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Criticas u objeciones:
El autor cree que una “pregunta mala” para definir el objetivo de una iglesia es, por
ejemplo: “¿A quién queremos alcanzar?”. Se cree que es una pregunta demasiado
elitista ya que la Biblia dice en 2 Pedro 3:9 que Dios “no quiere que nadie perezca, sino
que todos procedan al arrepentimiento”. Ante esta aserción, paso a compartir mi
objeción:
Creo que una iglesia debe pensar a quién quiere alcanzar, no en un sentido
peyorativo o como lo percibe el autor, elitista; sino más bien considerando las distintas
realidades sociales, problemas, e inclinaciones pecaminosas de los individuos. Por
ejemplo, si en mi localidad hay una proliferación de jóvenes adictos a las drogas,
entonces debo crear un plan y estrategia para ganarlos. Tal vez se pueda abrir un
ministerio con hermanos capacitados que hayan sido liberados de eso, y que les
ministren y les ayuden a superar ese vicio. También, si en mi distrito hay muchas
familias disfuncionales y aún los matrimonios de la iglesia pasan por numerosas crisis,
entonces tal vez se deba compartir seminarios, conferencias o escuelas para padres, a
manera de Coffe Break.
La Biblia nos muestra ejemplos de gente que sería alcanzada por determinados
apóstoles. Pablo fue llamado con el objetivo de alcanzar a los gentiles; Pedro, debía
ganar a los gentiles para Cristo; el objetivo de Santiago eran los judíos perseguidos;
incluso Jonás tenía que alcanzar al pueblo de Nínive. En consecuencia, creo que la
pregunta “¿A quién queremos alcanzar?” resulta válida y coopera para conseguir un
objetivo sólido y bíblico.
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