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ACOMPAÑAR A JESÚS EN GETSEMANÍ

En mi Getsemani

Para que mi amor no sea un sentimiento

Tan sólo de deslumbramiento pasajero

Para no gastar mis palabras más mías

Ni vaciar de contenido mi te quiero

Quiero hundir más hondo mi raíz en Ti

Y cimentar en solidez éste mi afecto

Pues mi corazón que es inquieto y es frágil

Sólo acierta si se abraza a tu proyecto

Más allá de mis miedos

Más allá de mi inseguridad

Quiero darte mi respuesta

Aquí estoy

Para hacer tu voluntad

Para que mi amor sea decirte sí

Hasta el final

Duermen su sopor y temen en el huerto

Ni sus amigos acompañan al maestro

Si es hora de cruz, es de fidelidades

Pero el mundo nunca quiere aceptar esto

Dame comprender, Señor, tu amor tan puro

Amor que persevera en cruz, amor perfecto


Dame serte fiel cuando todo está oscuro

Para que mi amor no sea un sentimiento

Más allá de mis miedos…

No es en las palabras ni es en las promesas

Donde la historia tiene su motor secreto

Solo es el amor, en la cruz madurado

El amor que mueve a todo el universo

Pongo mi pequeña vida hoy en tus manos

Por sobre mis seguridades y mis miedos

Y para elegir tu querer y no el mío

Hazme en mi Getsemaní fiel y despierto

Más allá de mis miedos…

En esta noche Jesús nos pide que oremos con él. Nos necesita. Quiere compartir con nosotros su
amor hasta el extremo, pero también hacernos partícipes de su dolor y tristeza. No es noche de
muchas palabras, en mas bien una noche de silencio y adoración.
En esta noche Jesús nos pide que oremos con él. Nos necesita. Quiere compartir con nosotros su
amor hasta el extremo, pero también hacernos partícipes de su dolor y tristeza. No es noche de
muchas palabras, en mas bien una noche de silencio y adoración.
Señor Jesús, toca esta noche mi corazón, danos tu gracia, sálvanos, llénanos de la vida que sólo tú
puedes dar.

Lectura del evangelio de Juan


Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto
en el que entraron él y sus discípulos. Pero también Judas el que lo entregaba, conocía el sitio,
porque Jesús se había reunido muchas veces allí con sus discípulos.(Jn, 18, 1-2)
Un texto corto, pero
realmente rico. Con mucha
acción en tan sólo dos
versículos, con muchos
elementos evocadores
para este día de Jueves
Santo, día del Amor.
Curiosamente, “amor” está
ausente del texto, pero…
en realidad está muy
presente. Vamos a
sentarnos al pie de este
olivo, entre las fragancias
de esta noche, acompañando a Jesús. Veámoslo:
La Pascua se celebraba en casa. Así lo hizo también Jesús. Pero después de la comida, él se levantó
y salió fuera, rebasó los límites establecidos por la ley, porque pasó al otro lado del torrente Cedrón,
que señalaba los confines de Jerusalén.
No tuvo miedo del caos, no quiso esquivarlo, se adentró en él hasta lo más profundo, hasta las
fauces mismas de la muerte. Jesús salió, con decisión, y ello nos habla de que lo más anhelado por
su corazón en estos momentos es dar vida.
Después de haber recordado esta tarde la última cena y el lavatorio de los pies, el servicio que nos
enseña Jesús, abajándose.
• ¿Qué caos hay en mi propia vida?
• ¿qué es lo que mas anhela mi corazón?
• ¿qué es para mi dar vida?

Jesús sale: las únicas fronteras son la fe y el amor de


Jesucristo, amor hasta el extremo, es decir, que no
hay fronteras, que hay una invitación a expandir
el amor hasta más allá de cualquier mínimo: la
Iglesia como ciudad abierta; creer significa salir
también con Jesucristo, porque él penetró en
ese caos, y nosotros, al afrontarlo, le seguimos
a «él».
Creer significa salir fuera de los muros y, en medio
de este mundo caótico crear espacios de acogida y
de amor, de humanización, espacios para el abrazo,
aunque hayamos salido, también en la intemperie.
En este momento personal y con la situación mundial que vivimos.
• ¿Qué muros hay en mi propia vida?
• ¿Qué muros identifico en el mundo?
• ¿Cuáles son los espacios de acogida, amor, en los que participo?
El Señor salió fuera: éste es el signo
de su fuerza. Bajó a la noche de
Getsemaní, a la noche de la cruz, a
la noche del sepulcro. Y pudo bajar
porque, frente al poder de la
muerte, él es el más fuerte; porque
su amor lleva en sí el amor de Dios,
que es más poderoso que las
fuerzas de la destrucción.
Su victoria, por tanto, se hace real
justamente en este salir, en el
camino de la Pasión,
de suerte que, en el misterio de Getsemaní, se halla ya presente el misterio del gozo pascual. Él es
el más fuerte; no hay potencia que pueda resistírsele ni lugar que él no llene con su presencia.
Nos invita a todos a emprender el camino con él, pues donde hay fe y amor, allí está él, allí la fuerza
de la paz, que vence la nada y la muerte.
¿Lo creo de veras así? A veces sí, y a veces no. ¡Cuánto desánimo y duda! Ciertamente, hoy Jueves
Santo puede ser un precioso día para renovar mi apuesta por estar en el mundo al modo y estilo de
Jesús, también en sus Getsemaníes, fascinado por la belleza del sueño de Dios: el Reino, la Vida con
mayúsculas, la humanidad nueva, los Cielos nuevos y la Tierra nueva.
• ¿Qué invitación concreta recibo de Jesús esta noche?
• ¿qué camino muestra ante mi que debo seguir?
Jesús salió fuera, una vez más se hace nómada, como Israel
celebrando la Pascua en la salida de Egipto, una vez más
camina, una vez más, va más allá, una vez más se arriesga y
nos enseña a hacernos libres: nos hacemos libres, libres de
la codicia de poseer, justamente cuando tomamos
conciencia de nuestro ser nómadas;
es entonces cuando nos hacemos libres los unos para los
otros, y es entonces también cuando se nos confía la
responsabilidad de transformar la tierra, hasta que podamos
un día depositarla en las manos de Dios.
Por esta razón, esta noche del tránsito, que nos recuerda el
último y definitivo trayecto del Señor, ha de ser para
nosotros exhortación constante a recordar nuestro último
viaje y a no echar en olvido que un día debemos abandonar
todo cuanto poseemos, y que, al final de la vida, lo que de
veras cuenta no es lo que tenemos, sino únicamente lo que somos.
• ¿Viajo ligero de equipaje en la vida o tengo llena mi maleta de pesos?
• ¿Cuáles son las cosas que llenan mi maleta existencial?
Jesús va a un huerto al otro lado del
Cedrón: no es lugar de su propiedad,
tampoco de los discípulos. Jesús, una vez
más, vuelve a ser esta noche huésped en
aquel huerto. Pero es hermoso, porque un
lugar que no es suyo, lo ha hecho suyo, es
parte de su mapa existencial. Le gustaba ir
allí.
Al lado de Jesús y en su entrega
aprendemos hoy a ser huéspedes: nos exhorta a sentirnos hermanos de aquellos que son
huéspedes, pues nosotros mismos lo somos. El Señor, nos pide que nos abramos a todos aquellos
que en este mundo han perdido la patria; espera de nosotros que nos pongamos a disposición de
los que sufren, de los olvidados, de los encarcelados, de los perseguidos.
Él está presente en todos ellos. En la ley de Israel, cuando se dan normas para el tiempo en que el
pueblo se establezca definitivamente en la tierra prometida, se insiste en prescribir que los
peregrinos sean tratados igual que todos; y al hacerlo, se acude siempre a las palabras: «¡Recuerda
que tú mismo fuiste nómada y peregrino!»
• ¿Me siento peregrino y huésped en esta tierra?
• ¿cómo acojo a mis hermanos que sufren, olvidados, encarcelados, perseguidos?

El texto del evangelio de Juan repite


insistentemente dos palabras en
estos dos versículos: “discípulos” (3
veces) y “Jesús” (3 veces, una de
ellas aludido de modo implícito).
Esto es lo más fuerte en esta hora
de la entrega: la estrecha unidad de
Jesús con los discípulos y los
discípulos con Jesús.
Entran en ese huerto, habiéndolos amado Jesús hasta el extremo, los sigue amando hasta el
extremo. Es cierto, ya no está Judas con ellos, pero no por ello se desanima Jesús, sigue adelante
junto con sus discípulos. Uno no comprende o no ha querido comprender el camino propuesto por
Jesús, pero no importa, quedan otros discípulos.
Entran en ese huerto, habiéndolos amado Jesús hasta el extremo, los sigue amando hasta el
extremo. Es cierto, ya no está Judas con ellos, pero no por ello se desanima Jesús, sigue adelante
junto con sus discípulos. Uno no comprende o no ha querido comprender el camino propuesto por
Jesús, pero no importa, quedan otros discípulos.
Entran en ese huerto, habiéndolos amado Jesús hasta el extremo, los sigue amando hasta el
extremo. Es cierto, ya no está Judas con ellos, pero no por ello se desanima Jesús, sigue adelante
junto con sus discípulos. Uno no comprende o no ha querido comprender el camino propuesto por
Jesús, pero no importa, quedan otros discípulos.
Lo que tienen en común los dos huertos del Evangelio de Juan es que Jesús está presente en ellos,
y por eso, que nuestros huertos, nuestros ámbitos vitales, son transformados desde la muerte hasta
la vida, sólo cuando en ellos se va percibiendo la presencia de Jesús.
• ¿quedo yo a pesar de los desánimos y los reveses en lo cotidiano de mi vida, de mis
relaciones, mi trabajo, mi lucha por un mundo mejor?
No era fácil pasar el torrente Cedrón: es una zona accidentada la que hay que pasar para llegar a
Getsemaní. El torrente incluso podía llevar agua abundante. No importa la dificultad: Jesús está
decidido a pasar al otro lado, a abandonar la Jerusalén de la injusticia que le persigue ya para
acabar con su vida.
La decisión es tajante: Jesús apuesta por el otro lado, por lo “no-Jerusalén”, apuesta por un nuevo
espacio y un nuevo camino, a pesar de lo tortuoso que pueda ser, a pesar de la noche que los
envuelve. En nuestra vida siempre percibimos que hay que decidir: a favor de la Vida o apartándose
de la Vida.
Nuestro vivir y actuar no siempre es blanco o negro, tiene muchos matices, donde lo mejor se mezcla
con lo no tan bueno. Quizás lo importante es volver a decirnos hoy en este Jueves Santo, que
queremos pasar al otro lado del Cedrón con Jesús, que estamos asustados, pero que nuestro
corazón late junto a él en esta decisión: ir al otro lado del orden injusto, de las “Jerusalenes” de este
mundo.
• ¿Qué me digo hoy?¿Quiero pasar al otro lado del Cedrón acompañando a Jesús?
• ¿Tengo miedo pero quiero acompañarle?
• ¿prefiero apostar por lo de siempre o abrirme a nuevos espacios y caminos?

El huerto de Getsemani va a ser un


lugar oscuro, de sufrimiento, pero
“en definitiva es un huerto. Algo a
lo que Juan da mucha importancia.
Un huerto nos habla de
fecundidad, incluso de vida y
resurrección.
Esta es la ambigüedad de la vida y
de nuestras situaciones: un mismo
lugar puede experimentarse como
lugar de muerte o como lugar de
vida.
Lo que tienen en común los dos huertos del Evangelio de Juan es que Jesús está presente en ellos,
y por eso, que nuestros huertos, nuestros ámbitos vitales, son transformados desde la muerte hasta
la vida, sólo cuando en ellos se va percibiendo la presencia de Jesús.
• ¿Qué ámbitos-huertos en mi vida, los percibo como Getsemaníes de dolor y muerte?
• Quizás necesito experimentar esos ámbitos con otra mirada, como lugares de vida. Puedes
pedir hoy a este Jesús que su presencia transforme estos ámbitos.
• Hoy Jueves Santo, situándonos con la imaginación en esos ámbitos, invitemos a Jesús a
pasear con nosotros por esos espacios de nuestra vida que son Getsemaní. ¿Con Él se
transforman, con Él te sientes en ellos más seguro, con Él pasan a ser algo significativo,
especial?

Puedes hacer tuyas esta noche las palabras de…


Anna Frank
“No veo la miseria que hay, sino la belleza que aún queda”.
Etty Hellisum
“Hay aquí un pozo muy profundo, y en ese pozo está Dios. A veces consigo llegar a Él, pero lo más
frecuente es que las piedras y los escombros obstruyan el pozo, y Dios quede sepultado. Entonces
es necesario volver a sacarlo a la luz. […] Quizá también nosotros podamos contribuir a sacarte a la
luz de los corazones devastados de los otros”
Etty Hellisum
“a cada infamia, a cada crueldad, hay que oponerle una buena dosis de amor y buena fe… y si
sobrevivimos a esta época ilesos, sin resentimiento, sin amarguras, entonces ganaremos el derecho
a tener voz cuando pase (la guerra)”
Edith Stein
«Hay un estado de descanso en Dios, de total suspensión de toda actividad del espíritu, en el que
no se pueden concebir planes, ni tomar decisiones, ni aun llevar nada a cabo, sino que, haciendo
del porvenir asunto de la voluntad divina, se abandona uno enteramente a su destino. […] Cuando
me abandono a este sentimiento me invade a una vida nueva que, poco a poco, comienza a
colmarme y, sin ninguna presión por parte de mi voluntad, a impulsarme hacia nuevas
realizaciones»
Oración
A mí lávame el alma. Toda el alma,
desnuda y polvorienta...
—¡Este lobo de mar que te ha seguido!—
Sosténmela, Señor, entre tus manos
como para adentrarla en el Camino
definitivamente.
(Pedro Casaldáliga)

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