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Durante los últimos once meses he vivido en una asociación (o fraternidad) universitaria

llamada Aucol, ubicada en el barrio La Soledad, en la localidad de Teusaquillo en Bogotá.


Aucol actualmente es el hogar de más de 33 de personas provenientes de distintas regiones
del país, que buscan un sitio accesible para su sostenimiento en la ciudad de Bogotá mientras
estudian una carrera universitaria. Aucol actualmente lleva funcionando más de setenta años,
setenta años que albergan una vasta historia de transformaciones sociales que son productos
de adaptaciones a las necesidades que cada generación de jóvenes va encontrando cuando
vive en la casa.

Actualmente Aucol funciona gracias a la autogestión de los mismos estudiantes que


cohabitan en la asociación, a través de una serie de reglamentos, estatutos y organismos que
regulan la convivencia, la toma de decisiones administrativas y las prácticas sociales que se
tejen cotidianamente, y estas prácticas a su vez regulan esos estamentos sociales al crear unas
nuevas necesidades que deben ser reconocidas, reglamentadas, reguladas y evaluadas. La
experiencia de convivir en un territorio ajeno, lejos de tu núcleo familiar, con muchas
personas de tu edad que provienen de diferentes territorios, tienen diferentes costumbres,
cosmovisiones, tradiciones, ideologías, formas de pensar el mundo y a sí mismxs y formas de
ser y actuar, en una casa con unas normas, tradiciones, rituales y prácticas un poco salidas de
las dinámicas hegemónicas de los hogares tradicionales colombianos, trae un sinnúmero de
historias que construyen colectivamente lo que ha sido la experiencia de vivir en Aucol.
El actual bodegón es un collage que aglutina diferentes elementos que me han marcado en
muchas de las prácticas sociales que me han transformado como persona e integrado dentro
del tejido social de Aucol. Un elemento presente con recurrencia son los objetos relacionados
al consumo de sustancias psicoactivas y a las fiestas, puesto que de ahí se tejen muchas
prácticas y rituales característicos de la casa y “su parche”. Asimismo hay otros objetos que
no cuentan con el objetivo de narrar algo simbólicamente complejo; son objetos que encontré
por la casa haciendo un pequeño sondeo y que frecuentemente los he visto desde que entré,
como el libro de Lenín, la pieza de ajedrez o las suculentas. La ubicación trata de emular el
comedor, un lugar de encuentro para “echar chisme”, comer en comunidad, hacer los oficios
de economato1 o ser el centro de conversaciones complejas.

1 La casa cuenta con alimentación incluida dentro del pago del arriendo, siendo que las tres comidas
de lunes a sábado son realizadas por un chef contratado y los domingos y festivos las comidas son
cargo de los habitantes. Al ser una casa con muchas personas, los mercados suelen ser bastante
grandes y extensos, por lo que se realizan “oficios de economato” para poder organizar la comida
que llega, pelar yuca, limpiar la tierra de la papa, cortar en cubos la guayaba, preparar la habichuela,
refrigerar las carnes, entre otras,. Esos oficios se realizan cada dos semanas que llega mercado y
todos los asociados tienen un oficio por obligación, excepto los miembros de la junta administrativa.

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