Está en la página 1de 4

DIOS ES AMOR

Ojocaliente, Zac. Domingo 12 de Febrero del 2013

Predicas Cristianas Texto Bíblico: “Ni lo alto, ni lo profundo, ni


ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es
en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 8:39
No existe nada más real y poderoso que el amor de Dios. Nada se
puede comparar a su amor. Su amor es tan especial y único que no es
algo que podamos encontrar en cualquier parte. Su amor por nosotros
es tan grande, en el camino a la santidad nos equivocamos o le
fallemos, pero Él siempre nos está amando y nunca se va de nuestro
lado.
No necesitamos comprender el gran amor de Dios hacia nosotros,
solo necesitamos sentirlo. Hay muchas cosas que no
comprendemos cuando vienen de parte de Él, pero esta relación que
tenemos con Dios no se trata de entender lo que Él hace. Se trata de
confianza.
Podemos intentar descifrar su amor, pero no podríamos, nuestros
pensamientos no se comparan con lo que es Dios. Intentamos
entender todas las cosas, intentamos pensar como Dios lo hace, pero
nada de lo que intentemos hacer funcionará. ¿Por qué?
Pues la mente de Dios es mucho más grande que la nuestra (Isaías
55:9). Nuestra mente no se puede comparar con la de Él. Aunque lo
intentemos nunca llegaremos a entender los planes de Dios.
I. El amor de Dios es eterno (Jeremías 31:3)
En nuestra vida conoceremos personas de todo tipo, personas que
tocarán nuestro corazón y dejarán una huella. Personas que vamos a
querer mucho, o también habrá personas que nos lastimarán y que
nos herirán. Muchas veces habrá una persona que nos dirá que nos
ama, pero hará todo lo contrario.
Toda nuestra vida estará rodeada de personas, buenas y malas, que
nos amarán y nos lastimarán. Pero es diferente con Dios, Él es tan
bueno y maravilloso que nunca nos falla. Su amor por nosotros
perdura para siempre.
Aún si le fallamos o lo lastimamos, su amor por nosotros permanece
constante. Es más, aunque muchas personas decidan abandonarnos
o dejarnos de amar, Dios jamás deja de hacerlo. Él nos sigue amando
con todo y nuestras fallas (Romanos 5:8).
Podemos hacer muchas cosas que hieran al Señor de alguna forma.
Podemos alejarlo de nosotros si eso queremos. Pero, aunque
intentemos hacer todas estas cosas, él no dejará de amarnos. No
importa cuánto le fallemos. Él siempre estará dispuesto a perdonarnos
y a levantarnos. Él ayudará a seguir adelante y no se separará de
nosotros, porque así es su amor, grande y eterno.
II. El amor de Dios es sin condición (Juan 3:16)
Dios no pide nada de nosotros, o, mejor dicho, lo único que pide es
que le entreguemos nuestra vida (que Él nos ha dado) corazón, mente
y cuerpo. Todo esto lo hace siempre para beneficio de nosotros.
Él desea nuestro corazón porque desea sanarlo, salvarlo y hacer algo
nuevo hermoso en Él, en nosotros. Él desea nuestra mente para poner
sus pensamientos de amor en nosotros, Él desea nuestro cuerpo para
hacer de él un templo del Espíritu Santo, Él siempre está pensando en
lo mejor para nosotros (Jeremías 29:11). Su amor es tan grande que
nada de lo que hagamos hará que deje de amarnos.
No merecemos ser amados por Él, no merecemos ser salvos por Él.
No merecemos ser sus hijos, no merecemos nada de lo que Él nos ha
dado. Pero Dios es así, va más allá de lo que esperamos. Siempre nos
sorprende, no da más de lo que queremos o necesitamos, y nunca nos
falla.
Si fuera por merecimiento, creo que ninguno de nosotros podría
alcanzar su amor y misericordia. Ya que, si nos examinamos a
nosotros mismos, podemos darnos cuenta que, si fuera por nosotros
mismos, nunca alcanzaríamos el amor de Dios.
Pero gracias a su gran amor y a su misericordia, podemos acercarnos
a Él. Gracias a Jesús que murió en la cruz por nuestros pecados,
podemos tener una esperanza segura y a un Padre que nos ama, por
el sacrificio que Jesús hizo. Hallamos gracia ante sus ojos y podemos
acercarnos a él confiadamente (Hebreos 4:16). Es ahí cuando nos
hace ver que, aunque no merezcamos nada, él está dispuesto a
darnos todo.
4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son
de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 
4:2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa
que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 
4:3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne,
no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros
habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. 
4:4 Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor
es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. 
4:5 Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los
oye. 
4:6 Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no
es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el
espíritu de error.
4:7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios.
Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 
4:8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 
4:9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios
envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 
4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en
propiciación por nuestros pecados. 
4:11 Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros
amarnos unos a otros. 
4:12 Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios
permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. 
4:13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros,
en que nos ha dado de su Espíritu. 
4:14 Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al
Hijo, el Salvador del mundo. 
4:15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él, y él en Dios. 
4:16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para
con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece
en Dios, y Dios en él. 
4:17 En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que
tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos
nosotros en este mundo. 
4:18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el
temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no
ha sido perfeccionado en el amor. 
4:19 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 
4:20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es
mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo
puede amar a Dios a quien no ha visto? 
4:21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios,
ame también a su hermano.

También podría gustarte