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El mercantilismo

El mercantilismo fue una doctrina que se presento entre los siglos XVII y XVIII, es
entendido como el enriquecimiento de las naciones mediante la acumulación de metales
preciosos. Las principales características de este pensamiento son: Toda la actividad
económica se centra en la adquisición de monedas y metales como el oro y la plata para el
enriquecimiento del estado. Se puede ver que el mercantilismo es una doctrina centralista al
considerar que es el propio estado el que debe programar y organizar la adquisición de
metales preciosos. Con esta doctrina se genera una balanza comercial debido a que los
países se ven forzados a desarrollar al máximo las exportaciones de productos pagaderos en
oro y plata y reducir en lo posible las importaciones. Al plantearse los estados
proteccionistas se generan fuertes impuestos a los productos extranjeros. En Inglaterra se
crea el acta de navegación que decía que todos las mercancías importadas o exportadas de
las colonias angloamericanas debían ser embarcadas en barcos ingleses, esta medida se
implanto para el resto del comercio ultramarino, y afecto significativamente a Holanda que
dependían del transporte de mercancías; esto genero conflicto entre estas dos naciones.
También se fomento el crecimiento de las industrias para que el gobierno pudiera cobrar
impuestos para fomentar los gastos militares. A lo largo de estos siglos el mercantilismo
vario de una nación a otra; por ejemplo en España se baso en una actividad puramente
exportadora en la defensa de los metales precioso que entraban desde América
atesorándolos en lingotes básicamente. El mercantilismo francés es muy diferente al
español, al carecer Francia de minas de oro y plata, por lo que esta intentaba adquirirlos en
los mercados exteriores, Jean Colbert ministro de Luis XIV institucionalizó la exportación
de productos franceses para generar dichos metales.
Algunos de los aspectos desfavorables de esta doctrina fueron: La moneda no es una
medida de riqueza. No todos los países pueden tener una balanza comercial positiva.
Ningún país puede sostener una balanza comercial favorable en el largo plazo. El comercio
puede ser mutuamente beneficioso para las naciones.
Uno de los principales exponentes del pensamiento mercantilista fue Jean Baptiste Colbert,
un político francés que nació en Reims en el año de 1619 y murió en Paris en 1683, fue
ministro de Luis XIV, creo la contabilidad publica moderna, obligando a llevar un libro de
entradas, uno de salidas y uno de fondos, protegió el comercio interior de la competencia
extranjera, Colbert favoreció el aumento de la población para disponer de mayor mano de
obra, concedió la exención tributaria para las familias con mas de 10 hijos y a los que se
casaban jóvenes, creo manufacturas reales, empresas con producción controlado por el
estado donde se imparten enseñanzas técnicas.
Otro defensor fue David Hume, un filosofo, historiador y economista escocés que nació en
Edimburgo en el año de 1711 y murió allí mismo en el año de 1776 fue el que desarrollo
una forma convincente de la teoría de la circulación automática de efectivo. Si el país A
gana dinero en efectivo como consecuencia de una balanza comercial favorable, su nivel de
precios se elevará, mientras en el país B, que ha perdido dinero debido a su balanza
comercial desfavorable, ocurrirá exactamente lo contrario. En A, los precios son ahora
demasiado altos para permitir que el país mantenga inalteradas sus exportaciones. El alto
nivel de precios de A atraerá las importaciones, al mismo tiempo que reducirá las
exportaciones. En B ocurrirá lo contrario y habrá una inversión del movimiento de metal
que volverá nuevamente a B. Hume escribió en el año de 1726 el tratado de la naturaleza
humana que no fue publicado hasta 1740; luego en 1748 publico la investigación sobre el
conocimiento humano que es por decirlo así la segunda parte de su primer libro. Otro
exponente fue William Petty. Economista, estadístico y médico británico nacido en Rosmey
en el año de 1623 y murió en el año de 1687en Londres, creo la aritmética política y la
teoría del valor del trabajo con los mismos elementos que Adam Smith. .

Los preceptos más importantes del mercantilismo

Se puede entender al mercantilismo como un conjunto de ideas económicas que se


desarrollaron durante los siglos XVI, XVII y la primera mitad del XVIII en Europa y
tuvieron gran influencia en las políticas económicas de los nacientes Estados nación. Por
otro lado se puede denominar mercantilismo también al proceso histórico de nacimiento y
consolidación de los Estados Nación europeos.
Todas las reflexiones económicas están orientadas hacia la acción más que hacia la
construcción de un cuerpo sistemático de ideas o de una teoría económica coherente ¿cuál
es para estos autores la finalidad de la actividad económica y, en consecuencia, de sus
recomendaciones? La respuesta simple es que el objetivo de la economía es el aumento de
la riqueza de la nación. El gran tema de reflexión es entonces por qué medios enriquecer la
nación.
Algunas veces se ha dicho que el mercantilismo está basado en una falacia de composición:
si algo es bueno para una persona (por ejemplo un mercader), también es bueno para la
sociedad en su conjunto (es decir, para la nación). La Nación, como el comerciante, se
enriquece cuando hace beneficios; es decir, cuando vende más y más caro de lo que
compra. Además, estas ganancias del intercambio con otras naciones se suman unas a otras
y pueden acumularse en stock monetarios de metales preciosos. El enriquecimiento se
concibe entonces como una acumulación de la riqueza por excelencia: los metales
preciosos. Los mercantilistas no entienden la riqueza como bienestar o como mejora en los
niveles de vida de los subditos, más bien de lo que se trata es de construir e incrementar un
patrimonio. De ahí que los dos temas principales del mercantilismo sean precisamente el
dinero y balanza comercial. Tampoco el mercantilismo reconoce ventajas mutuas y
compartidas entre las naciones que participen del comercio internacional. Más que socios
comerciales que buscan acuerdos mutuamente favorables el mundo del comercio se
conforma entre naciones rivales. El comercio entre mercaderes y, por analogía, entre
naciones, se percibe necesariamente como un juego de suma cero, nadie puede ganar a
menos que otro pierda. Los mercantilistas no ignoran que un país sólo puede conseguir un
excedente en el comercio internacional a costa de los déficit de otros. El objetivo de
enriquecer la nación es entonces conflictivo; para que unos prosperen otros deberán
empobrecerse; la riqueza propia se obtiene en detrimento de la fortuna de los vecinos. Por
esos motivos, no es sorprendente que, junto con la diplomacia y con la guerra, las políticas
económicas de la época se integren dentro de una estrategia general de poder. Aunque para
nosotros resulte chocante, tampoco sorprende la agresividad nacionalista y a menudo
xenófoba de los mercantilistas. Si la fuente de la riqueza se adquiere a través del comercio,
¿qué papel juega entonces la producción interna? ¿los bienes producidos son o no parte de
la riqueza?. Sobre este tema, los mercantilistas tendrán ideas encontradas. Para
Montchrestien en casa de los trabajadores industria y prosperidad son sinónimos. Sin
embargo, muchos mercantilistas sólo tuvieron en cuenta la producción interior como una
forma de orientar los intercambios internacionales. Para éstos últimos, producir es, en
primer lugar, producir para exportar más e importar menos. La producción podrá ser una
fuente de riqueza, pero sólo una fuente indirecta a través de su influencia sobre la balanza
de pagos. Para los mercantilistas los estados que prosperan son los estados poderosos. La
fuerza es la mejor garantía de éxito de los intereses individuales, el comercio exterior sólo
prospera cuando la armada del príncipe protege al mercader, y cuando, eventualmente, la
expansión colonial y la guerra abren nuevos mercados. Del mismo modo, el comercio
interno sólo se desarrolla cuando impera la paz civil y está protegida la propiedad privada;
el Estado debe también intervenir en la industria protegiendo las invenciones, creando
monopolios gracias a los privilegios que conceda, etc. En materia de comercio exterior, el
estado debe proteger los bienes que produzca o pueda producir la nación, pero debe
defender la libertad de comercio en lo que se refiera a los bienes que la nación no produzca.
Finalmente, el estado debe estimular la colonización, ya que ésta permite reabsorber los
excedentes de población, aumenta la demanda de bienes y da acceso a nuevas fuentes de
materias primas. El dinero de la época mercantilista es el dinero-mercancía; es decir, está
constituido por metales preciosos marcados, en forma de lingotes o monedas marcadas con
un sello que, en principio, garantiza su peso en oro o en plata ¿es el dinero, para los
mercantilistas, sinónimo de riqueza?.La respuesta de los primeros autores mercantilistas, es
simple: el dinero es riqueza porque es poder de compra. Sin lugar a dudas los primeros
mercantilistas darían a esta pregunta una respuesta afirmativa: el valor intrínseco del oro y
de la plata, así como su carácter imperecedero, convertían a los metales preciosos en la
esencia misma de la riqueza. Por eso proponen, entre otras medidas, la prohibición de
exportar el oro y la plata, el cobro de sobretasas de cambio para las monedas extranjeras, la
obligación de pagar las importaciones de bienes en mercancías y no en metales preciosos,
la obligación de repatriar las ganancias obtenidas en el extranjero. Además, los metales
preciosos son absolutamente indispensables para reglar los saldos del comercio exterior. La
historia económica de la Europa del siglo XVI está marcada, al mismo tiempo, por la
entrada de grandes cantidades de oro y plata provenientes del Nuevo Mundo, y por el
aumento sostenido de los precios. A Jean Bodin le corresponde el mérito de haber
relacionado por primera vez ambos fenómenos y, más concretamente, de haber identificado
el primero como la causa del segundo. En los albores del siglo XVI, por razones obvias, los
aumentos de precios se producen primero en España y con el tiempo se harán notar en
Francia donde la inflación se acelera hacia 1550 y se dura hasta 1690. Todo esto coincide
con otro hecho importante: en Europa circulan muchas monedas de dudoso valor. Esto
servirá para complicar el diagnóstico sobre las verdaderas causas de la inflación; problema
en el que se centrará una de las primeras controversias económicas. Malestroit concluye
entonces que, para evitar esta inflación de unidades de cuenta, lo único que hace falta es
aplicar la ortodoxia monetaria de la época manteniendo constante el contenido metálico de
las monedas. Para Bodin, la causa principal es la abundancia de oro y de plata. El mayor
crecimiento de la oferta de metales preciosos en relación con la oferta de los demás bienes,
disminuye los precios relativos del oro y la plata con respecto a los demás bienes, o, en
otros términos, aumenta los precios de los bienes en términos de oro y plata. El nivel
general de precios (el inverso del valor del dinero), se relaciona entonces directamente con
la cantidad de oro y plata existente en el mercado. No es más que un resultado, avanzado
para su época, de la aplicación de un modelo oferta-demanda a una mercancía particular: el
dinero. Bodin analiza las causas del aumento de la cantidad de dinero. El origen está en la
balanza comercial; el comercio exterior de Francia con España es fuertemente superavitario
y ello se traduce en la importación neta de oro y plata. Por encima de todo, para los
mercantilistas la abundancia de dinero tiene una ventaja indudable: permite la disminución
del tipo de interés, Cuando el tipo de interés es alto, los mercaderes más afortunados se
retiran, ya que para ellos es más seguro y más rentable prestar el dinero que dedicarse
directamente a los negocios. Los negociantes jóvenes y endeudados se ven conducidos a la
ruina o desmotivados, ya que lo esencial de sus beneficios sólo sirve para cubrir el servicio
de los préstamos. En primer lugar, el Estado debe, a través de una potente flota, garantizar
la seguridad de los barcos mercantes. En segundo término, hay un largo catálogo de
medidas que ayudarán a maximizar el excedente comercial. Por ejemplo, evitar exportar las
materias primas (hay que transformarlas y exportar productos finales); o bienes de
subsistencia (no hay que depender del extranjero para alimentarse); desestimular las
importaciones de bienes de lujo (se parecen demasiado a los metales preciosos, pero
carecen de utilidad); reservar el transporte internacional a los nacionales.

Consigna:

1) Realizar una lectura atenta y comprensiva del texto.


2) Construir una guía de 5 preguntas y exponer sus respuestas en clase.

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