Está en la página 1de 2

Me despierto cada mañana a tu lado y te veo aún con los ojos cerrados, sa-

biendo que me has oído moverme entre las sábanas y me sonríes así, sin abrir-
los, porque sabes que me hace feliz, que me hace sonreír a mí también.

Luego nos desperezamos lentamente, casi sin ganas, estiramos los dedos de
los pies, rodamos los tobillos los dos al mismo tiempo, levantamos los brazos,
estiramos las manos hacia arriba, como queriendo tocar el techo, todo como
nos lo enseñaron en aquellas clases de fisioterapia para gente mayor. Y casi
todos los días nos quedamos mirándonos y nos echamos a reír: ahora somos
felices.

La verdad es que ahora y desde hace mucho tiempo porque la felicidad es algo
que uno trae consigo o no, a pesar de las dificultades, a pesar de los desenga-
ños, los contratiempos y las malas rachas, si lo que quieres es ser feliz, lo eres
a pesar de todo y nosotros decidimos ser felices en el mismo momento en que
nos conocimos.

Tus ojos en los míos, tu mano rozando la mía, tu sonrisa tímida, mis miedos y
prejuicios, todo lo unimos, todo formaba parte de nosotros. Poco a poco apren-
dí a leer tus miradas, nuestras manos se fundían cada vez más a menudo sin
importarnos donde o quien nos viera, tu sonrisa se fue haciendo más atrevida,
más confiada y mis miedos… ¿dónde habían ido? Un día me di cuenta de que
no temía a nada, todo estaba bien, todo menos estar sin ti.

Nuestro cuerpo ya no es el que era, dicen por ahí que estamos viejos, pero no-
sotros ni nos dimos cuenta de nuestros cambios, avanzamos juntos mirando
hacia adelante y mirándonos a los ojos, hablándonos al oído y gritándonos en-
tre risas.

¿Recuerdas hace años…?, yo siempre fui más miedoso que tú, más reservado
y cuando me dijiste que debiéramos conocer a nuestras familias porque lo
nuestro iba en serio y era definitivo, me asusté de nuevo, otro ataque de páni-
co, pero tú me abrazaste fuerte y me dijiste que ibas a estar siempre aquí con-
migo, así que tendría todo el tiempo que necesitara para atreverme, ¡qué fácil
lo has hecho siempre todo!, sigues siendo mi pilar. Sí, ya lo sé, yo soy tu ternu-
ra, por eso estamos bien juntos: roca y nervios, furia y paciencia, lo que sea.

Nuestros amigos se dieron cuenta enseguida, casi antes que nosotros, porque
nos conocían a fondo mucho mejor que nosotros mismos, por eso nos presen-
taron. Yo ni siquiera sabía qué quería en ese momento, estaba muy confundi-
do, quería centrarme en mi camino, pero fue verte y volverme las dudas ense-
guida: ¿qué me estaba pasando?, ¿qué había estado haciendo con mi vida?,
¿qué pensaba hacer en adelante?, tu me mirabas y me decías siempre: no te-
mas, esperaré, somos el uno para el otro, ya lo verás. Y yo me relajaba y espe-
raba y salíamos y me rozabas las manos y me asustaba hasta un día en el que
no me asusté más y otro en el que te dejé cogerme de la mano paseando por
la calle y otro día en el que deseé besarte con toda mi alma, con todo mi de-
seo, comerte la boca con todo mi corazón, y tu me miraste a los ojos y sonreís-
te, tu felicidad se dibujó en tu boca, tan dulce; y tu paciencia de roca besó apa-
sionadamente mi nerviosa furia recién adquirida y ya fuimos uno.

¡Me has enseñado tanto!, a mirar sin juzgar nada,  pero a aceptar juicios, a
asumir diferencias, a entregar mi alma y a entregarme de corazón, sin esperar
nada, solo porque quiero, y dices que yo te enseñé a comprender dudas y debi-
lidades, te enseñé a esperarme pacientemente y a no tomarte las situaciones
de forma personal. Nos hemos ayudado, hemos aprendido, hemos compartido,
así es el amor.

Y un día me presentaste a tu familia y otro día yo te presenté a la mía. La tuya


abierta y confiada, la mía asustada y avergonzada. Y no recuerdo nada
más: estábamos juntos, ¡qué más daba!, tiempo al tiempo, entrañable, amiga-
ble tiempo, un tiempo largo o corto, no recuerdo, que dejó a su paso acepta-
ción, inclusión y olvido.

Y seguimos caminando, caminando hacia adelante, besándonos, haciendo el


amor, peleando, gritando, haciendo las paces, paseando, comiendo, durmiendo
y despertando juntos.

Y nuestros pliegues guardaron caricias y nuestras palabras todo el respeto, las


risas ocultaron las burlas y las lágrimas la impotencia, pero con los años apren-
dimos a burlarnos nosotros también y entonces nadie nos paró: reímos como
locos y lloramos de ternura, como todas las parejas felices.

Hoy estoy recordando, tu sonrisa en la cama me ha hecho recordar: ayer, solo


ayer pensamos en tener hijos, pero ¡era tan difícil!, ¿cómo puede ser tan difícil
darle todo tu amor a una personita?, ¿por qué?, pero bueno, tiramos otra vez
de aceptación y amor y seguimos adelante.

Y ya no hace falta recordar más cosas, nosotros aún no vivimos de recuerdos,


aún no: mañana salimos de viaje, vamos a Venecia, nos hospedaremos en un
hotelito cerca de la playa, es un sueño que tenemos desde hace muchos años,
una especie de luna de miel ideal que no hicimos.

No sé cuál de los dos representará a Tadzio, tal vez los dos, sí, seguro, los dos
somos Tadzio, hermosos e inocentes, ¡qué risa!: nos cruzaremos en la puerta
haciendo como que no nos conocemos, nos miraremos a los ojos y, sin pala-
bras, nos enamoraremos de nuevo; durante el día seremos dos románticos y
por la noche daremos rienda suelta a nuestro amor, sin máscaras y con la ca-
beza bien alta.

También podría gustarte