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JOSÉ ANTONIO

[FRANQUISME ; JOSE ORTEGA Y GASSET ; DICTATURE ; CARLISME ; IDENTITé]

José Antonio Primo de Rivera (Madrid 1903-Alicante 1936) es uno de los arquetipos
políticos más singulares de la España del siglo XX: tribuno joven de cálida retórica,
incoador de una nueva doctrina ―el nacionalsindicalismo―, fundador de un movimiento
político original que, sin embargo, tiende a mimetizarse con el fascismo italiano ―Falange
Española―, parlamentario enemigo del parlamentarismo desequilibrador de los poderes del
Estado, asesinado por el Frente Popular después de un apresurado proceso sin garantías
jurídicas y mitificado por la dictadura constituyente franquista ―el Ausente―, que le exhuma
y le entierra en tres ocasiones, primero en el cementerio de Alicante, a continuación, con
gran alarde, en el monasterio del Escorial (1939), cerca del panteón de los reyes de España,
y por último, más discretamente, en el Valle de los Caídos (1959).
Abogado con inclinaciones literarias y refractario a la acción, José Antonio se ve a rastras
comprometido en la defensa pública de la memoria y la obra políticas de su padre, el
general Miguel Primo de Rivera, cuyo pronunciamiento de 1923 instaura una dictadura
comisaria estabilizadora que, con la aquiescencia del rey Alfonso XIII, suspende la
constitución de 1876 y se prolonga hasta 1930. Falange Española (FE), un antipartido
antiparlamentario, antiliberal, antimarxista y anticonservador, fundado por José Antonio en
1933, se gana por ello la simpatía de la opinión monárquica. La misma que muy pronto le
abandona al definirse más nítidamente su perfil revolucionario y sindicalista tras la fusión
en 1934 con el grupo de Ramiro Ledesma Ramos. La nueva organización, Falange
Española de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FE de las JONS), es un partido
inestable y de muy joven militancia que el mismo Ledesma Ramos abandona en 1935 y que
en 1936, en vísperas de la Guerra Civil, pasa a la clandestinidad, aislado por las derechas
(Bloque Nacional) y las izquierdas (Frente Popular). Su doctrina revolucionaria se convierte
en referencia espiritual y estética para el bando nacional, que apenas comienza la guerra
adopta sus símbolos (el yugo y las flechas, el canto del Cara al sol, la indumentaria, la
bandera rojinegra, el cisne) y su retórica (“España es una unidad de destino en lo
universal”, “José Antonio, ¡presente!”), pero la amalgama por la fuerza con el carlismo a
partir del decreto de unificación de 1937, creador de la Falange Española Tradicionalista y
de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET y de las JONS) bajo el mando del
general Francisco Franco. Neutralizada políticamente por la dictadura franquista, FET y de
las JONS se transforma mediados los años 50 en el Movimiento Nacional, soporte político
de un régimen autoritario, confesional y monárquico en los antípodas de la tendencia
revolucionaria y republicana del falangismo. En realidad, FE, supeditada a una
modernización antimoderna de España y a la edificación de un Estado galvanizador de una
nación sin pulso, no sobrevive a la Victoria de 1939. Se habla entonces de “traición”, de la
supervivencia de una idealizada “Falange mental” y de una “Falange proscrita”, muchos de
cuyos adeptos, movidos por la decepción, se alistan en la División Azul para combatir el
comunismo en Rusia. Los Círculos Doctrinales José Antonio, creados en 1959, la Falange
Española Auténtica (FEA) antifranquista y la Falange Española Independiente (FEI) no
dejan de ser la sombra desvaída de un ambicioso proyecto político con el que se inaugura
en la España de los años 30 del siglo XX la época de una política de masas, nacionalizadora
del pueblo, encuadrado en diversas organizaciones orientadas a la educación política
(Sección Femenina, Frente de Juventudes).
Hay un pensamiento político en José Antonio, pero está en mantillas y carece de estructura.
Se encuentran en sus textos y discursos afirmaciones tajantes (“romántico menos que
nada”), pero otras resultan ambiguas (Estado totalitario como Estado de todos). Decisiva
es la irradiación sobre sus ideas de las de José Ortega y Gasset (la idea de nación, el
invertebrismo español), Eugenio d’Ors (la política de misión, el clasicismo), Miguel de
Unamuno (existencialismo cristiano) y Luis Olariaga (la política social y el
regeneracionismo), pero también la de las de Oswald Spengler (la ascética antiplebeya, el
antidecadentismo), Othmar Sapnn (corporativismo católico), Nicolaï Berdiaev (el
personalismo cristiano) e, indirectamente, Karl C. F. Krause (el organicismo) y Carl Schmitt
(el antirromanticismo y el antiformalismo jurídico). José Antonio, lector de Ruyard Kipling,
cinéfilo, amigo de los poetas y los prosistas de la Generación del 27, difícilmente encaja con
la personalidad de un caudillo fascista, calificativo que rechaza, aunque reconoce en el
fascismo “una actitud universal de vuelta hacia uno mismo”, una suerte de reflejo
identitario que se dispara en la Europa del Interbellum. Por otro lado, su inspiración católica
(el hombre es “portador de valores eternos”) es incompatible la estatolatría fascista y
mucho más aún con la nacionalsocialista, pues José Antonio nunca fue ni racista ni
antisemita. FE es en su concepto un movimiento “antipopulista”, donde populismo
equivale a conservadurismo burgués, una suerte de populismo católico que anticipa la
socialdemocracia y nada tiene que ver con el populismo antioligárquico contemporáeno.
Las ideas políticas de José Antonio, antiindividualistas y anticolectivistas, se encuentran más
allá de la derecha y la izquierda, dicotomía aberrante que estima superada, pues “ser de
derechas o de izquierdas es expulsar del alma la mitad”. También rechaza de plano el
liberalismo, pues este “no cree en nada, ni siquiera en si mismo”. El Estado liberal es un
Estado sin fe, al que opone una “política creyente”, como la auspiciada en Alemania
después de la Primera Guerra Mundial por la Revolución conservadora (die konservative
Revolution). El falangismo joseantoniano es asimismo anticapitalista, pero defiende una
propiedad plural (familiar, sindical, municipal) por oposición a una propiedad en mano
única, sea esta la del Estado o la de los cárteles. Esta caracterización esencializada de las
ideas políticas de José Antonio, depurada de toda deformación, partidaria o adversa,
permite encuadrar este movimiento político entre las “terceras vías” o “terceras
posiciones”, al lado del no-conformismo francés y del ordoliberalismo alemán.

BIBLIOGRAFÍA

CARBAJOSA, M. y CARBAJOSA, P., La corte literaria de José Antonio. La primera generación cultural de la Falange,
Crítica, Barcelona 2003.

DÍAZ NIEVA, J. y URIBE DE LA CALLE, E., El yugo y las letras. Bibliografía de, desde y sobre el nacionalsindicalismo,
Reconquista, Madrid 2005.

IMATZ, A., José Antonio, la Phalange Espagnole et le national-syndicalisme, Godefroy, Paris 2000.

PRIMO DE RIVERA, J. A., Obras completas, 2 vol. Edición de R. Ibáñez. Plataforma 2003, Madrid 2003.

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