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POLEMOLOGÍA

Jerónimo Molina Cano

La guerra es una regularidad histórica, una constante de la experiencia general de la


humanidad, y su sendero luenguísimo, como se demuestra la batalla de los arqueros y
los piquetes de ejecución neolíticos, pintados en los abrigos la cueva Remigia y de Les
Dogues en el Maestrazgo (España) hacia finales del V milenio a. C., probablemente
las representaciones de violencia intraespecífica humana más antiguas e inequívocas
de la historia natural del homo sapiens. Anteriores incluso son los vestigios de la
animosidad del hombre, el animal simbólico: la fosa común neolítica de Talheim
(Alemania), del VI milenio a. C., las necrópolis mesolíticas de Vasilevska (Rusia), del
X milenio a. C., o los vestigios paleolíticos de las masacres de Dejebel Sahaba (Sudán)
o Natruk (Kenya), datados en XI milenio a. C. Del mismo modo que durante siglos
la historia ha sido una crónica general de las batallas, el pensamiento político ha
consistido en una meditación recurrente sobre la guerra. No hay obra política, antigua
o moderna, en la que aquella no esté presente, desde el Arthasastra del bramán Kautilya
(siglo IV a. C.) al Concepto de lo político de Carl Schmitt (1932). Se ocupan de ella los
estrategas, de Sunzi y Vegecio a Maquiavelo, Clausewitz, Ardant du Picq y Basil
Liddell Hart y los arquitectos e ingeniero militares (Vauban), pero también, en todo
tiempo y lugar, los historiadores (Tucídides, Bernal Díaz del Castillo, Leopold von
Ranke), los santos y teólogos (san Agustín y santo Tomás), los juristas (Francisco de
Vitoria, Luis de Molina, Emeric de Vattel o James Brown Scott), los pintores (lo
mismo van der Meulen que Ferrer Dalmau), los literatos (Homero, Tolstói, Ernst
Jünger), los periodistas y corresponsales de guerra (Chaves Nogales, Sofía Casanova,
Ismael Herráiz) o los fotógrafos, documentalistas y cineastas (Robert Capa, Jean
Renoir o Stanley Kubrick).
El fenómeno-guerra, como «hecho social total», en el sentido de la sociología de
Marcel Mauss, y expresión omnicomprensiva de cada sistema cultural (Pitirim
Sorokin), es el objeto de la polemología (polémologie), neologismo introducido en el
lenguaje científico por el sociólogo y demógrafo francés Gaston Bouthoul en 1945.
Esta sociología general de las guerras se distingue de los enfoques particulares o
incidentales practicados por saberes concurrentes: arqueología y paleontología,
etnología y antropología, demografía, geografía política, filosofía del derecho y ciencia
política, etología, psicología social u otras disciplinas también cercanas. Del mismo
modo se distingue la polemología, en cuanto a su enfoque, del tratamiento que la
guerra como arte y suprema expresión de lo político ha recibido secularmente entre
la oficialidad y en las academias militares y cuartos de banderas. El arte de la guerra y
la ciencia militar, compendiado actualmente por la denominación académica
anglosajona War Studies, ha abarcado tradicionalmente todo lo relacionado con el
mando, la estrategia y la táctica, los exempla históricos, la poliorcética, la logística y la
economía de guerra, el armamento, la moral de la tropa y el ius in bello.
La historia de esta disciplina comprende, hasta su institucionalización en el siglo XX,
el vasto periodo de tanteos de una «polemología implícita» y los vislumbres de una
sociología de la guerra latente en escritores de todas las épocas (el príncipe de Shang,
Kamandaki, Abenjaldún, Diego Saavedra Fajardo, Joseph de Maistre, Herbert
Spencer, Ludwig Gumplowicz). Pero será Georg Simmel quien incorpore al acervo
sociológico una «sociología del antagonismo», una anticipación de la polemología
fundada sobre la lucha como forma de socialización y la función del tercero como
elemento mediador en la polaridad amigo-enemigo. No obstante, ya en la reescritura
de De la guerra ha subrayado Clausewitz, sociólogo por accidente, que la guerra es una
forma de la sociabilidad humana, descubriendo de paso el mecanismo de la «ascensión
a los extremos», trascendental para el entendimiento sociológico del conflicto. Con
todo, los primeros tratados de sociología de la guerra aparecen a principios del siglo
XX en Francia y Alemania: Le rôle de la guerra (1906), de Jean Lagorgette, y Philosophie
des Krieges (1907) de Sebald R. Steinmetz. Los efectos de la Gran Guerra,
particularmente una terrible depresión moral, resultan disuasorios para la
investigación sociológica sobre la guerra, su naturaleza y sus causas y remedios. Solo
a partir de la Segunda Guerra Mundial se recupera el tono de la investigación
polemológica, particularmente en Francia (G. Bouthoul, Julien Freund y Raymond
Aron), en Inglaterra (Lewis Fry Richardson), en Holanda (Bert Röling) y en los
Estados Unidos de América (Quincy Wright, Lewis A. Coser y David Singer). En los
años 50, antes incluso de la cristalización de la polemología, cunde la polisemia, pues
los ejércitos regulares adoptan el término para rebautizar la ciencia militar,
particularmente la oficialidad chilena (general Bernardino Parada Moreno). Freund,
en cambio, concentra la polemología en el estudio de la dinámica conflictual
(sociología general del conflicto). Su compatriota, el general Lucien Poirier, ampliando
el concepto bouthouleano, incoa una «conflictología». El propio Bouthoul, que
cataloga la guerra en el «sector cuaternario», transforma la polemología en una
«sociología de las actividades destructivas». Casi al mismo tiempo se desarrolla el
enfoque complementario centrado en el estudio de la paz o irenología (irénologie) según
el modelo ideológico de una ciencia comprometida y normativa. Esta irenología ha
adoptado, a su vez, una doble orientación: la investigación de conflictos
(Konfliktforschung) de Anatol Rapoport y la investigación para la paz (Peace Research) de
Johan Galtung.
En términos generales, la polemología estudia el enfrentamiento sangriento entre
grupos organizados: particularmente su lógica como acto consciente pero no
necesariamente voluntario ―contrariamente al racionalismo voluntarista
clausewitziano― y sus posibles causas económicas, psicológicas (complejos belígenos)
y demográficas (overjuvenation o exceso relativo de varones jóvenes). Se trata de un
«pacifismo funcional» que desplaza a un segundo plano la política y aspira a encauzar
o templar las tensiones polemógenas, anticipando sus efectos con una metodología
específica (barómetros polemológicos, frentes de agresividad, dinámica conflictual,
umbral conflictual). La fragmentación del espacio del conflicto, su banalización
contemporánea y la generalización de la violencia gratuita, la hibridación de la paz y
la guerra, así como su respectiva mimetización, el terrorismo y las guerras asimétricas,
la geopolítica de los grandes espacios, las nuevas migraciones e incluso el pretendido
eclipse de lo político amplían inevitablemente su campo de interés. Subsisten, sin
embargo, los dos grandes debates fundadores. Por un lado, el del carácter natural o
sobrevenido y accidental de la guerra. ¿Es el hombre un animal hostil por naturaleza
o se volvió belicoso y territorial cuando descubrió la agricultura y la ganadería? ¿La
guerra es natura o es cultura? ¿Se trata de un fenómeno biológico o más bien social?
La cuestión resulta decisiva para el entendimiento de la paz y el pacifismo. Por el otro,
la causalidad demográfica de las guerras, temática de sabor neomaltusiano centrada
en el estudio de las pirámides de población y el peso relativo que en ellas puedan tener
las cohortes juveniles (the Youth Bulge Theory). Desde una perspectiva polemológica,
una sobreabundancia de jóvenes puede ser el pródromo de una guerra o de
importantes movimientos de población, atraída esta por la «zona de baja presión
demográfica» generada por las sociedades envejecidas.

BIBLIOGRAFÍA.

G. BOUTHOUL, Tratado de polemología, Ediciones Ejército, Madrid 1984. J. FREUND, Sociología del conflicto,
Ediciones Ejército, Madrid 1995. G. SIMMEL, El conflicto. Sociología del antagonismo, Sequitur, Madrid 2010. J. R.
WEEKS y D. L. FUGATE (ed.), The Youht Bulge Theory, Idebate Press, Nueva York 2012. J. MOLINA CANO, Gaston
Bouthoul, inventor de la polemología, CEPC, Madrid 2019.

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