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Tatiana Fernanda Cortés Palencia

Argumentación
Juan Raúl Loaiza
Universidad del Rosario

El Banquero Anarquista.
El Banquero Anarquista es un libro de la autoría de Fernando Pessoa, quien es un
reconocido escritor y poeta portugués, de los más importantes en el siglo XX. La temática
de su obra indaga principalmente en la exploración del individuo en un sentido existencial,
en donde aspectos como la identidad y de lo que esta está compuesta, son bastante
recurrentes en sus reflexiones. Entre esto tenemos al libro a reseñar en este texto, el cual
gira entorno a la conversación de un banquero “anarquista” y otro hombre del cual poco
sabemos. A lo largo del escrito podemos ver al banquero argumentando el por qué su
trabajo y posición social tienen mucha congruencia con su ideal político, a pesar de lo que
se podría pensar a primera instancia.
El hombre afirma y reafirma que es anarquista teórico y práctico, no cómo sus anteriores
compañeros quienes sólo se quedaban en la teoría. Para ello presenta una serie de
argumentos en los cuales justifica el por qué su estilo de vida acomodado no difiere de su
ideal político. Estos están principalmente basados en la libertad como la naturaleza humana
completamente desplegada y la abolición de las ficciones sociales, y el cómo ha concluido
que sus antigüos camaradas malinterpretan y no saben llevar a cabo estas ideaciones.
Sus cavilaciones inician cuando era una persona de escasos recursos y asistía a reuniones
anarquistas con sus compañeros. Inicia por establecer que todo el mal que desea combatir
está en las ficciones sociales, debido a que estas no son naturales, y es el dejar fluir de la
naturaleza humana lo que le interesa conseguir. Por ende, cuestiona el proceder de un
anarquista promedio, ya que, según él, ellos sólo buscarían abolir unas ficciones para
implantar otras. Con ello, sigue por argumentar que lo que se debería elegir como
anarquista es un mal menor, o lo más justo, que, para él, está en lo natural y ¿Qué es lo más
natural en esa sociedad ya construída? Pues lo habitual, y lo habitual es esa misma realidad.
Por otro lado, también descarta la posibilidad de hacer un cambio en la realidad material, ya
que esta sería posible sólo mediante un régimen revolucionario, una dictadura, cosa que no
corresponde con ningún tipo de liberación, ya que, según él, al haber más personas al poder
sólo cambiarían de mal.
Acto seguido, el banquero empieza a relacionar estas ideas con su estilo de vida. Empezó
por afirmar que sentía absurdo ser un anarquista pasivo, que deseaba actuar, por lo que
empezó a crear un plan. Retomó su idea de una revolución arrasadora, pero con el final
ideal de tener en efecto, una verdadera libertad, a lo que le surgieron distintas dudas. Su
principal preocupación era sí mismo y su propio libre albedrío, el cual no figuraba en el
disfrute de la realidad que pretendía construir. Y lo justifica diciendo que la solidaridad
hace parte de las ficciones sociales, y que lo natural más bien, es ser egoísta y ver por uno
mismo, sólo se sacrifica con fines que nos beneficien como individuos.
Ahora se habla sobre la tiranía y el cómo esta afecta absolutamente todo el movimiento
anarquista. Empieza por exponernos que sus compañeros creaban tiranías entre sí cuando
estaban simplemente haciendo propaganda, por lo que se preguntaba si esta era natural o
social. Llega a dos hipótesis, o que el ser humano es naturalmente perverso o esas
perversiones son fruto de una sociedad históricamente perversa. A él le parecía más
probable la segunda, así que optó por esa para seguir construyendo su plan de acción. Y es
de este modo en el que llega a la conclusión de que la única manera de ser anarquista es que
cada uno trabaje por su lado, no en grupos. Esto debido a que tan corroída está la sociedad
por esa tiranía perversa, que se hace imposible trabajar en grupo sin que, en este ejercicio,
se infiltren las ya asentadas ficciones sociales.
Ahora el problema estaba en la manera en la que conseguiría llevar a cabo su idea de
anarquismo, ya que todo apuntaba a que debía actuar por sí mismo. Quería “combatir las
ficciones sociales sin crear tiranía nueva” Pessoa (2003), y para ello o debía hacer
propaganda o debía destruirlas. Por un lado, no se veía en las condiciones de persuadir
exitosamente a las personas y por otro, una persona no era suficiente para hacer una
revolución y acabar con todos. Esto lo lleva también, a que es inútil intentar acabar con una
idea a través del asesinato, ya que para él las personas no son más que medios de ficciones
ya implantadas, si no son unos las que las reproducen, entonces son otros. Por lo que
concluye que es necesario subyugarlas, que dejen de afectarle como individuo. Para él el
principal elemento a ser subyugado era el dinero, lo cual solo se podía lograr adquiriéndolo,
ya que así, la falta de este, no condicionaría sus libertades. También justifica el que no haya
reparado en sus métodos para conseguir dinero en que los revolucionarios tampoco lo
hacen, debido a que ellos cometen ilegalidades, inmoralidades, como lo es el asesinato, en
nombre de la misma idea. Al igual que la tiranía implicada, no fue creada ni reproducida
por él, sino que más bien era parte de un sistema ya formado, él sólo las usó, más no creo
ninguna nueva, lo cual era su intención inicial.
Ahora me gustaría objetar varios de los puntos planteados por el banquero, ya que toda esa
serie de cavilaciones lo llevan a aceptar la desigualdad social y a liberarse a sí mismo de la
responsabilidad de revertir eso mismo, a pesar de autodenominarse como anarquista. En un
primer momento, me gustaría señalar el argumento en el que propone que lo más justo es
irse por lo habitual, ya que lo habitual es lo más natural y lo más natural es lo ya
establecido. Aquí se hace una relación errónea entre lo justo y lo natural, ya que como bien
él mismo menciona, lo natural acarrea consigo cierto tipo de injusticias. Por ende, en ese
orden a cada persona no le correspondería lo que se merece en ningún momento, ni desde la
idea de lo natural ni mucho menos desde lo social. Justifica su resignación a través de la
tergiversación de sus propias ideas.
Por otro lado, asume que la solidaridad hace parte de las ficciones sociales y que la
naturaleza del ser humano es meramente egoísta. Esto, en el sentido de que, según él, nadie
naturalmente asume ninguna tarea si no recibe a cambio una compensación egoísta. Y si
relacionamos a la naturaleza con el instinto más primario de supervivencia, sólo bastaría
con observar a las hormigas y su instinto de trabajar en comunidad, estas no reciben una
recompensa satisfacción inmediata, pero su naturaleza las guía a colaborar con otras. ¿Por
qué se niega inmediatamente que en el instinto humano no pueda haber algo de este sentido
a la hora de colaborar con otros?
Y por último ¿La tiranía realmente hace parte de nuestras ficciones sociales? Porque dentro
de estas misas también podemos encontrar la creación del concepto de caridad creado desde
el cristianismo, la misma solidaridad ya mencionada por él mismo, aunque esta tal vez
pueda ser natural. Y si así fuese ¿Por qué no las podríamos aceptar de la misma manera en
la que aceptamos el dinero en la búsqueda de la liberación personal? En vez de querer más
poder adquisitivo y adentrarnos en el sistema para liberarnos a nosotros mismos, podríamos
aceptar nuestras tiranías, naturales o no, trabajar en equipo y buscar el mismo objetivo en
pro de la igualdad social.

Referencias:
Fernando Pessoa. (2003/1922). El banquero anarquista. Emecé Editores: Buenos Aires.

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