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SOLUCIONARIO

TIEMPO NARRATIVO
Explica en los siguientes textos el tratamiento del tiempo narrativo.

TEXTO 1

Mientras Macondo celebraba la reconquista de los recuerdos, José Arcadio Buendía y


Melquíades le sacudieron el polvo a su vieja amistad. El gitano iba dispuesto a quedarse
en el pueblo. Había estado en la muerte, en efecto, pero había regresado porque no
pudo soportar la soledad. Repudiado por su tribu [...] decidió refugiarse en aquel rincón
del mundo todavía no descubierto por la muerte, dedicado a la explotación de un
laboratorio de daguerrotipia. José Arcadio Buendía [...] cuando se vio a sí mismo y a
toda su familia plasmados en una edad eterna sobre una lámina de metal tornasol, se
quedó mudo de estupor.

CIEN AÑOS DE SOLEDAD. GARCÍA MÁRQUEZ.

TEXTO 2

El mar entero era un gemido y una ráfaga y volantes de olas y yo atrapado y arrojado, y
atrapado, escupido y engullido y abrazado a mi tablón. Todo estaba negro, el mar y la
noche, y el Cristina hundido, y los gritos de los que morían en el agua ya no se
escuchaban [...] y entonces, con todas aquellas nubes encima, me sentí chupado hasta
muy adentro, más adentro que las otras veces. Descendía, entre remolinos y peces
alarmados que me rozaban las mejillas [...] y cuando el agua se calmó y fue bajando
poco a poco, la cola de un pescado más grande que los demás me golpeó en la pierna
[...] Cuando intenté levantarme para andar por el suelo, resbalaba, y aunque ya me
figuraba dónde estaba, preferí no pensar, pues me acordé de lo que mi madre me había
dicho en su lecho de muerte. Yo estaba a su lado, muy triste, y mi madre, que se
ahogaba, tuvo fuerzas para levantarse de medio cuerpo para arriba y con el brazo largo,
largo y seco como un mango de escoba, me pegó un tremendo guantazo y me gritó
aunque apenas se la entendía: !no pienses! Y murió.

Me agaché para tocar el suelo con las manos. Estaba resbaloso [...]

MI CRISTINA. MERCÉ RODOREDA.

TEXTO 3

Era la hora en que los niños juegan en las calles de todos los pueblos, llenando con sus
gritos la tarde. Cuando aún las paredes negras reflejan la luz amarilla del sol.

Al menos eso había visto en Sayula, todavía ayer a esta misma hora. Y había visto
UNIDAD 1. La narración.

también el vuelo de las palomas rompiendo el aire quieto, sacudiendo sus alas como si
se desprendieran del día. Volaban y caían sobre los tejados, mientras los gritos de los
niños revoloteaban y parecian teñirse de azul en el cielo del atardecer.

Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras
redondas con que estaban empedradas las calles.

PEDRO PÁRAMO. JUAN RULFO.

1
TEXTO 4

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía


había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a
la orilla de un río de aguas claras y diáfanas que se precipitaba por un lecho de piedras
pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. [...]

CIEN AÑOS DE SOLEDAD. GARCÍA MÁRQUEZ.

TEXTO 5

Melquíades [...] era un hombre lúgubre, envuelto en un aura triste, con una mirada
asiática que parecía conocer el otro lado de las cosas. Usaba un sombrero grande y
negro, como las alas extendidas de un cuervo, y un chaleco de terciopelo patinado por
el verdín de los siglos. Pero a pesar de su inmensa sabiduría y de su ámbito misterioso,
tenía un peso humano, una condición terrestre que lo mantenía enredado en los
minúsculos problemas de la vida cotidiana. Se quejaba de dolencias de viejo, sufría por
los más insignificantes percances económicos y había dejado de reír desde hacía
mucho tiempo, porque el escorbuto le había arrancado los dientes. El sofocante
mediodía en que reveló sus secretos, José Arcadio Buendía tuvo la certidumbre de que
aquel era el principio de una grande amistad. Los niños se asombraron con sus relatos
fantásticos. Aureliano, que no tenía entonces más de cinco años, había de recordarlo
por el resto de su vida como lo vio aquella tarde, sentado contra la claridad metálica y
reverberante de la ventana, alumbrando con su profunda voz de órgano los territorios
más oscuros de la imaginación [...]

CIEN AÑOS DE SOLEDAD. GARCÍA MÁRQUEZ.

TEXTO 1: hay una anacronía al producirse una analepsis (se interrumpe la línea temporal
de la narración para explicar hechos del pasado) pues el el narrador, Gabriel García Márquez,
interrumpe una escena que tine lugar en Macondo, el pueblo de los protagonistas, para
explicar dónde había estado Melquíades, el amigo que les ha venido a visitar.
"Había estado en la muerte, en efecto, pero había regresado..."

TEXTO 2: Ídem anterior. Anacronía, analepsis. El narrador (en este texto el protagonista) recuerda lo qu
le había dicho su madre: "Me acordé de lo que mi madre me había dicho en su lecho de muerte..."

TEXTO 3: Ídem anterior. Anacronía, analepsis. El narrador que está explicando cómo se encontró
en un pueblo llamado Comala, interrumpe la escena para explicar dónde había estado el día antes:
"Al menos eso había visto en Saluya, todavía ayer a esta misma hora, Y había visto también...

TEXTO 4: anacronía, prolepsis (se interrumpe la línea temporal de la narración para explicar un
UNIDAD 1. La narración.

hecho del futuro: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano
Buendía había de recordar aquella tarde remota..."

TEXTO 5: Ídem anterior. Anacronía, prolepsis: "Aureliano (...) había de recordarlo por el resto
de su vida..."

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