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¿Es la vida una simulación?

Teo Encino

Introducción
Después de leer La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca no podemos
evitar hacernos muchas preguntas, preguntas sobre la realidad y del día a día
que no son fáciles de responder. Sabemos que el hombre siempre se ha
cuestionado sus inicios, desde tiempos ancestrales han surgido miles de
hipótesis para lograr entender verdaderamente la vida, pero ninguna tiene la
evidencia suficiente para ser justificable.

Esta obra trata temas como la corona, los sueños y la soledad, nos muestra la
necesidad humana de comprender y de explorar y nos deja con muchas
preguntas, a continuación intentaré explicar algunas de estas.

Contexto de la obra
Conocemos a un rey el cual escucha una profecía en la cual hablan de su hijo, y
de como este lo va destronar con la ayuda del pueblo. En un intento de detener
esto el rey manda a encerrar a su hijo a una torre, sin darse cuenta que esto
sería el detonante que lo haría caer. Al salir su hijo, el pueblo enfurecido pelea
contra las tropas del rey y lo acaban destronando, cumpliendo así la profecía.

La obra tiene la típica moraleja de muchas obras antiguas, en las que al querer
evitar una predicción esta se cumple para mostrarnos que simplemente
deberíamos de aceptar nuestro destino, sea cual sea.

Contexto de la época
Esta obra fue escrita en el barroco, una época en la que el enfoque cambió
drásticamente, ya que la gente dejó de creer en la tierra como centro del
universo y empezaron a creer en el sol como centro, haciendo que el enfoque en
todos los ámbitos cambiará en una nueva dirección. En la obra podemos
apreciar este nuevo enfoque al observar temas como la realidad y el sueño.

Reflexión
Nos preguntamos, ¿Cómo podríamos disfrutar la realidad?, sabiendo que hay
algo mayor allá afuera, en donde podemos despertar y darnos cuenta de la
cruda verdad. Si todo es un sueño, ¿no sería mejor despertar?

Me gusta mucho la frase: “Somos seres espirituales con una experiencia


humana”, siento que nos remonta a un pasado mayor del cual no tenemos
conocimiento pero sabemos que está en algún lugar de nuestra consciencia.
Puede que este mundo solo sea una parte pequeña de un todo mayor, así que
hay que intentar sacarle cosas buenas a esta.

Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!


Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber,


para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os

Conclusión
Lo que esta obra nos deja es la moraleja de que algunas veces nos saboteamos
y hacemos justo lo contrario de lo que queríamos al intentar cumplir un deseo,
que nos deberíamos dejar llevar sin sobrepensar las cosas, ya que al final puede
que al querer mejorar, solo estemos haciendo lo contrario. Es una buena lección,
y un buen libro muy adelantado a su época.

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