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REVISTA DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD

NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO | Nueva época, No. 3, julio de 2020


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BARUC MARTÍNEZ DÍAZ

A pesar de que tradicionalmente en la historiografía se le ha considerado


al zapatismo como un movimiento territorializado en Morelos, recientes
estudios regionales han demostrado que éste tuvo una influencia mayor,
abarcando una zona mucho más extensa del centro sur del país. Estas
investigaciones también mostraron la complejidad del mismo y las
diversas y variadas dinámicas que el zapatismo manifestó en cada espacio
en donde iba echando raíces.1 Así pues, para entender la profundidad de la
revolución del sur, además de estudiarla de manera general, pienso que es
necesario seguir trabajando en las características que poseyó en las escalas
local y regional.
En las líneas siguientes se presentan algunos de los aspectos que
caracterizaron al zapatismo en la región de Tláhuac, espacio con
particularidades bien definidas a través del aprovechamiento de los
recursos lacustres que en aquellos años existían en abundancia, a pesar del
deterioro que la modernización capitalista había provocado en los últimos
años del porfiriato. El texto busca aportar mayor información que permita
avizorar la compleja estructuración y el abstruso desarrollo histórico que
se vivió al interior de las filas del Ejército Libertador del Sur; sobre todo,
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tratándose de una serie de comunidades poco estudiadas respecto a la


relación que éstas mantuvieron frente a la rebelión campesina encabezada
por el general Emiliano Zapata.2

La guerra

De acuerdo con las propias concepciones históricas de los habitantes de la


región de Tláhuac, la revolución fue anunciada por un presagio,
o tetzahuitl en lengua náhuatl. Matiana Flores Martínez, originaria de
Zapotitlán y quien nació hacia 1905, aseguraba: “[…] huan
utiquihtahqueh ce hueye tlecuhuatl, ihquion utechtetzahuililuc ye huitz
hueye guerra, mayaneliztle, miquiztle […] y vimos una gran culebra de
fuego [el cometa Halley], así se nos anunció que vendría la gran guerra, el
hambre, la muerte”.3 Algunos meses después se empezaron a oír las
descargas de máuseres y ametralladoras; la guerra había llegado a los
lagos. Las primeras incursiones del Ejército Libertador del Sur en la región
de Tláhuac ocurrieron de manera temprana: a finales de 1911. El 22 de
octubre se combatió en Tulyehualco, en las estribaciones del Teuctli, y tres
días después los zapatistas volvieron a ocupar la misma plaza y se
extendieron hacia Tláhuac; pueblos en donde los lugareños engrosaron las
filas zapatistas, según comentaron entonces los funcionarios del gobierno
maderista. El 27 de octubre, durante una sesión del Consejo de Ministros,
Manuel Calero, secretario de Relaciones Exteriores, refirió al respecto:

Por lo que toca a las bandas zapatistas que han salido fuera del Estado, expulsadas por
la acción de la campaña, tengo el honor de informar que éstas son batidas con toda
energía y perseguidas con la mayor eficacia posible. Respecto de ellas debo decir que,
según lo expresó ayer el Subsecretario de Guerra, su composición y carácter es muy
variable, por la lamentable cooperación que les prestan las poblaciones indígenas, en
forma igual a las observadas en Morelos. Me es grato poner en el superior
conocimiento de esta H. Cámara que, después de que nuestras fuerzas batieron a los
asaltantes de Milpa Alta, causándoles treinta y cuatro muertos contra dos heridos de las
tropas del Gobierno, los malhechores, en número aproximado de cien, se dirigieron
rumbo a Tláhuac, en donde, como de costumbre, fueron engrosados por gente de la
región.4
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Desde estas primeras incursiones, el Ejército Libertador contó con


el apoyo y la simpatía de los pobladores de la región lacustre, lo cual, a la
postre, permitió el fortalecimiento y una mayor capacidad de operatividad
por parte de los grupos rebeldes, que al paso de los años se fue
incrementando por lo menos hasta 1916. En aquel entonces, los zapatistas
fueron bien recibidos en Tláhuac, pues de acuerdo con el parte militar a
cargo del capitán Hernando Limón, la gente les dio una calurosa
bienvenida a los surianos: “He de informar a Ud. que en el Pueblo de
Tláhuac, poco antes de nuestra llegada al mismo, salieron un grupo de
vecinos a recibir con música y agasajos a las partidas de bandidos que se
acercaban, mostrando esta información la aptitud de simpatía que se
guarda por estos lugares a esta gente”.5
A partir de 1911 y hasta 1916, los combates zapatistas en la región
de Tláhuac fueron en aumento, enfrentándose tanto al ejército maderista
como al huertista y al carrancista (véase cuadro n.° 1). El notable
incremento, acaecido en 1913, se explica en mucho por el contexto general
que vivía la revolución del sur, puesto que en ese año se pretendió, por
segunda ocasión, tomar la capital de la república, según orden expresa del
propio general Zapata.6 Sin embargo, no fue sino hasta el año siguiente
cuando las fuerzas surianas lograron apoderarse de la ciudad de México;
no es posible explicar el fortalecimiento del Ejército Libertador, y la
posterior caída del gobierno huertista, si no se atiende a lo crucial que fue
la participación activa de los pueblos meridionales de la Cuenca de México
durante la guerra zapatista. Por esto mismo, en 1914 los enfrentamientos
militares librados en la región de Tláhuac se intensificaron; situación
similar a lo que pasó en las zonas aledañas de Chalco, Milpa Alta y
Xochimilco.

Cuadro n.° 1 7

Combates entre zapatistas y maderistas/huertistas/carrancistas


Región de Tláhuac

AÑO NÚMERO DE COMBATES


1911 3
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1912 4
1913 12
1914 19
1915 13
1916 16
1917 4
1918 2
TOTAL 73

Así pues, la diversa participación de las comunidades de Tláhuac,


así como la franca incorporación de muchos de sus habitantes a las filas
del zapatismo, jugaron un papel relevante para la propagación del
movimiento rebelde suriano y de los ideales y esperanzas que éste traía
consigo. El 21 de julio de 1914, por ejemplo, la participación de la gente
de Ixtayopan hizo posible la victoria de los campesinos insurrectos en
contra del ejército federal. El parte militar refería:

Tengo la honra de poner en el superior conocimiento de Ud. que hoy a las 11 de la


mañana, se presentó el enemigo en este pueblo, en número de 500 o 600 hombres,
atacando a este destacamento por los rumbos denominados “El Panteón”, “La Cruz”,
“Los Olivos” y otras calles más del pueblo, entablándose un combate desigual por el
crecido número de asaltantes que eran ayudados por los habitantes del pueblo, así que
a poco me vi obligado a evacuar el cuartel batiéndome en retirada por el rumbo de
Xico, y en cuya retirada fue herido el Cabo Benigno Arzate.8

No sólo los de Ixtayopan apoyaron a las fuerzas rebeldes, también


existe constancia de la ayuda que brindaron al Ejército Libertador los de
Zapotitlán, Tlaltenco, Yecahuitzotl, Tláhuac, Tulyehualco, Xico, Tetelco
y Mixquic, como más adelante se verá. Su adhesión a la causa insurgente
se manifestó de múltiples formas: con combatientes, con información, con
arrieros-espías, con parque, con vestimenta, con comida, etcétera. Así
cuando en 1915 se llevó a cabo la segunda ocupación de la ciudad de
México, considerada por Francisco Pineda como la mayor operación
militar del zapatismo,9 los pueblos de la región de Tláhuac también
participaron activamente. El primero de marzo, Dionisio Olivares,
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miembro de las fuerzas rebeldes, escribió al general Emiliano Zapata para


manifestarle la adhesión del pueblo de Tláhuac a la causa insurgente, así
como su ayuda en las acciones inmediatas:

Tláhuac, marzo 1° de 1915.


Sr. Gral. Emiliano Zapata.
Cuartel Gral. La Purísima.
Respetuoso General. En contestación a su atenta y distinguida comunicación, me honro
en decirle a Ud. que quedamos enterados sobre sus deseos y que el pueblo en general
está animado de la mejor disposición para prestar su ayuda. Además Señor General le
ponemos a Ud. en conocimiento que la gente se reunirá donde se halla el Cuartel de
Ud., a fin de que el Sr. Gral. Arriaga disponga dónde será el lugar para poner manos a
la obra. Esperamos también que el día de mañana la compañía no vaya a
desconocernos. Sin otro asunto me suscribo a sus órdenes, reiterándole a Ud. mi
adhesión y respeto.
Dionisio Olivares.10

A partir de la segunda mitad de 1915, el avance del carrancismo,


debido a la gran cantidad de armas y a la inyección de capital que el
gobierno de Estados Unidos le proporcionó, originó un repliegue
considerable de las fuerzas rebeldes. Los pueblos fueron reprimidos con
severidad, algunos de ellos como Tláhuac y Xico,11 inclusive, fueron
quemados por el ejército que comandaba Pablo González. En esta tesitura,
de 1916 a 1919, los combates en la región lacustre fueron disminuyendo;
no sólo por las acciones militares, sino también, por el temprano reparto
de tierras que en algunas comunidades se llevaron a cabo, basándose en la
ley agraria carrancista de enero de 1915. Así, la restitución de tierras fue
utilizada como un mecanismo para desmovilizar la rebeldía, pues muchos
de los zapatistas chinamperos regresaron a sus hogares para obtener una
parcela de labor; trocaron el máuser por el arado y el azadón.12

Revolución lacustre

Si bien el zapatismo no triunfó militarmente, pienso que es menester


reconocer la gran capacidad de adaptación que tuvo para adecuarse a los
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nuevos espacios adonde se iba expandiendo. En la región de Tláhuac, por


ejemplo, los surianos, en colaboración con los lugareños, lograron
potenciar las características del espacio lacustre para extender su
revolución. Durante los combates utilizaron la intrincada red de canales
para ganarles terreno a sus diferentes contrincantes; atacaban a bordo de
canoas y si era necesario se replegaban en ellas, impidiendo que sus rivales
les lograran dar alcance, ya que la geografía acuática, en un principio,
representó un freno para los ejércitos maderista, huertista y carrancista. El
conocimiento de la serranía del Chichinauhtzin, por otra parte, también les
otorgó la llave de acceso y salida para la zona sur de la Cuenca de México,
a unos cuantos kilómetros de la capital de la república.
La estrategia lacustre zapatista quedó evidenciada cuando el 31 de
julio de 1914, en su quinta plana, El Imparcial, uno de los más antiguos
defensores del régimen porfirista, asentó que una comisión de marinos se
hallaba investigando “la complicada red de chinampas del lago”. El diario
agregaba que: “El general [Eduardo] Ocaranza ha comisionado a los
oficiales de marina que se hallan en Xochimilco, para que estudien el caso,
y se encarguen de presentar el proyecto correspondiente. Un teniente
mayor de la Armada fue nombrado jefe de la comisión que ya empezó a
estudiar las condiciones en las que está el lago”.13 Así pues, la prensa
gobiernista ratificaba, implícitamente, el acierto de las acciones militares
zapatistas dentro del territorio de los antiguos lagos, ya que, si a una
comisión se le había confiado tal tarea, era debido al aprovechamiento que
el Ejército Libertador hacía de la geografía acuática, como uno de los
pilares de sus acciones beligerantes.

Entonces es factible aseverar que en la región de Tláhuac


la revolución del sur se caracterizó por ser una revolución
lacustre, gracias al conocimiento del territorio que los
zapatistas chinamperos le otorgaron al Ejército Libertador.

Los zapatistas chinamperos, entonces, otorgaron el conocimiento


del territorio lacustre a la revolución del sur, lo cual representó, por lo
menos en un principio, un elemento indispensable para aventajar
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militarmente a sus enemigos. Sin embargo, también hay que reconocer que
la revolución lacustre no siempre obtuvo la victoria, puesto que a veces,
ciertas circunstancias, anularon la eficacia de la estrategia acuática, como
en el caso del enfrentamiento ocurrido en Mixquic el 18 de septiembre de
1913. El documento oficial señalaba:

Tengo la honra de participar a Ud. que ayer a las 9:30 pm estando con mi fuerza en el
servicio, como diario se establece, una de las avanzadas al mando de un Cabo
Habilitado, situada en el camino rumbo a Chalco, dio aviso de que entre las Chinampas
habíase oído una descarga de armas de fuego. Inmediatamente para no ser atacados
destaqué parte de mi fuerza al lugar indicado y el resto quedó parapetada en las
alturas. Pocos momentos después los bandoleros que venían en canoas por los flancos
de dicho camino a Chalco, intentaron hacer el ataque contra nosotros; pero como yo
tenía ya convenientemente dispuesto el combate, ordené a mis soldados, después de
que los bandoleros nos hicieron más descargas, que hicieran fuego contra el enemigo,
habiendo durado el encuentro 35 minutos. Los asaltantes no pudieron resistir esas
descargas y a gran prisa fueron alejándose en sus canoas. La persecución se hizo hasta
donde fue posible, pues estamos divididos por las aguas de los canales, como la
oscuridad de la noche no permitió ver los resultados del combate ignoro los resultados;
pero varios tiros de mis soldados fueron acertados y puedo asegurar que el enemigo
llevóse en su huida algunos muertos y heridos. Por nuestra parte solamente el Cabo de
Escuadra Rafael Castillo salió muy levemente herido de una mano.14

La información más relevante que contiene el documento citado,


más allá de la derrota de los surianos, es la utilización que de las
características del mundo lacustre estaba haciendo el zapatismo y, al
mismo tiempo, el obstáculo que éstas representaron para el ejército federal
(huertista). Entonces es factible aseverar que en la región de Tláhuac la
revolución del sur se caracterizó por ser una revolución lacustre, gracias
al conocimiento del territorio que los zapatistas chinamperos le otorgaron
al Ejército Libertador.
No obstante, los rivales del zapatismo aprendieron de sus
limitaciones iniciales. Tanto huertistas15 como carrancistas comenzaron a
usar las canoas indígenas como parte de sus respectivas estrategias
militares, encaminadas a sofocar la revuelta campesina. The Mexican
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Herald, en su primera plana del 14 de septiembre de 1914, informó que


las fuerzas constitucionalistas habían hecho retroceder de Tláhuac al
ejército zapatista:

Las personas que trajeron esta información a la capital afirman que para ocupar Tláhuac
los constitucionalistas usaron varias decenas de canoas de las utilizadas por los indios.
Si algún combate ocurrió en Tláhuac los recién llegados no lo supieron. Tláhuac es
considerada la llave para la región del Ajusco y en los círculos militares de aquí se cree
que los constitucionalistas serán capaces de operar, en el futuro, con mayor ventaja
sobre esta región. Las fuerzas que ocuparon Tláhuac son aquellas comandadas por el
general Zúñiga, mientras que los zapatistas expulsados pertenecen a los hombres bajo
el mando de Juan Banderas y Francisco Pacheco.16

Así pues, lo que en un principio favoreció al zapatismo, es decir,


la estrategia militar acuática, pronto fue también usado en su contra por
sus enemigos, lo que, a la larga, contribuyó a disminuir su eficacia. Sin
embargo, es necesario reconocer que los surianos fueron los primeros en
adaptar su revolución a las particularidades del mundo lacustre de la región
de Tláhuac.

Los zapatistas chinamperos

El Cuartel General zapatista encomendó la región de Tláhuac a una serie


de generales que, aunque no eran originarios del rumbo, sí pertenecían a
comunidades de zonas aledañas. Sin embargo, bajo el mando de éstos se
encontraron muchos grupos que sí estuvieron liderados por habitantes de
los pueblos lacustres y a los que se debe considerar como los zapatistas
chinamperos. Estos últimos también llegaron a alcanzar diversos grados
militares dentro del Ejército Libertador, desde los de mayor de caballería
y coronel hasta el de general brigadier.
De acuerdo con Gildardo Magaña, el sector Tláhuac se encontraba
bajo el mando del general Herminio Chavarría, originario de Santa María
Aztahuacán.17 A su vez, Chavarría era miembro de la División Amador
Salazar y, como parte de ella, actuó en varias acciones militares que se
llevaron a cabo en otros sitios del centro-sur del país.18 Al interior de su
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brigada se hallaba un núcleo bastante numeroso de zapatistas de Tlaltenco,


dirigidos por el general Matilde Galicia Rioja y por el coronel Matilde
Gutiérrez.19 También en Tlaltenco operaba Nicolás Rioja, en su calidad de
arriero-espía, bajo el mando directo de Emiliano Zapata, según consta en
un salvoconducto firmado por este último, fechado en marzo de 1917.20
En San Pedro Tláhuac se unieron al zapatismo un grupo de
chinamperos, aglutinados bajo la figura del coronel Domingo Mateos, los
cuales tuvieron a su pueblo como centro de operaciones pero, también, en
ocasiones se desplazaban hacia las laderas del Teuctli o rumbo a la región
de Chalco-Amecameca. Muchos de ellos eran familiares cercanos, como
los casos de Pedro y Gualberto Martínez Ramos, Luis Chavarría Martínez,
Florentino Chavarría Rodríguez, Concepción y Silvestre Martínez
Chavarría;21 pero otros eran de diferentes familias de la comunidad, de
estos últimos se pueden citar a Francisco Enríquez, Crescencio Ruiz,
Sabás Flores, Catarino Pérez y Carlos Palacios Galicia. Todo este núcleo
pertenecía a la División Genovevo de la O. Asimismo, Hermenegildo
Mendoza Martínez desempeñó las funciones de caballerango del Cuartel
General zapatista y, como tal, estaba bajo las órdenes directas de Zapata o
de sus principales secretarios (Santiago Orozco y Manuel Palafox). Otros
chinamperos de Tláhuac, como Loreto Galicia, apoyaron a las fuerzas del
general Valentín Reyes, originario del Ajusco, dotándolas de parque,
manta y carabinas, de acuerdo con un salvoconducto de 22 de abril de
1916.22
En Zapotitlán y Tulyehualco hubo zapatistas bajo los mandos de la
coronela María Chavarría y de Cecilio Camacho y Celedonio Garcés, pero
se ignora a qué brigada o a qué división del Ejército Libertador
pertenecían.
Las fuerzas zapatistas contaron en Ixtayopan con gente como Juan
Díaz Sandoval, Pedro y Concepción Acatitla y Dimas
Vázquez,23 posiblemente dentro de la brigada del coronel Lázaro García
Montoya, el que operó en ese pueblo y en los de Mixquic, Tetelco,
Tecomitl y Tulyehualco. También el mayor de caballería, Félix Vázquez
Jiménez, alias “el Fierros”, se incorporó a la revuelta suriana, pero él
participó sobre todo en operaciones militares en los estados de Morelos y
Puebla, al interior de la División Felipe Neri.24
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El general brigadier Maximiliano Vigueras, alias “el Xoco” y


originario de Tetelco, formó su propio grupo con gente de su pueblo y
comunidades vecinas; en él también participó otro paisano suyo, Juan
Laguna, que llegó a obtener el grado de coronel. Vigueras fue parte de la
División Everardo González y, como tal, sus operaciones desbordaron el
límite original de su terruño.25 El 4 de diciembre de 1914 fue parte de la
escolta que acompañó a Emiliano Zapata en su entrada a Xochimilco.
También varios chinamperos de Mixquic se unieron al zapatismo,
según lo atestigua la carta que Félix C. Galicia envió al general en jefe del
Ejército Libertador del Sur. Ellos combatieron, en un inicio, bajo las
órdenes del general Juan M. Banderas y, posteriormente, al lado del
general Everardo González.26
Así pues, y como se puede apreciar, los mandos medios, originarios
de la región de Tláhuac, fueron la bisagra que permitió la unión entre el
Cuartel General y los zapatistas chinamperos. En esta tesitura, es necesario
advertir que el liderazgo oriundo facilitó la participación activa de las
comunidades lacustres para fortalecer y expandir la revolución del sur a
otros territorios. Ahí, el zapatismo no fue un movimiento externo sino uno
que logró echar raíces, debido a que, las comunidades que lo conformaban,
compartían una gran cantidad de elementos, históricos y culturales, los
cuales ayudaron a ir construyendo una identidad mucho más
abarcante.

Las causas

Si se ve al zapatismo desde la óptica de la larga duración, es posible


advertir que los pueblos que le dieron sustento poseían procesos históricos
muy similares, originados, incluso, desde la conformación misma de la
civilización mesoamericana, y caracterizados, además, por cuatro siglos
de imposición de la colonialidad del poder en estas tierras.27 Como ya he
tratado esto en otro lugar,28 sólo quiero señalar que, amén de los elementos
de larga duración, los agravios recientes, ocurridos en los últimos años del
porfiriato, también ayudan a explicar por qué los pueblos lacustres se
unieron a las filas del Ejército Libertador. A ellos me referiré a
continuación.
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En la región de Tláhuac, la modernización capitalista impulsada


durante los últimos años de la administración de Díaz, trajo consigo una
serie de drásticas modificaciones en una zona acuática que no había
experimentado cambios trascendentales desde hacía varios siglos. El
impulsor de este proceso modernizador fue el español Íñigo Noriega,
personaje con el que las comunidades tuvieron una larga cadena de
conflictos por el uso y aprovechamiento del espacio lacustre. Desde su
llegada, Noriega implementó variadas medidas que alteraron la relación
que los pueblos habían mantenido con el lago de Chalco; en un primer
momento, el empresario impidió que los ribereños siguieran haciendo uso
de los productos que obtenían del agua, arguyendo que sus títulos de
propiedad del rancho de Xico también incluían la extensión total del lago,
es decir: 9,500 hectáreas de ciénegas, chinampas y lagunas. Los lugareños,
a contracorriente de lo estipulado por Íñigo, continuaron pescando,
recolectando y cortando pastura. El 1 de septiembre de 1891 se dio el
primer enfrentamiento cuando su administrador, el español José Rueda,
apresó a indígenas de Tláhuac, Tlaltenco, Santa Catarina, Ayotla y
Tulyehualco y les decomisó sus canoas porque se hallaban en la ciénega
de Zacapa, dentro del perímetro de la propiedad reclamada por Noriega.
El prefecto político de Xochimilco se quejó ante sus superiores por tales
abusos:

[…] ha capturado a algunos vecinos y recogiéndoles canoas de la propiedad de éstos,


de las que aún conserva diez y seis, cuyos hechos atentatorios han tenido lugar en la
referida ciénega y ni ha entregado a las autoridades de esta localidad los vecinos
capturados, ni ha devuelto a sus dueños las canoas recogidas, constituyéndose con estos
actos, en señor absoluto de su lugar a guisa de feudo, con derecho sobre la libertad de
estos pueblos […]29

Sin embargo, las autoridades porfirianas nada hicieron al respecto


y, antes bien, apoyaron todas las acciones que Noriega emprendió en la
región. Desde este primer momento, los pueblos ribereños se percataron
que el gobierno de Díaz había decidido apoyar al hacendado español, aun
a costa del perjuicio de sus intereses. Por tal motivo, el rencor y el
descontento se fueron acrecentando al interior de las comunidades y en
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ciertos momentos se logró visibilizar su malestar. Ejemplo de lo anterior


es el testimonio que Antonio Díaz Soto y Gama recogió de un hecho
ocurrido en Tláhuac:

A este propósito se refiere que el general Díaz, acompañado del ministro de


Agricultura y del propio Yñigo Noriega, hizo a invitación de éste un viaje de recreo a
través del lago referido, por los años de 1892 o 1893, embarcados al efecto en grandes
canoas hermosamente adornadas, que sin tropiezo alguno hicieron el recorrido del
canal hasta llegar a Chalco; y que al pasar por este punto, se vio la comitiva obligada a
desembarcar en busca de abrigo, por ser el frío insoportable debido a lo riguroso del
invierno. Solicitaron los viajeros sarapes para cubrirse del frío; pero el pueblo ya hostil
al gobierno por sus complicidades con Noriega, rehusó en lo absoluto a prestar sus
servicios. Hubo necesidad de que el comandante de escolta, acompañado por un
pelotón de soldados, anduviese de casa en casa del barrio de Tizco o Tixio [sic por
Ticic], recogiendo hasta los más humildes sarapes que encontraba, lo que provocó la
indignación del pueblo en grado tal, que cuando después de un discurso pronunciado
por algún personaje de la comitiva, prorrumpió éste en “vivas” para el general Díaz, el
pueblo de Tláhuac respondió con un “muera” estrepitoso.30

A pesar de estas muestras de malestar social, la administración de


Díaz continuó apoyando las acciones de Noriega. En 1895, el gobierno
aprobó el proyecto de desecación del lago de Chalco que el español había
tramitado apenas el año anterior, aun cuando desde hacía tiempo ya estaba
llevando a cabo obras parciales para el drenado del espejo de agua, sin
contar con autorización alguna.31 El hecho es que las obras de Íñigo
acabaron con una enorme extensión de geografía lacustre y desarticularon
la economía y cultura que los pueblos, durante cientos de años, habían
tejido alrededor del lago. Esta situación motivó que el descontento se
expandiera en todas las comunidades ribereñas y, en buena medida, es
parte de la explicación de su incorporación al zapatismo, pues todos los
caminos pacíficos, incluyendo las vías legales, se fueron cerrando a lo
largo de los últimos años del porfiriato.
Aunado a esto, y como parte del conflicto contra Noriega, los
chinamperos también sufrieron persecución, encarcelamiento, exilio y
deportación, ya que el aparato militar y represivo porfirista actuó a favor
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del hacendado. Las hostilidades, inclusive, continuaron durante los


primeros brotes revolucionarios. La noche del 22 de julio de 1911, por
ejemplo, unos soldados, destacados en la hacienda de Xico, se la pasaron
balaceando las casas de los habitantes de Ixtayopan;32 el 25 de octubre de
ese año, las mismas fuerzas perpetraron una matanza de chinamperos en
Tláhuac, en venganza por la simpatía que éstos habían manifestado para
con los zapatistas;33 en enero de 1912, los de Tlaltenco habían hecho
públicos los despojos que sufrieron a manos de Noriega y, un mes después,
el pueblo fue incendiado por trabajadores de la hacienda de Xico.34
Así pues, la conflictividad social creció en la región de Tláhuac a
partir de los proyectos modernizadores, en especial por la desecación del
lago de Chalco. Al irse cerrando las alternativas pacíficas y ante el
continuo hostigamiento que los ribereños padecían a manos de los
soldados pagados por el propio hacendado español, las opciones se fueron
achicando y la expansión del zapatismo en la región se convirtió, poco a
poco, en la única salida posible que otorgaba esperanzas y promesas de un
mundo mejor. Los ribereños tuvieron bien claro quién era el enemigo a
vencer y cuál era el camino para conseguirlo, según consta en la carta que
el sacerdote Juan B. Mancilla, originario de Tlaltenco, le escribió al
general Emiliano Zapata:

Señor general Zapata, insurgente libertador. Acuérdese que las haciendas daban a los
jornaleros las tierras para que limpien por el espacio de un año o dos sin renta; y después
los obligaban a pagar renta. Y por esto se saca por consecuencia que los hacendados
deben renta a los pueblos. Porque las tierras son de los pueblos, el dinero de Xico es de
la nación: no puso el extranjero más que su inteligencia. Pues los extranjeros no
vinieron hacendados al territorio mexicano, sino con la tierra de los pueblos mexicanos
se hicieron hacendados. Y por tanto los hacendados deben renta a la nación mexicana.
Tlaltenco, septiembre 22 de 1914. Presbítero Juan B. Mancilla. [Nota marginal: se
tomarán en consideración sus informes].35

La fortaleza del zapatismo y una de sus principales


características: los soldados surianos eran, en realidad, los
pueblos mesoamericanos en armas.
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Justo por esos meses, después de que el sacerdote Mancilla


redactara su carta, el Ejército Libertador del Sur invadió y destruyó la
otrora poderosa fortaleza de la hacienda de Xico. Los “amarillos”,
militares pagados por Noriega, fueron derrotados, después de tres años,
por los campesinos insurrectos. Las filas zapatistas, durante esta
operación, habían sido nutridas por numerosos contingentes de rebeldes
chinamperos, provenientes de Tláhuac, Tulyehualco, Ixtayopan, Tetelco,
Mixquic y otros muchos pueblos.36 Esto evidenció la fortaleza del
zapatismo y una de sus principales características: los soldados surianos
eran, en realidad, los pueblos mesoamericanos en armas. Durante el ataque
a la hacienda de Xico, las antiguas comunidades ribereñas ocuparon de
facto, y con las armas en la mano como lo decía el Plan de Ayala, aquellas
tierras que consideraban suyas y que les habían sido arrebatadas por el
hacendado español. Asimismo, algunos habitantes de Tláhuac también
recobraron antiguas piezas sacras que Noriega había tomado de su iglesia
para llevarlas a la capilla de su hacienda, con el consentimiento del
entonces párroco de Tláhuac, Domingo B. López, quien le intercambió, a
su cercano amigo, esas esculturas coloniales por una imagen nueva de san
Pedro que hasta la fecha se encuentra en la iglesia de esta población.
El fin de la hacienda de Xico ocurrió, precisamente, en 1914. En
ese año, además, los zapatistas chinamperos obtuvieron su revancha frente
a Íñigo Noriega. Todos los agravios, despojos, encarcelamientos,
persecuciones y destierros fueron cobrados: el palacio de Xico, sus
establos, trojes y molinos fueron consumidos por las llamas.

Notas
1
Entre los estudios regionales acerca del zapatismo se pueden citar los
siguientes: José Ángel Aguilar, La revolución en el Estado de México, 2
t., México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución
Mexicana, 1977. Laura Espejel, “El movimiento campesino en el oriente
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del Estado de México: el caso de Juchitepec”, en Cuicuilco, México,


Escuela Nacional de Antropología e Historia, 1981, vol. 1, año 2, número
3, 33-37 p. Marcelo González Bustos, El general Jesús H. Salgado y el
movimiento zapatista en Guerrero, México, Universidad Autónoma de
Guerrero, 1983, 164 p. Marco Antonio Anaya Pérez, Rebelión y
Revolución en Chalco-Amecameca, Estado de México, 1821-
1921, Margarita Carbó (pról.), 2 t., México, Instituto Nacional de Estudios
Históricos de la Revolución Mexicana, Universidad Autónoma de
Chapingo, 1997, t 2. David G. LaFrance, “Arrugas y verrugas: los
zapatistas en Puebla, 1910-1920”, en Zapatismo: origen e historia,
México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de
México, 2009, pp. 351-368.
2
La relación entre la región de Tláhuac y el zapatismo no ha sido abordada
hasta el momento, sin embargo, sí existen algunas investigaciones que han
tratado espacios aledaños a ésta. De estas últimas pueden citarse los
siguientes: Gerardo Camacho de la Rosa, Raíz y razón de Totolapan: el
drama de la guerra zapatista, México, GDF, Secretaría de Desarrollo
Social, 2007, 110 p. Iván Gomezcésar Hernández, Pueblos arrasados. El
zapatismo en Milpa Alta, México, Gobierno del Distrito Federal,
Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2009, 134 p. María
Teresa Álvarez Icaza Longoria, “El zapatismo rondando la capital”,
en Zapatismo: origen e historia, México, Instituto Nacional de Estudios
Históricos de las Revoluciones de México, 2009, 369-388 p. Norma
Angélica Castillo Palma, “La revolución en la memoria: las haciendas y el
general Herminio Chavarría en Iztapalapa”, en Signos Históricos, México,
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, número 21,
enero-junio de 2009, 170-181 p. Francisco Pineda Gómez, “Milpa Alta en
la revolución”, en Mario Barbosa Cruz y María Eugenia Terrones López
(coord.), Tohuehuetlalnantzin. Antigua es nuestra querida tierra. Historia
e imágenes de Milpa Alta de la época prehispánica a la revolución,
México, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa,
Delegación Milpa Alta, 2012, pp. 155-209.
3
Entrevistas a Matiana Flores Martínez realizadas por Baruc Martínez
Díaz en los meses de marzo a julio de 2005 en su domicilio en Santiago
Zapotitlán. Algunos otros pobladores del sur del Distrito Federal también
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mencionan al cometa como el presagio que anunció la revolución.


Dionisio Chávez Acevedo, de Tlaltenco, afirma que su mamá, originaria
de Aztahuacán, también vio el cometa y así supieron que la guerra, el
hambre y la muerte habían llegado a su pueblo. Entrevista a Dionisio
Chávez Acevedo realizada por Baruc Martínez Díaz el 10 de abril de 2009
en San Francisco Tlaltenco.
4
Citado en Gildardo Magaña, Emiliano Zapata y el agrarismo en México,
Carlos Pérez Guerrero (continuación de la obra), 5 t., México, Editorial
Ruta, 1956, t. 2, p. 35. Cursivas en el original.
5
Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional (en adelante
AHSDN), Ramo Revolución, XI/481.5/exp. 83, ff. 377r-377v, f. 377v.
6
Francisco Pineda Gómez, La revolución del sur, 1912-1914, Rafael
Medrano (pról.), México, Ediciones Era, 2005, p. 637, pp. 300-302.
7
Datos obtenidos de la hemerografía de la época (principalmente de El
Imparcial, El País, El Diario del Hogar, La Prensa, El Independiente, El
Demócrata y The Mexican Herald); del AHSDN, Ramo Revolución; y de
los fondos Emiliano Zapata y Genovevo de la O del AGN. Las cifras
fueron complementadas con el apéndice número 1 (basado en la obra de
Sergio Cordero) del libro de Héctor Cuauhtémoc Hernández
Silva, Xochimilco ayer III, Juan González Romero (presentación),
México, Gobierno del Distrito Federal, Delegación Xochimilco, Instituto
de Investigaciones José María Luis Mora, 2003, 148 p., pp. 117-118.
También utilicé los tres libros sobre el zapatismo publicados por Francisco
Pineda Gómez (La irrupción zapatista, 1911; La revolución del sur, 1912-
1914; y Ejército Libertador, 1915).
8
AHSDN, Ramo Revolución, XI/481.5/exp. 160, f. 1147. Cursivas mías.
9
Francisco Pineda Gómez, Ejército Libertador, 1915, México, Ediciones
Era, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2013, p. 492, pp. 87-
127.
10
Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Fondo Emiliano
Zapata, caja 6, exp. 3, f. 4.
11
San Pedro Tláhuac fue quemado el 2 de agosto de 1915 por las fuerzas
de Pablo González, de acuerdo con el testimonio de Perfecto Ramírez
Ruiz. También pasó lo mismo con San Martín Xico por la misma fecha,
según se infiere de los testimonios de Gabino y Macaria Martínez y de
REVISTA DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD
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Lauda López; todos ellos hacen referencia a Pablo González y a su ejército


compuesto por combatientes yaquis. Véanse Perfecto Ramírez Ruiz, Ing.
Estanislao Ramírez Ruiz, 1887-1964, México, versión mecanográfica, 3
p., p. 2. Raymundo Martínez, “San Martín Xico (Xico Nuevo), Municipio
de Chalco”, en Margarita Loera (coord.), Mi pueblo: su historia y sus
tradiciones, México, INAH, 1986, pp. 305-321, pp. 315-317.
12 Como ejemplo de esto, para la región de Tláhuac, véanse los casos de
Ixtayopan y Mixquic que aparecieron en la prensa carrancista. El
Demócrata, 19 de diciembre de 1916, 7 de agosto de 1917 y 22 de
septiembre de 1917. El Nacional, 30 de agosto de 1917 y 22 de septiembre
de 1917.
13
El Imparcial, 31 de julio de 1914, p. 5.
14
AHSDN, Ramo Revolución, XI/481.5/exp. 159, f. 1909. Cursivas mías.
15
El 22 de julio de 1914, Tiburcio Rodríguez y Pablo Chávez, vecinos de
San Gregorio Atlapulco, informaron al general zapatista Juan M. Banderas
que el ejército federal se dirigía, en canoas, a su pueblo para atacarlo.
AGN, Fondo Genovevo de la O, caja 15, exp. 3, f. 034.
16
The Mexican Herald, 15 de septiembre de 1914, p. 1. Traducción libre
mía. “The persons who brought this information to this capital state that
in order to occupy Tlahuac the Constitutionalists used several scores of
canoes of those used by Indians. Whether any fight occurred in Tlahuac
the arrivals did not known. Tlahuac is considered the key to the Ajusco
region and it is believed in military circles here that the Constitutionalists
will be able to operate to greater advantage in this region in future. The
forces which occupied Tlahuac are those command by General Zuñiga,
while the Zapatistas driven from the place belong to the men under Juan
Banderas and Francisco Pacheco.”
17
Gildardo Magaña, op. cit., t. IV, p. 207. El sector Tláhuac lo constituían
los pueblos lacustres, tanto del lago de Texcoco como los de Xochimilco
y Chalco, desde Aztahuacán hasta San Pedro Tláhuac, pasando por
Acahualtepec, Acatitla, Acaquilpan, Tezonco, Zapotitlán, Tlaltenco y
Yecahuitzotl.
18
Francisco Pineda Gómez, Ejército libertador…, pp. 113 y 294.
19
Carlos Mancilla proporciona los nombres de algunos zapatistas de
Tlaltenco: Francisco Martínez (padre), Francisco Martínez (hijo),
REVISTA DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD
NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO | Nueva época, No. 3, julio de 2020
18

Guadalupe Rosas, Simón Castañeda Hernández, Camilo Castañeda


Hernández, Gabriel Hernández, Porfirio Leyte, Gabino Castañeda, José
Noguerón, Ezequiel Martínez, Rafael de la Peña Chávez, Tomás Reyes,
Diego Rioja, Ascencio Noguerón, Gerónimo Galicia, Blas Hernández,
Jesús Reyes, Tomás Mendoza, Teófilo Chávez y Flavio Chávez. Carlos
Mancilla Castañeda, Cronología histórica de San Francisco Tlaltenco y
pueblos circunvecinos, México, edición del autor, 1998, p. 409, p. 261.
20
Salvoconducto zapatista de Emiliano Zapata para Nicolás Rioja, 17 de
marzo de 1917, Archivo privado de la familia Rioja Castañeda de San
Francisco Tlaltenco.
21
Entrevista a Domingo Martínez Chavarría realizada por Baruc Martínez
Díaz el 14 de septiembre de 2004 en San Pedro Tláhuac. Entrevista a Javier
Esteban Chavaría Martínez realizada por Baruc Martínez Díaz el 14 de
julio de 2009 en San Pedro Tláhuac.
22
Salvoconducto zapatista de Valentín Reyes para Loreto Galicia, 22 de
abril de 1916, Archivo privado de la familia Pineda Galicia de San Pedro
Tláhuac.
23
Gildardo Magaña menciona estos nombres, los cuales son ratificados en
la documentación del ejército federal. Gildardo Magaña, op. cit., t. 4, p.
153. AHSDN, Ramo Revolución, XI/481.5/exp. 160, f. 1009r.
24
Félix Vázquez Castañeda, “Félix Vázquez Jiménez, veterano de la
Revolución”, en San Juan Ixtayopan. En el corazón de tierra blanca,
Andrés Medina Hernández (presentación), México, Ce-Acatl A. C., 2005,
pp. 29-31.
25
Gildardo Magaña, op. cit., t. 4, p. 153. José Ángel Aguilar, op. cit., t. 2,
p. 245.
26
AGN, Fondo Emiliano Zapata, caja 2, exp. 4, ff. 22-23.
27
Al respecto Aníbal Quijano señala: “La colonialidad del poder es uno de
los elementos constitutivos y específicos del patrón mundial de poder
capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de
la población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y
opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y
subjetivas, de la existencia social cotidiana y a escala societal. Se origina
y se mundializa a partir de América.” Aníbal Quijano, “Colonialidad del
poder y clasificación social”, en Journal of World-System Researche,
REVISTA DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD
NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO | Nueva época, No. 3, julio de 2020
19

Center for Global International and Regional Studies, Division of Social


Sciences, Universidad de California, Vol. XI, número 2, verano/invierno
de 2000, pp. 342-386, p. 342.
28
Baruc Martínez Díaz, “Zapata navega entre chinampas. El zapatismo en
los pueblos lacustres del sur de la Cuenca de México”, en Carlos Barreto
Zamudio y Guillermo Antonio Nájera Nájera (coords.), Constituciones y
legislación en México. Aproximaciones desde los estudios regionales (a
cien años de la Constitución de 1917), México, Universidad Autónoma
del Estado de Morelos, Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales y
Estudios Regionales, 2019, 249-287 p., pp. 271-281.
29
Citado en Marco Antonio Anaya Pérez, op. cit., t. II, p. 98.
30
Antonio Díaz Soto y Gama, Historia del agrarismo en México, Pedro
Castro (rescate, pról. y estudio biográfico), México, ERA, CONACULTA,
UAM-Iztapalapa, 2002, 688 p., p. 507.
31
Cf. “Petición para desecar el lago de Chalco”, AGN, Secretaría de
Comunicaciones y Obras Públicas (en adelante SCOP), serie Lago de
Chalco, caja 244, exp. 546/1, ff. 2-12; “Petición para cerrar el canal Riva
Palacio”, AGN, SCOP, serie Lago de Chalco, caja 244, exp. 546/2, ff. 1r-
1v; La Patria, 30 de noviembre de 1890, p. 2.
32
El Diario del Hogar, 28 de octubre de 1911, p. 4.
33
El Diario del Hogar, 27 de octubre de 1911, p. 1.
34
El Diario del Hogar, 3 de febrero de 1912, pp. 1 y 2; 21 de febrero de
1912, pp. 1 y 4.
35
AGN, Fondo Emiliano Zapata, caja 1, exp. 20, f. 32.
36
Jesús Ángel Ochoa Zazueta, “Mizquic. Análisis histórico comparativo
de la concreción religiosa en una comunidad del Distrito Federal”, 2 t.,
México, tesis de licenciatura en Antropología, Escuela Nacional de
Antropología e Historia, 1972, t. 1, p. 102.

Bibliografía
Archivos
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NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO | Nueva época, No. 3, julio de 2020
20

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O y Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, serie Lago de
Chalco.
Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional, Ramo
Revolución.
Archivo privado de la familia Pineda Galicia de San Pedro Tláhuac.
Archivo privado de la familia Rioja Castañeda de San Francisco
Tlaltenco.

Etnografía
Entrevista a Domingo Martínez Chavarría realizada por Baruc Martínez
Díaz el 14 de septiembre de 2004 en San Pedro Tláhuac.
Entrevistas a Matiana Flores Martínez realizadas por Baruc Martínez Díaz
en los meses de marzo a julio de 2005 en su domicilio en Santiago
Zapotitlán.
Entrevista a Dionisio Chávez Acevedo realizada por Baruc Martínez Díaz
el 10 de abril de 2009 en San Francisco Tlaltenco.
Entrevista a Javier Esteban Chavaría Martínez realizada por Baruc
Martínez Díaz el 14 de julio de 2009 en San Pedro Tláhuac.

Hemerografía
El Imparcial.
El Independiente.
El País.
El Demócrata.
El Diario del Hogar.
La Patria.
La Prensa.
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