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CAPITULO 12

HISTORIA DE LA
PSICO PATO LOGIA

Carmelo Vázquez

BASES HISTOBIOGRAFICAS nos, 1985). Al definir y señalar lo que es


anómalo, los grupos humanos han esta­
Quizás sea impropio hacer un recuen­ blecido códigos de comportamiento
to histórico de la Psicopatología como «normal» que sin duda han sido de
disciplina reconocible remontándonos importancia para su propia superviven­
mucho en el tiempo. Si bien la preocupa­ cia. Un ejemplo de esto puede ser el de
ción por la conducta anormal ha sido la casi universalidad espacial y temporal
una constante histórica en todas las civi­ de la sanción del incesto (Masters, John­
lizaciones, hasta finales del siglo XIX no son, y Kolodny, 1987).
surge en el marco general de las ciencias Parece obvia la importancia del estu­
una disciplina formal dedicada al estu­ dio de la historia. Su análisis nos permi­
dio científico de tales comportamientos. te tanto un mejor conocimiento de las
Si una de las actividades y motivacio­ experiencias pasadas, como guiar y eva­
nes básicas humanas es la búsqueda de luar de modo más adecuado nuestro
explicaciones causales para comprender presente (Mora, 1970). Además es im­
lo que ocurre a su alrededor (Vázquez, portante conocer que muchos conceptos
1985), no parece aventurado conjeturar y teorías no surgen «ex novo» sino que
que los intentos de explicación del com­ en muchos casos tienen significativos an­
portamiento anómalo han estado siem­ tecedentes; este hilo de continuidad en­
pre presentes en la historia de la huma­ tre el pasado y el presente muchas veces
nidad. Posiblemente la razón de esta está ausente o claramente deformado.
persistencia reside en que la identifica­ Como ha demostrado Berrios (1985) en
ción y comprensión de dicho comporta­ su excelente trabajo sobre la historia del
miento es un factor que facilita la cohe­ concepto de las «obsesiones», en muchos
sión social del grupo (Scheff, 1981; Spa- manuales actuales (por ejemplo, Rach-

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man y Hodgson, 1980) las raíces históri­ ción lineal en la que los tratos inhuma­ conviertan en dogma. Un ejemplo ilus­ blo. Como señalan Rosenhan y Selig-
cas del concepto están falseadas o sim­ nos de la locura se han ido suavizando trativo de este peligro es que multitud de man (1984, pág. 22), «...cuando el mundo
plemente se desconocen. El esfuerzo por progresivamente a ia par del desarrollo textos de Psicopatología en los años se percibe en términos supranaturales, es
conocer el pasado favorece, por lo tanto, científico. Sin embargo, como analizare­ setenta y ochenta, han ido repitiendo el probable que la anormalidad se concep-
una mejor construcción del corpus teóri­ mos más adelante, esta visión lineal de fascinante relato —comentado por Fou­ tualice como un fenómeno supranatu-
co de una disciplina. progreso está lejos de la realidad. De cault (1976)— de que en ia Edad Media, ral».
Antes de adentrarnos en una breve modo semejante, algunos textos históri­ en algunos lugares de Europa Central,
revisión histórica, queremos efectuar dos cos, como los de Zilboorg y Henry los locos eran recogidos por las autori­
matizaciones. En primer lugar, la histo­ (1941) o Mora (1982), presentan la suce­ dades y forzados a navegar juntos sin CULTURAS PREÜTERARIAS
ria de la Psícopatología, entendida como sión de acontecimientos como algo «ló­ rumbo fijo a lo largo de los ríos. Esta
una disciplina científica con un objeto gicamente» encaminados al advenimien­ narración se ha convertido en un tópico Es difícil establecer cómo se concebía
de estudio delimitado es muy reciente. to de las teorías psicodinámicas. Este para el que, como han demostrado Ma- la conducta anormal antes de la existen­
En segundo lugar, la explicación de có­ carácter teleológico también limita el her y Maher (1982), no existe ni un solo cia de testimonios escritos. Existen algu- ^
mo se ha abordado la conducta anormal alcance de muchas revisiones históricas documento histórico que avale su vero­ ñas pruebas indirectas que permiten
a lo largo de la Historia está repleta de que pretenden ser comprehensivas. similitud. hipotetizar la existencia de un pensa­
lagunas o, mejor aún, es una laguna con Otra de las limitaciones básicas de los En esta misma línea cabe señalar la miento mágico en el que la «posesión»
algunas islas de conocimiento. En efecto, libros publicados sobre la historia de facilidad con que comúnmente se acepta demoníaca jugaba un papel crucial en la
los documentos que nos han llegado son la conducta anormal es que se ha care­ la ya consabida identificación de bruje­ explicación de la locura. (Por cierto,
escasos y parciales y, a lo sumo, pode­ cido de especialistas que miren no tan­ ría y locura para explicar la «caza de empleamos el término «locura» para de­
mos efectuar una reconstrucción que a to a los nombres propios de la Historia, brujas», iniciada en la Edad Media, de signar la forma psicopatológica más ex­
veces no está lejos de una mera especula­ los «hechos», o los documentos, como el tal modo, que se afirma que los actos de trema, en principio asimilable a lo que
ción. Zeitgeist, o espíritu de la época. Se nece­ brujería simplemente eran, conforme a actualmente consideramos «conducta
A pesar de estas dificultades, existe un sita escribir la historia «desde abajo», es los criterios actuales, conductas psicóti- psicótica». Aunque el ámbito que actual­
interés renovado por la historia de la decir, teniendo en cuenta los factores cas (ejemplo: Zilboorg & Henry, 1941). mente cubre la Psicopatología excede
Psicopatología. Posiblemente, una bue­ económicos concretos, presiones socia­ Pero en este caso, tampoco disponemos con mucho esta demarcación, en tomo a
na parte de este resurgimiento se debe a les, y sobre todo las ideas de la época de datos fidelignos (por ejemplo, trans­ la pérdida de razón se articula buena
que, desde los años sesenta, existe una (Bynum, Porter y Shepherd, 1985; Postel cripciones de interrogatorios) que permi­ parte de la Historia de la conducta
crisis dentro de la propia Medicina res­ y Quetel, 1987). En definitiva, dado el tan establecer objetivamente dicha co­ anormal.)
pecto al trato que, desde esta disciplina, carácter social y cultural implícito de la rrespondencia (Rosen, 1974; Spanos, La creencia de que e) mundo natural
se ha ofrecido secularmente a los «enfer­ definición de lo psicológicamente 1978). Estos breves ejemplos ilustran a la está lleno de espíritus y demonios que
mos mentales». Las investigaciones his­ anómalo, la interdisciplinariedad en su perfección no sólo la carencia de datos intervienen en el destino de los hombres
tóricas críticas de Foucault y de Szasz, o análisis histórico no es algo sólo aconse­ que nos permitan elaborar una historia está o ha estado presente en práctica­
el movimiento antipsiquiátrico, por jable sino necesario. La conducta unívoca de la locura, sino como la avi­ mente todas las culturas de la humani­
ejemplo, en donde se criticaba con dure­ anormal surge en un contexto social, dez por los mismos puede fomentar su dad y ha perdurado a lo largo de toda
za el papel coercitivo que históricamente económico y político y su carácter de aceptación acrítica. su historia. Existen una serie de elemen­
ha tenido la Psiquiatría, tuvieron en esa anormal, está en buena medida conferido Por último, un punto de partida im­ tos comunes a la mayor parte de las
década un efecto catalizador de dicha —o «fabricado» (cf. Szasz, 1974)— por portante para comprender la historia de sociedades humanas: la creencia en el
crisis. la propia colectividad en la que se pro­ la Psicopatología es que la explicación valor curativo/exorzizador de la pala­
Los nuevos historiadores de la disci­ duce el fenómeno. de la conducta anormal casi siempre ha bra, la creencia en el valor purificador de
plina han puesto de manifiesto su deci­ Las críticas de Foucault, Szasz, a la discurrido en paralelo con los principios ciertos elementos como el agua, la cree-
dida aversión hacia los textos históricos historiografía de la Psicopatología han explicativos de 1a conducta normal. Así, cia en la influencia de mensajes telepáti­
clásicos, a los que se acusa de tener un tenido una importancia capital en el por ejemplo, las explicaciones demono- cos, etc. (véase Mora, 1982). Los demo­
carácter marcadamente finalista y auto- desarrollo de ia investigación histórica lógicas de la locura se inscriben justa­ nios han sido uno de los compañeros de
justificador. En efecto, en estos textos reciente, pero quizás exista ahora el peli­ mente en un contexto cultural en el que viaje más fieles de la especie humana. De
tradicionales se explica el desarrollo his­ gro de que estas concepciones, icono­ se concibe que la conducta humana pue­ hecho, arropados bajo diferentes pala­
tórico de la disciplina como una evolu­ clastas y revulsivas en su tiempo, se de estar fuertemente influida por el dia­ bras, ritos, ceremonias y tradiciones, ia
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creencia en ellos aún persiste en la ma­ que dado el carácter catártico de estas un prestigio tan grande que a veces LA ANTIGÜEDAD CLASICA.
yoría de las religiones e incluso en una ceremonias y las funciones típicas de llegan a ser divinidades. Un ejemplo GRECIA Y ROMA
buena parte de explicaciones profanas interpretación de sueños que ejercen los posterior de esto es el de Escolapio,
sobre la conducta humana. chamanes, éstos ejercen funciones simi­ venerado en toda Grecia y cuyos centros La tradición hipocrática
La intervención de estos seres maléfi­ lares a los clínicos de las sociedades de cura, a lo largo de la costa griega, se
cos autónomos en la conducta de los occidentales. convirtieron en focos de peregrinación Tradicionalmente se sitúa en Grecia el
hombres puede actuar mediante dos Desde hace un siglo, los arqueólogos para los enfermos (Ellenberg, 1974). origen de la Medicina Occidental. Aun­
procedimientos (Ellenberg, 1974). Por han recogido varios cráneos —algunos Una constante histórica de la mayoría que Hipócrates (460-377 a. de C.) es el
un lado, pueden llegar a morar dentro de ellos con una edad de quinientos mil de las civilizaciones es que, efectiva­ hito histórico más importante, éste reco­
de una persona (posesión), de modo que años (Davison y Neale, 1980)— en los mente, ha coexistido una Medicina natu­ ge a su vez los conocimientos de médi­
la volición de la persona poseída queda que se observan trepanaciones o incisio­ ral y una medicina mágica en la misma cos previos. La figura de Hipócrates es
en estrecha dependencia de tales seres. nes craneales practicadas a propósito. colectividad. El objeto de la primera ha señera pues desecha la superstición y los
En segundo lugar, otro procedimiento Es posible que una de las razones de sido tratar aquellas enfermedades expli­ espíritus como el origen principal de los-
típico de influencia demoníaca es el del dichas trepanaciones fuese la de «libe­ cables (traumatismos, heridas, infeccio­ males físicos y mentales de los hombres.
robo del alma. Estas dos creencias son rar» a la persona del espíritu que la nes...), mientras que la medicina mágica, En la medicina hipocrática se otorga un
bastante constantes en culturas muy di­ había poseído. De hecho, la trepanación llevada a cabo por sacerdotes y no por gran énfasis a la clínica, de tal modo que
ferentes. Los estudios de psiquiatría con el fin de que saliesen por ella espíri­ curanderos, tiene como objetivo ofrecer la observación objetiva de los síntomas
transcultural demuestran cómo estas tus o vapores malignos, ha sido una tratamientos para lo inexplicable (ejem­ y el juicio clinico se convierten en la
creencias míticas pueden ser un tema práctica habitual en muchas culturas, plo, conductas inesperadas o extrava­ principal herramienta del médico.
ansiógeno e incluso llegar a constituir el desde las mediterráneas a las precolom­ gantes), o para lo que la medicina natu­ Hipócrates propone que los trastor­
tema fundamental de algunos delirios binas. Cuadros como La operación de ral no ofrece curación. Estas dos tradi­ nos mentales son semejantes a las enfer­
(Butcher y Bemis, 1984). las piedras de el Bosco son un bello ciones están fuertemente arraigadas en medades físicas por cuanto que ambos
La creencia de una causa supranatu- ejemplo de estas manipulaciones quirúr­ casi todas las culturas humanas y han obedecen a alguna alteración anatómica
ral implica consecuentemente la admi­ gicas que, en muchos casos, eran consi­ persistido hasta nuestros días. (básicamente cerebral) o fisiológica. Sin
nistración de un tratamiento supranatu- deradas procedimientos de charlatanes Tanto en el Antiguo Testamento, co­ embargo, dada la escasez de conoci­
ral. Cuando se «diagnostique» una pér­ (Heers, 1980). Estas prácticas son intere­ mo en escritos indúes (por ejemplo, el mientos fisiológicos de la época, la medi­
dida o robo de alma será el chamán el santes porque, a) ponen de manifiesto la Mahabharata), o en textos de Medicina cina hipocrática es una medicina «axio­
encargado de recuperarla mediante una constante de que el «tratamiento» admi­ china aparecen descripciones, normal­ mática» (cfr. Ellenberg, 1974). Es decir,
serie de ritos, normalmente paroxísticos, nistrado dependerá del tipo de causa mente vagas e imprecisas, de conductas los datos clínicos recogidos a través de
mediante los que pretenden entrar en propuesta (Rosenhan y Seligman, 1984). psicopatológicas. Así, en el Deuterono- la observación del paciente son inter­
contacto con el mundo oculto que se y b) ponen de manifiesto que incluso mio se afirma que Dios castigará a aque­ pretados según una serie de principios
supone está detrás del «paciente». Si se desde tiempos remotos la cabeza se ha llos que violen sus mandamientos con apriorísticos de nula validez. Un claro
diagnostica posesión, el objetivo del tra­ considerado un lugar privilegiado en re­ «la locura, la ceguera y la paralización ejemplo de esto lo constituye la explica­
tamiento será expulsar al intruso me­ lación con las emociones, la voluntad y del corazón». Saúl es, asimismo, un per­ ción de la histeria. Se consideraba que
diante exorcismos. Por último, si el indi­ la conducta. sonaje del que se nos relatan problemas era una enfermedad consistente en po­
viduo afectado se cree que está bajo los Hacia el cuatro mil, a. de C., surgen psicológicos: tiene accesos de irritabili­ seer un útero errante («hystera») debido
efectos de una magia negativa, el trata­ los primeros imperios egipcios y asiáti­ dad extrema, manifiesta una gran suspi­ a la ausencia de relaciones sexuales (Vei-
miento será intentar una contramagia cos con sistemas sociales y administrati­ cacia hacia David, y finalmente comete th, 1965). La distinta localización de los
que anule los efectos nocivos de la pri­ vos complejos y aparecen los primeros suicidio. Además, es el primer caso co­ síntomas en una u otra parte del cuerpo
mera (Ellenberg, 1974). En contra de lo legados importantes escritos. A partir de nocido sobre el uso terapéutico de la dependía de la «ubicación» final del úte­
que muchas veces se ha sugerido, los entonces comienzan a aparecer tratados música (Rosen, 1974). Dado el pensa­ ro. Acorde con esta teoría etiológica, el
chamanes no son enfermos psicóticos. A teóricos sobre la etiología y tratamiento miento mítico que domina este periodo, tratamiento propuesto consistía en ma­
diferencia del poseído, el chamán con­ de enfermedades físicas. Ahora bien, tan­ en general se arguyen dos grandes cau­ sajes e inhalación de sustancias repug­
trola voluntariamente su «representa­ to en esta época como en anteriores, sas de locura: por designio divino o por nantes o fétidas y fragancias perfumadas
ción» (Murphy, 1974). Por otro lado, conviven sacerdotes y curanderos o mé­ castigo ante conducta desviada (pereza, con el fin de devolver dicho órgano a su
autores como Torrey (1972), ha señalado dicos. Incluso, los sacerdotes adquieren hipersexualidad, etc.) —Mora, 1982. sitio. Estas prácticas «terapéuticas», pre­
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sentes desde el Antiguo Egipto, se han (amarilla), se muestran vociferantes, mal­ La figura de más relieve de este perio­ y también la interpretación de los sue­
mantenido incluso hasta comienzos de vados y actúan de modo inadecuado. Si do es Galeno (138-201 d. de C.). Sus ños (Mora, 1982).
nuestro siglo. el cerebro está caliente (por la sangre), opiniones apenas se alejan del marco
En paralelo con la búsqueda que la aparecerán terrores, miedos y pesadillas; hipocrático y a través de él se incorpora
Filosofía inicia para hallar los principios si está demasido frío (por la bilis negra), la teoría humoral hipocrática a la tradi­
LAS EDADES MEDIAS
elementales del Universo (Empédocles los pacientes se mostrarán tristes y preo­ ción médica y filosófica occidental. De
había señalado como elementos el agua, cupados». modo similar a concepciones actuales de
el aire, el fuego, y la tierra), desde la Todo este esquema explicativo de las la Psicopatología, Galeno considera que Marcos culturales medievales
Medicina hipocrática se propone la exis­ enfermedades es aceptado por otros pen­ el miedo (distimia) está presente en la
tencia de cuatro humores o fluidos bási­ sadores griegos, de modo que el saber mayoría de las alteraciones mentales. En el ámbito Occidental no surgen
cos del organismo: sangre (procedente hipocrático se convierte en el paradigma No obstante, a pesar de su fidelidad a novedades cruciales en la concepción de
del corazón), bilis amarilla (del higado), del conocimiento médico, y pasarán más las teorías de Hipócrates, Galeno ya las alteraciones mentales. Sin embargo,
bilis negra (del bazo y el estómago), y de veinte siglos antes de que un nuevo considera que el útero es un órgano dos hechos de gran importancia, en cier­
flema (del cerebro). Del equilibrio de paradigma sustituya al anterior. La me­ sexual normal. En contra de la opinión to modo antiéticos, se desarrollan du­
estos cuatro humores dependerá la salud dicina hipocrática, se transmitirá a Ale­ del andaluz Séneca (4-65 d. de C.), consi­ rante esta época. En primer lugar, co­
del individuo. La preponderancia de ca­ jandría y, posteriormente, al mundo ára­ dera que la razón no es el único origen mienzan a fundarse centros hospitalarios
da uno de estos humores dará lugar be tras su paso por Siria y Persia. de la enfermedad sino que las alteracio­ en los que se da acogida a personas que
respectivamente a cuatro diferentes tem­ El influjo de la teoría de los humores nes de las pasiones también juegan un sufren trastornos mentales y conducía­
peramentos (voluble, colérico, melancó­ en la Medicina Occidental es enorme. importante papel. Aunque Galeno siste­ les severos y, en segundo lugar, surge un
lico, e indolente) y en caso de desequili­ Sin apenas cambios destacables, la tradi­ matiza a ultranza el saber hipocrático en fenómeno de identificación y persecución
brios grandes o discrasías —fuesen con- ción hipocrática persiste hasta el siglo multitud de tratados, hay una sustancial a ultranza de un cierto tipo de anormali­
génitas o debidas a factores como el XVIII o incluso, como en el caso de ausencia de escritos de autores en los dad conductual que conllevará conse­
clima o la alimentación— se recomenda­ España (Dieckhofer, 1984), hasta bien siguientes siglos. cuencias trágicas sobre la faz de Europa:
ban purgas o una dieta y régimen de entrado el siglo XIX. Una muestra de En cuanto al tratamiento de las alte­ la brujería.
vida adecuados con el fín de recuperar la este influjo es la existencia de la enferme­ raciones mentales no se sabe mucho. En Tres diferentes marcos culturales coe­
homeostasis humoral. dad de los «vapores» (John Purcell, en todo caso, tan solo se proporcionaba xisten durante este período: el bizantino,
Hipócrates nos legó la primera clasifi­ 1702, publica Trealise of Vapours)y de cuidados a pacientes de clases altas. En el árabe y el cristiano. Bizancio, que
cación de los trastornos mentales al divi­ moda en el siglo XVIII en las clases altas el tratado de Celsus (en el siglo I d. de sobrevive como centro de civilización
dirlos en manía, melancolia y frenitis. La (Skultans, 1979), consistente en un ines­ C.) existe un capitulo para las alteracio­ hasta el siglo XV (1453), actúa como
presencia o ausencia de dos síntomas perado malestar y desvanecimientos, nes mentales con recomendaciones tera­ puente privilegiado en la transmisión del
(fiebre y agitación) caracterizaba cada producto todo ello de los «efluvios» pro­ péuticas tan variopintas como guardar conocimiento helénico al mundo árabe
uno de ellos. Asimismo, existirían tam­ cedentes del útero. ayuno, atemorizar al paciente, sorpren­ y, además, incorpora en su seno cultural
bién algunas enfermedades peculiares derle con duchas inesperadas de agua muchas tradiciones y saberes orientales.
como, por ejemplo, las enfermedades fría, etc. Pero además de las terapias Aunque incorpora algunos nombres de
«femeninas» asociadas al útero o enfer­ somáticas también se ofrecían ciertas su­ relieve como el galénico Alejandro de
medades como la epilepsia, tratada en su La tradición galénica gerencias psicoterapéuticas. El propio Tralles (525-625) que describe la locura
libro La enfermedad sagrada en el que a Galeno en El tratado de las pasiones circular, la medicina bizantina sigue fiel­
pesar de su título, rompe con la vieja El periodo romano no aporta grandes describe una figura próxima al psicote- mente los principios humorales.
tradición de considerarla como una for­ novedades a la descripción y estudio de rapeuta, que se erige como un mentor Los árabes, cuyo imperio florece des­
ma religiosa de enfermedad (Temkin, la locura. Es interesante que en el ámbi­ que señala los defectos y ayuda a equili­ de el sigo IX hasta el XV, transmiten el
1971). La concepción determinista y to del Derecho romano ya se reconoce brar emocionalmente al paciente em­ conocimiento del mundo griego y roma­
axiomática de Hipócrates queda bien que el estado mental del acusado puede pleando básicamente terapia verbal no al resto de Occidente. Aunque en
reflejada en el siguiente pasaje de este ser un atenuante de la pena, lo que es (Laín, 1970). Así pues, las raíces de la Medicina siguen también la tradición
libro: «Si el cerebro está corrompido de siempre una vía adicional para analizar psicoterapia están claramente presentes humoral, tienen cierta importancia en la
flema los pacientes permanecen tranqui­ el concepto que tiene una sociedad sobre en las culturas greco-latina y mesopotá- historia de la Psicopatología pues pro­
los y silenciosos; si lo está por la bilis el comportamiento anormal. mica a través de la citada terapia verbal bablemente se debe a ellos el surgimien-
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to de los primeros hospitales o centros mente se advierte en el Nuevo Testa­ únicas ocasiones en las que los ciudada­ Sprenger y Kramer, un auténtico «vade­
de cuidado y protección para los locos. mento. nos tienen oportunidad de burlarse del mécum» (cfr. Torrey, 1980) de la caza de
Al menos desde el siglo VIII se crean Muchos fenómenos característicos del poder, caricaturizándolo (Heers, 1988). brujas. En este libro, que alcanza más de
asilos en Bagdag, Damasco, Fez, El Cai­ cristianismo, como el éxtasis, el misticis­ A lo largo de la Edad Media comien­ treinta ediciones en los dos siglos si­
ro, etc. El trato humanitario que los mo, las apariciones, la resurrección de zan a surgir críticas contra la Iglesia guientes, se aconseja minuciosamente
árabes dispensan a las personas con los muertos, etc., son claramente fenó­ Católica que comienzan a tener cierto sobre los procedimientos de interroga­
trastornos mentales, se basa en la creen­ menos anómalos desde una perspectiva eco social. Ante esta escena general, la ción en los procesos contra brujas y se
cia musulmana de que el loco es un general y objetivamente pudieran ser ca­ disidencia comienza a ser tachada de describen pormenorizada y morbosa­
elegido de Dios para hablar a través de lificados de locura. De hecho, autores herejía y así, en aras de la pureza ideoló­ mente, al igual que en el Formicarius
él (DickhóíTer, 1984). como Erasmo de Rotterdam (1437-1536) gica, la Iglesia Católica comienza a per­ (1437) del también dominico Nider, las
Avicena (980-1037) es la figura más los analizaron en este sentido. seguir las voces discordantes. Con esta prácticas sexuales de las brujas (Alexan-
importante de este período. Siguiendo la política la Iglesia intenta tanto controlar der y Selesnick, 1970). Se emplea una
escuela galénica, escribe su famoso Ca­ el magisterio y lograr un poder hegemó- diversidad de procedimientos «diagnós­
non. En este libro, que sirve de manual Anormalidad, heterodoxia y nico, como autoafirmar su propia identi­ ticos», tales como las inmersiones en
durante muchos siglos, se resalta la im­ brujería dad cuestionada por los herejes. agua, la búsqueda de sapos grabados en
portancia de ciertas facultades psicológi­ El instrumento de persecución contra el iris, búsqueda de marcas corporales, e
cas (imaginación, memoria y razona­ Durante la baja Edad Media hay una la herejía en la Santa Inquisición, creada incluso entrevistas formales como la em­
miento) para la medicina. Es muy intere­ relativa permisividad hacia los rituales por Inocencio III en 1199. No obstante, pleada por el Consejo General de la
sante el hecho de que en dicho texto se paganos y demonológicos. Como queda la herejía fue transferida poco después al Inquisición a principios del siglo XVII
dedique un capítulo entero a la psicopa- patente en obras como La Celestina, casi derecho canónico en el Sacro Imperio (Caro Baroja, 1973, 1974). Joseph Zubin
tología descriptiva, en el que se detallan todos los individuos recurren a magos o Romano de modo que el Estado se hace señalaba con ironía que quizás le cabe a
diversas alteraciones de las mencionadas brujas para resolver problemas, conocer partícipe de esta persecución (Mora, la Santa Inquisición el dudoso privilegio
funciones. el futuro, etc. A menos que se les acusase 1982). En el siglo XIII la Inquisición de haber inventado las primeras entre­
El saber que se transmite durante la de algún acto criminal grave, las perso­ comienza a perseguir a brujos y magos, vistas estructuradas de la historia de la
Edad Media no es empírico sino que nas que practicaban tales ceremonias no además de continuar persiguiendo a los Psicopatología (Spitzer, 1984).
persiste inalterada la tradición axiomáti­ sufrían persecuciones. herejes. Herejía y brujería comienzan a Un viento de locura colectiva azota el
ca. De hecho, como explica Diethelm A mediados del siglo XV este clima ser equiparadas, de modo que los herejes continente y se estima que entre la mitad
(1971), la enseñanza de la medicina du­ de tolerancia se reduce. La brujería deja son acusados de prácticas satánicas (ca­ del siglo XV y el final del siglo XVI más
rante la Edad Media se basa en buena de considerarse como un «residuo del pa­ nibalismo, vuelo en escobas, infantici­ de 100.000 personas fueron ajusticiadas
medida en lectura en clase de textos de ganismo» y comienza una auténtica per­ dios, etc.) y, a su vez, la brujería ya no es en toda Europa a causa de la brujería
Galeno y Avicena y el posterior comen­ secución. Varios factores confluyen en la considerada un rito pagano, sino que se (Deutsch, 1949). La persecución por mo­
tario por parte del profesor. explicación de este giro. Existe una crisis le concede, en virtud del dualismo teoló­ tivos religioso-ideológicos se convierte,
Es en el entorno cristiano donde se social general motivada tanto por el gico citado, carácter de verdad. De este de este modo, en uno de los métodos
producirán los fenómenos históricos hambre, la peste y la miseria que azotan modo, por ejemplo, autores como Santo más efectivos de control social (Mora,
más interesantes para nuestra breve his­ Europa a mediados del siglo XIV, como Tomas de Aquino (1225-1274) efectúan 1982). La persecución contra la brujería
toria de la anormalidad. El auge del por una importante crisis política a cau­ completos estudios de la brujería en los no es en absoluto exclusiva de la Iglesia
Cristianismo no supone el olvido de las sa las sangrientas pugnas de poder entre que se analiza concienzudamente la po­ Católica. En los países en los que cobra
tradiciones demonológicas. Por el con­ gremios, patricios y nobles (Martin. sibilidad de relaciones sexuales entre los auge el protestantismo la persecución es
trario, ésta es una religión, como mu­ 1988). También se observa, por último, hombres y el Diablo. igual, o aún más encarnizada, también
chas otras, de carácter dual (Rosen, una crisis psicológica por la falta de En el siglo XV esta persecución ad­ en base a su concepción teológica dual.
1974). Empleando palabras de San cauces que disponen los individuos para quiere caracteres de epidemia en Euro­
Agustín, existen por derecho propio tan­ expresar sus protestas y su malestar (Ro­ pa. Inocencio VIII, en 1484, declara una Brujería y definición de la
to una civil as Dei como una civil as Dia- sen, 1974). Posiblemente la proliferación «guerra abierta a las brujas» en su bula anormalidad
boli. Los espiritus malignos siempre han de las «fiestas de locos», carnavales, pro­ Summis Desiderantes Affectibus y años
jugado destacado papel dentro del cris­ cesiones, etc., durante la Edad Media después se publica el famoso Malleus Un aspecto importante de la brujería
tianismo y su imaginería como clara­ pudiera deberse a que esas serían casi las Malleficarum (1489) de los dominicos es que normalmente son mujeres las en­
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causadas. A ellas se les atribuye un de­ En cualquier caso, si un porcentaje brujería y locura. Al menos desde el Ahora bien, en contra del tópico de la
seo carnal insaciable y cierta proclividad significativo de los acusados de brujería siglo XVI la Iglesia Católica distinguía consideración de la Edad Media como
a encarnar el mal. A los hombres, por el eran personas aquejadas de algún cua­ entre la auténtica pérdida de razón y la una época tenebrosa y deshumanizada
contrario, se les suponía inmunizados a dro psicopatológico grave, ello nos con­ brujería (Rosen, 1974), aunque aún hoy (por ejemplo, Ackerknecht, 1962; Alon-
la posesión pues Cristo había sido varón duce a reconocer que el contenido del día no están claras las bases de aquella so-Fernández, 1976), en nuestra opinión
(Rosen, 1974). Todo esto parece demos­ delirio está moldeado por las creencias y distinción. De hecho, parece que esto presenta en realidad perfiles claroscuros
trar una profunda misoginia en el clima el clima social de las circunstancias tem­ suponía difícil dilema para los médicos y más complejos de lo que a través de
social y político de la época y, segura­ porales y espaciales en que el sujeto está de la época y apenas se mencionaban una mirada superficial pudira concluirse.
mente, un profundo temor a una mayor inmerso (Murphy, 1976). Hoy día es re­ estos procedimientos diagnósticos en los En la baja Edad Media el trato a los
libertad en la expresión sexual de la lativamente infrecuente que el contenido textos de Medicina (Diethelm, 1971). Es­ locos no es especialmente represivo. Las
mujer que se favorece durante el Renaci­ de un delirio esquizofrénico sea el de la ta es una época repleta de locos, ilumi­ instituciones religiosas cristianas dan
miento. De hecho, una de las acusacio­ posesión diabólica y/o el contacto con el nados, ascetas y místicos, y aún no sabe­ acogida a estas personas proporcionán­
nes más habituales en los procesos de diablo, mientras que son más frecuentes mos qué circunstancias personales o so­ doles alimento y cuidados (Dieckhoffer, v
brujería eran las prácticas sexuales abe­ los delirios con contenido tecnológico ciales determinaban que fuesen persegui­ 1984), a no ser que fuesen violentos o
rrantes en las que, a veces, podía partici­ (por ejemplo, creer que hay micrófonos dos o no. peligrosos. Dentro del ámbito de médi­
par el Diablo. Para muchos autores, la dentro de la propia cabeza que transmi­ Es probable que el clima de represión cos y pensadores también se sugerían
Psicopatología ha tenido a lo largo de ten el pensamiento). brutal contra la pérdida de la razón tratamientos piadosos. Sin embargo, es­
su historia (Skultans, 1979; Showater, Otro fenómeno peculiar de la Edad explique el hecho de que durante la te clima benevolente se va transforman­
1981, 1985; Harris, 1985), e incluso hasta Media es que, quizás como un modo de Edad Media comiencen a proliferar des­ do progresivamente según la Iglesia Ca­
la actualidad (Kaplan, 1983), una actitud expresión emocional no sancionado, co­ cripciones literarias y pictóricas de la tólica se va sintiendo acosada por los
estigmatizadora hacia las mujeres. mienzan a producirse en Europa fenó­ locura. En definitiva, surge cierto interés movimientos cismáticos, lo que cobra un
La brujería es manifiestamente un ac­ menos de «locura colectiva», es decir, por intentar identificar de un modo más auge especialmente virulento durante el
to de anormalidad conductual y de alteraciones extremas del comporta­ preciso aquello que se teme. De este Renacimiento.
transgresión de los códigos sociales con­ miento que, a modo de epidemias más o modo, la locura es representada litera­
suetudinarios de comportamiento. Des­ menos breves, se extienden por determi­ riamente en las farsas festivas y en los
de este punto de vista es interesante nadas comarcas. Como ha señalado Ro­ escritos. El «loco» es una persona que EL RENACIMIENTO
analizar cómo la colectividad reacciona sen (1974), estos fenómenos no tienen come queso (un alimento considerado
ante la ruptura de las «normas residua­ una sencilla explicación. Las creencias impuro) y puré de guisantes, viste capi­ La medicina precientífica
les» o no escritas (Price, 1981). Sin em­ populares supersticiosas (por ejemplo, rotes con largas orejas (véase el cuadro
bargo, apenas conocemos qué personas creer que si se bailaba sin parar, uno La casa de los locos de Goya), y en sus Durante el Renacimiento, tradicional­
eran acusadas de brujería. Dado que no quedaba inmunizado ante una posible manos lleva varas de mando o báculos. mente considerado una época de exalta­
disponemos de transcripciones de picadura de tarántula), junto con la im­ Existen también «locos de corte», bufo­ ción de los valores humanistas y co­
interrogatorios ni descripciones objeti­ posibilidad cotidiana de expresión emo­ nes, etc., que representan imágenes «do­ mienzo del culto a la razón, paradójica­
vas del comportamiento de los acusados, cional, pudieran ayudar a explicar estos mesticadas» de la locura; así, por ejem­ mente se recrudece la persecución contra
puede ser aventurado ofrecer un diag­ fenómenos colectivos. Es muy famosa la plo, Luis XI entró en París en 1461 la brujería. Es posible que esta acentua­
nóstico de los mismos. Es muy probable, epidemia de danza del siglo XIV, o tam­ acompañado por un «loco» en su comi­ ción de la caza de brujas sea en parte
no obstante, que muchas «brujas» fue­ bién la extendida creencia en licantropía, tiva (Heers, 1988). Por tanto, además, de una forma de reacción excesiva de la
sen en realidad ancianas con demencia que hacía vagar a hombres y mujeres motivo de escarnio, la figura del loco en Iglesia ante el inicio de una progresiva
senil, esquizofrenia, o incluso epilepsia por los campos y cementerios aullando estos contextos sirve para proyectar las secularización de la sociedad.
cuyas convulsiones motoras eran inter­ como lobos, de la que, por cierto, posee­ propias angustias de la colectividad. En el terreno de la gestación de la
pretadas como evidencia de «posesión». mos la primera descripción completa Durante esta época los considerados ciencia, esta es una época de transición
Sin embargo, a pesar de que en algunos desde el siglo II de nuestra era (véase «locos» no son dejados en libertad sino entre la medicina clásica y la moderna.
casos es posible efectuar un diagnóstico Diethelm, 1971, pág. 20). que, tras exámenes llevados a cabo por Autores como Vesalio favorecen una
retrospectivo (Mora, 1982; Rose, 1974), Una incógnita histórica de enorme médicos o autoridades civiles normal­ profunda transformación del saber ana­
es casi imposible dar respuesta global a relevancia es la de averiguar cómo se mente se les confina en celdas o pabello­ tómico y, en general, comienza a rom­
este problema. efectuaba el diagnóstico diferencial entre nes alejados de la ciudad o en torres. perse «la dominación tiránica del siste-
426 PSICOLOGIA MEDICA, PSICOPATOLOGIA. Y PSIQUIATRIA 427
HISTORIA DE LA PSICOPATOLOGIA

ma galénico» (Ellenberg, 1974, pág. 15). algunas alteraciones mentales y defiende fre un episodio psicótico agudo en su una fuerte tradición en la Medicina) más
Asi, el genial y esotérico Paracelso un tratamiento por empatia y compren­ juventud y es tratado en el Hospital. el férreo control confesional impuesto
(1493-1541), médico y alquimista, quema sión. Este texto, sin embargo, no sólo fue Recuperado del episodio, y con el fin de por el Estado mediante la política res­
en Basilea en 1527 las obras de Galeno desoído sino que incluso figuró en el dispensar un mejor trato que el recibido trictiva de intercambio de conocimientos
(Laín, 1951), gesto similar al de Lutero índice de libros prohibidos hasta princi­ por él mismo, funda en Granada un con Europa propuesta por Felipe II y
cuando quema la bula papal en Witten- pios del siglo XX (cf. Mora, 1982). hospital en 1527 con la ayuda de algu­ Felipe III, hacen que la calidad de la
berg. Aunque dentro de las formulacio­ En España destaca el médico Francis­ nos voluntarios. El modelo de Juan Ciu­ enseñanza universitaria y de la investiga­
nes galénicas, Félix Platter (1536-1614) co Vallés (1524-1592) quien, si bien no dad Huarte —que más tarde seria cano­ ción disminuya extraordinariamente y
también es un autor de extraordinaria realiza una tarea creativa de interés, nizado con el nombre de S. Juan de sea escasa la aportación española en los
importancia pues en su Praxis Médica efectúa una amplia divulgación y co­ Dios— se extiende por Italia, Francia, albores de estas ciencias.
(1602) ofrece un verdadero tratado psi­ mentario de los textos hipocráticos (Pe- España y luego sirve de inspiración a
quiátrico en el que si bien defiende la set, 1964, DieckhofTer, 1984). Pinel y Esquirol en su reforma psiquiá­
existencia de posesiones auténticas, ofre­ trica del siglo XIX en Francia. LOS SIGLOS XVII Y XVIII. LA
ce explicaciones «médicas» para los fe­ Es de resaltar que en estas institucio­ ILUSTRACION
nómenos de brujería. Las Casas de Locos nes religiosas, el tratamiento proporcio­
Humanistas como Juan Luis Vives nado es humanitario y razonablemente El declive del gatenismo
(1492-1540) en su De subventione paupe- El acontencimiento capital de este adecuado. Aunque existen algunos do­
rum (1525) escriben ardientes defensas, período es la proliferación de hospitales cumentos parciales sobre la conducta de Aunque esta época supone el comien­
sorprendentes por su progresismo, en o centros de tratamiento para los locos y las personas ingresadas en estas institu­ zo de la medicina moderna y, con ella, el
favor de un trato humano para con los los desposeídos. Aunque se dispone de ciones, hay una ausencia prácticamente intento de dar explicaciones menos axio­
enfermos mentales (Clements, 1967). documentos sobre la existencia anterior total de descripciones y registros clínicos máticas sobre el origen de los trastornos
Al constituirse el hombre en el centro de centros de custodia de pacientes men­ hasta el siglo XIX. (Una interesante des­ mentales, la práctica médica seguía los
de observación, se hace popular la fi­ tales en diversas ciudades europeas cripción literaria es la que efectúa Lope principios tradicionales (purgas, san­
siognomía con figuras tan descollantes —Metz, Uppsala, Gheel, Bérgamo, Gra­ de Vega en Los locos de Valencia.) grías, alquimia, etc.). Incluso los autores
como della Porta (1535-1615). Esto tiene nada y Florencia— un tanto convencio­ Tiene interés, en esta época, la obra «innovadores» no efectuaban sino reela­
un gran interés para la Psicopatología nalmente se ha adoptado el año de 1409 del también español Juan Huarte de San boraciones de los esquemas explicativos
pues así se inicia una larga tradición de como el comienzo de estos centros de Juan (1530-1592). Su conocido libro tradicionales intentando acomodarlos a
análisis psicológico en función de los tratamiento. En esa fecha, el Padre Jofré Examen de ingenios para las ciencias, las nuevas teorías.
rasgos faciales. Esta peculiar vía de estu­ (1350-1417) inaugura en Valencia la publicado en 1557 y traducido pronto a Además del mencionado Félix Platter,
dio daría lugar a multitud de abusos «Casa de Orates», un lugar de recogida otras lenguas en Europa, supone el pri­ sobresalen las figuras de Zacchia y, so­
(Gould, 1986; Zenderland, 1988) y per­ y tratamiento para los dementes. Dado mer tratado de psicología diferencial. bre todo, Sydenham. Paolo Zacchia
durará hasta principios del siglo XX con el clima de opresión social existente ha­ Aunque plantea grotescas teorías, como (1584-1659) analiza con detalle proble­
las teorías de Lombroso y los constitu- cia la anormalidad conductuai, esto es la de la asociación entre la humedad del mas de medicina legal en su Questiones
cionalistas como el alemán Ernst Krets- un hecho revolucionario. Así comienza clima, la creatividad y la nacionalidad, Médico-Legales (1621-1635), en la que
chmer o el británico Sheldon (véase Ca­ una larga tradición en España que se afirma que la razón depende del cerebro, señala cómo sólo el médico es compe­
ro Baroja, 1987). prolonga con la creación en 1567 del y por ello llega a prohibirse este libro tente para dictaminar un estado de ena­
En esta época también aparece la figu­ primer hospital psiquiátrico del Nuevo por la Inquisición. No obstante, aunque jenación en un proceso legal, con lo que
ra descollante de Johann Weyr (1515- Mundo: el Hospital de San Hipólito de seguidor de la tradición galénica y de las se aparta de la tradición legal romana,
1588), considerado por muchos el «pri­ México. En diversas ciudades se comien­ teorías fisiognómicas, descarta cualquier según la cual esto seria tarea de magis­
mer psiquiatra» de la historia de la Me­ zan a inaugurar hospitales de esta natu­ determinismo decisivo en la configura­ trados y jueces.
dicina, quien en su obra capital De raleza: Zaragoza (1425), Sevilla (1436), ción del psiquismo (Caro Baroja, 1987). Thomas Sydenham (1624-1689) inicia
Preestigiis Daemonum se alza contra la Valladolid (1436), Toledo (1480), Barce­ Como ha puesto de manifiesto Diet- el enfoque clínico moderno inductivo en
persecución indiscriminada de brujas lona (1481), Granada (1527). helm (1971) en su llamativo trabajo so­ medicina, es decir, el empleo sistemático
empleando para ello argumentos psico- Un personaje histórico de gran rele­ bre las tesis doctorales previas a 1750 de la observación para dictaminar sínto­
patológicos. En este libro también efec­ vancia es Juan Ciudad Huarte (1495- relacionadas con temas psiquiátricos, en mas y, posteriormente, agrupaciones,
túa descripciones clínicas detalladas de 1550) un comerciante granadino que su- España la expulsión de los judíos (con síntomas o síndromes (Laín y Albarra-
428 PSICOLOGIA MEDICA, PSICOPATOLOGIA, Y PSIQUIATRIA HISTORIA DE LA PSICOPATOLOGIA 429

cín, 1961; Weber y Scharfetter, 1984). plica el complejo fenómeno de la bruje­ locura es ahora una desgracia moral que etc., durante este período supone, por
Este autor demuestra su interés no sólo ría, las razones económicas tienen un hay que ocultar (Foucault, 1976). Los otro lado, un empeoramiento en el trato
por cuadros de manía o cuadros psicóti- papel destacado. A las acusadas de bru­ manicomios adquieren un carácter re­ dispensado a las personas que padecen
eos en general, sino por problemas psi- jería les eran inmediatamente confisca­ presivo y defensivo pues adquieren la alteraciones psicológicas.
copatológicos menores, de tipo neuróti­ das sus posesiones, lo que favorecía re­ función de garantes del orden público. La acogida en estos centros asilares
co —en especial la histeria y la hipo­ solver disputas vecinales a través de de­ El papel protector del Estado se va no era voluntaria sino efectuada por la
condría—, que a lo largo del siglo XIX y laciones. Resulta interesante el hecho de fortaleciendo y así en países como Fran­ milicia. En cuatro años, en París se aco­
principios del XX constituirán un pilar que las brujas eran acusadas de los ma­ cia y Alemania surgen instituciones de gió al 1 por 100 de la población (unas
básico de las formulaciones teóricas en les de la comunidad (malas cosechas, acogida a los desposeídos o los enfer­ 100.000 personas). Foucault ha señalado
Psicopatología (López Piñero, 1983). epidemias, etc.). Además, estas personas, mos. En consecuencia, en el siglo XVII que el denominador común de estas per­
Es aleccionador recordar que, segura­ solían ser personas que no cumplían las surgen por doquier instituciones que, sonas era el desempleo, de tal modo que
mente debido al influjo creciente de la normas implícitas de convivencia de la como el Hospital General de París, tie­ en las épocas de mayor crisis económica
botánica (López Piñero, 1961) y la ana­ comunidad (por ejemplo, cooperación) nen entre sus objetivos el mantener re­ se produjo el mayor número de confina­
tomía, en los siglos XVII y XVIII flore­ —Spanos, 1985. cluidos y bajo custodia, normalmente mientos en estas instituciones con el fin
ció una auténtica «compulsión taxonó­ Este hecho pone también de manifies­ temporal (véase Debate, 1984), a los me­ de disponer de mano de obra dócil y
mica» (cf. Mora, 1982) en la que se to que la persecución de la brujería no es nesterosos y los vagabundos. barata (véase también Espinosa, 1987).
sucedían descripciones y clasificaciones algo orquestado por los poderes sino Sin embargo, el trato que se suminis­ El desprecio filosófico hacia la locura se
idiosincráticas que eran rápidamente ol­ que éstos responden a una auténtica tra es cada vez peor conforme los hospi­ manifiesta en las teorías pseudocientífi-
vidadas y sustituidas por otras. demanda social (Spanos, 1985). Cuando tales se van saturando de internados. En cas que, como el mencionado animalis-
las confiscaciones de bienes son prohibi­ Londres, en el Hospital de Santa María mo, niegan cualquier tipo de sentimien­
El fin de los procesos por das a principios del siglo XVII, las acu­ de Belén, creado por Eduardo III en tos humanos a los desposeídos de la
brujería saciones de brujería descienden especta­ 1369, se dispensan tratos inhumanos que razón, justificándose de este modo un
cularmente. En España, los procesos de se justificaban en la teoría del «animalis- tratamiento denigrante. En el terreno
En cuanto a la brujería, aún existen persecución fueron menos intensos que mo», según la cual los enfermos menta­ médico las teorías humorales todavía
procesos pero a lo largo del siglo XVII en otros países debido al nacionalismo y les no eran sensibles al dolor, el frío, o inspiran las terapias somáticas: ingesta
se van haciendo menos frecuentes. Ya en deseo de independencia de la Inquisición las necesidades básicas humanas. Ade­ de brevajes, sangrías, purgas, baños de
el siglo XVI, las voces del suizo Paracel- española (Mora, 1982). más, las actitudes de la sociedad hacia agua fría y caliente, etc. En definitiva,
so o el alemán Weyer se habían alzado Como señalamos al principio del capi­ los enfermos mentales no varían signifi­ bajo el argumento de los factores etioló-
en contra de la persecución indiscrimi­ tulo, historiadores como Zilboorg y cativamente. Son conocidas las prácticas gicos orgánicos se ocultaban prejuicios y
nada de las «brujas» y en 1682 Luis XIV Henry (1941), en su interpretación inge­ del propio Hospital de Belén de Londres prácticas deplorables.
suprime la pena de muerte para las bru­ nua del «progreso», afirman que el fin de en donde, hasta el siglo XIX, se pagaba Es en las instituciones religiosas don­
jas. Sin embargo, la progresiva «medica- la persecución de la brujería, es un indi­ entrada por presenciar el espectáculo de aún se preserva un tratamiento más
lización» de este tipo de conductas cativo de la apertura gradual hacia un que ofrecía la depauperación de las per­ humanitario. En España la situación
anormales no se traduce en mejoras te­ mayor humanismo. Sin embargo, auto­ sonas allí recluidas (Skultans, 1979). asistencial es algo mejor puesto que se
rapéuticas y/o asistenciales. res como Szasz ponen de manifiesto que A pesar de la veracidad de estos he­ da la espalda a las nuevas teorías su­
A pesar de las nuevas interpretaciones el loco y el pobre se convierten en el chos, nuevos historiadores como Allde- puestamente científicas y, además, las
«médicas» de la brujería, los juicios con­ nuevo foco de persecución sustituyendo ridge (1985) han puesto de manifiesto instituciones psiquiátricas están normal­
tra brujas continúan durante el siglo a las brujas. Foucault (1976), de modo que estas conocidas historias tienen mu­ mente al amparo de órdenes religiosas,
XVIII. En el Nuevo Mundo también se semejante, ha afirmado que en esta épo- chos elementos falsos que se mantienen, en las que se solía dispensar un trato
siguen desarrollando este tipo de proce­ co el loco sustituye al leproso como como sucede con la leyenda de Las Na­ más caritativo. En definitiva, el escaso
sos como pone de manifiesto el famoso exponente de lo ansiógeno. ves de los Locos, por su atractivo mor­ influjo de la Ilustración de España no
proceso de Salem, ciudad en la que en boso. Así, por ejemplo, parece que sólo provoca la nueva oleada represiva que,
1692 se ejecutó a 19 mujeres acusadas de un bajo porcentaje de los internados como hemos señalado se produce en
Política asilar y culto a la razón
brujería, de las 250 encausadas, en sólo sufría este tipo de trato inhumano y países como Francia. Asi, en 1797 tan
un año (Spanos, 1983). La razón ocupa un lugar de privilegio torturante (Debate, 1984). La desapari­ solo habia unas 900 personas internadas
En la confluencia de motivos que ex­ durante la Ilustración y, por lo tanto, la ción de órdenes monásticas, conventos, en toda España (cf. Dieckhófer, 1984).
430 FICOLOGIA MEDICA, PSICOPATOLOGIA, Y PSIQUIATRIA HISTORIA DE LA PSICOPATOLOGIA 431

No obstante, la disciplina estricta y los dico general, se encuentra el origen de la La experiencia terapéutica humanita­ ido históricamente de la mano (véase
«Reglamentos» son el denominador co­ moderna psiquiatría. Hombre puente ria más importante fue auspiciada en el Skultans, 1979, cap. 7, y Alvarez-Uria,
mún de todas estas instituciones durante entre la Ilustración y los descubrimien­ Nuevo Mundo por William Tuke (1732- 1983).
la Ilustración incluso en España (Espi­ tos anatomopatológicos del siglo XIX, 1819) quien en 1796 crea una casa de
nosa, 1987). publica en 1801 su Tratado Médico Filo­ «Retiro» en York (Nueva Inglaterra) ba­
La época de la Ilustración se caracte­ sófico sobre la Manía —publicado en sada en los principios del Tratamiento Criticas al Tratamiento Moral
riza por una auténtica emergencia de las castellano en 1804— con multitud de Moral. La laborterapia, descanso, sim­
ciencias (matemáticas, física y quimica). agudas descripciones clínicas, aunque patía, dedicación y, en definitiva, la rees­ A pesar de las tópicas afirmaciones
España se cierra a este proceso y sigue ateniéndose a las clasificaciones clásicas. tructuración ambiental, son las herra­ sobre las bondades del Tratamiento
anclada al galenismo durante todo el Recogiendo un espíritu critico iniciado mientas terapéuticas que se utilizaban. Moral (por ejemplo, Rosenhan y Selig-
siglo XVIII e incluso buena parte del por algunos precursores hacia los hospi­ Se crearon varias instituciones privadas man, 1984; Davison y Neale, 1980), está
siglo XIX (Dieckhofer, 1984). Existe al­ tales para enfermos mentales, libera a de este tipo en Estados Unidos en la actualmente abierto el debate sobre el
guna figuras de interés, como Andrés los locos de las cadenas en 1793 cuando primera mitad del siglo XIX, especial­ supuesto éxito terapéutico de estas co­
Piquer (1711-1777), médico de Carlos III es nombrado director del Hospital de mente gracias a los denodados esfuerzos munidades terapéuticas. En muchos ca­
y Fernando VI, quien efectuó una valio­ Bicetre (Marset, 1978). Pinel es también de la famosa Dorothea Dix (Kiesler, sos, las cifras de curación que se propor­
sa descripción clínica del estado depresi­ importante por ser un decidido partida­ 1982b). Mientras tanto, los centros pú­ cionaban están basadas en estadísticas
vo de este último monarca en su Discur­ rio de un tratamiento moral en el que blicos tenían un carácter más coercitivo incompletas o sesgadas. Además, todo lo
so sobre la enfermedad del Rey, Nuestro bajo un régimen de firmeza, se pedía y asilar. que generalmente se ha afirmado respec­
Señor, Don Fernando VI (que Dios guar­ participar al paciente en tareas terapéu­ Sin embargo, el ímpetu inicial del mo­ to a estas instituciones, estaba basado en
de), —Peset, 1957— en el que anuncia­ ticas estructuradas. vimiento del Tratamiento Moral, se va documentos propagandísticos que, co­
ba la idea de que «...La melancolía y la Jean Esquirol (1772-1840), discípulo difuminando rápidamente. Varios ele­ mo el Description of the Retreat (1813)
manía, aunque se traten en muchos li­ de Pinel y codirector de la Salpetric mentos contribuyen a este declive. Por de Samuel Tuke, estaban escritos por los
bros de medicina separadamente, son desde 1811, contribuye decisivamente a un lado, existía una falta de sistematiza­ fundadores de estos centros (Digby,
una misma enfermedad...», algo que si la gestación de una psiquiatría más cien­ ción de los principios terapéuticos; éstos 1985a, b). No obstante es importante
bien es ya advertido al menos desde el tífica. Esquirol emplea estadísticas de un ni se apoyaban en conocimientos ni con­ resaltar algo que muchas veces se obvia:
siglo II d. de C. por Areteo de Capado- modo sistemático para evaluar el pro­ ceptos psicológicos firmes pues la Psico­ no existe un asilo sino que coexisten
cia (López Piñero, 1970; Diethelm, greso de los pacientes y ofrece definicio­ logía científica aún no había surgido. diversos modelos (públicos y privados,
1971), quedaría finalmente sistematizado nes, que ya son clásicas, de las alucina­ Además, la industrialización y la super­ religiosos y laicos, urbanos y rurales,
por Kraepelin ciento cincuenta años ciones, las ilusiones, o las demencias. población de los propios centros, junto etc.) con características muy diferentes y
más tarde. Esquirol es ya representante de una psi­ al comienzo de un auge biologista, aca­ por lo tanto seria injusto efectuar afir­
quiatría autónoma que intenta buscar ba con el vigor del Tratamiento Moral. maciones generales sobre el tratamiento
relaciones con la anatomopatología El tratamiento moral, al no apoyarse asilar.
Los alienistas y el Tratamiento (Morales, 1974). Además juega un gran en un corpus teórico definido se susten­ Aunque el movimiento de liberación
Moral papel en la legislación psiquiátrica, la taba sólo en la ardorosa defensa que iniciado por Pinel y, en general, el movi­
creación de nuevos centros psiquiátricos algunos ilustres miembros de este movi­ miento del Tratamiento Moral, se suelen
A finales del siglo XVIII, los fuertes en Francia, y la enseñanza. De hecho miento efectuaban. Según éstos fueron describir como una gesta gloriosa de la
cambios politicos y económicos en Esquirol es el primer médico que, por desapareciendo de la escena, el movi­ historia en el tratamiento de la locura,
Europa hacia una mayor tendencia libe­ primera vez en 1817, enseña Psiquiatría. miento fue perdiendo paulatinamente no debe interpretarse de un modo com­
ral y democrática, comenzaron también En el Nuevo Mundo el tratamiento es fuerza desde al menos 1840. Sucede lo pletamente optimista (Bynum y otros,
a afectar la visión sobre el trato a los en general inhumano. Normalmente, los mismo que en Europa dos siglos antes: 1985). Por ejemplo, Szasz (1974) señala
enfermos mentales. En esta época surgen locos son encarcelados o abandonados a comienzan a ser recluidos en gran núme­ que con el Tratamiento Moral se abren
los grandes alienistas franceses, funda­ su suerte. Desde mediados del siglo ro, indigentes, locos y criminales y la las puertas para una política represora
mentalmente Pinel y Esquirol, que pro­ XVIII la opinión fue cambiando lenta­ situación se vuelve ya critica a mediados institucional de otro orden. Según Szasz,
pugnan un trato más humano a los mente, especialmente en el floreciente del siglo XIX. Por cierto, resulta aleccio­ las ideas morales se sirven de la Medici­
locos. norte, creándose hospitales con seccio­ nadora la observación de que, incluso en na de modo que, por ejemplo, en las
En Philippe Pinel (1745-1826), un mé­ nes para enfermos mentales. la legislación, la pobreza y la locura han instituciones médicas francesas del siglo
432 PSICOLOGIA MEDICA, PSICOPATOLOGIA, Y PSIQUIATRIA HISTORIA DE LA PSICOPATOLOGIA 433

XVIII ingresan jóvenes que no obedecen «imperialismo psiquiátrico» de Szasz no forma parte del «fluido magnético uni­ da por médicos. Hasta 1860, el asilo
u sus padres, madres solteras, etc. En tiene en cuenta la convergencia de diver­ versal», más tarde denominado «magne­ caracteriza básicamente el marco de la
una línea aún más dura, Foucault (1976) sos elementos en la política asistencia I tismo animal». Así, alteraciones histéri­ actividad psiquiátrica y en ese contexto
arremete contra el Tratamiento Moral De hecho, desde las propias direcciones cas como, por ejemplo, anestesias de aparece una gran generación de alienis­
al afirmar que el terror que antes reina­ de los asilos se clama por una reducción miembros corporales, serian debidas a tas (Pinel, Morel, etc.).
ba en la prisión o el manicomio tradicio­ de los internados (Mora, 1982; Skultans. fluidos magnéticos corporales mal distri­
nal ahora es transferido a un lugar de 1979). buidos. Estas y otras enfermedades, po­
privilegio: la conciencia del individuo. En todo caso, la visión foucultiana de dían curarse según Mesmer a través de La Psiquiatría universitaria y el
Ahora se hace responsable al enfermo de las instituciones psiquiátricas, es útil pa­ la creación de «crisis» orgánicas provo­ organicismo
su «curación», empleando para ello una ra al menos contrarrestar una visión cadas en esotéricas sesiones magnéticas.
coerción de rostro más «humano». simplificadora del siglo XVIII, según la En París tiene un gran éxito y se con­ A partir de 1860, la Psiquiatría co­
No obstante, como expone Skultans cual existe una progresión manifiesta del vierte en el tratamiento de moda. No mienza una etapa de vinculación con las
(1979), las infiltraciones de la moral y la trato deshumanizado a un trato más obstante, el mesmerismo —al que Braid universidades y centros de investigación,
Medicina, son más complejas de lo que humano, ejemplificado por el Traía (1795-1860) le daría posteriormente el saliendo de su reclusión en la asistencia
las teorías conspiracionales de Szasz o miento Moral. término de «hipnosis»— suscita una asilar (Ackerknecht, 1962). Una muestra
de Foucault parecen sugerir (véase tam­ controversia pública tan grande que del interés académico iniciado en el siglo
bién el Debate Stone-Foucault, 1984). Luis XVI crea una comisión en 1793 con XIX es que comienzan a aparecer en
Para autores como Szasz o Foucault, el Antecedentes precientíficos. el fin de determinar su cientificidad. En Europa y América revistas especializa­
Estado utiliza las instituciones psiquiá­ Fisiognomía y mesmerismo esta comisión, de quien formaba tam­ das en problemas psicopatológicos.
tricas como un instrumento represor a bién parte Benjamín Franklin, por en­ Esta etapa va a estar caracterizada
ultranza. Sin embargo, otros historiado­ Aparte de estas nuevas corrientes te­ tonces embajador de los Estados Unidos por un marcado organicismo auspiciado
res defienden la idea de que existía una rapéuticas, a finales del siglo XVI11 \ en París, dictaminó tras cinco años de por la obra del fisiopatólogo alemán
auténtica demanda social de estas insti­ principios del siglo XIX hay dos impoi investigaciones que aunque a veces era Wilhelm Griesinger (1817-1868) quien
tuciones; por otro lado, tampoco hay tantes movimientos, la frenología y el efectivo, sus efectos terapéuticos eran publica en 1845 su Die Pathologie und
que olvidar que algunas «enfermedades» mesmerismo, que preludian algunos hi­ debidos a la imaginación de los pacien­ Therapie der psychischen Krankheiten un
(por ejemplo, enfermedad de los vapo­ tos en la investigación de la conduci.i tes. texto de un enorme impacto en el que se
res) eran un signo de distinción y por lo anormal. niegan los determinantes culturales de
tanto un modelo coercitivo generalizado El médico vienes Franz Gall (1758- los patológico afirmando que las enfer­
no se ajusta adecuadamente a este tipo 1828) desarrolla una teoría según la cual EL SIGLO XIX medades mentales son enfermedades del
de fenómenos. las funciones psíquicas dependen del de­ cerebro: «... ¿A qué órgano pertenece el
Durante el siglo XVIII, la asistencia sarrollo anatómico de determinada- Uno de los principales logros de este fenómeno de la locura? ...ese órgano no
en los asilos se va degradando progresi­ partes del cerebro. A su vez, esta morlo siglo es el de un mayor refinamiento de puede ser más que el cerebro, de lo que
vamente en parte debido a su creciente logia cerebral podía identificarse a tra­ conceptos y mayor claridad conceptual se desprende que cada enfermedad psí­
sobre población (Postel y Quétel, 1987). vés de un examen de las protuberancias en Psicopatología (por ejemplo, Berrios, quica hemos de entenderla como una
Los asilos se van llenando de gente craneales del individuo. Esta infundada 1985). Asimismo, desde el trabajo de alteración del cerebro» (pág. 1). Esta
porque los tratamientos son inefectivos teoría tuvo un gran auge hasta finales Pinel hay un creciente interés por siste­ aproximación es rupturista dado que la
y las personas internadas se van acumu­ del siglo XIX cayendo en descrédito pro matizar y ordenar las clasificaciones psiquiatría alemana había sido hasta en­
lando y, además, las propias familias gresivo (Gould, 1986). conforme a criterios empíricos. tonces muy especulativa y dominada
rechazan convivir con el afectado. Por El también vienés Franz Mesmei Desde la perspectiva de la sociología por el espíritu romántico de la época
otro lado, la gran demanda social inicial (1734-1815) elaboró la teoría de que el del conocimiento, el cambio más intere­ (Dórner, 1974, Gracia y Espino, 1980).
para la construcción de estos centros va movimiento y situación de los astros sante en el siglo XIX es que los médicos La frenología de Gall y, sobre todo, la
decayendo a lo largo del siglo XIX, y de influyen sobre la psicología y fisiología comienzan a capitalizar la asistencia a avalancha de hallazgos neuroanatómi-
ahí que apenas se dispusiese de dinero Partiendo de ideas provinientes de Para los enfermos mentales y pasan a ocupar cos y patológicos de las bases de muchas
para el mantenimiento de los centros celso (Alexander y Slesnick, 1970; Kei la dirección de los centros de asistencia. funciones psicológicas, crearon un clima
creados (Scull, 1975, 1981; Kiesler, ner, 1973) sostenía que los hombres po Un ejemplo de esto es que, hasta 1845, la propicio para las afirmaciones de Grie­
1982b). Por tanto, la visión unilateral del seen una fuerza magnética, que a su ve/ Casa de Orates de Valencia no es dirigi­ singer. Wernicke, por ejemplo, afirma en
434 PSICOLOGIA MEDICA. PSICOPATOLOGIA. Y PSIQUIATRIA HISTORIA DE LA PSICOPATOLOGIA 435

1884 que el hallazgo de la afasia senso­ Inglaterra es adoptada por Henry eos que guardaban relación con algunas al origen de las diferencias psicológicas
rial debería ser el prototipo para el nue­ Maudsley (1835-1918). Como señala alteraciones en el funcionamiento psico­ humanas en realidad están plagadas de
vo paradigma de la Psicopatología Mora (1982, pág. 59) con cierta ironía, lógico. prejuicios ideológicos como describe
(Gracia y Espino, 1980). debido al influjo de autores como Grie­ Ahora bien, en Psiquiatría este nuevo Gould (1986) en su magnífico libro.
El enfoque anatomopatológico inicia­ singer «...Los exámenes postmortem se biologismo es en buena medida tan
do por Griesinger ha recibido valoracio­ hicieron más importantes que los con­ axiomático como pudo serlo la medicina
nes diversas. El intento de hallar una tactos individuales con los pacientes». hipocrática. Así surgen multitud de ridi­ Clasificaciones clínicas. Emil
localización precisa para cada una de las Este nuevo auge biologista junto con las culas teorías sobre el supuesto origen Kraepelin
especies morbosas para algunos supuso emergentes teorías del darwinismo so­ orgánico de las alteraciones mentales.
un «giro copernicano» para la Psicopa­ cial, abre una nueva etapa de pensamien­ Desde la Medicina se defiende, por ejem­ La gran figura de finales del siglo
tología (Laín, 1961), mientras que para to terapéutico y asistencial que redunda plo, que la masturbación es fuente de XIX, y piedra angular de la Psiquiatría
otros fue el mayor «error histórico» y de en un peor trato a las personas con todo tipo de alteraciones fisiológicas moderna es Emil Kraepelin (1855-1926).
peores consecuencias (Torrey, 1980). Lo problemas psicopatológicos. (Haré, 1962; Szasz, 1974), una teoría que, Discípulo de Griesinger, poseedor de^
que sí es cierto es que bajo esta idea Estas teorías degeneracionistas son un auspiciada por la tradición judeo-cristia- grandes conocimientos neuropatológi-
localizacionista, que aún hoy día perdu­ buen ejemplo de las sutiles interacciones na, luego se ha mantenido vigente a cos y con notables conocimientos de
ra con un renovado interés en la Psi­ entre Ideología y Ciencia (Gould, 1986: través de teorías pseudocientíficas como Psicología (Vázquez y Ochoa, 1989), ela­
quiatría, se cometieron muchos desma­ Dowbiggin, 1985). En efecto, aunque la el psicoanálisis (Szasz, 1974). Durante el boró un sistema de clasificación de las
nes, no sólo en cuanto a las formulacio­ degeneración parece una teoría biológi­ siglo XIX, además de la locura mastur­ alteraciones mentales en el que se basan
nes teóricas de la Psicopatología (Gould, ca «pura», simultáneamente intenta com­ batoria también se señalaron cuadros los sistemas de clasificación actuales
1986; Szasz, 1974) sino en la práctica binar las presiones morales de la época. como la espermatorrea, o pérdida exce­ (por ejemplo, DSM-III-R, 1987).
clínica (Valenstein, 1985). Así, en los procesos legales, los psiquia­ siva de esperma, ceguera, sordera, caída Debido a las vías muertas a que esta­
Los franceses Morel (1809-1873), con tras pueden aducir la impopular teoría de cabello, epilepsia, etc., todos ellos ba desembocando el positivismo neuro-
su famoso Traite des dégénérescences de que los actos criminales, el alcoholis­ como consecuencia de una masturba­ lógico que habían defendido autores co­
Psysiques, intellectuelles, et morales de mo, la sífilis, son atenuantes del acto ción excesiva (Skultans, 1979). mo Wernicke, Kraepelin propone la
Vespéce húmame (1857), y Magnan criminal cometido, pero «a cambio» ase­ Este paso en falso desde la histopato- creación de sistemas clasificatorios basa­
(1835-1916) culminan la tendencia orga- guran que el sujeto que comete el delito logía a la psicopatología —el «mayor dos en las manifestaciones clínicas de las
nicista con su «teoría de la degenera­ es víctima de un proceso degenerativo. A trasvase epistemológico de nuestra era» alteraciones y no en sus supuestas cau­
ción». Según esta teoría, las enfermeda­ finales de siglo, según van cobrando re­ (cf. Szasz, 1976)— ha marcado la evolu­ sas o en sus hipotéticas lesiones o
des mentales serían la expresión de una conocimiento los modelos de transmi­ ción histórica de la Psiquiatría. Este anormalidades cerebrales. Siguiendo es­
degeneración genética que iría desde las sión poligénica de Mendel, las teorías salto fue también favorecido por el des­ te criterio, efectúa una clasificación con
neurosis a las psicosis desembocando en degeneracionistas acaban desaparecien­ cubrimiento entre finales del siglo XIX y criterios pragmáticos pues era conscien­
último término en la deficiencia. Además do progresivamente. principios del siglo XX de que un cua­ te de la imposibilidad de realizar una
esta degeneración se agravaría de gene­ El organicismo imperante encontraba dro como la sífilis, con manifestaciones clasificación taxonómica sistemática se­
ración en generación. Resulta llamativo su apoyo en el Zeigeist de la época. Una psicopatológicas graves, se debía exclusi­ gún los tradicionales criterios de la Me­
el hecho de que, de modo parecido a lo plétora de descubrimientos fisiológicos y vamente a la acción de un bacilo (véase dicina (síntomas, curso y etiología).
que se afirmaba en el ya citado tratado anatomopatológicos comienza a inun­ Davison y Neale, 1980). En todo caso, el Kraepelin otorgó un énfasis especial a
de Juan Huarte de San Juan (1557), esta dar la Medicina. La obra de Wernicke emergente enfoque biológico de la Psi­ la observación longitudinal de los pa­
teoría tenia caracteres nacionalistas: al­ (1848-1905) sobre el funcionamiento psi­ quiatría en el siglo XIX no se basaba en ciente, de modo que el curso de los
gunas razas, e incluso nacionalidades, cológico y neurofisiológico, de Jackson la experimentación y el método clínico mismos era determinante del diagnósti­
mostrarían más signos de degeneración (1834-1911) sobre la jerarquización de sino más bien en apriorismos y un deseo co. Publica un voluminoso texto de Psi­
que otras. funciones cerebrales, o de KorsakofT so­ de homologación a ultranza con el «res­ quiatría del que se efectúan 9 ediciones,
Las teorías de Morel son aceptadas bre las alteraciones mnésicas debidas a to» de la Medicina a pesar de que la desde 1883 hasta 1927, y en la 6.a edición
por muchos psiquiatras en los países la destrucción de zonas subcorticales es­ separación real con ésta era cada vez (1899) diferencia la psicosis maníaco-de­
anglosajones, lo que supuso ya un ele­ pecíficas, influyen decisivamente en la más ostensible (Torrey, 1980). Del mis­ presiva (en la que se incluían práctica­
mento definitivo para el olvido del Tra­ orientación de la Psiquiatría. Por prime­ mo modo, conviene señalar que muchos mente todos los tipos de depresión que
tamiento Moral. Así, por ejemplo, en ra vez existían datos anatomopatológi- de los argumentos biologistas respecto distinguimos actualmente) de la demen­
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cia precoz. La importancia del segui­ rrey (1980), a las especulaciones psicoa- rrey, 1980), si bien de modo inconstante lógicos y fisiológicos de su época, Freud
miento queda pues ilustrada con la pro­ nalíticas. Charcot cree que la histeria y un tanto caprichoso (Sulloway, 1980). desarrolla una teoría innovadora sobre
puesta de Kraepelin de definir la demen­ tiene una etiología orgánica hasta el día Otro cambio en los últimos años del el origen de la patología (Price, 1981).
cia precoz por la cronicidad de su curso. en que sus estudiantes, sin él saberlo, siglo XIX es el creciente interés por las Desde esta orientación, la conducta
Años más tarde, el suizo Eugene Bleuler hipnotizan a una paciente creando en alteraciones psicopatológicas menores. desviada se entiende no desde la patolo­
(1857-1939), en su libro Dementia prae- ella algunos sítomas histéricos (Davison Hasta entonces, la historia de la Psico­ gía anatómica sino desde la historia del
cox oder Die Gruppe der Schizophrenien y Neale, 1980). patología había girado en torno a la individuo. Así pues, una de las principa­
(1911) denominada esquizofrenia a este Josef Breuer (1842-1925), médico vic- explicación de los trastornos psicóticos. les aportaciones de Freud reside en otor­
sindrome, dándole además un mejor nés, tras su estancia con Charcot obser­ De hecho, bien pudiera decirse que la gar énfasis no a la historia de la enferme­
pronóstico que el que Kraepelin le otor­ va que durante trances hipnóticos el historia de la Psicopatología es la histo­ dad (es decir, la tradicional anamnesis)
gaba. Por otro lado, Bleuler presta más recuerdo de experiencias traumáticas ria de las psicosis. Las neurosis, inicial­ sino a la historia del enfermo.
atención a los síntomas clínicos que ma­ previas puede aliviar los síntomas. Otro mente estudiadas por los neurólogos Con Freud, el foco de atención de la
nifiesta el paciente que a los aspectos discípulo de Charcot, el también vienés (López Piñero, 1985), se incorporan tar­ Psicopatología pasa a ser el propio indi­
diacrónicos que Kraepelin enfatizaba. Sigmund Freud (1856-1939), con una díamente al foco de estudio propio de la viduo y sus circunstancias (más o menos
amplia formación neurológica (Rosen. Psicopatología y, en buena medida esta inmediatas), más que la alteración en sí
1977), publica con Breuer Estudios sobre incorporación se debe al Psicoanálisis. misma, ahistórica y descontextuada. En
El origen de teorías psicógenas. la histeria (1895), en donde ponen de En efecto, esta disciplina requiere perso­ este sentido, el psicoanálisis ha tenido
Freud y la histeria manifiesto el origen y terapia psicológi­ nas «analizables», es decir, pacientes jó­ un efecto beneficioso sobre la Psiquia­
cas de la histeria. (Sin embargo, la famo­ venes, no cronificados, con un adecuado tría al descubrir al individuo, y no la
Junto al intento de creación de una sa Anna O. nunca fue absolutamente contacto con la realidad, motivados y enfermedad, como el objeto de atención
fisiopatología de la psicopatología, el curada sino que su estado tuvo una una buena inteligencia (Freud, 1905). y, además, permitir modelos más ambi­
tratamiento hospitalario sigue sin ape­ evolución crónica y además, dependió guos en la delimitación de la salud y la
nas variaciones. A finales del siglo XIX de la morfina para aliviar sus síntomas enfermedad, algo de lo que la Psicopato­
se acrecienta una sensación general de —Ellenberg, 1972.) Más tarde, en 1899. EL SIGLO XX logía actual se ha hecho eco (Claridge,
nihilismo terapéutico hospitalario y de Freud advierte que puede obtener efec­ 1985).
ahí surge el fermento para la aparición tos terapéuticos sin tener que recurrir a El siglo XX se caracteriza por una Sin embargo, el gigantesco esquema
de teorías psicológicas alternativas. En la hipnosis, alegando además que ésta es «explosión» (cf DieckhóíTer, 1984) de interpretativo freudiano se efectúa me­
este contexto, por ejemplo, aparece en una técnica eficaz sólo en un porcentaje áreas de estudio, modelos, escuelas y diante unas bases teóricas rudimentarias
esta época una ardiente defensa de la pequeño de pacientes. Según Freud, la técnicas, dentro de la Psicopatología. del funcionamiento psicológico humano.
hipnosis como herramienta terapéutica. catarsis, supuestamente el elemento acti­ Aunque aún falta perspectiva histórica De ahí que Freud y sus seguidores (has­
Uno de los antecedentes inmediatos vo de la terapia, puede obtenerse a tra­ para efectuar una revisión ordenada y ta la actualidad) tengan que efectuar
del origen de un enfoque psicológico vés de métodos exclusivamente verbales kuhniana de cómo se ha ido estudiando continuamente auténticos «tour de for­
integral de las alteraciones psicopatoló- mientras el paciente se halla en un esta­ la conducta anormal a lo largo de nues­ cé» para acomodar los hechos a un
gicas, es Jean Martin-Charcot (1825- do de consciencia normal. tro siglo, creemos que se pueden señalar esquema que pretende ser omniexplacati­
1893), eminente neurólogo francés, y di­ La obra de Freud tiene una gran una serie de hitos y tendencias muchas vo. Quizás el mayor problema epistemo­
rector médico de una sección de la Sapé- importancia pues se erige como un mo­ de las cuales aún subsisten y se super­ lógico del psicoanálisis resida no tanto
triere, quien manifiesta gran interés por delo explicativo exclusivamente psicoló­ ponen en el tiempo. en el problema de la imposibilidad de
los fenómenos histéricos. Estos fenóme­ gico para explicar lo psicopatológico, someter a prueba sus presupuestos (fal-
nos psicopatológicos han tenido una inaugurando así una nueva vía de estu­ sabilidad), sino en el problema de la
gran importancia en el desarrollo histó­ dio sistemático de la Psicopatología Escuelas psicoanalíticas enorme abstracción de los datos que
rico de la Psicopatología pues básica­ (véase López Piñero y Morales, 1968). A maneja y las rocambolescas interpreta­
mente se definen como alteraciones físi­ pesar de esto, como es bien sabido. Esta teoría psicológica y práctica tera­ ciones que ofrece para los mismos (Wol-
cas (por ejemplo, anestesias) en las que Freud, es deudor de su tiempo y, en péutica tiene, de la mano de Freud, una pe y Rachman, 1960).
no se encuentra ningún tipo de altera­ consecuencia, en la definición de sus etapa de vigoroso crecimiento durante No expondremos en este apartado,
ción neurológica, lo que se presta muy conceptos psicológicos emplea esquemas las tres primeras décadas de nuestro evidentemente, la estructura explicativa
bien, como ha señalado agudamente To- biologistas y fisicalistas (Price, 1981; To- siglo. Partiendo de presupuestos neuro- del psicoanálisis freudiano (véase el Ca-
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pitillo 14. No obstante, es importante Rachman, 1960, y Schatzman, 1973, res­ Schneider y finalmente Bumke) rechazan éste se ve confrontado de un modo más
resaltar la importancia de Freud por la pectivamente). virulentamente tanto el importante pa­ directo con el problema de su ser.
decidida «psicologización» de las altera­ Es bien sabido que el psicoanálisis se pel dado por el psicoanálisis al incons­ Como puede apreciarse, la escuela fe-
ciones psicológicas y el desarrollo de un ha fragmentado en multitud de escuelas ciente como la concepción estructural nomenológica hunde sus raíces de un
sistema de terapia verbal para resolver y orientaciones, desde tendencias socio- tripartita de la personalidad (Yo, Ello y modo profundo no sólo en la Filosofía
los conflictos subyacentes a las alteracio­ logistas (Fromm, Horney, Sullivan) o Superyó). fenomenológica sino también en el exis-
nes. En este sentido, también es impor­ basadas más en el individuo consciente y Si bien en Psicología su influencia ha tencialismo. Sin embargo, alejada volun­
tante señalar la importancia de Freud al propositivo (A. Freud, Adler), hasta ple­ sido escasa, el panorama psiquiátrico en tariamente del positivismo, la fenomeno­
romper con la tendencia manicomial al namente filosóficas (Jung, Lacan) Europa ha estado casi dominado por la logía supuso el anclaje en un descripti-
desplazar de esta institución a una rela­ —véanse Mora, 1982 y Poch, 1980. Por escuela jasperiana, y España no fue una vismo vacío, acientifico, y subjetivista.
ción individual médico-paciente el locus otro lado, como queda claro en el relato excepción (Dieckhófer, 1984; González Así, por ejemplo, la conocida distinción
terapéutico (A)varez Uría, 1983, págs. hagiográfico de Ernest Jones (1953) so­ de Pablo, 1987), sino en cierto modo, su de Jaspers entre procesos y desarrollos se
328 y ss.). bre la vida de Freud, el carácter axiomá­ epígono más grotesco. Los manuales es­ basa fundamentalmente en la «compren­
La teoría psicoanalítica de Freud se tico del psicoanálisis hace que estas esci­ pañoles de Psiquiatría desde los años sibilidad» o no de la patología del pa­
asienta en la descripción de los casos siones se efectúen a través de fuertes cincuenta hasta los setenta (Jorda, 1986) ciente por parte del observador.
clínicos que el autor relata en su prolífi- pugnas personales entre su creador y los están plagados de una orientación feno- Evidentemente estos esquemas de
ca obra. Clare (1985) ha efectuado un heterodoxos «disidentes». menológica, hueca, artificial y en la ma­ aproximación al estudio de la conducta
fascinante análisis de estos casos, po­ En todo caso, a pesar de su más que yor parte de los casos ininteligible. Por anormal transgreden los fundamentos
niendo de manifiesto que de los seis dudoso carácter científico (Grünbaum. el contrario, la fenomenología apenas ha epistemológicos básicos de la construc­
únicos grandes casos que Freud descri­ 1984, 1986), hasta los años cincuenta el tenido impacto en los paises anglosajo­ ción científica y, en nuestra opinión, a
be, o bien el resultado terapéutico fue psicoanálisis dominó el panorama psi­ nes, en los que o bien el psicoanálisis y pesar de su aparente riqueza clínica, la
pobre o incluso nulo a pesar de lo que el quiátrico, y aún hoy día tiene una enor­ sus sucesivas escuelas, la psiquiatría so­ fenomenología psicopatológica ha su­
propio Freud afirmó en su momento me importancia, no tanto en la investi­ cial, o bien la tradición positivista ger­ puesto un lastre en el desarrollo científi­
(por ejemplo, el caso Dora, o el Hombre gación institucional como en la práctica minaron con gran vigor. De un modo co de la disciplina. Desde los años sesen­
de los Lobos) o bien jamás fueron vistos terapéutica privada. De hecho, como se algo más edulcorado, principalmente en ta, sin embargo, su influencia en la Psi­
directamente por él (como el caso del ha puesto de manifiesto en la confección Estados Unidos las escuelas humanísti­ quiatría se ha ido difuminando debido al
pequeño Hans, y el juez Schreber). To­ del sistema diagnóstico de la American cas —Rollo May, Maslow, Rogers—, empuje de las investigaciones biológicas.
dos estos sesgos sistemáticos en la obser­ Psychiatric Association (DSM-III) el integran conceptos existenciales y feno-
vación e interpretación freudiana de los «lobby» psicoanalítico tiene aún una in­ menológicos.
casos clínicos presentados es lo que lleva fluencia política considerable (Bayer y Para los fenomenólogos, la esencia de Descubrimiento de los
a muchos psicólogos a considerar sus Spitzer, 1985) y, además, tiene incom­ la existencia es algo que en último térmi­ psicofármacos
escritos como un ejemplo de buena lite­ prensibles resistencias a que profesiona­ no no es apresable por el observador. La
ratura (Marcus, 1981; 1984; Masson, les no médicos ingresen en los institutos experimentación se considera epidérmi­ Desde tiempos remotos los hombres
1984). El propio Hombre de los Lobos, psicoanalíticos (véase Paniagua, 1987). ca, un método superficial incapaz de han intentado modificar sus emociones y
sesenta años después de su experiencia apresar los significados más auténticos sus conductas mediante la ingesta de
de análisis con Freud, se queja de lo de la experiencia. De ahí que el modo de sustancias (Escohotado, 1989). Sin em­
infructuoso de su tratamiento (Obholzer, aproximación al conocimiento de tal sig­ bargo, hasta la década de los cincuenta
Escuelas fenomenológicas
1982; Zimmer, 1988) y rebate las inter­ nificado sea la empatia y la comprensión, no se descubrieron psicofármacos que,
pretaciones que, displicentemente, ofre­ dejando de lado los aspectos circunstan­ de modo específico, pudieran controlar
cía Freud mientras dibujaba. Casos co­ Desde que en 1912, Jaspers publica la ciales y anecdóticos de la conducta del conductas o estados psicopatoíógicos.
mo el del pequeño Hans, sobre el que primera edición de su Allgemeine sujeto. El método fenomenología) ten­ Este descubrimiento tuvo un impacto
basa su teoría del origen de las fobias, Psychopathologie, en abierta reacción dría el objetivo de descubrir la cosa-en- enorme en la transformación de la asis­
como el del juez Schreber, en el que basa contra el psicoanálisis, la fenomenología sí, de objetivar la realidad en su sentido tencia psiquiátrica.
su teoría de la conexión de la paranoia y ha tenido una profunda influencia du­ más profundo. La importancia de estu­ En el marco hospitalario, la situación
la homosexualidad, han recibido agudas rante casi medio siglo. Jaspers, y toda la diar lo psicopatológico residiría en que, de «nihilismo terapéutico» apenas había
y contundentes críticas (véase Wolpe y escuela de Heidelberg (Mayer-Gross, K. al desgarrar la existencia del hombre, cambiado hasta entonces. Junto a la
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HISTORIA DE LA PSICOPATOLOGIA 441
440

psicoterapia de «apoyo» —un nombre mente durante los últimos años (Kiesler, química y biología molecular, y en nue­ rios diagnósticos más o menos precisos
bajo el que las más de las veces se 1982b). vas tecnología médicas (por ejemplo, para formular categorías diagnósticas.
disfraza la inacción—, se ofrecían algu­ En el área de las depresiones, se había TAC, resonancia nuclear magnética, de­ Esta nueva «oleada» diagnóstica ha
nos tratamientos biológicos radicales, intentado sin éxito el empleo de las terminaciones plasmáticas, etc.). Asimis­ permitido el auge de la epidemiología
muchos de ellos descubiertos en la déca­ anfetaminas la década de los treinta; sin mo, tampoco la situación política neoli­ psiquiátrica. La posibilidad de disponer
da de los treinta: psicocirugía (Egas Mo- embargo, en 1957 Kuhn demostró la beral de los ochenta parece ajena al de instrumentos diagnósticos pioneros
niz), comas insulínicos (Manfred Sakel, eficacia de tricíclicos como la imiprami- énfasis en lo biológico pues los fondos de una fiabilidad y validez razonables ha
1933), convulsiones con cardiazol (Von na, y Kline también en ese año compro­ de investigación para investigaciones permitido iniciar en los años ochenta
Meduna, 1934) y electrochoques (Ugo bó una mejoría de la depresión con la psicosociales se han reducido considera­ ambiciosos proyectos epidemiológicos.
Cerletti, 1938). Sin embargo, las esperan­ iproniacida (un IMAO) —Colé y Davis blemente desde principios de la década Aunque siempre es conflictiva la defini­
zas suscitadas por estos tratamientos (1982a). En 1949, Cade descubre que las de los setenta. ción de lo que constituye un «caso»
pronto se vieron defraudadas por sus salas de litio son eficaces para modular Sin embargo, seria injusto ignorar que psicopatológico en estudios epidemioló­
limitaciones en el espectro de problemas las psicosis maníaco-depresivas, si bien a lo largo de los años setenta y los gicos (Skodol y Shrout, 1988), es induda­
al que eran aplicables, por los efectos comenzaron a emplearse sistemática­ ochenta, junto a este auge de la investi­ ble que el disponer de criterios explícitos
laterales indeseables que producían y, en mente en la década de los setenta. gación biológica también han comenza­ de clasificación como los del DSM-1I1 y
último término, por su escasa eficacia Por último, los tranquilizantes meno­ do a tener un considerable impacto una el DSM-III-R, ha abierto la posibilidad
terapéutica (Kalinowski, 1982; Valens- res y los somníferos, empleados masiva­ serie de modelos explicativos más holís- de indagar más objetivamente sobre las
tein, 1985). mente desde los años sesenta para el ticos como, por ejemplo, los modelos de tasas de prevalencia de diversas altera­
La situación cambió a partir de los tratamiento de los estados de ansiedad e vulnerabilidad, que conjugan tanto ele­ ciones psicopatológicas a través de son­
años cincuenta con el uso de los anti- insomnio, constituyen los psicofármacos mentos biológicos como psicológicos deos en la población general (por ejem­
para explicar el desarrollo y manteni­ plo, Eaton y Kessier, 1985).
psicóticos y los antidepresivos. El descu­ más extendidos. Aproximadamente dos
brimiento casual de la clorpromazina tercios de todo el consumo de los fárma­ miento de problemas como la esquizo­
por Deniker, Laborit y Delay en 1953, cos psicotrópicos se inscriben dentro de frenia o la depresión (Perris, 1987;
abrió un campo crucial para el trata­ esta categoría. Su uso es tan intenso que Ochoa y Vázquez, 1989). Psicología y Psicopatología
miento farmacológico de la esquizofre­ por ejemplo, en Estados Unidos, se esti­
ma que a una de cada cinco personas se El estudio de la Psicopatología desde
nia. En efecto, el hallazgo de los neuro-
le prescribe alguno de estos fármacos a Clasificación y descripción la Psicología ha sufrido todas las con­
lépticos, por su capacidad de reducción
lo largo del año. No cabe duda de que vulsiones epistemológicas que la propia
de la sintomatología psicótica, jugó un
esta invasión farmacológica, prescrita El hallazgo durante la década de los Psicología ha contemplado desde finales
papel esencial en la promoción de la
desinstitucionalización psiquiátrica que fundamentalmente por médicos no psi­ sesenta y los setenta de psicofármacos del siglo pasado. Así, los paradigmas
quiatras, constituye un problema iatro- con un grado de efectividad razonable predominantes de cada época han mo­
tuvo lugar a partir de Ja década de los
génico en nuestros días no sólo por sus transformó el interés por las taxono­ delado la investigación psicopatológica.
sesenta. De hecho, era el primer fármaco
potenciales efectos de dependencia sino mías. Hasta entonces la clasificación de Desde el punto de vista de la cons­
eficaz en reducir las sintomatología psi­
por los frecuentes estados de «toxicidad las alteraciones psicopatológicas real­ trucción teórica de la Psicopatología, no
cótica, (alucinaciones, delirios, etc.) de la
mente no tenía un interés crucial pues el cabe duda que la influencia del conduc-
esquizofrenia. conductual» que pueden suscitar (Colé y
arsenal terapéutico estaba muy limitado tismo ha sido grande. La contribución
La tendencia ascendente de hospitali­ Davis, 1982b).
(Zubin, 1972). Dentro del esquema médi­ más importante de las orientaciones
zaciones se frenó desde 1956 y comenzó Durante los años sesenta y setenta ha
co tradicional, se supone que el diagnós­ conductuales ha sido, desde los estudios
a disminuir progresivamente. De habido una amplia corriente biologista
tico conlleva un tratamiento específico y de Pavlov (1848-1936) sobre las neurosis
558.000 pacientes residentes en los hos­ en la investigación psiquiátrica que ha
de aquí proviene el renovado énfasis por experimentales, el intento continuado
pitales estatales en 1955, se pasó a llevado, en muchas ocasiones a formula­
los esquemas clasificatorios en nuestra por modelar alteraciones psicopatológi­
425.000 en 1967 (Davis y Colé, 1982). ciones reduccionistas sobre la conducta
década. Actualmente somos espectado­ cas —síntomas o síndromes— bajo con­
No obstante, en contra de lo que habi­ anormal (Quintanilia, 1986). Esta ten­
res de privilegio de la segunda revolución diciones controladas de laboratorio
tualmente se afirma parece que el núme­ dencia en la docencia e investigación ha
en psiquiatría tras el descubrimiento de (Cosnier, 1975; Maser y Seligman, 1983).
ro de hospitalizaciones —sea en institu­ estado sin duda favorecida no sólo por
Jos psicofármacos. Esta revolución con­ Estos modelos han utilizado técnicas
ciones psiquiátricas o no— por proble­ el hallazgo y empleo de los fármacos,
siste, en definitiva, en el empleo de crite­ de condicionamiento clásico, operante, o
mas psícopatológicos ha crecido lineal­ sino por los indudables avances en bio-
442 PSICOLOGIA MEDICA, PSICO PATO LOGIA, Y PSIQUIATRIA HISTORIA OE LA PSICOPATOLOGIA 443

incluso aproximaciones etológicas (por ciones que la teoría y la práctica psicoló­ cionalizadora del tratamiento psiquiátri­ no se basó tanto en presupuestos cientí­
ejemplo, Harlow) para producir un am­ gica han tenido a lo largo de nuestro co y psicológico. Bajo la administración ficos (por ejemplo, el hallazgo de una
plio espectro de conductas anómalas in­ siglo (véase, por ejemplo, Mora 1982; Kennedy se aprueba finalmente una ley mayor eficacia de los centros de día que
ducidas experimentalmente. La creación Ellenberg, 1974). Si en el ámbito de la en 1963 (Community Mental Health el tratamiento hospitalario habitual) co­
de estos modelos ha tenido un papel teoría se puede efectuar una lectura más Law) mediante la que se obliga a la mo en una serie de factores sociales y
importante en Psicopatología para iden­ o menos clara de la sustitución de un creación de Centros de Salud Comunita­ políticos (Bynum y otros, 1985). Así, por
tificar elementos causales y proporcionar gran paradigma (el conductual) por otro ria en todos los estados de Estados Uni­ ejemplo, la asistencia psiquiátrica en Es­
esquemas explicativos etiológicos. (el cognitivo), la praxis de la Psicología dos. tados Unidos presentaba cifras récord
En el ámbito de la Psicología Clínica, se caracteriza por la dispersión y la El movimiento comunitario hunde sus de hospitalización en los años cincuenta
la terapia de conducta, desde los años simultaneidad de escuelas y orientacio­ raíces en la imposibilidad material de —más de quinientos mil pacientes ingre­
cincuenta (véase Kazdin, 1983 y el Capí­ nes diversas. ofrecer servicios asistenciales tradiciona­ sados— y, además, estaba centrada en
tulo 40), ha modificado notablemente el les al 15-20 por 100 de la población que su mayor parte en los asilos construidos
arsenal terapéutico que la Psicología manifiesta alteraciones psicopatológicas hace ciento cincuenta años, lo que supo­
ofrece para aliviar una diversidad de Movimientos comunitarios tan diversas como alcoholismo, depre­ nía un difícil y costoso mantenimiento y
problemas psicopatológicos. A pesar de sión, ansiedad y esquizofrenias (Albee, remodelación (Scull, 1977). No obstante,
la contrastada eficacia terapéutica de Durante la década de los cincuenta, el 1982). El costo anual de este tipo de en clara paradoja con la nueva política
este enfoque, a veces se le ha criticado Estado de bienestar comenzó a tomar asistencia, en Estados Unidos, es asistencial comunitaria, más del 70 por
que los supuestos etiológicos en que se un papel decididamente activo en la pro­ superior al de las enfermedades cardio­ 100 del presupuesto para salud mental
basa la intervención son algo endebles moción de servicios asistenciales en mu­ vasculares y el cáncer (Paniagua, 1987). se sigue empleando en la hospitalización
(por ejemplo, Marks, 1983). chos países occidentales. En Estados Para dar respuesta a la necesidad de (Kiesler, 1982b).
Desde los años sesenta —debido a la Unidos, por ejemplo, se creó la Veteran atender a estas personas, la Psicología En cualquier caso, la Psiquiatría y
confluencia de la computación y la psi- Administration para cubrir la asistencia Comunitaria enfatiza de modo especial Psicología Comunitarias intentan plan­
colingüística (Gardner, 1987), se hizo pa­ a los combatientes de la II Guerra Mun­ no sólo una política de prevención ter­ tear una concepción más global de la
tente que el armazón conductual tradi­ dial, con secciones especiales para las ciaria a través de centros de día y cen­ conducta humana, lejos de las perspecti­
cional resultaba insuficiente para dar alteraciones mentales. tros de salud, sino sobre todo una políti­ vas centradas exclusivamente en el indi­
cuenta de los procesos superiores tenien­ Asimismo, durante la década de los ca de prevención primaria. Así, en Esta­ viduo. Así, por ejemplo, la preocupación
do en cuenta, además, que estos son un sesenta, comenzó a aflorar una intensa dos Unidos, la población tratada en cen­ con la contaminación, estilos de vida,
ingrediente necesario para explicar no preocupación por las variables sociales tros de día se multiplicó por más de diez: hábitos de salud, etc., ha suscitado la
sólo el funcionamiento psicológico de en la génesis y/o mantenimiento de las de unas 400.000 personas en 1955 a 4.6 necesidad de tratamientos y técnicas de
los humanos sino su propia conducta. El alteraciones mentales. Una de las pie­ millones en 1975 (Kiesler, 1982b). prevención que abarquen un ámbito no
estudio científico de estos procesos men­ dras angulares de este interés por los En Europa se observa un movimiento sólo individual sino social (Phares,
tales es lo que se denomina Psicología aspectos sociales de la Psicopatología desinstitucionalizador semejante con 1984). Aunque la orientación comunita­
Cognitiva y su convergencia con la Psi- fue el clásico estudio Social class and contenidos más políticos. Los antipsi­ ria es importante por el enfoque social
copatología promete ser muy fructífera mental illness de Hollinghead y Redlich quiatras (Laing, Cooper, Basaglia...) pro­ que efectúa del tratamiento y la preven­
(por ejemplo, Williams y otros, 1988). (1958) en el que se puso de manifiesto la mueven un movimiento crítico hacia la ción, creemos que tiene un papel más
Es probable que la vía más importan­ relación existente entre clase social, tipo política hospitalaria psiquiátrica. Aun­ bien irrelevante en cuanto a la investiga­
te de construcción teórica en la Psicopa­ de alteración mental, y tipo de trata­ que el movimiento antipsiquiátrico se ha ción etiológica en Psicopatología.
tología en las próximas décadas lo cons­ miento recibido. ido difuminando. su impacto sobre la A finales de los años sesenta comenza­
tituya las Neurociencias (Gardner, Pero sin duda el elemento catalizador política dedesinstiiucionalización llevada ron a efectuarse recortes sustanciales en
1987). De hecho, la confluencia entre la de esta orientación social, fue la publica­ a cabo desde los años setenta ha sido los presupuestos estatales para asuntos
Psicología Cognitiva y los estudios neu- ción en 1961, con el apoyo del NIMH, grande (González Duro, 1987). sociales y la política de asistencia comu­
roflsiológicos comienza a proporcionar de un completo estudio (Action for Sin embargo, en la génesis de estos nitaria se resintió gravemente. Así, por
estrategias y datos conjuntos de investi­ Mental Health) sobre la política y nece­ movimientos comunitarios no sólo hay ejemplo, de los 2000 centros de salud
gación impensables hace unos años sidades asistenciales de Estados Unidos razones ideológicas y liberaiizadoras. En comunitarios planeados en Estados Uni­
(Vázquez y Ochoa, 1989). (Levine, 1982). En este estudio se propo­ efecto, conviene tener en cuenta que la dos sólo se construyeron unos 700 (Pha­
Sería tedioso describir las diversifica­ nía una filosofía comunitaria y desinstitu- necesidad de la orientación comunitaria res, 1984; Kiesler, 1982b) y se privó de
444 PSICOLOGIA MEDICA. PSICOPATOLOGIA. Y PSIQUIATRIA HISTORIA OE LA PS ICO PATO LOGIA 445

centros de acogida a muchas personas ductual intervienen necesariamente ele­ Claridge, G,: The ongins of mental illness, Esptnosa, J.: «Ideología de la ilustración en
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reales de la política de desinstitucionali- K a plan y B. J. Sadock (eds.), Tratado de Foucault, M.: Historia de la locura en la
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430.000 camas hospitalarias psiquiátri­ tipos de conducta anormal es quizás una menores, sedantes, e hipnóticos», en: A M. Historia de la revolución cognitiva, Paidos,
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siendo además más cara y más coerciti­ Bayer, S. J. y Spitzer, R. L.: «Neurosis, tock, Nueva York. 1985a. llón y G. L. Klerman (eds.), Contemporay
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