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El papel de Cluny en la historia de la Arquitectura románica

Cluny se localiza en el sur de la Borgoña en una zona poco afectada por las guerras
locales e invasiones que sufrió Francia.
Cluniacum era el puesto romano, una villa de los francos y la posesión de la familia de
Carlomagno. A inicios del siglo X era el lugar de caza favorito de Guillermo duque de
Aquitana y marqués de Gothia.
Al final de su vida cedió el lugar al abad Berno para que en él estableciera un
monasterio reformado.
Cuando los monjes llegaron a Cluny se encontraron con una villa del tipo romano.
Ahí se construyó el monasterio con sus diversas dependencias.
El abad Berno (910-27) también era abad de otros monasterios cada uno
independiente. Su sucesor, el abad Odo (927-42) por medio de un permiso del papa
Juan XI en 931, inició la unión de los monasterios bajo la regla del abad de Cluny
como tal. Cluny se convierte con mucho en uno de los monasterios más importantes.
Odo era un poeta, músico y amante de las artes.
Durante su tiempo Cluny se enriqueció y pudo enviar monjes a distintas partes a
fundar y reformar monasterios.
Este proceso continuó con Aymard (942- c.963), Mayeul (c.963-94) y Odilo (994-
1048/9) con una política centralizada que consiguió que hubiera una política
centralizada.
En su zenith Cluny controlaba cerca de 1450 casas de las cuales 200 tenían cierta
importancia.
No hay duda de que la congregación de la orden de Cluny constituyó una unidad
cultural dentro de los bordes de la iglesia occidental.
Existen grupos uniformes de construcciones hechas por los cluniacenses durante los
dos siglos del románico.
Las iglesias, por estar construidas para Dios debían de ser magníficas. Tenían un ideal
de construcción sólida, durable construida en piedra.
Las construcciones variaban en su aspecto general, su silueta, luz, color y tipo de
decoración.
Se alentó la construcción de bóvedas de cañón corrido ya que eran las mejores en
acústica para los cantos gregorianos.

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