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LA INFLUENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS
EN HONDURAS (1900-1954)
Del Tratado de 1907 a la huelga bananera de 1954
MARVIN BARAHONA
LA INFLUENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS
EN HONDURAS (1900-1954)
Del Tratado de 1907 a la huelga bananera de 1954
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Ìndice
Pag.
Agradecimientos xi
Introducción xiii
CAPÍTULO I
Los Estados Unidos en Centro América: de Monroe a Taft (1823-1914) 1
CAPÍTULO II
Honduras en la transición hacia el capitalismo: del reformismo libéral
a la economía bananera (1876-1920) 25
CAPÍTULO III
Las transformaciones de la economía de Honduras (1920-1932) 43
CAPÍTULO IV
Política, intervención militar extranjera e inconformidad social en Honduras
(1919-1932) 73
CAPÍTULO V
Dictadura y "apertura" (1933-1954) 109
1. Las elecciones de 1932 y la llegada al poder del general Tiburcio Carias Andino... 109
2. Del Estado anárquico al Estado centralista 113
a) El estamento político-militar en el sistema político hondureno 114
3. La dictadura del general Carias y su plan de gobierno 117
4. Los mecanismos de dominación de la dictadura 120
5. Apertura 125
CAPÍTULO VI
La huelga bananera de 1954 y sus consecuencias históricas: un estudio de caso 135
viti
6. El final de la huelga en las plantaciones de la United Fruit Company 163
a) El nuevo Comité Central de Huelga y la continuación de las negociaciones 163
7. La coyuntura política interna 170
a) El Partido Liberal 172
b) El Movimiento Nacional Reformista (MNR) 174
c) El Partido Nacional Cañista 176
8. Guatemala, la huelga bananera y la campaña anticomunista 178
9. La conducta del gobierno del presidente Gálvez 184
10. Un balance final a manera de conclusión 187
CAPITULO VII
Bibliografía 201
Resumen 219
Samenvatting 225
ix
Agradecimientos
Durante la elaboración de este trabajo recibí el apoyo y la colaboración de muchas per-
sonas e instituciones, las que me ofrecieron aportes que, por su valor, han enriquecido esta
investigación.
En primer lugar deseo mencionar al antropólogo Ramón Rivas, a quien le debo un es-
pecial agradecimiento por el interés que mostró permanentemente para que este trabajo
culminara exitosamente, tanto mientras residió en Honduras como desde Holanda. Ra-
món ha manifestado un sincero interés en promover a los investigadores hondurenos y los
productos de su trabajo, por lo que merece nuestro reconocimiento.
A Isolda Arita le debo un reconocimiento, no menos especial, porque desde que asu-
mió la dirección de Editorial Guaymuras en Tegucigalpa, hace más de una década, se
tomó en serio el trabajo de leer y comentar, desde una perspectiva crítica, los trabajos de
los investigadores jóvenes de Honduras. Muchas páginas de este trabajo se nutrieron de su
experiencia.
Finalmente, deseo mencionar el apoyo que me ha prestado René van der Poël, director
del Servicio Holandés de Cooperación al Desarrollo (SNV) en Honduras, al igual que otros
colegas de la misma institución, quienes han compartido mis inquietudes sobre los proble-
mas de la historia de Honduras.
El punto cronológico de partida de este trabajo es el año de 1907, fecha en la que fue fir-
mado, en la ciudad de Washington, el Tratado General de Paz y Amistad entre las cinco re-
públicas centroamericanas, con el auspicio de los Estados Unidos. La participación de Es-
tados Unidos en la firma de dicho Tratado, como garantes del cumplimiento del mismo,
inauguró un período de intervencionismo diplomático, político y militar de ese país en los
asuntos internos de las repúblicas centroamericanas. Al mismo tiempo, el Tratado de 1907
sirvió de marco para la creación, por parte de los Estados Unidos, de una política de reco-
nocimiento diplomático hacia los gobiernos del istmo centroamericano.
Esa política, como veremos en diversos capítulos de este trabajo, fue aplicada a conve-
niencia de los intereses de Estados Unidos, unas veces respondiendo al contenido del Tra-
tado y otras como medio para alcanzar los intereses y fines particulares de Estados Unidos
en Centroamérica.
Por otra parte, los años que siguieron al de 1907 coincidieron con el establecimiento en
la región de importantes intereses económicos de Estados Unidos, como las empresas pro-
ductoras y exportadoras de banano, entre ellas la United Fruit Company. Este hecho, que en
apariencia puede ser considerado como estrictamente económico, fue acompañado por un
creciente intervencionismo político, diplomático y militar del gobierno de Estados Unidos
y de las mismas compañías bananeras, como ocurrió en Honduras durante esa época.
El período estudiado fue el contexto, además, del lento proceso de constitución del
Estado nacional hondureno. Honduras había heredado, del siglo XIX, un Estado fragmen-
tado e ingobernable, en el que la anarquía, el desorden político y los conflictos violentos
entre facciones políticas rivales impedían la constitución de un Estado moderno, articula-
do políticamente y legitimado por la obediencia de los partidos políticos a un orden cons-
titucional y democrático.
xm
El Estado y la vida política hondurena estaban gobernados, durante el período estudia-
do, por un sistema de clientelismo político impuesto por los caudillos políticos locales y
regionales, era alrededor de la figura del caudillo que se articulaba todo el sistema político
hondureno de esa época. El Estado hondureno no era, pues, un instrumento organizador
de la sociedad nacional, no jugaba, inclusive, el papel de arbitro entre las facciones política
que se disputaban el control del poder, puesto que el Estado mismo era el centro de las
disputas y se había convertido en una especie de botín para los ganadores. En esas condi-
ciones, el Estado hondureno fue, durante la primera mitad del siglo XX, un instrumento de
reproducción sistemática del caudillismo heredado del siglo anterior.
En ese contexto, la política de los Estados Unidos, así como los intereses económicos
privados de ese país, intervinieron para jugar un papel de intenso protagonismo en la
sociedad hondurena. El momento en que se produjo el contacto decisivo entre Honduras
y los Estados Unidos coincidió con la aceleración del proceso de expansión geopolítica y
económica de ese país hacia América Latina, pocos años después de su victoria sobre Es-
paña durante la guerra hispanoamericana de 1898.
Por otra parte, como explican Langley y Schoonover, Centroamérica le ofrecía a los
inversionistas de Estados Unidos posibilidades interesantes para efectuar actividades ven-
tajosas en la explotación agrícola a gran escala, la instalación de ferrocarriles, el comercio
y otras donde se pudieran colocar con ventaja los excedentes de capital de la economía
estadounidense. 1 El incremento de las actividades empresariales de Estados Unidos en
Centroamérica, implicó una amenaza permanente de uso de la fuerza militar para prote-
ger, según la expresión consagrada, "los bienes y los ciudadanos americanos" en Hondu-
ras, lo que también incrementó el intervencionismo político y militar de Estados Unidos en
este país.
La influencia de Estados Unidos en Honduras, durante ese período, sin embargo, evo-
lucionó hacia una especie de dominación consentida, aceptada e incluso utilizada por los
partidos políticos hondurenos para sus propias finalidades. Tanto los "liberales" como los
"conservadores", buscaban involucrar a los Estados Unidos en su juego. Tener buenas
relaciones con la legación de Estados Unidos en Tegucigalpa era, como se demuestra en
este trabajo, una prueba de éxito de los líderes hondurenos, de tal modo que, en ciertos
casos, es difícil distinguir quién manipulaba a quién.
1 L. D. LANGLEY y Th. SCHOONOVER., The Banana Men. American Mercenaries & Entrepreneurs in Central America,
1880-1930, The University Press of Kentucky, 1995, pp. 19-22.
XIV
Finalmente, desde diversos puntos de vista, las élites gobernantes de Honduras esta-
ban estrechamente vinculadas a los Estados Unidos. Los impuestos fiscales pagados por
las compañías bananeras, por ejemplo, financiaban gran parte del presupuesto para el
funcionamiento del Estado hondureno. Durante el período estudiado, la economía hondu-
rena dependió de las inversiones estadounidenses en la agricultura y otras actividades
económicas, por lo que la prosperidad relativa del país estaba vinculada a la prosperidad
de las empresas bananeras y de la economía de Estados Unidos.
En suma, se puede afirmar, que los Estados Unidos y sus compañías bananeras no
encontraron en Honduras una nación en el sentido real del término; en sustitución de la
nación encontraron intereses particulares o de grupo que actuaban en un sistema de
clientelismo político gobernado por caudillos, y pronto se insertaron en el mismo. De ese
modo se facilitó el establecimiento de una influencia de larga duración, en el plano políti-
co, económico y diplomático por parte de los Estados Unidos.
Los dos capítulos siguientes están dedicados a estudiar las formas específicas de esta-
blecimiento y expansión económica de las compañías bananeras de Estados Unidos en
Honduras, en el contexto de una política de "puertas abiertas" y atracción de inversiones
extranjeras proclamada por el Estado hondureno, desde la Reforma Liberal (1876) hasta el
régimen del general Tiburcio Carias Andino (1933-1949). En ambos capítulos se presenta,
además, la atmósfera ideológica que facilitó la penetración económica de las empresas
bananeras de Estados Unidos y su crecimiento en ese contexto. El primer aspecto se deta-
lla en el segundo capítulo y el siguiente en el tercero. Aún en estos capítulos, algunas refe-
rencias al siglo XIX son inevitables.
xv
durante las elecciones presidenciales y legislativas de 1919 y 1924. En ambos casos, se trata
de analizar el papel asumido, tanto por los Estados Unidos y sus compañías bananeras,
como por el Estado y los partidos políticos hondurenos, en la evolución de tales aconteci-
mientos. En el mismo capítulo se describe también la inconformidad social provocada en
los trabajadores hondurenos por la explotación económica a la que eran sometidos en las
plantaciones bananeras, particularmente durante y después de la crisis económica mun-
dial de 1929. En ese contexto se analiza, por otra parte, el nacimiento y evolución del mo-
vimiento obrero hondureno, primero en la economía artesanal y después en las plantacio-
nes bananeras de las compañías estadounidenses en la Costa Norte del país; por lo que las
reacciones de esas compañías y de los gobiernos de Estados Unidos y Honduras ante los
acontecimientos también son analizadas.
La huelga de los trabajadores de la United Fruit Company, por otra parte, se propagò
también a las plantaciones y centros de trabajo de la Standard Fruit Company en La Ceiba y
las localidades vecinas, incidiendo poco tiempo después para que los trabajadores de di-
versas industrias, en San Pedro Sula y otros centros urbanos de la Costa Norte, e incluso
en la capital del país, declararan a su vez huelgas de "brazos caídos" contra sus patronos.
xvi
Aunque las principales demandas de los trabajadores en huelga eran fundamental-
mente de carácter económico, como el aumento de salarios y el mejoramiento de las con-
diciones de trabajo, el principal logro de la huelga bananera de 1954 fue la legalización de
las organizaciones sindicales del país y, más tarde, la emisión de una legislación laboral
por parte del Estado hondureno. Por las características que asumió y las conquistas socia-
les y pob'ticas que alcanzó, en especial la legitimación de los derechos sociales de los traba-
jadores, a la huelga bananera de 1954 se le atribuye una importancia particular en la histo-
ria de Honduras, como se constata en este capítulo.
Consideraciones metodológicas:
La mayor parte han sido fuentes documentales, periodísticas y bibliográficas. Los do-
cumentos más importantes han sido las procedentes de los archivos extranjeros, como los
Archivos Nacionales de Estados Unidos, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica
y del Foreign Office de Inglaterra.
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Los archivos hondurenos también han sido consultados, pero la falta de organización
en los mismos dificultó la consulta de series documentales importantes; en su lugar se ha
utilizado una muestra de los documentos obtenidos, la que no obstante ha sido significa-
tiva. Las fuentes periodísticas hondurenas, por el contrario, de las que se pudo consultar
los diarios y semanarios nacionales y regionales más importantes, fueron muy útiles al
momento de buscar la atmósfera social y política que se vivía en Honduras durante el
período estudiado.
La vida cotidiana, tanto como la cultura hondurena de la época, aparecían en los perió-
dicos hondurenos con gran nitidez. Esto contribuyó en mucho a una comprensión más
clara de los problemas estudiados; contribuyó, además, a profundizar en el estudio de los
actores sociales e individuales, de las organizaciones y los medios que éstos utilizaban
para expresarse y difundir su pensamiento.
Las fuentes bibliográficas, consideradas por los historiadores como fuentes secunda-
rias, sirven en este trabajo para profundizar en el conocimiento del período estudiado y
para confrontar diversas maneras de interpretación de los acontecimientos históricos del
período. Las mismas han sido de gran importancia, incluso para comparar los aconteci-
mientos históricos hondurenos con los de otros países centroamericanos.
Otra fuente importante, especialmente para la elaboración del capítulo sobre la huelga
bananera de 1954, fue la fuente oral. Los líderes entrevistados aportaron información y
relatos de gran valor histórico, derivados de sus vivencias personales y del protagonismo
social que asumieron durante ese amplio movimiento social en el que se convirtió la huel-
ga bananera de 1954. Esos relatos, aunque ninguno de los testimonios recopilados se inclu-
ye por completo en este trabajo,2 contribuyeron a darle al capítulo correspondiente a ese
tema una dimensión más humana y una atmósfera más real a los hechos estudiados.
2 Los testimonios mencionados fueron publicados en el libro £/ silencio quedó atrás, testimonios de к huelga bananera de
1954, Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1994,416 páginas.
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Una de las cosas que el autor de este trabajo lamenta, es la dificultad que existe en los
países de escaso desarrollo social, econòmico y cultural, como es el caso de Honduras,
para obtener los recursos necesarios para poder efectuar investigaciones científicas. La
falta de esos recursos, precisamente, le impidió al autor explorar otros archivos históricos
y un número aún mayor de fuentes documentales para realizar un trabajo más completo
y elaborado. Archivos existentes en Estados Unidos, Francia, España y otros países, que de
una u otra manera conservan información sobre el tema y el período de estudio seleccio-
nado, no pudieron ser consultados por el motivo mencionado.
El trabajo elaborado, no obstante los vacíos que el mismo pueda tener, abre una pers-
pectiva amplia para que otros investigadores continúen explorando otras fuentes y contri-
buyan de esa forma a completar las carencias que este trabajo pueda tener. Lo importante
es que un fragmento relativamente largo de la historia oculta de las relaciones entre un
país industrializado y rico, en este caso los Estados Unidos de América, con un país agrí-
cola y de escaso desarrollo, como Honduras, ha sido descubierto y puesto en una perspec-
tiva en donde las causas de los acontecimientos históricos se vuelven comprensibles, en la
medida en que los hechos pueden ser relacionados en contextos amplios y períodos largos
de tiempo.
xix
Capítulo I
Lsesde principios del siglo XIX, la política de los Estados Unidos respecto a América
Central se ha caracterizado, según Walter Lafeber, por dos rasgos esenciales que la han
determinado permanentemente. Se trata, por una parte, de la concepción de la seguridad
estratégica y, por otra, de la voluntad de dominación económica.1 El primer rasgo respon-
de a la voluntad del gobierno de Estados Unidos de considerarse obligado a centrar su
interés sobre cualquier territorio del continente americano que tuviera para los Estados
Unidos un valor militar; es decir, todo territorio de donde podría surgir un riesgo para su
seguridad en el caso que el mismo fuera controlado por otras potencias.2
1 W LAFEBER., Inevitable Revolutions The United States ш Central America, New York, 1983, p. 15. Esta y otras atas to
madas de fuentes en inglés han sido traducidas por Marvin Barahona.
2 A WEINBERG., Manifest Destiny A Study of Nationalism m American History Baltimore, 1935, pp 408-409 Este autor
muestra que para los círculos de poder de los Estados Unidos, la segundad estratégica "es concebida como la segu-
ndad de todos los intereses vitales, y los intereses vitales son considerados como el conjunto de todos los intereses
importantes para la prosperidad nacional".
3 JAMES MONROE nació en Virginia, el 28 de abnl de 1758 y muñó en Nueva York el 4 de julio de 1831 Fue el quinto
presidente de los Estados Unidos, pertenecía al partido Demócrata Monroe asumió dos mandatos sucesivos, entre
1817 y 1825 Dictionary of American Biography, London-New York, 1934, Vol. XIII, pp 87-92
4 J W GANTENBEIN., The Evolution of our Latin American Policy A Documentary Record, New York, 1971, p. 324.
1
a) Prohibición de extender el sistema político europeo a cualquier Estado de América
Latina;
b) Prohibición de amenazar la independencia de los pueblos americanos;
c) Prohibición de combatir o suprimir las libertades de que gozan los pueblos de los
nuevos estados;
La importancia otorgada por los Estados Unidos a Centro América se explicaba por la
situación geográfica de ésta, entre los océanos Atlántico y Pacífico, lo que ofrecía la posibi-
lidad de abrir un canal interoceánico por el río San Juan, ubicado entre Nicaragua y Costa
Rica.7 Después de 1845, en efecto, los Estados Unidos buscaban asegurarse el derecho a la
construcción y al control de la vía interoceánica. Gran Bretaña, que ya ocupaba una posi-
ción privilegiada en Islas de la Bahía y sobre la costa de La Mosquitia, en territorio hondu-
reno y nicaragüense, perseguía el mismo objetivo.
El 16 de junio de 1848, Honduras, con el acuerdo de los Estados Unidos, rehusó recono-
cer la soberanía inglesa sobre la región del río San Juan, donde el canal podía ser construi-
do. Inglaterra, por su parte, decidió ocupar la Isla del Tigre y la fortaleza de Trujillo, situa-
dos sobre la costa hondurena del Pacífico y el Atlántico respectivamente. Las autoridades
hondurenas firmaron entonces, con los Estados Unidos, un tratado que preveía la protec-
ción de la Isla del Tigre por los Estados Unidos durante dieciocho meses, lo que obligó a
las fuerzas inglesas a abandonar el territorio hondureno. 8
La amenaza que representaba la presencia inglesa sobre las costas de América Central
condujo a los gobiernos de Honduras, Nicaragua y El Salvador a considerar en un mo-
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mento su incorporación a los Estados Unidos. La única tentativa en ese sentido fue hecha
ante la Legación de los Estados Unidos en Londres por el representante de Nicaragua,
actuando en nombre de los tres países. La misma no recibió respuesta de parte del gobier-
no de Estados Unidos.'
En 1850, con la firma del Tratado Clayton-Bulwer, Estados Unidos y Gran Bretaña
pusieron fin a sus disensiones respecto al canal interoceánico. Los dos países convenían,
por ese tratado, en no construir a título de exclusividad este canal en América Central y en
no fortificar (ocupar o colonizar) los territorios estratégicos a ese fin, particularmente en lo
concerniente a Nicaragua, Costa Rica y Honduras; si el canal debía ser construido, los dos
países se comprometían a su defensa conjunta, en igualdad de condiciones.10
9 G.H. STUART., Y J.L. TIGNER., Latin America and the United States, New Jersey, 1975, p. 484.
10 El Tratado Clayton-Bulwer fue firmado en Washington el 18 de abril de 1850. Véase J W. GANTENBEIN., op.
at ,apéndice С. "The Clayton-Bulwer Treaty between The United States and Great Britain", pp 881-882.
11 WILLIAM WALKER nació en Nashville, Tennessee, el 8 de mayo de 1824 y fue ejecutado en Trujillo (Honduras), en
diciembre de 1860. Fue con la ayuda de la Accesory Transit Company, una compañía estadounidense de transporte
que operaba entre los puertos del Atlántico y San Francisco, vía Nicaragua, que Walker emprendió, en 1855, la con-
quista de Nicaragua. Dictionary of American Biography, London-New York, 1936, Vol. XIX, pp. 363-365.
4
Maritime Canal Company Corporation comenzó los trabajos en 1890, pero fue declarada en
quiebra en 1893.12
A principios del siglo XX, sin abandonar el proyecto de construcción del canal
interoceánico a través de Nicaragua, los Estados Unidos consideraron la posibilidad de
realizar un proyecto igual en Panamá. Una compañía francesa fundada por Ferdinand de
Lesseps" había comenzado sus trabajos en Panamá en 1881, después que el Congreso In-
ternacional de Ciencias Geográficas, reunido en París en 1879, se pronunció en favor de tal
empresa. Ferdinand de Lesseps, sin embargo, no pudo llevar su obra hasta el final. En
1901 los Estados Unidos compraron las acciones de la compañía francesa, que había sido
puesta en liquidación en 1889."
Philander Chase Knox16, secretario de Estado, decía en 1911 que, con razón o sin ella, la
Doctrina Monroe así como la vecmdad de América Central con la ubicación del Canal de
Panamá: "hacen particularmente necesaria la preservación de la paz en esa vecindad". Ph.
Knox agregaba que del desarrollo y de la paz en esta región debía resultar un provecho
substancial para los puertos del sur de los Estados Unidos, como Galveston, New Orleans
y Mobile.17
5
complejo el análisis de las relaciones entre los Estados Unidos y los estados centroameri-
canos durante el período aquí estudiado. Si en ciertos momentos un factor prevaleció so-
bre el otro, los mismos nunca han estado disociados en los objetivos de la política de Esta-
dos Unidos en Centro América.
Desde 1870, los países de Centro América intentaban constituirse en estados nacionales
modernos, con la puesta en marcha de un proceso reformista inspirado en el liberalismo
europeo. El primer paso en ese sentido fue dado en Guatemala en 1871 por Justo Rufino
Barrios18 y Miguel García Granados, políticos liberales que estimularon a los liberales cen-
troamericanos a tomar el poder en sus respectivos países. Ello fue posible en Honduras y
El Salvador en 1876, en Nicaragua en 1893, mientras que Costa Rica ya podía pasar por un
país de tradición liberal.
En efecto, como señalan Cardoso y Brignoli, en Costa Rica los cambios asociados a la
reforma liberal se produjeron gradualmente, impulsados por la expansión cafetalera, par-
ticularmente durante el régimen de Braulio Carrillo (1835-1842), acelerándose desde 1870
con el ascenso al poder del régimen modemizador del presidente Tomás Guardia.19 Sin
embargo, la situación excéntrica de Costa Rica le impedía influenciar a los otros cuatro
países, como sí pudo hacerlo Guatemala. Este país, desde el punto de vista económico y
político el más importante de América Central, ejercía su influencia debido al papel que
jugó en la región durante la dominación española (1521-1821), cuando fue sede de la auto-
ridad colonial y luego de la efímera Federación Centroamericana (1824-1838).
Para los reformadores liberales la modernización del Estado pasaba por la moderniza-
ción económica y social, según un proceso que implicaba la venta de los bienes nacionales,
la separación de la Iglesia y del Estado, así como la construcción de ferrocarriles, el desa-
rrollo de una economía de exportación y la búsqueda de capital extranjero. Ese programa
reformista conoció diferentes grados de éxito según los países. Autores latinoamericanos
como Edelberto Torres Rivas,20 Héctor Pérez Brignoli y Ciro Cardoso21 consideran que el
éxito fue particularmente notorio en Guatemala y El Salvador, pero incompleto en Nicara-
18 JUSTO RUFINO BARRIOS (Guatemala, 1835-1885), es conocido, sobre todo, como abanderado de la unión centro-
americana. Barrios no se consagró solamente al progreso económico de su propio país, al cual se propuso dotar de
una administración eñcaz y sana, también se esforzó por restaurar la federación de los cinco países, la que después
de 14 años de existencia se desintegró definitivamente en 1838 Enciclopedia Britannica, Chicago, 1965, Ы 3, p. 199.
19 TOMAS GUARDIA, general que ejerció el poder en Costa Rica de 1870 a 1882, imponiendo la modernización de su
país a través de métodos dictatoriales Guardia logró sanear la situación financiera de su país, aumentar las expor-
taciones de azúcar y café, además de lanzar un vasto programa de construcciones escolares. Encyclopedia Britannica,
Chicago, 1965, Vol. 6, ρ 593 Véase, además, Ciro FS. CARDOSO y Héctor PEREZ BRIGNOLI, Centroaménca y la
economía occidental (1520-1930), Editorial Universidad de Costa Rica, San José, 1977, ρ 316.
20 E TORRES RIVAS y otros, Centro América hoy, México 1975, pp 18-25
21 C.F S CARDOSO γ Η. PEREZ BRIGNOLI, ор.п/, pp. 295-320.
6
gua y Honduras, donde lareformafue frenada por las condiciones geográficas e históricas
particulares de esos dos países.
A principios del siglo XX América Central estaba profundamente dividida por la pre-
tensión de la dictadura conservadora de Manuel Estrada Cabrera22 en Guatemala (en el
poder desde 1898), de ejercer su influencia hegemónica en la región, oponiéndose así a la
dictadura liberal de José Santos Zelava23 en Nicaragua, la cual perseguía el mismo fin. La
oposición política entre conservadores y liberales en América Central se remonta a los
primeros años de vida política independiente y a la Federación Centroamericana (1824-
1838). La Federación era sostenida por los liberales, dirigidos por el general hondureno
Francisco Morazán.24 Su intención era unificar las cinco repúblicas en un Estado Federal
cuyo gobierno estaría en Guatemala. El Estado Federal cayó en 1838 con ocasión del levan-
tamiento de los conservadores guatemaltecos, encabezados por el caudillo de origen indí-
gena Rafael Carrera.25
Aparte de que los liberales eran federalistas y que los conservadores se oponían a todo
intento de unión, no se observan grandes diferencias entre los dos grupos, por ejemplo en
lo que concierne al desarrollo económico y social. Alrespecto,los dos partidos confiaban
en la capacidad del capital extranjero para desarrollar las economías de sus países respec-
tivos. Ni los liberales ni los conservadores eran, por otra parte, verdaderos partidos polí-
ticos en el sentido moderno del término. Se trataba, más bien, de facciones organizadas
alrededor de "caudillos", quienes defendían intereses de clase o perseguían objetivos par-
ticulares que les eran impuestos a su "clientela política". El hundimiento de la Federación
engendró en la región una nueva configuración de amistades y enemistades políticas, que
promovían alianzas diversas, donde cada partido aportaba su apoyo al "partido hermano"
de otro Estado, para ayudarle a tomar y conservar el poder.
Ese aporte consistía en aprovisionarlo de armas y en ofrecerle una base territorial, des-
de donde el "partido hermano" podía lanzar ataques contra los adversarios en su propio
país.26 En tales condiciones, las relaciones entre los estados eran evidentemente muy difí-
22 MANUEL ESTRADA CABRERA, se mantuvo en el poder en Guatemala de 1898 a 1920 y, más aún, fue preciso que
la Asamblea Nacional guatemalteca lo declarara afectado de problemas mentales para que abandonara el poder.
Encyclopedia Britannica, Chicago, 1965, Vol, 10, ρ 987
23 JOSE SANTOS ZELAVA (1853-1919), es conocido sobre todo por su voluntad de unificar por la fuerza a los países de
América Central y por su oposición absoluta al intervencionismo estadounidense, oposición que condujo, en 1909,
a la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Nicaragua y los Estados Unidos. Encyclopedia Britannica, Vol. 23, ρ
943
24 FRANCISCO MORAZAN (Tegucigalpa 1792-San José, Costa Rica, 1842), como presidente de la Federación Centro-
americana fue promotor de numerosas reformas liberales y anticlericales que le valieron, de parte de los conserva-
dores, una profunda enemistad Luego de la calda de la Federación, Morazán intentó reconstruirla por la fuerza.
Después de realizadas sus últimas tentativas fue capturado y condenado a muerte en San José, Costa Rica, en 1842.
Encyclopedia Britannica, Vol 15, pp. 827-828.
25 RAFAEL CARRERA (Guatemala, 1814-1865), protagonista importante del hundimiento de la Federación Centro-
americana, por la secesión de Guatemala, proclamada después de haber tornado el poder en ese pais mediante una
insurrección que se apoyó sobre el campesinado indígena y un sector del clero Durante 25 años. Carrera ejerció
sobre Guatemala una dictadura militar, teocrática y personal, borrando toda huella de liberalismo Encyclopedia
Britannica, Chicago, 1965, Vol 4, ρ 960.
26 D G MUNRO, op al, pp. 196-198
7
ciles, marcadas profundamente por la desconfianza y la animosidad; la inseguridad era
grande y las disensiones internas en un país daban a menudo lugar a conflictos armados
entre diferentes países. La lucha entre liberales y conservadores por establecer su hegemo-
nía sobre la región prosiguió hasta 1932, es decir, hasta el momento en que cada país, salvo
Costa Rica, se encontró provisto de un gobierno dictatorial de larga duración.
En el marco de los conflictos entre estados, que implicaba el apoyo que se daban los
partidos de un país a otro, estalló una guerra en 1906 entre Guatemala y El Salvador; Hon-
duras intervino para apoyar a El Salvador, ampliándose así el conflicto,27 lo que condujo a
la administración del presidente Theodore Roosevelt28 a intervenir. Con el fin de restable-
cer la paz entre los beligerantes, la nave de guerra estadounidense U.S.S. Marblehead fue
enviada a la región. Esta intervención estaba en la línea de la nueva política de Estados
Unidos hacia América Latina, proclamada en 1904 por el presidente Th. Roosevelt, que
consistía en intervenir militarmente cada vez que las disensiones políticas en el área pudie-
ran conducir al desorden y la anarquía. El presidente Roosevelt lo declaraba así en 1904:
El ejercicio de ese papel de policía internacional significaba, de hecho, que los Estados
Unidos se otorgaban a sí mismos un derecho de intervención en otras naciones. Esta polí-
tica fue denominada globalmente "política del gran garrote" (big stick)30 o "política de las
cañoneras" (gunboat policy) y fue el origen de las intervenciones practicadas por los Esta-
dos Unidos en América Central durante las tres primeras décadas de este siglo. Esta polí-
27 En julio de 1906, emigrados guatemaltecos cruzaron la frontera oriental de Guatemala, aprovechando los pasos fron-
terizos existentes entre Honduras, El Salvador y Guatemala El presidente de El Salvador, Tomás Regalado, en con-
flicto con el de Guatemala (Estrada Cabrera), fomentó las invasiones. Aunque Honduras se declaró ínicialmente
neutral en ese conflicto, Guatemala la consideró aliada de El Salvador a causa del uso que los emigrados hacían del
territorio hondureno. El presidente guatemalteco entró entonces en conversaciones con el líder liberal hondureno
Juan Angel Anas (en la oposición), ofreciéndole apoyo para que tomara el poder en Honduras; el presidente hondu-
reno se declaró entonces aliado de El Salvador en el conflicto con Guatemala F SALGADO, Compendio de Historia de
Honduras, Tegucigalpa, 1936, pp. 234-237.
28 THEODORE ROOSEVELT (1858-1919), vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos, republicano En 1895,
Roosevelt presidió el "Board of Police Commissioners" de Nueva York, en 1897 fue nombrado asistente del secreta-
rio de la Marina de los Estados Unidos. En febrero de 1898, durante la guerra hispanoamericana en Cuba, él orga-
nizó el Primer Regimiento de Caballería, "The Rough Riders", compuesto por volúntanos Participando activamen-
te en esta guerra, que fue ganada por los Estados Unidos, Th Roosevelt adquirió allí una reputación de héroe. En
1901, Th. Roosevelt era vicepresidente de los Estados Unidos, cuando el presidente McKinley fue asesinado, enton-
ces Roosevelt debió concluir su mandato presidencial Dictionary of American Biography, London-New York, 1935,
Vol. XVI, pp 135-144
29 Mensaje Anual del presidente Th Roosevelt al Congreso de los Estados Unidos. Véase J W. GANTENBEIN, op. at.
pp 361-362.
30 Así llamada a causa de una expresión empleada por el presidente Th Roosevelt, "habla suavemente y lleva un gran
garrote, llegarás lejos". Concise Dictionary of American Biography, New York, 1964, pp 275-277.
8
tica se evidenció durante el conflicto de 1906, el cual fue seguido, después de la llegada del
U.S.S. Marblehead, por la convocatoria, por parte de los Estados Unidos, a una Conferencia
de Paz. Esta convocatoria fue apoyada por México, que quería impedir la hegemonía gua-
temalteca sobre América Central.
México, país limítrofe de los Estados Unidos y Guatemala, había conducido una polí-
tica exterior orientada a limitar el peso de los Estados Unidos en Centro América, exten-
diendo su propia influencia sobre la región. México temía el crecimiento de la influencia
guatemalteca en el Istmo y temía, sobre todo, que las buenas relaciones entre los Estados
Unidos y Guatemala terminaran en una conjunción de influencias de las cuales fuera la
víctima. Los Estados Unidos, por su parte, invitaban a México a asociarse en este asunto
con el fin de evitar la sospecha de una eventual intervención del mismo género en ese país
y además, para sacar partido de la simpatía de que gozaba México en Centro América.
31 D.G. MUNRO., op. cit., pp. 198-199. Esta guerra, surgida en 1907, se produjo sin declaratoria previa por parte de
Nicaragua, para evitar darle a la misma un carácter internacional. La misma apareció, más bien, como una lucha
entre conservadores y liberales hondurenos, contando estos últimos con el apoyo del presidente Zelaya de Nicara-
gua. En efecto, se trata de la insurrección del general Dionisio Gutiérrez, líder liberal hondureno quien, tratando de
evitar la reelección del presidente Manuel Bonilla, llevó a cabo una insurrección desde Nicaragua, con el apoyo
económico y militar del presidente nicaragüense, lo que condujo a un conflicto bélico entre ambos países. F.
SALGADO., op. cil., pp. 238-271; y, F.J. MARTINEZ., Honduras histórica. Imprenta Calderón, Tegucigalpa, 1974, pp.
102-107.
32 MANUEL BONILLA (Juticalpa 1849-Tegucigalpa 1913), fundador del Partido Nacional de Honduras en 1902 a tra-
vés del Club Central Electoral de la Democracia, que postuló a Bonilla candidato presidencial en marzo del mismo
año; los 310 clubes organizados con este propósito dieron el triunfo electoral a Bonilla sobre sus contendientes libe-
rales. R. BARDALES BUESO., Historia del Partido Nacional de Honduras, Servicopiax, Tegucigalpa, 1980, pp. 3-4; y, R.
BARDALES BUESO., Imagen de un líder: Manuel Bonilla, Editorial Universitaria (UNAH), Tegucigalpa, 1985.
33 A. SZYMANSKI., The Logic of Imperialism, New York, 1981, p. 247.
9
3. El Tratado General de Paz y Amistad de 1907
Los puntos más importantes del acuerdo contemplaban, por una parte, el no reconoci-
miento por los signatarios del Tratado y también por los Estados Unidos, de cualquier
gobierno surgido de un golpe de Estado36. Por otra, se establecía la neutralidad de Hondu-
ras en todos los conflictos de sus vecinos. El primero de esos puntos constituyó un paso
decisivo de la política estadounidense en América Central desde principios del siglo XX.
En efecto, el Tratado de 1907 permitía a los Estados Unidos poner en práctica una nueva
política de reconocimiento de los gobiernos centroamericanos. Esta nueva política se fun-
daba sobre el criterio de la "legitimidad constitucional".
10
Central, decía el diplomático estadounidense: "Prácticamente forzaba al representante
americano a decir a qué gobierno y a qué individuo reconocerían los Estados Unidos".39
El segundo punto importante del Tratado preveía, como lo hemos visto, la neutralidad
de Honduras. Ese punto tenía una importancia decisiva para el establecimiento de una
paz duradera en Centro América. Honduras ocupa una situación estratégica entre Guate-
mala, El Salvador y Nicaragua, por lo que ha sido siempre el teatro de conflictos provoca-
dos por sus vecinos. Revolucionarios y contrarrevolucionarios utilizaban el territorio de
Honduras como sede de sus actividades y como base de los ataques que los mismos lanza-
ban contra otras repúblicas. Si se quería la paz, la neutralidad de Honduras se volvía nece-
saria; sin embargo, esta precaución no se dirigió solamente a Honduras. El artículo XVI del
Tratado preveía que:
39 L. DENNIS., "Revolution, Recognition and Intervention", in Foreign Affairs, New York, Vol. 9, enero de 1931, № 2, pp.
212-213.
40 Tratado de Paz y Amistad celebrado en Washington por los delegados de las cinco Repúblicas de Centro América el 20 de dic
bre de 3907, Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, Washington, 1908, p. 1458.
41 Convención vara el establecimiento de una Corte de Justicia Centroamericana, Oficina Internacional de las Repúblicas
Americanas, Washington, 1908, pp. 1461-1463.
42 ANDREW CARNEGIE (1835-1919) Industrial y publicista de origen escocés y ciudadano estadounidense; ocupó el
segundo lugar entre los hombres más neos del mundo. Entre otras acciones en favor de la paz, hizo construir el
Palacio de la Paz en La Haya Dictionary of American Biography, London-New York, 1929, Vol. Ill, pp. 499-506.
43 S F BEMIS., op. at., pp 33-40.
11
La hostilidad de los Estados Unidos, respecto al presidente Zelaya, se debía a que éste
había intentado contrarrestar la injerencia estadounidense en su país estableciendo lazos
de amistad con el Japón. En 1908, en efecto, Zelaya intentó involucrar a los japoneses en la
construcción de un canal interoceánico en Nicaragua, por lo que los Estados Unidos pro-
vocaron una revolución que estalló sobre la costa del Pacífico nicaragüense y obligó al
presidente Zelaya a dimitir.44
Los Estados Unidos obtuvieron del nuevo gobierno la satisfacción de sus demandas; el
5 de agosto de 1914, el Tratado Bryan-Chamorro fue firmado entre ambos países. Por este
Tratado, Nicaragua concedía a los Estados Unidos derechos exclusivos y perpetuos sobre
la construcción, utilización y supervisión de un canal interoceánico a través del río San
Juan y el Lago de Nicaragua. El Tratado Bryan-Chamorro concedía igualmente a los Esta-
dos Unidos el derecho a la construcción de una base militar en el golfo de Fonseca, en el
Océano Pacífico. Es necesario precisar que las aguas del golfo de Fonseca pertenecen en
condominio a Nicaragua, Honduras y El Salvador. Además, Nicaragua cedía a los Estados
Unidos, durante 99 años, las islas Great Corn y Little Com, sobre el Mar Caribe. A cambio
de todo ello, los Estados Unidos se comprometían a pagar a Nicaragua una indemnización
de tres millones de dólares oro.45
Honduras, y más aún El Salvador, ribereños del golfo de Fonseca, protestaron contra la
firma del Tratado ante la Corte de Justicia Centroamericana. El Salvador consideraba que
el establecimiento de una base militar estadounidense en el golfo de Fonseca amenazaría
su seguridad y que, además, ninguno de los países con derechos sobre las aguas de dicho
golfo podía disponer de éstas sin haber consultado previamente a los otros. Costa Rica se
quejaba, igualmente, de ser perjudicada por el Tratado Bryan-Chamorro, en tanto que tam-
bién tenía derechos sobre el río San Juan.46
La Corte de Justicia Centroamericana se pronunció en 1912 y en 1916 a favor de las
repúblicas peticionarias. La administración estadounidense no aceptó ninguna de esas
resoluciones, sosteniendo que dicha Corte no tenía ninguna jurisdicción sobre los Estados
Unidos. Así, la institución jurídica instaurada con el apoyo de los Estados Unidos en 1907
fue desautorizada y puesta en cuestión, viéndose obligada a inclinarse ante los intereses
44 AMAEB, doss № 620, Class В., reporte de la Legación de Bélgica en Guatemala, del 20 de febrero de 1923, pp. 6-8.
véase igualmente AMAEB, correspondence politique Guatemala 1900-1929, reporte del 20 de noviembre de 1926. Es im-
portante hacer notar que no solamente el presidente Zelaya de Nicaragua, sino también algunos intelectuales hon-
durenos, miraban en la alianza con el Japón una alternativa de salvación frente a la política de intervención militar,
económica y política de los Estados Unidos en Centro América. Un documento de la Liga de la Defensa Nacional Cen-
troamericana (organización cuyas actividades estudiamos en el quinto apartado de este capítulo), decía en este sen-
tido en 1914. "Ahora es tiempo de que la diplomacia hispanoamericana tienda sus ojos al Japón. Los japoneses aca-
ban de recibir serios ultrajes en California, y en las calles de Tokio celebran mítines y ponen rótulos que dicen "Li-
bertad o Muerte", gritando contra los yanquis. Sería nuestra única salvación. Los yanquis derrocaron al presidente
Zelaya, de Nicaragua, porque él -con una clara visión del porvenir- estaba tratando con el Japón". Labor hondurena
por la Autonomia de Centro América. Uga de la Defensa Nacional Centroamericana, Imprenta El Sol, Tegucigalpa, 1914, p.
359
45 Convención entre los Estados Unidos y Nicaragua, firmada en Washington el 5 de agosto de 1914. Véase J. W.
GANTENBEIN., op. cit., anexo C, pp. 913-915.
46 D. G. MUNRO., op. cit., pp. 201-205.
12
estadounidenses. La Corte de Justicia Centroamericana fue oficialmente disuelta en 1918
por los países signatarios del Tratado de 1907.47
Por medio del Tratado de 1907, los Estados Unidos trataron de beneficiarse en Centro
América de las mismas prerrogativas que habían adquirido en Cuba a través de la En-
mienda Platt.48 Esta Enmienda le reconocía a los Estados Unidos el derecho de intervenir
en Cuba cada vez que su situación política entrara en crisis. Después de 1907 América
Central, por completo, fue sometida a ese régimen que haría de esta región una especie de
semi-protectorado de los Estados Unidos, abriéndose así una era de intervencionismo
militar.
A fines de 1908, los electores llevaron a la presidencia de los Estados Unidos al candi-
dato republicano William Howard Taft49 para la legislatura 1909-1913, el presidente Taft
nombró como su secretario de Estado a Philander Chase Knox. La administración Taft
prosiguió e intensificò la estrategia de control político y de penetración econòmica inaugu-
rada por las administraciones precedentes. Su voluntad de estimular la política de inver-
siones estadounidenses en el extranjero ha conducido a ciertos autores a definir la política
exterior de esa administración como una "diplomacia del dólar". Así, por ejemplo, para
Selig Adler, la expresión "dollar diplomacy" ha sido empleada para describir una política
a través de la cual la administración Taft-Knox, bajo el pretexto de representar la industria
estadounidense en el extranjero, utilizaba su influencia diplomática para promover sin
escrúpulos los intereses de los inversionistas de ese país.50
13
En la época de la "diplomacia del dólar", los Estados Unidos fundamentaron su polí-
tica exterior en la fusión de sus intereses estratégicos, políticos y económicos, y se orienta-
ron hacia la conquista de mercados y territorios nuevos en Asia y América Latina. Los tres
tipos de intereses se sostenían entre sí, las grandes líneas de la política de expansión esta-
ban definidas por el Departamento de Estado y las grandes compañías se adherían sin
restricciones. Sector público y sector privado estaban aliados en la prosecución de un ob-
jetivo común de expansionismo y de beneficio mutuo. La administración Taft argumenta-
ba que, para garantizar la seguridad del Canal de Panamá, era preciso evitar las crisis eco-
nómicas que afectaban regularmente a los estados centroamericanos, ya que éstas podían
conducir a crisis políticas generadoras de inseguridad en la región del Canal.51
Honduras tenía en 1908 una deuda externa de 110 millones de dólares, debido sobre
todo a empréstitos contratados entre 1867 y 1870 ante bancos ingleses, por 27 millones de
dólares. Esos préstamos estaban destinados al financiamiento de un proyecto para cons-
truir una red ferroviaria que habría comunicado las costas hondurenas sobre el Atlántico
y el Pacífico. La mala administración de los préstamos condujo el proyecto a la quiebra.
Desde fines de 1873, el gobierno hondureno había interrumpido el pago de los intereses de
su deuda; por acumulación de los intereses, ésta se elevó a la cantidad mencionada.52
De esta manera, los Estados Unidos requerían de Honduras la aceptación del control
de sus puestos aduaneros por una comisión de funcionarios estadounidenses designados
a ese erecto por el presidente de los Estados Unidos; estaba previsto, en efecto, que una
parte de los ingresos aduaneros hondurenos fueran afectados para amortizar la deuda. El
país contratante, en este caso Honduras, se comprometía a no modificar sus reglamentos
fiscales durante la duración del préstamo. Una Convención en ese sentido fue firmada el
10 de enero de 1911 por los ministros de Relaciones Exteriores de los dos países, Juan Pa-
redes y Philander Ch. Knox. La Convención estipulaba, entre otros puntos, los siguientes:
51 S NEARING y J. FREEMAN., Dollar Diplomacy, a study m American Imperialism, New York, 1970, pp. 264-267.
52 CH HOWLAND., Survey of American Foreign Relations, New York, 1929, pp. 245-250.
53 Ibidem
14
importación o exportación (...) sin consultar con el gobierno de los Estados
Unidos (...).
Artículo IV: El gobierno de Honduras nombrará de una lista que será pre-
sentada por el agente fiscal del empréstito y aprobada por el presidente de
los Estados Unidos, un administrador general de aduanas que administrará
las aduanas en conformidad con el contrato (...). El gobierno de los Estados
Unidos proporcionará la protección que juzgue necesaria".54
Bonilla buscó con tal fin el apoyo financiero de Samuel Zemurray.56 Venido a Hondu-
ras en 1905, Zemurray se dedicó al principio al comercio de bananos, luego proyectó com-
prar tierras a lo largo de la ribera del Cuyamel y poseer así sus propias plantaciones. Si
Zemurray pudo llevar a cabo este proyecto, fue precisamente por haber ayudado al gene-
ral Bonilla a derrocar al presidente Dávila. Zemurray le proporcionó a Bonilla un viejo
barco de guerra de Estados Unidos, el Hornet, llevando a bordo una ametralladora, muni-
ciones y dos mercenarios: Lee Christmas57 y Guy Malone. Bonilla, por su parte, había re-
unido a sus partidarios y no se precisó de nada más para derrocar el régimen liberal de
Dávila. Como presidente, Bonilla recompensó a Zemurray ofreciéndole gratuitamente las
concesiones que éste ambicionaba en la cuenca del Cuyamel. Así nació la poderosa
54 Texto de la Convención Knox-Paredes, en "Documentos Históricos" (compilador J.A. MARTELL), Revista Ariel, Tegu-
cigalpa, julio de 1973, pp 27-28.
55 R. BARAHONA., Breve historia de Honduras, México, 1956, pp. 164-166
56 SAMUEL ZEMURRAY (1877-1961) Originano de Besaravia, Zemurray emigró a los Estados Unidos en 1892 y se
instaló en Luisiana El era, en parte, propietario de la Hubbard Zemurray Steamship Company, la que más tarde, en
1899, llegó a ser una filial de la United Fruit Company Cuando Zemurray vendió su segunda compañía, la Cuyamel
Fruit Company, en 1930, se convirtió en el principal accionista de la United Fruit Company. Dictionary of American
Diplomatic History, J E. FINDLING (Ed ), Greenwood Press, Westport (Connechcut)-London, 1980, ρ 525.
57 LEE CHRISTMAS, mercenario estadounidense radicado en Honduras Fue jefe de la policía de Tegucigalpa de 1901
a 1907, Christmas siempre estaba listo para batirse contra quien fuera por servir al que pagara sus servicios En
1904, por orden del presidente Bonilla, clausuró el Congreso Nacional hondureno y encarceló a los diputados opo-
sitores a Bonilla. Su compañero de aventuras, Guy Malone, fue más tarde presidente de la Cervecería Unión y Ulúa,
de San Pedro Sula, una importante empresa, jurídicamente hondurena, pero donde se mezclaban capitales hondu-
renos y extranjeros. H.E. BAKER., "A Map of the Foreign Empire of the United Fruit Company of Boston and New
Orleans", in Fortune, Vol. VIII (3), marzo 1933, pp. 24-39,123-126 Véase igualmente: H.B DEUTSCH., The Incredible
Yanqui, the Career of Lee Christmas, Greeman and Company, London, 1931, y, J. INESTROZA VEGA., "Evolución his-
tórica de Ια policía en Honduras", en Revista del Archivo y Biblioteca Nacional, Tegucigalpa, 1946, Vol. XXXV, pp. 57-64.
25
Cuyamel Fruit Company.,58 Honduras había escapado al poder de los banqueros, pero se
había entregado a las compañías bananeras.
En febrero de 1911, sin embargo, los Estados Unidos se interpusieron como arbitros del
conflicto hondureno y organizaron en Puerto Cortés, a bordo del acorazado U.S.S. Tacoma,
una Conferencia de Paz entre las fuerzas insurrectas y el gobierno, todo esto en contradic-
ción con el Tratado de 1907. La Conferencia, presidida por Thomas С. Dawson, funciona
rio del Departamento de Estado, tomó la decisión de deponer al presidente Dávila y con-
fiar la presidencia provisional del país a Francisco Bertrand. La Conferencia del Tacoma
estableció que: 1) todas las facciones políticas darían su apoyo al presidente provisional; 2)
el gabinete sería compartido igualmente entre los revolucionarios y el gobierno depuesto;
3) un desarme general sería ordenado; 4) las elecciones presidenciales serían organizadas
en octubre de 1911.61
16
produjo en los cinco países de Centro América una ola de protestas. En Honduras, la pro-
testa se articuló alrededor de los intelectuales y de la prensa liberal, jugando el papel de
fuerza de oposición. El nacionalismo era la fuente ideológica que alimentaba el espíritu
antiimperialista de los intelectuales hondurenos de la época. No es sino un poco más tarde
que aparecerán en el pensamiento político de la América Central las ideas marxistas, socia-
listas y revolucionarias en general.
62 A N Wv Correspondencia Política, reporte de la Legación de los Estados Unidos en Honduras, del 17 de septiembre
de 1914, ρ 4
63 FROYLAN TURCIOS (Juhcalpa 1875-San José, Costa Rica, 1943) Político y literato hondureno, en distintos momen-
tos fue ministro de Gobernación, diputado, Encargado de Negocios de Honduras en Francia, delegado de Honduras
a la Asamblea de la Sociedad de Naciones y a la Conferencia Panamericana de Río de Janeiro. Escritor fecundo,
autor, entre otros, de Mariposas, Renglones, Hojas de Otoño, El vampiro. Tierra maternal. El fantasma blanco. La floresta
sonora, Memorias y otros Fue también editor de revistas y periódicos, entre las primeras se destacaron Esfinge y Ariel,
y entre los segundos El Heraldo y El Nuevo Tiempo Fue en Eí Heraldo donde, según relata Turcios en sus Memorias, él
mismo publicó el pnmer articulo crítico contra los Estados Unidos en Honduras, utilizando por vez primera en
Honduras el calificativo de "imperialismo yanqui" para referirse a los Estados Unidos Fuente· Correo Literario de
Honduras (Revista de Letras, Ciencias, Artes y Misceláneas), Tegucigalpa, I o de septiembre de 1959 (4), p, 1, F TUR-
CIOS., Memorias, Edit Universitaria (UNAH), Tegucigalpa, 1981, ρ 204.
17
El Cronista, el periódico de ideología liberal más influyente de su época, rendía cuenta
del estado de ánimo prevaleciente en los sectores populares hondurenos en una nota del 1
de agosto de 1913. El escrito informaba de las reacciones de indignación suscitadas en
Honduras, sobre todo entre los estudiantes y los artesanos de Tegucigalpa, a causa de la
intervención militar estadounidense en Nicaragua.64 Esta indignación, reportaba el perió-
dico, se traduce en la realización de mítines y actos de protesta contra la política de Esta-
dos Unidos en Centro América.65
E. Perry: "Por qué, Carlos, yo no comprendo por qué ustedes nos odian tan-
to!"
Carlos: "¡Pero nosotros no los odiamos! ¡Ninguno de nosotros lo hace!"
E. Perry: "Entonces, cuando usted grita "¡muerte a los americanos!... ¿A
quiénes se refiere?"
Carlos: "Nosotros nos referimos a los yanquis que tomarán México y Centro
América y esclavizarán a sus pueblos".66
64 El presidente Taft declaraba al Congreso de los Estados Unidos en diciembre de 1912: "llegó a ser necesario el des-
embarco de 2,000 mannes y bluejackets en Nicaragua". Mensaje Anual del presidente Taft al Congreso, 3 de diciem-
bre de 1912. Véase J.W. GANTENBEIN., op. al., p. 87.
65 El Cronista, 1 de agosto de 1913, pp. 2-3.
66 E. PERRY., "Anti American Propaganda in Híspame America", in The Hispanic American Historical Review, Vol. Ill, marzo
1920, pp. 17-40.
67 CORONADO GARCIA. Poseemos pocos datosrelativosa la vida política y privada de este personaje. De él sabe-
mos únicamente que era liberal, abogado de profesión, y que prestó sus servicios como Consejero y Síndico a la
Municipalidad de Comayaguela en 1913,1916 y 1918. Coronado García fue electo presidente de la Liga de la Defensa
Nacional Centroamericana el 1 de agosto de 1913, los otros directivos fueron: Eusebio Fiallos (Vicepresidente),
Edmundo Lozano A. (1er. Secretano), S. Salgado Lozano (2° Secretano), Juan M. Gálvez (Tesorero). En otras ciuda-
des hondurenas los líderes más destacados en la organización de la Liga de la Defensa Nacional Centroamericana fue-
ron: "En La Ceiba: Héctor Medina Planas, Salomón T. Sosa, José A. Membreño, Benjamín Urbizo Vega, Martín Agüe-
ro y otros. En Amapala: J. Vicente Cáceres, David Villalobos y Trinidad Chévez. En Juticalpa. Felipe Cálix M. En
Danlí: Cosme García C, Policromo Valladares Α., Leónidas Medina y Cornelio Zamora. En Comayagua: Enrique
Aguiluz". Labor hondurena por U Autonomía de Centro América, op. cit., pp. 5-15; y, J.R. ARDON., Monografía Geográfica
e Histórica del Municipio de Comayaguela, Talleres Tipográficos Nacionales, Tegucigalpa, 1937, p. 140.
18
constitución de las filiales municipales de la Liga hondurena e informa de los actos de
protesta realizados contra "el imperialismo yanqui en Honduras".
La Liga estableció sus filiales nacionales, las que organizaban en su momento filiales
municipales. Cada una de estas agrupaciones tomaba el nombre de "Junta Patriótica",
"Comité" о "Club" de la Defensa Nacional; tal es lo que se desprende de la lectura del
documento antes citado el que, sm embargo, se limita a informar sobre la organización de
las filiales municipales en Honduras, sin proporcionamos más datos sobre la organización
en los otros países de Centro América.
La Liga hondurena, por ejemplo, logró organizar 114 filiales municipales en 15 depar-
tamentos del país y celebró manifestaciones de protesta en todas las ciudades importantes
como Tegucigalpa, La Ceiba, Amapala, Juticalpa, Danlí, Comayagua, Ocotepeque, Gracias,
Santa Rosa de Copan "y en casi todos los pueblos de Honduras".68 Los comités municipa-
les de la Liga se organizaron contra "la política deplorable observada por el gobierno de
los Estados Unidos en el istmo". En su declaración oficial de constitución, los comités se-
ñalaban su pertenencia a una organización más amplia que cubría los cinco países de la
América Central. El comité de la ciudad de Danlí, en el Este de Honduras, por ejemplo, de-
claraba en agosto de 1913:
Para financiar sus actividades, los comités dependían de las contribuciones aportadas
por personalidades que formaban parte de la agrupación.70 En cierto momento, los comi-
tés intentaron utilizar la estructura administrativa de las municipalidades del país para
crear un "Fondo de Defensa Nacional". Este sería alimentado por contribuciones volunta-
rias de personas de diversas clases sociales y sería administrado provisionalmente por las
19
autoridades municipales Una proposición en este sentido fue hecha a todos los comités
organizados en Honduras, por el Club La Defensa Nacional, de Amapala. Su resolución
proponía.
71 Moción del Club La Defensa Nacional de Amapala en su sesión del 22 de agosto de 1913, firmada por J Vicente Ca-
ceres, Presidente, José Mana Martínez, Vicepresidente, Julio Herrera, J Antonio Gallardo, Cástulo Flores, S J A
Bonilla, Vocales, David Villalobos H, Secretano, Antonio S Rodnguez, Prosecretano ' Labor hondurena op at, pp
299-301
72 Labor hondurena op cil, ρ 12
73 Ibidem
20
era ya evidente en la larga lista de firmantes del acta de constitución de la Liga misma,
entre cuyos fundadores figuraban el general Calixto Marín, Juan Manuel Gálvez, Plutarco
Muñoz, Ernesto Argueta, Adán Canales, Visitación Padilla, José María Reyna h., A. R.
Reyna h., Liberato Moneada, Miguel R. Dávila, José Jorge Callejas, Venancio Callejas, todos
ellos militantes de los partidos Liberal y Nacional.74
Los organizadores del movimiento de protesta se preocuparon igualmente por hacer
del acto antiestadounidense una expresión organizada pero a la vez pacífica de los senti-
mientos populares. Con este propósito, la Junta Directiva de la Liga procedió
Según el mismo documento, en dicha manifestación hubo alrededor de diez mil perso-
nas que "llenas de coraje daban mueras al protectorado americano. No hubo una sola nota
discordante. La cultura y el civismo del pueblo se puso a prueba". Los principales orado-
res del acto fueron: Ernesto Argueta, S. Salgado Lozano, Edmundo Salgado, Salvador Ze-
laya, J. Jorge Callejas, Coronado García, Eusebio Fiallos V. y Samuel Laínez.76
nos lancemos a las armas todos los centroamericanos dignos; cojamos, sí, el
puñal, el fusil, la bomba mortífera, el arma redentora y... sepamos atacar
con ira santa a nuestro cruel enemigo, debiendo principiar nuestra heroica
empresa haciendo rodar con macabro gesto las cabezas de los traidores cen-
troamericanos que, cual nuevos judas, han entregado maniatada nuestra
amada patria a la voracidad del dollar corruptor... Nuestra divisa inflexible-
mente debe ser ésta: Vida Libre y Digna, o Muerte Heroica....77
21
La constitución de la Liga de la Defensa Nacional Centroamericana, no fue más que la ex-
presión orgánica de un movimiento surgido espontáneamente en Tegucigalpa el 31 de
julio de 1913, cuando comenzaron a llegar a esa ciudad las primeras noticias que informa-
ban de la discusión que sostenía el Senado de los Estados Unidos concerniente a la conver-
sión de Nicaragua en protectorado estadounidense.
En la misma fecha:
Es preciso señalar que las críticas hechas por la Liga de la Defensa Nacional Centroameri-
cana contra los Estados Unidos, se dirigían tanto a los factores políticos como económicos
de la intervención estadounidense en la región. La Liga estimaba necesario hacer contra-
peso a la dominación económica de Estados Unidos en Centro América, por medio del
aumento de los intercambios económicos y comerciales con los países de Europa. De este
modo, uno de los colaboradores de la Liga hondurena consideraba que:
La Liga de la Defensa Nacional Centroamericana había sido creada con carácter permanen-
te, de acuerdo con el acta de constitución de la misma, sin embargo, carecemos de la infor-
mación histórica necesaria para trazar documentalmente la evolución posterior de esta
organización. Una declaración hecha por los dirigentes de la Liga en 1914, nos hace supo-
ner que la intervención de "algunos funcionarios" del gobierno del presidente Francisco
Bertrand impidió el desarrollo normal de esta organización y puso en precario su existen-
cia misma.
22
Los dirigentes de la Liga prometían, sin embargo, continuar en sus esfuerzos:
23
24
Capítulo Π
Para que sus ideas de progreso económico y social se vieran materializadas, esos inte-
lectuales consideraban que hada falta la presencia de una corriente inmigratoria de vastas
proporciones, que trajera consigo el capital y los hábitos de trabajo productivo necesarios
para valorizar los recursos naturales de Honduras, de cuya explotación el país obtendría
los recursos económicos que necesitaba para iniciar, con autonomía, su propia evolución
económica.
1 R ROSA, Obra escogida, introducción, selección y notas de Marcos Carias Zapata, Tegucigalpa, Guaymuras, 1960, La
Paz, periódico general, Tegucigalpa, 1877-1881, La República, periódico ministerial, Tegucigalpa, 1884-1886.
2 A ZÚNIGA, "Proyecto de Constitución ",enRABN, Tegucigalpa, Vol V, pp. 182-185,666-686.
25
En 1876 se estableció en Honduras un gobierno que se propuso modernizar económica
y socialmente el país. Ese gobierno, presidido desde 1876 hasta 1883 por Marco Aurelio
Soto, decretó la separación de la Iglesia del Estado, la nacionalización de los bienes ecle-
siásticos y la venta de los bienes nacionales.3
En aquel momento, Marco Aurelio Soto no era aún presidente de Honduras, pero era
viceministro de Relaciones Exteriores de Guatemala.6 Soto, además, había ocupado otros
cargos de importancia en el gobierno liberal guatemalteco, al igual que otro hondureno,
Ramón Rosa, quien le acompañaría como ministro en el gobierno iniciado por Soto en
1876. En el siglo XIX no era una novedad que un hombre nacido en una de las cinco repú-
blicas centroamericanas ocupara un puesto de importancia en el gobierno de cualquier
otro país de la región, aunque no hubiese nacido en la República que le otorgaba tal distin-
ción, de lo cual abundan los ejemplos.
Honduras atravesaba entonces una guerra civil y eso dio origen a la intervención de
Guatemala y El Salvador, cuyo objetivo era establecer la paz en Honduras mediante la
imposición como presidente de ese país de uno de sus aliados políticos, en este caso Marco
3 G. MOLINA CHOCANO., Estado Liberal y desarrollo capitalista en Honduras, Tegucigalpa, 1982, pp. 24-30.
4 С. F.S. CARDOSO γ Η PÉREZ BRIGNOLI., op cil, pp. 308-310.
5 R. OQUELÍ., La Viscera entrañable, Tegucigalpa, 1983, p. 25.
6 G. MOLINA CHOCANO., op. cit., p. 23.
26
Aurelio Soto. En efecto, el 15 de febrero de 1876 los presidentes Barrios de Guatemala y
Andrés Valle de El Salvador firmaron con Marco Aurelio Soto la Convención de Chingo, a
través de la cual se comprometían a trabajar conjuntamente con él en la pacificación de
Honduras, una vez que Soto hubiese asumido la presidencia del gobierno hondureno. 7
Honduras, en vista de la fuerza representada por la alianza entre Guatemala y El Salvador,
aceptó la mediación de sus vecinos en la solución de su conflicto interno y de ese modo
Marco Aurelio Soto pudo asumir la presidencia de Honduras, creándose de esa manera un
"eje" liberal entre los tres países.8
Grandes ventajas le fueron concedidas a esa compañía. Las mismas consistían en dere-
chos y exenciones, concedidas por un término de veinte años renovables; la exención del
pago de impuestos de importación por los equipos necesarios para la explotación, así
como la exención del arancel sobre la exportación del mineral extraído eran, entre otros,
los beneficios otorgados por los reformadores liberales para atraer hacia Honduras los
capitales extranjeros." Esta explotación minera, la primera de carácter capitalista en Hon-
duras, estaba establecida en San Juancito, en los alrededores de Tegucigalpa. La misma
prosperó, a tal grado que en 1887 ocupaba 460 obreros y el valor de sus inversiones fue
estimado en dos millones de dólares.12
27
Ramón Rosa (1848-1893), uno de los intelectuales hondurenos de mayor talento y de
notable influencia sobre la vida política de Honduras en el siglo pasado, escribía al respec-
to en 1882:
Las repúblicas latinoamericanas tienen que ser pobladas por inmigrantes eu-
ropeos (...). Necesitamos que vengan a nuestro suelo grandes corrientes de
inmigración que traigan (...) el espíritu de empresa y el espíritu de libertad
que han formado a los Estados Unidos de América.15
Las naciones latinoamericanas deben abrir de par en par las puertas al ex-
tranjero. El elemento extranjero les asegura, en parte, su prosperidad y futu-
ra grandeza; pero a esos grandes intereses los estados latinoamericanos no
deben sacrificar la dignidad de su autonomía y su poder.... 16
Es decir, para los animadores de los proyectos de inmigración en Honduras, ésta debe-
ría realizarse según una concepción nacionalista, en la que el progreso económico del país
debería resultar, en gran parte, del esfuerzo y del capital aportado por los inmigrantes,
pero el poder político y las principales decisiones nacionales deberían seguir en manos de
los hondurenos.
El gobierno de Honduras, por acuerdo del 9 de mayo de 1879, atendió la solicitud del
presbítero Pope y acordó las concesiones solicitadas. Por su parte, los inmigrantes irlande-
ses se comprometían a construir anualmente 2 millas de camino carretero en el territorio
asignado, a construir escuelas de educación primaria y un colegio de enseñanza secunda-
Revista de la Universidad, Vol. XI, pp. 79-80, Tegucigalpa, 1921; "Ley de Inmigración", La Gaceta, № 7860, Tegucigalpa,
2 de abril de 1929; "Ley de Inmigración", Decreto № 143, La Gaceta, Tegucigalpa, 11 de abnl de 1930.
15 R.H. VALLE., "El Iwndureño Ramón Rosa", en R.A.B.N., Vol. XXVII, Tegucigalpa, julio-agosto, 1948, pp. 28-43.
16 Ibidem, p. 45.
17 Gaceta Oficial, Ν" 45, Tegucigalpa, 9 de mayo de 1879.
28
ria, cuyo valor no debería ser menor de 20,000 dólares y concluido en 5 años.18 Por razones
que no conocemos el proyecto nunca se llevó a cabo.
En esos años llegó a constituirse la Compañía de Mejora y Navegación del Aguan, presidi-
da por el estadounidense Luther E. Shinn. Esta compañía, organizada en los Estados Uni-
dos, entre cuyos directores había "capitalistas de peso, comerciantes que dan valor a lo que
firman y abogados de buena fama...",20 poseía un capital de 5,000.000 de dólares dividida
en 100.000 acciones de 50 dólares cada una. La compañía en referencia poseía tierras y al-
macenes en las márgenes del río Aguan y tierras en los departamentos de Colón, Yoro y
Olancho. Su propósito era mejorar y navegar en vapores u otras embarcaciones el río
Aguan; cortar y vender madera; levantar aserraderos; beneficiar minas; construir almace-
nes. La construcción del canal que haría navegable el río Aguan sería concluida en 1887 a
un costo que oscilaba entre 50.000 y 75.000 dólares. La Compañía calculaba que tan sólo en
18 meses, a partir de julio de 1886, obtendría 1,233.000 dólares por la venta de maderas y
frutas, y por el transporte de mercancías a través del río.21
29
En 1910, el alemán O. Preusse-Sperber, sometió a la consideración de los gobiernos
centroamericanos su proyecto "Ideas fundamentales de un plan de colonización y propa-
ganda para las repúblicas centroamericanas". En dicho proyecto su autor proponía, entre
otros: "empezar con la colocación de colonos esparcidos entre los indígenas, dando a estos
últimos la oportunidad de acostumbrarse paulatinamente al trato con los extranjeros".24
Así los nativos -según Preusse-Sperber- adoptarían los métodos de cultivo de los extran-
jeros, después de este ensayo la colonización podría realizarse en gran escala. La preocu-
pación fundamental de este proyecto era el desarrollo de la agricultura por medio de inmi-
grantes seleccionados. Los terrenos en los que se podía crear grandes plantaciones se de-
bían poblar con colonos europeos, que cultivarían solamente frutos seleccionados y cuyo
producto sería vendido a la administración de la colonia. Contrario a lo que proponían
otros proyectos que buscaban atraer inmigrantes con capital, éste proponía "colonizar con
gente poco acomodada, las cuales gastarán en el país los frutos de su trabajo, quedándose
siempre en contacto con los indígenas y contribuyendo a influenciar a los demás en pro de
la civilización".25
30
la agricultura, el comercio, la geografía y la historia de Centro América; el segundo trabajo
estaría dedicado exclusivamente a difundir las riquezas minerales de la región.28 Los artí-
culos difusores de las riquezas centroamericanas, elaborados por la OICA, eran reprodu-
cidos en Honduras por el semanario semioficial El Nuevo Tiempo, dirigido en aquel mo-
mento por el escritor Froylán Turcios. Uno de esos artículos proponía, al mejor postor, la
región hondurena de La Mosquitia, cuyos 16.900 Kilómetros cuadrados, ubicados junto al
Mar Caribe y el departamento de Olancho, así como sus riquezas naturales aún
inexplotadas, servían como ejemplo de los beneficios que cualquier compañía extranjera
con el capital suficiente podría obtener en caso que decidiera invertir en Honduras.
Honduras, según el mismo artículo, no podía por sí misma explotar esa región, y por
eso: "la exhibe y la propone al mundo... en franco y liberal contrato".
28 "Informe de Saturnino Medal a Mañano Vásquez, ministro de Relaciones Extenores de Honduras", El Nuevo Tiempo, Tegu-
cigalpa, del 4 de diciembre de 1912.
29 Ibidem, dell9 de febrero de 1913.
31
La sociedad industrial representaba para los intelectuales hondurenos la realización de
un proyecto humano, en el cual los bienes materiales, sobre todo los recursos naturales,
serían puestos al servicio del hombre y cuyos beneficios servirían para enriquecer al hom-
bre social y al individuo, beneficios que en su conjunto contribuirían a poner a Honduras
"entre las fuertes naciones de la tierra". Las ideas de algunos intelectuales hondurenos
fueron influenciadas por el idealismo -a veces utópico- que dominaba el espíritu de la
época y que era producto de la situación particular que vivía Honduras, la que apenas
contaba con medio millón de habitantes, pero que poseía recursos naturales (forestales,
mineros y agrícolas) suficientes para crear riqueza, para sus habitantes y para los inmi-
grantes que desearan venir, juntos podrían conducir a Honduras a la "conquista de un
glorioso destino".30
Sin embargo, el énfasis que los gobiernos de Centro América y algunos intelectuales de
la región ponían en atraer la inmigración extranjera hacia el Istmo Centroamericano, con-
ducía a preguntarse ¿Por qué estos países no podían impulsar por sí mismos su evolución
económica y social? Aunque ningún debate sobre el tema se produjo nunca, quienes opi-
naron al respecto lo hicieron de manera dividida. Los unos -como es el caso de Froylán
Turcios- pensaban que el despoblamiento y la falta de un "espíritu industrioso", así como
la pobreza material de la población, impedía una evolución económica acelerada de Cen-
tro América. Sin embargo, hubo otros, como es el caso del Barón de Franzenstein,32 un
intelectual austríaco residente en Honduras durante el período que estudiamos, quien
En su artículo "Industries and Race Problems in Central America", él expone sus pun-
tos de vista sobre el tema y compara las conductas y hábitos de trabajo de los indios y los
mestizos de Centro América con los de los caucásicos europeos, llamando "indolentes" a
los dos primeros y "energéticos" a los segundos. Según el Barón de Franzenstein, las limi-
taciones de los indios no debían verse como resultado de la falta de oportunidades, sino
más bien, como producto de su pereza. Como ejemplo de su afirmación, Franzenstein ci-
taba el caso de los numerosos pueblos y aldeas yacentes a lo largo de la vía ferroviaria en
el norte de Honduras, donde los ranchos miserables parecían tan descuidados como la
tierra abandonada a su alrededor, y donde: "las mujeres parecen tan indolentes al grado
que no prepararían -aún por oro- un plato de comida o una taza de café para un cansado
y hambriento viajero".33
Las intenciones demostradas por diferentes gobiernos hondurenos para atraer hacia
Honduras una fuerte corriente inmigratoria, sobre todo de colonias agrícolas, no obtuvie-
ron por completo los resultados deseados. El fracaso estaba en relación, especialmente, con
la clase y el número de inmigrantes que el gobierno esperaba hacer llegar, y los que en
realidad llegaron. Es cierto que a Honduras llegaron -desde las últimas décadas del siglo
pasado- algunos grupos de inmigrantes, pero ellos no eran los colonos agrícolas que el
gobierno esperaba. Una parte eran europeos, especialmente alemanes e italianos, pero la
33 R FRANZENSTEIN., "Industries and Race Problems m Central America", en Revista Económica, Vol. Ill, № 2, Tegucigal
pa, junio 1913, pp П07-Ш6 Nota- El artículo aparece sin firma responsable, se lo hemos atribuido a Franzenstein
en tanto que director de la publicación.
34 Ibidem.
33
mayoría fueron pequeños comerciantes árabes (sirios, libaneses y palestinos) y obreros
caribeños traídos por las compañías estadounidenses radicadas en Honduras.
El número de los que llegaron era cuantitativamente pequeño, pero la mayoría de ellos,
excepto los obreros caribeños, contaban con un pequeño capital cuyo uso racional, sumado
a las beneficiosas concesiones otorgadas por el Estado hondureno, a las vinculaciones ex-
ternas que sus poseedores tuvieran, así como a la solidaridad que pudiera generarse entre
ellos, les permitió convertirse -en poco tiempo- en comerciantes, agricultores o industria-
les de gran prosperidad.
Los agricultores más importantes de Honduras, desde los primeros años de este siglo,
eran inmigrantes. Entre ellos, basta mencionar a los hermanos ассаго o a Samuel
Zemurray, propietarios de grandes plantaciones de banano en la Costa Norte del país. Los
principales comerciantes e industriales de Honduras en la misma época eran también in-
migrantes, de entre ellos los Rössner, Siercke, Köncke y Comelsen se convirtieron en los
más ricos y prósperos del sur y centro del país, al igual que los Kawas, Larach, Vaccaro y
D'Antoni lo llegaron a ser en el norte.
Desde 1866 existían en Honduras algunas plantaciones de bananos, entre otros en blas
de la Bahía, en la región insular atlántica del país. Esas plantaciones pertenecían a peque-
ños finqueros, hondurenos y estadounidenses, quienes exportaban la fruta hacia los Esta-
dos Unidos, aprovechando el pasaje de barcos mercantes de aquel país que hacían la tra-
vesía del Mar Caribe.
En otras regiones, las medidas tomadas por los reformadores liberales en favor de la
agricultura estimularon la producción bananera. Esta se implantó sobre todo en el norte,
en la proximidad de puertos como La Ceiba, Cortés, Omoa y Tela, favorecida también por
la existencia en esta región de una pequeña red ferroviaria. Hasta aquí la producción esta-
ba en manos de pequeños finqueros hondurenos y estadounidenses, mientras que la co-
mercialización del producto y su exportación eran realizadas por compañías extranjeras
instaladas en los puertos.
Para obtener una concesión, era obligatorio construir una determinada cantidad de
kilómetros de vía ferroviaria o de carretera. Había exenciones fiscales totales en lo relacio-
nado con tales trabajos y con la importación de los materiales necesarios para construcción
y mantenimiento. Como en el caso de las compañías mineras, esas exenciones eran acorda-
das por un término renovable de veinte años.38 Además de la Vaccaro, otras compañías
como la Cuyamel Fruit Company y la United Fruit Company, se beneficiaron de esta política.
La United Fruit Company*0 había sido fundada en 1899 bajo las leyes del Estado de New
Jersey. Hasta poco antes de 1914 su actividad en Honduras se limitaba a la comercializa-
37 Los hermanos Félix, José y Lucas Vaccaro llegaron a Honduras en 1899 En 1905 construyeron un ferrocarril en La
Ceiba Según Luis Manflas Otero, estos inmigrantes italianos, venidos a Honduras desde Nueva Orleans, crearon
posteriormente la Standard Fruit Company. L MARINAS OTERO., Op Qt,p 87
38 M POSAS y R DEL CID., op at, p. 33
39 Ibidem, pp. 32-33.
40 Fundada con un capital de 20 millones de dólares, poseía o alquilaba, entre otros, alrededor de 320 000 acres de tie-
rra, situadas en Jamaica, República Dominicana, Cuba, Costa Rica, Colombia, Nicaragua y Honduras Esas berras
estaban consagradas esencialmente al cultivo de bananos La compañía poseía además naranjales, tierras de pasto-
35
ción de los bananos por medio de compañías intermediarias como la Salvador Oteri y la
Michel Machetea, establecidas en La Ceiba. Desde 1905, sin embargo, ésta se aseguraba el
control, que conservó hasta 1918, del 46% de las acciones de la Vaccaro Brothers Company.
Desde 1905, igualmente, ésta detentaba el 60% del capital de la Hubbard-Zemurray
Company; más tarde, hacia el comienzo de la Primera Guerra Mundial, la United Fruit
Company adquirió el 35% de las acciones de la segunda compañía creada por Zemurray, la
Cuyamel Fruit Company."
reo, plantaciones de cocoteros, caucho, cacao y caña de azúcar. M. WILKINS., The Emergence of Multinational
Enterprise American Business Abroad from the Colonial Era to 1914, Cambridge Mass., 1970, Vol. I, pp. 158-159.
41 M. POSAS y R. DEL CID, op cit., pp. 31-32.
42 Ibidem., pp. 33-34.
43 M. WILKINS., op cit., pp. 158-160.
44 E/ Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, 6 de febrero de 1912.
36
...en mi opinión, ellos (los de la United Fruit Company) nunca se propusie-
ron cumplir con esto desde el principio. Ellos se propusieron usar esas
ferrovías para sus propios propósitos particulares, en el transporte de fruta
de sus plantaciones a la costa y agotar el kilometraje estipulado.45
3. Transformaciones económicas
a) El norte de Honduras
El establecimiento de las grandes compañías bananeras no se hizo sin perjuicio para los
pequeños finqueros independientes que se dedicaban al cultivo del banano.47 Ellos no
podían, evidentemente, hacer frente a la competencia de los gigantes estadounidenses, las
grandes compañías los absorbieron comprándoles sus tierras y bloqueando la comerciali-
zación de los productos de quienes se obstinaban. La situación conducía, por otra parte, a
un monopolio involucrando todos los aspectos de la producción y comercialización del
banano. La presencia de las grandes compañías bananeras y los atractivos salarios que
comparativamente éstas pagaban, originaron -por otra parte- migraciones a lo largo y
ancho del país, e incluso desde los países vecinos.
Durante los primeros años de su actividad, las compañías enviaban a los pueblos y
aldeas reclutadores en busca de mano de obra. Los nuevos asalariados venían sobre todo
del centro y del sur del país. Según Charles Kepner, una vez vencidas las enfermedades
tropicales y sobre todo la malaria, los campesinos de las tierras más altas descendían es-
pontáneamente a buscar empleo en las plantaciones. Ellos recibían de la compañía, desde
que eran contratados, un adelanto de su salario; antes de realizar cualquier contratación en
las aldeas los contratistas de las compañías debían "engrasar la palma del comandante del
pueblo", en una especie de obligación tradicional.49
45 A N W . Correspondencia política, reporte de John D Ewin, ministro de Estados Unidos en Honduras, al secretano de
Estado de los Estados Unidos, del 29 de septiembre de 1915, pp. 3-4.
46 Ibidem, ρ 4
47 Ellos intentaron defenderse y publicaron a ese efecto el semanano Le Unión Frutera dirigido por Mañano R. Poso,
que apareció por primera vez en La Ceiba, en marzo de 1909
48 CH KEPNER.,Socia/ Aspects of the Banana Industry, New York, 1936, p. 125.
37
Lo que más atraía a los trabajadores a las plantaciones era la perspectiva de ganar sa-
larios superiores al valor promedio predominante en el resto del país, el que diario El
Cronista, en 1913, estimaba en 50 centavos diarios, más la alimentación, a cambio de 8 a 9
horas de trabajo "en un clima sofocante tropical".49 No disponemos de datos estadísticos
fiables en cuanto a las tasas de salarios pagadas por las compañías bananeras en los prime-
ros años de su establecimiento en Honduras. El estado actual de la investigación en ese do-
minio en Honduras no ofrece cifras o series de cifras específicas.
El valor de los salarios debía estar, sin duda, en relación con las condiciones locales
aunque, en un primer momento, las compañías bananeras ofrecieron salarios que eran
superiores al promedio nacional, a fin de atraer la mano de obra. Los salarios estaban liga-
dos evidentemente al mercado de trabajo, según la ley de la oferta y la demanda, Kepner
cita la cifra de 45 dólares (112 pesos hondurenos) como salario mensual ofrecido en 1922
por la Tela Railroad Company con ocasión de la apertura de una nueva explotación bananera
en una región poco poblada, contra un salario mensual promedio de 24 dólares (60 pesos
hondurenos), en 1925, en una región de población más densa.50
38
construcción ferroviaria y los mantenían en seguida como obreros en las plantaciones. Sin
embargo, según los términos de las concesiones otorgadas a las compañías por el gobierno
hondureno, esos trabajadores no podían emplearse más que en la construcción de la red
ferroviaria y debían, una vez concluido su trabajo, ser devueltos a sus países de origen por
las compañías que los habían contratado. Su presencia como obreros en las plantaciones
bananeras era entonces ilegal, pero las compañías sacaban partido precisamente de esta
situación para beneficiarse de una mano de obra de fácil manipulación.
Otros elementos, menos negativos, explicaban también la preferencia concedida por las
compañías a esos trabajadores: venidos la mayor parte de Jamaica, desde mucho tiempo
atrás exportadora de bananos y donde la United Fruit Company tenía plantaciones, ellos
conocían bien el trabajo de las fincas y ofrecían una mayor resistencia a las enfermedades
tropicales. Además, como Jamaica era una colonia inglesa, estos trabajadores tenían una
comunidad de lengua y a veces de religión con sus empleadores.
Hacia 1916, la mano de obra de las plantaciones bananeras tenía un cierto carácter in-
ternacional y carecía por consecuencia de unidad cultural. Esta situación conducía a en-
frentamientos raciales, creando una segregación racial que venía a sumarse a la segrega-
ción social engendrada por la estructura piramidal de organización de las plantaciones.
Hemos dicho que esta estructura se reflejaba hasta en las viviendas y en la organización de
las actividades de diversión. Había, en efecto, un barrio para los empleados estadouniden-
ses: la "zona americana"; otro para los empleados hondurenos, otro aún para los obreros
hondurenos: casas individuales para los empleados y "barracones", casi comunitarios y
sin comodidades para los obreros. En cuanto a los trabajadores afrocaribeños, estaban se-
gregados en sus propios barrios: "el barrio inglés" en La Ceiba, o a lo largo de la playa en
Tela. Ellos vivían allí en sus "cabanas", construidas según su costumbre, conservando sus
tradiciones, su medicina tradicional y sus ritos.53 La misma segregación se observaba en
cuanto a las actividades de diversión, por ejemplo, en La Lima, más tarde sede de la Tela
Railroad Company, había tres clubes: uno para los estadounidenses (The American Club),
uno para los hondurenos (el Club Sula) y además uno para los trabajadores afrocaribeños
(el Club Alpha).
La prensa hondurena de la época hacía eco del racismo agudo que se desarrollaba con-
tra los obreros afrocaribeños. En 1916, El Nuevo Tiempo rinde cuenta del descontento de los
obreros hondurenos frente a la "competencia" que representaban los trabajadores
afrocaribeños. Este periódico consagró a este tema tres artículos sucesivos, expresándose
de los trabajadores afrocaribeños en los términos más despreciativos, diciendo, para el
caso, que el obrero hondureno "es de raza mil veces superior al negro, es más inteligente
y apto para las faenas agrícolas".54 Reclamaba, además, que los trabajadores negros fueran
tratados con el rigor más grande y expulsados del país, porque: "los trabajadores negros
39
pueden ser tratados con el más duro rigor; a ello están acostumbrados, y su vida casi pu-
ramente fisiológica los incapacita para protestar...".55 Esos artículos posiblemente no re-
presentaban la opinión unánime, pero reflejaban con bastante claridad la conflictiva situa-
ción nacida de la presencia de los trabajadores afrocaribeños anglohablantes en las planta-
ciones bananeras.
Según el cónsul Tatum, la agitación racial había aumentado desde fines de agosto de
1923 como resultado de la publicación de un artículo periodístico en El Precursor, de
Trujillo, en el cual se pedía la expulsión de los trabajadores afrocaribeños "por la fuerza o
por la razón", lo que provocó la alarma en la población afrocaribeña de la ciudad. El 13 de
julio de 1924, según la misma fuente, los nativos organizaron un movimiento armado de
protesta con el objeto de expulsar "a todas las personas de color de Trujillo"; lo que al prin-
cipio parecía una huelga se convirtió en un movimiento armado que amenazaba con ma-
tar "a todos los negros" si no abandonaban el país. Dos días más tarde, los líderes del
movimiento tomaron bajo su control una locomotora con vagones y partieron hacia Puerto
Castilla con alrededor de 300 obreros de la Trujillo Railroad Company, armados con mache-
tes. Para evitar la violencia contra sus trabajadores, la compañía bananera intervino lo-
grando que unas 900 personas se refugiaran en un barco noruego anclado en Puerto Cas-
tilla. Sin embargo, dos trabajadores caribeños fueron heridos y más tarde uno de ellos,
William Chase, fue asesinado.58
40
De este modo, esos trabajadores vivían en un estado de constante intimidación y co-
menzaron a abandonar el país. Más tarde, esta situación provocó la protesta del obispo de
Honduras Británica (Belice), quien además de quejarse de la actitud del cónsul británico en
Trujillo, urge a su gobierno a enviar barcos y desembarcar tropas en Honduras para prote-
ger las vidas e intereses de los protegidos británicos en suelo hondureno.59
Esas poblaciones, en muchos casos creadas por la presencia misma de las grandes com-
pañías, como fue el caso de La Ceiba, La Lima, El Progreso, Cuyamel y otras, conformadas
con grupos de inmigrantes venidos de todo el país, favorecieron así el crecimiento urbano.
El trabajo asalariado fue el origen de una clase obrera moderna, mientras que peque-
ños grupos de comerciantes hondurenos y extranjeros, estimulados por las actividades de
las compañías bananeras, constituían el embrión de una burguesía comercial, como vere-
mos más adelante.
A nivel del lenguaje se manifestaba también la situación anterior. En el norte del país el
habla sufría cambios al ser invadida por una serie de anglicismos, que en su mayoría ve-
nían a designar objetos y relaciones antes desconocidas en la cultura tradicional y que su-
frían un proceso de readecuación fonética: watchman se transformó en guachimán; oatmeal
en osmil; dime en daime. Mientras, en el resto del país, el habla, al igual que la vida econó-
mica y social, seguía sujeta a los mismos patrones tradicionales.
42
Capítulo ΠΙ
1 M. WILKINS., The Maturing of Multinational Enterprise: American Business Abroad from 1914 to 1970 Cambridge, 1975,
cuadro III: "Direct Foreign Investments Estimates 1919-1929", p. 55.
2 ibidem.
3 CH. HOWLAND., op. cit., p. 274.
43
Cuadro I:
Valor de las inversiones directas de los Estados Unidos
en Centro América en 1919 y 1929 (en millones de dólares)
1919 1929
Manufacturas 7
Comercio 1 1
Petróleo 3 4
Sector minero 14 8
Agricultura 44 130
Servicios 6 33
Ferrocarriles 43 64
do en las exportaciones. Así, en El Salvador, el café representaba en 1928 el 75% del total
exportado, en Guatemala el 66% y en Costa Rica el 60%.4 En el Cuadro II se constata lo
anterior.
Cuadro Π:
Inversiones de los Estados Unidos en América Central en 1928
(en millones de dólares)
COSTA RICA
Bananos y servicios públicos 25
Obligaciones de Estado 12
Diversos 8
GUATEMALA
Ferrocarriles 42
Bananos, comercio. Banca. obligaciones de Estado, diversos 18
HONDURAS
Bananos 40
Minas 10
Diversos 5
NICARAGUA
Obligaciones del Estado 8
Bananos 8
Diversos 6
EL SALVADOR
Obligaciones de Estado 16
Ferrocarriles 8
Minas, Banca y diversos 6
TOTAL 212
Cuadro III:
Participación de los Estados Unidos en el comercio exterior
de los países de Centro América en 1927
(en millones de dólares)
5 M. WILKINS., op. cit., p. 55. CH. HOWLAND proporciona la cifra de 1,435 millones de dólares para Cuba, en 1928.
CH. HOWLAND., op. cit., p. 291.
45
En Honduras, la expansión económica del capital estadounidense fue precedida por el
ensanchamiento o adquisición de nuevas concesiones territoriales y por la disposición de
redes de transporte terrestre, fluviales y marítimas. El aumento del poder y la influencia
económica de los Estados Unidos en la región norte de Honduras provocaba, en 1928, el
asombro del científico y viajero alemán Karl Sapper, quien visitaba el país por segunda vez
(la primera había sido en 1898) y quien, después de esta última visita, publicó un artículo
en el que comparaba sus observaciones sobre la evolución de Honduras durante el tiem-
po transcurrido entre 1898 y 1928.
Durante su estancia en la Costa Norte, Karl Sapper observó los siguientes cambios:
Hacia 1930, todos los ferrocarriles, los principales puertos marítimos y las redes de
caminos de la región norte de Honduras se encontraban bajo el control de las compañías
bananeras. La expansión económica de las tres principales compañías bananeras -la United
6 K. SAPPER., "Viaje a la América del Sur y Central, 1927-1928", en R.A.B.N., Tegucigalpa,Vol. IX, pp. 17-22.
7 P.R.O., EO. A 3896/118/182, del 23 de junio de 1924.
46
Costa Norte de Honduras
Naco / E l Progreso
Quimistán .
. El Negrito
Potreriiio
\Santa Rita
Territory encompassing
Santa United Fruit operations.
Bárbara 1954-1963
.Santa
Rosa de Copan
S L.deYojoa
"?7?7\ Standard Fruit
•'••" (partial)
Fuente: MACCAMERON, R. Bananas, Labor and Politics in Honduras: 1954-1963, Syracuse, New-York, 1983 p. 9.
47
Fruit Company, la Cuyamel Fruit Company y la Standard Fruit Company- se ejercía según
medios idénticos. Se trataba siempre de operar a través de compañías subisidiarias que
formaban parte de la estructura orgánica de su respectiva casa matriz.
Esta era la compañía bananera más importante del país y poseía una estructura de or-
ganización perfeccionada. El orden jerárquico creado por ella se encontraba en todos los
niveles, desde la producción de los bananos hasta las relaciones con el gobierno, pasando
por el ordenamiento del habitat obrero. La producción se organizaba en dos grandes regio-
nes: una controlada por la Tela Railroad Company y la otra por la Trujillo Railroad Company.
La Tela Railroad Company comprendía dos divisiones: la de Cortés, al Oeste del Río
Ulúa, y la de Tela, al Este del mismo Río.8 Cada una tenía sus propias subdivisiones, loca-
lizadas en centros urbanos como El Progreso, Puerto Cortés y Tela, principal centro admi-
nistrativo de esta compañía, antes de ser trasladado a La Lima.' Las unidades de produc-
ción estaban repartidas en "fincas bananeras" (campos bananeros) dotadas de instrumen-
tos de producción, dispensarios médicos, escuelas y otros servicios. Toda la estructura
estaba unida por medio del ferrocarril a los puertos de embarque.10 El peso de la United
Fruit Company en Honduras puede ser medido por la dimensión de sus plantaciones en las
localidades mencionadas.
Antes de 1919, las dos filiales de la United Fruit Company explotaban una superficie de
casi 25,000 acres. A partir de 1919, nuevas tierras fueron incorporadas: 12,000 acres en 1919;
15,000 en 1920 y 1922; más de 20,000 en 1923. En total, las plantaciones de la United Fruit
Company cubrían 87,000 acres, que representaban tres veces la extensión de las plantacio-
nes poseídas por la misma compañía en Colombia y Guatemala, y cinco veces las que
poseía en Panamá y Costa Rica."
En 1932, la United Fruit Company controlaba dos tercios del comercio mundial de bana-
nos, exportando, ese año, 20,000.000 de racimos desde Honduras, 10,500.000 desde Jamai-
ca, 7,000.000 desde Colombia, 5,300.000 desde Guatemala y 1,700.000 desde las Islas Cana-
rias. Esta compañía poseía, en diferentes países del mundo, 96,000 kilómetros cuadrados
de tierras, una flota de 100 navios, 3,000 Kilómetros de línea ferroviaria, 24 emisores de
radio, 11 hospitales, hoteles, fábricas y otros.12 Ya en 1914, el poder y la capacidad de orga-
nización de la United Fruit Company hacían decir al autor estadounidense Frederick U.
Adams:
8 R. MACCAMERON., Bananas, Labor and Politics in Honduras, 1954-1963, Syracuse-New York, 1985, p. 13.
9 La Tela Railroad Company ocupaba una parte del territorio de los departamentos de Cortés, Yoro y Atlántida, mien-
tras que la ΤηιμΙΙο Railroad Company estaba instalada en el departamento de Colón, todos ellos departamentos de la
Costa Norte de Honduras.
10 R. MACCAMERON., op. cil.., p. 13.
11 CH. KEPNER Y J.H. SOUTHILL., E/ impeno del banano, La Habana, 1961, pp. 114-115.
12 L. MARINAS OTERO., Honduras, Tegucigalpa, 1980, p. 88.
48
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La expansión económica de la United Fruit Company se realizó a vasta escala por medio
de sus filiales. La producción estaba, como ya lo hemos visto, en manos de la Tela Railroad
Company y la Trujillo Railroad Company. Alrededor de éstas fueron creadas sociedades de-
pendientes para administrar los transportes, las comunicaciones y otros rubros."
El poder de la United Fruit Company reposaba, sobre todo, en el hecho de que controla-
ba las redes ferroviarias y marítimas más importantes de América Central. En los años
treinta extendió sus actividades en Honduras hacia los medios de comunicación mediante
la creación de dos empresas, una destinada a prestar servicios de radio-comunicación
nacional e internacional (The Tropical Radio), y otra a la publicación de un periódico, el
Diario Comercial; al mismo tiempo controlaba el comercio interior en el seno de las planta-
ciones bananeras por medio de una red de tiendas para la distribución de productos al por
menor, denominadas "comisariatos".
13 F.U. ADAMS., Conquest of the Tropics, citado por M. WILKINS, op. cit., nota № 48, p. 515.
14 Véase el diagrama Ν" 1.
49
DIAGRAMA No. 2
50
с) La Standard Fruit Company
Hacia 1924, esta compañía estaba considerada como la más rica entre las que tenían su
sede en el sur de los Estados Unidos.16 En Honduras sus actividades se concentraban en el
departamento de Atlántida, en el norte del país, siendo La Ceiba el centro principal de sus
operaciones.
Para extender sus actividades esta compañía fundó nueve filiales, un banco (Banco
Atlántida) y una cadena de comercios, los comisariatos.17 Es de este modo que la Standard
Fruit Company monopolizó la producción del azúcar y sus derivados (Honduras Sugar and
Distilling Company), la producción de cerveza y bebidas refrescantes (Compañía Indus-
trial Ceibeña), la producción de jabón y aceite vegetal (Fábrica Lempira y La Blanquita), la
producción de zapatos (Sole Leather and Shoe Factory), así como la producción de cigarri-
llos.18
A finales de los años veinte esta compañía monopolizaba no sólo el sector alimentario,
sino también los transportes, las comunicaciones telegráficas y telefónicas, la agricultura y
la ganadería de La Ceiba y sus alrededores. El Banco Atlántida controlaba toda esta activi-
dad financiera y comercial y devino el más importante del país. La demanda del comercio
interior era satisfecha por los "comisariatos", donde la eliminación de toda competencia
permitía la imposición de precios monopólicos.
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52
los sistemas de irrigación, el uso de fertilizantes y la ampliación de las redes de transporte
exigían un crecimiento como el que se produjo.
53
Cuadro V:
Exportaciones de productos minerales y de bananos
en el período 1920-1930"
(ел millones de lempiras)
1919-1920 23 5,7
1925-1926 33 19,7
1926-1927 2» 27,2
1927-1928 23 373
1928-1929 3,0 41,7
1929-1930 2,2 46,0
Cuadro VI:
Exportaciones de bananos en relación a las exportaciones totales
(1925-1930)
(en millones de lempiras)
En las cercanías de Tegucigalpa también habían sido instalados otros tres ingenios azu-
careros, dos de los cuales pertenecían a los comerciantes hondurenos José María Agurcia
y Santos Soto, y al general Reina el tercero. El ingenio de Agurcia, La Concordia, ubicado en
la aldea de Cantarranas, estaba provisto de maquinaria moderna y producía 5,000 sacos de
azúcar por año, teniendo adjunta, además, una fábrica de hielo.25
Por su parte, el gobierno hondureno poseía -según la Revista Económica- una fábrica de
puros (cigarros puros) fabricados con hojas traídas de Dardi, ciudad del Oriente de Hon-
duras. Mientras que en el departamento de Santa Bárbara, en el Occidente del país, se
producían los "sombreros de Panamá", similares a los producidos en Ecuador y cuya de-
manda extema estaba en ascenso.26 Aún así, la industria nacional estaba aún lejos de cons-
tituirse. En 1915, la Revista Económica exigía que la industria nacional se organizara, se
mancomunara y se diera a conocer como medio indispensable de defensa y de influen-
cia.27
55
El desarrollo de la industria nacional se miraba entrabado, en parte, por los elevados
gravámenes impuestos sobre la importación de materias primas demandadas por los pro-
ductores nacionales, mientras que los importadores extranjeros eran favorecidos por las
exenciones fiscales que el Estado hondureno les otorgaba. Por otra parte, su desarrollo
también era entorpecido por el elevado costo que significaba el transporte de sus mercan-
cías, sea por medio del ferrocarril o por la vía marítima.28
28 "Grandes necesidades de la industna nacional", en Revista Económica, Vol. V, № 5, Tegucigalpa, noviembre de 1915, pp.
309-310.
29 "Proyecto grandioso", en Revista Económica, Voi. IX, № 11, Tegucigalpa, septiembre de 1922, p. 679.
56
sable y único para desarrollar el país. La política del "laissez faire" era la base de las deci-
siones adoptadas por los gobiernos de este período en materia económica.
Como hemos visto, el Estado hondureno concedía a las compañías bananeras enormes
exenciones de impuestos en materia de importación. De este modo, en 1926-1927, los im-
puestos pagados por esas compañías por las importaciones efectuadas se elevaban a
5,804.268 dólares, mientras que las importaciones exentas de impuesto alcanzaban un
volumen de 3,417,272 dólares; es decir, casi el 40% del volumen de sus importaciones tota-
les.30
Sin la protección del Estado, las pequeñas manufacturas hondurenas sufrían los efectos
ruinosos de la competencia de las mercancías extranjeras. Así por ejemplo, en febrero de
1931, refiriéndose a la necesidad de proteger la industria nacional de la competencia ex-
tranjera, un periódico de la ciudad de San Pedro Sula pedía el establecimiento de un aran-
cel que protegiera las industrias nacionales y de otro que protegiera al fisco de los arance-
les de las naciones vecinas, como El Salvador y Guatemala, favorecidos por la importación
de sus productos desde el Occidente de Honduras. El mismo periódico sostenía: "El aran-
cel proteccionista es el grito de liberación económica del pueblo hondureno". 31
Los productos venidos del extranjero no sólo competían con las pequeñas manufactu-
ras nacionales. En determinado momento también representaron competencia para la
agricultura hondurena. Según el cónsul hondureno en Nueva York -de acuerdo a lo infor-
mado por Nuestro Criterio- Honduras había importado en 1930, solamente de esa ciudad,
1,104.469 kilos por valor de 165,630.84 dólares oro. Entre los productos importados ese año
se encontraban, entre otros: papas, cebollas, legumbres frescas, arroz, frijoles, huevos, car-
ne fresca, mantequilla, queso, manteca, harina y calzado, en su mayoría también produci-
dos en Honduras. Solamente la importación de calzado representó un poco más de 70,000
dólares, mientras que la importación de harina superó los 38,000 dólares y la de huevos
significaba más de 18,000 dólares.32
Con respecto al calzado procedente de los Estados Unidos, que significaba una compe-
tencia importante para los productores nacionales, el mismo periódico había informado,
poco tiempo atrás, que el valor reducido del arancel sobre la importación de calzado (0.60
de dólar por cada medio kilo de zapatos introducidos) estimulaba su importación. El pe-
riódico -indicando que sus datos provenían de fuentes estadísticas de los Estados Unidos-
informaba que en 1929 ingresaron a Honduras 124,088 pares de calzado, o sea alrededor
de 10,334 pares por mes. El periódico proponía que, para proteger la industria nacional, el
arancel debía ser elevado a 3 dólares de plata por cada medio kilo de calzado importado,
lo que -según esa fuente- eliminaría por lo menos el 80% del calzado importado. 33
57
En 1932, el mismo periódico insistía en la necesidad de defender a la industria nacio-
nal, escribiendo lo siguiente:
El periódico citaba en el mismo escrito, además, dos ejemplos de la manera cómo las
industrias nacionales eran afectadas por la competencia extranjera. El primero concernía al
aumento de los impuestos sobre la producción de cerveza, al mismo tiempo que se redu-
cían los derechos de importación del mismo producto. El aumento del arancel, de 2 a 12
centavos, estaba provocando la disminución de la venta de cerveza nacional. LaCervecería
Unión y Ulúa de San Pedro Sula, que durante el segundo semestre de 1930 produjo 24,886
cajas de cerveza, en 1931 producía sólo 9,374 cajas, es decir, un tercio de su producción del
año precedente. Nuestro Criterio pedía al gobierno hondureno:
58
A pesar de la ausencia de protección gubernamental, algunas industrias hondurenas
nacieron y se desarrollaron en el curso de este período en los centros urbanos, producto
del desarrollo de la actividad bananera, como San Pedro Sula, La Ceiba, Puerto Cortés,
Tela y El Progreso, dando origen a una burguesía y a una pequeña burguesía compuesta
por hondurenos, pero también de inmigrantes venidos de diferentes países.
Más, ahora principia por desarrollarse en centro principal del comercio del
Norte de Honduras, importantes casas de comercio y sucursales de bancos
atestiguan el progreso hecho, un fuerte crecimiento queda asegurado a la
ciudad en el porvenir.37
En 1930, la población total del municipio de San Pedro Sula, incluyendo las zonas ru-
rales, había alcanzado 24.245 habitantes y la ciudad se hallaba dividida en 15 barrios, 20
calles y 16 avenidas; contaba con una plaza pública y un hipódromo. La fiebre amarilla y
otras enfermedades tropicales habían sido erradicadas en la primera década de este siglo,
la población aumentaba año con año y la ciudad despertaba culturalmente. En ese mismo
año existían en San Pedro Sula 8 escuelas primarias locales, dos de ellas nocturnas, 14 es-
cuelas rurales, una sociedad cultural (La Juventud), una biblioteca pública, 5 agrupaciones
deportivas, una Logia Masónica, una sociedad de obreros (La Fraternidad), un sindicato
de choferes y varios sindicatos más. Además, la ciudad contaba con una empresa linotipo
y 6 imprentas, donde se editaban 2 diarios, un bisemanario y 4 semanarios "que saben
enfrentar con valentía los problemas de interés colectivo".38
1) 20 almacenes de primera clase que poseían capitales de importancia, uno de ellos Juan
R. López Comercial, S. A.) ascendía a 1 millón de dólares. López era considerado en "el
mundo de los negocios", como "el mayor representantivo en finanzas hondurenas".
Un periódico de San Pedro Sula describía así el negocio de López:
59
...abarca ramas comerciales tan diversas que requerirían un dominio enci-
clopédico de técnica comercial para detallarlos (...) cuenta con un numeroso
personal de expertos y dependientes y un valioso surtido de artículos de
fantasía, de la vida doméstica en todas sus actividades, o de víveres que tie-
nen mayor demanda en las plazas del litoral atlántico y para el intercambio
con sus sucursales tan prestigiadas en plazas de la importancia de La Ceiba,
Tela, Puerto Cortés, Choloma, Potrerillos, Siguatepeque, Gracias, San Nico-
lás, Santa Bárbara, Santa Rosa de Copan; y de este modo se explica que la
Casa López haya tenido que prosperar rápidamente, tal y como con creces
ha sucedido.39
Otros de esos comerciantes de "primera clase" poseían, según Nuestro Criterio, capitales
de 300,000 dólares uno de ellos y de 100,000 otro, mientras que los más pequeños te-
nían capitales no menores de 15,000 dólares todos ellos.
La industria de San Pedro Sula conocía también un notable incremento de sus activida-
des. En 1930, por ejemplo, se contaban por lo menos 20 grandes fábricas dedicadas a la
confección de ropa, la producción de cerveza, calzado, cigarrillos, aguas gaseosas, velas y
otros; la mayoría de cuyos propietarios eran inmigrantes árabes y de otras nacionalidades.
Esas fábricas eran las siguientes en 1930:
60
3. Una cervecería: Unión y Ulúa.
4. La Tabacalera Hondurena: King Bee.
5. Una fábrica de jabón.
6. Dos fábricas de calzado.
7. Tres fábricas de miel de abeja (de Enrique Bahr, Soledad Fernández y Hnos., y José I.
Fernández).
8. Una fábrica de velas: La Equitativa.
9. Una fábrica de macarrones (de Emilio Aronne).
10. Una fábrica de insecticidas: Radium.
11. Una fábrica de maicena.
12. Una fábrica de confites (de Carlos Patino).
13. Una fábrica de baúles (de Cuadra Industrial, S. A.)
14. Dos fábricas de hielo.
15. Dos fábricas de ladrillos (de Carlos Trau y Enrique Bahr).
16. Dos fábricas de aguas gaseosas: La Rosa y Valle de Sula (de la Cervecería Unión y Ulúa de
Maximiliano Trejo).42
Por otra parte, en los alrededores de la ciudad se habían establecido por lo menos 30
agricultores de importancia, así como 27 ganaderos, entre nacionales y extranjeros. Entre
los ganaderos nacionales con más de 1,000 cabezas se encontraban:
La ciudad de La Ceiba fue otro ejemplo de rápido crecimiento urbano, comercial e in-
dustrial, estimulado por el auge de la producción bananera en manos de la Standard Fruit
Company. Esta ciudad había sido casi destruida por dos grandes incendios en 1914 y 1924,
que habían diezmado su población y destruido su infraestructura básica; sin embargo, la
ciudad se recuperó rápidamente.44 En 1916 fue organizada la Cámara de Comercio de La
Ceiba, dirigida mayoritariamente por inmigrantes de diferentes nacionalidades, el desa-
rrollo comercial e industrial de esa ciudad creció año con año.45
Ese desarrollo no era favorecido sólo por las actividades de la Standard Fruit Company,
sino también por la estratégica posición geográfica de La Ceiba, ubicada en el centro de los
demás puertos de la Costa Norte de Honduras, factor que disminuía las distancias entre
puertos y abarataba el costo del transporte. De ese modo, La Ceiba se convirtió en un pun-
61
to estratégico, como centro distribuidor de productos fabriles para el mercado de la Costa
Norte.44 En 1930 habían registrados en esa ciudad alrededor de 300 comerciantes; el censo
pecuario informaba de la existencia de 9.910 cabezas de ganado vacuno, caballar, mular y
lanar y numerosas industrias habían sido creadas.47
En algunos casos, las nuevas industrias surgidas en las ciudades de la Costa Norte de
Honduras pertenecían a personas ligadas por algún vínculo al capital estadounidense, o
que eran favorecidas por éste en tanto que aliados potenciales de las compañías bananeras.
En la evaluación hecha por el semanario El Marino de Puerto Cortés, en 1931, a propósito
del progreso industrial de esa ciudad, se observa uno de estos casos. El periódico reporta-
ba lo siguiente:
46 "La Ceiba, centro industrial", en Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial del I o de enero de 1931.
47 "La Ceiba Profesiones y Oficios", y "Censo Pecuario", en Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial del 1° de
enero de 1931.
48 "La Ceiba, centro industrial", op at.
49 E/ Marino, Puerto Cortes, del 27 de mayo de 1931.
62
Otras industrias fueron creadas, igualmente, por personas próximas a las compañías
estadounidenses del banano, especialmente en San Pedro Sula. En esta ciudad, el caso más
importante fue el de la Cervecería Unión y Ulúa, cuya dirección estaba compuesta por ex-
tranjeros y hondurenos vinculados a las compañías bananeras. Según Nuestro Criterio, esta
Cervecería estaba considerada como la más importante de la región, el periódico informa-
ba lo siguiente en enero de 1931:
El mismo artículo proporciona la lista del personal de dirección de esa empresa que, en
1931, era el siguiente:
50 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, edición especial del 1" de enero de 1931.
51 ìbidem Juan Manuel Gálvez, abogado de la United Fruit Company, fue ministro de Guerra de la administración
Carias Andino (1933-1949) y presidente de Honduras de 1949 a 1954, Nutter, Neal y Malone eran ciudadanos de
Estados Unidos, este último era un antiguo mercenano, compañero de aventuras de Lee Christmas y del general
Manuel Bonilla Al respecto véase la nota 57 del Capítulo I de este trabajo
52 E; Sol, Tegucigalpa, del 23 de abril de 1931.
63
Tales inmigrantes venían a Honduras -como centenares de otros que llegaban a Centro
América- atraídos por la apertura de nuevos centros de producción minera o bananera.
Ellos se habían establecido en la capital, Tegucigalpa; en Amapala, al Sur del país, sobre la
costa del Pacífico; y en las ciudades del Norte relacionadas con la economía bananera,
como La Ceiba, San Pedro Sula, Pimienta, El Progreso, Tela, Trujillo, Puerto Castilla y
Puerto Cortés.53
Los primeros inmigrantes árabes llegaron a Honduras a finales del siglo XIX y durante
los primeros años de su estancia en Honduras se dedicaron al pequeño comercio ambulan-
te, hasta establecerse, años más tarde, como prósperos comerciantes en las ciudades hon-
durenas de mayor actividad comercial. Karl Sapper, el viajero y científico alemán -ya cita-
do en otras partes de este trabajo- recordaba que en 1898:
Los inmigrantes árabes que llegaron a Honduras antes de finalizar la Primera Guerra
Mundial en 1918, eran ciudadanos bajo la protección del Imperio Turco, que hasta antes de
esa fecha dominaba los países de origen de estos inmigrantes, de ahí el apelativo de "tur-
cos" con el que genéricamente se les identifica en Honduras. Después de la Primera Gue-
rra Mundial, el Imperio Turco fue disuelto por las potencias vencedoras y sus antiguos
dominios territoriales pasaron a ser administrados por éstas, Gran Bretaña devino enton-
ces la potencia más importante en esa región del mundo. Los antiguos subditos turcos
pasaron a ser protegidos británicos.
64
En Honduras -según informaba una carta dirigida al Colonial Office de Londres por
las comunidades cristianas y musulmanas de Palestina- los cónsules británicos no recono-
cían a los palestinos como subditos bajo la protección inglesa. Los cónsules se negaban
igualmente a proveer de pasaportes y visas a los que deseaban regresar a su país. Las mis-
mas condiciones eran vividas por los palestinos en México y en los Estados Unidos, a ve-
ces éstos se veían obligados a obtener un pasaporte de otra nacionalidad para poder regre-
sar a su país. Mientras que -señalaba la carta de las comunidades cristianas y musulmanas
de Palestina- grandes facilidades para venir a Palestina son otorgadas en esos países a los
sionistas, los cuales son sujetos completamente extraños a este país.56
Los inmigrantes árabes recibieron críticas de los centroamericanos desde los primeros
años de su llegada a Centroamérica. Hacia 1916, la presencia de inmigrantes sirios,
palestinos y libaneses en Centro América era notable y por lo mismo eran objeto de la crí-
tica de algunas publicaciones hondurenas. En efecto, en abril de 1916, la Revista Económica
de Tegucigalpa había publicado un artículo en el que se señalaba a los inmigrantes sirios
65
como competidores deplorables en el movimiento comercial, pues llevaban una vida mi-
serable, realizando solamente los gastos indispensables para su manutención, sostenía -
además-, que los árabes representaban una sustracción para las reservas económicas de
los países centroamericanos. El artículo publicado por la Revista Económica señalaba, entre
otras cosas, lo siguiente:
Pocas semanas más tarde, El Cronista publicaba la carta de un ciudadano sirio queján-
dose porque "se nos trata de renegados y miserables..." y, sin hacer ninguna mención en
particular, consideraba injustos los reproches que se le hacían en Honduras a sus compa-
triotas. Saliendo en defensa de los inmigrantes sirios residentes en Honduras, este ciuda-
dano sirio escribía en El Cronista lo siguiente:
Al principio, los inmigrantes árabes que se establecieron en las ciudades del Norte de
Honduras debieron enfrentar la competencia de los comisariatos de las compañías
bananeras. Más adelante veremos a los comerciantes árabes entrar en lucha con esos
comisariatos durante el período 1924-1932.
59 M. LAINES., "Deficiencias económicas centroamericanas", en Revista Económica, Vol V., № 10, Tegucigalpa, abril de
1916, pp 611-612.
60 Ibidem
61 El Cronista, Tegucigalpa, del 12 de mayo de 1916.
66
En los años veinte, y a veces un poco antes, los inmigrantes árabes buscaban establecer-
se en las ciudades hondurenas donde el crecimiento urbano, ligado a las inversiones esta-
dounidenses, permitía esperar un comercio fructífero. Hacia 1930, esos inmigrantes aún no
se habían integrado en la sociedad hondurena y poseían su propia organización, llamada
Unión Oriental, que agrupaba a los palestinos, libaneses y sirios, teniendo además su pro-
pio semanario, El Eco de Palestina, centrado en la defensa de los inmigrantes árabes.
Un periódico de San Pedro Sula mostraba su complacencia por el hecho de que una
fábrica de esa ciudad tuviese un radio de ventas que se extendía hacia todas las localida-
des importantes del país, destacando de esa forma la importancia que algunas de las in-
dustrias poseídas por inmigrantes árabes habían adquirido en esa ciudad. En su edición
especial del I o de enero de 1931 ese periódico señalaba:
67
En San Pedro Sula, las casas de comercio más importantes pertenecían también a inmi-
grantes de origen árabe, en la lista de los 50 comerciantes más importantes de esa ciudad,
publicada por Nuestro Criterio en enero de 1931, aparecen 19 de este origen y algunos de
ellos, como es el caso de los sucesores de Domingo Larach, figuran como los más impor-
tantes de la ciudad junto con el hondureno Juan R. López".65
Los señores Canahuati eran comerciantes antes, y allí mismo donde estaba
plantado su negocio de mercaderías, ahora hay el ruido fabril que elabora el
cigarrillo "Morazán". Ellos se firman Elias Canahuati y Hnos.68
Esta empresa familiar se volvió cada vez más importante y su poder económico deriva-
ba de la industrialización del tabaco. Nuestro Criterio agregaba lo siguiente:
68
comerciales mejor surtidos; en Santa Rosa compra el mejor tabaco para su
fábrica de San Pedro Sula.69
Ciertos órganos de prensa, sobre todo de los departamentos del Norte de Honduras,
así como de la capital, tendían a mostrar que los inmigrantes árabes empleaban también,
a veces, medios ilícitos para aumentar su riqueza. Uno de esos medios, señalado por la
prensa, era el incendio provocado de sus tiendas, con la esperanza de cobrar la indemni-
zación del seguro contra incendio. Una revista de Tegucigalpa hacía la siguiente acusación:
Los casos que acabamos de describir ilustran una tendencia observada en el país, que
conducía al desarrollo de una economía no bananera por medio de capitales e iniciativas,
unas veces de hondurenos y otras de extranjeros de diversos orígenes, aunque éstos no
tuvieran la misma envergadura ni igual ritmo de crecimiento que los capitales estadouni-
denses invertidos en las plantaciones bananeras. La tendencia a la industrialización de
otros sectores de la economía hondurena se esbozaba de este modo. Se ha tratado hasta
aquí solamente de ilustrar algunos casos y no de realizar una descripción exhaustiva de
este aspecto.
5. Los comisariatos
Los comisariatos eran tiendas donde las compañías bananeras vendían a sus trabajado-
res mercancías procedentes de los Estados Unidos. El objetivo era aumentar el beneficio,
recuperando, por medio de esos suministros, los salarios pagados a los trabajadores. El
69
modo de pago de los salarios era variable: unas veces en dólares, otras en pesos hondure-
nos, pero a menudo también en bonos de compra que sólo podían utilizarse en los
comisariatos. Este último sistema permitía a las compañías bananeras fijar los precios a su
propia conveniencia sobre todas las mercancías vendidas de esta manera en sus propias
tiendas.
El gobierno hondureno tomó algunas medidas contra esas prácticas. En 1916, por el
Decreto № 108, el gobierno prohibía el pago de los salarios por medio de "bonos, cédulas
o cualquier otro papel representativo de valor". Las infracciones eran penalizadas con una
multa de 25 a 100 pesos hondurenos. A pesar de esta prohibición, los comisariatos conti-
nuaron existiendo y provocaron graves problemas en 1922-1924 y aún en 1930. En 1922
éstos fueron rechazados por los obreros. Un periódico reportaba que en el Norte del país
aún se discutía respecto a los comisariatos. Esta vez era un grupo no identificado de obre-
ros el que había enviado al periódico una hoja de protesta con el encabezado: "Por la liber-
tad del comercio, contra el monopolio del cupón".72
A fines de 1922, en la Costa Norte, la moneda hondurena había sido incluso rechazada
y reemplazada por el dólar de los Estados Unidos. El periódico Los Sucesos, de San Pedro
Sula, escribía lo siguiente:
En toda la faja costera y hasta donde las locomotoras llegan, las monedas
yankees son las únicas que circulan. Las grandes compañías, los bancos y el
comercio han llegado a una buena inteligencia a fin de sostener este medio
circulante.73
En 1924, la prohibición del "Merchandise Coupon" fue impuesta por la fuerza militar
en las plantaciones de la Trujillo Railroad Company, en Puerto Castilla. El cónsul de los Es-
70
tados Unidos en esa ciudad, Willard Beaulac, informaba al Departamento de Estado que
los trabajadores de algunas plantaciones de la compañía amenazaban con irse a la huelga
después de la presión ejercida por el comandante Díaz Zelava,74 a propósito de la prohibi-
ción del "Merchandise Coupon". El cónsul agregaba que algunos comerciantes palestinos
fomentaban los problemas porque: "Ellos quieren el negocio".75
En 1930 corría en San Pedro Sula el rumor de que la United Fruit Company pretendía
instalar sus comisariatos por todas partes. El semanario Nuestro Criterio publicaba al res-
pecto, en marzo de 1930, un breve comentario: "No habrán comisariatos", donde el perió-
dico manifestaba su "profunda complacencia", por la decisión tomada por la United Fruit
Company de no instalar sus comisariatos en esa ciudad.76
74 F. DIAZ ZELAYA, Ojojona, 9 de agosto de 1891. Oficial del ejército hondureno, alumno de las escuelas de artillería
de Tegucigalpa y Amapala en 1908 y 1911. General de Bngada en 1922, Gobernador Politico y Comandante de Ar-
mas de Atlántida en 1924 y del departamento de Colón en 1925 Más tarde, en 1926, fue nombrado jefe de la Quinta
Región Militar con sede en la costa atlántica de Honduras. Fue propietario de una de las primeras emisoras de radio
de Honduras. "E/ Eco de Honduras", de San Pedro Sula Who's Who m Latin America, Vol. II, Centrai America and
Panama, Chicago, 1945, pp 56-57.
75 AN W., Records of the Department of State, Relating to the Internai Affairs of Honduras, 1910-1929,reportede W. Beaulac,
cónsul de los Estados Unidos en Puerto Castilla, del 4 de mayo de 1924.
76 Nuestro Criterio, San Pedro Sula, del 2 de marzo de 1930
71
72
Capítulo IV
En abril de 1919, los hondurenos fueron convocados a participar en las elecciones pre-
sidenciales y legislativas en las que se elegiría a las autoridades del país para el período
1920-1924. Los tres candidatos presidenciales eran: Alberto Membreño (Partido Nacional
Democrático); el general Rafael López Gutiérrez (Partido Constitucional Democrático) y
Nazario Soriano (Partido Liberal Constitucional).1 Francisco Bertrand ocupaba la presiden-
cia del país desde 1913, tras la muerte del general Manuel Bonilla, y fue reelecto para un
segundo mandato en 1915.2 Cuando se preparaban las elecciones de 1919, la oposición lo
acusaba de nepotismo y de intentar manipular el proceso electoral para conservar el poder
por intermedio de uno de los candidatos presidenciales: su cuñado Nazario Soriano.3
73
Castillo Corso, protector, amigo y jefe de la guardia personal del presidente Bertrand; y
Alberto С Franco, ministro residente de México en Honduras/ La voluntad del presidente
Bertrand de asegurar la victoria electoral de su cuñado lo conducía a nombrar a los amigos
de éste, hondurenos y extranjeros, en los puestos militares más importantes del país.
De este modo, el general Castillo Corso fue nombrado en febrero de 1919 comandante
militar del puerto de Amapala; en tanto que otro mexicano (no identificado por la fuente
consultada), era nombrado en la misma función en Puerto Cortés. 8 En julio de 1919, el
general Castillo Corso se convirtió en jefe del ejército hondureno, mientras el general sal-
vadoreño Ciro Mora, antiguo jefe de la guardia personal del presidente Bertrand, fue
nombrado jefe de la policía.9
Habían también, como lo hemos visto, algunos salvadoreños como el general Ciro
Mora, cabe mencionar, además, al ministro salvadoreño en Tegucigalpa. La legación de
Estados Unidos los presenta a ambos como consejeros o aliados del presidente Bertrand,
insistiendo, por otra parte, en las relaciones políticas existentes entre la familia Soriano y la
familia Meléndez, esta última en el poder en El Salvador.
7 Ibidem
8 ìbidem
9 Ibidem, pp 377-378, reporte del 18 de julio de 1919.
10 Durante la administración del reformador liberal Marco Aurelio Soto (1876-1883), un grupo de revoluciónanos cu-
banos exiliados en Honduras ocuparon algunos cargos importantes en el gobierno Más tarde, el presidente Manuel
Bonilla (1903-1907), nombró como jefe de la policía al mercenario estadounidense Lee Christmas Por otra parte, en
1912, el general guatemalteco Antonio M Monterroso actuaba como Gobernador Político y Comandante de Armas
del departamento de Atlantide, mientras el coronel Rafael Cóbar, de la misma nacionalidad, ocupaba igual cargo en
el departamento de Santa Bárbara Cfr, "Algunos acuerdos y noticias de los empleos desempeñados por los cubanos que
ingresaron a Honduras durante la administración Soto", en. Boletín de la Biblioteca y Archivo nacionales, Tegucigalpa, Año
1, No 1, enero de 1939, pp 92-96, y; El Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, del 27 de agosto de 1912
74
Dávila a la presidencia de Honduras con el apoyo que le proporcionó en 1907 el presidente
Zelaya de Nicaragua, en el marco de los conflictos entre los liberales y los conservadores
de la región."
En 1919, El Salvador buscaba aliados para defender sus derechos sobre las aguas del
Golfo de Fonseca, amenazados en aquel momento por el Tratado Bryan-Chamorro entre
Nicaragua y los Estados Unidos.12 Honduras se encontraba en la misma situación, ambos
países habían presentado sus quejas ante la Corte de Justicia Centroamericana, sin obtener
resultados satisfactorios. Los Estados Unidos se sujetaban al Tratado de 1916 y proseguían
los trabajos para construir una base naval en el Golfo de Fonseca.
Es en ese contexto político en el que tendrían lugar las elecciones de 1919. El general
Saturnino Medal, quien había representado a Honduras en la Corte de Justicia Centroame-
ricana, sustentaba sus denuncias contra las intenciones de nepotismo del presidente de la
República en un memorándum dirigido por Bertrand a la United Fruit Company, en el que
pedía que el Apoderado Legal de esa compañía en Tegucigalpa fuera destituido y reem-
plazado por un miembro de su propia familia (su cuñado J. Antonio Rivas). Una solicitud
similar fue dirigida por el presidente Bertrand a la New York and Honduras Rosario Mining
Company, a la Vaccaro Brothers Company y a la Cuyamel Fruit Company,13 para favorecer a
otros miembros de su familia.
La noche del mismo día, un destacamento militar ocupó los puntos más importantes
de la capital y se dedicó al pillaje. La represión incluyó a todos los opositores políticos.
Diez miembros reconocidos de la oposición fueron arrestados, flagelados y encarcelados;
mientras las residencias de los principales líderes de la oposición fueron puestas bajo vigi-
lancia policíaca.16 Algunos de los perseguidos buscaron refugio en la legación de Estados
11 Ver la sección No. 2 del Capitulo I de este trabajo.
12 Ibidem.
13 Papers Relating lo the Foreign Relations of the United States, 1919, оІ.ПІ, ρ375; reporte de Thomas S. Jones, ministro en
Tegucigalpa, al secretario de Estado, del 17 de febrero de 1919.
14 Ibidem., reporte del 18 de julio de 1919, p.377.
15 Ibidem.
16 ibidem.
75
Unidos y otros en el consulado británico. El 23 de julio, el ministro estadounidense infor-
maba al ministerio de Relaciones Exteriores de Honduras que Saturnino Medal, Rómulo E.
Durón, Silverio Laínez, Francisco López Padilla, José Jorge Callejas y Paulino Valladares
habían solicitado asilo en su legación.17 Por su parte, Joseph Walter, cónsul de la Gran Bre-
taña, informó sobre la presencia en su consulado, a título de refugiados, de Vicente Mejía
Colindres, Venancio Callejas y Magín Herrera.18
Desde que los partidos de oposición acusaron al presidente Bertrand de intentar mani-
pular el proceso electoral, el Departamento de Estado de los Estados Unidos intervino en
la crisis amparándose en el Tratado de 1907, el que establecía que cualquier gobierno sur-
gido de un golpe de Estado o de elecciones ilegítimas no recibiría el reconocimiento diplo-
mático de los Estados Unidos y de los otros países firmantes de dicho Tratado.
La aplicación de este principio, sin embargo, fue a menudo utilizada para favorecer los
intereses estratégicos y las preferencias políticas de los Estados Unidos. De tal modo, en
lugar de que la legitimidad de un gobierno obligara a su reconocimiento, era el reconoci-
miento diplomático de los Estados Unidos el que lo legitimaba. En la historia de las repú-
blicas centroamericanas existen numerosos ejemplos de gobiernos que, habiendo nacido
de la violencia o del fraude, fueron reconocidos por los Estados Unidos como gobiernos
legítimos, por conveniencia de sus intereses.21
En el caso que nos ocupa, la intervención del gobierno de Estados Unidos observó los
siguientes pasos:
17 AMREH, Correspondencia diplomática de la legación americana en Tegucigalpa al ministerio de Relaciones Extenores de Hon-
duras, del 23 de julio de 1919.
18 Ibidem.
19 Papers Relating to the Foreign Relations of the United States, 1919, Vol Π, pp. 380-381; reporte de Thomas S. Jones al se
cretano de Estado, del 22 de julio de 1919.
20 BARAHONA, R, op cit., pp.175-177.
21 Ver la sección No. 2 del Capítulo I de este trabajo.
76
3) Ofrecimiento de sus buenos oficios como mediador;
4) Solicitud de vigilancia del proceso electoral por observadores neutrales;
5) Amenaza de uso de la fuerza militar.22
El presidente consideraba que estaría en mejor posición para discutir las exigencias de
los Estados Unidos, si antes podía aplastar la rebelión. Esa posibilidad implicaba, sin em-
bargo, combatir a los insurgentes en un tramo muy extenso del territorio hondureno, des-
de San Pedro Sula en el norte, hasta la frontera con Nicaragua en el Este. En esa circuns-
tancia, una nueva advertencia le fue dirigida al gobierno hondureno: "Los Estados Unidos
no verían con indiferencia la violación del territorio nicaraguense".30
22 WRIGHT, Theodora, Ρ , "Honduras A Case Study of United States Support of Free Elections m Central America", in The
Hispanic American Historical Review, mayo 1960, Vol XI, No 2, p.214.
23 Papers Relating to the Foreiqn Relations of the United States, 1919, Vol. Π, ρ 376, instrucciones del secretano de Estado
al ministro en Tegucigalpa (Jones), del 15 de marzo de 1919.
24 ibidem, reporte de Thomas S Jones al secretano de Estado, del 18 de marzo de 1919.
25 Ibidem, reporte del 12 de mayo de 1919, p.377.
26 AMREH, Correspondencia de la legación de Estados Unidos en Tegucigalpa al Ministeno de Relaciones Extenores de Hond
ras, nota de protesta del 19 de julio de 1919.
27 Papers Relating ., op at, 1919, Vol. II, pp. 379-380, reporte del secretano de Estado al ministro Jones en Tegucigalpa,
del 20 de julio
28 Ibidem, pp. 382-383, reporte de Th. S Jones al secretano de Estado, del 26 de agosto.
29 Ibidem.
30 Ibidem., p. 383, reporte del secretano de Estado al ministro Jones en Tegucigalpa.
77
En septiembre, el Departamento de Estado ofreció sus tmenos oficios' para mediar en
la crisis, afirmando que: "Cualquier sugerencia (del presidente Bertrand) sería bienvenida,
si la misma invitara al uso de los buenos oficios de los Estados Unidos, similar al uso he-
cho entre enero y marzo de 1911, durante los disturbios políticos existentes en ese entonces
en Honduras».31 En caso que el gobierno hondureno rehusara la oferta de buenos oficios,
los Estados Unidos amenazaban con usar la fuerza militar: "El gobierno de los Estados
Unidos se verá obligado a considerar activamente su colaboración en el restablecimiento
del orden y en la vigilancia de las próximas elecciones presidenciales".32
En julio de 1919, Antonio López Gutiérrez, hermano del general López Gutiérrez y
ministro de Honduras en Washington, solicitó secretamente al Departamento de Estado
que éste asumiera una posición que asegurara elecciones libres en Honduras.36 Después de
31 ¡bídem, pp. 383-384. instrucciones del secretario de Estado al ministro Jones en Tegucigalpa, del 5 de septiembre. Los
acontecimientos de 1911, a los que hace referencia se vinculan a la deposición del presidente Miguel R. Dávila, por
el general Manuel Bonilla; la firma de un acuerdo entre los contendientes se realizó a bordo del acorazado norte-
americano U.S.S. Tacoma en Puerto Cortés, en enero de 1911.
32 Ibidem.
33 Documentos que acusan intervención de un Ministro Extranjero en la vida política de Honduras, en: Revista de la Academi
Hondurena de Geografia e Historia, Tegucigalpa. 1972. Vol. LVI, No.2, octubre-diciembre, 1972, p.58.
34 Papers Relating... op. cit., pp.379-380, reporte del 20 de julio de 1919.
35 WRIGHT, Th. P., op. ci/., p. 214.
36 Ibidem.
78
la dimisión del presidente Bertrand, a pocos días de la entrada a Tegucigalpa de las tropas
de su hermano, el mismo Antonio López Gutiérrez escribió a la División Latinoamericana
del Departamento de Estado: "... es necesario que un gobierno fuerte y central sea creado.
Nosotros deseamos que el Departamento de Estado nos dé su apoyo moral con este fin".37
De este modo, las ambiciones de los políticos hondurenos y su incapacidad para poner-
se de acuerdo entre sí, convirtieron a la legación de Estados Unidos en el centro de deci-
sión política más importante de su país. Un reporte de E. M. Lawton, cónsul a cargo de la
legación de Estados Unidos en Tegucigalpa, sirve para ilustrar esa realidad. Al menor in-
cidente, escribía Lawton: "Los líderes de ambos partidos llegan a la legación, cada uno
protestando que el otro partido es responsable por el incidente".40
La crisis de 1919 finalizó con la elección del general Rafael López Gutiérrez, líder de la
insurrección contra el presidente Bertrand; su gobierno fue reconocido por los Estados
Unidos. Un autor americano, extrayendo algunas conclusiones de las elecciones hondure-
nas de 1919, sostenía que los intereses alemanes en Honduras se habían beneficiado de la
victoria del general López Gutiérrez, mientras la United Fruit Company, que había sosteni-
do al presidente Bertrand, había perdido la partida. En efecto, el general López Gutiérrez
restituyó a sus propietarios alemanes los bienes que les habían sido confiscados en 1918
por la administración Bertrand.41
Por otra parte, en un reporte del ministro de Estados Unidos en Honduras, Thomas
Sambola Jones, dirigido al secretario de Estado el 15 de septiembre de 1919, se señala la
participación alemana en los acontecimientos de ese año, sobre todo por la presencia de
Willy Debbe, de Rossner and Company de Amapala, como consejero del general López
Gutiérrez.42 Este, sin embargo, en una conversación con el cónsul E.M. Lawton, afirmó que
su campaña no había sido financiada por los alemanes y que sus relaciones con W. Debbe
eran más bien de carácter familiar.
37 Papers Relating..., op cit., pp. 388-389, instrucciones del secretano de Estado al ministro Th. S. Jones en Tegucigalpa,
del 20 de septiembre de 1919.
38 Ibidem, reporte del 15 de septiembre de 1919.
39 Ibidem, pp. 391-393, reporte de E.M "Lawton al secretano de Estado, del 27 de octubre de 1919.
40 Ibidem.
41 WRIGHT, Th. P., op cit., p. 217; en 1922, el gobierno de Honduras indemizâ con 120.000 pesos oro a las casas comer-
ciales alemanas ]. Rossner y Teodoro Kohncke, ambas de Amapala, a las que se les había confiscado las lanchas que
utilizaban en su negocio de agentes de comercio en el sur de Honduras. Véase: Revista Económica, Tegucigalpa, Vol.
IX, No 8, junio de 1922, p. 502.
42 Papers Relating..., op. at., p. 387; reporte de Th. S. Jones al secretario de Estado, del 15 de septiembre de 1919.
79
La campaña electoral de 1919, efectivamente, fue matizada por las acusaciones que se
lanzaron entre sí los candidatos presidenciales a través de sus voceros de prensa. La can-
didatura de Soriano, por ejemplo, era calificada por sus adversarios como pro-salvadore-
ña;43 mientras que las candidaturas de Membreño y López Gutiérrez eran consideradas
por los partidarios de N. Soriano como pro-alemanas.
Más tarde, el mismo periódico acusaba al general López Gutiérrez de ser víctima de la
corrupción del oro de Santos Soto y del oro alemán.45 La participación de Santos Soto -un
acaudalado comerciante de Tegucigalpa- como contribuyente financiero de la candidatura
del general López Gutiérrez, según La Nación, tenía una estrecha relación con los intereses
económicos del propio Soto. El órgano publicitario señalaba que antes de abandonar la
presidencia de Honduras, en 1883, el liberal Marco Aurelio Soto había vendido cheques
con su firma por valor de 100.000 pesos. La casa contra la que los cheques habían sido
expedidos se rehusó a pagarlos y la suma indicada se convirtió en deuda del Estado. Más
tarde, Santos Soto compró esa deuda por 30.000 pesos, esperando hacerla efectiva poste-
riormente, junto con los intereses capitalizados por la misma en el curso de los años. El
mismo vocero calculaba que para el mes de julio de 1919 esa deuda podría ascender a un
millón de pesos. La misma publicación sostenía que Santos Soto ya había comenzado a
43 Los presidentes de Honduras y El Salvador, Francisco Bertrand y Carlos Meléndez, por medio de un agente de este
último, habían discutido un proyecto de unión de ambos países, del cual surgiría la 'República de Morazán'. Según
el presidente Bertrand, las negociaciones al respecto habían sido interrumpidas sin lograr ningún acuerdo. Sin
embargo, la oposición en su país lo acusaba de haber firmado un pacto secreto con El Salvador, para expresar de esa
manera la cercanía de los vínculos que Bertrand tenía con ese país y su interés por imponer a su cuñado en la pre-
sidencia de Honduras. Cfr La Nación, Tegucigalpa, del 8 de mayo de 1919.
44 Ibidem, del 6 de mayo de 1919.
45 Ibidem, del 7 de junio de 1919.
80
recuperar parte de su inversión, denunciando corno propias muchas caballerías de tierra
en todo el país por intermedio de otras personas. En consecuencia, según La Nación, sólo el
general López Gutiérrez sería capaz de pagar a Santos Soto una deuda semejante: "He
aquí por qué en la Campaña de López Gutiérrez se derrocha mucho dinero de Santos
Soto"46
Los acontecimientos que se produjeron durante las elecciones de 1923 tienen caracterís-
ticas que los aproximan a los de 1919. La administración del presidente Rafael López
Gutiérrez llegaba al final de su mandato, por lo que una nueva elección presidencial ten-
dría lugar en octubre de 1923. Como en 1919, los electores se encontraban en presencia de
varios candidatos liberales, en tanto que ninguno de ellos podría reunir la mayoría nece-
saria para garantizar su victoria en las elecciones generales, se esperaba que se presentaran
nuevos conflictos y disputas violentas.
81
era suficiente, agregando que el Departamento de Estado no aprobaría un nuevo movi-
miento revolucionario en Honduras. 51
Este no fue el primer intento de López Gutiérrez en favor de una candidatura liberal
única, en abril ya había realizado algunas gestiones en ese sentido, sin lograr su objetivo.52
Uno solo de los candidatos liberales, Vicente Mejía Colindres, renunció a su candidatura.53
Por otra parte, el ministro Carlos Lagos, cuñado del presidente, intrigaba secretamente
para proponer la candidatura de otro líder liberal: Angel Zúñiga Huete.51 Al mismo tiem-
po, Lagos intrigaba para ganar el favor de uno u otro de los candidatos liberales ya nom-
brados.55
La intervención de los Estados Unidos en estas elecciones, como en las de 1919, se rea-
lizó primero por la vía diplomática. El ministro estadounidense en Tegucigalpa se dirigió
en varias ocasiones al presidente López Gutiérrez, para pedirle que proporcionara las ga-
rantías necesarias para la celebración de elecciones libres, agregando que el gobierno de su
país ofrecía sus buenos oficios para evitar una nueva guerra civil en Honduras.57
51 Papers Relating to..., op at., 1923, Vol. Π, pp 248-249, reporte de Franklin Morales, ministro en Tegucigalpa, al secre
tano de Estado, del 13 de mayo.
52 Ibidem, pp. 42Φ429, reportes del 7,21 y 30 de abril de 1923.
53 Ibidem., del 30 de mayo.
54 ZUÑIGA HUETE, José Angel (1885-1952). Liberal ilustrado, abogado de profesión, estadista y político. Fue ministro
de Gobernación y Justicia durante la administración del general Rafael López Gutiérrez (1920-1924), y candidato
presidencial de su partido en 1932. Algunos de sus admiradores lo definían como hombre de "recia mentalidad,
cerebro nutrido, carácter de acero, voluntad inteligente, franqueza insultante por lo austera, convence de sus virtu-
des a quien tiene la oportunidad de tratarlo...". Aunque también reconocían que muchos lo presentaban como un
'ogro', un 'pantensta', o un 'desenfrenado'. Fuente: Nuestro Criterio, San Pedro Sula, del 3 de diciembre de 1931; y,
HERNANDEZ y HERNANDEZ, S., Datos Biográficos del Dr Zúñiga Huete, San José, Costa Rica, mimeo, 1953.
55 Papers Relating to.., op al., reportes del 30 de abril, 8 de mayo, 11 de julio, 5,8 y 26 de octubre de 1923.
56 Widern., p. 425, reporte del 21 de abril.
57 Ibidem., pp 425-434. Ver sobre todo las instrucciones del secretano de Estado al ministro Morales, del 28 de abril y 30
de junio de 1923.
82
parte, estaba muy involucrado en la política hondurena. A Morales se le había conocido
primero como 'barman' del Hotel Pratt en Tegucigalpa. Luego abandonó Honduras por
algún tiempo para radicarse en New Jersey, donde ganó la confianza del aparato político
y más tarde obtuvo un puesto diplomático en Honduras.58 El reconocía que tenía relacio-
nes personales con los cuatro candidatos presidenciales hondurenos en las elecciones de
1923: "Yo puedo afirmar que mis relaciones personales con los cuatro candidatos son de lo
mejor y he mantenido esa amistad... ",59
Un periódico de San Pedro Sula, por ejemplo, informó que la reunión sostenida por los
candidatos liberales en casa del comerciante Santos Soto, para discutir la posibilidad de
una candidatura única, fue a iniciativa de Franklin Morales.60 Al concluir dicha reunión, el
ministro de Relaciones Exteriores de Honduras, Alberto Uclés, declaró a ese periódico:
El ministro de los Estados Unidos inició esta nueva conferencia con el fin de
ver si se lograba convenir en una candidatura única por la fusión de los dis-
tintos partidos políticos o por lo menos en la conciliación de los elementos
liberales divididos para presentar un solo candidato.61
58 Cfr., LANGLEY, L. D., The United Stales and the Caribbean 1900-1970, New York-Londres,.1980, p. 108.
59 Papers Relating..., op. ci't„ pp. 428-429, reporte del ministro Morales al secretano de Estado, del 13 de mayo.
60 Los Sucesos, San Fedro Sula, del 10 de junio de 1923.
61 Ibidem.
62 Papere Relating..., op. cit., pp. 432-434, del secretario de Estado Hughes al ministro americano en Tegucigalpa, repar-
te del 30 de junio de 1923.
63 Ibidem.
83
A fines de diciembre de 1922, con motivo de los conflictos surgidos entre esos tres
países, se celebró una Conferencia de Paz en el puerto de Amapala a bordo de la nave de
guerra U.S.S. Tacoma. La Conferencia fue presidida por el diplomático estadounidense
Summer Welles,64 en ésta se decidió la convocatoria a una próxima conferencia en Was-
hington. Esta última concluyó en la firma de un nuevo Tratado General de Paz y Amistad
constituido por once convenciones y tres protocolos.65 Los tratados secretos fueron prohi-
bidos, una nueva Corte de Justicia fue establecida y se firmó una convención que limitaba
el número de efectivos militares de cada país de la manera siguiente: 5.200 hombres para
Guatemala, 4.200 para El Salvador, 3,500 para Honduras y Nicaragua, y 2,000 para Costa
Rica.66 El artículo Π del Tratado de 1923, sin embargo, confirmaba el principio fundamental
del Tratado de 1907:
3) El hecho de mediar entre los candidatos presidenciales hondurenos no tenía por objeto
unificar el partido Liberal. El secretario de Estado Hughes,69 escribía al ministro Mora-
les el 15 de mayo de 1923:
64 WELLES, S В, (New York 1892-New Jersey 1961) Diplomático de carrera que jugó un papel destacado en la politica
de los Estados Unidos hacia América Latina hasta la Segunda Guerra Mundial En 1937 fue nombrado subsecretano
de Estado por el presidente Franklin D Roosevelt A Welles se le atribuye la paternidad de la expresión'Good
Neighbour Policy', como se le denominó a la política del presidente Roosevel hacia América Latina Fuente:
Dictionary of American Diplomatic History, Londres, 1980, pp 504-505
65 Las delegaciones a la conferencia de Washington las presidían Alberto Uclés, por Honduras, Francisco Sánchez
Latour, por Guatemala, Francisco Martínez Suárez, por El Salvador, Emiliano Chamorro, por Nicaragua, y Alfredo
González Flores, por Costa Rica los Estados Unidos fueron representados por el secretario de Estado Charles
Hughes Fuente Los Sucesos, San Pedro Sula, del 11 de febrero de 1923
66 Ibidem
67 AMAEB, Correspondance Politique Amérique Centrale 1900-1929, reporte de la legación de Bélgica en Centro América,
del 24 de septiembre de 1931, ρ 2
68 Papers Relating. , op at, 1923, Vol II, pp 432-434, del secretano de Estado Hughes al ministro Morales, del 30 de
junio
69 HUGHES, Charles E (New York 1862-Massachusserts 1948) Secretano de Estado entre 1921 y 1925 En la Conferen
cia de la Unión Panamericana que tuvo lugar en Santiago de Chile pregonó una política de arbitraje multilateral
frente a los problemas de Aménca Latina Fuente Dictionary of American Diplomatic History, Londres, 1980, pp 230-
231
84
ficación del partido Liberal o la selección de un candidato para oponerlo a
Carias.70
En las elecciones del 29 de octubre, de un total de 106.266 votos, el general Carias obtu-
vo 49.541, Policarpo Bonilla 35.160 y Juan Angel Arias 20.424.71 Como ninguno de los can-
didatos alcanzó el quorum requerido del 50% de los votos, la elección del nuevo presiden-
te de la República, según la Constitución Política de Honduras, le correspondería al Con-
greso Nacional.72 En este último el general Carias contaba con 15 votos, Bonilla con 9 y
Arias con 18.73
En esa circunstancia, el nuevo presidente no podría ser electo sin que antes se produ-
jera una alianza entre dos candidatos. Sin embargo, como ninguno deseaba hacer concesio-
nes, la posibilidad de una guerra civil era real.74 Deseando prevenir el conflicto, especial-
mente una insurrección de las fuerzas del general Canas, el presidente López Gutiérrez
decretó, en diciembre, el Estado de Sitio en todo el país.75 Al mismo tiempo, se inició la
represión contra los partidarios del general Carias. Casi doscientos miembros del partido
Nacional fueron arrestados en todo el país; un juez de la Corte Suprema de Justicia fue
encarcelado y un diputado del partido Nacional fue asesinado. 76 El presidente López
Gutiérrez, además, pidió la intervención de fuerzas militares estadounidenses para intimi-
dar a los insurrectos. El ministro de los Estados Unidos en Tegucigalpa informó el 20 de
diciembre al Departamento de Estado: "El (López Gutiérrez) cree que la presencia de un
barco de guerra en aguas hondurenas sería una garantía de paz" 77 El gobierno estadouni-
dense, por su parte, autorizó el envío de un barco de guerra a Amapala.78
Ambos líderes encontraron una solución de compromiso: el general Carias sería electo
presidente de la República por el Congreso Nacional, pero debería renunciar más tarde en
70 Papers Relating ., op at, 1923, Vol. II, ρ 430, del secretano de Estado Hughes al ministro Morales, del 15 de mayo
71 PRO, FO A1582/118/8, del 13 de febrero de 1924
72 AMEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1900-1929, reporte de la legación de Bélgica en Centro América, del
6 de febrero de 1924
73 MARINAS OTERO, L, op at, ρ 386.
74 ΑΜΑΕΒ, Correspendance Politique Amérique Centrale 1900-1929, reporte de la legación de Bélgica en Centro América,
del 6 de febrero de 1924
75 Papers Relating., op at„ 1923, Vol Π, ρ 447, reporte del ministro Morales al secretano de Estado, del 18 de diciem
bre
76 Ibidem, reporte del 19 de diciembre de 1923
77 Ibidem, ρ 448, reporte del 20 de diciembre de 1923.
78 Ibidem, pp 448-449, del secretano de Estado al ministro Morales, reporte del 21 de dicembre de 1923.
79 PRO, FO A1582/118/8, del 13 de febrero de 1924.
80 Ibidem
85
favor de Miguel Paz Baraona, uno de sus partidarios. A cambio, Juan Angel Arias obten-
dría de tres a seis carteras ministeriales y 200.000 pesos para compensar los gastos de su
campaña política.80 Para financiar su candidatura, Arias y su lugarteniente, Francisco
Bueso, habían hipotecado sus tierras cultivadas de tabaco con la firma alemana
Rosenblaum de San Salvador, a cambio de un crédito importante.81
El Congreso hondureno, sin embargo, no logró un consenso entre los diputados para
realizar la elección presidencial. Ante esa circunstancia, el presidente López Gutiérrez
decidió, el primero de febrero de 1924, asumir la dictadura hasta que el país volviera a una
situación normal82. Según el cónsul británico en Tegucigalpa -quien por otra parte conside-
raba los acontecimientos políticos hondurenos de aquel momento como una 'very sordid
political story'- si López Gutiérrez decretaba la dictadura, los Estados Unidos estaban dis-
puestos a otorgarle reconocimiento diplomático si él aceptaba los puntos siguientes:
Aunque las condiciones establecidas por el gobierno de los Estados Unidos habían sido
aceptadas y la dictadura decretada, tanto Zúñiga Huete como Lagos, ambos -según el cón-
sul británico- caídos 'bajo la mira del Departamento de Estado', seguían ocupando cargos
importantes en el gobierno85: Zúñiga Huete era ministro de Gobernación (ministerio del
Interior) y Carlos Lagos era Gobernador militar de San Pedro Sula.86
A principios de febrero, el pánico aún no se había apoderado del país y aún no se ha-
blaba de guerra civil. En la Costa Norte, donde -según un documento del Foreign Office
de Londres- «se cree que las gentes son generalmente cañistas"- lo principal era la pers-
pectiva de una buena cosecha de bananos. Después de dos años relativamente malos, los
81 Ibidem.
82 AMAEB, Correspondance Politique Amérique Centrale 1900-1929, reporte de la legación de Bélgica en Centro América,
del 6 de febrero de 1924.
83 PRO., F.O. A1582/118/8, del 13 de febrero de 1924.
84 ibidem.
85 Ibidem.
86 Ibidem.
86
pequeños plantadores y los obreros estaban ocupados en sus labores y no deseaban ningu-
na revolución.87 Sin embargo, el 5 de febrero, los comerciantes de Tegucigalpa -tanto hon-
durenos como extranjeros- fueron convocados a una reunión por el ministro Zúftiga Huete
quien, «imperativamente", anunció que el gobierno necesitaba 200,000 pesos para mante-
ner el orden en todo el país. El ministro aseguró a los comerciantes que: "... si esa suma no
era entregada a las 3 P.M., este rehusamiento sería considerado como acción subversiva
contra el gobierno...".88
La exigencia del gobierno fue respaldada por un cordón policial armado en las afueras
del edificio donde los comerciantes y el ministro se encontraban reunidos. La legación de
los Estados Unidos y el consulado británico aconsejaron al comité de los comerciantes
extranjeros rehusar toda exigencia de préstamos forzados y, además, 'jugar con el tiem-
po' 89 Los comerciantes se reunieron con el presidente y encontraron una solución de com-
promiso: propusieron que el Banco de Honduras otorgara la suma exigida en créditos al
6%, los que deberían ser pagados en seis meses con el 25% de las rentas obtenidas en el
puerto de Amapala; los comerciantes de Tegucigalpa serían garantes del préstamo en caso
que el gobierno no pudiera pagar su deuda. Las legaciones de Estados Unidos, Alemania,
Gran Bretaña y España aconsejaron a sus subditos no aceptar ninguna clase de préstamos
forzados.90
En La Ceiba, Tela, San Pedro Sula, Pimienta y otras localidades de la Costa Norte, los
comerciantes extranjeros también acusaron a las autoridades militares hondurenas de exi-
girles préstamos y ejercer violencia en su contra. En Pimienta, por ejemplo, algunos
palestinos fueron colgados por los dedos y su dinero robado a punta de revólver, el co-
mandante local les pidió una contribución de 500 dólares a cada uno, a lo que se
opuesieron.91
En marzo, las fuerzas del general Carias se sublevaron. Carias se dirigió a la región
fronteriza con Nicaragua, donde reunió a sus partidarios y combatió con éxito contra las
tropas gubernamentales.92 Por su parte, los generales Gregorio Ferrera, Vicente Tosta, Cas-
tellanos y Girón, combatían sobre la costa atlántica y obtenían éxitos importantes. 93 En
abril, los sublevados controlaban casi todo el país y sitiaban Tegucigalpa.94
87
estadounidenses residentes en la capital.95 Doscientos 'marines' desembarcaron en el puer-
to de Amapala y ocuparon Tegucigalpa el 19 de marzo de 1924. Otros contingentes milita-
res estadounidenses desembarcaron en los puertos caribeños de La Ceiba y Puerto Cortés,
donde crearon algunas zonas neutrales para proteger a los extranjeros, pero abandonaron
dichos lugares una vez que el orden fue restablecido.96 Según un autor estadounidense,
algunas armas de los 'marines' quedaron en manos de las tropas rebeldes del general
Carias y sirvieron más tarde en la toma de la capital por parte de sus seguidores.97
95 Ibidem, p. 300, del secretario de Estado Hughes a S. Welles, del 8 de abril de 1924
96 PRO, F O A1357/118/8, reporte de Sir E Howard, ministro en Washington, al Foreign Office, del lo de marzo de
1924, Ibidem, A 3896/118/182, reporte del cónsul G Lyall, del 23 de junio de 1924.
97 LANGLEY, L op at, p. 109.
98 Los artículos escritos en abnl de 1924 en el Boletín de la Defensa Nacional han sido reimpresos en Tegucigalpa, en 1980,
por Editorial Guaymuras
99 PRO, F O A1804/118/8, copia de la información publicada por The Manchester Guardian en su edición del 20 de
marzo de 1924
100 PRO, FO A1357/118/8, telegrama de Sir E Howard, ministro en Washington, al Foreign Office, del 1 de marzo de
1924, y, A1390/118/8, copia de la información publicada por The Times de Washington, en la que el Departamento
de Estado confirma el desembarco de "mannes" en La Ceiba, y la movilización de algunos destructores hacia Puerto
Cortés y la región fronteriza con Nicaragua.
101 Ibidem, A 2636/118/8, carta fechada en La Ceiba el 3 de abnl de 1924.
102 Ibidem, A1804/118/8, copia de la información publicada por The Manchester Guardian en su edición del 20 de marzo
de 1924
88
de la ciudad, Domingo Larach, acusado de simpatizar y colaborar con los insurrectos, fue
arrestado por el comandante Cisneros y obligado a pagar una contribución al gobierno.103
89
ùltimamente resolvió con éxito la situación política entre Santo Domingo y los Estados
Unidos, prueba la importancia atribuida a esta misión".111
Las gestiones de Summer Welles, entre otras la celebración de conferencias con el Con-
sejo de Ministros (que asumió el poder tras la muerte, el 10 de marzo de 1924, del presi-
dente López Gutiérrez), concluyeron en algunos acuerdos avalados por todas las agrupa-
ciones políticas del país, entre otros los siguientes:
Ш AMAEB, Correspondance Politique Amérique Centrale 1900-1929,reportede la legación de Bélgica en Centro América,
del 6 de mayo de 1924
112 Papers Relating.., op at., 1924, Vol. II, pp.308-309, reporte de S Welles al secretano de Estado, del 19 de abril de
1924.
113 Ibidem.
114 TOSTA CARRASCO, Vicente., (1885-1930), militar que gozaba de prestigio en las filas del ejército hondureno, fue
ministro de Guerra y Manna durante la administración López Gutiérrez (1920-1924), y de Gobernación y Justicia en
la administración Mejía Colindres (1928-1932) Fuente: OQUELI, R., Gobiernos hondurenos durante el presente siglo, en:
Economía política, Tegucigalpa, julio-septiembre, 1972, pp 40-41.
115 Papere Relating.., op cit., 1924, Vol. II, pp.308-309, reporte de S Welles al secretano de Estado, del 19 de abnl de
1924.
90
surjimiento, en la región centroamericana, de un problema similar al de los Balcanes,116 y
al establecimiento de la dominación de los Estados Unidos sobre esos países.117
Ese debate reflejó, además, las diferentes opiniones que sobre la política exterior se
enfrentaban en el Congreso de Estados Unidos. El senador Shipstead, por ejemplo, opina-
ba que el Congreso debió haber sido informado de la decisión tomada por el Poder Ejecu-
tivo, antes que la acción militar fuera llevada a cabo. Por el contrario, el senador Lodge
sostenía que el Poder Ejecutivo tenía la potestad de enviar fuerzas militares al extranjero
para proteger las vidas y propiedades de los ciudadanos estadounidenses que estuvieses
amenazados.
Una tercera posición fue expresada por el senador Borah, quien citó los casos de inva-
sión militar contra Nicaragua, Haití y Santo Domingo, concluyendo que el gobierno de los
Estados Unidos había ido más lejos de lo necesario para proteger las vidas y propiedades
de los residentes estadounidenses en esos países. Según Borah, en el caso específico de
Nicaragua, el resultado de la intervención militar había sido la destrucción de la soberanía
de ese país.118
En esta guerra civil hondurena, la preocupación política de los Estados Unidos estaba
ligada a sus intereses económicos. La rivalidad entre la United Fruit Company y la Cuyamel
Fruit Company, por el control del Ferrocarril Nacional, se jugaba en contrapeso de las riva-
lidades políticas hondurenas. Las dos compañías intervinieron directamente en el conflic-
to, aportando a los partidos políticos contendientes su apoyo financiero y facilitándoles la
adquisición de armas. La United Fruit Company apoyaba al general Carias, mientras la
Cuyamel Fruit Company sostenía a los generales Tosta y Ferrera.11'
La Cuyamel Fruit Company reconocía su participación en la guerra civil por medio del
aprovisionamiento de armas a la facción del general Tosta. A esto se refiere un reporte del
Departamento de Estado a su representación diplomática en Honduras, citando una carta
de la Cuyamel Fruit Company al Departamento de Estado, la que mostraba 'amplias eviden-
cias' sobre la implicación de dicha compañía en el transporte de armas desde los Estados
Unidos hasta el Cabo de Gracias a Dios en Honduras, para las fuerzas del general Tosta.120
Esta carta decía, entre otros, que después de la toma del norte de Honduras y durante
el sitio de Tegucigalpa, el general Vicente Tosta había enviado a Nueva Orleans a Santiago
116 Antiguamente esaregiónformaba parte del imperio turco, con la intervención de las potencias europeas su territo-
rio hie separado de dicho impeno. Larivalidadpermanente entre los nuevos Estados creados, así como la interven-
ción de las potencias europeas en sus asuntos internos, hiñeron de esa región una de las más conflictívas del mun-
do. Fuente- Diccionario de histona del siglo XX, Barcelona, 1983, pp.37; 161; y. Le Petti Robert (2), Pans, 1981.
117 PRO., F.O. A 2208/118/8, extracto de Congressional Record,reportede Sir E.Howard, del 26 de marzo de 1924.
118 Ibidem.
119 ANW., Memorándum de D.G. MUTUO a F. White, encargado de la División de Asuntos Latinoamericanos del Depar-
tamento de Estado, del 10 de octubre de 1924.
120 Ibidem, del Departamento de Estado a la legación de Estados Unidos en Tegucigalpa, del 8 de noviembre de 1924.
91
Nuila, para que comprara armas y municiones para la toma de la capital.121 Santiago Nuila
había hecho primeramente contacto con el consulado de Honduras en esa ciudad, pero no
logró obtener fondos suficientes. La Cuyamel Fruit Company había dado entonces una ga-
rantía de 25.000 dólares, facilitando así la compra y el envío de las armas a Honduras.122
S. Welles agregaba, además, que para los miembros del partido Liberal de Honduras
era difícil creer en la imparcialidad del gobierno de Estados Unidos, cuando las fuerzas
revolucionarias eran aprovisionadas con armas y dinero por las compañías bananeras de
ese país, mientras los bienes de esas mismas compañías eran protegidos por las naves de
guerra estadounidenses.127
121 Ibidem.
122 Ibidem.
123 Ibidem, Memorándum de MUTUO a White, del 10 de octubre de 1924.
124 Ibidem.
125 Ibidem.
126 Reporte de S. Welles al secretario de Estado Hughes, del 2 de junio de 1924, citado por WRIGHT, Th., P., op. cit., p.
222.
127 Ibidem.
92
civil. Mientras tanto, Honduras conocería los efectos de la crisis mundial y un vivo incre-
mento de la protesta social.
La prensa liberal de Tegucigalpa haría eco de tales ideas. Así, en 1912, uno de los líde-
res de la organización de los mineros "La Fraternidad", de San Juancito, escribía en El
Nuevo Tiempo:
Samuel Smiles, inglés, nos pinta la manera cómo diversas sociedades obre-
ras de Inglaterra se han levantado de un nivel muy bajo hasta el grado de
que sus miembros llegan a convertirse en capitalistas industriales y hombres
de negocios, en mayor o menor escala; todo ello debido, según él, a la previ-
sión con que aquellos han sabido acumular y dar buena inversión a sus pe-
queños salarios.130
128 V MEZA, Historia del movtmtento obrero hondureno, Tegucigalpa, 1981, p. 6. Un recuento más completo de las socie-
dades artesanales hondurenas se encuentra en: Mano POSAS, Las sociedades artesanales de Honduras, Escuela Su-
perior del Profesorado, Tegucigalpa, 1978.
129 G GARCIA, Páginas de tucha, Tegucigalpa, 1981, pp. 82-83. La vida política de Gránela García está descrita amplia-
mente en la obra de RINA VILLARS Porque quiero seguir viviendo, habla Graciela García, Editorial Guaymuras, Tegu-
cigalpa, 1990.
130 £1 Nuevo Tiempo, Tegucigalpa, del 15 de octubre de 1912.
93
La evolución del movimiento obrero a partir de las sociedades mutuales es más o me-
nos semejante en los cinco países de América Central. El "Primer Congreso Obrero de
Centroaménca" se realizó en San Salvador el 5 de noviembre de 1911 La primera Federa-
ción Obrera de Honduras, la FOH, fue fundada en Tegucigalpa en 1921,131 en el curso del
mismo año, la reunión de las federaciones obreras de Centro América dio nacimiento a la
Confederación Obrera de Centro América, COCA, que tuvo su primera sede en Tegucigalpa
La misma estaba asociada a la Confederación Obrera Panamericana, COPA, constituida en
1918 bajo la dirección de la American Federation of Labor132 Sin embargo, los obreros de las
plantaciones bananeras no estaban agrupados en esas organizaciones, el control severo y
la represión impuesta por las autoridades hondurenas, sumados a la política particular de
las compañías bananeras, impidieron o abortaron, como lo veremos, toda tentativa de or-
ganización obrera en esa mdustna.
Esas huelgas tenían siempre como objetivo principal el mejoramiento de los salarios y
de las condiciones de trabajo, en ciertos casos, los obreros reclamaban también la condena
de los abusos cometidos por los funcionarios extranjeros ubicados por las compañías en
los puestos de dirección Las acciones de protesta del movimiento obrero fueron general-
mente reprimidas por el ejército hondureno, que respondía en cada caso a los requerimien-
tos de tales compañías Según Víctor Meza, la huelga que estalló en 1909 en el mineral de
San Juancito, para reclamar mejores salarios, fue reprimida violentamente por el ejército,
seis dirigentes fueron apresados y uno de ellos gravemente herido ш
131 El Consejo Directivo de dicha organización estaba integrado por Encarnación Martínez, Alfonso Brenes Solano y
Santiago Durón Domínguez Véase G GARCIA ,σρ at, ρ 83
132 V MEZA , op at, pp 15,17 y 32
133 V M E Z A . o p a t . ^ S
94
estadounidense ganaba 5 pesos oro. La huelga estalló espontáneamente, sin organización
previa. Los obreros, decía El Nuevo Tiempo, no tenían ni recursos económicos, ni organiza-
ción adecuada.134
Los huelguistas contaban con el apoyo de la comunidad de San Juancito. Por la noche,
los trabajadores organizaban manifestaciones que iban en pequeños grupos por las calles,
con el fin de hablar a la gente y popularizar su huelga. Esas manifestaciones no alteraron
el orden público y no hubo actos de violencia contra la compañía minera. Sin embargo, los
trabajadores no lograron obtener satisfacción a ninguna de sus reivindicaciones. A pesar
de todo, decía El Nuevo Tiempo: "Los obreros hicieron sentir al menos la fuerza de su opi-
nión colectiva". En cuanto a las pérdidas incurridas por la compañía a causa de la huelga,
el periódico las estimaba en alrededor de 100,000 dólares.135
95
En 1920 fueron los obreros de la Vaccaro Brothers Company, en La Ceiba, los que se pu-
sieron en huelga. El objetivo de los huelguistas, según un funcionario del Ministerio de
Gobernación y Justicia de Honduras, era obtener mejoras salariales y una disminución de
las horas de trabajo. El funcionario agregaba que la huelga no era de carácter "bolchevi-
que", que los huelguistas eran hondurenos y que la autoridad responsable había tomado
las medidas requeridas para prevenir todo acto de violencia. Durante el desarrollo de esta
huelga, el gobierno hondureno decretó el Estado de Sitio sobre la Costa Norte del país.139
Esta huelga, que duró cerca de un mes y por cuya causa el Estado hondureno dejó de
percibir alrededor de 200,000 pesos plata en concepto de derechos aduaneros sobre impor-
tación y exportación y otros impuestos, fue -según el autor salvadoreño Juan José Fernán-
dez- la primera gran huelga efectuada en Centro América, no sólo por el número de huel-
guistas, más de mil, según él, sino también por su duración y por los daños que produjo a
la compañía bananera. El tráfico de las embarcaciones que transportaban la fruta a Europa
y los Estados Unidos fue paralizado y gran cantidad de racimos de bananos fueron des-
truidos por los huelguistas. Los obreros -según ese autor- apenas lograron que la compa-
ñía les aumentara a 0.09 el valor de cada racimo de banano cortado.140
En 1925, un nuevo conflicto estallaba entre los obreros de la Cuyamel Fruit Company, en
las instalaciones del ingenio azucarero de La Lima, localidad próxima a los centros de
producción de bananos de la misma compañía. El movimiento fue realizado en un am-
biente de hostilidad contra los Estados Unidos. La intervención militar estadounidense de
1924, realizada bajo el pretexto de defender los intereses y las vidas de los ciudadanos
estadounidenses durante la guerra civil de ese año, que implicó la ocupación de la capital
hondurena por los marines de Estados Unidos, sumada a la actitud represiva de las com-
pañías bananeras, manifestada especialmente en las restricciones salariales, fueron hechos
que condujeron a nuevas huelgas.
La huelga estalló en febrero de 1925. Las reivindicaciones presentadas por los huelguis-
tas fueron resumidas así por el conciliador nombrado por el gobierno, el general Francisco
Martínez Fúnez: 1) Jomadas de trabajo de ocho horas; 2) aumento de los salarios de mane-
ra que los mismos fueran de dos dólares por día; 3) reducción del 25% del precio de las
139 Correspondencia entre los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Gobernación y Justicia, agosto-septiembre de 1920; ci-
tada por V. MEZA, op. cit., p. 26.
140 J. J. FERNANDEZ., Us huelgas, San Salvador, 1920, pp. 116-118.
141 A.N.W., Records of the Department of State. Relating to the Internal Affairs of Honduras, 1910-1929, roll № 16, del 2 de
octubre de 1924.
96
mercancías vendidas en los comisariatos de la Cuyamel Fruit Company.1*2 El gobierno hon-
dureno autorizó la represión de la huelga; la Cuyamel Fruit Company no cedió ante las rei-
vindicaciones esenciales de los huelguistas y el movimiento fracasó.
Otra característica de esta huelga, según los documentos consultados, es que parece
haber sido apoyada por trabajadores extranjeros de diversas nacionalidades. George P.
Waller, cónsul de los Estados Unidos en La Ceiba, comunicaba a su gobierno que algunos
extranjeros sembraban la agitación sobre la Costa Norte, que se trataba de una huelga
general, de un incremento del sentimiento antiamericano y antinegro, agregando que es-
candinavos y guatemaltecos estarían implicados en el movimiento.143
La disminución de las exportaciones de banano fue evidente durante los años de crisis
y ésta se reflejó en las importaciones, estrechamente ligadas a las actividades y necesida-
des de las compañías bananeras. El cuadro siguiente muestra la contracción del volumen
del comercio exterior hondureno. Aunque la balanza se mantuvo favorable para las expor-
142 F. MARTINEZ FUNEZ., "La huelga de mano de 1925 y mi actuación en ella", en Anales de! Archivo Nocional de Honduras,
Tegucigalpa 1969, № 7 , pp. 12-25.
143 A.N.W., Records of the Department of State... op. cit., roll № 18, marzo de 1925.
144 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932, reporte de la Legación de Bélgica en Centro América,
del 2 de octubre de 1931.
97
taciones, ello significó más beneficio para las compañías bananeras que para Hondu-
ras.145
En 1931, el gobierno de Honduras intentó resolver la crisis financiera del país contra-
tando un empréstito en los Estados Unidos. Este establecía como condición previa la reor-
ganización del sistema financiero hondureno. Según el representante diplomático de Bél-
gica en América Central:
En uno de los últimos años las compañías pagaron por exportación 170,000
pesos plata, pero sus dispensas de pago de derechos en ese mismo año as-
145 En otra parte de este trabajo hemos visto que las exportaciones de banano representaban la mayor parte de las ex-
portaciones hondurenas, mientras que la compra de equipo en el extranjero por y para las grandes compañías
bananeras, de suministros para los comisariatos, de productos de lujo para los residentes estadounidenses y las
clases ncas hondurenas, representaba lo esencial de las importaciones
146 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932, reporte de la Legación de Bélgica en Centro América,
del 25 de octubre de 1931
147 El Sol, Tegucigalpa, del 23 de abnl de 1931.
98
cendieron a 16 millones. En otro año, 1929-1930, pagaron 200.000 pesos pla-
ta; pero gozaron de exenciones por valor de 22 millones de pesos.148
Los efectos sociales nacidos de la crisis mundial afectaron sobre todo los centros de
producción capitalista de la Costa Norte. Las consecuencias de mayor repercusión fueron:
el cierre de algunos centros de producción, el aumento del número de desempleados, las
reducciones salariales y la acentuación de los sentimientos de xenofobia.
El cierre de centros de producción afectó sobre todo a las regiones explotadas por la
Cuyamel Fruit Company. En 1931 esta compañía decidió cerrar el ingenio azucarero que
poseía151 en La Lima y sus plantaciones bananeras de Cuyamel y Omoa. Esta decisión pro-
vocó la disgregación social y el abandono masivo por la población obrera de los centros
urbanos establecidos alrededor de las plantaciones bananeras. El semanario El Marino, de
Puerto Cortés, comentaba así el abandono de Cuyamel y Omoa:
El paro de varios miles de obreros era corriente a fines de 1930. Un reporte del Encar-
gado de Negocios de los Estados Unidos en Tegucigalpa informaba sobre despidos masi-
vos en la Cuyamel Fruit Company (2,000 obreros), la presencia de numerosos desempleados
en la Costa Norte y un inquietante incremento de la violencia.153 El semanario El Progreso,
en un reportaje sobre el aumento del desempleo en el Norte del país, afirmaba que en 1931
el número de desempleados se elevaba a 10,000. Según este periódico:
99
La noticia más alarmante de la presente crisis, según datos fidedignos, es
que desde Cuyamel, Tela, Progreso y Trujillo, han quedado diez mil hom-
bres sin trabajo, no contando con los desocupados en la zona de la Standard
Fruit Company.154
Aparejados con la crisis, los sentimientos de xenofobia se desarrollaban entre los obre-
ros hondurenos. Tales sentimientos existían ya a principios de este siglo, pero en lo suce-
sivo se habían exacerbado por la práctica de las compañías bananeras de utilizar trabaja-
dores afrocaribeños de habla inglesa como "rompe huelgas". Algunos periódicos regiona-
les y aún algunos de la capital reflejaban ese estado de ánimo, próximo al racismo, que
reinaba en los sectores populares. El corresponsal en Tela de El Sol, por ejemplo, reclama-
ba del gobierno la toma de medidas de control sobre una "inmigración de nuevo tipo", la
que no se limitaba a los obreros afrocaribeños. A mediados de junio de 1931, El Sol escribía
lo siguiente:
El contexto social en el que esas organizaciones se crearon estaba determinado por sen-
timientos e ideas antiimperialistas. Desde el punto de vista ideológico, el movimiento
antiimperialista centroamericano era más próximo del nacionalismo que del comunismo.
Sin embargo, los adeptos de la corriente antiimperialista-nacionalista, especialmente los
intelectuales liberales, no practicaban una política de partido, pues no consideraban la
organización popular como medio para acceder al poder político.156
154 El Progreso, semanano de la ciudad del mismo nombre, del ÍS de abnl de 1931
155 E/ Sol, Tegucigalpa, del 1 de junio de 1931
156 Algunos intelectuales de la época interpretaban la conducta poKbca de los Estados Unidos en Centro América como
una conducta imperialista que ponía en peligro la independencia y la soberanía de estos países Este hecho exacer-
baba sus sentimientos nacionalistas y los convertía en abanderados del antumpenalismo Sin embargo, esto no los
llevó nunca a hacer de su antiimpenalismo un acto de adhesión al movimiento comunista internacional A princi-
pios de la segunda década de este siglo, esos intelectuales concebían el socialismo de modo vago e ingenuo, hacien-
do de éste una mezcla de redentonsmo, utopismo socialista y liberalismo político Uno de ellos, S Salgado Lozano,
consideraba que- "El triunfo del socialismo tendrá como consecuencia inmediata la libertad política y religiosa, es
dear manifestar por medio de la palabra hablada y esenta lo que se quiera, asociarse sin ninguna limitación, reurur-
200
El antiimperialismo nacionalista permanece, con excepción del movimiento sandinista
en Nicaragua, limitado a los sectores intelectuales, los que utilizaban la prensa liberal
como medio de expresión y lucha. Esas características lo distinguían del antiimperialismo
identificado ideológicamente con el comunismo, que fundamentaba su lucha en la organi-
zación popular, constituyendo un partido que aspiraba a la conquista del poder político.
Las organizaciones comunistas creadas en el curso de los años veinte se adherían a los
principios de la IIIa Internacional o Komintern (1919-1943), una organización que, antepo-
niendo las tesis del marxismo revolucionario a las del socialismo reformista, intentaba
extrapolar el modelo bolchevique a escala internacional, estableciendo con ello las bases
para sincronizar los intereses del movimiento comunista internacional con los del Estado
Soviético.157 Las resoluciones de los diferentes congresos de la IIIa Internacional eran cana-
lizadas por medio de organizaciones mundiales de trabajadores, como la Internacional Sin-
dical Roja o Profintern y el Socorro Rojo Internacional, organizaciones de masas adscritas a la
Internacional y que mantenían relaciones con los dirigentes de las organizaciones comunis-
tas de América Central.
El antiimperialismo practicado por esas agrupaciones tenía, por esa vía, un contenido
intemacionalista que vinculaba la lucha obrera local al movimiento comunista internacio-
nal. En Honduras, las primeras organizaciones marxistas, datan de los años veinte. Algu-
nos periódicos, particularmente los de la capital, hablaban abiertamente de la difusión de
las ideas marxistas entre los artesanos y los obreros de la Costa Norte. El Cronista, por
ejemplo, escribía en J926:
En lo que a Honduras concierne, diremos que hace algún tiempo que se gas-
ta literatura periodística para soliviantar a los trabajadores contra las compa-
ñías americanas de la Costa Atlántica. Pero el bolchevismo no puede prospe-
rar mucho por la despoblación del resto del territorio. Aquí cada aldeano
conserva la independencia que le proporciona su pedazo de tierra o el sala-
rio que le garantiza la existencia. ¿Qué más le daría el bolchevismo al aldea-
no hondureno?158
101
Internacional y sus miembros siguieron fielmente las consignas dadas por los diferentes
congresos de esa organización.160
La actividad del Partido Comunista en sus primeros años de existencia estuvo centra-
da, especialmente, en la organización de los trabajadores de las plantaciones bananeras de
la Costa Norte en sindicatos obreros, habiendo organizado, en 1929, la Federación Sindical
Hondurena (FSH) durante el Primer Congreso Obrero-Campesino, realizado en el puerto
de Tela el primero de mayo de ese año.161
Las formas de lucha adoptadas por esta organización, entre otras, mítines, manifesta-
ciones callejeras, distribución de manifiestos, folletos y periódicos antiimperialistas, así
como los paros pacíficos y las huelgas, buscaban crear agitación política, desarrollar un
espíritu antiimperialista entre los obreros y, además, fortalecer entre ellos la conciencia de
clase.162 La huelga fue el medio de lucha más frecuentemente empleado por esta organiza-
ción obrera, como instrumento de presión para la conquista de susreivindicaciones.Las
huelgas estallaron en varias ocasiones en los campos bananeros de la Costa Norte a inicia-
tiva de la FSH, entre 1929 y 1932. La mayoría de éstas fueron reprimidas por las fuerzas
militares hondurenas, o amenazadas por la presencia en los puertos hondurenos de la re-
gión de naves de guerra de los Estados Unidos.163
102
caciones inmediatas de los trabajadores agrícolas y forestales, patrocinado por la Interna-
cional Sindical Roja, se había celebrado en 1929. Este se había pronunciado en favor de una
reorganización del movimiento sindical revolucionario de América Latina y sus resolucio-
nes al respecto fueron reproducidas por El Trabajador Hondureno, vocero de la FSH en Te-
gucigalpa.165
El dirigente obrero hondureno agregaba, por otra parte, que los obreros de Honduras
debían imitar -en lo que a la organización sindical se refiere- el ejemplo de la "Rusia obre-
ra", donde 23 grandes sindicatos de industria agrupaban 11,000.000 de trabajadores. Si-
guiendo las instrucciones de la Internacional Sindical Roja, la FSH inició la organización de
sindicatos obreros, campesinos y femeninos. Según El Trabajador Hondureno, el primer sin-
dicato de trabajadores agrícolas de Honduras fue organizado por Juan S. Barahona en
1929, en el campo Santa Inés, una de las plantaciones de la Standard Fruit Company.™
De acuerdo con lo señalado por algunos dirigentes de esa federación obrera, la organi-
zación de los trabajadores del campo y la ciudad en sindicatos, los que a su vez se agrupa-
rían en una central sindical única, no sólo buscaría la unidad de los asalariados en un solo
frente, sino también la socialización de los medios de producción. Estos propósitos eran
declarados explícitamente en un artículo publicado por El Trabajador Hondureno y firmado
por María Quiñónez, dirigente del sindicato femenino La Fraternidad, de La Ceiba, el cual
señalaba: "Hay que sindicalizar el campo para que formando el frente único de obreros y
campesinos sea posible entrar en posesión y socializar los medios de producción".167
Bajo la influencia de esas ideas, la FSH lanzó, en agosto de 1929, su consigna "Al cam-
po, compañeros", la cual expresaba las esperanzas que los dirigentes de esta organización
depositaban en las "fuerzas campesinas" (léase trabajadores agrícolas) para llevar a cabo
lo que ellos denominaban la "revolución social". Sin embargo, el fundamento de esta con-
signa no era necesariamente la realidad hondurena de aquel momento; ésta se remontaba
-por el contrario- a un simple slogan similar: "de cara al campo", utilizado en su momen-
to por el Partido Comunista de la Unión Soviética, según El Trabajador Hondureno: ".. .ésta
fue la consigna que dieron los destacados dirigentes de la revolución proletaria. Que ahora
esa sea nuestra consigna".168
103
Tanto los obreros de la Standard Fruit Company como los de la Tela Railroad Company,
habían presentado a sus patronos pliegos de peticiones donde ésta y otras demandas eran
contempladas. En el primer caso, los trabajadores efectuaron en La Ceiba un paro pacífico
de labores bajo la consigna "ocho horas de trabajo sin un centavo menos de salario". La
Standard Fruit Company aceptó negociar con sus trabajadores, se firmó un contrato provi-
sional en el que se acordó que la compañía pagaría la novena hora de trabajo con el doble
de su valor. Los dirigentes de la FSH consideraron que este acuerdo favorecía a la compa-
ñía y lo interpretaron como una derrota temporal de la lucha emprendida.170
Los reportes hechos al Departamento de Estado de los Estados Unidos por el Encarga-
do de Negocios en Tegucigalpa y por los vice-cónsules de ese país en Puerto Cortés, Puer-
to Castilla, Tela y La Ceiba, registran la ascensión de las actividades comunistas sobre la
Costa Norte del país. La documentación consultada pone en evidencia que los movimien-
tos huelguísticos suscitados en esa época, eran provocados por extranjeros de diversas
nacionalidades. Esos documentos evidencian también el recurso frecuente que las compa-
ñías bananeras hacían de la intervención del ejército hondureno y de sus llamados, no
menos frecuentes, a los representantes diplomáticos de los Estados Unidos apostados en
las regiones donde el capital de ese país estaba presente.
t o Шет.
171 A.N.W., Records of the Department of State... up. at., 1930-1939, box 5500, del 13 de junio de 1930.
104
to, uno o dos barcos de guerra de los Estados Unidos deberían trasladarse a Puerto Cortés,
Tela y La Ceiba.172
Una firme intervención del gobierno hondureno impidió la propagación del movi-
miento; la Ley Marcial fue proclamada en Atlántida, Cortés, Colón y Yoro, cuatro de los
cinco departamentos del Norte del país. Según la Legación de los Estados Unidos en Tegu-
cigalpa, la Ley Marcial había sido decretada por treinta días; los comunistas que incitaban
a la huelga habían sido arrestados y los mítines habían cesado. No se precisaba, pues, con-
siderar el envío de naves de guerra. Según la misma fuente, durante los meses de junio y
julio algunas decenas de comunistas de diferentes nacionalidades, cubanos, mexicanos y
salvadoreños, fueron expulsados del país; algunos hondurenos fueron arrestados y encar-
celados.173
Siempre a fines de 1930, nuevos despidos fueron decretados por las compañías
bananeras, decisión que provocó nuevas huelgas. El representante general de la United
Fruit Company en Honduras, Walter Tumbull, comunicaba al representante diplomático de
los Estados Unidos en Tegucigalpa que su compañía había decidido reducir fuertemente la
producción, lo que implicaría el despido de 2000 obreros. El agregaba que estaba preocu-
pado a causa de la llegada a Honduras de agitadores provenientes de Cuba, Guatemala y
México; temía que algunos desórdenes siguieran al despido de los obreros.176 Una huelga
172 A.N W, Records ofthe Department ofState., op cit., 1930-1939, box 5491, del 14 de jumo de 1930
173 Ibidem, box 5489, del 27 de junio de 1930
174 El secretario del Ku-Klux-Klan hondureno, en nota dirigida al periódico El Sol de Tegucigalpa, señalaba que esa or-
ganización secreta había sido fundada en San Pedro Sula el 29 de febrero de 1930 y que tenía como objetivo acabar
con la criminalidad que a diano amenazaba a la ciudadanía Proteger la sociedad es nuestro objetivo -agregaba la
nota- aún si con ello ponemos en peligro nuestra propia vida, "puesto que así lo hemos jurado" El Sol, Tegucigalpa,
del 16 de diciembre de 1930
175 Ibidem, del 22 de diciembre de 1930.
176 A N Wv Records of the Department of Stale op at, 1930-1939, box 5503, del 21 de noviembre de 1930.
205
general estalló en abril de 1931 en la Tela Railroad Company, en Tela. La agencia de noticias
Prensa Asociada (AP) presentaba la situación de la manera siguiente:
Lo mismo sucedió con ocasión de una huelga en la Trujillo Railroad Company. La huelga,
que había comenzado a fines de 1931, concluyó a mediados de abril de 1932. El presidente
Mejía Colindres había designado para restablecer el orden a su secretario militar, el general
Cisneros. El mismo se presentó en Trujillo, acompañado del coronel Cubas Turcios, Co-
mandante de Armas de San Pedro Sula, y de Walter Tumbull, representante de la United
Fruit Company en Honduras. Bajo la instigación de esta compañía, el general Cisneros hizo
aprehender por la fuerza y dispersar, casi por todas partes en la región, a varios centenares
de trabajadores (700 según la prensa local). El representante diplomático de los Estados
Unidos en Tegucigalpa, de cuyo informe hemos extraído los hechos precedentes, comen-
taba la intervención del ejército hondureno diciendo que tales métodos, aunque arbitra-
rios, eran los únicos que podían devolver el orden.180
206
El desarrollo de la organización comunista, particularmente en la Costa Norte, se evi-
dencia aún más con la designación del secretario general de ese partido, Manuel Cálix
Herrera, como candidato presidencial del Bloque Obrero-Campesino en las elecciones
presidenciales de 1932.181 El vice-cónsul estadounidense en Tela señalaba, el 11 de junio de
1932, que un documento proveniente de San Pedro Sula presentaba la candidatura de
Manuel Cálix Herrera a la presidencia de la República. Ese comunista, agregaba el reporte,
estaba exiliado en Islas de la Bahía, después de la huelga de enero. Se trataba, en este caso,
del primer candidato presidencial de los obreros y los campesinos en la historia de Hon-
duras.182 Por su parte, el representante diplomático de Bélgica en América Central, infor-
maba también de esta candidatura a su gobierno:
181 La organización de ил "Bloque Obrero Campesino" o de un "Frente Unico" del proletariado, formaba parte de la es
trategia de lucha del Komintern contra el capitalismo en diferentes partes del mundo El término "Frente" servía para
designar diferentes formas de alianzas de clases y de comentes políticas, cuyo propósito era realizar un objetivo de-
terminado, aunque transitorio, en el marco de la estrategia del Partido Comunista Los comunistas hondurenos co-
nocían las resoluciones de la Ш' Internacional al respecto y eran fieles en su cumplimiento. Un artículo publicado
por £1 Trabajador Hondureno reproducía casi textualmente una de esas resoluciones en 1929, ésta señalaba que "Se-
gún las condiciones locales conviene recomendar la concertación de pactos de solidaridad, creación de comités, o la
de un Bloque Obrero y Campesmo, para la defensa común de las reivindicaciones proletarias y exigencias revolu-
cionarias agrarias y para la lucha contra la reacción y el imperialismo" En ese contexto fue organizado el Bloque
Obrero Campesino de Honduras, cuya primera actividad consistió en la organización de la Federación Sindical Hon-
durena, la cual, tres años más tarde, serviría de soporte para el lanzamiento de la candidatura presidencial de Ma-
nuel Cálix Herrera Véase G LABICA y G. BENSUSSAN., Dictionnaire critique du marxisme. Pans, 1985, pp. 493-496,
y Ei Trabajador Hondureno, Tegucigalpa, del 15 de octubre de 1929.
182 Foreign Relations of tlie United States, 1932, Vol V. The American Republics, pp 712-713, reporte de К Stout, vice-consul
en Tela, al secretano de Estado, del 11 de jumo de 1932. Este funcionario agregaba que durante las elecciones muni
cipales de 1931, en el puerto de Tela, un "Labor Party" había obtenido 82 votos de un total de 1366
183 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932, reporte de la Legación de Bélgica en Centro América,
del 25 de octubre de 1932.
107
108
Capítulo V
Dictadura y "apertura"
(1933-1954)
1. Las elecciones de 1932 y la llegada al poder del general Tiburcio Carias Andino
Las elecciones de 1932 tenían una importancia particular, tanto para Honduras como
para las otras repúblicas Centroamericanas y los Estados Unidos. Las repercusiones de la
cnsis mundial de 1929 habían afectado a la región en su conjunto, provocando dificultades
económicas y políticas.
En 1932, por otra parte, habría elecciones en Nicaragua, Costa Rica y Honduras. En El
Salvador, una insurrección campesina dirigida por el líder comunista Farabundo Martí,
estalló a principios de ese mismo año y provocó una masacre de grandes proporciones
contra la población civil.1 En Nicaragua, los guerrilleros Sandinistas infligían algunas de-
rrotas a las tropas de ocupación de Estados Unidos.2 Mientras en Guatemala el gobierno
del general Jorge Ubico reprimía un intento de insurrección comunista.3
1 Larepresióncontra los insurgentes provocó, según algunos autores, de 10,000 a 30,000 muertos. Cfr PEREZ
BRIGNOLI, H , Breve historia de Centro América, Madrid, 1985, ρ 86
2 Desde 1912, Nicaragua se hallaba bajo la ocupación militar estadounidense (ver el Capitulo I de este trabajo). En la
década siguiente, el general nacionalista Augusto César Sandino lanzó una insurrección en los departamentos sep-
tentrionales del país, la que se extendió rápidamente hasta la Costa Atlántica Los Estados Unidos se ocuparon en
vano en combatir este movimiento En 1928, el célebre aviador estadounidense Charles Lindbergh efectuó una vi-
sita a los países de Centro América y, según fuentes diplomáticas, habría servido de explorador y gula para los
aviadores militares de su país que más tarde combatirían en Nicaragua a las tropas Sandinistas. La "pacificación"
de Nicaragua no pudo ser llevada a cabo por las tropas de ocupación, en su lugar organizaron una Guardia Nacional,
a cuya cabeza se encontraba Anastasio Somoza García Fuente AMAEB, Correspondence Politique Amérique Centrale
1990-1929 y 1930-1932, reportes de la legación de Bélgica en Centro América, del 16 de febrero de 1928 y 25 de octu-
bre de 1931
3 Según ciertos documentos obtenidos por la policía guatemalteca, tras la captura de un grupo de conspiradores, una
insurrección comunista debía estallar simultáneamente hacia el 20 de enero de 1932 en Guatemala y El Salvador
Esos documentos revelaron una estrecha relación entre agrupaciones comunistas de Centro América y la Unión
Soviética Fue establecido, entre otros, que vanos de los líderes arrestados habían efectuado, en 1931, un viaje a la
U R SS, los conspiradores fueron juzgados y condenados, unos a muerte y otros a largos años de prisión Entre los
condenados a muerte se encontraba Juan Pablo Wainwnght, activista del Komintern y uno de los fundadores del
Partido Comunista de Honduras Fuente AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932, reporte de
la legación de Bélgica en Centro América, del 31 de enero de 1932. Véase igualmente, MEZA, V,op cit ,p 18
109
En Honduras, las elecciones presidenciales y legislativas habían sido convocadas para
el 30 de octubre de 1932, en las mismas se elegiría al presidente de la República y a 42 di-
putados al Congreso Nacional, para el período 1932-1936. Los partidos contendientes eran
el partido Nacional, cuyo candidato presidencial era el general Tiburcio Carias Andino; y
el partido Liberal, representado por Angel Zúñiga Huete. Ambos líderes eran considera-
dos como «caudillos» de sus respectivos partidos.
Del candidato del partido Nacional, el ministro de los Estados Unidos en Tegucigalpa,
Julius Lay, escribía lo siguiente: «Carias es principalmente indio, con las características del
indio hondureno, que es un tipo de indio muy bajo (...) Carias no es inteligente».4 Mientras
Harold Bernard, Encargado de Negocios de Bélgica en Centroamérica, describía al candi-
dato liberal así: «... una fuerte personalidad, dotada de un sentido agudo de orientación,
pero desprovista de escrúpulos y que no vacilaría en adoptar medidas violentas para lle-
gar a sus fines».5
La confrontación de esos dos líderes políticos hacía prever a los observadores de la si-
tuación política hondurena la posibilidad de una guerra civil, dada la intransigencia de los
dos candidatos. La posibilidad de una guerra civil estaba ligada, por otra parte, a la «doble
vida» de la política hondurena de esa época, la que por una parte estaba reglamentada por
un sistema de elecciones y de representación parlamentaria, calcado de ciertos modelos
europeos; pero por otra, ese sistema coexistía y hasta era determinado por un trasfondo de
«caudillismo» y de clientelismo político, lo que producía anarquía cada vez que se presen-
taba una nueva elección presidencial. Los beneficiarios del sistema esperaban, desde lue-
go, conservar sus privilegios, por la misma razón estaban dispuestos a todas las manipu-
laciones antes de las elecciones, y a todas las insurrecciones después.
El «padrinazgo» de las compañías bananeras agravaba la situación. Cada una tenía sus
respectivos "protegidos políticos", a los que les prestaba ayuda económica. La United
Fruit Company, por ejemplo, sostenía a la facción conservadora del general Carias en el
partido Nacional; mientras la Cuyamel Fruit Company apoyaba a las facciones moderadas
del partido Liberal. Así se acentuaba, no sólo la falta de consenso político del país, sino
también la división interna dentro de cada partido.
A esto se sumaba la frecuente injerencia del gobierno de Estados Unidos por medio de
su representación diplomática en Tegucigalpa. Injerencia que se volvía más frecuente en la
medida en que la misma era reclamada, unas veces por el gobierno hondureno, otras por
las compañías bananeras, y aún por los mismos partidos políticos hondurenos, como he-
mos visto en otras partes de este trabajo.
4 ANW, Records of the Department of State..., op. cit., 1039-1939,reportedel ministro J. Lay al secretario de Estado, del
3 de marzo de 1933.
5 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932,reportede la legación de Bélgica en Centro América,
del 25 de octubre de 1932.
110
En 1932, el partido Nacional temía un fraude electoral organizado por el presidente
saliente, el liberal Vicente Mejía Colíndres.' Lo que más temían era, sin embargo, el poder
militar y la fuerza coercitiva de los comandantes de armas, en tanto que los principales
cuarteles del país estaban bajo el mando de jefes liberales. Los liberales, por su parte, te-
mían un fraude electoral organizado por el partido Nacional por medio de la falsificación
de documentos en las municipalidades, el 80 por ciento de las cuales estaban en manos de
ese partido desde las elecciones municipales de 1931.7
Las agudas disputas entre los dos partidos hacían que la campaña electoral se desarro-
llara en un ambiente de inseguridad, ambiente que era agravado por la crisis económica
que se vivía en Honduras en esos años. La legación de Bélgica en Centro América, de
acuerdo con algunos periódicos de Tegucigalpa, señalaba:
Las elecciones tuvieron lugar el 30 de octubre y el partido Nacional obtuvo una aplas-
tante victoria, obteniendo la mayoría en 14 de los 17 departamentos del país. Para impedir
que ese partido asumiera el poder, los militares liberales, jefes de los cuarteles más impor-
6 Foreign Relations of the United States, 1932; Vol. V, de J. Lay, ministro en Tegucigalpa, al secretario de Estado, del 14 de
septiembre de 1932.
7 Ibidem.
8 ibidem.
9 Ibidem.
10 AMAEB, Correspondance politique Amérique Centrale 1930-1932, reporte de la legación de Bélgica en Centro América,
del 25 de octubre de 1932.
11 Ibidem, ver igualmente Foreign Relations of the United Slates, 1932, Vol. V., The American Republics, pp. 715-720, reportes
del ministro ]. Lay al secretano de Estado, del 14 al 28 de octubre de 1932.
Ill
tantes del país, se sublevaron el 12 de noviembre, provocando la última guerra civil en la
historia de Honduras.12 Un periódico de Bruselas, Le Soir, en su edición del 16 de noviem-
bre, informaba que una revolución había estallado sobre la costa septentrional de Hondu-
ras y que los insurgentes se habrían apoderado de San Pedro Sula, Trujillo, La Ceiba y La
Esperanza. 13 La rebelión, que parece haber comenzado en San Pedro Sula -agregaba el
periódico belga- ha sido provocada por algunos partidarios descontentos del candidato
liberal Angel Zúñiga Huete, violentos combates habían tenido lugar entre las tropas gu-
bernamentales y los rebeldes.14
El levantamiento era dirigido por los generales José María Reina, Justo Umaña y José
María Fonseca, entre otros. Los rebeldes fueron derrotados en varias ocasiones por las tro-
pas leales al gobierno, apoyadas por algunos grupos armados organizados por el partido
Nacional. Sin embargo, desde que una ofensiva liberal era sofocada, otros centros rebeldes
hacían su aparición en diferentes regiones del país. Uno de los jefes de la rebelión, el gene-
ral José María Reina, se hizo proclamar presidente provisional de la República en
Amapala. La presencia de focos revolucionarios de liberales hondurenos y de Sandinistas
nicaragüenses, en la frontera entre ambos países, hacía sospechar a algunos representantes
diplomáticos y a la prensa, que existía un vínculo entre ambos grupos, lo que le daba a la
situación hondurena una connotación centroamericana. Según el Encargado de Negocios
de Bélgica:
Si ésta revolución fuera a ser coronada por el éxito, es de temer que el gene-
ral Sandino elevaría considerablemente sus pretensiones en Nicaragua y que
podría obtener la ayuda y la asistencia de Honduras; en caso de fracaso de la
revuelta hondurena, las filas de sus mercenarios se encontrarían probable-
mente reforzadas por los revolucionarios vencidos en Honduras (...). Mere-
ce ser señalado que las tropas del general Sandino atravesaron la frontera
hondurena e hicieron causa común con los rebeldes de Honduras en la re-
gión de Danlí, limítrofe con la República de Nicaragua.15
112
tamo fue otorgado.16 La revuelta de 1932 fue aplastada definitivamente en febrero de 1933
y el gobierno del general Tiburcio Carias fue establecido el mismo mes.
Caudillos políticos o militares como Manuel Bonilla, Rafael López Gutiérrez, Vicente
Tosta, Gregorio Ferrera y Tiburcio Carias Andino, dominaron ampliamente la historia
política de Honduras durante los primeros treinta años de esta centuria.18 En el caso del
general Tiburcio Carias Andino, ese dominio se prolongó hasta los últimos años de la dé-
cada de 1940. El general Carias, por otra parte, fue un protagonista permanente en las lu-
chas por la conquista del poder político en Honduras desde la revolución de 1894, hasta su
último intento de reconquistar la jefatura del Estado en 1954.
16 ANW, Records of the Department of State ..., op. at., 1930-1939, box 5491,reportedel 10 de enero de 1933.
17 MANUEL G. ZUNIGA, Dalos biográficos del Pod. H.Masón General Terencio Sierra GR.. 33, Tegucigalpa, 2a. ed., 1950,
p. 17. Sierra gobernó el país en el período 1899-1902. Otro autor sostiene que durante el período 1894-99 el presiden-
te Policarpo Bonilla le dispensó a Sierra toda clase de honores, nombrándolo general en jefe de la revolución que
aquél acaudillara en 1892, luego lo nombró vice-jefe del partido Liberal, ministro de Guerra, vice-presidente de la
República y más tarde ministro plenipotenciario en El Salvador. Véase: Adán C. VIRGILIO., "Manuel Bonilla y Au-
gusto C. Coello, rasgos biográficos", en: La Bandera Liberal, 9 de mayo, Tegucigalpa, 1907, № 5, pp. 3-4.
18 Manuel Bonilla gobernó el país en dos ocasiones, la primera entrel903 y 1907; y la segunda desde 1910 hasta su
muerte en 1913, como ya se vio en el primer capítulo de este trabajo. Rafael López Gutiérrez gobernó desde 1919
hasta su muerte en 1924. Vicente Tosta ejerció el poder brevemente y de forma provisional desde la conclusión de la
revolución de 1924 Gregorio Ferrera nunca conquistó el poder, pero fue un caudillo notorio en la región occidental
de Honduras, desde donde incidía en los asuntos políticos del Estado, sus constantes levantamientos lo convirtieron
en una figura prominente de la historia política de Honduras de esos años. Véase: R. OQUELI, "Gobernantes hondu-
renos durante el presente siglo", en: Economía Políbca, Tegucigalpa, julio-septiembre, 1972, pp. 27-29.
113
El estudio de la forma más acabada del caudillismo militar en Honduras, concretada
en la dictadura de 16 años ejercida por el general Carias Andino, es también un contexto
válido para explicar los cambios que se produjeron en el Estado Nacional durante ese
período.
Unas décadas atrás, el historiador hondureno César Lagos sostenía que el caudillismo
imperante en la política nacional, así como la escasa participación popular en la toma de
decisiones políticas que afectaban a toda la nación, eran el resultado de la ausencia de
partidos políticos "auténticos" en Honduras. Según Lagos:
114
dos los derechos, y los que padecen, en su desesperación se ven nuevamente
impelidos a la guerra.21
Este mismo autor consideraba que la característica más importante de las "facciones
políticas" era que sobreponían el interés particular de un grupo al interés general de la
nación, y con dicha conducta "corrompen la sociedad... y sobre todo arruinan a la pa-
tria".22
En los años 1932-1933, el papel de los comandantes de armas pareció ser decisivo para
el destino del país, lo cual se manifestó durante la llamada "revuelta de las traiciones",
cuando los comandantes de armas pertenecientes al Partido Liberal se negaron a entregar
el poder al presidente electo, Tiburcio Carias Andino, por pertenecer éste al Partido Nacio-
nal.25
215
En las últimas décadas del siglo pasado y las primeras del presente, en Honduras el
poder de las armas estaba muy por encima del poder civil. Las constantes guerras civiles,
las revueltas y sublevaciones, presentes de manera constante en el ambiente social de la
época, creaban un espíritu favorable para el militarismo, el autoritarismo y el uso de la
fuerza en la conducción del Estado y los asuntos públicos. De hecho, desde la renuncia del
presidente Soto en 1883, hasta el abandono del poder de Tiburcio Carias Andino en 1949,
fueron muy pocos los gobernantes hondurenos que prescindieron del grado de general.26
El predominio del poder militar sobre el poder civil no debe, sin embargo, interpretar-
se como si el militarismo imperante en Honduras en esos años emanaba de una institución
militar profesional, constituida y con objetivos propios. Una aproximación somera a la
situación de las "Fuerzas Armadas" de Honduras en aquel momento, nos daría como re-
sultado la visión de un cuerpo aún en formación, carente de cohesión institucional y de
objetivos claros, de hecho no existía como tal.27 D. Euraque señala, por ejemplo, que el
control del aparato militar por parte de las élites se debió a la falta de instirucionalización
de las Fuerzas Armadas, lo cual debe explicarse en el contexto de las relaciones estableci-
das entre el sistema económico del país y la formación del Estado y la sociedad civil, las
que a su vez derivaron del proceso reformista liberal.28
26 Las excepciones del período fueron· Francisco Bertrand (1913-1919), Miguel Paz Baraona (1925-1928) y Vicente Mejía
Colíndres (1929-1932).
27 La inexistencia de las Fuerzas Armadas como institución es evidente en los intentos realizados por los reformistas
liberales de 1876, cuando intentaron valerse de un grupo de exiliados cubanos residentes en Honduras en 1879,
entre ellos Máximo Gómez y Antonio Maceo, para organizar un ejército profesional. Véase R LEIVA VIVAS, Presen-
cia de Máximo Gomez en Honduras, Editorial Universitaria, Tegucigalpa, 1978, pp. 3-4, y, M. FUNES., Los Deliberantes
(El poder militar en Honduras), Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1995, pp. 44-48.
28 D. EURAQUE., La ausencia de oligarquía en Honduras y la crisis centroamericana, una interpretación histórica (en impren-
ta), pp. 135-136.
29 Ibidem.,?? 160-161.
116
conocía con el nombre de revoluciones, que según él no eran sino "revueltas" o
"montoneras", desposeídas de un contenido revolucionario auténtico. Relataba López
Pineda que una vez, al regresar él de Europa, le preguntó al general Carias Andino por
qué no había establecido la Academia Militar, a lo que el general le respondió que no lo
había hecho porque "no quiero militarizar a mi país... no he querido formar una casta
militar, un ejército profesional, un militarismo pretoriano que en otras partes se ha tomado
la facultad de derribar gobiernos".30
A pesar del largo período de gobierno ocupado por el general Carias Andino en Hon-
duras, la historia de su administración sigue siendo incompleta y adolece de muchas lagu-
nas que las investigaciones posteriores deberán llenar. Como señala D. Euraque, la mayo-
ría de los libros escritos sobre Carias antes de 1980 pueden ser categorizados como "en
favor o en contra", de lo cual los ejemplos abundan.31
Este autor sostiene que existe una serie de características que hacen atractiva la figura
misma del dictador, especialmente la prominencia nacional y la consiguiente popularidad
que precedieron a su régimen y su eventual monopolio del poder, lo que lo distinguió
entre los caudillos centroamericanos. Según D. Euraque, ningún otro dictador centroame-
ricano o caribeño de las décadas de 1930 y 1940, disfrutó de la popularidad para el ejercicio
del poder político que Carias acumuló en la década previa al establecimiento de su poder
dictatorial en Honduras.32
117
Lo primero para ellos era salvaguardar los intereses del sector exportador, al cual cada
grupo estaba vinculado. Lo segundo era que cualquier manifestación de descontento so-
cial y laboral debía ser reprimido. Y lo tercero, que las finanzas públicas debían ser restau-
radas. Esos tres propósitos de gobierno, sostiene Bulmer-Thomas, sólo podían ser logrados
por un "hombre fuerte, un caudillo", para lo cual no hacían falta candidatos en esa región.
Así, la década de 1930 se convirtió en Centroamérica en la década de los caudillos.33
Una de las características ideológicas del gobierno del general Carias era el "mesianis-
mo" con el que presentaba su mandato, como se constata en los innumerables mensajes
118
que le dirigió al Congreso Nacional durante el ejercicio de su administración; en uno de
esos discursos el general declaraba lo siguiente:
Esa forma de pensar explica que los temas más reiterados por el régimen del general
Tiburcio Carias, a lo largo de su mandato, fueran el establecimiento de la paz y el mante-
nimiento del orden interno, palabras claves de la dictadura que sirvieron para justificar su
continuidad en el poder. Un discurso pronunciado por el general Carias casi al final de su
mandato, en 1946, resume lo que él mismo había repetido en casi todos sus mensajes al
Congreso Nacional:
La paz y el orden proclamados por el gobierno del general Carias, desde el aplasta-
miento de la "revuelta de las traiciones" en 1932, no resultó del establecimiento de un
nuevo "pacto social" o de un "consenso político nacional", sino de la anulación o elimina-
ción de la oposición política por medios violentos, ilegítimos y autoritarios. Esta política de
exterminio era evidente desde el inicio mismo de la administración Carias, cuando declaró
el "Estado de Sitio" en todo el país desde el 14 de febrero de 1933, el que fue legitimado
por el Congreso Nacional con la aprobación del Decreto Ley 123.39
119
En aquella ocasión ese decreto fue justificado por la denuncia de "algunos brotes revo-
lucionarios en los departamentos", que produjeron "cierto estado de anarquía que mucho
ha entorpecido la labor pacífica de autoridades y ciudadanos" "° Un año más tarde, el pre-
sidente proclamaba la finalización de las "revueltas partidaristas" 41 En su mensaje al
Congreso Nacional del año siguiente, el presidente informaría que las condiciones del
éxito de su gobierno habían sido "orden, economía y probidad", y que el fermento de la
conspiración ya no prosperaba en Honduras a
En los años siguientes el general Carias no haría más que repetir constantemente que el
principal éxito de su administración era el mantenimiento de la paz y el orden en el país,
hasta proclamar la "inalterabilidad de la paz" de forma definitiva en 1938, reconociendo el
control absoluto del gobierno sobre todo el territorio hondureno w
Los opositores políticos del general Tiburcio Carias, especialmente los liberales y los
marxistas, denunciaron al dictador, a lo largo de su mandato, por los métodos autoritarios
y represivos utilizados para eliminar a la oposición política en Honduras Estos métodos
se concretaban en la expulsión o el exilio "voluntario" de los opositores por temor a la eli-
minación física, en la persecución y las amenazas constantes que las autoridades ejercían
contra quienes se resistían a la dominación absoluta del dictador y el Partido Nacional.
No obstante, la dictadura de Carias Andino recurrió siempre al uso de medios que le-
gitimaran y justificaran su contmuidad en el poder, de los cuales los más evidentes eran el
Partido Nacional, el Congreso Nacional de la República y la prensa escrita, sobre los que
ejercía un control absoluto. La imposición "manu militan", en las condiciones descritas,
era absolutamente innecesaria al momento de querer legitimar la continuidad del dictador
en el poder
Las reformas constitucionales fueron el medio predilecto del general Carias Andino
para prolongar su mandato en el país, un mecanismo de dominación que impuso desde
1936, cuando debía convocar a nuevas elecciones generales debido a la finalización del
período de cuatro años de gobierno para el que había sido electo La primera reforma
constitucional, efectuada el 07 de enero de 1936, decretó la continuidad de Tiburcio Carias
Andino como presidente de la República hasta 1943, mientras que una segunda reforma,
hecha en 1939, le garantizó el control del gobierno hasta febrero de 1949,44
120
policía y el ejército, eliminó el voto directo y secreto y destruyó el régimen de la autonomía
municipal mediante un decreto del 06 de marzo de 1939, amparado en tales reformas.45
El "constitucionalismo" del general Carias Andino, pese a las diferencias que muestra
con otras dictaduras del continente que ejercieron su dominio por medio de la fuerza, no
expresaba una voluntad "parlamentarista" del dictador, sino su deseo de mantener una
conducta fiel a los criterios establecidos por la política de Estados Unidos hacia la región,
la que desde 1907 se oponía al reconocimiento de gobiernos surgidos de la imposición y la
fuerza en Centroamérica.
Como hemos visto en el capítulo I de este trabajo, los tratados de 1907, y más tarde los
de 1923, suscritos por las repúblicas centroamericanas, teniendo como garantes de su cum-
plimiento a los gobiernos de Estados Unidos y México, legitimaban esta conducta del go-
bierno de Estados Unidos, a lo que cabe agregar la proclamación de la "Política del Buen
Vecino" o "New Deal" hecha por el presidente Franklin D. Roosevelt, en 1933.
Otros soportes importantes de la dictadura del general Tiburcio Carias, aparte de los
comandantes de armas y los gobernadores políticos, fueron los terratenientes y las familias
tradicionales regionales, la Fuerza Aérea, la United Fruit Company y el gobierno de los
Estados Unidos de América.
El dictador también ejercía un control absoluto sobre la Fuerza Aérea, una rama del
ejército hondureno creada por él mismo y utilizada como instrumento disuasivo contra
cualquier brote de protesta en el país. Esta fuerza estaba bien organizada y contaba con
una flotilla de aviones y pilotos, pertrechos militares y entrenamiento permanente, todo lo
cual le era proporcionado por el gobierno de Estados Unidos.
121
de la voluntad de Carias, constituyéndose de este modo en un instrumento de represión,
disuasión y amenaza permanente contra cualquier intento de rebelión contra la dictadura.
El general Carias utilizó la aviación para reprimir a sus enemigos políticos, desde la
declaración de la llamada "revuelta de las traiciones", que siguió inmediatamente a su
triunfo electoral en octubre de 1932. El presidente electo contrató los servicios de una
empresa comercial de transporte de pasajeros para bombardear algunas posiciones de sus
adversarios políticos insurrectos; por este hecho se le consideró el primer jefe de Estado de
América Latina que utilizó la aviación para combatir a sus opositores alzados en armas.46
En todo este período, a la United Fruit Company se le considerò como un Estado den-
tro del Estado, como el poder tras el trono, al que la dictadura servía sin oponer ninguna
resistencia. Los investigadores de este período de la historia de Honduras coinciden en
señalar al gobierno de Carias como un apéndice de la United Fruit Company, un instru-
mento por medio del cual la empresa bananera pudo combinar un virtual monopolio so-
bre el negocio bananero, con una evidente influencia política sobre las autoridades estata-
les hondurenas.
El origen de los vínculos entre la United Fruit Company y el general Tïburcio Carias se
remontaba a varios años atrás, cuando Carias actuó como abogado de la bananera y defen-
dió sus intereses como diputado en el Congreso Nacional. La United Fruit Company, por
122
otra parte, había sido una aliada fiel del general, desde que descubrió su ambición por
conquistar la presidencia de la República, para lo cual había reorganizado el Partido Na-
cional en 1923.
En el marco de las disputas que enfrentaban a las diferentes compañías bananeras exis-
tentes en Honduras en esa época, por obtener del Estado el mayor número posible de con-
cesiones económicas, la United Fruit Company decidió darle un apoyo permanente a la
facción del Partido Nacional encabezada por el general Tiburcio Carias.
Cuando Carias ascendió al poder, al ganar las elecciones de octubre de 1932, la United
Fruit Company había hecho una inversión económica y política de elevado rendimiento,
de la que podía esperar resultados provechosos durante la administración que presidiría
su protegido por excelencia. En Honduras, por otra parte, no era un secreto que la United
Fruit Company estaba detrás de las aspiraciones presidenciales de Carias quien, al con-
quistar el poder, complacería los deseos de su protectora.
Los mecanismos utilizados por la United Fruit Company para ejercer su dominación
sobre el Estado hondureno en este período eran muy diversos. Entre éstos deben mencio-
narse los préstamos monetarios al gobierno, el ofrecimiento de construir líneas ferroviarias
a cambio de concesiones económicas y el apoyo político al gobierno ante las esferas guber-
namentales de Estados Unidos.
El apoyo político y militar del gobierno de Estados Unidos al gobierno del general
Carias, por otra parte, en el marco de la denominada "Política del Buen Vecino" o "New
Deal", resultó ser una base de apoyo muy importante para la permanencia de Carias en el
poder, puesto que las necesidades de préstamos, armamento y asesoramiento técnico para
el mantenimiento del equipo bélico y la conducción de la Fuerza Aérea, resultaban impres-
cindibles para la continuidad del general en el poder.
123
Los mensajes presentados por el general Carias al Congreso Nacional de la República,
son un testimonio evidente de su deseo de agradar al gobierno de los Estados Unidos,
haciendo mención en sus informes de las buenas relaciones que su gobierno mantenía con
esa nación En 1938, por ejemplo, llega a decir que ha establecido una alianza con Estados
Unidos, y en 1941, con motivo de la agresión japonesa contra ese país, proclama una adhe-
sión absoluta al gobierno estadounidense, declarándole el año siguiente la guerra a Alema-
nia e Italia
En 1944 se presentó una coyuntura favorable para las fuerzas políticas adversarias de
las dictaduras en la región centroamericana, cuando los movimientos surgidos en El Salva-
dor y Guatemala lograron deponer las dictaduras de Hernández Martínez y Ubico en
ambos países Los ecos de las victorias de las fuerzas antidictatonales centroamericanas
ejercieron influencia en la situación política hondurena, provocando algunos actos de pro-
so J PAGAN SOLORZANO, et al Significado histórico del Gobierno del Dr Ramon Vitteia Morales, Editorial Universita-
ria, Tegucigalpa, 1984, pp 53-58
124
testa contra la dictadura de Carias en Tegucigalpa y San Pedro Sula, las dos ciudades más
importantes del país.51
Una manifestación de protesta en San Pedro Sula, durante el mes de julio de 1944, fue
reprimida por las fuerzas de la dictadura y dejó como saldo una decena de muertos, la
mayoría mujeres. El general Carias y su gobierno culparon del hecho a los "agitadores" y
"provocadores" de la oposición, especialmente al Partido Liberal; el hecho y el número
exacto de muertos jamás fue esclarecido. No obstante, el gobierno logró detener las protes-
tas y se mantuvo firme en el poder hasta febrero de 1949.52
5. Apertura
La dominación política ejercida por la dictadura del general Carias concluyeron, como
lo hemos visto, no con el derrocamiento violento de la dictadura como ocurrió en Guate-
mala y El Salvador, sino con una convocatoria a elecciones en 1948, en las que resultó ven-
cedor Juan Manuel Gálvez, candidato del Partido Nacional, el mismo partido que había
mantenido al general Carias en el poder durante 16 años.
51 Ibidem., véase, además, R. VILLARS., Porque quiero seguir viviendo Habla Graciela García, Editorial, Guaymuras,
Tegucigalpa, 1991, pp 175-184
52 M FUNES, op cit., p. 140.
53 D EURAQUE, El Capitalismo de San Pedro Sula y la historia política hondurena (1870-1972), Editorial Guaymuras, Te-
gucigalpa, 1997, pp 96-100.
125
La elección de Gálvez parecía ser una garantía para la continuidad en el poder de los
soportes políticos, económicos y sociales en los que Carias se había apoyado para gobernar
autoritariamente su país durante un largo período. La renuncia del Partido Liberal a par-
ticipar en las elecciones, argumentando que el Partido Nacional y el general Carias habían
organizado un fraude para asegurar el triunfo de Juan Manuel Gálvez, hacía pensar en
que después de las elecciones en Honduras no se produciría ningún cambio importante.
Otro hecho que apoyaba esta suposición era el pasado político y las relaciones que el
candidato del Partido Nacional en las elecciones de 1948 había establecido a lo largo de su
carrera política. Juan Manuel Gálvez era un político ampliamente conocido en Honduras,
por haber figurado como ministro de Guerra, Marina y Aviación en el gobierno del general
Carias y también por haber sido abogado y representante legal de la United Fruit
Company?*
El nuevo gobierno, sin embargo, asumió un estilo renovador identificado con los cam-
bios que se operaban en el mundo como resultado de la derrota del fascismo durante la
Segunda Guerra Mundial, lo que también produjo cambios positivos en el contexto políti-
co centroamericano, especialmente tras la caída de las dictaduras en Guatemala y El Salva-
dor a mediados de la década de 1940, lo que sin duda influyó favorablemente en los tími-
dos cambios que comenzaron a operarse en la situación política hondurena.55
54 M. POSAS., Historia General de Centroaménca, tomo Г : Las Repúblicas Agroexportadoras (1870-1945), Facultad Latinoa-
mericana de Ciencias Sociales (FLACSO), San José, Costa Rica, 1995, pp 155-156.
55 Historia General de Centroaménca, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Madrid, 1991, vol. IV,
pp. 86-89.
56 Ibidem., pp. 136-138.
126
Comunista (1954). La organización sindical también fue favorecida y se estableció una
base mínima para el nacimiento de una sociedad más inclusiva.57
Las reformas más importantes del gobierno de Juan Manuel Gálvez, sin embargo, fue-
ron en su mayoría de carácter institucional, dejando intactas las estructuras políticas, eco-
nómicas y sociales que su gobierno había heredado de la dictadura cañista. Gálvez, por
ejemplo, fundó el Banco Central de Honduras para regular controles monetarios y el Ban-
co Nacional de Fomento para estimular el desarrollo agrícola del país. También apoyó la
reforma de la educación primaria, media y superior. No obstante, lo más importante de su
administración fue la apertura política que su gobierno inició, asumiendo una conducta
tolerante frente a sus opositores políticos, un hecho que desligó a su gobierno del estilo
autoritario de la dictadura del general Carias.58
La reforma controlada, sin embargo, implicaba que el viejo status quo seguiría contro-
lando una cuota importante de poder al no existir una voluntad política expresa del presi-
dente Gálvez para efectuar reformas estructurales en la economía y la sociedad. Las refor-
mas institucionales decretadas por el presidente Gálvez resultaron ser importantes como
pasos iniciales para la modernización de un Estado en el que durante 16 años no se habían
producido cambios sustanciales en su estructura y formas de funcionamiento.
Una de las organizaciones más beligerantes del movimiento obrero de esos años fue el
Comité Coordinador Obrero (CCO), que se constituyó en 1950 para difundir principios
sindicales y promover la idea de que debían organizarse sindicatos por industria en las
principales ramas de la producción nacional (minería, industria bananera, ferrocarriles,
puertos, hilados y tejidos, construcción y otras). Al mismo tiempo promovía la organiza-
ción de los artesanos (sastres, zapateros, carpinteros, y otros). Estos esfuerzos, de acuerdo
57 E. FONSECA., Centroaménca: su historie, FLACSO/EDUCA, San José, Costa Rica, 1996, pp. 250-252. Véase, además,
D. EURAQUE, op. cit., pp. 96-98.
58 R. DEL CID y M. POSAS., La construcción del sector público y del Estado Nacional en Honduras 1876-1979, EDUCA, San
José, Costa Rica, Segunda edición, 1983, pp. 128-146.
127
a los planes de la organización, debían culminar en una gran Central o Confederación de
Trabajadores Hondurenos, que impulsaría las luchas obreras.
El CCO también tenía un ideario político, desde el cual se proponía luchar por un régi-
men democrático, por la libertad sindical y la amistad con los trabajadores del mundo. En
1953 el CCO reconocía que la organización de los trabajadores enfrentaba tres problemas
fundamentales:
59 Voz Obrera, 25 de julio, 1953, p. 2 ("El Comité Coordinador Obrero ha cumplido ampliamente sus objetivos").
60 Véase: E/ Día, 11 de mayo, 1954, p. 4 ("Nota sobre editonal de este diano"). Además, Darío Euraque, op. at., pp. 334-
335.
128
La plataforma política del PDRH respondía a ideales socialdemócratas, aunque al inte-
rior del partido los socialdemócratas coexistían con un grupo muy activo y beligerante de
jóvenes marxistes. Estos, que veían a la clase obrera como la fuerza social del futuro, incli-
naban al PDRH y a agrupaciones como el CCO, a intentar la organización de los trabajado-
res bananeros bajo su dirección. Los esfuerzos realizados fueron múltiples, pero casi todos
fueron abortados por la represión policial o la oportuna intervención de los agentes de la
United Fruit Company.
Antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial la CTAL creía que la unidad nacional
para derrotar al fascismo (el enemigo principal) era la tarea política más importante del
momento. Los opositores a las dictaduras centroamericanas debían aprovechar el contexto
de la guerra para organizar a las fuerzas populares en sus países, para luego derrocarlas y
crear en su lugar gobiernos democráticos al concluir la guerra. Según Lombardo Toledano,
229
!.
"las revoluciones no surgen al acaso, se preparan", una tesis que era compartida por algu-
nos hondurenos exiliados en México como Alfonso Guillen Zelaya, Rafael Paz Paredes,
Medardo Mejía, Osear Castañeda Batres y Graciela García.
Para los dirigentes del CCO, sin embargo, lo más lamentable era "no el ambiente hostil
y reaccionario en el cual bregamos, sino la ignorancia y reacción inconsciente en que se
halla sumido el obrerismo de esta capital, que indiferente y abúlico a sus propios proble-
mas e intereses, sigue durmiendo el sueño aletargado en que le ha sumido esta era de diez
y nueve años".
Lo mismo cabe decir respecto a Voz Obrera, que realizaba una labor constante en los
centros de trabajo a nombre del Comité Coordinador Obrero. Desde sus páginas elaboraba
63 Sobre la CTAL véase: Cincuenta Aniversario de la Confederación de Trabajadores de America Latina 1938/1988, Memoria
del VII Seminano Internacional de Estudios Filosóficos, Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales "Vicente
Lombardo Toledano", México, 1990, pp 3-4,6-8-9,10-17. Y sobre el CCO y sus preocupaciones véase: Voz Obrera, 19
de junio, 1952, p. 2 ("Memoria del Comité Coordinador Obrero").
64 En octubre de 1953 los directores de ambas publicaciones fueron procesados criminalmente por Lino Zúniga, co-
mandante de Armas del departamento de Francisco Morazán, bajo la acusación de difundir «la doctrina comunis-
ta». Véase· Voz Obrera, 17 de octubre, 1953, p. 1 ("Procesados por...")· En febrero del mismo año, Julio Galindo,
mandador de la finca Ceibita, fue denunciado por haber ordenado el registro de algunas viviendas de obreros y
autorizar el cese laboral de todos aquellos a los que se les encontrara ejemplares de Voz Obrera o de Vanguardia Re-
volucionaria Véase. Voz Obrera, 7 de febrero, 1953, p. 1 ("Amenazados con ser despedidos..."). Otro periódico vincu-
lado al movimiento obrero informó que después que los trabajadores intentaron celebrar el primero de mayo de
1953, el sub-comandante de La Lima, Galeano, había desencadenado "la violencia y el terror" Algunos obreros de
la Tela Railroad Company fueron expulsados del país por tal motivo. Agrega que Galeano desalojó a los trabajado-
res del lugar donde se habían reunido «a punta de fusil», dejando a su paso "numerosos linchamientos y encarce-
lamientos, y vejaciones indescriptibles". Véase: La Trompada, 17 de julio, 1953, p. 3 ("La demokracia de Honduras").
130
propuestas de organización y reivindicación, muchas de las cuales estaban dirigidas a los
trabajadores de las plantaciones bananeras. Por ejemplo, dirigiéndose a los obreros ferro-
viarios de la United Fruit Company, Voz Obrera hacía las sugerencias siguientes:
Hemos de formar como principio los comités sindicales: en las secciones de
línea, estaciones, talleres y atraerse a empleados hondurenos que desde sus
puestos de oficina bien pueden colaborar con nosotros a formar el sindicato.
Hay una campaña previa que hacer, como decir elaborar pliegos de firmas
para elevar al Supremo Congreso Nacional y en unión de todos los obreros
y campesinos del país, pedir a una sola voz libre organización sindical (...) si
el respetable Congreso le da carpetazo a nuestra petición, siempre llevare-
mos a cabo la organización sindical.65
Por otra parte, algunos trabajadores enviaban sus quejas al periódico a través de cartas
en las que manifestaban su descontento con las condiciones de trabajo imperantes en las
plantaciones bananeras. En agosto de 1953, un grupo de trabajadores del departamento de
transporte de la Standard Fruit Company, cuya sede era la ciudad de La Ceiba, se quejaban
del mal trato de que eran objeto en las terminales de Planes, Coyoles y Trojas, así como de
las intensas jornadas de trabajo. Los quejosos pedían, entre otras cosas, vacaciones de 4
semanas pagadas con anticipación y una ambulancia para transportar heridos.66 El perió-
dico respondía a estas cartas con una lista de sugerencias que semejaba un pliego de peti-
ciones tan largo como el que habíarecibido,en éste aconsejaba a los trabajadores, entre
otros, exigir un alza general de los salarios, el establecimiento de la jomada de ocho horas
diarias, el pago adicional del tiempo trabajado fuera de esa jornada, el pago doble por las
labores ejecutadas en horas nocturnas, el mejoramiento del trato por parte de los jefes, que
los servicios hospitalarios fueran efectivos y un elevamiento general de las condiciones de
vida y trabajo.67
Al iniciarse el año de 1954, el Comité de Unidad Sindical (CUS), que desde 1953 había
sustituido al CCO, comenzó una nueva campaña de organización y propaganda entre los
trabajadores, especialmente los de las plantaciones bananeras. El objetivo de esta campaña
era que los trabajadores organizados presentaran al gobierno algunasreivindicacionesque
la organización consideraba centrales dentro de su estrategia de lucha, como la conquista
de la libertad sindical y el Código de Trabajo. Estas exigencias coincidieron con la aproba-
ción, en el Congreso Nacional de la República, de la Ley de Accidentes de Trabajo y Pro-
tección de Mujeres y Niños.68
65 Voz Obrera, 26 de septiembre, 1953, ρ 2 ("La United Fruit Company frente a los compañeros obreros ferroviarios").
66 Voz Obrera, 15 de agosto, 1953, pp 1-2 («Pliego de peticiones de los trabajadores de la Standard Fruit Railroad
Company») El envío de cartas contemendo quejas y peticiones, dirigidas a los jefes de las compañías bananeras, fue
algo comente en los años que precedieron a la huelga. Los resultados de esta etapa "cartista" del movimiento obrero
hondureno, sólo sirvió para demostrarle a los trabajadores de las bananeras que esas empresas no estaban dispues-
tas a modificar su conducta ante esos medios de presión Esa etapa se agotó con la huelga de mayo y fue sustituida
por el sindicalismo organizado
67 Voz Obrera, 15 de agosto, 1953, ρ 2 («Carta a los trabajadores de la Standard Fruit Company»).
68 El МасШе, 6 de febrero, 1954, pp 4-6 («Comité de Unidad Sindical solicita Ubre sindicalización y Código de Traba-
jo»). Una nota periodística, firmada por Faustino Delgado, secretano de prensa del CUS, sostenía que la demanda
231
En febrero, el CUS se dirige al Congreso Nacional para recordarle que la Sociedad de
Obreros Copanecos y la Sociedad Frente Obrero Popular de San Pedro Sula habían presen-
tado al Poder Legislativo una solicitud, en la que pedían se declarara el primero de mayo
como día de fiesta nacional, la falta de respuesta obligaba al CUS a insistir en tal demanda.
La organización acusaba al Congreso Nacional de haber violado el decreto 76 del 14 de
febrero de 1929, que declaró el primero de mayo como "Día del Trabajo", sustituyéndolo
en marzo de 1949 por el decreto 96 sobre días feriados, que no contemplaba el primero de
mayo como tal.69
A fines de abril, las organizaciones obreras de Tegucigalpa, San Pedro Sula y otras ciu-
dades convocaron a los trabajadores a celebrar, una vez más, el primero de mayo.71 La nota
distintiva de ese año fue la incorporación de los obreros de la United Fruit Company a la
celebración. Un periódico de Tegucigalpa comentaba que por primera vez los hondurenos
habían celebrado el primero de mayo "con vigor y patriotismo", luchando contra las em-
presas extranjeras en Honduras. El mismo periódico agregaba que esa fecha había reves-
tido caracteres de "conciencia y unidad democrática alentadores".72
Los festejos del primero de mayo, aún ilegales, coincidieron ese año con la agudización
de los conflictos en las plantaciones de la United Fruit Company. Pocos días antes del prime-
ro de mayo, los muelleros del Puerto de Tela protestaron por el pago incompleto de los
días feriados de la Semana Santa, declarando un paro de tres días. Más tarde, las enferme-
ras y trabajadores del hospital de Tela presentaron un pliego de peticiones a la gerencia de
la United Fruit Company, el que fue atendido satisfactoriamente. Varios dirigentes fueron
apresados por las autoridades del Puerto, pero luego fueron liberados porque los obreros
de la libertad sindical y el Código de Trabajo hecha por los trabajadores estaba inspirada «en el más amplio sentido
del derecho humano . », que la misma no atentaba contra la vida de ningún ciudadano ni contra la propiedad pri-
vada, y que los trabajadores aspiraban a «una legislación social amplia y justa» Véase El Machete, 13 de febrero,
1954, ρ 4 («Los trabajadores hondurenos no renunciamos al derecho de organizamos»).
69 El Machete, 27 de febrero, 1954, ρ 7 («El CUS se adhiere a una solicitud»)
70 £í Machete, 20 de febrero, 1954, p. 13 («Hacia una Conferencia Nacional de Campesinos Hondurenos»)
71 Revolución, 25 de abnl, 1954, p. 4 («Miscelánea»).
72 Revolución, 8 de mayo, 1954, ρ 8 («¿Cómo fue celebrado el Γ de mayo de 1954 en Honduras7»).
132
"se manifestaron por las calles en señal de protesta y demanda de libertad para los pre-
sos".73
En La Lima y San Pedro Sula hubo varias "reuniones de masas" para celebrar el día
internacional del trabajo. Ese mismo día más de 800 trabajadores firmaron pliegos de pe-
ticiones dirigidos a la gerencia de la compañía; algunos trabajadores fueron apresados por
las autoridades, pero luego fueron puestos en libertad por la presión obrera. En Tegucigal-
pa, la capital del país, la fecha fue celebrada con una manifestación y un mitin en la Plaza
Central.74
La United Fruit Company tenía su propia versión de los acontecimientos que se produ-
jeron en sus dominios antes del primero de mayo, para la compañía los hechos habían sido
los siguientes:
Los trabajadores del muelle en Tela estuvieron trabajando durante los días
feriados comprendidos desde el miércoles 14 de abril hasta el sábado de glo-
ria inclusive, y de acuerdo con lo establecido en el decreto número 96 emiti-
do por el Congreso Nacional, recibieron doble salario. Por el trabajo realiza-
do por los muelleros el domingo 18 se les pagó día y medio, en la misma
forma que lo había venido haciendo la compañía en el pasado. Los
muelleros recibieron sus cheques respectivos, pero no los cobraron. Después
pidieron el pago doble. El decreto 96 en referencia ofrece confusiones en su
aplicación, respecto a los días domingo, considerados como días de descan-
so y no días feriados, para los trabajadores. Sin embargo, la compañía dispu-
so pagar medio tiempo adicional a sus trabajadores en los días citados. Me-
diante la cooperación personal del señor ministro de Gobernación, general J.
Antonio Inestroza, el incidente fue solucionado sin que se llevara a cabo un
paro que se anunciaba en corrillos en Tela para el sábado 24 de abril.
133
monía que siempre ha prevalecido. El lunes 26 llegó a Puerto Cortés uno de
los barcos fruteros, que debería ser cargado a partir de las 6 de la tarde. Pero
los muelleros se negaron a cargarlo con la fruta que había llegado en diver-
sos trenes, demandando la restitución de García en su trabajo. Sin embargo,
unos 200 muelleros mostraron decisión de no suspender su faena, pero se
vieron amenazados por los huelguistas. Muchas personas completamente
ajenas al trabajo en el muelle apoyaron a los huelguistas, lanzando piedras,
rompiendo vidrios y provocando una situación que no se había contempla-
do antes en Puerto Cortés. No hubo trabajo en el muelle durante la noche
del lunes y el martes 27, hasta las seis de la tarde, hora en que los muelleros
iniciaron su tarea.
Aunque las descripciones hechas por los trabajadores y por la compañía difieran en los
detalles de los acontecimientos que pocos días después conducirían a una huelga general
en las plantaciones de la United Fruit Company, todo indicaba que ésta era la coyuntura
histórica precisa para que un gran movimiento huelguístico estallara en la Costa Norte de
Honduras y proyectara sus efectos con rapidez sobre otras industrias.
75 La Epoca, 29 de abnl, 1954, pp. 1-4 («El lunes fue asaltado el comisariato de Santa Ana»). Boletín del Departamento
de Relaciones Públicas de la Tela Railroad Company.
134
Capítulo VI
Una década después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, las economías centro-
americanas entraron en una etapa de recuperación y modernización. El incremento del
precio del café en el mercado internacional y su estabilidad durante los años 50, así como
la recuperación de las exportaciones bananeras y una incipiente diversificación de la eco-
nomía, se convirtieron en los indicadores que auguraban el despegue de las economías de
la región en el nuevo orden internacional presidido por los Estados Unidos. 1
135
Este mismo autor sostiene que, a pesar de las dificultades enfrentadas por la economía
hondurena para suplir las demandas del mercado interno durante la década de 1940, se
observan en el período indicios de recuperación económica. El volumen de la exportación
bananera creció rápidamente después de 1943-44 y se benefició de las inversiones hechas
en el área productiva, especialmente por la United Fruit Company. La economía hondurena,
por otra parte, inició en esos años un proceso de diversificación, incrementando las expor-
taciones de café y la producción manufacturera nacional. El volumen de la exportación
cafetalera pasó de 5.1 por ciento en 1945 a 7.9 en 1950 y a 16.1 en 1955, lo que contribuyó a
la recuperación del sector exportador de la economía.3
En 1954 era obvio que los beneficios del crecimiento económico no favorecían a la
mayoría de la población hondurena. Por el contrario, los trabajadores urbanos se quejaban
cada vez con mayor intensidad, incluso en los años que precedieron al de 1954, de las
miserables condiciones en que vivían. Los salarios se habían estancado y su capacidad
adquisitiva se había reducido drásticamente. La espiral inflacionaria, que recrudeció en los
primeros meses de 1954, incrementó la intensidad de la protesta de los trabajadores urba-
nos y reavivó su interés por la organización laboral.
En estas circunstancias, las causas inmediatas que provocaron la huelga bananera eran
evidentes no sólo para los trabajadores mismos, sino también para los observadores del
acontecer hondureno de esos años. Un periódico de la ciudad bananera de El Progreso
señalaba, como motivos fundamentales de la huelga, los insuficientes salarios, la excesiva
fatiga en el trabajo, la falta de descanso, el alojamiento y la higiene de baja calidad, así
como el mal trato a que eran sometidos los obreros por los funcionarios y capataces de la
compañía. A ello se sumaba el deterioro creciente de los salarios y el aumento del costo de
vida en el país.5
136
lo cual debe agregarse, según otro periódico, que el valor del Lempira en relación con el
Dólar había bajado a la mitad desde la devaluación de este último por el gobierno de F. D.
Roosevelt. También sugería considerar, en el análisis del alza del costo de vida en Hondu-
ras, el aumento de los impuestos, larelaciónentre los índices de producción y el incre-
mento de la población en los últimos 25 años, tanto de Honduras como de El Salvador,
considerando que la población salvadoreña también consumía productos hondurenos.6 En
el mismo sentido se pronunciaba Voz Obrera al señalar que la exportación incontrolada de
ganado y otros productos de primera necesidad hacia El Salvador, se convertía en carestía
y escasez para el pueblo hondureno. Como ejemplo, el periódico citaba el caso de la carne,
cuya carestía incrementó su precio a 60 centavos la libra.7
A pesar de la inflación y del gradual incremento del costo de vida, los salarios en las
plantaciones bananeras permanecían congelados por lo menos desde fines de la década
de 1920. Charles Kepner, citando a Crowter, informaba que en 1929 las compañías
bananeras estaban pagando entre 1.50 y 2 dólares diarios a sus trabajadores en Hondu-
ras.11 En 1953 el salario de un "peón" hondureno era de un lempira con cincuenta centa-
vos diarios; por el contrario, el salario de los trabajadores de las plantaciones bananeras
duplicaba esa suma, pero no superaba el nivel impuesto por las fruteras en 1929.12
137
sociales y laborales. Lo extraño de la huelga de 1954 no es que haya estallado en ese año,
con la fuerza y la decisión con que lo hizo, lo sorprendente es que no haya comenzado
veinte años atrás, como escribiera el periodista estadounidense Henry Wallace.13
13 El Pueblo, 28 de jumo, 1954, pp. 1-4 («Acertado juicio sobre la huelga»). En este articulo Wallace señalaba, además,
que la United Fruit Company «ha tratado a sus trabajadores de acuerdo con las costumbres del país».
14 La Epoca, 6 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Ultima hora sobre la huelga»).
138
quilidad. Los huelguistas están recibiendo ayuda moral y material de dife-
rentes asociaciones y del comercio, cuentan además con varias cabezas de
ganado vacuno y porcino.1'
Un enviado especial de diario EÎ Día informaba que los "gringos" no salían de Tela
Nueva por "el temor de ser linchados". Por otra parte, señalaba que la solidaridad con la
huelga era evidente incluso en los niños, los cuales "dejan de comprar un dulce para ceder
dos centavos a favor de los huelguistas". En el Puerto se había organizado grupos de caza-
dores y pescadores que diariamente llegaban al campo Aduana con "buenas piezas" y
gran cantidad de pescado. Los campesinos de algunas posibilidades contribuían con cer-
dos, gallinas y otros alimentos.16
139
La misma publicación informaba que en La Lima los trabajadores habían instalado en
el campo de juego Chula Vista un sistema de altoparlantes al que denominaban "Radio
Liberación", desde donde llamaban a los trabajadores a dirigir mensajes de lucha a sus
compañeros. El periodista Alejandro Castro h. describía con cierto asombro el estribillo
tantas veces repetido por los altoparlantes: "Radio Liberación es la estación más poderosa
del mundp. Su voz llega a todos los países. Se escucha en Europa, en China, en Moscú".19
El 17 de mayo los comités locales de huelga de las cinco divisiones de la Tela Railroad
Company constituyeron el Comité Central de Huelga (CCH) y lo instalaron en la ciudad de
El Progreso; lo proclamaron como la máxima autoridad del movimiento y el único orga-
nismo autorizado para representar a los trabajadores en las negociaciones con la empresa
bananera.
La Junta Directiva del Comité Central de Huelga quedó integrada por 15 miembros
que representaban proporcionalmente a las cinco divisiones de trabajo de la compañía, los
mismos fueron electos en asambleas populares en sus respectivas localidades. La distribu-
ción de los cargos al interior del Comité se hizo de la manera siguiente: César Augusto
Coto, secretario general; Juan Bautista Canales, secretario de organización; Francisco Ríos,
secretario de finanzas; Marcos Santos, secretario de prensa y propaganda; Guillermo Ro-
sales, secretario de actas y acuerdos; Gabriel David, Augusto Castañeda, Manuel Sierra,
José Vásquez, Adán Posas, Cruz Meléndez, Ernesto Pérez, Angel M. Domínguez, Antonio
Rivas y Gregorio Ferrera, secretarios adjuntos.20 De esta lista, siete eran miembros del re-
cién creado Partido Comunista de Honduras 21 y ocupaban los cargos más importantes,
excepto la secretaría de Actas y Acuerdos. Otros tres comunistas ocupaban cargos como
secretarios adjuntos: Gabriel David, Augusto Castañeda y Manuel Sierra. Los otros inte-
grantes del Comité, con excepción de Guillermo Rosales, eran miembros o simpatizantes
del Partido Democrático Revolucionario Hondureno (PDRH).
presencia de «agitadores extranjeros», de «expertos» enviados desde Guatemala por el gobierno de Jacobo Arbenz,
o simplemente de «cerebros ocultos» que manipulaban solapadamente a la masa de huelguistas Algunas de estas
fantásticas versiones sobre personajes ocultos aparecen en Él Día, 4 de junio, 1954, pp 1-6 («Aspectos sugestivos y
pintorescos de la huelga » En esta nota, su autor, el periodista Juan Ramón Ardón, afirmaba que escuchó rumores
acerca de un poderoso personaje que se movía dentro de la huelga, conocido únicamente de tres o cuatro miembros
del Comité Central de Huelga, al que llamaban «Jefe» o «Juan» y al que se le consultaban asuntos de importancia
para la huelga Con él, los huelguistas elegidos se habrían reunido a la medianoche de los días miércoles, sábados
y domingos de cada semana en la ciudad de El Progreso En el mismo sentido véase. La Epoca, 22 de mayo, 1954, pp.
1-4 («La huelga sigue su curso sin perspectiva de ser conjurada»)
19 Prensa Libre, 24 de mayo, 1954, p. 4 («Discrepancias internas están minando el frente de la huelga», por Alejandro
Castro h).
20 El Día, 21 de mayo, 1954, p. 1 («Secretano de prensa y propaganda del comité de huelga es de nacionalidad guate-
malteca»).
21 El Partido Comunista de Honduras fue fundado el 10 de abnl de 1954 en la ciudad de San Pedro Sula, como resul-
tado de una escisión en el Partido Democrático Revolucionario Hondureno (PDRH) Sus fundadores fueron
Rigoberto Padilla Rush, Dionisio Ramos Bejarano, Julio Rivera y Gabriel David, entre otros Cuando le pregunté a
don Julio Rivera quienes de los miembros del Comité Central de Huelga eran militantes del Partido Comunista, me
contestó «mejor pregúnteme quienes no eran miembros de ese partido».
240
Una semana antes de la constitución del Comité Central de Huelga, el 11 de mayo, un
comité provisional de huelga con sede en la ciudad de Tela había presentado a las autori-
dades de la empresa un pliego de peticiones de 30 puntos, que recogía las demandas de
los trabajadores de las cinco divisiones de la Tela Railroad Company y que quedaba expuesto
a la negociación entre ambas partes. El documento referido reunía varias características
singulares, que lo diferenciaban claramente de los ya presentados en ocasiones anteriores
por los trabajadores bananeros de la Costa Atlántica, tanto a las autoridades de la United
Fruit Company como de la Standard Fruit Company. Entre esas características se deben
mencionar las siguientes:
b) Reivindicaba la aplicación y el respeto del Derecho Internacional por parte del Estado
hondureno al invocar, en la introducción del petitorio, la Declaración Universal de
Derechos Humanos y la Carta de Garantías Sociales firmada en Bogotá, Colombia, en
1948, y de la cual el gobierno hondureno era signatario, pero que aún no la había inte-
grado a su legislación. Ambos documentos le concedían a los trabajadores derechos
inalienables, por largo tiempo exigidos por el movimiento obrero hondureno.
ial
po regular de 6 horas de noche y pago doble en tiempo extra. A los
empleados del muelle les será reconocido el tiempo desde el momen-
to en que sean distribuidos los boletos de identificación.
2. a) Que sean mejorados los servicios de hospital y dispensarios en todas
formas, estos últimos servidos por médicos graduados y que en los
primeros haya un médico de turno durante la noche.
b) Los empleados contribuirán al sostenimiento del hospital con el 2 por
ciento de su sueldo, sin límites; teniendo servicios gratuitos para ellos
y sus familiares: padres, cónyuges e hijos.
c) En caso de que la compañía, por cualquier motivo le sea imposible
tratar a un empleado o trabajador en sus hospitales, debe reconocerle
los gastos de su tratamiento.
d) La servidumbre asignada a los empleados recibirá los servicios médi-
cos en la misma forma que el resto de los empleados o trabajadores.
3. Sueldo corrido en caso de enfermedad para los trabajadores por hora.
4. Pago semanal del salario.
5. Abolición de los despidos sin causa justa y previamente comprobada.
6. Jornada máxima diurna de ocho horas y doble pago por las horas extras,
tanto para los empleados mensuales como para los por hora.
7. Jornada máxima nocturna de 6 horas, y doble pago por las horas extras,
tanto para los empleados mensuales como para los por hora.
8. Vacaciones de 15 días al año con goce de sueldo para los empleados que
devengan menos de 200 lempiras en el mes y de 30 días a quienes
devengan más de 200 lempiras, ya sean ambos empleados por mes o por
hora y que tengan por lo menos un año de servicio.
9. Transporte ferroviario gratuito a los trabajadores, empleados y familia-
res, cada vez que lo soliciten.
10. La compañía proveerá los implementos necesarios a los trabajadores
para el desempeño de sus respectivas labores.
11. Salario igual por trabajo igual.
12. Trato justo para todos los trabajadores.
13. Bonificaciones para todos los trabajadores sin excepción, en junio y di-
ciembre.
14. a) Mejoramiento de la alimentación en los muelles, debiendo construir-
se para su distribución comedores apropiados e higiénicos.
b) Conceder una hora de paro retribuida para tomar sus alimentos.
c) Reconocer los paros en el trabajo de cualquier índole que no sean cau-
sados por el trabajador.
d) Reconocimiento del tiempo después de cinco minutos trabajados,
como media hora, y 35 minutos como hora entera.
e) Uniformidad de salarios para vigilantes, jornaleros de la aduana y
trabajos misceláneos que sean pagados en planillas del muelle.
142
f) Jubilar a todo muellero que llegue a la edad de 50 años por ser un tra-
bajo completamente agotador, debido al exceso de labores nocturnas,
y que tenga cuando menos 5 años de trabajo.
15. A los empleados de hoteles y hospitales que se les retribuya el valor de
los alimentos para tomarlos fuera de dichas dependencias, sobre la base
de un cálculo de 60 lempiras por persona.
16. A los trabajadores de las lavanderías que se les ponga como empleados
mensuales.
17. Que no se niegue permiso bajo constancia a ningún empleado o trabaja-
dor cuando éste lo solicite por causa justificada o por fuerza mayor.
18. Reconocer gastos de comida de primera clase a todos los empleados y
trabajadores que salgan de su residencia en el ejercicio de sus labores.
Control estricto de los vales de comida, ya que muchos "vouchers" salen
recortados. Reconocimiento de un vale extra en trabajo nocturno.
19. Reconocimiento de la semana de 44 horas para empleados mensuales.
Que se principien las labores en los talleres a las 6:30 a.m. y en las ofici-
nas a las 7 a.m.
20. Las cocineras y lavanderas recibirán gratuitamente su alimentación en
las casas donde prestan sus servicios y no se les cobrará por trastos o
utensilios extraviados o destruidos.
21. Abolición de la obligación de comer donde los capataces.
22. Que todos los empleados sean considerados como tales, al momento de
su hospitalización, sin discriminación de raza.
23. La compañía proporcionará a los trabajadores los equipos necesarios
para la protección de su salud tales como: caretas, guantes, gafas, capo-
tes, y otros.
24. Vivienda higiénica para todos los trabajadores que carezcan de ella.
25. Enseñanza primaria completamente laica y gratuita para todos los hijos
de los empleados y trabajadores y que en las escuelas rurales cada profe-
sora trabaje con dos grados como máximo. Los útiles que se suministren
a los niños deben ser obsequiados y no prestados como hasta ahora.
26. Asignarle cocinera y mantenimiento de casa a los empleados que
devenguen sueldo de 200 en adelante y que sean casados.
27. Garantizar que no habrá por parte de la empresa, destituciones ni proce-
sos de ninguna especie, para los dirigentes, trabajadores y personas en-
vueltas en este movimiento huelguístico. Restituir en sus labores a quie-
nes hayan sido despedidos por esta causa.
28. Pago completo de sus salarios a todos los trabajadores, durante el tiempo
comprendido desde el día en que principió la huelga hasta el día en que
se reanuden las labores.
29. Habrá un Comité Central Ejecutivo dependiente de nuestras organiza-
ciones de trabajadores para velar por el cumplimiento de los puntos de
esta petición.
143
30. La resolución para poner término a la presente huelga se espera en la ciu-
dad de El Progreso.22
El Comité Central de Huelga (CCH), que asumió sus funciones el 17 de mayo, elaboró
una propuesta adicional de siete puntos "previos a cualquier negociación", lo que impedi-
ría el inicio de las negociaciones durante algunos días y le proporcionaría a la compañía
una excusa valiosa para calificar a los miembros del CCH como "intransigentes" y enemi-
gos de cualquier negociación inmediata con los ejecutivos de la empresa. Algunas de las
propuestas adicionales hechas por los dirigentes del CCH iban más allá de lo estrictamen-
te negociable con la compañía, porque implicaban una negociación previa y por separado
con el gobierno central. Incluir en la negociación problemas que estaban fuera del alcance
de los representantes de la empresa, como la liberación de algunos organizadores del
movimiento obrero fuera de las plantaciones de la Tela Railroad Company, condenaba el
inicio de las pláticas con esta compañía a un punto de estancamiento, lo que más tarde
trajo consecuencias negativas para los principales dirigentes del Comité Central de Huelga
y permitió que el gobierno los acusara de pertenecer a un movimiento político que se ex-
tendía por todo el país con finalidades subversivas. Los siete puntos en mención eran los
siguientes:
Lo más significativo en la conducta observada por los jefes de la Tela Railroad Company,
en el transcurso de la huelga, fue su intransigencia y la escasa o nula voluntad de sus ad-
ministradores para llegar a un acuerdo inmediato con el Comité Central de Huelga. El
presupuesto básico de la gerencia de la Tela Railroad Company era que la prolongación del
conflicto aseguraba su triunfo, venciendo a los trabajadores por hambre, sin tener que lle-
gar necesariamente a un proceso de negociaciones que significara el reconocimiento de las
demandas presentadas por los trabajadores y de sus organizaciones. Este presupuesto
dividiría la estrategia de la bananera para ganar el conflicto en dos etapas claramente di-
ferenciadas.
La primera fue puesta en práctica en las semanas previas al inicio de las negociaciones
con el Comité Central de Huelga. La postura de la compañía, desde el 7 de mayo, fue la
de pedir a los trabajadores un mes de plazo para que los ejecutivos de la United Fruit
Company en Boston estudiaran el pliego de peticiones y contestaran adecuadamente a sus
demandas.24
145
Precio de los productos de consumo popular en 1927 y 1954
(en Lempiras)
Esta campaña lanzada contra el CCH tenía el propósito de convencer a la opinión pú-
blica de que la compañía estaba en la mejor disposición de negociar, pero que los dirigen-
tes de la huelga se mantenían intransigentes porque estaban interesados en prolongar el
conflicto. Para difundir esta versión, la compañía utilizó extensamente los servicios de su
departamento de Relaciones Públicas, dirigido por los periodistas Vicente Machado Valle
y Enrique Gómez.26
Desde ese departamento, que también tenía una oficina en Tegucigalpa, la compañía
acaparó los espacios de los principales diarios del país, que publicaban íntegramente los
extensos comunicados de la compañía. Estos informaban, además, de los acontecimientos
en otras empresas e industrias en paro, con lo cual la empresa bananera intentaba demos-
trar que el problema no era exclusivo de la Tela Railroad Company, sino de la economía hon-
durena en general.
Miles de esos comunicados fueron lanzados sobre los huelguistas por los aviones de la
empresa bananera, con los que la compañía se proponía dividir a los huelguistas y con-
vencerlos de que estaban siendo mal dirigidos por sus líderes o que debían animarse a
negociar directamente con la compañía, apartando del camino a los dirigentes intermedia-
26 El departamento de Relaciones Públicas de la Tela Railroad Company publicaba, casi diariamente, boletines de
prensa en todos los díanos de Tegucigalpa {El Día, La Epoca, Prensa Libre, El Cronista y El Pueblo) y en algunos sema-
narios de San Pedro Sula Muchas veces publicaba informaciones en espacios pagados de página completa en los
periódicos mencionados, tales informaciones también se reproducían a través de miles de «hojas sueltas», que eran
lanzadas por los aviones de la Frutera sobre los principales centros de concentración de la huelga. Muchas veces
estos boletines de prensa también proporcionaban informaciones sobre el estallido de huelgas en otras empresas del
país, que eran utilizados como fuente en diversos medios de comunicación.
146
rios. En algunas ocasiones, pelotones de huelguistas se dedicaron a recoger y destruir la
propaganda aérea de la compañía. En esta etapa la Tela Railroad Company también realizó
algunos intentos de sabotaje contra sus propias instalaciones, con el objeto de culpar de
tales acciones a los huelguistas.27 A esta etapa corresponden, asimismo, las míticas histo-
rias sobre personajes y "cerebros ocultos" que han sido comentadas en otro lugar.
La segunda etapa de la estrategia de lucha diseñada por la Tela Railroad Company contra
sus trabajadores, comenzó con las negociaciones que se iniciaron el 28 de mayo en la ciu-
dad de San Pedro Sula, bajo el auspicio de la Comisión Mediadora nombrada por el go-
bierno. Las pláticas duraron apenas tres días, terminando con la negativa de la empresa a
seguir negociando con los líderes del Comité Central de Huelga, a los que ella consideraba
"intransigentes" y carentes de representatividad efectiva para concluir acuerdos con la
empresa.29
La justificación para romper las pláticas la encontró la compañía en uno de los siete
puntos adicionales presentados por el Comité Central de Huelga, como hemos señalado
anteriormente. El CCH había solicitado el pago de los días trabajados antes de la huelga,
a lo cual la compañía accedía, a condición de que el CCH autorizara la circulación de un
"tren pagador" que cumpliera con tal cometido en todos los campos bananeros. Lo mismo
debía hacerse respecto a la distribución de alimentos en los comisariatos de la compañía,
la cual sería realizada por un tren dos o tres veces a la semana, hasta que se firmara un
acuerdo definitivo entre ambas partes.
147
de la empresa, decidieron ir a El Progreso para consultar la opinión de los huelguistas. Los
trabajadores se opusieron rotundamente, señalando que con esa medida se rompería la
huelga al deber autorizar la movilización de muchos trabajadores ferroviarios y adminis-
trativos. Al día siguiente, al transmitir los dirigentes del CCH aquella respuesta a los re-
presentantes empresariales, las negociaciones quedaron rotas y la compañía acusó a los
dirigentes de la huelga de no ser representantes "auténticos" de los trabajadores, porque
no habían sido capaces de tomar aquella decisión sin una consulta previa con sus bases.
En poco tiempo Valencia logró ganarse la confianza de los trabajadores a través de los
mensajes que les dirigía diariamente desde los micrófonos de "Radio Liberación", en los
cuales utilizaba un lenguaje populista llamando a los trabajadores, en tono paternal,
"camisudos", "percudidos" y "hediondos". 31 La autoridad y la popularidad de Valencia
entre los trabajadores de La Lima eran innegables y su liderazgo le permitía tomar decisio-
30 El maestro de educación primaria, Longino Becerra, colega de Valencia en la Escuela Esteban Guardiola de La Lima
en 1954, me relató que Valencia fue sancionado por la compañía bananera en vista que había utilizado la caja de
ahorros de sus alumnos para fines personales. Sostiene, además, que Valencia era un maestro indisciplinado y con
una fuerte tendencia al alcoholismo y el resentimiento. Una vez que la huelga concluyó, Manuel de Jesús Valencia
desapareció de La Lima, para regresar el año siguiente acompañado por un grupo de desertores de la Escuela Mi-
litar «Francisco Morazán», con quienes se dedicó al vandalismo y el robo en las propiedades de la bananera. En
septiembre de 1955, un comunicado oficial informó que Valencia, Walter Wilkis Paz, Francisco y Adalberto Torres,
René Mejía, Wafredo Castellón, Sumba Galeas y Ranulfo Romero asaltaron un pequeño resguardo militar cerca de
La Lima, matando a un soldado e hiriendo a dos más, tras lo cual se fugaron. Véase. E/ Día, 7 de septiembre, 1955,
pp 1-8 («Grupo de individuos asaltó un resguardo el 5 en La Lima»). Dos días más tarde, Valencia y sus compañe-
ros fueron localizados en las montañas al norte de El Progreso. El comandante militar de La Lima, Eduardo
Galeano, informó al Jefe de Estado que sus tropas habían hecho contacto con el grupo de asaltantes y que Valencia
había resultado muerto en el enfrentamiento El comandante aseguró haber capturado 5 nfles Enfield 7 62,30 fusiles
M-l y cartuchos de calibre 45. Véase: El Día, 9 de septiembre, 1955, pp. 1-8 («Valencia y sus hombres localizados en
las montañas de Progreso»). En ambas notas se reproducen los comunicados oficiales respectivos.
31 £/ Chilío, 17 de julio, 1954, pp. 6-7 («Por último sobre la huelga de la Costa Norte»).
148
nes con independencia de los otros integrantes del comité que presidía. Un periódico de
Tegucigalpa decía de Valencia:
Los dos líderes de La Lima, Manuel de Jesús Valencia y César Augusto Coto, el uno
presidiendo a los trabajadores de su localidad y el otro al frente del Comité Central de
Huelga, terminarían enfrentándose y abrirían en el movimiento huelguístico "una fisura
que amenaza con convertirse en grieta irremediable". La lucha entre el comité de La Lima
y el Comité Central de Huelga era descrita por un periodista como una guerra "de altas
temperaturas". El mismo describía a los contendientes principales de esa lucha:
Dos son los campeones que se miden en esta batalla sorda e inquietante del
frente laboral: Manuel de Jesús Valencia y César Augusto Coto. Ninguno de
los dos llega a los treinta años, pero son los comandantes de dos disciplina-
dos ejércitos cuyos efectivos suman millares de hombres. Es un espectáculo
fantástico contemplar en acción a estos caudillos imberbes, que de la noche
a la mañana han surgido del anonimato para apoderarse de los destinos del
país en un amplio sector del territorio hondureno. Porque no cabe duda que
32 Prensa Libre, 24 de mayo, 1954, p. 4 («Discrepancias internas están minando el frente de la huelga», por Alejandro
Castro h.).
33 Valencia declaró que Cardona Casaña «quiso dar un golpe de sorpresa. Por medio de los micrófonos incitó al pueblo
en contra mía. Yo lo desenmascaré. El pueblo quería lincharlo, pero yo dispuse entregarlo a las autoridades. Le
encontramos, escondidos en los zapatos, papeles comprometedores de carácter comunista...». Véase: Prensa Libre, 24
de mayo, 1954, p. 4 («Discrepancias internas están minando el frente de la huelga», por Alejandro Castro h.).
149
pese a las normas de disciplina y contención que se ha impuesto a si misma,
la huelga es todopoderosa en estos lugares.34
El líder del Comité Central de Huelga, César Augusto Coto, era también de La Lima,
pero se encontraba en una posición ideológica opuesta a la de Valencia. Coto era miembro
del Partido Comunista. Un periodista lo describía, físicamente, como un hombre de rasgos
finos, con más apariencia de un intelectual que de un obrero, nada extraño si considera-
mos que, antes de ser obrero ferroviario en la Tela Railroad Company, César Augusto Coto
había pasado por las aulas del Seminario Mayor de Tegucigalpa, aunque nunca llegó a ser
sacerdote. El periodista Alejandro Castro h. decía del líder del Comité Central de Huelga:
34 Prensa Libre, 24 de mayo, 1954, p. 4 («Discrepancias internas están minando el frente de la huelga», por Alejandro
Castro h.).
35 El periodista observa que durante la entrevista que sostuvo con el líder de La Lima, éste «habló por todos...con
absoluta autoridad, los demás se mantuvieron a prudente distancia». Prensa Ubre, 24 de mayo, 1954, p. 4 («Discre-
pancias internas están minando el frente de la huelga», por Alejandro Castro h.).
250
En los ojos de César Augusto Coto se cree percibir a veces una chispa de fa-
natismo. Pero no del fanatismo que ha encendido hogueras para destruir el
pensamiento, sino del que tiene la virtud de mover montañas.36
Los líderes del Comité Central de Huelga desvirtuaron ante los periodistas de Teguci-
galpa los cargos que contra ellos había hecho Manuel de Jesús Valencia en La Lima. Recha-
zaron enérgicamente cualquier injerencia del comunismo en el movimiento huelguístico
de la Costa Norte, y afirmaron que la huelga era "una pura reivindicación económica de
los trabajadores hondurenos", que se realizaba pacífica y ordenadamente. Respecto a la
propuesta de siete puntos previos a la negociación, hecha por el CCH, los dirigentes dije-
ron que habían tomado esa decisión porque "al principio se procedió contra nosotros con
dureza. Hubo despliegue de bayonetas y el ministro Inestroza nos maltrató de palabra. No
queremos la intervención de la autoridad militar en este asunto".
La disputa con Valencia era vista por el CCH desde una perspectiva completamente
opuesta a la de La Lima. El secretario de organización del Comité Central de Huelga, Juan
B. Canales, dijo al respecto:
El mismo dirigente aceptó que el CCH había ordenado la detención de un tren del
Ferrocarril Nacional "porque sabíamos que Valencia trataba de iniciar una marcha de fuer-
tes grupos de La Lima sobre Puerto Cortés, para controlar la dirección de la huelga en
aquella zona. En vista de eso, la estrategia huelguística nos aconsejaba cortarle el camino
y eso fue lo que decidimos. Pero la orden fue reconsiderada y el Ferrocarril Nacional no ha
tenido más dificultades con los huelguistas". Al ser interrogados sobre las prevenciones
que habían recibido los periodistas en La Lima, para que no visitaran la ciudad de El Pro-
greso, los entrevistados sostuvieron que "los estudiantes Rosales Abella y Buda Fonseca
también están saboteando la huelga... con ello quieren pagar los festines que les ha puesto
Valencia...".37
36 Prensa Libre, 26 de mayo, 1954, p. 1 («Nuevo capítulo en la historia nacional se força en Progreso», por Alejandro
Castro h ). El periodista relata que en La Lima hubo ила presión velada para que los corresponsales de prensa no
fueran a la ciudad de El Progreso Asimismo, refino que el estudiante universitario de Tegucigalpa, Rodolfo Rosales
Abella, quien se encontraba en La Lima al frente de ила comisión de la Federación de Estudiantes Universitarios
(FEUH), le dijo a la delegación de periodistas que visitaba a los huelguistas: «,Piénselo bien antes de ir! ¡Tengan
cuidado' Palabras que sonaban un poco térricas»
37 Prensa Libre, 26 de mayo, 1954, ρ 1 («Nuevo capitulo en la histona nacional se força en Progreso», por Alejandro
Castro h.) En una conversación informai que sostuve con don Gautama Buda Fonseca, me expresó que la comisión
enviada por la FEUH a La Lima, de la cual él formaba parte, apoyaba la huelga en su conjunto, sin parcializarse con
151
La lucha entre Valencia y los miembros del CCH culminaría en los primeros días de
junio, con la captura de César Augusto Coto y varios secretarios adjuntos del Comité
Central de Huelga en La Lima, cuando intentaban reiniciar conversaciones con Valencia
respecto a la ruptura de las negociaciones por parte de la compañía. Valencia dio la orden
del arresto, acusando a Coto y sus compañeros de ser comunistas. Los capturados fueron
remitidos a la Penitenciaría Central de Tegucigalpa.38 En ese momento el Comité Central
de Huelga quedó desarticulado, la estrategia de la bananera resultó triunfante y con ello se
cerró el capítulo más importante de la huelga bananera de 1954.
4. La huelga nacional
La amplitud cobrada por el movimiento huelguístico entre mayo y junio de 1954 hace
pensar en una "huelga nacional" que, sin embargo, no tenía un centro de dirección único.
Las industrias más afectadas, aparte de la bananera, fueron la de textiles, minerales, taba-
cos, cervezas y refrescos, todas ellas pertenecientes al capital extranjero; pero también afec-
tó en menor grado a la refinadora de petróleo, la línea aérea nacional, una fábrica de fós-
foros y varias empresas madereras y de calzado.
El mecanismo de acción utilizado por los trabajadores en paro en las industrias men-
cionadas sugiere un patrón común, calcado de la experiencia de los trabajadores de la Tela
Railroad Company, sin que esto signifique necesariamente una relación directa entre unos y
otros aunque, en algunos casos, los huelguistas de otras industrias proclamaron que lo
hacían en solidaridad con sus compañeros de las bananeras, como ocurrió en el caso de los
mineros de El Mochito.
152
ban sobre ellas el pabellón de Honduras, se concentraban frente a las instalaciones fabriles
y organizaban un comité de huelga y varios comités de apoyo. Mientras tanto, exigían
una negociación inmediata con los propietarios. Todo ello recuerda mucho los métodos
empleados por los obreros bananeros al declararse en huelga el 3 de mayo.
Una característica particular de las huelgas que estallaron fuera de las plantaciones
bananeras fue su corta duración y la activa participación de las mujeres en la dirección,
organización y sostenimiento de estos movimientos. Aunque las motivaciones y los méto-
dos empleados por los trabajadores en estas huelgas fueron similares, cada una de ellas
tuvo una significación particular, según el lugar donde se produjera, como veremos a con-
tinuación.
Los trabajadores habían nombrado una comisión obrera para que revisara la contabili-
dad de la compañía y verificara la posibilidad de un aumento salarial de acuerdo a las
utilidades obtenidas por la Standard. La compañía sólo ofreció un aumento escalonado,
39 Para una historia completa de la Standard Fruit Company véase: Thomas L. KARNES, Tropical Enterprise Standard
fruit and Steamship Company in Latin America, Louisiana State University Press, Baton Rouge and London, 1978.
40 La Epoca, 20 de mayo, 1954, p. 1 («Conjurada la huelga de la Standard»).
41 La Epoca, 19 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Ultima hora, las impresiones de un periodista..»).
153
según la categoría de cada trabajador, que iba de 4 a 8 por ciento, afirmando que un au-
mento que fuera más allá de un 10 y hasta un 5 por ciento respectivamente "quebrantaría
a tal punto la base económica de la empresa, que ésta, posiblemente se vería obligada a
suspender sus operaciones".
Estamos luchando por mejorar nuestro sistema de vida, vivimos con ham-
bre; los salarios que se nos paga no nos alcanzan para los tres tiempos que
necesita el estómago de un trabajador. Yo tengo cuatro hijos con mi compa-
ñera y tengo que acostarlos para lavarles la ropa. Nuestra causa es puramen-
te de hambre, somos apolíticos y en nuestra lucha estamos abrazados todos
los hondurenos sin colores políticos, pedimos que se nos mejoren los sueldos
en un 50 por ciento de aumento, queremos jefes del país y centroamericanos,
no queremos extranjeros que no sienten el dolor de nuestra raza. Queremos
mejor trato, queremos mejor atención médica para nosotros y nuestros hijos,
queremos viviendas cómodas e higiénicas.43
42 La Epoca, 21 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Aspecto general observado en...»); y, E/ Día, 20 de mayo, 1954, pp. 1-6
(«Campeño dice: 'No conocemos al comunismo...»).
43 El Pueblo, 18 de mayo, 1954, p. 3 («Reportaje de la huelga en Olanchito», por Lino E. Santos). En el mismo discurso
el líder de la huelga en La Ceiba reconoce que fue «tan desdichado que no conseguí aprender una letra», pero que
aún asi sus compañeros lo escogieron para que los representara en esta «cruzada».
154
las obreras organizaron un Comité de Huelga que abarcaba todas las fábricas en huelga,
integrado por: Camila Gutiérrez, secretaria general; Inés Meléndez, secretaria de actas;
Inés Aguilar, secretaria de finanzas; Concepción Oliva, secretaria de conflictos; Santos
Valladares, secretaria de organización y propaganda; Sofía Martínez, secretaria de cultura.
Las directivas del comité informaron que el costo de producción de la docena de cami-
sas corrientes, de cuello semiduro, era de 2 lempiras con 71 centavos, incluyendo una co-
misión del 20 por ciento otorgado como estímulo a las operarías. El costo de la mano de
obra por cada camisa era de 22 centavos. En cambio, el precio corriente de estas camisas en
el mercado era de 60 lempiras por docena o de 5 lempiras por unidad. Los pantalones
azulones de gabardina representaban una inversión, en concepto de mano de obra, de 3
lempiras por docena. Sin embargo, el precio corriente de tales pantalones en el mercado
era de 5 y hasta 6 lempiras cada uno. En igual proporción resultaba, con algunas variantes
de detalle, el costo de la mano de obra en la fabricación de calzoncillos, delantales, forros
y otras prendas.
El Comité de Huelga de las obreras informó, además, que entre sus compañeras había
algunas con más de 20 años de laborar en dichas fábricas; sin embargo, el tope máximo de
su salario semanal era de 20 lempiras. Agregaban que los propietarios siempre les habían
negado los servicios médicos y el suministro de medicinas y tampoco se les indemnizaba
por los accidentes sufridos en su trabajo.47
Esta actitud de ciertos periódicos, compartida por la opinión pública, se debía en gran
medida al espíritu nacionalista despertado por la ola de huelgas que sacudió la Costa At-
lántica de Honduras entre mayo y junio de 1954. En ocasiones se observó en los periódicos
una mayor actitud crítica frente a los fabricantes de origen árabe que frente a las compa-
ñías bananeras, señalándolos como explotadores y enemigos de sus trabajadores. Así,
Arturo Adolfo Miralda, enviado especial de diario La Epoca a la Costa Norte, señalaba que
por mucho que se alegara en contrario, una de las compañías extranjeras que mejores sa-
larios pagaba era la Tela Railroad Company. Sin embargo, a los árabes que controlaban la
industria textil de San Pedro Sula, a quienes denominaba "la supercartaginesa y fenicia
colonia árabe", los señalaba como un grupo de explotadores "que realmente paga sueldos
y salarios de miseria y hasta de hambre a sus trabajadores, mujeres y niños de ambos sexos
que trabajan en sus fábricas...".48
47 La Epoca, 22 de mayo, 1954, p. 2 («Ola de huelgas desátase en San Pedro Sula»). Este periódico da la cifra de 700
obreras en paro.
48 La Epoca, 31 de mayo, 1954, p. 2 («En el fuerte sector de trabajadores hondurenos»). El señalamiento de los industria-
les de origen árabe en los conflictos laborales de ese momento, obligó al cónsul honorario de Líbano en Tegucigalpa,
156
de trabajadores de las plantaciones, que se sintieron afectados por las condiciones del
acuerdo negociado. La huelga se reinició en los campos de Olanchito, donde los trabajado-
res "estaban rebeldes a la transacción" y se sentían defraudados por el porcentaje de au-
mento salarial establecido por la negociación. El incidente más notorio se produjo en la
localidad de Lomitas, donde un "tren de pasaje" fue interceptado por grupos de trabajado-
res. El Ejército y la Comandancia de Armas intervinieron en la solución del problema.44
Desde principios de la década de 1950 y probablemente años atrás, las obreras del textil
habían intentado crear organizaciones sindicales que las protegieran de los abusos y les
garantizaran mejoras económicas y sociales, como la Sociedad Mixta Obrera Hondurena,
filial del CCO, que había logrado algunos avances en la organización sindical de la indus-
tria textil de Tegucigalpa en 1952. Sin embargo, la mayoría de las fábricas de la industria
textil no contaba con ningún tipo de organización obrera y enfrentaba la férrea oposición
de sus propietarios.
Las primeras huelgas estallaron en San Pedro Sula la tarde del 18 de mayo, cuando
aproximadamente mil mujeres de siete fábricas de ropa bloquearon la entrada a las insta-
laciones fabriles y exigieron un aumento salarial. Las siete fábricas de ropa afectadas por
la huelga y sus propietarios eran: Bolivar, de Elias Kattán; Presidente Paz, de Jacobo Kattán;
La Selecta, de Francisco Abuffele; Charalco, de Constantino Larach; Hamilton, de Elias
Canahuati; La Esperanza, de A. Handal y la fábrica de José Miselén.46 Pocos días después,
155
El problema fue resuelto a medias por una comisión mediadora nombrada por el go-
bierno. Las obreras retomaron a sus empleos tras el ofrecimiento de incrementos salariales
y de mejor trato por parte de sus patronos. No obstante, poco tiempo después, las mismas
trabajadoras se quejaban porque su situación no había cambiado en nada y acusaban a sus
patronos de haberse burlado de ellas. El periodista Ramón Rosa Galeano, director del se-
manario El Espectador de San Pedro Sula, dijo que las obreras textileras protestaron por el
"pésimo trato" que recibían de sus patronos al haber regresado a sus labores después de la
huelga. Galeano declaró haber recibido 3 pliegos de papel sellado, en los que las obreras
denunciaban el mal trato y la informalidad del convenio suscrito por la comisión media-
dora del gobierno.49
El ejemplo de las obreras de la industria textil de San Pedro Sula fue después imitado
por las de Tegucigalpa. Las operarías de las fábricas de camisas La Dayton, La Unica, La
Roosevelt y La Maya se declararon en huelga el 15 de junio, solicitando un 30 por ciento de
incremento salarial y un trato acorde con la decencia y con su "calidad de mujeres". Más
de 400 obreras paralizaron sus labores.
Los dueños de las fábricas eran todos de origen extranjero. Herman Weinzenblut, pro-
pietario de La Unica, rechazó las demandas y lanzó a las obreras a la calle, cerrando las
puertas de su fábrica. La misma negativa fue manifestada por Gaetano Bove, propietario
de La Dayton. Los dueños de La Roosevelt y La Maya accedieron a la petición otorgando el
aumento. Las obreras se mostraron dispuestas a no ceder en sus exigencias y se organiza-
ron en comités de vigilancia, propaganda, supervisión y otros "como medio necesario para
evitar el fracaso de su movimiento".50
Al igual que las obreras de San Pedro Sula, las huelguistas de Tegucigalpa organizaron
un comité de huelga que estaba integrado de la manera siguiente: presidenta, Consuelo de
Ordóñez; vice-presidenta, Lucila Montoya; secretaria de prensa y propaganda, Orbelina
López; secretaria de finanzas, Agripina Reyes; secretaria de disciplina, Delia Lagos; secre-
taria de organización, Julia Medina. Un propósito adicional de las huelguistas de Teguci-
Michel Hasbun, a enviar una aclaración a los periódicos, en la que afirmaba que «se nota una cierta tendencia, una
discriminación racial que viene a representar una contradicción con los derechos del hombre y con el espíritu de la
Carta de las Naciones Unidas» El cónsul informaba que de acuerdo con los datos en su poder, el 60 por ciento de los
componentes de la colonia árabe eran hondurenos por nacimiento, el 30 por ciento por naturalización y sólo el 10
por ciento restante había conservado su nacionalidad original Véase. La Època, 2 de jumo, 1954, pp 1-4 («Carta del
cónsul honorario de Líbano en Tegucigalpa»).
49 £1 Día, 18 de jumo, 1954, ρ 1 («Pésimo trato para las trabajadoras en San Pedro Sula») Este periódico se limita a
reproducir la información publicada por El Espectador de San Pedro Sula Un semanano de Tegucigalpa denunció en
el mismo sentido, sin citar sus fuentes, que el palestino Juan Sikaffy envió un mensaje al presidente Gálvez, pidién-
dole que mandara a ametrallar a las huelguistas, como había ocurrido en la misma ciudad en julio de 1944 Esta es
la unica versión publicada al respecto que pude encontrar Véase Revolución, 29 de mayo, 1954, p. 5 («Mil obreras de
once fábricas .»)
50 El Día, 15 de junio, 1954, pp 1-6 («Obreras de las fábncas de camisas piden mejora de sueldos y mejor trato») El
periódico afirma que la huelga de las obreras «ha despertado grandes simpatías en la capital y es de esperarse que
triunfen en sus aspiraciones, que la¡> consideramos a tono con las necesidades actuales», una posición completamen-
te opuesta a la sostenida por este diano respecto a los obreros bananeros.
157
galpa era organizar el "gremio de operarías de fábricas de ropa", para lo cual habían con-
vocado a una asamblea general.51
Las huelgas declaradas por las obreras de la industria textil de San Pedro y Tegucigal-
pa, sobre todo las primeras, contribuyeron a que sectores afines a esa industria hicieran lo
mismo. A fines de mayo, todos los operarios de la sastrería se encontraban en huelga. Los
sastres dijeron que no era "humanamente posible" que ellos se murieran de hambre "para
rellenarle los bolsillos a los propietarios de talleres y sastrerías", en su mayor parte extran-
jeros que habían hecho fortuna con la explotación de su trabajo. Por su parte, los patronos
afirmaron no estar en condiciones de conceder el aumento de salarios porque, si lo hacían,
tendrían que subirle el precio a la hechura de vestidos y otras prendas.54
51 Eí Día, 18de jumo, 1954, pp 1-ó («La fábrica de hilados y tejidos y otras ») Para ese momento todas las fábricas de
la industria textil de Tegucigalpa se habían declarado en huelga, a las ya mencionadas se sumaron las fábricas si-
guientes La Rex, La Royal Sport, Camisería Cyma y la Fábrica de Hilados y Tejidos, sumando en total unas 650
obreras en paro
52 £/ Pueblo, 16 de jumo, 1954, pp 1-4 («En huelga las obreras de fábricas de camisas»)
53 El Pueblo, 28 de junio, 1954, p. 3 («Convenio celebrado entre ») El Convenio estaba firmado por los propietarios
siguientes Herman Weisemblut (La Unica), S Bendeck (La Rex), Elias Mena (CYMA o Industrial Modelo), Antonio
Hasbum (DUMBAR), Gaetano Bove (DAYTON), Jorge Salomón R. (La Maya), Víctor F Kaffie (La Roosevelt), Juan
Daccarert (Royal Sport)
54 La Epoca, 29 de mayo, 1954, pp 1-4 («El brote de otra huelga»).
158
En Puerto Cortés estaban en huelga los trabajadores de la Coca-Cola. En la misma ciu-
dad las agencias madereras Pineda y Compañía, Alfredo García y Garavana y Compañía, se
vieron obligadas a aceptar provisionalmente un aumento salarial del 50 por ciento. Se
rumoraba que otras empresas, tanto de Puerto Cortés como de San Pedro Sula, esperaban
una huelga en cualquier momento. Una de éstas era el Servicio Aéreo Hondureno Sociedad
Anónima (SAHSA), cuyos empleados habían amenazado con irse a la huelga. El paro tam-
bién incluyó, aunque por poco tiempo, a la Droguería Nacional, la Empabonadora de Armas,
la Embotelladora de Refrescos Bell y los finqueros productores de plátano de Adán Boza y
Compañía.
Una huelga de más de dos meses de duración, como la declarada por los obreros de la
United Fruit Company, trajo consecuencias extraordinarias para la economía hondurena y
pérdidas cuantiosas para la empresa bananera, así como efectos secundarios que tocaron
a la mayoría de la población, vinculada de una u otra forma a la economía bananera. El
55 £/ Día, 16 de mayo, 1954, p. 1 («Los directivos de la frutera y de la huelga quieren lograr una rápida resolución»). El
Soria/, 22 de mayo, 1954, p. 1 («La huelga parece extenderse»). Orientación, 27 de mayo, 1954, p. 2 («Huelgas secun-
darias»).
56 V. GONZALEZ., «La insurrección salvadoreña de 1932 y la gran huelga hondurena de 1954», en Revista Mexicana de
Sociología, Vol. XL, n° 2, abril-junio, 1978, p. 598.
159
presidente de la comisión mediadora del gobierno, Tomás Cálix Moneada, resumía a me-
diados de junio las que en su opinión eran las consecuencias más graves provocadas por
la huelga a la economía nacional:
El Estado hondureno también vio disminuidos sus ingresos en otros sectores vincula-
dos a la economía bananera. Las pérdidas del Ferrocarril Nacional en el mes de mayo se
calcularon en 138 mil lempiras, y para el mes de junio se consideraban en 34 mil lempiras
por semana. A lo anterior debe sumarse la importancia que la Tela Railroad Company repre-
sentaba para el fisco hondureno. En 1953 la compañía pagó a la Tesorería General de la
República un millón 790 mil 226.30 dólares en concepto de impuesto sobre la renta. En el
mismo año la compañía exportó 8 millones 480 mil 511 racimos de banano.58
160
obtenidas a principios del año por la exportación de café, con lo que las reservas interna-
cionales de Honduras aumentarían en 3 millones de dólares. En opinión de este funciona-
rio, en ese momento la situación económica del país inspiraba "confianza", debido a la
cancelación total de la deuda extema, con lo que se había puesto fin al drenaje de las divi-
sas. El Banco Central de Honduras reconocía que la situación era "grave", pero al mismo
tiempo señalaba que las industrias afectadas por la huelga (probablemente se excluía de
este análisis a la exportación bananera) habían rendido en 1952 menos del 15 por ciento
del Producto Nacional Bruto y que la mayor parte de las fuerzas productoras continuaban
activas. El mismo comunicado afirmaba que "la provisión de bienes de consumo sigue
satisfactoria y a un nivel de precios relativamente estable".59
La huelga no sólo afectó las propiedades directas de la Tela Railroad Company; también
resultaron lesionadas las plantaciones de 122 finqueros independientes de El Higuerito.
Este distrito estaba formado por 6 mil acres de terreno, comprendiendo en su extensión las
fincas de Oliva, Garrobo, Llano, Bejuco, Barranco y Blanco. La compañía informó que estos
finqueros se encontraban al borde de la quiebra al no poder vender sus bananos. En el
transcurso del mes de mayo, los finqueros de El Higuerito perdieron 345 mil racimos de
59 Orientación, 17 de junio, 1954, p. 3 («Declaración del Banco Central de Honduras»), El comunicado está firmado el
4 de junio.
60 £/ Díe, 21 de junio, 1954, p. 1 («20 millones de lempiras perderá la compañía...». Boletín de la Tela Railroad
Company).
61 £1 Dia, 5 de junio, 1954, p. 1; y, £/ Día, 15 de junio, 1954, p. 6 («Boletín de la Tela Railroad Company»).
161
banano con un valor de 379 mil 500 lempiras; cada finquero perdió por utilidad neta 3 mil
110 lempiras. Los cálculos realizados por la Tela Railroad Company preveían para el mes de
junio una pérdida de 85 mil racimos cada semana, con un valor de 93 mil 500 lempiras. No
obstante la condición de "finqueros independientes" de los propietarios de este distrito,
sus trabajadores se declararon en huelga y, a fines de mayo, mil 600 de ellos se encontra-
ban en paro.62
A mediados de mayo comenzó a hablarse en San Pedro Sula de una situación de "an-
gustia" y de "escasez" de granos básicos, debido a la interrupción del transporte entre
distintas poblaciones. Esto facilitó que los comerciantes elevaran el precio de los produc-
tos. En la misma ciudad, las operaciones comerciales habían disminuido y los combusti-
bles comenzaron a escasear. La Public Utilities Honduras Corporation, que proporcionaba el
servicio de energía eléctrica en San Pedro Sula, informó que tenía "grandes dificultades"
para brindar el servicio a causa de la falta de combustible.
62 La Epoca, 26 de mayo, 1954 («La huelga extendida hasta El Higuento va afectando a vanos finqueros particulares»);
y, El Dít, 22 de mayo, 1954, p. 1 («Delegación de los periódicos se fue hacia El Higuento»), £/ Día, 11 de jumo 1954.
pp 1-7 («Contra el gobierno el conflicto de la Costa») Todas estas notas se basan en datos proporcionados por la
Tela Railroad Company y algunos finqueros independientes de El Higuerito
63 El Día, 30 de mayo, 1954, ρ 1 («Toman cartas en el grave conflicto de la huelga del norte la Cámara de Comercio e
industnas de Honduras»).
162
En el poblado de Olanchito también había preocupación; los granos de primera nece-
sidad comenzaron a escasear y los existentes se habían duplicado en precio. Incluso los
hoteles y pensiones de Tegucigalpa se quejaron por la falta de clientes. A fines de mayo, el
encarecimiento de los alimentos era alarmante; el maíz, que se cotizaba a 8 centavos la li-
bra, pasó a 20. En similar proporción subieron otros productos como la manteca vegetal,
que se producía en La Ceiba y que de 70 centavos pasó a un lempira. Hasta ese momento
se reportaban cinco millones de dólares como pérdidas, no sólo por la huelga, sino tam-
bién por la suspensión de otras actividades y por los salarios no percibidos por los obreros
en huelga.64
64 Para todo lo anterior véase. EJ Día, 19 de mayo, 1954, pp 1-5 («Cada día agudizare más la situación general de la
Costa Norte a raíz de la huelga»). La Epoca, 22 de mayo, 1954 («No vislumbran posibilidades sobre pronta solu-
ción»), El Día, 19 de mayo, 1954, ρ 1, La Epoca, 27 de mayo, 1954, ρ 2 («Panorama de la huelga por un...»); y, E/ Día,
20 de mayo, 1954, pp 1-6 («Campeño dice no conocemos al comunismo..»).
65 El Social, 31 de mayo, 1954, ρ 1 («La huelga sigue sin solución», reproduce parcialmente un comunicado del Comité
Central de Huelga), y, Orientación, 1 de junio, 1954, pp. 1-4 («Pláticas solución huelga tienen completo fracaso»).
363
• Eliminando a los directores comunistas y dejando solos a los trabajado-
res, la huelga encontrará solución.66
Estas opiniones coincidían con los argumentos sustentados por la compañía pocos días
antes del inicio de las negociaciones, los cuales eran publicitados en espacios pagados de
página completa en los prmcipales diarios del país. El propósito de éstos era poner a la
opinión pública en favor de la compañía, apelando en primer lugar a las necesidades eco-
nómicas de los trabajadores y luego a la necesidad de una conducta responsable de los
obreros hacia sus empleadores. Sin duda, el principal argumento dirigido a los trabajado-
res era de carácter económico: "cada semana los obreros pierden 700 mil lempiras en sala-
rios".67
Todo lo anterior formaba parte de una campaña organizada por la compañía para ob-
tener las mayores ventajas posibles en la negociación que estaba a punto de iniciarse, y
para crear las condiciones que justificaran su posterior negativa a negociar con dirigentes
a los que consideraba "intransigentes" y "comunistas".
66 La República, 5 de jumo, 1954, ρ 1 («La gran huelga de la Costa Norte está perdiendo sus mejores oportunidades»);
y, La República, 26 de mayo, 1954, ρ 1 («Síntesis del movimiento huelguístico»).
67 El Día, 25 de mayo, 1954, p. 5 («La verdad sobre la huelga en la Costa Norte ¿Quién bene la culpa?», espacio pagado
por la Tela Railroad Company).
68 E/ Día, 27 de mayo, 1954, p. 5 («Algunos hechos sobre el futuro de la industria bananera en Honduras», espacio
pagado por la Tela Railroad Company). Los datos ofrecidos por la compañía pueden prestarse a una fácil manipu-
lación de los mismos por parte de los administradores de la empresa, especialmente si tenemos en cuenta que ni
siquiera el gobierno central había establecido los mecanismos necesarios para fiscalizar la contabilidad de la Tela
Railroad Company A esto se referla un señalamiento del semanano El Social, afirmando que la Comisión Mediadora
del gobierno se había visto obligada a pedir información a la compañía, porque la Dirección General del Trabajo y
la Inspectoría General del Trabajo no llevaban las estadísticas correspondientes, como era su obligación. Véase. E/
Socia/, 30 de junio, 1954, ρ 1 («La huelga y su orientación»)
164
Los periódicos identificados con la huelga bananera, como El Chilío, Revolución y El
Machete, sostenían que era la compañía la intransigente. Respondiendo a lo afirmado por
la empresa, respecto a los daños que la huelga le provocaba a la economía nacional y a los
propios obreros, un periódico popular le hacía a la Tela Railroad Company las preguntas
siguientes:
165
El primero de junio, un boletín de la Tela Railroad Company informó que algunos miem-
bros del CCH habían protestado contra sus compañeros negociadores; a los inconformes la
compañía los denominaba "sanos". Los disidentes, Guillermo Rosales Mejía y Jaime
Cabús, habían publicado una "hoja suelta" denunciando como ineptos para negociar a los
demás miembros del CCH. El pronunciamiento de ambos repetía la versión de la compa-
ñía respecto a la ruptura de las negociaciones:
"La rigidez e intransigencia de una minoría del Comité Central de Huelga, pretendien-
do desconocer lo pactado previamente en las dos sesiones anteriores, dando el miserable
espectáculo de falta de seriedad, llevó las negociaciones al más rotundo fracaso, demos-
trando con ello su incapacidad para salvar el movimiento huelguístico de la situación crea-
da, de donde sólo pueden derivarse la desmoralización de las masas y su derrota".
Entre los culpables de tales faltas se mencionaba a César Augusto Coto, Juan B. Cana-
les, Francisco Шов, Manuel Sierra, Marcos Santos y Gabriel David, a los que se les exigía su
renuncia del CCH. En caso que no lo hicieran, los disidentes afirmaban que sólo quedaba
un camino: "destituirlos".71
El llamamiento hecho por Mejía Rosales y Cabús le facilitó a la compañía pasar a una
ofensiva inmediata y decisiva contra el Comité Central de Huelga. Los aviones de la bana-
nera comenzaron a lanzar cantidades masivas de hojas de propaganda sobre los principa-
les centros de huelga; en éstas la compañía pedía a sus trabajadores que se sumaran a los
disidentes y desconocieran a los líderes del CCH. La hoja tenía, además, dos propósitos
fundamentales: por una parte, promover como líder al obrero Benigno González, afín a la
compañía y, por otra, anunciar que se había iniciado el proceso para la constitución de un
nuevo Comité Central de Huelga. En la parte medular del pronunciamiento de la banane-
ra se lee lo siguiente:
71 El Día, 2 de junio, 1954, pp 1-6 («La ruptura de las deliberaciones en San Pedro Sula ha creado una situación dema-
siado crítica para la industria»).
166
les para llegar juntos al triunfo, y deben además, poner oidos sordos a las
salamerías de los que ya los engañaron una vez! Benigno González tiene la
palabra, para aconsejar a sus compañeros que lo respetan y lo quieren, para
que sigan el camino recto, cuerdo y sensato que indica la razón y exige la
situación del momento en bien de la patria y de todos.72
Pocos días después, Francisco Ríos, líder del Comité Técnico Ejecutivo de Huelga en el
Puerto de Tela, acusó a dos profesionales del Partido Liberal, Roberto Arellano Bonilla y
Francisco Milla Bermúdez, de ser "elementos que han sido desenmascarados como agen-
tes rompehuelgas de la empresa al merodear insistentemente por sectores de Tela, Batán y
Cortés, tratando de desprestigiar al Comité Central de Huelga". En el mismo sentido se
pronunció el Comité de Lucha Obrera (CLO), que en una hoja titulada "Alerta a los Traba-
jadores" también acusó a los dos profesionales de ser aliados de Manuel de Jesús Valencia
y de tratar de organizar un nuevo Comité Central de Huelga, compuesto por amigos de la
empresa, para negociar una traición al movimiento de huelga.73
La organización del nuevo Comité Central de Huelga estaba en marcha bajo el auspicio
de la empresa bananera. El 5 de junio la Tela Railroad Company informó que delegaciones
huelguistas de Tela, Batán, Puerto Cortés y La Lima se reunieron en San Pedro Sula, exclu-
yendo El Progreso. La reunión tuvo como propósito conformar una representación que
pudiera reanudar las pláticas con la empresa. Los voceros de la compañía informaron,
además, que en la reunión se acusó de intransigentes a los líderes de El Progreso y que el
líder de Puerto Cortés, Juan B. Canales, había sido excluido por "su marcada tendencia
izquierdista y por haberse revelado como un agitador". La reunión fue a iniciativa de
Manuel de Jesús Valencia, que lanzó acusaciones contra los comunistas por la radio.74
Hacia el 7 de junio ya era pública la noticia de la constitución de un nuevo Comité Central
72 E/ Día, 3 de jumo, 1954, pp 1-6 («Arrojan volantes en Tela y otros lugares norteños»). La hoja estaba firmada por
Gustavo O Pinel, Cándido Savio, Pablo Nuila y José Vásquez, la misma estaba fechada en San Pedro Sula el 1 de
jumo
73 E/ Día, 9 de junio, 1954, p. 6 («Boletín de la Tela Railroad Company», fechado el 5 de jumo) El mismo periódico
había informado, en mayo, que en San Pedro Sula habían circulado hojas de propaganda de un «Comité de Auxilio
a la Huelga», firmadas por Francisco Milla Bermúdez y Pedro Barahona C, en las cuales se insinuaba que las huel-
gas en la industria textil de San Pedro Sula tenían el propósito de socavar el movimiento huelguístico de los traba-
jadores bananeros, por lo cual se le pedía a los trabajadores de San Pedro Sula no sabotear la «huelga grande» Véa-
se El Día, 21 de mayo, 1954, ρ 1 («La compañía desea pagar salarios a los trabajadores pero no se le deja»).
74 El Día, 5 de junio, 1954, ρ 1 («Reunión de líderes de huelga a fin de reanudar pláticas», Boletín de la Tela Railroad
Company). El Comité de Lucha Obrera emitió un comunicado respondiendo a las acusaciones de Valencia, en éste
informaba que el líder de La Lima había tenido pláticas secretas con el general Carias Andino y que había conver-
tido la concentración de La Lima en un «mitin galvista» El CLO también acusaba a Valencia de tener pláticas secre-
tas con Monseñor Capdevilla (obispo provisional de San pedro Sula), con el Gerente de la bananera, con el coman-
dante Eduardo Galeano y con el líder cañista de San Pedro Sula, René Pascua, este último habría abierto un crédito
para Valencia y sus amigos en el Hotel Bolívar de San Pedro Sula El CLO aseguraba que el gobierno de Gálvez
entregaría armas a los huelguistas de La Lima, como excusa para reprimir y acabar el movimiento huelguístico en
toda la zona bananera de la United Fruit Company. Véase «(TR.AB^r.ADORES DE LA TELA RAILROAD
COMPANY1», comunicado del Comité de Lucha Obrera, numeo, sin fecha Agradezco a doña Teresma Rossi por
haberme facilitado este documento, que ella conserva entre sus papeles personales.
167
de Huelga, que había lanzado miles de "hojas sueltas" pidiendo la reanudación de las plá-
ticas con la compañía.75
75 La hoja, titulada »Ultima Нота» y dirigida al Gerente de la compañía, estaba firmada por Manuel de Jesús Valencia,
Humberto Díaz Zelaya y José Cubas Gross por La Lima, Antonio Radillo, Céleo González y Carlos M. Ramírez por
Puerto Cortés, Raúl Edgardo Estrada, Henry Sheran y Rafael Alberti por Tela, Rufino Sosa, Israel Orellana y Santos
Ochoa por Batán, Benigno Gonzales, José Alberto Panchamé y José Arnulfo Espinoza por El Progreso Con este
grupo se constituyó el nuevo Comité Central de Huelga. Véase El Día, 7 de junio, 1954, ρ 6 («Boletín de la Tela
Railroad Company»), El Comité Central de Huelga, en una hoja en la que explicaba ampliamente las causas de la
ruptura de las negociaciones, también denunciaba las maniobras de la compañía para organizar un nuevo Comité
Central de Huelga Véase E/ Día, 3 de junio, 1954, ρ 5 («Carta al Director del Día»).
76 El Dio, 5 de jumo, 1954, p. 8 («El presidente del Comité de Huelga del Puerto de Tela y su declaración») En la misma
declaración el nuevo líder del comité pedía se le devolviera a los huelguistas los micrófonos y altoparlantes que el
gobierno les había mcautado, así como el control de las comunicaciones telefónicas y los vehículos motorizados de
la compañía.
77 Eí Día, 9 de junio, 1954, p. 1 («Ambo a Puerto de Tela tren de la Standard»); y, E/ Pueblo, 7 de junio, 1954, ρ 1.
78 Prensa Libre, 4 de junio, 1954, pp 1-4 («Se procederá sin complacencias para reprimir actos subversivos») El comu-
nicado del gobierno está fechado el 3 de junio.
79 La República, 5 de junio, 1954, ρ 4 («Micro-noticias del puerto de Tela»), y. El Pueblo, 10 de junio, 1954, p. 1 («Los
huelguistas de Tela privados de todo medio de comunicación»).
168
El nuevo Comité Central de Huelga, a pesar de las acusaciones de colaboracionismo
lanzadas en su contra, debió enfrentar una fuerte presión de los huelguistas para la firma
de un convenio favorable a sus intereses. El nueve de junio, una manifestación de mujeres
recorrió el Puerto de Tela, con el propósito de reclamar justicia a la empresa bananera, pero
en los cartelones alzados por las mujeres también se podían leer frases de condena contra
los que -según ellas- habían traicionado el movimiento al haber organizado un nuevo
Comité Central de Huelga.80
No obstante las excelentes relaciones entre la mayoría de los miembros del nuevo Co-
mité Central de Huelga y la compañía bananera, ésta se negaba a reiniciar las negociacio-
nes, demostrando con ello que no estaba dispuesta a negociar con ningún comité de huel-
ga, como fue su intención desde el inicio del conflicto. A esto se refería una nota enviada a
J. F. Aycoock, gerente de la Tela Railroad Company, por Raúl Edgardo Estrada, secretario del
Comité de Huelga de Tela, en la que se lamentaba porque la compañía se rehusaba a
reiniciar las negociaciones. El Gerente argüyó que la empresa no continuaría las negocia-
ciones mientras no existiera un comité verdaderamente representativo; lo mismo que ha-
bía dicho durante el mes de mayo.81
Para demostrar que estaba en disposición de llegar a un acuerdo con sus trabajadores,
la empresa bananera lanzó miles de "hojas volantes" desde un avión, en las que ofrecía un
incremento salarial del 19%, según la escala salarial de los trabajadores en sus departa-
mentos. La compañía también ofrecía servicio médico gratuito para todos los trabajadores
que ganaran 150 lempiras al mes, así como 2 semanas de vacaciones. Esta proposición
apelaba directamente a los trabajadores, a los que les pedía aceptar la oferta sin negociado-
res intermediarios. A quienes aceptaran regresar voluntariamente a sus labores, la Tela
Railroad Company les ofrecía una bonificación de 20 lempiras. Sin embargo, los mismos
voceros de la compañía informaron de la reacción de los trabajadores ante el lanzamiento
de este comunicado: "grupos de ciclistas pertenecientes a la huelga intentaron acaparar y
romper las hojas sueltas de la compañía, advirtiendo a los trabajadores que no debían leer-
las".82 Esta puede ser considerada como la última propuesta de la compañía bananera.
Aunque las negociaciones con el nuevo Comité Central de Huelga se reiniciaron, la com-
pañía no hizo ninguna ampliación adicional a esta propuesta, como se constata en el docu-
mento firmado un mes más tarde.
La Tela Railroad Company afirmaba que su última oferta a los trabajadores, para solucio-
nar el conflicto, representaba para ella un incremento anual de 7 millones de lempiras en
salarios y prestaciones sociales. Por otra parte, argumentaba que su oferta significaba el
aumento del salario mínimo diario a 4 lempiras "el más alto que prevalecerá en Honduras,
SO El Pueblo, 10 de junio, 1954, p. 1 («Los huelguistas de Tela privados de todo medio de comunicación»).
81 Prensa Libre, 9 de junio, 1954, pp. 1-4 («La Tela no rehusa continuar conversaciones», Boletín de la Tela Railroad
Company). Las negociaciones se reiniciaron el 12 de junio en San Pedro Sula. Véase: El Pueblo, 12 de junio, 1954, p.
1 («Fueron reanudadas las pláticas»).
82 El Día, 7 de junio, 1954, p. 1 («La frutera apeló a los huelguistas con oferta de aumento sustancial». Boletín de la Tela
Railroad Company).
169
pues las otras empresas agrícolas de la zona norte pagan dos lempiras cincuenta centavos
diarios y la mayoría dos lempiras al día". La compañía afirmó, además, que ese incremen-
to representaba el 50 por ciento de sus ganancias netas en Honduras. Sin embargo, el 26 de
junio los huelguistas habían rechazado esa oferta.
170
Tres partidos políticos disputarían la elección El Partido Liberal, con Ramón Villeda
Morales como candidato, médico con perni ideológico socialdemócrata y un estilo de ha-
cer política que muchos de sus críticos identificaban con el populismo de Juan Domingo
Perón en Argentina En el otro extremo se encontraban los candidatos del Partido Nacio-
nal, que se presentaba dividido a la elección, con las candidaturas de los generales Tibur-
cío Carias Andino (Partido Nacional Cañista) y Abraham Williams Calderón (Movimiento
Nacional Reformista MNR), ambos de gran experiencia en la conducción de los asuntos
públicos tras 16 años de ejercicio en el mando, el uno como presidente y el otro como vice-
presidente
Los opositores de ambas facciones del Partido Nacional consideraban dichas candida-
turas como un intento de las fuerzas más conservadoras de Honduras para regresar al
poder, y ejercerlo en beneficio de los terratenientes y las empresas bananeras No obstante,
el discurso antidicta tonal del Movimiento Nacional Reformista, con el cual pretendía
desvincularse del pasado represivo que su líder había compartido con el general Canas,
lograba captar la simpatía de un importante sector del Partido Nacional y de otros electo-
res que no confiaban ni en la extrema y cerrada posición derechista del general Carias, ni
en las promesas de reformas sociales del candidato liberal, las que muchas veces eran ca-
lificadas como "comunistas" por sus adversarios
Las posiciones adoptadas por los partidos políticos frente a la huelga de los trabajado-
res de la Costa Norte estuvo determinada, en algunos casos, por el compromiso ideológico
y político con la United Fruit Company65, y, en general, por el cálculo de la ganancia electo-
ral inmediata Eso obligó a los partidos a observar un comportamiento cauteloso y muchas
veces encubierto respecto a la huelga, según su conveniencia y la de sus aliados reales o
potenciales Ello contribuye a explicar que cada uno aprovechara cualquier motivo para
señalar al otro como responsable del estallido del movimiento, así como de las consecuen-
cias que la acción de los trabajadores pudiera traer sobre la economía y el sistema político
del país Ninguno de los tres partidos mencionados se pronunció en favor de los huelguis-
85 El presidente Galvez fue durante muchos años abogado de la United Fruit Company en Honduras, por lo cual se le
consideraba un aliado seguro de la empresa bananera, en 1954 Gálvez apoyaba al MNR. Otro candidato presiden-
cial, el general Canas, mantuvo estrechas relaciones con la United Fruit Company en el transcurso de los 16 años de
su mandato dictatorial, durante el cual fue acompañado por el general Abraham Williams Calderón, candidato del
MNR en las elecciones de 1954 Por el contrario, el candidato liberal recibía criticas que lo señalaban como enemigo
de la bananera y de instigar a los trabajadores para la obtención de aumentos salariales en las plantaciones
bananeras
172
tas, pero coincidían, por diversos cálculos y razones, en que la solución al problema debía
ser pacífica y con la mediación del presidente Gálvez y su gobierno.
Otro ingrediente que debe ser tenido en cuenta en la conducta de los partidos políticos
frente a la huelga bananera es el anticomunismo, una actitud ideológica predominante en
una parte del mundo desde la inauguración de la guerra fría entre los Estados Unidos y la
Unión Soviética, con firmes antecedentes en Honduras desde la década de 1920. Las acu-
saciones cruzadas entre los partidos políticos se vio matizada por esta justificación externa,
que sería utilizada como medio para obtener múltiples ventajas: desde el estigma que el
calificativo de comunista pudiera representar para un adversario, pasando por la satisfac-
ción psicológica de luchar contra un enemigo invisible, pero real y poderoso, hasta la re-
afirmación de la condición del denunciante como aliado de los Estados Unidos en su lucha
contra el "comunismo soviético". Todos estos factores son evidentes en la actitud asumida
por cada partido ante los acontecimientos sucedidos en las plantaciones bananeras de la
Costa Norte entre mayo y los primeros días de julio de 1954, como lo veremos a continua-
ción.
a) El Partido Liberal
La conducta de los liberales ante la huelga bananera puede ser calificada de temerosa
y calculadora. Como resultado de una arraigada confianza en que el triunfo electoral sería
suyo, los liberales se esforzaron por evitar que la huelga se generalizara, o que provocara
una situación de inestabilidad política que pudiera ser aprovechada por sus adversarios
para reprimir indiscriminadamente a las fuerzas políticas de oposición, particularmente a
su partido.
Ante la circunstancia de la huelga los liberales optarán, desde los primeros días, por
acusar a sus adversarios de ser los instigadores o los responsables del estallido de la huel-
ga. Esta actitud es evidente en las informaciones publicadas por su vocero, diario El Pueblo,
desde que se conoció la noticia de la huelga. El 6 de mayo el Consejo del Partido Liberal en
el departamento de Cortés y el Consejo Local de San Pedro Sula se dirigieron a sus afilia-
dos, señalando que después de haber sido solucionado el conflicto de los muelleros en
Puerto Cortés:
172
agentes de nuestros adversarios recorren los sectores de la Costa Norte (Tela
y El Progreso) azuzando a empleados y braceros de la frutera, en el sentido
de que abandonen sus labores y vayan a la huelga; y lo que es más delicado
y hasta punible, radica en el hecho de que los "instigadores" se proponen
descargar toda la responsabilidad de esos brotes de desorden, sobre el Parti-
do Liberal, siguiendo el plan maquiavélico trazado por el vocero oficial del
Cariísmo: repetir y repetir hasta el cansancio, que nuestro Instituto Político
tiene nexos con el comunismo internacional.86
El periódico no dudaba, por otra parte, que el Partido Nacional Cariísta estaba insti-
gando a la huelga para obligar al gobierno a suprimir las garantías constitucionales, para
lo cual -según los liberales- se valía de "hojas sueltas" sin firma responsable en las que se
llamaba a la huelga y se vivaba al Partido Liberal, las cuales eran distribuidas por agentes
del cariísmo en todos los campos bananeros. Esta labor, según el Partido Liberal, se llevaba
a cabo con la complicidad de algunos jueces del trabajo, comandantes de armas
seccionales, cabos de comisario y comandantes de campo.87 Al mismo tiempo, el Partido
Liberal llamaba al gobierno a tomar la iniciativa para encontrarle solución al conflicto
"siempre que ésta no lesione los intereses de los trabajadores o de la compañía", para lo
cual el partido ofrecía "la más franca y sincera colaboración".88
El Partido Liberal proponía como solución a los problemas laborales del país, la emi-
sión de un Código de Trabajo y una legislación adecuada, lo cual sería posible si los elec-
tores favorecían a los liberales en los comicios del mes de octubre.89 Para reafirmar esta
posición, los voceros del Partido Liberal recurrían a la historia, culpando al general Carias
y a su mayoría parlamentaria, por haberse opuesto a discutir el proyecto de Código de
Trabajo que en 1931 presentó ante el Congreso Nacional el ministro liberal de Fomento,
Agricultura y Trabajo, Salvador Corleto. Asimismo, señalaban a los diputados carlistas
como responsables de la eliminación del capítulo sobre "Cooperación Social y Trabajo" de
la Constitución de 1924, que contemplaba la creación de un Instituto de Reformas Sociales
para armonizar las relaciones entre el capital y el trabajo.90
86 El Pueblo, órgano del Partido Liberal de Honduras, 6 de mayo, 1954, pp 1-4 («Los Consejos Departamentales de
Cortés y Local de San Pedro Sula, se dirigen a los liberales»)
87 El Pueblo, 7 de mayo, 1954, pp 1-4 («El Canísmo trata de utilizar la huelga de la Tela en perjuicio del Partido Libe-
ral»)
88 £/ Pueblo, 8 de mayo, 1954, pp 1-4 («Partido Liberal y huelga»),
89 El Pueblo, 11 de mayo, 1954, pp 1-4 («Partido Liberal y Código de Trabajo»).
90 El Pueblo, 27 de mayo, 1954, pp 1-4 («La historia y el gran avestruz») El capítulo «Cooperación Social y Trabajo»
corresponde al Título XX de la Constitución de 1924, el artículo 175 de la misma decretaba el establecimiento de un
«Centro Técnico denominado Instituto de Reformas Sociales», que debía armonizar las relaciones entre el capital y
el trabajo El articulo 176 decretaba, por otra parte, la jomada de trabajo asalariado en ocho horas dianas y un día de
descanso por cada seis de trabajo. También preveía la creación de una Ley sobre Accidentes de Trabajo y una protec-
ción especial para el trabajo de las mujeres y el de los hombres menores de 14 años (artículo 177) Véase Recopilación
de las constituciones de Honduras (1825-1965), pp 421-422.
173
b) El Movimiento Nacional Reformista (MNR)
El Movimiento Nacional Reformista se presentaba ante los electores obreros como "la
esperanza de salvación y reivindicación de los trabajadores, en medio de las barreras exis-
tentes por la falta de leyes sociales que los protejan y por la negligencia en la aplicación de
las que existen" Y reconocía como "indiscutible" la importancia política de La Lima, sede
principal de la compañía bananera Por el mismo hecho, el MNR consideraba necesario
"dedicarle (a La Lima) un cuidado especial en atenderle de manera sistemática, enérgica y
decidida" Para lo cual debía tenerse en cuenta -según el vocero del MNR- que "emplea-
dos de la frutera de significada importancia, son liberales, tanto en la propia Lima, como
en lugares adyacentes, y eso significa mucho" 91
Desde el micio del conflicto, esta agrupación política decidió apoyar al presidente
Gálvez en la búsqueda de una solución al problema laboral de la Costa Norte El 7 de
mayo las autoridades centrales del MNR ordenaron a sus consejos departamentales de
Tela, La Ceiba, El Progreso, Cortés y San Pedro Sula, brindar su apoyo al gobierno y "dic-
tar todas las medidas conducentes a encontrar una solución pacíñca del problema creado
por la huelga ",92 Por otra parte, lamentaba la "impulsividad" de los trabajadores, así
como la "incomprensión y carencia de espíritu de justicia de los directivos de la compa-
ñía" 93
La conducta del MNR mtentó ser conciliadora desde el principio, sin ocultar su solida-
ridad con el gobierno, pero cuidándose de no perder electores en las localidades norteñas
afectadas por la huelga En determinado momento, uno de los editoriales de su vocero
oficial afirmó que no desconocía el alza registrada en el costo de vida en los últimos años,
así como el insuficiente jornal que recibían los trabajadores bananeros, por lo cual conside-
raba justo que se les aumentara sus salarios Para encontrar una solución justa al conflicto,
el MNR llamaba a los partidos políticos a intervenir de forma "prudente" y "eficaz", para
que el arreglo fuera "pronto" y "cordial" M
El 27 de mayo el gobierno emitió una declaración oficial sobre la huelga, en la que afir-
maba que entre los trabajadores en huelga "se han infiltrado agentes del comunismo inter-
nacional", arguyendo que tenía en su poder algunos mensajes de organizaciones guate-
maltecas en los que se animaba a los huelguistas hondurenos a continuar su lucha * Desde
ese momento la actitud del MNR respecto a la huelga cambió radicalmente y, en conso-
nancia con la postura oficial, adoptó el anticomunismo como justificación para atacar al
movimiento huelguístico, hasta convertirse en uno de sus enemigos declarados Pocos días
después de la publicación del comunicado oficial sobre la huelga, el vocero del MNR
91 Prensa Libre, órgano oficial del Movimiento Nacional Reformista, 3 de mayo, 1954, ρ 2 («El reformismo en La Lima,
Cortés»)
92 Prensa Libre, 7 de mayo, 1954, pp 1-4 («Del Consejo Central del MNR a los »)
93 Prensa Libre, 10 de mayo, 1954, ρ 1 («Las fuerzas vivas»)
94 Prensa Libre, 22 de mayo, 1954, ρ 2 («En tomo a la huelga»)
95 Prensa Libre, 27 de mayo, 1954, pp 1-6 («Declaración oficial en tomo a la huelga»)
174
empezó a referirse a la huelga bananera como un movimiento dividido en dos bandos
"huelga blanca" y "huelga roja", afirmando que los líderes de la huelga habían engañado
al pueblo utilizando como camuflaje discursos en los que vivaban al presidente, hablando
de campañas antialcohólicas, de depuración patriótica y del nacionalismo de su causa,
incluso "hasta a misa había ido la bendita huelga".96
Al mismo tiempo, los corresponsales del vocero oficial del MNR en la Costa Norte
desmentían, con informaciones y reportajes enviados desde los campos de la huelga, las
afirmaciones de los directores del periódico. Los corresponsales y los enviados ocasionales
del periódico en las localidades en huelga manifestaban con frecuencia su admiración por
el patriotismo, el orden, la disciplina e incluso la religiosidad demostrados por los traba-
jadores y sus líderes en todas las ciudades afectadas por la huelga. Con admiración y res-
peto por los huelguistas un corresponsal de Prensa Libre informaba a su periódico:
Esta fue la actitud mantenida por el MNR hasta el final de la huelga, insistiendo en que
la intransigencia de los líderes del Comité Central de Huelga se debía a su militancia co-
munista y a sus vinculaciones con la Unión Soviética, eximiendo muchas veces de res-
175
ponsabilidad a "las masas", con el objeto de crear un distanciamiento entre los trabajado-
res y sus líderes.99
En abril de 1954, la candidatura del general Carias se definía como representante exclu-
siva de una "verdadera conciencia popular en abierta oposición al comunismo" y, además,
como "la corriente íntegra de las fuerzas del espíritu contra las corrientes sedimentadas
del materialismo". Al mismo tiempo se presentaba como el "obstáculo principal" contra el
fortalecimiento de las teorías socialistas en la sociedad hondurena, lo cual implicaba una
"lucha a muerte con el comunismo".101
Desde fines de abril, el cariísmo acusaba al candidato liberal, Ramón Villeda Morales,
de haber ofrecido en San Pedro Sula el aumento del salario mínimo a 8 lempiras; lo mismo
99 Véase, por ejemplo, el editorial de Prensa Libre («La huelga debe terminar»), 3 de junio, 1954, ρ 2
100 La Epoca, Tegucigalpa, 14 de jumo, 1954, ρ 1
101 La Epoca, 28 de abril, 1954, ρ 3 («Violentos ataques de los comunistas contra el general Tiburcio Carias»)
102 La Epoca, 5 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Los dirigentes rojos dan todo impulso a la huelga»). El mencionado Enrique
Ortéz era candidato a la vicepresidencia de la República en la fórmula liberal Más tarde, los Cañistas serán acusa-
dos a su vez de ser los responsables de la colocación de «bandentas rojas y hojas sueltas contra el movimiento
huelguístico, con la intención de darle sabor comunista al problema y de acusar injustamente al pueblo trabaja-
dor ». Véase: £1 Oía, Tegucigalpa, 12 de mayo, 1954, ρ 8 («Maniobras reaccionarias»).
176
se dijorespectoal dirigente liberal del puerto de Tela, Emilio Gómez Rovelo. El periódico
inducía a pensar que existía una relación entre la oferta salarial hecha por los liberales y las
huelgas que comenzaban a estallar en la Costa Norte, como también con el asalto a un
comisariato de la Tela Railroad Company cerca de El Progreso y el paro que intentaba reali-
zar un grupo de trabajadores en la Costa Norte el primero de mayo.
...valerse de la buena fe del pueblo humilde para inculcarles, que mañana los
terrenos de los sucesores de Santos Soto, de los terrenos de Rafael Callejas en
el sur, de los terrenos de las familias Sevilla y Romero en El Paraíso, de los
terrenos de don Fernando Sempé y de todos aquellos hondurenos y extran-
jeros que por miles de motivos no pueden hacer de ellos emporio de agricul-
tura, se les quitará para repartirlos en las familias de los correligionarios del
candidato comunista doctor Ramón Villeda Morales.103
Por todo lo anterior, La Epoca comparaba a Villeda Morales con Stalin y al Partido Libe-
ral con un partido revolucionario, calificando a ambos de "comunistoides", "izquierdistas"
y "demagogos agazapados".
Los liberales también serían acusados, tanto por los carlistas como por los líderes del
Comité Central de Huelga, de involucrarse en la huelga por medio de algunas personas
que intentaron vincularse al movimiento con el fin de manipularlo desde adentro. Tal es el
caso de los profesionales liberales Francisco Milla Bermúdez y Roberto Arellano Bonilla,
señalados por algunos líderes huelguistas como individuos afines a la compañía bananera
y difusores de la idea de que la huelga iba en contra del Partido Liberal, porque éste resol-
vería los problemas laborales del país desde el poder, por lo cual la prolongación de la
huelga era absolutamente innecesaria.104
103 La Epoca, 30 de abnl, 1954, p. 3 («Cabalgata Política»); y, La Epoca, 27 de abnl, 1954, p. 3 («Cabalgata Política»).
104 En un artículo publicado por Francisco Milla Bermúdez en un diano de Tegucigalpa, sostenía que «quienes persis-
tan, por ignorancia o por malicia, en sostener en público o en privado que la influencia comunista, procedente de
Moscú o de cualquier otro sitio del mundo tiene que ver directamente con el movimiento huelguístico de nuestra
Costa Atlántica, están pugnando, porque miles de hombres y sus familiares sometidos a una esclavitud perenne, se
vean privados de su derecho indiscutible a liberarse (.. ) la huelga tiene su ongen en la vieja injusticia que ha preva-
lecido...». E/ Cronisti!, 28 de mayo, 1954, p. 3 («La imputación de comunismo a la huelga..»).
277
la Huelga" en la ciudad de San Pedro Sula. A fines de junio los carlistas de La Lima acusa-
ron a Milla Bermúdez y a su hermano, al palestino Juan J. Mourra, a Pedro Barahona,
Macario Melgar y a la anciana Cala Enriquez, de presentarse todos los días ante los micró-
fonos de Radio Progreso de San Pedro Sula como miembros de tal comité, señalando que
todos pertenecían a la "estirpe colorada", es decir, "comunistas legítimos".105
En términos generales, la conducta del Partido Nacional Cañista ante la huelga bana-
nera fue de oposición a ésta, realizando una defensa velada de los intereses de la United
Fruit Company, a la cual estaba vinculado desde varias décadas atrás. Al mismo tiempo, el
carlismo utilizó el movimiento huelguístico con fines proselitistas, tratando de sacar el
máximo beneficio de las posibles vinculaciones de sus adversarios políticos con los huel-
guistas. Por otra parte, la huelga le sirvió a los carlistas, tanto como al MNR, para llevar a
cabo una amplia campaña anticomunista entre los trabajadores bananeros, creando en
éstos el temor a un peligro externo del cual sólo el general Carias podía "salvarlos".
105 La Epoca, 22 de junio, 1954, p. 2 («¿Qué pretende el llamado comité pro-auxilio de la huelga»). En estas acusaciones
y en susrefutacionesjugaba un papel muy importante la lucha ideológica entre las diversas fuerzas involucradas en
la campaña electoral y en el movimiento huelguístico. Por eso en esta nota de La Epoca los señalados son acusados
de ser «comunistas legítimos», mientras que para los líderes del Comité Central de Huelga, acusados a su vez de
comunistas, los mencionados son «traidores» y «fieles servidores de la bananera».
106 Para una visión global de los problemas del cambio social en Centroamérica en los años posteriores a la Segunda
Guerra Mundial véase: H. PEREZ BRIGNOLI., op. cit., especialmente el apartado «El reformismo en perspectiva»,
pp. 101-109.
178
\
En 1944, el gobierno guatemalteco inició un proceso de reformas sociales que, una dé-
cada más tarde, lo enfrentaría abiertamente con el gobierno de los Estados Unidos, pero
que al mismo tiempo despertó expectativas favorables en los movimientos populares de
los países centroamericanos. Las reformas sociales realizadas en Guatemala se convirtieron
en el paradigma de los movimientos populares de países que, como Honduras, habían
avanzado muy poco en esa materia.
Entre 1944 y 1954 el gobierno guatemalteco mantuvo una política exterior calificada de
"revolucionaria", pues implicó la ruptura de relaciones con los gobiernos dictatoriales de
los generales Francisco Franco de España y Rafael Trujillo de República Dominicana, así
como la apertura de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. En la misma década,
el gobierno de Guatemala debió enfrentar por lo menos 40 intentos subversivos de derro-
camiento con participación directa o indirecta de empresas de los Estados Unidos, espe-
cialmente de la United Fruit Company.m
La United Fruit Company era "el mayor terrateniente del país" y tenía la mayor cantidad
de tierras ociosas en Guatemala, aproximadamente 175 mil hectáreas, que jamás habían
sido cultivadas. Entre febrero de 1953 y marzo de 1954, el gobierno de Arbenz expropió a
la United Fruit Company 392,950.43 acres de tierra ociosa en sus posesiones del Atlántico y
el Pacífico, compensándola con un millón 185,115.70 quetzales (o dólares) en bonos de la
Reforma Agraria.110
107 G. TORIELLO GARRIDO, Tras la cortine del banano, pp. 56,59,60 y 69.
108 ibidem., pp. 61 y 71.
109 Ibidem., pp. 73 y 74. Los aspectos concernientes a la reforma agraria están tomados del texto de la misma, citada
textualmente por TORIELLO GARRIDO en su obra.
110 Ibidem., pp. 75 y 78.
179
Arbenz y su gobierno se vieron presionados por los Estados Unidos y por ima expedición
contrarrevolucionaria organizada desde Honduras por el exiliado guatemalteco, coronel
Carlos Castillo Armas. 1 "
Gerrit Huizer, por su parte, enfatiza en la centralidad de la reforma agraria como ele-
mento clave para explicar los motivos últimos de la caída del gobierno reformista de
Jacobo Arbenz. En opinión de ese autor, cuando la reforma agraria empezó a hacerse efec-
tiva, el gobierno guatemalteco fue derrocado por la intervención exterior y se inició un
movimiento de contrarreforma para restablecer la "cultura de represión". Además, el he-
cho de que se expropiaran 83,000 hectáreas de tierras ociosas de la United Fruit Company, a
la que se le pagó sólo el valor catastral declarado de esas tierras, ocasionó un problema
internacional que facilitó el derrocamiento del presidente Arbenz mediante la intervención
extranjera.113
Los últimos meses del régimen guatemalteco coincidieron con la duración de la huelga
bananera en la Costa Norte de Honduras. Estando la United Fruit Company en el centro de
111 Los periódicos hondurenos denunciaron constantemente estos intentos de agresión del exilio guatemalteco desde
territorio hondureno. Los estudiantes universitarios realizaron varias manifestaciones de protesta con el ánimo de
sensibilizar a la opinión nacional sobre el significado político de la violación de la soberanía guatemalteca. El gobier-
no hondureno encarcelo a vanos de ellos y se esforzó en detener las protestas estudiantiles y de otras organizaciones
populares. De hecho, la decisión de derrocar al presidente Arbenz habla sido tomada por la administración
Einsenhower en 1953, para lo cual se envió a Tegucigalpa al señor Willauer, más tarde Embajador en Honduras,
como parte de un equipo responsable de derrocar al gobierno guatemalteco. Véase· D. EURAQUE., op cit., p. 376 y
nota 137, EURAQUE cita al respecto a diversos autores.
112 E FONSECA, Centroamênca, su historia, FLACSO/EDUCA, San José, Costa Rica, ρ 256
113 G HUIZER, EJ potencial revolucionario del campesino en América Latina, Editorial Siglo XXI, 2' edición, México, 1974,
pp 243-249.
180
tales acontecimientos y siendo Honduras la base de operaciones de la contrarrevolución
guatemalteca, resultó inevitable que el destino final del gobierno revolucionario de Gua-
temala y la huelga bananera de Honduras estuvieran asociados de múltiples maneras.
El mismo día se informó desde Tela que la emisora de Ciudad Guatemala, Radio Bolí-
var, había transmitido la "sensacional" noticia de que el Dr. Juan Manuel Gálvez, en vista
114 La Epoca, 29 de mayo, 1954, p. 2 («Tal como lo dijimos está sucediendo»).
115 El Día, 6 de mayo, 1954, p. 4 («Telegrama desde Tela»). Véase también E/ Cronista, 5 de mayo, 1954, pp. 1-4 («Acuer-
dos que cancelan funciones consulares guatemaltecas...»).
116 Eí Día, 11 de mayo, 1954, p. 1 («La Confederación de Trabajadores de Guatemala y dos sindicatos con los huelguistas
de la costa norte»).
181
del conflicto de los trabajadores de la compañía bananera, se había visto obligado a dimi-
tir, delegando la presidencia de la República al titular de la Defensa, mientras se producía
el traspaso de las riendas del gobierno a una mano fuerte. Al final de la nota se decía que
el pueblo hondureno se había puesto nervioso por esa noticia, a la que el corresponsal
consideraba como una "bomba de hidrógeno", lanzada con el objeto de "despistar".117
Desde ese momento la campaña de los Estados Unidos contra el gobierno de Guatema-
la se convirtió en Centroamérica en una cruzada anticomunista, que reducía los conflictos
sociales a la lucha entre "democracia" y "comunismo", según los parámetros de la guerra
fría. El 9 de junio un diario de Tegucigalpa informaba de la existencia de un "plan comu-
nista" para subvertir el orden en Centroamérica, sobre el cual hacía las consideraciones
siguientes:
Un día después el mismo periódico informaba, citando fuentes mexicanas, que México
era sede de un "tenebroso movimiento comunista ligado a los brotes centroamericanos".
El periódico señalaba como responsables de tal movimiento al Partido Comunista, el
Consejo Nacional de Partidos Pro-Paz, el Partido Obrero Campesino y la Unión Democrá-
tica de Mujeres Mexicanas. Sostenía además que, acatando resoluciones del Buró Político
del Partido Comunista de México, diferentes organizaciones mexicanas habían movilizado
182
sus agentes, quienes pronunciaban discursos "francamente subversivos y propicios para el
establecimiento de un clima de desorden en el país".120
Lo anterior se sumaba a una campaña iniciada meses atrás por La Epoca y El Día, dia-
rios que eran calificados por algunos de sus críticos como "bananeros" y "reaccionarios".121
El primero de ellos había dicho, en una columna dedicada al insulto y ofensa de sus adver-
sarios, que en la Convención del Partido Liberal de Honduras había triunfado el comunis-
mo guatemalteco, que le había proporcionado 80 mil dólares a los liberales hondurenos
para que realizaran una concentración "impresionante" en Tegucigalpa. La misma colum-
na sostenía que la convención liberal había reflejado "la marcada ideología comunista y el
espíritu de venganza y sangre que tanto significa a los rojos hondurenos". Del discurso del
candidato liberal en la Convención dijo que sus ofrecimientos a obreros y campesinos no
fue sino un plagio de la oratoria "incendiaria" del "comunista mayor" de Guatemala,
Arévalo Bermejo. Según el periódico, aunque Villeda Morales no había concretado lo su-
ficiente su posición, sí pudo perfilar "su odio irreconciliable hacia la Tela Railroad
Company y las otras instituciones capitalistas que operan en Honduras".122
A pesar que el 20 de mayo ese diario informó que los huelguistas de la Costa Norte se
mantenían alejados de la influencia del comunismo y de la política interna, limitándose a
señalar que los líderes guatemaltecos se "aprovechaban" de la situación, poco tiempo des-
pués (con la declaración de John Foster Dulles y el congreso anticomunista en México), El
Día acentuó su campaña anticomunista. El 2 de junio el periódico afirmaba:
120 £1 Día, 10 de junio, 1954, pp 1-2 («Agitación comunista mexicana se liga a Guatemala y Honduras»).
121 El semanano Revolución decía. «E/ Die es un diario bananero y Julián López Pineda también», refiriéndose a la con-
ducta ideológica de ese diano y su director. El calificativo «reaccionario» era comúnmente utilizado contra La Epoca,
que actuaba como vocero de la facción Cañista del Partido Nacional Véase. Revolución, 8 de mayo, 1954, ρ 3 («El
pueblo hondureno despierta»)
122 La Epoca, 27 de abnl, 1954, pp 1-4 («El comunismo de Guatemala tnunfó en la Convención del Partido Liberal»). La
continuidad de la campaña anticomunista, que incluía a los liberales como uno de sus blancos, obligó meses más
tarde al candidato liberal a defenderse publicamente a través de una radioemisora Ramón Villeda Morales señaló
en esa ocasión que en Honduras «algunos sectores políticos han iniciado la lucha anticomunista con metodología
epiléptica, no con sinceridad para combatir el mal, sino por el prurito exhibicionista de ostentar el marbete que está
de moda para congraciarse con las democracias occidentales» Al referirse al anticomunismo dirigido contra la
huelga bananera, sostuvo que quienes hablaban de tal manera jamás habían sentido la angustia del hambre o del
desempleo, ya que siempre habían vivido a expensas de la burocracia Véase El Cronista, 18 de jumo, 1954, pp. 1-4
(«Discurso pronunciado por el Dr Ramón Villeda Morales a través de HRN»).
123 E/ Día, 8 de mayo, 1954, ρ 1 («Evento anticomunista a desarrollarse en México durante el presente mes»).
183
Quien visite los diferentes comités (de huelga) se dará cuenta de inmediato
que en ese grave conflicto se mueven "cerebros ocultos", el comunismo in-
ternacional está de por medio, y la intervención de Lombardo Toledano vie-
ne en abono de lo anteriormente escrito. La organización y la táctica que los
diferentes jefes se gastan, principalmente los de Progreso, acusan, como ya
se dijo en la declaración oficial, que los pioneros de la huelga han sido entre-
nados en un país extranjero.124
El carácter y el grado de la organización creada por los trabajadores del banano duran-
te el movimiento huelguístico, que suscitó comentarios favorables al principio del paro por
su capacidad para mantener el orden y la disciplina entre los miles de huelguistas en todos
los centros de trabajo, también se convirtió en motivo de sospecha para los interesados en
desacreditar el movimiento y los que dudaban de la capacidad de los trabajadores para
crear sus propias formas de organización. Prensa Libre, vocero del MNR, era uno de los que
lanzaba sospechas al respecto. Para este periódico no había duda sobre la presencia de
"manos expertas" en la dirección de la huelga, pues de lo contrario "nuestros trabajadores
de la Costa, sin ninguna experiencia en esta clase de eventos sociales, no habrían podido
actuar de la manera como lo han hecho".125
En ocasiones, los mismos trabajadores provocaban las críticas que los señalaban como
simpatizantes del gobierno de Guatemala. De acuerdo con algunas informaciones perio-
dísticas (confirmadas más tarde por los dirigentes huelguistas que entrevisté), en los últi-
mos días del gobierno de Jacobo Arbenz, los huelguistas del Puerto de Tela enviaron
"mensajes de encendida simpatía" a las autoridades guatemaltecas. Para el periódico que
proporcionó la información, la situación estaba clara: "la huelga es de esencia comunista,
inspirada y orientada desde Guatemala".126
La actuación del gobierno del presidente Juan Manuel Gálvez ante las protestas obre-
ras puede dividirse en dos etapas. En la primera, es evidente el esfuerzo del gobierno por
adoptar medidas preventivas para evitar que los primeros ensayos de huelga se convirtie-
ran en un movimiento masivo que afectara a las plantaciones bananeras en su conjunto.
Esta conducta de Gálvez era la continuación de la política de su antecesor, el general
Carias, y que su gobierno había retomado en 1951 con la represión y disolución de las or-
ganizaciones más beligerantes del movimiento obrero en aquel momento.
124 El Día, 2 de junio, 1954, pp. 1-6 («La prolongación de la huelga en los campos de la Costa Norte»). El mencionado
Lombardo Toledano, mexicano, presidente en aquel momento de la Confederación de Trabajadores de América
Latina (CTAL), a la que muchos consideraban «comunista», en vista de sus relaciones con la Federación Sindical
Mundial, afín a la Unión Soviética.
125 Prensa Ubre, 5 de junio, 1954, p. 2 («Hacia un Congreso extraordinario»).
126 E/ Día, 25 de junio, 1954, p. 3 («Nueva faz de la huelga norteña»).
184
Cuando las protestas en las plantaciones bananeras comenzaron a ser más intensas,
aunque localizadas en puntos específicos del territorio de las bananeras y carentes de co-
ordinación, el gobierno emitió las disposiciones que consideró necesarias para evitar la
propagación de las huelgas y otras manifestaciones de la protesta obrera de la Costa Nor-
te. El 30 de abril de 1954, el ministerio de Relaciones Exteriores envió una "circular urgen-
te" a los gobernadores políticos, ordenándoles aplicar a la mayor brevedad y de forma
rigurosa y estricta las disposiciones de la Ley de Extranjería. La misma circular ordenaba
la expulsión de todos los extranjeros que instigaran, fomentaran, promovieran o ejecutaran
acciones que trastornaran el orden público. La medida había sido adoptada en vista de "la
extrema gravedad de las recientes huelgas organizadas y sabotajes cometidos contra em-
presas particulares y dependencias gubernamentales...en algunos sectores de la Costa
Norte", lo cual, según el gobierno, había causado daños a la propiedad, amenazaba la vida
y la seguridad de las personas, y representaba un serio peligro para la tranquilidad y el
orden público.127
Cuando los muelleros de Puerto Cortés declararon un paro laboral exigiendo doble
paga por el trabajo realizado en día domingo, el gobierno actuó inmediatamente enviando
al Puerto a su ministro de Gobernación, general José Antonio Inestroza, quien logró la
normalización de las labores mediante un acuerdo negociado. La misma conducta observó
el gobierno frente a la protesta de los empleados del hospital de la bananera en el Puerto
de Tela. Sin embargo, los acontecimientos que se produjeron en la última semana de abril
y los primeros días de mayo, superaron con su celeridad las medidas preventivas adopta-
das por el gobierno en estos casos.
La segunda etapa de la actuación del gobierno frente a las protestas obreras, se inició
con la propagación del movimiento huelguístico a todas las plantaciones bananeras de la
Costa Norte entre el tres y el siete de mayo. La participación de más de 35 mil trabajadores
en el paro laboral, dejó al gobierno de Gálvez pocas posibilidades de maniobra ante la
magnitud y extensión del movimiento huelguístico, que en poco tiempo involucró a tres
departamentos del país y redujo a la impotencia a las fuerzas militares del gobierno.
185
solicitó la colaboración de los partidos políticos, así como la comprensión y cordura de las
fuerzas enfrentadas en la Costa Norte.
186
Una semana más tarde el gobierno emitió nuevas declaraciones, aumentando la aspe-
reza de su tono y señalando que su actitud de "comprensión" y "tolerancia" ante la huelga
bananera no debía ser interpretada como "tolerancia al desorden o incapacidad para repri-
mirlo si se llegara a presentar". Finalmente, el comunicado oficial afirmaba que el gobierno
procedería "sin complacencias de ninguna clase, a reprimir cuanta actitud subversiva,
individual o colectiva, advierta en el desarrollo del movimiento huelguístico de la Costa
Norte...".130 Sin embargo, el gobierno procedió únicamente a una represión selectiva contra
los principales líderes del Comité Central de Huelga.
A pesar que al final del conflicto la compañía bananera logró imponer sus condiciones,
especialmente en lo que respecta a la concesión de aumentos salariales, los trabajadores
bananeros, y en general la clase obrera hondurena, alcanzaron notables beneficios de la
más prolongada y memorable huelga registrada en la historia de Honduras. El más impor-
tante fue, sin duda, la conquista del derecho a la libertad sindical, de gran significación si
consideramos que, en 1954, Honduras aún no había roto completamente con los moldes
de dominación impuestos por la larga dictadura del general Tiburcio Carias entre 1933 y
1949.
Por otra parte, es evidente que la huelga bananera abrió nuevos espacios en la sociedad
hondurena, no sólo para la organización de los trabajadores en sindicatos, sino también
para la ampliación de las conquistas y los derechos sociales de los trabajadores. El Comité
130 Prensa Libre, 4 de junio, 1954, pp. 1-4 («Se procederá sin complacencias para reprimir actos subversivos»). El perió-
dico reproduce integramente el comunicado oficial
131 J PAGAN et al.. Significado histórico del gobierno del Dr Ramón Villeda Morales, pp. 99-112. Casi todas las leyes que
precedieron a la emisión del Código de Trabajo fueron decretadas entre 1955 y 1956, durante el régimen de julio Lo-
zano Díaz Carta Constitutiva de Garantías del Trabajo (febrero,1955), Ley de Mediación, Conciliación y Arbitraje (mar-
zo,1955), Ley de Organizaciones Sindicales (marzo,1955), Ley de Contratación individual de Trabajo (abnl,1956). Véase M
POSAS y R. DEL CID., op. al, p. 147.
187
Central de Huelga proclamò, en la introducción del documento de 30 puntos presentado
a la Tela Railroad Company, que el paro laboral estaba inspirado en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos y en la Carta Interamericana de Garantías Sociales. Con ello la
exigencia de mejores condiciones de vida, de trabajo y convivencia, superaban de hecho la
demanda estrictamente laboral para convertirse en una reivindicación de su condición
humana y de la dignidad implícita en ésta. Esto era algo completamente nuevo en el hori-
zonte del movimiento obrero hondureno.
Otro elemento aportado por la huelga de 1954 a la historia de Honduras, fue haber
dado los primeros pasos hacia el reconocimiento de un perfil muy claro de identidad na-
cional de la nación hondurena, tanto frente a las empresas bananeras como hacia el país
sede de éstas: los Estados Unidos de América. La huelga puso en perspectiva el dilema
esencial de la historia reciente de Honduras, que durante décadas ha oscilado entre la
admiración y el resentimiento hacia los Estados Unidos. La admiración por el desarrollo
tecnológico y la capacidad de aquel país para organizar y administrar la producción de
bienes; y el resentimiento por las actitudes imperialistas de sus gobiernos y la nula dispo-
sición de sus empresas en el extranjero para compartir los beneficios con los trabajadores
nativos, para darles buen trato y condiciones de existencia dignas.132
132 Al respecto véase: Ch. KEPNER, op. cit., apartado de Conclusiones, pp. 213-218.
188
La huelga de 1954 tuvo también una dimensión cultural que contribuyó a despertar en
los trabajadores potencialidades hasta ese momento insospechadas. La capacidad de orga-
nización, el espíritu de solidaridad, la autonomía política y, sin duda, la cultura popular,
despertaron y se manifestaron de diversas maneras. La huelga puso a prueba la creativi-
dad de los grupos sociales marginados del país, estimulando la originalidad, la pasión y el
entusiasmo popular. Poetas natos o improvisados, cantores aficionados, compositores,
oradores y músicos de diversos estilos y capacidades llegaban hasta las concentraciones
huelguistas para tributar su simpatía y apoyo a los obreros en huelga.
Los poemas, muchas veces leídos en los campos de la huelga y luego publicados en los
periódicos populares, expresaban el candor despertado por la huelga entre los "bardos
populares". Uno de estos poemas, escrito por Eugenio Delmar, decía en un fragmento:
Bananero:
Hombre irredento de mi patria triste
yo uno mi protesta a tu protesta
y confundo mi grito con tu grito.
El pueblo te acompaña en tu cruzada:
la patria te sonríe conmovida:
los niños enarbolan tus banderas:
banderas de civismo y valentía.
Después de medio siglo de dolores
entre bosques de verdes platanares
alzas la voz henchida de heroísmo
para exigir al yanqui tus derechos.
133 Prensa Libre, 12 de mayo, 1954, p. 1 («Huelguistas han presentado...»).
189
Otro poema, dedicado a las mujeres huelguistas134 y escrito a manera de saludo elogio-
so por Pompeyo del Valle, decía:
Para los enemigos públicos de la huelga esta capacidad de organización, así como la
disciplina demostrada por los obreros bananeros, sólo podía atribuirse a la presencia de
"agitadores extranjeros", de "expertos" enviados desde Guatemala por el gobierno de
Arbenz, o simplemente de "cerebros ocultos" que manipulaban solapadamente a la masa
de huelguistas. Una vez le pregunté a don Julio Rivera, dirigente del Comité de Lucha
290
Obrera, su opinión acerca de tales "cerebros ocultos", y él me contestó que el "cerebro
oculto" de la huelga había sido el pueblo, con su sabiduría y su infinito deseo de superar
sus miserables condiciones de vida.
La sabiduría del pueblo, como dice don Julio Rivera, se convirtió en la invención de
una verdadera experiencia histórica, en la recreación de toda la experiencia de trabajo de
los obreros del banano, que se apropiaron de las estructuras creadas por la United Fruit
Company para la administración y la producción bananera. Pero fue una recreación llena
de humanismo y de solidaridad, que ya nada tenía que ver con plantar y exportar bana-
nos, sino con la reivindicación de la condición humana de la colectividad.
Este ejemplo sirvió para que otros obreros se animaran a desafiar a los capitalistas de
industrias tan diversas como la textil, minera, tabacalera, cervecera, maderera y otras, que
en todo el país se levantaron en huelga. 1954 fue el año de los comités y los pliegos de
peticiones; en todo el país se crearon comités de huelga, de apoyo, de solidaridad, de pren-
sa y propaganda, de organización y abastecimiento de víveres, incluso los zapateros de la
ciudad de Danlí organizaron un comité de huelga y, como lo habían hecho los obreros
bananeros, también presentaron un pliego de peticiones exigiendo el 50 por ciento de in-
cremento salarial.
Esta capacidad de la clase obrera para inventar una experiencia original y para asumir
su propio destino en dos meses de huelga, evidenció que había llegado el momento de que
la sociedad hondurena reconociera a los trabajadores como una colectividad a la que ya no
le podía seguir negando sus derechos económicos, sociales y políticos.
A ello debe agregarse el papel decisivo que las mujeres de las plantaciones bananeras
jugaron en el sostenimiento de la huelga en todos los lugares donde ésta se concentró. En
Tela, Puerto Cortés, La Lima y El Progreso, las mujeres se sumaron a la huelga y se mantu-
vieron con gran firmeza durante el prolongado período que ésta duró. Don Rigoberto
Padilla me relató que las mujeres de las plantaciones bananeras fueron un poco más allá y,
en determinado momento, propusieron la constitución de un sindicato femenino. Ellas
argüían que estaban hartas de que los hombres las mantuvieran sojuzgadas, que sus hijos
necesitaban escuelas y medicinas, y que ellas necesitaban ayuda mientras trabajaban. En
aquella ocasión, tanto César Augusto Coto como Rigoberto Padilla realizaron esfuerzos
para evitar que tal idea se convirtiera en un motivo adicional de división, esta vez sexista,
del movimiento obrero en las plantaciones bananeras. Estos hechos demuestran que, des-
191
de aquel momento, las mujeres se manifestaron como un protagonista social activo y de-
cisivo en la sociedad hondurena, conquistando en 1955 sus derechos políticos ciudadanos.
Poco tiempo después de finalizada la huelga, en octubre de 1954, este movimiento con-
tribuiría a la apertura de un nuevo espacio social y político, transmitiendo su experiencia
organizativa a miles de trabajadores desplazados de las plantaciones quienes, al regresar
a sus aldeas de origen, reiniciarían la historia de la huelga con la organización de comités
campesinos, lo que más tarde condujo a la fundación de la Federación Nacional de Cam-
pesinos de Honduras (FENACH), la primera organización campesina del país, organizada
en la ciudad de El Progreso por antiguos huelguistas.135
Sin la experiencia aportada por los protagonistas de la huelga de 1954, estos primeros
intentos organizativos del campesinado hondureno hubiesen sido, probablemente, más
dolorosos y lentos. En este sentido, el espacio creado por la huelga bananera le abrió a los
campesinos las puertas hacia la conquista de una personalidad y una identidad que les
había sido negada durante siglos.
Por todo lo anterior, la huelga bananera de 1954 tiene el enorme significado histórico
que le atribuimos, y por lo cual amerita nuevos y más completos estudios. El que aquí
hemos presentado es sólo una síntesis muy breve de los acontecimientos, brevedad que
contrasta con el valor de los aportes hechos por aquel movimiento a la sociedad hondure-
na.
135 Entrevista con don Julio C. Rivera sobre la organización del movimiento campesino en Honduras, San José, Costa
Rica, octubre de 1993.
192
Capítulo П
Consideraciones concluyentes
LJesde mediados del siglo XIX, las relaciones entre Honduras y los Estados Unidos
han tenido, para la historia de Honduras, una significación enorme y consecuencias que
han dejado huellas permanentes en la memoria histórica del país. Sin vacilación se puede
afirmar que pocos hechos de la historia hondurena, durante el período posterior a su inde-
pendencia de España en 1821, han estado desvinculados de las relaciones sostenidas con
los Estados Unidos.
Este trabajo tiene como objetivo principal encontrar, en la continuidad temporal 1900-
1954, los rasgos fundamentales de esa asociación de intereses entre el gobierno de Estados
Unidos y sus inversionistas privados, una vez que esa comunidad de intereses se convirtió
en política exterior, en voluntad hegemónica de dominio y en imperialismo económico y
político. El reconocimiento de tales rasgos, en sus manifestaciones más significativas, im-
plica también identificar las consecuencias que provocaron en la historia y la realidad hon-
durena de aquella época. El período de estudio seleccionado, 1900-1954, más de medio si-
glo de historia de las relaciones entre ambos países, es un espacio temporal amplio y rico
en acontecimientos, que lo constituyen en un ejemplo válido para caracterizar el contenido
de las relaciones entre ambos países y sus consecuencias sobre Honduras.
La participación de Estados Unidos en la firma de ese Tratado, aunque sólo fuese como
garantes abrió, como se demostró en el primer capítulo de este trabajo, un período de in-
tervencionismo diplomático, político y militar en los asuntos internos de las cinco repúbli-
cas centroamericanas. El Tratado sirvió, además, como marco para que Estados Unidos
inaugurara una "política de reconocimiento diplomático" en Centroamérica, la que unas
veces fue aplicada en el espíritu y la letra del Tratado, y otras como instrumento de uso
caprichoso al servicio de los intereses particulares de Estados Unidos en la región.
Los años siguientes a la firma del Tratado de 1907 fueron testigo del establecimiento en
Centroamérica de importantes intereses económicos de Estados Unidos, como las compa-
ñías productoras y exportadoras de banano, y de la reafirmación de la imagen de Centro-
américa como "interés estratégico", y más tarde como "patio trasero" de Estados Unidos.
194
El incremento de los intereses económicos privados de Estados Unidos, encamados en
empresas como la United, la Cuyamel y la Standard Fruit Company, fue acompañado por
un intervencionismo político y militar que, al ir mucho más allá de la defensa de esos in-
tereses, desembocó en una conducta imperialista que afectó todos los órdenes de la vida
social de un país como Honduras.
El período estudiado fue, asimismo, testigo del lento proceso de constitución del Esta-
do nacional hondureno el que, desde el siglo XIX, era afectado por una permanente ines-
tabilidad política y se debatía entre insurrecciones militares, golpes de Estado y la desobe-
diencia de los actores políticos. La desobediencia permanente a la ley, la violación no me-
nos frecuente de la Constitución de la República y el irrespeto de los resultados electorales,
una conducta observada a lo largo de este período por los protagonistas sociales estudia-
dos, provocaban el caos y debilitaban la autoridad del Estado hondureno.
Estos factores, por otra parte, impedían la organización del Estado y afectaban su
gobernabilidad. Esta etapa concluyó en 1933, con el inicio de una larga dictadura que le
puso fin a la inestabilidad política, la que en la consecución de tal objetivo también acabó
con los tímidos avances democráticos y las incipientes organizaciones contestatarias crea-
das en la segunda década del siglo.
Las leyes habían sufrido una cirugía estética, nuevas instituciones fueron creadas y un
discurso liberal y republicano predominaba en la atmósfera política del Estado durante el
período estudiado, pero el país seguía sumido en una ruralidad casi absoluta, incomuni-
cado regionalmente y apenas vinculado al comercio internacional por una minería preca-
ria y carente de dinamismo.
Una de las estructuras heredadas del siglo XIX, la más influyente y decisiva en sus
consecuencias, fue la persistencia de una sociedad política basada en el "clientelismo",
derivado a su vez del "caudillismo", que se había afianzado sólidamente en la vida regio-
nal y lentamente se había extendido por todo el país, hasta que fue asumido como un com-
195
ponente incuestionable del sistema político, lo que aseguró su reproducción y
sobrevivencia hasta la actualidad.
Es así que el Estado hondureno se presentaba, en la primera mitad del siglo XX, como
instrumento de reproducción sistemática del caudillismo y el clientelismo político al ser-
vicio de las ambiciones personales de los caudillos, sus familias y "clientes". El Estado
hondureno no era, en esas circunstancias, un instrumento al servicio de la organización de
la sociedad. Dadas sus características, ni siquiera podía jugar el papel de arbitro en las con-
tiendas políticas, puesto que era parte de las mismas, en tanto representaba el botín a con-
quistar.
La práctica de una política imperialista "de hecho" de los Estados Unidos en Honduras
significaba para este país la obligación de aceptar a Estados Unidos como potencia con
poder de decisión, como fuerza interventora y, por lo mismo, como "gendarme" supervi-
sor de sus asuntos internos, con mayor obligatoriedad aún después de que los intereses
económicos de Estados Unidos se consolidaron y expandieron en el país. En este caso, el
papel de "vigilante nocturno" que Lasalle le atribuía al Estado burgués europeo, era juga-
do en Honduras, sin discusión alguna y con el conocimiento de todos, por los Estados
Unidos de América.
196
El ejercicio de la dominación imperialista de Estados Unidos sobre Honduras, llegado
el caso, implicaba el recurso al uso de la fuerza militar para proteger "los bienes y los ciu-
dadanos americanos"residentesen Honduras, según la expresión consagrada. Esta forma
de ejercicio de poder hegemónico evolucionó, en poco tiempo, hacia una especie de domi-
nación consentida, aceptada y hasta utilizada en su beneficio por los caudillos de los par-
tidos políticos hondureñosquienes, en determinados momentos, pretendieron involucrar
a los Estados Unidos en su juego. Tener buenas relaciones con la legación de Estados Uni-
dos en Tegucigalpa era una prueba de éxito de los líderes hondurenos: tanto y de tal modo
que, en ciertos casos, es difícil distinguir quién manipulaba a quién.
Por último, bajo diversos puntos de vista: económico, político, ideológico y cultural, los
miembros de la élite hondurena en el poder estaban estrechamente vinculados a los Esta-
dos Unidos. Los recursos producidos por los impuestos pagados por las compañías
bananeras, para el caso, pese a las amplias exenciones fiscales que les eran dispensadas
por el Estado, servían para financiar el aparato estatal hondureno, por no decir que eran
casi la única fuente segura de ingresos del Estado.
La situación se volvió más compleja aún, debido a la influencia que ejercieron las com-
pañías bananeras sobre la vida política de Honduras. Aquí se observa aún un intercambio
de papeles relativo a las intervenciones en todos los ámbitos: a veces las compañías inter-
venían en los asuntos del país para poder alcanzar sus fines de lucro, otras veces algunos
hondurenos buscaban el apadrinamiento de esas compañías para alcanzar sus fines polí-
ticos.
Esa huelga, por otra parte, se insertó en un contexto político regional en el que la con-
tinuidad de la política de Estados Unidos hacia Centroamérica fue evidente. El hecho es-
pecífico fue el derrocamiento del gobierno del presidente Jacobo Arbenz Guzmán en Gua-
temala, que se produjo tras la invasión de ese país por militares guatemaltecos, mercena-
rios y agentes del gobierno de Estados Unidos, cuya base de operaciones se encontraba en
Honduras, coincidiendo en el tiempo con la huelga bananera de la Costa Norte.
198
El trabajo elaborado, no obstante los vacíos que el mismo pueda tener, abre una pers-
pectiva amplia para que otros investigadores continúen explorando otras fuentes y contri-
buyan de esa forma a completar las carencias que este trabajo pueda tener. Lo importante
es que un fragmento relativamente largo de la historia oculta de las relaciones entre un
país industrializado y rico, en este caso los Estados Unidos de América, con un país agrí-
cola y de escaso desarrollo, como Honduras, ha sido descubierto y puesto en una perspec-
tiva en donde las causas de los acontecimientos históricos se vuelven comprensibles, en la
medida en que los hechos pueden ser relacionados en contextos amplios y períodos largos
de tiempo.
199
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Reportes de la legación de los Estados Unidos en Tegucigalpa respecto a las actividades de las compañías
bananeras de ese país en Honduras, correspondientes al 17 de septiembre de 1914,15 de
octubre de 1915, 23 de febrero de 1917,18 de julio, 12 de agosto, 10 de octubre y 8 de no-
viembre de 1924.
Correspondencia diplomática: reportes del consulado de la Gran Bretaña en Tegucigalpa, así como de
otras representaciones diplomáticas de ese país en el extranjero, relativos a la situción de
Honduras durante el año de 1924. Esos reportes se hallan reunidos en los volúmenes:
F.0.95/17y95/18.
1. Publicaciones Oficiales
Boletín Legislativo, órgano del Congreso Nacional de Honduras, Tegucigalpa, Serie I, № 7, sesión
del 28 de enero de 1907;
206
Boletín de la Asamblea Nacional Constituyente, Tegucigalpa, Serie I, № 25, sesión del 31 de octubre de
1924;
Boletín de la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, Washington, D. C, 1908;
Gaceta Oficial de Honduras, Tegucigalpa, № 44-45, ediciones del 3 y 9 de mayo de 1879;
La Gaceta, Tegucigalpa, № 7.860,2 de abril de 1929, y № 143,11 d abril de 1930;
Ley de Inmigración, Decreto № 76, Tegucigalpa, 1906;
Memoria del Ministerio de Fomento, Obras Públicas y Agricultura, Tegucigalpa, Talleres Tipográficos
Nacionales, Tegucigalpa, 1913;
Papers Relating to the Foreign Relations of the United States, Department of State, Government
Printing Office, Washington, 1919 (dos volúmenes), 1923 (dos volúmenes), 1924 (dos volú-
menes), 1932 (un volumen).
2. Publicaciones no oficiales
IV. Periódicos
Comizahuatl, San Pedro Sula, "Revista Literaria de Divulgación Cultural, de Información y Varieda-
des", director Agenor Toruno F., junio, 1954;
Costa Norte, La Ceiba, órgano del Partido Liberal, mayo-julio, 1954;
E/ Cronista, Tegucigalpa (liberal), consultado de enero de 1913 a diciembre de 1932 (salvo los volú-
menes correspondientes a 1919,1921 y 1924); y, mayo, junio y julio de 1954;
El Chilillo, Tegucigalpa, "Semanario sabatino al servicio del pueblo catracho", director Armando
Zelaya, de enero de 1953 a mayo de 1954, colección incompleta;
El Chilío, Tegucigalpa, 2a época, director Pompeyo del Valle, agosto 1954-febrero 1955, colección
incompleta;
El Día, Tegucigalpa, "Diario libre doctrinario-informativo", director Julián López Pineda, abril-julio,
1954;
El Heraldo, San Pedro Sula, "Semanario Cívico de la Sociedad 'La Juventud'", Зега época, director
Abraham Bueso Arias, mayo-julio, 1954;
El Machete, Tegucigalpa, "El semanario más audaz para el lector más despierto", director Bayardo
Aguiluz, diciembre 1953- diciembre 1954;
El Marino, Puerto Cortés (conservador), de enero de 1923 a diciembre de 1932;
El Marino, Puerto Cortés, "Tribuna del Movimiento Reivindicador Social de la Marina Hondurena",
director Rolando M. Viana, mayo-junio, 1954, colección incompleta;
El Nuevo Tiempo, Tegucigalpa (semioficial), de febrero de 1912 a noviembre de 1916;
207
El País, "Semanario de intereses generales, de cultura, civismo, paz y trabajo", La Ceiba, Tipografía
El Progreso, director M. R. Moneada, enero-diciembre, 1954;
El Progreso, El Progreso (conservador), de enero de 1931 septiembre de 1932;
El Pueblo, Tegucigalpa, órgano del Partido Liberal de Honduras, director Osear A. Flores, abril-
julio, 1954;
El Social, "Semanario informativo independiente", El Progreso, Yoro, director gerente Tito Calde-
rón, enero-diciembre, 1954;
El Sol, Tegucigalpa (conservador), de febrero de 1929 a octubre de 1931;
Los Sucesos, San Pedro Sula (liberal), de mayo de 1922 a enero de 1924;
El Trabajador Hondureno, Tegucigalpa (comunista, órgano de la Federación Sindical Hondurena),
colección incompleta, de julio a noviembre de 1929;
La Antorcha, Tegucigalpa, "Semanario independiente al servicio de los intereses democráticos de
Honduras", director Andrés Fortín A, julio, 1951;
La Epoca, Tegucigalpa, diario de la tarde, "Pensar alto, sentir hondo, hablar claro", director Fernan-
do Zepeda Durón, abril-julio, 1954;
La Nación, Tegucigalpa (conservador, órgano de propaganda de la candidatura de Nazario Soria-
no), de febrero a agosto de 1919;
La República, Tegucigalpa, publicación independiente, director Carlos C. Colindres, abril-junio,
1954;
La Semana Ilustrada, Tegucigalpa (revista liberal), 1916;
La Paz, Tegucigalpa, periódico general (liberal), de noviembre de 1877 a diciembre de 1881;
La República, Tegucigalpa, periódico ministerial (liberal), de 1884 a 1886;
La Trompada, Tegucigalpa, "Semanario joco-serio", varios directores en el período, agosto 1950- sep-
tiembre 1953, colección incompleta;
La Trompada, Tegucigalpa, "Semanario joco-serio", director José C. Várela, agosto, 1950, colección
incompleta;
Nuestro Criterio, San Pedro Sula (liberal), de noviembre de 1927 a diciembre de 1932;
Orientación, "Periódico independiente al servicio del país", San Pedro Sula, director Manuel F.
Barahona, mayo-julio, 1954;
Prensa Libre, Tegucigalpa, órgano del Movimiento Nacional Reformista, director Santos Juárez Fia-
llos, abril-julio, 1954;
Renovación, Olanchito, Yoro, "Semanario cultural y político", director Ranulfo Rosales Urbina,
mayo-junio, 1954;
Revolución, Tegucigalpa, "Tribuna de la Juventud Revolucionaria Hondurena", director León Cus-
todio, abril-julio, 1954, colección incompleta;
Sufragio Libre, La Ceiba, "Periódico liberal al servicio de la nación hondurena", director Dionisio
Romero Narváez, julio-diciembre, 1954;
Vanguardia Revolucionaria, San Pedro Sula, órgano del Partido Democrático Revolucionario Hondu-
reno, director Ramón Rosa Figueroa h (sustituido luego por Antonio Madrid h.), febrero
1949- septiembre 1950;
Voz Obrera, Tegucigalpa, órgano del Comité Coordinador Obrero, director Rodolfo López Durón,
junio 1952- octubrel953.
208
V. Bibliografía de apoyo
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Relations since 1910, University of Nebraska Press, 1968.
209
210
Anexo
Las fuentes
L a s fuentes Utilizadas para la elaboración de este trabajo están constituidas, principal-
mente, por los informes de la legación de los Estados Unidos en Tegucigalpa, de la lega-
ción de Bélgica en la ciudad de Guatemala y del consulado de la Gran Bretaña en Teguci-
galpa. Además, se hizo un uso extensivo de la prensa hondurena de la época y se consultó
los trabajos históricos más importantes sobre el tema.
Entre esas ciudades y las compañías bananeras había una relación particular, por no
decir una dependencia particular respecto a esas empresas extranjeras. La United Fruit
Company, para citar la más importante de esas compañías, disponía de numerosos y varia-
dos medios para influenciar la información de los funcionarios y representantes diplomá-
ticos de Estados Unidos en la Costa Norte de Honduras.
Los informes de los viceconsulados, por ejemplo, testimonian la influencia ejercida por
las compañías bananeras sobre las informaciones que los funcionarios consulares transmi-
211
tían al Departamento de Estado. Algunos vicecónsules, por otra parte, no eran diplomáti-
cos de carrera y otros incluso ignoraban el idioma español.1
En las rivalidades entre las compañías bananeras, por otra parte, un vicecónsul estaba
casi fatalmente obligado a identificarse con una u otra de las contendientes. El informe de
L. Higgins que hemos citado sostiene que para los representantes diplomáticos de Estados
Unidos en Honduras era difícil mantener una acitud de neutralidad frente a esas compa-
ñías. La United Fruit Company, por ejemplo, tenía la costumbre de ver en cada uno a un
aliado o a un enemigo, sin matices de ninguna clase.2 Así pues, era difícil sustraer la acti-
vidad de los vicecónsules a la influencia, por no decir a la manipulación, de las compañías
bananeras.
Una situación como la descrita, sin duda alteraba la fiabilidad de los reportes diplomá-
ticos. Al mismo tiempo esos documentos, en razón de los elementos subjetivos que contie-
nen, son particularmente representativos de la complejidad que caracterizaba las relacio-
nes entre la sociedad hondurena y los Estados Unidos.
1 Según un reporte de Lawrence Higgins, encargado de negocios de los Estados Unidos en Tegucigalpa, correspon-
diente a los años 1930-1932, de los cuatro vicecónsules de Estados Unidos en Honduras en aquel momento· Thomas
С. Masson en Puerto Cortés, Kenneth С Stout en Tela, Warren С. Stewart en La Ceiba y Myron H Schrand en Puer
to Castilla, sólo el primero era diplomático de carrera Fuente· ANW., Correspondencia Política, reporte de L. Higgins
al Departamento de Estado, del 20 de noviembre de 1933, este reporte se titulaba "Pobhcal Work of Consular
Officers in Honduras" y estaba sellado con la mención "Strictly Confidential".
2 Ibidem
212
1) La presencia en Honduras de trabajadores afrocaribeños, procedentes de las colo-
nias británicas en el Mar Caribe.
Los documentos belgas, conservados en los archivos del Ministerio de Asuntos Exte-
riores en Bruselas, comprenden la correspondencia política del período 1900-1934, así
como algunos dossiers sobre temas particulares. Bélgica estaba representada en Centro
América y Panamá por una sola legación, cuya sede se encontraba en la ciudad de Guate-
mala. En los otros cinco países, existía un consulado en la capital y viceconsulados en algu-
nos puertos y ciudades importantes.
Esto permitió al autor elaborar una aproximación satisfactoria a la manera en que los
Estados Unidos controlaron la situación política y económica de los estados centroameri-
canos. La rivalidad económica y a veces política, entre los Estados Unidos y los estados
industriales de Europa en Centroamérica, influía para que algunos reportes de la legación
belga en Guatemala se convirtieran en verdaderos testimonios de antiimperialismo econó-
mico y pob'tico.
4. La prensa hondurena
Los cotidianos más importantes de Tegucigalpa y San Pedro Sula tendían a identificar-
se con la ideología liberal. Los mismos expresaban las contradicciones que afectaban a los
intelectuales hondurenos de la época: la voluntad de hacer progresar el país a través de
una política de "puertas abiertas" al capital extranjero, afirmando al mismo tiempo la ne-
cesidad de impedir la intervención del capital foráneo en la política interna del país. En
otras palabras, los intelectuales se mostraban orgullosos por el progreso económico esti-
mulado por la inversión extema, pero se oponían a la probable influencia política que éste
pudiera traer consigo.
Estos también han constituido una fuente importante para esta investigación, especial-
mente los trabajos contemporáneos de la época estudiada y las obras más recientes de sín-
tesis sobre Centroamérica.
Entre los trabajos contemporáneos del período estudiado debemos señalar el de Dana
Gardner Munro: The Five Republics of Central America, Their Political and Economic
Development and Their Relations with the United States, necesario para un conocimiento más
detallado de la historia centroamericana hasta 1918. Las obras de C. Cardoso y H. P.
Brignoli, más recientes, permiten completar el conocimiento de la historia de Centroamé-
rica hasta la época actual. La Historia General de Centroamérica, publicada recientemente por
la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLASCO), reúne las opiniones de un
grupo de importantes investigadores de la historia de esta región, la que constituye una
valiosa síntesis del conjunto de la historia centroamericana. Otro trabajo importante, sobre
todo como recopilación documental y síntesis general, es el de C. H. Stuart y J. L. Tigner,
Latín America and the United States, utilizado extensamente en esta investigación.
214
las deficiencias organizativas de los archivos nacionales, lo que impide una adecuada con-
servación y clasificación de los documentos.
215
216
Lista de siglas utilizadas:
217
225
Resumen
Las relaciones entre Honduras y los Estados Unidos se han caracterizado, especialmen-
te en el siglo XX, por la dependencia y subordinación del Estado hondureno a los «intere-
ses estratégicos» de los Estados Unidos y a las políticas elaboradas por ese país para defen-
der tales intereses.
El punto cronológico de partida de este trabajo es el año de 1907, fecha en la que fue
firmado, en la ciudad de Washington, el Tratado General de Paz y Amistad entre las cinco
repúblicas centroamericanas, con el auspicio de los Estados Unidos. La participación de
Estados Unidos en la firma de dicho Tratado, como garantes del cumplimiento del mismo,
inauguró un período de intervencionismo diplomático, político y militar de ese país en los
asuntos internos de los países centroamericanos. Al mismo tiempo, el Tratado de 1907 sir-
vió de marco para la creación, por parte de los Estados Unidos, de una política de recono-
cimiento diplomático hacia los gobiernos del istmo centroamericano.
Por otra parte, los años que siguieron al de 1907 coincidieron con el establecimiento en
la región de importantes intereses económicos de Estados Unidos, como las empresas pro-
ductoras y exportadoras de banano, entre ellas la United Fruit Company. Este hecho, que en
apariencia puede ser considerado como estrictamente económico, fue acompañado por un
creciente intervencionismo político, diplomático y militar del gobierno de Estados Unidos
y de las mismas compañías bananeras, como ocurrió en Honduras durante esa época.
La influencia de Estados Unidos en Honduras, durante ese período, sin embargo, evo-
lucionó hacia una especie de dominación consentida, aceptada e incluso utilizada por los
partidos políticos hondurenos para sus propias finalidades. Tanto los "liberales" como los
"conservadores", buscaban involucrar a los Estados Unidos en su juego. Tener buenas
relaciones con la legación de Estados Unidos en Tegucigalpa era, como se demuestra en
este trabajo, una prueba de éxito de los líderes hondurenos, de tal modo que, en ciertos
casos, es difícil distinguir quién manipulaba a quién.
Finalmente, desde diversos puntos de vista, las elites gobernantes de Honduras esta-
ban estrechamente vinculadas a los Estados Unidos. Los impuestos fiscales pagados por
las compañías bananeras, por ejemplo, financiaban gran parte del presupuesto para el
funcionamiento del Estado hondureno. Durante el período estudiado, la economía hondu-
rena dependió de las inversiones estadounidenses en la agricultura y otras actividades
económicas, por lo que la prosperidad relativa de Honduras estaba vinculada a la prospe-
ridad de las empresas bananeras y de la economía de Estados Unidos.
En suma, se puede afirmar, que los Estados Unidos y sus compañías bananeras no
encontraron en Honduras una nación en el sentido real del término; en sustitución de la
nación encontraron intereses particulares o de grupo que actuaban en un sistema de
clientelismo político gobernado por caudillos, y pronto se insertaron en el mismo. De ese
modo se facilitó el establecimiento de una influencia de larga duración, en el plano políti-
co, económico y diplomático, de los Estados Unidos en Honduras.
Los dos capítulos siguientes están dedicados a estudiar las formas específicas de esta-
blecimiento y expansión económica de las compañías bananeras de Estados Unidos en
Honduras, en el contexto de una política de «puertas abiertas» y atracción de inversiones
extranjeras proclamada por el Estado hondureno, desde la Reforma Liberal (1876) hasta el
régimen del general Tiburcio Carias Andino (1933-1949). En ambos capítulos se presenta,
además, la atmósfera ideológica que facilitó la penetración económica de las empresas
bananeras de Estados Unidos y su crecimiento en ese contexto. El primer aspecto se deta-
lla en el segundo capítulo y el siguiente en el tercero. Axon en estos capítulos, algunas refe-
rencias al siglo XIX son inevitables.
La huelga de los trabajadores de la United Fruit Company, por otra parte, se propagó
también a las plantaciones y centros de trabajo de la Standard Fruit Company en La Ceiba y
las localidades vecinas, incidiendo poco tiempo después para que los trabajadores de di-
versas industrias, en San Pedro Sula y otros centros urbanos de la Costa Norte, e incluso
en la capital del país, declararan a su vez huelgas de «brazos caídos» contra sus patronos.
Esa huelga, por otra parte, se insertó en un contexto político regional en el que la con-
tinuidad de la política de Estados Unidos hacia Centroamérica fue evidente. El hecho es-
pecífico fue el derrocamiento del gobierno del presidente Jacobo Arbenz Guzmán en Gua-
temala, que se produjo tras la invasión de ese país por militares guatemaltecos, mercena-
rios y agentes del gobierno de Estados Unidos, cuya base de operaciones se encontraba en
Honduras, coincidiendo en el tiempo con la huelga bananera de la Costa Norte. La coinci-
dencia temporal y factual de esos acontecimientos no fue producto del azar. Fue el resul-
tado «lógico» de la continuidad histórica del carácter de las relaciones entre Estados Uni-
dos y Centroamérica, en la búsqueda permanente por parte de ese país de los instrumen-
tos que le permitieran imponer su dominación y hegemonía político-económica sobre los
estados centroamericanos.
223
224
De invloed van de Verenigde Staten in Honduras
(1900-1954)
Samenvatting
Het voornaamste doel van dit werk is het beschrijven van de vorm en de inhoud
waarmee de afhanfkelijkheid-ondergeschiktheidsrelatie van Honduras ten opzichte van
de V.S vorm kreeg gedurende de periode 1907-1954. De bestudering van dit proces is
noodzakelijk voor een beter begrip van de oorsprong van de invloed die de V.S. uitoefent
in Midden-Amerika, vooral in Honduras.
Het chronologisch uitgangspunt is 1907, het jaar waarin het Algemene Verdrag van
Vrede en Vriendschap in Washington werd getekend tussen de vijf Midden-Amerikaanse
republieken onder auspiciën van de V.S. De deelname van de V.S. bij de ondertekening
van dit verdrag, ter garantstelling van de uitvoering daarvan, luidde een periode in van
diplomatieke, politieke en militaire interventie van dit land in de interne aangelegenheden
van de Midden-Amerikaanse landen. Verder diende het Verdrag van 1907 als kader voor
het instellen van een beleid van diplomatieke erkenning door de V.S. met betrekking tot
de regeringen van de Midden-Amerikaanse istmus.
Aanvankelijk was de vorming van de Hondurese Staat nog niet compleet en zij
functioneerde derhalve niet als een instrument ter organisatie van de nationale
gemeenschap. Zij speelde zelfs geen rol als scheidsrechter tussen de verschillende politieke
facties die elkaar de macht betwistten, gezien het feit dat de Staat zelf het middelpunt van
de strijd vormde en een soort van buit was voor degene die als winnaar uit de strijd
tevoorschijn zou komen. De Hondurese Staat was rond het midden van de twintigste
eeuw een instrument voor de systematische reproduktie van het caudillismo en clientelismo
van de vorige eeuw. In dié context was het interventiebeleid van de V.S. gericht op
Amerikaanse particuliere economische belangen alsmede op het uitoefenen van een grote
invloed op de Hondurese maatschappij op alle niveau's.
Het beslissingsmoment voor het contact tussen Honduras en de VS. viel samen met
het versnellen van het proces van geopolitieke en economische expansie van dit land in
Latijns-Amerika, enkele jaren na haar overwinning op Spanje gedurende de Spaans-
Amerikaanse oorlog van 1898.
225
Gedurende dit proces van imperialistische expansie had Midden-Amerika een
strategische, geografische en politieke waarde voor de V.S. Aanvankelijk concentreerde
de belangstelling van de V.S. voor de Midden-Amerikaanse regio zich op het project voor
de aanleg van een kanaal tussen de oceanen, die de V.S. in staat zou stellen vanuit de
Midden-Amerikaanse isrmus controle uit te oefenen op de waterwegen en de handel van
het gehele Amerikaanse continent.
De invloed van de V.S. in Honduras groeide gedurende deze periode echter uit tot een
soort van gedoogde overheersing, geaccepteerd en zelfs gebruikt door de Hondurese
politieke partijen voor h u n eigen doeleinden. Zowel de "liberalen" als de
"conservatieven"wilden de V.S. betrekken in hun spel. Het hebben van goede betrekkingen
met de vertegenwoordiging van de V.S. in Tegucigalpa was, een bewijs van succes voor de
politieke leiders van Honduras, en wel dermate dat het in sommige gevallen moeilijk is te
onderscheiden wie wie manipuleerde.
De studie bestaat uit zes hoofdstukken. In het eerste hoofdstuk wordt een overzicht
gegeven van de aanwezigheid van de V.S. in Midden-Amerika aan het begin van de
twintigste eeuw. Er worden enkele historische achtergronden geschetst, vanaf de
negentiende eeuw, om de historische continuïteit van de bestudeerde gebeurtenissen aan
te geven. Op dezelfde wijze wordt er een algemeen beeld geschetst van de politieke en
economische situatie van Midden-Amerika, met name Honduras, aan het begin van de
twintigeste eeuw, om aan te tonen hoe die situatie leidde tot het ondertekenen van het
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Algemene Verdrag van Vrede en Vriendschap in 1907. De verschillende politieke
opstellingen van de V.S. richting Midden-Amerika gedurende deze periode zoals de politiek
van de 'grote stok' en de 'dollar diplomatie', alsmede de houding van de Staat en de
bevolking van Honduras ten opzichte van deze politiek worden in dit hoofdstuk besproken.
De twee volgende hoofdstukken zijn gewijd aan het bestuderen van de specifieke
vormen van economische vestiging en expansie van de bananenmaatschappijen van de
V.S. in Honduras binnen de context van een "open deur" politiek en het aantrekken van
buitenlandse investeringen door de Hondurese Staat, vanaf de Liberale Hervorming (1876)
tot de regering van Tiburcio Carias Andino (1933-1949). Daarnaast wordt in respectievelijk
hoofdstuk twee en drie ingegaan op de ideologische context die de economische penetratie
van de bananenmaatschappijen van de V.S. vergemakkelijkte en de groei van de
maatschappijen in deze context. In beide hoofdstukken zijn enige verwijzingen naar de
negentiende eeuw onvermijdelijk.
Hoofstuk vier is gewijd aan de analyse van twee voorbeelden van interventie door de
V.S. op diplomatiek, politiek en militair niveau in de interne aangelegenheden van Hon-
duras, namelijk gedurende de presidentsverkiezingen van 1919 en 1924. In beide gevallen
wordt de rol van de V.S. en de bananenmaatschappijen geanalyseerd alsmede de rol van
de Staat en de politieke partijen van Honduras.
In hetzelfde hoofdstuk wordt ook de sociale onrust beschreven die in Honduras onstond
door de economische exploitatie op de bananenplantages, met name gedurende en na de
economische wereld crises in 1929. In die context wordt eveneens de geboorte en groei
van de Hondurese arbeidersbeweging geanalyseerd, in eerste instantie in de
ambachtseconomie en daarna op de bananenplantages van de maatschappijen uit de V.S.
aan de Noordkust van het land; waarmede tegelijkertijd de reacties van deze
maatschappijen en de regeringen van de V.S. en Honduras op deze gebeurtenissen worden
geanalyseerd.
Hoofstuk vijf is gewijd aan het bestuderen van de opkomst en de kenmerken van de
dictatuur van generaal Tiburcio Carias Andino tussen 1933 en 1949 in Honduras, alsmede
de ontwikkeling van de politieke en economische gebeurtenissen gedurende deze periode,
zoals het verdwijnen en de bijna totale vernietiging van de volks- en arbeidersbeweging
in Honduras door de onderdrukking door het regime.
Het volgende hoofdstuk is gewijd aan de staking van 1954 die begon op de
bananenplantages van de United Fruit Company in mei en voortduurde tot de eerste dagen
van juli van hetzelfde jaar, waarbij een paar duizend arbeiders van de
bananenmaatschappijen betrokken waren en tienduizenden Hondurezen die direct of in-
direct een bijdrage leverden aan het ondersteunen van de staking gedurende diezelfde
periode.
De staking van de arbeiders van de United Fruit Company verbreidde zich eveneens
naar de plantages en werkcentra van de Standard Fruit Company in La Ceiba en omgeving
wat er korte tijd later toe leidde dat de arbeiders in verschillende industrieën, in San Pedro
Sula en andere stedelijke centra aan de Noordkust, tot zelfs de hoofdstad van het land, op
hun beurt in staking gingen.
Deze stakingen vonden plaats in een regionale politieke context waarin de continuïteit
van de V.S. politiek in Midden-Amerika duidelijk werd. Een specifieke gebeurtenis was
de omverwerping van de regering van Jacobo Arbenz Guzman in Guatemala, na de invasie
door Guatemalteekse militairen, huurtroepen en agenten van de regering van de V.S.,
waarvoor Honduras als basis werd gebruikt en welke gelijktijdig met de bananenstaking
aan de Noordkust plaatsvond. De overeenkomsten (in tijd en gebeurtenis) waren geen
toeval. Het was het 'logische'gevolg van de historische continuïteit van de betrekkingen
tussen de V.S. en Midden-Amerika in de permanente zoektocht van de V.S. naar
instrumenten die het mogelijk maakten hun politiek-economische overheersing en
hegemonie over de Midden-Amerikaanse staten te bevestigen.
Het laatste hoofdstuk omvat enkele "concluderende overwegingen" met ab doel het
samenvatten van de belangrijkste conclusies en algemene gevolgtrekkingen van de
hoofdstukken. Deze concluderende overwegingen geven daarnaast de meest belangrijke
thematische aspekten van dit onderzoek aan, waarbij de nadruk wordt gelegd op die
themas die het de auteur mogelijk maakte te bepalen welke elementen een 'historische
continuïteit' vormen in de gebeurtenissen gedurende de aangegeven chronologische
periode beschreven in elk van de hoofdstukken.
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Curriculum Vitae
Marvin Ariel Barahona nació en 1961, en San Pedro Sula, Honduras. Realizó estudios
de pregrado en Historia en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (1981-1983)
y en la Université Catholique de Louvain, Bélgica (1985-1988). Ha publicado diversas
obras, entre ellas: Evolución histórica de la identidad nacional, Editorial Guaymuras, Teguci-
galpa, 1991, 290 páginas; El silencio quedó atrás (testimonios de la huelga bananera de 1954),
Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1994,419 páginas; Cultura y desarrollo con pueblos indí-
genas (guías de trabajo), en colaboración con Ramón Rivas, Editorial Guaymuras/SNV, Te-
gucigalpa, 1994, 98 páginas; Educación bilingüe e intercultural en Centroamérica y México,
Editorial Guaymuras/SNV, Tegucigalpa, 1998,440 páginas, en colaboración con Atanasio
Herranz y Ramón Rivas; Rompiendo el espejo. Visiones sobre los pueblos indígenas y negros de
Honduras, Editorial Guaymuras/SNV, Tegucigalpa, 1998,144 páginas, en colaboración con
Ramón Rivas. Ha sido enseñante de Historia en la Universidad Pedagógica Nacional de
Honduras; investigador en centros públicos y privados de Honduras; becario del Ministe-
rio de Asuntos Exteriores de España en el Archivo General de Indias en Sevilla, España;
columnista y editorialista de diario El Heraldo de Tegucigalpa; consultor de diversos orga-
nismos nacionales e internacionales. Actualmente es asesor del Servicio Holandés de Co-
operación al Desarrollo (SNV) en Honduras y vicepresidente del Instituto de Ciencias
"Rafael Heliodoro Valle" de Honduras.
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