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matrimonio Matrimonio
24 Apr
Reger C. Smith
Ocurre todo el tiempo. Una mujer caucásica se casa con un hombre coreano. Un
estudiante misionero norteamericano rubio va a Japón, se enamora allí de una joven
oriental y la trae a su casa para que ella conozca a sus padres. Un estudiante de la India
en los Estados Unidos ata el nudo conyugal con una condiscípula etíope.
Cada cónyuge trae a la unión marital una lista (no escrita, por supuesto) de qué hacer o
no hacer, qué decir o no decir, en un matrimonio. Estas listas individuales aprendidas en
diferentes ambientes culturales o raciales, pueden diferir tanto que resulten inevitables
los malentendidos y conflictos. Cuando las diferencias raciales o culturales se suman a
las diferencias familiares, regionales y de clase, aumenta la posibilidad de que haya
problemas. Aun las diferencias culturales pequeñas pueden causar malentendidos de
importancia. He aquí algunos ejemplos comunes:
Revelación. La cultura dicta a menudo qué clase y cuánta información personal debiera
revelarse entre los cónyuges y a aquellos que están fuera del círculo del matrimonio.
Demostración de afecto. ¿Cuánto afecto y qué formas de afecto son permisibles entre
los cónyuges, ya sea en privado o en público? ¿Qué demostración de afecto es
apropiado entre uno de los dos cónyuges y un amigo o amiga fuera del matrimonio?
Papel de los sexos. ¿Cuán rígida es la división entre actividades “masculinas” y
“femeninas” dentro y fuera de la casa?
Actividades en tiempo libre. ¿Cómo comparten los cónyuges su tiempo libre? ¿Cuánto
tiempo libre debiera disfrutarse sin el cónyuge?
Etnocentrismo. Es la tendencia de considerarlo todo desde el punto de vista de uno, lo
cual, por supuesto, está condicionado por el trasfondo cultural de uno. Por ejemplo,
cuando un norteamericano habla de la altura “normal” de una persona, esto podría
significar alrededor de 1,80 metros (5 pies y 10 pulgadas). Pero para un japonés,
“normal” puede significar otra cosa. La cantidad normal de comidas diarias puede
referirse a tres en una cultura y a dos en otra. El hecho de que una esposa sea
dependiente puede ser una virtud en una cultura, mientras que puede considerarse con
desaprobación en otra.
Otras diferencias potencialmente problemáticas incluyen las relaciones con los padres y
la familia política, la toma de decisiones entre los cónyuges y la crianza y disciplina de
los hijos.
Estos y otros asuntos similares debieran discutirse con cuidado antes del matrimonio.
Tales discusiones traerán a luz los sentimientos y expectativas de la pareja, los que
entonces podrán analizarse libremente.
Los que escogen compañeros maritales estando lejos de parientes, de contornos y red
social familiares, pueden carecer de una perspectiva equilibrada para evaluar
objetivamente las características físicas y emocionales de un amigo o amiga de otra
cultura y su compatibilidad en una unión potencial. Sus necesidades emocionales
pueden verse afectadas por la soledad. Su juicio puede estar limitado por una falta de
realidades “normales” que pudieran servir de marcos de referencia. Bajo estas
circunstancias, puede ser útil traer a un cónyuge potencial a la casa para una visita
prolongada de manera que él o ella puedan observar e interactuar en un ambiente de
hogar diferente. “Casarse con un individuo de otra cultura es casarse también con esa
cultura. El no expresar un interés o el hecho de que una de las partes asuma la posición
de que no está adherida a su cultura da lugar al tipo más grave de problemas”.2
Los niños que se añaden a cualquier familia traen cambios. Aunque la gente desea tener
hijos y los ama, generalmente afirma que hay menos satisfacción en la relación marital
durante los años más exigentes de la crianza de los niños. En ocasiones los padres que
poseen un trasfondo cultural muy divergente parecieran hablar dos idiomas diferentes al
tratar el tema de la crianza de los niños.
Segundo: Dios “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten
sobre toda la faz de la tierra” (Hechos 17:26). Este pasaje enfatiza la igualdad de todas
las personas. Dios no reconoce ninguna división entre la gente, ya sea racial, étnica,
lingüística, tribal, o de barreras nacionales. Debe permitirse que el poder del Evangelio
erradique esas barreras y cree una comunidad común. “Ya no hay judío ni griego; no
hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús” (Gálatas 3:28). “Dios no hace acepción de personas” (Hechos 10:34). Esto
significa que Dios no hace distinción entre personas, ni les asigna status sobre la base de
la apariencia externa. No hace diferencias en base a la clase social, el conocimiento, la
riqueza, la nacionalidad o la raza. ¿Significa esto que todos los que tienen el mismo
sistema de creencias, aunque siendo de razas distintas, están en libertad para casarse
entre sí?
Moisés es un buen ejemplo. El dirigente de Israel se había casado fuera de su raza, con
una madianita. Pero Séfora creía sinceramente en la religión israelita y su padre era un
sacerdote respetado, temeroso de Dios. Sin embargo, María, la hermana de Moisés, se
sentía desdichada con este matrimonio de su hermano, “fuera de su raza”. Los celos
impulsaron a María y Aarón a fijarse en el matrimonio de Moisés y a murmurar acerca
de su esposa etíope. El Señor demostró dramáticamente su desagrado ante la actitud de
María, quien fue castigada con la lepra (ver Números 12).
Esta es una clara prohibición de casarse con alguien que no es de la fe de uno. Es una
advertencia contra cualquier asociación que pudiera colocar a los creyentes cristianos en
situaciones comprometedoras. Seguramente tal prohibición incluye también la relación
marital.
Las investigaciones han mostrado que los casamientos interraciales exitosos tienen
varios factores en común. Los integrantes de tales matrimonios tienden a casarse cuando
son algo mayores que los cónyuges de la misma raza.4 Probablemente han tenido
noviazgos más largos que las parejas de la misma raza; han demostrado capacidad para
ser independientes en su modo de pensar, en su toma de decisiones y en su vida en
general; tienden a pertenecer a la clase media, con una educación superior a la del
promedio y han sido expuestos a experiencias interculturales. Una vez casados,
generalmente viven en áreas cosmopolitas.
Notas y referencias
*A no ser que se indique lo contrario, los demás pasajes bíblicos están tomados de la
versión Reina-Valera, revisión de 1960.
1. Reger, C. Smith: Two Cultures: One Marriage (Berrien Springs, Mich.: Andrews
University Press, 1996), pp. 1-3.
4. Smith, p. 29.