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Rev. Asoc. Esp. Neuropsiquiutría. Vol. IV. N. o 10.

1984

Apuntes para un estudio


sobre la historia del psicoanálisis
en España (*)

José GUTIERREZ TERRAZAS

Quizá sea conveniente señalar de fronteras, pues paradójico resulta


antemano que hasta el momento no ciertamente que siendo España, en el
disponemos de una historia detallada decir de A. ABAÚNZA en 1930 (1), «el
y rigurosa de la aparición, incidencias país que cuenta hasta la fecha con la
y repercusión que el psicoanálisis ha mejor y más completa traducción de
tenido y tiene en España, si bien es las obras de '~REUD», sin embargo ha­
verdad que en estos últimos años han ya mostrado desde un inicio, al igual
ido apareciendo algunos breves esbo­ que sigue mostrando en la actualidad,
zos generales y se han ido realizando, aún a pesar de la aparición en 1957
principalmente desde el Departamen­ de la Sociedad Luso-Española de Psi­
to de Psicología General de la Univer­ coanálisis (2), una especial resisten­
sidad de Valencia, algunos estudios cia, más aún, una clara aversión a la
serios que permiten, al menos, perfilar implantación pe la investigación psi­
con cierta precisión la recepción de la coanalitica, al reconocimiento de este
obra de FREUD en las primeras déca­ nuevo espacio de saber con su corres­
das de nuestro siglo. pondiente práctica.
Me parece oportuno indicar, ade­ Pero, ¿es que las resistencias contra
más, que yo no soy historiador ni pre­ el psicoanálisis de España han sido,
tendo hoy aquí ocupar sin más ese en verdad, específicas y mayores que
puesto que requiere su metodología y en otros países europeos? ¿No ha sus­
conocimiento pertinentes. Mi propó­ citado por todos sitios el descubri­
sito no es, pues, el de historiar el de­ miento psicoanalítico un fuerte recha­
sarrollo del descubrimiento psicoana­ zo basado o bien, como de'cía el pro­
lítico en España, sino el de ir desbro­ pio FREUD (3), en el narcisismo, en el
zando algunas cuestiones que fácil­ amor propio de la humanidad que ha
mente surgen cuando pretende uno recibido con la llegada del psicoanáli­
acercarse a comprender, por ejemplo, sis esa tercera (las otras dos, como se
ese extraño y hasta paradójico devenir
del psicoanálisis dentro de nuestras (1) Prólogo al libro «La crisis del Psicoaná­
lisis», de A. MARtE, pág. VIII.
(*) Ponencia presentada en' el Instituto (2) P. BOFILL: «Aspectos históricos del
Alemán de Madrid el 20-X-83 con motivo del psicoanálisis en España»,
Simposio «Sigmund Freud en nuestro (3) «Una dificultad del psicoanálisis», pági­
tiempo»). na 135.

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sabe, proceden de las obra de COPÉR­ riador como J. M. a LÚPEZ PII\lERO (6),
NICO y de DARWIN) grave afrenta infrin­ viene marcando de diferente manera y
gida por la investigación científica al en los momentos cruciales el discurrir
demostrarle al yo que ni siquiera es el de la actividad científica en España,
amo de su propia casa, o bien en su que se divide una y otra vez entre una
carácter subversivo, problemático y postura abierta a las nuevas aporta­
peligroso de la religión, la moral, los ciones innovadoras y otras, más po­
valores establecidos que llevará a Ra­ derosas, que margina sistemática­
món SARRÚ (4) a verter en 1936 la fra­ mente todo movimiento renovador y
se: «Freud es como Nietzsche y en se aferra a unas posiciones conserva­
cierto sentido Marx una reacción y un doras y tradicionales, obstaculizando
ataque a los fundamentos de la totali­ todo cambio.
dad de la cultura occidental y no sim­ Pero ya volveremos con más deten­
plemente de una pequeña época limi­ ción y de otra manera sobre este
tada histórica y geográficamente»? asunto. Ahora vayamos con algunas
puntualizaciones de tipo histórico,
Ahora bien, sí parece que se puede que nos permitan echar una ojeada
afirmar con toda tranquilidad que esa panorámica sobre las primeras apari­
resistencia general ha revestido aquí, ciones de la temática psicoanalítica en
en nuestro país, ciertas características España.
especiales, sobre las cuales algo po­ El primer texto de FREUD, ya tradu­
demos entender ya de entrada si nos cido, que aparece en España es un
fijamos en ese escueto diagnóstico trabajo que lleva por título «Sobre el
que ORTEGA y GASSET nos ofrece de mecanismo psíquico de los fenóme­
España al llamarla genialmente, en su nos histéricos: comunicación prelimi­
famoso texto de 1911 «Psicoanálisis, nar» y que fue publicado a un tiempo,
ciencia problemática» (5), «el para­
allá por el año 1893, por la «Gaceta
dójico enfermo», pues la breve y
Médica de Granada» y la «Revista de
densa frase nos sugiere la situación Ciencias Médicas» de Barcelona. Co­
contradictoria, escindida~; en la que se mo se sabe, se trata del primer capítu­
halla tal enfermo, que al ser definido lo de «Estudios sobre la histeria», es­
como paradójico, sin duda, hay que crito conjuntamente por BREUER y
pensar que se trata de alguien que, FREUD a finales de 1892 y publicado en
por otra parte, está enfermo, pero por una revista berlinesa en la prime­
otra, no se reconoce como tal, de ahí ra quincena del mes de enero de
el peligro de su enfermedad que, co­ 1893 (7). Este ejemplo de aparición ca­
mo es bien conocido, se manifestará si simultánea de la versión original ale­
unos años después sin subterfugios y mana de un texto y de su traducción
con violencia, desgarrando todo su en castellano nos podría hacer pensar
ser. Paradójico enfermo que nos habla que iniciadas así las cosas el trasvase
también de esa profunda escisión de ideas sobre esta temática iba a re­
que, a los ojos de un eminente histo­ sultar rápido y fluído. Sin embargo,
no resultará así, más aún, esa será
(4) «Valor de las nuevas orientaciones an­ (6) Véase, por ejemplo, «La ciencia en la
tropológicas para la psicoterapia», pág. 411. historia hispánica».
(5) Cfr. ibid., pág. 10. (7) Cfr. S. FREUD, o. C., v, 11, pág. 8.

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una de las marcas de origen del con­ dispersos entre los cuales sobresale
tacto español con el psicoanálisis: una uno (el de 1911 del filósofo ORTEGA Y
aparición súbita sin un desarrollo en GASSET, los otros son de unos médi­
profundidad yen continuación, carac­ cos: M. GAYARRE en 1909 y BAI\IUELOS
terística, por otra parte, del cultivo de en 1913 (10) que, a mi entender, no
la ciencia en nuestra sociedad, que ha sólo no va a ser superado en muchas
adolecido siempre, como nos señalan décadas, sino que además es el único
P. GONZÁLEZ BLASCO, J. JIMÉNEZ que es capaz de situar la cuestión en
BLANCO y J. M. a LÚPEZ PII\IERO en su sitio, esto es, en el espacio de la re­
«Historia y sociología de la ciencia en lación entre el discurso científico y el
España», de unas limitaciones funda­ discurso psicoanalítico, atisbando con
mentales al no haber sido instalado gran clarividencia que ese «nuevo mé­
ese cultivo del saber científico de mo­ todo científico, la psicoanálisis», co­
do adecuadamente organizado e insti­ mo él lo llama, es problemático para el
tucionalizado, sino de manera anor­ saber, para el propio discurso científi­
mal, haciéndole depender casi exclu­ co, en la medida en que viene a cues­
sivamente del esfuerzo personal de tionar e interrogar a la ciencia en su
unos cuantos hombres, que tienen posición de dominio, en su posición
que luchar a contracorriente de todo de poder, ··de donde la enconada
el engranaje social. disputa por la aparición del descubri­
En ese marco que por no tener no miento psicoanalítico suscitará por
tiene, ni tendrá por muchos años, una doquier y de ahí, también, que el mar­
cátedra de Psiquiatría en la primera co español, con sus dificultades es­
universidad del país (a este respecto, tructurales en el cultivo de la investi­
nos ens~ña M. a Gloria GARCíA DEL gación científica, según nos señalan
CARRIZO, en su tesis doctoral sobre la los estudios sobre la historia de la
«Historia de la Facultad de Medicina ciencia en España, resultará especial­
de Madrid, 1843-1931» (8), que no se­ mente propicio para la lectura superfi­
rá hasta el año 1919 cuando, por pri­ cial, el desconocimiento y la distor­
mera vez y con carácter oficial se ex­ sión de un nuevo y extraño saber que
plique un «Curso de Psiquiatría» por sólo progresivamente (11) se ha ido
parte del Dr. E. FERNÁNDEZ SANZ, Ca­ descubriendo a sí mismo su objeto de
tedrático supernumerario de Patología estudio, aquello de lo que quería ha­
Médica y por aquel entonces el «espe­ blar desde su primer momento de
cialista más acreditado» de la psiquia­ aparición. Pero prosigamos en nues­
tría madrileña, en palabras de L. VA­ tra reseña histórica.
LENCIANO GAYA (9), tendrán que de­ Se ha dicho (12) que, tras esa pri­
senvolverse las incipientes y, por otro mera difusión del pensamiento psi­
lado, extrañas ideas psicoanalíticas. coanalítico en España, reina el más
Desde aquella primera aparición
mencionada pasarán algunos años (10) Cfr. M. a V. MESTRE: «E. Fernández
hasta que esas ideas comiencen a di­ Sanz y la introducción de las ideas de Freud en
fundirse a través de algunos trabajos España», pág. 70 Y 81.
(11) Cfr. P. L. ASSOUN: «Histoire de la
psychanalyse», v. 1, págs. 197-198.
(8) Cfr. t. 11, pág. 958. (12) Cfr. A. SAEZ PONS: «Apertura para
(9) «El Dr. Lafora y su época», pág. 83. una historia», pág. 116.

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absoluto silencio desde 1911 a 1922, «Histerismo. Teoría y Clínica», apare­


es decir, hasta el año en que comienza cido ese mismo año), para lo que se­
la traducción de las Obras Completas guiremos la exposición que nos hacen
de ~REUD. Sin embargo, como bien de ella M. a V. MESTRE y H. CARPINTE­
nos ha mostrado M. a V. MESTRE, en RO en su artículo «E. Fernández Sanz
su magnífico estudio ya mencionado, y la introducción de las ideas de Freud
durante esos años y especialmente en en España», y en la que puede verse
el mundo de la medicina (más intere­ un interesante panorama de las defi­
sada que otras ciencias como, por ciencias estructurales básicas con las
ejemplo, la pedagogía, en cuyo ámbi­ que generalmente es abordado en Es­
to, según nos informa la misma auto­ paña el psicoanálisis.
ra (13), el psicoanálisis no tuvo una re­
percusión tan extensa, a pesar de la En efecto, estos autores nos en­
conexión que exi~tió entre el grupo de marcan, de entrada y con acierto, a
pedagogos próximos a la Institución FERNÁNDEZ SANZ dentro de una
Libre de Enseñanza -los únicos, por «mentalidad positivista frente a las
otra parte, que se ocuparon de los te­ teorías científicas», pero, sobre todo,
mas psicoanalíticos- y el grupo mé­ teniendo ya «una posición definida
dico a través de la «Revista de Peda­ ante los trastornos histéricos», lo que
gogía») aparecen y se divulgan, aun­ le va a llevar a considerar al psicoanáli­
que ciertamente dentro de unos nú­ sis como «un sistema definido de hi­
cleos reducidos y poco numerosos, pótesis, de mayor o menor eficacia,
como corresponde al limitado cultivo pero, a lo sumo, sin pretensiones de
de la ciencia en España que hemos ya absolutismo explicativo y destinado a
señalado, algunos artículos y trabajos ser superado por otras teorías poste­
entre los que podemos destacar los riores», esto es, antes de ser configu­
del neuropsiquiatra madrileño E. FER­ rado en su desarrollo ya se está pen­
NÁNDEZ SANZ, a quien se debe posi­ sando en su superación, con lo cual
blemente -en palabras de la citada se aborta de antemano la posibilidad
M. a V. MESTRE - la primera presenta­ de la creación de un nuevo espacio de
ción, en forma sistemática y docu­ saber, que vaya a darse su propias hi­
mentada, de la teoría freudiana. Dado pótesis y teorías las cuales sí puedan
precisamente este hecho de ser «el irse declarando erróneas y falsas con­
primer autor español que ha ofrecido, forme se vaya avanzando en el deve­
desde una perspectiva médico-cHnica, nir de la nueva e incipiente metodo­
un cuadro sistematizado y ordenado» logía.
del planteamiento psicoanalítico, va­ Pero, como se ve, para el psicoaná­
mos a detenernos un momento en esa lisis ese nuevo alumbramiento no se le
presentación, llevada a cabo por di­ va a admitir, se le va a negar su nuevo
cho autor en su trabajo de 1914 «El ser en el campo de la investigación
Psicoanálisis» (publicado por primera científica, máxime cuando, al situarse
vez en 1914 en «Los progresos de la el discurso psicoanalítico en el terreno
clínica») y recogido luego en su libro de <do mental», de lo psíquico, viene a
suscitar una serie de viejas expectati­
(13) «Presencia de Freud en la psicología vas en relación con las corrientes má­
española anterior a la guerra civil», pág. 193. gicas del pensamiento.

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En esa situación, al venir el psicoa­ precisamente por su «tendencia con­


nálisis, por una parte y en primer lu­ servadora a mantener las ideas y des­
gar, a reclamar un lugar propio en el cripciones sintomáticas clásicas sobre
espacio del saber, lo que obliga tanto las psiconeurosis», produciendo el li­
a renunciar a posiciones ya tomadas, bro «la impresión de estar escrito hace
arraigadas muchas veces en antiguas años y publicado con retraso» de tal
posturas inquisitoriales de tan larga modo que «sólo dos capítulos tienen
permanencia en el saber hispano, co­ aspecto de modernidad, aunque en
mo a tener que abrirse generosamente ellos rechaza el autor la tendencia psi­
a lo nuevo que permite descubrir más cológica moderna y se ciñe a los mé­
realidad en vez de deformarla, aun­ todos terapéuticos antiguos (hipnotis­
'que, sin duda y por otro lado, ponga mo, sugestión y persuasión). Para el
de manifiesto la limitación del saber autor todo el avance espiritual sobre
anterior (un doble esfuerzos que se re­ las psiconeurosis se detiene en JANET
siente con más facilidad allí donde se y en BABINSKI, de cada uno de los
está poco habituado a ejercitar esa la­ cuales toma algo. De toda la inmensa
bor), no es extraño que, y volviendo a elaboración psicológica que ha apor­
nuestro comentario sobre la primera tado la escuela psicoanalítica... no
expresión sistemática en España so­ quiere sáber'nada el doctor FERNÁN­
bre la obra de FREUD, los autores que DEZ SANZ» (16).
nos presentan ese trabajo realizado En segundo lugar, y por otra parte,
por FERNÁNDEZ SANZ nos señalen, al al no venir el psicoanálisis a cumplir
terminar el desarrollo de la primera (por radical imposibilidad, no por falta
parte de la exposición, que el citado inherente sólo al discurso psicoanaliti­
psiquiatra estaba «mucho más cer­ co, pues éste, como todo discurso
ca de Babinski o de Janet que de científico, es fundacionalmente insufi­
Freud» (14), esto es, más cerca de la ciente) con las expectativas e ilusio­
vieja concepción de la histeria que de nes demiúrgicas, siempre a flor de ser
la nueva e insólita manera de hablar y depositados cuando no se está muy
de pensar el sentido de la histeria que entrenados en la dura conquista de lo
FREUD propone. desconocido, se va a hacer acreedor
Tan es así en FERNÁNDEZ SANZ, pri­ de unas acusaciones que no le corres­
mer autor español que ofrece un resu­ ponden, pues nunca la teoría ni la
men panorámico de la obra de FREUD, práctica psicoanalística se han presen­
que unos años más tarde va a merecer tado como panacea, ni su plantea­
una dura crítica a su libro «Las psico­ miento ha sido el simplista de que el
neurosis» (publicado en 1921) por par­ mero conocimiento de la causa trau­
te del también psiquiatra G. RODRí­ mática cura, y sin embargo ahí tene­
GUEZ LAFORA el más sobresaliente de mos a FERNÁNDEZ SANZ afirmando
esa generación de médicos que, en que <da evolución de esta doctrina tie­
palabras de Laín Entralgo (15), «puso ne algo de imperialismo: había nacido
a la medicina española en un nivel modestamente del estudio de un caso
efectivo y no retóricamente europeo», de histeria; habría procurado lograr la
terapia de la psiconeurosis en general,
(14) Cfr. ibd., pág. 76.
(15) Prólogo al libro «El Dr. Lafora y su (16) Cfr. «Archivos de Neurobiología», to­
época», de L. VALENCIANO, pág. 8. mo 11, 1921, págs. 307-308.

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y luego,habría aspirado a dominar el SANZ O de esos primeros años de apa­


campo de la psiquiatría, la psicología rición del psicoanálisis en España. A
general e invadir la ética, la sociología, este respecto hay que decir que, si
la antropología, la criminología, la filo­ bien es verdad, como nos apunta el
logía, la mitología y la historia convir­ «Diccionario histórico de la ciencia
tiéndose en una suerte de panacea moderna en España» (20), que en
universal» (17). O rechazando que «la 1924 SANCHIS BANÚS polemizará con
presentación al paciente de una su­ FERNÁNDEZ SANZ aclarando que
puesta causa o trauma existente en su FREUD no había defendido nunca que
niñez sea bastante, a aliviar los ma­ el instinto sexual fuese la causa de la
les (18), en lo que se ve aparecer el an­ neurosis, sino la represión de este ins­
helo de que las cqsas sucedieran así a tinto y que en los años veinte el mis­
fin de evitarse el doloroso paso de la mo SANCHIS BANÚS, junto con JUA­
elaboración interna. RROS y JIMÉNEZ ASÚA, hará una cam­
Y, por último, al venir el psicoanáli­ paña en favor de la reforma sexual, sin
sis a poner al descu bierto toda esa embargo en las dichas reprobaciones
parte incierta, emotiva, incontrolada se vislumbra lo que es el ambiente ge­
del ser humano, que, por lo demás, neral, aún en el medio intelectual más
tan radicalmente ha interferido en el avanzado, pues un autor de tan clara
panorama de la sociedad española, mentalidad liberal como el ya referido
según han ido poniendo de manifiesto G. RODRIGUEZ LAFORA, a la hora de
en las distintas épocas, en especial, dar una serie de conferencias sobre
varios de nuestros escritores y pinto­ temas de psicoanálisis y sus aplicacio­
res, se va a hacer digno de toda clase nes (en junio de 1923 de la que viene
de reprobaciones e improperios que llamada a pie de página «primera con­
llegan a consideraciones como ésta ferencia de vulgarización del psicoa­
«... ¿qué comentario bastante justicie­ nálisis en la Facu Itad de Ciencias Mé­
ro poner a este alarde del monstruoso dicas de Buenos Aires» bajo el título
exclusivismo panerótico que turba el «La teoría y los métodos del psicoaná­
juicio de los sectarios del psicoanáli­ lisis» y en agosto de ese mismo año
sis?» o a afirmar que <do que parece pronuncia otra, esta vez en la Facul­
obrar ahí es la sugestión ... una suges­ tad de Humanidades de La Plata, con
tión que lleva a sexualizar los conteni­ el epígrafe «Ensayo psicológico sobre
dos de la vida mental», por lo que la inspiración poética»), se expresaba
«contiene esta terapéutica un germen con estas palabras: «Creemos' que la
nocivo» (19). verdadera actitud que impone la sin­
Ahora bien, no vaya a creerse que ceridad científica moderna es la de ser
esto era sólo propio de E. FERNÁNDEZ psicoanalista, pero no freudiano».
Clara escisión, patente ambigüedad
(17) Cfr. M. a V. MESTRE y H. CARPINTE­ ante el hecho del psicoanálisis, que
RO: Ibid., pág. 72. Al oír esto, uno piensa que
dada esta consideración del dominio es bien
sin duda remite, como ya indicare­
comprensible la reacción de rechazo y elimina­ mos, a algo más radical que ese hecho
ción de un intruso, en este caso el psicoanáli­ viene a descubrir, pero que se hace
sis, que además pretende robar el lugar que depender a un nivel manifiesto del tan
pertenece a otros que le anteceden.
(18) Ibid., pág. 76.
(19) Ibid., págs. 74 y 76. (20) Pág. 299.

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traído y llevado pansexualismo, que el con la audacia que hablan muchos de


mismo LAFORA no va a dejar de seña­ tantas cosas sin conocerlas, ni siquie­
lar algo más delante: «un defecto im­ ra superficialmente» (22). La prueba
portante y que habrá de ser corregido podía estar, a los ojos de este autor,
en la teoría psicoanalítica ha sido la en que «la colaboración española a la
excesiva hipervaloración que ha dado obra de Freud» puede decirse que es
a lo sexual. .. haciendo una concep­ nula» y en que, mientras que en otros
ción pansexualista que ha sido cruda­ países, como Italia y Francia, en los
mente combatida», y sobre cuyos pe­ cuales también al principio hubo enor­
ligros va a terminar alertando el confe­ ·mes protestar y rechazo, cuentan ya
renciante con estos términos: «Este es con Revistas de Psicoanálisis, «en Es­
el peligro del psicoanálisis como el de paña no existe nada de esto. Perma­
la confesión católica, que, en reali­ nece al margen del movimiento, resis­
dad, es una forma de psicoanálisis, tiéndose a aceptar prácticamente na­
pero sin psicología, en la cual la con­ da que se relacione con este extre­
fesa siente igualmente una atracción mo» (23). Lo que puede ser debido,
hacia el sacerdote que conoce y con­ según la consideración del mismo A.
suela su alma de preocupaciones y re­ ABAÚNZA en su libro «Psicogenia de los
mordimientos. He aquí, pues, el gran celos» (publicado en el 30), a que «el
peligro del psicoanálisis como instru­ psicoanálisis no es ni con mucho una
mento puesto en manos de médicos ciencia al alcance de todos. Su valen­
desaprensivos» (21). tía y complejidad requiere como con­
y es que por los años veinte, a pe­ dición indispensable una postura de
sar de ese ambiente liberal, progresis­ amplia comprensión, ya que sus con­
ta y europeo, que, a decir de los histo­ ceptos atrevidísimos han de despertar
riadores, caracteriza ese período, en una súbita e inmediata protesta por
los cenáculos científico-literarios, se­ parte de todo el peso de los conoci­
gún nos informa A. ABAÚNZA (médico mientos adquiridos» (24).
del Hospital General de Madrid y discí­ Protesta desde lo ya conocido que
pulo de SANCHIS BANÚS), en un pró­ surge, por ejemplo, en J. V. VIQUEI­
logo ya mencionado al comienzo de RA, una figura de relieve en la Psicolo­
este trabajo, se oían ya sobre FREUD gía española de la primera mitad del
«las cosas más peregrinas». Más con­ siglo xx, formada en la tradición de la
cretamente aún: «Las diatribas tan fe­ Institución Libre de Enseñanza
roces que salían de labios de todos me -como nos señalan M. V. MESTRE y
hacían figurarme a Freud con cuernos H. CARPINTERO en el artículo «Psicólo­
y cuerpo de cabra. Como uno de los gos españoles: J. V. Viqueira López,
sátiros, cuya significación simbólica 1886-1924»-, quien, en su texto más
es la negación de la inteligencia. Callé importante, «La psicología contempo­
inexperto. Aunque la protesta al oír ránea», obra póstuma publicada en
hablar de algo que se adivinaba no co­ 1930, a la hora de hablar del psicoaná­
nocían se imponía al curso de mi pen­ lisis, al que dedica escasamente tres
samiento. Y callé entonces, como lue­
go he callado muchas veces, al ver (22) Prólogo al libro «La crisis del psicoa­
nálisis», de A. MARIE, pág. VII.
(21) «La teoría y los métodos del psicoaná­ (23) Ibid., págs. VIII y X.
lisis», págs. 7, 12 Y 30. (24) Págs. 167-168.

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páginas frente al amplio panorama Berlín, el más importante de ese mo­


ofrecido sobre la Fenomenología, las mento por el surtido y sobresaliente
ideas de BERGSON, el pensamiento elenco de sus componentes), la rese­
alemán y los trabajos de MULLER, la ña de libros, revistas y congresos refe­
aportación de W. JAMES, etc ... , vierte rentes al tema del psicoanálisis va a
las siguientes ideas: «sus concepcio­ recibir un espacio propio y específico,
nes causan un influjo de hecho perju­ tan extenso como el de otras áreas, y
dicial. .. La importancia concedida a.lo las publicaciones, sobre todo, del pro­
sexual por FREUD es exageradísima ... pio GARMA van a ser abundantes, ri­
Sin embargo, por una parte, los psi­ gurosas y continuadas desde 1930,
quiatras han mostrado ya que las psi­ hasta el punto de que en el documen­
cosis son anteriores a lo sexual ... Por tado estudio de J. M. PEIRÓ YH. CAR­
otra, ...son independientes de la se­ PINTERO sobre «La historia de la psico­
xualidad infinidad de manifestaciones, logía en España a través de sus revis­
entre ellas los ensueños. Es éste un tas especializadas», en la tabla 11 figu­
hecho de experiencia al que no puede ra el nombre de FREUD como el autor
oponer FREUD más que sus especula­ más citado durante todo el primer pe­
ciones fantásticas. El valor terapéuti­ ríodo de esta revista, el de su funda­
co del psicoanálisis se reduce ... al ción y mayor brillantez, que se extien­
efecto sugestivo ... sus conceptos de de desde 1920 hasta 1936.
inconsciente, represión, etc ... , son de Pero fuera, y aún dentro de ese ám­
una inmensa vaguedad y al menor bito reducido y de algún otro -como
examen psicológico inutilizables. No el de la «Revista de Pedagogía» de la
pasan de figuras retóricas» (25). Institución Libre de Enseñanza (26)­
V, sin embargo, por esos mismos no hay mayor arraigo, sobre todo al
años existe ya en España una revista necesitar el psicoanálisis para su co­
rigurosa y ampliamente abierta a di­ nocimiento pertinente la experiencia
versas temáticas, la famosa «Archivos práctica concreta del análisis perso­
de Neurobiología», fundada en 1920 nal. V, por otra parte, la contienda ci­
por J. ORTEGA y GASSET, G. RODRí­ vil va a poner un fin fulminante a ese
GUEZ LAFORA y J. M. SACRISTÁN, en exiguo, aunque en parte prometedor,
la que las ideas psicoanalíticas, aun­ desarrollo.
que también muchas veces criticadas, Con posterioridad, y ya en los años
eran de recibo normal y suponían una cuarenta, la actitud, general e intelec­
aportación más en el acervo científico tual, como se puede comprender, no
cultural de la época. Más aún, con la será nada liberal y los prejuicios
llegada a la redacción, en los años 30, aumentarán considerablemente. Pue­
de A. GARMA (sin duda el primer y de constatarse, de alguna manera,
único psicoanalista español que se co­ ese cerrado ambiente en estudios co­
nozca por aquel entonces al haber lle­ mo el del Dr. LLOPIS BARTOLOMÉ «La
vado a cabo la imprescindible conjun­ psicosis pelagrosa», en el que, bajo la
ción entre teoría y práctica a través de influencia del Dr. J. LÓPEZ IBOR que
un psicoanálisis didáctico con Th. prologa el trabajo, el planteamiento
REIK en el Instituto Psicoanalítico de
(26) Véase al respecto el artículo de M. a V.
MESTRE: «Presencia de Freud en la pedagogía
(25) Págs. 153-155.• española anterior a la guerra civil».

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psicoanalítico, aún en el campo de la su preparación es médica e histórica,


psicología onírica, viene repudiado amén de otras, pero en ningún caso
como una mitología y se aboga por es específicamente psicoanalítica, se
una vuelta a los conceptos prefreudia­ recibe la impresión de que algo le
nos (27), o como en el de F. MARCO preocupa al autor en su intento de ex­
MERENCIANO «Psicosis mitis», en don­ plicitación de la obra freudiana, una
de se afirma que nada como las extra­ obra, sin duda, extraña dentro de ese
vagancias del psicoanálisis han contri­ panorama médico en el que por exce­
buido a que no se tomara en serio la lencia se mueve el profesor LAIN. Yo
Psiquiatría (28). me atrevo a pensar (y digo me atrevo
Pero como en todo este período in­ porque me doy cuenta que la idea re.. '
mediatamente posterior a nuestra quiere para sostenerla con cierto rigor
guerra sobresale, también en lo que mayor profu ndización y constatación)'
nos ocupa, dado el extenso estudio que su debate con el texto de FREUD,·
que dedica al planteamiento psicoana­ si se tiene en cuenta que éste viene a
Iftico, la obra del Prof. P. LAIN EN­ descubrir, de manera implacable, y a
TRALGO (hombre perteneciente a esa través sobre todo de la promoción del
importante generación de 1901, que hecho de lo inconsciente, la no mera­
se vio profundamente desgarrada, en mente coyuntural sino fundacional y
un momento crucial de su existencia, constitutiva escisión del sujeto humar
por la guerra civil y que se tuvo que no, tiene mucho que ver con un inten­
«hacer cargo de un país con graves to de LAIN por, en sus prop'ias pala­
desajustes sociales», como nos señala bras, «entender históricamente la es­
H. CARPINTERO en una breve pero her­ cisión de los españoles, más sangrien­
mosa evocación que lleva por título: ta entonces que nunca», que le lleva a
«Germain, en su generación» (29), aspirar «a una concepción de nuestra
creo que debemos dedicarle un mo­ cultura capaz, como entonces se de­
mento de atención especial, que reco­ cía, de superar radical y definitiva­
nocemos no es suficiente, pues el mente las causas de esa ya bisecular
asunto requeriría un estudio de modo divergencia» y que parece le ha movi­
más preciso, más extenso y más do­ do en su trabajo generar, de acuerdo
cumentado, pero eso ya ciertamente con lo que él mismo explicita en un
se sale del cometido de esta reflexión. texto, escrito en 1965, que lleva por tí­
Al abordar los diferentes trabajos tulo «El autor habla de sí mismo» (30).
del Dr. P. LAIN ENTRALGO, referentes Por otra parte, en el primero y más
a la obra de FREUD, a uno le choca su extenso escrito que dedica a la obra
extensión (el número de páginas a freudiana, el que presenta en 1943
ella consagradas es muy cuantioso) y dentro de su libro «Estudios de Histo­
la profusión de ideas (por cierto, una y ria de la Medicina y de la Antropología
otra vez de claro signo ambivalente Médica», y al que va a referirse una y
respecto de lo que tratan de dar cuen­ otra vez en trabajos posteriores, llama
ta) que en ellos aparecen. Y dado que la atención de entrada la utilización
del nombre de Segismundo, en vez de
Sigmund o Sigmundo como lo habla
(27) Pág. 118.
(28) Pág. 25.
(29) Pág. 1163. (30) Cfr. «Obras», pág. XXIV.

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Rev. Asoc. Esp. Neuropsiquialría. Vol. IV. N. o 10. 1984

denominado J. ORTEGA y GASSET en términos: «señalar las líneas básicas


su artículo de 1911, lo que, ciertamen­ para una posible revisión fundamental
te, ya había aparecido, tanto en boca de los supuestos freudianos» (32); o
de M. DE UNAMUNO, en el prólogo a con estos otros: «sentar unas bases
«El hermano Juan» (1934), al contra­ elementales para una doctrina de la vi­
poner su concepción a las materialis­ da psíquica más acorde con su propia
tas de FREUD y de MARX, como en el realidad y con las exigencias de la
Diccionario de Pedagogía, publicado mente humana» (33).
en 1936, que incluye el artículo: Tenemos, entonces, que en ese re­
«Freud (Segismundo»>, de autor anó­ cuperar el viejo nombre cristiano, que
nimo. se le había impuesto a FREUD y que
Como se sabe (31), FREUD a los éste había desechado a la hora de al­
veintidós años, con sus primeras pu­ canzar su mayoría de edad, se vislum­
blicaciones científicas, redujo su nom­ bra el intento de todo un proceso de
bre cristiano de Segismundo a Sig­ reconversión, de recristianización for­
mund, adoptando así la forma alema­ zosa, máximo si se trata de un judío y
na mucho más corriente, en un gesto además un judío obstinado (un «ter­
que caracteriza, por una parte, su de­ co» lo llamará LAIN (34), quien hace
seo de adaptación social, ya que el depender del resentimiento social de
nombre propio de Segismundo, ilus­ FREUD, como judío, el empeño inso­
tre en otros tiempos por estar asocia­ bornable de defender sus ideas contra
do a los reyes liberales polacos, resul­ viento y marea) en dar cuenta de lo
taba en el siglo XIX un tanto anacróni­ que el sujeto humano, de lo que todo
co y pretencioso; y manifiesta, por el mundo, incluída la ciencia, expulsa
otra, su ruptura con la costumbre so­ y marginan.
cial que imponía al nacer la obligación Para quien pretende «superar radi­
de recibir un nombre cristiano, aun­ cal y definitivamente las causas de esa
que la familia, como la de FREUD, fue­ ya bisecular divergencia», el propósi­
se judía y pusiese a sus hijos el corres­ to, ante una obra que pregona terca­
pondiente nombre de aScendencia ju­ mente la insuperpble división del ser
día (Schlomo, latinizado como Salo­ humano, no puede ser otro que el de
món, en el caso de FREUD). la «revisión fundamental», que el del
El detalle de LAIN con sus preceden­ cambio de nombre, que el de la recon­
tes puede parecer nimio e insignifican­ versión. Una postura, por lo demás,
te, pero no deja de tener su importan­ que ya aparecía en 1936 con Ramón
cia sobre todo cuando se combina SARRÚ, cuando éste proponía, en su
con toda una actitud que se deja tras­ artículo: «Valor de las nuevas orienta­
lucir en el momento en que el Prof. dones antropológicas para la psicolo­
LAIN ENTRALGO desvela, en el centro gía», la «renovación del psicoanálisis
de su reflexión, el propósito que le por la nueva antropología» (35), esto
mueve en su estudio de la obra de
FREUD y que es expresado en estos (32) Cfr. «La obra de Segismundo Freud»,
pág. 125.
(33) Ibid., pág. 166. Los subrayados son
(31) Puede consultarse a este propósito el nuestros.
libro de D. ANZIEU «L'auto-analyse de Freud», (34) Ibid., pág. 89.
t. 1, pág. 33. (35) Cfr. pág. 406.

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Rev. Asoc. Esp. Neuropsiquiatría. Vol. IV. N. " 10. 1984

es, la sustitución de lo que el psicoa­ rían la relación mantenida entre la cul­


nálisis pone de manifiesto, con su ob­ tura española y el psicoanálisis. En
jeto de estudio que es la realidad psí­ primer lugar, tendríamos - puesto
quica inconsciente, por otra disciplina que la aportación fundamental del
que, como es lógico, tienen su perti­ descubrimiento psicoanall'tico no está
nente objeto de estudio. tanto, aunque en parte también lo es­
En España, pues, no se da tanto, en té, en sacar a la luz unos objetos de
contra de lo expuesto por eh. DELA­ conocimiento ignorados o desconoci­
CAMPAGNE en su reciente reseña so­ dos por la ciencia hasta ese momento,
bre «La psychanalyse dans la Péninsu­ cuanto en poner de relieve la radical
le Ibérique», una táctica de apropiarse división interna del sujeto humano
del psicoanálisis para aplastarlo me­ respecto a él mismo- como una cier­
jor (36), que quizá ha tenido especial ta imposibilidad cultural de recoger,
relevancia, por ejemplo, en Estados de hacerse cargo de algo que remueve
Unidos al hacer del psicoanálisis una el ser social español tan secularmente
«psicología del yo», cuanto una pos­ dividido, es más, fundado, en su na­
tura de denegación de la realidad, a la cer unitario bajo la monarquía caste­
que se trata de hacer decir otra cosa llana, sobre la expulsión de algunos
distinta a la que dice, no para trans­ de sus comRDnentes, como eran los
formarla en profundidad, sino para judíos. Es decir, se trataría aquí de un
configurarla de modo «más acorde», aspecto que funciona como un punto
más en consonancia con las ilusiones, ciego, que empuja inconscientemente
con las ideas de grandeza yoicas, im­ a su vez a dividir, a escindir, por ejem­
pidiendo así ser cuestionado por plo, entre psicoanálisis y freudismo,
aquella y modi"ficar ese desconoci­ entre la teoría y la práctica psicoanalí­
miento que comporta una posición ticas.
tan prejuiciada. Por otra parte, también hemos visto
y bien, hasta aquí llega nuestra re­ emerger con cierta fuerza una clara
seña histórica. Lo que sucede tras los postura de rechazo ante lo nuevo, con
trabajos de LAIN ENTRALGO y con la mayor razón si se trata, como en el ca­
aparición, al final de la década de los so del psicoanálisis, de un espacio de
50, del primer grupo psicoanalítico, la saber, que no se deja ceñir o circuns­
mencionada Sociedad Luso-Española cribir por otras disciplinas afines como
de Psicoanálisis, es ya otra historia, pueden ser la psiquiatría y la psicolo­
bien interesante también, pero que ya gía. Postura que, en España, está alia­
otros (BOFILL, DELACAMPAGNE) han da con una secular tradición de oscu­
comenzado a recapitular. Recapitule­ rantismo, de un lado, y de un-cierto
mos también nosotros ahora con rela­ retraso, por otro lado, en el cultivo del
ción al recorrido que hemos venido hacer científico; y que va acimentarse
trazando, a fin de concluir. en/con una actitud general de desco­
A lo largo de nuestro itinerario he­ nocimiento ante las novedades, bien
mos visto irse perfilando unas tres por falta de información, bien porque
principales características, que defini­ no interesa enfrentarse con ellas, tra­
tando de no percatarse, en lo que ata­
(36) Cfr. «Histoire de la psychanalyse», de ñe en su relación con el psicoanálisis,
R. JACCARD, v. 2, pág. 386. de que lo que éste promueve a través,

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Rev. Asoc. Esp. Neuropsiquiotrío. Vol. IV. N. o lO. 1984

por ejemplo, de ese proceso de apa­ sus dimensiones, no resulta ilógico


rente generalización y extensión de lo que el reconocimiento del psicoanáli­
sexual a todo lo afectivo, tan violenta­ sis no pudiera surgir, en el espacio de
mente criticado en nuestro país, es la cultura española, sino desplazada­
sencillamente ese aspecto fundamen­ mente a través de Latinoamérica, «cu­
tal de exceso que tiene en el ser hu­ ya compleja e indecisa realidad -se­
mano lo afectivo, lo emotivo, lo se­ gún nos enseña LAIN ENTRALGO (37)­
xu~, que coge siempre desprevenido debe ser tenida en cuenta para una
o por sorpresa al yo, por más atento adecuada intelección y un recto pla­
que éste esté, y que nos habla dellími­ neamiento de nuestra cultura».
te, de la impotencia del yo y de la ra­ ¿Eso quiere decir, entonces, que el
zón a controlar y dominar por comple­ descubrimiento psicoanalítico está
to todo aquello que pertenece al ser obligado, en España, a emerger si­
humano, más aúrll, de una fuerza que guiendo sólo la vía del retorno de lo
ejerce sobre ellos (yo y razón) el máxi­ reprimido, como el Segismundo de
mo poder. CALDERON DE LA BARCA en «La vida
En tercer y último lugar, hemos en­ es sueño»?
contrado una postura que hemos lla­ . ¿Hay otras vías posibles para este
mado de denegación, es decir, una solar, que no se acostumbra a recono­
postura altanera que no se deja cues­ cer sus muchas y antiguas pérdidas?
tionar, característica de un país como Sin pretender contestar, sino sólo y
el español que fue escenario por exce­ más bien dejar abierta la cuestión, po­
lencia de la Contrarreforma, la cual, nemos ya hoy el punto final a nuestro
como su nombre indica, abortó toda planteamiento.
reforma posible. Postura señalada ya,
de algún modo, por el mismo ORTEGA
y GASSET, en su artículo acerca del RESUMEN
psicoanálisis, al diagnosticar a España
de «paradójico enfermo», o sea, de El estudio de la introducción del psi­
enfermo que no se reconoce como coanálisis en España sigue adolecien­
tal, sino que pasa directamente a in­ do de trabajos históricos, de una par­
terpretar al otro o a aconsejar altiva­ te, y de reflexiones conceptuales, de
mente. Por eso no es extraño que, en otra, que permitan dar cuenta de la
su relación con el psicoanálisis la cul­ acogida y el desarrollo específicos, en
tura española haya adoptado con tan­ relación con otros países europeos y
ta frecuencia esa posición de recon­ americanos, que el descubrimiento
vertir, de revisar el discurso psicoana­ psicoanalítico ha tenido en nuestro
lítico con el objetivo de hacer desapa­ país.
recer, de negar ese objeto incómodo Con este trabajo se pretende llevar
promovido por el psicoanálisis, que es a cabo, no tanto una exhaustiva rese­
el hecho de la realidad psíquica in­ ña histórica, que abarcase los inicios
consciente, a la vez familiar y extraña de esa introducción hasta el momento
a todo sujeto. actual, cuanto una muestra puntual
de trabajos y actitudes personales, su­
Dentro, por consiguiente, de esas
ficientemente documentada y porme­
complejas circunstancias que hemos
intentado ir señalando en algunas de (37) Cfr. «Obras», pág. XXVIII.

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Rev. Asoc. Esp. Neuropsiquiolrío. Vol. IV. N. o 10. 1984

norizada, que permita hacerse un jui­ Las características de la relación en­


cio matizado de la complejidad y de tre la cultura española y' el descubri­
las dificultades especiales, que el pen­ miento psicoanalítico se centran, fi­
samiento y la práctica psicoanaHticos nalmente, bajo tres aspectos funda­
encuantran en el suelo hispano. mentales.

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