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INICIACIÓN A LA MUSICOTERAPIA

Unidad Didáctica Nº 1
I Orígenes y evolución de la Musicoterapia

A) Definición y Funciones de la Musicoterapia.

B) La figura del Musicoterapeuta.

Ejercicios de Repaso
I Orígenes y Evolución de la Musicoterapia

La música es posiblemente una de las Bellas Artes más difundidas y con mayor
capacidad de comunicación: la forma más antigua de expresión, que surge con la misma palabra
hablada, y una forma de terapia para el compositor, para el intérprete y para el oyente. La
música no sería tan importante si no arrastrara tras de sí estos elementos, llamémosles
“adicionales” (Naranjo, 1997).

La música tiene su origen en la búsqueda del lenguaje, esto es, en la necesidad de


comunicación. Hace 40.000 años, el Homo sapiens era capaz de imitar sonidos de la naturaleza
y diferenciarlos de lo que constituía la estructura de su lenguaje. Fue entonces, con el llamado
Homo musicus, cuando comenzaron a perfilarse las primeras expresiones musicales asociadas a
un hecho colectivo: rituales funerarios, cacerías y ceremonias vinculadas a la fertilidad formaban
parte de una cotidianidad en la que la música había entrado a formar parte por derecho propio.
Por tanto podemos entender que la historia de la Musicoterapia comienza con la historia
de la humanidad. Sus fundamentos están arraigados en la naturaleza del hombre: en su
afectividad. Por eso el hombre no puede prescindir de la música en los momentos importantes
de su existencia.

Aunque no es hasta mediados del siglo XX cuando se crea en la Universidad de


Michigan el primer plan de estudios destinado a la formación de musicoterapeutas, lo cierto es
que la utilización de la música como elemento productor de cambios en las personas se remonta
ya al antiguo Egipto, donde por el 1500 a.de C., los papiros recomendaban el uso de la música
para curar la infertilidad de las mujeres. Para los egipcios la música actuaba sobre las
emociones, y ello se aprendía en la escuela. Ayudaba a tener un carácter ecuánime, servía para
realizar algunas tareas faraónicas, y curaba enfermedades. El caso más significativo ha sido el
médico alejandrino Herófilo, que regulaba la pulsación arterial en consonancia con escalas
musicales (Poch, II, 1999). También en China en la antigüedad se atribuían virtudes terapéuticas
a una serie de notas musicales relacionadas con órganos específicos del cuerpo.

El mundo griego construyó una cultura a camino entre el culto musical a los dioses y un
importante componente intelectual que se convertiría en modelo social. Sotérico de Alejandría,
Platón o Aristóteles, creían que el ejercicio de la música era esencial en la praxis de los
hombres, por su origen divino. Pero sin duda alguna, la teoría del ethos –enumerada
principalmente por Aristóteles en “La Política” y tomada de los egipcios- asocia estados anímicos
a los diversos modos de la música griega: cada ritmo, la altura de los sonidos y las escalas
tenían su propio ethos. Además Platón utiliza por primera vez los términos consonancia y
disonancia en la “República”. Por lo que muchos autores coinciden en que el mundo griego es el
precursor de la Musicoterapia, pionero en el pensamiento occidental de la música y de la
Musicoterapia.
Los romanos heredan muchos elementos de la cultura griega, la música no fue utilizada
como arte, sino como una herramienta. Siendo un pueblo eminentemente militar, la música de
este género fue la más importante, era enérgica, capaz de producir salud, coraje y vitalidad.
Cicerón, por ejemplo, llamó a la filosofía la medicina del alma y a la música como su instrumento,
a causa de su influencia sobre las emociones. Galeno, decía que la música era la más grande de
las musas y podía ser utilizada como medio curativo gracias a sus componentes (armonía,
melodía y ritmo). Fue médico personal del emperador Marco Aurelio y estaba convencido de que
la música tenía poderes para contrarrestar las picaduras de serpiente, la depresión o los estados
de tristeza. Virgilio, pensaba que no hay nada tan estúpido y tan insensible que no sea
conmovido por el canto. Séneca decía: “Quién desconoce la música no conoce nada que tenga
sentido”, Séneca cuenta como Mecenas se curó del insomnio que padecía durante años
escuchando música armoniosa tocada a distancia.
Con la Edad Media, se recuperaron las atribuciones mágicas de la música y los
instrumentos. La iglesia componía la música en la edad Media, el Gregoriano era la música
oficial. En el Renacimiento la música destacó por su importancia como vehículo de expresión. En
el Barroco, el teórico musical Kircher, creía que las características de la personalidad estaban
relacionadas con ciertos tipos de música, y observó que las personas depresivas respondían
mejor a la música melancólica mientras que, las personas alegres preferían música de baile.
Esta interesante observación constituye el principio de ISO de la Musicoterapia actual.

En la actualidad el uso de la música como terapia tiene carácter científico y hay


profesionales dedicados a ella. En los principales países de Europa y Estados Unidos está
bastante extendida en la teoría y en la praxis, aunque su incorporación al mundo universitario
data de hace unos cuarenta años. EEUU es el país pionero en el uso de la música como terapia
de forma científica.

A) Definición y Funciones de la Musicoterapia


Hemos visto que la Musicoterapia posee determinadas características que hacen de ella
un excelente recurso terapéutico, y de allí el nacimiento de una disciplina como la Musicoterapia.

Existen numerosas definiciones de la Musicoterapia. Citando Kenneth Bruscia diremos


que: "definir la Musicoterapia es parte integral del ser del musicoterapeuta y como tal debe al
resto de la gente algún tipo de explicación, fundamentalmente por dos razones, primero porque
la Musicoterapia es un campo relativamente nuevo, y porque a la mayoría de las personas les
genera curiosidad dado que parece ser buena idea usar la música con fines terapéuticos".

A lo largo de todos estos años la Musicoterapia ha ido creciendo y desarrollándose como


disciplina científica, existen muchas definiciones diferentes, y lejos de considerar este hecho
como un escollo para la consolidación de la práctica, se debe entender como una situación
privilegiada a la hora de comprender y teorizar sobre nuestra práctica. Las definiciones se
vuelven entonces sumamente necesarias por diversas razones:

1) Son una herramienta eficaz a la hora de enseñar a profesionales fuera del campo de
la Musicoterapia.

2) Proponen temas y cuestiones de debate, entre los musicoterapeutas.

3) Mediante sus límites, contienen la práctica cínica, así como también los desarrollos
teóricos y de investigación.

4) Contribuyen a la proyección de nuestra identidad profesional.

5) Ponen de manifiesto la subjetividad de quienes defienden la disciplina.

6) Muestran el nivel de desarrollo tanto individual como colectivo de la profesión.

7) Generan un marco contextual para el intercambio entre musicoterapeutas.

Algunas de estas definiciones son:

• JULIETTE ALVIN: Es el uso dosificado de la música en el tratamiento, rehabilitación,


educación y entrenamiento de personas que padecen trastornos físicos, mentales o
emocionales. El valor terapéutico de la música no está necesariamente en relación con
la calidad o perfección de las ejecuciones; el efecto primordial obedece a la influencia de
los sonidos sobre el hombre.

• KENNETH BRUSCIA: Es un proceso de intervención sistemático en el cual el terapeuta


asiste al paciente (cliente) en la búsqueda de mejorar su estado de salud empleando
experiencias musicales y las relaciones que se desarrollan a través de ellas como
fuerzas dinámicas de cambio.

• ROLANDO BENENZON: La Musicoterapia es una disciplina paramédica que utiliza el


sonido, la música y el movimiento para producir efectos regresivos y abrir canales de
comunicación con el objetivo de obtener a través de esos procesos la rehabilitación y
recuperación del individuo para la sociedad (1978). La Musicoterapia es una psicoterapia
que utiliza el sonido, la música, el movimiento y los instrumentos córporo-sonoro-
musicales, para desarrollar, elaborar y reflexionar un vínculo o una relación entre
musicoterapeuta y paciente o grupo de pacientes, con el objetivo de mejorar la calidad
de vida del paciente y rehabilitarlo, recuperarlo para la sociedad (1998).

Según la Federación Mundial-Hamburgo (1996), la definición oficial de Musicoterapia es: El


uso de la música y/o de los elementos musicales (sonido, ritmo, melodía, armonía) por un
musicoterapeuta con un paciente o grupo de pacientes, para facilitar y promover la
comunicación, la interrelación, el aprendizaje, la movilización, la expresión, la organización y
otros objetivos terapéuticos relevantes, con el objetivo de atender necesidades físicas,
emocionales, mentales, sociales y cognitivas. La Musicoterapia apunta a desarrollar potenciales
y/o restablecer funciones del individuo para que éste pueda emprender una mejor integración
intrapersonal e interpersonal, y en consecuencia alcanzar una mejor calidad de vida, a través de
la prevención, rehabilitación o el tratamiento.

Una buena forma de enunciar las funciones de la Musicoterapia es recurrir a la


descripción de nuestro quehacer, comentando nuestros objetivos así como también nuestra
manera de alcanzarlos. Nos preguntamos entonces:

• ¿Qué hacemos los musicoterapeutas?

• ¿Cómo lo hacemos?

• ¿Para qué lo hacemos?

En referencia a la primera cuestión, nuestra labor es establecer o reestablecer la


comunicación utilizando la música. Este es el objetivo principal y no un recurso complementario.
Nos basamos en un saber musical y psicológico, que hace que la música se experimente como
lenguaje. En este sentido se enmarca en un campo más amplio, el de la socialización. Para
alcanzar dichos objetivos, nos proponemos estimular y/o reeducar determinadas áreas en déficit
(desórdenes espacio-temporales, trastornos del pensamiento, trastornos de la afectividad...)

Respecto a la segunda cuestión, la música permite la toma de conciencia de sí y del


espacio que nos rodea, y permite a su vez la expresión. Buscamos entonces encontrar "la
manera de existir" de cada uno, según sus circunstancias vitales y ambientales, y potenciar la
expresión, aunque ésta parezca en algunos casos imperceptibles. Usaremos instrumentos
sonoro-musicales, el cuerpo, la voz y todo aquello que nos permita establecer un contacto, un
vínculo.

Atendiendo a la cuestión que falta ¿para qué lo hacemos?, es necesario que en todo
momento tengamos claro cual es la finalidad de nuestra intervención, para decidir entonces los
recursos con los que contamos para alcanzar nuestros objetivos. Lo hacemos para empatizar,
expresar, interactuar, comunicar, retroalimentar, explorar, conectar, reparar, validar, influenciar,
motivar...

La empatía puede definirse como la capacidad de identificarse con otro, o la capacidad


de comprender lo que otro está sintiendo o experimentando. La música es, por excelencia, un
medio para lograr empatía porque no solo une a las personas en una misma actividad, sino que
los mantiene juntos en un mismo espacio y tiempo, mientras los conduce a través de una misma
experiencia humana de una manera muy íntima. Para lograr empatía el terapeuta usará
diferentes recursos: la imitación de ritmos y melodías presentadas por el paciente; la
sincronización que consiste en que puedan tocar juntos... El musicoterapeuta podrá relajar
mediante la música, actitudes, sentimientos, o estados de ánimo del paciente, e incorporar,
usando por ejemplo los motivos musicales presentados por el paciente, en su música. La
empatía es la base de todas las intervenciones, ya que ésta nos permite establecer un vínculo,
comprender las necesidades del otro, reasegurarlo. A su vez, podrá motivar al paciente para
empatizar con otros, al desarrollar durante el proceso terapéutico, la sensibilidad y las
habilidades necesarias para ello.

Hacer y crear música brinda oportunidades para la expresión en muchos niveles, por
ejemplo: hacer sonar nuestro cuerpo, vibrar y resonar sus diferentes partes para que puedan ser
oídas. Cuando cantamos o tocamos un instrumento liberamos energía hacia el mundo exterior
dando forma a nuestros impulsos y volcando nuestras emociones. Escuchando música nos
expresamos a través de otros identificándonos con ellos y experimentando la liberación de
nuestros sentimientos, o bien, ser parte de esa liberación sin identificar esos sentimientos como
propios.

A diferencia de la expresión, la interacción tiene que ver con comprometer al mundo


externo en un "dar y recibir" de mutua influencia. Se trata de un proceso recíproco en el cual
actuamos sobre alguien y permitimos que actúen sobre nosotros. Mientras que la interacción
involucra la elección de roles en relación con otros, la comunicación involucra el intercambio de
ideas y sentimientos con otros. La comunicación musical se sostiene a sí misma y como tal, no
es reemplazada ni invalidada por otra forma de comunicación. En la música, podemos poner
palabras, movimientos o imágenes visuales, podemos movernos e incluso dibujarla. La
Musicoterapia permite una flexibilidad que facilita el paso del canal verbal al musical o al
corporal, conectándose entre sí, pudiendo intensificar lo que se expresa verbalmente o bien
clarificar lo acontecido en la música.

El hacer música siempre involucra la retroalimentación, es decir, "sonamos" y luego nos


escuchamos "sonar". Ésta es la base sobre la cual el paciente puede reconocer la necesidad de
cambio e identificar qué cambio necesita. El trabajo del musicoterapeuta consiste en ayudar a
explorar las alternativas y posibilidades de la persona, para lograr un funcionamiento pleno. En
nuestra vida estamos permanentemente estableciendo conexiones para volver, una y otra vez, a
poner todas las partes juntas en un "todo armonioso". En este sentido, la música es muy útil
porque involucra y requiere todo tipo de conexiones. Este tipo de conexiones se verán
enriquecidas desde lo verbal, mediante la discusión de los elementos surgidos y la toma de
decisiones en los diferentes planos.

El hecho de que las actividades transcurran “en la música” se transforma en agente


motivador que permite explorar nuevos horizontes y encontrar nuevos recursos.
B) La figura del Musicoterapeuta.

Código Deontológico del Musicoterapeuta

* Según el Código de Deontología elaborado por la Asociación Francesa de Musicoterapia.

1- El Musicoterapeuta ha sido formado profesionalmente.


2- Toda práctica de la musicoterapia debe estar asociada a un trabajo de reflexión que lleve a
una conceptualización o a una elaboración teórica. La sesión de musicoterapia, cualquiera que
sea, no es suficiente por ella misma. El tiempo de preparación, de reflexión, análisis de las
sesiones, así como el trabajo de investigación musical indispensable en esta práctica forman
parte de un proceso terapéutico.
3- Un Musicoterapeuta no debe tomar o seguir un tratamiento en los campos que estén fuera de
su competencia o de sus posibilidades. En el momento que acepta responder a una demanda, el
musicoterapeuta se compromete a asegurar personalmente a su paciente cuidados
concienzudos y entregados y a hacer llamada, si tuviera lugar, a la ayuda de un tercero
competente.
4- Proyecto terapéutico:
Se sobrentiende en las condiciones siguientes:
a) La necesidad de un examen hecho por el musicoterapeuta, examen que evalúe las
posibilidades de participación sonora y musical del paciente teniendo en cuenta su sufrimiento
psíquico. Este examen nos da los elementos de la indicación o de la contraindicación de la
musicoterapia en este caso.
b) Concretar un objetivo terapéutico.
c) Compromiso de un proceso terapéutico que determina un contrato terapeuta – paciente
(institución).
d) Delimitación del cuadro de las sesiones.
e) Definición del contenido.
f) Evaluación.
El musicoterapeuta debe ceñirse en su práctica al código de deontología. Debe
permanecer fundamentalmente bajo el secreto profesional (definido por el artículo del Código
Penal). No está permitido hacer ninguna publicidad de carácter comercial y se compromete a
respetar la libre elección del paciente. Todo musicoterapeuta debe abstenerse igualmente fuera
del ejercicio de su profesión de todo acto de naturaleza que no considere esto.
En el marco de su práctica debe mantener estrictamente una relación profesional.
Debe asegurar la responsabilidad personal del tratamiento, responsabilidad que no
puede delegar a una tercera persona.
En el musicoterapeuta es fundamental la comprensión de la vida anímica ajena, así
como un cierto dominio musical. El musicoterapeuta no trabaja nunca aisladamente, siempre es
un miembro más del equipo terapéutico o pedagógico. En este sentido, deberá colaborar con
otros profesionales (médicos, psiquiatras, psicólogos, etc.) ofreciendo sus conocimientos y
experiencia, así como los informes pertinentes. Por lo que respecta al proceso
musicoterapéutico, Bruscia (1987) señala cinco fases necesarias:

1. Recogida y análisis de información sobre el paciente: comprendería la


recogida de información sobre la persona, sus necesidades y limitaciones,
cualidades y conducta… tomando como fuentes de información su historial
clínico, datos ofrecidos por otros profesionales y la familia y personas de su
entorno, la observación directa del sujeto, entrevistas…

2. Planificación del tratamiento y trazado de objetivos: esta etapa exige conocer


aquello que se pretende modificar en la persona y el establecimiento de unos
objetivos generales y específicos.

3. Tratamiento: podrá ser individual o grupal. El tratamiento exige conocer las


necesidades y limitaciones del sujeto, sus posibilidades, los objetivos
generales y específicos, así como unas técnicas adecuadas a la
problemática y características del cliente.

4. Evaluación y seguimiento: la evaluación puede ser continua o final.


5. Finalización del tratamiento: en términos generales, el tratamiento finalizará
una vez alcanzados los objetivos iniciales, o cuando ya no se observe
beneficio alguno por parte del cliente.

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