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Pero hay algo que en mi estancia ahí me ha marcado y ha abierto mis ojos. Mis
abuelitos en verdad disfrutan que les lea literatura infantil, así es, tengo adultos de entre
60 y 80 años emocionados con historias como “Mi abuelo luchador”, “Ramón preocupón”,
“La peor señora del mundo”, entre otros, y es que yo veía que después de la lectura
llegaba una introspección y filosofía digna de una clase magistral, los ayudaba a recordar
seres queridos, compartir historias y muchas veces a perdonar a otros y a ellos mismos,
porque entonces ¿Quién dijo que la literatura infantil en solo para niños?
Un día, después de leer poesía de Mario Benedetti en “poemas de otros” vi que el
ambiente estaba sumamente reflexivo y me aventuré a leer al final de la sesión, como de
costumbre, un cuento infantil, para esa ocasión elegí “El Pato y la Muerte”, al terminar la
lectura hubo un gran silencio, en mi mente pensé que había roto la fluidez y la confianza
entre nosotros o algo peor, algo dentro de ellos. Por fin, una frase rompió el silencio “creo
que todos nos dimos cuenta que somos el Pato y la Muerte es nuestra amiga” y de
repente comentarios sobre la muerte se empezaron a escuchar, pero no me mal
interpreten, eran comentarios entusiastas sobre cómo no dejarse vencer, cómo apoyarse
unos con otros y salir adelante, incluso los más emocionados comenzaron a hablar sobre
la muerte que describe Octavio Paz y su laberinto de la soledad, algo que no podía creer,
un tema relativamente complejo nos llevó a una de las mejores sesiones de la Sala, y este
suceso Constantino Bértolo (1994) lo explica de la siguiente manera: Leer tiene sus
ventajas. Otorga silencio, consuelo, oscuridad, compasión y dulce cansancio. Si hay que
hacer campaña, hágase de esto. Leer para estar en silencio. Leer para aceptar la muerte,
la soledad, la herida y el consuelo.
Quién iba a imaginar que otra vez la literatura infantil me abriría otro camino,
porque resulta que uno de esos nietos asiste en una primaria que también pertenece a la
zona naval les contó a sus compañeros maravillas del libro que le leyó su abuelito y fue
tanta la energía con la que contaba la historia que a la maestra le llamó la atención, le
preguntó al niño quién le había leído y le contó que su abuelito y que siempre lleva libros
fantásticos para leerle. Como efecto dominó la maestra buscó al abuelo y platicaron sobre
la Sala de Lectura, en resumidas cuentas, ahora la sala de lectura asiste una vez al mes
para leerles a los niños de la primaria, en ocasiones leer leo yo y en otras ocasiones son
los mismos abuelitos quienes comparten la lectura. Maravilloso ¿ no creen?.
Tal vez esta no sea la mejor experiencia innovadora en Salas de Lectura, pero es
sumamente gratificante para cada uno de nosotros que formamos parte de ella, en
conclusión, puedo decir que la Sala de Lectura “ComparteLee” es una sala exitosa, no por
su número de integrantes ni por la complejidad de libros que se lean, sino por su
capacidad de dar de leer a los demás.
Considero que lo que más nos llena a los mediadores no es ver quién lee más
libros, sino es ver como la lectura transforma, transforma comunidades como el asilo que
era aislada, donde solo se conocían por nombre o cargo, cambiaron a ser compañeros y
amigos.