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➜ Políticas e ideológicas. En la segunda mitad del siglo XVIII, el absolutismo había sido
criticado por la Ilustración, y la revolución americana mostró que era posible derribarlo.
➜ Las reformas internas más importantes fueron el Código Civil de 1804, que recogía
los logros revolucionarios (igualdad ante la ley, libertad, propiedad y separación entre la
Iglesia y el Estado); la implantación de la libertad económica; la creación de una
asistencia social pública; el fomento de la instrucción pública; y la construcción de
numerosos monumentos en París.
Estos logros otorgaron a Napoleón una gran popularidad. De ahí que fuera nombrado
cónsul vitalicio, en 1802; y, más tarde, emperador de los franceses, en 1804, con la
aprobación popular expresada en un plebiscito o consulta al pueblo.
5.2 El imperio napoleónico (1805-1815)
Napoleón se propuso también extender la revolución creando un gran imperio europeo
bajo la autoridad de Francia. Así, entre 1805 y 1810 se enfrentó a varias coaliciones de
países europeos que se formaron contra él, a las que venció en sucesivas batallas:
Austerliz, Ulm, Jena, Eylau, Friendland y Wagram. Logró así dominar gran parte de
Europa occidental. La única excepción fue Reino Unido, que derrotó a la flota
napoleónica en Trafalgar (1805) y resistió el bloqueo económico decretado por
Napoleón (1806).
En los países conquistados Napoleón confió el gobierno a familiares o a generales
franceses. Todos ellos difundieron las ideas revolucionarias, promulgaron
constituciones, implantaron el Código Civil napoleónico y abolieron los impuestos
señoriales y el diezmo.
5.3 La caída de Napoleón
La dominación francesa no fue aceptada en muchos países, donde provocó movimientos
nacionalistas contrarios a ella. Tras el fracaso del Gran Ejército enviado contra Rusia
(1812) y la derrota en España (1814), una coalición de potencias europeas integrada por
Reino Unido, Austria, Prusia y Rusia entró en París. Napoleón fue desterrado a la isla de
Elba, y se restableció la monarquía en Francia en la persona de Luis XVIII. Al año
siguiente, Napoleón escapó de la isla y recuperó el poder durante cien días. Pero los
aliados lo derrotaron definitivamente en Waterloo (1815) y lo desterraron a la isla de
Santa Elena, donde murió en 1821.
6 LA ÉPOCA DE LA RESTAURACIÓN
La derrota definitiva de Napoleón abrió un nuevo periodo en Europa en el que se intentó
restaurar el absolutismo. No obstante, acabaron imponiéndose el liberalismo y el
nacionalismo, dos nuevas ideologías surgidas de la Revolución Francesa
6.1 La vuelta al absolutismo
Entre 1814 y 1815, las potencias vencedoras de Napoleón (Reino Unido, Austria, Prusia
y Rusia) se reunieron en el llamado Congreso de Viena. Sus objetivos fueron dos:
➜ La reconstrucción del mapa político de Europa. Con ese fin, obligaron a Francia a
volver a sus límites de 1791 y se repartieron territorios. El trazado de las nuevas
fronteras, sin embargo, se hizo sin contar con los deseos de algunos pueblos, que
quedaron así separados o unidos contra su voluntad.
En Viena también se acordó la convocatoria periódica de congresos, donde se tratarían
diplomáticamente las posibles disputas entre países; y se autorizó la intervención de las
potencias en cualquier país amenazado por una revolución.
Por último, en 1815, se crearon dos grupos de alianzas para asegurar el orden
establecido: la Santa Alianza, formada por Austria, Prusia y Rusia, a la que luego se
sumaron otros estados; y la Cuádruple Alianza, formada por Austria, Prusia, Rusia y
Reino Unido.
6.2 Las nuevas ideologías
A pesar de los intentos absolutistas, la Restauración no pudo impedir la expansión por
Europa de nuevas ideas y valores, representados por el liberalismo y el nacionalismo.
➜ Las revoluciones de 1830 afectaron a casi toda Europa, y llevaron a los liberales al
poder en muchos estados. Se iniciaron en Francia, con la destitución de Carlos X y la
implantación de la monarquía constitucional de Luis Felipe de Orleans. Después, la
revolución se extendió a Bélgica, que logró la independencia de Holanda; y a España,
Portugal, Polonia y diversos estados italianos y alemanes. Sin embargo, una vez
conquistado el poder, el liberalismo limitó los derechos y las libertades e implantó el
sufragio censitario o restringido, excluyendo así a los grupos populares de la política y
del poder.
7.2 Las revoluciones de 1848
Las revoluciones de 1848 tuvieron mayor extensión y participación popular y fueron más
radicales. Partieron de Francia, donde Luis Felipe se vio obligado a abandonar el trono,
se proclamó la Segunda República, y se implantó una constitución que establecía el
sufragio universal masculino. La revolución afectó también a Prusia, Austria-Hungría,
Suiza, la Confederación Germánica y algunos estados italianos. En todas ellas, los
revolucionarios levantaron barricadas en las calles y exigieron más derechos, soberanía
popular, sufragio universal masculino e igualdad social. Estas exigencias asustaron a la
burguesía que reprimió las revoluciones e implantó un liberalismo conservador.
7.3 Las consecuencias de las revoluciones
A pesar de sus limitaciones, el balance de las revoluciones liberales fue positivo, pues
consolidaron ciertas conquistas revolucionarias. Así, muchos países de Europa
occidental adoptaron el liberalismo y se dotaron de constituciones escritas en las que se
reconocía el sufragio censitario masculino. Francia mantuvo el sufragio universal
masculino. Y la servidumbre se abolió en casi todos los países de Europa central y
oriental, excepto Rusia.
La burguesía fue la gran triunfadora de las revoluciones liberales, y se convirtió en
conservadora y defensora del orden. Los grupos populares, en cambio, resultaron
derrotados, al no conseguir transformaciones políticas y sociales más profundas. Pero
tomaron conciencia de clase, y comenzaron a organizarse para enfrentarse a la
burguesía y al Estado liberal que habían contribuido a crear.
8 LOS NACIONALISMOS. EL NACIMIENTO DE NUEVOS ESTADOS
Las ideas nacionalistas favorecieron algunos procesos de unificación. Fueron los casos
de Italia y de Alemania, donde contribuyeron a la difusión de las ideas de construcción
de un Estado liberal unitario. También impulsaron el proceso de descomposición del
imperio turco y el surgimiento de nuevos Estados.
8.1 La unificación de Italia (1859-1870)
El proceso de unificación fue dirigido por el reino de Piamonte-Cerdeña. Sus
protagonistas fueron el rey Victor Manuel II y su primer ministro Cavour, que se ganaron
la confianza de las corrientes nacionalistas más significativas; y el revolucionario
Garibaldi. La unificación se realizó en varias etapas.