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NOMBRE:
María Monserrate Molina Mendoza

CURSO:
1 “B”

ASIGNATURA:
Introducción a la psicología

DOCENTE:
Dr. Patricio Acuña Mejía

NOMBRE DE ACTIVIDAD:
Libido

FECHA:
27/06/2020

PERIODO ACADÉMICO:
2020/2021
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LIBIDO
Libido (del latín libido ‘deseo, pulsión’ y en sentido estricto ‘lascivia’) es un término
que se usa en medicina y psicoanálisis de manera general para denominar al deseo
sexual de una persona.1 Como comportamiento sexual, la libido ocuparía la fase
apetitiva en la cual un individuo trata de acceder a una pareja potencial mediante el
desarrollo de ciertas pautas etológicas.2 No obstante, existen definiciones más técnicas
del concepto, como las encontradas en las obras de Sigmund Freud y Carl Gustav Jung
que hacen referencia a la fuerza o energía psíquica. Estos autores vinculan la energía
libidinal, respectivamente, a las pulsiones y a su carácter eminentemente sexual como
meta primaria (Freud) o a una energía mental indeterminada que mueve el desarrollo
personal general de un individuo (Jung). Sigmund Freud, a su vez, habría tomado el
término de A. Moll, quien lo utilizó en 1898 en la obra Untersuchungen über die Libido
sexualis [«Investigaciones acerca de la Libido sexualis»
En medicina
En medicina, el término libido se aplica para designar específicamente el deseo sexual.
La mayoría de los médicos y psiquiatras consideran que un nivel de libido inferior a lo
«normal» representa una patología. El criterio que más comúnmente se aplica es el de
atribuir la disminución de la libido a algún trastorno emocional, considerándola con
frecuencia un síntoma de cuadros o trastornos afectivos de corte depresivo.
En psicoanálisis y psicología analítica
Según Freud
Libido es también un concepto descrito en la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud.3
Se refiere a la energía de la pulsión, o más propiamente, al afecto ligado a la
transformación energética de las pulsiones, cuya meta original sería siempre sexual (si
bien puede ser «de sexualizada» secundariamente, lo que implicaría inexorablemente
renuncia o compromiso y un esfuerzo para canalizarla de manera diversa). La mente es
un sistema cuyo equilibrio resulta del conflicto entre tendencias o instancias opuestas:
se trata de fuerzas o pulsiones (‘energía psíquica profunda que orienta el
comportamiento hacia un fin y se descarga al conseguirlo’). Esta energía que opera en la
dialéctica interna de la psique se la llama libido.4

Desde la óptica freudiana (del psicoanálisis clásico), la libido es el afecto que se


encuentra ligado a determinada pulsión: en el primer marco teórico que regía hasta
1914, la energía de las pulsiones sexuales; después de 1915, pero aún en el marco de la
«primera tópica» (hasta 1920), es la energía tanto de las pulsiones sexuales como de las
pulsiones yoicas; y en el tercer marco teórico (la segunda tópica, a partir de 1920), este
término es transformado en Eros.5 Si bien los trabajos iniciales de Freud la definieron
desde un punto de vista únicamente sexual, sus últimas obras reconsideraron este
3

concepto y lo ampliaron, aplicándolo no sólo a ese ámbito, sino también a la energía


productiva y vital de todo ser humano.

En Esquema del psicoanálisis (1940 [1938]), Freud sostiene que la libido, cuyo monto
íntegro se concentra al principio sobre el yo, es luego utilizada para investir o catectizar
representaciones de objeto, lo cual supone una superación de la etapa narcisista y la
trasposición de libido narcisista en libido de objeto. Sin embargo, el yo seguirá
cumpliendo la función de almacenarla: de él partirán las nuevas investiduras objétales y
a él regresarán cuando un objeto sea resignado o desinvestido. Se requerirá del más
profundo enamoramiento para que el componente objetal se granjee para sí la mayor
parte de esta energía en perjuicio del yo. Freud destaca la naturaleza móvil de la libido,
que es cedida de un objeto a otro e incluso al propio yo, considerado por el psicoanálisis
como un objeto más. Tal movilidad, sin embargo, dista de ser absoluta dado que la
libido muestra una tendencia contrapuesta a permanecer fijada a ciertos objetos,
constatándose fijaciones que pueden durar toda la vida.6

Para Freud, la libido tiene origen somático y es reconducida al yo desde numerosas


partes del cuerpo, lo cual puede apreciarse con mayor facilidad en el caso de aquella
porción de la libido que se exterioriza como excitación sexual. Si bien el autor reconoce
la existencia de regiones somáticas cuya contribución libidinal es más importante ―y
que son llamadas zonas erógenas―, ninguna parte de aquel se encuentra excluida de la
propiedad de la erogeneidad: “en verdad el cuerpo íntegro es una zona erógena tal.” La
función sexual ―que en psicoanálisis no coincide con Eros, sino que se subsume a él
como uno de sus elementos― habría permitido realizar los principales descubrimientos
sobre los que se desarrolló la teoría de la libido, que establece que una pulsión sexual
más o menos integrada tendría por antecesor en la ontogenia individual cierto número
de tendencias pulsionales fragmentarias, adscrita cada una de ellas a una u otra zona
erógena.

Según Jung
Para el psiquiatra y psicólogo Carl Gustav Jung la naturaleza de la libido representó uno
de los primeros puntos de sus discrepancias con Freud. En desacuerdo con el carácter
eminentemente sexual enfatizó una energía vital amplia e indiferenciada, se trataría de
una «energía psíquica indiferenciada», el «élan vital de Bergson», no atada a un sustrato
biologicista (Freud).8
A la hora de explicar el funcionamiento de la energía psíquica propondrá tres ideas
básicas derivadas de la física:910
4

Principio de los opuestos. Principio omnipresente en todo el sistema junguiano, del


mismo modo que existen opuestos o polaridades en la energía física (calor/frío,
altura/profundidad, creación/deterioro), lo mismo acontece con la energía psíquica. Es
precisamente este conflicto entre polaridades el principal motivador del comportamiento
y generador de energía. Dicho de otro modo, a mayor conflicto entre opuestos mayor
energía psíquica, no hay energía sin oposición.
Principio de equivalencia. Jung aplicará a todo acontecer psíquico el principio físico de
la conservación de la energía, es decir, la energía no puede crearse ni destruirse, sólo se
puede cambiar de una forma a otra. Tal y como lo describe citando a Ludwig Busse,11
La suma total de la energía no varía y no puede aumentar ni disminuir.
Con lo cual, siempre se produce una continua redistribución de la energía dentro de la
personalidad. Si la energía gastada o invertida en originar alguna condición se debilita o
desaparece, esta no se pierde, sino que es transferida a otra parte de la psique.

Toda energía invertida o consumida para lograr un efecto determinado provoca la


aparición de la misma cantidad de esa o de otra forma de energía en otro punto.12
Así, la pérdida de interés en una persona genera que la energía psíquica antes invertida
en esa área cambie a una nueva, o que se produzca un intercambio energético entre la
actividad consciente de vigilia y la onírica inconsciente al dormir. Dicha nueva área ha
de tener un valor psíquico equivalente, sino el exceso de energía fluirá al inconsciente.

Principio de entropía. En física el principio de entropía alude a la igualación de las


diferencias de energía. Por ejemplo, tendencia al equilibrio térmico al unir dos cuerpos a
diferente temperatura. Aplicando idéntica ley a la energía psíquica Jung propuso la
existencia de una tendencia al balance o equilibrio dentro de la personalidad. Así, si
existen dos deseos de diferente intensidad o valor psíquico, la energía fluirá del más
intenso al más débil.
Según la ley física de la entropía, la energía fluye de niveles más altos a niveles más
bajos hacia estados más probables de intensidad.13
La distribución equitativa de energía psíquica en toda la personalidad nunca se alcanza,
dado que, si fuera así, este tercer principio, el principio de entropía, entraría en
contradicción con el primer principio, o principio de los opuestos. Un equilibrio
excesivo evitaría el conflicto entre opuestos, fuente de la energía.

Son así mismo de vital importancia los términos regresión y progresión de la libido,
haciendo referencia a la dirección del movimiento de la energía,14 así como la función
5

del símbolo, emergido de la base arquetípica de la personalidad, es decir, lo


inconsciente colectivo, como gran organizador y transformador de la libido, a diferencia
del concepto psicoanalítico de sublimación sustitutiva.
Errores comunes
Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra debe pronunciarse como
llana (li bi do) y no como esdrújula (lí bido) porque deriva del latín libido, con i: larga.
La pronunciación extendida, aunque incorrecta líbido, probablemente se deba a la
influencia de la palabra lívido (que no tiene relación semántica con el concepto y que
significa «amoratado» o «pálido»).
Igualmente, erróneo es el artículo singular masculino el («el libido»), puesto que se trata
de un sustantivo de género femenino, lo correcto es «la libido».

LIVIDO
Es un adjetivo que significaba inicialmente ‘amoratado’, ya incluso desde el latín
lividus [ˈliwidus], en el que también podía ser un color plomizo (es decir, un gris
azulado); era un adjetivo usado sobre todo para referirse al color de los moratones,
cardenales, hematomas; aquí se me viene a la mente el «ojo morado» de los
hispanohablantes, pero el black eye de los anglófonos. Por sinécdoque, adquirió también
un significado de ‘envidioso, odioso, malicioso’, ya que este es el color que adquiere
este tipo de personas cuando hacen lo que más suelen hacer: enfadarse.

En español —no así el inglés livid, ya que lo hemos sacado a colación—, además,
adquirió un significado casi contrario y que hoy día se ha adueñado casi por completo
de la palabra: ‘muy pálido’. Ya Lázaro Carreter en uno de sus famosos dardos decía que
este cambio se dio primero en francés, de donde pasó al español.
Alguien propone que esta transferencia de significado se debe a lo siguiente:

En medicina, ámbito donde se habla de ‘las livideces cadavéricas’, que son unas
manchas moradas que aparecen en ciertas partes de los cadáveres. Alguien creyó que el
término se refería a la palidez de un cadáver y por ello pasó a la lengua general con el
sentido de ‘pálido’.

REFERENCIAS

1.  Santamaría Hernández, María Teresa (2018).  «Libido», en Diccionario Latino


de Andrología, Ginecología y Embriología desde la Antigüedad hasta el siglo
XVI (DILAGE). Roma - Turnhout: Brepols. pp. 512-513.
2. ↑ Nelson, Randy J. (2005). An Introduction to Behavioral Endocrinology (en
inglés). Sunderland: Sinauer Associates. ISBN 0-87893-617-3.
3. ↑ Jean Laplanche & Jean-Bertrand Pontalis, bajo la dirección de Daniel
Lagache. Diccionario de psicoanálisis. Barcelona: Paidós. p. 210. ISBN 978-84-
6

493-0256-5. «Energía postulada por Freud como substrato de las


transformaciones de la pulsión sexual en cuanto al objeto (desplazamiento de las
catexis), en cuanto al fin (por ejemplo, sublimación) y en cuanto a la fuente de la
excitación sexual (diversidad de las zonas erógenas). En Jung, el concepto
«libido» se amplía hasta designar la «energía psíquica» en general presente en
todo lo que es «tendencia a», appetitus.»
4. ↑ «Libido».
5. ↑ Freud, Sigmund (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. Obras
completas, Vol. XVIII. Amorrortu. p. 87. ISBN 950-518-594-4. «Por su origen,
su operación y su vínculo con la vida sexual, el Eros del filósofo Platón se
corresponde totalmente con la fuerza amorosa (Liebeskraft), la libido del
psicoanálisis... y cuando el apóstol Pablo, en su famosa epístola a los Corintios,
apreciaba el amor por sobre todo lo demás, lo entendía sin duda en ese mismo
sentido "ampliado".»
6. ↑ Freud, 2013, pp. 148-149.
7. ↑ Freud, 2013, p. 149.
8. ↑ C. G. Jung. O.C. 4. Freud y el psicoanálisis. Madrid: Trotta. pp. 233, §
568. ISBN 978-84-8164-395-4. «Desde un punto de vista más amplio puede
entenderse la libido como energía vital en general o como el élan vital de
Bergson.»
9. ↑ C. G. Jung. «1. Sobre la energética del alma (1928)». O.C. 8. La dinámica de
lo inconsciente. Madrid: Trotta. ISBN 978-84-8164-587-3.
10. ↑ Duane P. Schultz, Sydney Ellen Schultz (2002). Teorías de la personalidad.
Cengage Learning Editores. ISBN 9789706861122. Consultado el 12 de enero
de 2012.
11. ↑ Gregg M. Furth (1992, 2005). El secreto mundo de los dibujos. Barcelona:
Luciérnaga. p. 31. ISBN 9788487232329.
12. ↑ Ibíd.
13. ↑ Murray Stein (2004). El mapa del alma según Jung. Barcelona: Luciérnaga.
p. 103. ISBN 9788489957640.
14. ↑ Ibíd. 112.
15. ↑ Ibíd. 117-118.
16. ↑ Real Academia Española (1ª edición, 2005). «Lema: Libido». Diccionario
panhispánico de dudas. Consultado el 28 de noviembre de 2010.

BIBLIOFRAFIA

Freud, Sigmund (2013). «Esquema del psicoanálisis». Obras completas (José Luis


Etcheverry, trad.). XXIII - Moisés y la religión monoteísta, Esquema del psicoanálisis y
otras obras (1937-1939). Buenos Aires: Amorrortu Editores. pp. 133-209. ISBN 978-
950-518-599-3.

https://espanolplus.com/vocabulario/libido-livido-libidine/

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