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La mediación lectora como camino para la reconstrucción del tejido social en el

marco de la cultura de paz.

Hacer leer, como se come, todos los días,


hasta que la lectura sea, como el mirar,
ejercicio natural, pero gozoso siempre.
Gabriela Mistral

La mediación lectora es la base para formar lectores, formarlos no como militares


haciendo filas y recibiendo órdenes, sino formarlos como una comunidad que lee y
comparte, que es libre, que goza de leer. Entonces, la tarea como mediador se vuelve
algo complicada, hay que dar de leer, pero ¿a quién? Esta interrogante circuló por mi
cabeza en repetidas ocasiones, y siendo maestra de profesión imaginaba que podría dar
de leer a mis alumnos, pero seamos honestos, esa es una tarea implícita como profesora,
mis instintos me decían que debía de ir más allá. Comencé a imaginar utopías sobre
dónde sería mejor para mí llevar la Sala de Lectura, pero mi pensamiento estaba mal
formulado, la Sala no debe ser para mí sino para los demás.
Un día de regreso del trabajo iba recorriendo mi camino habitual, en un alto percibí
algo que siempre había estado ahí, pero que no había puesto atención: una casa del
adulto mayor, me llamó muchísimo la atención porque los adultos estaban ahí platicando
de una manera tan relajada que me invitaba a ir, estuve a punto de hacerlo pero miré
hacía el letrero del asilo y me dije: no creo que me acepten, es una residencia naval, de
seguro solicitan infinidad de permisos para que yo pueda compartir con ellos las lecturas,
así que continué mi camino y me marché. Supongo, que las cosas que valen la pena
siempre dejan una marca en el alma y en mi caso esa marca era esa residencia naval.
Por muchos días tuve en mi pensamiento ir a ese lugar, hasta que un día me decidí y fui,
y como si fuera magia ya me encontraba agendada para asistir a leer. Nunca hubo mejor
sentimiento que el saber que podría ir a leerles a los adultos mayores de ese lugar.
Al comentarle a colegas el público de mi Sala de Lectura muchos se extrañaron,
me dijeron que mejor invirtiera mi tiempo en los niños o incluso en mis alumnos
adolescentes, para qué invertir más tiempo en personas que no conocía y les respondí:
esa es exactamente la razón por la que voy, porque no los conozco, porque significa que
con ellos no he compartido experiencias lectoras. Y déjenme hacer paréntesis que uno no
decide dónde abrir las Salas de Lectura, el lugar nos eligen a nosotros y eso fue lo que
me pasó.

En el asilo, siendo de la Naval, hay capitanes jubilados, ayudantes de cocina,


secretarios, así como esposas de ellos que lamentablemente ya no están con nosotros. Y
por si esa no fuera mucha diversidad, en la sala asisten personas que no leían más que el
TV Novelas y otros que son eruditos de la poesía y lectores voraces de grandes escritores
como Tolstoi por ejemplo. Ya se podrán imaginar la delicia y la ricura textual de las
charlas literarias.
Actualmente, asisto con mis abuelitos, como los llamo ahora, los días jueves. Es
un asilo relativamente pequeño, pero siempre estamos muy felices. En efecto,
investigaciones relacionadas con la disminución de la memoria y la capacidad y el
rendimiento mental en las personas de edad avanzada, revelaron que leer es una
eficiente medida preventiva en contra de estos problemas, ya que además de mantener el
cerebro activo, reduce los niveles de estrés y combate sensaciones negativas como el
nerviosismo, la soledad, la ansiedad y la angustia, ayudando a estar en paz y felices y es
que en verdad cuando estamos compartiendo lecturas se nota cada vez más el disfrute
por leer y compartir, incluso puedo decir, que la relación entre ellos ha mejorado, ya que
antes solo se reunían para comer, ahora la sala de lectura trasciende los días jueves y es
durante toda la semana, inicia en el momento en el que pasan tiempo entre ellos para
compartir historias.

Pero hay algo que en mi estancia ahí me ha marcado y ha abierto mis ojos. Mis
abuelitos en verdad disfrutan que les lea literatura infantil, así es, tengo adultos de entre
60 y 80 años emocionados con historias como “Mi abuelo luchador”, “Ramón preocupón”,
“La peor señora del mundo”, entre otros, y es que yo veía que después de la lectura
llegaba una introspección y filosofía digna de una clase magistral, los ayudaba a recordar
seres queridos, compartir historias y muchas veces a perdonar a otros y a ellos mismos,
porque entonces ¿Quién dijo que la literatura infantil en solo para niños?
Un día, después de leer poesía de Mario Benedetti en “poemas de otros” vi que el
ambiente estaba sumamente reflexivo y me aventuré a leer al final de la sesión, como de
costumbre, un cuento infantil, para esa ocasión elegí “El Pato y la Muerte”, al terminar la
lectura hubo un gran silencio, en mi mente pensé que había roto la fluidez y la confianza
entre nosotros o algo peor, algo dentro de ellos. Por fin, una frase rompió el silencio “creo
que todos nos dimos cuenta que somos el Pato y la Muerte es nuestra amiga” y de
repente comentarios sobre la muerte se empezaron a escuchar, pero no me mal
interpreten, eran comentarios entusiastas sobre cómo no dejarse vencer, cómo apoyarse
unos con otros y salir adelante, incluso los más emocionados comenzaron a hablar sobre
la muerte que describe Octavio Paz y su laberinto de la soledad, algo que no podía creer,
un tema relativamente complejo nos llevó a una de las mejores sesiones de la Sala, y este
suceso Constantino Bértolo (1994) lo explica de la siguiente manera: Leer tiene sus
ventajas. Otorga silencio, consuelo, oscuridad, compasión y dulce cansancio. Si hay que
hacer campaña, hágase de esto. Leer para estar en silencio. Leer para aceptar la muerte,
la soledad, la herida y el consuelo.

Pero, además, ser lectores frecuentes también ayuda a evitar la disminución


cognitiva, al ejercitar distintas áreas del cerebro. Tareas como la comprensión de ideas, la
actividad de la memoria, la conversión de elementos lingüísticos en información y las
asociaciones mentales, son dinámicas cerebrales que se activan con la lectura, lo cual es
especialmente valioso para las personas de edad avanzada.

Así también, la lectura constante es un hábito que proporciona flexibilidad en el


entendimiento, enriquece la capacidad empática y fomenta la tolerancia. La lectura abre
un mundo de novedosos estímulos para las personas mayores, en una etapa de la vida
proclive al ensimismamiento y el aislamiento social. Los adultos en plenitud que
acostumbran leer mucho, conocen situaciones nuevas y se ven inmersos en escenarios
mentales que estimulan su imaginación y su razonamiento. Y es aquí donde quiero hacer
una pausa en la imaginación. De verdad yo no imaginaba que mi experiencia con mis
abuelitos pudiera ser mejor, hasta que un día una abuelita me dijo “Se acerca el día del
abuelo y mi hija vendrá a buscarme para estar con mis nietos, así que le quisiera
preguntar, si me podría prestar unos de sus libros bonitos para leerles a mis nietos”, ahí,
se los juro, que casi se derrama por mi rostro una lagrima de felicidad, me imagino ellos
notaron la alegría en mi cuando empecé a recomendarle y mostrarle infinidad de libros
que tenía a mi alcance. Imagínense mi emoción cuando me di cuenta que a la Sala de
Lectura le estaban creciendo ramitas que llevaban libros a otras personas y que sobre
todo fueran los miembros los que tuvieron esa iniciativa de expandir los horizontes de
nuestra Sala. Ese día, ella no fue la única en llevarse libros, la mayoría imitó esa actividad
para compartir con sus nietos y desde ese día, el préstamo de libros ya no es sólo para
ellos, sino también, para sus seres queridos.

Quién iba a imaginar que otra vez la literatura infantil me abriría otro camino,
porque resulta que uno de esos nietos asiste en una primaria que también pertenece a la
zona naval les contó a sus compañeros maravillas del libro que le leyó su abuelito y fue
tanta la energía con la que contaba la historia que a la maestra le llamó la atención, le
preguntó al niño quién le había leído y le contó que su abuelito y que siempre lleva libros
fantásticos para leerle. Como efecto dominó la maestra buscó al abuelo y platicaron sobre
la Sala de Lectura, en resumidas cuentas, ahora la sala de lectura asiste una vez al mes
para leerles a los niños de la primaria, en ocasiones leer leo yo y en otras ocasiones son
los mismos abuelitos quienes comparten la lectura. Maravilloso ¿ no creen?.

Tal vez esta no sea la mejor experiencia innovadora en Salas de Lectura, pero es
sumamente gratificante para cada uno de nosotros que formamos parte de ella, en
conclusión, puedo decir que la Sala de Lectura “ComparteLee” es una sala exitosa, no por
su número de integrantes ni por la complejidad de libros que se lean, sino por su
capacidad de dar de leer a los demás.

Considero que lo que más nos llena a los mediadores no es ver quién lee más
libros, sino es ver como la lectura transforma, transforma comunidades como el asilo que
era aislada, donde solo se conocían por nombre o cargo, cambiaron a ser compañeros y
amigos.

Imaginen, se están formando dos generaciones lectoras distintas a partir de un


mismo canal, niños y adultos lectores. Pasamos de leer entre nosotros a compartir
lecturas con familiares para obtener más tiempo de calidad con ellos y generar bienestar
en sus vidas y casi como de manera automática reconstruir un tejido social, que tal vez
estaba lastimado y distante. Se logró ir estrechando relaciones entre todos ellos, donde
no importa la edad, ni el cargo o el estilo de vida. Puedo decir con una sonrisa en el
rostro, que somos una comunidad felizmente lectora.

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