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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria


Universidad Nacional Experimental de la Gran Caracas
Sede: Altagracia
Cátedra: Identidad Nacional, Cultural y Política
Sección: AL-32900-C00
Alumna: Laura Castellanos
C.I.: V-19.103.875

ENSAYO

Desde los tiempos más remotos la Humanidad ha celebrado con fiestas alegóricas el
cambio de las estaciones, y de modo especial los dos solsticios: el de estío,
21 de junio, y el de invierno, 21 de diciembre. La fiesta de San Juan coincide con el primero de
éstos. Es la tercera noche del verano, cuando el sol en su marcha ascendente llega a la máxima
latitud, al trópico de Cáncer; cuando tienen lugar los días más largos del año y las noches más
cortas. Tiempo de plenitud, de preñez de la tierra, de esplendor en los campos. Según el
Calendario Zaragozano, en estos días de cielo alto y azul "predominará un temporal apacible,
durante el cual el calor irá aumentando paulatinamente sin llegar a ser excesivo''. No es, pues,
extraño que en esta época todos los pueblos hayan sentido la necesidad de celebrar el triunfo
de la Naturaleza al aire libre y colectivamente, mediante ritos, ceremonias y símbolos
idénticos, en los que se ven rastros de un antiguo culto solar. El cristianismo transformó la
paganía de estas fiestas estableciendo por los mismos días la fiesta de la Natividad de San Juan
el Bautista. En vez de proscribir todas las observancias del culto pagano "lo que hizo fue
apropiárselas y santificar aquéllas que no implicaban atentado a los dogmas y tradiciones de la
Iglesia". Así lo explica el arqueólogo francés G. A. Breuil. San Agustín decía en uno de sus
Sermones: "Nosotros solemnizamos este día, no como los infieles a causa del Sol, sino a causa
del que ha hecho el Sol". Desde entonces, la festividad del Precursor es una de las más clásicas
y famosas de la tradición cristiana, la de mayor arraigo popular, la más copiosa en
manifestaciones folklóricas. El fuego, el agua y los vegetales constituyen el material de los ritos
aldeanos, a través de los cuales aparece palpablemente el viejo espíritu de la magia.

El día 23 a las doce del mediodía, el repicar de las campanas de la iglesia, el estallido de
los cohetes y el toque del tambor mina que se instala en la Plaza Bolívar del pueblo, anuncian
el inicio de la celebración de San Juan. Con el altar preparado en la Casa de la Cultura, en horas
de la tarde sacan a San Juan de su casa sobre las andas, y en compañía de todo el pueblo es
trasladado es este lugar en donde se celebrará la Nochebuena y, por ende, su velorio. Desde la
llegada de San Juan a su altar cientos de curieperos se van acercando progresivamente a la
imagen a ofrecerles sus oraciones, agradecerle sus dones y entregarle sus ofrendas. Desde
hace pocos años se ha vuelto tradición ofrecerle a San Juan una o varias tortas para su
cumpleaños como parte del pago de promesas. Estas deben ser mordidas sin ser picadas, a las
12 de la noche, luego de que el pueblo en pleno se reúna frente al altar a cantarle cumpleaños
al santo al ritmo del Culo e' Puya. En horas de la mañana, San Juan es devuelto a su casa (de la
familia encargada por generaciones de cuidarlo) para ser cambiado de ropa y prepararlo tanto
a él como a sus andas para la misa que se celebrará a las doce del mediodía en su nombre.
Mientras el santo es preparado, durante la mañana los curieperos se acercan a bañarse al río
del pueblo para purificarse y recibir las bendiciones de San Juan, bajo la creencia de que ese
día las aguas están benditas. A las doce del mediodía los curieperos en la iglesia, o en sus
alrededores, escuchan la misa en honor a San Juan, que se distingue de cualquier otra por
poseer un coro de voces negras que entonan cantos eclesiásticos al ritmo del culo e puya, el
quitiplás, el malembe y otros ritmos afros que son tocados durante la ceremonia. Al abandonar
la iglesia, San Juan es trasladado hasta la casa de la familia Alvarado, en manos de quienes está
la organización de su velada desde hace más de 30 años. Esta familia recibe en su casa tanto al
santo como a todos los curieperos, a quienes atienden con comidas, bebidas y presentes
gratuitos durante todo el día del 24 como parte de un pago de promesa que alguna vez le
hicieran al santo. Esa misma noche San Juan es llevado nuevamente a la Casa de la Cultura del
pueblo, en donde continúan sonando los cueros del culo e puya, mientras que en la plaza
central se concentran los curieperos que continúan bajo el ritmo de la mina y el curbata.
«Donde está el santo, está el culo e puya» dicen los curieperos, pues esta batería de tambores,
y la danza que se hace a partir de su ritmo son parte de la ofrenda al santo, que lo estarán
acompañando a lo largo de toda la celebración. El 24 de junio es el día más largo del año,
posterior al solsticio de verano, ese día en los estados centrales Aragua, Miranda, Vargas y
parte de Carabobo, entre otros muchos de nuestra Venezuela, se celebra una fiesta que reúne
infinidad de devotos, se trata de la Fiesta de San Juan Bautista, antigua tradición en la que se
realizan diferentes actos religiosos y culturales durante la medianoche, el amanecer y la noche
de la celebración. Se trata de la celebración del nacimiento del santo, (único santo junto con el
Niño Jesús al que se le celebra el nacimiento) y reúne quizás la mayor cantidad de creyentes y
devotos. Esta fiesta coincide con la entrada de las lluvias. La noche anterior, el 23, se dejan ver
los adornados altares que ocupa el santo y al ritmo de tambores se realiza el Velorio de San
Juan, la noche es larga y transcurre acompañada de licor y tambor. El 24 en la mañana, bien
temprano se prepara el santo para salir de la casa donde está guardado, sobre la cabeza o
brazos del que sea su guardián es llevado a la iglesia acompañados de devotos y seguidores a
recibir los honores de una solemne misa que una vez concluida marca de nuevo el comienzo
del repique de los tambores. Una procesión recorre el pueblo, el santo va recibiendo dádivas,
agradecimientos y reconocimientos, cada cierto tiempo la procesión se detiene y rinde a viva
voz homenaje a San Juan, los bailes al ritmo del tambor se dan en cada parada, los tambores
suenan fervientemente, en el baile el hombre acosa a la mujer y esta, entre ritmos eróticos y
provocadores se le escurre, todos llevan pañuelos de colores que agitan en todo el camino,
esta procesión de gente se dirige a la casa de donde salió el santo, allí se reúnen y continúan la
celebración entre fuegos artificiales, bebidas, tambores y bailes. En las costas aragüeñas los
pescadores de la zona se reúnen y sacan en una procesión marítima al Santo, los peñeros son
adornados y hacen un hermoso y colorido recorrido en honor a San Juan que culmina en
Ocumare De la Costa, allí se congregan todos los San Juanes acompañados de los grupos de
cada pueblo, esta celebración es llamada el encuentro de San Juanes. Estas fiestas son
acompañadas por los tambores, es música de golpe, con ritmo y por supuesto bailable, el
canto expresa la devoción al santo, las letras varían y generalmente son improvisaciones que
evocan la vida, la esperanza y el amor. Se utilizan diversos tipos de tambores, guaruras,
maracas y charrascas, la música va siempre acompañada de danza. La noche de San Juan es
mágica se cree que cortarse el pelo en una noche del 24 de junio le hará tener buena suerte y
verter un huevo en un vaso de agua le permitirá según la forma que tome observar el futuro.
Lleva una ramita de ruda detrás de la oreja lo protege. Las fiestas de San Juan son famosas,
plenas de magia y encanto, noche de tambores y baile, el santo es dueño del espacio, de sus
fieles y del alma de la fiesta, San Juan todo lo tiene...San Juan todo lo dá... La fiesta de San Juan
de Curiepe es una celebración afro descendiente que se realiza en el pueblo de Curiepe, en el
Estado Miranda en Venezuela. En esta se rinde veneración a la imagen de San Juan Bautista,
con una serie de rituales de música y danza que se realizan desde la medianoche del 23 hasta
la tarde del 25 de junio de cada año. San Juan es una de las festividades que reúne más
devotos a lo largo y ancho del país, siendo la manifestación de Curiepe una de las más
conocidas en la nación.

"Curieperos" celebrando San Juan.

La tarde del 25 la algarabía y el fervor inundan las calles de Curiepe, cuando el pueblo
en pleno se reúne en una procesión al ritmo de los cueros, que pasea al santo por las
principales calles del lugar. El momento cumbre del recorrido surge en el encuentro entre las
imágenes de San Juan Bautista y San Juan Congo, que recuerda los orígenes de la
manifestación. Durante el recorrido los pobladores demuestran la algarabía de la festividad
con el consumo de bebidas alcohólicas, lanzando caramelos y otros dulces como proyectiles e
incluso deteniéndose en las esquinas para bailar más libremente al santo. La procesión culmina
en una concentración popular frente a la iglesia del pueblo. En esta se realiza el encierro de
San Juan, en donde se «guarda» al santo representándose de esta manera el fin de la
celebración. El Encierro de San Juan es realmente un acto simbólico, pues una vez adentrado
en la iglesia, el Bautista es sacado de la misma por una de las puertas traseras y es llevado a
escondidas nuevamente hasta su casa. Durante la celebración de San Juan de Curiepe se
realizan dos tipos de bailes el que deviene del ritmo de la mina y el curbata; y el que se hace al
son de la batería de los tambores redondos. La mina y el curbata, se instalan generalmente en
la plaza central del pueblo y representan el lugar de gozo, júbilo y reunión comunal. Es por ello
que este tambor es menos exigente coreográficamente hablando, admite mayores libertades,
menos concentración y más desenfado. Inclusive es frente al mina en donde los no curieperos
suelen atreverse, en tal caso, a bailar un poco y parrandear. Generalmente se baila en una
hilera de personas que entrelazan sus brazos por las espaldas de sus compañeros y se
desplazan en grupo hacia adelante y hacia atrás. También lo bailan individualmente agitando
pañuelos al aire, y entonando los coros, en símbolo de alegría y festejo. Además de bailarse en
grupo, el baile de mina puede convertirse en una especie de disputa entre sexos. Hoy en día
observamos cómo cada uno busca llamar la atención del otro, y a su vez, ganarse e imponerse
sobre el contrario. El baile se realiza sin fatiga durante los tres días, en donde las bebidas
alcohólicas y la devoción son el motor de la manifestación. Pareja de bailadores de Culo e'
Puya. En oposición al desenfreno que puede generarse en la boca de la mina, se observa la
entereza, el respeto y la seriedad con la que los Curieperos bailan el culo e' puya. Y es que,
este baile sí se hace en homenaje a San Juan, incluso hay quienes se lo ofrecen como pago de
una promesa. No debemos olvidar que donde está el Santo, está el culo e' puya sonando.
Durante el baile, las parejas realizan desplazamientos semicirculares sin llegar a unirse, en
estos desplazamientos se mueven hacia adelante, hacia atrás o hacia los lados, haciendo el
mayor apoyo en uno de los pies y equilibrándose con el otro. La danza se realiza inclinando el
cuerpo hacia adelante hasta lograr un ángulo de casi 45° en donde los pies forman una línea
vertical y las caderas sobresalen para formar el vértice. Durante la danza la mujer adopta un
papel agresivo y el hombre el defensivo, en donde este último intenta esquivar las acometidas
de la dama. Si bien es cierto que en esencia este es el sentido de la danza, también lo es que
con el paso de los años estos bailes han ido modificándose en su ejecución. Los ángulos no son
tan pronunciados, y los movimientos suelen ser mucho más sugerentes que en épocas
pasadas. Sin embargo, algunas características se han mantenido a lo largo de los años.
Viniendo de un baile de esclavizados, se cuenta que para estas celebraciones a lo afros no se
les liberaba de sus grilletes; es por ello que, aunque se realicen algunos desplazamientos, este
baile tiene una marcación muy terrenal del paso base, en donde el pie se desliza por el suelo,
prácticamente sin llegar a levantarse de él. Durante los tres días consecutivos que dura la
fiesta los sanjuaneros celebran con toques de tambor para homenajear al santo. En Curiepe
son dos los ensambles que se arman para celebrar: La mina y el curbata, que tienden a
localizarse en la Plaza Bolívar del pueblo durante toda la manifestación. El mina es un tambor
cilíndrico de madera, de uno o dos metros de largo con sólo un parche o membrana sujeta con
cuerdas que se utilizan para templarlo. Este enorme tambose apoya sobre una horqueta
formada por dos palos cruzados de manera que la boca del membráfono queda a la altura de
la boca del hombre que le percute con dos palos de araguaney, llamados «laures» los ritmos
denominados: corrío, manotiao y campaniao. A esta percusión se superpone el constante
toque sobre el cuerpo del tambor, en manos de varios ayudantes que igualmente utilizan un
par de laures cada uno para ejecutar el toque conocido con el nombre de «pájaro capintero».
El curbata es más pequeño en comparación con el mina y posee tres patas en el mismo cuerpo
del instrumento, ambos son fabricados con madera de aguacate o guayabo. A los toques de
estos tambores grandes se incorpora la voz del solista que alterna con el coro, a lo que se
añade los silbatos de caracoles y cascabeleos de maracas. La batería de tambores redondos
denominados culo e' puya se compone de tres membráfonos pequeños, alargados y de poca
diferencia de tamaño entre ellos, todos constan de dos parches. El corrío o prima tiene un
sonido claro y agudo; el cruzao recibe este nombre porque cruza el sonido que emite la prima,
haciéndolo de forma invertida, mientras que el pujao rellena el sonido que emiten los otros
dos tambores. Estos instrumentos se percuten con la combinación de los laures y las manos
del ejecutor.

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