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Al intentar simplificar un tema en particular, sobre en lo que respecta a una teoría

económica o sistema de pensamiento, nos topamos con enormes problemas; pues


requerimos para su entendimiento: ejemplos históricos o datos numéricos y estadísticos
que ejemplifiquen el funcionamiento de dichas teorías y que apoyen sus postulados. Son
embargo aquí lo haremos, pues para conocer dichas cifras y datos podemos acudir al
folleto al que este trabajo pretende explciar.

En este intento de sintetización podemos caer en el error de la omisión, dejando de lado


elementos importantes para la teoría y su comprensión. Sin embargo, y dicho todo lo
anterior, intentaremos simplificar aquí, en la mayor medida posible, un par de teorías
económicas; simplificándolas quizá hasta un nivel profundo, dejando de lado cifras y
reduciendo los ejemplos históricos a simples menciones de épocas o años, sí es que se
nos presenta necesario.

Durante el siglo XIX la teoría económica liberal lideró el mundo, es una de tantas posibles
expresiones del capitalismo como sistema económico. La injerencia del gobierno (como
ente estatal, en la economía era muy limitada) no existían sistemas de seguridad social,
jubilaciones ni tipo alguno de protección a los trabajadores y la sociedad en general. El
imperialismo, como sistema de expansión económica y no solo territorial, estaba en uno
de sus puntos más álgidos y el poder del capital se encontraba en plena expansión y
consolidación.

La desregulación de los mercados ocasionó abusos por parte de los empresarios y los
capitalistas en contra de los consumidores y los ciudadanos “de a pie”. Esa desregulación
trajo como consecuencia la creación de oligopolios empresariales que hoy en día
conocemos como “poderes fácticos”, grandes monopolios industriales que se convirtieron
con el tiempo en poderes financieros y a la inversa, grandes poderes financieros que con
el tiempo se convirtieron también en monopolios u oligopolios del ramo industrial.
Ejemplos no nos falta, pero utilizaremos pocos. Fue durante este siglo en el que
surgieron las grandes fortunas de Cornelius Vanderbilt, John D. Rockefeller o J.P.
Morgan.

Es precisamente al final de esta época en la que vive y Lenin, y es terminado el siglo XIX
y recién comenzando el XX cuando escribe este folleto, más precisamente en el año de
1916, enmarcado en “La Gran Guerra (primera guerra mundial) y en vísperas de la
Revolución Rusa, dos de los eventos históricas más relevante y que determinarían una
muy buena parte del siglo XX; el primero siendo uno de los elementos que coadyuvaron
para la incubación, crecimiento y consolidación del Fascismo y reformando la geografía
política del planeta y el segundo engendrando a la que sería una de las dos super
potencias que “dominarían” los destinos del mundo durante el siglo XX.

I – La concentración de la producción y los monopolios.


“El incremento en la industria y la concentración de la producción en empresas cada vez
más grandes es una de las particularidades más características del capitalismo.”[1]
Lenin se refiere a un proceso de concentración del ramo industrial en pequeños grupos
oligárquicos que se convierten no solo en un poder productivo, sino que adquieren
también poder político. Ejemplifica este proceso con el caso alemán en el que apenas
unos cientos de empresas concentran la mayor cantidad de maquinaria y producen la
mayor cantidad de bienes. Logrando esto a través de asociaciones entre sí, como por
ejemplo el ascenso de Estandard Oil, logrado por la asociación de John D. Rockefeller
con el magnate de los ferrocarriles Cornelius Vanderbilt en Estados Unidos.

II – Los bancos y su nuevo papel.


A medida que aumentan las operaciones bancarias, los bancos dejan de ser meros
intermediarios para convertirse en monopolios bancarios que disponen de casi todo el
capital “disponible”.
Los bancos pequeños van siendo eliminados por los grandes. O bien se convierten en sus
sucursales. Pues los grandes bancos no solo absorben a los pequeños sino que los
incorporan en su consorcio. Este proceso deriva también en la posesión de industrias e
influencia política.
III – El capital financiero y la oligarquía financiera.
Una parte creciente del capital financiero no pertenece a los industriales que lo utilizan.
Se encuentra a disposición de los bancos y lo utilizan los industriales.
El aumento de la concentración de la producción y el capital es tan elevado que condujo
al monopolio.

IV – La exportación de capitales.
En los países avanzados hay un enorme “excedente de capital” por culpa del desarrollo
monopólico. Mientras el capitalismo sea capitalismo, el excedente de capital no se
dedica a la elevación del nivel de vida de las masas del país, ya que esto no significaría la
disminución de las ganancias de los capitalistas, sino el acrecentamiento de estos
beneficios mediante la exportación de capitales al extranjero, a los países atrasados.
Teniendo como ejemplo la hoy llamada globalización y la apertura de bancos como, por
ejemplo, los españoles, en México.
V – El reparto del mundo entre las asociaciones capitalistas.
En este capítulo, Lenin nos habla de cómo las empresas más grandes, aliadas entre sí,
forman oligarquías que primero se reparten los mercados internos, para
posteriormente “salir al mundo” con las mismas intenciones. Tenemos de nuevo como
ejemplo a la Standard Oil que una vez consolidado su dominio en la industria del
petróleo dentro de los estados unidos, gracias a su alianza con el magnate ferroviario
Cornelius Vanderbil, dominó el mercado del petróleo a nivel mundial durante la
primera parte del siglo XX.
VI – El reparto del mundo entre las grandes potencias.
Aquí se refiere Lenin a la “redistribución de las colonia” entre las grandes potencias,
pues el mundo ya estaba repartido. Uno de los ejemplos más claros es la repartición de
los territorios del Imperio Turco-Otomano tras su derrota en “La Gran Guerra”.
VII – El imperialismo como fase particular del capitalismo.
Aquí, Lenin hace un resumen general de lo expuesto hasta el momento en el folleto
quizá, podríamos decir, a manera de resumen, clarificando algunas dudas (al menos así
fue en mi caso) surgidas a lo largo del folleto.
VIII – El parasitismo y la descomposición del capitalismo.
En este capítulo se explica la carencia de innovación por parte de las grandes empresas
que al dominar el mercado no ven necesidad de mejorar su calidad, sus precios o
introducir mejoras al producto. Un ejemplo muy claro que tenemos es el de los
prestadores de servicios como Telmex o las televisoras que al tener asegurado el
mercado prestan servicios deficientes y de ínfima calidad.
IX – La crítica del imperialismo
“Los sabios y los publicistas burgueses ordinariamente defienden el imperialismo en una
forma un poco encubierta”, velando la dominación completa del imperialismo y sus
raíces profundas, esforzándose en colocar en primer plano las particularidades y los
detalles secundarios, esforzándose en distraer la atención de lo esencial por medio de
proyectos de “reformas” faltos de toda seriedad, tales como el control policiaco de los
trusts o de los bancos, etc. Es menos frecuente que den abiertamente la cara los
imperialistas cínicos, declarados, que tienen el valor de considerar como absurda la idea
de reformar las características fundamentales del imperialismo.
X – El lugar histórico del imperialismo
El imperialismo, por su esencia económica, es el capitalismo monopolista. Con ello queda
ya determinado el lugar histórico del imperialismo, pues el monopolio, que nace única y
precisamente de la libre concurrencia, es el tránsito del capitalismo a un orden social-
económico más elevado. Hay que poner de relieve particularmente cuatro variedades
principales del monopolio o manifestaciones principales del capitalismo monopolista
característicos del período que nos ocupa.

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