Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Bachillerato en Humanidades.
Literatura contemporánea.
Docente Ana María del Rosario Lea-Plaza Illanes.
A partir de la segunda mitad del Siglo XIX, la literatura es comprendida como un proceso
material, fabricado por medio del lenguaje, las sílabas, las repeticiones, el tipo de estrofa.
Desde este momento, comienza a ser relevante la extensión del escrito, para así analizar el
efecto que provoca. Así, la literatura es entendida como un proceso material, con causas
visibles y comprobables (destacando estilos como el positivismo, el empirismo y el
pragmatismo) y no los hechos trascendentales o directamente desde el sentir.
Ahora bien, el poema no sólo presenta materialismo en su totalidad, sino que también
presenta algo de sensibilidad y el mismo autor -Poe (1846)- establece que el dominio es la
belleza es por medio de la contemplación: “Creo que el placer más intenso, más exaltante y
más puro reside en la contemplación de lo bello” (p. 69). Convirtiéndose así la creación de
una obra literaria en un proceso razonado, planificado de manera estética para que sea bella,
pero que está rodeada de límites y lógica, similar a la evolución de las calles y ciudades
modernas.
Existe grandes coincidencias entre algunos elementos poéticos y estilísticos que evidencian
una latente afinidad entre Poe y Baudelaire; Charles Baudelaire es conocido como un gran
seguidor de Allan Poe, y es que son varias las ocasiones en que Baudelaire extrae principios y
fundamentos de la obra de Poe, la gran mayoría relacionadas a reflexiones sobre el arte y la
modernidad.
Baudelaire en su obra Cuadros parisienses (1857) nos expone la realidad lírica que se
vivencia en las ciudades en el Siglo XIX, especialmente París que se transforma no sólo en
una de las grandes ciudades burguesas de la época, sino también en un símbolo clave de la
modernidad y el capitalismo.
Si bien este poeta expresa en el poema como la modernización arrasa ferozmente con la
ciudad de París, al mismo tiempo siempre presenta algo bello y sublime en la ciudad,
trabajando así con dos escalas de pensamiento. Por una parte, nos muestra cómo esta ciudad
se vuelve excitante y estimulante ante los cambios, enseñándonos una literatura sumamente
material como también, personas que no resisten estas transformaciones debido a ser
consumidas y arrolladas por estas. Tal como señala al escribir en el poema El Cisne: “El viejo
París terminó (la forma de una ciudad Cambia más rápido, ¡ah!, que el corazón de un
mortal);” (p. 6). El autor deja en claro que por medio del cisne se ve representado un poeta
caído y exiliado de la poesía trascendente, el cual ahora debe vivir en el barro y en las calles,
transformándose en un poeta moderno que desconoce su ciudad pero que pasea, escribe y
hace arte sobre ellas, pese a la existencia de la premisa que no hay espacio para el arte gracias
a una ciudad apabullada de modernismo. Así, el poeta sobrevive en un contexto de inutilidad
de la poesía en vista a las diversas experiencias que exceden a la ciudad: la velocidad, la
multitud, el capitalismo, el choque de clases sociales, y el consumismo desenfrenado.
Siguiendo la línea crítica respecto a los avances de la ciudad, la realidad capitalista, y las
consecuencias del consumismo junto con derrumbe cultural y espiritual. Marshall Berman en
su libro “Todo lo sólido se desvanece en el aire” (1988). Viene a criticar que la experiencia
de la modernidad nos impide desenvolvernos en áreas artísticas, políticas e intelectuales. Así,
se puede ampliar nuestra visión de lo creíamos respecto a la modernidad. Berman en su
escrito recurre a distintas fuentes literarias mezclando y relacionando la historia universal,
con autores como Johann Wolfang Goethe, Karl Marx, Baudelaire, entre otros.
La ciudad en la que se inspira Baudelaire en “El cisne” es París, la cual ante sus ojos es
admirada por el progreso, pero al mismo tiempo transmite el sentimiento negativo, y la
pérdida del sentir e identidad del cisne mientras la habita. Marshall Berman, percibe esta
crítica del poeta y analiza la confusión que atraviesa respecto el mundo material y el mundo
espiritual, evidenciando así los aspectos negativos de la modernidad.
Por lo mismo, optamos sintonizarlo con la obra de Baudelaire (1857) “Cuadros parisienses:
El cisne”. En este caso, el capítulo de Marshall Berman dedicado a Baudelaire es “El
modernismo en la calle”. El autor explica la existencia de una era moderna llena de tensiones.
Evidentemente la evolución de la ciudad puede llegar a convertirse en la destrucción del arte,
pues la modernidad tiene un trasfondo muy ambiguo, lleno de polos opuestos, que repercuten
en nosotros y nos torna individuos contradictorios. Por un lado, nuestro polo creador se
dedica a alabar el progreso de las ciudades, los avances tecnológicos, las últimas modas, las
aperturas de malls y las compras que terminan desarrollando un consumismo desenfrenado.
Mientras que, por otra parte, nuestro lado destructivo nos muestra sensibles ante la crueldad,
sin ir más lejos, afecta directamente en la espiritualidad, nuestro proceso creativo y artístico,
corta nuestras libertades y parte más humana. “No faltan los temas, ni los colores, para hacer
épica. El verdadero pintor que estamos buscando será aquel que pueda captar el carácter
épico de la vida” (Berman. M, 1988, p. 141). Un ejemplo de lo anterior es cuando asistimos a
un mall y notamos miles de intervenciones artísticas coloridas que no tienen sentido alguno,
¿el artista realmente se está expresando? ¿o se está dejando llevar por reconocimiento dentro
de ese espacio consumista? Evidentemente, el artista se aleja de su espíritu de creación y se
deja explotar por el reconocimiento de su trabajo, el individuo llega a creer que la obra debe
tener un espacio -que sea reconocido- sino está no es válida. Consideramos que los literarios
del siglo XIX siguen la misma línea del pensamiento, les importa más el efecto que provoca
en otros ajenos, que los sentimientos. Un claro ejemplo es el texto “La filosofía de la
composición” que presta atención al estilo, la extensión, el sonido, sin ahondar en las
emociones, ni el sentir. Nos parece una literatura elegante, pero vacía que nos aleja de ser
críticos, sensibles, expresivos y responsable de la realidad en nuestros espacios.
De acuerdo con los textos analizados anteriormente, podemos tener en cuenta, por una parte
que la Filosofía de la composición, presenta una literatura meramente materialista, donde ya
no solamente es importante exponer la realidad que se visualiza en una sociedad modernizada
y capitalista, sino también una literatura que siga los pasos de la modernidad en su creación
como lo haría una máquina que trabaja en serie para su producción. Asimismo, ocurre en
Cuadros Parisienses donde se manifiesta como cambia la ciudad con la ferviente
modernización, habiendo aun aspectos y detalles que rescatar de esta, provocando ternura y
belleza en ellas, pero que sin embargo son sensaciones efímeras, ya que las transformaciones
exhibidas exceden no sólo a las personas que habitan en la ciudad sino también a los cambios
sociales y culturales que podrían ocurrir en una sociedad capitalista.
A modo de conclusión, evidentemente la literatura materialista refleja muchos aspectos
negativos de la modernidad, tal como observamos en el texto “El modernismo en la calle”,
dado que junto con los avances de la ciudades, viene la pérdida del espíritu y de la
imaginación para crear. Para el artista o escritor moderno pasa a ser relevante el
conocimiento de su obra y la apreciación ajena, dejando a un lado la relevancia de
exteriorizar su sentir.
Luego de las lecturas, logramos comprender de que manera el capitalismo y la modernidad
permean a la literatura, influyendo en la creatividad del autor. Haciéndonos conscientes no
solo de los aspectos negativos que tiene el progreso desenfrenado en la creación de obras
literarias, sino también en la humanidad.
Bibliografía:
Baudelaire, C. (1857). Las flores del mal: Cuadros Parisienses. Editorial Auguste Poulet-
Malassis.