000 dólares todos ellos.

2) 17 establecimientos de segunda clase cuyo capital ascendía a 10,000 dólares oro en la


mayoría de los casos y de 4,000 en otros.

3) 30 establecimientos de tercera clase, la mayoría de ellos disponiendo de capitales de


2,000 dólares los más importantes y de 400 los menos.40

La parte más importante de la actividad comercial de San Pedro Sula se realizaba a lo


largo de la Avenida Wilson o Calle del Comercio, "la calle de la ilusión y de la realidad", en la
cual, según la descripción hecha por un periódico local:

El ajetreo de las compras va en crescendo desde las 10 de la mañana. Más o


menos desde esa hora la calle va paulatinamente convirtiéndose en un río
que debió de figurar en un cuento de Aladino....41

La industria de San Pedro Sula conocía también un notable incremento de sus activida-
des. En 1930, por ejemplo, se contaban por lo menos 20 grandes fábricas dedicadas a la
confección de ropa, la producción de cerveza, calzado, cigarrillos, aguas gaseosas, velas y
otros; la mayoría de cuyos propietarios eran inmigrantes árabes y de otras nacionalidades.
Esas fábricas eran las siguientes en 1930:

1. Dos fábricas que explotaban el negocio del café molido.


2. Cuatro fábricas de ropa: La Perfección (de Andonie y Wakim), La Flor de Lis (de Filiberto
Montes y Hno.), La Sampedrana (de Jacobo D. Kattán) y una más cuyo propietario se
apellidaba Miselem.
39 "Nuestro estado cultural... ", op. cit., y, "Nuestra calle del comercio", en Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial
del 1° de enero de 1931.
40 Ibidem.
41 "Nuestro estado cultural... ", op. cit., y, "Nuestra calle del comercio", en Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial
del 1° de enero de 1931.

60
3. Una cervecería: Unión y Ulúa.
4. La Tabacalera Hondurena: King Bee.
5. Una fábrica de jabón.
6. Dos fábricas de calzado.
7. Tres fábricas de miel de abeja (de Enrique Bahr, Soledad Fernández y Hnos., y José I.
Fernández).
8. Una fábrica de velas: La Equitativa.
9. Una fábrica de macarrones (de Emilio Aronne).
10. Una fábrica de insecticidas: Radium.
11. Una fábrica de maicena.
12. Una fábrica de confites (de Carlos Patino).
13. Una fábrica de baúles (de Cuadra Industrial, S. A.)
14. Dos fábricas de hielo.
15. Dos fábricas de ladrillos (de Carlos Trau y Enrique Bahr).
16. Dos fábricas de aguas gaseosas: La Rosa y Valle de Sula (de la Cervecería Unión y Ulúa de
Maximiliano Trejo).42

Por otra parte, en los alrededores de la ciudad se habían establecido por lo menos 30
agricultores de importancia, así como 27 ganaderos, entre nacionales y extranjeros. Entre
los ganaderos nacionales con más de 1,000 cabezas se encontraban:

Manuel Galdámez 2,000 cabezas.


Miguel Paz Baraona 1,500 cabezas.
Juan R. López 1,500 cabezas.43

La ciudad de La Ceiba fue otro ejemplo de rápido crecimiento urbano, comercial e in-
dustrial, estimulado por el auge de la producción bananera en manos de la Standard Fruit
Company. Esta ciudad había sido casi destruida por dos grandes incendios en 1914 y 1924,
que habían diezmado su población y destruido su infraestructura básica; sin embargo, la
ciudad se recuperó rápidamente.44 En 1916 fue organizada la Cámara de Comercio de La
Ceiba, dirigida mayoritariamente por inmigrantes de diferentes nacionalidades, el desa-
rrollo comercial e industrial de esa ciudad creció año con año.45

Ese desarrollo no era favorecido sólo por las actividades de la Standard Fruit Company,
sino también por la estratégica posición geográfica de La Ceiba, ubicada en el centro de los
demás puertos de la Costa Norte de Honduras, factor que disminuía las distancias entre
puertos y abarataba el costo del transporte. De ese modo, La Ceiba se convirtió en un pun-

42 "Nuestro estado cultural... ", op. cit.


43 Ibidem.
44 "La Ceiba en la actualidad", en Nuestra Criterio, San Pedro Sula, edición especial del 1° de enero de 1931.
45 La Junta Directiva de la Cámara de Comercio de La Ceiba estaba integrada de la manera siguiente: Presidente:
Teodoro Castain; Vicepresidente: С Nini; Vocales: A. Moisés y A. Villamil; Secretarios: J. Inestroza y H. Vigil. Fuente:
£/ Cronista, Tegucigalpa, del 19 de enero de 1916.

61
to estratégico, como centro distribuidor de productos fabriles para el mercado de la Costa
Norte.44 En 1930 habían registrados en esa ciudad alrededor de 300 comerciantes; el censo
pecuario informaba de la existencia de 9.910 cabezas de ganado vacuno, caballar, mular y
lanar y numerosas industrias habían sido creadas.47

Entre las industrias más importantes de La Ceiba, en su mayoría en manos de inmi-


grantes, se encontraban las sigientes:

1. Una fábrica de cervezas: Compañía Industrial Ceibeña.


2. Una fábrica de calzado.
3. Una fábrica de harina de trigo.
4. Una fábrica de jabón.
5. Una fábrica de hielo.
6. Una fábrica de confites.
7. Una fábrica de ropa.
8. Una fabrica de baúles y valijas.
9. Dos fábricas de puros y cigarrillos (una de ellas de Kokinos y otra de Manuel Caro).
10. Dos fábricas de aguas gaseosas.48

En algunos casos, las nuevas industrias surgidas en las ciudades de la Costa Norte de
Honduras pertenecían a personas ligadas por algún vínculo al capital estadounidense, o
que eran favorecidas por éste en tanto que aliados potenciales de las compañías bananeras.
En la evaluación hecha por el semanario El Marino de Puerto Cortés, en 1931, a propósito
del progreso industrial de esa ciudad, se observa uno de estos casos. El periódico reporta-
ba lo siguiente:

El abogado Luis Melara (Apoderado Legal de la Cuyamel Fruit Company),


junto con Arnaldo Alemán, creó en Puerto Cortés la fábrica de hielo "El Polo
Norte". Al mismo tiempo, fue creada la fábrica "La Exquisita", donde se
produce una variedad de refrescos, propiedad de Román González. También
fueron creados el Molino Nacional de Harina de Yanuario Landa Blanco, la
industria panadera de Manuel García, la pesquería Zapotillos, así como la
fábrica de tostar café de Ramón Salvado. En lo concerniente a pequeñas in-
dustrias, las hay tan numerosas que podemos asegurar que dentro de pocos
años Puerto Cortés se convertirá en núcleo industrial de grandes y pequeñas
actividades que darán impulso poderoso al ensanchamiento de la pobla-
ción.49

46 "La Ceiba, centro industrial", en Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial del I o de enero de 1931.
47 "La Ceiba Profesiones y Oficios", y "Censo Pecuario", en Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial del 1° de
enero de 1931.
48 "La Ceiba, centro industrial", op at.
49 E/ Marino, Puerto Cortes, del 27 de mayo de 1931.

62
Otras industrias fueron creadas, igualmente, por personas próximas a las compañías
estadounidenses del banano, especialmente en San Pedro Sula. En esta ciudad, el caso más
importante fue el de la Cervecería Unión y Ulúa, cuya dirección estaba compuesta por ex-
tranjeros y hondurenos vinculados a las compañías bananeras. Según Nuestro Criterio, esta
Cervecería estaba considerada como la más importante de la región, el periódico informa-
ba lo siguiente en enero de 1931:

La fábrica Unión produce la cerveza Ulúa. El Costo aproximado de la fábrica


es de 250.000 dólares. Embotella al año 60.000 cajas de cerveza, unas cinco
mil por mes, y como término medio 200 cajas diarias. Trabajan en ella 75
empleados hondurenos, los que ganan alrededor de 3.000 pesos oro al mes.
La fábrica Unión también posee la fábrica de hielo "Cristalina", la cual pro-
duce 12 toneladas diarias de hielo.50

El mismo artículo proporciona la lista del personal de dirección de esa empresa que, en
1931, era el siguiente:

Presidente, licenciado Juan Manuel Gálvez; vice-presidente, Dr. Nutter; vo-


cales, Mr. Nead y Martín Cabús; tesorero, Coronel Guy Malone, que también
es gerente general; jefe de oficina, R. N. Neal; pagador, Gilberto Quiñónez.51

Algunos empresarios europeos participaron en el proceso de industrialización de Hon-


duras, al margen de la plantación bananera. La participación europea estaba reducida a
algunos inversionistas alemanes e ingleses. El capital alemán había tenido su período de
crecimiento con el desarrollo comercial alcanzado por el puerto de Amapala, en el Sur del
país. Poco tiempo después, algunos de ellos emigraron hacia Tegucigalpa donde
reinvirtieron sus capitales. Uno de ellos, Hugo Raucher, se instaló en esa ciudad en 1931 y
estableció en ella una importante fábrica de cervezas: la Cervecería Tegucigalpa, que produ-
cía la cerveza del mismo nombre.52

4. Los inmigrantes árabes y el comercio

Inmigrantes de diversos orígenes se beneficiaban también de la demanda interna en los


nuevos centros urbanos nacidos alrededor de las plantaciones bananeras. Sus actividades
estaban orientadas hacia la satisfacción de la demanda de bienes de consumo, y más par-
ticularmente en el sector alimentario y en el comercio en general. Esos inmigrantes venían
sobre todo de países árabes como Siria, Palestina y Líbano, pero también de Europa, prin-
cipalmente de Alemania e Inglaterra, como ya lo hemos visto.

50 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial del 1" de enero de 1931.
51 ìbidem Juan Manuel Gálvez, abogado de la United Fruit Company, fue ministro de Guerra de la administración
Carias Andino (1933-1949) y presidente de Honduras de 1949 a 1954, Nutter, Neal y Malone eran ciudadanos de
Estados Unidos, este último era un antiguo mercenano, compañero de aventuras de Lee Christmas y del general
Manuel Bonilla Al respecto véase la nota 57 del Capítulo I de este trabajo
52 E; Sol, Tegucigalpa, del 23 de abril de 1931.

63
Tales inmigrantes venían a Honduras -como centenares de otros que llegaban a Centro
América- atraídos por la apertura de nuevos centros de producción minera o bananera.
Ellos se habían establecido en la capital, Tegucigalpa; en Amapala, al Sur del país, sobre la
costa del Pacífico; y en las ciudades del Norte relacionadas con la economía bananera,
como La Ceiba, San Pedro Sula, Pimienta, El Progreso, Tela, Trujillo, Puerto Castilla y
Puerto Cortés.53

Los primeros inmigrantes árabes llegaron a Honduras a finales del siglo XIX y durante
los primeros años de su estancia en Honduras se dedicaron al pequeño comercio ambulan-
te, hasta establecerse, años más tarde, como prósperos comerciantes en las ciudades hon-
durenas de mayor actividad comercial. Karl Sapper, el viajero y científico alemán -ya cita-
do en otras partes de este trabajo- recordaba que en 1898:

...en el tiempo de mi primer viaje a Honduras, ya había "turcos" en el país,


pero entonces tenían un papel muy subordinado: viajaban como comercian-
tes ambulantes y vendían chucherías, tirantes y otros artículos pequeños,
mientras ahora (1928) hacen una parte no pequeña de la importación y ex-
portación y en todas partes forman el gran contingente de los comercian-
tes.54

Los inmigrantes árabes que llegaron a Honduras antes de finalizar la Primera Guerra
Mundial en 1918, eran ciudadanos bajo la protección del Imperio Turco, que hasta antes de
esa fecha dominaba los países de origen de estos inmigrantes, de ahí el apelativo de "tur-
cos" con el que genéricamente se les identifica en Honduras. Después de la Primera Gue-
rra Mundial, el Imperio Turco fue disuelto por las potencias vencedoras y sus antiguos
dominios territoriales pasaron a ser administrados por éstas, Gran Bretaña devino enton-
ces la potencia más importante en esa región del mundo. Los antiguos subditos turcos
pasaron a ser protegidos británicos.

En el caso particular de los palestinos -que llegaron a Honduras en regular número-


habían emigrado de manera notable a diferentes partes del mundo desde fines del siglo
XIX, la mayor parte de ellos se había establecido en Sur América, los Estados Unidos,
México y Centro América. La mayoría provenía de pequeños pueblos y aldeas de Palesti-
na, impulsados por la pobreza y el descontento con el régimen turco, después de 1918 las
inmigraciones continuaron y se aceleraron bajo el mandato británico. Un número impor-
tante de los que emigraron de Palestina, después de 1918, aún no poseían la nacionalidad
palestina y preferían nacionalizarse en los países donde se les permitía residir. La imposi-
bilidad de hacerlo causaba graves perjuicios a los palestinos, cuya consecuencia principal
era la de no gozar de protección y la de aparecer como "hombres sin patria", especialmen-
te durante el mandato británico.55

53 A.M. FRASSINETTI., op. cit., p. 100.


54 К. SAPPER., op. rif., pp. 424-430.
55 P.R.O., F.O. T/4838/, junio de 1924.

64
En Honduras -según informaba una carta dirigida al Colonial Office de Londres por
las comunidades cristianas y musulmanas de Palestina- los cónsules británicos no recono-
cían a los palestinos como subditos bajo la protección inglesa. Los cónsules se negaban
igualmente a proveer de pasaportes y visas a los que deseaban regresar a su país. Las mis-
mas condiciones eran vividas por los palestinos en México y en los Estados Unidos, a ve-
ces éstos se veían obligados a obtener un pasaporte de otra nacionalidad para poder regre-
sar a su país. Mientras que -señalaba la carta de las comunidades cristianas y musulmanas
de Palestina- grandes facilidades para venir a Palestina son otorgadas en esos países a los
sionistas, los cuales son sujetos completamente extraños a este país.56

En resumen, la situación de los palestinos y otros inmigrantes árabes en Honduras era


sumamente difícil y, muchas veces, especialmente en tiempos de guerra civil -como vere-
mos- conducía a enfrentamientos con el gobierno hondureno, situación en la que, por las
razones arriba señaladas, también se veía involucrado el gobierno británico.

Los palestinos residentes en el extranjero enfrentaban un problema de carácter interna-


cional, puesto que su país se encontraba ocupado por una potencia europea y -como lo
señalaban los firmantes de la carta citada- porque Gran Bretaña estimulaba a los miem-
bros de la Organización Sionista (cuya sede se encontraba en Londres) para emigrar a
Palestina, en detrimento de los mismos palestinos, muchos de los cuales no tenían siquiera
un salvoconducto de su propia nacionalidad, como era el caso de algunos de los que resi-
dían en La Ceiba.57

Esta situación conducía a que las comunidades cristianas y musulmanas de Palestina


preguntaran al Colonial Office de Londres, en 1924: "¿Cuál es el estatuto de los palestinos
en el extranjero?", reconociendo que para ellos, por las condiciones en que vivían en el
extranjero en ese momento, ese estatuto parecía ser el de "hombre sin patria", y exigían del
gobierno británico que los tratara como a cualquier otro subdito británico o de una colonia
británica.58

Los inmigrantes árabes recibieron críticas de los centroamericanos desde los primeros
años de su llegada a Centroamérica. Hacia 1916, la presencia de inmigrantes sirios,
palestinos y libaneses en Centro América era notable y por lo mismo eran objeto de la crí-
tica de algunas publicaciones hondurenas. En efecto, en abril de 1916, la Revista Económica
de Tegucigalpa había publicado un artículo en el que se señalaba a los inmigrantes sirios

56 PR O., F O. T/4838/, junio de 1924.


57 Ibidem, véanse igualmente las notas "Protection of Palestinians in South America", № 21285 del 12 de mayo de
1924, así como la nota de Herbert Samuel, Alto Comisionado de Gran Bretaña en Palestina, dirigida a J. H Thomas
(Μ. Ρ), secretano de Colonias de Gran Bretaña, el 11 de abril de 1924. En ésta, Samuel se refiere a una petición pre-
sentada por los notables de Belén referente a la protección de los palestinos en algunos países de Sur América, los
cuales probablemente no poseían certificados provisionales de nacionalidad palestina Los notables de Belén solici-
taban al gobierno británico que dichos palestinos fueran puestos bajo los buenos oficios de los cónsules británicos
en esos países, de acuerdo con las condiciones especificadas en el capítulo XXII de las "Instrucciones Generales a los
Oficiales Consulares" PR O., F O, T/4838/382/378.
58 Ibidem

65
como competidores deplorables en el movimiento comercial, pues llevaban una vida mi-
serable, realizando solamente los gastos indispensables para su manutención, sostenía -
además-, que los árabes representaban una sustracción para las reservas económicas de
los países centroamericanos. El artículo publicado por la Revista Económica señalaba, entre
otras cosas, lo siguiente:

La inmigración de los sirios es bajo todo punto de vista perjudicial a Centro


América, pues no ofrecen siquiera una perspectiva de renovación de valores
en el intercambio comercial, porque sus producciones son escasas y están
aplastadas por las de otros países que concurren al mercado de las necesida-
des mundiales en mejores condiciones para su venta y consumo.59

Además de los señalamientos ya apuntados, el artículo exponía algunas de sus conclu-


siones sobre el tema de los inmigrantes sirios, demostrando una actitud identificada con el
racismo, de este modo señalaba:

El paciente trabajo en pro de la uniformidad de la raza es el que se transfor-


maría violentamente con estos factores desposeídos de los nobles conceptos
de vida social (...) Esa es la peor forma de caer dominado por una sangre
inferior a la de nuestra raza, sería mil veces preferible caer por las balas de
un enemigo....60

Pocas semanas más tarde, El Cronista publicaba la carta de un ciudadano sirio queján-
dose porque "se nos trata de renegados y miserables..." y, sin hacer ninguna mención en
particular, consideraba injustos los reproches que se le hacían en Honduras a sus compa-
triotas. Saliendo en defensa de los inmigrantes sirios residentes en Honduras, este ciuda-
dano sirio escribía en El Cronista lo siguiente:

Recorremos todos los países en busca de trabajo, fundamos hogares; llega-


mos pobres, pero con laboriosidad y economía vamos ganando la vida, sin
pedir nada a los gobiernos, ni explotar ilícitamente a nadie. Respetamos las
leyes y las costumbres ajenas y vemos en los demás hombres a nuestros her-
manos en el seno de la humanidad.61

Al principio, los inmigrantes árabes que se establecieron en las ciudades del Norte de
Honduras debieron enfrentar la competencia de los comisariatos de las compañías
bananeras. Más adelante veremos a los comerciantes árabes entrar en lucha con esos
comisariatos durante el período 1924-1932.

59 M. LAINES., "Deficiencias económicas centroamericanas", en Revista Económica, Vol V., № 10, Tegucigalpa, abril de
1916, pp 611-612.
60 Ibidem
61 El Cronista, Tegucigalpa, del 12 de mayo de 1916.

66
En los años veinte, y a veces un poco antes, los inmigrantes árabes buscaban establecer-
se en las ciudades hondurenas donde el crecimiento urbano, ligado a las inversiones esta-
dounidenses, permitía esperar un comercio fructífero. Hacia 1930, esos inmigrantes aún no
se habían integrado en la sociedad hondurena y poseían su propia organización, llamada
Unión Oriental, que agrupaba a los palestinos, libaneses y sirios, teniendo además su pro-
pio semanario, El Eco de Palestina, centrado en la defensa de los inmigrantes árabes.

En 1931, la Unión Oriental fue víctima de las disensiones nacionalistas surgidas en el


seno mismo de la organización y tendió a la disolución. Al respecto, el periódico de la ciu-
dad de San Pedro Sula, Nuestro Criterio, señalaba en marzo de 1931:

A pesar de tener su propio periódico los árabes siguen anunciándose en los


periódicos nacionales. Se nos informa que han surgido contradicciones entre
La Unión Oriental, que agrupa a sirios, palestinos y libaneses, y La Unión Pa-
lestina, que sólo acepta a palestinos natos y netos, según sus estatutos. Desde
las páginas de El Eco de Palestina se han lanzado ataques contra algunos po-
líticos hondurenos.62

La importancia económica de la inmigración de origen árabe en Honduras, puede es-


timarse gracias a la lista de las casas comerciales y de las industrias hondurenas estableci-
da por la Pan American Publicity Corp., Propaganda Pro-Honduras, en 1930. En esa lista se
constata que, de las 58 fábricas dedicadas a la producción de ropa, 20 pertenecían a propie-
tarios árabes. Tres de las más importantes se encontraban en la ciudad de San Pedro Sula,
siendo éstas: La Perfección, de Andonie y Wakim; La Sampedrana, de Jacobo D. Kattán, y la
tercera, cuyo propietario se apellidaba Miselem y de la que tenemos poca información. La
Perfección era la más importante; poseía 91 máquinas de coser y empleaba a 112 obreras
hondurenas. Su promedio mensual de ventas en todo el país ascendía, en 1930, a 600 do-
cenas de camisas, 750 docenas de pantalones y 300 docenas de artículos de ropa interior.63

Un periódico de San Pedro Sula mostraba su complacencia por el hecho de que una
fábrica de esa ciudad tuviese un radio de ventas que se extendía hacia todas las localida-
des importantes del país, destacando de esa forma la importancia que algunas de las in-
dustrias poseídas por inmigrantes árabes habían adquirido en esa ciudad. En su edición
especial del I o de enero de 1931 ese periódico señalaba:

Las camisas y los pantalones de La Perfección son artículos de gran deman-


da, tanto en este departamento como en todos los demás que se relacionan
con San Pedro Sula por ferrocarril, por mar o por carretera y aún a lomo de
muías. ¿Cuál de nuestros lectores costeños o tegucigalpas no ha usado per-
sonalmente o visto usar una camisa de La Perfección? Posiblemente ningu-
no.64
62 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, del 21 de marzo de 1931.
63 Ibidem, edición especial del 1" de enero de 1931.
64 Ibidem.

67
En San Pedro Sula, las casas de comercio más importantes pertenecían también a inmi-
grantes de origen árabe, en la lista de los 50 comerciantes más importantes de esa ciudad,
publicada por Nuestro Criterio en enero de 1931, aparecen 19 de este origen y algunos de
ellos, como es el caso de los sucesores de Domingo Larach, figuran como los más impor-
tantes de la ciudad junto con el hondureno Juan R. López".65

En El Progreso, quince de las 19 casas comerciales más importantes eran también de


propietarios árabes; en Tela estos inmigrantes controlaban siete de los nueve grandes al-
macenes de la ciudad; en La Ceiba, la que junto con San Pedro Sula era considerada la
segunda ciudad en importancia del país en la época, los cinco almacenes más grandes
pertenecían a inmigrantes árabes. Uno de esos almacenes, propiedad de J. N. Kawas, era
entonces el más importante del país.66 Por otra parte, de los 91 anunciantes publicitados en
la edición especial del I o de enero de 1931, de Nuestro Criterio, 23 provenían de países ára-
bes residentes en 8 localidades de la Costa Norte de Honduras.67

Algunos de estos inmigrantes tenían también intereses importantes en la industria del


tabaco y a veces controlaban todo un circuito de producción, desde el cultivo y la compra
directa del producto, hasta su industrialización y comercialización. Tal era el caso de la
empresa Elias Canahuati y Hermanos, asociación familiar que, en algunos decenios, evolu-
cionó de la condición de pequeño comerciante a la de fabricante de cigarrillos. Con respec-
to a esta empresa, Nuestro Criterio decía en febrero de 1932:

Los señores Canahuati eran comerciantes antes, y allí mismo donde estaba
plantado su negocio de mercaderías, ahora hay el ruido fabril que elabora el
cigarrillo "Morazán". Ellos se firman Elias Canahuati y Hnos.68

Esta empresa familiar se volvió cada vez más importante y su poder económico deriva-
ba de la industrialización del tabaco. Nuestro Criterio agregaba lo siguiente:

La capacidad de esta máquina es de 600 cigarrillos por minuto, o sea 1100


paquetes de 12 cajetillas de 20 cigarrillos al día. El tabaco que se emplea es
traído de Copan, donde la Casa Canahuati tiene uno de los establecimientos

65 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, del 21 de marzo de 1931.


66 The Pan American Publicity Corporation Propaganda Pro-Honduras, La Habana. 1930, citada por A.M. FRASSINETI!., op.
at, pp. 101-107.
67 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial del I o de enero de 1931. En su artículo "La colonia palestina en
Honduras", este mismo periódico destaca la notable influencia alcanzada por los emigrantes árabes, la que hacia
1931 se extendía por casi todo el país, apuntando lo siguiente: "Tenemos entre ellos grandes comerciantes, impor-
tadores y exportadores; grandes empresarios, tanto industriales como agrícolas Toda la Costa Norte es testigo de lo
que decimos. Desde Olanchito y Progreso, en Yoro; desde Trujillo, en Colón; desde La Ceiba y Tela, en Atlántida,
desde San Pedro Sula, Puerto Cortés, La Pimienta y Villanueva, en Cortés, desde Comayagua y Tegucigalpa, en el
centro del país, etc. Desde todos esos lugares, el palesano estableado convenientemente., .tiene su arraigo que mu-
cho prestigia el lugar donde vive...". Concluyendo con una defensa de estos inmigrantes, el periódico consideraba
que no podían ser indeseables quienes hacían su capital en Honduras para luego reinvertirlo en el mismo país."La
colonia palestina en Honduras", en Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial del I o de enero de 1931.
68 Ibidem, del 13 de febrero de 1932. »

68
comerciales mejor surtidos; en Santa Rosa compra el mejor tabaco para su
fábrica de San Pedro Sula.69

Ciertos órganos de prensa, sobre todo de los departamentos del Norte de Honduras,
así como de la capital, tendían a mostrar que los inmigrantes árabes empleaban también,
a veces, medios ilícitos para aumentar su riqueza. Uno de esos medios, señalado por la
prensa, era el incendio provocado de sus tiendas, con la esperanza de cobrar la indemni-
zación del seguro contra incendio. Una revista de Tegucigalpa hacía la siguiente acusación:

Porque en este incendio de Tela, como en el de La Ceiba y La Pimienta y


cuantos se han desarrollado en las poblaciones del Norte, a nadie cabe la
menor duda de que andan de por medio manos criminales que especulan
con los seguros... la especulación con los seguros, en estos países sin control,
ha sido la chispa que ha prendido todos los incendios, estableciendo como
un axioma que donde hay turcos o palestinos de conducta dudosa y casas de
los mismos aseguradas, las llamas están como un Alfanje de Alah pendien-
tes sobre los pueblos.70

Los casos que acabamos de describir ilustran una tendencia observada en el país, que
conducía al desarrollo de una economía no bananera por medio de capitales e iniciativas,
unas veces de hondurenos y otras de extranjeros de diversos orígenes, aunque éstos no
tuvieran la misma envergadura ni igual ritmo de crecimiento que los capitales estadouni-
denses invertidos en las plantaciones bananeras. La tendencia a la industrialización de
otros sectores de la economía hondurena se esbozaba de este modo. Se ha tratado hasta
aquí solamente de ilustrar algunos casos y no de realizar una descripción exhaustiva de
este aspecto.

5. Los comisariatos

El establecimiento de los comerciantes árabes en la vecindad de las plantaciones


bananeras no se hizo sin choques con las compañías bananeras, debido al control
monopólico impuesto por éstas sobre las actividades económicas que procuraban los
mayores beneficios. Por ejemplo, la demanda interna de productos de consumo en los
centros de producción bananera estaba bajo el control de las compañías estadounidenses
por medio de los comisariatos. Estos se encontraban en gran número en todas las ciudades
que rodeaban las plantaciones bananeras y actuaban como instrumentos de control
monopólico sobre el comercio.

Los comisariatos eran tiendas donde las compañías bananeras vendían a sus trabajado-
res mercancías procedentes de los Estados Unidos. El objetivo era aumentar el beneficio,
recuperando, por medio de esos suministros, los salarios pagados a los trabajadores. El

69 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, del 21 de marzo de 1931.


70 "Cartas al terruño", en Revista Tegucigalpa, del 9 de abril de 1933, p. 6.

69
modo de pago de los salarios era variable: unas veces en dólares, otras en pesos hondure-
nos, pero a menudo también en bonos de compra que sólo podían utilizarse en los
comisariatos. Este último sistema permitía a las compañías bananeras fijar los precios a su
propia conveniencia sobre todas las mercancías vendidas de esta manera en sus propias
tiendas.

Al mismo tiempo, las compañías se apoderaban de los medios de pago corrientes y


bloqueaban de algún modo la circulación monetaria en el Norte del país, donde regular-
mente se presentaban crisis monetarias artificiales que paralizaban el comercio normal. Es
así que en 1916, para el caso, todas las casas comerciales privadas de esta región debieron
anular sus pedidos al extranjero, por falta de divisas. Al margen de esas crisis, las. compa-
ñías, apoderándose por la fuerza de la clientela que para ellas representaban sus trabajado-
res, privaban al comercio ordinario de una parte de su mercado. Finalmente, a causa de
ese sistema, se volvía imposible para los trabajadores pagar sus impuestos. El periódico
Los Sucesos, del cual hemos extraído esas consideraciones, estimaba en un 50% el margen
de beneficios que las compañías se reservaban sobre las mercancías vendidas en los
comisariatos; aunque dicha publicación no proporcionó información concreta sobre los
precios de esas mercancías.71

El gobierno hondureno tomó algunas medidas contra esas prácticas. En 1916, por el
Decreto № 108, el gobierno prohibía el pago de los salarios por medio de "bonos, cédulas
o cualquier otro papel representativo de valor". Las infracciones eran penalizadas con una
multa de 25 a 100 pesos hondurenos. A pesar de esta prohibición, los comisariatos conti-
nuaron existiendo y provocaron graves problemas en 1922-1924 y aún en 1930. En 1922
éstos fueron rechazados por los obreros. Un periódico reportaba que en el Norte del país
aún se discutía respecto a los comisariatos. Esta vez era un grupo no identificado de obre-
ros el que había enviado al periódico una hoja de protesta con el encabezado: "Por la liber-
tad del comercio, contra el monopolio del cupón".72

A fines de 1922, en la Costa Norte, la moneda hondurena había sido incluso rechazada
y reemplazada por el dólar de los Estados Unidos. El periódico Los Sucesos, de San Pedro
Sula, escribía lo siguiente:

En toda la faja costera y hasta donde las locomotoras llegan, las monedas
yankees son las únicas que circulan. Las grandes compañías, los bancos y el
comercio han llegado a una buena inteligencia a fin de sostener este medio
circulante.73

En 1924, la prohibición del "Merchandise Coupon" fue impuesta por la fuerza militar
en las plantaciones de la Trujillo Railroad Company, en Puerto Castilla. El cónsul de los Es-

71 Los Sucesos, San Pedro Sula, del 18 de diciembre de 1922.


72 Ibidem.
73 ibidem, del 20 de diciembre de 1922.

70
tados Unidos en esa ciudad, Willard Beaulac, informaba al Departamento de Estado que
los trabajadores de algunas plantaciones de la compañía amenazaban con irse a la huelga
después de la presión ejercida por el comandante Díaz Zelava,74 a propósito de la prohibi-
ción del "Merchandise Coupon". El cónsul agregaba que algunos comerciantes palestinos
fomentaban los problemas porque: "Ellos quieren el negocio".75

En 1930 corría en San Pedro Sula el rumor de que la United Fruit Company pretendía
instalar sus comisariatos por todas partes. El semanario Nuestro Criterio publicaba al res-
pecto, en marzo de 1930, un breve comentario: "No habrán comisariatos", donde el perió-
dico manifestaba su "profunda complacencia", por la decisión tomada por la United Fruit
Company de no instalar sus comisariatos en esa ciudad.76

74 F. DIAZ ZELAYA, Ojojona, 9 de agosto de 1891. Oficial del ejército hondureno, alumno de las escuelas de artillería
de Tegucigalpa y Amapala en 1908 y 1911. General de Bngada en 1922, Gobernador Politico y Comandante de Ar-
mas de Atlántida en 1924 y del departamento de Colón en 1925 Más tarde, en 1926, fue nombrado jefe de la Quinta
Región Militar con sede en la costa atlántica de Honduras. Fue propietario de una de las primeras emisoras de radio
de Honduras. "E/ Eco de Honduras", de San Pedro Sula Who's Who m Latin America, Vol. II, Centrai America and
Panama, Chicago, 1945, pp 56-57.
75 AN W., Records of the Department of State, Relating to the Internai Affairs of Honduras, 1910-1929,reportede W. Beaulac,
cónsul de los Estados Unidos en Puerto Castilla, del 4 de mayo de 1924.
76 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, del 2 de marzo de 1930

71
72
Capítulo IV

Política, intervención militar extranjera


e inconformidad social en Honduras
(1919-1932)
1. El caso de las elecciones hondurenas de 1919

En abril de 1919, los hondurenos fueron convocados a participar en las elecciones pre-
sidenciales y legislativas en las que se elegiría a las autoridades del país para el período
1920-1924. Los tres candidatos presidenciales eran: Alberto Membreño (Partido Nacional
Democrático); el general Rafael López Gutiérrez (Partido Constitucional Democrático) y
Nazario Soriano (Partido Liberal Constitucional).1 Francisco Bertrand ocupaba la presiden-
cia del país desde 1913, tras la muerte del general Manuel Bonilla, y fue reelecto para un
segundo mandato en 1915.2 Cuando se preparaban las elecciones de 1919, la oposición lo
acusaba de nepotismo y de intentar manipular el proceso electoral para conservar el poder
por intermedio de uno de los candidatos presidenciales: su cuñado Nazario Soriano.3

El 10 de marzo de 1919, la legación de Bélgica en Centroamérica informaba al Ministe-


rio de Asuntos Exteriores de ese país que los hondurenos se opondrían a la candidatura de
Soriano, porque temían que su elección estableciera en Honduras un régimen de nepotis-
mo similar al que gobernaba El Salvador por medio de la familia Meléndez.4 Por otra par-
te, Nazario Soriano no era muy conocido en Honduras, puesto que residía en El Salvador
desde hacía varios años y no participaba activamente en la política hondurena. 5 Según la
legación de Estados Unidos en Honduras, Nazario Soriano era en aquel momento coronel
en el ejército salvadoreño, mientras un hermano suyo (Andrés), era el ministro de Guerra
de Honduras. El reporte también señalaba que los dos mencionados probablemente ha-
bían nacido y recibido su educación en El Salvador, sin haber vivido en Honduras durante
mucho tiempo.6

El ministro de Estados Unidos en Tegucigalpa agregaba que Nazario Soriano parecía


ser el candidato de El Salvador en las elecciones hondurenas; también hacía referencia a
los estrechos lazos de amistad que unían a Nazario Soriano con dos mexicanos: el general

1 MARINAS OTERO, L„ op. cit., pp.377-379.


2 BARAHONA. R., Breve historia de Honduras, México, 1956, pp.171-178.
3 PAREDES, L., Drama político de Honduras, México, 1965, pp.259-260.
4 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1900-1929, reporte de la legación de Bélgica en Centro América,
Guatemala, del 10 de marzo de 1919.
5 BARAHONA, R., op.cir., p.175.
6 Papers Relating lo the ïoreiqn Relations of the United States, 1919, Vol. II, pp.374-375; reporte de Thomas S. Jones,
ministro en Tegucigalpa, al secretano de Estado, del 17 de febrero.

73
Castillo Corso, protector, amigo y jefe de la guardia personal del presidente Bertrand; y
Alberto С Franco, ministro residente de México en Honduras/ La voluntad del presidente
Bertrand de asegurar la victoria electoral de su cuñado lo conducía a nombrar a los amigos
de éste, hondurenos y extranjeros, en los puestos militares más importantes del país.

De este modo, el general Castillo Corso fue nombrado en febrero de 1919 comandante
militar del puerto de Amapala; en tanto que otro mexicano (no identificado por la fuente
consultada), era nombrado en la misma función en Puerto Cortés. 8 En julio de 1919, el
general Castillo Corso se convirtió en jefe del ejército hondureno, mientras el general sal-
vadoreño Ciro Mora, antiguo jefe de la guardia personal del presidente Bertrand, fue
nombrado jefe de la policía.9

La presencia de tantos extranjeros en la administración Bertrand podría asombrar. Sin


embargo, en Honduras ese hecho no era excepcional, en otras administraciones durante la
misma época se pueden encontrar ejemplos similares.10 No obstante, la presencia de con-
sejeros mexicanos podría ser interpretada como un agravio a los Estados Unidos, país que
miraba con recelo la presencia de México en Centroamérica. Según la documentación con-
sultada, la presencia de los consejeros mexicanos en Honduras no debía ser vista, necesa-
riamente, como un acto intervencionista del gobierno mexicano en los asuntos hondure-
nos. Los informes de la legación de Estados Unidos al Departamento de Estado relaciona-
ban esta presencia, más bien, a vínculos de amistad personal del presidente de la Repúbli-
ca con los mencionados.

Habían también, como lo hemos visto, algunos salvadoreños como el general Ciro
Mora, cabe mencionar, además, al ministro salvadoreño en Tegucigalpa. La legación de
Estados Unidos los presenta a ambos como consejeros o aliados del presidente Bertrand,
insistiendo, por otra parte, en las relaciones políticas existentes entre la familia Soriano y la
familia Meléndez, esta última en el poder en El Salvador.

Tales intervenciones políticas, de un país en otro, no eran raras en Centroamérica. La


posición geográfica central de Honduras, que la hace compartir fronteras con Nicaragua,
Guatemala y El Salvador, incidía negativamente sobre los procesos electorales hondure-
nos, los que terminaban convirtiéndose en contiendas políticas regionales. Hemos visto un
ejemplo típico de esta situación en el capítulo I de este trabajo, con el ascenso de Miguel R.

7 Ibidem
8 ìbidem
9 Ibidem, pp 377-378, reporte del 18 de julio de 1919.
10 Durante la administración del reformador liberal Marco Aurelio Soto (1876-1883), un grupo de revoluciónanos cu-
banos exiliados en Honduras ocuparon algunos cargos importantes en el gobierno Más tarde, el presidente Manuel
Bonilla (1903-1907), nombró como jefe de la policía al mercenario estadounidense Lee Christmas Por otra parte, en
1912, el general guatemalteco Antonio M Monterroso actuaba como Gobernador Político y Comandante de Armas
del departamento de Atlantide, mientras el coronel Rafael Cóbar, de la misma nacionalidad, ocupaba igual cargo en
el departamento de Santa Bárbara Cfr, "Algunos acuerdos y noticias de los empleos desempeñados por los cubanos que
ingresaron a Honduras durante la administración Soto", en. Boletín de la Biblioteca y Archivo nacionales, Tegucigalpa, Año
1, No 1, enero de 1939, pp 92-96, y; El Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, del 27 de agosto de 1912

74
Dávila a la presidencia de Honduras con el apoyo que le proporcionó en 1907 el presidente
Zelaya de Nicaragua, en el marco de los conflictos entre los liberales y los conservadores
de la región."

En 1919, El Salvador buscaba aliados para defender sus derechos sobre las aguas del
Golfo de Fonseca, amenazados en aquel momento por el Tratado Bryan-Chamorro entre
Nicaragua y los Estados Unidos.12 Honduras se encontraba en la misma situación, ambos
países habían presentado sus quejas ante la Corte de Justicia Centroamericana, sin obtener
resultados satisfactorios. Los Estados Unidos se sujetaban al Tratado de 1916 y proseguían
los trabajos para construir una base naval en el Golfo de Fonseca.

Es en ese contexto político en el que tendrían lugar las elecciones de 1919. El general
Saturnino Medal, quien había representado a Honduras en la Corte de Justicia Centroame-
ricana, sustentaba sus denuncias contra las intenciones de nepotismo del presidente de la
República en un memorándum dirigido por Bertrand a la United Fruit Company, en el que
pedía que el Apoderado Legal de esa compañía en Tegucigalpa fuera destituido y reem-
plazado por un miembro de su propia familia (su cuñado J. Antonio Rivas). Una solicitud
similar fue dirigida por el presidente Bertrand a la New York and Honduras Rosario Mining
Company, a la Vaccaro Brothers Company y a la Cuyamel Fruit Company,13 para favorecer a
otros miembros de su familia.

Las acusaciones de la oposición contra el presidente Bertrand no carecían de funda-


mento, en febrero de 1919, por ejemplo, Bertrand había tomado medidas para intimidar a
los rivales políticos de su cuñado. Según la legación de Estados Unidos, el presidente ha-
bía suspendido las garantías constitucionales y organizado el 'control' de la prensa por
parte del gobierno, sin llegar hasta una censura declarada. Al mismo tiempo, hacía cerrar
las oficinas postales, los servicios telefónicos y telegráficos, los clubes, hoteles, entre otros.
En julio, la situación política de Honduras era descrita como extremadamente grave.14 El
17 de ese mismo mes se produjo un autogolpe de Estado, el que le aseguró poderes dicta-
toriales a Bertrand. Haciendo uso de los mismos, el presidente se apoderó de algunos
medios de la prensa de oposición (entre otros de El Cronista, del cual todos los empleados
fueron arrestados).15

La noche del mismo día, un destacamento militar ocupó los puntos más importantes
de la capital y se dedicó al pillaje. La represión incluyó a todos los opositores políticos.
Diez miembros reconocidos de la oposición fueron arrestados, flagelados y encarcelados;
mientras las residencias de los principales líderes de la oposición fueron puestas bajo vigi-
lancia policíaca.16 Algunos de los perseguidos buscaron refugio en la legación de Estados
11 Ver la sección No. 2 del Capitulo I de este trabajo.
12 Ibidem.
13 Papers Relating lo the Foreign Relations of the United States, 1919, оІ.ПІ, ρ375; reporte de Thomas S. Jones, ministro en
Tegucigalpa, al secretario de Estado, del 17 de febrero de 1919.
14 Ibidem., reporte del 18 de julio de 1919, p.377.
15 Ibidem.
16 ibidem.

75
Unidos y otros en el consulado británico. El 23 de julio, el ministro estadounidense infor-
maba al ministerio de Relaciones Exteriores de Honduras que Saturnino Medal, Rómulo E.
Durón, Silverio Laínez, Francisco López Padilla, José Jorge Callejas y Paulino Valladares
habían solicitado asilo en su legación.17 Por su parte, Joseph Walter, cónsul de la Gran Bre-
taña, informó sobre la presencia en su consulado, a título de refugiados, de Vicente Mejía
Colindres, Venancio Callejas y Magín Herrera.18

Otros opositores habían abandonado la capital hondurena, dirigiéndose a Nicaragua


para organizar desde allí la oposición contra el gobierno de Bertrand. Desde fines de julio,
el general López Gutiérrez, uno de los candidatos presidenciales, encabezó un movimiento
que esperaba reconquistar el país por medios violentos.19 Por otra parte, el coronel Vicente
Tosta y otros jefes militares iniciaron una insurrección que involucró a las ciudades de La
Esperanza, Gracias, Santa Rosa, Santa Bárbara y San Pedro Sula, en el oeste y norte del
país.20

2. La intervención estadounidense en las elecciones de 1919: diplomacia y amenaza


militar

Desde que los partidos de oposición acusaron al presidente Bertrand de intentar mani-
pular el proceso electoral, el Departamento de Estado de los Estados Unidos intervino en
la crisis amparándose en el Tratado de 1907, el que establecía que cualquier gobierno sur-
gido de un golpe de Estado o de elecciones ilegítimas no recibiría el reconocimiento diplo-
mático de los Estados Unidos y de los otros países firmantes de dicho Tratado.

La aplicación de este principio, sin embargo, fue a menudo utilizada para favorecer los
intereses estratégicos y las preferencias políticas de los Estados Unidos. De tal modo, en
lugar de que la legitimidad de un gobierno obligara a su reconocimiento, era el reconoci-
miento diplomático de los Estados Unidos el que lo legitimaba. En la historia de las repú-
blicas centroamericanas existen numerosos ejemplos de gobiernos que, habiendo nacido
de la violencia o del fraude, fueron reconocidos por los Estados Unidos como gobiernos
legítimos, por conveniencia de sus intereses.21

En el caso que nos ocupa, la intervención del gobierno de Estados Unidos observó los
siguientes pasos:

1) Protesta por la vía diplomática;


2) Amenaza de no reconocimiento diplomático;

17 AMREH, Correspondencia diplomática de la legación americana en Tegucigalpa al ministerio de Relaciones Extenores de Hon-
duras, del 23 de julio de 1919.
18 Ibidem.
19 Papers Relating to the Foreign Relations of the United States, 1919, Vol Π, pp. 380-381; reporte de Thomas S. Jones al se­
cretano de Estado, del 22 de julio de 1919.
20 BARAHONA, R, op cit., pp.175-177.
21 Ver la sección No. 2 del Capítulo I de este trabajo.

76
3) Ofrecimiento de sus buenos oficios como mediador;
4) Solicitud de vigilancia del proceso electoral por observadores neutrales;
5) Amenaza de uso de la fuerza militar.22

Desde marzo de 1919, el Departamento de Estado comunicó a su ministro en Hondu-


ras: "Usted está instruido para indicar oralmente al Presidente Bertrand que este gobierno
espera una elección limpia en Honduras". 23 Bertrand le aseguró al gobierno de Estados
Unidos que el orden reinaba en el país, que no había prisioneros políticos y que su admi-
nistración garantizaba la legalidad del proceso electoral.24 En mayo, para presionar al go-
bierno hondureno, los Estados Unidos enviaron al puerto de Amapala la nave de guerra
U.S.S. Machias, y el representante diplomático de Estados Unidos pidió al Departamento
de Estado que el barco se mantuviera en el puerto hasta que las elecciones concluyeran.25

En julio, cuando algunos miembros de la oposición se refugiaron en la legación de los


Estados Unidos, el gobierno hondureno ordenó el bloqueo de las avenidas de la capital
que conducían a los edificios de esa legación e hizo controlar las vías de acceso por la po-
licía y el ejército, para impedir que cualquier ciudadano entrara o saliera de la legación.26
El Departamento de Estado ordenó entonces a su ministro en Tegucigalpa: "Si usted lo
considera conveniente, puede pedir al comandante del U.S.S. Machias y a su ayudante, ir
a Tegucigalpa para que estén con usted en este momento".27

El presidente Bertrand, en tales circunstancias, se encontraba atrapado entre las exigen-


cias estadounidenses y la insurrección dirigida por el general López Gutiérrez. A fines de
agosto, el ministro de Estados Unidos sugirió una tregua y la firma de un acuerdo entre el
gobierno y la oposición, con las que se pudiera garantizar unas elecciones libres, sin inter-
vención militar.28 A lo que Bertrand respondió: "Espere algunos días, digamos una sema-
na, y déjeme ver si puedo acabar la revolución, si no, ya enviaré por usted".29

El presidente consideraba que estaría en mejor posición para discutir las exigencias de
los Estados Unidos, si antes podía aplastar la rebelión. Esa posibilidad implicaba, sin em-
bargo, combatir a los insurgentes en un tramo muy extenso del territorio hondureno, des-
de San Pedro Sula en el norte, hasta la frontera con Nicaragua en el Este. En esa circuns-
tancia, una nueva advertencia le fue dirigida al gobierno hondureno: "Los Estados Unidos
no verían con indiferencia la violación del territorio nicaraguense".30
22 WRIGHT, Theodora, Ρ , "Honduras A Case Study of United States Support of Free Elections m Central America", in The
Hispanic American Historical Review, mayo 1960, Vol XI, No 2, p.214.
23 Papers Relating to the Foreiqn Relations of the United States, 1919, Vol. Π, ρ 376, instrucciones del secretano de Estado
al ministro en Tegucigalpa (Jones), del 15 de marzo de 1919.
24 ibidem, reporte de Thomas S Jones al secretano de Estado, del 18 de marzo de 1919.
25 Ibidem, reporte del 12 de mayo de 1919, p.377.
26 AMREH, Correspondencia de la legación de Estados Unidos en Tegucigalpa al Ministeno de Relaciones Extenores de Hond
ras, nota de protesta del 19 de julio de 1919.
27 Papers Relating ., op at, 1919, Vol. II, pp. 379-380, reporte del secretano de Estado al ministro Jones en Tegucigalpa,
del 20 de julio
28 Ibidem, pp. 382-383, reporte de Th. S Jones al secretano de Estado, del 26 de agosto.
29 Ibidem.
30 Ibidem., p. 383, reporte del secretano de Estado al ministro Jones en Tegucigalpa.

77
En septiembre, el Departamento de Estado ofreció sus tmenos oficios' para mediar en
la crisis, afirmando que: "Cualquier sugerencia (del presidente Bertrand) sería bienvenida,
si la misma invitara al uso de los buenos oficios de los Estados Unidos, similar al uso he-
cho entre enero y marzo de 1911, durante los disturbios políticos existentes en ese entonces
en Honduras».31 En caso que el gobierno hondureno rehusara la oferta de buenos oficios,
los Estados Unidos amenazaban con usar la fuerza militar: "El gobierno de los Estados
Unidos se verá obligado a considerar activamente su colaboración en el restablecimiento
del orden y en la vigilancia de las próximas elecciones presidenciales".32

Este ultimátum obligó al presidente Bertrand a renunciar de su cargo, depositando el


poder en el Consejo de Ministros, tras lo cual abandonó el país con rumbo a los Estados
Unidos. Sin embargo, el ministro hondureno de Relaciones Exteriores presentó una de-
nuncia ante la Sociedad de Naciones, en la que condenaba la intervención de los Estados
Unidos en los asuntos de su país. En un comunicado del 8 de septiembre dijo lo siguiente:

El señor presidente Bertrand ha resuelto separarse del poder supremo antes


que admitir imposiciones extrañas, antes que atraer sobre su patria el más
grave de los ultrajes (...). En nombre del señor presidente, cumplo el deber
de protestar ante la Liga de las Naciones y ante el mundo civilizado, por el
desconocimiento que se hace de la soberanía de un pueblo débil.33

Al intervenir en la crisis política hondurena de 1919, los Estados Unidos se proponían


asegurar la credibilidad a su política de reconocimiento diplomático en Centro-america. Era
el momento en que ese país consolidaba su hegemonía sobre los estados latinoamericanos,
sin temer la rivalidad de Europa, la que se encontraba profundamente debilitada por la
Primera Guerra Mundial. De este modo, Estados Unidos hizo reinar la 'Pax Americana' en
todo el hemisferio occidental.34 Sin embargo, la intervención estadounidense no habría
sido tan extensa si no hubiera sido solicitada por los mismos hondurenos. Los dos candi-
datos de la oposición solicitaron el apoyo de los Estados Unidos, sugiriendo que su inter-
vención adoptara la forma de una amenaza de no reconocimiento diplomático, o incluso el
envío de tropas estadounidenses a Honduras.35

En julio de 1919, Antonio López Gutiérrez, hermano del general López Gutiérrez y
ministro de Honduras en Washington, solicitó secretamente al Departamento de Estado
que éste asumiera una posición que asegurara elecciones libres en Honduras.36 Después de

31 ¡bídem, pp. 383-384. instrucciones del secretario de Estado al ministro Jones en Tegucigalpa, del 5 de septiembre. Los
acontecimientos de 1911, a los que hace referencia se vinculan a la deposición del presidente Miguel R. Dávila, por
el general Manuel Bonilla; la firma de un acuerdo entre los contendientes se realizó a bordo del acorazado norte-
americano U.S.S. Tacoma en Puerto Cortés, en enero de 1911.
32 Ibidem.
33 Documentos que acusan intervención de un Ministro Extranjero en la vida política de Honduras, en: Revista de la Academi
Hondurena de Geografia e Historia, Tegucigalpa. 1972. Vol. LVI, No.2, octubre-diciembre, 1972, p.58.
34 Papers Relating... op. cit., pp.379-380, reporte del 20 de julio de 1919.
35 WRIGHT, Th. P., op. ci/., p. 214.
36 Ibidem.

78
la dimisión del presidente Bertrand, a pocos días de la entrada a Tegucigalpa de las tropas
de su hermano, el mismo Antonio López Gutiérrez escribió a la División Latinoamericana
del Departamento de Estado: "... es necesario que un gobierno fuerte y central sea creado.
Nosotros deseamos que el Departamento de Estado nos dé su apoyo moral con este fin".37

El Consejo de Ministros, por su parte, autorizó al representante diplomático de Estados


Unidos en Honduras para que le propusiera al general López Gutiérrez la celebración de
una conferencia en una nave de guerra de su país, para asegurar "la completa imparciali-
dad y libertad de acción".38 Poco tiempo después, Francisco Bográn, presidente provisio-
nal del país, solicitó el envío de un barco de guerra de Estados Unidos a La Ceiba, para
ejercer en ese puerto del norte de Honduras una influencia moral.39

De este modo, las ambiciones de los políticos hondurenos y su incapacidad para poner-
se de acuerdo entre sí, convirtieron a la legación de Estados Unidos en el centro de deci-
sión política más importante de su país. Un reporte de E. M. Lawton, cónsul a cargo de la
legación de Estados Unidos en Tegucigalpa, sirve para ilustrar esa realidad. Al menor in-
cidente, escribía Lawton: "Los líderes de ambos partidos llegan a la legación, cada uno
protestando que el otro partido es responsable por el incidente".40

La crisis de 1919 finalizó con la elección del general Rafael López Gutiérrez, líder de la
insurrección contra el presidente Bertrand; su gobierno fue reconocido por los Estados
Unidos. Un autor americano, extrayendo algunas conclusiones de las elecciones hondure-
nas de 1919, sostenía que los intereses alemanes en Honduras se habían beneficiado de la
victoria del general López Gutiérrez, mientras la United Fruit Company, que había sosteni-
do al presidente Bertrand, había perdido la partida. En efecto, el general López Gutiérrez
restituyó a sus propietarios alemanes los bienes que les habían sido confiscados en 1918
por la administración Bertrand.41

Por otra parte, en un reporte del ministro de Estados Unidos en Honduras, Thomas
Sambola Jones, dirigido al secretario de Estado el 15 de septiembre de 1919, se señala la
participación alemana en los acontecimientos de ese año, sobre todo por la presencia de
Willy Debbe, de Rossner and Company de Amapala, como consejero del general López
Gutiérrez.42 Este, sin embargo, en una conversación con el cónsul E.M. Lawton, afirmó que
su campaña no había sido financiada por los alemanes y que sus relaciones con W. Debbe
eran más bien de carácter familiar.

37 Papers Relating..., op cit., pp. 388-389, instrucciones del secretano de Estado al ministro Th. S. Jones en Tegucigalpa,
del 20 de septiembre de 1919.
38 Ibidem, reporte del 15 de septiembre de 1919.
39 Ibidem, pp. 391-393, reporte de E.M "Lawton al secretano de Estado, del 27 de octubre de 1919.
40 Ibidem.
41 WRIGHT, Th. P., op cit., p. 217; en 1922, el gobierno de Honduras indemizâ con 120.000 pesos oro a las casas comer-
ciales alemanas ]. Rossner y Teodoro Kohncke, ambas de Amapala, a las que se les había confiscado las lanchas que
utilizaban en su negocio de agentes de comercio en el sur de Honduras. Véase: Revista Económica, Tegucigalpa, Vol.
IX, No 8, junio de 1922, p. 502.
42 Papers Relating..., op. at., p. 387; reporte de Th. S. Jones al secretario de Estado, del 15 de septiembre de 1919.

79
La campaña electoral de 1919, efectivamente, fue matizada por las acusaciones que se
lanzaron entre sí los candidatos presidenciales a través de sus voceros de prensa. La can-
didatura de Soriano, por ejemplo, era calificada por sus adversarios como pro-salvadore-
ña;43 mientras que las candidaturas de Membreño y López Gutiérrez eran consideradas
por los partidarios de N. Soriano como pro-alemanas.

Uno de esos voceros, La Nación, órgano propagandístico de la candidatura de Nazario


Soriano, denunció con insistencia los estrechos vínculos que mantenían sus adversarios
con Alemania y los intereses alemanes radicados en Honduras. El 6 de mayo de 1919, La
Nación publicó una acusación dirigida contra Alberto Membreño y diario El Cronista, se-
gún la cual, este último actuaba como órgano publicitario de Membreño y de los intereses
alemanes en Honduras, La Nación decía lo siguiente:

Si, usted es el más decidido germanófilo. Los diputados membreñistas se


opusieron en el Congreso a toda medida que el gobierno daba contra los ale-
manes; usted defiende a capa y espada a Paulino Valladares, germanófilo
por instinto y por entronques de familia. El órgano oficial de su candidatura
es 'El Cronista', que en los años 1914,1915 y 1917 insultó a los aliados, ridi-
culizó a los Estados Unidos y su presidente, y todavía, a última hora, insulta
al gobierno por el Estado de Sitio, diciendo que los alemanes son unos San-
tos Varones y que no merecen el trato que se les da. Diga Don Alberto: ¿A
qué obedecen sus continuas entrevistas y conferencias con tres alemanes,
cuyos nombres, si usted quiere, se los diremos?44

Más tarde, el mismo periódico acusaba al general López Gutiérrez de ser víctima de la
corrupción del oro de Santos Soto y del oro alemán.45 La participación de Santos Soto -un
acaudalado comerciante de Tegucigalpa- como contribuyente financiero de la candidatura
del general López Gutiérrez, según La Nación, tenía una estrecha relación con los intereses
económicos del propio Soto. El órgano publicitario señalaba que antes de abandonar la
presidencia de Honduras, en 1883, el liberal Marco Aurelio Soto había vendido cheques
con su firma por valor de 100.000 pesos. La casa contra la que los cheques habían sido
expedidos se rehusó a pagarlos y la suma indicada se convirtió en deuda del Estado. Más
tarde, Santos Soto compró esa deuda por 30.000 pesos, esperando hacerla efectiva poste-
riormente, junto con los intereses capitalizados por la misma en el curso de los años. El
mismo vocero calculaba que para el mes de julio de 1919 esa deuda podría ascender a un
millón de pesos. La misma publicación sostenía que Santos Soto ya había comenzado a

43 Los presidentes de Honduras y El Salvador, Francisco Bertrand y Carlos Meléndez, por medio de un agente de este
último, habían discutido un proyecto de unión de ambos países, del cual surgiría la 'República de Morazán'. Según
el presidente Bertrand, las negociaciones al respecto habían sido interrumpidas sin lograr ningún acuerdo. Sin
embargo, la oposición en su país lo acusaba de haber firmado un pacto secreto con El Salvador, para expresar de esa
manera la cercanía de los vínculos que Bertrand tenía con ese país y su interés por imponer a su cuñado en la pre-
sidencia de Honduras. Cfr La Nación, Tegucigalpa, del 8 de mayo de 1919.
44 Ibidem, del 6 de mayo de 1919.
45 Ibidem, del 7 de junio de 1919.

80
recuperar parte de su inversión, denunciando corno propias muchas caballerías de tierra
en todo el país por intermedio de otras personas. En consecuencia, según La Nación, sólo el
general López Gutiérrez sería capaz de pagar a Santos Soto una deuda semejante: "He
aquí por qué en la Campaña de López Gutiérrez se derrocha mucho dinero de Santos
Soto"46

3. Las elecciones hondurenas de 1923

Los acontecimientos que se produjeron durante las elecciones de 1923 tienen caracterís-
ticas que los aproximan a los de 1919. La administración del presidente Rafael López
Gutiérrez llegaba al final de su mandato, por lo que una nueva elección presidencial ten-
dría lugar en octubre de 1923. Como en 1919, los electores se encontraban en presencia de
varios candidatos liberales, en tanto que ninguno de ellos podría reunir la mayoría nece-
saria para garantizar su victoria en las elecciones generales, se esperaba que se presentaran
nuevos conflictos y disputas violentas.

El partido Nacional presentaba un solo candidato: el general Tiburcio Carias Andino47.


Mientras el partido Liberal, como ya se dijo, se presentaba dividido con las candidaturas
de Policarpo Bonilla,48 Juan Angel Arias49 y Vicente Mejía Colindres.50 El presidente López
Gutiérrez, que en 1919 había dirigido la insurrección contra el presidente Bertrand bajo la
consigna: 'por unas elecciones libres', quería esta vez intervenir en el proceso para unificar
su partido alrededor de una candidatura única que garantizara la continuidad del partido
Liberal en el poder. Con ese propósito, el 12 de mayo de 1923 López Gutiérrez se reunió
con los candidatos liberales y les pidió un acuerdo para presentar una candidatura única.
Para legitimar su punto de vista, López Gutiérrez citó un mensaje del ministro hondureno
en Washington según el cual el secretario de Estado opinaba que un candidato por partido

46 Ibidem, del 15 de julio de 1919.


47 CARIAS ANDINO, Tiburcio (Tegucigalpa, 1876-1976). Abogado, comenzó su carrera política en 1891 en lasfilasdel
partido Liberal, al cual perteneció hasta el año de 1918. Participó activamente en las revoluciones hondurenas de
1893,1894,1923 y 1932. El Congreso Nacional le confinó el grado de General. En 1932 fue electo presidente de la
República, su mandato fue prorrogado por el Congreso en 1936 y 1941, manteniéndose en el poder hasta 1949, va-
liéndose para ello -según sus opositores- de métodos dictatoriales. Fuente: Who is Who m Latin Amenai, part II, Cen-
tral America and Panama, Chicago 1945, p. 55.
48 BONILLA, Policarpo., (Tegucigalpa, 1858-New Orleans 1926) Liberal ilustrado, abogado y comerciante. Presidente
de Honduras en el periodo 1895-1899. Fue delegado de Honduras a la Conferencia de Paz Centroamericana celebra-
da en Washington en 1907. Ministro Plenipotenciario de Honduras en México y los Estados Unidos. En 1919 fue de-
legado a la Conferencia de Paz en Versailles y en 1921 presidió la Asamblea Federal en Tegucigalpa, último intento
para crear una República Federal de Centro América. Fuente: BARAHONA, R., op. cit., pp 158-160.
49 ARIAS, Juan Angel., (Tegucigalpa, 1860-Quinguí, Guatemala, 1927). Liberal ilustrado, abogado, candidato a la pre-
sidencia de Honduras en 1903 Fue electo para el cargo por medio de una alianza con otro de los candidatos libera-
les (Marco Aurelio Soto), sin haber logrado mayoría parlamentaria por sf mismo Algunos meses más tarde, la opo-
sición, encabezada por el general Manuel Bonilla, lo derrocó y lo mandó a prisión donde fue mantenido hasta 1905.
Fuente: BARAHONA, R.,op. cit, pp.163-164.
50 MEJIA COLINDRES, Vicente., (1876-1966), fue ministro durante la administración del general Miguel R. Dávila
(1907-1911) y del general López Gutiérrez (1920-1924). Más tarde fue presidente de la República durante el período
1928-1932. Fuente: BARAHONA, R, op. at., pp. 184-186; y. Honduras Ilustrada, Tegucigalpa, No. 14, septiembre de
1966, р.З.

81
era suficiente, agregando que el Departamento de Estado no aprobaría un nuevo movi-
miento revolucionario en Honduras. 51

Este no fue el primer intento de López Gutiérrez en favor de una candidatura liberal
única, en abril ya había realizado algunas gestiones en ese sentido, sin lograr su objetivo.52
Uno solo de los candidatos liberales, Vicente Mejía Colindres, renunció a su candidatura.53
Por otra parte, el ministro Carlos Lagos, cuñado del presidente, intrigaba secretamente
para proponer la candidatura de otro líder liberal: Angel Zúñiga Huete.51 Al mismo tiem-
po, Lagos intrigaba para ganar el favor de uno u otro de los candidatos liberales ya nom-
brados.55

El problema fundamental radicaba en la división interior del partido Liberal en faccio-


nes políticas rivales. Sin embargo, como había ocurrido en 1919, los países vecinos también
intervenían en la política hondurena. El general Eulogio Flores, para citar un ejemplo,
cuñado del presidente de Guatemala, llegó a Tegucigalpa el 20 de abril para comunicarle
a las autoridades hondurenas que el gobierno guatemalteco no apoyaría la candidatura de
Juan Angel Arias, pero que sostendría el esfuerzo de cualquier otro candidato liberal que
fuese amigo de Guatemala.56

4. Intervención diplomática y ocupación militar (1923-1924)

La intervención de los Estados Unidos en estas elecciones, como en las de 1919, se rea-
lizó primero por la vía diplomática. El ministro estadounidense en Tegucigalpa se dirigió
en varias ocasiones al presidente López Gutiérrez, para pedirle que proporcionara las ga-
rantías necesarias para la celebración de elecciones libres, agregando que el gobierno de su
país ofrecía sus buenos oficios para evitar una nueva guerra civil en Honduras.57

En 1923, como en 1919, la legación de los Estados Unidos se convirtió en arbitro de la


crisis política hondurena; también como en las elecciones precedentes, cada partido polí-
tico hondureno veía en la intervención estadounidense una posibilidad para obtener sus
ambiciones. El ministro de Estados Unidos en Tegucigalpa, Franklin Morales, por otra

51 Papers Relating to..., op at., 1923, Vol. Π, pp 248-249, reporte de Franklin Morales, ministro en Tegucigalpa, al secre­
tano de Estado, del 13 de mayo.
52 Ibidem, pp. 42Φ429, reportes del 7,21 y 30 de abril de 1923.
53 Ibidem., del 30 de mayo.
54 ZUÑIGA HUETE, José Angel (1885-1952). Liberal ilustrado, abogado de profesión, estadista y político. Fue ministro
de Gobernación y Justicia durante la administración del general Rafael López Gutiérrez (1920-1924), y candidato
presidencial de su partido en 1932. Algunos de sus admiradores lo definían como hombre de "recia mentalidad,
cerebro nutrido, carácter de acero, voluntad inteligente, franqueza insultante por lo austera, convence de sus virtu-
des a quien tiene la oportunidad de tratarlo...". Aunque también reconocían que muchos lo presentaban como un
'ogro', un 'pantensta', o un 'desenfrenado'. Fuente: Nuestro Criterio, San Pedro Sula, del 3 de diciembre de 1931; y,
HERNANDEZ y HERNANDEZ, S., Datos Biográficos del Dr Zúñiga Huete, San José, Costa Rica, mimeo, 1953.
55 Papers Relating to.., op al., reportes del 30 de abril, 8 de mayo, 11 de julio, 5,8 y 26 de octubre de 1923.
56 Widern., p. 425, reporte del 21 de abril.
57 Ibidem., pp 425-434. Ver sobre todo las instrucciones del secretano de Estado al ministro Morales, del 28 de abril y 30
de junio de 1923.

82
parte, estaba muy involucrado en la política hondurena. A Morales se le había conocido
primero como 'barman' del Hotel Pratt en Tegucigalpa. Luego abandonó Honduras por
algún tiempo para radicarse en New Jersey, donde ganó la confianza del aparato político
y más tarde obtuvo un puesto diplomático en Honduras.58 El reconocía que tenía relacio-
nes personales con los cuatro candidatos presidenciales hondurenos en las elecciones de
1923: "Yo puedo afirmar que mis relaciones personales con los cuatro candidatos son de lo
mejor y he mantenido esa amistad... ",59

Un periódico de San Pedro Sula, por ejemplo, informó que la reunión sostenida por los
candidatos liberales en casa del comerciante Santos Soto, para discutir la posibilidad de
una candidatura única, fue a iniciativa de Franklin Morales.60 Al concluir dicha reunión, el
ministro de Relaciones Exteriores de Honduras, Alberto Uclés, declaró a ese periódico:

El ministro de los Estados Unidos inició esta nueva conferencia con el fin de
ver si se lograba convenir en una candidatura única por la fusión de los dis-
tintos partidos políticos o por lo menos en la conciliación de los elementos
liberales divididos para presentar un solo candidato.61

Durante la intervención estadounidense por medios diplomáticos, el Departamento de


Estado sostuvo tres puntos específicos:

1) Los Estados Unidos no otorgarán su reconocimiento diplomático a ningún gobierno


que llegue al poder por medio de un golpe de Estado o de una revolución contra un
gobierno reconocido; esto de conformidad con el tratado de 1907.

En 1923, ese principio contenía nuevas precisiones: sería privado de reconocimiento


diplomático todo gobierno cuyo presidente o vicepresidente fuera o hubiera sido: a) líder
o sublíder de un golpe de Estado o una revolución, b) hermano, ascendiente o descendien-
te de un líder o sublíder de una revolución, c) secretario de Estado o comandante militar
durante un golpe de Estado o una revolución, aún durante los seis meses que precedieran
esta revolución o golpe de Estado.62

Esas precisiones estaban contenidas en el artículo II del Tratado General de Paz y


Amistad, firmado en Washington el 7 de febrero de 1923 por las cinco repúblicas centro-
americanas. Este último reemplazaba al de 1907 (véase al respecto el Capítulo I de este
trabajo); el Tratado de 1923, por otra parte, tenía también el objetivo de resolver algunas
diferencias entre Honduras, Nicaragua y El Salvador.63

58 Cfr., LANGLEY, L. D., The United Stales and the Caribbean 1900-1970, New York-Londres,.1980, p. 108.
59 Papers Relating..., op. ci't„ pp. 428-429, reporte del ministro Morales al secretano de Estado, del 13 de mayo.
60 Los Sucesos, San Fedro Sula, del 10 de junio de 1923.
61 Ibidem.
62 Papere Relating..., op. cit., pp. 432-434, del secretario de Estado Hughes al ministro americano en Tegucigalpa, repar-
te del 30 de junio de 1923.
63 Ibidem.

83
A fines de diciembre de 1922, con motivo de los conflictos surgidos entre esos tres
países, se celebró una Conferencia de Paz en el puerto de Amapala a bordo de la nave de
guerra U.S.S. Tacoma. La Conferencia fue presidida por el diplomático estadounidense
Summer Welles,64 en ésta se decidió la convocatoria a una próxima conferencia en Was-
hington. Esta última concluyó en la firma de un nuevo Tratado General de Paz y Amistad
constituido por once convenciones y tres protocolos.65 Los tratados secretos fueron prohi-
bidos, una nueva Corte de Justicia fue establecida y se firmó una convención que limitaba
el número de efectivos militares de cada país de la manera siguiente: 5.200 hombres para
Guatemala, 4.200 para El Salvador, 3,500 para Honduras y Nicaragua, y 2,000 para Costa
Rica.66 El artículo Π del Tratado de 1923, sin embargo, confirmaba el principio fundamental
del Tratado de 1907:

Las altas partes contratantes se comprometen a no reconocer un gobierno


surgido, en una u otra de las cinco repúblicas signatarias, de un golpe de
Estado, de una revolución o de cualquier otro acto de violencia contra un
gobierno reconocido, hasta que los representantes del pueblo, libremente
electos con este fin, no hubieran reorganizado el país sobre una base consti-
tucional.67

2) Toda proposición o acción del gobierno de Estados Unidos en el proceso electoral de


1923 era hecha con el propósito de mantener la paz, el orden, el progreso y el bienestar
económico de los países vecinos de los Estados Unidos.68

3) El hecho de mediar entre los candidatos presidenciales hondurenos no tenía por objeto
unificar el partido Liberal. El secretario de Estado Hughes,69 escribía al ministro Mora-
les el 15 de mayo de 1923:

El Departamento desea evitar el crear la impresión de que los Estados Uni-


dos están tomando parte en negociaciones que tengan como objetivo la uni-

64 WELLES, S В, (New York 1892-New Jersey 1961) Diplomático de carrera que jugó un papel destacado en la politica
de los Estados Unidos hacia América Latina hasta la Segunda Guerra Mundial En 1937 fue nombrado subsecretano
de Estado por el presidente Franklin D Roosevelt A Welles se le atribuye la paternidad de la expresión'Good
Neighbour Policy', como se le denominó a la política del presidente Roosevel hacia América Latina Fuente:
Dictionary of American Diplomatic History, Londres, 1980, pp 504-505
65 Las delegaciones a la conferencia de Washington las presidían Alberto Uclés, por Honduras, Francisco Sánchez
Latour, por Guatemala, Francisco Martínez Suárez, por El Salvador, Emiliano Chamorro, por Nicaragua, y Alfredo
González Flores, por Costa Rica los Estados Unidos fueron representados por el secretario de Estado Charles
Hughes Fuente Los Sucesos, San Pedro Sula, del 11 de febrero de 1923
66 Ibidem
67 AMAEB, Correspondance Politique Amérique Centrale 1900-1929, reporte de la legación de Bélgica en Centro América,
del 24 de septiembre de 1931, ρ 2
68 Papers Relating. , op at, 1923, Vol II, pp 432-434, del secretano de Estado Hughes al ministro Morales, del 30 de
junio
69 HUGHES, Charles E (New York 1862-Massachusserts 1948) Secretano de Estado entre 1921 y 1925 En la Conferen­
cia de la Unión Panamericana que tuvo lugar en Santiago de Chile pregonó una política de arbitraje multilateral
frente a los problemas de Aménca Latina Fuente Dictionary of American Diplomatic History, Londres, 1980, pp 230-
231

84
ficación del partido Liberal o la selección de un candidato para oponerlo a
Carias.70

En las elecciones del 29 de octubre, de un total de 106.266 votos, el general Carias obtu-
vo 49.541, Policarpo Bonilla 35.160 y Juan Angel Arias 20.424.71 Como ninguno de los can-
didatos alcanzó el quorum requerido del 50% de los votos, la elección del nuevo presiden-
te de la República, según la Constitución Política de Honduras, le correspondería al Con-
greso Nacional.72 En este último el general Carias contaba con 15 votos, Bonilla con 9 y
Arias con 18.73

En esa circunstancia, el nuevo presidente no podría ser electo sin que antes se produ-
jera una alianza entre dos candidatos. Sin embargo, como ninguno deseaba hacer concesio-
nes, la posibilidad de una guerra civil era real.74 Deseando prevenir el conflicto, especial-
mente una insurrección de las fuerzas del general Canas, el presidente López Gutiérrez
decretó, en diciembre, el Estado de Sitio en todo el país.75 Al mismo tiempo, se inició la
represión contra los partidarios del general Carias. Casi doscientos miembros del partido
Nacional fueron arrestados en todo el país; un juez de la Corte Suprema de Justicia fue
encarcelado y un diputado del partido Nacional fue asesinado. 76 El presidente López
Gutiérrez, además, pidió la intervención de fuerzas militares estadounidenses para intimi-
dar a los insurrectos. El ministro de los Estados Unidos en Tegucigalpa informó el 20 de
diciembre al Departamento de Estado: "El (López Gutiérrez) cree que la presencia de un
barco de guerra en aguas hondurenas sería una garantía de paz" 77 El gobierno estadouni-
dense, por su parte, autorizó el envío de un barco de guerra a Amapala.78

En enero -según informaba el cónsul británico en Tegucigalpa (Lyall) al Foreign Office


de Londres- el general Tiburcio Carias y el liberal Juan Angel Arias, representantes de las
fuerzas políticas mayoritarias en el Congreso hondureno (ambos contaban con 33 de los 42
diputados), se reunieron en el edificio de la legación estadounidense en Tegucigalpa para
buscar una solución al problema creado por el resultado de las elecciones de octubre de
1923.79

Ambos líderes encontraron una solución de compromiso: el general Carias sería electo
presidente de la República por el Congreso Nacional, pero debería renunciar más tarde en
70 Papers Relating ., op at, 1923, Vol. II, ρ 430, del secretano de Estado Hughes al ministro Morales, del 15 de mayo
71 PRO, FO A1582/118/8, del 13 de febrero de 1924
72 AMEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1900-1929, reporte de la legación de Bélgica en Centro América, del
6 de febrero de 1924
73 MARINAS OTERO, L, op at, ρ 386.
74 ΑΜΑΕΒ, Correspendance Politique Amérique Centrale 1900-1929, reporte de la legación de Bélgica en Centro América,
del 6 de febrero de 1924
75 Papers Relating., op at„ 1923, Vol Π, ρ 447, reporte del ministro Morales al secretano de Estado, del 18 de diciem­
bre
76 Ibidem, reporte del 19 de diciembre de 1923
77 Ibidem, ρ 448, reporte del 20 de diciembre de 1923.
78 Ibidem, pp 448-449, del secretano de Estado al ministro Morales, reporte del 21 de dicembre de 1923.
79 PRO, FO A1582/118/8, del 13 de febrero de 1924.
80 Ibidem

85
favor de Miguel Paz Baraona, uno de sus partidarios. A cambio, Juan Angel Arias obten-
dría de tres a seis carteras ministeriales y 200.000 pesos para compensar los gastos de su
campaña política.80 Para financiar su candidatura, Arias y su lugarteniente, Francisco
Bueso, habían hipotecado sus tierras cultivadas de tabaco con la firma alemana
Rosenblaum de San Salvador, a cambio de un crédito importante.81

El Congreso hondureno, sin embargo, no logró un consenso entre los diputados para
realizar la elección presidencial. Ante esa circunstancia, el presidente López Gutiérrez
decidió, el primero de febrero de 1924, asumir la dictadura hasta que el país volviera a una
situación normal82. Según el cónsul británico en Tegucigalpa -quien por otra parte conside-
raba los acontecimientos políticos hondurenos de aquel momento como una 'very sordid
political story'- si López Gutiérrez decretaba la dictadura, los Estados Unidos estaban dis-
puestos a otorgarle reconocimiento diplomático si él aceptaba los puntos siguientes:

1) Abolir la ley marcial.


2) Liberar a los presos políticos.
3) Reemplazar a los ministros Zúñiga Huete (partidario de Arias y Lagos), y a Dionisio
Gutiérrez (partidario de Bonilla).
4) Convocar a nuevas elecciones.83

El ministro estadounidense le aseguró al cónsul británico que López Gutiérrez había


aceptado todas las condiciones propuestas por el gobierno de los Estados Unidos, cuyo
resultado inmediato había sido la renuncia y abandono del país del ministro Gutiérrez.84
La posibilidad de la dictadura había sido prevista y planeada por algún tiempo, por lo que
el gobierno estadounidense había sido consultado por el hondureno con respecto a la con-
ducta que aquel asumiría sobre el reconocimiento diplomático del nuevo gobierno.

Aunque las condiciones establecidas por el gobierno de los Estados Unidos habían sido
aceptadas y la dictadura decretada, tanto Zúñiga Huete como Lagos, ambos -según el cón-
sul británico- caídos 'bajo la mira del Departamento de Estado', seguían ocupando cargos
importantes en el gobierno85: Zúñiga Huete era ministro de Gobernación (ministerio del
Interior) y Carlos Lagos era Gobernador militar de San Pedro Sula.86

A principios de febrero, el pánico aún no se había apoderado del país y aún no se ha-
blaba de guerra civil. En la Costa Norte, donde -según un documento del Foreign Office
de Londres- «se cree que las gentes son generalmente cañistas"- lo principal era la pers-
pectiva de una buena cosecha de bananos. Después de dos años relativamente malos, los

81 Ibidem.
82 AMAEB, Correspondance Politique Amérique Centrale 1900-1929, reporte de la legación de Bélgica en Centro América,
del 6 de febrero de 1924.
83 PRO., F.O. A1582/118/8, del 13 de febrero de 1924.
84 ibidem.
85 Ibidem.
86 Ibidem.

86
pequeños plantadores y los obreros estaban ocupados en sus labores y no deseaban ningu-
na revolución.87 Sin embargo, el 5 de febrero, los comerciantes de Tegucigalpa -tanto hon-
durenos como extranjeros- fueron convocados a una reunión por el ministro Zúftiga Huete
quien, «imperativamente", anunció que el gobierno necesitaba 200,000 pesos para mante-
ner el orden en todo el país. El ministro aseguró a los comerciantes que: "... si esa suma no
era entregada a las 3 P.M., este rehusamiento sería considerado como acción subversiva
contra el gobierno...".88

La exigencia del gobierno fue respaldada por un cordón policial armado en las afueras
del edificio donde los comerciantes y el ministro se encontraban reunidos. La legación de
los Estados Unidos y el consulado británico aconsejaron al comité de los comerciantes
extranjeros rehusar toda exigencia de préstamos forzados y, además, 'jugar con el tiem-
po' 89 Los comerciantes se reunieron con el presidente y encontraron una solución de com-
promiso: propusieron que el Banco de Honduras otorgara la suma exigida en créditos al
6%, los que deberían ser pagados en seis meses con el 25% de las rentas obtenidas en el
puerto de Amapala; los comerciantes de Tegucigalpa serían garantes del préstamo en caso
que el gobierno no pudiera pagar su deuda. Las legaciones de Estados Unidos, Alemania,
Gran Bretaña y España aconsejaron a sus subditos no aceptar ninguna clase de préstamos
forzados.90

En La Ceiba, Tela, San Pedro Sula, Pimienta y otras localidades de la Costa Norte, los
comerciantes extranjeros también acusaron a las autoridades militares hondurenas de exi-
girles préstamos y ejercer violencia en su contra. En Pimienta, por ejemplo, algunos
palestinos fueron colgados por los dedos y su dinero robado a punta de revólver, el co-
mandante local les pidió una contribución de 500 dólares a cada uno, a lo que se
opuesieron.91

En marzo, las fuerzas del general Carias se sublevaron. Carias se dirigió a la región
fronteriza con Nicaragua, donde reunió a sus partidarios y combatió con éxito contra las
tropas gubernamentales.92 Por su parte, los generales Gregorio Ferrera, Vicente Tosta, Cas-
tellanos y Girón, combatían sobre la costa atlántica y obtenían éxitos importantes. 93 En
abril, los sublevados controlaban casi todo el país y sitiaban Tegucigalpa.94

Desde principios de marzo, la legación estadounidense en Tegucigalpa pidió a su go-


bierno el envío de tropas para proteger la representación diplomática y los ciudadanos
87 Widern.
88 Ibidem.
89 Ibidem.
90 Ibidem, veáse además: PRO., KO. A 798/118/8, telegrama del cónsul Lyall, del 6 de febrero de 1924.
91 Ibidem.
92 AMAEB., Correspondance Politique Amérique Centrale 1900-1929, reporte de la legación de Bélgica en Centro América,
del 14 de marzo de 1924.
93 Ibidem.
94 Papers Relating..., op. cit., 1924, Vol. II, p. 305, reporte de Summer Welles al secretario de Estado Hughes, del 14 de
abril de 1924.

87
estadounidenses residentes en la capital.95 Doscientos 'marines' desembarcaron en el puer-
to de Amapala y ocuparon Tegucigalpa el 19 de marzo de 1924. Otros contingentes milita-
res estadounidenses desembarcaron en los puertos caribeños de La Ceiba y Puerto Cortés,
donde crearon algunas zonas neutrales para proteger a los extranjeros, pero abandonaron
dichos lugares una vez que el orden fue restablecido.96 Según un autor estadounidense,
algunas armas de los 'marines' quedaron en manos de las tropas rebeldes del general
Carias y sirvieron más tarde en la toma de la capital por parte de sus seguidores.97

Tanto en Tegucigalpa como en La Ceiba, la presencia de las tropas estadounidenses fue


mal recibida por la población. En Tegucigalpa, la protesta fue dirigida por un grupo de
intelectuales, entre los que el más importante era el novelista Froylán Turcios; sin embargo,
su protesta se limitó a la publicación de un boletín y a la distribución de hojas de protesta
contra la presencia militar estadounidense en la capital hondurena.98 En cambio, soldados
gubernamentales en estado de ebriedad dispararon en Tegucigalpa contra los edificios de
la legación y el consulado de los Estados Unidos.99

En La Ceiba -donde entre febrero y marzo de 1924 habían desembarcado 70 infantes


de marina bajo el mando del Almirante Dayton-, el consulado de los Estados Unidos fue
objeto de la acción de francotiradores, señalándose que durante las hostilidades un ciuda-
dano estadounidense fue asesinado y otro herido.100 En ese puerto del norte de Honduras,
por otra parte, desde los primeros días de marzo las tropas del gobierno -según informaba
el ciudadano escocés Joseph Ewins al Foreign Office- habían provocado algunos incendios,
las pérdidas materiales eran enormes y los residentes extranjeros debieron ser confinados
en la Vaccaro Brothers Yard y puestos bajo la custodia de infantes de la marina de los Es-
tados Unidos.101

En Tegucigalpa, además, algunas casas comerciales estadounidenses, británicas, árabes


y chinas fueron asaltadas y saqueadas, causando daños materiales por un valor aproxima-
do de 80.000 libras esterlinas.102 En San Pedro Sula varias casas comerciales, especialmente
de propietarios árabes o estadounidenses, fueron también saqueadas y sus dueños arres-
tados u obligados a pagar una contribución económica. El principal comerciante palestino

95 Ibidem, p. 300, del secretario de Estado Hughes a S. Welles, del 8 de abril de 1924
96 PRO, F O A1357/118/8, reporte de Sir E Howard, ministro en Washington, al Foreign Office, del lo de marzo de
1924, Ibidem, A 3896/118/182, reporte del cónsul G Lyall, del 23 de junio de 1924.
97 LANGLEY, L op at, p. 109.
98 Los artículos escritos en abnl de 1924 en el Boletín de la Defensa Nacional han sido reimpresos en Tegucigalpa, en 1980,
por Editorial Guaymuras
99 PRO, F O A1804/118/8, copia de la información publicada por The Manchester Guardian en su edición del 20 de
marzo de 1924
100 PRO, FO A1357/118/8, telegrama de Sir E Howard, ministro en Washington, al Foreign Office, del 1 de marzo de
1924, y, A1390/118/8, copia de la información publicada por The Times de Washington, en la que el Departamento
de Estado confirma el desembarco de "mannes" en La Ceiba, y la movilización de algunos destructores hacia Puerto
Cortés y la región fronteriza con Nicaragua.
101 Ibidem, A 2636/118/8, carta fechada en La Ceiba el 3 de abnl de 1924.
102 Ibidem, A1804/118/8, copia de la información publicada por The Manchester Guardian en su edición del 20 de marzo
de 1924

88
de la ciudad, Domingo Larach, acusado de simpatizar y colaborar con los insurrectos, fue
arrestado por el comandante Cisneros y obligado a pagar una contribución al gobierno.103

Los palestinos de la ciudad se inquietaron y junto con un comerciante de origen britá-


nico (Bennaton) trataron de convencer al cónsul de la Gran Bretaña (Hepburn) para que su
gobierno enviara infantes de marina a Honduras para que protegieran sus propiedades.104
Bennaton también dirigió una carta a los comerciantes de la casa Renshaw and Barrow de
Londres, para que éstos se dirigieran a los exportadores británicos que mantenían relacio-
nes comerciales con Honduras y demandaran la intervención de su gobierno para impedir
la continuación de los saqueos y el pago de contribuciones forzadas. La casa comercial
mencionada, transmitió dicha solicitud al subsecretario del Foreign Office, pidiendo que
los intereses comerciales británicos en Honduras fueran protegidos por su gobierno.105

En La Ceiba, la guerra civil también provocó pérdidas materiales de importancia, espe-


cialmente entre los comerciantes palestinos, los que afirmaban haber sufrido pérdidas por
valor de 400,000 dólares oro.106 Estos ciudadanos árabes se dirigieron simultáneamente a
las comunidades cristianas y musulmanas de Palestina, a los notables de la ciudad de
Belén, al Alto Comisionado británico en Palestina y a la legación británica en Washington,
pidiendo que se le exigiera al gobierno de Honduras una indemnización de 400.000 dóla-
res oro por las pérdidas sufridas por ellos durante la guerra civil. Asimismo, se constituyó
un comité de hombres de negocios, presidido por el administrador del Banco Atlántida,
para negociar sus exigencias con el gobierno hondureno.107 Sin embargo, la cantidad exigi-
da por los palestinos por sus pérdidas eran consideradas por Sir E. Howard, ministro
británico en Washington, como 'sin duda exagerada'.108 Mientras que el cónsul británico en
Tegucigalpa (Lyall), había evaluado las pérdidas palestinas en alrededor de 50,000 dóla-
res.109 No disponemos de los documentos necesarios para conocer la respuesta del gobier-
no hondureno y el desenlace final de este asunto.

Los infantes de marina de Estados Unidos habían desembarcado en Honduras el 19 de


marzo y pocos días después ocuparon la capital hondurena, al mismo tiempo el gobierno
de Washington nombraba un enviado especial, Summer Welles, para trabajar en la pacifi-
cación del país.110 Al respecto, la legación de Bélgica en Centroamérica informaba a su
gobierno lo siguiente: "La escogencia de ese mandatario, jurisconsulto muy hábil, quien
103 Ibidem.
104 Ibidem.
105 Ibidem. A 2570/118/8, la carta de esta casa comercial, cuya sede se encontraba en Manchester, tiene fecha del 25 de
abril de 1924.
106 Los comerciantes palestinos residentes en La Ceiba se dirigieron a Sir E. Howard, representante de la Gran Bretaña
en Washington, solicitando ayuda para obtener una reparación justa por los daños sufridos por ellos durante la
revuelta. La carta en referencia estaba firmada por: Juan W. Kawas y Co.; Sofía V. de Sikaffy; Bishara Sikaffy; Juan
Panayote; S. Sikaffy; Bishara de Yuja y Cía; Moisés S. Caro y Hno.; Elias S. Kawas y Co.; E. M. Saybe y Hno., y Juan
S. Caro. Fuente: PRO., F.O. A/2344/118/8, del 19 de marzo de 1924.
107 Ibidem, A 3896/118/182, reporte del cónsul G. Lyall, del 23 de junio de 1924.
108 Ibidem, A 2344/118/8, reporte de Sir E. Howard desde Washington, del 29 de marzo de 1924.
109 Ibidem, A1815/118/8, telegrama del cónsul G. Lyall, del 19 de marzo de 1924.
110 Papers Relating..., op. ál., 1924, Vol. II, p. 300, del secretario de Estado Hughes a S. Welles, reporte del 8 de abril.

89
ùltimamente resolvió con éxito la situación política entre Santo Domingo y los Estados
Unidos, prueba la importancia atribuida a esta misión".111

Summer Welles encontró a la población hondurena menos favorable a la intervención


estadounidense de lo que le hacía creer la apreciación del ministro de su país en Hondu-
ras. Para este último, la 'better class' hondurena aprobaba la entrada de los infantes de
marina a la capital de su país, encontrándola justificada y necesaria. Summer Welles, рог
el contrario, afirmaba que según todas las informaciones a su disposición "...la medida
había provocado amargas protestas en el seno de algunos elementos de la República, lo
que sin duda provocaría un descrédito para los Estados Unidos en toda la América Lati-
na...".112

Las gestiones de Summer Welles, entre otras la celebración de conferencias con el Con-
sejo de Ministros (que asumió el poder tras la muerte, el 10 de marzo de 1924, del presi-
dente López Gutiérrez), concluyeron en algunos acuerdos avalados por todas las agrupa-
ciones políticas del país, entre otros los siguientes:

a) La celebración de una conferencia en Amapala, a bordo del barco de guerra estadouni-


dense U.S.S. Milwaukee, con la participación de Summer Welles, representantes del
gobierno y de los insurgentes, con el objeto de escoger un presidente interino y firmar
un pacto provisional;
b) Suspensión de las hostilidades una vez firmado el pacto;
c) Negociación, con la mediación de los Estados Unidos y de las repúblicas centroameri-
canas, de una convención definitiva sobre los acuerdos suscritos en el pacto provisio-
nal.113

La convención definitiva fue firmada en Amapala, el 3 de mayo de 1924. El general


Vicente Tosta Carrasco114 fue electo presidente provisional del país y se comprometió a for-
mar un gobierno con personalidades provenientes de los tres grupos revolucionarios, a
convocar una Asamblea Constituyente para elaborar una nueva Constitución Política del
país y a aprobar un decreto de amnistía general.115 Según la legación británica en Washing-
ton, el desembarco de tropas en Honduras provocó en el Senado de los Estados Unidos un
debate sobre la política de ese país respecto a Centroamérica. Los senadores Shipstead y
Borah criticaron la política de su gobierno, considerando que la misma conduciría al

Ш AMAEB, Correspondance Politique Amérique Centrale 1900-1929,reportede la legación de Bélgica en Centro América,
del 6 de mayo de 1924
112 Papers Relating.., op at., 1924, Vol. II, pp.308-309, reporte de S Welles al secretano de Estado, del 19 de abril de
1924.
113 Ibidem.
114 TOSTA CARRASCO, Vicente., (1885-1930), militar que gozaba de prestigio en las filas del ejército hondureno, fue
ministro de Guerra y Manna durante la administración López Gutiérrez (1920-1924), y de Gobernación y Justicia en
la administración Mejía Colindres (1928-1932) Fuente: OQUELI, R., Gobiernos hondurenos durante el presente siglo, en:
Economía política, Tegucigalpa, julio-septiembre, 1972, pp 40-41.
115 Papere Relating.., op cit., 1924, Vol. II, pp.308-309, reporte de S Welles al secretano de Estado, del 19 de abnl de
1924.

90
surjimiento, en la región centroamericana, de un problema similar al de los Balcanes,116 y
al establecimiento de la dominación de los Estados Unidos sobre esos países.117

Ese debate reflejó, además, las diferentes opiniones que sobre la política exterior se
enfrentaban en el Congreso de Estados Unidos. El senador Shipstead, por ejemplo, opina-
ba que el Congreso debió haber sido informado de la decisión tomada por el Poder Ejecu-
tivo, antes que la acción militar fuera llevada a cabo. Por el contrario, el senador Lodge
sostenía que el Poder Ejecutivo tenía la potestad de enviar fuerzas militares al extranjero
para proteger las vidas y propiedades de los ciudadanos estadounidenses que estuvieses
amenazados.

Una tercera posición fue expresada por el senador Borah, quien citó los casos de inva-
sión militar contra Nicaragua, Haití y Santo Domingo, concluyendo que el gobierno de los
Estados Unidos había ido más lejos de lo necesario para proteger las vidas y propiedades
de los residentes estadounidenses en esos países. Según Borah, en el caso específico de
Nicaragua, el resultado de la intervención militar había sido la destrucción de la soberanía
de ese país.118

5. Crisis política y compañías bananeras

En esta guerra civil hondurena, la preocupación política de los Estados Unidos estaba
ligada a sus intereses económicos. La rivalidad entre la United Fruit Company y la Cuyamel
Fruit Company, por el control del Ferrocarril Nacional, se jugaba en contrapeso de las riva-
lidades políticas hondurenas. Las dos compañías intervinieron directamente en el conflic-
to, aportando a los partidos políticos contendientes su apoyo financiero y facilitándoles la
adquisición de armas. La United Fruit Company apoyaba al general Carias, mientras la
Cuyamel Fruit Company sostenía a los generales Tosta y Ferrera.11'

La Cuyamel Fruit Company reconocía su participación en la guerra civil por medio del
aprovisionamiento de armas a la facción del general Tosta. A esto se refiere un reporte del
Departamento de Estado a su representación diplomática en Honduras, citando una carta
de la Cuyamel Fruit Company al Departamento de Estado, la que mostraba 'amplias eviden-
cias' sobre la implicación de dicha compañía en el transporte de armas desde los Estados
Unidos hasta el Cabo de Gracias a Dios en Honduras, para las fuerzas del general Tosta.120

Esta carta decía, entre otros, que después de la toma del norte de Honduras y durante
el sitio de Tegucigalpa, el general Vicente Tosta había enviado a Nueva Orleans a Santiago
116 Antiguamente esaregiónformaba parte del imperio turco, con la intervención de las potencias europeas su territo-
rio hie separado de dicho impeno. Larivalidadpermanente entre los nuevos Estados creados, así como la interven-
ción de las potencias europeas en sus asuntos internos, hiñeron de esa región una de las más conflictívas del mun-
do. Fuente- Diccionario de histona del siglo XX, Barcelona, 1983, pp.37; 161; y. Le Petti Robert (2), Pans, 1981.
117 PRO., F.O. A 2208/118/8, extracto de Congressional Record,reportede Sir E.Howard, del 26 de marzo de 1924.
118 Ibidem.
119 ANW., Memorándum de D.G. MUTUO a F. White, encargado de la División de Asuntos Latinoamericanos del Depar-
tamento de Estado, del 10 de octubre de 1924.
120 Ibidem, del Departamento de Estado a la legación de Estados Unidos en Tegucigalpa, del 8 de noviembre de 1924.

91
Nuila, para que comprara armas y municiones para la toma de la capital.121 Santiago Nuila
había hecho primeramente contacto con el consulado de Honduras en esa ciudad, pero no
logró obtener fondos suficientes. La Cuyamel Fruit Company había dado entonces una ga-
rantía de 25.000 dólares, facilitando así la compra y el envío de las armas a Honduras.122

Después de la toma de Tegucigalpa, la United Fruit Company entregó a los representan-


tes del gobierno provisional una letra de cambio por 15.000 dólares, destinados a la com-
pra de armas en los Estados Unidos.123 El Departamento de Estado estaba convencido,
además, de que la United Fruit Company, por intermedio de sus representantes en Teguci-
galpa, conspiraba para crear dificultades entre los generales Tosta y Ferrera, dos caudillos
importantes en la insurrección contra el general López Gutiérrez.124 La División de Asun-
tos Latinoamericanos del Departamento de Estado reconocía, por otra parte, que la política
de las compañías bananeras volvía difícil el trabajo de éste y que tales dificultades amena-
zaban con volverse aún más graves en el futuro, particularmente si las compañías persis-
tían en su política intervencionista.125 El mismo Summer Welles, después de haber media-
do en la crisis política hondurena, escribió:

Yo creo que los desastres que últimamente han agobiado a la República de


Honduras pueden ser atribuidos, en gran medida, a la intervención directa
de ciertos intereses americanos importantes establecidos en esa República.126

S. Welles agregaba, además, que para los miembros del partido Liberal de Honduras
era difícil creer en la imparcialidad del gobierno de Estados Unidos, cuando las fuerzas
revolucionarias eran aprovisionadas con armas y dinero por las compañías bananeras de
ese país, mientras los bienes de esas mismas compañías eran protegidos por las naves de
guerra estadounidenses.127

En el contexto antes descrito, el orden constitucional había sido restablecido en Hondu-


ras. En 1928 tuvieron lugar nuevas elecciones, en las que resultó vencedor el liberal Vicente
Mejía Colindres. Las elecciones, como el traspaso del poder, se realizaron -excepcional-
mente- sin dificultades. El partido Nacional, perdedor en esas elecciones, aceptó su derrota
y no realizó ningún llamado a las armas a sus partidarios. Ese hecho, podía conducir a la
falsa conclusión de que la obediencia de los partidos políticos a la voluntad popular entra-
ba definitivamente en la tradición política hondurena. Sin embargo, las elecciones y el tras-
paso pacífico del poder en 1928-29, sólo fue un hecho excepcional. Las elecciones siguien-
tes, que tuvieron lugar en 1932, fueron la ocasión para el estallido de una nueva guerra

121 Ibidem.
122 Ibidem.
123 Ibidem, Memorándum de MUTUO a White, del 10 de octubre de 1924.
124 Ibidem.
125 Ibidem.
126 Reporte de S. Welles al secretario de Estado Hughes, del 2 de junio de 1924, citado por WRIGHT, Th., P., op. cit., p.
222.
127 Ibidem.

92
civil. Mientras tanto, Honduras conocería los efectos de la crisis mundial y un vivo incre-
mento de la protesta social.

6. Las primeras organizaciones gremiales y huelgas obreras en Honduras

La formación de la clase obrera moderna de Honduras fue precedida por el estableci-


miento y desarrollo del capital estadounidense, primero en la industria minera de la re-
gión de San Juancito y luego en las plantaciones bananeras del Norte del país. El agrupa-
miento de miles de trabajadores bajo el mando de algunas compañías extranjeras permitía
el nacimiento, entre los obreros, de un sentimiento de identidad de clase y de un estatuto
económico particular. Es así que poco a poco los trabajadores comenzaron a organizarse y
a protestar, por medio de la huelga, contra la explotación de la que eran víctimas, así como
contra los abusos cometidos por los funcionarios de las compañías extranjeras.

Antes de la llegada de las compañías bananeras de Estados Unidos, un reducido nú-


mero de asalariados hondurenos se agrupaba en asociaciones de carácter cooperativo,
como las organizaciones mutuales y las cajas de ahorro. Esas asociaciones, según Víctor
Meza, estaban destinadas a la promoción cultural, la ayuda mutua, el ahorro y el progreso
educativo de sus miembros.128 Esas sociedades reunían artesanos y trabajadores de dife-
rentes sectores de la economía hondurena a fines de los años veinte; una treintena de esas
organizaciones reagrupaban así a los zapateros, plomeros, carpinteros, tipógrafos, chofe-
res, ferrocarrileros y mineros.129 Algunos dirigentes de esas agrupaciones tenían conoci-
miento de las organizaciones obreras de los países industrializados, como los Trade Union
de Gran Bretaña. Estos dirigentes estaban influenciados por las ideas del capitalismo
participativo y por la esperanza de una promoción social resultante del esfuerzo personal
y la educación moral.

La prensa liberal de Tegucigalpa haría eco de tales ideas. Así, en 1912, uno de los líde-
res de la organización de los mineros "La Fraternidad", de San Juancito, escribía en El
Nuevo Tiempo:

Samuel Smiles, inglés, nos pinta la manera cómo diversas sociedades obre-
ras de Inglaterra se han levantado de un nivel muy bajo hasta el grado de
que sus miembros llegan a convertirse en capitalistas industriales y hombres
de negocios, en mayor o menor escala; todo ello debido, según él, a la previ-
sión con que aquellos han sabido acumular y dar buena inversión a sus pe-
queños salarios.130

128 V MEZA, Historia del movtmtento obrero hondureno, Tegucigalpa, 1981, p. 6. Un recuento más completo de las socie-
dades artesanales hondurenas se encuentra en: Mano POSAS, Las sociedades artesanales de Honduras, Escuela Su-
perior del Profesorado, Tegucigalpa, 1978.
129 G GARCIA, Páginas de tucha, Tegucigalpa, 1981, pp. 82-83. La vida política de Gránela García está descrita amplia-
mente en la obra de RINA VILLARS Porque quiero seguir viviendo, habla Graciela García, Editorial Guaymuras, Tegu-
cigalpa, 1990.
130 £1 Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, del 15 de octubre de 1912.

93
La evolución del movimiento obrero a partir de las sociedades mutuales es más o me-
nos semejante en los cinco países de América Central. El "Primer Congreso Obrero de
Centroaménca" se realizó en San Salvador el 5 de noviembre de 1911 La primera Federa-
ción Obrera de Honduras, la FOH, fue fundada en Tegucigalpa en 1921,131 en el curso del
mismo año, la reunión de las federaciones obreras de Centro América dio nacimiento a la
Confederación Obrera de Centro América, COCA, que tuvo su primera sede en Tegucigalpa
La misma estaba asociada a la Confederación Obrera Panamericana, COPA, constituida en
1918 bajo la dirección de la American Federation of Labor132 Sin embargo, los obreros de las
plantaciones bananeras no estaban agrupados en esas organizaciones, el control severo y
la represión impuesta por las autoridades hondurenas, sumados a la política particular de
las compañías bananeras, impidieron o abortaron, como lo veremos, toda tentativa de or-
ganización obrera en esa mdustna.

a) Las huelgas mineras

La concentración obrera en los centros mineros y bananeros, donde los trabajadores


realizaban largas jornadas de trabajo por escasas remuneraciones, terminó provocando la
protesta de los asalariados Las huelgas se sucedieron en el sector mmero de San Juancito
en 1909 y 1912

Esas huelgas tenían siempre como objetivo principal el mejoramiento de los salarios y
de las condiciones de trabajo, en ciertos casos, los obreros reclamaban también la condena
de los abusos cometidos por los funcionarios extranjeros ubicados por las compañías en
los puestos de dirección Las acciones de protesta del movimiento obrero fueron general-
mente reprimidas por el ejército hondureno, que respondía en cada caso a los requerimien-
tos de tales compañías Según Víctor Meza, la huelga que estalló en 1909 en el mineral de
San Juancito, para reclamar mejores salarios, fue reprimida violentamente por el ejército,
seis dirigentes fueron apresados y uno de ellos gravemente herido ш

En 1912, el movimiento obrero volvía a la acción en el mismo mineral y comenzaba


una nueva huelga Según Eí Nuevo Tiempo, los obreros exigían a la New York and Honduras
Rosario Mining Company a) El aumento de sus salarios, b) la disminución de las horas de
trabajo, c) sanciones contra altos funcionarios de la compañía por los abusos cometidos
contra los trabajadores Los obreros, contmuaba apuntando el periódico, señalaban que
ellos ganaban anteriormente mejores salarios, se quejaban de la escasez de víveres y de la
desigualdad entre los salarios pagados a los obreros hondurenos y los pagados a los obre-
ros estadounidenses Ahí donde un obrero hondureno ganaba 2,5 pesos plata, un obrero

131 El Consejo Directivo de dicha organización estaba integrado por Encarnación Martínez, Alfonso Brenes Solano y
Santiago Durón Domínguez Véase G GARCIA ,σρ at, ρ 83
132 V MEZA , op at, pp 15,17 y 32
133 V M E Z A . o p a t . ^ S

94
estadounidense ganaba 5 pesos oro. La huelga estalló espontáneamente, sin organización
previa. Los obreros, decía El Nuevo Tiempo, no tenían ni recursos económicos, ni organiza-
ción adecuada.134

Los huelguistas contaban con el apoyo de la comunidad de San Juancito. Por la noche,
los trabajadores organizaban manifestaciones que iban en pequeños grupos por las calles,
con el fin de hablar a la gente y popularizar su huelga. Esas manifestaciones no alteraron
el orden público y no hubo actos de violencia contra la compañía minera. Sin embargo, los
trabajadores no lograron obtener satisfacción a ninguna de sus reivindicaciones. A pesar
de todo, decía El Nuevo Tiempo: "Los obreros hicieron sentir al menos la fuerza de su opi-
nión colectiva". En cuanto a las pérdidas incurridas por la compañía a causa de la huelga,
el periódico las estimaba en alrededor de 100,000 dólares.135

b) Las huelgas bananeras

En las plantaciones bananeras la primera huelga estalló en 1916, en las fincas de la


Cuyamel Fruit Company. Según un diario hondureno, el descontento obrero había sido pro-
vocado por la tasa de cambio ilegal impuesta por la compañía en sus comisariatos: 2,31
pesos hondurenos por un dólar; en tanto que la tasa oficial establecida por el gobierno era
de 2,50 pesos por un dólar. Los obreros eran pagados en dólares, pero a falta de bancos
locales eran forzados a aprovisionarse en los comisariatos, únicos lugares donde sus dóla-
res eran aceptados y cambiados, pero por valor de 2,31, lo que favorecía a la compañía
bananera.136 Es por esta razón, decía El Cronista, que los obreros decidieron no cortar los
racimos de bananos ni embarcar la fruta ya recolectada. La compañía, por su parte, recu-
rrió a los obreros extranjeros.137 Estos cortaron alrededor de 5000 racimos, pero cuando los
transportaron al puerto, surgieron alrededor de 600 huelguistas que destruyeron la fruta a
golpes de machete; la tropa fue llamada y arrestó a una cuarentena de huelguistas.138

134 El Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, del 15 de octubre de 1912.


135 Ibidem
136 En este período Honduras no contaba con una moneda propia y en su territorio circulaban libremente las monedas
de otros países Entre éstas, el dólar de los Estados Unidos había adquirido particular importancia, especialmente en
la Costa Norte. El país se regía aún por el patrón plata, este factor estimulaba la especulación en el cambio respecto
del dólar, regulado por el patrón oro Por otra parte, las fluctuaciones en el precio internacional de la plata contri-
buían a la inestabilidad financiera de Honduras, especialmente cuando aparecían los acaparadores, entre ellos algu-
nas compañías extranjeras que se beneficiaban con la exportación de las monedas de plata hondurenas En el caso
que nos ocupa, es muy probable -aunque no poseemos los documentos necesarios para probarlo- que las compa-
ñías mismas actuaran, en determinados momentos, como "Cajas de cambio" para proveer a los obreros de los pesos
plata que éstos necesitaban para suplir necesidades que los comisariatos no podían satisfacer Este hecho facilitaba
la especulación cambiaría y provocaba el descontento de los trabajadores. Véase R FRANZENS! t l N , "Ante el pro-
blema monetano de Honduras", en Revista Económica, Tegucigalpa, Vol. VII, № 4, febrero de 1920, pp. 201-210; y El
Cronista, Tegucigalpa, del 1° de agosto de 1913.
137 Según V. MEZA., op cil, pp 23-24, el recurso de las compañías bananeras a trabajadores inmigrantes, especialmente
de trabajadores afrocanbeños, como rompe-huelgas, explicaría en aerta manera la xenofobia de los obreros hondu-
renos.
138 El Cronista, Tegucigalpa, del 1° de agosto de 1916.

95
En 1920 fueron los obreros de la Vaccaro Brothers Company, en La Ceiba, los que se pu-
sieron en huelga. El objetivo de los huelguistas, según un funcionario del Ministerio de
Gobernación y Justicia de Honduras, era obtener mejoras salariales y una disminución de
las horas de trabajo. El funcionario agregaba que la huelga no era de carácter "bolchevi-
que", que los huelguistas eran hondurenos y que la autoridad responsable había tomado
las medidas requeridas para prevenir todo acto de violencia. Durante el desarrollo de esta
huelga, el gobierno hondureno decretó el Estado de Sitio sobre la Costa Norte del país.139

Esta huelga, que duró cerca de un mes y por cuya causa el Estado hondureno dejó de
percibir alrededor de 200,000 pesos plata en concepto de derechos aduaneros sobre impor-
tación y exportación y otros impuestos, fue -según el autor salvadoreño Juan José Fernán-
dez- la primera gran huelga efectuada en Centro América, no sólo por el número de huel-
guistas, más de mil, según él, sino también por su duración y por los daños que produjo a
la compañía bananera. El tráfico de las embarcaciones que transportaban la fruta a Europa
y los Estados Unidos fue paralizado y gran cantidad de racimos de bananos fueron des-
truidos por los huelguistas. Los obreros -según ese autor- apenas lograron que la compa-
ñía les aumentara a 0.09 el valor de cada racimo de banano cortado.140

En 1925, un nuevo conflicto estallaba entre los obreros de la Cuyamel Fruit Company, en
las instalaciones del ingenio azucarero de La Lima, localidad próxima a los centros de
producción de bananos de la misma compañía. El movimiento fue realizado en un am-
biente de hostilidad contra los Estados Unidos. La intervención militar estadounidense de
1924, realizada bajo el pretexto de defender los intereses y las vidas de los ciudadanos
estadounidenses durante la guerra civil de ese año, que implicó la ocupación de la capital
hondurena por los marines de Estados Unidos, sumada a la actitud represiva de las com-
pañías bananeras, manifestada especialmente en las restricciones salariales, fueron hechos
que condujeron a nuevas huelgas.

A fines de 1924, el Encargado de Negocios de los Estados Unidos en Tegucigalpa co-


municaba al Departamento de Estado las impresiones de un accionista de la United Fruit
Company que visitaba Honduras. La situación de la Costa Norte le había disgustado. A él
le pareció que los hondurenos resentían con amargura la conducta de los Estados Unidos
hacia su país. También le había chocado saber que la United Fruit Company obtenía por
medio de la corrupción todo lo que quería del gobierno.141

La huelga estalló en febrero de 1925. Las reivindicaciones presentadas por los huelguis-
tas fueron resumidas así por el conciliador nombrado por el gobierno, el general Francisco
Martínez Fúnez: 1) Jomadas de trabajo de ocho horas; 2) aumento de los salarios de mane-
ra que los mismos fueran de dos dólares por día; 3) reducción del 25% del precio de las
139 Correspondencia entre los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Gobernación y Justicia, agosto-septiembre de 1920; ci-
tada por V. MEZA, op. cit., p. 26.
140 J. J. FERNANDEZ., Us huelgas, San Salvador, 1920, pp. 116-118.
141 A.N.W., Records of the Department of State. Relating to the Internal Affairs of Honduras, 1910-1929, roll № 16, del 2 de
octubre de 1924.

96
mercancías vendidas en los comisariatos de la Cuyamel Fruit Company.1*2 El gobierno hon-
dureno autorizó la represión de la huelga; la Cuyamel Fruit Company no cedió ante las rei-
vindicaciones esenciales de los huelguistas y el movimiento fracasó.

Otra característica de esta huelga, según los documentos consultados, es que parece
haber sido apoyada por trabajadores extranjeros de diversas nacionalidades. George P.
Waller, cónsul de los Estados Unidos en La Ceiba, comunicaba a su gobierno que algunos
extranjeros sembraban la agitación sobre la Costa Norte, que se trataba de una huelga
general, de un incremento del sentimiento antiamericano y antinegro, agregando que es-
candinavos y guatemaltecos estarían implicados en el movimiento.143

7. La crisis mundial de 1929 y el conflicto social en Honduras

a) Los efectos económicos yfinancierosde la crisis

La crisis de 1929 sobrevino cuando Honduras era el primer exportador mundial de


bananos, por lo que las consecuencias de esta crisis fueron determinantes para la economía
hondurena. Se registró un fuerte descenso de las exportaciones y una disminución de las
rentas fiscales, estando éstas estrechamente ligadas al pago de derechos por exportación
de bananos. Al mismo tiempo surgía una crisis financiera aguda, provocada por el mante-
nimiento del patrón plata, por lo que cualquier disminución del precio internacional de la
plata afectaba directamente la economía hondurena. El Encargado de Negocios de Bélgica
en Centro América exponía así la situación:

El hecho que este Estado aún no ha abandonado el patrón plata -aunque se


trabaje seriamente, desde hace algún tiempo, para implantar allí el régimen
del oro- lo pone en una situación muy delicada; y las repercusiones de la
crisis mundial se hacen sentir en esta república con una particular agudeza.
A la depreciación enorme de la plata vienen a sumarse los efectos de la baja
considerable registrada en el precio de los bananos, el principal, sino único
producto de exportación de una cierta importancia, que paraliza todo el tra-
bajo en vastas regiones del país.144

La disminución de las exportaciones de banano fue evidente durante los años de crisis
y ésta se reflejó en las importaciones, estrechamente ligadas a las actividades y necesida-
des de las compañías bananeras. El cuadro siguiente muestra la contracción del volumen
del comercio exterior hondureno. Aunque la balanza se mantuvo favorable para las expor-

142 F. MARTINEZ FUNEZ., "La huelga de mano de 1925 y mi actuación en ella", en Anales de! Archivo Nocional de Honduras,
Tegucigalpa 1969, № 7 , pp. 12-25.
143 A.N.W., Records of the Department of State... op. cit., roll № 18, marzo de 1925.
144 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932, reporte de la Legación de Bélgica en Centro América,
del 2 de octubre de 1931.

97
taciones, ello significó más beneficio para las compañías bananeras que para Hondu-
ras.145

Comercio exterior de la República de Honduras


(en millones de lempiras)

Año Exportaciones Importaciones

1929-1930 52,3 31,9


1930-1931 40.- 20,6
1931-1932 35,1 16,7
1932-1933 28,6 12,6

FUENTE: "Comercio Exterior de ¡a República de Honduras", en El


Economista Hondureno, Tegucigalpa, № 11, noviembre 1938, p.
28.

En 1931, el gobierno de Honduras intentó resolver la crisis financiera del país contra-
tando un empréstito en los Estados Unidos. Este establecía como condición previa la reor-
ganización del sistema financiero hondureno. Según el representante diplomático de Bél-
gica en América Central:

Es así que el gobierno del presidente Mejía Colindres se proponía contratar


los servicios del sujeto americano W. Renwick, con el objeto de dirigir la re-
organización de las finanzas públicas de la república.146

La propuesta de contratación del ciudadano americano W. Renwick fue, según diario


El Sol, de Tegucigalpa, motivo de un vivo debate en el Congreso hondureno, el que final-
mente la rechazó por 30 votos sobre un total de 42.147 Las rentas financieras disminuían, no
solamente a causa del descenso de las exportaciones, sino también a causa de las enormes
exenciones fiscales otorgadas a las compañías bananeras. Según el diputado Abraham
Williams Calderón:

En uno de los últimos años las compañías pagaron por exportación 170,000
pesos plata, pero sus dispensas de pago de derechos en ese mismo año as-

145 En otra parte de este trabajo hemos visto que las exportaciones de banano representaban la mayor parte de las ex-
portaciones hondurenas, mientras que la compra de equipo en el extranjero por y para las grandes compañías
bananeras, de suministros para los comisariatos, de productos de lujo para los residentes estadounidenses y las
clases ncas hondurenas, representaba lo esencial de las importaciones
146 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932, reporte de la Legación de Bélgica en Centro América,
del 25 de octubre de 1931
147 El Sol, Tegucigalpa, del 23 de abnl de 1931.

98
cendieron a 16 millones. En otro año, 1929-1930, pagaron 200.000 pesos pla-
ta; pero gozaron de exenciones por valor de 22 millones de pesos.148

En 1932 la situación financiera de Honduras se había agravado; el Encargado de Nego-


cios de los Estados Unidos observaba que ciertos funcionarios del gobierno hondureno no
recibían sus salarios desde hacía meses, que otros sólo recibían la mitad como retribución
de un salario completo y que aun otros eran pagados con "guaro";149 además, el gobierno
hondureno buscaba, sin éxito, obtener algunos préstamos de la New York and Rosario
Mining Company y lallnited Fruit Company.150

b) Los efectos sociales y políticos de la crisis

Los efectos sociales nacidos de la crisis mundial afectaron sobre todo los centros de
producción capitalista de la Costa Norte. Las consecuencias de mayor repercusión fueron:
el cierre de algunos centros de producción, el aumento del número de desempleados, las
reducciones salariales y la acentuación de los sentimientos de xenofobia.

El cierre de centros de producción afectó sobre todo a las regiones explotadas por la
Cuyamel Fruit Company. En 1931 esta compañía decidió cerrar el ingenio azucarero que
poseía151 en La Lima y sus plantaciones bananeras de Cuyamel y Omoa. Esta decisión pro-
vocó la disgregación social y el abandono masivo por la población obrera de los centros
urbanos establecidos alrededor de las plantaciones bananeras. El semanario El Marino, de
Puerto Cortés, comentaba así el abandono de Cuyamel y Omoa:

Es el caso que Omoa, Cuyamel y cuantos núcleos de población fueron, en


otro tiempo, emporios de actividad frutera, quedan abandonados de manera
definitiva. Omoa sólo quedará con la importancia histórica que ha tenido
siempre, tiene que desaparecer como entidad política independiente.152

El paro de varios miles de obreros era corriente a fines de 1930. Un reporte del Encar-
gado de Negocios de los Estados Unidos en Tegucigalpa informaba sobre despidos masi-
vos en la Cuyamel Fruit Company (2,000 obreros), la presencia de numerosos desempleados
en la Costa Norte y un inquietante incremento de la violencia.153 El semanario El Progreso,
en un reportaje sobre el aumento del desempleo en el Norte del país, afirmaba que en 1931
el número de desempleados se elevaba a 10,000. Según este periódico:

148 £1 Cronista, Tegucigalpa, del 23 de abril de 1931.


149 Guaro: bebida popular hondurena hecha a partir de la caña de azúcar, con un alto grado de alcohol.
150 A.N.W., Records of the Department of State. Relating to the Internal Affairs of Honduras, 1930-1939, General Conditions
Report, Box 615, del 15 de septiembre de 1932.
151 Según un periódico de San Pedro Sula, el ingenio de La Lima molía diariamente de 1300 a 2,000 toneladas de caña
de azúcar y daba empleo a alrededor de 1,000 obreros. Véase El Norte, San Pedro Sula, del 13 de mayo de 1931.
152 El Marino, Puerto Cortés, del 30 de mayo de 1931.
153 A.N.W., Records of the Department of State. Relating to the Internal Affairs of Honduras, 1930-1939, box №141, noviembre
de 1930.

99
La noticia más alarmante de la presente crisis, según datos fidedignos, es
que desde Cuyamel, Tela, Progreso y Trujillo, han quedado diez mil hom-
bres sin trabajo, no contando con los desocupados en la zona de la Standard
Fruit Company.154

Aparejados con la crisis, los sentimientos de xenofobia se desarrollaban entre los obre-
ros hondurenos. Tales sentimientos existían ya a principios de este siglo, pero en lo suce-
sivo se habían exacerbado por la práctica de las compañías bananeras de utilizar trabaja-
dores afrocaribeños de habla inglesa como "rompe huelgas". Algunos periódicos regiona-
les y aún algunos de la capital reflejaban ese estado de ánimo, próximo al racismo, que
reinaba en los sectores populares. El corresponsal en Tela de El Sol, por ejemplo, reclama-
ba del gobierno la toma de medidas de control sobre una "inmigración de nuevo tipo", la
que no se limitaba a los obreros afrocaribeños. A mediados de junio de 1931, El Sol escribía
lo siguiente:

La invasión polaca, china, turca, checoslovaca y negra, llega a su límite. Así


se hace imposible la paz. Los hondurenos están sin trabajo. Ojalá prestáse-
mos atención dictando medidas oportunas.155

8. La crisis económica y el desarrollo de las actividades del Partido Comunista de


Honduras

El deterioro económico y social resultante de la crisis mundial estimuló el desarrollo de


la organización comunista en la Costa Norte de Honduras. Por otra parte, el ejemplo de la
revolución de 1917 en Rusia había provocado, en el plano internacional, un incremento de
las actividades comunistas. En el caso particular de Centro América, el peso aplastante del
intervencionismo político de los Estados Unidos y la explotación económica por parte de
sus empresas favorecían aún más tal incremento.

El contexto social en el que esas organizaciones se crearon estaba determinado por sen-
timientos e ideas antiimperialistas. Desde el punto de vista ideológico, el movimiento
antiimperialista centroamericano era más próximo del nacionalismo que del comunismo.
Sin embargo, los adeptos de la corriente antiimperialista-nacionalista, especialmente los
intelectuales liberales, no practicaban una política de partido, pues no consideraban la
organización popular como medio para acceder al poder político.156
154 El Progreso, semanano de la ciudad del mismo nombre, del ÍS de abnl de 1931
155 E/ Sol, Tegucigalpa, del 1 de junio de 1931
156 Algunos intelectuales de la época interpretaban la conducta poKbca de los Estados Unidos en Centro América como
una conducta imperialista que ponía en peligro la independencia y la soberanía de estos países Este hecho exacer-
baba sus sentimientos nacionalistas y los convertía en abanderados del antumpenalismo Sin embargo, esto no los
llevó nunca a hacer de su antiimpenalismo un acto de adhesión al movimiento comunista internacional A princi-
pios de la segunda década de este siglo, esos intelectuales concebían el socialismo de modo vago e ingenuo, hacien-
do de éste una mezcla de redentonsmo, utopismo socialista y liberalismo político Uno de ellos, S Salgado Lozano,
consideraba que- "El triunfo del socialismo tendrá como consecuencia inmediata la libertad política y religiosa, es
dear manifestar por medio de la palabra hablada y esenta lo que se quiera, asociarse sin ninguna limitación, reurur-

200
El antiimperialismo nacionalista permanece, con excepción del movimiento sandinista
en Nicaragua, limitado a los sectores intelectuales, los que utilizaban la prensa liberal
como medio de expresión y lucha. Esas características lo distinguían del antiimperialismo
identificado ideológicamente con el comunismo, que fundamentaba su lucha en la organi-
zación popular, constituyendo un partido que aspiraba a la conquista del poder político.

Las organizaciones comunistas creadas en el curso de los años veinte se adherían a los
principios de la IIIa Internacional o Komintern (1919-1943), una organización que, antepo-
niendo las tesis del marxismo revolucionario a las del socialismo reformista, intentaba
extrapolar el modelo bolchevique a escala internacional, estableciendo con ello las bases
para sincronizar los intereses del movimiento comunista internacional con los del Estado
Soviético.157 Las resoluciones de los diferentes congresos de la IIIa Internacional eran cana-
lizadas por medio de organizaciones mundiales de trabajadores, como la Internacional Sin-
dical Roja o Profintern y el Socorro Rojo Internacional, organizaciones de masas adscritas a la
Internacional y que mantenían relaciones con los dirigentes de las organizaciones comunis-
tas de América Central.

El antiimperialismo practicado por esas agrupaciones tenía, por esa vía, un contenido
intemacionalista que vinculaba la lucha obrera local al movimiento comunista internacio-
nal. En Honduras, las primeras organizaciones marxistas, datan de los años veinte. Algu-
nos periódicos, particularmente los de la capital, hablaban abiertamente de la difusión de
las ideas marxistas entre los artesanos y los obreros de la Costa Norte. El Cronista, por
ejemplo, escribía en J926:

En lo que a Honduras concierne, diremos que hace algún tiempo que se gas-
ta literatura periodística para soliviantar a los trabajadores contra las compa-
ñías americanas de la Costa Atlántica. Pero el bolchevismo no puede prospe-
rar mucho por la despoblación del resto del territorio. Aquí cada aldeano
conserva la independencia que le proporciona su pedazo de tierra o el sala-
rio que le garantiza la existencia. ¿Qué más le daría el bolchevismo al aldea-
no hondureno?158

El estado actual de la investigación en Honduras no nos permite saber la fecha exacta


de la fundación del Partido Comunista en el país. Según la señora Graciela García (1895-
1995),159 antigua militante comunista, ese partido habría sido fundado en 1922. Pero según
Víctor Meza, quien ha basado sus investigaciones en el testimonio de otros militantes co-
munistas, la fecha en cuestión sería más bien 1927. Lo que existía antes de 1927 era, según
él, una sección hondurena del Partido Comunista de Centro América. Cuando el Partido
Comunista hondureno propiamente dicho fue fundado, se proclamó miembro de la IIIa
se como le plazca a cada uno; ir y venir libremente; adorar a dios cada cual a su modo y a su gusto, donde se quiera
y como se desee". El Cronista, Tegucigalpa, del 28 de septiembre de 1912.
157 G. LAB1CA y G. BENSUSSAN., Dictionnaire critique du marxisme, Paris, 1985, pp. 609-613.
158 El Cronista, Tegucigalpa, del 27 de junio de 1926.
159 G. GARCIA., op. cit., pp. 93-101.

101
Internacional y sus miembros siguieron fielmente las consignas dadas por los diferentes
congresos de esa organización.160

La actividad del Partido Comunista en sus primeros años de existencia estuvo centra-
da, especialmente, en la organización de los trabajadores de las plantaciones bananeras de
la Costa Norte en sindicatos obreros, habiendo organizado, en 1929, la Federación Sindical
Hondurena (FSH) durante el Primer Congreso Obrero-Campesino, realizado en el puerto
de Tela el primero de mayo de ese año.161

Las formas de lucha adoptadas por esta organización, entre otras, mítines, manifesta-
ciones callejeras, distribución de manifiestos, folletos y periódicos antiimperialistas, así
como los paros pacíficos y las huelgas, buscaban crear agitación política, desarrollar un
espíritu antiimperialista entre los obreros y, además, fortalecer entre ellos la conciencia de
clase.162 La huelga fue el medio de lucha más frecuentemente empleado por esta organiza-
ción obrera, como instrumento de presión para la conquista de susreivindicaciones.Las
huelgas estallaron en varias ocasiones en los campos bananeros de la Costa Norte a inicia-
tiva de la FSH, entre 1929 y 1932. La mayoría de éstas fueron reprimidas por las fuerzas
militares hondurenas, o amenazadas por la presencia en los puertos hondurenos de la re-
gión de naves de guerra de los Estados Unidos.163

La FSH se proponía la transformación radical de la estructura orgánica y de las formas


de lucha del movimiento obrero hondureno. Según Manuel Cálix Herrera -uno de los
principales promotores de esta organización- era preciso cambiar el sindicalismo organi-
zado en gremios artesanales por sindicatos de "trabajo o industria". La organización sin-
dical por ramas de industria evitaría -según el ya mencionado dirigente- la atomización
del movimiento obrero en pequeños destacamentos de trabajadores aislados entre sí, como
había ocurrido con las organizaciones mutuales hondurenas desde fines del siglo XIX, y,
por otra parte, evitaría la formación de una "aristocracia obrera". Cálix Herrera señalaba,
además, que esta nueva estructura organizativa del movimiento sindical sería el funda-
mento de la unidad de los trabajadores como clase, y el punto de partida para hacer del
proletariado disperso "una clase unida y consciente de su destino histórico".164
En el planteamiento anterior, Cálix Herrera se sujetaba -según loreconocíaél mismo-
a las instrucciones dadas al respecto por la Internacional Sindical Roja a sus filiales de Amé-
rica Latina. En efecto, un congreso sindical latinoamericano sobre organización y reivindi-

160 V MEZA, op. at., pp. 19-20.


161 lbídem.,p 36.
162 E/ Trabajador Hondureno, vocero de la FSH, Tegucigalpa, del Γ de octubre de 1929
163 En septiembre de 1929, los dirigentes de la FSH denunciaron la campaña represiva lanzada por las compañías
bananeras en contra de sus afiliados. Como ejemplo de lo denunciado, los dirigentes de esa organización señalaron
que el 25 de agosto fueron capturados en el puerto de Tela Manuel Cálix Herrera, Hermenegildo Bnceño, Femando
Cañas, G Benítez, Manuel Castro, Miguel Rivera y Cristóbal Figueroa, todos ellos acusados de sedición y amenazas
contra el vice-cónsul de los Estados Unidos en esa ciudad. Por otra parte, otros miembros de esa organización ha-
bían sido capturados en San Pedro Sula, durante la realización de una manifestación pública en la cual se exigía la
jomada laboral de θ horas E/ Trabajador Hondureno, del 1° de septiembre de 1929.
164 E/ Trabajador Hondureno, Tegucigalpa, del 30 de julio de 1929

102
caciones inmediatas de los trabajadores agrícolas y forestales, patrocinado por la Interna-
cional Sindical Roja, se había celebrado en 1929. Este se había pronunciado en favor de una
reorganización del movimiento sindical revolucionario de América Latina y sus resolucio-
nes al respecto fueron reproducidas por El Trabajador Hondureno, vocero de la FSH en Te-
gucigalpa.165

El dirigente obrero hondureno agregaba, por otra parte, que los obreros de Honduras
debían imitar -en lo que a la organización sindical se refiere- el ejemplo de la "Rusia obre-
ra", donde 23 grandes sindicatos de industria agrupaban 11,000.000 de trabajadores. Si-
guiendo las instrucciones de la Internacional Sindical Roja, la FSH inició la organización de
sindicatos obreros, campesinos y femeninos. Según El Trabajador Hondureno, el primer sin-
dicato de trabajadores agrícolas de Honduras fue organizado por Juan S. Barahona en
1929, en el campo Santa Inés, una de las plantaciones de la Standard Fruit Company.™

De acuerdo con lo señalado por algunos dirigentes de esa federación obrera, la organi-
zación de los trabajadores del campo y la ciudad en sindicatos, los que a su vez se agrupa-
rían en una central sindical única, no sólo buscaría la unidad de los asalariados en un solo
frente, sino también la socialización de los medios de producción. Estos propósitos eran
declarados explícitamente en un artículo publicado por El Trabajador Hondureno y firmado
por María Quiñónez, dirigente del sindicato femenino La Fraternidad, de La Ceiba, el cual
señalaba: "Hay que sindicalizar el campo para que formando el frente único de obreros y
campesinos sea posible entrar en posesión y socializar los medios de producción".167

Bajo la influencia de esas ideas, la FSH lanzó, en agosto de 1929, su consigna "Al cam-
po, compañeros", la cual expresaba las esperanzas que los dirigentes de esta organización
depositaban en las "fuerzas campesinas" (léase trabajadores agrícolas) para llevar a cabo
lo que ellos denominaban la "revolución social". Sin embargo, el fundamento de esta con-
signa no era necesariamente la realidad hondurena de aquel momento; ésta se remontaba
-por el contrario- a un simple slogan similar: "de cara al campo", utilizado en su momen-
to por el Partido Comunista de la Unión Soviética, según El Trabajador Hondureno: ".. .ésta
fue la consigna que dieron los destacados dirigentes de la revolución proletaria. Que ahora
esa sea nuestra consigna".168

El llamamiento a la organización sindical dirigido a los trabajadores agrícolas de la


Costa Norte por la FSH, se unía a la lucha gestada por esta organización para conquistar la
jornada laboral de ocho horas, la cual, según los dirigentes de la mencionada agrupación,
había sido decretada por el gobierno hondureno en 1926, pero cuya aplicación era desobe-
decida en la práctica por las compañías bananeras, las que exigían a sus trabajadores de 9
a 11 horas de trabajo diario, según se tratara de una u otra compañía.169
165 El Trabajador Hondureno, Tegucigalpa, del 30 de julio de 1929.
166 Ibidem.
167 Ibidem, del 15 de agosto de 1929.
168 Ibidem, del 30 de julio de 1929.
169 El Trabajador Hondureno, Tegucigalpa, del 1° de octubre de 1929.

103
Tanto los obreros de la Standard Fruit Company como los de la Tela Railroad Company,
habían presentado a sus patronos pliegos de peticiones donde ésta y otras demandas eran
contempladas. En el primer caso, los trabajadores efectuaron en La Ceiba un paro pacífico
de labores bajo la consigna "ocho horas de trabajo sin un centavo menos de salario". La
Standard Fruit Company aceptó negociar con sus trabajadores, se firmó un contrato provi-
sional en el que se acordó que la compañía pagaría la novena hora de trabajo con el doble
de su valor. Los dirigentes de la FSH consideraron que este acuerdo favorecía a la compa-
ñía y lo interpretaron como una derrota temporal de la lucha emprendida.170

Los reportes hechos al Departamento de Estado de los Estados Unidos por el Encarga-
do de Negocios en Tegucigalpa y por los vice-cónsules de ese país en Puerto Cortés, Puer-
to Castilla, Tela y La Ceiba, registran la ascensión de las actividades comunistas sobre la
Costa Norte del país. La documentación consultada pone en evidencia que los movimien-
tos huelguísticos suscitados en esa época, eran provocados por extranjeros de diversas
nacionalidades. Esos documentos evidencian también el recurso frecuente que las compa-
ñías bananeras hacían de la intervención del ejército hondureno y de sus llamados, no
menos frecuentes, a los representantes diplomáticos de los Estados Unidos apostados en
las regiones donde el capital de ese país estaba presente.

A mediados de 1930, algunas huelgas estallaron en las plantaciones bananeras. El cón-


sul de los Estados Unidos en La Ceiba miraba en ello la obra de algunos elementos radica-
les esforzándose por sabotear la "legítima" actividad de la Standard Fruit Company. El sos-
pechaba que algunos recién llegados debían estar implicados en el asunto, pero aún no
tenía la certeza de que así fuese.

Movimientos análogos se manifestaban en las instalaciones de la United Fruit Company,


en Tela y Puerto Cortés, lo que mostraba, según el cónsul, que la agitación apuntaba a toda
la Costa Norte. El cónsul agregaba que todo eso llegaba justamente en el momento de la
cosecha. Es decir, en el peor momento para las compañías bananeras; y más aún, si se ha-
cía eco de las inquietudes de un administrador de la Standard Fruit Company en La Ceiba,
quien temía el retomo a una situación tan peligrosa, como había sido la de septiembre de
1929, si el gobierno hondureno no reprimía con firmeza la agitación obrera.171

El 14 de junio de 1930, Julius Lay, representante diplomático de los Estados Unidos en


Tegucigalpa, consideraba la intervención de naves de guerra de su país para hacer frente
al movimiento de huelga. Según él, 40 comunistas habrían venido de Guatemala para in-
citar a la huelga a los trabajadores de la Costa Norte. Las compañías bananeras, según
decía él, estaban asustadas con la perspectiva de desórdenes, incendios y la posible pérdi-
da de vidas humanas. El le aconsejaba vivamente al presidente hondureno que arrestara a
los líderes, agregando que si no se tomaban algunas medidas para controlar el movimien-

t o Шет.
171 A.N.W., Records of the Department of State... up. at., 1930-1939, box 5500, del 13 de junio de 1930.

104
to, uno o dos barcos de guerra de los Estados Unidos deberían trasladarse a Puerto Cortés,
Tela y La Ceiba.172

Una firme intervención del gobierno hondureno impidió la propagación del movi-
miento; la Ley Marcial fue proclamada en Atlántida, Cortés, Colón y Yoro, cuatro de los
cinco departamentos del Norte del país. Según la Legación de los Estados Unidos en Tegu-
cigalpa, la Ley Marcial había sido decretada por treinta días; los comunistas que incitaban
a la huelga habían sido arrestados y los mítines habían cesado. No se precisaba, pues, con-
siderar el envío de naves de guerra. Según la misma fuente, durante los meses de junio y
julio algunas decenas de comunistas de diferentes nacionalidades, cubanos, mexicanos y
salvadoreños, fueron expulsados del país; algunos hondurenos fueron arrestados y encar-
celados.173

El control y la represión del movimiento obrero se operaba igualmente por medio de


organizaciones paramilitares. Tal era el caso del Ku-Klux-Klan hondureno174 constituido en
San Pedro Sula hacia fines de 1930. Esta organización, cuyo objetivo declarado era el de
reprimir la criminalidad y el pillaje, se ocupaba también de la destrucción de las nacientes
organizaciones obreras. Un ejemplo de este antiobrerismo proveniente de organizaciones
paramilitares, fue el caso publicitado por un periódico de Tegucigalpa y en el cual resultó
como víctima la sociedad obrera La Fraternidad, de San Pedro Sula, considerada una orga-
nización influenciada por el Partido Comunista. A fines de diciembre de 1930, El Sol, de
Tegucigalpa, relataba el suceso así:

Las actividades del Ku-Klux-Klan se han iniciado ya en San Pedro Sula... se


nos informa que fue allanada y saqueada la sociedad de obreros 'La Frater-
nidad' por los miembros de aquella organización secreta, quienes despeda-
zaron la bandera rojinegra de la Internacional. El suceso ha causado gran
impresión en San Pedro Sula primero y después en las demás poblaciones
de la Costa Norte.175

Siempre a fines de 1930, nuevos despidos fueron decretados por las compañías
bananeras, decisión que provocó nuevas huelgas. El representante general de la United
Fruit Company en Honduras, Walter Tumbull, comunicaba al representante diplomático de
los Estados Unidos en Tegucigalpa que su compañía había decidido reducir fuertemente la
producción, lo que implicaría el despido de 2000 obreros. El agregaba que estaba preocu-
pado a causa de la llegada a Honduras de agitadores provenientes de Cuba, Guatemala y
México; temía que algunos desórdenes siguieran al despido de los obreros.176 Una huelga
172 A.N W, Records ofthe Department ofState., op cit., 1930-1939, box 5491, del 14 de jumo de 1930
173 Ibidem, box 5489, del 27 de junio de 1930
174 El secretario del Ku-Klux-Klan hondureno, en nota dirigida al periódico El Sol de Tegucigalpa, señalaba que esa or-
ganización secreta había sido fundada en San Pedro Sula el 29 de febrero de 1930 y que tenía como objetivo acabar
con la criminalidad que a diano amenazaba a la ciudadanía Proteger la sociedad es nuestro objetivo -agregaba la
nota- aún si con ello ponemos en peligro nuestra propia vida, "puesto que así lo hemos jurado" El Sol, Tegucigalpa,
del 16 de diciembre de 1930
175 Ibidem, del 22 de diciembre de 1930.
176 A N Wv Records of the Department of Stale op at, 1930-1939, box 5503, del 21 de noviembre de 1930.

205
general estalló en abril de 1931 en la Tela Railroad Company, en Tela. La agencia de noticias
Prensa Asociada (AP) presentaba la situación de la manera siguiente:

La situación en Tela ha sido complicada por la huelga general de carácter


turbulento. Los observadores creen que la propaganda comunista y las re-
cientes actividades bolcheviques en la Costa Norte tienen conexión con la
revolución que ha encontrado campo propicio debido al gran número de
desocupados y a la crisis financiera. El Trenton y el Marblehead son esperados
hoy en la mañana en Tela y Trujillo.177

En 1932, el conflicto se extendía a todas las plantaciones bananeras. La causa inmediata


de esta huelga, iniciada en enero de ese año, fue la baja de los salarios. Según el vice-con-
sul de los Estados Unidos en Tela, 300 muelleros estaban en huelga a causa de la reducción
de los salarios en un 15%. Los 200 rompe-huelgas enviados por la compañía también se
habían rehusado a trabajar. La Federación Sindical Hondurena promovía el levantamiento
contra la United Fruit Company. Los obreros reclamaban el mejoramiento de la alimenta-
ción y del alojamiento, un horario de trabajo previamente establecido y, además, un reloj
que les permitiera controlar el tiempo de prestación de sus servicios. Los conductores de
esta huelga habrían sido Manuel Cálix Herrera, E. Matamoros Lucha y Ramón Ajuria.178
Según la misma fuente, la compañía bananera pidió la intervención del ejército hondure-
no, arguyendo que numerosos trabajadores estaban armados; el ejército intervino.179

Lo mismo sucedió con ocasión de una huelga en la Trujillo Railroad Company. La huelga,
que había comenzado a fines de 1931, concluyó a mediados de abril de 1932. El presidente
Mejía Colindres había designado para restablecer el orden a su secretario militar, el general
Cisneros. El mismo se presentó en Trujillo, acompañado del coronel Cubas Turcios, Co-
mandante de Armas de San Pedro Sula, y de Walter Tumbull, representante de la United
Fruit Company en Honduras. Bajo la instigación de esta compañía, el general Cisneros hizo
aprehender por la fuerza y dispersar, casi por todas partes en la región, a varios centenares
de trabajadores (700 según la prensa local). El representante diplomático de los Estados
Unidos en Tegucigalpa, de cuyo informe hemos extraído los hechos precedentes, comen-
taba la intervención del ejército hondureno diciendo que tales métodos, aunque arbitra-
rios, eran los únicos que podían devolver el orden.180

177 El Cronista, Tegucigalpa, del 29 de abril de 1931.


178 A.N W., Records of the Department of State .. op. al., 1930-1939, box 386, del 19 de enero de 1932. Es preciso agregar
algo más, respecto a los conductores de la huelga señalados por el vice-cónsul de los Estados Unidos· Manuel Cálix
Herrera (1900-1935), fundador y primer secretario del Partido Comunista hondureno, encarcelado en vanas ocasio-
nes y finalmente muerto en prisión, probablemente en 1935 En 1929, Cálix Herrera anunció la publicación de su
libro Hacia ¡a revolución social, el cual era presentado como un "estudio detallado de la situación del proletariado
hondureno, de sus condiciones actuales y de las diversas tendencias que se agitan en las organizaciones de trabaja-
dores" Los otros dos mencionados por el funcionario estadounidense eran obreros comunistas de origen salvado-
reño. El Trabajador Hondureno, Tegucigalpa, del Г de noviembre de 1929; véase igualmente V. MEZA., op oí., pp. 18
y 38
179 A.N W., Records of the Department ofState. . op. at., 1930-1939, box 5501, del 4 de enero de 1932.
180 A.N.W., Records of the Department oßtate .. op. cit., 1930-1939, box 474, del 7 de mayo de 1932.

206
El desarrollo de la organización comunista, particularmente en la Costa Norte, se evi-
dencia aún más con la designación del secretario general de ese partido, Manuel Cálix
Herrera, como candidato presidencial del Bloque Obrero-Campesino en las elecciones
presidenciales de 1932.181 El vice-cónsul estadounidense en Tela señalaba, el 11 de junio de
1932, que un documento proveniente de San Pedro Sula presentaba la candidatura de
Manuel Cálix Herrera a la presidencia de la República. Ese comunista, agregaba el reporte,
estaba exiliado en Islas de la Bahía, después de la huelga de enero. Se trataba, en este caso,
del primer candidato presidencial de los obreros y los campesinos en la historia de Hon-
duras.182 Por su parte, el representante diplomático de Bélgica en América Central, infor-
maba también de esta candidatura a su gobierno:

Un tercer partido 'comunista', de formación reciente y no gozando, en el


momento actual, de mucho prestigio, ha presentado sus candidatos a la pre-
sidencia y la vice-presidencia; se trata respectivamente del 'obrero' Manuel
Cálix Herrera y del señor Eliseo Jiménez Bonilla.183

La represión ejercida contra el movimiento obrero en 1932 y el establecimiento del


gobierno del general Tiburcio Carias Andino, el año siguiente, impidieron el desarrollo
ulterior del movimiento obrero hondureno y del Partido Comunista. Estas organizaciones
resurgirían en la vida política del país unas décadas más tarde.

181 La organización de ил "Bloque Obrero Campesino" o de un "Frente Unico" del proletariado, formaba parte de la es­
trategia de lucha del Komintern contra el capitalismo en diferentes partes del mundo El término "Frente" servía para
designar diferentes formas de alianzas de clases y de comentes políticas, cuyo propósito era realizar un objetivo de-
terminado, aunque transitorio, en el marco de la estrategia del Partido Comunista Los comunistas hondurenos co-
nocían las resoluciones de la Ш' Internacional al respecto y eran fieles en su cumplimiento. Un artículo publicado
por £1 Trabajador Hondureno reproducía casi textualmente una de esas resoluciones en 1929, ésta señalaba que "Se-
gún las condiciones locales conviene recomendar la concertación de pactos de solidaridad, creación de comités, o la
de un Bloque Obrero y Campesmo, para la defensa común de las reivindicaciones proletarias y exigencias revolu-
cionarias agrarias y para la lucha contra la reacción y el imperialismo" En ese contexto fue organizado el Bloque
Obrero Campesino de Honduras, cuya primera actividad consistió en la organización de la Federación Sindical Hon-
durena, la cual, tres años más tarde, serviría de soporte para el lanzamiento de la candidatura presidencial de Ma-
nuel Cálix Herrera Véase G LABICA y G. BENSUSSAN., Dictionnaire critique du marxisme. Pans, 1985, pp. 493-496,
y Ei Trabajador Hondureno, Tegucigalpa, del 15 de octubre de 1929.
182 Foreign Relations of tlie United States, 1932, Vol V. The American Republics, pp 712-713, reporte de К Stout, vice-consul
en Tela, al secretano de Estado, del 11 de jumo de 1932. Este funcionario agregaba que durante las elecciones muni­
cipales de 1931, en el puerto de Tela, un "Labor Party" había obtenido 82 votos de un total de 1366
183 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932, reporte de la Legación de Bélgica en Centro América,
del 25 de octubre de 1932.

107
108
Capítulo V

Dictadura y "apertura"
(1933-1954)
1. Las elecciones de 1932 y la llegada al poder del general Tiburcio Carias Andino

Las elecciones de 1932 tenían una importancia particular, tanto para Honduras como
para las otras repúblicas Centroamericanas y los Estados Unidos. Las repercusiones de la
cnsis mundial de 1929 habían afectado a la región en su conjunto, provocando dificultades
económicas y políticas.

En 1932, por otra parte, habría elecciones en Nicaragua, Costa Rica y Honduras. En El
Salvador, una insurrección campesina dirigida por el líder comunista Farabundo Martí,
estalló a principios de ese mismo año y provocó una masacre de grandes proporciones
contra la población civil.1 En Nicaragua, los guerrilleros Sandinistas infligían algunas de-
rrotas a las tropas de ocupación de Estados Unidos.2 Mientras en Guatemala el gobierno
del general Jorge Ubico reprimía un intento de insurrección comunista.3

Esos hechos, evidenciaban que en todo el istmo centroamericano el descontento y la


inseguridad eran grandes. Eran tiempos de crisis y de inestabilidad para las sociedades
centroamericanas, que como consecuencia producía un movimiento cada vez más agudo
de protesta y de resentimiento, tanto contra la política de los gobiernos nacionales como
contra la intervención política y militar de los Estados Unidos y de las grandes compañías
de ese país en la región.

1 Larepresióncontra los insurgentes provocó, según algunos autores, de 10,000 a 30,000 muertos. Cfr PEREZ
BRIGNOLI, H , Breve historia de Centro América, Madrid, 1985, ρ 86
2 Desde 1912, Nicaragua se hallaba bajo la ocupación militar estadounidense (ver el Capitulo I de este trabajo). En la
década siguiente, el general nacionalista Augusto César Sandino lanzó una insurrección en los departamentos sep-
tentrionales del país, la que se extendió rápidamente hasta la Costa Atlántica Los Estados Unidos se ocuparon en
vano en combatir este movimiento En 1928, el célebre aviador estadounidense Charles Lindbergh efectuó una vi-
sita a los países de Centro América y, según fuentes diplomáticas, habría servido de explorador y gula para los
aviadores militares de su país que más tarde combatirían en Nicaragua a las tropas Sandinistas. La "pacificación"
de Nicaragua no pudo ser llevada a cabo por las tropas de ocupación, en su lugar organizaron una Guardia Nacional,
a cuya cabeza se encontraba Anastasio Somoza García Fuente AMAEB, Correspondence Politique Amérique Centrale
1990-1929 y 1930-1932, reportes de la legación de Bélgica en Centro América, del 16 de febrero de 1928 y 25 de octu-
bre de 1931
3 Según ciertos documentos obtenidos por la policía guatemalteca, tras la captura de un grupo de conspiradores, una
insurrección comunista debía estallar simultáneamente hacia el 20 de enero de 1932 en Guatemala y El Salvador
Esos documentos revelaron una estrecha relación entre agrupaciones comunistas de Centro América y la Unión
Soviética Fue establecido, entre otros, que vanos de los líderes arrestados habían efectuado, en 1931, un viaje a la
U R SS, los conspiradores fueron juzgados y condenados, unos a muerte y otros a largos años de prisión Entre los
condenados a muerte se encontraba Juan Pablo Wainwnght, activista del Komintern y uno de los fundadores del
Partido Comunista de Honduras Fuente AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932, reporte de
la legación de Bélgica en Centro América, del 31 de enero de 1932. Véase igualmente, MEZA, V,op cit ,p 18

109
En Honduras, las elecciones presidenciales y legislativas habían sido convocadas para
el 30 de octubre de 1932, en las mismas se elegiría al presidente de la República y a 42 di-
putados al Congreso Nacional, para el período 1932-1936. Los partidos contendientes eran
el partido Nacional, cuyo candidato presidencial era el general Tiburcio Carias Andino; y
el partido Liberal, representado por Angel Zúñiga Huete. Ambos líderes eran considera-
dos como «caudillos» de sus respectivos partidos.

Del candidato del partido Nacional, el ministro de los Estados Unidos en Tegucigalpa,
Julius Lay, escribía lo siguiente: «Carias es principalmente indio, con las características del
indio hondureno, que es un tipo de indio muy bajo (...) Carias no es inteligente».4 Mientras
Harold Bernard, Encargado de Negocios de Bélgica en Centroamérica, describía al candi-
dato liberal así: «... una fuerte personalidad, dotada de un sentido agudo de orientación,
pero desprovista de escrúpulos y que no vacilaría en adoptar medidas violentas para lle-
gar a sus fines».5

La confrontación de esos dos líderes políticos hacía prever a los observadores de la si-
tuación política hondurena la posibilidad de una guerra civil, dada la intransigencia de los
dos candidatos. La posibilidad de una guerra civil estaba ligada, por otra parte, a la «doble
vida» de la política hondurena de esa época, la que por una parte estaba reglamentada por
un sistema de elecciones y de representación parlamentaria, calcado de ciertos modelos
europeos; pero por otra, ese sistema coexistía y hasta era determinado por un trasfondo de
«caudillismo» y de clientelismo político, lo que producía anarquía cada vez que se presen-
taba una nueva elección presidencial. Los beneficiarios del sistema esperaban, desde lue-
go, conservar sus privilegios, por la misma razón estaban dispuestos a todas las manipu-
laciones antes de las elecciones, y a todas las insurrecciones después.

El «padrinazgo» de las compañías bananeras agravaba la situación. Cada una tenía sus
respectivos "protegidos políticos", a los que les prestaba ayuda económica. La United
Fruit Company, por ejemplo, sostenía a la facción conservadora del general Carias en el
partido Nacional; mientras la Cuyamel Fruit Company apoyaba a las facciones moderadas
del partido Liberal. Así se acentuaba, no sólo la falta de consenso político del país, sino
también la división interna dentro de cada partido.

A esto se sumaba la frecuente injerencia del gobierno de Estados Unidos por medio de
su representación diplomática en Tegucigalpa. Injerencia que se volvía más frecuente en la
medida en que la misma era reclamada, unas veces por el gobierno hondureno, otras por
las compañías bananeras, y aún por los mismos partidos políticos hondurenos, como he-
mos visto en otras partes de este trabajo.

4 ANW, Records of the Department of State..., op. cit., 1039-1939,reportedel ministro J. Lay al secretario de Estado, del
3 de marzo de 1933.
5 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932,reportede la legación de Bélgica en Centro América,
del 25 de octubre de 1932.

110
En 1932, el partido Nacional temía un fraude electoral organizado por el presidente
saliente, el liberal Vicente Mejía Colíndres.' Lo que más temían era, sin embargo, el poder
militar y la fuerza coercitiva de los comandantes de armas, en tanto que los principales
cuarteles del país estaban bajo el mando de jefes liberales. Los liberales, por su parte, te-
mían un fraude electoral organizado por el partido Nacional por medio de la falsificación
de documentos en las municipalidades, el 80 por ciento de las cuales estaban en manos de
ese partido desde las elecciones municipales de 1931.7

El presidente Colíndres le informaba al ministro de Estados Unidos en Tegucigalpa que


el peligro de un golpe de Estado o de una revolución sería grande, en caso de una victoria
electoral del partido Nacional.8 El ministro estadounidense consideraba también inevitable
la guerra civil y creía que ésta estallaría al final del mandato del presidente Colíndres.'

El Encargado de Negocios de Bélgica en Centroamérica, por su parte, observaba que


los principios y los programas no jugaban en la campaña electoral hondurena más que un
papel secundario, agregando que en su opinión la mayor diferencia entre los dos partidos
consistía en que los nacionalistas-conservadores eran favorables a la influencia de Estados
Unidos, mientras los liberales se oponían a ello. Cada partido acusaba a su adversario de
recibir apoyo económico de las compañías bananeras. El reporte del diplomático belga
concluía que el partido nacionalista-conservador: «si llega al poder, seguirá una política
netamente pro-yanqui».10

Las agudas disputas entre los dos partidos hacían que la campaña electoral se desarro-
llara en un ambiente de inseguridad, ambiente que era agravado por la crisis económica
que se vivía en Honduras en esos años. La legación de Bélgica en Centro América, de
acuerdo con algunos periódicos de Tegucigalpa, señalaba:

... No es nada sorprendente apreciar que el pesimismo prevalece en todas las


capas sociales. Numerosas familias de capitalistas, de comerciantes, de ex-
tranjeros, etc., que no toman parte directamente en la política, abandonan el
país y se refugian en las repúblicas vecinas.11

Las elecciones tuvieron lugar el 30 de octubre y el partido Nacional obtuvo una aplas-
tante victoria, obteniendo la mayoría en 14 de los 17 departamentos del país. Para impedir
que ese partido asumiera el poder, los militares liberales, jefes de los cuarteles más impor-

6 Foreign Relations of the United States, 1932; Vol. V, de J. Lay, ministro en Tegucigalpa, al secretario de Estado, del 14 de
septiembre de 1932.
7 Ibidem.
8 ibidem.
9 Ibidem.
10 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932, reporte de la legación de Bélgica en Centro América,
del 25 de octubre de 1932.
11 Ibidem, ver igualmente Foreign Relations of the United Slates, 1932, Vol. V., The American Republics, pp. 715-720, reportes
del ministro ]. Lay al secretano de Estado, del 14 al 28 de octubre de 1932.

Ill
tantes del país, se sublevaron el 12 de noviembre, provocando la última guerra civil en la
historia de Honduras.12 Un periódico de Bruselas, Le Soir, en su edición del 16 de noviem-
bre, informaba que una revolución había estallado sobre la costa septentrional de Hondu-
ras y que los insurgentes se habrían apoderado de San Pedro Sula, Trujillo, La Ceiba y La
Esperanza. 13 La rebelión, que parece haber comenzado en San Pedro Sula -agregaba el
periódico belga- ha sido provocada por algunos partidarios descontentos del candidato
liberal Angel Zúñiga Huete, violentos combates habían tenido lugar entre las tropas gu-
bernamentales y los rebeldes.14

El levantamiento era dirigido por los generales José María Reina, Justo Umaña y José
María Fonseca, entre otros. Los rebeldes fueron derrotados en varias ocasiones por las tro-
pas leales al gobierno, apoyadas por algunos grupos armados organizados por el partido
Nacional. Sin embargo, desde que una ofensiva liberal era sofocada, otros centros rebeldes
hacían su aparición en diferentes regiones del país. Uno de los jefes de la rebelión, el gene-
ral José María Reina, se hizo proclamar presidente provisional de la República en
Amapala. La presencia de focos revolucionarios de liberales hondurenos y de Sandinistas
nicaragüenses, en la frontera entre ambos países, hacía sospechar a algunos representantes
diplomáticos y a la prensa, que existía un vínculo entre ambos grupos, lo que le daba a la
situación hondurena una connotación centroamericana. Según el Encargado de Negocios
de Bélgica:

Si ésta revolución fuera a ser coronada por el éxito, es de temer que el gene-
ral Sandino elevaría considerablemente sus pretensiones en Nicaragua y que
podría obtener la ayuda y la asistencia de Honduras; en caso de fracaso de la
revuelta hondurena, las filas de sus mercenarios se encontrarían probable-
mente reforzadas por los revolucionarios vencidos en Honduras (...). Mere-
ce ser señalado que las tropas del general Sandino atravesaron la frontera
hondurena e hicieron causa común con los rebeldes de Honduras en la re-
gión de Danlí, limítrofe con la República de Nicaragua.15

Durante el desarrollo de estos acontecimientos, entre noviembre de 1932 y febrero de


1933, las tropas leales al gobierno hondureno fueron sostenidas económicamente por la
United Fruit Company. El Encargado de Negocios de los Estados Unidos en Honduras
informó a su gobierno de una gestión hecha por el ministro hondureno de Relaciones Ex-
teriores ante esa compañía bananera, para obtener de ésta un préstamo de 25,000 dólares
para pagar el sueldo de las tropas. Agregando que la United Fruit Company estaba dis-
puesta a aceptar: «A condición de que el gobierno tome medidas favorables sobre ciertas
materias pendientes con anterioridad y en las cuales la compañía está interesada». El prés-

12 Ibidem, p. 722, reporte de J. Lay al secretano de Estado, del 13 de noviembre de 1932.


13 Le Soir, Bruselas, del 16 de noviembre de 1932.
14 Ibidem
15 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932,reportesde la legación de Bélgica en Centro América,
del 28 de noviembre y 13 de diciembre de 1932.

112
tamo fue otorgado.16 La revuelta de 1932 fue aplastada definitivamente en febrero de 1933
y el gobierno del general Tiburcio Carias fue establecido el mismo mes.

2. Del Estado anárquico al Estado centralista

La historia política de Honduras, particularmente durante la primera mitad del siglo


XX, heredó del siglo anterior el predominio impuesto por los caudillos militares en la con-
ducción de los asuntos públicos del país. Es así que la administración pública inició el siglo
presidida por Terencio Sierra,17 quien había conquistado su título de general en las revuel-
tas de finales del siglo XIX. Más tarde fue sustituido en la jefatura del Estado por otros
caudillos militares de similar origen.

Caudillos políticos o militares como Manuel Bonilla, Rafael López Gutiérrez, Vicente
Tosta, Gregorio Ferrera y Tiburcio Carias Andino, dominaron ampliamente la historia
política de Honduras durante los primeros treinta años de esta centuria.18 En el caso del
general Tiburcio Carias Andino, ese dominio se prolongó hasta los últimos años de la dé-
cada de 1940. El general Carias, por otra parte, fue un protagonista permanente en las lu-
chas por la conquista del poder político en Honduras desde la revolución de 1894, hasta su
último intento de reconquistar la jefatura del Estado en 1954.

El origen del caudillismo en Honduras no es uno de los temas principales de investiga-


ción de este trabajo, pero conviene presentar algunas reflexiones sobre el mismo para po-
der explicar, entre otras cosas, el contexto político que facilitó a las compañías bananeras el
ejercicio de su influencia económica y política, tan evidentes durante la primera mitad del
siglo XX.

La reflexión sobre la evolución, tanto del caudillismo militarista como de la dictadura


de Tiburcio Carias Andino, es también importante para explicar la historia del movimiento
obrero hondureno, los obstáculos que enfrentó, las formas de lucha asumidas por sus or-
ganizaciones y el largo período de postración e ilegalidad en el que debió existir durante
el período 1933-1949.

16 ANW, Records of the Department of State ..., op. at., 1930-1939, box 5491,reportedel 10 de enero de 1933.
17 MANUEL G. ZUNIGA, Dalos biográficos del Pod. H.Masón General Terencio Sierra GR.. 33, Tegucigalpa, 2a. ed., 1950,
p. 17. Sierra gobernó el país en el período 1899-1902. Otro autor sostiene que durante el período 1894-99 el presiden-
te Policarpo Bonilla le dispensó a Sierra toda clase de honores, nombrándolo general en jefe de la revolución que
aquél acaudillara en 1892, luego lo nombró vice-jefe del partido Liberal, ministro de Guerra, vice-presidente de la
República y más tarde ministro plenipotenciario en El Salvador. Véase: Adán C. VIRGILIO., "Manuel Bonilla y Au-
gusto C. Coello, rasgos biográficos", en: La Bandera Liberal, 9 de mayo, Tegucigalpa, 1907, № 5, pp. 3-4.
18 Manuel Bonilla gobernó el país en dos ocasiones, la primera entrel903 y 1907; y la segunda desde 1910 hasta su
muerte en 1913, como ya se vio en el primer capítulo de este trabajo. Rafael López Gutiérrez gobernó desde 1919
hasta su muerte en 1924. Vicente Tosta ejerció el poder brevemente y de forma provisional desde la conclusión de la
revolución de 1924 Gregorio Ferrera nunca conquistó el poder, pero fue un caudillo notorio en la región occidental
de Honduras, desde donde incidía en los asuntos políticos del Estado, sus constantes levantamientos lo convirtieron
en una figura prominente de la historia política de Honduras de esos años. Véase: R. OQUELI, "Gobernantes hondu-
renos durante el presente siglo", en: Economía Políbca, Tegucigalpa, julio-septiembre, 1972, pp. 27-29.

113
El estudio de la forma más acabada del caudillismo militar en Honduras, concretada
en la dictadura de 16 años ejercida por el general Carias Andino, es también un contexto
válido para explicar los cambios que se produjeron en el Estado Nacional durante ese
período.

Esos cambios condujeron a un proceso de transición fundamental, desde un Estado


anarquizado y débil, hasta un Estado centralista y autoritario. Mediante este último, Hon-
duras logró la estabilidad política que necesitaba, pero a un costo político y social elevado.
El Estado autoritario, para establecer su dominio sobre la sociedad hondurena, recurrió a
medios ilegítimos y dictatoriales. En consecuencia, desde 1933 en Honduras se impuso
una dictadura político-militar encabezada por el general Carias Andino. De esta forma, el
centralismo estatal autoritario y la dictadura política se constituyen en hechos relevantes
para comprender el contexto en el que se consolidó la hegemonía económica y política
ejercida en Honduras por las compañías bananeras y los Estados Unidos de América, así
como las consecuencias resultantes para la sociedad y el movimiento obrero de Honduras
durante la primera mitad del siglo XX.

a) El estamento político-militar en la estructura del sistema político hondureno

En 1950 William S. Stokes describía el sistema político hondureno como un régimen


presidencialista, de estructura jerárquica en forma y centralizada en procedimiento. Agre-
gaba que la lealtad de los miembros de los partidos políticos hondurenos era fundamental-
mente hacia el líder del partido (caudillo o jefe), más que al partido mismo, como institu-
ción que expresa principios generales o teorías de gobierno.19 James Morris, por su parte,
sostenía varias décadas más tarde, que una característica prominente de la estructura de
clases de Honduras es que las clases populares han sido sólo marginalmente incorporadas
a la vida nacional.20

Unas décadas atrás, el historiador hondureno César Lagos sostenía que el caudillismo
imperante en la política nacional, así como la escasa participación popular en la toma de
decisiones políticas que afectaban a toda la nación, eran el resultado de la ausencia de
partidos políticos "auténticos" en Honduras. Según Lagos:

En donde el Estado oprime fuertemente a los ciudadanos, éstos pierden las


energías, miran con indiferencia sino con miedo los asuntos públicos y los
partidos no se organizan. Así, la falta de partidos políticos en una nación, es
muestra de tiranía y de abyección social. Pero si no existen los partidos po-
líticos... en su lugar aparecen las facciones, y éstas, sin unidad, sin disciplina,
luchan al impulso de las pasiones, procuran sólo sobreponerse y con facili-
dad ocurren a la fuerza para conseguirlo. El poder que prevalece es siempre
personal o de camarilla, absorbe todas las voluntades, quita a los demás to-

19 W. S. STOKES, Honduras: an Area Study in Government, Madison, 1950, pp. 189-191.


20 J. A. MORRIS, Honduras Caudillo Politics and Military Rulers, 19Θ3, p. 30.

114
dos los derechos, y los que padecen, en su desesperación se ven nuevamente
impelidos a la guerra.21

Este mismo autor consideraba que la característica más importante de las "facciones
políticas" era que sobreponían el interés particular de un grupo al interés general de la
nación, y con dicha conducta "corrompen la sociedad... y sobre todo arruinan a la pa-
tria".22

El presidencialismo caudillista del que hablaba Stokes, la marginación de las clases


populares señalada por Morris, o la opresión de los ciudadanos por el Estado observada
por Lagos, tenían como instrumento de ejecución y base de sustentación a un grupo de
funcionarios estatales diseminados por todas las regiones, departamentos y municipios
del país: los gobernadores y comandantes de armas, quienes conformaban una estructura
política, probablemente una de las más sólidas y permanentes del sistema político de
Honduras.

Los comandantes de armas constituían el elemento fundamental en esta estructura,


pues de la misma forma en que el presidente disponía del presupuesto estatal y de los
funcionarios públicos, los comandantes de armas disponían de todos los hombres inscritos
en la milicia. Cuando los cargos de gobernador y comandante de armas eran atribuidos a
la misma persona, como generalmente ocurría, entonces los poderes del Comandante se
ampliaban y se convertían en un instrumento de control sobre casi todo: la gendarmería,
la administración de rentas y la gestión municipal.23

El hecho de que en muchos municipios de Honduras, por no decir en la inmensa ma-


yoría, los votos de los electores se hicieran de viva voz, frente a las autoridades locales,
demuestra el grado de autoritarismo y las formas de control utilizadas por los gobernado-
res y comandantes de armas en sus respectivos "feudos".24 Un estudio más profundo de
los mecanismos utilizados por los comandantes de armas durante los procesos electorales,
para ejercer su dominación sobre la ciudadanía, está aún por hacerse.

En los años 1932-1933, el papel de los comandantes de armas pareció ser decisivo para
el destino del país, lo cual se manifestó durante la llamada "revuelta de las traiciones",
cuando los comandantes de armas pertenecientes al Partido Liberal se negaron a entregar
el poder al presidente electo, Tiburcio Carias Andino, por pertenecer éste al Partido Nacio-
nal.25

21 C. LAGOS, Ensayo sobre la historia contemporánea de Honduras, s/f, s/1, p. 30.


22 Ibidem., p. 31.
23 Algunos de estos elementos fueran observados por С LAGOS, op.cil., p. 43., en lo que se refiere a la existencia de un
"partido ministerial" que controlaba al gobierno.
24 A.S. SAGASTUME, Carias: el caudillo de Zambrano (1933-19І8), Graficentro Editores, Tegucigalpa, 1988, p. 58.
25 Al respecto véase mi trabajo: Ы hegemonía de los Estados Unidos en Honduras (1907-1932), CEDOH, Tegucigalpa, 1989,
pp. 218-226.

215
En las últimas décadas del siglo pasado y las primeras del presente, en Honduras el
poder de las armas estaba muy por encima del poder civil. Las constantes guerras civiles,
las revueltas y sublevaciones, presentes de manera constante en el ambiente social de la
época, creaban un espíritu favorable para el militarismo, el autoritarismo y el uso de la
fuerza en la conducción del Estado y los asuntos públicos. De hecho, desde la renuncia del
presidente Soto en 1883, hasta el abandono del poder de Tiburcio Carias Andino en 1949,
fueron muy pocos los gobernantes hondurenos que prescindieron del grado de general.26

El predominio del poder militar sobre el poder civil no debe, sin embargo, interpretar-
se como si el militarismo imperante en Honduras en esos años emanaba de una institución
militar profesional, constituida y con objetivos propios. Una aproximación somera a la
situación de las "Fuerzas Armadas" de Honduras en aquel momento, nos daría como re-
sultado la visión de un cuerpo aún en formación, carente de cohesión institucional y de
objetivos claros, de hecho no existía como tal.27 D. Euraque señala, por ejemplo, que el
control del aparato militar por parte de las élites se debió a la falta de instirucionalización
de las Fuerzas Armadas, lo cual debe explicarse en el contexto de las relaciones estableci-
das entre el sistema económico del país y la formación del Estado y la sociedad civil, las
que a su vez derivaron del proceso reformista liberal.28

Las comandancias de armas, y lo que pudiera identificarse en aquel momento con el


poder militar era, en realidad, una estructura dependiente del poder político y el ejecutor,
con uso de fuerza, de las disposiciones del Poder Ejecutivo de la República, el que a su vez
estaba en manos de uno de los caudillos militares surgido de una sublevación. De hecho,
como señala D. Euraque, el Poder Ejecutivo le atribuía una importancia de primer orden a
los gastos militares, llegando a asignarles hasta un tercio del presupuesto de la República
en todos los períodos administrativos comprendidos entre 1894 y 1911. Igual comporta-
miento observó el Estado hondureno en la década siguiente.29 Lo que hace falta investigar,
en el caso de las comandancias de armas, es la independencia relativa de éstas en situacio-
nes coyunturales, así como las ventajas económicas y la cuota de poder político que los
comandantes obtenían de su relación con el poder estatal.

Julián López Pineda, periodista de ideología conservadora y vinculado al estamento


político dominante desde la década de 1920, sostenía en sus escritos periodísticos que en
Honduras los gobiernos no habían sido derrocados por golpes militares, sino por lo que se

26 Las excepciones del período fueron· Francisco Bertrand (1913-1919), Miguel Paz Baraona (1925-1928) y Vicente Mejía
Colíndres (1929-1932).
27 La inexistencia de las Fuerzas Armadas como institución es evidente en los intentos realizados por los reformistas
liberales de 1876, cuando intentaron valerse de un grupo de exiliados cubanos residentes en Honduras en 1879,
entre ellos Máximo Gómez y Antonio Maceo, para organizar un ejército profesional. Véase R LEIVA VIVAS, Presen-
cia de Máximo Gomez en Honduras, Editorial Universitaria, Tegucigalpa, 1978, pp. 3-4, y, M. FUNES., Los Deliberantes
(El poder militar en Honduras), Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1995, pp. 44-48.
28 D. EURAQUE., La ausencia de oligarquía en Honduras y la crisis centroamericana, una interpretación histórica (en impren-
ta), pp. 135-136.
29 Ibidem.,?? 160-161.

116
conocía con el nombre de revoluciones, que según él no eran sino "revueltas" o
"montoneras", desposeídas de un contenido revolucionario auténtico. Relataba López
Pineda que una vez, al regresar él de Europa, le preguntó al general Carias Andino por
qué no había establecido la Academia Militar, a lo que el general le respondió que no lo
había hecho porque "no quiero militarizar a mi país... no he querido formar una casta
militar, un ejército profesional, un militarismo pretoriano que en otras partes se ha tomado
la facultad de derribar gobiernos".30

Si algún tipo de militarismo prevaleció en Honduras en esa época, no fue el resultado


del poder de una institución militar con identidad propia, sino más bien de un mecanismo
creado por la élite gobernante para ejercer su poder sin disputa en el contexto de un Esta-
do débil y anarquizado, donde tampoco existía una clase económica completamente
hegemónica; por eso los comandantes de armas y los gobernadores políticos eran nombra-
dos por el presidente de la República, de entre los miembros de su grupo personal de
amigos y seguidores. De él recibían el mandato, los beneficios y prebendas y, por lo mis-
mo, sólo a él obedecían.

3. La dictadura del general Carias y su plan de gobierno

A pesar del largo período de gobierno ocupado por el general Carias Andino en Hon-
duras, la historia de su administración sigue siendo incompleta y adolece de muchas lagu-
nas que las investigaciones posteriores deberán llenar. Como señala D. Euraque, la mayo-
ría de los libros escritos sobre Carias antes de 1980 pueden ser categorizados como "en
favor o en contra", de lo cual los ejemplos abundan.31

Este autor sostiene que existe una serie de características que hacen atractiva la figura
misma del dictador, especialmente la prominencia nacional y la consiguiente popularidad
que precedieron a su régimen y su eventual monopolio del poder, lo que lo distinguió
entre los caudillos centroamericanos. Según D. Euraque, ningún otro dictador centroame-
ricano o caribeño de las décadas de 1930 y 1940, disfrutó de la popularidad para el ejercicio
del poder político que Carias acumuló en la década previa al establecimiento de su poder
dictatorial en Honduras.32

Según Victor Bulmer-Thomas, la depresión económica de 1929 expuso cruelmente las


debilidades del Estado liberal oligárquico y del modelo económico predominantes hasta
ese momento en todas las repúblicas centroamericanas. Ello facilitó -según el mismo autor-
que en cada república centroamericana los más poderosos grupos de interés experimenta-
ran una convergencia de ideas.

30 El Día, Tegucigalpa, 05 de marzo de 1969, p. 7.


31 D. EURAQUE., Sodai, Economic, and Political Aspects of the Carias Dictatorship in Honduras: The Historiography, Review
Essays, Latin American Research Review, pp. 239-240.
32 ibidem., p. 239.

117
Lo primero para ellos era salvaguardar los intereses del sector exportador, al cual cada
grupo estaba vinculado. Lo segundo era que cualquier manifestación de descontento so-
cial y laboral debía ser reprimido. Y lo tercero, que las finanzas públicas debían ser restau-
radas. Esos tres propósitos de gobierno, sostiene Bulmer-Thomas, sólo podían ser logrados
por un "hombre fuerte, un caudillo", para lo cual no hacían falta candidatos en esa región.
Así, la década de 1930 se convirtió en Centroamérica en la década de los caudillos.33

Los efectos de la depresión económica se presentaron con mayor agudeza en Honduras


hacia 1931, lo que produjo el momento propicio para la restauración del caudillismo auto-
ritario que, pese a algunos tímidos cambios políticos que se presentaron en la década de
1920, siguió siendo un peligro latente en Honduras. Aunque en otros países latinoamerica-
nos la crisis económica mundial produjo como respuesta un viraje hacia el populismo, en
Honduras, como en el resto de los países centroamericanos, no existían bases sólidas para
la instauración de un régimen populista que enfrentara los efectos sociales de la crisis.
Según Bulmer-Thomas, la caída de los ingresos fiscales en ese período fue muy aguda en
Centroamérica y la agitación política, en consecuencia, fue inevitable. Esa agitación poten-
ció el autoritarismo político.34

Según Héctor Pérez Brignoli, la debilidad estatal prevaleciente en Honduras, hasta la


llegada del general Carias al poder, expresaba en el fondo la ausencia de una economía de
exportación dinámica y de una verdadera clase dominante. Y aunque las compañías
bananeras suplieron la primera, agravaron la segunda. El mismo autor agrega que es muy
posible que el principal secreto de la estabilidad autoritaria y paternalista del general
Carias residiera en el fin de los conflictos entre la United Fruit Company y la Cuyamel
Fruit Company, una vez fusionadas en 1929.35

El programa de gobierno proclamado por el general Carias consistía en mantener y


construir vías de comunicación, estimular la enseñanza secundaria y difundir ampliamen-
te la primaria, devolver a la República su crédito internacional, reorganizar definitivamen-
te los servicios del Estado, fomentar la agricultura y las industrias, realizar labores de sa-
nidad y beneficencia, aniquilar la criminalidad y el contrabando y sentar las bases de la
probidad administrativa.36 Pero lo más importante fue, sin duda, crear las bases para una
estabilidad política permanente, bajo su control, así como el establecimiento del orden y la
paz en el país, temas que se convirtieron, inclusive, en los soportes ideológicos de la dicta-
dura.

Una de las características ideológicas del gobierno del general Carias era el "mesianis-
mo" con el que presentaba su mandato, como se constata en los innumerables mensajes

33 V. BULMER-THOMAS, op.at., p. 61.


34 Ibidem., p. 67.
35 H. PEREZ BRIGNOLI., op.at, p. 87.
36 R. BARDALES BUESO, E/ fundador de la paz, Central Impresora, San Pedro Sula, 1989, Mensaje al Congreso Nacio-
nal de 1934, p. 342. En adelante se citará solamente como: Mensaje al Congreso Nacional, mencionando el año co-
rrespondiente.

118
que le dirigió al Congreso Nacional durante el ejercicio de su administración; en uno de
esos discursos el general declaraba lo siguiente:

El gobierno que me ha tocado en honra presidir, mantiene y mantendrá in-


quebrantable su resolución de salvar a Honduras, definitivamente, de la
anarquía. No habrá de permitirse que la revuelta intestina o la agitación so-
cial perenne, vuelvan a ocupar lugar prominente en la vida nacional, inmo-
lando seres útiles, entorpeciendo el progreso y desvirtuando las ideas. Para
los demagogos, inconformes del orden actual que reina en Honduras, Liber-
tad y Democracia, son sinónimos de libertinaje y desorden (..-)·37

Esa forma de pensar explica que los temas más reiterados por el régimen del general
Tiburcio Carias, a lo largo de su mandato, fueran el establecimiento de la paz y el mante-
nimiento del orden interno, palabras claves de la dictadura que sirvieron para justificar su
continuidad en el poder. Un discurso pronunciado por el general Carias casi al final de su
mandato, en 1946, resume lo que él mismo había repetido en casi todos sus mensajes al
Congreso Nacional:

En el transcurso de muchos años, Honduras vivió en una constante anar-


quía. Hacíamos la guerra tanto contra gobiernos legalmente constituidos,
como para impedir la transmisión del Poder después de haberse celebrado
elecciones dentro de las normas legales. (...) En ciento doce años hubo en
nuestra patria más de sesenta guerras civiles. (...) De lo anteriormente ex-
puesto, se deduce, claramente, que el actual Gobierno encontró un país des-
organizado, donde no existía el respeto a la autoridad; donde la vida huma-
na y la propiedad privada estaban a merced de los hombres sin ley, y en
donde los habitantes vivían temerosos y en una continua incertidumbre.
Este cuadro conmovedor de nuestra Patria; mi convicción y el deseo vehe-
mente del Partido Nacional de terminar con las guerras civiles, imponían a
mi gobierno la obligación de trabajar por la paz.M

La paz y el orden proclamados por el gobierno del general Carias, desde el aplasta-
miento de la "revuelta de las traiciones" en 1932, no resultó del establecimiento de un
nuevo "pacto social" o de un "consenso político nacional", sino de la anulación o elimina-
ción de la oposición política por medios violentos, ilegítimos y autoritarios. Esta política de
exterminio era evidente desde el inicio mismo de la administración Carias, cuando declaró
el "Estado de Sitio" en todo el país desde el 14 de febrero de 1933, el que fue legitimado
por el Congreso Nacional con la aprobación del Decreto Ley 123.39

37 Mensaje al Congreso Nacional de 1940, p. 487.


38 Mensaje al Congreso Nacional de 1946, pp. 563-566.
39 Mensaje al Congreso Nacional de 1935, p. 350.

119
En aquella ocasión ese decreto fue justificado por la denuncia de "algunos brotes revo-
lucionarios en los departamentos", que produjeron "cierto estado de anarquía que mucho
ha entorpecido la labor pacífica de autoridades y ciudadanos" "° Un año más tarde, el pre-
sidente proclamaba la finalización de las "revueltas partidaristas" 41 En su mensaje al
Congreso Nacional del año siguiente, el presidente informaría que las condiciones del
éxito de su gobierno habían sido "orden, economía y probidad", y que el fermento de la
conspiración ya no prosperaba en Honduras a

En los años siguientes el general Carias no haría más que repetir constantemente que el
principal éxito de su administración era el mantenimiento de la paz y el orden en el país,
hasta proclamar la "inalterabilidad de la paz" de forma definitiva en 1938, reconociendo el
control absoluto del gobierno sobre todo el territorio hondureno w

4. Los mecanismos de dominación de la dictadura

Los opositores políticos del general Tiburcio Carias, especialmente los liberales y los
marxistas, denunciaron al dictador, a lo largo de su mandato, por los métodos autoritarios
y represivos utilizados para eliminar a la oposición política en Honduras Estos métodos
se concretaban en la expulsión o el exilio "voluntario" de los opositores por temor a la eli-
minación física, en la persecución y las amenazas constantes que las autoridades ejercían
contra quienes se resistían a la dominación absoluta del dictador y el Partido Nacional.

No obstante, la dictadura de Carias Andino recurrió siempre al uso de medios que le-
gitimaran y justificaran su contmuidad en el poder, de los cuales los más evidentes eran el
Partido Nacional, el Congreso Nacional de la República y la prensa escrita, sobre los que
ejercía un control absoluto. La imposición "manu militan", en las condiciones descritas,
era absolutamente innecesaria al momento de querer legitimar la continuidad del dictador
en el poder

Las reformas constitucionales fueron el medio predilecto del general Carias Andino
para prolongar su mandato en el país, un mecanismo de dominación que impuso desde
1936, cuando debía convocar a nuevas elecciones generales debido a la finalización del
período de cuatro años de gobierno para el que había sido electo La primera reforma
constitucional, efectuada el 07 de enero de 1936, decretó la continuidad de Tiburcio Carias
Andino como presidente de la República hasta 1943, mientras que una segunda reforma,
hecha en 1939, le garantizó el control del gobierno hasta febrero de 1949,44

La reforma constitucional de 1936 consolidó el centralismo estatal, concentrándolo en


la figura del presidente, al que mcluso le otorgó atribuciones totales sobre el control de la
40 Mensaje al Congreso Nacional de 1935, pp 349-350
41 Mensaje al Congreso Nacional de 1936, ρ 399
42 Mensaje al Congreso Nacional de 1937, pp 432 y 438
43 Mensaje al Congreso Nacional de 1938, pp 467 469
44 M ARGUETA, Tiburcio Cartas anatomía de una época (1923 1948), Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1990, ρ 97

120
policía y el ejército, eliminó el voto directo y secreto y destruyó el régimen de la autonomía
municipal mediante un decreto del 06 de marzo de 1939, amparado en tales reformas.45

El "constitucionalismo" del general Carias Andino, pese a las diferencias que muestra
con otras dictaduras del continente que ejercieron su dominio por medio de la fuerza, no
expresaba una voluntad "parlamentarista" del dictador, sino su deseo de mantener una
conducta fiel a los criterios establecidos por la política de Estados Unidos hacia la región,
la que desde 1907 se oponía al reconocimiento de gobiernos surgidos de la imposición y la
fuerza en Centroamérica.

Como hemos visto en el capítulo I de este trabajo, los tratados de 1907, y más tarde los
de 1923, suscritos por las repúblicas centroamericanas, teniendo como garantes de su cum-
plimiento a los gobiernos de Estados Unidos y México, legitimaban esta conducta del go-
bierno de Estados Unidos, a lo que cabe agregar la proclamación de la "Política del Buen
Vecino" o "New Deal" hecha por el presidente Franklin D. Roosevelt, en 1933.

Otros soportes importantes de la dictadura del general Tiburcio Carias, aparte de los
comandantes de armas y los gobernadores políticos, fueron los terratenientes y las familias
tradicionales regionales, la Fuerza Aérea, la United Fruit Company y el gobierno de los
Estados Unidos de América.

La influencia de los terratenientes y las familias tradicionales locales se basaba en el


poder monopólico ejercido sobre grandes extensiones de tierra, un poder que se conjugaba
con el clientelismo político prevaleciente en el sistema político hondureno. En este sentido,
los terratenientes no sólo acaparaban la tierra, sino también el poder político, al actuar
como caudillos o caciques de sus respectivas comunidades o de regiones enteras.

La dictadura de Carias se constituyó en la expresión superior de esa estructura de po-


der, permitiendo que los terratenientes y las familias pudientes se enriquecieran y ejercie-
ran arbitrariamente su autoridad en los municipios y aldeas, a cambio de un apoyo incon-
dicional al dictador y su partido.

El dictador también ejercía un control absoluto sobre la Fuerza Aérea, una rama del
ejército hondureno creada por él mismo y utilizada como instrumento disuasivo contra
cualquier brote de protesta en el país. Esta fuerza estaba bien organizada y contaba con
una flotilla de aviones y pilotos, pertrechos militares y entrenamiento permanente, todo lo
cual le era proporcionado por el gobierno de Estados Unidos.

La inexistencia de un ejército profesional, al que estuviera adscrita la Fuerza Aérea, a lo


cual el dictador siempre se opuso, contribuyó a que la misma dependiera exclusivamente
45 M. ARGUETA., Tiburcio Carlas: anatomía de una época (1923-1948), Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1990, pp. 97-
103.

121
de la voluntad de Carias, constituyéndose de este modo en un instrumento de represión,
disuasión y amenaza permanente contra cualquier intento de rebelión contra la dictadura.

El general Carias utilizó la aviación para reprimir a sus enemigos políticos, desde la
declaración de la llamada "revuelta de las traiciones", que siguió inmediatamente a su
triunfo electoral en octubre de 1932. El presidente electo contrató los servicios de una
empresa comercial de transporte de pasajeros para bombardear algunas posiciones de sus
adversarios políticos insurrectos; por este hecho se le consideró el primer jefe de Estado de
América Latina que utilizó la aviación para combatir a sus opositores alzados en armas.46

Cuando en 1935 resurgieron los intentos insurreccionales en algunos departamentos


del interior, Tiburcio Carias decidió adquirir en los Estados Unidos 3 aviones de persecu-
ción, un gasto que fue cargado a la cuenta de "Mantenimiento del Orden Público" del
Estado.47 En 1936, en medio de la depresión financiera y fiscal del país, y tras la proclama-
ción oficial de la finalización de las "revueltas partidaristas", el general Carias ordenó la
compra de cinco nuevos aviones de guerra y tres "aviones escuela".48 El general Carias,
con el objeto de consolidar y profesionalizar institucionalmente la Fuerza Aérea, decidió
crear una Escuela Militar de Aviación, la que al principio estuvo dirigida por el estadouni-
dense William С. Brooks. Esta fuerza, por los servicios que le prestaba, era llamada por el
presidente el "soporte de la paz nacional". 49

La relación entre la United Fruit Company y el gobierno de Carias es muy distinta a la


establecida entre éste y los actores ya mencionados. Mientras el Partido Nacional, los
empleados públicos, los terratenientes, las familias tradicionales regionales y la Fuerza
Aérea aparecen como supeditadas y sometidas por completo a la voluntad del dictador, la
United Fruit Company, por el contrario, aparece como un poder al que la dictadura se
supeditaba, del que recibía órdenes y mandatos.

En todo este período, a la United Fruit Company se le considerò como un Estado den-
tro del Estado, como el poder tras el trono, al que la dictadura servía sin oponer ninguna
resistencia. Los investigadores de este período de la historia de Honduras coinciden en
señalar al gobierno de Carias como un apéndice de la United Fruit Company, un instru-
mento por medio del cual la empresa bananera pudo combinar un virtual monopolio so-
bre el negocio bananero, con una evidente influencia política sobre las autoridades estata-
les hondurenas.

El origen de los vínculos entre la United Fruit Company y el general Tïburcio Carias se
remontaba a varios años atrás, cuando Carias actuó como abogado de la bananera y defen-
dió sus intereses como diputado en el Congreso Nacional. La United Fruit Company, por

46 ìbidem., pp. 125-136.


47 Mensaje al Cogreso Nacional de 1935, p. 364.
48 Mensaje al Congreso Nacional de 1937, p. 450.
49 Mensaje al Congreso Nacional de 1938, pp. 469-470; y, mensajes de 1941 y 1942, pp. 496-497 y 508.

122
otra parte, había sido una aliada fiel del general, desde que descubrió su ambición por
conquistar la presidencia de la República, para lo cual había reorganizado el Partido Na-
cional en 1923.

En el marco de las disputas que enfrentaban a las diferentes compañías bananeras exis-
tentes en Honduras en esa época, por obtener del Estado el mayor número posible de con-
cesiones económicas, la United Fruit Company decidió darle un apoyo permanente a la
facción del Partido Nacional encabezada por el general Tiburcio Carias.

Cuando Carias ascendió al poder, al ganar las elecciones de octubre de 1932, la United
Fruit Company había hecho una inversión económica y política de elevado rendimiento,
de la que podía esperar resultados provechosos durante la administración que presidiría
su protegido por excelencia. En Honduras, por otra parte, no era un secreto que la United
Fruit Company estaba detrás de las aspiraciones presidenciales de Carias quien, al con-
quistar el poder, complacería los deseos de su protectora.

Una circunstancia que favoreció el predominio de la United Fruit Company durante


ese período, fue la absorción de la Cuyamel Fruit Company, la empresa rival más podero-
sa con que la United Fruit Company se había encontrado en Honduras. Cuando las dos
compañías se fusionaron, en 1929, desaparecieron los obstáculos para que la United Fruit
Company ejerciera un dominio monopólico sobre la producción y exportación de bananos
desde Honduras, y también sobre la política hondurena.

Los mecanismos utilizados por la United Fruit Company para ejercer su dominación
sobre el Estado hondureno en este período eran muy diversos. Entre éstos deben mencio-
narse los préstamos monetarios al gobierno, el ofrecimiento de construir líneas ferroviarias
a cambio de concesiones económicas y el apoyo político al gobierno ante las esferas guber-
namentales de Estados Unidos.

La crisis económica mundial de 1929 hizo descender el volumen de las exportaciones


bananeras de Honduras, lo que significó una disminución drástica de los ingresos fiscales
del país, el cual dependía casi enteramente de esas exportaciones. El desempleo, acompa-
ñado de algunos brotes de protesta y descontento social, comenzaban a ser evidentes en la
Costa Norte de Honduras, poniendo al gobierno frente a una situación difícil y ante una
dependencia casi absoluta respecto de la United Fruit Company.

El apoyo político y militar del gobierno de Estados Unidos al gobierno del general
Carias, por otra parte, en el marco de la denominada "Política del Buen Vecino" o "New
Deal", resultó ser una base de apoyo muy importante para la permanencia de Carias en el
poder, puesto que las necesidades de préstamos, armamento y asesoramiento técnico para
el mantenimiento del equipo bélico y la conducción de la Fuerza Aérea, resultaban impres-
cindibles para la continuidad del general en el poder.
123
Los mensajes presentados por el general Carias al Congreso Nacional de la República,
son un testimonio evidente de su deseo de agradar al gobierno de los Estados Unidos,
haciendo mención en sus informes de las buenas relaciones que su gobierno mantenía con
esa nación En 1938, por ejemplo, llega a decir que ha establecido una alianza con Estados
Unidos, y en 1941, con motivo de la agresión japonesa contra ese país, proclama una adhe-
sión absoluta al gobierno estadounidense, declarándole el año siguiente la guerra a Alema-
nia e Italia

Otros hechos de orden externo, como el establecimiento de dictaduras en los países


vecinos, como la de Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador, Anastasio Somoza
en Nicaragua y Jorge Ubico en Guatemala, contribuyeron a fortalecer la posición de Carias
al interior del país y de cara a sus vecinos

El establecimiento de la dictadura, con las reformas efectuadas a la Constitución de la


República en 1936 y 1939, que sirvieron para legitimar la continuidad de Carias en el po-
der hasta febrero de 1949, fueron posibles por esa conjunción de circunstancias internas y
externas, que parecían favorecer la imposición de gobiernos de fuerza, como garantía para
la mantención del orden mterno

La circunstancia de la Segunda Guerra Mundial, en donde la intervención de Estados


Unidos lo haría buscar aliados en América Latina, completaron un cuadro absolutamente
favorable para que la dictadura de Carias se prolongara en el tiempo, ejerciera un mandato
autoritario y un control absoluto de la situación política hasta la finalización de la guerra.

La oposición al régimen de Carias, débil en el interior, se mostraba fuerte y beligerante


en el exterior, donde decenas de exiliados se reunían, planificaban asaltos a los cuarteles de
la dictadura y enviaban panfletos insurgentes a sus seguidores en Honduras, sm llegar a
obtener los resultados deseados

El Partido Liberal, el prmcipal partido de oposición a la dictadura, no logró reorgani-


zarse y presentar un frente único de lucha que unificara a todas las facciones que lo com-
ponían Buena parte del tiempo que duró la dictadura fue utilizado por el Partido Liberal
para profundizar sus divisiones internas y debilitar aún más su posición frente al gobier-
no 5 0

En 1944 se presentó una coyuntura favorable para las fuerzas políticas adversarias de
las dictaduras en la región centroamericana, cuando los movimientos surgidos en El Salva-
dor y Guatemala lograron deponer las dictaduras de Hernández Martínez y Ubico en
ambos países Los ecos de las victorias de las fuerzas antidictatonales centroamericanas
ejercieron influencia en la situación política hondurena, provocando algunos actos de pro-

so J PAGAN SOLORZANO, et al Significado histórico del Gobierno del Dr Ramon Vitteia Morales, Editorial Universita-
ria, Tegucigalpa, 1984, pp 53-58

124
testa contra la dictadura de Carias en Tegucigalpa y San Pedro Sula, las dos ciudades más
importantes del país.51

Una manifestación de protesta en San Pedro Sula, durante el mes de julio de 1944, fue
reprimida por las fuerzas de la dictadura y dejó como saldo una decena de muertos, la
mayoría mujeres. El general Carias y su gobierno culparon del hecho a los "agitadores" y
"provocadores" de la oposición, especialmente al Partido Liberal; el hecho y el número
exacto de muertos jamás fue esclarecido. No obstante, el gobierno logró detener las protes-
tas y se mantuvo firme en el poder hasta febrero de 1949.52

En los años finales de la dictadura se produjeron otros intentos de oposición organiza-


da, pero al margen del Partido Liberal. Uno de éstos fue la creación de dos pequeños par-
tidos políticos, el Partido Democrático Hondureno y el Partido Revolucionario Hondure-
no, que se fusionaron en 1948 para darle vida al Partido Democrático Revolucionario
Hondureno (PDRH). Este iniciaría una importante labor de organización y agitación polí-
tica entre los trabajadores de las plantaciones bananeras de la Costa Norte. Estas acciones,
sin embargo, no obtuvieron ningún resultado favorable durante el mandato del general
Carias, aunque sí lo obtendrían años más tarde, como veremos en el siguiente capítulo.53

Los últimos años de la dictadura se caracterizaron por su agotamiento, tanto desde el


punto de vista político como económico. La desaparición de la mayoría de las otras dicta-
duras centroamericanas, el fin de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, la prédica
internacional de los Estados Unidos en favor del establecimiento de regímenes políticos
democráticos en todo el mundo, contribuyeron de manera decisiva a que la dictadura lle-
gara a su fin en 1949.

El abandono pacífico de la presidencia de la República por parte del general Tiburcio


Carias, en febrero de 1949, cerró un ciclo importante en la historia de Honduras. El auto-
ritarismo político y la hegemonía dictatorial de un "partido único", encabezado por un
caudillo rural, abandonaron definitivamente la escena política del país.

5. Apertura

La dominación política ejercida por la dictadura del general Carias concluyeron, como
lo hemos visto, no con el derrocamiento violento de la dictadura como ocurrió en Guate-
mala y El Salvador, sino con una convocatoria a elecciones en 1948, en las que resultó ven-
cedor Juan Manuel Gálvez, candidato del Partido Nacional, el mismo partido que había
mantenido al general Carias en el poder durante 16 años.

51 Ibidem., véase, además, R. VILLARS., Porque quiero seguir viviendo Habla Graciela García, Editorial, Guaymuras,
Tegucigalpa, 1991, pp 175-184
52 M FUNES, op cit., p. 140.
53 D EURAQUE, El Capitalismo de San Pedro Sula y la historia política hondurena (1870-1972), Editorial Guaymuras, Te-
gucigalpa, 1997, pp 96-100.

125
La elección de Gálvez parecía ser una garantía para la continuidad en el poder de los
soportes políticos, económicos y sociales en los que Carias se había apoyado para gobernar
autoritariamente su país durante un largo período. La renuncia del Partido Liberal a par-
ticipar en las elecciones, argumentando que el Partido Nacional y el general Carias habían
organizado un fraude para asegurar el triunfo de Juan Manuel Gálvez, hacía pensar en
que después de las elecciones en Honduras no se produciría ningún cambio importante.

Otro hecho que apoyaba esta suposición era el pasado político y las relaciones que el
candidato del Partido Nacional en las elecciones de 1948 había establecido a lo largo de su
carrera política. Juan Manuel Gálvez era un político ampliamente conocido en Honduras,
por haber figurado como ministro de Guerra, Marina y Aviación en el gobierno del general
Carias y también por haber sido abogado y representante legal de la United Fruit
Company?*

El nuevo gobierno, sin embargo, asumió un estilo renovador identificado con los cam-
bios que se operaban en el mundo como resultado de la derrota del fascismo durante la
Segunda Guerra Mundial, lo que también produjo cambios positivos en el contexto políti-
co centroamericano, especialmente tras la caída de las dictaduras en Guatemala y El Salva-
dor a mediados de la década de 1940, lo que sin duda influyó favorablemente en los tími-
dos cambios que comenzaron a operarse en la situación política hondurena.55

El gobierno de Juan Manuel Gálvez inició lo que se podría denominar un proceso de


reforma controlada, instrumentalizado por medio de un programa modemizador del Es-
tado y un discurso político que desde el inicio trató de distanciarse de procesos reformistas
más profundos, como el de Jacobo Arbenz en Guatemala; al mismo tiempo estableció tam-
bién una distinción muy clara respecto de las conductas políticas represivas que caracteri-
zaron a los gobiernos dictatoriales centroamericanos desde mediados de la década de
1930.5»

De este modo, la administración Gálvez inauguró un proceso de modernización econó-


mica y política. Como resultado de la primera se diversificó la producción agrícola, se
amplió el crédito bancario y se estimuló el surgimiento de nuevas actividades económicas,
mientras la industria ligera se benefició de la expansión de la agricultura comercial. En lo
político, la administración Gálvez estableció una apertura que se caracterizó por una cierta
tolerancia a la disidencia, lo que se concretó en la facilitación del retorno de los exiliados y
el surgimiento de nuevos partidos políticos. Los más importantes fueron el Partido Demo-
crático Revolucionario Hondureno (PDRH), que aunque había sido fundado en 1946 desa-
rrolló lo más importante de su actividad durante la administración Gálvez, y el Partido

54 M. POSAS., Historia General de Centroaménca, tomo Г : Las Repúblicas Agroexportadoras (1870-1945), Facultad Latinoa-
mericana de Ciencias Sociales (FLACSO), San José, Costa Rica, 1995, pp 155-156.
55 Historia General de Centroaménca, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Madrid, 1991, vol. IV,
pp. 86-89.
56 Ibidem., pp. 136-138.

126
Comunista (1954). La organización sindical también fue favorecida y se estableció una
base mínima para el nacimiento de una sociedad más inclusiva.57

Las reformas más importantes del gobierno de Juan Manuel Gálvez, sin embargo, fue-
ron en su mayoría de carácter institucional, dejando intactas las estructuras políticas, eco-
nómicas y sociales que su gobierno había heredado de la dictadura cañista. Gálvez, por
ejemplo, fundó el Banco Central de Honduras para regular controles monetarios y el Ban-
co Nacional de Fomento para estimular el desarrollo agrícola del país. También apoyó la
reforma de la educación primaria, media y superior. No obstante, lo más importante de su
administración fue la apertura política que su gobierno inició, asumiendo una conducta
tolerante frente a sus opositores políticos, un hecho que desligó a su gobierno del estilo
autoritario de la dictadura del general Carias.58

La reforma controlada, sin embargo, implicaba que el viejo status quo seguiría contro-
lando una cuota importante de poder al no existir una voluntad política expresa del presi-
dente Gálvez para efectuar reformas estructurales en la economía y la sociedad. Las refor-
mas institucionales decretadas por el presidente Gálvez resultaron ser importantes como
pasos iniciales para la modernización de un Estado en el que durante 16 años no se habían
producido cambios sustanciales en su estructura y formas de funcionamiento.

La apertura y la tolerancia política permitidas por el gobierno de Gálvez sirvieron para


que nuevos partidos políticos, como los arriba mencionados, al igual que el movimiento
obrero, reiniciaran sus actividades en una condición de semilegalidad. La falta de una
auténtica reforma política impedía la existencia legal de nuevos partidos políticos, mien-
tras la inexistencia de leyes laborales impedía que los trabajadores tuvieran organizaciones
que les representaran legalmente ante sus patronos.

En este contexto, el desarrollo de nuevas opciones políticas y el crecimiento de las or-


ganizaciones laborales, crearían las condiciones necesarias para que el interés de distintos
núcleos sociales en obtener el reconocimiento de sus derechos sociales, adquirieran una
fuerza real y se presentaran ante la sociedad hondurena como una necesidad que el Estado
no podía seguir ocultando.

Una de las organizaciones más beligerantes del movimiento obrero de esos años fue el
Comité Coordinador Obrero (CCO), que se constituyó en 1950 para difundir principios
sindicales y promover la idea de que debían organizarse sindicatos por industria en las
principales ramas de la producción nacional (minería, industria bananera, ferrocarriles,
puertos, hilados y tejidos, construcción y otras). Al mismo tiempo promovía la organiza-
ción de los artesanos (sastres, zapateros, carpinteros, y otros). Estos esfuerzos, de acuerdo

57 E. FONSECA., Centroaménca: su historie, FLACSO/EDUCA, San José, Costa Rica, 1996, pp. 250-252. Véase, además,
D. EURAQUE, op. cit., pp. 96-98.
58 R. DEL CID y M. POSAS., La construcción del sector público y del Estado Nacional en Honduras 1876-1979, EDUCA, San
José, Costa Rica, Segunda edición, 1983, pp. 128-146.

127
a los planes de la organización, debían culminar en una gran Central o Confederación de
Trabajadores Hondurenos, que impulsaría las luchas obreras.

El CCO también tenía un ideario político, desde el cual se proponía luchar por un régi-
men democrático, por la libertad sindical y la amistad con los trabajadores del mundo. En
1953 el CCO reconocía que la organización de los trabajadores enfrentaba tres problemas
fundamentales:

El primero de ellos era considerado de carácter "político" y se limitaba a un reconoci-


miento autocrítico, por parte de los dirigentes de la organización, que afirmaban haber
cometido el "error" de "discriminar" a los trabajadores por sus ideas políticas, impidiendo
con ello una organización más amplia de los obreros. Los dirigentes del CCO se vieron
obligados a admitir que su organización no era un partido político y realizaron un llama-
miento para evitar que en el seno de la agrupación se promovieran propuestas que signi-
ficaran "sectarizar el movimiento sindical".

El segundo problema era de carácter organizativo, señalándose "la falta de seriedad,


responsabilidad y disciplina" por parte de los dirigentes del movimiento sindical. La uni-
dad del movimiento obrero era considerada también en este ámbito, lo que llevaba a los
dirigentes del CCO a reconocer la necesidad de incrementar sus relaciones con otras orga-
nizaciones laborales, incluso con la pro gubernamental BRESANI y la pro peronista Es-
fuerzo y Cultura.

El tercer problema era considerado de carácter "psicológico" y se refería a la falta de


una eficaz labor de propaganda y agitación sindical entre los trabajadores. Como solución
a todos estos problemas, el CCO proponía la formación de un Frente Nacional de Unidad
Sindical con organizaciones de todas las tendencias políticas, cuyo objetivo sería luchar
por la conquista del derecho de organización, el Código de Trabajo, la Ley de Seguridad
Social y otros.59

El CCO estaba vinculado ideológicamente al Partido Democrático Revolucionario


Hondureno (PDRH), este último fue fundado en 1946 por José Pineda Gómez, Octasiano
Valerio y otros profesionales de Tegucigalpa entre los que se contaban algunos que habían
pertenecido a los partidos históricos Liberal y Nacional. En mayo de 1954 el PDRH se
autodefinía como un partido "liberal nacionalista", con raíces en las democracias occiden-
tales. De acuerdo con Darío Euraque, el PDRH emergió en San Pedro Sula como un símbo-
lo de resistencia no sólo contra la dictadura de Carias, sino también contra el caudillismo
tradicional del Partido Liberal, personalizado en ese momento por Angel Zúniga Huete,
líder de ese partido desde inicios de la década de 1930.60

59 Voz Obrera, 25 de julio, 1953, p. 2 ("El Comité Coordinador Obrero ha cumplido ampliamente sus objetivos").
60 Véase: E/ Día, 11 de mayo, 1954, p. 4 ("Nota sobre editonal de este diano"). Además, Darío Euraque, op. at., pp. 334-
335.

128
La plataforma política del PDRH respondía a ideales socialdemócratas, aunque al inte-
rior del partido los socialdemócratas coexistían con un grupo muy activo y beligerante de
jóvenes marxistes. Estos, que veían a la clase obrera como la fuerza social del futuro, incli-
naban al PDRH y a agrupaciones como el CCO, a intentar la organización de los trabajado-
res bananeros bajo su dirección. Los esfuerzos realizados fueron múltiples, pero casi todos
fueron abortados por la represión policial o la oportuna intervención de los agentes de la
United Fruit Company.

En marzo de 1949, según lo informado por un periódico de Tegucigalpa, el gobierno


del presidente Gálvez adoptó medidas de "previsión y represión" para contener la agita-
ción provocada entre los trabajadores por "panfletos y hojas sueltas" que hacían mención
de las conquistas sociales alcanzadas por el comunismo." El primero de mayo de 1951 no
pudo ser celebrado por las organizaciones filiales del CCO porque la policía, "metralla en
mano", rodeó el lugar donde el mitin se llevaría a cabo, dejando la convocatoria sin efecto.
No obstante, la organización continuó sus actividades con la fundación de un Comité de
Defensa Nacional que buscaba oponerse a una concesión de uso ilimitado de las aguas
nacionales solicitada por la Tela Railroad Company. El Comité estaba constituido, además,
por el PDRH, el Partido Liberal y la Federación de Estudiantes Universitarios. En 1951 el
CCO y sus filiales sindicales fueron clausaradas violentamente por orden de la Dirección
General de Policía.62

El CCO alcanzó algunos logros en la organización de los trabajadores de la Fábrica


Nacional de Hilados y Tejidos y la Camisería Dayton de Tegucigalpa, lo cual fue posible a
través de la Sociedad Mixta Obrera Hondurena. Por otra parte, el CCO estableció relacio-
nes con organizaciones obreras de otros países, como la Confederación de Trabajadores de
América Latina (CTAL), con sede en México, ante la cual nombró a Osear Castañeda
Barres como representante.

Fundada en México en 1938 y presidida desde entonces por el mexicano Vicente


Lombardo Toledano, la CTAL colaboró estrechamente con los exiliados hondurenos en
México. La creación de algunas organizaciones hondurenas y centroamericanas en aquel
país contó también con su apoyo, como el Frente Democrático Revolucionario Hondure-
no, creado en 1946. En 1949 la CTAL organizó una "Comisión para Asuntos Centroameri-
canos" en la que participó el hondureno Osear Castañeda Barres.

Antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial la CTAL creía que la unidad nacional
para derrotar al fascismo (el enemigo principal) era la tarea política más importante del
momento. Los opositores a las dictaduras centroamericanas debían aprovechar el contexto
de la guerra para organizar a las fuerzas populares en sus países, para luego derrocarlas y
crear en su lugar gobiernos democráticos al concluir la guerra. Según Lombardo Toledano,

61 E¡ Díe, 2 de junio, 1954, p. 3 ("Impase del arreglo huelguístico").


62 La Antorcha, semanario independíenle, 20 de julio, 1951, p. 2 ("Conceptos de un dirigente obrero").

229
!.

"las revoluciones no surgen al acaso, se preparan", una tesis que era compartida por algu-
nos hondurenos exiliados en México como Alfonso Guillen Zelaya, Rafael Paz Paredes,
Medardo Mejía, Osear Castañeda Batres y Graciela García.

La CTAL mantenía relaciones oficiales con algunas organizaciones hondurenas de tra-


bajadores, entre ellas el Comité de Unidad Sindical (CUS) de Tegucigalpa y el Comité de
Lucha Obrera (CLO) de San Pedro Sula. Por medio de éstas la CTAL canalizaba las resolu-
ciones adoptadas en los congresos de la Federación Sindical Mundial, a la que estaba afi-
liada. Una de esas resoluciones fue la de celebrar el Primero de Mayo de 1954.63

Para los dirigentes del CCO, sin embargo, lo más lamentable era "no el ambiente hostil
y reaccionario en el cual bregamos, sino la ignorancia y reacción inconsciente en que se
halla sumido el obrerismo de esta capital, que indiferente y abúlico a sus propios proble-
mas e intereses, sigue durmiendo el sueño aletargado en que le ha sumido esta era de diez
y nueve años".

La labor de organización realizada por el CCO en las plantaciones bananeras de la


Costa Norte se llevaba a cabo fundamentalmente a través de su periódico, Voz Obrera y de
Vanguardia Revolucionaria, órgano del PDRH.64 Este último, que llegaba regularmente hasta
las plantaciones bananeras y que pudo editar hasta siete mil ejemplares por semana, jugó
un papel esencial en la organización y motivación de los trabajadores. Contaba con un
extenso grupo de distribuidores clandestinos, en las plantaciones bananeras y en otros
centros de trabajo del país, a través de los cuales recogía las inquietudes y los problemas
más acuciantes de los trabajadores. Su principal aporte consistió en la creación de un am-
biente favorable a la organización y la lucha reivindicativa de los trabajadores. La repre-
sión sufrida por sus editores, desde 1947 en que fue fundado, hasta 1953 en que fue clau-
surado definitivamente, demuestra la importancia que sus adversarios le atribuían y su
valor para el movimiento obrero de esos años.

Lo mismo cabe decir respecto a Voz Obrera, que realizaba una labor constante en los
centros de trabajo a nombre del Comité Coordinador Obrero. Desde sus páginas elaboraba

63 Sobre la CTAL véase: Cincuenta Aniversario de la Confederación de Trabajadores de America Latina 1938/1988, Memoria
del VII Seminano Internacional de Estudios Filosóficos, Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales "Vicente
Lombardo Toledano", México, 1990, pp 3-4,6-8-9,10-17. Y sobre el CCO y sus preocupaciones véase: Voz Obrera, 19
de junio, 1952, p. 2 ("Memoria del Comité Coordinador Obrero").
64 En octubre de 1953 los directores de ambas publicaciones fueron procesados criminalmente por Lino Zúniga, co-
mandante de Armas del departamento de Francisco Morazán, bajo la acusación de difundir «la doctrina comunis-
ta». Véase· Voz Obrera, 17 de octubre, 1953, p. 1 ("Procesados por...")· En febrero del mismo año, Julio Galindo,
mandador de la finca Ceibita, fue denunciado por haber ordenado el registro de algunas viviendas de obreros y
autorizar el cese laboral de todos aquellos a los que se les encontrara ejemplares de Voz Obrera o de Vanguardia Re-
volucionaria Véase. Voz Obrera, 7 de febrero, 1953, p. 1 ("Amenazados con ser despedidos..."). Otro periódico vincu-
lado al movimiento obrero informó que después que los trabajadores intentaron celebrar el primero de mayo de
1953, el sub-comandante de La Lima, Galeano, había desencadenado "la violencia y el terror" Algunos obreros de
la Tela Railroad Company fueron expulsados del país por tal motivo. Agrega que Galeano desalojó a los trabajado-
res del lugar donde se habían reunido «a punta de fusil», dejando a su paso "numerosos linchamientos y encarce-
lamientos, y vejaciones indescriptibles". Véase: La Trompada, 17 de julio, 1953, p. 3 ("La demokracia de Honduras").

130
propuestas de organización y reivindicación, muchas de las cuales estaban dirigidas a los
trabajadores de las plantaciones bananeras. Por ejemplo, dirigiéndose a los obreros ferro-
viarios de la United Fruit Company, Voz Obrera hacía las sugerencias siguientes:
Hemos de formar como principio los comités sindicales: en las secciones de
línea, estaciones, talleres y atraerse a empleados hondurenos que desde sus
puestos de oficina bien pueden colaborar con nosotros a formar el sindicato.
Hay una campaña previa que hacer, como decir elaborar pliegos de firmas
para elevar al Supremo Congreso Nacional y en unión de todos los obreros
y campesinos del país, pedir a una sola voz libre organización sindical (...) si
el respetable Congreso le da carpetazo a nuestra petición, siempre llevare-
mos a cabo la organización sindical.65
Por otra parte, algunos trabajadores enviaban sus quejas al periódico a través de cartas
en las que manifestaban su descontento con las condiciones de trabajo imperantes en las
plantaciones bananeras. En agosto de 1953, un grupo de trabajadores del departamento de
transporte de la Standard Fruit Company, cuya sede era la ciudad de La Ceiba, se quejaban
del mal trato de que eran objeto en las terminales de Planes, Coyoles y Trojas, así como de
las intensas jornadas de trabajo. Los quejosos pedían, entre otras cosas, vacaciones de 4
semanas pagadas con anticipación y una ambulancia para transportar heridos.66 El perió-
dico respondía a estas cartas con una lista de sugerencias que semejaba un pliego de peti-
ciones tan largo como el que habíarecibido,en éste aconsejaba a los trabajadores, entre
otros, exigir un alza general de los salarios, el establecimiento de la jomada de ocho horas
diarias, el pago adicional del tiempo trabajado fuera de esa jornada, el pago doble por las
labores ejecutadas en horas nocturnas, el mejoramiento del trato por parte de los jefes, que
los servicios hospitalarios fueran efectivos y un elevamiento general de las condiciones de
vida y trabajo.67
Al iniciarse el año de 1954, el Comité de Unidad Sindical (CUS), que desde 1953 había
sustituido al CCO, comenzó una nueva campaña de organización y propaganda entre los
trabajadores, especialmente los de las plantaciones bananeras. El objetivo de esta campaña
era que los trabajadores organizados presentaran al gobierno algunasreivindicacionesque
la organización consideraba centrales dentro de su estrategia de lucha, como la conquista
de la libertad sindical y el Código de Trabajo. Estas exigencias coincidieron con la aproba-
ción, en el Congreso Nacional de la República, de la Ley de Accidentes de Trabajo y Pro-
tección de Mujeres y Niños.68
65 Voz Obrera, 26 de septiembre, 1953, ρ 2 ("La United Fruit Company frente a los compañeros obreros ferroviarios").
66 Voz Obrera, 15 de agosto, 1953, pp 1-2 («Pliego de peticiones de los trabajadores de la Standard Fruit Railroad
Company») El envío de cartas contemendo quejas y peticiones, dirigidas a los jefes de las compañías bananeras, fue
algo comente en los años que precedieron a la huelga. Los resultados de esta etapa "cartista" del movimiento obrero
hondureno, sólo sirvió para demostrarle a los trabajadores de las bananeras que esas empresas no estaban dispues-
tas a modificar su conducta ante esos medios de presión Esa etapa se agotó con la huelga de mayo y fue sustituida
por el sindicalismo organizado
67 Voz Obrera, 15 de agosto, 1953, ρ 2 («Carta a los trabajadores de la Standard Fruit Company»).
68 El МасШе, 6 de febrero, 1954, pp 4-6 («Comité de Unidad Sindical solicita Ubre sindicalización y Código de Traba-
jo»). Una nota periodística, firmada por Faustino Delgado, secretano de prensa del CUS, sostenía que la demanda

231
En febrero, el CUS se dirige al Congreso Nacional para recordarle que la Sociedad de
Obreros Copanecos y la Sociedad Frente Obrero Popular de San Pedro Sula habían presen-
tado al Poder Legislativo una solicitud, en la que pedían se declarara el primero de mayo
como día de fiesta nacional, la falta de respuesta obligaba al CUS a insistir en tal demanda.
La organización acusaba al Congreso Nacional de haber violado el decreto 76 del 14 de
febrero de 1929, que declaró el primero de mayo como "Día del Trabajo", sustituyéndolo
en marzo de 1949 por el decreto 96 sobre días feriados, que no contemplaba el primero de
mayo como tal.69

En el curso de 1954 los problemas laborales y agrarios comenzaron a agudizarse y a


tomar una dirección que sólo podía desembocar en la gran huelga de mayo. En febrero, la
United Fruit Company había intentado desalojar de sus tierras a los campesinos de varias
aldeas de la jurisdicción de El Progreso, como Flor del Valle, Monterrey, Arena Blanca y
Masica, lo mismo que en Monjarás, en el sur del país, donde la compañía había adquirido
algunas propiedades. Una de las soluciones propuestas por un periódico popular era la
realización de una Conferencia Nacional de Campesinos Hondurenos, que se encargaría
de estructurar un organismo para la defensa de sus propios intereses y darle un contenido
real a la reforma agraria. Esta propuesta fructificaría años más tarde, con la creación de la
Federación Nacional de Campesinos de Honduras (FENACH), la primera organización
campesina del país.70

A fines de abril, las organizaciones obreras de Tegucigalpa, San Pedro Sula y otras ciu-
dades convocaron a los trabajadores a celebrar, una vez más, el primero de mayo.71 La nota
distintiva de ese año fue la incorporación de los obreros de la United Fruit Company a la
celebración. Un periódico de Tegucigalpa comentaba que por primera vez los hondurenos
habían celebrado el primero de mayo "con vigor y patriotismo", luchando contra las em-
presas extranjeras en Honduras. El mismo periódico agregaba que esa fecha había reves-
tido caracteres de "conciencia y unidad democrática alentadores".72

Los festejos del primero de mayo, aún ilegales, coincidieron ese año con la agudización
de los conflictos en las plantaciones de la United Fruit Company. Pocos días antes del prime-
ro de mayo, los muelleros del Puerto de Tela protestaron por el pago incompleto de los
días feriados de la Semana Santa, declarando un paro de tres días. Más tarde, las enferme-
ras y trabajadores del hospital de Tela presentaron un pliego de peticiones a la gerencia de
la United Fruit Company, el que fue atendido satisfactoriamente. Varios dirigentes fueron
apresados por las autoridades del Puerto, pero luego fueron liberados porque los obreros

de la libertad sindical y el Código de Trabajo hecha por los trabajadores estaba inspirada «en el más amplio sentido
del derecho humano . », que la misma no atentaba contra la vida de ningún ciudadano ni contra la propiedad pri-
vada, y que los trabajadores aspiraban a «una legislación social amplia y justa» Véase El Machete, 13 de febrero,
1954, ρ 4 («Los trabajadores hondurenos no renunciamos al derecho de organizamos»).
69 El Machete, 27 de febrero, 1954, ρ 7 («El CUS se adhiere a una solicitud»)
70 £í Machete, 20 de febrero, 1954, p. 13 («Hacia una Conferencia Nacional de Campesinos Hondurenos»)
71 Revolución, 25 de abnl, 1954, p. 4 («Miscelánea»).
72 Revolución, 8 de mayo, 1954, ρ 8 («¿Cómo fue celebrado el Γ de mayo de 1954 en Honduras7»).

132
"se manifestaron por las calles en señal de protesta y demanda de libertad para los pre-
sos".73

Pocos días después el movimiento se extendió al muelle de Puerto Cortés, al departa-


mento de mecánica, la planta eléctrica y otras dependencias de la compañía en el Puerto.
Los obreros Juan Bautista Canales y Juan Guerrero fueron detenidos "pero los trabajadores
porteños, en manifestación de más de dos mil personas, exigieron su libertad incondicio-
nal". En la víspera del primero de mayo, los trabajadores de la United Fruit Company en la
ciudad de El Progreso celebraron un mitin de solidaridad con los obreros de los muelles,
congregándose más de 2,500 obreros.

En La Lima y San Pedro Sula hubo varias "reuniones de masas" para celebrar el día
internacional del trabajo. Ese mismo día más de 800 trabajadores firmaron pliegos de pe-
ticiones dirigidos a la gerencia de la compañía; algunos trabajadores fueron apresados por
las autoridades, pero luego fueron puestos en libertad por la presión obrera. En Tegucigal-
pa, la capital del país, la fecha fue celebrada con una manifestación y un mitin en la Plaza
Central.74

La United Fruit Company tenía su propia versión de los acontecimientos que se produ-
jeron en sus dominios antes del primero de mayo, para la compañía los hechos habían sido
los siguientes:

Los trabajadores del muelle en Tela estuvieron trabajando durante los días
feriados comprendidos desde el miércoles 14 de abril hasta el sábado de glo-
ria inclusive, y de acuerdo con lo establecido en el decreto número 96 emiti-
do por el Congreso Nacional, recibieron doble salario. Por el trabajo realiza-
do por los muelleros el domingo 18 se les pagó día y medio, en la misma
forma que lo había venido haciendo la compañía en el pasado. Los
muelleros recibieron sus cheques respectivos, pero no los cobraron. Después
pidieron el pago doble. El decreto 96 en referencia ofrece confusiones en su
aplicación, respecto a los días domingo, considerados como días de descan-
so y no días feriados, para los trabajadores. Sin embargo, la compañía dispu-
so pagar medio tiempo adicional a sus trabajadores en los días citados. Me-
diante la cooperación personal del señor ministro de Gobernación, general J.
Antonio Inestroza, el incidente fue solucionado sin que se llevara a cabo un
paro que se anunciaba en corrillos en Tela para el sábado 24 de abril.

Mientras tanto, algunas personas se interesaban en Puerto Cortés en la pre-


paración de una huelga de los muelleros. Uno de los principales agitadores,
el señor Rafael García, trabajador en el muelle de Puerto Cortés, fue retirado
de su puesto por la empresa, en vista de sus actividades contrarias a la ar-

73 Revolución, 8 de mayo, 1954, p. 8 («¿Cómo fue celebrado el 1° de mayo de 1954 en Honduras?»).


74 Revolución, 8 de mayo, 1954, p. 8 («¿Cómo fue celebrado el Io de mayo de 1954 en Honduras?»).

133
monía que siempre ha prevalecido. El lunes 26 llegó a Puerto Cortés uno de
los barcos fruteros, que debería ser cargado a partir de las 6 de la tarde. Pero
los muelleros se negaron a cargarlo con la fruta que había llegado en diver-
sos trenes, demandando la restitución de García en su trabajo. Sin embargo,
unos 200 muelleros mostraron decisión de no suspender su faena, pero se
vieron amenazados por los huelguistas. Muchas personas completamente
ajenas al trabajo en el muelle apoyaron a los huelguistas, lanzando piedras,
rompiendo vidrios y provocando una situación que no se había contempla-
do antes en Puerto Cortés. No hubo trabajo en el muelle durante la noche
del lunes y el martes 27, hasta las seis de la tarde, hora en que los muelleros
iniciaron su tarea.

La suspensión de la huelga se debió a la oportuna intervención del señor


ministro general Inestroza, quien llegó en avión de Tegucigalpa poco des-
pués del mediodía del citado martes. Gestionó ante el gerente general de la
empresa, señor Aycoock, para que restituyera en su puesto al despedido tra-
bajador García, y al resolverse esta custión conforme su consejo los
muelleros empezaron a cargar bananos a las seis de la tarde. Pero esta labor
se vio interrumpida en cierto momento, debido a la intemperancia de algu-
nos elementos, que continuaron con amenazas y lanzamientos de piedras.
Sin embargo, el barco fue cargado, y el incidente pasó. El propio martes, se
notó cierta agitación entre los empleados del taller de mecánica. La autori-
dad intervino y capturó al señor Juan Canales. Esto dio motivo a una
suspención del trabajo en dicho taller. La compañía no tuvo intervención al-
guna. Tegucigalpa, 29 de abril de 1954.75

Aunque las descripciones hechas por los trabajadores y por la compañía difieran en los
detalles de los acontecimientos que pocos días después conducirían a una huelga general
en las plantaciones de la United Fruit Company, todo indicaba que ésta era la coyuntura
histórica precisa para que un gran movimiento huelguístico estallara en la Costa Norte de
Honduras y proyectara sus efectos con rapidez sobre otras industrias.

La huelga de los trabajadores bananeros de la Costa Norte, en 1954, fue el inicio de un


movimiento importante para lograr la ampliación de los derechos sociales de núcleos so-
ciales tradicionalmente marginados en Honduras, como los obreros, los campesinos y las
mujeres, como lo veremos a continuación en el siguiente capítulo de este trabajo.

75 La Epoca, 29 de abnl, 1954, pp. 1-4 («El lunes fue asaltado el comisariato de Santa Ana»). Boletín del Departamento
de Relaciones Públicas de la Tela Railroad Company.

134
Capítulo VI

La huelga bananera de 1954 y sus consecuencias históricas:


un estudio de caso
ü s t e capítulo, con el que concluye esta investigación, representa también el fin de un
período de la historia de Honduras, con un significado particular para los trabajadores. En
la historiografía hondurena, particularmente en la que concierne a la historia del movi-
miento obrero, se suele hablar del período anterior y posterior a la huelga bananera de
1954.

En términos concretos, se quiere connotar la existencia de un momento histórico en el


que los trabajadores no habían logrado el reconocimiento legal de sus derechos sociales y
económicos, incluyendo el derecho a la organización sindical. Esta situación cambió radi-
calmente desde de 1954, el año en el que la clase trabajadora de Honduras inició la con-
quista de la mayoría de los beneficios sociales que actualmente posee.

1. La coyuntura económica (1945-1954)

Una década después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, las economías centro-
americanas entraron en una etapa de recuperación y modernización. El incremento del
precio del café en el mercado internacional y su estabilidad durante los años 50, así como
la recuperación de las exportaciones bananeras y una incipiente diversificación de la eco-
nomía, se convirtieron en los indicadores que auguraban el despegue de las economías de
la región en el nuevo orden internacional presidido por los Estados Unidos. 1

La reorientación de la economía del país -como señala Darío Euraque- se remontaba a


las recomendaciones del "Plan para la Reconstrucción Nacional" de 1939, así como a las
sugerencias de la "Misión Bernstein", enviada por el Tesoro de los Estados Unidos en 1943
y, finalmente, a los acuerdos firmados con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Interna-
cional (FMI) en 1945. Entre julio y septiembre de 1949 expertos del FMI sirvieron como
consultores del programa de reformas que estableció el Banco Central de Honduras y el
Banco de Fomento en 1950, y que poco después estimuló la implementación de leyes
impositivas graduales.2

1 H. PEREZ BRIGNOLI., op.cit, pp. 101-102; V. BULMER-THOMAS., opri».,especialmente el capítulo 6 «Post-mar


economic recovery, pp. 105-129 Este autor sostiene que el incremento de la exportación de café en Honduras en el
periodo 1944-1954 fue espectacular, alcanzando, en ese último año, el 26% del producto total de las exportaciones
hondurenas, p. 110. Agradezco al Dr. Robert Holden, de Old Dominion University, Virginia, Estados Unidos, por el
envío de esta obra, que me ha ayudado mucho a comprender los problemas de la economía hondurena desde un
contexto centroamericano.
2 D EURAQUE, Merchants and Industrialists in Northern Honduras- the Making of a National Bourgeoisie in Peripheral
Capitalism, 1870s-1972 (Thesis), University of Wisconsin-Madison, 1990, pp. 335-336. Agradezco al Dr. Darío

135
Este mismo autor sostiene que, a pesar de las dificultades enfrentadas por la economía
hondurena para suplir las demandas del mercado interno durante la década de 1940, se
observan en el período indicios de recuperación económica. El volumen de la exportación
bananera creció rápidamente después de 1943-44 y se benefició de las inversiones hechas
en el área productiva, especialmente por la United Fruit Company. La economía hondurena,
por otra parte, inició en esos años un proceso de diversificación, incrementando las expor-
taciones de café y la producción manufacturera nacional. El volumen de la exportación
cafetalera pasó de 5.1 por ciento en 1945 a 7.9 en 1950 y a 16.1 en 1955, lo que contribuyó a
la recuperación del sector exportador de la economía.3

El proceso de recuperación global de la economía no significó, sin embargo, el mejora-


miento de las condiciones de vida de la población hondurena. El crecimiento económico
en Centroamérica durante ese período -sostiene V. Bulmer-Thomas- dejó sin resolver el
problema de cómo debían ser distribuidos los beneficios que éste generaba. El mejora-
miento de las condiciones de vida que enfrentaban los trabajadores en el período de pos-
guerra requería -según este autor- el resurgimiento de los movimientos organizados de
trabajadores o de un estilo más democrático de gobierno, que le diera un mayor peso elec-
toral a los intereses de los trabajadores.4

En 1954 era obvio que los beneficios del crecimiento económico no favorecían a la
mayoría de la población hondurena. Por el contrario, los trabajadores urbanos se quejaban
cada vez con mayor intensidad, incluso en los años que precedieron al de 1954, de las
miserables condiciones en que vivían. Los salarios se habían estancado y su capacidad
adquisitiva se había reducido drásticamente. La espiral inflacionaria, que recrudeció en los
primeros meses de 1954, incrementó la intensidad de la protesta de los trabajadores urba-
nos y reavivó su interés por la organización laboral.

En estas circunstancias, las causas inmediatas que provocaron la huelga bananera eran
evidentes no sólo para los trabajadores mismos, sino también para los observadores del
acontecer hondureno de esos años. Un periódico de la ciudad bananera de El Progreso
señalaba, como motivos fundamentales de la huelga, los insuficientes salarios, la excesiva
fatiga en el trabajo, la falta de descanso, el alojamiento y la higiene de baja calidad, así
como el mal trato a que eran sometidos los obreros por los funcionarios y capataces de la
compañía. A ello se sumaba el deterioro creciente de los salarios y el aumento del costo de
vida en el país.5

El precio de los productos de consumo popular se habían incrementado notablemente


entre 1927 y 1954, como se aprecia en el cuadro respectivo. Esto demuestra la duplicación
de los precios en la mayor parte de los productos de consumo diario entre 1927 y 1954. A
Euraque, del Trinity College, Hartford, Connecticut, Estados Unidos, por la gentileza que tuvo al haberme enviado
su Tesis de grado y otros valiosos trabajos de investigación sobre este tema.
3 Ibidem., pp. 292-297.
4 V. BULMER-THOMAS., <φ. cit., p. 130.
5 Ei Social, semanario informativo, El Progreso, 30 de junio, 1954, p. 1. («La huelga y su orientación»).

136
lo cual debe agregarse, según otro periódico, que el valor del Lempira en relación con el
Dólar había bajado a la mitad desde la devaluación de este último por el gobierno de F. D.
Roosevelt. También sugería considerar, en el análisis del alza del costo de vida en Hondu-
ras, el aumento de los impuestos, larelaciónentre los índices de producción y el incre-
mento de la población en los últimos 25 años, tanto de Honduras como de El Salvador,
considerando que la población salvadoreña también consumía productos hondurenos.6 En
el mismo sentido se pronunciaba Voz Obrera al señalar que la exportación incontrolada de
ganado y otros productos de primera necesidad hacia El Salvador, se convertía en carestía
y escasez para el pueblo hondureno. Como ejemplo, el periódico citaba el caso de la carne,
cuya carestía incrementó su precio a 60 centavos la libra.7

La carestía y la inflación predominaron en Honduras al iniciarse la década de 1950,


despertando preocupación entre las autoridades estatales. A mediados de 1950 el ministro
de Gobernación ordenó a los gobernadores y alcaldes que controlaran el aumento de los
precios y a los comerciantes que se enriquecían explotando los "lamentos de guerra mun-
dial". Durante la Segunda Guerra Mundial la economía hondurena fue afectada por la
especulación interna de productos como la gasolina, los neumáticos, el hierro, el cemento,
las pinturas y otros.8 Un año después, Leónidas Matamoros, dirigente obrero de Tegucigal-
pa, se quejaba porque "los artículos de primera necesidad suben de precio ilimitadamen-
te".9 En 1953 la especulación afectaba sobre todo los productos de consumo popular y su
obtención comenzaba a hacerse difícil; el precio de la carne de segunda clase se cotizaba en
los mercados a 80 y 90 centavos la libra, casi el doble de su precio habitual.10

A pesar de la inflación y del gradual incremento del costo de vida, los salarios en las
plantaciones bananeras permanecían congelados por lo menos desde fines de la década
de 1920. Charles Kepner, citando a Crowter, informaba que en 1929 las compañías
bananeras estaban pagando entre 1.50 y 2 dólares diarios a sus trabajadores en Hondu-
ras.11 En 1953 el salario de un "peón" hondureno era de un lempira con cincuenta centa-
vos diarios; por el contrario, el salario de los trabajadores de las plantaciones bananeras
duplicaba esa suma, pero no superaba el nivel impuesto por las fruteras en 1929.12

El levantamiento obrero de 1954, en consecuencia, no puede ser comprendido sino


como el estallido resultante de una larga acumulación de hechos yresentimientos,de vio-
lación de los derechos sociales de los trabajadores y de una negativa rotunda de la Tela
Railroad Company a reconocer a los trabajadores en la plenitud de sus derechos humanos,
6 El País, semanario de intereses generales, La Ceiba, 26 de junio, 1954, p. 1 («Lo que cuesta vivir»).
7 Voz Obrera, órgano del Comité Coordinador Obrero, Tegucigalpa, 25 de julio, 1953 («Condiciones de vida para el
pueblo son muy precarias»).
8 La Trompada, semanario joco-serio, Tegucigalpa, 18 de agosto, 1950, p. 4 («El ministro de Gobernación condena el
alza de precios hoy»).
9 La Antorcha, semanario independiente, Tegucigalpa, 20 de julio, 1951, p. 2 («Conceptos de un dirigente obrero»).
10 La Trompada, 31 de julio, 1953, p. 5 («La cola se alarga»).
11 Ch. KEPNER-, op. át., p. 126.
12 Voz Obrera, 25 de julio, 1953, p. 1 («Condiciones de vida para el pueblo son muy precarias»); y, R. MACCAMERON,
op.cit., p. 22.

137
sociales y laborales. Lo extraño de la huelga de 1954 no es que haya estallado en ese año,
con la fuerza y la decisión con que lo hizo, lo sorprendente es que no haya comenzado
veinte años atrás, como escribiera el periodista estadounidense Henry Wallace.13

2. El estallido de la huelga y sus grandes días

El 3 de mayo, todos los departamentos de trabajo y las fincas bananeras de la Tela


Railroad Company en la Division de El Progreso se encontraban en huelga. El movimiento
lo habían iniciado los departamentos de Construcción e Ingeniería y en poco tiempo se
extendió a los otros departamentos de la compañía. Los mensajeros de los huelguistas se
desplazaban velozmente hacia todos los campos bananeros y lograban la adhesión de
miles de trabajadores de las plantaciones. Los ferrocarriles, las comunicaciones terrestres,
aéreas y portuarias fueron cortadas y controladas casi inmediatamente por los huelguistas.
Las zonas "reservadas" de la compañía bananera quedaron bajo el control de los obreros
amotinados, lo mismo que la ciudad obrera de El Progreso, que en pocas horas cedió ante
la gigantesca masa declarada en huelga de "brazos caídos".

En Tela, un Comité de Huelga le comunicó a Harold von Wald, sub-gerente de la Divi-


sión de aquel Puerto, que los huelguistas eran "la ley y el gobierno".14 El corresponsal de
un diario de Tegucigalpa describía, sin ahorrar detalle alguno, lo que pudo presenciar en
aquella ciudad durante los primeros días del paro:

Anoche asistimos al mitin de los trabajadores en huelga. Ante una multitud


compacta y heterogénea, el orador de turno electrizaba los ánimos; con en-
cendida dialéctica y los puños epilépticos fustigaba a la bananera, y hacía
hincapié en la perspectiva de una futura Confederación de Trabajadores de
Honduras. Fueron leídas por el dogmático orador varias misivas, algunas
acompañadas de donaciones en dinero en efectivo y otras contentivas de
reclamos a la frutera. Una reveladora carta hacía la sugerencia de
sindicalizarse, la cual recibió muchos aplausos. La petición de ayuda formu-
lada por la viuda del señor Presentación Luque, quien pereció hace poco
tiempo bajo las ruedas de una locomotora, conmovió a la concurrencia allí
reunida; considerando la precaria situación de dicha señora con seis hijos, se
prometió prestarle apoyo en sus demandas a la compañía. Hablaron, ade-
más, varios elementos trabajadores, arengando a las masas campesinas y
alentándolas a seguir en su lucha reivindicadora. Los mítines tienen como
marco el amplio campo de fútbol del Club Deportivo Aduana de este Puer-
to. Hasta el momento todo se está desarrollando en completo orden y con
verdadero civismo. Es admirable la perfecta sincronización del movimiento
obrero. Se nota con simpatía la ausencia de borrachínes y vagos. Reina tran-

13 El Pueblo, 28 de jumo, 1954, pp. 1-4 («Acertado juicio sobre la huelga»). En este articulo Wallace señalaba, además,
que la United Fruit Company «ha tratado a sus trabajadores de acuerdo con las costumbres del país».
14 La Epoca, 6 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Ultima hora sobre la huelga»).

138
quilidad. Los huelguistas están recibiendo ayuda moral y material de dife-
rentes asociaciones y del comercio, cuentan además con varias cabezas de
ganado vacuno y porcino.1'

Un enviado especial de diario EÎ Día informaba que los "gringos" no salían de Tela
Nueva por "el temor de ser linchados". Por otra parte, señalaba que la solidaridad con la
huelga era evidente incluso en los niños, los cuales "dejan de comprar un dulce para ceder
dos centavos a favor de los huelguistas". En el Puerto se había organizado grupos de caza-
dores y pescadores que diariamente llegaban al campo Aduana con "buenas piezas" y
gran cantidad de pescado. Los campesinos de algunas posibilidades contribuían con cer-
dos, gallinas y otros alimentos.16

Desde Puerto Cortés se informó que aproximadamente 800 huelguistas de la localidad


celebraban dos asambleas diarias en el campo de fútbol y que todas las clases sociales les
ayudaban con dinero y provisiones. Como ocurrió en otros lugares donde tuvo lugar la
huelga, en Puerto Cortés "infinidad de mujeres porteñas se han hecho cargo voluntaria-
mente de las cocinas establecidas para preparar alimentos de los trabajadores".17

En La Lima, sede de la Gerencia General de la United Fruit Company, 16 departamentos


habían entrado en paro, estimulados por sus compañeros de la vecina ciudad de El Progre-
so. En opinión de algunos periodistas, las oficinas de la huelga estaban muy bien organi-
zadas, uno de ellos informaba que:

Cada sección de trabajo, Agricultura, Ferrocarriles, Mecánica, tiene su depar-


tamento especial. Funciona el secretariado, los archivos, Información y Co-
pias, Cruz Roja, Transporte y otros más. El servicio de comunicaciones dis-
pone de un número aproximado de doscientas bicicletas. Los dirigentes de
la huelga mantienen los servicios fundamentales del pueblo: brigadas sani-
tarias, ambulancias, lecherías y plantas que surten al hospital. La población
presenta un aspecto de limpieza y el orden se mantiene inalterable. Tampoco
se permite aquí el expendio de bebidas alcohólicas. (...). En un alto mástil de
bambú colocado en el centro de la plaza, flamean los colores nacionales,
poniendo en el aire un aletazo de emoción patriótica.18

15 El Día, 14 de mayo, 1954, p. 6


16 El Día, 21 de mayo, 1954, pp. 1-6 («Nuestro enviado especial nos dice...»).
17 El Día, 13 de mayo, 1954, ρ 6.
18 Prensa Libre, 24 de mayo, 1954, ρ 4 («Discrepancias internas están minando el frente de la huelga»), por Alejandro
Castro h). Véase, además. Orientación, San Pedro Sula, 12 de mayo, 1954, ρ 1. Los 16 departamentos en huelga eran:
Información, Archivo y Copia, Construcción, Ferrocarril, Medicinas, Materiales, Pintura, Agncultura, Eléctrica,
Banamna, Mecánica, Química, Mercaderías, Correspondencia y Censura, Caja, Pases y Correspondencia Privada y
Madera Buffalo. Esto da una idea clara de la forma en que la compañía había organizado la administración y la
producción bananera, una estructura que los obreros utilizaron para su beneficio durante la huelga, adaptándola
creadoramente a sus finalidades Los periodistas poco vinculados a la economía bananera o desconocedores de la
misma, no lograban explicar la gran capacidad organizativa desplegada por los trabajadores en el transcurso de la
huelga Más aún, para los enemigos públicos de la huelga esta capacidad de organización sólo podía atribuirse a la

139
La misma publicación informaba que en La Lima los trabajadores habían instalado en
el campo de juego Chula Vista un sistema de altoparlantes al que denominaban "Radio
Liberación", desde donde llamaban a los trabajadores a dirigir mensajes de lucha a sus
compañeros. El periodista Alejandro Castro h. describía con cierto asombro el estribillo
tantas veces repetido por los altoparlantes: "Radio Liberación es la estación más poderosa
del mundp. Su voz llega a todos los países. Se escucha en Europa, en China, en Moscú".19

El 17 de mayo los comités locales de huelga de las cinco divisiones de la Tela Railroad
Company constituyeron el Comité Central de Huelga (CCH) y lo instalaron en la ciudad de
El Progreso; lo proclamaron como la máxima autoridad del movimiento y el único orga-
nismo autorizado para representar a los trabajadores en las negociaciones con la empresa
bananera.

La Junta Directiva del Comité Central de Huelga quedó integrada por 15 miembros
que representaban proporcionalmente a las cinco divisiones de trabajo de la compañía, los
mismos fueron electos en asambleas populares en sus respectivas localidades. La distribu-
ción de los cargos al interior del Comité se hizo de la manera siguiente: César Augusto
Coto, secretario general; Juan Bautista Canales, secretario de organización; Francisco Ríos,
secretario de finanzas; Marcos Santos, secretario de prensa y propaganda; Guillermo Ro-
sales, secretario de actas y acuerdos; Gabriel David, Augusto Castañeda, Manuel Sierra,
José Vásquez, Adán Posas, Cruz Meléndez, Ernesto Pérez, Angel M. Domínguez, Antonio
Rivas y Gregorio Ferrera, secretarios adjuntos.20 De esta lista, siete eran miembros del re-
cién creado Partido Comunista de Honduras 21 y ocupaban los cargos más importantes,
excepto la secretaría de Actas y Acuerdos. Otros tres comunistas ocupaban cargos como
secretarios adjuntos: Gabriel David, Augusto Castañeda y Manuel Sierra. Los otros inte-
grantes del Comité, con excepción de Guillermo Rosales, eran miembros o simpatizantes
del Partido Democrático Revolucionario Hondureno (PDRH).

presencia de «agitadores extranjeros», de «expertos» enviados desde Guatemala por el gobierno de Jacobo Arbenz,
o simplemente de «cerebros ocultos» que manipulaban solapadamente a la masa de huelguistas Algunas de estas
fantásticas versiones sobre personajes ocultos aparecen en Él Día, 4 de junio, 1954, pp 1-6 («Aspectos sugestivos y
pintorescos de la huelga » En esta nota, su autor, el periodista Juan Ramón Ardón, afirmaba que escuchó rumores
acerca de un poderoso personaje que se movía dentro de la huelga, conocido únicamente de tres o cuatro miembros
del Comité Central de Huelga, al que llamaban «Jefe» o «Juan» y al que se le consultaban asuntos de importancia
para la huelga Con él, los huelguistas elegidos se habrían reunido a la medianoche de los días miércoles, sábados
y domingos de cada semana en la ciudad de El Progreso En el mismo sentido véase. La Epoca, 22 de mayo, 1954, pp.
1-4 («La huelga sigue su curso sin perspectiva de ser conjurada»)
19 Prensa Libre, 24 de mayo, 1954, p. 4 («Discrepancias internas están minando el frente de la huelga», por Alejandro
Castro h).
20 El Día, 21 de mayo, 1954, p. 1 («Secretano de prensa y propaganda del comité de huelga es de nacionalidad guate-
malteca»).
21 El Partido Comunista de Honduras fue fundado el 10 de abnl de 1954 en la ciudad de San Pedro Sula, como resul-
tado de una escisión en el Partido Democrático Revolucionario Hondureno (PDRH) Sus fundadores fueron
Rigoberto Padilla Rush, Dionisio Ramos Bejarano, Julio Rivera y Gabriel David, entre otros Cuando le pregunté a
don Julio Rivera quienes de los miembros del Comité Central de Huelga eran militantes del Partido Comunista, me
contestó «mejor pregúnteme quienes no eran miembros de ese partido».

240
Una semana antes de la constitución del Comité Central de Huelga, el 11 de mayo, un
comité provisional de huelga con sede en la ciudad de Tela había presentado a las autori-
dades de la empresa un pliego de peticiones de 30 puntos, que recogía las demandas de
los trabajadores de las cinco divisiones de la Tela Railroad Company y que quedaba expuesto
a la negociación entre ambas partes. El documento referido reunía varias características
singulares, que lo diferenciaban claramente de los ya presentados en ocasiones anteriores
por los trabajadores bananeros de la Costa Atlántica, tanto a las autoridades de la United
Fruit Company como de la Standard Fruit Company. Entre esas características se deben
mencionar las siguientes:

a) Reunía las demandas de los trabajadores de todas las divisiones y departamentos de la


Tela Railroad Company, unificando sus peticiones y dándole potestad a un organismo
único para su negociación.

b) Reivindicaba la aplicación y el respeto del Derecho Internacional por parte del Estado
hondureno al invocar, en la introducción del petitorio, la Declaración Universal de
Derechos Humanos y la Carta de Garantías Sociales firmada en Bogotá, Colombia, en
1948, y de la cual el gobierno hondureno era signatario, pero que aún no la había inte-
grado a su legislación. Ambos documentos le concedían a los trabajadores derechos
inalienables, por largo tiempo exigidos por el movimiento obrero hondureno.

c) El pliego de peticiones enfatizaba en demandas de carácter salarial, debido al alza del


costo de vida, la devaluación de la moneda nacional, el congelamiento y disminución
de los salarios y la consiguiente pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. Al
mismo tiempo abarcaba una amplia gama de temas respecto al mejoramiento general
de las condiciones de vida de los trabajadores bananeros, en temas vitales como salud,
educación, vivienda, higiene y condiciones de trabajo. El respeto a la dignidad humana
de los trabajadores y la minimización de las condiciones de explotación quedaban re-
cogidas de esta manera en el contenido de los 30 puntos del pliego de peticiones. Estos
eran los siguientes:

1. a) Aumento sustancial en los salarios de los empleados y trabajadores,


acondicionado al costo de la vida actual, según tabla adjunta;
b) Abolición del trabajo por contrato, a excepción de los trabajadores ex-
clusivamente agrícolas del departamento de agricultura, para el cual
se adjunta una tabla especial.
c) Pago directo por la compañía y no por intermedio de los patronos a la
servidumbre asignada a los empleados; con un sueldo de 60 lempiras
las cocineras; 50 lempiras las lavanderas y 100 lempiras a los sirvien-
tes de patio, con comida y vivienda.
d) Empleados por hora: Muelles: aumento del salario en un 50 por cien-
to de día en tiempo regular de ocho horas y pago doble en tiempo ex-
tra sobre ocho horas; aumento de salario en un 50 por ciento en hern-

ial
po regular de 6 horas de noche y pago doble en tiempo extra. A los
empleados del muelle les será reconocido el tiempo desde el momen-
to en que sean distribuidos los boletos de identificación.
2. a) Que sean mejorados los servicios de hospital y dispensarios en todas
formas, estos últimos servidos por médicos graduados y que en los
primeros haya un médico de turno durante la noche.
b) Los empleados contribuirán al sostenimiento del hospital con el 2 por
ciento de su sueldo, sin límites; teniendo servicios gratuitos para ellos
y sus familiares: padres, cónyuges e hijos.
c) En caso de que la compañía, por cualquier motivo le sea imposible
tratar a un empleado o trabajador en sus hospitales, debe reconocerle
los gastos de su tratamiento.
d) La servidumbre asignada a los empleados recibirá los servicios médi-
cos en la misma forma que el resto de los empleados o trabajadores.
3. Sueldo corrido en caso de enfermedad para los trabajadores por hora.
4. Pago semanal del salario.
5. Abolición de los despidos sin causa justa y previamente comprobada.
6. Jornada máxima diurna de ocho horas y doble pago por las horas extras,
tanto para los empleados mensuales como para los por hora.
7. Jornada máxima nocturna de 6 horas, y doble pago por las horas extras,
tanto para los empleados mensuales como para los por hora.
8. Vacaciones de 15 días al año con goce de sueldo para los empleados que
devengan menos de 200 lempiras en el mes y de 30 días a quienes
devengan más de 200 lempiras, ya sean ambos empleados por mes o por
hora y que tengan por lo menos un año de servicio.
9. Transporte ferroviario gratuito a los trabajadores, empleados y familia-
res, cada vez que lo soliciten.
10. La compañía proveerá los implementos necesarios a los trabajadores
para el desempeño de sus respectivas labores.
11. Salario igual por trabajo igual.
12. Trato justo para todos los trabajadores.
13. Bonificaciones para todos los trabajadores sin excepción, en junio y di-
ciembre.
14. a) Mejoramiento de la alimentación en los muelles, debiendo construir-
se para su distribución comedores apropiados e higiénicos.
b) Conceder una hora de paro retribuida para tomar sus alimentos.
c) Reconocer los paros en el trabajo de cualquier índole que no sean cau-
sados por el trabajador.
d) Reconocimiento del tiempo después de cinco minutos trabajados,
como media hora, y 35 minutos como hora entera.
e) Uniformidad de salarios para vigilantes, jornaleros de la aduana y
trabajos misceláneos que sean pagados en planillas del muelle.

142
f) Jubilar a todo muellero que llegue a la edad de 50 años por ser un tra-
bajo completamente agotador, debido al exceso de labores nocturnas,
y que tenga cuando menos 5 años de trabajo.
15. A los empleados de hoteles y hospitales que se les retribuya el valor de
los alimentos para tomarlos fuera de dichas dependencias, sobre la base
de un cálculo de 60 lempiras por persona.
16. A los trabajadores de las lavanderías que se les ponga como empleados
mensuales.
17. Que no se niegue permiso bajo constancia a ningún empleado o trabaja-
dor cuando éste lo solicite por causa justificada o por fuerza mayor.
18. Reconocer gastos de comida de primera clase a todos los empleados y
trabajadores que salgan de su residencia en el ejercicio de sus labores.
Control estricto de los vales de comida, ya que muchos "vouchers" salen
recortados. Reconocimiento de un vale extra en trabajo nocturno.
19. Reconocimiento de la semana de 44 horas para empleados mensuales.
Que se principien las labores en los talleres a las 6:30 a.m. y en las ofici-
nas a las 7 a.m.
20. Las cocineras y lavanderas recibirán gratuitamente su alimentación en
las casas donde prestan sus servicios y no se les cobrará por trastos o
utensilios extraviados o destruidos.
21. Abolición de la obligación de comer donde los capataces.
22. Que todos los empleados sean considerados como tales, al momento de
su hospitalización, sin discriminación de raza.
23. La compañía proporcionará a los trabajadores los equipos necesarios
para la protección de su salud tales como: caretas, guantes, gafas, capo-
tes, y otros.
24. Vivienda higiénica para todos los trabajadores que carezcan de ella.
25. Enseñanza primaria completamente laica y gratuita para todos los hijos
de los empleados y trabajadores y que en las escuelas rurales cada profe-
sora trabaje con dos grados como máximo. Los útiles que se suministren
a los niños deben ser obsequiados y no prestados como hasta ahora.
26. Asignarle cocinera y mantenimiento de casa a los empleados que
devenguen sueldo de 200 en adelante y que sean casados.
27. Garantizar que no habrá por parte de la empresa, destituciones ni proce-
sos de ninguna especie, para los dirigentes, trabajadores y personas en-
vueltas en este movimiento huelguístico. Restituir en sus labores a quie-
nes hayan sido despedidos por esta causa.
28. Pago completo de sus salarios a todos los trabajadores, durante el tiempo
comprendido desde el día en que principió la huelga hasta el día en que
se reanuden las labores.
29. Habrá un Comité Central Ejecutivo dependiente de nuestras organiza-
ciones de trabajadores para velar por el cumplimiento de los puntos de
esta petición.
143
30. La resolución para poner término a la presente huelga se espera en la ciu-
dad de El Progreso.22

El Comité Central de Huelga (CCH), que asumió sus funciones el 17 de mayo, elaboró
una propuesta adicional de siete puntos "previos a cualquier negociación", lo que impedi-
ría el inicio de las negociaciones durante algunos días y le proporcionaría a la compañía
una excusa valiosa para calificar a los miembros del CCH como "intransigentes" y enemi-
gos de cualquier negociación inmediata con los ejecutivos de la empresa. Algunas de las
propuestas adicionales hechas por los dirigentes del CCH iban más allá de lo estrictamen-
te negociable con la compañía, porque implicaban una negociación previa y por separado
con el gobierno central. Incluir en la negociación problemas que estaban fuera del alcance
de los representantes de la empresa, como la liberación de algunos organizadores del
movimiento obrero fuera de las plantaciones de la Tela Railroad Company, condenaba el
inicio de las pláticas con esta compañía a un punto de estancamiento, lo que más tarde
trajo consecuencias negativas para los principales dirigentes del Comité Central de Huelga
y permitió que el gobierno los acusara de pertenecer a un movimiento político que se ex-
tendía por todo el país con finalidades subversivas. Los siete puntos en mención eran los
siguientes:

1. Que la compañía efectúe el pago inmediato de todos los salarios reteni-


dos a los trabajadores, en los distintos lugares donde ellos se encuentren
reunidos por las circunstancias de la huelga: La Lima, Puerto Cortés,
Tela, El Progreso y Batán, cursándonos el aviso correspondiente de día y
hora en que se efectuarán los pagos.
2. Que el gobierno ponga en libertad incondicional a todas las personas que
por colaborar o participar en nuestra lucha hayan sido encarceladas.
Casos concretos: Efraín Garay y demás compañeros del sector de La
Ceiba y de Olanchito; Martín Bonilla, Antonio Fajardo y demás compa-
ñeros de Puerto Cortés; Gustavo Andara Bulnes, Emilio Sánchez
Guevara y demás compañeros de Tegucigalpa.
3. Que las autoridades cesen en las intimidaciones y persecuciones a parti-
cipantes y colaboradores de nuestra huelga en todo el país.
4. Que el gobierno retire todas las fuerzas militares a la mayor brevedad
posible, de la custodia de los bienes de la empresa porque el Comité Cen-
tral de Huelga, máxima autoridad del movimiento de huelga, se encarga-
rá de su custodia y protección mientras dura nuestro actual movimiento.
5. Que para facilitar los trabajos preparatorios a la negociación que está lle-
vando a cabo el Comité Central de Huelga, la empresa ponga a su dispo-
sición todos los medios necesarios de transporte.
22 El pliego de peticiones está firmado por los delegados de Puerto Cortés- Juan Bautista Canales; La Lima: César
Augusto Coto, El Progreso: S. Lilio Pineda M, Tela Luis B. Yánez. El mismo documento contenía una tabla con los
porcentajes de los incrementos salariales solicitados Es preciso señalar que la demanda para la libre sindicalización
no está contemplada expresamente en estos 30 puntos, excepto por lo dicho en el punto 29. Véase: El Día, 16 de
mayo, 1954, pp. 1-4 («Peticiones de los huelguistas al gerente general de la United»).
144
6. Que el señor ministro de Gobernación y Justicia, general J. Antonio
Inestroza, en su participación limitada como mediador en representación
del gobierno, se abstenga de usar un lenguaje indebido para mediar y de
hacer amenazas fuera de lugar, cuando participa en las pláticas de nego-
ciación.
7. Que las negociaciones deben ser entre la empresa Tela Railroad
Company y el Comité Central de Huelga, en representación de los traba-
jadores, observándose el debido respeto en las discusiones por ambas
partes.23

3. La posición de la compañía bananera

Lo más significativo en la conducta observada por los jefes de la Tela Railroad Company,
en el transcurso de la huelga, fue su intransigencia y la escasa o nula voluntad de sus ad-
ministradores para llegar a un acuerdo inmediato con el Comité Central de Huelga. El
presupuesto básico de la gerencia de la Tela Railroad Company era que la prolongación del
conflicto aseguraba su triunfo, venciendo a los trabajadores por hambre, sin tener que lle-
gar necesariamente a un proceso de negociaciones que significara el reconocimiento de las
demandas presentadas por los trabajadores y de sus organizaciones. Este presupuesto
dividiría la estrategia de la bananera para ganar el conflicto en dos etapas claramente di-
ferenciadas.

La primera fue puesta en práctica en las semanas previas al inicio de las negociaciones
con el Comité Central de Huelga. La postura de la compañía, desde el 7 de mayo, fue la
de pedir a los trabajadores un mes de plazo para que los ejecutivos de la United Fruit
Company en Boston estudiaran el pliego de peticiones y contestaran adecuadamente a sus
demandas.24

La bananera estableció como condición previa a la negociación el retorno de los traba-


jadores a sus faenas, con lo cual pretendía ganar tiempo y salir victoriosa del conflicto, sin
hacer ninguna concesión a los huelguistas. De hecho, la compañía no dio ningún paso
para iniciar las negociaciones antes del plazo solicitado. Mientras transcurría ese lapso, la
compañía inició una intensa campaña propagandística que se proponía desacreditar a los
dirigentes del CCH a través del rumor, la calumnia y la sospecha lanzada sobre su filiación
política, la nacionalidad de algunos de sus miembros o su disposición para negociar con la
empresa. Pocos días después de la constitución del Comité Central de Huelga en la ciudad
de El Progreso, la compañía lo acusó de ser el culpable de que no se iniciaran las negocia-
ciones.25
23 La carta estaba firmada por todos los miembros del Comité Central de Huelga, incluyendo los secretarios adjuntos
del mismo. Véase: E/ Día, 21 de mayo, 1954, pp. 1-6 («Carta enviada por el Comité Central de Huelga de los traba-
jadores de la Tela al señor ministro de Gobernación»). Véase igualmente: Revolución, 22 de mayo, 1954, p. 3.
24 Prensa Libre, 10 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Hojas sueltas»).
25 Se dijo que Marcos Santos, secretario de prensa y propaganda del CCH era guatemalteco, con la connotación que
aquello significaba en 1954. Véase: El Día, 21 de mayo, 1954, p. 1 («Secretario de prensa y propaganda del comité de
huelga es de nacionalidad guatemalteca»).

145
Precio de los productos de consumo popular en 1927 y 1954
(en Lempiras)

PRODUCTO 1927 1954

libra de café 0.50 1.80


libra de azúcar 0.10 0.20
libra de manteca 0.50 0.70
libra de carne de res 0.25 0.50
libra de arroz 0.14 0.28
libra de sal 0.06 0.10
arroba de maíz 0.75 1.25
camisas de trabajo 1.00 2.80
pantalones de trabajo 2.00 4.50

Fuente: El Social, semanano informativo, El Progreso, 30


de junio, 1954, p. 1.

Esta campaña lanzada contra el CCH tenía el propósito de convencer a la opinión pú-
blica de que la compañía estaba en la mejor disposición de negociar, pero que los dirigen-
tes de la huelga se mantenían intransigentes porque estaban interesados en prolongar el
conflicto. Para difundir esta versión, la compañía utilizó extensamente los servicios de su
departamento de Relaciones Públicas, dirigido por los periodistas Vicente Machado Valle
y Enrique Gómez.26

Desde ese departamento, que también tenía una oficina en Tegucigalpa, la compañía
acaparó los espacios de los principales diarios del país, que publicaban íntegramente los
extensos comunicados de la compañía. Estos informaban, además, de los acontecimientos
en otras empresas e industrias en paro, con lo cual la empresa bananera intentaba demos-
trar que el problema no era exclusivo de la Tela Railroad Company, sino de la economía hon-
durena en general.

Miles de esos comunicados fueron lanzados sobre los huelguistas por los aviones de la
empresa bananera, con los que la compañía se proponía dividir a los huelguistas y con-
vencerlos de que estaban siendo mal dirigidos por sus líderes o que debían animarse a
negociar directamente con la compañía, apartando del camino a los dirigentes intermedia-

26 El departamento de Relaciones Públicas de la Tela Railroad Company publicaba, casi diariamente, boletines de
prensa en todos los díanos de Tegucigalpa {El Día, La Epoca, Prensa Libre, El Cronista y El Pueblo) y en algunos sema-
narios de San Pedro Sula Muchas veces publicaba informaciones en espacios pagados de página completa en los
periódicos mencionados, tales informaciones también se reproducían a través de miles de «hojas sueltas», que eran
lanzadas por los aviones de la Frutera sobre los principales centros de concentración de la huelga. Muchas veces
estos boletines de prensa también proporcionaban informaciones sobre el estallido de huelgas en otras empresas del
país, que eran utilizados como fuente en diversos medios de comunicación.

146
rios. En algunas ocasiones, pelotones de huelguistas se dedicaron a recoger y destruir la
propaganda aérea de la compañía. En esta etapa la Tela Railroad Company también realizó
algunos intentos de sabotaje contra sus propias instalaciones, con el objeto de culpar de
tales acciones a los huelguistas.27 A esta etapa corresponden, asimismo, las míticas histo-
rias sobre personajes y "cerebros ocultos" que han sido comentadas en otro lugar.

No obstante lo anterior, la United Fruit Company no alcanzó plenamente ninguno de sus


objetivos. La prolongación del conflicto durante el mes de mayo no logró disuadir por
hambre a los trabajadores en huelga, y los intentos de sabotaje no hicieron sino fortalecer
la capacidad deresistenciade los huelguistas frente a una empresa que se comportaba con
actitudes excesivamente agresivas. La expresión tantas vecesrepetidapor los trabajadores
en sus mítines diarios ilustra su estado de ánimo en aquellas circunstancias: "¡Que se siga
la huelga!". El enviado de un periódico de Tegucigalpa en el Puerto de Tela describía la
situación en términos similares: "los trabajadores se ven hondamente preocupados, pero
se pertrechan en una inquebrantable decisión de resistir. Su lucha no es nada fácil".28

La segunda etapa de la estrategia de lucha diseñada por la Tela Railroad Company contra
sus trabajadores, comenzó con las negociaciones que se iniciaron el 28 de mayo en la ciu-
dad de San Pedro Sula, bajo el auspicio de la Comisión Mediadora nombrada por el go-
bierno. Las pláticas duraron apenas tres días, terminando con la negativa de la empresa a
seguir negociando con los líderes del Comité Central de Huelga, a los que ella consideraba
"intransigentes" y carentes de representatividad efectiva para concluir acuerdos con la
empresa.29

La justificación para romper las pláticas la encontró la compañía en uno de los siete
puntos adicionales presentados por el Comité Central de Huelga, como hemos señalado
anteriormente. El CCH había solicitado el pago de los días trabajados antes de la huelga,
a lo cual la compañía accedía, a condición de que el CCH autorizara la circulación de un
"tren pagador" que cumpliera con tal cometido en todos los campos bananeros. Lo mismo
debía hacerse respecto a la distribución de alimentos en los comisariatos de la compañía,
la cual sería realizada por un tren dos o tres veces a la semana, hasta que se firmara un
acuerdo definitivo entre ambas partes.

La propuesta de la compañía era aparentemente inofensiva y contribuía a solucionar


una de las demandas adicionales del CCH; los dirigentes de éste, sinrechazarla propuesta
27 Un dirigente de El Progreso fue interrogado sobre la veracidad de la información que señalaba a la compañía como
culpable de haber intentado envenenar el agua que los huelguistas consumían, él contestó que la Tela Railroad
Company había tenido esa intención, pero que los trabajadores habían lavado las pilas y que nombraron una comi-
sión para cuidarlas. La compañía también fue acusada de haber querido introducir ciertas cantidades de aguardien-
te, pero los huelguistas las rechazaron «demostrando así su alto civismo». Véase. Revolución, 15 de mayo, 1954, p. 8
(«Información de la formidable huelga de trabajadores .»)•
28 Prensa Libre, 21 de mayo, 1954, ρ 1 («Comité de la huelga de Tela mantiene inflexible todos sus puntos de vista»).
29 Véase: Orientación, 1 de jumo, 1954, pp 1-4 («Pláticas solución huelga tienen completo fracaso»), y £1 Social, 31 de
mayo, 1954, ρ 1 («La huelga sigue sin solución») Este último extracta un comunicado del Comité Central de Huel-
ga, en donde éste expresa los porqués de la ruptura de las negociaciones por parte de la Umted Fruit Company

147
de la empresa, decidieron ir a El Progreso para consultar la opinión de los huelguistas. Los
trabajadores se opusieron rotundamente, señalando que con esa medida se rompería la
huelga al deber autorizar la movilización de muchos trabajadores ferroviarios y adminis-
trativos. Al día siguiente, al transmitir los dirigentes del CCH aquella respuesta a los re-
presentantes empresariales, las negociaciones quedaron rotas y la compañía acusó a los
dirigentes de la huelga de no ser representantes "auténticos" de los trabajadores, porque
no habían sido capaces de tomar aquella decisión sin una consulta previa con sus bases.

Mientras las negociaciones se llevaban a cabo, la compañía y sus funcionarios desple-


gaban una intensa labor divisionista entre los huelguistas. El flanco más débil del frente
huelguista lo constituía el Comité Local de Huelga de La Lima, sede de la gerencia de la
bananera. En ese lugar, los comunistas y el PDRH no habían logrado ninguna representa-
ción en el organismo dirigente de la huelga, el cual estaba casi enteramente en manos de
un maestro de escuela primaria y de algunos antiguos amigos de la United Fruit Company.
Las discrepancias entre estos dirigentes y el Comité Central de Huelga eran previsibles y
la compañía las aprovechó, incluso antes de iniciar las negociaciones.

Manuel de Jesús Valencia, joven de 26 años, maestro de enseñanza primaria y miembro


o simpatizante del Partido Nacional, era el secretario general del Comité de Huelga de La
Lima y el adversario más popular de los comunistas en la zona bananera. Apareció casual-
mente en la huelga, resentido con la United Fruit Company porque meses atrás lo había
sancionado por actos de corrupción cometidos en la escuela donde trabajaba.30 A él recurri-
ría la gerencia de la compañía para provocar la ruptura de la unidad forjada por el CCH
entre los trabajadores de la Tela Railroad Company al calor de la huelga.

En poco tiempo Valencia logró ganarse la confianza de los trabajadores a través de los
mensajes que les dirigía diariamente desde los micrófonos de "Radio Liberación", en los
cuales utilizaba un lenguaje populista llamando a los trabajadores, en tono paternal,
"camisudos", "percudidos" y "hediondos". 31 La autoridad y la popularidad de Valencia
entre los trabajadores de La Lima eran innegables y su liderazgo le permitía tomar decisio-

30 El maestro de educación primaria, Longino Becerra, colega de Valencia en la Escuela Esteban Guardiola de La Lima
en 1954, me relató que Valencia fue sancionado por la compañía bananera en vista que había utilizado la caja de
ahorros de sus alumnos para fines personales. Sostiene, además, que Valencia era un maestro indisciplinado y con
una fuerte tendencia al alcoholismo y el resentimiento. Una vez que la huelga concluyó, Manuel de Jesús Valencia
desapareció de La Lima, para regresar el año siguiente acompañado por un grupo de desertores de la Escuela Mi-
litar «Francisco Morazán», con quienes se dedicó al vandalismo y el robo en las propiedades de la bananera. En
septiembre de 1955, un comunicado oficial informó que Valencia, Walter Wilkis Paz, Francisco y Adalberto Torres,
René Mejía, Wafredo Castellón, Sumba Galeas y Ranulfo Romero asaltaron un pequeño resguardo militar cerca de
La Lima, matando a un soldado e hiriendo a dos más, tras lo cual se fugaron. Véase. E/ Día, 7 de septiembre, 1955,
pp 1-8 («Grupo de individuos asaltó un resguardo el 5 en La Lima»). Dos días más tarde, Valencia y sus compañe-
ros fueron localizados en las montañas al norte de El Progreso. El comandante militar de La Lima, Eduardo
Galeano, informó al Jefe de Estado que sus tropas habían hecho contacto con el grupo de asaltantes y que Valencia
había resultado muerto en el enfrentamiento El comandante aseguró haber capturado 5 nfles Enfield 7 62,30 fusiles
M-l y cartuchos de calibre 45. Véase: El Día, 9 de septiembre, 1955, pp. 1-8 («Valencia y sus hombres localizados en
las montañas de Progreso»). En ambas notas se reproducen los comunicados oficiales respectivos.
31 £/ Chilío, 17 de julio, 1954, pp. 6-7 («Por último sobre la huelga de la Costa Norte»).

148
nes con independencia de los otros integrantes del comité que presidía. Un periódico de
Tegucigalpa decía de Valencia:

Los trabajadores de La Lima lo consideran líder indiscutible. Sus órdenes


son cumplidas al pie de la letra. (...) A un gesto suyo, los altoparlantes se
apagan. Veteranos de las fincas, hombres curtidos en todas las penalidades
del trabajo, obedecen ciegamente a este modesto maestro de escuela prima-
ria. Se le hace objeto de una vigilancia constante, para librarlo de cualquier
agresión. Lo mismo cuando transita que cuando duerme, sus hombres lo
rodean en una valla cerrada. Aquí estamos viviendo en un mundo aparte y
desconocido.32

La facilidad de palabra y la capacidad de algunos líderes para dirigirse a miles de per-


sonas desde una tribuna pública, durante un lapso considerable de tiempo, despertaba en
los trabajadores una fascinación y un atractivo ante el cual se rendían. El que pasaba la
prueba de expresión oral en la tribuna se ganaba enteramente la confianza de los huelguis-
tas, y éstos lo seguían casi irreflexivamente. Este fenómeno se observó no sólo en el caso de
Valencia, también el comunista Francisco Cardona Casaña logró despertar la misma fasci-
nación entre los obreros del puerto de Tela, donde fue motejado con el sobrenombre de "el
orador popular". A fines de mayo, Cardona Casaña se trasladó a La Lima y tuvo éxitos
similares, pero cuando quiso desafiar el liderazgo de Valencia, éste hizo que lo capturaran
y Cardona tuvo que pasar el resto de la huelga en la Penitenciaría Central.33

Los dos líderes de La Lima, Manuel de Jesús Valencia y César Augusto Coto, el uno
presidiendo a los trabajadores de su localidad y el otro al frente del Comité Central de
Huelga, terminarían enfrentándose y abrirían en el movimiento huelguístico "una fisura
que amenaza con convertirse en grieta irremediable". La lucha entre el comité de La Lima
y el Comité Central de Huelga era descrita por un periodista como una guerra "de altas
temperaturas". El mismo describía a los contendientes principales de esa lucha:

Dos son los campeones que se miden en esta batalla sorda e inquietante del
frente laboral: Manuel de Jesús Valencia y César Augusto Coto. Ninguno de
los dos llega a los treinta años, pero son los comandantes de dos disciplina-
dos ejércitos cuyos efectivos suman millares de hombres. Es un espectáculo
fantástico contemplar en acción a estos caudillos imberbes, que de la noche
a la mañana han surgido del anonimato para apoderarse de los destinos del
país en un amplio sector del territorio hondureno. Porque no cabe duda que

32 Prensa Libre, 24 de mayo, 1954, p. 4 («Discrepancias internas están minando el frente de la huelga», por Alejandro
Castro h.).
33 Valencia declaró que Cardona Casaña «quiso dar un golpe de sorpresa. Por medio de los micrófonos incitó al pueblo
en contra mía. Yo lo desenmascaré. El pueblo quería lincharlo, pero yo dispuse entregarlo a las autoridades. Le
encontramos, escondidos en los zapatos, papeles comprometedores de carácter comunista...». Véase: Prensa Libre, 24
de mayo, 1954, p. 4 («Discrepancias internas están minando el frente de la huelga», por Alejandro Castro h.).

149
pese a las normas de disciplina y contención que se ha impuesto a si misma,
la huelga es todopoderosa en estos lugares.34

En una entrevista con periodistas de Tegucigalpa, Valencia sostuvo que la disputa se


había producido porque el Comité Central de Huelga intentó destituirlo de su puesto el 20
de mayo, para lo cual el CCH había enviado a La Lima a 14 de sus miembros "que se fue-
ron directamente a los micrófonos y leyeron la nómina de un nuevo comité de huelga para
La Lima". Al mismo tiempo señaló que él había refutado todos los cargos vertidos en su
contra y que "el pueblo se puso de mi parte y me mantuvo en el puesto". Desde ese mo-
mento, Valencia se declaró en rebeldía contra las autoridades del Comité Central de Huel-
ga y dijo que no reconocería su autoridad suprema ni respaldaría sus decisiones, mientras
no le parecieran convenientes. Cuando se le interrogó sobre los actos que le censuraba al
CCH, respondió que ese organismo estaba influenciado por los "extremistas" que estaban
"envenenando al pueblo". Dijo, además, que Juan B. Canales, secretario de organización
del CCH, era un "izquierdista reconocido", agregando que la mayoría de los huelguistas
estaban descontentos con los dirigentes de El Progreso, porque eran "arbitrarios". Otra de
las quejas de Valencia era que el 21 de mayo había enviado 4 observadores y un asesor a El
Progreso, para que intervinieran en las pláticas iniciadas entre la Comisión Mediadora del
gobierno y el CCH, pero que todos habían sido rechazados por éste. Por otra parte, afirmó
que los puntos previos a la negociación presentados por el CCH "eran cosas de Progreso",
porque a La Lima no se le había consultado nada al respecto. Durante la entrevista, Valen-
cia trató de delimitar la frontera ideológica entre los huelguistas de La Lima y los de El
Progreso, afirmando que:

El movimiento de La Lima es netamente hondureñista. Pero yo creo que en


Progreso hay instructores secretos que dan las consignas para la acción in-
mediata. Las autoridades saben algo de esto. Nosotros, en La Lima, no nece-
sitamos ni pedimos ayudas extrañas. Yo no he estado nunca en Guatemala
(...) Luchamos porque se nos haga justicia, pero no somos extremistas.35

El líder del Comité Central de Huelga, César Augusto Coto, era también de La Lima,
pero se encontraba en una posición ideológica opuesta a la de Valencia. Coto era miembro
del Partido Comunista. Un periodista lo describía, físicamente, como un hombre de rasgos
finos, con más apariencia de un intelectual que de un obrero, nada extraño si considera-
mos que, antes de ser obrero ferroviario en la Tela Railroad Company, César Augusto Coto
había pasado por las aulas del Seminario Mayor de Tegucigalpa, aunque nunca llegó a ser
sacerdote. El periodista Alejandro Castro h. decía del líder del Comité Central de Huelga:

34 Prensa Libre, 24 de mayo, 1954, p. 4 («Discrepancias internas están minando el frente de la huelga», por Alejandro
Castro h.).
35 El periodista observa que durante la entrevista que sostuvo con el líder de La Lima, éste «habló por todos...con
absoluta autoridad, los demás se mantuvieron a prudente distancia». Prensa Ubre, 24 de mayo, 1954, p. 4 («Discre-
pancias internas están minando el frente de la huelga», por Alejandro Castro h.).

250
En los ojos de César Augusto Coto se cree percibir a veces una chispa de fa-
natismo. Pero no del fanatismo que ha encendido hogueras para destruir el
pensamiento, sino del que tiene la virtud de mover montañas.36

Los líderes del Comité Central de Huelga desvirtuaron ante los periodistas de Teguci-
galpa los cargos que contra ellos había hecho Manuel de Jesús Valencia en La Lima. Recha-
zaron enérgicamente cualquier injerencia del comunismo en el movimiento huelguístico
de la Costa Norte, y afirmaron que la huelga era "una pura reivindicación económica de
los trabajadores hondurenos", que se realizaba pacífica y ordenadamente. Respecto a la
propuesta de siete puntos previos a la negociación, hecha por el CCH, los dirigentes dije-
ron que habían tomado esa decisión porque "al principio se procedió contra nosotros con
dureza. Hubo despliegue de bayonetas y el ministro Inestroza nos maltrató de palabra. No
queremos la intervención de la autoridad militar en este asunto".

La disputa con Valencia era vista por el CCH desde una perspectiva completamente
opuesta a la de La Lima. El secretario de organización del Comité Central de Huelga, Juan
B. Canales, dijo al respecto:

Valencia se ha declarado en rebeldía. Valencia está minando y saboteando el


movimiento de huelga. Valencia ha usurpado el puesto de secretario general
en la Lima y ya no representa la opinión de los trabajadores de aquel sector.
Valencia no atiende las resoluciones del Comité Central, al contrario de lo
que hacen los dirigentes de las demás Divisiones, que están con nosotros.
Valencia está solo. Lo hemos invitado a venir a Progreso para arreglar nues-
tras diferencias, pero no quiere venir.

El mismo dirigente aceptó que el CCH había ordenado la detención de un tren del
Ferrocarril Nacional "porque sabíamos que Valencia trataba de iniciar una marcha de fuer-
tes grupos de La Lima sobre Puerto Cortés, para controlar la dirección de la huelga en
aquella zona. En vista de eso, la estrategia huelguística nos aconsejaba cortarle el camino
y eso fue lo que decidimos. Pero la orden fue reconsiderada y el Ferrocarril Nacional no ha
tenido más dificultades con los huelguistas". Al ser interrogados sobre las prevenciones
que habían recibido los periodistas en La Lima, para que no visitaran la ciudad de El Pro-
greso, los entrevistados sostuvieron que "los estudiantes Rosales Abella y Buda Fonseca
también están saboteando la huelga... con ello quieren pagar los festines que les ha puesto
Valencia...".37
36 Prensa Libre, 26 de mayo, 1954, p. 1 («Nuevo capítulo en la historia nacional se força en Progreso», por Alejandro
Castro h ). El periodista relata que en La Lima hubo ила presión velada para que los corresponsales de prensa no
fueran a la ciudad de El Progreso Asimismo, refino que el estudiante universitario de Tegucigalpa, Rodolfo Rosales
Abella, quien se encontraba en La Lima al frente de ила comisión de la Federación de Estudiantes Universitarios
(FEUH), le dijo a la delegación de periodistas que visitaba a los huelguistas: «,Piénselo bien antes de ir! ¡Tengan
cuidado' Palabras que sonaban un poco térricas»
37 Prensa Libre, 26 de mayo, 1954, ρ 1 («Nuevo capitulo en la histona nacional se força en Progreso», por Alejandro
Castro h.) En una conversación informai que sostuve con don Gautama Buda Fonseca, me expresó que la comisión
enviada por la FEUH a La Lima, de la cual él formaba parte, apoyaba la huelga en su conjunto, sin parcializarse con

151
La lucha entre Valencia y los miembros del CCH culminaría en los primeros días de
junio, con la captura de César Augusto Coto y varios secretarios adjuntos del Comité
Central de Huelga en La Lima, cuando intentaban reiniciar conversaciones con Valencia
respecto a la ruptura de las negociaciones por parte de la compañía. Valencia dio la orden
del arresto, acusando a Coto y sus compañeros de ser comunistas. Los capturados fueron
remitidos a la Penitenciaría Central de Tegucigalpa.38 En ese momento el Comité Central
de Huelga quedó desarticulado, la estrategia de la bananera resultó triunfante y con ello se
cerró el capítulo más importante de la huelga bananera de 1954.

4. La huelga nacional

Pocos días después de iniciada la huelga de los trabajadores de la Tela Railroad


Company, se desencadenó paulatinamente una serie de huelgas en las ciudades más próxi-
mas a las plantaciones bananeras como La Ceiba, Puerto Cortés y San Pedro Sula, y en
otras situadas a mucha distancia de la economía bananera, como Tegucigalpa, El Mochito
y Danlí. Todas ellas exigían incrementos salariales y mejores condiciones de trabajo.

La amplitud cobrada por el movimiento huelguístico entre mayo y junio de 1954 hace
pensar en una "huelga nacional" que, sin embargo, no tenía un centro de dirección único.
Las industrias más afectadas, aparte de la bananera, fueron la de textiles, minerales, taba-
cos, cervezas y refrescos, todas ellas pertenecientes al capital extranjero; pero también afec-
tó en menor grado a la refinadora de petróleo, la línea aérea nacional, una fábrica de fós-
foros y varias empresas madereras y de calzado.

El mecanismo de acción utilizado por los trabajadores en paro en las industrias men-
cionadas sugiere un patrón común, calcado de la experiencia de los trabajadores de la Tela
Railroad Company, sin que esto signifique necesariamente una relación directa entre unos y
otros aunque, en algunos casos, los huelguistas de otras industrias proclamaron que lo
hacían en solidaridad con sus compañeros de las bananeras, como ocurrió en el caso de los
mineros de El Mochito.

Primero elaboraban un documento de demandas que presentaban inmediatamente a


sus patronos y esperaban la respuesta, que generalmente tardaba en llegar o no llegaba.
Pocos días después se declaraban en huelga, cerraban las puertas de sus fábricas, instala-
uno u otro de los grupos confrontados ideológicamente. La información sobre la detención del Ferrocarril Nacional
se encuentra en. La Epoca, 27 de mayo, 1954, p. 2 («Panorama de la huelga por un...»). La nota sostiene que el intento
fue realizado en Puerto Cortés, por un grupo de 180 huelguistas.
38 Arturo Rivera Santa María, miembro del Comité Local de Huelga de La Lima, declaró a un semanano de San Pedro
Sula que en el transcurso de la discusión sostenida con Coto en La Lima éste habría dicho· «Es claro, a las masas las
podemos manejar como querramos, y si el Comité Central de El Progreso triunfa, el pueblo tendrá que exclamar:
¡Viva el Comité Central Comunista' ...acto seguido nos retiramos a deliberar sobre las palabras vertidas por Coto y
decidimos ponerlo bajo custodia (...) la gente amenazaba con lincharlo, tanto por lo que acababa de expresar como
por antecedentes surgidos entre él y las masas de este sector». Véase. Orientación, 3 de junio, 1954, p. 1 («Recientes
acontecimientos en «Chula Vista», Lima Nueva»).

152
ban sobre ellas el pabellón de Honduras, se concentraban frente a las instalaciones fabriles
y organizaban un comité de huelga y varios comités de apoyo. Mientras tanto, exigían
una negociación inmediata con los propietarios. Todo ello recuerda mucho los métodos
empleados por los obreros bananeros al declararse en huelga el 3 de mayo.

Una característica particular de las huelgas que estallaron fuera de las plantaciones
bananeras fue su corta duración y la activa participación de las mujeres en la dirección,
organización y sostenimiento de estos movimientos. Aunque las motivaciones y los méto-
dos empleados por los trabajadores en estas huelgas fueron similares, cada una de ellas
tuvo una significación particular, según el lugar donde se produjera, como veremos a con-
tinuación.

a) En la Standard Fruit Company

La Standard Fruit Company, cuya sede se encontraba en la ciudad de La Ceiba, era la


principal competidora de la Tela Railroad Company en la producción y exportación de bana-
nos en Honduras.39 Estimulados por el ejemplo de los trabajadores de la bananera rival, 15
mil trabajadores de la Standard se declararon en huelga el 7 de mayo y presentaron un plie-
go de peticiones de cuatro puntos.40 Las demandas exigidas eran:

1. Destitución inmediata del superintendente del ferrocarril, J. A. Girdner,


del administrador del Hospital D'Antoni, Jaime Ramírez y del asistente
del superintendente del muelle, Ramón Cerril.
2. Aumento general de salarios para empleados y trabajadores urbanos y
rurales, de un 50 por ciento sobre los actuales emolumentos devengados
mensualmente o por hora de trabajo o tarea.
3. Compromiso obligatorio de la compañía de conceder vacaciones paga-
das a empleados y trabajadores en general, después de un año ininte-
rrumpido de trabajo; pagando a los favorecidos en turno para este
difrute en forma anticipada, el sueldo que corresponda al tiempo de va-
caciones que se conceda.
4. Derecho a prestación de servicios hospitalarios por parte de la compañía,
no limitado únicamente a quienes hoy se toman solamente como familia-
res del trabajador, esto es, esposa e hijos, sino a todo familiar realmente
cercano.41

Los trabajadores habían nombrado una comisión obrera para que revisara la contabili-
dad de la compañía y verificara la posibilidad de un aumento salarial de acuerdo a las
utilidades obtenidas por la Standard. La compañía sólo ofreció un aumento escalonado,

39 Para una historia completa de la Standard Fruit Company véase: Thomas L. KARNES, Tropical Enterprise Standard
fruit and Steamship Company in Latin America, Louisiana State University Press, Baton Rouge and London, 1978.
40 La Epoca, 20 de mayo, 1954, p. 1 («Conjurada la huelga de la Standard»).
41 La Epoca, 19 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Ultima hora, las impresiones de un periodista..»).

153
según la categoría de cada trabajador, que iba de 4 a 8 por ciento, afirmando que un au-
mento que fuera más allá de un 10 y hasta un 5 por ciento respectivamente "quebrantaría
a tal punto la base económica de la empresa, que ésta, posiblemente se vería obligada a
suspender sus operaciones".

El gerente de la Standard presentó algunos documentos en los que se mencionaba, entre


otros, que el capital de la compañía alcanzaba un total de 23 millones de dólares y que el
promedio de sus utilidades durante tres años ascendían a 770 mil dólares, de la siguiente
manera: en el ejercicio financiero de 1951, un millón trescientos mil dólares en ganancia; en
1952,300 mil dólares en pérdida; en 1953, un millón de dólares en ganancia. El gerente dijo
también que la producción de banano había crecido mucho en otros lugares y que la com-
petencia era muy fuerte, bajando el precio en el mercado exterior. Agregó que la Standard
había hecho nuevas inversiones en distintos departamentos, principalmente en el ramo
agrícola, porque en sus fincas (16 mil acres en total) estaba tratando de mejorar e intensi-
ficar la siembra, cultivo y producción de las especies denominadas "cavendich" y
"bullroad", más resistentes y fáciles de manejar. Por lo mismo, según el funcionario, la
compañía no podía satisfacer las demandas salariales exigidas por sus trabajadores. La
huelga le provocaba a la Standard la pérdida de 135 mil racimos de banano por semana.42

La situación de los trabajadores quedó claramente expresada en el discurso pronuncia-


do en la ciudad de Olanchito por Jeremías Díaz Cruz, líder de la huelga en los campos de
la Standard Fruit Company:

Estamos luchando por mejorar nuestro sistema de vida, vivimos con ham-
bre; los salarios que se nos paga no nos alcanzan para los tres tiempos que
necesita el estómago de un trabajador. Yo tengo cuatro hijos con mi compa-
ñera y tengo que acostarlos para lavarles la ropa. Nuestra causa es puramen-
te de hambre, somos apolíticos y en nuestra lucha estamos abrazados todos
los hondurenos sin colores políticos, pedimos que se nos mejoren los sueldos
en un 50 por ciento de aumento, queremos jefes del país y centroamericanos,
no queremos extranjeros que no sienten el dolor de nuestra raza. Queremos
mejor trato, queremos mejor atención médica para nosotros y nuestros hijos,
queremos viviendas cómodas e higiénicas.43

La huelga en la Standard concluyó el 20 de mayo, con un acuerdo que satisfacía a pleni-


tud el primer punto del pliego de peticiones de los trabajadores, pero que imponía la pro-
puesta de la compañía en materia salarial y dejaba a medias la solución de los otros puntos
contemplados en el pliego de demandas. Eso provocó el descontento en una amplia masa

42 La Epoca, 21 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Aspecto general observado en...»); y, E/ Día, 20 de mayo, 1954, pp. 1-6
(«Campeño dice: 'No conocemos al comunismo...»).
43 El Pueblo, 18 de mayo, 1954, p. 3 («Reportaje de la huelga en Olanchito», por Lino E. Santos). En el mismo discurso
el líder de la huelga en La Ceiba reconoce que fue «tan desdichado que no conseguí aprender una letra», pero que
aún asi sus compañeros lo escogieron para que los representara en esta «cruzada».

154
las obreras organizaron un Comité de Huelga que abarcaba todas las fábricas en huelga,
integrado por: Camila Gutiérrez, secretaria general; Inés Meléndez, secretaria de actas;
Inés Aguilar, secretaria de finanzas; Concepción Oliva, secretaria de conflictos; Santos
Valladares, secretaria de organización y propaganda; Sofía Martínez, secretaria de cultura.

Las directivas del comité informaron que el costo de producción de la docena de cami-
sas corrientes, de cuello semiduro, era de 2 lempiras con 71 centavos, incluyendo una co-
misión del 20 por ciento otorgado como estímulo a las operarías. El costo de la mano de
obra por cada camisa era de 22 centavos. En cambio, el precio corriente de estas camisas en
el mercado era de 60 lempiras por docena o de 5 lempiras por unidad. Los pantalones
azulones de gabardina representaban una inversión, en concepto de mano de obra, de 3
lempiras por docena. Sin embargo, el precio corriente de tales pantalones en el mercado
era de 5 y hasta 6 lempiras cada uno. En igual proporción resultaba, con algunas variantes
de detalle, el costo de la mano de obra en la fabricación de calzoncillos, delantales, forros
y otras prendas.

El Comité de Huelga de las obreras informó, además, que entre sus compañeras había
algunas con más de 20 años de laborar en dichas fábricas; sin embargo, el tope máximo de
su salario semanal era de 20 lempiras. Agregaban que los propietarios siempre les habían
negado los servicios médicos y el suministro de medicinas y tampoco se les indemnizaba
por los accidentes sufridos en su trabajo.47

La superexplotación a que eran sometidas las obreras de la industria textilera sensibi-


lizó a la opinión nacional, incluso a los periodistas de los diarios más conservadores de
Tegucigalpa. Algunos reportajes con información valiosa sobre la situación de las obreras
del textil fueron publicados en esos diarios, demostrando simpatía por las obreras en huel-
ga-

Esta actitud de ciertos periódicos, compartida por la opinión pública, se debía en gran
medida al espíritu nacionalista despertado por la ola de huelgas que sacudió la Costa At-
lántica de Honduras entre mayo y junio de 1954. En ocasiones se observó en los periódicos
una mayor actitud crítica frente a los fabricantes de origen árabe que frente a las compa-
ñías bananeras, señalándolos como explotadores y enemigos de sus trabajadores. Así,
Arturo Adolfo Miralda, enviado especial de diario La Epoca a la Costa Norte, señalaba que
por mucho que se alegara en contrario, una de las compañías extranjeras que mejores sa-
larios pagaba era la Tela Railroad Company. Sin embargo, a los árabes que controlaban la
industria textil de San Pedro Sula, a quienes denominaba "la supercartaginesa y fenicia
colonia árabe", los señalaba como un grupo de explotadores "que realmente paga sueldos
y salarios de miseria y hasta de hambre a sus trabajadores, mujeres y niños de ambos sexos
que trabajan en sus fábricas...".48

47 La Epoca, 22 de mayo, 1954, p. 2 («Ola de huelgas desátase en San Pedro Sula»). Este periódico da la cifra de 700
obreras en paro.
48 La Epoca, 31 de mayo, 1954, p. 2 («En el fuerte sector de trabajadores hondurenos»). El señalamiento de los industria-
les de origen árabe en los conflictos laborales de ese momento, obligó al cónsul honorario de Líbano en Tegucigalpa,

156
de trabajadores de las plantaciones, que se sintieron afectados por las condiciones del
acuerdo negociado. La huelga se reinició en los campos de Olanchito, donde los trabajado-
res "estaban rebeldes a la transacción" y se sentían defraudados por el porcentaje de au-
mento salarial establecido por la negociación. El incidente más notorio se produjo en la
localidad de Lomitas, donde un "tren de pasaje" fue interceptado por grupos de trabajado-
res. El Ejército y la Comandancia de Armas intervinieron en la solución del problema.44

El ministro de Relaciones Exteriores, J. Edgardo Valenzuela, declaró que había concen-


tración de huelguistas en Lomitas, jurisdicción de San Francisco de Atlántida, y en Ceibita,
jurisdicción de Esparta, y que los obreros descontentos "se manifiestan hostiles al gobier-
no, expresando que si éste intentare disolverlos, ellos también tienen armas para defender-
se".45 Poco tiempo después estos brotes de rebeldía fueron disueltos por el gobierno y todo
volvió a la normalidad en las plantaciones de la Standard, poniendo fin a la huelga en este
sector.

b) Ей las empresas textiles

La industria textil de Honduras contaba, en la década de 1950, con varias fábricas en


San Pedro Sula y Tegucigalpa. Las mujeres representaban un porcentaje casi absoluto entre
los operarios de esas fábricas. La inmensa mayoría de estas empresas estaba en manos de
capitalistas de origen extranjero, especialmente árabes. Aún antes de 1954, las obreras se
quejaban por los bajos salarios y los malos tratos que les inferían sus patronos; de esto
acusaban, en algunos casos, incluso a las esposas de los propietarios.

Desde principios de la década de 1950 y probablemente años atrás, las obreras del textil
habían intentado crear organizaciones sindicales que las protegieran de los abusos y les
garantizaran mejoras económicas y sociales, como la Sociedad Mixta Obrera Hondurena,
filial del CCO, que había logrado algunos avances en la organización sindical de la indus-
tria textil de Tegucigalpa en 1952. Sin embargo, la mayoría de las fábricas de la industria
textil no contaba con ningún tipo de organización obrera y enfrentaba la férrea oposición
de sus propietarios.

Las primeras huelgas estallaron en San Pedro Sula la tarde del 18 de mayo, cuando
aproximadamente mil mujeres de siete fábricas de ropa bloquearon la entrada a las insta-
laciones fabriles y exigieron un aumento salarial. Las siete fábricas de ropa afectadas por
la huelga y sus propietarios eran: Bolivar, de Elias Kattán; Presidente Paz, de Jacobo Kattán;
La Selecta, de Francisco Abuffele; Charalco, de Constantino Larach; Hamilton, de Elias
Canahuati; La Esperanza, de A. Handal y la fábrica de José Miselén.46 Pocos días después,

44 El País, 22 de mayo, 1954, p. 4 («En los campos»)


45 El Día, 29 de mayo, 1954, p. 3 («Declaración oficial sobre la huelga»).
46 £/ Día, 20 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Desde antier en la tarde 7 fábricas sampedranas de ropa están en huelga»). La
información fue proporcionada al periódico por el departamento de Relaciones Públicas de la Tela Railroad
Company.

155
El problema fue resuelto a medias por una comisión mediadora nombrada por el go-
bierno. Las obreras retomaron a sus empleos tras el ofrecimiento de incrementos salariales
y de mejor trato por parte de sus patronos. No obstante, poco tiempo después, las mismas
trabajadoras se quejaban porque su situación no había cambiado en nada y acusaban a sus
patronos de haberse burlado de ellas. El periodista Ramón Rosa Galeano, director del se-
manario El Espectador de San Pedro Sula, dijo que las obreras textileras protestaron por el
"pésimo trato" que recibían de sus patronos al haber regresado a sus labores después de la
huelga. Galeano declaró haber recibido 3 pliegos de papel sellado, en los que las obreras
denunciaban el mal trato y la informalidad del convenio suscrito por la comisión media-
dora del gobierno.49

El ejemplo de las obreras de la industria textil de San Pedro Sula fue después imitado
por las de Tegucigalpa. Las operarías de las fábricas de camisas La Dayton, La Unica, La
Roosevelt y La Maya se declararon en huelga el 15 de junio, solicitando un 30 por ciento de
incremento salarial y un trato acorde con la decencia y con su "calidad de mujeres". Más
de 400 obreras paralizaron sus labores.

Los dueños de las fábricas eran todos de origen extranjero. Herman Weinzenblut, pro-
pietario de La Unica, rechazó las demandas y lanzó a las obreras a la calle, cerrando las
puertas de su fábrica. La misma negativa fue manifestada por Gaetano Bove, propietario
de La Dayton. Los dueños de La Roosevelt y La Maya accedieron a la petición otorgando el
aumento. Las obreras se mostraron dispuestas a no ceder en sus exigencias y se organiza-
ron en comités de vigilancia, propaganda, supervisión y otros "como medio necesario para
evitar el fracaso de su movimiento".50

Al igual que las obreras de San Pedro Sula, las huelguistas de Tegucigalpa organizaron
un comité de huelga que estaba integrado de la manera siguiente: presidenta, Consuelo de
Ordóñez; vice-presidenta, Lucila Montoya; secretaria de prensa y propaganda, Orbelina
López; secretaria de finanzas, Agripina Reyes; secretaria de disciplina, Delia Lagos; secre-
taria de organización, Julia Medina. Un propósito adicional de las huelguistas de Teguci-

Michel Hasbun, a enviar una aclaración a los periódicos, en la que afirmaba que «se nota una cierta tendencia, una
discriminación racial que viene a representar una contradicción con los derechos del hombre y con el espíritu de la
Carta de las Naciones Unidas» El cónsul informaba que de acuerdo con los datos en su poder, el 60 por ciento de los
componentes de la colonia árabe eran hondurenos por nacimiento, el 30 por ciento por naturalización y sólo el 10
por ciento restante había conservado su nacionalidad original Véase. La Època, 2 de jumo, 1954, pp 1-4 («Carta del
cónsul honorario de Líbano en Tegucigalpa»).
49 £1 Día, 18 de jumo, 1954, ρ 1 («Pésimo trato para las trabajadoras en San Pedro Sula») Este periódico se limita a
reproducir la información publicada por El Espectador de San Pedro Sula Un semanano de Tegucigalpa denunció en
el mismo sentido, sin citar sus fuentes, que el palestino Juan Sikaffy envió un mensaje al presidente Gálvez, pidién-
dole que mandara a ametrallar a las huelguistas, como había ocurrido en la misma ciudad en julio de 1944 Esta es
la unica versión publicada al respecto que pude encontrar Véase Revolución, 29 de mayo, 1954, p. 5 («Mil obreras de
once fábricas .»)
50 El Día, 15 de junio, 1954, pp 1-6 («Obreras de las fábncas de camisas piden mejora de sueldos y mejor trato») El
periódico afirma que la huelga de las obreras «ha despertado grandes simpatías en la capital y es de esperarse que
triunfen en sus aspiraciones, que la¡> consideramos a tono con las necesidades actuales», una posición completamen-
te opuesta a la sostenida por este diano respecto a los obreros bananeros.

157
galpa era organizar el "gremio de operarías de fábricas de ropa", para lo cual habían con-
vocado a una asamblea general.51

La policía de Tegucigalpa reprimió este movimiento desde su inicio, temiendo proba-


blemente que el ejemplo dado por las mujeres inspirara movimientos similares en otras
industrias de la capital, donde por lo menos otras dos empresas, la Confitería Venus y la
Fosforera Nacional también se declararon en huelga. Diario El Pueblo informó que el propie-
tario de la Camisería CYMA, Elias Mena, pidió la represión policial y ésta le fue prestada
inmediatamente. Los señores agentes -describía el periódico- se dedicaron por un momen-
to a jugar "a que te alcanzo" con las indefensas obreras. Los agentes "en forma violenta,
enarbolando las claves, la emprendieron contra ellas dándole captura a unas siete y lleván-
dolas en la ambulancia a la Central de Policía. Otras dos fueron capturadas en otro lugar
y llevadas a pie, como cualquier delmcuente (...) Como saldo, ahora se encuentran varias
muchachas golpeadas".52 La huelga concluyó en Tegucigalpa el 22 de junio, con la firma de
un convenio entre los propietarios y las obreras.53

Las huelgas declaradas por las obreras de la industria textil de San Pedro y Tegucigal-
pa, sobre todo las primeras, contribuyeron a que sectores afines a esa industria hicieran lo
mismo. A fines de mayo, todos los operarios de la sastrería se encontraban en huelga. Los
sastres dijeron que no era "humanamente posible" que ellos se murieran de hambre "para
rellenarle los bolsillos a los propietarios de talleres y sastrerías", en su mayor parte extran-
jeros que habían hecho fortuna con la explotación de su trabajo. Por su parte, los patronos
afirmaron no estar en condiciones de conceder el aumento de salarios porque, si lo hacían,
tendrían que subirle el precio a la hechura de vestidos y otras prendas.54

c) Les huelgas en otras industrias

A mediados de mayo, el movimiento huelguístico de la Costa Norte ya no era sola-


mente contra la United Fruit Company, ya que se había extendido a otras empresas e indus-
trias de la región, como hemos visto en el caso de la industria textil. El 16 se declararon en
huelga de brazos caídos los trabajadores de la Tabacalera Hondurena S.A., subsidiaria de
la British American Tobbaco Company. Alrededor de 200 obreros participaban en este movi-
miento. También se había iniciado un paro en las actividades del mineral El Mochito, abar-
cando la totalidad de los mineros, unos 400. En Yoro se declararon en huelga los obreros y
peones de las empresas madereras Yoro Lumber Company y Babúm.

51 Eí Día, 18de jumo, 1954, pp 1-ó («La fábrica de hilados y tejidos y otras ») Para ese momento todas las fábricas de
la industria textil de Tegucigalpa se habían declarado en huelga, a las ya mencionadas se sumaron las fábricas si-
guientes La Rex, La Royal Sport, Camisería Cyma y la Fábrica de Hilados y Tejidos, sumando en total unas 650
obreras en paro
52 £/ Pueblo, 16 de jumo, 1954, pp 1-4 («En huelga las obreras de fábricas de camisas»)
53 El Pueblo, 28 de junio, 1954, p. 3 («Convenio celebrado entre ») El Convenio estaba firmado por los propietarios
siguientes Herman Weisemblut (La Unica), S Bendeck (La Rex), Elias Mena (CYMA o Industrial Modelo), Antonio
Hasbum (DUMBAR), Gaetano Bove (DAYTON), Jorge Salomón R. (La Maya), Víctor F Kaffie (La Roosevelt), Juan
Daccarert (Royal Sport)
54 La Epoca, 29 de mayo, 1954, pp 1-4 («El brote de otra huelga»).

158
En Puerto Cortés estaban en huelga los trabajadores de la Coca-Cola. En la misma ciu-
dad las agencias madereras Pineda y Compañía, Alfredo García y Garavana y Compañía, se
vieron obligadas a aceptar provisionalmente un aumento salarial del 50 por ciento. Se
rumoraba que otras empresas, tanto de Puerto Cortés como de San Pedro Sula, esperaban
una huelga en cualquier momento. Una de éstas era el Servicio Aéreo Hondureno Sociedad
Anónima (SAHSA), cuyos empleados habían amenazado con irse a la huelga. El paro tam-
bién incluyó, aunque por poco tiempo, a la Droguería Nacional, la Empabonadora de Armas,
la Embotelladora de Refrescos Bell y los finqueros productores de plátano de Adán Boza y
Compañía.

En La Ceiba, además de la paralización de las actividades de la Standard Fruit Company,


también se declararon en huelga los obreros de la Coca-Cola, de la Zapatería Naco y la Fábri-
ca de Manteca y Jabón "La Blanquita". En esos días se rumoraba que, ante la inminencia de la
huelga en todas las industrias, algunas de ellas se habían visto forzadas a conceder au-
mentos salariales para evitar el paro. Un periódico informaba que "algunos observadores
imparciales nos dijeron en San Pedro Sula que bajo la aparente calma de la huelga, que se
manifiesta en todas partes, existe la grave amenaza de la paralización general de todas las
fuerzas vivas del país, lo cual sería un verdadero desastre nacional"."

Lo anterior, que de ninguna manera agota la información al respecto, refleja la situa-


ción prevaleciente en aquel momento en la mayoría de las industrias de la Costa Norte de
Honduras, lo mismo que el estado de ánimo del empresariado y de sus trabajadores. La
solución de todos estos conflictos se produjo por separado y en forma similar a la que ya
hemos descrito en lo que respecta a la Standard Fruit Company y a las empresas de la indus-
tria textil de San Pedro Sula y Tegucigalpa.

5. A manera de evaluación: las consecuencias de las huelgas obreras en la economía


nacional

En la década de 1950 la economía hondurena seguía siendo altamente dependiente de


la exportación bananera; en 1955 ésta representaba el 41 por ciento del total nacional ex-
portado. Las empresas bananeras Tela Railroad Company y Standard Fruit Company eran las
principales empleadoras del país pues, entre ambas, empleaban a 35 mil trabajadores en
1953.56

Una huelga de más de dos meses de duración, como la declarada por los obreros de la
United Fruit Company, trajo consecuencias extraordinarias para la economía hondurena y
pérdidas cuantiosas para la empresa bananera, así como efectos secundarios que tocaron
a la mayoría de la población, vinculada de una u otra forma a la economía bananera. El
55 £/ Día, 16 de mayo, 1954, p. 1 («Los directivos de la frutera y de la huelga quieren lograr una rápida resolución»). El
Soria/, 22 de mayo, 1954, p. 1 («La huelga parece extenderse»). Orientación, 27 de mayo, 1954, p. 2 («Huelgas secun-
darias»).
56 V. GONZALEZ., «La insurrección salvadoreña de 1932 y la gran huelga hondurena de 1954», en Revista Mexicana de
Sociología, Vol. XL, n° 2, abril-junio, 1978, p. 598.

159
presidente de la comisión mediadora del gobierno, Tomás Cálix Moneada, resumía a me-
diados de junio las que en su opinión eran las consecuencias más graves provocadas por
la huelga a la economía nacional:

1. La economía de exportación se redujo considerablemente;


2. El paro provoca privaciones y sacrificios a los huelguistas y sus familias;
3. La paralización de los medios de transporte dificulta la circulación de
bienes y provoca carestía;
4. El comercio y la industria no pueden proveerse de mercancías y materias
primas;
5. Las ventas siguen en una curva descendente con fuerte contracción de
los negocios y operaciones bancarias;
6. No hay importaciones, y por eso se están agotando los productos de ese
origen, lo que incluye medicinas, materias primas para la industria y bie-
nes de capital como maquinaria y otros;
7. El estancamiento de las exportaciones aleja a Honduras de los mercados
internacionales y no se produce acumulación de divisas en la medida ne-
cesaria para financiar...los planes de desarrollo económico...;
8. La estructura del sistema impositivo fue afectado por la disminución de
las rentas de derechos de importación y exportación;
9. Si el conflicto continúa disminuirán los ingresos fiscales provenientes del
impuesto sobre la renta.57

El Estado hondureno también vio disminuidos sus ingresos en otros sectores vincula-
dos a la economía bananera. Las pérdidas del Ferrocarril Nacional en el mes de mayo se
calcularon en 138 mil lempiras, y para el mes de junio se consideraban en 34 mil lempiras
por semana. A lo anterior debe sumarse la importancia que la Tela Railroad Company repre-
sentaba para el fisco hondureno. En 1953 la compañía pagó a la Tesorería General de la
República un millón 790 mil 226.30 dólares en concepto de impuesto sobre la renta. En el
mismo año la compañía exportó 8 millones 480 mil 511 racimos de banano.58

No obstante, el Banco Central de Honduras parecía no atribuirle demasiada importan-


cia a la crisis provocada por la ola de huelgas desatada en la Costa Norte. En un comuni-
cado de esa institución, firmado por su presidente Roberto Ramírez, se señalaba que el
nivel de las divisas no había sufrido mayor menoscabo, debido a las "excelentes" entradas
57 El Social, 16 de jumo, 1954, p. 1 («Discurso pronunciado por el P.M Tomás Cálix Moneada en nombre de la comisión
mediadora en San Pedro Sula al reanudarse las pláticas de la huelga»).
58 Para los datos sobre el Ferrocarril Nacional véase El Día, 11 de junio, 1954, pp 1-7 («Contra el gobierno el conflicto
de la Costa») Los datos sobre el pago de impuestos se encuentran en El Día, 25 de jumo, 1954, ρ 1 («Alrededor de
241 mil lempiras menos pagó la ..» Boletín de la Tela Railroad Company) A pesar de la considerable sumada paga-
da al Estado en concepto de impuestos, la Tela Railroad Company adeudaba al Estado hondureno vanos millones
más En julio de 1953, un asesor técnico del Banco Central de Honduras, Paul Vinelli, descubrió que la Tela Railroad
Company había dejado de pagar el impuesto del peaje y otros más al Distrito de El Progreso desde su establecimien-
to en esa zona, lo que sumaba, en julio de 1953, un millón 400 mil lempiras Véase: La Trompada, 31 de julio, 1953, p.
8 («A más de un millón asciende la .»).

160
obtenidas a principios del año por la exportación de café, con lo que las reservas interna-
cionales de Honduras aumentarían en 3 millones de dólares. En opinión de este funciona-
rio, en ese momento la situación económica del país inspiraba "confianza", debido a la
cancelación total de la deuda extema, con lo que se había puesto fin al drenaje de las divi-
sas. El Banco Central de Honduras reconocía que la situación era "grave", pero al mismo
tiempo señalaba que las industrias afectadas por la huelga (probablemente se excluía de
este análisis a la exportación bananera) habían rendido en 1952 menos del 15 por ciento
del Producto Nacional Bruto y que la mayor parte de las fuerzas productoras continuaban
activas. El mismo comunicado afirmaba que "la provisión de bienes de consumo sigue
satisfactoria y a un nivel de precios relativamente estable".59

Las consecuencias económicas para la compañía también fueron notorias. Un vocero


de la Tela Railroad Company dijo a fines de junio que las pérdidas por causa de la huelga no
serían menores de 20 millones de lempiras (10 millones de dólares), incluyendo generali-
dades como inundaciones, vendábales y los estragos provocados en las plantaciones por la
sigatoka o enfermedad de Panamá. Solamente por madurez se estimaban perdidos 2 mi-
llones de racimos de banano; la tercera parte de la cosecha de 1954 se consideraba perdida.
La cosecha del año siguiente, según el vocero de la compañía, se vería afectada por la
sigatoka, debido a que el "caldo bórdeles" no había sido irrigado durante 7 semanas.
Muchas fincas quedarían en estado de ruina, lo que significaría la reducción de trabajo
durante algunos meses.60

Las plantaciones bananeras de las divisiones de Cortés y Tela fueron drásticamente


afectadas por el desbordamiento de los ríos Ulúa y Chamelecón. En la primera, las fincas
más dañadas por las inundaciones fueron Laureles, Limones, Mercedes, Botija, Caimito,
Mopala, Mantecales, Tibombo, Montevista y Corozal; y en la segunda, las fincas número 8,
15,16 y Las Flores. En total se registraron 6 mil 300 acres de tierra inundados en las dos
divisiones. Por otra parte, los fuertes vientos que se presentaron desde el 3 de junio derri-
baron 220 mil racimos de banano en las fincas Ulúa № 1 y Las Guarumas. Dos semanas
más tarde se habló de 115 mil racimos derribados por huracanes en las fincas 11,12 y 14
del distrito de El Progreso, con lo cual se incrementaron las pérdidas de la compañía.61

La huelga no sólo afectó las propiedades directas de la Tela Railroad Company; también
resultaron lesionadas las plantaciones de 122 finqueros independientes de El Higuerito.
Este distrito estaba formado por 6 mil acres de terreno, comprendiendo en su extensión las
fincas de Oliva, Garrobo, Llano, Bejuco, Barranco y Blanco. La compañía informó que estos
finqueros se encontraban al borde de la quiebra al no poder vender sus bananos. En el
transcurso del mes de mayo, los finqueros de El Higuerito perdieron 345 mil racimos de

59 Orientación, 17 de junio, 1954, p. 3 («Declaración del Banco Central de Honduras»), El comunicado está firmado el
4 de junio.
60 £/ Díe, 21 de junio, 1954, p. 1 («20 millones de lempiras perderá la compañía...». Boletín de la Tela Railroad
Company).
61 £1 Dia, 5 de junio, 1954, p. 1; y, £/ Día, 15 de junio, 1954, p. 6 («Boletín de la Tela Railroad Company»).

161
banano con un valor de 379 mil 500 lempiras; cada finquero perdió por utilidad neta 3 mil
110 lempiras. Los cálculos realizados por la Tela Railroad Company preveían para el mes de
junio una pérdida de 85 mil racimos cada semana, con un valor de 93 mil 500 lempiras. No
obstante la condición de "finqueros independientes" de los propietarios de este distrito,
sus trabajadores se declararon en huelga y, a fines de mayo, mil 600 de ellos se encontra-
ban en paro.62

Por su parte, los industriales y comerciantes, agrupados en la Cámara de Comercio e


Industrias de Honduras, observaban el panorama de la Costa Norte como "sombrío y alar-
mante". Los puntos de interés más importantes para los empresarios eran: la paralización
de las importaciones, el entorpecimiento de las exportaciones, la ausencia de circulante
debido a los salarios no percibidos por los trabajadores en huelga, el peligro inminente de
destrucción de las fincas bananeras y la "tremenda zozobra en el país y en sus fuerzas vi-
vas, por las desastrosas concecuencias que en última instancia pudiera provocar la huelga,
que estarían fuera de toda previsión y control".63

La prolongación de la huelga bananera también afectaba, en general, a la población de


todas las ciudades del litoral atlántico y las del interior que estaban vinculadas a la econo-
mía bananera. Las principales consecuencias para el público eran la escasez de los produc-
tos de primera necesidad, el alza inmoderada de los precios y la especulación de los co-
merciantes.

A mediados de mayo comenzó a hablarse en San Pedro Sula de una situación de "an-
gustia" y de "escasez" de granos básicos, debido a la interrupción del transporte entre
distintas poblaciones. Esto facilitó que los comerciantes elevaran el precio de los produc-
tos. En la misma ciudad, las operaciones comerciales habían disminuido y los combusti-
bles comenzaron a escasear. La Public Utilities Honduras Corporation, que proporcionaba el
servicio de energía eléctrica en San Pedro Sula, informó que tenía "grandes dificultades"
para brindar el servicio a causa de la falta de combustible.

En Puerto Cortés, ante la escasez de alimentos, las autoridades promulgaron un "ban-


do" para contrarrestar la tendencia alcista en los precios, provocada por los "comerciantes
inescrupulosos". Desde Tela se informó que los artículos de primera necesidad para el
pueblo seguían "en precios prohibitivos" y "aumentados estratosféricamente con el con-
flicto actual", pidiendo al gobierno que frenara la especulación. En La Ceiba la huelga se
había iniciado el 7 de mayo, pero el 19 ya se sentían sus efectos sobre la población; había
carestía de alimentos y crédito en los centros comerciales. Los aldeanos de los poblados
vecinos empezaban a llegar a la ciudad en busca de alimentos.

62 La Epoca, 26 de mayo, 1954 («La huelga extendida hasta El Higuento va afectando a vanos finqueros particulares»);
y, El Dít, 22 de mayo, 1954, p. 1 («Delegación de los periódicos se fue hacia El Higuento»), £/ Día, 11 de jumo 1954.
pp 1-7 («Contra el gobierno el conflicto de la Costa») Todas estas notas se basan en datos proporcionados por la
Tela Railroad Company y algunos finqueros independientes de El Higuerito
63 El Día, 30 de mayo, 1954, ρ 1 («Toman cartas en el grave conflicto de la huelga del norte la Cámara de Comercio e
industnas de Honduras»).

162
En el poblado de Olanchito también había preocupación; los granos de primera nece-
sidad comenzaron a escasear y los existentes se habían duplicado en precio. Incluso los
hoteles y pensiones de Tegucigalpa se quejaron por la falta de clientes. A fines de mayo, el
encarecimiento de los alimentos era alarmante; el maíz, que se cotizaba a 8 centavos la li-
bra, pasó a 20. En similar proporción subieron otros productos como la manteca vegetal,
que se producía en La Ceiba y que de 70 centavos pasó a un lempira. Hasta ese momento
se reportaban cinco millones de dólares como pérdidas, no sólo por la huelga, sino tam-
bién por la suspensión de otras actividades y por los salarios no percibidos por los obreros
en huelga.64

6. El final de la huelga en las plantaciones de la United Fruit Company

a) El nuevo Comité Central de Huelga y la continuación de las negociaciones

Las conversaciones iniciadas el 28 de mayo entre la Tela Railroad Company y el Comité


Central de Huelga concluyeron con su ruptura el 31 de mayo; como excusa, los represen-
tantes de la compañía acusaron a los miembros del CCH de no tener "ninguna representa-
ción de las masas trabajadoras" y luego "se retiraron violentamente de la sesión".65

La ruptura de las negociaciones provocó una polémica entre los trabajadores y en la


prensa, sobre la cuota de responsabilidad que, ante tal hecho, le correspondía a cada una
de las partes en conflicto. Todos los diarios y la mayoría de los periódicos hicieron eco de
la opinión de la compañía, que señalaba a los miembros del CCH como "intransigentes" y
"comunistas". Dos días antes del inicio de las negociaciones, el director del semanario La
República de Tegucigalpa, Carlos C. Colindres, había resumido las opiniones que, por di-
versos medios, había difundido la bananera para justificar su propia intransigencia.
Colindres resumía esas opiniones así:

• Este reclamo no se podrá resolver mientras la ingenuidad de los trabaja-


dores sea explotada por los demagogos, cuyas tendencias pudimos cons-
tatar hacia dónde van.
• El 99 por ciento de los trabajadores NO son comunistas ni simpatizan
con el comunismo.
• Ese uno por ciento restante son cerebros invisibles que manejan a su an-
tojo la buena fe de los trabajadores. En un solo cargo: hay directores co-
munistas en todos los sectores de la huelga.
• Cuando se está a punto de resolver el problema, un NO simbólico apare-
ce de 4 o 5 bocas hábilmente distribuidas entre los huelguistas.

64 Para todo lo anterior véase. EJ Día, 19 de mayo, 1954, pp 1-5 («Cada día agudizare más la situación general de la
Costa Norte a raíz de la huelga»). La Epoca, 22 de mayo, 1954 («No vislumbran posibilidades sobre pronta solu-
ción»), El Día, 19 de mayo, 1954, ρ 1, La Epoca, 27 de mayo, 1954, ρ 2 («Panorama de la huelga por un...»); y, E/ Día,
20 de mayo, 1954, pp 1-6 («Campeño dice no conocemos al comunismo..»).
65 El Social, 31 de mayo, 1954, ρ 1 («La huelga sigue sin solución», reproduce parcialmente un comunicado del Comité
Central de Huelga), y, Orientación, 1 de junio, 1954, pp. 1-4 («Pláticas solución huelga tienen completo fracaso»).

363
• Eliminando a los directores comunistas y dejando solos a los trabajado-
res, la huelga encontrará solución.66

Estas opiniones coincidían con los argumentos sustentados por la compañía pocos días
antes del inicio de las negociaciones, los cuales eran publicitados en espacios pagados de
página completa en los prmcipales diarios del país. El propósito de éstos era poner a la
opinión pública en favor de la compañía, apelando en primer lugar a las necesidades eco-
nómicas de los trabajadores y luego a la necesidad de una conducta responsable de los
obreros hacia sus empleadores. Sin duda, el principal argumento dirigido a los trabajado-
res era de carácter económico: "cada semana los obreros pierden 700 mil lempiras en sala-
rios".67

Al mismo tiempo, la compañía pretendía convencer a sus trabajadores y a la opinión


pública de que las demandas salariales exigidas por los huelguistas eran exorbitantes, y
que por la misma razón estaban fuera de las posibilidades económicas de la compañía.
Para demostrarlo, la Tela recurría a sus archivos y a su departamento de Contabilidad. Un
espacio pagado del 27 de mayo informaba que los gastos de la compañía se habían
incrementado notablemente entre 1950 y 1953, debiendo considerarse, además, "la dismi-
nución constante del espacio de cultivo de banano durante los últimos tres años".

Según la Tela Railroad Company, en el período 1950-1953, los gastos en construcción de


edificios habían pasado de 20 a 28 millones de lempiras, lo cual representaba un incremen-
to del 34 por ciento sobre sus gastos. Los fondos para alojamiento de empleados habían
sufrido un incremento similar, pasando de 14 a 20 millones de lempiras en el mismo perío-
do. El monto del pago de salarios, la erogación más importante de la compañía, había
aumentado durante el mismo período en un 34 por ciento, pasando de 28 a 38 millones de
lempiras. No obstante, el área de cultivo se había reducido de 36 mil a 28 mil acres. Des-
pués de presentar estos datos, la compañía reiteraba su disposición a negociar con los di-
rigentes laborales.68

Todo lo anterior formaba parte de una campaña organizada por la compañía para ob-
tener las mayores ventajas posibles en la negociación que estaba a punto de iniciarse, y
para crear las condiciones que justificaran su posterior negativa a negociar con dirigentes
a los que consideraba "intransigentes" y "comunistas".

66 La República, 5 de jumo, 1954, ρ 1 («La gran huelga de la Costa Norte está perdiendo sus mejores oportunidades»);
y, La República, 26 de mayo, 1954, ρ 1 («Síntesis del movimiento huelguístico»).
67 El Día, 25 de mayo, 1954, p. 5 («La verdad sobre la huelga en la Costa Norte ¿Quién bene la culpa?», espacio pagado
por la Tela Railroad Company).
68 E/ Día, 27 de mayo, 1954, p. 5 («Algunos hechos sobre el futuro de la industria bananera en Honduras», espacio
pagado por la Tela Railroad Company). Los datos ofrecidos por la compañía pueden prestarse a una fácil manipu-
lación de los mismos por parte de los administradores de la empresa, especialmente si tenemos en cuenta que ni
siquiera el gobierno central había establecido los mecanismos necesarios para fiscalizar la contabilidad de la Tela
Railroad Company A esto se referla un señalamiento del semanano El Social, afirmando que la Comisión Mediadora
del gobierno se había visto obligada a pedir información a la compañía, porque la Dirección General del Trabajo y
la Inspectoría General del Trabajo no llevaban las estadísticas correspondientes, como era su obligación. Véase. E/
Socia/, 30 de junio, 1954, ρ 1 («La huelga y su orientación»)

164
Los periódicos identificados con la huelga bananera, como El Chilío, Revolución y El
Machete, sostenían que era la compañía la intransigente. Respondiendo a lo afirmado por
la empresa, respecto a los daños que la huelga le provocaba a la economía nacional y a los
propios obreros, un periódico popular le hacía a la Tela Railroad Company las preguntas
siguientes:

¿Por qué si no está interesada en darle problemas al país, ha prolongado la


huelga? ¿Por qué rompió las negociaciones con el organismo más represen-
tativo de los trabajadores en huelga? ¿Por qué ha estado esperando la forma-
ción de un organismo formado con personas casi agentes confidenciales de
ella? ¿Por qué ha aconsejado el encarcelamiento de los dirigentes más since-
ros de la huelga: César Augusto Coto, Francisco Cardona Casaña, Juan B.
Canales, Marcos Santos, Manuel Antonio Sierra y otros? ¿Por qué ha querido
quebrar la huelga por hambre? ¿Por qué aconseja al pueblo -a través de la
prensa venal- que ya no se ayude a los trabajadores huelguistas? ¿Por qué
acusa a los trabajadores no influidos por sus agentes, de intransigentes, co-
munistas y subversivos?.69

Finalmente, el periódico le sugería al gobierno que para defender la economía nacional


debían revisarse las concesiones otorgadas a los monopolios extranjeros, así como su limi-
tación y prohibición, la expropiación de sus tierras no utilizadas y la supresión del mono-
polio de las aguas.

La eliminación de los "directores comunistas" de la huelga significaba la destrucción


del Comité Central de Huelga y su sustitución por otro grupo dirigente, sobre el que no
recayera ninguna sospecha de vínculo ideológico con el "comunismo", y por la misma
razón de más fácil acceso a los representantes de la compañía. El 2 de junio, como ya he-
mos visto, César Augusto Coto y otros delegados del Comité Central de Huelga fueron
arrestados en La Lima por órdenes del secretario del Comité de Huelga de esa localidad,
Manuel de Jesús Valencia.

A partir de ese momento se produjo una serie de acontecimientos que permitirían a la


compañía un amplio margen de maniobra, y que concluirían con la destrucción del CCH
y la represión de sus líderes más notorios. El mismo día de la captura del secretario gene-
ral del Comité Central de Huelga, Manuel de Jesús Valencia proclamó la separación defi-
nitiva de La Lima respecto del CCH y anunció la creación de la Unión Sindical de Trabaja-
dores Hondurenos, presidida por él mismo.70
69 El Chillo, 19 de junio, 1954, pp 5-8 («Hasta la victoria definitiva»)
70 Prensa Ubre, 3 de junio, 1954, pp 1-4 («Valencia dio declaraciones a periodistas del extranjero», Boletín de la Tela
Railroad Company) Según la compañía, la policía había asegurado que tenía «evidencia bien documentada» de que
César Augusto Coto, Manuel A Sierra, Rubén Portillo y Modesto Rubio eran comunistas La Unión Sindical de Tra-
bajadores Hondurenos estaría presidida por Manuel de J. Valencia, acompañado por Mano S Tamayo, Miguel
Angel Ruiz, Arturo Rivera Santa María, José Cubas Gross y Severino Alvarez A la organización podrían ingresar
todos los asalariados mayores de 16 años Véase El Día, 2 de junio, 1954, pp 1-5 («Cuatro líderes de la huelga de-
nunciados como comunistas », Boletín de la Tela Railroad Company).

165
El primero de junio, un boletín de la Tela Railroad Company informó que algunos miem-
bros del CCH habían protestado contra sus compañeros negociadores; a los inconformes la
compañía los denominaba "sanos". Los disidentes, Guillermo Rosales Mejía y Jaime
Cabús, habían publicado una "hoja suelta" denunciando como ineptos para negociar a los
demás miembros del CCH. El pronunciamiento de ambos repetía la versión de la compa-
ñía respecto a la ruptura de las negociaciones:

"La rigidez e intransigencia de una minoría del Comité Central de Huelga, pretendien-
do desconocer lo pactado previamente en las dos sesiones anteriores, dando el miserable
espectáculo de falta de seriedad, llevó las negociaciones al más rotundo fracaso, demos-
trando con ello su incapacidad para salvar el movimiento huelguístico de la situación crea-
da, de donde sólo pueden derivarse la desmoralización de las masas y su derrota".

Entre los culpables de tales faltas se mencionaba a César Augusto Coto, Juan B. Cana-
les, Francisco Шов, Manuel Sierra, Marcos Santos y Gabriel David, a los que se les exigía su
renuncia del CCH. En caso que no lo hicieran, los disidentes afirmaban que sólo quedaba
un camino: "destituirlos".71

El llamamiento hecho por Mejía Rosales y Cabús le facilitó a la compañía pasar a una
ofensiva inmediata y decisiva contra el Comité Central de Huelga. Los aviones de la bana-
nera comenzaron a lanzar cantidades masivas de hojas de propaganda sobre los principa-
les centros de huelga; en éstas la compañía pedía a sus trabajadores que se sumaran a los
disidentes y desconocieran a los líderes del CCH. La hoja tenía, además, dos propósitos
fundamentales: por una parte, promover como líder al obrero Benigno González, afín a la
compañía y, por otra, anunciar que se había iniciado el proceso para la constitución de un
nuevo Comité Central de Huelga. En la parte medular del pronunciamiento de la banane-
ra se lee lo siguiente:

Le toca a Benigno González, pues, salvar a su grupo de las garras de los


impostores e incorporarlo, inmediatamente, al nuevo frente formado por las
demás terminales, el que seguirá la lucha hasta la conquista de los justos
reclamos de la huelga, llegando al triunfo seguros, libres y sanos de toda
tendencia corruptora. El frente que se forma en estos momentos, asumirá la
dirección de la huelga con una representación genuina y nominada demo-
cráticamente por todas y cada una de tas terminales, que tendrán igual re-
presentación. Esos nuevos delegados constituirán el nuevo Comité Central
de Huelga para negociar un arreglo digno y honorable. Los nuevos repre-
sentantes asumirán sus cargos tan pronto como sean nominados y los traba-
jadores deberán tener cuidado de no dejarse sorprender nuevamente por
individuos de tendencias extremistas y cerrados de entendimiento. Los com-
pañeros de Progreso deben mantener su solidaridad con las demás termina-

71 El Día, 2 de junio, 1954, pp 1-6 («La ruptura de las deliberaciones en San Pedro Sula ha creado una situación dema-
siado crítica para la industria»).

166
les para llegar juntos al triunfo, y deben además, poner oidos sordos a las
salamerías de los que ya los engañaron una vez! Benigno González tiene la
palabra, para aconsejar a sus compañeros que lo respetan y lo quieren, para
que sigan el camino recto, cuerdo y sensato que indica la razón y exige la
situación del momento en bien de la patria y de todos.72

Pocos días después, Francisco Ríos, líder del Comité Técnico Ejecutivo de Huelga en el
Puerto de Tela, acusó a dos profesionales del Partido Liberal, Roberto Arellano Bonilla y
Francisco Milla Bermúdez, de ser "elementos que han sido desenmascarados como agen-
tes rompehuelgas de la empresa al merodear insistentemente por sectores de Tela, Batán y
Cortés, tratando de desprestigiar al Comité Central de Huelga". En el mismo sentido se
pronunció el Comité de Lucha Obrera (CLO), que en una hoja titulada "Alerta a los Traba-
jadores" también acusó a los dos profesionales de ser aliados de Manuel de Jesús Valencia
y de tratar de organizar un nuevo Comité Central de Huelga, compuesto por amigos de la
empresa, para negociar una traición al movimiento de huelga.73

La organización del nuevo Comité Central de Huelga estaba en marcha bajo el auspicio
de la empresa bananera. El 5 de junio la Tela Railroad Company informó que delegaciones
huelguistas de Tela, Batán, Puerto Cortés y La Lima se reunieron en San Pedro Sula, exclu-
yendo El Progreso. La reunión tuvo como propósito conformar una representación que
pudiera reanudar las pláticas con la empresa. Los voceros de la compañía informaron,
además, que en la reunión se acusó de intransigentes a los líderes de El Progreso y que el
líder de Puerto Cortés, Juan B. Canales, había sido excluido por "su marcada tendencia
izquierdista y por haberse revelado como un agitador". La reunión fue a iniciativa de
Manuel de Jesús Valencia, que lanzó acusaciones contra los comunistas por la radio.74
Hacia el 7 de junio ya era pública la noticia de la constitución de un nuevo Comité Central

72 E/ Día, 3 de jumo, 1954, pp 1-6 («Arrojan volantes en Tela y otros lugares norteños»). La hoja estaba firmada por
Gustavo O Pinel, Cándido Savio, Pablo Nuila y José Vásquez, la misma estaba fechada en San Pedro Sula el 1 de
jumo
73 E/ Día, 9 de junio, 1954, p. 6 («Boletín de la Tela Railroad Company», fechado el 5 de jumo) El mismo periódico
había informado, en mayo, que en San Pedro Sula habían circulado hojas de propaganda de un «Comité de Auxilio
a la Huelga», firmadas por Francisco Milla Bermúdez y Pedro Barahona C, en las cuales se insinuaba que las huel-
gas en la industria textil de San Pedro Sula tenían el propósito de socavar el movimiento huelguístico de los traba-
jadores bananeros, por lo cual se le pedía a los trabajadores de San Pedro Sula no sabotear la «huelga grande» Véa-
se El Día, 21 de mayo, 1954, ρ 1 («La compañía desea pagar salarios a los trabajadores pero no se le deja»).
74 El Día, 5 de junio, 1954, ρ 1 («Reunión de líderes de huelga a fin de reanudar pláticas», Boletín de la Tela Railroad
Company). El Comité de Lucha Obrera emitió un comunicado respondiendo a las acusaciones de Valencia, en éste
informaba que el líder de La Lima había tenido pláticas secretas con el general Carias Andino y que había conver-
tido la concentración de La Lima en un «mitin galvista» El CLO también acusaba a Valencia de tener pláticas secre-
tas con Monseñor Capdevilla (obispo provisional de San pedro Sula), con el Gerente de la bananera, con el coman-
dante Eduardo Galeano y con el líder cañista de San Pedro Sula, René Pascua, este último habría abierto un crédito
para Valencia y sus amigos en el Hotel Bolívar de San Pedro Sula El CLO aseguraba que el gobierno de Gálvez
entregaría armas a los huelguistas de La Lima, como excusa para reprimir y acabar el movimiento huelguístico en
toda la zona bananera de la United Fruit Company. Véase «(TR.AB^r.ADORES DE LA TELA RAILROAD
COMPANY1», comunicado del Comité de Lucha Obrera, numeo, sin fecha Agradezco a doña Teresma Rossi por
haberme facilitado este documento, que ella conserva entre sus papeles personales.

167
de Huelga, que había lanzado miles de "hojas sueltas" pidiendo la reanudación de las plá-
ticas con la compañía.75

Los cambios se produjeron rápidamente. En el Puerto de Tela, la dirección del comité


de huelga fue asumida por el maestro de enseñanza primaria Raúl Edgardo Estrada, quien
desde el principio aseguró que no era comunista ni simpatizaba con ideas exóticas; para
probarlo, invitó al gobierno a investigar en los documentos y archivos del comité.76 El
Puerto de Tela parece ser, en ese momento, el centro principal de reorganización del Comi-
té Central de Huelga. La prensa informó que centenares de trabajadores procedentes de
Batán, El Progreso y campos adyacentes estaban concentrándose en Tela con ese propósito.
Al mismo tiempo se decía que Tela o Puerto Cortés podían ser las nuevas sedes de la huel-
ga; los comités locales de huelga ya habían sido reorganizados para tal efecto. Sin embar-
go, el nuevo Comité Central de Huelga fue organizado en la ciudad de San Pedro Sula el
5 de junio.77

El inicio de estos cambios fue acompañado por la represión gubernamental. El 3 de


junio, un comunicado oficial anunció que el gobierno procedería "sin complacencias de
ninguna clase", para "reprimir cuanta actitud, subversiva, individual o colectiva, advierta
en el desarrollo del movimiento huelguístico de la Costa Norte...".78 En la misma fecha, el
Juzgado de Letras de Tela ordenó la censura contra la colaboración literaria y la correspon-
dencia que "diariamente rebalsa en el Comité de Huelga de este Puerto". Por otra parte, la
policía de Tela privó a los huelguistas de la comunicación telefónica, telegráfica y ferrovia-
ria, incautándoles, además, los "magnavoces". Un corresponsal de prensa informaba que
el Puerto vivía un virtual "estado de sitio"; las autoridades militares habían prohibido la
circulación de peatones y vehículos desde las diez de la noche. En la misma ciudad, el
dirigente del Partido Nacional Cariísta, Alonso Cálix Oliva y su hijo, fueron acusados de
disparar contra una comisión de huelguistas que les había pedido su cooperación. El inci-
dente no produjo muertos ni heridos y los agresores sólo fueron detenidos brevemente.79

75 La hoja, titulada »Ultima Нота» y dirigida al Gerente de la compañía, estaba firmada por Manuel de Jesús Valencia,
Humberto Díaz Zelaya y José Cubas Gross por La Lima, Antonio Radillo, Céleo González y Carlos M. Ramírez por
Puerto Cortés, Raúl Edgardo Estrada, Henry Sheran y Rafael Alberti por Tela, Rufino Sosa, Israel Orellana y Santos
Ochoa por Batán, Benigno Gonzales, José Alberto Panchamé y José Arnulfo Espinoza por El Progreso Con este
grupo se constituyó el nuevo Comité Central de Huelga. Véase El Día, 7 de junio, 1954, ρ 6 («Boletín de la Tela
Railroad Company»), El Comité Central de Huelga, en una hoja en la que explicaba ampliamente las causas de la
ruptura de las negociaciones, también denunciaba las maniobras de la compañía para organizar un nuevo Comité
Central de Huelga Véase E/ Día, 3 de junio, 1954, ρ 5 («Carta al Director del Día»).
76 El Dio, 5 de jumo, 1954, p. 8 («El presidente del Comité de Huelga del Puerto de Tela y su declaración») En la misma
declaración el nuevo líder del comité pedía se le devolviera a los huelguistas los micrófonos y altoparlantes que el
gobierno les había mcautado, así como el control de las comunicaciones telefónicas y los vehículos motorizados de
la compañía.
77 Eí Día, 9 de junio, 1954, p. 1 («Ambo a Puerto de Tela tren de la Standard»); y, E/ Pueblo, 7 de junio, 1954, ρ 1.
78 Prensa Libre, 4 de junio, 1954, pp 1-4 («Se procederá sin complacencias para reprimir actos subversivos») El comu-
nicado del gobierno está fechado el 3 de junio.
79 La República, 5 de junio, 1954, ρ 4 («Micro-noticias del puerto de Tela»), y. El Pueblo, 10 de junio, 1954, p. 1 («Los
huelguistas de Tela privados de todo medio de comunicación»).

168
El nuevo Comité Central de Huelga, a pesar de las acusaciones de colaboracionismo
lanzadas en su contra, debió enfrentar una fuerte presión de los huelguistas para la firma
de un convenio favorable a sus intereses. El nueve de junio, una manifestación de mujeres
recorrió el Puerto de Tela, con el propósito de reclamar justicia a la empresa bananera, pero
en los cartelones alzados por las mujeres también se podían leer frases de condena contra
los que -según ellas- habían traicionado el movimiento al haber organizado un nuevo
Comité Central de Huelga.80

No obstante las excelentes relaciones entre la mayoría de los miembros del nuevo Co-
mité Central de Huelga y la compañía bananera, ésta se negaba a reiniciar las negociacio-
nes, demostrando con ello que no estaba dispuesta a negociar con ningún comité de huel-
ga, como fue su intención desde el inicio del conflicto. A esto se refería una nota enviada a
J. F. Aycoock, gerente de la Tela Railroad Company, por Raúl Edgardo Estrada, secretario del
Comité de Huelga de Tela, en la que se lamentaba porque la compañía se rehusaba a
reiniciar las negociaciones. El Gerente argüyó que la empresa no continuaría las negocia-
ciones mientras no existiera un comité verdaderamente representativo; lo mismo que ha-
bía dicho durante el mes de mayo.81

Para demostrar que estaba en disposición de llegar a un acuerdo con sus trabajadores,
la empresa bananera lanzó miles de "hojas volantes" desde un avión, en las que ofrecía un
incremento salarial del 19%, según la escala salarial de los trabajadores en sus departa-
mentos. La compañía también ofrecía servicio médico gratuito para todos los trabajadores
que ganaran 150 lempiras al mes, así como 2 semanas de vacaciones. Esta proposición
apelaba directamente a los trabajadores, a los que les pedía aceptar la oferta sin negociado-
res intermediarios. A quienes aceptaran regresar voluntariamente a sus labores, la Tela
Railroad Company les ofrecía una bonificación de 20 lempiras. Sin embargo, los mismos
voceros de la compañía informaron de la reacción de los trabajadores ante el lanzamiento
de este comunicado: "grupos de ciclistas pertenecientes a la huelga intentaron acaparar y
romper las hojas sueltas de la compañía, advirtiendo a los trabajadores que no debían leer-
las".82 Esta puede ser considerada como la última propuesta de la compañía bananera.
Aunque las negociaciones con el nuevo Comité Central de Huelga se reiniciaron, la com-
pañía no hizo ninguna ampliación adicional a esta propuesta, como se constata en el docu-
mento firmado un mes más tarde.

La Tela Railroad Company afirmaba que su última oferta a los trabajadores, para solucio-
nar el conflicto, representaba para ella un incremento anual de 7 millones de lempiras en
salarios y prestaciones sociales. Por otra parte, argumentaba que su oferta significaba el
aumento del salario mínimo diario a 4 lempiras "el más alto que prevalecerá en Honduras,

SO El Pueblo, 10 de junio, 1954, p. 1 («Los huelguistas de Tela privados de todo medio de comunicación»).
81 Prensa Libre, 9 de junio, 1954, pp. 1-4 («La Tela no rehusa continuar conversaciones», Boletín de la Tela Railroad
Company). Las negociaciones se reiniciaron el 12 de junio en San Pedro Sula. Véase: El Pueblo, 12 de junio, 1954, p.
1 («Fueron reanudadas las pláticas»).
82 El Día, 7 de junio, 1954, p. 1 («La frutera apeló a los huelguistas con oferta de aumento sustancial». Boletín de la Tela
Railroad Company).

169
pues las otras empresas agrícolas de la zona norte pagan dos lempiras cincuenta centavos
diarios y la mayoría dos lempiras al día". La compañía afirmó, además, que ese incremen-
to representaba el 50 por ciento de sus ganancias netas en Honduras. Sin embargo, el 26 de
junio los huelguistas habían rechazado esa oferta.

Según la compañía, la petición inicial de los huelguistas de aumentar los salarios en un


50 por ciento, habría aumentado en 40 millones de lempiras los gastos de la empresa. Los
trabajadores hicieron una contraoferta que reducía el porcentaje demandado a 31 millones
de lempiras. Finalmente, a sugerencia de la comisión mediadora del gobierno, redujeron
sus demandas a 13 millones de lempiras, pero la compañía no aceptó. La bananera afirma-
ba que esos 13 millones representaban el total de sus ganancias netas en Honduras, des-
pués de cubrir sus gastos del impuesto sobre la renta, por lo que la propuesta le pareció
inaceptable. Con esto las negociaciones cayeron en el mismo punto de estancamiento en
que se encontraban cuando fue desarticulado el anterior Comité Central de Huelga. La
empresa decidió entonces realizar pláticas informales con algunos representantes huel-
guistas.83

Ante la intransigencia de la compañía, el gobierno del presidente Gálvez decidió inter-


venir directamente en las negociaciones, invitando a los representantes de las partes en
conflicto a reunirse con él en Tegucigalpa. El acuerdo final se produjo de esta manera, con
la aceptación por parte de los dirigentes laborales de la propuesta inicial de la compañía.
El incremento salarial alcanzado se fijó en la escala del 5 al 19 por ciento. Se creó un regla-
mento especial para normar las relaciones entre los trabajadores y la compañía bananera,
que se vio obligada a aceptar la organización sindical en sus plantaciones.84 Esta puede
considerarse como la mayor conquista obtenida por los trabajadores bananeros en el trans-
curso de más de dos meses de huelga. La misma ni siquiera estaba contemplada en los 30
puntos del pliego de peticiones presentado a la compañía en las primeras semanas del mes
de mayo.

7. La coyuntura política interna

En octubre de 1954 debían realizarse en Honduras elecciones generales para la


escogencia del presidente de la República y de los diputados al Congreso Nacional. Por
primera vez, desde 1932, los partidos políticos habían sido invitados a participar en el
proceso electoral, en un clima que distaba mucho de la imposición y el autoritarismo pre-
valecientes durante el régimen del general Carias. El presidente de la República, Juan
Manuel Gálvez, comprometió su influencia y prestigio personal en la conducción del pro-
ceso permitiendo, incluso, el retorno de los exiliados liberales y otros opositores que de-
searan hacerlo. Gálvez parecía estar sinceramente interesado en que la tímida "apertura
democrática" iniciada por su gobierno culminara exitosamente con unas elecciones lim-
pias y democráticas.
83 La Epoca, 5 de julio, 1954, p. 1 («Quedarla sin ganancias al aceptar una última oferta». Boletín de la Tela Railroad
Company).
84 V. MEZA., af.cil., pp. 95-98.

170
Tres partidos políticos disputarían la elección El Partido Liberal, con Ramón Villeda
Morales como candidato, médico con perni ideológico socialdemócrata y un estilo de ha-
cer política que muchos de sus críticos identificaban con el populismo de Juan Domingo
Perón en Argentina En el otro extremo se encontraban los candidatos del Partido Nacio-
nal, que se presentaba dividido a la elección, con las candidaturas de los generales Tibur-
cío Carias Andino (Partido Nacional Cañista) y Abraham Williams Calderón (Movimiento
Nacional Reformista MNR), ambos de gran experiencia en la conducción de los asuntos
públicos tras 16 años de ejercicio en el mando, el uno como presidente y el otro como vice-
presidente

Los opositores de ambas facciones del Partido Nacional consideraban dichas candida-
turas como un intento de las fuerzas más conservadoras de Honduras para regresar al
poder, y ejercerlo en beneficio de los terratenientes y las empresas bananeras No obstante,
el discurso antidicta tonal del Movimiento Nacional Reformista, con el cual pretendía
desvincularse del pasado represivo que su líder había compartido con el general Canas,
lograba captar la simpatía de un importante sector del Partido Nacional y de otros electo-
res que no confiaban ni en la extrema y cerrada posición derechista del general Carias, ni
en las promesas de reformas sociales del candidato liberal, las que muchas veces eran ca-
lificadas como "comunistas" por sus adversarios

En mayo de 1954, cuando estalló la huelga, la campaña electoral ya se había iniciado


La huelga se convirtió entonces en un componente adicional de la campaña política, que
impuso un debate sobre política social, legislación laboral y reforma económica Por otra
parte, la huelga bananera sirvió para polarizar aún más las diferencias ideológicas de los
partidos políticos, que comenzaron a acusarse mutuamente de ser los instigadores del
movimiento como estrategia para crear anarquía, inseguridad e inestabilidad política,
buscando impedir el triunfo de los otros contendientes.

Las posiciones adoptadas por los partidos políticos frente a la huelga de los trabajado-
res de la Costa Norte estuvo determinada, en algunos casos, por el compromiso ideológico
y político con la United Fruit Company65, y, en general, por el cálculo de la ganancia electo-
ral inmediata Eso obligó a los partidos a observar un comportamiento cauteloso y muchas
veces encubierto respecto a la huelga, según su conveniencia y la de sus aliados reales o
potenciales Ello contribuye a explicar que cada uno aprovechara cualquier motivo para
señalar al otro como responsable del estallido del movimiento, así como de las consecuen-
cias que la acción de los trabajadores pudiera traer sobre la economía y el sistema político
del país Ninguno de los tres partidos mencionados se pronunció en favor de los huelguis-

85 El presidente Galvez fue durante muchos años abogado de la United Fruit Company en Honduras, por lo cual se le
consideraba un aliado seguro de la empresa bananera, en 1954 Gálvez apoyaba al MNR. Otro candidato presiden-
cial, el general Canas, mantuvo estrechas relaciones con la United Fruit Company en el transcurso de los 16 años de
su mandato dictatorial, durante el cual fue acompañado por el general Abraham Williams Calderón, candidato del
MNR en las elecciones de 1954 Por el contrario, el candidato liberal recibía criticas que lo señalaban como enemigo
de la bananera y de instigar a los trabajadores para la obtención de aumentos salariales en las plantaciones
bananeras

172
tas, pero coincidían, por diversos cálculos y razones, en que la solución al problema debía
ser pacífica y con la mediación del presidente Gálvez y su gobierno.

Otro ingrediente que debe ser tenido en cuenta en la conducta de los partidos políticos
frente a la huelga bananera es el anticomunismo, una actitud ideológica predominante en
una parte del mundo desde la inauguración de la guerra fría entre los Estados Unidos y la
Unión Soviética, con firmes antecedentes en Honduras desde la década de 1920. Las acu-
saciones cruzadas entre los partidos políticos se vio matizada por esta justificación externa,
que sería utilizada como medio para obtener múltiples ventajas: desde el estigma que el
calificativo de comunista pudiera representar para un adversario, pasando por la satisfac-
ción psicológica de luchar contra un enemigo invisible, pero real y poderoso, hasta la re-
afirmación de la condición del denunciante como aliado de los Estados Unidos en su lucha
contra el "comunismo soviético". Todos estos factores son evidentes en la actitud asumida
por cada partido ante los acontecimientos sucedidos en las plantaciones bananeras de la
Costa Norte entre mayo y los primeros días de julio de 1954, como lo veremos a continua-
ción.

a) El Partido Liberal

La conducta de los liberales ante la huelga bananera puede ser calificada de temerosa
y calculadora. Como resultado de una arraigada confianza en que el triunfo electoral sería
suyo, los liberales se esforzaron por evitar que la huelga se generalizara, o que provocara
una situación de inestabilidad política que pudiera ser aprovechada por sus adversarios
para reprimir indiscriminadamente a las fuerzas políticas de oposición, particularmente a
su partido.

La desconfianza de los liberales puede comprenderse mejor si se considera la amarga


experiencia adquirida por ese partido durante la larga dictadura del general Carias, cuan-
do sus principales dirigentes fueron obligados al exilio, o se vieron perseguidos y encarce-
lados. El hecho que las estructuras represivas de la dictadura, sobre todo las comandancias
locales de armas, no hubiesen sido desmanteladas por el presidente Gálvez, daba a los li-
berales los elementos de juicio necesarios para pensar que podían ser reprimidos, o que su
triunfo electoral podía ser burlado si el gobierno optaba por destruir el movimiento
huelguístico decretando leyes de excepción en las localidades afectadas por el paro.

Ante la circunstancia de la huelga los liberales optarán, desde los primeros días, por
acusar a sus adversarios de ser los instigadores o los responsables del estallido de la huel-
ga. Esta actitud es evidente en las informaciones publicadas por su vocero, diario El Pueblo,
desde que se conoció la noticia de la huelga. El 6 de mayo el Consejo del Partido Liberal en
el departamento de Cortés y el Consejo Local de San Pedro Sula se dirigieron a sus afilia-
dos, señalando que después de haber sido solucionado el conflicto de los muelleros en
Puerto Cortés:
172
agentes de nuestros adversarios recorren los sectores de la Costa Norte (Tela
y El Progreso) azuzando a empleados y braceros de la frutera, en el sentido
de que abandonen sus labores y vayan a la huelga; y lo que es más delicado
y hasta punible, radica en el hecho de que los "instigadores" se proponen
descargar toda la responsabilidad de esos brotes de desorden, sobre el Parti-
do Liberal, siguiendo el plan maquiavélico trazado por el vocero oficial del
Cariísmo: repetir y repetir hasta el cansancio, que nuestro Instituto Político
tiene nexos con el comunismo internacional.86

El periódico no dudaba, por otra parte, que el Partido Nacional Cariísta estaba insti-
gando a la huelga para obligar al gobierno a suprimir las garantías constitucionales, para
lo cual -según los liberales- se valía de "hojas sueltas" sin firma responsable en las que se
llamaba a la huelga y se vivaba al Partido Liberal, las cuales eran distribuidas por agentes
del cariísmo en todos los campos bananeros. Esta labor, según el Partido Liberal, se llevaba
a cabo con la complicidad de algunos jueces del trabajo, comandantes de armas
seccionales, cabos de comisario y comandantes de campo.87 Al mismo tiempo, el Partido
Liberal llamaba al gobierno a tomar la iniciativa para encontrarle solución al conflicto
"siempre que ésta no lesione los intereses de los trabajadores o de la compañía", para lo
cual el partido ofrecía "la más franca y sincera colaboración".88

El Partido Liberal proponía como solución a los problemas laborales del país, la emi-
sión de un Código de Trabajo y una legislación adecuada, lo cual sería posible si los elec-
tores favorecían a los liberales en los comicios del mes de octubre.89 Para reafirmar esta
posición, los voceros del Partido Liberal recurrían a la historia, culpando al general Carias
y a su mayoría parlamentaria, por haberse opuesto a discutir el proyecto de Código de
Trabajo que en 1931 presentó ante el Congreso Nacional el ministro liberal de Fomento,
Agricultura y Trabajo, Salvador Corleto. Asimismo, señalaban a los diputados carlistas
como responsables de la eliminación del capítulo sobre "Cooperación Social y Trabajo" de
la Constitución de 1924, que contemplaba la creación de un Instituto de Reformas Sociales
para armonizar las relaciones entre el capital y el trabajo.90

86 El Pueblo, órgano del Partido Liberal de Honduras, 6 de mayo, 1954, pp 1-4 («Los Consejos Departamentales de
Cortés y Local de San Pedro Sula, se dirigen a los liberales»)
87 El Pueblo, 7 de mayo, 1954, pp 1-4 («El Canísmo trata de utilizar la huelga de la Tela en perjuicio del Partido Libe-
ral»)
88 £/ Pueblo, 8 de mayo, 1954, pp 1-4 («Partido Liberal y huelga»),
89 El Pueblo, 11 de mayo, 1954, pp 1-4 («Partido Liberal y Código de Trabajo»).
90 El Pueblo, 27 de mayo, 1954, pp 1-4 («La historia y el gran avestruz») El capítulo «Cooperación Social y Trabajo»
corresponde al Título XX de la Constitución de 1924, el artículo 175 de la misma decretaba el establecimiento de un
«Centro Técnico denominado Instituto de Reformas Sociales», que debía armonizar las relaciones entre el capital y
el trabajo El articulo 176 decretaba, por otra parte, la jomada de trabajo asalariado en ocho horas dianas y un día de
descanso por cada seis de trabajo. También preveía la creación de una Ley sobre Accidentes de Trabajo y una protec-
ción especial para el trabajo de las mujeres y el de los hombres menores de 14 años (artículo 177) Véase Recopilación
de las constituciones de Honduras (1825-1965), pp 421-422.

173
b) El Movimiento Nacional Reformista (MNR)

El Movimiento Nacional Reformista se presentaba ante los electores obreros como "la
esperanza de salvación y reivindicación de los trabajadores, en medio de las barreras exis-
tentes por la falta de leyes sociales que los protejan y por la negligencia en la aplicación de
las que existen" Y reconocía como "indiscutible" la importancia política de La Lima, sede
principal de la compañía bananera Por el mismo hecho, el MNR consideraba necesario
"dedicarle (a La Lima) un cuidado especial en atenderle de manera sistemática, enérgica y
decidida" Para lo cual debía tenerse en cuenta -según el vocero del MNR- que "emplea-
dos de la frutera de significada importancia, son liberales, tanto en la propia Lima, como
en lugares adyacentes, y eso significa mucho" 91

Desde el micio del conflicto, esta agrupación política decidió apoyar al presidente
Gálvez en la búsqueda de una solución al problema laboral de la Costa Norte El 7 de
mayo las autoridades centrales del MNR ordenaron a sus consejos departamentales de
Tela, La Ceiba, El Progreso, Cortés y San Pedro Sula, brindar su apoyo al gobierno y "dic-
tar todas las medidas conducentes a encontrar una solución pacíñca del problema creado
por la huelga ",92 Por otra parte, lamentaba la "impulsividad" de los trabajadores, así
como la "incomprensión y carencia de espíritu de justicia de los directivos de la compa-
ñía" 93

La conducta del MNR mtentó ser conciliadora desde el principio, sin ocultar su solida-
ridad con el gobierno, pero cuidándose de no perder electores en las localidades norteñas
afectadas por la huelga En determinado momento, uno de los editoriales de su vocero
oficial afirmó que no desconocía el alza registrada en el costo de vida en los últimos años,
así como el insuficiente jornal que recibían los trabajadores bananeros, por lo cual conside-
raba justo que se les aumentara sus salarios Para encontrar una solución justa al conflicto,
el MNR llamaba a los partidos políticos a intervenir de forma "prudente" y "eficaz", para
que el arreglo fuera "pronto" y "cordial" M

El 27 de mayo el gobierno emitió una declaración oficial sobre la huelga, en la que afir-
maba que entre los trabajadores en huelga "se han infiltrado agentes del comunismo inter-
nacional", arguyendo que tenía en su poder algunos mensajes de organizaciones guate-
maltecas en los que se animaba a los huelguistas hondurenos a continuar su lucha * Desde
ese momento la actitud del MNR respecto a la huelga cambió radicalmente y, en conso-
nancia con la postura oficial, adoptó el anticomunismo como justificación para atacar al
movimiento huelguístico, hasta convertirse en uno de sus enemigos declarados Pocos días
después de la publicación del comunicado oficial sobre la huelga, el vocero del MNR

91 Prensa Libre, órgano oficial del Movimiento Nacional Reformista, 3 de mayo, 1954, ρ 2 («El reformismo en La Lima,
Cortés»)
92 Prensa Libre, 7 de mayo, 1954, pp 1-4 («Del Consejo Central del MNR a los »)
93 Prensa Libre, 10 de mayo, 1954, ρ 1 («Las fuerzas vivas»)
94 Prensa Libre, 22 de mayo, 1954, ρ 2 («En tomo a la huelga»)
95 Prensa Libre, 27 de mayo, 1954, pp 1-6 («Declaración oficial en tomo a la huelga»)

174
empezó a referirse a la huelga bananera como un movimiento dividido en dos bandos
"huelga blanca" y "huelga roja", afirmando que los líderes de la huelga habían engañado
al pueblo utilizando como camuflaje discursos en los que vivaban al presidente, hablando
de campañas antialcohólicas, de depuración patriótica y del nacionalismo de su causa,
incluso "hasta a misa había ido la bendita huelga".96

Poco tiempo después algunos miembros de esa organización crearon el Frente


Anticomunista del MNR, el cual se dedicó desde su fundación a realizar una intensa cam-
paña propagandística para desprestigiar a los trabajadores en huelga y a sus líderes. El 1
de junio, el Frente Anticomunista del MNR afirmaba que los 30 puntos del pliego de peti-
ciones presentado por los huelguistas a la compañía bananera, habían sido elaborados en
Guatemala por el líder comunista Manuel Fortuny. A ello agregaba una serie de acusacio-
nes dirigidas contra algunos líderes de la huelga diciendo, por ejemplo, que César Augus-
to Coto, secretario general del Comité Central de Huelga, había estudiado en la Escuela de
Capacitación Marxista de México y era "totalitario"; que Augusto Castañeda, líder en Tela,
era guatemalteco y comunista auténtico; que Francisco Cardona Casaña, un huelguista
muy activo, había sido fichado en Guatemala como "redomado comunista"; que Guiller-
mo Sánchez, Ricardo Fuentes y Galileo Portillo eran comunistas originarios de Guatemala,
Costa Rica y El Salvador respectivamente.97

Al mismo tiempo, los corresponsales del vocero oficial del MNR en la Costa Norte
desmentían, con informaciones y reportajes enviados desde los campos de la huelga, las
afirmaciones de los directores del periódico. Los corresponsales y los enviados ocasionales
del periódico en las localidades en huelga manifestaban con frecuencia su admiración por
el patriotismo, el orden, la disciplina e incluso la religiosidad demostrados por los traba-
jadores y sus líderes en todas las ciudades afectadas por la huelga. Con admiración y res-
peto por los huelguistas un corresponsal de Prensa Libre informaba a su periódico:

La milagrosa Virgen de Suyapa está en la huelga; los trabajadores huelguis-


tas llevaron su imagen al Parque Ramón Rosa, cuartel general de la huelga,
y le erigieron un precioso altar; lo mantienen iluminado con candelas a pro-
fusión; le dieron Rosario Cantado y Misa de Campaña, celebrada por los
Padres de nuestra Santa Iglesia Parroquial. Las madres, las esposas, las hijas,
las hermanas de los trabajadores en huelga, todas las noches le rezan a la
Virgen y le piden los saque con bien de este trance doloroso y delicado....98

Esta fue la actitud mantenida por el MNR hasta el final de la huelga, insistiendo en que
la intransigencia de los líderes del Comité Central de Huelga se debía a su militancia co-
munista y a sus vinculaciones con la Unión Soviética, eximiendo muchas veces de res-

96 Prensa Ubre, 1 de junio, 1954, pp. 1-4 («Presagios»).


97 Prensa Libre, 1 de junio, 1954, pp 1-4 («Presagios», comunicado del Frente Anticomunista del MNR)
98 Prensa Libre, 2 de junio, 1954, pp. 1-4 («Que la Virgen de Suyapa está en la huelga, dice»).

175
ponsabilidad a "las masas", con el objeto de crear un distanciamiento entre los trabajado-
res y sus líderes.99

c) El Partido Nacional Cañista

Durante la campaña electoral de 1954, el Partido Nacional Cañista se propuso proyec-


tar ante la sociedad hondurena una imagen salvadora y mesiánica, manifiesta en la expre-
sión "sólo el general Carias podrá salvarnos del plan comunista".100 Con esta afirmación,
se buscaba asociar la figura de su líder con la existencia de un peligro supuesto que ame-
nazaba a toda la sociedad: el peligro comunista.

En abril de 1954, la candidatura del general Carias se definía como representante exclu-
siva de una "verdadera conciencia popular en abierta oposición al comunismo" y, además,
como "la corriente íntegra de las fuerzas del espíritu contra las corrientes sedimentadas
del materialismo". Al mismo tiempo se presentaba como el "obstáculo principal" contra el
fortalecimiento de las teorías socialistas en la sociedad hondurena, lo cual implicaba una
"lucha a muerte con el comunismo".101

Frente a la huelga bananera el movimiento cariísta promovería el anticomunismo y


defendería abiertamente los intereses de la United Fruit Company, lo cual lo llevaba a seña-
lar como "comunistas" a algunos de sus adversarios políticos que no lo eran, y a establecer
una estrecha relación entre éstos y la huelga bananera. Esta actitud estaba dirigida princi-
palmente contra el Partido Liberal, su rival histórico a lo largo del siglo. Un día después de
iniciada la huelga, el corresponsal de La Epoca, en Tela, se esforzaba por culpar a los libe-
rales y al MNR del estallido del movimiento, informando que:

Ayer en el campo de los distritos de Urraco, El Progreso y Batán, se levanta-


ron en huelga los trabajadores de la compañía auspiciados por dirigentes del
Partido Liberal y Reformista. La bandera roja flamea entre la muchedumbre
huelguista. (...) Quizá esta actitud se debe al ofrecimiento del candidato del
Partido Liberal, "pajarito", de 8 lempiras diarios como sueldo mínimo.
Amigos de La Ceiba nos informaron que un grupo de liberales llegaron don-
de Enrique Ortez a consultarle si se levantaban en huelga, contestando Ortez
que lo hicieran....102

Desde fines de abril, el cariísmo acusaba al candidato liberal, Ramón Villeda Morales,
de haber ofrecido en San Pedro Sula el aumento del salario mínimo a 8 lempiras; lo mismo

99 Véase, por ejemplo, el editorial de Prensa Libre («La huelga debe terminar»), 3 de junio, 1954, ρ 2
100 La Epoca, Tegucigalpa, 14 de jumo, 1954, ρ 1
101 La Epoca, 28 de abril, 1954, ρ 3 («Violentos ataques de los comunistas contra el general Tiburcio Carias»)
102 La Epoca, 5 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Los dirigentes rojos dan todo impulso a la huelga»). El mencionado Enrique
Ortéz era candidato a la vicepresidencia de la República en la fórmula liberal Más tarde, los Cañistas serán acusa-
dos a su vez de ser los responsables de la colocación de «bandentas rojas y hojas sueltas contra el movimiento
huelguístico, con la intención de darle sabor comunista al problema y de acusar injustamente al pueblo trabaja-
dor ». Véase: £1 Oía, Tegucigalpa, 12 de mayo, 1954, ρ 8 («Maniobras reaccionarias»).

176
se dijorespectoal dirigente liberal del puerto de Tela, Emilio Gómez Rovelo. El periódico
inducía a pensar que existía una relación entre la oferta salarial hecha por los liberales y las
huelgas que comenzaban a estallar en la Costa Norte, como también con el asalto a un
comisariato de la Tela Railroad Company cerca de El Progreso y el paro que intentaba reali-
zar un grupo de trabajadores en la Costa Norte el primero de mayo.

El Partido Nacional Cariísta también acusaría al candidato liberal de recurrir al


populismo para ganar el favor y la simparía popular, diciendo que éste había recorrido las
calles de Tegucigalpa en un jeep abierto "como un nuevo Perón". La reivindicación del
derecho a la tierra para los campesinos, propuesta por Villeda Morales, era otro punto de
discrepancia con el general Carias. La Epoca acusaba a los liberales de haber afirmado que
"todas las tierras se repartirán y que no habrán alambres de púas que se respeten para
quitar terrenos". De donde deducía que los liberales querían:

...valerse de la buena fe del pueblo humilde para inculcarles, que mañana los
terrenos de los sucesores de Santos Soto, de los terrenos de Rafael Callejas en
el sur, de los terrenos de las familias Sevilla y Romero en El Paraíso, de los
terrenos de don Fernando Sempé y de todos aquellos hondurenos y extran-
jeros que por miles de motivos no pueden hacer de ellos emporio de agricul-
tura, se les quitará para repartirlos en las familias de los correligionarios del
candidato comunista doctor Ramón Villeda Morales.103

Por todo lo anterior, La Epoca comparaba a Villeda Morales con Stalin y al Partido Libe-
ral con un partido revolucionario, calificando a ambos de "comunistoides", "izquierdistas"
y "demagogos agazapados".

Los liberales también serían acusados, tanto por los carlistas como por los líderes del
Comité Central de Huelga, de involucrarse en la huelga por medio de algunas personas
que intentaron vincularse al movimiento con el fin de manipularlo desde adentro. Tal es el
caso de los profesionales liberales Francisco Milla Bermúdez y Roberto Arellano Bonilla,
señalados por algunos líderes huelguistas como individuos afines a la compañía bananera
y difusores de la idea de que la huelga iba en contra del Partido Liberal, porque éste resol-
vería los problemas laborales del país desde el poder, por lo cual la prolongación de la
huelga era absolutamente innecesaria.104

En determinado momento, los profesionales mencionados llegaron a ser asesores del


Comité Central de Huelga. Milla Bermúdez organizó incluso un "Comité Pro-Auxilio de

103 La Epoca, 30 de abnl, 1954, p. 3 («Cabalgata Política»); y, La Epoca, 27 de abnl, 1954, p. 3 («Cabalgata Política»).
104 En un artículo publicado por Francisco Milla Bermúdez en un diano de Tegucigalpa, sostenía que «quienes persis-
tan, por ignorancia o por malicia, en sostener en público o en privado que la influencia comunista, procedente de
Moscú o de cualquier otro sitio del mundo tiene que ver directamente con el movimiento huelguístico de nuestra
Costa Atlántica, están pugnando, porque miles de hombres y sus familiares sometidos a una esclavitud perenne, se
vean privados de su derecho indiscutible a liberarse (.. ) la huelga tiene su ongen en la vieja injusticia que ha preva-
lecido...». E/ Cronisti!, 28 de mayo, 1954, p. 3 («La imputación de comunismo a la huelga..»).

277
la Huelga" en la ciudad de San Pedro Sula. A fines de junio los carlistas de La Lima acusa-
ron a Milla Bermúdez y a su hermano, al palestino Juan J. Mourra, a Pedro Barahona,
Macario Melgar y a la anciana Cala Enriquez, de presentarse todos los días ante los micró-
fonos de Radio Progreso de San Pedro Sula como miembros de tal comité, señalando que
todos pertenecían a la "estirpe colorada", es decir, "comunistas legítimos".105

En términos generales, la conducta del Partido Nacional Cañista ante la huelga bana-
nera fue de oposición a ésta, realizando una defensa velada de los intereses de la United
Fruit Company, a la cual estaba vinculado desde varias décadas atrás. Al mismo tiempo, el
carlismo utilizó el movimiento huelguístico con fines proselitistas, tratando de sacar el
máximo beneficio de las posibles vinculaciones de sus adversarios políticos con los huel-
guistas. Por otra parte, la huelga le sirvió a los carlistas, tanto como al MNR, para llevar a
cabo una amplia campaña anticomunista entre los trabajadores bananeros, creando en
éstos el temor a un peligro externo del cual sólo el general Carias podía "salvarlos".

8. Guatemala, la huelga bananera y la campaña anticomunista

Al incremento de la protesta social en Honduras, se sumó una creciente inseguridad


ante la agitación que vivía Centroamérica por el conflicto entre las fuerzas favorables al
cambio y los centros de poder opuestos a éste.106 La crisis política que, en 1954, sirvió como
contexto al conflicto social en Honduras tenía su centro fuera de las fronteras hondurenas,
pero eso no excluía a este país de las consecuencias que aquella provocaría.

En 1954 se presentó una coyuntura en la que Honduras y Guatemala estuvieron estre-


chamente relacionadas. Los planes de contrainsurgencia del gobierno de los Estados Uni-
dos contra Guatemala, por una parte, y la utilización del territorio hondureno con esa fina-
lidad, por otra, hizo que los sectores populares organizados de ambos países adoptaran
posiciones de compromiso frente a los problemas que se presentaban en ambas naciones.

La combinación circunstancial de crisis intema y extema, le dio a la huelga bananera


una amplitiud y una significación que, en otro contexto, probablemente no hubiera tenido.
Desde el inicio de la huelga bananera se vertieron sospechas respecto a la vinculación de
ésta con el proceso de reformas sociales impulsado en Guatemala por el gobierno del pre-
sidente Jacobo Arbenz. Las sospechas estaban alimentadas desde distintas fuentes: la
United Fruit Company, el gobierno, las dos facciones del Partido Nacional y algunos perió-
dicos.

105 La Epoca, 22 de junio, 1954, p. 2 («¿Qué pretende el llamado comité pro-auxilio de la huelga»). En estas acusaciones
y en susrefutacionesjugaba un papel muy importante la lucha ideológica entre las diversas fuerzas involucradas en
la campaña electoral y en el movimiento huelguístico. Por eso en esta nota de La Epoca los señalados son acusados
de ser «comunistas legítimos», mientras que para los líderes del Comité Central de Huelga, acusados a su vez de
comunistas, los mencionados son «traidores» y «fieles servidores de la bananera».
106 Para una visión global de los problemas del cambio social en Centroamérica en los años posteriores a la Segunda
Guerra Mundial véase: H. PEREZ BRIGNOLI., op. cit., especialmente el apartado «El reformismo en perspectiva»,
pp. 101-109.

178

\
En 1944, el gobierno guatemalteco inició un proceso de reformas sociales que, una dé-
cada más tarde, lo enfrentaría abiertamente con el gobierno de los Estados Unidos, pero
que al mismo tiempo despertó expectativas favorables en los movimientos populares de
los países centroamericanos. Las reformas sociales realizadas en Guatemala se convirtieron
en el paradigma de los movimientos populares de países que, como Honduras, habían
avanzado muy poco en esa materia.

Los reformistas guatemaltecos decretaron en 1944 el Código de Trabajo, la libre


sindicalización, los pactos colectivos de trabajo, el reajuste equitativo de salarios y la
humanización de las condiciones laborales en la ciudad y el campo. Dos años más tarde
fue establecida la Ley de Seguridad Social. En 1945 la nueva Constitución de Guatemala
reconoció la función social de la propiedad. El salario mínimo, que en 1944 era de 5 a 25
centavos de Quetzal, llegó a 80 centavos en 1953.107

Entre 1944 y 1954 el gobierno guatemalteco mantuvo una política exterior calificada de
"revolucionaria", pues implicó la ruptura de relaciones con los gobiernos dictatoriales de
los generales Francisco Franco de España y Rafael Trujillo de República Dominicana, así
como la apertura de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. En la misma década,
el gobierno de Guatemala debió enfrentar por lo menos 40 intentos subversivos de derro-
camiento con participación directa o indirecta de empresas de los Estados Unidos, espe-
cialmente de la United Fruit Company.m

En junio de 1952, el Congreso Nacional guatemalteco decretó la Ley de Reforma Agra-


ria (Decreto 900), la cual le asignaba una función social a la propiedad y tenía como objeto
"liquidar la propiedad feudal en el campo y las relaciones de producción que la originan".
La Reforma Agraria se proponía dotar de tierras a todos los campesinos, mozos, colonos y
trabajadores agrícolas que no las tuvieran, para lo cual contemplaba la posibilidad de ex-
propiación de las tierras que se encontraran ociosas.109

La United Fruit Company era "el mayor terrateniente del país" y tenía la mayor cantidad
de tierras ociosas en Guatemala, aproximadamente 175 mil hectáreas, que jamás habían
sido cultivadas. Entre febrero de 1953 y marzo de 1954, el gobierno de Arbenz expropió a
la United Fruit Company 392,950.43 acres de tierra ociosa en sus posesiones del Atlántico y
el Pacífico, compensándola con un millón 185,115.70 quetzales (o dólares) en bonos de la
Reforma Agraria.110

La respuesta de la United Fruit Company fue denunciar internacionalmente al gobierno


de Arbenz, señalándolo como comunista. A fines de junio de 1954, el presidente Jacobo

107 G. TORIELLO GARRIDO, Tras la cortine del banano, pp. 56,59,60 y 69.
108 ibidem., pp. 61 y 71.
109 Ibidem., pp. 73 y 74. Los aspectos concernientes a la reforma agraria están tomados del texto de la misma, citada
textualmente por TORIELLO GARRIDO en su obra.
110 Ibidem., pp. 75 y 78.

179
Arbenz y su gobierno se vieron presionados por los Estados Unidos y por ima expedición
contrarrevolucionaria organizada desde Honduras por el exiliado guatemalteco, coronel
Carlos Castillo Armas. 1 "

Según E. Fonseca, la reacción más severa contra los procesos de modernización y de


cambios se dio en Guatemala, donde el gobierno de Arbenz fue derrocado de acuerdo con
la estrategia preparada por la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA). La supues-
ta causa de la intervención de Estados Unidos en los asuntos de Guatemala fue la influen-
cia de los comunistas en el gobierno y el peligro de la penetración de la Unión Soviética en
Centroamérica.

El plan de Estados Unidos incluía la invasión a Guatemala desde territorio hondureno,


lo que se concretó el 17 de junio de 1954 por las tropas del coronel Carlos Castillo Armas,
el ejército nacional guatemalteco se negó a combatir y con ello aprobó la caída del gobier-
no de Arbenz. Este último renunció y entregó el poder a una Junta Militar. El nuevo go-
bierno impulsó una contrarreforma que dejó sin valor los logros del gobierno anterior.
Como resultado, los terratenientes recuperaron las tierras afectadas por la reforma agraria;
las organizaciones campesinas y obreras más beligerantes fueron puestas fuera de la ley; el
Código de Trabajo fue modificado; el derecho al sufragio le fue reconocido únicamente a
los alfabetas; la persecución política se impuso como medio de terror en el nuevo contexto
político de Guatemala.112

Gerrit Huizer, por su parte, enfatiza en la centralidad de la reforma agraria como ele-
mento clave para explicar los motivos últimos de la caída del gobierno reformista de
Jacobo Arbenz. En opinión de ese autor, cuando la reforma agraria empezó a hacerse efec-
tiva, el gobierno guatemalteco fue derrocado por la intervención exterior y se inició un
movimiento de contrarreforma para restablecer la "cultura de represión". Además, el he-
cho de que se expropiaran 83,000 hectáreas de tierras ociosas de la United Fruit Company, a
la que se le pagó sólo el valor catastral declarado de esas tierras, ocasionó un problema
internacional que facilitó el derrocamiento del presidente Arbenz mediante la intervención
extranjera.113

Los últimos meses del régimen guatemalteco coincidieron con la duración de la huelga
bananera en la Costa Norte de Honduras. Estando la United Fruit Company en el centro de

111 Los periódicos hondurenos denunciaron constantemente estos intentos de agresión del exilio guatemalteco desde
territorio hondureno. Los estudiantes universitarios realizaron varias manifestaciones de protesta con el ánimo de
sensibilizar a la opinión nacional sobre el significado político de la violación de la soberanía guatemalteca. El gobier-
no hondureno encarcelo a vanos de ellos y se esforzó en detener las protestas estudiantiles y de otras organizaciones
populares. De hecho, la decisión de derrocar al presidente Arbenz habla sido tomada por la administración
Einsenhower en 1953, para lo cual se envió a Tegucigalpa al señor Willauer, más tarde Embajador en Honduras,
como parte de un equipo responsable de derrocar al gobierno guatemalteco. Véase· D. EURAQUE., op cit., p. 376 y
nota 137, EURAQUE cita al respecto a diversos autores.
112 E FONSECA, Centroamênca, su historia, FLACSO/EDUCA, San José, Costa Rica, ρ 256
113 G HUIZER, EJ potencial revolucionario del campesino en América Latina, Editorial Siglo XXI, 2' edición, México, 1974,
pp 243-249.

180
tales acontecimientos y siendo Honduras la base de operaciones de la contrarrevolución
guatemalteca, resultó inevitable que el destino final del gobierno revolucionario de Gua-
temala y la huelga bananera de Honduras estuvieran asociados de múltiples maneras.

En Guatemala, el periodista Clemente Marroquín Rojas, en su editorial del 17 de mayo


en La Hora, entre otras cosas decía que era imposible evitar el contagio, porque los trabaja-
dores bananeros de Honduras estaban informados de las victorias de los trabajadores de
Guatemala contra las compañías subsidiarias de la United Fruit Company y que, una vez
"contagiados", habían empezado a organizarse. Por otra parte, afirmaba que los comunis-
tas de Guatemala, para contrarrestar la campaña "lírica" que hacían los guatemaltecos en
Honduras, dispusieron "aguarles la fiesta" obligando al gobierno a poner atención en otro
problema; de allí "la lucha porque la Costa Norte se levantara en huelga formidable".114

La prensa favorable a la intervención contra el gobierno guatemalteco contribuyó a


crear un clima de tensión e inseguridad en Honduras con respecto a la situación imperante
en Guatemala. Por momentos parece existir una campaña de desinformación sobre los
acontecimientos en ese país, aparte de un evidente interés por vincular al gobierno guate-
malteco con la huelga bananera. El 6 de mayo, el corresponsal de El Día en el Puerto de
Tela informaba que una radio anónima, que transmitía en la misma frecuencia que La Voz
de Guatemala, estaba difundiendo propaganda para alentar en su lucha a los trabajadores
de la Costa Norte, excitándolos a continuar en sus esfuerzos hasta hacer efectivas sus rei-
vindicaciones. El mismo periódico informaba que el gobierno de Honduras había cancela-
do el exequatur a los cónsules de Guatemala en Puerto Cortés y San Pedro Sula, José María
Aguilar Muñiz y Raúl Pérez respectivamente, acusados de valerse de sus cargos diplomá-
ticos para promover la infiltración comunista y entrometerse en la política de Honduras.115

Un día después se informaba que la Confederación General de Trabajadores de Guate-


mala, el Sindicato de Periodistas y el Sindicato de Maestros de la Educación de Guatemala,
se habían dirigido al presidente Gálvez pidiéndole que respetara la huelga de los trabaja-
dores de la Costa Norte. Las mismas organizaciones se dirigieron también a la United Fruit
Company, exigiéndole que atendiera las justas reclamaciones de sus trabajadores en Hon-
duras y cablegrafiaron a los "grandes", reunidos en Ginebra, para exponerles la razón que
asistía a los huelguistas hondurenos. La nota agregaba que el líder comunista guatemalte-
co, José Manuel Fortuny, movilizaría ese día sus milicias para prestar el apoyo moral y
material necesario para que los trabajadores hondurenos tuvieran un éxito completo en
sus justas demandas de reivindicación.116

El mismo día se informó desde Tela que la emisora de Ciudad Guatemala, Radio Bolí-
var, había transmitido la "sensacional" noticia de que el Dr. Juan Manuel Gálvez, en vista
114 La Epoca, 29 de mayo, 1954, p. 2 («Tal como lo dijimos está sucediendo»).
115 El Día, 6 de mayo, 1954, p. 4 («Telegrama desde Tela»). Véase también E/ Cronista, 5 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Acuer-
dos que cancelan funciones consulares guatemaltecas...»).
116 Eí Día, 11 de mayo, 1954, p. 1 («La Confederación de Trabajadores de Guatemala y dos sindicatos con los huelguistas
de la costa norte»).

181
del conflicto de los trabajadores de la compañía bananera, se había visto obligado a dimi-
tir, delegando la presidencia de la República al titular de la Defensa, mientras se producía
el traspaso de las riendas del gobierno a una mano fuerte. Al final de la nota se decía que
el pueblo hondureno se había puesto nervioso por esa noticia, a la que el corresponsal
consideraba como una "bomba de hidrógeno", lanzada con el objeto de "despistar".117

Tres semanas después de iniciada la huelga bananera, la prensa hondurena reproducía


unas declaraciones del secretario de Estado de los Estados Unidos, John Foster Dulles, en
las que éste insinuaba la posibilidad de que Guatemala hubiera provocado las huelgas en
Honduras. El funcionario estadounidense afirmó que en vista de la situación que se pre-
sentaba en Centroamérica, los Estados Unidos estaban listos para negociar tratados de
asistencia militar con Honduras y Nicaragua. El objeto principal de tales acuerdos, según
el secretario de Estado, era "evitar una expansión de cualquier movimiento comunista
hacia el Canal de Panamá proveniente de Guatemala".118

Desde ese momento la campaña de los Estados Unidos contra el gobierno de Guatema-
la se convirtió en Centroamérica en una cruzada anticomunista, que reducía los conflictos
sociales a la lucha entre "democracia" y "comunismo", según los parámetros de la guerra
fría. El 9 de junio un diario de Tegucigalpa informaba de la existencia de un "plan comu-
nista" para subvertir el orden en Centroamérica, sobre el cual hacía las consideraciones
siguientes:

1. Aunque el plan ha sido interrumpido en su desarrollo previsto, conti-


núan las actividades revolucionarias del comunismo en Centroamérica.
2. Honduras parece ser el próximo objetivo del Kremlin.
3. La pugna entre el comunismo y la democracia alcanza en Centroamérica
los contornos de una lucha decisiva.
4. Guatemala es la base de operaciones del comunismo en Centroaméri-
ca.119

Un día después el mismo periódico informaba, citando fuentes mexicanas, que México
era sede de un "tenebroso movimiento comunista ligado a los brotes centroamericanos".
El periódico señalaba como responsables de tal movimiento al Partido Comunista, el
Consejo Nacional de Partidos Pro-Paz, el Partido Obrero Campesino y la Unión Democrá-
tica de Mujeres Mexicanas. Sostenía además que, acatando resoluciones del Buró Político
del Partido Comunista de México, diferentes organizaciones mexicanas habían movilizado

117 E/ Día, 12 de mayo, 1954, pp. 1-8 («Falsas noticias»).


118 Prensa Libre, 22 de mayo, 1954, p. 1 («Dulles insinuó que Guatemala provocó el paro de los trabajadores en Hondu-
ras»). Honduras y los Estados Unidos habían iniciado conversaciones en 1954 sobre la posibilidad de firmar un
Convenio Bilateral de Asistencia Militar, de acuerdo con el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR)
y los lincamientos de la Junta Interamericana de Defensa, el Convenio fue firmado en el curso de ese año Véase: E/
Cronista, 1 de mayo, 1954, p. 1 («Pacto militar entre los Estados Unidos y Honduras»).
119 E/ Día, 9 de junio, 1954, p. 3 («Plan comunista para Centroamérica»).

182
sus agentes, quienes pronunciaban discursos "francamente subversivos y propicios para el
establecimiento de un clima de desorden en el país".120

Lo anterior se sumaba a una campaña iniciada meses atrás por La Epoca y El Día, dia-
rios que eran calificados por algunos de sus críticos como "bananeros" y "reaccionarios".121
El primero de ellos había dicho, en una columna dedicada al insulto y ofensa de sus adver-
sarios, que en la Convención del Partido Liberal de Honduras había triunfado el comunis-
mo guatemalteco, que le había proporcionado 80 mil dólares a los liberales hondurenos
para que realizaran una concentración "impresionante" en Tegucigalpa. La misma colum-
na sostenía que la convención liberal había reflejado "la marcada ideología comunista y el
espíritu de venganza y sangre que tanto significa a los rojos hondurenos". Del discurso del
candidato liberal en la Convención dijo que sus ofrecimientos a obreros y campesinos no
fue sino un plagio de la oratoria "incendiaria" del "comunista mayor" de Guatemala,
Arévalo Bermejo. Según el periódico, aunque Villeda Morales no había concretado lo su-
ficiente su posición, sí pudo perfilar "su odio irreconciliable hacia la Tela Railroad
Company y las otras instituciones capitalistas que operan en Honduras".122

El Día había incrementado su campaña anticomunista con motivo de la celebración en


México, a fines de mayo, del "Primer Congreso Contra la Intervención Soviética en la
América Latina", en el que se tomarían medidas radicales para combatir "la influencia
roja" en los países latinoamericanos. El Congreso fue auspiciado por el Frente Popular
Anticomunista de México, que buscaba la coordinación de un frente común en la defensa
integral de la democracia americana.123

A pesar que el 20 de mayo ese diario informó que los huelguistas de la Costa Norte se
mantenían alejados de la influencia del comunismo y de la política interna, limitándose a
señalar que los líderes guatemaltecos se "aprovechaban" de la situación, poco tiempo des-
pués (con la declaración de John Foster Dulles y el congreso anticomunista en México), El
Día acentuó su campaña anticomunista. El 2 de junio el periódico afirmaba:

120 £1 Día, 10 de junio, 1954, pp 1-2 («Agitación comunista mexicana se liga a Guatemala y Honduras»).
121 El semanano Revolución decía. «E/ Die es un diario bananero y Julián López Pineda también», refiriéndose a la con-
ducta ideológica de ese diano y su director. El calificativo «reaccionario» era comúnmente utilizado contra La Epoca,
que actuaba como vocero de la facción Cañista del Partido Nacional Véase. Revolución, 8 de mayo, 1954, ρ 3 («El
pueblo hondureno despierta»)
122 La Epoca, 27 de abnl, 1954, pp 1-4 («El comunismo de Guatemala tnunfó en la Convención del Partido Liberal»). La
continuidad de la campaña anticomunista, que incluía a los liberales como uno de sus blancos, obligó meses más
tarde al candidato liberal a defenderse publicamente a través de una radioemisora Ramón Villeda Morales señaló
en esa ocasión que en Honduras «algunos sectores políticos han iniciado la lucha anticomunista con metodología
epiléptica, no con sinceridad para combatir el mal, sino por el prurito exhibicionista de ostentar el marbete que está
de moda para congraciarse con las democracias occidentales» Al referirse al anticomunismo dirigido contra la
huelga bananera, sostuvo que quienes hablaban de tal manera jamás habían sentido la angustia del hambre o del
desempleo, ya que siempre habían vivido a expensas de la burocracia Véase El Cronista, 18 de jumo, 1954, pp. 1-4
(«Discurso pronunciado por el Dr Ramón Villeda Morales a través de HRN»).
123 E/ Día, 8 de mayo, 1954, ρ 1 («Evento anticomunista a desarrollarse en México durante el presente mes»).

183
Quien visite los diferentes comités (de huelga) se dará cuenta de inmediato
que en ese grave conflicto se mueven "cerebros ocultos", el comunismo in-
ternacional está de por medio, y la intervención de Lombardo Toledano vie-
ne en abono de lo anteriormente escrito. La organización y la táctica que los
diferentes jefes se gastan, principalmente los de Progreso, acusan, como ya
se dijo en la declaración oficial, que los pioneros de la huelga han sido entre-
nados en un país extranjero.124

El carácter y el grado de la organización creada por los trabajadores del banano duran-
te el movimiento huelguístico, que suscitó comentarios favorables al principio del paro por
su capacidad para mantener el orden y la disciplina entre los miles de huelguistas en todos
los centros de trabajo, también se convirtió en motivo de sospecha para los interesados en
desacreditar el movimiento y los que dudaban de la capacidad de los trabajadores para
crear sus propias formas de organización. Prensa Libre, vocero del MNR, era uno de los que
lanzaba sospechas al respecto. Para este periódico no había duda sobre la presencia de
"manos expertas" en la dirección de la huelga, pues de lo contrario "nuestros trabajadores
de la Costa, sin ninguna experiencia en esta clase de eventos sociales, no habrían podido
actuar de la manera como lo han hecho".125

En ocasiones, los mismos trabajadores provocaban las críticas que los señalaban como
simpatizantes del gobierno de Guatemala. De acuerdo con algunas informaciones perio-
dísticas (confirmadas más tarde por los dirigentes huelguistas que entrevisté), en los últi-
mos días del gobierno de Jacobo Arbenz, los huelguistas del Puerto de Tela enviaron
"mensajes de encendida simpatía" a las autoridades guatemaltecas. Para el periódico que
proporcionó la información, la situación estaba clara: "la huelga es de esencia comunista,
inspirada y orientada desde Guatemala".126

9. La conducta del gobierno del presidente Gálvez

La actuación del gobierno del presidente Juan Manuel Gálvez ante las protestas obre-
ras puede dividirse en dos etapas. En la primera, es evidente el esfuerzo del gobierno por
adoptar medidas preventivas para evitar que los primeros ensayos de huelga se convirtie-
ran en un movimiento masivo que afectara a las plantaciones bananeras en su conjunto.
Esta conducta de Gálvez era la continuación de la política de su antecesor, el general
Carias, y que su gobierno había retomado en 1951 con la represión y disolución de las or-
ganizaciones más beligerantes del movimiento obrero en aquel momento.

124 El Día, 2 de junio, 1954, pp. 1-6 («La prolongación de la huelga en los campos de la Costa Norte»). El mencionado
Lombardo Toledano, mexicano, presidente en aquel momento de la Confederación de Trabajadores de América
Latina (CTAL), a la que muchos consideraban «comunista», en vista de sus relaciones con la Federación Sindical
Mundial, afín a la Unión Soviética.
125 Prensa Ubre, 5 de junio, 1954, p. 2 («Hacia un Congreso extraordinario»).
126 E/ Día, 25 de junio, 1954, p. 3 («Nueva faz de la huelga norteña»).

184
Cuando las protestas en las plantaciones bananeras comenzaron a ser más intensas,
aunque localizadas en puntos específicos del territorio de las bananeras y carentes de co-
ordinación, el gobierno emitió las disposiciones que consideró necesarias para evitar la
propagación de las huelgas y otras manifestaciones de la protesta obrera de la Costa Nor-
te. El 30 de abril de 1954, el ministerio de Relaciones Exteriores envió una "circular urgen-
te" a los gobernadores políticos, ordenándoles aplicar a la mayor brevedad y de forma
rigurosa y estricta las disposiciones de la Ley de Extranjería. La misma circular ordenaba
la expulsión de todos los extranjeros que instigaran, fomentaran, promovieran o ejecutaran
acciones que trastornaran el orden público. La medida había sido adoptada en vista de "la
extrema gravedad de las recientes huelgas organizadas y sabotajes cometidos contra em-
presas particulares y dependencias gubernamentales...en algunos sectores de la Costa
Norte", lo cual, según el gobierno, había causado daños a la propiedad, amenazaba la vida
y la seguridad de las personas, y representaba un serio peligro para la tranquilidad y el
orden público.127

Cuando los muelleros de Puerto Cortés declararon un paro laboral exigiendo doble
paga por el trabajo realizado en día domingo, el gobierno actuó inmediatamente enviando
al Puerto a su ministro de Gobernación, general José Antonio Inestroza, quien logró la
normalización de las labores mediante un acuerdo negociado. La misma conducta observó
el gobierno frente a la protesta de los empleados del hospital de la bananera en el Puerto
de Tela. Sin embargo, los acontecimientos que se produjeron en la última semana de abril
y los primeros días de mayo, superaron con su celeridad las medidas preventivas adopta-
das por el gobierno en estos casos.

La segunda etapa de la actuación del gobierno frente a las protestas obreras, se inició
con la propagación del movimiento huelguístico a todas las plantaciones bananeras de la
Costa Norte entre el tres y el siete de mayo. La participación de más de 35 mil trabajadores
en el paro laboral, dejó al gobierno de Gálvez pocas posibilidades de maniobra ante la
magnitud y extensión del movimiento huelguístico, que en poco tiempo involucró a tres
departamentos del país y redujo a la impotencia a las fuerzas militares del gobierno.

El envío de efectivos de la Escuela Básica de Armas al Puerto de Tela y a la ciudad de


El Progreso, en las primeras semanas de la huelga, sólo sirvió para que el gobierno cobrara
conciencia de la magnitud de la protesta y de su incapacidad para resolver el conflicto por
la fuerza. La incapacidad represiva de las fuerzas militares enviadas desde Tegucigalpa y
de las comandancias locales de armas, redujo las posibilidades de enfrentamientos san-
grientos entre los huelguistas y las fuerzas del orden. Los escasos enfrentamientos que se
presentaron en el transcurso de la huelga no pasaron de ser escaramuzas, que sólo produ-
jeron daños leves en ambos bandos. Esta situación obligó al gobierno a buscar una solu-
ción pacífica y negociada del conflicto, para lo cual nombró una comisión mediadora y
127 Eí Dio, 2 de mayo, 1954, pp. 1-8 («Las huelgas y sabotajes en la Costa Norte de Honduras y una circular del Sr. mi-
nistro de Relaciones Exteriores»). El periódico reproduce íntegramente la circular ministerial.

185
solicitó la colaboración de los partidos políticos, así como la comprensión y cordura de las
fuerzas enfrentadas en la Costa Norte.

La limitación de sus posibilidades de maniobra hacía que el gobierno apareciera ante la


opinión pública como incapaz y displicente, de actuación lenta y tardía, a lo cual contri-
buía, además, la intransigencia de la Tela Railroad Company y las vacilaciones del Comité
Central de Huelga para iniciar la negociación del conflicto. Ante el lamento de algunos
porque el presidente Gálvez no había intervenido para promover la negociación tan pron-
to como se produjo la huelga, un periódico favorable al gobierno daba una excusa inge-
nua, sosteniendo que posiblemente el presidente, conociendo la renuencia de los sectores
económicos y políticos más influyentes para aprobar leyes laborales, había retardado su
intervención para evidenciar el "enorme error" que habían cometido al oponerse sistemá-
ticamente a la emisión de una legislación que regulara las relaciones entre obreros y patro-

A finales de mayo, con un mes de huelga transcurrido, el gobierno pasó a la ofensiva


denunciando la infiltración de "agentes del comunismo internacional" entre los huelguis-
tas, la presencia de agitadores guatemaltecos en la Costa Norte y la actitud hostil y subver-
siva de algunos trabajadores bananeros. El gobierno hacía estas acusaciones a partir de los
hechos siguientes:

a) Por el interés en sabotear el arreglo efectuado por los trabajadores de La


Ceiba con la Standard Fruit Company. El comandante de Tela informó que
en los campos de Lomitas (San Francisco de Atlántida) y Ceibita
(Esparta) los huelguistas descontentos mostraban marcada hostilidad al
gobierno "llegando a oírseles pláticas en las cuales expresaron que si el
gobierno intenta disolverlos, ellos también tienen armas para defender-
se .
b) El uso de un lenguaje subversivo de los huelguistas al dirigirse al gobier-
no.
c) El comportamiento y la organización interna de los trabajadores demues-
tran "entrenamiento y tácticas adquiridas fuera del país".
d) Los huelguistas comunistas quieren prolongar indefinidamente la huel-
ga-
e) Existen indicios seguros de que los comunistas quieren extender la huel-
ga, comprometiendo en este plan a obreros y campesinos de posición
hondureñista.
f) El gobierno tiene en su poder mensajes que organizaciones guatemalte-
cas envían para animar a los hondurenos a la lucha.129

128 Prensa Libre, 22 de mayo, 1954, p. 2 («En torno a la huelga»).


129 Prensa Libre, 27 de mayo, 1954, pp. 1-6 («Declaración oficial en tomo a la huelga»).

186
Una semana más tarde el gobierno emitió nuevas declaraciones, aumentando la aspe-
reza de su tono y señalando que su actitud de "comprensión" y "tolerancia" ante la huelga
bananera no debía ser interpretada como "tolerancia al desorden o incapacidad para repri-
mirlo si se llegara a presentar". Finalmente, el comunicado oficial afirmaba que el gobierno
procedería "sin complacencias de ninguna clase, a reprimir cuanta actitud subversiva,
individual o colectiva, advierta en el desarrollo del movimiento huelguístico de la Costa
Norte...".130 Sin embargo, el gobierno procedió únicamente a una represión selectiva contra
los principales líderes del Comité Central de Huelga.

10. Un balance final a manera de conclusión

A pesar que al final del conflicto la compañía bananera logró imponer sus condiciones,
especialmente en lo que respecta a la concesión de aumentos salariales, los trabajadores
bananeros, y en general la clase obrera hondurena, alcanzaron notables beneficios de la
más prolongada y memorable huelga registrada en la historia de Honduras. El más impor-
tante fue, sin duda, la conquista del derecho a la libertad sindical, de gran significación si
consideramos que, en 1954, Honduras aún no había roto completamente con los moldes
de dominación impuestos por la larga dictadura del general Tiburcio Carias entre 1933 y
1949.

La libertad de organización debe considerarse, en ese contexto, como una apertura de


profundas dimensiones en el seno de una sociedad forjada en el autoritarismo y la repre-
sión. El movimiento huelguístico de 1954 impuso, desde abajo, unas condiciones totalmen-
te nuevas en las relaciones entre empresarios y asalariados, iniciando la ruptura del mode-
lo tradicional de dominación, basado en la negación de los derechos sociales a las clases y
los grupos sociales marginados. La promulgación posterior de una legislación laboral, que
se inició con la emisión de la Carta Constitutiva de Garantías del Trabajo en 1955 y culmi-
nó con la aprobación del Código de Trabajo, la creación del ministerio de Trabajo y Previ-
sión Social, del Instituto Hondureno de Seguridad Social y la Ley de Reforma Agraria, son
el resultado de las exigencias hechas por los trabajadores antes y durante la huelga bana-
nera de 1954. Los gobiernos que emitieron tal legislación, especialmente el presidido por
el liberal Ramón Villeda Morales, no hicieron más que interpretar la inquietud y los anhe-
los de los trabajadores.131

Por otra parte, es evidente que la huelga bananera abrió nuevos espacios en la sociedad
hondurena, no sólo para la organización de los trabajadores en sindicatos, sino también
para la ampliación de las conquistas y los derechos sociales de los trabajadores. El Comité

130 Prensa Libre, 4 de junio, 1954, pp. 1-4 («Se procederá sin complacencias para reprimir actos subversivos»). El perió-
dico reproduce integramente el comunicado oficial
131 J PAGAN et al.. Significado histórico del gobierno del Dr Ramón Villeda Morales, pp. 99-112. Casi todas las leyes que
precedieron a la emisión del Código de Trabajo fueron decretadas entre 1955 y 1956, durante el régimen de julio Lo-
zano Díaz Carta Constitutiva de Garantías del Trabajo (febrero,1955), Ley de Mediación, Conciliación y Arbitraje (mar-
zo,1955), Ley de Organizaciones Sindicales (marzo,1955), Ley de Contratación individual de Trabajo (abnl,1956). Véase M
POSAS y R. DEL CID., op. al, p. 147.

187
Central de Huelga proclamò, en la introducción del documento de 30 puntos presentado
a la Tela Railroad Company, que el paro laboral estaba inspirado en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos y en la Carta Interamericana de Garantías Sociales. Con ello la
exigencia de mejores condiciones de vida, de trabajo y convivencia, superaban de hecho la
demanda estrictamente laboral para convertirse en una reivindicación de su condición
humana y de la dignidad implícita en ésta. Esto era algo completamente nuevo en el hori-
zonte del movimiento obrero hondureno.

Las huelgas registradas anteriormente en las plantaciones bananeras tuvieron un carác-


ter esencialmente económico, que reivindicaban incrementos salariales o la destitución de
un capataz autoritario e injusto, pero jamás se habían declarado en huelga reivindicando
en primer lugar los derechos humanos. Eso representó un paso doblemente significativo
en la historia de Honduras y del movimiento obrero hondureno. Con ello, los trabajadores
iniciaron una prolongada lucha por la defensa de los derechos más esenciales de la pobla-
ción frente al autoritarismo del Estado y la injusticia de la sociedad. El mismo hecho de-
mostró que los trabajadores eran una colectividad social plenamente consciente de sus
derechos, que deseaba entrar en la historia como protagonista decisivo.

Otro elemento aportado por la huelga de 1954 a la historia de Honduras, fue haber
dado los primeros pasos hacia el reconocimiento de un perfil muy claro de identidad na-
cional de la nación hondurena, tanto frente a las empresas bananeras como hacia el país
sede de éstas: los Estados Unidos de América. La huelga puso en perspectiva el dilema
esencial de la historia reciente de Honduras, que durante décadas ha oscilado entre la
admiración y el resentimiento hacia los Estados Unidos. La admiración por el desarrollo
tecnológico y la capacidad de aquel país para organizar y administrar la producción de
bienes; y el resentimiento por las actitudes imperialistas de sus gobiernos y la nula dispo-
sición de sus empresas en el extranjero para compartir los beneficios con los trabajadores
nativos, para darles buen trato y condiciones de existencia dignas.132

La huelga bananera despertó un incipiente espíritu nacionalista en la población hondu-


rena, por contradicción con las compañías bananeras y los Estados Unidos de América.
Durante la huelga ese espíritu se propagó hacia todas las capas sociales, generando gestos
de solidaridad y apoyo hacia la lucha iniciada por los trabajadores bananeros. Sin el des-
pertar de ese espíritu nacionalista, la huelga de 1954 no habría resistido durante tanto
tiempo, ni habría obtenido tanta simpatía, solidaridad y apoyo popular.

El nacionalismo inspirado por la huelga estimuló, durante el mismo período, la solida-


ridad popular contra las acciones de los Estados Unidos para derrocar al gobierno de
Jacobo Arbenz en Guatemala. En este caso, el nacionalismo traspasó nuestras fronteras
para reconocer a Guatemala como parte de la nación centroamericana y a los Estados
Unidos como fuerza extraña a la cultura y la historia de esta región.

132 Al respecto véase: Ch. KEPNER, op. cit., apartado de Conclusiones, pp. 213-218.
188
La huelga de 1954 tuvo también una dimensión cultural que contribuyó a despertar en
los trabajadores potencialidades hasta ese momento insospechadas. La capacidad de orga-
nización, el espíritu de solidaridad, la autonomía política y, sin duda, la cultura popular,
despertaron y se manifestaron de diversas maneras. La huelga puso a prueba la creativi-
dad de los grupos sociales marginados del país, estimulando la originalidad, la pasión y el
entusiasmo popular. Poetas natos o improvisados, cantores aficionados, compositores,
oradores y músicos de diversos estilos y capacidades llegaban hasta las concentraciones
huelguistas para tributar su simpatía y apoyo a los obreros en huelga.

El ambiente cotidiano de los campamentos organizados por los huelguistas puede


compararse con el de las ferias patronales, con su espíritu festivo, el intercambio solidario
entre los miembros de la comunidad, la movilización de centenares de personas de un
lugar a otro, la apertura de la curiosidad de los espíritus hacia las manifestaciones artísti-
cas, sin faltar la presencia de lo religioso a través de las misas de "campaña" y el culto a la
Virgen de Suyapa en todos los centros de la huelga.

En determinados momentos, la huelga sirvió como escenario para la fusión de la tradi-


ción popular con tradiciones más recientes que, sin embargo, expresaban lo más profundo
de la psicología del hondureno común: como la celebración colectiva del Día de la Madre
en la ciudad de El Progreso el 10 de mayo de 1954. La celebración fue amenizada con
música de marimba, interpretada por los huelguistas, la lectura de poesías alusivas a la
mujer madre, una misa solemne y cantos que expresaban la alegría ante una celebración
perfectamente integrada a la cultura popular y, en este caso, a la lucha popular. Lo mismo
ocurrió en esa fecha en otros lugares que servían de albergue a los trabajadores en huel-
ga.1M

Los poemas, muchas veces leídos en los campos de la huelga y luego publicados en los
periódicos populares, expresaban el candor despertado por la huelga entre los "bardos
populares". Uno de estos poemas, escrito por Eugenio Delmar, decía en un fragmento:

Bananero:
Hombre irredento de mi patria triste
yo uno mi protesta a tu protesta
y confundo mi grito con tu grito.
El pueblo te acompaña en tu cruzada:
la patria te sonríe conmovida:
los niños enarbolan tus banderas:
banderas de civismo y valentía.
Después de medio siglo de dolores
entre bosques de verdes platanares
alzas la voz henchida de heroísmo
para exigir al yanqui tus derechos.
133 Prensa Libre, 12 de mayo, 1954, p. 1 («Huelguistas han presentado...»).

189
Otro poema, dedicado a las mujeres huelguistas134 y escrito a manera de saludo elogio-
so por Pompeyo del Valle, decía:

Muchacha hecha de olvido,


niña triste,
corazón pequeño, callado, de las fábricas,
atormentada alondra,
aquí esta boca mía quiere decir tu nombre
con un amor que tiene la forma de la patria.

Ya estáis juntas. Ya la unidad prepara y organiza


los rayos de la Aurora.

Ya comienza la lucha, ya estáis en vuestro sitio


resueltas a construir la alegría en la casa,
el derecho sagrado de ver sobre la mesa
el pan dorado y cálido
y la leche del hijo
y el hogar encendido con una llama limpia....

Los aportes de la huelga de 1954 al despertar espontáneo de diversas manifestaciones


de la cultura popular no han sido investigados suficientemente, pero no existe duda de
que su contribución fue decisiva para liberar una parte de las potencialidades culturales y
artísticas de los trabajadores bananeros, de algunos profesionales y de hondurenos de to-
das las capas sociales.

Un aporte más lo constituye el ejemplo de organización, disciplina y capacidad de re-


sistencia mostrada por los trabajadores en el transcurso de la huelga. En los dos largos
meses durante los que se prolongó, la United Fruit Company no pudo vencer por hambre a
los obreros en paro. Esto sólo puede explicarse por la capacidad de organización y previ-
sión demostrada por los trabajadores desde los primeros días del conflicto. La creación de
comités de abastecimiento de víveres, de vigilancia, de seguridad, de organización, de
recolección de fondos, de sanidad y otros despertó, incluso, la sospecha de algunos medios
de prensa, que concebían a los obreros bananeros como menores de edad, creyéndolos
incapaces de crear una estructura organizativa que funcionara con exactitud y eficacia.

Para los enemigos públicos de la huelga esta capacidad de organización, así como la
disciplina demostrada por los obreros bananeros, sólo podía atribuirse a la presencia de
"agitadores extranjeros", de "expertos" enviados desde Guatemala por el gobierno de
Arbenz, o simplemente de "cerebros ocultos" que manipulaban solapadamente a la masa
de huelguistas. Una vez le pregunté a don Julio Rivera, dirigente del Comité de Lucha

134 El Chilío, 17 de junio, 1954, p. 2 («Saludo a las trabajadoras en huelga»).

290
Obrera, su opinión acerca de tales "cerebros ocultos", y él me contestó que el "cerebro
oculto" de la huelga había sido el pueblo, con su sabiduría y su infinito deseo de superar
sus miserables condiciones de vida.

La sabiduría del pueblo, como dice don Julio Rivera, se convirtió en la invención de
una verdadera experiencia histórica, en la recreación de toda la experiencia de trabajo de
los obreros del banano, que se apropiaron de las estructuras creadas por la United Fruit
Company para la administración y la producción bananera. Pero fue una recreación llena
de humanismo y de solidaridad, que ya nada tenía que ver con plantar y exportar bana-
nos, sino con la reivindicación de la condición humana de la colectividad.

Este ejemplo sirvió para que otros obreros se animaran a desafiar a los capitalistas de
industrias tan diversas como la textil, minera, tabacalera, cervecera, maderera y otras, que
en todo el país se levantaron en huelga. 1954 fue el año de los comités y los pliegos de
peticiones; en todo el país se crearon comités de huelga, de apoyo, de solidaridad, de pren-
sa y propaganda, de organización y abastecimiento de víveres, incluso los zapateros de la
ciudad de Danlí organizaron un comité de huelga y, como lo habían hecho los obreros
bananeros, también presentaron un pliego de peticiones exigiendo el 50 por ciento de in-
cremento salarial.

Esta capacidad de la clase obrera para inventar una experiencia original y para asumir
su propio destino en dos meses de huelga, evidenció que había llegado el momento de que
la sociedad hondurena reconociera a los trabajadores como una colectividad a la que ya no
le podía seguir negando sus derechos económicos, sociales y políticos.

Es significativo que las primeras en utilizar la experiencia organizativa de los trabaja-


dores bananeros hayan sido las mujeres. Las obreras textileras de San Pedro Sula fueron
las primeras en utilizar las posibilidades creadas por la huelga bananera para el reclamo
de derechos y justicia social, sumándose más tarde las de Tegucigalpa. Las obreras asumie-
ron el control de las fábricas y sus patronos se vieron obligados a negociar con los comités
de huelga organizados por ellas.

A ello debe agregarse el papel decisivo que las mujeres de las plantaciones bananeras
jugaron en el sostenimiento de la huelga en todos los lugares donde ésta se concentró. En
Tela, Puerto Cortés, La Lima y El Progreso, las mujeres se sumaron a la huelga y se mantu-
vieron con gran firmeza durante el prolongado período que ésta duró. Don Rigoberto
Padilla me relató que las mujeres de las plantaciones bananeras fueron un poco más allá y,
en determinado momento, propusieron la constitución de un sindicato femenino. Ellas
argüían que estaban hartas de que los hombres las mantuvieran sojuzgadas, que sus hijos
necesitaban escuelas y medicinas, y que ellas necesitaban ayuda mientras trabajaban. En
aquella ocasión, tanto César Augusto Coto como Rigoberto Padilla realizaron esfuerzos
para evitar que tal idea se convirtiera en un motivo adicional de división, esta vez sexista,
del movimiento obrero en las plantaciones bananeras. Estos hechos demuestran que, des-

191
de aquel momento, las mujeres se manifestaron como un protagonista social activo y de-
cisivo en la sociedad hondurena, conquistando en 1955 sus derechos políticos ciudadanos.

Poco tiempo después de finalizada la huelga, en octubre de 1954, este movimiento con-
tribuiría a la apertura de un nuevo espacio social y político, transmitiendo su experiencia
organizativa a miles de trabajadores desplazados de las plantaciones quienes, al regresar
a sus aldeas de origen, reiniciarían la historia de la huelga con la organización de comités
campesinos, lo que más tarde condujo a la fundación de la Federación Nacional de Cam-
pesinos de Honduras (FENACH), la primera organización campesina del país, organizada
en la ciudad de El Progreso por antiguos huelguistas.135

Sin la experiencia aportada por los protagonistas de la huelga de 1954, estos primeros
intentos organizativos del campesinado hondureno hubiesen sido, probablemente, más
dolorosos y lentos. En este sentido, el espacio creado por la huelga bananera le abrió a los
campesinos las puertas hacia la conquista de una personalidad y una identidad que les
había sido negada durante siglos.

Por todo lo anterior, la huelga bananera de 1954 tiene el enorme significado histórico
que le atribuimos, y por lo cual amerita nuevos y más completos estudios. El que aquí
hemos presentado es sólo una síntesis muy breve de los acontecimientos, brevedad que
contrasta con el valor de los aportes hechos por aquel movimiento a la sociedad hondure-
na.

135 Entrevista con don Julio C. Rivera sobre la organización del movimiento campesino en Honduras, San José, Costa
Rica, octubre de 1993.

192
Capítulo П
Consideraciones concluyentes
LJesde mediados del siglo XIX, las relaciones entre Honduras y los Estados Unidos
han tenido, para la historia de Honduras, una significación enorme y consecuencias que
han dejado huellas permanentes en la memoria histórica del país. Sin vacilación se puede
afirmar que pocos hechos de la historia hondurena, durante el período posterior a su inde-
pendencia de España en 1821, han estado desvinculados de las relaciones sostenidas con
los Estados Unidos.

Estas relaciones, en su forma y contenido, han observado una asombrosa continuidad


en el tiempo, teniendo como rasgo principal la voluntad de Estados Unidos de ejercer una
dominación hegemónica e imperialista sobre la región centroamericana, de la cual Hondu-
ras forma parte. En consecuencia, esas relaciones no han sido entre iguales, entre naciones
que se respetan mutuamente y se esfuerzan por obtener beneficios recíprocos de sus vín-
culos.

La continuidad de los rasgos antes señalados puede ser visualizada en el tiempo, en


donde se observan las distintas etapas por las que ha transcurrido la historia de las relacio-
nes entre Estados Unidos y América Central. La primera etapa se inció en el siglo XIX, con
la proclamación de la Doctrina Monroe en 1823, que se constituyó en el punto de partida
para que los Estados Unidos ejerciera una dominación hegemónica en Centroamérica, al
impedir que las potencias europeas intervinieran en los asuntos del continente americano.
Desde ese momento, pese a los esfuerzos de Inglaterra y otras potencias europeas, lo que
hoy se denomina América Latina pasó a convertirse en una "zona de influencia" de Esta-
dos Unidos.

En las décadas inmediatamente posteriores a la proclamación de la Doctrina Monroe se


inició la conquista de Centro América por los así llamados "filibusteros", un sinónimo que
esconde su verdadera condición de "mercenarios" quienes, por cuenta de empresarios
privados de Estados Unidos, se proponían apoderarse de la región y de sus vías
interoceánicas para establecer un imperio esclavista similar al que predominaba en los
estados del sur de Estados Unidos.

La posibilidad de utilizar las vías marítimas de Centroamérica como canal


interoceánico entre el Atlántico y el Pacífico, por otra parte, despertó la ambición de Esta-
dos Unidos por ejercer control sobre el área y dio paso a una percepción, en Estados Uni-
dos, de que el istmo centroamericano debía formar parte de los intereses geopolíticos de
ese país. Este hecho establece una de las paradojas de la historia centroamericana, en don-
de la riqueza de una región se vuelve en su contra al despertar las ambiciones de potencias
mundiales como Estados Unidos e Inglaterra.
193
Desde que Centroamérica es asumida como un interés geopolítico "legítimo" de Esta-
dos Unidos y se abren las posibilidades de construir un canal interoceánico en la región, el
"filibusterismo" iniciado por William Walker con apoyo de empresarios privados en la
década de 1850, se convierte en "filibusterismo oficial". La política del gobierno de Estados
Unidos se convierte en un mandato, ejercido tanto por sus representantes diplomáticos
como por el respaldo proporcionado a sus empresarios, aventureros y mercenarios que
invaden la región y comienzan a explotar sus riquezas. Lo anterior constituye un rasgo no
menos característico del imperialismo practicado por Estados Unidos en Centroamérica,
en el que los intereses de ese país como nación y los de sus empresarios se asocian para
obtener beneficios y alcanzar objetivos de interés común.

Este trabajo tiene como objetivo principal encontrar, en la continuidad temporal 1900-
1954, los rasgos fundamentales de esa asociación de intereses entre el gobierno de Estados
Unidos y sus inversionistas privados, una vez que esa comunidad de intereses se convirtió
en política exterior, en voluntad hegemónica de dominio y en imperialismo económico y
político. El reconocimiento de tales rasgos, en sus manifestaciones más significativas, im-
plica también identificar las consecuencias que provocaron en la historia y la realidad hon-
durena de aquella época. El período de estudio seleccionado, 1900-1954, más de medio si-
glo de historia de las relaciones entre ambos países, es un espacio temporal amplio y rico
en acontecimientos, que lo constituyen en un ejemplo válido para caracterizar el contenido
de las relaciones entre ambos países y sus consecuencias sobre Honduras.

La selección de este tema de investigación, en los límites cronológicos señalados, res-


ponde a la necesidad de comprender y explicar la complejidad de los acontecimientos vi-
vidos en el período en el terreno económico, social y político. El punto de partida lo cons-
tituye no sólo el inicio del siglo XX, sino también un acontecimiento importante para la
paz y el futuro político de Centroamérica durante varias décadas del siglo actual. Este
acontecimiento fue la firma, en la ciudad de Washington, del Tratado General de Paz y
Amistad de 1907, entre las cinco repúblicas centroamericanas. Los gobiernos de Estados
Unidos y México actuaron como garantes del cumplimiento de los mismos.

La participación de Estados Unidos en la firma de ese Tratado, aunque sólo fuese como
garantes abrió, como se demostró en el primer capítulo de este trabajo, un período de in-
tervencionismo diplomático, político y militar en los asuntos internos de las cinco repúbli-
cas centroamericanas. El Tratado sirvió, además, como marco para que Estados Unidos
inaugurara una "política de reconocimiento diplomático" en Centroamérica, la que unas
veces fue aplicada en el espíritu y la letra del Tratado, y otras como instrumento de uso
caprichoso al servicio de los intereses particulares de Estados Unidos en la región.

Los años siguientes a la firma del Tratado de 1907 fueron testigo del establecimiento en
Centroamérica de importantes intereses económicos de Estados Unidos, como las compa-
ñías productoras y exportadoras de banano, y de la reafirmación de la imagen de Centro-
américa como "interés estratégico", y más tarde como "patio trasero" de Estados Unidos.

194
El incremento de los intereses económicos privados de Estados Unidos, encamados en
empresas como la United, la Cuyamel y la Standard Fruit Company, fue acompañado por
un intervencionismo político y militar que, al ir mucho más allá de la defensa de esos in-
tereses, desembocó en una conducta imperialista que afectó todos los órdenes de la vida
social de un país como Honduras.

El período estudiado fue, asimismo, testigo del lento proceso de constitución del Esta-
do nacional hondureno el que, desde el siglo XIX, era afectado por una permanente ines-
tabilidad política y se debatía entre insurrecciones militares, golpes de Estado y la desobe-
diencia de los actores políticos. La desobediencia permanente a la ley, la violación no me-
nos frecuente de la Constitución de la República y el irrespeto de los resultados electorales,
una conducta observada a lo largo de este período por los protagonistas sociales estudia-
dos, provocaban el caos y debilitaban la autoridad del Estado hondureno.

Estos factores, por otra parte, impedían la organización del Estado y afectaban su
gobernabilidad. Esta etapa concluyó en 1933, con el inicio de una larga dictadura que le
puso fin a la inestabilidad política, la que en la consecución de tal objetivo también acabó
con los tímidos avances democráticos y las incipientes organizaciones contestatarias crea-
das en la segunda década del siglo.

A la debilidad de la autoridad política del Estado se sumaban, además, condiciones


geográficas y demográficas adversas, las que se constituyeron en obstáculos serios para
que Honduras se transformara en una nación cuyos objetivos de evolución se basaran en
sus propios esfuerzos y recursos, en lugar de la vía más difícil y dolorosa de su política de
puertas abiertas al capital y la inversión extranjera.

Las dificultades hondurenas para entrar en la historia de la modernidad eran agrava-


das por el peso negativo y aún preponderante de las estructuras económicas, sociales y
políticas heredadas del siglo XIX, que aunque fueron cuestionadas por los reformistas li-
berales de 1876, nunca fueron reemplazadas por verdaderas estructuras modernas. Hon-
duras siguió viviendo en el atraso económico y social, que durante la época colonial la
convirtieron en la provincia más pobre y rezagada del Reino de Guatemala.

Las leyes habían sufrido una cirugía estética, nuevas instituciones fueron creadas y un
discurso liberal y republicano predominaba en la atmósfera política del Estado durante el
período estudiado, pero el país seguía sumido en una ruralidad casi absoluta, incomuni-
cado regionalmente y apenas vinculado al comercio internacional por una minería preca-
ria y carente de dinamismo.

Una de las estructuras heredadas del siglo XIX, la más influyente y decisiva en sus
consecuencias, fue la persistencia de una sociedad política basada en el "clientelismo",
derivado a su vez del "caudillismo", que se había afianzado sólidamente en la vida regio-
nal y lentamente se había extendido por todo el país, hasta que fue asumido como un com-
195
ponente incuestionable del sistema político, lo que aseguró su reproducción y
sobrevivencia hasta la actualidad.

Es así que el Estado hondureno se presentaba, en la primera mitad del siglo XX, como
instrumento de reproducción sistemática del caudillismo y el clientelismo político al ser-
vicio de las ambiciones personales de los caudillos, sus familias y "clientes". El Estado
hondureno no era, en esas circunstancias, un instrumento al servicio de la organización de
la sociedad. Dadas sus características, ni siquiera podía jugar el papel de arbitro en las con-
tiendas políticas, puesto que era parte de las mismas, en tanto representaba el botín a con-
quistar.

En tales condiciones el sistema electoral, parlamentario y constitucional estaba despro-


visto de contenido real y efectivo. Fue en ese contexto que la política de los Estados Uni-
dos, en conjunción con los intereses de los inversionistas privados de ese país, intervino
para jugar un papel determinante en el curso de la vida política, social y económica de
Honduras en esos años.

El encuentro decisivo entre Estados Unidos y Honduras se produjo poco después de


que Estados Unidos saliera victorioso de la guerra hispanoamericana por el control de
Cuba, en 1898, cuando Estados Unidos manifestaba más explícitamente su voluntad de ex-
pansión política y económica hacia América Latina. Esa voluntad de expansión y dominio,
traducida luego en voluntad imperialista, no buscaba convertir a Centroamérica en una
colonia en el sentido estricto del término, pero sí buscaba establecer una administración in-
directa o un protectorado de hecho sobre la región.

Centroamérica tenía, como se argumentó antes, un interés geopolítico y estratégico


para los Estados Unidos, debido a la vecindad entre ambas regiones y a la particularidad
interoceánica de América Central. A este interés geopolítico-estratégico se sumaba una
atractiva oferta de explotación económica dirigida a los inversionistas privados de Estados
Unidos, proclamada por los gobiernos centroamericanos en su política de puertas abiertas
al capital extranjero y rápidamente aprovechada por las empresas estadounidenses dedi-
cadas a la agricultura en vasta escala, el comercio de importación y exportación con la re-
gión o la construcción de ferrocarriles.

La práctica de una política imperialista "de hecho" de los Estados Unidos en Honduras
significaba para este país la obligación de aceptar a Estados Unidos como potencia con
poder de decisión, como fuerza interventora y, por lo mismo, como "gendarme" supervi-
sor de sus asuntos internos, con mayor obligatoriedad aún después de que los intereses
económicos de Estados Unidos se consolidaron y expandieron en el país. En este caso, el
papel de "vigilante nocturno" que Lasalle le atribuía al Estado burgués europeo, era juga-
do en Honduras, sin discusión alguna y con el conocimiento de todos, por los Estados
Unidos de América.
196
El ejercicio de la dominación imperialista de Estados Unidos sobre Honduras, llegado
el caso, implicaba el recurso al uso de la fuerza militar para proteger "los bienes y los ciu-
dadanos americanos"residentesen Honduras, según la expresión consagrada. Esta forma
de ejercicio de poder hegemónico evolucionó, en poco tiempo, hacia una especie de domi-
nación consentida, aceptada y hasta utilizada en su beneficio por los caudillos de los par-
tidos políticos hondureñosquienes, en determinados momentos, pretendieron involucrar
a los Estados Unidos en su juego. Tener buenas relaciones con la legación de Estados Uni-
dos en Tegucigalpa era una prueba de éxito de los líderes hondurenos: tanto y de tal modo
que, en ciertos casos, es difícil distinguir quién manipulaba a quién.

Por último, bajo diversos puntos de vista: económico, político, ideológico y cultural, los
miembros de la élite hondurena en el poder estaban estrechamente vinculados a los Esta-
dos Unidos. Los recursos producidos por los impuestos pagados por las compañías
bananeras, para el caso, pese a las amplias exenciones fiscales que les eran dispensadas
por el Estado, servían para financiar el aparato estatal hondureno, por no decir que eran
casi la única fuente segura de ingresos del Estado.

Toda la dinámica de la economía hondurena reposaba, finalmente, en las inversiones


estadounidenses y, por lo mismo, la prosperidad relativa del país estaba ligada a la pros-
peridad absoluta de las grandes compañías bananeras. La élite político-económica hondu-
rena se sentía, de este modo, atraída por la sociedad industrial y el exitoso modelo econó-
mico de Estados Unidos. Por la misma razón, estaba dispuesta a interiorizar ciertos valores
predominantes del capitalismo de Estados Unidos como el culto a la ganancia, a la riqueza
y el éxito, muchas veces acompañados de esa falta de escrúpulos también característicos
de las empresas de Estados Unidos en el extranjero durante esa época. Así, frente a su
poderoso vecino, Honduras no tenía para oponer sino una doble debilidad: la de su socie-
dad tradicional y la de sus demasiado complacientes dirigentes.

La situación se volvió más compleja aún, debido a la influencia que ejercieron las com-
pañías bananeras sobre la vida política de Honduras. Aquí se observa aún un intercambio
de papeles relativo a las intervenciones en todos los ámbitos: a veces las compañías inter-
venían en los asuntos del país para poder alcanzar sus fines de lucro, otras veces algunos
hondurenos buscaban el apadrinamiento de esas compañías para alcanzar sus fines polí-
ticos.

En ese contexto y circunstancias, se puede afirmar que ni las compañías bananeras en


Honduras, ni los Estados Unidos propiamente dicho, se encontraron con una nación en el
sentido literal del término. Lo que encontraron, más bien, fue intereses privados, defendi-
dos por personas y grupos de interés político, que se autonombraban como representantes
del Estado y que incluso legitimaban su posición mediante procesos electorales que en la
mayoría de los casos carecían de legalidad. Las compañías bananeras lograron así insertar-
se pronto en el sistema caudillo-clientelista imperante; lo que les permitió ejercer posterior-
mente una influencia notoria en el sistema político hondureno por intermedio de los parti-
197
dos políticos Liberal y Nacional y de caudillos como Manuel Bonilla (1910-1913) y Tiburcio
Carias Andino (1933-1949).

La indiscutida influencia ejercida por las compañías bananeras, especialmente durante


ese último período, les permitió acumular poder político y beneficios económicos, pero al
mismo tiempo provocaron resentimiento y oposición por parte de los trabajadores en sus
plantaciones y de la población hondurena en general, lo que en la década de 1950 despertó
intensas manifestaciones nacionalistas en el transcurso de la huelga de los trabajadores
bananeros en 1954, el paro laboral más prolongado y significativo del siglo XX en Hondu-
ras.

Decenas de miles de trabajadores se declararon en huelga y otros varios miles de hon-


durenos les expresaron su solidaridad y simpatía de variadas formas, desde el aprovisio-
namiento de víveres y contribuciones económicas, hasta la declaración de huelgas en sus
respectivos centros de trabajo, como expresión de apoyo y hermandad. El principal logro
de la huelga bananera de 1954 fue la legalización de las organizaciones sindicales del país
y, más tarde, la emisión de una legislación laboral por parte del Estado hondureno.

Esa huelga, por otra parte, se insertó en un contexto político regional en el que la con-
tinuidad de la política de Estados Unidos hacia Centroamérica fue evidente. El hecho es-
pecífico fue el derrocamiento del gobierno del presidente Jacobo Arbenz Guzmán en Gua-
temala, que se produjo tras la invasión de ese país por militares guatemaltecos, mercena-
rios y agentes del gobierno de Estados Unidos, cuya base de operaciones se encontraba en
Honduras, coincidiendo en el tiempo con la huelga bananera de la Costa Norte.

La coincidencia temporal y factual de esos acontecimientos no fue producto del azar.


Fue el resultado "lógico" de la continuidad histórica del carácter de las relaciones entre
Estados Unidos y Centroamérica, en la búsqueda permanente por parte de ese país de los
instrumentos que le permitieran imponer su dominación y hegemonía político-económica
sobre los estados centroamericanos. La intransigencia de la United Fruit Company durante
la huelga bananera de 1954, por otra parte, demostró, que las compañías bananeras no
estaban dispuestas, casi medio siglo después de su establecimiento en Honduras, a cam-
biar su conducta frente a sus propios trabajadores.

En el marco de esa continuidad histórica en el comportamiento de las relaciones entre


Estados Unidos y Centroamérica, no es casual que se haya escogido este aspecto de la his-
toria de Honduras para concluir esta investigación. Los hechos que se han producido en el
período posterior a la huelga bananera de 1954, en lo que concierne a la política de Estados
Unidos hacia la región (de relevancia mundial en la década de 1980), demuestran que los
rasgos fundamentales identificados en esas relaciones en el período (1900-1954), son ele-
mentos válidos para caracterizar una época entera de esas relaciones.

198
El trabajo elaborado, no obstante los vacíos que el mismo pueda tener, abre una pers-
pectiva amplia para que otros investigadores continúen explorando otras fuentes y contri-
buyan de esa forma a completar las carencias que este trabajo pueda tener. Lo importante
es que un fragmento relativamente largo de la historia oculta de las relaciones entre un
país industrializado y rico, en este caso los Estados Unidos de América, con un país agrí-
cola y de escaso desarrollo, como Honduras, ha sido descubierto y puesto en una perspec-
tiva en donde las causas de los acontecimientos históricos se vuelven comprensibles, en la
medida en que los hechos pueden ser relacionados en contextos amplios y períodos largos
de tiempo.

La continuidad de las relaciones económicas y políticas entre Estados Unidos y Hon-


duras, según el modelo que hemos trazado en este trabajo, como además lo demuestran
diversos autores contemporáneos, es de hecho una prueba irrefutable de la validez de las
conclusiones alcanzadas en este estudio. La historia descrita continúa en espera de que un
nuevo contexto internacional, en el que se hayan producido cambios estructurales profun-
dos, modifique el contenido de las relaciones entre países, creando las posibilidades para
la cooperación y el apoyo mutuo en un mundo de naciones soberanas, donde la igualdad
sustituya la imposición.

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II. Fuentes Inéditas: Archivos

1. Washington: Archivos Nacionales

Records of the Department of State, Relating to the Internal Affairs of Honduras, extractos de reportes
para los períodos 1910-1929,1930-1939;
Reportes de la legación de los Estados Unidos en Tegucigalpa respecto a las actividades de las compañías
bananeras de ese país en Honduras, correspondientes al 17 de septiembre de 1914,15 de
octubre de 1915, 23 de febrero de 1917,18 de julio, 12 de agosto, 10 de octubre y 8 de no-
viembre de 1924.

2. Londres: Public Record Office (Archivos Nacionales Británicos)

Correspondencia diplomática: reportes del consulado de la Gran Bretaña en Tegucigalpa, así como de
otras representaciones diplomáticas de ese país en el extranjero, relativos a la situción de
Honduras durante el año de 1924. Esos reportes se hallan reunidos en los volúmenes:
F.0.95/17y95/18.

3. Bruselas: Ministerio de Asuntos Exteriores de Bélgica

Correspondance politique: Amérique Centrale, 1900-1929,1930-1932,1933-1934;


dossier № 452, classement В., Union centre-américaine, 1921-1922,1924-1925;
dossier № 620, classement В., Pacte du Tacoma, Conférence centre-américaine á Washington, 1922-1923
dossier № 128, classement В., Union centre-américaine, 1924-1925.

4. Tegucigalpa: Ministerio de Relaciones Exteriores de Honduras

Correspondencia diplomática intercambiada entre la legación de los Estados Unidos en Teguciglpa y


el Ministerio de Relaciones Exteriores de Honduras durante el período 1912-1931 (con ex-
cepción del volumen correspondiente al año de 1924, el cual no se encontraba en esta colec-
ción).

III. Fuentes Publicadas

1. Publicaciones Oficiales

Boletín Legislativo, órgano del Congreso Nacional de Honduras, Tegucigalpa, Serie I, № 7, sesión
del 28 de enero de 1907;

206
Boletín de la Asamblea Nacional Constituyente, Tegucigalpa, Serie I, № 25, sesión del 31 de octubre de
1924;
Boletín de la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, Washington, D. C, 1908;
Gaceta Oficial de Honduras, Tegucigalpa, № 44-45, ediciones del 3 y 9 de mayo de 1879;
La Gaceta, Tegucigalpa, № 7.860,2 de abril de 1929, y № 143,11 d abril de 1930;
Ley de Inmigración, Decreto № 76, Tegucigalpa, 1906;
Memoria del Ministerio de Fomento, Obras Públicas y Agricultura, Tegucigalpa, Talleres Tipográficos
Nacionales, Tegucigalpa, 1913;
Papers Relating to the Foreign Relations of the United States, Department of State, Government
Printing Office, Washington, 1919 (dos volúmenes), 1923 (dos volúmenes), 1924 (dos volú-
menes), 1932 (un volumen).

2. Publicaciones no oficiales

Boletín de la Defensa Nacional, Tegucigalpa, Editorial Guaymuras, 1980;


Labor hondurena por la Autonomía de Centro América. Liga de la Defensa Nacional Centroamerican
gucigalpa, Imprenta El Sol, 1914;
Recopilación de las Constituciones de Honduras (1825-1965), Instituto de Investigación Jurídica de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Hondu-
ras, Editorial Universitaria, Tegucigalpa, 1977.

IV. Periódicos

Comizahuatl, San Pedro Sula, "Revista Literaria de Divulgación Cultural, de Información y Varieda-
des", director Agenor Toruno F., junio, 1954;
Costa Norte, La Ceiba, órgano del Partido Liberal, mayo-julio, 1954;
E/ Cronista, Tegucigalpa (liberal), consultado de enero de 1913 a diciembre de 1932 (salvo los volú-
menes correspondientes a 1919,1921 y 1924); y, mayo, junio y julio de 1954;
El Chilillo, Tegucigalpa, "Semanario sabatino al servicio del pueblo catracho", director Armando
Zelaya, de enero de 1953 a mayo de 1954, colección incompleta;
El Chilío, Tegucigalpa, 2a época, director Pompeyo del Valle, agosto 1954-febrero 1955, colección
incompleta;
El Día, Tegucigalpa, "Diario libre doctrinario-informativo", director Julián López Pineda, abril-julio,
1954;
El Heraldo, San Pedro Sula, "Semanario Cívico de la Sociedad 'La Juventud'", Зега época, director
Abraham Bueso Arias, mayo-julio, 1954;
El Machete, Tegucigalpa, "El semanario más audaz para el lector más despierto", director Bayardo
Aguiluz, diciembre 1953- diciembre 1954;
El Marino, Puerto Cortés (conservador), de enero de 1923 a diciembre de 1932;
El Marino, Puerto Cortés, "Tribuna del Movimiento Reivindicador Social de la Marina Hondurena",
director Rolando M. Viana, mayo-junio, 1954, colección incompleta;
El Nuevo Tiempo, Tegucigalpa (semioficial), de febrero de 1912 a noviembre de 1916;

207
El País, "Semanario de intereses generales, de cultura, civismo, paz y trabajo", La Ceiba, Tipografía
El Progreso, director M. R. Moneada, enero-diciembre, 1954;
El Progreso, El Progreso (conservador), de enero de 1931 septiembre de 1932;
El Pueblo, Tegucigalpa, órgano del Partido Liberal de Honduras, director Osear A. Flores, abril-
julio, 1954;
El Social, "Semanario informativo independiente", El Progreso, Yoro, director gerente Tito Calde-
rón, enero-diciembre, 1954;
El Sol, Tegucigalpa (conservador), de febrero de 1929 a octubre de 1931;
Los Sucesos, San Pedro Sula (liberal), de mayo de 1922 a enero de 1924;
El Trabajador Hondureno, Tegucigalpa (comunista, órgano de la Federación Sindical Hondurena),
colección incompleta, de julio a noviembre de 1929;
La Antorcha, Tegucigalpa, "Semanario independiente al servicio de los intereses democráticos de
Honduras", director Andrés Fortín A, julio, 1951;
La Epoca, Tegucigalpa, diario de la tarde, "Pensar alto, sentir hondo, hablar claro", director Fernan-
do Zepeda Durón, abril-julio, 1954;
La Nación, Tegucigalpa (conservador, órgano de propaganda de la candidatura de Nazario Soria-
no), de febrero a agosto de 1919;
La República, Tegucigalpa, publicación independiente, director Carlos C. Colindres, abril-junio,
1954;
La Semana Ilustrada, Tegucigalpa (revista liberal), 1916;
La Paz, Tegucigalpa, periódico general (liberal), de noviembre de 1877 a diciembre de 1881;
La República, Tegucigalpa, periódico ministerial (liberal), de 1884 a 1886;
La Trompada, Tegucigalpa, "Semanario joco-serio", varios directores en el período, agosto 1950- sep-
tiembre 1953, colección incompleta;
La Trompada, Tegucigalpa, "Semanario joco-serio", director José C. Várela, agosto, 1950, colección
incompleta;
Nuestro Criterio, San Pedro Sula (liberal), de noviembre de 1927 a diciembre de 1932;
Orientación, "Periódico independiente al servicio del país", San Pedro Sula, director Manuel F.
Barahona, mayo-julio, 1954;
Prensa Libre, Tegucigalpa, órgano del Movimiento Nacional Reformista, director Santos Juárez Fia-
llos, abril-julio, 1954;
Renovación, Olanchito, Yoro, "Semanario cultural y político", director Ranulfo Rosales Urbina,
mayo-junio, 1954;
Revolución, Tegucigalpa, "Tribuna de la Juventud Revolucionaria Hondurena", director León Cus-
todio, abril-julio, 1954, colección incompleta;
Sufragio Libre, La Ceiba, "Periódico liberal al servicio de la nación hondurena", director Dionisio
Romero Narváez, julio-diciembre, 1954;
Vanguardia Revolucionaria, San Pedro Sula, órgano del Partido Democrático Revolucionario Hondu-
reno, director Ramón Rosa Figueroa h (sustituido luego por Antonio Madrid h.), febrero
1949- septiembre 1950;
Voz Obrera, Tegucigalpa, órgano del Comité Coordinador Obrero, director Rodolfo López Durón,
junio 1952- octubrel953.

208
V. Bibliografía de apoyo

1. Bibliografìas

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United States Government Printing Office, Washington, 1935;
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1930, University of California Press, Berkeley, Los Angeles-London, 1977;
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Conference on Latin American History by the University of Texas Press, Austin and
London, 1971;
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du Royaume, Bruxelles, 1967;
TRASK, Davis F.; MEYER, Michel С; TRASK, Roger R., Bibliography of United States-Latin American
Relations since 1910, University of Nebraska Press, 1968.

209
210
Anexo

Las fuentes
L a s fuentes Utilizadas para la elaboración de este trabajo están constituidas, principal-
mente, por los informes de la legación de los Estados Unidos en Tegucigalpa, de la lega-
ción de Bélgica en la ciudad de Guatemala y del consulado de la Gran Bretaña en Teguci-
galpa. Además, se hizo un uso extensivo de la prensa hondurena de la época y se consultó
los trabajos históricos más importantes sobre el tema.

1. Las fuentes estadounidenses

Se trata, sobre todo, de documentos conservados en los Archivos Nacionales de los


Estados Unidos en Washington D.C. relativos a los Asuntos Internos de Honduras durante
el período 1910-1929, para algunos de esos años se consultó informes extraídos de la co-
rrespondencia política. Ha sido posible consultar esos documentos en Honduras gracias a
que han sido recopilados y conservados por el Centro de Documentación de Honduras
(CEDOH). Estos documentos no representan el total de la documentación relativa al perío-
do estudiado; este hecho, sin embargo, no altera el valor de esta fuente ya que la misma ha
sido complementada con los datos provenientes de otras fuentes de distinto origen.

Los documentos de las fuentes estadounidenses reúnen informaciones provenientes de


la legación y el consulado de los Estados Unidos en Tegucigalpa, o de los viceconsulados
de ese país en Puerto Cortés, La Ceiba, Puerto Castilla y Tela, los cuatro puertos principa-
les de la Costa Atlántica de Honduras. La presencia de viceconsulados en esas ciudades
evidencian la importancia de los intereses económicos de Estados Unidos en esa región.

El desarrollo de las plantaciones bananeras en el norte de Honduras provocaba una


intensa actividad comercial con los Estados Unidos y requería, por lo tanto, la presencia de
funcionarios y diplomáticos estadounidenses en las localidades de esa región. La parte
más importante del comercio hondureno pasaba por esos puertos, los que entre 1912 y
1929 se convirtieron en ciudades importantes del país.

Entre esas ciudades y las compañías bananeras había una relación particular, por no
decir una dependencia particular respecto a esas empresas extranjeras. La United Fruit
Company, para citar la más importante de esas compañías, disponía de numerosos y varia-
dos medios para influenciar la información de los funcionarios y representantes diplomá-
ticos de Estados Unidos en la Costa Norte de Honduras.

Los informes de los viceconsulados, por ejemplo, testimonian la influencia ejercida por
las compañías bananeras sobre las informaciones que los funcionarios consulares transmi-
211
tían al Departamento de Estado. Algunos vicecónsules, por otra parte, no eran diplomáti-
cos de carrera y otros incluso ignoraban el idioma español.1

Esta ignorancia les impedía recabar informaciones de fuentes hondurenas y aumentaba


su dependencia respecto a las fuentes autorizadas o influenciadas por las compañías
bananeras, del mismo modo que los conducía a relacionarse exclusivamente con los em-
pleados estadounidenses de esas compañías.

En un país como Honduras, sometido a levantamientos armados, insurrecciones e in-


trigas políticas, como también a las rivalidades y conflictos entre las compañías bananeras,
es difícil valorar justamente el peso de tales factores sobre los diplomáticos estadouniden-
ses acreditados en la Costa Norte. Pero no cabe duda de que los mismos ejercían influencia
en las decisiones que tomaban, puesto que al menor rumor de protesta en las plantaciones,
desorden político o insurrección armada, los vicecónsules pedían la intervención de naves
de guerra de los Estados Unidos.

En las rivalidades entre las compañías bananeras, por otra parte, un vicecónsul estaba
casi fatalmente obligado a identificarse con una u otra de las contendientes. El informe de
L. Higgins que hemos citado sostiene que para los representantes diplomáticos de Estados
Unidos en Honduras era difícil mantener una acitud de neutralidad frente a esas compa-
ñías. La United Fruit Company, por ejemplo, tenía la costumbre de ver en cada uno a un
aliado o a un enemigo, sin matices de ninguna clase.2 Así pues, era difícil sustraer la acti-
vidad de los vicecónsules a la influencia, por no decir a la manipulación, de las compañías
bananeras.

Una situación como la descrita, sin duda alteraba la fiabilidad de los reportes diplomá-
ticos. Al mismo tiempo esos documentos, en razón de los elementos subjetivos que contie-
nen, son particularmente representativos de la complejidad que caracterizaba las relacio-
nes entre la sociedad hondurena y los Estados Unidos.

2. Las fuentes británicas

La documentación británica utilizada en esta investigación procede del Public Record


Office (Archivos Nacionales Británicos). La investigación se concentró en una muestra
documental de temas específicos, con el objetivo de ampliar el conocimiento sobre tres
aspectos fundamentales:

1 Según un reporte de Lawrence Higgins, encargado de negocios de los Estados Unidos en Tegucigalpa, correspon-
diente a los años 1930-1932, de los cuatro vicecónsules de Estados Unidos en Honduras en aquel momento· Thomas
С. Masson en Puerto Cortés, Kenneth С Stout en Tela, Warren С. Stewart en La Ceiba y Myron H Schrand en Puer­
to Castilla, sólo el primero era diplomático de carrera Fuente· ANW., Correspondencia Política, reporte de L. Higgins
al Departamento de Estado, del 20 de noviembre de 1933, este reporte se titulaba "Pobhcal Work of Consular
Officers in Honduras" y estaba sellado con la mención "Strictly Confidential".
2 Ibidem

212
1) La presencia en Honduras de trabajadores afrocaribeños, procedentes de las colo-
nias británicas en el Mar Caribe.

2) Las actividades en Honduras de los inmigrantes árabes (palestinos, sirios y


libaneses), provenientes de los protectorados de la Gran Bretaña en el Medio Orien-
te.

3) La opinión de los representantes diplomáticos de Gran Bretaña en Honduras, sobre


acontecimientos político-económicos; y, además, sobre la intervención política, di-
plomática y militar de los Estados Unidos en Honduras.

3. Las fuentes bejgas

Los documentos belgas, conservados en los archivos del Ministerio de Asuntos Exte-
riores en Bruselas, comprenden la correspondencia política del período 1900-1934, así
como algunos dossiers sobre temas particulares. Bélgica estaba representada en Centro
América y Panamá por una sola legación, cuya sede se encontraba en la ciudad de Guate-
mala. En los otros cinco países, existía un consulado en la capital y viceconsulados en algu-
nos puertos y ciudades importantes.

El propósito al consultar esos documentos era el de efectuar una aproximación a la


opinión europea sobre los aspectos político-económicos de lasrelacionesentre los Estados
Unidos y la América Central, y, por otra parte, conocer el carácter de las relaciones entre
Europa y Centro América. Los documentos belgas expresan, asimismo, los puntos de vista
de los representantes de un país que deseaba abrirse un espacio económico en la región
centroamericana.

En la búsqueda de tal espacio, los diplomáticos belgas consideraban a los Estados


Unidos como rivales de Europa y eso los conducía, incluso después de la Primera Guerra
Mundial, a describir en los reportes que dirigían a su gobierno la manera en que los Esta-
dos Unidos realizaban su expansión económica y, por consecuencia, también los métodos
estadounidenses de intervención política, económica y militar en Centro América.

Esto permitió al autor elaborar una aproximación satisfactoria a la manera en que los
Estados Unidos controlaron la situación política y económica de los estados centroameri-
canos. La rivalidad económica y a veces política, entre los Estados Unidos y los estados
industriales de Europa en Centroamérica, influía para que algunos reportes de la legación
belga en Guatemala se convirtieran en verdaderos testimonios de antiimperialismo econó-
mico y pob'tico.

En los reportes de la legación belga en Guatemala, sobre todo en los correspondientes


a la década de 1920, se constata la existencia de un cierto espíritu "europeo", expresado en
213
una actitud "comunitaria" de los estados industriales europeos en sus análisis sobre las
situaciones que los distanciaban de los Estados Unidos en Centroamérica. Esa visión com-
partida sobre la problemática de América Central en relación con Estados Unidos, era
evidente en expresiones como "concierto europeo" contra la Doctrina Monroe.

4. La prensa hondurena

Los datos extraídos de la prensa hondurena provienen mayoritariamente de los diarios


de la capital y de San Pedro Sula, esta última una de las ciudades más cercanas a las plan-
taciones bananeras de la Costa Norte. Se consultó, además, las publicaciones periódicas de
otras ciudades del norte de Honduras donde la actividad económica de las compañías
bananeras era también importante, como Puerto Cortés y El Progresa

Los cotidianos más importantes de Tegucigalpa y San Pedro Sula tendían a identificar-
se con la ideología liberal. Los mismos expresaban las contradicciones que afectaban a los
intelectuales hondurenos de la época: la voluntad de hacer progresar el país a través de
una política de "puertas abiertas" al capital extranjero, afirmando al mismo tiempo la ne-
cesidad de impedir la intervención del capital foráneo en la política interna del país. En
otras palabras, los intelectuales se mostraban orgullosos por el progreso económico esti-
mulado por la inversión extema, pero se oponían a la probable influencia política que éste
pudiera traer consigo.

5. Los trabajos históricos publicados

Estos también han constituido una fuente importante para esta investigación, especial-
mente los trabajos contemporáneos de la época estudiada y las obras más recientes de sín-
tesis sobre Centroamérica.

Entre los trabajos contemporáneos del período estudiado debemos señalar el de Dana
Gardner Munro: The Five Republics of Central America, Their Political and Economic
Development and Their Relations with the United States, necesario para un conocimiento más
detallado de la historia centroamericana hasta 1918. Las obras de C. Cardoso y H. P.
Brignoli, más recientes, permiten completar el conocimiento de la historia de Centroamé-
rica hasta la época actual. La Historia General de Centroamérica, publicada recientemente por
la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLASCO), reúne las opiniones de un
grupo de importantes investigadores de la historia de esta región, la que constituye una
valiosa síntesis del conjunto de la historia centroamericana. Otro trabajo importante, sobre
todo como recopilación documental y síntesis general, es el de C. H. Stuart y J. L. Tigner,
Latín America and the United States, utilizado extensamente en esta investigación.

El uso de documentos provenientes de archivos hondurenos, por el contrario, es limi-


tado. El acceso a los documentos hondurenos sobre este tema y período es difícil debido a

214
las deficiencias organizativas de los archivos nacionales, lo que impide una adecuada con-
servación y clasificación de los documentos.

Es preciso considerar, además, el menosprecio y la incomprensión de los funcionarios


hondurenos en cuanto al valor de los documentos históricos, su conservación y disponibi-
lidad para los investigadores y usuarios en general. Todo ello obliga al investigador hon-
dureno a buscar la información que requiere en fuentes externas.

215
216
Lista de siglas utilizadas:

AMAEB: Archives du Ministère des Affaires Etrangères de Belgique.

AMREH: Archivos del Ministerio de RelacionesExteriores de Honduras.

ANW: Archivos Nacionales, Washington.

F.O.: Foreign Office.

F.S.H.: Federación Sindical Hondurena

O.I.C.A.: Oficina Internacional Centroamericana

P.R.O.: Public Record Office (Archivos Nacionales Británicos).

R.A.B.N.: Revista del Archivo y Biblioteca Nacional.

217
225
Resumen
Las relaciones entre Honduras y los Estados Unidos se han caracterizado, especialmen-
te en el siglo XX, por la dependencia y subordinación del Estado hondureno a los «intere-
ses estratégicos» de los Estados Unidos y a las políticas elaboradas por ese país para defen-
der tales intereses.

El objetivo fundamental de este trabajo, es el de describir la forma y el contenido con


los que se estructuró la relación dependencia-subordinación de Honduras respecto a los
Estados Unidos durante el período 1907-1954. El estudio de ese proceso es necesario para
comprender mejor los orígenes de la influencia que ejerce Estados Unidos en la región
centroamericana, particularmente en Honduras, desde el punto de vista económico, polí-
tico y diplomático.

El punto cronológico de partida de este trabajo es el año de 1907, fecha en la que fue
firmado, en la ciudad de Washington, el Tratado General de Paz y Amistad entre las cinco
repúblicas centroamericanas, con el auspicio de los Estados Unidos. La participación de
Estados Unidos en la firma de dicho Tratado, como garantes del cumplimiento del mismo,
inauguró un período de intervencionismo diplomático, político y militar de ese país en los
asuntos internos de los países centroamericanos. Al mismo tiempo, el Tratado de 1907 sir-
vió de marco para la creación, por parte de los Estados Unidos, de una política de recono-
cimiento diplomático hacia los gobiernos del istmo centroamericano.

Por otra parte, los años que siguieron al de 1907 coincidieron con el establecimiento en
la región de importantes intereses económicos de Estados Unidos, como las empresas pro-
ductoras y exportadoras de banano, entre ellas la United Fruit Company. Este hecho, que en
apariencia puede ser considerado como estrictamente económico, fue acompañado por un
creciente intervencionismo político, diplomático y militar del gobierno de Estados Unidos
y de las mismas compañías bananeras, como ocurrió en Honduras durante esa época.

El Estado hondureno, en el otro extremo, no había completado su proceso de constitu-


ción y por el mismo hecho no actuaba como un instrumento organizador de la sociedad
nacional, no jugaba, inclusive, el papel de arbitro entre las facciones política que se dispu-
taban el control del poder, puesto que el Estado mismo era el centro de las disputas y se
había convertido en una especie de botín para los ganadores. En esas condiciones, el Esta-
do hondureno fue, durante la mitad del siglo XX, un instrumento de reproducción siste-
mática del caudillismo y el clientelismo heredado del siglo anterior. En ese contexto, la
política de los Estados Unidos, así como los intereses económicos privados de ese país,
intervinieron para jugar un papel de intenso protagonismo en la sociedad hondurena.
219
El momento en que se produjo el contacto decisivo entre Honduras y los Estados Uni-
dos coincidió con la aceleración del proceso de expansión geopolítica y económica de ese
país hacia América Latina, pocos años después de su victoria sobre España durante la
guerra hispanoamericana de 1898.

En ese proceso de expansión imperialista, Centroamérica tenía un valor estratégico,


geográfico y político para los Estados Unidos. Inicialmente, el interés de los Estados Uni-
dos por la región centroamericana se concentró en un proyecto para construir un canal
interoceánico a través de la región, que desde el istmo centroamericano le permitiera a los
Estados Unidos controlar las vías marítimas y el comercio de todo el continente america-
no.

La influencia de Estados Unidos en Honduras, durante ese período, sin embargo, evo-
lucionó hacia una especie de dominación consentida, aceptada e incluso utilizada por los
partidos políticos hondurenos para sus propias finalidades. Tanto los "liberales" como los
"conservadores", buscaban involucrar a los Estados Unidos en su juego. Tener buenas
relaciones con la legación de Estados Unidos en Tegucigalpa era, como se demuestra en
este trabajo, una prueba de éxito de los líderes hondurenos, de tal modo que, en ciertos
casos, es difícil distinguir quién manipulaba a quién.

Finalmente, desde diversos puntos de vista, las elites gobernantes de Honduras esta-
ban estrechamente vinculadas a los Estados Unidos. Los impuestos fiscales pagados por
las compañías bananeras, por ejemplo, financiaban gran parte del presupuesto para el
funcionamiento del Estado hondureno. Durante el período estudiado, la economía hondu-
rena dependió de las inversiones estadounidenses en la agricultura y otras actividades
económicas, por lo que la prosperidad relativa de Honduras estaba vinculada a la prospe-
ridad de las empresas bananeras y de la economía de Estados Unidos.

En suma, se puede afirmar, que los Estados Unidos y sus compañías bananeras no
encontraron en Honduras una nación en el sentido real del término; en sustitución de la
nación encontraron intereses particulares o de grupo que actuaban en un sistema de
clientelismo político gobernado por caudillos, y pronto se insertaron en el mismo. De ese
modo se facilitó el establecimiento de una influencia de larga duración, en el plano políti-
co, económico y diplomático, de los Estados Unidos en Honduras.

Este estudio, por lo tanto, responde a la necesidad de comprender y explicar la comple-


jidad de los acontecimientos históricos, políticos y económicos de las relaciones entre
ambos países en el período 1900-1954, así como las consecuencias y repercusiones que los
mismos tuvieron sobre la historia contemporánea de Honduras.

El estudio se articula en seis capítulos. En el primer capítulo se esboza un cuadro gene-


ral de la presencia de Estados Unidos en Centroamérica a principios del siglo XX. Fue pre-
ciso presentar algunos antecedentes históricos, desde el siglo XIX, para encontrar una
220
continuidad histórica de los acontecimientos que se estudian. Del mismo modo se presen-
ta un cuadro global de la situación política y económica de Centroamérica a principios del
siglo XX, enfatizando en la situación particular de Honduras, para mostrar cómo esa situa-
ción concluyó en la firma del Tratado General de Paz y Amistad de 1907. Las diferentes
políticas de Estados Unidos hacia Centroamérica, durante ese período, como la política del
«gran garrote» y la «diplomacia del dólar»; tanto como la conducta del Estado y la pobla-
ción hondurena frente a tales políticas, son presentadas y discutidas en este capítulo.

Los dos capítulos siguientes están dedicados a estudiar las formas específicas de esta-
blecimiento y expansión económica de las compañías bananeras de Estados Unidos en
Honduras, en el contexto de una política de «puertas abiertas» y atracción de inversiones
extranjeras proclamada por el Estado hondureno, desde la Reforma Liberal (1876) hasta el
régimen del general Tiburcio Carias Andino (1933-1949). En ambos capítulos se presenta,
además, la atmósfera ideológica que facilitó la penetración económica de las empresas
bananeras de Estados Unidos y su crecimiento en ese contexto. El primer aspecto se deta-
lla en el segundo capítulo y el siguiente en el tercero. Axon en estos capítulos, algunas refe-
rencias al siglo XIX son inevitables.

El capítulo IV está dedicado al análisis de dos casos de intervención, en el plano diplo-


mático, político y militar de los Estados Unidos en los asuntos internos de Honduras,
durante las elecciones presidenciales de 1919 y 1924. En ambos casos, se trata de analizar
el papel asumido, tanto por los Estados Unidos y sus compañías bananeras, como por el
Estado y los partidos políticos hondurenos, en la evolución de tales acontecimientos.

En el mismo capítulo se describe también la inconformidad social provocada en Hon-


duras por la explotación económica en las plantaciones bananeras, particularmente duran-
te y después de la crisis económica mundial de 1929. En ese contexto se analiza, por otra
parte, el nacimiento y evolución del movimiento obrero hondureno, primero en la econo-
mía artesanal y después en las plantaciones bananeras de las compañías estadounidenses
en la Costa Norte del país; por lo que las reacciones de esas compañías y de los gobiernos
de Estados Unidos y Honduras ante los acontecimientos también son analizados.

El capítulo V está dedicado a estudiar el surgimiento y las características asumidas por


la dictadura ejercida en Honduras por el general Tiburcio Carias Andino entre 1933 y 1949,
así como la evolución de los acontecimientos políticos y económicos durante ese período.
El propósito de este capítulo es el de describir el contexto político y social en el que se pro-
dujo la desaparición y casi total destrucción de las organizaciones obreras y populares de
Honduras, por la represión impuesta por la dictadura contra todas las fuerzas sociales de
oposición al régimen.

La descripción de las estructuras político-militares que le permitieron a la dictadura


gobernar sin protesta, como las comandancias de armas; así también la ideología y el dis-
curso utilizados por Carias Andino para justificar su prolongada estancia en el poder, son
221
analizadas igualmente en este capítulo. Por otra parte, al finalizar el régimen dictatorial de
Carias Andino, en 1949, se produjo una tímida apertura política y se inició un proceso de
modernización estatal auspiciado por el presidente Juan Manuel Gálvez, reemplazante de
Carias en el poder. El aperturismo político de Gálvez, en el marco de una "reforma contro-
lada" desde el Estado, estimuló la reorganización del movimiento obrero hondureno, el
que alcanzó una etapa de auge en 1954, tras la declaración de una prolongada huelga por
parte de los trabajadores bananeros de la Costa Norte.

El siguiente capítulo de este trabajo está dedicado a estudiar, precisamente, el caso de


la huelga bananera de 1954, la que se inició en las plantaciones bananeras de la United Fruit
Company en mayo y se prolongó hasta los primeros días de julio de ese mismo año,
involucrando a varios miles de trabajadores bananeros y a decenas de miles de otros hon-
durenos quienes, directa o indirectamente contribuyeron a mantener la huelga en pie du-
rante el tiempo indicado.

La huelga de los trabajadores de la United Fruit Company, por otra parte, se propagó
también a las plantaciones y centros de trabajo de la Standard Fruit Company en La Ceiba y
las localidades vecinas, incidiendo poco tiempo después para que los trabajadores de di-
versas industrias, en San Pedro Sula y otros centros urbanos de la Costa Norte, e incluso
en la capital del país, declararan a su vez huelgas de «brazos caídos» contra sus patronos.

Esa huelga, por otra parte, se insertó en un contexto político regional en el que la con-
tinuidad de la política de Estados Unidos hacia Centroamérica fue evidente. El hecho es-
pecífico fue el derrocamiento del gobierno del presidente Jacobo Arbenz Guzmán en Gua-
temala, que se produjo tras la invasión de ese país por militares guatemaltecos, mercena-
rios y agentes del gobierno de Estados Unidos, cuya base de operaciones se encontraba en
Honduras, coincidiendo en el tiempo con la huelga bananera de la Costa Norte. La coinci-
dencia temporal y factual de esos acontecimientos no fue producto del azar. Fue el resul-
tado «lógico» de la continuidad histórica del carácter de las relaciones entre Estados Uni-
dos y Centroamérica, en la búsqueda permanente por parte de ese país de los instrumen-
tos que le permitieran imponer su dominación y hegemonía político-económica sobre los
estados centroamericanos.

Aunque las principales demandas de los trabajadores en huelga eran fundamental-


mente de carácter económico, como el aumento de salarios y el mejoramiento de las con-
diciones de trabajo, el principal logro de la huelga bananera de 1954 fue la legalización de
las organizaciones sindicales del país y, más tarde, la emisión de una legislación laboral
por parte del Estado hondureno. Por las características que asumió y las conquistas socia-
les y políticas que alcanzó, en especial la legitimación de los derechos sociales de los traba-
jadores, a la huelga bananera de 1954 se le atribuye una importancia particular en la histo-
ria de Honduras, como se constata en este capítulo.

El último capítulo de este trabajo contiene unas "Consideraciones concluyentes", cuyo


propósito es el de resumir las principales conclusiones y deducciones generales que se
222
desprenden de cada uno de los capítulos de este trabajo, a manera de una síntesis global
del tema estudiado. Estas consideraciones concluyentes pretenden, además, destacar las
líneas temáticas fundamentales que guiaron esta investigación, por lo que se enfatiza, es-
pecialmente, en aquellos temas que le permitieron al autor determinar los elementos cons-
titutivos de una "continuidad histórica" en los acontecimientos que se describen en cada
uno de los capítulos de este trabajo, durante el período cronológico seleccionado.

La perspectiva de "continuidad histórica" o de "larga duración", que se ha utilizado en


el análisis y síntesis de cada uno de los temas estudiados en este trabajo, le permitió al
autor elaborar una caracterización fundamental de la forma y el contenido asumidos por
las relaciones entre Honduras y los Estados Unidos en el plano político, económico y di-
plomático durante el período 1907-1954. Esta síntesis, sin embargo, no es exhaustiva so-
bre los acontecimientos estudiados; sin embargo, la misma deja plasmada las perspectivas
generales de un tema que, en sus detalles más particulares, puede ser continuado por otros
investigadores, que con su trabajo puedan llenar las insuficiencias que se puedan encon-
trar en esta investigación.

Lo importante, para los objetivos de esta investigación, es que un fragmento relativa-


mente largo de la historia oculta de las relaciones entre un país industrializado y rico, en
este caso los Estados Unidos de América, con un país agrícola y de escaso desarrollo, como
Honduras, ha sido descubierto y puesto en una perspectiva en donde las causas de los
acontecimientos históricos se vuelven comprensibles, en la medida en que los hechos pue-
den ser relacionados en contextos amplios y períodos largos de tiempo. La continuidad de
las relaciones económicas y políticas entre Estados Unidos y Honduras, según el modelo
que hemos trazado en este trabajo, como además lo demuestran diversos autores contem-
poráneos, es de hecho una prueba irrefutable de la validez de las conclusiones alcanzadas
en este estudio.

223
224
De invloed van de Verenigde Staten in Honduras
(1900-1954)
Samenvatting
Het voornaamste doel van dit werk is het beschrijven van de vorm en de inhoud
waarmee de afhanfkelijkheid-ondergeschiktheidsrelatie van Honduras ten opzichte van
de V.S vorm kreeg gedurende de periode 1907-1954. De bestudering van dit proces is
noodzakelijk voor een beter begrip van de oorsprong van de invloed die de V.S. uitoefent
in Midden-Amerika, vooral in Honduras.

Het chronologisch uitgangspunt is 1907, het jaar waarin het Algemene Verdrag van
Vrede en Vriendschap in Washington werd getekend tussen de vijf Midden-Amerikaanse
republieken onder auspiciën van de V.S. De deelname van de V.S. bij de ondertekening
van dit verdrag, ter garantstelling van de uitvoering daarvan, luidde een periode in van
diplomatieke, politieke en militaire interventie van dit land in de interne aangelegenheden
van de Midden-Amerikaanse landen. Verder diende het Verdrag van 1907 als kader voor
het instellen van een beleid van diplomatieke erkenning door de V.S. met betrekking tot
de regeringen van de Midden-Amerikaanse istmus.

Tegelijkertijd begonnen de VS., in de jaren na 1907, belangrijke ecomische belangen in


de regio te verkrijgen, zoals de produktie en export van bananen, waaronder de United
Fruit Company. Alhoewel het lijkt te gaan om louter economische belangen werden zij
vergezeld van een toenemende politieke, diplomatieke en militaire interventie van de VS.
en de bananenmaatschappijen in Honduras gedurende die periode.

Aanvankelijk was de vorming van de Hondurese Staat nog niet compleet en zij
functioneerde derhalve niet als een instrument ter organisatie van de nationale
gemeenschap. Zij speelde zelfs geen rol als scheidsrechter tussen de verschillende politieke
facties die elkaar de macht betwistten, gezien het feit dat de Staat zelf het middelpunt van
de strijd vormde en een soort van buit was voor degene die als winnaar uit de strijd
tevoorschijn zou komen. De Hondurese Staat was rond het midden van de twintigste
eeuw een instrument voor de systematische reproduktie van het caudillismo en clientelismo
van de vorige eeuw. In dié context was het interventiebeleid van de V.S. gericht op
Amerikaanse particuliere economische belangen alsmede op het uitoefenen van een grote
invloed op de Hondurese maatschappij op alle niveau's.

Het beslissingsmoment voor het contact tussen Honduras en de VS. viel samen met
het versnellen van het proces van geopolitieke en economische expansie van dit land in
Latijns-Amerika, enkele jaren na haar overwinning op Spanje gedurende de Spaans-
Amerikaanse oorlog van 1898.
225
Gedurende dit proces van imperialistische expansie had Midden-Amerika een
strategische, geografische en politieke waarde voor de V.S. Aanvankelijk concentreerde
de belangstelling van de V.S. voor de Midden-Amerikaanse regio zich op het project voor
de aanleg van een kanaal tussen de oceanen, die de V.S. in staat zou stellen vanuit de
Midden-Amerikaanse isrmus controle uit te oefenen op de waterwegen en de handel van
het gehele Amerikaanse continent.

De invloed van de V.S. in Honduras groeide gedurende deze periode echter uit tot een
soort van gedoogde overheersing, geaccepteerd en zelfs gebruikt door de Hondurese
politieke partijen voor h u n eigen doeleinden. Zowel de "liberalen" als de
"conservatieven"wilden de V.S. betrekken in hun spel. Het hebben van goede betrekkingen
met de vertegenwoordiging van de V.S. in Tegucigalpa was, een bewijs van succes voor de
politieke leiders van Honduras, en wel dermate dat het in sommige gevallen moeilijk is te
onderscheiden wie wie manipuleerde.

Uiteindelijk was de regerende elite van Honduras op verschillende manieren nauw


verweven met de V.S. Zo dienden bijvoorbeeld de belastingen die betaald werden door de
bananenmaatschappijen voor de financiering van een groot deel van de staatsbegroting
van Honduras. Gedurende de bestudeerde periode was de Hondurese economie
afhankelijk van de investeringen van de Verenigde Staten in de landbouw en andere
economische aktiviteiten, waardoor de relatieve welvaart van Honduras gebonden was
aan de welvaart van de bananenmaatschappijen en de economie van de V.S.

Kortom, er kan gesteld worden dat de V.S. en de bananenmaatschappijen in Honduras


geen staat aantroffen in de ware zin van het woord; in plaats van een staat vonden ze
belangen van individuen of groepen in een systeem van politiek clientélisme en geregeerd
door caudillos, en al snel maakten ze deel uit van dit systeem. Op deze manier werd de
vestiging van een langdurige invloed van de V.S. in Honduras, op politiek, economisch en
diplomatiek niveau mogelijk gemaakt.

Op grond daarvan beantwoordt de onderhavige studie aan de noodzaak tot het


begrijpen en verklaren van de complexiteit van de historische, politieke en economische
betrekkingen tussen beide landen gedurende de periode 1900-1954, alsmede de gevolgen
en repercussies van deze betrekkingen op de hedendaagse geschiedschrijving van Hon-
duras.

De studie bestaat uit zes hoofdstukken. In het eerste hoofdstuk wordt een overzicht
gegeven van de aanwezigheid van de V.S. in Midden-Amerika aan het begin van de
twintigste eeuw. Er worden enkele historische achtergronden geschetst, vanaf de
negentiende eeuw, om de historische continuïteit van de bestudeerde gebeurtenissen aan
te geven. Op dezelfde wijze wordt er een algemeen beeld geschetst van de politieke en
economische situatie van Midden-Amerika, met name Honduras, aan het begin van de
twintigeste eeuw, om aan te tonen hoe die situatie leidde tot het ondertekenen van het
226
Algemene Verdrag van Vrede en Vriendschap in 1907. De verschillende politieke
opstellingen van de V.S. richting Midden-Amerika gedurende deze periode zoals de politiek
van de 'grote stok' en de 'dollar diplomatie', alsmede de houding van de Staat en de
bevolking van Honduras ten opzichte van deze politiek worden in dit hoofdstuk besproken.

De twee volgende hoofdstukken zijn gewijd aan het bestuderen van de specifieke
vormen van economische vestiging en expansie van de bananenmaatschappijen van de
V.S. in Honduras binnen de context van een "open deur" politiek en het aantrekken van
buitenlandse investeringen door de Hondurese Staat, vanaf de Liberale Hervorming (1876)
tot de regering van Tiburcio Carias Andino (1933-1949). Daarnaast wordt in respectievelijk
hoofdstuk twee en drie ingegaan op de ideologische context die de economische penetratie
van de bananenmaatschappijen van de V.S. vergemakkelijkte en de groei van de
maatschappijen in deze context. In beide hoofdstukken zijn enige verwijzingen naar de
negentiende eeuw onvermijdelijk.

Hoofstuk vier is gewijd aan de analyse van twee voorbeelden van interventie door de
V.S. op diplomatiek, politiek en militair niveau in de interne aangelegenheden van Hon-
duras, namelijk gedurende de presidentsverkiezingen van 1919 en 1924. In beide gevallen
wordt de rol van de V.S. en de bananenmaatschappijen geanalyseerd alsmede de rol van
de Staat en de politieke partijen van Honduras.

In hetzelfde hoofdstuk wordt ook de sociale onrust beschreven die in Honduras onstond
door de economische exploitatie op de bananenplantages, met name gedurende en na de
economische wereld crises in 1929. In die context wordt eveneens de geboorte en groei
van de Hondurese arbeidersbeweging geanalyseerd, in eerste instantie in de
ambachtseconomie en daarna op de bananenplantages van de maatschappijen uit de V.S.
aan de Noordkust van het land; waarmede tegelijkertijd de reacties van deze
maatschappijen en de regeringen van de V.S. en Honduras op deze gebeurtenissen worden
geanalyseerd.

Hoofstuk vijf is gewijd aan het bestuderen van de opkomst en de kenmerken van de
dictatuur van generaal Tiburcio Carias Andino tussen 1933 en 1949 in Honduras, alsmede
de ontwikkeling van de politieke en economische gebeurtenissen gedurende deze periode,
zoals het verdwijnen en de bijna totale vernietiging van de volks- en arbeidersbeweging
in Honduras door de onderdrukking door het regime.

De politieke-militaire structuren die het mogelijk maakten voor de dictatuur te regeren


zonder protest, alsmede de ideologie en de discours gebruikt door Carias Andino om zijn
langdurige machtsuitoefening te rechtvaardigen worden in dit hoofdstuk eveneens
geanalyseerd. Aan de andere kant werd na het beëindigen van de dictatuur van Tiburcio
Carias Andino in 1949 een aarzelend begin gemaakt met politieke openheid en met een
proces van modernisering van de staat onder leiding van president Juan Manuel Galvez,
de opvolger van Carias. De politieke openheid van Galvez, in het kader van een
227
"gecontroleerde hervorming" vanuit de Staat stimuleerde de herorganisatie van de
Hondurese arbeidersbeweging die haar hoogtepunt bereikte in 1954, na het uitroepen
van een langdurige staking door de arbeiders van de bananenplantages aan de Noordkust.

Het volgende hoofdstuk is gewijd aan de staking van 1954 die begon op de
bananenplantages van de United Fruit Company in mei en voortduurde tot de eerste dagen
van juli van hetzelfde jaar, waarbij een paar duizend arbeiders van de
bananenmaatschappijen betrokken waren en tienduizenden Hondurezen die direct of in-
direct een bijdrage leverden aan het ondersteunen van de staking gedurende diezelfde
periode.

De staking van de arbeiders van de United Fruit Company verbreidde zich eveneens
naar de plantages en werkcentra van de Standard Fruit Company in La Ceiba en omgeving
wat er korte tijd later toe leidde dat de arbeiders in verschillende industrieën, in San Pedro
Sula en andere stedelijke centra aan de Noordkust, tot zelfs de hoofdstad van het land, op
hun beurt in staking gingen.

Deze stakingen vonden plaats in een regionale politieke context waarin de continuïteit
van de V.S. politiek in Midden-Amerika duidelijk werd. Een specifieke gebeurtenis was
de omverwerping van de regering van Jacobo Arbenz Guzman in Guatemala, na de invasie
door Guatemalteekse militairen, huurtroepen en agenten van de regering van de V.S.,
waarvoor Honduras als basis werd gebruikt en welke gelijktijdig met de bananenstaking
aan de Noordkust plaatsvond. De overeenkomsten (in tijd en gebeurtenis) waren geen
toeval. Het was het 'logische'gevolg van de historische continuïteit van de betrekkingen
tussen de V.S. en Midden-Amerika in de permanente zoektocht van de V.S. naar
instrumenten die het mogelijk maakten hun politiek-economische overheersing en
hegemonie over de Midden-Amerikaanse staten te bevestigen.

Alhoewel de belangrijkste eisen van de stakende arbeiders voornamelijk van


economische aard waren, zoals een salarisverhoging en het verbeteren van de
arbeidsomstandigheden, was de voornaamste verworvenheid van de bananenstaking van
1954 het legaliseren van de vakbondsorganisaties in het land, en later, de goedkeuren van
een arbeidswetgeving door de Staat. Door de kenmerken van de staking en de sociale en
politieke overwinningen, met name de legitimatie van de sociale rechten van de arbeiders,
neemt de staking van 1954 een belangrijke plaats in in de geschiedenis van Honduras,
zoals geconcludeerd wordt in dit hoofdstuk.

Het laatste hoofdstuk omvat enkele "concluderende overwegingen" met ab doel het
samenvatten van de belangrijkste conclusies en algemene gevolgtrekkingen van de
hoofdstukken. Deze concluderende overwegingen geven daarnaast de meest belangrijke
thematische aspekten van dit onderzoek aan, waarbij de nadruk wordt gelegd op die
themas die het de auteur mogelijk maakte te bepalen welke elementen een 'historische
continuïteit' vormen in de gebeurtenissen gedurende de aangegeven chronologische
periode beschreven in elk van de hoofdstukken.
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Curriculum Vitae
Marvin Ariel Barahona nació en 1961, en San Pedro Sula, Honduras. Realizó estudios
de pregrado en Historia en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (1981-1983)
y en la Université Catholique de Louvain, Bélgica (1985-1988). Ha publicado diversas
obras, entre ellas: Evolución histórica de la identidad nacional, Editorial Guaymuras, Teguci-
galpa, 1991, 290 páginas; El silencio quedó atrás (testimonios de la huelga bananera de 1954),
Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1994,419 páginas; Cultura y desarrollo con pueblos indí-
genas (guías de trabajo), en colaboración con Ramón Rivas, Editorial Guaymuras/SNV, Te-
gucigalpa, 1994, 98 páginas; Educación bilingüe e intercultural en Centroamérica y México,
Editorial Guaymuras/SNV, Tegucigalpa, 1998,440 páginas, en colaboración con Atanasio
Herranz y Ramón Rivas; Rompiendo el espejo. Visiones sobre los pueblos indígenas y negros de
Honduras, Editorial Guaymuras/SNV, Tegucigalpa, 1998,144 páginas, en colaboración con
Ramón Rivas. Ha sido enseñante de Historia en la Universidad Pedagógica Nacional de
Honduras; investigador en centros públicos y privados de Honduras; becario del Ministe-
rio de Asuntos Exteriores de España en el Archivo General de Indias en Sevilla, España;
columnista y editorialista de diario El Heraldo de Tegucigalpa; consultor de diversos orga-
nismos nacionales e internacionales. Actualmente es asesor del Servicio Holandés de Co-
operación al Desarrollo (SNV) en Honduras y vicepresidente del Instituto de Ciencias
"Rafael Heliodoro Valle" de Honduras.

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