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1º Evolución de las basílicas romanas a las paleocristianas.

• Características de la basílica romana:


- Planta longitudinal, de dimensiones amplias. Dividida en naves, siendo la central de
mayor anchura, flanqueada por naves laterales. Cabecera curva, de planta semicircular;
con frecuencia encontramos la misma planta semicircular a los pies (Este modelo de
planta curva en cabecera y pies dará origen más adelante, ya en la Edad Media, a
modelos de basílicas con ábside y contra ábside). Suelen tener la entrada por un pórtico
situado en los laterales.
- Funcionalidad: en el mundo romano destinada a transacciones comerciales así como
a tribunal de justicia. En los espacios curvos suele colocarse un estrado donde se
coloca el tribunal. Carece de función religiosa, de carácter civil; esta condición hace que
su planta no esté previamente regulada obedeciendo a un modelo fijo. A partir de
Trajano suelen tener cinco naves.

• Características de las basílicas paleocristianas:


- Modelo de templo a partir del 313, con el Edicto de Milán. A partir del Edicto de
Tesalónica en el 380, con el que el cristianismo se convierte en religión oficial del
imperio (momento en el que el cristianismo admite la autoridad política del emperador)
este modelo se difunde y se consolida.

- La basílica se convierte en un complejo arquitectónico en el que se diferencia los


siguientes espacios desde un punto de vista meramente espacial:
Pórtico que da acceso a un atrio porticado con fuente.
Vestíbulo o nártex que precede al cuerpo del templo propiamente dicho.
Templo en planta de cruz latina (la nave transversal se cruza con las naves
longitudinales a la altura de la cabecera y sobresale de la planta).
Nave longitudinal desplegada, a su vez, en tres naves, siendo la nave central el
doble de anchura que cada una de las naves laterales; las naves se separan entre sí por
columnas en las que cabalgan arcos de medio punto.
Nave transversal recibe también el nombre de nave crucero (¡cuidado!, no
confundir con el espacio cuadrado que más tarde denominaremos crucero); sobre esta
nave crucero, o nave transversal, se abre en la cabecera de la iglesia un espacio
semicircular que se denomina ábside (también a este espacio, que suele estar
sobreelevado, ya que aquí se oficia el rito, se denomina presbiterio porque ahí se
colocan los presbíteros, o sacerdotes que ofician el rito); entre el ábside y la nave
transversal se ubica el altar (mesa para el sacrificio).
- Sin embargo, también podemos agrupar los espacios de las basílicas en función de rito
litúrgico y de la relevancia religiosa de los personajes que asisten al mismo. Es decir. En
las basílicas podemos distinguir un espacio público, semipúblico y espacio reservado
a los presbíteros.
La parte pública se desarrolla en torno al patio, o atrio, con una fuente en el
centro.
A través del nártex accedemos a la parte semipública, o al cuerpo de la basílica,
dividida en la mayoría de los casos en tres naves, una central y dos laterales; siempre
orientada hacia el este en occidente (donde se encuentra Jerusalén). En las naves
encontramos ambones y púlpitos, mobiliario litúrgico, para dirigir los rezos, lecturas
y cánticos.
Espacio reservado a los presbíteros: La parte semipública se separa del
presbiterio, a veces con una fila de columnas con cortinajes en cuyo interior se
encuentra el ara, o mesa de altar, cobijado bajo un templete o cimborrio, al fondo
encontraremos un poyo corrido, o asiento corrido con cátedra en el centro, sillón en el
que se asienta el obispo.
Bajo el altar se sitúa la sepultura, o lugar sagrado que ha dado pie a la
construcción de la iglesia, posteriormente será la cripta. Ahora bien, en ocasiones los
enterramientos se sitúan en el exterior del templo, así como los baptisterios; siendo
ambos espacios de planta circular o poligonal, quedando anexos al templo, pero al
exterior del mismo.

- La amplitud de las basílicas paleocristianas, así como la creación de espacio


longitudinal debe interpretarse:
En el interior del templo cristiano se celebra el rito. No sucede como en los
templos griegos y romanos que sólo tenían como misión contener a la estatua de la
divinidad, siendo el espacio que rodea al templo un espacio sagrado por ser allí donde
se celebran las liturgias correspondientes. Por tanto, si en los templos cristianos se
celebran los ritos en el interior, necesariamente deben ser espacios muy amplios para
acoger a todos los fieles.
La disposición de la planta longitudinal es debida a que el sacerdote oficia el rito
y los feligreses observan su desarrollo. A su vez, la planta longitudinal genera un
espacio-camino por el que el fiel se aproxima progresivamente y linealmente hacia el
altar y ábside, lugares de máxima relevancia.

Conclusión:
A través de la evolución de la basílica romana a la paleocristiana vemos como el
espacio se transforma a partir de un modelo (el modelo romano) en virtud de la nueva
funcionalidad a la que se va a destinar dicho espacio y en virtud de la nueva
simbología que dicho espacio debe representar en el nuevo contexto cultural.

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